TEMA 2. LIBERALISMO UTILITARISTA (MILL)
JOHN STUART MILL Filósofo, economista y estadista británico. Educado por su padre, James Mill, con la ayuda de Francis Place y Jeremy Bentham, para que fuera líder de los radicales filosóficos, sin hacer realidad las epectati!as de "stos. #us libros System of Logic $defensa de la %escuela inducti!a& en ciencia' y Principles of Political Economy se establecieron como libros de teto en la academia, y On Liberty $()*)'
fue reconocida como obra maestra. Considerations on Representative Government , ()+(, marcó las discusiones en torno a la democracia para los siuientes !einte a-os. Buena parte de las influencias recibidas las debió a su esposa, arriet /aylor /aylor y a 0uuste 1omte. 2a mayor defensa de la libertad de pensamiento y discusión de John #tuart Mill se encuentra en el capítulo 33 de su obra On Liberty. Para entender este ensayo de forma completa, es necesario relacionarlo con su teoría moral y política, esto es, con la doctrina utilitarista que hereda de su padre, James Mill, y de Jeremy Jeremy Bentham, y que reinterpreta se4n se4n su propia !isión filosófica. filosófica. Esta aproimación lle!a a anali5ar el principio de mayor felicidad y el principio de libertad, los cuales pueden entrar en conflicto. 2a libertad de epresión forma parte del inter"s !ital a la autonomía proteido por el principio de libertad. Mill construye una teoría de la falibilidad en base a tres premisas, mediante mediante las cuales demuestra que el fundamento fundamento 4ltimo del intercambio libre de opiniones es la b4squeda de la !erdad.
LIBERTAD 2a libertad es el espacio de la propia indi!idualidad y donde nuestras acciones no repercuten noci!amente en los otros. Para que haya ha ya una libertad pri!ada es necesario que se den unas condiciones sociales donde predomine un r"imen que fa!ore5ca las libertades p4blicas y donde la sociedad y el Estado respecten la frontera entre la esfera pri!ada y p4blica. #e4n Mill, lo que distinue al hombre del resto de los animales no es el pensamiento racional y dominio sobre la naturale5a, sino la libertad de escoer y eperimentar sin trabas ni impedimentos.
UTILITARISMO 6(
#tuart Mill había sido formado ba7o tutela t utela de su padre James Mill y de su preceptor Jeremy Bentham se4n los principios de la doctrina utilitarista, cuya idea central es que la bondad de una acción debe 7u5arse en función de si tiende o no a procurar la felicidad para el mayor n4mero de indi!iduos. #in embaro, Mill pensaba que este principio, en ocasiones, se utili5aba para conculcar los derechos indi!iduales en nombre del bien com4n, y de manera especial la libertad. Por eso se-aló que el 4nico ob7eto que autori5a a los hombres indi!idual o colecti!amente a turbar la libertad de acción de cualquiera de sus seme7antes es la propia defensa. Es decir, que la 4nica ra5ón leítima para usar la fuer5a contra un miembro de una comunidad ci!ili5ada es la de impedirle per7udicar a otros. 8o puede obliarse a un hombre a hacer o no hacer una cosa porque esto fuera me7or para "l, porque esto le haría más feli5 feli5 o porque en opinión de los demás esto sería más prudente o más 7usto. #obre sí mismo, sobre su cuerpo y sobre su espíritu, el indi!iduo es soberano. Esta doctrina, el principio del da-o, es fundamento para la eistencia de libertad y como prerrequisito de un buen obierno.
PRINCIPIO DEL DAÑO (“harm principle”) Mill pensaba que la libertad podía estar su7eta a límites. 2o que preocupaba a Mill era la finalidad de la limitación sobre la libertad. 91ómo 7ustificar o leitimar que el indi!iduo no fuese, en ciertas circunstancias, el soberano sobre sí mismo: 91ómo eisten ra5ones que ecluyen o inutili5aran sus decisiones, en base a su concepción moral: 8o hay ra5ón para pre!enir las actuaciones de una una persona en e7ercicio de su libertad, libertad, si no causa da-o. Esto es lo que se llama el principio de da-o. #i no causa da-o a otros nuestra conducta ;o, en t"rminos
El principio de da-o se aplica porque resulta 4til cuando se produce ;o podría producirse con ran seuridad; al4n mal %a los intereses de otra persona &= es ob!io que mis intereses no quedar perturbados si al4n indi!iduo !a !estido de un horrible color !erde o si predica el amor libre, aunque no lo uno ni lo otro me usten en absoluto.
NO-INTERFERENCIA 2a libertad es el derecho a la no?interferencia y, por ello, conlle!a a la protección de la di!ersidad contra toda opresión, entre las cuales la más temible es la que pro!iene del poder de una opinión p4blica que pretenda imponer sus !ulares costumbres o creencias. 2a libertad no consiste en someterse a la ley del n4mero, ni se puede !er limitada por la tiranía de la mayoría. 8o hay nin4n da-o en la opinión= toda aplicación de este principio se produce en el ámbito de los derechos concretos. Pero el indi!iduo debe dar cuenta de todo acto per7udicial para los intereses de los demás.
GOBIERNO REPRESENTATIVO 2a libertad política implica la participación en el poder y Mill es un demócrata con!encido, pero pone por delante la libertad a la democracia $que es, en definiti!a, un instrumento'. @efiende, así, una democracia representati!a en que est"n reconocidos todos los placeres y no sólo las mayorías. En una democracia las minorías deben poder hacerse oír y tener la posibilidad de triunfar mediante las fuer5as de sus arumentos si son conformes a la ra5ón. El Estado debe hacer obliatoria la educación precisamente porque la democracia necesita de la fuer5a del conocimiento y de la arumentación para poder aumentar su di!ersidadA una sociedad educada es más libre, aunque Mill es contrario a la escuela p4blica por miedo a la uniformi5ación y al adoctrinamiento. 2a uniformi5ación constituye para "l un despotismo de la clase diriente.
TIRANÍA DE LA MAYORÍA 1omo casi todos los liberales de la "poca, #tuart Mill !eía muchos peliros en las nue!as tendencias democráticas propias de la sociedad del silo 3, en especial la conocida como tiranía de las mayorías. Cn temor que no se diriía tanto al uso correcti!o del aparato estatal como a la coerción de la opinión p4blica que, dominada por el pre7uicio y la costumbre, podía ser claramente intolerante con comportamientos de carácter disidente, ec"ntrico o simplemente 66
diferente. @e ahí que su preocupación fundamental fuera conciliar la participación de todos en el obierno con el temor de que las masas carentes de la información necesaria para el buen obierno utili5aran el poder para sus propios intereses. #tuart Mill concebía la política democrática como un mecanismo fundamental para el desarrollo moral de los indi!iduos y creía que la participación política, 7unto a una educación adecuada, era esencial para la formación de buenos ciudadanos. @e no ser así, el poder administrati!o se etendería proresi!amente y los ciudadanos, carentes de información, serían cada !e5 menos capaces de controlar a los poderosos. Cna !erdadera democracia parecía ser un buen mecanismo para contrarrestar la burocracia, e!itar la rutina orani5ati!a y defender la libertad indi!idual.
INDIVIDUALIDAD Deali5ar la indi!idualidad es desarrollar todas las capacidades que cada uno tiene y para que "sta pueda desarrollarse requiere dos condiciones= libertad y !ariedad de situaciones. Para Mill, culti!ar la indi!idualidad es afirmar la posibilidad de ser diferente. esto lo quiere Mill tanto para las personas intelectualmente culti!adas como para las que no lo est"n. 8o encuentra ninuna ra5ón para que todas las eistencias deban estar cortadas por el mismo patrón. 3ndi!idualidad es sinónimo de oriinalidad. Por eso #tuart Mill protesta constantemente contra el hecho de que las relas leales y sociales est"n demasiado a menudo determinadas puramente por lo que usta y no usta a la sociedad, y se-ala que estos ustos muchas !eces son irracionales o se fundan en la inorancia. Por este moti!o se debe asumir el !alor de la tolerancia, la cual implica una cierta falta de respeto= %tolero tus creencias a pesar de que sé perfectamente que son absurdas y no tienen sentido&. #in embaro, sin tolerancia desaparecen las bases de
una crítica racional. Podemos
discutir, atacar, recha5ar, condenar con pasiónA pero no podemos eterminar al oponente, ya que esto sinificaría destruir lo bueno y lo malo. Equi!aldría al suicidio intelectual de toda la sociedad.
6*
Sobre la libertad Sobre la libertad es un bre!e ensayo que epone la concepción que Mill confiere al t"rmino
libertad, desde una óptica social o ci!il, cobi7ada por un principio básico de conducta= el principio de utilidad o de mayor felicidad. El principio de mayor felicidad refiere a que las acciones % son correctas en la medida en que tienden a promover la felicidad, y son incorrectas si tienden a producir lo contrario a la felicidad Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor! por infelicidad el dolor y la falta de placer &.
Para Mill, la libertad es un componente necesario de la felicidad y entiende así la primera, como la facultad que tiene el indi!iduo de actuar sobre todo aquello que no afecte ni per7udique a los demás. 2a sociedad puede 7u5ar a una persona cuando su conducta es per7udicial a los intereses de otra, pero nadie tiene por qu" dar cuenta de las acciones que no menoscaban el bienestar de los demás. @e este modo, Mill de7a claro cómo su obra no se refiere propiamente al concepto metafísico de la libertad entendida como el libre albedrío, sino a la libertad social, entendida como la no inter!ención del Estado en los asuntos que ata-en propiamente al indi!iduo. Para alcan5ar esta libertad es indispensable el desarrollo de la autonomía, la cual es capa5 de dotar al hombre de la habilidad de discernir y hacer sus propias elecciones. 2a autonomía y la independencia le permiten e7ercer conciencia sobre sus acciones, moti!adas para obtener placer, dando cuenta de hasta dónde llear para no afectar al otro.
CAPÍTULO I: In!"#$%%&'n "deas
?El ob7eto de estudio no es el libre albedrío, sino la &*!+# ,"%&+ " %&&, es decir, la naturale5a y los límites del poder que puede e7ercer leítimamente la sociedad sobre el indi!iduo. ?Mill denuncia uno de los *&/!", #* + ,"%&*#+# #*0"%!1&%+: + "&n&'n &%+ 3 + &!+n4+
#* + 0+3"!4+. ?2as relaciones sociales se deberían reir por un sencillo principio que 7ustifique la inter!ención de la sociedad en la propia libertad= la +$"!"*%%&'n 3 *&+! 5$* ,* *!6$#&5$* + ",
"!",. ?C+#+ $n" *, ,"*!+n" #* ,4 0&,0" ,&*0!* 3 %$+n#" n" +7*%* + + &n*/!+# #* ", "!",. # no es así, el Estado puede interferir en la libertad para defender a los ciudadanos. En otro caso, la ha de promo!er y defender. ?/res tipos de libertad= (' L&*!+# #* %"n%&*n%&+8 #* *n,+! 3 ,*n&! relacionada con la libertad de epresión. >' L&*!+# #* +%%&'n ,&n &0*#&0*n", teniendo en cuenta que las consecuencias de nuestras acciones siempre que no per7udiquen a los otros. 6G
6' L&*!+# #* +,"%&+%&'n ,&n 0+n&$+%&"n*, n& *n/+9",.
2o 4nico que puede autori5ar a los hombres indi!idual o colecti!amente para turbar la libertad de acción de aluno de sus seme7antes es la protección de sí mismo. 2a 4nica ra5ón leítima que puede tener una comunidad para proceder contra uno de sus miembros es la de impedir que per7udique a los demás. 8o puede en buena 7usticia obliarse a un hombre a hacer o no hacer una cosa porque esto fuera me7or para "l, porque esto le haría más feli5 o porque en opinión de los demás esto sería más prudente o más 7usto. #eme7antes ra5ones son buenas para obliarle o para causarle al4n per7uicio si se empe-a en lle!ar adelante sus propósitos. Para 7ustificar la imposición sería preciso que la conducta que trata de modificarse en un hombre fuese noci!a para al4n otro. @e la conducta de un indi!iduo sólo una parte es 7usticiable por la sociedad= la que se refiere a los demás. En lo que no interesa a nadie más que a "l su independencia es de derecho, absoluto. #obre sí mismo, sobre su cuerpo y sobre su espíritu el indi!iduo es soberano. Esta doctrina no puede aplicarse más que a los seres humanos en la madure5 de sus facultades. 8o hablamos de los ni-os ni de los 7ó!enes de uno u otro seo que no han alcan5ado la edad marcada por la ley para la mayor edad. 2os que están a4n en edad de reclamar los cuidados de otros deben ser proteidos contra sus propias acciones, así como contra todo da-o eterior. Por la misma ra5ón podemos de7ar a un lado aquellas sociedades nacientes en las que la ra5a puede considerarse como menor. 2as primeras dificultades en el camino del proreso espontáneo son tan randes que rara !e5 se tienen a mano los medios necesarios para !encerlas. 0sí, todo soberano de espíritu proresi!o está autori5ado para poner en práctica cuantos medios se le alcancen para conseuir un ob7eto que de otro modo qui5á le hubiese sido imposible conseuir. El despotismo es un modo leítimo de obierno cuando se trata de pueblos bárbaros, siempre que tena por ob7eto un adelanto y que los medios 7ustifiquen alcan5ando realmente este fin. 2a utilidad es la solución suprema de toda cuestión moralA pero la utilidad en el sentido más amplio de la palabra, la utilidad fundada sobre los intereses permanentes del hombre como ser proresi!o. acer a cada uno responsable del mal que se cause a los otros, he aquí la relaA hacerle responsable del mal que no les haya e!itado, he aquí la ecepción. ay una esfera de acción en la que la sociedad, como distinta del indi!iduo, no tiene $si acaso' más que un inter"s indirecto. Hsta comprende aquella parte de la conducta y de la !ida de una 6+
persona que no afecta más que a ella misma, y que si trasciende a los demás trasciende por un consentimiento y participación libre, !oluntaria y perfectamente reflei!a. 0l hablar de lo que se refiere eclusi!amente a la persona enti"ndase lo que se refiere a ella inmediatamente, puesto que todo lo que afecte a un indi!iduo puede afectar a los otros a tra!"s de "l, y la ob7eción que se funda en esta e!entualidad será el ob7eto de nuestras refleiones ulteriores, siendo como es "sta la reión propia de la libertad humana. (' 2a &*!+# #* *!*,+! 3 $&%+! ,$, "&n&"n*, puede parecer sometida a un principio diferente puesto que pertenece a aquella parte de la conducta de un indi!iduo que afecta a los demásA pero como tiene casi tanta importancia como la misma libertad de pensar, estas dos libertades son inseparables en la práctica. >' El principio de libertad humana requiere &*!+# #* /$,", 3 #* *!,*%$%&'n #* 7&n*, , la libertad de reular nuestra !ida se4n nuestro carácter, de hacer nuestra !oluntad, suceda lo que quiera, sin que nos lo impidan nuestros seme7antes, mientras no les per7udiquemos, y aun cuando concept4en nuestra conducta como tonta o censurable. 6' L&*!+# #* +,"%&+%&'n *n!* ", &n#&$", = libertad de reunirse para un ob7eto cualquiera que no per7udique a otro, siempre ba7o el supuesto de que las personas asociadas son mayores de edad y no son for5adas ni ena-adas. 8inuna sociedad es libre, cualquiera que sea su forma de obierno, si estas libertades no son en todo caso respetadas, y ninuna es completamente libre si estas libertades no están aranti5adas de una manera absoluta y sin reser!as. 2a 4nica libertad que merece este nombre es la de buscar nuestro propio bien, cada uno a su manera, siempre que no tratemos de pri!ar a los demás del suyo o de entorpecer sus esfuer5os para conseuirlo. 1ada uno es el uardián natural de su propia salud, física, mental y espiritual. 2a especie humana ana más de7ando a cada hombre !i!ir como le acomode que obliándole a !i!ir como les acomode a los demás. ay $tambi"n' en el mundo una fuerte y creciente inclinación a etender de una manera ecesi!a el poder de la sociedad sobre el indi!iduo, ya por la fuer5a de la opinión ya por medio del leislador. 0hora bien, como todos los cambios que se suceden en el mundo producen el efecto de aumentar la fuer5a de la sociedad, y de disminuir el poder del indi!iduo, no es fácil que seme7ante tendencia, que constituye un mal social, desapare5ca espontáneamente, antes al contrario, adquiere una mayor importancia.
CAPÍTULO II: D* + &*!+# #* *n,+0&*n" 3 #&,%$,&'n 6I
"deas
?Mill está en contra de la coacción del obierno o del pueblo $opinión p4blica' sobre el pensamiento y la epresión de este pensamiento. ?8o se ha de impedir la epresión de una opinión $tolerancia' siempre y cuando no sea per7udicial lle!arla a la práctica. para saber si es per7udicial o no, se ha de discutir antes. ?El deber del obierno y de los indi!iduos es formar opiniones lo más !erdaderas posibles sin imponerlas a menos que se est" completamente seuro de que son ciertas. 0hora bien, Mill remarca que las opiniones no se pueden imponer sin discutirlas antes. ?Para el bienestar intelectual de la humanidad es necesaria la libertad de opinión y la libertad de epresarla. una opinión= a' 0unque sea silenciada puede ser !erdadera. b' 0unque sea equi!ocada puede tener una parte de !erdad. c' 0unque sea toda !erdad, a menos de que sea discutida, puede ser considerada falsa por causa de los pre7uicios de la sociedad. d' #i no se discute puede debilitarse y perderse. ?Mill acepta la libertad de opinión y de epresión de todas aquellas opiniones que sean posible discutir, pero no de aquellas que no admiten nin4n tipo de crítica o discusión posible. 8o puede ser tolerante con los intolerantes. #Las opiniones pueden ser falsas, y, por consiguiente, alguna otra opini$n puede ser verdadera%
8o podemos 7amás tener seuridad de que la opinión que tratamos de ahoar sea falsa y, aun cuando de ello estu!i"semos seuros, el ahoarla sería un mal. 2a opinión que se trata de hacer desaparecer por la autoridad puede muy bien ser !erdadera= los que lo desean ponen en duda su certidumbre, pero no son infalibles. 8o tienen el poder de decidir la cuestión para todo el "nero humano ni pueden near a los demás iuales condiciones de 7uicio que las suyas. 3mpedir que se cono5ca una opinión porque se aseura su falsedad es afirmar que se posee la certidumbre absoluta. #iempre que se ahoa una discusión se afirma por este solo hecho la propia infalibilidad. Mientras que cada uno sabe muy bien que es falible, un corto n4mero solamente creen necesario tomar ciertas precauciones respecto a esto, o admitir la suposición de que la opinión que consideran cierta puede ser uno de los e7emplos del error a que se reconocen su7etos. $' 2os silos son tan falibles como los indi!iduos. 1ada silo ha profesado muchas opiniones que los siuientes han estimado no solamente falsas, sino hasta absurdasA y si es iualmente cierto que muchas opiniones hoy enerali5adas serán desechas por los silos futuros, como lo han silo las de otros tiempos por los presentes. ay una ran diferencia entre presumir que una opinión es cierta, porque no ha sido refutada en todos los casos que se han presentadoA y afirmar su !erdad a fin de no permitir su refutación. 2a 6)
libertad completa de contradecir y desaprobara nuestra opinión es la condición necesaria para que podamos afirmar su certe5a en la prácticaA el hombre no puede por nin4n otro procedimiento tener la seuridad racional de que posee la !erdad. El hombre es capa5 de rectificar sus equi!ocaciones por la discusión y la eperiencia. 8o por la eperiencia solamente= es necesaria la discusión para mostrar cómo debe interpretarse la eperiencia. 2as opiniones y las costumbres ceden radualmente ante los hechos y los arumentosA pero para que los hechos y los arumentos produ5can aluna impresión sobre el espíritu es necesario que se eponan. /oda la fuer5a y el !alor del 7uicio del hombre descansan sobre la propiedad que posee de poder rectificar su camino cuando se etra!ía. 9Por qu" procedimientos llea un hombre a este resultado: Pues tan sólo prestando atención a toda crítica formulada sobre sus opiniones y sus actos y teniendo por costumbre escuchar todo lo que contra "l pudiera decirse, apro!echándolo siempre que sea 7usto, y presentando en ocasiones a su propio criterio y al de los demás la falsedad de lo que no es más que un sofisma, y comprendiendo que * n&%" 0*#&" 5$* * ,*! ;$0+n" &*n* + ,$ +%+n%* +!+ */+! +
%"n"%&0&*n" %"0*" #* +/" *, *,%$%;+! " 5$* $*#*n #*%&! +, *!,"n+, #* "&n&"n*, #&*!,+,, y estudiar todos los aspectos en que puede considerarse por las diferentes clases o modos de ser del espíritu humano. El hábito constante de correir y completar su opinión, comparándola con otras, es el 4nico fundamento estable de una 7usta confian5a en dicha opinión. El hombre prudente que conoce todo lo que puede decirse contra "l, se4n todas las hipótesis probablesA que ha aseurado su posición contra cualquier ad!ersarioA que, le7os de e!itar las ob7eciones y las dificultades, las ha buscado y no ha desperdiciado nada de lo que pudiera darle lu5 sobre la materia, tiene derecho a pensar que su 7uicio !ale más que el de cualquier otra persona o que el de la multitud que no ha procedido de este modo. $' #i no fuese permitido poner en duda la filosofía de 8eKton no podría la especie humana cerciorarse de su eactitud. 2as creencias que mayor arantía nos ofrecen no tienen para nosotros mayor seuridad que la de que a todo hombre le es dado demostrar en cada momento su falta de !erdad. $' Estando abierto el palenque podemos esperar que, si hay una !erdad me7or, se encontrará cuando el espíritu humano est" en disposición de recibirla, y mientras tanto podemos tener la seuridad de habernos aproimado tan cerca de la !erdad como nos era posible en nuestro tiempo. 2a utilidad de una opinión es una opinión que se presta tanto a ser discutida y eie su discusión con iual fuer5a que la opinión misma. /an necesario es un 7ue5 infalible para decidir acerca de lo per7udicial de una opinión como para decidir sobre su falsedad, a menos que la opinión condenada no tena todos los caminos epeditos para defenderse. se puede permitir a un here7e sostener la utilidad o inocencia de su opinión, aunque se le prohíba sostener su !erdad, porque la !erdad de su opinión forma parte de su utilidad. $' Desultan tan intolerantes la ley o 6L
el sentimiento p4blico cuando no permiten la discusión de la !erdad de una doctrina como cuando niean su utilidad. De!elar al mundo alo que profundamente le interese y que inoraba hasta entonces, probable que se ha ena-ado en lo referente a al4n punto !ital que afecta a sus intereses espirituales o temporales= he aquí el más importante ser!icio que puede prestar un ser humano a sus seme7antes, y en ciertos casos $' fue "ste el don más precioso que pudo hacerse a la humanidad. /ratar como a los más !iles criminales a los autores de tan randes beneficios y recompensarles con el martirio no es un error y una desracia deplorable por los que la humanidad debiera hacer penitencia con el saco y la ceni5a, sino el estado normal y 7usto de las cosas. Es pura retórica decir que la !erdad posee, sólo por ser !erdad., un poder esencial de que carece el error= el de pre!alecer contra las prisiones y la houera. 2os hombres, por rela eneral, no son más celosos por la !erdad que por el error en muchas ocasiones, y la aplicación en"rica de las penalidades leales o sociales bastará para detener la propaación de una o de otro. L+
*n+6+ !*+ 5$* &*n* + *!#+# %"n,&,* *n 5$*8 +$n %$+n#" ,* %"n,&/+ +;"/+!+ +!&+, *%*,8 !*++!*%* ,&*0!* *n * %$!," #* ", ,&/",8 ;+,+ 5$* *n $n+ #* *,+, !*++!&%&"n*, *n%$*n!+ $n+ <"%+8 " $n+ ,*!&* #* %&!%$n,+n%&+, 7+"!+*,8 5$* + *!0&*n *,%++! + + *!,*%$%&'n8 " +,+n* + 0*n", +!+ +#5$&!&! + 7$*!=+ #* "#*! !*,&,&! 01, +!#*.
#La opini$n admitida, siendo verdadera, requiere una luc&a con la err$nea opini$n contraria si &a de formarse una concepci$n duradera y un profundo sentimiento de su verdad%
Por dificultades que tena una persona para admitir la posibilidad de que la opinión a que está fuertemente adherida pueda ser falsa, debería ocurrírsele que "! 0$3 *!#+#*!+ 5$* ,*+ +
"&n&'n ,* + %"n,*!+!1 %"0" $n #"/0+ 0$*!" 3 n" %"0" $n+ *!#+# &&*n*8 ,& n" ,* + $*#* #&,%$&! "! %"0*"8 %"n 7!*%$*n%&+ 3 #* $n 0"#" !*,$*". El hombre que no conoce más que su propio parecer no conoce ran cosa. #us ra5ones pueden ser buenas y hasta puede suceder que nadie sea capa5 de refutarlas. Pero, si es "l iualmente incapa5 de refutar las ra5ones de su ad!ersario, si no las conoce, no tiene, en realidad, moti!o de preferencia para sostener una u otra opinión. 2a 4nica cosa racional que este hombre debe hacer es suspender su 7uicio, a menos que le satisfaa no ir más allá de donde ha sido conducido por la autoridad, o bien se incline del lado que más le atrae. #i la ausencia de libre discusión no causase otro mal, cuando las opiniones recibidas son !erdaderas, que mantener a los hombres en la inorancia de los principios de estas opiniones, *
podría considerarse esto como un da-o, no moral, sino simplemente intelectual, que en nada afecta al !alor de las opiniones en cuanto a su influencia sobre el carácter. Pero sucede que la ausencia de discusión hace ol!idar no solamente los principios, sino con harta frecuencia hasta el mismo sentido de la opinión. 2as palabras que epresan cesan de suerir ideas o no suieren más que una peque-a porción de aquellas que la dieron orien. En luar de una concepción fuerte y de una creencia !i!a no quedan más que alunas frases conser!adas por rutina, o, si queda alo de sentido, es solamente la costra o la corte5a, habi"ndose perdido la más pura esencia.
D&+<%&%+ #* S'%!+*,= diáloos $' que consisten esencialmente en una discusión neati!a de las randes cuestiones de la filosofía y de la !ida, diriida con un arte consumado, por !irtud de la que se proponía su autor demostrar a quien hubiese admitido tan sólo los luares comunes de la opinión admitida que no comprendía el asunto, y que no había dado toda!ía nin4n sentido definido a las doctrinas que profesaba para de esta manera ilustrarle acerca de su inorancia y ponerse en condiciones de hacerse una creencia sólida que descansase en una concepción clara del sentido !erdadero de las doctrinas. 2as disputas de las escuelas de la Edad Media tenían un ob7eto muy parecido. #e quería aseurar por este medio que el discípulo comprendiese su propia opinión y, por una correlación necesaria, la contraria, y que pudiese apoyar los moti!os de la una y refutar los de la otra.
#Las doctrinas antag$nicas, en lugar de ser una verdadera y otra falsa, comparten la verdad%
$' entonces, la opinión disidente es un absurdo necesario para proporcionar el resto de una !erdad que la doctrina recibida no reali5a más que en parte. 2as opiniones populares sobre cualquier asunto inaccesible al sentido de la eneralidad son de ordinario !erdaderas, aunque nunca del todo. 1ontienen una parte de la !erdad, pero eaerada, desfiurada y separada de las !erdades que deberían acompa-arla y limitarla. Por otra parte, las opiniones her"ticas contienen eneralmente alunas de estas !erdades suprimidas o despreciadas que, rompiendo sus cadenas, o tratan de reconciliarse con la !erdad contenida en la opinión com4n, o la afrontan como enemia, oponi"ndose a ella y afirmándose de una manera tan eclusi!a como si fueran toda !erdad. 2a !erdad en los randes intereses prácticos de la !ida es, sobre todo, una cuestión de combinación y de conciliación de los etremos, y siendo pocos los hombres que tienen luces bastantes e imparcialidad para hacer este arrelo de un modo casi correcto, debe procurar conseuirse por el procedimiento inrato de una lucha entre los combatientes ba7o banderas *(
hostiles. $' 1uando se cuentan personas que no comparten la aparente unanimidad de las entes sobre un asunto es probable, aun cuando la eneralidad estu!iese en lo cierto, que los que disienten tienen que decir en su fa!or alo que merece ser oído, y que la !erdad perdería alo con su silencio. $' 2a esperan5a no se pierde mientras los hombres est"n obliados a escuchar ambas partesA cuando no se ocupan más que de una sola, entonces es cuando sus errores se con!ierten en pre7uicios, y cuando la !erdad eaerada y falseada cesa de producir los efectos de la !erdad. puesto que nada es más raro en un 7ue5 que la facultad de emitir un 7uicio sensato en una casusa en que no se haya oído más que a un aboado, la !erdad no encuentra medio de abrirse camino más que cuando toda la opinión que mantena aluna de sus fracciones encuentre aboados, y aboados capaces de hacerse escuchar. Es necesario para el bienestar intelectual de la especie humana $del cual depende su bienestar moral y material' la libertad de opiniones y la libertad de discusión= (' Porque una opinión reducida al silencio puede muy bien ser !erdadera. 8ear esto es afirmar nuestra propia infalibilidad. >' Porque, aun cuando la opinión reducida al silencio fuese un error, puede contener, como sucede la mayor parte de las !eces, una porción de !erdad, ya que la opinión eneral o dominante sobre un asunto, cualquiera que sea, es muy raras !eces, o no es nunca, toda la !erdad, y no hay medio de conocerla por entero más que por la colisión de las opiniones contrarias. 6' Porque, aun en el caso en que la opinión admitida contu!iese la !erdad toda, se profesaría "sta como una especie de pre7uicio, sin comprender ni sentir sus principios racionales, si no pudiera discutir !iorosa y lealmente. *' Porque el sentido mismo de la doctrina estará en peliro de perderse o debilitarse, o bien de de7ar de producir su efecto !ital sobre el carácter y la conducta, por con!ertirse entonces el doma en pura fórmula, inefica5 para el bien, embara5ando el terreno e impidiendo el nacimiento real, fundado en la ra5ón o en la eperiencia. $' El medio más reprobado que puede emplearse en una pol"mica es estimati5ar como hombres pelirosos e inmorales a los que profesan la opinión contraria. 2os que profesan una opinión impopular están particularmente epuestos a tales calumnias, porque son, en eneral, poco numerosos y sin influencias, y nadie se interesa en que se les haa 7usticia. , en cambio, la naturale5a e las cosas impide precisamente el uso de estas armas a los que atacan una opinión dominante, porque, o correrían un peliro personal por ser!irse de ellas, o, si así no fuese, no conseuirían más que desacreditar su causa. En eneral, las opiniones contrarias a las reinantes sólo llean a hacerse escuchar empleando un lenua7e de una moderación estudiada, y e!itando con el mayor cuidado toda ofensa in4til. *>
@ebe condenarse a un hombre, cualquiera que sea el punto en que se coloque, siempre que en su aleato se traslu5ca la falta de buena fe, la malinidad, la hipocresía o la intolerancia del sentimiento. Pero no hay que imputar estos !icios a nuestros ad!ersarios sólo por el hecho de serloA y se debe honrar a todo aquel que tienen calma para !er y honrade5 para reconocer lo que son realmente sus ad!ersarios y sus opiniones, no eaerando nada que pueda per7udicarles ni ocultando nada que pueda serles fa!orable.
CAPÍTULO III: D* + &n#&$++# %"0" $n" #* ", **0*n", #* &*n*,+! "deas
?2a libertad se ha de limitar cuando puede ser un pre7uicio para otro. Pero en otros casos se ha de afirmar la indi!idualidad como un bien para la di!ersidad de opiniones en todo lo que no concierne a los otros. ?Mill, siuiendo las ideas de N. Oon umboldt, afirma que para el desarrollo de la indi!idualidad se requieren dos condiciones= libertad y !ariedad de situaciones. ?8o sólo es importante lo que los hombres, sino al clase de hombres que lo hacen. #e ha de promo!er la indi!idualidad en el pensamiento y en la epresión de opiniones. ?2a naturale5a humana no es una máquina y está siempre amena5ada por el peliro de la falta de impulsos y preferencias personales. ?Mill reclama la necesidad de oriinalidad ante el despotismo de la costumbre. Por este moti!o se ha de me7orar la política, la moral y la educación para hacer posible que cre5ca la indi!idualidad $no implica eoísmo, sino tener ideas propias'. Es bueno para la sociedad y su proreso que no todo el mundo piense lo mismo.
2a libertad del indi!iduo debe ser limitada= no debe con!ertirse en per7uicio para los demás. Pero si no les hiere en lo que les afecta, y se contenta con obrar siuiendo su inclinación y su 7uicio en las cosas que 4nicamente conciernen a su persona, las mismas ra5ones que hay para que la opinión sea libre eien tambi"n que se les deba permitir en absoluto ponerla en práctica por su cuenta y rieso. 2a especie humana no es infalibleA sus !erdades no son más que medias !erdadesA la unidad de opiniones no es de desear a menos que no resulte de la comparación libre y completa de las opiniones contrariasA la di!ersidad de opiniones no es un mal, sino un bien, mientras la humanidad no sea mucho más capa5 que lo es hoy de reconocer todos los di!ersos aspectos de la !erdad. e aquí una serie de principios aplicables iualmente a la conducta que a las opiniones de los hombres. Puesto que es 4til, mientras el "nero humano sea imperfecto, que *6
haya opiniones diferentes será asimismo bueno ensayar las di!ersas maneras de !i!ir. Es 4til permitir la libre epansión de los distintos caracteres, impidi"ndoles, sin embaro, per7udicarse los unos a los otrosA y cada uno debe poder, cuando lo 7u5ue con!eniente, hacer ensayos de los diferentes "neros de !ida posibles. $' El hombre que escoe su manera de !i!ir se sir!e de todas sus facultades. @ebe emplear= la obser!ación para !er, el ra5onamiento y el 7uicio para pre!er, la acti!idad para reunir los materiales necesarios para la decisión, el discernimiento para decidir, y cuando ha decidido, la firme5a y el dominio sobre sí mismo para mantenerse en su deliberada decisión. $' Es preciso ense-ar a los que no desean la libertad, y que no quieren ser!irse de ella, que si permiten a otros usarla sin obstáculos pueden ellos obtener al4n beneficio apreciable. En primer luar, quisiera suerirles la idea de que podrían aprender alo de estos indi!iduos que !i!en libremente. 8adie neará que la oriinalidad es un !alioso elemento en los neocios humanos. 1onstantemente se nota la necesidad de que haya quien se dedique no sólo a descubrir nue!as !erdades y a se-alar el momento en que una que lo fue en otra "poca de7a de serlo, sino a iniciar nue!as prácticas y a dar e7emplo de una conducta más ilustrada y de mayor usto y buen sentido para los neocios humanos. $' #i insisto con cierto "nfasis en la importancia del enio y en la necesidad de de7arle desen!ol!erse libremente en el pensamiento y en la práctica es porque si nadie niea la cosa en teoría del mundo en realidad lo considera totalmente indiferente. 2os hombres consideran al enio como una ran cosa si encarna en un indi!iduo capa5 de escribir un poema inspirado o de pintar un cuadro. Pero el enio, en el !erdadero sentido de la palabra $la oriinalidad en el pensamiento y en las acciones', aunque cada uno con!iene en que es cosa dina de admirar, casi todo el mundo, en el fondo de su cora5ón, encuentra que se puede prescindir de "l perfectamente. Por desracia, es esto demasiado natural para que admire. 2a oriinalidad es una cosa cuya utilidad no echan de menos los espíritus no oriinales. 8o pueden !er lo que es capa5 de hacer en su fa!or. $' El primer ser!icio que la oriinalidad debe prestar a seme7antes espíritus es el de abrirles los o7osA y hecho esto, pero bien a coincidencia, tendrán entonces aluna probabilidad de llear a ser oriinales. mientras tanto, bueno será que estos pobres de espíritu recuerden que nada se ha hecho a4n en el mundo sin que aluno haya tenido que ser el primero en hacerloA que todo lo bueno que eiste es fruto de la oriinalidadA y que sean bastante modestos para creen que a4n les queda alo que cumplirA y para estar con!encidos de que cuanto menos sientan la necesidad de la oriinalidad tanto más la necesitan. $' Parece que cuando las opiniones de las masas compuestas de hombres ordinarios se han identificado o se identifican por todas partes con el poder dominante, el contrapeso y el correcti!o de esta tendencia sería la cada !e5 más pronunciada indi!idualidad de los que se **
ciernen ene las mayores alturas del pensamiento. Es, sobre todo en estas circunstancias, cuando debería alentarse a los indi!iduos a obrar diferentemente de la masa en luar de ponerles impedimentos. $' 0un cuando no fuera más que porque los hombres no tienen todos los mismos ustos, no se debería intentar modelarlos a todos de la misma manera. 0demás, la diferencia en las personas implica diferencias en las condiciones necesarias para el desen!ol!imiento intelectual y no pueden todas las !ariedades de las plantas eistir. 2as mismas cosas que ayudan a una persona a culti!ar su naturale5a superior son obstáculos para otras. $' ay tales diferencias entre los hombres en su modo de o5ar, sufrir y eperimentar el efecto de las di!ersas influencias físicas y morales que si no hay seme7ante di!ersidad en su manera de !i!ir no podrán ni obtener toda la parte de felicidad que les corresponde, ni llear al rado de perfección intelectual, moral y est"tica de que es capa5 su naturale5a. $' ay un raso característico en la dirección actual de la opinión p4blica que consiste sinularmente en hacerla intolerante con toda demostración que lle!a el sello de la indi!idualidad. En eneral, los hombres no tienen tan solo una inteliencia moderada, sino tambi"n inclinaciones de este "nero. 1arecen de ustos y deseos bastante !i!os para arrastrarles a hacer nada etraordinario y, por consiuiente, no comprenden al que tiene dotes distintas= le clasifican entre esos seres etra!aantes y desordenados que están acostumbrados a despreciar. $' El despotismo de la costumbre es en todas partes el obstáculo perpetuo para el proreso humano porque sostiene una lucha incesante con esta tendencia a obrar me7or que la costumbre, que se llama, se4n las circunstancias, el espíritu de libertad, o bien el espíritu de proreso y de me7ora. El espíritu de proreso no es siempre un espíritu de libertad porque puede querer imponer el proreso a entes que no se preocupan de "lA y el espíritu de libertad, cuando resiste seme7antes esfuer5os, puede aliarse local y temporalmente con los ad!ersarios del proresoA pero la 4nica fuente infalible y permanente del proreso es la libertad, puesto que racias a ella puede haber tantos centros independientes de proreso como indi!iduos. #in embaro, el principio proresi!o, ya sea ba7o la forma del amor o la libertad, y aba7o la del deseo de me7orar, es enemio del imperio de la costumbre porque implica al menos el quebrantamiento de este yuoA y la lucha entre estas dos fuer5as constituye el principal inter"s de la historia de la humanidad. $' 2a reunión de todas estas causas forma una tan ran masa de influencias hostiles a la indi!idualidad que no es posible calcular cómo podrá defender "sta su terreno. #e encontrará con una dificultad cada !e5 más creciente, a no ser que la parte inteliente del p4blico lleue a sentir el !alor de este elemento, y a considerar necesarias las diferencias, ya que no me7ores, aun *G
cuando alunos las consideren como un mal. #i los derechos de la indi!idualidad deben aluna !e5 ser rei!indicados ha lleado ya el tiempo de hacerlo, puesto que a4n falta mucho para llear a la asimilación for5ada. $' 2a pretensión eneral de hacer a los otros seme7antes a uno cree por lo mismo que se alimenta. #i se auarda para resistirla a que la !ida est" casi reducida a un tipo 4nico todo lo que de "l se aparte será considerado entonces como impío y aun monstruoso y contra natural. 1uando haya durante al4n tiempo perdido de !ista el espectáculo de la di!ersidad la especie humana lleará muy pronto a ser incapa5 de comprenderla.
Filosofía moral y política fundada en el utilitarismo EL PRINCIPIO DE UTILIDAD O DE MAYOR FELICIDAD En la filosofía de Mill, la moralidad requiere la eistencia de un primer principio de conducta= el
!&n%&&" #* $&+# " #* 0+3"! 7*&%+#. 2a utilidad constituye una especie de prueba de las acciones y a su !e5 un criterio esencial que permite aproimarse a todos los aspectos de la !ida práctica. 2a eplicación más detallada de este principio se encuentra en el ensayo de Mill 'tilitarianism. En el seundo capítulo, se define así la doctrina del utilitarismo= %el credo que acepta como fundamento de la moral la 'tilidad, o el Principio de la mayor (elicidad, mantiene que las acciones son correctas ) riht * en la medida en que tienden a promover la felicidad, incorrectas ) Kron * en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor! por infelicidad el dolor y la falta de placer &.
0 diferencia de Bentham, Mill sostiene que eisten diferencias cualitati!as entre los placeres, por tanto, alunos tienen más !alor que en otros. En 'tilitarianism, Mill ofrece un test de superioridad de placeres. Hste consiste en consultar a quienes han eperimentado placeres ri!ales y tienen capacidad de !alorarlos. #i tales personas prefieren unos placeres sobre otros, entonces de ellos se deri!a una mayor cualidad. Para Bentham, en cambio, la felicidad es una suma de placeres y las diferencias sólo son cuantitati!as. El criterio 4ltimo de !alor de todas las acciones !iene fi7ado por el e7ercicio de las llamadas %facultades ele!adas& del indi!iduo, es decir, de las capacidades intelectuales. 2os placeres superiores están in!olucrados en la satisfacción de estas %facultades ele!adas&. Mill atri buye a alunos componentes de la felicidad más !alor que a otros porque son indispensables para la felicidad de un ser racional. *+
2os placeres superiores están interados por una serie de intereses !itales que se pueden concretar o resumir en dos !alores básicos= (' 2a felicidad requiere que el indi!iduo tena autonomía e independencia, que se autodetermine y posea libertad, lo cual es a su !e5 necesario para la dinidad humana. El indi!iduo debe desarrollar su personalidad a partir de sus propias elecciones. >' 2a seuridad es iualmente esencial para la felicidad, ya que los derechos son mecanismos que nos !ienen aranti5ados por la primera. Mill mantenía que las relas de 7usticia estaban conectadas con un cierto sentido de seuridad= los demás !an a respetar nuestros derechos.
EL PRINCIPIO DE LIBERTAD El principio de libertad de Mill indica que el indi!iduo tiene libertad de acción sobre todo aquello que no afecte a los demás. 2a 4nica ra5ón leítima por la que una comunidad puede imponer límites a cualquiera de sus interantes es la de impedir que se per7udique a otros miembros. En lo que no importa a nadie más que a uno mismo, la libertad de acción es absoluta. Mill declara que % sobre s+ mismo, sobre su cuerpo y sobre su esp+ritu, el individuo es soberano &. En el capítulo 3 de Sobre la Libertad , Mill mantiene que= %de la conducta de un individuo s$lo una parte es usticiable por la sociedad, la que se refiere a los dem-s &. 0sí parece que Mill
distinue entre a' acciones que sólo interesan y afectan a quien las reali5a. b' acciones que interesan y afectan a los demás. Mill admite la restricción de la libertad si una acción da-a a los intereses de otra persona. Estos intereses deberían ser considerados como derechos, ya est"n incluidos en una norma 7urídica o haya un acuerdo social tácito sobre su protección.
AUTONOMÍA Y CAPACIDAD DE ELECCI>N 2a libertad de pensamiento y de epresión definen a la persona como ser autónomo. El tema principal de Sobre la libertad es la importancia del indi!iduo como ser dotado de autonomía. En su .utobiograp&y, Mill describe Sobre la Libertad como %un filos$fico libro de te/to en el que se e/pone una sola verdad!
$' la importancia que, para el &ombre y para la sociedad, posee
el &ec&o de que e/ista una gran variedad de tipos de car-cter, y la importancia de dar completa libertad para que la naturale0a &umana se e/pansione en innumerables, opuestas direcciones!
$' la doctrina de los derec&os del individuo y la reclamaci$n de que la naturale0a moral debe desarrollarse libremente por s+ misma &.
*I
El ensayo Sobre la libertad tiene como ob7eti!o proporcionar una rela de conducta a la sociedad para proteer el inter"s !ital a la autonomía de sus miembros. @e esta lectura se deprende que las personas tienen un derecho a la indi!idualidad. En esta obra Mill entiende que la libertad implica tanto la ausencia de obliaciones leales, como la ausencia de coerción del Estado ante el incumplimiento de las mismas.
L+ +$"n"04+ *, + 5$* *!0&* #*,+!!"+! +, %++%+#*, &n"$%!+#+, *n +, **%%&"n*, %!4&%+, * &0+/&n+&+,. 2as libertades clásicas que Mill enuncia en la introducción de Sobre la Libertad son indispensables para poder pensar y actuar de
acuerdo con la propia !oluntad. En la
doctrina de Mill la libertad se con!ierte en un componente necesario para la felicidad. Estas libertades que dotan de contenido a la autonomía son= (' L&*!+# #* *n,+0&*n"= libertad de pensar y sentir la libertad absoluta de opiniones y sentimientos sobre toda cuestión práctica, especulati!a, científica, moral o teolóica. >' L&*!+# #* *!*,&'n= libertad de epresar y publicar sus opiniones. /iene casi tanta importancia como la misma libertad de pensar, y descansa en ran parte en id"nticas ra5onesA estas dos libertades son inseparables en la práctica. 6' L&*!+# #* +,"%&+%&'n= libertad de reunirse para un ob7eto cualquiera que no per7udique a otro, siempre ba7o el supuesto de que las personas asociadas son mayores de edad y no son for5adas ni ena-adas. Mill destaca que es imprescindible que los obiernos prote7an estas libertades. Cna sociedad sólo se puede entender como una aut"ntica sociedad de personas libres si cualquiera de estas libertades, comprendidas dentro de la cateoría eneral de libertad de acción, son respetadas y aranti5adas de forma absoluta. Mill lamenta que en el mundo haya %una fuerte y creciente inclinaci$n a e/tender de una manera e/cesiva el poder de la sociedad sobre el individuo &, la cual in!ade la esfera de acción
propia del ser humano. 0 esta tendencia a imponer a otros las opiniones y ustos personales, Mill le llama mal social de las democracias. Para eplicar este calificati!o, Mill arumenta %el pueblo que eerce el poder no es siempre el pueblo sobre el que se eerce
$este poder'&. 1omo la
!oluntad del pueblo sinifica la !oluntad de la mayoría, % por consiguiente, puede el pueblo tener el deseo de oprimir a una parte del mi smo y las precauciones son tan 1tiles en este caso como en cualquier otro en el que abuse el poder &.
Por eso Mill destaca la importancia de limitar el poder de los obernantes, aunque "stos respondan al partido más fuerte o mayoritario de la comunidad. Pero es que tambi"n la sociedad, por sí misma y al maren de los obernantes, se puede con!ertir en tirana respecto a los miembros que la componen. 0sí sure lo que se ha denominado %tiran+a de la mayor+a &, concepto que 0leis de /ocque!ille ya enunció en su obra 2e la 2emocracia en .mérica. En la *)
línea de /ocque!ille, Mill indica que %en la pol+tica especulativa se considera la tiran+a de la mayor+a como uno de los males contra los que debe ponerse en guardia la sociedad &. Mill
ad!ierte del peliro que sure cuando la !oluntad popular se identifica con la porción más numerosa de una sociedad, sin tener en cuentas las minorías. 2a preocupación de Mill radica en el control que la opinión p4blica puede e7ercer sobre los indi!iduos. Hsta tiene la tendencia a imponer sus ideas, a impedir el desarrollo de personalidades distintas de las mayoritarias y, cuando "stas eisten, a intentar moldearlas de acuerdo con sus intereses. 0nte tal situación, Mill recomienda que el indi!iduo prote7a su independencia de posibles intromisiones ileítimas de la opinión colecti!a, la cual e7erce una fuerte presión a fa!or de la conformidad y homoeneidad, en detrimento de las tendencias particulares. En el mismo sentido, Mill a-ade= %en todas partes donde &ay una clase dominante casi toda la moral p1blica deriva de los intereses de esta clase y de sus sentimientos de superioridad &. 0sí, Mill concluye que las preferencias y a!ersiones de una parte
poderosa de la
sociedad son las que en realidad determinan las relas que se imponen en eneral a los ciudadanos, ya sea a tra!"s de la ley o de la opinión p4blica. 2a persona que no !i!e de forma autónoma permite que su comportamiento !ena fi7ado por las tradiciones sociales, alunas de las cuales anulan las tendencias innatas y se mantienen con independencia de las necesidades de cada momento. Mill teme esa personalidad producida por las tradiciones y por las masas. El problema es que la ente no puede llear al pleno desarrollo de sus facultades o a la felicidad sin e7ercitar aquello que responde a su indi!idualidad. 2as referencias de Mill a la oriinalidad, así como su ealtación de la ecentricidad, pretenden hacer !er que la di!ersidad de formas de !ida es altamente positi!a. Mill lamenta que pocas personas se atre!an a ser ec"ntricas, lo cual sería un refle7o de la mala salud de una sociedad. 1ualquier ser racional debe tender al desarrollo de todas sus facultades indi!iduales. Para que esto sea posible se requiere libertad y !ariedad de situaciones. Mill afirma que %todo lo que destruya la individualidad es despotismo, désele el nombre que quiera &. 2a libre elección es un
componente necesario en toda acti!idad o forma de !ida que sea epresión de esa indi!idualidad. 2a autonomía no es una facultad heredada o natural, sino más bien alo que debe ser alcan5ado y que qui5ás no se alcan5a nunca completamente. 2a me7or manera de promo!er el crecimiento de las capacidades de los seres humanos como aentes autónomos es la libertad. Mill recha5a la postura que !e la mente como alo puramente recepti!o de impresiones eternas. 2a noción de felicidad pierde todo sentido como t"rmino abstracto si no se aplica esfuer5o para lorarla. Mill niea que cualquiera pueda llear a la felicidad a menos que tena *L
su propia concepción de la misma. 2a di!ersidad de concepciones de felicidad leítimas se fundamenta en la pluralidad de naturale5as indi!iduales. El arumento principal de Sobre la libertad es que la libertad social ;entendida como ausencia de in7erencias del Estado y de presiones de la opinión p4blica; es un bien imprescindible. 2a promoción de la di!ersidad de estilos de !ida y formas de pensar, los cuales responden a las diferentes personalidades, permite el desarrollo del indi!iduo como ser autónomo.
LIBERTAD DE PENSAMIENTO Y DISCUSI>N COMO MEDIO DE APRO?IMACI>N A LA VERDAD 2a mayor defensa de la libertad de epresión de Mill se encuentra en el capítulo 33 de Sobre la Libertad . En t"rminos enerales, "sta arranca de las influencias del mo!imiento de la
filosofía
radical y de la teoría del autor epuesta. 2a libre epresión no se considera un fin propiamente dicho, sino que su fundamento está muy !inculado con la !erdad= el libre intercambio de opiniones y puntos de !ista es un medio necesario para alcan5ar un rado más ele!ado de !erdad. 2a naturale5a racional del indi!iduo y el conocimiento sólo pueden desarrollarse en condiciones de libertad.
Libre intercambio de opiniones y teor+a de la falibilidad
Para Mill, la libertad de epresión permite la aproimación a la !erdad. #e trata, además, de una !erdad relati!a, en constante e!olución, que está conectada a la utilidad. Mill declara= %la verdad de una opini$n forma parte de su utilidad &, por lo que resulta tan intolerante tratar de
impedir la discusión de la !erdad de una idea como near a priori su utilidad. Mill cree que es 4til que haya !ariedad de opiniones y que los distintos caracteres se eterioricen. @e este modo, la libertad de epresión tendría un primer arumento utilitarista, ya que + &!* #&,%$,&'n &*n*
*n*7&%&", !1%&%", + +!/" +=": *, * %+0&n" 5$* %"n 01, !"+&+# *+ + #*,%$!&0&*n" #* n$*+, *!#+#*, . El fundamento que históricamente se ha dado a fa!or de la libertad de epresión es que una discusión abierta tiene ran importancia para llear al descubrimiento de la !erdad, fa!oreciendo a su !e5 el desarrollo del indi!iduo, de sus capacidades y potencialidades. Mill otora preferencia a estas dos funciones, aunque tambi"n considera que la libertad de epresión es condición para la efecti!a participación política en una democracia.
G
2a eistencia de pluralidad de opiniones es esencial para el proreso humano. Mill siue al historiador Franois Qui5ot, quien mantenía que di!ersidad y conflicto habían sido los dos requisitos básicos para la e!olución de Europa desde la Edad Media. El hecho de dar importancia a la di!ersidad implica, a su !e5, re!alori5ar la noción de indi!idualidad. Mill arumenta a tra!"s de 6 premisas que la libertad de epresión fundamenta la b4squeda de la !erdad. Estas hipótesis de partida sustentan y estructuran su teoría de la fiabilidad= (' L+ "&n&'n !+#&%&"n+0*n* +#0&+ $*#* !*,$+! 7+,+. Por eso Mill declara que %imponer silencio a la e/presi$n de una opini$n constituye un robo a la especie &umana, a la posteridad tanto como a la generaci$n e/istente &. Porque si la nue!a opinión epresada,
distinta de la tradicional, resultara ser cierta, entonces se estaría pri!ando a la humanidad de la posibilidad de abandonar el error por la !erdad. Por supuesto, la nue!a opinión tambi"n puede ser falsa. Pero si no permitimos que se cuestione la opinión tradicional, estamos afirmando su certe5a absoluta y nuestra propia infalibilidad. Cna cosa es apostar por una opinión porque la tenemos por !erdadera. Rtra cosa muy distinta es quererla imponer por la fuer5a de la autoridad, por el mero hecho de que al no rebatirla nos sentimos más seuros. #in embaro, esto no sinifica que la !erdad por sí misma tena el poder de pre!alecer e imponerse el error. Mill considera que la frase %la verdad triunfa siempre de la persecuci$n & no se corresponde con la realidad, y a-ade que %la &istoria nos muestra a la verdad constantemente reducida al silencio &. 0un así, la !enta7a de la !erdad es
que a lo laro del
tiempo encontrará al4n período fa!orable en el que escapará de coacciones o censuras y será defendida. 2a libre discusión es necesaria para la e!olución del pensamiento de cualquier sociedad, pero tambi"n para que los indi!iduos desplieuen sus aptitudes personales. Mill concluye= %&a &abido y a1n puede &aber grandes pensadores individuales en una atm$sfera general de esclavitud mental Pero no &a &abido am-s ni &abr- nunca en esa atm$sfera un pueblo intelectualmente activo&. 1on la libertad
de epresión una persona desarrolla sus habilidades
mentales y adquiere dinidad como ser humano. >' L+ "&n&'n +#0&+ *, *!#+#*!+8 *!" %"n&n+ ,&*n#" n*%*,+!&+ + #&,%$,&'n. 1uando aceptamos como !erdaderas opiniones que recibimos de otros, sin que las hayamos sometido a discusión, "stas se con!ierten en una especie de doma muerto, superstición o credo. Cna actitud racional eie conocer los moti!os de nuestras propias opiniones, a las cuales se llea escuchando a los demás y anali5ando las ra5ones de las suyas. Para Mill, %el &-bito constante de corregir y completar la opini$n, compar-ndola con otras, leos de causar duda y vacilaci$n para ponerla en pr-ctica, es el 1nico fundamento estable de una usta confian0a en dic&a opini$n&. Por tanto, la libre discusión es iualmente beneficiosa
G(
cuando se confirma la !alide5 de la opinión eistente y la falsedad de las nue!as opiniones epresadas. a que, como indica Mill, entonces se tiene %la percepci$n m-s clara y la impresi$n m-s viva de la verdad, producida por su colisi$n con el error &.
2a opinión !erdadera requiere ser contrastada con opiniones contrarias para que pueda sentirse como una aut"ntica con!icción, alo !i!o que influye sobre las conductas de los indi!iduosA y para que no se con!ierta en una mera doctrina impuesta, inefica5 y a la lara decadente. El hecho de tener que defender a menudo una !erdad ayuda a entenderla y a consolidarla como tal. 6' A/$n+, "&n&"n*, +n+/'n&%+, $*#*n %"0+!&! + *!#+#. Puede suceder que la opinión admitida sea en parte !erdadera y que la opinión silenciada tambi"n sea en parte !erdadera. Es decir, ninuna de ellas contiene la !erdad o el error de forma absoluta. Mill mantiene que en la !ida práctica, la !erdad es %una cuesti$n de combinaci$n y conciliaci$n de los e/tremos&.
En la mayoría de casos, las opiniones dominantes constituyen !erdades de carácter parcial y necesitan de otras opiniones que, aunque puedan ir en!ueltas de alunos errores, incluyen una parte de !erdad de la que las primeras carecen. /odas las opiniones deben circular libremente, tanto si en eneral son aceptadas como si no lo son. @e ahí la condena de determinadas actitudes= %el medio m-s reprobado que puede emplearse en una polémica es estigmati0ar como &ombres peligrosos e inmorales a los que profesan la opini$n contraria Los que profesan una opini$n impopular est-n particularmente e/puestos a tales calumnias, porque son, en general, poco numerosos y sin influencias, y nadie se interesa en que se les &aga usticia &.
2a epresión de opiniones fuertes o tradicionalmente admitidas está aranti5ada, en cambio, es necesario potenciar o abrir el paso a las disidentes. #i una opinión tiene más derecho que otra a ser tolerada y proteida, "sta es la más d"bil, la que tiene el rieso de no ser oída. Mill no teme la confrontación de opiniones, porque "sta posibilita que las !erdades parciales se !ayan completando. #e4n Mill, %no es la luc&a violenta entre las diversas partes de la verdad lo que constituye el mal terrible, sino la supresi$n tranquila de una mitad de la verdad &. 0hora bien, cuando sólo se
promue!e una opinión, aunque sea
parcialmente cierta, sin dar cabida a otras, el concepto de !erdad se falsea y entonces suren los pre7uicios contra todo aquello que sea diferente. 0 modo de resumen, puede decirse que la teoría de la falibilidad encierra la siuiente idea= la !erdad eie pluralidad de opiniones, sean "stas del tipo que sean. Mill sinteti5a sus refleiones sobre la libertad de discusión en la conocida frase= % si toda la especie &umana, menos una persona, fuese de un mismo parecer y solamente ésta fuese de parecer contrario, el imponerle
G>
silencio ser+a tan inustificable como el imponer silencio a toda la especie &umana, si esto por acaso fuese posible&.
En Sobre la Libertad , Mill destaca con fuer5a el !alor de la utilidad= %la utilidad es $' la soluci$n suprema de toda cuesti$n moral
$' pero la utilidad en el sentido m-s amplio de la
palabra, la utilidad fundada sobre los intereses permanentes del &ombre como ser progresivo &.
En relación con esta 4ltima frase, puede obser!arse que la felicidad lorada despu"s de la aplicación del principio de utilidad incluye elementos como la indi!idualidad y el autodesarrollo, los cuales a su !e5 tienen que !er con la libertad. Mill sostiene que los hombres que han probado las !enta7as y los placeres de la libertad no renunciarán a ellos a cambio de otros beneficios. Mill es un empirista y cree que podemos conocer lo correcto y lo incorrecto a tra!"s de la obser!ación y la eperiencia. Mill apunta, como cuestión empírica, que los indi!iduos eleirán de forma irre!ersible la libertad. 2os arumentos de Mill en fa!or de la libre discusión defienden un aut"ntico derecho a epresar y recibir opiniones. Mill es partidario de que haya un derecho de pensamiento absoluto, ya que las ideas sólo incumben a uno mismo. 1uando se pasa a la difusión y publicación de dichas ideas y pensamientos, estamos ya ante una conducta que puede afectar a los demás, pero la sociedad sólo puede tener un inter"s indirecto sobre ella. Mill trata a las libertades de pensamiento y epresión como inseparables, y por eso reconoce una libertad de discusión casi absoluta. 2as 4nicas epresiones ecluidas de protección serían aquellas seriamente per7udiciales para otros o que indu5can a reali5ar un acto que per7udique a otros. 2a defensa de la libertad de epresión que hace Mill tiene sentido en la medida en que contribuye a conocer la !erdad, no a imponer una determinada !erdad. 0 menudo las !erdades impuestas se mantienen porque se utili5a la censura para acallar las opiniones contrarias. Para que se haa un buen uso de la libertad social, la educación es imprescindibleA a tra!"s de ella se desarrollan las capacidades intelectuales y morales de los ciudadanos. En la teoría de Mill, la doctrina de la plena libertad sólo puede aplicarse a %los seres &umanos que se encuentren en la madure0 de sus facultades & y no a aqu"llos que %a1n est-n en edad de reclamar los cuidados de otros &, porque toda!ía no pueden !alerse sólo por
sí mismos.
En Sobre la Libertad , Mill !alora el lidera5o de las mentes más culti!adas, pero al mismo tiempo ad!ierte que los hombres sabios tambi"n pueden corromperse y que la mayoría puede tirani5ar a las minorías. Por eso aumenta la importancia otorada al desarrollo libre y espontáneo de los seres humanos. 2a 7ustificación central de la libertad de epresión radica ya en conocer esa !erdad y en facilitar la creación de una sociedad intelectualmente acti!a. @e una parte, la mayoría podría ser fácilmente manipulada por sus líderes. de otra parte, la misma G6
doctrina dominante de7aría de ser efica5. @e acuerdo con la seunda premisa de la teoría de la falibilidad de Mill, en el momento en que los líderes de7en de contrastar sus opiniones con la comunidad, sus tesis perderán !alor y pasarán a ser simples domas. Mill indica que el LLS de los que se consideran hombres ilustrados puede que sepan arumentar sus ideas y llear a conclusiones ciertas, pero a4n así deben colocarse en la posición de los que piensan de manera diferente a ellos para conocer el aut"ntico sinificado de las doctrinas que sostienen. En este sentido, % si no e/istieran adversarios para todas las verdades importantes, deber+an inventarse y proporcionarles los m-s fuertes argumentos que pueda imaginar el m-s &-bil abogado del diablo &. 2a eistencia de un
dictador sabio, aunque fuese ben"!olo, tambi"n
sería indeseable se4n Mill, ya que la felicidad sólo se consiue cuando las personas despliean sus propias capacidades. 2o que 7ustificaría el obierno de una "lite de representantes es que, con ellos, los miembros de una comunidad puedan llear a ser me7ores intelectual y moralmente. Para Mill, la libertad de discusión no es sólo un instrumento para aseurar un buen obierno democrático. /ambi"n es un requisito básico para el esclarecimiento de la !erdad, el cual contribuye al desarrollo de la ra5ón y de la personalidad indi!idual y, en 4ltimo t"rmino, a la felicidad.
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