El concepto cultura. Dialéctica entre Ilustración y pensamiento Romántico. Ensayo de Gunnary Prado Coronado. En el siguiente texto intentaré ejemplificar de manera articulada la dialéctica de la Ilust Ilustrac ración ión y el Roman Romantic ticism ismo o en el conce concepto pto de cultur cultura a que que ejerc ejercemo emos s en nues nuestro tro contexto actual. Ejemplos que consideraran las respuestas de personas cotidianas, de especialistas o figuras destacadas en el ámbito de la cultura. Al final, buscaré concluir con una una defin definici ición ón propia propia deriv derivad ada a de la revisi revisión ón de los los ejemp ejemplos los y las las defin definici icione ones s del del concepto en cada movimiento de ideas.
Definiciones de Cultura. Para iniciar el ensayo es necesario recuperar las ideas alrededor de la cultura en la Ilustr Ilustraci ación ón y el Roman Romantic ticism ismo, o, sus sus relac relacion iones es dialé dialécti ctica cas s y las heren herencia cias s en los los desarrollos teóricos actuales en relación a la cultura. El concepto iluminista de la cultura no es homogéneo. Es posible encontrar varias definiciones en distintos pensadores y círculos de pensadores afines con las ideas de la Ilustración y el enciclopedismo. Sin embargo, sí es factible encontrar en todos ellos una “confianza –a veces excesiva- en la razón”. Esto quiere decir, que casi todos se remitían a explicar la cultura, la moral, la religión, el arte, a partir de la razón y la ciencia, la manera de cómo lo hacían podía variar. Todos estos ilustrados tenían un punto de partida en común: común: René Descarte Descartes s y su método método de análisis análisis.. Por otro lado, lado, observa observamos mos que el concepto “razón”, era un material teórico abordado desde la antigüedad clásica con los filósofo filósofos s pre-socr pre-socrátic áticos os (Pitágora (Pitágoras, s, Demócrito Demócrito,, Heráclito Heráclito,, Parménid Parménides), es), los filósofos filósofos clásic clásicos os (Sócra (Sócrates tes,, Platón Platón y Aristó Aristótel teles es), ), así como como algun algunas as escue escuelas las de la filos filosofí ofía a helenística, principalmente los Estoicos. La diferencia entre aquellos y el Racionalismo cartesiano, -heredado y modificado por filósofos como Spinoza, Leibniz, hasta el propio Newton- es la supremacía de “La Razón” por encima de otras formas de conocimiento. (p.e. la revelación divina-mística, el conocimiento empírico o sensible) Este Racionalismo tenía como modelo fundamental el pensamiento matemático y fue el filósofo alemán Emmanuel Kant quien lo llevó a mayor desarrollo teórico a partir de su Crítica de la Razón, Crítica de la Razón Práctica, Crítica
del Juicio, tres estudios teóricos que en un principio buscaron responder la pregunta por la posibilidad de una metafísica, encontrando así una ontología del ser racional a través de una teoría del conocimiento fuertemente cargada de un imperativo ético:“¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento!” En pocas palabras el Racionalismo Ilustrado sostenía que la definición del ser es su racionalidad, a su vez esta racionalidad se comparte con otros seres humanos a partir de métodos y técnicas que hacen posible la trasmisión del conocimiento, finalmente, todo esto da por resultado un ser que es coherente, frente a lo caótico que puede llegar a ser la naturaleza. En este sentido la cultura es una expresión totalizadora, emancipadora, universal y avanzada de la razón sobre la naturaleza a partir de las obras y conductas propias del ser humano. De manera opuesta, inclusive como reacción “contra-ilustración”, el Romanticismo, surgió y se expandió como un movimiento de ideas de Occidente durante los siglos XIX y XX. De origen alemán, el Romanticismo fue una feroz reacción ante los excesos del Racionalismo. Inicio en la literatura, la música y otras expresiones artísticas, pero rápidamente se extendió a otras ámbitos de la actividad humana, como las ciencias sociales. Tal parece que es una reacción derivada de la autoconciencia del pueblo alemán sobre su pobre papel frente al desarrollo de Europa, en contraste con la lumbrera intelectual, política y artística que significaba París y el resto de Francia durante el siglo XVIII. Se considera a Jean-Jaques Rousseau como el padre del Romanticismo moderno. Este, postulaba un drama de la individualidad, la agitación, la importancia de la naturaleza como la parte depositaria de una verdad que está más allá del lenguaje y el análisis racional.
Básicamente el Romanticismo es un cambio en el orden de prioridades del
pensamiento: en primer lugar las convicciones personales, después la fidelidad a la defensa de la libertad propia y finalmente la verdad. Se puede establecer una dialéctica entre Ilustración y Romanticismo a pesar de ser movimientos opuestos, puesto que los dos son dados al horizonte de la modernidad, mientras que uno afirma la razón, la universalidad; el otro afirma la particularidad y la singularidad. Es posible encontrar un Romanticismos moderado en Kant en el sentido de su defensa de la libertad individual (siempre y cuanto esté abrogada por la razón y no por la tiranía de la naturaleza: Imperativo Categórico) Es Johann Gottfried Herder un romántico al que le debemos los actuales desarrollos de la hermenéutica cultural y el relativismo. Sobre su noción de individuo que se integra a un individuo mayor, que es la
comunidad, se establece que la cultura es una “capacidad creativa” que le permite extenderse y adaptarse, como un mecanismo de sobrevivencia, dada su frágil existencia.
En esta tradición romántica
-que no olvidemos es una posición frente a la
Ilustración- es posible encontrar los orígenes de las concepciones culturalistas de la nueva antropología, epistemología, política y filosofía en general. Veamos un cuadro que nos ilustrará su evolución:
Es Clidfford Geertz, uno de los pensadores híbridos (es decir, aquellos que combinan en sus investigaciones herramientas de la antropología, filosofía, etnografía,
teoría literaria, etc.) quien piensa en las limitaciones del concepto de cultura en un contexto fragmentado y corrosivo, como el que se vive después del período conocido como “La Guerra Fría”; “¿Qué lugar ocupa la teoría –hecha a partir de grandes conceptos, integradores y totalizadores- en este mundo hecho añicos?” De reflexiones de este talante surge el concepto de Posmodernidad, el cual propone, abandonar la búsqueda de esquemas abarcadores, que intente definir a partir de conceptos, como eterno, real, absoluto. Es el fin del logos y las utopías. Sin embargo, él mismo propone una mediación para no caer en un escepticismo y relativismo absoluto donde ya no sea posible pensar nada. Se refiere sobre todo a un cambio de actitud en los pensadores e investigadores, ahora es necesario desarrollar una manera de pensar que sea sensible a la “profunda diversidad” y que sea capaz de sustraer un sentido de conexión en ella. Los desarrollos más recientes se dan en torno a lo que se ha venido a llamar “El Giro Cultural”, uno de sus desarrolladores más conocidos es David Chaney (1994), el cual afirma que la cultura es básicamente el intercambio rutinario entre los sujetos sociales, que se hace a partir, o principalmente de sentidos, valores y significados. En esta definición hay una incorporación de la cultura a “la carne de lo cotidiano”. Para los culturalistas de finales del siglo XX y principios del nuestro la cultura dominará los temas del debate político. La reflexión cultural girará en torno a la idea de “sentido, lenguaje, formas de convivencia, comunicaciones y creatividad.”
Definiciones (prácticas) de cultura: “la carne de lo cotidiano”. Ahora daremos paso a las definiciones que hemos obtenido de una consulta informal, y resultan ser una muestra de cómo estás dos tradiciones (Ilustración y Romanticismo) siguen influyendo en nuestro “pensar cotidiano” en forma de dialéctica u oposición.
“La cultura es el reflejo de una sociedad; es la manera que se manifiestan las ideas, pintura, escena, escultura, palabras, al ser estas expresiones de individuos en sociedad, la manifestación envuelve momentos y situaciones que se expresan de muy diferentes maneras.” (Carlos Prado Vitela, Dentista, Irapuato, Gto.) Considero que esta primera definición es resultado de la dialéctica de la Ilustración y el Romanticismo, pero prevalecen elementos de la Ilustración cuando se identifica la cultura con la “alta cultura” o las “bellas artes”, sin embargo, afirma la presencia del individuo y las diferencias culturales que puede haber de individuo a individuo. Aunque
finalmente parece caer en la insistencia de abstraer algo como “cultura” por encima de la dinámica social, sobre todo cuando dice: “la cultura es reflejo de la sociedad”.
“Para mí es aquello que está oculto, que es cotidiano y simple; eso que inunda mi realidad y se desborda en palabras, colores, matices, olores. Es lo simbólico, a lo que cada quien le deposita a los objetos un valor único o generalizado, también es el lenguaje (ejemplo) y las formas en que se trasmite y se reaprende, son estos significados que se van socializando y se van compartiendo, pero de tal manera que también se modifican” (Bosco Domínguez Tapia, Psicólogo, Morelia, Mich.) Evidentemente esta definición sustrae mucho elementos de “Giro Cultural”. Está completamente incorporada a la idea de la cultura en el ámbito cotidiano, el intercambio de saberes, valores, símbolos individuales, de hecho el poder considerar que hay objetos simbólicos particulares es una postura posmoderna, la cual permea toda la definición, aunque es interesante que no olvida el elemento comunitario que el “vaso comunicante” que finalmente revitaliza, modifica y produce las significaciones culturales individuales.
“Paulo Freire decía que esa era un concepto clave para comenzar
a alfabetizar a los campesinos y obreros, y por lo tanto decía que la explicación debía ser lo más sencilla posible y acompañada de imágenes explicativas que estuvieran relacionadas con el entorno de obreros y campesinos.... La definición es simple: Cultura es todo aquello que no es Natura.... o sea, todo aquello que es fruto del trabajo humano, es cultura. La definición es sencilla, pero claro que se puede profundizar mucho en ella a través del tiempo... por ejemplo: los debates de la delgada línea entre natural y cultural en el caso de la agricultura, la concepción de un hijo (sexo, embarazo, parto), animales adiestrados, etc. También tengo que agregar algo que Freire decía: Ingenuamente todos en un principio creemos (porque así nos enseñan) que "cultura" sólo hace referencia a la llamada "alta cultura" como las bellas artes por ejemplo, y al concebir así ese concepto, estamos aislándolo de la clase campesina y obrera; es fundamental entender que "cultura" no sólo hace referencia a la alta cultura sino también al trabajo, fruto de los campesinos y obreros y cualquier ser humano en general de la clase que sea. Eso ayudaría a elevar mucho el autoestima de los campesinos y obreros.... hacerles ver que ellos son igual de cultos que cualquier otra clase... eso los hace involucrarse con un concepto clave y adquirir interés por la información.” (Martín Ochoa, Estudiante de Historia, Morelia, Mich.)
Considero que en esta definición existe una apropiación de otros elementos vinculados con la educación y la ideología. Es interesante que se especula en una idea de cultura frente a naturaleza y las dificultades que esta separación representa, siendo así, no es ni iluminista, ni romántica, en todo caso es una visión relativista que afirma la cultura, en nuestro contexto contemporáneo, sólo puede pensarse frente al debate político, ya que es esta la que define los nuevos programas políticos a los que se tendrá que enfrentar la humanidad a lo largo del siglo XX. Para esta definición la cultura es lo que nos define uno a uno como pertenecientes a una especie, la especie humana, una definición que no está dada por ser de la especie, sino que debe actualizarse con trabajo e interacción social.
Definiciones ( teóricas) de cultura: “la abstracción fantasma”. Para hacer una ejemplificación y análisis de un concepto de cultura especializado, hemos tomado de un ensayo teórico: Sarlo, Beatriz, Los estudios culturales y la crítica literaria”, en la Revista Crítica Cultural, No. 15, 1997, y de una columna periodística en Letras Libres que recupera una conversación entre Mario Vargas Llosa y Gilles Lipovetsky “¿Alta cultura o cultura de masas?”, en Dossier, LetrasLibres, Julio del 2012, las ideas de cultura. En relación a la primera es interesante rescatar los siguientes fragmentos:
[…] En muchos casos, como el argentino, un ala de la renovación estética fue condenada junto a la vanguardia política revolucionaria. Pero, más allá de la política, también culminó el proceso de reorganización de la dimensión cultural por parte de los mass-media con una hegemonía en ascenso de lo audiovisual. Así llegamos a un umbral que hoy ya hemos traspuesto. […] […] El relativismo demanda que las culturas sean comprendidas de manera interna, en su propia historia y dinámica. Sin embargo, en el momento en que las culturas toman contacto entre sí (y en un mundo globalizado las culturas están enredadas en un flujo ininterrumpido de contacto y conflicto), los valores entran en debate. […] […] La cuestión estética no es muy popular entre los analistas culturales, porque el análisis cultural es fuertemente relativista y ha heredado el punto de vista relativista de la sociología de la cultura y de los estudios de cultura popular. Sin embargo, la cuestión estética no puede ser ignorada sin que se pierda algo
significativo. Porque si ignoramos la cuestión estética estaríamos perdiendo el objeto que los estudios culturales están tratando de construir […] Es importante recordar (escribió Hannah Arendt) que el arte y la cultura no son lo mismo. […] […] el arte es una dimensión especializada de la cultura, una dimensión que puede ser definida separadamente de otras prácticas culturales. […] el punto que nos preocupa es si podemos capturar la dimensión específica del arte como rasgo que tiende a ser pasado por alto desde la perspectiva culturalista que impulsa a los estudios culturales […] los estudios culturales están perfectamente equipados para examinar casi todo en la dimensión simbólica del mundo social, […] Todo parece indicar que los excepto el arte. latinoamericanos debemos producir objetos adecuados al análisis cultural, mientras que Otros (básicamente los europeos) tienen el derecho de producir objetos adecuados a la crítica de arte. […] También nos corresponde comenzar una discusión sobre la definición de nuestro campo: los estudios culturales tendrán legitimidad plena si logramos separarlos de la antropología (de la que hemos aprendido tanto) y una separación requiere una redefinición de objetos y la discusión de valores. Como es posible observar, Sarlo está partiendo de una visión relativista de la cultura, situándose completamente en su contexto y en relación a las evoluciones teóricas de la antropología, la filosofía y los estudios culturales. No obstante, es interesante observa que ella en este artículo que habla específicamente de la crítica literaria y su tarea pendiente en relación a los valores estéticos del texto literario, está intentando traspasar (¿a caso superar?) las limitaciones de la visión relativista y el parentesco entre “estudios culturales, crítica literaria antropología”, en una suerte de recuperación de la especificidad de cada disciplina del pensamiento, así como de la distinción entre “cultura, arte, objetos simbólicos, interacciones simbólicas”. Comprensible ante los excesos del propio relativismo, -como los excesos que en su momento tuvo el Racionalismo- donde ya no es posible distinguir la cultura, de la dinámica social, de la sensibilidad, de la expresión, del arte, de las modalidades humanas, etc. En ese marasmo de conceptos parece que ninguna empresa teórica tiene sentido o que el sentido de la empresa teórica es el mismo para todas las disciplinas. Se llega al nivel de la aproductividad intelectual. Por esto me gustó esta invitación a pensar si es posible un concepto de cultura más allá del relativismo.
El segundo material que hemos tomado es un intercambio entre Mario Vargas Llosa, a partir de la publicación de La civilización del espectáculo, y el sociólogo Gilles Lipovetsky, quien a su vez ha publicado La era del vacío y El imperio de lo efímero, donde vemos preocupaciones semejantes en relación al concepto de cultura en nuestro entorno contemporáneo, pero con ánimos distintos: La relevancia que ha adquirido el entretenimiento y la diversión en nuestra vida al grado de convertirse en la columna vertebral del concepto de cultura. En uno (Vargas Llosa) esta impresión está acompañada de un asombro con visos de alarma, en otro (Lipevetsky) sin alarma, sin inquietud, acompañado de una suerte de simpatía. Esta reacción surge de que una cultura emparentada con la industria del entretenimiento y la diversión, podría significar en algún nivel, “una democratización de la cultura”, a su vez este ejercicio permite “la liberación del individuo”, y que “la civilización del espectáculo” que postula Vargas Llosa es la mejor expresión que hay para combatir la “sacralización del arte” que construyo el Romanticismo alemán. Para Lipovetsky la cultura viene a ser la “corona de laureles” de la técnica (expresión última del capitalismo) que está hecha sobre todo para dar placer a las personas. Y esta sociedad del espectáculo no es tan negativa como muchos han querido ver (que no es el caso de Vargas Llosa), dice:
“[…] la sociedad del espectáculo, la sociedad de consumo, que por un lado ha masificado los comportamientos, ha dado un mayor grado de autonomía a los individuos. ¿Por qué? Porque ha hecho que caigan los megadiscursos, las grandes ideologías políticas que marcaban a los individuos, que los ponían dentro de un régimen estanco, y los ha sustituido con el tiempo libre, con el hedonismo cultural. Las personas, en general, ya no quieren seguir a las grandes autoridades: quieren vivir felices, quieren buscar la felicidad con los medios que tengan, aunque, añadiría, no siempre lo consiguen. […]la sociedad del espectáculo ha permitido a las democracias vivir de una manera menos trágica, menos esquizofrénica que antes.” Por su parte, Vargas Llosa, aunque está de acuerdo con las bondades de la sociedad del espectáculo, intenta revisar algunos aspectos negativos de la misma. Al respecto pone el ejemplo de las artes visuales, donde, en el supuesto de la profunda libertad en la que se desplaza la cultura, donde todo es arte, nada lo es. Y parece que la autoridad del canon, el crítico o el especialista ha sido remplazada por una única figura el publicista, porque es el que le dice al “cliente” (consumidor de cultura) que puede/debe
consumir, no en términos de feo o bello, excelente o execrable, sino de placer. Vargas Llosa, dice: “Yo
creo que la cultura significa mucho más; y no solamente por el placer que produce leer una gran obra literaria o ver una gran ópera o escuchar una hermosa sinfonía, o ver un espectáculo exquisito de ballet, sino porque el tipo de sensibilidad, el tipo de imaginación, el tipo de apetitos y deseos que la alta cultura, el gran arte, producen en un individuo lo arman y equipan para vivir mejor: para ser mucho más consciente de la problemática en la que está inmerso, para ser mucho más lúcido respecto a lo que anda bien y a lo que anda mal en el mundo en el que vive. Y también porque esa sensibilidad así formada le permite defenderse mejor contra la adversidad y gozar más, o en todo caso sufrir menos. […]o creo profundamente que la mejor manera de contrarrestar ese egoísmo [inherente al capitalismo], esa soledad, esa competencia terrible y que llega a extremos de gran deshumanización, exige una muy rica vida cultural en el sentido más elevado de la palabra “cultura”, si no queremos llegar a algo a lo que desgraciadamente la sociedad contemporánea está llegando: a un vacío espiritual tal en el que todos esos aspectos negativos de la sociedad industrial, toda esa deshumanización que trae consigo, se están manifestando a diario. Lipovetsky observa con escepticismo “el entusiasmo” de Vargas Llosa sobre “la alta cultura”, considera que durante momento de gran esplendor de la cultura canoninca también hubo crisis en el ámbito espiritual, ejemplo, la Inglaterra victoriana que censuraba figuras como Oscar Wilde o los horrores del nazismo, que surgieron del mismo lugar de donde Goethe y Kant, por esto, dice:
“Yo soy académico, defiendo la alta cultura, pero pienso que también debemos proponer otras vías, distintas a la alta cultura. El conocimiento de las grandes obras es una vía, pero no es la única. Inmersos en la desorientación del mundo contemporáneo, lo que tenemos que hacer es devolverles la dignidad a los hombres, devolverles la fe en la actividad. No solo fe en el conocimiento y en el disfrute de las grandes obras. La alta cultura hace al hombre, pero también el hecho de que los individuos sean actores y que construyan su mundo. La escuela no debe quedarse ahí e ir en contra de la televisión, etcétera. La escuela tiene que dar herramientas para que los individuos se conviertan en creadores, no solo de arte o de literatura, sino creadores de todo.” En los sucesivo los dos siguen argumentando y contra-argumentando sobre la responsabilidad de “la alta cultura” hacia la producción y difusión de valores como la libertad, autonomía, bienestar, virtud, etc. Los dos coinciden en que el movimiento
conocido como “sociedad del espectáculo” nació en el corazón mismo de la alta cultura, a través de las Vanguardias (siendo su principal iniciador Duchamp). Coinciden también en las bondades del capitalismo para mejorar las condiciones de vida de las personas. Sin embargo, el punto tenso está en la producción de “alta cultura”, frente a la “producción de cultura de masas”, las dos parecen cumplir la misma función, sólo que una lo hace con medios que a los que todos tenemos alcance y la otra no. Habría que preguntarse que se pierde en la masificación. Con la intención de rescatar los elementos de Ilustración y Romanticismo de este apasionante debate, quiero expresar que a mi parecer las posturas son muy claras, uno (Vargas Llosa) emparenta con la Ilustración en su versión más moderada, y el otro (Lipovetsky) con el Romanticismo en su versión más diversificada (sobre todos después del Giro Cultural). Es notorio, que ambos hacen un enorme esfuerzo por rescatar lo mejor de las dos visiones. Por un lado, Vargas Llosa intenta culturalizar la actitud frívola de nuestro tiempo, y por el otro, Lipovetsky, intenta masificar un invento de la alta cultura, la realización de las facultades humanas. Un punto que a mí me parece problemático y que se conecta con las inquietudes de Sarlo, es que uno y otro hablan indiscriminadamente de cultura y arte, como si fueran la misma cosa, lo cual puede significar un problema, porque no todo en la cultura es arte y no todo el arte cabe en la visión relativista de la cultura (la visión más aceptada hasta el momento).
Definición propia de cultura: hacia la práctica de una visión del mundo.
Quisiera pensar que este es el momento en que yo defino para mis fines personales, ¿qué es cultura? Y que queda asentado de una vez y para siempre. Cosa por demás difícil y contradictoria, indudablemente. Haré, entonces, una definición provisional que tendrá aires definitorios, es decir, no definitivos. Frente a todo lo anterior revisado, yo quiero establecer una aclaratoria que me parece prioritaria. El arte no es igual a cultura, y viceversa, el arte forma parte de la cultura y la cultura define de alguna manera el arte. Dada la configuración de nuestro mundo contemporáneo (un mundo globalizado que se mueve vertiginosa y trepidantemente) me parece que conviene construirse para una/o misma/o un andamio que permita sostenerse ante lo intempestivo del mundo. Por eso, considero que cultura debe relacionarse con la ideología, que a su vez debe
vincularse con la acción política, que a su vez se nutre y actualiza en la educación. Siendo así, la cultura sería el dinamismo político del individuo que se produce como una búsqueda de la satisfacción de sus necesidades extrínsecas cuando se piensa a sí mismo. Queda abierta la definición para seguir pensando en ella.
25 de agosto de 2013 Morelia, Michoacán.