EVA SANDOVAL
¿Y TÚ QUE CREES? CONVIÉRTETE EN EL CREADOR DE TU PROPIA VIDA
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1.ª edición: Marzo 2015
Copyright © 2015 by Eva Sandoval All Rights Reserved
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Depósito De pósito Legal: Lega l: B 2543-2015 2543-2015 ISBN EPUB: EP UB: 978-84-9944-817-6 978-84-9944-817-6 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright , bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.
Dedicado a ti, que escuchaste demasiadas veces y demasiado alto: «¡No puedes!»
«Sé el cambio que quieres ver en el mundo.» Gandhi
Contenido Portadilla Créditos Dedicatoria Cita Prólogo: Un viaje al poder personal I. Creer es crear 1. Cómo las creencias nos acercan o alejan de nuestros deseos 2. Una nueva caja de creencias 3. Si es tan fácil cambiar, ¿por qué nos cuesta tanto? 4. La abundancia y el ruido de la nevera II. Sin miedo 5. Adiós, monstruos 6. A prender a aceptar 7. El motorista, el Miedo y la Muerte 8. Del miedo a la confianza III. El valor de actuar 9. El riesgo y la vida 10. Permiso para soñar 11. ¿Cuándo es el momento para cambiar? 12. Llegar adonde quieres 13. Todo es posible 14. El poder de elegir IV. El poder de las palabras 15. Lo que dices es lo que creas 16. Esfuerzo o amor 17. Todo es perfecto V. Seguir tu propio camino 18. Ser, hacer, tener (en este orden) 19. Cultivar nuestras prioridades sin miedo 20. Permitir que suceda VI. Con amor 21. Amar desde la libertad 22. Claves de la comunicación amorosa 23. El arte de escuchar
24. Animar es dar vida 25. Amar sin condiciones VII. El valor de quererte 26. ¿Estás contigo? 27. Los demás son tu espejo 28. Confía en ti VIII. De la carencia al poder persona 29. Perdonar desde el corazón 30. Interpreta el pasado a tu favor 31. Observar en lugar de juzgar 32. Dar gracias, soñar y recibir 33. Eres tu propia luz Epílogo: No hagas lo que está bien, haz lo que amas Cita Agradecimientos
Prólogo: Un viaje al poder personal Hasta hace sólo seis años, yo me dedicaba, como muchas personas, a vivir según los patrones sociales establecidos. Trabajaba ocho horas al día, de lunes a viernes, dejando de lado lo que me gustaba. Principalmente buscaba ganar mucho dinero y tener éxito. Creía que ésa era la fórmula perfecta para ser feliz, aunque lo que hacía era gastarme el dinero para anestesiarme de una vida infeliz que deseaba olvidar. Cuando monté mi primera empresa, tenía apenas veintiún años. Luego tuve tres negocios más. El primero fue una compañía de sistemas de seguridad que instalaba controles para que los trabajadores ficharan en su trabajo. Es difícil imaginar una actividad más prosaica. Otra empresa que tuve trabajaba con cámaras y circuitos cerrados de televisión. Paralelamente estuve una temporada trabajando en Nintendo. Como vendía co mucha facilidad, me ventilaba el trabajo en un par de horas y el resto del tiempo me anestesiaba nuevamente. Es decir, necesitaba distraerme para olvidar que lo que hacía no me gustaba. Con ese fin me dedicaba a hablar de los demás, criticar, discutir, beber alcohol… Por aquel entonces ganaba mucho dinero, y la gente me decía que, aunque no estuviera contenta con mi trabajo, tenía que aguantar . Pero eso me hacía sentir inmensamente infeliz. Anhelaba encontrarme a mí misma, y ganar tanto dinero no me ayudaba. Estaba atrapada en un triángulo, con el trabajo, el dinero y la libertad en sus vértices. Tenía la creencia de que el dinero sólo se consigue trabajando y que no se podía trabajar y ser libre al mismo tiempo. Por lo tanto, siguiendo la lógica de ese triángulo, llegué a la conclusión de que si yo era libre no tendría dinero. Aún no había dado mi salto de fe. Cuando decidí dejar mi último trabajo, no lo anuncié a mi familia porque no habrían entendido que abandonara una actividad en la que ganaba tanto dinero trabajando tan poco. La realidad era que ya no podía más, y sentía que había llegado el momento de tomar una decisión. Aun sintiendo mucha inseguridad, conseguí renunciar a mi trabajo en Nintendo. De repente, me di cuenta de que todos los empleos y las empresas que había tenido habían sido un fracaso personal. Me levantaba por la mañana sin ganas de salir de la cama y, una vez en la oficina, deseaba que el tiempo pasara cuanto antes.
Y lo peor de todo era que tenía totalmente asumido aquello de que «ganarás el pa con el sudor de tu frente». A los niños les decimos a menudo, cuando se lo están pasando bien, que aprovechen ahora que son pequeños, porque luego, cuando sean mayores, se les acabará el placer. Tal vez por eso cuando de adultos disfrutamos demasiado tendemos a parar, porque pensamos que algo malo nos sucederá por divertirnos tanto. ¿Habría alguna manera de romper el triángulo y vivir como yo quería? ¿Era posible ganar dinero y seguir siendo yo misma?
Un amanecer diferente Al tomar mi decisión, no sólo dejé la vida empresarial, sino todo lo que había sido mi mundo hasta entonces. Abandoné todos mis bienes materiales, dejando que todo se hundiera, hasta el punto de no tener una casa donde dormir. Acabé pasando dos noches en la playa. Aunque suene raro, fue una de las experiencias más bonitas de mi vida. El primer despertar en la playa resultó magnífico. Como la mayoría de las personas, yo pensaba que si no hacía lo correcto un día me encontraría en la calle, sin nada, y que eso sería terrible. A partir de ese amanecer, me di cuenta de que no necesitaba gran cosa para vivir, porque ¡estaba viva de verdad! Por primera vez sentía que era yo misma. Dio la causalidad *, además, de que la playa en la que desperté era naturista, y eso significó para mí descubrir una libertad que hasta entonces me había sido vetada. Tuve la certeza de que lo que quería era encontrarme a mí misma, pues me había dado cuenta de que no sabía quién era. Entonces me dije: «Voy a estar siempre donde quiero estar». Con todas las consecuencias. En mi época de trabajópata, yo había sido una coleccionista de libros de autoayuda, y solía pensar que alguno de ellos me solucionaría la vida, pero eso no sucedía porque aún no había pasado a la acción. Uno de esos libros se titulaba La biología de la creencia, de Bruce H. Lipton, pero lo había dejado en mi estantería sin leer porque el título me recordaba a las clases del colegio. Al quedarme sin dinero, desmonté mi piso y lo vendí todo. Metí en tres cajas lo que me quedaba, incluyendo algunos libros. Transportando una de ellas a un trastero, de repente cayó un volumen. Y era La biología de la creencia. Recordé que cuando había comprado esta obra, tres años antes, la librera me había dicho: «Este libro es
para ti». «Ahora tengo tiempo», pensé, «es el momento de darle una oportunidad». Al hacerlo, descubrí lo que realmente pasaba conmigo: yo era un producto de mis ropias creencias , y, a su vez, éstas no eran mías, sino del mundo en el que había vivido. Por primera vez leí sobre el PSYCH-K *, del que Bruce hablaba al final del libro. Poco después encontré un taller en Barcelona donde se enseñaban estas nuevas herramientas de cambio. Al descubrir que había vivido según unas creencias limitadoras, pude reprogramarlas. Empecé a disfrutar mucho de todo lo que me sucedía. Tuve más contacto con la naturaleza, iba a menudo a las montañas y aprendí a escalar, a disfrutar de cada momento, de cada sonrisa, de cada paso. Entendí que la vida es lo que ocurre a cada instante y dejé de buscar para encontrar . Mi nueva relación con la naturaleza, conmigo misma y con la vida me hizo entender que había malgastado mucho tiempo, también los sábados y domingos por la mañana en los que me quedaba en la cama con resaca, deseando que no llegara el lunes para volver a empezar.
Cuando haces lo que realmente quieres, todo lo que necesitas aparece Fue entonces cuando decidí ser instructora de PSYCH-K, la herramienta que había descubierto para mí misma y que me había dado el valor de cambiar. De repente sentí que podía ofrecerla al resto del mundo. El curso para ser instructora se hacía en Denver y tenía un precio de cinco mil dólares más el viaje y la estancia, pero yo estaba arruinada y tampoco tenía ninguna tarjeta de crédito con la que poder pagarlo. Aun así, decidí confiar y seguir viviendo. Pronto descubriría que, cuando haces lo que realmente quieres, todo lo que necesitas aparece. De forma casi mágica, fui cumpliendo los requisitos para entrar en la certificación: había que mandar un vídeo; me saqué el pasaporte electrónico el mismo día y sin cita previa; una amiga me dejó su tarjeta Visa para pagar el billete a Denver, y otra persona, en un sorprendente acto de confianza, me ofreció el dinero para la matrícula sin ni si quiera llegar a pedírselo. Pude asistir al curso de PSYCH-K gracias a toda una serie de causalidades que se untaron para que pudiera lograr mi objetivo. Por otra parte, no hablaba un inglés lo bastante fluido para comprender el curso, pero eso, una vez más, no fue u
impedimento, sino una oportunidad para aprender el idioma además de las herramientas del cambio.
Cómo funciona nuestro sistema de creencias Cuando una persona dice que «ser feliz es difícil», se trata simplemente de una creencia. Si hubiéramos crecido en un ambiente en el que nos hubieran dicho que la felicidad forma parte de nosotros, nos parecería muy fácil y natural ser felices. E cambio, si creemos que la vida es un valle de lágrimas, viviremos en un valle de lágrimas. Para huir de todas estas trampas, lo importante es que hagamos lo que tenemos ganas de hacer y no lo que los demás esperan de nosotros. De hecho, si actúas con amor a ti mismo, estarás amando al mismo tiempo a los demás. Paradójicamente, si todos fuéramos un poco más egoístas, el mundo iría mejor. No se trata de pisar a nadie ni de competir, sino de entender que, si no nos queremos, tampoco seremos capaces de querer a los otros como lo merecen. No se puede dar lo que no se tiene. Cuando alguien se esfuerza por hacer algo que en realidad no desea, se queda co una desagradable sensación de vacío. En cambio, si todos los seres del planeta hicieran lo que quieren, de todo corazón, el poder volvería a cada uno. Recuperando el poder personal, tus sueños se hacen realidad. Ha llegado el momento de ponernos en acción. * No creo en las casualidades, sino en que todo tiene una causa. * Método originado por Rob Williams para reprogramar creencias.
I
CREER ES CREAR «Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto.» Henry Ford
1
Cómo las creencias nos acercan o alejan de nuestros deseos El título del libro que tienes en tus manos no es nada arbitrario. La pregunta «¿y tú qué crees?» es quizá la más trascendente que nos podamos hacer, ya que nuestro mundo tiene la amplitud o estrechez de nuestras creencias. Toda creencia es una supuesta verdad —sin comprobación alguna o con la única comprobación de la propia experiencia— creada por la mente, que nos lleva a interpretar lo que sucede a través de ese prejuicio. Dos personas en las mismas condiciones conseguirán resultados opuestos segú sean sus creencias. Así como el seductor triunfa en una cita amorosa porque cree que va a lograrlo, otro fracasa repetidamente porque tiene la creencia negativa, siempre encendida como un piloto automático, de que va a ser rechazado. Lo mismo sucede en el entorno profesional, en las finanzas, en nuestro desarrollo personal o en cualquier otro ámbito que incida en nuestra felicidad. «Las creencias son los filtros preseleccionados y organizados con los que cribamos la realidad circundante, nuestra capacidad particular de ver o creer que el mundo es así y no de otra forma.» Richard Bradler, comunicador
Toda creencia se acaba convirtiendo en una supuesta y extendida verdad para quien la cree, aunque proceda de una programación errónea y normalmente infantil.
Algunas creencias a revisar Seguro que más de una vez has oído —tal vez incluso las hayas utilizado— estas afirmaciones clásicas del catálogo de creencias negativas: «Todo en la vida cuesta esfuerzo.» «Nadie te regala nada.» «Quien bien te quiere te hará llorar.»
«Más vale malo conocido que bueno por conocer.» «Todo lo bueno se acaba.» ¿Te has preguntado alguna vez por la veracidad de estas creencias? Y, lo que es más importante, aunque conscientemente tengas claro que no te favorecen e absoluto, ¿están activas en tu subconsciente? ¿Te limitan de algún modo? ¿Te separan de lo que quieres? Es posible que aún no te hayas dado cuenta. Las creencias están activas en el subconsciente y condicionan nuestros pensamientos y actos, definiendo nuestra realidad. Una creencia es verdad para quien la tiene, pero puede no serlo para otro. Hay muchas personas que no ven satisfechos sus deseos, que viven un proyecto fallido tras otro, que, pese a hacer terapia, leer libros y asistir a seminarios, siente que están como al principio. Llegan a pensar que tienen mala suerte, que el destino no les ha sonreído, que les falta algo que otros tienen… Sin embargo, su suerte raramente cambiará a no ser que tomen consciencia de las creencias limitadoras que condicionan su vida. Puedes desperdiciar tu existencia en un trabajo que detestas por culpa de una creencia limitadora. Por ejemplo, dejaste de bailar o de pintar o de tocar u instrumento o de dar saltos por la creencia de que «los artistas se mueren de hambre», obviando que miles de personas en el mundo han conseguido ganar dinero disfrutando de su pasión. No obstante, como eres preso de esta creencia, en lugar de seguir tu vocació interior te resignas a una vida aburrida y sin sentido, haciendo cosas que no te motivan ni te gustan. Otro ejemplo muy extendido son las creencias sobre los ricos. Si te convences de que un millonario es necesariamente una mala persona, alguie que roba a los pobres para su beneficio o algún otro prejuicio de este tipo, ¿vas a ser rico? Poco probable, porque estarías actuando en contra de tus creencias. ¡Por eso leemos tantos libros de autoayuda que tratan de cómo conseguir fortuna y hacerse rico y seguimos sin ser ricos!
Libérate de la información de segunda mano
Una vez que sabemos que las falsas creencias son tus frenos a la hora de conseguir lo que deseas, llega la buena noticia. Y es que, mediante la consciencia, es decir, sabiendo que estas creencias limitadoras existen y operan en ti, vas a desactivarlas. «Libérate de todas las creencias, de todas las normas. Advierte que vives completamente a base de creencias. Libérate de la información de segunda mano. Ve claramente lo que hay en ti de hermoso. Todo lo que hay de hermoso en ti es bueno. Contempla la situación con la mente abierta, libre de habladurías. La solución se encuentra en la situación. Así pues, ve claramente la situación con la mente abierta. Entonces llegará la decisión sin elección.» Jean Klein, Beyond k nowledge
La pregunta que surge automáticamente es: «Y ¿cómo lo hago? ¿Cómo me libero de mis creencias?». Las creencias acerca de nosotros mismos y del mundo que limitan nuestra vida están a menudo guardadas en el subconsciente. Son el efecto acumulado de una vida de programación. Es importante entender que están ahí porque un día nos resultaron útiles. Tal vez sirvieron, hace mucho tiempo, por ejemplo, para modelar a nuestros padres y a nosotros mismos, pero ahora ya no nos sirven. Gracias a la consciencia empiezas a observar la creencia y se obra el milagro: dejas de identificarte con ella. Ahí empieza la transformación. Del mismo modo que, en la infancia, al descubrir cómo se conciben los hijos adquirimos una nueva perspectiva sobre la vida, cuando tomamos consciencia de nuestros prejuicios e ideas preconcebidas, nos apoderamos de una nueva visió sobre la realidad y de lo que somos capaces de hacer. Al cambiar nuestras creencias limitadoras por otras que nos favorezcan, recuperamos nuestro poder personal y nuestro mundo da un giro de ciento ochenta grados.
Puedo, gracias Una vez desenmascaradas las creencias limitadoras, procedemos a sustituirlas por una programación amable, positiva y respetuosa con nuestros sueños y nuestra autoestima. Plantéate estas nuevas creencias —puedes añadir otras que tengan un significado especial para ti— para sustituir los viejos frenos que sólo tenían como objetivo «protegerte». partir de ahora mismo …
◆ Puedo
ser feliz disfrutando de lo que deseo, aunque los que amo no estén de acuerdo. ◆ Ayudaré a los demás en lo que me pidan, y lo haré siempre que eso no condicione mi bienestar. ◆ Puedo atraer dinero haciendo lo que me gusta y sin esfuerzo, aunque la mayoría no lo haga. ◆ Puedo tener lo que deseo sólo con pensarlo, aunque parezca imposible. ◆ Elijo mirar hacia dentro y encontrar mis propios valores y mi poder personal. ◆ Elijo amarme y amar a otros sin condiciones. ◆ Decido manifestar mis peticiones y convertirme en abundancia, prosperidad, equilibrio y amor. ◆ Puedo hacer lo que deseo sin dañar a nadie.
La base de esta nueva programación para realizarte es cambiar el horizonte de frenos mentales encabezado por afirmaciones como: «No se puede porque…», «es que…», qu e…», «si hub ubiera…», iera…», «ojalá…». Vamos amos a elim eli minar estas es tas excusas y evasivas evas ivas de nuestro nuestro mapa mental. mental. A partir de ahora te dirás: «Puedo, «Puedo, gracias».
2
Una nueva caja de creencias El mundo cambia constantemente —ya lo decía Heráclito: «Todo fluye, nada perman permanece»— ece»— y nosotros cambiam cambiamos os con él. Y así como como hoy tendría tendría poco sentido sentido llamar a una operadora para hacer una conferencia al extranjero, tampoco lo tiene recurrir a viejas creencias limitadoras. La mayoría de ellas están obsoletas y son las causantes de muchos de nuestros problemas, disgustos, frustraciones, depresiones, etc.
¿Cómo detectarlas? Lo que creemos genera lo que vivimos. Por eso, observando nuestra realidad podremos podremos ser conscientes conscientes de qué qué creencias tenem tenemos. os. Otra manera de conocerlas es prestando atención a tu diálogo interno. ¿Qué te dices interiormente cuando crees que crees que te has equivocado? eq uivocado? Básicam Básic ament entee hay dos opciones: ◆ «¡Seré
tonto!» / «Siempre me pasa igual…» / «¡Todo me sale al revés!» / «Soy un inútil.» / «Nunca llegaré a nada.» / «¡Pobre de mí!» (Hay muchas más variantes de este pensamiento negativo.) negativo.) ◆ «¡Qué maravilla que me haya dado cuenta!»
Según la interpretación que le demos a la supuesta equivocación, equivocación , nos sentiremos realizados o fracasados, creeremos que hemos crecido o bien que hemos dado u paso atrás. Eso dependerá de cuál sea nuestra creencia.
DOS HERMANOS, DOS CREENCIAS Cuentan que un padre tenía dos hijos gemelos de signo opuesto. Uno era un pesimista empedernido; el otro, un optimista que siempre veía el lado bueno de las cosas. Al llegar ambos a la mayoría de edad, un amigo le aconsejó que, para compensar las diferencias entre sus estados de ánimo, hiciera al pesimista pesimista un regalo re galo impresionante y al optim o ptimista ista algo espantoso. espa ntoso. Dicho y hecho, hec ho, la mañana maña na de su dieciocho diecio cho cumpleaños cumpleañ os el padre p adre hizo h izo salir s alir de d e casa c asa a los gemelos para ar a que q ue descubr desc ubrieran ieran sus regalos, reg alos, que hab había ía tapado tap ado en la calle ca lle con sendas send as mantas. manta s. El pesim pes imista ista descub des cubrió rió una potente pote nte moto japon ja ponesa esa y rompió rompió a llorar, llorar, mientras se lamentaba: lamentaba :
«Me regalas esto porque quieres que me mate». A con continuac tinuación, ión, el optimista levantó levan tó su manta y deb debaj ajoo apa apareció reció un eno enorme rme excremento de caballo. El chico empezó a gritar y a saltar lleno de entusiasmo. Su hermano h ermano pesimista pesimista le espetó entonces: en tonces: «¿De qué te alegras, a legras, imbécil?». imbécil?». A lo que el e l optimista optimista le respondió: «Si aquí hay este excremento, es que enseguida viene mi caballo». Fábula tradicional
¿De dónde vienen las creencias? La mayor parte de nuestra programación viene de nuestros padres, madres, abuelos, abuelas, hermanos, hermanas, amigos, amigas, profesores, profesoras, cuidadores y oftware interior entre los cero cuidadoras* cuidadoras*. Y esa información fue incorporada a tu software interior y los seis sei s años, a ños, mayorment ayormente, e, cuando no tenías tenías ningún ningún filtro y la diste di ste por buen buena. a. Tal como apunta el doctor Bruce Lipton, la frecuencia con la que vibran nuestras ondas cerebrales en nuestros primeros años de vida es muy baja. El cerebro admite mucha información a gran velocidad, porque estamos presentes al cien por cien, totalment totalmentee inm i nmers ersos os en la experiencia. e xperiencia. Somos Somos como como esponjas. es ponjas. Antes —durante la gestación—, y después también, se puede programar, pero, según Lipton, la inmensa mayoría de nuestras creencias tienen su origen en ese periodo de los cero cer o a los seis años. Aviso para navegantes: prestemos atención a lo que decimos a los niños, porque es in i nformación formación que que se fijará fij ará en ellos. Un ejemplo ejemplo clásico cl ásico sería s ería el padre padr e que riñe a s hijo pegándole en el brazo mientras le repite: «¡No se pega!». Estamos sembrando de confusió confusiónn la mente mente de ese e se niño. Greatest hits de los pensamientos limitadores
De adultos, tenemos la oportunidad de liberarnos de esos prejuicios e ideas preconcebidas cuan cuando do somos somos capaces de reconocerlos. En el primer capítulo hemos listado algunos, pero vamos a ver unos cuantos más, por si te suenan suenan.. Ten Ten en cuenta cuenta que, que, si están operando operando en ti, son lo que mu mueve tu vida, así que es muy fácil que digas: «Eso no es una creencia, es la realidad». Estamos de acuerdo, porque es lo mismo: lo que crees es lo que creas. Esos pensam pensamient ientos os limitadores limitadores con config figuuran tu realidad reali dad y la de much chos, os, por eso los corroboras sin parar. Ordenados por géneros, vamos a ver los Greatest hits hits de una programació limitadora: a) Creencias típicas de la programación infantil que provocan provocan estancamiento:
calladita.» adita.» ◆ «Estás mejor call
/ «¡Tú « ¡Tú qué vas a saber!» / « No aciertas aciertas una.»
◆ «Todo
lo que tocas lo rompes.» / «Quietecita estás más mona.» ◆ «Nunca aprenderás.» / «Nunca cambiarás.» / «Acabarás de barrendero.» (Como si eso fuera algo malo…) ◆ «Así no llegarás a ninguna parte.» / «Si haces las cosas a tu manera, fracasarás.» / «La curiosidad mató al gato.» (Toma ya, a cortar todo tipo de iniciativa y convertirnos en autómatas.) b) Creencias que consiguen que la vida sea como es: ◆ «La
vida es dura.» / «Toda la vida trabajando para esto.» (Se oye mucho en los entierros.) ◆ «Sin esfuerzo no se consigue nada.» (Pero ¡venga a jugar a la lotería! ¿Para qué?) ◆ «Todo en la vida tiene un precio.» ◆ «Nadie te regala nada.» ◆ «No te fíes de nadie.» c) Creencias que impiden disfrutar de la vida: ◆ «Ganarás
el pan con el sudor de tu frente.» ◆ «A partir de los treinta/cuarenta/cincuenta años (según la generación), vamos para abajo.» ◆ «Nunca es suficiente, siempre puedes ser mejor.» (Ésta es una de las que causa profunda insatisfacción.) ◆ «Cuando todo va bien, desconfía, que algo malo pasará.» (Es decir, que nunca se puede estar tranquilo.) d) Creencias que nos cierran el paso a las relaciones sentimentales: ◆ «El
amor duele.» ◆ «Piensa mal y acertarás.» ◆ «Si quieres a alguien, no se lo demuestres o te hará daño.» (¡Pues estamos apañados si no podemos demostrar el amor por miedo!) ◆ «Más vale malo conocido que bueno por conocer.» ◆ «Quien bien te quiere te hará llorar.» (Ya sabes, a aguantar lo que te echen, porque eso significa que te quieren.) ◆ «Sólo hay un amor verdadero.» (En esto, Disney y Hollywood se llevan la palma.)
La lista podría seguir sin fin, porque nuestra programación está cargada de estas frases lapidarias que hemos oído y creído. Al borrar de nuestro software interno todos estos prejuicios, cambia automáticamente lo que nos sucede fuera. Dejamos de aplicarnos la cancioncilla
limitadora para que pueda sonar la gran música de la vida.
LAS DOS GUITARRAS Si hay dos guitarras en una misma habitación y tocamos una de las cuerdas, vibrará la misma cuerda en la otra, porque ambas son guitarras. El instrumento que no estamos tocando resuena también. Del mismo modo, si alguien te dice que eres un inútil, esa información resonará dentro de ti sólo si tú albergas esa misma creencia. CONCLUSIÓN: si un hecho exterior resuena dentro de ti de forma negativa, si te remueve por dentro, ponte a revisar tus creencias.
Construyendo una nueva caja de creencias En el ejemplo de las guitarras hemos hablado de una emoción negativa, pero tambié el amor, la abundancia, la amistad, el equilibrio, la calma, la belleza… resuenan o no dentro de nosotros en función de lo que tengamos programado. Darnos cuenta, por ejemplo, de que no hemos activado la prosperidad en nuestro interior es el primer paso para conseguir que la prosperidad se active. Si hemos vivido a partir de información encorsetada y de segunda mano, ha llegado el momento de construir una nueva caja de creencias que nos sirva para la vida que queremos llevar, ya que, como hemos visto, al cambiar nuestras creencias cambiamos nuestra realidad. Cada persona debe decidir qué hay en su nueva carta de navegación. Mientras observas cuáles son tus creencias, aquí tienes algunas que te pueden ser útiles. Las puedes copiar como punto de partida. De hecho, copiar es otra de las cosas que se castigan en el colegio, cuando, en realidad, es una forma de cooperación. ◆ «Haga lo que haga, todo me sale bien.» ◆ «Las personas son maravillosas.» ◆ «La
vida me regala todo lo que le pido.» ◆ «Me merezco lo mejor.» ◆ «Soy un ser maravilloso y querido.» ◆ «Puedo hacer todo lo que quiera.» ◆ «La vida es para disfrutarla.»
Ahora sigue tú. ¿Qué quieres poner en tu nueva caja de creencias? * Fíjate en este detalle: si lo hubiera puesto todo en masculino —padres, abuelos, hermanos…—, tu cerebro probablemente hubiera incluido a los dos. Pero, si lo pongo en femenino y hablo sólo de madres, abuelas, hermanas…, tu cerebro excluiría el masculino. Eso es un ejemplo claro de programación. A partir de ahora, como
ya lo sabes, los utilizaré aleatoriamente y siempre que no se especifique, incluirá a los dos.
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Si es tan fácil cambiar, ¿por qué nos cuesta tanto? Vivimos un momento en el que las librerías están llenas de manuales de autoayuda; hay infinidad de carteles anunciando terapias y cursos para cambiar tu vida, y se proyectan cientos de películas y documentales que nos relatan historias de personas que han triunfado, y a la mayoría de ellas les ha costado lo suyo, pero ahora nos dicen lo facilísimo que es. A la creencia limitadora de que «es difícil cambiar» o «las personas no cambian» ahora hay que añadir un sentimiento de incomprensión y frustración cuando las cosas no salen como deseamos. Entonces es lícito que nos preguntemos: «Si es tan fácil cambiar, ¿por qué nos cuesta tanto?». Nuevamente, el motivo por el que nos cuesta cambiar está oculto en nuestra programación: que si cambiamos dejaremos de ser nosotros mismos . Genial, de eso se trata, de que mejoremos, y mejorar implica dejar atrás lo que fuimos para ser mejores. ◆ Tememos que los que nos quieren, si cambiamos, dejen de querernos . Cambiar conlleva riesgos que asumir, como, por ejemplo, perder a ciertas personas que desean que seamos siempre del mismo modo. ◆ Creemos
CRUZAR EL RÍO DEL CAMBIO El neurocientífico Joe Dispenza, autor de, entre otros libros, Deja de ser tú , comentó en su última visita a España que cuando cruzas el río del cambio te enfrentas a dos peligros: 1) LOS DEMÁS. A la gente no le gusta que cambiemos, aunque sea por una cuestión de supervivencia. Se han acostumbrado a que seamos de determinada manera y les inquieta no tenernos controlados tal como nos conocen. Por eso, cuando empezamos a nadar hacia la otra orilla, nos gritarán que volvamos. Por eso: NUNCA ESCUCHES A LOS DEMÁS CUANDO TE HAS DECIDIDO A CAMBIAR. 2) NUESTROS PROPIOS TEMORES. Dispenza afirma que el cambio es como cruzar un río de agua gélida. Muchos se tiran al agua y al llegar a la mitad del río dicen: «¡Está fría!», y regresan adonde estaban, a su zona de confort. Nadie nos dijo que el cambio sería incómodo. Por eso, la segunda ley sería: NUNCA ESCUCHES TUS MIEDOS CUANDO TE HAS DECIDIDO A CAMBIAR.
miedo a salir de nuestra zona de confort y asumir riesgos porque creemos que vamos a salir mal parados. ◆ Creemos que nos falta flexibilidad para dar un giro radical a nuestra vida, cuando si algo caracteriza al ser humano es su prodigiosa capacidad de adaptación. Eso nos ha dado una ventaja evolutiva frente a especies en apariencia más fuertes que nosotros. ◆ Tenemos
Convertirse en agente de cambio En realidad, da igual el motivo por el que te cueste cambiar. Lo único importante es la voluntad de hacerlo y pasar a la acción. Cuando nos ponemos por delante un gra objetivo que implica una realidad muy distinta a la que estamos viviendo, nos asusta dar el primer paso, pero, una vez que lo damos, seremos capaces de dar grandes zancadas sin despeinarnos. Vivir el cambio y dejarnos llevar por él nos prepara para asumir retos cada vez más grandes. Aunque parezca paradójico: sólo cambiando lograrás cambiar . Si en tu mente existe el pensamiento de cambio, si has alumbrado esa posibilidad, es porque tienes las herramientas para llevarlo a cabo. Y no sólo las herramientas mentales, sino también las físicas. Para arrancar sólo hay que reinterpretar el miedo, que se proyecta al futuro —«si no hago esto, me sucederá aquello»— y además lo crea. Cada temor puede convertirse en una fuerza, en un aliado para recuperar tu poder personal. Para convertirnos en agentes del cambio, podemos transmutar el miedo en estas claves: ◆ En
la vida todo cambia constantemente. Si nosotros no lo hacemos, no estamos fluyendo con la vida. ◆ Si no fluimos con la vida, vamos a sufrir. ◆ Si estamos sufriendo ahora, es porque no hemos cambiado. ◆ El cambio no implica sufrimiento, sino la creación de nuevas circunstancias. ◆ Cambiar forma parte de nuestra naturaleza. Por eso hay que abrazar el cambio y amarlo, sin temor. «Yo soy yo y mis circunstancias. Luego, si cambio yo, propicio asimismo un cambio en mis circunstancias. También, si creo nuevas circunstancias, cambio yo.» Álex Rovira
Las barreras invisibles
Incluso cuando una persona ve de forma clara que tiene una gran oportunidad ante ella, enseguida llegan las excusas y justificaciones, que son una preparación del terreno para retrasar o no hacer aquello que deseamos hacer. Expresiones como «espero que sea así», «ya veremos qué me dicen», «según los resultados que tenga», «ojalá», etc., siguen un mismo patrón de pensamiento. Pertenecen al antiguo paradigma en el que eres víctima de las decisiones de otros o de las circunstancias, obviando que las verdaderas decisiones son las nuestras y que las circunstancias favorables las podemos crear nosotros. Estas muletillas son barreras invisibles que se interponen entre tú y lo que deseas, que solamente se abren y te dan paso cuando codificas de otra manera tus pensamientos y actos. ¿Cuántas veces has comprendido algo y ha ocurrido? ¿Cuántas veces te has rendido y justo entonces ha aparecido lo que buscabas? Es como cuando quieres recordar el nombre de un actor, y, al dejar de pensar en ello, entonces el nombre te viene a la mente. Si buscas algo, estás evidenciando que no lo tienes. Mucho más poderoso que buscar es encontrar . Buscar es otra barrera invisible. A menudo se acompaña de ansiedad, que nos impide encontrar.
LA BAÑERA DE ARQUÍMEDES Cuando dejas de pensar en un problema aparece la solución. Como Arquímedes ante el reto que le planteó el rey Herón II, que necesitaba saber si una corona que le había entregado un orfebre era de oro puro. El pensador griego no tenía la posibilidad de fundir la corona para calcular su masa y volumen, pero, mientras tomaba un baño para relajarse, se fijó en cómo el agua se desplazaba a medida que introducía su cuerpo en la bañera. Corrió hasta palacio y sumergió la misma cantidad de oro que el rey había entregado al orfebre para que hiciera su corona. Luego lo comparó con la corona y vio que la altura del agua era menor, con lo que la única explicación era que la densidad de ésta era diferente. Esto descubrió el engaño, y el orfebre acabó confesando que había sustituido un poco de oro por plata. Más allá de las lúcidas conclusiones de Arquímedes, lo importante es que la solución al problema se le ocurrió justamente cuando no estaba pensando en él, como una puerta que se abre con facilidad cuando no la fuerzas.
Otra barrera invisible es querer entenderlo todo antes de tiempo, ya que eso puede limitar la creación de la novedad. Si un pintor empieza a pintar un cuadro, no verá la imagen definitiva hasta el final. Querer tener la pintura completa con la primera pincelada sería inútil, ya que la energía creativa necesita fluir, no que le pongamos diques. Cada cosa será entendida en su justo momento. Lo mismo sucede en cualquier otro ámbito de la realidad.
Si nos limitamos a observar, como Arquímedes en la bañera, sin tratar de entenderlo todo, disfrutaremos de lo que estamos viviendo con el corazón, en lugar de con la cabeza. Cuando la cabeza interfiere en la necesidad de entender, se ralentizan los procesos que están por terminar. Eliminar la necesidad de entender nos abre las puertas al fluir y nos procura una libertad que es nuestra por naturaleza. Cuando abandonas el control, das paso a las posibilidades, a abrir las barreras, a conectar contigo. Empiezas a confiar en que creas lo que crees. Y entonces sucede algo maravilloso: dejas de ser una víctima de las circunstancias para convertirte e un creador de las mismas y de tu propia vida.
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La abundanci abundanciaa y el ruido de la nevera La tendencia natural del ser humano es el optimismo. Las predicciones negativas y toda la programación limitadora que hemos visto en anteriores capítulos so aprendidas. No nacimos así. Si hubiéramos nacido sin esperar lo mejor, jamás nos hubiéramos puesto de pie, ¡y lo hicimos! Aprendimos a usar las manos y a manipular objetos y logramos hablar porque lo mejor estaba estaba en nuestra programación esencial. Luego, poco a poco, casi sin darnos cuenta, empezamos a repetir los mensajes derrotistas de los mayores. La buena noticia es que esta programación es reversible. Cambiar los problemas por oportun oportunidades sólo es un unaa cu cuestión estión de actitud. actitud. Empecem Empecemos os analizan analizando do cómo cómo abordamos las situaciones importantes de nuestra vida. La pregunta clave es: «¿Estoy esperando que ocurra lo mejor?». Si la respuesta es negativa, el cambio empieza por reajustar nuestras expectativas. ¿Estás esperando resultados? ¿Que alguien te llame? ¿Que venga mucha gente a t taller? ¿Que apruebes? ¿Que tu libro se publique? ¿Que te sonrían? ¿Que te den el trabajo? ¿Que te llegue la oportunidad? ¿Que te elijan? Recuerda que somos creadores, así que, sencillamente, Espera que Ocurra lo ejor . Una persona con una programación negativa diría cosas del tipo: «Sí, claro…, y ¿qué pasa si luego no ocurre?», «¿ « ¿ para qué hacerse hacerse ilu il usiones?». Sin embargo, ese posicionamiento revelaría claramente que no está esperando lo mejor, ya que la mente se ha instalado en un modo de imposibilidad y/o escasez.
La abundancia es nuestro estado natural Con la mentalidad de escasez sucede lo mismo que con la nevera: su motor está casi siempre en marcha para enfriar. Tanto que a menudo nos damos cuenta de que hace ruido cuando deja de hacerlo. Somos capaces de filtrar el murmullo del motor hasta no oírlo siquiera, y es cuando de repente se hace el silencio que decimos: «Uf, ¡qué tranquilidad!».
Piensa en la nevera cada vez que sientas escasez, porque para mantenerte en la falta de abundancia necesitas el ruido constante de las palabras y frases aprendidas que repites una y otra vez y que van creando tu realidad. Sin esos mensajes repetidos de escasez aflora la abundancia, pues ése es nuestro estado natural. La naturaleza es abundancia, la vida es abundancia, y tu cuerpo es abundancia. Si sólo te das cuenta de eso algunas veces es por el ruido de tus pensamientos limitadores limitadores aprendidos. Apaga el motor de la nevera disfrutando de un amanecer o de un paseo por la montaña, mirando a un niño, sintiendo tus manos, conversando con un amigo, amando…, e irás contemplando la abundancia que ya eres. Y lo más curioso es que se necesita más energía para mantenerse en la escasez, la cual es aprendida, que para conectar con la abundancia, que es natural en nosotros. No ves la abu abunndancia porque probablemen probablemente te pasas más tiempo tiempo qu quejándot ejándotee qu quee amando en silencio. Toma consciencia del ruido de tu mente y podrás transformarlo en silencio y abundancia cada vez más a menudo. La escasez es uno de los disfraces disfr aces del miedo, miedo, un miedo aprendido que el amor sana.
El más es una ilusión Estamos saliendo, cada uno a su ritmo, del paradigma del TENER / HACER / SER, ese que dice: «Para ser alguien has de hacer algo en la vida» o: «Tanto tienes, tanto vales». La mayoría de las personas hacen constantemente cosas que creen que las hará felices y casi siempre están en busca de algo: las vacaciones, el ascenso, el premio, la publicación, el fin de seman semana, a, la pareja, par eja, el dinero, la posición posici ón social… En nuestra sociedad es poco común disfrutar de las cosas sólo porque sí, ya que el ego repite este mantra: «Siempre puedes tener, hacer o ser más». Si el hecho de buscar implicara bienestar o paz interior, ese estado sería ideal. Pero suele ocurrir lo contrario. Es decir, ese más impide más impide disfrutar de lo que somos y tenemos, porque el más no está aquí, sino en algún lugar futuro, y por tanto t anto es una ilusión. ilusión. La queja o la frustración no es más que un ruido de fondo, como el de la nevera, que nos murmulla: «Cuando tenga dinero, seré feliz», «cuando encuentre pareja, viviré con plenitud», «con el ascenso sentiré que me he realizado». Hemos otorgado a las cosas futuras un poder que no tienen. Tu bienestar, tu paz
interior, tu seguridad, tu tranquilidad, tu felicidad, o como la quieras llamar, no está en el futuro, sino en tu interior. La clave del cambio no está en las cosas que pasan, sino en la oportunidad que nos dan las cosas que pasan para crecer y abrir nuevas vías a la realización.
¿QUÉ ES LA FELICIDAD? «La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero, si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro.» Viktor Frankl
Cambiar a una casa más grande, tener más dinero, conseguir pareja… no te va a hacer más feliz de por sí. Disfrutar de ello, de las cosas que vives, eso sí que te va a hacer más feliz. Vamos a introducir una creencia nueva en nuestra caja de herramientas: veo la oportunidad de cambio en las cosas que pasan.
Los demás también crean lo que creen Un mismo mensaje se puede interpretar de siete mil millones de maneras diferentes, tantas como personas somos en el planeta. Por eso, preocuparnos por lo que los demás piensen de nosotros es tan cansado como querer hablar todos los idiomas de la tierra. Las personas comprendemos en función de lo que tenemos dentro, de nuestro sistema de creencias. Por eso, al interactuar con alguien, saldrá lo que éste albergue en su interior. ¿Tiene amor? Lo que le digas lo interpretará amorosamente. ¿Tiene rabia y frustración? Eso verá en lo que le dices. No tiene sentido seguir con el piloto automático de culpar o responsabilizar a los demás con reproches del tipo: «¡Mira lo que me ha dicho!». Así como cuando exprimimos una naranja sale zumo de naranja, cada persona nos ofrecerá lo que lleve dentro en cada momento vital. Por eso no sirve de nada censurar las reacciones de los demás. Lo que sí podemos hacer, si amamos a alguien, es darle las herramientas para cambiar. En lugar de enfadarnos con la persona que creemos que ha hecho algo, podemos asumir la oportunidad de ayudarla a superarse. Y eso lo lograremos creyendo en la capacidad del otro para hacer las cosas de forma diferente.
II
SIN MIEDO «La cueva donde temes entrar contiene el tesoro que estás buscando.» Joseph Campbell
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Adió diós, s, monstruos mon struos El miedo es un monstruo que se alimenta y crece según el protagonismo que le vamos dando en nuestra vida. Si creemos creemos que no podemos hacer frente a aquello que tememos, el miedo se asienta y va ocupando cada vez más espacio. Éste es el motivo por el que las fobias empiezan siendo pequeñas y pueden acabar comprometiendo la libertad de una persona. Hay millones de personas que se siente incapaces de tomar un ascensor, de subir a un avión o de hablar en público. ¿De dónde salen estos frenos? Sin duda, de una programación que se ha instalado oft ware mental por algun alguna razón en nuestro nuestro software mental y que nos advierte de aquello que nos odría pasar si… si…
UNA FÁBULA SOBRE EL MIEDO Cuentan que un día un peregrino se encontró con la Peste Peste y le preguntó adónde ad ónde iba: —A Damasco —le contestó con testó ésta—, é sta—, a matar a cinco c inco mil mil person per sonas. as. Pasó una semana y cuan c uando do el peregrino pe regrino se volvió v olvió a enco e ncontrar ntrar con la Peste, Peste , que q ue regresaba de su viaje, la interpeló indignado: —¡Me ¡Me dijiste que ibas a matar a cinco cin co mil persona pers onas, s, y mataste a cincuenta cincu enta mil! mil! —No —respond —resp ondió ió la Peste—. Pe ste—. Yo sólo s ólo maté a cinco mil. mil. El resto res to se murió de miedo miedo.. Fábula árabe
Afortunadamente, disponemos de un remedio muy seguro y eficaz para sacarnos de encima los cepos y cadenas que nos impiden caminar con ligereza.
Haz cada día algo que te dé miedo El miedo pierde toda su fuerza cuando se comprende. Cuando vas más allá de lo que temes, suceden cosas maravillosas. Descubres dentro de ti fuerza, poder, creatividad y amor. En lugar de teorizar sobre este sentimiento tan humano, vamos a ver algunas man aneras eras sencillas s encillas de desafiarlo: des afiarlo: ◆ Llamar
a esa persona que tienes en mente. ◆ Decir aquello que no te atreves a decir. ◆ Ponerte una ropa que te dé miedo llevar por lo que pensarán de ti.
◆ Decir
algo fuerte que te gustaría decir a alguien.
Cada vez que haces algo que te da miedo, sales de tu zona de confort, lo cual te conecta contigo mismo, con tu poder personal, y te procura la sensación de estar inmensamente vivo. Es una práctica poco común, ya que generalmente va en contra de nuestra educación. edu cación. Pero eso es o no significa significa que sea difícil de hacer. Cuando desafíes al miedo, te darás cuenta de que no pasa nada. No se abrirá una brecha gigante igante bajo tus tus pies, como como le ocu ocurre rre a Indiana Indiana Jones en sus películas, y te caerás al centro de la tierra. No te señalarán ni se reirán de ti. (Reírse, por cierto, mejoraría el estado de ánimo de los implicados, y no les vendría nada mal.) No ocurri ocu rrirá rá nada de todo eso. Lo único que sucederá, además de vencer al miedo, es que cambiarás la perspectiva de las cosas e irás aumen aumentan tando do tu en energía ergía y tu poder personal. Cuando ya te hayas acostumbrado a los pequeños retos, puedes saltar a los de más envergadura, como, por ejemplo: ◆ Llamar
a alguien con quien se peleó tu familia hace años, y que nunca te hizo nada, para ir a verle. ◆ Desnudarte delante de alguien física y/o emocionalmente. ◆ Saltar desde muy alto. ◆ Aprender un idioma o un instrumento especialmente complicado. ◆ Dejar ese trabajo que te amarga la vida.
Actuando de este modo, cada vez estarás más cerca de ti mismo y de lo que realmente deseas, porque habrás eliminado los miedos injustificados. Al quitar todos estos frenos y piedras del camino, tu vida se volverá más ligera que antes, más alegre y auténtica. Entrarás en el nuevo mundo de posibilidades que se abre ante los que se atreven a apostar por una vida auténtica sin miedo. Y, sobre todo, hagas lo que hagas, hazlo cuando sientas que es el momento de hacerlo.
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Aprender a aceptar Uno de los miedos más comunes es el miedo al abandono, que a menudo tiene s origen en la infancia. Si en algún momento de nuestra niñez nos sentimos abandonados, cosa bastante habitual, lo gestionamos de la manera que mejor supimos: bloqueando ese sentimiento para evitar el dolor. Y como niños seguimos con nuestras vidas. Ahora de adultos ese miedo vuelve a salir para ser transformado. Y ésta es la buena buena noticia: sale ahora porque ya tenemos la capacidad de transformarlo transf ormarlo y hacerlo desaparecer . Pero, en lugar de eso, nuestra educación hace que le coloquemos la etiqueta correspondiente: ansiedad, depresión… y nos escudemos e ella. Hay demasiadas personas infelices a causa de este tipo de temores. En lugar de transitar el miedo, viviéndolo, transformándolo y dejándolo atrás, se frenan justo antes de llegar. Eso da más fuerza al miedo, paralizándonos o ayudando a que ocurra ustamente aquello que tememos.
PROFECÍA DE AUTOCUMPLI AUTO CUMPLIMI MIENTO ENTO Este oráculo orá culo vital en clave neg negativa ativa tiene lugar luga r cua cuando ndo estamos tan con conven vencidos cidos de que nos sucede uc ederá rá algo a lgo malo que que,, de d e forma f orma inconscie inco nsciente, nte, favore fa vorecemos cemos que q ue aca acabe be hac haciéndo iéndose se realidad re alidad.. El prim p rimer er paso pas o para par a que las cosas cosa s nos salgan salga n bien es dejar dej ar de elabora elab orarr profecías profe cías que predicen nuestros actos de forma negativa. Mirar la situación de manera positiva, en cambio, nos permite dar forma al futuro que deseamos.
Si sientes miedo al abandono —de tu pareja, familia, amigos o compañeros de trabajo—, lo primero de todo ten esto presente: ese miedo es infantil, y ya no eres un niño.
Ya no hay gigantes La vida puede ser una encrucijada constante, pero siempre está llena de posibilidades. posibil idades. Tienes mu much chos os caminos caminos que escoger; busca busca el e l tuy tuyo propio, pr opio, pero per o elige el ige uno. Muévete. uévete . Cuando haces eso, el miedo queda atrás. Desaparece y en su lugar se abre un espacio para la confianza y el amor.
A lo largo de la vida vamos recibiendo a unos compañeros de camino y despidiendo a otros. Es natural, y no un drama. Hay personas que tienen un gra significado y relevancia en cierto momento de nuestra vida, pero que dejan de tener ese papel en otro momento muy distinto. Aprende a dar la bienvenida a quien llama a tu puerta y a dejar marchar a quie necesite emprender otro rumbo. Si alguien te abandona, déjale ir. Es su decisión y debes respetarla. Elegimos las personas con las que compartimos nuestro tiempo igual que ellas nos eligen a nosotros. Saber aceptar con naturalidad las diferentes etapas vitales nos ayuda a entender que cada una de ellas tiene sus compañeros de viaje. ¡Y algunos repiten! ¿Te has fijado en que aquellas personas que están siempre en movimiento, amando lo que encuentran a cada paso, tienen más amigos que el resto? Son personas que también saben amarse a sí mismas. Si te amas y valoras los regalos del camino, cada vez encontrarás a más personas que no te abandonarán, sino que te amarán tal como tú haces, porque, recuerda: las ersonas son espejos de nosotros mismos. Al dejar de tener miedo y actuar, descubrirás una fuerza interior que seguramente desconocías. Esa fuerza está bloqueada por nuestro ego, que nos protege del dolor. El miedo al abandono, al rechazo, a lo que dirán de ti… es un antiguo dolor que puedes superar si lo haces desde tu corazón de adulto. De niños vemos a los mayores como gigantes y necesitamos su protección, aunque demasiadas veces, en lugar de protegernos, nos asustan, gritan, castigan o maltratan. Tu mente actual tiene el recuerdo antiguo, piensa que vas a sentirte tan mal como cuando te sentiste abandonado o rechazado, pero has crecido, y una vez más: ¡ya no hay gigantes!
El miedo a perder nos limita El miedo a perder algo no impide que lo pierdas, pero sí que lo disfrutes. Disfrutar de algo es incompatible con el pánico a perder ese algo. El temor pone tu sistema e alerta para huir o luchar, entiende que hay un peligro y se prepara para combatirlo. Ese estado de angustiosa alerta es incompatible con el verdadero disfrute de aquello que amamos. Si en tu infancia, para que hicieras algo que tú no querías hacer, te amenazaban así: «Guarda tus juguetes a la de una, a la de dos, a la de…», si insistieron en que cuidaras tanto algo hasta el punto que nunca lo llegaste a sacar de su caja para
mantenerlo nuevo…, tal vez ésos sean los motivos por los que hoy te cuesta disfrutar de las cosas, las personas e incluso de la vida. Nuevamente, hay que elegir entre el temor infantil o la libertad de la madurez. Plantéate esta pregunta: ¿de qué sirve luchar por mantener algo si no lo disfrutas? Es como esos avaros que se pasan la existencia custodiando su tesoro mientras vive en la miseria. ¿Es ésta la clase de vida que quieres llevar? ¿Vivir una existencia de prevención para no perderla? Tal vez la estás perdiendo igual, pero con el agravante de que no te procura ningún placer mientras la tienes. Cuando asumimos que aquello que etiquetamos como pérdidas forma parte del camino y dejamos que la vida siga su curso, todo cambia. Dejamos de sufrir por lo que perderemos y celebramos todo lo que hay en la mesa del Aquí y Ahora. Es momento de cambiar el miedo a perder por DISFRUTAR. Yo lo siento así, como un mantra para gozar del momento presente: Ha llegado el momento de vivir, de usar lo que tenemos, de sentir a corazón abierto, de ensuciarnos con alegría. Y, si algo se pierde, tal vez está en mejores manos ahora. Da igual si lo que tienes aquí va a durar un año, un día o una hora. Si lo disfrutas, lo perpetuarás en tus sentidos. Cuando temes, mueres; cuando amas, vives. Cada instante es único y tiene lo que tiene. Si aprendes a vivir cada momento co todo lo que hay, nunca sentirás que pierdes, porque no te faltará nada. Cambiar tu manera de relacionarte con las personas, las cosas y la vida es una decisión: DECIDE DISFRUTAR y la vida te proveerá de todo lo que necesitas. «Sólo posees aquello que no puedes perder en un naufragio.» Proverbio indio
Los abusos de poder ¿Te has preguntado alguna vez por qué soportamos tan fácilmente los abusos de poder? La respuesta es muy sencilla: por miedo. Sin embargo, lo hacemos de manera inconsciente, porque no tenemos una relación adulta con los que ejercen poder sobre nosotros: jefes, padres, autoridad, médicos, etc., sino que nos relacionamos con ellos
como niños. Muchas personas fatigan cada día a los demás con sus quejas, críticas y juicios a su jefe o superior, pero fuera de eso no actúan ni tampoco hacen lo que quieren. Relacionarnos de manera infantil con los que ejercen poder sobre nosotros influye en nuestra vida día a día, sobre todo de lunes a viernes en muchos casos. Nos sentimos mal, estamos enfadados e incluso nos enfermamos unas cuantas veces al año. Pero la verdadera medicina sería preguntarnos por qué lo soportamos qué podemos hacer para cambiarlo . Hay varias razones por las que el miedo nos paraliza, no nos deja actuar y hace que no hagamos lo que queremos en nuestra vida.
EL BOICOT DEL MIEDO «La pura verdad es que cuando estás asustado te vuelves más tonto. Los profesores lo ven todos los días con los estudiantes a los que no se les dan bien los exámenes. La ansiedad que provocan los exámenes paraliza a los alumnos que, con manos temblorosas, marcan las respuestas equivocadas porque, a causa del pánico, no pueden acceder a la información almacenada en el cerebro que tan cuidadosamente han ido adquiriendo durante el semestre.» Doctor Bruce H. Lipton
Esto se puede interpretar como: si no eres feliz no es porque «seas así», como decía Darwin, o porque «tú lo has elegido», como afirma parte de la psicología moderna. Sigues infeliz porque no eres consciente de que no ser feliz es una creencia y no sabes cómo cambiarla.
El paradigma del elefante ¿Te has fijado en las caras de las personas por la calle o en el trabajo? ¿Cuál es su actitud? ¿Cómo definirías su estado de ánimo en general? El otro día me fijé en un hombre de unos treinta y cinco años que estaba esperando en una parada de autobús. Parecía un niño sometido, con temor a ser abandonado; alguien, en cualquier caso, que no podía hacer lo que quería. S expresión era de estar resignado a hacer lo que otros le mandaban (la sociedad, el Gobierno, sus familiares, su pareja…), en lugar de hacer lo que realmente deseaba. En el paradigma del elefante, popularizado por Jorge Bucay en uno de sus libros, el animal es atado de pequeño a una estaca y, cuando comprueba que no puede escapar, se queda allí para toda la vida, obviando que ahora es grande y fuerte y odría arrancar la estaca en cualquier momento. Los adultos como el hombre del autobús son, sin saberlo, elefantes enormes
atados a cosas que podrían arrancar de un soplido. Esta incapacidad infantil es muy común entre los que fuimos obligados a hacer lo que no queríamos cuando éramos niños. Nos obligaban a ponernos el abrigo porque hacía frío, aunque nosotros no lo sintiéramos; a comer lo que era bueno para nosotros, aunque nos asqueara; a irnos a dormir cuando estábamos disfrutando de una noche espectacular, y, por supuesto, a levantarnos de la cama cuando tan a gusto estábamos durmiendo. El miedo a no ser queridos, a ser abandonados, hacía que aceptáramos estar atados a la estaca. Yo misma, de niña, sólo era libre en mi cabeza. Y ¿dónde estoy ahora? En los pensamientos que comparto con quien sostiene estas páginas. Todo empieza en la consciencia, cuando te das cuenta de que podrías derribar la estaca y empezar a vivir la existencia que deseas.
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El motorista, el Miedo y la Muerte Sin duda, uno de los grandes miedos presentes en nuestra sociedad es el miedo a la muerte. Hay muchísimas interpretaciones sobre lo que sucede después de la vida, e función de las creencias religiosas y la cultura, y son tan variadas que van desde una transformación hasta un game over absoluto, es decir, se acabó la partida. No voy a entrar en los detalles de las diferentes y múltiples interpretaciones, pero sí vamos a explorar de qué manera el miedo a la muerte condiciona nuestra vida. La incertidumbre tiene mucho que ver con ese miedo tan limitador. Si supieras que la muerte es una dulce y placentera transformación que te conduce hacia un lugar mejor, donde te reencontrarás con todos tus seres queridos, ¿tendrías miedo? Seguramente la respuesta es «no». Sin meterme en lo que sucederá después de la vida, voy a darte una buena noticia: Si estás leyendo esto, significa que estás vivo, y, si estás vivo, no estás muerto. ¡Así de simple! La muerte forma parte del futuro, y preocuparse por el futuro es dejar de vivir el presente, y eso sí que puede matarte.
El pasado, el futuro y las dudas Recuerdo una vez que vi un chico que conducía una moto. Por lo visto, se había enfadado mucho con un coche que estaba aparcado en doble fila y se dedicó a descargar toda su ira contra el vehículo, lo cual era bastante cómico, porque el conductor no estaba allí, y el chico, mientras iba maldiciendo, conducía la moto mirando hacia atrás. Mientras tanto, a diez metros, dos mujeres cruzaban un paso de cebra en medio de una conversación, por decirlo de alguna manera. Una de ellas era más joven y parecían madre e hija. La primera le estaba diciendo a la segunda algo como: «Como sigas así, no vas a conseguir nada» en un tono bastante duro. En medio de su enfado, cuando el motorista por fin volvió a mirar hacia delante, se encontró de frente con las dos mujeres. Al ver la moto, las mujeres empezaron un curioso baile de movimientos hacia delante y hacia atrás, lo que impedía que el motorista pudiera decidir hacia qué lado girar la moto para no chocarlas, situació
muy curiosa, por cierto. Acabaron topando levemente con la moto, pero todo se quedó en un susto y sólo se hicieron unos rasguños. Para mí fue un perfecto ejemplo de que estar en el pasado, como el motorista, o e el futuro, como la madre y la hija, no sólo te impide vivir el presente, sino que incluso puede quitártelo. Hay dos cosas claras en esta historia, la importancia de vivir el presente y el peligro que supone el miedo, ya que puede hacer que te atropellen. Si las mujeres, cuando giran la cabeza y ven una moto dirigiéndose hacia ellas, siguen caminando hacia una dirección, la moto se mueve ligeramente hacia el otro lado y la circunstancia se convierte en una oportunidad de agradecimiento: doy gracias por poder seguir mi camino. Pero lo que sucede normalmente es que aparece el patrón de víctima: además de ir adelante y atrás, con lo que confunden al motorista, emiten juicios negativos como: ◆ «Casi me atropella.» ◆ «Estos
motoristas van como locos.» ◆ «La vida es muy peligrosa.»
Las mujeres, además de proyectarse hacia el futuro en lugar de estar atentas al presente, al ver la moto empezaron a pensar: «Ay, ay, ay, que me atropella». No sólo se habían trasladado al futuro, obviamente, porque la moto aún no había llegado al paso de peatones, sino que encima estaban creando la posibilidad del atropello, y eso es lo que las hacía dudar en sus movimientos en lugar de moverse en una dirección para estar seguras. Otra profecía de autocumplimiento. Mi intención con esta anécdota es que tomes consciencia de que el futuro no existe —a no ser que lo crees— y que el pasado ya queda atrás. Si quieres hacer algo con tu futuro, mejor crea desde el presente lo que quieres e lugar de lo que temes. ¿Lógico verdad? Y, antes de empezar con las predicciones, pregúntate: «¿Qué es lo que creo?». Y toma consciencia de que eso es lo que creas.
El efecto oso Después de hacer muchas sesiones con personas a las que les han diagnosticado una enfermedad considerada incurable —lo enfatizo porque dudo que haya algo incurable sólo porque lo diga otro—, lo que más decían era: «Cuando me comunicaron lo que tenía, me dieron un susto de muerte». Bruce H. Lipton habla sobre esto en su libro La biología de la creencia,
concretamente en el capítulo 6, «El miedo mata». Si eres de esas personas que necesitan ver para creer , este libro te ayudará a creer . Ahora, hagamos un ejercicio de imaginación. Estás paseando por una montaña tranquilamente, en un día soleado y precioso, disfrutando de la naturaleza, de ti, de tu cuerpo. Pasas por un camino lleno de árboles grandiosos, escuchando los pájaros y oliendo el perfume de plantas aromáticas que te recuerdan a cuando eras pequeña. Hueles, respiras, sientes…, y de repente te acuerdas de un amigo y de vuestra conversación. Él te dijo que en esas montañas hay un oso muy grande y muy peligroso. Nada más pensar en eso, oyes un ruido extraño y ves unos matorrales moviéndose. ¿Qué crees que ha pasado? ¿Por qué no sigues oliendo las plantas? ¿Es que los magníficos árboles ya no están aquí? ¿Por qué no sigues caminando tranquilamente? ¿Qué ha cambiado del exterior? Nada. ¿Y en el interior? Todo. Antes de que apareciera el oso imaginario, estabas en el presente. Ahora estás en el futuro y tu sistema está preparado para huir o luchar. Como consecuencia de eso, has dejado de disfrutar de la montaña. Eso es exactamente lo que nos pasa en la vida: dejamos de disfrutar de ella por el miedo a algo que probablemente sólo existe en nuestra cabeza.
Los osos de Crestone En un viaje al estado de Colorado, en Estados Unidos, decidí pasar unos días en las montañas de Crestone, y antes de ir me dijeron que había osos. Mi idea sobre los osos era que son animales fieros, carnívoros y muy peligrosos. Me decía a mí misma: «Vamos, si te encuentras con uno puedes despedirte de este mundo». Y eso que soy de la generación del oso Yogui, predecesor de Winnie the Pooh, osos ambos muy dulces y amorosos, pero mi percepción de esos animales por aquel entonces era muy distinta. Al llegar a Crestone, atraída por las inmensas y preciosas montañas, empecé a adentrarme en los bosques y, a cierta altura, encontré unas señales con información donde ponía algo como: «Zona de osos. Por favor, respétenlos». Pensé: «¡Sí, hombre, en todo caso que nos respeten ellos y no se nos coman!». U pensamiento propio de alguien de una ciudad como Barcelona, donde lo más peligroso es cruzar la calle.
En la señal había toda una explicación sobre cómo actuar cuando te encuentras con un oso: «Sobre todo, no correr, y hablarle normalmente». Yo me decía irónicamente: «Claro, puedo charlar con él y decirle: “Eh, Winnie the Pooh, ¿qué haces tú por aquí? ¿Te apetece un café?”». Y luego ponía: «Si se pone de pie, no significa que vaya a atacarte» . Y yo: «¡Eso! Me voy a esperar a comprobarlo, o mejor se lo pregunto…». Todo eran pensamientos de alguien que cree que los osos atacan sí o sí. Decidí bajar de la montaña y busqué un lugar donde dormir. Entonces conocí a una chica que alquilaba habitaciones y aproveché para preguntarle sobre los osos. Me dijo: «Aquí son parte de la familia, muchas veces bajan aquí al pueblo en busca de comida». Y a continuación: «Yo llevo aquí toda mi vida y jamás hemos tenido ningún incidente con ellos. Además, son vegetarianos». «¡Menos mal!», pensé. Llegué a la conclusión de que, en Crestone, el concepto que tienen sobre los osos es completamente diferente del mío. Y decidí hacer una excursión al día siguiente. A medio camino, empezaron a asaltarme pensamientos negativos y me di cuenta de que mi sistema se estaba empezando a poner en estado de huida o lucha. Como e la escena que he descrito en el anterior capítulo, empecé a oír sonidos raros e incluso a ver huellas en el suelo. «¿Eh? ¿Huellas en el suelo?». Nunca antes había visto una huella de oso, y mi sistema interpretó esa huella como la del oso imaginario. Entonces pensé: «Cuántas cosas debemos ver como una amenaza cuando tenemos miedo y en realidad no lo son». Sinceramente, por lo que sé ahora, y ya que hablamos de los osos, si te encuentras con uno lo último que quieres es que huela que le tienes miedo, porque eso es lo que puede hacer que ataque. Si percibe tu inseguridad, puede atacar fácilmente, especialmente si lleva una cría de osito, porque una persona asustada puede hacer cualquier cosa. En cambio, si se siente seguro, seguirá su camino igual que si se hubiera cruzado con un árbol. Entonces, ¿qué es más peligroso: el oso o el miedo al oso? ¿La muerte o el miedo a la muerte? Los americanos dicen: «Cruzaremos el puente cuando lleguemos a él», porque u puente no se puede cruzar antes. Con nuestros queridos osos y la muerte pasa lo mismo. Ya hablaremos de ellos cuando se crucen en nuestro camino. Hasta entonces, se trata de seguir caminando. No necesitamos tener miedo. No sirve para nada. Cuando lleguemos al puente, ya veremos cómo es y lo cruzaremos en ese momento.
«No hay que temer a la vida, sino a no haber empezado nunca a vivir.» Marco Aurelio
Miedo a lo desconocido Como acabamos de ver, el miedo es lo que nos impide hacer, tener o ser lo que queremos. Y, como en el caso de la muerte, tememos sobre todo lo que desconocemos, lo cual es absurdo. ¿Para qué tener miedo a lo que no sabemos si es malo o bueno? Debido a nuestra programación infantil, probablemente, hemos etiquetado lo desconocido como «malo» o «peligroso», una creencia apoyada por dichos populares como «más vale malo conocido que bueno por conocer». Muchas personas piensan innecesariamente en la muerte, pero ¿qué pasa con la vida? ¿No será el miedo a la muerte una excusa para eludir nuestra responsabilidad con la vida? ¿Cómo queremos vivirla? ¿Qué estamos haciendo para que sea tal como soñamos? El antídoto del miedo a la muerte es vivir la vida y disfrutarla. Eso hará desaparecer cualquier miedo que sin duda está en el futuro, nunca en el presente. Hay personas que pasan la mayor parte de sus días haciendo algo que no les gusta para pagar su seguro médico por si les pasa algo, o incluso para costear su propio ataúd y entierro. Se proyecta la atención al futuro, donde está el fin, pero no hay vida en esta clase de planes. La muerte está presente incluso en muchas de nuestras expresiones del día a día: «Esto está de muerte», «tengo un hambre que me muero», «me muero por ir allí», etc. Ya está bien de morirse antes de tiempo. Mientras no lleguemos al puente, ¿qué tal si nos decidimos de una vez a celebrar la vida? Empecemos ya a disfrutar.
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Del miedo a la confianza Si, como decíamos en el capítulo anterior, lo desconocido nos provoca temor porque hemos sido programados para etiquetarlo de forma negativa, la mejor manera de vencer el miedo es desarmarlo y entenderlo. Entonces desaparece. Volviendo por última vez a la muerte, cualquiera que haya conocido a personas que trabajan en el sector funerario sabe que estas personas conviven perfectamente con esta realidad, y muchas de ellas son capaces de hacer incluso chistes sobre ello. Los enterradores son famosos, justamente, por su sentido del humor. Lo mismo sucede con cualquier otro temor que suponga un obstáculo para vivir plenamente. Según el filósofo hindú Jiddu Krishnamurti, «una de las causas mayores del temor es que no queremos enfrentarnos a nosotros tal como somos». Cuando prestamos atención a cómo somos y sentimos, de repente lo desconocido se vuelve conocido y los miedos pierden su fuerza de intimidación.
¿Y TÚ QUÉ TEMES? «¿Conoce usted sus propios temores? Temor de perder el trabajo, de no tener suficientes alimentos o dinero, de lo que los vecinos o el público piensen de usted, de no tener éxito, de perder su posición en la sociedad, de ser despreciado o ridiculizado; temor al dolor y a las enfermedades, a ser dominado, a no saber nunca qué es el amor o a no ser amado, a perder la esposa o los hijos; temor a la muerte, a vivir en un mundo que es como la muerte, de completo aburrimiento, de no vivir según la imagen que los otros han fabricado de usted, de perder su fe —todos éstos y otros innumerables temores—. ¿Conoce usted sus temores particulares? Y ¿qué hace usted con ellos generalmente? Usted huye de ellos, ¿no es verdad? ¿O bien inventa ideas o imágenes para ocultarlos? Pero huir del temor es sólo acrecentarlo.» Jiddu Krishnamurti
La magia de la confianza El opuesto del miedo es la confianza, la energía olvidada en nuestra forma moderna de vida. Pero, en la conexión entre las personas, especialmente entre las familias, abunda más la preocupación que la confianza. La preocupación está tan presente en la programación de nuestra sociedad que muchas personas han hecho de ella una forma de querer . Para muchas parejas amar a
alguien es preocuparse de todo lo malo que le puede suceder, lo cual incluye desde enfermedades hasta la posibilidad de conocer a otro u otra. Sin embargo, ¿es ése el amor que queremos vivir? Cuando un niño está jugando y sus padres le gritan: «¡Cuidado, que te vas a caer!», con lo que el niño se acaba poniendo nervioso y cumple la profecía, lo está amando a través de la preocupación, es decir, de los oráculos negativos. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Por qué utilizamos el tiempo hablando de otras personas, de sus situaciones y de lo que nos preocupa respecto a ellas? ¿Qué estamos haciendo? Una vez oí decir a alguien que «preocuparse es rezar para que ocurra lo que no quieres que ocurra». Afortunadamente, tenemos otra manera de actuar, hablar y sentir. Podemos hacerlo diferente y generar confianza. Cuando empecé a apostar por la confianza, que, por cierto, es un recurso maravilloso, universal y libre, adiestré a mi entorno para que dejaran de emitir mensajes del tipo: ◆ «¡Ten cuidado!» ◆ «¿Llevas
paraguas? Va a llover…» ◆ «No te fíes de nadie.» ◆ «Piénsatelo bien antes de hacerlo.»
Les pedí que dejaran de emitir esta clase de mensajes y los sustituyeran por otros que transmitieran confianza y pronósticos positivos: ◆ «Disfruta.» ◆ «Diviértete.» ◆ «Confía.» ◆ «Déjate
llevar.»
Un día que le pedía a mi madre esto mismo, me dijo: «Pero ¿cómo no me voy a preocupar, si soy tu madre?». Ella vive la preocupación como una forma de amor, así se lo enseñaron. A su modo de entender, si no se preocupara por sus hijos significaría que no los ama. Lo entiendo y te quiero mucho, mamá, pero la energía de la preocupación es muy inútil. Y, además de inútil, a menudo es contraproducente, porque si te preocupas, ones energía en lo que no quieres, mientras que si confías, la pones en lo que SÍ
quieres.
Preocuparse o confiar Una gran decisión es CONFIAR, porque cuando activas la confianza empiezan a suceder cosas maravillosas. Pruébalo y lo experimentarás. Lo que está claro es que NO nos ayuda en nada pensar en lo mal que estamos. Al imaginar otra realidad, una en la que reina la confianza, estamos generando nuevas posibilidades y por lo tanto estamos creando una nueva realidad. Y, lo que es más importante, cada uno es responsable de su vida y debe evaluar sus actos. ¿Cómo te sienta preocuparte por alguien? ¿Y confiar? ¿Y tú qué crees que te sienta mejor? La próxima vez que te preocupes, fíjate en lo que sientes y haz lo mismo la próxima vez que confíes. Luego elige. Cuando confías en una persona, confías en la vida y en ti, y entonces conectas con la magia desde la que TODO ES POSIBLE. ¿Y si inicias ya el viaje soñado? KIT DE VIAJE «Tienes un cerebro en tu cabeza. Tienes pies en tus zapatos. Puedes dirigir tu cuerpo en cualquier dirección que elijas. Dependes de ti. Y sabes lo que sabes. Por eso, te toca a ti decidir adónde quieres ir.» Doctor Seuss
III
EL VALOR DE ACTUAR «La promesa es una nube, cumplirla es la lluvia.» Proverbio árabe
9
El riesgo y la vida Como seres humanos tenemos la capacidad de correr riesgos, y eso significa salir de nuestra zona de confort, donde casi todo es monótono y aburrido: hacer cada día lo mismo, comer los mismos platos, irnos a dormir a la misma hora, leer el mismo tipo de periódicos, revistas o libros… ¿Dónde queda la sorpresa? ¿Por qué renunciar a la magia de lo desconocido? Por miedo a correr riesgos y dejar que pase cualquier cosa, lo cual es fantástico, muchas personas se dejan arrastrar por la rutina, el aburrimiento y la muerte, en vez de propiciar la magia, la alegría y la vida. Parece que hayamos relegado la emoción a las películas y que vivamos a través de ellas. Arriesgándose, cada cual al nivel que desee, la vida puede ser emocionante. Lo que ocurre es que por programación hemos convertido el riesgo y el peligro e sinónimos. Y no lo son. Cuando de niños hacíamos algo que podía ser considerado peligroso para un adulto, lo fuera o no para nosotros, éste interfería en esa acció para prevenirnos de lo que imaginaba que podía pasar. Entonces, si nos subíamos a un lugar y arriesgábamos nuestro equilibrio pudiendo caer, ni siquiera nos daban la oportunidad de vivir la situación, porque ésta se asociaba directamente a peligro, y nos gritaban: «¡Bájate de ahí, que te vas a caer!». De adultos, ya no nos subimos a ningún sitio del que nos podamos caer. Pero ¿estás seguro de que te caerías? Cuando vives a tu manera, te das cuenta de que el riesgo mejora tu vida sustancialmente, porque te permite descubrir nuevos territorios (físicos y mentales) y compartirlos con los demás, jugar, aprender, encontrar las respuestas que buscas. Hay una tendencia social a hacer lo correcto que limita al ser humano. Te propongo que al menos una vez al día te arriesgues a hacer algo que realmente te apetezca. «Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras, navega lejos de puertos seguros, coge los vientos alisios. Explora. Sueña.» Mark Twain
Una conversación sobre el riesgo y la vida Lo que voy a relatar sucedió en Montevideo, donde estaba dando un taller avanzado un mes de noviembre. Era mi tercer viaje a esa ciudad. A la hora de la comida, vino a visitarnos una facilitadora de PSYCH-K, que había hecho el taller la vez anterior y a la que aquí llamaré Laura. Se sentó a mi lado para conversar y me dijo: «Ya he visto tu foto en el Facebook con la moto nueva. ¡Qué pasada!». Se refería a la imagen que había colgado en la portada, mi nueva moto, una preciosidad de 120 caballos. Aún se ven pocas mujeres encima de motos que pesan 180 kilos, así que llama bastante la atención. «¿Te gusta?», le pregunté. A lo que ella me dijo: «¿Cómo te atreves a manejar semejante máquina? ¿No te da miedo?». Y, sin esperar respuesta, prosiguió: «A mí me dan mucho miedo, y mi hijo es un enamorado de las motos, pero yo no le dejo que tenga una porque tengo mucho miedo». Supongo que mi cara se transformó, porque sentí desde dentro una sensación que no podía disimular, aunque quisiera. Me caracterizo por ser muy directa con las cosas que quiero decir, y eso provoca todo tipo de reacciones en las personas que lo experimentan. Respiré hondo unas tres veces antes de decirle: «Sí, claro, como si no hubiera riesgo en pasarse la vida haciendo algo que no te gusta. Eso sí que debería aterrarnos, y no los accidentes». Laura escuchó las palabras como si no me hubiera oído y continuó: «Pero las motos son muy peligrosas». Y empezó a enumerar las razones para considerar la moto un peligro. La interrumpí y puse mi intención en expresar lo que sentía co mucho amor, ya que es un tema delicado, sobre todo para una madre: «¿De qué vale vivir muchos años si no haces lo que te gusta? Es muy triste pasar los días sin hacer lo que te apasiona, mucho más triste que morirse, en mi opinión. Somos la generación del “dedícate a algo seguro y olvídate de lo que te gusta”. Con razó tenemos el índice de depresión más alto de la historia». La cara de Laura empezó a mostrar una expresión de duda. Intenté que comprendiera que conducir una moto no es sinónimo de peligro, del mismo modo que no conducirla tampoco es sinónimo de vivir muchos años. Muchas personas viven una vida desgraciada por un miedo infantil que les coarta la felicidad, porque anula la libertad que nos pertenece por derecho de vida. «Es que me da miedo que le pase algo», insistió Laura. A lo que le dije: «Ya lo sé y me parece respetable, pero es tu miedo y no el de tu hijo. Te corresponde a ti
gestionarlo y no a él cargarlo». A continuación, le mostré una pulsera rosa que aún llevaba en mi muñeca. Me la habían puesto para pilotar en un circuito de carreras un mes atrás. Con la satisfacción de estar cumpliendo uno de mis sueños, después de relatar mi pequeña aventura, le expliqué: «Claro que sentí miedo. Pero me di cuenta de que no era mi propio miedo, sino uno que había heredado. Por eso, tan pronto como decidí vivir la experiencia, se esfumó. Cuando empecé a dar gas, ese falso miedo se convirtió e pasión y en vida, y… ¡aquí estoy!». Ella me escuchaba ahora con gran atención. Finalmente añadí: «La mayoría de las visiones que tenemos sobre el peligro no son reales. Muchos jóvenes pasan horas bebiendo alcohol y perdiendo el sentido, pero eso no nos parece tan peligroso como pilotar una moto». De esta conversación en Montevideo quedó una idea clara: nuestros miedos son ropios. Dejemos de traspasarlos a los que nos rodean para que puedan vivir sus vidas exactamente como hayan elegido vivirlas. En mi opinión, un verdadero peligro es vivir una vida sin hacer lo que amamos.
10
Permiso para soñar Hemos venido a este mundo para ser libres y felices, para compartir y amar, pero poco a poco nos han ido entrenando y domesticando para encajar en lo que para otras personas es su realidad y hemos ido perdiendo nuestro poder personal. El ser humano es tan poderoso que puede crear cualquier cosa que quiera, y, de hecho, lo hace a cada instante. Lo que ocurre es que la mayoría de las veces actuamos desde la domesticación recibida, y no desde nuestro corazón. El resultado es una vida previsible y sin alicientes. Estamos aquí para conocernos y recuperar ese poder, para crear lo que queremos no lo que no queremos . Elegimos nuestra actitud frente a las situaciones de la vida, porque somos creadores y no víctimas. El primer paso es cambiar desde dentro, y contaremos con toda la fuerza del universo que está a nuestro favor y siempre lo estuvo. Esa fuerza refleja lo que hay en nuestro interior. La consciencia es lo primero que activaremos para poner en marcha lo que queramos crear. Eso nos dará la opción de cambio, algo natural que nos proporciona poder. Para sintonizar la consciencia con el canal del poder personal, antes es necesario que nos hagamos la pregunta: «¿Qué estamos creando?». Si la realidad que estás creando con tus pensamientos, palabras y actos no es la soñada, hay varias preguntas que te puedes hacer: ¿Estás viviendo la existencia de otros o la tuya propia? ◆ ¿Creas una realidad que no amas por miedo al rechazo si no haces lo correcto ? ◆ ¿Qué pesa más en tus decisiones, el miedo o la ilusión? ◆ ¿Has dejado de soñar? ¿Para complacer a quién?
Responder a estas preguntas te ayudará a conocerte para saber dónde te encuentras ahora mismo, y por lo tanto te servirá de punto de partida hacia donde quieras ir.
Sueños infantiles y los boicoteadores
En nuestra infancia, soñamos con los ojos abiertos gran parte del día y lo hacemos disfrutando de nuestras ilusiones, sin pensar que no lo vamos a conseguir o que es muy difícil o que seguro que se estropea o que saldrá mal o que no lo merezco. Soñamos sabiendo que somos aquello que soñamos, y ésa es la clave de hacer los sueños realidad: cuando te identificas con tus sueños, nada ni nadie puede interponerse entre tú y ellos, porque tú eres ellos y te conviertes en tu sueño. Aquí radica la magia.
ALCANZAR LOS SUEÑOS DE LA INFANCIA En uno de los vídeos más célebres de la era YouTube, el profesor universitario Randy Pausch anunciaba ante sus alumnos que a sus cuarenta y seis años padecía un cáncer terminal. Esta charla en la Universidad Carnegie Mellon, que se convertiría en el libro La última lección, tenía como destinatarios sobre todo a sus tres hijos pequeños, a los que Pausch no vería crecer. El título de la conferencia era: «Cómo alcanzar los sueños de la infancia», y se basaba en las siguientes claves: • Debemos creer que todo es posible, nunca hay que perder esa visión. • Si no puedes alcanzar tus sueños, lograrás ya mucho intentando alcanzarlos. • Los muros que nos frenan en nuestro camino están allí por una razón: sirven para saber cuánto queremos lograr nuestros sueños. • Nunca permitas que la diversión y el asombro te abandonen. • Antes de llevar a cabo cualquier sueño, debes decidir entre ser una persona positiva o negativa. • Jamás subestimes la importancia de hacer las cosas de forma divertida. • Muestra gratitud a los demás. • No te quejes, eso nunca ayuda a hacer realidad tus sueños. • Trabaja duro para alcanzar todo lo que quieres. • La experiencia es aquello que te queda cuando no obtienes lo que deseabas.
Está claro que de niños tenemos una capacidad asombrosa para soñar y crear nuevas realidades. Quien sostiene este libro puede decirse entonces: «Ya soy adulto, ¿cómo lo hago?». Para empezar, aléjate de todas aquellas personas que crean que no puedes conseguir algo, y esto incluye amistades y familia. Estar cerca de quien no confía e ti puede ser un freno constante para que no obtengas lo que quieres. Es muy común que vengan a decirte lo difícil que es lo que quieres hacer, las pocas personas que lo han conseguido o que seguro que viene alguien y lo estropea. Son vampiros de sueños que, de forma inconsciente, intentan que no cumplas tus deseos sólo porque ellos han renunciado a ellos hace tiempo. Creen que así te ayudan a que no te decepciones. Decide rodearte de personas positivas y que confíen en ti.
¿Cómo te hablas?
Para hacer realidad tus sueños, tan importante como rodearse de personas positivas es hablarte a ti mismo con amor. Hay personas que no son conscientes de lo duramente que se tratan a sí mismas y de lo poco que eso las ayuda a cumplir sus deseos. Cambiar un lenguaje interior —es decir, una forma de pensar— basado en el sufrimiento y las limitaciones por otro que sea positivo y creativo es una vía directa a recuperar tu poder personal. Todo tu sistema responde a tus palabras, las digas en voz alta o en voz baja. De hecho, tú eres la voz más importante a la que responde. Para que algo te afecte desde fuera hay que repetirlo desde dentro, con frases del tipo: «Sí, tiene razón, soy u desastre», o: «¿Lo ves? Todo me sale mal». Acaba con esa clase de mensajes si no quieres moldear tu vida en clave de alienación. Hazte esta pregunta: «¿Dónde quieres poner tu atención?». Cuesta lo mismo crear lo que quieres que lo que no quieres. Entonces…, ¿para qué creas lo que no quieres? La respuesta la encontramos en la domesticación que sufrimos al dejar que nos guíen consignas negativas que ya hemos mencionado, como: «Piensa mal y acertarás», «no te hagas ilusiones» o «la vida es dura». Ahora, ¿cómo creo lo que quiero? Poniendo atención a lo que vas a decir y pronunciar SÓLO lo que tenga u carácter amoroso para ti y los demás, sea lo que sea. Todo se puede expresar con amor. Cuando te acostumbras a hablarte así, encuentras cada vez más amor en tu entorno.
Diez minutos para soñar Sin sueños morimos un poco cada día. Por eso, recuperarlos es recobrar el placer de vivir y la autenticidad. ¿De qué sirve vivir una larga vida si no puedes disfrutarla? Puedes empezar a recuperar tus sueños creando un espacio para ti cada día, aunque sólo sea durante diez minutos. Es un ejercicio muy fácil y poderoso que puedes realizar a cualquier hora y en cualquier sitio: ◆ Date una cita. ◆ Elige un lugar que te guste e inspire. ◆ Aparta
de tu cabeza los pensamientos sobre lo rutinario y conocido. Puedes hacer el gesto de dejarlos en una mesa o en cualquier otro sitio.
◆ Sueña
con lo que te apetezca, sin ponerte límites. Deja volar tu imaginació hacia tus sueños para empezar a crearlos.
Ésa es tu parte en el juego de crear. Si la cumples, el universo pondrá la otra parte y conspirará para que lo hagas realidad. Sueño que canto, que toco el piano, que bailo, que conduzco mi flamante moto, que viajo, que tengo amigos por todo el mundo… Tanto tiempo haciendo lo que tenía que hacer y ahora me he atrevido a soñar de nuevo. Siento que mis deseos se hacen realidad y confío en mí, en la vida, en el poder del universo. Abro los ojos y dejo de bailar. ¿Era un sueño? Cierro los ojos para seguir bailando… y lo entiendo: ¡la vida es vivir tu sueño!
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¿Cuándo es el momento para cambiar? La pregunta que encabeza este capítulo nos la hacemos a menudo cuando nos sentimos en crisis y necesitamos pasar a otra etapa. ¿Es ahora el momento o habría que esperar a otro más propicio? ¿No voy a precipitarme? ¿Y si espero un poco a ver lo que pasa? A medida que conectamos con nuestro interior, podemos interpretar mejor las señales de nuestro corazón. Lo hacías en tu infancia, ¿recuerdas? Si te aburrías de ugar con algo o con alguien, ¿qué hacías? No te quedabas ahí diciendo: «Esto no me gusta nada, pero, como es lo que toca, me voy a quedar como estoy, aunque me amargue la vida». En lugar de seguir ese mensaje derrotista, cambiabas naturalmente y buscabas algo más divertido. Eso era seguir al corazón. En cambio, si ahora estás con alguien con quien te aburres o en un lugar que no quieres, te quedas ahí porque es lo que se tiene que hacer , lo que toca. Puede que te excuses diciendo que «ya no somos niños» o que «esto ya no es un juego», y lo que en realidad estás haciendo es ir en contra del cambio natural.
Escuchar el corazón De pequeños nos enseñan a comportarnos según lo que los adultos entienden como buen comportamiento: cómo sentarnos, cómo comer, cómo leer, etc. Pero no nos enseñan a comprendernos, a amarnos, a liberarnos ni a seguir las señales de nuestro corazón, porque ellos tampoco saben cómo hacerlo. Siempre nos dicen que hay que usar la cabeza, pensarlo todo dos veces, contar hasta diez antes de tomar una decisión, etc. ¡Cualquier cosa menos escuchar al corazón! Por eso podemos haber olvidado cómo escucharlo. Tomar consciencia de ello nos da la oportunidad de recordarlo ahora. ¿ESE CAMINO TIENE CORAZÓN? «Todos los caminos son válidos. Pero debes tener siempre presente que un camino es solamente un
camino, y, si crees que no debes seguirlo, no has de permanecer en él bajo ningún pretexto. Tu decisión de mantenerte en él o de abandonarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Y para tener esa claridad mental has de llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que cualquier camino es solamente un camino, y no te equivocarás al dejarlo si eso es lo que te dice tu corazón. Observa cada camino detallada y deliberadamente. Hazlo tantas veces como creas necesario. Entonces te debes formular una pregunta. Es una pregunta que solamente se plantea la gente mayor. Mi maestro me la enseñó cuando yo era muy joven y mi sangre demasiado vigorosa para que la pudiera entender. Ahora la entiendo. La pregunta es: “¿Ese camino tiene corazón?”. Todos los caminos son iguales, aunque algunos sortean los arbustos mientras que otros van directos a los arbustos y matorrales. En mi vida he atravesado largos caminos, aunque ahora no estoy en ningún sitio. Sin embargo, la pregunta de mi maestro adquiere significado. ¿Ese camino tiene corazón? Si lo tiene, el camino es bueno; si no, es inútil.» Carlos Castaneda
Escuchar nuestros deseos más profundos, encontrar nuestra pasión, la propia vocación, es nuestro cometido vital. La vida nos invita a interpretar sus señales, a seguir al corazón, a nuestra intuición. Nos invita a conocernos. Hay preguntas que podemos hacernos para hallar nuestro camino entre la niebla: «¿A qué le tienes miedo?», «¿qué no te atreves a hacer?», «¿qué te molesta de esa persona?», «¿a quién no aguantas?», «¿qué es lo que te enfada?». Esa clase de preguntas son un primer paso para despertar cuando estamos muy desconectados de nuestro poder personal. Las señales que nos manda la vida son nuestros maestros, nuestros guías en la ruta hacia nuestras metas. Cuando las seguimos, estas indicaciones empiezan a volverse más sutiles e interiores, hasta que podemos caminar al paso que marca nuestro corazón y vivir la vida que deseamos en todo momento. No importa si vives la vida con miedo o sin él, porque, si verdaderamente la VIVES, el miedo desaparecerá. SIEMPRE ES EL MOMENTO PARA CAMBIAR.
¿Qué me pasa? Hace un tiempo tuve la conversación que reproduzco a continuación porque me pareció muy significativa: Ana: ¿Por qué me siento infeliz? Eva: Porque no haces lo que te gusta. Ana: Y ¿por qué no hago lo que me gusta? Eva: Porque te sientes infeliz. Tras este breve diálogo, me di cuenta de que, para todo el mundo, la ecuación es
realmente muy sencilla de resolver. Todo lo que quiere hacer Ana, y cualquier persona que se sienta como ella, es elegir entre estas dos opciones o, mejor aún, seguir las dos: ◆ SIÉNTETE
FELIZ, porque seguro que tienes al menos tres razones para hacerlo. ◆ HAZ LO QUE TE GUSTA, y deja de prestar atención a las excusas.
Con estas sencillas medidas, el resto vendrá por sí solo. «Cuando tú encuentres el camino, otros te encontrarán a ti, y, al pasar por el camino, serán atraídos hasta tu puerta. Y el camino que no puede oírse resonará en tu voz, y el camino que no puede verse se reflejará en tus ojos.» Tao Te Ching
Muchas veces encuentro personas que se preguntan una y otra vez cómo cambiar algo que hacen y que no les gusta. Por ejemplo, una amiga me dijo que quería dejar de criticar y se preguntó varias veces: «¿Por qué lo hago?». Enseguida entendí que esa pregunta no la estaba llevando a un estado que la ayudara a cambiar, así que sugerí cambiar la pregunta por otra verdaderamente poderosa:
«¿Cómo hago para cambiarlo?» Volviendo a la pregunta anterior, el porqué de las cosas suele estar en un acto pasado, y traerlo al presente probablemente no sirva para cambiarlo. No sé muy bien de dónde viene la creencia de que cuando sepamos por qué nos ha pasado algo o por qué hacemos lo que hacemos podremos cambiarlo. Lo que sí sé es que intentar saberlo requiere mucha energía y es poco útil. Eso me suena a: «Vete a tu cuarto a reflexionar y hasta que no sepas por qué te hemos castigado no salgas». Descubrir el porqué es muy útil si te interesa el conocimiento per se, pero preguntarse el porqué una y otra vez sólo ayuda al subconsciente a buscar razones por las que seguir haciendo lo que hacemos o seguir sintiéndonos como nos sentimos. En el caso de mi amiga, preguntarse el porqué era darle al subconsciente el permiso para justificar el acto de criticar una y otra vez, y así seguir con ese hábito bajo excusas como: «Criticas porque los demás lo hacen y así te sientes aceptada» o
bien: «Criticas porque muchas veces no tienes nada que decir y así rompes el silencio». Puras justificaciones. Las respuestas a las preguntas que empiezan por «¿por qué?» suelen ser una excusa o una creencia y no nos ayudan a cambiar. Si, en vez de eso, formulamos la pregunta: «¿Cómo hago para cambiarlo?», el subconsciente tiene una tarea completamente distinta, que es buscar maneras de cambiar la situación. De esta manera la atención está en el cambio y lo que obtenemos son las formas de hacerlo.
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Llegar adonde quieres Cuando no te sientes a gusto con tu situación actual y estás a punto para el cambio, lo cual depende exclusivamente de ti, lo primero que debes tener en cuenta es que quieres llegar a algún sitio y puedes llegar . Imagina que estás en una ciudad y quieres ir a otra. No sabes cómo se viaja hasta allí ni has estado nunca en ese lugar, pero tienes un coche para ir hasta allí. Si no tienes un navegador o GPS, buscarás un mapa y te pondrás en ruta hacia tu destino. Aunque lleves ese mapa, una vez que te encuentres en la carretera, mirarás las señales que van apareciendo para avanzar en la dirección que quieres, siguiendo las normas de circulación. Las señales que indican la dirección hacia esa ciudad sólo están en la carretera que lleva hacia ella. Por el camino puedes despistarte y perderte, pero preguntando, o como sea, volverás a la ruta indicada. Tal vez te canses y te detengas a descansar o a comer algo. En cualquier caso, tardarás más, pero vas a llegar. A lo mejor quieres cambiar de conductor un rato y que te lleve otra persona durante parte del trayecto. En ese caso, no conduces tú, pero sigues en el camino.
EL CONSEJO DEL GATO DE CHESHIRE «El Gato, cuando vio a Alicia, se limitó a sonreír. Parecía tener buen carácter, pero también tenía unas uñas muy largas y muchísimos dientes, de modo que sería mejor tratarlo con respeto. ―Minino de Cheshire ―empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento: pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba―. Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? ―Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar ―dijo el Gato. ―No me importa mucho el sitio… ―dijo Alicia. ―Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes ―dijo el Gato. ―Siempre que llegue a alguna parte ―añadió Alicia a modo de explicación. ―¡Oh, siempre llegarás a alguna parte ―aseguró el Gato― si caminas lo suficiente!» Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll
Todo sucede en el camino Volvamos al viaje con el que comenzábamos este capítulo. Utilizamos la metáfora de un trayecto desde la ciudad que queremos dejar hasta el lugar donde nuestro corazó
desee estar. Durante este viaje pueden ocurrir muchas cosas, pero todas tienen en común que: ◆ Ocurren en el camino. ◆ Se
solucionan en el camino. ◆ Llevan un tiempo (al menos en esta dimensión espacio-tiempo). ◆ Conducen al lugar de destino.
Si antes de ponerte en ruta, empiezas a pensar en lo que puede pasar o cómo vas a hacerlo, o en qué te puedes encontrar…, a lo mejor no sales nunca. ¡Eso es algo que sucede demasiado a menudo! Y es poco probable que llegues a algún sitio quedándote donde estás. Como decía el Gato de Cheshire: «Sólo llegarás a otra parte si caminas lo suficiente». Hay un detalle importante que marca cualquier aventura de cambio. Desde la carretera no se ve la nueva ciudad a la que te diriges. Pero eso no significa que no esté. No te paralizas al preguntarte si estará o no, si existirá o no. Sabes que está allí y confías en que nadie se habrá llevado la ciudad cuando llegues. ¿Pasa lo mismo con lo que queremos? ¡La respuesta es «sí»! Creo sinceramente que hay tantas maneras de llegar a u lugar como personas hay en el mundo, pero la forma de llegar es subir a tu coche y onerte en la carretera. ¿Quieres cambiar? Imprime en tu mente tus mapas del cambio y sal ahí fuera a vivir. Sin duda, aparecerán las señales que te indicarán el camino. A lo mejor te pierdes o paras a descansar o necesitas la ayuda de otro conductor, pero ¡todo eso forma parte del camino! Mucha literatura de autoayuda y de crecimiento personal insiste en la importancia de: «Saber lo que quieres». Estoy de acuerdo, pero no creo que sea el primer paso. Para mí el primer paso es: Saber Que Puedes Llegar Donde Quieres Aunque Todavía No Sepas Ni Dónde Ni Cómo. De hecho, la famosa ley de la atracción dice: «El cómo es cosa del universo». La razón por la que a veces te sientes atrapado es porque no sabes que Puedes Llegar Donde Quieres, sin importar lo que elijas. ¿Cómo solucionar eso? Cambiando el pensamiento «no puedo» por «puedo». Es una cuestión de pura práctica. Se trata de ir sustituyendo poco a poco cada uno
de los pensamientos. Veamos en síntesis cómo puedes llegar adonde quieres: ◆ Confiando
en que vas a llegar. ◆ Confiando en que, sin duda, lo que quieres estará allí cuando llegues. ◆ ¡Poniéndote en marcha! ◆ Siguiendo las señales que encontrarás en el camino. ◆ Viviendo todo lo que te pase, aceptándolo y transformándolo. ◆ Disfrutando de todo, incluso de lo que juzgas como malo, porque al formar parte del camino también te llevará hacia donde quieres.
Si no estás viendo las señales de adonde quieres ir, es porque no estás en el camino, porque no has decidido ponerte en marcha.
LA ALQUIMIA DEL CAMBIO «Vivir según tus propios valores significa que, en lugar de esperar a tener todo lo que necesitas para hacer algo, tomas la decisión de hacer lo que realmente quieres, y todo lo que necesitas aparece.»
No desesperes y sigue Cuando haces algo y no ves los resultados enseguida, no sirve de nada desesperarse. Es como cuando los niños preguntan en la carretera: «¿Falta mucho para llegar?». Si hablas con las personas que son y tienen lo que desean, te contarán que no ha parado hasta conseguirlo. Puede tratarse de un minuto o de un año, pero han tenido siempre claro que iban a conseguirlo. Cuando superas la necesidad de ver y la cambias por creer , todo se simplifica. A menudo, lo más duro es mantenerse en pie mientras se tiene el diálogo interno de: «Esto no va», «sigo igual», «seguro que a mí no me funciona», «nunca cambiaré», «siempre me pasa lo mismo», etc. Son justificaciones y excusas automatizadas para no seguir caminando adonde quieres ir. Ver la vida desde los patrones vividos o aprendidos, desde tu programación, es sentenciarte a seguir en lo mismo una y otra vez. Si, en lugar de eso, abres la mente y te dejas sorprender por lo que eres capaz y lo que puede pasar, dejarás espacio al cambio. Tienes dos opciones: actuar desde el amor o desde el miedo. ¿Cuánto tiempo al día pasas dudando o preguntándote cómo lo vas a hacer? Si, e
lugar de ese hábito que te paraliza, simplemente lo haces, llegarás mucho antes y te sucederán cosas maravillosas. Vivir desde la sensación de que todo está bien permite que todo esté bien. Imagina por un momento que todo está bien en lugar de ahogarte en la ansiedad que generan pensamientos como: «Tengo que hacer esto o lo otro», «cómo pagaré las facturas», «necesito esto para conseguir aquello», etc. Es la guerra del miniyo contra la fuerza de universo. ¿Sientes agotamiento? ¡No es para menos! Además de que algo no funciona, es un juicio basado en lo que vemos. ¿Sabías que el bambú necesita unos siete años para echar raíces y luego crece, hasta treinta metros, en seis semanas? ¿Significa eso que el bambú tarda seis semanas en crecer? No, tarda siete años y seis semanas, aunque los primeros siete años no se vean a simple vista. Si te cansas porque no lo ves crecer, si lo dejas de cuidar antes de que salga, ¡adiós, bambú! No desesperes y sigue conduciendo hacia la nueva ciudad…, ¡QUE TODO ESTÁ BIEN!
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Todo es posible Al pensar en todos los momentos de cambio importantes en mi vida, me doy cuenta de que uno muy importante fue creer que TODO ES POSIBLE. Cuando dices: «Eso es imposible», sería más acertado decir: «No puedo hacerlo y no me atrevo a intentarlo sólo porque no conozco a nadie que lo haya hecho». Creer que algo es imposible es la razón que lo hace imposible. Por eso, si quieres recuperar tu poder personal, escoge TODAS LAS POSIBILIDADES como forma de vida. Escoge mantenerte en pie, tener éxito, sonreír, llorar, disfrutar, ayudar, llegar, cambiar, amar, atreverte, vivir, etc. Hablas según lo que aprendiste, lo cual probablemente te limita sin cesar en todo lo que quieres ser. Piensa en cualquier cosa que creas imposible y acto seguido pregúntate: «¿Tengo la seguridad de que es así?». ¿Por qué crees que es imposible hacer tal cosa? Encuentra la respuesta y descubrirás qué es lo que te impide hacer o tener lo que deseas. Para hacer algo distinto, debes empezar por pensar que es posible y que lo es para ti. Date cuenta de tus pensamientos y cámbialos. Todo lo que quieres hacer está ahí esperando a que te lo creas para poder manifestarse. Nos encontramos probablemente en el momento de más depresiones por metro cuadrado de la historia, de más insatisfacción, limitaciones y trastornos. Todo porque muchas personas han perdido la confianza en ellas mismas, en lo que puede hacer, en lo que valen. El antídoto contra esa «enfermedad» es saber que eres valiente y tienes poder, magia y vida. Si te das cuenta de ello, podrás sentir: «TODO ES POSIBLE AHORA».
Vivir en la acción Piensa en cualquier película de cine. Antes de que se produzca, ¿dónde está? En la mente de alguien, normalmente del director y del guionista. Y ¿qué se necesita para crearla? Simplemente, llevarla a la acción con todos los medios necesarios. ¿Cuántos pensamientos, ideas, inventos, proyectos, teorías tienes? Y ¿cuántos
estás llevando a la acción? Es bastante común el patrón de dejar las cosas como están, pero eso sólo deja las cosas como están. Cuando se dice «ACCIÓN» en un rodaje, se traslada a la realidad lo que antes sólo estaba en la mente de alguien, y es en ese nuevo plano donde se realiza la película. Con los proyectos personales sucede lo mismo: cuando pasas a la acción, todo empieza a moverse y ocurren cosas. Por mucho que digan los demás, que a veces tienden a sobreprotegernos, vivir en la acción tiene más sentido que quedarse con la idea. Poner en marcha lo que tienes en tu interior trasladará tus deseos y tus sueños a una realidad desde la que podrás compartir y disfrutar. Somos seres energéticos, entre otras muchas cosas, con millones de cualidades, y una de ellas es CREAR. Y para crear hay un paso importante, que es pasar a la ACCIÓN.
ACTUAR EN LUGAR DE REACCIONAR «La proactividad nos da la libertad para poder escoger nuestra respuesta a los estímulos del medio ambiente. Nos faculta para responder (responsabilidad) de acuerdo con nuestros principios y valores. En esencia, es lo que nos hace humanos y nos permite afirmar que somos los arquitectos de nuestro propio destino.» Stephen Covey
El virus de los «y si» A menudo sucede que, antes de pasar a la acción, nos asaltan los «y si», por ser personas obedientes programadas para no destacar, entre otras razones. Veamos algunas formas que adquieren estos virus que frenan la proactividad: ◆ ¿Y
si me sale mal? ◆ ¿Y si no encuentro los recursos necesarios? ◆ ¿Y si otra persona lo ha pensado antes que yo? ◆ ¿Y si a los demás no les parece bien?
Recuerda que todos esos «y si» se desvanecerán en la realidad en el momento e que apuestes por la acción, porque son producto de tu mente y de tu programación. Para echar a andar tus proyectos, acuérdate de cambiar creencias del tipo: «No soy suficientemente bueno», «mejor me quedo quietecito», «todo está inventado» o
«nada me sale bien», ya que ayudan poco a pasar a la acción. Así que: tres, dos, uno… ¡ACCIÓN! Y recuerda que no hay nada bueno o malo, sólo experiencias que te llevan a tu meta.
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El poder de elegir Cuando un árbol tiene las ramas podridas, todo el árbol puede morir a causa de esas ramas. Cortarlas es vital para la vida del árbol. Lo mismo ocurre con las personas que nos rodean. El árbol eres tú, y las ramas podridas son todas aquellas personas y cosas que están en tu vida y muestran algún signo de «enfermedad». Tal vez cuando estás con ciertas personas o haces ciertas cosas, experimentas una sensación de pesadez, cansancio, irritación o pérdida de tiempo. Ese tipo de personas pueden afectar a nuestro estado de ánimo de forma negativa. Nuestra naturaleza compasiva distorsionada, o bien nuestra falta de asertividad, hacen que intentemos disculpar a estas personas con excusas mentales como: ◆ «Ya
cambiará.» ◆ «Sólo ha sido esta vez.» ◆ «Seguro que no lo ha hecho queriendo.» ◆ «Sólo será un rato, luego me libero.» «Aléjate de la gente que trata de empequeñecer tus ambiciones. La gente pequeña siempre hace eso, pero la gente realmente grande te hace sentir que tú también puedes ser grande.» Marc Twain
La espada de la decisión Somos un conjunto de trillones de células que vibran. Podemos tener buenas o malas vibraciones, y somos muy conscientes de ellas cuando nos hallamos ante una persona. Si alguien de tu entorno te genera malas vibraciones, ¿para qué seguir aguantado un estado energético negativo? Contrariamente a lo que pueda parecer, hacer cosas que no nos apetece hacer o estar con personas con quienes no queremos estar no es un acto de amor, sino que es un hábito adquirido basado en el miedo. ¿Te has preguntado alguna vez cuánta energía gastas en esas situaciones? Coge la espada de la decisión y corta las ramas podridas. Si han de volver a nacer, lo harán como brotes sanos. A veces una relación mejora después de haberla
cortado. Y, si eso no sucede, pues eso que le ahorras al árbol. Tu árbol, tu vida, es sagrada, y estás aquí para amarla, honrarla, cuidarla y disfrutarla. Tú eliges.
Deshacer el hechizo Llegaste a este mundo con el poder de elegir , y sigues teniéndolo. Cuando eliges lo que quieres, estás dando forma a tu vida. Cuando no lo haces, dejas que actúen los patrones y las creencias adquiridos. Tal vez sientas que no puedes, y es absolutamente normal. La buena noticia es que puedes elegir cambiarlo. La mayoría llegamos un día a este mundo sin que se respetara nuestra libertad. Nacimos en hospitales en lugar de en un hogar, y muchos no tuvimos ni siquiera la oportunidad de nacer, sino que fuimos sacados al mundo por decisión de alguien ajeno, desconocido y, probablemente, frío. ¿Por qué crees que llorabas al nacer, si no? Estuviste en manos de desconocidos, una vez más no se respetó tu elección, y así hasta el día de hoy, en que sigues sin vivir Tu Poder de Elegir lo que Quieres , tal vez para que los demás no se enfaden contigo o porque es lo que toca. Desharás el hechizo en cuanto decidas elegir: ◆ Lo
que te gusta hacer. ◆ Tus compañeros y compañeras. ◆ Tus amigos y amigas. ◆ El trabajo que deseas. ◆ Tu familia (no tiene por qué ser la tradicional). ◆ Tu propio camino. ◆ En síntesis: TU VIDA.
Puedes elegirlo todo: aprender, perdonar, ver la belleza del mundo, sentir su riqueza, sonreír, amar, arriesgar, abrazar, etc. Cualquier cosa que se te ocurra está ahí para ti. Puedes elegir hacer de tu vida lo que deseas. Tal vez te lleve algo de tiempo, pero todo lo que tú esperas te está esperando a ti, sólo es cuestión de que elijas tú rimero. Así funciona: es una cuestión de Usar Tu Poder de Elegir .
¿Y tú qué eliges?
IV
EL PODER DE LAS PALABRAS «El lenguaje es el traje del pensamiento.» Samuel Johnson
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Lo que dices es lo que creas En tu camino hacia la consciencia, es muy importante que prestes atención a las palabras que usas. Una observación sencilla: la persona que siempre se queja suele tener o sufrir de aquello sobre lo que se queja; la persona que dice que se encuentra bien, se encuentra bien; la que dice que no llega a final de mes, efectivamente no llega a final de mes. Desde un punto de vista pragmático podríamos pensar: «Dice lo que experimenta», pero sucede al revés, porque estamos creando la realidad con nuestras palabras. Y ésta es la buena noticia: cambiando las palabras que decimos, odemos cambiar nuestras experiencias. Si observas algo que tú crees que no va bien en tu vida, toma consciencia de lo que dices sobre ello. A continuación, haz el siguiente experimento: cambia durante un mes esas palabras que usabas. Al principio puede que te sorprendas utilizando palabras antiguas, pero poco a poco las podrás ir modificando. Por ejemplo, si dices: «Todo el mundo va a la suya» y lo cambias por: «Encuentro personas amables que piensan en los demás», es posible que al principio te suene un poco a chino lo que dices, pero comprobarás cómo tu realidad va cambiando por el poder de las palabras y vas encontrando personas amables.
La palabra «trabajo» Contradiciendo el viejo dicho, las palabras no se las lleva el viento, ya que tiene mucho poder, sobre todo para quien las dice. Por eso resulta muy útil conocer el origen de las palabras, y cuál es su verdadero significado, porque así las entiende nuestra estructura profunda. Esto nos ofrece infinitas posibilidades de mejorar nuestra vida. Según los lingüistas, la palabra «trabajo» tiene una raíz muy distinta a «labor », de la que vendría «laboratorio », por ejemplo. «Trabajo» proviene de «tripalium» , que era un instrumento de tortura formado por tres palos. Los presos eran atados a u cepo formado por tres maderas cruzadas mientras recibían azotes. De «tripalium» deriva «tripaliare » (torturar), y la palabra evolucionó hasta la actual «trabajo», que
transmite una carga de esfuerzo, sacrificio y sufrimiento. Si para ti el trabajo es una tortura, ahora sabes por qué, y, si no lo es, te irá muy bien no usar esa palabra tan a menudo. Verás cómo tu vida cambiará.
MAPAS LINGÜÍSTICOS «Todos tenemos nuestra propia visión del mundo, y esta visión se basa en los mapas internos que hemos ido construyendo a través de nuestro lenguaje y de nuestros sistemas sensoriales de representación como resultado de nuestras experiencias vitales individuales. Son estos “mapas lingüísticos” los que determinarán, más que la propia realidad, cómo interpretaremos el mundo que nos rodea, cómo reaccionaremos ante él, qué significado extraeremos de nuestras experiencias y cuál daremos a nuestros comportamientos.» Robert Dilts
Las palabras moldean nuestra vida Cambiar nuestros mensajes verbales, que transmitimos a los demás y a nosotros mismos, es el primer escalón hacia la consciencia. Personalmente, cuando me di cuenta de la importancia de lo que decimos y cómo lo decimos, comencé a escucharme. Es divertido llevar tantos años hablando y no haberte escuchado casi nunca. Es una sensación reveladora. De regalo me di cuenta de que tampoco escuchaba a los demás, y ellos son u perfecto reflejo de lo que soy yo. Primero empecé a escuchar los insultos. Siempre los había dicho, pero nunca los había escuchado. Suenan fatal y no llevan una carga positiva, así que los eliminé casi todos de mi vocabulario. Con el mismo ejercicio de escucharme fue como me di cuenta de lo que decía de mí misma. Demasiadas veces oí: ◆ «Eres
tonta.» ◆ «Seré estúpida…» ◆ «Me lo merezco por lista.» ◆ «Es normal, siempre estoy en las nubes.»
Dejé de fustigarme con este tipo de consignas y mi vida cambió totalmente, ya que eran mensajes que incidían en mi modo de pensar y de hacer, y, por lo tanto, en mi realidad. Llegué a la conclusión de que, si prestas atención a lo que dices, entenderás por qué tu vida es como es.
Libertad incondicional Los condicionales son palos en las ruedas que nos ponemos. Cuando emites un condicional, divides la intención del potencial hacia lo que quieres , sacas el pie del acelerador para pisar el freno. Condicionar es dudar, y la duda puede adoptar muchas formas: «Vamos a ver…» ◆ «si
lo conseguimos.» ◆ «si está abierto.» ◆ «si cabe.» ◆ «si nos dejan.» ◆ «si se puede.» ◆ «si podemos.»
Estos condicionales llevan a menudo a un: «Y si no…». Y ese «y si no» está creando exactamente igual que el «y si». Expresar condicionales es algo que aprendimos y que genera dudas en nuestra propia expresión. Cuando eliminas los condicionales, multiplicas tu atención, y donde la pones ésta se expande. Crear una vida auténtica es decidir desde la libertad con todas las osibilidades, en lugar de repetir lo que aprendiste sin cuestionarlo. Una vida libre de condicionales es una vida de creación de la realidad donde expandes lo que quieres. Elimina los condicionales, tanto las palabras que indican condicional como una actitud condicional en la vida. Deja de hacer lo que viste y haz lo que sientes. Al no existir un plan B, estás creando exclusivamente el plan que quieres. Eligiendo sólo una opción, moldeas la vida que quieres como la quieres.
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Esfuerzo o amor Al principio de este libro hablábamos de creencias aprendidas como «ganarás el pa con el sudor de tu frente» o «la vida es un valle de lágrimas», que limitan nuestra vida. Con estas bases, es absolutamente normal que de entrada todo sea difícil, costoso, complicado o doloroso. Pero la buena noticia es que no tiene por qué ser así. También hablamos de la caja de creencias, donde reside la información desde la que creamos nuestro mundo. Si crees que no se puede ganar dinero fácilmente, difícilmente harás lo que te gusta y recibirás dinero a cambio, porque eso significaría fácilmente, y ¡no existe esa opción en tu caja de creencias! Así que es probable que estés buscando un trabajo, o ya tengas un trabajo, con el que ganas el dinero suficiente para hacer lo que te gusta fuera de él.
Amor es lo que eres Si crees que la vida es difícil, al leer esto puedes llegar a pensar que para mí es fácil, pero para ti no. Antes de volver al lenguaje, en el que se centra este capítulo, quiero subrayar que hay dos modos de actuar: desde el esfuerzo o desde el amor . Desde el esfuerzo es lo que nos han enseñado. Desde el amor es lo que estamos descubriendo. De la misma manera que podemos elegir nuestro lenguaje y nuestro pensamiento, podemos elegir actuar desde el esfuerzo o el amor, como si se tratara de un interruptor que podemos pulsar siempre que queramos y nos demos cuenta. Cuando te sientes mal, con fatiga, frustración o decepción, estás actuando desde el esfuerzo. En el momento en que te das cuenta, puedes cambiar al amor, y cambiará la energía del momento. Desde el amor, todo es mucho más sencillo y agradable, porque amor es lo que eres, y cuando actúas desde lo que eres, todo fluye mágicamente. Algunas veces, si hay mucha identificación con el patrón de esfuerzo, darle a ese interruptor del amor puede ser difícil , tal como pone en tu caja de creencias. Si embargo, al hacerlo igualmente, incluso en esos momentos, la energía transmutará, y con la experiencia del amor la información de tu caja de creencias irá cambiando
para ser coherente con quien eres. «El amor es el estado del ser. Tu amor no está fuera de ti, sino en ti. Tú no puedes perderlo y Él no puede dejarte». Eckhart Tolle
Ahora sí Hace un tiempo escribí en mi blog este pensamiento sobre la importancia de escuchar nuestras palabras y pensamientos para recuperar el poder personal: «Cuando puedas escucharme, te diré que todo lo que pediste siempre estuvo allí y que todo cuanto puedes desear te está esperando. Siempre fuiste el creador de t propia realidad y ahora te das cuenta. Por eso es el momento de elegir lo que quieres para ti y tu mundo, de vivir como si así fuera hasta que éste se transforme, dejando atrás todo lo que nunca quisiste y repetías sin parar. Ahora es el momento de construir todo lo que deseas y saber que está en camino, saberlo con la misma certeza que da sentir que hay vida en ti y que se manifiesta a cada instante. Tú eres el creador de tu vida; conviértela en lo que siempre has soñado». Puesto que en este capítulo exploramos el poder del lenguaje, veamos dos trucos: ◆ Date
cuenta de cuántas veces dices la palabra «PERO» y elimínala de tu vocabulario, ya que es una justificación que te aleja de lo nuevo, y sin lo nuevo no hay cambio. ◆ Di siempre: «SÍ PUEDO». Aunque no sepas cómo, eso te acercará a saber cómo.
Un paso más hacia la consciencia es expresar las propias necesidades, deseos y peticiones de manera clara, directa y con amor, tanto hacia uno mismo como hacia los demás. Es el mejor uso que podemos darle al lenguaje. Por ejemplo, en lugar de decir: «Cariño, ¿qué quieres hacer?», cuando tienes clara la idea de lo que tú quieres hacer, puedes decir: «Me apetece ir a la playa, ¿te vienes?». Siempre estás a tiempo de escuchar otra propuesta y valorarla. Expresar nuestras necesidades claramente, apostar por el sí, mejora sustancialmente la vida de todos.
Prescindir del no ¿Sabes cuál es la palabra que, probablemente, más escuchaste en tu infancia? «NO». Ésta es una palabra inexistente en la naturaleza, donde jamás encontrarás noconejos, por ejemplo. La vida es pura afirmación. A la hora de hablar y crear nuestra realidad, cuando el no precede a una palabra o
frase, está negando lo que viene a continuación. Veamos un ejemplo. Cuando aprendes a ir en bici, normalmente ya has absorbido el lenguaje de los adultos y has normalizado el no como forma de comunicación contigo mismo y co los demás. Si ves un poste o una farola delante de ti, quieres evitar estrellarte contra ella, y ¿cómo lo haces? Diciendo: «No, la farola, no, la farola, no…». Y ¿adónde vas a parar? Justo contra la farola. Así es como funcionamos: donde ponemos nuestra atención, ésta se expande. Por eso, al poner tu atención en lo que no quieres, estás expandiendo lo que no quieres. Padecer enfermedades constantes, acabar debajo de un puente, sufrir la soledad, fracasar repetidamente, etc., son cosas todas ellas que dependerán de dónde pongas tu atención. Por eso es muy útil pensar en una cebra, en lugar de un no-conejo, si es lo que quieres, en la salud, en la abundancia, en el éxito, en lugar de en la noenfermedad, la no-pobreza, el no-fracaso. En lo que sea que desees para expandirlo. Recuerda el ejemplo de la bicicleta.
¿Y SI NO SÉ LO QUE QUIERO? Alejandro Jodorowsky, el creador de la psicomagia, da estas tres claves para desbloquear la indecisión, cuando desconocemos aún el camino que queremos tomar: • No seas lo que no te gustaría que te digan que eres. • Trabajar en lo que te gusta es juego. Trabajar en lo que no te gusta es trabajo. • Date cuenta de lo que no te gusta y, por eliminación, llegarás a lo que te gusta.
¡Qué tontería! Si en una conversación con alguien, o en tu propio diálogo interno, oyes: «Te parecerá una tontería, pero…» o algo similar, debes saber que ¡eso es muy importante para quien lo está diciendo! Este tipo de inspiraciones son clave porque nos permiten descubrir lo que realmente nos gusta y queremos, sin juicios limitadores por nuestra parte más racional. Fijándonos en nuestras palabras, escuchándonos al hablar y diciéndole a nuestro subconsciente que cuando nos oiga decir alguna de esas frases esté atento, practicaremos el arte de la atención. Cuando éramos niños, ese maravilloso, único e importantísimo momento de la vida, descubríamos cosas que nos parecían alucinantes, desconocidas, divertidas y emocionantes. Por ejemplo, comprobar que las etiquetas de las botellas se podía
arrancar, meter una miga de pan en un vaso de agua y ver cómo se hacía más grande, el mundo de los botones e interruptores, en el que ¡apretándolos pasaban cosas! Luego queríamos compartirlo con un adulto, normalmente inmerso en su vida de preocupaciones y problemas, y éste nos decía: «¡Eso es una tontería, compórtate como una persona mayor!». Eso en el mejor de sus días, ya que podía haber otros comentarios del estilo: «No molestes», «no interrumpas a los mayores», «deja de hacer tonterías». Así se programó la creencia: «Lo que me gusta, divierte y quiero es una tontería», y fuimos apartando lo que nos gustaba y acercando lo que está bien para ser adulto. Ahora sé que aquellas tonterías no son ninguna tontería, sino lo más profundo y puro que habita en nosotros. Si estás agobiado por tu vida de adulto, puedes despertar tu alma de niño para redescubrir lo que verdaderamente quieres.
LA INVITACIÓN «No me interesa lo que haces para ganarte la vida. Quiero saber lo que ansías, y si te atreves a soñar en satisfacer el deseo de tu corazón. No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer como un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo. No me interesa qué planetas están en armonía con tu luna. Quiero saber si has tocado el centro de tu pesadumbre, si las traiciones de la vida te han abierto, o si te has marchitado y cerrado por el miedo al dolor futuro. Quiero saber si puedes sentarte con el dolor, el mío o el tuyo, sin intentar esconderlo, desvanecerlo o arreglarlo. Quiero saber si puedes estar con la alegría, la mía o la tuya, si puedes bailar con locura y permitir que el éxtasis te llene hasta la punta de los dedos, sin advertirnos que seamos cuidadosos, que seamos realistas o que recordemos las limitaciones de los seres humanos.» Oriah Mountain Dreamer
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Todo es perfecto Es muy común oír que el subconsciente nos boicotea. En mi opinión, ese término, el boicot por parte del subconsciente, es poco útil y muy limitante. Lo que está haciendo tu subconsciente es protegerte. Si aprendiste en tu infancia que no hay que confiar en los extraños, por ejemplo, t subconsciente sigue hoy en día protegiéndote de ellos, porque eso es lo que aprendió. Si aprendiste de los adultos que debías portarte muy bien, para así recibir una recompensa, seguramente tu subconsciente te mantiene muy lejos de tus deseos para que sigas complaciendo a los demás, porque así estarás a salvo. Si te enseñaron que hay que trabajar para ganar dinero, difícilmente harás lo que te gusta y ganarás dinero. Si lo que crees es que el amor duele, tus relaciones tendrán ese componente de dolor. Esto es una forma de protección muy sofisticada que sirvió en un momento de t vida para hacer caso a los adultos y ser como ellos. En cambio, ahora se ha convertido en un mecanismo de supervivencia.
Estrategias de protección Antes hemos mencionado el concepto del supuesto boicot por parte del subconsciente. Cuando comienzas a ver tus circunstancias como una manera que t subconsciente tiene de protegerte, en lugar de boicotearte, empiezas a sentir tranquilidad. Y desde la tranquilidad todo lo que quieres hacer es más sencillo. Cuando piensas que el subconsciente te boicotea, la energía es muy limitante. Cuando sabes que el subconsciente te protege, la energía pasa a ser creadora. Armonizar tu relación con tu subconsciente pone consciencia a tus acciones. Ahora puedes ampliar la perspectiva de tu vida y verte como un ser con excelentes estrategias de protección para cambiar desde la tranquilidad y el amor del Todo es perfecto. EL CONSEJO DE GANDHI
Cuentan que una mujer preocupada porque su nieto comía mucho azúcar fue a ver a Gandhi con el niño y le dijo: —Por favor, maestro, dígale a mi nieto que no coma azúcar. Gandhi le contestó: —Por favor, vuelvan la semana que viene. A la semana siguiente, la mujer y su nieto volvieron. —¿Se acuerda de nosotros? Estuvimos aquí la semana pasada para que le dijera a mi nieto que no comiera azúcar. —Sí, claro —respondió Gandhi, y le dijo al niño—: No comas azúcar. La mujer, sorprendida, le preguntó: —Y ¿por qué no le dijo eso la semana pasada? Gandhi respondió: —La semana pasada, yo comía azúcar.
Congruencia y autoestima ¿Recuerdas que, de niña, te encantaba contestar cuando sonaba el teléfono de t casa? A muchas pequeñas mentes nos costó mucho entender que nos dijeran justo antes de descolgar: «Si es para mí, dile que no estoy», sobre todo teniendo en cuenta que teníamos prohibido mentir. Este tipo de mensajes son tan comunes que ni siquiera se cuestionan. Y, si ésa es la programación que has recibido, tu vida probablemente cuente con algunas incongruencias. Se gasta mucha energía en las incongruencias. ¿Cuántas personas conoces que intentan convencer a otra de algo que ni siquiera ellas mismas hacen? Ser consciente de la congruencia es un gran paso en el camino de recuperar el poder personal. Es decidir vivir al son de la música que suena dentro de t verdadero ser, para ser uno mismo con autenticidad. Ser congruente es muy sencillo: antes de decir algo, párate a escucharte y pregúntate si eso que vas a decir lo haces. Si la respuesta es «sí», adelante, dilo. Si es «no», entonces no lo digas o bien hazlo primero. Empezar a conectar el pensamiento y la acción es una manera de alinearte contigo. Recuerda que lo que hay fuera es un reflejo de lo que reina en tu interior, y en tu interior está todo. La congruencia te permite eliminar las capas que ocultan t verdadero ser y te llevan a la comprensión de tu propia esencia. Comprenderte es un camino hacia el amor y la autoestima. Por eso es poderoso que seas congruente. Voy a contarte una anécdota personal. Una de las cosas que más me impactaron al conocer a algunas personas del mundo de la autoayuda fue su falta de congruencia, es decir, que lo que decían en sus libros o en sus conferencias distaba mucho de cómo
vivían sus vidas. Llegué a saber de un personaje que se deprimía justo al terminar sus conferencias sobre la felicidad. ¿Es eso congruente?
V
SEGUIR TU PROPIO CAMINO «La vida de cada ser humano es el esbozo de un sendero hacia sí mismo.» Herman Hesse
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Ser, hacer, tener (en este orden) La mayor parte de nuestros deseos, sean materiales o espirituales, llevan implícita nuestra carencia de los mismos, y eso nos puede alejar de cumplirlos. Estamos programados para pensar que alcanzarlos es algo difícil. Una de las claves para recuperar tu poder personal es sustituir el antiguo paradigma basado en el ego: Tener, Hacer, Ser , por un nuevo orden que empiece por el ser. Es decir: SER, Hacer, Tener . Hacer esto es relativamente sencillo: basta con actuar como si ya tuvieras aquello que deseas, es decir, siendo aquello que deseas. Que no hayamos alcanzado nuestro deseo aún no significa que no esté a nuestro alcance. Simplemente, aún no se ha materializado en la forma que queremos.
Del viejo al nuevo paradigma Muchas personas hablan en condicional, proyectando el alcance de un estado de s ser a un momento en el futuro, y dicen cosas del tipo: «Cuando gane el suficiente dinero, podré estar tranquila» o «cuando encuentre una pareja, me sentiré mejor» o «cuando viva sola, seré feliz». En muchos casos puede ser así, pero mientras no llega ese momento anhelado siguen en un trabajo que no les gusta, en lugar de cambiar; se quejan de su soledad, en lugar de disfrutarla, o bien critican el lugar donde viven, en lugar de apreciarlo. Siguen el viejo paradigma Tener, Hacer, Ser . Hemos sido educados para creer que, si tenemos eso o hacemos aquello, seremos lo otro. Esto es falso, y además nos esclaviza. Todo comienza en nuestro interior, y desde ahí podemos alcanzar lo que deseamos en cualquier momento. Tiempo atrás, recuerdo que siempre que oía esta afirmación en boca de alguien o la leía en un libro pensaba: «Sí, claro, para ti (la persona que me lo decía o el autor del libro) es muy fácil, porque ya tienes recursos». Es decir, de alguna manera excusaba mi paradigma antiguo de Tener, Hacer, Ser creyendo que la razón por la que esa persona había alcanzado sus deseos era porque tenía, por ejemplo, dinero. Luego acabé descubriendo que era completamente al revés, sobre todo cuando me
quedé sin bienes materiales y, aun así, me sentía una persona muy rica. A eso me refiero con actúa como si ya tuvieras aquello que deseas. Si deseas ser rica o rico, siéntete rica o rico primero y la riqueza llegará. La tranquilidad o felicidad que buscamos a través de las cosas materiales que señalan nuestros deseos ya está ahí. No se ha de buscar fuera porque, cuando se conecta con ella, se materializa lo que deseamos. Tal vez, debido a nuestra educación, la materialización no ocurre instantáneamente, y ésa es la razón por la que durante la transición de un paradigma al otro necesitamos la famosa fe o confianza. Reconozco que para muchos, entre ellos yo, puede haber cierta dificultad e romper el orden del paradigma Tener, Hacer, Ser , básicamente porque nuestra sociedad está diseñada así y es la base del consumo desorbitado. Como seres humanos, sin embargo, tendemos naturalmente a la felicidad y el bienestar , siempre que respetemos el orden SER, HACER, TENER.
SER «Cuando somos pequeños, se nos va educando, y educar consiste en que se nos vaya diciendo lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y lo que no hay que hacer. El niño va aprendiendo eso que se le enseña; pero no sólo lo aprende, sino que lo acepta tal como se le da, es decir, como la verdad y el bien (…). O sea que el niño se identifica a sí mismo como valor en tanto que modelo y en tanto que modo particular de ser. El niño va aceptando esta idea que se le da de que él no vale como ser, sino que su único valor está en su modo de ser, de que él no es; él es o bueno o malo, o listo o tonto, pero el ser, él es , esto no existe, no tiene ningún valor. El ser (este foco de inteligencia, de energía y de afectividad) es algo central en el niño, en todo el mundo, es algo central que surge del fondo, del fondo de la mente, del fondo de la afectividad, del fondo de la energía.» Antonio Blay
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Cultivar nuestras prioridades sin miedo Entre tanto ruido que nos rodea, es fácil no sentir los latidos de nuestro corazón, y corremos el riesgo de olvidar lo más importante de la vida. Pero puedes estar tranquilo, porque en realidad siempre has sabido lo que es importante, y sigue ahí. Probablemente has creado lo que no quieres sin darte cuenta, copiando a otras personas, y ahora sufres por haberlo obtenido porque no tiene nada que ver contigo. Tal vez sufras debido a algo malo que te ha sucedido, algo que ocurrió en algún momento en que lo estabas pasando mal, o cuando algo no salió bien. Pero la pregunta fundamental es la siguiente: ¿dónde está ese momento? Claramente en el pasado. Eres tú quien lo mantiene, puesto que ya no existe el sufrimiento, el miedo o lo que no quieres. Todo eso está alimentado por tu mente y se hace más grande mientras le dediques tu atención. Todo lo que pensaste que era tan terrible se quedó allí, en el pasado, ¿recuerdas? El robo, el accidente, la pérdida, la ofensa, el dolor, etc.
LOS MONJES Y LA DONCELLA os monjes zen iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo. Así que un monje la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla. El otro monje estaba furioso. No dijo nada, pero hervía por dentro. Eso estaba prohibido. Un monje budista no debía tocar a una mujer, y este monje no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros. Recorrieron varias leguas. Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje que estaba enojado se volvió hacia el otro y le dijo: —Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de esto. Está prohibido. —¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? —le dijo el otro. —¿Te has olvidado? Llevaste a una hermosa mujer sobre tus hombros —dijo el que estaba enojado. El otro monje se rió y luego dijo: —Sí, yo la llevé. Pero la dejé en el río, muchas leguas atrás. Tú todavía la estás cargando… Tradicional zen
Déjalo ir
Suelta ya cualquier lastre que sobrecargue tu vida. Deja de recordar lo que sucedió, de interpretarlo en tu contra. ¡Déjalo ir! La causa del sufrimiento radica en no dejar ir lo que sea que te hace sufrir. ¿Miedo a la muerte? Eso no servirá para evitarla, pero sí te robará la alegría de vivir. ¿Sufres de soledad? ¿Sientes que te sobran kilos? Da las gracias por darte cuenta y déjalo ir para transformarlo. Si no lo quieres, ¿para qué lo mantienes? ¿Para qué le das vida? ¡Déjalo ir! Deja de castigarte y aprovecha cada oportunidad para amarte más. Estás aquí para ser feliz, para disfrutar, para ser consciente y experimentar el amor en ti y en los demás. Cualquier sufrimiento es un reflejo de tu falta de amor, así como de tu adicción a no soltar lo que tienes que soltar.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA FLOR La semilla llevaba mucho tiempo con ella, que siempre la miraba y pensaba en la transformación. Esa semilla representaba el cambio que ella quería hacer. Por supuesto, podía quedarse así para siempre, mirándola, pero por fin tomó la decisión de plantarla en tierra fértil bajo un sol propicio. Ella empezó a regarla y a cuidarla. Los primeros días parecía que no sucedía nada, pero poco a poco empezó a brotar hasta convertirse en una preciosa flor que SIEMPRE HABÍA ESTADO ALLÍ.
En armonía con lo que eres Igual que en el cuento breve que acabas de leer, tú eres la semilla, y, mientras no te lantes, tu potencial seguirá atrapado en lo que podrías haber sido. Cuando haces lo que está en armonía con lo que eres, te transformas y creces. Si supieras lo importante que eres, no malgastarías tu tiempo en pensar si tienes suficiente belleza, inteligencia, poder o gracia. ¿Has visto la belleza que hay a tu alrededor? Puedes verla en la sonrisa de la persona que te sirve el café o en los ojos del niño con el que te acabas de cruzar, en las palabras de tu hermano, en el abrazo de un amigo, en la alegría de un perro, en la tranquilidad de un gato, en la libertad de u pájaro, en una canción, en la inmensidad del cielo, en la magia del agua que fluye, etc. La belleza te rodea, y cada momento es único porque te ofrece tierra fértil para que brote todo tu potencial. Cuando la ves, estás en armonía con ella y, por lo tanto, con lo que eres.
¿Cuáles son tus prioridades? Antes de iniciar la siembra en este momento único, puedes detenerte a pensar qué quieres cultivar . Por eso es muy importante que te hagas una serie de preguntas: ¿qué es prioritario en tu vida? Y eso que es prioritario, ¿es lo que estás haciendo? ¿O lo sigues posponiendo? ¿ Hasta cuándo? ¿ Esperas a cuando tengas el dinero suficiente? ¿ A cuando conozcas a una persona? ¿ A cuando cambie el Gobierno? Todos sabemos claramente cuáles son nuestras prioridades porque, estando atentos a nuestras sensaciones, sabemos si lo que estamos haciendo nos sienta bien o nos sienta mal, si está resonando con nosotros o no. Lo que ocurre es que demasiadas veces nos dedicamos a hacer cosas superficiales en lugar de lo prioritario. Interrumpimos o anestesiamos el sentir para racionalizar y hacer lo correcto , que puede estar muy lejos de las auténticas rioridades de cada uno. Podemos seguir haciendo lo que no nos gusta, aunque nos cause malestar, ignorando las señales de que no nos está sentando bien. Muchas veces seguimos así hasta que caemos enfermos o se produce algún accidente que nos obliga a frenar, y entonces sí pensamos en nuestras prioridades. Mientras eso no ocurra, estamos demasiado cómodos con las corazas, armaduras y escudos que construimos hace mucho tiempo y que nos alejan de nuestras prioridades. Seguimos posponiendo a la espera de algo que cambie las cosas. Dos grandes acompañantes Posponer las prioridades es un patrón aprendido que cuenta con dos grandes acompañantes: el miedo y el desconocimiento. Nos justificamos con muletillas de este tipo: ◆ «Esto
me sienta fatal, pero lo sigo haciendo porque no conozco otra cosa.» ◆ «No tengo otra opción.» ◆ «Tal vez sea una locura. ¿Qué va a pasar si hago lo que realmente quiero?»
La respuesta más común e irracional a esta pregunta es: «Me voy a hacer daño», o incluso: «Me voy a morir». Literalmente, tu subconsciente así lo cree porque aprendió que, si no se porta bien, mamá (o la persona que nos cuidaba) se va a enfadar. Y, si la persona de quien dependemos se enfada y nos abandona, entonces corremos un peligro de muerte. Eso es lo que se cuenta a sí mismo el subconsciente.
Aunque seamos adultos, seguimos con esa información que grabamos en nuestra mente el día en que pintamos una pared siendo niños y alguien se enfadó, o bie cuando nos escapamos o nos portamos mal , o cuando hicimos algo que realmente queríamos hacer, porque era nuestra prioridad, y obtuvimos un gigante «NO» acompañado de un buen susto que quedó grabado en nuestro subconsciente. Debido a estas experiencias del pasado, ahora creemos —y por tanto creamos— que si atendemos a nuestras prioridades alguien nos va a castigar, algo malo va a pasar o van a dejar de querernos. Por eso olvidamos nuestras prioridades dejándonos llevar por lo correcto, aunque no tenga nada que ver con nosotros.
EL MIEDO ES EL MEDIO Según el editor y escritor Juli Peradejordi, el miedo nos ofrece valiosas enseñanzas si sabemos leer su mensaje. Y para explicar el sentido del miedo se sirve de la figura del espantapájaros. En una primera lectura, el espantapájaros ―como su nombre indica― asusta a los páj aros. Pero si en lugar de salir huyendo, el ave decide acercarse, entonces se abre una tercera fase. «Cuando el miedo ha desaparecido, tiene lugar una verdadera revelación: el espantapájaros, lejos de ser un peligro, es casi siempre una oportunidad, ya que nos señala con precisión el lugar en el que podemos encontrar alimento. Por un baile de letras el miedo se ha convertido en el medio. (…) En la medida en que nos acerquemos al espantapájaros que todos llevamos dentro, si no nos asusta profundizar, descubriremos que el miedo es el medio.» Este juego de palabras nos revela algo altamente provocador: como el espantapáj aros, el miedo indica dónde se halla el tesoro. Así como los pájaros se nutren de los sembrados, nuestro miedo nos señala los sueños que alimentan nuestra alma.
¿Para qué vivir haciendo lo que no quieres hacer? En mi opinión, vale más arriesgarte a morir para vivir una vida plena, aunque sólo sea cinco minutos, que pasarte la vida quejándote y de mal humor. Cuando sigas la llamada de tus prioridades y plantes la semilla que permanecía dormida, probablemente descubrirás que respirar es una prioridad —más que ninguna otra— y podrás seguir viviendo. Tener claras tus prioridades te va conectar contigo. Las prioridades de mamá, papá, de tu pareja, de la sociedad o del jefe, sin duda no son las tuyas, aunque algunas tal vez coincidan. Y recuerda que allí donde pones la atención eso se expande, como en el ejemplo de la bicicleta. Lo primero es darte cuenta de lo que haces y sentir las buenas o malas vibraciones para distinguir tus prioridades. A veces, estamos tan alienados que nos cuesta distinguir lo que nos gusta de lo que no nos gusta. Sin embargo, con un poco de amor y paciencia podemos conseguirlo.
Algo que ayuda a detectar tus prioridades es preguntarte: «¿Esto que hago me expande o me contrae como ser humano?». «La depresión es el precio que pagamos por ser buenos.» Marshall Rosenberg
Estar involucrado con alguien o con algo teniendo la sensación constante de que algo no va bien es estar ignorando tus prioridades. Seguir ahí es sólo alargar en el tiempo lo que ya es una evidencia. Nota importante: alguien que no respeta tus prioridades… no es una prioridad. El objetivo es claro: hacer solamente aquellas cosas y estar con aquellas ersonas con las que vibras en la frecuencia de tus prioridades, es decir, con las que tú puedes ser quien realmente eres.
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Permitir que suceda Imagina por un instante cómo sería cualquier cosa que quieras hacer teniendo a mano todos los recursos que existen. ¿Cuáles son esos recursos? ¿Has pensado alguna vez cuántas cosas hay que no conoces y, mejor aún, cuántas hay que ni siquiera sabes que existen? Poder acceder a lo que no conocemos requiere salir de nuestra zona de confort, es decir, de lo conocido. Aceptar que hay muchas cosas que no sabemos da luz verde para que todo aquello que no conocemos pueda suceder. Permitir es parte de dejar ir, y dejar ir es lo contrario de retener . Cuando retenemos, perpetuamos lo que no queremos. ¿Has discutido con alguien? Deja ir los pensamientos que se repiten una y otra vez en tu mente para que pueda suceder algo nuevo y diferente. ¿Quieres curarte? Deja ir lo que te enferma.
Lo que necesitas para conseguir cualquier cosa Puede haber tres maneras de conseguir algo que deseas: 1. Con lo que sabes: todo lo que conoces y sabes. Por ejemplo, escribir. 2. Con lo que sabes que no sabes : todo lo que conoces y no sabes. Por ejemplo, pilotar un avión (si no eres piloto). 3. Con lo que no sabes que no sabes : todo aquello que desconoces por completo. Por ejemplo, esas personas que se alimentan del prana o la energía del sol.
Si te quedas en el punto 1, tal vez cuentas con un 0,1 por ciento de tu potencial. Si pasas al 2, tal vez estarás en un 2 por ciento Pero es, sobre todo, en lo que no sabes que no sabes donde está todo lo que necesitas para conseguir cualquier cosa. Permitir significa dejar que llegue, aun sin conocerlo. Abrir la mente y el corazón a todo lo desconocido, a lo inimaginable es Permitir que Suceda.
EL PODER VIENE DE DENTRO Si un huevo se rompe por una fuerza exterior, la vida se acaba.
Si un huevo se rompe por una fuerza interior, entonces la vida empieza. Grandes cosas ocurren en el interior.» Autor desconocido
Lo que buscas ya lo tienes Estamos domesticados para buscar fuera lo que tenemos dentro, para hacer siempre más, gustar más, buscar más, etc. Y así es como nos agotamos. Puedes hacer algo distinto: cambia la dirección. Ya tienes lo que buscas, así que encuéntralo. Muchas veces me he perdido en una ruta buscando un lugar y no encontraba señales que me indicaran hacia dónde ir. Y ¿sabes por qué? Porque ya estaba en ese lugar . Perdemos nuestra existencia en la búsqueda del amor, del reconocimiento, de la abundancia, porque para eso fuimos educados, cuando es algo que ya llevamos de serie. La vida se gesta dentro de ti. Hemos pasado nueve meses en el interior de un ser antes de salir al mundo. Los primeros años de vida son vitales para reconocer este poder que está en nosotros, en nuestro interior, pero la mayoría los pasamos en guarderías y colegios donde nos entrenan para la dura vida, y por eso nos agotamos al buscar fuera, porque ésa no es la dirección donde está lo que buscamos. Lo que buscas está en ti y siempre estuvo en ti. Cada vez que te des cuenta de que haces algo para conseguir algo, vuelve a t interior y siéntelo en ti. Entonces aparecerá. EL CORAZÓN HUMANO «Un artista contemporáneo pintó un cuadro, La luz del mundo , que muestra a Cristo en un jardín a medianoche. En su mano izquierda sostiene una lámpara mientras que con la derecha está llamando a una esada puerta. El día en que se mostraba esta obra por primera vez se encontraban presentes varios críticos de arte. Cuando se descubrió la cortina que lo escondía, uno de los especialistas se acercó al artista para decirle: —Señor Hunt, ¿por qué no ha terminado la obra? —Está terminada —contestó el artista. —Pero si no hay pomo en la puerta… —señaló el crítico. —Eso —dijo el artista— es la puerta del corazón humano y sólo se abre desde dentro.» Fairfax Downey
VI
CON AMOR «El gran desafío es ser tú mismo en un mundo donde la mayoría trata de hacer de ti otra persona.» E. E. Cummings
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Amar desde la libertad La mayoría de los adultos creen que el amor se manifiesta sólo en la familia, la pareja, los amigos y los animales de compañía. Ése es un gran filtro que no nos permite ver y sentir más allá de lo que nos han enseñado. Pero el amor está en todas partes, en todas las cosas, en todas las personas. Es algo que ha sido cantado, escrito, pintado, etc., por artistas de todos los tiempos. El amor está en la sonrisa de un desconocido, en el andar de una persona mayor, en la luz de un cambio de estación, en los ojos de un niño, en la belleza de un árbol, en la caricia del viento, en una conversación, en las sensaciones, en recibir ayuda, en el sol, en la luna, en atreverse, en soñar, en las lágrimas, en los colores, en el amanecer, en tu profunda mirada. Y así prácticamente hasta el infinito. Incluso en la más profunda soledad hay amor. Juzgar a los demás coarta la libertad de amar, y amar verdaderamente se hace desde la libertad. Así que dejemos de juzgar qué o quién es digno o no de ser amado.
¿El amor duele? Crecemos con miedo a amar, a mostrar nuestros sentimientos y emociones, porque nos han dicho que el amor duele, que nos pueden hacer daño, que sufriremos si amamos, que pueden abandonarnos, rechazarnos, ignorarnos. Sin duda, eso puede suceder, pero ¡sólo si lo vemos de esa forma y lo consentimos! «Nadie puede herirte sin tu consentimiento.» Eleanor Roosevelt
En cuanto cambiamos la creencia de que el amor duele, ¡todo cambia! Por ejemplo, se considera normal no darse mucho a otra persona hasta tenerla segura, sobre todo entre las mujeres. Recuerdo las creencias de las abuelas: «Que no se dé cuenta de que te gusta» o «no le demuestres que le quieres al principio», «hazle sufrir un poco». Todas estas creencias son producto del miedo a perder a la otra persona, a no ser suficiente porque, volviendo al principio, el amor duele.
Otro ejemplo es el famoso: «Quien bien te quiere te hará llorar» con el que se puede llegar a justificar pasarlo mal en una relación bajo el paraguas de esta creencia. Es útil recordar que la mayoría de los miedos adquiridos en la infancia proviene del adulto. Por ejemplo, el famoso «no te fíes de nadie» que se le dice a un niño es una manifestación de quien lo dice y no del niño. Lo mismo ocurre con «el amor duele» o con todas las afirmaciones que hemos nombrado. Por eso muchos miedos son en realidad una medida de protección. Como cuando estás al pie de un precipicio y el miedo a caer te protege. Me alejo de las parejas para protegerme del doloroso amor. Me protejo y las alejo. Consideremos que hay muchas personas que se ven al pie de un precipicio y saltan para vivir la emoción de lanzarse al vacío, con un parapente o un paracaídas, por ejemplo, y vencen ese miedo a la altura, si es que lo tienen, para vivir su pasión. Lo mismo podemos hacer en el amor. Otro detalle relevante es tener en cuenta que cuando estamos sufriendo en el amor (relaciones, amistad, familia) significa que hay una falta de amor en nosotros mismos que seguramente también arrastramos desde la infancia. Por lo tanto, hay que empezar por ahí. En el apartado de este libro dedicado al valor de quererte hablaremos a fondo de ello.
LOS DOS REGALOS «Cuando me fui de mi casa, niño aún, mi madre me acompañó a la estación, y cuando subí al tren me dijo: “Éste es el segundo y último regalo que puedo hacerte: el primero fue darte la vida, el segundo, la libertad para vivirla.”» Facundo Cabral
Amar es, ante todo, respetarse a uno mismo Por educación, tendemos a ceder nuestro espacio, a perderlo, en favor del otro. Veamos dos ejemplos muy sencillos: ◆ La
mujer que deja de acudir a una actividad social que venía realizando de soltera porque su esposo se pone celoso. ◆ El hombre que deja de practicar un deporte que le apasiona porque su pareja le ha pedido que esté más en casa.
Esta clase de renuncias están motivadas por el miedo, no por el amor. La persona se niega aquello que le llena por miedo al abandono, al rechazo, a perjudicar la
relación, etc. Hay un error de base en esta clase de decisiones, en las que nos quitamos algo para satisfacer al otro. No debemos olvidar que el amor suma, mientras que el miedo resta. De pequeños aprendimos que mamá te quiere si te portas bien, si estás calladita, si te estás quieta. Yo quiero moverme, siento que ésa es mi necesitad, pero la abandono para satisfacer a mi cuidador, por miedo a perder su amor. Es un amor condicionado y, por lo tanto, no basado en la libertad. Si hacemos lo que la otra persona quiere, si vamos donde le gusta, si decimos lo que quiere oír, pensamos que así nos amarán, pero ¡es falso! Sólo obtenemos miseria a cambio: un amor condicionado que no suma, sino que resta, ya que no te deja ser tú. «Cuando creemos que nuestras necesidades implican que otra persona haga algo, lo que hacemos es tomar el mundo abundante y convertirlo en escasez rápidamente.» Marshall Rosenberg, padre de la NVC (Comunicación No Violenta)
Apaga el piloto automático Muchas personas me comentan que no son ellas mismas cuando se relacionan con los demás. Eso sucede porque han puesto un piloto automático que se guía por los deseos y expectativas del otro. Eso no es amar en libertad, así que, lo primero de todo, toma consciencia de t piloto automático y podrás cambiarlo. Cuando sientas que estás haciendo algo que e realidad no tienes ganas de hacer, analiza qué te está moviendo: el amor o el miedo. El poder del amor empieza por saber amarte y respetar lo que eres, sientes y necesitas. Sólo así podrás amar sinceramente a los demás, sin miedo. Puede que te plantees ahora esta pregunta: ¿Y si, al mostrarme como soy en realidad y al actuar en consecuencia, dejan de quererme? ¿Qué puede suceder? Nada malo, porque, si no te muestras como eres, ¿a quién están amando en realidad? De manera natural, los que quieren tu amor según sus propias condiciones desaparecerán. Tú dejarás de repetir el patrón que te encadena y te liberarás. Se dice que, en el amor y en la vida, hay que dar para recibir, y estoy de acuerdo siempre que no se malinterprete. Para mi gusto, falta especificar: da lo que salga libremente de tu corazón y multiplicarás.
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Claves de la comunicación amorosa Es bastante común encontrarse con dificultades a la hora de expresar lo que deseamos a los demás. Esto sucede, sobre todo, cuando el receptor o los receptores son muy cercanos a nosotros, como la familia. En la escuela y en casa no nos enseñan a comunicarnos con libertad, y menos aú amorosamente. Probablemente, nuestros modelos —madre, padre, maestros—no sean precisamente expertos en la materia, y eso es lo que hemos modelado. Comunicarse tiene siempre un objetivo, así que empecemos por lo esencial. Hay algo que queremos comunicar y, por lo tanto, necesitamos ejercer un efecto sobre el otro o los otros. Es útil tener esto en cuenta para generar una intención, ya que los expertos aseguran que el lenguaje hablado representa tan sólo el 7 por ciento de la comunicación.
Comunicación efectiva Para tener éxito en la comunicación es importante tener en mente el objetivo de ésta, como puede ser, por ejemplo, expresar gratitud, exponer una queja, mejorar una relación, obtener un objeto, dar amor, pedirlo, etc. Un ejemplo muy claro es cuando vas a una cafetería, te acercas al camarero y le dices: «Hola, buenos días, me gustaría tomar un café, por favor». El camarero te lo pone, con lo que la comunicación es exitosa en un cien por cien. Si confundes al camarero por algún cliente, seguramente no va a entrar en la barra y servirte el café, porque él no es quien quieres que reciba tu mensaje. Si pides un café en una papelería, probablemente te indiquen dónde está el bar. Si hablas con desprecio, prepotencia o superioridad al camarero, tal vez te ponga el café porque no quiere perder su puesto de trabajo, pero yo de ti no me lo bebería. Si le dices algo del tipo: «Hola, bueno, sí, yo…, quería…, no estoy seguro… a lo mejor…», difícilmente obtendrás tu café. En esta analogía del café se ve muy claro ¿verdad? No hay ningún riesgo al pedir café cuando se sabe dónde, a quién y cómo pedirlo. Traslademos el ejemplo a una situación personal en la que haya implicaciones emocionales. El dónde y el a quién son bastante sencillos. Lo que más puede
interferir en la buena comunicación es el cómo. ¿Cuántas veces has querido comunicar algo y el receptor no ha captado el mensaje? ¿O bien se ha sentido atacado? Las razones de una comunicación fallida suelen residir en el cómo. En este mismo capítulo veremos cómo mejorar la comunicación.
¿QUÉ LE PASA A LA SOPA? El cuento que sigue del célebre autor y terapeuta argentino Jorge Bucay ilustra a la perf ección la importancia de expresar claramente lo que deseamos, en lugar de comunicarnos con indirectas, dudas y rodeos, como si los demás pudieran adivinar lo que pensamos. «Estaba una señora sentada sola en la mesa de un restaurante, y tras leer la carta decidió pedir una apetitosa sopa en la que se había fijado. El camarero, muy amable, le sirvió el plato a la mujer y siguió haciendo su trabajo. Cuando éste volvió a pasar cerca de la señora, ésta le hizo un gesto y rápidamente el camarero fue hacia la mesa. —¿Qué desea, señora? —Quiero que pruebe la sopa. El camarero, sorprendido, reaccionó rápidamente con amabilidad, preguntando a la señora si la sopa no estaba rica o no le gustaba. —No es eso, quiero que pruebe la sopa. Tras pensarlo un poco más, en cuestión de segundos el camarero imaginó que posiblemente el problema era que la sopa estaría algo fría y no dudó en decirlo a la mujer, en parte disculpándose y en parte preguntando. —Quizás es que esté fría, señora. No se preocupe, que le cambio la sopa sin ningún problema… —La sopa no está fría. ¿Podría probarla, por favor? El camarero, desconcertado, dejó atrás la amabilidad y se concentró en resolver la situación. No era de recibo probar la comida de los clientes, pero la mujer insistía y a él ya no se le ocurrían más opciones. ¿Qué le pasaba a la sopa? Lanzó su último cartucho: —Señora, dígame qué ocurre. Si la sopa no está mala y no está fría, dígame qué pasa y, si es necesario, le cambio el plato. —Por favor, discúlpeme, pero he de insistir en que, si quiere saber qué le pasa a la sopa, sólo tiene que probarla. Finalmente, ante la petición tan rotunda de la señora, el camarero accedió a probar la sopa. Se sentó por un momento junto a ella en la mesa y alcanzó el plato de sopa. Al ir a coger la cuchara, echó la vista a un lado y otro de la mesa, pero… no había cuchara. Antes de que pudiera reaccionar, la mujer sentenció: —¿Lo ve? Falta la cuchara. Eso es lo que le pasa a la sopa, que no me la puedo comer.» Jorge Bucay
Siete claves para mejorar la comunicación Para que los mensajes que transmitimos lleguen de la mejor manera posible, co amor, he descubierto que estas claves facilitan mucho la buena comunicación: 1. Tener en cuenta que gran parte de lo que le decimos a otro en realidad nos lo estamos diciendo a nosotros mismos y viceversa. Es decir, lo que la otra persona dice normalmente tiene que ver con ella, y lo que nosotros decimos, con nosotros.
Pon atención a tu próxima conversación y hazte la pregunta: ¿de quién estoy hablando? Te sorprenderá la respuesta.
2. Hablar de uno mismo. Para mí, este punto es crucial. Es muy distinto decir en una conversación: «No me tratas bien» que: «Me siento mal cuando haces tal cosa». Hablar del otro suele bloquear su canal de escucha, puesto que se sentirá atacado. Recuerda que cada uno tiene su mapa, es decir, su punto de vista, y, aunque los mapas de emisor y receptor sean distintos, los dos tienen su razón. 3. Evitar el verbo «tener que ». Es un verbo que implica obligación, y la mayoría de los seres sociales lo hemos oído tanto en nuestra infancia que automáticamente bloqueamos la información que viene después. Imagina que un amigo te ha pedido consejo sobre algo y tú quieres dárselo así: «Tienes que hacerte valer delante de tu hermano». No creo que la información pase más allá del primer filtro consciente. Una manera amorosa de comunicarse es usando la premisa «si yo fuera tu…», o «si estuviera en tu lugar…», o bien «lo que siento es…» seguido de la informació «hablaría con mi hermano y le expresaría mis sentimientos». 4. Hacer preguntas con las que el receptor pueda crear mentalmente una opción nueva. Por ejemplo, en el caso anterior del hermano, puedes preguntar: «¿Qué te parece hablar con tu hermano sobre lo que sientes y expresarle tus necesidades para que las tenga en cuenta?», o bien: «¿Has pensado en tener una conversación con él sobre cómo te sientes?». 5. Escuchar lo que el otro te dice , en lugar de dar vueltas a lo que has dicho o a lo que vas a decirle, también ayuda sustancialmente. Es una inercia automática, y nada eficaz, entrar en diálogo interno en lugar de prestar atención. 6. Usar adecuadamente las personas del verbo. Cuando hables de ti, usa la primera persona del singular, y cuando te dirijas a la otra persona, la segunda. ¿Crees que lo haces? Sólo conozco a dos personas que lo hagan. Pon atención a eso cuando hables y te darás cuenta de que dices más veces: «Cuando te pasa esto, no sabes qué hacer» que: «Cuando me pasa esto, no sé qué hacer» , y estás hablando de ti. 7. Usar el amor. Si al principio no sabes cómo hacerlo, puedes decirle a la persona: «Voy a usar todo mi amor para decirte esto» o: «Lo que te digo es con todo mi amor», y luego expresar claramente lo que quieres decir recordando estas claves.
Llegará un momento en que la intención será suficiente y podrás omitir esas frases del principio.
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El arte de escuchar Escuchar a otra persona es regalarle un espacio para expresarse, para compartir, para crear por encima del sonido de tu propia voz, que tal vez busca protagonizar los encuentros sólo porque eso fue lo que aprendiste hace mucho tiempo. Escuchar es un arte que se puede cultivar. Y no me refiero sólo a escuchar a los demás. Escucharte a ti aún es más poderoso porque puedes entender y darte cuenta de: ◆ lo
que da forma a tu vida, ◆ los límites que crees tener, ◆ el amor hacia ti, ◆ la falta de él, ◆ tus creencias en general.
Por eso es una gran inversión personal empezar a escuchar más cada día. «Cualquier cosa te revelará sus secretos si la amas lo suficiente. Me he dado cuenta de que cuando comulgo en silencio con las personas, éstas también revelan sus secretos, si las amas lo suficiente.» George Washington Carver
«Di algo» Al escuchar permites que la otra persona se abra y conecte con aquello que necesita. Tal vez ni ella misma lo sabe y tú le brindas esta oportunidad, dejando espacio para que lo escuche. Puede escucharse a sí misma y, por lo tanto, comprenderse mejor y amarse más. ¿Cómo puede fluir la comunicación sin escuchar? Es irónico que la falta de comunicación en general, con quejas del tipo «no me entiende», «no me escucha», «se lo he dicho millones de veces », puede tener su base en la escucha, pero en la escucha propia. Podemos creer fácilmente que otras personas no nos escuchan, y quejarnos por ello, cuando somos nosotros mismos los que no escuchamos. Cuando dejas espacio, abres el campo a todas las posibilidades. Al no interferir,
verás lo que puede pasar. Si llenas el espacio con palabras, estás bloqueando el fluir, la magia. Esto no significa que cuando sientas que deseas hablar desde el corazón no lo hagas. Al contrario, esas palabras son mágicas, las que salen del corazón en su medida perfecta y transformadora. Implican la escucha, en este caso de la otra persona; es dar y recibir, como un baile. Muchas veces usamos las palabras para llenar un espacio que nos parece incómodo. Lo que interpretas como incomodidad, sin embargo, puede ser perfectamente sentir amor, y es la falta de costumbre o el desconocimiento los que lo etiquetan como incómodo y accionan la creencia de di algo para interrumpir el momento y tapar el sentimiento. Es fascinante lo que se puede llegar a sentir escuchando. Eso mismo sucede con nuestro espacio interior, donde a menudo nos entregamos a un parloteo que es pura distracción para no escucharnos y conocer lo que está pasando.
ESCUCHAR LO QUE NO VA BIEN «Probablemente no te fijes en varios aspectos de tu coche hasta que alguno falle. Esperas que te funcione como el día anterior y que en el futuro lo siga haciendo como lo ha hecho en el pasado, el día anterior y los que le precedieron, ésta es tu percepción. Pero, cuando no te funciona bien, no te queda más remedio que prestarle más atención (como escuchar el sonido del motor con más detenimiento) y ser consciente de la percepción inconsciente que tienes de tu coche. En cuanto la percepción de tu coche cambia porque ya no funciona como antes, lo percibes de distinta manera. Lo mismo sucede con las relaciones que mantienes con tu pareja y tus compañeros de trabajo, con tu cultura y tu raza e incluso con tu cuerpo y tu dolor. De hecho, es el modo en que funcionan la mayoría de las percepciones sobre la realidad. Por tanto, si quieres cambiar una percepción implícita o subconsciente, debes volverte más consciente y menos inconsciente. Prestarle más atención a todos los aspectos relacionados contigo y con tu vida en los que no te fijas demasiado. Mejor aún, debes tomar consciencia, estar más atento y advertir aquello de lo que no te dabas cuenta.» El placebo eres tú, Joe Dispenza
La necesidad de tener razón y las tres rejas Cuando conversas con una o varias personas, ¿eres consciente de la magia de la comunicación y del momento? ¿O estás esperando que acaben de hablar para decir lo que quieres decir? Querer tener razón (que es diferente a tenerla) anula el arte de escuchar . Abandonar la necesidad de tener razón deja paso a una dimensión llena de osibilidades nuevas y poderosas. Cuando te das cuenta de que hablas para tener razón o dices: «Lo sabía», «te lo
dije» o algo parecido, acuérdate de que estás creando con tus pensamientos y palabras. Frena esa necesidad o al menos hazlo sólo cuando tus palabras haya pasado por las tres rejas, como en la fábula que sigue. El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice: —Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia… —¡Espera! —lo interrumpe el filósofo—. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? —¿Las tres rejas? —Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? —No. Lo oí comentar a unos vecinos —Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? —No, en realidad, no. Al contrario. —¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber esto que tanto te inquieta? —A decir verdad, no. —Entonces —dijo el sabio sonriendo—, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
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Animar es dar vida Si consultamos el diccionario, veremos que «animar» se define como «dar vida, fuerza vital», mientras que «desanimar» es «quitar energía, fuerza vital». Es muy importante tener en cuenta ambas acciones cuando nos relacionamos con alguien. ¿Estamos logrando animar a esa persona o conseguimos todo lo contrario? Y ¿de qué manera afecta ella a nuestro estado de ánimo? Recuerdo muy bien la primera vez en que, de forma consciente, sentí el ánimo ajeno, así que voy a contar la historia con detalle.
Las animadoras y el corredor Era muy pronto y había salido a escalar con amigos. Llegamos al sitio donde aparcaríamos el coche y vimos la carretera cortada, porque estaba teniendo lugar u maratón. En aquel entonces estaba pasando por un momento de cambio muy profundo en mi vida, y salir a la montaña era para mí un refugio del bombardeo de palabras e ideas, tanto por mi parte como por parte de algunas personas, que me perseguían por estar haciendo lo que de verdad quería hacer. Aparcamos el coche, cargamos las mochilas con el equipo y empezamos a caminar en dirección al pie de vía, donde empieza la escalada. A pocos metros ya vimos la típica caseta, con el agua y las naranjas, por donde iban a pasar los corredores. Allí estaban dos chicas preparándolo todo con una gran sonrisa. Escalamos toda la mañana, y, en el camino de regreso al coche, al pasar por la caseta vimos que de las naranjas ya sólo quedaban las cáscaras y tan sólo había unas pocas botellas de agua llenas. Allí seguían las dos chicas, ahora sentadas o, mejor dicho, tiradas en las sillas, con cara de agotamiento, pero aún esbozando medias sonrisas. Cuando pensábamos que ya no quedaba nadie más de la carrera, a lo lejos apareció un corredor. Iba rezagado, con una expresión de cansancio en el rostro y el cuerpo. Arrastraba los pies. Al verlo, de repente las dos chicas saltaron para ponerse a su paso y empezaron a aplaudir y a gritar con una energía impresionante. Aplaudían con tal fuerza que
parecía que allí había treinta personas aplaudiendo, y gritaban: «¡Vamos, vamos, que tú puedes! ¡Que llegas! ¡Que ya estás! ¡Sigue! ¡Lo estás consiguiendo!». Una poderosa sensación recorrió todo mi cuerpo y me llegó al alma. Me detuve a contemplar la escena: el corredor automáticamente levantó la cabeza, cambió s expresión de cansancio por una de «yo puedo», y aceleró como si le hubiera enchufado una dosis extra de energía. «Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho.» Antoine de Saint-Exupéry
Dar vida a los demás y a uno mismo ¿Cuánto ánimo recibes por parte de los demás? ¿Cuánto ánimo das a las personas de tu entorno? ¿Qué se puede llegar a hacer con esta fuerza vital? Al animarnos a nosotros mismos y animarnos los unos a los otros, regalamos uerza vital, energía y vida, porque tenemos un potencial que requiere vida. El ánimo tiene que ver con el alma, y cuando animas a otra persona, automáticamente te animas a ti mismo. Cuando pienso en ti, te animo, te veo como la persona que quieres ser, con todo lo que quieres, haciendo lo que amas. Te envío fuerza vital para que vivas como deseas y ames tu vida como un día lo hiciste. Veo tu amor. Nuestras almas han decidido compartir parte de esta vida y nos han regalado maravillosos momentos que no siempre hemos honrado por falta de amor en presencia del miedo. Conectando con mi alma, animándome de forma incondicional, la tuya resuena como las cuerdas de una guitarra. Tocas una y la otra vibra sin habernos ni siquiera acercado. Puedo sentirlo. El ánimo es invisible a los ojos e inmensamente oderoso. Es tuyo, ¡úsalo, regálalo! Para las Evas: en la India tuve el placer de conocer al misionero Vicente Ferrer. Tuvimos una preciosa conversación y me dijo: «¿Sabes qué significa Eva?». Yo no tenía ni idea, y él dijo: «La que da vida». Todas las personas tienen esa capacidad, cualquiera que sea su nombre.
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Amar sin condiciones ¿Cómo ver la verdadera esencia del otro y amarlo si hay juicios por medio? ¿Cuántas cosas aprendiste sobre las personas, la gente o el mundo que ni siquiera son ciertas? Tal vez te dijeron que los que no son como tú son peligrosos. Lo hicieron porque tenían miedo y pensaban que te protegían. Y ahora, sin darte cuenta, tu maravillosa mente juzga constantemente a las personas y las acepta o no según la información que recibiste. ¡Cuánto nos estamos perdiendo! La verdad es otra, porque tú y yo somos iguales y siempre lo fuimos. El discurso que salta en tu cabeza cuando ves a otra persona es una programación que te separa de ella sólo porque te crees diferente. Juzgar es vivir desde el miedo. Juzgar a otra persona es juzgarte a ti. «El amor por uno mismo es la fuente de todas las otras clases de amor.» Pierre Corneille
Es una ilusión pensar que estamos separados. Creemos que por la clase social, la música, la ropa, las costumbres, el idioma, etc., nos podemos diferenciar, pero eso es la apariencia y es superficial. Elimina los juicios para poder ver de verdad y sentir la esencia de todas las personas, incluida la tuya propia. El juicio nubla, porque la esencia de alguien no es lo que vemos cuando juzgamos, sino lo que sentimos cuando amamos; ésa es la verdadera brújula del ser. Amar es estar libre de juicios para que tus sentimientos esenciales y auténticos afloren en ti.
Vivir y amar como seres completos Somos seres completos y perfectos, capaces de amar y ser amados por otro ser completo y perfecto. Durante el tiempo que sea. En cambio sigue siendo muy habitual oír hablar de la media naranja. Cuando algunas personas dicen eso de encontrar la media naranja, no se dan cuenta de que evidencian una carencia, les falta la mitad, y
nada es más falso que eso. La mayoría de las canciones llamadas «de amor» lanzan mensajes terribles, si nos paramos a analizarlos: ◆ «Sin
ti me muero.» ◆ «Te necesito como el aire que respiro.» ◆ «No puedo vivir sin ti.» ◆ «Lo eres todo para mí.» ◆ «Sin ti mi vida no tiene sentido.»
¿Cómo podemos cargar con la responsabilidad de la vida de alguien? ¿Quié puede ser uno mismo con semejante peso? ¿Cómo puede ser completa la relació entre dos personas bajo esos parámetros? De pequeños nos decían: «Si me haces enfadar, no te quiero». Las relaciones más importantes de nuestra niñez estuvieron llenas de condiciones. Tanto que ahora llegamos a hacer cosas que no queremos hacer para que la otra persona no se enfade o se sienta feliz. Aquí obviamos algo importante: las razones por las que una persona se enfada son suyas. Y las razones por las que es feliz también. Tú no tienes nada que ver. Tu responsabilidad es estar siempre donde quieres estar y con mucho amor… incondicional. La condición mina la libertad y, en esos términos, no eres tú, sino quien la otra persona quiere que seas. Entonces, no te quiere a ti, sino a la idea que se ha hecho de ti, idea que debes satisfacer para recibir su amor. Y es que eres SU media naranja, ¿recuerdas?
Te amo por lo que eres Aceptar las cosas y a las personas como son es amarlas incondicionalmente. Imagina que conoces a una persona y empiezas a relacionarte con ella. Todo va bien hasta que, después de algún tiempo, empiezan las condiciones porque quieres cosas que no tienes. Ésas son tus propias carencias y quieres que la otra persona las cubra. Al cubrirlas, porque se lo pides, está dejando de ser ella misma, y tanto el amor que das como el que recibes es condicional, para que el otro se sienta bien, para que no se enfade… Igual que aprendimos con mamá y papá. Al cabo de un tiempo te das cuenta de que no estás donde quieres estar y de que ni siquiera te reconoces. Cuando ocurre esto último, alégrate, porque significa que el amor condicional no está funcionando.
¿Cómo poner en práctica el amor incondicional? 1. Empieza por la gratitud. El amor incondicional aumenta agradeciendo. Céntrate en agradecer lo que sea que estás viviendo. Por ejemplo, si has empezado una relación y la persona no te llama cuando tú quieres, céntrate en lo que has vivido con esa persona, agradécelo y déjalo ir. 2. Sigue contigo. Pon tu atención y tu intención en amarte incondicionalmente y ser feliz, en estar en paz o como lo quieras llamar. Desde ahí sí podrás amar sin condiciones. 3. Observa, acepta y aprende para ver cómo el amor incondicional crece y te conecta con otras personas que están en el mismo proceso.
Sólo podemos compartir si estamos completos. Si no lo estamos, en lugar de compartir, partimos, ya que sólo entregamos una parte de nosotros mismos y con condiciones. El amor condicional es: «Te amo si…». El amor incondicional es: «Te amo seas como seas…».
Te amo, y no quiero estar contigo Creo que es básico para nuestro bienestar distinguir entre el ser y la personalidad. Muchas veces sentimos atracción por alguien en algún sentido: física, emocional, espiritualmente, o de las tres formas, y queremos estar con esa persona, tener una amistad, una relación de pareja o de familia. Sin embargo, algo no funciona. Entonces, insistimos en transformar lo que no funciona para que funcione, y lo que suele ocurrir es que pasa poco tiempo hasta que vuelve a no funcionar. Si no funciona, puede ser que los seres estén conectados, pero que las personalidades no lo estén. Y los adultos insistimos en que una relación funcione aun cuando no funciona. ¿Cuánta energía gastamos en eso? Si te fijas, con los niños eso no pasa. Cuando están bien con alguien, lo están. Cuando no, buscan otras compañías. ¡Cuánta sabiduría! Muchas personas, por miedo, hemos creado de manera inconsciente un personaje para complacer a los demás y nos hemos alejado de quien verdaderamente somos. A veces el personaje es tan potente que se hace con el mando de nuestra vida, y el SER sólo asoma en escasos momentos. Intentar disfrutar de lo que no disfrutas es tan inútil como volverle a poner una iel a un plátano que ya has pelado. Un ejemplo: puedes amar a tu hermano como ser y no tener nada en común con s personaje. Es decir, los dos tenéis diferentes mapas del mundo, diferentes sistemas
de creencias. Le quieres y puedes no querer estar con él. Aceptar esto te hará libre, porque podrás amar sin apego y sin condiciones. Decidir no estar con alguien y amarlo igualmente es algo temporal. No significa que sea para siempre. Probablemente, si insistes en estar con quien no estás bien, podéis haceros sufrir inútilmente, y el amor no es sufrimiento, aunque así te lo hayan enseñado. E cambio, si respetas y amas, las frecuencias pueden igualarse por sí solas o, mejor dicho, por la intención amorosa de cada uno de los seres. Respetar y amar es compatible con la distancia y la separación. Tal vez así ermitiremos que el amor esencial crezca. Distinguir entre la personalidad y el ser te ayuda a amar y seguir en tu camino, compartiendo tu vida con las personas con las que estás en sintonía y respetando a las demás para dejarlas ir. Podemos separarnos con amor y dejar espacio para que cada uno sea como es; así la personalidad irá acercándose al ser. Podemos recuperar nuestra autenticidad si somos sinceros con nuestros seres queridos y les amamos aun dejándolos ir. Confundimos la personalidad con el ser. No nos han enseñado a amar al ser (incondicional), sino a la personalidad (condicional). Por eso tan a menudo encontramos patrones como: «Te quiero si haces esto o lo otro, si eres de una manera concreta, si te vistes así», y eso no es amor incondicional, sino condicional: te doy amor con ciertas condiciones. Si ponemos condiciones, no respetamos, y el respeto es el compañero inseparable del amor . Ama incondicionalmente y honrarás a tu SER y a todos los demás.
VII
EL VALOR DE QUERERTE «Hasta que no te valores a ti mismo, no valorarás tu tiempo. Hasta que no valores tu tiempo, no harás nada de valor con él.» M. Scott Peck
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¿Estás contigo? Gran parte de las personas que no vivimos o que no pensamos como el noventa por ciento de la población durante algún tiempo nos sentimos muy solas. Se necesita valor para transformarse en la persona que uno desea ser, sobre todo cuando la mayoría no entiende lo que estás haciendo. Este proceso de transformación, en muchas ocasiones, conlleva un periodo de soledad, simplemente porque estamos cambiando por dentro y eso provoca cambios exteriores. A veces las personas que están con nosotros cambian en armonía con nuestro proceso, pero en algunos casos se violentan y su miedo les lleva a decir cosas como: «Ya no eres la misma, no entiendo cómo has podido cambiar tanto», «Ya no te reconozco, no eres la persona a la que quise tanto, la que me hacía feliz, etc.». ¡Pues no! Y es una alegría, porque seguramente tu camino anterior no tenía mucha luz. Así que, si te sientes solo, puede ser porque lo estás respecto a los demás, y eso está bien. Déjalos ir, ya no son tu reflejo. Ahora hay que dejar espacio a los nuevos que están por llegar y que seguro conectarán con tu ser. Aprovecha el periodo de soledad para amarte más, para comprenderte y mimarte mucho. Y date cuenta de que, en esencia, no estás solo, y que jamás lo estarás. ¡Siempre estás y estarás contigo! Así que conviértete exactamente en lo que deseas ser, en la mejor versión que puedes ser, y empezarás a rodearte de personas maravillosas que reflejarán tu transformación con amor.
ERES UNA MARAVILLA «Cada segundo que vivimos es un momento nuevo y único del universo, un momento que jamás volverá… Y ¿qué es lo que enseñamos a nuestros hijos? Pues les enseñamos que dos más dos son cuatro, que París es la capital de Francia. ¿Cuándo les enseñaremos, además, lo que son? A cada uno de ellos deberíamos decirle: “¿Sabes lo que eres? Eres una maravilla. Eres único. Nunca antes ha habido ningún otro niño como tú.
Con tus piernas, con tus brazos, con la habilidad de tus dedos, con tu manera de moverte. Quizá llegues a ser un Shak espeare, un Miguel Ángel, un Beethoven. Tienes todas las capacidades. Sí, eres una maravilla. Y, cuando crezcas, ¿serás capaz de hacer daño a otro que sea, como tú, una maravilla?” Debes empeñarte, como todos debemos empeñarnos, para hacer que el mundo sea digno de nuestros niños.» Pau Casals
Eres lo mejor que te ha pasado Las personas pueden ir y venir; las circunstancias, ser de una manera o de otra. Aun así, hay algo que es inmutable: siempre estás contigo. Independientemente de si te gustas o no, siempre estás contigo. Tal vez un día intentaste olvidar que siempre estás contigo porque te dijeron que otros cuidarían de ti. Entregaste las riendas de tu vida a otras personas. Tú y sólo tú estás a cargo de ti, y siempre lo estuviste. Si algo salió mal, es únicamente porque olvidaste esto. Porque las cosas no pueden salir bien o mal. Las cosas son, y tú decides lo que hacer con ellas. Tal vez te dijeron que siendo tú nadie te iba a querer, y conseguiste —tan grande es tu poder— crear muchos personajes que viven tu vida. Pero tú eres lo mejor que te ha pasado, y por eso la única manera de que te quieran es siendo tú. Contentar a los demás tiene poco sentido si primero no te contentas a ti mismo . Si sientes heridas, es difícil sanar a los demás. No importa lo que pase si vives sabiendo que eres lo mejor que te ha pasado. Si compraste un regalo que no le gustó, si tropezaste, si hubo una discusión, si no te atreviste a decirle lo que sentías, si hoy no te gustas, si lo perdiste, si volviste a hacer lo mismo, si no sabes lo que quieres… Nada de eso importa ahora. Lo esencial es que sigues ahí y seguro que tendrás más oportunidades. Tu presencia es la verdad de tu existencia. Cuando eras muy pequeña y aún podías sentir la felicidad de estar viva, sabías que eras lo mejor que te había pasado. Empieza a quererte, con lo bueno y lo malo, para vivir cada momento como lo que es: un momento que dejará paso a otro, y a otro, y a otro…, siempre contigo. Si sientes que te has equivocado, perdónate. Si no entiendes algo, ámate. Si te sientes mal, confía en ti.
Todos estos programas vienen de serie contigo y siguen ahí. Sólo has de encenderlos otra vez. Tienes la capacidad de ser, hacer o tener cualquier cosa que quieras, y… ¿adivina quién estará siempre ahí contigo? Mírate y siente que todo está bien porque estás ahí contigo. ¿Quieres que alguien te ame? Empieza por ti. ¿Quieres Respeto? Respétate. ¿Quieres Paz? Haz las paces contigo. Eres lo mejor que te ha pasado.
¿Qué le dirías? Para concluir este capítulo, te propongo un pequeño ejercicio: que te hagas una serie de preguntas desde lo más profundo y bondadoso que anida en ti: ◆ ¿Qué
le dirías a un amigo que ha perdido el trabajo? ◆ ¿Qué le dirías a alguien a quien su pareja le ha dejado? ◆ ¿Qué le dirías a aquellos que se sienten solos, débiles o cansados? ◆ ¿Qué le dirías a quien ha perdido la esperanza? ◆ ¿Y a quien no encuentra fuerzas para continuar? ◆ ¿A quien tiene miedo o al que llora? ◆ ¿Qué le dirías a una persona que no se siente querida? ◆ ¿A la que se trata mal a sí misma?
Probablemente dirías algo como: ◆ «Seguro
que encontrarás un trabajo mejor.» ◆ «Mereces el amor de alguien que quiera estar contigo.» ◆ «No estás solo y los malos momentos pasarán.» ◆ «Ten fe y confía.» ◆ «Sé tú misma, que todo saldrá bien.» ◆ «Aquí tienes un hombro para llorar y reír, estoy contigo.» ◆ «Busca el amor en ti, mereces ser querida, eres una persona maravillosa.» ◆ «Trátate con amor, pues eres un ser único.»
Entonces…, ¿para qué no te dices a ti lo mismo?
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Los demás son tu espejo Lo que piensen los otros es cosa suya. Sé que puede parecer una afirmación fácil de decir y difícil de asumir. La mayoría estamos educados para que los demás estén muy orgullosos de nosotros. «Pórtate bien», «no me pongas en ridículo», «deja de hacer eso o se van a reír de ti», «que no te vean llorar, que te pones fea». Todos estos mensajes y muchos otros han creado tu personalidad en torno a una perfecta preocupación por el qué dirán. Y eso puede ser muy cansado. Para mí, el hecho de preocuparse por lo que piensen los demás es un paradigma obsoleto e inútil. Si no te muestras como eres, ¿cómo vas a agradar a los demás? Incluso, aunque les gustes, no serás tú quien les agrada, sino la persona en quien te has convertido para hacer aquello que haces para gustarles. Algo interesante a tener en cuenta, si te preocupa lo que piensen de ti los demás, es el hecho de que las personas reflejan lo que hay en nosotros mismos. Por eso, cuando estamos enfadados, tenemos la sensación de que todo el mundo está enfadado, y cuando nos sentimos felices, vemos la alegría en todas partes. Resumiendo: puesto que los demás son un reflejo, lo que debes cuidar es lo que sucede dentro de ti.
PERSEGUIR TU FELICIDAD «La forma de averiguar qué te hace feliz es recordar los momentos en los que te sentiste más feliz. No simplemente alegre o eufórico, sino profundamente feliz. ¿Qué es lo que te hace feliz? Persiste en ello al margen de lo que diga la gente. En eso consiste perseguir tu felicidad.» J. Campbell
La ley del espejo Básicamente esta ley te dice: «Lo que quieres de mí no te lo puedo dar, sólo reflejar». ¿Pides cariño? Se cariñoso contigo mismo. ¿Buscas reconocimiento? Responde antes a esto: ¿tú te reconoces a ti? ¿Pides que te traten bien? Deja de maltratarte.
Cuando estés pidiendo cualquier cosa a otra persona, ya sea a tu madre, a t compañero, a tu mejor amiga o al vecino, date cuenta de que el hallazgo está en otra dirección. Tu exterior refleja tu interior. Prueba a hacer los siguientes cambios para transformar tu vida: ◆ Cuando digas: «Quiéreme», quiérete . ◆ Cuando digas: «Hazme
feliz», hazte feliz . ◆ Cuando digas: «Háblame bien», háblate bien . ◆ Cuando digas: «No me hagas daño», ¡cuídate!
Nos han enseñado a buscar fuera lo que necesitamos, y eso nos aleja de nuestro poder personal, lo cual implica tomar responsabilidad de nuestra propia vida. Si te ves despeinada en el espejo, es inútil coger un peine y peinar tu imagen. La imagen sólo cambiará cuando te peines a ti misma. El espejo sólo puede mostrarte que estás despeinada porque te refleja. Intentar cambiar a otras personas, además de ser muy cansado, sirve de poco. Cuando ves a los demás como un reflejo de ti, automáticamente pasan a ser tus maestros, porque te enseñan lo que sólo tú puedes cambiar de ti. Y, cuando lo has hecho, entonces cambian o desaparecen porque ya no hay reflejo en el que mirarse. Si hasta ahora has responsabilizado a los demás de lo que te estaba ocurriendo y las cosas siguen igual, comprender esta ley del espejo te ayudará a cambiar y cambiará el reflejo: Cambia el interior y cambiará el exterior. Cuando veas que alguien no sonríe, sonríe tú primero para que esa persona pueda reflejar tu sonrisa. Si alguien te habla mal, ya sabes que sólo es un reflejo, y, si quieres que eso cambie, puedes empezar a hablarte con amor. Porque ¿te hablas con amor?
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Confía en ti Confiar es sentir y transmitir la certeza de que todo es perfecto. ¿Quieres apartar el miedo, la duda, la frustración? Deja de centrarte en estas emociones negativas y enfócate en la confianza. Confía en ti y en la vida. La confianza excluye expresiones como: ◆ «Si
lo consigues…» ◆ «Si te llama…» ◆ «A lo mejor…» ◆ «Por si acaso…» ◆ «Ojalá…» ◆ «Ya me gustaría…
Confiar es una forma de vida, una actitud, una fuerza que cambia el mundo, el tuyo y el de los demás. Es una decisión vital que afecta a todo lo que es tu realidad. ¿Te han diagnosticado una «enfermedad»? Confía en tu curación. ¿Has suspendido? Confía en la oportunidad de hacerlo mejor la próxima vez o de encontrar otra cosa que te está esperando. ¿Te sientes solo? Confía en las personas maravillosas que están llegando. ¿Te falta lo que quieres? Confía en que vas a tenerlo. Es mucho más útil y poderoso confiar que darle vueltas a la razón por la que suceden las cosas. Eres un ser de confianza, la tienes en ti y por eso la ves aquí. ¿Sientes que la has perdido? Confía en que la estás encontrando.
Vivirlo todo es crecer Probablemente lo que te separa de tu autenticidad es el pensamiento. Y el pensamiento vive mayoritariamente en el pasado o el futuro, y lanza mensajes del tipo: «¿Cómo lo haré?», «¿y si no puedo?», «tendría que haberlo hecho de otra manera», «si me hubiera dado cuenta». Es fácil que creas que no puedes cambiar el pasado, pero sí puedes cambiar tus
pensamientos sobre el pasado y dejarlo atrás con el aprendizaje adquirido. Eso es mucho más ecológico que estar con tu pensamiento centrado en él y es una manera de cambiar tu percepción sobre ese pasado. Es decir, lo estarás cambiando automáticamente, ya que sólo existe en tu pensamiento. En cuanto al futuro, tu cometido es pedir y confiar, dando lo mejor de ti en cada momento. Llevar una vida de rutina e insatisfacción o de queja es una opción que puedes dejar de escoger ahora. La copiaste de otras personas que hacían lo que podían, pero tú no eres como ellas. Has vivido momentos en los que sientes que todo está bien, cantando en el coche o mirando con fascinación una puesta de sol, sintiendo el amor de un bebé o de u amigo. Y ¿qué pasa con los otros momentos? Permitirte vivir significa también asumir lo que entiendes como incómodo, inseguro o difícil. Puede ser que te hayan educado para evitar esos momentos, pero son tu oportunidad para sentir, para dejar que el amor entre en tu vida, para experimentar la compasión, ya sea por los demás o por ti mismo. Tu tendencia seguramente es querer que ese estado o circunstancia cambie, y eso es resistencia. La vida está también en esos momentos. Vívelos con naturalidad y se transformarán en sentimiento y sabiduría. «Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, cambia.» Buda
Alquimia interior Sentirte bien consiste, inicialmente, en alejarte de todo lo que crees que no te deja ser tú mismo ni te hace sentir que estás vivo. Si te sorprendes queriendo estar bien, elimina cualquier pensamiento o sensación que te diga que necesitas algo que no tienes en este momento para sentirte bien. Estar bien no depende de nada externo, porque es un estado interior. Uso aquí la palabra «bien» siendo consciente de que es un juicio, aunque me permite abarcar muchos estados: feliz, alegre, conectado, tranquilo, en paz, etc. Lo que crees que necesitas para estar bien es una ilusión, un engaño del ego para seguir existiendo en los patrones que conoce y reconoce, como el de la víctima que va diciendo: «Pobre de mí». Detente, observa, mira, siente, y te darás cuenta de que estás bien.
La necesidad es lo que te separa de lo que crees que necesitas. Crees que dependes de algo para estar bien, y esa creencia sólo te aleja más y más del estado que buscas. Declara: «Me siento bien ahora». Conviértete en lo que quieres ser en tu interior, y, como en un proceso de alquimia, el resultado se reflejará en tu exterior.
VIII
DE LA CARENCIA AL PODER PERSONAL «El amor que buscas te está buscando en este momento.» Deepak Chopra
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Perdonar desde el corazón A menudo parece que perdonar tenga que ser el acto forzado al que nos obligaban en el colegio cuando hacíamos algo malo, y pedíamos perdón aunque tuviéramos los dedos cruzados bajo la mesa. El verdadero perdón es un acto interno y no externo, viene del corazón e incluye comprensión y aceptación. Y se da para seguir adelante en armonía. No es un acto de «yo te absuelvo porque soy mejor que tú», sino un «entiendo que lo que hiciste lo hiciste porque era lo que sabías hacer mejor en aquellas circunstancias». Cuando perdonamos desde el corazón, sentimos paz. Y si estamos en paz, podemos actuar, de otro modo sólo podemos reaccionar. «Culpar a otro es como beber veneno y esperar que le haga efecto al otro.» Bruce H. Lipton
Más allá del resentimiento y la culpa No importa lo grave que sea lo que creas que te han hecho o que te ha pasado. Lo importante es entender que lo estás perpetuando en el tiempo si no lo perdonas. Perdonar no exime ni a la otra persona ni a ti de la responsabilidad de sus actos, so dos cosas independientes, y sí tiene un efecto beneficioso inmediato sobre ti y por tanto en tu entorno. Perdonar es un acto interno liberador y transformador. No perdonar, en cambio, nos encadena al pasado. Para perdonar sólo debes aceptar que hacemos las cosas de la manera que conocemos. Puedes incluir en tu día a día un rato para aligerar tu mochila lo suficiente para, de este modo, lograr perdonar en el acto cualquier cosa. El perdón más necesario, en mi opinión, es el perdón hacia uno mismo. Me fascina la manera en la que algunas personas hablan de sí mismas: «Soy idiota, inútil, tonto», «nunca lo conseguiré», «siempre igual», «nunca me lo perdonaré», etc., y en cambio se esfuerzan por cambiar el mundo. Empieza perdonándote por todas las veces que te has tratado mal, aunque tardes dos días o dos meses, y sigue por las cosas que habrías hecho de otra manera y por las que te culpas. Tras haber encontrado el perdón en ti, te resultará más fácil seguir
con tus seres más cercanos y luego con el mundo (en el que también se incluyen las ex parejas y las ex jefas). Perdonar no significa que tengas que estar con alguien con quien no quieres estar o hacer lo que no quieres hacer. Lo que sí significa es estar en paz contigo, con los demás y con el mundo, y eso transformará muchas cosas que vives ahora sin el perdón. Cuando perdonamos, asumimos la responsabilidad de nuestra vida y podemos crear con todo el potencial del que disponemos.
LAS BURBUJAS DE LA COMPASIÓN Recuerdo una vez que oí a una persona decir: «Esto que acaba de hacerme nunca se lo perdonaré», y me sonó como una de las cosas más tristes que había oído jamás. Con el tiempo entendí que albergar ese odio, común entre las personas que se creen víctimas, destruye lentamente. Aquí incluyo un ritual para perdonar fácilmente: 1. Hazte una imagen clara de la persona a la que quieres perdonar como si estuviera de pie delante de ti. 2. Y ahora imagínate, con todo detalle, que tiene un año. 3. A esa personita de un año envuélvela en una burbuja de un color, el que quieras, y permítele crecer dentro de esa burbuja hasta su edad actual. 4. Ahora, imagínate a ti mismo con un año también al lado de esa persona y entra en su burbuja del color que has elegido. 5. Hazte crecer hasta tu edad actual y quédate a su lado. 6. Abraza en tu imaginación a esa persona y mantente en esa imagen hasta que sientas paz con respecto a todo. 7. Una vez en ese estado de paz, coge a esa persona de la mano, cierra los ojos y expande esa burbuja de color hasta visualizar el planeta Tierra envuelto en ella.
Tu subconsciente entenderá algo muy importante, la compasión, ya que las dos personas sois parte de lo mismo.
Perdónate, tenías miedo Por cada vez que gritaste o maltrataste a otro ser, sin tener en cuenta sus sentimientos, perdónate, porque hiciste lo mejor que sabías en aquel momento y sabes que eres capaz de hacerlo mejor a partir de ahora.
Cuando respondiste con excusas sin sentido, que te protegieron de sentir el miedo a perder en lugar de expresar tu amor, perdónate. Si reaccionaste haciendo sentir culpable de tu frustración a otra persona para alimentar tu ego y así sentirte mejor momentáneamente, por favor, perdónate. Perdónate por tu inconsciencia y por no permitir que la vida fluyera en los momentos que has compartido, desde una mirada hasta una vida entera. En realidad, tenías miedo y no supiste expresarlo. Nadie te enseñó a mirar a los ojos del miedo y encender la luz de la consciencia para aceptarlo como parte del proceso y transformarlo en amor , que es exactamente lo que estabas buscando. Perdónate si no reconoces la falta de amor, hacia ti y hacia los demás, y en lugar de eso quieres tener razón. La razón puede bloquear el corazón. Tal vez has sentido miedo a mostrarte tal como eres ante las personas, sobre todo las que reflejan tu falta de amor y el temor a perder. Jamás puedes perder el verdadero amor de alguien. Si pierdes a una persona, probablemente sea porque entre las dos había más miedo que amor. Si dejas de ser tú por miedo, te pierdes a ti. Sea como sea, perdónate, porque seguramente tenías miedo cuando actuaste así. Cada vez que te ignoraste pudo ser por miedo a no estar a la altura y, en lugar de expresarlo, huiste. Aprendimos a huir cuando éramos dependientes, pero ahora podemos perdonarnos y lograr la transformación.
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Interpreta el pasado a tu favor No importa lo que te haya ocurrido si te tratas con amor y respeto, dejando lo que es pasado atrás. ¿Qué podemos cambiar de nuestro pasado? La interpretación que hacemos de él y, por tanto, su percepción. Que hayas pasado veinticinco años al lado de una persona que ahora se ha ido, que tu mascota haya cambiado de plano o que hayas perdido t empleo son cosas que han ocurrido. Tienes la oportunidad de escoger cómo interpretas las circunstancias. Cuando interpretas lo que pasó a tu favor , en lugar de en contra, estás cambiando la programación infantil y acercándote más a tu verdadera esencia. Puedes decir desde ahora que todo lo que te ocurre es perfecto . ¿Ves acaso a un árbol preocupado porque se le ha roto una rama?
EL PASADO Y EL FUTURO SE ENCUENTRAN EN EL PRESENTE «Al pensar en el pasado podemos experimentar sentimientos de arrepentimiento o de vergüenza, y al pensar en el futuro, sentimientos de deseo o de miedo. Pero todos esos sentimientos surgen en el momento presente y lo afectan. La mayor parte del tiempo, el efecto que causan no nos ayuda ni a ser felices ni a sentirnos satisfechos. Hemos de aprender a afrontar esos sentimientos. Lo más importante que debemos recordar es que el pasado y el futuro se encuentran en el presente, y, si nos ocupamos del momento presente, podremos también transformar el pasado y el futuro.» Thich Nhat Hanh
Experiencias y aprendizajes Deja de darle vueltas al pasado y alégrate por el maravilloso hecho de que haya asado, sea lo que sea, porque significa que estás vivo, puedes elegir y tienes experiencias que te permiten aprender. Lo bueno del pasado es que puedes interpretarlo como quieras, ése es tu libre albedrío, y además te proporciona una herramienta muy poderosa: ¡poner en acción lo que ahora sabes! En el pasado aprendimos magistralmente a darle vueltas a las cosas. El reto ahora es hacerlo a tu favor. ¿Crees que algo es triste? Conviértelo en alegre y todo cambiará.
Una vez le preguntaron a un famoso terapeuta qué hacer si una persona se sentía triste y no conseguía alegrarse. Dijo: «Que se ponga un lápiz en la boca, así s cuerpo usará los mismos músculos que usa para sonreír y se pondrá alegre automáticamente». ¡Eso es ponerse en acción! Cuando interpretas lo que pasó a tu favor, como una experiencia valiosa para tu evolución personal, dejas espacio a lo nuevo, a lo que quieres de corazón. Dejas ir el pasado y puedes poner tu atención en el presente.
Siempre acertamos ¿Dónde está escrito que los errores han de pagarse? Interesante creencia, ¡vamos a cambiarla! En primer lugar, habría que ver si los errores existen realmente, ya que es el tiempo lo que permite darnos cuenta de que la decisión que tomamos en el pasado sería diferente ahora. Es decir, sin el tiempo no hay error. Eso nos lleva a una conclusión interesante: en el momento de tomar la decisión no existe el error, se crea luego. ¿Conclusión? Siempre acertamos. En segundo lugar, y aceptando la palabra «error» como: «Si hubiera sabido lo que sé ahora, hubiera actuado de otra manera», podemos creer que los errores sólo generan bienestar y abundancia. Podemos dejar de sentirnos mal y aceptar los aciertos (ex errores) como un cambio que mejora nuestra existencia. Por la creencia, antigua ya, de que los errores se pagan, podemos tener pánico a la toma de decisiones, que siempre han de ser acertadas. ¡Este miedo desaparece cuando asumimos que, en realidad, siempre lo son! Cada decisión es la más acertada en el momento en el que la tomamos. Ya hemos modificado un patrón. Ahora podemos empezar a actuar desde la tranquilidad de pensar que «en mi vida todo son aciertos». A lo mejor las primeras veces saldrá nuestra parte enjuiciadora y castigadora para fijar la pena que vamos a pagar por habernos equivocado, pero ahora ya sabemos que puede ser distinto… y cambiaremos el concepto de error por el de acierto para considerarlo parte del camino. Eso cambiará la energía destructiva del error por la creativa del acierto, para seguir disfrutando de esta maravillosa vida llena de aventuras acertadas.
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Observar en lugar de juzgar Observar puede ser un acto de amor. Es lo que hacen los bebés y muchos niños, así como también los animales. ¿Lo has observado? Pero la mayoría de los adultos lo han olvidado. En lugar de eso, juzgan, evalúan, critican… Los adultos somos modelos para los niños, y, como ellos quieren ser como nosotros, acaban convirtiéndose en expertos evaluadores. Empiezan a usar el lenguaje en términos de lo hago mal, lo haces bien. En algún momento dejamos de observar y empezamos a emitir esos juicios. Todo va cambiando desde ese momento. Empiezan los enfados, las comparaciones, las culpas…, y no solemos darnos cuenta del cambio hasta que un día la infelicidad es tan evidente que empezamos a poner consciencia. Ése es el momento de volver a observar y dejar de lado los juicios. Observando ermitimos que la vida fluya; juzgándola, ofrecemos resistencia. Deshaciéndonos de la práctica de evaluar, todo se vuelve más armónico tanto con uno mismo como con los demás. Podemos observar un paisaje o un objeto, así como una opinión, un acto, una palabra, un sonido, un estado, una incomprensión, una emoción, etc., todo ello sin juzgar. De este modo llegaremos a la comprensión de la verdad por encima de la evaluación del bien o del mal, de lo correcto o lo incorrecto.
LA HISTORIA DEL MARTILLO «Un hombre quiere colgar un cuadro. Tiene un clavo, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno, de modo que decide pedirle al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: —¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó como distraído. Quizá tenía prisa. Pero quizá la prisa no era más que un pretexto, y el hombre alberga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no he hecho nada. Algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada cualquier herramienta yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y seguro que se piensa que dependo de él. Y todo porque tiene un martillo. Desde luego, es el colmo. De modo que el hombre sale precipitadamente hacia la casa del vecino. Toca el timbre. Se abre la puerta, y antes de que el vecino tenga tiempo de decir “buenos días”, el hombre le grita furioso: —¿Sabe lo que le digo? ¡Que se puede usted quedar con su martillo, sinvergüenza! Llevar una vida amargada lo puede hacer cualquiera, pero amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende.» El arte de amargarse la vida, Paul Watzlawick
Todo fluye Es muy fácil detectar cuándo estamos juzgando, porque hay resistencia. También es muy fácil detectar cuándo estamos observando con amor, porque todo fluye. Sobre el arte de observar, hay una preciosa canción de Ruth Bebermeyer que lo expresa maravillosamente: «Jamás he visto a un hombre perezoso, sé de uno a quien nunca vi correr, y sé de otro que a veces dormía entre la comida y la cena y que se quedaba en casa cuando llovía, pero no eran hombres perezosos. Antes de llamarme “loca” piensa un momento: ¿era un perezoso o sólo hacía cosas que consideramos “de perezoso”? Jamás vi a un niño tonto; vi a uno que a veces hacía cosas que yo no entendía o que no eran como yo lo había previsto; vi a un niño que no había visto los mismos sitios donde yo estuve, pero no era un tonto. Antes de llamar “tonto” a un niño, párate a pensar: ¿era un niño tonto o simplemente conocía cosas diferentes de las que tú conocías? Aunque he mirado mucho, nunca he visto a una cocinera; he visto a una persona que mezclaba ingredientes que después comimos; una persona que encendía el fuego y vigilaba la carne mientras se cocía. Esas cosas sí las he visto, pero no a una cocinera.
Dime, ¿es a una cocinera a quien ves, o a una persona que hace cosas que llamamos “cocinar”? De aquel a quien algunos llaman “perezoso” otros dicen que está cansado o que se toma las cosas con calma. De aquel a quien algunos llaman “tonto” otros dicen que sabe cosas diferentes. He llegado, pues, a la conclusión de que, para evitarnos confusiones, es mejor que no mezclemos lo que vemos con lo que opinamos. Porque tal vez tú lo hagas, quiero también decir; sé que eso es tan sólo mi opinión.»
Cuando nos observamos Decidimos observarnos para ser conscientes de que, tal vez, estamos alienados y no nos damos cuenta. ¿Cuánto tiempo malgastamos queriendo lo que no tenemos, criticando, juzgando a los demás, no viendo, no disfrutando? Y ¿para qué? Todo puede cambiar en un instante , y parece que sólo nos damos cuenta de ello cuando algo que consideramos inesperado ocurre. Y ¿qué pasa con la existencia de esa posibilidad? ¿La olvidamos? Mejor tengámosla presente para considerar cualquier instante como un regalo y seguir al siguiente instante dejando atrás el pasado. Aprendimos a trabajar y a portarnos bien en lugar de a ser quien verdaderamente somos. ¿De qué vale eso? ¿Ganamos dinero así? ¿Somos más felices? ¿Nos admiran? Y ¿para qué queremos todo eso si no podemos conectar con nosotros mismos, con nuestro amor, con nuestros valores, con nuestras necesidades? ¿De qué sirve gustar a los demás, ser un buen ciudadano o una persona reconocida si no sabemos expresarnos, sentir, sentirnos, compartir, agradecer, amar o abrazar cuando más hace falta? Fuimos domesticados hasta alienarnos de tal manera que vivimos en una falta de conexión absoluta. Somos la única especie capaz de pagar para ver una película donde nos matamos o torturamos unos a otros y llamar a eso «ocio». Esta alienació se refleja en una falta de conexión también con los demás seres vivos y la tierra.
Me doy cuenta de que no me daba cuenta, y eso es suficiente para conectar con la frecuencia del agradecimiento y la transformación. Saber que a veces vivimos según los valores de otra persona, de la sociedad, del profesor o del vecino es entendernos y encender la luz del cambio. Ahora puedes ocupar tu tiempo en observarte en cada paso que das, en cada cosa que haces, con cada persona que te encuentras. Decide poner atención y observarte hasta comprenderte con el corazón y sentirte equilibrado en cuerpo y espíritu. Y camina dejando atrás esas faltas de amor y de respeto que incluían los castigos, para poder vivir tu vida con amor y respeto, creando lo que quieres a cada paso, en lugar de lo que otras personas establecen. Date cuenta de que si el camino tiene marcas de paso es porque no es el tuyo. El tuyo aún no lo ha transitado nadie porque forma parte de ti, y como tú no hay dos, y sigue observándote porque sólo tú reconoces tu camino por primera vez… Todo eso sucede cuando nos observamos.
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Dar gracias, soñar y recibir La gratitud es la puerta abierta hacia la abundancia. Vivir agradeciendo es vivir en la abundancia. Agradecer te permite conectar con la vida. ¿Quieres recibir? Agradece. ¿Te parece que no tienes nada que agradecer? Empieza por agradecer que tienes ojos, porque de otra manera no estarías leyendo esto. O que tienes dedos para teclear o un techo bajo el que cobijarte…, y así puedes seguir hasta darte cuenta de lo afortunado que eres. Si no recibes lo que pides, es porque probablemente no te das cuenta de lo que tienes. Y utilizas más tiempo en quejarte por lo que no tienes que en disfrutar de lo que tienes, y así no hay retorno. Es una creencia tan extendida como limitante: «Siempre me falta algo». El universo funciona por lo que emites. Si envías señales de «me falta», te seguirá faltando, mientras que si envías señales de «gracias por lo que tengo» seguirás teniendo. Hagamos que abunde la gratitud.
Conectar con la abundancia Hay muchas personas que desean ser ricas, pero ya lo son y no saben verlo. ¿Has observado sin juzgar los ojos de la persona que tienes delante alguna vez? ¿Le has dado las gracias a tu madre, pareja, amigo o amiga por esa comida que te prepara con tanto cariño? ¿Le has dado las gracias alguna vez a la persona que limpia los baños que acabas de usar? ¿Le has dicho «gracias», sin más, a un amigo sólo por ser tu amigo? Seguro que desde que te levantas hasta que te acuestas tienes un montón de cosas que agradecer. Y probablemente lo que te lleva a centrarte en lo que te falta en lugar de en lo que tienes es que estás repitiendo un patrón de pobreza. Centrarte en agradecer puede ser un cambio de actitud que te conecte con la abundancia.
LO QUE YA TIENES «—Entonces, ¿cómo se alcanza la felicidad duradera? —insistió la joven con visibles muestras de impaciencia. El jardinero le hizo un gesto para que se calmara. —No se alcanza —le respondió—. No se puede alcanzar algo que siempre ha estado contigo. —Jardinero, me vas a volver loca. Si siempre ha estado conmigo, ¿cómo es que yo no la noto? —¿Acaso notas la flor que llevas en tus cabellos? —preguntó el jardinero. —Cuando me detengo a pensarlo, sí —respondió levantando su mano hasta la flor. —¿Acaso no te das cuenta de que eras feliz cuando te detienes a pensar en tu pasado? —Bueno… Sí… —balbuceó—. Pero… —Pues detente a pensar en la felicidad que sientes ahora —le interrumpió el jardinero—. Todo el mundo se comporta como aquel hombre que se pasó el día buscando sus gafas para terminar dándose cuenta de que las llevaba puestas. »Siempre hemos sido felices, pero sólo nos damos cuenta cuando ha pasado el tiempo y la distancia nos permite ver la totalidad de lo vivido. »La felicidad siempre ha estado en ti; nunca te ha abandonado. Ni siquiera cuando la vida te ha hecho pasar por el dolor y la amargura. Sólo es que no la veías, que tu obcecación por encontrarla y por huir del dolor no te dejaba verla.» El jardinero, Grian
sumataq
Éste es un concepto de los inuit de Alaska que significa: «Sé el guardián del espacio sagrado donde la sabiduría pueda ser revelada». Muchas personas han desconectado de sus sueños porque las guiaron hacia el lugar correcto y ahora, en ese lugar correcto, son infelices porque ¿dónde queda la ilusión de los sueños? Y ¿qué es la vida sin ilusión? Tú puedes, desde ahora mismo, crear y respetar ese espacio sagrado, tanto contigo mismo como con todas las personas, el espacio donde te permites ser, en vez de que te guíen, allí donde permites que los sueños —los tuyos y los de los demás— se hagan realidad. Sobre todo, cuando aprendas algo nuevo, acuérdate de permitirte ese espacio sagrado y no machacarte con información que no sirve de nada.
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Eres tu propia luz Sé que tengo mi propia linterna que alumbra mi camino y también que estuvo apagada durante un tiempo. Me sentía perdido, sin luz y sin fuerzas. Y apareciste a mi lado, siempre estuviste ahí, y esta vez vi tu luz más que nunca porque mi camino estaba oscuro, ya no importa por qué. Agradezco de corazón que te acercaras a mí porque tu luz me alumbró casi sin que te dieras cuenta; tú seguías iluminando. Pude distinguir mi propio camino y usar tu luz para encontrar mi propia linterna que, sin darme cuenta, se había apagado. Cuando encendí mi linterna, brillábamos aún más. Comúnmente se ha entregado el poder de alumbrar sólo a los seres que llamamos «iluminados», es decir, los gurús, maestros, etc. La confusión principal es creer que para estar iluminado hay que ser especial. E realidad, todos somos especiales, todos llevamos nuestra linterna. Sí, tú también. Si no la encuentras, acércate a alguien que te alumbre para encontrarla. Tal vez otro día sea la misma persona la que necesite tu luz.
EL CIEGO Y LA LÁMPARA «Un ciego se despedía de su amigo, el cual le dio una lámpara. El ciego dijo: ―Yo no preciso de la lámpara, pues para mí no hay diferencia entre claridad u oscuridad. ―Cierto es —dijo su amigo―, pero si no la llevas tal vez otras personas tropiecen contigo. ―De acuerdo ―repuso el ciego. Tras caminar un rato en la oscuridad, el ciego tropezó con alguien. ―¡Uy! ―gritó el ciego. ―¡Ay! ―gritó el otro. ―¿Es que no has visto la lámpara? ―dijo enojado el ciego, a lo que el otro respondió: ―¡Amigo! Tu lámpara está apagada.» Tradicional zen
Luces en el camino Estamos en un bello camino de encuentros donde nuestras luces pueden encenderse y apagarse. Cuando no veas tu camino, tan sólo ve hacia la luz de quien la tenga encendida. Ese alguien no necesita saber más que tú o tener más dinero o más éxito;
sólo necesita que su linterna esté encendida con su propia luz y disponible para compartirla. Sabrás enseguida cuándo alguien ilumina su camino con la luz suficiente para que te acerques y compartas su luz. Aléjate de quien quiera usar su linterna sólo para alumbrar tu camino y se olvide del suyo, porque en realidad está buscando su propia linterna con la luz que tú no ves y sí tienes. Hace falta amor para reconocer que a veces nuestras linternas están apagadas, en ese amor podremos acercarnos a otras personas que compartan su luz y no que nos la entreguen quedándose ellos a oscuras. Tampoco dejes de alumbrar tu camino para alumbrar el de otra persona, porque tu camino tendrá oscuridad. ¿Quieres más luz? Tienes luz infinita, está en tu corazón. En tus pensamientos consumes luz, poniendo atención a tu corazón creas luz. Es como oxigenar el fuego para que crezca e ilumine aún más. Muchos entendimos el amor como la entrega total, en la que la luz de cada uno quiere estar siempre encendida . De esta manera, también, otros que apagaron la suya la querrán volver a encender. La luz es la gratitud, el amor y el respeto por la vida. Cuando vives según tus valores y respetando los procesos de vida de las otras personas y de la vida e general, tu linterna está encendida.
Epílogo: No hagas lo que está bien, haz lo que amas Hacer lo que deseas y estar siempre donde quieres estar no es ni egoísta ni poco considerado ni difícil ni imposible. Esas ideas vienen de un paradigma antiguo de control. Todo lo contrario, es bueno para ti, para el mundo y para los demás, porque, si estás donde quieres estar, eres feliz y la energía que desprendes beneficiará a los demás. Ciertamente, te puedes encontrar con personas que aún no están preparadas para ver el reflejo de otras personas felices, pero se alejarán solas y habrás plantado una semilla de posibilidad en ellas que tarde o temprano empezará a crecer. Existir plenamente es ser consciente de que eres y estás, aquí y ahora. Nuestro cometido es sentir la grandeza de nuestra existencia hasta lavándonos las manos. Tienes manos, hay agua y puedes sentirla. ¿Te has dado cuenta? ¿O te lavas las manos sin enterarte sólo para que estén limpias?
Diez propuestas para la felicidad cotidiana Quiero compartir en este epílogo un par de apartados prácticos para cambiar t software mental en cuanto cierres este libro. Empezaré con unas propuestas básicas para disfrutar de la propia existencia: 1. No te compares, ni con nadie ni contigo hace unos años. Es inútil, porque siempre habrá alguien más listo, más guapa o más alto, y porque tú cambias a cada instante. 2. Sonríe, por lo que más quieras . Da igual lo que ocurra. Sonríe, que la vida te devolverá la sonrisa. 3. Sé consciente de las palabras que dices . Esa consciencia te dejará espacio para crear desde el corazón. 4. Mira a los ojos de las otras personas y reconoce su existencia . Eso reflejará la tuya y te conectará. 5. Deja de emitir cualquier crítica, juicio o queja . Están tan normalizados que a veces no nos damos cuenta y se pegan como lapas. 6. Ámate incondicionalmente SIEMPRE, no sólo cuando las cosas van bien . Esto incluye amarte cuando crees que has hecho algo mal, cuando crees que perdiste una oportunidad, cuando te sientes solo, cuando no encuentras sentido a algo, incluida la vida. Es desde ese amor incondicional desde donde podemos conectar con la existencia
pase lo que pase. 7. Abraza mucho, cada día, varias veces , es maravilloso para la salud. 8. Dile que le amas , no importa si el otro te ama o no, eso es cosa suya. Tampoco importa si es tu madre, tu novia, tu amigo o el panadero. Expresa amor, aunque al principio sea con palabras. Yo crecí creyendo que para decir «te amo» o «te quiero» se tenían que dar ciertos requisitos indispensables, entre ellos que conociera a la otra persona desde hace tiempo y que estuviera muy segura de que la quería. Pero eso es miedo, no amor. 9. Haz cada día algo que te dé miedo . Es sencillo y extremadamente poderoso. 10. Y cada vez que te moleste algo o sufras por algo, recuerda que EXISTES , y que aquí está todo lo que necesitas para sentirte un ser completo y lleno de amor, porque eso es lo que eres ahora.
Y siete claves para hallar tu propio camino hacia tu poder personal Aclaro antes de nombrar estas claves que, en mi opinión, la transformación de cada individuo es personal. Cualquier cosa que veas aquí fuera es un reflejo de lo que tienes dentro, y, por lo tanto, para cambiarlo es fundamental cambiar tú interiormente. Aun así, cualquier cambio trae más cambios, y una manera sencilla de ver lo que pasa en el interior es mirando el exterior. Por lo tanto, también cambiando el exterior se producirán cambios en el interior. Terminaremos este viaje que hemos hecho juntos a lo largo de este libro con algunos cambios externos que fueron importantes y muy útiles para mí y para muchos otros: 1. Rodéate de personas que te respeten y crean que todo es posible.
Son personas que aceptan que tal vez no lo saben todo, y por eso permiten ampliar t perspectiva añadiendo un «sí» a lo que propones o a lo que quieres, sin necesidad de conocerlo. Te escuchan, apoyan y enriquecen su propia vida y la tuya gracias a que comparten y crean cosas nuevas. Aléjate de las personas que bajo la etiqueta de «abogado del diablo» derrame sobre ti sus frustraciones y su falta de esperanza y de poder, aunque lo hagan sin darse cuenta. Estando con estas personas, de manera inconsciente, permites que entren en tu campo opciones limitadoras que te bloquean para llegar a donde deseas. Eso de: «Bueno, hay que ser realista» o: «No te hagas ilusiones» sólo sirve para cambiar la energía de ilusión por la de destrucción de tus sueños, y recuerda que somos creadores de nuestra propia realidad. Estas personas muchas veces so amigos o familia y bajo esa etiqueta les damos licencia para interferir.
En mi opinión, el pesimismo lo mueve el miedo, y el positivismo, el amor. ¿Qué eliges? Joe Dispenza, a quien ya hemos citado en este libro, después de romperse la columna vertebral por varios lugares en un accidente de moto, inició un proceso de recuperación propio basado en técnicas de reestructuración cerebral. Se rodeó SÓLO de personas que creían que su recuperación sin operarse era posible, y no dejó entrar a nadie que mostrara un ápice de duda hasta que lo consiguió. Lo mismo podemos hacer nosotros en nuestras vidas: rodearnos de los que cree en nosotros y en nuestros sueños por grandes o pequeños que sean. 2. Descubre lo que quieres.
Si llevas una vida que no te gusta, descubre lo que quieres. Ser bueno y hacer lo que está bien no es lo que tú quieres, sino lo que decidiste en tu infancia para que mamá y papá te quisieran: «Pórtate bien o te castigaré». ¿Sigues portándote bien? Nadie es bueno o malo, eso es un juicio muy limitador. Descubrir lo que quieres es interesarte por ti. Es pasar tiempo contigo, experimentar, salir, hacer cosas nuevas, probar… Todo eso es vida y nadie te va a castigar por ello. ¡Ya no! Y si lo hacen, ya sabes: ve al paso 1. 3. Practica el arte de escuchar.
Escucha, escucha y escucha, tanto a los demás como a ti. Te apuesto lo que quieras a que, si empiezas a escuchar lo que dices, dirás la mitad de las cosas que sueles decir. Escuchar nos ayuda a entender por qué estamos creando lo que estamos creando. Escucharte es una manera de poner atención en ti. Te ayudará a bajar el ritmo al hablar y con ello a poner más consciencia en lo que dices, y también a darte cuenta de lo que dices. ¡Te sorprenderás! Por otro lado, escuchar a los demás es honrar su esencia, su presencia y dejarles espacio para escucharse a sí mismos. 4. Pasa buena parte de tu tiempo haciendo lo que te gusta.
Da igual si lo que te gusta es hacer macramé, escalada, leer, escribir, tomar el sol, pasear, ir a la playa, observar, saltar, cantar, cocinar, dormir o no hacer nada. Está demostrado que el tiempo dedicado a lo que nos gusta es altamente beneficioso tanto para nuestra salud como para nuestra mente, y no sólo mientras estamos haciendo lo nos gusta, sino durante el resto del día. 5. Si buscas ayuda, que sea temporal, y asegúrate de que el profesional es congruente.
Es decir, que su vida sea un reflejo de lo que practica o enseña. No me refiero a un superhéroe, que también estaría bien. En mi opinión, todas las personas estamos e un camino de mejora constante y somos humanos. Me refiero a alguien con valores fundamentales para acompañar a otro, como la congruencia. También es importante que te dejes acompañar por un tiempo y sólo por un tiempo, con el objetivo de caminar por ti mismo en breve, y asegúrate de que el profesional piensa lo mismo. 6. Quiérete por encima de todas las cosas.
Sí, por encima de todas y cada una, porque estás aquí a tu cargo y no importa lo que hagas. Si quieres mejorar, adelante, pero quiérete en lugar de castigarte. Si has hecho algo que no te gusta…, ¿te recuerdo el secreto? Era lo mejor que podías hacer en ese momento, así que quiérete y haz los cambios que quieras. Si te amas siempre, independientemente de lo que pase, estarás aumentando t amor y podrás reflejar en las dos direcciones, hacia el interior y hacia el exterior. 7. Da las gracias.
SIEMPRE hay algo que agradecer. ¡Celébralo! Da las gracias porque esa energía se multiplicará y tendrás muchas más cosas que agradecer. Vivir ya es un regalo en sí. Disfrútalo y verás rápidamente cambios en tu vida. Y ahora soy yo quien te da las gracias por haber llegado hasta aquí, por haber iniciado este impresionante camino, de recuperación de tu poder personal. Recuerda que no hay nadie como tú, que todo lo que necesitas está dentro de ti y que no has nacido para hacer lo que otros dicen que está bien, sino para hacer lo que amas y compartir tu luz con el mundo. Y puedes empezar ahora. Gracias por existir. Eva Sandoval
«El mejor regalo que podemos ofrecerle al mundo es el de nuestra propia transformación.» Lao Tsé
Agradecimientos Mi agradecimiento más profundo a Francesc Miralles por cada uno de los mágicos y poderosos instantes que hemos compartido en esta preciosa aventura y que seguimos compartiendo hasta el infinito y más allá. Eres un artista, un genio y un ángel. Tu humildad y tu generosidad son una aportación inmensa a la mejora del mundo. Rocío Carmona, gracias por tu confianza en este proyecto y por ser un ejemplo de dulzura. Tu belleza interior y exterior ilumina el lugar por el que pasas y mucho más allá. Gracias a Gaspar Hernández y Álex Rovira por hacer posible la conexión de las almas que han dado forma a este libro. Gracias a Bruce Lipton por su auténtica forma de ser, sus amorosos abrazos y sus maravillosos libros. Fue un punto de inflexión que me animaras con tanto cariño y tan directamente a «ayudar a las personas a recuperar el control sobre sus vidas». A Esther Sanz le agradezco nuestro primer encuentro, divinamente orquestado, que engrandeció la causalidad de todo lo que vino después. Gracias por ese momento y por tu interés en este proyecto. Gracias a mi amor, Lorena Sabugal, por su acompañamiento incondicional, apoyo, luz y amor en este apasionado gran viaje que emprendimos desde el primer día que nos reencontramos. Mi querida alma gemela, amiga, compañera, vecina, hermana, cómplice y maestra, entre otras cosas, me faltan palabras para describir el amor que siento por ti. Gracias por crear esta maravillosa vida que estamos viviendo y por elegirme para compartir tantos divinos momentos, eres (mi) grandiosa. Sin ti este libro no existiría. Roger Alfonso, mi incondicional y eterno buyu, gracias por estar ahí siempre, por tantas horas de conversación, mudanzas, cursos, presencia, películas, paseos, perseverancia y risas. Gracias también por enseñarme que el sentido del humor es indispensable, pase lo que pase. Eres un ser muy especial y muy mágico. Medita. Gracias, Sergio Ortiz, por tu constante presencia y tu espíritu curioso. Tienes un gran corazón y me siento afortunada de ser testigo de su expansión desde hace mucho
tiempo. Aprendo mucho a tu lado, gracias por existir. Mi querida Anke Mennenga, con su lema «si puedes soñarlo, podemos hacerlo». Seguimos averiguando «cuántas cosas hay que podemos hacer y que aún no sabemos», esto no ha hecho más que empezar. Gracias por compartir tu alma alegre y feliz conmigo, y también por ayudarme en todo siempre con tu preciosa y gra sonrisa. Tienes el don de alegrar la vida. Gracias a Matías Murano por ese magnífico espíritu guerrero que regalas y por apoyarme siempre. Eres un ejemplo de que todo es posible cuando decides imaginarlo. Tus manos también son una bendición como vos. Gracias, cielito. Mi querida hermana Marta, tu capacidad de pintar la vida de colores me regala puentes por los que pasar. Gracias por ayudarme a cumplir mis sueños y por mantener viva mi sensación de pertenencia a la familia, que compartimos con tanta dulzura y tanto amor. Gracias a Nico por su espontaneidad, su amor, sus abrazos, su sonrisa y su preciosa e inocente mirada que desprende la sabiduría de un ser que ama por encima de todo. Gerard, que crecimos juntos, tu habilidad para estar siempre cuando te necesito es u gran reflejo del amor que nos une. Gracias por tu genuina sinceridad y tu apoyo incondicional. Eres un ser maravilloso lleno de luz. Siempre debí preguntarte: «¿Y tú qué crees?». Gracias, Mami, por tu apoyo incondicional aun cuando no me entiendes, y por quererme tanto, aunque haga lo que quiera. Eres un ejemplo de valor y desapego para mí. Tu amor va más allá de esta dimensión. Gracias por darme la vida. Te quiero mucho. Gracias a mi hermana Sonia por las oportunidades de aprendizaje y crecimiento que me has regalado. Estás en mi corazón. Gracias a Darren Horvath, porque fuiste un grandioso (en todos los sentidos) y amoroso ejemplo, como caído del cielo, del «todo es posible si así lo crees» cuando yo era tan escéptica como inconsciente. Nuestro tiempo juntos fue crucial para mi alma y para todos los sueños que, como este libro, siguen sucediendo en esta maravillosa vida. See you again somewhere in the world .
Lídia López, mi querida kunoichi, gracias por verme a través de mi ego y mostrarme un ángulo tan diferente de la vida y tan desconocido para mí. Verte dar a luz fue iluminador en mi camino. Nuestras conversaciones y momentos mágicos están en mi corazón. Gracias, Nam, por regalarme ser testigo de tu nacimiento; eso cambió mi vida. Tu mirada, tu sonrisa y tu presencia son parte de las palabras de este libro. Sua Garcés, Óscar (vecino), Xavier D. Alberdi, María Tolmo, Luis Dorrego, Jorge Serrano, Germán Colo (su majestad), Fernando Aixa, Hatsumi Sensei, David Esteban, Pablo Usón, Carlos González (entre maestros), Ignacio Álvarez, Montiel Rueda, Marisa García, Toni García e Iván Fernández (racing bcn), muchas gracias por todos los momentos que compartimos, por la inspiración para muchas de las palabras de este libro y por vuestra aportación a hacer los sueños realidad. Gracias a Jose e Iván (tridente) por convertirme en reina de tantas cosas, por los miles de kilómetros recorridos, millones de curvas y cientos de lugares maravillosos donde reconocer lo maravillosa que es esta vida. Gisela, gracias por cuidar de mi espacio con tanto amor. Danilo, gracias por tu incondicional seguimiento y ese tan inmaculado como delicioso aporte que regalas al mundo con tu bello restaurante. Gracias, Danilo Amendola, por tus abrazos y por valorar la energía. Que me confiaras a tu bambina me ayudó a reconectar con una de mis pasiones. Gracias a Joana, Claudia y Mónica por esperarme con un magnífico té rojo y una sonrisa cada vez que voy a veros. Mi compañero de cuerda, Eduard Abelló, gracias por descubrirme una olvidada parte de mí en las alturas de las bellas montañas y por tantos momentos de conversación en los que descubrí que era capaz de disfrutar de las pequeñas y las grandes cosas por igual. Fuiste clave en el reencuentro conmigo misma. Gracias a Duccio Locati, mi SGBGF, por cocrear juntos la realidad que queremos con diversión y pasión, y demostrarme que el amor va más allá del espacio, el tiempo y las etiquetas. Did I tell you that I love you? Rob Williams, originador de PSYCH-K®, gracias por ser alguien tan cercano.
Admiro tu ser y agradezco que me dieras la oportunidad de expandir una herramienta tan poderosa como la PSYCH-K®, que tanto me ha ayudado a cambiar mi vida. A todos los instructores de PSYCH-K®, gracias por dedicar vuestro tiempo a devolver el poder personal y cambiar el mundo. En especial a Peter González, por abrirme las puertas, a Matilde y Micaela, por ser tan lindas compañeras, y a mi querida Marta Vargas, por su abierto reconocimiento y por estar ahí siempre. Liza Carisimo, Patricia Zubizarreta, Silvia Rodríguez Borges y Cecilia Arnaldi, gracias por vuestra confianza en la organización de los talleres y por los lugares ta lindos que hemos recorrido juntas y que me inspiraron. Gracias por hacernos sentir como en casa siempre sin importar la distancia. Son mi familia del otro lado del charco. Gracias a Inma Martínez y Daniela, Gala, Carmen Anchieri y Margarita Mortalena (Las Uruguayas), Jesús Castelli, Andrea y Carmela, Mike Palmier, Daniel Scian, Aïda Calzada, Marta Esteban, Eduardo Ariel, Zoe, Teresa Roig, Laura Graf, Alicia Carbajal, Vilma Ortiz, Raquel Sánchez, Jesús De Pablos, Lydia Rubio y Silvia Fernández por ser piezas indispensables del gran puzzle de las causalidades y por la conexión que vivimos. Gracias a Joe Dispenza por proponer títulos para el siguiente libro de manera ta mágica y divertida en los almuerzos que compartimos, y por ser inspiración en el «sí puedo, no importa lo que digan los demás». Gracias a Álex Ezquerra y Xavi Xampeny por vuestro amor aun cuando me sentía perdida. Gracias a Jesús Centeno, Óscar Guirado, Silvia Elena Pandolfi, Sara Alonso, Daniel Martí (Mantis), David Aparicio, Dima Uralov, Nelson Antoine y todas las personas que leéis el blog, por vuestra confianza y las palabras que me habéis hecho llegar. Sois una parte muy importante de este sueño. Gracias a todas las personas que habéis participado en los talleres por invertir e cambiar y recuperar vuestro poder personal porque tengo la creencia de que eso está cambiando el mundo. Y gracias a Michael, a la vida y al Universo por esta maravillosa aventura.
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