EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD: ÉTICA Y MORAL La Ética es una disciplina flosófca que trata de los asuntos morales, es decir, de nuestra conducta -actos, hábitos, carácter y vida en general-, bajo el punto de vista del bien, bien, del deber o del valor, valor, califcándola como buena o mala, debida o incorrecta, valiosa o sin valor moral. Es conocida con dos nombres dierentes, Ética y !oral, que provienen de distintas ra"ces etimológicas. 1. Aproximación semánica. #ranguren$ Ética deriva de las palabras griegas êthos y éthos. éthos. La primera pose"a dos sentidos undamentales, de los cuales el más antiguar alud"a a la residencia, a la morada, al lugar donde se habita. hab ita. #s" lo se%aló &eidegger. &eidegger. Este sentido ue evolucionando hasta llegar a designar el lugar 'metaórico, interior( desde el que se vive, esto es las disposiciones undamentales del hombre en la vida, su carácter. carácter. )latón en Leyes y #ristóteles en *icómaco derivaron êthos de éthos, éthos, el carácter de la costumbre, y acercaron el sentido de éthos, éthos, al de héxis, héxis, hábito, que se adquiere a trav+s de la repetición. e ah" la importancia de la educación. El carácter ser"a entonces como una segunda naturalea rente al mero talante o temperamento, que nos es dado y a avor o en contra del cual, pero, en todo caso, contando con +l, hemos de orjar nuestra personalidad moral. ant observará que el carácter es lo que el hojbre hace de s" mismo, mediante una voluntad sometida a la ley moral. #mbos t+rminos ueron traducidos al lat"n con la palabra mos, mos, de la que provendr"a /moral0. )ero en la traducción prevaleció el sentido de costumbre o hábit bito, en detrimento de las otras acepciones, con lo que la re1e2ión +tica se ue desliando desde el plan plano o del del cará caráct cter er mora morall al de su desg desgaja ajami mien ento to en hábit hábitos os,, y, prog progre resi siva vame ment nte, e, haci hacia a una una atom atomi iaci ación ón de la vida vida mora moral, l, que que acabar acabar"a "a centrá centrándo ndose se en los actos actos tomado tomadoss aislad aisladame ament nte, e, lo que diumina la unidad de la vida moral. )ues si bien es cierto que ciertos actos pueden considerarse defnitorios, esos actos no se entienden, en realidad, sino emergiendo de un trasondo y una cierta unidad que les da sentido. #s", entre los actos, los hábitos y el carácter se establece una especie de c"rculo$ nuestros hábitos y actos dependen de nuestro carácter, pero el carácter se orja a trav+s de sucesivas elecciones y decisiones. 3 el modo de ser será el resultado de nuestra disposición o talante, elaborado por el carácter que, a trav+s del comportamiento, nos vamos apropiando. )ero el centro de gravedad estar"a en la vida en su conjunto, más que en los actos aislados, los
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cuales, en realidad, sólo cobran relieve e importancia en cuanto se supone que en ellos se e2presa la vida moral. En el sentido hasta aqu" apuntado, +tica y moral vendr"a a ser sinónimos y en +l se imbricar"an tanto la moral vivida, ethica utens, como la re1e2ión flosófca sobre ella, ethica docens, en cuanto disciplina susceptible de ser ense%ada. !as si durante mucho tiempo las ronteras entre el flósoo moral 'cuya labor es principalmente teórica, aunque reerida a la práctica( y el moralista 'cuya labor es ante todo la de reorma y alentar la práctica moral de los humanos( han sido diusas, las dierencias entre uno y otro permiten asimismo dierenciar, pese a la sinonimia hasta ahora destacada, entre /+tica0 y /moral0. La distinción se undar"a en que, aunque el flósoo moral re1e2iona sobre la vida práctica, no por ello tiene orosamente que jugar el papel de moralista, sino que puede limitarse a una re1e2ión teórica general sobre el enómeno de la moralidad. 4i aceptáramos esa perspectiva, podr"amos entonces decir que mientras la moral hace directa reerencia al comportamiento humano y a su califcación en cuanto bueno o malo, haci+ndose cargo del mismo los diversos códigos o principios que tratan de regular las acciones de los hombres, en cambio, la Ética 'o floso"a moral o moral a secas( ser"a aquella rama de la floso"a que piensa la vida moral, sin proponerse, ni inmediata ni directamente, prescribir o aconsejar, como lo hacen los reeridos códigos y principios morales, sino más bien re1e2ionando sobre ellos, para intentar ver cómo uncionan y dar raón de los mismos, buscando sus categor"as espec"fcas. La Ética se nos revela as" como un saber teórico-práctico, no sólo porque re1e2iona sobre la vida moral de los hombres, sino porque, aunque adopta la adecuada distancia re1e2iva respecto a la acción para dierenciarse de la simple retórica o propaganda, guarda la sufciente relación con ella como para advertir, que en defnitiva, /no estamos investigando qu+ es la virtud por saberlo, sino para ser buenos0. #ristóteles se%aló que, a dierencia de la ciencia, que tiene por objeto lo que se repite regularmente o lo que es inmutable, no hay +tica de lo contingente, es decir, de lo que tanto puede ser como no ser o ser de otro modo, pues nadie delibera sobre las cosas que no pueden ser de otra manera. #s" pues, entre la simple sinonimia y el tajante divorcio entre Ética y !oral, podr"amos decir que, aunque la tarea del flósoo moral no es orientar directamente la acción, tampoco puede reugiarse en una teor"a supuestamente neutral, sin tener que verse obligado por ello a echarse en braos del puro ormalismo.
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Ética y moral, escritas con min5scula y como sinónimos, se referen ante todo, a la moral vivida, mientras que Ética, !oral o floso"a moral ser referen a la re1e2ión flosófca sobre la moralidad sobre las diversas ormas de moral vivida. )ero el uso no es regular entre los autores y la se%alada imbricación de aspectos sirve de contrapartida a las ambig6edades que se susciten, la mayor parte de las cuales pueden resolverse a trav+s del conte2to. !. La esr"c"ra consi"i#amene mora$ %e$ &om're. El sentido más obvio de la palabra /moral0 es el que considera a la vida humana en t+rminos de su bondad o maldad. 4in entrar en el debate de cuál es el predicado undamental de la vida moral '/bueno0 en #ristóteles, /deber0 en ant y /valor0 en 4cheler(, el signifcado más usual de /moral0 'ya se refera al bien, al deber o al valor( es el adquirido por su contraposición a /inmoral0 'lo malo, indebido o no valioso(. )ero tambi+n puede contraponerse a otros que nos revelan signifcados más radicales, como /amoral0 y /desmoraliado0. !.1. Mora$(amora$. 7n sujeto amoral no es el que va en contra de lo moral 'ser"a el inmoral( sino el que no se hace cuestión de la alternativa y queda uera de la moral. ier8egaard situó más acá de la alternativa al hombre del estadio est+tico, aquel que realia sus elecciones desde una cierta indierencia, sin comprometer su e2istencia, lo que hace el hombre entonces es no elegir. )ero ier8egaard ha demostrado cómo no elegir supone tambi+n una orma de elección, sólo que en sentido impropio. La dierencia radical entre el hombre del estadio est+tico y el del estadio +tico no es que uno elija el mal y otro el bien, sino que el primero no quiere hacerse cargo de la cuestión, mientras que el segundo la tiene en cuenta$ /no se trata tanto de elegir bien, cuanto de la energ"a, la seriedad, el páthos con el que se elige0. 9ambi+n subrayó ier8egaard la importancia que para la vida humana tiene el hacerse cargo de que no todo da igual, de que no todo vale lo mismo, de que unas cosas son mejores que otras. El indierente hace dejación de su responsabilidad, y al negarse a realiar su rágil y arriesgada, pero tal ve hermosa, libertad, se abandona a la cosifcación. Más allá de la alternativa, pretendió, e2pl"citamente y ya desde el t"tulo, Más allá del bien y del mal, situarse *ietsche, aunque parece di"cil pensar que sus intenciones ueran las de anular toda disyuntiva entre bien y mal. 4eg5n +l 'en Ecce homo( lo que habr"a pretendido ser"a acabar con la jerarqu"a de valores establecida en el 3
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mundo moderno, a trav+s de de la progresiva seculariación de la moral cristiana, concebida por +l como /platonismo para el pueblo0, como una moral de la decadencia y del resentimiento, prolongada en la democracia y en el socialismo. El perdón nace de la cobard"a, el ideal de igualdad del temor a lo superior. )ara ello critica a la :evolución rancesa y al socialismo. ;rente a la moral del reba%o, la del superhombre< rente a normas universales, el propio querer. 4u /más allá del bien y del mal0 no pretende sino establecer otro bien y otro mal, una nueva jerarqu"a de valores. )ero si desde un punto de vista individual parece di"cil situarse /más acá0 o /más allá0 de la moralidad, tampoco se han encontrado sociedades en las que no haya un sistema de normas y preerencias vinculantes para el grupo, aunque los modos de tratar de enraiarlas en los individuos y de realiarlas sean diversos. !.!. Mora$(%esmora$i)a%o. !.!.1. El ánimo como moral. El sentido que adquiere /moral0 cuando se contrapone a /desmoraliado0 viene a ser el de /uera para vivir0, ánimo, coraje, que luego habrán de emplearse en el bien o en el mal, pero sin los cuales ni uno ni otro pueden realiarse. Ese signifcado del t+rmino es, entonces, previo al de moral como /bueno0 --esto es, en cuanto opuesto a inmoral--, hasta el punto de que este 5ltimo ha de montarse sobre aqu+l. !.!.!. !oral como estructura. ;ue #ranguren quien subrayó la importancia radical de este aspecto de la moral, refri+ndose a +l con el concepto de /moral como estructura0. #unque los antropólogos actuales discuten la posibilidad de una cierta capacidad de aprendiaje en los animales, una de las dierencias básicas entre +stos y el hombre podr"a e2presarse diciendo que el animal se halla ajustado al medio, rente al caracter"stico desajuste que con +ste mantiene el ser humano. La conducta animal en parecidas circunstancias se puede predecir pues su gen+tica le /predice0. #l hombre, en cambio, ning5n aspecto de la realidad le viene orecido un"vocamente. #l poder dar dierentes respuestas y hacer diversas propuestas, tiene que interpretar la realidad y elegir, entre las posibilidades que se le orecen, las que estime preerentes, lo que comporta una vida inestable, que no es sino la otra cara, y el riesgo, de su propia libertad ';romm(. La naturalea, en el hombre, siempre se encuentra mediada por la cultura, entendida en sentido antropológico. Esta mediación no e2ime al individuo del la creación, en el seno de esas pautas 4
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socialmente dadas, de su propia vida, que es en lo que el vivir consiste. )ara =rtega, la vida humana es quehacer$ como al animal, la vida nos ha sido dada, pero, a dierencia de +l, no nos ha sido dada hecha, teniendo cada cual que ser su propio novelista >más o menos original o plagiario-- e inventar su propia vida. #s", hay algo de lo que los hombres no somos libres$ de dejar de serlo, pues como 4artre dec"a, estamos condenados a la libertad. Es a este tener que elegir a lo que ?ubiri y #ranguren denominaron moral como estructura. )ero el hombre, estructuralmente moral, puede, sin embargo, conducirse luego debida o indebidamente, moral o inmoralmente, que es a lo que ambos autores se reer"an al hablar de /moral como contenido0$ el hombre, animal hominiado, no se encuentra ya directamente humaniado, siendo esa tarea de encontrar su rostro humano o humanidad una tarea básicamente moral. !.!.*. eterminismo y libertad. E2iste la posibilidad de que aunque el hombre se piense libre, su conducta se encuentre sometida a un estricto determinismo. ant, en la tercera de las antinomias a las que se refere en la ial+ctica trascendental de su Crítica de la razón pura, vio la imposibilidad para la raón teórica, de resolverla, pues por más que nuestra conciencia nos presente como libres, no podemos llegar a saber si esa conciencia de libertad no es sino una ilusión. )or eso para ant la libertad será asunto de la raón práctica. 4in embargo, s" es condición de posibilidad de la vida moral, puesto que no ser"a posible imputar responsabilidad moral a quien careciese de libertad, la cual aparece as" como un requisito indispensable, como un presupuesto necesario del lenguaje y de la vida moral, es decir, como la razón de ser de la moralidad, si bien +sta es la v"a de acceso, la razón de conocimiento de la libertad. ;rente a lo dado y el orden del ser , regido por la causalidad, el hombre trata de establecer el del deber ser . 3 aunque, si estuvi+ramos determinados, tal intento estar"a condenado al racaso, el hombre no puede renunciar a +l, como no puede suprimir el lenguaje moral. #unque estuvi+semos determinados /la moralidad subsistir"a como la lucha >in5til- por hacer lo que nos dicta nuestra conciencia0 '#ranguren(. Esto no quiere decir que el hombre no se encuentre sometido a m5ltiples condicionamientos. )ero con raón solemos distinguir entre conductas deliberadas y compulsivas, '#ristóteles y tambi+n los escolásticos( al distinguir los actus hominis 'los que llevan a cabo los hombres sin deliberación(, de los actus humani '5nicos que 5
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incumben a la Ética(, sin descuidar el que la alta de deliberación tambi+n puede ser imputable al hombre. @uando e2cusamos la conducta de una persona, en virtud de una serie de circunstancias es a costa de cosifcarla, de convertirla en cosa entre las cosas. @omo !uguera ha destacado, tal /benefcio de la causalidad0 puede ser aplicado a otros e incluso, apurando la argumentación, a nosotros mismos, siempre que hablemos en pasado< pero no podemos utiliarlo en primera persona y para reerirnos al uturo, pues en ese mismo momento claudicar"amos de nuestra responsabilidad y de nuestra humana condición, trocando la libertad en acticidad, que es a lo que 4artre llama /mala e0$ Sin libertad, sencillamente, no cabe hablar de sujetos morales. Libertad y responsabilidad no se ejercen, desde luego, en ausencia de todo condicionamiento. Lejos de pensar la libertad como simple indeterminación o alta de l"mite, es en su seno donde hemos de realiarla. @uando los l"mites sobrepasan un cierto grado, hablamos de conducta coaccionada. )or el contrario, la alta de l"mites no permite nuestra realiación sino que nos e2trav"a y al carecer de todo tipo de reerencias, no sabr"amos hacia dónde dirigirnos. En cambio, el l"mite, la perspectiva, nos orienta y nos abre al mundo. *. Mora$(inmora$: mora$ como coneni%o. *.1. Mora$i%a% + eici%a%. # partir de la condición estructuralmente moral se monta ese otro nivel de la moralidad 'el que contrapone moral a inmoral( por el que el ser humano no sólo trata de ajustarse a la realidad de cualquier orma, sino de hacerlo con justeza, de la manera preerible o mejo, debida o buena, que es a lo que con ?ubiri y #ranguren denominamos /moral como contenido0. @ontenidos que suelen venir orecidos por los códigos culturales. Es esa normatividad encarnada en las instituciones, la que queda recogida en el ranc+s moeurs y en el alemán Sitten. La Sittlicheit 'eticidad( ven"a constituida, para &egel, por las valoraciones sedimentadas en las instituciones sociales, superadoras de lo que +l consideraba /mera moral0. La cr"tica de &egel a ant insist"a en el !ormalismo de los principios morales 8antianos, su uni"ersalismo abstracto, la impotencia del deber y el ri#orismo de la con"icción que no tiene en cuenta las circunstancias y las posibles consecuencias de una aplicación desconte2tualiada de dichos principios. &egel concede que la re1e2ión sobre el deber como principio universal de la voluntad autónoma, tal como se reveló en 4ócrates por primera ve y ue articulado por ant, puede trascender la 6
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eticidad, las ormas de vida encarnadas en una comunidad, seg5n ueron tematiadas por )latón y #ristóteles< por eso, su propuesta de superar la mera moral de las instituciones del Estado moderno no quer"a suponer una reca"da en la premodernidad ni un regreso a la moral convencional del grupo, en cuanto las instituciones del mismo recoger"an las aspiraciones cr"ticas y universalistas de la moral 8antiana, evitando, sin embargo, el repliegue en la pura interioridad, que privada de contenidos objetivos, carecer"a de criterios para rebasar su particularidad y se e2traviar"a en lo arbitrario. 4in embargo, aunque +l creyera superada la +poca del recurso a la conciencia cr"tica de los disidentes y rebeldes, la historia más reciente, con su secuela de horror y de barbarie p5blicamente encarnados, cuestiona radicalmente el ideal hegeliano y mar2ista de la coincidencia entre el hombre y el ciudadano, e induce la undada sospecha de que tal reconciliación no habr"a de lograrse sino al precio de consagrar una orma de vida como utop"a cumplida e insuperable, lo que no har"a sino liquidar el "mpetu cr"tico del deber rente al ser ya alcanado. )or lo que, sin olvidar lo positivo de la cr"tica hegeliana, en cuanto a la necesaria constitución intersubjetiva de la identidad y la necesidad de que el deber ser aspire a encarnarse en la objetividad social, el recurso a la conciencia cr"tica parece ineludible, si no se quiere estar a merced de conte2tos sociales, que la posibilitan, pero tambi+n la atan. Es preciso poner de relieve que, en la medida en que el hombre no se abandone a la normatividad socialmente vigente, y aun cuando concuerde con ella, habrá de asumirla personalmente >para seguirla o modifcarla--, si es que no quiere ser un mero producto de la presión social, cayendo en lo que &eidegger denunció como la banalidad del /se0$ se dice, se comentaA< si es que la ley que quiere seguir es la que se da a s" mismo y no una simple imposición e2terna a +l, por la que se instalar"a en la moral cerrada de Bergson. En el simple abandono a la vigencia social, tanto como al simple capricho, el hombre se hace esclavo en ve de due%o de s" pues como dijo :ousseau /el impulso del simple apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que uno se ha prescrito es libertad0. *.!. ,B"eno- en seni%o insr"mena$ + en seni%o mora$. Tcnica + prácica. /El bien es aquello hacia lo que todas las cosas aspiran0. 4eg5n esta idea de #ristóteles, parecer"a que el hombre no puede obrar mal. El equ"voco viene suscitado por la ambig6edad del t+rmino /bueno0 que no siempre se usa en sentido moral. En ciertas ocasiones tiene un signifcado puramente instrumental, sinónimo de 7
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calidad 'un mueble bueno(. /deseable0 puede reerirse tanto a lo que debe ser objeto de deseo cuanto a lo que de hecho es deseado por alguien. )ero ya desde #ristóteles y la Escolástica se quiso salir al paso de esta equivocidad, al indicar que el hombre se comporta siempre sub ratione boni, lo que no quiere decir que su comportamiento sea siempre moral mente bueno, pues nuestros intereses o nuestra desidia pueden hacer que no tengamos en cuenta otros aspectos o perspectivas. ;ue ant, en la Crítica de la razón práctica el que quiso desbaratar el equ"voco, porque las e2presiones de bonum y malum entra%an una ambig6edad que las hace susceptibles de un doble sentido. 3 para ello se sirvió de las posibilidades de distinguir entre lo bueno y lo pro"echoso y entre lo malo y lo perjudicial o da$ino, reservando la acepción moral para las primeras e2presiones de esos pares y refriendo las segundas a lo meramente apetecible sein relación a la voluntad, en cuanto determinadas por la ley de la raón. 3a en la Crítica de la razón pura, ant hab"a dierenciado entre un uso teórico de la raón y un uso práctico de la misma, en cuanto el conocimiento puede tener dos tipos de relación con su objeto. )ráctico lo defne en el @anon de esa misma obra como /todo lo que es posible mediante libertad0. #hora bien, en ese amplio sentido lo /práctico0 abarca tanto la aplicación práctica de la raón teórica, esto es, la técnica, en la que se trata de escoger los medios idóneos para conseguir un fn previamente estipulado, cuanto lo propiamente práctico o moral, donde la libertad se ejerce de manera eminente en la discusión y elección, no de lo que es bueno 'como medio( para algo, o de lo que agrada o conviene a alguien, sino de lo bueno en s". ant, en la %undamentación para una meta!ísica de las costumbres, dierencia entre imperati"os hipotéticos, dependientes del fn propuesto o de determinadas condiciones 'si #, entonces debes B(, en los que bastar"a que a alguien no le importase la condición para que dejasen de regir, e imperati"os cate#óricos, no sometidos a ninguna condición o incondicionados 'debes, o no, tal o cual(. Los imperativos hipot+ticos pueden ser de carácter problemático, cuando el fn o la condición a los que se encuentran sometidos pueden ser sustituidos por otros, dando lugar en todo caso a las re#las de habilidad técnica< mas si se tratase de un fn al que ha de suponerse tienden todos los seres humanos, como es el caso de la elicidad, nos encontrar"amos con imperativos hipot+ticos asertóricos, que son de carácter pra#mático, como los que se encuentran en los consejos prudenciales 'en el sentido de sagacidad, cálculo o astucia( para la !elicidad. #hora, bien, ya en el propio @anon de la raón pura, ant hab"a insistido en que, consistiera en lo 8
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que consistiese la elicidad, tan di"cil de defnir e2cepto si acaso por unas notas muy generales, la moral no se ocupa tanto de ella, que ya procuramos por mera inclinación, cuanto de hacer di#nos de esa elicidad a la que aspiramos. )or eso sólo considera propiamente prácticos los imperativos categóricos, que no se e2presan en re#las 't+cnicas o prudenciales( sino en mandatos de la moralidad, siendo en ellos, por ser incondicionados, donde se ejerce realmente la libertad del ser humano, capa de obrar no sólo conorme a las leyes de la naturalea, sino tambi+n, y gracias a su autonomía, conorme a la representación de leyes que se da a s" mismo, por lo que esos mandatos de la moralidad no se e2presan en reglas técnico& prácticas, sino en leyes práctico&morales. La distinción 8antiana entre t+cnica y práctica es de alg5n modo paralela, pese a realiarse en un conte2to dierente, a la establecida por #ristóteles en 'tica a (icómaco, entre poiésis, que produce obras e2teriores al agente, y pr)xis, que es la acción inmanente, que tiene en s" misma su propio fn. 3 aunque el propio #ristóteles olvida esa dierencia a menudo, la distinción será retomada no sólo por ant sino tambi+n en nuestros d"as por &abermas. @ierto que, a veces, no es ácil deslindar cuestiones t+cnicas de cuestiones +ticas. )ero estos matices, pertinentes, no deber"an desdibujar la dierencia que en medio de ellos subsiste. *.*. Éicas maeria$es + /orma$es. La /moral como contenido0 no es necesariamente lo que se ha dado en llamar una /+tica material0, sino que puede venir constituida por una /+tica ormal0$ mientras que algunos códigos morales prescriben de modo bastante concreto lo que se debe hacer, regulando con detalle el contenido de nuestro comportamiento, en otras ocasiones los principios morales a los que pensamos debemos atenernos son puramente ormales, o, para decirlo con ola8oCs8i, representan una /+tica sin código0. ant en su floso"a moral se preocupó, más que de establecer una serie de preceptos morales, de indagar qu+ condiciones ha de reunir un precepto si ha de ser considerado moral, a saber, y como ya sabemos, ser autónomo, e2presión de la ley que cada cual se da a s" mismo, e incondicionado, tal como se e2presa en el imperativo categórico. *o establece *ué hemos de hacer en concreto, sino tan sólo cómo hemos de obrar para que nuestro comportamiento sea eectivamente moral. e este modo, la moral como contenido se hace aqu" puramente ormal, esto es, precisamente, vac"a de contenido.
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0. Mora$ como aci"%. Dunto a la moral como estructura y la moral como contenido se puede, con #ranguren, destacar la importancia de la moral como actitud, cuya gu"a será la conciencia, sometida a m5ltiples condicionamientos, pero, a la postre, 5ltima instancia de la +tica, pues sólo los individuos son capaces de actuar moralmente, responsabiliándose de sus acciones. 0.1. E$ in%i#i%"a$ismo ico + $a ica socia$. Es preciso indicar que la conciencia puede y debe abrirse al diálogo con los demás, cuyas raones habrá de tener en cuenta< que habrá de dejarse interrogar por las advertencias de la /floso"a de la sospecha0 ')aul :icoeur(, pero que, en defnitiva, la conciencia es la instancia irrebasable de la moral. +ndi"idualismo ético que no tiene por qu+ equipararse con el individualismo posesivo del liberalismo económico ni pretende que los individuos sean lo 5nico e2istente, pero que insiste en que el individuo es el 5nico e insustituible protagonista de la moral '!uguera(. 9al individualismo no deber"a olvidar que la g+nesis del individuo está socialmente mediada, esto es, que la identidad personal se genera a trav+s de la socialiación. *o conviene acentuar en e2ceso el patetismo de la soledad de la conciencia deliberante, pues la conciencia incorpora ya el diálogo con los demás, al que por otra parte ha de abrirse. Esa apertura posibilita asimismo que el individualismo +tico no tenga por qu+ desentenderse de los otros, pues el que la decisión moral se ejera en 5ltima instancia de manera solitaria, desde la responsabilidad intranserible de cada cual, no quiere decir que no pueda ser solidaria. En 'tica y política, #ranguren subrayó la necesidad de la apertura a los otros para que se pudiese hablar de una actitud realmente ética, que, sin menoscabo del protagonismo individual, pudiese generar una ética social o transpersonal, desplegada tanto en el nivel de la ética interpersonal o ética de la alteridad, en la que el otro es un alter concreto, como en el de la ética impersonal o ética de la aliedad, en la que el otro no es un alter al que conoco y trato, sino un alius, es decir, un otro innominado y más o menos distante, pero al que asimismo estoy obligado en las tareas colectivas de la sociedad a la que perteneco y, en 5ltima instancia, de la humanidad com5n. 0.!. Éica %e $a con#icción + ica %e $a responsa'i$i%a%. eber, en el horionte del fnal de la )rimera Fuerra !undial, contrapone la +tica de la intención o de la convicción a la +tica de la 10
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responsabilidad. La primera la asimila a la +tica 8antiana o a la del 4ermón de la !onta%a, las cuales se mover"an sólo por principios incondicionados, con independencia de los resultados derivados de su actuación, es decir, sin entrar en un cálculo de las consecuencias derivadas de su acción. El pol"tico, en cambio, aun cuando no careca de principios, ha de estar atento a las consecuencias previsibles e incluso laterales y no deseadas de su acción, movi+ndose conorme a una +tica de la responsabilidad. 4i la +tica de la convicción resulta /acósmica0 y pol"ticamente inoperante, la +tica de la responsabilidad deslia, en cambio, al pol"tico por la peligrosa pendiente de la violencia y el mal 'p.ej. las v"ctimas colaterales(. 4in embargo, y como se ha se%alado en diversas ocasiones, quiá el dilema de eber sea un also dilema. ant al insistir en la intención, en la incondicionalidad de los principios o en las propias convicciones no tratar"a sino de desmarcar a la +tica de una supuesta /+tica del +2ito0 o de los resultados, aunque no se desentiende de los fnes moralmente deseables, sólo que para ant la moralidad de la acción no reside en el resultado. 3 que, pese a la importancia de calcular las consecuencias, un pol"tico horado ha de regirse asimismo por principios lo subraya el propio eber. e ser ello as", no se tratar"a de dos tipos de +tica, una para los pol"ticos y otra para los demás, pues aquellos están tan sometidos a los principios +ticos como los demás, sino de las nunca áciles relaciones entre +tica y pol"tica, las cuales pueden oscilar entre la actitud del /alma bella0 que preserva la limpiea de sus manos a costa de su escapismo o que se convierte en anática y la presuntamente efca, pero sin escr5pulos que sacrifca al dios de la violencia principios y personas. . Éica + meaica. El contenido de la moral suele proceder de la cultura en el sentido antropológico del t+rmino. La re1e2ión flosófca de la Ética sobre la moral no tiene orosamente un carácter normativo, aunque ello no tiene por qu+ implicar reugiarse en una pretendida /asepsia a2iológica0, pues, aun cuando no intente dirigir la acción de un modo inmediato, su cr"tica y re1e2ión sobre la moral vigente no deja de tener incidencia en el obrar. )or eso se distingue entre la Ética normativa y la +tica cr"tica o meta+tica. .1. Éica normai#a: icas e$eo$ó2icas3 %eono$ó2icas + axio$ó2icas. La +tica normativa ser"a aquella disciplina flosófca que trata de se%alar lo bueno o lo malo en la vida humana, lo que debemos 11
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hacer en el orden de los principios, siendo misión de la phrónesis, de la prudencia en el sentido aristot+lico del t+rmino, su aplicación a la inmensa variabilidad de los casos particulares. La Ética, al re1e2ionar y criticar la moral como orma de vida, trata de investigar en qu+ medida lo moral es una dimensión constitutiva del hombre y las categor"as en que puede e2presarse. Los principales modelos de +tica normativa han sido los teleológicos 'de télos, fn( y los deontológicos 'de déon, deber(. Los primeros vienen ejemplifcados ante todo por la +tica aristot+lica 'el bien es aquello a lo que todas las cosas tienden(, siendo la eudaimonía el bien buscado por los humanos. Este mismo carácter asumirán tambi+n, desde perspectivas y presupuestos dierentes, los utilitaristas del siglo GHG 'Bentham, !ill( en su intento de promover /el mayor bien para el mayor n5mero0. #unque este intento puede que haya contribuido a nuestro /estado de bienestar0, la e2celencia personal, que tanto preocupaba a #ristóteles, queda desenocada en tal divisa, pues su consecuencialismo contraviene algunas de nuestras convicciones morales más arraigadas 'el benefcio obtenido por una mayor"a que e2plota a una minor"a no legitima esta e2plotación(. 9al consecuencialismo no se evita si, en ve de proceder a un cálculo sobre las ventajas e inconvenientes de las acciones, como propone el utilitarismo del acto, se decide que posiblemente el mejor resultado de conjunto se obtendrá a trav+s de acciones ajustadas a ciertas normas, como mantiene el utilitarismo de la re#la, siendo uno y otro arontados de antemano por la +tica 8antiana. ant, sin despreocuparse de las consecuencias, sustrae el valor moral de tal ámbito, por cuanto la +tica no se preocupa tanto por la elicidad, cuestión de nuestras inclinaciones, sino de que nos hagamos dignos de ella. )ara ant el fn de la raón no es tanto 'o no sólo( la consecución de la elicidad, como el hacernos dignos de ella, a trav+s de una buena voluntad, asimilada +sta al cumplimiento del deber por el deber. El problema de cómo puedan conjugarse el cumplimiento del deber y la elicidad le llevará, en su segunda Crítica, a ormular los postulados de la raón práctica$ libertad, inmortalidad y ios. La importancia de estos dos paradigmas +ticas, el teleológico aristot+lico y el deontológico 8antiano, con todas sus variantes, se hace sentir hasta nuestros d"as en los que el indiscutible peso 8antiano se intenta contrarrestar por una nueva reactualiación de motivos aristot+licos y hegelianos no sólo por parte de las corrientes comunitaristas sino por quienes, preocupados por las cuestiones de la g+nesis de las estructuras y conceptos morales y por las de la 12
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aplicación de los principios en conte2to plurales, tratan de hacer revivir la +tica de las virtudes ';oot, #nscombe, &shire, *ussbaum(. &abrá que e2aminar las tensiones que entre uno y otro tipo de +tica se dan y cómo las mismas se renuevan en el mundo contemporáneo, en el cual !a2 4cheler, con su +tica a2iológia 'de áxion, valor( trató de otorgar al concepto de /valor0 la centralidad que antes hab"an detentado el /fn0 y el /deber0. .!. Éica cr4ica o meaica: eor4as %escripi#isas + no( %escripi#isas. !as allá de los problemas normativos, la Ética, al pretender un estatuto de cientifcidad neutral, se ha concebido tambi+n como e2amen libre de presupuestos, como un lenguaje de segundo grado > meta+tica o lógica de la moral--, es decir, como metalenguaje de ese lenguaje-objeto que ser"a el lenguaje de la moral, tratando no tanto de deender determinados principios cuanto de analiar el signifcado de los t+rminos y enunciados +ticos, e indagar el m+todo de justifcación de esos enunciados y principios. esde esta perspectiva, las teor"as +ticas se han clasifcado 'Brandt, &are( en descriptivistas 'realistas o cognitivas( y nodescriptivistas. entro de las primeras, las teor"as naturalistas estiman que las condiciones de verdad de los enunciados morales son similares a las de las ciencias emp"ricas, por lo que los m+todos de +stas ser"an sufcientes para dilucidar su verdad o alsedad, sin necesitar ninguna premisa +tica, dado que el signifcado de los enunciados +ticos es similar al de aquellos otros en los que no aparecen t+rminos +ticos. 9ras la denuncia de &ume respecto a la ilegitimidad del paso del /es0 al /debe0, !oore, a comienos del s. GG, criticar"a esa concepción al pensar que incurr"a en la que denominó /alacia naturalista0. @on ello se embarcó en una posición intuicionista, que comparte con el naturalismo el que los enunciados +ticos pueden ser verdaderos o alsos y el que los t+rminos +ticos se referen a propiedades, pero sosteniendo sin embargo que esas propiedades no son defnibles ni emp"ricamente observables, sino propiedades morales sui #eneris, sólo accesibles a la intuición. El no-cognoscitivismo o no-descriptivismo encuentra sus antecedentes en &utcheson y &ume y se desarrolló a mediados del siglo GG en el emotivismo de 4tevenson y el prescriptivismo de &are. )ara el no&descripti"ismo, ni los t+rminos +ticos se referen a propiedades ni los enunciados +ticos pueden ser pararaseados metaling6"sticamente en el lenguaje de la verdad o de la alsedad '/matar es malo0 en realidad es una rase prescriptiva pues malo es 13
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un valor introducido por el hablante(. 4eg5n el emoti"ismo, que segu"a la teor"a verifcacionista del signifcado del positivismo lógico, un enunciado +tico no describe nada del mundo, sino que expresa las actitudes o emociones del hablante, haci+ndose imposible el discurso racional en Ética. entro del no-descriptivismo, pero tratando de corregir las e2ageraciones de 4tevenson y teniendo en cuenta las doctrinas ling6"sticas de #ustin y 4earle >seguidores de de la concepción del signifcado como uso, propia del segundo ittgenstein--, el prescripti"ismo de &are insistirá en que la unción de los enunciados +ticos es asimilable a la de otros enunciados no ácticos, como ordenar, prescribir,A sólo que, a dierencia de 4tevenson, las convicciones +ticas no deber"an identifcarse con la posesión de actitudes, deseos o emociones personales, sino con la de actitudes impersonales o /morales0, si es que el discurso +tico es racionalmente posible, sin reducirse a la retórica emotiva. La teor"a del signifcado como uso del segundo ittgenstein será recogida además por gran parte de la floso"a continental contemporánea 'de :icoeur a &abermas( aunque la discusión del paso del /es0 al /debe0 dista de estar resuelta. )ese a la diversidad de orientaciones de la floso"a moral anal"tica, no parece, sin embargo, que sus proclamados intentos de neutralidad a2iológica o valorativa >y en consecuencia, su desd+n hacia las ocupaciones propiamente normativas, al se%alar que su tarea consist"a simplemente en esclarecer el lenguaje de la moral-hayan logrado la asepsia que reclamaban, comportando, en cambio, el riesgo de renunciar a la labor cr"tica de la floso"a, y, por tanto, a la propia raón en la impl"cita aceptación del orden de cosas dado. )or el contrario, el racionalismo cr"tico de )opper y #lbert destacaba que la meta+tica no puede tomar la metodolog"a practicada en los sistemas +ticas como un !actum al que se puede entender, pero al que no se puede cambiar, sino que habrá de iluminar cr"ticamente las reglas de juego que ácticamente se dan. e hecho, la pretendida neutralidad de los flósoos morales anal"ticos se convert"a en una indisimulada preerencia por el utilitarismo. )or lo demás, la meta+tica no tendr"a por qu+ concebirse desde el cors+ a ella impuesto por la floso"a moral anal"tica de la primera mitad del siglo GG, como, por otra parte, el inter+s por el análisis del lenguaje, y espec"fcamente por el análisis del lenguaje moral, no ha sido patrimonio e2clusivo de la misma, sino que progresivamente ha ido aectando a todos los grandes modelos de la floso"a contemporánea.
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