Platón Miguel García-Baró
LA DEFENSA DE SÓCRATES
La serie «Hermeneia Textos» presenta en edición b i l i n g ü e o b r a s r e l e v a n t e s d e l p e n s a m i e n t o filo fi losó sófi ficc o universal. Un autor de nuestros días comenta el texto clási clásico co desvelando s u s p otencialidades otencialidades y actualizando sus sentidos filosóficos. La arqueología y la filología dejan paso a la refl reflexi exión ón dial dialógi ógica ca p ara aprox imarse a la verdad ú ltim ltim a del homb re y de la realidad. realidad. «La defensa de Sócrates» es uno de los primeros diálogos escritos por Platón. Durante siglos se ha convertido -junto con las referencias que aparecen en el «Fedón» en torno a sus últimas conversaciones- en la base del conocimiento biográfico y filosófico sobre el padre del pensamiento occidental. Miguel García-Baró se sirve de este texto fun damental para reflexionar sobre el sentido de la filo sofía y, en definitiva, del hombre. Mediante el diálogo con aquellos maestros que nos precedieron en el arte de pe n sa r es posible posible rastre ar la verdad y el el bien; bien; éstos son la fuente de salud para el género humano, que tan a menudo se halla amenazado por el uniformismo de las ideologías de moda y la economía y la política correctas. Se trata, en definitiva, de tomar parte como lector en una lucha que jamás se acaba, pues aquel que ante todo busca conocer a Sócrates o su pensamien to, en realidad ansia formar parte activamente de la filosofía. Platón, filósofo ateniense (siglos V-IV a.C.), discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, es uno de los grandes pensadores de la antigüedad clásica. Funda dor de la Academia, su reflexión está caracterizada po p o r el u s o d e l a d i a l é c t i c a y la r e t ó r i c a p a r a a l c a n z a r el conocimiento verdadero. M i g u e l G a r c í a - B a r ó e s d o c t o r e n fi f i l o so s o fí fí a p o r la Universidad Complutense de Madrid y profesor en diferentes universidades. Sus trabajos y publicacio nes abarcan un amplio arco de temas: desde la teoría del conocim iento a la ontología, ontología, de sde la filos filosofí ofíaa de la religión hasta la historia del pensamiento de la Anti güedad y la Edad Media, desde la filosofía judía hasta la fenomenología.
PLATON MIGUEL GARCÍA-BARÓ
LA DEFENSA DE SOCRATES C o m e n t a r io f il o s ó f ic o y t r a d u c c ió n e s p a ñ o l a
DEL TEXTO DE PLATÓN
EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA
HERMENEIA 52 Colección Colección dirigida po por r Miguel García-Baró
Para Merce ercedes des
Cubierta diseñada por C hristian hristian Hugo M artín artín © Ediciones Sígueme S.A.U., 2005 C/ García G arcía Tejado, Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España Tlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563 e-mail:
[email protected] www.sigueme.es ISBN: 84-301-1552-8 Depósito legal: S. 1305-2005 Impreso en E spaña / U nión Europea Imprime: G ráficas Varona Varona S.A. S.A. Polígono El Montalvo, Salamanca 2005
CONTENIDO
L
a
d e f e n s a
d e
Só
c r a t e s
Pr P r e s e n t a c i ó n ..................................................................... .....................................................................
9
1. El discurso inicial de Sócrates, Sócrate s, antes ante s del interro g a tori to rioo d e M e leto le to ....... .......... ...... ....... ....... ...... ....... ........ ........ ....... ...... ....... ........ ........ ........
11
2. E l inte in terro rro g ato at o rio ri o de M e l e t o .... .................. .................. .................. ...... .
56
3. L a segunda pa parte rte del prim er discurso de Sócrates
77
4. El segundo discurso
.................................................
1066 10
5. E l terc te rc e r d isc is c u rso rs o ..... ........ ...... .......... .......... .......... ...... .......... .......... .......... ...... .......... .......
112
E p í l o g o ...............................................................................
119
Text Te xto o griego griego y traducción traducción al espa ño l ....................
125
PRESENTACIÓN
Dejemos que nuestro nuestro primer prime r encuentro con Sócrates Sócrates sea el que nos proporciona la Ap la Apol olog ogía ía,, o sea, la D la Def efen ensa sa escrita por Platón. Platón. No N o perm p ermit itam amos os en princ pri ncip ipio io otras media me diacio cione nes; s; suspen sus pendam damos os otros posi po sibl bles es sabere sab eress an ante terio riore ress sobre sob re Sócrat Só crates. es. Inte In tent ntem emos os reci re cibi birr d i recto y pleno el mensaje complejo de este discurso de defensa que pret pr eten ende de repr re prod oduc ucir ir los pu punt ntos os esen es enci cial ales es del qu quee realm rea lmen ente te p ro ro nunció el filósofo ante sus jueces. Nin N ingú gúnn otro luga lu garr lite l iterar rario io nos ha pres pr eser erva vado do con la misma mis ma in in tensidad la figura de Sócrates en el modo en que ha sido decisiva para pa ra toda to da la hist hi stor oria ia del espírit esp íritu. u. Ú nica ni came ment ntee po pode dem m os po pone nerr j u n to a este texto varios otros de Platón, ninguno de los cuales, sin em bargo, barg o, ofrece ofre ce una u na persp per spec ectiv tivaa de d e co conju njunto nto que sea comparable. compa rable. Me refiero, ante todo, a Critón e Hip H ipia iass m en enor or,, pero también a Eu a Euti ti- fr f r ó n , Lisis Li sis,, Cá Cárm rmide ides, s, Laq L aque ues, s, Protág Pro tágora oras, s, H ipia ip iass ma mayor yor,, Eutid Eu tideemo, República I o I o Trasíma Trasímaco, co, Alcibia Alci biades des I, Ion; e Ion; e incluso a partes esenciales de Gorgias y Gorgias y M Men enón ón (y (y aun soy partidario de la opinión que acepta que hay elementos auténtica, originalmente socráticos, también en cuantos diálogos de Platón introducen a Sócrates como perso pe rsona naje je suyo). suyo). No N o sign si gnif ific icaa esto est o que dé yo la espa es pald ldaa a Jeno Je nofo font nte, e, a Aris Ar istó tóte te les, les, a Aristófanes, a los oradores, a los reflejos innumerables innum erables de Só Só crates en la literatura helenística; y tampoco que proponga pasar po p o r alto alt o la m on onta taña ña de la m od oder erna na erud er udic ició ión. n. M ás bien bi en es lo co conn trario lo que yo mismo hago, y justamente este proceder es el que me ha convencido con mayor eficacia acerca de la necesidad de
¡o
P r e s e n t a c ió n
tica; o sea, si lo que se busca ante todo cuando alguien quiere co nocer quién fue Sócrates, es filosofía. Por otra parte, hasta tal punto determina la A la Apo polo logí gíaa en su lec tor las decisiones filosóficas fundamentales, que no le basta con seguir otra traducción, otra interpretación, que la suya propia".
E l d is c u r s o in ic ia l d e S ó c r a t e s ,
ANTES DEL INTERROGATORIO DE MELETO
Atenienses, yo no sé qué os habrá pasado bajo la in fluencia de mis acusadores. En lo que hace a mí, he esta do a punto, por ellos, ellos, de olvidarme de mí mismo: tan per suasivamente suasivam ente han hablado. hablado . Y, sin emb e mbargo, argo, verdades, verdad es, por decirlo así, no han ha n pronunciado pronunciad o ninguna. ningu na. Pero sobre todo, todo, de las las muchas falsedades que han dicho, una me m e ha asom bra b radd o . M e ref re f i e r o a cu cuaa n d o a f i r m a r o n q u e os es p rec re c iso is o pre p reca cavv ero er o s bie b ienn p ara ar a no n o ser se r en e n g a ñ a d o s po p o r mí, m í, p o rqu rq u e soy temible hablando. Y es que no avergonzarse de ir a selinmediatamente refutados por m í de obra, puesto que de ninguna manera he de mostrarme temible hablando, me pa p a rec re c ió q u e h a sid si d o lo m á s v e rgo rg o n z o so d e cu cuan anto to h a n h e cho. A menos que con eso de ser temible hablando se es tén refiriendo a decir la verdad; porque si es esto lo que quieren decir, yo sí concedería que soy un orador, y de otro estilo que ellos. Ellos, efectivamente, como os digo, apenas han afirmado nada que sea verdad; sin embargo, de mí oiréis toda la verdad. Y, por po r Zeus, atenienses, ateniense s, no es cucharéis discursos adornados como los de ellos, ni cui dadosamente ordenados en expresiones y palabras, sino sino lo que diga al azar, con las palabras que me vengan; y es que confío en que es justo lo que digo. Ninguno de voso tros espere de mí otra cosa. Tampoco estaría bien, ate nienses, que a esta edad os viniera modelando discursos
12
La de defe fenn sa de Só Sócr crat ates es
derme derm e con los m ismos ismo s discursos discursos con los que suelo hablar en el ágora junto a las mesas, donde muchos de vosotros me habéis habé is escuchado, e scuchado, y en otros lugares. lugares. A sí son las las co co sas: hoy subo por primera vez a un tribunal, a mis seten ta años. Es, pues, como si fuera extranjero en lo que se refiere a cómo se habla aquí. Concededme entonces, co mo si en realidad yo fuera un extranjero, que hable en la lengua lengu a y el modo mo do en los que me crié crié.. Esto que os pido me pa p a r e c e q u e es j u s t o : n o p r e s téis té is a ten te n c ión ió n al m o d o co com mo m e expreso, ya sea peor, ya sea mejor, sino fijaos en est esto y parad mientes en ello: en si digo o no lo que es justo. Eso constituye, en efecto, la excelencia del juez; la del orador es decir dec ir la verdad. verdad. Pues bien, antes de nada es justo que me defienda, atenienses, de las primeras acusaciones falsas contra con tra mí y de los primeros acusadores, y luego de las últimas y de los últimos. Y es que contra mí han surgido entre voso tros tros muchos muc hos acusadores de antiguo, antiguo, ya hace muchos mu chos años, años, que no dicen verdad ninguna, y que temo más que a los que vienen con Ánito, aunque también sean éstos temi bles bl es.. P ero er o m á s lo son, so n, a t e n ien ie n s e s, los lo s q u e a m u c h o s de vosotros os educaron desde niños y os convencieron, y eran quienes sobre todo me acusaban, sin verdad alguna, diciendo: «Hay un cierto Sócrates que es un sabio. Pien sa en los fenómenos del cielo e investiga cuanto queda ba b a jo tie ti e rra rr a , y ha h a c e m á s fue fu e rte rt e el d iscu is curs rsoo m á s dé débi bil» l».. E sos so s que divulgan este rumor, atenienses, atenienses, son mis acusadores temibles, porque quienes les escuchan piensan que los que investigan esos asuntos no veneran a los los dioses. A de de más, estos acusadores son muchos y llevan ya mucho tiempo acusándome, y, por si fuera poco, os hablan en la edad en que más m ás confiáis, con fiáis, ya que q ue algunos de vosotros vo sotros los los habéis oído de niños, cuando chiquillos, y era como si
EI disc di scur urso so inic in icia ia!!
gún comediógrafo. Cuantos os han persuadido valiéndo se de la envidia envidia y la la calum calumnia nia -ell -e lloo s m ismos estaban per suadidos y persuadían a otros -, están todos en una posi ción ció n rarísima: rarísima: no es posible hacer hac er subir aquí a ninguno de ellos; no es posible refutar a ninguno; sino que no cabe otro remedio que quien se defiende luche, en cierto modo, con un estafermo estaferm o y se dedique a refutar sin que haya nadie nadie que le responda. Considerad también vosotros que, como digo, tengo dobles acusadores: unos que me acusan ahora, y otros, estos de antiguo que os estoy diciendo; y creed que primero he de defenderme de éstos, porque también vosotros los oísteis oísteis a ellos acusarme acusa rme primero, prim ero, y los habéis habéis escuchado mucho más que a estos recientes. Veamos, entonces. entonces. Tengo Tengo que defenderm defen derme, e, atenienses, y debo, en tan poco tiempo, inten in tentar tar quitar de vosotros vosotros la calumnia esta que tenéis en vosotros desde hace mucho. B ien quisiera conseguirlo, conseguirlo, si así es mejor m ejor para vosotros vosotros y pa p a r a m í, y h a ré c u a n to p u e d a en m i de defe fenn sa. sa . Pero Pe ro pien pi enso so que va a ser difícil, y apenas se m e oculta o culta cómo están las las cosas. Sin embargo, que sea lo que el Dios quiera: tengo que obedecer ob edecer a la ley ley y defenderme. Empecemos señalando cuál es la acusación de la que surgió la calumnia contra mí. Por hacerle caso es por lo que Meleto me ha incoado este proceso. Vamos a ver. ¿Con qué palabras me m e calum niaban mis calumniadores calumniadores?? Hay que leer su acusación jurada, porque realmente se trata de acusadores: «Sócrates delinque y obra mal inves tigando lo que hay bajo la tierra y lo que hay en el cielo y haciendo más fuerte el discurso más débil, y enseñando tales cosas a otros». Así dice. Lo habéis visto vosotros mismos en la comedia de Aristófanes: había allí un Só crates crates que transportaban transpo rtaban de un lado a otro otro y decía que an an daba por los aires y hacía toda clase de necedades res pe p e c to de co cosa sass de las la s q u e n o en enti tiee n d o n i m u ch choo n i po poco co..
La L a d efen ef ensa sa de Só Sócr crat ates es
me procese por ello; sino que a mí no me interesan, ate nienses. De testigos os pongo a muchos de vosotros: in formaos, por po r favor favor,, hablaos unos a otros otros cuantos cuanto s me ha béis bé is oíd oí d o a lgu lg u n a v ez d ialo ia logg a r (mu (m u ch choo s de v o sotr so troo s está es táis is en este caso) y decios si alguno alguna vez me oyó dialo gando siquiera u n mom ento de tales temas. temas. De este este modo sabréis qué pasa con esto y comprenderéis que q ue así es tam bi b i é n c o n cu cuaa n to dice di ce la g en ente te a c e rca rc a de m í. No N o h a y n a d a de eso, es o, y si h a b é is o ído íd o a a lgu lg u ien ie n q u e y o me pongo a educar hombres y gano dinero haciéndolo, tampoco es verdad. Por cierto que también me parece bie b ienn tal ta l acti ac tivi vidd ad ad,, si es qu quee ha hayy q u ien ie n sea se a cap ca p a z d e e d u c a r hombres, como Gorgias de Leontino, Pródico de Ceos e Hipias de Elis. Elis. Cualquiera C ualquiera de ellos, atenienses, atenienses, consigue, yendo de Estado en Estado, convencer a los jóvene jóv enes, s, que pu p u e d e n b i e n fác fá c ilm il m e n te p a s a r su tie ti e m p o e n c o m p a ñ í a de aquellos conciudadanos suyos que prefieran, convencer los, digo, de que abandonen esas compañías, se reúnan con ellos, ellos, les paguen pague n y les les queden qued en agradecidos. H ay aquí, aquí, en efecto, otro hombre, uno de Paros, que es un sabio, del que me he enterado que se ha trasladado a este Estado. Cuando venía, me he encontrado al al hombre que ha gasta do en sofistas m ás dinero que todos los otros: otros: Calías, C alías, hijo hijo de Hipónico; y le he preguntado (porque tiene dos hijos): «Calías, si tus hijos fueran potros o terneros, tendríamos a quién ponerles de supervisor pagándole para que los hi ciera excelentes en la excelencia apropiada, y sería un en tendido en caballos o un ganadero. Como son hombres, ¿a quién piensas tomar por supervisor de ellos? ¿Quién entiende de tal excelencia: la excelencia humana, la del ciudadano? Estoy seguro seguro de que te has preocupad preocu padoo de es te asunto, ya que tienes hijos. hijos. ¿Hay ¿H ay alguien que entienda de esto o no lo hay?» «Sí que lo hay», me contestó. Yo le respondí: «¿Quién es? ¿De dónde procede? ¿Por cuánto
EI E I dis d iscu curs rsoo inic in icia ial l
Eveno, si realmente posee tal ciencia y la enseña por un pre p recc io tan ta n m od odee rad ra d o . Si yo la tuv tu v iera ie ra,, a n d aría ar ía j a c tán tá n d o m e y me m e envanecerí envanecería; a; pero no la tengo, atenienses atenienses.. Posiblemente alguno de vosotros querría intervenir pre p regg u n tán tá n d o m e : «Per «P ero, o, S ó crat cr ates es,, ¿a q ué te d e d ica ic a s? ¿De dónde han surgido estas calumnias contra ti? No habría habido este rumor en tu contra, ni se diría de ti lo que se dice, si no hicieras nada distinto de lo que hace la gente. Dinos de qué se trata, trata, para que no tengamo tenga moss que estar ha ciendo sobre ti cada cual sus propias prop ias conjeturas». conjeturas». M e pa rece que el que hable así dice lo que es justo y, por mi pa p a r te, te , p roc ro c u raré ra ré m o s tra tr a r q ué es lo q ue m e h a p rod ro d u c ido id o este renombre renom bre de sabio, sabio, esta calumnia. calumnia. Escuchadm Escuch adme. e. Qui zá os parezca que bromeo, bromeo , pero sabed que os diré diré toda la la verdad. Y es que yo, atenienses, no n o por otra o tra cosa sino por cierta sabiduría he recibido este título de sabio. ¿Por qué clase de sabiduría? Por la que seguram segu ramente ente es la sabiduría sabiduría pr p r o p i a de dell h omb om b re. re . R e a lm e n te c reo re o q ue d eb eboo de ser se r sabio sab io en ella. ella. Esos hombres hom bres a los que me m e acabo acab o de referir deben deben de ser sabios de un unaa sabiduría sabid uría mayor may or que la que es propia del hombre, o no sé qué se pueda decir, si no, de ellos. Por m i parte, yo no la tengo, tengo , y el que diga dig a lo contrario di ce algo falso y habla dejándose llevar por la calumnia contra mí. No protestéis, atenienses, si en lo que va a se guir os parece que hablo con soberbia. Las palabras que os diré no van a ser palabras mías, sino que las referiré a alguien realmente importante para vosotros. De mi sabi duría, si existe, existe, y de su condición, co ndición, os voy a po poner ner por po r tes tes tigo al Dios de Delfos. Ya sabéis quién era Querefonte. Fue amigo mío desde jo j o v e n y fue fu e a m igo ig o de m u c h o s d e v o s o tro tr o s , y m a rch rc h ó al exilio y regresó de él junto con vosotros. Sabéis bien có mo era Querefonte, el ardor que ponía en todos sus em peñ pe ñ os. os . P u es en c iert ie rtaa o c a s ión ió n q u e fue fu e a De D e lfo lf o s, se atre at revi vióó
15
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
guien m ás sabio que yo. yo. La Pitia le contestó contestó que no había nadie más sabio. Sobre esto, su hermano, que está aquí, testific ará ante vosotros, ya que Querefonte ha ha muerto. muerto. Considerad por qué os refiero esto, ya que voy a ins truiros sobre el origen de la calumnia contra mí. Cuando oí aquello, me m e quedé que dé pensando: pensando: «¿Qué dice el el Dios? ¿Qué enigma me ofrece? Yo tengo plena conciencia de no ser sabio en absoluto. ab soluto. ¿Qué quiere deci decir, r, entonces, entonces, al afirmar afirma r que soy soy el más m ás sabio? N o puede decir algo falso, falso, porque no le es lícito». Permanecí perplejo mucho tiempo sobre lo que quería decir. Luego, a duras penas, me puse a in vestigar su significado de la siguient siguientee manera. M e dirigí dirigí a uno con fama de sabio, como quien entonces mismo iba a refutar el o ráculo y a poder mostrarle que «este «este hombre es m ás sabio que yo, y tú dices que yo soy más sabio que él». él». Al examinarlo exam inarlo (no (no hace ninguna ningun a falta falta decir su nom nom bre: br e: era er a un u n po p o lít lí t ico ic o aq aquu el c o n el qu que, e, al ex exam amin inar arlo lo,, al dia di a logar con él, me sucedió esto que os cuento, atenienses), me pareció que aquel hombre hom bre les parecía que era sabio a m uchos otros y, y, sobre todo, todo, se lo lo parecía a él m ismo, ismo , pe ro que no lo era. Procuré entonces mostrarle mo strarle que pensaba pens aba ser sabio sabio pe pero ro no lo era. era. Él se indignó indignó conmigo, conm igo, y lo mis m is mo muchos de los presentes. Al irme, pensaba para mí: «Yoo soy «Y soy m ás sabio que este hombre. Seguramente, Segu ramente, ningu ning u no de noso tros sabe na nada da que valga la pena, pero él cree cree que sabe, sabe, aunque aun que ignora, y yo, yo, ya que no sé, tampoco tampo co creo que sé. Así que, por este matiz, yo soy más sabio que él: po p o rqu rq u e n o c reo re o sab sa b e r lo q u e no sé». sé ». M e d irig ir igíí e n ton to n c e s a otro de los que tenían fama de saber más que qu e aquel ho hom m bre b re,, y m e pa p a rec re c ió lo m ism is m o , y de n u ev evoo él y m u c h o s otro ot ross se indignaron conmigo. Después de esto, procedí ordenadamente, y me iba dando cuenta, con dolor y temor, de que suscitaba indig nación. Me M e parecía, sin embargo embargo,, que era necesario poner pon er
E l dis d iscu curs rsoo inic in icia ial l
pa p a r e c i e ran ra n saber. sab er. P o r el P erro er ro,, a ten te n ien ie n s e s , y a qu quee es p r e ciso deciros la verdad, lo que me ocurrió fue lo siguiente siguiente:: los que más fam a tenían tenían me parecieron ser prácticamen prácticam en te los que más carecían de saber, al investigarlos según el Dios; mientras que otros, que tenían fama de ser inferio res, me pareció que eran e ran superiores respecto respec to de la sabidu sabidu ría. Es preciso que os muestre el viaje que hice, como quien sufre trabajos con tal de que se le manifestara que el oráculo no quedaba refutado. Después de a los políti cos, me dirigí d irigí a los los poetas: a los trágico trágicos, s, a los ditirámbiditirámbicos y a los los demás, muy mu y seguro de que me m e vería convenci do de ser más ignorante que ellos. Tomando los poemas que me parecían mejor compuestos, les pregunté lo que querían decir, para aprender de ellos. Me da reparo, ate nienses, deciros la verdad, y sin embargo debo hacerlo. Sobre po poco co más m ás o menos, vino a resultar que cualquiera cualqu iera de de los allí presentes hablaba mejor acerca de lo que habían hecho los poetas. Me M e di cuenta cuen ta en seguida, por lo que se se refiere refier e a los poetas, de que no es po porr sabiduría como ha ha cen lo que hacen, sino sino por po r ha haber ber nacido con cierta cierta condi ción y cuando están poseídos pose ídos por po r el Dios, como los adivi nos y los que pronuncian oráculos; pues es verdad que éstos éstos dicen muchas cosas hermosas, pero no saben nada de cuanto dicen; y se me hizo patente que es lo mismo lo que les sucede a los poetas. Comprendí además que, por el hecho de que componen compo nen poemas, creen que también en en todo lo demás son los hombres más sabios, cuando no es así. Me separé de allí pensando entre mí que me había ocurrido lo mismo que con los políticos. Me dirigí, por fin, a los artesanos. Yo tenía ya plena conciencia concien cia de que, por decirlo decirlo así, no sabía nada de nada, nada, mientras que me iba a encontrar que ellos sí sabían mu chas cosas hermosas. No me engañaba en esto, sino que sabían lo que yo ignoraba, y eran, en este sentido, sentido, más m ás sa
17
18
La L a d efen ef ensa sa de Só Sócr crat ates es
el hecho de que ejercían bien su ciencia, pensaban todos ser también perfectamente sabios en las demás cosas su pre p rem m a s , de m o d o qu quee e sta st a falt fa ltaa de m e d i d a les le s v e lab la b a aquella sabiduría. Y así yo me preguntaba a propósito del oráculo si escogería ser como soy, carente de la sabiduría que ellos poseen, pero carente también de la ignorancia que ellos tienen, o si si preferiría tener ambas: la sabiduría y la ignorancia que poseen ello ellos. s. Me respondí a mí mismo, m ismo, y respondí respon dí al oráculo, oráculo, que más me conviene c onviene ser como soy. D ebido a esta invest investigaci igación, ón, surgieron contra mí, ate nienses, muchos muc hos odios, durísimos y gravísimos, gravísimos, tanto más cuanto que dieron lugar a muchas calumnias: se me em pe p e z ó a lla ll a m a r así, as í, se e m p e z ó a d e c ir q ue soy so y sab sa b io. io . P u es siempre los que están presentes presentes piensan que qu e soy sabio sabio en aquellas aqu ellas cosas co sas sobre las que refuto a otro. otro. Lo que debe de ocurrir, atenienses, es que en realidad es sabio el Dios, y con este este oráculo quiere decir que que la sabiduría del hombre hom bre vale va le po poco co o nada. Se ve que lo lo dice a propósito prop ósito de Sócra tes, que utiliza mi nombre haciendo de mí un ejemplo, como com o diciendo: «El más sabio de vosotros, hombres, hom bres, es el el que, como Sócrates, reconoce que, en verdad, por lo que hace ha ce a la la sabiduría, carece de todo todo valor». Y yo sigo toda tod a vía yendo por po r ahí, ahí, a la búsqueda y caza, que me ordenó el Dios, de cualquiera, conciudadano o extranjero, que creo sabio. Y si no me lo parece, para servir al Dios le muestro mues tro que no es sabio sabio.. Por pasar pas ar en esto esto mi m i tiempo tiempo,, no me m e que da para hacer nada digno de mención ni en política ni en la economía de mi casa, sino que me encuentro en la ma yor miseria m iseria po porr rendir culto al Dios. Dios. Por otra otra parte, los jóvenes jóve nes que van van conmigo con migo p or pro pi p i a v o lun lu n tad ta d (qu (q u e son so n los lo s q u e d isp is p o n e n de m ás tie ti e m p o : los hijos de los más ricos) disfrutan oyendo examinar hombres y me suelen imitar poniéndose a examinar a otros. Creo que encuentran abundancia de hombres que saber que sab nada. Y resulta que los
EI disc di scuu rso rs o inic in icia ial l
sigo, y dicen que hay un tal Sócrates que es un tipo exe crable crable que corrompe corrom pe a los los jóvenes. jóven es. Cuando Cua ndo se les pregun pregun ta qué hace y qué les enseña para corromperlos, corrom perlos, no tienen tienen nada que decir, porque lo ignoran; pero para no parecer que están perplejos, afirman afirm an lo que siempre se dice contra contra todos los que aman el saber: que «las cosas del cielo y las que quedan qu edan bajo tierra», y a «no venerar ve nerar a los dioses», y a «hacer más má s fuerte el discurso m ás débil». débil». Creo que es que que no quieren decir la la verdad: verdad: que ha quedado q uedado al descubier to que fingen saber, pero no saben nada. Creo que aman su reputación, y son poderosos y muchos, m uchos, y se esfuerzan esfuerzan en hablar de mí persuasivamente, y os tienen llenos los los oí dos y me calumnian desde hace mucho cuanto pueden. Basándose en ello elloss es como Meleto M eleto me persigue judicial judic ial mente, y Ánito y Licón. Meleto M eleto está enemistado conmigo en representación de los poetas; Ánito, Á nito, en la de de los artesa nos y los políticos; Licón, Licón , en e n la de los oradores. Así, como os dije al empezar, me extrañaría ser capaz, en tan poco tiempo, de quitar de vosotros semejante calumnia, que tanto ha crecido. Atenienses, ésta es la verdad. Os estoy hablando sin ocultaros ni disimularos nada. Sé, sin em bar b argg o , qu quee os va vais is ind in d ign ig n a n d o c o n tra tr a m í, lo qu quee es pru pr u e b a de que digo la verdad y que tal es la calumnia sobre mí y éstas sus causas. Si investigáis investig áis todo esto o ahora o en otra otra ocasión, así encontraréis que es. En lo que respecta a las acusaciones que dirigieron contra m í mis primeros acusadores, acusadores, sea sea suficiente con es es ta defensa ante vosotros. Paso a procurar defenderme de Meleto, este hombre bueno y amante del Estado, según dice, y de mis últimos acusadores. Otra vez, ya que se tra ta de unos acusadores diferentes, tomemos los cargos contra mí que han jurado. Son los siguientes: «Sócrates delinque corrompiendo corromp iendo a los jóven jóv enes es y no venerando ven erando a los los dioses que venera vene ra el Estado, Estado , sino a otros otros seres demónicos
C o m e n t a r io
1. En las las primeras prime ras líneas líneas de la defensa o Apol Ap olog ogía ía de Sócrate Sóc rates, s, h haa llamos a un hombre de setenta años que empieza a pronunciar ante un tribunal tribu nal popular popul ar de Atenas el discurso discurso con el que, de acuerdo a la ley vigente, debe defenderse de la acusación que han lanzado con tra él tres conciudadanos. Corren los primeros meses de 399 a.C. No N o tenem ten emos os no notic ticia, ia, p o r el mom m omen ento to,, del co cont nten enid idoo de esa acu ac u sación. Quienes la han presentado ante las autoridades de Atenas acaban de hablar para fundarla. fundarla. Sócrates comienza su discurso con una sumaria referencia a lo que los jueces y la muchedumbre han oído en los minutos inme diatamente anteriores. anteriores. Los sostenedores sostenedores de la acusación han habla do tan persuasivamente que casi casi han hecho olvidarse a Sócrates de quién quié n es él mismo; mismo ; o sea, sea, casi han convencido convencido a Sócrates de que la pe p e rso rs o n a a la qu quee se esta es taba bann refir ref irie iend ndoo era culpable culp able.. Pero Pe ro b asta as ta co conn reponerse del efecto poderoso de la persuasión y con recordar que el hombre hom bre acusado es precisamente precisamente Sócrates Sócrates,, para p ara descubrir que no ha habido nada n ada de verdad verd ad en cuanto se ha dicho. Lo falso, ya se ve, pued pu edee ap apar arec ecer er persuasivo. persua sivo. Hay, pues, que refutar el contenido del discurso de los acusado res, teniendo en cuenta lo que la ley exige exige para una un a situación situaci ón como la presente: los oradores deben d eben declarar la verdad verdad,, ya sea persuasi pers uasi va o no persuasivamente; los jueces juec es deben considerar consid erar si esa verdad es o no conforme a la ley, a saber, si es o no justa. Estas definicio nes del buen orador y del buen juez ju ez tienen que recordarse aqu aquíí des d es de el principio. Como por el momento sólo se ha oído falsedad, el trabajo del anciano acusado tiene que ser doble: debe, desde luego, declarar toda la verdad que concierne al problema que se juzga; pe ro no puede desatender la refuta refutación, ción, seguramente seguramente punto por pun pun to, de las falsedades que han sostenido los acusadores. Por cierto que la comprobación de la verdad o la falsedad de un discurso no tiene siempre que valerse de otro discurso. Cabe tam bién bi én que un unaa ob obra ra refut ref utee o corro co rrobo bore re lo que q ue se dice. dic e. Por ejem e jemplo plo,, si los acusadores han ha n puesto en guardia al tribunal tribunal para que no se de je j e co conv nven ence cerr po p o r la h ab abil ilid idad ad co conn la qu quee Sócr Só crat ates es sabe pe persu rsuad adir, ir,
Comentario Comentario filosó fico
21
no conseguir convencer a la mayoría de que, en efecto, es verdad lo no conseguir que él dice, y no lo que los demás han dicho sobre él. 2 Ciertamente que Sócrates ha hablado mucho a lo largo de su vida. Nunca, sin embargo, lo ha hecho como en las presentes cir cunstancias. En setenta años, no ha pleiteado contra nadie ni le ha sido puesto a él pleito alguno. alguno. Por consiguiente, Sócrates se ha de perm pe rmit itir ir no sólo de deci cirr la ve verda rdadd ab abso solu luta tame ment ntee (así es obli o bligado gado h a cerlo siempre que se habla), sino decirla a su modo. Quizá este m o do particular suyo consista en despreocuparse de las mañas de la pers pe rsua uasi sióó n, po porqu rque, e, si él pu pued edee juz ju z g a r de có cóm m o se suele sue le hab hablar lar en los tribunales por cómo se han comportado sus acusadores, ha de sacar la conclusión de que la manera forense de hablar tiene mucho que ver con preocuparse por persuadir persua dir y valerse de las las artes co conn las que se obtiene este fin. Por otra parte, Sócrates ha hablado muchas m uchas veces en los lugares más públicos y frecuentados frecuentados de toda Atenas. Lo L o que él dice y cómo lo dice son ya elementos de la vida cotidiana de muchos conciuda danos. dan os. El cambio de las circunstancias no tiene por po r qué comportar ningún cambio en el discurso de Sócrates. Mejor dicho: sólo es pre ciso que suponga una variación quizá minimizable. Y es es que (ade lantémonos lantém onos ahora a los acontecimientos), acontecimiento s), como se verá, verá, Sócrates Sócrates h a bla preferen pre ferentem tement entee dialogand dial ogando, o, es decir, interca int ercambi mbiand andoo pregunt preg untas as precis pre cisas as y respuesta respu estass precisas. precisa s. Y lo hace ha ce con un solo interlocut inte rlocutor or ca ca si siempre, aunque los dos dialogantes estén posiblemente rodeados de muchos que les atienden. Además, el diálogo que practica a dia rio Sócrates, y tantas veces en mitad de la vida pública del Estado, se propone propo ne no terminar sino sino con c on el acuerdo de los dos participantes. Es indiferente el tiempo que haya que emplear. A lo mejor se impo ne seguir la reunión al día siguiente, aunque siempre es preferible no desfallecer desfallec er y buscar busc ar en una sola conversación la conco concordi rdia. a. Es evidente que dos de estas condiciones, al menos, del diálogo que bien podemos llamar socrático socrático están irremediablement irremediablementee com com prome pro metid tidas as cuando cua ndo Sócrates, Sócrat es, par p araa obed ob edec ecer er la ley, debe dirigirse dirig irse si si multáneamente multánea mente no a uno sino a quinientos, y ha de hacerlo sin u ti ti lizar la forma form a de la pregunta precisa y la respuesta breve y precisa. precisa. .
22
La de defe fens nsuu de Só Sócr crat ates es
sostenido con un discurso su culpabil culpabilidad. idad. Habrá un instante de diá logo, en el sentido corriente del término; aunque tampoco entonces hay garantía de que se cumplirá aquella condición del verdadero diálogo socrático que es finalizar sólo coir el acuerdo. Sea como quiera, al menos lo más esencial está asegurado: de cir puramente la verdad. Además, va a ser declarada de forma ro tundamente pública, como conviene al que habla según las reglas de Sócrates. Y quizá haya algún medio por el que el acusado pueda trabar algo semejante a un auténtico diálogo con cada uno de sus relativamente silenciosos oyentes (que pueden reaccionar con una amplia amp lia gama de gestos y ruidos). ruidos). No es un disparate completo, comp leto, sino algo que parece exigir la ley, empezar a hablar ante el tribunal con la meta de concordar uno a uno, uno a quinientos (pero a quinien tos individuos dialogantes), sobre sobre ta base de la verdad verda d y la justicia, aun cuando Sócrates no pueda llenar de preguntas su discurso. 3. Existe, además, para el el diálogo socrático, otra condición condi ción que le es tan esencial como la misma verdad; verdad; y también este este ingrediente, que aún no había mencionado, se da en la situación presente. Un diálogo socrático tiene que tener como tema el bien del hombre, uno de cuyos nombres es lo justo. justo . ¿De qué se va a hablar en este tri buna bu nall de la H elie el ieaa sino de lo l o just ju sto? o? Es interesante, sin sin embargo, que Sócrates haya comprobado de obra, obra, ya tantos tan tos años, que de la justicia justic ia no se trata del mejor mejo r modo posib po sible le en los tribun trib unale ales, s, a pesa pe sarr de que pa pare rece cenn espe es peci cial aliz izad ados os en ella; ni siquiera en las asambleas legislativas ni en las que ejercen misiones de gobierno (séanos (séanos permitido transferir po porr un momen mom en to a la constitución de Atenas el factor, ajeno en realidad a ella, de la triple división de los poderes del Estado). Con la obra, con los hechos, con la vida, ha comprobado Sócrates por mucho tiempo que del bien del hombre sólo se trata trata con plenitud pleni tud de sentido cuan cu an do se dialoga dentro del marco de condiciones para el diálogo au téntico que he descrito, y asimismo en la acción, sobre todo en la que se realiza ante el extremo extremo peligro. Como Com o si del bien no fuera lo m ejor hablar en un discurso discurso continuo, ni tamp tampoco oco escribir texto texto al guno, sino sólo buscar el acuerdo entre dos hombres que precisan
C o m e n la r i o f i l o s ó f i c o
23
Es inevitable que deduzcamos que este acuerdo dialógico, dialógico, único método adecuado adecuado para hablar acerca acerca del bien de los hombres, no no só só lo no tiene tiene nada nad a que ver con la persuasión persu asión y sus artes, artes, sino que que más bie b ienn es enem e nemigo igo de éstas. és tas. Si el acue a cuerdo rdo dialó di alógic gicoo se consigu consi guiera iera so so bre br e un u n fun f undam damen ento to que no sea la verdad, o siqui si quiera era la preten pre tensió siónn de verdad, sino más bien las mañas de la persuasión, entonces no val dría nada. nada. Cuanto Cu anto menos adornada se pregunte y se responda la ve ver r dad, tanto mejor para el logro del acuerdo en el diálogo. Es imposible im posible no ver que los recursos de la persuasión persu asión tienden a que lo que no es parezca ya ser. Justamente de lo que hay que huir con radical energía es de complementar complem entar el ser con alguna algun a dosis dosis de parec par ecer. er. N o impo im porta rta na nada da qu quee el b ien ie n lo pa pare rezc zcaa o no lo pa parez rezca; ca; nada na da más importa im porta que lo sea. sea. ¿O es que el bien bie n aparente va a rendir rend ir los mismos frutos buenos que el bien real? U n hombre convencido de que sólo el bien realmente tal puede ayudarlo y ha de convenirle, pero no el bien aparente, es el que pued pu edee con plen pl enit itud ud pa part rtic icip ipar ar en un u n diálo di álogo go socráti soc rático. co. Un ho homb mbre re así tendrá al bien aparente por un auténtico mal, e incluso por un mal en su más peligrosa forma: aquella en la que, disfrazado disfrazado de su contrario, deja de ser considerado un riesgo que evitar. Gracias a Dios que la verdad también persuade. Su condición, ciertamente, ciertamente, es la vulnerabilidad de de poder pod er ser confundida, confundida, en mu mu chas circunstancias, con la falsedad adornada con artes persuasi vas. va s. Si se se reduce reduce en e n absoluto lo artificial artif icial de estos recursos, se co con n seguirá dar paso a la pura fuerza que la verdad y la realidad tienen, también tamb ién ellas, ellas, para convencer a cualquier cua lquier hombre. hombre. 4
El misterio acerca de cuál haya sido la acusación formulada contra Sócrates Sócrates se va a seguir seguir manteniendo por p or un rato, ya que que Só S ó crates está seguro de que la calumnia importante no es ahora cuan do se ha propalado, ni son únicamente tres ciudadanos quienes la respaldan. Muy lejos de ello, resulta que este episodio de hoy sólo es la consecuencia que se sigue, en buena lógica, de una antigua acusa ción que no fue llevada nunca a los despachos de la administración de justicia, justi cia, pero que era creída y difundida por p or una gran cantidad de .
24
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
tes como la mayoría de los jueces y del pueblo. Al menos por dos generaciones, la voz de la gente tiene conceptuado conceptuad o a Sócrates Sócra tes de tal forma que de ahí se sigue el juici ju icioo actual actual.. Tan enteramente enteramen te falsa, falsa, sin embargo, es la primera acusación no legal como la segunda, la le gal. gal. Y puesto que esta segunda está implicada en aquélla, y como la antigua calumnia es multitudinaria, mientras que la última sólo consta que la crean tres personas, a Sócrates le parece indudable que la estrategia adecuada de su defensa tiene que centrarse en refutar los antiguos cargos que le hacía anónimamente la gente. De hecho, además, sólo si sigue este procedimiento puede tener verdadera oportunidad de entrar en diálogo o casi en diálogo con los quinien tos miembros del tribunal (aparte de con sus propios acusadores formales, cuya conciencia se ha formado contando co ntando ya desde el prin prin cipio con la imagen im agen de Sócrates que es famosa en Atenas). Unaa consecuencia Un co nsecuencia de esta estrategia en la defensa es que la fal sedad que en el día de este juicio aceptan al menos los tres acusa dores (y probablemente muchos de los presentes) no se achaca así a tergiversación deliberada y perversa. No podemos decir que esta falsedad sea una mentira en quienes la apoyan: una interpretación conscientemente retorcida, a mala fe, de cierta verdad que ellos co nocen noce n muy mu y bien y desean ocultar al al tribunal y al público ignorante. ignorante. Desde luego, creer lo lo que es falso falso porque así lo transmite la au toridad de la generación anterior y porque algo en las apariencias que se tienen delante se diría que lo corrobora, es una acción in ju j u s t a y cu culpa lpable ble.. Pero Pe ro su nú núcl cleo eo deb debee ser se r de desc scrit ritoo como com o u na igno ig no rancia reprochable, y no como el encubrimiento perverso de una verdad que se reconoce y se aborrece (quizá porque no le conven ga al que reacciona así que esta verdad sea verdadera y sea, ade más, pública). La segunda generación de los acusadores de Sócrates, de entre la que han salido estos tres: Ánito, Meleto y Licón, es reprochable porq po rque ue igno ig nora ra un unaa ve verd rdad ad que p od odrí ríaa y de debe berí ríaa saber. Sobre Sob re esta est a culpable ignorancia, se basa luego, muy coherentemente, determi nada conducta respecto de Sócrates, y en esto segundo no cabe re proc pr oche he;; y ello ell o a p e sar sa r de que este co com m po port rtam amie ient ntoo co cons nsis iste te na nada da menos que en exigir (ha llegado el momento oportuno para revelar
C o m e n ta rlo f i l o s ó f i c o
25
está apoyada como en su premisa, porque es una ignorancia que p o dría y debería haber sido eliminada. ¿Qué hay que que decir, decir, po porr otra parte, de los los primeros calumniado calum niado res de Sócrates? ¿Hasta qué punto, incluso antes a ntes de examinar en en qué lo calumniaron, podemos juzgarlos perversos o sospechar, en cam bio, bio , que tam ta m bién bi én en ellos lo reproc rep rocha habl blee fue ún únic icam amen ente te una ign ig n o rancia que no debió existir? A lo mejor alguna apariencia dio pie a que interpretaran torci damente la personalidad de Sócrates; pero, sin duda, es más difícil aceptar que tampoco en aquel caso existió algo que no fuera mera ignorancia reprochable. reprochable. Es más verosím ve rosímil il pensar pensa r que entre entre los pri pri meros calumniadores se encontraran al menos algunos realmente interesados en no detenerse a considerar consid erar quién y qu quéé era Sócrat Sócrates, es, porq po rque ue lo que les impo im port rtab abaa era ter t erm m inar in ar co conn su actividad. activi dad. Esta Es ta h i póte pó tesi sis, s, sin embar em bargo go,, n eces ec esit itar aráá más m ás an análi álisis sis,, y a que, como com o se ve, no es obligado asumirla. Quizá no haya otra forma de malqueren cia que la ignorancia reprensible, aunque nos cueste, por el mo mento, creerlo. 5
Tuvo Tuvo que hacer un efecto grande entre los oyentes oyentes la descripción po p o r Sócrate Sóc ratess de lo que de decí cíaa la pel p elig igro rosa sa calu ca lumn mnia ia inveterada. ¡Es asombroso que alguien pretenda, delante de u n tribunal, que toda la causa criminal que allí allí se está viendo procede de que a un hombre homb re le han levantado otros la acusación de ser un sabio! Es inevitable acordarse de cómo se indignaba Unamuno, en memoria de Sócra tes, cuando veía que sus detractores empleaba empl eabann contra él «el «el motajo de sabio»; pero es que los muchos siglos transcurridos habían ya ido formando form ando una imagen ridicula, de la que sólo afloraban algunos indicios interesantes en la época époc a del juici ju icioo de Sócrates Sócrates:: un sabi sabioo in i n terviene siempre torpemente en los asuntos de la vida cotidiana, de la vida real; un sabio sólo afirma paradojas y se dedica a jugar con las palabras, palabras, de modo que su oyente oyente termina por p or creerle creerle que no hay diferencia diferencia entre entre las las cosas más claras claras del mu m u n do do...... Sócrates provoca al diálogo silencioso a sus jueces sosteniendo que, en caso de que termine el Estado condenándolo a muerte por intermedio interm edio de sus sus votos, votos, él morirá por po r el malentend mal entendido ido de que se se le haya tomado por lo que no era; era; pero no precisamente precisam ente porque se ha .
2 6
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
todo el mundo, desde hace un par de generaciones, está convenci do de que Sócrates es un sabio, cuando no lo es en absoluto. El asombro, quizá incluso filosófico, que consigue despertar la declaración de Sócrates (¿cuándo (¿cuándo un Estado libre y democrático ha matado en justicia a un anciano simplemente porque era sabio?) pasa pa sa inm in m ed edia iata tam m en ente te a con conve verti rtirse rse en bú búsq sque ueda da de argu ar gume ment ntos os,, o sea, en pensamiento. Un sabio, en el sentido que Sócrates llama calumnioso respecto de sí mismo, es, en efecto, para empezar, un hombre que se preocu pa p a de cua c ualqu lquier ier cosa meno m enoss de las de la vida vid a cotid co tidian ianaa y que además construye peligrosos castillos de palabras. Es alguien que investiga los fenómenos fenóm enos del cielo y los arcanos a rcanos de bajo tierra y, y, sin que se vea de momento qué relación guardan esas curiosidades con este otro punto, pun to, tambi tam bién én se dedic de dicaa a vigo v igoriza rizarr los discu d iscursos rsos faltos de fuerza. Esta última cuestión toca, evidentemente, un punto que ya nos es conocido. Otra vez aparece el problema de la persuasión prefe rida a la sencilla verdad. verdad. Vigorizar un discurso falto de fuerzas po po dría ser insuflarle la verdad que le falta; pero realmente significa convertir en persuasivo lo que antes no lo era, con indiferencia de cómo se hallara respecto de la verdad. El sabio que Sócrates rechaza absolutamente haber sido alguna vez es el que jueg ju egaa y enreda con las palabras hasta h asta lograr que lo no no convincente aparezca convincente, hecha abstracción de su verdad. Es, pues, un especialista en palabras y, y, por ello ello mismo, un especia lista en poder, cuando éste se obtiene logrando en favor propio los votos de los oyentes. Sócrates vincula, aunque en nombre de una idea que corría por Atenas al menos hacía muchos año años, s, esta pericia en palabras y poder con la dedicación a registrar lo que queda demasiado por encima y demasiado dema siado por p or debajo del nivel nivel en el el que habita el hombre. El sabio, sabio, al parecer, consigue esos efectos tremendos sobre sus oyentes en al guna medida gracias a los resultados de sus investigaciones, proba blement blem entee indiscretas, indisc retas, acerca de lo que todo tod o el mund mu ndoo ignora. El que trae noticias de lo desconocido ejerce un efecto efecto de poderosa persua persua sión sobre los hombres corrientes: corrientes: un efecto que impregna cuanto di ce, aunque ya no se refiera a los secretos de la tierra y el cielo. Un
C o m en ta rio f i l o s ó f i c o
27
Por otra parte, el que se dedica a rebuscar en lo incógnito, ¿no lo hace precisamente precisamente porque está está insatisfecho in satisfecho con co n el saber cotidia no, con la sabiduría de acuerdo con la cual vivimos todos la vida diaria? Ése busca explicaciones allí allí donde nosotros no sotros creemos tener las; ése, por tanto, no acepta, de entrada, nuestra religión, nuestros Dioses, nuestras justificac justif icacion iones es últimas, sea sea lo que sea lo lo que de des s pués pu és él encuen enc uentre tre pa para ra reemp ree mplaz lazarla arlas. s. El que no se conforma con lo que todos nos conformamos, en este sentido, no es únicamente únicam ente un u n aventurero indiscreto, sino, si va va mos a ver, un ateo. Lo cual aún explica mejor por qué es capaz de aquellos peligrosos juegos jueg os con las palabras palab ras y con los sentimientos de los votantes. El ateo respecto de nuestros Dioses desprecia las bar b arre rera rass qu quee todo to doss recon rec onoc ocem emos os cu cuan ando do co com m ba bati timo moss p o r el pod p oder er democrático. Y si tiene tiene algún Dios que desconozcamos los demás, demás, también entonces estará interesado interesado en pasar pa sar po porr alto alto las prescrip ciones de nuestros Dioses. Ocurre además con gran frecuencia que un sabio sabio no se reprime reprime de transmitir transm itir a otros otros su saber saber.. El E l sabio ateo o revolucionario en m a teria de religión se parece en esto a los sabios tradicionales. No so so lamente ejerce su influencia, por ejemplo, cobrando buenas canti dades de dinero por sus hazañas retóricas, sino por traspasar sus conocimientos a los que lo deseen. Es, en definitiva, mucho más útil adquirir el saber del sabio de una vez, que no tener que ir a lla marlo en cada nueva ocasión para la que se necesiten sus arte artes. s. El sabio tradicional, como desempeña una función vital y reli giosa de la máxima importancia para toda tod a la sociedad, sociedad, se contenta con el honor de sus atribuciones y con el hecho de estar situado situado pe pe rennemente en el centro mismo del Estado. El sabio de nueva plan ta es por necesidad un contrincante de este otro tipo más antiguo de sabio. El sabio nuevo es incompatible con el ejercicio de ninguna ma gistratura religiosa tradicional en algún Estado. Su posición es obligadamente marginal, e incluso desde el pun punto to de vista del sos so s tén de la vida diaria, depende del buen éxito en la venta de sus sa bere be ress y pod p oderes eres.. Lo natur nat ural al será, p o r tan t anto, to, que el sabio nuevo lle ll e ve una existencia viajera. La mercancía con la que comercia no perte pe rtene nece ce a ningun ning unaa soc s ocied iedad ad trad tr adici icion onal, al, pero intere int eresa sa mucho mu cho a un
28
La L a d efen ef ensa sa d e Sóc S ócra rate tess
pues pu esto to que el ejerc e jercici icioo de ésta apenas apen as result r esultaa posib po sible le sin las la s artes a rtes de la persuasión. Cabe, desde luego, que un sabio de este estilo nuevo se instale dentro de los márgenes márgen es de un Estado y no se mueva de su territorio; pero pe ro será m ás frecu fre cuen ente te en enco cont ntrar rarlo lo en co cont ntin inua ua bú búsq sque ueda da de nu n ue vos clientes entre los hijos de los ricos ambiciosos de las ciudades democráticas. El sabio antiguo, el sabio por el que pasa la tradición, no puede dedicar ninguna parte de su tiempo a reforzar los argumentos débi les de sus conciudadanos cuando litigan en las asambleas del pueblo soberano. La fuerza y la debilidad de los argumentos se miden en estas reuniones según los criterios tradicionales, que justamente co nocen no cen todos y todos todo s respetan. No hay nada que innovar en ellos. ellos. Lo único imprescindible es, en todo caso, renovarlos si es que decaen en la conciencia colectiva. Pero es esencialmente imposible que un sabio de la tradición alquile sus servicios a ninguno de los jóvenes con aspiraciones políticas políti cas en el Estado. Estado. La calidad retórica que este sabio confiere confie re a los discursos de sus sus conciudadanos conciudadan os es la misma mis ma pa pa ra todos, está a la vista de todos y ha sido en realidad asumida por cuantos participan en el combate de los discursos. Lo único que aquí es nuevo es la forma democrática de mocrática del acceso al poder poder.. Por consiguiente, Sócrates no declara solamente que se le ha to mado equivocada o perversamente por sabio, sino que se le ha ca lumniado identificándolo con un sabio de los de nueva planta, esencialmente revolucionario en materia de religión, esencialmen te marginal al Estado y, y, en la medida medida misma en que desarrolla su ac tividad coherentemente, coherentemente, corruptor de la juventu juv entudd emprendedora em prendedora de la ciudad. El sabio nuevo es impío y desarrolla una influencia peli grosa sobre sus alumnos jóvenes. Y éstas son exactamente las dos líneas de la acusación de Meleto, Anito y Licón. Sólo que los acu sadores de ahora se limitan a la mención de estas dos infracciones gravísimas de la ley de Atenas, de tan interiorizada como tienen ellos y todos la causa de la que que dependen depe nden (y que era el contenido de la acusación antigua): que Sócrates es un sabio del nuevo estilo. 6. La defensa que Sócrates Sócrates hizo de sí mismo ante el el tribunal está
C o m e n ta rio f i l o s ó f i c o
29
misma en un diálogo sincero) que él sea uno más entre los sabios nuevos. Esta negación no implica, sin embargo, identificarse con los sa bio bi o s tradi tra dici cion onal ales es,, ni au aunn en el caso de que Sócra Só crate tes, s, como com o v ere er e mos que tiene que pasar, pasar, admita ad mita tener alguna relación relació n profunda con la sabiduría. Quedan abiertas dos posibilidades, evidentemente, si Sócrates no puede identificarse con los sabios tradicionales ni ni con los nuevos: o bien él representa un tercer tipo, aún más nuevo, de sabiduría, o bien representa el más viejo de todos los tipos tipos:: uno que haya podido ser olvidado incluso po porr la tradición de Atenas y des de el cual se tenga una necesaria perspectiva crítica sobre todas las restantes (y aparentes) formas de declararse sabio. Cualquiera de estas dos posibilidades se adapta bien al hecho de que Sócrates haya estado, según nos dice, tan solo en su propia defensa desde el primer momento como lo sigue estando el día de su juicio. No ha tenido de su parte a los sabios tradicionales que hubiera hubie ra en Atenas. Atenas. ¿Es que no quedaba ninguno? Y por otro lado, lado, no hay necesariamente neces ariamente diferencia entre ser u sabio del más antiguo estilo y serlo del tercero y más novedoso. Es posib po sible le que la sabidu sab iduría ría realm rea lmen ente te h uman um anaa sólo sól o se pue p ueda da po posee seerr y desempeñar de una manera, más que antigua, intemporal o eterna. Dependerá de los tiempos que el sabio a escala realmente humana aparezca como un innovador o un conservador. Las circunstancias raramente o nunca permiten perm iten que la sabiduría sea popu popular lar.. La suelen forzar a portarse como la voz crítica frente a la estupidez reinante. reinante. La crítica que habla desde la sabiduría es siempre una llamada nue va y de futuro futuro y una reprensión dirigida a toda tod a otra presunta presunta sabi sa bi duría, de nuevo o viejo cuño. Lo eterno es al mismo tiempo lo más antiguo y lo más nuevo: nuevo: lo que no envejece porque porq ue no ha h a nacido. nacido. 7. Pues bien, en en la generación generac ión actual no hay hay nadie que hay hayaa escu escu chado un solo diálogo de Sócrates que trate sobre lo que está oculto bajo baj o la tierra tie rra y en el cielo. Y es así porque porqu e a Sócrate S ócratess no le interes in teresan an esos temas ni posee esos saberes. No le interesan intere san desde, al menos, menos, la fecha a la que alcanza la memoria de los presentes; y no ha poseído ni ahora ni nunca la ciencia de lo celeste y lo subterráneo (si la hu
30
La L a de defe fens nsaa de Só Sócr crat ates es
En cuanto a enseñar (no sabemos qué), Sócrates es igual de ta jant ja nte: e: su cometi com etido do no es ése. Qu Quiere iere de decir cirse se qu quee él no ha hace ce pro pr o fe fe sión de enseñante, a diferencia de lo que está ocurriendo en otros casos conocidísim co nocidísimos os en Atenas, como son los de Gorgias, Pródico e Hipias, por no hablar del del ya muerto Protágoras, cuya fama fam a superó a la de cualquiera de los demás. demás. Y ha hayy otros ejemplos mucho much o más os curos, como sucede en los días mismos del juicio jui cio con un tal Eveno. Estos cinco personajes son todos extranjeros extranjeros y todos han hecho hech o pro pro fesión de impartir im partir algo análogo a nuestra actual enseñan en señanza za superior, superior, y es de este modo como co mo ganan g anan su vida. vida. Sócrates, Sócrates, por su parte, ni ga ga na dinero dialogando, ni practica el arte de la enseñanza superior. Cuáles sean s ean los contenidos de ésta en el el estilo de los extranjeros citados, es cosa que no se dice de forma explícita por el momento; momen to; pero pe ro como com o ya y a se ha habla ha blado do de lo celes ce leste te y lo sub s ubter terrán ráneo eo y se lo ha descartado, parece que debe concluirse que la enseñanza profesio nal de tales hombres homb res se centra sobre todo todo en lograr log rar reforzar reforz ar discur sos vacilantes. El tema de estos profesores no es el cielo sino los discursos; así que Sócrates, que se dedica al diálogo, parece em plea pl ears rsee en lo mis m ism m o que ellos. En efecto, confrontar discursos, como se hace en el diálogo so crático a fin de cuentas, y también, desde luego, en la enseñanza profes pro fesio iona nal,l, sirve sirv e sobre sob re todo t odo ppar araa sope s opesar sar estos discu di scurso rsoss co comp mpara ara tivamente. tivamente. En el diálogo socrático sólo se trata de evaluar con ecua ecua nimidad y precisión la fuerza que en ellos mismos poseen ciertos discursos; mientras que en el diálogo de los profesionales de la en señanza no se presta tanta atención a esta tarea, sino que el maes tro se vuelca, apenas ha reconocido la debilidad de un discurso, en verter sobre él el ornamento que lo vuelva fuerte, en el sentido de persuas pers uasivo ivo.. Hay que reconocer a estos profesores alguna relación, por tan to, con el mismo asunto que es el de Sócrates: la evaluación de los discursos. Pero en seguida ellos, a diferencia de Sócrates, hacen de su peculiar competencia de discursos (literalmente es lo que quie re decir «diálogo»: entrecruzamiento de discursos) el instrumento para pa ra su cara c aracte cterís rístic ticaa quím q uímica ica de palabra pal abras, s, hom h ombre bress y persu pe rsuasio asiones nes.. El que se limita a descubrir la fuerza real de un discurso, no pue de pretender conocer nada afín a esa química. Él sólo ayuda a la
C o m e n ta r i o f i l o s ó f i c o
31
No N o apo aporta rta na nada da de su prop p ropia ia cosech cos echaa a lo que ya ha hay, y, porque porq ue su la la bor es la del que solamen sol amente te desb d esbroza roza,, desnu des nuda, da, revela. N o sería j u s to que se ufanara de este su limitarse a no dejar que las apariencias le engañen, como hacen con los estúpidos y los desatentos. Por un trabajo de esta esta modesta índole no se debe ganar dinero, ya que aquí no hay nada de producción prod ucción o creatividad creatividad.. Sólo Sólo hay crítica, crítica, discerni disce rni miento. Sería absurdo que a quien emplea su tiempo en esta faena se le considerara por ella un profesor, profesor, un formado form adorr de hombres. hombres. Otra cosa sucede con el que, en vez de desnudar discursos o de aligerarlos del adorno persuasivo que soportan, sabe la maña de volcar más ropajes y ornamentos sobre cualquier discurso que le prese pr esente nten. n. Estos Est os suplem sup lement entos os sí son pu pura ra ob obra ra de dell hom h ombre bre,, porqu por quee la realidad real idad no crece en este caso, y sólo se deja hacer. hacer. U n cliente le pre p rese sent ntaa al prof pr ofes esor or un discur dis curso so y éste, en cuant cua ntoo aprec apr ecia ia su fuerza, se dedica dedi ca a revestirlo revestirlo de persuasió persu asiónn antes de devolverlo a su dueño. dueño. Aquí hay un producto que vale vale un precio: precio: ha habido un trabajo trabajo que complementa la realidad con una sorprendente sorprendente irrealidad de mano humana, de la cual no era capaz en absoluto el cliente de este artis ta. Hay que pagar por esta magia que transforma la apariencia del discurso, ya que uno mismo no la posee, pero sí está grandemente grandemente interesado en sus resultados. Lo que ya no resulta claro es cómo y por qué esta ciencia tan curiosa puede ser entendida como la culminación de la formación de un hombre (ya que corona los logros de otros profesores qu quee an an tes han trabajado en el alumno enseñándole los ejercicios elemen tales del cuerpo cu erpo y de la mente). mente). Pues bien, justame justa mente nte el siguiente siguiente paso pa so de la de defen fensa sa de Sócrate Sóc ratess con consis siste te en vin v incu cula larr deci d ecidid didam amen ente te a los profesores de fuerza retórica con la perfección de la forma ción de un hombre, y no por algún artificio artific io de discuti discutidor dor.. Sócrates, empezamos empez amos a verlo, es el hombre que no inventa inventa nada sino que más bien desinventa. 8. Así, pues, son los mismos mism os profesores, profe sores, y aún más sus clientes, quienes relacionan plenamente las actividades dialógicas de Hi pias pi as,, Prot Pr otág ágor oras as o Eveno Ev eno co conn el fin fi n m ás alto de la humani hum anidad dad:: la excelencia, la perfecta realización de aquello a lo que debe aspirar un hombre (un varón, para ser precisos) en tanto que ciudadano, o
32
L a d e f e n s a d e S ó c r a te s
Cuando se trata de la perfección perfe cción de los caballos y los terneros, se recurre a especialistas que la consiguen y así ganan su vida. Cuando al dueño de esos animales se le plantea, con la edad juven juv enil il de sus hi hi jos, jo s, la gran gr an cu cuest estió iónn de cómo cóm o hacerl hac erlos os ho homb mbres res pe perfe rfecto ctos, s, después desp ués de haber cuidado en la infancia de sus cuerpos y sus mentes, desde luego que pondrá aún más más empeño y más dinero en resolver su pro pro blem bl emaa y en bus b usca carr a los especialist espec ialistas as corresp cor respond ondien ientes tes (o así se diría que ha de ser). Ningún saber, ningún arte puede importar más que el de la perfección de uno mismo y sus hijos y su familia fa milia y su Estad Estado. o. A nadie se pagará mejor que al que posea este saber. De hecho, un sabedor de este tipo es el único que realmente merecerá el título de sabio por excelencia y en mayúscu mayúscula. la. Comparado con él, el escruta dor de cielos y tierra no es apenas apenas nadie, si no completa sus sus conoci mientos de lo arcano con estos de los que ahora se trata. El hombre homb re común y corriente, todo el el mundo, ¿acaso no enten enten derá que su primera preocupación debe ser la de alcanzar la per fección en cuanto hombre? ¿Y no será será su primer pensamiento pensamie nto el de bus b usca cars rsee m aest ae stro ros, s, au aunq nque ue prev pr evea ea qu quee tend te ndrá rá que inve in verti rtirr en ellos ell os lo mejor de su fortuna, e incluso toda entera si se la exigen? ¿Es que no es más natural desconfiar de las propias tuerzas y de la bue bue na fortuna, y empezar empez ar cuanto cuanto antes a indagar dónde hay profesores de humanidad humanid ad y cuáles cuáles son los mejores? ¿No se entiende, sobre to do, que permaneciendo permanec iendo pasivo, pasivo, esperando a ver cómo viene la vida y qué va sucediendo, no hay apenas apenas esperanzas de alcanzar la cima de la perfección? Se debe pensar más bien b ien que ésta es tan urgente, que ya siempre se está en falta cuando uno empieza su movimien to de activa preocupación por la humanidad plena. Siempre es de masiado tarde. tarde. Sócrates, sin embargo, declara solemnemente que ignora esta sabiduría de la perfección humana. ¿No está entonces confesando o bien una culpa enorme o bien una tara tremenda de su naturale za? ¿No ha descuidado acaso el primer deber del hombre? ¿Es un individuo tan lamentable lam entable que, que, aunque no haya pasado por po r alto alto cul pab p able lem m en ente te su deb deber, er, no h a co cons nseg egui uido do frut fr utoo n ingu in guno no en sete se tent ntaa años de trabajo? ¿Quizá es que ha sido avaro y no ha querido pagar a los profesores extranjeros, extranjeros, cuando siempre hay tantos en Atenas?
C o m e n ta r io f i l o s ó f i c o
33
son unos impostores o unos equivocados? ¿Llega incluso a pensar que no puede haber hab er profesores de tal materia? Si su postura postu ra es real mente ésta, implica que Sócrates considera, por lo menos, que ye rran todos los los que buscan profesores profesores de humanidad humanid ad y cuantos pien san que deberían hacerlo, tanto si los hallan, los escuchan y los paga pa gan, n, como com o si no. Si éste es el caso, entonces es verdad que Sócrates está solo o casi solo en Atenas y aun en el mundo, en su tiempo tiemp o y en todos los tiempos. Sin embargo, embargo, esta soledad que asusta y deja perplejo no parece parece suficiente para dar origen a un unaa calumnia calumn ia que un día se se convierta convierta en acusación formal y lleve, al fin, a que la gran mayoría, enfren tada en su creencia con Sócrates, pase a la acción violenta y haga que esta competición dialógica termine en un asesinato legal. legal. 9
Revisemos a esta altura, antes de seguir adelante, algunas de nuestras conclusiones y suposiciones. suposiciones. Sócrates dialoga casi casi constantemente con stantemente en los lugares más frecuen tados del Estado. Apenas hay un ciudadano que no haya asistido, más o menos activamente, a un diálogo socrático. En estos diálogos no se habla, al menos desde que alcanza la memoria de la presente generación, ni de los misterios del cielo ni de los de bajo tierra, sino más bien bie n de la vida cotidiana, cotidiana, de d e las cosas corrientes corrien tes que a todos, todos, por lo que se ve, atraen e importan. Sócrates no gana gan a nada con su charla charla porq po rque ue así es lo justo jus to:: él no enseñ ens eñaa sino, sino , más bien bi en,, si se permi pe rmite te la palabra pal abra,, desense dese nseña ña o desengaña. desengañ a. Su diálogo diálo go no tiene tie ne otra misión misió n que revelar, revelar, por debajo de la capa más o menos meno s grues g ruesaa de las las apariencias retóricas, qué valen los discursos que hablan de lo que a todos inte resa. Estos discursos valen, por cierto, lo mismo antes y después de atravesar el diálogo. Simplemente, si hay buen éxito, quedan desnu dos y puros. Quitar algo irreal no es produc pro ducir ir ni ni es complemen co mplementar tar en ningún sentido la realid realidad. ad. No hay propiamente propiamente mérito en hacer es to, to, porque porq ue nada de lo que sucede en el diálogo viene vien e de la cosecha cosecha de Sócrates. Sócrates. Tami Tamizar zar no es mejo m ejorar rar sino tan sólo separar separar.. Lo que sucede es que el puro valor de los discursos, si tratan tratan és tos de la perfección perfec ción humana, o es el supremo valor v alor o, po porr lo menos, menos, .
34
La de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
Pero todos o casi todos los hombres empiezan por considerar que la perfección necesita de maestros que realmente la enseñen. No N o co conf nfían ían ni en sus prop pr opia iass fuerzas fuerz as ni en la mar m arch chaa de la vida; vid a; no confían en la fortuna, en los Dioses, en los los amigos y los conciuda danos. danos. Buscan B uscan especialistas y sabios sabios (Sabios, con mayúscula) y es tán dispuestos a pa pagar gar lo que haga haga falta falt a po porr sus lecciones. Lo hacen con la buena conciencia de quien cree saber que él sí que se está ocupando como debe, y con todas sus fuerzas, por lograr la meta de todo hombre. Aunque en esta imagen halagüeña hay incrusta do un mal agüero: los Sabios tienen esencialmente que ver, por lo pron pr onto to,, co conn vol v olve verr fuer f uerte te el discu dis curso rso débil. ¿Q ¿Qui uiere ere eso, eso , acaso, aca so, de de cir algo más y algo mejor que adornar la inmanipulable realidad con la apariencia, apariencia, con la irrealidad irrealidad meramente humana, de la per suasión reforzada? Por otra parte, ¿de dónde saca Sócrates fuerza para disentir de todos o casi todos? ¿Y no habrá que preguntar a la vez de dónde proc pr oced edee que los ho homb mbres res hay hayan an de degen genera erado, do, en el caso cas o de qu quee lle ll e ve razón Sócrates, hasta engañarse así con los Profesores, con los Sabios o Sofistas? A primera vista, se diría que Sócrates, como en un alarde de bue b uenn ab abog ogad adoo qu quee se ha habb ía gu guard ardad adoo en la m an angg a sus ases ase s largo larg o tiempo, pretende que esa capacidad suya extraordinaria para la so ledad y el disenso procede procede de Apolo Délfico; D élfico; pero un examen más cuidadoso de sus palabras nos convencerá de que es al contrario, po p o r así de decir cirlo lo,, o sea, de qu quee la impo im port rtan anci ciaa de dell orác or ácul uloo de Apol Ap oloo recibido por p or Querefonte está sustentada no directamente en el el Dios sino en la conciencia que de sí mismo ya tenía Sócrates antes de que su amigo indiscreto le repitiera las palabras de la Pitia. Haber ya obtenido esta conciencia es la primera hazaña del filósofo. Como preparación para que sus jueces puedan aceptar con al guna mayor facilidad el relato del oráculo (que es evidente que ha perm pe rman anec ecid idoo secret sec retoo en el círcu cí rculo lo íntim ín timoo de Sócrates Sóc rates:: po posi sibl blem emen en te sólo lo conoce el hermano aún vivo de Querefonte), el acusado reconoce que su actividad de dialogador tiene que ver, en efecto, con un tipo de arte o sabiduría o ciencia. Es lo que nosotros ya he mos deducido: deducido: Sócrates Sócrates tiene un arte negativa o crítica, crítica, un arte a rte de
C o m e n ta r i o f i l o s ó f i c o
35
guno, pero sí cabe decir que posee, sin embargo, el arte del diálogo revelado revelador. r. Sócrates sabe conducir condu cir a bu buen en puerto, pue rto, por lo regula regular, r, la comprobación de la consistencia de lo que se dice respecto del asunto que a todos nos importa: cómo es la perfección del hombre y cómo cóm o se acerca uno a ella. ella. La sabiduría sab iduría de Sócrates S ócrates es el arte arte dia léctica o dialógica, entendida no como engendradora de discursos sino sólo sólo como com o depuradora de los que le son presentados. presentad os. Como en una célebre oportunidad opo rtunidad dijo Sócrates de sí mismo, él no pare sino sino sólo hace de comadrona. Por lo pronto, éste es el aspecto que nos ofrece su arte. Pero hemos observado también que en la misma esencia de esta arte está la confrontación con el arte creativa y cosmética de los Profesores. La pericia en el diálogo purificador es una de las caras del arte que consiste, visto por la otra cara, en saber reconocer que no existen Profesores de perfección. Dicho al modo ateniense de la época, la ciencia dialéctica de Sócrates descubre trasgresión reli giosa, insolencia, desmesura en la pretensión de los Sofistas; lo cual comporta inmediatamente la conciencia de que ella misma, la sabi duría que es crítica de la Sabiduría, es la clave de la verdadera mo deración deraci ón religiosa, religiosa, del reconocimiento reconocimien to de los límites humanos huma nos en el asunto y el momento que más importan. im portan. Por esto dice Sócrates Sócrates que la ciencia cienc ia de los los Profesores es más que humana, mientras m ientras que la su ya, que no es en realidad una ciencia de modo positivo y creativo (Sócrates nunca se jactó de dominar un arte llamada dialéctica), es seguramente, sin embargo, embargo, la sabiduría a verdadera escala esc ala humana. humana. En definitiva, la Pitia dijo acerca de Sócrates que un hombre que reconoce como él los límites del saber, es el más sabio de todos. Y Sócrates vincula esta declaración inmediatamente con las inscrip ciones famosas famo sas de los sabios antiguos en el santuario de Delfos y, y, en especial, con la recomendación recomenda ción de conocerse a sí mismo (después (después de haberse referido en su discurso apologético casi explícitamente a la otra exhortación capital: «De nada demasiado»). Pero sobre todo es con el origen de la calumnia con lo que liga Sócrates la llegada del oráculo a Atenas. Es preciso reconocer, por tanto, que Apolo no convierte a Só crates en sabio de la auténtica sabiduría humana, no sólo porque el
3 6
La L a de defe fenn sa d e Só Sócr crat ates es
sólo puede basarse en la aguda, clara y justa conciencia de sí mis mo. Apolo no reveló a Sócrates ni siquiera su realidad. Lo que su cede es que Sócrates, que ya ha sido capaz de conocerse suficien temente bien a sí mismo, saca de esta autorrevelación la energía para pa ra el segun se gundo do gran gra n mome mo mento nto cread cre ador or de su vida: la int i nterp erpret retac ació iónn adecuada adecu ada del oráculo (que de por sí es es un «enigma» siempre, o sea, sea, un discurso en búsqueda de exégesis, de diálogo socrático). El primer momento creador en la vida de Sócrates fue aquel en que inició en solitario el camino del verdadero conocimiento de sí mismo, quizá inspirado por lo que había oído de las inscripciones délficas. Apolo ahora, ahora, en cambio, no añade nada a la autoconciencia de Sócrates. ¿Cómo, entonces, ha podido influir en la vida de éste hasta el punto de que a partir de este segundo momento capi tal -la recepción inteligente del oráculo délfico- ha empezado la calumnia a propagarse por p or Atenas Atenas?? Si Sócrates hubiera alardeado de las palabras divinas que se ha bía b íann pronu pro nunc ncia iado do sobre sob re él, sería ser ía senci se ncillo llo en ente tend nder er el quid pro quo en que estriba la calumnia: todo el mundo sabe que los Sabios en señan excelencia humana, humana, y ahora viene viene este conciudadano, tan ha blad bl ador or como com o los Sabios, Sabio s, con la notic no ticia, ia, qu quee par p arec ecee verí v erídi dica ca,, de que Apolo lo proclama superior a cualquier otro Sabio. Será entonces en esta superioridad en la que se funden los pequeños signos dis tintivos de Sócrates respecto de los demás Sofistas, tales como no ped p edir ir dinero din ero a camb ca mbio io de sus en enseñ señanz anzas as y no viaj vi ajar ar pa para ra difu di fund ndir ir las. Es verdad que no se le oye en la plaza pública impartir lección ni hacer propaganda de sus cursos privados; pero la gente corrien te en definitiva ignora a qué se dedica Sócrates cuando abandona la plaz pl azaa y se intro in trodu duce ce en los ambi am bien entes tes rese re serv rvad ados os de la alta alt a soci so cie e dad, siempre, al parecer, a la caza de amados jóvenes, hermosos y ricos. Ahí están los casos de Alcibiades y Cármides, dos de los hombres a quienes en la juventu juv entudd perseguía con más afán Sócra Sócrates tes.. Cármides ha terminado integrándose en la tiranía de los Treinta, después de la derrota ante Lacedemonia, y Alcibiades, el más ama do por Sócrates, fue el principal princip al responsable de esta derrota, la cual se inició con la expedición de Nicias a Sicilia, que estuvo precedi da por la bestial profanación de los Hermes a todo lo largo y ancho
Comentari Comentarioo filosó fico
3 7
lacedemonios, a todos los demás que fueron sus discípulos priva dos. El enigma del Dios sólo significa, pues, que «el más sabio» es, en realidad, realidad, el mayor corruptor corrupto r de la juventu juv entudd y el mayor enemigo enemigo de la democracia, lo que ya dice suficiente acerca de la verdadera condición de los Sabios. El Dios se burla de todos los Sofistas to mando el terrible ejemplo de Sócrates, traidor en grado máximo a su patria, y nos advierte a los hombres corrientes contra los los peligros de estos maestros que años atrás, ya cuando Pericles gobernaba, lle naron na ron las casas más poderosas de Atenas. Anaxágoras Anaxág oras y Protágoras, los dos viejos Sabios Sabios que más fama alcanzaron alcanzaro n cuarenta años antes, y que estuvieron cerca de Pericles, ¿no serían responsables de los prim pr imero eross síntom sínt omas as de la decade dec adenci ncia, a, aun aunqu quee Pericle Peri cless fuera fu era el mayor ma yor de los líderes del partido democrático? Seguramente se estuvo a pun p unto to ya enton ent onces ces de acus ac usarl arlos os de lo mism mi smoo qu quee hoy a Sócrates, Sócra tes, y corre la voz de que hasta se hizo efectiva la acusación ante el arconte, pero los dos escaparon al juicio. juicio . Ahora es e s la primera vez que un Sabio Sabio comparece, comparece, por fin, fin, ante ante los tribunales popu po pulare lares.. s.... Sin embargo, embargo, Sócrates no difundió el oráculo ni se jactó jac tó jamás jam ás ante sus conciudadanos de ser, según el propio Dios, el más sabio de los griegos. Lo que sí hizo, ya que con el Dios mismo no podía estrictamente entablar un diálogo que aclarara el sentido del enig ma, fue cambiar su modo de vida, es decir, pasar a la única forma de la comprobación de que podía echar mano: probar con los he chos el valor de un dicho. 10. Sócrates Sócrates aduce, aduce, pues, ante ante sus juece ju ecess un testimonio de co con n fianza fundamental en la divinidad; pero no miente en absoluto ni carga groseramente las tintas, supuesta la verdad de dell cambio en su vida al recibir el oráculo, porque esta variación de consecuencias incalculables sólo sólo se entiende, desde luego, como un homenaje a la misteriosa misterio sa superioridad del discurso que procede de un Dios Dios.. La Pitia no revela a Sócrates nada esencial sobre él mismo que antes ignorara; pero Sócrates, al mismo tiempo, acepta (o confirma con los hechos su vieja aceptación de) que no todas las palabras se encuentran en el mismo humano nivel y que las que recibe ahora de parte del Dios le hablan, a pesar de todo, desde la altura y lo
38
La L a d efen ef ensa sa de Só Sócr crat ates es
Sócrates, que sabe ya muy bien quién es, no había entendido plen pl enam amen ente te la rela re laci ción ón en la que su ser forz fo rzos osam amen ente te lo sitúa sit úa pa para ra con los demás hombres y, sobre todo, para con los más cercanos. Aun el más sabio de los hombres es menos sabio que el Dios. Só lo el Dios puede ser llamado Sabio y Profesor en absoluto, y pre cisamente Profesor de la perfección humana. Lo cual implica que en este caso particular, cuando Querefonte se atreve a plantearle su pregun pre gunta, ta, Apol Ap oloo tiene tie ne algo que en enseñ señar ar inclu in cluso so al más lúcido lúci do y des des pie p iert rtoo de los ho homb mbres res.. Éste es así porq p orque ue ya ha sabido sab ido co comp mpre rend nder er lo que no entienden todos o casi todos: que él no posee la ciencia en positivo de la perfección perfecció n propia propia.. Pero Pero aún no ha sacado una con secuencia que, sin embargo, embargo, es necesaria: necesaria: no basta, para pa ra vivir como se debe, refugiarse en el primer sentido del délfico «conócete a ti mismo». Está E stá muy mu y bien, bien, como Sócrates Sócrates supo hacer pronto, posponer la investigación indiscreta del cielo y de lo subterráneo s ubterráneo a la investi investi gación de uno mismo; pero aún hay más. más. El hombre que al conocer se bien comprende que está perplejo sobre la Sabiduría, además de reconocer en el Dios a su maestro, tiene que entender que ha des cendido, dentro de sí mismo, a los los interiores de la naturaleza huma huma na en general. general. Comparte su perplejidad y su discipulado con todos los hombres, pero sólo sólo en principio, principio, radical o potencialmente, potencia lmente, por p or que es muy claro que los demás, todos o casi todos, los Muchos, no viven realmente perplejos perple jos y se ha hann buscado otros maestros, en vez vez de acogerse al Dios de la Sabiduría. Sócrates y los Muchos comparten com parten una misma mism a situación humana fundamental, fundam ental, pero, a pesar pes ar de eso, eso, no están, desde luego, en la la mis ma situación. Es como si la situación primordial, aquella en la que en un principio nos encontramos todos precisamente debido a que creemos que es en ella donde estamos, fuera muy distinta de esta otra radical y fundamental en la que ya está Sócrates a solas y por su propio esfuerzo (y está está plenamente plenam ente en ella también tamb ién gracias a que cree estar en ella). Empezamos dormidos o ignorantes de nuestra verdad, e instalados, por tanto, en un estado esencialmente fantás tico, irreal. El cual, sin embargo, no altera el hecho de que, por la raíz misma de nuestro ser, nos encontramos, prácticamente sin sa berlo be rlo,, en una u na situa sit uació ciónn bien bi en distinta. distin ta.
C o m e n ta r io f i l o s ó f i c o
39
nos en ella. Conocerse a sí mismo es hacer desaparecer el velo de creencia humana que impedía saber cuál es la situación radical o fundamental fundam ental de la la existencia de todo hombre: no saber el el arte de la perfe pe rfecc cció iónn y tene te nerr que acep ac epta tarr las la s leccio lec cione ness del Dios; Dio s; no saber sab er qué es ser hombre perfecto; no saber qué es ser hombre en la plenitud de serlo; no saber qué es la vida con la que tendríamos que aproxi marnos a todo eso otro, infinitamente importante y necesario, que tampoco sabemos. Nue N uest stra ra situac sit uación ión prim pri m ordi or dial al es un u n a cabañ cab añaa de sueños sue ños y de dis d is cursos excesivamente Sabios; nuestra situación fundamental es la roca del diálogo entre las palabras del Dios y las palabras del amante de la divina Sabiduría, el filósofo. Apolo enseñó a Sócrates a confiar en que la estructura de la existencia propia es compartida (o compartible) por po r todos los hom hom bres. bre s. Ap Apol oloo en enseñ señaa que hay algo alg o así co como mo u na n atur at ural alez ezaa hum h uman anaa común, de modo que la verdad sobre lo esencial de mí mismo es también tamb ién la verdad sobre lo esencial de todos los demás hombres hombres.. Por ello, el despertar de un hombre no debe considerarse dife rente de dell despertar d espertar de toda la humanidad, humanidad, aunque en la sorprenden te forma de que este despertar colectivo quede entregado como su tarea absoluta al hombre que primero lo ha realizado en sí mismo mismo.. El Dios, al corroborar que hay la naturaleza humana, no se propo ne ir dando él mismo un oráculo oportuno a cada uno de los hom bres br es,, sino que cerci cer cior oraa a Sócra Só crate tess de qu quee la estr es truc uctu tura ra dob doble le de la vida, repartida entre la situación primordial y la situación radical, es un problema universal. Sócrates recibe entonces, al hacer la exégesis del oráculo, la misión de destruir en lo posible, a su alrededor, la creencia por la que los Muchos se encuentran instalados meramente en la situa ción primordial: en aquella actitud que los hace vivir como en la superficie engañosa de la vida radical y real real.. Y sin embargo, todo acoger la palabr pal abraa de un Dios con excesiv excesiv confianza en la propia capacidad de comprensión es peligroso, se gún el mismo Dios. Es preciso conservar la difícil conciencia de que no se dispone jamás jam ás a capricho capricho del sentido evidente de un un dis dis curso que parece aleccionarnos desde lo alto. El exceso de credu lidad es la forma más patente de la blasfemia y constituye, en
40
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
que no se comprende al Dios, que estar cierto de que se le entiende perfe pe rfecta ctam m en ente te.. En la vida de Sócrates Sócrates,, este mantenerse en precario reconocien recon ocien do con límites los propios límites se refleja en que la investigación acerca de la naturaleza humana, su estructura y su situación funda funda mental, es más una tarea y una apuesta diaria e infinita que una fe ya juzgada y determinada. Todos los días hay que recomenzar la búsq bú squu ed edaa p orq or q ue nu nunc ncaa se do dom m ina in a el disc di scur urso so de dell D ios, io s, supu su pues esto to que es realmente discurso del Dios. No N o se p ue uede de nu nunc ncaa co cosi sifi fica carr la creen cre enci ciaa en los Prof Pr ofes esor ores es h u manos como el muñeco contra el que se dirige un ataque seguro, en el que sólo son nuevos los pequeños detalles de cada día. día. La L a ense ense ñanza recibida (debemos repetirlo) sólo se puede comprobar con los hechos; pero éstos, en este caso especial, son toda la vida e in cluso la vida más má s allá de la muerte, si la la ha hay. Se reconoce realmente la superioridad de una enseñanza vol viendo su comprobación (y su interpretación) tarea absoluta, tarea infinita. Sólo Sólo para par a quien hay tales tareas existe lo superior al hom hom bre, br e, o sea, el Sabio, Sab io, el Dios D ios,, lo Uno Sabio. En definitiva, Sócrates, por reverencia a la Enseñanza, extiende ahora el ámbito de su diálogo: diálogo: empieza e mpieza a sacarlo del Pensadero, Pensadero, don de él a solas, o él y sus más allegados, lo practicaban ya; de modo que el Pensadero, Pensadero, quemado por po r sus sus propios habitantes (como en se guida propuso Aristófanes, voz del pueblo, que lo quemaran los los Mu M u chos con Sócrates y sus amigos dentro), pasa a ser el Estado todo. 11
El objeto principal prin cipal de la misión mis ión socrática, o sea, sea, de este cambio en el modo de vida del filósofo que se inició cuando empezó a en tender cómo era preciso realizar la exégesis del enigma de Apolo, son los conciudadanos y no los Profesores, Profesores, aunque la primera apa a pa riencia pueda sugerir otra cosa. Fue de hecho un político, no sabemos quién, el objeto de la pri mera encuesta socrática fuera de los límites del círculo de amigos íntimos. Y el oráculo salió verdadero, desde luego, como no podía ser menos; pero, sobre todo, comenzó a aclarar su significado en la dirección que ya hemos anticipado nosotros. .
Comentario filosófico
41
ba, sencilla senc illamen mente, te, a quienes quie nes optaba opt abann a ser elegid ele gidos os para par a cualqu cua lquier ier magistratura, e incluso a quienes la desempeñaban después de haber llegado a ella por vía distinta de la mera suerte o el turno (ya que, al igual que ocurría ocu rría con los quinientos quinientos juec ju eces es reunidos en el el tribunal de Sócrates Sócrates,, muchas much as otras magistraturas, magistraturas, y fundamentalmente las las cole co le giadas, se ocupaban, en efecto, a suerte o por turno). Cualquiera que estaba administrando en esas circunstancias los asuntos estatales, y cualquiera que esperara hacerlo algún día, está designado en la la lite ratura de la época como un político. Por ejemplo, Sócrates no podía ser llamado de este modo ni siquiera en el año en que el tumo y la suerte, suerte, al combinarse, lo situaron en un unaa magistratura colegiad colegiada. a. Él se limitaba a la administración de su propia casa y familia. El primer hombre anónimo al que que Sócrates examinó con su m é todo dialógico de siempre (la novedad era sólo, recuérdese, salir del círculo íntimo en misión por Atenas) resultó que creía creía entender de lo suyo, y era evidente también que otros muchos creían que él en tendía de lo suyo (aunque no alcanzaran a estar tan seguros de ello y tan ufanos como el propio político lo estaba). Creía, parecía; pe ro no era. era. Se consideraba a sí mismo un u n experto y era tenido por los demás en esa misma opinión; pero el diálogo demostraba palma riamente que en su caso el saber era aparente, irreal. Y el problema probl ema clave clave es que si el adminis adm inistrado tradorr de lo público n sabe de verdad lo que se trae entre manos, podrá po drá ser que acierte con su opinión muchas veces, pero igual de fácil es que se equivoque otras tantas, y las consecuencias para todos to dos serán entonces pésimas. pésimas. Con la opinión atinada pero no basada basad a en auténtico saber ocurr ocurree lo que al caminante que se ve de pronto en una encrucijada cuando viaja por país desconocido y sin mapa. Toma uno de los caminos confiándose a lo que buenamente le parece, y, si ha acertado, llega a su destino tan derechamente como el mejor conocedor de la co marca; pero el acierto es completamente azaroso. Sócrates, ya con su actitud en el primer diálogo de esta nueva etapa de su vida, da a entender que en su papel apolíneo en el Es tado no cabía, no le era lícito, pretender ocultar las consecuencias del diálogo o limitarlo a lo lo que bastara a Sócrates mismo para el fin prim pr imor ordi dial al de co com m prob pr obar ar el sentid sen tidoo de dell en enig igma ma délfic dél fico. o. Ah Ahora ora era er a
42
La L a de defe fens nsaa d e Sóc S ócra rate tess
gos de éste quienes estuvieran o en la verdad o bien encaminados hacia ella, sino que también tenía que conocerla el aparente enten dido descubierto descu bierto en su ignorancia po porr el el diálogo. diálogo. Entendido, Entendido , por cierto, ¿en qué? ¿En qué cree cree ser experto el po po lítico? ¿De qué habían hablado él y Sócrates? Si pensaba, sin fun damento, ser un digno administrador de lo que a todos importa, forzosamente creía saber cuanto hay que saber sobre sobre la perfección perfección del hombre, o sea, sobre el bien y el mal. Llega un momento en el que Sócrates, pero no el político, com prend pre ndee ya la ignoranc igno rancia ia del interlocutor. Aho Ahora, ra, como acabo de decir, decir, tiene Sócrates, sin embargo, que seguir adelante y pasar pas ar a la segunda part pa rtee del diálogo, diálogo , con consisten sistente te en dejar dej ar que po pong ngaa éste de mani m anifie fiesto sto (y no sólo ante Sócrates) la irrealidad de los conocimientos del que se pretende sabio. sabio. Así sucede que actuó el diálogo con el político con co n el que primero se entrevistó Sócrates en su nueva vida. Pues bien, el resultado no fue la gratitud gratit ud hacia el diálogo que li bera be ra del error, erro r, ni n i men m enos os el agrad agr adec ecim imien iento to al inte in terlo rlocu cuto torr (un (u n agr a gra a decimiento que Sócrates siempre habría encontrado fuera de lugar e injusto, por las razones que antes expuse). Lo que realmente pasó fue algo mucho más inadecuado que cualquiera de estas reacciones comprensibles: el político se enemistó con Sócrates, Sócrates, y lo mismo hi zo la mayoría de los presentes; otros pocos más se regocijaron, lo cual constituye también una reacción ambigua, ambigua, porque puede deber deb er se a la alegría por que la verdad brille, pero también a la satisfacción satisfacción de la envidia que se había amasado contra el hombre que adquirió democráticamente demo cráticamente el pod poder er que a uno mismo le fue inaccesib inaccesible. le. De estas reacciones, Sócrates Sócrates destaca sobre todo la irritación irritació n del falso entendido y de los que preferían seguir creyéndolo un sabio, aunque no lo fuera, antes que verlo desacreditado. En el mismo momento mom ento en el el que un Sócrates emprende su mi mi sión pública, comienza la calumnia. El hombre que ha quedado desenmascarado ante los demás y ante sí mismo quizá no prefiera directa y explícitamente la falsedad a la verdad; quizá no escoja bru b ruta talm lmen ente te su infu in fund ndad adaa repu re putac tación ión,, antes ant es qu quee lo real; rea l; pe pero ro sí que atribuye malas intenciones a Sócrates. A fin de cuentas, Sócrates sale de su Pensadero y va a volver volve r a él él en seguida. ¿Qué se hace en
C o m e n ta r io f i l o s ó f i c o
43
te por po r sus conciudadanos, y se ha valido para conseguir conse guir este este fin de las solas palabras. Los trucos con las palabras tienen que haberse fraguado en el Pensadero, Pensadero, como un capítulo más m ás de todo ese ateís mo típico de los Sofistas. El objetivo de Sócrates, como suele serlo el de los Profesores, Profeso res, no es la verdad verda d p o r la verdad, verdad, sino pavonearse, pavonearse, sin hacer otra cosa que hablar, de su superioridad frente a un ilus tre ciudadano, cuya biografía está adornada seguramente también con discursos y artes artes de Sofista, pero sobre sobre todo consiste en accio accio nes y decisiones en pro del Estado. No se sabe bien, es cierto, qué fin ulterior ha perseguido Sócrates con este victorioso pugilato de pala pa labr bras as,, pero, pero , desde desd e luego, lu ego, un unaa parte par te de él tien ti enee que ser acrec ac recen entar tar su prestigio. Después lo usará como prefiera: puede volverse influ yente entre los poderosos, rico rico gracias a los ricos; o pued puedee sencilla sen cilla mente buscar seducir a sus amantes e introducirse en los círculos donde los encuentre más refinados... Es muy raro, si es que alguna vez llega a suceder, que un hom bre br e escoja, esco ja, a ojos abierto abi ertos, s, el amor am or propi pro pioo an antes tes que la verdad; verd ad; pe pero ro Sócrates en seguida tuvo que comprobar, cada vez con más disgus to y más tristeza, e incluso con temor, que es en cambio frecuentí simo llegar a la misma opción por un camino astuto y tortuoso, que pasa pa sa po porr cree c reerr que q ue en el diálogo diál ogo se tra t rata ta siemp sie mpre re de la lucha luch a de dos orgullos y dos poderes en busca del mismo triunfo. El mecanismo de este rodeo se basa en entender al hombre extraño con los mis mos conceptos con los que nos entendemos a nosotros mismos (y a los que estamos, pues, sumamente habituados). Sócrates, según esto, es como uno cualquiera de nosotros, aman te de sí, de su propio prestigio, del poder. Ya se comprende que de un poder pod er que se ejercerá ejercerá dignísimam d ignísimamente ente una vez que se adquie adquiera. ra. Tan dignamente, con tales beneficios para todos, que no hay que mirar demasiado (y menos, con trucos lingüísticos de Sofista) ni el modo ni los fundamentos de esa adquisición. Quizá, es verdad, no se sepa tanto como se dice y se cree (aunque, de todos modos, se sabe más, mucho más de lo que en presencia de Sócrates parece); pero pe ro lo impo im porta rtant ntee es lo que se hac h acee y, en segun seg undo do lugar, lug ar, tamb ta mbié iénn importa el hecho de que al común de los ciudadanos les parezca bie b ienn co conn fiar fi arse se en las m an anos os de uno. Sócra Só crate tes, s, pue pues, s, bu busc scaa lo q ue
44
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
ción de su deseo de honra, de repercusión en todos los demás ate nienses. ¡Que ¡Que ha haga ga entonces por todos cosas tangibles! tangibles! ¡Que ¡Que se se atre va a optar opta r a los cargos de relieve en el Estado! Estado! ¡Que ¡Que se levante en la Asamblea y aconseje aconseje a toda Atenas, Atenas, como debe hacer el hombre en la plenitud de su humanidad! humanidad! Pero Pero que no no se limite limite a esta granuje gran uje ría de desprestigiar de sprestigiar a los que actúan y son elegidos elegidos.. Se protege en esos amigos suyos que lo admiran, y también en los jóvenes ricos detrás de los cuales va todo el día. Ha interrogado a este hombre ilustre precisamente para divertir y deslumbrar a la juventud deso cupada cupa da y elegante, que ha reído reído bien alto la gracia. gracia. Se ha marchado, además, sin decir a todos qué piensa pien sa él mismo, justam jus tament entee en cuan to la gamberrada, gambe rrada, indigna de los años que tiene ya, ha quedado re donda. Un vago, un parásito, el más nuevo y peor de los Sabios o Sofistas, que esta vez es uno de los nuestros... 12
Y uno que, por po r añadidura, se disponía, disponía, con c on el celo del culto di d i vino, a continuar inmediatamente la campaña cuyo primer acto acababa de terminar. Había sonado en Atenas la hora del Dios de la verdad o, mejor dicho, la de su servidor: aquel hombre feo, maduro, descalzo y po co limpio, que antes de esta locura quijotesca era un ciudadano de mérito, un soldado valiente y sufrido, un trabajador simplemente demasiado aficionado a los saberes de los Sofistas, a sus libros y reuniones. Sócrates había sacado, sacado, desde luego, luego, una un a lección muy mu y distinta de su primer encuentro con aquel político que la extraída por los que se indignaron. indignaron. Le era muy evidente el terrible peligro que compor com por ta creer saber sin saber. Es preferible, sin duda, saber que no se sa be, be , qu quee cree cr eerr que q ue se sabe cu cuand andoo no se sabe. Incl In clus usoo en pu puro ross tér té r minos de cantidad de conocimiento, el que ignora que ignora sabe todavía menos que el que sabe que ignora. Lo descubierto a propósito del diálogo diálogo con co n el político era úni camente que, en efecto, el oráculo tenía razón, porque esta preferi bili bi lidd ad de la simpl sim plee ignor ign oran anci ciaa sobre sob re la igno ig nora ranc ncia ia redu re dupp lica li cadd a o elevada al cuadrado se aplicaba a la comparación entre el gran hombre hom bre y Sócrates. Sócrates. Contra el voto de todos o casi todos, que siem siem .
Comentario filosófico
45
Hubo m u y pronto otra otra experiencia exactamente exactam ente afín a la prime prim e ra en todos sus rasgos y, sobre todo, en las lecturas que unos y otros hicieron de lo sucedido. A Sócrates tendría que haberle inquietado más, seguramente, lo que ocurría oc urría en su interlocutor directo. directo. ¿Es que este político no veía, veía, aun cuando fuera sólo sólo por un instante, la realidad realid ad de su ignorancia? A fin de cuentas, el diálogo socrático no se entabla plenamente con los espectadores, cuyo voto es indiferente. Está referido al interlo cutor individual, porque sólo su voto cuenta. Ahora, en la forma apolíneamente radicalizada del diálogo socrático, hay que llegar hasta el reconocimiento evidente de que no se sabe lo que se creía saber, tanto da si las palabras en las que se expresa este reconoci miento son escuchadas escuchadas por muchos, po porr poc pocos os o sólo sólo por po r Sócra Sócrates tes.. Lo que sí es esencial es que sean pronunciadas, o al menos que se díga explícitamente que determinada actitud del interlocutor silen cioso en realidad expresa que reconoce reconoc e lo que debe ser reconocido: que ve ya en su desnudez el valor de la posición que tenía hecha suya (el valor nulo del discurso en el que esta posición se apoya objetivamente). Hay, pues, un u n instante instante siquiera de lucidez prácticamente prác ticamente forzada po p o r el diálogo. Segura Se guramen mente te estará esta rá casi cas i ob obnu nubi bilad ladaa por p or la obsesió obs esiónn de andar a la vez pensando en los tenebrosos motivos que ha de te ner este interrogador desagradable e inelegante para seguir sin pie dad dejando correr c orrer esta conversación po porr la que estallan en todas todas di d i recciones los adornos añadidos por la retórica. Tampoco ayudará el resquemor resquem or de estar al al mismo tiempo calculando los los efectos que que se seguirán del propio desprestigio, sobre todo si hay gente alrededor (y aunque no haya nadie: nadie: Sócrates tendrá tend rá luego motivos de jactarse). Pero, con todo, pese a estas poderosas distracciones, hay siem pre un mom mo m en ento to en que la revela rev elaci ción ón de toda to da la verdad verd ad absorbe absorb e e n tera la atención, por lo menos debido a que anonada el prestigio que uno tenía a sus propios ojos sólo un minuto antes. Este vértigo repentino obliga a mirar cara a cara, un instante, la realidad de la prop pr opia ia igno ig noran rancia cia.. A un unqu quee sea na nada da más má s qu quee po porr aq aque uello llo m ism is m o po p o r lo qu quee nos n os cerc ce rcio iora ram m os de defin finiti itiva vam m en ente te,, m irán ir ándo dolo lo de hito hi to en hito, siendo por entero objetivos, de que cierto hombre, sea o no
4 6
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
cha que va a empezar; de modo que el odio y el temor se suspen den un momento, para p ara dejar paso a la contemplación del adversa rio puramente como tal. Algo así puede pasar en la conciencia del político que resulta convicto convicto y confeso de ignorancia respecto de lo más esencial de su profes pro fesión ión.. ¿Cóm ¿C ómoo es que la realida reali dadd no lo deja de ja entonc ent onces, es, po porr así de d e cir, pegado y reducido a ella, incapaz de regresar, ya al momento siguiente, al afán de preferirse a sí mismo por encima de todo? ¿Cómo puede ser que el hombre refutado por quien mejor ha sabi do refutar no se detenga apenas en la verdad que se revela y pase tan deprisa al odio y la maledicencia? Sócrates quizá quiso quiso omitir om itir esta esta cuestión en toda su fuerza, fuerza, fir fi r me como estaba en su descubrimiento, descubrimiento, según el oráculo, de que to dos los hombres compartimos naturaleza y de que, por tanto, lo que Sócrates observa en sí mismo es también lo que hay en el in terior terio r de todos nosotros. Y él no odiaba precisamente precisam ente la revelación de la ignorancia. En buena medida, intentar ir más allá de Sócrates consiste en hacerse mejor cargo de la evidente impotencia de la verdad, en tan tos casos, para variar la dirección que tiene tomada la vida de un hombre. 13
El divino enigma propone la necesidad de una, por así decirlo, inducción completa: no se puede conformar Sócrates con tomar al gunas muestras humanas sino con examinar escrupulosamente a cualquier hombre que parezca saber lo que él sabe ignorar: la rece ta de la perfección del hombre como ciudadano del Estado demo crático y libre. Los Muchos tienen (tenemos) esta receta por algo que se enseña y se aprende con suma facilidad. facilidad. De aquí que después de las dos primeras comprobaciones (es de suponer que también la segunda se llevó a cabo con un político, ya que nadie parece conocer cono cer mejor que este este tipo de hombres la técnica de la perfección), Sócrates Sócrates se decidiera a emplear un orden orde n sistemá tico en su indagación in dagación en aras de Apolo. Continuó, lo primero de todo, con cuantos hombres dedicados a la administración de los asuntos del Estado halló a mano. Y fue .
Comentario Comentario filosó fico
4 7
porq po rque ue u na y otra ve vezz el resul re sultad tado, o, co conn toda tod a ev evide idenci ncia, a, era el m is is mo que en la primera comprobación: el odio de todos los presentes o de casi todos. Sócrates revela que no sólo se entristecía al ver cómo la apa riencia sin fundamento real rebosaba por todos lados lados en los presun presun tos hombres selectos de Atenas, amén de notar que su búsqueda búsque da da d a ba b a lugar lug ar a este odio absurdo; sino que qu e tam ta m bién bi én lo iba sobrecog sobre cogiend iendoo con miedo aquella extraña peregrinación pereg rinación religiosa. religiosa. Por más que que se entregara a su misión con la mejor conciencia concien cia de no no tener ten er otra otra al a l ternativa, era imposible no temer las consecuencias. Pero ¿era esto miedo a perder la reputación o la vida? ¿No era más bien miedo (y tristeza) tristeza) por po r Atenas misma, por po r la sociedad que revelaba ahora ahora con excesiva claridad lo que antes del oráculo hubiera sido directamen te impío suponer? La segunda clase de hombres que más parecían saber la la técni téc ni ca de la perfección perfección humana hum ana fueron, para Sócrates, Sócrates, los poetas poetas en ge g e neral, o sea, los formadores de la la opinión opin ión pública. públic a. Éstos Ésto s diferían de los políticos polít icos en que, al menos, meno s, sus sus certezas certe zas no los lo s llevaban a desear tomar tom ar las las riendas riendas del Estado confiadamente. confiada mente. Se limitaban a educar al pueblo, casi siempre comentando a su manera los relatos y las tesis de la sabiduría sabiduría tradicional. tradicional. Eran E ran en el presente lo más pa parec reci i do que Atenas producía a los sofistas extranjeros. Su misión, autoimpuesta, venía a ser la de transmitir continuamente reinterpretada la tradición, pero no al modo en el que esto mismo sucedía en el ámbito privado del hogar, sino en el espacio público, acogido a los cultos del Estado, que era el teatro. Los políticos hablaban sobre el bien y comprometían en las consecuencias de su discurso y sus elecciones a la ciudad entera; los poetas hablaban directamente sobre lo divino, es decir, sobre la fuente última del bien. Los políticos están siempre más volcados a las conclusiones, conclusiones, aunque de manera terriblemente eficaz; mientras que los poetas se dirigen sobre todo a las primeras premisas y pa san por alto, normalmente, inferir lo que se sigue de ellas para la práct prá ctic icaa de la vid v idaa co cotid tidia iana na de un Estado. Est ado. En la medida en que un poeta se atreve a introducirse con su canto en el territorio de los propios Dioses y alaba el origen de to
48
La L a de defe fens nsaa de Só Sócr crat ates es
do, sin embargo, los poetas de Atenas, Atenas, quizá Eurípides E urípides mismo, fue fue ron interrogados por Sócrates, se puso de manifiesto que no había sido la escala del saber estricto la que habían utilizado para subir tan alto. No sabían en realidad lo que decían, pero lo afirmaban y era espléndido. Sus palabras no se debían al Saber de de los Profesores, si no a lo que cada uno de ellos era de nacimiento, como individuo perfe pe rfect ctam amen ente te peculia pecu liar; r; o bien b ien al rapto ra pto y la pos p oses esió iónn mom m omen entá táne neos os que sufrían alguna vez por po r iniciativa iniciativa de los Dioses mismos. mismo s. Realmente, si los políticos sobre sobre todo aplican en la realidad del Estado Esta do las consecuencias consecuen cias de ciertos principios acerca del bien, bien, hay que temer teme r que lo hayan hecho escogiendo sin criterio, criterio, al azar de las las circunstancias, tales principios unas veces de entre los dichos de los poetas y otras veces de entre las enseñanzas de los Profesores. Pero los poetas son hombres que mantienen una relación fun damentalmente positiva con lo divino, ya que lo experimentan en la posesión que sufren o lo presuponen en el origen de su índole anómala. Los Profesores, en cambio, o por lo menos un número importante de ellos, tienen con lo divino, entendido al modo de la tradición, una u na relación sobre sobre todo negativ negativa. a. No N o es claro, po porr tanto, tanto, que puedan concordar las conclusiones de unos y otros sobre el bien bi en real re aliz izab able le en el pres pr esen ente te del Esta Es tado do,, y qu quiz izáá esta es ta pe perm rman anen ente te confusión en la que el político vive sea una de las razones por las que los primeros encuestados por Sócrates, al no poder referir su saber a rapto religioso de ninguna clase, fueron encontrados peo res, en definitiva, que ninguno de los demás grupos de ciudadanos. Los Lo s políticos sólo sólo podrían justi ju stific ficar ar su papel en el Estado apelando a un saber sab er del que carecen por completo. completo. Los poetas recientes se han contagiado en parte de las preten siones de los sofistas, porque no suelen darse cuenta de que su ju s tificación no está en el saber. Lo frecuente es que también ellos, en la actualidad de Sócrates, aprecien más el saber al estilo sofístico que la fuente peculiar de sus inspiraciones. Verdaderamente, la función del poeta no es saber. Por ello, es disculpable, en gran medida, que se ignore tanto a sí mismo; lo cual no ocurre, en cambio, ni con los sofistas ni con los políticos.
Comentario Comentario filosó fico
49
aceptar con agrado entrar en diálogo con ellos? ¿Qué apariencia de saber profesoral acerca de la perfección humana tienen los hom bres br es de este gén género? ero? ¿No m ue uest stra ra este est e lado de la activ act ivid idad ad socr so crát áti i ca algo de excesivo, de metomentodo, de insufrible impertinencia par p araa co conn todo to doss los l os ciud ci udad adano anoss sin excepc exc epción ión?? En primer prime r lugar, lugar, incluso bajo este aspecto no se pued puedee decir que Sócrates haya buscado a todos todo s los atenienses atenie nses sin excluir a nadie. nadie. Se ha dirigido a los ciudadanos, pero no, por ejemplo, a las mujeres, a algunas de las cuales no le habría sido imposible interrogar. La razón de esta discriminación discrim inación se debe hallar en el mismo motivo motivo por el que los artesanos y los demás profesionales del Estado fueron considerados sabios aparentes por Sócrates, a pesar de que justa mente no parezcan, a primera vista, serlo. Y es que el ciudadano, aunque no sea político las veinticuatro horas del día, día, ni poeta; poeta; aun a un que, como ocurría en la familia del propio Sócrates, se limite a ad ministrar su patrimonio y a ganarse la vida, si es necesario, culti vando, por ejemplo, los campos o fabricando cualquier tipo de objetos de los que que haya demanda, demanda, en un número núm ero importante de oca oc a siones se presenta, sin embargo, como un auténtico experto en el bien bi en y en el mal: siempre siem pre qu quee la de demo mocra cracia cia lo con conduc ducee a las urna ur nas, s, a los tribunales, a los cargos que se deciden d eciden por po r las suertes. suertes. Y siem siem pre, pr e, tamb ta mbié ién, n, que resu re suel elve ve có cómo mo ed educ ucar ar a sus su s hijos, hij os, có cómo mo da darr u n rumbo libre a su vida. Sólo, por principio, aquellas personas que ni siquiera potencialmente van a disponer nunca de libertad quedan fuera de los alcances de Sócrates, sin que éste sea quien las discri mina ni por su sexo ni por su estado social. El profesional de cualquier trabajo que no es ni la política ni la poe p oesí síaa (sobre (sob re todo, t odo, aqu aquel el que q ue traba tra baja ja co conn sus man m anos os co cono nocie ciend ndoo su arte) normalmente no se las da de experto en lo divino ni, en gene ral, en lo que tiene valor absoluto. Es, pues, casi ya sólo a causa de la manera de vivir con la la que se conforma, esencialmente esencialm ente más m o desto o más conocedor de sí mismo (en el sentido délfico) que un sofista sofis ta o un especialista especialista en política polític a y religión. religión. Pero no basta con esta clase de modestia cuando se vive en la superior forma constitucional que es la democracia. Aquí la liber tad ha vuelto en cierto cierto modo Sabios Sabios a todos los que poseen pleni plen i
50
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
cabe hablar así, a elevarse elevarse por encima de la condición de productor producto r y consumidor para aceptar tareas más centralmente humanas, mu cho más comprometidas y, desde luego, más cercanas a lo divino. Es como si en la libertad de la democracia el hombre resultara tensado hasta el límite de sus capacidades y llevado a vivir en un territorio donde casi se confunden las lindes de lo humano y lo di vino. Un hermoso riesgo, puesto que las cosas bellas son siempre difíciles; cuyo mayor peligro es, precisamente, no aceptar de ma nera personal, auténtica, los deberes, los derechos, los compromi sos con la sabiduría en los que la propia constitución democrática sitúa como naturalmente al hombre. La ilusión primordial de la vida en libertad es, es, precisamente, no conseguir interpretarla interp retarla cada uno de los que la viven como una con quista precaria, como una tarea. Parece que es lo más fácil, y hasta lo otorgado por la naturaleza, vivir en libertad, cuando el caso es el contrario: este modo de la existencia es un logro radical del ser del hombre hom bre tensionado hasta el límite límite de su resistencia y, y, por ello mis mo, abierto a tentaciones y confusiones que son nuevas. Sócrates, por cierto, cuando introduce en su discurso de defen sa el relato relato acerca de su viaje por la capa capa social de los profesiona profesion a les de la ciudad, ciudad, emplea em plea por vez primera una palabra, palab ra, el nombre nomb re de una virtud, que servirá en adelante para denominar a la sabiduría prop pr opia iam m en ente te h uman um anaa que a él lo cara ca ract cter eriz izaa y qu quee él pret pr eten ende de fo fo mentar me ntar o evocar en todo todo el mundo: la pr la prud uden enci ciaa . Así, los profesio nales de Atenas, en virtud de que conocen realmente un oficio, de que saben algo de verdad (no como los políticos y los poetas), y además no pretenden dedicarse a políticos las veinticuatro horas del día (son al menos un poco modestos respecto de los límites de sus saberes), saberes), están más cerca de la la prudencia délfica d élfica y socrática que los demás ciudadanos. Incluso hay que reconocer que ya el hecho de que realmente sepan hacer lo que hacen profesionalmen profesionalmente, te, es un grado positivo hacia la prudencia, debido, sobre todo, a que quien de verdad sabe algo es más difícil que confunda, a propósito de cualquier otra cosa, el saber aparente con el saber real. El que no sabe nada, y ni siquiera sabe que no sabe nada, es, en cambio, el que confundirá siempre saber con apariencia de saber.
Comentari Comentarioo filos ófic o
51
dadera prudencia o de la plenitud de la prudencia; la cual no con siste, siste, desde luego, en ser un buen bu en escultor, escultor, como co mo suponemos que q ue lo fueron Sofronisco, el padre de Sócrates, y éste mismo, sino en sa ber b er per p erfe fect ctam amen ente te que no somos som os Prof Pr ofes esor ores es y que segura seg urame mente nte no hay más Sofista que el Dios. Ahora bien, también resulta evidente (véase, si no, el mismo ejemplo del profesional Sócrates cambiando su vida vida para conqu conquis is tar la plenitud plen itud de la Prudencia) que ya sólo p o r conocer el arte arte de la fabricación fabricació n de las estatuas estatuas o la técnica técnic a de la salud humana hum ana no se sa be ign ig n orar or ar ad adecu ecuad adam amen ente te la cien ci enci ciaa del bien bi en y del mal. m al. Un grad gr adoo posit po sitiv ivoo en el ascenso asce nso a la pru p rude denc ncia ia no es más m ás que eso, y debe ser completado con los siguientes, si no queremos que quede en reali dad estéril e inútil y hasta que degenere, a la larga, en desastrosa confianza sofística. Un buen estratega, por ejemplo, quizá, si no se vuelve de veras veras prudente, dé un día el paso de proponerse como lí der político. En estas condiciones, condiciones, ningún ning ún interlocutor interlocu tor le será más agradable agradable en principio a Sócrates que uno de estos profesionales verdadera mente capaces en su asunto y verdaderamente modestos respecto de la política, que sólo tienen unos como accesos de ignorancia en ciertos momentos en que, al ser llamados a decidir ellos también con su voto sobre el bien y el mal, no caen en la cuenta de que de berí be rían an ha habe berr hecho hec ho respe res pect ctoo de estos es tos nuev nuevos os temas tem as un esfuerz esfu erzoo po p or aprender y discernir al menos tan grande como el que los llevó a ser buenos especialistas especialistas en sus profesiones. profesiones. Justamente, pues, el lado más negativo negativo o imprudente impruden te de la vida vid a de los profesionales es que desatiendan des atiendan su formación en el proble pro ble ma de la perfección humana, a pesar de su modestia y a pesar, so bre todo to do,, de que no pu pued eden en pa pasa sarr po p o r alto alt o que tam ta m bién bi én a ellos les concierne la cuestión cuestión del saber excesivo excesivo sobre ella en muchos muchos ins in s tantes de gran importancia. 15. La matizada matiz ada situación en en la la que los bueno buenoss artesanos se se en en cuentran a propósito de la prudencia significa que existe una línea fronteriza firmísima, cerrada para los hombres, que separa los sa beres ber es restan rest antes tes del sabe sa berr sob s obre re el bie b ienn y el mal. ma l. Hay, de una parte de esta frontera, lo que se puede llegar a co
52
L a d efe n sa de S ó c ra te s
ve a su peculiar perfección; del otro lado queda lo que no es sus ceptible ni de aquel saber ni de esta arte. En realidad, no hay para qué distinguir distingu ir saber de arte, porque porq ue co nocer a fondo lo que algo es ya implica conocer cuál es el estado de perfección o plenitud de esa cosa y cuáles son los medios que conducen, respecto de ella, de la carencia a la perfección. Todo lo que no llegue a tanto no se debe aún llamar a boca llena saber. Las realidades que quedan del lado de allá de la frontera que marca el territorio del saber humano son más importantes que las que están del lado de acá, o, de lo contrario, un buen artesano será más prudente que Sócrates Sócrates en cuanto cuanto éste olvide, olvide, por falta de ejer cicio, su propia técnica técn ica de esculto escultor. r. Lo más importante importan te para el hom bre es, sin dud duda, a, el bie b ienn y el mal, mal , la plen pl enit itud ud de su ser, los métod mé todos os para pa ra alcanzarla alca nzarla.. Son saberes sabere s secundario secun darios, s, en la perspec pers pectiv tivaa human hu mana, a, los que contribuyen a la perfección de los demás seres, estén o no vivos vivos (de los los Dioses D ioses sería sería una necedad blasfema pretender que tam tam bién bi én cabe ca benn técn té cnic icas as hu hum m an anas as,, como com o si ellos ell os fuer fu eran an impe im perfe rfect ctos os y, encima, peores que los hombres). Existe necesariam nec esariamente ente también tambi én el saber sobre la frontera misma, que tenemos que representárnosla, pues, pues, como un ancho territorio: territorio: una zanja, no una línea. Sólo el que tiene este saber absolutamente pecu pe culi liar ar comp co mplet letaa en e n la form fo rmaa debida deb ida su arte art e inferio inf eriorr y se preserv pres ervaa a sí mismo de la trasgresión del sofista y de todo aquel que piensa que existen los sofistas. Entre lo inferior y lo superi superior, or, entre lo lo susceptible de arte huma hum a na y lo que no lo es, queda campo para lo intermedio y para su pro pia pi a arte art e de espec es pecie ie ún únic ica, a, que segura seg urame mente nte será siemp sie mpre re algo alg o po porr esencia frágil frágil y en peligro, peligro, ya que tiene tiene que consistir en un conoci miento de la prudencia y de los medios por los que se accede a ella que jamás se vuelva ciencia del bien y del mal en sentido absoluto. La prudencia (que debemos igualar con el conocimiento de la prude pru denc ncia) ia) es saber sab er que no se sabe; es el saber sab er sobre los límite lím itess del saber saber,, el saber sobre lo inferior y lo superior (como (como superior superi or e inac cesible), el saber del límite, el saber característico del diálogo so crático y de quien lo utiliza con plena conciencia de lo que está ha ciendo (si es que tal hombre existe).
C o m e n ta r io f i l o s ó f i c o
53
mente desconocida por los que acerca de todo sólo distinguen sa ber b er e igno ig noran rancia cia,, pe pero ro no co cono noce cenn na nada da de la igno ig nora ranc ncia ia reflexi refl exiva va de los socráticos, un hombre así dará siempre a los otros la impre sión de andar ocultando su ciencia y de no emplearla en el diálogo más que para ridiculizar y desprestigiar desprestigiar.. Creerán qu quee es el peor de los especialistas en meras palabras, porque los otros que también se dedican a estas técnicas al menos se alaban a sí mismos de pro fesores y sabios y se atreven a compartir compart ir su sabiduría, aunque aun que sea a cambio de estipendios enormes. Sócrates, en cambio, nada más es par p araa los M uc ucho hoss un unaa figu fi gura ra neg negati ativa: va: pu pura ra p reg re g u n ta m alin al inte tenc ncio io nada, pura p ura refutación. refutación. Los Lo s que ignoran todo acerca de la frontera apolínea y socrática socrática no saben siquiera que un hombre puede pue de refutar a otro otro o puede, puede, sen sen cillamente, comprobar su valía, sin ser él mismo un experto en lo que está criticando. Es bastante absurdo, desde luego, y quizá se deba sólo al encono, porque es evidentísimo que todos los que achacan a Sócrates y a los socráticos este saber y el consiguiente disimulo practican ellos mismos a diario la crítica sin saber sobre aquello que critican. No hay precisamente que ser un zapatero ex traordinario para poder pode r reprochar al zapatero que nos haya vendido vendido po p o r bue b ueno noss de dete term rmin inad ados os prod pr oduc ucto toss suyos suy os que no lo eran. era n. Sea cual sea el motivo, lo que sí es cierto es que el interlocutor de un socrático, en el momento de su refutación, como está más atento a sí mismo -es decir, a cómo queda él ante los demás des pué p uéss del d iálo iá logg o - que a la ve verd rdad ad qu quee h a ap apar arec ecid ido, o, se ofusca ofu sca lo suficiente como para olvidar un hecho cotidiano tan elemental co mo es la reprobación del trabajo de los profesionales por parte de los que no lo son. Sin esta ofuscación, causada por la mala volun tad o simplemente por el vértigo de haber hab er sido sido sacado literalmente literalmente de sus casillas y no saber de momento dónde se está situado a par tir de ahora, no se puede explicar la calumnia por la que al socráti co se le imputa saber lo que ignora. El aparente sabio comprobado por Sócrates y hallado falto no sitúa a Sócrates en la frontera que él no reconoce, que él jamás ha vislumbrado. Como para este hombre sin discernimiento todas todas las cosas o se saben o se ignoran, y nada más, Sócrates ha pasado al la
54
La L a d efen ef ensa sa de S óc ócra rate tess
alguna manera sabiendo demasiado bien dónde está Sócrates mis mo. Al menos así existe un punto para orientarse tras el vértigo del diálogo. 16. Por su su parte, Sócrates, Sócrates, aun llenándose de de pena, pena , aun temiendo, se introduce cada vez más más en el vértigo vértigo de su comprobación compro bación infinita in finita del sentido del enigma enigm a de Apolo, y llega un momento en que prácti camente traba conversación con cualquiera que pase cerca, ya sea conciudadano, ya sea extranjero (¿cómo podía faltar en el discurso de defensa alguna alusión al trato frecuen frecuente, te, y en ocasiones muy m uy cé lebre, lebre, que Sócrates había habí a mantenido con los los sofistas s ofistas extranjeros extranjeros?). ?). Llevando semejante modo mo do de vida, que a cada día que pasaba lo tenía que convertir en más famoso y más odiado, odiado, nada más má s natural que Sócrates se viera pronto rodeado de jóvenes atrevidos, con tiempo libre, confiados en el resguardo de sus familias. Estos jóve nes se fueron acostumbrando al diálogo socrático y lo sufrieron en prop pr opia iass carnes, carn es, sólo que ellos tení te nían an aún muy mu y poc p ocoo que perder, perd er, co co mo no fuera brillo retórico ante los ojos de sus sus amigos y sus amores. amores. No od odia iaro ronn a Sócrat Só crates es sino qu quee en enco contr ntraro aronn muc m ucho ho m e jor jo r imita im itarlo rlo por po r su cuenta cue nta y riesgo; ries go; y ellos multi mu ltipli plica caron ron en seguid seg uidaa los lo s resulta resu lta dos negativos (o positivos, desde el punto de vista de la simple ver dad del oráculo) que el iniciador iniciador,, Sócrates, Sócrates, hallaba hall aba por su lado. lado. Sin embargo, era difícil, incluso políticamente, enemistarse con los imitadores de Sócrates. Más sencillo, y aparentemente más ra zonable, era hacerlo con el que les había enseñado a dialogar para refutar infaliblemente al que creía y parecía saber sobre el bien y el mal. Era evidente que el principio de esta moda de interrogadores estaba en Sócrates y que los métodos y las conclusiones no diferían de los que cultivaba Sócrates mismo a diario. La inquietud que se extendía por el hecho de que que quedaran tantos prestigios tan ta n rápida mente puestos en tela de juicio no se entendió como una oportuni dad para avanzar moralmente y estimularse a la investigación de la sabiduría auténtica. Sólo se quiso registrar lo que hay siempre de negativo en cualquier perturbación. perturbación. Sócrates, Sócrates, pues, estaba e staba corrom corrom pien pi endd o a la juv ju v e n tud tu d de dest stin inad adaa a infl in flui uirr más má s en el futu fu turo ro de la de de mocracia ateniense. La calumnia, en definitiva, nace necesariamente de aquel hom
Comentario Comentario filosó fico
55
ama tanto la sabiduría como su propia reputación (en cuyo caso no puede pu ede ya import im portarle arle esenci ese ncialm alment entee si esta e sta reput rep utaci ación ón está o no bien bie n fundada: fundada: basta con que exista en el ánimo ánim o de los demás y se refleje tranquilizadoramente en el ánimo de uno mismo). Al atravesar el diálogo, la humanidad human idad queda repartida repartid a en dos campos: campos: los filósofos y los filótimos; mejor dicho: al atravesar el diálogo, la humanidad, que ya estaba separada en estos dos campos, apenas puede desco nocer, haga los esfuerzos que haga, que tal es su situación real. No N o cabe cab e pensar, pen sar, además, ade más, qu quee el diál di álog ogoo socrá so cráti tico co sea un inst in stru ru mento ment o que, a imagen imag en de la flauta o la cítara, cítara, sirve igual igual en e n unas unas que en otras manos, porque produce automáticamente los mismos efectos. efectos. En E n absoluto. absoluto. Si los los jóvene jóv eness imitadores imitad ores de Sócrates fueran fueran también ellos más filótimos que filósofos, más amantes de su pro pia p ia repu re puta taci ción ón qu quee de la sabi sa bidu durí ríaa real re alm m en ente te hu hum m an ana, a, resu re sult ltar aría íann aplastados por el diálogo antes incluso que sus interlocutores. El que no ama por el diálogo y en el diálogo la sabiduría realmente humana, la Prudencia, ése no puede descubrir los rodeos que la conversación debe dar, ni tiene idea del lugar en que los que ha blan bl an se encuen enc uentran tran..
E l in t e r r o g a t o r io d e M e l e t o
^Empieza diciendo que violo la ley corrompiendo a los jó j ó v e n e s . P o r m i p a rte rt e , yo digo di go,, a ten te n ien ie n ses, se s, q ue es M ele el e to el que delinque, porque bromea brom ea en asuntos serios al traer traer aju aj u icio ic io con demasi dem asiada ada facilidad facilidad a alguien alguien a propósito de cosas que hace como si las las tomara en serio serio y le preocupa preocup a ran, cuando jam ás le han importado nada. nada. Intentaré Intentaré mos mo s traros que esto es lo que ocurre. Ven, Meleto, y dime: lo que más te importa es cómo llegarán a ser bueno buenoss los jóvenes, jóve nes, ¿no es así? así? -Así es. -M u y bien; pues di a éstos éstos quién los los hace mejores. mejores. Evidentemente, lo sabes, ya que te preocupa. Como has dado con el que los corrompe, que, según dices, soy yo, m e traes traes ante ellos y me acusas. acusas. Di entonces entonc es quién qu ién los ha ce mejores; mejo res; revélaselo. ¿Te ¿Te das cuenta, Meleto, M eleto, de que si gues callado y no sabes sabes qué decir? ¿No te parece que es tá mal y que es prueba prueb a bastante de lo lo que yo afirmo: que este este asunto jam ás te ha importado? Vamos Vamos,, hombre hon rado, ¿quién los hace mejores? mejores? -Las leyes. -N o te estoy preguntando eso, querido, sino qué qué hom hom bre b re,, qu que, e, a n te todo to do,, sabr sa brá, á, e fect fe ctiv ivam amen ente te,, las la s leye le yes. s. -Éstos, Sócrates: los jueces. -¿Cómo dices, Meleto? ¿Que estos hombres son ca pa p a c e s de e d u c a r a los lo s jóv jó v e n e s y h a c e rlo rl o s m e jore jo res? s? -Desde luego.
EI inte in terr rroo ga gato tori rioo d e M elet el etoo
-Hablas bien, por Hera, y afirmas que hay gran abun dancia de hombres de provecho. ¿Qué más? ¿Los hacen mejores también tam bién estos que están asistiendo al juicio, juicio , o no? -E llos tambi también. én. -¿ Y qué sucede sucede con los los miembros miem bros del Consejo? Consejo? -Los consejeros también. -¿Serán, entonces, Meleto, los miembros de la Asam ble b lea, a, los lo s asa as a m b leís le ísta tas, s, los lo s qu quee c o r r o m p e n a los lo s jóv jó v e n e s ? ¿O también todos ellos los hacen hac en mejores? -Tod -T odos os ellos ellos tambi también. én. -Parece, entonces, que todos los atenienses, menos yo, los hacen hombres excelentes, mientras que yo soy el único que los corrompo. ¿Es esto lo que afirmas? -D esd es d e luego que es es esto esto lo lo que afirm o con todas todas mis fuerzas. -¡Q u é mala suerte suerte me atri atribuy buyes! es! Respóndeme: ¿te ¿te pa rece que pasa lo mismo a propós pro pósito ito de los caballos: caballos: que to dos los hombres los hacen mejores y uno solo es el que los echa a perder? ¿No sucede todo lo contrario: contrario: que uno solo es el capaz de hacerlos mejores, o lo son unos pocos, los entendidos en caballos, mientras que la mayoría, si pa san su tiempo con los caballos y hacen uso de ellos, los echan a perder? ¿No sucede esto, esto, Meleto, tanto ta nto con co n los ca ba b a llo ll o s co com m o c o n tod to d o s los lo s a n ima im a les? le s? C laro la ro qu quee sí, digá di gáis is lo que digáis tú y Ánito. A propósito propó sito de los jóvenes, jóven es, ¡qué ¡qué gran felicidad sería que uno solo los corrompiera y todos los demás los beneficiaran! Con esto, Meleto, has dado muestra bastante de que jamás has pensado en los jóve nes. Has manifestado con toda claridad tu despreocupa ción. No te han importado nada en absoluto los asuntos po p o r los lo s qu quee m e ha hass traí tr aídd o aqu aquí.í. Síguenos diciendo, Meleto, M eleto, po p o r Zeus, si es es m ejor vivir vivir entre conciudadanos buenos o malos. Vamos, responde. No N o te esto es toyy p reg re g u n tan ta n d o u n a c o sa difí di fíci cil.l. ¿N ¿Noo c a u san sa n los
58
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
-Así es. -¿H -¿ H ay alguien que que prefiera prefiera recibir recibir daño daño,, y no benefi ben efi cio, de la gente con c on la que está? está? Responde, Respon de, querido, q uerido, que la ley te ordena que responda respondas. s. ¿Quiere ¿Q uiere alguien recibir daño? -No. -B ien . ¿Me has traí traído do aquí porque corrompo a los jó venes y los hago peores adrede o sin querer? -Adrede. -¿Cómo es esto, Meleto? Tú, con los años que tienes, ¿eres tanto más sabio que yo, con los que tengo, que sa be b e s q u e los lo s m a los lo s c a u s a n sie si e m p re d añ añoo a los lo s q ue t ien ie n e n más cerca, m ientras los buen buenos os les hacen bien, y en cam cam bio b io yo lle ll e g o a t a l c o lm o d e ign ig n o ran ra n c i a q u e n o sé q u e si empeoro empeo ro a uno de los los que están conmigo seguramente seguramen te re cibiré de él daño; con lo que hago todo este mal, según dices, dices, adrede? N o me m e puedes convencer convencer de tal cosa, Me M e leto, ni creo que puedas convencer de ello a nadie; sino que o yo no los corrompo, o, si los corrompo, lo hago sin querer. En los dos casos, tú dices una falsedad. Y si los corrompo sin querer, por tales faltas la ley no ordena traer a nadie aquí, sino, tomándolo en privado, instruirlo y aconsejarlo, porque es evidente que, al aprender, deja ré de hacer lo que estoy haciendo sin querer. Pero tú re huyes y no quieres mi compañía comp añía ni instruirme, instruirme, y m e traes a donde, po r ley ley, hay que traer trae r a los los que precisan pre cisan castigo, y no enseñanza. enseñanza. Atenienses, es ya evidente evidente lo que afirmo: afirmo: a Meleto es tos asuntos jam ás le han importado im portado ni poco ni mucho. Dinos, sin embargo: ¿cómo afirmas que corrompo a los jóvenes, jóven es, Meleto? Por la la acusación que has planteado contra mí, ¿no es evidente que dices que lo hago ense ñándoles a no venerar a los dioses que venera el Estado, sino a otros otros seres demónicos nuevos? ¿No afirm as que q ue es enseñando tales cosas como los corrompo? -D d luego qu sto lo lo que afir odas mis
EI inte in terr rrog ogat ator orio io de M e ieto ie to
-Por los mismos dioses a los que ahora nos estamos refiriendo, Meleto, habla aún más claramente tanto a mí como a estos hombres. No consigo entender si dices que enseño a creer que existen dioses y a venerarlos, de modo que creo yo tambié tam biénn que hay dioses y los los venero, y no soy en modo m odo alguno un ateo (y, (y, al m eno enoss en esto, no violo la ley), pero que estos dioses no son los que venera el Esta do sino otros. ¿Es de esto de lo que me m e acusas, acus as, de que son otros, o dices que yo no venero a Dios ninguno y eso es lo que enseño a los demás? -E sto st o es lo que afirmo: que no veneras en absoluto absoluto a ningún ning ún Dios. Dios. -Q ue uerid ridoo Meleto, M eleto, ¿por qué dices dices esto? esto? ¿Así que yo no no creo que el Sol y la Luna son dioses, como lo creen los demás hombres hom bres?? -C laro la ro que no, po porr Zeus, jueces, juec es, como que dice que que el el Sol es un unaa piedra y que la Luna Lun a es tierra. tierra. -¿Crees que estás acusando a Anaxágoras, querido M eleto? ¿Tanto ¿Tanto desprecias a estos estos ho hom m bres que crees que que no saben leer y por eso tampoco saben que los libros de Anaxágoras de Clazómenas están repletos de esas tesis? ¿Van los jóvenes a aprender conmigo lo que pueden en cualquier momento, por una dracma todo lo más, com pra p rars rsee e n la o rqu rq u e s ta p a r a b u r lars la rsee de S ó c rate ra tess si fin fi n g e que esas afirmaciones son suyas, cuando son tan ajenas y tan sorprendentes? Por Zeus, ¿es ésa realmente realme nte tu opinión opinión sobre mí? ¿Que no creo en Dios alguno ni lo venero? -No crees en ninguno en absoluto, por Zeus. -Eres hombre sin fe, Meleto, y me parece que no te crees ni a ti mismo. Atenienses, este hombre me parece que realmente está lleno lleno de soberbia y necesita nece sita reprim reprimen en da y que ha sido como por po r esa soberbia y esa falta falta de dis ciplina, ciplina, y por po r su juventud, por p or lo que me ha h a acusado co m o lo ha hecho. Creo, Creo, en efecto, que es com o si hubiera
59
60
La L a de defe fens nsaa de Só Sócr crat ates es
do y que me contradigo, o conseguiré engañar tanto a él como a los demás que nos escuchan?». Porque a mí me resulta evidente que se está contradiciendo contradiciendo a sí sí m ismo en su acusación, ya que viene a decir decir:: «Sócrates «Sóc rates delinque delinq ue no venerando vene rando a los dioses pero venerando a los dioses». dioses». H a cer esto es propio prop io de uno que está jugando. jugand o. Ved conmigo, atenienses, atenienses, por qué me resulta evidente evidente que eso es lo que está diciendo. Tú, Meleto, contéstanos. Vosotros, como os pedí desde el principio, acordaos de no protestar pro testar si hablo del modo que suelo. suelo. ¿Existe algún hombre, hom bre, Meleto, que crea que hay cosas humanas hum anas pero no crea que que haya haya hombres? Que responda, atenienses, y no proteste tanto. ¿Existe ¿E xiste alguien que no crea en los caballos pero sí en las las cosas de caballos? ¿Existe ¿Ex iste al guien gu ien que no crea en los flautistas flautistas pero sí en cosas cosas de flau fla u tistas? tistas ? No lo ha hay, querido. Si no quieres qu ieres responder, respond er, yo te lo digo y lo digo también a todos éstos. Contéstame ahora: ¿existe ¿existe alguien algu ien que crea que hay cosas demónicas demón icas pero no crea en démones? -No, no existe. -H a s hecho bien en contestar contestar a duras duras penas, obligado obligado po p o r ésto és tos. s. D i c e s , p u e s, q ue creo cr eo en co cosa sass d e m ó n ica ic a s y las enseño, sean nuevas o viejas, pero que creo en cosas de mónicas, según tus palabras, y lo has jurado en la acusa ción. Si creo en cosas demónicas, es bien necesario que crea que existen démones, ¿no? Sí. Ya que no respondes, interpreto que estás de acuerdo. ¿No pensamos que los démones son o dioses o hijos de dioses? ¿Sí o no? -Sí. -L u eg egoo si acepto démones, démones, como tú mismo mism o dices, dices, si los los démones son dioses, resulta lo que vengo afirmando: que nos propones prop ones un u n enigma enigm a por divers diversión, ión, ya que dices que no acepto dioses y dices tam también bién que sí acepto dioses, pu es to que acepto démones. Y si los démones son hijos de dioses, bastardos que han tenido con las ninfas o con las
Comentario Comentario filosó fico
61
hombre hay que piense que existen hijos de dioses pero que no existen dioses? Sería igual de extraño que si uno pe p e n s a ra q ue e x iste is tenn h ijo ij o s de c a b allo al loss o d e asn as n o s, los lo s m u los, pero pensara que no existen ni los caballos ni los as nos. No queda otra, Meleto, sino que me has lanzado es ta acusación para pon ponernos ernos a prueba, prueba , porque no concibo concibo que me estés acusando de ningún delito verdadero. No hay recurso alguno por el que puedas convencer a nadie, po p o r po p o c a inte in teli ligg e nc ncia ia q ue po pose seaa , d e q ue el m ism is m o ho hom m bre br e acepta cosas demónicas y divinas y no acepta ni démo nes, ni dioses, ni héroes.
Co m e n t
a r io
15 . L a lectura 15. lectu ra del texto oficial de la acusación acusa ción de Meleto, Ánito y Licón confirma cuanto hemos dicho sobre su dependencia respec to de la vieja calumnia. La única novedad es que afirma que Sócra tes venera a ciertos seres demónicos nuevos, o sea, por lo pronto, desconocidos en Atenas y ajenos a la tradición local. Quizá se esté pensando en algo muy parecido a nuestros nuestros demo nios, puesto que se trata de insinuar (y aun más que eso) que la im pía p ía activ ac tivida idadd pse p seud udor orre relig ligio iosa sa de Sócrat Só crates es causa cau sa efectos efec tos letales leta les en sus discípulos. Muy probablemente, se busca decir, de modo ape nas velado, que Sócrates Sócrates está poseído po porr alguna maligna divinida divinidadd pers pe rson onal al,, ob obed edec ecie iend ndoo a la cu cual al influ in fluye ye de desa sast stro rosa sam m en ente te sobre la juv ju v en entu tudd de Atenas. Ate nas. No N o caben cab en demasia dem asiadas das dud dudas as acerca ace rca del orige ori genn de esta curiosa creencia popular, aprovechada por los acusadores (si no tuviera esa condición condic ión de creencia popular, de ninguna ningun a manera se habría hablado de este modo ante un tribunal). Sócrates mismo, cuando alguno de sus conocidos le señala el motivo verosímil, parece aceptar que de ahí procede esta patraña. Y no deja de referirse a este asunto más adelante, ante su tribunal, cuando cu ando ya ha hecho lo posible por desvin cular la acusación de Meleto de todo rastro de fundamento racional. Se trata de que, como constantemente afirmó Sócrates en sus
62
La d efe ef e nsa ns a d e Só Sócr crat ates es
hay que pretender que a los demás también les pase. Él escucha con frecuencia una voz en su interior, o sea, inaudible para los que lo acompañan, que le dice que no no:: que no hag hagaa lo que acaba acab a de em pez p ezar ar a hacer. hace r. S olam ol amen ente te de esta est a clas cl asee son las m an anif ifes esta taci cion ones es de esa voz. voz. Nunca Nu nca dice nada nad a más; nunca se le ha oído un sí. No añade razones a su negativa y, naturalmente, como Sócrates, después de haber obedecido a la voz, siempre siempre puede reconocer, reflexionando sobre los acontecimientos, que, efectivamente, ha sido mucho me jo j o r h acer ac er caso cas o a este est e no tan ta n pecu p eculia liar, r, lo úni ú nico co qu quee se deb debee de dedu duci cirr es que la voz procede de la divinidad. Jamás se ha equivocado in duciendo a Sócrates a lo malo y erróneo, y él jamás ha dejado de oírla cuando se ha embarcado en alguna empresa que era mejor omitir. Como este maravilloso no no se se limita a esta sola sílaba (esto debemos suponer, pero Sócrates no dijo nunca qué palabra oía), quien la percibe sabe que viene de un Dios, pero ignora de cuál de ellos. Podría incluso ser la voz de un Dios de rango inferior, de es tos que más fácilmente fácilm ente entran en contacto con los humanos, human os, como los héroes o los démones de toda toda especie. especie. Sócrates Sócrates mismo analiza el significado de esta última palabra al final del interrogatorio de Meleto, y allí nos informa de que, en efecto, el demon, en su épo ca, ca, puede a veces seguir seg uir significando, como es lo común comú n en la poe sía homérica, un Dios cualquiera, cualquiera, pero que es ya más norm n ormal al que designe a un semidiós, a un descendiente de Dios y mujer o de Diosa y hombre. hombre. Sócrates había siempre insistido en que él era, a fin de cuentas, un hombre demónico o poseído por un demon, ya que escuchaba la voz de Dios disuadiéndolo, cuando los que que estaban en ese momen mome n to con él no la percibían. percibían . Parece más que que suficien su ficiente te pretexto pretext o para la acusación que tiene que sostener Meleto. Meleto. Quien Q uien no se detenga a re flexionar en lo que quiere decir la voz demónica de Sócrates, pero en cambio crea lo lo que las viejas calumnias calum nias dicen de este hombre y lo odie, además, porque porq ue esté seguro seguro de que su influencia política pol ítica en Atenas es la contraria a la propugnada por el propio partido, tiene ya una base espléndida esplénd ida para acusar de de ateísmo ilegal a Sócrates Sócrates.. Reservamos nuestra propia meditación sobre la voz del demon par p araa el m omen om ento to en qu quee Sócra Só crates tes m ism is m o la m en enci cion one. e. Porq Po rque ue de
C o m e n t a r io f i l o s ó f i c o
63
16. ¿Es o no un un diálogo realmente socrático soc rático lo lo que conservamos en este interrogatorio? Por una parte, está el hecho de que Sócrates preg pr eguu nta nt a a Melet Me letoo no porqu por quee él en entie tiend ndaa en este est e precis pre cisoo momen mo mento to que es lo que debe hacer en su defensa, sino porque la ley exigía esta especie de careo sin abogados interpuestos, del que podía salir una condena para el acusador, en el caso de que el acusado obtu viera, de resultas del interrogatorio, interrogatorio , el éxito de atraer atra er a su lado lado a un número suficiente de miembros del tribunal. Por otra parte, Sócrates está en todo profundamente de acuerdo con el espíritu o el núcleo de la ley del Estado, como habremos de ver más despacio despacio y según venimos venimos observando desde el primer prim er mo mento. Si Sócrates hubiera tenido que dejar de ser Sócrates para cumplir cum plir la ley ley, sin duda la habría violado o, m ejor ejo r dicho, dicho, sin duda duda se habría exiliado del Estado; pero es esencial para la comprensión de Sócrates reconocer reconoc er que él él nunca vio auténtica autén tica contradicción en tre las leyes y su naturaleza o la razón de su existencia, sino que, muy al contrario, aceptaba que las leyes (la palabra es masculina en nomoi) eran sus sus padres verdaderos, verd aderos, en los que sólo veía griego: los nomoi) eran un estímulo para vivir su vida, vida, y aún más antiguo y esencial que que el recibido de Apolo en la edad madura. madura. Por consiguiente, si ésta es la función profunda de las leyes en la existencia de Sócrates, preguntar a Meleto en mitad del discur so de defensa no puede, por principio, princip io, perjudic perju dicar ar a Sócrates en nin gún sentido, o sea, negarlo. De aquí que tengamos que pensar en que hay continuidad, pese a todo, entre el apresurado interrogatorio de Meleto, hecho, de acuerdo con la le ley, con el fin inmediato inmed iato de refutar refuta r sus acusaciones acusaciones,, y el habitual interrogatorio socrático. socrático. En éste se trata también de re futar un discurso (es decir, a un hombre, como tendremos ocasión de fundamentar fundam entar pronto), a sabiendas de que hacerlo es no sólo con firmar firm ar el oráculo del Dios, sino contribuir co ntribuir a la mejora del hombre hombre refutado e, indirectamente, a la del Estado donde este hombre ho mbre y Só crates conviven. ¿Es que refutar el discurso de Meleto y a Meleto mismo no ha de tener tener consecuencias consecuencias positivas pa para ra Meleto y para Atenas? ¿Podría ser compatible con Sócrates que esas consecuen cias deseables sólo lo sean pa para ra el conjunto del Estado pero no pa pa ra el interlocutor particular de Sócrates? No debemos creerlo. El
64
L a d e fe n s a d e S ó c r a t e s
quien no dude en atribuir a Sócrates la posibilidad de negarse a sí mismo mism o en el momento momen to solemne de aclarar en público su existencia, aparte de la posibilidad de reconocer un conflicto básico entre las leyes del Estado y su forma de vivir. Mi hipótesis hipó tesis es, pues, que Sócrates dialoga a la vez con Meleto, con su tribunal y los espectadores, y con las propias leyes de Ate nas, incluso cuando refuta al primero sumariamente, en el escaso tiempo que la ley le concede, y sin que parezca muy m uy claro que a la refutación siga el el conato de instrucción del refutado que he admiti adm iti do que fue esencial para la misión de Sócrates en Atenas una vez que Querefonte trajo su oráculo desde Delfos. Sucede además que el modelo más evidente de un diálogo que ofrece el complicado y grande diálogo que es toda la Ap la Apol olog ogía ía,, es just ju staa m e n te esta es ta co conv nver ersa saci ción ón rápi rá pida da con Melet Me leto. o. Inte In tent ntem emos os,, en en tonces, extraer de ella algunas informaciones valiosas acerca de la estructura y el contenido concretos de los diálogos de Sócrates, cu yas líneas maestras hemos hem os tenido ya ocasión de considerar. considerar. Existe un constante juego jue go de palabras palabras en este careo sobre la na na turaleza juguetona y contradictoria de Meleto (que este hombre es así, es lo que cree, en definitiva, haber probado Sócrates, aunque de esta conclusión conc lusión se sigue, sigue, como exige la ley ley, que el verdadero de lincuente es Meleto, si bien resulta serlo serlo en un sentido sentido no propia p ropia mente penal). «Meleto» « Meleto» es un nombre inmediatamente inmediatam ente relacionado con melete, la melete, la preocupación (sobre todo, el religioso cuidado con los ritos venerables). El joven que lleva este nombre se presenta, como corresponde, en el el papel de quien más se preocupa, preocup a, a lo que que pare pa rece ce,, de los asunt asu ntos os más má s impo im porta rtant ntes es del Estado Est ado:: la reli re ligi gión ón y la formación excelente de la juventud. Pero el interrogatorio de Só crates manifestará man ifestará (como el acusado se permite, de acuerdo con la la ley y contra su explícita costumbre cotidiana de dialogador, anun ciar desde el principio) que este Preocupado en realidad ha estado siempre despreocupado. La despreocupación por lo esencial sin duda es mala cosa, y ahora se ve que ha metido en un mal paso a Meleto, porque es excesivo juego este de acusar, sin pruebas, de ateísmo y corrupció corru pciónn a un ciudadano. ciudadano. Piense Sócrates lo que pien se acerca del correctivo correctivo que merece esta despreocupación despreocupació n jugu ju gueto eto
Comentario Comentario filosóf ico
65
si Meleto hubiera venido a hablar con él en privado y como cual quiera de los interlocutores de Sócrates, aunque hubiera empezado lanzándole las peores acusaciones. Ha seguido, sin embargo, otro proc pr oced edim imie ienn to, to , y aho ahora ra sólo incu in cum m be a la ley le y (con (c onta tand ndoo con que los los jueces jue ces sean auténticos auténticos jueces, juec es, o sea, sea, conocedores y cumplido res de la ley) continuar dialogando a su modo con Meleto. El primer momento del diálogo Sócrates-Meleto se concentra en esto: la acusación sólo puede basarse, en lo que se refiere a su pri mera línea, en un serio conocimiento de lo que concierne al bien y el mal y a su enseñanza. enseñanza. Sólo si Meleto, Melet o, o quien qu ien quiera que sea, co noce qué es el bien y qué el mal para pa ra la juven ju ventud tud y, en general, para para el ciudadano, y sólo si además sabe cómo se enseñan el uno y el otro y quién los enseña eficazmente, puede tener fundamento su acusación contra Sócrates, la cual precisamente pretende que éste instruye en la maldad muy eficazmente a quienes a diario lo rodean. Sobre el fondo de esta argumentación, que necesariamente es ad hominem, porque hominem, porque así lo exigen la ley y las circunstancias mis mas del diálogo, diálogo, distinguim d istinguimos os aún en su forma form a varios elementos de prim pr imer eraa import imp ortanc ancia. ia. Para empezar, Sócrates busca el acuerdo de su interlocutor, co mo lo hace a diario, y precisamente sobre el bien y el mal, como siempre. Sólo de este tema tiene sentido hablar, en última instan cia. cia. El acuerdo con Meleto es esencial para pa ra que sea éste mismo, so bre la ba base se de las prem pr emis isas as qu quee tant ta ntoo él como com o Sócra Só crates tes acepta ace ptan, n, quien extraiga ex traiga las consecuencias en su orden, orden, de las cuales debe se guirse o lo que Sócrates anuncia desde el principio o lo que Mele to ha jurado jura do en la acusación. acusación. Este acuerdo básico acerca de las premisas supone, desde lue go, creer realmente en su verdad. Un diálogo de Sócrates no parte de una mera suposición, de una ficción de creencia, sino siempre de una tesis auténtica acerca del bien, el mal y su aprendizaje. A Só crates no le interesa hablar sino con quien esté dispuesto a tratar de de pon p oner er sobre sob re la mes m esaa las cartas car tas sobre sob re las que de ve vera rass cree que está ju j u g án ándd o se la vida vid a (la vida vid a como com o av avent entura ura arri ar ries esga gada da hacia hac ia la pos p osi i ble bl e co cons nsec ecuc ució iónn de la plen pl enit itud ud o excele exc elenc ncia). ia). Qu Quee sea así es esen ese n cial para poder pode r entender por qué la refutación de un discurso (de (de una premisa) es también e incluso más la prueba y refutación (y
66
La L a de defe fenn sa de Só Sócr crat ates es
se tratara de una tesis sobre sobre cualquier cu alquier otra materia, por po r ejemplo, so bre los co cono noci cim m ient ie ntos os técnic téc nicos os que po pose seee un unaa perso pe rsona. na. Pero desde des de luego sí sucede así cuando lo que está puesto en diálogo es la creen cia fundamental de un hombre sobre cómo se debe vivir. En segui da veremos más m ás hondamente hondam ente por po r qué qué.. En el punto en el que en este instante aún estamos, estamos , es cierto que se ve que la creencia sobre el bien y el mal es mucho más impor tante, para decidir el modo de la vida y lo nuclear de la existencia, que cualquier otra creencia; pero siempre podría alguien argumen argumen tar que un hombre no vive últimamente de lo que cree de manera explícita, sino del resultado de sus pasiones, de sus supuestos in conscientes. .. Si ésta es la verdad, comprobar un discurso, aunque sea el que se refiere al bien y al mal y aunque realmente realmen te lo crea el interlocutor de Sócrates, Sócrates, no equivaldrá nunca del todo a comprobar comproba r a un hombre, porque éste será sobre todo algo que él mismo igno ra, que no proyecta ni quizá desea. Un hombre, si ésta es la reali dad, no será comprobable nunca como sí es comprobable un dis curso; y la refutación de una premisa, incluso de la premisa sobre el bien bie n y el mal de verdad verda d creída, creída, jamás jam ás se igualará a la la tarea de re futar a un hombre, a una existencia. existencia. Una Un a breve breve reflexión acerca de la posibilidad opuesta nos podría, ya ahora, informar de aspectos muy profundos del socratismo, pero también en este caso parece pref pr efer erib ible le de deja jarla rla prep pr epar arad adaa co conn estas est as co cons nsid ider erac acio ione nes, s, pe pero ro espe es pe rar para agotarla a que sea el propio Sócrates quien avance más en la revelación de sus ideas. Otro punto de extraordinario atractivo es que el comienzo del interrogatorio de Meleto enseña que un hombre puede responder con la verdad, quizá incluso pensando que está hablando en serio, sin po porr eso decirla realmente. realmente. Pues Meleto M eleto contesta que son s on las le yes quienes mejoran a los hombres, y así es la verdad en la que también cree Sócrates, y no parece que Meleto bromee; pero in mediatamente escapa de su verdad, no la sabe retener, y es llevado a un vértigo de contradicciones. Meleto ha respondido la verdad demasiado en el papel del abogado de sí mismo, del hombre que se debate en todos sentidos, cuando ha quedado acorralado, con tal de salvar lo lo que defiende; defien de; no por po r la verdad de esto que defiende d efiende,, sino sino exclusivamente para no perder reputación y, en circunstancias co
Comentario Comentario filosófic o
67
Meleto recurre a las leyes contra la ley misma, por miedo de ella, ella, sin confiar un momento mom ento siquiera en su virtud virtu d de mejorar a los hombres. Sócrates lo sospecha, por lo menos, cuando da un quie bro a la conv conversa ersació ción, n, que en otro caso cas o sería fraud fra udule ulento nto.. Senc Se ncil illa la mente ofrece a Meleto la posibilidad de agarrarse con decisión a su clavo ardiendo y así profund prof undizar izar en la la verdad que ya ha dicho. dicho. M e leto, naturalmente, se deja derribar de su presunta posición de fuer za, porque no la entendía ni él mismo. Comprende, en cambio, de masiado bien la pregunta inmediata de Sócrates, reconoce que su verdad inicial era un subterfugio (¡un subterfugio nada menos que haber hab er dicho la verdad!) verdad!) y tiene tiene la naturalísima naturalísim a debilidad d ebilidad de de intro intro ducirse en un diálogo desastroso para su tesis, pero en cuya prime prim e ra premisa sí que que cree realmente, aunque aunq ue también tam bién lo haga sobre sobre to to do p do prr o ca caus usaa sua. Meleto, quiero quiero decir, decir, acepta acep ta que él él en e n realid realidad ad sí sabe sabe quién m e jo j o r a y qu quién ién empe em peora ora a los lo s jóve jó vene nes, s, po porqu rquee sí se ha h a preo pr eocup cupad adoo de la cuestión, como demuestra dem uestra que haya acusado a Sócrates. Sócrates. A los los j ó venes los mejoran los ciudadanos atenienses que desempeñan con dignidad una magistratura desde la que se administra la justicia del Estado. Estado. La respuesta, respuesta, además de ser la mismísima mism ísima corrección polí polí tica, tiene la ventaja de adular al tribunal, un momento mom ento después después de que Meleto mismo haya pasado ante este tribunal por un trance de verdadero peligro. La despreocupación, la ignorancia elevada al cuadrado que ca racteriza a Meleto, se pone en seguida de manifiesto porque su te sis, sis, aunque sea aduladora aduladora y políticamente políticam ente correcta, implica en A te te nas un absurdo, dado que, como recordé reco rdé antes, las magistraturas magistraturas no se desempeñaban desem peñaban en virtud de alguna especial preparación preparación en de de recho o en ética o en religión: cualquiera era el magistrado, por suerte, por turno. Todos los atenienses, incluso el mismo Sócrates, tendrían entonces que ser maestros de excelencia humana incluso una hora antes de ser condenados a perder los derechos civiles. Lo cual implica evidente absurdo. Sin embargo, Sócrates no persigue la misma línea de refutación que yo ahora, sino que prefiere detenerse en el punto anterior por ser para él el esencial, esencial, ya sabemos sabem os por po r qué: qué: el hecho de que Meleto ha aceptado resupuesto que va de suyo el que la excelen
68
La L a d efen ef ensa sa de S óc ócra rate tess
se sigue, dada la constitución de Atenas, que, efectivamente, todos los ciudadanos, menos Sócrates, son sabios, son sofistas y son bue nos por su sabiduría. Sin embargo, respecto de todas las ciencias restantes, la situación es la inversa: muy pocos o un solo entendido hacen frente a muchos ignorantes que los necesitan cuando desean el bien en el que esos pocos son expertos. De este este modo se completa la primera refutación que vemos rea lizar a Sócrates, y que está mucho más plena de contenidos de lo que a primera vista podría pensar pensa r un lector algo algo distraído. distraído. La refu tación del discurso de Meleto, o de Meleto mismo, en lo que con cierne a la la primera prim era línea de la acusación jurada jur ada contra Sócrates, ha consistido en m ostrar ostra r que que son incompatibles dos creencias que, sin embargo, sostiene simultáneamente el hombre refutado. Meleto pien pi ensa sa que los juec ju ecee s de la H elie el ieaa son ex expe perto rtoss en el b ien ie n y el mal m al y los pueden enseñar, y piensa también que los expertos en un sa ber b er de dete term rmin inad adoo son siempre sie mpre po poco coss co comp mpara arado doss co conn los no exp exper er tos; tos; pero estas dos creencias creencias son estrictamente incompatibles, por que la primera lleva a otra creencia que irremediablemente hay que tener también: la de que en un saber todos son expertos y sólo uno uno o unos pocos son ignorantes. ignorantes. Esta consecuencia se sigue necesaria neces aria mente de la premisa y es la contradicción explícita de la segunda premi pre misa sa.. N o qu qued edaa sino sin o ab aban ando dona narr la segu se gund ndaa prem pr emis isaa pa para ra afe af e rrarse a la consecuencia co nsecuencia bien extraída, extraída, o renunciar a la primera prim era pre misa para quedarse con la verdad de la segunda. Lo único que na die puede hacer es seguir creyendo ahora las premisas segunda y prim pr imer era, a, po porq rque ue son so n entre ent re ellas ell as co cont ntrad radic icto toria rias, s, co como mo en ense seña ñann las consecuencias. Meleto habría tenido una escapatoria, pero su despreocupación se la cierra, y Sócrates no está interesado en enseñar una verdad a nadie, sino en que Meleto se enseñe a sí mismo. Sócrates, por tanto, no tiene para qué recordar que hay una escapatoria. Es Meleto quien, del modo más socrático, se está en realidad comprobando a sí mismo mism o con co n ocasión de este este diálogo. diálogo. La vía de escape consistía en afirmar afirm ar que la ciencia del bien y del mal tiene una estructura abso lutamente diversa de la de los demás saberes, que da lugar a esta cu riosa inversión en el número de los entendidos y los ignorantes. Pe
C o m e n ta r io f i l o s ó f i c o
69
arte socrática: las inferencias se han dado de modo irrebatible, o sea, de acuerdo con las reglas mismas de la razón, según las cuales, si se ha partido de una verdad, jamás se llegará a una falsedad. Y Meleto también tamb ién reconoce (casi explícitamente, con su silencio silencio)) que la segunda premisa es en sí más evidente que la primera y que su consecuencia. Porque aún le hubiera quedado otro refugio: retirar esta segunda premisa fatal. Ni se le ocurre, porque es la evidencia misma de que así son los saberes: para especialistas todos ellos. 17. El primer prim er argumento de Sócrates Sócrates ha desenmascarado al al Preo Pr eo cupado como el Despreocupado. Despreocupado. En E n consecuencia, Meleto, eviden temente, ignora quién mejora y quién corrompe a los jóvenes, de modo que está subjetivamente carente de todo fundamento su acu sación contra Sócrate Sócrates. s. Falta considerar el aspecto objetivo de ella. Lo sepa o no lo se pa p a Melet Me leto, o, hay hayaa actuad act uadoo movid mo vidoo po p o r el motiv mo tivoo que quiera, qui era, ¿p ¿per erju ju dica terriblemente o no Sócrates a los jóvenes? ¿Lo hace porque venera algún demon nuevo y perverso que lo posee? El segundo argumento de Sócrates afronta la demostración más arriesgada pero también más característica: que nadie hace el mal a sabiendas, de donde se sigue que el mal se hace siempre sin que rerlo expresamente, o sea, sin representárselo del todo y, en defini tiva, por ignorancia. Sócrates, pues, no ha podido obrar mal a sa bien bi enda das, s, dad dadoo que na nadi diee pu pued ede. e. Él y todo to doss los ho hom m bres br es ne nece cesi sita tann ser instruidos, instruidos, fundamentalmente fundamentalm ente necesitan nece sitan aprender que son son igno rantes respecto de la ciencia del bien y que aspiran a la sabiduría. De todo lo cual resulta, además, que las leyes del Estado sólo pue den tener una función didáctica, pero en realidad ninguna aplica ción penal que vaya más allá del dolor que sufre el que de veras re conoce su ignorancia y el mal que debido a ella ha cometido. Las leyes tratan de prevenir tal ignorancia y, cuando han fracasado en lograr este objetivo, se proponen enderezar, pero siempre didácti camente, al malo, o sea, al ignorante. Sus castigos sólo pueden te nerr esta finalidad. ne La cuestión es peligrosa por varias razones muy patentes. La pri p rim m era er a es que Sócrate Sóc ratess va a ap apar arec ecer er de pron pr onto to a la luz lu z de co cons nsu u
70
La d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
te inocua, dada la situación, porque comporta una interpretación de la ley que que discrepa d iscrepa radicalme radicalmente nte de la la que de ella ella hacen los magis ma gis trados, el pueblo, otra ot ra vez los Muchos. Al no estar esta r de acuerdo y de de clararse Sócrates por ello más cercano a la auténtica comprensión de la ley, se sitúa en una posición arrogante que implica una ame naza para el sistema penal del Estado tal como lo entiende la gen te. Sócrates apela, en el fondo, a que su actitud no es realmente otra cosa que escucha obediente de la ley; a que es el Estado mismo, o «lo común del Estado», lo nuclear en él, quien se entiende a sí mis mo no como la gente, sino sino como el hombre declarado por p or Apolo el más sabio. El tribunal, sin embargo, tenderá a ver en las palabras de Sócrates nada más que una paradoja subversi subversiva, va, una ironía iron ía muy fuera de lugar y un juego jueg o de sofista. sofista. Sócrates, pese a todo, no podía ocultar este lado de su pensa miento, si debía decir toda la verdad y dialogar auténticamente con todos los presentes. presentes. Sin embargo embargo,, tampoco puede (sería la impiedad misma de la que se le acusa) querer que los ciudadanos cometan un crimen legal, y sabe que se van a ver inclinados a seguir esta línea de conducta en cuanto les parezca que el sofista se pone por po r encima de la ley. Creo que ésta es la razón de que deje para el final un ter cer argumento, argumento, directamente dirigido d irigido a probar prob ar que no es un impío, impío, en cuya conclusión nadie podrá recelar de ironías de mal gusto ni de arrogancias sobre lo divino. Naturalmente, en la trama perfecta del discurso, este tercer argumento, como los dos que lo preceden, si gue el orden orde n de cada cad a paso del texto literal de la acusación. La premisa de dell segundo argumento argumento es que un hombre bueno ne n e cesariamente benefic ben eficia ia a los que entran en en contacto con c on él, él, mientras que un hombre malo necesariamente los perjudica. La afirmación es en general verdadera, porque no pretende que toda acción del hombre buen buenoo haya de ser buena y beneficiosa bene ficiosa para el prójimo, prójimo, si no, sencillamente, sencillam ente, que, a la larga, larga, el trato trato del bueno es buen buenoo siem pre, pre , y malo m alo el del malo, m alo, aunq aunque ue tamb ta mbién ién sea cierto ciert o que éste ést e no actúa en todo momento de tal modo que dañe indefectiblemente al próji mo. Y aquí se trata del caso del mutuo contacto con tacto prolongado, prolong ado, porque hablamos de cómo es la sociedad de Sócrates y sus sus amigos íntimos, los jóven jóv enes es a los que se dice que ha corrompido.
Comentario filosófic o
71
jun ju n tas ta s se sigue que el ho homb mbre re que co corro rrom m pe a sus amigo ami gos, s, si exi e xis s te alguien así, es un ignorante, pero no un malvado que obra adre de.. En efecto,,si tiene conciencia de las dos verdades de verdade s que hemos ya afirmado, entonces sólo puede querer, en el trato cotidiano, rodear se de hombres buenos; lo que le compromete, si llega el caso, a me jor jo r a r a sus amigos. amig os. Y es m uy difíci dif ícill supo su pone nerr qu quee hay hayaa u n ho homb mbre re que no conozca esas verdades y que no saque, por lo mismo, esta conclusión. De hecho, parece que la evidencia de las premisas y su condición de públicas verdades reconocidas desde siempre obliga a inferir que todos los hombres desean tener amigos que sean buenos y que, si aún no lo son perfectamente, desean que mejoren; de mo do que si ellos mismos están en condiciones de contribuir a que mejoren, no dudarán en intentarlo con todas sus energías. La conclusión, en definitiva, es que todo hombre se propone efectivamente aportar lo que esté en su mano para hacer de sus amigos y familiares hombres excelentes. Si ahora resulta que, de hecho, el trato de alguien perjudica regularmente, esto sólo puede ocurrir porque este alguien ignore el modo de contribuir al bien bien de sus amigos y se equivoque en los medios que ha elegido. Pero, Pero, por otra parte, hemos aceptado que el hombre malo per pe r jud ju d ica ic a de man m aner eraa con const stan ante te y a la larga lar ga a los que en entra trann en co cont ntac ac to con él. él. Habrá H abrá que concluir conclu ir que que ese hombre hom bre que q ue no logra, logra, aunque se lo propone, tener amigos cada vez mejores, es un hombre malo. El problema se concentra ahora en cómo y quién es el hombre malo y dañino. ¿Puede el hombre desear ser malo con plena con ciencia? Todo hombre sabe que el malo es nocivo; ¿cómo va en tonces a ignorar que la maldad lo dañará a él mismo, y no sólo a la gente que tenga tratos con él? Proponerse ser malo es querer el da ño para sí, sí, pero querer siempre es querer un bien (suplimos aq aquí uí te sis y fragmentos fragmentos de diálog diálogoo que quedan que dan implícitos en esta oportuni oportun i dad porque el reloj de agua sigue fluyendo, pero que se expresaron innumerables veces en las conversaciones conversaciones de Sócrates donde no ha ha bía bí a prisa) p risa).. N o se pued pu edee qu quer erer er lo malo ma lo como malo, ma lo, sino sólo como com o buen bu enoo (por (po r ejempl ej emplo, o, porqu por quee pa parez rezca ca bu buen enoo -ig - ignn o ran ra n c ia-, ia -, o porque porq ue lleve aparejada aparejada una consecuencia consecuenc ia muy buena, preferible con mucho al m al que es su antecedente necesario). Pero querer en absoluto absoluto ser s er uno mismo malo no comporta bien alguno. El que logra ser perver
72
La L a de defe fenn sa de S óc ócra rate tess
bien. Como Com o en este caso cas o la m alda al dadd no pu pued edee ya en ente tend nder erse se como com o medio para nada, hay que sacar la consecuencia final: el que se ha ce malo, malo, pretend pre tendía ía en realidad hacerse bueno y se ha equivocado de camino. Ha tomado la apariencia del bien como realidad, cuando sólo encubría un mal real. Se ha dejado engañar por bienes aparen tes; o, mejor dicho, ya que siempre que ha querido algo lo ha que rido como bueno, ha preferido bienes menores a bienes mayores porqu por quee ha de desco scono nocid cidoo la jerar jer arqu quía ía autént aut éntica ica de los bienes. bi enes. No N o po pode dem m os decidir, decid ir, segura seg urame mente nte,, y a aho ahora, ra, si ex exis iste tenn bien bi enes es pura pu ram m en ente te aparen apa rentes tes (aunq (au nque ue el ejemp eje mplo lo de los ad ador orno noss retór ret óric icos os nos ha acercado mucho a la idea de aceptar que existen, y hemos hablado en esos términos). Es más sólido decir, simplemente, que si se quiere algo y se goza en su adquisición (se quiere porque se está seguro seguro de que se gozará al poseerlo), es porque tiene bien; pero p ero que hay bienes preferibles a otros, otros, y es la ignorancia de esta escala (o de la existencia misma mism a de ella) la causa de que un hombre se hag hagaa m a lo por buscar bu scar bienes que debería haber postergado a otro otros. s. En definitiva, la maldad es ignorancia de la ciencia del bien. Porque sólo si se posee este conocimiento se dispondrá del criterio cierto para subir y bajar por la jerarquí jerar quíaa de los bienes. bienes. Sócrates re conoce que carece de esta ciencia, mas ha aprendido la lección de que todos los demás carecen c arecen tamb también ién de ella ella pero superan su igno rancia porque ignoran que ignoran. Se sigue que todos los hombres están sumamente expuestos a errar y volverse malos, aunque que rrían todos el bien; pero que los que que no saben ni siquiera siqu iera lo poq poquí uí simo que Sócrates sabe, están aún mucho más expuestos a esta equivocación fatal. El diálogo socrático es, en resumidas cuentas, la única metodo logía para reducir eficazmente las probabilidades de volverse malo y perjudicar a los demás. Como la ley, según veremos y ya hemos insinuado, es el acicate original de este diálogo, es la primera pala bra qu quee en él se dice, y Sócrates Sócra tes y cu cualq alquie uiera ra somos som os ya respu res puest estaa a esa primera prim era frase, Meleto dijo la verdad sin decirla en absoluto: só lo los amigos de Sócrates responden a la ley y se dejan enseñar por ella, y, en esa misma medida, se cuidan en cuanto pueden del error en la cuestión suprema: cómo hay que vivir. No se ponen, sin em
Comentario Comentario filosófic o
73
Quizá se me replique volviendo a las premisas de este argu mento esencial (sólo a medias explícito en el interrogatorio de Me Me leto, por los motivos que que conocemos). La réplica répl ica puede consistir en ped p edir irm m e qu quee me retrac ret racte, te, jun ju n to co conn Sócra Só crates tes,, de ha habe berr ad admi mitid tidoo que un hombre puede mejorar y empeorar a otro. Pero no es razo nable esta objeción objeción.. No es necesario poseer po seer la ciencia inalcanzable inalcanzable del bien para ser capaz de mejorar a otro. Basta con reconocer los límites precisos de la propia ignorancia, siempre que, igual que ha ocurrido con la misión apolínea de Sócrates Sócrates en Atenas, este este reco reco nocimiento nocim iento se haga a la pública luz absolutamente. Todavía Todavía enton enton ces, como hemos observado, no tendrá más remedio que producir una situación equívoca, dada la espesura de la ignorancia al cua drado de muchos. No cabe esperar que la manifestación de la ver dad se vea libre de malentendidos nunca. Pero tampoco se puede decir que el socrático, si sólo consigue suscitar la ira de los demás, haya contribuido a empeorarlos. Este enfado y hasta la violencia que genera son en realidad ya algo mejor me jor que el pesadísimo sueño sueño anterior de la ignorancia que estaba del todo satisfecha de sí mis ma. Ha empezado la agitación, la inseguridad, el temor. Ya no se está tan seguro en la la estupidez. estupidez. La esperanza e speranza ha h a comenzado. El es es cándalo formidable de la violencia contra Sócrates es posiblemen te el primer momento de éxito éxito del socratismo, aunque sea también éste un éxito ambiguo y en e n precario. precario. Es verdad que un hombre no puede estrictamente mejorar a otro, otro, como el sofista creía que sí podía conseguirlo. Ni tampoco puede empeorarlo, si hablamos con total exactitud. Pero es perfectamente compatible con el socratismo admitir que, en un sentido menos ra dical y muy importante (tan importante que fue decisivo para la existencia del propio Sócrates), unos nos mejoramos a los otros y tambié tam biénn nos dañamos realmente. Si admitim adm itimos os la tesis tesis básica de Só crates acerca de la naturaleza del verdadero mal, entonces diremos que un imitador de Sócrates, e incluso un hombre intranquilo acer ca de su pretendida posesión del bien, aunque imite aparentemente muy poco a Sócrates, es ya alguien que contribuye a la mejora de sus prójimos, porque la empatia es tan poderosa, por lo menos, co mo la imaginaci imaginación. ón. Uno U no que jamás jam ás ha tenido inquietud respect respectoo del
74
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
inicio de este ver empático abre una posibilidad, por el momento muy lejana y muy mu y reducida al ámbito ámbito de la imaginación y la velei dad y los sueños, de inquietarse también de verdad uno mismo por el bien, bien , como hace ha ce el amigo. Y en cambio, la actitud de jactan jac tancia cia en la posesión posesió n de la receta del bien, la gloria de de la ignorancia igno rancia imbati ble, es vist vi staa en la empa em patia tia de los amigos ami gos como com o un refue ref uerz rzoo de las prop pr opia iass tende ten denc ncia iass hacia hac ia lo mismo. mism o. Se duerm du ermee much mu choo más m ás cómodo cóm odo en la compañía de muchos durmientes que junto a los que velan. Sócrates, en cualquier caso, pasa como como sobre ascuas por este lu gar central de su defensa. Ni Meleto está tampoco en condiciones de discutirlo apropiadamente. La oportunidad para profundizar en la esencia del socratismo socra tismo es, es, más bien, el conjunto de los discursos, pero pe ro era er a inevit ine vitabl ablee m en enci cion onar ar este pun p unto to e inclu in cluso so refre re frend ndarl arloo dialógicamente en la única oportunidad de tal cosa que se brinda a Só crates durante el juicio. En efecto, tampoco Meleto, que es el acu sador, puede contradecir a Sócrates en esta cuestión de la que tantas cosas dependen; pero Meleto es el único único que tiene permitido hablar aquí, además del propio Sócrates. Por eso tuvo que hacerlo. Y así se llega, repasada repasad a la falta de fundamen funda mento to tanto subjetivo como objetivo de la acusación, a la refutación directa. Porque Só crates no sólo no tiene la relación negativa con lo divino que Mele to le atribuye, sino que q ue vive en y de una relació rela ciónn positiva, estrecha y prof pr ofun unda da con eso mism mi smoo divino divin o respect resp ectoo de lo cual cu al le creen cre en impío. 18
El término «venerar» responde responde a nomízein, que, nomízein, que, usado tiempo después, convendría haber traducido por creer en. La en. La palabra con tiene, como se ve, la misma raíz que nomos, la nomos, la ley. En el caso de Sócrates no se trataba en absoluto de creencias o teología, sino de culto, de reverencia a los fundamentos divinos del Estado y la so ciedad. No de opiniones sino de acciones. Se venera a los dioses del Estado reconociéndoles su valor normativo y haciendo de su culto público regla de la conducta personal y, por tanto, abstenién dose de cualquier violación de la tradición ritual aceptada. Me pa rece que «venerar» «venerar» traduce con mucha aproximación aproximació n el el matiz más radical o existencial que Sócrates Sócrates sabe dar a la la conducta conduc ta significa sign ifica da po porr esta palabra, sin apartarse realmente por ello de la intención tradicional. Por ejemplo, Sócrates, desde el principio de esta última .
Comentario Comentario filosó fico
75
de los Dioses como un elemento básico de la veneración a ello ellos. s. Lo cual es de suyo evidente, pero sirve para relacionar de pronto lo que parecería mera enseñanza sobre la realidad (si (si hay o no no Dioses) con el problema de la impiedad. Es muy consecuente, por cierto, que Sócrates proceda así, dado que su tesis más decisiva es, como tendremos ocasión de discutir más despacio, que el hombre actúa en conformidad con su ignorancia (la cual es o al cuadrado o sim ple pl e y ya docta, es decir, con consci scient entee de ignorar). ignora r). Si, Si, pues, pue s, un u n homb ho mbre re enseña que no existen Dioses, Dioses, necesariamente necesariam ente se comportará comportará como si no los hubiera, y no podrá escapar a la conducta efectivamente impía. Creer algo es ya siempre hacer algo. Meleto está excesivamente excesivamente convencido de la impiedad de de Sócra Sóc ra tes, y por esto prefiere la fórmula más dura en cuanto se la ofrecen. ofrecen. Sus dos vergonzosas derrotas dialécticas están tan próximas que el ansia por saltar al cuello de su adversario lo pierde con grandísima facilidad una tercera vez, ya que la fórmula más dura tiene el tre mendo defecto de estar en contradicción no sólo con la primera y más blanda que acepta al proponérsela Sócrates, sino con la letra de la acusación que juró ju ró él mismo días atrás (Sócrates se ha limitado a recordarla). Esta vez el error es absolutamente absolutamen te fatal desde todos todos los punto pu ntoss de vista. Tanto es así que debemo debe moss supon sup oner er que, de haber ha ber ter te r minado el discurso de defensa en el momento en que Meleto puede por p or f in ba baja jarr de la tribun trib una, a, Sócrate Sóc ratess ha habr bría ía sido sid o masivam masi vament entee a b suelto. Tiene que estar en el siguiente fragmento de discurso, otra vez Sócrates monologando ante su tribunal, el motivo directo del grosero cambio de humor de unos juece ju ecess qu quee ahora imaginamos imaginamos fa fa vorables. Pero es que la verdad no ha sido dicha suficientemente. Los jueces juec es bien dispuestos dispuestos se parecen mucho a Meleto Meleto pronuncian pron uncian do sólo con los labios que son las leyes quienes hacen buenos a los ciudadanos. Después de haber dialogado apresuradamente, según la ley y la verdad, con Meleto (cuya ignorancia espantosa merecía es te potente castigo legal, única esperanza de conversión a la inquie tud liberadora), llegará en seguida el momento de dialogar con los juec ju eces es.. Es realm rea lment entee a ello e llos, s, al co com m ún de la ciuda ciu dada daní níaa de Atenas, Ate nas, a quienes esta vez se dirigirá el diálogo global que es toda la acción de Sócrates en su defensa. No puede faltar el intento de radicalizar
76
La L a de defe fenn sa d e Sóc S ócra rate tess
En el transcurso de las odiosas contradicciones fatales de Me leto se halla, por otra parte, un momento de gran interés, enigmá tico por ahora. Sócrates, Sócrates, en materia de religión, se pone en princi pio pi o de dell lado lad o de todo to doss los ho hom m bres, bre s, de la gen gente te no en ente tend ndid idaa en lo divino pero respetuosa de las tradiciones, y recuerda a este propó sito que los innovadores en materia teológica son ante todo y pú blic bl icam amen ente te los inve in vesti stigad gadore oress de los l os arcano arc anoss de los cielos cie los y lo sub sub terráneo, como Anaxágora Anax ágoras, s, el huésped de Pericles Pericles.. El Sol y la Luna son divinos, no un fuego y un pedazo lejano de tierra. ¿Es que el hombre homb re tiene ciencia cie ncia sobre lo divino? divino? ¿No es mejor mej or respetar respeta r en en es tos asuntos lo tradicional? Pero algo ha de ir mal en este tipo de comprensión comp rensión de semejante frase frase de Sócrates, porque toda tod a su exis tencia, como hemos visto evidentemente, es una rebelión rebeli ón contra el exceso de ciencia de los Muchos y sus Sofistas. Bajo la primera apariencia se tiene que ocultar una realidad muy distinta. Pero só lo la podremos vislumbrar en el instante paralelo a éste, cuando la suerte ya está demasiado claramente echada: al final del discurso que, ya sin Meleto, sigue pronunciando Sócrates. Aquí tenemos únicamente un signo irónico en esa dirección, pero que no apunta en concreto todavía hacia ninguna parte. Es ese momento de mal gusto forzado y al borde de lo grosero, en el que Sócrates, nada más sumarse a las creencias populares, compara la estirpe de los héroes con el cruce de caballo caballo y burra, que da, da, por po r cierto, cierto, una bes be s tia estéril.
L a s e g u n d a p a r t e
DEL PRIMER DISCURSO DE SÓCRATES
A ten te n ien ie n ses, se s, me parece parece que no se necesita necesita prolongar prolongar la de fensa respecto respecto de que no he delinquido conforme conform e a la acu acu sación de Meleto, sino sino que q ue ya basta. A propósito prop ósito de lo que que antes dije, dije, sobre que he suscitado en muchos much os mucho muc ho odio, odio, sabed bien que es verdad. Esto es lo que me va a conde nar, si me condena, pero no Meleto ni Ánito: la calumnia y la envidia de la gente. gente. Seguro que ya antes ha condena conden a do a muchos otros hombres buenos y seguirá condenán dolos. dolos. No será nada raro que la cosa no pare en mí. mí. Quizá alguien diga: «¿No te avergüenzas, Sócrates, de dedicarte a tal ocupación ocup ación que por po r ella bien bi en puede ser aho ra que vayas a morir?». A quien quie n dijera esto, le contestaría contestaría yo estas justa ju stass palabras: «No hablas hab las como co mo se debe, amigo, si piensas que tiene que calcular las posibilidades posib ilidades de vida o muerte el hombre que vale algo. Este hombre, cuando actúa, sólo debe mirar si lo que hace es justo o injusto; si es la obra propia de un hombre bueno o la de uno malo. De acuerdo con lo que dices, serían hombres carentes de valor todos los semidioses que murieron m urieron en Troya, Troya, inclui do el hijo de Tetis, que despreció tal riesgo al compararlo con la maldad, cuando su madre, ma dre, que era una diosa, estan do él deseando matar a Héctor, le habló así, según creo: «Hijo mío, si vengas la muerte de tu amigo amig o Patroclo y ma tas a Héctor, Héctor, tú mismo mism o morirás, m orirás, pues en e n seguida después de la de Héctor está dispuesta tu muerte». Al escucharla,
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
m ás vivir siendo siendo cobarde y sin vengar a los los amigos; y res po p o n d ió: ió : « M u e ra yo en segu se guid ida, a, tras tr as h a b e r h e c h o j u s t i c i a con el injusto, y no me quede aquí, cubierto de ridículo, ju j u n t o a las la s n a v es có cónc ncav avas as,, co com m o p e so m u e rto rt o de la t i e rra». ¿Crees que pensó en la muerte y en el riesgo? Así es en verdad, atenienses. Cuando uno se ha situa do en un lugar porque ha pensado pensad o que era era el mejor, mejor, o por po r que le ha colocado en él quien le manda, me parece que es preciso afrontar ahí el peligro, sin calcular ni la muer m uer te ni ninguna ning una otra cosa que no sea el mal. mal. Yo habría hecho hech o cosas terribles, atenienses, si cuando quienes me manda ba b a n m e a s i g n a ron ro n m i p u e s to, to , los lo s j e f e s q ue v o s o tro tr o s h a bía b íais is e sco sc o g ido id o p a ra q ue m a n d a ran ra n sob so b re m í, tan ta n to e n PoPo tidea como en Anfípolis Anfípolis y en Delión, me quedé donde d onde me me ordenaron, como los demás, y arrostré el riesgo de morir; pe p e r o c u a n d o es el D ios io s el q ue m e o rden rd enaa , c o m o p e n s é y lo acepté, que yo debo vivir como filósofo y debo exam exa m i narme narm e a mí y exam inar a los demás, demás, entonces, po porr miedo a la muerte o a cualquier otra cosa, abandonara mi pues to. to. Esto E sto sí que sería terrible, terrible, y con mucha m ucha verdad verd ad y ju sti st i cia me hubiera hu biera debido en tal tal caso traer cualquiera ante el tribunal, porque sería que no creo que existen los dioses, ya que no hago caso de su oráculo, y temo la muerte y pie p ienn s o q ue soy so y sabi sa bioo sin si n serlo se rlo.. Porqu Po rquee t e m e r la m u e rte rt e , atenienses, no es sino creer ser sabio no siéndolo, ya que es creer que se sabe lo que no se sabe. Nadie conoce la muerte ni sabe si no resultará ser el mejor de todos los bie b ienn e s p a ra el h o m b re, re , pe p e ro tod to d os la tem te m e n c o m o si s u p ie ie ran muy bien que es el mayor de los males. ¿Cómo no va a ser ésta la ignoran ign orancia cia más vituperable: creer saber sab er lo lo que no se sabe? Yo, atenienses, seguramente es en esto en lo que me diferencio de la gente, y si en algo dijera que soy más sabio que otros, diría que en esto: en que ya que no sé lo bastante sobre las cosas que hay en Hades, pienso
Pri P rim m e r disc d iscurs urso, o, seg se g u n d a pa p a r te
lo y vergonzoso, esto sí lo sé. De modo que por males que sé que son males jam ás temeré tem eré ni rehuiré lo que q ue no sé sé si no resultará resu ltará ser un bien. Así que, tanto si me absolvéis, sin prestar oídos a Ánito, que ha dicho que o bien habría habido que empezar por no conducirme c onducirme hasta aquí, aquí, o, una vez que he venido, no queda otro remedio que hacerme morir, ya que os ha dicho que si escapo de ésta vuestros hijos se van a dedicar a lo que Sócrates enseña y se van todos a echar a perder perd er por co c o m p leto le to... ... ; si me decís luego: luego: «No vamos vamo s a hacer caso a Ánito, Sócrates, sino que te ab solveremos solveremos,, con la única condición de que jam ás vuelvas vuelvas a pasar pasa r tu tiempo tiempo en tu investigación y viviendo como un filósofo, de modo que si se te sorprende volviendo a las andadas m orirá or irás» s»...... Si, Si, como digo, fuerais fuerais a absolverme absolverme con esta condición, os tendría que habla h ablarr así: así: Yo, atenien atenien ses, os aprecio y os quiero bien, pero he de obedecer an tes al Dios que a vosotros; vosotros; así que mientras m ientras respire y sea sea capaz de ello, no dejaré de vivir como filósofo y de ex hortaros y conminaros conm inaros,, a cualquiera de vosotros a quien me encuentre, diciéndole lo que suelo: «Querido amigo, que eres ateniens ateniense, e, ciudadano del Estado más poderoso y más célebre por su sabiduría y su fuerza, ¿no te aver güenzas de cuidarte de tener todo el dinero posible, y de la reputación y los hono honores, res, mientras m ientras que qu e no te ocupas, ocupas, en lo que hace a la sabiduría, la verdad y el alma, de cómo llevarlas a perfección, ni piensas en tal cosa?». Y si al guno de vosotros no está de acuerdo con estas palabras mías y dice que sí se cuida de este asunto, no lo soltaré sin más ni me marcharé, sino que lo interrogaré, lo exa minaré y lo pond pondré ré a prueba, y si me parece que no ha al canzado la excelencia, aunque dice que sí, lo vituperaré po p o rqu rq u e p o s p o n e lo q u e m ás v a le a lo q u e va vale le m en enoo s y pre p refi fiee re las co cosa sass fúti fú tile les. s. H a ré esto es to co conn cu cual alqq u iera ie ra qu quee me me encuentre, joven o viejo, extranjero o ateniense, pero so
La L a d efen ef ensa sa d e Sóc S ócra rate tess
sabedlo bien, y por mi parte creo que para vosotros no hay mayor bien en el Estado que mi servicio del Dios. Porque voy de un sitio sitio a otro otro sin hacer otra cosa que tra tra tar de persuadiros, ya seáis jóvenes jóve nes o viejos, viejos, de que no os cuidéis del cuerpo ni del dinero ni antes ni con más em pe p e ñ o q ue d el alm al m a: de có cóm m o será se rá ex exce cele lenn te; te ; y os d igo ig o qu quee la excelencia no procede del dinero, sino que es por la excelencia como la riqueza y todo lo demás llega a ser bu b u e n o p a r a e l h o m b re, re , tan ta n to e n lo q u e h a c e a lo p riv ri v a d o como en lo público. Si por decir esto esto corrom po a los jó venes, lo que digo sería nocivo; y si alguien afirma que digo algo que no sea esto, su afirmación no vale nada. D espués espu és de todo lo cual os dirí diría: a: «Atenienses, « Atenienses, tanto si ha céis caso a A nito como si no, tanto sí me absolvéis com o si no, yo no podré hacer h acer otra cosa, cosa, aunque deba de ba morir m orir por ello muchas veces». veces». No N o p r o tes te s téi té i s , a ten te n ien ie n ses se s , sino si no p e r m a n e c e d c o m o os pe p e d í, s in p rote ro tess tas ta s c o n tra tr a lo q u e esto es toyy d icie ic ienn d o , sin si n o oyéndome, que creo que os será de provecho oírme. To davía voy a afirmar otras cosas contra las que segura mente gritaríais; pero no lo hagáis en modo alguno. Com pr p r e n d e d q u e si m e m a táis tá is s ien ie n d o c o m o d igo ig o q u e soy, no me perjudicaréis a mí más de lo que os perjudicaréis a vosotros mismos. mismos. A mí m í no me pueden hacer h acer ningún daño ni Anito An ito ni Meleto: no podrían. No creo que sea lícito que el hombre mejor sufra daño del peor. Desde luego que pu p u e d e m a tarl ta rloo , h a c e rlo rl o e x ilia il iarr o pri p rivv arlo ar lo de sus su s d ere er e c h o s. Él y otros pensarán seguramente que éstos son grandes males; pero yo no lo creo creo así, así, sino que pienso que es mu m u cho peor peo r lo lo que Ánito Á nito está ahora haciendo, o sea, tratar de llevar a la muerte injustamente a un hombre. Ahora, ate nienses, no me estoy defendiendo a mí mismo, ni mucho m eno enos, s, como alguien pod podría ría pensar, sino sino que os defiendo a vosotr vosotros, os, para que no cometáis cometáis condenándome cond enándome un error
Pri P rim m e r discu dis curso rso,, seg se g un undd a pa p a r te
po p o r h a c e r u n ch chis iste te,, h a sid si d o p u e s to p o r el D ios io s e n el E s tado como en un caballo caballo grande g rande y de buen pedigrí, p edigrí, per peroo que por su tamaño es más bien soñoliento y necesita de un tábano que lo lo despierte. despierte. Me M e parece que qu e el Dios me ha ha pu p u e s to en el E s tad ta d o e n c a lid li d a d de tal, ta l, p a r a q ue os d es es pie p iert rtee , os pe p e rsu rs u a d a y os v itu it u p e re a cad ca d a u n o de vo voso sotr troo s y no deje el día entero de picar por todas partes. No N o será se rá fáci fá cil,l, ate at e n ien ie n ses, se s, q ue surj su rjaa e n tre tr e v o sotr so troo s otro otr o así; así; de modo m odo que, si os os dejáis persuadir persuad ir p o r mí, mí, absolved absolved me. Posiblemente, indignados conmigo en seguida, como los que son despertados en medio de su sopor, sopor, m e aplas téis, haciendo caso a Ánito, y me matéis fácilmente; pe ro entonces pasaréis el resto de vuestra vida durmiendo, si el Dios, preocupado por vosotros, no os envía a algún otro. Y también reconoceréis en otra cosa que soy, en efecto, tal tal como un don del Dios al Estado: en que no pa rece humana mi despreocupación de todo lo mío y que po p o r tan ta n tos to s añ años os ha hayy a n qu qued edad adoo e n el d e scu sc u ido id o las co cosa sass de los míos y siempre haga las vuestras yendo en privado a cada cual, como el padre o el hermano mayor, a persua dirle de que se cuide de la excelencia. excelen cia. Si sacara de esto un un pro p rovv ech ec h o y os e x h o rta rt a ra a c a m b io de r e c i b i r u n suel su eldo do,, tendría tend ría su razón. razón. Vei Veis, s, en cambio, que mis m is propios acusa dores, que me han acusado de todo lo demás con tanta desvergüenza, no han sido capaces c apaces de llegar en su desver güenza güen za a presentar presen tar un testigo de que alguna alg una vez haya re cibido paga o la haya pedido. Os presento presen to de que que digo la verdad un testigo que creo suficiente: la pobreza. Posiblemente parezca extraño que vaya por todas par tes entrometiéndome a dar consejos en privado y no me atreva atreva a subir en público, ante vuestra vue stra plebe, a aconsejar al Estado. La causa es eso de lo que me habéis oído ha bla b larr c o n frec fr ecue uenc ncia ia:: qu quee m e o c u rre rr e algo al go d ivin iv inoo y de dem m ón óniico, burlándose de lo cual, como un comediógrafo, me ha acusado Meleto en su acusación. Me empezó a suceder
82
La L a de defe fens nsaa de Só Sócr crat ates es
me desvía de lo que estoy a punto de hacer, y nunca me incita a la acción. Esto es lo que en mí se opone a que qu e ha ha ga política, y me parece perfecto que se oponga. Sabed bie b ienn , a ten te n i e n s e s , qu quee si h u b ier ie r a inte in tenn tad ta d o h a c e m u c h o meterme en política, habría muerto largo tiempo atrás y no habría servido de nada ni a vosotros ni a mí mismo. No N o os e n fad fa d é is c o n m igo ig o p o rqu rq u e os d iga ig a la v erda er dad: d: n o ha hayy ningún hombre que pueda preservarse sano y salvo ni de vosotros ni de ninguna otra plebe, si le hace frente con nobleza e impide que ocurran ocu rran en el Estado mucha m uchass injus ticias ticias y muchas much as cosas fuera de la ley; ley; sino que es ne necesa cesa rio que el que realmente lucha lucha por lo justo, justo , si ha de pre pre servarse a salvo un poco de tiempo, se dedique a la vida pri p rivv a d a y n o a la v ida id a pú púbb lica li ca.. Os presentaré grandes pruebas de que es así, que no serán discursos sino hechos, que es lo que vosotros apre ciáis. Oiréis qué cosas me han ocurrido, para que sepáis que po porr temor temo r de la muerte mu erte yo no cedo a nad nadie ie y m e apar to de lo justo, aunque por no ceder tenga que morir. Os referiré cosas graves y que tienen que ver con co n la adm inis tración de justicia, pero que son verd verdad. ad. Nunca Nu nca desempe desem pe ñé en el Estado, atenienses, ningún otro cargo público, pe p e ro sí fui fu i m iem ie m b r o d e l C o n sejo se jo.. A n u e s t ra trib tr ibuu , la A ntióquida, le tocó ocupar el Pritaneo cuando vosotros deci disteis en el Consejo, apartándoos apartánd oos de la ley, ley, juzg ju zgar ar de una sola vez a los los diez generales gen erales que no había ha bíann recogido recogid o a las las víctimas de la batalla naval. Después a todos vosotros os pa p a rec re c ió q u e h a b í a sido si do sali sa lirs rsee de dell m a rge rg e n d e las leye le yes. s. Yo fui entonces el único de los pritanos que me m e opuse op use a vos otros para que no hicierais nada que se apartara de la le galidad, y voté en contra. Y aunque los oradores estaban dispuestos a denunciarme y hacerme arrestar, y vosotros los animabais con vuestros gritos, pensé que más falta hacía arrostrar a rrostrar junto jun to a la ley ley y lo justo el peligro, peligro, que po po
Pri P rim m er disc di scur urso so,, seg se g u n d a pa r te
cuando el Estado aún se regía democráticamente. democráticam ente. Cuando vino la oligarquía, los Treinta me requirieron como quin ta persona person a para que fuera al Tolo Tolo,, y nos n os ordenaron orden aron traer trae r de de Salamina a León de Salamina, para darle muerte. Manda ba b a n m u c h a s co cosa sass así a o tro tr o s m u c h o s, p o rqu rq u e q u ería er íann complicar a cuantos más mejor. Pues bien, en aquella ocasión mostré, no de palabra palab ra sino de obra, que la la muer mue r te, por hablar un poco bastamente, me importa un bledo, pe p e ro qu que, e, en c amb am b io, io , n o h a c e r n a d a inju in juss to e imp im p ío me pr p r e o c u p a a b s o luta lu tam m e n te. te . A q u e l g o b iern ie rnoo n o m e asus as ustó tó,, siendo tan violento como era, hasta el punto de llegar a delinquir; sino que en cuanto salimos del Tolo, los otros cuatro marcharon a Salamina y trajeron a León, y yo, en cambio, camb io, me fui de allí allí a casa. casa. Segurame Segu ramente nte habría hab ría m uerto po p o r aq aque uell llo, o, si el e l g o b iern ie rnoo no h u b iera ie ra sido si do d e rrib rr ibad adoo m uy pro p ronn to. to . Y sobr so bree este es te asu as u n to t e s t ifi if i c a rán rá n m u ch choo s. ¿Pensáis que habría llegado a tener estos años si hu bi b i e ra h e c h o p o líti lí ticc a y, o b ran ra n d o c o m o d e b e h a c e rlo rl o un hombre bueno, hubiera prestado mi apoyo a las causas ju j u s t a s y, co c o m o de debb e ser, las h u b iera ie ra p u e s to p o r d e lan la n te de todo? Ni N i mucho menos, atenienses; ni yo, ni ningún otro otro hombre. A lo largo de toda mi vida, sin embargo, cuando tuve que hacer algo en público, me m ostré como os cuen to, y fui exactamente el mismo mism o en privado: privado: jam ás a nadie nadie le concedí nada que se apartara de lo justo, y tampoco a ninguno de los que dicen, calumniándome, que son mis discípulos. Jamás he sido maestro de nadie. Si alguien quería oírme mientras m ientras hablaba y me m e dedicaba ded icaba a lo lo mío, ya fuera joven jov en o viejo, nunca nun ca lo rechacé, rechac é, celoso c eloso de lo mío; y de ninguna ningun a manera dialogo si si me dan dinero d inero y no dialogo dialogo si no me lo dan, sino que me pongo pon go por po r igual a la la dispo sición del rico y del pobre para que me pregunten, y, si quiere alguno, me responde y escucha lo que digo. Si al guno de éstos saca provecho, como com o si no lo saca, no sería sería
83
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
dice que ha aprendido algo de mí alguna vez o que m e ha oído en privado algo que no hayan oído todos los demás, sabed que no dice la verdad. verdad. Y ¿por qué hay quienes disfrutan pasando pasan do conmigo conm igo mucho tiempo? Ya habéis oído, atenienses, que os estoy diciendo toda la verdad. Los que escuchan disfrutan con el examen de los que creen ser sabios pero no lo son. Y es que no deja d eja de ser agradable. agradable. A mí, como com o os vengo di ciendo, me mandó man dó el Dios hacerlo hacerlo con oráculos, sueños y de todos los modos modo s por los los que una suerte suerte divina divina mandó alguna vez hacer algo a un hombre. Esto, atenienses, es verdad y se ha comprobado com probado muy m uy bien. bien. Así, pues, si estoy estoy corrompiendo o he corrom corrompido pido a algunos de estos estos jóv jó v e nes, conviene que, si al hacerse mayores han comprendi do que, cuando jóvenes, jóven es, yo les di alguna alguna vez un m al con co n sejo, sejo, suban ahora y me acusen y tomen venganza vengan za de mí; mí; y si no quieren subir ellos, ellos, que lo lo haga cualqu cu alquiera iera de sus familiares: los padres, los hermanos, cualquier otro de los que les son cercanos. Si sus parientes han sufrido al gún mal causado por mí, hagan ahora memoria de él y tomen su venganza. Estoy viendo, por cierto, que están aquí presentes much m uchísimo ísimoss de ellos ellos.. En E n prim er lugar lugar,, ahí está Critón, que es de mi edad y de mi demo y es padre de Critobulo, que q ue también tambié n está aquí; aquí; luego, Lisanias de Esfeto, pad padre re de Esquines, Esqu ines, aquí presente; presente; y A ntifonte de Cefiso, padre de Epígenes, también tamb ién presente. presente. Y hay también otros cuyos hermanos solían pasar conmigo el tiempo: Nic N icóó s tra tr a to, to , h ijo ij o de Teoz Te ozót ótid ides es,, h e rm a n o de Teód Te ódot oto. o. Teódoto, por cierto, ya murió, de modo que no puede su pli p licc a r le qu quee n o sub su b a aq aquí uí.. Y ah ahíí e stá st á P a rali ra lioo , h ijo ij o d e D emódoco, mód oco, cuyo herm ano fue Téages; y Ad Adimanto, imanto, hijo de Aristón, cuyo hermano es Platón, aquí presente; y Ayantodoro, todoro, cuyo hermano es Apolodoro, también tam bién presente. presente. Y pu p u e d o s e g u ir n o m b rán rá n d o o s a o tro tr o s m u c h o s , a a lgu lg u n o de
Pr P r im e r discur dis curso so,, seg se g u n d a pa p a r te
olvidó, que lo haga ahora, que yo se lo concedo, y que q ue di ga si tiene algo que aportar en este sentido. Encontraréis que sucede todo lo contrario, atenienses: todos están dis pu p u e sto st o s a ven v enir ir en ay ayud udaa de este es te c o rru rr u p tor to r qu que, e, al d ecir ec ir de Meleto y Ánito, ha hecho daño a sus familiares. Sería comprensible que los propios corrom pidos quisieran ayu ayu darme, pero ¿qué sentido tiene que los no corrompidos, que ya son hombres mayores, sus parientes, quieran q uieran ayu ayu darme, como no sea que es lo correcto y lo justo, con lo que reconocen reconoc en que Meleto M eleto está diciendo falsedades y yo yo, en cambio, la verdad? Bien, atenienses, lo que tenía que decir en mi defensa viene a ser esto esto y, y, en todo caso, otras cosas del m ismo es tilo. Posiblemente alguno de vosotros se irritará al acor darse de él mismo cuando, traído a un juicio de menor importancia impo rtancia que éste, éste, pedía ped ía y suplicaba a los jueces juec es co conn muchas lágrimas, y hacía subir a sus hijos para suscitar más compasión, y a otros familiares suyos y a muchos amigos, mientras que yo no voy a hacer na nada da de eso, eso, aun que, p o r lo que parece, corro c orro el mayor ma yor de los peligros. Es po p o s ible ib le qu quee e se qu quee v e a así as í las la s co coss a s se irri ir rite te a ú n más má s contra mí y, enfurecido, deposite su voto con rabia. Si a alguno le ocurre esto (yo no lo creo, pero lo digo por si acaso), me parece parec e que sería apropiado que le dijer dijera: a: Que Q ue rido, yo también tengo mi familia. Me sucede como aquello de Homero, que tampoco he nacido «de una en cina ni de una piedra», piedra», sino de hombres; homb res; así que tengo teng o fa milia y tengo hijos, atenienses, tres hijos, el mayor ya un chico, y dos niños pequeños; pequeño s; y sin embargo, no voy a ha ha cer subir a ninguno de ellos para suplicaros que cambiéis vuestro voto. ¿Que por qué no lo haré? No es por arro gancia, atenienses, ni porque porqu e quiera q uiera afrentaros. afrentaros. Si arros tro con valentía valent ía o no la muerte, mu erte, ésa és a es otra cuestión. Es en en lo que hace a la opinión mía m ía y vuestra y de todo el Estado Estado lo bi h d d tod to d da
La L a d efen ef ensa sa d e Sóc S ócra rate tess
rente si con verdad o con falsedad-. Se piensa, a fin de cuentas, que Sócrates es distinto de los demás hombres. Si aquellos aquellos de vosotros que parecen sobresalir o en sabi duría o en valentía o en cualquier otra excelencia, excelencia, hicieran eso, sería sería un unaa vergüenza. vergüenza. Muchas M uchas veces he visto a gentes siendo juzgadas, que creían valer algo, ponerse a hacer cosas asombrosas, como persuadidos de que morir es al go terrible, y como si fueran a ser inmortales si vosotros no los matáis. matáis. A mí me parece que esos esos hombres hom bres cubren cub ren de vergüenza al Estado, de modo que algún extranjero pe p e n s a r á q u e los lo s a ten te n ien ie n s e s q ue s o b res re s a len le n p o r su e x c e lencia, lencia, a los los que los los demás ponen pone n al frente frente del gobierno go bierno y de los honores, en nada se diferencian de unas mujeres. Estas cosas, atenienses, ni conviene que las hagáis los que creéis que algo valéis, ni, si las hacemos otros, debéis consentirlas; sino que importa im porta que demostréis demo stréis que votáis votáis mucho más en contra del que produce esas escenas de conm iseración y atrae el ridículo ridículo sobre el Estado, que q ue no contra el que perm anece tranquil tranquilo. o. Adem Ad emás ás de po porr la fama, fama, atenienses, atenienses, no me m e parece justo jus to andar suplicando al juez ju ez y quedar po porr ello libre, libre, sino que q ue lo ju j u s t o es q ue lo inst in stru ruyy a y lo pe pers rsua uada da.. E l jue ju e z n o se sien si enta ta en su sitio sitio para conceder conc eder graciosamente la justicia jus ticia sino pa ra juzgar. Ha H a jurado jura do que no va a conceder gracia a los que a él le parezca, sino que juzga juz gará rá conforme confo rme a las leyes leyes.. No conviene, conviene, pues, ni que nosotros os acostumbremos acostumbrem os al per jur ju r i o , ni q u e os aco ac o stu st u m b réis ré is v osot os otro ros. s. D e o tro tr o m o d o , ni nosotros ni vosotros obraríamos según la piedad. No pen séis, atenienses, que debo hacer ante vosotros lo que no creo que esté bien ni que sea justo ni piadoso, porque de otro modo, por po r Zeus, Zeus, tendría toda la razón Meleto M eleto en acu sarme de impiedad. Sería m uy claro, si os convenciera y os forzara con mis súplicas a vosotros, que habéis habé is jurado jur ado,, que os estaría enseñando a creer que los dioses no existen; y
Comentario Comentario filos filos ófic o
8 7
ellos, ellos, atenienses, y los venero, como co mo no cree en ellos ni los los venera ninguno de mis acusadores. Me M e pongo pong o en vuestras vuestras manos man os y en las las del Dios, para que juzgu juz guéis, éis, respecto de mí, mí, qué ha de pasar que sea lo mejor me jor tanto para mí m í como para vosotros.
Co m en t
19
a r io
La segunda parte del discurso inicial de Sócrates, en perfecta consonancia con la refutación exhaustiva de Meleto que acaba de tener lugar, hace resonar ante el rostro de los jueces las palabras más duras del vocabulario del acusado acu sado y, y, en opinión opinió n de éste, éste, el ve ver r dadero nombre de aquel que tiene la fuerza necesaria para hacer morir al justo, al filósofo: nunca el individuo sino la plebe, «los muchos». La L a ignorancia es cuestión de cada uno; la violencia, violencia, más bien bi en cu cues esti tión ón de la l a mult m ultitu itud. d. Nat N atur ural alm m en ente te que no es ve verg rgon onzo zoso so morir mo rir,, ni aun co cond nden enad adoo po p o r el Estad Es tadoo cuy cuyaa lega le gali lida dadd se venera ven era,, siemp sie mpre re y cuand cua ndoo no sea la jus ju s tic ti c ia qu quien ien nos con conden dena. a. Sócrate Sóc rates, s, pu pues es,, en enun uncia cia po porr vez ve z prim pr ime e ra, con toda la rotundidad deseable, el carácter absoluto de los im im perat pe rativo ivoss moral mo rales es (que equ equiva ivalen len pa para ra él, como com o sabemos, sabe mos, al impe im pe rativo de verdad). No parece que pueda el hombre ponerlo mejor de relieve relieve que comparándolo co mparándolo con c on el aprecio de la vida misma. misma. Si en cierto sentido la vida propia es todo cuanto hay, puesto que cual quier otra realidad ha de comparecer, en principio, dentro de su ámbito, nada revela mejor la exigencia infinita de lo justo que ha cerla pasar por encima de la exigencia de preservar la propia vida. Lo justo, que se integra y presenta en la vida, está, sin embargo, esencialmente esencialm ente fuera y más más arriba arrib a que ella: ella: le es rigurosamente tras tras cendente. Posee, por decirlo con otras palabras, mucho más valor lo justo en sí mismo que la estimación viva de ello. La muerte biológica acarrea la muerte biográfica, es decir, po ne fin a la estructura de la existencia que conocemos bien y goza mos y sufrimos sufrimos a diario. diario. Pero lo justo just o tamb ta mbién ién tiene esta capacidad .
88
La L a d efen ef ensa sa d e Sóc S ócra rate tess
gue, si es preciso, agotarse, apagarse, con tal de rendir homenaje a lo absoluto. Ahora bien, esta desaparición, siempre posible, de la vida misma mism a en el ascenso hacia lo justo just o debe ser interpretada interpre tada como una interrupción, mejor que como un extinguirse; como una inte rrupción en esperanza. Por el mismo ímpetu de mi homenaje al bien bi en,, p o r la fuer fu erza za del vu vuelo elo ha hacia cia él pa para ra realiz rea lizar arlo lo yo mism mi smo, o, es es toy dispuesto a transgredir, en ocasiones extremas pero siempre proba pro bable bles, s, los límite lím itess de cua c ualqu lquier ier otra fronte fro ntera ra apa a paren rente teme ment ntee sen se n sata sata,, aparentemente absoluta. absoluta. La verdad y la justic ju sticia ia dominan dom inan so bre br e la vid v idaa bio b ioló lógi gica ca,, son capace cap acess de d e lleva ll evarr hasta has ta la int i nter erru rupc pció iónn de la vida biográfica; pero es en virtud del afán afán existencial existencial por po r reali zar en uno mismo mism o lo más justo. Este afán, propied pro piedad ad esencial esencia l de la vida del hombre en tanto que tal, no es, pues, de ninguna manera, anhelo de morir, aunque comporte a veces la muerte biológica y, sobre todo, pueda comportarla ya siempre. En realidad es anhelo de una vida casi indecibleme inde ciblemente nte más alta: alta: la vida que q ue trasciende es es ta vida; o la la muerte mue rte que vence a esta muerte. muerte. Desde Desd e este lado del morir biológico, biológico, el afán de verdad y de jus ju s ticia se lanza aventureramente contra la muerte, contra el terror terro r de la descomposición descom posición del cuerpo. cuerpo. Todo Todo él es anhelo de continuidad continuida d en la subida dificilísima hacia el bien trascendente, hacia lo simple mente men te bueno y verdadero. Es, en realid realidad, ad, más que anhelo: certeza de que se debe desafiar la muerte biológica; certeza, pues, de que existe lo que la trasciende absolutamente; pero también certeza res pect pe ctoo de que el movi mo vimi mien ento to po p o r el que q ue nue n uestr straa inm in m an anen enci ciaa se lanza la nza a lo alto de esa trascendencia realmente vale ya mucho más que la mera vida conservando el cuerpo. Es ya una vida superior, una cer tísima esperanza de que el cuerpo, que no ha podido obstaculizar trágicamente el deseo del bien, tampoco es imprescindible para la vida que pasa a través del velo denso de la muerte. Este velo no pued pu edee oc ocul ulta tarr nun n unca ca la super sup erio iorid ridad ad lumin lum inos osaa de lo ve verd rdad ader eroo y lo just ju stoo ; sola so lam m en ente te impi im pide de ve verr co conn los ojos ojo s del cu cuer erpp o la tray tr ayec ecto toria ria de la vida verdadera una vez separada del cuerpo. Pensamos la cer tidumbre de la buena esperanza: podremos siempre seguir buscan do el bien, aunque hayamos de atravesar varias muertes aún. No vemos, sin embargo, el terreno por el que podrá avanzar. Ahora
Comentari Comentarioo filosó fico
89
que la vida de más allá de la muerte biológica sea objeto única mente de la esperanza cierta y bien fundada, pero no de la expe riencia o de la ciencia. La única únic a verdadera muerte, o sea, sea, la que afecta a la auténtica auténtica vi vi da, es el mal que uno mismo hace. Y éste es el único verdadero mal, en el sentido en que allí donde él está, no hay lugar para el ser, para pa ra la vida vi da (para (pa ra cu cual alqu quie iera ra de los que realm rea lmen ente te son sus co cont ntra ra rios, aunque en principio puedan no parecerlo, y no sólo para el bien, bie n, su evident evid entee opue opuesto). sto). Entre En tre tale ta less co cont ntrar rario ioss se encuentra encue ntra,, d es es de luego, lo piadoso, lo santo, lo divino; es decir: lo absolutamen te contrario al mal, al no ser y la no vida. En lo único, pues, que hay que pensar, a la hora (que es constan te) de la acción, es en el mal, a fin de evitarlo. A fin de evitarlo más que la propia muerte y la falta de consideración social, entre «los muchos», muc hos», porque porqu e sólo el mal es la nada. De aquí aqu í que se pued puedaa decir, decir, aunque así rebajemos un grado la fuerza fuerz a de la idea socrática, socrática, que en cada acción, po porr insignificante en apariencia que sea, sea, llega llega su autor idealmente hasta la muerte propia y vuelve desde ella al acto pre sente. sente. Ha considerado si también tambié n ahora sigue o no siendo la muerte biológ bio lógica ica propia prop ia lo que él estima est ima el p eo eorr de los males; y obra en con con secuencia. secuencia. En realida realidad, d, digo que así rebajo un grado el pensamiento pensamien to de Sócrates, porque lo que de veras hace el hombre que está inten tando tand o ser como debe, no es mirar mira r cuánto estima est ima hoy, hoy, en la hora de la nueva acción, su muerte biológica, sino que, ya desentendido de ella como de un pormenor que no importa tanto, pasa por encima y va realmente hasta la eternidad. En lo intemporal se encuentran el bien, el ser y la verdad y, aunque sea impropio figurárselo así, así, también su opuesto absoluto: el mal, y su secuela de ignorancia y de absoluto, eterno no ser: ser: muerte mu erte auténtica, auténtica, definitiva; muerte mu erte no del cuerpo cuerpo si s i no de la vitalidad misma de la vida (muerte del «alma»). Estar vivo, estar siendo, estar actuando es, en principio, perma necer fuera del ámbito del eterno mal, inconciliable con la vida. Mientras un hombre puede aún obrar, es que no se encuentra en el mal puro. Ocupa, por así decirlo, decirlo, un puesto, solo suyo, suyo, en medio de la muchedumbre o ejército de los vivientes, que están combatiendo la batalla del bien y el ser ser,, con grave riesgo de muerte. Pero, Pero, como
90
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
te de sí misma) y la ignorancia ignorante de sí misma. Puesto que estar vivo pero tener que actuar y andar siempre hacia la muerte biológ bio lógica ica es una suerte sue rte de ignora ig noranci nciaa profunda, profun da, aun aunque que capaz cap az de re re conocerse como tal; en cambio, morir definitivamente es la pérdida de toda oportunidad de lucidez. En ningún sentido es peor la in fluencia del cuerpo sobre el conocimiento que en éste de producir la ilusión de que la muerte real es la muerte aparente. Mientras se lucha la guerra contra el mal que es la vida en el cuerpo, nada ame naza con mayor insidia que este desconocimiento del verdadero enemigo, y es en esta situación desesperada en la que Sócrates ve a la humanidad hum anidad como plebe. plebe. Lograr L ograr que el individuo emerja em erja de ella ella es el primer triunfo del filósofo como filántropo. Pero ocurre que, mientras parece que a los demás, o a muchos de los demás, el Dios les ha asignado otros puestos en la formación de batalla, a Sócrates le ha ordenado precisamente la filosofía como filantropía. Más que luchar hacia delante, delante, Sócrates Sócrates combate alentando a los otros lucha dores: dores: consiguiendo consiguien do que cada uno despierte a su individualidad indiv idualidad y se arranque arranqu e de su inicial ser multitud, multitud, ser plebe; porque porq ue la multitud multi tud co co mo tal está ya muerta. Desprenderse de ella y recono reconocer cer la origina lidad del puesto propio, del deber que sólo a cada cual atañe, es el prin pr inci cipi pioo del co cono nocim cimien iento, to, de la vida, del tem te m or de Dios Di os (resca (re scata ta do del miedo aniquilador aniquilad or a que el cuerpo se perjudique). perjudique). Hemos sido puestos en la vida biológica con la misión de no atenderla a ella en exclusiva. El principio de la vitalidad auténtica está ahora enfrentado al aparente principio de la vida, el cuerpo, que no es más que germen de muerte (está ya en cierto modo muerto, puesto que terminará por descomponerse). Es necesario cuidar también del cuerpo, como se cuida de las restantes armas del combate, o, mejor, de la segunda en importancia de tales armas. La primera es el órgano del conocimiento: del saber sobre lo justo y lo injusto y del saber acerca de nosotros mismos. La segunda es ya el cuerpo, puesto que sólo sólo junto jun to a él él seguimos actuando, y la ac ción es el camino de perfección o perdición. El cuerpo no es ni pued pu edee ser se r el objeti obj etivo vo,, sino el medio. med io. N o ha hayy que ab aban ando dona narlo rlo más que cuando un movimiento de la batalla lo exige. Tal movimiento pued pu edee p roce ro cedd er de la disp di spos osic ició iónn de dell D ios, io s, qu quee no no noss ad adju judi dicó có
C o m e n ta rio f i l o s ó f i c o
91
a nuestro lado (aunque también últimamente últimam ente sea esta circunstancia circunstancia disposición del Dios, según Sócrates pretende). Por más que esta descripción es todavía muy ingenua. Las cosas no son sencilla mente así tampoco, pero sería más exacto, en todo caso, decir que la guerra de la vida es la de uno solo contra la multitud, de modo que los aliados que de verdad están vivos y activos son los solos, los individuos, in dividuos, o sea, sea, los que van pasándo pas ándose se de las filas enemigas a las propias. Porque es cierto que el problema de evitar radicalmen te el mal lo tiene el individuo ya a solas con él mismo: es la cues tión del autoconocimiento, es decir, de saberse ignorante y conocer bie b ienn los límite lím itess de dentr ntroo de los cuale cua less se es ignora ign orant nte. e. Pero hay qu quee confesar confe sar a la la vez, vez, sin embargo, que la ignorancia ignoran cia peligrosa peligro sa es amol darse a las ideas del bien y el mal, la verdad ver dad y el ser, ser, que propaga la multitud como tal multitud. No ocurre que la ignorancia sea una posi po sibi bili lida dadd en el aire, un unaa mer m eraa po posi sibi bilid lidad ad lógica lóg ica;; no, porqu po rquee está est á encarnada en cualquiera de nosotros en la medida misma en que somos muchedumbre y no sólo individuo. Por esto esto es por lo que el el examen de hombres hom bres es examen exam en también de mí mismo, y aquí está está la razón más profunda del univer universal sal deber de filosofía que sólo muy indirectamente, sólo en la ironía, enseña Sócrates. No saber es haberse olvidado del mal y, así, andar lu chando con el molino de viento, mientras el guerrero enemigo se acerca a mansalva y por la espalda. No cabe un olvido hasta tal pun p unto to m orta or tall más má s que causa cau sado do po porr algú al gúnn m iedo ie do que, al supe su perp rpo o nerse al único temor que debería existir, lo eclipse, de la misma ma nera que la pequeñísima Luna, no dotada de luz propia, propia, es capaz de ocultar todo el Sol brillante. Un miedo tan ridículo pero tan peli groso no tiene por fuente el mal auténtico, que sólo puede inspirar la aversión que hace de la vida un combate. com bate. Su origen ha de estar en alguna cosa que parezca real y apenas lo sea: el propio cuerpo, pe ro en la medida en que está interpretado por alguien como lo único real, lo único, pues, que hay que salvar a toda costa en la guerra de la existencia. existencia. El socratismo socratismo propone que qu e esta interpretación no pro pr o cede en verdad de cada hombre individualm in dividualmente ente tomado, sino, sino, más bien bi en,, de «los «lo s much mu chos» os»,, cu cuya ya au auto tori rida dadd ab abarc arcaa en prin pr inci cipi pioo a cada cad a uno y no lo deja ser más que un portavoz de sí misma. N hay nf dir di r el Estad Est ad la ple p lebe be los much Lo
92
La L a d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
cibido con más fuerza la influencia de las ideas de la sofística, de fendían que la justic ju sticia ia natural difería de la justici jus ticiaa convencional en el mismo sentido en que las necesidades singulares de la naturaleza de cada hombre se separaban de las necesidades convencionales de la sociedad organizada. Para Sócrates, la soledad del que se arran ca del Estado no sólo no garantiza la mejor conciencia de su deber y el adecuado conocimiento de sí mismo, sino que más bien hun diría al solitario en la dictadura absoluta de los muchos. A fin de cuentas, la vida solitaria, que no cabe biológicamente, es, a lo su mo, un ideal que se concibe cuando la vida en el Estado es experi mentada como oprimente y falta de pleno sentido. Pero claro que pue p uede de suceder, sucede r, co como mo de he hech choo sucede, suce de, que este sins si nsen entid tidoo no ten te n ga su origen en la socialidad ni en el Estado, Estado, sino en una degene ración del hombre (es (es igual si lo tomamos tomamos en particular particu lar o colecti vamente), quizá casi inevitable viva él como viva: su no ser más que «muchos», o sea, la dejación del puesto único de combate con tra el mal, la ignorancia y el no ser. Es verdad que un Estado sin Muchos es impensable, mientras que parece que es posible posible un regreso a la naturaleza solitaria por re nuncia nunc ia a la degeneración comportada compo rtada por lo social. social. Pero más verdad es que un Estado es imposible sin ley, y la voz de la ley siempre ya empieza emp ieza diciendo: diciendo: «no hay que que cometer com eter injusticia, injusticia, no hay que delin quir», quir», y sigue sigue especificando espec ificando qué entiende ella po porr injusticia y de delit lito. o. En cambio, en la soledad, y más si se la logra repudiando el Estado, pued pu edee m uy bien bie n desap des apare arecer cer la voz como com o exteri ext erior or y de lo alto a lto («pa («p a terna», se la llama en Critón) Critón) de la ley; puede borrarse el sentido mismo mism o del término «injusticia», «injusticia», de modo que sean las aparentes aparentes ne cesidades del cuerpo, de la mera vitalidad biológica, las que reinen sin oposición. Siempre en el Estado Estad o queda una sombra, al menos, de idealidad; en la existencia solitaria, hasta esta sombra puede disipar se. se. La degeneración del Estado puede acarrear males tremendos; tremendos; pe p e ro su absoluta desaparición es inseparable de los peores. peores. Mas todavía tiene relevancia mucho mayor may or el el hecho de que, gra cias al Estado, los hombres h ombres poseen po seen algún algú n lenguaje común c omún y, y, con él, él, la vida vid a bajo la forma del diálogo. diálogo. No hay mera proximid proxi midad ad de cuer pos, pos , m era er a fusión, fusi ón, quizá, quiz á, de ellos; no impe im pera ra úni ú nicam camen ente te lo biol bi ológ ógi i
Comentario Comentario filosó fico
93
comunidad y reunión que es peculiar a ella). La confusión de cuer pos po s y de mied mi edos os ignora ign orante ntess que carac car acte teriz rizaa a la plebe ple be gua guarda rda u na honda incompatibilidad con la existencia política, pero ninguna, en princ pr incipi ipio, o, co conn la presun pres untam tamen ente te más má s nat n atur ural al existe exi stenci nciaa del solitario, del hombre que se pone a sí mismo por encima del Estado. Naturalm Natu ralment ente, e, tales t ales hombre ho mbress tambi tam bién én son posibles posi bles dentro dentr o del Es Es tado, como violadores de su ámbito, aunque quizá se presenten ba jo el ropaje ro paje de cualq cu alquie uierr magistratu magist ratura. ra. Es, por p or ejemplo, ejem plo, lo que suce suc e dería con los jueces que, en nombre de la ley de Atenas, intentaran pon p oner er a Sócrates, Sócrat es, como com o co cond ndici ición ón pa para ra absolv abs olverlo erlo,, la renun ren uncia cia a la la filosofía. En ese momento, la voz legítima de los ciudadanos entra ría en conflicto con el núcleo de toda legitimidad: con la justicia misma, con lo inmutable, con el Dios. Hay que obedecer antes a és te que a los que llegan ante nosotros con la pretensión de represen tar a la ley misma. El Estado no es el Dios de u n socrático. socrático. Simple mente, éste aprecia en su palabra esencial (que prohíbe la injusticia precis pre cisam amen ente te hab hablando lando a hombre hom bress que entre entr e ellos ello s hab hablan lan por p or gracia de la Ley) una evocación potente de la justicia misma. De hecho, unaa imagen, una presencia tan pode un poderosa rosa de lo justo ju sto,, que po porr preser varla vale vale la pena de morir con la muerte m uerte biológica. Naturalmente, sería absurdo, en cambio, cambio, sacrificar s acrificar la filosofía filoso fía misma, o sea, sea, la vi vi da misma del «alma», a ninguna ley de ningún Estado. No se puede morir de verdad en el ara de sacrificios de Dios. Tal cosa no tiene el menor me nor sentido, sentido, puesto que lo justo ju sto eterno, lo divino, la verdad y el bien, bien , es también tamb ién la plenit ple nitud ud del ser y, por po r ello, el objeto de la l a lucha y la esperanza que es la vitalidad de la existencia, es decir, el alma. El cuidado del alma es, pues, coincidente con el cuidado por y de la sabiduría y la verdad; y más que oponerse al cuidado del cuerpo cuerp o (que es, al fin y al cabo, una pa parte rte bien real del ser del hom bre) bre ) se opo opone ne al de dedi dica cado do al dine di nero, ro, la rep re p utac ut ació iónn y los hon honore ores, s, porq po rque ue en el ap aprec recio io de sem se m ejan ej ante tess bien bi enes es ap apar aren ente tess es don donde de se pier pi erdd e u n ho homb mbre re en los pli p lieg egue uess de la igno ig nora ranc ncia ia culpable. culpab le. Es és és ta otra manera de señalar la distinción ontológica capital para Só crates: la que separa tajantemente aquellas cosas futiles de las que cabe arte o ciencia exacta, y aquellas otras, de gran valor, decisi vas, acerca de las cuales sería demasiado (demasiado, en un senti do, y demasiado poco, en otro) poseer ese tipo de conocimiento. El
94
La L a d efen ef ensa sa de S óc ócra rate tess
peti pe tici ción ón de la senten sen tencia cia.. Y en cuan c uanto to a esta e starr cier c ierto to de qu quee de la l a ex e x celencia proceden todos los demás bienes, se deja abierta la cues tión de cuáles podrán ser los que se estimen como tales una vez que se sea un hombre excelente. Quizá ya nada más se necesite. Seguramente ya nada se eche en falta, puesto que la sabiduría real es lo mismo que lo que se designa con otros nombres de excelen cias: cias: la valentí valentía, a, la justicia, justic ia, la templa tem planz nza... a... De otra parte, este culto al Dios que Sócrates practica es la for ma más m ás alta de la política: el mayor de los ben beneficio eficioss que él, como ciudadano de Atenas, puede hacer a la ciudad; porque sólo de una actividad como ésta puede esperarse vida verdadera para la demo cracia. No tendría perfecto sentido que Sócrates, antes de haber conseguido la renovación de la vida política en la que él mismo, po p o r naci na cimi mien ento to,, po p o r com c ompro promi miso so total tot al de su vida, vid a, pa part rtic icip ipa, a, se lan l an zara a una campaña cam paña universal universal de filosofía. La filosofía filo sofía auténtica va ligada indisolublemente al destino del Estado: no es jamás la bús queda celosamente celosam ente solitaria de la sabiduría, sabiduría, puesto que ésta misma es ya una realidad realid ad social y de índole irremediablemente irremediablem ente política. política. 20
Hay que notar que en el mismo momento mo mento en que Sócrates ter mina un argumento que debería haber convencido por sí solo a un número suficiente de sus jueces (p. 80, lín. 5ss), prefiere hacerlo seguir po porr una frase que irrita automáticamente a la muchedumbre muched umbre sin memoria. Es quizá el instante en el que se decantó la suerte del veredicto, y, ciertamente, uno de los pasajes en los que, si refleja Platón la realidad de lo ocurrido, se basaría el rechazo a la soberbia con que el acusado habría ha bría tratado, como desde arriba, arrib a, a su tribunal. tribunal. Yo no creo en nada de eso. La única censura que me atrevo a diri gir a Sócrates como a quien desprecia a otros, se refiere a la con vicción excesiva en que sería condenado salvo si mostraba ante el tribunal (llorando, por ejemplo, y trayendo al estrado a su mujer y a sus hijos) haber pasado a ser exactamente lo contrario de lo que era una hora antes, y ello por haberse visto en las manos del poder pod er incoercible de su Estado. No es reprochable esta expresión acerca del placer place r inmenso del enemigo que presencia no ya tu rendición o tu muerte, sino tu conversión, tu autoaniquilación: la experiencia .
Comentari Comentarioo filos ófic o
95
bili bi lida dadd de atra at raer er a la causa cau sa de la ve verd rdad ad y la jus ju s tic ti c ia a la mayoría. En definitiva, si Sócrates Sócrates lo hubiera logrado, no por eso habría re futado de obra el valor supremo del procedimiento al que había de dicado su vida: el diálogo entre un hombre y otro. Tan sólo si hu bie b iera ra llega lle gado do,, en ap apen enas as u na nass ho horas ras de un unaa m añ añan ana, a, a co conv nven encer cer realmente a todos y cada uno de los presentes de la injusticia que se estaba cometiendo con él, habría tenido que admitir que el diá logo no era la mejor arma de la filosofía, sino más bien el discur so de largo aliento desde la altura de una tribuna pública. Sólo así la actividad del político se habría impuesto a la del filósofo y Só crates habría refutado una parte de sus convicciones. Pero no ha bría br ía sido ése el caso ca so si se hubi hu bier eraa limi li mita tado do el efec e fecto to de sus pala p alabra brass a inclinar a poco más de la mitad más uno u no de los jueces juec es del lado lado de lo verdadero; porque sería sería claro que repetir repeti r el el mismo discurso discurso una segunda vez no iba a dar más votos al partido de lo justo, jus to, sino sino,, en todo caso, los restaría (con lo que se vería lo precario de las per suasiones no estrictamente dialógicas). dialógicas). En cambio, cambio, el «aunque deba morir por ello muchas mucha s veces» que que sigue a una demostración perfecta de que no hay nada de punible, sino todo todo lo contrario, en exhortar exh ortar al bien bie n por po r encima encim a de lo lo fútil, fútil, es esencial: Sócrates no quiere ser absuelto al precio de una mentira. Hay que recordar que el deber de filosofía es, es, justamente, justam ente, un deber (y los los deberes menosprecian menosp recian la vida biológica biológi ca y la fama). fama). Puede ser absuelto, si es justo que lo sea, por una mayoría casual de jueces nada más que superficialmente superficialm ente puestos en la verdad; pero no ha ha de consentir en obtener la absolución antes de que se haya dado oca sión de vislumbrar, incluso de ver a luz plena, el fondo del proble ma juzgado: la filosofía filosofí a misma mism a en su papel político necesario necesario.. 2 1 . En muchas ocasiones, como notó Kierkegaard Kierke gaard frente a la se riedad un tanto obtusa del del filósofo filós ofo de sistema, el humor es la tran sición de lo serio a lo más serio todavía. La imagen del tábano y el caballo que termina term ina aplastándolo aplastá ndolo de un coletazo co letazo sirve a este fin. fin. Se ha producido ya un ambiente en el que la plebe piensa que el acu sado comete desacato contra el poder del Estado. No tiene por qué recordar recor dar que, hace bien poco, el filósofo, filóso fo, interrogando a Meleto, Meleto, ha
96
L a d e f e n s a d e S ó c r a te s
aparición, por po r vez primera prim era en la historia, del individuo (si salvamos un caso excéntrico, como debió de ser el de Heráclito). No se pro clama el Individuo superior al Estado ni a ningún conciudadano, pero pe ro sí supe su perio riorr a la ple p lebe be como com o tal. M ientra ien trass que ésta está est á estú es túpi pi damente convencida de que ella se identifica con la sustancia del Estado y, por lo mismo, de que su voluntad presente es la esencia misma de la ley y de la justicia, Sócrates se yergue solo entre el griterío y proclama proclam a la verdad fundamenta fundamental: l: nadie puede hacerle h acerle da ño, como no sea él a sí mismo si cede un ápice, en su conciencia, a la tentación de adular a los muchos y amarlos por encima de la verdad, o sea, temerlos más que al mal auténtico. El no es, como sí lo era Alcibiades, un filodemo, filodemo , un venerador y servidor servid or de la ple ple be, be , sino sin o un filós fil ósof ofo. o. Pero si ag agri riaa aú aúnn m ás el de deba bate te qu quee h a lleg ll ega a do a este punto, desaparecerá de inmediato todo to do rastro de diálogo diálogo.. Lo justo jus to respecto del ignorante furioso furioso no es enconar su ignorancia ignorancia sino intentar a toda costa ayudarlo a librarse de ella, mientras al hombre hom bre bueno le quede aliento aliento.. En una situación así, así, sólo el humor hum or m anifiest ani fiestaa la verdad aún a mayor luz y, al mismo tiempo, tiempo , consigue el milagro de restablecer la comunidad entre los que están a punto de ya sólo discutir, o sea, de hacerse mutua violencia. Ningún otro recurso, incluido el silencio, silencio, hubiera podido servir en la ocasión en la que se ve Sócrates. Sócrates. Y necesita tanto más echar ech ar mano de él cuan to que aún le queda por hacer y decir lo que más inaceptable será par p araa todos: todos : m o stra st rars rsee igua ig uall a sí mism mi smo, o, igual igu al qu quee siemp sie mpre, re, en cal ca l ma inalterada, cuando le toque llegar a ese momento en el que el reo, sintiendo incertidumbre respecto de su suerte, reconoce con su actitud indigna que realmente está en manos del tribunal (pero no en especial en las de la justicia y la ley). Es claro que la plebe ate niense sentía que si los los jueces jue ces no causaban espanto en los acusados, acusados, lo imponente del derecho penal penal quedaba menoscabado en algo algo cla cla ve. Pero ya sabemos el porqué más importante de este sentimiento colectivo. 22 . El hecho de que 22. que un filósofo haya tenido que llegar a la con con clusión de que hay contradicción entre la vida política, en el senti do corriente del término (o sea, el intento de desempeñar magistra
Comentario Comentario filos filosófic ófic o
9 7
bién bi én un indici ind icioo claro clar o del dictam dic tamen en prof pr ofun unda dam m en ente te pe pesi simi mista sta que la filosofía hace sobre la calidad de la democracia establecida en el poder. pode r. Sócra Só crates tes po podí díaa dist di stin ingu guir ir clar cl arís ísim imam amen ente te entre ent re la sant sa ntid idad ad de alguna ley o de algún núcleo de la legalidad pública, y la exce siva profanidad del funcionamiento real de todas las instituciones de derecho público. No condenaba al Estado globalmente, es cier to; pero menos aún salvaba de la condena a su realización históri ca. En la medida en que no es el individuo sino la muchedumbre como tal la que ejerce ejerce la autorid autoridad, ad, toda tod a institución resulta viciada. viciada. La ley es neutra respecto de la naturaleza de los hombres que de sempeñan puestos públicos: públicos: puede p uede tratarse de simples hombres-ma hombres-m a sa o de individuos, individuos, y así cabe cabe que sea también cuando la magistratu magistratu ra en cuestión se administra colegiadamente. No hay nada malo en la suma de los votos, pero puede haber todo el mal ma l del mundo en ca ca da uno de estos votos, estén a favor de lo que estén o estén en con tra de lo que estén. Su valor depende de aquello por lo que han si do decididos, y no hay otra alternativa que q ue la ignorancia ignoran cia avisada de sí y la ignorancia ignorante y culpable. El Sócrates platónico llega más allá: está convencido de que to da intervención en política supone enfrentarse el individuo con la violencia de la plebe. Debemos Debe mos nosotros noso tros pensar, para para la coherencia de la figura de Sócrates, que esta tesis atiende mucho más al pre sente histórico, al antes de la acción política del socratismo, que a la naturaleza de toda institución de derecho público, incluso inte grada en el mejor de los regímenes posibles: la democracia. El so cratismo, desde el punto de vista de su repercusión repercu sión política, política, no p o día dejar de estar esperanzado en el buen éxito a largo plazo de su misión; y así lo confirma la visión de Sócrates en el tercer discur so, cuando se atreve a contradecirse a sí mismo y a su momento de humor de este instante que ahora leemos. Me refiero a su premoni ción de una legión de filósofos jóvene jóv eness qu quee invadirá invadirá el Estado exa ex a minando a los hombres. Antes de ser condenado, bien valía la pe na, por la santidad misma de las leyes y de la Ciudad, arriesgar la idea de que el servicio de Sócrates a Atenas va insolublemente li gado a su persona. Después, el consuelo de los buenos jueces y el castigo de los ignorantes ciudadanos que han votado la muerte de Sócrates, Sócrates, será precisamente que su actividad y su ser tendrán nece nec e
98
La d e fe n sa d e S ó c ra te s
Natu Na tural ralm m en ente te,, es un prob pr oblem lemaa con c ontes testar tar a la pregu pre gunt ntaa acerc a cercaa del régimen régim en político que habría que preferir antes antes de que el socratismo hiciera su efecto de individualización entre las gentes de un Esta do.. Sócrates jugó do ju gó una y otra vez, vez, muy peligrosament peligrosa mente, e, con c on la ironía de celebrar regímenes monárquicos o aristocráticos, aristocráticos, aunque aun que se tra tra tara de los mayores enemigos e nemigos de Atenas que se pod podían ían mencionar: respectivamente, Persia y Lacedemonia. Es evidente que el objeti vo era llamar la atención sobre la posibilidad de que, que, dada da da la situa ción real, un lugar donde se obedece a uno solo o a unos pocos sea un sitio donde se hace caso del mejor o los mejores; mientras que otro donde todo, al parecer, se decide a votos de todos, necesaria mente men te resultará peor peo r gobernado y en él él se decidirá con terrible fre cuencia hacer lo que no se debe (y lo que, por lo mismo, está per jud ju d icán ic ándd o lo). lo ). N o ha habr bráá qu quee insi in sist stir ir en que la ironí iro níaa casi ca si inge in genu nuaa estaba en que demasiado bien sabían todos que los magistrados de Lacedemonia carecían de formación filosófica, y lo mismo suce día con el Gran Rey. Jenofonte quizá tomó más en serio de la cuen ta (cosa que parece haber ido en la simpleza de su carácter siem pre) pr e) esta es ta brom br omaa cuand cua ndoo escrib esc ribió ió su Ciropedia. Y en todo este problema pueden haber habe r intervenido filtrando d tos los ojos de Platón. A fin de cuentas, todo indica que Sócrates se conformaba confo rmaba con vivir en el el régimen en el que había nacido nac ido porque lo prefería a cualquier otro existente. Sencillamente, se dedicaba a su reforma desde dentro, porque estaba también cierto de su intrín seca maldad. Es, en cambio, mucho más típica de Platón la actitud de optar por un estadio de revolución que dé cuanto antes paso a una constitución realmente sabia, sabia, desde la que se aceleren los pro pro gresos de la excelencia colectiva y se reeduque a la plebe. No es creíble creíble que el Sócrates Sócrates real hubiera jamás jam ás llegado a proponer prop oner que se buscara por todas partes al hombre (como exigía luego Dioge nes el Cínico): al único sabio, precisamente aquel que más lejos quisiera de sí el pod poder er público, para investirlo investirlo inmediatamente inmed iatamente con él y abrir un periodo legislativo constituyente. De hecho, el pesi mismo del dictamen de Sócrates sobre la actividad política en las circunstancias que eran las suyas reales (que implica siempre, re cuérdese, entrar en trar en pugn pugnaa absurda con la plebe como tal), ya es in
Comentario Comentario filos filos ófic o
99
el partido de los hombres que han llegado a la mayoría después de haberse vuelto, por la filosofía, verdaderos individuos. Sólo éstos son capaces de amistad auténtica y de la cooperación que ella trae, y sin tales requisitos requisitos no existe posibilidad alguna de un partido de d e mocrático digno de este nombre. Y mientras que las circunstancias no cambian, en la lenta maduración de los efectos del diálogo so crático, sólo hay que dedicarse a éste y olvidarse olvi darse tanto del retiro en el Pensadero como de las tribunas de los oradores (salvo si la ley, como el día del juicio de Sócrates, es la que pide de nosotros ta maño sacrificio: punto final de la vida del socrático en cuanto tal). Yo creo que esta misma perplejidad o, mejor, la sutil complica ción de la situación personal del filósofo para con el Estado, reci be un unaa marav ma ravill illos osaa exp expres resió iónn de iron ir onía ía suprem sup rema, a, segura seg urame mente nte de autoironía, en el momento en el que Sócrates achaca su mantenerse apartado de la política no al discurso dialogal ni al Dios del orácu lo, sino a su particu par ticular lar voz demónica dem ónica y divina: divina: a ese rasgo suyo suyo pe pe-culiarísimo que era célebre desde tiempos inmemoriales en toda Atenas y por el que Sócrates, más o menos en serio, se emparenta ba con los adivin adi vinos, os, los po poet etas as y todo to doss los qu quee sufrí su frían an de vez en cuando un estado de ser poseídos poseído s por la divinidad divinida d (entusiasmo (entusiasmo); ); só lo que tal estado era precisamente en Sócrates muchísimo más fre cuente y más chocante (una pizca grotesco) que en el resto de los entusiastas. Efectivamente, la voz sonaba con tal frecuencia que Sócrates se admira, en el tercer discurso, de que lleve en silencio toda la mañana de su juicio, juicio , desde que se levantó levantó con la decisión decisión to to mada de acudir al tribunal, hasta el final de tantas palabras pronun ciadas, inusuales en un simple preguntador preguntador.. La posesión p osesión divin divinaa de Sócrates era tan radicalmente trivial como constante; aunque, por cierto, el filósofo presentaba otros fenómenos de divino origen, pe ro únicamente para quien sabía perseverar en su observación y qui zá hasta quitarle algunas de sus cáscaras de Sileno (como las de una escultura que encierra otras esculturas, según la comparación que Alcibiades borracho emplea refiriéndose a Sócrates cuando irrum pe en el ban banque quete te de casa cas a de d e Agatón Aga tón). ). Sócrate Sóc ratess no cedía jamás jam ás a la influencia del vino, si estaba a la vez filosofando, o sea, dialogan do; y no cedía a ninguna ninguna necesidad física en absoluto cuando el dis di s curso solitario lo prendía en sus vueltas (como se comprobó en
1000 10
La L a de defe fens nsaa de Só Sócr crat ates es
que fue sorprendido por el argumento, en diálogo consigo mismo). Estaba entonces poseído por la divinidad del discurso y la verdad. Pero su personaje popular no era este que Alcibiades medio re re vela a los demás huéspedes hu éspedes casi ebrios ebrios de Agatón, sino el de un per p er seguidor o amante de jóvenes ricos, inteligentes y hermosos; un perse pe rsegu guid idor or feo, descal des calzo zo y pobre y al que se supon sup onía ía des d esdeñ deñad adoo las más de las veces, pero que tenía el relativo éxito constante de man tener como imantados a su alrededor todo el día, en interminables discusiones entre ellos y con cualquiera, a cuantos jóvenes se acer caba. Este hombre extraño, un digno objeto de la comedia y hasta del turismo, se hacía el loco o el inocente refiriéndose a diario a la voz que sólo podía él percibir y qu quee nunca lo incitaba a hacer hace r nada, sino que siempre le decía la sola palabra «no», y a propósito de cualquier trivialidad que estaba a punto de emprender o realizar. Sócrates no sólo sólo obedecía indefectiblemente la prohibición prohibic ión de su voz, sino que, que, y esto es desde luego esencial para entende ente nderr el fe nómeno, la hallaba hallab a luego luego siempre siempre en posesión de la razón. Nunca se hab había ía tenido que arrepentir arrepen tir de hacerle caso. caso. Es decir, a toro pa sado resultaba justificable, provechosa y bien fundada siempre la indicación indicació n que procedía proced ía de esta fuente singu singula lar. r. Es claro que, para cuanto se deriva de un sí, el filósofo no ne cesita sino sino la buena consecuencia c onsecuencia y la coherencia. coherencia. Pero también tam bién es claro que la vida impone situaciones en las que la reflexión y la in ferencia no tienen tiempo de llevarse a cabo. Ha de responder el hábito, o sea, sea, la virtud o el el vicio, vicio, la excelencia excelenc ia ya adquirida adquiri da o la de formación que se ha inveterado en nuestra naturaleza. Y existen también tamb ién muchas mucha s ocasiones en que que el hábito no dispone de respues respues tas preparadas prepara das y la reflexión reflexión o se alarga demasiado o no puede, en la urgencia, desarrollarse. desarrollarse. Son muchas veces veces las circunstancias co co tidianas y menos sobresalientes las que resultan de esta índole: un encuentro fortuito, una comida, un malestar que nos incita a algo, una oscura tendencia, la elección de las palabras en una charla no muy tensa... Hay gran probabilidad de que esta voz imperativa, a la que se debe llamar divina no sólo porque resuene y sea incom pren pr ensi sibl blee qu quee lo haga, haga , sino, sobre todo, todo , po porq rque ue siem si empr pree es raz r azon ona a ble bl e y be bene nefi fici cios osa, a, esté relaci rel acion onad adaa po p o r Sócrat Só crates es co conn esta e stass situa sit uaci cio o
Comentario Comentario filosóf ico
101
tar sobre aviso respecto de nosotros mismos y nuestra acción, en gran oscuridad, con mucha frecuencia, y como por instinto, o sea, si empleamos empleam os las palabras de Sócrates, dejándose de jándose llevar de una opi op i nión cuya cuy a solidez no ha sido aún de de veras pue puesta sta a la prueba. Si en en tonces no interviene una divina divina fuerza, estamos abocados a posibles posibles desastres; pero ocurre que notamos la necesidad de una reserva y hasta de una abstención o de una repetición (una palinodia en la acepción literal del término, como sucede en Fedro en Fedro con con los discur sos en torno al amor) en otro sentido de lo ya hecho. El estímulo a ciegas sería pura irracionalidad, y el filósofo de generaría en poseído de inferior especie y abandonaría el entusias entus ias mo de la verdad. En cambio, no sucede lo mismo con la retención casi inarticulada (sólo «no»). No actuar es lo que se debe hacer cuando no hay lucidez respecto de las alternativas de la la acción; acción; pe pe ro sería más que humano, incluso tratándose de un Sócrates, pre tender tende r que toda situación está ya posiblemente posiblem ente en la la claridad de la lucidez incluso respecto de sus consecuencias más lejanas. Casi es taremos tentados a pen pensar sar que Sócrates oía oía su voz cada vez que se detenía a hacer una pregunta, pregunta, si no fuera por po r el hecho de que p re re guntar, aunque sea abstenerse de actuar en un sentido profundo, es también actuar, en otro más hondo. Todo esto me lleva a acercar pero no a identificar la voz demónica de Sócrates y la voz voz de la conciencia concienci a moral. moral. Ésta es muy capaz de decir que sí y de aprobar conductas efectivamente sostenidas ya po p o r nosot no sotros. ros. La vo vozz de Sócrat Só crates es no lo era. Los Lo s síes co corre rresp spon ondí dían an en su caso al puro discurso, siempre desde la premisa única que es el rechazo absoluto de la injusticia y la ignorancia, pase lo que pa se. Para los síes y los estímulos y las aprobaciones no necesitaba Sócrates una voz; voz; pero sí para par a refrenar refre nar la acción en medio de la os curidad. curidad. Una vez escuchada escucha da la exclamación exclamac ión de esta voz, voz, el discurso conseguía, conseguía, o inmediatamente o pasado un tiempo, justificar justific ar racio racio nalmente que estuvo siempre bien fundada. Era, pues, una premo nición de discurso, pero nunca un mero reemplazo de él. Tal rasgo peculiar pecu liar de Sócrates depende evidentemente evidentem ente de su p o sición general intelectualista, según la cual sólo se debe actuar po sitiva o negativamente en la lucidez de la docta ignorancia, mien
102
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
lo mismo que reconocer la finitud del discurso en uno mismo: su limitación limitaci ón respecto de otros componentes del alma propia. Pero Pero hu hu bier bi eraa sido ir demasia dem asiado do lejos lejo s en esta direc d irecció ciónn adm a dmit itir ir impu im pulso lsoss po po sitivos a una voz que no fuera la conclusión de un discurso basado en la premisa esencial del socratismo: que el mal que debe evitar se a toda costa, el único mal, pero absolutamente aniquilador, es el que uno mismo hace, el cual depende siempre de la ignorancia que se ignora a sí misma. En esta empresa de heroica resistencia se combate, sin embar go, no solo sino en la compañía de dos aliados poderosos: la ley y lo justo. justo . Llegó, incluso, Sócrates a la la elevada elevada conciencia concie ncia de no ha ha ber b er caído caí do en inju in justi stici ciaa respe res pect ctoo de nadie, nad ie, ni siqu si quie iera ra de sus amigos, amig os, de esos a los que la gente calumniaba llamándolos sus discípulos; pue p uess nad n adaa es más má s fácil fác il que ha hace cerr injus in justas tas co conc nces esio ione ness a qu quie ienn más má s cerca se tiene. tiene. 23 . Lo que la ley prescribe, cuando 23. cuando ha sido sido establecida con just ju sti i cia, es justo, y el peligro entonces de verdad mortal consiste en la violación de la ley. Pero, aunque a Sócrates no le interesara pro fundizar ante el tribunal en este aspecto central del problema, no cabe confundir la ley con lo justo mismo. Sólo esto segundo debe ser respetado y obedecido y seguido, aunque, como en la batalla más terrible, sea preciso afrontar cualquier dolor. La ley es discu tible y reformable, según, eso sí, procedimientos que ella misma prevé pre vé,, o sea, de d e acuerd acu erdoo con c on la propi pro piaa ley. ley. Claro Cla ro que, a fin f in de cuen cu en tas, estos dispositivos interiores a la ley, por cuya virtud puede ella misma perfeccionarse, han descendido hasta el Estado inspirados, impulsados, por la justici jus ticiaa superior, superior, que habita ya sólo sólo en el domi do mi nio de lo justo ju sto mismo. m ismo. No se muere nunca por po r la sacralidad del Es tado como si en él estuviera la fuente de la justicia divina; sino que, en caso de que haya que sacrificar la vida por lo justo, se entrega como único modo de continuar el ascenso hacia lo justo mismo, hacia ha cia lo sagrado mismo. Sucede que que los hombres homb res y los Estados no han llegado todavía a apartarse de lo sagrado hasta el punto de que en su ámbito no queden siquiera restos de auténtica imitación de su just ju stic icia ia.. Hay sufi su fici cien ente te bien bi en pu puro ro en el m un undo do como com o p ara ar a que Só r el bien absoluto en cuanto encarnado en las le
Comentario Comentario filosó filosó fico
1033 10
ñas al día siguiente del asesinato legal de Sócrates, testimonia que su viejo amigo estaba en esta cuestión en un error trágico: el Esta do que a ambos les fue común no conserva ya sombra sagrada. Quizá, a lo sumo, la guardaba un momento antes de que obligara a Sócrates a beber la pócima; pero, desde luego, cuando la ejecución no fue detenida por ninguna magistratura mag istratura pública, el Estado Estado probó que había perdido hasta la última últim a conexión cone xión real con lo sagra sagrado. do. Só Só crates debería haber tenido conciencia de este acontecimiento de solador en el instante mismo de sufrir su condena. Quizá fue así, y po p o r eso reco re cord rdóó ento e ntonce ncess que q ue qu qued edab abaa por p or cu cum m plir pl ir un sacrifi sac rificio cio re ligioso que significaba la gratitud por la liberación de esta vida mala. Quizá, efectivamente, sólo bebiendo la pócima podía refu tarse por la obra que aún fuera sagrada Atenas, y con esta esta pena pena mu m u rió Sócrates en la paradoja. En todo caso, para Platón la situación se había aclarado aclarado definitivamente, y la única vía que quedaba abier ta era cualquier camino que condujera fuera del Estado que mataba legalmente al hombre bueno. En el corto viaje de Atenas a Mégara se fundó un modo nuevo de concebir la filosofía: el hombre, incluso en la relativa soledad de su círculo de amigos enredados en el mismo diálogo, posee la capacidad de, eludiendo la intermediación del Estado, alcanzar con su discurso el divino bien. Sólo si se atiene a él con toda su vida, con toda su alma, alma, vislumbrará, vislumb rará, como el que sale de la cueva a la luz cegadora del mediodía, en qué sentido tiene él que orientar la re volución imprescindible de todos los Estados que permanecen abiertos a la posibilidad de matar según sus leyes a los justos. La filosofía se convierte, en el trayecto de Atenas a Mégara, en dis curso que directamente contempla, aunque a distancia, lo divino, y en acción política: en teología y revolución, o sea, en metafísica. 2 4 . Sócrates ha sido, sido, en cambio, en este sentido, la consumación consum ación ideal y real, real, al mismo tiempo, de la la filosofía filosof ía que continúa continú a respetan respetan do tan intensa y hondamente la realidad de las cosas naturales y so s o ciales como para admitir que, en principio, toda ella pueda guardar las huellas claras de su divino origen. Sócrates es aún nada más que la filosofía como ética y como política de reforma radical en el in terior de la democracia democracia justa nte establecida. Su
1044 10
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
violenta e injustificadamente entre los hombres. No había derecho a ella hasta que los tiempos no llevaran a una era nueva. Como el mundo mu ndo y el tiempo y el Estado no se detuvieron cuando Sócrates, Sócrates, el mejor mej or de los hombres, fue asesinado asesinado en nombre de la ley y de Dios, Dios, quedó probado que habían cruzado irreversiblemente una línea que hasta entonces había sido frontera absoluta. La época era ya otra. Habrá, sin embargo, muchos rasgos de la humanidad y de la verdad que pasarán la frontera ahora abierta y seguirán siendo los mismos en el territorio nuevo. Por ejemplo, los Muchos en tanto que muchos ansiarán en todos los tiempos asimilar a los Indivi duos: no hallarán gusto más intenso y que mejor corresponda a su apetito que el espectáculo de la quiebra del hombre auténticamen te individuo. Los muchos quieren a toda costa que este hombre se niegue a sí mismo, se destruya a sí mismo. Han entendido oscura mente que ellos no tienen pode poderr para doblegarlo. doblegarlo. Sólo Sólo logran gritar g ritar y amenazar am enazar con el dolor y la muerte biológica; sobre sobre todo, con la ruina y la violación de los seres queridos por el justo. Saben, sin embargo, que ha de salir espontáneamente de este mismo lo único que lo destruiría, y saben que hay posibilidad posibil idad de que el justo jus to lo sea tan real y seriamente que ninguna vociferación altere su lucidez, lucidez, su rectitud, su amor. Esperan el momento final como la decisión de la alternativa, alternativa, porque no se representan siquiera que alguien haya po po dido hablar tan gravemente como ha actuado. Su imbécil expecta tiva es, en definitiva, que Sócrates sólo pareciera ser Sócrates, pe ro en realidad fuera el mismo hombre que Ánito. La autocrítica, ese disfraz ridículo de la rendición y la aniquilación aniq uilación a manos de sí mismo, ha sido en otros tiempos la meta deseada de otros tribuna les. Atenas quería aún, más sencillamente, ver cómo Aquiles llora de miedo a la muerte, porque ya en el mundo no es lícito que que den otros Aquiles que los disfrazados. Los Muchos aspiran a que el hombre bueno reconozca que la razón está e stá siempre de parte de la fuerza fuerza y la violencia. violencia. Nada N ada pue pu e de satisfacerlos mientras no hayan obtenido lo que es imposible: que el hombre bueno diga ante todos que, efectivamente, la vida es lo que todo el mundo sabe que es: una humillación infinita, cuyo consuelo consiste, precisamente, en entender que la verdad funda
Comentario Comentario filos fil os o f i co
1055 10
sino sólo es así vuestra vida. Se puede vivir, se vive de hecho, tam bién bi én de otro otr o modo m odo.. E inclus inc lusoo sólo este est e otro m od odoo es vida v ida real re alm m en en te para el hombre. En última instancia, este paso de un unaa a otra época: época: el tránsito de la época en la que la sabiduría era sólo ética que criticaba las pre tensiones sapienciales de la cosmología y la sofística, al tiempo en el que que la filosofía filos ofía es inevitablemente metaf m etafísica ísica y revolución, revolución, es un acontecimiento que está guiado por el bien. Lo introduce en la his toria el hombre bueno, en su combate final con la violencia de to da muchedumbre, pero no es ni la voluntad ni la bondad del Indivi duo, y menos es la ignorancia bárbara bárb ara de la multitud, multitud, el responsable y el conductor condu ctor de este este acontecimiento acontecimien to histórico. Sólo Sólo puede serlo el Dios, lo Justo, la Verdad. Es en la confianza de que el Bien no se apaga, quizá qu izá ni ni siquiera se entenebrece, por p or la condena legal, como Sócrates apela a su divinidad siempre más poderosa y se retira a descansar desca nsar en ella ella mientras mientras deliberan los Muchos Much os con los escasos escasos in in dividuos que, en la horrible mezcla mez cla del Estado, están sentados entre sus filas.
El
s e g u n d o d is c u r s o
54 que no me enfade por lo que acaba de ocurrir, ate nienses (que habéis votado contra mí), contribuyen otras muchas cosas, además de que lo que me ha sucedido no carezca de aspectos esperanzadores. Más bien lo que me asombra es el número de votos que ha habido para cada lado. No pensaba yo que el resultado iba a ser tan corto, sino que creía que perdería perde ría po porr mucho. mu cho. Ahora, Aho ra, a lo que se ve, solamente solamen te si treinta votos más hubie hu bieran ran caído del otro otro lado, habría sido absuelto. En mi opinión, he sido absuel to, en lo que a Meleto se refiere; y no sólo eso, sino que es clarísimo clarísimo que, de no haber habe r subido subido Ánito y Licón L icón a acu sarme, debería Meleto pagar mil dracmas, por no haber conseguido consegu ido la quinta parte de los los votos. votos. Pide para mí m í la pen penaa de muerte. Veamo Veamos: s: ¿qué conde na propondré propon dré yo a mi vez, vez, atenienses? Es evidente que la que me merezco. ¿Qué, entonces? ¿Qué merezco merez co sufrir sufrir y pa p a g a r p o r ha h a b e r viv v ivid idoo sin si n d esca es cann so alg al g u n o a p ren re n d ien ie n d o , y haber desatendido lo que preocupa a la gente: el dine ro y la administración adm inistración de la casa, casa, los cargos militares y ci viles y los demás puestos de gobierno, y las conjuras y las revueltas que suceden su ceden en el Estado, por po r considerar consid erar que que yo era en realidad demasiado d emasiado exigente com o para sobrevivir si me de dedicab dicabaa a tales tales cosas, y por eso no fui allí allí a donde, de haber habe r ido, ido, iba a no ser de de provecho provecho ninguno ning uno ni a voso tros ni a mí; mientras que, en cambio, dirigiéndome en pri p rivv ad adoo a c a d a u no no,, p r e s té el m a y o r de los lo s serv se rvic icio ios, s, s e gún lo afirmo, afirm o, al dedicarme dedicarme así a procurar proc urar persuadir a ca
El E l seg s eguu n d o d iscu is curs rsoo
suya más, ni antes, que de cuidarse de sí mismo, a fin de llegar a ser lo mejor y más sabio posible; y de que no se cuide de las cosas del Estado ni antes ni más que del Es tado mismo, y así sucesivamente tam bién con todo lo de m ás? Siendo yo yo así, así, ¿qué merezco, entonces, que me pa pa se? Algo bueno, atenienses, si es que hay que hacer la estimación verdaderamente según los merecimientos; y algo bueno apropiado apropiad o para mí. mí. ¿Qué es lo que conviene conviene a un hombre hom bre pobre que sirve sirve a los demás y que necesita te ner tranquilidad para dedicarse a exhortaros? No hay na da, atenienses, que le convenga más a un hombre así que ser alimentado en el Pritaneo. Mucho más que a uno de vosotros que con su caballo, su biga o su cuadriga haya vencido en Olimpia; porque éste hace que parezcáis ser felices, mientras que yo hago que lo seáis, y él no necesi n ecesi ta que lo alimenten, cuando yo sí lo necesito. Así, pues, si es preciso que estime mi pen a según lo justo jus to y merecido, merecido, la fijo en est esto: o: ser alimentado alime ntado en el Pritaneo. Pritaneo. Seguramente al hablar así os parecerá que hablo con arrogancia y presunción, como os pareció antes, cuando me referí a las súplicas e imprecaciones. No es así, ate nienses, sino muy de otro modo. Yo estoy persuadido de que no existe hombre alguno que haga el mal adrede, pe ro no consigo persuadiros persu adiros a vosotros, vosotros, y es que hemos hem os dia logado poco tiempo. Me parece que si tuvierais una ley, como otros hombres la tienen, que ordenara no juzgar en un solo día, sino en varios, los procesos proceso s capitales, posible posib le mente quedaríais persuadidos; no es fácil en poco tiempo deshacer grandes calumnias. Pues bien, estando yo con vencido venc ido de que nadie viola vio la la la ley adrede, sólo sólo faltaba que fuera yo mismo a hacer adrede el mal y hablara en mi contra como si me mereciera un mal, y lo pidiera como condena conde na para mí mismo. ¿Por m iedo a qué? ¿Para que que no no me pase lo que Meleto pide, cuando afirmo que no sé si es un bien o un mal? ¿Voy a optar, en cambio, por pedir
107
1088 10
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
pío p ío?? ¿Par ¿P araa q u é he de v ivir iv ir en pri p risi sióó n , esc es c lav la v o de las la s a u to to ridades ridade s que m and andan an siempre en ella, ella, los Once? ¿Y dar d ar to do el dinero dinero que pueda pue da pagar? Me M e ocurre con ello ello lo que os decía: decía: que no tengo ten go dinero d inero con el que pagar. ¿Pediré el exilio? Seguramente me condenaríais a él. Pero tendría yo que tener ten er mucha much a ansia de vivir vivir,, atenienses, para pa ra ser tan irracional que no pueda comprender que si vosotros, que sois mis conciudadanos, no habéis podido soportar mi modo de vivir y mis palabras, sino que se os han hecho demasiado pesados e irritantes, así que estáis buscando cómo libraros de ellos, van otros a sobrellevarlos fácil mente. Ni mucho menos, atenienses. ¡Vaya vida sería la mía! La de un exiliado de tantos años como tengo, que viviría cambiando constantemente de Estado, siempre ex pu p u lsa ls a d o de todo to dos. s. Sé b i e n q ue a d on ondd e q u iera ie ra q u e lleg ll egue ue,, cuando empiece a hablar hablar vendrán vendrán a escucharme los jóv e nes, como com o aquí. Si los rechazo, ellos mismos mism os harán ha rán que se m e expulse, convenciendo a los ciudadanos m ayores; ayores; y si no los rechazo, sus padres y sus familiares me echarán po p o r c a u sa de ellos ell os.. Alguien Alg uien podría decirme: «Pero «Pero Sócrates, si si guardas si lencio y te quedas qued as tranquilo, ¿no podrías pod rías vivir viv ir en el exilio exilio al que te condenemos?». condenem os?». Persuadiros de esto es lo lo más má s di fícil. Si os digo que es desobedecer al Dios y que, por tanto, me es imposible estarme tranquilo y en silencio, silencio, no me creeréis, porque pensaréis que es ironía; y si os digo que sucede que el mayor bien es para el hombre hablar todos los días sobre la excelencia y los demás temas de los los que siempre me oís dialogar dialogar examinándome exam inándome a mí mis mo y examinando a los demás, y que la vida sin examen no la puede vivir el hombre, aún os persuadiré menos. Sin embargo, es así como lo afirmo, atenienses, aunque no es fácil persuadir a otros de ello. Por otra parte, no acostumbro acostum bro a considerarme merecedor mereced or de ningún ning ún mal. Si
C o m e n ta r io ß l o s o ß c o
109
que queráis condenarme a pagar lo que pueda yo pagar. Creo que podría pagaros una mina de plata. Ésta es la condena que propongo propon go para mí. Platón, atenienses, y Gritón, Critobulo y Apolodoro me indican que estime mi condena en treinta minas, que ellos salen fiadores. Así lo propongo, ya que vais a tener avalistas de esa plata que os merecen confianza.
Co m en t
a r io
25 . En el 25. el número de individuos que se se hallaban halla ban confundidos con los muchos muc hos hay, hay, quizá, quizá, una un a lisonja final fin al para Sócrates: Sócrates: su obra obra tam ta m poco po co h a sido tan t an inútil, inú til, pue p uesto sto que algú al gúnn refle ref lejo jo pod p oder eros osoo ha lo l o g ra ra do en las almas de muchos much os ateniense ate niensess que, aun sin tratarlo más que q ue este día y en esta forma, habituados a su personaje, han sabido ver algo de lo que realmente lleva debajo. Con todo, no es un síntoma absolutamente claro de la división entre los muchos y los indivi duos el sentido de este voto, puesto que algunos de los que no han secundado las pretensiones de los acusadores pueden haber recu rrido tan sólo sólo a ciertos ciertos puntos de las palabras que al final fina l de su dis curso pronunció Sócrates, o sea, a la sospecha del desprestigio que caerá sobre un Estado que no ha tenido mejor cosa que hacer que pers pe rseg egui uirr a muert mu ertee a un viejo vie jo pob p obre re y charla cha rlatán tán,, con universal univ ersal fama fam a de hombre único e incluso con renom renombre bre internacional intern acional de sabio sabio de un estilo que aún no se había visto por po r el mundo. En la estimación de la pen penaa que conviene conviene qu quee él proponga para que el tribunal decida d ecida entre la muerte, ya pedida ped ida por los acusadores valiéndose de la boca impía de Meleto, y su propia opción, Sócra tes tiene el deber de poner todavía más en claro que su vida públi ca, su divina misión en Atenas, no ha sido sólo servicio suyo per sonal al Dios, sino beneficio indiscutible, si no para cada ciudadano o para los muchos, sí, sin duda, para el Estado mismo. A fin de cuentas, debería ser puramente purame nte en nombre de la justicia just icia y el bien bi en de éste como juzgaran los miembros de la Heliea, y ya sabemos que
1100 11
La L a de defe fens nsaa d e Só Sócr crat ates es
algún punto toda duda (y también entonces será respetando santa mente la verdad como Sócrates retroceda de su primera actitud). Esta nueva finalidad finali dad se logra haciendo ver que la definición definic ión de la filosofía como cuidado del alma, la excelencia y la verdad se ex tiende necesariamente hasta abarcar también algo que se encuentra ya en máxima proximidad con las preocupaciones que en seguida fueron las de Platón: el cuidado por el ser mismo de cada realidad, antes que por lo que se le sobreañade. La distinción entre la esencia y el compañero de camino, el accidente, está accidente, está más que esbozada en este paso nuevo que ofrece Sócrates Sócrates.. Y es que al cuidarnos cuida rnos de la ver dad, da d, si bien la principal de las verdades verdades es la que q ue concierne a nuestro nuestro modo de vivir en la búsqueda del bien, necesariamente tendremos que atender atend er a muchísimas otras otras verdades, verdades, que son las relativas a ca da realidad con la que nos confrontamos viviendo. Saber qué uso debemos dar a cada cosa, qué apartado y qué importancia le tocan en el cuadro global de nuestra vida orientada al Bien, supone dife renciar de modo preciso qué constituye de verdad el ser real de esa cosa, que normalmente aparecerá constelado por gran cantidad no sólo de apariencias puras sino de añadidos que sugieren su gieren falsamente, en muchos casos, que la esencia de la cosa los ha de incluir. Así, aunque sea éste un saber que depende del saber sobre el hombre mismo y sus límites, con todo, evidentemente, evidentemente, importa impo rta también mu mu cho. Cármides, el maravilloso maravilloso diálogo diálogo del joven jov en Platón acerca ac erca de la templanza, discutirá qué conocimiento supone cronológicamente y en sí al otro: si el referente al ser real de las cosas de segundo orden o si el referente a la excelencia misma. misma. Las perplejidades perplejid ades de Cármi des merece des merecenn un puesto de honor en la historia de la filosofía que no no se les reconoce; y es que siguen siguen para siempre siendo las nuestras. En poco po coss otros otro s casos caso s se verá co conn mayor ma yor clarid cla ridad ad la razón raz ón que asiste asi ste a Kierkegaard sobre la insuperabilidad de Sócrates, cuando se des cuenta que sea posible la pretensión de Cristo sobre sus amigos. amigos. Por otra parte, siempre deja una misteriosa impresión impresió n en el lec tor la seguridad de Sócrates acerca de su propia inocencia (acerca de su propia ignorancia). La oportunidad oportunid ad de tener ten er que solicitar una decisión contrapuesta a la que exige Meleto quizá fuerce conside rablemente en este sentido el modo de hablar de Sócrates. Pero no
Comentario Comentario filosó fico
111
momento mom ento de calma suprema en una vida tan tensa como pacífica. Como se ha observado desde la antigüedad, Cristo, con quien tan tos paralelos ofrece Sócrates, Sócrates, murió gritando, aparentemente al al re re vés que el filósofo. ¿Es que Sócrates no era consciente de algo que todos los hom bres br es co com m pa parti rtimo mos: s: nu nues estr traa cert ce rtez ezaa resp re spec ecto to de que somos som os cu culp lpa a bles ble s de mil mi l man m anera erass ante ant e los l os de demá más? s? U n yo no es de suyo ese e senc ncia ial l mente men te un peligro peli gro para par a los otros, otros, pero sí lo es en potencia. Un yo es, es, en cualquier caso, una fuerza temible, que debe extremar su aten ción sobre sí mismo y sobre los otros hombres, si no quiere que su mera presencia los dañe; y por eso mismo es también alguien ca paz pa z de ap apor orta tarr una un a ayud ayudaa como com o esta es ta que pa para ra sí recl re clam amaa ahora ahor a Só Só crates: haber contribuido a la dicha auténtica de otros. Nu N u estr es traa ap apar aric ició iónn en la esce es cena na del m un undo do,, tan llena lle na de elo el o cuencia excesiva que no solemos aprender a controlar sino dema siado tarde, es inevitable que sirva o bien pa para ra realzar rea lzar el sentido de las cosas ante quienes acompañan nuestra vida, o bien para difu minado y quizá apagarlo. Un hombre contribuye siempre eficaz mente a la desesperanza o a la esperanza de los otros hombres, pre cisamente por su modo de ser una pregunta o una afirmación. Sócrates reivindica un unaa conciencia co nciencia de su condición qu quee recuer rec uer da, sin duda, a la de don Quijote, cuando exclama: «Yo sé quién soy». Justamente sabe quién es el loco que al mismo tiempo es el buen bu eno. o. Y Sócrat Só crates, es, igua ig ualm lmen ente te,, en ve vezz de pens pe nsar arse se ab aban ando dona nado do de alguna manera por la divinidad a cuyo culto ha sido dedicada su existencia, está cierto de ser exactamente la clase de ignorante que es. No hay en él ignorancia reprensible. No hay descuido que deje penetrar en el alma de Sócrates, ni ahora ni desde hace tiem po, ni tampo tam poco co en la cárce cá rcell y en e n la ejec ej ecuc ució ión, n, un error. Tamaña Tam aña ci ci ma de la atención parece más que humana. El humor del filósofo ya se ha referido a la deuda contraída con la voz demónica y aun con todos los géneros géneros conocidos co nocidos de augurios. Aquella Aque lla le ha ha, preci pre ci samente, apartado de las desatenciones. Estos lo han estimulado a pers pe rsev ever erar ar en la filo fi loso sofí fíaa y en su co cond nduc ucta ta p ecu ec u liar li ar cada cad a n oc oche he y cada mañana. Esta atención absoluta es aquello por po r lo que no no ha existi existido do pro p ro babl ba bl ni ho br álo
5
El
t e r c e r d is c u r s o
or falta de tiempo, atenienses, vais a cargar con la fa ma y la responsabilidad, de parte de los que quieren in sultar al Estado, de haber dado muerte a Sócrates, un sa bio b io;; y a q u e d i rán rá n q ue soy sabi sa bio, o, a u n q u e yo n o lo sea, se a, los lo s que quieran vituperaros. vituperaros. Si hubierais esperado un poco, el resultado resultado habría h abría sido el mismo para vosotros y se habría pr p r o d u c ido id o p o r sí solo so lo:: y a v eis ei s m i ed edad ad,, q u e va a lej le j á n d o se de la vida y acercándose a cercándose a la muerte. mu erte. Estoy hablando no a todos vosotros, vosotros, sino a los los que me habéis condenado conde nado a muerte. Sigo hablándoos a los que digo. Pensáis segura mente, men te, atenienses, que q ue he caído en la la carencia de palabras con las que persuadiros, persuad iros, si es que yo creyera que hay que hacer ha cer y decir cualquier cualq uier cosa con tal de evitar la la condena. Ni N i m u c h o m e n o s. H e esta es tadd o falt fa ltoo , sí, p e ro n o de p a lab la b ras ra s sino de osadía y desvergüenza, desvergüenza, y de haber habe r querido deci ros lo que más os hab habría ría gustado gustado oír: ír: lamentos, llantos y todas esas acciones y palabras que, que, según afirmo, afirm o, son in dignas de mí pero estáis estáis habituados a ver en otros. otros. Ni pen pen sé en el pasado que a causa del peligro había que hacer cualquier cualqu ier cosa servil, servil, ni ahora estoy estoy preocupad preocupado, o, tras ha be b e r m e d e fen fe n d ido id o co com m o lo he h e c h o . E s c o j o m u c h o an ante tess m orir después de esta defensa que vivir del otro otro modo. Ni Ni en el juicio ni en la batalla debo yo ni debe nadie, recu rriendo rriend o a lo lo que sea, sea, componérselas com ponérselas para evitar la la muerte. Es evidente que en las batallas muchas veces evitaría uno m orir tirando tirando las armas y poniéndose ante ante los perseguido res en la actitud del suplicante; suplicante; y existen otros muchos much os re
E l terc te rcer er d iscu is curs rsoo
se atreve atreve a hacer hace r y decir lo que sea con tal de lograrlo. Pe ro lo difícil, difícil, atenienses, no es evitar la muerte, mu erte, sino que es mucho más difícil evitar la maldad, que corre más aprisa que la muerte. Yo, como soy lento y viejo, me veo alcan zado por el corredor más lento; lento; mis acusadores, como co rren mucho y muy rápidos, lo son por el más veloz: la maldad. Salgo ahora de aquí condenado por vosotros a muerte, mu erte, pero ellos se van condenados co ndenados po r la verdad a mal dad e injusticia injusticia.. Yo Yo me conformo conform o con mi pena pe na y ellos con la suya. Seguramente tenía que ser así, y creo que las co sas están como deben. Después de lo cual, deseo haceros un vaticinio a vos otros, los que me condenáis, ya que estoy en la situación en que mejor m ejor vaticina vaticina el hombre, homb re, que es cuando va v a a mo rir. ir. Os aseguro, atenienses que me m e dais muerte, mue rte, que en se se guida que yo muera os sobrevendrá sobrevend rá una venganza mucho más dura, por Zeus, que esta mía de morir. Esto que es táis haciendo, lo hacéis en la idea de que os libraréis de dar cuentas de vuestra vida; pero os aseguro que os suce derá al revés: revés: tendréis mucho m uchoss refutándo refután doos, os, a los que yo yo hasta ahora contenía sin que os percatarais de ello; y se rán tanto más duros cuanto que son más jóvene jóv enes, s, y voso tros lo pasaréis mucho peor. Si pensáis que con matar a alguien suspendéis el que se os vitupere porque no vivís rectamente, juzgáis mal. Ese modo de librarse no es ni eficaz ni hermoso; sí aquel otro, hermosísimo y tan sen cillo, cillo, que consiste no en imped im pedir ir a otros otros que q ue os vituperen, vituperen, sino en disponerse a sí mismo a ser lo mejor posible. Y una vez que os lo he vaticinado, atenienses que me con denáis, os dejo. Me gustaría, en cambio, dialogar con los que me ha bé b é is a b sue su e lto lt o a c e rca rc a de esto es to q u e h a o c u rrid rr idoo , m ien ie n tra tr a s que las autoridades están ocupadas ocup adas y aún aú n no tengo que ir allí allí donde he de morir morir.. Quedaos Qued aos conm c onmigo igo entre tanto, ate
1144 11
La d efen ef ensa sa d e Só Sócr crat ates es
debe de tener lo que acaba de ocurrirme. Me ha pasado, ju j u e c e s (a vo voso sotr troo s sí es j u s t o y bu buee n o llam ll amaa ros ro s jue ju e c e s ) , al al go digno dign o de asombro. L a señal adivinatoria adivinato ria a la que estoy estoy acostumbrado, la señal que procede del demon, siempre en el pasado se me ha venido presentando cada muy poco y se oponía incluso a cosas menudas, me nudas, cuando cuand o iba yo a ha cer algo que no estaba bien. Ahora, en cambio, me ha ocurrido lo que vosotros mismos estáis viendo: lo que otro, al considerarlo, creería que es el mayor de los ma les; pero ni al salir de mi casa al alba se me opuso la señal del Dios, ni lo hizo hizo cuando subí aquí aquí al tribuna tribunall ni duran du ran te mi discurso, justamente antes de ir a decir algo. Mu chas veces estando hablando me hizo abstenerme de se guir a mitad mita d de lo que decía. Hoy, Hoy, en cambio, en todo este acto, no se me ha opuesto ni cuando hacía ni cuando de cía nada. ¿Qué conjeturo que es la causa de esto? Os lo diré: seguramente es que lo que me acaba de sobrevenir es algo bueno y que suponemos incorrectamente cuando pe p e n s a m o s q u e e s tar ta r m u e rto rt o es u n m al. al . P a ra m í es u n a gran prueba de ello, porque no cabe que la señal de cos tumbre no se me haya opuesto si lo que iba a ha hacer cer no era buen bu eno. o. Considerem Con sideremos, os, en efecto, efecto, cuánta cuán ta esperanza esperanz a hay hay de que sea un bien. Estar E star muerto es una de dos cosas: o bien el muerto no es nada ni se tiene sensación alguna de nada, o, como se dice, la muerte resulta ser un cambio: un tras lado para el alma, de vivir aquí, a vivir en otro lugar. Si no hay sensación alguna, sino que es como un sueño en que el que duerme ni siquiera ve ensueño alguno, ya así sería la muerte una admirable ganancia; pues pienso que si uno escoge aquella noche en la que durmió de tal mo do que ni siquiera soñó, y compara esa noche con las de más noches y los demás días de su vida, si tuviera el que hace ese análisis que decir cuántos días y cuántas noches
Et E t terc te rcer er d iscu is curr so
encontraría que son bien fáciles de contar en contraste con los demás días y noches. Si tal es la muerte, yo al menos la llamo ganancia, pues el tiempo entero no pare ce así ser más que una sola noche. Y si, en cambio, la m uerte es trasladarse trasladarse de aquí a otro lugar, lugar, y es verdad lo que se dice: que allí están todos los muertos, ¿qué bien sería mayor, jueces? Si al llegar a Hades apartándose de cuantos se dicen jueces, encuentra uno a los jueces de verdad, que dicen que juzgan allá: Minos, Radamanto, Éaco y Triptólemo, y cuantos semidioses fueron justos durante su vida, ¿no valdría la pena el viaje? ¿Cuánto no daría cualquiera de vosotros por encontrarse en la com pa p a ñ ía de O rfeo rf eo,, M u seo se o , H e sío sí o d o y H o m e ro? ro ? E n c ua uant ntoo a mí, deseo morir muchas much as veces si es verdad, verdad, pues precisa mente en mi caso sería maravilloso pasar el tiempo allí ju j u n t o a P a lam la m e d e s y A y a x T elam el amoo nio ni o o c u a lqu lq u ier ie r otro hombre de la antigüedad que haya muerto por un juicio injusto: cambiar entre nosotros mis experiencias con las suyas pienso que no sería desagradable. Y lo mejor con sistiría sistiría en exam inar a los hombres hom bres de allí e investiga investigarlos rlos como a los de aquí, para distinguir cuál de ellos es sabio y cuál piensa serlo pero no lo es. Jueces, ¿qué no daría uno por p or examinar a quien condujo contra Troya Troya aquel gran ejército, o a Odiseo, o a Sísifo, o a otros mil que podría mos nombrar, hombres y mujeres? Dialogar con tales gentes, estar con ellos y examinarlos, ¿no sería el colmo de la dicha? Y en definitiva, por ello esas gentes no te matan; pues, entre otras cosas, los de allí superan en di cha a los de aquí porque ya el resto del tiempo son in mortales, si lo que se dice es verdad. Es preciso, jueces, juece s, que también tam bién vosotros tengáis buena buena esperanza respecto de la muerte y que penséis esta sola cosa verdadera: que no es posible que al hombre bueno le haga mal alguno nadie ni vivo ni muerto, y que de sus se descuidan los dioses. Tampoco Tampo co mis asuntos
115
116
L a d efe n sa d e S óc rate s
que morir ya y quedar libre libre de problemas problemas me m e estaba m e jor. jo r. P o r esto es to es p o r lo q ue el sign si gnoo n o m e ha d isu is u a d ido id o n i estoy estoy lleno de rencor contra los que m e han condenado y contra m is acusadores. acusadores. Ciertamente C iertamente no me han condenado cond enado ni acusado porque pensaran así, sino con la idea idea de dañar me, y esto les merece censura. censura. Sólo Sólo les pido que cuando mis m is hijos hijos sean mayores, ate nienses, nienses, les toméis cuentas haciéndoles sufrir exactamen exactame n te lo mismo que os hacía yo sufrir: si os parece que se pr p r e o c u p a n d e l d iner in eroo o de c u a lqu lq u ier ie r c o s a a ntes nt es q u e de la excelencia, y si creen ser algo no siendo nada, echadles en cara, como yo a vosotros, que no se preocupan de lo que se debe y piensan ser algo cuando carecen de todo valo va lor. r. Si lo hacéis, yo mismo mism o y mis hijos seremos tratados con justicia po porr vosotros vosotros.. Mas ya es hora de irse, yo a morir y vosotros a vivir. Quiénes de nosotros nos dirigimos a algo mejor, es cosa oscura para todos m enos para el Dios. Dios.
Co m en t
26
a r io
Suele decirse que el tercer discurso no debió de pronunciarse realmente. Pero lo importante es que el absoluto no silencio que fue Sócrates tiene esencialmente que aprovechar cualquier instante instante aún para ahondar en la pregunta filosófica. filosó fica. Mientras el poder pod er mue ve sus resortes dispuestos a triturar al individuo, al justo, éste dis pone po ne de un u n ex extra traor ordi dina nario rio mome mo mento nto en el que todav tod avía ía sorp so rpre rend nder er a sus falsos jueces jue ces y todavía alentar en los los verdaderos la pizca de fi f i losofía que quizá se halle ahora en sus almas, después de los acon tecimientos terribles que acaban de vivir. A los falsos falsos juece jue cess sólo sólo se les puede recordar re cordar lo que más temen en secreto: la inutilidad de su acto, que incluso se volverá contra ellos en el delicadísimo punto de su reputación reputa ción ante los demás grie g rie .
Comentario Comentario filos filos ófic o
117 11 7
Con los verdaderos jueces es, en cambio, preciso analizar de más cerca la esperanza de que, en efecto, lo ocurrido no represen te un menoscabo del bien sino un avatar que tenía que cerrar una época para que otra adviniera. Lo primero que señala al filósofo es la agudísima conciencia de la imperfección impe rfección de todas las cosas con las que su sensación sensa ción lo pon ponee en contacto. Es sumamente probable que la multitud no esté de acuerdo, desde luego, pero la verdad dice que la vida está asedia da de males que, aun cuando puedan no introducirse en ella y da ñarla, no dejan de ser un espectáculo doloroso. doloroso. Por todas partes partes ig ig norancia y soberbia, con su secuela de odio; aún más adentro del mal, dinero, ansiedad de placer plac er y gloria, de los que brota la violen violen cia capital de no querer en absoluto absoluto acordarse de que la verdad verdad de de be ser se r busc bu scad adaa co conn traba tra bajo jo (y con amor am or a los demás, dem ás, p a ra que co conn ellos se establezca auténtico diálogo). Lo segundo que quiere resaltar Sócrates es que no hay imagina ción que, desde este lado de la muerte, pueda pintar una felicidad mayor que la existencia del filósofo. También el mundo de los muertos ha de ser búsqueda de la sabiduría, inmortal ascenso a la vida plena, porque en él precisamente precisam ente consiste nuestra vida plena. plena.
EPÍLOGO
¿Qué es, pues, vivir siendo un filósofo, según Sócrates, este maestro que no es maestro de nadie? Ante todo, es vivir dialogando, o, lo que es lo mismo, en el pe renne examen de sí y de los interlocutores. Éstos no se eligen pro piame pia ment nte: e: cu cual alqu quie ierr co conc nciu iuda dada dano no o cu cual alqq uier ui eraa que pa pase se po porr A t e nas es en potencia poten cia un interlocutor de Sócrates Sócrates.. Pero Pero ¿en qué sentido el diálogo diálogo es, precisamente, un examen p e renne de sí mismo y todos? De todos, pero de uno en uno. Se dia loga en medio del espacio público, bien en la plaza del mercado, bie b ienn en el gimnas gim nasio, io, o hast ha staa and andand andoo po porr las calles; call es; y, nat n atur ural alm m en en te, también en los banquetes o en las reuniones eruditas en casa de algún particular particular.. Lo que significa sign ifica que ninguna ningu na de las palabras de un diálogo está reservada a unos pocos destinatarios. Por principio, no hay nada en un diálogo que no pudiera ser dicho en otro diálogo cualquiera y en otro escenario y entre otras dos personas. Sin embargo, un diálogo es una trama de preguntas y respues tas, tal que uno de los interlocutores tome el papel de interrogador po p o r un tiem tie m po y esté siem sie m pre disp di spue uest stoo a acep ac epta tarr el otro ot ro papel, papel , el de interrogado, cuando la marcha m archa misma mism a del diálogo lo requiera. requiera. He aquí la difícil estructura, a la vez singular y universal, del diálogo. No se entiende sin dos y nada más que dos personas, si se lo toma fraccionado, en cualquiera de las fases en las que se lo di vida. Cuando caemos en mitad de un verdadero diálogo, siempre nos encontramos escuchando las reiteradas reiteradas preguntas de un ho hom m bre b re y las l as reite re itera rada dass resp re spue uest stas as de otro. Pero, pre p reci cisa sam m en ente te,, siempre sie mpre pued pu edee algu al guie ienn caer ca er en la m itad it ad de u n diálo di álogo go,, de m od odoo que m ás bien bi en el diálog diá logoo es entre ent re tres t res qu quee entre entr e dos; y si es entre tres, en ento ton n
12 0
E p í lo g o
Así, si la la filosofía filoso fía es vivir dialogando, dialogando, pero el diálogo tiene es tas características sobresalientes ya a primera vista, ¿por qué no va a hab haber er un diálogo que incluya en su espacio, espacio, por ejemplo, a qui nientas personas, a mil personas? Los jueces en la Heliea, el día que condenaron a Sócrates a muerte, eran quinientos, y habría sin duda varios centenares más de personas que habían entrado en el recinto y estaban escuchando. Sócrates no pregunta, sino que habla largamente; pero ¿es que sólo son preguntas las que indudable mente men te lo parecen parec en de entrada, breves breves y dichas con la entonación ca ca racterística? Sólo se puede pensar que hacemos justicia a Sócrates si trata mos de comprender com prender su defensa defensa de Atenas y de sí mismo como un acto más de su vida de filósofo y, por lo mismo, como un diálogo que implicó a un millar milla r de atenienses atenienses y que implica a todos sus sus lec tores futuros. Sólo si la evidencia resulta después contraria, estare mos autorizados a retirar esta esta hipótesis hipótesis de comprensión global de la defensa de Sócrates. Ahora Ah ora bien, ¿por qué qué -revise -rev isem m os este asunto una última últim a vez, vez, en una última vuelta de tuerca- un diálogo es, precisamente, un exa men de quienes intervienen en él? ¿Quién examina y de qué a los interlocutores? Hemos de suponer que este escrutinio lo sufrimos al mismo tiempo tiemp o todos todo s los que dialogamos: dialogamos: el que pregunta, pregunta , el que responde y todos los que escuchan e scuchan o leen. leen. No es que el que pregunta exami exam i ne al interrogado ante el tribunal de los que asisten mudos al en cuentro; sino que Sócrates pretende que participar de un diálogo es aprestarse aprestarse a sufrir sufrir,, juntamente juntam ente con todos los demás participantes, un examen. No hay, pues, nadie que examine; o, lo que es lo mis mo, cada uno se analiza a sí y, por ello, a la vez a todos los demás. ¿Cabe una cosa como ésta? Ante todo, en el diálogo, en la filosofía, lo único que se hace, en cierto sentido inmediato, es hablar y escuchar. Las palabras que se entrecruzan en el espacio del diálogo son, justamente, aquello que da su nombre al acontecimiento entero. entero. ¿Cómo puede pued e alguien, alguien, po p o r el he hech choo de m an anej ejar ar pa pala labr bras as,, ex exam amin inar arse se a sí mis m ism m o a la vez que examina a todos los demás participantes en el diálogo, inclui
Epilo Ep ilogo go
121
ciadas en cierto lugar y cierto día? Sólo puede pue de ocurrir algo como esto si es que las palabras son el instrumento a la vez que el crite rio del examen en cuestión, y sólo si es que las palabras son tan uno mismo como cualquier otro que las use para preguntar, para responder o para escuchar o leer. Yo que me examino a mí mismo dialogando, a la vez que exa mino a Sócrates y a sus jueces, tengo que desdoblarme de alguna manera para poder ser el sujeto y el objeto de mi examen, pero de un modo tan sorprendente que este desdoblamiento lo sea siempre de mí mismo y en mí mismo y por la virtud de un instrume instrumento nto cor co r tante que también sea yo mismo. En cualquier otro supuesto, no se rá cierto que me esté examinando. Pero a la vez ha de ser verdad que toda esta identidad de sujeto, objeto, instrumento y criteri criterioo del examen, es identidad mía e identidad de los innumerables partici pant pa ntes es po pote tenc ncia iale less en el diálogo. No hay m od odoo de ex expre presa sarr esta ex extr trao aord rdin inar aria ia situa sit uació ciónn m ejo ej o r que diciendo que aquello que permite perm ite el diálogo y se erige en crite rio suyo es, realmente, la cifra, el núcleo, de mi identidad conmigo mismo mism o y de las identidades de todos los que dialogan. dialogan. Este E ste elemen elem en to es, precisamente, la palabra. Luego habrá que pensar que es ella la clave clave de mi identidad conmigo mismo mi smo y de las restantes restantes identida iden tida des de los que dialogan. Las palabras del diálogo son (soy) yo mis mo, precisamente según aquello en mí que me permite volverme su s u je j e to y objeto obj eto simult sim ultáne áneoo del examen. exam en. Pero igua ig ualm lmen ente te son esas esa s palabr pal abras as Platón Pla tón y Sócrates Sócrate s y Anito, Anit o, po p o r lo men m enos os en aquel aq uella la zona de de ellos que hace posible esta positiva identificación en cada uno del sujeto y el objeto del examen dialógico. La palabra pala bra (del (del diálogo) diálogo) soy yo en tanto que instrumento y criterio criterio del examen que me tiene a mí po p o r sujeto y objeto; pero per o es asimis asi mismo mo Sócrates Sócra tes y Platón Plató n y Á n ito it o ... Concentremos este resultado así: digamos que las palabras del diálogo son el criterio del examen del homb h ombre re y, y, por ello ello mismo, la par p arte te más excele exc elente nte de la iden id enti tida dadd de cada cad a hombre hom bre.. El criterio crite rio de mi identidad es algo mío, es parte eminente de mi identidad, y por esta misma eminencia es también tambié n parte y criterio de cualquier cualquier otra identidad humana. En cierto modo, lo más propiamente idéntico a mí mismo -como que es el criterio para el examen de mí por mí is s la palabra supraidéntica (permítaseme la e esión) esión) La
122
E p ilo g o
decirlo de alguna manera, más yo que yo mismo; y al serlo, es más yo que cualquier cualqu ier yo yo humano. No hablamos, hablamos, propiamente, propiame nte, nosotros, nosotros, sino el yo supraidéntico en cada uno (el yo impersonal, habría di cho Simone Weil), gracias al cual y bajo su criterio todos podemos identificarnos con nosotros mismos examinándonos según él. Más yo que el yo es la palabra. Pero nada de esto es posible a no ser que cada uno seamos algo más y diferente de las palabras del diálogo. Yo soy mis palabras -q u e son más yo que yo mism m ism o - y, y, además además,, soy soy también algo algo dis tinto: algo menos yo que yo mismo, que surjo de la inadecuada identificación -gracia -gra ciass a las las palabraspalab ras- en entr tree las palabras palabras y este este fac tor subidéntico, si también se me permite esta otra expresión. expresión. Desde luego, otras identidades no tienen este aspecto ni se de jan ja n pe penn sar sa r co conn este est e modelo mod elo.. La pied pi edra ra es ella ell a m ism is m a sin si n pa pala labr bras as,, sin examen, examen, sin identificación iden tificación inadecuada inadecuad a de ella consigo misma mism a a través de las palabras y sobre la base de dos factores, de los cuales uno deba llamarse supraidénico y el otro deba llamarse, en corres pond po nden enci cia, a, subi su bidé dént ntic ico. o. Es la iden id enti tida dadd de dell ho hom m bre br e la ún únic icaa qu quee pres pr esen enta ta esta est a tens te nsió ión, n, este dina di nami mism smoo inte in terio riorr irrem irr emed edia iabl ble. e. H asta as ta el punto de que, en sentido literal, una vida sin examen, sin diálo go, sin filosofía, sin autoidentificación inadecuada según las pala bras br as y lo otro otr o qu quee las pa pala labr bras as,, cier ci erta tam m en ente te qu quee no es vivibl viv iblee p ara ar a el hombre. O el hombre deja de ser tal, o es ya interlocutor en un diálogo. Sin examen, sin filosofía, filoso fía, sin diálogo, sólo hay vida vid a bioló bi oló gica, pero no vida vid a humana. humana. ¿Qué puede ser ese factor que que sobre todo se pone a examen a la luz de la palabra que soy yo y soy más yo que yo mismo? ¿Cómo pued pu edee retr re trae aers rsee del diálo di álogo go u n ho hom m bre br e algu al guna na ve vez? z? ¿O es que en realidad no se aparta nunca un hombre del diálogo, de modo que cada una de las acciones de su vida propiamente humana es tanto un acto como un acto de diálogo? Pero ¿es que entonces toda for ma de vida propiamente humana es ya de suyo filosofía? ¿No es más bien la filosofía, como testimonia la peculiar vida de Sócrate Sócrates, s, una forma poco frecuente de la la existencia existencia del hombre, pero tan va liosa que debe practicarse aun a riesgo de morir juzgado injusta mente por p or el tribunal? tribunal?
Epíl Ep ílog ogoo
1233 12
za el diálogo en que la filosofía consiste; pero en realidad la res pues pu esta ta está ya dada. Si es ex exam amen en de m í mis m ism m o, sea yo el que pre p re gunta, el que responde o el el que asiste en silencio, es que las las palabras resultan capaces de juzgar, desde mí mismo, lo que soy realmente. El examen lo es de mi identidad, de mi mismidad. Pero entonces es que se trata de discernir en mí, gracias a las pala pa labra brass que yo soy en modo mod o emine em inente nte y suprai su praidén déntic tico, o, lo que real re al mente soy, de aquello otro que también, pero no realmente, estoy siendo. La distinción se hace dentro de mí, entre mi identidad real y mi falsa identidad: identidad: entre lo lo que me une en la supraidentidad hu hu mana (y siempre mía) y aquello que me separa falsamente, aque llo que no es en mí simple simple y transparente transparent e palabra pala bra de diálogo. diálogo. La ac ac ción de dialogar realiza, pues, el perenne acercamiento de mí a mí mismo por eliminación de lo que soy yo también, sólo que falsa mente, en la oscuridad que no dialoga, en la mala identidad del apartamiento meramente biológico respecto de la supraidentidad dialógica de todos los hombres. Este descubrimiento es muy importante, pero aún no está bien expresado. El yo que falsamente soy consiste también en palabras, si miro mejor las cosas, porque sólo en este supuesto cabrá exami narlo según las palabras. Lo que falsamente soy es palabras tam bién, bién , pero, pe ro, justam justa m en ente te,, falsas falsa s palab pal abras ras falsas. Realm Re alment ente, e, prod pr oduct uctos os de lo que tengo en mí más alejado de la luz del diálogo. Palabras falsas, que son además falsas palabras porque expresan lo que en mí es silencio, cerrazón a las palabras del diálogo, exclusión y me ramente vida subhumana. Pero no debemos olvidar que si siempre hay que continuar el diálogo, es justamente porque la identificación plena que busca el examen no culmina nunca: el silencio sorprendentemente locuaz que también somos, sólo que falsamente, es el contrario inevitable de la palabra. Ambos se condicionan mutuamente y, por lo mismo, se acompañan acompañ an siempre, como las distracciones distraccio nes en e n un diálogo largo, largo, como el sueño que corta la vida propiamente propiam ente humana.
TEXTO GRIEGO Y TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL
Α Π Ο Λ Ο Γ ΙΑ Σ Ω Κ Ρ Α Τ Ο Υ Σ
1. EI E I disc di scur urso so inic in icia iall de Sócrates, an ante tess d el interrog inte rrogato atorio rio de Meleto "Ο τι μέ μένν υμ υμεείς, ώ ά νδρε νδρεςς Α θ η να ίο ι, π επό επόνθα νθα τε υπ ό τω τω ν έμώ ν κα καττη γόρ όρωω ν, ούκ οίδα· εγώ δ ’ ούν καί κα ί α υτ υτός ός ύ π ’ α υτ υτώώ ν ολίγγου έμ α υτοϋ έπ ελα ολί λαθό θόμμ η ν, οϋτ οϋ τω π ιθ α νώ ς ελε λεγγον. κα ιτο ι α λ η θ ές γε ώ ς έπ έποο ς εί είπ εΐν ού ο ύ δέν εί είρ ή κ α σ ιν. μ ά λι λισσ τα δέ αυττώ ν εν έθαύ αυ θαύμμ α σ α τώ τώ ν πολλώ ν ώ ν έψ εύσ ύσαντ αντο, ο, τοϋτ τοϋτοο εν φ ελε λεγγον ώ ς χρή χρήνν υμ υμάά ς εύλ ύλαα βεϊ βεϊσσ θα θαιι μη ύ π ’ έμ οϋ έξα ξαππ α τη θή τε [b] ώ ς δει δεινο νοΰΰ οντο ο ντοςς λέγ λέγεειν. τό γά γάρρ μή μ ή α ίσ χυ χυνθ νθηη να ι ο τι α ύ τίκ α ύ π ’ έμ οΰ έξε ξελεγ λεγχθή χθήσσ ο ντ νταα ι έργψ , έπ ειδά δάνν μ η δ’ ό π ω σ τιο ύν φ α ίνω μ α ι δεινός λέγ λέγειν, το το ΰτό μ οι οιεεδο δοξε ξενν α υ τώ ν ά να ναιισ χυντότατον είναι, είμή άρα δεινόν καλοϋσιν ούτοι λέγειν τόν τά λη ληθή θή λέ λέγγοντ ονταα · εί μ έν γά γάρρ ττοο ϋτο λέγου λέγουσσ ιν, όμολ όμ ολοο γοί γοίηη ν α ν εγω γε ού κ α τά το ύ το υ ς είνα ναιι ρή ρήττω ρ. ο ύ το ι μ έν οΰ οΰν, ν, ώ σ περ εγώ λέ λέγω γω , ή τι τιή ού ο ύ δέν αλη αλ η θές είρ ή κ α σ ιν υμε υμ είς δέ μ ου ά κο κούύσ εσ θε π ά σ α ν τή ν άλή ά λή θει θειαα ν- ού ού μ έντ ντοι οι μ ά Δ ία , ώ ά νδρε νδρεςς [c] ’Α θη να ναίίο ι, κ εκ α λλ λλιιεπ η μ ένο νους υς γε λό λόγους, γους, ώ σ π ερ ο ι τού ούττω ν, ρήμμ α σ ί τε κ α ί όνόμ α σ ιν ουδέ ρή ουδ έ κ εκο κοσσ μ η μ ένους νους,, ά λ λ ’ ά κο κούύσ εσ θε εί είκή λεγόμ λεγόμεενα το ΐς έπι έπιττυ χο χοϋϋ σ ιν όνό ό νόμμ α σ ιν - π ισ τεύ εύωω γάρρ δί γά δίκκ α ια είναι ά λέγ λ έγωω - κα ί μ η δε δείίς ύμ ώ ν προσ προ σ δοκ δοκηη σ ά τω άλλω ς· ού ούδέ δέ γά γάρρ α ν δήπ δήπου ου πρ πρέέπο ποιι, ώ ά νδρες νδρες,, τή τή δε τή ηηλι λικί κίαα ώ σ π ερ μ ειρ α κ ίω π λ ά ττον τοντι τι λό λόγο γουυ ς εις υ μ ά ς είσ ιέν έναα ι. κα καί μ έντ ντοι οι κ α ί π ά νυ, ώ ά νδρες ’Α θη να ναίίο ι, το ϋτο ύύμμ ώ ν δέομ δέομαα ι κ α ί π α ρ ίεμ εμαα ι- εά ν δι διάά ττώώ ν αυ αυττώ ν λόγω ν ά κο κούη ύη τέ μου ά πο πο-λογου λο γου ένου δ ι’ ώ νπερ εϊω θα λέ λέγε γειιν κα κ α ί έν άγο ά γορρ ά έπί τώ ν
[17 a]
LA DEFENSA DE SÓCRATES
1. El E l disc d iscurs ursoo inici in icial al de Sócrates, an antes tes de dell interro in terrogato gatorio rio de Meleto Atenienses, yo no sé qué os habrá pasado bajo la influencia de mis [17 a] acusadores. En lo que hace a mí, he estado a punto, por ellos, de olvidarme olvidarm e de mí mismo: tan persuasivame p ersuasivamente nte han h an hablado. Y, Y, sin sin embargo, verdades, por decirlo así, no han pronunciado ninguna. Pero sobre todo, de las muchas falsedades que han dicho, una me ha asombrado. Me refiero a cuando afirmaron que os es preciso preca pr ecave vero ross bie b ienn par p araa no n o ser en engañ gañado adoss po p o r mí, po porq rque ue soy temible te mible [b] hablando. Y es que no avergonzarse de ir a ser inmediatamente re futados por mí de obra, puesto que de ninguna ningun a manera he de mos trarme temible hablando, me pareció que ha sido lo más vergonzo so de cuanto han hecho. A menos que con esto de ser temible hablando se estén refiriendo a decir la verdad; porque si es eso lo que quieren decir, yo sí concedería que soy un orador, y de otro es tilo que ellos. ellos. Ellos, efectivamente, como os digo, apenas han afir afir mado nada que sea verdad; sin embargo, de mí oiréis toda la ver dad. Y, por Zeus, atenienses, no escucharéis discursos adornados como los de ellos, ni cuidadosamente ordenados en expresiones y [c] palab pa labras ras,, sino lo que q ue diga dig a al azar, con las pal p alab abra rass que me vengan; venga n; y es que confío en que es justo lo que digo. Ninguno de vosotros espere de mí otra cosa. Tampoco Tampoco estaría bien, bien , atenienses, atenien ses, que a es es ta edad os viniera modelando modelando discursos como un chiquillo. chiquillo. En se rio os pido, atenienses, y os invito a que ni os asombréis ni protes téis, si me oís defenderme con los mismos discursos con los que suelo hablar en el ágora junto a las mesas, donde muchos de vo-
1288 12
Texto Texto griego grieg o
[d]
θ α υ μ ά ζε ζειιν μ ή τε θο θορρ υ β εϊν το ύ το υ ενε νεκα κα.. έχε χειι γά γάρρ ο ύ τω σ ί’ νϋν εγ εγώ π ρώ το ν επί επί δι δικα κασσ τή ρι ριον ον άναβ ά ναβέέβη κα , έτη γε γεγονώ γονώ ς εβδομ βδομήκ ήκοντ ονταα · ά τεχν χνώώ ς ούν ξέ ξένω ς έχω τή ς ενθά ενθάδε δε λέξ λέξεω ς. ώ σ περ ούν ο ύν αν, α ν, είτ είτωω δντ δντιιξέ ξένος νος έτ έτύγχανο ύγχανονν ώ ν, συνε σ υνεγι γιγν γνώώ σ κε κε-τε δήπ δήποο υ α ν μο μοιείέ ιείένν έέκε κείίνη ττηη φ ω νή ττεε κ α ίτφ τρό π φ έλε λεγον γον [18 a] εν οί οίσσ π ερ έτ έτεθρά εθράμμ μ η ν, κ α ί δή κα κ α ίνϋ νϋνν το ΰ το υμώ υμ ώ ν δέομ δέομαα ι δί δί καιιον, ώ ς γέ μ οιδο κα οιδοκώ κώ , τόν τόν με μ εν τρ ό π ο ν τή τή ς λέ λέγε γεωω ς έά ν -ϊσ -ϊσ ω ς μ έν γγάά ρ χε χείίρω ν, ίσ ω ς δε βε βελτ λτίίω ν αανν εΐ εΐηη - αυ α υ τό δέ το ϋ το σ κοπ εΐν κα κ α ί το τούύ τφ τό ν νοϋν νοϋ ν πρ π ρ ο σ έχ έχει ειν, είδί εί δίκκ α ια λέγ λέγωω ή μή· δικ α σ τοϋ μέν γά γάρρ α ΰτ ΰτηη ά ρετ ρετήή , ρή ρ ή τορ ορος ος δέ τά λη ληθή θή λέ λέγγειν. Π ρώ τον μέ μένν οΰν δί δίκα καιιός είμι ά πο πολογή λογήσσ α σ θα θαιι, ώ α νδρε νδρεςς Α θη να ναίίοι οι,, προ π ροςς τά πρώ π ρώ τά μου μ ου ψ ευδή κατ κ ατηγορη ηγορημμ ένα καί του ουςς π ρώ του ουςς κα καττη γόρο γόρους υς,, έπει έπειτα δέ π ρ ό ς τά ύσ ύσττερο ρονν καί κα ί [b] το υ ς υσ υσττέρο ρουυ ς, έμ έμ οϋ γγάά ρ ππολ ολλο λοίί κ α τή γο γορρ ο ι γεγ γεγόό να νασσ ι π ρ ό ς υμάς καί πάλαι πολλά ήδη έτη καί ούδέν αληθές λέγοντες, οΰς εγώ μ άλλον φ οβ οβού ούμμ α ιή τού τούςς ά μ φ ί’Ά νυ νυττο ν, κα κ α ίπερ όόν ν ταςς κ α ίτού τα τούτο τουυ ς δε δειινούς· α λλ’ έκεΐνο νοιδ ιδει εινό νόττερο εροιι, ώ α νδρ νδρες ες,, οι υμώώ ν τού υμ ούςς πο πολλο λλούς ύς έκ πα π α ίδω ν παρα πα ραλα λαμμ β ά νοντ νοντεες έπ ειθό θόνν τε τε κ α ί κ α τη γο γορρ ο ύ ν έμ έμ οϋ μ ά λλο λλονν ούδέν ού δέν α λη ληθές θές,, ώ ς έσ τιν τις Σ ω κρ κράά τη ς σ οφ ός άνήρ άνήρ,, τά τά τε τε μ ετέω ρα φ ροντ ροντιισ τή ς κ α ίτά ύπ ύπόό γής ά π α ντ νταα ά νε νεζζη τη κώ ς κα καίί τόν ήτ ή ττω λόγον κρεί κ ρείττω πο ποιιω ν. [c] ού ούττοι οι,, ώ α νδρ νδρες ες ’Α θη να ναίίο ι, [οι [οι] τα ύ τη ν τή ν φ ή μ η ν κ α τα σ κεδάσσ α ντ δά ντες ες,, οί ο ί δεινοί είσ ίν μο μουυ κα καττή γορο γοροιι· οί γά γάρρ ά κ ο ύ ο ντ ντεες ή γο γοϋϋ νται το ύ ς τα ταΰΰ τα ζη ζηττο ϋ ντ νταα ς ουδέ ου δέ θεού θεο ύ ς νομ νομίίζειν. έπ ειτά είσ ιν ού ο ύ το ιο ίκ α τή γο γορρ ο ιπ ο λλ λλοί οί κ α ί π ο λύ λύνν χρό χρ ό νο νονν ήδη ή δη κ α τη γορηκότες, ετιδέ καί έν ταύτη τή ήλικία λέγοντες πρός υμάς ε ς ο ν τ ε ς ε ν ι υμώ ν καί εν ή αν μάλιστα έπιστεύσατε, μ ειρά ράκι κιαα , ά τεχν χνώώ ς ερήμ ρήμην ην κα κ α τη γορ γορού ούντ ντεες ά πο πολο λογουμ γουμέένου ούδενός ούδεν ός.. ο δέ π ά ντ ντωω ν άλογώ άλ ογώ τα τον, ότιού ότιούδέ δέ τά ονόμ ονόμαα τα οίόν [d] τε α ύ τώ ν είδένα δέναιι κ α ί είπεΐν, πλή πλ ή ν ειτ ιτιις κ ω μ φ δο π ο ιό ς τυγχ τυγχάά νειι ώ ν. δσο νε δσ ο ι δέ φ θ ό νφ κ α ί δι διαα β ολ ολήή χρώ μ ενοι ύμ ά ς ά νέ νέπει πειθον, οί δέ καί αυτοί πεπεισμένοι άλλους πείθοντες, ούτοι π ά ντ ντες ες ά π ο ρ ώ τα το ί είσ ιν ούδ ο ύδέέ γά γάρρ ά να ναββ ιβ ά σ α σ θα ι οί οίόν όν τ’ έσ τίν αύτ α ύτώώ ν έντα έντα υθ υθοΐ οΐ ο ύ δ’ έλέ λέγξ γξαα ι ού ούδέ δένα να,, ά λλ λλ’’ ά νάγκη ά τεχ εχνώ νώ ς ώ σ π ερ σ κ ια μ α χε χεΐΐν άπ ά π ο λ ο γού γούμμ ενόν τε κ α ί έλέγ λέγχε χειιν
Traducción española
129
sotros me habéis escuchado, escuchado , y en otros lugares. Así As í son las cosas: cosas: [d] hoy subo por primera prime ra vez a un tribunal, a mis setenta seten ta años. años. Es, pues, pues, como si fuera extranjero en lo que se refiere a cómo se habla aquí. Concededme Concededm e entonces, como si en realidad yo fuera un extranjer extranjero, o, que hable en la lengua y el modo mod o en los que me crié. Esto E sto que os pi- [18 a] a] do me parece que es justo: no prestéis atención al modo como me expreso, ya sea peor, peor, ya sea mejor, mejor, sino fijaos en esto y parad para d mien tes en ello: en si digo o no lo que es justo ju sto.. Eso constituye, constituy e, en e n efecto, efecto, la excelencia del juez; la del orador es decir la verdad.
Pues bien, antes de nada es justo jus to que me defienda, d efienda, atenienses, atenienses, de las las primeras acusaciones falsas fal sas contra mí y de los primeros acu sadores, y luego de las las últimas últim as y de de los últimos. últimos . Y es que que contra mí [b] han surgido entre vosotros muchos acusadores de antiguo, ya hace muchos años, que no dicen verdad ninguna, y que temo más que a los que vienen con Anito, aunque también sean éstos temibles. Pe ro más lo son, atenienses, los que a muchos de vosotros os educa ron desde niños y os convencieron, y eran quienes sobre todo me acusaban, sin verdad alguna, diciendo: «Hay un cierto Sócrates que es un sabio. Piensa en los fenómenos del cielo e investiga cuanto queda que da bajo tierra, y hace más fuerte el discurso más débil». Esos [c] que divulgan este rumor, atenienses, son mis acusadores temibles, porq po rque ue qu quien ienes es les escuc esc ucha hann pien pi ensa sann qu quee los qu quee invest inv estiga igann esos asuntos no veneran ven eran a los dioses. dioses. Además, estos estos acusadores son mu chos y llevan llevan ya mucho tiempo acusándome, y, po porr si fuera poco, poco, os hablan en la edad en que más confiáis, ya que algunos de vo sotros los habéis oído de niños, cuando chiquillos, y era como si acusaran a uno que no comparece, sin que nadie haga su defensa. Lo más extraño de todo ello es que no cabe siqui si quiera era saber ni decir [d] sus nombres, como no sea el de algún comediógrafo. Cuantos os han persuadido valiéndose de la envidia y la calumnia -ellos mis mos estaban persuadidos y persuadían a otros-, están todos en una posic po sició iónn rarísima: no es posible posib le hacer ha cer subir sub ir aquí a ninguno nin guno de ellos; ellos; no es posible refutar a ninguno; sino que no cabe otro remedio que quien se defiende defien de luche, en cierto modo, con un estafermo y se de de--
1300 13
Texto griego grie go
μ η δε δενός νός ά πο ποκρ κριινομ νομέένου νου.. αξι α ξιώ σ α τε ού ούνν κ α ίυμ υμεείς, ώ σ π ερ εγ εγώώ [e] λέγ λέγωω , δι διτττο ύ ς μ ου το το ύ ς κ α τη γό γόρρ ο υ ς γε γεγο γονένα νέναιι, έτ έτέρο έρουυ ς μ έν τού ούςς ά ρ τι κ α τη γορ γορήή σ α ντ νταα ς, έτέρο ρους υς δέ το ύ ς π ά λ α ι οΰ οΰςς έγώ λέγω λέ γω , κα κ α ί οί οίήή θη θηττε δε δειιν π ρ ό ς έκείνου νουςς π ρ ώ το ν με ά π ο λο λογή γή-σ α σ θα θαιι· κ α ί γά γάρρ υμ υμεείς εκείνω ν πρό πρ ό τερ ο ν ήκού ήκ ούσσ α τε κα καττη γορούντ ρού ντωω ν κα καίί πολύ μά μάλλον λλον ή ττώώ νδε τώ ν ύστ ύστεερον ρον.. Ε ίεν ά π ολ ολοο γη γηττέον δη, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίο ι, κα κ α ί έπι πιχε χειιρη ρη-[19 a] τέον ύμ ύμώώ ν έξε ξελέσ λέσθα θαιτήν ιτήν δι διαα β ολ ολήή ν ήν ύμ ύμεεϊς έν π ολ ολλώ λώ χρ χρόό νφ έ'σχε 'σχεττε τα ύ τη ν έν έν ούτ ού τω ς ό λί λίγφ γφ χρ χρόό νφ . β ου ουλο λοίίμ η ν μέν ού ούνν αν τούτο τού το ού ο ύ τω ς γενέ γενέσσ θα θαιι, εϊ εϊττι ά μ εινο νονν κα κ α ί ύ μ ϊν κα κ α ί έμ οί οί,, κα κ αί πλέον τί τί με πο ποιιή σ α ι ά π ολ ολοο γού γούμμ εν ενοο ν οί οίμμ α ι δέ α υτό χαλεπόν χα λεπόν είναι ναι,, κ α ίού π ά νυ με λα νθ νθάά νειοΐόν έστι έστιν, όμ ό μ ω ς τού τούτο το μ έν ϊτω οπη τώ θεώ φ ίλον λον,, τώ τώ δέ νόμω πεισ τέον καί κα ί ά πολ πολογητ ογητέέον. [b]
Ά να λ ά β ω μ εν ού ούνν έξ α ρ χή χήςς τις ή κ α τη γο γορρ ία έσ τίν έξ ή ς ή έμή δι διαα β ολ ολήή γέ γέγονε γονεν, ν, η δή κα κ α ί πι πισσ τεύω ν Μ έλη ληττός με έγρά γρά-ψ α το τή ν γρα φ ή ν τα τα ύτ ύτηη ν. εί είεν εν τί δή λέγ λέγοντε οντεςς δι διέέβ α λλ λλον ον οί διαα βά δι βάλλο λλοντ ντεες; ώ σ πε περρ οούν ύν κα καττη γόρω ν τή ν άντ άντωω μ οσ ία ν δε δειι ά να ναγνώ γνώ να ναιι α ύ τώ ν «Σ ω κρά κράττη ς ά δικε! κ α ί π ερι ριεεργά ργάζζετα ι ζη τώ ν ττάά τε ύπ ύπόό γη γηςς κ α ί ο ύρ ύράά νι νιαα κ α ί τόν ή ττω λό λόγον γον κρε κρείίτ[c]- τω π ο ιώ ν κα ί ά λλο λλους υς τα ύ τά ταϋ τα ϋ τα δι διδά δάσσ κω ν», το το ια ύ τη τι τις έσττιν τα ύτα γάρ έω ρά έσ ράττε κ α ί α ύτ ύτοί οί έν τή Ά ρ ισ το φ ά νο νουυ ς κ ω μ φ δί δίαα , Σ ω κρ κράά τη τινά εκεί εκεί περι περιφφ ερό ρόμμ ενον, φ ά σ κο κοντ ντάά ττεε ά ερο ροβα βαττεΐν κα κ α ί άλλην πολλήν πολλή ν φλυα φ λυα ρί ρίαα ν φ λυα ρο ροΰντ ΰνταα , ώ ν έγώ ο ύ δέν ούτε ούτε μέγ μέγαα ού ούττε σ μ ικρ κρόν όν πέρι πέρ ι έπα παΐΐω . κ α ί ού ούχχ ώ ς ά τιμ ά ζω ν λέγω λέγω τή ν το το ια ύ τη ν επ επ ισ τή μ η ν, ει τις π ερί τώ ν τοι οιούτ ούτωω ν σοφ σ οφ ός έστ στιιν -μ ή πω ς έγώ ύπ ύπόό Μ ελήτ λήτου ου τοσ τοσ α ύτ ύταα ς δίκα δί κα ς φ εύγοι εύγοιμμ ι- άλλά ά λλά γάρ έμοίτ μοίτού ούττω ν, ώ ά νδρες ’Α θη θηναί ναίοι οι,, [d] ού ούδέ δένν μ έτεσ τιν. μ ά ρτυρα ρτυραςς δέ α ύτούς ύμ ύμώώ ν το ύς π ολ ολλο λούς ύς π α ρέχομ ρέχομαα ι, κ α ί ά ξιώ ύ μ ά ς άλλή άλ λήλο λους υς διδά διδάσσ κ ειν ττεε κα ί φ ρά ράζζειν, όσοι όσ οι έμο μοϋϋ πώ π οτ οτεε άκ άκηη κό κόαα τε δι διαλεγ αλεγομ ομέένου -π - π ο λλ λλοο ί δέ ύμ ύμώώ ν ο ί το ιο ΰ το ί εί είσσ ιν- φ ρ ά ζε ζεττε ούν ού ν άλλ ά λλήή λο λοιις εί π ώ π ο τε ή σμ σμιικ ρό ρόνν ή μ έγα ήκο ή κουσ υσέέ τις ύμ ύμώώ ν έμ έμ οϋ π ερ ίτώ ν το το ιού ούττω ν διαλεδιαλεγομέένου γομ νου,, κ α ί έκ τού τούττου γν γνώώ σ εσ θε οτιτο οτιτο ια ΰ τ’ έσ τίκ ίκαα ί τά λλα περί έμοϋ ά οί πολλοί λέγουσιν.
Traducción española
131
dique a refutar sin que haya nadie que le responda. Considerad tam bién bi én vo vosot sotros ros que, como com o digo, digo , tengo teng o dobles acusad acu sadores ores:: unos qu quee [e] me acusan ahora, y otros, estos de antiguo que os estoy diciendo; y creed que primero he de defenderme de éstos, porque también voso tros los oísteis a ellos acusarme primero, y los habéis escuchado mucho más que a estos recientes. Veamos, entonces. Tengo que defenderme, atenienses, y debo, en tan poco tiempo, tiempo, intentar quitar de de vosotros la calumnia esta esta que tenéis en vosotros desde hace mucho. Bien quisiera conseguirlo, si así es mejor mejo r para vosotros y para mí, y haré cuanto pueda pued a en mi mi de d e fensa. Pero pienso que va a ser difícil, y apenas se me oculta cómo están las cosas. Sin embargo, que sea lo que el Dios quiera: tengo que obedecer a la ley y defenderme.
[19 a]
Empecem Emp ecemos os señalando señala ndo cuál es la acusac acu sación ión de la que surgió la [b] calumnia contra mí. Por hacerle caso es por lo que Meleto me ha incoado este proceso. Vamos a ver. ¿Con qué palabras me calum niaban mis calumniadores? calumniadores? Hay que leer su acusación jurada, por p or que realmente se trata de acusadores: «Sócrates delinque y obra mal investigando lo que hay bajo la tierra y lo que hay en el cielo y haciendo más fuerte el el discurso más má s débil, y enseñando ens eñando tales tales co co-- [c] sas a otros». otros». Así Así dice. Lo habéis visto vosotros mismos mismo s en la come dia de Aristófanes: Aristófanes: había allí un Sócrates que transportaban transpo rtaban de un lado a otro y decía que andaba por los aires y hacía toda clase de necedades respecto de cosas de las que no entiendo ni mucho ni poco. poc o. No hablo habl o despe des pecti ctiva vame mente nte de esa es a cien ci encia cia,, si es que hay sa sa bios bio s en tale t aless asuntos, asun tos, no vaya a ser que M eleto elet o tambi tam bién én me proc pr oce e se po porr ello; sino que a mí no me interesan inter esan,, atenienses. atenienses . De testigos testigo s [d] os pongo a muchos de vosotros: informaos, por favor, hablaos unos a otros cuantos me habéis oído alguna vez dialogar (muchos de vosotros estáis en este caso) y decios si alguno alguna vez me oyó dialogando siquiera un momento de tales temas. De este modo sa bréi br éiss qué pa pasa sa co conn esto y co comp mpren rende deréi réiss que así es tamb ta mbién ién co conn cuanto dice la gente acerca de mí.
132
[e]
[20 a]
[b]
[c]
Texto griego grie go
’Α λλ λλάά γά γάρρ ού ούττε το ύ τω ν οούύ δέν έσ έσ τιν, ο ύδ ύδέέ γ ’ ειτ ιτίίνο νοςς άκηάκη κ όα όαττε ώ ς έγώ π α ιδεύε δεύειιν έπι έπιχε χειιρώ ά νθρ νθρώώ π ο υ ς κ α ί χρή χρήμμ α τα π ρ ά ττο μ α ι, ο ύ δέ το ΰ το ά λη ληθές θές.. έπεί κ α ί το ύ το γέ μ οι δο δοκκ εΐ κ α λό λόνν είνα ναιι, ει τις ο ίό ς τ ’ εϊη πα π α ιδεύ δεύει εινν α νθ νθρρ ώ π ο υ ς ώ σ π ερ Γ ο ρ γί γίαα ς τε ό Λ εοντΐνος κ α ί Π ρ ό δι δικκ ο ς ό Κ εΐος καί κα ί Ιπ π ία ς ό Ή λεΐ λεΐοο ς. τού το ύ τω ν γάρ γά ρ έκα έκασσ το ς, ώ ά νδρ νδρες ες,, ο ιό ς τ ’ έσ τιν ιώ ιώ ν ει εις έκά κάσσ τη ν τώ τώ ν πόλ π όλεεω ν τού τούςς νέ νέου ουςς, οί ο ίς έξε ξεσσ τι τώ ν εαυτ εαυ τώ ν πο πο λιττώ ν προ λι πρ ο ίκ α σ υνε υνεΐΐναι ώ ά ν βού β ούλω λω ντ νταα ι, το το ύτου ύτουςς π είθο θουσ υσ ι τάςς έκείνω ν σ υνο τά υνουυ σ ία ς ά π ο λ ιπ ό ντα νταςς σ φ ίσ ιν σ υνεΐ υνεΐνα ναιχρ ιχρήή μ α τα δίδοντας καί χάριν προσειδέναι. έπείκαί άλλος άνήρ έστι Π ά ρ ιο ς εν ενθά θάδε δε σοφ σ οφ ός ον εγ εγώ ή σ θόμ η ν έπι έπιδημ δημ οϋ οϋντ νταα · έτυχον γάρ γά ρ π ρο ροσσ ελθ λθώώ ν άνδρ ά νδρίί δς τετέλε λεκε κε χρή χρή μ α τα σ οφ ισ τα ΐς πλείω ή σ ύμ πα ντ ντεες οί οίάλλοι άλλοι,, Κ α λλί λλίαα τφ Ίπ π ο νί νίκκ ου ου·· τού ούττον ούν άνηρόμ άνηρόμ ην -έσ -έσ τόν γάρ γάρ αύτ αύτώώ δύο ύειύει- «Ώ Κ αλλία», ήν δ ’ έγώ , «εί «εί μ έν σου τώ τώ ύει πώ λω ή μμόσ όσχχω έγε γενέ νέσσ θη θην, ν, εϊ εϊχομ εν α ν α ύ το ΐν εεππ ισ τά τη ν λα λαββ εΐν κ α ί μ ισ θώ σ α σ θα ι ο ς έμ ελλεεν α ύτ λλ ύτώώ καλώ τε κά γαθώ ποι ποιήσ ήσ ειν τήν τήν πρ προσ οσ ή κου κουσσ αν ά ρ ετ ετήή ν ή ν δ’ δ ’ ά ν ούτ ού τος ή τώ τώ ν ιπ ιπ πι πικώ κώ ν τι τις ή τώ τώ ν γεω γεω ρ γι γικκ ώ ν νύνν δ ’ έπει νύ έπειδή δή ά νθ νθρρ ώ π ω έσ τόν, τί τίνα α ύ το ΐν έν έν νώ έχ έχει εις έπι πισσ τά τη ν λα λα βεΐν; τίς τή ς το ια ύτη ς άρετ άρ ετήή ς, τή ς ανθ α νθρρ ώ π ινη ς τε τε καί κα ί π ο λι λιττικ ή ς, επι επισσ τή μ ω ν έσ έσ τίν; οί ο ίμ α ι γά γάρρ σε έσκ έσ κ έφ θ α ι δι διάά τή ν τώ ν ύ έω ν κτή κτή σ ιν. έστι έστιν τις», έφ η ν έγώ έγώ , «ή ού;» «Π « Π ά νυ γε», ή δ ’ ος ος.. «Τ ίς», ήν ή ν δ’ δ ’ έγώ , «κ « κ α ί π ο δα π ό ς, κα κ α ί π όσ ο υ δι διδά δάσσ κει;» «Ε ΰηνος ΰηνος», », έφ έφ η, «ώ Σ ώ κρα κραττες, Π ά ρι ριος ος,, πέντ πέντε μνώ μνώ ν». κα κ α ί έγώ τόν Ε ΰη ΰηνον νον έμα έμακά κάρι ρισσ α είώ ς ά λη ληθώ θώ ς έχοιτ οιταα ύτ ύτηη ν τήν τήν ττέέχνην κ α ί ο ύ τω ς έμ μ ελώ ς δι διδά δάσσ κει, έγώ έγώ γού γούνν κ α ί α υ τό ς έκα καλλυ λλυ-νόμηη ν τε κ α ί ή βρ νόμ βρυνόμ υνόμην ην άν ά ν είήπ είήπιισ τά μ η ν τα ΰ τα ' ά λλ’ ού γάρ γά ρ έπίσσ τα μ α ι, ώ ά νδρ έπί νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίο ι.
Ύ πο πολά λάβο βοιι αν ούν τις ύμώ ν ίσω ς· « Ά λλ λλ’’, ώ Σ ώ κρατ κρατεες, τό τό σ όν τί τί έσ τιπ ιπρά ρά γμ γμαα ; π ό θεν α ί δι διαα β ολ ολαα ί σ οι οιαα ΰ τα ι γε γεγόνασ γόνασιιν; ού γάρ δή δήπο πουυ σου γε ού ούδέ δένν τώ ν άλλω ν περι περιτττότε ότερο ρονν πρα γματευομένου έπειτα τοσαύτη φήμη τε καί λόγος γέγονεν, εί μή τι έπραττες άλλοΐον ή οίπολλοί, λέγε ούν ήμΐν τί έστιν, [d] ινα μή ημεί ημ είς π ερ ερίί σ ου αύ α ύ το σ χεδι χεδιάά ζω μ εν». ταυ τα υ τίμ οι οιδο δοκκ εΐδί δί κ α ια λέγ λέγεειν ό λέγω λέγω ν, κά κ ά γώ ύμ ύμΐΐν πει πειρρ ά σ ο μ α ι ά π ο δεΐ δεΐξα ξαιι τί
Traducción española
133
No N o hay na nada da de eso, y si hab h abéis éis oído oí do a algu al guie ienn que yo me po p on go a educar hombres y gano dinero haciéndolo, tampoco es ver- [e] dad. Por cierto que también me parece bien tal actividad, si es que hay quien sea capaz capaz de educar hombres, como Gorgias Gorgias de Leonti Leon ti no, Pródico de Ceos e Hipias de Elis. Cualquiera de ellos, ate nienses, consigue, yendo de Estado en Estado, convencer a los los j ó venes, que pueden bien fácilmente pasar su tiempo en compañía de aquellos conciudadanos suyos que prefieran, convencerlos, di- [ 2 0 go, de que abandonen esas compañías, se reúnan con ellos, les pa guen y les queden agradecidos. Hay aquí, en efecto, otro hombre, uno de Paros, que es un sabio, del que me he enterado que se ha trasladado a este Estado. Cuando venía, me he encontrado al hom bre b re que ha gastad gas tadoo en sofi so fist stas as más dinero din ero que todo to doss los otros: C a lías, hijo de Hipónico; y le he preguntado pregun tado (porque tiene dos hijos): «Calías, si tus hijos fueran potros o terneros, tendríamos a quién pon p oner erle less de supe su perv rvis isor or pa pagá gánd ndoo le p a ra que los lo s hici hi cier eraa ex exce celen lentes tes [b] en la excelencia apropiada, y sería un entendido en caballos o un ganadero. ganadero. Como son hombres, ¿a quién piensas tomar por super visor de ellos? ¿Quién entiende de tal excelencia: la excelencia humana, la del ciudadano? ciudadano? Estoy seguro de que te has preocupado de este asunto, ya que tienes hijos. ¿Hay alguien que entienda de esto o no lo hay?» «Sí que lo hay», me contestó. Yo le respondí: «¿Quién es? ¿De dónde procede? ¿Por cuánto dinero enseña?» Y él me dijo: «Es Eveno, Sócrates. Procede de Paros. Cinco minas». Y yo tuve por dichoso a Eveno, Eveno, si realmente realmen te posee tal ciencia ciencia y la [c] enseña por un precio tan moderado. Si yo la tuviera, andaría jactándome y me envanecería; pero no la tengo, atenienses.
Posiblemente Posiblemente alguno de vosotros querría q uerría intervenir preguntán dome: «Pero, Sócrates, ¿a qué te dedicas? ¿De dónde han surgido estas calumnias contra ti? No habría habido este rumor en tu con tra, ni se diría de ti lo que se dice, si no hicieras nada distinto de lo que hace la gente. gente. Dinos de qué se trata, para que no tengamos que qu e estar est ar haciendo hacien do sobre ti cada cual sus propias prop ias conjeturas». conjetu ras». Me pa parere- [d] ce que el que hable así dice lo que es justo y, por mi parte, procu-
a]
134
Texto griego
π ο τ’ έσ τίν ττοο ύ το δ έμοί έμ οίππ επο εποίίη κ εν τό τό τε ό νομ α κ α ί τη ν δια δια βολή βο λήν. ν. α κ ο ύ ετ ετεε δδήή . κ α ίϊσ ω ς μ έν δόξω τισ'ι σ'ινν υ μ ώ ν πα παίίζε ζειιν. εύ μ έντ ντοι οι ΐσ τε, π ά σ α ν ύμΐ ύμ ΐν τη ν ααλή λή θει θειαα ν έέρώ ρώ . έγώ έγώ γά γάρρ , ώ άνδρες δρ ες Α θ η να ίο ι, δ ι’ ο ύ δέν άλ ά λ λ ’ ή δι διάά σ ο φ ία ν ττιινά το ύ το τό όνομ α έσ χηκα χηκα.. π ο ια ν δή σ οφ ία ν ττού ούττη ν; ήπ ή π ερ έσ τίν ϊσ ω ς α νθρ νθρώώ π ινη σ οφ ία , τφ ο ντ ντιι γά γάρρ κι κ ινδυ νδυνε νεύω ύω τα ύ τη ν εί είνα ναιι σο[e] φ ός ός·· ού ο ύ το ι δε τά χ ’ α ν, ο ύ ς ά ρ τι ελεγ ελεγοον, μ είζω τινά ή κ α τ’ ά νθρ νθρωω π ο ν σ οφ ία ν σοφ σ οφ οί είεν, ή ούκ ού κ έχω τί λέ λέγγω - ού γάρ δή εγω γε αυ α υ τή ν έπί έπίσσ τα μ α ι, ά λ λ ’ δσ δσττις φ η σ ί ψ εύ εύδετα δεταιι τε κκαα ί επί διαα β ολ δι ολήή τη έμ ή λέγε λέγει, κ α ί μο μοιι, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη να ναίίο ι, μή θο θο-ρυβή ρυ βήσσ η τε, μ η δ’ εά ν δόξω τι ύμ ύμΐΐν μμέέγα λέγει λ έγεινν οούύ γά ρ έμό μόνν έρώ τό ν λό λ ό γον δν α ν λέγω λέγω , ά λλ λλ’’ εις α ξι ξιόό χρεω ν ύμΐ ύμ ΐν τόν τόν λέ λέ-γοντα γο ντα ά νοί νοίσσ ω . τή ς γά γάρρ έμ ή ς, είδή εί δή τις έσ τιν σσοο φ ία κ α ί οϊ οϊαα , μ ά ρτυρα ΰμ ϊν πα ρ έξομ α ι τόν θεόν θεό ν τόν τόν έν Δ ελφ οϊ οϊςς. Χ α ι[21 a] ρ εφ ώ ντα γά γάρρ ισ τέ π ο υ . οΰ ο ΰ το ς έμ ός τε ετ εταα ίρ ο ς ή ν έκ νέου κ α ί υμώώ ν ττφφ π λή θει ετα ίρο υμ ροςς τε κ α ί σ υνέ υνέφφ υγε τή ν φ υγή υγήνν τταα ύτην κ α ί μ εθ’ υμ ώ ν κα καττή λθε. κα κ α ί ΐσ τε δδήή οί οίος ος ή ν Χ α ιρεφ ώ ν, ώ ς σ φ ο δρ δρόό ς έφ ’ ο τι όρμ όρμήσ ήσεειεν. κα κ α ί δή π ο τε κα κ α ί εις Δ ελφ ο ύς έλθώ ν έτ έτόλμη όλμησσ ε τοϋ οϋττο μ α ντ ντεεύσ α σ θα θαιι -κ α ί, οπ οπεερ λέ λέγγω , μή θορρ υ β είτε, ώ ά νδ θο νδρρ ες ες-- ή ρετ ρετοο γάρ γά ρ δή ειτ ιτιις έμ οΰ εϊη σ οφ ώ τεροςς. ά νε ρο νείίλε λενν ούν ή Π υ θί θίαα μ η δέ δένα να σ οφ ώ τερο ρονν εείίναι ναι,, κ α ίτο ύ τω ν πέρι π έρι ό ά δελφ ό ς ύμ ύμΐΐν αύτοΰ α ύτοΰ ού ούττοσ ί μ α ρτυρή ρτυρήσσ ει, έπειδή έκεινος τετελεύτηκεν.
[b]
Σ κέψ α σ θε δή ώ ν ένε νεκα κα τα ΰτα λέ λέγγω · μέ μέλλ λλωω γάρ υμ ά ς διδάξε δά ξειιν δθεν μοιή μ οιή δια δια βο βολή λή γέγονε ονεν. ν. τα τα ΰ τα γά γάρρ έγώ ά κο κούσ ύσ α ς ένε νεθυ θυμμ ού ούμμ η ν ούτω ούτω σί σί·· «Τ ί πο ποττε λέγ λέγει ό θεό θεό ς, κ α ί τί πο ποττε α ίνί νίτττετ εταα ι; έγώ γά γάρρ δή οϋ οϋττε μμέέγα ο ύ τε σ μ ικ ρ ό ν σσύύ νο νοιιδα έμ αυτ αυτωω σ οφ ός ώ ν τί τίούν ποτ ποτεε λέ λέγγειφ άσ κω ν έμέ σ οφ ώ τα τον είναι ναι;; ού γά γάρρ δή δήππ ο υ ψ εύδετ εύδεταα ι γε· ού γά γάρρ θέμ θέμιις α ύτω ». κ α ί π ο λύ λύνν μέ μ έν χρ χρόό νο νονν ήήππ ό ρ ο υ ν ττίί π ο τε λέ λέγγει· έπει έπειττα μ ό γις π ά νυ [c] επ επίί ζήτη ζήτησσ ιν α ύ το ΰ ττοο ια ύ τη τηνν τινά έτραπ έτρα π ό μ η ν. ήλ ή λ θο ν επ επίί τινα τώ ν δοκ δοκού ούντ ντωω ν σ οφ ώ ν είναι, ώ ς έντ νταα ΰθ ΰθαα ειπε περρ ππου ου έλέ λέγγξω ν τό μ αντ αντεεΐον κα ί ά πο ποφφ α νώ ν τφ τφ χρησ μ ώ οτ οτιι «Ο ύτ ύτοσ οσίί έμοΰ σ ο φ ώ τερό ρόςς έσ τι, δ ’ έμέ εφ η σ θα» θα».. δια δια σ κο κοπώ πώ ν ούν τοΰ οΰττον
Traducción española
1355 13
raré mostrar qué es lo que me ha producido este renombre de sabio sabio,, esta calumnia. Escuchadme. Quizá os parezca que bromeo, pero sabed que os diré toda la verdad. Y es que yo, atenienses, no por otra cosa sino por cierta sabiduría he recibido este título de sabio. ¿Por qué clase de sabiduría? Por la que seguramente es la sabiduría pro p ropi piaa del ho hombr mbre. e. R ealm ea lmen ente te creo qu quee de debo bo de ser sabio sab io en ella. e lla. Esos hombres hom bres a los que me me acabo de referir deben deb en de ser sabios sabios de [e] una sabiduría mayor que la que es propia del hombre, o no sé qué se pue pueda da decir, si no, de ellos. Por mi parte, yo no n o la tengo, y el que diga lo contrario dice algo falso y habla dejándose llevar por la ca lumnia contra mí. No protestéis, atenienses, si en lo que va a seguir os parece que hablo con soberbia. Las palabras que os diré no van a ser palabras mías, sino que las referiré a alguien realmente im por p orta tann te p ara ar a vosotr vos otros. os. De mi sabidu sab iduría ría,, si existe exi ste,, y de su co conn di di ción, os voy a pon poner er por testigo al Dios de Delfos. Ya sabéis quién qui én era Querefon Quer efonte. te. Fue Fu e amigo mío desde desd e joven jov en y [21 a] fue amigo de muchos de vosotros, y marchó al exilio y regresó de él junto con vosotros. Sabéis bien cómo era Querefonte, el ardor que ponía en todos sus empeños. Pues en cierta ocasión que fue a Delfos, se atrevió a formular esta pregunta al oráculo (y, como os vengo diciendo, atenienses, no protestéis): le preguntó si había al guien más sabio que yo. La Pitia le contestó que no había nadie más sabio. Sobre esto, su hermano, que está aquí, testificará ante vosotros, ya que Querefonte ha muerto. Con siderad Conside rad po porr qué os os refiero refier o esto, ya que voy voy a instruiros so- [b] bre br e el orig or igen en de la calu ca lum m n ia co cont ntra ra mí. Cu Cuan ando do oí aqu aquello ello,, m e quedé pensando: pensando : «¿Qué dice el Dios? ¿Qué enigma me ofrece? ofrece? Yo tengo plena conciencia de no ser sabio en absoluto. ¿Qué quiere decir, entonces, al afirmar que soy el más sabio? No puede decir algo falso, porque no le es lícito». Permanecí perplejo mucho tiempo sobre lo que quería decir. Luego, a duras penas, me puse a investigar su significado de la siguiente manera. Me dirigí a uno [c] con fama de sabio, como quien entonces mismo iba a refutar el oráculo y a poder mostrarle que «este hombre es más sabio que yo, y tú dices que yo soy más sabio que él». Al examinarlo (no ha-
136 13 6
Texto Texto griego grie go
- ό νό νόμμ α τι γά γάρρ ο ύ δέν δέομ δέο μ α ι λέ λέγε γειιν, ήν ή ν δέ τι τις τώ ν πποο λι λιττικ ώ ν πρ ό ς δν έέγγώ σ κο κοπώ πώ ν τοι οιοϋ οϋττόν ττιι έπα θο θον, ν, ώ ά νδρε νδρεςς ’Α θη να ίο ι- κα κ α ί δι διαα λεγ λεγόμ όμ ενος α ύτ ύτώώ , εδοξέ μοι ού ούττο ς ο άνήρ ά νήρ δοκ ειν μμέέν εί είνα ναιι σ ο φ ό ς ά λλ λλοο ις τε π ο λλ λλοο ις ά νθ νθρρ ώ π ο ις κα κα ί μ ά λισσ τα έαυ λι έαυττψ , είναι δ ’ ού· κ ά π ειτα έπ ειρώ μ η ν αύτώ α ύτώ δεικ νΰνα νΰναιι [d] ο τι ο ϊοιτο μέ μ έν εί είνα ναιι σ ο φ ός, ειη δ ’ ού ού.. έντε έντεύύ θεν ούν ού ν το τούύ τώ τε ά πη πηχθόμ χθόμηη ν καί κα ί πολλοι πολλοιςς τώ ν πα ρ ό ντ ντωω ν ππρό ρόςς έέμμ αυτ αυτόν όν δ ’ ούν ά π ιώ ν έλο έλογι γιζόμ η ν δτ δτιι τού ούττου μέ μένν του α νθρ νθρώώ π ο υ έγώ σ οφ ώ τερό ρόςς εί είμι· κ ινδυνεύει μέ μένν γάρ η μ ώ ν ουδ ο υδέτ έτερο εροςς ού ούδέν δέν καλόν κάγαθόν είδέναι, άλλ’ ούτος μέν οιεταί τι είδέναι ούκ είδώ ς, έγώ έγώ δέ δέ,, ώ σ περ ο ΰν οούκ ύκ ο ίδα δα,, ου ουδέ δέ οοΐΐο μ α ι- έ'οι 'οικα κα γούν γο ύν το ύ το υ γε σ μ ικρ κρώώ τινια ύτώ το ύ τφ σ ο φ ώ τερο εροςς εί είναι ναι,, ο τιά μή ο ίδα ο ύ δέ οι ο ιο μ α ιείδέναι δέναι.. εντ εντεύθ εύθεν εν έπ’ έπ ’ ά λλ λλοο ν ήα ή α τώ ν έκείνου [e] δο δοκο κούντω ύντω ν σ οφ ω τέρω ν είναι κ α ίμ οιτ οιταα ύ τά τα τα ϋτα έδοξ έδοξεε· κα καί ενταα ύ θα κά κ είνφ κα ί ά λλοι εντ λλοιςς πο πολλο λλοιις ά πη πηχθόμ χθόμηη ν. Μ ετά ταϋ τα ϋ τ’ ούν ήδη έφ εξής ήα ήα,, α ισ θα θανόμ νόμεενος μέ μένν κα καίί λυπο λυ πούμ ύμ ενος κ α ί δε δεδι διώώ ς δτ δτιι ά πη χθα χθανόμ νόμηη ν, ομω ομ ω ς δέ ά ναγκαΐον έδόκει είναι τό τού θεοϋ περί πλείστου ποιεΐσθαι· ίτέον ού ούν, ν, σ κ ο π ο ϋ ντιτό ν χρησ χρη σ μ όν τίλέ λέγγει, έπ έπίί ά π α ντα νταςς το το ύς [22 a] τι δ ο κ ο ϋ ντα νταςς είδένα δέναιι. κα κ α ί νή ττόό ν κύ κύνα να,, ώ ά νδ νδρρ ες ’Α θ η να ίο ι - δ ει γάρ π ρ ό ς υμ ά ς τά λη ληθή θή λέγ λέγεειν- ή μμήν ήν έγ έγώ έπα θό θόνν ττιι τοιιο ϋ το το τονν οί ο ί μ έν μ ά λι λισσ τα εύδο εύδοκκ ιμ ο ΰ ντ ντες ες έδο έδοξά ξάνν μοι μ οι ολ ολίίγου δειν τοϋ πλείστου ενδεείς είναι ζητοΰντι κατά τόν θεόν, ά λλ λλοο ι δέ δο δοκκ ο ΰ ντες φ α υ λ ό τε τερρ ο ι έπι έπιει εικ έσ έσττερο εροιι είνα ναιι ά νδ νδρρ ες π ρ ό ς τό φ ρ ο νί νίμμ ω ς εχε εχειιν. δει δ ει δή ύμ ύμΐΐν τή τή ν έμήν έμή ν πλ π λ ά νη νηνν επι πι-δεΐξα ξαιι ώ σ περ π ό νο νουυ ς τινά νάςς π ο νο νούύ ντ ντοο ς ϊνα μ οι κ α ί α νέ νέλεγ λεγ κτος ή μαντεία γένοιτο. μετά γάρ τούς πολιτικούς ήα έπί τούς [b] πο ποιιη τά ς τού ούςς τε τώ ν τρ α γφ δι διώώ ν καί κα ί τού ούςς τώ ν δι διθυ θυρά ρά μ β ω ν κα ί τούς άλλους άλλους,, ώ ς εντ νταα ύθα έπ’ αύ αύττοφ ώ ρω κατ καταλη αληψψ όμενος έμ αυ αυττόν άμ α θέ θέσσ τερο ρονν έκε έκείίνω ν δν δνττα. ά ναλα μ βά νω ν ούν α ύτ ύτώώ ν τά πο ποιιή μ α τα ά μοι μοιέέδόκει μ άλι άλιστ σταα π επ ρα γμ γμαα τεϋσ θα θαιι α ύ το ΐς, δι διηη ρ ώ τω ν αν α ν αύ α ύ το ύ ς τίλέγ λέγοι οιεν εν,, ϊν ϊν ’ ά μ α τικ α ί μ α νθά νθά-νοιιμ ι π α ρ ’ α ύτώ ν. α ίσ χύ νο χύνο νομμ α ι ο ύ ν ύμ ύμιιν εί είπ εϊν, ώ ά νδρ νδρες ες,, τά λη ληθή θή·· δμ δμωω ς δέ ρη ρηττέον. ώ ς έπο έποςς γά γάρρ είπ εϊν ολίγου ολίγου α ύτώ ν ά π α ντε ντεςς οί π α ρ ό ντε ντεςς άν β έλτ λτιιον ελεγ λεγον ον π ερί ώ ν αύ α ύ το ί έπε-
T r a d u c c ió n e s p a ñ o l a
137
ce ninguna falta decir su nombre: era un político aquel con el que, al examinarlo, al dialogar con él, me sucedió esto que os cuento, atenienses), me pareció que aquel hombre les parecía que era sa bio bi o a much mu chos os otros otr os y, sobre sob re todo to do,, se lo p arec ar ecía ía a él mism mi smo, o, pe pero ro que no lo era. Procuré entonces mostrarle que pensaba ser sabio pero pe ro no lo era. El se indign ind ignóó con conmi migo go,, y lo m ism is m o much mu chos os de los [d] pres pr esen ente tes. s. A l irme, irm e, pe pens nsab abaa p ara ar a mí: «Y «Yoo soy más má s sabio sab io que este es te hombre. Seguramente, Seguramente, ninguno ningu no de nosotros nos otros sabe nada que valga valga la pena pe na,, pe pero ro él cree cre e que sabe, sab e, au aunq nque ue ignor ign ora, a, y yo, y a que no sé, tampoco creo que sé. Así que, por este matiz, yo soy más sabio que él: porque no creo saber lo que no sé». Me dirigí entonces a otro de los que tenían ten ían fama de saber sabe r más que aquel aqu el hombre, hom bre, y me [e] par p arec eció ió lo mism mi smo, o, y de nu nuev evoo él y m uc ucho hoss otros otr os se indi in dign gnar aron on conmigo.
Después de esto, procedí ordenadamente, y me iba dando cuen ta, con dolor y temor, temor, de que suscitaba indignación. Me parecía, sin embargo, que era necesario poner por encima de todo lo que se re fería al Dios: había que ir, examinando el significado del oráculo, a todos los que parecieran saber. Por el Perro, atenienses, ya que es [22 a] a] preci pre ciso so de deciro ciross la verdad, verd ad, lo que me oc ocur urrió rió fue fu e lo siguiente sigui ente:: los lo s que más fama tenían me parecieron ser prácticamente los que más carecían de saber, al investigarlos según el Dios; mientras que otros, que tenían fama de ser inferiores, me pareció que eran supe riores respecto de la sabiduría. Es preciso que os muestre el viaje que hice, como quien sufre trabajos con tal de que se le manifesta ra que el oráculo no quedaba refutado. Después de a los políticos, me dirigí dirig í a los poetas: poeta s: a los trágico trág icos, s, a los ditirám dit irámbic bicos os y a los de- [b] más, muy seguro de que me vería convencido de ser más ignorante que ellos. Tomando los poemas que me parecían mejor compues tos, les pregunté lo que querían decir, para aprender de ellos. Me da reparo, atenienses, deciros la verdad, y, sin embargo, debo hacerlo. Sobre poco más o menos, vino a resultar que cualquiera de los allí presen pre sentes tes hab hablab labaa mejo m ejorr ace a cerca rca de lo que ha habí bían an hecho hech o los poetas. Me di cuenta en seguida, por lo que se refiere a los poetas, de que
13 8
Texto g rie go
π οι οιήή κεσ κεσαα ν. έγνω ν ούν αύ α ύ κ α ί π ερί τω ν πο π ο ιη τώ ν έν έν όλί όλ ίγφ [c] το τούύ το το,, οτι ο τι ού σ ο φ ία πο π ο ιο ΐεν ά πο π ο ιο ιεν, αλ α λλά φ ύσ ει τινί κ α ί ένθουυ σ ιά ζοντε ένθο ζοντεςς ώ σ περ οί θεο θεομμ ά ντ ντει εις κ α ί οί χρη χρησσ μ φ δο δοίί· κ α ί γάρρ ο ΰτοι λέγ γά λέγου ουσσ ι μ έν πολλά πο λλά κ α ί κα καλά λά,, ϊσ ϊσ α σ ιν δέ ο ύ δέν ώ ν λέγουσ λέ γουσιι. τοιο τοιο ΰ τό ν τί τί μ οι οιεφ εφάά νη νησσ α ν πά π ά θ ο ς κ α ί οί οίππ ο ιη τα ί πεπονθότ πο νθότεες· κ α ί ά μ α ή σ θόμ η ν ααύτώ ύτώ ν δι διάά τή ν πο ποίίη σ ιν οί οίομ ομέένω ν καί τά λλα σ οφ ω τάτ άτωω ν εί είναι α νθρώ πω ν ά ούκ ήσαν. ήσαν. ά π ή α ού ούνν κα κ α ί εν ενττεύθ ύθεν εν τφ α ύτω οί οίόμ όμ ενος π ερι εριγε γεγονένα γονέναιι φ π ερ κ α ί τώ ν πολι πο λιττικώ ν. Τ ελε λευτ υτώώ ν ούν ού ν επί το ύς χε χειρο ροττέχνας ήα· έμ α υτ υτώώ γάρ [d] σ υνή υνήδη δη ού ο ύ δέν έπι έπισσ τα μ ένψ ώ ς έπο έποςς είπείν, το ύ το υ ς δέ γ ’ ή δη δτι εύρήσοιμιπολλά καί καλά έπισταμένους. καί τούτου μέν ούκκ έψ εύσ ού ύσθη θην, ν, άλλ’ ά λλ’ ή πί πίσσ τα ντ ντοο α έγ έγώώ ούκ ήήπι πισσ τά μ η ν κα ί μου τα ύτ ύτηη σ οφ ώ τερο ροιι ήσ ήσαν. αν. ά λλ’, ώ ά νδρε νδρεςς ’Α θη θηναί ναίοι οι,, τα τα ύτ ύτόν όν μοιέδοξαν έχειν αμάρτημα δπερ καί οί ποιηταί καί οί άγαθ ο ί δη δημμ ιο υρ υργοί γοί - δ ιά τό τήν τέ τέχνην κα κ α λώ ς έξε έξερρ γά γάζζεσ εσθα θα ι έκ α σ τος ήξί ή ξίου κ α ί τά λλ λλαα τά μ έγισ τα σ ο φ ώ τα το ς εί είνα να ι- κα καί α ύτ ύτώώ ν ααύτ ύτηη ή ππλημ λημμμ έλε λειια εκε κείίνην τή ν σσοφ οφ ία ν ά π ο κ ρ ύ π τει εινν [e] ώ σ τε με έμ α υτόν ά νε νερω ρω τά ν ύπ ύπέέρ του χρη χρησσ μ ού πάτ πά τερα δεξαί δεξαί-μ ην αν α ν ούτ ού τω ς ώ σ περ έχω έχειν, μήτ μ ήτεε τι σ οφ ός ώ ν τή τή ν εκεί εκεί νω ν σο σοφφ ία ν μή μήττε ά μ α θή θήςς τή ν ά μ α θί θίαα ν, ή άάμμ φ ότ ότεερα ά εκε εκείίνοι έχουσ χουσιιν έχ έχειν. ά πεκρ πεκριινά νάμμ η ν ούν ού ν έμαυτ έμα υτώώ κ α ί τώ χρη χρησσ μ ώ δτ δτιι μ οι οιλυ λυσσ ιτελο λοΐώ ΐώ σ π ερ έέχω χω έχειν. [23 a]
Έ κ τα υτησ υτησίί δή τή ς έξε ξεττά σ εω ς, ώ άνδρ ά νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίο ι, πο πο-λλαίμ λλα ίμέέν άπ ά π έχθει έχθειαα ί μο μοιγε ιγεγόνα γόνασσ ικ α ίο ία ιχα ιχαλεπ λεπώώ τα τα ικ α ίβ α ρύττα τοι ρύ οι,, ώ σ τε πο πολλά λλάςς δι διαα βο βολά λάςς ά π ’ α ύτ ύτώώ ν γγεεγονέ γονένα ναιι, όνομ όνομαα δέ το το ύ το λέγε λέγεσσ θα θαιι, σ ο φ ό ς είναι· ο ιο ντα νταιι γά γάρρ με έκ έκάά σ τοτε οί π α ρό ρόντ ντεες τα ΰ τα α ύτ ύτόν όν είναι σ οφ όν ά α ν άάλλο λλονν έέξξελέ λέγγξω . τό τό δέ κι κινδυ νδυνεύει νεύει, ώ ά νδρ νδρες ες,, τώ δντιό θθεό εόςς σσοο φ ός εείίναι ναι,, κ α ίέν ττωω χρησσ μ φ τοΰ χρη οΰττω τού ούττο λέ λέγγειν, δτι ή ά νθρ νθρωω π ίνη σ οφ ία ολίγου τινό νόςς άξι ά ξιαα έσ έσττίν κα κ α ί ο ύδενό δενός. ς. κ α ί φ α ίνετα νεταιιτο τούύ το τονν λέγε λ έγειιν τό τό ν [b] Σ ω κρ κράά τη , πρ προσ οσ κεχ κεχρή ρήσσ θα θαιι δέ τώ έμ φ δν δνόμ όμαα τι, έμέ π α ρ ά δειγ μ α πποι οιού ούμμ ενος νος,, ώ σ περ άν ά ν [εί [εί] ει ει'ποιδτι «Ο ύτος ύμ ύμώώ ν, ώ ά ν θρωω π ο ι, σοφ θρ σ οφ ώ τα τός έστ στιιν, δστι δστις ώ σ πε περρ Σ ω κρ κράά τη ς έγνω κε κενν
T r a d u c ci ó n e s p a ñ o l a
13 9
no es po porr sabiduría como hacen lo que hacen, sino s ino po porr hab haber er nací- [c] do con cierta condición y cuando están poseídos por p or el Dios, Dios, como los adivinos y los que pronuncian oráculos; pues es verdad que és tos dicen muchas cosas hermosas, hermosas, pero no saben nada de cuanto cuanto di cen; y se me hizo patente que es lo mismo lo que les sucede a los poetas. Comprend Comp rendíí además adem ás que, por po r el hecho de que q ue componen com ponen poe po e mas, creen que también en todo lo demás son los hombres más sa bios, bio s, cuando cuan do no n o es así. Me M e separé de allí a llí pens pe nsan ando do entre mí m í que me me había ocurrido lo mismo que con los políticos. Me dirigí, por fin, a los los artesanos. Yo tenía ya y a plena conciencia co nciencia de que, po porr decirlo así, no sabía sabí a nad nadaa de nada, mientras mie ntras que qu e me iba [d] a encontrar que ellos sí sabían muchas cosas hermosas. No me en gañaba en esto, sino que sabían lo que yo ignoraba, y eran, en este sentido, más sabios que yo. Pero me pareció, atenienses, que falla ban b an en lo mis m ismo mo los buen bu enos os artesa art esano noss que los poetas po etas:: en que por el hecho de que ejercían bien su ciencia, pensaban todos ser también perf pe rfec ectam tamen ente te sabios sabi os en las demás dem ás co cosa sass suprem sup remas, as, de modo mo do qu quee esta est a falta de medida me dida les ve velab labaa aqu aquella ella sabiduría. sabid uría. Y así así yo me prepr e- [e] guntaba a propósito del oráculo si escogería ser como soy, carente de la sabiduría que ellos poseen, pero carente también de la igno rancia que ellos tienen, tienen, o si preferiría tener ambas: la sabiduría y la ignorancia que poseen ellos. Me respondí a mí mismo, y respondí al oráculo, que más me conviene ser como soy. Debido a esta investigación, surgieron contra mí, atenienses, [23 a] muchos odios, durísimos y gravísimos, tanto más cuanto que die ron lugar a muchas calumnias: se me empezó a llamar así, se em pezó pe zó a de deci cirr que soy sabio. sabio . Pues Pu es siem si empr pree los qu quee están es tán pres pr esen ente tess pie p iens nsan an que soy sabio sab io en aq aque uell llas as co cosa sass sobre so bre las que refuto a otro. Lo que debe de ocurrir, atenienses, es que en realidad es sabio el Dios, y con este oráculo quiere decir que la sabiduría del hombre vale poco o nada. Se ve que lo dice a propósito de Sócrates, que utiliz uti lizaa mi nombre nom bre haciendo hacie ndo de mí un ejemplo, ejem plo, como diciendo: diciendo: «El « El [b] más sabio de vosotros, hombres, es el que, como Sócrates, reco noce que, en verdad, por lo que hace a la sabiduría, carece de todo
140
Texto Texto griego grie go
ό τι ο ύ δενός άξι ά ξιόό ς έστιτη έστιτη ά λη ληθεί θεία π ρ ό ς σοφ σο φ ία ν», τα ταϋϋ τ’ ού ούνν έγώ μ έν έέττικ ικαα ί νΰν περι περιιιώ ν ζζηη τώ κ α ί έρε ρευνώ υνώ κ α τά το ν θθεεό ν κ α ί τώ ν άσ ά σ τώ ν κα κ α ί ξέ ξένω νω ν άν ά ν τι τινα οι οιωω μ α ι σ οφ όν είναι αι·· κα καίί έπ ειδά δάνν μ οιμή δοκή δοκή,, τφ θεώ β οη οηθώ θώ ν ενδε ενδείίκνυμ κνυμαα ιότ ότιιού ούκκ εστισ οφ ός ός,, κ α ίυ π ό τα ύτης τή τή ς ασχολί ασ χολίαα ς οΰ οΰττε τι τιτώ ν τή τή ς πόλεω πό λεω ς π ρ ά ξα ξαίί μ οισ οισχολή χολή γέγονεν γέγονεν άξιον άξιον λόγου λό γου οΰ οΰττε τώ ν οικεί οικείω ν, άλλ ά λλ’’ [c] έν π ενί ενίαα μυ μ υρία εί είμ ίδιά τή τήνν τού θεού θεο ύ λα λα τρεία ν. Π ρ ό ς δέ τού ούττοι οιςς οίνέοιμ οίνέοιμοιέπ οιέπαα κ ο λο λουθ υθοο ϋντε ϋντεςς, οί ο ίς μ ά λι λισσ τα σ χολή έσ τιν, οί τώ ν πλουσ πλο υσ ιω τά τω ν, αυτόμ α υτόμαα τοι οι,, χα χα ίρο ρουσ υσ ιν ά κο κούο ύοντ ντεες έξε ξεττα ζομ ομέένω ν τώ ν άνθρώ ά νθρώ πω ν, κα κ α ία υτ υτοί οί πο πολλά λλάκι κιςς έμέ μιμούνται, είτα έπιχειροΰσιν άλλους έξετάζειν κάπειτα ο ίμ α ι εύρ εύρίίσ κ ο υσ ι π ο λλ λλήή ν ά φ θ ο νί νίαα ν ο ίομ ένω ν μ έν είδένα είδέναιι τι ά νθρ νθρώώ π ω ν, ειδότω ειδότω ν δέ ολί ολίγα γα ή ούδέ ο ύδέν. ν. εντε εντεύθ ύθεεν ούν ού ν οί ύ π ’ α ύτώ ν έξετα έξετα ζόμ ζόμενοι ενοι εμο εμοίο ίορρ γί γίζονται ζονται,, ά λλ λλ’’ ο ύ χ αύτοϊ α ύτοϊςς, κ α ί λέ λέ-[d] γου γουσσ ιν ώ ς Σ ω κ ρ ά τη ς τίς έσ τιμ ια ρώ τα το ς κ α ί δι διαα φ θεί είρρ ειτο ύς νέου νέ ουςς· κ α ί έπ έπει ειδά δάνν τι τις α ύ τού τούςς έρω τα δ τι π ο ιώ ν κα κ α ί ο τι δι δι δάσσ κ ω ν, έχ δά έχοο υσ ι μ έν ού ούδέν δέν εί είπ εΐν άάλλλ’ ά γνοο γνοούύσ ιν, ινα δέ μή δοκώ σ ιν άπορε άπο ρεΐΐν, τά τά κα καττά πά πάντ ντωω ν ττώώ ν φ ιλοσ λοσοφ οφ ούντ ούντωω ν πρ πρό ό χειιρ α τα χε ταϋϋ τα λέγ λέγου ουσσ ιν, δτ δ τι «τ «τάά μ ετ ετέέω ρα κ α ί τά υ π ό γής» κα καί « θεο θεούύς μή νομ νο μ ίζε ζειιν» κα κ α ί «τόν ή ττω λό λόγο γονν κρεί κρ είττω ποιεΐν» ν».. τά γάρ άληθή οι'ομαιούκ άν έθέλοιεν λέγειν, δτι κατάδηλοι γίγ[e] νο νοντα νταιιπ ρ ο σ π ο ιο ύ μ ενο ενοιιμέν είδένα δέναιι, εί είδό δότε τεςς δέ ούδέν. άτε ά τε ούν οίμ α ιφ ιλό λόττιμ ο ιδ ιδντ ντες ες κ α ίσ φ ο δρ δροο ίκ α ίπολλ λλοί οί,, κ α ίσ υντε υντεττα μ ένω ς κ α ί π ιθα νώ ς λέγοντ λέγοντεες π ερί έμ οϋ, έμ πεπλή πεπλήκα κασσ ιν ύμώ ύμ ώ ν τά τά ώ τα κ α ί π ά λα ι κ α ί σ φ οδρ οδρώώ ς δι διαα βά βάλλοντ λλοντεες. έκ τού τούττω ν καί κα ί Μ έλητ λητός ός μοι μοιέέπέ πέθε θεττο κα κ α ί Ά νυ το ς κα καίί Λ ύκω ν, Μ έλητ λητος ος μέ μένν ύπέέρ ττώώ ν ποιη ύπ ποιη τώ ν ά χθόμ χθόμεενος νος,, ’Ά ’Ά νυ νυττο ς δέ ύπ ύπέέρ ττώώ ν δημιουρδημιουρδέ ύπέρ τώ τώ ν ρητ ρη τόρ όρωω ν ώ στ στεε, [24 a] γώ ν κα ί τώ ν πολιτικώ ν, Λ ύκω ν δέ δπερ δπ ερ ά ρχό ρχόμμ εν ενοο ς έγώ έλε λεγον γον,, θα θ α υ μ ά ζο ζοιιμ ’ ά ν είοίός είοίός τ’ εϊη ν έγώ έγώ ύμώώ ν τταα ύτην ττήή ν δια ύμ δια βο βολή λήνν έξε έξελέ λέσσ θα θαιι έν ούτ ού τω ς όλ όλίίγφ χρό χρόνφ νφ ούττω πο ού πολλή λλήνν γε γεγονυϊ γονυϊαα ν. ταϋ τα ϋ τ’ έσ τιν ύμΐν, ύμΐν, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θ η ναίοι ναί οι,, τά τά λη ληθή θή,, κ α ίύμ ά ς ούτ ούτεε μέ μ έγα ούτ ούτεε σμ σμιικρόν ά πο ποκκ ρυ ρυψψ ά μ ενος έγώ έγώ λέ λέγω γω ο ύ δ ’ ύπ ύποσ οσττειλά λάμμ ενος νος.. κ α ίτο ι ο ίδα σ χε χεδό δόνν δτι δτι το ύ το ις α ύ το ις ά π εχθά εχθάνο νομμ α ι, δ κα κ α ίτεκ μ ή ρ ιον δδττιά λη ληθή θή λέ λέγγω καί δτι αύτη έστιν ή διαβολή ή έμή καί τά αϊτια ταΰτά έστιν. [b] κ α ί έάντε νϋ νϋνν έά έά ντ ντεε α ύ θ ις ζη τή σ η τε τα ύ τα , ούτ ού τω ς εύρ ύρήσ ήσεετε.
Traducción española
141
valor». Y yo sigo todavía yendo por ahí, a la búsqueda y caza, que me ordenó el Dios, de cualquiera, conciudadano o extranjero, que creo sabio. Y si no me lo parece, para servir al Dios le muestro que no es sabio. sabio. Por pasar en esto esto mi tiempo, no n o me queda qu eda para para ha ha cer nada digno de mención ni en política ni en la economía de mi casa, sino que me encuentro en la mayor miseria por rendir rendi r culto culto al Dios.
[c]
Por otra parte, los jóvenes que van conmigo por propia volun tad (que son los que disponen de más tiempo: los hijos de los más ricos) disfrutan oyendo examinar hombres y me suelen imitar po niéndose a examinar a otros. Creo que encuentran abundancia de hombres que creen saber pero que saben poco o nada. Y resulta que los que sufren su examen se irritan conmigo, en vez de consi go, y dicen que hay un tal Sócrates que qu e es un tipo execrable que [d] corrompe corrom pe a los jóvenes. jóvene s. Cuando se les les pregunta pregu nta qué hace y qué les enseña para corromperlos, no tienen nada que decir, decir, porque lo ig noran; pero para no parecer que están perplejos, afirman lo que siempre se dice contra todos los que aman el saber: que «las cosas del cielo y las que quedan bajo tierra», y a «no venerar a los dio ses», y a «hacer más fuerte el discurso más débil». Creo que es que no quieren decir la verdad: que ha quedado al descubierto que fin gen saber, saber, pero no saben nada. Creo que aman su reputación, y son [e] podero pod erosos sos y muchos, y se esfuerzan esfu erzan en hablar habl ar de mí persuasiv persu asivamen amen te, y os tienen llenos los oídos y me calumnian desde hace mucho cuanto pueden. Basándose en ellos es como Meleto me persigue judic ju dicial ialme mente nte,, y Anito Ani to y Licón. Licón . Meleto M eleto está enemista enem istado do conmigo co nmigo en representación de los poetas; Ánito, en la de los artesanos y los po líticos; Licón, en la de los oradores. Así, como os dije al empezar, [24 a] me extrañaría ser capaz, en tan poco tiempo, de quitar de vosotros semejante calumnia, que tanto ha crecido. Atenienses, ésta es la verdad. Os estoy hablando sin ocultaros ni disimularos nada. Sé, sin embargo, que os vais indignando contra mí, lo que es prueba de que digo la verdad y que tal es la calumnia sobre mí y éstas sus causas. causa s. Si investigáis inve stigáis todo esto o aho ahora ra o en otra ocasión, así en- [b] conta co ntaréis réis qu quee es es.
142
Texto griego
Π ερί μέ μένν ούν ώ ν οί π ρώ τοι μου κ α τή γορ γοροι οι κα καττη γορ γορού ούνν α ΰτ ΰτηη έστ στωω ικα κανή νή α πο πολο λογί γία πρό π ρόςς υμάς υμάς·· π ρ ός δέ δέ Μ έλη ληττον τόν α γα γαθθ ό ν τε τε κ α ί φ ιλό λόππ ολ ολιιν, ώ ς φ η σ ι, κα κ α ί το ύ ς υ σ τέρο έρουυ ς μ ετά τα ϋτα πε π ειρά ράσσ ομ ομαα ι ά πο πολογή λογήσσ α σ θα θαιι. α ύθ ύθιις γάρ δή, ώ σ πε περρ ετέρω ν τού ούττω ν όντ όντω ν κα καττηγόρω ν, λάβω μ εν αύ τήν τήν τούτ τούτωω ν ά ντ ντωω μ οσ οσίία ν. έχε χειδέ ιδέ π ω ς ώ δε δε·· Σ ω κρ κράά τη φ ησ ησίίν άδι ά δικει κειν τού τούςς τε νέουυ ς δια φ θ εί νέο είρρ ο ντα κ α ί θεο εούύ ς οΰς οΰ ς ή πό π ό λις νο νομμ ίζε ζειι ού νομ νομίί[c] ζοντα ζοντα,, έτ έτερα δέ δα δαιιμ ό νι νιαα κα καιινά νά,, τό μμέέν δή έγκλ έγκληη μ α τοι τοιοο ΰ τό ν έστι έσ τιν τού τούττου δέ τοϋ έγκλή γκλήμμ α τος έν έκ α σ τον έξε έξετά σ ω μ εν.
2. El E l inte in terr rroo ga gato tori rioo de M elet el etoo Φ ησ ίγά ίγάρρ δή τούς τού ς νέ νέοο υς άδικει άδικεινν με δι διαα φ θεί θείρρ ο ντ νταα . έγώ δέ γε, ώ ά νδρ νδρεες ’Α θη να ναίίο ι, ά δι δικει κεινν φ η μ ι Μ έλη ληττον, οτ ο τι σ π ου ουδή δή χαρρ ιεντ χα εντίίζετ εταα ι, ρα ρ α δί δίωω ς εις ά γώ να κα κ α θι θισσ τά ς ά νθ νθρρ ώ π ο υ ς, περί π ερί πραα γμά τω ν προ πρ προσσ πο ποιιού ούμμ ενος σ πο πουδά υδά ζειν κα ί κή δε δεσσ θα θαιι ώ ν ούδέν ού δέν τού ούττω π ώ π ο τε έμ έμ έλη λησσ εν ώ ς δέ τοϋ οϋττο ούτω ο ύτω ς έχει, πει πειράσομαι καί ύμΐν έπιδεΐξαι. [d]
Κ α ί μ οι δεΰρ δεΰροο , ώ Μ έλη ληττε, είπ έ- ά λλο τι ή π ερί πλ πλεείσ του π ο ιή ό π ω ς ώ ς βέλτι βέλτισ τοι οιοο ίνεώ τερο εροιι έσ οντ ονταα ι; Έ γω γε. ’Ίθι δή νΰν είπέ τούτοις, τις αύτούς βελτίους ποιεί; δήλονν γάρ λο γά ρ δτι ο ίσ θα , μ έλον γέ σοι σοι.. τόν μ έν γγάά ρ δι διαα φ θεί θείρρ ο ντα έξευυ ρ ώ ν, ώ ς φή έξε φ ή ς, εμ έ, εισ ά γε γειις του τουτοι τοισσ ί κ α ί κ α τη γορ γορεί είς· τό ν δέ δή β ελτίο υ ς π ο ιο ΰ ντα ί'θ ί'θιιείπ έ κα κ α ί μ ή νυ νυσσ ο ν αύ α ύ τοι τοιςς τις έσέστιν. -ό - ό ρ α ς, ώ Μ έλη έληττε, δτι δτι σ ιγά γάςς κ α ί ο ύ κ έχε έχειις είπ εϊν; κα κ α ίτο τοιι ούκ αισχρόν σοι δοκεΐ είναι καί ικανόν τεκμήριον ού δή έγώ λέ λέγω γω , δτι σ οι ο ύ δέν με μ εμ έλη ληκε κεν; ν; άλ ά λ λ ’ είπέ, ώ γα γαθέ, θέ, τι τις αύτούς άμείνους ποιεί; [e] Ο ίνό νόμμ οι. Ά λ λ ’ ού τοϋ τοϋττο ερω ερω τώ , ώ βέ βέλτ λτιιστ στεε, άλλά ά λλά τις ά νθρω πο ποςς, δσττις π ρ ώ το ν κκαα ί α ύτό τοϋτ δσ τοϋ το οί οίδε δε,, το το ύ ς νόμ νόμου ουςς; Ο ύτ ύτοι οι,, ώ Σ ώ κρ κραα τες, οί ο ί δι δικα κασσ τα ί. Π ώ ς λέγε λέγειις, ώ Μ έλη ληττε; οϊ ο ϊδε το το ύ ς νέου νέουςς π α ιδεύ δεύει εινν οοιιο ίτέ είσικαί βελτίους ποιεΐν;
Traducción española
143
En lo que respecta a las acusaciones que dirigieron contra mí mis primeros acusadores, sea suficiente con esta defensa ante vo sotros. Paso a procurar defenderme de Meleto, este hombre bueno y amante del Estado, según dice, dice, y de de mis últimos último s acusadores. acusadores. Otra Ot ra vez, ya que se trata de unos acusadores diferentes, tomemos los cargos contra mí que han jurado. Son los siguientes: «Sócrates de linque corrompiendo corrom piendo a los jóvene jóv eness y no venerando a los los dioses que venera el Estado sino a otros seres demónicos nuevos». Así dice la letra de la acusación. Vamos a analizar cada una de sus partes.
[c]
2. E l inte in terr rrog ogat atoo rio ri o de M e leto le to Empieza diciendo que violo la ley corrompiendo a los jóvenes. Por mi parte, yo digo, atenienses, que es Meleto el que delinque, porq po rque ue brome bro meaa en asunt a suntos os serios serio s al traer tra er a juic ju icio io con demas d emasiada iada fa fa cilidad a alguien a propósito de cosas que hace como si las tomara en serio y le preocuparan, cuando jamás jam ás le han importado im portado nada. nada. In tentaré mostraros que esto es lo que ocurre. Ven, Meleto Ven, Me leto,, y dime: lo que más te impo im porta rta es cómo llegarán lle garán a [d] ser buenos los jóvenes, ¿no es así? -Así es. -Muy bien; pues di a éstos quién los hace mejores. Evidente mente, lo sabes, ya que te preocupa. preocupa. Como has dado con el que que los corrompe, que, según dices, soy yo, me traes ante ellos y me acu sas. Di entonces quién los hace mejores; revélaselo. ¿Te das cuen ta, Meleto, de que sigues callado y no sabes qué decir? ¿No te pa rece que está mal y que es prueba bastante de lo que yo afirmo: que este asunto jamás te ha importado? Vamos, hombre honrado, ¿quién los hace mejores? [e] [e] -L as leye leyes. s. -No te estoy preguntando eso, querido, sino qué hombre, que, ante todo, sabrá, efectivamente, las leyes. -Ésto -É stos, s, Sócr Sócrate ates: s: los los jueces. -¿Cómo dices, Meleto? ¿Que estos hombres son capaces de educar a los jóvenes jóven es y hacerlos mejores?
144
Texto griego
Μ άλιστ στα. α. Π ότε ότερο ρονν απα α πα ντ ντεες, ή οί ο ί μέ μένν α ύτ ύτώώ ν, οίδ οί δ ’ οΰ; Α πα ντ ντεες. Ε ύ γε νή τή ν "Η ρα ρανν λέγ λέγεις κα ί πο πολλή λλήνν ά φ θο θονί νίαα ν ττώώ ν io C o L V ή ώ φ ελού ελούντ ντωω ν. τίδέ δή; οί'δε ο ί ά κ ρ ο α τα ταίί β ελτ ελτίίου ουςς n o io ου; Κ α ί ού ούττοι οι.. [25 a] Τ ί δέ, ο ί β ουλευ λευττα ί; Κ α ί ο ί β ου ουλευτ λευταα ί. Ά λ λ ’ ά ρα ρα,, ώ Μ έλητ λητεε, μή οίέ οίένν τή έκκλησ κκλησίία, οί έκκλησ κκλησιια στα ί, δι διαα φ θ εί είρρ ο υ σ ι τού τούςς νεω τέρο έρουυ ς; ή κ ά κ εΐ εΐνο νοιι β ελτ ελτίίο υ ς ποιοΰσιν απαντες; Κ ά κ εΐνοι νοι.. Π ά ντ ντεες ά ρα ρα,, ώ ς έ'οι 'οικε κενν, ’Α θη να ναίίο ι κ α λο λούς ύς κ ά γα γαθο θούύ ς π ο ιο ϋ σ ι π λή λήνν έμ έμ οϋ, έγώ δέ μ όνο όνοςς δι διαα φ θεί θείρρ ω . ού ούττω λέ λέγγεις; Π άνυ σφ σ φ όδρα ταϋτ ταϋταα λέ λέγω . Π ολλή ν γέ μου κα κ α τέγν γνωω κα ς δυσ δυσττυχί υχίαα ν, κα ί μοι ά πό πόκρ κριι[b] ναι ναι·· ή κα κ α ί π ερ ερίί ίπ π ο υ ς ούτω σ οι δο κ εΐ έχ έχει ειν; οί οί μ έν β ελτίο υς π ο ιο ΰ ντε ντεςς ααύύ τού τούςς π ά ντες ά νθ νθρρ ω π ο ι είνα ναιι, εις δέ τις ό δι δ ια φ θεί είρρ ω ν; ή του το υ να ντί ντίοο ν το το ύ του π α ν εις μ έν τι τις ό β ελτίο υ ς οΐός τ ’ ώ ν πο π ο ιεΐ εΐνν ή π ά νυ ολί λίγο γοιι, ο ί ιπ π ικ ο ί, ο ί δέ πποο λλ λλοο ί, έά έάνπ νπερ ερ σ υνώ σ ι κ α ί χρ χρώώ ντ νταα ι ϊπ π ο ις, δι διαα φ θεί θείρρ ο υ σ ιν; ο ύ χ ού ο ύ τω ς έχ έχει, ώ Μ έλητ λητεε, κα ί πε περί ρί ίππ ω ν καί τώ ν άλλω ν ά πά ντ ντωω ν ζώ ζώ ω ν; π ά ντ ντωω ς δή δήπο που, υ, έάντ άντεε σύ κα κ α ί ’Ά νυ νυττο ς ού φ ή τε έά ντ ντεε φήτε φήτε· πολλή γάρ άν τις εύδαιμονία ειη περί τούς νέους εί είς μέν Μ μ όνο όνοςς α ύ το ύ ς δι διαα φ θείρει ρει,, οί δ ’ άλ άλλοι λοι ώ φ ελοΰ λοΰσσ ιν. άλλά άλ λά γγάά ρ, ώ Μ έλητ λητεε, ίκ ίκ α νώ ς έπι έπιδε δείίκ νυσ α ι οτι ο ύ δεπώ π ο τε έφ έφ ρό ρόντ ντιισ α ς τώ ν νέ νέωω ν, καί κα ί σ α φ ώ ς ά π ο φ α ίνε νειις τή ν σα σ α υτ υτοΰ οΰ α μ έλε λειια ν, ο τι ο ύ δέν σο σ οι μ εμ εμέέλη ληκκ εν π ερ ερίί ώ ν εεμμέ εισ ά γε γειις. Έ τι δέ ή μ ΐν εί είπέ, ώ π ρ ό ς Δ ιός ός,, Μ έλη ληττε, πό π ό τερό ερόνν έσ έσ τιν ο ίκ εΐν άμ ά μ εινο νονν έν π ο λίτα ταιις χρ χρηη σ το ΐς ή π ο νη νηρρ ο ΐς; ώ τά ν, ά π ό κριναι κρι ναι· ού ούδέ δένν γάρ τοιχαλ χαλεεπό πόνν έρω τώ . ού ούχχ οίμ οί μ έν πονη πο νηρρ οί κ α κ όν τιέργά έργάζοντα ζονταιιτο ύς άε ά είέγ έγγυτ γυτάά τω α ύ τώ ν όντ ό νταα ς, οί δ ’ ά γαθ ο ί ά γα θ ό ν ττιι; V
T r a d u c c ió n e s p a ñ o l a
14 5
-Desd -D esdee luego luego.. -¿Todos, o unos sí y otros no? -Todos. -Hablas bien, por Hera, y afirmas que hay gran abundancia de hombres de provecho. ¿Qué más? ¿Los hacen mejores también es tos que están asistiendo al juicio, o no? [25 a] -Ellos también. -¿Y qué sucede con los miembros del Consejo? —Los Lo s co conse nsejer jeros os también. tamb ién. -¿Serán, entonces, Meleto, los miembros de la Asamblea, los asambleístas, los que corrompen a los jóvenes? ¿O también todos ellos los hacen mejores? -Todos ellos también. -Parece, entonces, que todos los atenienses, menos yo, los ha cen hombres excelentes, mientras que yo soy el único que los co rrompo. ¿Es esto lo que afirmas? -Desde luego que es esto lo que afirmo con todas mis fuerzas. -¡Qué mala suerte me atribuyes! Respóndeme: ¿te parece que pasa pa sa lo mis m ismo mo a prop p ropós ósito ito de los caballos: cabal los: qu quee todos tod os los hombre hom bress [b] los hacen mejores y uno solo es el que que los echa a perder? ¿No suce de todo lo contrario: que uno solo es el capaz de hacerlos mejores, o lo son unos pocos, los entendidos en caballos, mientras que la la ma yoría, si pasan su tiempo con los caballos y hacen uso de ellos, los echan a perder? ¿No sucede esto, Meleto, tanto con los caballos co mo con todos los animales? Claro que sí, digáis lo que digáis tú y Anito. A propósito propó sito de los jóvene jóv enes, s, ¡qué ¡qué gran felicidad felicida d sería que que un unoo solo los corrom corr ompie piera ra y todos tod os los demás dem ás los ben benefic eficiaran iaran!! Con esto, [c] Meleto, has dado muestra bastante de que jamás has pensado en los jóven jó venes. es. Has manifes ma nifestado tado co conn toda clarida clar idadd tu despreocup des preocupación. ación. N o te han importado nada en absoluto los asuntos por los que me has traído aquí. Síguenos diciendo, Meleto, por Zeus, si es mejor vivir entre conciudadanos conciudadan os buenos bueno s o malos. Vamo Vamos, s, responde. No te estoy estoy pre pr e guntando una cosa difícil. ¿No causan los malos mal a los que es tán siempre a su lado, lado, mientras que los bueno buenoss causan bien a esos mismos?
146
Texto Texto griego grie go
Π άνυ γε γε. [d] Έ σ τι τινν ού ούνν δσ δσττις βο βούλετ ύλεταα ιυπ ιυπόό τω ν σ υνόντ υνόντωω ν β λά λάππ τεσ θα θαιι μ άλλον ή ώ φ ελε λεΐΐσ θαι θαι;; άπο ά ποκρ κρίίνου, ώ ά γα γαθέ' θέ' κα κ α ί γάρ ό νόμ νόμος ος κελεύειά κελε ύειάππ ο κ ρ ίνεσ νεσθα θαιι. έσ έσθθ ’ οσ οσττις β ού ούλετ λεταα ι β λά λάππ τεσ θα θαιι; Ο ύ δήτ δήτα. α. Φ έρε δή, πό π ό τερο ερονν έέμέ μέ ει εισ ά γε γειις δε δεύύ ρο ώ ς δι διαα φ θεί θείρρ ο ντ νταα τού ούςς νέ νέου ουςς κ α ί πο πονηρ νηροτέ οτέρο ρους υς πο ποιιο ύντα έκό κόντ νταα ή ά κο κοντ νταα ; Έ κό ντ νταα έγω γε. Τ ί δή δήττα , ώ Μ έλητ λητεε; τοσ ού ούττον σύ έμοΰ έμοΰ σ οφ ώ τερο ροςς είτ ίτηλι ηλικ ο ύτου δντ δντοο ς τη λι λικκ όσ όσδε δε ώ ν, ώ σ τε σύ μέν έγ έγνω νω κ α ς δτι οί μέν κ α κ ο ίκ α κ ό ν τι τιεργά εργάζοντα ζονταιιά είτ ίτοο ύ ς μ ά λι λισσ τα π λη λησσ ίον έαυτ έαυ τώ ν, [e] οί δέ α γα γαθο θο ί α γα γαθό θόν, ν, έγ έγώ δέ δή ει εις τοσ οΰ οΰττον ά μ α θί θίαα ς ήκ ήκωω ώ σ τε κ α ίτο ΰ τ’ ά γν γνοω οω , δτιέάν τι τινα μ οχθη οχθηρό ρόνν ποι πο ιήσ ω τώ ν συ σ υ νόντωω ν, κι νόντ κ ινδυνε νδυνεύσ ύσωω κ α κ όν τι τι λα λαβεΐ βεΐν ύ π ’ α ύτοΰ, ώ σ τε τοΰ οΰττο [τό] [τό] τοσ τοσ οΰτον κα κακό κόνν έκώ έκώ ν πο ποιιώ , ώ ς φ ής σύ; τα ΰτα έγώ σ οιού πείθομ α ι, ώ Μ έλητ λητεε, οίμ οίμ α ιδέ ούδέ άλλον ανθρ α νθρώώ π ω ν ούδέ ούδέννα· [26 a] ά λλ λλ’’ ή ού δια δια φ θεί θείρρ ω ή, εί δι διαα φ θεί θείρρ ω , άκω άκ ω ν, ώ σ τε σύ γε κ α τ’ ά μ φ ότ ότεερα ψ εύδη, εί είδέ άκ άκωω ν δια φ θε θείίρω , τώ τώ ν τοι οιούτ ούτωω ν αμ αμαα ρ τη μ ά τω ν ού δεΰρ δεΰροο νόμ νό μ ο ς είσ ά γε γειιν έσ έσ τίν, άλλ ά λλάά ιδί δίαα λα λ α β ό ντ νταα διδά δι δάσσ κειν κα κ α ίνο νουυ θετε θετεΐΐν δήλο δήλονν γά γάρρ δτ δτιι έά ν μά μ ά θω , πα π α ύσ ομ α ι δ γε ά κω ν ποι πο ιώ . σύ δέ σ υγγε υγγενέ νέσσ θα θαιι μέ μένν μμοικ οικαα ί δι διδά δάξα ξαιι έφ υ γες καί ούκ ήθέλησας, δεΰρο δέ εισάγεις, οίνόμος έστίν είσά γειιν το ύς κολάσ γε κολά σ εω ς δε δεομ ομέένους άλλ’ άλλ ’ ού μ α θή θήσσ εω ς. Ά λ λά γάρ, ώ ά νδρε νδρεςς ’Α θη θηναί ναίοι οι,, τούτ τούτοο μμέέν δδήλον ήλον ήδη έσ τίν οΰγώ ο ΰγώ έλε λεγον, γον, δτι δτι Μ ελή λήττφ τού ούττω ν ούτ ού τε μέγα ούτ ο ύτεε σμισμι[b] κ ρ ό ν π ώ π ο τε έμ έλησ λησεεν. δμ δμωω ς δέ δή λέγ λέγε ήμ ήμΐΐν, π ώ ς με φ ή ς διαα φ θεί δι θείρρ ειν, ώ Μ έλητ λητεε, τού τούςς νε νεωω τέρο ρους υς;; ή δή δήλο λονν δή δτ δτιι, κ α τά τή ν γρ γρ α φ ή ν ήν έγρά έγράψψ ω , θεούς θεού ς διδά δάσσ κο κοντ νταα μή νομί νομ ίζειν ούς ή πόλις νομίζει, ετερα δέ δαιμόνια καινά; ού ταύτα λέ γεις δτι δτι δι διδά δάσσ κ ω ν δδιια φ θεί θείρρ ω ; Π άνυ μέ μένν ούν σφ όδρα ταΰ ταΰττα λέγ λέγω . Π ρος α ύτ ύτώώ ν τοί οίννυν υν,, ώ Μ έλητ λητεε, τούτ ούτωω ν τώ ν θε θεώώ ν ώ ν νΰν ό λό λ ό γο γοςς έσ τίν, είπ έ έέττι σ α φ έσ έσττερο ερονν κκαα ί έμ οί οίκκ α ί το ΐς άάνδρ νδράά [c] σ ιν του ουττοι οισσ ί· έγ έγώώ γά γάρρ ού δύ δύνα ναμμ α ι μ α θεΐ θεΐνν π ό τε τερρ ο ν λέγεις διδάσσ κ ειν μ ε νο δά νομμ ίζε ζειιν εί είνα ναιι τινα ναςς θ εο εούύ ς - κ α ί α ύ τός ά ρ α νο-
T r ad u c ció n e s p a ñ o l a
147
-A sí es. -¿H -¿ H ay alguien que que prefie pr efiera ra recibir reci bir daño, daño, y no ben beneficio eficio,, de la [d] gente con la que está? Responde, querido, que la ley te ordena que respondas. ¿Quiere alguien recibir daño? -No. -Bien -B ien.. ¿Me has has traído aquí porque corrompo corro mpo a los jóvenes jóven es y los hago peores adrede o sin querer? -Adrede. -¿Cómo es esto, Meleto? Tú, con los años que tienes, ¿eres tan to más sabio que yo, con los que tengo, que sabes que los malos causan siempre daño a los que tienen más cerca, mientras los bue nos les hacen bien, y en cambio yo llego a tal colmo de ignorancia ignora ncia [e] que no sé que si empeoro a uno de los que están conmigo segura mente men te recibiré de él daño daño;; con lo que hago todo este mal, según di ces, adrede? No me puedes convencer de tal cosa, Meleto, ni creo que puedas convencer de ello a nadie; sino que o yo no los co- [26 a] [2 6 a] rrompo, rromp o, o, si los los corrompo, lo hago sin querer. querer. En los dos casos casos,, tú dices una falsedad. Y si los corrompo corro mpo sin querer, po porr tales faltas la ley no ordena traer a nadie aquí, sino, tomándolo en privado, ins truirlo y aconsejarlo, porque es evidente que, al aprender, dejaré de hacer lo que estoy haciendo sin querer. Pero tú rehúyes y no quie res mi compañía ni instruirme, y me traes a donde, por po r ley, ley, hay que traer a los que precisan castigo, y no enseñanza. Atenienses, es ya evidente lo que afirmo: a Meleto estos asun tos jamás le han importado ni poco ni mucho. Dinos, sin embargo: ¿cómo afirm afi rmas as que corromp corro mpoo a los jóve jó ve-- [b] nes, Meleto? Por la acusación que has planteado contra mí, ¿no es evidente que dices que lo hago enseñándoles a no venerar a los dio ses que venera el Estado, sino a otros seres demónicos nuevos? ¿No afirmas que es enseñando tales cosas como los corrompo? -D esd es d e luego luego que es esto lo lo que afirmo con todas mis fuerza fuerzas. s. -Por los mismos dioses a los que ahora nos estamos refiriendo, Meleto, habla aún más claramente tanto a mí como a estos hom bres. bres . N o co cons nsigo igo en enten tende derr si dices dic es qu quee enseño ense ño a creer cree r qu quee existe exi stenn [c] dioses y a venerarlos, de modo que creo yo también tam bién que hay dioses
148
Texto Texto griego grie go
μ ίζω είναι θ εού εούςς κ α ί ού ούκκ είμίτ μίτόό π α ρ ά π α ν ά θεο θεοςς ουδέ ουδ έ τα ύτη ά δ ικ ώ - ού μ έντ ντοι οιοο ύσ ύσππ ερ γε ή ππόλ όλιις, άλλά ά λλά έτέρο ρους υς,, κα κ α ίτοϋ τοϋτ’ τ’ έσ τιν δ μοι μ οι έγ έγκκ α λεΐ λεΐςς, δτ δ τι ετέρο έρουυ ς, ή πα π α ντά ντάππ α σ ί με φή φ ή ς ο ύτε αύτόν νομίζειν θεούς τούς τε άλλους ταϋτα διδάσκειν, Τ α ϋ τα λέγω λέγω , ώ ς τό πα π α ρ ά π α ν ού νομ νομίίζεις θε θεού ούςς. [d] ΤΩ θα θ α υ μ ά σ ιε Μ έλη ληττε, ϊνα τί τα ταϋϋ τα λέγ λέγεεις; ο υ δέ ή λι λιον ον ουδέ ου δέ σελήνην σελήνη ν άρ ά ρ α νομ νομίίζω θεο θεούύ ς είναι ναι,, ώ σ περ οί ο ί ά λλ λλοι οι ά ν θρω ποι ποι;; Μ ά Δ ί’, ώ ά νδρ νδρες ες δι δικκ α σ τα ί, έπεί τό ν μέ μ έν ή λι λιον ον λίθο λίθονν φησίν είναι, τήν δέ σελήνην γήν. ’Α να ναξα ξαγόρ γόροο υ οί'εικ 'εικαα τη γορεΐν, ώ φ ίλε Μ έλητ λητεε; κα κ α ί οϋ οϋττω κ α τα φ ρ ο νείς τώ νδε κα κ α ίοί'εια 'ειαύτού ύτούςς άπ ά π ειρ ο υ ς γρα γραμμ μ ά τω ν εί εί ναιι ώ σ τε ο ύκ είδέ να δένα ναιιδτιτά ’Α να ναξα ξαγόρ γόροο υ βι βιβλ βλίία τοϋ Κ λα λαζζομ ενίου γέ γέμμ ει το ύ τω ν τώ τώ ν λόγω λό γω ν; κα κ α ί δή κ α ί ο ί νέοι τα ϋ τα π α ρ ’ έμ οϋ μ α νθά νθάνου νουσσ ιν, α έξε ξεσσ τιν ένίοτ οτεε εί π ά νυ πο πολλο λλοϋϋ [e] δρ δραα χμ χμήή ς εκ τή ς ορ ορχήσ χήσ τρα ραςς π ρι ριαα μ ένοι νοιςς Σ ω κρ κράά το υς κ α τα γελά γε λάν, ν, εά ν προ πρ ο σ π ο ιή τα ι έαυ έαυττοΰ είναι ναι,, άλλ ά λλωω ς τε κ α ί ο ύ τω ς ά τοπ α ον ονττα; ά λλ’, λλ’, ώ πρ πρός ός Δ ιός ός,, ούτω ούτω σ ί σοι δοκώ ; ούδένα ούδένα νομμ ίζω θ εό νο εόνν είνα ναιι; Ο ύ μ έντ ντοι οι μ ά Δ ία ο ύ δ’ όπ όπωω σ τιοΰν. ’Ά π ισ τό τόςς γ ’ εί, ώ Μ έλητ λητεε, κα κ α ί τα ϋ τα μ έντ ντοι οι,, ώ ς έμ οί δοκειις, σα κε σ α υτ υτώώ . έμ οίγάρ δοκ δοκεεΐ ούτ ούτοσ οσίί, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίο ι, π ά νυ είναι ύβ ύβρι ρισσ τή ς κ α ί α κό κόλα λασσ τος, κα κ α ί ά τεχ εχνώ νώ ς τή ν γραφ γρα φ ή ν τα ύ τη ν ϋβ ϋ β ρ ειτινί κ α ί ά κ ο λα λασσ ία κ α ίνεότη νεότητι τιγρ γράά ψ α σ θ α ι. εοικενν γάρ ώ σ περ αί α ίνιγμα σ υντ υντιιθέ θέντ ντιι δι διαα πει πειρω ρω μ ένω « Ά ρ α [27 a] κε γνώ σ ετα ι Σ ω κρ κράά τη ς ό σσοφ οφ ός δή δή έμ οϋ χαρ χα ρ ιεντ ντιιζομ ένου κα καίί έναντι έναντι’’ εμ α υτ υτώώ λέ λέγγοντ οντος ος,, ή έξαπ ξαπαα τή σ ω α ύτόν κα κ α ί τού ούςς άλλους τούς άκούοντας»; οΰτος γάρ έμοίφαίνεται τά εναν τία λέ λέγε γειιν αύ α ύ τό ς εα υτώ έν τή γρα φ ή ώ σ περ ά ν εί εί εϊπο ποίί' «’Α δι δικκ είΣ ω κρ κράά τη ς θεού θεούςς ού νομί νομ ίζω ν, ά λλά θεού θεούςς νομί νομίζζω ν». καίτοι τοϋτό έστιπαίζοντος. Σ υνε υνεπι πισσ κέψ α σ θε δή, δή, ώ ά νδρε νδρεςς, ή μ οιφ α ίνε νεττα ι τα ϋτα λέ λέ γειν· σύ δέ ή μ ΐν άπ ά π ό κ ρ ινα ναιι, ώ Μ έλη ληττε. υμ είς δέ δέ,, δπ δ π ερ κ α τ’ [b] ά ρχά ρχάςς υμ ά ς πα παρη ρηττη σ ά μ η ν, μ έμ νησ νησθέ θέ μ οιμ οιμήή θο θορυ ρυββ εΐν έά ν έν τώ είω θό θόττιτρ όπ όπωω τού ούςς λόγ λόγους ους πο ποιιώ μ αι αι..
T r a d u c c ió n e s p a ñ o l a
149
y los venero, y no soy en modo alguno un ateo (y, al menos en es to, no violo la ley), pero que estos dioses no son los que venera el Estado sino otros. ¿Es de esto de lo que me acusas, de que son otros, o dices que yo no venero a Dios ninguno y eso es lo que en seño a los demás? -L o que afirmo es que no veneras en absoluto a ningún Dios. Dios. -Qu -Q u erid er idoo Meleto, ¿por qué dices esto? esto ? ¿Así que yo no creo creo que [d] el Sol y la Luna son dioses, como lo creen c reen los demás hombres? -Claro que no, por Zeus, jueces, como que dice que el Sol es una piedra y que la Luna es tierra. -¿Crees que estás acusando a Anaxágoras, querido Meleto? ¿Tanto desprecias a estos hombres que crees que no saben leer y po p o r eso tampo tam poco co saben sab en que los libros lib ros de Ana A naxág xágora orass de Clazo Cl azome me nas están repletos de esas tesis? ¿Van los jóvene jóv eness a aprender con migo lo que pueden puede n en cualquier momento, momento , por una dracma dracm a todo todo lo lo más, comprarse en la orquesta para burlarse de Sócrates si finge [e] que esas afirmaciones son suyas, cuando son tan ajenas y tan sor prend pre ndent entes? es? Por Zeus, ¿es ésa realmen real mente te tu t u opini op inión ón sobre mí? mí ? ¿Que no creo en Dios alguno ni lo venero? -No crees en ninguno en absoluto, por Zeus. -Eres hombre sin fe, Meleto, y me parece que no te crees ni a ti mismo. Atenienses, este hombre me parece que realmente está lleno de soberbia y necesita reprimenda reprimend a y que ha sido sido como por esa soberbia y esa falta de disciplina, y por su juventud, por lo que me ha acusado como lo ha hecho. Creo, en efecto, que es como si hu bier bi eraa prop pr opue uesto sto un enigm eni gmaa a uno un o al que qu e ha h a que q uerid ridoo probar: pro bar: «¿reco«¿reco - [27 a] nocerá acaso Sócrates el el sabio que estoy bromeando y que me con con tradigo, o conseguiré engañar tanto a él como a los demás que nos escuchan?». Porque a mí me resulta evidente que se está contradi ciendo a sí mismo en su acusación, ya que viene a decir: «Sócrates delinque no venerando a los dioses pero venerando a los dioses». Hacer esto es propio de uno que está jugando. Ved conmigo, atenienses, por qué me resulta evidente que eso es lo que está diciendo. Tú, Meleto, contéstanos. Vosotros, como os ped p edíí desde des de el prin p rincip cipio io,, acord aco rdao aoss de no p rote ro test star ar si habl h abloo del mom o- [b] do que suelo.
150
[c]
[d]
[e]
[28 a]
Texto Texto griego grie go
Έ σ τιν δστι δστις ά νθρώ πω ν, ώ Μ έλητ λητεε, ά νθρώ πεια μέ μένν νομί νομί ζει π ρ ά γμ α τ’ είναι ναι,, ά νθ νθρρ ώ π ο υ ς δδέέ ού νομί νομ ίζει; ά π ο κ ρ ινέσ νέσθω θω , ώ ά νδρ νδρες ες,, κα κ α ί μή ά λλα κ α ί ά λλα θο θορρ υ β είτω - εσ εσθθ ’ δσ δσττις 'ίπ π ο υ ς μ έν ού νομ νο μ ίζει, ιπ ιπ π ικ ά δέ π ρ ά γμ γμαα τα ; ή α ύ λη ληττά ς μ έν ού νομμ ίζε νο ζειι είνα ναιι, α ύ λη ληττικ ά δέ π ρ ά γμ γμαα τα τα;; ού ο ύ κ έσ τιν, ώ ά ρι ρισσ τε ά νδ νδρρ ώ ν είμή είμή σύ βούλει β ούλειάά πο ποκκ ρί ρίνα νασσ θα θαιι, έγ έγώ σ οιλέ οιλέγγω κ α ίτοι οιςς ά λλ λλοο ις τουτοισ ί. ά λλ λλάά τό έπ έπίίτού τούτφ τφ γε ά π ό κ ρ ινα ναιι· εσ θ ’ δσ δσττις δαιμόνια μέν νομίζει πράγματ’ είναι, δαίμονας δέ ού νομίζει; Ο ύκ έσ τιν. Ώ ς ώ νησ νησαα ς δτ δτιι μ όγ όγιις ά πεκρί πεκρίνω νω υπ υπόό του ουττω νί α να ναγκ γκαα ζό μενος. ούκοϋν δαιμόνια μέν φής με καί νομίζειν καί διδάσκειν, ε’ίτ’ ο ύ ν κα κ α ινά εϊτε πα π α λα ιά , ά λ λ ’ ο ύ ν δα δαιιμ ό νι νιάά γε νομ ίζω κ α τά τόν σ όν λόγον, κα κ α ί τα ΰ τα κ α ί δι διωω μ όσ όσωω έν τη α ντ ντιι γραφφ ή . εί δέ δα γρα δαιιμ όνι όνιαα νομ νομίίζω , κα κ α ί δα δαίίμ ονα οναςς δή δήπο πουυ πολλή ά νά νάγκ γκηη νο νομμ ίζε ζειιν μέ μ έ έσ έστι τινν ο ύ χ ού ού τω ς έχε χειι; έχειδή· τίθη μ ι γά γάρρ σε ό μ ολ ολογο ογοϋντ ϋνταα , έπει πειδή δή ούκ ού κ άπ ά π οκ οκρί ρίνη νη.. το ύ ς δέ δα δαίίμ ο να ναςς ο ύχί ή τοι θεο θεούύ ς γε ή γού γούμμ εθα ή θθεεώ ν ππαα ϊδα δαςς; φ ή ς ή ου; Π άνυ γγεε. Ο ύκ ύκοϋ οϋνν εϊ εϊπερ δα δ α ίμ ονα οναςς ή γοΰμ γοΰμαα ι, ώ ς σύ φ ή ς, εί εί μ έν θεο θεοίί τινές είσ ιν οί ο ί δα ίμ ο νες, το ΰ τ’ ά ν εϊη ö έγώ φ η μ ί σ ε αί α ίνί νίττ ττεσ εσ-θ α ικ α ίχα χαρρ ιεν ενττίζεσ εσθα θαιι, θεο θεούύ ς ούχ ού χ ηγούμ ηγο ύμ ενον φ ά να ναιιμε θεο θεούύ ς αύ ήγεισθαι πάλιν, έπειδήπερ γε δαίμονας ήγοΰμαι- είδ’ αύ οίδα οί δαίίμ ο νε νεςς θ εώ ν πα π α ΐδές εί είσ ιν νόθ νό θ ο ι τινές ή έκ νυ νυμμ φ ώ ν ή τινω ν άάλλω λλω ν ώ ν δή κα κ α ί λέ λέγγοντ ονται αι,, τί τίς ά ν άάνθρ νθρώώ π ω ν θεώ ν μέ μένν π α ϊδ α ς ή γο γοΐΐτο είναι ναι,, θ εο εούύ ς δέ μή; ομο ομ ο ίω ς γά γάρρ ά ν ά τοπ τοποο ν ειη ώ σ περ ά ν εϊ εϊ τις ίπ π ω ν μέ μ έν πα ϊδα ς ή γοΐ γοΐττο ή κ α ί δνω ν, τού τούςς ή μ ιόνο όνους υς,, ϊπ ϊπ π ο υ ς δέ κ α ί ο νου νουςς μή ή γοΐ γοΐττο είναι ναι,, ά λλ λλ’, ’, ώ Μ έ λητεε, ούκ έσ τιν δπω ς σύ τα λητ τα ΰτα ο ύχί α πο ποππ ειρ ώ μ εν ενος ος ημ ημώώ ν έγράψ ω τή ν γρα γρα φ ή ν τα ύτ ύτηη ν ή ά πο πορώ ρώ ν δτι δτι έγκαλο γκαλοΐΐς έμοί α λη θές α δί δίκκ η μ α - δπ δπωω ς δέ σύ τινα π εί είθο θοιις ά ν κα ί σ μ ικρ κρόν όν νοΰνν έχοντ νοΰ έχονταα ά νθρ νθρώώ π ω ν, ώ ς τοΰ α ύτ ύτοΰ οΰ έσ τιν κ α ί δα δαιιμ όνι όνιαα κ α ί θ εί είαα ή γεισ θα ι, κα κ α ί α ύ το το ΰ α ύ το ΰ μ ή τε δ α ίμ ο να ς μ ήτ ήτεε θ εο εούύ ς μ ήτ ήτεε ή ρω α ς, ούδεμί ού δεμίαα μ η χανή έστ στιιν.
Traducción española
151
¿Existe algún hombre, Meleto, que crea que hay cosas humanas pero pe ro no crea cre a que haya ho homb mbres res?? Qu Quee respo res pond nda, a, atenien ate nienses, ses, y no protes pro teste te tanto. ¿Existe ¿Exist e alguien alg uien que qu e no crea cr ea en los caballo cab alloss pero sí s í en las cosas de caballos? ¿Existe alguien que no crea en los flautistas pero pe ro sí en cosas c osas de flauti fl autistas stas?? No lo hay, hay, querido. querid o. Si no quieres quiere s res re s ponder pon der,, yo te lo digo dig o y lo digo dig o tam ta m bién bi én a todo to doss éstos. Co Conté ntésta stame me ahora: ¿existe alguien que crea que hay cosas demónicas pero no crea en démones? -No, no existe. -H a s hecho bien bie n en contesta cont estarr a duras dura s penas, penas , obligado po porr éstos, [c] Dices, pues, que creo en cosas demónicas y las enseño, sean nue vas o viejas, pero que creo en cosas demónicas, según tus palabras, y lo has jurado jura do en la acusación. acusación. Si creo en cosas demónicas, dem ónicas, es bien bie n necesario que crea que existen démones, ¿no? Sí. Ya que no res pond po ndes es,, interp int erpret retoo que estás de acuerd ac uerdo. o. ¿No pensam pen samos os que los déd é- [d] mones son o dioses o hijos de dioses? ¿Sí o no? -Sí. -Luego si acepto démones, como tú mismo dices, si los dé mones son dioses, resulta lo que vengo afirmando: que nos pro pone po ness un en enig igm m a por po r div d ivers ersión ión,, ya qu quee dices dic es qu quee no n o acept ace ptoo dioses dio ses y dices también que sí acepto dioses, puesto que acepto démones. Y si los démones son hijos de dioses, bastardos que han tenido con las ninfas o con las demás mujeres de las que se dice que los tuvieron, ¿qué hombre hay que piense que existen hijos de dioses pero pe ro que no existen exi sten dioses? diose s? Sería igual igu al de extrañ ext rañoo que si uno u no pen p en-- [e] sara que existen hijos de caballos o de asnos, los mulos, pero pensa pen sa ra que no existen ni los caballos ni los asnos. No queda otra, Mele to, sino sino que me has lanzado esta acusación para ponem pon emos os a prueba, prueba, porq po rque ue no con concib ciboo que me estés est és acusa acu sand ndoo de ningú nin gúnn de delit litoo ve verd rda a dero. No hay recurso alguno por el que puedas convencer a nadie, po p o r po poca ca inte in teli lige genc ncia ia que po pose sea, a, de qu quee el m ism is m o ho homb mbre re acepta ace pta cosas demónicas y divinas y no acepta ni démones, ni dioses, ni [28 a] a] héroes.
1 52
Texto g rie g o
3. La L a seg se g u n d a pa p a r t e d el p r i m e r d iscu is curs rsoo de S ó cra cr a tes te s Ά λλ λλάά γά ρ, ώ ά νδ νδρε ρεςς ’Α θηναί θηναίοι οι,, ώ ς μέ μένν έγώ ούκ ά δικω κα τά τή ν Μ ελήτ λήτου ου γραφ γρα φ ή ν, ού πολλή πολλήςς μοιδ μοιδοκ οκεεΐείναι α πο πολο λο γίας, άλλα ικανά καί ταΰτα· ô δέ καί έν τοΐς έμπροσθεν έλεγον, ο τιπο ιπολλ λλήή μ οιά οιάππ έχθει έχθειαα γέ γέγονεν γονεν κ α ίπ ρ ό ς πολλ πο λλού ούςς, εύ ί'στε δτι άληθές έστιν. καί τοΰτ’ έστιν δ έμέ αίρήσει, έάνπερ αίρή αί ρή,, ού Μ έλητ λητος ος ουδ ουδέέ ’Ά νυτ νυτος ος ά λλ’ ή ττώώ ν πο πολλώ λλώ ν δδιιαβ αβολή ολή τε κ α ίφ θό θόνος νος,, ά δή πολλού π ολλούςς κ α ίάλλο άλλους υς κα καίίά γα γαθο θούύ ς ά νδρα νδραςς [b] ή ρη κεν, οίμ α ι δέ κ α ί αίρή ρήσσ ει· ούδέν δέ δει δεινό νόνν μή έν έμ έμοοίστη. ’Ίσ Ίσωω ς δδ’’ α ν οούύ ν εεΐΐπ ο ιτις, « Ε ίτ’ ού ούκκ ααιισ χύνη χύνη,, ώ Σ ώ κ ρ α τες ες,, τοιοΰτον επιτήδευμα έπιτηδεύσας εξ οΰ κινδυνεύεις νυνί ά π ο θα νεΐ νεΐν» ν»;; έγώ δέ το ύ τφ α ν δίκ δίκ α ιο ν λόγον λό γον άντ ά ντεί είπ ο ιμ ι, δτι «Ο ύ κ α λώ ς λέ λέγε γειις, ώ ά νθρ νθρωω π ε, είοί είοί'ειδε 'ειδεΐΐν κί κ ίνδυ νδυνο νονν ύπο ύπ ο λο λογί γίζεσσ θα ιτοΰ ζή ν ή τεθνάνα ζε τεθνά ναιιά νδρ νδραα δτ δτου ου τικ α ίσ μ ικρ κρόν όν όφ ό φ ελο λοςς έσ τιν, άλ ά λ λ’ ού ούκκ εκείνο μ όνο όνονν σσκο κοπεΐ πεΐνν δταν δτα ν ππρρ ά ττη , πό π ό τερο ερονν δίκα δί κα ια ή ά δι δικκ α πρ πράά ττει, κα κ α ί ά νδρό νδρόςς ά γα γαθο θοΰΰ έργα ή κα κακο κοΰ. ΰ. [c] φ α ΰλ ΰλοι οι γά γάρρ αανν τώ γε σω λό λόγφ γφ είεν τώ ν η μ ιθέω ν όσ όσοι οι έν Τ ρ ο ία τετ ετελευτήκ ελευτήκαα σ ιν οιτ οι τε άλλο άλ λοιι κ α ί ό τή τή ς Θ έτ έτιιδο δοςς ύό ύόςς, δς τοσ οΰ οΰττον τοΰ τοΰ κι κινδύνου νδύνου κα καττεφ ρό ρόνησ νησ εν πα ρ ά τό α ισ χρόν τι τι ύπομ ύπ ομ εΐνα ναιι ώ σ τε, έπει έπειδή είπεν ή μήτ μ ήτηρ ηρ α ύτ ύτωω π ρ ο θυ θυμμ ο υμ ένφ Έ κ το τορρ α ά πο ποκτε κτειιναι ναι,, θεό θεό ς ούσ ούσα, α, ούτ ούτωω σ ί πω ς, ώ ς έγώ οίμαι· “ΤΩΩ πα “Τ παΐΐ, είτ ίτιιμ ω ρή ρήσσ εις Π α τρό ρόκλω κλω τώ έτα ίρω τόν φ όνο όνονν καί κα ί "Ε κτορα ά πο ποκτε κτενε νεΐΐς, αύτός α ύτός ά π ο θα νή α ύτίκα γάρ το ι”, φησ φ ησίί, “μ εθ’ Έ κ τορ α πό πόττμ ος έτ έτοι οιμμ ος ος”” ό δέ το ΰ τ’ ά κο κούσ ύσ α ς τοΰ μέ μένν [d] θα νά νάττο υ κα κ α ί τοΰ κι κ ινδύνο νδύνουυ ώ λι λιγώ γώ ρη ρησσ ε, πο πολύ λύ δέ μ ά λλο λλονν δε δείίσ α ς τό ζήν κα κ α κ ό ς ώ ν κα ί το ΐς φ ίλο λοιις μή τιμ ω ρ εΐν, “Α ύ τίκ α ” , φ η σ ί, “τεθ “τεθ να ναίίη ν, δί δίκκ η ν έπι έπ ιθεί θείςς τφ ά δι δικκ ο ΰ ντι, ινα μή ένθ ένθάά δε μέννω κα μέ καττα γέ γέλα λασσ τος π α ρ ά νηυσ ίκορω νίσ ιν άάχθο χθοςς ά ρο ρούρ ύρηη ς”. μή α ύτόν οϊ οϊεειφ ρο ροντ ντίίσ α ιθα νά νάττο υ κ α ί κ ινδύνου νδύνου;» ;» Ο ΰτ ΰτωω γάρ έχειώ ά νδρες ’Α θη να ναίίο ιτή ά λη ληθε θείία · ού α ν τις εα υ τό ν τά τά ξη ή γη γησσ ά μ ενος βέλτι βέλτισ τον είνα είναιι ή ύ π ’ ά ρ χο χοντ ντοο ς ταχθ τα χθήή , έντα ένταΰΰ θ α δε δειι, ώ ς έμ οί δο δοκεΐ κεΐ,, μ ένοντ ένονταα κ ινδυ νδυνεύει νεύειν, μηδέν ύπολογιζόμενον μήτε θάνατον μήτε άλλο μηδέν προ
T r ad uc ción e s p a ñ o la
15 3
3. La L a seg se g u n d a pa p a r t e de dell p r i m e r disc di scuu r so de S ó crat cr ates es Atenienses, me parece que no se necesita prolongar la defensa defensa respecto de que no he delinquido conforme a la acusación de Me leto, sino que ya basta. A propósito de lo que antes dije, sobre que he suscitado en muchos mucho mu cho odio, sabed sab ed bien que es es verdad. verdad. Es E s to es lo que me va a condenar, si me condena, pero no Meleto ni Anito: la calumnia y la envidia de la gente. gente. Seguro que ya antes antes ha condena cond enado do a muchos muc hos otros hombres hom bres bue bueno noss y seguirá seguir á condenándo conde nándo-- [b] los. No será nada raro que la cosa no pare en mí. Quizá alguien diga: «¿No te avergüenzas, Sócrates, de dedicar te a tal ocupación que por ella bien puede ser ahora que vayas a morir?». A quien dijera esto, esto, le contestaría yo estas justas palabras palabras:: «No hablas como se debe, amigo, si piensas que tiene que calcu lar las posibilidades de vida o muerte el hombre que vale algo. Es te hombre, cuando actúa, sólo debe mirar si lo que hace es justo o injusto; si es la obra propia de un hombre bueno o la de uno malo. De acuerdo con lo que dices, serían hombres carentes de valor to- [c] dos los semidioses que murieron en Troya, incluido el hijo de Tetis, que despreció tal riesgo al compararlo con la maldad, cuando su madre, que era una diosa, estando él deseando matar a Héctor, le habló así, así, según creo: creo: «Hijo mío, si vengas la muerte de tu ami go Patroclo y matas a Héctor, tú mismo morirás, pues en seguida después de la de Héctor está dispuesta tu muerte». Al escucharla, él tuvo en poc pocoo la muerte mu erte y el riesgo, riesgo , po porqu rquee tem te m ía mucho más vi- [d] vir siendo cobarde y sin vengar a los amigos; y respondió: «Mue ra yo en seguida, tras haber hecho justicia con el injusto, y no me quede aquí, cubierto de ridículo, junto a las naves cóncavas, como pes p esoo m ue uert rtoo de la tierra» tie rra».. ¿Crees ¿C rees que pe pens nsóó en la muert mu ertee y en el riesgo? Así es en verdad, verdad, atenienses. Cuando uno u no se ha situado en un lu lu gar porque ha pensado que era el mejor, o porque le ha colocado en él quien le manda, me parece que es preciso afrontar ahí el peligro, sin calcular ni la muerte ni ninguna otra cosa que no sea el mal. Yo
1 54
[e]
[29 a]
[b]
[c]
[d]
Texto g rie g o
τοϋ α ισ χρού χρού,, έγώ ού ούνν δει δεινά α ν ει ειη ν εί είργα ργασσ μ ένος νος,, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θ η να ίο ι, εί δτε μ έν με οί ά ρ χο χοντες ντες έτ έταα ττον τον,, ο ΰ ς ΰμ εΐς εΐλεσθε λεσ θε άρ ά ρ χε χειιν μου, μ ου, κ α ί έν Π ο τειδα ία κ α ί έν Ά μ φ ιπ ό λ ει κ α ί έπί Δ η λί λίωω , τότε μέν μέν ού έκ εΐνοι ετ εταα ττο ν εμ ενον ώ σ π ερ κα κ αί άλλος τις καί έκινδύνευον άποθανειν, του δέ θεού τάττοντος ος,, ώ ς έγώ φ ή θη ν τε τε κ α ί ύπ ύπέέλα λαβο βον, ν, φ ιλο λοσσ οφ οϋ οϋντ ντάά με δε δεΐΐν ζην καί έξετάζοντα έμαυτόν καί τούς άλλους, ένταϋθα δέ φ ο β η θεί θείςς ή θά να το τονν ή ά λ λ ’ ό τιο ΰ ν π ρ ά γμ α λί λίππ ο ιμ ι τή ν τά ξιν. δει δεινό νόνν τά τά ν εί εί'η, κα κ α ί ώ ς ά λ η θώ ς τό τότ’ τ’ α ν με δι δικκ α ίω ς εί είσ ά γοιι τις ει γο εις δι δικκ α σ τή τήρρ ιο ν, ο τι ού νο νομμ ίζω θ εο εούύ ς είνα ναιι α π ει ειθθ ώ ν τή μ α ντ ντεί εία κ α ί δεδι δεδιώώ ς θ ά να τον κ α ί ο ίό μ εν ενοο ς σ ο φ ό ς είνα ναιι ούκκ ώ ν. τό ού τό γά γάρρ τοι θά να ναττο ν δεδιέναι ναι,, ώ ά νδρες νδρες,, ού ούδέν δέν άλλο έσττιν ή δο έσ δοκκ εΐ εΐνν σο σ ο φ ό ν είνα ναιι μ ή όντ όνταα · δο δοκκ εΐν γάρ γά ρ εί είδέν δέναα ι έσ τίν ά ούκ οίδεν. οίδε μέν γάρ ούδείς τόν θάνατον ούδ’ εί τυγχά υγχάνε νειιτώ ά νθρ νθρώώ π φ π ά ντ ντωω ν μ έγισ τον ον τώ ν ά γα γαθώ θώ ν, δε δε-δίαα σ ι δ ’ ώ ς ευ εί δί είδό δότε τεςς δτι μ έγισ το ν τώ τώ ν κα κ α κ ώ ν έσ τι. κ α ί το ύ το πώ π ώ ς ο ύκ ά μ α θ ία έσ τιν α ΰτη ή επ ο νε νείίδι δισσ το ς, ή τοϋ τοϋ ο ϊεσ εσθα θα ι είδένα δέναιιά ο ύκ οί οίδε δεν; ν; έγώ έγώ δ ’, ώ ά νδρ νδρες ες,, τού το ύ τφ κ α ίεν τα ύθ ύθαα ϊϊσσ ω ς διαφ έρω τώ ν πολλ πολλώώ ν ά νθ νθρώ ρώ πω ν, καί είδή τφ τφ σ οφ ώ τερός του φ α ίη ν εί είναι ναι,, το το ύ τφ ά ν, δτιού ούκκ είδώ ς ίκ α νώ ς π ερί τώ ν έν "Α ιδο δουυ ο ύ τω κ α ί οί οί'ομ 'ομαα ι ο ύ κ είδέ δέναι ναι·· τό δέ άδιάδικεΐνν κα κεΐ κ α ί ά π ει ειθεΐ θεΐνν τώ τώ βελτ βελτίίονι κ α ίθεώ κ α ί ά νθ νθρρ ώ π ψ , δτικ α κόνν κα ί α ισ χρό κό χρόνν έέσσ τιν οίδα οίδα.. πρ π ρ ό ο ύν τώ τώ ν κκαα κ ώ ν ώ ν οίδα οίδα δτ δτιι κ α κ ά έσ τιν, ά μή οοίίδα είκα ί ά γα γαθά θά ό ντ νταα τυ γχά γχάνε νειι ο ύδ ύδέέπ ο τε φ ο β ή σ ο μ α ιού ούδέ δέ φ εύξομ ύξομαα ι· ώ σ τε ο ύ δ ’ ειμ ιμεε νυν υμ είς ά φ ίετε ’Α νύ νύττφ ά πι πισσ τή σ α ντ ντεες, ος ο ς έφ η ή τή τή ν άρχή ά ρχήνν ού δε δεΐΐν εμέ εμέ δεύρο είσελθεΐν ή, έπειδή είσήλθον, ούχ οίόν τ’ είναι τό μή ά π ο κ τεΐνα ναίί με με,, λέγω λέγω ν π ρ ό ς ύμ α ς ώ ς, εί δι διαα φ ευξοί υξοίμμ η ν, ήδη ά ν ύμώ ύμ ώ ν οί ύει ύειςς έπ ιτη δεύο δεύοντ ντες ες ά Σ ω κ ρ ά τη ς δι διδά δάσσ κ ειπ ά ντ ντες ες π α ντ ντάά π α σ ι δι διαα φ θα ρ ή σ ο ντ νταα ι - ει μοι π ρ ό ς τα ύ τα ειποι ποιττε· «ΤΩ μ έν ’Α νύ νύττφ ού π εισ όμ εθα ά λλ λλ’’ ά φ ίεμ έν κρα , ν ϋ ν μέ σ ε, έπί έπ ί το τούύ τφ μ έντ ντοι οι,, έφ ’ φ τε μη μ η κ έτ έτιι έν τα τα ύ τη τή ζητή ζητήσσ ει διαα τρί δι τρίββ ει εινν μμηη δέ φ ιλ ο σ ο φ εΐ εΐνν δέ ά λώ ς έτι το ϋτο πρά πρ ά ττω ν, ά π ο θ α νή » - εί ο ύν με, με, δπ δπερ ερ εί είπ ο ν, επ επ ί το ύ το ις ά φ ίοι οιττε, εϊπ οι οιμμ ’ ά ν ύμ ύμΐΐν δτ δτιι « Έ γώ ύμ ύμαα ς, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη να ναίίο ι, άσ ά σ πά ζο μ α ι μ έν καί κα ί φ ιλώ , πε π είσ ο μ α ι δέ μάλλο μά λλονν τώ θ εφ ή ύμΐ ύμ ΐν, κα κα ί
Traducción española
155
habría hecho cosas terribles, atenienses, si cuando quienes me man- [e] daban me asignaron mi puesto, los jefes jef es que vosotros habíais esco gido para que mandaran sobre mí, tanto en Potidea como en Anfí polis pol is y en Delión D elión,, me m e quedé dond dondee me m e ordenaro ord enaron, n, como los demás, y arrostré el riesgo de morir; pero cuando es el Dios el que me or dena, como pensé y lo acepté, acepté, que yo debo vivir como filósofo filós ofo y de bo examin exa minarme arme a mí y exam e xaminar inar a los demás, entonces, ento nces, po p o r miedo a [29 a] la muerte o a cualquier otra cosa, abandonara mi puesto. Esto sí que sería terrible, terrible, y con mucha verdad v erdad y justicia jus ticia me hubiera debi do en tal caso traer cualquiera ante el tribunal, porque sería que no creo que existen los dioses, ya que no hago caso de su oráculo, y temo la muerte y pienso que soy sabio sin serlo. Porque temer la muerte, atenienses, no es sino creer ser sabio no siéndolo, ya que es creer que se sabe lo que no se sabe. Nadie conoce la muerte ni sa be si no resul res ulta tará rá ser se r el mej m ejor or de todo to doss los bien bi enes es pa para ra el homb h ombre, re, pero pe ro todo to doss la tem te m en como com o si supie su pieran ran m uy bien bi en que es el mayor ma yor de [b] los males. ¿Cómo no va a ser ésta la ignorancia más vituperable: creer cree r saber lo que no se sabe? Yo, atenienses, atenien ses, seguramente seguram ente es en en es to en lo que me diferencio de la gente, y si en algo dijera que soy más sabio que otros, diría que en esto: en que ya que no sé lo bas tante sobre las cosas que hay en Hades, pienso que las ignoro; en cambio, que delinquir y desobedecer al que es mejor, tanto si es Dios como si es hombre, es malo y vergonzoso, esto sí lo lo sé. sé. De mo mo do que por males que sé que son males jamás temeré ni rehuiré lo que no sé si no resultará ser un bien. Así que, tanto si me absolvéis, [c] sin prestar presta r oídos oídos a Anito, que ha dicho que o bien habría habido que empezar por no conducirme hasta aquí, o, una vez que he venido, no queda otro remedio que hacerme morir, ya que os ha dicho que si escapo de ésta vuestros hijos se van a dedicar a lo que Sócrates enseña y se van todos todos a echar a perder por completo com pleto...; ...; si me decís decís luego: luego: «No vamos a hacer hace r caso a Anito, Sócrates, sino que te absol absol veremos, con la única condición de que jamás vuelvas a pasar tu tiempo en tu investigación y viviendo como un filósofo, de modo que si se te sorprende sorpren de volviendo volviend o a las andadas andad as m orirá or irás» s»... ... Si, Si, como [d] digo, fuerais a absolverme con esta condición, os tendría que hablar así: así: Yo, atenienses, os aprecio y os quiero bien, pero p ero he de obedecer ob edecer
156
[e]
[30 a]
[b]
[c]
Texto griego
έω σ πε περρ α ν εμ εμ πνέ πνέωω κ α ί οί οίός ός τε ώ , ού μή πα π α ύσ ω μ α ι φ ιλοσ οφ ώ ν κα κ α ί ύμ ύμΐΐν πα π α ρα κ ελευό λευόμμ ενός ττεε κ α ί ένδε νδειικνύ κνύμμ ενος ο τφ α ν ααεεί έντ ντυγχάνω υγχάνω ύμ ύμώώ ν, λέγ λέγω ν οί οίάά περ εϊω θα θα,, δτι “Τ “ΤΩΩ ά ρι ρισσ τε ά νδρ νδρώώ ν, ’Α ’Α θη να ναίίο ς ώ ν, πόλ π όλεεω ς τή ς μ εγίσ της κα ί εύ δο δοκκ ιμ ω τά τη ς εις σ οφ ία ν κα ί ίσ χύν, χρη μ ά τω ν μέ μ έν ούκ α ισ χύν χύνηη επι πιμμ ελού λούμμ ενος δπ δπωω ς σοι εσ τα ι ώ ς πλ πλεεισ τα , κα καί δόξη δό ξηςς κ α ί τιμ ή ς, φ ρ ο νή νήσσ εω ς δέ κ α ί ά λ η θεί θείαα ς κ α ί τή ς "ψ "ψυχ υχής ής οπω ς ώ ς έ λ τ ι τ η ε σ τ . ούκ ού κ επι επιμμ ελή ο ύ δ έ φ ρ ο ντί ντίζε ζειις;” κα ί εά ν τι τις ύμ ώ ν άάμμ φ ισ βη βηττή κ α ί φ ή έπι πιμμ ελεΐ λεΐσσ θα θαιι, ούκ ο ύκ ευθ ευθύύ ς ά φ ή σ ω α ύτόν οούύ δ’ ά πε πειιμ ι, ά λλ λλ’’ έρή ρήσσ ομ α ι α ύτ ύτόν όν κα καίε ξ ε καα ί έλέ λέγγξω , κα κ α ί εά ν μοι μή δοκή δοκ ή κ εκτήσ θα ι ά ρε ρεττή ν, τ ά σ ω κ φ ά να ι δέ, ό νει νειδι διώώ δτι τά π λεί λείσσ το υ ά ξι ξιαα π ερ ερίί ελά ελάχι χισσ το υ π ο ιείτα ι, τά δέ φ α υ λ ό τερα π ερί π λεί λείοο νο νοςς. τα ΰ τα κ α ί νε νεωω τέρ φ κ α ί πρ πρεεσ β υτ υτέέρφ δτ δτφφ άν έντ έντυγχ υγχάά νω ποι ποιήσ ήσ ω , κα ί ξένω κ α ί ά σ τφ , μ ά λλο λλονν δέ το ϊς ά σ τοΐ οΐςς, δσ δ σ φ μ ου έγ έγγυτ γυτέρω έρω έστέ γέ γέ-νειι. τα νε ταΰΰ τα γά γάρρ κ ελε ελεύύ ει ό θεός θεό ς, εύ ισ τέ, κα κ α ί έγώ οί οί'ο 'ομμ α ι ο ύ δέν π ω ύμ ύμΐΐν με μ εΐζον ά γα γαθό θόνν γενέσ γενέσ θα ι έν τή π ό λει ή τή τή ν έμ έμ ήν τφ τφ θεώ ύπη ύπηρε ρεσσ ίαν, ούδέ ούδένν γάρ άλλο π ρά ττω ν έγ έγώ περι περιέέρχομ α ι ή πεί π είθω ν ύμώ ύμ ώ ν κα ί νε νεωω τέρο ρους υς κ α ί πρ πρεεσ β υτέ υτέρο ρους υς μή μήττε σ ω μ ά τω ν έπι πιμμ ελεΐσ θα θαιι μή μήττε χρη χρημμ ά τω ν π ρ ότε ότερο ρονν μ ηδέ ούτ ούτωω σ φ όδ όδρα ρα ώ ς τή ς ψ υχή υχήςς δπ δπωω ς ώ ς ά ρί ρίσσ τη εσ ται αι,, λέγω λέγω ν δτ δτιι “Ο ύκ έκ χρη χρη μ ά τω ν άρετ ά ρετήή γίγν γνεετα ι, άλλ ά λλ’’ έξ α ρετ ρετήή ς χρή χρήμμ α τα κ α ί τά ά λλα ά γα γαθά θά τοΐ οΐςς ά νθρ νθρώώ π ο ις άάππ α ντ νταα κ α ί ιδί δίαα κα ί δημμ οσ ία ”, εί μέ δη μένν ούν τα τα ΰτα λέ λέγω γω ν δια δια φ θεί θείρρ ω τού ούςς νέ νέου ουςς, ταϋϋ τ’ ά ν εϊη β λα τα λαββ ερ ά ' εί εί δέ μέ φησιν άλλα λέγειν ή τα ΰ τα , ού ο ύ δέν λέ λέγγει, π ρό ρόςς τα ΰτα» ΰτα»,, φ α ίη ν άν, «ώ ά νδρες ’Α θη θηνα ναίίο ι, ή πε π είθεσ θεσθε θε Ά νύ τφ ή μή, μ ή, κα ίή ά φ ίετε ή μή άφ ά φ ίετε, ώ ς έμ οϋ ούκ άν ά ν πο ποιιή σ οντ οντος ος ά λλα λλα,, ο ύ δ ’ εί μέλ μέλλω λω πο πολλά λλά-κίς τεθνάναι».
Μ ή θορυ θο ρυββ είτε, ώ ά νδρες ’Α θη θηνα ναίίο ι, ά λλ λλ’’ εμ μ είνατ νατέέ μ οι οίςς έδε οί έδεήή θη θηνν ύμ ύμώώ ν, μή θο θ ο ρ υ β εΐν έφ ’ οί οίςς ά ν λέ λέγω γω ά λλ λλ’’ ά κ ο ύ ει εινν κ α ί γάρ γάρ,, ώ ς έγώ οί οίμμ αι αι,, ονήσ εσ θε ά κο κούο ύοντ ντεες. μ έλλω γάρ ού ούνν ύμΐ ύμ ΐν έρεΐ έρεΐνν κα κ α ί ά λλα έφ ’ ο ίς ϊσ ω ς βο βοήή σ εσ θε θε·· ά λλ λλάά μ η δα δαμμ ώ ς ποι πο ιείτε τοΰ οΰττο. εύ γάρ γά ρ ί'στ 'στεε, εάν εά ν με μ ε ά π ο κ τείνη νηττε
Traducción española
157 15 7
antes al Dios que a vosotros; así que mientras respire y sea capaz de ello, no dejaré de vivir como filósofo y de exhortaros y conminaros, a cualquiera de vosotros a quien me encuentre, diciéndole lo que suelo: «Querido amigo, que eres ateniense, ciudadano del Estado más poderoso y más célebre por su sabiduría y su fuerza, ¿no te avergüenzas de cuidarte de tener todo el dinero posible, y de la re putac pu tació iónn y los honores hon ores,, mient m ientras ras que no te ocup ocupas, as, en lo que hace hac e a la sabiduría, la verdad y el alma, de cómo llevarlas a perfección, ni piensas pien sas en tal cosa?». Y si alguno de vosotros no está de acuerdo con estas palabras mías y dice que sí se cuida de este asunto, no lo sol taré sin más ni me marcharé, sino que lo interrogaré, inte rrogaré, lo examinaré y lo pondré a prueba, y si me parece que no ha alcanzado la excelen cia, aunque dice que sí, lo vituperaré vituperaré porque porq ue pospone posp one lo que más vale a lo que vale menos y prefiere las cosas fútiles. Haré esto con cualquiera que me encuentre, joven o viejo, extranjero o ateniense, pero pe ro sobre todo tod o con los ateniense ateni enses, s, ya que me sois más próxim pró ximos os po p o r la estirpe. estirpe . Y es que esto es lo que me orde or dena na el Dios, sabedlo bien, bien , y po porr mi parte pa rte creo que para par a vosot v osotros ros no hay h ay mayor bien bie n en el Estado que mi servicio del Dios. Porque voy de un sitio a otro sin hacer hace r otra cosa que tratar de persuadiros, ya seáis jóvenes jóven es o viejos, viejos, de que no os cuidéis del cuerpo cuer po ni del dinero ni antes ni con más em peño peñ o que del alma: de cómo cóm o será excelent exce lente; e; y os digo que la exce ex ce lencia no procede del dinero, sino que es por la excelencia como la riqueza y todo lo demás llega a ser bueno para el hombre, tanto en lo que hace a lo privado como en lo público. Si po porr decir esto corrom corrom po a los jóvenes, jóv enes, lo que digo sería nocivo; y si alguien algu ien afir a firma ma que di go algo que no sea esto, su afirmación no vale nada. Después de to do lo cual os diría: «Atenienses, tanto si hacéis caso a Anito como si no, tanto si me absolvéis absolv éis como com o si no, yo no po podr dréé hacer otra cosa, aunque deba d eba morir por ello ello muchas veces» veces».. No N o prot pr otes esté téis is,, aten at enie iens nses es,, sino p e rman rm anec eced ed como com o os ped pedí,í, sin pro p rote test stas as co cont ntra ra lo que estoy dici di cien endo do,, sino sin o oy oyénd éndom ome, e, que creo que os será de provecho oírme. Todavía voy a afirmar otras cosas contra las que seguramente gritaríais; pero no lo hagáis en modo alguno. Comprended que si me matáis siendo como digo que soy,
[e]
[30 a]
[b]
[c]
158
[d]
[e]
[31 a]
[b]
[c]
Texto Texto griego grieg o
το ιοΰ οΰττο ν όντ ό νταα οι οιον ον έγώ έγώ λέ λέγγω , ούκ ο ύκ έμέ με μ είζω β λά λάψψ ετε ή υμ ά ς α ύτ ύτσσ ύς ύς-- έμέ μ έν γά γάρρ ού ούδέν δέν α ν β λά λάψψ ειεν ούτ ού τε Μ έλη ληττος ού ούττε ’Ά νυ νυτος· τος· ο υ δέ γά γάρρ άν ά ν δύ δύνα ναιιτο· ού γά γάρρ οι ο ιο μ α ι θεμ ιτό ν είνα ναιι άμείνονι άνδρί ύπό χείρονος βλάπτεσθαι. άποκτείνειε μέν τα ν ϊσ ω ς ή έξε ξελά λάσσ ειεν ή άτ ά τιμ ώ σ ειεν ά λλά τα ΰ τα ο ύ το ς μ έν ίσ ω ς οί οί'ε 'εττα ι κ α ί ά λλο λλοςς τις π ου μ εγάλ γάλαα κ α κ ά , έγώ δ ’ ού ούκκ οί'ομαι,, άλλά μαι ά λλά ππολύ ολύ μ άλλον ε ΐν ΐ ν â ούτος νυνί ποιεί, άνδρα α δί δίκκ ω ς έπ ιχε χειιρεΐ ρεΐνν άπ ά π ο κ τεινύ νύνα ναιι. νΰν νΰ ν ούν, ού ν, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θ η ναίοι ναί οι,, πολ π ολλο λοΰΰ δέ δέωω έγώ υπ υπέρ έρ έμ έμ α υτοΰ ά π ο λο λογε γεΐΐσ θα ι, ώ ς τις ά ν οϊ οϊοι οιττο, άλλ ά λλάά ύπ ύ π έρ ύμ ώ ν, μή τι έξα ξαμμ ά ρ τη τε π ερ ερίί τή ν τοΰ θεοΰ δόσ δόσιιν ύμ ύμΐΐν έμ έμ οΰ κα κ α τα ψ η φ ισ ά μ ενοι νοι.. έά ν γάρ έμέ άποκ άπ οκ-τείνη νηττε, ού ο ύ ρ α δί δίωω ς ά λλ λλον ον το το ιο ΰ το ν εύρήσ εύρή σ ετε, άτ ά τεχ εχνω νω ς, είκα είκ α ί γελο γε λοιιό τερο ερονν εί είπ εΐν, πρ π ρ οσ κ είμ εν ενοο ν τη τη π ό λειύ π ό τοΰ θεο θεοΰΰ ώ σ περ ϊπ ϊπ π ω μ εγάλφ μέ μένν κα ί γε γενν νναα ίψ , ύπό ύπ ό μ εγέ γέθου θουςς δέ δέ νω θε θεσσ τέρω κ α ί δεομ δεομέν ένφφ έγε γείίρεσ ρεσθα θαιιύ π ό μ ύω π ός τίνος νος·· οί οίον ον δή μ οι δοκεΐ ό θεός έμέ τή πόλει προστεθηκέναι -τοιοΰτον τινα δς υμ ά ς έγ έγεείρω ν κα κ α ί π είθω ν κα κ α ί ό νειδί δίζζω ν ενα έκα έκασσ τον ούδ ο ύδέέν π α ύ ο μ α ιτή ν η μ έρα ρανν δλην π α ντ νταα χοΰ πρ π ρ ο σ κ α θί θίζζω ν. τοι οιοΰ οΰττος ο ύν άλλ ά λλος ος ού ρ α δί δίωω ς ύμ ύμΐΐν γε γενήσ νήσ ετα ι, ώ ά νδρ νδρεες, ά λ λ’ έά ν έμ οί οίππ είθη σ θε, φ είσ εσ θέ μου· ύμ ύμεεΐς δ ’ ϊσ ω ς τά τάχ’ χ’ ά ν άάχθόμ χθόμ ενοι,, ώ σ περ οί νοι οίνυσ νυσ τά ζοντ ζοντες ες έγε γειιρό ρόμμ ενοι νοι,, κ ρ ο ύσ α ντ ντες ες ά ν με, με, π ειθό θόμμ ενοι’Α νύ νύττω , ρ α δί δίωω ς ά ν άπ ά π ο κ τείνα ναιιτε, είτα τόν τό ν λο λ ο ιπ ό ν β ίον κ α θ εύ εύδδ ο ντες δια τελο ελοΐΐτε άν, ά ν, εί μιή τινα ά λλ λλοο ν ό θεό θ εόςς ύμΐΐν έέπι ύμ πιππ έμ ψ ειεν κη κηδόμ δόμ ενος ύμ ύμώώ ν. δτι δ ’ έγώ τυ γχάνω ώ ν τοιοΰτος οίος ύπό τοΰ θεοΰ τη πόλει δεδόσθαι, ένθένδε άν κ α τα νο νοήή σ α ιτε- ού γάρ γά ρ άνθ ά νθρρ ω π ίνφ έοι οικε κε τό έμέ έμέ τώ ν μέν έμ α υτ υτοΰ οΰ α π ά ντ ντωω ν ήμ ελη ληκέν κέναα ι κ α ί ά νέ νέχε χεσσ θα ι τω ν οικεί οικείω ν ά μ ελο λουμ υμέένω ν ττοο σ α ΰτα ήδη ή δη έτη, τό τό δέ ύμ έτερο ρονν ππρρ ά ττειν άεί, ιδία έκά κάσσ τω πρ προσ οσ ιόντ όνταα ώ σ πε περρ ππαα τέρα ή α δε δελφ λφ όν ππρε ρεσσ βύτ βύτεερ ο ν πεί π είθθ ο ντα έπι έπιμμ ελεΐσ θα θαιι ά ρετ ρετήή ς. κ α ί είμ είμέέν ττιι α π ό το τούύ τω ν ά πέλα πέλαυο υονν κα ί μ ισ θόν λαμ λα μ βά βάνω νω ν τα ΰ τα πα παρεκε ρεκελε λευό υόμμ η ν, εί είχον άν τινα λόγον νΰν δέ όράτε δή καί αύτοί δτι οί κατήγο ροι,, τά ροι τά λλα π ά ντ νταα ά να ναιισ χύντ χύντωω ς οΰ οΰττω κ α τη γορ γοροΰ οΰντ ντεες, τοϋ τοϋττό γε ο ύ χ ο ίο ί τε έγέ γένοντο νοντο άπ ά π α να ναιισ χυ χυντή ντήσσ α ι π α ρ α σ χό χόμμ ενοι μ ά ρτ ρτυρα υρα , ώ ς έγώ πο ποττέ τινα ή έπρα έπρ α ξάμ η ν μι μ ισ θόν ή ήτησ ήτησα. α.
T r a d u c c ió n e s p a ñ o l a
159
no me perjudicaréis a mí más de lo que os perjudicaréis a vosotros mismos. A mí no me pueden hacer ningún daño ni Anito ni Me leto: no pod podrían. rían. No creo que sea lícito líc ito que el hombre hom bre mejor mejo r sufra suf ra daño del peor. Desde luego que puede matarlo, hacerlo exiliar o priv pr ivarl arloo de sus derech der echos. os. El y otros otro s pe pens nsar arán án segu se gura ram m en ente te que é s tos son grandes males; pero yo no lo creo así, sino que pienso que es mucho peor lo que Ánito está ahora haciendo, o sea, tratar de llevar a la muerte injustamente a un hombre. Ahora, atenienses, no me estoy defendiendo a mí mismo, ni mucho menos, como al guien gu ien po podría dría pensar, sino que os os defiendo defien do a vosotros, voso tros, para que que no cometáis condenándome un error respecto del don que el Dios Dios os ha hecho. Si me dais muerte, no encontraréis fácilmente a otro co mo yo que, por hacer un chiste, ha sido puesto por el Dios en el Estado como en un caballo grande y de buen pedigrí, pero que po p o r su tamaño es más bien bie n soñoliento soñ oliento y necesita nece sita de un tábano táb ano que lo despierte. Me parece que el Dios me ha puesto en el Estado en calidad de tal, para que os despierte, os persuada y os vitupere a cada cad a uno de vosotros vosot ros y no deje el día entero de picar pica r po porr todas toda s part pa rtes es.. No N o será se rá fácil, fác il, ateni ate nien ense ses, s, qu quee surj su rjaa entre ent re vo voso sotro tross otro otr o así; de modo mod o que, si os dejáis dejáis persuadir por mí, absolvedme. Posiblemen te, te, indignados conmigo en seguida, seguida, como los los que son despertados en medio de su sopor, me aplastéis, haciendo caso a Ánito, y me matéis fácilmente; pero entonces pasaréis el resto de vuestra vida durmiendo, si el Dios, preocupado por vosotros, no os envía a al gún otro. Y también reconoceréis en otra cosa que soy, en efecto, tal como com o un don del Dios Dio s al Estado: en que no parece parec e humana mi despreocupación de todo lo mío y que por tantos años hayan que dado en el descuido las cosas de los míos y siempre haga las vues tras yendo en privado privado a cada cual, como el padre o el hermano ma m a yor, a persuadirle de que se cuide de la excelencia. Si sacara de esto un provecho y os exhortara a cambio de recibir un sueldo, tendría su razón. Veis, en cambio, que mis propios acusadores, que me han acusado de todo lo demás con tanta desvergüenza, desvergüenza, no hann sido capaces ha capa ces de llegar en su desvergü desv ergüenz enzaa a present pres entar ar un testigo de que alguna vez haya recibido paga o la haya pedido. Os
[d]
[e]
[31a 1a]]
[b]
[c]
160
Texto griego
ικα κανόν νόν γγάά ρ, οί οίμα μαιι, έγ έγώ π α ρέχομ ρέχομαα ι τόν μ ά ρτυρα ώ ς α ληθή λέγωω , τή λέγ τή ν ππενί ενία ν. ’Ίσ Ίσωω ς ά ν ού ο ύν δό δό ξειεν άάτο τοππ ο ν είνα είναιι δ τι δή έγ έγώώ ιδί δίαα μέν τα ϋτ ϋταα σ υμ υμβου βουλε λεύω ύω περι περιιιώ ν κ α ί πο πολυπ λυπρα ραγμο γμονώ νώ , δημοσ δημ οσίία δέ ού ττολμ ολμώώ ά να ναββ α ίνω ν ει εις τό π λή λήθο θοςς τό ύμ ύμέέτερο ρονν σσυμ υμβουβουλεύειν τή πόλει. τούτου δέ αϊτιόν έστιν δτι ύμείς έμοϋ πολλά[d] κ ις ά κ η κ ό α τε π ο λλ λλαα χο χοϋϋ λέγοντος, δτι μ οιθ οιθει ειόό ν τικ α ί δα δαιιμ ό νιον γίγν γίγνεετα ι, δ δή κ α ί έν τή γρα γραφφ ή έπι πικκ ω μ ψ δώ ν Μ έλητος έγρά γράψψ α το. έμ οί δέ τοϋ τ’ εστ στιιν εκ ππαα ιδό δόςς ά ρξά ρξάμμ ενον, φ ω νή τις γιγνομένη, ή δταν γένηται, άεί άποτρέπει με τούτου δ ά ν μέ μ έλλω π ρ ά ττειν, π ρ ο τρέπ τρέπει ει δέ οϋπ οϋ π οτε οτε.. το τοϋϋ τ’ εσ τιν δ μοι μ οι έναντ ένα ντιιο ΰ τα ι τά π ο λι λιττικ ά π ρ ά ττειν, κ α ί π α γκ γκάά λ ω ς γέ μοι μ οιδοδοκ εί έν έναα ντ ντιιο ΰσ θα θαιι- εύ γά γάρρ ισ τέ, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη να ναίίο ι, εί έγώ π ά λα ι έπεχε πεχείίρη ρησσ α πρ πράά ττειν τά τά πο πολι λιττικά π ρ ά γμ γμαα τα , π ά λα ι α ν [e] ά πο πολώ λώ λη κα ί ο ύ τ’ ά ν ύμ ά ς ώ φ ελήκ λήκηη ούδέ ού δένν ο ύ τ’ α ν έμ αυ αυττόν. κ α ί μ οι μή ά χθεσ χθεσθε θε λέγοντ λέγοντιι τά λη ληθή θή·· ού γά γάρρ εσ τιν δστ δσ τις α νθρ νθρώώ π ω ν σω σ ω θή θήσσ ετα ι ούτ ούτεε ύμ ύμΐΐν ούτ ούτεε ά λλω π λή θει ούδεν ούδενίί γνηη σ ίω ς έν γν έναα ντ ντιιού ούμμ ενος κ α ί δι διαα κω λύ λύωω ν πολλά πο λλά ά δι δικκ α κα καίί π α [32 a] ρ ά νο νομμ α έν τή π ό λει γί γίγνε γνεσσ θα θαιι, άλ ά λ λ’ ά να ναγκ γκαα ΐό ν έσ έσ τι τό ν τφ οντι μ α χ ο ύ μ ε ν ο ν υπέρ τοϋ δικαίου, καί είμέλλειολίγον χρό νονν σω νο σ ω θή θήσσ εσ εσθα θαιι, ίδι ίδιωω τεύειν ά λλ λλάά μ ή δημ δη μ οσ οσιιεύειν. Μ εγάλ άλαα δ ’ ε ύμ ν α έξο ι ύτ ν, λόγου λό γουςς, ά λλ λλ’’ δ ύμ εΐς τιμ ά τε, εργα. ά κο κούύ σ α τε δή δή μ ου τά έμ οί συμβεβηκότα, ϊνα είδήτε δτι ούδ’ άν ένί ύπεικάθοιμι παρά τό δί δίκκ α ιο ν δείσ α ς θά να ναττο ν, μή ύπ ύ π είκ ω ν δέ μ α κ α ν ά ο λ ο ί ί μηνν. έρώ δέ ύμ μη ύμΐΐν φ ο ρ τικ ά μ έν κ α ί δι δικκ α νι νικκ ά , άλη ά λη θή δέ δέ.. έγώ [b] γάρ γάρ,, ώ ά νδρ νδρεες ’Α θη να ναίίο ι, ά λλη λληνν μέ μένν ά ρχή ρχήνν ού ούδεμί δεμίαα ν π ώ π οτε ή ρ ξα èv τή πό πόλε λειι, έβούλ έβο ύλεευσ α δέ δέ·· κ α ί έτυχεν η μ ώ ν ή φ υλή Ά ντι ντιοο χί χίςς πρυτ πρυ τα νε νεύο ύουσ υσ α δτ δτεε ύμ ύμεεΐς τού ούςς δέκ δέκ α σ τρα τη γού γούςς το ύ ς ούκ ά νε νελομ λομ ένους τού τούςς έέκκ ττήή ς να ναυυ μ α χί χίαα ς έέβουβουλεύσ λε ύσασ ασ θε ά θρ θρόο όο υς κρίν κρίνειν, πα ρα νόμ ω ς, ώ ς έν τώ ύσ τέρφ χρόό νφ πά σ ιν ύμΐ χρ ύμ ΐν εδοξε εδοξεν. ν. τό τό τ’ έγώ μ όνος τώ ν πρ πρύτανε ύτανεωω ν ή να ναντ ντιιώ θη ν ύμ ύμΐΐν μμηη δέ δένν πο ποιιεΐν ππαα ρ ά το ύς νόμ ο υς κα κ α ί ενα ναν ν τία έψ η φ ισ ά μ η ν κα κ α ί ετοί οίμμ ω ν οντω οντω ν ένδει ένδεικ νύνα νύναιι με κ α ί ά π ά -
Traducción española
161
pres pr esen ento to de que digo dig o la ve verd rdad ad un test te stig igoo que creo cre o sufic su ficien iente: te: la pobrez pob reza. a. Posiblemente Posiblemente parezca extraño que vaya por todas partes entro metiéndome a dar consejos en privado y no me atreva a subir en públic púb lico, o, ante vu vues estra tra plebe, plebe , a acons aco nseja ejarr al Estado. Esta do. La causa cau sa es eso de lo que me habéis habéi s oído hablar habl ar con frecuencia: frecuen cia: que me ocu ocurre rre al- [d] go divino y demónico, burlándose de lo cual, como un comedió grafo, me ha acusado Meleto en su acusación. Me empezó a suce der cuando era niño: surge una voz que, siempre que surge, me desvía de lo que estoy a punto de hacer, y nunca me incita a la ac ción. Esto es lo que en mí se opone a que haga ha ga política, y me pare ce perfecto que se oponga. Sabed bien, atenienses, que si hubiera intentado hace mucho meterme en política, habría muerto largo tiempo atrás y no habría servido de nada ni a vosotros ni a mí mis- [e] mo. No os enfadéis conmigo porque os diga la verdad: no hay nin gún hombre que pueda preservarse sano y salvo ni de vosotros ni de ninguna otra plebe, si le hace frente con nobleza e impide que ocurran ocu rran en el Estado muchas injusticias y muchas m uchas cosas fuera de la ley; sino que es necesario que el que realmente lucha por lo justo, [32 a] si ha de preservarse a salvo un poco de tiempo, se dedique a la vi da privada y no a la vida pública. Os presentaré grandes pruebas de que es así, que no serán dis cursos sino hechos, que es lo que vosotros apreciáis. Oiréis qué qué co sas me han ocurrido, para que sepáis que por po r temor de la muerte yo no cedo a nadie y me aparto de lo justo, aunque por no ceder ten ga que morir. Os referiré cosas graves y que tienen que ver con la administ adm inistración ración de justicia jus ticia,, pero per o que son verdad. Nunca desempe- [b] ñé en el Estado, atenienses, ningún otro cargo público, pero sí fui miembro del Consejo. A nuestra tribu, la Antióquida, le tocó ocu par p ar el Prit P ritane aneoo cuand cua ndoo vos v osotro otross decidis deci distei teiss en el Consejo, Cons ejo, apartá apa rtán n doos de la ley, juzgar de una sola vez a los diez generales que no habían recogido a las víctimas de la batalla naval. Después a todos vosotros os pareció que había sido salirse del margen de las leyes. Yo fui entonces el único de los pritanos que me opuse a vosotros
162
Texto Texto griego grieg o
γειν τώ τώ ν ρητ ρη τόρω ν, κα ί ύμ ύμώώ ν κελε κελευό υόντ ντωω ν κα ί βοώ ντ ντωω ν, μεμε[c] τά τοΰ τοΰ νόμ νό μ ο υ κα κ α ί τοΰ δι δικκ α ίο υ ω μ η ν μ ά λλ λλοο ν με δεΐν δι διαα κ ινδυ νδυνεύει νεύεινν ή μ εθ εθ’’ ύμ ώ ν γενέ γενέσσ θα ι μή δί δίκκ α ια β ου ουλευολευομένωω ν, φ ο β η θέν μέν θένττα δε δεσσ μ όν ή θάνα θά ναττον, κ α ί τα ΰτα μέ μένν ήν έέττι δημμ ο κ ρ α το υμ έν δη ένηη ς τή ς πό πόλε λεωω ς· επ ειδή δέ ολι ολ ιγα γαρρ χί χίαα έγέ γένε νε-το, οί ο ί τρ ιά κ ο ντ νταα α ύ μ ετα πεμ πεμψψ ά μ ενοί με π έμ έμππ το ν αύ α ύ τό ν εί είς τή ν θόλ θόλον ον π ρο ροσσ έτα ξα ξανν άγαγε ά γαγεΐΐν έέκκ Σ α λα λαμμ ινος Λ έοντ ονταα τόν Σ α λα μ ίνι νιοο ν ϊνα ά π ο θά νο νοιι· ο ία δή κ α ί ά λλ λλοο ις εκεί εκείνο νοιι π ολ ολ-λοΐΐς π ο λλ λο λλάά π ρ οσ έτ έταα ττο ν, βου β ουλό λόμμ ενοι ώ ς π λεί λείσσ του ουςς ά να να-[d] π λή σ α ι α ιτιώ ν, τό τε μ έντ ντοι οι έγώ ού λόγφ λό γφ ά λ λ ’ έρ έργψ γψ α ύ ένε ένε-δειξά ξάμμ η ν δτι δτι έμ οί θ α νά νάτου του μ έν μ έλε λειι, εί εί μή ά γρ γροο ικ ό τερο ερονν ήν είπεΐν, ούδ’ ότιοΰν, τοΰ δέ μηδέν άδικον μηδ’ άνόσιον έργά ζε ζεσσ θα ι, τούτ τού το υ δέ τό π α ν μέ μ έλε λειι, εμ έ γά γάρρ έκε έκείίνη ή ά ρχή ούκκ έξέ ού ξέπλ πληη ξε ξεν, ν, ούτω ο ύτω ς ισ χυρά ού ούσσ α , ώ σ τε άδ άδιικ ό ν ττιι έργάσασθαι, άλλ’ έπειδή έκ τής θόλου έξήλθομεν, οί μέν τέτταρεςς ω χοντ ρε χοντοο είς Σ α λα λαμμ ίνα κα κ α ί ή γα γαγον γον Λ έονΐ έονΐαα , έγώ δέ φ χόμ χόμηη ν άπι ά πιώώ ν οικα οικαδε δε.. κα κ α ί ϊσ ω ς ά ν διά τα ΰτα ά π έθα έθανον, νον, εί μή ή ά ρχή δι διάά τα χέ χέωω ν κα τελύ λύθη θη.. κ α ί το ύτω ν ύμΐ ύμ ΐν έσοντ έσο νταα ι πολλοί μάρτυρες.
[e]
Ά ρ ’ ο ύν ά ν με οϊ οϊεεσ θε το σ ά δε έτη δι διαα γε γενέσ νέσθα θα ι εί έπρ πραα ττον τά τά δημ δημόσ όσιια, κα κ α ί π ρά ττω ν άξίω άξίω ς ά νδρό νδρόςς ά γα γαθο θοΰΰ έβοήθ ο υ ν τοΐς τοΐς δι δικκ α ίο ις κ α ί, ώ σ π ερ χρή χρή,, τοΰ το ΰ το π ερί π λείσ το υ έπο ποιιού ούμμ η ν; πολλο πο λλοΰΰ γε δε δει, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίοι οι·· ού ούδέ δέ γά γάρρ ά ν ά λλος ά νθρ νθρώώ π ω ν ούδεί ούδείς. ά λλ λλ’’ έγώ δι διάά π α ντ ντόό ς τοΰ βί βίου ου δη δη-[33 a] μ οσ οσίία τε τε εϊ π ο ύ τι έπ έπρρ α ξα το ιο ΰ τος φ α νο νοΰΰ μ α ι, κα κ α ί ιδί δίαα ό α ύτ ύτός ός ούτος ούτος,, ούδε ο ύδενί νίπώ πο ποττε συγχ σ υγχωω ρή ρήσσ α ς ού ούδέ δένν ππαα ρ ά τό δδίί κ α ιο ν ού ούττε άλλ ά λλφφ ού ούττε τού ούττω ν ούδ ο ύδεενί οϋ οϋςς δή δι διαα β ά λλ λλοο ντ ντεες έμέ φ α σ ιν έμ έμ ού ούςς μ α θη τά ς είναι ναι,, έγώ έγώ δέ δι διδά δάσσ κ α λ ο ς μ έν ο ύ δενός π ώ π ο τ’ έγε έγενό νόμμ η ν εί εί δέ τίς μ ου λέγοντος λέγοντος κ α ί τά έμαα υτο ΰ π ρ ά ττ έμ ττοο ντο ντοςς επ επιιθ υ μ εί ά κ ο ύειν, είτε νεώ τερ εροο ς εϊτε [b] πρ πρεεσ β ύτ ύτεερο ροςς, ού ούδε δενί νί π ώ πο ποττε έφ θόνη θόνησσ α , ούδέ χρή χρήμμ α τα μέν μέν λαμμ βά νω ν δια λέ λα λέγομ γομαα ι μή λα λαμμ βά βάνω νω ν δέ δέ ού, ά λλ’ ομ ομοί οίωω ς κα ί πλου πλ ουσσ ίφ κ α ί πέν πένηη τι πα ρέχ ρέχωω έμ α υτ υτόν όν έρω τα ν, κα κ α ί τις β ού ούλη ληττα ι ά πο ποκκ ρι ρινόμ νόμ ενος ά κο κούει ύειν ώ ν άν λέγ λέγω . κα κ α ί τού ούττω ν
Traducción española
163
para pa ra que no hici h iciera erais is nada n ada que se aparta apa rtara ra de la l a legalidad, leg alidad, y voté en contra. Y aunque los oradores estaban dispuestos a denunciarme y hacerme hac erme arrestar, y vosotros voso tros los animabais anima bais con vuestros vuestro s gritos, [c] pens pe nséé que más falta falt a hac h acía ía arro ar rost strar rar jun ju n to a la ley y lo just ju stoo el peli pe li gro, que ponerme de vuestra parte cuando vuestro consejo no era just ju sto, o, po porr miedo mi edo a la cárcel o la muer m uerte. te. A qu quell elloo ocu ocurrió rrió cuando el Estado aún se regía democráticamente. Cuando vino la oligarquía, los Treinta me requirieron como quinta persona para que fuera al Tolo, y nos ordenaron traer de Salamina a León de Salamina, para darle muerte. Mandaban muchas cosas así a otros muchos, porque querían complicar a cuantos más mejor. Pues bien, en aquella oca sión mostré, mostr é, no de pa palabr labraa sino de de obra, obr a, que la muerte mu erte,, por hab hablar lar [d] un poco bastamente, bastam ente, me importa un bledo, pero que, en cambio, cambio, no hacer nada injusto e impío me preocupa preo cupa absolutamente. absolutamente. Aquel go go bier bi erno no no me asustó asu stó,, siendo siend o tan ta n viol vi olen ento to como com o era, ha hasta sta el punto pu nto de llegar a delinquir; sino que en cuanto salimos del Tolo, los otros cuatro marcharon a Salamina y trajeron a León, y yo, en cambio, me fui de allí a casa. casa. Seguramente habría muerto m uerto por p or aquello, aquello, si el el gobierno gobie rno no hubiera hub iera sido sido derribado muy m uy pronto. Y sobre este asun asun to testificarán testifica rán muchos. muchos. ¿Pensáis que habría habrí a llegado llega do a tene te nerr estos años si hub hubiera iera hecho hech o [e] polí po líti tica ca y, ob obran rando do como com o de debe be ha hacer cerlo lo u n ho hom m bre br e bu buen eno, o, hu hubie biera ra pres pr esta tado do mi apoyo a las caus ca usas as just ju stas as y, como com o de debe be ser, las hu hubi bie e ra puesto por delante de todo? Ni mucho menos, atenienses; ni yo, ni ningú nin gúnn otro hombre. hombre . A lo largo de toda mi vida, vi da, sin si n embargo, [33 a] cuando tuve que hacer algo en público, me mostré como os cuento, y fui exactamente el mismo en privado: privado: jamás jam ás a nadie le concedí concedí na na da que se apartara de lo justo, just o, y tampoco tampo co a ninguno de los los que dicen, calumniándome, que son mis discípulos. Jamás he sido maestro de nadie. Si alguien quería oírme mientras hablaba y me dedicaba a lo mío, mío , ya fuera jove jo venn o viejo, viejo , nunca nun ca lo rechacé, rech acé, celoso celos o de lo mío; y [b] de ninguna manera man era dialogo si me dan dinero y no dialogo si no me lo dan, sino que me pongo por igual a la disposición del rico y del pobr po bree pa para ra que me preg pr egun unten ten,, y, si qu quie iere re algun alg uno, o, me respo res pond ndee y escucha lo que digo. Si alguno de éstos saca provecho, como si no
164
Texto Texto griego grieg o
έγώ εϊτε ττιις χρ χρηη σ τός γίγνετα γίγνεταιι εϊτε μή μή,, ο ύ κ α ν δδιικ α ίω ς τή τήνν α ιτία ν ύπέχ ύπ έχοο ιμ ι, ώ ν μήτ μ ήτεε ύπ ύπεεσ χόμ χόμηη ν μη μ η δεν δενίί μ η δέ δένν πώ π ώ π ο τέ μ ά θη θημμ α μ ήτ ήτεε έδί έδίδα δα ξα ξα’’ είδέ τις φ η σ ιπ ιπαα ρ ’ έμ οΰ πώ π ώ π ο τέ τιμ ιμααθεΐν ή άκοΰσαι ίδια δτι μή καί οί άλλοι πάντες, εύ Ϊστε δτι ο ύκ ά λη ληθή θή λέ λέγγει.
[c]
[d]
[e]
[34 a]
’Α λλ λλάά δι διάά τί δή π ο τε μετ μ ετ’’ έμ οΰ χα χαίίρ ο υ σ ίτινες π ο λ ύ ν χρόχρό νον δι διαα τρί ρίββ οντ οντες ες;; ά κη κό κόαα τε, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίοι οι·· π ά σ α ν ύμ ΐν τή τή ν άάλή λή θει θειαα ν έγώ έγώ εί είππ ο ν δτι ά κ ο ύ ο ντε ντεςς χα χαίίρ ο υ σ ιν έξε έξεταζο τα ζομμ ένο ένοιις το τοΐΐς οί οίοο μ ένο ένοιις μμέέν εί είνα ναιι σ ο φ ο ΐς, ο ύ σ ι δ ’ ο ύ ’ εσ εσττι γάρ ού ούκκ άη ά η δέ δέςς. έμ έμ οί δέ τοΰ οΰττο, ώ ς έγώ φ ημ ημιι, προ πρ ο σ τέτα κ τα ι ύ π ό τοΰ θεο θεοΰΰ π ρ ά ττειν κκαα ί έκ μ α ντ ντεείω ν κκαα ί έξ έένυπ νυπνί νίωω ν κκαα ί π α ντ ντίί τρ ό π φ φ πέρ τις πο ποττε κα καίί άλλη θεία θεία μ οί οίρα ρα ά νθρώ πω κ α ί ότιοΰ οΰνν προ π ροσσ έτ έταα ξε π ρά ράτττειν. τα ΰτα ΰτα,, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίο ι, κ α ί ά λη ληθή θή έσ τιν κα ί εύέλε ύέλεγκτ γκταα . είγά εί γάρρ δή έγω γε τώ ν νέ νέωω ν το ύ ς μ έν δι διαα φ θ είρ ω το ύ ς δέ δι διέφ έφ θ α ρ κ α , χρήν χρή ν δή δήππ ο υ , εϊ εϊτε τινέςς αύ νέ α ύ τώ ν πρ π ρ εσ εσββ ύ τερο εροιι γε γενό νόμμ ενο νοιι έγ έγνω νω σ α ν δτ δ τι νέοι νέοιςς ούσ ιν α ύτοΐ ύτοΐςς έγώ κ α κό κόνν πώ π ώ π ο τέ τι σ υνε υνεβο βούλευσ ύλευσαα , νυνί νυ νί α ύτούς ά να ναββ α ίνο νοντ νταα ς έμ οΰ κα κ α τη γορ γορεΐ εΐν καί κα ί τιμ ω ρ εΐσ θα ΐ1 εί δέ μή α ύ το ί ή θελο θελον, ν, τώ ν οι ο ικείω ν τι τινά νάςς τώ ν εκεί εκείνω ν, π α τέ τέρρ α ς κα ί α δελφ ού ούςς κα ί ά λλο λλους υς το ύς πρ π ρ οσ ή κο κοντ ντος, ος, εϊπερ ύ π ’ έμοΰ τι κ α κ ό ν έπεπό έπεπ ό νθεσ α ν ααύτώ ύτώ ν οί οι οικεί κείοι οι,, νΰν νΰ ν μμεεμ νή νήσσ θα θαιι κα καίί τιμ ω ρεΐ ρεΐσσ θα θαιι. π ά ντ ντωω ς δέ πά ρει ρεισσ ιν αύτώ α ύτώ ν πολλ πο λλοί οί έντ ένταα υ θο θοΐΐ ο ύς έγώ όρ όρώώ , π ρ ώ το ν μ έν Κ ρι ριττώ ν ού ούττοσ οσίί, έμ ός ή λι λικι κιώώ τη ς κ α ί δημότ δημ ότηη ς, Κ ρι ριττοβ οβού ούλου λου τοΰ οΰδε δε πα παττή ρ, έπει πειττα Λ υσ α νί νίαα ς ό Σ φ ή ττιος ος,, Α ίσ χίνου τοΰ οΰδε δε πατ πα τή ρ, έτι δ ’ ’Α ντ ντιιφ ώ ν ό Κ ηφ ισ ιεύς ούτ ού τοσ ί, Έ π ιγένο γένουυ ς πατ πα τή ρ , ά λλ λλοι οι το ίνυ νυνν οΰ ο ΰ το ι ώ ν οί α δελφ ο ί έν τα ύ τη τή δι διαα τρι ριββ ή γε γεγόνα γόνασσ ιν, Ν ικ ό σ τρ α το ς ό Θ εοζοτ οζοτίίδου δου,, ά δε δελφ λφ ός Θ εοδότ οδότου ου - κ α ί ό μέν μέν Θ εόδο όδοττος τετελεύτηη κεν, ώ σ τε ού λεύτ ούκκ άν ά ν έκεΐ έκεΐνός γε α ύτοΰ κ α τα ταδδ εη εηθθ εί είηη - καί κα ί Π α ρά ράλι λιος ος δδε δδε,, ό Δ ημ ημοδόκου, οδόκου, ού ήν Θ εά γη ς άδε άδελφ λφός ός·· δδε δέ ’Α δε δείίμ α ντ ντος ος,, ό ’Α ’Α ρί ρίσσ τω νος νος,, ού ά δε δελφ λφ ός ούτ ούτοσ οσ ί Π λά λάττω ν, καί κα ί Α ία ντ ντόό δω ρο ροςς, ού ’Α πο πολλό λλόδω δω ρο ροςς δδε ά δε δελφ λφ ός ός.. κ α ί ά λλους π ο λλ λλοο ύ ς έγώ εχω ύμ ΐν εείίπεΐν, ώ ν ττιινα έχρή χρήνν μμάά λι λισσ τα μ έν έένν τώ έαυ αυττοΰ λόγφ πα ρα σ χέ χέσσ θα θαιι Μ έλητ λητον ον μάρτ μά ρτυρα· υρα· είδέ τότ ότεε έπε πελάθε λάθεττο, νΰν νΰν πα παρα ρασσ χέσ θω -έγώ -έγώ πα ρα χω ρ ώ - κα ί λε λεγγέτω
Traducción española
165
lo saca, no sería justo jus to que se achacara a mí la responsabilidad, que jam ja m ás a nad nadie ie prom pr ometí etí enseñarl ens eñarlee nada nad a ni se lo enseñé. enseñ é. Si alguien algui en di d i ce que ha aprendido algo de mí alguna vez o que me ha oído en pri vado algo que no hayan oído todos los demás, sabed que no dice la la verdad. Y ¿por qué hay quienes disfrutan pasando pasan do conmigo mucho tiem po? po ? Ya habéi hab éiss oído, oído , atenie ate niens nses, es, que os estoy esto y dicien dic iendo do toda to da la verve r- [c] dad. Los que escuchan disfrutan con el examen de los que creen ser sabios pero no lo son. son. Y es que no deja d eja de ser agradable. agradable. A mí, co mo os vengo diciendo, me mandó el Dios hacerlo con oráculos, sueños y de todos los modos por los que una suerte divina mandó alguna vez hacer algo a un hombre. hombre. Esto, atenienses, es verdad y se ha comprobado muy bien. Así, pues, si estoy corrompiendo o he corrompi corro mpido do a algunos alguno s de de estos jóven jóv enes, es, conviene que, que, si al hacer- [d] se mayores han comprendido que que,, cuando cuand o jóvenes, jóv enes, yo les di algu algu na vez un mal consejo, consejo, suban ahora y me acusen y tomen vengan za de mí; y si no quieren subir ellos, que lo haga cualquiera de sus familiares: los padres, los hermanos, cualquier otro de los que les son cercanos. Si sus parientes han sufrido algún mal causado por mí, hagan ahora memoria de él y tomen su venganza. Estoy vien do, por cierto, que están aquí presentes muchísimos de ellos. En prim p rimer er lugar, ahí está est á Critón, Critó n, que es de mi m i ed edad ad y de mi demo y es [e] padre pad re de Crito C ritobulo bulo,, que tamb ta mbién ién está aquí; luego, lueg o, Lisan L isanias ias de Esfeto, padre de Esquines, aquí presente; y Antifonte de Cefiso, padre de Epígenes, también presente. Y hay también otros cuyos herma nos solían pasar conmigo el tiempo: tiempo: Nicóstrato, Nicóstra to, hijo de Teozótid Teozótides, es, hermano de Teódoto. Teódoto, por cierto, ya murió, de modo que no puede suplicarle que no suba aquí. Y ahí está Paralio, hijo de Demódoco, cuyo hermano fue Téages; y Adimanto, hijo de Aris tón, tón , cuyo hermano herm ano es Platón, Pla tón, aquí presente; prese nte; y Ayantodoro, cuyo cu yo [34 a] hermano es Apolodoro, también presente. Y puedo seguir nom bránd brá ndoo ooss a otros ot ros mucho mu chos, s, a algu a lguno no de los cuales cua les hu hubie biera ra sido muy m uy conveniente conveniente que lo presentara presen tara Meleto como testigo cuando habló. habló. Si entonces se le olvidó, que lo haga ahora, que yo se lo concedo, y que diga si tiene algo que aportar apo rtar en este sentido. Encontraréis que
166
Texto griego grieg o
ειτ ιτιι έχε χειτοι ιτοιοο ΰ το ν. α λλ λλάά τού τούττο υ π α ν ττοο ύ να ναντί ντίο ν εεύρ ύρήή σ ετ ετεε, ώ ά νδρ νδρες ες,, π ά ντα νταςς έμο'ι μο'ιββ ο η θεΐν ετ ετοί οίμμ ου ουςς τφ δι διαα φ θεί θείρρ ο ντι, τφ κ α κά έργαζομ ργαζομέένω τού ούςς οι οικε κείίους α ύτ ύτώώ ν, ώ ς φ α σ ι Μ έλητ λητος ος [b] κ α ί ’Ά νυ νυτο τος. ς. αύ α ύ το ί μ έν γά γάρρ οί ο ί δι διεφ εφθα θα ρ μ ένοι τά χ’ ά ν λό λόγον γον έχοιεν βοη βο η θοΰ θοΰντ ντεες· οί οίδέ δέ ά δι διάά φ θα ρ το ι, π ρεσ ρεσββ ύτε ύτερρ οι ή δη ά ν δρες,, οί τού δρες ούττω ν προ π ροσσ ή κο κοντ ντεες, τίνα ά λλον έχουσ ιλό λόγον γον βο βοηη θοΰντες έμοί άλλ’ ή τόν ορθόν τε καί δίκαιον, δτι συνίσασι Μ ελήτ λήτφφ μέ μένν ψ ευδομ ένφ νφ,, έμοίδέ έμοίδέ ά ληθε ληθεύοντ ύοντιι;
[c]
[d]
[e]
[35 a]
Ε ιεν δή δή,, ώ ά νδρε νδρεςς· ά μ έν έγώ έχοι χοιμμ ’ ά ν άάππ ο λο λογε γεΐΐσ θα θαιι, σ χε χεδόν δόν έσ τι τα ΰ τα κ α ί ά λλα ίσ ω ς τοι οιαα ΰτα. τά χα δ ’ ά ν τις ύμ ώ ν ά γα γανα νακκ τή σ ειεν ά να ναμμ νη νησσ θείς εα υτού, είό είό μ έν κ α ί έλά λάτττω του ουττο υι τοΰ ά γώ νος α γώ να ά γω νι νιζζόμ ενος έδε δεήή θη τε κ α ί ίκέτ κέτεευσ υσεε το ύ ς δι δικκ α σ τά ς μ ετά πο πολλώ λλώ ν δακ δα κ ρ ύω ν, π α ιδί δίαα τε α ύ το ΰ ά να ναββ ιβ α σ ά μ ενος ινα δτ δ τι μ ά λι λισσ τα έλεηθεί λεηθείηη , κα κ α ί ά λλ λλου ουςς τώ ν οι οικεί κείω ν κα καίί φ ίλω ν πολλο πολλούς ύς,, έγ έγώ δέ ού ούδέ δένν άάρα ρα τού ούττω ν ποιιή σ ω , κ α ί τα ΰ τα κι πο κινδυνεύω νδυνεύω ν, ώ ς ά ν δόξαι δόξα ιμ ι, τό τό ν έσχατ έσχα τον κ ίνδυνον, τά τάχ’ χ’ ά ν ούν ού ν τις τα ΰ τα ένν ννοή οήσσ α ς α ύ θα θαδέσ δέσττερο ερονν άάνν πρός με σχοίη καί όργισθείς αύτοΐς τούτοις θεΐτο άν μετ’ οργής ορ γής τή ν ψ ή φ ον, εί εί δή τι τις ύμ ύμώώ ν ού ούττω ς έχε χειι - ο ύ κ ά ξιώ μέ μένν γάρρ έγω γε γά γε,, είδ’ είδ ’ ο ύ ν- επιε επιεική ά ν μοιδο μ οιδοκκ ώ π ρ ό ς το ύ το ν λέγ λέγειν λέγω ν δτι δ τι« Έ μ οί, ώ άρισ τε, είσ ίν μμέέν πποο ύ τινες κα κα ίοι οικεί κείοι οι·· κ α ί γάρ τοΰτ οΰτοο α ύτ ύτόό τό τό τοΰ τοΰ Ό μ ή ρο ρου, υ, ο ύδ ύδ’’ έγώ “άπ “άπόό δρυός ο ύ δ’ ά πό π έτρη ρηςς” πέφ πέφ υκ υκαα ά λλ’ εξ άνθρώ ά νθρώ πω ν, ώ στ στεε κ α ί οι οικε κείίοιμοί είσ ικ ικαα ί ύ εΐς γε, ώ ά νδ νδρρ ες Α θ η να ίο ι, τρει τρεις, είς μ έν μμει ειρά κιον ήδη,, δύο ήδη δύ ο δέ πα παιιδία · ά λλ’ δμ δμωω ς ού ούδέ δένα να α ύτ ύτώώ ν δε δεΰρ ΰροο ά να βι βι-βασσ άμ ενος δε βα δεήή σ ομ ομαα ι ύμ ύμώώ ν άποψ άπ οψ η φ ίσ α σ θα θαιι», τί τί δή ούν ού ν ούδένν τούτ ούδέ ούτωω ν ποιήσ ήσωω ; ούκ α ύθα ύθαδι διζζόμ ενος νος,, ώ ά νδ νδρε ρεςς Ά θη ναΐοι ναΐ οι,, ού ο ύ δ’ ύμ ά ς ά τιμ ά ζω ν άλλ ά λλ’’ εί μέ μένν θα ρρ ρραα λέω ς έγώ έχω π ρό ρόςς θά να ναττο ν ή μή, άλλος ά λλος λόγος λόγος,, πρό π ρόςς δ ’ ού ούνν δό δόξα ξανν κα καίί έμ οί καί ύμΐν καί όλη τή πόλει ού μοιδοκεΐ καλόν είναι έμέ τού τω ν ού ο ύ δέν πποο ιεΐν κκαα ί τη λι λικκ όνδε όντ ό νταα κ α ί το ΰτο το ύ νο νομμ α έχοντα -ε - εϊτ’ ο ύ ν ααλλη θές εϊ εϊτ’ τ’ ού ν ψ εΰ εΰδο δος, ς, άλ ά λ λ ’ ο ύ ν δεδο δεδογγμ ένον γέ έσ τι τό Σ ω κρ κράά τη δι διαα φ έρε έρειιν ττιινί τώ ν πο πολλ λλώώ ν άάν ν θρώώ π ω ν. είο θρ ίούν ύν ύμ ώ ν οί οίδο δοκκ οΰ οΰντ ντεες δι διαα φ έρειν εεϊϊτε σσοφ οφ ία είτε άνδρεία εϊτε άλλη ήτινιοΰν άρετή τοιοΰτοι έσονται, αισχρόν
Traducción española
167 16 7
sucede sucede todo lo contrario, contrario, atenienses: atenienses: todos están dispuestos a venir en ayuda de este corruptor que, al decir de Meleto y Ánito, ha he cho daño a sus familiares. familia res. Sería compren com prensibl siblee que los propios propio s co- [b] rrompidos quisieran ayudarme, pero ¿qué sentido tiene que los no corrompidos, que ya son hombres mayores, sus parientes, quieran ayudarme, como no sea que es lo correcto y lo justo, justo , con lo que que re re conocen que Meleto está diciendo falsedades y yo, en cambio, la verdad? Bien, atenienses, lo que tenía que decir en mi defensa viene a ser esto y, en todo caso, otras cosas del mismo estilo. Posible mente me nte alguno algun o de vosotros vos otros se irrita irr itará rá al acorda aco rdarse rse de él él mismo mis mo cuando, traído a un juicio de menor importancia im portancia qu quee éste, éste, pedía y suplicaba a los jueces con muchas lágrimas, y hacía subir a sus hijos para suscitar más compasión, y a otros familiares suyos y a muchos much os amigos, mientras que yo no voy a ha hacer cer nada de eso, eso, aun aun que, por lo que parece, corro el mayor de los peligros. Es posible que ese que vea así las cosas se irrite aún más contra mí y, enfu recido, reci do, depos d eposite ite su voto con rabia. Si a alguno algu no le ocu ocurre rre esto (yo no lo creo, pero lo digo por si acaso), me parece que sería apro pia p iado do que le dijera: Qu Querid erido, o, yo tam t ambb ién ié n teng te ngoo mi familia fam ilia.. Me s u cede como aquello de Homero, que tampoco he nacido «de una encina ni de una piedra», sino de hombres; así que tengo familia y tengo hijos, atenienses, tres hijos, el mayor ya un chico, y dos niños pequeños; pequeño s; y sin embargo, embargo, no voy a hacer subir a ninguno ninguno de ellos para suplicaros que cambiéis vuestro voto. ¿Que por qué qué no lo haré? N o es po porr arrogancia, atenienses aten ienses,, ni porque porq ue quiera afrentaros. Si arrostro con valentía o no la muerte, ésa es otra cuestión. Es en lo que hace a la opinión mía y vuestra y de todo el Estado po p o r lo que no me pa parec recee b ien ie n h acer ac er na nada da de todo tod o eso, eso , dadas dada s mi edad y la fama que me han atribuido -es indiferente si con verdad o co conn falsed fals edad ad-. -. Se piens pie nsa, a, a fin de cuentas, cuentas , que qu e Sócrates es disdi stinto de los demás hombres. Si aquellos de vosotros que parecen sobresalir o en sabiduría o en valentía o en cualquier otra exce lencia, hicieran eso, sería sería una vergüenza. vergüenza. Muchas veces v eces he visto visto a gentes siendo juzgadas, juzga das, que creían valer algo, ponerse a hacer hacer co-
[c]
[d]
[e]
[35 a]
168
Texto Texto griego grieg o
ά ν ει ειη· οι οιου ουσσ περ έγώ πο πολλά λλάκι κιςς έώ ρα π ά τινα ναςς ό τα ν κρί κρ ίνω ντα ι, δο δοκκ ο ϋ ντα νταςς μέν μέν τι τι είναι ναι,, θα θ α υ μ ά σ ια δέ έρ έρ γα γαζομ ζομέν ένοο υ ς, ώ ς δεινόν τι τι ο ίομ ένου νουςς π είσ εσ θα θαιι είά ίάππ ο θα νο νοϋϋ ντ νταα ι, ώ σ π ερ α θ α νάττω ν έσ νά έσ ομ ομέένω ν αν υμε υμ είς α ύ το ύ ς μή άπο ά ποκτε κτείίνητε νητε·· ο ϊέμ οίδο οίδο-[b] κ ο ύσ ιν α ισ χύ χύνη νηνν τη πό π ό λει π ερ εριιά π τειν, ώ σ τ’ α ν τινα κ α ί τώ ν ξένω ξέ νω ν ύπο ύπ ο λα β εΐν οτι οί οίδι διαα φ έρο έροντ ντεες ’Α θη να ναίίω ν εις α ρετ ρετήή ν, ο ύ ς αύ α ύ το τοίί εα εαυυ τώ ν έν ττεε τταα ΐς άάρρ χα χαΐΐς κκαα ί τα ταΐΐς άάλλλα ις τιμ α ΐς π ρο ροκρ κρίίνου νουσσ ιν, ουτοι ο υτοι γυνα γυναιικώ ν ού ούδέ δένν δι διαα φ έρο ρουσ υσ ιν. ταϋ τα ϋ τα γάρ,, ώ ά νδρες ’Α θη γάρ θηνα ναίίο ι, ούτ ούτεε υμ ά ς χρή π οι οιεεΐν τού τούςς δοκ δοκοϋ οϋννταςς κα τα κ α ί ό π η ο ϋ ν τιείνα ναιι, ο ύ τ’, ά ν ημ η μ είς π ο ιώ μ εν, ύμ ύ μ ά ς έπ έπιτρέπειν, άλλά τοϋτο αύτό ένδείκνυσθαι, δτι πολύ μάλλον κατα ψ η φ ιεΐσ θε τοϋ τοϋ τά έλε λειινά τα τα ϋ τα δρ δράά μ α τα είσ ά γοντ γοντος ος καί κα ί καταγέλαστον τήν πόλιν ποιοϋντος ή τοϋ ησυχίαν άγοντος. Χ ω ρί ρίςς δέ τή ς δό δόξη ξηςς, ώ ά νδρ νδρες ες,, ου ο υ δέ δίκ δίκ α ιό ν μοι μ οιδο δοκκ εΐεί[c] να ι δει δεισσ θα ι το ϋ δικα δικασσ το ϋ ούδέ ού δέ δεόμ δεόμενον ενον ά π ο φ εύγει εύγειν, ν, άλλά άλ λά διδά δι δάσσ κ ειν κα κ α ί π είθει θειν. ν. ού γά γάρρ έπί το ύ τω κ ά θ η τα ταιι ό δι δ ι κ α σ τή ς, έπί τω κ α τα ταχα χαρρ ίζε ζεσσ θα ι τά δί δίκκ α ια , ά λ λ’ έπί τώ κρ κρίίνειιν τα ϋτ νε ϋταα · κ α ί όμ όμώώ μ οκ οκεεν ού χα ρ ιεΐσ θα ι ο ίς ά ν δοκή δο κή α ύτ ύτώώ , ά λλά δι δικά κάσσ ειν κα κ α τά το ύ ς νόμ νόμου ουςς, ού ούκκ ου ουνν χρή χρή ού ούττε ή μ ά ς έθίζειν ύμάς έπιορκεϊν ούθ’ υμάς έθίζεσθαι- ουδέτεροι γάρ άν ή μ ώ ν εύσ εύσεεβο βοιιεν. μή μ ή ούν ού ν άξι ά ξιοϋ οϋττέ με με,, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη να ναίίο ι, τοιαϋτα δεΐν πρός ύμάς πράττειν ά μήτε ήγοϋμαι καλά είναι [d] μ ή τε δί δίκκ α ια μή μ ή τε δσ δσιια , άλλω ά λλω ς τε μ έντ ντοι οι νή Δ ία πά π ά ντω ς κ α ί ά σ εβεία ς φ εύγοντ ύγονταα ύπό ύ πό Μ ελήτ λήτου ου τουτ τουτουΐ ουΐ.. σ α φ ώ ς γάρ άν, εί εί π είθο θοιιμ ι ύ μ ά ς κ α ίτω δει δεισσ θα ι β ια ζοί οίμμ η ν ομ ομωω μ ο κ ό τα ς, θεού θ εούςς ά ν δι δ ιδά δάσσ κ ο ιμ ι μή ή γεΐσ θα ι ύ μ ά ς εί είναι ναι,, κ α ί ά τεχνώ ς ά π ο λο λο-γούμ ενος κα τη γορο γοροίίη ν άν ά ν έμ έμ αυ αυττοϋ ώ ς θεού θεούςς ού νομ νομίίζω , ά λλά πο πολλοϋ λλοϋ δε δειιού ούττω ς έχε χειιν νομ νομίίζω τε γάρ γάρ,, ώ ά νδρες ’Α θη ναίοι ναί οι,, ώ ς ο ύδ ύδεί είς τώ ν έμ έμ ώ ν κατ κα τη γόρ γόρωω ν, κ α ί ύμ ύμΐΐν έπιτ έπιτρ έπ ω κ α ί τώ θ εώ κ ρ ΐνα ναιι π ερ ερίί έμο έμοϋϋ ο π η μ έλλειέμ λλειέμοο ίτε άάρρ ισ τα είνα ναιι καί ύμΐν.
Traducció n e s p a ñ o la
169
sas asombrosas, como persuadidos de que morir es algo terrible, y como si fueran a ser inmortale inmortaless si vosotros voso tros no los matáis. A mí me parec pa recee que esos ho homb mbres res cu cubre brenn de ve vergü rgüenz enzaa al Estad Es tado, o, de mod m odoo [b] que algún extranjero pensará que los atenienses que sobresalen por su excelencia, a los que los demás ponen al frente del gobierno y de los honores, en nada se diferencian de unas mujeres. Estas co sas, atenienses, ni conviene que las hagáis los que creéis que algo valéis, ni, si las hacemos otros, debéis consentirlas; sino que im por p orta ta que demost dem ostréis réis que votá v otáis is much mu choo más en contra cont ra del que pro p ro duce esas escenas de conmiseración y atrae el ridículo sobre el Es tado, que no contra el que permanece tranquilo.
Además de por la fama, fama, atenienses, no me parece justo jus to andar andar su plic pl ican ando do al juez ju ez y que quedar dar po p o r ello libre, lib re, sino qu quee lo justo jus to es que lo [c] instruya y lo persuada. persuada. El juez ju ez no se sienta en su sitio sitio para conceder graciosamente la justicia sino para juzgar. Ha jurado que no va a conceder conced er gracia a los los que a él él le parezca, parezc a, sino que juzgar juz garáá conforme a las leyes. leyes. No conviene, conviene, pues, ni que nosotros os acostumbremos al perjurio, perju rio, ni que os acostumbr acos tumbréis éis vosotros. De otro modo, modo , ni nosotros nosot ros ni vosotros obraríamos según la piedad. No penséis, atenienses, que debo hacer ante ante vosotros lo que no creo que esté bien ni que sea sea ju s to ni piadoso, porque de otro otro modo, por Zeus, tendría tendría toda tod a la razón [d] Meleto en acusarme acu sarme de impiedad. Sería muy claro, si os convencie ra y os forzara con mis súplicas a vosotros, vosotros, que habéis jurado, jura do, qu quee os estaría enseñando a creer que los dioses no existen; y así, al defen derme, me estaría acusando yo mismo de no creer en los dioses. Pe ro ni mucho menos es así. Creo en ellos, atenienses, y los venero, como no cree en ellos ni los venera ninguno de mis acusadores. Me pong po ngoo en vuestras vuest ras manos mano s y en las del d el Dios, Dio s, p ara ar a que juzg ju zgué uéis, is, res re s pecto pe cto de mí, qué ha de pas p asar ar que sea lo mejo me jorr tant t antoo pa para ra mí como para pa ra vosotros.
170
Texto griego
4. E l s e g u n d o d is c u r s o [e] Τ ό μέν μή ά γανα γανακτε κτεΐΐν, ώ ά νδρες ’Α θη θηνα ναίίο ι, επ ίτο ΰτψ τφ [36 a] γεγονό γεγονόττι, δτι δτι μ ου κα τεψ η φ ίσ α σ θε, ά λλα τέ τέ μ οι π ο λλ λλάά συμ σ υμ β ά λλετ λλεταα ι, κ α ί ο ύκ ά νέ νέλπ λπιισ τόν μ οιγέ οιγέγονεν γονεν τό τό γε γεγο γονό νόςς τού ούττο, άλλά πολύ πολύ μάλλ μάλλον ον θα θαυμ υμ ά ζω έκατ κατέέρω ν τώ ν ψ ήφ ω ν τόν γε γονότα άάρι ριθμ θμόν. όν. ού γά γά ρ φ όμ η ν έγω γε ούτ ούτωω π α ρ ’ ολί ολίγγον έσ εσ θα θαιι, ά λλά π α ρ ά πολύ· νΰν δέ, δέ, ώ ς έοι οικε κεν, ν, εί εί τρ ιά κ ο ντ νταα μόνναι μ ετέπε μό πεσσ ον τώ ν ψ ήφ ω ν, άπεπεφ άπεπεφ εύγη άν άν.. Μ έλητ λητον ον μέν μέν ούν,, ώ ς έμοί ούν μοίδοκώ δοκώ , κα ίνΰν ά πο ποπέφ πέφ ευγα, κα ί ού μμόνον όνον ά πο πο-π έφ έφεευγα υγα,, άλλά ά λλά π α ντ ντίί δήλο δήλονν τοΰ οΰττό γε γε, δτι δτι εί μή άνέ ά νέβη βη ’Ά νυ νυ-τος κ α ί Λ ύκ ύκωω ν κατ κα τη γορή γορήσσ οντ οντεες έμοΰ, κα κ α ν ώ φ λε χιλί λίαα ς [b] δρα δραχμά χμάςς, ού μ εταλα αλαβώ βώ ν τό πέ πέμμ πτ πτον ον μ έρος τώ ν ψ ήφ ω ν. Τ ιμ ά τα ι δ ’ ού ούνν μοιό μο ιό άνήρ ά νήρ θα θ α νά νάττο υ , εί είεν εν έγώ δέ δή τί τίνος ύμ ΐν άντ ά ντιιτιμ ή σ ομ α ι, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη να ναίίο ι; ή δή δήλο λονν δτ δ τι τή ς ά ξί ξίαα ς; τί ούν; τί ά ξι ξιόό ς εείίμ ιπ α θ εΐ εΐνν ή ά π ο τε τεΐΐσ α ι, δτι μ α θ ώ ν έν τφ βί βίωω ού ούχχ ή σ υχί υχίαα ν ήγον, άλλ ά λλ’’ ά μ ελή λήσσ α ς ώ νπερ οί ο ί πολλο πολλοίί, χρημμ α τισ μ οΰ τε κ α ί ο ικ ονο χρη ονομμ ία ς κ α ί σ τρ α τη γιώ ν κκαα ί δη δημμ η γο ριώώ ν καί ρι κα ί τώ ν άλλω ν άρχώ ν καί κα ί σ υν υνωω μο μοσσ ιώ ν καί κα ί στ στάσ άσεεω ν τώ ν έν έν τή π όλ όλεει γιγν γνομ ομέένω ν, ήγησ ή γησάά μ ενος έμ α υτόν τφ τφ δντ δντιι [c] έπ έπιιεικ έσ έστε τερρ ο ν εί είνα ναιι ή ώ σ τε είς τα ΰ τ’ ιό ντα σ φ ζεσ ζεσθθ α ι, εν τα ύ θ α μέ μένν ούκ ή α οί έλθώ ν μήτ μή τε ύμ ύμΐΐν μήτ μή τε έμα υτφ έμε μελλον λλον μ η δέν όφ ό φ ελο ελοςς είνα ναιι, επ επίί δέ τό τό ιδί δίαα έκ έκαα σ τον ιώ ν εύερ εύεργετ γετεΐ εΐν τή ν με μ εγίσ τη ν ευεργε ευεργεσσ ία ν, ώ ς έγώ φ ημ ημιι, ένταΰ έντα ΰ θ α ή α , έπιέπιχειιρώ ν έέκα χε κασσ τον ύμώ ύμ ώ ν πείθειν μή πρ πρόό τερ ο ν μμήτ ήτεε τώ ν έέαα υτ υτοΰ οΰ μ η δενός έπ έπ ιμ ελε ελεΐΐσ θα θαιι π ρ ιν έαυ έαυττο ΰ έπ ιμ ελη ληθεί θείη δ π ω ς ώ ς βέλτιισ τος κ α ί φ ρο βέλτ ρονι νιμμ ώ τα το ς έέσσ οι οιττο, μ ήτε τώ ν ττήή ς π όλ όλεεω ς, πριιν αύτ πρ α ύτήή ς τή ς πόλεω ς, τώ τώ ν τε τε άλλω ν ούτω ούτω κ α τά τόν α ύτ ύτόν όν [d] τρό τρόππ ο ν έπ έπιιμ ελεΐ ελεΐσσ θα θαιι - τί ο ύν είμ ι ά ξι ξιοο ς π α θ εΐ εΐνν τοι τοιοο ΰ τος ώ ν; ά γα γαθθ ό ν τι τι, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίοι οι,, εί δε δειι γε κ α τά τή ν άξί ά ξίαα ν τη τη ά λη ληθεί θείαα τιμ ά σ θα θαιι· κ α ίτα ΰ τά γε ά γα γαθό θόνν το το ιο ΰ το ν δτ δ τι ά ν πρέπ ρέπ ο ι έμ οί οί.. τί ο ύ ν πρ π ρ έπ έπει ει ά νδ νδρρ ί π ένη ένηττι εύεργέτ εύεργέτηη δεο δεομμ ένφ ά γε γειιν σ χολή χολήνν έπί τή ύμ ετέρ α πα παρα ρακελε κελεύσ ύσ ει; ού ούκκ έσ έσθθ ’ δτι μ ά λλον, ώ ά νδρες ’Α θη να ναίίο ι, πρ π ρ έπ ει ού ούττω ς ώ ς τόν τοι τοιοο ΰτον ά νδρα έν π ρ υ τα τανεί νείφφ σ ιτεΐσ θα θαιι, πο π ο λύ γε μ ά λλ λλον ον ή εϊτ εϊτις ύμ ώ ν ΐπ π ψ ή
Traducción española
171
4. E l s e g u n d o d isc is c u r s o
A que no me enfade enfad e po porr lo que acaba de ocurrir, ocurri r, atenienses (que (qu e [e] [36 a] habéis votado contra mí), contribuyen otras muchas cosas, además de que lo que me ha sucedido no carezca ca rezca de aspectos esperanzadores. res. Más bien lo que me asombra es el número núme ro de votos votos que ha h a bido bi do para par a cada cad a lado. N o pe pens nsab abaa yo que el resul res ultad tadoo iba a ser tan corto, sino que creía que perdería perd ería por po r mucho. Ahora, Ahor a, a lo que se ve, solamente si treinta votos más hubieran caído del otro lado, habría sido absuelto. En mi opinión, he sido absuelto, en lo que a Meleto se refiere; y no sólo eso, sino que es clarísimo que, de no haber su bido bi do An Anito ito y Licó L icónn a acus a cusarm arme, e, deb deberí eríaa Melet Me letoo pag p agar ar mil mi l dracmas, drac mas, [b] po p o r no ha habe berr conse c onseguid guidoo la quinta qui nta par p arte te de los l os votos. Pide para mí la pena de muerte. Veamos: ¿qué condena propon dré yo a mi vez, atenienses? Es evidente que la que me merezco. ¿Qué, entonces? ¿Qué merezco sufrir y pagar por haber vivido sin descanso alguno aprendiendo, y haber desatendido lo que preocupa a la gente: el dinero y la administración de la casa, los cargos mili tares y civiles y los demás puestos de gobierno, y las conjuras y las revueltas revueltas que suceden en el Estado, Estado, por p or considerar conside rar que yo era en en rea re a lidad lida d demasiado demas iado exigente como pa para ra sobrevivir sobreviv ir si me dedicaba dedic aba a tata - [c] les cosas, y por eso no fui allí a donde, de haber ido, iba a no ser de provecho provec ho ninguno ninguno ni a vosotros ni a mí; mientr m ientras as que, en cambio, di d i rigiéndome en privado a cada uno, presté el mayor de los servicios, según lo afirmo, al dedicarme así a procura pro curarr persuadi pers uadirr a cada uno de vosotros de que no se cuide cuide de ninguna ning una cosa suya más, ni antes, antes, que de cuidarse de sí mismo, a fin de llegar a ser lo mejor y más sabio posible; posi ble; y de que no se cuide de las cosas cos as del Estado Esta do ni antes ni más má s que del Estado mismo, y así sucesivamente también con todo lo d e más? más ? Siendo yo así, así, ¿qué merezco, merezco , entonces, entonc es, que me pase? Algo Al go [d] bueno, bue no, atenienses, ateniens es, si es que hay que ha hace cerr la estimac esti mación ión verdad ver dadera era mente según los merecimientos; y algo bueno apropiado para mí. ¿Qué es lo que conviene a un hombre pobre que sirve a los demás y que necesita tener tranquilidad para dedicarse dedicarse a exhortaros? exhortaros? No hay nada, atenienses, que le convenga más a un hombre así que ser ali-
172
Texto Texto griego grieg o
σ υνω ρί ρίδι δι ή ζεύγει νε νενί νίκη κηκεν κεν Ό λ υ μ π ία σ ιν ό μέν μέν γά γάρρ υμ υμάά ς [e] π ο ιεί εύ εύδδα ίμ ο να ς δο δοκκ εΐ εΐνν είνα ναιι, έγώ δέ είνα ναιι, κ α ί ό μ έν τρ ο φ ή ς ο ύ δέν δε δ εΐτα ι, έγώ δέ δέομ δέομαα ι, είο ίούύ ν δει μ ε κ α τά τό δί[37 a] κ α ιο ν τή τή ς ά ξί ξίαα ς τιμ ά σ θα ι, το το ύ το υ τιμ ώ μ α ι, έν π ρ υ τα νεί νείωω σ ιτή σ εω ς.
’Ίσ ω ς ούν ύμΐ ύμ ΐν κα ί τα υτί λέ λέγω γω ν παρα πα ρα πλ πληη σ ίω ς δοκώ λέ λέ-γειιν ώ σ περ π ερ ί τοΰ οί γε οίκτ κτου ου κ α ίτή ς ά ντ ντιιβο βολή λήσσ εω ς, ά π α υ θ α διζζόμ δι όμεενος νος·· τό δέ ού ούκκ εσ τιν, ώ ά νδρ νδρες ες Α θ η να ίο ι, τοιο τοιο ΰ το ν ά λλα το ιό νδε μά μ ά λλον, π έπει έπεισσ μ α ι έγώ έκώ ν είνα ναιι μ η δένα ά δι δι-κεΐΐν ανθρ κε ανθρώώ π ω ν, άλλά ά λλά υμ ά ς τοΰτ οΰτοο ού πε π είθω · ολί ολίγγον γά γά ρ χρ χρό ό νονν άάλλ νο λλήή λο λοιις δι διει ειλέγμ λέγμεθα εθα.. έπεί, ώ ς έγ έγώώ μ α ι, είή ίήνν ύμ ύμΐΐν νόμ νόμοος, [b] ώ σ περ κ α ί ά λλο λλοιις ά νθρ νθρώώ π οι οιςς, π ερίθα νά νάττο υ μή μία μία ν ή μ έρα ρανν μ όνον κρί κρ ίνε νειιν άλλά ά λλά πο πολλά λλάςς, έπ είσ θη θηττε ά ν νΰν δ ’ ού ρ ά δι διοο ν εν χρό χρόνω νω ό λί λίγφ γφ μ εγάλα γάλαςς δι διαα β ολ ολάά ς ά πο πολύ λύεεσ θα θαιι. πεπεισ μ ένος δή έγώ μ η δέν δέναα ά δι δικκ εΐν πολλο πολ λοΰΰ δέ δέωω εμ α υτόν γε γε ά δι δικκ ή σ ειν κ α ί κ α τ’ έμ έμαα υ το ΰ έρεΐν ααύύ τό ς ώ ς ά ξι ξιόό ς είμ ί του κ α κ ο ΰ κ α ί τιμ ή σ εσ εσθα θα ι το ιο ύ το υ τινό νόςς έμ α υτώ . τί δε δείίσ α ς; ή μή π ά θ ω τοΰ οΰττο ού Μ έλη ληττός μοι μο ι τιμ ά τα ι, ο φ η μ ι ο ύ κ είδέναι ο υ τ’ εί ά γα γαθό θό ν ού ο ύ τ’ είκ ίκαα κ όν έσ τιν; ά ντ ντίίτού ούττου δή έλω μ α ιώ ν εύ εύ οίοίδά τι κα κ ώ ν οντω οντω ν, τού τούττου τιμ η σ ά μ ενος νος;; πό π ό τερ ον δεσ δεσ μ οΰ; [c] κ α ί τί μ ε δει ζή ζήνν έν δεσ δεσμμ ω τη ρ ίφ , δου δο υ λεύ λεύοο ντα τή τή ά εί κ α θι θισσ τα μ ένη ά ρχή ρχή,, τοΐ τοΐςς ένδ νδεεκα κα;; άλλ άλλάά χρη χρημμ ά τω ν κα κ α ί δεδέ δεδέσσ θα ι εω ς ά ν έκτ έκτεείσ ω ; άλλά άλ λά τα τα ύτόν μ οί έσ τιν δπ δπεερ νυνδή νυ νδή έλεγον ού γάρ έστ στιι μοι χρή ρήμα μα τα όπ όπόθε όθενν έέκτ κτεείσω . άλλά δή φ υγ υγής ής τιμ ή σ ω μ α ι; ίσ ω ς γά γάρρ ά ν μοιτούτου μ οιτούτου τιμ ή σ α ιτε. πολ π ολλή λή μ εντ ντάά ν με φ ιλο λοψψ υ χί χίαα έχοι, ώ ά νδρ νδρες ες ’Α θη θηνα ναίίο ι, εί εί ο ύ τω ς ά λό λόγι γισ τός είμ ι ώ σ τε μή δύ δύνα να σ θ α ι λο λογί γίζε ζεσσ θα ι ο τι ύμ εΐς μέν όντε όντες πολΐταί μου ούχ οίοί τε έγένεσθε ένεγκεΐν τάς έμάς διατρι[d] β ά ς κ α ί τού τούςς λό λόγο γους, υς, άλ ά λ λ ’ ύμ ύμΐΐν β α ρ ύ τερ εραα ι γεγόν γεγόναα σ ιν κ α ί έπιφφ θο έπι θονώ νώ τερα εραιι, ώ σ τε ζη τείτε α ύτώ ν νυ νυνί νί ά πα παλλα λλα γήνα γήναιι· ά λλο λλοιι δέ ά ρα α ύ τά ς οϊ οϊσσ ουσ ουσιρα ιραδί δίωω ς; πολλ π ολλοΰ οΰ γε δε δειι, ώ ά νδρες ’Α θη να ναίίο ι, κ α λό λόςς ο ύν ά ν μοι μ οιόό βί β ίο ς ε’ίη έξελθό έξελθ ό ντι τη λι λικκ ω δε ά νθρ νθρώώ π ω άλλην έξ έξ άλλης πό πόλε λεωω ς ά μειβομ ένω κ α ί έξελαυνομμ έν νο ένφφ ζή ν. εύ εύ γάρ γά ρ ο ιδ ’ δτ δτιι δπ δποο ι ά ν ελθω , λέ λ έγοντος έμο έμοΰΰ
Traducción española
173
mentado en el Pritaneo. Mucho más que a uno de vosotros que con su caballo, su biga o su cuadriga haya vencido en Olimpia; porque éste hace que parezcáis ser felices, mientras que yo hago que lo seáis, seái s, y él no necesita neces ita que lo alimente alim enten, n, cuand cu andoo yo sí lo necesito, necesi to, [e] Así, pues, si es preciso que estime mi pena según s egún lo justo jus to y mereci do, la fijo fij o en esto: ser alimen ali mentado tado en el Pritane Prit aneo. o. [37 a] Seguramente al hablar así así os parecerá pare cerá que hablo con arrogancia y presunción, como os pareció antes, cuando me referí a las súpli cas e imprecaciones. No es así, atenienses, sino muy de otro modo. Yo estoy persuadido de que no existe hombre alguno que haga el mal adrede, pero no consigo persuadiros a vosotros, y es que he mos dialogado dialogado poco tiempo. Me parece que si tuvierais una ley ley, co co mo otros hombres hom bres la tienen, que ordenara orde nara no juzg ju zgar ar en un solo día, [b] sino en varios, varios, los procesos capitales, posiblemente posiblem ente quedaríais p er er suadidos; no es fácil en poco tiempo deshacer grandes calumnias. Pues bien, estando yo convencido de que nadie viola v iola la ley adrede, sólo sólo faltaba que fuera yo mismo a hacer hace r adrede el mal y hablara hablara en mi contra como si me mereciera un mal, mal, y lo pidiera como conde c onde na para mí mismo. ¿Por miedo a qué? qué? ¿Para que no me pase lo que Meleto pide, cuando afirmo que no sé si es un bien o un mal? ¿Voy a optar, en cambio, por pedir para mí cosas que sé que son males? ¿La cárcel, po porr ejemplo? ejemp lo? ¿Para ¿Pa ra qué he de vivir viv ir en prisión, prisi ón, esclavo [c] de las autoridades que mandan siempre en ella, los Once? ¿Y dar todo el dinero que pueda pagar? Me ocurre con ello lo que os de cía: que no tengo dinero con el que pagar. ¿Pediré el exilio? Segu ramente me condenaríais a él. Pero tendría yo que tener mucha an sia de vivir, atenienses, para ser tan irracional que no pueda comprender que si vosotros, que sois mis conciudadanos, no ha béis bé is po podi dido do sopo so porta rtarr mi modo mo do de viv v ivir ir y mis m is pala p alabr bras as,, sino sin o que se [d] os han hecho demasiado pesados e irritantes, así que estáis bus cando cómo libraros de ellos, van otros a sobrellevarlos fácil mente. men te. Ni mucho menos, men os, atenienses aten ienses.. ¡Vay ¡Vayaa vida vi da sería la mía! ía! La La de un exiliado de tantos años como tengo, que viviría cambiando constantemente de Estado, siempre expulsado de todos. Sé bien que a donde quiera que llegue, cuando empiece a hablar vendrán a
174
Texto g rie g o
ά κ ρ ο ά σ ο ντ νταα ι οί νέ νέοι οι ώ σ περ ένθάδε· ένθάδε· κ α ν μμέέν το ύ το υ ς α π ε λαύνω λα ύνω , ο ύτοί με α ύτοί έξε ξελώ λώ σ ι π είθο θοντ ντες ες το ύς πρε πρ εσ β υτ υτέέ[e] ρου ρουςς· εάν δέ μή ααπελα πελα ύ νω , οίτούτ οίτού τω ν π α τέρες τε κ α ί οι οικεί κείοι δ ι’ α ύ το ύ ς το το ύτου ύτουςς. "Ισσ ω ς ού "Ι ούνν άάνν ττιις εϊπ οι οι,, «Σ « Σ ιγώ ν δέ κ α ί η σ υ χί χίαα ν άάγω γω ν, ώ Σ ώ κ ρ α τες ες,, ο ύχ οι ο ιό ς τ’ έση ή μ ίν έξελθώ έξελθώ ν ζη ζη ν;» τουτ του τί δή έσ τι [38 a] π ά ντ ντωω ν χαλεπ χα λεπώώ τα το ν πεισ α ίτινα ναςς ύμ ύμώώ ν. έάντε έάντε γά γάρρ λέ λέγω γω οτι τώ θεώ ά π ει ειθθ εΐ εΐνν ττοο ϋ τ’ έσ τιν κα ί δι διάά το τοϋϋ τ’ ά δύ δύνα να το ν ηησσ υ χία ν ά γε γειιν, ού π είσ εσ θέ μοι μο ι ώ ς είρω νε νευο υομμ ένφ νφ-- έά έάντ’ ντ’ α ΰ λέ λέγω γω οτ οτιι κ α ί τυγχά υγχάνε νειι μ έγισ τον άγα ά γαθό θόνν δν ά νθρ νθρώώ π ω τού ούττο, έκάσ έκά σ τη ς ή μ έρα ς π ερί ά ρετ ρετήή ς το ύ ς λό λόγου γουςς π ο ιεΐσ θα ι κ α ί τώ ν άλλω ά λλω ν π ερ ερίί ώ ν ύμεΐ ύμ εΐς εμ ού ά κ ο ύ ετ ετεε δι διαα λεγομ λεγομένου ένου κ α ί έμ έμαα υτόν κα καί ά λλ λλοο υς έξε έξεττά ζοντος ζοντος,, ό δέ ά νεξ νεξέτ έταα σ το ς β ίος ού β ιω τό ς ά ν θρώώ π ω , τα θρ τα ΰ τα δ ’ ετι ή ττον πε π είσ εσ θέ μ οι λέ λέγον γονττι. τά δέ έχε χειι μέν ού ούττω ς, ώ ς έγώ φ ημ ημιι, ώ ά νδρες νδρες,, πε π είθειν δέ ού ρά δι διον. ον. κ α ί [b] έγώ ά μ α ούκ ού κ εϊθι θισσ μ α ιέμ έμαα υτόν ά ξι ξιοο ΰ ν κ α κ ο ύ ούδενός ού δενός.. είμ είμέέν γάρ ήν μμοιχ οιχρή ρήμμ α τα , έτ έτιμη μησσ άμ άμην ην άν χρη χρημμ ά τω ν δσ δσαα έμε μελλον λλον έκτ κτεείσ ειν· ο ύ δέν γά γά ρ ά ν έβλά έβλ ά β η ν νϋν νϋ ν δέ ού γά γάρρ έσ τιν, εί εί μή ά ρ α όσ όσον ον άν ά ν έέγγώ δυνα δυναίίμ η ν έέκτ κτεεΐσ αι αι,, τοσ τοσ ού ούττου β ού ούλεσθέ λεσθέ μοι τιμ ή σ α ι. ίσ ίσ ω ς δ ’ ά ν δυνα δυ ναίίμ η ν έκτε έκτεΐσ α ι ύμ ΐν πο π ο υ μ νά νάνν άργυ ά ργυ-ρίου· ρί ου· το σ ο ύ το υ ού ούνν ττιιμ ώ μ α ι. Π λά λάττω ν δέ δδε δδε,, ώ ά νδρε νδρεςς ’Α θη θηναί ναίοι οι,, κα κ α ί Κ ρι ριττώ ν κα ί Κ ρι ριττόβ όβου ουλο λοςς κ α ί ’Α πο πολλό λλόδω δω ρο ροςς κελε κελεύου ύουσσ ί με τρ ιά κ οντ ονταα μ νώ ν ττιιμ ή σ α σ θα θαιι, α ύτοί δ ’ έγγ γγυά υάσσ θα θανν τιμ ώ μ α ι ού ούνν ττοσ οσ ού ού του, έγγυηταί δέ ύμΐν έσονται τού άργυρίου ούτοι άξιόχρεφ.
5. El E l terc te rcer er disc di scuu rso rs o [c]
Ο ύ πο πολλο λλούύ γ ’ ένε νεκα κα χρόνου χρόνου,, ώ ά νδρες ’Α θη θηνα ναίίοι οι,, όνομ όνομαα εξε ξεττε κ α ία ίτία ν ύπ ύ π ό τώ ν βου β ουλο λομμ ένω ν τή τή ν πό π ό λι λινν λοι λο ιδο δορρ εΐν ω ς Σ ω κράτ κράτηη άπε άπεκτ κτόν όνατ ατεε, άν ά νδρα σ οφ όν-φ ή σ ουσ ιγάρ δή με σο φ ό ν είνα ναιι, είκ ίκαα ίμή είμι, οί ο ί βουλόμ ενοι ενοιύύμ ΐν όν ό νει ειδδίζει ζεινν εί είγο γούύ ν π ερι εριεεμ είνα ναττε ολίγον ολίγον χρό χρόνον, νον, ά π ό τού α ύ το μ ά το υ α ν ύμΐ ύμ ΐν το ϋτο έγέ γένε νεττο. όρ όράά τε γά γάρρ δή τή ν ήλ ήλιικί κίαα ν δτιπ ό ρ ρ ω ή δη έστ στίί [d] τοϋ βί β ίου, θανά θα νάττο υ δέ έγγ γγύς ύς.. λέγω λέγω δέ το ϋτο ού πρό πρ ό ς π ά ντας
Traducción española
1755 17
escucharme los los jóvenes, jóven es, como aq aquí. uí. Si los los rechazo, ellos mismos harán que se me expulse, convenciendo a los ciudadanos mayores; y si no los rechazo, sus sus padres y sus familiares me m e echarán por cau- [e] sa de ellos. Alguien podría decirme: «Pero Sócrates, si guardas silencio y te quedas tranquilo, ¿no podrías vivir en el exilio al que te conde nemos?». Persuadiros de esto es lo más difícil. Si os digo que es [38 a] desobedecer al Dios y que, por tanto, me es imposible estarme tranquilo y en silencio, no me creeréis, porque pensaréis que es ironía; y si os digo que sucede que el mayor bien es para el hom bre ha habl blar ar todo to doss los días sobre sob re la ex exce celen lencia cia y los demás dem ás temas tema s de los que siempre me oís dialogar examinándome a mi mismo y examinando a los demás, y que la vida sin examen no la puede vi vi vir vi r el el hombre, aún os persuad pers uadiré iré menos. Sin embargo, es así como lo afirmo, atenienses, aunque no es fácil persuadir a otros de ello. Por otra parte, no acostumbro a considerarme merecedor de nin gúnn mal. Si tuviera dinero, propo gú pro pond ndría ría pag pagar ar todo tod o el que haga fal- [b] ta, porque eso en nada me dañaría. Pero no lo tengo, a no ser que queráis condenarme a pagar lo que pueda yo pagar. Creo que po dría pagaros una mina de plata. Ésta es la condena que propongo par p araa mí. Platón, atenienses, y Critón, Critobulo y Apolodoro me indican que estime mi condena en treinta minas, que ellos salen fiadores. Así lo propongo, ya que vais a tener avalistas de esa plata que os merecen confianza. confianza. 5. El E l terc te rcer er disc di scur urso so Por falta falt a ddee tiempo, tiem po, ateni at eniens enses, es, vais vai s a carg ca rgar ar con la fama fama y la [c] responsabilidad, de parte de los que quieren insultar al Estado, de haber dado muerte a Sócrates, un sabio; ya que dirán que soy sa bio, bio , aun aunqu quee yo no n o lo sea, los que qu quie iera rann vitup vit upera eraros ros.. Si hub h ubier ierais ais esperado un poco, el resultado habría sido el mismo mism o para vosotros y se habría producido por sí solo: ya veis mi edad, que va aleján dose de la vida y acercánd acer cándose ose a la muerte mu erte.. Estoy Esto y hablando hablan do no a toto - [d]
176 17 6
[e]
[39 a]
[b]
[c]
Texto Texto griego grie go
υμά ς, άλλά υμάς ά λλά ππρό ρόςς του ουςς έμοϋ κκαταψ αταψ ηφ ισ αμ ένους θά θάνατ νατον, ον, λέγω δέ κα κ α ί τό δε πρ π ρ ό ς το υ ς ααύύ το ύ ς το ύτο υς, ϊσ ϊσ ω ς με οί'εσ& 'εσ&εε, ώ ά νδρες νδρες,, ά π ο ρ ία λόγω ν έα έα λω κέν κέναα ι τοι οιού ούττω ν οίς οίς ά ν ύμ α ς έπει πεισσ α , εί ω μ ή ν δεΐ δεΐν άπ ά π α ντα π ο ιεΐν κα κ α ί λέ λέγε γειιν ώ σ τε ά π ο φ υ γεΐΐν ττήή ν δίκη γε δίκην, ν, πολ π ολλο λοΰΰ γε δε δειι. ά λ λ’ ά π ο ρ ία μ έν έά έά λω κα , ού μ έντ ντοι οι λό λόγω γω ν, ά λλά τόλμ η ς κ α ί ά να ναιισ χυντί χυντίαα ς κ α ί τοΰ μή έθέλειν λέγειν πρός ύμας τοιαΰτα οί’ άν ύμΐν μέν ήδιστα ήν ά κο κούει ύεινν -θρ -θ ρ η νο νοΰΰ ντός τέ μου κ α ί δδυρ δδυρομ ομ ένου κ α ί ά λλα π ο ιο ΰντος καί κα ίλέγ λέγοντ οντος ος πο πολλά λλά κ α ί ά νά νάξι ξιαα έμ οΰ, ώ ς έγώ φ ημ ημιι, ο ία δή κ α ί εϊθισ θε ύμ ύμεΐ εΐς τώ ν ά λλ λλωω ν ά κ ο ύειν. ά λ λ ’ ο ύ τε τό τε φ ή θη ν δεΐν ένε ένεκα κα τοΰ κι κινδύνου νδύνου π ρ ά ξα ξαιι ο ύδ ύδέέν άνε ά νελεύθερον, λεύθερον, ούτεε νΰν μοι με ούτ μετταμ αμέέλε λειι ούτ ούτωω ς ά πολ πολογησ ογησαα μ ένφ , άλλά ά λλά πολύ μάλλον μά λλον ααίίρο ροΰμ ΰμ α ι ώ δε άπολ άπ ολογη ογησσ ά μ ενος τεθνά εθνάνα ναιι ή έκε κείίνω ς ζή ν. ούτε ο ύτε γά γάρρ έν δίκη ο ύ τ’ έν πολέμ πο λέμφφ ο ύ τ’ εμέ ού ο ύ τ’ ά λλο λλονν ο ύδ ύδέένα δειτοΰ οΰττο μηχανά μη χανάσσ θα θαιι, δπω δπ ω ς ά π ο φ εύξε εύξεττα ιπ α ν πο ποιιώ ν θάνατον, καί γάρ έν ταΐς μάχαις πολλάκις δήλον γίγνεται δτι τό γε άάππ ο θ α νεΐ νεΐνν ά ν τι τις έκφ ύ γο γοιι κ α ί δπ δπλλ α ά φ είς κ α ί έφ ’ ίκε κε-τεία ν τρα τρα πό πόμμ ενος τώ ν δι δ ιω κ ό ντ ντωω ν κ α ίά λλα λλαιι μ η χανα χαναίίπο πολλα λλαίί είσ ιν έν έν έκ έκάά σ τοι τοιςς τοΐ τοΐςς κ ινδ νδύύ νο νοιις ώ σ τε δι διαα φ εύ εύγει γεινν θθάά να το τον, ν, έάν τις τολμά πάν ποιεΐν καί λέγειν. άλλά μή ού τοΰτ’ ή χαλε πόν, πό ν, ώ ά νδρε νδρεςς, θά να ναττο ν έκφ υγε υγεΐΐν, άλλά πο πολύ λύ χαλε χαλ επώ τερο ρονν π ο νη ρ ιά ν θά ττο ν γάρ θα νά νάττου θε θ εΐ. καί κα ίνΰν έγώ μ έν ά τε β ρα ρα δύς ώ ν κα καίί πρ πρεεσ βύ βύττη ς ύπ ύπόό τοΰ τοΰ βρ βραα δυτ δυτέέρο ρουυ εάλω ν, οί δ ’ έμ οί κατήγοροι άτε δεινοί καί οξείς όντες ύπό τοΰ θάττονος, τής κ α κί κίαα ς, κ α ί νΰν έγ έγώ μέν ά πειμ ι ύ φ ’ ύμ ώ ν θανά θα νάττο υ δί δίκη κηνν όφ λώ ν, ούτ ο ύτοι οι δ ’ ύ π ό τή τή ς ά λη ληθε θείία ς ώ φ λη ληκό κόττες μ οχθη οχθηρί ρίαα ν καί κα ί ά δι δικκ ία ν. κ α ί έγ έγώώ τε τφ τιμ ή μ α τιεμ ιεμμμ ένω κ α ί ού ούττοι οι.. ταΰ τα ΰ τα μ έν π ο υ ίσ ω ς ούτ ού τω ς καί κα ί έδεισ χε χεΐΐν, κ α ί ο ίμ α ια ύ τά μ ετ ετρρίω ς έχε έχειιν. Τ ό δέ δή μ ετά τοΰ οΰττο επ ιθυμ ώ ύμΐν ύμΐν χρη χρησσ μ φ δή δήσσ α ι, ώ κατα ψ η φ ισ ά μ ενοί μου μου·· κ α ίγάρ είμ ιήδη έντ ένταα ϋθ ϋθαα έν φ μ άλ άλιισ τα ά νθρ νθρωω π ο ιχρη ρησσ μ φ δοΰσ δοΰσιιν, όταν όταν μέ μ έλλ λλωω σι σινν άποθ άπ οθαα νε νεΐΐσ θα θαιι. φ ημ ημίί γάρρ , ώ ά νδρ γά νδρες ες ο ϊ έμέ άπ ά π εκτ εκτόό να ναττε, τι τιμ ω ρ ία ν ύμΐ ύμ ΐν ήξειν ήξειν εύθύ εύθ ύ ς μετάά τό μετ τό ν έμ έμ όν θά να ναττο ν πολύ πο λύ χαλεπω χα λεπω τέρ α ν νή νή Δ ία ή οί'αν έμέ ά πεκτόνατ πεκτόνα τε· νΰν γά γά ρ τοΰτ τοΰ το εϊρ εϊρ γα γασσ θε οίόμ οίόμ ενοι μ έν άπα άπ α λλ λλάά ξεσθαι τοΰ διδόναι έλεγχον τοΰ βίου, τό δέ ύμΐν πολύ ε ν α ν ά π ο β ή σ ετα ι, ώ ς έγώ φ ημ ημιι. π λεί λείου ουςς έσ ο ντ νταα ιύ μ α ς οί οίέέλέ λέγγτ ί άπ
Traducción española
1 77
dos vosotros, sino a los que me habéis condenado a muerte. Sigo hablándoos a los que digo. Pensáis seguramente, atenienses, que he caído en la carencia de palabras con las que persuadiros, si es que yo creyera que hay que hacer y decir cualquier cosa con tal de evitar la condena. Ni mucho menos. He estado falto, sí, pero no de palabras sino de osadía osadía y desvergüenza, y de haber querido de d e ciros lo que más os habría gustado oír: lamentos, llantos y todas esas acciones y palabras que, según afirmo, son indignas de mí pero pe ro estái es táiss ha habi bitu tuad ados os a ver v er en otros. otro s. N i pen p ensé sé en el pas p asad adoo que a [e] causa del peligro había que hacer cualquier cosa servil, ni ahora estoy preocupado, tras haberme defendido como lo he hecho. Es cojo mucho antes a ntes morir después desp ués de esta defensa que vivir del otro otro modo. Ni en el juicio ni en la batalla debo yo ni debe nadie, recu rriendo a lo que sea, componérselas para evitar la muerte. Es evi- [39 a] dente que en las batallas muchas veces evitaría uno morir tirando las armas y poniéndose ante los perseguidores en la actitud del suplicante; y existen otros muchos recursos, en cualquier peligro, para pa ra ev evit itar ar la m ue uerte rte,, si un unoo se atrev atr evee a h acer ac er y de deci cirr lo que sea se a con tal de lograrlo. lograrlo. Pero lo difícil, atenienses, no es evitar la muer mu er te, sino que es mucho much o más difícil evitar evi tar la maldad, maldad , que corre m ás [b] aprisa que la muerte. Yo, como soy soy lento y viejo, me veo alcanza do por el corredor más lento; lento; mis m is acusadores, como corren mucho y muy rápidos, lo son por el más veloz: la maldad. Salgo ahora de aquí condenado por vosotros a muerte, pero ellos se van conde nados por la verdad a maldad e injusticia. Yo me conformo con mi pen p enaa y ellos ell os co conn la suya. Segu Se gura ram m en ente te tení te níaa qu quee ser se r así, así , y creo cre o que las cosas están como deben. Despu De spués és de lo cual, deseo des eo haceros hacero s un vaticinio vatici nio a vosotros, vosotr os, los [c] que me condenáis, ya que estoy en la situación en que mejor vati cina el hombre, que es cuando va a morir. Os aseguro, atenienses que me dais muerte, que en seguida que yo muera os sobrevendrá una venganza mucho más dura, por Zeus, que esta mía de morir. Esto que estáis haciendo, lo hacéis en la idea de que os libraréis libraréis de dar cuentas de vuestra vida; pero os aseguro que os sucederá al re-
Texto Texto griego grieg o
[d] χοντες χοντες,, οΰς ο ΰς νΰν έγώ έγώ κ α τεΐχον, υμε υμ είς δέ ο ύ κ ήήσσ θά θάνε νεσσ θε· κ α ί χαλεπώ χα λεπώ τερο ροιι, έσο έσ ο ντ νταα ι δ σ φ νεώ τερο εροίί είσ ιν, κα κ α ί υ μ είς μμάά λλ λλον ον α γανακ γανακττή σ ετε, εί εί γάρ οι οιεεσ θε ά πο ποκτε κτείίνοντ νοντεες α νθρ νθρώώ π ο υ ς έπιισ χή έπ χήσσ ειν τοΰ ό νει νειδί δίζει ζειν τι τινά ύ μ ΐν δτι δτι ο ύ κ ό ρ θ ώ ς ζή ζή τε, ού ού καλώ κα λώ ς δι διανοεΐ ανοεΐσ θε θε·· ού γά γά ρ έσ έσθ’ θ’ α ύτ ύτηη ή άπα ά πα λλα λλαγή γή ού ούττε π ά νυ δυνατή ούτε καλή, άλλ’ εκείνη καί καλλίστη καί ράστη, μή τού ούςς ά λλο λλους υς κο κολού λούεειν άλλ ά λλ’’ εα υτ υτόν όν π α ρ α σ κ ευά ζειν δπ δπωω ς εστα ι ώ ς βέλτ βέλτιισ τος ος,, ταΰ τα ΰ τα μ έν ού ούνν ύμΐ ύμ ΐν το ΐς κ α τα ψ η φ ισ α μ ένοιςς μ α ντ νοι ντεευσ ά μ ενος ά πα παλλά λλά ττομ ομαα ι. [e] Τ οΐ οΐςς δέ ά πο ποψψ η φ ισ α μ έν ένοο ις ή δέω ς ά ν δι διαα λεχθείη ν ύπ ύπέρ έρ τοΰ γε γεγο γονό νόττο ς το υ το υ ι π ρ ά γμ γμαα το ς, έν έν φ οί ά ρ χοντε χοντεςς ά σ χολίαα ν ά γο λί γουυ σ ι κ α ί ο ΰπ ΰπωω έρχο έρχομμ α ι ο ί έλθ έλθόό ντ νταα με δει τεθνά εθνάνα ναιι. ά λλά μοι μοι,, ώ ά νδρε νδρεςς, πα π α ρα μ είνατ νατεε τοσ οΰ οΰττον χρό χρ ό νο ν ού ούδέ δένν γάρρ κω λύει δι γά διαα μ υθ υθολ ολοο γή γήσσ α ι π ρ ό ς ά λλή λλήλου λουςς έω ς έξεσ τιν. [40 [40 a] ύ μ ΐν γά γάρρ ώ ς φ ίλο ις ο ΐσ ιν έπ έπιιδεΐ εΐξα ξα ι έθέλ έθέλωω τό νυ νυνί νί μ ο ι σ υμ υμ-β εβ η κ ό ς τί π ο τε νοεί νοεί. έμ οί γά γάρρ , ώ ά νδρ νδρες ες δι δικκ α σ τα ταίί —υ μ ά ς γά ρ δι δικα κασσ τάς κα καλώ λώ ν ορθώ ς άν κα λο λοίίη ν- θα υμ ά σ ώ ν ττιιγέγονεν. νε ν. ή γάρ γά ρ εί είωω θυ θυΐΐά μ οι μ α ντ ντιικ ή ή τοΰ τοΰ δα δαιιμ ο νί νίοο υ εν μ έν τώ π ρ ό σ θεν χρ χρόό νφ π α ντ ντίί π ά νυ πυ πυκνή κνή α εί ή ν κα ί π ά νυ έπί σμ σμιικ ρ ο ΐς ένα έναντι ντιο υμ ένη ένη,, ει ειτι τι μ έλλ λλοι οιμμ ιμ ιμήή όόρρ θ ώ ς π ρ ά ξειν. νυ νυνί νί δέ σ υμ υμβέβη βέβηκέ κέ μοι μ οιαα περ όρ όραα τε κα καίί α ύτ ύτοί οί,, ταυ τα υ τίà γε δή οίηθείη [b] α ν τις κ α ίνο νομμ ίζετ ζεταα ι έσ έσχα χατα τα κα κα κ ώ ν εί είναι· έμ έμοοίδέ ο ύ τε έξ έξιιόντι έω θεν οικ οικ ο θεν ήνα ή ναντ ντιιώ θη τό τοΰ θεο θεοΰΰ σ η μ εΐον, ούτε ο ύτε ή νίκα άνέβαινον ε ν τ α υ ΰ ο ΐ επ επ ίτό δι δικα κα σ τή ρ ιον, ο ύτε έν τφ τφ λόγω ο ύδα δαμμ ο ΰ μ έλλοντίτ έλλοντίτιιέρεΐν. κ α ίτο ι έν άλλ ά λλοοις λό λόγο γοιις π ο λλα λαχο χοΰΰ δή με έπέσχε λέγοντα μεταξύ' νΰν δέ ούδαμοΰ περί ταύτην τή ν πρ π ρ ά ξι ξινν οΰ ο ΰ τ’ έν εργφ ο ύ δενίο ύ τ’ έν λόγω ή να ναντί ντίω τα ίμοι μοι.. τί ο ύ ν αί α ίτιο ν είνα ναιι ύ π ο λ α μ β ά νω ; έγώ ύ μ ΐν έρώ ' κ ινδυ νδυνεύει νεύει γάρ μο μοιι τό σ υμ υμβεβηκ βεβηκός ός τοΰ οΰττο ά γα γαθό θόνν γε γεγονέ γονέναι ναι,, κα κ α ί ούκ εσθ’ εσ θ’ δπω ς ημ ημεείς όρ όρθώ θώ ς ύπο ύπολα λαμμ βά βάνομ νομεεν, όσοι όσ οι οί οίόμ όμ εθα κα[c] κ ό ν είνα ναιι τό τεθνά τεθνάνα ναιι, μέ μ έγα μοι μ οιττεκ μ ή ρ ιο ν το ύ το υ γέγο γέγ ο νεν ού γάρ γά ρ έσ θ’ δπ δπωω ς ούκ ή ναντ ναντιιώ θη άν μ ο ιτό είω θός σημε ση μεΐΐον ον,, είμή τι ε μ ε λ λ ο ν ε γ άγα ά γαθό θόνν πρά πράξε ξειιν. Έ ννοή ννοήσσ ω μ εν δέ κ α ί τή δε ώ ς πολλή ελπί λπίςς έσ τιν άάγα γαθό θόνν αύτό είναι, δυοΐν γάρ θάτερόν έστιν τό τεθνάναι· ή γάρ οίον μηδέν είναι μηδέ αί'σθησιν μηδεμίαν μηδενός έχειν τόν τεθ-
Traducción española
1799 17
vés: tendréis ten dréis muchos much os refutánd refu tándoos oos,, a los que yo hasta has ta aho ahora ra contecont enía sin que os percatarais de ello; y serán tanto más duros cuanto que son más jóvenes, jóvene s, y vosotros lo pasaréis pasaré is mucho much o peor. peor. Si pensáis que con matar mata r a alguien suspendéis suspend éis el que se os vitupere porque no vivís rectamente, juzgáis mal. Ese modo de librarse no es ni eficaz ni hermoso; sí aquel otro, hermosísimo y tan sencillo, que consis te no en impedir a otros que os vituperen, sino en disponerse a sí mismo a ser lo mejor posible. Y una vez que os lo he vaticinado, atenienses que me condenáis, os dejo. Me gustaría, gusta ría, en cambio, cambio , dialogar dialog ar con los que me habéis habé is absuelto acerca de esto que ha ocurrido, mientras que las autoridades es tán ocupadas y aún no tengo que ir allí donde he de morir. Quedaos conmigo entre tanto, atenienses; nada nos impide seguir hablan do mientras sea posible. Quiero mostraros a vosotros, amigos, qué sentido debe de tener lo que acaba de ocurrirme. Me ha pasado, juec ju eces es (a vosot vo sotros ros sí es just ju stoo y bue b ueno no llama lla maro ross juece jue ces) s),, algo digno dig no de asombro. La señal adivinatoria a la que estoy acostumbrado, la señal que procede del demon, siempre en el pasado se me ha veni do presentando cada muy poco y se oponía incluso a cosas menu das, cuando iba yo a hacer algo que no estaba bien. Ahora, en cam cam bio, bio , me ha oc ocur urrid ridoo lo que vo voso sotro tross mism mi smos os estái es táiss viendo vie ndo:: lo qu quee otro, al considerarlo, creería que es el mayor de los males; pero ni al salir de mi casa al alba se me opuso op uso la señal señ al del Dios Di os,, ni lo h izo iz o cuando subí aquí al tribunal ni durante mi discurso, justamente an tes de ir a decir algo. algo. Muchas Much as veces estando hablando me hizo hizo ab a b s tenerme de seguir a mitad de lo que decía. Hoy, en cambio, en todo este acto, no se me ha opuesto ni cuando cu ando hacía hací a ni cuando decía n a da. ¿Qué conjeturo que es la causa de esto? Os lo diré: seguramen te es que lo que me acaba de sobrevenir es algo bueno y que supo nemos incorrectamente cuando pensamos que estar muerto es un mal. Para mí es una gran gr an prueba prue ba de ello, porque porq ue no cabe que la señal de costumbre no se me haya opuesto si lo que iba a hacer no era bueno. bueno . Consideremos, en efecto, cuánta esperanza hay de que sea un bien. E star st ar muer m uerto to es una de dos cosas: cos as: o bien bie n el muert mu ertoo no es n a da ni se tiene sensación alguna de nada, o, como se dice, la muer-
[d]
[e]
[40 a]
[b]
[c]
1800 18
[d]
[e]
[41 a]
[b]
[c]
Texto griego grie go
νεώ τα , ή κ α τά τά λε νεώ λεγάμ γάμεενα με μ ετα βο βολή λή τις τυ γχά γχάνει νει ού ούσσ α κ α ί μ ετ ετοί οίκκ η σ ις τή 'ψ υχή το το υ τό τόππ ο υ τοϋ ένθένδ ένθένδεε εείίς ά λλ λλοο ν ττόό π ο ν, καί εϊτε δή μηδεμία αισθησίς έστιν, άλλ’ οίον ΰπνος, έπειδάν τις κ α θεύδω ν μη μ η δ’ οναρ μη μηδέ δένν όρά, θα θαυμ υμ ά σ ιον κέ κ έρδο ρδοςς ά ν εϊη ό θ ά να νατος· τος· έγώ γά γάρρ άν ά ν οί οίμμ α ι, εΐ εΐ τινα έκλ έκλεξά εξάμμ ενον δέο δέοιι τα ύτ ύτηη ν τή τή ν νύκ νύκττα έν ή οΰτω οΰτω κ α τέδα δαρρ θεν ώ στ στεε μ ηδέ οναρ ίδείν, κ α ί τά τάςς άάλλ λλαα ς νύ νύκκ τα ς τε κα ί ή μ έρα έραςς τά τάςς το ϋ βί βίου ου το ϋ έα υτοϋ ά ντ ντιιπ α ρ α θέντ θένταα τα ύτη ττήή νυκ νυκττί δέ δέοι οι σ κεψ ά μ ενον είπ εϊν πό π ό σ α ς άμ εινον κ α ί ή δι διοο ν ήμ ή μ έρα έραςς κ α ί νύ νύκκ τα ς τα τα ύ τη ς τή ς νυ νυκκ τό ς βεβ βεβ ίω κεν έν έν τω έα υτοϋ βί βίωω , ο ίμ α ι ά ν μή μ ή δτ δ τι ιδι διώώ τη ν τινά νά,, άλλ ά λλάά τό τό ν μ έγαν βα β α σ ιλέα εύα ρ ιθμ ή το υ ς α ν εύρεΐν αύτόν ταύτας πρός τάς άλλας ήμέρας καί νύκτας- εί ούνν το ού το ιο ΰ το ν ό θά θ ά να τό ς έσ έσ τιν, κέρδο κ έρδοςς εγω γε λέγω - κ α ί γά γάρρ ο ύ δέν πλεί πλ είω ν ό πα π α ς χρ χρόό νο νοςς φ α ίνετ νεταα ι ο ϋτω δή είνα ναιι ή μί μ ία νύξ. εί δ ’ α ύ οί οίον ον ά π ο δη δημμ ή σ α ί έσ τιν ό θ ά να το τοςς ένθένδε εί είς ά λλο λλονν τό τό π ο ν, κ α ί α λη ληθή θή έσ τιν τά τά λεγ λεγάά μ ενα, ώ ς ά ρ α έκεΐε κεΐείίσ ιν α π α ντες ο ίτεθνε εθνεώώ τες ες,, τίμ εΐζον άγα ά γα θ ό ν ττοο ύ το υ εϊη ά ν, ώ ά ν δρες δρ ες δι δικκ α σ τα ί; είγά είγάρρ τις ά φ ικ ό μ ενος είς " Α ιδο δουυ , α π α λ λα γεί γείςς το υ τω νί τώ ν φα φ α σ κ ό ντ ντωω ν δι δικκ α σ τώ ν είναι ναι,, εύρ εύρήή σ ει το ύ ς ώ ς ά λ η θώ ς δι δικκ α σ τά ς, οί'πε 'περρ κ α ί λέγο λέγοντ νταα ι έκεΐ δι δικκ ά ζε ζειιν, Μ ίνω ς τε καί κα ί 'Ρ α δά μ α νθ νθυυ ς κ α ί Α ια κ ό ς κ α ί Τ ρι ριπτόλεμ πτόλεμος ος κα ί ά λλοι δσοο ι τώ ν ημ δσ η μ ιθέω ν δίκ δίκ α ιο ι έγέ γένοντ νοντοο έν τώ εα υτώ ν βί β ίφ , ά ρ α φ α ύλη ά ν εϊ εϊη ή άπο ά ποδημ δημ ία ; ή αύ Ό ρ φ εΙ σ υγγε υγγενέ νέσσ θα θαιι κα ί Μ ουσ ουσαί αίφφ κα ί Ή σ ιόδω κα ί Ό μ ή ρ φ έπί πό σ φ άν τι τις δέ δέξαι ξαιττ’ ά ν ύμώ ν; έγ έγώ μέ μένν γάρ πο πολλά λλάκι κιςς έθέ θέλω λω τεθνά εθνάνα ναιι είτ ίταα ΰ τ’ έστιν άλη ά ληθή θή.. έπεί έμ οι οιγε γε κ α ί α ύτώ θ α υ μ α σ τή ά ν εεϊϊη ή δι διαα τρ ιβ ή α υ τό θι θι,, οπ ο π ό τε έντ ντύχοι ύχοιμμ ι Π α λα λαμμ ή δει κ α ί Α ϊα ντι τώ Τ ελα λα-μ ώ νος κα ί ειτις ά λλο λλοςς τώ ν πα π α λ α ιώ ν διά διά κ ρί ρίσσ ιν άδι ά δικκ ο ν τέθτέθνηκ ηκεεν, άντ ά ντιιπ α ρα βά λλ λλοντ οντιιτά έμ αυ αυττοΰ π ά θη π ρ ός τά εκε κείίνω ν - ώ ς έγώ έγώ οί οίμμ α ι, ούκ ο ύκ ά ν άη ά η δές εϊ εϊηη - κα κ α ί δή κ α ί τό μ έγισ τον, το ύς έκεΐ έκεΐ έξ έξεετά ζο ντ νταα κα ί έρευνώ ντ νταα ώ σ περ τούς τού ς έντ ένταα ϋ θα διάά γει δι γειν, ν, τις ααύύ τώ ν σ ο φ ό ς έέσσ τιν κκαα ίτις οοϊϊετα εταιιμ έν, έσ έστι τιν δ ’ ου ου.. έπί π ό σ ω δ ’ ά ν ττιις, ώ ά νδρ νδρες ες δι δικκ α σ τα ί, δέξα δέξαιιτο έξε έξεττά σ α ιτό ν έπ ίΤ ρο ροίία ν ά γα γαγόντ γόνταα τή ν πο πολλή λλήνν σ τρα ραττιά ν ή Ό δυ δυσσ σ έα ή Σ ί συφον ή άλλους μυρίους άν τις ειποι καί άνδρας καί γυναί κας, οίς διαλέγεσθαι έκεΐκαί συνεΐναι καί έξετάζειν άμήχα-
Traducción Traducción española esp añola
181
te resulta ser un cambio: un traslado para el alma, de vivir aquí, a vivir en otro lugar. Si no hay sensación alguna, sino que es como un sueño en que el que duerme ni siquiera ve ensueño alguno, ya así sería la muerte mu erte una admirable admi rable ganancia; pues pu es pienso que si un unoo [d] escoge aquella noche en la que durmió de tal modo que ni siquie ra soñó, y compara esa noche con las demás noches y los demás días de su vida, si tuviera el que hace ese análisis que decir cuán tos días y cuántas noches vivió en su vida mejores y más gratos que aquella noche, digo que pienso que no ya un particular, sino el Gran Gra n Rey, Rey, en encon contrarí traríaa que son bien bi en fáciles de contar en con contrast trastee [e] con los demás días y noches. Si tal es la muerte, yo al menos la lla mo ganancia, pues el tiempo entero no parece así ser más que una sola noche. Y si, en cambio, la muerte muer te es trasladarse de aquí a otro lugar, y es verdad lo que se dice: que allí están todos los muertos, ¿qué bien sería mayor, jueces? Si al llegar a Hades apartándose de [41 a] cuantos se dicen jueces, encuentra uno a los jueces de verdad, que dicen que juzgan allá: Minos, Radamanto, Éaco y Triptólemo, y cuantos semidioses fueron justos justo s durante su vida, ¿no valdría la pe pe na el viaje? ¿Cuánto no daría cualquiera de vosotros por encon trarse en la compañía de Orfeo, Museo, Hesíodo y Homero? En cuanto a mí, deseo morir muchas veces si es verdad, pues precisa mente men te en mi caso sería maravilloso mara villoso pasa pa sarr el tiempo tiem po allí junto ju nto a PaPa - [b] lamedes y Áyax Telamonio o cualquier otro hombre de la antigüe dad que haya muerto por p or un juicio injusto: injusto: cambiar entre nosotros mis experiencias e xperiencias con las suyas pienso que no sería desagradable. desagradable. Y lo mejor consistiría en examinar a los hombres de allí e investigar los como a los de aquí, para distinguir cuál de ellos es sabio y cuál piens pie nsaa serlo serl o pero no lo es. Jueces, Juec es, ¿qu ¿quéé no daría dar ía uno po p o r examina exam inarr a quien condujo contra Troya aquel gran ejército, o a Odiseo, o a [c] Sísifo, o a otros mil que podríamos nombrar, hombres y mujeres? Dialogar con tales gentes, estar con ellos y examinarlos, ¿no sería el colmo de la dicha? Y en definitiva, por ello esas gentes no te ma tan; pues, entre otras cosas, los de allí superan en dicha a los de aquí porque ya el resto del tiempo son inmortales, inmo rtales, si lo que se dice es verdad.
182
Texto g rie go
νο ν άάνν ει νον ει'η ευδα ευδαιιμ ο νί νίαα ς; πά π ά ντω ς ού δή δήππ ο υ τούτ τού το υ γε ένε νεκα κα ο ί έκεΐ έκεΐάά π οκ τείνο νουυ σ ι· τά ττεε γά γάρρ ά λλ λλαα εύδ εύδαα ιμ ο νέσ νέσττερο εροίί είσ ιν οί εκε κείί τώ ν ενθά ενθάδε, δε, κα κ α ί ήδη τόν λο λοιιπ όν χρόνον χρό νον ά θά να ναττο ί είσιν, εϊπερ γε τά λεγάμενα άληθή έστίν. Ά λ λ ά κ α ί ύμ ά ς χρή, ώ ά νδρες δι δικα κασσ τα ί, εύέλπ ύέλπιιδα δαςς είναι πρός τόν θάνατον, καί εν τι τοΰτο διανοεΐσθαι άληθές, δτι [d] ού ούκκ έσ τιν ά νδρ νδρίί ά γα γαθώ θώ κ α κ ό ν ού ούδέ δένν ού ούττε ζζώώ ντ ντιι ού ούττε τελευτ λε υτήή σ α ντ ντιι, ού ούδέ δέ άμ ελε λεΐΐτα ι ύ π ό θεώ ν ττάά τού ούττου πρ πράά γμα τα · ούδέ τά έμά νΰν άπό τοΰ αύτομάτου γέγονεν, άλλά μοι δήλόν δήλ όν έστ έστιι τοΰ οΰττο, δτ δτιι ήδη τεθνά εθνάνα ναιι κ α ί ά π η λλ λλάά χθα ι π ρ α γ μ ά τω ν ββέέλτ λτιιον ήν μοι. δι δ ιά τοΰ τοΰττο κκαα ί έμέ ούδα ού δαμμ ο ΰ ά π έτ έτρρ εψ εν τό σ η μ εΐον, κ α ί εγω γε το ΐς κατ κα τα ψ η φ ισ α μ ένοι ένοιςς μου μ ου κ α ί το ΐς κ α τη γόρ γόροο ις ού πά π ά νυ χα χαλεπ λεπαα ίνω . κα κ α ίτο ι ού τα τα ύτη τή δι διαα νο νοίία κ α τεψ η φ ίζο ντ ντόό μου κ α ί κα καττη γορ γορού ούν, ν, άλλ ά λλ’’ οί οίόμ όμ ενοι βλ βλάά π[e] τει τεινν τοΰ τοΰττο α ύ το ΐς ά ξι ξιοο ν μέ μ έμ φ εσ θα θαιι. το το σ ό νδε μέν μ ένττο ι α ύ τώ ν δέομ δέ ομαι αι·· το ύς ύεΐς μου, έπ ειδά δάνν ήβήσ ήβή σ ω σ ι, τι τιμ ω ρή ρήσσ α σ θε θε,, ώ ά ν δρεςς, τα δρε τα ύτά τα ταΰτα ΰτα λλυπ υποΰ οΰντ ντεες ά περ έγώ ύμ ά ς έλύπ λύπου ουν, ν, έάν έάν ύμΐΐν δοκώ ύμ δοκ ώ σ ιν ή χρη χρη μ ά τω ν ή άλλου ά λλου του π ρ ό τερο ερονν έπι έπιμμ ελε λεΐΐσ θ α ι ή ά ρ ετ ετήή ς, κ α ί έά έάνν δο δ ο κ ώ σ ίτι είνα ναιι μ η δέν δντε δ ντεςς, ο νει νειδί δίζε ζε τε α ύ το ΐς ώ σ π ερ έγώ ύμ ύμΐΐν, δτ δ τι ο ύ κ έπ έπιιμ ελο ελοΰΰ ντα νταιι ώ ν δει δει, κα καί οϊονταί τι είναι όντες ούδενός άξιοι, καί έάν ταΰτα ποιήτε, [42 a] δί δίκκ α ια π επ εποο νθ νθώώ ς έγώ έσ ομ ομαα ιύ ιύφφ ’ ύμ ύμώώ ν αύτός α ύτός τε κ α ί οί οίύε ύεΐΐς. άλλά γάρ ήδη ώ ρα ά πι πιέέναι ναι,, έμ έμ οίμέ οίμένν ά πο ποθα θανου νουμμ ένψ , ύμΐν ύμΐν δδέέ βιωω σ ομ βι ομέένοις· ό π ό τερο εροιι δέ η μ ώ ν έρχοντ έρχο νταα ι επ επίί ά μ εινο νονν π ρ ά γ μα, άδη άδηλον λον πα ντ ντίί πλή πλήνν ή τώ τώ θε θεώώ .
Traducción española
Í8 Í 8 3
Es preciso, jueces, que también vosotros tengáis buena espe ranza respecto de la muerte y que penséis esta sola cosa verdade ra: que no es posible que al hombre bueno le haga mal alguno na die ni vivo ni muerto mu erto,, y que de sus asunto asu ntoss no se descuid des cuidan an los [d] dioses. Tampoco mis asuntos de ahora han ocurrido porque sí, si no que es claro para mí que morir ya y quedar libre de problemas me estaba mejor. Por esto es por lo que el signo no me ha disuadi do ni estoy lleno de rencor contra los que me han condenado y contra mis acusadores. acusadores. Ciertamente no me han condenado ni ni acu acu sado porque pensaran así, sino con la idea de dañarme, y esto les merece censura. censura. Sólo les les pido pid o que cuand cua ndoo mis mi s hijos hi jos sean mayores, may ores, ateniens aten ienses, es, [e] les toméis cuentas haciéndoles sufrir exactamente lo mismo que os hacía yo sufrir: sufrir: si os os parece que se preocup preo cupan an del d el dinero o de cu cual al quier cosa antes que de la excelencia, y si creen ser algo no siendo nada, echadles en cara, como yo a vosotros, que no se preocupan de lo que se debe y piensan ser algo cuando carecen de todo valor. Si lo lo hacéis, hacéi s, yo mismo y mis hijos hijo s seremo se remoss tratados trata dos con just ju stic icia ia [42 a] po p o r vosotros. vo sotros. Mas ya es hora de irse, irse, yo a morir mor ir y vosotros vosotr os a viv vivir. ir. Quiénes de nosotros nos dirigimos a algo mejor, es cosa oscura para todos me nos para el Dios.