Módulo 8 Identidad e integración en Biodanza
Muchas fueron las dudas que se me plantearon en este módulo, dudas que aún después de seis meses siguen estando ahí. Este módulo me plantea un problema y me enfrenta de alguna manera a un concepto de Biodanza que no termino de compartir. Es el concepto de identidad. Mucho se ha escrito sobre la identidad (por lo que no entiendo por qué en este módulo no aparece bibliografía sobre el tema) ya que es uno de los temas más pensados por los filósofos de todos los tiempos. Si lo he entendido bien, el significado que plantea Rolando Toro de la identidad es que es invariable a la vez que cambiante. Contiene dos partes: una variable y otro invariable. La esencial que es la que siempre permanece igual a pesar de que la otra parte vaya cambiando. La cambiante es la que está configurada por la cultura, cambiante en cada persona según sus circunstancias y que además sigue en constante cambio a lo largo de nuestra vida. Asimismo, la parte cambiante está influenciada por nuestra propia imagen donde entran la autoestima y la autoimagen. Entiendo que Biodanza trabaja por un lado para mejorar la autoimagen y la autoestima a través del desarrollo de nuestros potenciales genéticos, trabajando directamente sobre la parte cambiante de nuestra identidad y que, a la vez, llega a la parte esencial de nuestra identidad a través de la permeabilidad de la música. En todo esto el otro tiene un papel fundamental ya que es el que nos hace de espejo continuamente. Sin embargo, yo no estoy del todo de acuerdo con meter en el mismo saco a la parte cambiante y a la parte esencial de nuestro ser, y mucho menos llamar a esta mezcla identidad, a mí personalmente me confunde mucho. Al fin y al cabo no deja de ser una cuestión terminológica, pero para mí Identidad sería la parte cambiante resultado de un constructo social y sus circunstancias. Esa identidad es precisamente la que hay que traspasar para llegar a nuestra parte esencial, igual en todos los seres y por ello, reconocible en los otros.
En los caminares, en las vivencias de desafío y en otras que potencian la identidad lo que para mí sucede es que se conecta con nuestra parte esencial que todo lo tiene y que todo lo es para de ahí poder completar la identidad que nos hemos creado y que no nos permite ser felices. Sin embargo, cuando nuestra identidad (la parte cambiante) ocupa todo el protagonismo tenemos un problema. Esto es lo que a mi modo de ver sucede en nuestra sociedad y precisamente Biodanza funciona porque es un espacio que ayuda a reconocer, a sentir esa parte esencial y a que ambas aprendan a relacionarse. Según mi experiencia, a esa parte esencial se llega con presencia total. Por intentar poner un ejemplo práctico, en un caminar de determinación es como si mi mente le pidiera a mi parte esencial que me mostrara que yo también soy así y de pronto, sin saber que podía serlo, resulta que tengo esa determinación y al descubrir eso mi identidad se completa y se transforma. Ahora bien, el problema de la identidad es que nos identificamos con ella, lo cual, desde mi punto de vista no es más que hacer que deje de ser cambiante: yo soy así, en lugar de yo funciono así. Entonces, cuando la identidad se agarra a nosotros y se establece en nosotros, no queda mucho espacio libre para que aparezca la esencia... De todo esto me leí un libro que supongo conocerás, Un nuevo mundo, ahora de Eckhart Tolle. Lo que he intentado con estas palabras no es más que explicar la problemática que se me plantea con el tema de la identidad que surge sobre todo de la lectura de este libro y la confrontación de esta idea de identidad, con la que siempre me he sentido más “identificada”, con la de Rolando Toro. Por otro lado, hace más de un año escribí este poema que explica perfectamente lo que para mí es la identidad, una identidad completamente integrada. Espero que te guste. Por cierto, Simone no existía por aquel momento pero bien podría ser ella la protagonista...
ella
Se levantó una mañana y dejó todo lo que se fue encontrando en su día.
En la cama dejó el sexo. En la cocina, las adicciones. En el baño y el armario, las apariencias. En el salón, la tecnología. En la calle, más tecnología y apariencia. En el trabajo, la seguridad. En el gimnasio, el sufrimiento. En los bares, la contaminación. En los supermercados, la ansiedad. En su casa, su pasado. En su pasado, su identidad.
Por la noche, no le quedaba nada.
Se había vuelto loca, decían algunos. Estaba poseída, decían otros.
Y ella, nunca se había sentido tan ella.