Una aproximación al concepto de cultura El autor norteamericano Alvin Toffler divide la historia de la humanidad en tres grandes espacios que oscilan entre sí, denominadas olas, donde la primera de ellas está representada por la sociedad agrícola-ganadera, simbolizada por la azada, la segunda es la sociedad de la revolución industrial, simbolizada por la cadena de montaje, y la tercera ola la sociedad del conocimiento y de la información, simbolizada por la computadora. Estos grandes saltos en la historia de la Humanidad tan sólo son un marco de referencia para definir el carácter multidimensional del concepto de cultura. Por lo tanto “el carácter polisémico y la heterogeneidad de las acepciones de cultura no nos exime de intentar aproximaciones históricas, contextuales o teóricas a los conceptos de cultura.”1 La finalidad de la cultura ha variado a lo largo de la Historia de la Humanidad, a la par que su conceptualización. En el sentido lato del término cultura significa: “cultivo”, en su cuarta acepción implica “el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio de las facultades intelectuales del hombre” (Diccionario de la Real Academia de la Lengua); en este sentido, cultura coincide con la educación intelectual y moral; es decir el hombre culto es el que participa de los más altos valores conservados por esta tradición de la sociedad; en este sentido, la cultura se asocia a la educación intelectual y moral. Puede decirse entonces que el concepto de cultura ha oscilado como en un péndulo, entre dos concepciones diametralmente opuestas: por un lado, la formación de la personalidad, lo que los griegos llamaron Paideia y los latinos Cultus Anima (cultivar el alma); y por otro, lo que el hombre realiza para dominar la naturaleza, modificar el ambiente natural y adaptarlo a sus necesidades, fines, intereses y valores. Como mencionábamos anteriormente para los griegos y latinos “el sentido de la cultura es armonizarse o cultivar una naturaleza dada de antemano” 2 Para la modernidad el concepto predominante fue independizarnos de “la naturaleza animal para configurar lo verdaderamente humano.” 3 Para estos autores, en el siglo el siglo XI dos corrientes circularon en el mundo, la tradición ilustrada y la tradición romántica, la primera “insiste en la noción de universalidad y con ella la de razón y naturaleza iguales para todos los hombres”; la segunda discute el universalismo y valora la diversidad de culturas”. La primera concepción nos independiza y separa de la naturaleza, la segunda intenta incluirnos, a pesar de nuestros instintos, formas de vida, valores y costumbres.
Martinell, Alfons; Roselló, David; “Diseño y elaboración de proyectos culturales” en www.chaco.gov.ar/PDDC/doc/apuntes%20oei.doc. 2 Martinell, Alfons; Roselló, David: Diseño y elaboración de proyectos culturales . 3 Martinell, Alfons: Roselló, David: Diseño y elaboración de proyectos culturales: www.chaco.gov.ar/PDDC/doc/apuntes%20oei.doc. 1
En síntesis, en la concepción ilustrada la civilización europea propicia la oposición entre naturaleza y cultura, pueblos cultos e "incultos", por lo tanto el viejo continente era la cuna de la cultura y de la civilización, considerando algunos pueblos más desarrollados que otros, en tanto que los otros pueblos son catalogados y etiquetas como atrasados e inclusive como bárbaros o salvajes. Por su parte, la tradición romántica, inspirada en Rousseau supone por el contrario una comprensión exhaustiva de los procesos históricos de cada cultura y civilización y cuestionando la idea de progreso como máxima bandera para el desarrollo de los pueblos, “mostrando cómo cada cultura es autónoma y no puede ser juzgada con los parámetros con los cuales se juzgan otras culturas. En América Latina se puede ver plasmada esta discusión en la lucha de la civilización contra la barbarie tantas veces difundida en toda la literatura del siglo XIX y mitad del siglo XX. Dicho con otras palabras, “Se trata de ver que, gracias a la cultura, se supere el "animalitas" para llegar al "humanitas"; es decir; “la cultura en la modernidad es el camino hacia la humanización”.4 Haciendo una relación con los planteamientos expuestos al comienzo del presente trabajo, coincide con lo que denominó Alvin Toffler como la Primera Ola, donde el hombre apeló a la azada para dominar la naturaleza; sin embargo en el contexto contemporáneo, para la primera mitad del siglo XX la noción cambió. En la primera mitad del siglo XX esta concepción fue cambiando paulatinamente, caracterizándose por “el debate filosófico y antropológico occidental por el sinnúmero de esfuerzos para consolidar un concepto extenso y amplio de cultura que, incluyendo las artes y las ciencias, no se limite a ellas”. Al analizar los fenómenos que impactan a los seres humanos, se pueden establecer distintas clases de relaciones. Estas relaciones se pueden dividir en cinco: relaciones con las cosas, los lugares, la gente, las organizaciones y las ideas, los cuales constituyen los componentes básicos de las situaciones. El conflicto comienza cuando el hombre ante la imposibilidad de captar la realidad tan cambiante, “en su sentido de compromiso, y en su capacidad o incapacidad de enfrentarse con las situaciones”.5 Alvin Tofler se anticipó al impacto del futuro sobre el hombre, el cual no está capacitado para descifrar los códigos y el lenguaje del mañana, pues aún conserva las estructuras modernas para explicar fenómenos de la postmodernidad, al respecto expone que “El fenómeno del Shock cultural explica en gran parte el asombro, la frustración y la desorientación que aflige a los americanos en sus tratos con otras sociedades. Produce una ruptura de la comunicación, una mala interpretación de la realidad y una incapacidad de enfrentarse con ésta.”6 Por ello, el comportamiento humano ante la vertiginosidad de las situaciones que plantea el mundo de la postmodernidad, adopta dos actitudes antagónicas: por atracción o repulsión del ritmo vital, impuestas por el individuo, por la sociedad o grupo de los que forma parte. Martinell, Alfons; Roselló, David (cit. ant.). (Alvin Tofler, ob. cit, pag. 61) 6 (Alvin, ob. cit., pag. 25). 4
5
El paradigma postmoderno quiebran todas las estructuras del pensamiento, revitalizando el concepto de cultura y expandiendo su dimensión mucho más allá. Por ello, George Steiner en su ensayo de 1971 "En el Castillo de Barba Azul: una aproximación a un nuevo concepto de cultura", señala que en la actualidad se han derrumbado tres axiomas de la modernidad que han dado al traste la idea de progreso: El hombre para su desarrollo debe dominar la naturaleza; por consiguiente, “Primero, se ha perdido o al menos está decididamente dañado el axioma del progreso que concebía la historia occidental como una curva permanente de ascenso. Segundo, ya no aceptamos la proyección según la cual el progreso necesariamente habrá de difundirse desde los centros privilegiados a todos los hombres. Tercero, ya no podemos apelar sin excesiva reserva al programa educativo del humanismo que sostenía que la ignorancia racional e ilustrada era la fuente de la crueldad y la barbarie; el tipo de conocimiento y formación otorgado por esa educación humanística no ha disminuido los niveles de violencia e injusticia en las sociedades occidentales contemporáneas”.7 Por lo tanto, estos axiomas mencionados anteriormente en los cuales el hombre basaba su pensamiento, se han desvanecido y en líneas generales no dan respuestas a la idea del progreso como fuente de toda solución a los problemas del hombre ni mucho menos a la dicotomía entre la civilización y la barbarie; pues a pesar de que ha desarrollado nuevas tecnologías y avances en la ciencia, no ha podido entender su propia naturaleza ‘salvaje’ e ‘irracional’, ni su violencia, ni las desigualdades sociales en un mundo cada vez más empobrecido. El hombre está solo sin ninguna respuesta a las preguntas fundamentales y a las últimas interrogantes que se plante el Hombre en relación con la vida, la naturaleza, sobre el ser y sobre Dios. Con el pensamiento postmoderno el hombre se ha percatado en primer lugar que la naturaleza posee una suprainteligencia (Gea) y que a lo largo de más de mil años el ha tratado de dominarla, sin poder hacerlo; puesto que cada vez cobra más fuerza; en este sentido; durante el pasado siglo XX, erupciones volcánicas, sismos, y los fenómenos climatológicos (fenómeno el Niño) ha provocado lluvias torrenciales que han cobrado más vidas humanas y pérdidas materiales que en las dos guerras mundiales. En este contexto, la cultura ha expandido su concepción. Esta nueva dimensión abarca diversas dimensiones: La dimensión política implica que a través de la cultura se pueden manifestar distintas ideología y forma de pensar basadas en el respecto mutuo, asimismo comprende sus diversas formas y medios de asignar el poder y la toma de decisiones. Entre otras cosas, incluye los tipos de gobierno y los sistemas de gestión. También la forma en que grupos pequeños de personas toman decisiones cuando no existe un líder reconocido.
7
en: www.chaco.gov.ar/PDDC/doc/apuntes%20oei.doc
La dimensión tecnológica y científica constituyen las herramientas y conocimientos, y su forma de relacionarse con su entorno físico. Así como también, la conexión entre la humanidad y la naturaleza, las ideas aprendidas y los comportamientos que permiten al hombre inventarlas, utilizarlas y enseñar a los demás sus conocimientos sobre ellas. En relación a la ciencia, la cultura puede, por un lado aglutinar como un compendio todas los avances y los descubrimientos científicos. La dimensión económica de la cultura comprende sus diversas formas y medios de producción y asignación de los bienes y servicios útiles y limitados (riqueza), ya sea a través de regalos, obligaciones, trueque, comercio o asignaciones de propiedades. La dimensión social de la cultura la componen las formas en las que la gente actúa, se relaciona con los demás, reacciona y cómo espera que los demás actúen y se relacionen. Esto incluye instituciones como el matrimonio o la amistad, roles como el de madre u oficial de policía, estatus o clase, y otros patrones de comportamiento humano. La dimensión estética y de valores de la cultura es la estructura de ideas, a veces paradójicas inconsistentes o contradictorias que tiene la gente sobre lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, el bien y el mal, que son las justificaciones que cada persona cita para explicar sus acciones. La dimensión conceptual, de creencias constituyen la estructura de las ideas, también a veces contradictorias que la gente tiene sobre la naturaleza del universo, del mundo que le rodea, su papel en él, su causa y efecto, la naturaleza del tiempo y la materia y sus comportamientos. Por último, es importante señalar que todas las dimensiones se encuentran en cada porción de cultura; sin embargo lo más importante tomar en consideración que cada sociedad, comunidad o institución, en cada relación entre individuos, hay un elemento de cultura, lo que implica un poco de cada una de estas dimensiones culturales. ¿Qué se comprende hoy por multiculturalidad e interculturalidad? El discurso de la modernidad en América Latina se sustenta en las ideas de progreso y desarrollo, así como también en la negación del otro, centrándose en conceptos netamente griegos Estado-Nación y del siglo XIX: Territorio e identidad nacional. Estas nociones son de vieja data. “los conflictos del multiculturalismo se vinculan históricamente a la “dialéctica de la negación del otro”, ese otro que puede ser indio, negro, mestizo, zambo, campesino, mujer o marginal urbano.8 En este sentido, la negación del otro en términos étnicos, sociales y culturales, transcurre y se desarrolla durante los períodos del descubrimiento, conquista, colonización y evangelización, y recorre la relación entre la metrópoli (España y Portugal) y la periferia (América Latina y el Caribe), sin embargo esto no Martín Hopenhayn: “Multiculturalismo proactivo: una reflexión para iniciar el debate” (Nuevos Retos de las políticas culturales frente a la Globalización, Barcelona, España, 22-25 de noviembre de 2000) 8
culmina aquí, sino que se transforma durante toda nuestra historia republicana y en sus procesos de integración social y cultural Iberoamérica. Donde el fenómeno de lo multicultural se concibió y desarrolló desde sus orígenes hasta hoy como un eje de poder, de disciplina y de expropiación. Todas estas consideraciones históricas son contempladas en este trabajo pues en América Latina coexiste a nivel general pueblos y cultural con un grado muy desigual de desarrollo. Como bien lo planteó Alvin Toffler en el “Shock de futuro”, en el mundo coexiste civilizaciones que pertenecen a la primera ola sociedad agrícola-ganadera, simbolizada por la azada, civilizaciones que pertenecen a la segunda es la sociedad de la revolución industrial, simbolizada por la cadena de montaje, y civilizaciones que pertenecen a la tercera ola, la sociedad del conocimiento y de la información, simbolizada por la computadora, aunque en una civilización puedan convivir a la vez, la primera con la segunda, o la segunda con la tercera. Como bien mencionábamos anteriormente, en América Latina coexiste y se mezclan la primera, la segunda y la tercera olas “...porque coexiste y se mezcla lo moderno con lo no moderno tanto en su cultura como en su economía; y porque la propia conciencia de la mayoría de los latinoamericanos está poblada de cruces lingüísticos o culturales9. De esta manera lo multicultural y la interculturalidad en Iberoamérica “...debe entenderse a partir de la combinación de elementos culturales provenientes de las sociedades amerindias, europeas, africanas y otras...”. Por ello resulta muy apropiado mencionar las palabra que el escritor mexicano Carlos Fuentes propone para América Latina: “indo-afro-iberoaméricanos”; denominación que según el propio autor incluye todas las tradiciones, todos los elementos que realmente componen nuestra cultura, nuestra raza, nuestra personalidad". Qué significa ser personas multiculturales? Luego de todo lo expuesto puede afirmarse que todos los seres humanos, vivan donde vivan, habitan en un mundo multicultural. En este contexto, todos los individuos de un grupo desarrollan competencias en varias culturas (algunos prefieren referirlas, considerándolas de igual manera, como microculturas, en una estrategia metodológica tendente a la clarificación de un concepto que se puede utilizar en diferentes niveles grupales). Cada individuo tiene acceso a más de una cultura, es decir, a más de un conjunto de conocimientos y patrones de percepción, pensamiento y acción. Cuando adquiere esas diversas culturas nunca lo hace completamente: cada individuo sólo adquiere una parte de cada una de las culturas a las que tiene acceso en su experiencia. Su versión personal de la cultura o, con el término que acuñó Goodenough, su prospecto, es la totalidad de esas “parcialidades” que conforman una visión privada, subjetiva del mundo y sus contenidos, desarrollada a lo largo de su historia experiencial. En este sentido somos multiculturales, somos competentes en varias culturas, de igual manera que el hijo de un inmigrante, después de una corta estancia en su nuevo entorno de acogida, desarrollará competencias: Martín Hopenhayn: “Multiculturalismo Proactivo: una reflexión para iniciar el debate” en Nuevos Retos de las políticas culturales frente a la Globalización, Barcelona, España, 22-25 de noviembre de 2000. 9
1. En la cultura de su grupo doméstico, tanto en su versión nativa como en su versión adaptada a un nuevo entorno (aunque realmente no podemos separar tales versiones, pues funcionarán dinámicamente en un proceso de construcción y reconstrucción). 2. En la cultura del grupo étnico/nacional/territorial al que pertenece, tanto en su expresión de costumbres y tradiciones más ancestrales (ser competente no significa aquí respetar, aceptar y/o cumplir sino, cuando más, conocer o reconocer) como en su versión, ligada a la anterior, de diferenciación frente a los grupos étnicos que componen el nuevo entorno en que ha empezado a vivir. 3. En la cultura de los diferentes grupos de iguales en los que pueda participar, desde el de mayor homogeneidad étnica, quizá ligado al nuevo barrio en el que vive, al más universalista, formado en la institución escolar en la que se “pretenden integrar todas las diversidades”. Toda persona que participa de una cultura multicultural, y por tanto se convierte en un representante del multiculturalismo, es competente en muchas culturas, cargadas todas ellas de diferente información, con las que activamente, y de manera colectiva e individual a la vez, construirá su propia versión del mundo que le rodea, su propia versión de los diferentes aspectos de la cultura, su “teoría-cultural personal”, su propriospecto, una versión de la cultura que será multicultural.