[1930 ] SIGMUND FREUD: EL MALESTAR EN LA CULTURA 1929 [1930] CAPÍTULO UNO (( Freud había escuchado decir de cierta persona que en todo ser humano existe un sentimiento oceánico de eternidad, infinitud y unión con el universo, y por ese solo hecho es el hombre un ser religioso, más allá de si cree o no en tal o cual credo. al sentimiento está en la base de toda religión. Freud no admite ese sentimiento en sí mísmo pero intenta una explicación psicoanalítica !gen"tica! del mismo.
#in embargo dicho sentimiento oceánico está más vinculado
con el narcisismo ilimitado que con el sentimiento religioso. $ste %ltimo deriva en realidad del desamparo infantil y la nostalgia por el padre que dicho desamparo suscitaba &&
El Yo: $n condiciones normales nada nos parece tan seguro y establecido como la sensación de nuestra mismidad, de nuestro propio yo. $ste yo se nos presenta como algo independiente unitario, bien demarcado frente a todo lo demás. #ólo la investigación psicoanalítica nos ha ense'ado que esa apariencia es enga'osa que, por el contrario, el yo se contin%a hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual viene a servir como de fachada. $l yo parece mantener sus límites claros y precisos. #ólo los pierde en un estado: en la culminación del enamoramiento amena)a esfumarse el límite entre el yo y el ob*eto. $l enamorado afirma que yo y t% son uno. +dems, la patología nos presenta gran n%mero de estados en los que se torna incierta la demarcación del yo frente al mundo exterior.
-rosiguiendo nuestra reflexión hemos de decirnos que este sentido yoico del adulto no puede haber sido el mismo desde el principio, sino que debe haber sufrido una evolución. $l lactante a%n no discierne su yo de un mundo exterior. radualmente lo aprende por influencia de diversos estímulos. #in duda, ha de causarle la más profunda impresión el hecho de que algunas de las fuentes de excitación !que más tarde reconocerá como los órganos de su cuerpo! sean susceptibles de provocarle sensaciones en cualquier momento, mientras que otras se le sustraen temporalmente !entre "stas, la que más anhela: el seno materno!, logrando sólo atra"rselas al expresar su urgencia en el llanto. /on ello comien)a por opon"rsele al yo un 0ob*eto1, en forma de algo que se encuentra 0afuera1 y para cuya aparición es menester una acción particular. 2riginalmente el 3o lo incluye todo luego, desprende sí un mundo exterior. $n el terreno psíquico la conservación de lo primitivo *unto a lo evolucionado a que dio origen es tan frecuente que sería ocioso demostrarla mediante e*emplos. $ste fenómeno obedece casi siempre a una bifurcación del curso evolutivo: una parte cuantitativa de determinada actitud o de una tendencia instintiva se ha sustraído a toda modificación, mientras que el resto siguió la vía del desarrollo progresivo.
$n la vida psíquica nada de lo una ve) formado puede desaparecer *amás todo se
conserva de alguna manera y puede volver a surgir en circunstancias favorables, como, por e*emplo, mediante una regresión de suficiente profundidad.
-or lo general, las fases precedentes de la evolución no subsisten en forma alguna, sino que se agotan en las ulteriores cuyo material han suministrado. -or e*emplo, es imposible demostrar la existencia del embrión en el adulto. -or consiguiente, debemos someternos a la comprobación de que sólo en el terreno psíquico es posible esta persistencia de todos los estadios previos, *unto a la forma definitiva. +un en el terreno psíquico no de*a de ser posible que muchos elementos arcaicos sean borrados o consumidos en tal medida, que ya ning%n proceso logre restablecerlos o reanimarlos. odo esto es posible, pero nada sabemos al respecto.
+sí, pues, estamos plenamente dispuestos a aceptar que en muchos seres existe un 0sentimiento oceánico1, que nos inclinamos a reducir a una fase temprana del sentido yoico pero entonces se nos plantea una nueva cuestión: 4qu" pretensiones puede alegar ese sentimiento para ser aceptado como fuente de las necesidades religiosas5
$n cuanto a las necesidades religiosas, considero irrefutable su derivación del desamparo infantil y de la nostalgia por el padre que aqu"l suscita, tanto más cuanto que este sentimiento no se mantiene simplemente desde la infancia, sino que es reanimado sin cesar por la angustia ante la omnipotencia del destino. 6e sería imposible indicar ninguna necesidad infantil tan poderosa como la del amparo paterno.
CAPITULO DOS Relii!" #$%$ F%e&'
sistema de doctrinas y promisiones que, por un lado, le explican con
envidiable integridad los enigmas de este mundo, y por otro, le aseguran que una solícita -rovidencia guardará su vida y recompensará en una existencia ultraterrena las eventuales privaciones que sufra en "sta. $l hombre com%n no puede representarse esta -rovidencia sino ba*o la forma de un padre grandiosamente exaltado, pues sólo un padre seme*ante sería capa) de comprender las necesidades de la criatura humana. odo esto es infantil.
Le"i(i)o*1 7a vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos. -ara
soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos • • •
7os hay qui)á de tres especies:
distracciones poderosas que nos hacen parecer peque'a nuestra miseria (cultivar un *ardin& satisfacciones sustitutivas que la reducen (arte& narcóticos que nos tornan insensibles a ella (influyen sobre nuestro organismo y modifica su quimismo&
1 Medio que mitiga un padecimiento físico o moral
Se"(i'o 'e l$ )i'$
$n incontables ocasiones se ha planteado la cuestión del ob*eto que tendría la
vida humana, sin que *amás se le haya dado respuesta satisfactoria pero si resultase que la vida humana no tiene ob*eto alguno perdería todo el valor ante sus o*os. #ólo la religión puede responder al interrogante sobre la finalidad de la vida.
Feli+i'$' +o,o -i" #o*i(i)o . "e$(i)o: 4qu" esperan de la vida5 aspiran a la felicidad. $sta aspiración tiene dos faces: un fin positivo (experimentar intensas sensaciones placenteras& y otro negativo (evitar el dolor y el displacer&. $n sentido estricto, el t"rmino 0felicidad1 sólo se aplica al primer fin.
7a actividad humana se despliega en dos sentidos, seg%n trate de alcan)ar
!prevaleciente o exclusivamente! uno u otro de aquellos fines. 8uien fi*a el ob*etivo vital es simplemente el programa del princi pio del placer / 7o que en el sentido más estricto se llama -eli+i'$' DEFINICION surge de la satisfacción, casi siempre instantánea, de necesidades acumuladas que han alcan)ado elevada tensión, y de acuerdo con esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico. 9uestra disposición no nos permite go)ar intensamente sino el contraste. 9os es mucho menos difícil experimentar la desgracia.
T%e* +l$*e* 'e *&-%i,ie"(o: •
desde el propio cuerpo que, condenado a la decadencia y a la aniquilación, ni siquiera
•
puede prescindir de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia del mundo exterior, capa) de encarni)arse en nosotros con fuer)as destructoras omnipotentes
•
e implacables de las relaciones con otros seres humanos. $s el más doloroso
a*o la presión de tales posibilidades de sufrimiento, el hombre suele %e$4$% *&* #%e(e"* io"e* 'e
-eli +i'$' (como, por otra parte, tambi"n el principio del placer se transforma, por influencia del mundo exterior, en el más modesto principio de la realidad& no nos asombra que el ser humano ya se estime feli) por el mero hecho de haber escapado a la desgracia, de haber sobrevivido al sufrimiento
7a satisfacción ilimitad a de todas las necesidades se nos impone como norma de conducta más tentadora, pero significa preferir el placer a la prudencia, y a poco de practicarla se hacen sentir sus consecuencias. 7os otros m"todos, que persiguen ante todo la evitación del sufrimiento, se diferencian seg%n la fuente de displacer a que conceden máxima atención.
M5(o'o* #$%$ e)i($% el *&-%i,ie"(o: •
$l aislamiento voluntario, el ale*amiento de los demás, es el m"todo de protección más
•
inmediato contra el sufrimiento susceptible de originarse en las relaciones humanas. $l ataque contra la 9aturale)a y someterla a la voluntad del hombre, como miembro de la comunidad humana, empleando la t"cnica dirigida por la ciencia así, se traba*a con todos por
•
el bienestar de todos. influir sobre nuestro propio organismo, pues en %ltima instancia todo sufrimiento no es más que una sensación sólo existe en tanto lo sentimos.
$l ms crudo y efectivo es el químico: la
intoxicación: ciertas sustancias extra'as al organismo cuya presencia en la sangre o en los te*idos nos proporciona directamente sensaciones placenteras. -ero en nuestro propio quimismo deben •
existir asimismo sustancias que cumplen un fin análogo (la manía & 7a satisfacción de los instintos, precisamente porque implica tal felicidad, se convierte en causa de intenso sufrimiento cuando el mundo exterior nos priva de ella, negándonos la satisfacción de nuestras necesidades. -or consiguiente, cabe esperar que al influir sobre estos impulsos instintivos evitaremos buena parte del sufrimiento (como lo ense'a la sabiduría oriental y lo reali)a la práctica del yoga&. ;d"ntico camino, se emprende al perseguir tan sólo la moderación de la vida instintiva ba*o el gobierno de las instancias psíquicas superiores, sometidas al principio de la realidad. ;gualmente, se produce una innegable limitación de las posibilidades de placer, porque no
•
se satisface la pulsión completamente. 7os despla)amientos de la libi do: $l problema consiste en reorientar los fines instintivos, de manera tal que eluden la frustración del mundo exterior. 7a sublimación: el punto d"bil de este m"todo reside en que su aplicabilidad no es general, en que sólo es accesible a pocos seres, pues presupone disposiciones y aptitudes peculiares que no son precisamente habituales. 3 aun a estos
•
escasos individuos no puede ofrecerles una protección completa contra el sufrimiento otro procedimiento es el que ve en la realidad al %nico enemigo, fuente de todo sufrimiento y con quien por consiguiente, es preciso romper toda relación con la realidad si se pretende ser feli) en alg%n sentido. $l ermita'o vuelve la espalda a este mundo y nada quiere tener que hacer con "l. -ero tambi"n se puede ir más le*os, empe'ándose en transformarlo, construyendo en su lugar un nuevo mundo en el cual queden eliminados los rasgos más intolerables, sustituidos por otros adecuados a los propios deseos. 8uien en desesperada rebeldía adopte este camino hacia la felicidad, generalmente no llegará muy le*os, pues la realidad es la más fuerte. #e convertirá en un loco a quien pocos ayudarán en la reali)ación de sus delirios. -articular importancia adquiere el caso en que numerosos individuos emprenden *untos la tentativa de procurarse un seguro de felicidad y una protección contra el dolor por medio de una transformación delirante de la realidad. También las religiones de la Humanidad deben ser consideradas como
•
semejantes delirios colectivos. "cnica del arte de vivir: el amor: traslada la satisfacción a los procesos psíquicos internos,
utili)ando al efecto la ya mencionada despla)abilidad de la libido, pero sin apartarse por ello del mundo. 9aturalmente, me refiero a aquella orientación de la vida que hace del amor el centro de todas las cosas, que deriva toda satisfacción del amar y ser amado. $l punto d"bil es que *amás nos •
hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos oce de la belle)a, dondequiera sea accesible a nuestros sentidos y a nuestro *uicio. . 7o %nico seguro parece ser su derivación del terreno de las sensaciones sexuales, representando un modelo e*emplar de una tendencia coartada en su fin.
CONCLUSIONES: $l designio de ser felices que nos impone el principio del placer es irreali)able mas no por ello se debe !ni se puede! abandonar los esfuer)os por acercarse de cualquier modo a su reali)ación. +l efecto podemos adoptar muy distintos caminos. /ada uno debe buscar por sí mismo la
manera en que pueda ser feli). #u elección del camino a seguir será influida por los más diversos factores. 3a aquí desempe'a un papel determinante la constitución psíquica del individuo, aparte de las circunstancias exteriores. $l ser humano predominantemente erótico antepondrá los vínculos afectivos que lo ligan a otras personas el narcisista, inclinado a bastarse a sí mismo, buscará las satisfacciones esenciales en sus procesos psíquicos íntimos el hombre de acción nunca abandonará un mundo exterior en el que pueda medir sus fuer)as 7a religión viene a perturbar este libre *uego de elección y adaptación, al imponer a todos por igual su camino %nico para alcan)ar la felicidad y evitar el sufrimiento. #u t"cnica consiste en reducir el valor de la vida
la religión logra evitar a muchos seres la caída en la neurosis individual.
CAPÍTULO TRES E" +&$"(o $ lo* (%e* ,o(i)o* 'e *&-%i,ie"(o: <=>amás llegaremos a dominar completamente la 9aturale)a ?= nuestro organismo, que forma parte de ella, siempre será perecedero y limitado en su capacidad de adaptación y rendimiento. @= en cuanto al de origen social. no atinamos a comprender por qu" las instituciones que nosotros mismos hemos creado no habrían de representar más bien protección
#in embargo, si consideramos cuán p"simo resultado hemos obtenido precisamente en
este sector de la prevención contra el sufrimiento, comen)amos a sospechar que tambi"n aquí podría ocultarse una porción de la indomable naturale)a, tratándose esta ve) de nuestra propia constitución psíquica.
nuestra llamada cultura llevaría gran parte de la culpa por la miseria que sufrimos, y podríamos ser
mucho mas felices si la abandonásemos para retornar a condiciones de vida más primitivas. 4-or qu" caminos habrán llegado tantos hombres a esta extra'a actitud de hostilidad contra la cultura5
6e parece que alcan)o a identificar el %ltimo y el pen%ltimo de estos motivos. $l pen%ltimo motivo surgió cuando al extenderse los via*es de exploración se entabló contacto con ra)as y pueblos primitivos. 7os europeos, imaginaron que esos pueblos llevaban una vida simple, modesta y feli), que debía parecer inalcan)able a los exploradores de nivel cultural más elevado. $n cuanto a la %ltima, se produ*o cuando el hombre aprendió a comprender el mecanismo de las neurosis: /omprobándose así que el ser humano cae en la neurosis porque no logra soportar el grado de frustración que le impone la sociedad en aras de sus ideales de cultura, deduci"ndose de ello que sería posible reconquistar las perspectivas de ser feli), eliminando o atenuando en grado sumo estas exigencias culturales.
+gr"gase a esto el influ*o de cierta decepción: el dominio sobre la 9aturale)a no es el %nico requisito de la felicidad humana !como, por otra parte, tampoco es la meta exclusiva de las aspiraciones culturales!. 4acaso no es una positiva experiencia placentera, si puedo escuchar a voluntad la vo) de mi hi*o que se encuentra a centenares de Ailómetros de distancia5 -ero sin el ferrocarril que supera la distancia, nuestro hi*o *amás habría abandonado la ciudad natal, y no necesitaríamos el tel"fono para poder oír su vo). ($l tema no es la tecno, sino su uso&.
De-i"i+io" 'e +&l(&%$: suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: proteger al hombre contra la 9aturale)a y regular las relaciones de los hombres entre sí.
consignaremos como primeros actos culturales el
empleo de herramientas, la dominación del fuego y la construcción de habitaciones. /on las herramientas el hombre perfecciona sus órganos: las máquinas le suministran gigantescas fuer)as Besde hace mucho tiempo se había for*ado un ideal de omnipotencia y omnisapiencia que encarnó en sus dioses, atribuy"ndoles cuanto parecía inaccesible a sus deseos o le estaba vedado. $l hombre ha llegado a ser por así decirlo, un dios con prótesis: bastante magnífico cuando se coloca todos sus artefactos.
tampoco el hombre de hoy se siente feli) en su seme*an)a con Bios.
Ceconocemos el elevado nivel cultural de un país cuando todo está dispuesto para su mayor &(ili '$ '/ ambi"n celebramos como manifestación de cultura, por e*emplo, la ornamentación floral de los espacios libres urbanos. +l punto advertimos que eso, lo in%til, cuyo valor esperamos ver apreciado por la cultura, no es sino la e lle6$. -ero con esto no quedan agotadas, ni mucho menos, nuestras exigencias a la cultura, pues a%n esperamos ver en ella las manifestaciones del o%'e" . l$ li,#ie6$ . extendemos tambi"n a nuestro propio cuerpo este precepto de limpie)a
no hemos de esperar que
la limpie)a reine en la 9aturale)a, el orden, en cambio, se lo hemos copiado a "sta
$l orden es una
especie de impulso de repetición que establece de una ve) para todas cuándo, dónde y cómo debe efectuarse determinado acto
l$ elle6$ el o%'e" . l$ li,#ie6$ o+$" &"$ #o*i+i!" #$%(i+&l
%$e"(%e l$* e7ie"+i$* +&l(&%$le*/ F&"+i!" 'e l$ +&l(&%$: 'o,i"$% #&l*i!" : -ero no creemos poder caracteri)ar a la cultura me*or que a trav"s de su valoración y culto de las actividades psíquicas superiores, de las producciones intelectuales, científicas y artísticas. $stas creaciones no sean independientes entre sí, sino, al contrario, íntimamente entrela)adas /omo %ltimo, pero no menos importante rasgo característico de una cultura, debemos considerar l$ -o%,$ e" 8&e *o" %e&l$'$* l$* %el$+io"e* 'e lo* o,%e* e"(%e * /omencemos por aceptar que el elemento cultural estuvo implícito ya en la primera tentativa de regular esas relaciones sociales pues si tal intento hubiera sido omitido, dichas relaciones habrían quedado al arbitrio del individuo es decir, el más fuerte las habría fi*ado a conveniencia de sus intereses.
$sta sustitución del #o'e%o i"'i)i'&$l #o% el 'e l$ +o,&"i'$' representa el paso decisivo hacia la cultura. #u carácter esencial reside en que los miembros de la comunidad restringen sus posibilidades de satisfacción, mientras que el individuo aislado no reconocía seme*antes restricciones. +sí, pues, el primer requisito cultural es el de la 4&*(i+i$, o sea, la seguridad de que el orden *urídico, una ve) establecido, ya no será violado a favor de un individuo. $l curso ulterior de la evolución cultural parece tender a que este derecho de*e de expresar la voluntad de un peque'o grupo !casta, tribu, clase social. $l resultado final ha de ser el establecimiento de un derecho al que todos ! hayan contribuido con el sacrificio de sus instintos.
7a libertad individual no es un bien de la cultura, pues era máxima antes de toda cultura. $l desarrollo cultural le impone restricciones. 7a evolución cultural podemos caracteri)arla por los cambios que impone a las conocidas disposiciones instintuales del hombre, cuya satisfacción es, en fin de cuentas, la finalidad económica de nuestra vida.. $l erotismo anal del ni'o, , su primitivo inter"s por la función excretora, por sus órganos y sus productos, se transforma en el grupo de rasgos que conocemos como ahorro, sentido del orden y limpie)a. +hora bien: hemos comprobado que el orden y la limpie)a son preceptos esenciales de la cultura
A8& *e "o* #%e*e"($ #o% )e6 #%i,e%$ l$ $"$lo$ e"(%e el #%o+e*o 'e l$ +&l(&%$ . l$
e)ol&+i!" lii'i"$l 'el i"'i)i'&o/ L$ *&li,$+i!" *$(i*-$++i!" 'e l$ #&l*i!" +o" -i" *o+i$l,e"(e $+e#($le constituye un elemento cultural sobresaliente
es for)oso reconocer la medida en que la cultura reposa sobre la renuncia a
las satisfacciones instintuales
CAPITULO CUATRO E)ol&+io" 'e l$ +o,&"i'$' . 'e l$ -$,ili$: $l hombre primitivo descubriD que estaba literalmente en sus manos me*orar su destino en la ierra por medio del traba*o. S&* *e,e4$"(e* $'8&i%ie%o"
e"(o"+e* l$ *i"i-i+$+i!" 'e +ol$o%$'o%e* con quienes resultaba %til vivir en comunidad. +%n antes había adoptado el hábito de constituir familias, de modo que los miembros de "stas probablemente fueran sus primeros auxiliares. $s de suponer que la constitución de la familia estuvo vinculada a cierta evolución sufrida por la necesidad de satisfacción genital: /on ello, el macho tuvo motivos para conservar *unto a sí a la hembra las hembras tambi"n se vieron obligadas a permanecer *unto al macho más fuerte.
$n To(e, . ($; trat" de mostrar el camino que condu*o de esta
familia primitiva a la fase siguiente de la vida en sociedad, es decir, a las alian)as fraternas. 7os hi*os, al triunfar sobre el padre, habían descubierto que una asociación puede ser más poderosa que el individuo aislado. 7os preceptos del tab% constituyeron así el primer 0Berecho1, la primera le y. 7a vida de los hombres en com%n adquirió, pues, doble fundamento: por un lado, la obligación del traba*o impuesta por las necesidades exteriores por el otro, el poderío del amor, que impedía al hombre prescindir de su ob*eto sexual, la mu*er, y a "sta, de esa parte separada de su seno que es el hi*o. Be tal manera, $ros y +nanA" (amor y necesidad& se convirtieron en los padres de la cultura humana, cuyo primer resultado fue el de facilitar la vida en com%n a mayor n%mero de seres.
Pl$+e% *e7&$l +o,o -eli+i'$': el amor sexual (genital& ofrece al hombre las más intensas vivencias placenteras, estableciendo, en suma, el prototipo de toda felicidad. +gregamos que tal camino conduce a una peligrosa dependencia frente a una parte del mundo exterior !frente al ob*eto amado que se elige!, exponi"ndolo así a experimentar los mayores sufrimientos cuando este ob*eto lo desprecie o cuando se lo arrebate la infidelidad o la muerte.
racias a su constitución, una peque'a minoría de "stos logra $ll$% l$ -eli+i'$' #o% l$ )$ 'el $,o% mas para ello debe someter la función erótica a vastas e imprescindibles modificaciones psíquicas.: despla)ando a la propia acción de amar el acento que primitivamente reposaba en la experiencia de ser amado, de tal manera que se protegen contra la p"rdida del ob*eto, dirigiendo su amor en igual medida a todos los seres en ve) de volcarlo sobre ob*etos determinados
dos principales ob*eciones al
respecto: ante todo, un amor que no discrimina pierde a nuestros o*os buena parte de su valor, pues comete una in*usticia frente al ob*eto luego, no todos los seres humanos merecen ser amados.
De-i"i+i!" 'el (5%,i"o $,o% : #u"lese llamar así a la relación entre el hombre y la mu*er que han fundado una familia sobre la base de sus necesidades genitales pero tambi"n se denomina 0amor1 a los sentimientos positivos entre padres e hi*os, entre hermanos y hermanas, a pesar de que estos vínculos deben ser considerados como amor de fin inhibido, como cari'o. #ucede simplemente que el amor coartado en su fin fue en su origen un amor plenamente sexual, y sigue si"ndolo en el inconsciente humano. $l amor genital lleva a la formación de nuevas familias el fin inhibido, a las 0amistades.
Di)o%+io e"(%e $,o% . +&l(&%$: /omien)a por manifestarse como un conflicto entre la familia y la comunidad social. /uanto más íntimos sean los vínculos entre los miembros de la familia, tanto mayor será muchas veces su inclinación a aislarse de los demás. $l desprendimiento de la familia llega a ser para todo adolescente una tarea cuya solución muchas veces le es facilitada por la sociedad mediante los ritos de pubertad y de iniciación. 7a siguiente discordia es causada por las mu*eres quienes representan los intereses de la familia y de la vida sexual la obra cultural, en cambio, se convierte cada ve) más en tarea masculina, obligándoles a sublimar sus instintos. Bado que el hombre no dispone de energía psíquica en cantidades ilimitadas, se ve obligado a cumplir sus tareas mediante una adecuada distribución de la libido. 7a parte que consume para fines culturales la sustrae, sobre todo, a la mu*er y a la vida sexual 7a mu*er, vi"ndose así relegada a segundo t"rmino por las exigencias de la cultura, adopta frente a "sta una actitud hostil.
$n cuanto a la cultura, su tendencia es res tringir la vida sexual: ya la primera fase cultural, la del totemismo, trae consigo la prohibición de elegir un ob*eto incestuoso. 3a sabemos que la cultura obedece al imperio de la necesidad psíquica económica, pues se ve obligada a sustraer a la sexualidad gran parte de la energía psíquica que necesita para su propio consumo. +l hacerlo adopta frente a la sexualidad una conducta id"ntica a la de un pueblo o una clase social que haya logrado someter a otra a su explotación. $l temor a la rebelión de los oprimidos induce a adoptar medidas de precaución más rigurosas. +l comen)ar por proscribir severamente las manifestaciones de la vida sexual infantil act%a con plena *ustificación psicológica, pues la contención de los deseos sexuales del adulto no ofrecería perspectiva alguna de "xito si no fuera facilitada por una labor preparatoria en la infancia.
-ero aun el amor genital heterosexual, %nico que ha escapado a la proscripción, todavía es menoscabado por las restricciones de la legitimidad y de la monogamia. 7a cultura actual nos da claramente a entender que sólo está dispuesta a tolerar las relaciones sexuales basadas en la unión %nica e indisoluble entre un hombre y una mu*er, sin admitir la sexualidad como fuente de placer en sí, aceptándola tan sólo como instrumento de reproducción humana.
CAPITULO < Lo* "e&%!(i+o*
son precisamente las que menos soportan estas frustraciones de la vida sexual.
6ediante sus síntomas se procuran satisfacciones sustitutivas que, sin embargo, les deparan sufrimientos, ya sea por sí mismas o por las dificultades que les ocasionan con el mundo exterior y con la sociedad.
+l reducir la dificultad de la evolución cultural a la resistencia de la libido a abandonar
una posición antigua por una nueva, hemos concebido aqu"lla como un trastorno evolutivo general.
L$ +&l(&%$ #%e(e"'e li$% ,&(&$,e"(e $ lo* ,ie,%o* 'e l$ +o,&"i'$' +o" l$6o* lii'i"$le*, libido con fin inhibido, para refor)ar los vínculos de comunidad mediante los la)os amistosos. 7a reali)ación de estos propósitos exige ineludiblemente una restricción de la vida sexual pero a%n no comprendemos la necesidad 8&e i,#&l*! $ l$ +&l(&%$ $ $'o#($% e*(e +$,i"o .
8ui)á hallemos la pista en uno de los pretendidos ideales postulados por la sociedad civili)ada. $s el precepto =A,$%>* $l #%!4i,o +o,o $ (i ,i*,o? (mandato religioso&
no cualquier extra'o merece
mi amor, porque mi amor se lo merecen quien yo aprecie en sus valores.
$ste ser extra'o no sólo es
en general indigno de amor, sino que merece mucho más mi hostilidad y aun mi odio ya que siempre que le sea de alguna utilidad, no vacilará en per*udicarme. #i ese grandilocuente mandamiento re)ara 0+marás al pró*imo como el pró*imo te ame a ti1, nada tendría yo que ob*etar.
$xiste un segundo mandamiento que me parece a%n más inconcebible y que despierta en mí una resistencia más violenta: =A,$%>* $ (&* e"e,io*/? (en el fondo, nos dice lo mismo que el primero&
LA @ERDAD OCULTA TRAS DE TODO ESTO , es la de que el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas tambi"n debe incluirse una buena porción DE AGRESI@IDAD. -or consiguiente, el pró*imo no le representa %nicamente un posible colaborador y ob*eto sexual, sino tambi"n un motivo de tentación para satisfacer en "l su agresividad, para explotar su capacidad de traba*o sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes
7a existencia de tales tendencias agresivas es el factor que perturba nuestra relación con los seme*antes, imponiendo a la cultura tal despliegue de preceptos. Bebido a esta primordial hostilidad
entre los hombres, la sociedad civili)ada se ve constantemente al borde de la desintegración. L$
+&l(&%$ *e )e oli$'$ $ %e$li6$% ,;l(i#le* e*-&e%6o* #$%$ #o"e% $%%e%$* $ l$* (e"'e"+i$* $%e*i)$* 'el o,%e/ De $ #&e* e*e 'e*#lie&e 'e ,(o'o* 'e*(i"$'o* $ 8&e lo* o,%e* *e i'e"(i-i8&e" . e"($le" )"+&lo* $,o%o*o* +o$%($'o* e" *& -i"B 'e $ l$* %e*(%i++io"e* 'e l$ )i'$ *e7&$l . 'e $ ($,i" el #%e+e#(o i'e$l 'e $,$% $l #%!4i,o +o,o $ * ,i*,o Lo* +o,&"i*($* creen haber descubierto el camino hacia la redención del mal. #eg%n ellos, el hombre sería bueno de todo cora)ón, pero la institución de la propiedad privada habría corrompido su naturale)a. 7a posesión privada de bienes concede a unos el poderío, y con ello la tentación de abusar de los otros. #i se hicieran comunes todos los bienes, dado que todas las necesidades quedarían satisfechas, nadie tendría motivo de ver en el pró*imo a un enemigo
F%e&' 'i+e el instinto agresivo
no es una consecuencia de la propiedad ya se manifiesta en el ni'o, apenas la propiedad ha perdido su primitiva forma anal. Ena ve) que el apóstol -ablo hubo hecho del amor universal por la umanidad el fundamento de la comunidad cristiana, surgió como consecuencia ineludible la más extrema intolerancia del cristianismo frente a los gentiles en cambio, los romanos, cuya organi)ación estatal no se basaba en el amor, desconocían la intolerancia religiosa, a pesar de que entre ellos la religión era cosa del $stado y el $stado estaba saturado de religión. #i la cultura impone tan pesados sacrificios, no sólo a la sexualidad, sino tambi"n a las tendencias agresivas, comprenderemos me*or por qu" al hombre le resulta tan difícil alcan)ar en ella su felicidad.
CAPITULO P&l*io"e* 'el Yo . lii'i"$le*: aforismo de #chiller, el poeta filósofo, seg%n el cual 0hambre y amor1 hacen girar coherentemente el mundo. $l hambre como representante de aquellos instintos que tienden a conservar al individuo el amor, en cambio, tiende hacia los ob*etos +sí, desde un principio se me presentaron en mutua oposición los instintos del yo y los instintos ob*etales. -ara designar la energía de los %ltimos, y exclusivamente para ella, introdu*e el t"rmino libido, con esto la polaridad quedó planteada entre los instintos del yo y los instintos libidinales, dirigidos a ob*etos. #in embargo, uno de estos instintos ob*etales, el sádico, se distinguía de los demás porque su fin no era en modo alguno amoroso, y además establecía m%ltiples y evidentes coaliciones con los instintos del yo. -ero esta discrepancia pudo ser superada a todas luces, el sadismo forma parte de la vida sexual, y bien puede suceder que el *uego de la crueldad sustituya al del amor. 7a neurosis venía a ser la solución de una lucha entre los intereses de la autoconservación y las exigencias de la libido. /on la introducción del concepto del narci sismo, se reconoce que tambi"n el yo está impregnado de libido más a%n: que primitivamente el yo fue su lugar de origen y en cierta manera sigue siendo su cuartel central. $sta libido narcisista se orienta hacia los ob*etos, convirti"ndose así en libido ob*etal pero puede volver a transformarse en libido narcisista. $ste concepto puso en peligro el concepto de la libido. Bado que tambi"n los instintos yoicos resultaban ser libidinales, por un momento pareció inevitable que la libido se convirtiese en sinónimo de energía instintiva en general. El *i&ie"(e #$*o
$'el$"(e lo 'i e" M>* $ll> 'el #%i"+i#io 'el #l$+e% 1920 +&$"'o #o% )e6 #%i,e%$ ,i $(e"+i!" -&e 'e*#e%($'$ #o% el i,#&l*o 'e %e#e(i+i!" . #o% el +$%>+(e% +o"*e%)$'o% 'e l$ )i'$ i"*(i"(i)$
además del instinto que tiende a conservar la sustancia viva y a condensarla en unidades
cada ve) mayores, debía existir otro, antagónico de aqu"l, que tendiese a disolver estas unidades y a retornarlas al estado más primitivo, inorgánico.
&"$ #$%(e 'e e*(e i"*(i"(o *e o%ie"($ +o"(%$ el
,&"'o e7(e%io% ,$"i-e*(>"'o*e e"(o"+e* +o,o i,#&l*o 'e $%e*i!" . 'e*(%&++i!" . Be tal manera, el propio instinto de muerte sería puesto al servicio del $ros, pues el ser vivo destruiría algo exterior, animado o inanimado, en lugar de destruirse a sí mismo. +mbas clases de instintos se amalgaman entre sí, en proporciones distintas y muy variables (e* sadismo y masoquismo&
siempre hemos tenido presente las manifestaciones del instinto de destrucción dirigido hacia fuera (sadismo& y hacia dentro (masoquismo&, fuertemente amalgamadas con el erotismo pero ya no logro comprender cómo fue posible que pasáramos por alto la ubicuidad de las tendencias agresivas y destructivas no eróticas de*ando de concederles la importancia que merecen en la interpretación de la vida. ($s cierto que el impulso destructivo dirigido hacia dentro escapa generalmente a la percepción cuando no está te'ido eróticamente.& +un donde aparece sin propósitos sexuales, aun en la más ciega furia destructiva, no se puede de*ar de reconocer que su satisfacción se acompa'a de extraordinario placer narcisista, pues ofrece al yo la reali)ación de sus más arcaicos deseos de omnipotencia. +tenuado y dome'ado, casi coartado en su fin, el instinto de destrucción dirigido a los ob*etos debe procurar al yo la satisfacción de sus necesidades vitales y el dominio sobre la 9aturale)a.
L$ (e"'e"+i$ $%e*i)$ e* &"$ 'i*#o*i+i!" i"*(i"(i)$ i""$($ . +o"*(i(&.e el ,$.o% o*(>+&lo +o" 8&e (%o#ie6$ l$ +&l(&%$/ 7a cultura se trata de un proceso puesto al servicio del $ros: estas masas humanas han de ser vinculadas libidinalmente, pues ni la necesidad por sí sola ni las venta*as de la comunidad de traba*o bastarían para mantenerlas unidas. -ero el natural instinto humano de agresión, la hostilidad de uno contra todos y de todos contra uno, se opone a este designio de la cultura. Bicho instinto de agresión es el descendiente y principal representante del instinto de muerte, que hemos hallado *unto al $ros y que con "l comparte la dominación del mundo.
la evolución cultural
seria la misma lucha $ros G 6uerte
CAPTULO A 8& %e+&%*o* $#el$ l$ +&l(&%$ #$%$ +o$%($% l$ $%e*i!" 8&e le e* $"($!"i+$ #$%$ $+e%l$ i"o-e"*i)$ . 8&i6> #$%$ eli,i"$%l$ 7a agresión es introyectada: es dirigida contra el propio yo, incorporándose a una parte de "ste, que en calidad de super!yo se opone a la parte restante, y asumiendo la función de 0conciencia1, despliega frente al yo la misma dura agresividad que el yo, de buen grado, habría satisfecho en individuos extra'os. 7a tensión creada entre el severo super!yo y el yo subordinado al mismo la calificamos de sentimiento de culpabilidad se manifiesta ba*o la forma de necesidad de castigo. -or consiguiente, la cultura domina la peligrosa inclinación agresiva del individuo, debilitando a "ste, haci"ndolo vigilar por una instancia alo*ada en su interior.
uno se siente culpable cuando se ha cometido algo que se considera 0malo1 pero advertimos
que tambi"n podrá considerarse culpable quien no haya hecho nada malo, sino tan sólo recono)ca en sí la intención de hacerlo. -ero ambos casos presuponen que ya se haya reconocido la maldad como algo condenable.
-odemos recha)ar la existencia de una facultad natural, de discernir el bien del
mal sino, por el contrario hay una influencia a*ena y externa, destinada a establecer lo que debe considerarse como bueno y como malo.
/uando el hombre pierde el amor del pró*imo, de quien
depende, pierde con ello su protección frente a muchos peligros, y ante todo se expone al riesgo de que este pró*imo, más poderoso que "l, le demuestre su superioridad en forma de castigo. lo ,$lo
o%ii"$%io e* $8&ello 8&e #&e'$ $+e%,e #e%'e% el o4e(o 'e $,o% El (e,o% #o% #%'i'$ 'el $,o% e* &"$ $"&*(i$ =*o+i$l 1. $n el ni'o peque'o *amás puede ser otra cosa pero tampoco llega a modificarse en muchos adultos, con la salvedad de que el lugar del padre es ocupado por la más vasta comunidad humana. -or eso los adultos se permiten regularmente hacer cualquier mal que les ofre)ca venta*as, siempre que est"n seguros de que la autoridad no los descubrirá, de modo que su temor se refiere exclusivamente a la posibilidad de ser descubiertos.
#ólo se produce un cambio fundamental +&$"'o l$ $&(o%i'$' e* i"(e%"$li6$'$ $l e*($le+e%*e &"
*e%H.o/
*!lo e"(o"+e* *e (ie"e 'e%e+o $ $l$% 'e +o"+ie"+i$ ,o%$l . 'e *e"(i,ie"(o 'e
+&l#$ili'$'. $n esta fase tambi"n de*a de actuar el temor de ser descubierto pues nada puede ocultarse ante el super!yo, ni siquiera los pensamientos.
$n esta segunda fase evolutiva, la conciencia moral denota una particularidad que faltaba en la primera y que ya no es tan fácil explicar. $n efecto, se comporta tanto más severa y desconfiadamente cuanto más virtuoso es el hombre, pues el hombre moral se caracteri)a precisamente por su conciencia moral más severa y más vigilante. 2tro hecho del terreno de la "tica, tan rico en problemas, es el de la frustración exterior, intensifica enormemente el poderío de la consciencia en el super!yo mientras la suerte sonríe al hombre, su conciencia moral concede grandes libertades al yo en cambio, cuando la desgracia le golpea, hace examen de consciencia, reconoce sus pecados, eleva las exigencias de su conciencia moral
pero esta actitud se explica fácilmente remontándose a la fase infantil primitiva de
la consciencia, que, como vemos, no se abandona del todo una ve) introyectada la autoridad en el super!yo, sino que subsiste *unto a "sta. $l destino es considerado como un sustituto de la instancia parental si nos golpea la desgracia, significa que ya no somos amados por esta autoridad máxima, y amena)ados por seme*ante p"rdida de amor, volvemos a someternos al representante de los padres en el super!yo, al que habíamos pretendido desde'ar cuando go)ábamos de la felicidad. odo esto se revela con particular claridad cuando, en estricto sentido religioso, no se ve en el destino sino una expresión de la voluntad divina.
CONOCEMOS DOS ORÍGENES DEL SENTIMIENTO DE CULPAILIDAD : uno es el miedo a la autoridad el segundo, más reciente, es el temor al super!yo. $l primero obliga a renunciar a la satisfacción de los instintos el segundo impulsa, además, al castigo, dado que no es posible ocultar
ante el super!yo la persistencia de los deseos prohibidos. $l super!yo contin%a simplemente la severidad de la autoridad exterior, revelándola y sustituy"ndola en parte. A')e%(i,o* $o%$ l$
%el$+i!" 8&e e7i*(e e"(%e l$ %e"&"+i$ $ lo* i"*(i"(o* . el *e"(i,ie"(o 'e +&l#$ili'$'/ 2riginalmente, la renuncia instintual es una consecuencia del temor a la autoridad exterior se renuncia a satisfacciones para no perder el amor de "sta. Ena ve) cumplida esa renuncia, se han saldado las cuentas con dicha autoridad y ya no tendría que subsistir ning%n sentimiento de culpabilidad. -ero no sucede lo mismo con el miedo al super!yo. +quí no basta la renuncia a la satisfacción de los instintos, pues el deseo correspondiente persiste y no puede ser ocultado ante el super!yo. $n consecuencia, no de*ará de surgir el sentimiento de culpabilidad, pese a la renuncia cumplida. 7a renuncia instintual ya no tiene pleno efecto absolvente la virtuosa abstinencia ya no es recompensada con la seguridad de conservar el amor, y el individuo ha trocado una catástrofe exterior amena)ante !p"rdida de amor y castigo por la autoridad exterior! por una desgracia interior permanente: la tensión del sentimiento de culpabilidad.
EN RESUMEN: ante todo se produce una renuncia instintual por temor a la agresión de la autoridad exterior !pues a esto se reduce el miedo a perder el amor, ya que el amor protege contra la agresión punitiva! luego se instaura la autoridad interior, con la consiguiente renuncia instintual por miedo a "sta es decir, por el miedo a la conciencia moral. $n el segundo caso se equipara la mala acción con la intención mal"vola, de modo que aparece el sentimiento de culpabilidad y la necesidad de castigo. 7a agresión por la conciencia moral perpet%a así la agresión por la autoridad 4 +!,o e7#li+$% l$
e7(%$o%'i"$%i$ i"(e"*i'$' 'e l$ +o"*+ie"+i$ e" lo* *e%e* ,e4o%e* . ,>* '!+ile*
si bien al
principio la conciencia moral (más exactamente: la angustia, convertida despu"s en consciencia& es la causa de la renuncia a los instintos, posteriormente, en cambio, esta situación se invierte: toda renuncia instintual se convierte entonces en una fuente dinámica de la conciencia moral toda nueva renuncia a la satisfacción aumenta su severidad y su intolerancia.
LA RENUNCIA INSTINTUAL JUE NOS KA SIDO IMPUESTA DESDE FUERA CREA LA CONCIENCIA MORAL JUE A SU @E EIGE NUE@AS RENUNCIAS INSTINTUALES/ 2 CONCEPCION DEL ORIGEN DEL SYO
Bescartamos que la agresividad original de la
conciencia moral es una continuación de la severidad con que act%a la autoridad exterior. a*o el imperio de la necesidad, el ni'o se vio obligado a renunciar a esta agresión vengativa: incorpora, identificándose con ella, a esta autoridad inaccesible, que entonces se convierte en super!yo y se apodera de toda la agresividad que el ni'o gustosamente habría desplegado contra aqu"lla. $l yo del ni'o debe acomodarse al triste papel de la autoridad así degradada: del padre. #e trata, como en tantas ocasiones, de una típica situación invertida: 0#i yo fuese el padre y t% el ni'o, yo te trataría mal a ti.1 7a primitiva severidad del super!yo no es !o no es en tal medida! la que el ob*eto nos ha hecho sentir o la que le atribuimos ( #%i,e%$ +o"+e#+i!" 'el S.o&, sino que corresponde más a nuestra propia agresión contra el ob*eto ( *e&"'$ +o"+e#+io"&. #i esto es exacto, realmente se puede afirmar que la consciencia se habría formado primitivamente por la supresión de una agresión, y que en su desarrollo se fortalecería por nuevas supresiones seme*antes.
Be todas maneras ambas concepciones (la primera y la segunda& están *ustificadas pues la agresividad vengativa del ni'o ha de ser determinada en parte por la medida de la agresión punitiva que atribuye al padre. -ero la experiencia nos ense'a que la severidad del super!yo desarrollado por el ni'o de ning%n modo refle*a la severidad del trato que se le ha hecho experimentar, pues un ni'o educado muy blandamente puede desarrollar una conciencia moral sumamente severa.
S&+e'e 8&e
$ l$ -o%,$+i!" 'el *e%H.o . $l 'e*$%%ollo 'e l$ +o"+ie"+i$ ,o%$l +o"+&%%e" -$+(o%e* +o"*(i(&+io"$le* i""$(o* #$'%e #%ei*(!%i+o (e%%ile e i"-l&e"+i$* 'el ,e'io/ REMORDIMIENTO Y CULPA
si alguien tiene un sentimiento de culpabilidad despu"s de haber
cometido alguna falta, y precisamente a causa de "sta, tal sentimiento debería llamarse, más bien, remordimiento. -ero si el humano sentimiento de culpabilidad se remonta al asesinato del protopadre, 4acaso no se trataba tambi"n de un caso de 0remordimiento5
CAPTULO P%e+io #o% l$ +&l(&%$: el sentimiento de culpabilidad es el problema más importante de la evolución cultural, se'alando que el precio pagado por el progreso de la cultura reside en la p"rdida de felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad.
Ne&%o*i*: *e"(i,ie"(o 'e +&l#$ili'$' e" %el$+io" +o" l$ ++i++: $n la neurosis obsesiva, el sentimiento de culpabilidad se impone a la consciencia con excesiva intensidad, dominando tanto el cuadro clínico como la vida entera del enfermo. -ero en la mayoría de las formas restantes de la neurosis el sentimiento de culpabilidad permanece enteramente inconsciente, sin que sus efectos sean por ello menos intensos. 7os enfermos no nos creen cuando les atribuimos un 0sentimiento inconsciente de culpabilidad1 para que lleguen a comprendernos, les explicamos que el sentimiento de culpabilidad se expresa por una necesidad inconsciente de castigo
El *e"(i,ie"(o 'e +&l#$ili'$' e* e" -o"'o &"$ )$%i$"(e (o#o%>-i+$ 'e l$ $"&*(i$ , y que en sus fases ulteriores coincide por completo con el miedo al super!yo. -or otra parte, en su relación con la consciencia, la angustia presenta las mismas extraordinarias variaciones que observamos en el sentimiento de culpabilidad. $n una u otra forma, siempre hay angustia oculta tras todos los síntomas pero mientras en ciertas ocasiones acapara ruidosamente todo el campo de la consciencia, en otras se oculta a punto tal, que nos vemos obligados a hablar de una 0angustia inconsciente1 (la angustia es una sensación&
Po% e*o ($,i" *e +o"+ie ->+il,e"(e 8&e el *e"(i,ie"(o 'e +&l#$ili'$'
e"e"'%$'o #o% l$ +&l(&%$ "o *e #e%+i$ +o,o ($l *i"o 8&e #e%,$"e6+$ i"+o"*+ie"(e e" %$" #$%(e o *e e7#%e*e +o,o &" ,$le*($% . 7as religiones, por lo menos, *amás han de*ado de reconocer la importancia del sentimiento de culpabilidad para la cultura, denominándolo 0pecado1 y pretendiendo librar de "l a la umanidad
DEFINIENDO TQRMINOS: El *e%H.o es una instancia psíquica inferida por nosotros l$ +o"+ie"+i$ es una de las funciones que le atribuimos, *unto a otras está destinada a vigilar los actos y las intenciones del yo, *u)gándolos y e*erciendo una actividad censoria. El *e"(i,ie"(o 'e +&l#$ili'$' es la percepción que tiene el yo de esta vigilancia que se le impone, es su apreciación de las tensiones entre sus propias tendencias y las exigencias del super!yo por fin, la angustia subyacente a todas estas relaciones. >amás se debería hablar de conciencia mientras no se haya demostrado la existencia de un super!yo del sentimiento o de la consciencia de culpabilidad, en cambio, cabe aceptar que existe antes que el super!yo. $s entonces la expresión directa e inmediata del temor ante la autoridad exterior, el reconocimiento de la tensión entre el yo y esta %ltima es el producto directo del conflicto entre la necesidad de amor parental y la tendencia a la satisfacción instintual.
ORIGEN DE LA CULPA: toda forma de privación, toda satisfacción instintual defraudada, tiene o podría tener por consecuencia un aumento del sentimiento de culpabilidad. -or mi parte, creo que se simplifica considerablemente la teoría si se aplica este principio %nicamente a los instintos agresivos. $n efecto, 4cómo se explicaría que en lugar de una exigencia erótica insatisfecha apare)ca un aumento del sentimiento de culpabilidad5
al impedir la satisfacción erótica se desencadenaría cierta
agresividad contra la persona que impide esa satisfacción, y esta agresividad tendría que ser a su ve) contenida.
+&$"'o &" i,#&l*o i"*(i"(&$l *&-%e l$ %e#%e*i!" *&* ele,e"(o* lii'i"$le* *e
+o")ie%(e" e" *"(o,$* . *&* +o,#o"e"(e* $%e*i)o* e" *e"(i,ie"(o 'e +&l#$ili'$'. Si +o"(e,#l$,o* l$ %el$+i!" e"(%e el #%o+e*o +&l(&%$l e" l$ K&,$"i'$' . el 'el 'e*$%%ollo o 'e l$ e'&+$+i!" i"'i)i'&$le* "o )$+il$%e,o* e" %e+o"o+e% 8&e $,o* *o" 'e "'ole ,&. *e,e4$"(e la evolución individual se nos presenta como el producto de la interferencia entre dos tendencias:
la aspiración a la felicidad, que solemos calificar de 0egoísta1, y el anhelo de fundirse con los demás en una comunidad, que llamamos 0altruista1. $n la evolución individual el acento suele recaer en la tendencia egoísta. 6uy distinto es lo que sucede en el proceso de la cultura. $l ob*etivo de establecer una unidad formada por individuos humanos es, con mucho, el más importante, mientras que el de la felicidad individual, aunque todavía subsiste, es despla)ado a segundo plano
+%n puede llevarse mucho más le*os la analogía entre el proceso cultural y la evolución del individuo, pues cabe sostener que tambi"n la comunidad desarrolla un super! yo ba*o cuya influencia se produce la evolución cultural. $l super!yo de una "poca cultural determinada tiene un origen análogo al del super!yo individual, pues se funda en la impresión que han de*ado los grandes persona*es conductores: esos persona*es han sido denigrados, maltratados y sólo mucho tiempo despu"s de su violenta muerte asciende a la categoría de divinidad (>esucristo&. 2tro elemento coincidente reside en que el super!yo cultural, a entera seme*an)a del individual, establece rígidos ideales cuya violación es castigada con la 0angustia de conciencia.
7a investigación y el tratamiento de las neurosis nos han llevado a *&*(e"($% 'o* $+&*$+io"e* +o"(%$
el *e%H.o 'el i"'i)i'&o: con la severidad de sus preceptos y prohibiciones se despreocupa demasiado de la felicidad del yo. -or consiguiente, al perseguir nuestro ob*etivo terap"utico, muchas veces nos vemos obligados a luchar contra el super!yo, esfor)ándonos por atenuar sus pretensiones. -odemos oponer ob*eciones muy análogas contra las exigencias "ticas del super!yo cultural. ampoco "ste se preocupa bastante por la constitución psíquica del hombre, pues instituye un precepto y no se pregunta si al ser humano le será posible cumplirlo. +cepta, más bien, que al yo go)a de ilimitada autoridad sobre su ello. #i las exigencias los sobrepasan, se produce en el individuo una rebelión o una neurosis, o se le hace infeli). $l mandamiento 0+marás al pró*imo como a ti mismo1 es el recha)o más intenso de la agresividad humana y constituye un excelente e*emplo de la actitud antipsicológica que adopta el super!yo cultural. $se mandamiento es irreali)ableH/uán poderoso obstáculo cultural debe ser la agresividad si su recha)o puede hacernos tan infelices como su reali)aciónI 4acaso no estará *ustificado el diagnóstico de que muchas culturas !o "pocas culturales, y qui)á aun la umanidad entera! se habrían tornado 0neuróticas1 ba*o la presión de las ambiciones culturales5