Las bases neuropsicólogicas del desarrollo Roberto César Frenquelli
Dante Álvarez Ediciones Rosario, Argentina 2017
ISSN 2422 7358
Las bases neuropsicológicas del desarrollo
Prólogo Esta es una obra que he compuesto sobre el final de mi trabajo como Profesor universitario de grado en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario. Corresponde a la materia Neuropsicología y Psicología del Desarrollo. De la cual me hice cargo a partir de la reforma del Plan de Estudios que resultó después de la evaluación que CONEAU llevara a cabo en nuestra Carrera. Sin embargo, su espíritu estuvo claramente delineado desde los primeros años de mi ejercicio, allá por el año 1984, cuando me hice cargo de Psicofisiología. También una materia del tercer año de la carrera, alojada en el entonces Departamento de Biología. Siempre pensé que la aplicación de la Neuropsicología está nítidamente asociada a la versión más integrada del humano devenir. Y entonces, que los procesos psicológicos básicos y su convergencia en las funciones superiores, no podían trasuntarse sino en el desarrollo y sus diferentes etapas. Pero nunca en forma mecánica, fundida en moldes evolutivos inexorables. Nunca me pareció que el estudio del sistema nervioso central pudiera estar por fuera de lo relacional vincular. Siguiendo su deriva en la ontogenia. Donde hay un juego rizomático entre determinismo y azar, entre necesidad y contingencia. Sometido al quiebre del tiempo lineal, abierto a la novedad y lo singular. Lo que permite la emergencia del psiquismo con su propiedad distintiva, la construcción de sentido y la apertura constante a las transformaciones. No hace falta que me extienda mucho más. En otros lugares he dejado testimonio de toda mi gestión tras estos treinta y tantos años, tanto en nuestra orientación teórica, como en sus aplicaciones a la práctica profesional en salud y educación. Es el momento para dejar al lector en su intento de lidiar, al menos un poco, con la lectura de lo que sigue. Para que pueda formarse su opinión personal y, por ende, su más genuina posición acerca de lo que he pretendido expresar.
Roberto César Frenquelli / abril de 2017
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Clases 2015
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1Huella Sináptica, Arco Reflejo. Plasticidad Neuronal Devenir Sujeto / Sujeto del devenir Profesor Roberto C. Frenquelli En la clase pasada hemos hablado algo sobre Neurona y Sinapsis. A partir de allí hemos establecido algunos puntos fundamentales para la comprensión del Sistema Nervioso Central. Las neuronas son la unidad elemental del Sistema Nervioso. Su morfología, su fisiología reiteran esto que venimos viendo acerca de la Sensomotricidad. Pues las Neuronas tienen un polo receptor, las dendritas, que reciben la información, para después proyectarlas sobre el polo efector, el axón, que emite la información. De algún modo podemos hablar de un sistema de entradas y salidas, respectivamente. Sabemos en el núcleo, allí donde residen los ácidos nucleicos, lo mismo que en ciertos organoides intracitoplasmáticos, se producen modificaciones que harán que ese pasaje de entrada – salida, sufra alguna marca, alguna transformación. Las Neuronas no son indolentes al pasaje de esa información, no resultan inmodificadas. En ellas, en el conjunto “galáctico” que conforman, en la magnitud fantástica de conexiones entre ellas, se producen verdaderos caminos facilitados, uniones y barreras preferenciales que imponen un cierto decurso. Decurso como sucesión espacio temporal en las redes neuronales. Es cuando nos acercamos a verdaderos entramados, verdaderos esculpidos en la materialidad nervioso, de cierta tramitación que va a intermediar entre sensación y motricidad. La Plasticidad Neuronal es aquella propiedad del tejido nervioso de fijar cierto tipo de cambios. El Sistema Nervioso Humano es modificable por la experiencia. En todo momento estamos recibiendo variaciones energéticas desde el ambiente que al ser procesadas en esos núcleos neuronales, se van fijando nuevas huellas que son la base de la memoria y el aprendizaje. Resulta una vulgaridad extrema pensar la actividad del genoma como estable, inmodificable. El genoma tiene una porción variable que está continuamente modificándose en la experiencia. La idea vulgar, extremadamente vulgar y casi vergonzosa para un universitario idealmente planteado como alguien relativamente culto, no se compadece con la expresión que supone a lo genético como lo inmodificable, con lo “fijo”. Nuestros genomas se “mueven”, tanto como las revoluciones de los astros alrededor del Sol. Aquellos que piensan a lo genético como lo inmutable son como los partidarios del Sistema Ptolomeico, son “pre – copernicanos”1. El procesamiento de la información, el establecimiento de huellas sinápticas que suponen pasajes frutos de la experiencia, modificando la experiencia inicial, es lo que da lugar al devenir. Devenir es sucesión, es cambio emparentado, en suma transformación. Hay una identidad entre huella sináptica y huella psíquica. El Aparato Psíquico es el Sistema Nervioso. Este presupuesto bio lógico infiltra toda la obra de Freud. Lo 1
Esto alude a la teoría geocéntrica como una antigua teoría que pone a la Tierra en el centro del universo, y los astros, incluido el Sol, girando alrededor de la Tierra.
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psíquico no es una compleja “emanación misteriosa” de una cierta “masa babosa” llamada cerebro. Para nosotros, negar este asunto solo puede justificarse por la adscripción a cierto oscurantismo2. La relación entre la excitación somática y el fenómeno psíquico se produce a través de una relación concomitante dependiente, no deja de funcionar el fenómeno psicológico y no deja de funcionar el fenómeno fisiológico. Hay una intersección entre ambos niveles, no es que uno le deja el lugar al otro. No hay un “final” del orden fisiológico y un “comienzo” del orden psicológico”. La complejidad fisiológica es compatible con la complejidad del sentido. Es cuando podemos hablar de lo psíquico en su mayor nivel expresivo. Suelo decir de lo psíquico como lo adscrito a la diferencia. Diferencia como distinto, como cualidad. Nos acercamos a la idea de lo in – formado, de las formas diferentes. De la heterogéneo propio de lo subjetivo. Lo psíquico, en su más alto nivel de complejidad, es lo subjetivo. En estos últimos párrafos debo hacer justicia a varios autores que sigo lo mejor que puedo: Ricardo Avenburg, un gran psicoanalista de Buenos Aires; a Francois Ansermet y Pierre Magistretti, esa fructífera reunión de un psicoanalista y un neurociencientista plasmada en el ineludible “A cada cual su cerebro”; a ese otro coloso que se llama Gregory Bateson. Las primeras huellas, que como quedó dicho antes no son la mera copia de lo percibido, fijan una primera experiencia que luego se reordena, se recodifican en nuevos conjuntos que establecen una discontinuidad. La huellas primarias se reasocian, se recomponen, se establecen nuevos conjuntos. Las nuevas huellas no están en relación directa con la primera inscripción, con la primera experiencia idealmente concebida. Ha surgido de las inscripciones iniciales, pero ya no son más esta misma. Es cuando surge la singularidad. Es lo que Ansermet y Magistretti llaman con justeza “la biología de la discontinuidad”. No tenemos un determinismo fatal, lineal y directo. Es cuando podemos entender que la noción de Devenir se impone a la Desarrollo. Siempre y cuando se conciba al Desarrollo como ligado a un determinismo rígido, con secuencias pautadas de antemano. Para nosotros no habría inconvenientes en pensar Desarrollo Humano como Devenir Humano. Devenir Sujeto. Nosotros usamos la palabra Desarrollo. Desarrollo psíquico, humano, supone discontinuidad, predominio de la contingencia. Es cuando el sujeto es autor y actor de su devenir. No es meramente preso de una fatal determinación. Hay un juego entre sincronía y diacronía. Entre lo estático y lo evolutivo. Antes hablaba de la concepción Ptolomeica de algunos de nuestros colegas docentes, era cuando aludía al “fijismo” asociado a lo genético; ahora hablaría de la concepción Dinosáurica, pero ligada a la idea de que Desarrollo supone algo estático por lo pre determinado. Tal vez sea un tanto injusto con los Dinosaurios de tiempos remotos, no con los “dinosaurios” de nuestro tiempo. Los Dinosaurios, según tenemos noticias, 2
Se dice del oscurantismo medieval, propio de la “santa iglesia”, negando el acceso al conocimiento a sus súbditos, sometidos a las “sagradas escrituras” como tapaderas del brutal poder terrenal ejercido por los “hombres elegidos por los dioses”.
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supieron cambiar bastante. Y hoy vuelan, por ejemplo. Pero nuestros “dinosaurios” actuales, cuando escuchan “Psicología del Desarrollo” se hacen cruces igualito que los peores monjes medievales. Tratan de alejar así al “diablo positivista”. Los reflejos serían la forma más elemental de coordinación neural. Se los puede definir como una respuesta relativamente estereotipada y automática a un estímulo específico. El arco reflejo simple supone una estructura simple conformada por una neurona sensorial asociada a una motora, con una sola sinapsis. Es el arco reflejo monosináptico, que encontramos en la Médula Espinal. Claro que allí mismo, en ese nivel medular, encontramos muchos otras uniones sensomotoras que incluyen muchas otras sinapsis, configurando arcos reflejos multinápticos. El sistema sensomotor medular no es algo para nada básico, elemental. Es muy complejo en si mismo. Reconocemos en el Sistema Nervioso Humano tres niveles. El espinal, medular, llamado “bajo”; el “intermedio”, conformado por el Tronco Encefálico, el Cerebelo y los Núcleos de la Base; el “superior”, donde encontramos la Corteza Cerebral. Todos estos segmentos están recorridos por estructuras sensomotrices, en un vaivén permanente. Es cuando podemos decir que el “arco reflejo”, ya no en su forma elemental, es el elemento de coordinación neural que alcanza la totalidad de los rendimientos del Sistema Nervioso Humano. El arco reflejo, ahora como expresión funcional de la tramitación sensomotriz, ya no el simple, sino el polisináptico, uniendo los diferentes niveles que antes describía, ya no representa lo estereotipado y automático. Representa lo novedoso, lo cambiante. Nada escapa a la tramitación sensomotriz, al funcionamiento reflejo entendido como un eterno, incesante, bucle recursivo. Hemos hablado de representaciones. Las asociamos a las huellas sinápticas, a las sucesivas inscripciones. Hay una identidad entre inscripción y representación. El Sistema Nervioso tiene dos caras; una abierta hacia fuera, con magnitudes importantes, que pueden ser discontinuas, pues para anularlas bastaría, idealmente, con cerrar los ojos; la otra, abierta hacia dentro, recibiendo constantemente lo que “pulsa” desde la intimidad tisular, con magnitudes energéticas menores, pero continuas y omnipresentes. Para estas últimas no está dada la posibilidad de “cerrar los ojos para anularlas”, están allí siempre…, cómo hacer para que cese el hambre? La experiencia de la necesidad, que en el plano psicológico puede alcanzar el nivel del deseo, es menester lograr lo que Freud ha llamado con gran acierto “la acción específica”. Al infante humano, antes de esa consumación en acto, le queda la posibilidad de alucinar. Momento donde se dispondrá del alimento sin disponerlo, paradoja que fatalmente llevará a la frustración, no sin cierta perspectiva de horror. Estamos a un paso de la noción de Afecto, que podemos de alguna manera igualar con la noción de Sentimiento. Y de Emoción. Esa que discurre entre los polos del Placer y el Displacer, del Dolor. Son las estructuras de aquel sector intermedio las que permiten la perfomance de los Emoción3. Son los territorios del llamado “segundo cerebro”, “cerebro mamífero” que 3
En adelante usaré preferentemente el término Emoción, sin hacer mucha diferencia con Afecto, incluso con Sentimiento. Hay autores que establecen otras preferencias, usando más Afecto. También diferenciando, en mayor o menor medida, estos tres términos.
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implica al Sistema Límbico, el Circuito de las Amígdalas. Asiento de la Memoria Nerviosa, la clasificación de eventos en la serie placer – displacer abre camino a los Aprendizajes. A la modificación del automatismo elemental, a la vida mecánica, incapacidad de registrar el error como acicate del cambio. Es la superación de los modos de tramitación del “primer cerebro”, cerebro reptiliano”. Los afectos, dicho de otra manera las Emociones, son descargas. Se tramitan en el bucle sensomotor que incluye los segmentos nombrados, donde no puede faltar la estrategia del “tercer cerebro”, el “cortical”, que impone la espera para el buen logro, esquivando la tentación alucinatoria. Estoy hablando muy cerca de las ideas que Freud desarrolla en su “Proyecto…” de 1895. Es una obra inesquivable a la hora de tratar de entender el funcionamiento del Sistema Nervioso Humano. Cuando el bebé sale de la tensión de necesidad, de ese apremio por la vida, donde el llanto, su retorcerse de dolor, con cierta palidez y su agitación motora se trocan en la sonrisa, en la relajación muscular, cediendo la taquicardia y polipnea propia de la desesperación anterior, no son otra cosa que la manifestación de ese afecto. De esa emoción. La Emoción es una primera forma de comunicación. Como pasa con nuestros parientes cercanos, los animales como el perro, que mueve su cola al compás de sus encuentros o desencuentros. La emoción tiene un gran valor intersubjetivo. Para eso está allí, como dotación al servicio de sobrevivir, también de vivir. La emoción es también una primera forma de lenguaje. Estamos acostumbrados a suponer a la representación como algo distinto al afecto. Algo posiblemente útil en las distinciones conceptuales. Pero en los hechos no hay tal diferencia; debemos pensar en cierta identidad, mejor dicho cierta unidad, entre representación y afecto. Sólo que el afecto siempre es notable. El afecto implica descarga, notable, tanto en lo somático como en lo neurovegetativo.
2Los reflejos La actividad nerviosa inferior y la actividad nerviosa superior El movimiento como base fundacional del psiquismo Profesor Roberto C. Frenquelli 7
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Hemos estado trabajando el tema del Arco Reflejo. Lo vimos desde su variedad elemental, monosináptica, también desde la opuesta, más compleja, polisináptica. Es la modalidad básica de la tramitación nerviosa. No está mal pensar en una cierta identidad entre Arco Reflejo y Sensomotricidad; aunque este último concepto resulta más abarcativo, más extenso, más integrador. Cuando hablamos de Arco Reflejo se nos representa de entrada su variedad simple, estrictamente a nivel medular. Es una tramitación tan eficaz como elemental. No hay más que pensar en la velocidad que media entre el estímulo como un pequeño golpe sobre el tendón rotuliano generando la extensión de la pierna y el pié. Es lo que conocemos como reflejo rotuliano; el estiramiento del tendón rotuliano produce la respuesta inmediata de la contracción del músculo cuadriceps. Actividad automática, bien al servicio de la subsistencia, no conciente. La noticia del circuito medular descrito, simple y monosináptico, puede llegar hasta el Tálamo Optico, y desde allí, a la Corteza Cerebral, en el Area Somatosensitiva, ubicada detrás de la Cisura de Rolando. Se inicia entonces otro circuito sensomotor, pues se establecen conexiones con las áreas motoras, de localización frontal, que podrán devolver otro movimiento en respuesta. Se configura un circuito polisináptico, a modo de un circuito reflejo ahora muy complejo, con muchas sinapsis, trazándose un bucle espino-tálamo-córtical y, de vuelta, nuevamente espinal. Tenemos un circuito en el nivel bajo, medular, que podríamos llamar “corto”, rápido, automático. Y otro “largo”, con enlaces que llegan a los niveles intermedios y altos del Sistema Nervioso. El intermedio localizado en el Cerebelo, el Cuerpo Estriado, el Tálamo. El alto, implicando a la Corteza, con la posibilidad del acto motor voluntario, conciente. Es cuando podemos hablar de una Actividad Nerviosa Inferior, de una Actividad Nerviosa Superior. Es cuando podemos hablar de un acto motor reflejo elemental, inconciente. Es cuando podemos hablar de un acto motor más complejo y ajustado, conciente. En este caso, casi siempre, cuando hablamos de conciencia estamos hablando de voluntad. El acto motor voluntario, que implica la participación de la conciencia, es un movimiento que asienta en lo automático, pero puede tener participación cortical, voluntaria. El acto motor cortical implica la participación del Haz Córtico Espinal, también llamado Piramidal. Es el cierre del circuito que antes llamábamos espino-tálamo-cortical, una vía sensorial ascendente. En cambio, el tramo motor piramidal es descendente. El acto motor voluntario asienta en el circuito involuntario. Otra manera de decirlo es que el acto motor controlado asienta en lo automático. Debe ser así pues los segmentos bajos, que están subordinados a la jerarquía de los altos, son los “ejecutantes” finales. Las neuronas de las astas motoras de la Médula son la “vía final común”; su trabajo satisface al mismo tiempo la tramitación “corta” y la “larga”. Por eso decimos vía final común, según C. Sherrington4. Por eso las neuronas del Área Motora Principal, de 4
C. S. Sherrington ha sido un insigne neurólogo, como J. M.Charcot o J. Babinsky. Gran estudioso, ha hecho enormes contribuciones. Una de ellas es haber denominado al espacio entre neuronas como Sinapsis. Denominación que deriva de synapteina, del griego sin que significa juntos y hapteína, que significa firmeza. Sin embargo, es posible que otro grande, S. Ramón y Cajal, tal vez haya sido quien más
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localización frontal, bien por delante de la ya mencionada Cisura de Rolando, constituyen la llamada “neurona motora principal”. Los circuitos superiores incluyen y desbordan a los circuitos inferiores; pero no los anulan, al contrario, en el movimiento estilizado y sutil, los incluyen. Son circuitos que trabajan sinérgicamente, colaboran entre sí. Claro que el movimiento controlado supone la inhibición del automatismo reflejo. La tramitación alta, larga, que incluye lo cortical necesita de lo inferior, pero bajo su comando. En el trabajo de observación del bebé podemos objetivar esto que les digo. El recién nacido, que aún no ha mielinizado sus circuitos altos, aquellos que le valdrán cerca del año la conquista de las habilidades manuales características de lo humano, tiene movimientos torpes, elementales, no controlados. Decimos que tiene movimientos puramente básicos, reflejos sin participación cortical. Es cuando todavía no realizan la pinza digital, esa que permite el movimiento fino, discriminado. Cuando se produce la mielinización de los segmentos superiores queda habilitado el camino a lo controlado, se borran los automatismos. Si el automatismo no desaparece el niño no alcanza las metas motrices deseables. El cierre de las manitas del recién nacido, característico del Reflejo de Prensión Palmar, arcaico y representante filogenético de esos parientes cercanos, los primates de vida arbórea, desaparece con los procesos madurativos de los primeros de vida. Es cuando va dejando lugar al movimiento cortical, preciso. Ese que llamé estilizado y sutil, donde la mano se transforma en una herramienta sofisticada ya sobre el final del primer año de vida. Cuando hay una lesión de los segmentos altos los bajos quedan liberados, desinhibidos; la actividad superior ha quedado abolida. Como en el caso de una persona hemipléjica, con lesión del Haz Piramidal digamos derecho, con parálisis del lado izquierdo. Un ejemplo podría ser aquel de quien ha padecido un Accidente Cerebro Vascular de tipo isquémico. El Haz Piramidal se cruza desde su nacimiento a derecha hacia la izquierda, a la inversa el del lado izquierdo se cruza a derecha. No es tan importante para Ustedes conocer exactamente el sitio donde se producen esos entrecruzamientos; sí es importante reconocerlos para un neurólogo en tanto le permitirá advertir la localización de ciertas lesiones. Los Reflejos Arcaicos, como el recién mencionado, implican participación de los segmentos intermedios, los que corresponden al Tálamo Óptico, el Estriado y la Amígadala; lo mismo que el Cerebelo y el Tronco. Una prueba de la capacidad motora de los segmentos intermedios es el caso de los niños que nacen con una severa perturbación llamada anencefalia. Implica la carencia de todas las formaciones que normalmente tenemos por encima del Tronco Encefálico. Estos niños, como se comprenderá fácilmente, son prácticamente inviables. No obstante, algunos han sobrevivido cierto tiempo, algunos meses. En ellos se han notado movimientos estereotipados, del tipo alimentario como mamar, expulsar comidas desagradables o llevarse las manos a la boca para chuparse los dedos. Además, pueden méritos acumuló en su descripción. Para el interesado en este apasionante tema de la Historia de la Ciencia, puede consultarse “Fue Ramón y Cajal el verdadero descubridor de la sinapsis?”, en http://quark.prbb.org/39-40/039075.pdf
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bostezar y estirarse, incluso llorar y seguir objetos con los ojos y la cabeza. Esto demuestra claramente que la organización del movimiento implica la participación de todos los segmentos jerárquicamente dispuestos, siempre bajo el control cortical. Los segmentos más bajos, filogenéticamente anteriores, quedan subordinados a los superiores. Estos últimos son adquiridos más tarde en el desarrollo, son más elaborados pero menos resistentes, más lábiles. Podemos decir que lo último en ser adquirido ontogénicamente es lo que más fácilmente se pierde a la hora de la disolución de las funciones. Las más elementales, las que se adquieren tempranamente, son más duras, más persistentes. El cumplimiento de esta regla puede aprenderse con claridad en los trabajos de observación del bebé y de tercera edad. En el anciano es notable la reaparición de una serie de reflejos primitivos de la serie oral, como los de succión, hociqueo y palmo mentoniano 5. Reflejos que son inhibidos desde el fin del primer año de vida cuando se va completando la mielinización, lográndose el control cortical. Lo mismo puede pasar con la prensión palmar, que en ciertos casos de deterioro cerebral difuso se puede volver a percibir. Es como que reverdecieran los antiguos reflejos, donde participan estructuras como las del Putamen, el Globo Pálido, el Caudado y otros centros subtalámicos o del mismo Tronco Encefálico. Un ejemplo interesante es el que se desprende de la significación del famoso Signo de Babinsky; es un reflejo plantar superficial que se obtiene siguiendo un trayecto lineal sobre la planta del pié excitándola con una punta roma, en forma suave pero continua; se produce la extensión del dedo gordo y la flexión de los restantes, o bien éstos se abren en abanico. Esta respuesta, que es patológica, revela lesión de la Vía Piramidal, suplantando la respuesta normal esperable que es la flexión de los dedos del pie. Es una demostración de la desinhibición de un reflejo medular que habitualmente está suprimido por la acción corticopiramidal. En los niños menores de un año es posible lograr la misma respuesta en extensión del dedito gordo, con la misma maniobra de provocación. En este caso no se debe a lesión piramidal, se debe a la liberación de otros reflejos arcaicos vinculados a la marcha, hasta que la mielinización propia del desarrollo los va dejando atrás, inhibiéndolos. 6
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El Reflejo Palmo Mentoniano se obtiene rasgando la palma de la mano del sujeto estudiado; se contrae en respuesta el músculo Borla de la Barba, un pequeño músculo alojado en la cara, bien por debajo del labio inferior. Su significado filogenético tiene que ver con la oralidad y las correlaciones mano – boca, tal básicas en el equipamiento preprogramado del el sostén de los primeros meses de la vida. 6
En este sentido, Lidia Coriat, en su clásico y recomendable texto “Maduración psicomotriz en el primer año de vida”, Editorial Hemisur, Buenos Aires, 1974, discute el tema de la denominación de este hallazgo en el niño normal, menor de un año. Sostiene que los hallazgos en tal situación no son exactamente merecedores de la denominación “Signo de Babinsky” pues la respuesta del recién nacido no estaría mediada por lesión alguna, sino por las vicisitudes del proceso madurativo nervioso que permiten la emergencia de respuestas cutáneo plantares vinculadas la vigencia de reflejos arcaicos, como el de prensión plantar. En el mismo sentido se manifiesta otro clásico de la psicomotricidad, Koupernik, en su texto “Desarrollo psicomotor de la primera infancia”, Editorial Miracle, Barcelona, 1964.
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Esto que estamos viendo tiene que ver con las ideas de otro gran neurólogo, John H. Jackson. De ellas derivan los llamados “principios jacksonianos” que establecen que el orden jerárquico caudo-craneal7, el que hemos denominado como “niveles bajos”, “intermedios” y “altos”, establece que los niveles superiores inhiben a los inferiores, que permanecen activos pero subordinados. En los casos de ciertas patologías, al cesar las funciones del nivel predominante emergen las anteriores, filogenéticamente anteriores. Las ideas de Jackson son bien cercanas a la Teoría de la Evolución en tanto suponen que los niveles inferiores representan los rendimientos ligados a nuestros parientes cercanos. Como el caso de los Reflejos de Prensión Plantar y Palmar que son tan importantes en los animales de vida arbórea en tanto les facilita, entre otras habilidades, prenderse de las ramas pudiendo trasladarse en su medio vital, con alto valor de supervivencia. Nos acercamos también a la siempre considerada expresión “la filogenia se repite en la ontogenia”. Es decir, los segmentos “bajos” representan a las especies de menor desarrollo, como el caso de los reptiles; los “intermedios” a los mamíferos como la vaca o el caballo. El Esquema Funcional del Sistema Nervioso, siguiendo las ideas de Mc Lean sobre el “cerebro triuno” están inspiradas en este asunto. Freud mismo, cuya obra asienta permanentemente en los principios naturalistas biológicos, pensó sus ideas de “fases libinales”8 desde estos principios, asociadas a los conceptos de fijación y regresión. Los seres humanos pasamos por todas estas fases desde la concepción misma. Desde las células fundamentales, portadoras de toda la información genética necesaria, venimos al mundo con dispositivos nerviosos que irán gestándose, madurando uno tras otro, superponiéndose al modo de “las fundaciones de Roma”, donde la Roma moderna se edifica sobre otros niveles que la anteceden mientras persisten en las profundidades. Los procesos madurativos vinculados a la estructura básica del Sistema Nervioso Humano terminan alrededor de los fines de la segunda década de la vida. Dependen de procesos como la generación, migración y diferenciación de las neuronas; de los procesos de mielinización como de la configuración y reconfiguración de las sinapsis y las redes neurales en la constante interacción con el ambiente. Ambiente donde como siempre decimos, primero están los otros humanos. Sabemos que el crecimiento nervioso durante la vida intrauterina y los primeros años de vida es enorme en cantidad y cualidad, incomparables. Tal vez los de la adolescencia puedan aproximárseles, estableciéndose lo que llamamos “un segundo nacimiento”, no tanto en el nivel macroscópico, sino sobre todo por los procesos de reconsolidación de las configuraciones neuronales, en lo podemos llamar “patterning”, siempre en relación con los factores ambientales. 7
Caudo craneal supone un eje desde el cual se puede describir la anatomía del SNC. Si pensamos en un animal cuadrúpedo, dicho eje se orientaría desde el segmento terminal de la columna vertebral, la cauda (cola), hasta el cráneo. El hombre, animal bípedo, mantiene este eje del mismo modo en el sentido de la progresión jerárquica de las funciones, que solemos decir desde “abajo hacia arriba”, desde el sacro hasta el cráneo. 8
Me refiero a las fases oral, anal, fálica y genital, tan trabajadas por Freud y Abraham.
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Toda la indagación acerca del desarrollo del sistema nervioso, tanto en sus aspectos genéticos, bioquímicos, neurofisiológicos, endocrinológicos y ambientales, resultan también de fundamental importancia para la comprensión de los procesos de envejecimiento. Sabemos de las devastadoras consecuencias de la deprivación emocional, de ese nutriente por antonomasia, tal como lo mostraron las observaciones de Spitz, en cierto sentido también Harlow desde otra metodología. Lo mismo que de las necesidades temporales, bien puntuales, a modo de los llamados “períodos críticos” donde la estimulación ambiental resulta absolutamente necesaria, en tiempo y forma, para poner en marcha funciones. Como en el caso de la visión donde un correcto desarrollo precisa que el niño tenga una imagen visual normal en cada ojo, con agudezas similares y alineamiento preciso. En caso contrario se produce una marcada disminución de la agudeza visual de uno de los ojos, como por “desuso”, produciéndose una especie “negligencia” que anula toda la estructura de ese ojo y sus correlatos anatómicos. Se produce una pérdida irreversible. Por eso, como un ejemplo posible, es tan importante la corrección temprana de las desviaciones oculares llamadas estrabismos en los niños pequeños. Si esa estimulación no se produce oportunamente pues no hay una correcta alineación de la mirada, uno de los ojos, con todas las estructuras nerviosas que lo acompañan, se pierde funcionalmente. Ha sido Lorenz quien ha llamado la atención sobre los Períodos Críticos ligados al fenómeno de la Impronta, donde la carencia de una estimulación específica deja al animal en estado de privación funcional para siempre. No cabe dudas que esto también sucede en el prolongado período de crianza del humano. Una de las usuales críticas a la Neurofisiología es la supuesta fijeza de sus conceptualizaciones. Por ejemplo, se tiende a pensar a los reflejos como simples tramitaciones mecánicas que teñirían de extrema chatura a las grandes producciones de la mente. Quedaría entonces abierto y sumamente justificado el camino a desechar todo conocimiento que lleve el prefijo neuro. Ya sea Neurofisiología, ya sea Neuropsicología, ya sea Neurociencias. Muy rápidamente amontonadas junto a acusaciones de malas juntas con el experimentalismo, el positivismo, el capitalismo. Inclusive con otras malas artes y costumbres. Tales prejuicios, en tanto muchos de estos calificativos sólo pueden ser sostenidos por una supina ignorancia y pocos confesables apetitos por el poder, son los que hicieron que la Psicología del Desarrollo sufriera el intento de ser borrada de un plumazo de los programas de nuestra Facultad. Nosotros, tal vez también otras materias del Departamento de Biología, nos opusimos. No se trató de una oposición por sí misma. Se trató de una oposición racional. Y por otra parte inevitable. La actividad refleja, los arcos reflejos, en suma la sensomotricidad, están en la base del pensamiento, de toda la organización psíquica. En otros términos, en la base de lo “humano de lo humano”. Para Freud, siguiendo las ideas de su maestro Meynert, el movimiento es el primer modelo de funcionamiento mental. Meynert describió la función psíquica en correspondencia a la neuroanatomía motora cerebral. Sostuvo que la imagen motora es, inicialmente, la base del pensamiento sobre nuestras acciones antes de su realización en el movimiento mismo. Supuso entonces un 12
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“yo primordial”. Llevó adelante una transición desde la neuroanatomía a la elaboración mental. Freud, conocedor de las ideas de Darwin y también del ya mencionado Jackson, se puso después a pensar en el aparato psíquico, cuyo primer modelo se plasma en el “Proyecto de una psicología científica” de 1895. Para Meynert, los primeros comportamientos reflejos del recién nacido señalan la vía para la ulterior comprensión del movimiento voluntario conciente. Ese primer movimiento permite la creación de la imagen motora, estableciendo el camino que permite distinguir entre el mundo exterior y el interor. La repetición de esos reflejos permiten construir una imagen motora negativa o positiva. Es cuando se va posibilitando el paso, vía repetición, a la imagen motora voluntaria y simbólica. Sostuvo que “...todo el cuerpo no es más que un ensamble de expresiones sensoriales y prolongaciones motoras que le otorgan a la actividad cerebral las condiciones para la apropiación e interacción con el mundo”. Nosotros, en esta materia, no creemos que exista una única lectura posible de Freud. Por ejemplo, ahí tienen las ideas de Paul Lorent Assoun en “Introducción a la metapsicología freudiana”; un meduloso análisis donde podrán abrevar otras cuestiones. Lo que nos parece inadmisible, tal vez ahora usando el calificativo de chato con certeza, es la negación de cómo el gran maestro vienés construyó su gigantesco edificio teórico. De allí que llame “supina ignorancia”, siempre aliada de los desbordes por el poder, a la negación de todo este cuerpo teórico que traemos de la mano. Creemos que puede haber diferentes lecturas de Freud9. Y esta, la que se compadece de la idea de los reflejos contextualizados en las grandes posibilidades del devenir humano, es una de ellas. Por otra parte, el desarrollo, que equiparamos a devenir en la convicción de que es proceso, variación y diferencia, apela hoy en día a los avances en plasticidad neuronal. Que nos hablan de la propiedad del cerebro humano de cambiar siempre. Por eso decimos que hay repetición junto a la diferencia. Las sinapsis pueden reacomodarse, variar, armar otros conjuntos. Otras significaciones. El desarrollo, tratándose de lo humano, no tiene límites ni “stops” predeterminados. Siempre hay posibilidad de cambio. Cuando el feto se mueve dentro de su ambiente, el que ha sido denominado “acuoso”, en tanto espera pasar al ambiente “gaseoso” extrauterino, transfiriéndose de la placenta materna a la ambiental, está gestando los primeros ladrillitos de su subjetividad. Es cierto que el humano es el más neoténico de los seres vivientes. La neotenia es la propiedad de mantener a lo largo de la existencia características juveniles. Otros animales alcanzan rápidamente su madurez cancelando las posibilidades de otros desarrollos. El desarrollo humano parece más abierto a generar novedades. Pudiendo jugar, acceder al humor, aprendiendo constantemente10. 9
Hablando de “lecturas de Freud”, una de ellas es leyendo al propio Freud y no a cualquiera de sus seguidores. Una vez escuché decir a R. Avenburg que le parecía muy conveniente llevar al propio Freud hasta donde más lejos se pueda, “haciéndole decir lo máximo acerca de lo que encontramos en el texto”. Entiendo que abogaba por una exégesis “honesta”, sin caer en rápidos deslizamientos a otros autores, con forzadas analogías. 10
Fernando Savater, pensador español, tiene un interesante ensayo sobre el tema en “El valor de educar”, Editorial Ariel, Barcelona, 1991.
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Mientras nos movemos dentro del vientre materno estamos preparándonos para la posibilidad de entendernos. Para acceder a la consustancialización del existir con el ser. Los movimientos fetales, como los de las extremidades, el hipo, la succión, los latidos cardíacos, todos los movimientos, tanto de la musculatura estriada muscular como los de la lisa visceral dan por iniciado el proceso de esa fuerza vital que nos signa para siempre, para bien o para mal, que llamamos instinto en unos casos, pulsión en otros. Es cuando balbuceante pero insistente empieza a nacer el sentido. El sentido de la bio lógica. El sentido de la vida. Al lector interesado sugiero la lectura de “The shadow of movement in psychoanalysis”, de A. Feve, en Psychonalytic Review, April 2005; “Abnormal movement related potentials in patients with lesions of basal ganglia and anterior thalamus”, de A. Feve, N. Bathien y P. Rondot, en J. Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, 1994; “Psychiatrie, Klinik der Erkrankungen des Vorderhirns, Braumüller, Wien, 1884.
3El tono muscular Un cruce desde lo profundo y lo temprano Profesor Roberto C. Frenquelli
“Saber mirar un bebé es poder reconocer en lo que vemos de su cuerpo y su conducta de qué manera se están escribiendo las marcas del Otro sobre ese real orgánico en particular. Y es también poder intervenir sobre eso, sabiendo que en definitiva las marcas las ponen los padres, pero que el profesional que interviene no es ajeno a la dirección y firmeza con que la mano del Otro inscribe los trazos.
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Para acotar la subjetividad de nuestra mirada, e incluso para saber qué mirar sin buscar de antemano nada en particular –“atención flotante”, podríamos decir- es preciso haber trabajado ampliamente el conocimiento que la ciencia (desde la neurología hasta la psicología y el psicoanálisis) en sus mejores versiones, ha acumulado al respecto.
Los aportes del psicoanálisis –en especial lo relativo a los tiempos de constitución del sujeto, transferencia y dirección de la cura – son imprescindibles para articular una clínica de bebés que resulte eficaz pero, por otro lado, hace falta el estudio de otras disciplinas para saber qué mirar.
Sólo teniendo cabal idea de cuáles son los tiempos del desarrollo y de qué manera se van presentando, es posible saber si es para preocuparse o no, por ejemplo, que un bebé no sea capaz de mantenerse sentado, o de sostener un chiche en cada mano, o de elevarse por sí solo sosteniéndose de los barrotes de la cuna, o de desplazarse por el piso en la búsqueda de un juguete que se le escapó, o de tantos otros datos cuya ausencia o cuya presencia puede ser signo de un problema, un alerta a tener en cuenta, pero cuyo valor o significación sólo podrá relevarse en el conjunto de la estructura a ser considerada, incluyendo para esto tanto el quehacer del pequeñito, como el discurso de los padres, como el propio dato en las transformaciones (o no) de su devenir.
En la observación de lactantes la mirada del profesional se organiza desde la ética que lo atraviesa en la dirección de la cura, pero para eso debe haber sido alimentada previamente con la información necesaria – información que no se obtiene en la formación como analista, sino en las otras disciplinas que se ocupan del desarrollo en sus primeros tiempos (neuropediatría, psicología, psicopedagogía, fonoaudiología, lingüística, psicomotricidad y otras). A su vez, en la intervención con bebés, las premisas de la clínica psicoanalítica son esenciales para que toda esa información que hace a la formación necesaria, no se interponga como obtusa pantalla entre la mirada del profesional y el bebé”11
Comenzamos este tema invocando la reconocida palabra de Elsa Coriat. Una psicoanalista dedicada a la infancia, de innegable estirpe: es la hija de la gran Lidia Coriat, la neuróloga que bien puede ser considerada una de las piedras fundamentales del neurodesarrollo en nuestro país. Podría extenderme en algunas consideraciones sobre su decir. Pero prefiero no hacerlo. Mejor que cada uno de ustedes, lectores, entren 11
Tomado de “La observación de lactantes en la clínica con bebés”, en “Actualidad Psicológica – Observación de bebés”, Buenos Aires, Año XXXIV, Nro. 381.
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en diálogo con ella. Basta y sobra para mis intenciones como Profesor de esta cátedra, buscando dejar algunas ideas acerca de nuestra transmisión, que incluye necesariamente nuestro modo de entender el proceso enseñanza aprendizaje.
Vamos entonces al tema de este capítulo.
Tomamos conciencia del tono muscular en diversas situaciones. Por supuesto, como fenómeno absolutamente reflejo que es, casi siempre pasa como desapercibido. Una dramática situación, la de un desmayo, nos anoticia de este fenómeno nervioso fundamental. Vemos cómo una persona joven, absolutamente sana, se desploma aparatosamente cayendo al suelo ante el estupor de los que la rodean. Tal vez lo hayan visto en un laboratorio de análisis bioquímicos, cuando alguien es sometido a una extracción de sangre; tal vez en algún momento especial, como en una ceremonia fúnebre, si quieren en una más alentadora circunstancia, como puede ser una graduación. Siempre al calor de una emoción intensa, el desmayo, tan ruidoso como benigno, nos ha mostrado “en vivo y en directo” las consecuencias de la caída del flujo sanguíneo cerebral por lo que se conoce como “crisis vagal”. La hiperestimulación del X par craneal, el Nervio Vago, lleva a una acentuada hipotensión y bradicardia, responsables del desmayo, con abolición transitoria de la conciencia y disolución del tono muscular. La persona cae “como caldo del quinto piso”; si quieren decirlo en un argot menos antiguo, “como una bolsa de papas”. Al llegar al suelo, mientras los despavoridos asistentes claman por un médico, nuestro circunstancial héroe se repone. Lentamente recupera sus colores, comienza a preguntar qué cosa ha sucedido, vuelve la tranquilidad general. “Sentí que me iba..., qué susto!...”, “siempre me pasa cuando me extraen sangre...”. No faltará quien entre comedido y desubicado le recomiende comenzar su análisis personal para que ejercite aquello de “ver qué te pasa...”. Tragedia más, comedia menos, el desmayo simple de una persona joven no suele pasar de esto. Lo que nos debe quedar en la mira, al menos ahora, es el fenómeno de la disolución del tono que acompaña a la pérdida del conocimiento.
Nuestra postura depende del tono muscular. Por eso se lo considera la base de la llamada motilidad estática. Para Sherrington el tono es esencialmente actividad postural. Los músculos no funcionan produciendo trabajo mecánico, sino como aparatos fijadores de los segmentos óseos y cartilaginosos del cuerpo.
Por cierto que el ejemplo del desmayo no es el único para objetivar la naturaleza del tono muscular. Hay muchas otras situaciones donde es dable percibirlo. Una de ellas, mucho más simple y cotidiana, es cuando le damos la mano a una persona. Resulta fácil distinguir un cierto estado de semicontracción permanente de sus músculos. Sin saber estrictamente cómo llamarlo, solemos decir “esta vez me dio la mano de otra forma..., estaba tensa”; o por el contrario “parecía un flan..., no podía sostenerse”. Evidencias incontrastables de lo que llamamos hipertonía e hipotonía. Lo mismo si atendemos a la expresión facial dura, rígida, “de hielo” de ciertos estados emocionales, en contraste con la de aquellos momentos de distensión donde se nos ofrece una cara rozagante, 16
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distendida, feliz; o también la que acompaña a estados de introversión y ensimismamiento donde sólo puede leerse una floja sensación de “nada”, vacío y lejanía.
Nosotros mismos, cuando hemos aprendido a dirigir la atención a nuestro cuerpo, “a saber leerlo”, tenemos la evidencia de estar contracturados, tiesos hasta el dolorimiento, en oposición a la placentera sensación del relajamiento, de una paz que desde los músculos nos avisa de cierta armonía. Es también cuando vemos dormir a nuestros hijos, como los beatos, despatarrados, extendidos hasta vaya uno a saber qué confines de sus noveles existencias, cual angelotes del cielo, en estado de gracia.
El tono muscular, como actividad refleja, es automático, no conciente. Es puesto en juego por la propiocepción, es decir aquella sensibilidad interoceptiva que nos informa de la posición de nuestro cuerpo en el espacio, del estado y relación de los distintos segmentos que lo componen. Lo propioceptivo está eminentemente ligado a lo vestibular. La rama vestibular del VIII par craneal, llamado Nervio Acústico Vestibular, se ocupa de lo atinente al equilibrio y la postura, en conexión con el Cerebelo. Interviene en la coordinación de ambas mitades de nuestro cuerpo, en la coordinación del movimiento estático y dinámico. En estar quieto en diferentes posiciones, en estar moviéndonos en los tres planos del espacio; en el caminar, el correr, el saltar; en la ejecución de cualquier gesto, desde un simple saludo hasta ejecutar virtuosamente un instrumento musical.
Hablamos, tal vez con más propiedad, de lo propioceptivo – vestibular. Es esa cualidad estimular la que pone en marcha las contracciones musculares propias del tono.
La contracción muscular tiene que ver con el estiramiento. La unidad elemental del tono es el simple reflejo medular; que por supuesto no es tan simple. Se lo llama “simple” porque suelen intervenir en él pocas sinapsis. Sin embargo, una súper fina estructura subyace a cualquier reflejo como el rotuliano. Los músculos tienen unos receptores especiales, como los llamados “husos musculares” y los “aparatos tendinosos de Golgi” que informan a las neuronas del asta anterior (las motoneuronas medulares) acerca de la intensidad de la contracción que es menester para sostener, por ejemplo, la bipedestación. Para lograr estar parados tenemos que contar con la necesaria contracción de los músculos extensores, antigravitatorios. Más la colaboración, sinérgica, de los flexores, que deben ceder ante la acción de sus oponentes extensores. Por eso, cuando un niño de unos doce meses se para sobre sus pies, asiste gozoso a uno de los días más significativos de su vida. Es cuando se apropia de lo que Freud llamó “pulsión de dominio”, es cuando con cierta justicia todos nos hemos sentido como Alejando Magno mientras divisaba desde las alturas su “Magna Grecia”.
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Estar parados, sentados, acostados. Toda postura tiene su basamento en el tono muscular. Cualquier gesto de la motilidad dinámica debe asentar sobre la motilidad estática, la del tono. El buen jugador de golf sabe del tono ideal para un buen golpe. Generalmente no es conveniente ponerse “durito” como un muñeco de torta. El golpe ideal sobreviene cuando los músculos alcanzan una contracción óptima que permite la mejor destreza. No hace falta jugar golf para saberlo. También se conoce desde cualquier otra experiencia, como la de saludar, la de cortar el asado, armar cigarros, hablar en una clase pública, bailar, besar.
Quién no ha experimentado el tono tembloroso del primer beso? Ese tono anhelante que después, en los casos afortunados, ha llegado a la dulce distensión de disolvernos en el transparente y dorado remanso del encuentro afortunado. El encuentro del amor logrado. Allí, primero que nada, está el tono muscular.
El concepto de “pulsión de dominio”, más específicamente “de apoderamiento” como la llaman Laplanche y Pontalis en su diccionario, no sólo tendría que ver con control y destrucción del objeto. Como supondría su adhesión al sado masoquismo. Es bien posible considerarla como una saludable tendencia del niño a su integración, al apropiamiento de su cuerpo, al entendimiento de sus capacidades para moverse en el mundo, a lo que algunos han llamado “narcisismo trófico”.
El tono muscular es uno de los primeros argumentos del amor. Y también del odio. Está infiltrado hasta los tuétanos de la emoción, esa variante de la actividad cerebral que atraviesa todos los modos sensoriales y motores, por eso se la denomina como “transmodal”.
Barraquer Bordas lo define como “un estado de tensión permanente de los músculos, de origen esencialmente reflejo, variable, cuya misión fundamental tiende al ajuste de las posturas locales y de la actividad general, y dentro de la cual es posible distinguir de forma semiológica diferentes propiedades”.12
De todos modos, también podemos pensar al tono muscular como un aprendizaje. Es decir como un cambio más o menos estable frente a situaciones contextuales más o menos estables. Todo el funcionamiento cerebral, tanto en lo somatosensitivo como en lo visceral, va modificándose de manera que el tono va variando acorde a los ajustes ambientales necesarios. Hablábamos antes de la trayectoria del primer beso hasta el amor consumado. Si es que alguna vez se termina de consumar... Pero aceptemos que el beso, ese derivado del comer, implica un proceso, un aprendizaje. Lo deseado, lo prohibido, lo permitido, lo posible, en suma todas las contingencias de la vida van armando ese tono muscular. Esa actitud.
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En “Neurología fundamental”, vol I; Editorial Toray, Barcelona, 1968.
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Actitud puede definirse como cierta tendencia a percibir y reaccionar en un determinado sentido. Es una postura corporal, que siempre acompaña a un cierto ánimo, a cierto estado del alma. Estado del alma que supone una valoración, una implicación subjetiva, en cierto sentido estable. Aunque dispuesta a cambiar, según y conforme a las contingencias. Hay quien ha dicho, “nada puede integrarse realmente al ser, sin pasar primero por lo tónico emocional”.13
Cuando he citado a Barraquer Bordas, un eminente neurólogo catalán que tanto ha trabajado en este tema, mencionamos la semiología. En este caso aquella no tiene que ver exclusivamente con la semiótica, sino con la recolección y valoración de datos en la clínica, en la valoración de lo normal y patológico. En la recolección de signos de estirpe física corporal, como el gesto, la mímica, la entonación y, por supuesto, llegando al discurso en su plenitud. Esa semiología que tanto enseñaron los franceses, impostergable para todo estudioso de la psicología y la psicopatología, la de los grandes psiquiatras franceses. A quienes tanto les debe el mismísimo Psicoanálisis.
Ustedes tendrán ocasión de “hacer semiología” en los trabajos de observación. Las variaciones del tono en el primer año de vida son notables. Atenderán a la consistencia de las masas musculares, tomando a mano plena las masas de los deltoides, los bíceps o los gemelos del bebé. Por lo general es uniforme. Lo mismo harán con la pasividad directa o resistencia al movimiento, donde es notable la resistencia del plano extensor cervical; este plano es menos pasivo que el flexor; el bebé logra mejor la flexión que la extensión del cuello. En cambio en los miembros predomina la flexión. También buscarán la pasividad indirecta, movilizando desde lo proximal algún segmento, por ejemplo de las extremidades, notando el bamboleo que se produce en las manos al agitar suavemente la raíz del brazo cerca del hombro. Lo mismo con la extensibilidad, que mide la elongación que sufren los músculos, tendones y ligamentos cuando son alejados pasivamente de sus puntos de inserción. Todo esto tiene enorme importancia a la hora de valorar la maduración. Pero, como quedó dicho, también la emoción que porta ese niño, no solamente por “cómo es visto”, sino también “cómo se siente”. Es lo que Ajuriaguerra recapitula con la noción de “diálogo tónico”, como otro lenguaje, el de los afectos, cómo se expresa, cómo se siente habitando su cuerpo junto a los otros.
El tono muscular es revelador de quién es, de quién será ese niño. De cómo se observará mientras observa el mundo, siguiendo las profundidades de las cuales ha devenido Sujeto.
Desde luego queda mucho por decir. Pensemos, solamente, en lo que tiene que ver con el tono y postura en la Tercera Edad, un tema que por su trascendencia será tomado en forma específica más adelante.
13
Se trata de André Lapiere, citado En “Cuerpo, función tónica y movimiento en Psicomotricidad”, Miguel Sassano, Miño y Dávila Editores
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A esta altura, terminando este tramo, me queda por señalar algunas lecturas posibles, que no deben ser consideradas meramente como ampliatorias, sino también extendiendo los conocimientos necesarios para un Psicólogo:
“Las bases neurológicas de la maduración psicomotriz”, de Lidia Coriat, Editorial Hemisur, Buenos Aires, 1974. “El primer año de vida”, de Verónica Toresani y Mariel Gigli, en “Los primeros años de vida. Perspectivas en Desarrollo Temprano”, Roberto Frenquelli (compilador), Editorial Homo Sapiens, Rosario, 2005.
“Semiología Médica Ampliada”, de Roberto http://www.psicofisiologia.com.ar/index.php? option=com_content&task=view&id=965&Itemid=31
Frenquelli,
en
“Cuerpo, función tónica y movimiento en Psicomotricidad”, de Miguel Sassano, Editoriales Miño y Dávila, Buenos Aires, 2014.
4Especialización hemisférica Teórico del 4 de junio del 2015 Profesor Roberto C. Frenquelli Me preguntan sobre el tema Especialización Hemisférica. Esto me sugiere dos planos de respuesta. Uno, el específico. Otro, no menos interesante, el de las modas en Neurociencias y Biología. Empezaré por este último. Como se sabe, el “grito de la moda” tiene mucho que ver con cuestiones vinculadas al mundo del “marketing management”, a cuestiones “non sanctas” del capitalismo salvaje. Es así en todos los casos de esta Cultura asfixiante. Allí tenemos en estos días la Copa América de fútbol, impuesta como un minimundial, tanto como para no estar mucho tiempo sin pegarnos a la pantalla de la caja tragabobos, el televisor, del que casi no podemos sustraernos. En el tema Salud se ha logrado implantar un sistema de ofertas, no de demandas. Se ofrece de todo, se alerta sobre todo. Todo el mundo sabe de la mejor vacuna para el neumococo, de los mejores biberones para recién nacidos, de los mejores lugares para ser estudiado de los trastornos de memoria, de las conveniencias de operarse de cataratas con el método “tal-cual”, de las operaciones de hemorroides con láser, de los implantes radiactivos para el tratamiento del cáncer de próstata. Y tantas cosas. De las que no escapan las psicoterapias. En ellas también la oferta es larga y variada: hay terapias de toda clase, para todas las edades, combinadas con métodos clásicos y alternativos. Hay de todo para todos. Basta con leer, claro de tanto en tanto como para 20
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no intoxicarse, ciertos periódicos de propaganda y promoción que suelen depositarse por doquier. Vivimos en el mundo de la propaganda. Por eso se dice que actualmente se votan “caras”, no lineamientos ideológicos. Por eso tal vez, sin que tomemos demasiada conciencia, vivimos en la Psicología de la Propaganda. El tema de Neurociencias tiene actualmente un gigantesco target: las demencias. El aumento de la expectativa de vida, la posibilidad de ampliar casi indefinidamente el freno al deterioro de nuestras neuronas, es una versión corregida y ampliada de la Fuente de la Juventud, que los antiguos suponían muy cerca de lo que hoy es la península de Florida en Estados Unidos14. La Enfermedad de Alzheimer ha cobrado gran popularidad, tanto que casi todo el mundo de los mayores de sesenta años suponemos tener algún grado de la misma. Son famosos los chistes del “alemán”. Cuesta separarla clínicamente de lo que puede considerarse el envejecimiento normal, esperable. El impacto de la propaganda ejerce viles efectos sobre la entendible preocupación de la población. En nuestra ciudad han crecido en los últimos tiempos varias instituciones dedicadas a este tema. Las que no tardaron en agregar algunas patologías hasta conformar una gran lista. Desde lesiones cerebrales isquémicas, particularmente los llamados Accidentes Vasculares Cerebrales, las Epilepsias, los Traumatismos de Cráneo y sus dificultades secuelares. Y como si esto fuera poco, las Psicosis, las Adicciones y, por supuesto, el “Stress”, los “Trastornos de Pánico” y otras maldiciones. Se terminó conformando una mezcla de Musetta y Mimí 15, donde ya no sabemos bien de qué se trata todo esto. Es un deber de la formación hacer un riguroso ejercicio sobre estos temas que desde los “generadores culturales” se van imponiendo. Y la mejor manera de hacerlo es estudiando, conociendo. El tema de las Demencias, del Envejecimiento, lo mismo que las alteraciones biológicas concomitantes de los cuadros severos como los de las Psicosis no pueden ignorarse en un alarde de tonta soberbia. No hacerlo deja abierto el camino a las interpretaciones erróneas, aun tragicómicas, que permiten que hoy muchos egresados de distintas carreras del campo “psi” ofrezcan tratamientos para el “stress” o aconsejen controlar los “niveles de serotonina”.16 14
Si bien el tema es muy anterior al siglo XVI, es conocida la historia de Juan Ponce de León, conquistador hispano, que supuso que dicho sitio tan prometedor estaba muy cerca de la Florida, hoy Estados Unidos. Al parecer nunca pudo ser hallada pese a los esfuerzos expedicionarios que este hombre habría hecho en 1513, insatisfecho con todos sus bienes materiales. 15
Alusión al famoso tango “Grisetta” (José González Castillo y Enrique Delfino), que ha sido interpretado por grandes cantantes como el Polaco Goyeneche. Cuenta la historia de una muchacha inspirado en la ópera de Puccini, “La Boheme”. En la misma, Musetta y Mimí son dos mujeres que encuentran destinos desgraciados bajo malos designios cargados de mentiras, facilismo, seducción y ambición por el dinero. 16
Aconsejo la lectura de “El stress y sus destinos. Qué importa este concepto para la Psicología de hoy”, de mi autoría. Disponible en http://www.psicofisiologia.com.ar/index.php? option=com_content&task=view&id=72&Itemid=31
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Antes que nada quiero aclarar que estos temas, stress o serotonina, tienen su lugar. Lo que quiero expresar es que conviene conocer, lo que supone saber contextualizarlos en el panorama del proceso salud – enfermedad. Esta postura es independiente de qué desempeño tenga el Profesional Psicólogo. Son conocimientos básicos, elementales a la hora de enfrentar la labor cotidiana, un diagnóstico y una orientación terapéutica. Después de ese primer paso evaluativo, uno podrá quedarse “interpretando su instrumento”. Sea Psicoanálisis, Conductismo, Cognitivismo, lo que fuere. Pero con la conciencia clara de que ha tomado un camino sabiendo más o menos desde dónde ha partido. Es cuando, por ejemplo, un Psicoanalista podrá escuchar “es tres” por “stress”, o si fuera el caso “es cuatro” por “catre”. Lo que venga conforme a las subjetividades implicadas; que son las de su paciente y él mismo. Es cuando, también en otro ejemplo, un Psicoanalista decidirá o no el uso concomitante de una medicación que recetará aquel que esté en condiciones de hacerlo e interpretar el caso en conjunto desde una mirada de respeto por la labor mutua, sin violencia disociativa. 17 18 Pasemos ahora al plano más específico... El tema de la especialización hemisférica es una antigua preocupación de los neuropsicólogos. Es sabido que el hemisferio del lenguaje es el izquierdo. Esto se acompaña del hecho de que la mayor parte de los humanos tengamos preferencia preferencia manual derecha; los centros nerviosos del lenguaje se alojan en el hemisferio contralateral, el izquierdo, mal llamado “dominante”. Los zurdos, en cambio, tienen esos mismos centros en el hemisferio derecho. Tenemos entonces una primera e importante diferencia, especialización. Se rompe la simetría funcional que caracteriza a otros segmentos del Sistema Nervioso Central. Sabemos que ambas mitades de la Médula Espinal, del Tronco Encefálico, del Cerebelo, del Diencéfalo y los Núcleos de la Base son similares. Tanto en lo morfológico como en lo funcional. Son equivalentes. No sucede lo mismo con el caso de la Corteza Cerebral ligada al Lenguaje. Es como si esta función no soportara la bilateralidad, necesitando la unificación de su comando. R. Brain, un neuropsicólogo clásico, comenta que los ruidos emocionales, tanto en el hombre como en los animales inferiores, “son simples actos involuntarios y estas reacciones simples pueden utilizar vías simétricas y bilaterales”. “En oposición a esto el habla exige articulación: la integración precisa de los pequeños músculos de los labios, lengua, paladar y laringe además de los músculos respiratorios, de manera que éstos se contraen sincrónicamente de ambos lados con tal delicadeza que puede diferenciarse una variedad de sonidos a través de una escala fina de gradaciones”. “Esta integración motora parece exigir que la corteza cerebral de ambos hemisferios esté bajo control de una sola área coordinadora: el centro motor del lenguaje. En otras palabras, el lenguaje necesita localización”19
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Esta expresión, “violencia disociativa” se lo he robado a Laura Peirano. Es algo parecido a lo que rezan las puertas de nuestra Biblioteca Argentina: “conocer es amar, ignorar es odiar”. 18
Un gran texto para el tema psicoterapia y psicofarmacología, “Psicofarmacología y territorio freudiano” de Julio y Mirta Moizeszowicz, publicado por Paidós.
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De todos modos, esta aparente dicotomía entre diestros y zurdos, no es tan amplia como parece, en tanto tenemos ambidextros, ambilevos (aquellos que son torpes con las dos manos), zurdos latentes, etc. De acuerdo con esto la zurdería de la población general puede variar significativamente20. Sin embargo, en contra de lo expuesto, es dable citar que pacientes con preferencia derecha y lesiones a izquierda, no tienen trastornos del lenguaje; lo mismo que personas con daños corticales a derecha, sin zurdería que tienen alteraciones del lenguaje. Diremos con Luria que “...todos estos hechos, abonan la suposición de que en muchos casos la lateralización de la función del habla y su dependencia del hemisferio izquierdo no es absoluta”; existen “...una serie de estados intermedios que van desde la dominancia absoluta y total de hemisferio izquierdo, hasta la transferencia parcial o total del papel dominante del hemisferio derecho”21 Conocer con exactitud la localización de los centros del lenguaje es de gran importancia en casos de cirugía cerebral pues este conocimiento podría favorecer abordajes que eviten lesionar los centros del lenguaje con sus consabidas secuelas. Actualmente se cuenta con la Resonancia Magnética Funcional (RMf) que puede localizar con gran sensibilidad el emplazamiento de los centros corticales del lenguaje. La RMf, prudentemente usada, es un procedimiento valioso para los estudios Neuropsicológicos, tanto en carácter de investigación como de diagnóstico clínico. La causalidad de la preferencia manual persiste en debate como en tantas otras perfomances neuropsicológicas. En un extremo, como siempre, se alojan las ideas ligadas a la herencia, a lo genético. En el lado opuesto, las cuestiones ambientales ligadas a la crianza, a lo cultural. Sabemos que esta oposición es en general estéril. Estaría dentro de lo que algunos llaman “ideas que deben morir” 22, pues no producen avances en el conocer. Más bien lo detienen. Un interesante aporte es el de Previc, cuando sostiene que los orígenes de la lateralización cerebral en humanos tienen que ver con el desarrollo asimétrico prenatal del oído y el laberinto. La lateralización en la escucha resultaría de la asimetría del desarrollo cráneo facial, mientras que la dominancia vestibular sería marcada por la posición del feto en tercer trimestre del embarazo. La primacía del oído derecho podría contribuir a la superioridad del hemisferio izquierdo en la percepción del habla como del resto del funcionamiento del Lenguaje. Donde además la predominancia vestibular 19
Tomado de “Speech desorders. Aphasia, apraxia and agnosia”, Butterworth, London, 1961. 20
Grandes zurdos: Benjamín Franklin, Atahualpa Yupanqui, Julio César, Mark Twain, Leonardo da Vinci, Napoleón, Mozart, Alejandro Magno, Franz Kafka, Albert Schweitzer, Sergei Prokofiev, Marcel Marceau, Diego Maradona, Emmanuel Ginobili, Woody Allen. 21
Luria, Alexander; “Las funciones corticales superiores en el hombre”, La Habana, Orbe, 1977. 22
Puede consultarse al respecto “This idea must die. Scientific ideas that are blocking progress”, un texto de reciente aparición editado por John Brockman. Para más datos acceder a Edge, en www.edge.org
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izquierda favorecería las actividades motoras derechas y las habilidades visuo espaciales del hemisferio derecho.23 Tal como sucede con las vías motoras corticoespinales, descendentes, o las sensitivas espinotalamocorticales, ascendentes, hay un cruce de las vías auditivas y vestibulares. Es decir, de aquellas que se ocupan de la audición y el equilibrio respectivamente. Se sabe que el VIII par craneal, genéricamente llamado Nervio Auditivo, es más bien “cócleovestibular”, en tanto rige la audición y el equilibrio por dos ramas diferentes que lo conforman. Con sus receptores específicos alojados en el oído interno. Es un cruce derecha izquierda, izquierda derecha, tal como se da también en la gran vía motora, la Vía Piramidal. La sensibilidad también se cruza, las aferencias del lado derecho van a parar a la corteza opuesta. Y viceversa. Este tema abre grandes expectativas en torno a las teorías localizacionistas tan en boga en otros tiempos. A las que se contrapuso la visión opuesta, globalista, en la génesis de las funciones superiores. El mismo Sigmund Freud contradijo las teorías localizacionistas en su escrito sobre “Las afasias”; sobre el que volveremos más adelante, cuando sea el momento de estudiar Lenguaje de manera específica. También si atendemos a sus proyecciones en el estudio de la Plasticidad Neuronal. Pues es cosa conocida cómo en el caso de lesiones en las Áreas Corticales específicas del Lenguaje (las llamadas Áreas de Broca y Wernicke) es posible ver que con el tiempo, bajo terapias de rehabilitación, otras zonas toman el comando de las destituidas, reestableciéndose la función. Lo mismo que el caso de las indagaciones acerca de la conveniencia del aprendizaje de idiomas en edades tempranas de la vida y otras habilidades de importancia educativa. Es posible que el uso diferenciado de las manos tenga que ver con el surgimiento de la capacidad humana de inventar instrumentos. La mano izquierda se usó para sostener la piedra que debía ser afilada. Tal vez esto llevó a la lateralización de las funciones. El hemisferio cerebral derecho empezó a controlar las acciones globales, mientras que el izquierdo estuvo obligado a especializarse en el control de los movimientos precisos, secuenciales, ajustados. ¿Pero por qué se eligió la mano derecha para sostener los objetos y la mano izquierda para manipularlos? Esto sucedió posiblemente por acciones de la fuerza de gravedad in utero a partir de la asunción de la postura bipedestatoria. El tamaño y el peso de la cabeza del feto hizo que ésta se orientara hacia parte inferior del útero y llevó, además, a que en la marcha de la madre, realizada a partir de la postura bipedestatoria, la estimulación laberíntica del niño in utero se hiciera unilateralmente, afectando más al hemisferio izquierdo por estar la cara del nonato volteada a la derecha. De ese modo se creó una predisposición al uso de la parte del cuerpo bajo el control del hemisferio más estimulado en el período fetal, es decir, se establecieron condiciones para que se adoptara una preferencia para la mano derecha para actividades manipulatorias, 23
“A GENERAL THEORY CONCERNING THE PRENATAL ORIGINS OF CEREBRAL LATERALIZATION IN HUMANS”. EN PSYCHOL REV. , 1991
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mientras que el lado izquierdo del cuerpo, por la estimulación laberíntica unilateral in utero, se utiliza más para el mantenimiento del balance. A esta interesante observación que he tomado de Víctor Alcaraz Romero 24, se debe agregar la estimulación unilateral del niño al cargarlo la madre de acuerdo a sus propias predisposiciones posturales. Generalmente la mano izquierda es de sostén, la derecha para las acciones más finas. De allí surge el primer pecho que es ofrecido, generalmente el izquierdo, dejando la mano derecha libre para ayudarlo a llevar el pezón a su boca. A esta altura no están exentas las coordinaciones ojo mano, que irán labrando sus redes neurales configurando una verdadera “geometría vincular”, bien en diálogo interaccional, en “sintonía relacional”, donde se van ligando distintos aspectos del psiquismo. Hemos hecho un largo recorrido hasta aquí. Seguramente complejo. También posiblemente complicado, sobre todo para Ustedes en este momento cuando están entrando en la materia. Lo que debe quedar firme, mientras van estudiando los distintos segmentos de la organización del Sistema Nervioso, mientras se van familiarizando con ciertos términos, es que la Neuropsicología, lo mismo que la Psicología del Desarrollo, tienen una definida base naturalista, siempre relacional vincular. Con simpleza contundente decimos que el “cerebro se cría en el ambiente”; que “ambiente de los hombres son los otros hombres”. No hay escapatoria a esto. De allí lo interesante de estas cuestiones de preferencia manual de las que les he venido hablando. Al considerarla, hemos tratado una teorización que incluye aspectos de la vida intrauterina, también de los primeros momentos del lazo humano. Donde la anatomía y la fisiología, en el proceso del devenir, van cargándose de sentido desde el inicio. Sé perfectamente que lo complejo no debe ser necesariamente complicado. Ni confuso. Pero hay un momento del proceso del conocer que obligatoriamente pasa por cierto grado de complicación y confusión. Ustedes deben aprender a soportar esos pasos. De otro modo el proceso de aprendizaje no se da en forma genuina. Aprender es una lucha constante. Todas las primeras aproximaciones son prejuiciosas, algo paranoides si quieren decirlo de otro modo. Hay que tolerar esas presiones. Después vendrá el premio de entender desde otro sitio, donde lo complejo se hace un aliado del conocer, no un obstáculo. Es cuando uno empieza a disfrutar de la tarea cumplida, de haber incorporado un saber distinto y ajustado. En esto estamos todos, siempre. Mucho más en este momento de cambio de planes en nuestra Carrera. Es un momento fundamental, debemos considerarnos viviendo un momento de gran importancia para la Carrera y la formación que de ella se desprende. Agregaré algo más. Me parece importante hacerlo ahora. Me refiero a los estudios de Roger Sperry y Michael Gazzaniga, dos neuropsicólogos norteamericanos, que hicieron experiencias en pacientes con sección completa del cuerpo calloso, el tema tomó gran popularidad. Eran personas sin ninguna evidencia de deterioro cognitivo ni emocional, diríamos “normales”. Con ingeniosos procedimientos estudiaron en forma bastante bien 24
En “Las razones de Alicia en el país de las maravillas o por qué el gato de Cheshire aún mantiene su sonrisa. Opus II”, en “La perspectiva histórico cultural de Vigotsky y la neurofisiología”, Víctor Feld y Jorge Eslava Cobo, compiladores; Noveduc, Buenos Aires, 2009.
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disociada ambos hemisferios. Fue cuando se empezó a hablar del hemisferio derecho, que controla el lado izquierdo del cuerpo, con habilidades en el llamado procesamiento en paralelo, “holístico”; por lo tanto adscripto a lo artístico, lo musical, lo creativo. En cambio, el hemisferio izquierdo, con su control sobre la mano derecha, como de procesamiento lineal, serial, “lógico”; por lo tanto asociado a lo científico, al lenguaje digital y el espíritu científico matemático. Del lado de lo derecho quedó lo sintético, del lado izquierdo lo analítico. De alguna manera, tal como pasa con muchos problemas, esto ha sido ya pensado desde los griegos: cuando estudiaron la oposición entre empirismo y racionalismo. El modo “derecho” se vale más de la experiencia, de las asociaciones “posicionales” tomando la parte por el todo, si se quiere de la metáfora. En cambio, el “izquierdo”, se vale más del razonamiento lógico, “proposicional”, secuencial. Es bien sabido que una buena mezcla de estas aptitudes siempre viene bien. 25
De alguna manera apoyado en esto resultan las ideas de los códigos analógico icónicos y los digitales. Los primeros adscriptos a los complejos de imagen y emoción, a lo corporal preverbal; los otros al lenguaje con unidades discretas, establecidas por consenso, ligadas a lo que se llama “codificación binaria”. Vuelvo a prometer: volveremos sobre esto cuando veamos Lenguaje; también cuando veamos las interesantes aportaciones de Allan Schore sobre neurodesarrollo en los primeros años de vida.26 Sobre la cuestión los cerebros derecho e izquierdo, de gran valor heurístico, se volcaron ríos de tinta. No faltaron quienes aparecieron vinculando “lo derecho a lo femenino”. Tampoco oportunistas que creyeron que la creatividad puede enseñarse “usando el cerebro” y otras supercherías por el estilo. Estas son las modas a las que me refería al principio. Esas modas de las que tenemos que estar advertidos desde el rigor académico verdadero, no contaminado con ciertos oportunismos. Es verdad que “usar el cerebro” 27 es importante como reza un libro actual de muy feo título. Es tan importante “usarlo” que si no lo hacemos morimos más o menos rápidamente. Pero otra cosa bien distinta es cómo usarlo. Y, fundamentalmente, con quién tenemos que aprender, de qué modo y cuándo o dónde es preciso hacerlo.
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Un interesante libro para profundizar puede resultar “El lenguaje del cambio”, de Paul Watzlawicz, Editorial Herder, Barcelona, 1989. 26
Sobre este autor puede consultarse “Sobre Allan Schore”, de mi autoría, en http://www.psicofisiologia.com.ar/index.php? option=com_content&task=view&id=113&Itemid=31 27
Me refiero a “Usar el cerebro. Cómo conocer nuestra mente para vivir mejor”, de Facundo Manes.
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5El esquema corporal Profesor Roberto C. Frenquelli Resulta de buena práctica iniciar nuestras conversaciones presentándoles un texto. Si es clásico, mejor. Lo clásico es aquello que no pasa de moda, es lo que mantiene cierta vigencia a lo largo del tiempo. Se sustrae a los vaivenes de ciertos caprichos de la vida académica donde el narcisismo de los profesores suele tener mucho que ver. Nunca falta alguno de nosotros, los docentes, que sale a la palestra a defender a quien considera como ilustre e intocable. Lo cierto es que hay mucha gente que ha contribuido al tema que nos ocupa. En todo caso hay muchos ilustres. Y Schilder, sin dudas, es uno de ellos. Su gran aporte se centró en el tema de lo que llamó imagen corporal. Nacido en Viena allá por 1896, muy pronto en su carrera adhirió al psicoanálisis. Fue miembro de la Sociedad Psicoanalítica de su ciudad. Pero entró en conflictos posiblemente por su resistencia a tomar su análisis didáctico. Alrededor de 1928 viajó contratado a los Estados Unidos donde se desempeñó como profesor universitario. Venido del campo de la Medicina, influido por la fenomenología de Husserl, también por la teoría de la Gestalt, trabajó en la interfase neurología – psiquiatría – psicoanálisis. Bien puede considerarse una de las piedras fundamentales del concepto de esquema corporal. Algo que plasmó en su libro seminal de 1935, “Imagen y apariencia del cuerpo humano. Estudios sobre las energías constructivas de la psiqué”. Muy interesado en ciertos fenómenos clínicos como el miembro fantasma, la aloquiria, la alodinia o la asomatognosia, también la despersonalización, compone un texto de complicada lectura toda vez que asienta en conceptos de diferentes disciplinas. De alguna manera se puede decir que combinó las ideas de Wernicke sobre la
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somatopsique, con el modelo postural de Head y algunos conceptos del Yo en el Freud de “El Yo y el Ello”.28 El miembro fantasma es el caso de una persona que habiendo sufrido una amputación de un miembro sigue manifestando que percibe estímulos sobre ese sector que ha perdido; la aloquiria (del griego “otro lado”) implica la percepción de un estímulo exactamente en el lado opuesto del cuerpo donde ha sido aplicado; la alodinia (cuya etiomología es “dolor diferente”), en cambio, es una percepción intensamente dolorosa tras la aplicación de un estímulo suave; la asomatognosia (del prefijo negativo “a” y somatognosia que supone el reconocimiento del propio cuerpo) es un estado donde el paciente no tiene la capacidad de reconocer e integrar diferentes partes de su cuerpo, a las que suele negar, tal como puede suceder en las esquizofrenias. Tal vez les resulte algo complicado retener todas estas definiciones. Pero conceptualmente hablando resulta fácil entender que se trata de alteraciones de la percepción del propio cuerpo, tanto en relación al “si mismo” como frente a los otros. En esta clase quedaremos muy lejos de comprender íntimamente cualquiera de estos síntomas. Es posible que ustedes vayan completando ideas en las materias que advendrán en la carrera, tanto en el ciclo básico como en las clínicas. Cuestiones de fundamental interés, requieren una semiología exquisita en pos de un diagnóstico apropiado. Por ahora nos contentaremos con tomar ciertos ejemplos a modo de motivación para ingresar al tema del esquema corporal. Por el momento nada mejor que seguir con la vida de Schilder. De alguna manera “padre” del concepto. Se cuenta que cruzaba avenidas de la ciudad que adoptó en su venida a América, Nueva York, con cierto desparpajo. Munido de una pila de libros que sostenía en una de sus manos, con la otra hacía señas a los atónitos conductores de los vehículos que debían frenar ante su inopinada manera de trasponerlas sin importarle un comino las señales de los semáforos. En 1940, tras haber visitado a su mujer que acababa de dar a luz a su tercer hijo, falleció atropellado por un automóvil 29. Es muy complicado, tal vez inadecuado y tal vez injusto, sacar conclusiones de esta referencia histórica. Pero no está mal usarla como manera de comprender algo que desde Schilder permanece vigente y en discusión. Me refiero a la distinción entre esquema e imagen corporal. Suele adscribirse al concepto de esquema la condición de una gnosia, asociada al reconoconocimiento del propio cuerpo, como algo conciente. Y se reserva para el concepto de imagen la idea de una constelación imaginaria sobre el cuerpo, subjetiva y de fuerte anclaje inconciente. Podríamos pensar que el pobre, o no tan pobre, Schilder no estaba muy de acuerdo con su imagen inconciente toda vez que se suponía invulnerable ante los automóviles lanzados por las avenidas. Con sus libros, con su conciencia, no pudo detenerlos. Hablaríamos en términos de dos dominios diversos, opuestos. No es lo mismo la descripción del “cuerpo de la anatomía” que el cuerpo de la fantasía, el tan mentado 28
Resulta un texto de interesante pero trabajosa lectura. Contiene una primera parte, denominada “La base fisiológica de la imagen corporal”; una segunda sobre “La estructura libidinal de la imagen corporal” y, la tercera sobre “Sociología de la imagen corporal”, más un Apéndice sobre casos clínicos y nociones de anatomía y fisiología del Sistema Nervioso. 29
Por ese entonces Schilder estaba casado con Lauretta Bender, la autora del famoso test guestáltico visomotor, de amplio uso en la clínica cotidiana.
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“cuerpo del psicoanálisis”. De nuevo, igual que como dijimos más arriba cuando hablamos de ciertos síntomas vinculados a la percepción del cuerpo, haremos una especie de petición solicitando una cierta tregua sin definir de antemano si hay tal diferencia. Y si existiera, tratando de establecer claramente en qué puntos existe, en cuáles no tanto. En todo caso, sin ánimo de sellar la cuestión, podríamos pensar que Schilder habitaba dos cuerpos distintos: uno, bien ceñido a cierta razón, otro bien ceñido a otra razón, la de su omnipotencia rayana en el divorcio con la realidad. De ambas dio suficientes muestras de pericia. No en vano siempre decimos que ser humano implica la constante producción de inconsistencias. 30 Al leer “Imagen y apariencia del cuerpo humano” nos vemos ante la necesidad de entender de neurofisiología, de neurología, de psiquiatría, de psicoanálisis. De hecho, muchos casos están vinculados a lesiones del sistema nervioso. Es sabido que una gran maestra de la psicología ha sido la patología. Pensemos en el valor de las enseñanzas de Charcot al joven Freud en Le Salpêtrière. Es de donde nos podemos posicionar para pensar en este reconocimiento sensoperceptivo. Desde donde se establece una cierta indefinición entre esquema e imagen, tal como queda en la lectura del propio Schilder. Sin llegar a la patología es en el marco de la Psicología del Desarrollo, donde podemos hallar una ingente fuente de conocimientos acerca de las fundaciones del aparato psíquico. Desde donde podemos avanzar en la comprensión del tema. Resulta notable ver la evolución del dibujo de la figura humana en el niño. Donde podemos incorporar fuertes puntos de anclaje. Es bien notable en el Test de la Figura Humana, diseñado por la Florence Goodenough, cómo los niños entre los tres y cuatro años de vida representan el clásico monigote con una prominente cabeza, que incluye los ojos, desde donde se desprenden los miembros inferiores. Más tarde incluirá la boca, la nariz, las orejas y hasta los dedos. El tronco aparecerá alrededor de los cinco años como un círculo interpuesto entre la cabeza y las piernas. Es el momento donde los miembros superiores pueden salir desde la cabeza o el mismo tronco. Se puede inferir que esta representación gráfica está realizada al calor de cierta integración de información sensomotora. Información que es vigorosa y preeminente en ciertos momentos de la vida y su devenir. En lo que corrientemente llamamos desarrollo. La cabeza, con los ojos, está intensamente focalizada pues importa para la comunicación, donde la fijación de la mirada en el interlocutor es básica. Básica para sobrevivir, básica para vivir31. El esquema corporal se organiza con cierto grado de estabilidad susceptible al cambio permanente. De nuevo estamos en el concepto de estereotipo dinámico. Y esa organización depende de la acción, del encuentro sensomotor donde se ponen en juego sistemas que responden a lo relacional vincular. El infante humano viene al mundo con el desiderátum de ingresar al espacio de los otros, al tiempo que también busca que los otros ingresen al suyo propio. 30
En lógica se dice que un sistema y su interpretación son inconsistentes cuando al menos dos de sus derivaciones o teoremas se contradicen. Si de un sistema es posible deducir que a=a y que a#a, el sistema es lógicamente inconsistente. 31
Esta expresión reúne lo necesario de la supervivencia con lo contingente de la existencia. “Primero sobrevivir, luego vivir” es una fórmula tan elemental como cierta.
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Desde su concepción neuropsicológica clásica Azcoaga habla de esquema corporal, como una gnosis compleja. Dirá que “se trata de un concepto que no dejaremos de lado por más que se consideren los innegables componentes afectivos que lo atraviesan, lo mismo que su dinamismo en tanto condición cambiante”32. La experiencia de estar con un simple yeso en una extremidad nos lleva a enfrentarnos con la necesidad de reconocer que habitamos “otro cuerpo” que nos impone la necesidad de reaprender a llevarnos con él. Lo mismo sucede cuando llega el alivio, cuando nos retiran ese yeso..., extrañamos aquel miembro vigoroso y preciso que debemos volver a encontrar. Las mismas etapas de la vida nos imponen la necesidad de constantes variantes, de constantes aprendizajes. Pensemos, por señalar un caso, en la adolescencia con la intrusión de cambios tan notables, no solamente a los ojos de quien los porta, sino también ante los otros. Es cuando tenemos el caso de la típica “torpeza” donde el cuerpo pugna por un lugar en todos los espacios: en el espacio “interno” del joven, en el espacio “externo” o “peripersonal” al decir de algunos. Una vez más será la acción el motor de la gestión. Es la exploración de la cavidad oral desde donde el recién nacido buscará afanosamente armar su mundo. Entre su boca y los objetos, donde desde dos superficies diferentes registrará informaciones sensoriales vinculadas al gusto, olfato, tacto, dolor, propiocepción33. Antes que nada su boca con sus propios dedos, con el pezón. Habrá una vuelta desde la motricidad estableciéndose el bucle sensoriomotor que repetirá sucesivamente al infinito. Construirá entonces algunas síntesis preliminares desde la cual se lanzará al reconocimiento de muchos otros objetos. Y por supuesto, paulatinamente, de la propia cavidad oral, de sus manitas, de todo su cuerpo. Andrew Meltzoff, un psicólogo norteamericano, ha demostrado que los niños de pocos días de vida están en condiciones de imitar los gestos de la madre sin mediar reflejos arcaicos o condicionamientos algunos. Pueden “copiar” los gestos del otro, algo que nunca habrían producido por si mismos. 34 Sus estudios tienen otros alcances que tal vez excedan de momento esta clase. Pero vale citarlo para mostrar cómo desde lo relacional vincular se va configurando la imagen corporal. Mucho antes de que pueda reconocer su lengua, un neonato puede colocarla en posición de “sintonía” con el otro. Activo y buscador de estímulos. Acción, cuerpo, protodiálogo confluyendo en la constitución del psiquismo. Hablaremos de una intercorporalidad, de una intersubjetividad primaria. 32
Juan E. Azcoaga y colaboradores; “Las funciones cerebrales superiores y sus alteraciones en el niño y en el adulto”, Editorial Paidós, 1983. 33
La propiocepción es también llamada sensibilidad posicional. Se divide en dos subtipos: la sensibilidad posicional estática, por la que se entiende la percepción conciente de la orientación de las diferentes partes del cuerpo unas respecto a otras, y la cinestesia o propiocepción dinámica, en relación a la velocidad del movimiento. Si bien todos los órdenes sensoriales trabajan en conjunto, nunca por separado, la propiocepción se integra fundamentalmente con la sensibilidad ligada al equilibrio, también llamada vestibular. De allí que muchas veces pueda encontrarse la denominación “propioceptivo vestibular”. 34
Su trabajo original, bajo la dirección de Jerome Bruner en 1977, se denomina "Imitation of Facial and Manual Gestures by Human Neonates".
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Adviene una progresiva separación del cuerpo del espacio circundante. De acuerdo a Wallon la dependencia cinestésica y propioceptiva del cuerpo del lactante se va tornando en autonomía. El movimiento de sus bracitos lo van separando mientras ingresa al espacio circundante. Se van dando las praxias del asir objetos, los cuales inexorablemente van a la boca, mientras suelta y vuelve a encontrar. Se conforman las primeras gnosias visuo espaciales, la coordinación ojo-mano, en una gradual serie de ajustes y reajustes. Gnosias que van siempre emparentadas con las praxias; el reconocimiento sensoperceptivo se instituye junto a los actos motores con un fin. Hablamos entonces de gnoso-praxias. El descubrimiento de manos y pies se va dando a partir del dolor. Es desde el disgusto que se inicia el interminable trance vital de reconocer lo propio de lo ajeno. El choque de las manitas contra los duros y fríos barrotes de la cuna, el choque de las manitas entre si... todo esta danza irá dando noción de límites, de separaciones con el resto del mundo, de integraciones. Advendrá el reconocimiento de las propias partes del cuerpo. Al hablar de la experiencia del dolor, del quiebre del placer, estamos a un paso de entender la vana intención de separar “esquema” de “imagen” corporal. Que sólo puede ser soportada por una cierta intención de deslindar “parroquias”. Es cierto que el niño terminará sabiendo cuál es su mano y cuál es la mano del otro. Al menos por un rato, al menos desde el discurso lógico y, por supuesto, no en todos los casos. Pero está claro que desde tiempos temprano luchamos contra el dolor físico que nos impone la existencia de otros cuerpos en el espacio, que también luchamos con el dolor moral que nos impone el no poder ocupar todo el espacio. Es el momento del surgimiento de una especie de geometría vincular. “No es posible que dos cuerpos ocupen el mismo lugar en el espacio”, una simple aseveración que de todos modos cuesta reconocer, siempre subyacente al discurso lógico que pretende borrar esta dura lección de la realidad cotidiana. Es cierta la expresión de Head, aquella que dice que el esquema corporal de una dama termina en el extremo de la pluma de su sombrero; no es menos cierto que esa “dama-pluma” muchas veces resulte “desplumada” por el roce ingrato con los avatares de la vida. Dependemos mucho de esa geometría, de cómo hacemos para arreglárnosla con sus mandamientos. Debajo del discurso lógico subyacen las sempiternas ansias infantiles, indelebles, intensas y demandantes. Uno sabe, al menos en la generalidad de los casos, dónde termina “la pluma de su sombrero”, si quieren decirlo en términos más actuales “el extremo del paragolpes de su auto”. Pero casi siempre salimos “desplumados”, “abollados”. Es que a los otros también les cuesta reconocer aquel aforismo elemental de la física. Cuando el infante conquista la postura erecta, cuando empieza a caminar, se enriquece notablemente la representación del propio cuerpo. Es donde empieza a correr el rol del aparato vestibular35, con su información necesaria para el sostenimiento de la postura y el equilibrio en las tres dimensiones espaciales. Se enriquece la aptitud visuo espacial, mejora el dominio de las coordenadas euclidianas, en otros términos, del espacio 35
El aparato vestibular junto al coclear son dependencias anátomo funcionales del oído interno. Juntas conforman el VIII par craneal, en Nervio vestíbular coclear, muchas veces llamado a secas auditivo. La rama coclear se ocupa de la audición; en cambio, la vestibular tiene que ver con el equilibrio. De allí que se integre con la sensibilidad propioceptiva, tanto estática como cinestésica.
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extracorpóreo. Se integran los miembros inferiores, la posición del pie, la secuencia de la marcha con sus diferentes velocidades, con su adaptación a las diversas variantes del terreno. Es cuando surge el dibujo de la figura humana donde las piernas emergen de la cabeza. Se desenvuelve la actividad exploratoria del cuerpo con las manos, hay un encuentro con el sí mismo y los demás. La identificación más neta de la cara ayuda a distinguir mientras crece la nominación. Se va constituyendo una síntesis compleja de información propioceptiva cinestésico vestibular, atravesada por la emoción. Esa síntesis no es otra cosa que el esquema o imagen corporal. Un aspecto sobresaliente de todo esto es la identificación frente al espejo. Son clásicas las descripciones de René Zazzo quien estableció cinco etapas por las que pasa este reconocimiento. La primera se da alrededor de los tres meses, el niño fija su mirada en el espejo pero no da muestras de reconocimiento alguno. En la segunda, ya a los seis meses, se advierte que el niño experimenta sorpresa por la persona que se halla a su lado, sin distinguir su imagen. Más tarde, alrededor del año, empieza a explorar su imagen especular mediante actividades de su propio cuerpo, verificando si hay correspondencia entre imagen y movimiento. Ya a los quince meses puede resultar notorio que advierte que se trata de su propia imagen. Algo que se consolida alrededor de los dos años. Zazzo es un discípulo del gran Henri Wallon, un hombre que llegó a la Psicología desde la Medicina y la Filosofía. Muy dedicado al desarrollo del niño, en 1931 describió “la prueba del espejo”, experiencia donde el niño frente al espejo va logrando distinguir progresivamente su cuerpo de la imagen reflejada. Wallon describió entonces un pasaje desde lo especular a lo imaginario y, desde allí a lo simbólico, mediante un juego dialéctico. Logrando el niño una comprensión simbólica del espacio imaginario donde se forjó su unidad. En su Diccionario de Psicoanálisis, Elizabeth Roudinesco36 comenta que “En una conferencia dada en la Société Psychanalytique de París el 16 de junio de 1936, Lacan retomó la terminología de Wallon, transformando la prueba del espejo en un “estadio del espejo”, es decir, en una combinación de posición, en el sentido kleiniano, y estadio en el sentido freudiano. De tal modo desaparecía la referencia de Wallon a una dialéctica natural: en la perspectiva lacaniana el estadio del espejo no tenía ya mucho que ver con un verdadero estadio, ni con un verdadero espejo. Se convertía en una operación psíquica, incluso ontológica, mediante la cual se constituye el ser humano en una identificación con su semejante. Según Lacan, que tomó esta idea del embriólogo holandés Louis Bolk, el alcance del estadio del espejo debía relacionarse con la prematuración del nacimiento, atestiguada objetivamente por el carácter anatómicamente inacabado del sistema piramidal y la falta de coordinación motriz de los primeros meses de vida. En consecuencia, al describir el proceso desde el ángulo del inconciente, y no ya desde el de la conciencia, y afirmar que el mundo especular, donde se expresaba la identidad primordial del yo, no contenía alteridad, Lacan se apartaba de la perspectiva psicológica de Wallon”. Hago esta cita por diversos motivos. El fundamental es introducir un concepto central de Lacan mostrando cierta genealogía de su concepto del estadio del espejo. Algo habitual en cualquier estudio, donde es común y corriente pedir “prestado” alguna cosa. 36
El Diccionario de Psicoanálisis de E. Roudinesco y M. Plon ha sido publicado por Paidós en 1998, con una edición actualizada y revisada en el 2008.
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Es interesante la referencia de Lacan a la prematuración, algo nada novedoso pero que no deja de resultar importante a la hora de hablar de la constitución del psiquismo. O de la subjetividad, si se quiere decirlo de igual modo pero con distinta palabra. Queda en discusión si verdaderamente Lacan se aparta o no de la Psicología con su idea de describir el proceso “desde el ángulo del inconciente”. Me cuesta trabajo pensar que el inconciente no tenga que ver con la Psicología. Por su supuesto, también desde mi manera de pensar, nada de esto le quita mérito a Lacan con lo que ha hecho con lo prestado. He mencionado antes a Metzoff, con su aporte acerca de la capacidad imitativa del recién nacido, sacando su lengua cuando encuentra su cuerpo en la acción del otro. Posicionándose en el gesto del otro, el niño descubre su propia lengua, antes de darse cuenta de que le pertenece, de dónde está situada. Este autor, junto a Keith Moore 37, ha llamado a este fenómeno “intercorporalidad innata”. Muchos años antes, Maurice Merlau Ponty acuñó un término similar, “apareamiento corporal pre reflexivo”. Esto no debe entenderse como que el bebé tiene conciencia, con cierta capacidad introspectiva. Es dable entender que hemos venido trabajando este tema desde varios términos clave. Uno de ellos, Geometría. Es decir, el modo de estudiar las propiedades de las figuras en el plano, en el espacio. Sobre el espacio adviene el tiempo. Espacio, tiempo; dos categorías de enorme significancia a la hora de pensar en el psiquismo, en su constitución. Es en el Trabajo de Observación de un Bebé donde tenemos la inmejorable oportunidad de empezar a entender estos temas desde una base experiencial concreta, casi la única manera de no correr el riesgo de quedar girando en una fraseología pseudo filosófica vacía. He sostenido, no sin esfuerzo y consecuencias, que en “en esta Facultad hay más epistemólogos que psicólogos”. La Psicología, como ciencia fáctica, encuentra su norte en la observación participante, en la observación comprometida, en aquella de la denominada “cibernética de segundo orden”38. Donde la objetividad queda entre paréntesis, suspendida. Donde la noción de cuerpo aparece de algún modo como paradojal. Como algo que existe con cierta lógica, se puede pesar y medir; como algo que existe con otra lógica, diferente, cambiante. Aunque siempre sea conveniente tener en cuenta aquello de la concepción fisicalista que entiende que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar en el espacio. En esa cibernética, en esa manera de incluirse en el fenómeno a observar, se alinea nuestro Trabajo de Observación. En el mismo sentido donde el bebé va configurando su espacio intercorporal, intersubjetivo. Desde donde emerge. Ese sentido que emerge desde estados pres reflexivos, directamente expresados en lo gestual, en lo facial, en los recursos no verbales. Sostengo que significar no es nombrar o decir. El sentido no viene ínsito en el lenguaje como pretenden algunas corrientes centradas en la Filosofía del Lenguaje. El sentido no es algo que se atribuye o adjudica sino algo que uno encuentra, si se quiere decir de otra manera, que se devela o deslinda. Por eso participo de la idea que el Lenguaje asienta en lo pre verbal, en lo que 37
A. Meltzfoff y K. Moore; “Imitation in newborn infants: exploring the range of gestures imitated and the underlying mechanisms”, en Developmental Psychology, 1989. 38
La cibernética de segundo orden es aquella de los sistemas observantes; donde el observador está incluido en el sistema observado.
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después veremos como Codificación Analógico Icónica, en el marco de la corporalidad vincular. En esos encuentros que pueden vivenciar en las observaciones. 39 A esta altura recuerdo un aspecto que merece su mención. Es el concepto de Esquema Corporal Primordial. Alude a la modalidad perceptual de los tiempos tempranos, donde el niño ha encontrado otra geometría, la no euclidiana, la del análisis situs. Es decir, la topológica. Sabemos que todas las geometrías son axiomáticas, es decir, son un conjunto de supuestos a modo de representación en el espacio. Con sus leyes, que terminan por imponernos una manera de ver. Espacio y Tiempo son construcciones históricas sociales, no son a prioris abstractos como lo pensaba Kant. La aparición de la perspectiva en la Edad Moderna es un ejemplo claro. Hasta ese momento “se veía” en dos dimensiones, en las del plano; arriba los cielos, abajo el infierno. Aparece la tridimensionalidad, algo que podemos asimilar a un cierto espesor, a cierta contextualización más rica de matices de la existencia. Si todas las geometrías son absolutamente axiomáticas, no guardando estricta relación con la realidad del mundo de la física; y si un axioma es una proposición que se acepta como “evidente” sin requerir demostración previa, se puede inferir que “vemos axiomáticamente”. Antes del Renacimiento no se veía en perspectiva!40 La visión topológica, a diferencia de la euclidiana, implica la posibilidad de transformaciones homeomórficas, transformaciones continuas como la de una barra de caucho de corte triangular que puede derivar en una cilíndrica, circunferencial al corte. Representación que permite pensar al niño como indiviso con la madre, a modo de una escultura donde la piel de cada uno se continúa entre ellos sin solución de continuidad. Esa geometría, denominada no euclidiana, es “encontrada” por el bebé mucho antes que la que impone cierta diferenciación neta entre los cuerpos, con arriba – abajo, atrás – adelante, derecha – izquierda. 41 Un anillo se puede transformar en un tubo, entonces la boca puede continuarse con el pezón. Sin dudas ha sido Melanie Klein, esa gigante del psicoanálisis, quien ha profundizado maravillosamente en la mente infantil. Lo hizo en su trabajo clínico con niños merced al juego. Su análisis de las fantasías nos ponen bien en el camino de este tipo de transformaciones homeomórficas, en la pista de relaciones continente - contenido, incorporación - expulsión, continuidad - separación. No hay mucha dificultad en pensar que los contenidos inconcientes se prolongan hacia los concientes en un continuo de transformaciones que bien pueden ser consideradas topológicas. De esta manera, la 39
Sigo aquí las ideas de Jorge L. Ahumada, en “Descubrimientos y refutaciones. La lógica de la indagación psicoanalíca”, en el capítulo “Cuerpo, significación y lenguaje”; Biblioteca Nueva, 1999. 40
El lector interesado podrá recurrir, entre otros autores, a Denisse Najmanovich, epistemóloga argentina de amplia notoriedad, muy dedicada a estos temas, en http://denisenajmanovich.com.ar 41
Ligado a la prematuración, a su nacimiento “incompleto”, el niño seguiría estos principios antes que los eudídeo proyectivos. La Topología, como cuerpo de las matemáticas, surgió recién a fines del siglo XIX de la mano de Riemann, Lobachevsky y Poincaré, mucho después de Euclides, que vivió entre el 325 y el 265 a. C. Ha sido Piaget quien llamó la atención de que esta modalidad de representar es descubierta por el niño mucho antes que las otras; justamente a la inversa de lo sucedido en los desarrollos científicos.
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discusión de si hablamos de esquema o imagen corporal bien puede considerarse prescindibles en tanto frenan el avance del conocer en su genuinas dimensiónes. Nos vamos acercando a una variedad de ricos conceptos, impostergables a la hora de la formación del Psicólogo. Conceptos que merecen una revisión más extensa, que como he dicho, continuarán en otros momentos de la carrera. Conceptos que abrevan en lo que llamamos Neuropsicología Profunda, básicos para comprender el devenir implícito en lo que entendemos como Psicología del Desarrollo. En este sentido, Neuronas Espejo y su relación con la Intersubjetividad es un gran tema que nos espera en lo inmediato.
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Reconsiderando una pregunta de examen
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Cómo encararía esta pregunta hoy, a casi tres décadas de su formulación inicial Psiconeuroendocrinología Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos. Primera Parte Prof. Roberto C. Frenquelli En el pasado examen del 20 de diciembre, al verla escrita sobre el pizarrón que anunciaba las preguntas de rigor, reparé en ella otra vez. La acuñé yo mismo desde los primeros momentos en que me acerqué a la obra de Laborit con la lectura de “La inhibición de la acción”. Un texto de los años 80, en francés, que leíamos con fervor en nuestros dorados comienzos de 1984. De esas lecturas, con sus briosos retrabajos y discusiones en grupo, se gestó el corazón conceptual de nuestra Cátedra. Tal como hoy se la puede ver. Es por eso que me parece oportuno hacer una revisión. Tratando de valorarla una vez más a la luz de lo que hemos podido entender a lo largo de estos años de labor profesional y docente. Antepongo “labor profesional” pues creo que sin una base empírica, sin un desempeño concreto, no es posible abordar la “labor docente. Como casi nada. Pienso en términos de “en principio era el verbo…”, donde verbo se traduce como acción. Laborit nos enseñó a integrar la Neurofisiología al Comportamiento. Nada más ni nada menos. Nosotros veníamos de una formación médica que no podía siquiera considerar de a ratos temas como los instintos, las intenciones, las emociones, el desarrollo del pensamiento. No encontrábamos casi nada de nada por esos lares. Recibido a principios de los 70, me largaron a la calle sin otro conocimiento sobre la vida que el propio, logrado a los porrazos esperables para todo ser humano. Para no ser totalmente injusto, debo aclararlo, algún que otro profesor con aires humanistas me había dado cierta pátina de barniz claro donde se me advertía de que “no había enfermedades sino enfermos” o alguna que otra admonición del mismo corte, orientada por una tibiona ráfaga de cierta ético – estética. 37
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Sabía, eso seguro, que la Clínica era soberana; que pensar junto al paciente y su entorno, aunque sea desde un pensar discretamente inductivo y dirigido, era lo fundamental. Sabía, en definitiva, que había que escuchar – en el más amplio sentido del término - al paciente. Desde mis propias distonías me hice rápidamente vecino de la Psicología. Tal vez mucho antes de mi ingreso a Medicina; seguramente ya en la secundaria había advertido la necesidad imperiosa de conocerme a mí mismo. Sentimiento vergonzoso, por momentos tan buscado como intolerable, hizo que me acercara al campo del saber psi; primero por los libros, luego por la psicoterapia personal. Y terminé mudándome al barrio de la Psicología, llevándome los muebles que había comprado en el barrio de la Medicina. Una vez instalado allí empecé a pensar que la diferencia entre los barrios no era tan tajante. Me adueñé de la idea de que la Psicología no era un barrio diferente; empecé a pensar que era un elemento común del paisaje de todos los barrios. Solo que había aprendido Medicina de manera parcial y falsamente disjunta. Pues la Medicina, como un aspecto operacional de las Ciencias Humanas, implica de cabo a rabo a la Psicología. De ese modo empecé a sentir que eran el mismo barrio. Y así, sin quererlo casi, ya he nombrado una de las frases más claras del pensamiento de Laborit: “la Medicina como aspecto operacional de las Ciencias Humanas”. Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que el Cerebro Humano es un producto histórico social gestado sobre una matriz genéticamente determinada en un vaivén constante junto a los otros. Otros que son el Ambiente, “donde primero que nada, están los otros hombres” al decir de quien me estoy ocupando. Laborit nos enseñó a pensar el Cerebro en relación al Comportamiento, a “cerrar la fosa cavada entre las Ciencias Naturales y las Ciencias del Espíritu”. Lo cito textualmente; recuerdo que en ese párrafo rinde homenaje a Pavlov con sus Reflejos Condicionados, diciendo que el ruso, inequívocamente, demostró cómo lo dado se puede transformar en su encuentro con lo exterior. Como puede darse en el seno del Sistema Nervioso Central el pasaje de lo incondicionado a lo condicionado. Esa mixtura inextricable que conforman lo genético y lo ambiental. A esta altura, muy al principio de todo este viaje de casi tres décadas, ya teníamos grandes problemas. Viajábamos en un tren que cada tanto se detenía; muchas veces por sus propias dificultades para subir la pendiente; muchas veces por la pedrea con que era recibido en ciertas estaciones. Teníamos adversarios, no solamente dentro de la indagación, también en el campo de lo político académico. Uno de esos adversarios, siempre el más temible, éramos nosotros mismos. No lográbamos entender bien qué tenía que ver Freud con todo esto. Por momentos nos parecía un idioma, un mundo inconmensurable. Por momentos nos parecía, tras breve disquisición, que “daba igual, que era más o menos lo mismo”. Bien de entrada muchos de nosotros, casi pibes, se marcharon a otros barrios. Barrios más seguros, como aquel donde se sabe bien qué es y qué no es “Psicoanálisis”. Barrios donde bajo el imperio de ciertos slogans como que “no están bien las cosas” o de que “estamos convocados al agujero negro de la indeterminación y la argumentación incesante”, existe un concepto claro y distinto: “la Psicología no tiene nada que ver con la Biología”. 38
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Decidí quedarme del lado de Laborit. Y seguir viviendo en el barrio psi, aunque siempre en alguna zona periférica, no muy visible a los ojos de esos hombres tras el manto engañoso de ciertas palabras resultan meros empleados de seguridad, vigilantones del templo que no tienen nada de santos. Sólo dueños de una retórica vacía, donde se empalagan con ciertas palabras, como subjetividad, a la que no logran acertar ni por las tapas. Hice un gran esfuerzo por estudiar Psicoanálisis. Me pareció que era no solamente mi deseo, también lo entendí como una responsabilidad. Y si de responsabilidad se trata, para entender de Psicoanálisis hay que tratarse. Hay que tirarse en el diván. Y en lo posible, no como uno de esos “empleados de seguridad, vigilantones”, que una vez – sin ponerse colorado – me contó que había tenido “como nueve analistas”, no todos juntos, cuando aún contaba con poco más de cuarenta años. Es decir, este hombre había estado con un montón de analistas, seguramente con ninguno. Cuento esto pues una de las cosas que aprendí de Laborit es cómo ubica al Lenguaje. Fruto de la Conciencia, su revestimiento de nuestro sistema representacional de fondo es engañoso, también falaz. Con esto no estaría diciendo nada novedoso. Pero lo que advierte es que el estudio del Comportamiento no pasa solamente por el Lenguaje. Una de sus grandes expresiones reza: “no reduciremos la Psicología a la Biología, pero tampoco la Psicología a la Psicología. Y menos, la Psicología al Lenguaje”. Pregunta: “como conocer lo entornante sin conocer lo entornado”; como conocer sobre lo dicho sin saber sobre los mecanismos complementarios de la actividad cerebral, de nuestros automatismos, nuestras estereotipias. Esas que son madre de las retóricas vacías, del fanatismo, del oscurantismo. Un gran mérito de Laborit fue pensar en agregar al concepto de Stress forjado por Selye el prefijo “Psico”. Atrevido, montado en sus ideas de Información Estructura e Información Circulante, logró trazar un bucle interactivo que fijó la Neurofisiología a un pensamiento Sistémico, Conjuntista. A un Pensamiento Complejo. No por nada, algunos años atrás, había escrito un pequeño libro llamado “Del sol al hombre”. Desde allí lo vuelvo a citar, ahora más en extenso: “Naturalmente, Blas Pascal lo expresó primero que nosotros y antes que nosotros: ¿Hay algo más doloroso y que exalte más que el hecho de ser hombre en medio de un cosmos secreto, incomprensible en su finalidad; un cosmos que nos penetra por estrechos poros de nuestros sentidos, y no obstante nos forma y amalgama; que existió antes que nosotros y persistirá cuando nosotros ya no existamos; un cosmos en perpetuo cambio como nosotros mismos, mientras un artefacto cualquiera nos da un sentido de lo estable y de lo discontinuo, cuando fabricamos lo finito con la aprehensión de lo infinito?. … “Y entonces la esperanza vuelve suavemente al biólogo que adivina un vínculo, o más bien una ausencia de discontinuidad, entre la bacteria anaerobia que holla su pie, las últimas luces de un rojo sol que se pone, la blanca hoja del olivo, el reloj que, en su muñeca, le dice que es la hora en que le están aguardando para la cena familiar, y el petrolero que entra en el puerto”. 39
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… Lo esencial es saber que las palabras escritas y habladas no son sino símbolos muy imperfectos del aspecto de las cosas. Saber que estas cosas son indescriptibles puesto que forman parte del conjunto del cosmos y están, por lo tanto, infinitamente ligadas a todo. Acordarse de que sólo por el torpe intérprete de nuestros sentidos le hemos dado un límite en el tiempo y el espacio, un color, un sonido, una dimensión, una temperatura, una forma, que no tienen sino una lejana relación con la realidad. … Debemos intentar, nosotros a quienes interesa el problema de la vida, no ser exclusivamente especialistas y, sabiendo que no tendremos nunca más que un conocimiento parcial y humano de ese fenómeno esencial, intentar al menos una síntesis tan completa como sea posible de los diferentes aspectos conocidos bajo los cuales se presenta: físico, químico, fisiológico, psíquico, social, etc., en cada nivel de organización de la materia viva, de los seres más simples a los más complejos. No soy muy partidario de los trabajos con citas largas. No obstante suelen ser característica preciada en ciertos ambientes, donde bajo la apariencia de cierto rigor, flota pesada cierta chatura en lo comprensivo, inclusive en los niveles expresivos. La “primacía del significante”, entendida de un modo devaluado, ha llevado a que en nuestro medio se escriba bastante mal. La cuestión es “decir”, “hablar” en cierta jergafasia, hacer jueguitos de palabras. Ni qué hablar de la pobreza conceptual, de la capacidad de relacionar ideas con experiencias concretas. Se confunde “empirismo” con “positivismo”; a estos con “conductismo”, con “biologismo”. Todo experimento es un crimen. Vivir la experiencia, experimentar, parece un atentado. Laborit nos acercó a otro concepto de Ciencia, como bellamente lo expone en su recordado film “Mi Tío de América”, con la dirección de Resnais. En ocasión de este escrito, no sé si totalmente con acierto, he vuelto a las citas largas. Es que Laborit lo ha dicho primero, también como dice cuando comenta sobre Pascal, lo ha dicho mejor. Laborit tiene un decir poético mientras dice ciencia. Es un maestro en este sentido. Y de este modo nos dio un gran modelo para pensar, conjugando cierta estética, cierta forma, con las ideas de fondo, si se quiere con el lenguaje de la ciencia. Es un estilo, impensable para otros tiempos. Es traer lo “humano” en conjunto con lo “natural”. Dos poiesis en mutua vinculación. Tal como resulta tan complicado pensar a Rimbaud sin Verlaine mientras se van creando entre ellos mismos, mientras se matan entre ellos mismos. Y, por supuesto, a cada uno de ellos sin sus correspondientes cerebros y las influencias del alcohol. Para Laborit la Acción, entendida no como la mera traslación espacial, sino como un proceso de transformas, es el motor de la vida. La vida incluye a la muerte, en continua interrelación. Es más, la muerte es una contingencia de la vida, en cierto modo la mantiene. Por eso, entendiéndolo de la mejor manera, la expresión “instinto de muerte” sería altamente contradictoria: si es un instinto no sería de muerte; salvo que se considere a la muerte parte de la vida. El instinto de muerte es de vida. Advertido también de los desarrollos de la Etología no duda de pensar a la Agresión como inherente a lo vital, pintándola como una débil máscara del Instinto/ Pulsión de Muerte. 40
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Huir, sino es posible Luchar, suponen junto a los comportamientos de Consumisión, dos disponibilidades básicas, incondicionadas. He mencionado la palabra Comportamiento. Es sabido que en nuestra jerga goza de muy mala prensa. Falsamente adscripta al Conductismo por esos tontos decretos que nos pueblan de contraseñas semánticas; no solamente caprichosas, sino también malintencionadas. Vale la pena hacer una aclaración, que siempre hacemos: hablar de Conducta no supone Conductismo. Lo mismo que hablar de Sistemas, de Teoría General de los Sistemas, no supone “Sistémica”. Por “Sistémica” se entiende en nuestro amodorrado medio académico a todo aquello que no sea “Psicoanálisis”. He encomillado “Psicoanálisis”. Pues estos supuestos defensores del freudismo no parecen ser para nada verdaderos adeptos al Maestro de Viena. Al menos en su criterio de pensamiento, con su indagar en las fronteras del conocimiento. Laborit elabora una Neurofisiología en términos de la Teoría de los Sistemas, de la Información, la Comunicación y la Cibernética; de la Semiótica. Se une al pensamiento de Bateson, de Korzybski, al de toda una época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Es una persona cercana a los grandes momentos de un psicoanalista como Lacan, de un genetista como Monod, de un psiquiatra como Delay. Participa en el mayo francés. Forma parte de un grupo interdisciplinar junto a Morin, Atlan, Leroi Gourhan y de Rosnay más otros nombres de la política, la filosofía, de la cibernética o la arquitectura. Intenta permanentemente en las fronteras. Cuenta en “La vida anterior”: “Necesitábamos meses para que pudiéramos armonizar nuestros lenguajes, discutir su contenido semántico, y comenzar a poder intercambiar eficazmente informaciones. Si bien el psicoanálisis había alcanzado ya un grado de divulgación que, a pesar de su lenguaje, lo hacía comprensible al aficionado culto, la biología por el contrario, y la biología del comportamiento en particular, estaba lejos de ser también fácilmente asimilable por los adeptos de las ciencias humanas. Quizá porque antes de llegar a un comportamiento social y los diferentes niveles de organización que este último pone en juego, sus raíces se sumergen en la física, la química, la anatomía, la fisiología, antes de alcanzar el nivel del lenguaje”. Médico, inicialmente cirujano, se interesa por el shock, por la agresión que sufre el cuerpo, inclusive en los momentos de su propia reparación quirúrgica. Se interesa por la anestesia, en la manera de reducir la injuria. Es como puede incursionar en la Farmacología desde un verdadero principio complejo, pleno de inter-retro-poli interacciones entre los diferentes niveles de integración. Para Laborit, la relación es la categoría fundamental de lo viviente. Y la fuga, una de las grandes posibilidades para no caer demasiado rápido en nuestros funerales. En el recién citado texto, que puede ser considerado una especie de autobiografía, nos dice mientras continúa su relato sobre aquel grupo de notables: “Nuestras reuniones continuaron para mí hasta 1972, cuando a pesar de la exquisita hospitalidad de Jacques Robin, yo hallaba las reuniones redundantes, pues cada uno ya había vaciado su saco. Sobre cada tema abordado, podía saber por anticipado el discurso 41
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que iba a mantener cada participante. Abandoné el grupo discretamente. Supongo que sobrevivió, transformándose”. Leemos en la pregunta: “Psiconeuroendocrinología”. Una de las palabras más largas del castellano, que siempre amenaza con agregar alguna otra en más o menos prolija síntesis, como Inmunología. Quedaría entonces Psiconeuroendocrinoinmunología. Veintinueve letras. Una palabra tan extensa a la que no le va nada bien de la mano de los “nuevos especialistas”, muchos de ellos graduados Psicólogos. La idea de Laborit implicaba darle a los niveles de organización hormonales otros círculos de causación que los incluyen desbordándolos, proveyéndonos de una comprensión finalista abarcativa, integradora. En causación circular. Desde ese punto, bienvenida la palabra. La idea de estas personas pseudoespecialistas a quienes aludo no es esa. Tienen una accionar reduccionista, estéril. Donde ciertas explicaciones parciales se usan de muy mala manera para insertarse en el actual mercado postmoderno, compitiendo en la ilusoria búsqueda de la rapidez y eficiencia. Del vil dinero. No por que el dinero sea vil. Sino porque se lo trata con vileza. De qué puede importarnos la “psiconeuroendocrinoinmunología” para esa Histeria informe y vacía que es la Fibromialgia, de esa Depresión yerma y blanca que es el “Síndrome de Fatiga Crónica”? Nos puede importar para engañar por algún tiempo a los incautos, a los desesperados, a los buscadores de ciertas tapaderas culturales. Y a los fabricantes de medicamentos, a los dueños de laboratorios de análisis “de punta”, a los dueños de aparatos de “imagenología”. La enseñanza de Laborit sobre Biología del Comportamiento sigue el derrotero de las contribuciones genuinas. Es un pilar de un pensamiento integral, de sistema, de conjuntos. De parte en el todo. De todo en la parte. Muy lejos del reduccionismo chabacano que impera en estas ofertas de ocasión. Lo atinente a la psiconeuro es universal. En todo acontecer hay “psiconeuro”. Mal puede considerarse una “especialidad”, un “enfoque”. Me espanto cuando veo que Psicólogos se ofrecen por medio de horribles revistas de propaganda, hoy elevadas a la categoría de “instituciones de formación” como “Psicólogos psiconeuroendocrinos”. Es cuando pienso que hemos contribuido a un cierto fracaso del producto final de nuestra carrera. Del mismo cuando a diario me enfrento con aquellos que antes describía, aparentemente diversos, parloteando en jerga, con términos vacíos y slogans cansadores. El aporte de Laborit se puede insertar completamente en la Clínica. En cualquiera de las Clínicas. Más allá, más acá, de sus posibles sesgos. El concepto de “inhibición de la acción” no debe entenderse como una cosa en si misma. Es la descripción en el plano fisiológico de la incapacidad de pensar, de la incapacidad para acceder a las acciones transformadoras, a la salida de la adaptación pasiva. Es describir en la rata enjaulada lo que nos sucede más o menos a todos los humanos asfixiados en el sometimiento de la “jaula cultural”.
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Hace un tiempo pude escribir dos trabajos donde incursiono en cómo he logrado pensar el proceso salud enfermedad desde Laborit. Uno se llama “Del Helicobacter Pylori a Hipócrates”, otro “La sonrisa de Laborit. La bio-lógica y la comunicación en los primates”. Tengo la impresión, por los escasos comentarios que me llegan, que no ha sido leído demasiado por mis Docentes. Es posible que nosotros mismos en estos años nos hayamos ido dejando llevar por una cierta tendencia a la estereotipia y la automatización en la transmisión de estas enseñanzas. No habríamos hecho otra cosa que seguir aquella idea de la “humana tendencia al cierre de la información estructura”, como penosa forma de ceder “a la mineralización del espacio cultural”. Psicofisiología Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos. Segunda Parte Prof. Roberto Frenquelli “Se sabe desde hace mucho tiempo que cuando se secretan glucocorticoides se inhibe, en un “feed back” negativo, la secreción de ACTH, y que también se inhibe la secreción de CRF. Al igual que, cuando se libera ACTH se actúa negativamente sobre la secreción de CRF. De este sistema ya hablaba yo hace veinte años con Selye, un viejo amigo que acaba de morir y que nunca comprendió del todo lo que esto representaba. Me decía: “la cibernética es algo que nosotros los endocrinólogos conocemos desde hace mucho, se conocen la regulación y la contrarregulación”. Y yo digo que saber todo eso no sirve para nada. Lo importante es saber por qué se pone en movimiento este sistema. Debe haber algo exterior que dé las órdenes a este sistema regulado”. Laborit, “Agresividad e inhibición de la acción”, conferencia en Buenos Aires en abril de 1983. He comenzado por este párrafo con una finalidad única: considerar el tema de los Sistemas de Activación (SAA) e Inhibición de la Acción (SIA). Tal vez debería llamar a esta contribución “Mea Culpa”, por mi “grandísima culpa” cual reza el “Yo Pecador” de mis años infantiles, cuando todavía no había fugado, al menos en parte, de las superyoicas y no menos diabólicas formas de la religión. Sucede que nosotros, cuando empezamos a leer Laborit, a los principios de los 80, encontramos una interesante fuente de relaciones, donde la Neurofisiología empezaba a entenderse bien trabada, bien ligada, a la Psicología, al estudio del Comportamiento. Tal como dice cuando comenta sobre Selye. Nosotros conocíamos sobre Stress, habíamos leído a Selye. Pero no teníamos tan claro cómo se relacionaban los mecanismos hipotálamo hipofisarios con lo que el francés llama “algo exterior que dé las órdenes a este sistema regulado”. A lo que llamamos “comando exterior al sistema”. Que sin dudas es lo Neocortical, lo adscripto a los mayores rendimientos de la vida anímica. Selye nos puso en el camino, Laborit lo llenó de mojones, de indicaciones bastante apropiadas. 43
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Por eso nos gustó tanto reconocer ciertas vías, ciertos trayectos neurales con sus correspondientes neurotransmisores, como el caso del SIA y el SAA. Eso nos hizo repetir sus localizaciones, sus efectos en un sistema regulado, con sus deletéreas salidas en el caso del “aprendizaje de la ineficacia de la acción”, propia del comportamiento de Inhibición. Que es un comportamiento aprendido, condicionado. Como cruel destino del hombre atrapado en sus estereotipias, en su no saber hacer otra cosa que quedar encerrado en el laberinto de la cultura opresiva. Donde la Angustia no encuentra salida como “motor” de la Acción transformadora sobre el Ambiente. Volveré sobre el tema de la Angustia, también del Miedo. Por ahora quiero centrarme en la cuestión de los “haces”, de los “trayectos neurales”, de la “circuitería cerebral”, organizados como Sistemas. A veces también llamados “sistemas moduladores difusos”. “Lo que digo ahora es válido para todos los niveles de organización de los que he hablado: molecular, celular, órganos, sistemas: todos obedecen a una regulación exterior al sistema, a un sistema externo de regulación que proviene de un nivel de organización superior. Este nivel de organización superior es el sistema nervioso, que actúa a través de tres sistemas, a saber, el SIA y las dos regiones del PVS y el MFB (MFB: catecolamina y PVS: acetilcolina) reunidos en un único sistema que yo llamo Sistema Activador de la Acción (SAA). Ahora bien, cuando ustedes están felices, en reposo, cuando hacen funcionar su MFB, bloquean la liberación de CRF. Hace unos diez años que se conoce esto (hay trabajos de Bohus y Lisak, de Ganong y otros); basta que ustedes estimulen este sistema del placer o de la recompensa para bloquear la puesta en marcha del cortisol. En cambio, si ustedes hacen funcionar vuestro PVS, que es colinérgico, que dirige la huída o la laucha, se libera CRF que muy rápidamente llega a la hipófisis, de modo que ésta, al liberar ACTH va a estimular la huida o la lucha. Si esta huida o esta lucha es eficaz, si los saca del lío, secundariamente, entre 20 minutos o un cuarto de hora después, ustedes dejan de liberar cortisol. Pero si la tensión continua, qué hace el cortisol? Esta hormona estimula el SIA. Y a su vez este SIA estimula la liberación de ACTH y así se establece el círculo vicioso”. Laborit, “Agresividad e inhibición de la acción”, conferencia en Buenos Aires en abril de 1983. Entraré algo más en lo que quiero transmitir de la mano de una muy fea palabra: “circuitería”. Alude a circuitos, a trayectos empalmados, como las vías de un tren o cualquier otro sistema ingenioso. Estamos acostumbrados a hablar de circuitos, siempre en relación a Sistemas Regulados, con sus comandos exteriores, a los que llamamos Servomecanismos. No es que me haya puesto exquisito con las palabras. Lo que sucede es que pienso que “circuitería” es un neologismo. Y como tal siempre resulta duro a nuestros tímpanos. Son precisamente esos trayectos, tal como describe Laborit mismo más arriba, a los que quiero referirme. Es cierto que la estimulación del SIA, comprendiendo sus regiones más o menos bien identificadas, sus neurotransmisores más o menos bien identificados, ejercen efectos deletéreos sobre nuestro cuerpo, en el cual, de hecho, asienta nuestro Psiquismo. No entendemos por “cuerpo”, por cuerpo material, algo diferente, disociado de “psiquis”. Estamos en niveles fisiológicos que conllevan, necesariamente, la participación de la estructura material, de la estructura “biológica”. Siempre lo decimos.
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Pero no podemos adscribirnos a un mecanicismo lineal, simple, ramplón. No es cuestión de decir sin más ni más “cuando ustedes están felices, en reposo, cuando hacen funcionar su MFB…”. El funcionamiento de las estructuras vitales, neurales o no, no es meramente el de una llave de luz, con un “on” y un “off”. Por eso resulta patético creer que el funcionamiento mental, ahora entendiendo por “mental” a lo “psíquico”, pueda diagramarse con tanta facilidad, con tanta simpleza. Nosotros podemos pensar que ante la no salida, ante la imposibilidad de lograr cierta acción, podemos caer en la hipercortisolemia y su letalidad. Pero los caminos hasta llegar a ella, hasta salir de ella, siguen siendo, felizmente, muy complejos. Felizmente no porque reflejen nuestra ignorancia a la fecha. Quién puede darnos una mano para yugular el sufrimiento de un paciente inmerso en el goce tanático? Uno, munido de una moderada inteligencia, rápidamente advierte con cierto aire contemplativo que nadie. Solo se puede acceder a una cierta retórica, cuando no a la invocación de la diosa fortuna. Sabemos poco. Digo felizmente pues el cerebro humano, y su par que lo sigue como su sombra, el psiquismo, son muy complejos. Eso es lo feliz del caso. Voy a contarles algo de mi experiencia como Médico. Algo que aprendí de uno de mis Maestros. Digo en plural pues he tenido, por suerte, varios Maestros. Al menos tres. Esto lo menciono sin ninguna otra intención que expresar una convicción: nosotros, los que profesamos una profesión, necesitamos de Maestros. Los Maestros no son generalmente Profesores. Parafraseando cierto dicho, “Profesores hay muchos, Maestros hay pocos”. El Maestro es de una categoría superior al Profesor. Profesor, sobre todo hoy en día, es casi cualquiera con cierta inserción en la creciente escalada de deterioro institucional. El Maestro, en cambio, suele encontrarse en impensados recodos de la vida profesional. Muchas veces en un único encuentro, en situaciones inesperadas, en charlas, ante un paciente, en una conversación anodina. Si uno lo encuentra casi todos los días, en lo posible ante hechos, mucho mejor. El Maestro corre en su maestría más por lo actitudinal que por el saber libresco. Es un hombre que espesa la experiencia, la funda, la sostiene y la proyecta en nuestro futuro. El Profesor es un burócrata necesario, que en el mejor de los casos “instruye” con mayor o menor suerte. Este Maestro me enseñó que la clínica no es cuestión de recordar con mayor o menor puntillosidad ciertos detalles. El saber libresco es de limitado valor. Por eso me causa cierto displacer escuchar hablar del “SIA y el SAA” como si se estuviera asesorando a un visitante de fin de semana a nuestra ciudad, que nos pregunta por tal o cual calle. Es cuando uno le dice “vaya por aquí hasta la tercera, que corre hacia el río, cuando llega a un edificio alto bien iluminado, que encontrará por la derecha, doble a izquierda, haga dos cuadras, y encontrará el museo que busca”. Así suelen ser las respuestas sobre esta pregunta. Y no tengo dudas, los culpables somos nosotros. Muy humanamente adeptos a ciertas mecanizaciones. Los conocimientos detallados, memorísticos, pueden ayudar. Pero siempre con la idea de que los hechos, mucho más si nos referimos a los psíquicos son hipercomplejos. Ya lo he dicho: el cerebro no es un conjunto de interruptores en serie. Es cierto que lo he dicho en mi libro Psicofisiología:
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“Una lectura simplista, tal vez prejuiciosa por diversos motivos, de los que puede dejar de citarse la necesaria simplificación a que recurrimos para facilitar una primera aproximación por parte del estudiante, podría dejar la idea de que estas cuestiones responden a cierto mecanicismo, lineal, causa – efecto. Nada más erróneo. La actividad cerebral y sus bases moleculares aquí elementalmente delineadas, es hipercompleja. Ya Pavlov lo enunció mucho antes de los desarrollos actuales: él hablaba de la actividad analítico sintética del cerebro, manera de expresar una circularidad, una interrelación; esto que hoy podemos adscribir a los llamados sistemas dinámicos multidimensionales”. No ha sido suficiente. Tal vez nosotros mismos nos sentimos tentados al camino más corto, a la sobresimplificación. El Psiquismo no es cuestión de botones que pueden oprimirse según secuencias. En todo caso hay una multiplicidad difícil de imaginar. La experiencia memorizada vuelve a modelarse, las redes neurales pueden cambiar. Al menos potencialmente. El cerebro puede ser cambio y creación. Tratémoslo bien. No está mal pensar en la utilidad de las experiencias de Olds, las que dieron origen al concepto del “haz de la recompensa”; lo mismo podríamos decir de aquellas que fundaron la idea del “haz de la punición”. A sus descripciones en el comportamiento, mediante refuerzo o habituación. Como tampoco dudamos en la importancia del rol del lóbulo frontal, como gran gerenciador de la acción. De lo que si dudamos es de que esto sea “dos más dos es cuatro”. Esa férrea lógica se ve derrotada en la clínica. Donde “dos más dos” generalmente no es cuatro. Eso es lo que enseñan los Maestros. Los Maestros enseñan las diferentes dimensiones de la Clínica, la sorpresa cotidiana, la necesidad de entrar a los fenómenos sin prejuicios, abiertos a lo distinto. Entrando a los hechos con rigor, con método, pero sin ataduras tontas. Como en el caso de Jaimito, en aquel cuento donde parecía saber todo sobre mujeres; fue cuando vio a su hermanita con sangre entre las piernitas y le dijo “eh…, boluda!, te cortaste las pelotas?”. Jaimito, esa vez, no resultó el niño sabelotodo, era simplemente un soberbio que no conocía demasiado. Pues bien: no hay peor caricatura de profesional de la salud o de lo que sea, sea Médico o Psicólogo, que aquel que entra a los hechos de la Clínica desde estas devaluadas guías turísticas. “Guías turísticas” que han sido aprovechadas en la psicología de mercado, revestidas por una cobertura rápida de ciencia, respaldándose en esa “psiconeuroendocrinología” espuria a la que aludo en la primera parte. Inventando palabras como “neurocorportamental”, “cognitivocomportamental”, “cognitivismo postracionalista” y otras por el estilo. Palabras que como todas tienen un grano de verdad. Pero que en general son agenciadas por la propaganda. Tal vez el gran valor de los aportes de Laborit sobre estos tópicos sea haber puesto en escena, siempre desde su intento de ligar la Neurofisiología a los rendimientos psicológicos mayores, a regiones discretas, bastante bien identificadas del sistema nervioso central, capaces de entrar “en la conversación” de la tramitación del pensamiento y la acción. En definitiva, por ahora, mucho de lo que nos ha legado este tema, es de valor heurístico. Entendiendo por heurística una propiedad humana, siempre mezcla de arte y ciencia, que busca resolver problemas, descubrir soluciones, generar hipótesis. Un pensamiento creativo, divergente, “lateral” si se quiere usar una palabra de relativa 46
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moda. Ese es el lugar donde me siento cómodo como Profesor, “instructor” de esta materia. Dar elementos para ayudar a pensar. No para cerrar. Termino este aporte. Quedo en deuda, no solamente con lo que he tratado de pensar hoy sobre estos sistemas y, fundamentalmente su valor en la Práctica. Prometo volver sobre el importante asunto de la Angustia y el Miedo, donde es posible que echemos sobre la mesa algo de mayor valor. Convendrá entonces volver a leer “Inhibición, síntoma y angustia”, texto freudiano que puede servirnos a la hora de buscar correlaciones posibles y jugosas. Mientras tanto, no puedo dejar de contarles algo que siempre decía mi madre: “Nene…, no repitas como en la Anagnosia”. Era cuando detectaba que yo intentaba simplificar algún hecho, tal vez ligado a cualquier travesura infantil. Era una bondadosa advertencia donde me cortaba el paso en el intento de explicar con simpleza poco inteligente. Pues hay simpleza inteligente. Pero ella notaba mi pretendido aire de sobresimplificación del que hablaba antes. Tiempo después busqué acerca de Anagnosia. Fue un texto elemental y bonachón, escrito por Marcos Sastre en el siglo XIX, con el que se podía empezar a leer.
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Psicofisiología Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos. Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli Tercera Parte Uno de los grandes aportes de Laborit es aquel donde considera a los procesos psicológicos como adscriptos a la función. Define la función como “un medio para el logro de un fin”. Laborit no es teleologista, es decir no adscribe a un finalismo. Es más bien un teleonomista, es decir adscribe a que una estructura se define en si misma, que su función es inherente a ella misma. No es lo mismo decir que “el ojo es para ver”, que “el ojo ve”. La Evolución no es un proceso establecido como el trazo de una flecha, no hay un sentido predeterminado. Si lo hubiera no habría tanta resistencia por parte de los Creacionistas. Darwin estaría mucho más tranquilo. Del mismo modo podríamos decir que la fisiología del cerebro no es “para pensar”, sino que el cerebro “piensa”, “menta” como a un conocido le gusta decir. La perspectiva teleonomista es de corte singular, abre camino a la subjetivad. No es una perspectiva finalista estricta. No vivimos “para”, simplemente “vivimos”. No vamos hacia un lugar previamente acordado. Armamos nuestro derrotero en la interacción, en el vínculo. La Fisiología es Vincular, es Relacional. Muchas de las críticas a Darwin vienen de un malentendido básico: la creencia de que estaba de parte “de la supervivencia del más apto”, de una postura cerril a favor del “más fuerte”; bien del lado de lo que después de su obra fue tomado por el “darwinismo social”. Esta suele ser una crítica desde cierta izquierda que si no roza la ignorancia utiliza argumentos chicaneros, de oportunidad. Darwin no tiene nada que ver con el “darwinismo social”. El hablaba de la supervivencia del apto. No hizo ningún ranking de fortalezas. Otra de las críticas a Darwin vienen desde la religión, de las iglesias. Es una crítica burda, que trata de sostener un universo creado a imagen y semejanza de un dios. Pero hay muchas iglesias: una de ellas, muy disfrazada de “no iglesia” es la propia hermenéutica, de la centrada en el “giro lingüístico”; la que cree que el Lenguaje crea las cosas. 48
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Si es cierto que “en principio fue el verbo”, debemos pensar que “verbo” se refiere a “acción”. Las palabras son acciones. La omnipotencia del pensamiento, cerca del pensamiento mágico religioso, le da a la “palabra” el valor de creadora. Sería algo así como cuando el niño cree que al pronunciar una palabra aparecerá ante sus ojos la cosa. Estas posturas, ya no de niños, sino de algunos profesionales, muy intelectualosas ellas, son profundamente religiosas. La expresión latina Totum in verba, todo está en la palabra, es una expresión que brega por la esencialización del lenguaje, donde el sentido está de antemano en la palabra; como Creación no como Construcción compartida. Es lo que lleva a creer, en el caso de cierto Psicoanálisis, que con sólo pronunciar la palabra “ya está todo claro”. Como decía un Maestro: “es el Psicoanálisis de el que lo dice lo es”. En la versión de los pibes de mi barrio, “ah…, vos mismo lo dijiste…, entonces sos!, lo dijiste!”. Es cuando se atribuye al “significante” el pomposo título de una Esencia con valor de Verdad. En sentido religioso claro. Cuando hablo de función no me refiero a “funcionalismo” en un sentido pragmatista. La fisiología es el estudio de la función. La función, siempre unida a la estructura, tiene – ahora sí debo hablar de finalidad – está al servicio del mantenimiento de la información estructura. Al fin, algo de finalismo comparto. Pero no es un finalismo extremo, ese que justifica cierta esencia. Es un finalismo débil, adscripto al sostenimiento de la vida. Es lo que quiere decir con el aserto “los seres vivos tienden al mantenimiento de la organización estructura”. Mantener la información estructura no quiere decir no cambio. Quiere decir sostener esa estructura, la misma que permite el cambio. Es cierto que somos todos los días la misma persona, pero al mismo tiempo, paradojalmente, no somos la misma persona. Esto es bien de la Lógica de lo Viviente. En todo caso en nosotros coexisten Parménides y Heráclito. Todo cambia merced al Sistema Nervioso. Otra de las grandes afirmaciones laboritianas es aquella que reza: “el sistema nervioso está preparado para la acción”. Hoy nos parece casi irrelevante repetirla. Pero hace muchos años, cuando yo estudiaba Medicina, créase o no, nadie pudo contármelo. Nosotros nos aproximábamos a los hechos de la vida de una manera tonta, playa. Para qué todos estos accidentes anatómicos, tan difíciles de recordar? Nos costaba entender el arco reflejo; no en su estructura elemental, claro está. Nos costaba entender al Sistema Nervioso como una estructura capaz de cierta tramitación. Donde la Acción, desde lo motor en adelante, es la vuelta sobre el medio, buscando cierto equilibrio. Laborit nos enseñó eso. Por eso nos metimos con él. No sé bien qué pasó. O no tuvimos buenas lecturas, o no aprovechamos a ciertos Maestros. Por momentos me quedo con que la “cultura médica imperante” era muy ignorante, muy elemental, muy playa como dije antes. Nosotros aprendíamos una Biología que poco tenía que ver con la Vida. No había idea de la “lógica de lo viviente”. Hace pocos meses estuvo entre nosotros una neuróloga y psicoanalista francesa: Annaik Fevè. Estuvo en el Congreso Nacional de Adeip y en la Sociedad Psicosomática de Rosario. La verdad es que quedé en deuda con ella. Pudimos hablar poco “mano a mano”, como me gusta. Faltó tiempo. Una de las cosas que me quedaron picando fue cuando dijo que no entendía por qué motivo me gustaba Laborit, cuando se trataba de un autor adverso al Psicoanálisis. Doble problema para mí: por un lado, me considero un hombre muy cercano al Psicoanálisis, por otro no me parece que Laborit sea un 49
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adversario del Freud. Tal vez sí del Lacan de la exorbitancia parisina, seguramente uno de sus rivales. Como él, Laborit era peleador, muy pagado de si mismo. Siempre me resuenan sus palabras: “seremos los primeros en no reducir la Psicología a la Biología. Pero nunca reduciremos la Psicología a la Psicología, menos ésta al Lenguaje”. Laborit dice con claridad que el Lenguaje es Conciencia. Nosotros no podemos acceder fácilmente al Inconsciente. Solo accedemos a él, siguiendo a Freud, por sus derivados: lapsus, sueños, síntomas. Es cuando el franchute nos dice claramente de la conveniencia del abordaje a los fenómenos inconscientes por medio de la experimentación, como modo de extender las posibilidades de su comprensión. Como un medio más, no excluyente de otros. Cómo entender el Psiquismo sin conocer el Cerebro? “Cómo comprender lo entornante sin comprender lo entornado?” Laborit está mucho más cerca de Freud que de Lacan. Lo digo pues considera a los fenómenos de huella, de memoria, como base del funcionamiento psíquico. Hay un tramo de “La inhibición de la acción” donde dice coincidir con Lacan en aquello de que “el inconsciente está escrito como un lenguaje”. Ignoro qué grado de lectura tenía de Lacan. Me impresiona que no se refiere ni lejanamente a algo parecido. Sí es cierto que Laborit piensa que nuestro Inconsciente es el reservorio de la acción. Un reservorio memorizado, con una semántica, una sintáctica, con una pragmática. Donde hay una interpenetración de inconsciente y conciencia. Consciente, dice, es aquella manera “donde no se puede responder en forma enteramente automática o enteramente por azar”. Para Laborit, la Conciencia no es un pariente pobre del Psiquismo. Como para Freud. Ambos comparten la idea de su fragilidad. “La Conciencia se construye segundo a segundo”, es frágil. Pero es lo mejor que tenemos. No piensa que el creador, el innovador, estén fuera de su campo: el cambio y la creación no son automatismo, no son azar. Son novedad, son un producto del mayor refinamiento cerebral. En todo caso, agrego esto yo mismo, será necesaria una buena permeabilidad entre lo inconsciente y lo consciente. Pero esto último no falta. Para Laborit el artista, en el momento de la creación está muy, pero muy consciente. No está ni borracho ni drogado, como en algunos círculos risueñamente se supone. Los artistas son muy rigurosos, son muy estudiosos. Charly se puede hacer el loquito, pero cuando compone no está nada loco. Es un loco cuerdo. La Conciencia hace la diferencia. La diferencia no es un brote, una emanación del Inconsciente. Nadie habla con el Inconsciente. Ni para Laborit, ni para Freud. Laborit descree en la averiguación sobre el funcionamiento mental totalmente basada en el Lenguaje. Y creo que tiene mucha razón. Salvo que uno se juegue por la redundancia en el “giro lingüístico”, en el Creacionismo Verbal. Esto no niega el valor del Lenguaje, tanto para él como para nosotros. En un momento dice: “…casi lo que se nombra no existe”. Postura que tiene un grano de verdad. Pero no hay que confundir lo nombrado con lo existente. Menos que lo existente no sea producto de un complicado logro del psiquismo, en relación, para llegar a una atribución de sentido. La teorización freudiana de “La interpretación de los Sueños” está muy cerca de la expresión laboritiana del Inconsciente como reservorio de la acción. Laborit habla de una “Imaginación Concreta”, muy cercana a las huellas mnémicas en complejos de imagen, movimiento y registro emocional que Freud explica bien desde el “Proyecto”. En lo que hoy llamamos Lenguaje Analógico Icónico, el de 50
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las Representaciones Cosa. La Palabra, las Representaciones Palabra, vienen después. Convendría, para aquel interesado en estos temas y Freud, repasar términos como Identidad de Percepción, Identidad de Pensamiento; lo mismo que Representación Cosa, Representación Palabra, Proceso Primario, Proceso Secundario. Dice una reconocida estudiosa de Freud, Isabel Lucioni, cuando tras considerar la idea lacaniana donde… “un verdadero Sujeto sólo puede hacerse reconocer por el que está de antemano reconocido, éste sólo puede ser Absoluto irreductible: el Otro. Una vez introducidos en el juego de los símbolos, los Sujetos siempre estarán obligados a comportarse de acuerdo a una regla. Obviamente esta regla no es otra que la sujeción a la estructura binaria. Si alguien pensó que se trataba de no robar o no matar se equivocó; salvo que en todo caso, entienda que éstas últimas son epifenómenos imaginarios de la Ley lacaniana, que nos sujeto al absoluto irreductible que es el Significante u Otro. … sigue luego, claramente en consonancia con lo que vengo trabajando: Esto implica una monodeterminación de “lo humano” provisoriamente comprendido bajo “Sujeto”, reduccionismo determinista absolutamente extraño a la sobredeterminación freudiana. Sobredeterminación en Freud no es sólo la del síntoma, es uno de los pocos autores que contempla las más complejas multicausalidades en la determinación de la Cultura y del Aparato Psíquico. Comencemos por las Series Complementarias como serie multicausal que explica toda configuración psicológica y de ninguna manera sólo psicopatológica. Esto implica: determinación genético – biológica, que escape al campo epistémico del psicoanálisis por ahora, de ninguna manera quiere decir que el psicoanálisis olvide que una de sus categorías claves: la pulsión, tiene un pie somático del que no nos podemos hacer cargo los psicoanalistas. Pero es premisa de nuestras premisas y deja a la teoría con flexibilidad para absorber los descubrimientos psicobiológicos. Descubrimientos que parecen avanzar a pasos agigantados y que pueden dejarnos colgados del Significante. La multicausalidad freudiana como Series Complementarias implica Experiencias infantiles que transforman junto con excitación perceptiva a la excitación somática en excitación psíquica, esto es: Investidura. Las Investiduras o Ocupaciones son Huellas Mnémicas, experiencias infantiles que van instalando el Aparato Psíquico con excitaciones que ya no son somáticas ni perceptivas: son significaciones, atesoramiento de información cognitivo-libidinales. La Teoría del Lenguaje implícita en Freud no tiene nada que ver con la de Lacan. Lacan, aquí interpreta “a su manera” a Freud. Pero no es Freud. Es por eso que me parece que la idea de Annaik Fevè acerca de la supuesta oposición de Laborit al Psicoanálisis no es cierta. No porque Laborit no haya dicho tal o cual cosa, sobre todo en las “tenidas” parisinas, en los exhibicionistas círculos intelectuales. Me gustaría instalar bien qué supone estar o no del lado del Psicoanálisis. Qué es estar del lado de Laborit, supuesto oponente de Freud.
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La adhesión al Psicoanálisis no parte de repetir como loros frases archisabidas, en el apuro de tener que tomar una postura ante las urgencias de la vida estudiantil y la lógica dependencia al fanatismo profesoral, muchas veces munida de una jergafasia tragicómica. La adhesión al Psicoanálisis, sobre todo a Freud, parte de estudiar cuidadosamente su obra, sin ciertas deformaciones que muchas veces rozan la deshonestidad intelectual. Muchos conceptos de Laborit ayudan entender a Freud. Freud no reniega de lo Biológico. Al contrario. Laborit, a su vez, en mi modo de ver, no reniega del Psicoanálisis. Al contrario, estudiar su Biología permite entender mejor a Freud. Cierro con otra cita de un autor psicoanalítico que sigo desde hace años, justamente en un tramo donde habla de Psicología no reducida al Lenguaje: “La pretensión de autosuficiencia de las “ciencias humanas” conduce a dos concepciones muy distintas del lenguaje. Si en el empirismo el lenguaje es un instrumento para reflejar hechos extralinguísticos…, en las “ciencias del espíritu” pasa a ser una realidad lingüística autónoma… Con lo cual a cada postura corresponderá un enfoque distinto del determinismo: un determinismo psíquico donde los significados pertenecen primariamente a hechos mentales por fuera del lenguaje, y un determinismo lingüístico donde los significados son intrínsecos al código lingüístico e independientes de referentes: el axioma hermenéutico fundamental es que no hay significado ni mente por fuera del lenguaje”. En la concepción freudiana, en cambio, lo psíquico inconsciente que subyace al lenguaje cumple un papel comunicacional: “cada uno tiene en su propio inconsciente un instrumento para interpretar las expresiones de los demás”, y el correlato operacional del analista a la asociación libre será su capacidad para “captar la deriva del inconsciente del paciente con su propio inconsciente” (J. Ahumada, ver abajo). Algunas lecturas recomendadas, no en estricta relación a la materia, de utilidad para profundizar en este material: Ahumada, Jorge (1999); “Descubrimientos y refutaciones. La lógica de la indagación psicoanalítica”, Editorial Biblioteca Nueva. Lucioni, Isabel (1993); “Lacan versus Freud”, Editorial Kargieman.
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Psiconeuroendocrinología Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos. Prof. Roberto C. Frenquelli Cuarta Parte “El afecto de angustia exhibe algunos rasgos cuya indagación promete un mayor esclarecimiento. La angustia tiene un inequívoco vínculo con la expectativa; es angustia ante algo. Lleva adherido un carácter de indeterminación y ausencia de objeto; y hasta el uso lingüístico correcto le cambia el nombre cuando ha hallado un objeto, sustituyéndolo por el de miedo. Por otra parte, además de su vínculo con el peligro, la angustia tiene otro con la neurosis, en cuyo esclarecimiento hace tiempo que estamos empeñados. Surge la pregunta: ¿Por qué no todas las reacciones de angustia son neuróticas, por qué admitimos a tantas de ellas como normales? Y también se hace necesaria una apreciación a fondo de la diferencia entre angustia realista y angustia neurótica.” (Freud, S.; en “Addenda. Inhibición, Síntoma y Angustia” (1926[1925]) Me parece muy justo tomar a Freud en este gran trabajo. No sólo porque pretendo ingresar al tema de la Angustia, el Miedo, la Inhibición. Desde ya aclaro que no estoy planteando una simple homofonía, la que supondría, por ejemplo, que la Inhibición en Laborit es la misma que en Freud. Nada de eso. Voy más allá de tanta simpleza. Y no precisamente para tomar rápidamente el camino de que ellos “hablan idiomas completamente diferentes”. Para mí, no hablan tan parecido ni tan diferente. Veamos. Freud define aquí parcialmente la angustia. No obstante dice algunas cosas muy interesantes. La primera, no por obvia descartable en este racconto: es un afecto, una emoción. Luego la sitúa como expectativa, la pone en relación, en lo que llamamos “apronte por la vida”. Define el miedo, como una especie de traslación de la angustia donde esta se fija a un objeto (en este sentido debemos recordar a Bleger, en su siempre mal ponderado libro “Psicología de la Conducta”, donde dice que Ansiedad remite al área 1, de la mente; Angustia, al área 2, del cuerpo; Miedo, al área 3, del Mundo Externo). Cuando toma el peligro se refiere, sin dudas, a la necesidad de operar sobre el ambiente en pos de un equilibrio, de un re-equilibrio. Como si esto fuera poco habla de la realidad y la fantasía. Podemos decir sin temor a equivocarnos: la angustia es el motor de la vida. Tal vez más, como emoción que es, sería el guardián de la vida. De qué vida hablo? De todas, una sola. No hay distintas vidas. No hay “vida psíquica”, “vida mental”, “vida biológica”. 53
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Hay vida, simplemente. Suceder del vivir. Lo que sucede es que los seres vivos dotados de Sistema Nervioso tienen una vida diferente. Por ejemplo, la vida de la fantasía, que es tan real como la mejor de las reales. Si bien central en toda su obra, sabemos que Freud no ha escrito nada especialmente destinado a este tema. No obstante, nunca podremos evitar pensar aquella sentencia de que el afecto no se reprime, lo que se reprime es la idea. Como tantas otras ideas suyas sobre este asunto. El afecto, en todo caso, bien acorde a Freud, se “suprime”. Lo que se reprime son las representaciones. Esto habla de cierta complicación, de cierta complejización en el hombre. Donde la tramitación básica alcanza niveles de cualidad muy especiales. Terencio Gioia, un psicoanalista porteño, fallecido hace unos años, ha trabajado intensamente el tema de las emociones. Tiene un texto muy recomendable, de título tal vez extraño para el lector “medio” de nuestro pacato ambiente psi: “Psicoanálisis y Etología” (1996). Atrevido es el antónimo de pacato. Gioia se atreve a considerar la Etología, la Psicología Comparada, en relación a la obra freudiana. Su atrevimiento no es tal, pues Freud mismo siempre está cerca de la filogenia, de la ontogenia, de las ciencias naturales. Para sus seguidores vernáculos esto es un error, en todo caso un “error perdonable”, sobre todo cuando algún iluminado ha venido a aclararnos que eso no es así. Que hay que leer a Freud de tal o cual manera. Pero nunca desde las Ciencias Naturales. Recuerdo uno de mis docentes de Freud: cuando no le gustaba algo de esta índole decía que “estaba loco cuando escribió esto”. Uno no tenía más remedio que hacer caso omiso de sus derrapes, era bastante bueno en otros perfiles, se lo podía aprovechar. Pero cuando se topaba con lo que no le gustaba de “su Freud” se fanatizaba. Y perdía completamente la línea atildada de pensamiento que ostentaba en otras situaciones. Freud, para él, cuando escribió el “Más allá…”, por ejemplo, estaba loco de a ratos. No era un hombre que trabajaba conceptos como el de Instinto de Muerte en una línea coherente. Caprichosamente, yo también diría irrespetuosamente, se cortaba solo y opinaba lisa y llanamente que estaba loco. Escupía lo que no le gustaba de Freud. Como hacen los chicos pequeñitos. Este es un comentario que ilustra algo de lo que comenté antes sobre la diferencia que imponen los Maestros. Los Maestros, muy distintos de los Profesores, habilitan a pensar. Los Profesores, en general, están, estamos debería decir, más cerca de la Psicología de la Propaganda. El Maestro se instituye en un momento de gracia, cuando uno hace un “clic” muy particular, íntimo y sin demasiada estridencia. El Profesor se impone sin dejar lugar a nuestro propio pensamiento. Por ahora dejemos esto, será mejor. Pensemos la cuestión dentro de los límites de una aspiración, de un ideal. Darwin ha sido el primero en afirmar que las expresiones de las emociones son restos de antiguas conductas adaptativas. Son pautas universales innatas, que encontramos en todos los individuos de la especie. Allí tenemos la sonrisa, la risa, el llanto, los gestos de enojo, miedo y tristeza. Los niños ciegos y sordomudos de nacimiento traen estas dotaciones, siempre rondando los polos del placer-displacer. Wundt estableció tres dimensiones contrastantes: una, la fundamental, la del placerdisplacer; otra, la de tensión-alivio”, finalmente la de “excitación-relajación”. Existe una suerte de neutralidad emocional, que se rompe cuando las magnitudes del estímulo varían. El displacer surge cuando la diferencia es grande. 54
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William James, también Carl Lange, establecieron hace más de cien años la idea de que la emoción surge de la percepción de los cambios corporales. Teoría que tiene muchas objeciones: diferentes emociones tienen idénticos cambios corporales; la inducción experimental de ciertas alteraciones viscerales no desencadenan emociones; la respuesta emocional precede a los cambios viscerales. No obstante, tal vez Damasio diría cosas diferentes, o no tanto, pero sí tomando algunas cosas de James. Nosotros tenemos la experiencia contundente del llamado “grito primario”, como en aquel famoso film de Rodrigué, protagonizado por la bella Graciela Borges y Tato Pavlovsky. Al pronunciar “mamá”, en forma reiterada, la percepción auditiva, la percepción de la postura en el aparato fonador, la percepción de los latidos cardíacos, de la respiración, los procesos ideativos que se van agregando (imágenes visuales, auditivas, etc. vinculadas a “mamá”), van llevando al sujeto de la experiencia a una suerte de trance, donde la emoción se incrementa en un círculo vicioso donde los cambios corporales son importantes. Esto nos pasa en la cancha, con los gritos, los cantos, la música, los gestos. Damasio trabaja el tema del “marcador somático”, extiende mucho el asunto. Cuando las modificaciones fisiológicas corporales alcanzan “la periferia de nuestro aparato anímico”, cuando las percepciones alcanzan la Conciencia y la palabra, estamos en mejores condiciones de tramitar con la Realidad. Tenemos más datos, por decirlo de una manera. Podemos proceder de manera menos automática, menos estereotipada. Por eso es bueno separar, al menos en cierto sentido, Ansiedad (como expresión “mental”) de Angustia (como expresión “corporal”). En el Miedo, el malestar queda fijado a un objeto exterior, a cierta imagen. James diría “corro porque estoy asustado”, en cambio de “por que estoy asustado corro”. No supone una primacía de lo “mental”, vista este concepto como lo ligado a la Conciencia. En este plano, “mental” no es sinónimo de “psicológico”. “Psicológico” es una categoría más abarcativa, que incluye lo “mental”, lo “corporal”, el “mundo externo”. Esta postura, estas definiciones son útiles, sobre todo para oponerse a un cierto “mentalismo”, donde el pasaje por lo “mental”, visto como cierto grado de Conciencia, debe ser primero a los otras áreas de expresión, como el cuerpo o el mundo externo. Bleger, en un pasaje de su recomendable “Psicología de la Conducta”, otro libro despreciado de mala forma en nuestro ambiente, dice que cuando un niño corre a la habitación donde su hermanito menor es asistido por mamá, no lo hace porque “ha sentido celos”, el correr mismo implica los celos. Lo mismo sucede cuando uno recibe un paciente con sus manos transpiradas, levemente temblorosas, algo pálido: esos signos corporales, gestuales, son el miedo o la angustia, no necesariamente expresado en lo “mental”, en el área de la conciencia. A propósito de la diferencia entre Miedo y Angustia, tomo el siguiente pasaje de T. Gioia, en su citado libro: “Subjetivamente la angustia se caracteriza como una sensación difusa de peligro interno o externo, malestar y displacer no específico. Objetivamente, el observador externo no encuentra ningún motivo exterior aparente y válido. Al contrario de lo que ocurre en el miedo, “…donde lo esencial es su génesis inconsciente y la falta de causa externa”. En lo que se refiere al miedo y en relación a lo dicho, puede afirmarse que existe una gradación de creciente intensidad: temor, espanto, terror y pánico o pavor. Todos estos estados se prolongan más o menos en el tiempo y se oponen al susto, que es instantáneo. 55
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Por otra parte, la rabia, ira y furor son casi sinónimos y denotan el estado subjetivo que subyace a las reacciones agresivas y defensivas y que, por lo tanto, pueden con frecuencia ser la continuación de los estados de miedo. Como ya hemos visto en Fisiología del miedo, las bases fisiológicas son, salvo leves diferencias idénticas a las de la angustia”. …………………………………. “Las alteraciones fisiológicas concomitantes del miedo son comunes a las de otras respuestas emocionales al peligro… Son similares a las mencionadas en la definición de emoción y consisten en un rápido aumento de la presión sanguínea, frecuencia cardíaca y respiratoria, gasto cardíaco, sudoración, motilidad visceral, tono muscular, movimientos involuntarios e hiperglucemia. Estos cambios están destinados a favorecer la disposición del organismo a la huida o la lucha. Resultan de la actividad del sistema simpático iniciada or activación cortical e hipotalámica”Los etólogos, como Mc Dougall, después Lorenz, sostienen una estrecha relación entre instinto y emoción. Que comparten una raíz latina, movere. Emoción y motivación coinciden a partir de una ruptura del equilibrio homeostático. Para muchos, dentro del Psicoanálisis, es muy difícil separar instinto y emoción. Si bien la emoción surgiría al verse coartada la expresión del instinto. Laborit hace una interesante síntesis entre los Comportamientos no condicionados y los aprendidos. Es cuando la actividad instintiva, con su correlato emocional, va tomando otro cariz, complejo, merced a la participación de las estructuras límbicas y neocorticales. Más allá de la sobrevivencia fisiológica básica. Es cuando consumición y lucha-huida son sustituidas por gratificación e inhibición de la acción. La inhibición para Laborit no es la inhibición funcional del yo en Freud. Donde inhibición es empobrecimiento destinado a evitar el conflicto. Para mi gusto, sin caer en la trampa de aquel profesor que decretaba la locura de Freud, el concepto de Inhibición en “Inhibición, Síntoma y Angustia” no está totalmente deslindado del concepto de Síntoma. Pero no es el caso para este trabajo. Al menos totalmente. Sí afirmo que Inhibición en Laborit es un parate en la salida Imaginaria, la del Cambio y la Creación. Es un no saber hacer. No es meramente inhibición motriz. Es mucho más. En todo caso se parece más a la Angustia Automática freudiana, donde no hay “señal”, donde no hay camino a una salida, aunque sea la salida antieconómica del Síntoma, como producto transaccional, como alternativa. El Síntoma es siempre una salida, un “rebusque”. La Inhibición en Laborit es algo cercano a la extinción, a la muerte. El animal de experimentación, el Sujeto humano en relación, están sometidos al yugo externo. No tienen siquiera el escape, la fuga. “Soldado que huye, sirve para otra guerra”. Aquí no hay huida, la guerra va camino a la derrota definitiva. Hay un comportamiento autoplástico, que toma la forma del ambiente. No es un comportamiento aloplástico, generado desde un cierto saber propio haciendo gala de lo Neocortical, de un cierto aprendizaje que permite arrancar, zafar. Sin quedar “pegado” al ambiente, tomando una forma propia, distinta, menos nociva. Dicho en términos de Pichon Rivière, que usó mucho de esta terminología, en la Inhibición laboritiana hay una Adaptación Pasiva a la Realidad. 56
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Vuelvo a Pichon. Y también al tema de la inhibición motriz. Cuando uno está frente a un peligro suele ser bueno “hacerse el muerto”, quedar inmóvil. De este modo, cuenta Pichon, aprendió a defenderse de las fieras en el Chaco de su infancia. Si uno se queda quieto, el animal feroz se calma. Lo peor que uno puede hacer frente a un perro bravo es correr desesperado. En esa acción, en ese quedarse quieto, tenemos lo contrario a la Inhibición. Hay una idea, que también es una Acción. No es bueno pensar la Acción, sobre todo en el humano, como mero movimiento. Ciertas ideas, como las de la tendencia al acting, muy en boga cuando el kleinismo era la primera dama del psicoanálisis, hicieron que se opusiera tontamente “palabra a acción”. Cuando las palabras también son acciones. Quedarse quieto, como en el caso de enfrentar a un perro bravo, supone “palabras y acciones”. De hecho, para la mejor Neurología, estar quieto es una acción motriz. La Neurofisiología de Laborit es una neurofisiología de la Acción. Pero como Acción transformadora, como procesamiento de la información. Como cambio y creación. Como algo distinto. Como una Psicología donde la función está al servicio de seguir viviendo de la mejor manera posible. La Inhibición, en cambio, es letal. Conlleva menos cualidad, es más cantidad, mera descarga, menos diferencia. Justamente, la diferencia, lo distinto, es una propiedad central de la función psicológica.
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Psiconeuroendocrinología Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos. Prof. Roberto C. Frenquelli Quinta Parte: Hija: Papá, qué es un instinto? Padre: Hija, un instinto es un principio explicativo. P: Todo…, casi absolutamente todo. Cualquier cosa que quieras explicar. H: No seas tonto; no explica la gravedad. P: No, pero eso es porque nadie quiere que el “instinto” explique la gravedad. Si lo quisieran, la explicaría. Podríamos decir que la luna tiene un instinto cuya fuerza varía inversamente al cuadrado de la distancia… H: Pero eso no tiene sentido, papá. P: Claro que no, pero fuiste tú la que mencionó el instinto, no yo. H: Está bien… pero qué es lo que explica la gravedad? P: Nada, querida, porque la gravedad es un principio explicativo. H: Oh! H: Quieres decir que no se puede usar un principio explicativo para explicar otro? Nunca? P: Humm… casi nunca. Eso es lo que Newton quería decir cuando dijo: “Hipótesis non fingo”. H: Y qué significa eso, por favor? P: Bueno, tú ya sabes qué son las hipótesis. Cualquier aserción que conecta una con otra dos aserciones descriptivas es una hipótesis. Si tú dices que hubo luna llena el 1 de febrero y nuevamente el 1 de marzo y luego conectas estas dos observaciones de alguna manera, es una hipótesis. H: Si, y también sé qué quiere decir non, pero qué es fingo? P: Bueno, fingo es una palabra que en latín tardío significa “hago”. Forma un sustantivo verbal fictio, del que procede nuestra palabra “ficción”. H: Papá, quieres decir que Sir Isaac Newton pensaba que todas las hipótesis están compuestas como los cuentos? P: Si, precisamente. H: Pero no descubrió la gravedad? Con la manzana? P: No, querida. La inventó. H: Oh! Y quién inventó el instinto, papá? P: No lo sé. Probablemente sea bíblico. 58
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H: Pero si la idea de la gravedad conecta dos aserciones descriptivas, tiene que ser una hipótesis. P: Efectivamente. H: Entonces, Newton “fingó” una hipótesis, después de todo. P: Si, es cierto que lo hizo. Era un científico muy grande. H: Oh. H: Papá, un principio explicativo es lo mismo que una hipótesis? P: Casi, pero no del todo. Verás una hipótesis trata de explicar algo particular, pero un principio explicativo – como la gravedad o el instinto – no explica realmente nada. Es una especie de acuerdo convencional entre los científicos para no pasar más allá de cierto punto en su intento de explicar las cosas… H: A eso se refería Newton? Si “gravedad” no explica nada sino es una especie de punto y aparte al final de una línea de explicación, entonces el inventar la gravedad no fue lo mismo que inventar una hipótesis, y podía decir que él no “fingó” ninguna hipótesis. P: Exacto. No hay explicación en un principio explicativo. Es como una “caja negra”. H: Oh. H: Papá, qué es una caja negra? P: Una caja negra es un acuerdo convencional entre los científicos para detenerse en el intento de explicar cosas en cierto punto. Sospecho que por lo común es un acuerdo temporario. H: Pero esto no suena a caja negra. P: No… pero así es como se lo llama. Las cosas muchas veces no suenan como sus nombres. ……………………………………………………………………………………………. He comenzado esta quinta parte de la reconsideración de nuestra pregunta con la transcripción de un tramo de un famoso “metálogo” de Gregory Bateson. Llamaba así a una especie de conversación donde el tema a tratar, que siempre es problemático, no solo es discutido, sino que también se refleja en la estructura de la conversación misma. Los “metálogos” batesonianos son difíciles. Como toda su obra. Una va pescando de a poco, ciertos tramos, casi con el paso de los años. Como siempre, nosotros estamos condenados – dulcemente diría – a la lectura constante. Vamos aprendiendo de a “cachitos”, en tramos, donde vamos de la particularidad a la generalidad, en un ir y venir constante. Esto es básico en la vida profesional. Haré rápidamente una aclaración. “Caja negra” no es Conductismo. “Caja negra” es un concepto, un conjunto de relaciones. No es una cosa, menos una caja pintada de negro. Bateson lo explica bien. Y lo enlaza elegantemente en su conversación. Que obviamente he cortado en un punto. La mención fue elegida para introducirnos en un cierto tema. Sería conveniente que el lector interesado lea íntegramente el Metálogo. Por qué hago la aclaración?. Porque en nuestro medio cuando se dice “caja negra” se supone “conductismo”. Eso es. No se toman en cuenta que la palabra no es la cosa. Como dice el gran Bateson: “Las cosas muchas veces no suenan como sus nombres”. Esto es lo que pasa con el Instinto en nuestras conversaciones corrientes. 59
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Instinto es casi una “cosa en sí”, una suerte de esencia, dura, inmodificable. No me refiero a la noción de instinto cuando digo “duro, inmodificable”; me refiero a la idea que soporta al concepto. Instinto sería justamente eso, algo mecánico, estereotipado, incapaz de modificarse por la experiencia. No habría dudas en la enunciación. Uno podría imaginarse al instinto como a un ladrillo, un pedazo de roca. Como algo inmodificable. Pero, lamentablemente, también el modo de pensarlo resulta inmodificable, duro. Instinto no sería un nombre. Sería una cosa. Aquí entramos en la idea de “metálogo”. Donde lo que se discute queda implícito en el modo de discutir, de conversar. “Instinto” es lo inmodificable, el “modo de conversar” sobre Instinto también es inmodificable. Diferente sería “Pulsión”. En esas tenidas locas de nuestro campo “psi”, Pulsión es algo modificable, susceptible a la singularidad, a lo histórico personal. Hay una raya nítida de separación. Se repite constantemente, se entiende a la Pulsión como algo radicalmente diferente. “Hasta aquí es “Instinto”, desde aquí es “Pulsión”. Se lee a Freud mecánicamente, descuidando lo que Bateson trabaja como “principio explicativo”. Se olvida, curiosamente, que Freud llamó a su Teoría de los Instintos “mi mitología”. No creo que aludía meramente al mito, entiendo – mucho mejor dentro su pensamiento – que era su invención. Freud inventa la Pulsión. La Pulsión no es una cosa en si misma. Es una manera de llamar a un fenómeno. Pero no es el fenómeno en si mismo. La clásica distinción entre trieb e instinkt no es clara. Nosotros hemos tomado las ideas del Diccionario de Laplanche y Pontalis de manera “instintiva”, no “pulsional”. Y desde allí todo el mundo repite lo mismo. Triebe, en alemán, tiene una significación mucho más dura que Instinkt. Ricardo Avenburg trabaja esto en uno de sus textos. De allí, como por un tobogán, “instinto es biológico”, “pulsión es psicológico”. Un tobogán “instintivo”, inmodificable, incapaz de aprendizaje o modificación. Todo el mundo repite lo mismo. Se omite una cuestión fundamental: cuando hablamos de instinto, de qué ser vivo estamos hablando? De una cucaracha?, de un perro?, de un hombre? Y cuando decimos que “pulsión es psicológico”, qué estamos diciendo?; debemos suponer que “psicológico” no es biológico?, que “pulsión” es una cuestión inmaterial? Nosotros pensamos que la noción de Instinto en el hombre debe ser considerada a la luz de la posibilidad de transformaciones. Las mismas que “convierten” el genital del compañero específico de la especie en un zapatito de raso rojo. Me refiero a la contingencia del objeto, característica de la Pulsión. Esa contingencia, propia del hombre, se debe a la torsión del Instinto, posible por las capas neuronales de la corteza asociativa. Si, la singularidad está basada en la complejidad neural. Esto nos enseña la neurofisiología de Laborit. Veamos qué nos dice Avenburg en “El término Instinkt en la Obra de Freud”, disponible en: http://www.avenburg.com.ar/avenburg/EL%20TERMINO%20INSTINKT%20EN %20LA%20OBRA%20DE%20FREUD 60
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Resumiendo los comentarios (cada vez que uso el término instinto en este contexto, se corresponde al término “Instinkt” en Freud): 1) Instinkt usado en sentido convencional, parece referirse a una tendencia, tal vez biológica, pero parece que universal y supuestamente heredada. 2) Algo innato que parece tener un papel importante en la niñez equiparado a ciertas conductas animales. Actividades instintivas oníricas o lúdicas que sirven como preparatorios para una actividad ulterior. 3) Un saber instintivo, semejante al de los animales, que es como una preparación para la comprensión de ciertos hechos. Este instintivo sería el núcleo de lo inconsciente, una actividad espiritual primitiva que va a constituir un estrato de lo psíquico cubierto luego por lo ulteriormente adquirido; este saber instintivo podrá a su vez atraer para sí representaciones de estratos superiores así como ese saber instintivo podrá ser incluido en el nivel de sistemas mnémicos acordes en tanto surja un acontecimiento que evoque a dicho acontecimiento. Esas formaciones instintivas son parte del material con que se constituyen las neurosis y los sueños. Acontecimientos exteriores (que Freud llama aquí traumas) reactivan así como realimentan ese núcleo instintivo de conocimientos heredados. 4) Algo análogo al instinto de los animales, integra el núcleo del Inconsciente cuyo contenido es equiparado a una población primitiva psíquica. Considerando que la equiparación con la psicología social es más que una mera analogía (como luego se hará evidente en las referencias al respecto en “Moisés y el monoteísmo”), en el núcleo del Inconsciente existiría algo del drama de la horda primordial que, actuando como un instinto similar al de los (otros) animales, actúa en el animal humano como un conocimiento heredado, como categorías con las que el hombre enfrenta sus primeras experiencias. 5) Niega, en el ser humano, la existencia de un conocimiento instintivo específico: el del peligro exterior. Sin embargo el trauma del nacimiento, como modelo original de toda situación de peligro, podría ser considerado como una disposición instintiva para la ulterior señalización del peligro, que puede ser común al hombre con otras criaturas emparentadas con él. 6) Los “Triebe” rigen no sólo la vida anímica, sino también la vegetativa, o sea la vida en sus niveles más elementales. Los llamados “Instinkte” de los animales están supeditados a la naturaleza de los “Triebe”, de modo que el concepto de “Trieb” es más amplio e inclusivo que el de “Instinkt”; que le está subordinado. El concepto de “Trieb” abarca toda la vida vegetativa, el de “Instinkt” se remite a una manifestación de aquella, aplicable a los animales; el de “Trieb”, al referirse a la vida en general, incluyendo la vegetativa, abarca también al reino vegetal (lo que coincide con los significados aportados por los diccionarios consultados). Hasta ahora lo instintivo (instinktiv) se refería a contenidos representacionales, al núcleo de lo Inconsciente, aquel conocimiento innato que, análogamente al resto de los animales, es propiedad del hombre. Ahora, y referido a los animales, en relación no con el hombre sino con la vida en general, cuando Freud habla de Instinkt se refiere a una conducta, haciendo abstracción de todo contenido. 61
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7) Freud integra la perspectiva sociocultural con la biológica al estrechar las grietas existentes tanto en el ámbito sociocultural, entre la psicología individual y la psicología colectiva, como en el biológico, entre el hombre y los demás animales: estas dos grietas se cierran con la inclusión de un concepto, el de la herencia arcaica, que guarda dentro de sí la experiencia de la especie, al modo del instinto animal, aunque con diferente alcance y contenido. En resumen, el término instinkt es usado por Freud en contextos diferentes aunque con una coherencia de sentido. Desde ya no es un término que, como “Trieb”, tiene una especificidad en la teoría psicoanalítica (aunque con un sentido no siempre unívoco). Considerando los comentarios en sentido inverso al expuesto (del 7 al 1) podemos decir que el de Instinkt es un concepto relacionado con la herencia arcaica que tiende a integrar al individuo humano dentro de la historia de su propia especie formando parte del reino animal. A su vez, es un concepto subordinado al de “Trieb”, que hace a la esencia del fenómeno de la vida en general (por supuesto en la formulación definitiva de este concepto). Tiene que ver con el conocimiento adquirido por la especie y que para el individuo constituye una preparación para la comprensión y/o el enfrentamiento de ciertos hechos, que en el ser humano forma parte del núcleo de lo inconsciente y que es independiente de la experiencia individual aunque puede ser evocado por ésta. Por otra parte, hablar de un “instinto de muerte” es altamente contradictorio. Si es “instinto” debemos pensar en vida. Y si pensamos en vida, no podemos dejar de pensar la muerte como una forma de la vida. La muerte no es una esencia, algo a lo que se llega. La muerte es inmanente, pertenece a la vida. En todo caso, allí es innegable “Más allá del Principio del Placer”, hay momentos en que los hombres viven antieconómicamente. La Compulsión a la Repetición, cortocircuito a la muerte, es una manera antieconómica de vivir. Es cierto, el hombre es el único animal que tropieza dos veces (o muchas más) con la misma piedra. Los animales no humanos, en general, no lo hacen. Salvo los perritos, los caballitos, algunos otros. Quién no ha visto morir de amor a un perro? Solamente aquel que no lo ha tenido, ni sabido mirar y escuchar. Laborit dice que el instinto-pulsión de muerte es solamente una caricatura de los instintos de vida. Todos los instintos son de vida. Habla de Agresión, en el sentido que Lorenz plantea en su libro “La agresión, un pretendido mal”. La agresión “no es un mal”; en todo caso “es un mal, pero mal direccionado”, como el estallido agresivo de las multitudes ingurgitadas, enloquecidas por el sometimiento y la injusticia. El odio es secundario al amor. Odio no es agresión, no hay tal traducción directa. Agresión no es lo mismo que violencia, vandalismo. La lucha y la huída están al servicio de la vida. Cito otra vez a Ricardo Avenburg: “El instinto de muerte es parte inherente de la vida y, como la vida misma, no es bueno ni es malo: es. Lo malo, para nosotros, es lo que nos quiere cortocircuitar nuestro propio camino hacia la muerte”. En “Acerca del mal. Raíces Psíquicas. Perspectivas Psicoanalíticas”. Detengo aquí la conversación. En un punto en busca de un acuerdo con mis lectores. A modo de un “metálogo” les propongo tomar este escrito no sólo en su sentido estricto, también como una conversación que intente tomar conceptualmente mi idea de Instinto: como algo que implique una transformación compleja de la Teoría de los Instintos en el Hombre. No será fácil: habrá que remover automatismos tremendos, instalados en 62
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nuestra cultura “psi”, dados por eternos, esenciales, inconmovibles. Como la famosa escisión, tajante y dictatorial, entre “instinto” y “pulsión”. Esa que olvida la distinción entre dos animales tan diferentes, como el hombre y una cucaracha. Con todo el respeto por las cucarachas. O esa otra, que supone que el Instinto de Muerte no es de Vida. Cuestiones con tanta implicancia, de acuerdo a mi leal saber y entender, en la comprensión rigurosa del mismísimo Sigmund Freud. Psicofisiología Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos. Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli Sexta Parte: Si antes hicimos una serie de consideraciones a partir de las ideas de Bateson, cuando hablamos sobre su famoso “Metálogo”, ahora tomamos una no menos famosa expresión de Freud: “La doctrina de las pulsiones es nuestra mitología, por así decir. Las pulsiones son seres míticos, grandiosos en su indeterminación. En nuestro trabajo no podemos prescindir ni un instante de ellas, y sin embargo nunca estamos seguros de verlas con claridad”. Sigmund Freud; “32 Conferencia, Angustia y Vida Pulsional”, en “Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis” (1933 [1932] ). Es indudable que Freud usa aquí la expresión “mitología” buscando señalar lo mismo que Bateson. Claro que muchos años antes, en 1932. La “grandiosa indeterminación” no es porque solamente toda actividad humana implica siempre el orden del mito; también es grandiosa indeterminación porque se trata de algo que entiende como un constructo. Es decir, de una proposición explicativa; al decir de Bateson. Freud “inventa” conceptos. No los “descubre”; no encuentra realidades fácticas en esencia, como “extractos puros”. Construye modelos del funcionamiento psíquico a partir de hechos cotidianos. Y los llama de alguna manera. Intenta explicar, buscando un acuerdo semántico que le permita operar sobre ciertos hechos de la clínica. Los “hechos” son inicialmente evidencias empíricas. La paloma que ahora, mientras escribo está posada en la baranda, picoteando unas migas que han caído después de la apacible cena de anoche en mi balcón, es un hecho que no deja dudas razonables. Lo mismo que suponer que ella tiene una visión particularmente aguda que la habilita para divisar desde lo alto de su vuelo una “presa” cual los pequeños restos de pan. Lo mismo si yo dijera que cierta emoción la ha guiado en todo esto, fogoneada por el hambre. Como puede entenderse, un hecho – tal como aquí lo estoy tratando de entender – abarca desde lo observacional hasta ciertas conjeturas, ciertas interpretaciones. Alguien ha dicho que el Psicoanálisis es la “ciencia empírica del inconsciente”. Expresión que tiene mucho de justa. Tal vez Freud haya pensado en estas cosas cuando se refiere a “nuestra mitología”; es decir, a las conjeturas, a las relaciones que fue estableciendo al formular sus diferentes teorías de los instintos a lo largo de su obra.
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La misma noción freudiana de inconsciente es un “invento”, no un “descubrimiento”. Del mismo modo que América existía desde antes de Colon, el inconsciente freudiano existía desde antes de Freud. Pero no era reconocido como tal en su entera dimensión. El territorio de nuestro continente se transformó en América después de 1492. Antes era otra cosa para todos los hombres; incluyendo, por supuesto, a sus azorados pobladores que debieron soportar la violencia de la cruz y la espada de los conquistadores. Antes de Freud, el inconsciente “estaba allí”, seguro; pero no era lo mismo. Algo parecido queremos decir con aquello de “el mapa no es el territorio”. 42 Por qué vengo a sostener estas cuestiones?. Nada más, nada menos, que para salirle al paso a un esencialismo idealista. No hay “jarabe puro de pulsión de muerte” o cosa por el estilo. Los conceptos no son cosas, no son esencias puras. Son ideas con las que se opera en la realidad. Son, si se quiere, herramientas. Me detengo un tanto. Y pienso: vaya aporte de las supuestamente “positivistas” materias biológicas!. La acusación a las materias Biológicas de “positivistas” no es solamente una pobre demostración de conocimientos. Es también una falta total de respeto por lo que llamamos académico. Es mucho más vergonzosamente “positivista” sostener, groseramente, que la pulsión de muerte “existe” como una cosa en sí. No se trata de negar la Compulsión a la Repetición u otras de sus manifestaciones clínicas. Se trata de pensar, lisa y llanamente, que es un concepto. Idea que puede someterse a crítica, a diferentes consideraciones. Tomo ahora un tramo de la gran obra de Fletcher, “El instinto en el hombre”: “El término “instinto” es, pues, un concepto descriptivo que puede ser analizado en los diversos rasgos y factores causales que lo componen. Pero el hecho de que sea posible desmontarlo en rasgos separados, no altera el hecho de que el instinto es una unidad distinguible como tal, una definida y reconocible correlación de dichos rasgos. Los instintos de cualquier especie particular son, por lo tanto, correlaciones de los diversos rasgos mencionados, que pueden distinguirse las unas de las otras y clasificarse de acuerdo con (a) el “estado final” en que termina la secuencia de comportamiento, (b) los mecanismos de comportamiento del hecho dado y las secuencias de acciones que se ejecutan, y (c) la base neurofisiológica subyacente a la determinada secuencia de experiencia y comportamiento. En un esfuerzo por ser perfectamente claros, podemos enumerar los rasgos del instinto en forma precisa, como veremos. El instinto –esa correlación de rasgos estructurales, fisiológicos, de comportamiento y experienciales, establecidos por herenciacomprende: (1) Rasgos neurofisiológicos internos. Constituyen las condiciones neuro fisiológicas internas, base de los rasgos experiencias y de comportamiento. 42
Esta expresión, muy famosa, es original de Alfred Korzybsky. Tomada por Bateson se popularizó, quedando ligada a sus ideas. Señala la limitación de los humanos para experimentar el mundo “realmente”. Nos manejamos con recortes de esa realidad, con abstracciones, es decir con escisiones propias de los alcances perceptuales que tenemos, del modo de representar con palabras. Tenemos la tendencia, fatalmente errónea, a suponer que lo que se nombra “es la cosa”.
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Consisten en (I) procesos hormonales, (II) estímulos sensoriales internos, (III) factores nerviosos centrales intrínsecos y (IV) la coordinación de todos estos factores, que produce “condiciones motivacionales” (objetivamente concebidas) en los diversos niveles de la jerarquía de centros neurofisiológicos, siendo así la base de los elementos “espontáneos” del comportamiento. (2) Rasgos de comportamiento. (I) Una consecuencia de actos – a veces de larga duración - que conduce a fin específico (por ejemplo el galanteo sexual y el apareamiento, la construcción del nido, la migración) y que, si bien comprende cientos de automatismos de comportamiento, muestra una unidad y complejidad, así como un grado de referencia prospectiva tales que no pueden ser explicados sólo en función de una “adición” asociativa de estas reacciones – tipo automáticas. Tal secuencia de comportamiento comprende: (a) Comportamiento apetitivo, manifestado a diferentes niveles y que conduce al animal a la situación necesaria para la liberación de (b) actos consumativos, que comprenden a asu vez reacciones de patrón fijo con sus taxis y reflejos asociados. (II) Un persistir de tal comportamiento y, además, un aumento de su intensidad, complejidad y variabilidad, inclusive una manifestación a reacciones de desplazamiento ( y aún, a veces, una ejecución del comportamiento en ausencia completa de estímulos – signos normales – “actividad en el vacío-) cuando el animal encuentra algún obstáculo inusitado que le impide alcanzar el “estado final” hacia el cual parece estar dirigida su actividad (es decir, la realización del acto consumatorio que libera la energía específica acumulada, proporcionando así satisfacción). (III) Una cesación de tal comportamiento cuando se alcanza ese “estado final”. (3) Rasgos experienciales. (I) Un rasgo perceptivo de experiencia, que indica una sensibilización a determinados elementos del medio. Esta percepción parece ser selectiva: apropiada a la experiencia instintiva del momento y de tal naturaleza que torna al animal relativamente insensible a otros rasgos de su mundo perceptivo, aun cuando, de hecho es capaza de percibirlos. Los diversos aspectos de este “modo de percepción” pueden ser estudiados objetivamente. Los “elementos apropiados del miedo” (estímulos signos o disparadores) pueden determinarse experimentalmente, y desde que – cuando varían algunos componentes sensoriales de estos disparadores –puede alcanzarse el mismo efecto liberador acentuando los componentes restantes y “compensando” así las inadecuaciones del primer grupo, se considera que estos componentes sensoriales obran sobre el mecanismo perceptivo de manera “aditiva”, de acuerdo con la ley de suma heterogénea. Desde que la reacción de patrón fijo parece ser disparada automáticamente (como si se tratara de una acción de “gatillo”) cuando el animal encuentra el disparador adecuado, se postula que en la base de tal experiencia perceptiva existe un mecanismo perceptivo muy específico: el “mecanismo disparador innato”. El grado de rigidez o especificad de este mecanismo perceptivo no está establecido todavía con certeza. Sumado al impulso persistentemente recurrente y al “interés instintivo” mencionado más abajo, esta percepción selectiva da la apariencia, en el comportamiento del animal, de “concentración” o de “reducción de la atención” sobre ciertos objetos del medio.
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(II) Un aspecto conativo43 de experiencia; un deseo o impulso persistentemente recurrente, que es el concomitante experiencial de una determinada energía específica de reacción y que continúa hasta que se alcanza la ejecución del comportamiento adecuado a “estado final” determinado (que libera la energía y gratifica el impulso). (III) Un sentimiento de la significación de toda la relación entre deseo específico y percepción específica denominado “interés instintivo” y que puede describirse mejor como un sentimiento de “valer la pena el comportamiento”. Es este un rasgo cognitivo elemental, aunque se trate de una elemento del sentimiento, y es relevante para lo habremos de decir luego sobre la importancia de los aspectos afectos de los procesos de aprendizaje. Este postulado añade un aspecto psicológico a la observada “Concentración de la atención” sobre un objeto determinado, la aparente absorción del animal en una determinada secuencia de comportamiento, y su relativa insensibilidad para con otros rasgos del medio, durante la realización de tal comportamiento. (IV) Un sentimiento de tensión aumentada, denominado emoción, que no es un elemento afectivo necesario de experiencia instintiva, sino que surge cuando la actividad instintiva se ve obstruida; refuerza el impulso específico (al mismo tiempo que “torna más bajo el umbral de liberación”) y conduce al animal a aumentar sus esfuerzos por ejecutar exitosamente el comportamiento, produciendo así una crecida variabilidad de respuestas al provocar el empleo de otros elementos de su equipo de reacciones comportamiento; y que, sin embargo puede igualmente, en su forma externa (así como, también en la “fase de shock”, cuando se encuentra de súbito una situación por completo inusitada e inesperada) hacer que la experiencia y el comportamiento del animal se tornen totalmente difusos, incoherentes, no dirigidos y mal adaptados a la situación. Ronald Fletcher; “El instinto en el hombre”. En este tramo, tan meduloso como toda la obra, Fletcher dice que instinto es un concepto, tal como decía antes. Concepto como correlación de rasgos estructurales, fisiológicos, de comportamiento y experienciales, establecidos por herencia. Correlación entre partes que no implica disolver la unidad de lo observable, al desmontar las partes entre si. Habla de herencia, pero también incluye la posibilidad de aprendizaje, de modificación. La emoción conduce a “una crecida variabilidad de respuestas…”. Es donde tomamos conciencia de que el instinto no es inmodificable, en todos sus aspectos. Hablamos del instinto en el hombre. No en los insectos. Muchas veces escuchamos, ya cansados, las comparaciones entre lo humano y las abejas, hablando de lenguaje y comportamiento en general. Es cuando uno tiene la impresión de que algunos colegas tratan de tener eso que ellos mismos llaman “un comportamiento instintivo no humano”; repiten hasta cansarse. Son generalmente profesores universitarios mimetizados con el comportamiento de las abejas 44. Es extraño, si bien sabemos que la inversión entre lo que se dice y lo que se hace es muy corriente: se dicen partidarios de lo diverso, de lo distinto, en los hechos son demoledoramente simples e invariantes. 43
Conativo supone tendencia a la acción, en un sentido apelativo donde se busca influir o llamar la atención sobre el entorno. En Lingüística se habla de “función conativa” del lenguaje donde predomina lo imperativo, como sería la expresión “Cierra la ventana!”. 44
Me refiero a las gastadas alusiones a Benveniste buscando definir qué diferencia al hombre de los animales.
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Dejando un poco de lado las bromitas para con nuestros críticos, les diré que Fletcher trabaja muy bien la interrelación de percepción y emoción, dando lugar a una adecuada mezcla entre lo cognitivo, lo afectivo y lo conativo. Es donde podemos pensar sobre la variabilidad del instinto en el hombre. Y también en algunos mamíferos superiores no humanos. Eso que llamamos la “torsión del instinto”, su no fijeza merced a las propiedades de un sistema nervioso con posibilidades de diversificar sus perfomances. Cuando ese instinto se torsiona, cuando se diversifica el objeto (que deja de ser específico, pasando a ser contingente), es cuando estamos a un paso de abandonar la supuesta y tajante separación entre instinto y pulsión. Me parece aberrante suponer al instinto “biológico” y a la pulsión “psicológica”. Lo mismo cuando se supone a lo instintivo como “fisiológico”, culminando en el latiguillo de “la pulsión como concepto límite entre lo físico y lo psíquico”. Solemos escuchar: “hasta aquí llega lo fisiológico, lo físico, lo médico…, después viene lo pulsional, lo psíquico”. Nosotros sostenemos que lo fisiológico está adscripto a la función. La función es un medio para el logro de un fin. Y el fin de los seres vivos es seguir siendo seres vivos, manteniendo su información estructura, operando en su ambiente. Todo es fisiológico: lo psíquico es una función emergente de la materia organizada. Es lo que permite, siempre desde lo relacional vincular, una versatilidad mayor, cierta posibilidad de una eficacia operativa diferente. Lo psíquico, como posibilidad, es el dominio de lo diferente, de la creación de sentidos, de nuevas puestas en forma. Lo psíquico en el hombre acerca a grandes desarrollos, de hecho a grandes desgracias. Para nosotros, la expresión de Freud donde lo pulsional aparece como “concepto límite” entre lo psíquico y lo somático es desafortunada. Nuestra materia se llama Psicofisiología. Para nosotros, toda la Psicología es psicofisiológica; incluyendo al Psicoanálisis, la “psicología de las profundidades”. Es cierto que el Psicoanálisis es más que una psicología; el Psicoanálisis puede pensarse como una Antropología, para nuestro gusto Interdisciplinar. Pero no podemos pensarlo fuera de la Psicología. Freud no estaría de acuerdo con ese intento de separarlo de la Psicología. Mucho menos admisible sería pensar el Psicoanálisis fuera de una base material, independientemente de las estructuras nerviosas. Suponer que “lo psíquico” no es “físico” es caer en un idealismo extremo, casi mejor dicho en “magia negra”, “ocultismo”. No se trata de negar las propiedades demoníacas o no del “fantasma”. Se trata de pensar que el fantasma, sin comillas ahora, es una construcción del aparato psíquico como expresión de una fisiología de superior nivel de complejidad. Posible merced a las propiedades de los seres vivos dotados de sistema nervioso. Posible por el armado de redes de memoria sutiles, donde asienta con diferentes grados de plasticidad neuronal. “La plasticidad neuronal puede ser definida como la capacidad que tiene el cerebro de ser modificado por la experiencia. En el curso de los últimos 20 años, los datos de la neurobiología experimental han puesto en evidencia las bases moleculares y celulares de los mecanismos de la plasticidad. Así, la variación de la eficacia sináptica y de la arquitectura de las sinapsis, generando rearreglos estructurales, son procesos fundamentales de la plasticidad neuronal. Decir que la experiencia deja una huella en la red neuronal no representa entonces un abuso del lenguaje, por el hecho de que se 67
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pueden poner en evidencia modificaciones microestructurales en estas sinapsis. En nuestro libro "A cada cual su cerebro", hemos discutido en detalle cómo, por los mecanismos de la plasticidad, el sujeto se construye a través de la experiencia, abriendo así la vía hacia la emergencia de la singularidad. Por los mecanismos de la plasticidad, la experiencia deja una huella. Esta huella se presenta bajo la forma de conjuntos de sinapsis facilitadas, que constituyen así el correlato neuronal de una experiencia o de un objeto de la realidad externa. La reactivación de estos conjuntos neuronales puede dar cuenta de la representación de la experiencia que los ha producido. La pregunta queda sin embargo abierta para saber cómo la reactivación de estos conjuntos de sinapsis facilitadas produce las representaciones o las imágenes mentales. Cualesquiera sean, estas huellas que se inscriben en el curso del tiempo, en la diacronía, participarán en la producción de una irreductible singularidad. Las primeras inscripciones de huellas, bajo la forma de conjuntos de sinapsis facilitadas, están en relación directa con la experiencia o la percepción que las produjeron, cada uno de los conjuntos codificando para una experiencia particular, en una relación directa. Seguidamente, sin embargo, estas huellas se asocian entre ellas para formar nuevas huellas que no tienen, por otro lado, más relación directa con las experiencias o las percepciones iniciales. Éstos nuevos conjuntos de neuronas incluyen a las precedentes bajo una forma modificada. Es ésta una noción importante que emerge de trabajos de diversos autores. Esta idea está más particularmente desarrollada en el presente volumen por Cristina Alberini. Habrá entonces reasociaciones de las huellas existentes que permiten recrear nuevos conjuntos de sinapsis facilitadas, que surgen de las huellas primarias, integrándose éstas en nuevos conjuntos neuronales. Esta reasociación de huellas parece estar mediada por el proceso de reconsolidación. Contrariamente a las huellas primarias, que quedan en relación directa con la experiencia, la reasociación de huellas y el proceso de la reconsolidación implican que las nuevas huellas no están más en relación directa con la experiencia, aunque hayan efectivamente surgido de estas huellas iniciales. Uno se enfrenta a partir de aquí con una paradoja que implica la plasticidad: la inscripción de la experiencia, a través de la reasociación de huellas y el fenómeno de la reconsolidación, separa de la experiencia, creando así una discontinuidad. La reasociación de huellas introduce así un grado de libertad que es esencial para la emergencia de la singularidad. En efecto, si uno admitiera que todas las huellas se inscribiesen de manera definitiva, sin reacomodamientos, eso haría de los mecanismos de la plasticidad algo extraordinariamente determinista; sin embargo la discontinuidad introducida por la reasociación de huellas abre a la posibilidad de la emergencia del sujeto, abre a su inevitable singularidad. Estaríamos entonces frente a una biología de la discontinuidad. Ésta permitiría el hecho de ver el sujeto, y el inconsciente también, como resultando de la discontinuidad: postulamos, en efecto, que esta discontinuidad podría igualmente contribuir a constituir el inconsciente propiamente dicho, una realidad inconsciente fundamentalmente desarticulada de la experiencia, incluso si ella es uno de los destinos de la experiencia”. Pierre Magistretti; Francois Ansermet, en “Neurosciences et Psychanalyse”, Odile Jacob, 2010, París. 68
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El fantasma no es etéreo, volátil, un miasma que se desprende como emanación inmaterial. Aceptar la complejidad fantástica del inconsciente, de su “saber” como solemos escuchar, no puede razonablemente asentar sobre la escisión cuerpo mente. Los autores que acabo de citar, los de textos tan recomendados como actuales (“A cada cual su cerebro” y “Los enigmas de placer”), vienen a concurrir a esta idea. Idea que venimos trabajando gracias a Laborit desde hace varias décadas. Y bien. Es así como hoy asistimos, no sin cierta tristeza, a la risueña afirmación de algunos alumnos de la carrera que muy tempranamente se autodenominan “psicoanalistas, no psicólogos”. Rápidamente viene a mi mente un sabio dicho: “…la culpa no la tiene el chancho, sino el que le da de comer”. Digo esto no sin cierto temor; espero que sepa captarse el nivel metafórico del significante “chancho”, lo mismo que el nivel directo que alude a la responsabilidad de los docentes en su transmisión acerca de que son la Psicofisiología, la Psicología y el Psicoanálisis. Las posturas dualistas, de disociación entre cuerpo y mente, son oscurantistas. Dicho esto en el más freudiano de los sentidos. La expresión de Freud que considero desafortunada no lo es tanto si pensamos que con ella busca enfatizar en lo psicológico, en aquello que importa otro nivel de complejidad, de sentido. El instinto o pulsión nace del soma, no hay dudas. Busca con insistencia, es empuje constante. Es vida, es deseo. Pero el soma, su fisiología, está implícito en la función. No sólo como “base”. El instinto o pulsión, no hacemos ahora diferencias netas, son del dominio de la psicología fisiológica. Es bien preciso Freud cuando aísla en “Pulsión y destinos de pulsión” (1915), sin dudas a fines de su comprensión, los componentes: empuje, fuente, fin, objeto. Componentes que parten de un cuerpo, tanto anatómico como erógeno, donde siempre está presente el ambiente. En un ida y vuelta sin fin. Los otros, sin dudas, tienen su lugar en las trazas de memoria que palpitan constantemente, empujando desde las “zonas erógenas” en pos de la reunión con el objeto. Este concepto es de alta raigambre fisiológica. La fisiología, digámoslo una vez más, se cierra sobre lo vincular. Con esto no queremos decir, como Laborit tan certeramente señala, que estamos tratando de “reducir la Psicología a la Biología”, tampoco – claro está - “la Psicología a la Psicología”. Es menester pensar que este pensamiento, sobre el que se basa nuestra materia, es Bio – Lógico, es decir, de la Lógica de lo Viviente. Que es algo más allá de la Biología como corrientemente se la entiende. Es casi una “Meta Biología”. Por supuesto que hay “otras psicologías” diferentes de la Psicofisiología. Pero los principios ligados a la fisiología son básicos, elementales, impostergables a la hora de pensar en palomos, palomas, señores y señoritas.
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El sentido de la bio lógica y otras clases
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Las bases neuropsicológicas del desarrollo Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli Jueves 22 de Junio de 2006 Cuánto hay de los juegos en brazos de la Tota cuando el Diego gambetea a Shilton ?
La propuesta de hoy será Pensar sobre el Pensamiento. Uno lee en el Diccionario de la Real Academia: “pensamiento… facultad o potencia de pensar; acción y efecto de pensar”. Seguimos con “pensar… es imaginar, discurrir, considerar, intentar o formar ánimo de hacer algo, reflexionar”. Luego vemos que “discurrir… es inferir, conjeturar, correr (dicho de un fluído, como el aire, el agua, el aceite, etc.), reflexionar, pensar”. Hemos vuelto al principio: el Diccionario, con su lógica auto referencial, nos hace volver sobre las palabras iniciales: “pensar, reflexionar…es pensar, reflexionar”. Una tautología45. Veamos cómo salir de este encierro. Días atrás, cuando mi primera clase, les decía: “De todos modos la Naturaleza sigue pensando. Ahora sin comillas, pues pensar no es meramente lo que nosotros llamamos “pensar”, como propiedad exclusiva de lo Humano. Pensar es “poner en forma”, es “in formar”. Todo el orden natural es un pensamiento, un gigantesco pensamiento. Si esto fuera cierto…, el cuerpo sería un pensamiento ?…”. Dejemos por ahora la cuestión de la Naturaleza; lo propongo por razones prácticas, no por cobardía intelectual. Quedémonos con esto de que pensar es poner en forma, in-formar. Al poner en forma, sin dudas, tenemos que hacer una operación de distinción entre una multitud de elementos. Elegir algunos entre una serie, tal como van haciendo mis dedos sobre el teclado. Esa elección, más o menos deliberada, supone una operación de abstracción. Abstraer consiste en retirar algunos elementos de un conjunto, elegir un subconjunto, apartándolo. Es una palabra que viene del latín abstrahere, que significa sacar de, retirar. Es decir, es una operación donde se aísla o considera por separado alguna o algunas de las cualidades de un objeto. Esos elementos, relacionados entre sí, vendrán a configurar una novedad. Un nuevo sistema de relaciones. Una nueva puesta en forma. Pensemos en el recién nacido, mientras soporta la enorme tensión que implica la inundación sensorial a la que está sometido. Gran diferencia de temperatura con la que experimentaba hasta unos pocos instantes mientras todavía permanecía en el seno materno (la sala de partos está habitualmente a unos 25 grados, en el mejor de los casos); ruidos; luces; dolor; presiones sobre su pequeño cuerpecito; olores. Un caos de sensaciones, masivas. Sensaciones absolutamente desconocidas, “sin nombre”. También aportadas desde su interior anhelante: su propia tensión muscular, su respiración, el latido acelerado de su corazón, las noticias desde sus niveles químicos (como la concentración de oxígeno, glucosa).
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Una tautología es una figura retórica que consiste en la repetición inútil de un mismo pensamiento expresado en dos o más palabras, una de las cuales define o califica otra que tiene el mismo significado, por ejemplo: reincidir por segunda vez.
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El calor de las lámparas, el secado de su cuerpo (para evitar la pérdida de temperatura), la textura y el olor de la piel de su madre (sobre la que descansa mientras se lo atiende) van ofreciéndose para que su cerebro comience con la tarea que signara su existencia: el armado de diferentes conjuntos de relaciones, de recortes del mundo al que ha llegado. Un intento de configurar, de ordenar ese caos al que ha llegado. Ha empezado el proceso de pensamiento. Al menos el correspondiente a la vida extrauterina. Es que piensa un bebé intraútero? Desde esta perspectiva, seguramente. Qué le impide ir seleccionando elementos, armándolos, ordenándolos, informándolos?. Otra cuestión será poder discriminar el grado, la categoría de esas organizaciones. El pensamiento tiene niveles. Niveles que se encastran entre sí. Ya veremos un poco más de todo esto, de lo que podemos ir llamando el Desarrollo del Pensamiento. Y así como el pensamiento tiene niveles, también nos encontramos con que cada estructura es un pensamiento. Me preguntaba, les preguntaba, en la clase anterior: “Todo el orden natural es un pensamiento, un gigantesco pensamiento. Si esto fuera cierto…, el cuerpo sería un pensamiento ?…”. La respuesta, para mí, es rotundamente positiva. El cerebro es un pensamiento que produce pensamientos. Al menos así debería ser. Venimos al mundo dotado de esa facultad o potencia, como dice el Diccionario. Facultad alude a función. Función, la palabra clave para entender la Fisiología, tiene que ver un medio. Un medio para el logro de un fin. Potencia tiene que ver con fuerza, pero también con potencial; es decir, con algo que está allí, a la espera para desenvolver sus propiedades. Sus posibilidades de hacer un trabajo. Un trabajo, un trabajo de transformaciones. Ya hemos visto, el pensamiento supone un discurrir, un flujo, como el del agua que corre. En otros términos, el pensamiento es un proceso. Veamos ahora ese proceso en la estructura de nuestro Sistema Nervioso. Vayamos al pensamiento en el hombre. A esa excelsa condición, la que nos enorgullece. La que es responsable de tantas tropelías y desaguisados. De tantos sufrimientos. Dicho sea de paso: es posible el proceso del pensamiento sin sufrimiento?. Diré que no; ya hemos descrito el nacimiento, algo doloroso, necesario para crecer. El primer día de vida es el de mayor riesgo vital. Riesgo que hay que tomar, qué duda cabe. Volveremos después sobre esto. Ya creo haber saldado la promesa de volver sobre la Naturaleza; cuando alojo en el Cerebro, en todo el Sistema Nervioso, la idea de que es en esas estructuras, tal como hemos las hemos definido, verdaderos pensamientos, la función de pensar. Un pensamiento que piensa. Siempre decimos, siguiendo a Laborit, “el hombre es una memoria que actúa para ser”. Esa acción es el pensamiento. Si, sostengo que pensar es una acción. Solo que resultará de interés ver qué tipo de acción, mejor dicho de qué acciones, estamos hablando en cada momento. Sabemos de la existencia de tres memorias. Nuestras memorias. La genética, que portan nuestras cadenas de ADN; la inmune, radicada en el Complejo Mayor de Histocompatibilidad, en las inmunoglobulinas; la nerviosa. Es el seno de nuestra memoria nerviosa, en el entramado de nuestras sinapsis, de nuestras redes neurales, donde asientan las representaciones. La realidad, inaprensible, esa que está allí, afuera de nosotros, la del “mundo físico de la física” al decir de Bertrand Russell, se presenta. Nuestro Sistema Nervioso la representa. 72
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Ese bebé del que hablábamos, unirá sensaciones en conjuntos de imagen y afecto. Calor, textura, formas, olores; también la voz de la madre (que ya había registrado); los ruidos (como los latidos de su corazón, los de su madre). El afecto, como un hilo conductor, enlazará las cuentas. Calmo, aprenderá no sin esfuerzo, los primeros palotes de la serie placer – displacer. El chupeteo de su pulgar, vigoroso e insistente, un primario circuito sensorio motriz, que mientras busca calmar la tensión con la descarga elemental, va desarrollando huellas de memoria, organizando circuitos. Circuitos donde se unen lo visual (forma, textura, color) con lo olfativo, con lo táctil, la temperatura, con el movimiento, con lo auditivo, con lo gustativo. Describo las llamadas áreas corticales primarias sensomotoras y las áreas corticales de asociación unimodal. Y como siempre decimos, con el atravesamiento de la emoción. Se trata de las primeras inscripciones, complejos de imágenes y afecto, los primeros ladrillos del edificio de nuestra subjetividad. Las diferentes áreas sensoriales corticales, reunidas, sintetizadas en las llamadas áreas corticales de asociación heteromodal, conformaran las representaciones de las que veníamos hablando46. Como conjuntos abstraídos de esa realidad inaprensible, que de caótica, comienza a organizarse en un orden de significación. Hablamos ahora de sensopercepción. Como producto histórico cultural. Donde la singularidad se inscribe desde lo relacional vincular. Donde Naturaleza se une a Cultura, en una operación de indistinción productor - producto, en una operación recursiva. Con técnicas de Resonancia Magnética funcional se ha visto que la visión de un martillo produce la activación conjunta de las áreas visuales, auditivas, del movimiento, de Wernicke, etc., en forma conjunta. Pero esas asociaciones, esas nuevas relaciones entre elementos, esas nuevas in- formaciones, que entendemos como representaciones, también incluyen vinculaciones con las áreas motoras, áreas motoras pre frontales donde se organiza el movimiento. Cerrando el bucle sensorio motriz. Es lo que nos hace decir que los seres humanos, todos los seres vivos, somos “máquinas de tramitación sensorio motriz”. Máquinas no triviales, claro está47. Es decir, máquinas impredecibles, históricamente dependientes, analíticamente indeterminables. Lo impredecible, lo indeterminable, son adjetivaciones que coinciden con la singularidad, implícita en lo subjetivo. Con el 46
La interpretación de los diferentes estímulos requiere una compartimentalización funcional del cerebro. Implican una complejidad creciente. Incluyen las siguientes áreas: 1- Corteza Primaria SensorioMotora, como las áreas visuales, auditivas, somatosensorial primaria, gustativa y olfatoria. 2- Corteza de Asociación Unimodal, que integra un estímulo determinado con cierta modalidad (tacto, audición, visión, etc.), sin conectarse con otras modalidades. Reconocemos las Areas de Asociación Unimodal Visual, Auditiva, SomatoSensorial, Motora. 3- Corteza de Asociación Heteromodal, donde hay comunicación entre las diferentes modalidades sensoriales, permitiendo la integración, con localización pre frontal, parietal y temporal. 4- Areas Transmúdales, donde se logra la interpretación de la experiencia; son las Areas de Wernicke y Broca, la Amígdala que participa en las Emociones, el Hipocampo y la corteza Entorrinal vinculadas a la Memoria Explícita, la Corteza PreFrontal que se asocia a la Memoria de Trabajo, etc. . 47
Las Máquinas Triviales son Analíticamente determinables, no son Históricamente dependientes, son absolutamente Predecibles. Heinz von Foerster ha desarrollado extensamente este tema, en diferentes sitios.
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orden del Sujeto, si quieren decirlo así. Sujetado a los automatismos inconscientes que devienen de la semántica, de la sintáctica y de la pragmática implícitas en los trazos memorizados. Lo que nos hace decir, repito, “el hombre es una memoria que actúa para ser”. Las neuronas espejo, concepto neurofisiológico acuñado por Rizzolatti 48, son la clara demostración de estas conexiones entre áreas sensoriales y motoras. La visión de un objeto animado produce las síntesis sensoperceptivas relatadas, más las conexiones motoras que podrían, potencialmente, ejecutar los mismos movimientos del objeto. Y desde esas áreas prefrontales hay conexiones hacia las sensoriales, como para corregir, en interacción mutua el continuo sensomotor. Este concepto es una nítida demostración de que nuestro cerebro es experiencia dependiente, pero también experiencia expectante. Estamos a la espera de los otros. Desde nuestra disposición preprogramada. Vivimos en y por la Intersubjetividad. Llamamos Intersubjetividad Primaria a este orden de relaciones. Relaciones primarias, donde aún no se han constituido las representaciones simbólicas. Hablamos de representaciones icónicas (ligadas a la imagen), enactivas (ligadas al movimiento, a la imitación), simbólicas. Podemos hablar junto a Freud, de Representaciones Cosa, de Representaciones Palabra. Siempre dentro de las tramitaciones Sensorio Motrices. Desde las más elementales, a las más sofisticadas. Spitz introdujo el concepto de Organización Cenestésica, de Organización Diacrítica. Con esto quiso llamar la atención sobre lo mismo, con otras palabras, buscando ampliar el campo comprensivo. Lo Cenestésico, asociado al fondo común de las sensaciones, a las respuestas globales, propias de los comienzos de la vida. En el bebé que responde masivamente, casi sin discriminación, muy adherido a los Códigos Viscerales, a los Analógico Icónicos, como nos gusta decir. Lo Diacrítico, en cambio, supone el inicio de la discriminación entre Yo y No Yo, a las respuestas acotadas, diferidas, de mayor discriminación. Lo cierto es que las palabras son también acciones, son también descargas. Solo que más sofisticadas. Sin la necesaria esclavitud de la imagen. Pavlov hizo una interesante digresión por el estilo: aquella del Primer Sistema de Señales, ligado a la imagen; y el Segundo Sistema de Señales, ligado a la palabra. A esa ausencia que remite a una presencia. A lo que Freud observó en su nieto de dieciocho meses cuando jugaba con el hilo y el carretel. Al eterno juego entre los seres vivos y el entorno, al hombre y su medio. Cuando hablamos del medio de los hombres, ya sabemos, nos referimos siempre, antes que nada, a los otros hombres. Las representaciones son siempre actos de “descarga”, mejor dicho de tramitación sensomotora, donde hay siempre la huella memorizada de experiencias provenientes del mundo exterior o de nuestro cuerpo. Hay una identidad entre Pensamiento y Acción. Solo que ciertos pensamientos, sobre todo cuando accedemos a sus variantes más elaboradas, pueden tener una estrategia, un orden espacio temporal distinto, una tramitación diferida. Hablamos de la capacidad de 48
Marco Iacoboni, Lisa M. Koski, Marcel Brass, Harold Bekkering, Roger P. Woods, Marie-Charlotte Dubeau, John C. Mazziotta, and Giacomo Rizzolatti; “Reafferent copies of imitated actions in the right superior temporal cortex”. PNAS | November 20, 2001 | vol. 98 | no. 24 | 13995-13999
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espera, a la toma de decisiones acorde al Proceso Secundario. Pero todo pensamiento implica un cierto grado de modificación del entorno. Que siempre tiene un mismo fin: el restablecimiento de un cierto equilibrio. No importa cual, no importa como. Pero siempre estamos en pos de un equilibrio. De una organización del mundo que nos contiene, mientras nos determina, mientras lo determinamos. Es más, aprendemos por medio de la Acción. No hay otra manera. Traemos, eso si, los a priori de nuestra codificación genética. Ellos son también productos históricos sociales. Los ácidos nucleicos son codificaciones, son formas que expresan transformaciones. Remotas, claro está. Si volviéramos a repetir lo que se desencadenó tras el Big Ban seguramente no volveríamos a tener el mismo producto. Somos el resultado de una marcha singular desde lo macro. Lo somos, por ende, también en lo micro. Por eso decimos adherir a tres principios epistémicos: Estructuralismo, Constructivismo, Pragmatismo. Una Estructura que es inmanente49 a las Relaciones, que se Construye constantemente por la Acción. Conocemos, de entrada, desde nuestro cuerpo, con nuestro cuerpo. Siempre recuerdo aquí a Humberto Maturana; ha dicho “conocer es acción efectiva en la praxis del existir”. Esto condice con lo que estoy diciendo sobre Pensamiento. Mucho antes de la palabra, un bebé de horas, descubre su lengua mediante las interacciones sensomotoras, propias de la Intersubjetividad Primaria, mientras “sintoniza”, sincrónicamente, con su madre. No sabe que se trata de su lengua, por supuesto. Pero sabe de su existencia en la praxis, que no es otra que la ligada a lo relacional vincular. Así puede largarse por el mundo. Al que ha llegado desnudo, inmaduro. Y es desde ese dolor, desde esa Angustia fundante, de esa Angustia prototípica, que es la Angustia del Nacimiento, que empieza a entender que su vida se juega con los otros. “Condenado a investir”, dice con su elegante escritura, Piera Aulagnier. Siguiendo, qué duda cabe, a Freud. Investir es Pensar. No se piensa sin las representaciones de los objetos. Representación que no es una copia, una fiel traducción. Sabemos, el Sistema Nervioso es muy mal traductor. Tomamos esos objetos, recortamos algunos aspectos, con ellos configuramos nuestras representaciones, a modo de transcripciones. Nuestro Sistema Nervioso es un transcriptor. Desde el vamos, desde los mismos receptores sensoriales, tenemos recortes de la realidad, un primer nivel de lectura. Veamos que tipo de transcripciones son posibles. Que tipo de transformaciones son posibles. Comenzamos con los primeros, los Códigos Viscerales, aquellos envueltos en las primeras tramitaciones. Cuales respiración, deglución - excreción, alteraciones del ritmo cardíaco, de la temperatura cutánea, movimiento, desde ese fondo común de sensaciones llamado cenestesia, generalmente masivas, “en bloque”, bruscas, con relativa indiscriminación ante la perturbación. Tramitaciones elementales, básicas, en pos de sostener las constantes de nuestro medio, indispensables para la subsistencia. El niño que percibe el hambre se mueve; inquieto, llora, patalea. Es fácil pensarlo en una inundación sensorial que solo tendrá alivio con la asistencia ajena; asistencia por algún otro que detecta con mayor o menor sensibilidad sus necesidades. Primeras inscripciones, primeras representaciones, casi el fondo de nuestra vida anímica. Irán sucediéndose encuentros que ayudarán a conformar trazos de memoria, donde se conjugan la imagen del objeto, las de la tensión de la necesidad, los movimientos previos y posteriores al encuentro, las sensaciones de displacer – placer. No hay mejor 49
Inmanente: Que es inherente a un ser o a un conjunto de seres, y no es el resultado de una acción exterior a ellos.
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descripción que la de Freud, en torno a las Vivencias de Satisfacción y de Dolor, en el “Proyecto”. Hoy sabemos, de la mano de los conceptos de plasticidad neural, que esas primeras asociaciones, esos primeros registros, se encuentran en vías de facilitadas. Facilitación, es decir, consolidación, a modo de “caminos mentales”. Que quedan como disponibilidad. Freud, no tan curiosamente, usó este término, facilitación. El mismo que las Neurociencias, hoy en día, utilizan. Hablamos de facilitación sináptica. Es por eso que Kandel, un Premio Nobel, en los ensayos con el caracol Aplysia, viene a sumarse a las intelecciones freudianas. Es que Freud50, desde siempre, - con el sesgo naturalista que absolutamente lo caracterizaba -, modelizó a partir de la experiencia clínica sobre la mente, con tanto acierto, que hoy, de la mano de registros experimentales, podemos encontrar correspondencias firmes. Las Neurociencias no han terminado de estudiar las líneas que están más o menos explícitas en su obra.51 Lo mismo que esa supuesta “new wave” del horizonte psicológico: el llamado Paradigma Cognitivo. Es cierto que sus acometidas, muchas de ellas rigurosas, han ido dando sus buenos frutos. No es el caso negarlo. Pero no debemos olvidar que los “descubrimientos” de esta corriente no son otra cosa que continuaciones de otros aportes, mucho más sustanciosos, que han arrancado con el “Proyecto”, incluso con otros autores pres psicoanalíticos. Cuando uno escucha, bastante a menudo, a esos tan aburridos como casi insoportables scholars52 locales, pregonando sus investigaciones de la obviedad, no puede menos que sonreír. Qué no ha dicho Freud, con la observación del juego de su nietito de 18 meses con el hilo y el carretel, frente a las áridas intelecciones de esta gente? Intelecciones llenas de intrascendentes categorías, desde donde sus pretendidamente asépticas metodologías “ecológicas” pretenden entregar novedades sobre el Pensamiento? Qué no ha dicho, por citar solamente otro ejemplo, Winnicott, en “La capacidad para estar a solas”, partiendo de sus observaciones en un consultorio de Pediatría, que digan estas pseudo novedades sobre la “modularidad” de la mente? Freud, en su tercer modelo de la mente, el de “El Yo y el Ello” 53, llamó a las conocidas instancias “provincias” del psiquismo. Yo recuerdo haber escuchado por primera vez 50
Freud siempre pensó al Psicoanálisis dentro de las Ciencias Naturales. Así consta en una de sus obras postreras, “Esquema del Psicoanálisis”. 51
Puede consultarse la excelente obra “Principles of Neural Science”, de Kandel y colaboradores, Mc Graw Hill (hay traducción al castellano). Lo mismo “El Proyecto de Freud. Una introducción a la teoría cognitiva y la neuropsicología contemporánea”, del renombrado neurólogo Karl Pribram, Ediciones Marymar. 52
Se entiende por scholar, dentro de cierta jerga académica estadounidense, a todo un linaje de estudiosos, muy cerrados en sus oficinas desde donde rigurosamente desarrollan lo que llaman, no siempre con justicia, investigaciones. Casi insoportables, bastante alejados de lo cotidiano, suelen ser tan intrascendentes como creídos. Recubiertos por los ensalmos de la actual parafernalia de los “Ph.D.” y otras siglas doctorales, también merodean los modestos círculos de nuestros pagos. Vendrían a ser nuestros “scholars” vernáculos. Son los que publican en Revistas de “alto impacto”, previa consulta con los “rankings” mundiales, obviamente en inglés. Ese que no dejan de mostrar en sus transparencias, cuando nos piden perdón por no haberlos traducido “por falta de tiempo”, mientras nos atiborran con sus “resultados”.
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“modular” cuando mis padres compraron, allá por los fines de los cincuenta, un aparador de cocina. Me dijeron que era “modular”. Yo tenía unos pocos años. “Modular” sonaba a “moderno”, que también solía ser sinónimo de “funcional”. “Los muebles modulares eran funcionales”. En realidad eran una basura comparada con los bellos aparadores que se iban retirando de circulación. El roble fue sustituido por el laminado plástico pintado a soplete. Esa es más o menos la comparación posible con los aportes al Pensamiento del Psicoanálisis en relación a los de la “Cognitiva”. Sobre todo esta Cognitiva que sobrenada en ciertos espacios, a modo de gran descubrimiento. Para nada se entienda que esto es una descalificación de Gardner u otros grandes. Se trata un intento, personal, de poner las cosas más en cierto lugar. Razonable si se quiere. Con alguna dosis de eclecticismo, postura de la que casi nunca me desprendo. Tampoco estoy de acuerdo con la descalificación que viene desde cierto Psicoanálisis. Tan autosuficiente que termina por no ser Psicoanálisis. 54 No quiero dejar este párrafo, que no debe entenderse de otra manera que como una invitación a la reflexión, sin dejar de señalarles que me gusta mucho la palabra “provincias”. Y también los viejos armarios de roble, por más que venero el recuerdo de mis padres y el entusiasmo con que recibían aquella remake nacional de los “tiempos modernos”. O ya Post modernos ?.55 La Codificación Visceral implica un grado inicial de distinción entre un Yo y un No Yo. Con la guía fundamental de la distinción Placer – Displacer. Todo lo displacentero se expulsa. De un Yo Real pasamos al Yo de Placer. Constantemente amenazado, este Yo buscará organizar otras tramitaciones. Es cuando emerge la Codificación Analógico Icónica. Donde ya las sensaciones adquieren una cualidad diferente, tanto que hablamos de sensopercepciones. Esas imágenes, ligadas a afectos intensos, constituyen nuestro primer lenguaje. El más fuerte, el más poderoso. Sobre el que armamos nuestro Aparato Psíquico. Esta modalidad implica operaciones de sustitución y contiguidad, de continuidad, de no arbitrariedad. Hay semejanzas. En lo analógico icónico no hay discontinuidades, las magnitudes son continuas. Está ligada al gesto: es el “graaaaaaande” con que amorosamente nuestra madre nos engalanó por siempre; es el “muuuuucho”, largo y sostenido; o el “poquitito”, seco y contraído. Donde la entonación cobra un valor extraordinario ante lo semántico, que no cuenta para nada. Es la señal caminera que muestra un risco que se desarma con peligrosas rocas que caen sobre el camino, ese mismo que vamos transcurriendo con cierto temor cuando estamos manejando en la montaña. Son las relaciones de contigüidad, continuidad, de analogía. Esas que nos saludan, con todo su esplendor, magnificencia e ingenio cuando se todas las noches se 53
El primer modelo freudiano es el del “Proyecto”, luego viene el de “La Interpretación de los Sueños”; por fin el de “El Yo y el Ello”. 54
En este sentido es muy recomendable el trabajo de Isabel Lucioni “Cognición y Psicoanálisis”, en “Subjetividad y Procesos Cognitivos” (UCES, Buenos Aires). 55
Por aquellos tiempos empezamos a conocer las heladeras eléctricas, los lavarropas, el material plástico, las radios a transistores, los televisores, el Wincofon. Se empezaron a construir los departamentos, esas jaulas modernas donde cuando se tapa un “vertical” todo el mundo se baña a la vez y otras cosas por el estilo. Mucha basura vino con todo eso. Ahora nos queremos volver a vivir a una casa en un barrio. Aunque justo es decirlo todos extrañamos aquellas pesadas y fieles Siam que siempre enfriaron como los dioses y nunca se terminaron de romper. No todo era basura.
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nos produce la maravilla de los sueños. La que Freud describió en “La Interpretación de los Sueños”. Es el Proceso Primario. Y después, en ancas sobre la imagen, desde la repetición animada por el rostro de la madre, el niño irá uniendo perceptos con palabras, organizando sus estereotipos verbales, aquellos que asientan en Area de Wernicke. Nacerá nuestro otro lenguaje, el Digital. Ese que es arbitrario, discontinuo, de la no semejanza. Donde hay sustitución. Esa rara herramienta que nos pone casi al borde de sostener que lo que no se nombra no existe. Esa herramienta que ha permitido crear a Edipo y Hamlet, la penicilina, la agricultura o los viajes a la Luna. Esa que nos permite ahorrar magnitudes de tiempo increíbles, como ahora, cuando intento llegar a Ustedes con estos pensamientos. Si, hay una identidad entre Pensamiento y Lenguaje. Solo que el Pensamiento es un círculo mayor, más abarcativo que el del Lenguaje. El Lenguaje, me refiero ahora al Lenguaje Digital, el del Cerebro Izquierdo, que implica un círculo contenido y desbordado por el del Pensamiento. Ya lo vengo sosteniendo con aquello de la forma y la idea. Con esa visión ecológica – ahora si que uso esta palabra en el buen sentido – al decir del Bateson de “Pasos hacia una ecología de la mente”. Toda la Biosfera como un conjunto de relaciones, como un gran pensamiento; una gran puesta en forma, con intercambios constantes. Donde nuestro Pensamiento queda inmerso en una red de pensamientos. Pero volvamos, para evitar dispersarnos, al más recoleto ámbito del individuo – sujeto. Esas Representaciones Cosa irán estableciéndose en conjuntos, como sujeto y predicado. Luego sucederán otros tipos de relaciones. Las de causalidad, temporalidad, especialidad, comparación, consecuencia o eventualidad. Es el Proceso Secundario. Con la emergencia del Lenguaje propiamente dicho, con sus potencialidades de transformación del mundo. Claro que primero se establecerá la omnipotencia del pensamiento, pues el Principio del Placer se aprovechará de las circunstancias. Y se analogizará palabra y cosa. Bastará con nombrar para que la cosa aparezca. La fuerza imperiosa de los deseos, apoyados en la indefensión característica de nuestra especie, nos llevará por los caminos de la magia y el animismo. Más tarde vendrá el frágil predominio del Principio de Realidad, del Pensamiento Científico, aquel de las verdades transitorias, reemplazables. El Pensamiento que en vez de sustituir la realidad, busca sus transformaciones posibles. La Ciencia concurre a desanimar el mundo. Siempre decimos, “la ciencia no prueba, indaga”.56 Pero, como creo que va quedando claro, mucho antes de este Pensamiento, se agitan las modalidades más crudas y elementales. Es el territorio de la fantasía. Como sistema de pensamiento, con sus relaciones más cercanas al Proceso Primario. A la realización mágico alucinatoria de la que nunca nos podemos desprender. Son esas sensopercepciones las que se guían por el imperio de los deseos. Donde moran las transformaciones topológicas. Donde un cuerpo se prolonga en el otro, sin solución de continuidad. A modo de las estatuas con el tema de la maternidad, la piel del niño se continúa con la de su madre, en forma indivisa. Habría tres geometrías: la métrica, fundada en la noción de distancia, donde dos figuras son equivalentes en el sentido matemático de la palabra; la proyectiva, donde dos figuras son también equivalentes, sin ser “iguales” en tanto podemos pasar de una a otra 56
Esta es una expresión de Gregory Bateson.
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por una transformación proyectiva, en perspectiva; la del análisis situs, donde las figuras son equivalentes en tanto podamos pasar de una a otra por una deformación continua, siempre que se respete dicha continuidad. Esta es la Topología, curiosamente la modalidad más elemental, más primaria, del modo de representar del hombre. La última en descubrirse desde el pensamiento lógico. Las relaciones euclídeo proyectivas son más tardías, evolutivamente hablando, para el niño. El niño piensa primero en términos de las relaciones topológicas. Muy montadas en el tacto y la visión, estas modalidades son las que nos permite pensar en mecanismos de las fantasías de incorporación y expulsión. Propias de los tiempos del Esquema Corporal Primordial. Hay una ontogenia del Esquema Corporal; tenemos, en esos tiempos fundantes, una superficie externa, bordes, cavidades, conductos, una superficie interna, un espesor. Por allí discurren nuestras vicisitudes, el serpenteo del instinto en pos de su inseparable objeto. Ese es el reino de las fantasías. Donde mora nuestro Yo junto a los Objetos, constituyéndose una particular semiosis, una verdadera manera de entender el mundo. Un entender, un conocer, que implica un hacer. Un entender, un conocer, que se ha forjado haciendo. Haciendo con los otros. Grabado en los patterns, en los patrones, de nuestras huellas de memoria. La palabra vendrá a recubrir con modestos grados de eficiencia esas organizaciones sintácticas – semántico - pragmáticas. Que son inconscientes, dispuestas a la acción. Se desprende entonces que para nosotros, desde esta Psicofisiología, el inconsciente es la condición del lenguaje. No al revés. Lo mismo ha dicho, desde otro lugar, Laplanche. Podemos acordar que el inconsciente está escrito como un lenguaje, pero no del lenguaje ligado a la conciencia. Tal como sucede con el Lenguaje Digital, el lenguaje según la acepción corriente. Tenemos dos lenguajes: el más poderoso y determinante es el Analógico Icónico, ese donde se forja nuestro carácter, nuestra epistemología espontánea. 57 La Palabra, con mayúsculas, despojada de su carácter de “creadora” del mundo, alejada del “todo está en la palabra”, es una herramienta relativamente eficiente para intentar acceder a aquellas anhelantes configuraciones.58 Estamos en el nivel de las Representaciones Palabra, donde también se juega el bucle sensoriomotriz. Representaciones que se alojan, como sabemos en la confluencia de los lóbulos occipital, temporal y parietal, donde el Analizador Semántico, es el asiento de los llamados neurosemas. Esos depósitos de memoria, que resumen las diferentes modalides sensoriales y motoras que se condensan en cada palabra, unidas al afecto. Para cada uno de nosotros hay un “verde”, un “atardecer”, un “ahora”. En las descomposiciones del lenguaje, como en el caso de las Afasias, es posible ver cómo estos neurosemas se alojan a cierta “distancia 57
La expresión “epistemología espontánea” es también de Bateson. Definida la epistemología como nuestra manera de pensar y decidir, fundamentalmente inconsciente, es sencillo entender que ella es la base de nuestro carácter. También resulta fácil darse cuenta de las limitaciones de la palabra para dar cuenta de nuestras mociones inconscientes. 58
Sobre el tema de la fantasía puede consultarse el gran trabajo de Susan Isaacs, “Naturaleza y Función de la Fantasía”, de los años 30, en “Desarrollos en Psicoanálisis”, Paidós. Además, por supuesto que desde una óptica absolutamente distinta, el trabajo de Bateson “Una teoría del juego y la fantasía”, que se encuentra en “Pasos…”. También, ahora sobre “Esquema Corporal Primordial”, puede consultarse un artículo de Carlos Ríos en “Revista Psicoanálisis. Cuerpo, Imagen y Significado”, Nro. 1, Vol. V, 1983, APdeBA.
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semántica” uno de otro. Hecho clínico que muestra inexcusablemente que nuestro cerebro aloja dichas representaciones en organizaciones por categorías, que siguen el eje fonológico sintáctico o el semántico. 59 Dicho sea de paso, el Esquema Corporal, que conocemos como una Gnosia, es decir como una Función Cerebral Superior60, es un constructo conciente; que asienta siempre, inexorablemente, sobre las fantasías ligadas a lo primario. Lo mismo que el Lenguaje Digital o las Praxias. Toda nuestra actividad conciente, que duda cabe, asienta sobre el bullir de las fantasías primarias. De sus vicisitudes, de la regulación afectiva que de ellas se desprendan, vendrán nuestras posibilidades de tramitar la realidad. Es en el marco de nuestras relaciones con los otros que se va conformando el Pensamiento. El que nos permite, a su vez, modificar esas mismas relaciones. Es decir, pensar nuestros Pensamientos. Condición netamente humana. Como lo hemos intentado hacer en esta clase.
El sentido de la bio lógica. Qué tiene la biología para decir sobre la vida? Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli Como siempre sucede, se entenderá algo del título recién al final del recorrido. No solo de esta clase, también de este curso. Es más, posiblemente a lo posible de toda nuestra vida. Sin dudarlo, me incluyo en la dificultad. He tomado una pregunta de un Estudiante. Que hace unos años, muy apasionadamente, dijo: “…qué tiene la Biología para decir sobre la vida?” Como siempre, lo de aquel joven encerraba varios problemas. En primer lugar, él había escuchado esa misma 59
Resulta muy interesante el análisis de las llamadas Parafasias Semánticas. Los afásicos nos enseñan que ciertas familias de palabras se alojan en conjuntos definidos, suerte de “familias”, que se notan muy bien tanto en los procesos de pérdida como de recuperación del lenguaje. Lo mismo pasa con otros fenómenos de Anomia. O en los Lapsus o en el “fenómeno de la punta de la lengua”, de hecno no vinculados necesariamente a la patología. 60
Es evidente que las Funciones Cerebrales Superiores, como Gnosias, Praxias y Lenguaje, de las que nos hemos ocupado in extenso en otros sitios, vinculadas al acto voluntario, conciente, son una expresión derivada de toda esta perspectiva del desarrollo del pensamiento. Sin dudas, bajo la grandiosidad del acto del virtuoso, pensemos en el gesto de un gran futbolista, se ocultan antiguas configuraciones sensoriomotrices. De hecho absolutamente inconscientes. Productos de encuentros remotos, pero sin duda altamente significativos. Cuánto hay de los juegos en brazos de la Tota cuando el Diego se hamaca frente a Shilton ?.
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pregunta, aquí, en esta Facultad, de otro Docente. Acaloradamente adhería a la idea que la Biología no tenía nada que decir sobre la vida. Podía entender que aludía a vida como “vida humana”. Sabemos, por definición, que la Biología es el “estudio de la vida, de lo viviente”; entonces estábamos frente a un segundo problema, que es el de las paradojas. Extraña idea, nos puso frente a frente, en oposición. Alguna de las dos posiciones, quedaba en riesgo de quedar en el lugar del absurdo. Me gustó la pregunta, casi mejor, diría la intervención de aquel joven. Corrijo lo de pregunta, pues no era claramente una pregunta. Era casi una afirmación. Pero nos dejaba un gran campo para pensar. Los Docentes de esta Facultad tenemos pocos momentos de encuentro realmente académico. Diría que casi ninguno. Los que tenemos no los tenemos por la institución en si misma. Los tenemos por otras razones, o bien por cuestiones profesionales, o bien por un cierto grado de amistad, lograda en otros momentos y lugares. Son los Estudiantes, como les pasa a los hijos de matrimonios disfuncionales, los que traen y llevan cosas. Ser Estudiante, en cierta medida, es un acto heroico: tienen que resistir a los “Docentes – Padres”. Algunos lo logran admirablemente. Yo estaba por leerles lo siguiente:
“El hombre piensa de dos modos: uno, el modo natural que compartimos con las bestias, el otro, el modo convencional (la lógica) del que sólo dispone el hombre”, Guillermo de Occam (1289-1349) “Los políticos ignoran que en la base de sus problemas está lo biológico”, Bateson “Pero lo psicológico asienta en lo biológico” , Bion (1992) “Primacía de lo biológico, supremacía de lo psicológico”, Sabelli (1989) “En ciencia es malo, muy malo aceptar que hay umbrales que nunca podremos cruzar”, R. Thom Posiblemente una manera un tanto extraña para iniciar una exposición. Con varios personajes. Tal vez conocidos por Ustedes. Guillermo de Occam vivió entre 1298 y 1349; era de la Orden de los Franciscanos, un importante filósofo, muy conocido por la famosa idea de la “navaja de Occam”. Bateson, un antropólogo y epistemólogo del que seguramente nos escucharán bastante; Bion, un célebre nombre del Psicoanálisis británico; Thom, un matemático, el de la Teoría de las Catástrofes, muy asociada a la del Caos. Y Sabelli, un argentino, poco conocido tal vez, médico, un pensador interesante y complejo que alguna vez nos visitó, vive en Estados Unidos. Por ahora las dejo aquí. Quiero empezar hablándoles acerca de los Seres Vivos. Resulta interesante ver las respuestas que dan los Estudiantes cuando se les pregunta sobre lo viviente, sobre los Seres Vivos. Creo que la gente de la Biológica I ha tomado este tema, a modo de investigación. Aparecen muchas palabras sueltas, como “movimiento”, “algo que reacciona”, “equilibrio”. A este respecto, J. Monod, un Nobel vinculado a la Genética, en “El Azar y la Necesidad” nos da tres categorías de análisis: 81
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Morfogénesis Autónoma / Invariancia Reproductiva / Teleonomía Tres cuestiones que nos caen de entrada muy pesadas. Pero no os desaniméis. Veamos un poco. Morfogénesis Autónoma supone que nuestras formas provienen de un dictado que parte de nosotros mismos, que somos organizaciones que nos producimos a nosotros mismos, dictándonos nuestras propias leyes. Lo de Invariancia Reproductiva establece que los linajes que se van dando en la deriva del tiempo producen semejantes, un hombre produce otro hombre, no algo distinto de si mismo. Teleonomía tiene que ver con el thelos de los griegos, con los fines, con el “para qué ?” . Una respuesta a esto, vinculada a la existencia de una causa que tenga que ver con el final, , nos diría que estamos donde estamos para cumplir con un cierto objetivo, para llegar a cierto punto, llevados por una flecha hacia un blanco preciso. Llamamos a esto Finalismo. Responderíamos a ciertas determinaciones que inexorablemente llevan a un Fin. Una idea muy interesante para las Religiones. Nuestro pasaje por la vida, justificado por intereses celestiales. A veces como una prueba, un pasaje para alcanzar cierto objetivo. Esta idea es propia de la Teleología, que tiene que ver con el Finalismo, con las Causas Finales. Hay algo que resulta trascendental, que está más de lo inmediato, de lo corriente. Teleonomía, en cambio, supone que los Seres Vivos representan en si mismos un Proyecto, que les es inmanente. Ese Proyecto que somos, en este caso, no nos trasciende. No hay otro Propósito. El Propósito de la Vida, en todo caso, es la Vida misma. No otra cosa. Purposelessness, dicen los ingleses, con esa particular elegancia y economía de su idioma. Todo esto, por favor, entendámoslo como algo muy sucintamente dicho. Cada uno de estos términos tiene pesadas intelecciones. Pero bueno, adelante! Por de pronto nos hemos topado con una hermosa palabra: Autonomía, que quiere decir “dictarse leyes a si mismo”. Esto es un concepto bien de la Biología. Tanto de la Botánica, como de la Zoología, como de la Biología Humana. Hace poco leía de un importante filósofo acerca de sus recuerdos cuando observó, en su primeros años de escuela, las formas de unos pólenes, al microscopio; de cómo había experimentado la maravillosa sensación del palpitar de la vida en ese mundo invisible 61. Bellas formas, que replican las del mundo visible, portando material genético merced a unos pelitos que recubren el precioso material central, responsable de la información. Esos pelitos, vibrisas en lenguaje más pulido, son como pequeñas alitas que producen un movimiento de rotación, un “spin”, al ser tomadas por el viento 62. Para llegar a fecundar a otra flor, pudiendo adherirse mejor. Y así, de ese modo, generar una semilla. Y esta otra planta. Y otra flor. El circuito eterno de lo viviente. Donde hay una indistinción Productor – Producto. Somos Estructura, es decir elementos y relaciones. Somos organización, como modo particular de relación que fija la dinámica de las transformaciones posibles. Somos Máquinas, no en el sentido “maquínico”, mecanicista, simplificador, cual una polea o 61
Me refiero a Kart Lowith, en su libro “Heidegger, pensador de un tiempo indigente”. 62
Esta particular forma de polinización se denomina Anemofilia. La estructura descripta recibe el nombre de “saco aerífero”.
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una palanca. Lo somos como Unidades Complejas; dotadas de una Unidad, de un Sentido. Toda Forma representan algo, toda Forma es una Idea. El Sentido de la Vida, adelantándonos un poco, es la Vida misma. Un maravilloso intercambio de mensajes. Hablamos de Máquinas Humanas, en el sentido de una verdadera “ingeniería” de capaz de sutiles transformaciones. “Ingeniería” como ingenio, como creación, invención. La palabra máquina suena duro. Tal vez esto tenga que ver con la vieja idea de una Biología ligada a los preceptos de la Física. No como una Ciencia independiente. Si pensamos que una máquina es un Sistema de transformaciones, no solo de fuerzas, estamos en otro terreno. Ha sido precisamente Heinz von Foerster, con su concepto de Máquinas No Triviales, quien nos ha ayudado a pensar un poco mejor esto. Sin los prejuicios fisicalistas, mecanicistas, de las máquinas como meros sistemas transformadores de fuerzas. De acuerdo a este genial autor, de quien pueden leer un artículo sin desperdicio, llamado “Objeto, Lenguaje y Realidad”, han sido precisamente las Sinapsis las responsables de la No Trivialidad de la Máquina Humana. Una Máquina Trivial, por ejemplo, resulta cualquiera de las “máquinas” de las que disponemos muy orondamente en todo momento. Por ejemplo, la misma computadora sobre la que estoy escribiendo ahora. Cada vez que oprimo la tecla “t”, esta se dibuja en la pantalla, posteriormente en una impresión. Siempre dentro de una lógica férrea, la Máquina Trivial responde inquebrantablemente de la misma manera. Podemos desarmarla, conocer todos sus componentes, decimos que resulta Sintéticamente Determinable. Con gran paciencia podemos llegar a conocer todos sus recursos, absolutamente todos: decimos que esta PC es Analíticamente Determinable. Y finalmente, para seguir con sus características triviales, diremos que no depende de una Historia. Ha salido de una fábrica, tal vez remota, ubicada vaya uno a saber si en Taiwán o Indonesia; carece absolutamente de alguna clase de emparentamiento con quien la ha producido, tampoco tiene ningún emparentamiento con sus productos, como serían mis escritos. Hay un divorcio total entre Productor y Producto. Las Sinapsis han hecho posible que nuestro Sistema Nervioso opere estableciendo redes, “caminos neuronales” diversos, singulares. Nosotros no somos un sistema de entradas y salidas como el monótono aparatito del señor que nos cobra en un estacionamiento. O como un sistema cloacal, donde no hay otra cosa que una Entrada y una Salida, sin obstáculos. En cambio, en nuestro nivel, cada perturbación ambiental lleva un tratamiento diverso. Las Máquinas Humanas son divertidas. Eso quiere decir “divertido”, que es distinto, que es novedoso. Esta clase será diversa, tan diversa como el número de personas que la lean. No hablo de “divertida” al estilo de un intrascendente “happening”, o mejor como se estila ahora, de un “happy hour”63. Las Máquinas No Triviales son Sintéticamente Determinables; es posible reconocer hasta el último de los átomos que componen nuestro cuerpo. Pero nunca lograremos saber todas las posibilidades, las variaciones de un Ser Humano: somos Analíticamente Indeterminables. Por eso Freud supuso con razón que un tratamiento psicoanalítico era “terminable”, pero que el análisis es “interminable”. Por último, lo damos por supuesto, somos Históricamente 63
Desde hace bastante tiempo, aunque actualmente a gran escala, asistimos a una gran escalada de “diversión organizada”. Que no es diversión. Casi todo es “un chiste para Tinelli”.
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Dependientes. Respondemos a un linaje, venimos de un semejante, generamos semejantes. Si mis padres o mis hijos están en Taiwán o en Indonesia, no nos resultará nunca un hecho indiferente. Julio Moreno, en un libro muy recomendable, “Ser Humano. La inconsistencia, los vínculos, la crianza”64, dice que somos lo que somos por error en nuestra animalidad. Los animales, como escuchamos todos los días, no se equivocan. Yo no creo que todos los animales sean iguales. Es posible que un insecto repita bien al estilo de una Máquina Trivial, con una lógica imperturbable. Pero tal vez un gatito ya no. Acaban de contarme algo escuchado en una Veterinaria. Una compungida niña había llevado su gatito que se había arrojado desde un octavo piso. Debemos suponer un error de cálculo ?, tal vez impericia en las aptitudes gatunas ?. No lo sabemos. Pero cualquiera que haya observado a su gatito, a su perro, sabe que ellos se desesperan ante la partida del amado amo. Nunca han visto a un perro desesperado por subir a un auto ?, por correr por el campo ?. Si no lo han visto…, les recomiendo hacerlo. Tener una planta, no digamos un animal en casa, es una brillante ocasión para estudiar Psicología 65. Durante un tiempo observé dos perros en mi barrio: estaban todo el tiempo solitos, en una terraza. Cada tanto encontrábamos a cualquiera de ellos, medio maltrechos, vagando por la calle, ladrando inútilmente en la puerta de su casa. No me parece descaminado pensar que estos perros se tiraban al vacío, desesperados ante la soledad, deseosos de reunirse con “el otro”. No parece tan cierto aquello de la “rigidez” del instinto en estos animales. Vuelvo a Moreno, el hace una ecuación: H = A + U; donde H es humano, A es animalidad, U es lo humano de lo humano. Algo así como una versión simplificada del famoso aserto: “el hombre tiene todo lo del animal, más algo que le es propio, distintivo”. Claro que A + U no es una simple sumita; es una compleja interacción, un muy complejo ensamble. Moreno dice que por ese “error de nuestra animalidad” es que tomamos contacto con inconsistencias. Inconsistencias, una bella palabra. Por lo sugerente que resulta. Inconsistencia tiene que ver con contradicción, con paradoja. Con lo incompleto, con lo enigmático, lo misterioso. De hecho que todos nosotros, todos los días, en todo momento, tratamos de borrar la percepción – conciencia de lo inconsistente. Tratamos de volver a la lógica binaria, irreductible, del “negro es negro”, “blanco es blanco”. Pero bueno, también estamos abiertos al cambio, a retranscripciones de nuestros sistemas representacionales. Me resulta difícil pensar que somos “un error de la animalidad”. Lo entiendo en tanto la Evolución “juega a los dados”, en tanto el Azar tiene mucho que ver con lo que ha resultado nuestro Sistema Nervioso. En todo caso me parece un “error genial”. Ese “error genial” es nuestro Telencéfalo, nuestro Tercer Cerebro, el responsable de la Imaginación abstracta, de la Creación. Y del Lenguaje. La Repetición puede verse también desde lo lleno del vaso: puede ser un intento de modificar algo. Todo depende del grado de tozudez. En nombre de que pomposamente llamamos “experiencia”, tropezamos dos veces, muchas más también, con la misma piedra. La Repetición, si es que podemos hablar de ella, nos pone de cara a una cierta 64
Julio Moreno es un destacado psicoanalista porteño, en sus primeros años de trabajo hizo una ingente formación en investigación médica básica. El libro, del año 2002, fue editado por Libros del Zorzal. 65
Acá me pongo un poco como Descartes, que invitaba a pasar a un sitio que llamaba “biblioteca”; allí tenía algunas piezas anatómicas, animales, para disección.
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imposibilidad de resolver de un modo más adecuado la contradicción. Predomina el “es cómo yo digo”, no se tolera la co presencia de “no es cómo yo digo”. Y aquí es cuando debo decirles que Julio Moreno, tal vez sin ninguna mala intención de su parte, deba reconocer una enorme deuda intelectual con Gregory Bateson. Introdujo, hace muchos años ya, el problema de la paradoja en sus estudios sobre los delfines, también – por supuesto – en el hombre. Y en tren de recomendar lecturas, no dudo: “Una teoría del juego y la fantasía”, en “Pasos hacia una Ecología de la Mente”. En “Espíritu y Naturaleza”, nos dice que en Biología no hay valores monótonos. Esto quiere decir que la deriva de un número no es lineal: uno, dos, tres, cinco, siete y así…; en Biología los valores son cambiantes, por arriba y por debajo de la línea del cero…, al estilo de dos, tres, menos uno, cuatro, menos dos… Jocosamente dice que los políticos están muy acostumbrados a aumentar en forma lineal, que eso es antibiológico, en otras palabras “antivida”. La vida es un constante cambio, una constante oscilación. Donde la certeza cede lugar a la incerteza. No es bueno eso de las “re-re-elecciones” Alguna vez “hay que largar”. Ignorar la base biológica de las cosas, tarde o temprano, lleva a grandes catástrofes. Seguir sumando dinero, por parte del capital internacional, terminará con todo, incluyendo el propio capital. Eso es la inconsistencia. Una lamentable operación es aquella que lleva tirar dardos contra la Ciencia. Como si ella fuera la culpable de la polución de los ríos y los mares, del agujero de ozono, de la pedrada de hace unos meses atrás. La Ciencia es un relato propio de las características humanas. Está claro que podemos hacer explotar el planeta en cualquier momento. Pero esto no es culpa de la Ciencia y de los Científicos. Esto es, en todo caso, aquello del “error de nuestra animalidad”. El haber salido del molde de lo Trivial. Ese es el precio de haber desafiado a los dioses. Y bien, aquí estamos. Veremos qué pasa, como dicen Lorenz y Popper, en un libro que han escrito juntos: “El porvenir está abierto”. Veremos hacia dónde. Pero es muy malo, “no cruzar umbrales”. Nuestro medio académico parece estar caminando raudamente hacia el terreno de la “anti ciencia”. Una fraseología interminable se sacude. La famosa expresión “no hay progreso” confunde. Se entiende que todo rigor, toda minuciosidad en el tratamiento de un tema es algo fútil. Me hace acordar a los setenta, cuando algunos compañeros de izquierda, hoy grandes empresarios de la Medicina, hablaban de la “reacción”, de los “reaccionarios cientificistas”. Ciertos lugares de trabajo, ciertas personas, eran verdaderos anatemas. Hoy, en nuestro medio, tomar a la Psicología como Ciencia, al Psicoanálisis como Ciencia, es anatema. Creo ver allí la misma postura fanática de aquellos años. La Biología, en una rápida reducción, ha caído del lado de la “reacción”. Ya no “cientificista”, es simplemente la “reaccionaria Biología”. Pero en los setenta la gente era un poco más “léida”. Sabelli habla de “La Unión de los Opuestos”. Muy a lo Heráclito, juega con las oposiciones. Entiende a lo Biológico como anterior evolutivamente hablando, como algo más extenso y menos complejo; lo Psicológico, que coloca en orden de complejidad por encima de lo Sociológico, como más moderno, menos extenso y complicado. Y en mutua interacción. E instala estos términos: Primacía, Supremacía. Habla de la “unión de los opuestos”, donde hay lucha y armonía; se establece un
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Proceso, con un flujo irreversible, sometido a bifurcaciones, con cambios y creación de estructuras.66 Yo creo que es harto difícil despegar “lo biológico” de “lo psicológico”, de “lo social”. Si lo entendemos como Proceso. Sí creo que son esquematizaciones necesarias para el estudio. Si se quiere, tal vez como mejor decir, son reducciones útiles. Confieso que no tolero muy bien expresiones tales como “y aquí estamos hablando ya no de lo biológico, hablamos de lo psicológico”. Entiendo que es una expresión prejuiciosa, epistemológicamente incorrecta. Entiendo que podemos hablar de diferentes maneras, fundamentalmente de diferentes métodos para abordar a los hechos. Pero los hechos son unitarios. Ya hemos dicho que la “animalidad” está inextricablemente unida a la “humanidad”. Es más, hemos visto las insuficiencias de la humanidad. Insuficiencia que tal vez sea su máximo honor, su punto más elevado, a la vez que el más frágil. Prefiero pensar a lo psicológico desde lo funcional, como una propiedad emergente de la materia organizada. Donde todo lo existente se remite a tres elementos fundamentales: la Energía, la Materia, la Información. Opino que esas expresiones a las que me refiero un poco más arriba, tales como “no estamos hablando de lo meramente Biológico…”, no sólo están cargadas de prejuicios, también tienen mucho de gastadas contraseñas semánticas, al servicio de “marcar territorio”, generalmente frente al temor de ser interpretado como un “positivista”. Hoy en día, en realidad casi siempre pasó – aunque con los lógicos cambios que impone el dictum de la moda y el poder - , si uno no dice “subjetividad” en las primeras diez o veinte palabras que pronuncia, está poco menos que muerto. 67 Vuelvo al valiente Estudiante del que les hablaba al principio. No hay dudas que aquel joven repetía alguna de esas frases tan repetidas. Lamentablemente. Aquella no era una pregunta genuina de un Estudiante. Estas son preguntas ingenuas, frescas, muestran desconocimiento pero de otra manera. Una manera que es humilde e inteligente a la vez. Es fácil darse cuenta. Aquella pregunta, aunque útil para esta ocasión era un “como sí”. Era producto de uno de los primeros pasos en la apropiación del conocer, que es la imitación. Con esto estoy dejándole paso a aquel joven, pues desde la imitación puede nacer lo verdadero, en el sentido de lo propio. Vuelvo a aquello de la torsión del Instinto. Algo que es posible cuando éste, venido de las profundidades del Cuerpo, sus intersticios, desde las mismas “tripas”, atraviesa las capas superiores del Sistema Nervioso Central: el Sistema Límbico, la Corteza Cerebral. Es allí donde su objeto pasa a ser contingente. Se habló del “suicidio de las ballenas”, según ciertos episodios que suelen llamarnos la atención en las noticias que nos llegan desde otros lares. Como el caso de Australia. No es tal suicidio, ni una supuesta demostración más de la hipótesis del “instinto de muerte”. Sabemos que la ballena madrina, la que guía el conjunto, pierde el sentido de la profundidad con los cambios de las mareas. Es un error del “sonar” que les indica la 66
Sabelli, un pensador vigoroso, establece tres principios para su “Teoría de los Procesos”: Monismo Dinámico (Primacía-Supremacía); Unión de los Opuestos; Devenir Creativo. Entiende como Proceso a cualquier Sistema en desarrollo e interacción. 67
Hubo épocas donde “había que decir”, por ejemplo, “dialéctica/mente” mientras se iba para atrás y para adelante con el pulgar opuesto al resto de los dedos; también estuvo muy de moda decir “dar cuenta de…”; “pecho malo, pecho bueno” y tantas otras sandeces.
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profundidad. En nuestro más modesto Parque de España, al parecer, también hay “perros que se suicidan”. Me inclino a pensar que se trata de un error de cálculo. Pero si hay perros, también gatos, que se mueren de tristeza, que se desesperan al máximo. Que mueren por Amor. Que es una cuestión bio – lógica. Nosotros diremos que es imposible entender el entorno sin entender lo entornado. Que sin una visión de conjunto vamos descaminados. No es posible conocer lo exterior sin conocer lo interior. Para nosotros, hablar del Cerebro Humano, implica la posibilidad de entender la Cultura. De hecho al Sujeto. No hay Sujeto sin Cerebro, no hay Sujeto sin Cultura. Entendemos los opuestos Naturaleza y Cultura en un trabajo sinérgico, exactamente lo mismo que a otros pares clásicos como Mente y Cerebro, Genético y Ambiental o, si quieren una versión más simple, lo Interno y lo Externo. Pares antitéticos unidos en una operación recursiva, de indistinción. Nuestra Subjetividad asienta en la trama íntima de las redes neurales, no puede ser de otra manera. Nuestra Subjetividad, no es otra cosa que la trama diversa y cambiante, autoorganizada de complejas determinaciones y azar, con múltiples entradas y re entradas caleidoscópicas en incesante relación. Siempre decimos: la relación es la Categoría fundamental de lo Viviente. Afirmaremos que la Biología tiene mucho que decir sobre la Vida. Y sobre la Psicología. La general oposición a la Biología, bien fundada en esa hermana del prejuicio que es la ignorancia, nos ha puesto en un lugar de privilegio. Que es el lugar de luchar contra brutales intentos de cerrar cuestiones, propio de la intolerancia a las inconsistencias características de cualquier teoría. “Serás como tu padre, pero no serás como tu padre”. Así reza la extraordinaria captación de Freud acerca del drama de nuestra existencia: el Complejo de Edipo. El aferramiento a las figuras de crianza tiene que ver con nuestra Bio – Lógica condición. Y desde allí se desencadena todo nuestra dramática, tan claramente encerrada en este decir. Pues somos mamíferos nacidos prematuramente, con mucho tiempo de dependencia a las figuras de apego, con un Cerebro capaz de imaginar desde muy temprano. Con nuestra capacidad para crear nuevos conjuntos, nuevas formas, nuevas insolubilias, siempre bajo la presión de la Cultura. A partir de allí es que nos vemos ante la extraordinaria tarea de Ser Humanos. Aunque para mi suena mejor Devenir Humanos. Ese Cuerpo del que les hablo, que palpita anhelante por los otros, no es otro que el de la Bio – lógica. El de la Lógica de lo Viviente. Es el Cuerpo del chupeteo intrauterino, el del Reflejo de Moro, el del llanto, el de la onomatopeya. Es el cuerpo de la Pasión. El que irá engarzando en las Sinapsis nuestra Historia singular. El tan mentado “Cuerpo de la Anatomía”, el no menos mentado “Cuerpo del Psicoanálisis”, por citar algunas variantes, son descripciones. Nada más que descripciones. Hechas desde el polo de la Razón, desde un Lenguaje bien exterior, conciente. Mucho antes del Lenguaje Digital tenemos otro Lenguaje: el Analógico Icónico. Donde hay otra Anatomía, la del Análisis Situs, la del Cuerpo Topológico. Algo que el niño descubre, conoce palmariamente, mucho antes del Cuerpo de la Anatomía o del Psicoanálisis. Ese cuerpo, el que nos conecta “mágicamente” con los otros, en prolongaciones extensas e indiferenciadas, es el Cuerpo de la Bio lógica. Nada más evidente, nada más adecuado ante la difícil tarea de comenzar la vida en tan desventajosas condiciones.
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Para nosotros, y en esto creemos seguir fielmente a Freud, el Lenguaje brota desde nuestro interior. Desde esa desesperada búsqueda que se inicia con el llanto y la onomatopeya. La de M de “mamar”, de “madre” y “amor”. Para la Biología el Lenguaje no es un mero “jueguito de palabras”, de meras similcadencias y, muchas veces, ya en un terreno más bien trágico, de falsas etimologías 68. Es el que brota desde los complejos imagen emoción que nos constituyen desde los primeros momentos. Que siempre son momentos junto a los otros. Por eso, digámoslo sin ambages: la Biología es siempre relacional vincular. En realidad, nada de lo existente deja de representar un conjunto de pautas interconectadas, en Proceso.
Comentario sobre trabajos de Allan Schore Curso de Formación Docente Continua en Desarrollo Temprano Clase del Prof. Dr. Roberto Frenquelli Rosario, 17 de agosto, 2002 Voy a tratar de exponerles algunas cosas que he estado leyendo, buscando producir un diálogo, para ir articulando en toda esta tarea de Desarrollo Temprano. Que viene creciendo, a mi juicio, muy bien. Las primeras clases de Desarrollo Temprano las di en 1992; si bien ya desde el ’84, cuando nos hicimos cargo, siempre fuimos apuntando a las problemáticas del desarrollo desde diferentes lugares, como por ejemplo, desde la Etología. Desde el primer curso que dimos en es Facultad de Psicología. 68
Para la Biología el Inconciente es la condición del Lenguaje. No al revés.
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Siempre dije que no era la persona más indicada para dar esas clases, en la medida que yo sentía que si bien tenía un fuerte interés, que no era, ni soy, verdaderamente un especialista en el tema, ni un investigador en el tema. He dicho que mi esperanza es que en el futuro esté en este lugar una persona con formación relativamente sistemática y, mucho mejor aún, que fuera un psicólogo. A diez años de esas primeras clases, nosotros hoy tenemos esta instancia de un Curso de Formación Continua en el tema. Entonces, más que nunca, la intención mía es realmente discutir cuál es nuestro futuro, hacia qué punto nos dirigimos, decirlo con toda sinceridad; no hoy, sino todas las veces que nos encontremos estudiando este tema. Debatir cuál es, entonces, el sentido de este curso, el sentido de este grupo, cuáles son sus posibles objetivos; como por ejemplo tu planteo, Marcela, al inicio de la clase: donde nos planteas que quieres ir a un curso sobre el origen de la vida. Precisamente ese es un objetivo, el producir intereses, entrar, ingresar a campos que constantemente se abren modernamente en relación al desarrollo. Pero, bueno, eso debe ser debatido. Este tema que vos traes, tomado como ejemplo, tiene una vastedad desde el punto vista religiosa, filosófica, biológica, psicológica, social y jurídica, es para dedicarse toda la vida... Pero es un tema absolutamente pertinente, yo diría que tu participación inicial interpreta cabalmente lo que es mi ánimo. Todo esto debe ser conversado, nosotros debemos, se me ocurre, transformarnos en un grupo que organice su propia actividad formativa. Bueno, esto entonces, por un lado. También quiero hacer un presupuesto de tiempo y decirles que si queda alguna cosa suelta, la podemos retomar en la próxima reunión, que está planeada, con sus relatores. Espero que también podamos hoy convenir en la fecha de la próxima reunión, donde seguiremos, el material que yo traído es relativamente extenso y tampoco, como les dije, deliberadamente, no voy a hacer una exposición muy ordenada. He recibido material de un autor que se llama Alan Schore. Es una persona de la cual yo tenía referencias a través de distintos escritos, también en algunos videos que había visto. No me voy a referir a él como “el autor”, sino aprovechando estos dos artículos, son sumamente extensos, como para inducir a ese debate, a esa conversación, a esa búsqueda de objetivos planteo. Alan Schore es el Jefe del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de California, en Los Ángeles, en la Escuela de Medicina. Estaría enrolado dentro de lo que se llama hoy los neobowlbianos o “neoattachólogos” como dice nuestro amigo Mario Marrone. Los trabajos son dos, uno se llama “Regulación de los afectos y la reparación del self”, que como ustedes ven en el título tiene una directa alusión a la Psicología del Self de Kohut. El otro es “Efectos del trauma relacional temprano sobre el desarrollo del cerebro derecho, la regulación de los afectos y la salud mental infantil”. Este, el que tiene el título más largo, “Efectos del trauma relacional temprano...”, es por el que voy a empezar, es el más duro, y tiene como artículo la característica de que es una revisión bibliográfica. Las revisiones bibliográficas son un tipo de trabajo científico que consiste en hacer una búsqueda extensa en toda la bibliografía que hay, sobre determinadas palabras claves, y producir un documento articulado acerca de todo lo que se conoce al día; los ingleses le dicen “up to date”, es decir, una puesta al día del tema. Tiene este trabajo, que a mí me pareció relevante, alrededor de 250 citas, todas ellas tienen que ver con Desarrollo Temprano desde muy diferentes perspectivas, que les voy a ir relatando. Este otro, que tiene raigambre kohuteana, tiene también numerosísimas citas, numerosísimas fuentes; es un trabajo más diríamos explicativo y 89
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de relación entre la psicología del self y lo que serían las neurociencias desde el punto de vista del desarrollo. Bueno, empiezo con este... La introducción del trabajo - van a ver que voy a leer, podemos detenernos en cualquier palabra o en cualquier punto, leeré con alguna dificultad porque está en inglés- ; dice así..., articulando con otros temas del libro donde aparece: “en el primer artículo de esta contribución, he sugerido que un enfoque interdisciplinario que se centralice en las experiencias del attachment y sus efectos en las estructuras regulatorias y sus funciones nos pueden ofrecer a nosotros un modelo comprensivo del desarrollo normal. Esta concepción directamente implica a los conceptos centrales de la teoría del apego. En su obra inicial ‘Attachment’, Bowlby argumentó que los procesos del desarrollo pueden ser mejor entendidos como el producto de la interacción de una dotación genética única con un particular ambiente”. Es decir, acá introduce una problemática que no va a abandonar todo el paper, que es la correlación entre lo genético y lo ambiental; nosotros, generalmente, pasamos bastante por encima de esta idea. “Integrando también la biología actual con el psicoanálisis del desarrollo”. Y Otra palabrita, “developmental psychoanalysis”, el psicoanálisis del desarrollo; una expresión posiblemente dura para nosotros, integrando la biología actual con el psicoanálisis del desarrollo. “Bowlby ha propuesto que el ambiente de adaptación evolutiva del infante tiene consecuencias vitales para la supervivencia de las especies, y que la relación de apego influye directamente en la capacidad del niño para afrontar el estrés, impactando en la maduración de los sistemas de control cerebral que vienen a regular las funciones del apego. Muy desde el comienzo Bowlby ha manifestado que la comprensión profunda de las complejidades del desarrollo normal puede ser alcanzada solamente a través de la integración de la psicología del desarrollo, el psicoanálisis, la biología y las neurociencias”. Este parrafito podría detenernos completamente en la charla, pero quería señalarles, como ya dije antes genes-ambiente, como les señalé psicoanálisis del desarrollo, como también ambiente de adaptación evolutiva, esta capacidad, “capacity to cope with the stress”, la capacidad para afrontar el estrés, y la maduración de los sistemas de control emocional. Todas expresiones claves. Ya vamos a ver que el estrés planteado en este trabajo, fundamentado sólidamente, no es precisamente la oscuridad, sino la relación con los otros significativos. Esa es la fuente de estrés más grande que enfrenta un infante. Es decir, cuando hablamos de estrés no estamos hablando del estrés de ir al banco a pagar las cuentas, sino que estamos hablando de un estrés vinculado a la relación con los otros significativos. Entonces va a introducir esta famosa historia de Bowlby, de porqué Bowlby abreva en la cibernética, en la teoría del control, en el sentido de lo que es el control emocional, fundado en esas primitivas relaciones de tensión Y, luego, esta manifestación, que puede ser vista tal vez como una manifestación de fe, donde dice que la complejidad del desarrollo normal, sí, utiliza la palabra complejidad, se funda en la Psicología del Desarrollo, en el Psicoanálisis, en la Biología y en la Neurociencia. Este es el corte que tiene este trabajo.De entrada está allí, se ubica así, firmemente. Pasando muy rápido, dice, “una revisión del apego traumático y el desarrollo del cerebro”. Y acá aparece una palabra clave que es la modulación del control emocional, va a ir introduciéndose lentamente en la problemática del control emocional, en función de la maduración de las estructuras cerebrales. Hablando del care giver, “cuidador” diríamos nosotros, que produce abusos; y acá aparece una primera cuestión que hay que aclarar al leer este trabajo, es que se está refiriendo a la cuestión del abuso como forma extrema de maltrato, pero a partir de allí en toda una escala de grises que lo se puede considerar como trauma relacional temprano, en un sentido amplio, no meramente ligado a abuso o violencia extrema. Es decir, alude a cuestiones de abuso y 90
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violencia hacia el niño en los primeros dos años de vida en forma diríamos muy ostensible, pero también se refiere a todo el trauma relacional temprano, incluso a formas diríamos relativamente sofisticadas del mismo. La palabra trauma va a aparecer constantemente y, como ustedes comprenderán, á relacionado con el psicoanálisis; el trauma y su revisión dentro de la teoría psicoanalítica, es algo muy discutido. Una palabra que aparece es “devolopmental traumatology”, o sea, una “traumatología del desarrollo”. Nosotros siempre, cuando pensamos en traumatología, pensamos en el trauma físico. De hecho que en el maltrato infantil existe el trauma físico, lesiones, etc., pero la concepción de traumatología del desarrollo, no sé si será más feliz mi traducción al castellano..., habría que ver por la confusión que hay con la ortopedia y la traumatología, es otro de los núcleos centrales de estos trabajos. La teoría del trauma y esta cuestión de trauma y desarrollo. Nos dice “en cambio de modular, ella induce extremados niveles de estimulación y excitación, tanto en el sentido muy elevado como en el caso del abuso, como muy escaso en el caso de la negligencia, porque no provee un espacio reparativo de interacción, atendiendo a los intensos períodos de estados emocionales negativos que suceden en el niño. Estos estados, excesos de estados emocionales negativos”, donde aparece el fecundo concepto, grato al oído, de “una interacción reparativa”; pensemos en cosas que nosotros hemos escuchado..., “... produce severas alteraciones en la bioquímica del cerebro inmaduro”..., ahí se va a ir a alojar este trabajo, donde va a relacionar lo interno con lo externo en un ida y vuelta, donde lo externo se hace interno y lo interno se hace externo, alojado en la bioquímica, o sea, en la microestructura de la actividad cerebral. Y eso está fundamentado en estas búsquedas de trabajo. Dice “está establecido, de todos modos, que los estresores sociales”, lo que yo decía antes, “‘social stressors’, los estresores relacionales humanos son mucho más “deprimentales”, mucho más deteriorantes, la expresión correcta es ‘far more deprimental’, que los estímulos aversivos no sociales”. O sea que en la historia del cuco está clara, que el cuco somos nosotros. Pero, además, estos traumas típicamente ambientales, se refiere a los estresores sociales, “el estrés está encajado en el desarrollo secuencial del trauma relacional que no es un evento solo, sino que es acumulativo. Este es un concepto importante del trauma relacional temprano, que no es un evento sino que es acumulativo, no sólo por la reiteración de la posible situación traumática sino, y esto es lo que va a aparecer constantemente en el trabajo, que las alteraciones madurativas van a producir ulteriormente alteraciones de la percepción”. O sea que de nuevo aparece esto de lo externo a lo interno, del trauma relacional a la alteración bioquímica, y de la alteración bioquímica a una lectura diferente del trauma relacional. Entonces, dice “el estrés no es un ‘single event’, no es un evento aislado, es un evento acumulativo, porque el trauma se reactualiza constantemente en la lectura diríamos anómala”, y entonces establece el concepto de vulnerabilidad. La revisión bibliográfica plantea esto desde la vida intrauterina. Dice “por ejemplo, recientes investigaciones muestran que las hormonas maternales regulan la expresión genética del feto intra útero y que cambios agudos en el nivel hormonal maternal induce cambios en la expresión genética del cerebro fetal que son retenidos hasta que cuando éste alcance la adultez”. Es decir, nosotros sabemos que desde el punto de vista especulativo se ha trabajado muchísimo en el psiquismo fetal. La Argentina es un país que ha sido relativamente pionero a través de la obra de Rascovsky, por ejemplo. Acá nos dice que la liberación durante el embarazo de la corticotrofina, con ascenso del cortisol plasmático en la madre..., o sea, la madre en situación de estrés produce alteraciones intra útero del cerebro del niño que está en maduración. Lo cual le da a esta historia de la organización psíquica fetal otro status, donde no necesariamente es un brote que aparece de la nada, sino que, de nuevo, 91
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aparece esta relación entre lo genético y lo ambiental, ahora desde la vida intrauterina. Acá habla de expresión, de favorecer la expresión genética. Nosotros sabemos la diferencia entre lo genético, lo genotípico y lo fenotípico. Lo genotípico es la disposición que nosotros tenemos; lo fenotípico es el modo en que esa expresión genética alcanza expresiones en el ambiente. Está incluyendo el embarazo materno como ya un impacto ambiental sobre la vida emocional del niño. Esto está referenciado con los trabajos que se encuentran. Ninguno de los trabajos tiene más de 10 años de antigüedad; hay varios. Continúa; dice “estos factores de riesgo en parte se reflejan en el desarrollo postnatal de ese bebé, que no solamente se expresa en la prematurez o en el bajo peso sino también en pobres capacidades infantiles interactivas. Estas limitaciones en la respuesta social deben ser alineadas junto al rechazo o bien el vacío producido por los padres”. O sea que va a empezar a incluir al niño en una relación diádica, donde las dificultades propias con que nace el bebé para producir contactos sociales a su vez se encuentran con que, como decíamos antes, con estresores acumulativos; y al tener dificultades de contacto, va a generar en la díada, por supuesto, mayor dificultad en la crianza, una situación de retroalimentación positiva de situaciones de dificultad. “No existe un umbral objetivo en el cual los niños inician la respuesta al estrés”. Aquí también aparece una expresión que yo subrayé, como también podría haber subrayado muchas otras, que habla del umbral objetivo al estrés anómalo; o sea, a la respuesta inadecuada del bebé, que ahora, más adelante, va a describir, “...lo cual deja abierto todo un amplio campo de respuestas puramente subjetivas y creadas...”, dice, “...dentro de una única relación organísmica ambiental”. O sea, éste es un trabajo que desde el vamos es absolutamente respetuoso de la singularidad, tanto que dice “no hay un umbral por el cual ciertos bebés reaccionan de tal o cual manera. Esto...”, dice, “...es una historia única de una interacción genética ambiental”. Dice exactamente “this is a subjectivily determine and creative ... in a unique organismic enviromental experience”. Discúlpenme la pronunciación, pero de paso practico. Pero ustedes me entienden y se refiere a una historia única. Acá no es la historia de la genética desnuda, mecanicista y lineal. Estamos hablando de una genética íntimamente relacionada, unida a lo vincular. Dice “los sistemas reguladores del estrés que integran la mente y el cuerpo son producto de circuitos límbico-autonómicos, y que son de una maduración experiencia dependiente durante sus períodos críticos de organización, donde son sumamente vulnerables al trauma relacional”. Aparece el concepto de período crítico y la vulnerabilidad al trauma relacional. “La psicobiología naciente de los sistemas que soportan...”, dice, “...los sistemas motivacionales primarios de apego están localizados en componentes subcorticales del sistema límbico. Esta neuromodulación, que incluye al tallo encefálico y el hipotálamo y los sistemas neuroendócrinos que regulan al eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, son en el período crítico quienes van a regular la maduración de todo el desarrollo cerebral cortical”. Vuelvo a leer, porque he dicho muchas palabras que en inglés entiendo, pero cuando lo quiero traducir hago lío. Dice “los sistemas psicobiológicos en origen que soportan los sistemas motivacionales primordiales de apego están localizados en niveles subcorticales del sistema límbico. La neuromodulación hipotalámica y del tallo encefálico que regulan el eje hipotálamohipófiso-adrenal se encuentran en un período crítico de crecimiento pre y postnatal, y ellos son los que regulan la maduración del ulterior desarrollo de la corteza”. A ver, vamos a utilizar una lámina, porque este es un concepto neuropsicológico fundamental sobre trauma. Lo que está diciendo es que los sistemas subcorticales límbicos, que se 92
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encuentran inmaduros en estos períodos críticos pre y postnatales, son los que tienen fundamentalmente a cargo el procesamiento de las relaciones de apego, y que la maduración de estos sistemas va a influir en la ulterior maduración de la corteza cerebral. ¿Qué quiere decir esto? Como dirían los antiguos, y como dice el famoso dicho “la razón no entiende las razones del corazón”. Esto quiere decir que la vida psíquica comienza por las estructuras subcorticales. Esta es una propuesta que está muy en consonancia con propuestas psicoanalíticas, que son debatidas en este trabajo; acerca, por ejemplo, del concepto de pulsión como concepto límite entre lo somático y lo psíquico. La propuesta de Schore es que la vida mental comienza en las estructuras subcorticales inmaduras que a su vez se gestan en los períodos relacionales tempranos y que de las vicisitudes de esas estructuras subcorticales, que son el asiento fundamentalmente de la emoción, depende el ulterior desarrollo de la corteza; es decir que primero está la pasión y después está la razón, y que esta va a sobrevenir en función de las vicisitudes de la pasión. Nosotros no estamos diciendo ninguna cosa que no sea conocida o que alguien no haya dicho antes, porque en realidad lo que uno muchas veces deduce de la lectura de estos trabajos es la extraordinaria intuición de las teorizaciones freudianas que arriban prácticamente a los mismos resultados desde otras vertientes de investigación. Pero, en todo caso, lo que importa aquí es la correspondencia, la coincidencia y la ampliación del conocimiento. Entonces, es como alguien diría, bueno, la biología ha llegado tarde a lo que alguien ha dicho antes, pero ese camino, yo quiero llamar la atención, es un camino peligroso porque entonces en ese sentido cualquier tipo de investigación quedaría trunca: “ya todo fue dicho antes”, puede no ser exactamente así. Ya vamos a ver cuáles son los targets, los objetivos, que tienen estos trabajos, que son sobre todo el de las patologías severas. Entonces, la maduración de estos sistemas, que sucede antes de los 18 meses, que son los sistemas que sufren el mayor impacto de la vida relacional desde la emoción, implica el reacondicionamiento de todas las capacidades perceptivas y significativas que puede aportar la corteza cerebral como asiento de los desarrollos más importantes. Bueno, después, el siguiente capítulo, indica “El impacto negativo del trauma relacional en la salud mental infantil”. Dice “la literatura neuropsicológica ha resaltado los hallazgos centrales de la ciencia del desarrollo en la maduración del cerebro infantil como experiencia dependiente y que estas experiencias a su vez están encajadas en las relaciones de apego”. Acá aparece esta idea del cerebro infantil, maduración, experiencia dependiente. Hay alusiones permanentes al maltrato, que tomando el ejemplo de Marcela, que le interesa el tema del origen de la vida y sus correlaciones con el aborto, etc., indudablemente está allí, en danza; otra de las cosas que están muy en danza hoy en día es la problemática del maltrato infantil. En Estados Unidos hay casi una epidemia de maltrato infantil pero a niveles ostensibles, como decía, hay numerosas referencias, tanto que plantean que ésta es una de las causas de muerte más importantes de niños en Estados Unidos. “Existe un acuerdo, en general, que los efectos sostenidos del abuso traumático son debido a derivaciones de los patrones de procesamiento de la información durante el desarrollo”. Aquí aparece esta palabra, procesamiento de la información, que de raigambre cognitivista, pero con la cual no tendríamos ningún inconveniente porque es sabido que en este momento está transcurriendo información entre nosotros y podríamos hacer una lectura desde cualquier otra escuela. “He sugerido en particular que el trauma temprano altera el desarrollo del cerebro derecho, el hemisferio que está especializado en el procesamiento de la información socio-emocional y los estados corporales. La temprana maduración del 93
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cortex cerebral derecho es dominante para las funciones de apego y almacena un modelo interno operante de las relaciones de apego. Los deterioros duraderos del desarrollo en este sistema pueden ser expresados como severas limitaciones para las actividades de este hemisferio, que es el control de las funciones vitales que soportan la supervivencia y nos habilitan para enfrentar las situaciones estresantes”. Acá aparece, porque este trabajo se llama “Early relational trauma and right brain”, “El desarrollo del cerebro derecho”, la idea de que es el cerebro derecho, el hemisferio cerebral derecho, el que al parecer primero tendría actividad dominante en la vida postnatal. O sea, nosotros sabemos que el hemisferio dominante le llamamos el hemisferio del lenguaje, habitualmente el izquierdo en las personas de preferencia manual derecha. A ese le llamamos el hemisferio dominante, que es el hemisferio del lenguaje, donde asientan las funciones comprensivas y elocutivas, donde están los analizadores del lenguaje en la mayor parte de las personas. Al parecer, con los estudios de la Resonancia Magnética Funcional, los niños, hasta los dos primeros años de vida son “derechos”, o sea, tienen una mayor actividad centrada en el cerebro derecho. Allí es donde se produce el procesamiento más importante de la información, en estos centros subcorticales que planteaba, cuyas vicisitudes van a producir una capacidad madurativa en general de todo el sistema. Y acá va a plantear el concepto no sólo de lo que sería las correlaciones que hay entre el hipotálamo, los núcleos basales, el tálamo, la corteza cingular y el hipocampo, que esto es todo lo que vemos aquí en la lámina, los circuitos límbicos que son los procesadores fundamentales de la emoción, sino que este punto intermedio entre lo que está del hipotálamo hacia abajo y lo que va desde la corteza límbica hacia arriba, o sea, la neocorteza, es algo así como esta famosa historia de que se lee hacia arriba y se lee hacia abajo. Las experiencias corporales, la información corporal que llega desde el cuerpo es tomada por los centros emocionales, pero a su vez los centros emocionales producen el, “emotional coloring”, producen una coloración emocional registrada en los centros más elevados. Entonces ahí aparece, de algún modo, esa especie de doble mirada que tiene el sistema nervioso, que es la mirada hacia adentro y la mirada de algún modo hacia fuera; a los procesos de significación más elevados, otra a la frontera interna de las informaciones que vienen desde el cuerpo. Una de las cosas que va a plantear este trabajo, que es de observación clínica diaria, es precisamente esto. Una crisis de pánico, como se le llama a las fobias agudas hoy en día, tiene diríamos una representación mental más o menos vaga, vinculada al peligro o a determinada idea como podría ser, por ejemplo, la posibilidad de que suceda algo muy desagradable, supongamos un asalto sexual en la calle, lo que tiñe la experiencia de ciertas significaciones. Pero la lectura hacia adentro de los cambios corporales que, por ejemplo, tienen excitación excesiva vinculada a taquicardia, transpiración, etc., la percepción de la sensación corporal también producen una realimentación de los niveles emocionales que van a producir también una alteración perceptual. Es decir, si la persona está inundada de catecolaminas y tiene alteraciones físicas muy importantes en relación a esa inundación de catecolaminas, la propia percepción del cuerpo es a su vez pasada por ese filtro fantástico, digamos, y es vuelta a reproyectar a los sistemas ideatorios; que es una cosa muy parecida a lo que se debe dar en los estados adictivos, de intoxicaciones, donde la percepción se enanca también en sí misma, es como si la percepción se vuelve a encarnar en la percepción corporal. Entonces, esto es muy interesante, para mi gusto, en lo que es el origen de la fantasía. Lo que nosotros llamamos las fantasías, lo que otros podrían llamar los sistemas de creencias o sistemas ideatorios, de cómo se producen en un ida y vuelta entre el procesamiento emocional, la organización de las significaciones más elevadas y la percepción de los estados corporales, que a su vez vuelvan a darle una especie de reentrada a este estado 94
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emocional y a esta percepción de lo que llamaríamos “la realidad”. Sobre esta base ellos van a trabajar la idea, yo creo, a mi modo de entender, de toda la organización de la fantasía. Porque si a partir de este nivel emocional se instituyen los niveles corticales y hay una lectura de los niveles corporales, con una reentrada por así decirlo permanente de un nivel a otro, las situaciones diádicas que plantea este trabajo, las situaciones de estrés, lo que plantea son las cuestiones de sintonía, que nosotros hemos tomado de Condom y Sander, en un trabajo seminal, un trabajo básico, se trata de la famosa sintonía relacional; de las vicisitudes de esto, aceptando de nuevo las disposiciones genéticas y la interacción ambiental, es cómo se van a estar permanentemente organizando el nivel de la fantasía. De ahí, entonces, que aparece esta idea, que yo señalaba, tan interesante de la posibilidad de una reparación relacional. De la posibilidad de cortar circuitos interactivos que van como autoorganizándose en la relación de un cerebro al otro cerebro, por así decirlo. Acá describe muy bien cómo la desesperación del chico se troca en la desesperación, vamos a usar la palabra madre, pero los ingleses solucionan esto con la palabra “caregiver”, ellos son bastante astutos, por ahí dicen “she or he”, ella o él, y por ahí dicen “mother”... Caregiver esquiva las cuestiones de género. A su vez, insiste en una permanente comunicación que es fundamentalmente preverbal; en torno a la mirada, al sostenimiento de la misma, la posición de la cabeza, el tono muscular, las inflexiones vocales, están permanentemente autoorganizando circuitos de significación en relación a estas situaciones, donde hay un polo positivo que sería una sintonía relativamente lograda y un polo negativo de una desintonía y un trastorno absoluto de la relación. En ese sentido, yo he traído estos libros, que están como las vestales en mi biblioteca. Las vestales eran unas figuras mitológicas que los hombres admiraban pero tenían muy poco acceso a ellas. Acá van a ver ustedes, y ésta es una de las cosas que vengo a proponer, de que nosotros consultemos la bibliografía que tenemos; tenemos estos libros por suerte, pero hay que darles movilidad. Creo que es un pecado que esto esté muerto, que no haya gente que los lea, que los comente. “Infant gates, head, face and selftouch at four months diferenciate secure vs avoided attachment at one year. A mycroanalytical approach”. ¿Esto qué quiere decir? “La mirada del infante, cabeza, cara y el autotocarse a los cuatro meses diferencian el apego seguro y evitativo al año. Un estudio microanalítico.”. Esta revista, “Attachment and Development”, tiene un montón de trabajos. Fíjense en éste, es un trabajo de la mirada del niño antes de los cuatro meses como un estudio prospectivo de apego seguro e inseguro al año; o sea que esto que nosotros hacemos en el trabajo de observación: si la mamá lo mira, si no lo mira, cómo juega, cómo el chico sostiene la mirada, cómo rota la cabeza, cómo no la rota. Esto está siendo estudiado hoy por los psicólogos, porque son psicólogos, no son médicos, los que estudian esto. No van a creer que esto que yo les estoy contando es una historia de médicos que se han puesto a trabajar en este asunto. Acá hay gente de todos los lugares del mundo, fundamentalmente de Europa y de Estados Unidos, que trabajan en esta línea. Y toda esta línea, ustedes van a ver, “Infant self regulation”, hablan del self, o sea que no es que son antipsicoanalíticos, que no tienen nada que ver; al contrario, trabajan desde un marco teórico de interrelación y que tiene al psicoanálisis como un elemento fundamental. Ustedes van a ver la cantidad de producción que hay en el mundo en este tema. Acá tienen un trabajo de 1967, “Interacción madre-bebé, estructuras y self presimbólicos en relación a las relaciones objetales”... Incluso, hay una cosa, fíjense en 95
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este artículo, “El proyecto Pensilvania de desarrollo madre-hijo”. Nosotros estamos muy lejos de un país que se preocupe del desarrollo madre-hijo, pero esto puede ser una cuestión política o una cuestión de Estado, lo que significaría la posibilidad del desarrollo de proyectos vinculados a esto, porque toda esta historia apunta a la prevención general y a la intervención temprana. La intervención temprana es la intervención en el primer año. Esta gente hace terapias con díadas. En esta revista hay trabajos en intervención temprana, con técnicas especiales que tienen que ver con videos y trabajos sobre ellos; que es lo que nosotros pretendemos de algún modo hacer, utilizar el video de hecho, pero participando con todos esos medios en intervenciones tempranas. Bueno, yo creo que si detuviera acá la conversación ya les habría dicho y transmitido fundamentalmente el interés que a mí me produce esto, el apasionamiento que me produce esto, y todo lo que dice el trabajo. El trabajo tiene otros títulos como “La neurobiología del trauma infantil”, donde habla y desarrolla mucho los estados disociativos y en lo que tiene mucha penetración es en las patologías fronterizas, border, patologías narcisistas, psicosis y autismo. Lo hace sobre una base neurofisiológica, que sería lo que tiene que ver con los procesos de activación adquiridos como patrones tempranos. Los procesos de activación serían dos: la hiperactivación, que sería la activación simpática, donde hay una gran excitabilidad, una especie de profusión motora del desarrollo mental, y el predominio parasimpático, que asocia a las alteraciones que llevan hasta el congelamiento y los estados disociativos extremos. Este trabajo, sobre todo éste, dice que Freud se ocupó mucho de la represión y que en realidad el concepto de disociación fue menos trabajado, lo cual no me parece justo en el sentido de que Freud trabajó la escisión, pero, sin embargo, en este tipo de sesgo, lo que ellos llaman la psicopatogénesis y psicopatomorfogénesis, centran por supuesto más que en la represión, que es un mecanismo neurótico, en los estados disociativos. Disociaciones que las plantean como mecanismos extremos de defensa del niño ante la imposibilidad de establecer una situación de apego. Muy inteligentemente plantea, “Is it the death instinkt?”, “¿es esto el instinto de muerte?”. Es decir, el abandono de la situación ambiental desfavorable a favor de este congelamiento y renuncia a la presencia altamente traumática del desapego. En este trabajo, que es más biológico por así decirlo, hay muchos temas donde vincula apoptosis o muerte neuronal a situaciones de desapego, o sea que el chico tendría una despoblación neuronal desde pequeño por aumento de los estados de excitación, donde hay una invasión de neurotransmisores que terminan por producir desfavorables condiciones para el sprouting neuronal. El sprout es todo lo que sería la aparición como vemos en los árboles ahora cerca de la primavera, que empiezan a dar yemitas, y esas yemitas van a dar unas florcitas, eso es el sprout, las neuronas empiezan a tener conectividad. Las situaciones de alta tensión y de alto estrés emocional sostenido, acumulativo y perpetuado por estos mecanismos, generan, por ejemplo, un exceso de glutamato, que es un neurotransmisor activador que en determinadas situaciones produce estrés oxidativo, y el estrés oxidativo, ésta es una palabra de la bioquímica, produce oxidaciones tisulares muy elevadas y muerte neuronal, acelera lo que se llama la muerte neuronal programada o apoptosis. Estos mecanismos curiosamente son los mismos mecanismos por los cuales una persona envejece; una persona envejece por despoblación neuronal. La despoblación neuronal se produce en forma genéticamente programada, pero la “mala vida”, como decían nuestros padres, el suceder del vivir con acumulación tóxica, porque ésta es una teoría tóxica de la muerte neuronal, la toxicidad precisamente por la “mala sangre”, como siempre se dijo “te hacés mala sangre”, pero la mala sangre es verdaderamente mala sangre, tiene radicales libres que son sustancias tóxicas que se hiperproducen y no se alcanzan a eliminar. Eso produce despoblación neuronal en una correlación gen96
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ambiente. La teoría del Alzheimer hoy son teorías de correlación gen-ambiente, donde la apoptosis, o sea, de la muerte celular programada acelerada, generalmente, por situaciones ambientales. Porque nosotros no vamos a quedar para semillas sino que nuestra muerte está programada, porque la muerte forma parte de la vida, y la muerte es un hecho fundamental de la vida. En la escala evolutiva eso está clarito, ahí hay personas que se mueren antes porque esa muerte celular programada está acelerada, acelerada por la “mala sangre”, por la mala sangre en este nivel bioquímico. En el bebé existen fenómenos de aceleramiento apoptótico en un cerebro inmaduro a partir de este estrés oxidativo aumentado. Lo mismo que la famosa cuestión del kindling, que dicho sea de paso está desarrollado en el libro de quien habla, que habría que leerlo..., “Bases moleculares de la subjetividad”.. El kindling es el encendido neuronal del establecimiento de ciertas rutas que se disparan, léase “neuronas llave” del “Proyecto...”, donde determinadas situaciones organizadas en este nivel de la fantasía producen descargas masivas, incontrolables. Donde hay como una ruta predispuesta a la descarga, a un pasaje de “grandes magnitudes” al decir de Freud en ese texto. Y, por supuesto, lo que centra este trabajo es que como todo esto esto es adquirido antes del lenguaje; en general el lenguaje no alcanza a hacerle ni jota, centrándose mucho en el concepto de empatía, muy trabajado por Kohut. Una de las cosas más lindas que leí por altura del escrito dice, Freud llamó al psiconanálisis “the talking cure”, la cura por el habla; Schore dice “me parece que habría que decir comunicative cure”, la cura por la comunicación. Es decir, el lenguaje es un regulador del comportamiento y en última instancia es el que sirve para apuntar a regular la comunicación; pero fíjense que me parece estos trabajos, muy psicoanalíticos, tienen otro sesgo: indican “la transferencia y la contratransferencia, el manejo emocional de la sesión, es el centro de la actividad psicoterapéutica”. Porque, por otra parte, estos daños cerebrales que se producen tempranamente lo que hacen es que hay luego una incapacidad de transferencia del pensamiento cuando el chico se hace “izquierdo” , que sería alrededor de los tres años, que es cuando entra en el lenguaje por otra parte, al chico digamos lo van a mandan al preescolar cuando ya tiene un número de palabras y un cierto dominio del lenguaje, esa transferencia será muy especial, ya asentados en circuitos condicionados muy fuertes donde la experiencia no es muy modulada por la palabra. Esto es una cosa importante sobre la teoría de la cura. De las modalidades de la transferencia en estos cuadros severos. Y de reflexión constante para las personas que vemos pacientes, donde vemos que hay ciertos casos realmente donde la teoría de la cura se ve seriamente comprometida, acerca de cuál es la función de la palabra, por lo menos como palabra sola, girando sobre si misma, muchas veces tomada cual cosa concreta. Bueno, una de las cosas que insiste mucho este trabajo, ya la cité, es la paradoja de que los patrones de apego desorganizados generan más desorganización. Esta es una de las cosas que también es muy evidente, que la reacción de los padres ante el chico cuando tiene un patrón de apego desorganizado también es desorganizada, porque es muy difícil reconducirla. Y esto produce una fuerte dificultad. Hay algunas cosas de transmisión intergeneracional, que son muy interesantes; cita muchos trabajos. Incluso en la “second generation”, o sea, una cosa que aparece mucho y que yo he escuchado mucho del psicoanálisis, aún de lacanianos, sobre todo tomando el caso de los inmigrantes y la patología en segunda y tercera generación de inmigrantes; como una especie de fantasma que recorre las generaciones, acá aparece la transmisión intergeneracional, no en la primera generación de los patrones de apego, sino la aparición de patrones de apego anómalos en la segunda generación. Como si 97
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hubiera un salto. Es una cosa que uno como hijo de inmigrantes siempre se pregunta, acerca de las vicisitudes que han tenido nuestros abuelos o a lo mejor los bisabuelos de algunos de ustedes, y la emergencia en las historias familiares de situaciones de desorganización. Leemos “Períodos críticos y deficiencia del cortex órbito-frontal”. El cortex órbito-frontal es el regulador general del comportamiento. Cuando las alteraciones límbicas son muy importantes hay un desarreglo del cortex órbito-frontal que es el controlador general de la emoción. En este sentido, debemos rendirle homenaje a nuestro compañero Coda, él siempre nos habla de hipofrontalidad. Se acepta que los trastornos del cortex órbito-frontal..., si en este momento alguno de nosotros tuviera la desgracia de tener una lesión frontal empezaría a tener desvíos terribles en el comportamiento, porque es el sistema cortical de mayor regulación de la correlación entre la idea y el afecto. Acá plantea lo que nosotros siempre decimos de si estas cosas son neurológicas o psicológicas, o esto es el status nascendi de la psicología, el famoso concepto límite entre lo somático y lo psíquico de Freud. La importancia de los estudios de resonancia magnética, que son los que llevan la punta en lo que es el estudio del cerebro hoy. Hay una interesante correlación con las crisis de pánico. Nosotros, con Marisa, escribimos una vez un trabajo, que en realidad la satisfacción más grande que tenemos es que lo hemos escrito sin haber leído esto..., basado en lo que serían las inscripciones tempranas vinculadas a las representaciones-cosa con cierto déficit, porque en realidad las representaciones-cosa se inscriben en el cerebro derecho, si es que tuviéramos que hablar en este modo, tal como Schore nos dice. Los complejos de emoción y afecto se inscriben en esos momentos, sobre los cuales después la palabra va a ir a acudir y a tratar de capturarlos. Nosotros escribimos un trabajo “La frontera psicoanálisis - neurociencias”, sabíamos lo que se plantea la psiquiatría biológica sobre la hiperexcitabilidad del locus ceruleus. El locus ceruleus es el locus, el lugar en latín, azulado, que es un lugar que está en el tronco encefálico. Los psiquiatras biológicos vieron que en las crisis de pánico se produce una hiperexcitación, un “hiperarousal” como dicen los ingleses, del locus ceruleus. Y se quedaron ahí. Pero estos autores ven que la hiperactivación del locus ceruleus en las crisis de pánico, porque el locus ceruleus produce una gran estimulación noradrenérgica y produce los síntomas que tiene una persona en crisis de pánico habitualmente. La persona que tiene crisis de pánico habitualmente tiene muchos síntomas de la serie adrenérgica: taquicardia, palpitaciones, sudoración, hipertensión, ideación acelerada, que son todos elementos de inundación catecolaminérgica. Pues bien, en estos niños, con estudios de resonancia magnética funcional, en situaciones de hiperexcitación frente al abandono y al maltrato hay una hiperactivación del locus ceruleus, que es una reacción fisiológica que está vinculada a las situaciones estresantes de miedo, de abandono o negligencia. Bueno, hay capítulos sobre estrés oxidativo y apoptosis, neurodegeneración, todo lo que es la vía de regulación emocional. Una cosa que trabaja este artículo, y con esto voy terminando, es el famoso “PTSD, postraumatic stress disorders”. Ustedes van a ver que hay una gran proliferación en la literatura actual del estrés postraumático. Hay congresos de estrés postraumático. También un montón de voces que se alzan contra el DSMIV, ésta es una terminología del DSMIV. El estrés postraumático es un cuadro que reconoce haber pasado o haber estado muy vecino a una situación catastrófica como puede ser, por ejemplo, el avión que se estrelló en la confitería en el Aeroparque, haber asistido a una matanza producida por parapoliciales en el medio de la calle, haber sido asaltado y raptado durante 48 horas toda una familia; se caracteriza entonces por haber pasado por una situación de violencia extrema e inusitada con por un estado de evitación permanente, con reminiscencias constantes del episodio, que reactivan 98
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violentas reacciones emocionales que pueden adquirir carácter psicótico desde el punto de vista ideatorio y de extrema gravedad desde el punto de vista corporal como crisis hipertensivas, arritmias. Los psicoanalistas se quejan porque dicen que éstas son las Neurosis de Guerra, que Freud tomó, como también el concepto de las neurosis actuales. O sea, como cuadros que frente a una situación equis, que puede ser más o menos importante, el sujeto entra en una cierta desorganización. Yo coincido que el estrés postraumático se compadece totalmente con la noción de neurosis actuales. Me gusta el concepto de neurosis actuales; y por eso sería muy bueno que ustedes estudiaran fuertemente Freud, y dentro de Freud, lo que es el concepto de las patologías no totalmente organizadas. O sea, las neurosis actuales tienen que ver con una especie de mala organización del mundo simbólico. Son formas de hiperexcitación o disociación extremas frente a eventos percibidos como traumáticos. Bueno, yo no quiero abundar en psicopatología, pero a mí me parece que este trabajo cuando alude a estrés postraumático está aludiendo a formas diríamos que son patologías mal organizadas. Entiendo por patologías mal organizadas las que tienen una difícil lectura de los síntomas, a diferencia de lo que podría ser la clásica neurosis fóbica, la neurosis obsesiva clásica o la neurosis histérica, que es un poco lo que siempre hablamos con vos Marisa, de estos cuadros tan difusos que se acercan a los cuadros fronterizos. Me hacen también acordar en la terminología de Pierre Martí de la escuela psicosomática francesa, que habla de las neurosis mal organizadas como base de las enfermedades psicosomáticas, o sea, donde no ha habido una adecuada tramitación de la emoción y, por lo tanto, el rendimiento simbólico. Ps. María Rosa Perelló: Quiero decir algo de Freud. En neurosis actuales Freud dice se le niega la representación, hay una representación y por la represión se le niega la representación; en cambio, en las neurosis traumáticas es como si no hubiese representación y no... Para Freud hay una diferencia notable entre una neurosis actual y una neurosis traumática. Es como que la persona que va a la guerra no puede tener una representación de eso y la cantidad gira, gira, gira, por eso la persona sueña, sueña, sueña, porque no puede tramitar la cantidad porque no están las representaciones como para llevar a la tramitación y la descarga. En cambio, en las neurosis actuales él dice se le niega la representación, o sea que la representación está pero no puede. Dr. Roberto Frenquelli: Lo que vos decís de la cantidad en Freud, esta inundación masiva de emoción que no tiene conducción, es el bebé que llora, llora y llora hasta que se cansa o que decide no llorar más, que ya es peor. Esa es la inundación por la cantidad. Ahora, yo esa diferencia entre neurosis actuales y neurosis traumáticas no la conocía, pero siempre me parecieron cosas muy parecidas. En el sentido de que hay como un momento inicial hasta que se organiza, si se puede la neurosis. Ps. María Rosa Perelló: El momento inicial hasta que se organiza, hasta que estén las representaciones. En las neurosis actuales están las representaciones, pero se le niegan. Dr. Roberto Frenquelli: Bueno, está bien, yo ese detalle fino no lo conozco. Por eso digo que sería lindo estudiarlo porque esto tiene que ver con teorías de la cura y con el problema de cómo inscribir representaciones cuando las representaciones no están inscriptas, que ese es el gran tema de la teoría de la cura. Porque yo siento que el psicoanálisis es como un submarino que tocó fondo, porque ¿el fondo cuál es?. Este, que estamos hablando, el de las patologías fronterizas, el de las patologías severas. ¿Cuál es el destino de esa situación? 99
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He traído esto, “Nida notes”, que es una revista que yo obtengo gratis por información que me pasó Gustavo, la quise traer, dentro de las cosas que yo tengo para leer, como esta revista “Desarrollo y Psicopatología”; porque justamente alude a qué pasa con las personas que por abuso de drogas llegan a niveles de destrucción, de arrasamiento neuronal/representacional, de daño cerebral. Porque acá, en Schore, lo que se está planteando es el daño cerebral no solamente en el abuso por drogas, está confirmado que hay daño cerebral en las vicisitudes del Desarrollo Temprano. Pero también, pensemos, entonces, si un pibe que tiene 18 años se droga, después no sé con qué va a representar. Este es uno de los problemas. Y que representa con lo poco que tiene, como uno que tiene una máquina de sacar fotos que está rota, entonces saca malas fotos, ¿no es cierto?. Entonces representa pero representa mal, saca una foto torcida, dicho en un lenguaje muy simple. Ps. María Rosa Perelló: Mirá, yo pensaba continuamente en el “Proyecto”. Pensaba qué diría Freud ahora en este trabajo para los neurólogos, que lo retomó después en su último año...; donde aparece nuevamente el Proyecto es en “Más allá del principio del placer”, cuando habla de esta represión primaria, de esta cantidad que está metida en la representación, ligarla como para después poder operar el principio de placer. Todo esto de la vivencia de dolor y de las neuronas llave. A mí me recordó esto de la neurona llave, es decir, esta cantidad en el bebé, en relación todo a una cuestión de aumento... el circuito necesita la neurona colateral para que no alucine... Cuando hiciste este dibujito con la mamá, cuando hiciste esa neurona colateral que sería un segundo pasaje de la cantidad, cuando vos hiciste ese dibujito con la mamá, es decir, cómo puede estar interactuando la madre en ese momento como neurona colateral. Llevando, por ejemplo, cuando vos empezaste hablando donde Freud dice la pantalla protectora que disminuye la cantidad, que está en el “Proyecto” Y, bueno, Masoud Khan cuando habla de los traumas acumulativos dice que la mamá sería como esta pantalla protectora, que Freud ya habla en el “Proyecto”. Dr. Roberto Frenquelli: Mirá, el trabajo de Schore cita otro: “100 años después del Proyecto de Freud. ¿Una reaproximación entre el psicoanálisis y la neurobiología”. Una cosa que aprendí recientemente en una charla en Buenos Aires, de estos tipos que saben tanto de neurofisiología pero un tanto desconectada, como que saben un montón pero no lo pueden aprovechar es que hay determinadas zonas de la corteza que se llaman neuronas canónicas, porque responden a los cánones del movimiento, supongamos en áreas premotoras o en áreas motoras, como las de la circunvolución frontal ascendente , que van a recibir la información sensorial y van a procesar el movimiento. Un investigador, Rizzolati, un italiano, que ha descubierto unas neuronas que están en esas mismas áreas premotoras que organizan el movimiento, que son como el “arrancador” de las áreas motoras, que se llaman neuronas espejo. Las neuronas en espejo en la resonancia magnética funcional, mientras el sujeto está mirando, yo te estoy mirando a vos y vos suponte tomas un lápiz y lo mueves, mis neuronas espejo repiten tu movimiento. Díganme si eso no es la presencia del otro, si el sistema nervioso no está organizado para producir acompasamiento relacional. Es decir, la neurona se activa sin que yo mueva los dedos, o sea que el movimiento del otro se representa perceptualmente en mis propias áreas motoras, o sea, se va a producir esta danza relacional. O sea que esta neurona se va a entrenar para producir el movimiento, en lo que sería las bases primordiales de la identificación. Se va a organizando un 100
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estereotipo desde lo eminentemente relacional vincular. Se relaciona con el concepto de plasticidad neuronal. Yo creo que no vale la pena, por hoy, seguir. . Yo dejaría acá para no aburrir y para conversar un poco. También nos trae información sobre memoria, lo que es la memoria implícita, lo que es la memoria procedural, que está basada en estos circuitos primarios. Sobre el reconocimiento falso de los recuerdos, en fin... Hay una cantidad de cosas para pasarse la vida estudiando esto, algo tan apasionante, al mismo tiempo tan tremendo a y tan doloroso.
Las preguntas de mi amiga Ana María G. Un intento de comentario a “Forma, Sustancia y Diferencia” de Gregory Bateson
Profesor Roberto C. Frenquelli “Si lo que uno trata de explicar es determinada conducta, por ejemplo, la locomoción de un ciego, entonces será necesario tomar en cuenta la calle, el bastón, el hombre, la calle, el bastón, y así sucesivamente una y otra vez” Gregory Bateson, “Forma, sustancia y diferencia”
Es bastante raro que alguien lea lo que escribimos. Y en el supuesto de que esto suceda, es mucho más raro aún que alcancemos a recibir algún comentario. Esta es casi una constante de nuestra vida académica y profesional. No sé si esto cambiará en el futuro. Al menos en los próximos cien años. Cuando me refiero a “comentario” me refiero a eso, a “co-mentar”; es decir, dialogar, pensar, discutir juntos. La pregunta, desde luego, 101
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es también una gran forma de los comentarios posibles. Ya se sabe, quien pregunta, sabe parte de la respuesta. No quiero quedarme en lamentaciones, menos ser ingrato. A mí no me va tan mal en este sentido. Además de los Estudiantes, que más o menos inteligentemente van aprendiendo aquello de “correr a los locos por donde disparan”, tengo un grupo de amistades a los que les envío mis trabajos. Muchos de ellos los leen…, y recibo sus comentarios. En esta ocasión, tomando mi primera clase, me referiré dos preguntas que me hace Ana María G., que es una Psicóloga. Ella me dice “…me resulta más complicado entender, según vos lo explicas, como dices, que lo inanimado es viviente…, y esto de la estimulación si no tiene con qué responder”. He puesto “estímulo”, con comillas. Es un intento de relativizar este concepto. Lo mismo que “respuesta”. He dicho que tanto una como otra palabra son descripciones, desde cierto tipo de Observador. Posiblemente de un Observador “objetivista”, escindido del fenómeno, que no se incluye en el fenómeno a observar. Ya veremos que quiero decir con esto. Sabemos que nuestra capacidad de recibir ondas sonoras se mueve dentro de ciertos límites. Lo mismo pasa con las ondas lumínicas. Cualquiera tiene la experiencia de nuestro perro, Hook en mi caso, que para las orejas mucho antes que nosotros, en señal de alerta de algo; es allí cuando nosotros nos ponemos alertas. Sus orejas paradas, su mirada atenta, nos ponen en la pista de alguna noticia. Noticia, esta es la palabra. Qué tipo de noticia, que tipo de novedad?. Hook ha entrado en contacto con alguna entidad, que con su emisión sonora, inaudible para mi persona. Hook se ha anoticiado de una diferencia. Una diferencia a un cambio, entre un tiempo uno y un tiempo dos, que ha activado a un receptor. A eso llamamos “estímulo”. Las orejas paradas de mi amigo han hecho lo propio sobre mí mismo. “Estímulo” no es un aguijonazo, la aplicación más o menos brutal de una energía sobre algo o alguien. Tampoco “respuesta” es una devolución, simple y llana, pasiva y aburrida, sobre el entorno. Conviene pensar, aún desde las unidades de más baja complejidad, pensemos en una ameba, en el circuito del reflejo fotomotor de nuestros ojos, por ejemplo. Para percatarse, para poder ser perturbados por los sucesos, por el cambio, que ha establecido la diferencia, la información, los receptores tienen que tener cierta capacidad de lectura. Nuestra captación sensorial, la posible por nuestros órganos de los sentidos, implica ya un primer de lectura, un primer nivel de significación. Ya tenemos allí, en la membrana de la ameba, en la retina de nuestro ojo, un primer nivel de codificación y decodificación. Nosotros estamos muy acostumbrados a las explicaciones de orden mecanicista, fisicalista. A un mundo de causa – efecto, lineal. No es así lo que enseña la Bio – lógica. No se trata de impactos, de golpes, como los que suceden en el billar. No se trata de un intercambio de Energías. En esta manera de ver, la relación energética en juego es diferente. En este mundo, que no es el de las Ciencias Exactas, la nada, el cero, puede ser una causa. Si Ustedes no estudian, no aprobarán los parciales, quedarán libres. Tanto ustedes como nosotros, los docentes, obtenemos siempre Energía del desayuno, del almuerzo o la cena. Pero esa Energía, indispensable para sostener nuestra Estructura, no ha sido la responsable del aplazo. Ha sido el “cero estudio” el que ha generado la más o menos airada respuesta del docente. 102
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Necesitamos dos entidades para producir la novedad, la diferencia. La creación de información. Que ha sido creada en relación, entre unidades de procesamiento; cerebros, tal vez computadoras. Todo esto vale, desde nuestra perspectiva, para las actitudes corporales, para las expresiones verbales, para los ritos, las emociones o los sentimientos. La experiencia y la estructura en una comunión estricta. Es lo que nos hace decir que el Aprendizaje no es un proceso instructivo, donde algo “entra como por un tubo” del emisor “A” al receptor “B”. Es lo que nos hace decir que la Estructura es Inmanente a la Relación. Es lo que nos hace decir que la Biología que nosotros tratamos de enseñar no tiene nada que ver con aquello del “Estímulo – Respuesta”, como operación rutinaria, elemental. Desvitalizada. La vida es un intercambio constante de mensajes, de mayor o menor porte de significación. De mayor o menor porte de estilización. La “cosa en sí”, la “ding an sich”, no puede entrar nunca en un proceso de intercambio, de comunicación. Los receptores sensoriales no pueden aceptarla, no la tienen en cuenta. Desde los receptores, en adelante, todo nuestro Sistema Nervioso, procesa estos cambios, los elige, si ustedes quieren. Son esos recortes, esos hechos, los que constituyen la información. La Energía del desayuno o cualquier otra comida, contenida en ciertos compuestos químicos, como el ATP, es la permite la actividad. Pero su sentido, aquello que hizo la diferencia, estaba ya a la espera, ínsita, en la trama neuronal donde asientan las Representaciones. En este punto, Schopenhauer no estaba de acuerdo totalmente con Kant en el sentido de que la “ding an sich”, la realidad última, pudiera existir más allá de la experiencia. Yo conozco muy poco de Filosofía. Mis incursiones por sus dominios son de alguna manera algo temerarias. Lo que me induce no es puro arrojo ni soberbia. Es la intención, lícita y potencialmente productiva, de ligar los simples hechos de la vida, de lo Biológico, a conceptos muy abstractos, buscando producir expansiones de sentido. A mi criterio, la mayor parte de los académicos que conozco por estos lares, cuando aluden a la Biología lo hacen desde estereotipos tan simplistas que solo puede entendérseles pensando que no se han tomado, siquiera mínimamente, el trabajo de estudiar alguna cosa sobre Neurofisiología. Son precisamente ellos, vale la paradoja, lo más parecido no a mi Hook, si no a los perros de Pavlov. De los que de muy mala manera hablan con sorna; una vez escuché decirles que se trataba de perros “castos”. Pues ya se sabe que esos perros habían condicionado a los propios investigadores. De eso se dieron cuenta algunos, aquella vez que en medio de una broma, donde uno de los laboratoristas había quitado el badajo de la campana, los animales salivaron lo mismo. Estos habían hecho otro “camino neuronal”; pudo entenderse que para ellos el “estímulo” era que los hombres se acercaran a la campana, no el sonido. Los que parecen estar muy condicionados, como en el caso de estos investigadores, no son los perros. Son esos profesores, que “ladran” ni bien escuchan Biología. Enseguida la unen al capitalismo salvaje, al darwinismo social, al nunca bien ponderado positivismo, al modelo médico hegemónico, a la “psiquiatrización” y el manicomialismo , a la policía, a la gripe aviar y otras conspiraciones. En realidad, el condicionamiento no tiene nada de malo. Sin lo que este concepto representa, ni más ni menos la palmaria demostración de la unión indisoluble entre el cerebro y el ambiente, ni yo podría estar escribiendo, ni ustedes leyendo. El condicionamiento es una cuestión de elecciones dentro de una secuencia, de un 103
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contexto. El problema no es el condicionamiento. El problema es qué hacer con los automatismos adquiridos, por la fijación a los condicionamientos logrados. En definitiva, a quedar “pegado” a esos automatismos. El condicionamiento no es otra cosa que una descripción en el plano neurofisiológico, como dije antes, de una manera de pautar dentro de una sucesión de eventos. El condicionamiento no es otra cosa que un cambio. En algún momento volveré sobre los tipos de cambios. Mientras tanto, en defensa de los perros, diré que no sé si eran o no “castos”, vaya uno a saberlo. Algunos principios éticos que he logrado incorporar me hacen ser bastante prudente con la vida de los demás. Lo que si se es que son bastante inteligentes, sobre todo en el caso de Hook y los demás perros de este barrio donde vivo. Hay que ser poco perspicaz para advertir cómo se las arreglan, cómo modifican bastante los hechos, sobre todo los adversos. Es ese modo particular de pautar, de conectar las secuencias, de manera interactiva, lo que determina la Estructura. La Estructura no antecede a la experiencia, no es algo preformado sobre la cual irá el Sujeto a alojarse. No es la armadura estable y oculta de la Naturaleza Humana. Una Naturaleza que se une a la Cultura, una coyuntura que está bajo la contingencia. Que es cambiante, interactiva. Por eso, afortunadamente para mi, la pregunta de Ana María G. vino a modificar mi “dinámica de estado”, que estaba a la espera, para producir este escrito que seguramente no es el mismo que podría haber nacido de no haber mediado sus preguntas. Es lo que nos hace decir que el Aprendizaje es una perturbación, no una instrucción. Una perturbación, una agitación de la situación vigente hasta que se produce ese maravilloso momento del “click”. El momento en que se produce otra síntesis, otra asociación, una novedad. Lo que llamamos creación. Lo que nos permite, de tanto en tanto, hacerle honor a nuestra denominación de Humanos. Nuestro cerebro es un gran tramitador, desde el filtrado de los “estímulos” por los órganos de los sentidos – que como quedó dicho ya implican un primer nivel de lectura - , hasta el pasaje por las diferentes transformaciones que van conformando nuestro mundo percibido. Transformaciones que en una secuencia deseable significan – resignifican – significan – resignifican… “Estímulo y Respuesta”, como “Inputs y Outputs”, como “Entradas y Salidas”, son sinonimias; son modos de puntuar secuencias desde una exterioridad, como “Sensorial y Motor”. Nosotros preferimos entenderlas como un proceso unitario, de indistinción, productor – producto; como una idea de causaciones circulares. Desde lo que algunos llaman recursividad. Lo difícil es sentirse incluído en esa idea. Sería bueno volver sobre esto. Queda pendiente lo vinculado a lo inorgánico. Podemos pensar que el sodio, el cloro, el carbono o el oxígeno, para mencionar alguno de los elementos, tienen su capacidad de combinatoria, sus valencias. La sorprende Tabla Periódica de los Elementos Químicos, aquella que nos legara Dmitri Ivánovich Mendeléiev, no es otra cosa que un maravilloso alfabeto. Un gran código, con su maravillosa distribución, presto a generar una gramática, con su semántica, su sintáctica y su pragmática. La de la marcha evolutiva de la Vida, aquella que comenzó con el Big Ban. Una gramática primero mineral, luego vegetal, luego animal. La misma que se aloja en la Estructura molecular de nuestro cerebro para parir nuestra Subjetividad. La estructura cerebral tiene un orden, lo que llamamos un patrón. Una configuración, una conformación, que puede reconfigurarse, reconformarse. Gramática neuronal que nos pone de cara a la estabilidad y al cambio. Es lo que nos decir aquello de la “consustancialización del cerebro con el ser”. Somos siempre los mismos, somos siempre distintos. La Diferencia, la Información, palabras que no son muy distintas de Idea, se alojan en la trama sináptica. Pasible de 104
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transformaciones al compás de los encuentros con el Ambiente. Son los encuentros entre “Espíritu y Naturaleza”. Desde la Tabla Periódica hasta las abstracciones mayores, como pensar en Kant, todo es un conjunto de Relaciones. Una construcción de sentido, aquello que nos hace repetir que la Realidad es la trama de las significaciones compartidas. Por medio de constantes mensajes, intercambios. Desde el sodio hasta la noción de Forma, Sustancia y Diferencia que han estado presentes a todo lo largo de esta clase. Lo que es decir, de igual modo, que siempre he estado buscando procesar con el pensamiento de Gregory Bateson. Tomando este trabajo que pueden encontrar en “Pasos hacia una Ecología de la Mente”. Es precisamente su Epistemología la que hace estallar la idea del “Observador impoluto, prescindente”. La que nos pone en el camino de la llamada Cibernética de Segundo Orden, la del Observador implicado en el fenómeno observado, la de los Sistemas Observantes. El perro que observaba al observador mientras es observado. Pero este es otro tema. Que espera nuevas preguntas.
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