Duelo por Fallecimiento En este tipo de pérdida se incluye también los casos en los que un paciente se enfrenta al diagnóstico de una enfermedad terminal que lo lleva a elaborar y aceptar su propia muerte. En situaciones como estas, los familiares así como el paciente comenzarán a elaborar un proceso de duelo anticipado que los ayudará a aceptar en pequeñas dosis la posibilidad de esta pérdida, permitiendo no sólo el cierre saludable de esta relación sino también la aceptación de cambios en el contexto familiar, social y económico. Se trata de un período en el que el doliente deberá aceptar esta pérdida reacomodando su vida a una nueva realidad en la que ya no estará el familiar. Uno de los aspectos principales que debe considerarse a la hora del concebir al duelo por la muerte de un ser querido es que cada duelo es único y personal como así también será la forma de expresarlo. Sin embargo, hay factores que influyen en la intensidad y duración del duelo como, por ejemplo, las circunstancias de la muerte, el tipo de relación que tenía con la persona fallecida, la personalidad e historia de vida del doliente, la contención social y familiar, la posibilidad ver el cuerpo antes de su despedida, entre otros. La intensidad del dolor irá variando a lo largo del camino… habrán días de mayor calma y días de mayor tristeza. Es muy importante permitirse expresar estos sentimientos para sanar este dolor ya que al principio puede parecer fácil y hasta útil distanciarse de esta pena pero no debemos evitarla. Es primordial resolver estos sentimientos para así no producir enfermedades físicas o emocionales que nos dañen. La muerte de un ser querido es siempre difícil pero con paciencia y esfuerzo se podrá canalizar estas energías empleadas en el difunto hacia un nuevo presente y futuro.
DUELO POR PERDIDA DE LAS CAPACIDADES FISICAS Y/O PSICOLOGICAS En estos casos, el proceso de duelo se desencadenará debido a la pérdida de la salud física y/o psicológica del paciente ya sea por discapacidad referida a una o varias partes del cuerpo (sensoriales y motoras) así como a aquellas enfermedades que deterioran progresivamente las capacidades intelectuales y cognitivas del paciente. Será un duelo que desarrollará tanto quien padece esta discapacidad como los familiares que lo acompañan ya que implica la pérdida de proyectos, sueños y autoestima así como de un estilo de vida que ya no volverá a ser el mismo.
Duelo por Pérdida de la Salud Junto con la llegada de esta noticia, la familia puede sufrir una descompensación de su equilibrio tanto en sus vínculos con el mundo exterior como también en su propio funcionamiento interno. Este duelo permitirá a la familia desandar un camino de adaptación y aceptación de esta discapacidad hasta finalmente reconocerla e incluirla dentro de la dinámica familiar y social.
DUELO POR PÉRDIDA DE EMPLEO El trabajo brinda a las personas no sólo un salario sino también seguridad, identidad y sentido de pertenencia. El empleo es un espacio en donde se cultiva, desarrolla y disfruta de un estilo de vida. Cuando se produce la pérdida del empleo, la confianza en sí mismo así como la percepción de sus capacidades personales y profesionales se ve desbastada por una decisión que lo coloca frente a una nueva realidad.
Duelo por Pérdida del Empleo En la actualidad hay dos fases principales de la pérdida de empleo. Por un lado, el preaviso que consiste en la notificación de que será despedido. Este período puede prolongarse de unas semanas a varios meses. Luego, se produce la pérdida real del empleo finalizando una forma de vida junto con la seguridad que ésta proporcionaba. Esta pérdida da lugar a un proceso de duelo que se caracterizará por múltiples síntomas. Por un lado, los padres que han sido despedidos muestran una dificultad para hacerse responsables de su rol de padres ya que suelen tener miedo de que sus hijos lo vean como una persona fracasada por lo que se vulnera su figura de autoridad en la familia. En este sentido, podrán haber no sólo dificultades para adaptarse a los nuevos roles y tareas familiares sino que podrían crecer los conflictos entre sus miembros debido a esta incertidumbre económica que cuestiona el futuro inmediato de la familia. El estrés se vuelve en protagonista generando, en algunas ocasiones, con consecuencias en la salud y las emociones del doliente. Por otro lado, se suelen olvidar los buenos recuerdos en la empresa para dar lugar a los sentimientos negativos hacia el empleador y su puesto laboral. El estrés generado puede traer problemas en la salud y las emociones del doliente. Si bien cada duelo será distinto, podemos mencionar algunos factores que determinarán la gravedad de esta pérdida así como también su efecto en la vida personal y profesional del doliente. Si bien perder el trabajo resulta una noticia devastadora sin importar la edad del empleado, las personas mayores suelen atravesar un proceso de duelo mucho más intenso debido a sus limitadas posibilidades en el mercado laboral actual. Por otro lado, será un factor determinante el tiempo que la persona haya permanecido en la empresa y los sentimientos que él tenía sobre ella. Si la persona amaba su trabajo seguro será un duelo más profundo que la persona que esté soñando con cambiar con su perfil laboral. Otro factor que tendrá gran influencia será el rol económico que cumplía esta persona en su familia y los problemas de salud que éste padecía con anterioridad al despido. Al igual que en otros tipos de pérdidas, este duelo se caracterizará en principio por ingresar en estado de shock e incredulidad para luego sustituirlo por el enojo y la ira contra quienes hayan tomado esta determinación o bien culpándose a sí mismo por no haber hecho lo suficiente para conservar este puesto laboral. Finalmente, se negocia con esta nueva realidad comprendiendo la realidad de esta pérdida y aceptándolo como un hecho de la vida.
DUELO MIGRATORIO
La migración ha contribuido no sólo a riqueza cultural de los países sino que también ha dado lugar la pérdida de identidad cultural de las personas que emigran. La migración es el proceso de irse de un país, región o lugar de residencia para establecerse en otro. Cuando una persona decide alejarse de su país de residencia se produce la pérdida de normas culturales, costumbres religiosas y sistemas de apoyo social que conllevan la adaptación hacia una nueva cultura que redefine su identidad. Esta pérdida de la estructura cultural genera en los inmigrantes una reacción de aflicción vinculada a la pérdida de los vínculos familiares y las redes de apoyo. Se trata de una consecuencia natural de la inmigración en la que se expresan sentimientos de culpa por abandonar su cultura y temor a perder los recuerdos de su pasado en el país de residencia.
Duelo por Migración Esta inmigración conlleva un duelo parcial ya que no se ha perdido a toda la familia, todas las costumbres y todos los amigos sino que se ha dado una distancia física entre ellos. Además no es una pérdida definitiva por lo que cada oportunidad de regreso y reencuentro con su país de origen da lugar al reinicio de los sentimientos vinculados a este duelo. En este sentido, el duelo migratorio se caracteriza por tener varios tipos de pérdidas integradas en él. Por un lado, se pierde el vínculo con la lengua materna que es uno de los principales vínculos que un ser humano establece con su grupo familiar. También se produce un duelo por la pérdida del estatus social ya que los proyectos de un futuro promisorio en otro país se ven opacados por una realidad distinta que los coloca en una situación social y económica muchas veces inferior a la que estaban en su país de origen. Esto es acompañado por una separación de la familia y los amigos que lleva al inmigrante a reforzar este vínculo a pesar de la distancias ya que muchas veces no encuentra en su nuevo país de residencia un espacio de contención social y familiar que ayude a mitigar la ausencia de sus seres queridos. Por último, se produce la pérdida de la tierra que representa la historia de sus antepasados generando, en muchas ocasiones, pensamientos idealizados o erróneos sobre ella.
Como todo proceso de duelo, esta pérdida de su estructura social, familiar y cultural implicará un proceso de adaptación en el que surgirán sentimientos de negación y resistencia a aceptar costumbres diferentes a las de su país de origen hasta rabia y regresión hacia su nuevo entorno. Finalmente, aunque no es posible en todos los casos, se producirá una adaptación a este nuevo lugar en donde logran encontrar un espacio propicio en donde desarrollarse profesional y socialmente.
DUELO POR SEPARACIÓN O DIVORCIO El duelo por separación se produce luego de una ruptura amorosa y es considerado uno de los eventos más estresantes en la vida de una persona. Este duelo requiere al menos de dos años para reconquistar el equilibrio permitiéndonos recuperar nuestra vida en un nuevo contexto sentimental. Un divorcio puede ser repentino o el resultado de un proceso más largo donde parte o la totalidad de las etapas del duelo son experimentadas antes del divorcio. Estas etapas no son lineales ni ocurren de una manera ordenada. Sino que se trata de un ciclo de ida y vuelta en el que es primordial permitirse expresar los sentimientos para una sana recuperación.
Duelo por Ruptura Amorosa La “muerte” del matrimonio genera sentimientos de tristeza y de fracaso. La decepción por la destrucción de los sueños y proyectos compartidos hace que el doliente se haga múltiples preguntas como ¿Quién ha cambiado de los dos? ¿Qué podría haber hecho para evitar este divorcio? Es usual que, a pesar de tener que adaptarse a esta nueva realidad familiar, la persona se siente bien durante los primeros días de la separación debido a que trata de mantener su rutina diaria como si nada hubiera sucedido trayendo una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, luego de unas semanas esta sensación se transforma en soledad e inclusive falta de rendimiento laboral debido a la pérdida de concentración y a las dificultades para dormir. Se trata de una sensación de abandono que pone al doliente frente a un futuro
incierto donde surge la ira hacia el cónyuge porque siente que le ha fallado en el cumplimiento de su proyecto familiar. Luego de los seis o doce meses de la separación, la rutina familiar aún no ha encontrado un equilibrio acorde mientras que será usual que se comience a ver con cada vez menos frecuencia a los amigos que compartieron durante el matrimonio. Surgen sentimientos de pérdida y miedo que pueden convertirse, en algunas ocasiones, en depresión llevando al doliente a una profunda introspección que lo obliga a confrontar con la realidad de esta ruptura. Luego de los dos años de la separación, se experimenta una sensación de arrepentimiento aunque también la adquisición de cierta sabiduría. El doliente comenzará a colocar sus energías en nuevos proyectos y relaciones sociales que ayuden a reforzar su autoestima mientras que lentamente las rutinas del hogar toman orden al igual que la gestión del dinero. Se establece un nuevo equilibrio que permite reconocer su responsabilidad en esta ruptura amorosa y se muestran predispuestos a considerar una nueva relación amorosa. TIPO DE DUELO DUELO POR MUERTE
DEFINICIÓN Respuesta natural del doliente
CARACTERÍSTICAS Las características de este duelo
frente a la muerte de un familiar dependerán de las circunstancias de y/o amigo.
la muerte, el tipo de relación que tenía con la persona fallecida, la personalidad e historia de vida del doliente, la contención familiar y la posibilidad ver el cuerpo antes de su despedida.
DUELO LABORAL
Respuesta natural del doliente
Pérdida de la confianza en sí mismo
frente a la pérdida del empleo.
así como de sus capacidades profesionales. Conflictos familiares, estrés e incertidumbre económica.
DUELO MIGRATORIO
Respuesta natural del doliente
Pérdida de normas culturales,
frente al alejamiento de su país
costumbres religiosas y sistemas de
de residencia.
apoyo social que conllevan la adaptación hacia una nueva cultura que redefine su identidad.
DUELO AMOROSO
Respuesta natural del doliente
Sentimientos de tristeza, fracaso y
frente a una ruptura amorosa.
decepción por la destrucción de los sueños y proyectos compartidos. Miedo ante un futuro incierto e ira porque siente que no ha cumplido su proyecto familiar.
El psicólogo J. William Worden asegura que el dolor por la pérdida consta de 4 dimensiones:
En primer lugar, la dimensión emocional en donde el doliente atravesará sentimientos de impotencia, tristeza, culpabilidad, enojo, nostalgia, reproche, soledad, ansiedad, entumecimiento, etc.
En segundo lugar, la dimensión física que se manifiesta a través de sensaciones en el cuerpo como, por ejemplo, falta de aliento, palpitaciones, vacío en el estómago, boca seca, dolor de cabeza, fatiga muscular, opresión en el pecho, falta de energía, hipersensibilidad a los ruidos, etc.
En tercer lugar, se encuentra la dimensión cognitiva que se expresa a través de las alucinaciones visuales y/o auditivas, incredulidad, preocupación, falta de concentración, hiperactividad, confusión, etc.
Por último, se encuentra la dimensión conductual reflejada en el llanto, suspiros, atesoramiento de objetos de la persona fallecida, aislamiento social, visita de lugares significativos, trastornos en el sueño y la alimentación, sueños con el ser querido fallecido, etc.
En el artículo: “Manifestaciones del proceso de duelo” tocamos más a fondo este tema.
Es que el duelo es una crisis existencial que requiere nuevas respuestas para encontrar un sentido a la vida, porque la pérdida de ese ser querido nos cambia irremediablemente. Podemos experimentar emociones confusas y muchas veces contradictorias que, como las olas del mar, se alejan de la orilla y luego regresan a veces con más calma y otras veces con mayor intensidad hasta ir recuperando lentamente la sensación de control y previsibilidad que creíamos perdida. Sin embargo, existen algunos sentimientos que pueden perjudicar el normal desarrollo del duelo y que deben ser alertados por quien transita este camino, como: la culpa, la idealización de quien ha fallecido, el rol de víctima, la negación de la muerte, el resentimiento, la fidelidad hacia quien murió, la comparación con otros duelos, etc. Hay quienes experimentan muchos de estos sentimientos o tan solo uno de ellos, mientras que otras personas no se encuentran en absoluto identificados con ellos. En todo caso, son emociones que deben ser inmediatamente identificadas y alertadas ya que funcionan como muros que cada doliente debe superar para elaborar saludablemente esta ausencia. No olvides que el duelo es un viaje único e individual que no tiene horarios ni fechas… Con el apoyo de tus amigos y familiares así como con el respeto y amor hacia ti mismo es posible compartir estas emociones y poco a poco aprender a sobrellevar el dolor de esta ausencia ¿La clave del duelo? Permitirnos experimentarlo en todas sus dimensiones a pesar de aquellos impulsos que quisieran alejar a este dolor abrumador de nuestra mente. Sólo así será posible crear un nuevo vínculo con el ser querido fallecido y reconstruir nuestra vida.
La diferencia entre dolor y sufrimiento 18 septiembre, 2012 Creado el 18 septiembre, 2012 en: Duelo
Podemos definir el dolor como un estado de total desequilibrio que nos hace daño y que es causado por un impacto fuerte, duro y desestabilizador a raíz de una agresión o pérdida. Afecta física, emocional y mentalmente, y perdura hasta que la persona se pueda restablecer.
El sufrimiento suele tener las mismas causas, pero puede indicar la potenciación emocional y/o mental del desasosiego y malestar. A veces puede llevar a una imposibilidad de reacción y la negación de encontrar remedio y solución. Todos hemos experimentado que la pérdida de lo que más queremos, trastorna tanto que el resultado es un desbarajuste total. Todos los elementos que antes nos proporcionaban lo que necesitábamos para poder hacer frente a la vida y sus dificultades, de pronto dejan de estar, ya que posiblemente lo que más nos ayudaba a mantenernos seguros y protegidos era precisamente la persona que se ha ido. El daño causado por esta ausencia de lo imprescindible multiplica más allá de lo que podemos aguantar la dificultad de la situación extrema en la que nos encontramos. El dolor resultante es lógico y nadie niega que va a ser extremadamente difícil de superar. Ese tiempo necesario para recomponer y restaurar es lo que llamamos duelo. Algunos ya hemos pasado por las distintas fases e intuimos lo que vamos a necesitar para conquistar una vez más el equilibrio necesario para superar y retomar nuestra vida que de pronto ya no tiene nada que ver con lo que era antes. Uno de los desenlaces que ya conocemos muchos de los que estamos en los grupos de duelo, ha sido la transformación del dolor en la capacidad de ir más allá y potenciar el amor. Vivir este cambio nos ha hecho capaces de acompañar, apoyar y aliviar, gracias a haber podido sobrevivir lo peor que nos ha podido pasar y cosechar los recursos que ese esfuerzo suele proporcionar. Esta transformación puede ser simbolizada por la mariposa, que también puede representar a nuestro ser querido que ya no está. La mariposa como vemos en mi libro De oruga a mariposa marca el final de todo proceso de duelo y nos devuelve el vuelo que nos une para siempre con ese ser querido que ya se encuentra por encima de todo dolor, todo sufrimiento. Cada proceso de dolor sincero acaba con el nacimiento de la mariposa. El otro camino que nos puede atrapar y alejarnos de un desenlace liberador es el sufrimiento. El sufrimiento destaca todo lo peor de la situación que estamos viviendo. Es como si nos pusiéramos unas gafas que sólo nos permiten ver lo negativo y dañino. No quiero negar los efectos de lo que podría ser la pérdida mayor que jamás nos ha enfrentado pero si quiero destacar la capacidad que tenemos de sobreponernos una y otra vez para seguir con todo lo que en un principio compartíamos, sea una pareja, unos padres o incluso un recién nacido. La presencia larga o corta de ese ser que ya forma una parte importantísima nuestra nos ha proporcionado esa parcela de felicidad y maravilla que sólo nos pueden regalar aquellos que queremos a través de los lazos sutiles e irrompibles del amor. Y esos lazos jamás desaparecen. Incluso podríamos decir que están más fuertes que nunca ya que el amor no es materia y ese vínculo sutil es el más fuerte de todas las uniones capaz de sobrevivir cualquier ausencia, cualquier reto y convertirse en nuestra razón de ser para seguir adelante por encima de todo. Llega un momento en el que sabemos que la distancia no ha podido y no podrá y eso nos salva del sufrimiento y la tiranía de lo perecedero.
No quiero que os quedéis con la idea de que el sufrimiento es para siempre ya que aunque difícil de superar porque conlleva muchas veces la desaparición de la esperanza, somos capaces de poder con todo y en cualquier momento podemos cambiar. La capacidad para el cambio es la herramienta más potente que tenemos, no sólo en las situaciones difíciles sino incluso en aquellas que parecen imposibles. Desde la situación más dura cuando creemos no poder seguir adelante, tenemos que confiar en nosotros y en nuestro poder de transformación. Nadie está exento de volver a renacer, por mucho que seamos presos de la desesperación y el sufrimiento. En cualquier momento podemos sorprendernos y cambiar lo que parecía imposible. Muchos hemos conquistado lo imposible y estamos ayudando a que otros también puedan.
La partida de mi beba me despertó y me iluminó la existencia" A los dos meses y medio de embarazo, se enteró que su hija tenía Anencefalia y que al nacer no iba a vivir más que unos minutos, pero decidió llegar hasta el final SEGUIR
Carina Durn PARA LA NACION VIERNES 21 DE ABRIL DE 2017 • 00:27
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Cecilia tenía mucho miedo. Temía dejar de llorar y extrañar a Jazmín. Y ese temor, profundo y absorbente, la angustiaba hasta ahogarla. Creía que si dejaba de hacerlo, si dejaba de llorar, la iba a olvidar. Por eso, ella no se daba permiso para volver a ser feliz. Su historia con Jazmín comenzó en el año 2010. Cecilia Carena estaba embarazada de dos meses y medio y fue junto a su marido, Santiago, a hacerse una ecografía de rutina. Ese día se enteraron de que Jazmín tenía una malformación no compatible con la vida llamada
Anencefalia. Significaba que durante el momento del parto, o tal vez unos minutos más tarde, su bebé iba a dejar de vivir.
..
Desde el primer instante, Cecilia supo que debía recorrer el camino hasta el final. Sintió que acompañar y recibir a su hija con todo el amor del mundo, iba a ser la misión más importante de su vida. Y lo fue. Jazmín nació el 27 de junio del 2011 y vivió durante 30 maravillosos y perfectos minutos. La recién nacida estuvo con Cecilia y con su marido todo ese tiempo y algunas horas después. Ella recuerda que apenas nació, se miraron a los ojos y se dijeron todo. Pudo decirle cuánto la amaba, cuánto la había esperado y cuánto le había cambiado su vida. Y Cecilia sintió que Jazmín le decía lo mismo, con sus ojos enormes y con esa mirada tan profunda, inolvidable. Ese día lo atravesó llena de sentimientos encontrados. Por la mañana, mientras estaba con Jazmín, se sintió plena. Recuerda que con Santiago lloraron, pero que a su vez experimentaron una sensación fuerte de liviandad, de paz por haber llegado hasta el final.
De la paz, al dolor y la bronca Sin embargo, con el transcurrir de las horas, esa paz se fue diluyendo para darle lugar al dolor. Al dolor más fuerte y profundo del mundo. De pronto, se encontró atrapada en una
nube negra de pena, de bronca y de odio. Le dolía muchísimo el cuerpo por la cesárea y sus consecuencias, pero ese padecimiento ni se acercaba al pesar intenso que sentía en su corazón. Le dolía tanto, que llegó a pensar que nunca más iba a ser feliz. Sintió que su vida se había terminado; que nada ni nadie iba a devolverle la sonrisa. ¿Cómo volver a hacerlo si había perdido lo más preciado? Había perdido a su hija. Pasaron los días y los meses. Cecilia hacía lo humanamente posible por estar bien. Su hijo mayor, que por aquel entonces tenía un año y medio, le daba las fuerzas para levantarse todas las mañanas y mantenerse activa. Santiago la contuvo siempre. Nunca dejó de sostenerla y apoyarla. Ella sabía que en varias ocasiones él ocultaba su propia pena para no ponerla peor. Santiago fue y es su propio templario, cuidando su cuerpo y su corazón, siempre. Cecilia quería salir del dolor. Quería estar bien para ella y para su familia. Por eso probó de todo: reiki, tapping, curas sanadores, psicología transpersonal. Todo. Finalmente, a los tres meses de la partida de Jazmín, y por recomendación de una hermana del alma, llegó a un lugar, para ella, especial. Uno que sí le resultó. La acompañó su mamá, que también necesitaba encontrar el sentido de la partida de su nieta. Allí escuchó acerca del amor incondicional y la importancia de la meditación y la activación. Aunque su intelecto le decía que no había nada racional en aquel espacio, comprendió que cada ser humano es único en sus creencias y sensaciones. Su corazón, que quería sanar, le indicaba que ese era su camino. Cecilia nunca va a olvidar la primera vez que volvió a sentir felicidad. Ese día, hasta creyó que podía llegar a ser más feliz
que antes. Pero después se impuso ese otro miedo. La culpa por sentirse bien. A pesar de saberse y sentirse mejor, a Cecilia le costó dejar el lugar de víctima y darle permiso al bienestar. Le costó abandonar su apego al lugar de mamá que perdió a su bebita. En esos momentos negros, no podía salir de la cama y sentía que era la mujer más desdichada del mundo. Esos días empezaban mal desde temprano y no podía revertirlos. Eran días en los cuales su marido volvía antes del trabajo para quedarse con ella; a su hijo apenas lo veía.
El mundo con otros ojos Pero también fue en uno de esos días malos, cuando decidió probar algo distinto a quedarse en la cama tirada llorando. Recordó una de las enseñanzas de su espacio de contención y logró tranquilizarse y frenar ese tornado de ahogo y dolor. Fue el primer paso. Una decisión crucial. Para ella, fue la determinación de no darle más lugar al sufrimiento. A partir de aquel día, dejó de llorar a Jazmín desde el dolor, dejó de sentir rencor y celos al ver nacer a las bebitas de sus amigas y familiares. Ese día, Cecilia entendió que a Jazmín la tenía consigo en cada momento. Comenzó a sentir que la acompañaba y guiaba; que su conexión era única y que su amor era puro e incondicional. Sin apegos y sin ataduras. Amor de verdad.
..
Cada persona encuentra la puerta de acceso hacia el bienestar de forma diferente. Sin importar el método y los caminos, el primer paso es querer y tomar la decisión. Cecilia decidió que quería ser feliz. Entendió que ya no necesitaba llorar desde el dolor para que su hija no se diluyera de sus recuerdos. Hoy siente que le estará por siempre agradecida por haberla elegido como mamá. La travesía junto a Jazmín, que significa "regalo de Dios", le enseñó a ver el mundo con otros ojos. La despertó y despertó a toda su familia; les iluminó la vida. Para Cecilia nada volverá a ser como antes. Para ella ahora todo es muchísimo mejor y, por ello, se siente una mujer plena.
En esta nota: GRANDES ESPERANZAS
Los niveles de pérdida Tenemos miedo a la soledad y al sufrimiento. Pero hay que aceptar que las decepciones son la antesala de la sabiduría
Ampliar fotoJOAO FAZENDA En conversaciones con amistades suelen aparecer distintas maneras de contemplar el conjunto de una vida vivida. La mayoría suele hacer un ejercicio de apreciación existencial, es decir, admiten que a pesar de los pesares se sienten satisfechas con lo que les ha tocado vivir. Podría haber sido peor, dicen unas. Podría haber sido algo mejor, dicen otras. Pero todas admiten que ha valido la pena sortear las dificultades y gozar de momentos extraordinarios. Las personas solemos disponer de un mecanismo, irreductiblemente tendencioso, para quedarnos con las experiencias buenas, recordar lo mejor, y soslayar lo duro, difícil e incluso extremo. Es una treta psíquica que permite encarar el futuro con una cierta esperanza, y evitar así el vacío existencial, el
sinsentido, la insatisfacción, el desapego, el aburrimiento y, por supuesto, el dolor. Nos llevamos mal con el sufrimiento y aún más con el dolor, tanto físico, el más discapacitador para la felicidad, como aquel otro que reconocemos como desentrañamiento, es decir, el quejío profundo del alma. Cuando la vida queda atrapada entre las polaridades placer o dolor, léase también sufrimiento, toda acción se reduce al logro o a la huida. Todo se reduce al juego entre el deseo y su resistencia. Queremos y a la vez adolecemos. De algún modo intuimos que, sigamos el camino que sigamos, van existir algunos niveles de pérdida. Y eso nos cuesta soportarlo porque, si de nosotros dependiera, lo querríamos todo al menor coste posible. Como los niños.
Madurar es aceptar pérdidas Si tú llamas experiencias a tus dificultades y recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer vigoroso y feliz, no importa cuán adversas parezcan las circunstancias. (Henry Miller) Para Conectarnos Libro “Cómo llegar a ser un adulto”David Richo(Desclée de Brouwer).Película“La vida secreta de Walter Mitty”.Ben Stiller(20th Century Fox).
El indicativo más claro de la madurez, tanto personal como también de una sociedad, es la capacidad de transitar por sus pérdidas, el saberse vulnerable y sostenerse en el dolor propio. Lo que indica precisamente el nivel de inmadurez al que asistimos a diario a nuestro alrededor, es su extraordinaria forma de tapar, distraer, encubrir o negar todo lo que signifique dolor. Se castiga el error. Se modela la competitividad y se exalta la belleza exterior como símbolo de bienestar. El resto son desechos, estorbos, inconvenientes como sentir tristeza, fragilidad o vacío. Es la sociedad del éxito líquido, de la ganancia inmediata, del resultadismo por encima de todo. Con esos parámetros, no es de extrañar que se huya de todo lo que huela a pérdidas. Sin embargo, están por todas partes. No son elección, pero sí
condición de vida. El vivir es expectante, ilusorio a veces, de tal modo que buena parte del tiempo lo acabamos destinando al choque que se produce entre la realidad y nuestras expectativas. Ahí es dónde empezamos a perder aunque no lo parezca, aunque no lo lloremos. David Richo, psicólogo clínico, propone seis afirmaciones para ser dichas y escritas en referencia al duelo: 1. Estoy y me siento triste y enfadado porque mi(s) progenitor(es) no me defendió/defendieron. 2. Estoy agradecido porque, en consecuencia, comienzo a aprender a defenderme por mí mismo. 3. Me imagino en mi infancia diciendo, con éxito, lo que pienso. 4. Perdono a mis padres por no defenderme. 5. Suelto la expectativa de que las demás personas me defiendan (aunque aprecio cuando lo hacen). 6. Ahora me defiendo a mí mismo con total poder y efectividad.
Tenemos la certeza de que las cosas serán como queremos. Cuando nos vamos dando cuenta de que no será así, primera pérdida, abandonamos la certeza por la esperanza de que así sea. Cuando la esperanza no es suficiente, segunda pérdida, luchamos, forzamos las cosas para que sean como queremos. Cuando somos conscientes de que ni así lograremos nuestros propósitos, tercera pérdida, comprendemos que el mundo no es como quisiéramos que fuera, ni los demás actúan como nos gustaría. Tres pérdidas, al menos, que no son dolidas hasta el final. Por eso, una crisis conlleva la caída amontonada de pérdidas anteriores. Un ejemplo lo encontramos en las relaciones. Cuando se establece un divorcio, ese no es el instante crítico, la gran pérdida de la relación. Ya lleva tiempo
acarreando mermas. Se esfumó el enamoramiento, la atracción por la cotidianidad, la esperanza de volver al principio, el rol de amantes para ser padres, la relación entre los hijos y las tareas, el amor porque se perdieron el uno al otro. El divorcio solo significa el duelo de todas las pérdidas. Por eso, ante la sensación de insatisfacción, frustración o resentimiento cabe preguntarse: ¿qué expectativa se ha frustrado? ¿Qué ilusión se ha roto? Afrontamos así verdades que también aprendemos de mayores: nada es eterno. Todo pasa. Todo cambia. La vida no funciona como funcionamos nosotros. La vida es hermosa y dolorosa a la vez. Cómo integrar esas dos partes, sin morir en el intento.
Miedo al vacío El vacío interior esconde tras de sí la misma cantidad de plenitud. Simplemente es cuestión de aceptarla. (Jung) Una vez cazados por la frustración, por la insatisfacción o por el enfado. Una vez somos capaces de reconocer el dolor, la rabia, la tristeza, el resentimiento o la vergüenza, abre sus fauces un segundo sentimiento más profundo: el vacío. Ese es el que intentamos evitar a toda costa. Nos parece angustiosamente insoportable, cuando en realidad es el puente que necesitamos para lograr una auténtica catarsis emocional. Los niños tienen la extraordinaria capacidad de alejarse del dolor con un nuevo entusiasmo. Su catarsis consiste en cambiar la atención de un objeto a otro, de una ilusión a otra en cuestión de segundos, eso sí, en medio de llantos y rabietas. De mayores somos algo más sofisticados. A las heridas del alma le ponemos tiritas o vendas ilusorias, ahorrándonos en lo posible la parte dolorosa, es decir, el encuentro con nuestras sombras, con lo más frágil y vulnerable.
Por eso preferimos hacer muchas cosas, llenar la agenda, acudir a muchas citas y actividades, comer compulsivamente, caer en adicciones y el sexo se usa más como consuelo que como placer. Por no llorar, por no sentirnos solos nos convertimos en expertos en el arte del engaño. Por no afrontar el duelo, empezamos lo antes posible una nueva relación, un nuevo trabajo, una nueva vida, sin tiempo a reposar los aprendizajes y sin tiempo a cicatrizar las heridas. Cuando aparece el lobo del vacío complica demasiado una visión más fértil de su apariencia. No puede haber confianza en uno mismo si desconfía de ese proceso regulador. El pleno vacío de Occidente contrasta con el vacío pleno que viven en Oriente. Es cuestión de aprender a cambiar la perspectiva, darnos cuenta de que de ese vacío emergen todas las posibilidades. El vacío no es una nada. Es un espacio interior, un contenedor que admite todo lo que queramos ser. Si, por el contrario, uno anda demasiado lleno, sin espacios, se condena a ser una mera y continua repetición de sí mismo. Otra manera de llenarse.
El duelo como respuesta adaptativa Héroe es todo aquel que ha vivido a través del dolor y ha sido transformado por él (David Richo) Solemos pensar en el duelo como la forma de despedir a nuestros muertos. No obstante, a lo largo de una vida sufrimos de algunas o muchas pérdidas referidas a nuestras expectativas, sueños, compromisos, actividades y sobre todo relaciones. Es como si fuera uno de esos procesos que cuanto antes lo aprendamos mejor. En estos casos, consiste fundamentalmente en el arte de soltar. El duelo es la respuesta adaptativa a la pérdida. Soltamos, no sin dolor, lo que ya es irrecuperable, lo que no volverá a suceder, la idea ilusoria que ahora debemos abandonar para vivir una vida más auténtica. Pero tenemos miedo. Miedo al dolor, al vacío, a la soledad y la invisibilidad. No me extraña. Como
apunta Richo: “El cambio significa pérdida. Abrirse significa rechazo. La soledad muerte. La intimidad significa abandono”. Todo son posibilidades según vivamos en la confianza o en el miedo. Cuando repasamos nuestra vida solemos tener esa perspectiva satisfactoria. Vemos lo bueno. Intentamos olvidar lo doloroso. Es pura supervivencia del ego. No obstante, si queremos que nuestra vida sea íntegra, además de satisfactoria, hay que aprender a darle valor a nuestra extraordinaria capacidad para transformarnos, sea por el camino del anhelo, o lo sea a través del dolor. Lo bueno no es solo vivir cosas bonitas, sino embellecerse en el proceso de duelo y aceptar que las decepciones son la antesala de la sabiduría ARCHIVADO EN:
Cómo ayudar a una persona en duelo: 11 cosas que hacer cuando no estás seguro de qué hacer ¿Cómo ayudar a una persona en duelo? Muchas personas quieren ayudar a un amigo en duelo o a un miembro de la familia que está experimentando una pérdida severa; Pero en momentos como estos, muchas veces las palabras nos fallan, dejándonos preguntándonos qué hacer o qué decir.
Índice de Contenidos [Ocultar] 1 Cómo ayudar a una persona en duelo: 11 Reglas Básicas 2 #1 El duelo pertenece al doliente o 2.1 Apoya y sigue los pasos del doliente 3 #2 Permanece presente y expresa la verdad o 3.1 Permanece presente con tu amigo o 3.2 No hagas declaraciones generalizadas 4 #3 No trates de arreglar lo que no tiene arreglo o 4.1 No trates de quitar el dolor de tu amigo en duelo 5 #4 Prepárate a presenciar el dolor insoportable de tu amigo o familiar en duelo 6 #5 Esto no tiene que ver contigo o 6.1 No tomes las cosas personal 7 #6 Anticípate, no preguntes o 7.1 La persona en duelo no tiene la energía, ni la capacidad o el interés de llamar o 7.2 Haz ofertas concretas 8 #7 Haz las cosas recurrentes o 8.1 Identifica qué tareas o actividades puedes hacer tu por tu amigo o 8.2 No trates de hacer cosas irreversibles 9 #8 Hagan tareas juntos 10 #9 Se el mensajero
11 #10 Educa y defiende 12 #11 Ama
Cómo ayudar a una persona en duelo: 11 Reglas Básicas Algunas personas tienen tanto miedo de decir o hacer algo incorrecto que optan por no hacer nada en absoluto. No hacer nada en absoluto es sin duda una opción, pero esta no suele ser muy buena. Si bien no hay una forma perfecta de responder o apoyar a alguien que te importa, aquí hay algunas buenas reglas básicas que puedes seguir; gracias a Megan Devine, una terapeuta con más de 10 años de experiencia. Prepárate para descubrir cómo ayudar a una persona en duelo con estas 11 reglas básicas.
#1 El duelo pertenece al doliente
Cómo ayudar a una persona en duelo: En primer lugar, es importante que sepas que el duelo pertenece al doliente.
Apoya y sigue los pasos del doliente
Tú tienes un papel de apoyo, no el papel central, en el dolor de tu amigo. Esto puede parecer un poco extraño. Muchas de las sugerencias y consejos brindados al doliente suponen decirle que deben hacer esto de manera diferente o sentirse de manera diferente… Sin embargo, tenemos que entender que el duelo es una experiencia muy personal; un proceso que pertenece enteramente a la persona que lo experimenta. Tú puedes pensar que harías las cosas de otra manera si te hubiera sucedido a ti; pero la verdad es que este dolor le pertenece a tu amigo, así que sigue sus pasos.
#2 Permanece presente y expresa la verdad Permanece presente con tu amigo
Es tentador hacer declaraciones sobre el pasado o el futuro cuando la vida presente de tu amigo tiene tanto dolor. Tú no puedes saber lo que será el futuro, -ni para ti o tu amigo – así que no se sabe si luego será mejor. Permanece presente con tu amigo, incluso cuando el presente este repleto de dolor.
No hagas declaraciones generalizadas También es tentador hacer declaraciones generalizadas sobre la situación en un intento de calmar a tu amigo. Tú no puedes saber si el ser querido fallecido de tu amigo termino su trabajo aquí, o si está en un lugar mejor. Estas trivialidades sabias y generalizadas no son útiles.
Cómo ayudar a una persona en duelo: Quédate con la verdad: esto duele. Te quiero. Estoy aquí.
#3 No trates de arreglar lo que no tiene arreglo La pérdida de tu amigo no puede ser reparada o resuelta. El dolor en sí no puede ser mejorado.
No trates de quitar el dolor de tu amigo en duelo No digas nada que trate de arreglar lo que no tiene arreglo y lo harás muy bien. Es un alivio inexplicable contar con un amigo que no trate de quitar el dolor.
#4 Prepárate a presenciar el dolor insoportable de tu amigo o familiar en duelo Hacer esto, mientras prácticas el punto anterior, es sumamente difícil.
#5 Esto no tiene que ver contigo Estar con alguien en su dolor no es fácil. Surgirán cosas – estrés, preguntas, ira, miedo, culpa. Tus sentimientos seguramente serán heridos. Puedes sentirte ignorado y no apreciado.
No tomes las cosas personal Por favor, no lo tomes personal, y por favor no te desquites con el doliente. Encuentra a tu propia gente en la que apoyarte en este momento – es importante que tú seas apoyado mientras apoyas a tu amigo.
#6 Anticípate, no preguntes
Cómo ayudar a una persona en duelo: No digas: llámame si necesitas algo, porque tu amigo no llamará.
La persona en duelo no tiene la energía, ni la capacidad o el interés de llamar No porque no lo necesite, sino porque identificar una necesidad, averiguar quién puede llenar esa necesidad y luego hacer una llamada telefónica para preguntar es mucho más difícil de lo que tú crees. Tu amigo en duelo no tiene la energía, ni la capacidad o el interés de hacerlo, así que anticípate.
Haz ofertas concretas Haz ofertas muy concretas: Estaré en tu casa a las 4:00 pm del jueves… O voy a pasar por tu casa todos los días en la mañana en mi camino al trabajo para darle a tu mascota un paseo rápido. Se confiable.
#7 Haz las cosas recurrentes La parte difícil del proceso del duelo no puedes hacerla tu (mira la regla básica #1), pero si puedes disminuir la carga de los requisitos de vida normales para tu amigo.
Identifica qué tareas o actividades puedes hacer tu por tu amigo
Piensa qué tareas o actividades repetitivas puedes hacer tú por la persona en duelo; cosas como caminar al perro, palear la nieve y traer el correo son muy buenas opciones. Apoya a tu amigo con cosas pequeñas y ordinarias; estas cosas son evidencia tangible del amor.
No trates de hacer cosas irreversibles Como lavar la ropa o limpiar la casa, a menos que primero consultes con tu conocido en duelo.
Por ejemplo: esa botella de refresco vacía al lado del sofá puede parecer basura, pero puede haber sido dejado allí por su esposa el otro día. La ropa sucia puede ser la última cosa que huele como ella.
#8 Hagan tareas juntos Dependiendo de la circunstancia, pueden haber tareas difíciles que necesitan ser atendidas – tales como compras de ataúd, visitas fúnebres, el arreglo de las cosas de las habitaciones, etc. Ofrece tu ayuda y sigue adelante con tus ofertas. Sigue el ejemplo de tu amigo en estas tareas. Tu presencia es poderosa e importante. Las palabras son a menudo innecesarias. Recuerda la regla básica # 4: soporta el dolor y acompaña a tu ser querido en duelo.
#9 Se el mensajero Para el nuevo doliente, la cantidad de personas que quieren mostrar su apoyo puede resultarle una escena sumamente abrumadora. Lo que es un tiempo intensamente personal y privado puede comenzar a sentirse como vivir en una pecera. Pueden haber maneras de proteger y apoyar a tu amigo, ¿cómo cuales? encargándote de transmitir la información al mundo exterior.
#10 Educa y defiende Quizás veas que otros amigos, miembros de la familia y conocidos piden información sobre tu amigo. Tú puedes, en esta oportunidad, ser un gran mentor, aunque sutilmente. Puedes normalizar el dolor con respuestas como:
Ella tiene buenos momentos y malos momentos y así será por un tiempo. Una pérdida intensa cambia cada detalle de tu vida. Si más adelante preguntan por tu amigo, podrías decir cosas como:
El dolor nunca se detiene realmente. Es algo que llevas contigo de diferentes maneras.
#11 Ama Cómo ayudar a una persona en duelo: Sobre todo, muestra tu amor. Aparece. Di algo. Haz algo. Tienes que estar dispuesto a pararte al lado del agujero que se abrió en la vida de tu amigo, sin estremecerte ni alejarte. Tienes que estar dispuesto a no tener ninguna respuesta. Escucha. Prepárate a estar allí, presente. Sé un amigo. Ama. El amor es lo que dura.
Fuente: Megan Devine (2016, Febrero 22). How To Help a Grieving Friend: 11 Things to Do When You´re Not Sure What to Do. Extraído de: http://www.huffingtonpost.com/megan-devine/death-anddying_b_4329830.html
Megan Devine es la autora de Everything is not Ok: un programa de audio para el dolor. Ella es una consejera clínica licenciada, escritora y defensora del dolor. Puedes encontrarla en www.refugeingrief.com o en www.facebook.com/refugeingrief Compártelo:
Home Duelo Aceptando y Conviviendo con las Fases del Duelo: El Camino a la Sanación
Aceptando y Conviviendo con las Fases del Duelo: El Camino a la Sanación Duelo Febrero 6, 2017 0
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Aceptando y conviviendo con las fases del Duelo: Cuando nos enfrentamos a tantos hechos lamentables y eventos estresantes, muchos nos preguntamos:
¿Cómo podemos ayudarnos nosotros mismos y a nuestros seres queridos a curar?
Índice de Contenidos [Ocultar] 1 El camino a la sanación: Aceptar y Convivir con las Fases del Duelo o 1.1 ¿Por qué no debemos reprimir nuestros sentimientos? 1.1.1 Reprimir nuestros sentimientos nos trae consecuencias a largo plazo o 1.2 Las fases del duelo y sus manifestaciones 1.2.1 No todos atravesamos por las cinco fases del Duelo o 1.3 Fases del Duelo: ¿Cuáles son? 1.3.1 Primera etapa del duelo: Negación 1.3.2 Segunda etapa del duelo: Negociación 1.3.3 Tercera etapa del duelo: Tristeza, soledad y depresión 1.3.4 Cuarta etapa del duelo: Ira 1.3.5 Quinta etapa del duelo: Aceptación o 1.4 Todos somos personas distintas, no somos replicas y la sanación puede tomar el tiempo que nuestro cuerpo y mente necesiten 1.4.1 Tomar el tiempo que necesitemos
El camino a la sanación: Aceptar y Convivir con las Fases del Duelo El duelo es una respuesta natural que ocurre luego de atravesar acontecimientos lamentables y dolorosos.
El único camino que tenemos hacia la sanación es aceptar y convivir con las distintas fases del duelo. Aceptar y convivir, no reprimir.
¿Por qué no debemos reprimir nuestros sentimientos? Muchos pacientes clínicos tienen que aprender a hacer frente a su duelo y otras sensaciones. Sin embargo, en nuestra sociedad actual, pareciera que hemos aprendido a reprimir nuestros sentimientos -y a no tratar con ellos-. Y es que pensamos que no tenemos tiempo para trabajar a través de nuestras emociones.
Reprimir nuestros sentimientos nos trae consecuencias a largo plazo
Ahora, el problema de reprimir nuestros sentimientos es que, a largo plazo, nuestro cuerpo va a querer expresar y lidiar con esos sentimientos. Si no permitimos que nuestro cuerpo maneje nuestros sentimientos a través de su curación natural, nuestro cuerpo puede, en un momento u otro, obligarnos a lidiar con esto, queramos o no.
Las fases del duelo y sus manifestaciones Las fases del duelo o los sentimientos de tristeza pueden manifestarse de otras maneras, como por ejemplo: en dolor, fatiga, insomnio o en el agravamiento de problemas de salud ya existentes. En algunos casos, poner el dolor a un lado por un tiempo, hasta que podamos tratar con él de manera más eficaz, puede estar bien. Sin embargo, una supresión de sentimientos a largo plazo no es algo recomendable.
No todos atravesamos por las cinco fases del Duelo
Hay conceptos que tratan sobre las Etapas del Duelo, pero tenemos que tener muy claro que no todas las personas que atraviesan por el duelo experimentan cada una de las fases. Y es que como todos somos individuos únicos y diferentes, también podemos manejar el duelo de manera diferente.
Los conceptos de las fases del duelo están destinados a ayudarnos a entender lo que puede ocurrirnos cuando algo potencialmente traumático nos sucede y tenemos que tratar con él.
Las etapas del duelo nos permiten iniciar un proceso de aprendizaje.
En los casos de pérdida de seres querido, el duelo es una experiencia que nos permite entender que si es posible convivir con dicha pérdida y continuar en una realidad en la que nuestro familiar o amigo cercano fallecido ya no está.
Fases del Duelo: ¿Cuáles son? Primera etapa del duelo: Negación En la primera etapa del duelo, es posible experimentar signos de negación, shock y/o entumecimiento. Esta fase nos ayuda a protegernos del impacto inicial del evento.
Esta primera fase del duelo es un mecanismo de defensa para que no nos agobiemos por los eventos traumáticos; también nos da tiempo para digerir lentamente la información, hasta que podamos reconocer el impacto total del evento.
Segunda etapa del duelo: Negociación En esta fase del duelo empezamos a pensar qué pudimos haber hecho diferente y si hubiésemos podido alterar el resultado final actuando de alguna manera distinta. Trabajar de manera efectiva en esta fase es importante para ayudarnos a sanar; y también para no quedarnos atrapados con sentimientos de falta de resolución o culpa excesiva.
Tercera etapa del duelo: Tristeza, soledad y depresión
Luego avanzamos a la fase donde sentimos tristeza, soledad y depresión. En esta fase es muy importante buscar ayuda en caso de necesitarla. Recurrir a personas con las cuales te sientas seguro, a grupos de apoyo y/o terapeutas es muy útil en esta etapa del duelo.
Cuarta etapa del duelo: Ira A medida que emergemos de la tristeza por la pérdida, podemos sentir una sensación de ira e injusticia. La fase de ira también es una parte natural del proceso de curación. El apoyo y la terapia, así como la participación de los seres queridos, es muy importante en esta fase. Esta fase puede llegar a ser muy abrumadora si no estamos acostumbrados a estas emociones y no hemos aprendido a tratar eficazmente con ellas.
Quinta etapa del duelo: Aceptación
En la fase de aceptación, aprendemos a aceptar la pérdida y a integrarla en nuestra vida. No significa que estamos bien con la pérdida o tragedia; sino más bien que nuestras emociones, cuerpo y emociones son capaces de aceptar los eventos que han ocurrido. Finalmente, vemos la pérdida como algo que podemos asimilar en nuestro día a día, pensamientos y emociones.
Todos somos personas distintas, no somos replicas y la sanación puede tomar el tiempo que nuestro cuerpo y mente necesiten Muchas personas piensan que no es habitual que el duelo se extienda más allá de lo esperado. Muchos se preguntan: ¿Ya no debería de haber terminado mi proceso de duelo? O ¿no debería de estar aún molesto por esto? Pero, es importante entender que la sanación puede tomar lo mucho o poco que tu cuerpo y mente necesite para sanar y recuperarse de dicha tragedia y pérdida. Estos conceptos de duelo pueden ayudarnos a entender como una persona maneja el duelo, sin embargo, el proceso difiere, en diversos grados, de persona a persona.
Tomar el tiempo que necesitemos Así que, tenemos que tomar nuestro tiempo; lo más importante es que recibamos el apoyo y la ayuda que necesitamos durante el proceso de sanación. Debemos saber que podemos experimentar nuevamente una fase anterior al proceso de duelo, y que eso es completamente normal también. Todos experimentamos el duelo un poco diferente; también podemos experimentar un episodio de una manera diferente a otro episodio. Las etapas del duelo se utilizan como una guía para ayudarnos a identificar por qué sentimos lo que sentimos en las distintas etapas de sanación. Sin embargo, no significa que no seamos “normales” si nuestro proceso de duelo es un poco diferente. Es hora de emprender un nuevo camino; es nuestro momento de aprovechar esta oportunidad para ayudarnos a nosotros mismos a sanar y a ayudar a quienes nos rodean a aprender a manejar de manera adecuada las emociones, en lugar de suprimirlas.
Referencias: Julie Chen, MD (2013, 17 de Julio). Accepting and Embracing Grief: A Road to Healing. Extraido desde: http://www.huffingtonpost.com/julie-chen-md/grievingprocess_b_3596307.html Compártelo:
10 Lecciones de Vida de la Doctora KüblerRoss Publicado 16 Octubre, 2016 en Pensamientos/PSICOLOGÍA por Redacción Qmayor
1. Durante toda la vida se nos ofrecen pistas que nos recuerdan la dirección que debemos seguir. Si no prestamos atención, tomamos malas decisiones y acabamos
con una vida desgraciada. Si ponemos atención aprendemos las lecciones y llevamos una vida plena y feliz, que incluye una buena muerte.
2. Os daréis cuenta de que erais vosotros mismos vuestros peores enemigos, puesto que en el túnel debéis reprocharos el haber dejado pasar tantas oportunidades para crecer. 3. Cada uno de nosotros puede convertirse en un monstruo nazi, pero de igual manera cada uno tiene la oportunidad de llegar a ser la Madre Teresa de Calcuta. 4. El sentido del sufrimiento es éste: todo sufrimiento genera crecimiento. Nada de lo que nos ocurre es negativo, absolutamente nada. Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes, son siempre regalos. 5. No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a sí mismo. 6. Los moribundos siempre han sido maestros de grandes lecciones, porque cuando nos vemos empujados hacia el final de la vida es cuando la vemos con mayor claridad. Al compartir con nosotros sus lecciones, los moribundos nos enseñan mucho sobre el inmenso valor de la vida en sí. 7. Estamos aquí para sanarnos unos a otros y a nosotros mismos. No una sanación como en la recuperación física, sino una sanación mucho más profunda. La sanación de nuestros espíritus, de nuestras almas. 8. En tiempos antiguos, la comunidad solía tener lugares para reunirse donde los niños y los adultos escuchaban, mientras los ancianos y ancianas contaban historias de la vida, de los desafíos de la vida, y las lecciones que pueden extraerse de los últimos momentos de una vida. La gente sabía que a veces nuestras lecciones más importantes se hallan en los momentos de mayor sufrimiento. 9. Es muy importante que hagáis lo que de verdad os importe… sólo así podréis bendecir la vida cuando la muerte esté cerca. 10. Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa. Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.
Elisabeth Kübler Ross (Zúrich, 8 de julio de 1926-Scottsdale, Arizona, 24 de agosto de 2004) fue una psiquiatra y escritora suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en la muerte, personas moribundas y los cuidados paliativos. Su libro Sobre la muerte y el morir (1969) expone su conocido modelo de KüblerRoss por primera vez. En esa y otras doce obras, sentó las bases de los modernos cuidados paliativos, cuyo objetivo es que el enfermo afronte la muerte con serenidad y hasta con alegría.
RESILIENCIA EN NIÑOS: 10 consejos para fomentarla Entendemos por Resiliencia la capacidad del ser humano para afrontar las adversidades de la vida, superarlas y salir fortalecido de la experiencia. No se trata de una capacidad innata que se tiene o no se tiene, sino que es algo que podemos aprender y desarrollar, y que debemos fomentar desde la infancia. Esto no implica que un niño resiliente no experimente dolor o angustia. Todo trauma, pérdida o cambio importante llevará asociado cierto dolor emocional que variará en función de las circunstancias. Se trata de aprender a manejar la situación, sobreponerse a ella, transformarla y salir fortalecido. A continuación se exponen algunos consejos para desarrollar la resiliencia en los niños:
1. Hacer amigos
Enseña a tu hijo a establecer relaciones con sus iguales, a hacer amigos y mantenerlos. Al mismo tiempo, asegúrate de que tiene una red familiar sólida en la que se siente amparado y aceptado tal y como es. En la escuela, es fundamental prestar atención a los posibles niños aislados y actuar en consecuencia. Las relaciones interpersonales fortalecen la resiliencia en los niños y les dotan del apoyo social necesario para hacer frente a la adversidad.
2. Ayudar a los demás
Ayudar a los demás permite a los niños sentirse valorados y útiles. Pequeños trabajos voluntarios o tareas adecuadas según su edad pueden contribuir a desarrollar esta habilidad.
3. Mantener una rutina
Establecer y seguir una rutina diaria reconforta a los niños y les proporciona seguridad, especialmente a los más pequeños, ya que les permite saber que están cumpliendo correctamente con sus tareas.
4. Descansar
Tener y seguir una rutina es importante, pero también lo es saber cuándo tomarse un descanso y hacer cosas diferentes. Tan importante es estudiar como jugar, divertirse y dar rienda suelta a su creatividad. La clave está en el equilibrio.
5. Cuidarse
Debemos inculcarles desde pequeños la importancia de cuidarse a ellos mismos a través de la alimentación, el deporte, el juego o el descanso. No debemos olvidar que los adultos somos modelos para ellos, por lo que debemos predicar con el ejemplo.
6. Fijarse metas
Ayúdales a que establezcan desde pequeños metas y objetivos razonables en su vida y a que avancen paso a paso hacia ellos. Recibir elogios por sus progresos les permitirá centrar su atención en los logros y desarrollar la percepción de autoeficacia y confianza en sí mismos para salir adelante ante los desafíos de la vida.
7. Fomentar una autoestima positiva
Recuérdale cómo supo lidiar con éxito con las dificultades en el pasado y ayúdale a comprender que los desafíos de la vida le permiten desarrollar el aprendizaje y la fortaleza que necesita para manejar los desafíos futuros. Ayúdale a que aprenda a confiar en sí mismo tomando sus propias decisiones y resolviendo sus problemas. Enséñale a tomarse las cosas con humor y a reírse de sí mismo.
8. Actitud positiva ante la adversidad
Incluso en los momentos más dolorosos, ayúdales a ver las cosas con una perspectiva más amplia y a largo plazo. Los niños tienen dificultades a la hora de imaginar el futuro, pero es importante hacerles ver que la situación actual es pasajera, y que el futuro puede traer cosas muy positivas a sus vidas. Fomentar en ellos una actitud optimista les
permitirá focalizarse en el lado bueno de las cosas y a querer seguir adelante incluso en los momentos más duros.
9. Autodescubrimiento y autoconocimiento
Los momentos difíciles brindan la oportunidad a los niños a aprender más sobre sí mismos. Ayúdale a que sea consciente de que la manera que tiene de afrontar la adversidad es una prueba de su fortaleza.
10. Aceptar que el cambio es parte de la vida
Los cambios de prácticamente cualquier tipo pueden ser muy traumáticos para niños y adolescentes. Debemos ayudarles a ver que el cambio forma parte de la vida y que las metas que han demostrado ser inalcanzables puedes sustituirse por otras igualmente válidas.
Cómo explicar la muerte a un niño
93HAZ CLIC PARA COMPARTIR EN FACEBOOK (SE ABRE EN UNA VENTANA NUEVA)93 HAZ CLIC PARA COMPARTIR EN TWITTER (SE ABRE EN UNA VENTANA NUEVA) HAZ CLIC PARA COMPARTIR EN PINTEREST (SE ABRE EN UNA VENTANA NUEVA) HAZ CLIC PARA ENVIAR POR CORREO ELECTRÓNICO A UN AMIGO (SE ABRE EN UNA VENTANA NUEVA)
Nacer y morir forma parte ineludible de nuestro ciclo vital. Afrontar este asunto con los niños es algo bastante complicado, ellos están acostumbrados a ver la muerte como algo ajeno a su entorno. La pérdida de un amigo o familiar es un asunto delicado y en la mayoría de las ocasiones muchas veces es un tema evitado en la familia.
Para aclararnos algunos aspectos en cuanto a la muerte se refiere, en Sapos y Princesas hemos hablado con el psicólogo infantil Guillermo Sánchez Gutiérrez.
De cualquier forma para afrontar este tema siempre hay que ir con la verdad por delante “la muerte resulta ya de por sí consustancial al ser humano y evitar hablar de ella es evitar la realidad de nuestra naturaleza” apunta Guillermo. Otro de los errores que solemos cometer algunos padres es querer evitar a nuestros hijos pasar por una situación dolorosa, “hay que discernir entre si estamos queriendo evitar dolor a nuestros hijos o por el contrario no somos capaces de enfrentarnos a la ansiedad que nos genera la situación”. PATROCINADO
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De cualquier forma para afrontar este asunto siempre hay que ir con la verdad por delante Al hablar con un niño sobre la muerte hay que tener en cuenta: 1. Explica de forma clara y con sinceridad lo que ha pasado y lo que pasará. 2. Permite que te haga preguntas. 3. Permite que exprese sus emociones. 4. Ayúdales a identificarse con historias de otras personas, cuentos o películas. 5. No dejes de recordar a la persona fallecida. ¿Tienen qué participar los niños en los ritos funerarios? ¿Es aconsejable? Esta es una de las grandes incógnitas que nos asalta cuando nos enfrentamos al duelo de un ser querido. Guillermo aconseja “incluirlos en los ritos o no en función de la edad y la madures del niño siempre y cuando hayamos explicado en que consistirá aquello a lo que va con suficiente antelación. Si acuden al funeral, no hay que dejarles solos y hay que ir explicando todo aquello que nos vayan preguntando”. Aunque apunta “para que el niño participe o no la edad es algo a tomar en cuenta ya que a partir de los 3 años y hasta los 6 saben que es la muerte pero no lo que implica, concluye Guillermo. Otros de los grandes fallos que solemos cometer es mentir a los niños y demorar decirles que un ser querido ha muerto, ¿cómo puede afectar esto a los niños? “Esto puede afectar a la confianza que como hijos depositan en los padres puesto que tarde o temprano lo sabrán” Guillermo afirma además que “debemos ser modelos para nuestros hijos y si nosotros mentimos estamos legitimando el hecho”. ¿Qué hay después de la muerte? Es una pregunta sin respuesta para muchos, ¿cómo se lo explicamos a nuestros hijos, sin causarles dolor o un trauma? “Los niños deben saber que hay preguntas que tienen difícil respuesta, la religión para los creyentes aporta una respuesta al paso de la vida a la muerte”. Por otra parte, hay cuentos para niños que ayudan a abordar este tema .“Ayudan quizás a poner palabras que nos faltan, son una manera de poner en imágenes esos pensamientos que los niños no entienden”. Guillermo concluye que “debemos explicar la muerte de forma sincera, sin metáforas y con sus consecuencias desde el primer momento que el niño se haga o nos haga preguntas”.
Ver más de: Bienestar · Psicología · Duelo · Libros para afrontar la muerte
Estilos de apego y relación de pareja Compartido por
Estela Buendía Iglesias
¿Alguna vez te has lamentado de tu mala suerte en el amor? ¿Crees que escoges mal a tus parejas? Y aún percatándote del mal atino con el que lanza las flechas ¿Sigues haciendo diana con el mismo tipo de personas? ¿Por qué tendemos a implicamos en el mismo tipo de relaciones? La manera de estar en una relación amorosa no se improvisa, no parte de un kilómetro cero. Según los teóricos del apego, nuestra manera de estar en las relaciones amorosas depende de nuestra experiencia, desde la infancia y a lo largo de toda la vida, siendo especialmente importante la referida a la sexualidad y a los afectos de apego y amistad. En estas experiencias aprendemos a confiar y desconfiar de lo que pueden dar de sí las relaciones, a intimar o permanecer emocionalmente aislados, a cuidar y ser cuidados o a no ofrecer ni esperar los cuidados de los demás .
Qué es el apego El apego es el vínculo afectivo más primario. Lo establecen los bebes durante el primer año de vida con la persona que les cuida, con uno o varios cuidadores. Salvo situaciones muy extremas, mantienen el apego hacia estas personas durante toda la vida. Incluso cuando éstas mueren, pueden seguir siendo figuras muy importantes.
Las figuras de apego son las personas que más influyen en la socialización de niñas y niños. De éstas se aprende el lenguaje de la intimidad que precisamente usamos en las relaciones de pareja. Además, a través del apego cubrimos nuestra necesidad de seguridad emocional, lo que incluye aceptación, estima, afecto y cuidados eficaces. Una necesidad tan importante como la del alimento, para nuestra correcta subsistencia. La capacidad de establecer nuevos vínculos de apego permanece abierta toda la vida. El apego es un vínculo generoso: cuanto mejor este vinculado el niño al padre y/o a la madre, más probable es que se vincule a otras personas. El desarrollo y crecimiento del individuo hace que los vínculos y figuras de apego cambien. Hazan y Zeifman afirman que la función del apego en la adultez sigue consistiendo en proporcionar apoyo y seguridad. Sin embargo Weiss añade que esa seguridad se otorga “potenciando las capacidades de la propia persona para superar las situaciones que supongan un reto para su seguridad”, en lugar de protegiendo. La figura de apego suele ser la pareja, y los padres o la familia nuclear pasan a tener una posición secundaria.
Apego en la infancia En función de cómo establezca la niña o el niño el vínculo con su cuidador, hablaremos de tres tipos de apego fundamentales:
Apego seguro Estos niños han aprendido que sus cuidadores (al menos uno de ellos) les son incondicionales. Los quieres, valoran y cuidan eficazmente. Saben que estas figuras están presentes o disponibles siempre que las necesitan. El origen de este apego está en el éxito en la relación entre los cuidadores y el niño, en la intimidad lograda, en la disponibilidad y accesibilidad de los cuidadores, en la respuesta pronta, afectiva y eficaz a las demandas del niño, y en la coherencia de las relaciones. Es así como aprenden a sentirse seguros y queridos, confiar en los demás y saberse valiosos.
Apego ansioso-ambivalente
Son niños que establecen un patrón de inseguridad o duda en la relación. No consiguen estar seguros de la incondicionalidad de las figuras de apego (por eso necesitan mucha aprobación, que les demuestren una y otra vez que les quieren), de su disponibilidad o accesibilidad (por eso no aceptan las separaciones), de su cariño de la valoración que hacen de ellos, y por ultimo, de su eficacia. El miedo al abandono, a no recibir respuesta o que ésta sea insuficiente, la duda de cómo les valoran sus cuidadores, está presente. Las causas pueden ser diversas, como la incoherencia en la conducta de los cuidadores, el chantaje emocional como forma de disciplina, la propia inestabilidad en las relaciones entre los padres, etc.
Apego Evitativo Los niños que han desarrollado este apego han aprendido que no pueden contar con sus figuras de apego. No los quieren, ni valoran ni tienen capacidad para ayudarlos. Han aprendido a no expresar ni entender las emociones de los demás, a evitar el contacto emocional que siempre les fue frustrante. Acaban formando una especie de coraza invisible, que les lleva a rechazar la intimidad y a comportarse como si no les importaran los demás. Construyen una aparente autonomía que no es tal, sino que se trata de un conjunto de estrategias aprendidas para sufrir lo menos posible. Las causas son el rechazo emocional de los cuidadores, la falta de respuesta a sus demandas, la falta de interacción íntima, la interacción fría y distante, la falta de disponibilidad y accesibilidad, la ineficacia ante las ayudas que ha necesitado, la minusvaloración, etc.
Estilos amorosos El apego tiende a mantenerse estable a lo largo de toda la vida. Combinado con nuestras experiencias en las relaciones de amistad y amorosas, contribuye a establecer nuestro apego en la edad adulta. Las personas con un estilo de apego seguro están más capacitadas para organizar bien su vida emocional, afectiva y social con o sin pareja estable. Suelen tener una autoestima positiva, más estabilidad emocional en comparación a otros estilos de apego, y mayor optimismo vital. Son Naranjas Enteras, dispuestas a rodar por la vida con otras personas, a intimar y comprometerse con ellas de manera firme y estable en una relación
de pareja, pero tienen también mayor capacidad para vivir sin pareja, mayor capacidad para estar solas. A aquellas con un apego ambivalente, les resulta más difícil construir su autonomía. Son personas inseguras que dudan de su valía y es más probable que sufran de ansiedad. Están tan necesitadas de las demás que les cuesta estar solas. Tienden a verse como Medias Naranjas que inexorablemente necesitan ser completadas. Una vez establecida la relación de pareja, presentan cambios emocionales, contradicciones o ambivalencias. Es frecuente que les asalten miedos y dudas con respecto al otro o a la relación. Necesitan aprobación y confirmaciones continuas, así como comunicaciones frecuentes. Los adultos con estilo evitativo presentan miedo a la intimidad. Piensan que las relaciones íntimas dan problemas, por lo más inteligente es evitarlas. Suelen insistir en las ventajas de no estar emparejado. Si llegan a establecer una relación, tienden evitar que en ella haya fuertes emociones positivas o negativas. La contención, el control y hasta la frialdad emocional es su forma de evitar la intimidad.
Relaciones de pareja A pesar de las similitudes entre el apego en la infancia y la edad adulta, hay una diferencia importante: El vínculo entre dos adultos debe ser simétrico. Cada persona ejerce de figura de apego para la otra de la misma manera que recibe los cuidados de la otra. Esperamos que después de todo lo dicho, no sigas pensando que tienes mala suerte en el amor. En su lugar, te invitamos a que reflexiones sobre: En qué te basas a la hora de escoger pareja. Qué tipo de compañera o compañero buscas y cuál has encontrado. Qué compañero o compañera quieres ser. Responde a estas preguntas, reflexiona sobre tu estilo de apego y el de tu pareja (actual o el de tu ex), y márcate objetivos para conseguir una relación de pareja satisfactoria.
Nota del Editor Se comparte para su descarga en PDF el documento “El apego adulto. Estilos de apego y elección de pareja”, firmado por Olga Barroso Braojos, en el que realiza una revisión teórica sobre la relación que se establece entre los estilos de apego infantil y las dinámicas de pareja. En palabras de la autora: “El objetivo de esta revisión teórica es explicar y detallar los procesos evolutivos mediante los cuales se adquieren las capacidades y competencias emocionales que permitirán construir relaciones de pareja sanas y satisfactorias.”
El duelo: oxigenar la herida que causa la pérdida Alicia Yagüe Fernández 16, Abril 2017 en Psicología28853 compartidos
La vida es una constante sucesión de duelos. A lo largo del tiempo nos desprendemos de entornos, compañeros, familiares, amigos y parejas. Se rompen relaciones, se abandonan lugares, se finalizan etapas. Aparece el duelo. Algunas de estas experiencias pueden ser dolorosas, pero el fallecimiento de un ser querido es sin duda la más dura. Son momentos muy difíciles, tanto que no sabes qué hacer para salir de esa espiral de dolor. No te exijas nada, no tengas prisa por encontrar soluciones y respuestas. No hay reglas escritas sobre qué es lo correcto cuando se pierde un vínculo importante e íntimo. Como seres humanos necesitamos tiempo para curarnos emocionalmente. Esa es precisamente una de las funciones principales del proceso de duelo. “Si quieres poder soportar la vida, debes estar dispuesto a aceptar la muerte” -Sigmud FreudCompartir
Hay duelo donde hay sufrimiento Algunas personas de tu entorno intentarán definir qué es lo que puede ayudarte más, incluso tú mismo puedes presionarte o encontrarte muy confundido. “No entres a su casa” Mejor evita volver a aquel lugar” “Lo que tienes que hacer es regalar sus cosas” “No te tortures mirando sus fotos”. Decide por ti mismo, no evites momentos o situaciones que sientes que tienes que vivir, porque eso a la larga provocará mayor sufrimiento. Haz y di, todo lo que debas y quieras. Equivocarse en decir algo no duele tanto como no haber dicho las cosas. Aunque te invada el dolor: decide por ti mismo. Hay fallecimientos que pueden generar más impacto que otros. Si piensas que la muerte podía haberse evitado, si crees que la persona ha sufrido, si te falta información, si falleció después de una larga enfermedad o quizás la forma en que recibiste la noticia. Muchas personas refieren estar mejor durante los primeros días que al cabo de unos meses. Es una reacción absolutamente normal cuya función es protectora. El estado de shock
inicial es una defensa mental que nos protege ante el dolor desbordante. “Como un mar, alrededor de la soleada vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin” – Rabindranath TagoreCompartir
El sentido de mi vida es el que yo quiera darle
Arantxa Alvaro Fariñas 26, Enero 2016 en Emociones2817 compartidos
En algún momento de nuestra vida o en varios llegamos a preguntarnos qué sentido tiene nuestra existencia. Vivimos el día a día tan rápido, que no tenemos tiempo de pararnos a pensar en nosotros mismos, en lo que somos, en la razón de ser de nuestra vida, en nuestro propósito. Cualquiera de nosotros nos hemos sentido perdidos en determinados momentos, hemos pensado que hemos cometido un error o nos hemos planteado qué estamos haciendo con nuestra vida. Esa sensación de vacío, no tiene por qué ser algo negativo, sino que puede ser un punto de inflexión que nos haga reflexionar sobre aquello que queremos realmente y cómo lograrlo. “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.” -Viktor FranklCompartir
¿Qué es el sentido de mi vida? El sentido de la vida es tema muy debatido en muchos ámbitos a lo largo de la historia. Filósofos, escritores, científicos, teólogos, han tratado de dar una respuesta a esa gran pregunta, pero en realidad no es posible encontrar una respuesta universal, sino que se trata de buscar en nuestro interior y hacernos preguntas para averiguar cuál es el propósito de nuestra existencia. El psiquiatra y escritor Viktor Frankl, fue internado durante la II Guerra Mundial en el campo de concentración de Auschwitz y esa experiencia tan traumática junto a su formación, le ayudaron a realizar una profunda reflexión sobre el sentido de la vida que plasmaría en diversos libros, entre los que destaca el titulado “El hombre en busca de sentido”. El Doctor Frankl, sostenía que la vida tiene sentido en cualquier circunstancia, porque en situaciones de sufrimiento y de adversidad si una persona es capaz de dar sentido a la adversidad, puede convertir su tragedia en un logro, en una forma de superación. “El amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia.” -Viktor Frankl-
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Soy yo quien le da sentido a mi vida Uno de los aspectos fundamentales en cuanto al sentido de nuestra vida, es que no debemos buscar ese sentido fuera de nosotros, en otras personas, en circunstancias que están fuera de nuestro alcance, sino solo dentro de nosotros mismos. Cuando conocemos a otra persona, lo primero que solemos preguntar es ¿Qué haces? o ¿A qué te dedicas?, en lugar de preguntar ¿Quién eres? De esa forma estamos identificando a la persona con su actividad, sin averiguar quién es realmente esa persona. Eso mismo nos ocurre con nosotros mismos, lo correcto no es preguntarse ¿Qué hago? sino ¿Quién soy? Por lo tanto, conocernos a nosotros mismos y sobre todo valorarnos es la base para conocer el sentido de nuestra vida. Resulta esencial reservar un momento para pararnos en medio de la vorágine cotidiana y reflexionar sobre nuestras habilidades, nuestras virtudes, nuestros defectos. Esto nos ayudará a saber quiénes somos y quiénes queremos ser. Cada uno de nosotros escribimos nuestra propia historia, decidimos cómo sentirnos frente a determinadas situaciones y configuramos día a día
nuestra existencia. Pero quizás el secreto sea pararse y hacerse preguntas que nos muestren qué es lo más importante para nosotros. “Considero el ritmo acelerado de la vida actual como un intento de automedicación, aunque inútil, de la frustración existencia. Cuanto más desconoce el hombre el objetivo de su vida más trepidante ritmo le da.” -Viktor FranklCompartir
Preguntas para darle sentido a mi vida
Para darle sentido a nuestra vida, podemos hacernos miles de preguntas porque cada uno de nosotros encierra un universo de respuestas completamente distinto a las que puedan aportar los demás. Pero es ese viaje interior para lograr respuestas es el que nos permitirá alcanzar la paz que necesitamos. ¿Qué es lo más importante de mi vida? Para algunas personas serán sus hijos, para otras su profesión, para otras ser libres. Existen millones de
respuestas, pero la que nos demos a nosotros mismos es la que hará que descubramos cuál es nuestro propósito en esta vida. ¿Si supieses que vas a morir dentro de tres meses qué dejarías de hacer? Esta pregunta nos permite cambiar la perspectiva que tenemos de nuestra realidad y distinguir lo superfluo de lo realmente importante, para poder valorar todas esas cosas y personas que realmente lo merecen. ¿Cómo eres realmente, quién eres? Es esencial realizar un análisis profundo de nosotros mismos y ser honestos para poder tener la oportunidad de cambiar aquello que no nos gusta, las formas de actuar que no queremos que nos definan. Es un acto de valentía el ser conscientes de lo que queremos cambiar de nosotros mismos y comenzar el trabajo de convertirnos en quienes queremos ser. Compartir
LA DIFERENCIA ENTRE DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL PROCESO DE DUELO
Cuando un ser querido muere sentimos una profunda tristeza y dolor por perder a una persona sumamente importante y amada en nuestra vida. Sin embargo, es importante saber que este dolor puede convertirse en un sufrimiento crónico. Por eso queremos contarte cuál es la diferencia entre ambos y cómo puedes hacer para evitar que este dolor que sientes ahora se transforme en un sufrimiento que te haga daño. Por un lado, el dolor es producido por la separación física, mental y emocional con el ser querido que ha muerto. Se trata de un estado de total desequilibrio causado por el impacto de esta noticia que perdura hasta que la persona puede reestablecerse. En un primer momento, nos sentimos incapaces de asimilar esta triste realidad y nos creemos incapaces de afrontar este presente y futuro sin él o ella. Se trata de un dolor e incertidumbre normal durante esta primera etapa del duelo. Este dolor implica aceptación y estar en contacto con lo que sentimos y con el vacío que dejó esta ausencia. Sin embargo, cuando este dolor nos impide aceptar la actual realidad y continuar con nuestra vida a pesar de todo es cuando surge el sufrimiento que nos impide vivir el presente y pensar en un futuro positivo y alegre sin la persona que ha fallecido. Hay una potenciación de los sentimientos de desasosiego y malestar impidiendo la reacción y solución del mismo. Este sufrimiento nos llevará una y otra vez al pasado, a los recuerdos y al deseo insistente de que vuelva a ser todo como antes remarcando siempre lo peor de esta situación que estamos viviendo. Este conjunto de emociones y pensamientos adquieren mucho más intensidad y duración que el dolor emocional pudiendo durar indefinidamente. De esta manera, el dolor es inevitable cuando nos enfrentamos a la muerte de un ser querido mientras que el sufrimiento llegará luego cuando este herida producida por la pérdida no logra cerrarse destruyendo cualquier posibilidad de crecimiento y aprendizaje. Como puedes ver, cuando estamos atravesando un proceso de duelo podemos evitar que este dolor se transforme en sufrimiento y para ello es necesario que:
No niegues el dolor que sientes ante la muerte de un ser querido. Recuerda que la única y mejor manera de sanar esta herida es aceptando y exteriorizando lo que nos sucede, nuestras emociones e incertidumbres frente a nosotros mismos y los demás. El sentir estas emociones no nos hace más débiles, menos capaces o menos valiosos.
Multitud de dudas, preguntas y miedos nos invaden. No hay manera de evadir este dolor. Tenemos que aceptar lo que nos sucede y reconocer que ya no podremos llevar la misma vida que teníamos antes juntos. Recuerda que no todos los días serán iguales. Algunos días estarás mejor que otros pero no debes quedarte estancado diciendo “yo no podré superarlo”. Toma la decisión de dejar de sufrir.
No tengas temor de la ayuda de otros seres queridos. La comprensión y cuidado que ellos pueden brindarte son realmente importantes en un momento tan delicado y abrumador. También puede ser útil compartir tu experiencia con otras personas que han vivido este mismo dolor y escuchar también qué tienen ellos para contarnos.
La pérdida de un ser querido pone en jaque todos los supuestos tenidos hasta ahora. La tranquilidad y la seguridad de la vida son enfrentados a las incertidumbres y temores de la muerte por lo que este daño causado por la pérdida de un ser querido nos coloca frente a una situación abrumadora y dolorosa. Para recuperarnos y atravesar sanamente este duelo requerimos de un tiempo para recomponernos y recuperar el equilibrio físico, emocional y psicológico que nos permita continuar con nuestra vida. Una vida que seguramente ya no será igual a la que teníamos antes pero que aún así vale la pena vivirla.
Cuando mueren los apegos, nace la libertad emocional
Raquel Aldana 2, Junio 2015 en Emociones87772 compartidos
Hoy te dejo en libertad. Hoy me olvido de mis miedos. Hoy comienzo a valorarme. Hoy salgo adelante. Hoy te dejo de esperar. Compartir
Solemos hacernos conscientes de la esclavitud emocional a la que estamos sometidos cuando nuestro corazón se resquebraja. Esto sucede cuando una relación nos duele, bien porque nos esclaviza o bien porque algo dentro de nosotros se ha roto al tener que decir adiós. Ante estas situaciones, sentimos que el mundo se apaga y que una ola de dolor inmenso se cierne sobre nosotros impidiéndonos respirar. Esto es el ahogo emocional y, su ingrediente clave, la dependencia. Pero, a veces, llega el momento de dejar en libertad lo que atábamos y lo que nos ata y comenzar una nueva vida, porque la esclavitud emocional ahoga. Y es en ese momento en el que no nos vemos capaces de hacer nada sin ir de la mano de esa persona o, simplemente, de alguien que nos guíe.
Disfrutar de la soledad de uno mismo para ser feliz en pareja “Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida. Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo. Y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: Tener lo más importante del mundo sin poseerlo.” -En Once Minutos, de Paulo CoelhoLa mejor manera de ser feliz con alguien es aprendiendo a ser feliz estando solo. ¿Por qué? Porque de esa manera la compañía se convierte en elección y no en necesidad. Entendemos el amor de forma errónea porque la clave no es el “te necesito en mi vida” sino el “te prefiero en mi vida”. No atender a los sentimientos y necesidades de posesión nos ayudará a vivir en paz y libertad con nosotros mismos.
Dejar de esperar, la clave de la liberación emocional “Sigo mal, y seguiré peor, pero voy aprendiendo a estar sola, y eso ya es una ventaja y un pequeño triunfo” -Frida KhaloCompartir
Tu verdadera libertad llega cuando empiezas a comprender quién eres y de lo que eres capaz. Es tu independencia, ese ansiado trofeo, la que obtienes cuando te desatas, te deshaces de tus cuerdas y miras hacia adelante sin necesitar a alguien que te lleve de la mano. No poseer y que no te posean es la mejor experiencia de libertad que podemos tener. Porque sentir algo como propio siempre significa, de alguna forma, vivir al lado de la esclavitud.
Nuestra dependencia es la que nos hace esclavos, sobre todo si es nuestra autoestima la que depende de algo o de alguien. El necesitar la alabanza, el cariño o la atención de alguien hace que dejemos de ser dueños de nuestro destino. No son los demás los que nos dañan, sino que somos nosotros los que damos validez a sus opiniones y a sus acciones. Nadie puede hacerte daño sin el consentimiento de tu Yo interno, lugar en el que está el pilar que sostiene tu arquitectura emocional.
Así que la autoconfianza y la autoestima cuidadas son las mejores herramientas para decir adiós a los apegos insanos e innecesarios que merman nuestra vitalidad y nuestras ganas de realizarnos. Tenemos que ser los primeros en respetarnos, dejando de lado las expectativas sobreaprendidas que nos dicen que solo somos amados si nos necesitan y que el amor solo es amor si vivimos por y para él. Compartir
Imagen destacada cortesía de AJ Cass
Más de seis millones de españoles sufren dolor crónico. Sí, una de cada seis personas. Y, a diferencia del dolor agudo, el crónico no tiene una causa física. ¿No hay nada objetivo que lo produzca? No, hasta ahora los médicos decíamos: “tiene cuento”, “es histérico”. Pero gracias a las neurociencias hemos podido observar que la actividad cerebral de las personas con dolor crónico es idéntica a la del dolor agudo. ¿Por fin tienen permiso para quejarse? Sí, y su fuente son factores emocionales. Al fin y al cabo las emociones son lo que nos gobierna, lo más importante de nuestro cerebro. ¿Por encima de la razón? Muy por encima. La razón, decía Einstein, es la servidora de la emoción. Puede que hayas tenido un dolor agudo y que cuando desaparezca la lesión continúes teniéndolo. ¿Emoción y memoria están ligados? Sí, por eso explicarle al paciente por qué le duele hará que se encuentre mejor, y a partir de ahí hay que ayudarle a cuidar sus emociones con movimiento, fisioterapia, caricias, masajes. ¿Caricias? La caricia es comunicación, y tiene un efecto clarísimo sobre el dolor. El contacto táctil es necesario en el animal. Si impides que la madre rata acaricie a sus crías, lo que hacen durante horas, las crías mueren. ¿Y qué ocurre con los humanos?
Hay estudios que demuestran que los bebés humanos que han tenido poco contacto con la madre tienen problemas en el aprendizaje. ¿El movimiento ayuda a paliar el dolor? Sí, en la zona dolorida, porque es antiálgico. El neurocientífico Ramachandran, un sabio, ha ideado algo genial para las personas que tienen miembros fantasma. Suelen doler. Ramachandran engaña al cerebro: si al paciente le falta el brazo derecho, le pone un espejo frente al brazo izquierdo, le hace mover la mano mirando el espejo y el dolor se reduce. El cerebro ve el brazo que le falta. Exacto. La mayoría de los parapléjicos tienen dolor en las piernas y ahora los someten a realidad virtual, se ven corriendo y mejoran. Rizzolatti, el neurólogo que desarrolló la idea de las neuronas espejo, demostró que sólo podemos entender algo si lo imaginamos, si lo reproducimos en nuestra mente. Complejo. Cuando Messi chuta, los cuádriceps de los espectadores se contraen en su cerebro. Cuando imagino el movimiento, neurológicamente estoy haciendo el movimiento. ¿Por qué las mujeres padecen más dolor crónico que los hombres? La cultura tiene mucho que ver; por ejemplo, la religión católica imbuida de culpa, el dolor como castigo divino, es algo que, aunque seas agnóstico, está dentro de ti, y las mujeres en este sentido han sido más castigadas. Por eso es tan necesario que los médicos tengan tiempo para hablar con los pacientes y reflexionar sobre estos temas. Necesitamos emocionólogos. Buen término. Es muy difícil vencer el dolor crónico con la medicina convencional, debemos afrontarlo desde otro punto de vista, más humanista y más cariñoso. Hay que ponerse en el lugar del paciente y respetarle. ¿La migraña es emocional? Los factores son emocionales y cognitivos con cambios físicos reales. ¿Y los dolores de espalda? Hemos prolongado nuestra esperanza de vida. Tenemos un cerebro y un estilo de vida joven en una estructura vieja, y eso crea desajuste. ¿Cómo evitar el dolor crónico? No distorsionando nuestras emociones. Frans De Waal se ha pasado años estudiando los bonobos, el animal más cercano al Homo sapiens. Tienen fantásticas relaciones sociales: de entrada, en vez de macho alfa tienen abuela alfa.
Lo resuelven todo con la relación afectiva. Sí, táctil y sexual, se besan, se acarician, confían entre ellos, y no tienen conflictos. ¿Propone copiar su modelo? Habría menos hipertensión arterial y dolores de cabeza. Estamos en un cambio de era y hay que vivir sin miedo a las emociones, clasificarlas, estudiarlas. Abordarlas desde la ciencia. Nos tocamos poco. Yo pedí oficialmente que se suprimieran las mesas de las consultas externas. Poder poner tu mano sobre la mano de un paciente es decirle “yo no soy un peligro para ti y te voy a ayudar”, y eso es magnífico contra el dolor crónico. Hay que canalizar las emociones. Hay que aplaudir cuando alguien llora, cuando alguien siente. No debemos reprimir las emociones, porque estamos expresando nuestra verdadera esencia. Reprimirlas es crearte problemas en tus redes neuronales. Nos queda un largo camino. Los humanos, por ejemplo, tenemos la esclerótica blanca, que nos permite ver los movimientos oculares del otro, leerle y ponernos en su lugar. Es la forma más sofisticada de caricia. Hay que poner las emociones en el centro de nuestras investigaciones, esta es la revolución. ¿Una revolución pendiente? Como no exijamos que los médicos de familia tengan más tiempo para hablar con sus pacientes con dolor crónico, los políticos no nos lo van a dar. Valoremos lo importante.
9 Cosas Que he Aprendido a un Año de la Muerte de mi Mamá ¡Tu Fuente de Energía Positiva!
El día domingo 3 de noviembre del año 2013 fue el día más desgarrador de mi vida. Fue como que la vida hubiese metido su mano dentro de mi cuerpo y me hubiese robado lo último que quedaba de esperanza dentro de mi. Ese fue el día que perdí a mi madre. No tengo muy claro si se puede explicar la intensidad de las emociones que uno siente, la pena que parece infinita, la sensación de desamparo y la soledad profunda que viene de la muerte de una madre. De un momento a otro me encontré sofocada en un mundo lleno de ruido blanco, y no importaba si estaba rodeada de gente o sola, siempre sentía una separación visceral con la realidad, lo único que era cierto era la perplejidad que me ocasionaba el sentir que mi madre ya no estaba conmigo, y que nunca más lo estaría… Sentía rabia. Ese día se había llevado a mi más gran soporte en la vida y a mi fan número uno de mi lado. Quería rendirme. Las palabras no alcanzan para articular la dolorosa separación entre una madre y una hija… o el tener que escribir el discurso funerario para tu madre a los 24 años… o el darse cuenta de que nunca, nunca más volverás a escuchar su voz.
Perder a alguien tan significativo, inspirador e influyente es una experiencia que ningún libro ni novela puede hacer que comprenda. Ahora que se acerca un año desde ese día, he dejado de contar los momentos en base a mis respiraciones y he vuelto a contarlos primero por minutos, luego por horas y ya cada vez es más fácil hacerlo por días. Sobreviví. Y en el proceso aprendí mucho acerca de la sobrevivencia. Esto es:
1. Aprendí que el mundo no se detiene por ti.
Hay muchos días en los que aún me siento vencida, pero la vida no es una película. No puedes poner pausa cuando quieras y no puedes rebobinar para revivir alguna escena. Y claramente no tienes un infinito número de vidas. Se te ha dado una vida, y el mundo continuará siempre sin parar, a pesar de
que tu sientas que todo tu mundo se detuvo. La única manera de sanar es seguir hacia adelante.
2. Aprendí que tus problemas no siempre serán la mayor preocupación de las otras personas. Cuando estás teniendo tus propias luchas internas, se siente surreal como nadie más se da cuenta de la tormenta que está ocurriendo justo debajo de tu piel. Puedes sentir que gritas y gritas contra las barreras que te pone la vida, pero igual, nadie te escucha. Es a través de esta experiencia que aprendí que las personas por lo general superan las cosas más rápido que uno. La simpatía es temporal cuando no eres tú quien tiene un ala rota – pero eso está bien. Así uno también aprende a avanzar, por algo vivimos en sociedad, quizás de quedarse sólo uno se quedaría congelado en la emoción del dolor… Gracias a Dios no es así.
3. Aprendí que el amor no conoce fronteras.
Antes temía que alejarme de aquellas personas que amaba dificultaría mis
relaciones y que el amor se iría difuminando con la distancia física. Luego, cuando murió mi mamá, empecé a temer que la comunicación que tenía con la persona que más he amado en este mundo se difuminaría como humo, junto con nuestros recuerdos, en su ausencia… Pero era un temor infundado, he descubierto que el amor- al menos el amor verdadero- no conoce fronteras; nunca lo pierdes, nunca desaparece y siempre te acompaña, independiente de la distancia en el tiempo y en el espacio.
4. Aprendí que, a pesar de que las personas no se puedan reemplazar, uno igual encuentra paz. Buscarle una explicación a la muerte te embarca en un viaje donde sólo hay una puerta giratoria. Es infinito y nunca para de dar vueltas. No importa cuanto implores, llores y grites, nada vuelve en bien lo mal que te sientes. Es por eso que decidí dejar de buscar explicaciones y comencé a buscar paz. El camino hacia la paz no es inalcanzable y no tiene puertas giratorias, va hacia adelante y sana todo lo que va tocando en su camino. La vida nunca me engañó en decirme que mi madre estaría ahí por siempre, de hecho, siempre supe que algún día ella partiría, como lo harán todas las personas que conozco, como lo haré yo misma algún día… El día que logré aceptar eso, fue el día que di mi primer paso en el camino hacia la paz.
5. Aprendí que percibir fuera del propio metro cuadrado es algo muy potente.
Podrías pasar años preguntándote por qué la vida decidió plagarte de miseria y mala fortuna o podrías levantar la cabeza y ver que el mundo está lleno
de personas como tú, y que todos sufren en algún grado. Y tal como tú darías mucho por tener la fortuna de otro, muchas personas darían mucho por tener la fortuna que tu pasas por alto en tu vida. Darse cuenta de eso realmente ensancha la mirada y cambia tu perspectiva de manera muy potente.
6. Aprendí a estar agradecida por lo que aún tengo. Las personas más felices son aquellas que valoran lo que tienen en vez de fijarse en lo que no tienen. A pesar de que sí, murió mi madre, la verdad es que no la he perdido, aún tengo 24 años llenos de recuerdos y de amor infinito, creo que no todos tienen esa suerte. Ahora siento que aprecio mucho más todas las cosas que tengo en mi vida, buenas, malas, grandes y pequeñas, todas son cosas que puedo experimentar porque aún tengo lo más importante que uno puede tener, la fortuna de vivir.
7. Aprendí que aún uno tiene el control de su vida.
Entender que uno tiene control y voluntad sobre sus emociones y acciones es el primer paso para superar cualquier obstáculo. Quizás no puedas cambiar muchas de las cosas que suceden en tu vida, pero puedes cambiar cómo te tomas cada una de esas cosas y puedes elegir hacia donde quieres ir con ellas.
8. Aprendí que la adversidad no es una excusa para darse por vencido. Motivación. Sueños. Metas. Concentrarte en el movimiento hacia adelante no solamente te ayuda a no quedarte pegado en el pasado, sino que te ayuda a limpiar tus pensamientos y a seguir adelante. Al final, cuando uno va superando los obstáculos, miras hacia atrás y ves mucha fuerza en tu dolor. Rara vez recuperas lo que perdiste, pero todavía tienes todo por ganar.
9. Aprendí que nunca un adiós es un verdadero adiós, es un hasta siempre.
Tengo una certeza tan clara en mi corazón que es inexplicable, mi madre nunca se habrá realmente ido, incluso cuando yo sea vieja y esté cerca de mi propio fin. Es la única persona que es verdaderamente irremplazable en mi vida y siempre la traigo dentro de mí, aunque no me de cuenta. Ella sigue viviendo dentro mío, y con eso me basta para sonreír. Entonces, no es un adiós mamá, es un hasta siempre…
Cómo seguir adelante cuando sientes que te das por vencido 11 Abril, 2017 Kevin Guanillo 0 Comentarios
“No hay atajos para ningún lugar al que vale la pena ir” – Beverly Sills.
¿Alguna vez has estado con tanto dolor que sólo te apetece renunciar? A veces la vida es incómoda. Pero aún peor es sentirse incómodo en no sentir nada. Coincidentemente, las cosas que nos hacen sentir más incómodos en la vida también suelen ser los que más valen la pena.
IMAGEN: RINCON DEL TIBET
¿Por qué perseverar?
La mayoría de los empresarios no fallan porque no tienen suficiente talento, habilidad o buenas ideas. Fracasan porque se detienen demasiado pronto. Es difícil ir contra el grano. Tomar tu propio camino. Y es aún más difícil continuar por ese camino hasta que te conduzca a algún lugar que desees ir. Pero hay un poder en ser deliberado. Al tomar una decisión para hacer algo y comprometerte a él completamente. Aquí hay tres maneras de hacerlo:
Admite que eres humano Enfrentarte a algo o experimentar nuevas cosas suelen producir miedo, esto es normal debido a la incertidumbre que tenemos al realizar determinadas acciones. El primer paso cuando sientes miedo es la aceptación. Acepta que tienes emociones humanas. Está bien sentir cosas. En lugar de tratar de apartar el dolor, vuelva a enmarcarlo. Haz una lista de las veces que sentías malestar y seguiste adelante. Utiliza la lista como recordatorio de que has estado ahí antes. Si fuera fácil, todo el mundo lo haría.
Recuerda tu “porqué” A veces consideramos renunciar porque no vemos los resultados externos con la suficiente rapidez. Estamos impacientes por la gratificación instantánea. La verdad es que las cosas que importan toman tiempo. Cuando comiences a cuestionar tu camino, recuerda por qué comenzaste en primer lugar. La mayoría de las personas no tienen razones muy convincentes. Lo están haciendo por dinero, fama o respeto. Estas recompensas son todas extrínsecas. En otras palabras, son todas razones externas para hacer algo y en realidad pueden disminuir la motivación. Estas razones están fuera de tu control, son fugaces y crean estrés. Cuando comienza a enfocarse en razones intrínsecas (por ejemplo, el amor a tu oficio, la capacidad de ayudar a la gente, el crecimiento personal y el desafío), es mucho más fácil seguir adelante. No tienes que esperar para obtener estas recompensas.
Permanece presente Miramos qué tan lejos están las personas exitosas. Miramos hacia atrás todo el tiempo y esfuerzo que hemos invertido y nos preocupa que todo podría ser por nada. Miramos nuestra enorme lista de cosas que hacer y nos preguntamos cómo lo lograremos. Detente. Sé dónde estás ahora. Sé agradecido por todo. Más tarde, mirarás atrás en los tiempos difíciles y sonríe, sabiendo que esto era lo bueno.
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4. MIEDO A LA MUERTE Cierra tus ojos un momento e imagina que hace una semana que has muerto y que estás en el cementerio visitando tu propia tumba. Miras tu lapida y lees tu nombre, tus fechas de nacimiento y de partida de este mundo. A continuación, piensa en cual es la frase que escribiría la humanidad acerca de ti, en tu propia lapida: Qué dirían de ti? Que fracasaste en muchas de las áreas de tu vida?; Que la gente agradece que hayas partido, porque les hiciste la vida amarga?; o Qué sienten profundamente tu partida y que dejaste un espacio vacío en la humanidad, que nunca nadie podrá llenar? Qué diste? Qué cediste? Qué donaste? A quién ayudaste? De qué te privaste? Escribe en un papel que es lo que deseas que quede grabado en la piedra, cuando partas de este mundo. Trabaja, día tras día, para acercarte a este enunciado que declaras. El miedo a la muerte se supera, cuando tu meta es proyectarte en la Trascendencia de tu entrega, bondad, generosidad, desprendimiento, altruismo, amor al prójimo, capacidad de despojarte, sin condiciones, sin esperar retribuciones, que vivirá en la memoria y los corazones de quienes hiciste contacto en la vida e hiciste felices. Tomado de Kapulli y Temazcal, antigua sabiduría Tolteca desde el sitio Deja fluir.
Las personas que se van de nuestra vida físicamente, nos acompañan de muchas maneras… 4 Abril, 2017 Comunidad de Hoy Aprendí 6 Comentarios
Es menester de la humanidad enfrentar y lidiar con las pérdidas, nada es eterno, más que la vida misma en su esencia, por lo tanto nos corresponde ir y venir infinidades de veces, progresar, aprender, amar y estudiar en la vida y en sus maravillas. Lo
mismo ocurre con cada ser de este planeta, las personas que amamos se marchan físicamente, dejan de estar, no podemos verlos ni escucharlos…o quizás si…podemos si elevamos nuestros sentidos, llegar a percibir su hermosa compañía. El fallecimiento del cuerpo humano es idéntico a lo que sucede cuando una mariposa emerge de su capullo. Elisabeth Kübler-Ross Muchas veces ocurren cosas que jamás logramos entender, o al menos a corto plazo, sucesos que podemos ver como fenoménicos o lo que se llama hoy día paranormal, sin embargo, si abrimos nuestra mente y dejamos nuestros temores y prejuicios a un lado, nos daremos cuenta que nada es anti natural, que existe una conexión eterna con aquellas personas que amamos y que de alguna manera siempre sentimos que nos acompañan, que nos intuyen , que nos inspiran y hasta muchas veces nos influencian de tal manera que es como si recibiéramos el consejo directo, de la misma manera que nos lo darían estando vivos.
Las personas que forman parte de nuestra vida siempre permanecen en ella, porque el espíritu es libre de estar donde ama, más allá de las distancias, de las fronteras o de los pensamientos, siempre vuelve al sitio donde amó y fue amado, no en sufrimiento, no es represión o atadura, sino en lo más sutil y sublime del amor universal y en la plena armonía que une a cada ser humano. Existe gente esperando por ti que fallecieron antes que tú, quienes te quieren y aprecian bastante. Elisabeth Kübler-Ross No importa que creencia, credo, religión o práctica compartimos en la vida, todos alguna vez hemos presentido ese más allá que nos embarga, esa sensación de que no todo termina allí y ese sentimiento de acompañamiento, en los peores y mejores momentos de nuestra vida, esa persona llega a nuestra mente, ese recuerdo claro o difuso, esas palabras que nos quedaron grabadas en el alma, esa sensación, ese olor, esas maneras que acompañaban a esa persona. De alguna manera sentimos que está con nosotros y que puede guiarnos… ¿Y por qué no?…sería injusto pensar que una vez que nos marchamos de este plano, abandonamos y dejamos atrás todo aquello que amamos y a quienes nos amaron, por el contrario, el vínculo que se forja en este terrón, se mantiene eternamente, las afinidades, las conexiones, las relaciones virtuosas o no, siempre formarán parte de nuestra alma, cada persona, para bien o para mal, se hace parte de nosotros, de allí la imperiosa necesidad de amar e ir desplazando cada vez más de nuestra vida, el resentimiento, los odios, los prejuicios y las acciones que afectan a los demás.
La experiencia de morir es casi idéntica a la experiencia del nacimiento. Es el nacer a una forma diferente de existencia la cual puede ser probada de forma muy simple. Por miles de años te hicieron creer en las cosas del más allá. Pero para mí, ya no se trata de creer sino de saber. Elisabeth Kübler-Ross Cada pensamiento de nuestra vida tiene una consecuencia, más aún cada acción, lo mismo ocurre con los pensamientos de todos en el mundo, que se van conectando y atrayendo en su misma frecuencia. Lo mismo ocurre con quienes ya no están y atraemos con nuestro pensamiento, con una sonrisa o con una lágrima. Abre tus percepciones y alerta tus sentidos, deslastrate de los temores y percibe la compañía de los seres que amaste y te amaron y que influencian tu vida día a día, siempre estarán, acompañándote de muchas maneras, de allí, el vínculo eterno del amor verdadero. Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en rincondeltibet
«El duelo perinatal es muy doloroso para los padres pero poco entendido por todos los demás» Una psicóloga del Vall d’Hebron atiende las necesidades emocionales de profesionales y familias que han sido testigos de la muerte de un bebé durante el embarazo o en sus primeros días de vida Por Beatriz Sevilla Fuente: Cedida por María Teresa Pi-Sunyer A María Teresa Pi-Sunyer siempre le interesó saber qué pasa antes de nacer. Doctora en Psicología por la Universidad de Toulouse, hizo su tesis sobre las dificultades que afloran cuando el embarazo no marcha bien. A su regreso a Barcelona siguió indagando sobre el tema y ya lleva veinte años ejerciendo de psicóloga en el Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. En ese mismo centro levantó, casi sin planearlo, el proyecto ‘Espacio de Palabra’ con el objetivo de crear lugares de reflexión donde poder expresar y compartir las emociones que despierta el duelo perinatal –que se experimenta cuando el bebé muere entre las 28 semanas de gestación y los siete días posteriores a su nacimiento–. PREGUNTA – ¿Cuáles son los síntomas propios del duelo perinatal? RESPUESTA – El duelo perinatal es muy diferente al resto de duelos. Aquí, la particularidad es que quien fallece es un niño o niña que nadie ha visto ni conoce. Sus padres se habían creado muchas expectativas durante el embarazo: le habían puesto un nombre, habían imaginado cómo sería, las cosas que harían juntos… Se dice que es un duelo invisible y poco reconocido porque los padres tienen que despedirse de un hijo que ha existido sobre todo a nivel imaginario.
P – Como sociedad, ¿estamos más preparados para enfrentar otras pérdidas? R – Por supuesto. Ahora vivimos en la era de la imagen, donde es tan importante el aspecto. Y, como aquí no hay nada que puedas enseñar, la muerte queda desautorizada. El duelo que le sigue es muy doloroso para los padres pero poco entendido por todos los demás. De hecho, la gente de tu entorno te hace comentarios del tipo «sois jóvenes, ya tendréis otro», «suerte que ha pasado ahora y no más adelante», «suerte que no lo conocíais»… A los padres les duele escuchar esto porque para ellos ese niño sí que existió, y será siempre el primer hijo, o el segundo. Es decir, tendrá su lugar. Por supuesto que es difícil opinar de algo tan íntimo. De ahí que muchos opten por esas frases hechas (¡y lo hacen con la mejor voluntad!) Pero a veces es preferible no decir nada; un «lo siento» o un simple abrazo bastan. Vivimos en la era de la imagen, y como aquí no hay nada que enseñar la muerte de estos bebés queda desautorizada P – En lo que respecta a los padres, ¿recomienda ver y coger al bebé para poder despedirse de él? R – En Vall d’Hebron, tanto en las muertes naturales durante el embarazo –los óbitos fetales– como en las interrupciones de embarazo, siempre recomendamos verlo una vez que haya nacido. El momento de la despedida es único e irreversible, porque no podrá repetirse. Tras ver a su hijo los padres dicen que se quedan más serenos porque lo han cogido en brazos, le han dicho que lo querían y que lo echarán de menos. Eso es crucial para el duelo. Además, el personal sanitario sabe cómo hacerlo y cómo presentarlo. Están muy entrenados. Por supuesto, hay parejas que en ese momento deciden no ver al bebé. Luego, casi todas se arrepienten. Pero entonces no hay vuelta atrás. P – Hay papás que guardan recuerdos del bebé. ¿Eso facilita el proceso de duelo? R – Nosotros lo recomendamos mucho, sobre todo cuando los niños ya han nacido. De hecho, las enfermeras preparan unas cajitas donde meten las pocas cosas que el bebé ha podido usar: el chupete, la pulsera identificativa, la mantita con la que se ha tapado, el pijama, el gorrito… Y los padres después las guardan con mucho aprecio porque se trata de algo único: una caja de recuerdos que siempre pueden volver a mirar.
Fuente: Pixabay P – Y, ¿cómo es la relación de pareja tras la pérdida? R – Depende mucho de cómo estaba esa pareja antes. Que él y ella tengan una relación sólida y afectuosa es el punto básico para seguir adelante con un duelo bueno. En los casos en que la pareja no es tan sólida, puede pasar que uno de los dos no tenga ganas de hablar del tema –normalmente él– y quiera olvidar cuanto antes lo ocurrido. En estas ocasiones la mujer queda muy sentida porque ella sí necesita charlar, llorar, demostrar que está triste… y a veces a su pareja le molesta. Entonces se puede abrir una brecha importante entre los dos a nivel de comunicación, y el duelo también queda afectado. P – ¿Siempre es un proceso más duro para ellas? R – Claro. La mujer ha perdido un hijo que estaba esperando, que tenía dentro… Por eso la pérdida es más dolorosa, física y mentalmente. El lugar del padre es muy diferente. Mientras ella permanece metida en su mundo interno, él está más conectado con el exterior, pues empieza a trabajar antes [en estos supuestos la mujer tiene derecho a la baja por maternidad], es el que le trae el mundo de fuera adentro y puede estar más por ella: ayudarla, consolarla, etc. El ritmo de la mujer siempre es más lento, y eso hay que respetarlo. La pérdida es más dolorosa para la mujer, física y mentalmente P – Con el objetivo de aliviar el dolor que causan estas pérdidas nació ‘Espacio de Palabra’. Háblenos sobre el proyecto. R – Yo llevo ya años trabajando como psicóloga en el Servicio de Ginecología y Obstetricia de Vall d’Hebron con los embarazos de riesgo, y también en Neonatología. En este último servicio vi cómo quedaban de afectados los profesionales tras las pérdidas. Empezamos a hablar de forma totalmente improvisada sobre ciertas muertes que les habían afectado especialmente. Los médicos y enfermeras también necesitan
expresar sus emociones: piensa que a veces fallece de forma inesperada un bebé al que llevaban atendiendo meses. A partir de estos encuentros esporádicos, decidimos establecer una reunión fija mensual que durara una hora y media. Ahora en febrero se cumplen cinco años desde que empezamos, y no hemos perdido ningún mes de reunión. De hecho, desde que se creó ‘Espacio de Palabra’ el servicio está mucho más preparado psicológicamente para atender estas situaciones. P – Además de los especialistas del servicio, también atiende a padres. R – Sí. Un año después de esa primera experiencia, en 2013, se creó un segundo grupo en neonatos con médicos y enfermeras. Así teníamos un grupo de mañanas y otro de tardes. Y después creamos, hace ya dos años, el grupo de padres que funciona muy bien: se sienten muy comprendidos entre ellos, se apoyan, se dan ideas sobre qué funciona y qué no, el que acaba de sufrir la pérdida se ve arropado por el que la tuvo hace más tiempo… Hay que decir que a esas charlas casi siempre vienen parejas. Pero también acude alguna madre sola, o incluso ha llegado a venir la madre de la madre, un hermano… Las reuniones están abiertas a otros familiares a los que les pueda interesar. Todo ha sido posible gracias a Mémora –los servicios funerarios de Barcelona–, que financia los grupos. También es satisfactorio para ellos formar parte de este tipo de proyectos. P – ¿Es gratificante su trabajo? R – Muchísimo. Aunque parezca que la muerte es un tema desagradable, estar en contacto con gente que está en contacto con ella da mucha vida. También es esperanzador: ves cómo los padres salen adelante, cómo con el tiempo deciden tener otros hijos y emprenden nuevos proyectos, eres testigo del amor que se tienen… Todo surge de una forma muy espontánea y válida. Y te quedas impresionada de cómo la pérdida puede hacer que salgan a flote todas las emociones que había en esa familia.
La «parte humana»
P – ‘Espacio de Palabra’ ha sido una de las once iniciativas premiadas en la II Edición de los Premios ‘Humanizando la Sanidad’ que otorga la farmacéutica TEVA. ¿Cómo recibieron la noticia? R – Muy contentos. Estando dentro del hospital a veces cuesta que ciertas cosas salgan a la luz, y más tratándose de este tema que es difícil para todos. El premio nos otorga reconocimiento, nos hace ser más visibles. Y esto, a su vez, es importante de cara a hacer un trabajo de prevención. P – No es el único premio que han recibido. R – No, en dos meses hemos ganado dos galardones. El otro es el Premio a las Buenas Prácticas que otorga el Ministerio de Sanidad, y que reconoce actividades que se hacen fuera del trabajo normal. La gracia es que estas experiencias puedan darse a conocer a nivel nacional para que en otras partes de España las puedan repetir o ‘replicar’, que se llama. P – Pero, ¿la sanidad está humanizada, o aún detecta carencias en este aspecto? R – Yo creo que hay mucha más humanidad de la que se cree. En los hospitales en general la gente se siente bien tratada, y la relación humana también cura. Basta con unas palabras, una caricia, una mirada… Cuando los médicos y enfermeras son personas cálidas que ponen –además de la técnica– su parte humana, el enfermo se siente mucho mejor y se va mucho más agradecido. Y esto en Vall d’Hebron está muy
bien trabajado. Al ser un hospital grande, hay muchas pérdidas y están especialmente sensibilizados con el tema. A veces cuesta reconocer lo positivo; yo creo que la sanidad española es una de las mejores del mundo Si hablamos en términos generales, las once experiencias premiadas por TEVA son todas muy emotivas. Y lo mejor es que no son once, sino que hay muchísimas más por toda España. Es importante que de vez en cuando se premie el trabajo bien hecho para que la gente tenga otra visión de nuestra Sanidad. A veces cuesta reconocer lo positivo, y yo creo que la española es una de las mejores sanidades del mundo. Claro que hay largas listas de espera y otras muchas cosas a mejorar. Pero la calidad es de rango alto, eso seguro.
Madre en duelo #secretosdemiduelo Emma / 2016/02/10
Madre en duelo es lo que era, ¿qué soy ahora?
Leo mil páginas en las que se habla de los sentimientos de una madre en duelo, pero ya no lo soy, aunque sigo sintiendo. Leo frases
en las que una madre en duelo se puede sentir identificada y comprendida, pero yo ya no lo soy, aunque me identifiquen. Intento escribir para madres en duelo como tantas veces he hecho, pero no me salen las palabras porque ya no lo soy, pero mi hijo sigue faltando. ¿Qué es lo que soy? Si a veces ya es difícil hablar abiertamente cuando sí eres madre en duelo, cuando han pasado los años es peor. Por un lado quizás, has aprendido a no callar, por otro, cuando abres la boca el silencio es aún más sepulcral la mayoría de las veces…Y si no sé lo que soy ahora, menos aún sé como sentirme. A veces creo que me hago la víctima, otras me lo hacen creer ciertos comentarios. El apoyo es inexistente,si cuando abres tu corazón salen frases de consuelo de mucha gente, pero ahora, cuando sale una de las otras, las que te ningunean, te hacen cerrar la boca y el corazón, cuando tantos años llevas luchando por que tu hijo sea reconocido y no ignorado… Para mi no hay páginas, me siento abandonada, ¿cuántas más habrá como yo?. Todo lo que compartía quedó atrás. No porque ya no forme parte de mi, sino porque ya no me hiere, ya no hay dolor desgarrador, ni siquiera hay dolor, todo ha sido cambiado por muchas cosas: amor, aprendizaje, melancolía, recuerdos, orgullo, incluso agradecimiento. Si me preguntas puedo contarte mi (su) historia como si hubiese pasado ayer, siempre habrá sido ayer en mi corazón. Pero mis necesidades han cambiado o han sido saciadas, ya no necesito llorar, ni gritar, ni mirar sus cosas, ya no me asusta olvidar su cara porque sé que no la olvidaré, pero me sigo sintiendo sola, fuera de lugar… Quizás es una fase más, quizás es causa de una conversación en la que me sentí juzgada además de comparada, quizás es que simplemente es así, quizás es que ahora me siento decepcionada, muchos años luchando, reivindicando que mi maternidad empieza por él, y ni una sola vez nadie lo ha nombrado sin que lo haga yo antes y muy pocas veces después.¿ Será que temen hacerme daño?- Lo dudo. He gritado hasta quedarme sin voz, que me duele más que no lo hagan. ¿Será que les duele decir su nombre?. No creo, igual es vergüenza por no haber normalizado su corta existencia aceptando que fue. No lo sé, y nadie escribe para ayudarme a mi. ¿Cómo se supone que debo sentirme ahora? ¿Qué hace una madre sin su hijo al cabo de los años?¿Cómo se comporta? ¿Qué dice? ¿De qué habla? ¿Se calla? Siento que he perdido mis derechos del corazón roto de hace años, donde cualquier sentimiento era arropado, donde ahora sé que todo era “más fácil”. Eso es lo que soy, soy una madre en duelo de duelo… Compártelo:
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Cuando se va un ser querido: consejos para superar el duelo
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GALIANA LEGORBURU 30/10/2016 07:46
Nunca se está lo suficientemente preparado para la muerte. Despedirse de un ser querido es uno de los momentos más difíciles para cualquier persona y las formas de superar esa pérdida varían radicalmente de una a otra. Sin embargo, hay estrategias que, según la quiropráctica, escritora y experta en salud de la mujer Roser de Tienda, pueden emplearse para facilitar este proceso.
"Vivimos en una sociedad que deja poco espacio para mostrar las emociones y asimilar el duelo. Es alarmante la rapidez con la que el mundo nos exige que, tras esta traumática pérdida, recuperemos nuestra vida, que volvamos a nuestro trabajo, a nuestras relaciones o a tener buena cara cuando aún estamos en estado de 'shock'. Se necesita tiempo y espacio para gestionar la situación y las emociones que surgen tras un acontecimiento así", asegura. En este sentido, la experta recuerda que en 1967 y tras analizar los registros médicos de más de 5.000 pacientes, los psiquiatras Thomas Holmes y Richard Rahe llegaron a la conclusión de que los eventos estresantes podían acabar derivando en enfermedades. Los resultados, que fueron publicados dentro de la Escala de Reajuste Social (SRR), más conocida como Escala de Estrés Holmes y Rahe, no dejaban lugar a dudas: el fallecimiento de un cónyuge o familiar cercano se encuentra en la cima del ranking. Y validaciones posteriores han apoyado claramente los vínculos entre el estrés y la enfermedad. Compartir el dolor. "Lo natural es buscar un espacio donde compartir sin presión tus emociones. Poder hablar sobre el fallecimiento de esa persona con tus amigos y personas de confianza y recordar y celebrar la vida del que se ha marchado es la mejor manera de superar el dolor", dice Roser de Tienda. Es decir, que compartir la tristeza es esencial para darle salida, aunque a veces haya que esperar un tiempo para poder hacerlo con entereza.
Superar las distintas fases. Después de una pérdida, la persona afectada pasará por distintas fases que, una a una, deben ser superadas. Como advierte la experta, la primera es siempre la negación, seguida de la rabia, la negociación, la tristeza absoluta y, finalmente, la aceptación. "La tristeza es la más complicada, porque una vez se ha calmado la rabia y pasado la negociación, se puede caer en un pozo de desconsuelo. Por eso, alcanzar la aceptación supone que se es consciente de lo que ha ocurrido y se sabe que debe de seguir adelante. Dependiendo de cómo
haya sido la muerte de esa persona el afectado puede adoptar un comportamiento más tranquilo o, por el contrario, más beligerante. Por eso es importante expresar lo que uno siente para después poder o intentar aceptarlo", sostiene Roser de la Tienda. No descuidarse. "Intentar descansar, comer bien, visitar a un psicólogo profesional y a tu quiropráctico de confianza. Restablecer tu sistema nervioso después de un trauma te ayudará a bajar el estrés mental y físico que ha supuesto tanta tristeza", afirma la experta. Pensar siempre en el presente. En este punto, De Tienda recomienda al afectado dedicar el día a esa persona, retomar sus actividades preferidas y permanecer ocupado. "Muéstrate orgulloso de vivir y recuerda a tu ser querido. Planta un jardín en su nombre, haz un libro autoeditado con vuestra historia, enmarca las fotos más felices de vuestra vida...", propone. Respetar los ritmos. Para ella, la basa de este proceso es saber darse el tiempo necesario, respetar los ritmos propios y entender que el dolor, realmente, nunca desaparecerá, pero que se irá suavizando y el paso de los meses mitigara las horribles sensaciones del principio. "Existen muchas razones por las que seguir adelante. Rodéate de personas que te quieren y apóyate en ellas. Celebra la oportunidad de vivir, por ti y por quien se ha ido".
El duelo cuando un familiar padece una enfermedad Publicada en 30 Marzo, 2017
El duelo cuando un familiar padece una enfermedad Hola que tal, el día de hoy te traigo un artículo que es continuación del de la semana pasada, si te lo perdiste lo puedes consultar en este enlace: el duelo ante una enfermedad. En este post te hablare acerca de este proceso de transición: el duelo cuando un familiar padece una enfermedad. Diferentes circunstancias, diferentes duelos Como te había comentado en el artículo anterior muchas otras situaciones pueden causar duelo. La enfermedad es una de ellas. Este tipo de duelo los puede experimentar la persona que sufre la enfermedad, pero también el ser querido que se encuentra cerca de ella. Cuando una persona sufre una enfermedad, los que se sientan allegados a ella acompañaran también el sufrimiento que conlleva ese padecimiento. Si apreciamos a esa persona la cual puede ser una familiar, nuestra pareja o un amigo cercano; seremos testigos como la enfermedad afecta su calidad de vida. De igual forma seremos testigos como ese malestar transforma su vida (en mayor o menor medida habrá un cambio en su vida). ¿Por qué nos afecta la enfermedad en los otros? No solo si surge una enfermedad. Todo aquello que genera un malestar en nuestros seres queridos, también nos afectara en cierta medida. Esto es debido a la empatía. La empatía nos conecta con los otros, en sus buenos y malos momentos. Las enfermedades son eventos negativos, en la vida de las personas. Nunca nadie desea que un ser querido enferme. Este evento adverso causa malestar e incluso sufrimiento. Una parte de ese malestar lo trasmite todos aquellos que lo rodean. ¿Qué cantidad de ese malestar será compartido? Dependerá de la cercanía entre las personas,mientras más cercano, mayor será la empatía. Un dato interesante es que a veces ese malestar o sufrimiento es mayor que en el que sufre la enfermedad. Solo es cuestión de imaginar el gran sufrimiento de una madre ante un hijo enfermo. O en el caso de un adulto mayor que comienza con síntomas de demencia o Alzheimer. Observar el deterioro físico, cuidar a una familiar con una enfermedad y acompañarlo; puede ocasionar una carga inmensa. El duelo cuando un familiar padece una enfermedad
Una definición muy sencilla del duelo es: un periodo de transición y adaptación ante una circunstancia adversa. Por lo tanto, es necesario adaptarse a esas nuevas situaciones. Muchas veces en las enfermedades las adaptaciones y los cambios tienen que ser mayores. No solo para la persona que sufre la enfermedad sino todo aquel que esta junto a él. Veamos un pequeño ejemplo: Un padre joven de 45 años con dos pequeños hijos tenía que ser intervenido quirúrgicamente. En este caso la persona que acudía a la clínica era su esposa de 43 años. El anuncio de esta cirugía había despertado un gran temor y ansiedad en ella. Esta preocupación
estaba
“sobredimensionada”.
Si
bien
cualquier
operación es delicada existen algunas que se podrían considerar de rutina. Este caso era una de ellas. Tanto que el medico de este padre le había señalado que la operación podría ser programada sin urgencia. Aunque este padre de familia se negaba a estar preocupado por la operación, era evidente que también presentaba temor. Por lo que siempre estaba posponiendo la operación poniendo como excusas su trabajo. Al mismo tiempo que se postergaba, también aumentaba la ansiedad en su esposa. Lo cual ya había empezado a trastornar su funcionamiento, así como afectar al resto de la familia. En este caso el estresor no solo era enfrentarse a una operación. Era la sensación devulnerabilidad a la que se enfrentaba esa familia. Enfermedades agudas y crónicas El riesgo de padecer un duelo cuando un familiar padece una enfermedad se incrementa en dos circunstancias. La primera de ellas es cuando ocurre una enfermedad grave y aguda. Un padecimiento no esperado que trastoca toda la vida de esa persona y de su familia. ejemplos de ellos son infartos, accidentes, cirugías, etc. La segunda circunstancia tiene que ver con las enfermedades crónicas que generaran un gran cambio en la familia, y que exigirá serias modificaciones su estilo de vida. Grandes ejemplos de ello son enfermedades crónicodegenerativas como diabetes o hipertensión o las secuelas de otras enfermedades (infartos, derrames cerebrales, etc.). Un caso especial es la demencia en la que poco a poco vamos perdiendo a nuestro ser querido.
Qué hacer ante una enfermedad en nuestra familia Podemos realizar diferentes actividades e intervenciones para un buen manejo del duelo ante la enfermedad. Estas actividades se relacionan a cómo ayudar a nuestro familiar en su proceso. Y de esta forma ayudarnos a nosotros mismos. Apoyando a nuestro familiar Como en otros tipos de duelo, nuestro familiar requiere soporte. Mientras más personas participen mejor será este apoyo. En muchos casos no es necesario hacer otra cosa que estar disponibles. Es importante demostrarle a nuestro familiar que ahí estaremos para lo que necesite. Incluso si lo único que necesita es ser escuchado. Vale la pena siempre preguntar: ¿Qué es lo que necesita? O ¿en qué te puedo ayudar? En otros casos tendremos que tratar de adelantarnos a sus necesidades y ser más pro-activos siempre respetando sus decisiones. Ya que no es raro que no se acostumbre ayuda. Es más sencillo que te soliciten apoyo si te ven totalmente dispuesto a hacerlo. En algunos otros casos va a ser necesario que seamos todavía más proactivos. Hacer que las cosas sucedan. Puede ser: llevar a ese familiar resistente al médico, ayudarle a cambiar su estilo de alimentación (incluso retirarles cosas perjudiciales). En estos casos siempre es mejor actuar desde la preocupación que del enojo. Explicarles que estamos preocupados por su salud y que esos cambios son por ello, antes dar la impresión de querer controlar su vida. Finalmente, en algunos casos nosotros tendremos que tomar el control. Tomar decisiones por la persona enferma. Algunos ejemplos son: adultos mayores con demencia, en niños, personas con discapacidad o con algún padecimiento que interfiere con su pensamiento (como algún trastorno psiquiátrico). Tenemos que hacer todo lo posible por respetar su decisión, siempre y cuando no sea riesgoso para su salud, como el no querer tomarse un medicamento. Estos casos son las más difíciles y que pueden afectar en diferentes formas a la familia. En estos casos la recomendación es: tratar de involucrar a más personas. Mientras que un número mayor de personas estén dispuestas a ayudar, la carga será mejor distribuida. ¿Qué te ha parecido este articulo? Espero que estos consejos te hayan sido de utilidad. Todavía está un tema pendiente, este es cómo podemos ayudarnos a nosotros mismos ante una enfermedad en la familia. Tal vez este articulo te pueda ayudar: como prepararse para un duelo.
La enfermedad y el duelo dan mucha tela de donde cortar. En algún momento seguramente retomare este tema. De igual forma si deseas que hable de algún tema en específico no dude en solicitármelo. No te olvides de dejarme un comentario.
VIERNES, 31 DE MARZO DE 2017
¿Hay que contar la verdad a un enfermo terminal? Facebook197TwitterGoogle+Correo
Esta es una de las decisiones más complejas para los familiares directos de quienes saben que un ser querido tiene un diagnóstico terminal. En este tipo de situación, se plantea un debate entre los derechos esenciales del ser humano a conocer la verdad sobre su vida, y también, el deseo del entorno de querer proteger a esa persona de la conciencia de su propio final. A todo ello hay que sumar también la realidad de que algunos pacientes quieren vivir realmente en la ignorancia de este hecho. Es decir, para algunas personas, conocer esta información puede ser un detonante de hundimiento moral definitivo. Es cierto que, generalmente, es difícil que un paciente no se dé cuenta de la situación que está viviendo. Sin embargo, en ocasiones, surge un deseo de conocer la situación a medias. Y conviene no juzgar de forma negativa esta especie de autoengaño puesto que hay que asumir la complejidad existencial de la situación: conocer el límite definitivo de la vida, sin poder hacer nada más que asumirlo como tal. No todas las personas se sienten preparadas para ello.
Qué hacer en esta situación Es una situación compleja en la que no existe una única solución correcta. Es decir, lo más importante en estas circunstancias es el respeto a las familias que actúan siempre con el mejor deseo de hacer el mayor bien al paciente. Aquellas familias que deciden contar toda la verdad lo hacen por el deseo de dar al paciente su libertad de llevar a cabo sus últimas voluntades en vida. Es decir, puede que le hayan quedado cosas por hacer, asuntos sobre los que quiere decidir, y para ello, necesita saber esta información. Respecto de estas últimas voluntades no solo puede hablarse de la cuestión del testamento, sino también, de aspectos emocionales. Por ejemplo, tal vez el paciente decida mantener una conversación pediente con una persona con la que lleva tiempo distanciada.
En ocasiones, fruto de la duda y de la inquietud que muestra el propio paciente por saber qué le ocurre y el miedo de que le estén ocultando algo, contar la verdad puede ser la mejor respuesta para dar a esa persona la paz que necesita. Conocer la verdad aporta paz porque es la duda lo que puede atormentar a una persona. Es decir, no es lo mismo la ignorancia real de un paciente que vive ajeno a su realidad definitiva, que quien está en una lucha interior continua.
Buscar ayuda profesional para comunicar la información Sin embargo, en el caso de decidir contar la verdad al paciente, sí es recomendable buscar apoyo externo para transmitir esta información de tal modo que produzca el menor impacto psicológico posible. Conocer esta información puede ser el paso previo de una preparación para la muerte. Este tema es tan complejo que incluso en el seno de la familia puede haber posiciones encontradas entre quienes quieren contar la verdad y quienes prefieren no hacerlo. Sin duda, el apoyo del médico siempre es importante para decidir al respecto.
Importancia de los Rituales Funerarios en el Proceso del Duelo
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Funeral Católico Funeral Judío Funeral Budista Funeral Islámico Funeral Hindú Funeral Laico o Civil Desde hace miles de años, los rituales funerarios sirven para expresar los sentimientos en relación a la muerte de un ser querido. El propósito principal de esta despedida es recordar la vida de la persona fallecida aceptando la realidad de su muerte y proporcionando un ritual público donde expresar la tristeza. En este sentido, la ceremonia funeraria cumple un rol primordial para iniciar el proceso de duelo logrando restablecernos en un nuevo contexto sin la presencia de este ser querido. A continuación, te explicaremos cómo los rituales funerarios colaboran en la elaboración de esta pérdida.
ACEPTACION DE LA MUERTE El ritual funerario confirma el final de esta vida permitiendo comenzar el proceso de curación.
La visualización del cuerpo de nuestro ser querido fallecido puede ser para muchos una instancia sumamente difícil. Sin embargo, este último contacto nos permite reconocer la realidad de esta pérdida así como su carácter irreversible y definitivo. Los funerales proporcionan un momento de cierre de la relación en términos de presencia física ya que, a pesar de que la muerte es parte de la vida, nuestra cultura no discute abiertamente sobre ella. También nos ayuda a aceptar intelectualmente esta pérdida. Cuando un ser querido muere, primero hacemos un reconocimiento racional de esta muerte para luego expresar la repercusión que ésta tuvo en nuestros sentimientos. Al organizar la ceremonia funeraria no podemos dejar de aceptar, al menos intelectualmente, que nuestro ser querido ha fallecido. Sin embargo, con el transcurso de los días comenzamos a reconocer esta pérdida desde nuestro corazón iniciando un largo proceso de aceptación y curación en donde la tristeza y el dolor se apoderan de nuestros días.
ESPACIO DE APOYO MUTUO Los funerales ofrecen un espacio público para brindar y recibir apoyo de los seres queridos más cercanos.
La ceremonia funeraria invita a que nuestro círculo familiar y de amistades más íntimo esté presente para apoyarnos en este momento de tanto dolor. Se trata de un espacio socialmente reconocido para demostrar físicamente nuestro acompañamiento y nuestra congoja mediante palabras y abrazos de consuelo. Este aspecto curativo de los funerales le hace saber al doliente que no está solo en su dolor sino que usted estará allí cuando él lo requiera. En este sentido, la ceremonia funeraria también nos ayuda a comenzar nuestro proceso de redefinición de roles ya que este espacio social brinda la oportunidad de un reconocimiento público de la nueva identidad que deberemos asumir como hijo, padre o madre de ese familiar que ha fallecido. Se trata de reconocernos a nosotros mismos en una nueva relación que nos permite dar cuenta de que, a pesar de esta pérdida, aún existimos.
EXPRESIÓN DE SENTIMIENTOS El funeral es una actividad simbólica que nos ayuda a expresar nuestros sentimientos y valores sobre la vida y la muerte.
Cuando aceptamos la realidad de esta pérdida comenzamos a sentir un dolor profundo que requiere de su expresión para poder sanar. Las ceremonias funerarias son espacios sociales reconocidos públicamente para validar nuestras emociones. Podremos llorar sin consuelo, abrazarnos con los demás y concentrarnos en los sentimientos dolorosos que esta muerte provoca. Son momentos cruciales en los que solemos preguntarnos sobre el significado de la vida y la muerte haciéndonos una multiplicidad de cuestionamientos. Preguntas como ¿Por qué me sucedió
a mí? ¿Por qué no pude evitarlo? ¿Cómo podré vivir sin él o ella? son dudas que deberemos explorar para finalmente también preguntarnos cómo podemos seguir viviendo a pesar de este dolor. Lamentablemente no tendremos respuesta para todas estas preguntas pero son una gran oportunidad para reflexionar sobre la inevitabilidad de la muerte como parte de un proceso natural.
COMPARTIR Y RECORDAR ANÉCDOTAS En los funerales es usual que los familiares y amigos compartan anécdotas e historias que han protagonizado con la persona fallecida.
El funeral no consiste sólo en decir adiós sino que se trata de recordar la vida de este ser querido poniéndola en perspectiva para traer al presente una vida disfrutada. Se trata de un momento centrado en nuestra relación pasada con este ser querido en un contexto de legitimación y conciliación con el dolor. Nos permite conocer otro aspecto de esta persona fallecida a través de anécdotas compartidas por compañeros de trabajo, familiares y amigos. La ceremonia funeraria es un espacio socialmente aceptado para recordar y traer al presente los momentos alegres y tristes compartidos encontrando allí un apoyo social mutuo en donde lidiar con esta pérdida y recordar la importancia de la vida.
Despidiendo a nuestros seres queridos Marzo 20, 2017
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Hablando de pérdidas y nuestros registros de memoria (huellas mnémicas) Tuve la fortuna de compartir un valioso espacio de reflexión con la maestra Ma. Trinidad Razo Torres (
[email protected]), quien también es miembro de Iskalti (centro de atención y educación psicológica), en torno a la pérdida de su madre hace poco tiempo. Ella, como buena psicoterapeuta,, ha buscado una explicación, desde la teoría psicoanalítica, para poder comprender su experiencia y la de tantos otros que, como ella, hemos perdido a alguien. Les dejo este análisis interesante y conmovedor: Freud habló de las huellas mnémicas (léase como registros de memoria) en la carta 52 y el proyecto de psicología [(1950) – 1895], y a través de toda su obra nos da a conocer la formación del aparato psíquico o todo aquello que está dentro de nuestra mente: sensaciones, percepciones, recuerdos ligados a procesos emocionales que dan sentido a nuestras vivencias.
Así pues, los registros de memoria se van imprimiendo en la mente, a través de transcripciones (signos de percepción) que se van anudando en el día a día, almacenándose en la memoria y, según la intensidad con que se presenten, tendrán mayor o menor significado para la persona. Cabe mencionar que estas vivencias se dan siempre en la relación con el otro pues somos seres sociales. Todos aquellos que conviven con el recién nacido imprimen en él su propia visión del mundo, es así que, cuando llega al mundo el nuevo ser vivo, comienza a iluminarse todo el sistema nervioso y psíquico dando sentido a cada nueva experiencia que se tenga, pues la percepción será su primer contacto con el mundo externo, para dar sentido al mundo interno que se desarrollará poco a poco, nombrando todo aquello que es desconocido, de esta manera él puede significar lo que ve, huele, toca, saborea, mezclado con los afectos que acompañaran estas vivencias. Tratemos de imaginar esto como un gran álbum de vida, que está lleno de experiencias adquiridas por las cosas que nos suceden y nos damos cuenta (conciencia) y otras que van quedando resguardadas sin que podamos percibirlas del todo, es decir, en el inconsciente. Freud ejemplifica esto con las pizarras mágicas, en las cuales toda anotación hecha queda bajo la siguiente sin borrar la primera, sólo que en la superficie no es visible; sin embargo, toda esta información queda guardada y será utilizada en diferentes momentos, esto lo podemos representar en forma gráfica recordando la película de los directores Docter y Ronnie, Intensamente (Inside out, 2015), la cual muestra un lugar lleno de esferas almacenadas que van siendo utilizadas en forma de recuerdos y ocupadas para recordar eventos pasados e imaginar. Además, existía un lugar para los olvidos o fantasías creadas por la adolescente, específicamente donde se encontraba el elefante, esto con el fin de mostrarnos parte del inconciente. Habiendo hablado de todo lo anterior, me atrevo a compartir una experiencia personal; sin embargo, es un tema que pertenece a toda la especie humana por su representación: hablo del tema de la muerte y las pérdidas que son significadas por el hombre a diferencia de otras especies. Durante el año antepasado y el presente, me ha tocado vivenciar una serie de pérdidas importantísimas para mi álbum psíquico–
genealógico. Entre dichas pérdidas, la más dura, la de mi querida madre, la cual dejó en mí un sinfín de registros de memoria, que han ido apareciendo e iluminándose aún en su ausencia, y así se han sucedido otras pérdidas, representando una serie de sensaciones dolorosas, las cuales en ocasiones me llevaban a mostrarme acongojada, enfurecida, deprimida y a experimentar otra serie de emociones y afectos. Por lo anterior, he de confesar, que me dio muchísimo trabajo poder comprender, tramitar este evento y representarlo de forma gráfica, para compartirlo con los demás. Cuando vi la película de Juan Antonio Bayona (Un monstruo viene a verme, 2016), contemplé el mejor ejemplo para mostrar que nos valemos de todos los medios para sostenernos ante las pérdidas de seres queridos. En este caso, el protagonista se vale de la fantasía y el arte. Es admirable cómo los personajes que rodean al protagonista contienen todo su enojo y dolor sin ejercer castigo, lo cual rompe con la culpa del menor, favoreciendo indudablemente el duelo, aunque este sería otro tema por analizar. Sé que como yo, muchos han perdido a seres amados, que les han dejado una serie de emociones desatadas. Algunas personas me han dicho que sienten un gran hueco o vacío (escisión de los afectos y de los objetos), ante las pérdidas. Otros sienten que han dejado de ser ellos, para convertirse en la sombra del que se fue (melancolía); sin embargo, a mí me ha generado una serie imágenes que he deseado compartir. Al despedir a mi madre, abuela, abuelo tuve una serie de vivencias en recuerdos, imágenes y sensaciones, que me hicieron pensar en cómo estas personas amadas jamás se irán de mi vida y, aun cuando yo parta, mi hija y a quienes he cuidado llevarán estas mismas raíces, y así sucesivamente, emociones parecidas les acontecerán a muchos otros que han vivido la muerte de un ser querido. Lejos del romanticismo antes mencionado, también he de señalar que las experiencias negativas, recuerdos dolorosos, son puestos en juego y se hacen presentes, sin que se apruebe su arribo a la acción, al pensamiento, a la emoción, y nos hacen reaccionar de formas inesperadas o no pensadas, a esto le llamamos procesos inconcientes. Propongo lo siguiente: al estar en el cementerio llorando la pérdida del ser querido con una vista llena de flores, lápidas, epitafios, etc., en la mente aparece una serie de
recuerdos, que van siendo intercambiados entre ese ataúd y tu persona, entre el recuerdo de la persona que se va y tú, que te quedas, y puedes llorar o mantenerte en silencio. De pronto, algunas luces salen de aquel ataúd para ir hacia ti e iluminar (hablo de la energía psíquica puesta en los registros de memoria) ciertas partes de tu cuerpo, en especial aquellas que fueron compartidas (caricias, abrazos, lenguaje). La memoria a largo y corto plazo comienzan a funcionar. Un recuerdo ilumina parte de una imagen, que va acompañada de afectos, sensaciones. Todo eso se encuentra en nuestro registro mental y, si pones atención y dejas de centrarte sólo en que ya no verás más a esa persona, te puedes dar cuenta que ella en realidad vive dentro de ti, pues cada vez que pienses en ella, partes del registro de la memoria (huellas mnémicas) se irán iluminado, tienes acceso a esa persona y a tus recuerdos, que son puestos en juego entre el dolor y la realidad de todo aquello que se queda y a la vez se pierde (experiencias vividas guardadas en el aparato psíquico, puestas a través de la relación que tuviste con las personas con las que creciste, además de hacer constar que los procesos neurológicos van ligados a la vida psicológica y juntos conforman todas estas experiencias que producen la vida anímica). La idea es enfrentar la realidad de forma más creativa. Entonces, ante las inevitables pérdidas que se vivirán a lo largo de nuestra vida, podremos notar que todo aquello que llevamos en nuestro interior lo podemos recuperar, retomar, recordar y re-vivir, pues habla de nuestros seres queridos. A algunos esta postura puede parecerles un tipo de consuelo ante una gran falta; sin embargo, hablaríamos de gratitud y de amor. En lugar de repartir dolor, amargura y desconsuelo a quienes nos rodean, permitámonos transmitir buenas experiencias a quienes nos recordarán en el futuro, cuando ya no estemos, con el fin de crear nuevos álbumes llenos de recuerdos, que harán un legado colmado de experiencias que dejen huella. Aunque esto suceda inclusive sin tu aprobación conciente, es mejor dar cuenta y recrear algo valioso. Es sólo una forma distinta de vivir un duelo y comprender un proceso tan intenso como lo es el de la muerte de un ser querido. Quizá, con esta información podríamos comprender por qué cuando una pérdida se vuelve intolerable y patológica, la persona queda bloqueada para reparar, hacer uso de sus recuerdos de forma constructiva,
pues estos cobraron otro sentido y significado (en la mente) generando: dolor, destructividad, odio a sí misma y a los demás. Lo cual hace mucho más complejo superar la perdida.