Vicisitudes entorno al vínculo en el Acompañamiento Acompañamiento Terapéutico Maria Laura Frank MP 2074 ME 425 DNI 20649498 La clínica del a.t. es una una práctica singular, singular, una clínica compleja compleja en permanente movimiento. Esta característica la imprime no solo el abordaje de los pacientes que acompañamos – acompañamos –difíciles, difíciles, con dificultad difi cultad en la capacidad de vincularse con otros-sino los cambios en la época, las instituciones, sobre todo el permanente desafío que implica el crecimiento crecimiento del A.T. hacia nuevas áreas e inserciones. Este desafío nos implica a quienes estamos trabajando en y con acompañantes a una revisión permanente de conceptos y teorías que nos ayuden a comprender y fundamentar teóricamente este recurso de ya probada eficacia clínica. … Para el A.T. la noción de vínculo constituye un elemento fundacional de su territorio. El A.T. se distingue de otros enfoques por ubicar al vinculo en el centro de su intervención, intervención, priorizando este objeti vo sobre cualquier otro…” A Chevez
¿Porque un vinculo con otro puede ser terapéutico? El acompañamiento terapéutico se ofrece como como una propuesta vincular, un vínculo diferente. Hay distintas miradas y conceptualizaciones de vínculo entre distintas disciplinas y distintos autores. En el texto del A.T. en España Chevez toma aportes de Pichón Riviere y Bowbly. Otros autores toman distintos aportes del psicoanálisis que que brindan interesantes interesantes miradas, yo tomare tomare en esta oportunidad algunos recorridos del psicoanálisis vincular.
Podemos pensar que somos quienes somos a partir de la historia de los vínculos. Tomando aportes de I Berenstein Berenstein decimos decimos que Devenimos sujetos a través de la relación con los otros. El otro tiene un lugar primordial
1
en el proceso de constitución psíquica y de subjetivación, por lo tanto podríamos decir que “Somos en la medida que somos con otro”. El proceso que transforma el bebe que nace “cachorro humano” en sujeto a partir de los cuidados de las investiduras libidinales de los otros, otros primordiales que irán imprimiendo en este pequeño ser sus primeras marcas de humanización. Desde una concepción de “psiquismo abierto” podemos pensar que el sujeto se constituye a través de un vínculo, asimismo, que la vincularidad y pertenencia resultan el binomio indispensable, una noción necesaria e ineludible para la construcción de la subjetividad... (Hasan, Alma F. 2010) El sujeto, entonces, no “nace” sino que se “hace” en la medida de las interacciones que va generando con los otros, su medio, su época. Los vínculos son transformadores de los sujetos, de las circunstancias que atravesamos, el acompañamiento toma al vinculo como herramienta campo de trabajo y de transformación en un proceso complejo, no podemos transformar sin trasformarnos El vínculo hace referencia a la relación estable entre dos sujetos y presupone una organización inconsciente constituida por ellos e instituyente de los mismos (Moguillansky 1999) el registro del vínculo por quienes lo integran les otorga sentimiento de pertenencia y esto es porque dicho vínculo distribuye lugares recíprocamente. Vínculo es un concepto en permanente revisión y transformación, una de las ultimas definiciones de vinculo de I sidoro Berestein es una “relación entre dos otros que comparten una situación, a partir de lo cual construyen para uno y el otro una subjetividad nueva; distinta a la que tenían previamente y a la que podrían generar con otros diferentes” (Berenstein 2006). El vínculo con otro introduce una modificación no prevista en la serie de registros previos, no anticipable. Expresando de manera irrefrenable que no se podría seguir siendo el mismo después de hacerle un lugar a lo novedoso que aporta la presencia del otro (Berenstein 2007) El vinculo impone un esfuerzo de trabajo psíquico, el encuentro con otro es siempre un desafío aceptado o negado, impone deja huellas y transformaciones. 2
Es necesario que pensemos que el acompañante, sin desestimar la abstinencia, la neutralidad, la asimetría necesaria, va a establecer un vinculo del cual no resultara indemne, los acompañantes nos transformamos en los vínculos con los acompañados, aprendemos cosas, conocemos lugares, el registro del sufrimiento nos genera emociones. Para que haya vinculo debe haber transformación, si no no hay vinculo, uno puede estar de otras formas: juntos, al lado, etc., pero no vinculados. Los supervisores vemos mucho en l os acompañamientos como cada acompañante genera con el paciente campos vinculares diferentes. Con un a.t. un paciente habla de música pero con otro habla de otra cosa, es que cada vinculo genera situaciones de transformación diferentes, que no pueden ser calculados.
Retomando estas ideas los autores (Berenstein, Puget, Kracov, entre otros) sostienen que somos en la medida en que somos en tres mundos: intra, inter y el transsubjetivo el mundo Intrasubjetivo el Mundo interno. (el de las representaciones,las fantasías, los sueños) relaciones de objeto. Intersubjetivo: el mundo de los Vínculos. Relación con los otros. Transsubjetivo: Representaciones socioculturales. Lo cultural, el contexto épocal. Los acompañantes somos de los pocos actores en los equipos que tenemos injerencia en los tres mundos del sujeto, si bien en lugar privilegiado en el mundo intersubjetivo, en el campo de los vínculos donde se insertara y trabajara el a.t. También interviene en el i ntrasubjetivo ya que a diferencia del analista o del terapeuta no trabajara desde el desvelamiento del inconsciente interpretando y analizando, pero si tiene en cuenta la dinámica inconsciente, para alejarse del sentido común y entender la dinámica de ese sujeto. Comprender el sentido de l os síntomas nos llevara a tomar un camino diferente en el hacer juntos, que desconocerlo y tomar el síntoma como un capricho, un acto voluntario. El mundo transubjetivo, la subjetivad se va construyendo a través de las interacciones que hacemos en el medio y la época en la que estamos. Los acompañantes nos adentramos a ese mundo del paciente en el cual es posible que tenga muchos elementos común a los nuestros por pert enecer 3
al mismo país y le época pero no necesariamente igual. Cada uno construye con el entorno su mundo, y es allí donde se mueve su cotidianeidad. Lo transsubjetivo genera transformaciones en lo inter, en los vínculos a.t. pacientes. Es un desafío para nosotros hacer ajustes a nuestra practica a la luz de los cambios y los movimientos de la época y del lugar. Los acompañantes lejos de imponer nuestra subjetividad debemos saber que nos estamos incluyendo en el mundo del paciente. El a.t. a través de la estrategia de un equipo se insertara en la vida cotidiana, P Poeta (2012) afirma “ Lo cotidiano sería todo aquello que rodea al
sujeto y tiene una significación interna para él. En términos cotidianos es el mundo que lo rodea, es el mundo de relación, el mundo material y el mundo vivencial. A partir de esto, el AT tiene como potencial el registro y la intervención sobre estos mundos posibilitando la resignificación, la ampliación, la apertura de nuevos sentidos o la transformación de los mismos. La circulación del AT en todos estos mundos tiene un sentido terapéutico
”
A partir de aportes de autores franceses Berenstein y Puget empiezan a incorporar los aspectos negativos del vínculo en el sentido de la ajenidad de lo incognoscible, por lo que afirman que al vincularnos con el otro lo hacemos en tres aspectos, a saber: el otro como semejante, diferente y ajeno. El aspecto Semejante, es indispensable para la construcción del vinculo, es lo del otro que se me parece, lo similar, l o que nos une. Lo Diferente: es aquello del otro que es distinto de mi, en l o que me diferencio. Lo Ajeno en cambio es todo registro del otro que no l ogramos inscribir como propio, sin embargo se produce el intento de su búsqueda, hasta aceptarlo medianamente. Kuras y Resnizky toman estos aportes y proponen que, como Semejante, el a.t. resultará un prójimo que se ofrece para facilitar el vínculo, tolerando diferencias. Pero, dada la ajenidad irreducible, imposible de remitir a ninguna experiencia infantil, requerirá del otro un trabajo ineludible para sostener el vínculo.
4
Este esfuerzo de hacer posible el encuentro puede ser pr oductor de cambios y generador de articulaciones novedosas. Por lo tanto vincularse propone una imposibilidad aceptada o negada por los sujetos y que hace al contacto con la ajenidad. La posibilidad de convertir lo ajeno del otro en familiar, en ampliar el t erritorio de lo propio pone al sujeto ante la situación de creer posible lo que a la vez es inaccesible. La relación de vínculo se produce al aceptar lo imposible de una estabilidad o fijeza de la relación. La inestabilidad puede ser tomada como patología vincular pero es su condición instituyente.
Hay otras formas de “estar” que no son “estar vinculados”. El vínculo puede perder su condición sin quererlo y pasar a estar en lo que podría llamarse vacío de relación, lo que perpetúa al sujeto en su forma de ser y hacer sin permitirle devenir sujeto de la situación vincular. Esta situación me remite a muchos acompañamientos en los que los ats creemos que estamos vinculados porque vamos, el paciente nos espera, realizamos las actividades y nos vamos. Las actividades compartidas, la rutina son eso : actividades; para que haya vinculo debe haber una nueva producción de sentido, una transformación en la subjetividad. Esto algunas veces no sucede, no logra establecerse y vemos a pacientes que con un a. t. no “pasa nada” y si se cambia el a.t. si. También lo vemos en los acompañamientos que perduran mucho en el tiempo, se i nstitucionalizan perdiendo su condición instituyente. A veces les digo a los a.t. que funcionan en piloto automático perdiendo la posibilidad de pensar de modificar de sostener el carácter modificador del vinculo.
El vínculo presupone algún tipo de acción conjunta que resulta de la regulación de lo individual. Teorías vinculares hablan del efecto de presencia, A Chevez lo toma en su texto y me llamo la atención ya que yo lo venia pensando en el acompañamiento terapéutico, hay un acto de imponer nuestra presencia. El hecho de que entre un acompañante a la casa, a la escuela, a la habitación implica una intervención en si misma, el otro algo tiene que hacer con ello. En 5
supervisión tantas veces escuchamos a los ats preocupados porque no pueden hacer cosas!! Desde esta perspectiva podemos explicar que el solo est ar es hacer, y mucho. La presencia es una cualidad, evidencia de otro que incide en mi, impone marca y modifica. Es incierta, efímera, inédita, súbita. Despierta perplejidad, curiosidad o desconfianza (al no coincidir con lo conocido); no depende de lo que haga cada sujeto sino de ellos con el o los otros. Vínculo es el efecto de presencia. Estos efectos dependen del carácter de exterior y de incognoscible del sujeto. Los efectos de presencia crean climas, engendran prácticas específicas a ese vínculo en p articular. El presente se construye en cada situación según efectos que se originan como efectos de presencias. La simple presencia de un a.t. puede crear un clima que promueva un espacio diferente para el sujeto que sufre que esta solo, o a quien hay que sostener frente a las compulsiones
Algunas coordenadas vinculares…
La acción realizada en una estrategia de acompañamiento carece de efecto terapéutico si se piensa como una simple acción. Es un hacer en el contexto de un vinculo terapéutico, de ab stinencia, de una apuesta a no obturar la subjetividad del otro. En artículos anteriores decíamos, tomando aportes de Silvia Bleichmar, que el acompañante debe posicionarse desde una ética del sujeto, respetando al otro como otro, semejante pero diferente, en un trabajo que contemple su alteridad. Lo diferenciábamos de lo que seria una posición desde la moral, ésta al decir de Bleichmar, es la moral sexual. Es epocal, histórica, implica valores por bien y por mal. Debemos estar atentos a no moralizar el ac ompañamiento, no realizar intervenciones, incluso las supervisiones, desde ese lugar. Es desde la ética, universal del respeto profundo por el otro que el acompañamiento debe erigir su practica.
6
“ El
vínculo con el otro actúa como mediador de algo que puede devenir del
orden del acontecimiento y esto solo se produce en abstinencia. Abstinencia que no debe confundirse con indiferencia” , – diría Laplanche – “ la santidad del analista esté dada por la abstinencia moral, pero no esté dada por la indiferencia.”
Somos nuestro propio instrumento de trabajo que así como los violinistas cuidan su violín nosotros debemos cuidar a nosotros mismos, señalo una vez un supervisor. Quizás la manera de cuidarnos es hacer una lectura de los distintos vínculos que atraviesan el acompañamiento terapéutico y que nos toman como protagonistas. Atravesamientos transferenciales, contratrasnferenciales, las proyecciones, las introyecciones y todo lo que acontece en esta compleja red de entrecruzamientos que al modo de impactos pueden ir desafinando este metafórico instrumento. El acompañante establece (o no) un vinculo con su paciente, pero no será el único vinculo presente, es un complejo entramado vincular que incluye el vinculo a.t. con el terapeuta, a.t. con un supervisor, a.t. co n su analista personal. Vínculos necesarios, transformadores, (también asimétricos) que permitirán que el a.t. sostenga su posición terapéutica, discriminada , con posibilidad de entender las situaciones más allá de los embates de lo imaginario, de sus propios puntos ciegos, múltiples enganches. Pero no termina ahí, al encuentro del paciente es ese mundo del paciente el a.t. encuentra otros, otra trama de vínculos su familia, su vida cotidiana con quien intervendrá y serán actores de este montaje escénico. Al decir de Pedro Poeta en el libro “Acompañantes” se convoca al at a forjar la capacidad de contener a otro en la adversidad del sufrimiento psíquico y a tener la sensibilidad de dejarse ser contenido por otro grupal .
A modo de cierre
El acompañamiento terapéutico propone a modo de presencia, una oferta vincular, que implicará como cualquier vinculo un esfuerzo de trabajo
7
psíquico para uno y para otro, promoviendo si se establece el vinculo transformaciones en la subjetividad de ambos. Todas estas condiciones inherentes al estar vinculado imprimen en el acompañante, por ser su instrumento de trabajo; el compromiso de ser capaz de realizar lecturas de las diferentes tramas vinculares para poder intervenir. Miradas, intervenciones que se posicionen desde la ética del respeto por el otro absteniéndose de establecer juicios u obrar desde e prejuicio. Para ello e a.t. no puede estar solo; debe dejarse acompañar por estos otros vínculos, equipo, supervisión terapia que le van a dar el sostén necesario para ir al encuentro con aquel que esta en estado de desvalimiento.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Berenstein I. (1990) Psicoanalizar una familia. Paidos Buenos Aires. Capítulo 1 Los vínculos familiares. Berenstein I. (2004) Devenir otro con otro(s). Ajenidad, presencia, interferencia . Paidos Buenos Aires. Berenstein I (2006) Del ser al hacer. Curso sobre vincularidad. Paidos. Buenos Aires Dragotto, P; Frank L;, Acompañantes, Conceptualizaciones y experiencias en A.T; Ed. Brujas, 2012. Chevez Alejandro (2012)Acerca del acompañamiento terapéutico
8