FREUD, S.
EL MALESTAR EN LA CULTURA → C APÍTULO
I En el primer capítulo de El malestar en la cultura, Freud introduce una serie de conceptos en torno a la estructura de lo psíquico que son clave para entender el planteamiento de su novedosa psicología social. En primer lugar, se desmonta la concepción del sujeto como pura conciencia. La ingenua idea de que el yo (nuestra mismidad) es una entidad independiente y unitaria es una falsedad. El yo, como conciencia, no es más que la capa cortical, la l a facada, que ace de frontera entre el ello acia dentro y el mundo e!terior acia fuera. "on ello se a esta#lecido la estructura pseudo$ espacial de lo psíquico, en la que la conciencia es un epifenómeno que surge de la interacción entre la entidad psíquica inconsciente (ello) y el mundo. %ientras que el límite entre el mundo y el yo del sujeto (sano y no enamorado) es definido, la continuidad dentro del sujeto entre el yo y el ello es más difusa. & continuación, Freud introduce el concepto de evolución en lo psíquico, en paralelo al crecimiento #iológico general del individuo. &sí, el sentimiento yoico, que está ausente en el lactante incapa' todavía de distinguirse a sí mismo de un mundo e!terior, se desarrolla primero por la oposición de un o#jeto que se encuentra afuera (seno materno), despus por el principio del placer (yo placiente) que entiende como no$yo todo dolor procedente tanto de causas internas como e!ternas$, para aca#ar en su formación madura dominado por el principio de realidad, capa' ya de distinguir lo procedente del sujeto de lo procedente procedente del mundo. En este proceso, *originalmente el yo lo incluye todo+ luego desprende de sí un mundo e!terior. &unque Freud no lo e!plicita, queda supuesto que la diferencia entre el mundo y el sujeto #iológico es siempre clara para un ipottico o#servador e!terior, y sólo a la conciencia (yo) inmadura se le escapa esta distinción. Este supuesto es importante para poder contar con un patrón patrón desde el que distinguir distinguir la normalidad normalidad mental de los estados enfermos o regresivos regresivos (desde aquí se puede e!plicar el sentimiento oceánico que e!perimentan algunos individuos como una pervivencia de una fase primaria del sentimiento yoico). &ora #ien, la estructura de lo psíquico no es puramente espacial, ya que está regulada por el principio de conservación *de lo primitivo junto a lo evolucionado a que dio origen. En la vida psíquica no ay olvido como destrucción, y lo que una ve' se a formado ya no desaparece. &sí, la evolución de lo psíquico no se produce seg-n el modelo 'oológico ni arqueológico, en el que lo primitivo es sustituido, sino por #ifurcación del curso evolutivo, con persistencias y resistencias del su#strato junto a lo producido. → CAPÍTULO
II En el segundo capítulo de El malestar en la cultura, Freud ace un análisis, que pretende ser realista y científico, de las posi#ilidades de felicidad del ser umano, contando con dos ecos inevita#les su constitución psíquica general y su vivir en un mundo dado. La vida, impuesta, es demasiado pesada, por lo que aligeramos su miseria mediante tres estr estrat ateg egia iass #ási #ásica cas s dist distra racc ccio ione ness pode podero rosa sas, s, sati satisf sfac acci cion ones es sust sustit itut utiv ivas as y narc narcót ótic icos os insensi#ili'antes. La vida, además, carece del o#jeto que le supone la vanidad antropocntrica y #uscan las religiones. Freud, más modestamente, se conforma con anali'ar la #-squeda de la felicidad que la o#servación revela como principio general de la conducta umana. La aspiración a la felicidad procede seg-n dos caminos principales la persecución del placer (fin positivo de felicidad) y la uida del dolor (fin negativo), que no son simtricos en sus posi#ilidades de consecución. /or un lado, el fin positivo, pos itivo, la felicidad propiamente dica, entendida como el cumplimiento positivo del programa del principio del placer, está en contradicción con el mundo entero y por tanto es irreali'a#le. &demás, esta felicidad procede de la satisfacción instantánea de necesidades que an acumulado tensión (sólo go'amos el contraste), por lo que no se puede mantener en el tiempo indefinidamente. /or el otro lado, la ocurrencia de lo negativo a evitar, el sufrimiento, es muco menos difícil, ya que aceca desde tres lugares desde el propio cuerpo, desde el mundo y desde las relaciones con los otros. Esta división tripartita está en correspondencia con los tres componentes de la li#ido
citados en la nota 0 narcisistas, agresivos y eróticos, así como con los tres tipos de personalidad narcisista (*satisfacciones esenciales en sus procesos psíquicos íntimos), om#re de acción (*mundo e!terior en el que pueda medir sus fuer'as) y erótica (*antepondrá los vínculos afectivos que los ligan a otras personas). &sí pues, por esta asimetría constitutiva entre posi#ilidades de placer y de dolor, el ser umano re#aja sus pretensiones de felicidad, y el principio del placer influido por el mundo (yo, el mundo e!terior y los otros) se transforma en principio de realidad. /ero la felicidad es, a la par que irreali'a#le, irrenuncia#le, y por ello el om#re a ensayado (diacrónica y sincrónicamente) diferentes estrategias para al menos acercarse a ella. Estas estrategias se clasifican seg-n su fin (positivo1negativo), seg-n la fuente de placer o displacer (uno mismo1el mundo e!terior1los otros) y seg-n los grados de radicalidad y de capacidad necesaria de adaptación de la li#ido. Entre ellas Freud menciona las siguientes 2nto!icación química. &niquilación de los instintos (lograrlo significa sacrificar la vida). %oderación de la vida instintiva (dominar los instintos por las riendas del yo). 3espla'amientos de la li#ido, su#limando los instintos acia el placer del tra#ajo intelectual (ciencia, arte). 2maginación reconocida como tal (o#ra de arte). 2maginación no reconocida como tal, es decir, transformación delirante de la realidad (religiones). &mor (despla'amiento de la li#ido acia procesos psíquicos internos aferrándose afectivamente a o#jetos de la realidad para un cumplimiento positivo de la felicidad). El amor se!ual es el prototipo de la felicidad. 4rientación esttica de la finalidad vital (goce de todo tipo de #elle'a). La estrategia de #-squeda de la felicidad más conveniente para cada uno depende de sus capacidades en un sentido convencional, pero tam#in de su economía li#idinal, es decir, de la constitución psíquica del individuo (narcisista, om#re de acción o erótico) así como de la capacidad de su aparato psíquico para adaptarse mediante transformaciones y reestructuración de los componentes li#idinosos. &sí, no todas las estrategias son adecuadas para todos los individuos. Freud ensaya una valoración metapsicológica (e!tracientífica) de las estrategias felicitantes que, en mi opinión, está te5ida por sus propios gustos de intelectual científico resulta evidentemente$ que la ciencia es una actividad a!iológicamente superior. /ero esta valoración incluye además una conciencia de lo pernicioso de los fundamentalismos (*"ualquier decisión e!trema en la elección se ará sentir e!poniendo al individuo a los peligros que involucra la posi#le insuficiencia de toda tcnica vital elegida, con e!clusión de las restantes 678 La sa#iduría qui'á nos aconseje no acer depender toda satisfacción de una -nica tendencia) y una defensa del individuo (*cada uno de#e #uscar por sí mismo la manera en que pueda ser feli') que le lleva a enfrentarse a las religiones que, como delirios colectivos infantili'adores, imponen un camino y reducen el valor de la vida individual (Freud coincide aquí con 9iet'sce). • • • •
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III En el tercer capítulo de El malestar en la cultura, Freud e!plicita qu entiende por cultura y anali'a el sufrimiento de origen social y el sentimiento de ostilidad acia la cultura presente en su sociedad. : es que, frente a los procedentes de la 9aturale'a y del propio cuerpo, aceptados como inevita#les, el sufrimiento derivado de las relaciones umanas es más difícil de aceptar por considerarlo gratuito o evita#le. Esta moderna ostilidad acia la cultura proviene de la decepción general por la constatación de que el progreso científico$tcnico, que nos a convertido en semidioses en el aspecto material de dominio de la 9aturale'a, no nos ace necesariamente más felices. Freud, sin em#argo, defiende los avances materiales, y desactiva la percepción pesimista de la contradicción del progreso sugiriendo que *la felicidad es algo profundamente su#jetivo, es decir, que su apreciación o#jetiva depende ampliamente de la apreciación de las variaciones psíquicas entre distintas sociedades, y por tanto no se pueden reali'ar directamente comparaciones interculturales.
&ora #ien, en contradicción con su propio argumento, Freud se aventura a esta#lecer un índice de los #ienes culturales que le sirve como criterio para determinar el nivel de progreso de una cultura (definida como *la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines proteger al om#re contra la 9aturale'a y regular las relaciones de los om#res entre sí) tomando como #ase el lenguaje com-n que evidentemente es el de su propia cultura$. Las conquistas de la cultura son las siguientes La utilidad como dominio de la 9aturale'a, ligada a los ideales de omnipotencia y omnisapiencia. La #elle'a. El orden. La limpie'a. Las actividades psíquicas superiores (producciones intelectuales, científicas y artísticas), con especial nfasis en las ideologías. La regulación de las relaciones umanas en forma de 3ereco. /ara Freud es este -ltimo elemento, el 3ereco de la comunidad, por oposición a la fuer'a #ruta del individuo, el que define propiamente lo que es una "ultura *la vida umana en com-n 6donde8 llega a reunirse una mayoría más poderosa que cada uno de los individuos y que se mantenga unida frente a cualquiera de stos 678 Esta sustitución del poderío individual por el de la comunidad representa el paso decisivo acia la cultura 678 &sí pues, el primer requisito cultural es el de la justicia 6(el orden jurídico)8. La cuestión clave en trminos psicoanalíticos es que el dereco $la justicia$ requiere la restricción de las posi#ilidades de satisfacción, es decir, el sacrificio de instintos. &sí, surge una contradicción estructural entre la li#ertad individual $entendida en un sentido muy primario$ y la cultura $entendida como voluntad de la masa$ la li#ertad individual no es un #ien de la cultura, ya que aqulla era má!ima (satisfacción sin restricciones) antes de sta. El pro#lema a resolver es el de si esta contradicción estructural es suscepti#le de un equili#rio o es irreconcilia#le. La cultura no es algo dado para siempre, sino un proceso de evolución que impone cam#ios a las disposiciones instintuales del om#re (cuya satisfacción es la finalidad económica de nuestra vida). E!iste pues una *analogía entre el proceso de la cultura y la evolución li#idinal del individuo. Esta evolución de la constitución psíquica del om#re se produce seg-n tres mecanismos 2nstintos consumidos y sustituidos por rasgos de carácter. 3espla'amiento de las condiciones de satisfacción del instinto, generalmente a travs de la su#limación de los fines instintivos. ;enuncia a las satisfacciones instintuales (frustración cultural). La cultura, para evitar graves trastornos, de#erá ser capa' de compensar estas renuncias en la economía psíquica de cada sujeto. •
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VI En el se!to capítulo de El malestar en la cultura, Freud desarrolla de una manera más tcnica y especulativa que en el resto del ensayo$ la aparente contradicción, introducida en el capítulo anterior, que supone *la e!istencia de un instinto agresivo, particular e independiente, asta esta#lecer que *la tendencia agresiva es una disposición instintiva innata y autónoma del ser umano 6que8 constituye el mayor o#stáculo de la cultura. La doctrina de los instintos de la teoría psicoanalítica consta#a inicialmente de dos elementos los instintos del yo (tendentes a conservar al individuo) y los instintos li#idinales dirigidos a o#jetos o pulsiones amorosas (tendentes a conservar la especie). En este juego de instintos *la neurosis venía a ser la solución de una luca entre los intereses de la autoconservación y las e!igencias de la li#ido, luca en la que el yo, si #ien triunfante, a#ía pagado el precio de graves sufrimientos y renuncias. "on la posterior introducción del concepto de narcisismo en la teoría psicoanalítica, se amplía la li#ido acia el yo, que pasa a ser su centro. &sí, la li#ido narcisista (orientada al yo) es originaria, y la li#ido o#jetal es una derivación de la primera. En un nuevo avance de la teoría, Freud deduce que *además del Eros a#ría un instinto de muerte+ los fenómenos vitales podrían
ser e!plicados por la interacción y el antagonismo de am#os.
VII En el sptimo capítulo de El malestar en la cultura, una ve' esta#lecido el instinto de agresión como el peligro principal que aceca a la cultura, Freud estudia los recursos con que sta cuenta para acerle frente, toda ve' que no podemos contar con el equili#rio natural entre mundo e instintos que opera en los animales. El mtodo más importante es la introyección de la agresividad, es decir, sta *es dirigida contra el propio yo, incorporándose a una parte de ste, que en calidad de super$yo se opone a la parte restante, y asumiendo la función de >conciencia? 678 La tensión creada entre el severo super$ yo y el yo su#ordinado al mismo la calificamos de sentimiento de culpa#ilidad+ se manifiesta #ajo la forma de necesidad de castigo. La cultura convierte al individuo en su propio vigilante mediante la instalación en su interior de una instancia de control. En principio, lo que de#e ser considerado #ueno y malo es esta#lecido por la influencia ajena, por la difusa autoridad social, con independencia de que ello sea placentero o nocivo para el yo, pero ste se su#ordina a ello por el *miedo a la prdida del amor, por la angustia social que produce el temor de ser descu#ierto o#rando mal. &ora #ien, una ve' esta#lecida la instancia del super$yo como internali'ación de la autoridad se entra en una nueva fase, pues desaparece la diferencia entre acer y querer el mal, y ya se puede a#lar de conciencia moral y de sentimiento de culpa#ilidad. */or consiguiente, conocemos dos orígenes del sentimiento de culpa#ilidad uno es el miedo a la autoridad+ el segundo, más reciente, es el temor al super$yo. El primero o#liga a renunciar a la satisfacción de los instintos+ el segundo impulsa, además, al castigo, dado que no es posi#le ocultar ante el super$yo la persistencia de los deseos proi#idos. &ora #ien, dado que aunque se renuncie a la satisfacción de los instintos y a-n más por esta renuncia impuesta culturalmente$ el deseo persiste, nunca cesará el sentimiento de culpa#ilidad que procede de la presencia vigilante del super$yo. La conciencia moral supone una desventaja en la economía psíquica, pues con ella la desgracia interior es permanente, y además el om#re se adentra en una espiral de retroalimentación entre renuncia instintual y conciencia moral. *La relación entre el super$yo y el yo es el retorno, deformado por el deseo, de viejas relaciones reales entre el yo, a-n indiviso, y un o#jeto e!terior, eco que tam#in es típico. La diferencia fundamental reside, empero, en que la primitiva severidad del super$yo no es $o no es en tal medida$ la que el o#jeto nos a eco sentir o la que le atri#uimos, sino que corresponde más a nuestra propia agresión contra el o#jeto. @i esto es e!acto, realmente se puede afirmar que la consciencia se a#ría formado primitivamente por la supresión de una agresión, y que en su desarrollo se fortalecería por nuevas supresiones semejantes. En cualquier caso, las relaciones entre yo y super$yo son complejas, y están determinadas tanto por la constitución innata del individuo como por la influencia del medio, y en ellas se me'cla la evolución individual (Edipo) y la filogentica (asesinato del protopadre). *Efectivamente, no es decisivo si emos matado al padre o si nos a#stuvimos del eco en am#os casos nos sentiremos por fuer'a culpa#les, dado que este sentimiento de culpa#ilidad es la e!presión del conflicto de am#ivalencia, de la eterna luca entre el Eros y el instinto de destrucción o de muerte. Este conflicto se e!acer#a en cuanto al om#re se le impone la tarea de vivir en comunidad 678 @i la cultura es la vía ineludi#le que lleva de la familia a la umanidad entonces, a consecuencia del innato conflicto de am#ivalencia, a causa de la eterna querella entre la tendencia de amor y la de muerte, la cultura está ligada indisolu#lemente con una e!altación del sentimiento de culpa#ilidad, que qui'á llegue a alcan'ar un grado difícilmente soporta#le para el individuo. → CAPÍTULO
VIII
En el octavo capítulo de El malestar en la cultura, Freud anali'a en detalle el sentimiento de culpa#ilidad que acompa5a estructuralmente a la evolución cultural y se convierte en la principal fuente de infelicidad.