HISTORIA DE LA CULTURA I
Curso: 4º año técnica Profesor: Hugo F. Vega Colegio Pío IX SOBRE LOS CONCEPTOS DE ARETÉ Y HIBRIS (en base al libro Paideia, los ideales de la cultura griega, de Werner Jaeger)
I - Areté
El castellano actual no ofrece un equivalente exacto de esta palabra. La palabra “virtud” o “excelencia” son las traducciones más aceptadas de areté . El concepto de areté es es usado con frecuencia por Homero y en autores de siglos posteriores no solo para designar la excelencia humana , sino también para hablar de la superioridad de seres no humanos, como la fuerza de los dioses y el valor y la rapidez de los caballos nobles. La areté es es el atributo propio de la nobleza y se halla vinculado al honor. El hombre ordinario no tiene areté y y si un esclavo procede de una raza de alta estirpe, Zeus le quita la mitad de su areté y y ya no es lo mismo que era. Los griegos consideraron siempre la destreza y la fuerza sobresalientes como el supuesto evidente de toda posición dominante. Señorío y areté se se hallaban inseparablemente unidos. Los griegos entendían por areté sobre sobre todo una fuerza, una capacidad: el vigor y la salud son ejemplos de areté del del cuerpo, y sagacidad y penetración de areté del del espíritu. En general, el concepto se emplea para designar la fuerza y la destreza de los guerreros o de los luchadores y ante todo el valor heroico desplegado en combate: areté es es la excelencia y en especial la guerrera. Es el logro de las potencias de alguien y está ligada al reconocimiento público; es lo que hace perdurar a los héroes en el tiempo. En los guerreros y héroes épicos como Aquiles y Héctor la lucha y la victoria son constitutivas de su areté . Su esfuerzo y su vida entera son una lucha incesante para la supremacía entre sus pares. Aquiles es el guerrero por excelencia que pretende trascender la muerte por la fama, la gloria y el honor. Él representa el punto máximo de la areté guerrera, guerrera, la excelencia en el combate. Una sociedad como la griega configura lo que qu e Eric Dodds (en su libro Los griegos y lo irracional ), llama “sociedades de vergüenza” para las cuales lo que importa es acrecentar el honor y que por ninguna causa éste se vea disminuido. Cuando Aquiles pierde a Briseida porque se la arrebata Agamenón (Canto I de La Ilíada ) ve disminuida su areté , se autoconfina en su tienda y por ningún tesoro accede al volver al combate, y exige una reparación de tipo espiritual para su honor herido. Sólo la noticia de la muerte de su amigo Patroclo lo hará reaccionar y que vuelva a la batalla. En el bando de los troyanos, Héctor también encarna la areté por por su excelencia en el combate, pero p ero a diferencia de Aquiles que combate por su honor y para que las futuras generaciones lo recuerden y canten himnos en su nombre, el móvil de Héctor es defender a su familia, a su patria y a sus dioses. Otra variante de la areté se se manifiesta en Odiseo o Ulises, quien más allá de su valor, se destaca por la prudencia y la astucia , condiciones que lo llevaron a concebir en La Ilíada la treta del caballo de Troya para penetrar las murallas de la ciudad o en La Odisea su areté implica la habilidad para sobrevivir durante diez años en el viaje de regreso a su reino tras el fin de la guerra de Troya. El mismo tipo de areté de de Odiseo es el que posee su esposa Penélope que en su casa de Ítaca debe evitar con astucia y engaños el acoso de sus numerosos pretendientes durante veinte años. Ella dice que aceptará que Odiseo ha muerto y se volverá a casar cuando termine un tejido en el que estaba trabajando.
Prolonga el mayor tiempo posible este tejido deshaciendo por la noche lo que hizo durante el día, y de esta forma soporta los veinte años que se ausentó su esposo. Justo cuando Odiseo llega a casa, Penélope termina la labor, Odiseo mata a los pretendientes y retoma su puesto de rey junto a Penélope.
II - Hibris Hibris o hybris es una palabra griega que puede traducirse por desmesura, prepotencia, soberbia arrogancia. A falta del concepto de pecado , tal como lo concibe el cristianismo, la hibris es principal falta para los habitantes del mundo griego. La hibris no es un impulso irracional
o la y desequilibrado sino un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales. Según el sabio Solón, quien comete hibris es culpable de querer el doble de lo que el destino le asignó. La desmesura lleva a desear más que la justa medida que el destino asigna. La hibris recibe como castigo la némesis, el castigo de los dioses que devuelve al individuo dentro de los límites que cruzó por hibris. Quien por ser insaciable no acepta lo que el destino le ha deparado, cae en hibris y está condenado inevitablemente a la ruina.
En el ámbito de la ética política, la hibris se muestra como el ansia desmesurada de poder que es propia del tirano. Lo dice Sófocles en su tragedia Edipo Rey : “La hibris engendra al tirano”. Dado que el hombre entregado a esta actitud desconoce su finitud e intenta ser algo que no es (sólo los dioses son los que poseen el poder), atrae hacia sí el castigo y el odio del mundo divino. En defensa del héroe trágico se puede argumentar que su deseo de poder es el fruto de la ceguera humana y no de un acto deliberado en contra de los dioses, pero esto no detiene el castigo ni atenúa su virulencia. Es propio de la “humanidad” de los dioses griegos que no toleren que el hombre traspase sus límites, como si ellos mismos temieran que al final su propio poder sea debilitado. La misma “humanidad” se deja ver en la idea de que los dioses son envidiosos de la felicidad y del bienestar del hombre y que, por ello, siempre hay que temer la desgracia cuando uno es muy feliz o desea demasiado. El historiador y geógrafo Herodoto (siglo V a. C.) afirma en un significativo pasaje: "Puedes observar cómo la divinidad fulmina con sus rayos a los seres que sobresalen demasiado, sin permitir que se jacten de su condición (...) puedes observar también cómo siempre lanza sus dardos desde el cielo contra los mayores edificios y los árboles más altos, pues la divinidad tiende a abatir todo lo que descuella en demasía ". Esta demasía es la hibris que los dioses tienden a castigar. En el contexto de La Ilíada, Agamenón, rey de Micenas o Argos, cae en hibris al aprovechar el rapto de su cuñada Helena por parte de Paris como pretexto para sitiar durante diez años la ciudad de Troya, apoderarse de sus riquezas, incenciarla y controlar un punto estratégico en el estrecho de los Dardanelos. También cae en hibris al despojar a Aquiles de su parte del botín (Briseida, la sacerdotisa de Apolo). En el texto homérico Agamenón expresa su hibris al decir “La paz es para la mujer y para el débil. Los imperios se forjan con la guerra”. Otro ejemplo de hibris es la que comete Héctor cuando mata a Patroclo y se coloca la armadura que éste llevaba puesta, perteneciente a Aquiles, una forma de irrespeto por el rival muerto, que Héctor pagará muriendo por la espada de Aquiles frente a las puertas de su ciudad natal, Troya.