BENEMÉRITA Y CENTENARIA ESCUELA NORMAL RODOLFO MENÉNDEZ DE LA PEÑA JESSICA MARIA LOPEZ SOLIS. EL NIÑO Y LA VIDA EN EL ANTIGUO REGIMEN. Se hace consientes del desarrollo de las representaciones de la niñez –lo que a su vez, ayuda a los significados que ostentaba esta etapa de la vida. Es así, que podemos observar que en la Edad Media “el sentimiento de la infancia no existía sin embargo, poco a poco –dependiendo del espacio geográfico- se desarrolla esta “conciencia de la infantilidad” y aunado a ésta, se van a ir transformando las formas de interacción entre la niñez y el mundo de los adultos. Se explica que no se podía representar bien al niño y ni al adolescente en donde la sociedad antigua no considera al termino infancia por lo cual no pasa en las etapas de la juventud, aprendían en contacto con los adultos, no había el concepto de familia y cuando el niño se valía por si mismo ya era adulto y su objetivo era conservar sus bienes. Estoy se observar mediante las pinturas del evangelio en donde salen niños dibujados con cuerpos de adultos. El segundo aspecto de la niñez es que pretende demostrar el nuevo espacio ocupado por el niño y la familia en nuestras sociedades industriales por lo tanto, plantear cómo el niño se convierte en un objeto de afecto, cuando anteriormente era tan inestable y efímero que, no había tiempo ni ocasiones para que su recuerdo se grabara en la memoria y en la sensibilidad de la gente. También aparece la escuela como método de aprendizaje y el ejemplo es el niño Jesús o la Virgen en Niña. El conjunto de palabras que designa a la niñez, parece ser más ambiguo en cuanto se retrocede más en el tiempo, debido a que parece ser que no había un interés por una etapa en la que el niño era bastante frágil. Es así, que podemos encontrar una gran cantidad de palabras ambiguas que definen –con limites muy difusos- las etapas de la vida, que se refieren a “nociones que en aquel tiempo eran científicas, e igualmente correspondía a un sentimiento popular y común de la vida”. El arte medieval no conocía la infancia o no trataba de representársela ya que no se debe a una “torpeza” pareciera que se debe a una sociedad en la que no existía la infancia como la concebimos nosotros. La representación de los niños, como hombres con tamaño reducido es usada por el autor para poner de manifiesta esta carencia del sentido de la infancia, y también es un buen punto de inserción para hablar de su corta duración si la comparamos con la infancia actual. Es decir, que el niño lo dejaba de ser tan pronto y podía sostenerse así mismo; a los siete años, una persona era mezclada en el mundo de los adultos, en el cual recibía la “educación”. El arte medieval representaba hombres completos reducidos de tamaño, si bien no hay que olvidar que el arte medieval no es realista; no busca representar cuerpos con exactitud. El autor, menciona que esta “resistencia a aceptar en el arte la morfología infantil se encuentra en la mayoría de las civilizaciones arcaicas. No es hasta el siglo XIII que comienzan a aparecer algunos rasgos de lo que será la niñez moderna, gracias a la representación de los ángeles que aparecen con la apariencia de un hombre joven, e incluso para el siglo XIV un poco afeminado. Tampoco hay que dejar de lado la importancia de la representación del niño Jesús, debido a que “con la maternidad de la Virgen, la pequeña infancia entra en el mundo de las representaciones. Creemos que es muy interesante este análisis iconográfico del arte medieval, y la posterior comparación con las épocas posteriores, para poder observar cómo se representa a la niñez cada vez más real. Lo importante es que en los siglos XIV y XV, estas representaciones no cambiaran mucho, sin embargo a partir del siglo XIV “El tema de la santa infancia no dejará de amplificarse y diversificarse” lo que nos deja ver que ese “sentimiento de la infancia” iba ganando terreno entre la sociedad de aquella época. Sin embargo, es hasta los siglos XV y XVI, que se desprende una rama laica de las representaciones infantiles en la pintura que van a devenir en los cuadros de costumbres, sin embargo “no nos engañemos una vez más: esas escenas de costumbres no se refieren a la descripción exclusiva de la infancia, sino que frecuentemente aparecen niños entre sus protagonistas principales o secundarios. Lo que nos indica que, aunque la infancia aparece cada vez más en la iconografía en los siglos XV y XVI, lo cierto es que aparecen aún como personajes secundarios, lo que nos hace conscientes de la frontera inexistente entre niños y adultos y también el de la “representación de la infancia, por su aspecto gracioso o pintoresco, poco a poco la niñez, comienza a tomar
BENEMÉRITA Y CENTENARIA ESCUELA NORMAL RODOLFO MENÉNDEZ DE LA PEÑA JESSICA MARIA LOPEZ SOLIS. importancia, desarrollándose y apareciendo como el protagonista de un cuadro –posteriormente de fotografías- incluso cuando éste muere –a partir del siglo XVI. A partir del siglo XVII, que la ropa infantil comienza a ser un símbolo de diferenciación de la edad. Aunque en el sexo la separación no es tan clara, debido a que los niños pequeños y las mujeres llevan el mismo vestido hasta los cuatro o cinco años. Así, podemos observar que la indumentaria de los infantes, se desarrolla no muy diferentemente del traje de las mujeres del cual solo se distingue porque tiene una abertura enfrente. Sin embargo, la diferenciación con la ropa de los adultos nos habla de dos cosas, la primera es que la ropa infantil se desarrolla con un fin práctico, debido a las aperturas hacia adelante, y también un fin estético. Sin embargo, al igual que con las pinturas, la indumentaria infantil pronto tomará rasgos propios que lo harán diferenciarse definitivamente de la indumentaria de adultos, lejos de ser una mera copia en pequeño. Así se llega a la “adopción del pantalón para los niños [que fue] en parte la consecuencia de este interés nuevo por el uniforme que se desarrolla durante el siglo XIX. También pudo haber influido, la búsqueda de una mayor comodidad. Durante los siglos XV y XVI, de esta iconografía religiosa de la infancia se desprenderá finalmente una iconografía laica. No se trata aún de la representación del niño solo. La escena de costumbres se desarrolla mediante la transformación de la iconografía alegórica convencional, inspirada en la concepción clásicomedieval de la naturaleza: edades de la vida, estaciones del año, sentidos, elementos. Las escenas de costumbres, las anécdotas, reemplazan a las representaciones estáticas de personajes simbólicos. No nos engañemos, una vez más: esas escenas de costumbres no se refieren en general a la descripción exclusiva de la infancia, sino que frecuentemente aparecen niños entre sus protagonistas principales o secundarios. Esto nos sugiere dos ideas: en primer lugar, los niños estaban junto con los adultos en la vida cotidiana, y cualquier agrupación de trabajo, de diversión o de juego reunía simultáneamente a niños y adultos; por otro lado, la gente se interesaba particularmente en la representación de la infancia por su aspecto gracioso o pintoresco La nueva afición por el retrato indica que los niños salen del anonimato en el que les mantiene su frágil probabilidad de sobrevivir. Es extraordinario, en efecto, el que en una época de despilfarro demográfico se haya sentido el deseo de fijar, para conservar su recuerdo, los rasgos de un niño que sobrevivirá a los de un niño muerto. El retrato del niño muerto, en particular, prueba que ya no se considera a este niño como una pérdida inevitable aunque las condiciones demográficas no se hayan transformado mucho desde el siglo Xlll al XVll, y aunque la mortalidad infantil se haya mantenido a un nivel muy elevado, aparece una nueva sensibilidad que otorga a esos seres frágiles y amenazados una particularidad que se ignoraba antes de reconocérsela: parece como si la conciencia común no descubriese hasta ese momento que el alma del niño también era inmortal. El mundo de los juegos, tradicionalmente no estaba limitado a los niños como hoy en día, de hecho en este aspecto –como en muchos otros- tampoco estaba bien delimitado el mundo de los adultos y el de los niños ya que era común que jugaran juntos. También era muy usual exigirle a los niños a muy temprana edad el aprendizaje de un instrumento lo que se puede observar “la precocidad con que se enseña la música y la danza a los hombrecitos de esa época por lo que no era raro encontrar en grandes cantidades lo que hoy se ha convertido en algo extraño y curioso de ver es decir, un “niño prodigio”. Es decir, que una gran cantidad de saberes que antiguamente se enseñaban a una edad muy temprana, la sociedad actual las ha velado. También encontramos algunos juegos, que consideramos peligrosos como el tiro con arco, eran juegos habituales a tan temprana edad. En este aspecto, toma una gran importancia la moral, ya que muchos juegos que velamos a la niñez, no es por lo peligroso, o debido a la complejidad de las reglas. Sino porque la moral actual nos impide permitirles a los niños hacerlo. Un ejemplo son los juegos de azar que según el autor, eran muy comunes en los siglos anteriores al XIX, cuando se implanta una moral que los relega a la avaricia. La represión de los instintos sexuales era tardía para nuestros estándares, ya que hasta los siete años –edad en la que el niño pasaba a ser adulto- se le reprimían esta clase de juegos, sin embargo, como a los siete ya era adulto, nada le impedía comenzar con su vida sexual precozmente –para nuestros estándares- pues ya a los
BENEMÉRITA Y CENTENARIA ESCUELA NORMAL RODOLFO MENÉNDEZ DE LA PEÑA JESSICA MARIA LOPEZ SOLIS. catorce era bastante común el matrimonio. La moral se nos antoja tan floja, que a algunos podría parecerles una barbaridad las prácticas infantiles que en otras épocas tenía la infancia. Sin embargo, creemos que cuando se refiere a los musulmanes –si bien es cierto que la moral musulmana carece del ´proceso de radicalización de los valores europeo del siglo XIX. Dicho de otro modo, es una práctica muy usada durante todo el siglo XIX y el XX, principalmente por antropólogos, el asumir que para estudiar las sociedades antiguas hay que estudiar las actuales “primitivas” porque no han sido “contaminadas” por el proceso de la civilización. Este interés por el niño precede en más de un siglo a la transformación de las condiciones demográficas, que se puede fechar con el descubrimiento de Jenner: las correspondencias como la del general de Martange29 muestran que las familias se preocupaban en esa época de hacer vacunar a sus hijos; ese cuidado contra la viruela supone un estado de ánimo que debía al mismo tiempo favorecer otras prácticas de higiene. Otra representación del niño desconocida de la Edad Media es el putto, el niñito desnudo. Aparece a finales del siglo XIV y, sin duda alguna, reconocemos en él al Eros helenista recuperado. El tema del niño desnudo fue acogido inmediatamente con un fervor extraordinario, incluso en Francia donde el italianismo tropezaba con ciertas resistencias autóctonas. El último episodio de la iconografía infantil será la aplicación de la desnudez decorativa del putto al retrato de niño, y hay que situarlo igualmente en el siglo XVII. En el siglo XVI ya se pueden observar algunos retratos de niños desnudos. Pero son poco frecuentes: uno de los más antiguos es quizás el niño muerto de tierna edad de la familia Meyer, por Holbein (1521). El régimen inglés era el siguiente: la escuela elemental o, como se dirá después, la grammar school, hasta los catorce años y el colegio de la Universidad de los catorce a los dieciocho, después de lo cual el alumno se especializaba en Teología, o hacía una pasantía práctica de Derecho. Hemos dicho ya que en Francia, la enseñanza de las artes en dos ciclos no pasó del siglo XIII. Las escuelas universitarias parisinas debían de tener una proporción de alumnos de más de catorce años que elevaba el promedio de edad: se trataba de estudiantes atraídos por el prestigio de los maestros de la ciudad. Pero esas mismas escuelas recibían, sin duda alguna, a principiantes mucho más jóvenes, ya que dichas escuelas no lograron imponerse como escuelas de complemento, en las que sólo se entraba después de haber recibido una instrucción primaria. Aquí radica la gran diferencia con las escuelas inglesas. Durante los siglos Xll y Xlll, mientras predominaba la costumbre del ciclo largo, los estudiantes franceses solían permanecer en las escuelas muchos años, hasta los veinte o incluso más. Varios indicios sugieren que la enseñanza de las artes atraía y retenía a los profesores: así, maestros ilustres la preferían al Derecho o a la Teología porque estaba mejor remunerada y, en consecuencia, porque había más estudiantes, y que los adultos permanecían mucho más tiempo. Sabemos, por el contrario, que a partir del siglo XlV, los regentes de esas escuelas enseñaban las artes liberales mientras les llegaba una mejor oportunidad.