*. Nuestro auxilio es el nombre del Señor. *.
Que hizo el cielo y la tierra.
Te conjuro, sal, por el Dios ! vivo, por el Dios ! verdadero, por el Dios ! santo, por el Dios que te mandó ser echada por el profeta Eliseo, en el agua, para que la hiciera saludable, para que seas sal exorcizada exorcizada para la salud de los creyentes. Y seas, para par a todos los que te tomen, tom en, salud del alma y del cuerpo; y huya y d esaparezca del lugar luga r en que qu e fueres esparcida e sparcida toda fantasía de maldad o la astucia del diabólico engaño, y todo espíritu espíri tu inmundo, conjurado por Aquel que ha de venir a juzgar a vivos y a muertos, y al mundo mun do por el fuego. ponden: Amén. Todos res Oremos.
Oh Dios todopoderoso y eterno, imploramos humildemente tu clemencia, para que te dignes ben ! decir bondadosamente esta sal, que diste para uso del género humano; a fin de que sea, para todos los que la tomen, salud del alma y del cuerpo; y todo lo que fuere fuer e tocado o impregnado impregn ado por ella, el la, sea preservado de toda impureza y de toda tod a impugnación impugn ación del de l enemigo enemig o espiritual. Por Cristo nuestro Señor.
Todos responden: Amén.
Te conjuro, agua, por el nombre de Dios ! Padre omnipotente, por el nombre de Jesucristo ! su Hijo, nuestro Señor, y por la fuerza fu erza del Espíritu ! Santo: para que seas agua exorcizada, que ponga en fuga todo el poder del enemigo, y que al mismo enemigo e nemigo puedas pu edas desarraigar desarraigar y arrancar con tod os sus ángeles apóstatas, por la virtud del mismo Jesucristo, nuestro Señor, que ha de venir a juzgar a vivos y a muertos, y al mun do por el fuego. Todos responden: Amén.
Oremos.
Oh Dios, que escogiste el agua para que fuera, en repetidas ocasiones,
signo de salvación para el linaje humano, escucha propicio nuestras invocaciones, e infunde en este elemento,
preparado con tantas purificaciones, la fuerza de tu ben ! dición,
para que esta agua, puesta al servicio de tus misterios, sea instru mento eficaz de la divina gracia, para alejar a los demonios y repeler las enfermedades; a fin de que todo lo que rociare esta agua, en las casas o en los lugares de los fieles, carezca de toda impureza y sea preservado de todo mal; no resida allí peste alguna, ni aire nocivo; desaparezcan todas las asechanzas del enemigo oculto y si algo se opusiere a la incolumidad de los habitantes, o a su descanso, huya con la aspersión de esta agua; para que la salud pedida por la invocación de tu santo nombre esté defendida contra todas las acometidas.
Por Cristo nuestro Señor.
Todos responden: Amén. Ahora el celebrante echa sal en el agua, trazando con ella la señal de la cruz, diciendo:
Sea hecha a la vez esta mezcla de sal y agua, en el nombre del Padre, y del Hijo, ! y del Espíritu Santo. Todos responden: Amén. Celebrante: El Señor esté con vosotros.
Todos responden: Y con tu espíritu. Oremos.
Oh Dios, Señor de fuerza invencible, Rey de poder insuperable y siempre Triunfador glorioso: que reprimes las fuerzas de la dominación contraria, que superas la crueldad del rugiente enemigo, que vences poderosamente las hostiles maldades. Señor, humildes y suplicantes, rogamos y pedimos mires, bondadoso, esta sal y esta agua, las ilustres benigno y las santifiques con el rocío de tu piedad; para que, dondequiera fuese esparcida, por la invocación de tu santo nombre, se aleje de allí toda influencia del espíritu inmundo y sea liberada del terror de la serpiente venenosa; y dígnese asistirnos siempre, a los que imploramos tu misericordia, la presencia del Espíritu Santo. Por Cristo nuestro Señor. Todos responden: Amén. Después de la bendición del agua, el sacerdote celebrante se rocía a sí mismo, a los ministros y al pueblo, como se dice en e l capítulo siguiente. Los fieles pueden llevarse de esta agua bendita en recipientes, para rociar con ella a los enfermos, casas, g anados, campos o viñas, etc., y guardarla en su habitación para rociarse todos los días con ella.