EL TRÁNSITO: VIDA MÁS ALLÁ DE LA VIDA La muerte no existe La muerte es un imposible, una fantasma, sólo eso, de la imaginación humana. La Creación y el Cosmos son una colosal manifestación de Vida y Consciencia. También el ser humano, por lo que lo que auténticamente somos (vida y sentimos que somos (consciencia, estado consciencial trasciende rotunda e infinitamente de lo que una vida f!sica y la e"istencia durante unos pocos a#os significan. $n este marco, lo que la %umanidad denomina muerte no es tal, sino el punto evolutivo y la fase de transición entre el fin de un ciclo vital (la vida f!sica y la encarnación material que termina y el inicio de otro ciclo vital (una nueva reencarnación en una nueva vida f!sica. La evolución y los ciclos son consustanciales a la Creación. &uestros ancestros se percataron de esto y lo condensaron en lo que El Kybalion denomina 'rincipio de itmo. ) el Cosmos y la &aturale*a se renuevan y regeneran, fluyen y refluyen, mediante los cambios de ciclo. +e este modo, tener miedo a la muerte es tenerlo a la vida, pues no hay vida sin muerte ni muerte sin vida. ) comprender la muerte es ente entend nder er la vida vida.. La muer muerte te corp corpor oral al es un apag apagad ado o y el naci nacimi mien ento to f!sic f!sico, o, un encendido. 'or cada apagado hay un encendido y, as!, se recrea y e"pande nuestra e"is e"iste tenc ncia ia en el plan planoo huma humano no a trav través és de una una prol prolon onga gada da cade cadena na de vida vidass o reencarnaciones. La mayor!a de las tradiciones y corrientes espirituales de la %umanidad nos ense#an que nuestra encarnación en este plano material no se plasma en una -nica vida f!sica, sino en una cadena cadena de vidas a través través de m-ltiples reencarnaciones. reencarnaciones. +e hecho, la reencarnación es el sostén de la e"periencia humana, que ni empie*a ni concluye con la vida f!sica actual. Tomar consciencia de esto alivia el estrés, por llamarlo de alg-n modo, con el que algunas personas viven su espiritualidad, m"ime cuando va unido a las nociones de culpa y pecado, lo que transforma la espiritualidad en una trampa mortal que nos impide vivir y disfrutar de la Creación y de nuestro auténtico ser, haciéndonos /manipulables0 y /religioso1dependientes0. 2dems, antes de cada reencarnación, es cada uno 1nosotros mismos y sólo nosotros1 quien elige /el yo y las circunstancias0 que desea vivenciar y las e"periencias que quiere desplegar en la nueva vida (las pginas de 3!sica de la +eidad se detienen en estos aspectos. Conviene repetirlo4 tener miedo a la muerte es tener miedo a la vida. ) para conocernos a nosotros mismos y vivir la vida hay que comprender y asumir la muerte. 'or lo que discernir acerca de ésta y otear lo que representa no es un 5uego mental, ni otra otra de nue nuestr stras as mucha muchass obsesi obsesione oness intele intelectu ctuale aless relac relacion ionada adass con el futuro futuro.. 2l contrario, resulta imprescindible para vivir el 2qu! y 2hora, que es la vida misma y para perderle el miedo, que es el medio para saborear el 2qu! y 2hora como se merece y sacarle a la vida todo su 5ugo. 5ugo.
No esconder la muerte: morirse a gusto La socied sociedad ad occide occidenta ntall con contem tempor porne neaa conte contemp mpla la la muert muertee de forma forma muy 6
distinta a la que se acaba de e"poner. $s ms, entre sus numerosas neurosis, adolece de una francamente curiosa4 el empe#o en negar emocionalmente la muerte y procurar mantenerla oculta. Cada ve* ms, se tiende a esconder la muerte. 'arece como si fallecer fuera un desli* e"temporneo, una falta de educación o hasta una perversidad, algo algo que que hay hay ocul oculta tar, r, sobr sobrem eman aner eraa a los los ni#o ni#os, s, en luga lugarr de acos acostu tumb mbra rarlo rloss a e"perienciar lo que el trnsito significa como primer paso para que no vivan con miedo a la muerte. 'ocas personas fallecen ya en su casa y casi no hay velatorios en el hogar. 7nmediatamente producido el óbito, el cuerpo se env!a desde hospital al tanatorio para proceder, con la mayor rapide* posible, al enterramiento o la incineración. Todo muy efic efica* a*,, pulc pulcro ro,, atild atildad adoo y prof profil ilc ctic tico, o, con con prot protoc ocol olos os 8inc 8inclu luid idos os los los famo famoso soss /pésames01 tan impersonales como perfectamente pre1establecidos, tan automati*ados como carentes de sentimiento. 9i es preciso y para hacerle /un favor0 a la familia, hasta se cert certif ific icaa médi médica came ment ntee una una hora hora dist distin inta ta a la que que real realme ment ntee ha acon aconte teci cido do el fallecimiento al ob5eto de acelerar los trmites y recortar los tiempos de espera y el duelo. $l sigu siguie ient ntee te"t te"to, o, Morirse a gusto, de 2le5an 2le5andro dro ocam ocamora ora,, psiqu psiquiat iatra ra y miembro fundador del Teléfono de la $speran*a, es muy aclaratorio al respecto y, entre otras cosas, cita un libro muy aconse5able para quien quiera refle"ionar sobre lo que se viene e"poniendo4 Morir en la Ternura ($diciones 9an 'ablo, de Cristiane :omain. MORIRSE A GUSTO $l hombre actual contempla la muerte como el fracaso de su dominio sobre las fuer*as de la naturale*a. $l /hombre tecnificado0 puede controlar y manipular casi todo, pero se encuentra indefenso ante el hecho innegable de la muerte. 2s!, la muerte y el morir no tien tienen en cabi cabida da en las las soci socied edad ades es indu indust stri rial ali* i*ad adas as,, no afec afecta tann a los los sist sistem emas as productivos. La muerte, la agon!a y la senectud son consideradas como representación de la impotencia de la moderna tecnolog!a biomédica. ) esto esto es as! as! porq porque ue una una soci socied edad ad cent centra rada da en /val /valor ores es00 como como el cons consum umo, o, la producción y la eficacia, necesariamente necesariamente debe repudiar todo lo que no sea4 acción, rendimiento y vitalidad. La muerte, el hecho de morir, implica destrucción y negación de todos esos valores actuales y por esto, la muerte hoy, es un /anti1valor0. %asta mediados del siglo ;; el gran tab- del ser humano era el se"o, después fue la muerte y actualmente nos atrever!amos a decir que es la situación posterior a la muerte en los supervivientes4 el duelo. $n el mismo lengua5e refle5amos nuestro miedo a la muerte al utili*ar sinónimos o equivalentes de la angustiosa realidad que supone el morir4 /ha fallecido0, /ha pasado a me5or vida0, /descanse en pa*0, etc. son algunas de las frases que utili*amos en esos momentos. 7ncluso el duelo y la aflicción por la muerte de un fa miliar ya no son tan aceptados como en otras épocas. 9e ha cambiado la forma ideal de morir4 antes se deseaba una forma consciente, l-cida y con un apoyo espiritual y sacramental hoy se desea una muerte rpida y sin <
sufrimiento (=sufrió mucho>, =se enteró>, son las preguntas ms frecuentes en estas circunstancias. Con frecuencia, cuando un enfermo terminal afirma4 /?e voy a morir0, los familiares suelen con testar4 /Todos tenemos que morir nosotros también nos vamos a morir0. 'ero esta respuesta no es sincera4 pues el enfermo habla de /morirse0 (se est muriendo y el familiar se refiere a un proceso que dura toda la vida. 3reud (6@6A, en Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte , se#ala que /la -nica manera de hablar de la muerte es negndola0, aunque al final de ese mismo traba5o concluye4 /9i quieres soportar la vida, preprate para la muerte0. +esde que el hombre e"iste se ha observado una actitud de ambivalencia, de deseo y de recha*o, de amor y de odio, hacia la muerte no obstante, mientras el hombre primitivo encontró una salida en su animismo, al hombre actual esa ambivalencia le lleva a la culpa y consiguientemente a la neurosis. La negación emocional de la muerte puede tener diversos ropa5es4 desde la preocupación, la ansiedad y el temor, que son las ms comunes, hasta una hiperactividad (culto al traba5o, el narcisismo (culto a s! mismo o la confian*a ciega en la ciencia para evitar la muerte (culto a la técnica médica. $s cierto que la muerte nos hace a todos iguales4 tanto el rey como el vagabundo deben enfrentar se a este hecho de vida en soledad. La muerte es la -nica vivencia que no podemos compartir. 'ero también es cierto que este momento importante de la vida depende fundamentalmente de dos situaciones4 =cómo se ha vivido> y =cómo se siente ante el entorno> $s decir, morir en pa* no se improvisa, sino que estar en función de cómo se ha desarrollado la vida4 intereses, valores y sentimientos estarn ayudando o entorpeciendo el Bbien morir. 'ero también de cómo se realice el momento de morirse (en casa, en el hospital, con sufrimiento, l-cido, etc. favorecer o entorpecer una /muerte digna0. ?orirse a disgusto, seg-n la autora de Morir en la ternura, Cristiane :omain, se desarrollar!a entre dos polos4 la desgracia de morir en soledad y la desgracia de no tener un espacio de soledad necesario para vivir. $l primer supuesto est amena*ado en nuestra cultura pues tendemos a negar la muerte de nuestro familiar en la falsa creencia de que no se dar cuenta, pero igual se siente solo al no poder compartir su miedo ante la muerte pró"ima. La segunda necesidad del moribundo es la de tener un espacio psicológico para poder elaborar la eminente pérdida de la vida y poder despedirse, sin trauma y también sin agobio. $n este sentido, una e"cesiva presencia de los familiares y de los cuidadores dificultar!a el proceso de /morirse a gusto0. %abr!a que a#adir una tercera necesidad del moribundo4 la ausencia de sufrimiento in-til, que lo -nico que consigue es prolongar una vida vegetal. 9i se dan estas tres condiciones, entonces si que podr!amos decir que se produce una /muerte a gusto0.
Despedidas &o obstante, en los -ltimos a#os, al calor del renacer de consciencia que vivencia la %umanidad, ese gran espacio abierto a todos los p-blicos que es el cine ha D
prestado a la muerte una atención creciente. $n la memoria colectiva se encuentran, por e5emplo, las pel!culas Ghost (de 6@@E, dirigida por :erry FucGer y protagoni*ada por +emi ?oore y 'atricG 9Hay*e o The Sixth Sense 8 El Sexto Sentido1 (de 6@@@, reali*ada ba5o la batuta de ?. &ight 9hyamalany y con Iruce Jillis y %aley :oel Ksment como actores principales. ) ms recientemente, cintas como Afterwards 8 Premonición1 (de
!ORI"ITO #DES$EDIDAS )
La cinta, tan poética como aguda y vitalista, gira en torno al convencimiento de que la muerte no es tal, sino la transición hacia otra e"istencia que nuestro )o Verdadero acomete cuando el cuerpo 8por enfermedad, accidente u otra causa1 de5a de prestarnos su imprescindible cobertura para continuar nuestra vida f!sica actual. 'or tanto, la muerte, utili*ando una e"presión de la pel!cula, es una entrada4 no supone el final, sino de5ar la etapa presente y encaminarse a la siguiente. 'ara desarrollar esta idea, la cinta cuenta con un espléndido guión de Nundo Noyama y m-sica del e"cepcional :oe %isaishi, compositor habitual de las pel!culas de %ayao ?iya*aGi y de Nitano. La historia pivota sobre dos persona5es principales que interaccionan con fluide* y emotividad4 uno, 5oven, +aigo Nobayashi y el otro, mayor, 9houei 9asaGi. +aigo es un violonchelista que vive el trauma de quedarse sin traba5o al ser disuelta la orquesta en la que tocaba. Tras vender su querido instrumento y gastarse lo que por él le dieron, decide retornar con su esposa ?iGa a la casa de su madre fallecida y a sus or!genes. Iuscando como ganarse la vida, contesta a un anuncio en el que se solicita personal para traba5ar en +espedidas. Cree que es una agencia de via5es, pero pronto descubre que es un tanatorio. 2unque no uno cualquiera, pues, en él se hace del amorta5amiento una ceremonia tan elegante, bella y serena como la ceremonia del té, otorgando al fallecido un trato e"quisito y lleno de cari#o. $n su nueva actividad, +aigo debe ocuparse de la preparación de los cadveres, lo que le permite descubrir la muerte en todas sus facetas. ) las primeras imgenes de +aigo al inicio del film, en mitad de una orquesta con un auditorio silencioso y distante, son sustituidas por otras donde ayuda a amorta5ar y preparar a los difuntos ante un p-blico mucho ms cercano y sensible. $"plicando cada paso a los familiares, sus delicadas O
manos, de auténtico artista, desvisten y lavan los cadveres con minuciosidad y mimo, los maquilla, prepara y embellece. $n correspondencia, los familiares, gente normalmente sencilla, se despiden de él con lgrimas de agradecimiento por un acto tan puro y conmovedor. Las costumbres niponas son de un gran respeto hacia los fenecidos, as! como a las personas de avan*ada edad. %ace a#os, las propias familias se encargaban de embalsamar a los difuntos, hasta que las funerarias se hicieron eco del negocio y lo subcontrataron a empresas. $s a una de ellas a la que se incorpora +iago. $l propietario es 9houei 9asaGi, el otro persona5e central de la pel!cula. 9houei vive de los muertos y es capa* de soportar dicha carga d!a tras d!a. Los hechos del pasado lo marcan. +e pocas palabras, entra#able, de mirada seria, pero con gran sentido del humor, hace labores de maestro, ense#ando a honrar a los muertos y a sus familias en un momento que siempre esta ligado al dolor y la oración. Tal como ve la muerte, contempla la vida. $n las relaciones que se establecen entre +iago y 9houei planea la figura del padre del primero, que +iago perdió en la infancia y del que ahora el 5oven reniega constantemente, a pesar de los tiernos recuerdos que persisten en su memoria, entreme*clados con la afición que ten!a cuando ni#o de observar las formas de las piedras. ) aprendiendo de la muerte, +iago hace un via5e a la vida. +e hecho, es a través de la muerte como encuentra una nueva vida. 2dquiere consciencia de que, como le sucede a tanta gente, persegu!a un sue#o que no es real y que, ms que suyo, era de otro. $sto, 5unto a la me5or comprensión de la muerte, lo impulsa por la senda de una vida ms llena. $l monta5e y la m-sica son pie*as claves en este engrana5e. 9e utili*an diferentes planos otorgando distintas perspectivas, siempre con el acompa#amiento de sonidos provenientes de instrumentos de cuerda. $sta m-sica carga de énfasis tanto los momentos cómicos como los dramticos, ensal*ando al chelo como maestro de ceremonias. Pn acierto de )o5iro TaGita, el director, ha sido emplear en %es&edidas los cuatro elementos de la &aturale*a para representar su obra. $l agua y el fuego nos hablan de la vida y la muerte, impregnando las escenas de color a*ul y ro5o, seg-n convenga, e"presando ira, rabia, sollo*o, pa* o perdón. $l chelo representa el viento, un mecanismo para la b-squeda de la pa* interior y la fórmula para abra*ar al padre que +iago, realmente, no conoció. ) la tierra se configura como la piedra. Pn ne"o de unión entre padre e hi5o y un acercamiento a las culturas ancestrales. $n la antigQedad, antes de inventar la escritura, la gente buscaba piedras que representaran sus sentimientos y se las daban a otras personas. La que la recib!a, le!a el sentir del que se la regalaba por el peso y la te"tura4 una te"tura lisa significa la mente en pa* y la trascendencia espiritual la rugosa, el interés por los que nos rodea y el mundo material. Con todas estas claves y gui#os, la pel!cula nos hace ver que la muerte no es algo tétrico, sino esperan*ador y dulce4 la muerte como via5e, el -ltimo y ms importante de nuestra vida actual. $ste convencimiento nos ense#a a vivir el momento presente A
sacndole el m"imo provecho, a rodearnos con alegr!a de las personas que queremos y a arriesgarnos, sin miedos, a descubrir el 2mor, limando la piedra con nuestras e"periencias hasta que quede totalmente lisa, en pa*, logrando que nuestra e"istencia pivote sobre nuestra dimensión espiritual. 9er as! como, a la hora de la despedida, la afrontaremos con naturalidad, sabiendo que se ha cumplido un ciclo vital y e"periencial que es, precisamente, la puerta para otro nuevo y renovado4 la muerte como transición, como una parte ms de la vida continua y eterna. ) siendo conscientes de que nunca es un RadiósR a los seres queridos, sino un Rhasta luegoR a las almas que en nuestra cadena de vidas hacen de acompa#antes y colaboradoras. La muerte, en definitiva, como transición y como manifestación de una vida plena y eterna que, en s! misma, es el ?ilagro.
Interiori%ar en el &ora%'n la (ida m)s all) de la (ida: el tr)nsito de los seres *ueridos La muerte, por tanto, no e"iste. ) perderle el miedo es fundamental para no llenar de miedos la vida. 'ara ello no basta con que el convencimiento acerca de su ine"istencia sea mental o intelectual, sino que es preciso interiori*arlo y que eche ra!ces en el Cora*ón. 9er as! como el miedo al óbito se diluya y nuestra e"periencia humana se libere del pesad!simo lastre que representa sobrellevar, de por vida, la carga del miedo a la muerte. ='or qué tantas personas viven con miedo a la muerte cuando se consideran a si mismas /creyentes0, sea de la iglesia o tradición espiritual que sea, y en su religiosidad dan por cierto la vida ms all de la vida>. Comparten el convencimiento de que con el fallecimiento del cuerpo f!sico no termina nada, incluso que dicho acontecimiento abre las puertas a un estado de e"istencia mucho ms glorioso y placentero. 9in embargo, la defunción les aterra y desconcierta. ='or qué seme5ante contradicción>. 'ues adems de otros posibles motivos 1la prevención ante el dolor que el fin f!sico suele implicar, el sentimiento de pecado o culpa que les hace recelar ante un castigo en la otra vida,S1 , hay una ra*ón principal y claramente mayoritaria que, con frecuencia, se niegan a aceptar4 no terminan de interiori*ar en su Cora*ón aquello que mentalmente afirman creer e intelectualmente sostienen. 'or esto, su creencia en la otra vida tiene mucho de ficción, de ilusión mental, y carece de verdaderos cimientos en el interior. ) sin estos cimientos, sin esta interiori*ación auténtica y sincera, el miedo a la muerte no desaparece. 9e mantiene ah!, de modo ms o menos solapado, impidiendo que se otorgue a la vida, a la de cada uno, la libertad y la pa* que la disolución del miedo al óbito comporta. %ay al respecto una especie de prueba del nueve, valga el s!mil matemtico, para comprobar hasta que punto hemos superado interior y consciencialmente el temor a la muerte y hemos liberado nuestra vida de esa carga. Pna prueba que no se centra en la visión que podamos tener con relación a nuestra futura defunción, sino en la reacción que tenemos 2qu! y 2hora ante el fallecimiento de nuestros seres queridos. $n este orden, es totalmente lógico y humano que nos cause gran desconsuelo y
congo5a el óbito de nuestro padre o madre, pare5a, hermanos, amigos !ntimos,S &o digamos ya de hi5os o hi5as, que, por edad, presenta el agravante de ir contra la /ley de vida0. 2hora bien, =hasta que punto>. $s un tema muy delicado y no se desea aqu! *aherir a nadie, respetndose y aceptndose integralmente, faltar!a ms, todas las vivencias y e"periencias. 'ero desde el 2mor y la honestidad con uno mismo hay que formularse esa pregunta4 =hasta que punto>, =hasta el e"tremo de que la muerte del ser querido de5e sin sentido nuestra vida, la convierta en algo insoportable, nos haga olvidar a los seres queridos que contin-an f!sicamente con nosotros (verbigracia, otros hi5os o genere sentimientos y estados emocionales anlogos>. 2nte el dificil!simo trance del fallecimiento de una persona querida, si en nuestro Cora*ón late la convicción de que con la defunción del cuerpo f!sico no finali*a la e"istencia y nuestro ser transita a un plano de Lu* (que cada uno le dé el nombre que estime oportuno, de nuestro interior emanar una vo* interior que con dul*ura, pero con firme*a, nos recordar dos cosas4 6U Con la muerte f!sica no hay pérdida. $l ser que encarnó en nuestro ser querido es mucho ms que el cuerpo y el aspecto f!sico que compartió con nosotros durante su vida material. ) contin-a vivo ms all de lo que fue su corporeidad, ms all de lo que representó la vida humana que ha de5ado.
W
$l via5e de ida discurre de maravilla y los d!as en &oruega pasan veloces. 2 las dos semanas, tal como estaba previsto antes del inicio, la hi5a mayor vuelve a 9evilla y a los
&onexi'n desde el otro plano La vida contin-a ms all de la vida y, para los que continuamos aqu!, la desaparición f!sica del que transita no es una desaparición /real04 con ella no hay Yni pérdida ni ale5amientoZ. $sto es lo que nuestro interior nos trasmite cuando acontece el óbito de un ser querido. ) se trata de algo que puede ser comprobado, ya que es perfectamente factible sentir la presencia amorosa y constante del ser que encarnó en la persona querida fenecida y hasta comunicarse con ella. +e hecho, sentirlo es lo ms natural. ) nada tiene esto que ver con fantasmas, apariciones y cosas parecidas. +esde el otro plano, los seres que fueron en su vida f!sica nuestros seres queridos pueden y desean estar en cone"ión y comunicación con nosotros, con los que seguimos aqu!, en la esfera f!sica. $s un contacto /ser a ser04 entre el ser que contin-a encarnado aqu! y el ser que ya transitó. 'ara ello es suficiente con que despleguemos las antenas y capacidades de nuestro ser interior y no impidamos la cone"ión con nuestros miedos y con las numerosas dudas y autolimitaciones mentales que nos llevan a pensar y a convencernos de que tal contacto no es posible. ) es algo que podemos y debemos hacer nosotros mismos, sin buscar terceros 8videntes, mediums,S1 que lo intenten hacer por nosotros. ?uchos lectores de estas l!neas seguro que pueden atestiguar la veracidad de lo anterior porque forma parte de su e"periencia personal. ) saben bien que esa e"periencia no es ni una emoción egóica ni una fantas!a motivada por la necesidad mental de superar como sea la muerte de la persona querida.
$s una e"periencia real, natural y hermosa, muy hermosa. 'ara vivenciarla es imprescindible anclar en el Cora*ón el convencimiento de que la muerte no e"iste. 2dems, se aconse5a una sencilla prctica4 no de5ar el contacto /ser a ser0 para cuando el otro haya fallecido, sino e"perienciarlo en el d!a a d!a. 2s!, cuando en nuestra cotidianeidad estemos f!sicamente con otras personas, especialmente con nuestros seres queridos, procuremos mantenernos conscientes de que, tras la corporeidad que nuestro sentidos f!sicos perciben, e"iste y vive un ser espiritual que es realmente el que comparte su e"istencia con nosotros en este mbito material y lo seguir haciendo en el otro plano mas sutil que se halla mas all de la vida.
El Vuelo de la Mariposa :osé Lu!s de la ica estuvo entre las personas que asistieron a una de las charlas que impart! en ?adrid durante el a#o como he com&robado 6ue &asa &r!cticamente siem&re en esos casos?* @ueno) al menos ella guardaba en su c oraón esa es&erana de un reencuentro &osterior) 7&ero yo8* Estaba tan obcecado &or mi rechao a la forma en la 6ue me hab.an &resentado a %ios 6ue*** Ahora s, 6ue %ios Es Amor) amigo Emilio* 1(u, diferencia3) Pero la ni9a em&eó manifestarse con di"ersas Bse9alesB y tras un dur.simo &roceso de sufrimiento) mi "ida ex&erimentó un cambio tal 6ue) ahora s.) he encontrado el sentido de mi "ida Emilio) desde hace casi die a9os) ayudo a la gente &ara 6ue se lleguen a dar cuenta 6ue el ".nculo afecti"o con los 6ue se nos han adelantado en el &aso a la otra dimensión es una fuera) una energ.a real) 6ue nos mantiene unidos y de cuyos efectos &odemos hacernos conscientes* Esto es &osible gracias a la fuera del Amor 6ue todo lo une y fortalece* Es el efecto de la oración del 6ue hablan los grandes m.sticos del mundo*
@
0 es m!s sencillo de lo 6ue &odr.amos imaginar 5ale con 6ue el Amor sea la &rofunda raón 6ue te mue"a) 6ue &ongas BconfiadoB tu dolor) anhelo y es&erana en Blas manosB de -a -u) 6ue rela4es y te de4es guiar hasta el Cielo) &or medio de una meditación de "isualiación* 10 ya est!3 Es como si hubieras ido a "isitarles* Te entre"istas con toda tu familia) tambi,n con la de las &ersonas 6ue est,n acom&a9ando en la meditación) se conocan entre s. o no*** y muchas otras cosas 6ue &ueden suceder) todas hermosas) emocionantes y &or su&uesto consoladoras* A esta ex&eriencia le llamo BEl "uelo de la mari&osaB* Por su&uesto) el nombre no est! elegido al aar) 4e4e4e*** Emilio) hab.an transcurrido ocho a9os desde 6ue se fue la ni9a cuando) una ma9ana de 4unio) mi mu4er encontró en la cama el cad!"er de nuestro hi4o de treinta y un a9os* Mientras dorm.a) hab.a sufrido un edema de coraón y &ulmón* /oberto) mentalmente) era un ni9o de unos 6uince a9os) feli con su @arDa y yendo al cine con sus amigetes del centro ocu&acional al 6ue asist.a* 1(u, fuerte3) 7no8* ;o) Emilio* A mediod.a ya hab.amos hablado con mi hi4a 6ue nos di4o 6ue estaba con ,l* En el tanatorio "ol"imos a interesarnos &or ,l y nos di4o la ni9a 6ue a=n no &od.amos hablar con /oberto &or6ue ,l cre.a 6ue estaba dormido so9ando a=n no le hab.an dicho lo 6ue le hab.a &asado &or6ue se &odr.a asustar) nos di4o* ate una idea de cómo era mentalmente /oberto* F.4ate 6ue cuando m!s o menos dos meses m!s tarde) &or fin) &udimos hablar con ,l) resulta 6ue conmigo se com&ortaba normalmente y sin embargo) lloraba cuando hablaba con su madre* /oberto estaba m!s enmadara2o 6ue enmadra2o* +e4e4e*** ahora est! totalmente integrado y entre otras cosas nos ayuda con El 5uelo de la Mari&osa) como muchos otros chicos y mayores) &or otra &arte) 4e4e4e*** Como "emos) en el Btro ladoB las cosas se hacen con sumo tacto* Me gustó el e4em&lo 6ue usaste en la charla del "iernes: a6u,l 6ue nos contaste del "ia4e a ;oruega* 1Chico3) me sonre.a a medida 6ue lo ibas contando &or6ue yo sab.a &erfectamente a dónde 6uer.as llegar) 4e4e4e*** Me sonre.a mientras dec.a &ara mis adentros BEste es de los m.osB) 4e4e4e*** S.) Emilio) eso es exactamente &ara m.) &ara mi mu4er y el hi4o 6ue a=n nos acom&a9a &or a6u.) lo 6ue ha &asado con nuestros hi4os* Ellos Bhan "uelto a CasaB y nosotros regresaremos cuando llegue nuestro momento* Entretanto) &odemos Bhablarnos y "ernosB a tra",s de
6E
&ersonas ser! tan enorme 6ue significar! el final de una era tanto social como es&iritual* 0 estoy encantado si %ios ha 6uerido 6ue esta &e6ue9a oruga ex&erimente encarnado en este &laneta) algo tan fant!stico como se a"ecina 0.
EN LA DESPEDIDA DEL CUERPO DE ROBERTO oberto (D6 a#os es el segundo hi5o que se nos ha adelantado en el paso. $lena (6< a#os, su hermana peque#a, se nos adelantó ocho a#os antes. < de 5unio del 1Y9!, no respira y est moradoZ 9algo a buscar un ta"i y media hora ms tarde estoy delante de su cadver. $st fr!o. oberto no est ah!, pero s!, es su cuerpo. =Cómo ha podido ser>. oberto es un chico 5oven lleno de salud. &unca ha trasnochado. Con treinta y un a#os, nunca ha ingerido alcohol ni ha consumido tabaco. $s un chico muy dependiente de nosotros, mentalmente es como si tuviera quince a#os. ?uerte s-bita producida por un edema pulmonar y card!aco. 9e ha ido dormido, no se ha enterado de nada y, como unas horas después supimos, a-n él no sabe si est aqu! 8 en La Tierra1 so#ando o es que en verdad se ha reunido con su hermana $lena en el 2*ul. YVaya con oberto, con el miedo que ten!a él a morirseZ. Cree que est so#ando con su hermana como tantas otras veces y $lena nos advierte que a-n no est preparado para saber lo que le ha ocurrido de verdad. $st tranquilo y dentro de unos d!as podremos entrevistarnos con él. $stoy muy acelerado. ?i mente y mi cora*ón saben que no est muerto4 la muerte es la gran mentira de la vida. Lo sé, llevo ms de siete a#os comunicndome con personas que de5aron este mundo. 'ero psicológicamente tengo que organi*ar mi mente para asumir la nueva relación con nuestro hi5o. 2na ?ari est destro*ada. 2hora s! que nos hemos quedado libres para irnos cuando llegue nuestro momento. &adie depende ya de nosotros para sobrevivir. ubén, el chico mayor, est recién casado y su mu5er est esperando un bebé para dentro de ocho meses. ?art!n 8nuestro nieto y sobrino1 nació 5ustamente el mismo d!a que su t!o oberto cumple sus treinta y dos a#os terrenales. 9e llevan su cuerpo al 7nstituto 2natómico 3orense. 2h! estar hasta ma#ana, después podremos disponer de él un d!a ms hasta darle sepultura. =Cómo me siento>. &o lo sé, acelerado, pero sin pena. 9é que él no ha perdido nada con el cambio. ue ahora est ante una nueva etapa de su desarrollo vital. 9é que ahora podr hacer realidad sus me5ores sue#os y que cientos de personas le habrn recibido 66
entre abra*os y risas. ), lo que es me5or de todo, por fin habr podido mirarse en los o5os de :es-s. &o lo creo, lo sé. ) eso nos tiene que satisfacer lo suficiente como para volver a aceptar otra ve* la marcha de un hi5o. $l camino es dif!cil, pero ellos 8desde su &ueva Vida1 enviarn efluvios de 2mor a nuestro Cora*ón, para que lo consigamos. ) queremos rendir un homena5e a oberto y a todos nuestros 2migos del 2*ul. +esde aqu! queremos participar de la 2legr!a que corre todo el Cielo. Compro globos y una bombona de helio. La ma#ana del entierro, un par de horas antes de dar sepultura a su cuerpo, hacemos una cadena e inflamos casi doscientos globos, hasta que se terminó el helio. Pno inflaba, otro hac!a un nudo con el mismo globo, otros ataban un hilito al globo para poder agarrarlo y, entre todos, escribimos dedicatorias a nuestros seres del 2*ul. uince minutos antes de salir hacia el cementerio, el techo de la sala est parcialmente cubierto de globos. +e pronto, uno de ellos empie*a a descender hasta situarse a un metro del suelo. Tiene un nombre 8como todos los dems1. $l nombre que lleva escrito es $lena. $s el globo dedicado para nuestra hi5a. $l globo se empie*a a mover de derecha a i*quierda, deteniéndose unos momentos delante de cada una de las personas que estn sentadas. $stamos todos atentos y sorprendidos. Va de uno a otro como empu5ado por la voluntad de alguien que no vemos. Cuando llega frente a ubén (mi otro hi5o se detiene mucho tiempo y después sigue su camino hacia la puerta de salida. Le estamos grabando y haciendo fotos. $l globo parece que est posando para ello. Cuando empie*a a salir por la puerta, lo volvemos a situar en el mismo lugar en el que se descolgó y otra ve*, vuelve a hacer el mismo recorrido, de la misma manera que antes. 2hora, cuando est de nuevo saliendo por la puerta, vienen a avisaros de que ya ha llegado la hora, que tenemos que llevar el cuerpo al cementerio. Cuando estn introduciendo el cuerpo en la sepultura, soltamos los globos, que por efecto de la corriente del aire, se elevan en dirección al sol. $n el silencio del momento, sólo se oyen las llamadas de 2na ?ari, animando a su hi5o para que 9$2 ?P) 3$L7F en su &P$V2 V7+2S
$actos de Amor entre Almas Los 'actos de 2mor entre 2lmas, en e"presión acu#ada a lo largo de la historia por diversas escuelas y tradiciones espirituales, se suscriben, desarrollan y despliegan en el conte"to de la vida, la muerte, el trnsito y la nueva encarnación. Tienen su fundamento en el hecho de que las dimensiones espirituales que encarnamos en seres humanos acometemos el proceso de sucesivas reencarnaciones no de modo /individual0, sino en grupos fraternales que suscriben esos 'actos y encarnan de com-n acuerdo, asumiendo diferentes roles encarnados en lo que en la vida f!sica son c!rculos de seres queridos.
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Como se apuntó al inicio del presente cap!tulo, antes de venir al mundo material cada dimensión espiritual elige el /yo y las circunstancias0 pertinentes para su evolución consciencial y e"perimentar vivencias que posibiliten su crecimiento vibracional. ) esa elección incluye el 'acto de 2mor con otras dimensiones espirituales que harn de acompa#antes y colaboradoras en el desarrollo de tales e"periencias. $n este conte"to, por e5emplo y como all! se se#aló, los hi5os eligen a sus padres, y no a la inversa. 2s!, aunque en nuestra realidad corpórea y en nuestra memoria mental no tengamos el recuerdo de ello, nuestra memoria y dimensión trascendente s! conocen perfectamente lo que es el 'acto de 2mor entre 2lmas. 7ncluso numerosos seres humanos saben de manera intuitiva e inspirativa lo que el mismo representa y sus principales se#as de identidad. Pna de ellas incorpora una especie de red de seguridad para que, por intensas, doloras o desconcertantes que las vivencias resulten, sean soportables por los que las e"perimentan, por lo que es una gran verdad que ning-n ser humano e"perimenta lo que no puede soportar. Ktra es que el alma que vive la e"periencia ms go*osa desde la óptica espiritual es aquella, que en el reparto y distribución de e"periencias dentro del 'acto, asume la que ms sufrimiento conlleva desde la perspectiva del mundo material (verbigracia, una muerte temprana por accidente o enfermedad para, con ello, provocar en sus seres queridos e"periencias conscienciales que, de otro modo, no podr!an vivenciar. Cuando, tras sus respectivas vidas f!sicas, las dimensiones espirituales firmantes del 'acto se reencuentran en el /ms all0, 5untas sopesan y valoran en armon!a como las e"periencias vividas se han correspondido con las que quer!an vivir y el papel desarrollado al respecto por cada una. 9in embargo, en el plano humano suele acontecer el Mran Klvido.
El tr)nsito + las experiencias cercanas a la muerte La muerte no es el final de nada, sino un trnsito, un estado intermedio entre un ciclo vital que finali*a y otro que se inicia. ) la dimensión espiritual que abandona el cuerpo f!sico durante el mismo no es un fantasma4 es nuestro auténtico ser. ) en la medida en la que el trnsito se produce, cualquier sensación f!sica va desapareciendo, pues ya no hay una corporeidad que la genere4 de5an de e"istir barreras materiales y todo fluye en la Lu* que 9omos y $s. Las percepciones conscienciales pasan, as!, a desenvolverse en la esfera cuntica4 se transforman en muy sutiles, se e"pansionan espectacularmente y son radicalmente distintas a las que ten!amos cuando nuestra dimensión espiritual a-n moraba en el cuerpo. $n este marco, el trnsito sigue unas pautas y cuenta con un recorrido que la %umanidad ha procurado verter desde tiempos pretéritos en diversas tradiciones orales y en diferentes te"tos, como el @ardo Thodol o Gran -ibro de la -iberación ;atural mediante la com&rensión en el Estado
fases, de las que se ocupa en cada una de la triada de partes en las que se estructuran sus pginas4 primera, el mismo momento del óbito o $stado Transitorio del ?omento de la ?uerte4 segunda, lo que se e"perimenta después de fallecer o $stado Transitorio de la ealidad y tercera, el $stado Transitorio del enacimiento, esto es, todo lo relativo a lo que antecede al nuevo nacimiento f!sico o reencarnación, incluyendo el nuevo arranque de los instintos f!sicos. Contemporneamente, han sido muchos los investigadores que se han ocupado del trnsito a través, principalmente, del estudio de las e"periencias cercanas a la muerte ($C? vivenciadas por numerosas personas. Como botón de muestra, se traen aqu! tres de ellos4 \$l estadounidense aymond ?oody, médico psiquiatra y uno de los pioneros en el tema con su libro, publicado en 6@WA, 5ida des&u,s de la "ida , ($ditorial $+23 ?adrid,
teóricos. Los resultados de su investigación llevaron a un medio de comunicación tan solvente como The Hashington Post a se#alar que /las pruebas sostienen la valide* de las e"periencias cercanas a la muerte y sugieren que los cient!ficos deben reconsiderar las teor!as e"istentes sobre uno de los ms profundos misterios biológicos4 la naturale*a de la consciencia humana0. Lo recogido en estos te"tos coincide y enca5a con mi propia e"periencia cercana a la muerte en la PC7 de una cl!nica sevillana, en la tarde del lunes <@ de noviembre de
sin e"cepción y ordenada y pormenori*adamente, no de manera deslava*ada, parcial o resumida. ) esto se /visuali*a0 no a través de la mente, ni como una pel!cula o sucesión paulatina de fotogramas o escenas que se proyectaran ante nosotros4 la vida que hemos e"perienciado, por prolongada o intensa que haya sido, se contempla !ntegramente y de modo instantneo, todo a la ve* y en un momento, como si nos tragramos una pastilla o un chip que nos permitiera ver de golpe, i&so facto, en una especie de colosal flash, todo lo vivenciado a lo largo de la misma. 9e percibe as!, de manera directa y sin necesidad de elucubraciones intelectuales, que el tiempo no e"iste y que la Creación 8y nosotros en ella1 fluye y se despliega en la instantaneidad, sin pasado ni futuro, todo en un 2qu! y 2hora que es la $ternidad en s!4 el momento presente continuo en el que lo eterno se desenvuelve. OU La visión integra e instantnea de la vida que ha terminado proporciona otra sensacional sorpresa4 verificar, sin lugar a dudas ni incertidumbres, que todo hecho en el mundo e"terior (en nuestra vida, en la de los dems, en el planeta, en el Cosmos,S tiene su causa y origen en el interior (en el caso de la vida de cada uno, en el interior de cada cual. ), ligado a ello, comprobar como, en la vida que de5amos, absolutamente todo (cada evento, situación o e"periencia, por insignificante o importante que para nosotros haya sido enla*a con el propósito 1el /propósito de vida01 para el que nos encarnamos en la persona que fuimos y, en ese conte"to, ha tenido su por qué y su para qué4 por tanto, todo enca5a de manera armónica y no hay ninguna pie*a suelta o fuera de lugar en el pu**le (en ese rompecabe*as que la vida nos parece tanta veces mientras estamos inmersos en ella. $sto permite percatarse de la ficción mental que representa calificar, clasificar y en5uiciar los hechos que vivimos ba5o el prisma de la dualidad4 buenos o malos, placenteros o dolorosos, gratos o ingratos, blancos o negros,S . Lo cierto es que en la vida no sobra nada, tampoco esas circunstancias que mentalmente quisiéramos borrar del mapa y de nuestra memoria y nunca haber vivido. $n ese sublime momento del trnsito se /ve0 con meridiana claridad que todo es 'erfecto y tiene su sitio en el baga5e de Consciencia y $"periencia que es lo -nico, ni ms ni menos, que nos llevamos con nosotros a la /otra vida0. A^ ) las bellas sorpresas no terminan aqu!, pues a todo lo anterior se suma de inmediato la constatación de que el trnsito no lo acometemos solos, sino estupendamente acompa#ados. ='or quien>. 2l principio son luces blancas y brillantes que nos rodean, aunque pronto toman un aspecto reconocible4 el de seres queridos fallecidos antes que nosotros (pueden ser nuestros abuelos, padres, hermanos, hi5os, pare5a, amigos !ntimos, S y el de aquellas /entidades0 (santos y santas, ngeles y arcngeles, gu!as y /maestros0 espiritualesS, cada cual en función de sus /creencias0 por las que durante la vida hab!amos sentido alg-n tipo de vinculación espiritual (devoción, sentimiento de compa#!a, percepción de apoyo en tesituras dif!ciles de la vida, comunicación de mensa5es y canali*aciones,S. Todos estos /acompa#antes0 en el trnsito se muestran amorosos y e"tremadamente alegres. $ntre ellos, los seres queridos ya fallecidos son los que toman la iniciativa de la comunicación con nosotros. Kbviamente, no hablan, pues carecen de corporeidad, pero se recibe n!tidamente lo que nos transmiten4 mucha felicidad por el reencuentro y una gran pa*, sosiego y confian*a para continuar avan*ando en el trnsito. ^. 2l menos en mi caso, que durante la vida f!sica hab!a tenido oportunidad de sentir nuestra naturale*a multidimensional y contactar con mi )o 9uperior en otras 6
+imensiones, a los familiares fallecidos y a las mencionadas /entidades0 se agregaron formas de lu* que fueron tomando el aspecto de /m! mismo0 en otros planos de consciencia4 /m! )o0 de Cuarta +imensión, de uinta, de 9e"ta,S (a veces se trata de los gu!as y maestros antes citados, que en ocasiones no son sino nuestro )o 9uperior e"perienciando en otros planos ms sutiles de e"istencia y que, desde ellos, mantienen la cone"ión con su proyección en Tercera +imensión, es decir, con lo que nosotros hemos sido durante la encarnación que acaba de concluir. WU Cuando nos encontramos tan e"celente y portentosamente acompa#ados, en nuestro entorno se abre un soberbio t-nel de lu* resplandeciente. )o lo v! emerger delante m!a y en posición hori*ontal, sin pendiente alguna, aunque otras personas que han tenido e"periencias cercanas a la muerte lo recuerdan inclinado verticalmente y orientado hacia arriba o hacia aba5o. $n cuanto al color de la lu*, la visualicé refulgente y casi deslumbrante, pero incolora, si bien hay quien la ha visto blanca, amarilla, a*ul o verde esmeralda. $n cualquier caso, su brillo es tan clido como acogedor y nos invita introducirnos en el t-nel sintiendo y sabiendo que es la puerta hacia el /ms all0, hacia la otra vida. U 'ude ver, igualmente, que la forma de t-nel que esa luminosidad tan radiante adopta no es fruto de la casualidad, sino que se debe a que la lu* llega hasta nosotros desde el otro plano abriéndose paso a través de una capa nublosa, sombr!a y viscosa. 9upe de inmediato, sin necesidad de preguntar, que su origen radica en las proyecciones energéticas y conscienciales de las e"periencias de desamor y desarmon!a que entre todos desarrollamos en Tercera +imensión y que rodean este plano como si fuera una nube de contaminación o una fran5a de /chapapote0. También pude sentir que hay dimensiones espirituales que en el trnsito, debido al desconcierto generado por la inconsciencia acerca de lo que estn e"perimentando (a menudo, porque nunca en su vida se han planteado que fueran a morir alg-n d!a ni nada con sentido de trascendencia y a su querencia consciencial hacia el mundo material que estn abandonando, tienden a no pasar el t-nel de lu* y optan, en libre albedr!o, por permanecer dentro de esa capa oscura, empe#ndose en reproducir, aunque ya carecen de corporeidad, los hbitos y conductas de cuando estaban f!sicamente vivos. ?uchos casos de /presencias0, espectros y asimilados que estudia la parapsicolog!a obedecen a este hecho. $n algunos casos, se trata de un estado transitorio y, pasado un /tiempo0, las dimensiones espirituales entran por el t-nel de lu* (la labor de convencimiento de las dimensiones espirituales de los seres queridos fallecidos suele ser crucial al respecto. $n otros, en cambio, permanecen en esta capa indefinidamente, hasta el momento de su nueva encarnación en el plano humano, al que vuelven sin completar el trnsito4 sin haber go*ado de la Lu* del ms all y de la perspectiva de las cosas y de la vida que en ella se recuerda y disfruta. $sto suele provocar que, en la nueva vida, su personalidad, actos y e"periencias se hallen a-n ms a5enos a cualquier percepción de trascendencia y firmemente apegados a lo egóico y material, en sus diferentes manifestaciones, confundiendo la felicidad con la mera cobertura de sus deseos f!sicos y anhelos emocionales. $s a ellos a los que :es-s de &a*aret se refiere cuando lan*a aquella frase tan aparentemente cr!ptica4 /de5a que los muertos entierren a sus muertos0 ( -ucas, @,E. $sos /muertos que entierran a sus muertos0 no son los de los cementerios, que estando muertos f!sicamente han reali*ado el transito a la otra vida, sino las dimensiones espirituales que, sin haber pasado al otro plano ni haber go*ado de él, vuelven a encarnar en cuerpos humanos, desplegando, como se acaba de rese#ar, una vida f!sica carente de Vida y volcada en el egocentrismo 6W
y el materialismo. CONEXIÓN CON SERES EN “OSCURIDAD” 'ginas atrs se hi*o mención a la cone"ión con los seres que fueron en su vida f!sica nuestros seres queridos, resaltando que se trata de un contacto /ser a ser0 (entre el ser que contin-a encarnado aqu! y el ser que ya transitó y que es suficiente con que despleguemos las antenas y capacidades de nuestro ser interior y no impidamos la cone"ión con nuestros miedos y con las numerosas dudas y autolimitaciones mentales que nos llevan a pensar y a convencernos de que tal contacto no es posible. 'ues bien, con la misma base se puede contactar con dimensiones espirituales que, al abandonar durante el trnsito su corporeidad f!sica, se mantienen en la nube de contaminación o una fran5a de /chapapote0 a la que se acaba de aludir, as! como con otros tipos de entidades que se hallen sumidas en lo que com-n y dual!sticamente se tilda de /oscuridad0 (desamor, desarmon!a, desconcierto, apegos materiales,S. $s muy importante para ello que la cone"ión /ser a ser0 se efect-e desde la neutralidad ms absoluta4 sin efectuar en5uiciamientos ni valoraciones desde nuestras emociones egóicas y permitiendo que nuestro ser interior act-e desde su esencia y transmita lu* y 2mor. Lograda la comunicación, se puede hacer /ver0 a esa dimensión espiritual o entidad que tiene a su disposición, abierta de par en par, la puerta hacia el plano de lu*, as! como lo adecuado para su desarrollo consciencial y evolutivo de pasar a ella (utili*ando el t-nel de lu*, en el caso de los que se hallan en el trnsito, aunque, por supuesto, la decisión final de hacerlo o no ser siempre, en libre albedr!o, de ella. ) esta decisión debe ser aceptada y profundamente respetada por nuestro Cora*ón desde el 2mor.
@U )a al final del t-nel, tras haberlo recorrido, o inmediatamente antes de entrar en él (éste fue mi caso, se vive algo imposible de plasmar en palabras y que solo puedo compartir como e"periencia e"celsa y gloriosa de 2mor 'uro4 el contacto vivo y directo con la energ!a o esencia cr!stica o b-dica. 9u presencia fue presentida tanto por m! como por todos los seres de lu* que me acompa#aban en el trnsito, transformndonos en ms refulgentes y radiantes poco antes de su /llegada0. Cuando inunda cuanto nos rodea, la inercia derivada de la corporeidad f!sica que acabamos de de5ar hace que busquemos en nuestro interior consciencial una imagen que, de alg-n modo, refle5e esa hermosa y tremenda fuer*a de 2mor que estamos sintiendo de manera eminente y grandiosa. ) en este punto, cada cual la percibe en función de la tradición espiritual o religiosa que haya hecho suya durante la vida que acaba de concluir. $n mi e"periencia, la visualice en la forma de Cristo :es-s4 un :es-s de &a*aret de cuerpo luminoso, blanco centelleante melena casta#a y corta, con los pelos ligeramente ca!dos sobre los hombros y rostro maduro, aunque 5uvenil, tan lleno de 2mor como de autoridad (no basada en ning-n tipo de dominio, control o poder, sino en la potencia natural de su evidente e inconmensurable divinidad. ?e tendió sus manos de lu* y las 6
entrela*ó con las m!as, generando en mi ser una e"periencia de go*o inenarrable. 6EU La mayor!a de las personas que han tenido e"periencias cercanas a la muerte y han vivenciado lo sinteti*ado en los puntos precedentes, no quieren volver al cuerpo f!sico y a la vida que hab!an de5ado. ='or qué, entonces, algunos s! regresamos>. Los motivos pueden ser muy diversos, desde los que retornan sin saber e"actamente la ra*ón a los que, al contemplar !ntegramente su vida, consideran que tienen e"periencias pendientes relacionadas con el /propósito de vida0 con el que encarnaron en esa e"istencia f!sica y que a-n pueden acometer (entre esas e"periencias pendientes es frecuente que se encuentre la atención y el cuidado de hi5os peque#os, pues, como se ahonda en 3!sica de la +eidad, son los hi5os, al encarnar, los que eligen a sus padres, no al revés, por lo que éstos tienen un determinado compromiso lmico con aquellos. $so s!, en ese instante del trnsito, muchos sentimos la realidad inefable de que cada uno muere (transita cuando !ntimamente, desde su ser interior, toma esa decisión4 morimos cuando queremos, ni antes ni después no hay casualidades ni accidentes, por ms que el fallecimiento puedan acontecer de forma aparentemente fortuita o inesperada. ) esta decisión se halla ligada al reiterado /propósito de vida0 y se adopta una ve* que ha sido cubierto o, llegado el caso, cuando se asume que ya, dado lo mucho que se ha apartado de él, resulta imposible su cumplimiento. ='or qué volv! yo a mi cuerpo f!sico>. 3ue consecuencia del encuentro antes narrado con Cristo :es-s y de la comunicación que ah! se estableció, durante la que me confirmó que estaba cumplido mi /propósito de encarnación0 (es decir, no sólo el /propósito de vida0 en la que acababa de de5ar, sino el propósito de toda mi encarnación, a lo largo de una prolongada cadena de vidas, en el plano humano, a la par que me trasladaba su deseo de que, no obstante lo anterior y salvo que ello me desarmoni*ara interiormente, volviera a la vida f!sica recién de5ada para hacer /algo0 que sólo sabr!a una ve* trascurrido cierto tiempo tras retornar a ella. 66. ) una ve* incorporados de nuevo al cuerpo y a la vida que hab!an abandonado, no todos aquellos, entre los que en el trnsito sintieron un motivo preciso para volver, lo recuerdan. $n ocasiones, esa remembran*a, o el conocimiento de la ra*ón que en el trnsito no supieron, se produce a#os después de haber retornado a la vida f!sica. $n mi caso, el /algo0 anunciado por Cristo :es-s durante el trnsito lo conoc! al a#o e"acto de haber retornado a mi actual vida f!sica, esto es, en diciembre de . &o comparto lo que aqu! relato para contar mi vida, sino para e"poner vivencias que coinciden y reafirman las e"periencias cercanas a la muerte de numerosas personas. 'or ello, baste con indicar que tiene ver con el nuevo ciclo que se abre a partir del famoso solsticio de invierno de
recorrerse o, nada ms hacerlo, la e"periencia concluye y acontece el retorno a la corporeidad. 2 pesar de esto, mi vivencia coincide con la de otras personas que han tenido $C? en cuanto a que lo que hay tras el t-nel se percibe casi desde el comien*o del trnsito, cuando se empie*a a /salir0 del cuerpo f!sico, y, muy especialmente, en el instante en que se contempla por primera ve* el reiterado t-nel de lu*. =ué es lo que percibe de ese ms all>. 'ues, sencillamente, que se trata de un plano de e"istencia /eal0 8en contraposición, se siente que el que se est de5ando, la vida f!sica y material, es una especie de sue#o, mera ilusión o ficción1 y que se halla presidido por4 \la Pnicidad, sin lugar para ning-n tipo de identidad, sea f!sica o espiritual, ni de separación o fragmentación \la 7nstantaneidad, sin tiempo, ni pasado ni futuro, sólo un momento presente eterno en el que todo sucede a la ve*, similar a lo que se e"puso en el apartado DU a propósito del flash en el que visuali*an !ntegramente los hechos y circunstancias acaecidos durante la vida que se est abandonando1 y \una colosal uietud plena de 'a*, 9ilencio (en cuanto a ausencia de /dilogo0, de preguntas o respuestas y 2mor. ) es importante se#alar que la percepción de un plano de e"istencia tan radicalmente distinto al que hemos e"perimentado durante la vida f!sica no genera ninguna clase de e"tra#e*a o desconcierto. 2l contrario, se siente como el retorno al %ogar, a nuestro hbitat natural, por ms que la noción de /nuestro0, ligado a una identidad, ya no tenga sitio ni sentido.
A+uda al tr)nsito =9e puede ayudar a efectuar el trnsito a la dimensión espiritual que, tras haber desencarnado de un cuerpo humano, la acomete>. 9e puede y se debe, por ms que en la sociedad moderna no haya consciencia sobre la importancia de este apoyo y se huya, precisamente por el miedo a la muerte, de afrontar este momento, con lo que se pierde la oportunidad de compartir el hecho ms trascendente de la vida de un ser querido. ) no sólo hay que ofrecer esta ayuda a familiares y personas cercanas, sino también a todos aquellos que lo soliciten. 2s!, el ya citado @ardo Thodol o Gran -ibro de la -iberación ;atural mediante la com&rensión en el Estado
celebrados alg-n tiempo después del fallecimiento y, en ocasiones, de modo reiterado durante las semanas e, incluso, meses que siguen a la defunción. ) sin estar asociado a ninguna religión en concreto, proliferan cada ve* ms personas y grupos que efect-an labores de ayuda al trnsito, utili*ando para ello /protocolos0 y técnicas muy diversas, si bien todos tiene su base en la consciencia de que con la muerte no concluye nada y de que, tras ella, el ser que somos reali*a un transito con los perfiles que en las pginas precedentes se han resumido. Con el ob5etivo de ilustrar lo anterior con alguna prctica concreta, se recoge en el cuadro siguiente algunos de los conse5os que el 9ogyal impoché efect-a en su -ibro tibetano de la "ida y de la muerte ($diciones Prano Iarcelona,
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\2yudar al moribundo a resolver los asuntos pendientes ésta es una de las mayores causas de angustia. ?orir en pa* pasa por de5ar resueltos los asuntos pendientes para que pueda rela5arse el aferramiento4 \2yudar con discreción y sabidur!a a la persona moribunda a hacer las paces con los familiares y amigos de quienes estén distanciados y a limpiar su cora*ón de modo que no le quede ni rastro de odio ni agravio. ?anifestar amor mutuo es algo que libera profundamente todos los sentimientos de culpa, ira, frustración y aferramiento. También es important!simo que los seres queridos den permiso a la persona para morirse, para marcharse en pa*. \2yudar a de5ar resueltos con el m"imo detalle los asuntos económicos y materiales, de este modo el aferramiento puede liberarse con ms facilidad. \$s esencial que la atmósfera que nos rodea en el momento de la muerte sea lo ms pac!fica y serena posible. Los maestros aconse5an que los amigos y parientes afligidos no estén presentes 5unto al lecho del moribundo para evitar que provoquen emociones perturbadoras en el momento de la muerte. \2simismo y para preservar esta atmósfera, es esencial que el personal sanitario no moleste a la persona que est muriendo con prcticas sanitarias que ya hayan perdido todo su sentido de curación y[o que infrin5an sufrimientos gratuitos e innecesarios a la persona. \Los amigos y familiares deben hacer todo lo posible para inspirar emociones y sentimientos sagrados, como amor, compasión y devoción, y hacer todo lo que podamos para ayudar a liberarse de todo aferramiento, anhelo y apego. \9i la persona moribunda se muestra m!nimamente abierta a la idea de la prctica espiritual, ay-dele a encontrar una prctica sencilla y adecuada, hgala con ella lo ms a menudo posible y no de5e de recordrsela con delicade*a a medida que se acerca la muerte. Toda la atmósfera que envuelve la muerte puede transformarse si la persona encuentra una prctica que pueda hacer de todo cora*ón antes de morir y cuando muere. \9i quien est muriendo es un practicante espiritual habitual, cualquiera que sea la tradición espiritual que practicara, es muy importante facilitarle la asistencia 5unto a su lecho de muerte de sus amigos espirituales, y especialmente de su maestro si lo tiene.
El duelo ?ientras el fallecido transita, sus familiares y amigos contin-an en este plano y viven el denominado duelo. _ste se convierte en especialmente doloroso cuando el difunto es un ser muy querido, especialmente cuando se trata de un hi5o o hi5a. Ciertamente y por los motivos que se desprenden de los ep!grafes anteriores, hay que mirar hacia delante y seguir viviendo. 'ero hay mucha gente que no lo ve as!, que no sabe cómo afrontarlo y por eso, de una punta a otra del planeta, han surgido <<
colectivos, asociaciones y foros que tratan de echar una mano en un momento en el que tanta falta hace. $n su mayor!a estn compuesto por personas que han vivido el mismo trance y ponen a disposición de los dems su propia e"periencia de duelo con base en dos grandes premisas4 en una situación tan radical, sólo el que ha pasado por la misma situación lo puede comprender y es fundamental no encontrarse solo y contar con el apoyo de cuanta ms gente me5or. +ado que colaboro con ellos y tengo constancia de su positivo funcionamiento, sirvan como botón de muestra estos dos colectivos4 \enacers a la Vida4 Pn espacio para todos los que tienen seres queridos que han partido y que opera entorno a la Heb4 http4[[renacerasalavida.ning.com[. $s un /sitio0 de encuentro y para compartir de carcter gratuito, no pertenece a ninguna religión en especial, congregación, partido pol!tico u organi*ación institucional alguna, y fue creado por familiares y amigos de seres queridos que han transitado. La idea es mantenerla y darle vida entre todos. \2lma y Vida4 $s una asociación compuesta por un colectivo de padres que han vivido la e"periencia de la pérdida de un hi5o[a. 'ara ellos, las frases /muerte de un hi5o, proceso de duelo, ayuda tras la pérdida de un hi5o, apoyo en el duelo0 y tantas otras que pudieran formarse para describir tal situación, adquieren un significado muy especial. +esde la 2sociación se intenta compartir esa e"periencia con otros padres, aportndoles apoyo mediante terapias de grupo y otras actividades dirigidas por profesionales, ofreciendo un lugar de encuentro donde poder desarrollar la parte ms dolorosa del proceso de duelo. 9u pgina Heb es4 http4[[HHH.almayvida.es[.