Manuel S. Saavedra R.
ELABORACION ELABORACION DE TESIS PROFESIONALES
Morelia, 2008
4
INVESTIGACION DIALECTICO - CONSTRUCTIVA.
4.1
Racionalidad gnoseológica.
La estructura paradigmática de la investigación dialéctico-constructiva (i. d-c) está construyéndose en una perspectiva de articulación de distintos aportes de paradigmas legitimados y de distintos aportes, aún no legitimados, (pero en proceso de legitimarse) que no buscan erigirse en una nueva metodología investigativa más, sino en una opción que rompa los límites de la racionalidad científica dominante y, en una lógica de inclusividad, recupere y revalorice otros componentes hasta ahora ignorados o subestimados. El marco epistémico en que se sustenta esta propuesta de proceso metodológico de investigación dialéctico-constructiva ha sido planteado por Zemelman (1987a; 1987b; 1987c; 1989a; 1987b; 1987c; 1992a; 1992b; 1997) en la perspectiva de recuperar la historicidad del conocimiento desde su misma construcción, lo cual implica no aceptar acríticamente el conocimiento acumulado, sino recuperar el pertinente y posible de articularse a la construcción de una opción viable. La investigación sustenta que la transformación del conocimiento en conciencia implica la ruptura de la condición subalterna y marginal de los sujetos, y sustenta que ello es posible a través de prácticas que busquen formar conciencia en la perspectiva de capacidad de pensar, de capacidad para distanciarse de las prácticas cotidianas cristalizadas y de capacidad para reactuar frente al medio y frente a las circunstancias históricas y sociales y las propias de la formación, que requieren saber pensar el saber. Del marco epistemológico zemelmaniana se recuperan las siguientes categorías distintivas: Visión de realidad.
En una visión de realidad concebida como "...un campo de fenómenos que contienen diversas modalidades de concreción, dado que los distintos procesos que la conforman se articulan según sus particularidades espacio-temporales y dinamismos estructurales o coyunturales..." (Zemelman, 1987a, 57-58) y, reconocida como articulación de procesos, significa que es una construcción en movimiento y, por lo mismo, no es estática, sino una realidad que deviene, sin sujetarse a predeterminaciones por hechos aislados o inmutables. Esto significa que la articulación de procesos de una determinada realidad, es posible a partir de la praxis de los sujetos sociales que están inmersos en esa realidad. Relación de conocimiento.
La relación de conocimiento es, básicamente, la capacidad de los sujetos para estructurar relaciones con el contexto (espacios) Esta relación implica la reflexión sobre cada uno de los fenómenos que cruzan las prácticas y sus posibilidades de
articulación en el marco de la idea de totalidad dinámica. En este sentido la totalidad expresa un concepto de lo real como articulación de niveles que exige que cada uno sea analizado en términos de sus relaciones con los otros niveles, incorporando con ello lo indeterminado en el razonamiento. La relación de conocimiento, en términos de articulación, es un modo de recortar la realidad y de organizar la apertura de la razón cognoscente hacia ella, en forma de no encerrarla en determinados límites teóricos. Desde la perspectiva del sujeto en condiciones de subalternidad, la relación de conocimiento como articulación propicia la objetivación de la razón, la cual supone romper con las estructuras parametrales que condicionan el funcionamiento de la razón. Frente a la tendencia del razonamiento a cerrarse, resultado de inercia psico-cultural o de modos de organizar la racionalidad, "...la relación de conocimiento cumple la función de establecer una relación con la realidad, no en función de una exigencia de su explicación, sino en base al rompimiento de parámetros que condicionan el razonamiento ..." (Zemelman, 1989c, 7). Apropiación de la conciencia.
(Insertar esq. 60) ¿Cuál es el tipo de relación con la realidad que permite apropiarse de la conciencia? Una posibilidad es la función gnoseológica de la conciencia que permite ubicar cualquier proposición o juicio en el campo de la historia, como experiencia y contexto. Esa función gnoseológica no puede reducirse a la formulación de enunciados predictivos, como lo postula la racionalidad instrumental de la ciencia, sino que se refiere al rescate de la lógica de constitución de la realidad histórica como proceso, de modo que se tenga la capacidad de incorporar siempre aquello que escapa a los contenidos organizados. La necesidad de realidad, desde la perspectiva de apertura, entendida como lógica constitutiva, es el esfuerzo del sujeto por colocarse frente a su realidad, que es lo mismo que reconocer su momento histórico, y asumirlo, sin restringirse a las lógicas internas de los corpus, liberando "...al espíritu del estado de congelamiento en que el entendimiento limitado mantiene sus contradicciones..." (Bloch, 1983, 118). El razonamiento de ruptura de parámetros, sin limitarse a los objetos predeterminados, está asociado con la idea de indeterminado, rompe con las determinaciones del razonamiento a partir de contenidos, y cumple la función de una exigencia crítica necesaria para descubrir lo no dado.
La ruptura de parámetros comienza cuando los sujetos se atreven a pensar la realidad de una manera diferente a la socialmente consensada; cuando se piensa la realidad críticamente y no a partir del conocimiento estructurado; cuando se desbloquea al pensamiento de determinadas estructuras ideológicas y valóricas que son insuficientes para dar cuenta del mundo de vida. Potenciación de la capacidad de razonamiento.
(Insertar esquema 61) La potenciación del razonamiento consiste en que alcance diversas formas de expresión, como capacidad para construir relaciones de conocimiento y de apropiación de la realidad, en una perspectiva creativa. Esto es congruente con la lógica de apertura hacia lo no dado, con la idea de que la realidad se construye y, fundamentalmente, con la capacidad de pensar realidades históricas que no están totalmente determinadas por la praxis de los sujetos. Se trata de pensar lo desconocido, lo cual implica recurrir a la organización de las bases desde las cuales se construye el conocimiento original, es decir recurrir a la racionalidad fundante. Se está planteando pasar del reduccionismo de la conciencia teórica y de la distorsión ideológica a la construcción de una conciencia histórica que constituya el contexto de cualquier producto teórico, lo que equivale a desarrollar las potencialidades de la conciencia para darle sentido a la textura de la realidad: articulación entre gnosis y tradiciones, experiencias y visiones, información y cultura. ¿Cómo será posible propiciar que los sujetos en condiciones de subalternidad estén dispuestos a repensar su realidad? La lógica del pensar categorial es la del movimiento de la razón para alcanzar la objetividad del sujeto y para definir los mecanismos conceptuales que h agan posible la apertura del razonamiento en su esfuerzo por colocarse ante su realidad. El desafío de colocarse frente a la realidad consiste en que los sujetos en condiciones de subalternidad sean capaces de pasar de lo empírico a lo problemático para determinar bases de teorización posible, luego pasar de la problematización a la articulación posible de relaciones y, finalmente, pasar de la articulación de relaciones a la construcción de opciones, en base a la función gnoseológica y no en base al pensamiento parametral. La apropiación de la conciencia no equivale a aprender contenidos de la realidad
construida, sino a potenciarlos para enfrentar lo des conocido, lo que aún no deviene pero que es posible pensarlo. Potenciar las formas de razonamiento consiste en la capacidad de transformar la información en capacidad de pensarla. La transformación del conocimiento en conciencia.
El planteamiento de la transformación del conocimiento en conciencia, parte del supuesto de que existe una contradicción entre la necesidad de saber y la necesidad de darle sentido a lo que se sabe. Es decir, hay una contradicción entre ciencia y realidad, en tanto que aquella está fragmentada y ésta requiere se le dé un sentido inmediato. Los sujetos para superar su condición de subalternidad, deben saber distinguir entre saber y saber pensar y entre saber pensar y saber darle sentido a su pensamiento. El saber alude al conocimiento, el saber pensar alude a la conciencia y el saber darle sentido al pensamiento alude a la conciencia histórica. (Insertar esquema 62) En el contexto de la conciencia histórica, el conocimiento debe transformarse no solamente en una conciencia de la necesidad de conocimiento, sino también en una conciencia de la necesidad de acción. El espacio de la acción es la creatividad, la capacidad de reactuación de los sujetos sobre su propia realidad social, donde el conocimiento debe expresarse para construir opciones y la conciencia para darle direccionalidad a esas opciones. La construcción de opciones obliga a una ampliación de la experiencia y de la subjetividad, lo que significa la necesidad de romper los límites teóricos, a partir de la crítica de aquello que no está incluido en lo estructuralmente dado. De este modo, la transformación del conocimiento en conciencia se resuelve en la relación entre el conocimiento y la acción. Se trata de una actitud racional frente a la realidad, en términos de plantearse la necesidad de entender el presente. La importancia de entender el presente está en el hecho de que es en es e momento donde la realidad que vivimos es construida, momento que no puede ser abordado por el conocimiento teórico, sino por la conciencia histórica. La construcción de la historia es posible a partir de reconocer, de tener conciencia de las realidades que se dan en el presente, desde donde se les puede activar. 4.2.
Estrategia metodológica de investigación dialéctica constructiva.
La estrategia se desarrolla en siete momentos: (Insertar esquema 63) 4.2.1 Visión de futuro.
"Utópico... abarca lo deseado, inasequible e ilimitado... es un concepto importante de nuestra historia del espíritu europeo y es de origen puramente humanista... Utopía en su sentido negativo se trata únicamente de una organización racional pues topos es lugar y u niega el lugar... Utopía quiere decir el lugar que no existe, tal como lo inventó Sir Thomas Moore " (Krenyi, 1978, 14). Así, lo utópico es lo deseado, inasequible e ilimitado, a la vez que reflexión racional, que aspira a una radicalidad humana imposible, alejada de lo divino, lo religioso y lo político. El posmodernismo, en su implacable demolición de sueños y esperanzas, y en su pretendida cancelación de la historia, ha cancelado la función utópica que ha acompañado al imaginario individual y colectivo desde que el hombre es homo utopicus, peyorizando la semántica de la palabra, como lo imposible, como quimera irrealizable, como proyecto desmesurado, redimiéndola a expresión de grupos marginados o a "islotes del futuro en el presente". Se trata de una noción vulgar de utopía que se asocia con ilusión o qu imera, política y socialmente impracticable; se le concibe como propuesta ingenua que aspira a la justicia, el amor y la comunidad con la naturaleza, sin contar con los mecanismos que la realidad exige para su logro. Las utopías siempre surgen en circunstancias difíciles para la humanidad o para estratos sociales que sufren desigualdades u opresiones, dado que son creencias en la existencia de lugares imaginarios donde se desconoce el sufrimiento y la felicidad es la constante de la vida cotidiana. Sin embargo, la utopía no es necesariamente identificable con lo irrealizable sino, por el contrario, con lo supremamente deseable y como rechazo a la realidad de opresión e injusticia que degradan la condición humana. En este sentido el uso valórico del término alude a lo virtual, a lo posible y las formas alternativas deseables de su realización. (Cerruti, 1989) Utopía quiere decir, pues, en ninguna parte, designación aplicada a la imagen ideal de un estado de perfecta moralidad. En el pensar utópico se eleva el hombre, en oposición a las ideologías abiertas o encubiertas. Es la expresión de su existencia inquieta, sobre su estado real, pero todavía este elevarse pertenece al ser mismo del hombre. En este sentido, utopía es "el órgano metódico de lo nuevo, el estado de agregación objetivo de lo que sucederá", según Bloch (1983).
Las utopías son "aquellas representaciones que trascienden el ser, que, de alguna manera, transforman y realizan el ser histórico-social" (Mannheim, 1954). Para Zemelman (1993) las utopías son visiones de mundo, lo cual equivale al nivel ontológico del pensamiento epistémico, es decir "las visiones políticas de transformación del mundo en mundos posibles y, en consecuencia, la transformación de los mundos posibles en vida histórica... Por ello la utopía no solo es indispensable en la trascendencia del conocimiento en conciencia política, sino particularmente, en la trascendencia de la conciencia como política en el conocimiento científico". Para Gallus (1978, 47-54) "El hombre partero de la utopía, la hace posible gracias al progreso. Todo el universo es o ha sido utopía: el perro es la utopía del lobo, la lámpara eléctrica fue la utopía de la lámpara de gas, y ésta fue de las velas, el cloroformo y el éter son la feliz utopía de la cirugía. La escritura, que eterniza el pensamiento, es la utopía de la palabra que se lleva el viento, y la imprenta es la utopía de la pluma." En El principio esperanza Bloch articula que la utopía está en todo lo humano, en todo llamado que responde a las nostalgias escondidas, en las aspiraciones filosóficas, éticas y sociales de la humanidad, abriéndolas hacia la construcción realista del futuro. Las utopías políticas, sociales y técnicas son testimonios de las esperanzas del hombre, son "planos para un mundo mejor, la invención de un arquetipo para la sociedad humana. La totalidad utópica configura la «gran enciclopedia de la esperanza», lo que pueden ser las "imágenes del deseo en el espejo". (Bloch, 1983). La utopía concibe y proyecta una contra imagen cualitativamente diferente a las dimensiones espacio temporales del presente. Toda utopía rechaza el tiempo presente y el lugar donde se vive, o uno u otro y aspira a otro tiempo y a otro espacio. Esta separación es siempre inmanente del mundo, porque el tiempo que se concibe es histórico y el espacio es geográfico. (Polak, 1961). La utopía es revolucionaria cuando se plantea en la relación presente-futuro, y es conservadora cuando la relación es presente-pasado. Lo que separa el espacio ideal del espacio real es la frontera, la cual constituye el límite donde se cierra la realidad que se vive y, al mismo tiempo, se abre la realidad que se aspira. (Manach, 1970, 55). La apertura es la alteridad, la contra imagen de lo conocido. Es lo desconocido, lo indeterminado. En la utopía, la alteridad y la contra imagen se garantiza con la lejanía, con la distancia que impide la contaminación de lo próximo.
La utopía de este modo sigue siendo el lugar que no existe, pero que es posible en un futuro próximo o lejano si está fundada en la lectura de la realidad presente. Realizada o no, la utopía se aparece como inevitable, por no decir necesaria, en la historia de la humanidad. La utopía es parte de la búsqueda de la felicidad humana. La historia de la utopía es la historia de la esperanza tenaz. (Ciorán, 1960, 119). Se está planteando que la clave de la utopía radica, por lo tanto, en que las visiones que propone sean viables para que devengan en prácticas sociales. La utopía emerge de las realidades presentes, por lo cual a sus visiones aporta valores sociales, que propician que el sujeto participe en la construcción de la realidad, en cuanto no está satisfecho con la reproducción de lo existente. El discurso mítico y el discurso utópico se diferencian por su actitud hacia la historia y hacia la conciencia de historicidad, pues mientras el primero niega a la historia -o hay mito o hay historia-, lo cual no niega su presencia en la historia, el segundo se caracteriza por su apertura a la historia, a la temporalidad, al devenir y al cambio. (Cerrutti, 1989, 162). En el mito no hay cambio. En la utopía se aspira al cambio real, efectivo, eficiente, como una exigencia de la realidad presente intolerable. El discurso utópico implica la historia, dado que sin historia no hay utopía, pues la utopía aspira a la transformación de una historia específica. Utopía y mito se excluyen, aunque no puede impedirse que la utopía se mitifique, ni que el mito se utopice. El horizonte utópico opera como lo axiológicamente deseable. Es el nivel programático de la acción política, lo que se busca instaurar en la realidad político social, porque no existe en el presente. Es el ideal que moviliza y revoluciona. Cuando los valores se tornan vigentes, el movimiento se detiene y se convierte en sentido común que afirma el poder. La utopía como hipótesis científica se propone abrir caminos para avanzar en procesos aparentemente cerrados. Es la concepción utópica del proceso histórico, abierto a la intervención humana, capaz de modificar su porvenir. "Hay un horizonte utópico en todo discurso político, en la medida que hay una dimensión utópica del proyecto en toda práctica política" (Cerrutti, 1989, 187). "Cómo horizonte de futuro la utopía cumple la función de orientar la construcción de opciones, cometido propio del quehacer político. La utopía exige ser construida, oponiéndose a cualquier concepción fatalista o mítica de la historia (...) El momento del reconocimiento de opciones se constituye en una exigencia de potenciación de
la realidad, mientras que en el momento de determinar la viabilidad de aquellas, la utopía cumple la función de regular las acciones políticas. En ambas situaciones se requiere de una capacidad de apertura a la realidad que rompa con la inercia que refuerza a los procesos de reificación de las estructuras sociales" (Zemelman, 1989b, 50). En el proceso investigativo dialéctico-constructivo en que se despliega la Estrategia, la Visión de Futuro es concebida como el punto de partida y de llegada porque implica la construcción de la idea de sujeto y de su subjetividad, en la perspectiva de un horizonte histórico posible. Se trata de la concreción de lo indeterminado y virtual, pero posible, en base a la lectura que se hace del movimiento de la realidad presente. En el caso concreto de la formación profesional docente, se trata de visualizar las exigencias que plantea la realidad social del siglo XXI y las necesidades de formación para enfrentar esas exigencias. 4.2.2 Campo problemático de objetos de conocimiento posible.
Este momento tiene la intencionalidad de delimitar el campo problemático en que se inserta el objeto de conocimiento que se pretende construir. La ubicación de un objeto de conocimiento dentro de un campo problemático, exige que los sujetos desarrollen la capacidad de estructurar nuevas relaciones entre el objeto de conocimiento, sus prácticas y las circunstancias en que se desarrolla, así como la capacidad para reconocer las mediaciones que la cruzan y la posibilidad de potenciarlas. (Insertar esquema 64) Desde el enfoque epistemológico dialéctico-crítico, el objeto de conocimiento se concibe como un proceso que se inicia al delimitar un recorte de realidad (campo de objetos de conocimiento posible) para transformarla en objeto. Es decir, la construcción del objeto se realiza mediante la reconstrucción racional de la realidad, lo cual exige una delimitación articulada y abierta al objeto en distintos niveles estructurales (economía, cultura, política, sociedad). Construir un objeto es la búsqueda de una forma de razonamiento que pueda abrirse en lo concretoabstracto-concreto; de la realidad a la teoría y nuevamente a la realidad para transformarla. Este proceso implica la necesidad de reconocer la diversidad de opciones que puedan construirse. "...nunca pretende abordar la realidad como dada, sino siempre como dándose, ya que la concibe como un contorno que se llega a precisar en contenidos específicos, pero también como potenciales porque son, a su vez, contornos de otros contenidos" (Zemelman, 1992b, 30).
Esto significa que la construcción del campo problemático implica no solamente establecer las relaciones presentes, sino también vislumbrar horizontes posibles de conocimiento, es decir, no es suficiente "... transformar la realidad en objetos, sino determinar la base categorial desde la cual se formulan juicios sobre la realidad" (Zemelman, 1992b, 31). La construcción del campo requiere definir un sistema categorial, lo cual constituye un pensamiento capaz de abrirse a lo real y problematizarlo en la intencionalidad de cambiar la forma de pensar compatibilizándolo con las exigencias del momento histórico concreto. Los horizontes posibles de conocimiento constituyen el trasfondo de la acción y el pensamiento social cuando se le organiza entre lo cognoscible y lo teórico-cognitivo con base en ámbitos de realidad que se han excluido de las generalizaciones reconocidas como incuestionables, lo que conforma un contorno de objetos teorizables o de prácticas posibles (Zemelman, 1992, 57-79). Las mediaciones articulan los conceptos de la realidad, posibilitando la construcción de nuevos conocimientos, dado que solamente esa articulación permite observar y direccionar potencialmente la teoría desde y hacia la realidad. La mediación no es, por tanto, una operación exclusivamente intelectual, sino también un detonante de la experiencia cuando se trata de protagonizar espacios de apropiación de la realidad, inclusivos de lo indeterminado, como ruptura racional sobre lo desconocido de una realidad inacabada. Lo indeterminado cumple, así, la función gnoseológica de potenciar la capacidad misma de la realidad para transformarse en muchas direcciones. La construcción del campo equivale a construir articulaciones que organicen la apertura y el cierre categorial de la totalidad. Se trata de convertir el ejercicio de producir conocimiento en prácticas, no en el sentido constructivista psicogenético, sino en el sentido de capacidad epistémica del sujeto para viabilizar el cambio, cristalizando en proyectos teóricos que influyan en la realidad "...develando aspectos inéditos de su complejidad" (Zemelman, 1992, I 134). La relación de conocimiento que implica la construcción del campo p roblemático es abierta, guiada por la búsqueda de la objetividad, entendida ésta como el reconocimiento de lo que emerge más allá de los límites de la teoría, articulando lo indeterminado con lo determinado en una perspectiva totalizadora que pretende crear uniendo lo diverso. El contexto conformado por la relación del sujeto con su realidad, exige tomar conciencia de ella para decidir cómo, desde dónde, hacia qué y para qué la relación va a incidir en el razonamiento y va actuar sobre la realidad concreta. La relación de conocimiento de este modo permite leer la realidad y reconstruirla como dado-
dándose. La relación de conocimiento, en resumen, implica cuestionar la realidad críticamente y de modo sistemático, para identificar sus distintas expresiones, descubrir sus relaciones internas, comprender sus significados y visualizar sus potencialidades hacia el futuro inmediato. 4.2.3 Construcción de opciones.
Un componente clave de la Estrategia es la exigencia de construir opciones viables y posibles que concreten la actitud crítica, sin las cuales la crítica se limita a un ejercicio de especulación. La construcción del objeto (opciones) es el punto de partida para la apropiación de la historia como fuente de producción de nuevos saberes y nuevas formas de pensar, en cuanto que es un contenido de conciencia y, por lo mismo, un instrumento constructor de realidades. La opción resulta de la articulación de lo dado-dándose, es decir de lo potenciable y lo determinable con lo que alcanza su modo histórico de concreción, al mostrar lo "...necesario que requiere completarse en función de sus relaciones posibles" (Zemelman, 1992b, I 129-134). Las opciones siempre son entendidas como opciones de acciones posibles y viables, portadoras de valores, esencialmente operativas y orientadas a la acción para impulsar el cambio de la realidad hacia horizontes en los que se conjuga la conciencia y el proyecto viable. Un ángulo de la construcción de opciones es su carácter histórico-político que establece un vínculo entre el conocimiento y su devenir en conciencia, lo cual incluye el futuro como posibilidad epistemológico-política, en tanto visiona y activa la realidad en función del pensamiento y las exigencias de la utopía. La construcción de opciones se inscribe en la perspectiva de la innovación del sistema social como uno de sus procesos de producción/reproducción que le son esenciales: la producción, como el conjunto de acciones que el sistema realiza para subsistir, y la reproducción, que implica necesariamente a todas las acciones del sistema tendiente a inculcar e interiorizar las formas y los significados de la producción. En esta lógica se asume que ningún sistema social es, ni puede ser, cerrado y autónomo, sino abierto al tiempo y al espacio, en una sincronía desplazándose diacrónicamente, que produce y reproduce (ampliando y diferenciando = complejizando) en una dialéctica negativa, donde producir implica la intromisión necesaria de lo viejo. Producir y reproducir enlazan la energía del cambio y la modificación, a la vez que la conservación de la experiencia colectiva (Havelock y Huberman, 1980, 47).
La innovación es un proceso específico de cambio, referido a las prácticas completamente nuevas para una organización, propuestas para la acción que requieren sean decididas por los participantes. La innovación, concretada en opciones, no es un valor en sí misma, sino una estrategia que sirve a las intencionalidades de los actores sociales. Es una práctica social propositiva que tiende a modificar el sistema a partir de tomar conciencia de la necesidad de cambiar. La construcción de una opción implica la adhesión a una postura gnoseológica, que implica una lógica de racionalidad de construcción no unilateral, estática o cognoscitiva, sino una lógica de inclusión que involucre al sujeto en sus diversas dimensiones valóricas, ideológicas y psicológicas. No se trata de un proceso de acumulación de conoc imiento para construir opciones, sino de una construcción de prácticas conducentes a la transformación del sujeto y de sus prácticas a través de un proyecto de futuro. Tener conocimiento no se limita a saber mucho sobre los procesos sociales, sino que incluye además del saber, el desarrollo de la capacidad de saber pensarlos. La creatividad no debe confundirse ni con las ocurrencias, ni con las fantasías. La creatividad se expresa en construcciones ideales, que tienen una lógica, que se basa en las condiciones de realidad existentes y en una visión de futuro organizada y coherente. La creatividad es posible a partir de formas de razonamiento distintas a las que tradicionalmente se emplean. La creatividad resulta de la capacidad de un sujeto para pensar la realidad de una manera diferente y de la capacidad para imaginar el futuro (Bloch, 1975). 4.2.4 Problematización de la realidad.
La formación de la conciencia crítica implica, necesariamente, un proceso de problematización de la realidad presente, de donde surgen insumos para los componentes que permitan la construcción de opciones de las necesidades sociohistóricas de universos específicos. La problematización implica pensar la realidad y repensarla empleando formas de razonamiento distintas a las que tradicionalmente se han empleado (Schaff, 1974) reconociéndola como un campo problemático, problematizando los conocimientos elaborados por la praxis sincrética o ingenua, problematizando el conocimiento del saber acabado o teoría cristalizada, problematizando las posibilidades de articular los saberes construidos por la praxis sincrética y por el saber acabado en la construcción de opciones viables y posibles, y problematizando las prácticas de las opciones, es decir, criticando las opciones mismas.
La problematización constituye un espacio de ruptura de parámetros ontológicos, epistemológicos, epistemológicos, teóricos, culturales e ideológicos (cierres), dado que no es suficiente para establecer la relación de c onocimiento con la realidad. Se le concibe como puntos de articulación (apertura) para la construcción de nuevas categorías (lo aún no dado), las cuales incluyen los contenidos que están constituyéndose en el presente. (Inserta esquema 65) La problematización cumple, así, la función de cuestionar la vigencia de los parámetros consagrados por la racionalidad científica dominante, y la función de proponer la incorporación de nuevas formas de razonamiento, empleando la lógica del descubrimiento, recuperándose la historicidad del conocimiento, puesto que se abre al razonamiento. Problematizar no equivale a cuestionar datos o conceptos sino a una posibilidad de apertura y ruptura de lo dado, a reconocer todas las relaciones posibles que se establecen entre el conocimiento, la conciencia y la acción en una perspectiva gnoseológica. "Problematizar, en el fondo, es vincular la realidad morfológica o dada con el plano de la abstracción gnoseológica (...) Problematizar en función de un problema -eje da lugar al surgimiento de líneas de observación - no se busca explicar sino potenciarque modifican las vías habituales (hipotético-teóricas) de abordaje de la realidad" (Zemelman, 1992b, 53,120). En la lógica de la dialéctica-crítica, la problematización está centrada en el campo problemático del que forma parte el objeto de conocimiento a construir, el cual se despliega en dos dimensiones: el conocimiento acumulado por vía de la experiencia y el conocimiento acumulado en los córpora teóricos. (Inserta esquema 66) La mediación es una lógica de razonamiento. "El lugar de la mediación en la discusión metodológica es el definido por la naturaleza de las relaciones que se puedan establecer entre los fenómenos. Sin negar las relaciones de determinación, se pretende rescatar su complejidad atendiendo a ciertas exigencias de trasfondo (....) se trata de discutir el concepto mismo de relación (...) lo que se privilegia no es la concordancia o correspondencia entre una estructura conceptual y un fenómeno objeto, sino, antes que nada, el reconocimiento de la complejidad del fenómeno-objeto (...) El reconocimiento de la complejidad del fenómeno-objeto consiste en poder aprender las diferentes dimensiones de la complejidad (...) no se puede reducir su recorte a un solo nivel de la realidad, ni a un solo momento. Ello supone un concepto de fenómeno como concreción en la que se articulan distintos momentos y niveles de realidad (...) en todo fenómeno se tiene que distinguir su condición de enlace entre lo que lo puede determinar y lo que, a su vez, el fenómeno determina: esto es, su doble condición
de producto y de producente". (Zemelman, 1997, 132-133). La relación corresponde a una función de inclusión que está simultáneamente cerrada y abierta. Un procedimiento metodológico para problematizar el conocimiento acumulado por la experiencia y su red de relaciones articuladas entre niveles, que cuida no jerarquizar a ninguno de ellos, - no se trata de cuestionar sino de construir, ni tampoco deducir-, es el diagnóstico reconstructivo, el cual, a diferencia del diagnóstico normativo, se interesa en significar el sentido que tienen los fenómenos para los sujetos y las posibilidades de dinamizarlos en una determinada direccionalidad. (Inserta esquema 67) "...Los diagnósticos normativos recortan a la realidad con base en fragmento s cuyas relaciones se establecen y justifican por el solo hecho de ser detectados paralelamente en un momento dado del tiempo y del espacio; esto es, por criterios de isocronotopía (igualdad de tiempo y espacio (...) en e ste tipo de diagnósticos hay una reconstrucción del contexto identificada con la agregación de información posible de sistematizarse y resumirse, y no una reconstrucción crítica basada en la forma específica en que los diversos planos de la realidad se articulan en un espacio y tiempo determinados (...) se aprecia una clara preferencia por los fenómenos económicos, dejando de lado los de otra naturaleza (...) los cuales pueden resentir un carácter estructural (ideología y actitudes)" (Zemelman, 1992b, 25-26). Un diagnóstico reconstructivo pretende reconocer los dinamismos de desarrollo, mediante la reconstrucción de situaciones concretas a través de articulaciones de diferentes niveles, espacios y tiempos (macro y micro espaciales; corto y largo tiempo), en tanto enfatiza la apropiación del movimiento de lo real en un concepto más amplio de racionalidad social, donde las distintas racionalidades vienen a ser expresiones particulares. 4.2.5 Problematización teórica.
El rescate de la totalidad como categoría epistemológica significa que la estrategia no se propone describir, explicar o comprobar teorías cristalizadas, sino construir objetos de conocimiento, sin reducirlo (deformarlo) a determinadas variables, recuperando la riqueza dinámica de la realidad. Se concibe la problematización teórica como el rompimiento de las visiones teóricas buscando pensar más allá de lo pensado en un contexto socio histórico concreto, pretendiendo hacer una reflexión interna en el campo problemático. Se pretende analizar el saber teórico acumulado y problematizarlo a partir de su uso en la realidad, a efecto de recuperar de las distintas visiones teóricas, aquellos componentes que tengan capacidad de construirse en aportaciones a la
construcción del objeto de conocimiento. No se trata de comprobar la teoría existente, ni de reproducirla, sino de articularla con el conocimiento histórico que se expresa en las prácticas sociales. Durante este proceso la teoría es significativa en la medida en que sus contenidos sean susceptibles de integrarse con los contenidos recuperados de la experiencia y de la imaginación de los sujetos de un determinado contexto socio histórico. En esta idea se examinan los conceptos y las experiencias aplicadas en casos concretos de tal manera que, en base a ellos, se pueda delimitar un conjunto de categorías desde las cuales articular la realidad. Las categorías deben propiciar la incorporación de diversos aspectos teóricos, por lo que deben ser amplios y no pertenecer a marco teórico previo alguno. El uso de la teoría supone entender a cada concepto como instrumento de observación que puede problematizarse en su relación con la realidad. Esto supone el empleo de un pensamiento categorial y no parametral, un pensamiento disruptivo, capaz de crear conceptos que sirvan de base a la determinación problemática de theorías. "El pensamiento categorial -que depende de la capacidad que desarrolle el sujeto para pensar la realidad que no se adecua al paradigma científico dominantepropone la exigencia de historicidad como lógica gnoseológica constructora de objetividad y subjetividad" (Zemelman, 1992b, 75-97). (Inserta esquema 68) El progreso científico, en la perspectiva dialéctico crítica se concibe como resultado del descubrimiento de potencialidades al interior de campos problemáticos de realidad, donde se construyen objetos que cumplen la función de reconstruir la articulación y no "...por excedentes de contenidos corroborados..." según lo asume Popper, ni como el ajuste de la teoría, ni como el "... descubrimiento de hechos nuevos"... al decir de Lakatos. La teoría no es considerada, por tanto, como en la noción analítica de sistema hipotético-deductivo, construida por conceptos para la explicación y previsión de problemas en función del esquema propio que se traduce en un sistema explicativo (Lakatos), sino como la apropiación racional de la realidad, basada fundamentalmente en mecanismos anteriores a la explicación teórica, a partir de conceptos ordenadores -como instrumentos de observación- para problematizar la relación con la realidad, en sus dimensiones empírico-morfológicas y teóricas, para reconocer diferentes modalidades de concreción de lo real y para delimitar universos no inferidos de la teoría, lo cual equivale a la apertura de contenidos. Un concepto ordenador es un razonamiento articulado que constituye una exigencia
de objetividad sobre la lógica interna de cualquier sistema conceptual, cuyas funciones son la delimitación de campos de opciones teóricas (subordina atribución de contenidos a variedad de especificaciones), la adecuación a condiciones de especificidad del contenido (niveles de articulación y temporalidad, y la construcc ión de campos de objetos, lo cual equivale a la conversión de lo pensable en teorizable. En síntesis, la problematización, mediante conceptos ordenadores, delimita campos de observación, lo cual significa que la historicidad es el punto de partida del pensamiento explicativo, es decir campos de objetos y no de hipótesis deducidas de teorías determinadas. Se trata de asumir una lógica de construcción del objeto y no una lógica de la prueba. La descomposición de los cuerpos teóricos, mediante el uso de los conceptos ordenadores propicia la reconstrucción articulada, es decir, una aproximación a lo específico, en el sentido de que definen puntos de articulación y de relación inclusiva con otros conceptos y áreas. La problematización teórica tiene como propósito central establecer la capacidad de las teorías para descomponerse en campos de observación que permitan articulaciones enriquecedoras de formas de razonamiento. (Inserta esquema 69)
La metodología considera seis momentos básicos: 1º
Distanciamiento. Pensar desde lo excluido.
2º
Historización. Conceptual.
3º
Especificidad. Proceso interno de articulación.
4º
Delimitación. Definición de campos de articulación..
5º
Mediaciones. Convergencias macro-micro.
6º
Articulación. Conexiones empírico-teóricas.
La selección de conceptos ordenadores atiende a cuatro principios: 1)
DADO-DÁNDOSE. La realidad es movimiento.
2)
ESPECIFICIDAD. El movimiento sucede entre niveles.
3)
CONTENIDO. Los niveles son parte de la articulación.
4)
PRAXIS. El movimiento está sujeto a cierta direccionalidad.
4.2.6 Viabilidad.
Según Zemelman (1992b, I 28), la potenciación de lo dado no es susceptible de alcanzarse por medio de modelos teóricos, sino supeditándolos a la cuestión de la viabilidad de lo potencial, lo teórico al desarrollo de una capacidad de determinación de lo viable. La descomposición del movimiento de la articulación se pro duce en los ejes verticalcoyuntural y longitudinal, cuya conjugación permite reconstruirlo. La construcción de la historia se basa en estos procesos que permiten definir las condiciones que fijan distintas alternativas y la alternativa viable de entre muchas. "...cuando pensamos que la realidad se construye, estamos considerando un espacio social por conquistarse, un indeterminado susceptible de aprehenderse por medio de prácticas sociales que contribuyen a que se materialice ese "aún-no" blochiano, que no es otro que esas sugerencias de futuro de las que hablaba Herman Broch." (Zemelman, 1992b, I 33). La realidad, concebida como campo de posibilidades, no constituye una estructura con determinadas propiedades, dado que estas son potenciadas por la práctica. El futuro como proyecto se incorpora en el presente. "La práctica política, que produce transformaciones, puede existir y desarrollarse sin
experimentar la necesidad de hacer la teoría de una propia práctica" (Althuser, 1974, 148). La política es una práctica que permite afirmar que toda la realidad es una construcción viable, en tanto que es en el marco de la praxis donde se produc en las transformaciones cualitativas abiertas a una diversidad de direcciones. "La relación histórico-política, por constituir una construcción de los sujetos sociales, imposibilita que la relación con ella se limite a esquemas conceptuales de explicación. Más bien la relación descansa en la necesidad de dar cuenta de la opciones de viabilidad para los diferentes sujetos: relaciones que se reflejan en el momento en que la realidad potencial es transformada en realidad material mediante proyectos que, simultáneamente, se apropian del presente y lo potencian hacia el futuro" (Zemelman, 1992b, I 46). En esta perspectiva es insuficiente dar cuenta del pasado, pues los actores que constituyen la realidad socio histórica se sitúan en el presente, pero requieren de plantearse una visión de futuro hacia donde orientar sus potencialidades, a través de sus prácticas, las cuales ejercen lo posible/viable en función de una dirección impulsada por el propio conocimiento para transformarse en conciencia. "La acción (...) le otorga al conocimiento una función política (...) la de transformar la realidad (...) El pensamiento social está centrado precisamente en la política, es decir, en la capacidad consciente de protagonismo (...) que desarrolla el sujeto crítico en el acto mismo de creación de nuevas acciones, de nuevos sentidos, de nuevas direcciones", dado que la objetivación "...es una construcción que resulta de su misma potenciación por la práctica". (Zemelman, 1992b, I 34 -35 y II 42). La viabilidad es el proceso mediante el cual los sujetos sociales entran en relación con la realidad para articular a su dinámica estructural la dinámica de la praxis, es decir, es el momento en que los sujetos buscan imprimirle una dirección determinada a los procesos sociales (Zemelman, 1987a). (Inserta esquema 70) La práctica es la esencia del conocimiento social, porque el ámbito del conoc imiento es precisamente la práctica y es en el presente donde la praxis se materializa, se concretiza y se potencia. La práctica constituye una incorporación del futuro, no como predicción, sino como potenciación de lo posible. Lo más importante en un proyecto de práctica es su viabilidad. Las prácticas son resultantes de la capacidad de promover acciones en función de fines, que pueden tener efectos inmediatos o potenciales que se materializan en la creación de espacios de decisión (Habermas, 1966). La viabilidad es el proceso a través del cual se aplica una decisión mediante un plan, un programa, un proyecto, es una puesta en marcha o la práctica de la opción
construida, o de algunos aspectos de ella. A través del proceso de viabilidad se reconoce la función gnoseológica que posee la conciencia histórica al colocar cualquier propuesta-opción formalizada en el terreno de la historia, entendiendo a ésta como experiencia y contexto. Someter la propuesta a la práctica significa romper con sus propios límites, criticándola a partir de lo que no incluye. La reflexión implica la capacidad de distanciamiento, la capacidad de objetivarla y la capacidad de reactuación sobre ella. En el primer caso se espera que la capacidad de distanciamiento permita a los sujetos apropiarse de ella y reconocer las mediaciones que la condicionan; en el segundo caso se espera que tengan capacidad para observarla y problematizarla, descubriendo la lógica de su construcción y sus potencialidades; y en el tercer caso se espera que los sujetos trasciendan las prácticas estructuradas y, como consecuencia, establezcan una nueva relación de conocimiento con ellas. El proceso de viabilidad busca que los sujetos aprendan a cumplir el uso correcto de la información codificada, y a transformar los contenidos en instrumentos de razonamiento, para que sean capaces de leer y pensar la realidad de múltiples formas y para que sean capaces de reconocer realidades nuevas. 4.2.8 Teorización.
La teorización es el resultado de una jerarquía de mediaciones y consiste en construir crítica para usar la teoría y en construir teoría para usar la crítica, en el propósito de darle sentido a la realidad y no de contrastarla o comprobarla frente a una teoría determinada. Construir crítica implica desparametralizar las condicionantes del pensamiento científico en una actitud de apertura a la realidad, tal que supere las visiones particulares de cualquier paradigma o de cualquier cuerpo disciplinario. En este sentido se trata de un distanciamiento del sujeto de sus prácticas cotidianas, mediante la reflexión para definir clases de contenidos que puedan reconocer diversas concreciones a partir de sus contenidos de posibilidad. La teorización se concibe como un proceso interactivo, que privilegia el análisis intersubjetivo de los procesos anteriores, propicia la reflexión crítica sobre los objetos de conocimiento construidos y sobre su viabilidad en contextos de realidad socio histórica específicos. Una de las intencionalidades del proceso investigativo es la activación de la capacidad para pensar la realidad, para decodificarla y para reconstruirla en la direccionalidad de sus intereses y de las exigencias visualizadas por los sujetos inmersos en esa realidad.
La teorización lo mismo que la interpretación, son prácticas constitutivas del proceso metodológico de la sistematización, que están presentes a lo largo de éste, aunque cumpliendo funciones específicas diversas, según el momento en que se trate. La teorización favorece la creación del conocimiento, que se caracteriza por ser un proceso de creación colectiva. El proceso de teorización se articula con el resto de los procesos en dos ámbitos: a)
Durante el avance de los procesos de construcción del objeto, de obtención y registro de datos y de interpretación, la teorización ha de estar presente cumpliendo principalmente las siguientes funciones: * * *
b)
Apoyar la consolidación y validación de los avances y productos parciales del proceso. Asegurar la acumulación y articulación de esos productos parciales. Favorecer el reconocimiento, cada vez de nuevo, de las palabras, los sentimientos, los pensamientos y anhelos vividos en una nueva experiencia común, posibilitándose el tener acceso a una nueva dimensión de visualización y conciencia de la praxis individual y colectiva.
El otro ámbito es al término del proceso y como parte medular para instrumentar la utilización del saber que se ha recuperado en una nueva práctica.
Sus funciones pueden ser diversas, tanto en relación a la necesidad que dio origen al proceso, como por lo interesante y original que sea el contenido de la experiencia teorizada. Las principales son: *
Facilitar la apropiación integrada y global del resultado del proceso y de las características de la construcción del conocimiento que en ese momento se presenta.
*
Contar con instrumentos para involucrarse en eventos de intercambio de experiencias, tanto para aprovechar recíprocamente las enseñanzas de cada una de ellas, como para ubicar la identidad que existe en muchas de las respuestas que en diversos espacios se van generando para resolver sus necesidades cotidianas e históricas.
De conformidad con lo anterior es que, en toda práctica de teorización de experiencias, se debe pugnar por realizarla con la mayor intención creativa y comprensiva posible.
La teorización permite desarrollar las capacidades y la conciencia crítica sobre la comunicación, los medios y técnicas que se emplean, y por la otra, favorecer el espacio de vinculación entre lo real y lo imaginario. El proceso de teorización, con el que se culmina el paradigma investigativo de la Estrategia, cumple la exigencia de darle un sentido inmediato a la realidad presente. La teorización propicia que la relación del sujeto cognoscente y el objeto cognoscible se inscriban en una lógica de temporalidad potencial del devenir, resolviendo el problema de aprehender la objetividad de la realidad presente en movimiento. En este proceso se problematizan los procesos del paradigma de investigación y sus resultados en base a categorías y análisis derivados de los presupuestos teóricos y operativos de las opciones y de las mediaciones que se reconoce intervinieron para determinarlos. Igualmente se replantea el marco epistémico para sustentar la viabilidad de las opciones y su posibilidad para activar la transformación del conocimiento en conciencia de sujetos subalternos; y se teoriza sobre la pertinencia del paradigma de investigación empleado para establecer una relación de conocimiento de la realidad. Las reflexiones que se hacen en este proceso no atienden a una lógica de contrastación o comprobación en el sentido de constituirse en evidencias para consagrar un saber acabado, sino se enmarcan en una lógica de lo posible, en el sentido de reconocer las potencialidades de la opción para establecer una relación sistemática para el conocimiento de la realidad, en la perspectiva de que los sujetos se apropien de una conciencia que les permita reconstruirla y darle direccionalidad. Un procedimiento metodológico-conceptual de la teorización considera necesariamente una simbolización contextual - generalizante para abordar la historia como proceso, que propicie la vinculación de tiempos y espacios; y una simbolización definitorio - especificante, que aborde los conceptos que permitan profundizar aspectos epistemológicos en cuanto a la determinación de contenidos de posibilidad. Este procedimiento se resuelve en seis momentos: A. La teorización constituye a la vez un campo conceptual de las determinaciones y una problemática de la activación de la realidad. Se pretende que el sujeto desarrolle su capacidad para manejar conceptos a través de los cuales acceda a lo decible que procede de la reflexión; asimismo, la teorización deberá permitirle acceder a niveles de abstracción que le faciliten orientar el movimiento de su realidad. La teorización permite, gracias al movimiento de apertura de lo ya teorizado, que es
posible gracias al movimiento de la razón, transitar hacia nuevas posibilidades de contenido; de esta manera se recuperan aspectos macro estructurales (B) y lo psico-socio-cultural (C), que serán objetos teorizables mediante la contextualización generalizante, la articulación categorial y la definición especificante (D). Las simbolizaciones exigen transitar hacia la identificación de la pertinencia contextual, las inclusividades crecientes de contenido y la coherencia textual (E), donde el sujeto debe ceñir su reflexión y su producción textual. Finalmente el sujeto trabaja esencialmente con conceptos y con redes conceptuales (F), que debe manejar en tanto contenidos de determinación (¿qué hacer con lo expuesto?) y de posibilidad (¿cómo exponer en discurso mi propia idea sobre el asunto?). (Martínez, 1995). (Inserta esquema 71) El movimiento de la teorización, en resumen, cumple la función de la determinación histórica, lo cual permite la determinación de opciones teóricas. La determinación histórica alude a la realidad, que incluye una especificidad particular (cierre) y la articulabilidad con otros niveles (apertura). La exigencia de apertura propicia el razonamiento crítico aprehensivo, en el cual la explicación se subordina a la construcción; propicia el empleo de una lógica de construcción del objeto, que alude a la necesidad de reconstrucción y no de acumulación; y propicia razonar desde lo potencial, no desde productos cristalizados. La determinación histórica, a la vez, atiende a la dimensión temporal y al despliegue de los fenómenos en sus momentos parametral (cierre) y de secuencia de momentos (apertura).