LA EDUCACION EN LA HISTORIA DE SANTA MARTA
Por José Manuel Rodríguez Pimienta
Desde la fundación de Santa Marta el día 29 de julio de 1525 por parte del adela elanta ntado Don Rodrigo de Bast astidas, la educac cación como omo fenóme ómeno superestructural de la sociedad ha jugado un papel preponderante en la vida y desarrollo de esta urbe, la cual sirvió de soporte a la corona española para emprender el ambicioso proyecto de sometimiento de las tierras situadas más allá del litoral. En esa época, por mandato de las leyes de Indias, el cura doctrinero se convirtió en el primer impulsor del proceso educativo por medio de la enseñanza de la fe cristiana y el sometimiento de los indígenas a la obediencia y determinaciones impartidas por los conquistadores y colonizadores venidos de la península ibérica. Este Este proce procedi dimi mient ento o fue fue la const constan ante te que que se obser observó vó en todos todos los los grupo gruposs y regiones dominados por los usurpadores españoles, quienes inspirados en las acciones de la “Espada” y la “Cruz” emprendieron el más pavoroso sometimiento de nuestros nativos americanos. Las escuelas de primeras letras aparecieron en el Caribe a finales del siglo XVII, como consecuencia de la participación de algunos encomenderos y acomodados españoles que fundaron pequeñas escuelas para educar a sectores privilegiados de la comunidad. Este esfuerzo iba en contravía de las políticas de los reyes austrias, partidarios éstos del autoritarismo extremo y el escaso asentimiento a los proc proces esos os educ educat ativ ivos os.. Fue Fue a part partir ir del del rein reinad ado o de los los reye reyess borb borbon ones es,, y particularmente en la época de Carlos III en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando la educación de primeras letras auspiciados por el gobierno español comenzaron a convertirse en política de estado bajo el control y supervisión de los cabildos de villas y ciudades; sin embargo, las precarias condiciones económicas de estos entes territoriales no permitieron el pago oportuno a los encargados de impar impartitirr doce docenc ncia ia.. Por Por esta esta razón razón,, de form forma a frecu frecuen ente te los los padre padress de fami famililia a tuvieron que contribuir con el costo de la educación, acción que produjo el afianzamiento elitista de la educación. En el período republicano para los dirigentes que participaron en el proceso independista independista,, la educación fue una de las más importantes importantes preocupaciones preocupaciones.. Por eso, entre los años de 1822 y 1836, se fundaron centros de estudios en Tunja, San Gil, Ibagué, Ibagué, Cartagena, Cartagena, Cali, Santa Marta, Pamplona y Medellín, Medellín, impulsados impulsados especialmente por el general Santander como Vicepresidente de la Gran Colombia y como Presidente de la Nueva Granada; lugares educativos que enseñaron a los niños lectura, escritura, moral cristiana, aritmética aritmética y procedimientos cívicos. Estas
casas de estudios a lo largo de la historia del siglo XIX, fueron sufriendo cambios radicales de acuerdo con las tendencias políticas de los gobiernos de turno y los intereses de grupo. En Santa Marta, el modelo educativo del liberalismo radical en escuelas y colegios se caracterizó por el laicismo, la absoluta libertad de enseñanza y aprendizaje, y la abolición del control clerical. Las casas de estudios que se abrieron en las áreas rural y urbana de este territorio por parte de los señores Manuel y Tomás Abello, Manuel Dávila García, José Ignacio Díaz granados Morales, Manuel Vengoechea y Luis Antonio Robles, fueron centros que propendieron por la educación popular y la generación de tolerancia y libertad. Entusiasmo que decayó en el período de la Regeneración después del derrumbamiento del gobierno de Robles el 25 de junio de 1879. Sin embargo, a pesar de los conflictos que se presentaron en Santa Marta y en el Magdalena motivado por los enfrentamientos ideológicos entre las dos columnas vertebrales de los tradicionales partidos políticos, la educación se constituyó en la piedra angular de las propuestas y proyectos de los gobernantes que vieron en este instrumento el apropiado vehículo de desarrollo de la ciudad de Bastidas, puesto que más del 85% de su población estaba sumida en el analfabetismo y sólo una minoría de privilegiados tenía oportunidad de educarse, especialmente en las escuelas y colegios privados. A pesar de esto, en el gobierno regenerador de Don Ramón Goenaga por decreto 995 de noviembre de 1891 se creó el Instituto de Educación Secundaria para Varones con el nombre de Colegio del Magdalena. Dos hechos de trascendental importancia para la educación de Santa Marta en el período radical, fueron la merecida influencia pedagógica generada por la Misión Alemana producto de la reforma educativa de 1870, y la creación de la Universidad del Magdalena en el año de 1867, en la administración del señor Miguel A. Vengoechea. A pesar de todo el empeño puesto el servicio de estas empresas de conocimiento por parte de los gobiernos nacional y departamental, sus frutos fueron precarios por la crítica situación financiera que padecieron estos entes territoriales motivados fundamentalmente por los conflictos militares y los escasos recursos financieros que se recaudaron por medio del cobro de los impuestos. Finalizada la guerra de los mil días –que cerró el siglo XIX y despuntó el XX con los tratados de Neerlandia, Wisconsin y Chinácota en el año 1902, los ejércitos de la revolución se desmovilizaron como consecuencia de los acuerdos de paz. Santa Marta quedó en una lamentable postración económica y financiera; ruina en los campos, vías de comunicación destruidas y la población sumida en la más dolorosa miseria. El espíritu de concordia y de armonía social comenzó a abrirse paso bajo el gobierno del doctor Francisco Vergara Barros en 1903 y luego con la primera administración del doctor Rafael de Armas, en 1905. En esta última administración y con el concurso del doctor José Antonio Iguarán Araújo,
Secretario de Educación, por medio del decreto número 118 de 24 de noviembre de 1905 se fundó en Santa Marta el colegio “Liceo Celedón”; centro de cultura que llenó un enorme vacío que por largo tiempo había padecido la sociedad. A partir de su fundación el establecimiento educativo corrió económicamente por cuenta del departamento. En este centro educativo se establecieron los programas y cursos similares a los del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá, y en sus primeros lustros de su funcionamiento los egresados de sus aulas se convirtieron en paradigma de civismo, de inteligencia y de capacidad política y administrativa. El Celedón, con el tiempo, pasó de ser un centro de educación para privilegiados a una casa de conocimiento popular. Así lo evidencia con meridiana claridad el transcurrir de los momentos históricos de la primera hegemonía conservadora y la segunda hegemonía liberal en la primera mitad del siglo XX, como también las significativas ejecutorias emprendidas por prohombres de la educación que hicieron del claustro liceísta un recinto de virtudes cívicas y un centro de formación integral del “Magdalena Grande”, como el presbítero Pedro Gabriel Miljans, Lázaro Espejo, Carlos Bermúdez, Florentino Goenaga, Manuel I Guardiola, Francisco Vergara Barros, Andrés Bermúdez y otros más de igual importancia. Después pedagogos de la solvencia intelectual y moral de Hugo J. Bermúdez, Pepe Laborde, Lacho Guardiola, Agustín Iguarán, Anciolino Vives, y con ellos una constelación de recordados valores culturales. 25 años antes de la creación del Liceo, -1880- en la primera administración del doctor Núñez (1880 – 1882), las hermanas de la presentación habían fundado en Santa Marta un colegio de educación para señoritas organizado por la Madre Chantel, sor Denís Morie, hermana Sain Antoven y Sor Estevan, todas de nacionalidad francesa. Estos dos centros de cultura – Liceo Celedón y Presentación- se convirtieron, desde sus inicios, en los más respetables y respetados de la “distinguida” Juventud estudiosa de la ciudad de Bastidas. Eran los momentos de la educación confesional apoyado por lo que dejó la regeneración y por el intervencionismo del Estado en las restricciones de las libertades públicas. Los gobiernos liberales (1930- 1946) y los correspondientes a las dictaduras civil y militar (1946 – 1958), ayudaron con fortaleza a la popularización de la educación; situación que generó la demanda educativa de los sectores menos favorecidos de la ciudad, los cuales tuvieron posibilidad de estudio en las escuelas y colegios públicos. Situación que favoreció la apertura de nuevos colegios privados. La “sociedad Unión y la Escuela Santander” –colegios públicos- se convirtieron en fecunda cantera de aprovisionamiento de personal estudiantil para el Celedón, y el “Montessori”, un centro de educación para párvulos. Los colegios Liceo del Caribe fundado por los licenciados Rafael Guerra y Arturo Vives el 12 de febrero de 1951; el Instituto Luis A. Robles (1951) del Licenciado Alfredo Almenares Barros, y el colegio San Luis Beltrán, creado por la comunidad franciscana en 1946, recepcionaron los sectores medios y altos de la sociedad de Santa Marta y
estudiantes provenientes del “Magdalena Grande”, a los que el Celedón no le fue atractivo por su popularización. Este fenómeno privatizador lentamente se fue formando desde el año de 1917 con la creación del colegio “Gimnasio Santa Marta, institución dirigida por el pedagogo Manuel Gregorio Núñez. Fueron también famosos en esta época los centros privados educativos “El Espíritu Santo” de Dolores Almanza y los colegios de Eladio Pereira, Agustín Iguarán y los de los profesores Antonio Correa y Juan Padilla. La férula y los fuertes castigos se constituyeron en modelos de formación educativa, cuyo lema fue “la letra con sangre entra”. Además del colegio de la presentación como centro de educación femenina, en la década de los años cuarenta y cincuenta aparecieron la “Escuela Magdalena” manejada por Isabel Helena Gómez; el “Liceo Colombia” dirigida por Catalina Correa de Hernández (ambos privados), el Instituto Magdalena, orientado por mucho tiempo por la profesora Clementina Zúñiga de Socarrás y después la escuela “Laura Vicuña”, creada en 1965 por iniciativa de las exalumnas de la Normal de Señoritas de Santa Marta presidida por la pedagoga Hilda Prado Fuenmayor. Estos dos últimos centros educativos imparten educación pública. La necesidad de cualificar el recurso humano orientado a la enseñanza de los niños y jóvenes de Santa Marta y el Magdalena, creó la necesidad de apertura de centros especializados en el campo de la pedagogía para mejorar la calidad en la enseñanza de las primeras letras y la formación de buenos alumnos en primaria y secundaria. Con estos firmes propósitos se crearon las escuelas normales de señoritas y varones en la ciudad de Santa Marta, las cuales han dejado estampados su impronta de formación y capacitación en los docentes del Magdalena y de otras comarcas. La demagogia educativa impulsada por los primeros gobiernos del frente nacional de proporcionarle educación al pueblo con las mismas arcaicas estructuras de los colegios públicos, estimuló el razonable deseo de los sectores marginados de Santa Marta de recibir el conocimiento que ofrecía el Estado. De esta manera, a partir de 1958, se produjo una gran presión de cupos en las escuelas y colegios oficiales los cuales desbordaron la capacidad normal de las aulas disponibles para el desarrollo de la academia. Los colegios públicos crecieron en número de estudiantes sin planeación y proyección futura y en las aulas que albergaron 35 alumnos acomodaron hasta sesenta para darle cumplimiento a las determinaciones del gobierno. Ejemplo de este proceso lo constituyó el Celedón; institución que se vio obligado a abrir jornada paralela y nocturna para albergar a la cantidad de estudiantes que deseaban entrar a sus claustros. Y fue tanto el aumento de cupos solicitados que no tuvieron respuesta positiva en el Celedón, que el Concejo Municipal conscientes del problema educativo tomó la determinación de crear el colegio Hugo J. Bermúdez por medio del acuerdo número 014 de 15 de diciembre de 1960, por iniciativa de ediles encabezados
por Augusto Bermúdez, Julio Martínez Adárraga, Arístides García Torres, Joaquín Miranda Lobo, William López Zapata, José Francisco Pinto Núñez, Gonzalo Gutiérrez Céspedes, Rafael Palacio Iguarán y otros cabildantes más; institución que de la mano de Anciolino Vives Campo – Tercer rector del colegio- desbrozó el camino para convertirse en un centro de prestigio. El inevitable y justificable deseo de los sectores populares por tener acceso a la educación pública, tocó las puertas del gobierno departamental para exigirle la fundación de una universidad que llenara los deseos educativos a amplios sectores de la sociedad que no tenían condiciones de desplazarse a otras ciudades para satisfacer sus necesidades intelectuales en materia profesional. De esta presión surgió la Universidad del Magdalena por medio de la ordenanza 005 del 27 de octubre de 1958 y el decreto reglamentó 115 del 22 de febrero de 1962. Por medio de esta casa superior los sectores populares de Santa Marta, el Magdalena y otras regiones del caribe y del interior, vieron superadas sus angustias al ingresar a sus aulas para estudiar agronomía, y posteriormente otras carreras como Ingeniería Pesquera, Administración Agropecuaria y Ciencias de la educación. En esta nueva empresa fueron determinantes la participación de figuras como Eva Henríquez de Gómez, presidenta de la Duma departamental de 1958; Reinaldo López Cotes, diputado ponente y Miguel Ávila Quintero, gobernador del Magdalena en 1962. Con la masificación de la educación de Santa Marta en sus distintos niveles, carentes de planeamiento , recursos financieros, deficiencia en las estructuras físicas, algo de improvisación académica y deficiencia programática, las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta se constituyeron en problemáticas y difíciles para obtener la armonía y el equilibrio de las instituciones. La huelga y los mítines estuvieron presentes en el orden del día; los justos reclamos laborales de los educadores desestabilizaron en ocasiones el estricto cumplimiento de la actividad docente; las marchas del hambre (1966) y las luchas estudiantiles y profesorales de los colegios y de la universidad para obtener reivindicaciones educativas, hicieron muy compleja la estabilidad académica. En 1970, surgió el Inem “Simón Bolívar”, proyecto bandera del gobierno del doctor Lleras Restrepo cuya finalidad apuntaba a la diversificación de la educación. Quizo la administración nacional con este programa construir en los sectores populares hombres cualificados para el servicio de la producción; estrategia que afectó al Liceo Celedón en materia grave en cuestión profesoral, lo cual lo sumió en una profunda crisis que duró varios lustros. En el Gobierno del doctor Barcos Vargas se tomaron medidas administrativas encaminadas a fortalecer la economía de las entidades territoriales, con la sana finalidad de que el gobierno nacional le cediera responsabilidad a los entes
territoriales en el manejo de la salud y de la educación. Estas iniciativas quedaron claramente establecidas en el instrumento constitucional de 1991. Esta saludable determinación le garantizó a los departamentos, distritos y municipios contar con recursos que le permitían fortalecer sus finanzas y controlar el aparato educativo a su servicio. En Santa Marta, esta política con el tiempo asimiló las prácticas de la corruptela y de las politiquería que han hecho de las instituciones encargadas del manejo de la educación un fortín de tropelías y centros de irregulares actividades; acciones que han incidido de forma contundente al desgreño administrativo de la educación, a su desangre financiero y a la formación de intereses grupistas que sólo aspiran satisfacer sus propósitos. A pesar de todas la buenas intenciones del gobierno nacional por satisfacer las exigencias que demanda la puesta en ejecución las políticas de calidad y excelencia académica, en Santa Marta la descentralización educativa ha servido para fortalecer el caciquismo político, para imponer las prácticas terroristas de desestabilización laboral y mantener una fronda burocrática carente de capacidad en el manejo administrativo; circunstancias que deterioran de manera acelerada el complejo panorama de los planteles educativos, que ven importantes como la falta de planeamiento, la improvisación y los compromisos políticos son acciones que están por encima de los verdaderos propósitos de una sana educación. ¡Santa Marta, hoy en tu cumpleaños número 479, sólo espero que se inicie en tus entrañas un cambio de estilo en el manejo educativo, en beneficio de la niñez y de la juventud que alimentarán tu futuro!