García Pérez, Rafael y José Antonio Pascual. 2009. “Relaciones de significado entre las palabras” palabras”. En de Miguel, Elena. Panorama de la lexicología. Barcelona: Ariel. ________________________________________________________ ____________________________ _____________________________________________ _________________
Reseña: Rafael García Pérez y José Antonio Pascual “Relaciones de significación entre las palabras”
Clemente Cox
18.05.2017
Los connotados profesores García Pérez y Pascual, académicos de la Universidad Carlos III de Madrid y vinculados a la Real Academia Española, se proponen analizar las relaciones de significado entre las palabras. En la introducción de su artículo, tras exponer brevemente la metodología optada por la semántica léxica y en umerar las relaciones de significado entre las palabras, deciden restringir su estudio a las dos relaciones más controversiales: la identidad (sinonimia) y la oposición. Y estas habrán de analizarlas acercándose “a los mecanismos internos de la lengua” lengua” (García Pérez y Pascual, 2009: 119). Nuestros autores estudian estudian en primer lugar la sinonimia. sinonimia. Explican que el fenómeno mismo de la sinonimia se ve con sospecha, a causa de una radicalización de las po sturas con respecto a los sinónimos absolutos. Estas posiciones representan dos respuestas contradictorias: unos afirman su existencia, los otros la niegan. Por un lado, quienes niegan la existencia de sinónimos absolutos parten de una concepción muy amplia de significado, incluyendo sus vertientes proposicional y no proposicional. Ahora bien, considerando de manera tan amplia el significado de las palabras, es prácticamente imposible que algún vocablo sea reemplazable por otro para todo contexto. En cambio, los representantes de la postura contraria, que afirma la existencia de la sinonimia absoluta, toman en cuenta sólo la vertiente proposicional del significado. Estas dos posturas, empero, ilustran dos extremos que los autores actuales suelen evitar. Se inclinan, más bien, por una posición intermedia, afirmando que “el fenómeno de la sinonimia es una realidad escalar. Así, no basta con determinar si dos o más vocablos son sinónimos, sino en qué grado lo son” son” (p.120). Cruse, por ejemplo, pensador de esta línea más
moderada, propone la distinción entre sinónimos absolutos, proposicionales (o parciales) y aproximados, como refiere nuestro texto. A continuación, García Pérez y Pascual tratan sobre la sinonimia en las unidades léxicas. Esto quiere decir que la sinonimia debe estudiarse como una relación entre los significados particulares de un par de palabras. Así, se distinguen mejor las acepciones, pues la sustitución correcta de una palabra por otra en un contexto determinado ‒ siendo que en otros contextos no funciona ‒ indica la polisemia de ese vocablo y, por tanto, la necesidad de crear una nueva entrada en el diccionario: “Se trata, por tanto, de una prueba indirecta de determinación del significado” (p.121). Con todo, nuestros autores muestran, a través de varios ejemplos, que esta prueba indica “que la sinonimia es un fenómeno más complejo, y afecta a más niveles que el del puro significado proposicional. Las relaciones de equivalencia semántica entre las palabras constituyen una red enmarañada y difícil, en ocasiones, de determinar ” (p.121-122). En el apartado siguiente, nuestros autores se refieren a l a labilidad o inestabilidad temporal de las relaciones sinonímicas. Mediante interesantes ejemplos, muestran la necesidad de atender, en un estudio sincrónico (histórico) del léxico, no sólo a los cambios de significados que una palabra experimenta, sino que también a los cambios de las relacion es semánticas de dicha palabra, lo cual se condice perfectamente con el principio estructuralista de la lexemática. Los ejemplos aducidos se refieren tanto a verbos como al aporte semántico de los sufijos. Luego, los académicos analizan el problema de la antonimia, fascinante fenómeno léxico por el cual los hablantes polarizan su referencia lingüística a la realidad. Se presentan distintas interpretaciones del concepto de antonimia. Según Lyon (1963), el antónimo debe ser escalar, mostrar diversos grados de una propiedad variable, moverse en dirección opuesta y en la misma medida a su antónimo, y no crear una división tajante entre realidades contradictorias. Los autores rechazan este enfoque, considerando que “los antónimos, así entendidos, resultan escasamente interesantes, porque ocultan, en cierta medida, una parte importante de la complejidad de la red semántica” (p.126). Es necesario considerar las relaciones de oposición de manera más amplia, como C ruse (2004), para quien, apoyado solo en criterios semánticos, los opuestos vastamente considerados han de poseer un carácter binario inherente (y no accidental) de sus miembros que constituya una parte representativa del significado.
A la luz de estas reflexiones, los autores ‒ siguiendo a Muelheisen y Cruse ‒ dan una lista de casos que se excluyen de las relaciones de oposición: palabras cuya oposición no agota completamente el significado, que presentan un carácter binario accidental, que presentan connotaciones añadidas, que son equidistantes de un punto medio hipotético, que no presentan equivalencia clara en su distribución, y “aquellas palabras cuyo contraste semántico implica dimensiones múltiples” (p.127). Con el ejemplo complejo de los verbos «alquilar» y «arrendar», García Pérez y Pascual muestran que las relaciones de oposición afectan también “a distintos significados de una misma palabra polisémica” (p.128). Así, hay que considerar varios factores históricos, morfológicos, de léxico especializado y de la derivación para comprender las oposiciones creadas entre estos verbos y sus flexiones. A modo de conclusión, los profesores indican que han tomado en cuenta aquí “una parte de las relaciones que pueden establecerse entre las unidades léxicas en el plano de su significado, dejando de lado otros tipos de relación” (p.130), como las que se desprenden del campo léxico, de la etimología, de la ortografía o la fonética. Los frutos del análisis realizado son patentes, en cuanto se han descrito estructuras semánticas relevantes de las relaciones de sinonimia y antonimia, con ejemplos concretos que validan el método implementado. Como reconocen los autores, “[s]in llegar a los excesos del estructuralismo […] parece razonable tomar en consideración que las palabras de una lengua no están aisladas, sino relacionadas entre sí” (p.130). La intuición originaria del estructuralismo encuentra su fundamentación en la medida en que de un modo serio, aterrizado y realista se aplica a las relaciones de significado entre las unidades léxicas.