INTRODUCCIÓN Venezuela vive momentos de profundas transformaciones hacia la consolidación de una sociedad humanista, democrática, protagónica, participativa, multiétnica, pluricultural, plurilingüe e intercultural en un Estado de derecho y de justicia. Nuestra Constitución contiene la filosofía y el marco legal que orientan el proceso de refundación de la República como fin supremo del Estado y plantea la formación de un ciudadano y una ciudadana transformadores, con principios y valores de cooperación, solidaridad, convivencia, unidad e integración, que garanticen dignidad y bienestar individual y colectivo. Asimismo, nuestra Carta Magna considera un proceso de educación integral para todos y todas como base de la transformación social, política, económica, territorial e internacional. Para refundar la república se presenta como marco legal el Preámbulo de la constitución de la República Bolivariana de Venezuela que dice: El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo democrático. La educación: eje para refundar la república. El proyecto de Revolución Bolivariana se plantea construir un nuevo tipo de sociedad, humanista, centrada en libertad, igualdad y justicia social. Es un esfuerzo por lograr la ansiada meta de tener un país verdaderamente soberano, que sólo será posible si se desarrolla el gran potencial creador de los habitantes de nuestro pueblo. Estos postulados los encontramos claramente consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. De esa manera nuestra Carta Magna trasciende más allá de ser un texto meramente normativo para presentarse como el programa de todo el pueblo en su lucha titánica por construir, de manera decidida, la patria que queremos, como lo demostró claramente el pasado 11 de abril cuando pulverizó el golpe de estado de los sectores más reaccionarios de la vieja política y de la oligarquía criolla.
En sus principios fundamentales, específicamente en el artículo 2, la Constitución establece que “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia…”, y esto es la médula del programa popular, el cual debe ser asumido e internalizado por cada uno de los ciudadanos y ciudadanas para garantizar con la participación protagónica su fiel cumplimiento. Asumir la soberanía es una verdadera revolución en el rol de los ciudadanos y ciudadanas, porque en el nuevo Estado que debemos construir la administración pública (como se expresa en el artículo 141) debe estar al servicio de los intereses de la sociedad en una relación de corresponsabilidad, en otras palabras, el gobierno tiene unas funciones y responsabilidades específicas, y los ciudadanos y ciudadanas tienen unos derechos y unos deberes que cumplir en los asuntos públicos, en síntesis, todos los venezolanos somos el Estado. ¿Cómo cumplir con nuestro nuevo papel de ciudadano? Esto es el reto que tenemos por delante y que debemos aclarar y perfeccionar constantemente debido a lo inédito de nuestro proceso revolucionario. Si cometemos el error de observarlo de manera simplista, concluiremos que será muy difícil, sino imposible, transitar ese camino, debido al largo tiempo vivido con la soberanía secuestrada por las antiguas élites políticas, económicas, religiosas, etc. Es aquí en donde debe jugar un papel fundamental la educación como acción política para que ayude a derribar esa barrera que parece infranqueable. Si la educación se decide definitivamente a desempeñar cabalmente el papel que el momento histórico le exige debe revisarse; aunque debemos reconocer que se han hecho intentos por orientarla en esa dirección (la Constituyente Educativa y el PEN son ejemplos), pero la práctica escolar sigue siendo igual. No basta con buenas intenciones. No es suficiente tener escuelas dotadas con los últimos adelantos tecnológicos; que los muchachos desayunen, almuercen y merienden, y que nuestros maestros tengan sueldos dignos. Eso es muy importante, es necesario y no espera. Pero también es necesario convencerse, al mismo tiempo, de la urgencia de acoplar con la nueva realidad el contenido de nuestra educación para que pueda cumplir con el cometido esencial de formar ciudadanos y ciudadanas para la refundación de la República, que es el objetivo supremo de nuestra revolución. Para tener éxito en la construcción de ese contenido es necesario buscar en nuestras raíces, de manera especial en la raíz robinsoniana. Simón Rodríguez se adelantó en su tiempo cuando vio con claridad que para edificar una república y una nueva sociedad era necesario pensar seriamente en un proyecto educativo diferente, original; que eran necesarios hombres nuevos para levantar el nuevo orden social. De allí su desgarrado llamado a la educación para las víctimas más directas del viejo orden colonial. Sobre esta premisa no es aventurado asegurar que en la Venezuela bolivariana el viejo maestro del Libertador tiene mucho que hacer. Uno de los logros con el que se enorgullecen los dirigentes del puntofijismo adecocopeyano es el de haber logrado la masificación de la educación (por cierto una verdad a medias, así lo demuestra el hecho que el gobierno de Chávez incorporó a más de un
millón niños al sistema escolar), es decir, nos dieron la esperada “Educación Popular”. Si analizamos un poco esta aseveración, podemos llegar fácilmente a conclusiones incómodas para ellos, que les devela el engaño. A pesar de haber incorporado a densos sectores populares al aparato escolar, la educación allí impartida es fundamentalmente antipopular porque va contra los intereses de las mayorías empobrecidas de nuestra patria. Esa es una educación que está concebida para reproducir la estructura de una sociedad injusta (80% de pobreza, corrupción generalizada, falta de democracia, etc.). En tal sentido, es una educación poco exigente, de menguada calidad. Es un lugar común hablar de fraudes (así la llamó el ex ministro de Educación de Caldera, Antonio Luis Cárdenas y su teórico Leonardo Carvajal, aunque ellos fueron verdaderas celestinas), estafas y otros calificativos que innumerables estudiosos le han dado. De sus resultados podemos resaltar (independientemente de la buena voluntad, los sacrificios y los esfuerzos) que unos poquitos del pueblo, sirviéndose de ella, abandonan su situación, desertan de su gente y de su clase social. Esa Educación es entendida como un medio para superarse de manera individual en la sociedad, para asimilarse a ella y reproducirla sin importar lo injusta que sea. Así entendida la educación no nos sirve para los grandes objetivos que se propone la Constitución Bolivariana como proyecto. Necesitamos una educación para formar los ciudadanos y ciudadanas para la refundación de la República, que rescaten la soberanía popular, que hagan suya la democracia protagónica y la concreten en el proceso de elaboración, planificación, ejecución y evaluación de políticas públicas. Que sean capaces de incorporarse al proceso de vencer el subdesarrollo, la pobreza y la exclusión entre otras tantas herencias del pasado; un ciudadano solidario que mire en el colectivo la posibilidad de desarrollarse plenamente como individuo. En este sentido, la educación debe ser un proceso clarificador y organizador del sueño de país que hemos puesto en marcha, que ayude a nuestro pueblo a construir su identidad y a convertirse en el sujeto histórico de su propio proyecto. En eso Rodríguez era genial, no se cansó nunca de llamar a transformar a la gente de súbditos en ciudadanos, es decir en hombres capaces de crear en la realidad esas repúblicas que habían proclamado y que sólo existían en las constituciones. Nos toca a nosotros asumir ese deber. Refundar la República", ¿Qué significa este proyecto? El 2 de Febrero de 1999, el Teniente Coronel (r) Hugo Rafael Chávez Frías fué juramentado, por el Congreso de la República, como Presidente Constitucional de Venezuela. La "refundación de la República" fue su propuesta electoral, la cual, como un paradigma, sería la única vía para "salvar a Venezuela". El pueblo, como único soberano, dio un primer sí para la realización del proyecto. Pero, "Refundar la República" no es lo mismo que decir: "¡Lázaro! ¡Levántate y anda!". Pues, Venezuela no está muerta. Por lo contrario, la Historia de Venezuela muestra que nuestra Nación es una realidad viviente, que nació y continua evolucionando. Cuando leemos el texto sagrado del Nuevo Testamento, sentimos amor y fe por el hombre. Cuando leemos la Historia de Venezuela, sentimos, como dijo el poeta José Martí, "olor a pólvora". El poeta, parecía, que no estaba equivocado. En efecto, la conquista de Venezuela, su nacimiento en 1810, todo el proceso de liberación de su territorio y de gran parte de la América del Sur -bajo la guía
de El Libertador Simón Bolívar-, las luchas contemporáneas por el poder político, etcétera, fueron una epopeya escrita a "sangre y fuego". Esto tampoco significa que nuestra Nación, luego de haber pasado por la fase histórica platoniana del "heroísmo", se encuentre en plena decadencia humana. La realidad es otra: Venezuela, cuna de revoluciones, se encuentra, ahora, en una fase política denominada "Revolución Democrática", lo cual es movimiento, es vida pura. En efecto, lo ocurrido el 6 de Diciembre de 1998, parece indicar -debido a la propuesta- que es el comienzo del surgimiento de una nueva República, de una nueva Venezuela. En ese Domingo, la decisión no fue tomada por un grupo de generales, como en la pasada Guerra Federal, o por un "grupo tradicional de notables de la política". La realidad fue otra: El pueblo viviente tomó su propia decisión y apoyó al candidato que propuso el proyecto "Refundar la República". Entonces, ¿qué significa esa propuesta? Al respecto, un reconocido y respetado candidato de un 39,97% de los electores, en los pasados comicios nacionales, dijo que "el pueblo no iba al mercado con la constituyente". Entonces, la proposición "Refundar la República" podría ser una ficción electoral. Ahora bien, sí proponemos que desde hace unos cuatro lustros, la realidad venezolana se viene mostrando caótica, confusa, pesimista, en crisis; que la educación va en un franco estancamiento; que la justicia está corrompida; que la pobreza crítica arroja índices alarmantes; entonces, podríamos caer en la consideración de que la Carta Fundamental podría haber perdido vigencia. Por consecuencia, la propuesta "Refundar la República" encierra un problema lógico, es una idea que ha surgido de la realidad. Por lo tanto, sin la "Refundación de la República", pareciese que el pueblo, no sólo no iría al mercado, sino que no iría a ninguna parte. Estas premisas, a su vez, conducen a la tesis de que la promulgación de una nueva Constitución pareciera que es la única solución para salvar a nuestra amada Venezuela. ¿Qué pensaría un escéptico sobre esta tesis? El tiempo, la distancia y la evolución cultural han podido haber modificado la verdadera realidad que narra la Biblia. Ciertamente, la resurrección de Lázaro fue un hecho ocurrido hace 1.965 años (aproximadamente) y en un escenario que está situado (vía Roma) a unos 10.700 Kms. de Venezuela. El hombre venezolano, por su parte, ha mostrado, siempre, su fe en el Nuevo Testamento y en el poder que encerraba la palabra de Nuestro Señor. En correspondencia con esa devoción, no objeta a la resurrección de Lázaro. Con igual fervor, la conciencia popular, del 56,20% de venezolanos, mostró, el 6 de Diciembre de 1998, que tiene fe en la "Refundación de la República". Sin embargo, el 36,24% de "abstencionistas", afectados por la duda que produce angustia, podrían expresar la reflexión siguiente: "Refundar la República", para que el hombre venezolano sea feliz en su "Tierra de Gracia", no es decir: "¡Venezuela! ¡Levántate y anda!" Luego preguntarían adicionalmente: ¿Bastará una palabra para materializar ese proyecto? Posiblemente, las tres palabras, que conforman la proposición "Refundar la República", no tengan suficiente poder para transformar a un pueblo. Pues, la educación no se recupera en cinco años; la limpieza moral de los órganos judiciales no se produce mediante el cambio de un juez por otro; el concepto popular "bájate de la mula" se ha convertido en un antivalor arraigado en la conciencia, este es un mal de difícil curación. En este caso, el escéptico podría tener razón. Entonces, ¿qué es "Refundar la República"? La respuesta podría estar implícita en
los resultados electorales del 6 de Diciembre de 1998. Esos comicios parecieran indicar que esta propuesta se convirtió en un deseo popular que, a semejanza de la voluntad de poder de Nietszche, es una fuerza inmanente en la conciencia del pueblo; es semejante a una energía que lo impulsa para que afirme su necesidad de una transformación. En sí, el problema de "Refundar la República" no parece ser una controversia entre la realidad y una frase "electorera", sino una propuesta de contenido existencial y de implicaciones lógicas. En consecuencia, la proposición no parece ser una ficción. Pues, parece haber sido empíricamente constatada por el 56,20% de los electores. El 6 de Diciembre de 1998, se deduce que el pueblo expresó su repudio a los antivalores que asiduamente venían siendo denunciados como las causas de su angustia, su intranquilidad y su miedo en el devenir. Por tanto, la "Refundación de la República", según ha inferido el anhelo popular, no es sólo hacer leyes, sino que, también, exige una voluntad moral que las ejecute. Si no se dan esas dos condiciones, "Refundar la República" o "modificar la Constitución vigente" serían -como dijo un político de la nueva generación- "la formalidad vacía de una constitución sin pueblo". Ante la gravedad de este asunto, los venezolanos debemos asumir nuestra responsabilidad. Por esta razón, la actitud nihilista, como la asumida por los escépticos, ha autoexcluido a este grupo de una opinión sobre el tema. Si postulamos que los resultados electorales indican que "Refundar la República" tiene implícito un conjunto de valores culturales que emanan de la conciencia popular misma; entonces, esas tres palabras, como una realidad que está en la calle, podrían ser la representación de la evolución de los valores políticos del pensamiento venezolano. Sí hay evolución, hay progreso. Sí hay evolución, ésta debe estar contenida en nuestra Historia. Ciertamente, los documentos históricos reflejan que, desde 1810 hasta el 6 de Diciembre de 1998, el pensamiento político venezolano, representado por un "grupo de notables", ha venido buscando, permanentemente, soluciones constitucionales para nuestra Nación y, al parecer, cada Constitución ha contribuido con la evolución del ser venezolano. Veamos qué dice nuestra Historia de Venezuela al respecto. Una primera respuesta podría ser que el problema de convocar a una Constituyente, para hacer posible la "Refundación de la República", pareciera, desde una visión de la Historia, una necesidad imperante. De ser así, entonces, la propuesta no debería ser descartada sin más. Examinemos estos hechos históricos: El 24 de Septiembre de 1830 se promulga, en la ciudad de Valencia, la primera Constitución de Venezuela y con ella, surgimos como Nación, separada de la Gran Colombia. El día 24 de Marzo de 1831, se instaló el Cngreso de la República, en la misma ciudad de Valencia, y proclamó al General en Jefe José Antonio Páez como Presidente Constitucional de la República. El 2 de Marzo de 1857, fue presentado, en la Cámara de Representantes, un proyecto de Constitución, destinada a sustituir a la de 1830. La nueva Constitución fue promulgada el 18 de Abril de 1857, veintisiete años después de haber sido promulgada la primera. La historiografía sugiere que la Constitución de 1857 tenía por objeto prolongar el período de la Presidencia del General José Gregorio Monagas. En términos generales, las dos Constituciones tuvieron como protagonistas a los héroes de la Independencia de Venezuela, tales como José Antonio Páez y los hermanos Monagas. A este respecto, el historiador Juan Oropesa, citando al sociólogo Laureano Vallenilla Lanz, dice: ..."el latifundio colonial pasó sin
modificación alguna a mano de Páez, de los Monagas y otros, quienes habiendo entrado en la guerra sin bienes algunos de fortuna, eran, a poco de constituída Venezuela, los más ricos propietarios del país." Este comentario pareciera que ratificara la propuesta pesimista de que: "El hombre venezolano no cambia". Pero, dando un salto hacia nuestra inmediata realidad, nos encontramos que la Constitución promulgada el 23 de Enero de 1961 (la vigente), ha tenido dos Enmiendas y, treinta y ocho años después de promulgada, pareciese que no se concilia con la realidad. Este fenómeno podría significar que el hombre venezolano evoluciona en medida que ajusta la relación jurídica entre el Yo y el Otro. En resumen, en los 187 años de historia republicana, el pensamiento político venezolano no se ha podido ordenar, pese que ha promulgado unas 26 Constituciones. Estos cambios constitucionales, en su conjunto, proponemos que, por razones propias de cada época, el hombre venezolano se ha regido por normas que están conforme con la realidad de su momento histórico. Cada momento histórico es distinto al anterior, por conclusión, el hombre venezolano ha venido cambiando sus leyes, en la medida que ha ido haciendo su Historia. Los fenómenos descritos pudieran sugerir que el ser venezolano se ha visto en la necesidad de modificar, constantemente, las leyes que ordenan su joven forma de existir. Tal modificación debería ser vista como evolución del pensamiento político, debido que reflejan que todavía, nosotros -como sujetos que hacemos nuestra historia y con sólo 188 años de existencia- estamos buscando una acomodación a nosotros como objetos de nosotros mismos. El sujeto venezolano que hacemos referencia es análogo al sujeto del "yo pienso" de Descartes. Es la reflexión sobre nosotros mismos; es estar consciente de nuestra existencia. En tal sentido, hace 62 años, el sujeto venezolano, cuando reflexionaba sobre sí mismo, pensaría -parodiando a Martí- "vuelo a pólvora". Pero "Refundar la República", como una reflexión, que el moderno pensamiento político venezolano hace sobre sí, induce a la inferencia de que el sujeto venezolano de ahora podría pensar: "El olor a corrupción que segrega mi ser me consume". Por tales razones, el hombre que promulgó, el 23 de Enero de 1961, a la vigente Constitución, no es el mismo hombre que votó el 8 de Noviembre de 1998 y el 6 de Diciembre de ese mismo año, para escoger a los que dirigirán su destino. El caos, la crisis, la confusión son experiencias conocidas, las cuales, la Constitución del año 1961 le dio una respuesta acorde con el momento histórico. Pero, el pensamiento político venezolano de ahora tiene como objeto a otra realidad humana, en consecuencia, debe conciliarse con ella. Una nueva Constitución, pudiera ser la mediación para que el pensamiento del hombre venezolano de hoy se concilie consigo mismo y con su yo-social. Por tanto, la propuesta "Refundar la República" y su método son proyectos justificados por el devenir de la Historia de Venezuela. Al respecto, el insigne maestro Ernesto Mayz Vallenilla -haciendo alusión a los que califican, peyorativamente, al proceso histórico-jurídico venezolano por haber promulgado, a lo largo de su Historia, unas 26 Constituciones- dice que "La Constitución venezolana del 61, en cambio, trató de ser histórica, intemporal, como si no pudiera ser cambiada nunca. Y cuando uno revisa los textos periodísticos de la época, habría que concluir que eso fue hecha de mala fe" (El Nacional, 7 de Enero de 1999). El maestro Mayz Vallenilla
está en lo cierto. Pues, el hombre venezolano -como también él lo indica- es un "ser histórico". Pensar que la Constitución de Venezuela o cambiaría nunca, era desconocer la historicidad del hombre venezolano; era desconocer, también, que nada de lo que existen en la realidad es definitivo, sino que va cambiando con el transcurrir del tiempo. El hombre venezolano se ha venido transformado a sí mismo, en su "Tierra de Gracia" y a lo largo del tiempo. Conclusión, sí la Venezuela que se ha presentado ante la vista del 56,20% de los venezolanos que votaron el pasado 6 de diciembre de 1998, se mostraba en crisis, caótica, confusa; sí un alto índice de venezolanos siente la crisis en el estómago vacío; sí en las cárceles, existen ciudadanos inocentes o culpables que esperan años para ser llamados a juicio; si la educación, por deterioro, no es el futuro de Venezuela; sí existen niños huele pega; entonces, "Refundar la República" es la consecuencia de algo que no funciona. Por la naturaleza de la crisis, lo que no funciona son las instituciones que conforman a la República. Luego, sí "Refundar la República" tiene como premisa rehacer a la República para que sus instituciones respondan al ciudadano conforme a su derecho, entonces, el 56,20%, de los que eligieron esta propuesta, tiene derecho a exigir su cumplimiento. Ese derecho le da un significado a lo prometido. "Refundar la República" es, ahora, una voluntad popular.
CONCLUSION Una nueva pedagogía para la liberación que se fundamente en la refundación de la República, donde se integren la política y la educación En un programa de Confianza donde es el momento para implementar la teoría de la pedagogía endógena mediante estas ideas se evidencia la relación entre la política y la educación. «Lo que se quiere es inculcar el valor del ser y no del tener, típico del neoliberalismo» Es importante destacar que el ser social es diferente a un ser individualista sin politizar la educación; no puede haber diferencia entre la política y la educación, hay quienes creen todavía que el pueblo es ignorante, una cosa es la política partidista y otra cosa es la política que busca el sueño de refundar la República, el preámbulo de la Constitución es político. El humanismo y la justicia son el modelo de país que pretende lograr la Revolución Bolivariana. Todo educador debe estar casado con el modelo de país, debe estar casado con la Constitución». Hay valores que tienen que ver con la ideología. El egoísmo y el individualismo son sinónimos de una ideología que no se adapta un país donde los ciudadanos puedan desarrollarse libremente, el sector educativo actualmente no tiene motivos para pararse, pues hay que seguir luchando por el país de todos y para todos.