Miradas al paisaje [opiniones] [políticas] [referencias] Dinámicas y formas del paisaje Metodología de la investigación
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[opiniones]
A lo largo de los siglos, en la civilización occidental, el concepto de paisaje ha sufrido variaciones, desde un arranque más estético hasta una consideración actual fuertemente social referida a la percepción e identidad de una población para con un lugar. Es importante cuando se intentan analizar las distintas fases por las que ha pasado el termino de paisaje encuadrarlas en su momento de la historia y del pensamiento, porque el paisaje al ser el sentimiento que la población tiene del territorio que habita o que visita es un fiel reflejo de cómo en cada momento, cada etapa de la cultura occidental ha entendido la relación del hombre en y con el mundo. A fin de cuentas, qué es el paisaje si no cómo vemos el mundo y cómo nos posicionamos ante él. Tomando como referencia el texto “Las cinco puertas del paisaje” (Besse, 2006) podemos analizar las diversas miradas que en la época moderna y contemporánea se han volcado sobre este concepto, con múltiples disciplinas centradas en su estudio, más allá de las que podemos decir son las clásicas. La estructura que el autor plantea nos parece que hace un barrido global además de relacionar disciplinas al englobarlas dentro de cada una de las entradas que define: “El paisaje puede ser definido, en mi opinión, 1) como una representación cultural (principalmente informada por la pintura), 2) como un territorio producido por las sociedades a lo largo de la historia, 3) como un complejo sistémico que articula a los elementos naturales y culturales en una totalidad objetiva, 4) como un espacio de experiencias sensibles rebeldes a las diversas formas posibles de objetivación, 5) y por último, como como un sitio o un contexto de proyecto”. 1
Más allá de dar como buena esta compartimentación, que creemos puede considerarse una historia por disciplinas y que puede descaracterizar muchos de los estudios que se citan valorando sólo una parte de ellos 2, nos interesa el recorrido breve por toda esa diversidad de miradas para que se pueda apreciar las diferentes maneras que se ha tenido a lo largo de la historia de percibir y valorar el paisaje según “el cristal con el que se mira”. A partir del texto original de Besse, nuestra propuesta surge de compactar alguna de las entradas al sopesar los criterios que se pueden considerar similares desde una mirada actual y los resultados también, así hemos unificado la categoría del paisaje como representación cultural y la del paisaje como contexto de proyecto, al valorar que 1 (Besse, 2006, pág. 146) 2 Las reflexiones con las que arranca el capítulo de López Silvestre en Paisaje e historia (Maderuelo, 2009, pág. 9) ponen de relieve los desaciertos de lo defendido por Besse, planteando otro tipo de relaciones que ponen de manifiesto la vinculación más con la Naturphilosophie.
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los proyectos de paisaje pueden agruparse según los principios de los que partan. Las acciones realizadas por todos los artistas de Land Art y muchos arquitectos y paisajistas en sus intervenciones territoriales, o más puntuales en acciones urbanas, tienen una carga estética importante y el proceso de reversión a la sociedad tiene un significado más artístico y por tanto equiparable a lo que en su época significaron los grandes cuadros de paisaje como elementos que reflejaban y enviaban un mensaje meditado por el artista. En segundo lugar, y siguiendo con este discurso, la agrupación de la entrada referida al paisaje como territorio fabricado y la otra vertiente de proyecto de paisaje, considerando que la planificación de ese territorio genera nuevos paisajes y, de hecho, puede considerarse que la transformación mayor que ha sufrido el paisaje en la contemporaneidad es debido al avance de las infraestructuras como grandes constructoras de ese territorio fabricado. Las disciplinas proyectuales que desde la planificación del territorio ordenan y diseñan a gran escala estarían aquí incluidas. Las entradas quedarían, por tanto, como paisaje y arte, paisaje y pensamiento, paisaje y naturaleza, y paisaje y territorio, lo que sigue la línea de la colección de textos “Pensar el paisaje” que recogen los cursos del mismo título dirigidos por el Javier Maderuelo en el Centro de Arte y Naturaleza de la Fundación Beulas en Huesca, donde se analizan además de los temas anteriormente citados dos relacionados con historia y patrimonio, que en nuestra propuesta estarían distribuidos por las entradas anteriormente citadas. Entendemos que ya no es necesario hacer la matización de que paisaje es cultura, que se entiende como superposición de acciones y dinámicas en distintas capas temporales, resultando un palimspesto y que estos conceptos están ampliamente reconocidos en los procesos de ordenación y gestión de los territorios y de sus paisajes.
[paisaje y arte]
En el análisis del paisaje como representación cultural, se recogen los conceptos de paisaje in situ o in visu, es decir, decir, paisaje real o paisaje representado y los estudios que sobre ello se han realizado. Se analiza el paisaje como lectura que se hace del mundo, intervenida por los códigos culturales del momento de su aparición, ya sea pintura o literatura o cualquiera otra de sus representaciones. Existe por tanto una iconografía del paisaje y sobre la determinación del origen del concepto de paisaje que se asocia a la aparición del primer cuadro, o representación gráfica, de paisaje se han realizado numerosos estudios y publicaciones. - 26 -
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El desarrollo de la sensibilidad hacia el territorio se da en unos momentos históricos concretos donde se producen cambios en la manera de verse el hombre en el mundo: la apreciación del territorio, la consideración de éste con una significación más allá de como soporte vital, la acotación de esa inmensa realidad que es el cosmos, la Naturaleza con mayúsculas, para hacerla accesible, lo que llamamos paisaje que en términos primarios es un “fragmento de la Naturaleza dotado de sentido” 3. Esa valoración de la vertiente estética de la Naturaleza pasa en nuestra cultura por distintos estadios, desde la ausencia a las pequeñas ráfagas, de un papel secundario a ejercer de actor principal y absoluto. A pesar del desinterés general de la cultura griega por la apreciación del medio físico, siempre puede encontrarse un resquicio en el que se detecta una cierta complacencia en el entorno natural. Ya en la cultura romana estos ejemplos son más claros reflejándose en la existencia de jardines y villas de recreo y en partes de las obras de Horacio y Virgilio que luego redescubrirán los viajeros románticos intentando reconocer sus descripciones en sus recorridos por Italia. Cada época y cada cultura establece los códigos de interpretación y representación de su entorno, así que las visiones de una naturaleza estereotipada e idealizada que se recuperan en las obras artísticas de la Edad Media han de interpretarse bajo esos códigos culturales, la vida es un valle de lágrimas por el que se debe pasar y es el lugar en el que cualquier cosa terrorífica puede pasar. En este momento se vive de una manera más encerrada y ensimismada en el interior interior,, un cristianismo denominado agustiniano que desdeña todo lo exterior. En paralelo a esta ausencia de sensibilidad hacia la Naturaleza en Europa, en un lugar tan remoto y ajeno como la China se originaba el paisaje en el siglo IV de nuestra era. Diez siglos después, los escritos de Petrarca y Bocaccio ya recogen una nueva sensibilidad hacia el entorno, reconociéndolo como un lugar más reconfortante, como se refleja, en años a ños anteriores, en las pinturas al mural de Giotto. Comienza el Renacimiento, la pintura de esta época va a recoger los ejemplos más claros y ejemplarizantes del cambio de sensibilidad de la sociedad hacia la Naturaleza y hacia la percepción de ésta. Aunque la aparición de los fondos de los cuadros con escenas de la Naturaleza pueda deberse principalmente a aumentar la sensación de perspectiva en estos, es también significativo que de la utilización del dorado o negro, como ausencia de entorno de la figuración principal del cuadro, se pase a una representación del mundo tal y como se veía en el Quatrocento: la representación de la Naturaleza como un entorno acotado y ordenado al modo de un jardín suele ser lo común en estas primeras pinturas; ya ya cerca del Cinquecento se comienza a reflejar el medio abierto, fuera del control del 3 (Núñez Florencio, 2008)
El aire denso y la importuna niebla cerrada en derredor de bravos vientos, presto avendrá que se convierta en lluvia; y ya son casi de cristal los ríos y en vez de hierbecillas por los valles, más cosa no se ve que escarcha y hielo. Y yo en el corazón más frío que hielo traigo de pensamientos una niebla, como la que levanta en estos valles, cerrados ellos a amorosos vientos, y cercados de empantanados ríos, cuando del cielo cae más mansa lluvia. En poco tiempo acaba toda lluvia, y al calor se derriten nieve y hielo, con que enriquecen en caudal los ríos; y nunca escondió el cielo tanta niebla que, acometida de furor de vientos, no huyese de los montes y los valles. Mas, ay que a mí no vale el brotar valles y tanto lloro al sol como a la lluvia, y a los helados y los suaves vientos; que antes que dentro de ella no haya hielo, ni fuera de ella esté la usada niebla, veré yo secos mar, lagos y ríos. Mientras desciendan hasta el mar los ríos y amen las fieras los umbrosos valles, cubrirá sus bellos ojos esa niebla que hace en los míos brotar continua lluvia, y el pecho hermoso endurecido hielo que saca al mío tan dolientes vientos. Bien debo perdonar todos los vientos, por amor del que en medio de dos ríos me encerró entre la hierba y entre el hielo, tal que pinté luego por mil valles la sombra en la que fui, que ni de lluvia curaba ni calor, ni voz de niebla. Mas nunca se vio niebla huir por vientos como aquel día, o ríos por la lluvia o el hielo, cuando el sol abre los valles. Cancionero. Francesco Petrarca. 1358.
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Huida a Egipto.Giotto. 1306. Mural en la capilla de los Scrovegni, Padua.
No me toques. Fra Angelico. 1446. Mural en la Adoración del Cordero (parte).Jan Van Eyck. iglesia de San Marcos, Florencia. 1432.
hombre, de la ciudad, pero como territorio civilizado: los palacios colonizando las cumbres y los caminos que atraviesan las montañas manifiestan una nueva visión del mundo donde las fuerzas de la naturaleza n aturaleza empiezan a estar controladas y dominadas, en parte, por los distintos conocimientos que empiezan a desarrollarse en esta época. La pintura, como parte de las labores artísticas, es un reflejo de lo que ve la sociedad de una época y a la vez es un instrumento educador de cómo debe verse e interpretarse el mundo, por lo que cualquier cambio en las técnicas pictóricas influyen en el resultado del cuadro y a la vez da al pintor más herramientas de trabajo para transmitir a través de su obra4. El perfeccionamiento de las técnicas de pintura al óleo 5 que se producen en la escuela de Flandes y se reflejan en las obras de Jan van Eyck donde se representan los paisajes de las tierras bajas, culminarán en lo que para algunos autores se puede considerar el nacimiento del paisaje en la cultura occidental: los paisajes pintados por Patinir, donde se refleja una nueva manera de interpretar el mundo y donde el paisaje pasa de ocupar un segundo plano en el cuadro, los fondos, a adquirir un protagonismo mayor en la obra expandiéndose por toda la tela y ganando 4 En el arte, “si cambian las normas, los cánones, los principios del orden, cambian las formas de representación, cambian las formas de representación. Puede haber órdenes muy constrictivos; puede haber soltura, puede haber ajustes y equilibrio. Esta manera de hacer y pensar en el orden creativo, por ejemplo en pintura, puede traspasarse como modelo mental a la comprensión del estilo del cosmos. Averiguar el ajuste entre la norma y la forma ha sido el objeto de casi todos los acercamientos geográficos al paisaje desde Ritter.” (Martínez Pisón, 2008). 5 Este perfeccionamiento perfeccionamiento complementa el uso de la perspectiva que se inicia en las escuelas italianas. La técnica consiste en el uso de veladuras, en tenues capas de óleo aplicadas unas sobre otras y todas sobre un soporte que consta de una tabla de madera pulida y pintada de blanco, con lo que se logra una reflexión de la luz con el consecuente brillo de la pintura y una sugestión de profundidad.
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en forma y colorido. Otros expertos en la materia consideran que la pintura de paisaje no puede considerarse como tal hasta que la representación del territorio no alcanza el protagonismo absoluto en el cuadro y deja de ser un acompañamiento a un tema principal, ya sea religioso o pagano, son las obras de Ruysdael, en la Holanda del siglo XVII, el reflejo de estas teorías en las que la pintura de paisaje abandona sus cargas simbólicas y se comienza a valorar por sí mismo. Estas obras se encuadran en un momento de la historia del mundo occidental en el que el hombre está pletórico, las campañas de conquistas de los nuevos mundos descubiertos y la sensación de controlar el mundo se manifiestan a través de los cuadros. Su arma es la Razón y con ella puede domar a la Naturaleza, domesticarla, se pasa del jardín de los palacios italianos y de Le Nôtre, en Francia, a los grandes jardines pintorescos ingleses donde se imita a la Naturaleza pero con un control absoluto en el diseño de los elementos que configuran el espacio y los recorridos. A lo largo del siglo XIX, la publicación de los resultados de los viajes de Alexander von Humboldt recorriendo América va a provocar la visión de la Naturaleza como un gran todo armonioso, las figuras que acompañan al texto científico reflejan unos paisajes que aúnan esos datos con el goce estético. Las representaciones de la naturaleza salvaje, con ejemplos escénicos de la mano de Dios influyen en las escuelas pictóricas de Estados Unidos, con lo que la imagen que se trasladará a las generaciones posteriores del paisaje americano es el de un territorio sin huellas históricas y que mediante su representación sirve para “la creación de una identidad nacional porque simbolizaban tanto la armonía entre el hombre y la naturaleza como la capacidad de ésta para emitir valores morales”, tal y como recoge en el Atlas Pintoresco, (Ábalos, 2005).
Perfiles de vegetación realizados por el botánico Aimé Bonpland que acompañó a Alexander von Humboldt en su viaje. Publicado en 1815.
Weizenfelder. Jacob van Ruisdael. 1670
Esta mención a la pintura de las escuelas de los primeros estados de lo que se conformará en los Estados Unidos de América es de resaltar por la influencia que tendrá en los años sucesivos en las intervenciones territoriales pasando del diseño de jardines al de parques y porque influirá decisivamente en el nacimiento de la Arquitectura del Paisaje, con su artífice Olmsted, y posteriormente en las distintas ramas de esta disciplina que surgen en Estados Unidos y se exportan a Europa (Landscape Urbanism, Landscape Ecology…). Como en todos los temas en los que las investigaciones son múltiples, existen variaciones en la consideración del comienzo de una nueva etapa, siempre decisiva, y un elemento bisagra que marca una nueva manera de interpretar y representar la naturaleza. La salida del artista al campo es, para un gran número de expertos, un momento crucial en la historia del paisaje, para algunos su verdadero nacimiento, y van tres. En el ensayo de Bernardino de Pantorba sobre el paisaje marca como pasos fundamentales los dados por Constable, para rematar el paisajismo clásico, - 29 -
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y por Turner, que con una frase encierra la nueva manera de entenderlo en ese momento: “las cosas no hay que pintarlas como son, sino como se ven”. Tras esta sentencia el camino hacia el Impresionismo está allanado. Pero el arte del paisaje, que en este momento de la segunda mitad del siglo XIX alcanza la cima en sus logros, comienza a caer en picado en los primeros años del nuevo siglo y con el desarrollo de las vanguardias. Se considera un estilo que trae aires del antiguo régimen considerándose únicamente decorativo y por tanto no con suficiente fuerza como para representar la nueva era en la que la máquina representa la idea de progreso. Bien es cierto que hay intentos por parte de las primeras experiencias cubistas en utilizar el paisaje con ese nuevo lenguaje pero no consiguen afianzarse, ya sea por lo encorsetado del estilo o por provocar una ruptura total con lo que se está haciendo en los mismos años por otros artistas. No es hasta mitad del siglo XX cuando se comienza de nuevo a utilizar la representación del paisaje de una manera más notable. Para unos hay una relación genealógica entre la tradición romántica del norte de Europa y el expresionismo abstracto de la Escuela de New York con Rotckho a la cabeza. Estas teorías expuestas por Robert Rosenblum en 1972 en un ciclo de conferencias que se recogerán en una publicación posterior, tenían una avanzadilla en un pequeño artículo publicado en 1961 en la revista ARTSnews 59: […] Lo sublime, que surge con Longino, fue explorado con fervor durante el siglo XVIII y a comienzos del XIX, y es una recurrencia constante en la estética de escritores de la talla de Burke, Reynolds, Kant, Diderot y Delacroix. Para éstos, así como para sus contemporáneos, lo sublime proporcionaba un receptáculo semántico flexible que permitía expresar las nuevas y oscuras experiencias románticas de sobrecogimiento, el terror, la experiencia de la infinitud y de lo divino, que comenzaban a romper los recatados confines de los sistemas estéticos precedentes. Tan impreciso e irracional como los sentimientos que trataba de nombrar, lo sublime podía aplicarse tanto al arte como a la naturaleza: de hecho, una de sus expresiones más importantes fue la pintura de paisajes sublimes. […] En su Crítica del Juicio (1790), Kant nos explica que en tanto que “lo bello en la naturaleza se refiere a la forma del objeto, que consiste en su limitación, lo sublime, en cambio, puede encontrarse en un objeto sin forma, en cuanto en él, u ocasionada por él, es representada la ausencia de límites”. (I Parte, Libro II, parágrafo 23). En efecto: esa sobrecogedora confrontación con una ausencia de límites, en la que experimentamos una totalidad igualmente poderosa, es una idea dominante que vincula con continuidad a los pintores de lo sublime romántico con un grupo de pintores norteamericanos recientes que busca lo que podría denominarse lo “sublime abstracto”. En el contexto de dos escenas de meditaciones ante el mar de dos grandes pintores románticos –el Mönch am Meer (“Monje a la orilla del mar”), de Caspar David Friedrich, pintada hacia 1809 y The Evening Star (“La estrella de la tarde”) de Joseph Mallord William Turner–, la obra Light Earth over Blue (“Luz y tierra sobre azul”) de Mark Rothko, de 1954, revela afinidades visuales y emocionales. Al sustituir las fisuras abrasivas y desiguales de las gargantas reales y abstractas de Ward y Still por un fenómeno no menos paralizante de luz y vacío, Rothko, al igual que Friedrich y Turner, nos coloca en el umbral de esas infinidades carentes de forma de las que hablaban los estetas de lo sublime. El diminuto monje de Friedrich y el pescador de Turner establecen, como el ganado en Gordale Scar, un conmovedor contraste entre la vastedad infinita de un Dios panteísta y la infinita pequeñez de Sus criaturas. En el lenguaje abstracto de Rothko, un detalle tan literal como ése –un puente de empatía entre el espectador real y la presentación de un paisaje trascendental– ya no es necesario; nosotros mismos somos el monje frente al mar, silenciosos y contemplativos frente a esas enormes pinturas mudas, como si observáramos una puesta de sol o una noche de luna llena. Al igual que la trinidad mística formada por el cielo, el agua y la tierra que en el Friedrich y el Turner surge emanando de una fuente oculta, las franjas flotantes y horizontales de luz velada de Rothko parecen esconder una presencia absoluta, remota, que sólo intuimos y jamás alcanzamos a captar del todo. Esos infinitos e intensos vacíos nos transportan, más allá de la razón, hasta lo sublime; lo único que podemos
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hacer es rendirnos a ellos en un acto de fe y dejarnos absorber por sus radiantes profundidades. […] Un cuarteto formado por los lienzos más grandes de Newman, Still, Rothko y Pollock podría interpretarse fácilmente como un mito de un Génesis posterior a la Segunda Guerra Mundial. Durante el romanticismo, los elementos sublimes de la naturaleza eran prueba de la existencia de lo divino; hoy en día, las experiencias sobrenaturales de esa envergadura se expresan solamente a través del medio abstracto de la pintura. Lo que era panteísmo (“Pantheism”) se ha convertido ahora en una especie de “pintura-teísmo” (“Paint-theism”). Las teorías que defiende por otra parte Javier Maderuelo del paisaje como secularización del arte, de desempolvarse de la producción de imágenes religiosas para describir el mundo que se ofrece ante los ojos de los artistas de cada época, difiere de las teorías de Rosenblum, llegando a considerar que no es posible denominar paisaje a las pinturas de los artistas expresionistas antes citados, y son las obras de dos artistas ajenos a la pintura los que recuperan la exploración de nuevas caras del concepto de paisaje: John Cage, músico, y Isamu Noguchi, escultor. La influencia del primero en la generación de artistas americanos de los años sesenta se debía a los postulados de la indeterminación de la obra de arte que liberaba a “la escultura de la objetualidad, la masa y la forma definida para abrirse a temas como la inmaterialidad, la acción, la improvisación, el territorio y el paisaje” 6.
La aparición de toda una serie de artistas en Estados Unidos influenciados por las ideas de Cage y, en los mismos años, la generación que surge en Inglaterra al amparo de la Saint Martin’s School of Art produce una eclosión de obras-experiencias en el territorio y con el paisaje como protagonista. De nuevo un cambio radical en la manera de transmitir las experiencias artísticas provoca una serie de obras novedosas que, hoy en día, casi cincuenta años después de la realización de alguna de ellas se siguen considerando actuales. La coincidencia de la aparición de estas obras, de las inquietudes que llevan a estos artistas a su realización coincide con una crisis mundial que da pie a la aparición de los movimientos ecologistas a nivel global y la nueva conciencia de estar el hombre en la Tierra.
Contoured Playground. Isamu Noguchi.1941
Imaginary Landscape Nº1. John Cage 1939
6 (Maderuelo, La construcción del paisaje contemporáneo, 2008)
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Las obras de estos artistas se conciben como acciones en o sobre el territorio y su finalidad es ser filmadas o fotografiadas en secuencias para poder trasladar lo que para ellos es la parte más importante de la obra de arte: el proceso. La intención de los artistas que trabajan sobre el territorio no siempre es un modo de transmitir ese paisaje, es la mirada del espectador sobre la obra de arte situada en un punto concreto la que valoriza ese entorno, el paisaje y lo llena de significados propios que suman la obra de arte. Si durante cuatro siglos, del Renacimiento al Impresionismo, la pintura ha sido el medio con el que se nos ha ido transmitiendo esa idea de ser en el mundo de cada hombre en su tiempo, en la actualidad son las técnicas de la fotografía y del land-art y earthworks los que hacen visible a las generaciones futuras cuáles son nuestros sentimientos con n osotros y el mundo.
The lightning field Walter de Maria.1977
Wooden Boulder.David Nash.1978-2006
A Line in the Himalayas. Richard Long.1975
A hole in the sea. Barry Flanagan.1969
Paseo por los monumentos del Passiac. 1968. Espiral Jetty. 1970. Robert Smithson
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[paisaje y pensamiento]
Las distintas corrientes que estudian e investigan en paisaje desde distintas disciplinas sugieren que el concepto de paisaje como tal no puede reconocerse hasta que en una civilización no existe una palabra que lo designe, una descripción o representación del territorio mediante literatura, poesía, pintura o alguna manifestación artística, y la aparición de jardines, pequeñas miniaturas de los territorios creados para el disfrute y la contemplación 7. Aunque parezca una obviedad el concepto de paisaje está ligado al desarrollo de una civilización y de su pensamiento, su cultura8. Los cambios profundos que se producen a lo largo de la historia del pensamiento occidental desde el renacimiento hasta la actualidad han producido que de una visión del hombre como elemento central del universo se pase al hombre como parte de la naturaleza; de aplicar la técnica y la tecnología como solución a los problemas y terrores que produce la naturaleza a las filosofías de convivencia pacífica con el mundo sin atacar ni sentirse atacado por él. El paisaje no existe per se, es una construcción, ya sea de una persona o de una masa social, una cultura o una civilización. Cualquiera de las definiciones o descripciones del concepto de paisaje son válidas, todas significan9 lo mismo y a la vez todas se complementan en sus diferencias. Desde los orígenes de la civilización occidental, que podemos marcar en el pensamiento griego, la concepción del mundo natural y del mundo humano son realidades ajenas la una de la otra, “naturaleza contra cultura, lo físico contra lo social” 10, y es a lo largo de los siglos cuando este filosofía va mutando y de las argumentaciones mediante contraposiciones se pasa a abordar la pluralidad del cosmos insertando a cada uno en su lugar, a la vez que se reconoce la carga cultural que conlleva cualquier movimiento del hombre 11. La percepción que se tiene del mundo, de la Naturaleza, en la cultura antigua se puede resumir en una incomprensión, en general, de la belleza que puede entrañar un medio tan arbitrario, en el que unas fuerzas poderosas, ya sean los dioses en las culturas 7 (Berque, 1994). 8 “Tal como explican ciertas corrientes filosóficas, sólo se llegan a conocer las cosas y los fenómenos cuando se logra nombrarlos y se pueden describir”. (Maderuelo, Paisaje y arte, 2007, pág. Introducción). 9 En la segunda acepción recogida en el diccionario de la RAE se establece que significar, dicho de una palabra o una frase, es ser expresión o signo de una idea, de un pensamiento o de algo material. 10 (Núñez Florencio, 2008). 11 En esta denominación del hombre en movimiento están incluidos todas las acciones que resultan del paso del hombre por un territorio, desde la acción directa sobre él hasta el leve paso de la mirada.
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griegas o romanas o el Dios de los Libros Sagrados, manejan a su antojo los medios naturales para atemorizar y castigar a la población, aún sin motivo. Los cambios en el pensamiento clásico que aparecen en el Renacimiento, van a dar paso a la modernidad, y son modificaciones fundamentales en la manera de estar el hombre en el mundo. A mitad del siglo XVI la obra Nicolás Copérnico supuso un primer quiebro al mundo cerrado medieval al poner en movimiento la Tierra y romper con lo que se percibía, que el sol era el que se movía y así se apreciaba a lo largo de la jornada. Ya en el siglo XVII aparece la obra de Francis Bacon, Novum Organum, que sentará las bases para el desarrollo de la ciencia moderna y, junto con las obras de Descartes, hace una propuesta de cómo ha de ser la ciencia: activa, técnica y operativa. El fin último es el de controlar la naturaleza, someterla a los requerimientos del hombre, frenar los envites que durante toda la historia anterior de la humanidad ha tenido que sufrir estando a expensas de los acontecimientos naturales. En los mismos años, aparecen las obras de Galileo y desde sus reflexiones se instaura la separación entre lo que atañe a la ciencia, lo que es, y lo que atañe a la fe, a la religión, lo que debe ser. El desarrollo de las matemáticas dio base a todo el pensamiento de Descartes, que es la mayor influencia en la filosofía moderna al plantear el dualismo cartesiano del espíritu y la materia, la ciencia se basa en el objeto, en la cantidad y se olvida del sujeto, de la sensibilidad, del mundo de la vida, que luego se volverá a retomar en la corriente de pensamiento de Husserl, (Hottois, 1999). A pesar de esto, desde 1670 hasta 1730 se desarrollan todas las teorías de la teología natural 12 que, a pesar de incorporar parte de los avances científicos de la época concibe la naturaleza como un espectáculo creado por Dios para que lo pueda disfrutar y observar el hombre, manteniendo de esta manera una concepción antropocéntrica del mundo. En esta mezcla entre ciencia y fe se favorece las investigaciones empíricas, que serán las que señalarán las diferencias entre los elementos de la organización de la naturaleza y los signos divinos. A partir del siglo XVIII, el pensamiento kantiano recogiendo todo lo dicho por Descartes y Hume, establece que es el sujeto el que crea el objeto, por lo que lo que llamamos realidad es una invención de cada individuo, lo que trasladado al concepto del paisaje deviene en el concepto actual que tenemos de él, como constructo social y que será ampliamente desarrollado por todas las corrientes filosóficas que se dan a lo largo del siglo XIX y XX. La genealogía que puede hacerse del concepto de paisaje va de la mano de la que se haría del concepto de belleza, ya que como se ha dicho anteriormente, la consideración de paisaje debe incluir una mirada estética del territorio, una búsqueda de la belleza en el medio exterior al hombre. Si a lo largo de la historia, la belleza ha sido sinónimo de armonía y orden, a partir de finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX se produce una ruptura con esa línea de consideración. La obra de Kant “Lo bello y lo sublime” consigue, aun sin proponérselo, sentar las bases para un cambio en la apreciación de lo bello que de representar la proporción y la medida pasa a ser, ya en el Romanticismo, aquello que escapa de las leyes racionales, lo grandioso y extraordinario, fuera del dominio humano. En esta época comienza el gusto por lo viajes, los descubrimientos de estos espacios y lugares sublimes como son las cimas de las montañas, los angostos pasos a través de ellos, los lugares inexplorados, etc. Este 12 Esta denominación es la que se da en Francia a la corriente de pensamiento, que en Gran Bretaña se denomina físico-teología, que pretende explicar la existencia de Dios basándose únicamente en las revelaciones de la Naturaleza y la ciencia, sin ningún tipo de revelación sobrenatural.
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gusto por los viajes recoge el guante de la tradición de la aristocracia ilustrada en las expediciones científicas, con la experiencia de Humboldt a la cabeza, aunque su interés reside más en la formación individual, vivir una experiencia alejada de la civilizada vida burguesa, se busca el contraste, la imagen de Oriente: desde Grecia al Imperio Otomano, incluyendo en este término oriental a España 13. A partir de las reflexiones de Goethe, Herder, Schelling, Carus y Humboldt como fundacionales de la nueva noción del paisaje contemporáneo 14, se romperá con la filosofía moderna y se concluirá que la belleza no son sólo datos objetivables, numéricos, ni que todo en ella es subjetivo; la belleza está en la naturaleza, no necesita que el hombre le de la condición de bella. Es desde esta perspectiva donde se van a encontrar los razonamientos que van a acercar la perspectiva del paisaje visto desde el arte y el visto desde la ciencia, el mundo subjetivo y el objetivo. La frase “El paisaje no es más que un estado del alma” se acuñará en esta época y la influencia que todos los autores antes mencionados han tenido tanto en el desarrollo de las disciplinas de la Historia del Arte, y de la Cultura, como en el desarrollo de las nuevas miradas en la Geografía (Humboldt es considerado el padre de la Geografía Moderna), en la superación del naturalismo por la introducción de referencias desde la antropología y la filosofía que reconocen más la hibridación del modelo hombre-naturaleza que el dualismo estanco, se pueden apreciar en los estudios de paisaje que se hacen desde la Fenomenología. Es a finales de los años setenta del siglo XX, cuando una rama de la geografía utilizó los principios de esta corriente filosófica para volver a definir los conceptos geográficos de espacio y lugar marcando claramente sus diferencias: el lugar da carácter al espacio, lo humaniza 15. Se piensa el carácter de un lugar en el grado de relación y asociación con la persona, que se convierte en parte del lugar y éste en parte de aquella. La percepción que se tiene de un territorio es la proyección de la cultura del observador sobre el territorio, el objeto observado; a su vez este sujeto pasivo, el territorio, se torna activo en cuanto sobre él se vuelca la forma cultural de posicionamiento, generando un paisaje que, a la vez que nace y crece, se percibe. Un bucle en el que pasado y presente existen en la mirada16. La acción de percibir 13 Parte de la imagen estereotipada de Andalucía se debe a los relatos de los viajeros franceses e ingleses del siglo XIX en los que se describía la vida de los bandoleros, el flamenco, las ruinas y la supervivencia de la cultura islámica de Córdoba y Granada. 14 (López Silvestre, 2009, pág. 15) 15 (Nogué, 1985) 16 Martínez de Pisón citando a Ortega y Gasset dice que “el paisaje es escenario común de vivos y muertos, el lugar de reunión de miradas sin tiempo”. (Martínez Pisón, Miradas sobre el paisaje, 2009).
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es un acto en el que participan los sentidos y la cultura de cada individuo, para el discurso utilizado es necesario que se distingan claramente los conceptos de sensación 17 y percepción 18. Un territorio y los elementos, capas, que sobre él se han ido superponiendo a lo largo de la historia pueden provocar diversas sensaciones y múltiples percepciones dependiendo del observador. Finalmente, lo que población resalta como identitario de un territorio es una mezcla de las percepciones de todos ellos en lo referente a sus tradiciones, a su manera de estar y explotar su entorno y la imagen que se ha ido conformando en el tiempo y también a sus expectativas de futuro. Esta manera de reconocer que el paisaje no es solo una representación mental o una obra de la cultura, se adquiere a través de la experiencia. El paisaje es una experiencia y forma parte del acervo cultural de una población y este reconocimiento, intensificado a lo largo del último tercio del siglo pasado, ha supuesto la consideración del paisaje como objeto de tutela patrimonial, teniendo en los enunciados del reciente Convenio Europeo del Paisaje 19 su marco de referencia. Desde el punto de vista de la disciplina patrimonial esto no solo ha supuesto una mayor atención a los bienes patrimoniales con entidad paisajística por parte de los organismos nacionales e internacionales de tutela, como se reflejada en su progresiva incorporación a las políticas de protección y gestión del patrimonio, sino que va a constituir la última secuencia en la evolución conceptual de la noción de patrimonio. Evolución que, entre otras transformaciones, ha supuesto la gradual incorporación de la dimensión territorial de los bienes patrimoniales desde su inicial consideración como objetos aislados. Nuestra aproximación a esta evolución parte, al igual que para con la noción de paisaje, de la consideración del patrimonio como una construcción sociocultural, una realidad conformada por las ideas, percepciones y pensamientos de un determinado grupo social, capaz de reflejar la evolución del mismo 20. En consecuencia, los cambios en la conceptualización del patrimonio han estado siempre ligados a la aparición de nuevos discursos culturales, implicando la sucesiva transformación de las categorías que definen su estatuto cultural y que, a su vez, sirven de base al conjunto de las prácticas patrimoniales. Es decir, los valores que se le atribuyen, el contorno espacio-temporal de los bienes considerados patrimoniales y su tratamiento disciplinar que, desde sus orígenes, presenta una doble vertiente teórica y práctica 21. Este proceso de re-significación, que refleja la evolución de las sensibilidades sociales sobre lo patrimonial, se ha desarrollado a través de la adjetivación del término patrimonio, al añadirle sucesivamente distintos epítetos como histórico, histórico-artístico cultural, natural, urbano, contemporáneo o mundial. Lo que ha llevado a algunos autores a describirlo como un concepto nómada como hace la arquitecta y crítica belga Françoise Choay en su 17 Entendemos sensaciones como las experiencias inmediatas básicas, generadas por estímulos aislados simples. 18 Percepción sería la interpretación de las sensaciones, dándoles significado y organización. La organización, interpretación, análisis e integración de los estímulos, implica la actividad no sólo de nuestros órganos sensoriales, sino también de nuestro cerebro. 19 Este documento se firma en Florencia el 20 de octubre de 2000, y España lo ratifica en el año 2007 siendo de aplicación a partir de marzo de 2008. 20 (FLOR, V. 2006:9). Vicent Flor recoge la definición de construcción social desarrollada por Peter Berger y Thomas Luckmann en su artículo “Democracia y urbanismo. Panorama para un posible reencuentro”, en su obra La construcción social de la realidad publicada originalmente en Londres en 1991. 21 (Castellano, 2010).
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obra “Alegoría del patrimonio”. Tomando como referencia la periodización del estatuto cultural del Patrimonio que establece en esa obra Choay, y centrándonos en el periodo que se extiende entre los inicios del siglo XIX, momento en que se puede considerar consolidado el estatuto del patrimonio histórico con la toma de consciencia del valor de los testimonios materiales del pasado pre-industrial, hasta nuestros días, en que se ha generalizado el empleo del término paisaje cultural 22 y su consideración como una nueva categoría patrimonial, podemos considerar que los grandes puntos de inflexión en la evolución del estatuto cultural del patrimonio corresponden con los grandes cambios en los sistemas de producción derivados de la revolución industrial, a principios del siglo XIX, y la revolución informacional en los años sesenta del siglo pasado. La implantación de estos dos nuevos modelos socioeconómicos conlleva importantes transformaciones, tanto del medio físico en que se desarrolla la vida humana, como de sus estructuras económicas, políticas y sociales, provocando la aparición de nuevos discursos culturales que propiciaron cambios en los valores atribuidos al patrimonio y en la interpretación de su dimensión territorial, espacial y paisajística. El proceso de industrialización, consolidado en el siglo XIX, tuvo como primera consecuencia la degradación del entorno humano y la sustitución de la ciudad tradicional por nuevos modelos urbanos adaptados a los requerimientos espaciales de la sociedad industrial. En este contexto histórico van a surgir, dos discursos intelectuales que inciden directamente sobre las prácticas urbanas y también se proyectan sobre el patrimonio, marcando el devenir histórico de su estatuto cultural, concretado a comienzos del siglo XIX en las creaciones de la arquitectura antigua, haciendo posible la consolidación del patrimonio histórico y, sobre todo, participando en la aparición de la noción de patrimonio urbano, es decir, en la puesta en perspectiva histórica del espacio urbano.
22 A este respecto se recoge la aclaración que, sobre el sentido con que las administraciones públicas emplean el término paisaje cultural, se hace en la publicación “Paisaje y Patrimonio cultural en Andalucía. Tiempo, usos e imágenes”, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía: “Sin embargo, cuando desde las administraciones públicas se hace referencia a dicho concepto, el objetivo es destacar a través de esta denominación aquellos paisajes en los que los valores culturales (sean estos históricos, patrimoniales, inmateriales, etcétera) destacan en el conjunto, fundamentan su singularidad y, derivado de todo ello, son objeto de una gestión específica”.
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Estos discursos intelectuales, que desarrolla Choay 23, y a los que denominará progresista y culturalista, van a agrupar las distintas corrientes de pensamiento surgidas en torno a la cuestión de la ciudad, a lo largo del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX 24. La consciencia de la ruptura que supone la llegada de la era industrial y la nostalgia del pasado que caracterizan la visión culturalista, están directamente relacionadas con los cambios en la jerarquía de valores atribuidos a los monumentos que son necesarios para la consolidación de la nuevas categorías de patrimonio y monumento histórico. Ya que, por primera vez, se priorizan los valores de sensibilidad, especialmente los estéticos, junto con los valores de pertenencia a la historia, adquiriendo, primero el monumento, y después, la ciudad, una nueva determinación temporal que los hace irremplazables 25. La visión culturalista guiará los estudios urbanos de Camille Sitte, que reivindican una dimensión artística en la construcción de la ciudad industrial, y las reflexiones sobre la naturaleza y función social del patrimonio de Alöis Riegl y Gustavo Giovannonni, que pautarán la transformación del concepto de patrimonio urbano a lo largo de la primera mitad del siglo XX, hasta enmarcarlo, al hilo del siguiente cambio en el estatuto cultural del patrimonio, en la teoría italiana de los bienes culturales. Como resultado, a lo largo del siglo XIX, las prácticas patrimoniales tendrán dos vertientes complementarias, comprendiendo la clasificación, entendida como primera medida de protección, con la creación de inventarios y la restauración de los monumentos históricos. Es a partir de la década de los años setenta del siglo XX cuando se instaura un nuevo modelo sociocultural, la posmodernidad, que se inscribe en el contexto económico-político tardocapitalista, y que surge de la confluencia de la reestructuración económica globalizadora iniciada tras la Crisis del Petróleo de 1973, y del modelo de desarrollo informacional que se basa en la aparición de nuevas tecnologías de comunicación 26. La ruptura con los viejos paradigmas modernos de linealidad, objetividad, certeza y globalidad, se traduce en un reconocimiento de los valores de subjetividad que sitúan al individuo, y a la comunidad como suma de individuos, en el centro de las políticas culturales y, por extensión, de las patrimoniales. La traslación de valores del objeto al sujeto redefine al patrimonio inmueble como contexto humano, “manifestación física de una serie de contenidos sociales, productivos, espirituales, en definitiva, como manifestación de una determinada “cultura” o “civilización” 27, términos generalizados a partir de la década de 1960 del siglo pasado. El motor de este cambio de modelo es, de nuevo, la transformación de los medios de producción. Choay propone el adjetivo “protético” para calificar la mutación de la naturaleza de la técnica que protagoniza esta revolución. Toma prestado este adjetivo de la obra de Sigmund Freud El malestar de la cultura (1929) 28, para poner de manifiesto la función de intermediación que estas nuevas tecnologías van a desarrollar, a modo de prótesis, 23 Este discurso lo desarrolla Francoise Choay en la obra “El urbanismo. Utopía y realidades” (1965), libro determinante en la historia del pensamiento urbanístico. 24 (GARCÍA VÁZQUEZ, 2004:1-6) 25 (CHOAY, 2007:112-114) 26 (GARCIA VÁZQUEZ, 2004:57) 27 (CASTILLO, 2003:66) 28 En las notas del texto, El espejo del patrimonio:una conducta narcisista , capitulo 7 de su libro Alegoría del Patrimonio, la autora incluye una cita literal de la página 35 de El malestar en la cultura (1929) de Sigmund Freud que se recoge a continuación: “El hombre ha llegado a ser, por así decirlo, un dios con prótesis”. Choay asimila las nuevas tecnologías a prótesis porque a diferencia de las técnicas que protagonizaron la revolución industrial, la asimilación por el hombre de estas tecnologías disimula la necesaria mediación instrumental. (CHOAY, 2007:223)
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tanto entre los individuos y el mundo, como entre los propios individuos. La instantaneidad de las telecomunicaciones, la generalización del uso del transporte aéreo y especialmente el desarrollo del ciberespacio interrumpen la continuidad del tiempo orgánico y permiten la liberación de las restricciones espaciales y del arraigo al “lugar” 29, negando la dimensión corporal de la condición humana y el papel del cuerpo en la construcción del vínculo social.
The Oxbow. Thomas Cole. 1836
Among the Sierra Nevada Mountains. Albert Bierstadt. 1868
Bahía de Genova. Garneray. 1810
Naufragio. Vernett. 1759
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La transformación de las categorías “temporales” y “espaciales” explica la incidencia de la revolución informacional en el ámbito de la ordenación urbana, poniendo en crisis los modelos precedentes de ciudad y de espacio público. A su vez, altera la función antropológica del patrimonio, radicada en la manera de relacionarse con el tiempo y la memoria 30 provocando un cambio en su estatuto que se desarrolla bajo la adjetivación de cultural. En este sentido, si el patrimonio histórico ha contribuido a la construcción de la identidad cultural de occidente a través de su relación con el tiempo, la historia, el arte y la técnica, el patrimonio cultural desempeña un nuevo papel en la construcción de la identidad de la sociedad posmoderna que, re-pensada como “sociedad del ocio”, “sociedad de la información” o “sociedad líquida”, necesita del patrimonio como mecanismo abstracto de arraigo del individuo con el grupo y de certidumbre frente a la relativismo propio del pensamiento posmoderno 31. La implantación de la teoría italiana de los bienes culturales a través de la Carta Internacional sobre la conservación y restauración de los monumentos y los sitios (Carta de Venecia, 1964) supone la consolidación del estatuto del Patrimonio Cultural, que se caracteriza por la triple extensión tipológica, cronológica y geográfica de los bienes patrimoniales, y por el crecimiento exponencial de su público. La universalización de las políticas patrimoniales hace que la evolución de las categorías que definen el estatuto del patrimonio cultural pueda leerse, tanto en las distintas legislaciones sobre patrimonio, como a través de las distintas Cartas y documentos redactados a lo largo de este periodo, por los organismos internacionales de salvaguarda y tutela. 29 Webber, Melvin M. “El lugar urbano y el dominio ilocal” en Indagaciones sobre la estructura urbana (1964), Gustavo Gili, Barcelona, 1970. 30 Sobre estos poderes del espacio reflexionan Claude Lévi-Strauss en Antropología estructural (1958), Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1995, caps. VII y VIII y Pierre Bourdieu, y Abdelmalek Sayad en Le déracinemet (1964), Eds. de Minuit, París, 1989. 31 Sobre este aspecto, reflexionan autores como Françoise Choay (2007:222236) y Almudena Hernando (2009:89-97) que, desde distintos posicionamientos críticos, coinciden en atribuir al patrimonio cultural la capacidad de construir la identidad de una sociedad donde lo colectivo, como suma de “individuos”, ha sustituido a lo comunitario. Choay traslada el interés de la sociedades del siglo XXI por el patrimonio de culto a fetichismo
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[paisaje y naturaleza]
La consideración del paisaje como una parte de las investigaciones llevadas a cabo por las ciencias de la naturaleza y del hombre está fuertemente consolidada ya a principios del siglo XIX. Desde esta consideración, el paisaje no es sólo estética, una representación, es también el territorio, el país que lo sustenta y quizás estas teorías son las que en la actualidad están más fuertemente consolidadas, debido a la base científica y realista que aportan a la investigación de un concepto complejo que aúna lo objetivo y lo subjetivo. La visión naturalista que adquirió la geografía moderna tras la difusión y aceptación de todos los trabajos realizados por Humboldt. La ecología del paisaje 32 se puede definir como el estudio de los procesos que se desarrollan en el territorio a cualquier escala y sus orígenes se sitúan en los trabajos, sobre todo en el mundo anglosajón, vinculados a la Historia Natural de principios del siglo XVIII. Cuando Humboldt publicó los resultados de sus viajes al continente americano a principios del siglo XIX, se comienza a estudiar la naturaleza no de manera estática sino de modo relacional, y se comienza a impulsar los estudios de distribución geográfica de plantas y animales. En 1866, se acuña el término de ecología para definir el estudio de los organismos vivos y la relación de estos con su entorno33 y hasta 1938 no aparece recogida el término de ecología del paisaje, en una obra de Carl Troll34, donde la definición más simple que puede darse de paisaje en estos estudios es la de área espacialmente heterogénea, con lo que aparece como un espacio con unos elementos propios y unas dinámicas particulares. El concepto de paisaje en estos estudios se refiere a los aspectos objetivos del medio, los aspectos morfológicos que adopta un determinado espacio35. Estos estudios hacen posible evaluar distintos aspectos de un lugar ya que puede recoger aspectos biológicos, socioeconómicos y culturales, aunque no es demasiado frecuente que se incluyan estos dos últimos aspectos ya que aun se mantiene la idea de que los ecosistemas están vinculados a un plano exclusivamente biológico y conservacionista. Si la geografía clásica fomenta la observación y descripción del paisaje, su espacio físico y la sociedad que sobre él habita y la relación de costumbres y sistemas que lo conforma como territorio, a partir de los trabajos de Humboldt, que significó el nacimiento del paisaje como elemento principal de estudio científico por parte de la Geografía, al definir la Naturaleza como un todo, con el hombre incluido, y que va evolucionando mediante transferencias en su actividad entre el interior y el exterior. Si a los resultados de estos trabajos se le añade los de Ritter que se centra en los fenómenos históricos, económicos y culturales, se abre el camino para el na cimiento de la Ciencia del Paisaje. Esta rama científica tiene como modelo teórico el Geosistema, que se puede definir como un conjunto de elementos en interacción, en este caso un sistema natural en el que sus elementos (suelo, seres vivos, agua, aire) están interconectados por un continuo intercambio de energía. 32 El término Ecología del paisaje es una traducción literal de landscape ecology, pero podría decirse que una traducción más adecuada sería Ecología territorial como se propone en la obra Manual de ecología del paisaje (Español Echániz, 2006, pág. 25). 33 El término aparece en la publicación Morfología General del Organismo del biólogo y filósofo alemán Ernst Haeckel. 34 La obra a la que se hace referencia es Luftbildplan und ökologische bodenforschung, y que habla sobre la interpretación científica de fotografía aérea. 35 (Español Echániz, 2006, pág. 24)
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El geógrafo Georges Bertrand puede considerarse uno de los impulsores de esta ciencia y ha desarrollado lo que se considera su continuación, el sistema GTP (Geosistema, territorio, paisaje) y del STP (Sistema Paisaje Territorializado). La manera de estudiar de esta manera el paisaje pasa por entender su forma y su funcionamiento, además de su belleza. Este estudio comprende la definición, en un mismo sistema, de los elementos estructurales y climáticos y, por otro lado, de los elementos biogeográficos y antrópicos. Desde el punto de vista de la ecología, la transición entre naturaleza y patrimonio se desarrolla a través de la modificación y domesticación de los flujos de materia y energía, y las relaciones informativas, que constituyen la base de todos los ecosistemas.36
Diagrama de Odum. En este diagrama los productores son las hojas, los consumidores animales, el almacén es el suelo. Las fuentes de energía corresponden a los sumideros y los factores externos están fuera de los límites del sistema.
En un proceso de desarrollo científico y crecimiento económico, la sociedad postindustrial ha ido descifrando las relaciones y equilibrios en los que se basa el funcionamiento de la naturaleza, a la vez que ha porfiado en su estrangulamiento y destrucción. Como resultado, el concepto de naturaleza ha sido sustituido en gran medida por el de medio ambiente, significando esta conversión un proceso de conocimiento de aquella, a la par que de empobrecimiento y domesticación37. Culturalmente, es similar a una apropiación intelectual y sentimental de impenetrables, intrincadas y peligrosas regiones, antes desconocidas y hostiles, ahora accesibles y bien conocidas, transformadas en paisajes cercanos y amables.38 36 El proceso dinámico de interacción, expresado como intercambio de materia y energía, es una de las características básicas para la definición de ecosistemas, en el caso del Doctor Ramón Margalef. (Margalef, 1998) 37 “El surgimiento del término ambiente y la substitución paulatina de la naturaleza, como concepto caracterizador de las relaciones de la naturaleza con la sociedad, hacen parte de un proceso de racionalización progresiva de la misma, que depende de la institucionalización del progreso científico y técnico y de su incorporación en todas las esferas socia es. Si consideramos que la naturaleza es un concepto que tiene profundas raíces en las sociedades tradicionales, éste parece sufrir una secularización en el sentido weberiano, ya que “pierde su poder de vigencia como mito, como metafísica justificadora y como tradición incuestionada” (Habermas, 1968: 66). De esta forma, se estructura el concepto de ambiente, que es una reinterpretación del de naturaleza, sólo que con una explícita pretensión de cientificidad, que retira del primer término cualquier viso de interpretación tradicional del mundo”. (Vargas, 2006) 38 Vuelve a establecerse un cierto paralelismo con la paradoja de Levy Strauss en Tristes Trópicos, en donde el autor se lamenta de no haber podido reunir en una sola época la épica de las exploraciones del SXVIII con la ciencia y el conocimiento de su propio tiempo.
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En esta transición, el concepto de patrimonio natural aparece originalmente como máxima dignidad del bien natural, distinción de aquellos elementos exponentes de los antiguos valores naturales, ahora controlados y escrutados culturalmente a través de todas las manifestaciones científicas y literarias, que merecen ser conservados y preservados para el disfrute de las generaciones futuras. Posteriormente, la evolución del concepto de patrimonio en su derivada natural, ha recorrido el camino en el que se entrelazan de forma respetuosa, las tradicionales culturas agrícola, ganadera, minera, pesquera, con los ecosistemas de media y baja montaña, los valles cuaternarios, las hoyas y altiplanos, los bosques de frondosas, los yacimientos minerales, las costas y plataformas continentales. Es en esta etapa que el patrimonio ha venido a reconocer, con carácter general, el fruto de la acción humana respetuosa sobre el territorio, materializado en la creación de ecosistemas equilibrados, prolongables y ricos (en ocasiones más que en su versión original), caracterizados por una íntima relación entre cultura y naturaleza, por unas costumbres, usos y creencias muy pegadas a los ciclos, flujos y manifestaciones naturales de los ecosistemas sobre los que se desarrollan, donde la naturaleza aún posee el valor espiritual y trascendente del que carece el medio ambiente. Ya en una última evolución del concepto de patrimonio, el bien natural de trasfondo cultural, espiritual y trascendental, pasa a ser bien de consumo a través de los servicios ambientales que proporciona a la sociedad en materia educativa, sanitaria y recreativa.
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[paisaje y territorio]
Cuando hablamos de territorio lo consideramos como la base geológica, suelo y su relieve, y además la estructura organizada sobre esta base de una sociedad donde se entremezclan los sistemas que hacen posible el desarrollo de ésta. La consideración durante mucho tiempo del paisaje como la fisonomía del territorio ha provocado que en los estudios territoriales forme parte de los elementos a analizar como componente del objeto de estudio. Pero el paisaje va más allá, establece una relación entre el sujeto que vive-contempla ese territorio y el objeto de esa vivencia, el territorio. “Tanto Heidegger como la filosofía oriental han insistido en la existencia como un movimiento de salida hacia las cosas. Sujeto y objeto, hombre y espacio, son abstracciones que en realidad conforman una unidad estructural. Dicha unidad se pone de manifiesto cuando nos referimos, por ejemplo, a la percepción del espacio: en esa expresión dos abstracciones –el yo-sujeto y el espacio-objeto— pasan a formar un todo que se constata mediante la propia experiencia.” 39 Los estudios y proyectos que comenzaron a relacionar paisaje y territorio están, en su mayoría, influidos por John Brinckerhoff Jackson, fundador de la revista Landscape y profesor en Harvard y Berkeley en los departamentos de Arquitectura del Paisaje. Este historiador, discípulo de Carl Sauer, desarrolla la geografía cultural iniciada por su maestro y mediante la difusión de la revista consigue que varias generaciones de geógrafos, historiadores y arquitectos del paisaje encuentre un foro común donde encontrar vertidas las opiniones e investigaciones de grandes personajes como Lewis Mumford, Bruno Zevi o Yi-Fu Tuan. Las teorías que sustentan esta geografía cultural argumentan que el paisaje reúne dos condiciones fundamentales: es un espacio organizado, diseñado por los hombres, y resultado de una obra colectiva de las sociedades a lo largo del tiempo, es por tanto un espacio donde el análisis de la perspectiva histórica añade datos a los obtenidos de manera científica. Esta corriente geográfica que se desarrolla fundamentalmente en Estados Unidos, estaba influida por los trabajos de Jean Brunhes y Pierre Deffontaines de la Escuela de Geografía de Francia, liderada por Vidal le Blanche y, sobre todo, por las de la Naturphilosophie alemana, aunque lo que introduce como novedad, frente a su herencia humboldtiana, es la mirada de lo cotidiano, de lo autóctono, y no de lo espectacular. Ya en el siglo XVI se reconocía el concepto de país, que no el de paisaje en su acepción moderna, que equivale a lo que hoy denominamos territorio: un lugar considerado desde sus cualidades físicas, su poblamiento y sus recursos 39
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(López Silvestre & Sobrino Manzanares, 2011)
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económicos40, los valores de estos paisajes son prácticos, se entiende como un espacio objetivo donde el hombre vive. Estos territorios se representan tanto por la pintura de paisaje, que en esta época arranca ya con grandes autores como Brueguel, como por la corografía que es una representación geográfica que complementa con detalles e intenciones de inventario la cartografía al uso. Así que esta mirada al paisaje pone de manifiesto más la realidad que se ve, ese territorio que sirve de soporte a todas las dinámicas que sobre él se han dado y que se dan en ese momento y que han sido las conformadoras de su fisonomía, de su carácter, de su paisaje. Como recoge Jean-Marc Besse, el aspecto de las cosas es una realidad geográfica 41. Esta concepción del paisaje prima la objetividad. Se sigue definiendo el paisaje como un hecho cultural pero siempre desde la consideración de que es una sociedad, una cultura, la que le ha dado forma mediante su manera de estar en el territorio y las transformaciones que producen para sobrevivir, y finalmente vivir bien, sobre él. Existe, por tanto, un proyecto social, a veces inconsciente, para generar esas transformaciones en el territorio, ese paisaje. La intervención tanto de la ingeniería como de la arquitectura en el territorio está en igualdad de condiciones, en cuanto a generadores de ese proyecto, que la sociedad que sobre él habita y que explota sus recursos. La visión del paisaje como un espacio organizado y como resultado de una obra humana, le confiere el carácter de híbrido en cuanto no puede considerarse natural si completamente artificial, ya que necesita esa base territorial para existir. Finalmente hay que considerarlo como un sistema artificial de espacios superpuestos sobre el terreno y que no funciona atendiendo a las leyes naturales sino en servicio a una comunidad, tal y como lo define J.B. Jackson42. Atendiendo más a estas consideraciones, serán las disciplinas más relacionadas con la intervención en el territorio y en el paisaje las que desarrollen estas teorías, y muy principalmente apoyadas en todo el desarrollo de la arquitectura del paisaje que se da en Estados Unidos. La figura principal de esta línea de intervención en el paisaje es Frederick Law Olmsted, que fue el creador del término de landscape architect, y que desarrollo gran parte de los proyectos de intervención en el sistema de parques urbanos (Central Park en New York, Prospect Park en Brooklin, Franklin Park en Boston) y de parkways que pretendían introducir unir los distintos parques urbanos y relacionarlos con las urbanizaciones exteriores, además de introducir nuevos parámetros de calidad en un elemento esencial en la vida norteamericana, como son las carreteras y la separación existente entre la vida comercial y laboral y la doméstica lo que implicaba una separación entre la ciudad convencional y compacta, donde se ubica el trabajo, y la ciudad dispersa siguiendo el modelo de ciudad-jardín, donde se localiza lo doméstico y se sitúa a grandes distancias de la ciudad. Pero la mayor aportación de Olmsted fue el gran esfuerzo empleado en la creación de la figura de Parque Nacional, que finalmente se consiguió. Intervino activamente en la declaración del Parque Nacional de Yosemite y en el proceso de protección de las cataratas del Niágara. Con estas figuras de protección se consolidó la idea de que el hecho urbano tiene una escala territorial, de modo que la protección en ese momento de estos grandes espacios naturales formaba parte de un sistema de planificación territorial de escala nacional, asemejándose 40 41 42
(Camporesi, 1992) (Bessé, 2010) (Jackson, 2010, pág. 38)
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a la planificación a escala urbana regional que había hecho en Boston llegando a definir un sistema de parques urbanos y las parkways que los conectaban y uniendo también las zonas comerciales con los suburbios residenciales43. Finalmente será ya en los años noventa del siglo XX cuando se acuñe el término de Landscape Urbanism que pretende difuminar las fronteras entre la arquitectura y el urbanismo, introducir la mirada que hace la arquitectura del paisaje y sumarle elementos de la ecología y la ingeniería para poder hacer una planificación holística del territorio. Es desde esta nueva disciplina desde donde se trabaja quizás más en la consideración del paisaje como elemento híbrido y se reconocen los fenómenos y dinámicas tanto de su parte natural como de su parte humana.
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(Ábalos, 2005)
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[políticas]
Aunque como hemos visto en el punto anterior, el concepto de paisaje ha estado presente con mayor o menor intensidad en la cultura occidental desde la Ilustración, hay que tener presente que no se extiende al grueso de la población hasta la primera mitad del siglo XX, cuando se populariza una nueva cosmovisión 44 llegando a la mayoría de las culturas por la incipiente globalización. “En Europa, en algún momento entre 1500 y 1700, la c oncepción medieval de un cosmos vertical empezó paulatinamente a ceder el paso a una manera nueva y cada vez más secular de representar el mundo. La dimensión vertical estaba siendo arrumbada por la horizontal: el cosmos empezaba a aceptar la presencia de un segmento plano no rotatorio de la naturaleza llamado paisaje. Aquí, “vertical”, no es sólo una dimensión del espacio, sino un concepto cargado de significaciones. Representa lo transcendente y tiene afinidad con una noción particular del tiempo. Un modelo del mundo que hace hincapié en su eje vertical a menudo coincide con una concepción cíclica del tiempo; una cultura que s e articula rigurosamente en torno a un calendario de festividades es capaz de concebir un cosmos fuertemente estratificado. En correspondencia con una tendencia geométrica hacia lo vertical y otra temporal hacia lo cíclico (y eterno), hay una visión especial de la naturaleza humana; una que percibe una dimensión vertical en su sentido metafórico. La naturaleza humana está polarizada. El hombre desempeña dos papeles: el social-profano y el mítico-sagrado; el uno atado al tiempo, el otro transcendiéndolo. Estos papeles pueden ser representados por miembros de clases o castas diferentes. O pueden ser desempeñados por la misma persona en ocasiones diferentes. Aunque la idea del cosmos vertical comenzó a debilitarse en Europa durante la era de los grandes descubrimientos, esta tendencia secularizadora tuvo poco efecto en el resto del mundo, o en aquellas regiones de Europa que estaban alejadas de la cultura ilustrada de las ciudades o de los valores del comercio. El grueso de la humanidad, en particular el campesinado, vivía en un mundo estratificado y en un tiempo cíclico, un estado de cosas que se mantuvo hasta la primera mitad del siglo XX.” 45
Es por esto que la mayor parte de los trabajos e investigaciones sobre paisaje no llegan a la población más que envueltas en otros temas relacionados con el territorio, como es la planificación ambiental, económica y cultural y los cambios que se van introduciendo en ella a lo largo de la contemporaneidad. Hasta principios del siglo XX la planificación urbana, salvo honrosas excepciones, se ceñía al interior de las ciudades y en los casos en que fue necesario, a los proyectos de ensanche más allá de la muralla o el límite histórico de la población. El urbanismo moderno surge para dar respuesta a los graves problemas que se dan en la ciudad por los cambios que se han producido tras la Revolución Industrial: intensas migraciones hacía la ciudad y necesidad urgente de viviendas, mezcla de usos con graves incidencias en el funcionamiento de la ciudad y en la calidad de vida, etc. En estos planes se detallan nuevos ensanches de las ciudades y nuevos núcleos urbanos que ordenan una nueva manera de vivir y establecen también los parámetros básicos de la vivienda moderna. La consideración del territorio como forma del paisaje y como elemento sustentador de las dinámicas económicas, sociales, culturales que lo van marcando y hacen visible esas señales para dar lugar a los distintos paisajes, se 44 El concepto de cosmovisión se refiere a la experiencia conceptualizada, en parte personal pero que en su mayor parte es social, (Tuan, 1974, pág. 13). 45 (Tuan, 1974)
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recoge en la tradición primera de la planificación territorial. La necesidad que surge a partir de los años veinte del siglo XX de ampliar la escala de planificación más allá de los límites urbanos es debida a los efectos ya patentes de la Revolución Industrial. Aunque en un principio lo que se pretende es poder controlar la dispersión que se está produciendo en las ciudades, con los primeros ejemplos consolidados de suburbanización, también es destacable la propuesta de entender la ocupación humana, en cuanto a planificación, más allá de la ciudad y analizar y ordenar los territorios que realmente están afectados por ella, su región. A partir del primer tercio de ese siglo, la planificación y el urbanismo empieza a ocuparse de la ciudad entendiéndola incluida en un ámbito más amplio, la región, y que necesita una planificación conjunta; se recogen por tanto todas las teorías desarrolladas por Patrick Geddes y que traslada a Estados Unidos su discípulo Lewis Mumford y, en Inglaterra, Ebenezer Howard con la ciudad-jardín. Las teorías en las que se basan hablan de conseguir un equilibrio, en cada región, entre los elementos naturales y los desarrollos del suelo y la población, de modo que no sólo se hable de proteger sino de no dilapidar, además de dar fundamentos económicos para dar una vida próspera a sus habitantes. Pero los trabajos y estudios que desarrollaron estas teorías, ordenaron y planificaron las actividades del hombre en el medio, considerando el territorio como un espacio inerte y un recurso ilimitado. A partir de los años sesenta y setenta del siglo XX, se fueron incorporando a este tipo de estudios elementos de calidad ambiental y de mayor protección de espacios donde se concentraban recursos naturales de excepción, además de incorporar todo un sistema de indicadores de aspecto socioeconómicos que revelaban la situación de abandono que sufrían muchos centros urbanos 46 en beneficio de una periferia cada vez mas desconectada y dispersa. La incorporación de inputs más allá de los aspectos económicos, sociales y ambientales tradicionales, en sus contenidos y en sus formas a los nuevos estudios de planificación incorporaría una visión que conseguiría un análisis del territorio más próxima a la realidad, y por tanto, las propuestas que se derivan de cualquier tipo de conclusión analítica resultarán más eficaces en cuanto a su aplicación. Las políticas de ordenación del territorio actuales surgen en el contexto de Europa después de la Segunda Guerra Mundial con la idea de una ocupación racional del suelo y una convivencia entre espacios ocupados y libres y, sobre todo, las infraestructuras que lo convierten en territorio. Ya desde años antes habían surgido 46 Como lectura de referencia está la obra de Jane Jacobs sobre la situación por la que atraviesan barrios centrales de New York en la década de los sesenta y las propuestas de ordenación que se plantean por parte de la administración. (Jacobs, 1967).
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voces para planificar el crecimiento de las ciudades desde una escala mayor, de manera que el territorio que cada asentamiento humano tenía históricamente vinculado para su supervivencia se pueda incluir en la planificación de la ciudad, aunque las políticas económicas en que se desarrolla Europa y el mundo occidental desde la Revolución Industrial marcan unas tendencias que remitían a soluciones rápidas y puntuales ante la incapacidad que existía para elevar voces discordantes a este sistema. La destrucción, a nivel físico y moral, que supuso la guerra en mitad del siglo XX consiguió que desde los gobiernos se estableciesen planificaciones territoriales para recuperar lo antes posible todo la estructura de producción y la red de infraestructuras de comunicación que conseguía que los productos se trasladaran y salieran a mercado. Había una necesidad urgente de recuperar la posición mundial a nivel económico que en estos momentos ostentaba Estados Unidos, tras haber sobrevivido a dos guerras mundiales sin destrucción en su territorio. El paisaje, por contra, no tiene este recorrido histórico en cuanto a herramientas administrativas aunque su presencia si es más cercana para la población, a fin de cuentas han sido en general los grupos sociales los primeros en alzarse cuando han comenzado a darse cambios radicales en la forma del territorio y la población ha visto como paisajes cercanos comenzaban a banalizarse, en primera instancia, para posteriormente perder todo su carácter. Las tendencias con las que se comienzan a recurrir a cartas de paisaje, una manera de cartografiar el paisaje, comienza en Europa en la década de los setenta con el surgimiento de las corrientes ecologistas a nivel popular. En un principio, se trataba de determinar que paisaje, que miradas debían conservarse en las mismas circunstancias físicas y protegerlas del avance de la ocupación urbana, ya sea en forma de ciudad como en visitas turísticas y avance de infraestructuras. Actualmente, los documentos administrativos relativos a paisaje se utilizan como complemento de otros procedimientos de políticas sectoriales y que influyen decisivamente en la configuración y en la mirada sobre el paisaje: industria, agricultura, infraestructuras, cultura y turismo. En todos los documentos que actualmente se manejan como propuestas para una ordenación más sostenible del territorio se hace referencia al análisis de los valores ambientales, paisajísticos y culturales para su preservación, ordenación y mejora. Pero, ¿no engloba el paisaje esos valores ambientales y culturales?, a fin de cuentas la forma final del territorio está modelada por los aspectos naturales y los introducidos por el hombre. La pregunta que surge en el momento actual es si en estos procedimientos de protección, gestión y ordenación del paisaje se recoge el aspecto dinámico que tiene el propio concepto: la mirada del hombre en un momento concreto. Hacia donde se tendría que intentar dirigir estos documentos sería a unas directrices que aporten el conocimiento a la población del territorio que perciben para que, con el conocimiento, se decida hacía donde nos dirigimos. La mirada sobre el paisaje no puede ser la misma de sublimación que dio paso al Romanticismo, por lo que son los paisajes cotidianos, los habituales, los que en este momento corren el peligro de desaparecer porque el hombre pasa su mirada sobre ellos y no consigue verlos. Tenemos que conseguir que pueda darse el salto que desvincule finalmente los conceptos de belleza y paisaje, que es lo que parece que nos impide poder transmitir sentimientos y valores personales sobre partes del territorio y que en los conceptos globalizados de belleza no se incluyen, pero no por eso dejan de ser bellos para los ojos que los ven.
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[naturaleza protegida_políticas y acciones]
Cumbres de los Picos de Europa.
Santuario de la Virgen de Covadonga
Chozos de brezo en el paraje de Marismillas. Actualmente banalizados por el establecimiento de cercas de madera y su escaso uso.
Históricamente, las primeras políticas de protección del paisaje han ido ligadas indirectamente a la protección de la naturaleza (declaración del Parque Nacional de Yellowstone en 1.878, y en 1.916 en España con la promulgación de la Ley General de Parques Nacionales). Desde entonces, las sociedades occidentales trataron de proteger los paisajes más impresionantes, que coincidían con aquellos espacios de naturaleza más salvaje e inaccesible, lugares legendarios, origen de mitos y leyendas (por ejemplo, la Montaña de Covadonga en los Picos de Europa). Esta corriente proteccionista de finales del siglo XIX y gran parte del XX, bebió de diferentes corrientes de pensamiento, entre otras del movimiento romántico, el cual dejó honda impronta en la literatura de viajes, mitificando la naturaleza y su exploración47 como experiencia superior y trascendental. Corrientes de pensamiento posteriores conjugaron este afán explorador y literato con la observación sistemática y científica, de modo que las primeras maniobras de conservación albergan el claro objetivo de preservar la riqueza física y biológica de los espacios naturales. En todo esto, la seducción del paisaje como primera y constante impresión de cada uno de los lugares protegidos, juega un papel crucial, primero casi de manera inconsciente, y finalmente, en nuestros días, ocupando un lugar central en la gestión de estos lugares. Las primeras maniobras de protección de la naturaleza (finales del siglo diecinueve) tuvieron un afán exclusivamente proteccionista, en el que la naturaleza era fundamentalmente el objetivo de la protección. Con el paso de los años, y la creciente intervención de los procesos antrópicos en todo el planeta, la conservación por aislamiento ha dado paso a la conservación por la interacción, que es la gestión. En la era donde la naturaleza se encuentra mediatizada en sus flujos de materia y energía por los propios de la civilización humana, el trato de los espacios naturales protegidos precisa de la manipulación consciente de estos flujos para su control 48 y equilibrio artificial49, conectividad ecológica, compatibilización cultural). La intervención del Hombre en los flujos naturales se asienta históricamente en una cultura que se desarrolla muy ligada a los ciclos y ritmos naturales, lo cual la hace única y solo viable bajo las condiciones naturales de cada caso. La conservación de los espacios naturales ha ido progresivamente prestando más atención a la conservación de la cultura de estos lugares, útiles como instrumento 47 Argullol, Rafael. La atracción del abismo. Un itinerario por el paisaje romántico. Acantilado. 2006. 48 Odum, Eugene P., La estrategia de desarrollo de los ecosistemas. Athens, Georgia. EEUU, 1.969. 49 Concepto ampliamente asentado en Biología de la Conservación.
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para la conservación de la naturaleza50, hasta tal punto que, en muchos casos, la conservación del espacio es la conservación de la naturaleza y la cultura que la sostiene. Pero esto no ha sido siempre obvio en décadas recientes (último tercio del siglo veinte). Con la declaración de espacios naturales protegidos por la Ley 2/89, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección, Andalucía iniciaba un camino que la iba a colocar a la vanguardia de España y de Europa en políticas de conservación de la naturaleza. En esta época, no va a ser raro encontrar políticas de conservación de la naturaleza que excluyen las formas y modos culturales 51 que habían permitido la declaración del lugar como espacio protegido. La caza, el pastoreo, la agricultura, los trabajos forestales, y un largo etcétera de industrias y aprovechamientos tradicionales, comenzaron a ser barridos de algunos de los espacios naturales protegidos. Esta política proteccionista ha servido para caer en la cuenta de que la conservación de los espacios naturales es imposible sin la promoción y aprecio de las formas culturales tradicionales que los han modelado durante siglos, convirtiendo sus paisajes naturales en paisajes culturales con una fuerte componente natural.52 Organismos internacionales como la UNESCO premian con sus figuras de protección, testimoniales a efectos ejecutivos, aquellos lugares en los que cultura y naturaleza se conjugan para mejorar de forma perpetua tanto la calidad de vida de sus habitantes como la biodiversidad y paisajes que los albergan 53 . Andalucía cuenta con una nueva figura de protección específica para el paisaje, Paisaje Protegido54 . Actualmente existen dos en Andalucía (parte de la cuenca de 50 Montserrat, P. y Villar, L. Consecuencias ecológicas del abandono de tierras y la despoblación rural. Instituto Pirenaico de Ecología,. CSIC. 51 Por ejemplo a través de la expulsión del cuerpo de guardería de las viviendas que ocupaban dentro del Parque Nacional de Doñana. 52 Mata Olmo, Rafael. Desarrollo sostenible, insularidad y gobierno del territorio: la experiencia del PTI de Menoría. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Nº 41, 2006, págs. 183-198. 53 Suárez Japón, J.M. Reservas de la Biosfera: Entre dos cumbres. En Consejería de Medio Ambiente: Especial Medio Ambiente, Sevilla, Junta de Andalucía, pgs. 34 – 37. 54 La figura de Paisaje Protegido es considerada como categoría de espacio natural protegido en el artículo 12.d) de la Ley 4/1989, de 27 de marzo, definiéndose la misma en el artículo 17 como "aquellos lugares concretos del medio natural que, por sus valores estéticos y culturales, sean merecedores de una protección especial". A su vez, la Ley 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de los Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección, asume esta figura de protección, en el artículo, estableciendo en el artículo 8.3 que
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los ríos Guadiamar y Tinto), correspondiendo ambos con territorios fuertemente modificados por la acción impactante de la actividad minera de forma progresiva o catastrófica. Paradójicamente, podría parecer que se reconoce la protección de paisajes nuevos, producto de la alteración traumática de los anteriores. Existen multitud de paisajes en Andalucía, que son el producto de siglos de co-evolución cultural y natural, que podrían también recibir esta distinción. Como se puede apreciar, el grado de intervención humana en los paisajes naturales ha sido reconocido progresivamente por la comunidad científica, la sociedad y las entidades de gobierno, hasta el punto de reconocer la función fundamental que los usos y tradiciones culturales tienen en la configuración de la naturaleza de los lugares que merecen ser protegidos. Los paisajes generados por esta relación histórica poseen el equilibrio y estabilidad que su interacción constante les ha proporcionado.55 Los paisajes generados en la actualidad por los usos industriales, culturales, sociales y recreativos responden a plazos cortos, a discontinuidades bruscas, que dibujan paisajes desequilibrados, donde la naturaleza prácticamente es reducida a soporte físico de las actividades humanas, donde los usos culturales forman el peso activo del paisaje y la naturaleza es el agente pasivo, donde la interacción es sustituida por la imposición. Esta alta capacidad de cambio deviene en paisajes donde el subsidio energético y material es esencial para su mantenimiento 56, ya que aquel se desarrolla sobre ritmos y reglas independientes de las naturales. Este es el principal riesgo de los nuevos paisajes: la dependencia de la rentabilidad económica para su estabilidad y brillantez, fruto de su subsidio permanente al margen de su base natural. 57 La improvisación económica en la planificación de estos nuevos paisajes puede degenerar en el abandono del subsidio que precisan para su mantenimiento. Si la planificación económica funciona en el corto plazo, los paisajes serán efímeros en su estabilidad y brillantez, pero los efectos directos e indirectos derivados de su abandono serán largos y prolongados.
corresponde al Consejo de Gobierno, a propuesta de la Consejería de Medio Ambiente, la declaración de paisajes protegidos en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía. 55 Mata Olmo, Rafael. Desarrollo sostenible, insularidad y gobierno del territorio: la experiencia del PTI de Menoría. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Nº 41, 2006, págs. 183-198. 56 Soto-Torres, Giovannie. Huella Ecológica: el peso de nuestros pies sobre el planeta. Junio de 2007. 57 Odum, Eugene P., La estrategia de desarrollo de los ecosistemas. Athens, Georgia. EEUU, 1.969.
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- Actualidad. Estado actual de la cuestión (problemas de P.N. Doñana para mantener la Reserva de la Biosfera, por ejemplo). Causas.
En Doñana, uno de los espacios protegidos más antiguos y de mayor trascendencia natural y social, se puede apreciar como el proceso descrito anteriormente: los poderes públicos declaran una zona protegida por sus valores naturales - al margen de sus valores culturales -mediante el Decreto 2412/1969, de 16 de octubre, de creación del Parque Nacional de Doñana58, posteriormente rectifica su política conservacionista para integrar la marginada cultura local tradicional (Instrumento de Planificación -y sucesivos PDS-: Decreto 478/1996, de 22 de octubre, sobre coordinación, seguimiento y evaluación del Plan de Desarrollo Sostenible del entorno de Doñana), pero es finalmente incapaz de soportar la presión que la planificación económica y los usos locales 59 imponen sobre los ritmos naturales y también culturales que hicieron que el espacio se declarase como protegido en su origen. La materialización de este ejemplo se plasma en la sobreexplotación agrícola y turística constante (desde los años setenta) del acuífero 27 Almonte – Marismas, en la contaminación del acuífero por nitratos y sulfatos procedentes del exceso de pesticidas y abonos empleados en la agricultura intensiva, en la fragmentación por agricultura de los pinares aledaños, en la usurpación del dominio público hidráulico de los cauces que riegan el entorno del parque, en la masificación turística y sus derivaciones en movilidad y residuos, en la degradación de las playas, en la escasa restauración hidrológica de las marismas que lo conforman (Plan Doñana 2005), etc. 60 Todas estas cuestiones y otras, hacen que la UNESCO haya atendido las denuncias de la sociedad civil ante la degradación ecológica del espacio natural, habiendo enviado una visita de inspección recientemente (enero de 2.011), con la intención de valorar este extremo y su incidencia sobre el hermoso título de Reserva de la Biosfera 61, concedido a aquellas regiones que se distinguen por aunar una rica cultura local ligada a la conservación de valores naturales relevantes. En el caso de Doñana, los planteamientos cortoplacistas están haciendo necesarias visitas de este tipo para consolidar lo conseguido hace décadas. Hay que mencionar que la degradación de Doñana se ve confirmada por el descenso del número de visitantes en el año 200962, hecho superlativo en relación a la media del descenso nacional en ese periodo (2,64 %).
58 - BOE, nº 257, de 27 de octubre de 1969 59 Campos Palacín, P, y López Linaje, J. Renta y Naturaleza en Doñana. A la búsqueda de la conservación con uso. Ed. Icaria. 1.998. 60 Real Decreto-ley 7/1999, de 23 de abril, que aprueba y declara de interés general las obras de regeneración hídrica incluidas en el conjunto de actuaciones “Doñana 2005”. 61 Noticia aparecida en el www.elmundo.es, el 23 de enero de 2.011. 62 En 2010 un 17,45% menos que en 2009. Noticia de www.efeverde.com del 13/09/2010
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- Matización para los diferentes niveles de protección.
Dentro de las figuras de protección que en Andalucía se recogen para la protección de la naturaleza (Ley 2/89, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección): • Parques Nacionales. • Parques Naturales. • Parques Periurbanos. • Parajes Naturales. • Paisajes Protegidos. • Monumentos Naturales. • Reservas Naturales. • Reservas Naturales Concertadas. • Zonas de Importancia Comunitaria - ZIC (Red Natura 2000). • Reservas de la Biosfera (Red de Andalucía). • Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo – ZEPIM. • Sitios RAMSAR. • Geoparques. Existen diferentes motivaciones y causas para su declaración. Por ejemplo, en los Parques Nacionales, Reservas Naturales y Parajes Naturales, el peso de la riqueza natural requerido para su declaración es muy superior al de los modos culturales, cosa que no ocurre en el caso de los Parques Naturales o las Reservas de la Biosfera, donde los efectos territoriales y paisajísticos de la reciprocidad entre cultura y naturaleza vertebra estos lugares. El régimen de uso público, las condiciones de accesibilidad y movilidad, y la demografía asociada a los parques naturales, los hacen idóneos para la observación de su paisaje, que tamizado por los usos seculares de sus habitantes, constituye el material perfecto para experimentar la interpretación y estudio del paisaje como herramienta para la planificación territorial y económica de una comarca. Es un paisaje público, abierto, vivo, sujeto a la actividad diaria de sus habitantes, que constituye a la postre la cultura del lugar. Un paisaje sometido también a las presiones económicas rentistas, pero que ya se ha demostrado rentable a través de su lenta y progresiva mejora mediante la aplicación de los PORN y PRUG de estos espacios naturales protegidos. Las poblaciones de estos lugares ya se han visto ante la tesitura de tener que fijar - 54 -
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unas tasas de crecimiento a cambio de asegurar la rentabilidad y valor del producto agrícola, ganadero, turístico, recreativo, del tipo que fuere. Los Parques Naturales ya han funcionado como un laboratorio en el que las Juntas Rectoras han definido las líneas de desarrollo social y económico de los municipios que los ocupan. Estas decisiones se han mostrado acertadas en la inmensa mayoría de casos, permitiendo a economías rurales aisladas sobrevivir a través del aprecio de su modo de vida, sus productos, sus servicios y su cultura, y alcanzan do niveles de calidad de vida muy superiores a los de otros ámbitos rurales económicamente más potentes. Todo ello con la ventaja de preservar los recursos naturales que para ello han servido, y que seguirán al servicio de las generaciones futuras. Estas decisiones se han apoyado en herramientas derivadas de la prevención de impactos ambientales 63, las cuales tratan de una manera frontal la conveniencia o no de implantar determinadas actividades o estrategias de desarrollo en un territorio determinado. Estas herramientas de planificación suelen utilizarse a la contra, contraponiéndose a proyectos o estrategias. Para trabajar en el apoyo técnico de estas decisiones a priori, el paisaje tiene la ventaja de poder aglutinar los factores sociales, culturales y naturales, con lo que no solo se complementan los estudios de planificación derivados de otras disciplinas, sino que se analizan pormenorizadamente las relaciones y acciones necesarias para obtener un determinado paisaje, lo cual influye directamente en una determinada autoestima colectiva y una mejor calidad de vida64 . Los proyectos de paisaje en los parques naturales obligarían a la población a adoptar prácticas o usos beneficiosos para su modo de vida cotidiano, para la preservación de los recursos naturales, culturales y sociales que conforman su identidad colectiva (que sería reforzada), mejorando su calidad de vida, y por ende, la rentabilidad de los productos y servicios enmarcados en ella.
63 Ley 7/2007, de 9 de julio de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental 64 Riera, Pere; Descalzi, Carles; Ruiz, Alex. El valor de los espacios de interés natural en España. Aplicación de los métodos de la valoración contingente y el coste del desplazamiento. Revista Española de Economía, 1994; Página(s): 207-230.
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- Protección de la naturaleza. Protección del paisaje.
Aludiendo al proceso revelador que ha puesto de manifiesto ante nuestros ojos la degradación del paisaje en tiempo real, y a la capacidad del paisaje para aglutinar información acerca del estado natural de los ecosistemas sobre los que se sustenta, el binomio naturaleza – paisaje, por el cual la conservación de aquella ha sido siempre antecedente necesario para la conservación de éste, comienza a invertirse, especialmente fuera de los espacios naturales protegidos El incremento de la conciencia cultural sobre la importancia del paisaje para la identidad colectiva y particular de la sociedad y las personas, unido a la baza económica que supone un paisaje bien conservado (sea cual fuere) en esta época, está provocando que las entidades de gobierno, gestión y administración del mundo rural, hayan comenzado a plantearse como prioridad la conservación del paisaje65 para el desarrollo económico de sus poblaciones. Este cambio de perspectiva es bueno para el paisaje y las regiones que lo practiquen, pero debe realizarse de manera completa, es decir, la conservación de la marcas paisajísticas que definen el buen estado de un paisaje, no debe desvincularse de la conservación de la base territorial que las favorece ecológicamente, esto es, con carácter general, aguas continentales depuradas, suelos estables y cobertura vegetal autóctona (cultural o naturalmente).Lo contrario significa banalizar y encarecer un recurso que se puede obtener de forma sostenible y gratuita, basándonos en el hecho de que el paisaje es un patrimonio común 66, que beneficia a la comunidad, y al que afectan todas y cada una de las acciones que sus habitantes y transeúntes efectúen en razón legítima de su libertad, tanto en el espacio público como privado.
65 Planes de financiación pública como PRODER y LIDERA son aprovechados para este fin. 66 Como reconoce el Convenio Europeo del Paisaje art. 5 a).
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Este es un proceso más largo, que exige el compromiso y disciplina de todos, la inversión de tiempo y respeto a favor de una idea común, de un proyecto común de paisaje lo más completo posible, lo que reducirá sus costes sociales en materia de inversión pública y costes ambientales. Los paisajes de componente eminentemente cultural (agrícola, forestal, urbana), que podemos encontrar más intensamente representados fuera de los espacios naturales protegidos, no están en absoluto exentos de riqueza natural, mas al contrario, poseen recursos ecológicos imprescindibles para la supervivencia de comunidades biológicas que se han adaptado a su aprovechamiento. Esta adaptación es más eficaz en función de la estabilidad del paisaje cultural en cuestión, y corresponde a una comunidad más diversa en función de la calidad de su funcionamiento, por ello cada paisaje cultural67 debe encontrar la estabilidad en su proyecto de paisaje a través del equilibrio entre su funcionamiento ecológico y productivo.
67 Forero La Rottaf, Augusto; Gutiérrez Martínez, Jorge; Anderson Ángel, John y Flórez Millán, Luis Álvaro. Espacio público y paisaje cultural. Studiositas, Bogotá, Colombia (2), 5-11, 2007.
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[patrimonio protegido_políticas y acciones]
En nuestro contexto la noción de paisaje se ha ido progresivamente asociando a políticas de distinta naturaleza: ordenación del territorio, urbanismo, medioambiente, patrimonio cultural o desarrollo rural. Sin embargo, podemos afirmar que existe una temprana vinculación con las políticas de protección del patrimonio histórico, tal y como se recoge en una de las primeras expresiones legales de las políticas de paisaje en España: La ley del Tesoro Artístico de 1933, que contemplaba entre sus figuras la de paisaje protegido conforme a la que se declararon algunos espacios emblemáticos de Andalucía como La Alpujarra granadina o el Torcal de Antequera.68 Tal y como señala el profesor Gonzalo Acosta en su artículo “Territorio y paisaje en la planificación regional andaluza69 (2003) esta ley tuvo una clara influencia en la orientación de las posteriores leyes nacionales de espacios naturales de 1975 y de patrimonio histórico de 1985, con un entendimiento restringido del paisaje como bien objeto de interés y tutela por sus valores relevantes, en principio estéticos y naturales, desinteresándose del resto del territorio. Esta concepción patrimonial del paisaje se hace patente en el marco normativo español donde las competencias paisajísticas y territoriales recaen en la Comunidades Autónomas, siendo extensible a otras políticas sectoriales como la ordenación del territorio o las medio ambientales que van a incorporar la protección de determinados paisajes singulares mediante el desarrollo de herramientas de inventariado, categorización y clasificación similares a las de las distintas legislaciones patrimoniales. En este sentido, es muy significativa la referencia explícita al paisaje que se hace en el Estatuto de Autonomía de Andalucía, donde se establece que la comunidad autónoma ejercerá sus poderes para la protección y el realce del paisaje y del patrimonio histórico de Andalucía 70. Este enfoque tutelar no será superado hasta el enunciado del Convenio Europeo del Paisaje en el año 2000, como se pone de manifiesto en la Recomendación CM/ Rec (2008)3 del Comité de Ministros a los Estados miembro sobre las orientaciones para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje donde se señala expresamente la diferenciación entre el concepto de paisaje enunciado en el convenio y la concepción patrimonial desarrollada en anteriores documentos internacionales de protección y tutela. 68 (Acosta Bono. G, 2003:49) 69 Publicado en el cuaderno Territorio y Patrimonio los paisajes Andaluces, Consejería de Cultura, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 2003, pp. 46-57 70 (2003:49)
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Ya en el ámbito español, desde la aprobación del Convenio Europeo del Paisaje por el Consejo de Europa en 2004, se han multiplicado las referencias al paisaje en los textos normativos y en los planes urbanísticos y de ordenación del territorio desarrollados por las distintas Comunidades Autónomas. Sin embargo no todas han incorporado su perspectiva holística del paisaje, debido, entre otras cosas, a la tardía entrada en vigor de su texto en España, en marzo de 2008. 71 La actual Ley del Suelo (R.D.L 2/2008, de 20 de junio) constituye un claro ejemplo de la dificultad de asumir este cambio de orientación. Publicada después de la firma del Convenio Europeo del Paisaje, hace una referencia conjunta a la protección del patrimonio cultural y del paisaje recogida en su artículo segundo (Art.2) “Principio de desarrollo territorial y urbano sostenible” centrándose en la protección visual de los lugares con valor escénico. Postulados que ya aparecían en la Ley del Suelo de 1956 y que son superados en el concepto de paisaje enunciado en el convenio. Podemos entender, por tanto, que este cambio de orientación hacia un entendimiento integral e integrador del paisaje se va a desarrollar en paralelo desde las distintas miradas disciplinares que confluyen en el estudio del paisaje; reflejándose la evolución de sus respectivos marcos normativos y de las políticas de gestión asociadas. - Consideración de la noción de paisaje en los documentos internacionales sobre patrimonio
Desde el punto de vista de la perspectiva patrimonial, la evolución de la disciplina está marcada por los documentos internacionales sobre patrimonio que, presentados bajo la bajo la forma de cartas, recomendaciones o declaraciones, constituyen el corpus teórico que rige en la materia 72. A partir de dichos textos, se puede trazar la evolución de la teoría del patrimonio en lo relativo a la construcción de la noción de paisaje y de su consideración como objeto de tutela. Para ello señalaremos aquellos documentos que constituyen hitos en la reflexión sobre la dimensión paisajística de los bienes patrimoniales. El primer documento internacional sobre patrimonio es la Carta de Atenas, resultado de la Primera Conferencia Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, convocada por la Oficina Internacional de Museos. Publicada en 1931 para concienciar a los gobiernos de la urgencia de la conservación y protección del patrimonio histórico, no consiguió ser adoptada por todos los países, pero tuvo consecuencias de largo alcance, sirviendo de base para la Carta de la Restauración italiana y otros documentos internacionales, como la Carta de Venecia de 1964 y la Carta de Cracovia del año 2000. Pero antes de llegar hasta la Carta de Atenas (Sociedad de las Naciones, 1931) es necesario destacar que el gran salto conceptual que se produce en la disciplina patrimonial en el paso del siglo XIX al XX y que es asumido en su texto, es la consideración de la dimensión social del patrimonio y la consecuente identificación del patrimonio inmueble como contexto humano. La contextualización de los vestigios 71 72
históricos es el resultado de las aportaciones de Camillo Boitto y,
(FANFANI.D; MATARÁN RUIZ.A, 2010) (CONTI. A; 2008:22)
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especialmente, de Aloïs Riegl 73, considerado el fundador de la disciplina de la Protección del Patrimonio Histórico, codificada en su obra Proyecto para una organización legislativa de la conservación en Austria, y autor de una teoría de los valores de los monumentos , desarrollada en el texto “El culto moderno de los monumentos, su carácter y sus orígenes”, que está en la base del discurso que protagonizará el siguiente cambio de estatuto cultural del patrimonio, la Teoría de los Bienes Culturales surgida en torno a los trabajos de la Comisión Franceschini en los años sesenta del siglo pasado. “El culto moderno de los monumentos, su carácter y sus orígenes”, comprende un conjunto de reflexiones críticas en torno al concepto de monumento histórico, estatuto cultural adquirido por los bienes patrimoniales a lo largo del siglo XIX, a través de sus valores considerado, por primera vez, como un objeto social y filosófico74. Riegl trata de definir la naturaleza de los monumentos históricos que son enumerados y clasificados. Distingue entre dos categorías de valores – valores de rememoración y valores de contemporaneidad- en función de la manera en que los monumentos se relacionan con el tiempo y la memoria que, a su vez, encierran otras matizaciones más precisas. La principal contribución de Riegl a la evolución de la noción de patrimonio se concreta en el nuevo “valor de antigüedad” que atribuye a los testimonios materiales del pasado y que es definido por el autor como la consciencia del paso del tiempo, es decir, la capacidad que reside en los monumentos históricos de hacernos perceptible el tiempo transcurrido. A diferencia de los valores de pertenencia a la historia que necesita del conocimiento como mediador, el paso de tiempo es inmediatamente perceptible para todos a través de sus huellas, lo que le hace prever que éste va a ser el valor predominante en los monumentos históricos del siglo XX. El establecimiento de la dimensión inmaterial o subjetiva de los valores patrimoniales, formalizado a través del “valor de antigüedad”, conlleva la identificación del patrimonio inmueble como contexto humano que es el punto de partida para la construcción patrimonial del paisaje incidiendo en un doble 73 El historiador vienés Aloïs Riegl publica en 1903, como una obra independiente, su texto El culto moderno de los monumentos, su carácter y sus orígenes, redactado como introducción del Proyecto para una organización legislativa de la conservación en Austria: un plan para la renovación legislativa e institucional del sistema de protección jurídicoadministrativa de los monumentos en Austria. Obra que es considerada como texto fundador de la disciplina de la protección del patrimonio histórico ya que ha dado lugar al establecimiento de los criterios modernos de conservación del patrimonio. 74 (Arjones Fernández, A. 2007:7; Choay,F. 2007:142)
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sentido. Por una parte, supone la superación de la consideración objetual de los monumentos históricos desplazando la reflexión patrimonial hacia los conjuntos urbanos que, por primera vez, serán pensados como una totalidad no reductible a la suma de sus monumentos aislados. Se inicia así la progresiva incorporación de la dimensión espacial, perceptiva y territorial de los bienes patrimoniales. Por otra, como indica el profesor Castillo Ruiz, la traslación de los valores del objeto que los materializa al suj eto que los experimenta afirma la naturaleza del patrimonio como construcción sociocultural, de la que se deducen gran parte de los presupuestos tutelares actuales como la instauración del interés público como legitimador de la protección o el carácter democrático o universal de los valores patrimoniales 75.La consideración del patrimonio como manifestación de una determinada cultura o civilización sitúa al hombre en el centro de las políticas culturales y de protección que están en la base de la definición de paisaje desarrollada en la Carta Europea. En este contexto surge la Carta de Atenas donde, como principal aportación conceptual, se recoge por primera vez, la defensa de los tejidos históricos a través de los conceptos de “respeto ambiental” y de la valoración de las “arquitecturas menores” enunciados por el arquitecto y crítico italiano Gustavo Giovannoni. Bajo la noción de ambiente establecida en el apartado VII de su texto en que la Conferencia recomienda […] respetar, al construir edificios, el carácter y la fisonomía de la ciudad, especialmente en la cercanía de los monumentos antiguos, donde el ambiente debe ser objeto de cuidado especial […] subyace una consideración
contextual de los hechos urbanos, como escenario, que genera una preocupación por el lenguaje de los centros históricos. Hay que destacar que, aunque novedosa, la preocupación por el espacio público no responde a una valoración en sí mismo, sino a su consideración como marco de los edificios monumentales. 76 Se desarrollan así los primeros intentos por imponer un lenguaje en los tejidos históricos, mediante el control del color, el mobiliario urbano, la contaminación visual y las perspectivas urbanas. La inserción de la arquitectura contemporánea en los tejidos históricos será otro de los temas a debate 77. Naciendo la noción de “patrimonio histórico urbano” que se consolidará en la primera mitad del siglo XX. Los estudios urbanos del arquitecto vienés Camillo Sitte, recogidos en su libro Construcción de ciudades según principios artísticos publicado en 1889, y las aportaciones del italiano Gustavo Giovannoni en “Vecchie città ed edilizia nuova” (Turín, 1913), serán decisivas para que se produzca este cambio de perspectiva. Como consecuencia de la consideración del patrimonio inmueble como contexto físico de nuestra cultura o civilización se produce, de manera sostenida durante la segunda mitad del siglo XX, una progresiva ampliación de los tipos de bienes susceptibles de protección patrimonial que se refleja en la consideración otorgada al patrimonio inmueble en las cartas y legislaciones internacionales, y, análogamente, en las diferentes normativas 75 (Castillo Ruiz J. 2003:65) 76 (Conti. A; 2008: 23). Esta consideración contextual se pone de manifiesto en la Carta de Atenas, donde se afronta el problema de la ciudad histórica desde esta perspectiva. Así en el punto VII de su texto se recoge que […] Igualmente se deben respetar algunas perspectivas particularmente pintorescas. Objeto de estudio, pueden ser también las plantas y las ornamentaciones vegetales adaptadas a ciertos monumentos o grupos de monumentos para conservar el carácter antiguo.
77
(Fernández-Baca Casarez, R., 2010)
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estatales. Alcanzando su máxima potencialidad con la asunción del concepto de paisaje definido en La Carta Europea del Paisaje, donde los ámbitos espaciales o bienes inmuebles se diluyen en la globalidad del territorio donde se desarrolla una sociedad.78 Tal y como señala el profesor Castillo Ruiz, hasta la publicación de la Carta de Venecia, destacan como hitos de este proceso continuado de reconocimiento de la dimensión territorial de los bienes patrimoniales: La inclusión de los inmuebles y espacios públicos circundantes a los monumentos a través del concepto de ambiente enunciado en la Carta de Atenas de 1931. La inclusión de lugares y paisajes –naturales, rurales o urbanos- de interés cultural o estéticos como objetos de protección patrimonial establecida en la Recomendación relativa a la protección de la belleza y carácter de los lugares y paisajes. UNESCO, 1962. La incorporación de sitios y conjuntos histórico-artísticos a partir de la consideración cultural de patrimonio arquitectónico menor, ya anticipada en la Carta de Venecia, en el Informe sobre la defensa y puesta en valor de los sitios y conjuntos histórico-artísticos. Informe Weiss. Consejo de Europa, 1963. 79 La implantación de la teoría italiana de los bienes culturales a través de la Carta Internacional para la conservación y restauración de los monumentos y los sitios80 en 1964, también llamada Carta de Venecia supone, como primer aporte fundamental, la redefinición de las nociones de “patrimonio” y “monumento histórico”, que son sustituidas por las de patrimonio y bien cultural. Las bases de este cambio están, como hemos visto anteriormente, en la redefinición del patrimonio inmueble como contexto humano. La propia Carta de Venecia establece como definición de monumento […] la creación arquitectónica aislada así como también el sitio urbano o rural que nos ofrece testimonio de una civilización particular, de una fase representativa de la evolución o progreso o de un suceso histórico […]. La inclusión de la noción de “sitio
urbano” supone una consideración conjunta del espacio público y el patrimonio arquitectónico como entidad patrimonial que recoge la dimensión territorial de los bienes patrimoniales extendiéndola de los edificios al “ambiente urbano”.81 78 (Castillo Ruiz J. 2003:64-68) 79 (2003:67). 80 La Carta Internacional para la conservación y restauración de los Monumentos y los Sitios o Carta de Venecia se redacta en 1964 en el marco del Segundo Congreso Internacional de Técnicos en Conservación de Monumentos. 81 (CONTI. A, 2008:20)
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El cambio de estatuto de patrimonio histórico a patrimonio cultural se traduce en un gran incremento de los bienes que son objeto de consideración patrimonial, la universalización de la noción de patrimonio y de sus políticas de protección y, por último, el crecimiento exponencial de su público. Se trata de una triple extensión tipológica, cronológica y geográfica, que comienza con la incorporación de nuevas tipologías de bienes, primero de naturaleza material y después de naturaleza inmaterial, que van a constituir los denominados “patrimonios emergentes”. Además, se amplía el marco temporal para su adscripción, con el perfeccionamiento de la arqueología y del proyecto memorial de las ciencias humanas, rebasando el límite de la “era industrial” y avanzando hasta incorporar las realizaciones de la arquitectura industrial y las obras del movimiento moderno. 82 Por último, se expande el ámbito geográfico del origen de dichos bienes, con la consideración de “patrimonio común” enunciada en la Carta de Venecia y la institucionalización de las políticas internacionales de protección del patrimonio con la puesta en marcha del programa de Patrimonio Mundial en el marco de la Convección para la protección del Patrimonio Mundial Natural y Cultural, celebrada en 1972 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que va a suponer la expansión mundial del sistema de pensamiento y de los valores culturales occidentales en lo relativo a lo patrimonial. Se inicia así un proceso que, derivado de la consideración contextual del patrimonio arquitectónico y de la necesidad de integrarlo en el marco urbano o territorial en que se inserta, concluye con la sustitución del concepto de patrimonio inmueble por el de paisaje cultural, convertido éste en el propio objeto de protección. Desarrollado de manera paulatina a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, este proceso se articula mediante el establecimiento de nuevas categorías que se incorporan al repertorio patrimonial a partir de su inclusión en distintos textos internacionales. En cuanto a la ampliación de la escala de los bienes, podemos distinguir dos etapas: la primera centrada en los conjuntos históricos, ya sean urbanos o rurales, concluye con la definición del concepto de “ciudad histórica” en la Carta de Washington, de 1987 y lleva asociada el perfeccionamiento de los instrumentos de intervención sobre el patrimonio urbano; y la segunda tiene como puntos de inflexión la incorporación a la Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial las nociones de “paisaje” e “itinerarios culturales” en 1992 y 2005 respectivamente. En este sentido, podemos considerar que la Convención sobre la protección del patrimonio mundial y natural de la UNESCO (1972) constituye un antecedente del concepto del Paisaje Cultural, al integrar bajo el paraguas del “valor universal excepcional” los espacios culturales y naturales. Se trata de un texto innovador donde como principales aportes conceptuales se equiparan, por primera vez, los valores culturales y naturales de los bienes, se defiende la unidad de integración con el paisaje y se esboza como objetivo el desarrollo sostenible de la comunidad, tal y como se recoge en su artículo 5 donde se insta a […] adoptar una política general encaminada a atribuir al patrimonio cultural y natural una función en la vida colectiva . Por su parte, la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico y otros documentos que la complementan como la 82
(CHOAY. F; 2007:190-191)
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Declaración de Ámsterdam de 1975 van a considerar, por primera vez, unidades espaciales complejas, superando el concepto de entorno como contexto de los monumentos aislados. La Carta desarrolla una definición de patrimonio que incluye no solo […] edificios individuales de excepcional calidad y sus entornos, sino también todas las áreas de ciudades o pueblos de interés histórico o cultural […] incorporando otros registros e instalándolo en una continuidad histórica, de la que también se deriva la necesidad de integrar su protección en las políticas de planificación urbana y territorial . 83
A partir de este momento se perfeccionan los instrumentos de intervención sobre el patrimonio urbano, partiendo de la definición del concepto de “conservación integrada” desarrollada en su texto. 84 Definida como […] el conjunto de medidas que tienen por finalidad garantizar la perpetuación de dicho patrimonio, su mantenimiento en el marco de un entorno apropiado, ya sea creado por el hombre o la naturaleza, así como su utilización y adaptación a las necesidades de la sociedad […] el empleo conjunto de los términos, entorno, naturaleza y sociedad anticipa el concepto de paisaje cultural.
En esta línea destaca la Recomendación relativa a los conjuntos históricos y su función en la vida contemporánea o Declaración de Nairobi (1976) que, con un enfoque innovador, incorpora la dimensión perceptiva, que tan importante será en la construcción del paisaje cultural, a la definición de los conjuntos históricos mediante la definición del concepto de medio como el “marco natural o construido que influye en la percepción estética o dinámica de los conjuntos o se vincula a ellos de manera inmediata en el espacio o por lazos sociales, económicos o culturales” .85
Esta etapa concluye con la definición del concepto de ciudad histórica en la Carta Internacional para la Conservación de Ciudades y Áreas Urbanas Históricas. Carta de Washington, ICOMOS 1987. Con ella se supera la visión fragmentaria y jerárquica del conjunto histórico, convirtiendo en objeto de ordenación el ámbito urbano y territorial global en que éste se inserta. 86 Muy esclarecedora resulta la reflexión desarrollada por Alfredo Conti en el artículo El espacio público como lugar y su importancia en las teorías de patrimonio (2008)
sobre los contenidos de la carta, de la que destaca la consideración, en calidad de valor a proteger de la imagen de la ciudad y de su forma urbana definida por 83 (Castillo Ruiz J. 2003:70), (Conti. A, 2008:27). 84 (Castillo Ruiz J. 2003:64) 85 Definición extraída de la cita literal al texto de la Declaración realizada por Alfredo Conti en (CONTI. A, 2008:28). 86 (Castillo Ruiz J. 2003:68)
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la trama y el parcelario, de la relación entre los diversos espacios urbanos y el reconocimiento, por primera vez, de componentes intangibles vinculados a la materialidad urbana a través de su referencia a la cita textual […]diversas vocaciones de la ciudad, adquiridas a lo largo de la historia […].
Inaugurando la segunda etapa y como referente más directo en la normativa internacional, el concepto de paisaje cultural fue incorporado a las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial en 1992 como bienes culturales que representan […] las obras conjuntas de bienes del hombre y la naturaleza […]ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitaciones y/o oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas. 87
Al hilo de lo anterior, la clasificación en tipos de paisajes desarrollada por Alfredo Conti en el citado artículo nos permite establecer ciertos paralelismos entre los criterios de identificación y selección de los “tipos” y la teoría de valores de los “monumentos históricos” desarrollada a lo largo del siglo XIX y XX. Se reconocen tres tipos básicos de paisajes, establecidos en función del predominio de: La dimensión estética que […] engloba a los paisajes construidos con una finalidad estética entre los que se incluyen los parques y jardines […]. 88 En paralelo, esta escala “menor” del paisaje es reconocida por algunas legislaciones de patrimonio, como la andaluza ley 16/1991 LPHA, bajo la categoría de “jardín histórico” asumida en la actual ley 14/2007. La dimensión cognoscitiva o documental. Engloba a los paisajes […] que surgieron a partir de una finalidad precisa, testimonios de un orden económico, social o religioso y que han pasado por una evolución a través del tiempo […] .89 Es importante destacar que con esto se avanza en el reconocimiento del paisaje como proceso. Se distinguen dos tipos de paisaje, diferenciados por su condición histórica o historial: los paisajes fósiles, cuya evolución concluyó en un momento determinado de la narración histórica; y los que, instalados en la historicidad se constituyen por aportes sucesivos, continuando su evolución hasta el presente y son portadores de valores de contemporaneidad. La dimensión simbólica. Categoría que engloba a los denominados […] paisajes asociativos en los que su identidad patrimonial está dada por sus significados, generalmente históricos o religiosos […]. 90 Reconociendo el papel de la componente intangible del paisaje. En la construcción del paisaje como categoría cultural entran en juego un nuevo valor, el valor de identidad, reclamado en todos los documentos internacionales que, entre 1975 y el año 2000, abordan la protección del paisaje o del patrimonio vernáculo. Identidad que se asocia a la relatividad cultural formulada, a partir de la reflexión sobre la autenticidad en la conservación del patrimonio cultural, en La Carta de Nara promulgada por ICOMOS y la UNESCO en 1994.91 87 Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial. Ministerio de Cultura consulta en red. 88 (Conti. A, 2008:21) 89 (Conti. A, 2008:21) 90 (2008,21) 91 (Castillo Ruiz J. 2003:70)
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Con la Convención Europea del Paisaje (2000), instrumento jurídico internacional dedicado a la protección, gestión y ordenación del paisaje que entra en vigor en 2004, se institucionaliza la noción de paisaje cultural con lo que la dimensión antrópica de la naturaleza alcanza su máximo reconocimiento en las políticas culturales y patrimoniales. Entendemos que su importancia radica en haberse convertido en el punto de partida para la refundación del proyecto de paisaje más que en su carácter vinculante para los Estados firmantes.92 Definiendo el paisaje como […] la parte del territorio tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter es resultado de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones […] el texto de la Convención reconoce,
como principal aportación, valores 93 objetivos y subjetivos del paisaje que van a trascender a los planos operativos y tutelares. El valor objetivo, contenido en la expresión “parte del territorio” asume la vinculación indisoluble del paisaje con el “lugar”; demandando la integración del paisaje en todas las políticas sectoriales en relación con el territorio, desde la planificación urbanística y territorial, a las políticas agrícolas y forestales, a la proyección de los sitios. 94 El valor subjetivo, expresado con la frase “tal y como es percibida por las poblaciones” introduce la componente perceptiva, no exclusivamente sensorial sino también simbólica e identitaria, una nueva fenomenología que demanda la participación de la población local en el desarrollo de los instrumentos de gestión de dichos paisajes. La gestión de la escala territorial del patrimonio, entendida como paisaje cultural, exige la experimentación de nuevos instrumentos, que más allá de la tutela y conservación tradicionalmente asociadas al paisaje y al patrimonio, dirijan los procesos de transformación y de recualificación de lo nuevo, inherentes a la noción de paisaje cultural. En respuesta a esta necesidad, las principales aportaciones conceptuales a la materia a lo largo del siglo XXI han sido: el desarrollo de las 92 (LAMBERTINI. A, 2008:80) 93 Hasta la promulgación de la Carta Europea la concepción jurídica del paisaje en las distintas y escasas legislaciones y/o normativas que le hacían referencia, quedaba limitada a su dimensión objetiva, focalizando las prácticas en la preservación de sus valores singulares: históricos, estéticos y naturales. En opinión de Nuria Sanz el negativo de esta selección era el no paisaje, sin ningún reconocimiento ante la ley. Comentarios al texto de la Convención Europea del Paisaje Florencia 2000 en cuaderno Repertorio de Textos Internacionales de Patrimonio Cultural. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura.2003 94 (2008:80)
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nociones de paisaje histórico urbano y de itinerario cultural. Los itinerarios culturales incorporados a las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial en 2005 surgen a partir de la inscripción del Camino de Santiago de Compostela en la lista de Patrimonio Mundial. Constituyen, por su propia naturaleza dinámica y su funcionalidad histórica, la última secuencia en la expansión en escala de los bienes patrimoniales, pudiendo afectar a distintas regiones, países e incluso continentes, y de su complejidad por la diversidad tipológica de los bienes que agrupan incluyendo paisajes culturales. El concepto paisaje histórico urbano, se institucionaliza en el Memorando de Viena, desarrollado el marco de una reunión del Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO sobre patrimonio y arquitectura contemporánea de 2005. En él subyace la lectura de la ciudad contemporánea como un sistema de relaciones complejo que concluye en que la sostenibilidad de los tejidos históricos reside en su integración espacial, funcional y social en el conjunto urbano. Siendo éste el principal reto al que se enfrenta la gestión del patrimonio cultural contemporáneo: el de articular instrumentos eficaces para el manejo de patrimonios en los que su autenticidad reside en su capacidad de transformación. [territorio planificado_políticas y acciones]
La planificación territorial, o más concretamente la Ordenación del Territorio como disciplina, podemos decir que se consolida a partir de la Segunda Guerra Mundial. El antecedente claro a lo que se desarrollaría en Europa a partir de la mitad del siglo XX, son las políticas de planificación desarrolladas por la extinta Unión Soviética tras el triunfo de la Revolución mediante planes quinquenales que comenzaron en 1928. Tras la finalización de la guerra en 1945, los países capitalistas de Europa aplicaron un Plan de recuperación (Plan Marshall) que supuso la recuperación económica de estos países y el arranque de esta política territorial. Según la definición95 dada por el European Council of Spatial Planners - Conseil européen des urbanistes (ECSPCEU): El urbanismo y la ordenación del territorio comprenden todas las actividades relacionadas con el desarrollo y uso del suelo. Opera en todos los estratos sociales y en varios niveles espaciales interrelacionados –local, rural, suburbano, urbano, metropolitano, regional, nacional e internacional. Se preocupa por la promoción, la guía, la mejora y el control del desarrollo en un entorno físico constantemente en transformación, en interés del bien común pero respetando los derechos del individuo. Hace previsiones para el futuro, ayuda a reconciliar intereses en conflicto, proyecta el cambio físico y social, facilita la evolución armónica de las comunidades e inicia la acción para una utilización óptima de los recursos. Es tanto una actividad de gestión como una actividad creativa. Es un catalizador para conservación y el desarrollo de la estructura y la forma, actual y futura, de las áreas urbanas y rurales. Contribuye a la creación del carácter presente y futuro de la organización física, social y económica y a la calidad medioambiental. 95
Recogida la referencia del libro Las esquinas inteligentes, (Sánchez de Madariaga, 2008).
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La planificación urbana no es determinista. Pretende establecer equilibrio y armonía. Señala las opciones posibles, salvaguarda la libertad de elección para el presente y el futuro. Se concibe para poder ser adaptable a la evolución de las circunstancias. La planificación es un proceso raramente independiente; debe tener en cuenta decisiones externas. Funciona a través de los mecanismos de toma de decisiones de las instituciones políticas de la sociedad y con los sectores público y privado. La participación pública es un elemento indispensable en proceso. La Carta Europea de Ordenación del Territorio aprobada en 1983 define la ordenación del territorio como una política, una práctica administrativa y una disciplina científica, que constituye la expresión espacial de la política económica, social, cultural y ecológica de toda sociedad, incidiendo directamente en la calidad de vida de las personas, ya que un uso racional de la tierra y sus recursos permitirá un adecuado desarrollo social y económico compatible con la protección del medio ambiente. En el contexto de España, la ordenación del territorio se comienza a desarrollar en el mismo momento histórico que en Europa y, de la misma manera, enfocada a la planificación de las infraestructuras. Hasta 1956 la mayoría del transporte entre ciudades se hacía por ferrocarril, y es a partir de ese año, cuando comienza a desarrollarse toda la red de carreteras, lo que ha servido de base para el desarrollo de la España que hoy conocemos. En general, todos las referencias a la planificación territorial establecen una visión integradora de lo que sobre el medio ocurre, aunque es cierto que finalmente el resultado es un análisis y propuesta de una disciplina que predomina sobre las otras miradas, y suele ser una visión con un denso velo económico.
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[referencias]
Las políticas aplicadas históricamente al paisaje se han vinculado, hasta hace pocos años, a la intención de protección y conservación de éstos, en general por reduccionismo del concepto a los valores naturales y a su forma y figura. Esta simplificación se ha superado tras los términos consensuados por expertos y recogidos en el Convenio Europeo del Paisaje (CEP), firmado ya en el año 2000 y de aplicación en España desde el año 2008, tras su ratificación. La tradición europea de estudios de paisaje y, por tanto, del desarrollo de trabajos aplicados es amplia y reconocida. Las políticas activas desarrolladas en Francia, con una ley específica desde 1993, Gran Bretaña, con ley también desde 1990, Países Bajos, con políticas aplicadas sobre paisaje desde hace décadas y desde 1992 basadas en la Nota Landshap, y en Alemania, con amplia tradición de ordenación del territorio y con regulación específica en temas ambientales y de paisaje desde 1975, son las que sirven de base de muchos de los desarrollos normativos y estrategias que se han desarrollado en los últimos años en España. En el estado de las autonomías en que se encuentra organizado el estado español, cada una de ellas aplica de manera diferenciada las políticas y estrategias de carácter paisajístico, asemejándose de este modo más a la tradición alemana, al ser este pías una organización federal que administrativamente se asemeja mejor a la española que la tradición francesa que es un estado más centralizado. Así mientras en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia se desarrolla una ley específica de paisaje, en el resto de comunidades se marcan directrices y normas puntuales desde la planificación territorial, la urbanística o desde los planes que ordenan o gestionan espacios naturales. En el caso de Andalucía, se ha determinado que la aplicación de políticas de paisaje se haga de una manera transversal y mediante un documento, en este momento en redacción, como es la Estrategia de Paisaje de Andalucía. - Modelos de protección y políticas activas de paisaje en Europa.
Como se ha relatado gran número de países europeos tienen una legislación específica sobre paisaje y desarrollan planes y programas para aplicar esta legislación. Alemania: La normativa en materia de paisaje desarrollada en Alemania a partir de la Ley Federal de Protección de la Naturaleza y Gestión del Paisaje, de 1976, introduce el concepto moderno de ordenación del paisaje. A partir de esta ley, cada uno de los Länder que componen este estado federal desarrolla la propia con la misma estructura y características, adaptándose a sus necesidades y variando la escala de aplicación 96. Los objetivos generales de esta ley se puede decir que priman la protección del ecosistema, y aunque hace mención a las cualidades subjetivas del paisaje, se centra más en los elementos objetivables de éste. La política de paisaje no es la de mayor rango de aplicación, por lo que los valores ambientales y de paisaje no prevalecen a priori sobre otros aspectos. 96
(Askasibar, 1998)
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Francia: La ley de paisaje, ley 93-24 de 8 de enero de 1993, sobre la protección y puesta en valor de los paisajes es la norma sectorial más importante y obliga a las restantes afectadas por sus determinaciones a adaptarse a ella para que se consiga el más alto nivel de protección 97. La concepción del paisaje en Francia considera fundamental la vinculación del paisaje con la calidad de vida de la población, además de considerarlo como un factor que da coherencia vinculando entre sí al resto de políticas y planificaciones territoriales. La política de paisaje en este país mantiene tres ejes fundamentales de acción: desarrollar conocimientos mediante la realización de Atlas de paisaje y la creación de observatorios de paisaje, armonizar las políticas con incidencia en el paisaje de manera y mantener el nivel profesional, por lo que el Estado ejerce una labor de tutela de las investigaciones y la formación. Una de las figuras fundamentales en la política de paisaje son los Atlas de Paisaje, que a partir de del estudio de tres elementos que consideran fundamentales para el conocimiento veraz de un paisaje. La estructura del paisaje, conformada por los elementos materiales del territorio y sus relaciones, que permite identificar las unidades de paisaje que la conforman. Una vez identificadas éstas, se analiza el cómo las percibe la población según cuatro tipos de percepción: paisajes reconocidos, representados, destacados y percibidos. Tras este análisis, se refleja en el Atlas la dinámica de ese paisaje, su evolución, su tendencia, reconociendo su vocación de transformación. Gran Bretaña: La experiencia británica en lo relativo a la regulación del paisaje también es larga y aunque administrativamente diferenciada entre Inglaterra, Escocia y Gales similar en objetivos y resultados. En Inglaterra, en 1943 se crea el Ministry of Town and Country Planning y en 1947 se publica la Town and Country Planning Act que revolucionará toda el sistema de planificación que junto con las sucesivas sobre temas más puntuales como ubicación de industrias, parques y acceso a zonas rurales, y desarrollos urbanos conseguirán que la legislación recoja todas las inquietudes que tenía la sociedad de ese tiempo frente a los cambios rápidos que se estaban dando consecuencia de una industrialización ya muy consolidada. A principio de los años noventa del siglo XX, la Countryside Commission inicia un programa, el Countryside Character Programme, para caracterizar el entorno rural y establecer los elementos a proteger y mejorar del paisaje de esos entornos, que eran los identitarios de la población de las islas. Este programa une las comisiones 97
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A esta ley está, por tanto, supeditado la planificación territorial.
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administrativas que se dedicaban a la gestión de lo rural, lo natural y lo patrimonial, fruto de esa colaboración surge el Character of England Map. En paralelo, en Escocia y en Gales se desarrollan experiencias parecidas. Finalmente, esta caracterización y su sintetización en el mapa generan una herramienta de gestión a las distintas administraciones que van complementando la información y obtienen datos para analizar las propuestas de planificación de territorios menores. En el año 2003 se desarrolló un proyecto que analiza la posible evolución de los paisajes hasta 2020, teniendo en cuenta las dinámicas actuales que se dan sobre esos territorios y desde el año 2006, la Countryside Commission asesora directamente al Gobierno en lo referente al paisaje y todo lo relativo a dinámicas que afectan al entorno rural98. Países Bajos: La norma fundamental que ordena las políticas de paisaje en este país es el Memorándum del Paisaje (Nota Landshap) de 1992, aunque ya desde principio del siglo XX existía una tendencia conservacionista en los que los términos paisaje y conservación de la naturaleza se entremezclaban con sutiles matices. En los documentos que desarrollan la planificación del territorio a partir de las inundaciones que sufre el país a mediados del siglo XX, se introducen también planes de paisaje aunque con una incidencia sobre todo en el mundo rural y agrario, y ya en 1977 se introducen especificaciones concretas sobre paisaje en el tercer Memorándum sobre ordenación territorial. La aspiración fundamental de la regulación es conseguir paisajes de calidad, tanto natural como cultural, así como para los usuarios y perceptiva, aunque las determinaciones que se hacen para conseguirla no vagos y las interpretaciones que se han hecho a lo largo de los años han sido dispares, desarrollándose proyectos de muy diverso carácter. Suiza: El modelo se basa en la Ley federal, de 1 de junio de 1966, de protección de la naturaleza y el paisaje que en su primer artículo establece los objetivos de la ley 99: Cuidar del aspecto característico del paisaje y de las localidades, los lugares que evocan el pasado, así como las curiosidades naturales y los monumentos del país. Apoyar a los cantones en el cumplimiento de su tarea en materia de protección de la naturaleza y del paisaje. Apoyar los esfuerzos de las asociaciones para la protección de la naturaleza. Proteger la flora y fauna autóctonas.
Para proteger los elementos que determinen de interés, la ley remite a inventarios de distintos niveles en función de la importancia nacional, cantonal o local, marcando la responsabilidad en cada caso para su protección, así como la financiación que se debe destinar para esa protección. 98 99
(Swanwick, 2009) (Hervás Más, 2009)
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Las políticas suizas de protección del paisaje, aun estando regladas de este modo desde mitad de los años sesenta del siglo XX, comenzaron a aplicarse en la manera en que este país creo su identidad nacional a través del propio paisaje, de manera que Suiza al ser una Confederación de distintas lenguas y etnias usa el paisaje como elemento de unión entre ellas, en un primer momento, para posteriormente defenderlo como elemento de diferenciación con el resto de países que la rodeaban. Ya en 1906 se declaraba una ley que prohibía la disminución de la superficie de bosque, lo que refleja la defensa a un paisaje identitario y al que no se le permite cambiar100. Actualmente en este país se está desarrollando un proyecto novedoso en cuanto a las políticas aplicadas en paisaje. El proyecto denominado Paisaje 2020 pretende concienciar a la población de las cualidades de su paisaje y también de su evolución, considerando que éste es un bien público y que esta concienciación es fundamental para potenciar esta idea. Los Principios Directores de este proyecto marcan unos objetivos de calidad y unas medidas que han de cumplirse para llegar a un escenario ideal planteado para 2020. Esta proyección de futuro pretende recoger el paisaje en su vertiente natural pero también en la humanizada, paisajes urbanizados, y alejarse de la imagen bucólica de los clichés tradicionales. El proyecto Paisaje 2020 desarrolla unos principios básicos asociados al desarrollo sostenible y que en materia de paisaje se reflejan en dos enfoques: uno primero de carácter territorial, con la preservación del equilibrio paisajístico, y otro de carácter sociocultural, con el reconocimiento de la relación de la sociedad con el paisaje y los sentimientos que transmite. A partir de estos principios se define cómo será la evolución del paisaje y se establece el programa de actuación con una serie de principios y campos de actuación, definiendo así mismo unas medidas prioritarias, que sirven de base y directrices para las actuaciones y decisiones que se tengan que tomar desde la administración. Otros: Además de los países anteriormente citados, el paisaje aparece como objeto de derecho y reconocido por la constitución de Italia y Portugal, existen legislaciones específicas en Eslovaquia y República Checa, así como planificación estatal en Austria, Hungría, Irlanda y Portugal. Con posterioridad a la firma del CEP, se redacta la Nordens Landskap, un proyecto piloto para los países nórdicos y ya adaptado a los requerimientos y recomendaciones del convenio 101.
100 101
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(Riesco Chueca, 2008) (Serrano Giné, 2007)
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- Modelos de protección y políticas activas de paisaje en España.
Tradicionalmente la legislación española que ha contemplado el paisaje ha estado vinculada muy directamente con cuestiones medioambientales y desde un punto de vista estático y conservacionista, aunque la concepción patrimonial del paisaje también se hace patente en el marco normativo español, donde las competencias paisajísticas y territoriales recaen desde la Constitución de 1978 en la Comunidades Autónomas. Esta consideración es extensible a otras políticas sectoriales como la ordenación del territorio o las medio ambientales que van a incorporar la protección de determinados paisajes singulares mediante el desarrollo de herramientas de inventariado, categorización y clasificación similares a las de las distintas legislaciones patrimoniales. En este sentido, es muy significativa la referencia explícita al paisaje que se hace en el Estatuto de Autonomía de Andalucía, donde se establece que la comunidad autónoma ejercerá sus poderes para: la protección y el realce del paisaje y del patrimonio histórico de Andalucía. Este enfoque tutelar no será superado hasta el enunciado del CEP en el año 2000, como se pone de manifiesto en la Recomendación CM/Rec (2008)3 del Comité de Ministros a los Estados miembro sobre las orientaciones para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje donde se señala expresamente la diferenciación entre el concepto de paisaje enunciado en el convenio y la concepción patrimonial desarrollada en an teriores documentos internacionales de protección y tutela. Ya en el ámbito español, desde la aprobación del CEP por el Consejo de Europa en 2004 102, se han multiplicado las referencias al paisaje en los textos normativos y en los planes de ordenación del territorio y urbanísticos desarrollados por las distintas Comunidades Autónomas. Sin embargo no todas han incorporado su perspectiva holística del paisaje, debido, entre otras cosas, a la reciente ratificación de esta convención en España y su entrada en vigor, a partir de marzo de 2008 103. La actual Ley del Suelo (R.D.L 2/2008, de 20 de junio) constituye un claro ejemplo de la dificultad de asumir este cambio de orientación. Publicada después de la firma del Convenio Europeo del Paisaje, hace una referencia conjunta a la protección del patrimonio cultural y del paisaje recogida en su artículo segundo (Art.2) “Principio de desarrollo territorial y urbano sostenible” centrándose en la protección visual de los lugares con valor escénico. Postulados que ya aparecían en la Ley del Suelo de 1956 y que son superados en el concepto de paisaje enunciado en el convenio104. Podemos entender, por tanto, que este cambio de orientación hacia un entendimiento integral e integrador del paisaje se va a desarrollar en paralelo desde las distintas miradas disciplinares que confluyen en el estudio del paisaje; reflejándose la evolución de sus respectivos marcos normativos y de las políticas de gestión asociadas.
102 La firma del CEP se realizó en Florencia en el año 2000 pero no es hasta la ratificación por al menos diez países de los firmantes, por lo que el Tratado no entra en vigor hasta el 1 de marzo de 2004. 103 Fanfani, D; Matarán Ruiz, A. Opinión citada en el artículo “ La aplicación del Convenio Europeo del Paisaje en España e Italia: Un análisis crítico de los casos andaluz y toscano” publicado en la revista electrónica e-rph en junio 2010 [ ], [consulta: 14/10/ 2010] 104 (Fanfani.d; Matarán Ruiz.a, 2010).
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Cataluña: La Ley 8/2005 de protección, gestión y ordenación del paisaje, de 8 de junio, va a ser la primera ley exclusiva sobre paisaje y establece una primacía de éste sobre las políticas con impacto en el territorio y en el paisaje, debiéndose adaptar las legislaciones sectoriales y urbanísticas en lo referente a la protección del paisaje. El objetivo principal de la ley será un desarrollo económico y urbanístico compatible con la calidad paisajística. Esta ley regula las actuaciones vinculadas con la planificación territorial, como son los catálogos, las directrices y los estudios de impacto e integración paisajística que ya se han desarrollado de manera práctica, teniendo en cuenta que están encadenados unos a otros en su sucesión en la redacción y aún no se ha alcanzado la totalidad del territorio. Los estudios de impacto, por su parte, son obligatorios para una serie de acciones sobre el territorio que se detallan en el Reglamento que desarrolla la ley y que se aprobó en 2006. Además de las actuaciones de planificación, reconoce unas figuras para la concertación social, elemento que recoge la participación e implicación social en la protección, gestión y ordenación de los paisajes como se recomienda en el CEP. Los instrumentos que se regulan son la creación del Observatorio del Paisaje de Cataluña y las cartas del paisaje, que son un instrumento voluntario que crea un marco de referencia entre los agentes implicados en la transformación y gestión de los paisaje consolidándose como instrumentos que articulan la participación ciudadana. Comunidad Valenciana: En España, la primera legislación directa, aunque no exclusiva, sobre paisaje se aprueba en 2004, la ley 4/2004 de Ordenación del territorio y Protección del Paisaje siendo su objetivo principal también la introducción del paisaje como condicionante principal en la ordenación del territorio al imprimirle carácter y calidad. Los objetivos de la ley se relatan en el artículo 2 y son la mejora de los entornos urbanos y su incidencia en el paisaje, la accesibilidad del ciudadano y la protección de los elementos que son referentes en el paisaje de ese territorio. El Reglamento que desarrolla la ley estable los detalles de los instrumentos que se redactaran para la protección, gestión y ordenación y que son estudios de paisaje, catálogos de paisaje, estudios de integración paisajística y Programas de paisaje. Como ocurre en Cataluña, en esta legislación también se sitúa el paisaje como elemento director de las políticas de ordenación del territorio así como de otras de tipo económico, agrario, social y turístico. - 74 -
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Galicia: La Ley 7/2008 de protección del paisaje de Galicia tiene como base las dos leyes anteriormente citadas y predecesoras en el ámbito español, aunque la influencia catalana es mucho mayor quizás también debido a que esta ley se centra exclusivamente en el paisaje y no regula también la ordenación del territorio, como ocurre en la valenciana. El desarrollo normativo es parecido y los instrumentos que se plantean son los catálogos, las directrices, los estudios de impacto e integración paisajística y, como novedad, los planes de acción del paisaje en áreas protegidas. Esta ley introduce toda la instrumentación necesaria para conseguir los objetivos marcados por el CEP de proteger, gestionar y ordenar además de facilitar y fomentar la participación pública. Con anterioridad a esta ley, se había aprobado en el año 2002 la legislación específica de urbanismo con un reconocimiento al medio rural de tanto protagonismo en tierras gallegas y con problemáticas muy diferentes a las que se dan en los centros urbanos, que en este territorio se estaba constatando una pérdida clara de calidad en los paisajes del medio rural por la introducción de dinámicas urbanas de colonización y pérdida de carácter. Otras: El resto de comunidades autonómicas no cuentan en la actualidad con una legislación específica de paisaje, ya sea porque recogen la protección, gestión y ordenación de los paisajes en su planificación territorial y urbanística, es el caso del País Vasco, La Rioja, Aragón, Navarra y Murcia, lo incluyen en su planificación ambiental, como en Cantabria y el Principado de Asturias, y otras simplemente introducen consideraciones paisajísticas en algunos puntuales documentos como en la Comunidad de Madrid y en Extremadura. La consideración al paisaje, sin embargo, ya está recogida en los Estatutos de Autonomía que se han redactado en los últimos años, y la tendencia al reconocimiento de lo recomendado por el CEP es positiva, estando en marcha muchas iniciativas para la inclusión del paisaje en las políticas territoriales y sectoriales con afección directa a su calidad. - Modelos de protección y políticas activas de paisaje en Andalucía.
La reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía, aprobada en 2007, establece el derecho de la población al disfrute del paisaje y la obligación de la administración de protegerlo. Al no existir una legislación específica de paisaje, este derecho se garantiza mediante la ordenación territorial principalmente y así se refleja en el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía aprobado en 2006 y en los planes subregionales que lo desarrollan, teniendo ya el primero que se redactó en 1999 recomendaciones específicas de paisaje. Actualmente está redactándose a Estrategia de Paisaje de Andalucía (EPA), cuyo objetivo principal es dotar a todas las políticas con incidencia en el paisaje de unos principios rectores, objetivos, líneas de actuación y medidas concretas para su inclusión en sus políticas de modo que el paisaje sea un elemento de política transversal en todas las acciones de la política andaluza, siendo una posibilidad para el futura la redacción de una legislación específica de paisaje. Como principios rectores se plantean la gobernanza, la sostenibilidad y la subsidiariedad.
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Los objetivos principales de la EPA es considerar el paisaje como un capital del territorio, un factor clave para el desarrollo sostenible, reconocer el carácter dinámico y reconocer en positivo sus transformaciones, establecer una política de acción paisajística en la totalidad del territorio andaluz bajo el paradigma de la gobernanza, establecer objetivos de calidad a través de la participación ciudadana, y asentar las bases para establecer un marco legal específico. Las políticas que desde la creación del Estado de las Autonomías han tenido en Andalucía una mayor preocupación y consideración por el paisaje han sido, como tradicionalmente se da en el resto del mundo, la ambiental y la patrimonial. En Andalucía, la nueva ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía conforma junto a la vigente ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español el marco normativo andaluz en materia de patrimonio histórico. Con la anterior LPHA ley 1/1991 Andalucía fue una de las primeras comunidades autónomas en dotarse de una legislación propia en materia de patrimonio histórico. Las tipologías de protección propuestas en la ley 1/1991 daban respuesta a la paulatina ampliación tipológica de los bienes susceptibles de protección patrimonial acontecida a lo largo del último cuarto del siglo XX, atendiendo a la identificación de patrimonios específicos y a la incorporación de su dimensión territorial articulada a través de las sucesivas cartas y textos internacionales. Sin embargo, con las tipologías de protección con rango territorial establecidas en ley 1/1991 - Conjunto Histórico, Jardín Histórico y Sitio Histórico para los bienes catalogados como de Interés Cultural (BIC) y el Lugar de Interés E tnológico para los bienes inscritos con categoría específica – no se proporcionaba un marco legal adecuado para la protección integral de los paisajes culturales, interpretados de manera parcial a través de estas tipologías que reconocían algunos de sus valores patrimoniales pero no la indisolubilidad de su vínculo. La ley 14/2007 LPHA profundiza en la doctrina italiana de los bienes culturales que orienta sus contenidos, a partir del entendimiento de los hechos de naturaleza patrimonial como testimonios de nuestra civilización105. Con carácter general, el texto de la nueva ley persigue simplificar los procedimientos de catalogación de los bienes para hacer extensible la protección a un mayor numero número de tipologías y de elementos patrimoniales, dando respuesta a las nuevas dinámicas sociales en la apreciación de lo patrimonial, mediante la introducción de las nuevas figuras de Lugar de Interés Industrial y Zona Patrimonial. Además, se persigue una mayor coordinación con la legislación urbanista y sus instrumentos de ordenación del territorio. 105
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(López Reche, 2008)
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En lo relativo a la consideración del paisaje debemos destacar que pese a que las dos nuevas tipologías de BIC establecidas - Lugar de Interés Industrial y Zona Patrimonial - presentan una fuerte dimensión territorial, especialmente la Zona Patrimonial donde el territorio es el soporte que articula a bienes de distinta naturaleza y cronología, con la redacción de esta ley se pierde la oportunidad de incorporar la noción de paisaje cultural como tipología de clasificación. Generándose una cierta indeterminación respecto a un término cuyo uso se había generalizado tras la de la Carta Europea del Paisaje en el año 2000, incluso desde la propia administración cultural106. En la definición desarrollada en el artículo 26 ley, se describen como zonas patrimoniales […] aquellos territorios o espacios que constituyen un conjunto patrimonial, diverso y complementario, integrado por bienes diacrónicos representativos de la evolución humana, que poseen valor de uso y disfrute para la colectividad y, en su caso, valores paisajísticos y ambientales.
Con el reconocimiento explícito de que el valor patrimonial es unitario y de que reside en la indisolubilidad del paisaje como principales aportaciones, esta tipología da respuesta a las necesidades de protección de amplias zonas de la comunidad autónoma donde la interacción entre el hombre y el territorio han generado paisajes culturales, que eran difícilmente reconocibles en las tipologías establecidas por la legislación anterior. Dada la extensión, la diversidad de los bienes que pueden integrar y la posible existencia de valores ambientales y paisajísticos de las Zonas Patrimoniales se plantea la figura del Parque Cultural (art.81), como un órgano de gestión propio que integra las distintas Administraciones y sectores afectados por la declaración e implicados en su protección. Contemplándose la obligatoriedad de redactar un Plan Director para el mismo. Las Zonas Patrimoniales se integran junto con los Conjuntos y otro tipo de enclaves abiertos al público en la Red de Espacios Culturales de Andalucía, creado por la ley 14/2007 y desarrollado en el artículo 83 del Capítulo IV, como un sistema integrado y unitario que permite mejorar las herramientas de gestión y el funcionamiento de los distintos espacios culturales que lo integran, mediante el desarrollo reglamentario de este órgano rector de orden superior. Otro aportación a destacar de la nueva ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía es que persigue una mayor coordinación con la legislación urbanística y medio ambiental andaluza, especialmente con la nueva Ley de Ordenación urbanística de Andalucía LOUA ley 7/2002. Entendiendo que la protección del patrimonio en su contexto territorial solo puede abordarse desde el planeamiento, por lo que regula sus contenidos de protección y el proceso de informe de los mismos 107, incrementando la seguridad jurídica de los bienes declarados. Como ejemplo, el planeamiento especial de protección es la herramienta urbanística que se propone para garantizar la salvaguarda de los valores patrimoniales de la ciudad histórica tanto en la Ley 16/1985 del Patrimonio 106 A este respecto se recoge la aclaración que, sobre el sentido con que las administraciones públicas emplean el término paisaje cultural, se hace en la publicación Paisaje y Patrimonio cultural en Andalucía. Tiempo, usos e imágenes: […] Sin embargo, cuando desde las administraciones públicas se hace referencia a dicho concepto, el objetivo es destacar a través de esta denominación aquellos paisajes en los que los valores culturales (sean estos históricos, patrimoniales, inmateriales, etcétera)destacan en el conjunto, fundamentan su singularidad y, derivado de todo ello, son objeto de una gestión específica.
107
(López Reche, 2008)
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Histórico Español (LPHE) como en la 1ª Ley 17/2001 del Patrimonio Histórico de Andalucía (LPHA). Sin embargo, la Ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía va a ser mucho más exigente regulando la obligatoriedad de adecuar el planeamiento urbanístico a las necesidades de protección de los bienes inscritos en el CGPHA en un plazo máximo de dos años desde la inscripción, definiendo los contenidos mínimos de protección de los distintos planes urbanísticos en función de la tipología del BIC al que afectan ya sea este individual (M, JH) o colectivo (CH o LIE, LII, SH, ZP, ZA)108. Destaca por su novedad la inclusión entre estos contenidos de una normativa de control de la contaminación visual o perceptiva y la inclusión de medidas para el mantenimiento de los usos tradicionales, actividades económicas compatibles, proponiendo incluso mediadas de intervención para revitalizar el bien protegido. La Ley del 2007 avanza en la coordinación con la legislación urbanística propuesta por la ley española de 1985, definiendo su actuación en dos momentos claramente diferenciados: la redacción del planeamiento y su ejecución. Define el papel de la Administración Cultural en los procesos de aprobación y modificación de los instrumentos de ordenación territorial, urbanística y de prevención y control medioambiental que afectan a los bienes del PHA (CGPHA, Inventario de bienes reconocidos o Zonas de Servidumbre Arqueológica) estableciendo el carácter perceptivo de sus informes, que va a ser además vinculante para los instrumentos de naturaleza no territorial.109 Con relación a la ejecución del planeamiento, se compromete a garantizar el soporte técnico para la gestión de los planes urbanísticos a los que les exige unos contenidos mínimos. Así una vez informado favorablemente y aprobado el planeamiento urbanístico que afecta a los ámbitos patrimoniales (plan general o planes especiales), los municipios podrán solicitar a la Consejería de Cultura la delegación de la competencia para autorizar obras y actuaciones que desarrollen este planeamiento. Reservándose en todo caso las competencias sobre inmuebles 108 En función de lo establecido en la ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, en el Catálogo General de Bienes del Patrimonio Histórico Andaluz (CGHA) se van a inscribir tres categorías de bienes: -Bienes de Interés Cultural. (BIC). Clasificados en 8 tipologías: Monumento (M) , Jardín Histórico (JH), Conjunto Histórico (CH), Sitio Histórico (SH), Zona Arqueológica (ZA), Lugar de Interés Etnológico (LIE) Lugar de Interés Industrial (LII) y Zona Patrimonial (ZP) -Bienes de Catalogación general -Bienes incluidos en el Inventario General de Bienes Muebles del Patrimonio Histórico Español 109 (López Reche, 2008)
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declarados Monumentos, Jardines Históricos, Zonas arqueológicas, los que están comprendidos en sus entornos o en los ámbitos territoriales vinculados a una actividades de interés etnológico (art.40). 110 Con la delegación de competencias, que exige como novedad la creación de una Comisión Técnica municipal multidisciplinar que informe de las actuaciones a autorizar, se persigue optimizar las políticas culturales, incrementando la responsabilidad de los municipios en la tutela de su patrimonio cultural. - Modelos de políticas y proyectos de paisaje en el litoral
La consideración por parte de organismos internacionales de las características especiales del territorio litoral se ponen de manifiesto en la aprobación en 1981 de la Carta Europea del Litoral y los posteriores documentos estratégicos que han planteado políticas a ese nivel y el desarrollo normativo en los distintos países. El caso de Francia es paradigmático por regular la protección y ordenación de las políticas en ese territorio mediante una ley para la planificación, la protección y la puesta en valor del Litoral, la ley Litoral, desde 1986, aunque ya desde 1975 había creado un organismo de tutela y vigilancia de estos territorios, el Conservatoire de l'espace littoral et des rivages lacustres. La política francesa en esos territorios se centra en la adquisición de terrenos de importante valor ambiental por parte de este organismo, tanto en el litoral marítimo como en los territorios interiores de lagos así como en los territorios de ultramar. Mientras la propiedad de los terrenos pasa completamente a este organismo, la gestión se planifica con la intervención de otros agentes, como regiones, departamentos, municipios o sindicatos. La política de planificación sobre territorios en el litoral en España tiene ejemplos en Cataluña, con su Plan Director Urbanístico del Sistema Costero, en Galicia con su P lan de Ordenación del Litoral como primer documento de planificación territorial con aplicación directa de su legislación en paisaje, y las planificaciones territoriales en las Islas Baleares; es aquí donde vamos a destacar el Plan Territorial de Menorca. El Plan Territorial Insular de Menorca (PTI) se aprueba en 2003, muy poco tiempo después de la firma del Convenio del Paisaje y cuando aun no se habían articulado políticas activas que recogieran sus principios, pero el PTI toma de referencia los ejemplos de la Countryside Commission inglesa y las Cartes paysagères francesas, estableciendo el paisaje como una figura central en las fases de análisis y de diagnóstico, así como en la propuesta de modelo de planificación. Este protagonismo fue principalmente fruto de unas prospecciones previas a la redacción donde se estableció la importancia del paisaje para la población, la conciencia que de él tenían, así como del interés particular de los integrantes del equipo redactor y de la consideración de que el paisaje de la isla era un elemento identitario y patrimonial muy importante. Las propuestas del PIT con mayor incidencia positiva en el paisaje han sido el establecimiento de un modelo de crecimiento residencial y turístico, las de infraestructura viaria y movilidad, y las que limitan la edificación dispersa en el medio rural. Además realizan propuestas específicas y más concretas que fomentan el acceso al paisaje, con planes de recuperación de caminos y recorridos históricos, una mayor divulgación con la creación de 110
(López Reche, 2008)
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un centro de estudio e interpretación del paisaje, una serie de recomendaciones a los planes urbanísticos para la mejora de las fachadas urbanas así como otras recomendaciones en la instalación de equipamientos e infraestructuras.111 En Andalucía, el único instrumento específico de política sobre el litoral son las Directrices Regionales del Litoral andaluz (DRLA), aprobadas en 1990, dentro de una estratégica diseñada en el periodo de 1985-1992 por la administración autonómica para la planificación y gestión del espacio litoral. Fruto de esta estrategia se redactaron las DRLA y, en paralelo, un Programa de Planeamiento Litoral, de carácter supramunicipal. Las DRLA pretendían crear un marco común para la aplicación de las políticas sectoriales que afectaban al litoral, hacer una valoración de sus características fisiográficas, una estructuración flexible de su normativa a incorporar, o tener en cuenta, tanto en el planeamiento urbanístico como en otras políticas como las infraestructuras, turismo, aprovechamiento de recursos naturales, y el reconocimiento de las dificultades de gestión y seguimiento de este territorio complejo por la organización jurídico-administrativa que está afectada. En lo referido al paisaje, el artículo 11 prevé, posiblemente, las directrices más importantes en orden a proteger el carácter público, en su uso, de la zona marítimo-terrestre así como la regeneración y protección del paisaje de esta zona, para lo cual los planes urbanísticos deberán contener las medidas que resulten necesarias para ello, estableciéndose los plazos y recomendaciones en los artículos sucesivos.
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(Mata Olmo, Plan Territorial Insular de Menorca, 2009)