Función hormonal del hígado El hígado interviene en el metabolismo de múltiples hormonas esteroideas y peptídicas. Sintetiza las proteínas plasmáticas de unión con las hormonas, cuyos niveles influyen sobre los niveles plasmáticos de éstas y sobre su distribución en los tejidos. Es un importante órgano diana para muchas hormonas y produce otras como por ejemplo el factor I de crecimiento crecimiento (IGF-I) que influye sobre la síntesis y la secreción hormonal en otras glándulas endocrinas. Así pues, no es sorprendente que los trastornos metabólicos presentes en la enfermedad hepática puedan causar anomalías en la función neuroendocrina neuroendocrina y en los niveles circulantes de hormonas. Además, Además, algunos rastros hepáticos, particularmente aquellos de base autoinmune, pueden asociarse con afección endocrina (ejemplo, enfermedad tiroidea inmune). Las anomalías de los niveles hormonales circulantes pueden deberse a un trastorno del metabolismo hepático de una hormona, a un aumento compensador de la producción hormonal debido a la resistencia tisular a su acción, a trastornos de las proteínas plamáticas de unión hormonal o a efectos de la enfermedad hepática o de su tratamiento sobre la secreción hormonal. hormonal. El hepatólogo necesita necesita conocer el efecto efecto de la enfermedad enfermedad hepática sobre sobre el sistema endocrino y sobre los niveles plasmáticos de las hormonas, a fin de poder interpretar correctamente los resultados de las pruebas endocrinas. Además, es importante saber que ciertas alteraciones endocrinas, como el hipogonadismo o la intolerancia a la glucosa, pueden deberse a una enfermedad hepática y constituir el modo de presentación de ésta. Los esteroides no se almacenan en cantidades apreciables sino que una vez que son secretados, pasan a la circulación general y se distribuyen por todos los tejidos corporales, siendo posteriormente destruidas destruidas en el hígado principalmente. La concentración plasmática de hormonas esteroides estaría en función de la diferencia neta entre las tasas de formación y secreción de dicha hormona por la glándula endocrina y las tasas de metabolismo en el hígado, así como la consiguiente excreción por los riñones. La velocidad de recambio de estas hormonas es elevada, si se tiene en cuenta que la vida media de los esteroides oscila entre los 30 y 90 minutos.
El hígado es el órgano principal para el metabolismo de las hormonas esteroides. Los esteroides reducidos se producen gracias a la acción de deshidrogenasas esteroespecíficas que se sirven de los nucleótidos de pirimidina como cofactores. Los metabolitos reducidos se conjugan por los grupos hidroxilo en forma de sulfatos o de glucuronatos que son precisamente los que circulan en la sangre y los que más rápidamente van a ser excretados por la orina. A la hora de determinar las hormonas esteroides y sus metabolitos en sangre y orina, sólo se encuentran trazas de esteroides libres no reducidos en la orina, debido a su bajo índice de clarificación, que en parte, se debe, a su fijación a proteínas plasmáticas. Los esteroides estrogénicos y progestágenos aparecen rápidamente en la bilis en sus formas conjugadas entrando en el tracto gastrointestinal y siendo reabsorbidos seguidamente por el sistema porta hepática de nuevo hacia el hígado. El hígado es una glándula mixta, con la particularidad que una misma célula (el hepatocito) realiza múltiples funciones, entre ellas la función endocrina dada por la producción de las somatomedinas que median la acción de la hormona de crecimiento y la exocrina por la secreción de la bilis.
Función hematológica del hígado * Embriología del hígado Tanto el hígado como la vesícula y los conductos biliares surgen de una evaginación de la porción ventral del intestino anterior, al inicio de la cuarta semana. La yema hepática se extiende hacia el septum transversum, una masa de mesodermo esplácnico entre el corazón e intestino medio en desarrollo. El septum transversum forma parte del diafragma y del mesenterio anterior. El divertículo hepático crece con rapidez y se divide en 2 a medida que se desarrolla entre las hojas del mesenterio ventral. La porción craneal es el primordio hepático. Las células endodérmicas en proliferación originan cordones que se intercalan de células hepáticas y revestimiento epitelial de la porción intrahepática del aparato biliar. Los cordones hepáticos se anastomosan alrededor de espacios recubiertos de endotelio que son los primordios de los sinusoides hepáticos. El tejido hematopoyético, fibroso y las células de Kupffer del hígado derivan del mesénquima del septum transversum. El hígado crece con rapidez y llena una gran parte de la cavidad abdominal de la quinta a la décima semanas. La cantidad de sangre oxigenada que fluye desde la vena umbilical hacia el hígado determina la segmentación funcional y el desarrollo del órgano. En el inicio los lóbulos derecho e izquierdo tienen casi el mismo tamaño pero pronto crece más el derecho.
A partir de la sexta semana, en el hígado se establece el centro de hematopoyesis, dicho órgano se torna rojizo brillante. Entre los cordones de células hepáticas, los hemocitoblastos proliferan, dando origen a los distintos tipos de células sanguíneas, donde predomina la eritropoyesis sobre la formación de granulocitos, linfocitos y megacariocitos. Esta actividad es causa principal del tamaño relativamente grande del hígado entre las 7ma. y 9na. semana de desarrollo. Hacia la 9na. semana el hígado corresponde casi el 10% del peso del feto. Durante la duodécima semana se inicia la formación de la bilis por las células hepáticas. A partir de una delgada membrana llamada mesenterio ventral, se forma los ligamentos gastrohepático, el gastroduodenal y el ligamento falciforme. Posteriormente la hematopoyesis se desarrolla el tejido mieloide de la médula ósea, cuando los primordios cartilaginosos de los huesos han sido invadidos por mesénquima en el proceso de osificación; esto ocurre alrededor del tercer mes de vida fetal. Por último aparece tejido hematopoyético en el bazo, hacia el octavo mes de embarazo. De todos estos órganos productores de células hemáticas en el período embrionario, sólo la médula ósea mantiene su actividad hematopoyética después del nacimiento. En el transcurso de algunos estados patológicos pueden apreciarse focos hematopoyéticos en algunos de los órganos ya mencionados, proceso conocido como hematopoyesis extra medular.
* Irrigación sanguínea hepática
El caudal sanguíneo del hígado es de aproximadamente 1 500 ml por minuto, o sea alrededor del 25% del volumen por minuto cardiaco, pero varía con la postura, el ejercicio y la alimentación. La sangre llega a las células parenquimáticas del hígado por dos caminos: la vena porta, que trae el 70% y la arteria hepática. La presión sanguínea en la vena porta es muy baja, alrededor de 10mmHg. Esto es suficiente para perfundir el hígado, dado que la resistencia en las ramas de la vena porta y el sinusoide es baja Una alta presión sinusoidal; como ocurre en la oclusión de las venas hepáticas o en la
enfermedad parenquimática difusa, tiene serias consecuencias sobre su función, como será explicado más adelante. La sangre que proviene de la arteria hepática (aproximadamente el 30% del flujo total) entra, finalmente, también a los sinusoides, dado que es disipada antes de llegar a ellos. La tensión del oxigeno de la vena porta es baja en comparación con la circulación arterial. Indudablemente la mezcla de sangre arterial y venosa en los sinusoides aumenta el oxigeno disponible para las células de la sangre porta únicamente. Las células hepáticas pueden sobrevivir a la baja tensión de oxigeno solo en la sangre venosa porta: la irrigación sanguínea arterial al hígado puede estar obstruida en forma aguda sin que se produzca infarto. La enfermedad hepática puede alterar la relación normal entre hepatocitos y su irrigación sanguínea. El colapso agudo súbito de las fibras reticulares del hígado, secundario a necrosis masiva o muerte crónica de las células hepáticas, seguida por regeneración, lleva frecuentemente a un aumento de la resistencia al flujo de sangre dentro de los sinusoides. A medida que aumenta la resistencia al flujo en los sinusoides, la presión de la vena porta aumenta en la forma pasiva y disminuye en la perfusión de los hepatocitos con sangre de la vena porta. Al mismo tiempo, aumenta la fracción de caudal sanguíneo aportado por la artera hepática, lo que indica una regulación dinámica de la presión en las arterias hepáticas proximales a los sinusoides. En animales de experimentación, la oclusión aguda del sistema portal conduce a un aumento reciproco del flujo arterial hepático. A medida que asciende la presión en la vena porta, la sangre busca una vía de flujo de menor resistencia, y produce canales colaterales de sangre venosa portal donde las tributarias del sistema porta se hallan en estrecha proximidad con las del sistema venoso sistémico. La principal anastomosis de la sangre porta con alta presión con sangre de baja presión en la vena cava, se encuentra entre las venas coronarias (lado portal) y las venas ácigos (lado portal) en la submucosa del esófago. En consecuencia, las venas en el esófago se dilatan a medida que se trasmite a ellas la presión y el flujo de la vena porta, en casos en que hay aumento de la resistencia al flujo en los canales portales. Una cantidad considerable de sangre portal que normalmente baña a los hepatocitos puede ser desviada en pacientes con enfermedad hepática.