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Ponencia al Grupo de Trabajo 43 “Jóvenes, cultura y poder”, IX Reunión de Antropología Antropología del del MERCOSUR MERCOSUR Culturas, Culturas, encuentros y desigualdades , 10 – 13 de julio 2011, Ciudad d e Curitiba, Brasil.
Construcción juvenil del espacio urbano contemporáneo
Maritza Urteaga Castro Pozo Resumen
¿Cómo y desde qué dimensiones de la vida social los jóvenes están participando (acelerando, retrasando, negociando sus posiciones) en los cambios y transformaciones que vienen acaeciendo en el último cuarto de siglo en la ciudad mexicana, y particularmente en las formas de vivir y representar la ciudad? ¿Qué nos dicen sus modos de vida metropolitanos sobre las asimetrías y desigualdades sociales actuales en este tipo de ciudad? Discuto estas preguntas a partir del análisis de estudios etnográficos realizados desde la experiencia espacial del sujeto joven, incorporando dos ejes de tensión explicativa, la que se construye con los adultos y la que se vive entre jóvenes en 1) las prácticas culturales de uso y apropiación simbólica de espacios en la ciudad y, 2) las elaboraciones significativas de los sujetos que van de la representación a la proyección imaginal de los sujetos y lo urbano. Introducción
Grandes transformaciones macro y micro cotidianas atraviesan las vidas de las juventudes mexicanas desde hace más de un cuarto de siglo. Diversos procesos sociales y culturales vienen modificando el papel y el lugar social de los jóvenes en la sociedad mexicana de las últimas décadas en dos direcciones. Por un lado, cada vez más jóvenes ocupan cargos de dirección en industrias, crean empresas innovadoras en áreas estratégicas como la informática, los servicios digitalizados, entretenimientos audiovisuales y en las denominadas industrias creativas, o se inscriben de modos no tradicionales en el mercado de trabajo; además de constituirse en el segmento poblacional en donde se concentra el mayor número de consumidores y creadores o “prosumidores” de música, videos y tecnologías avanzadas. Pero, por otro lado, aparecen también como actores sociales protagónicos del declive – desintegración - del mundo moderno latinoamericano / mexicano. En efecto, las estadísticas del siglo XXI los identifican como los mayores desertores de las instituciones educativas, los que aportan los mayores porcentajes del desempleo y el empleo informal, los que componen la mayoría migrante hacia el primer Profesora Investigadora del Posgrado en Antropología Social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Email:
[email protected]
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mundo y, dentro de los grupos étnicos, los obligados a salir y, además, como la mayoría estadística de la muerte violenta como soldados, sicarios o víctimas de la violencia urbana o narco terrorista. En todos estos casos, los jóvenes, antes pensados como el futuro, son hoy el presente. Este protagonismo, sin embargo, tiene varias interpretaciones desde la academia y desde los diseñadores de políticas públicas. Por un lado, se encuentran las miradas macro y objetivistas, caracterizadas por acercamientos “duros”, estadísticos, las cuales ofrecen una panorámica desoladora de las
juventudes juventudes mexicanas de inicios del siglo XXI. La crisis y reconfiguración del capitalismo, capitalismo, las transformaciones sociales, la flexibilización del mundo laboral, la transnacionalización de la producción y el consumo y la reducción del Estado – nación convergen en levantar un cuadro algo esquemático y homogenizador de rasgos de las nuevas generaciones: desafiliación social, desafección hacia la política partidaria y estatal, desencanto o escepticismo respecto del orden socioeconómico. Sin embargo, considero que estos datos duros en el doble sentido de la palabra, nos dicen poco sobre las maneras en que los jóvenes están participando en los procesos de cambios económicos, laborales, sociales y culturales de las últimas décadas. Y si bien es imposible objetar la dureza de este panorama general juvenil, es necesario complementar esta aproximación con una segunda mirada o línea interpretativa que avanza a partir de estudios de caso situados en entramados socio culturales muy diversos y desde los ámbitos locales y/o glocales intentando un acercamiento distinto a la participación de los jóvenes en este momento tan crucial en la historia de la humanidad: como hacedores principales del mundo nuevo que se está construyendo, reconociendo siempre las restricciones estructurales de este actor dadas por sus condiciones objetivas de vida – su posicionamiento de clase, etnia, género, generación, sexualidad, región, escolaridad - en las grandes transformaciones del capitalismo actual. Esta perspectiva ha podido identificar y registrar a través del estudio de las prácticas juveniles, juveniles, los movimientos movimientos y las capacidades capacidades de los jóvenes de las últimas décadas para tomar decisiones, rehacer, reinterpretar y actuar dentro y fuera de los límites de sus adscripciones para enfrentar la crisis permanente en la que nacieron y se socializaron. Estos estudios identificaron, precisamente, que con instituciones creadas en el mundo moderno y que no parecen servirles para facilitarles los instrumentos materiales, cognitivos,
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éticos, y de otra índole, necesarios para su sobrevivencia y/o mejora en la calidad material e intelectual de sus vidas en el presente, muchos jóvenes, de diferentes estratos sociales, se han salido del lugar social que la modernidad de los estados nación les tenía asignado y están construyendo de manera imaginativa, creativa, nuevos estilos de vida, nuevas formas de trabajo o empleo o novedosas formas de organizar el trabajo y el tiempo libre, originales formas de seguir siendo jóvenes en nuevos contextos y/ o circuitos sociales y económicos tanto trasnacionales como locales, imbricando las dimensiones legales como ilegales, informales y formales. Tanto para la investigación, como para la formulación de políticas públicas, considero importante rescatar los procesos de creatividad cultural, así como sus productos, que emergen inter - generacionalmente en los espacios juveniles y que circulan según segmentos y lugares donde se ubican los y las jóvenes. Se trata de pararnos en los lugares donde los jóvenes están haciendo posible estas prácticas y están transformando las percepciones sobre sí mismos, las instituciones, la sociedad, etc. Este acercamiento en sus propios términos significa que desde esas miradas y prácticas se buscarán las percepciones sobre sí mismos y su entorno inmediato (incluido el ciberespacio), su entorno mediato y más lejano. La pregunta eje de esta presentación es:
cómo y desde qué contextos y dimensiones de la
vida social los jóvenes están participando (acelerando, retrasando, negociando sus posiciones) en los cambios y transformaciones que vienen acaeciendo en el último cuarto de siglo en la sociedad mexicana y global.
Es decir, cuáles son los modos en los que el sujeto juvenil se encuentra protagonizando los procesos de innovación y cambio cultural. Se prioriza, en ese sentido, la cultural
creatividad
a partir de muchas fuentes, la realización de algo nuevo a partir de materiales
preexistentes, sin dejar de señalar algunas condiciones de la participación juvenil en los procesos de hibridación cultural. Juventud, creatividad e hibridación son términos que hasta hace relativamente poco tiempo parecían caminar separados. Estos términos se encuentran, por lo menos en México, a fines de la década del 80, en los estudios sobre los jóvenes y sus prácticas culturales y, en especial, en la música rock. Un género que desde su ingreso en el país por obra de las industrias culturales, a mediados de
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los años 50, se fue transformando, por las prácticas de uso y de apropiación de los y las jóvenes en universo simbólico y cultural, cultural, dando lugar a la construcción construcción de identidades identidades rockeras generacionales
trasnacionales
con ritmos, acordes, estilos y conjuntos rituales
propios. Estas investigaciones fueron un parteaguas en la concepción de juventud y en las representaciones que investigadores anteriores de la juventud habían construido sobre las relaciones de la juventud mexicana con los productos de la industria cultural (concebida hasta entonces como “imperialista” o extranjera). De imitadores de la cultura anglo americana, los jóvenes estudiados pasaron a productores “de algo de origen mixto, de partes disímiles” y empoderados como agentes culturales, con capacidad creativa para, a
partir de sus entornos socio culturales inmediatos y sus prácticas agregativas nativas, seleccionar y mezclar la propuesta musical rockera
o punketa con conjuntos de artefactos,
piezas o rolas, vestuarios, formas de comportamiento, lenguajes, posturas políticas o ideologías con las que fabricaban sus propios, peculiares,
estilos
de ser jóvenes y rockeros,
jóvenes y cholos, jóvenes y banda (Valenzuela, (Valenzuela, 1988; Reguillo, 1991; De Garay, 1993 y Urteaga, 1998). Entre los procesos creativos e híbridos más importantes en la música rock mexicana se encuentran los grupos y productos de la corriente que denominé “lo mexicano del rock mexicano”: Botellita de Jerez y su guacarock, Maldita Vecindad y su propuesta ska rock
punk balada, el rock rupestre, el etnorock de Jorge Reyes y La Tribu, Café Tacuba, Los de Abajo y muchos otros, confrontados entonces por aquellos grupos como el TRI, nacidos en los años 70, que reivindicaban “la pureza” del Rithm & Blues y del rock. La lengua en que se cantaba y la incorporación disímil de sonidos, géneros e instrumentos musicales provenientes de fuentes o sistemas de interpelación
locales muy
diversos y, a veces, indios,
así como del funk, punk, hardcore, ska, industrial, tecno y otros, señalaba una fuga del producto rock hecho en México
de los cánones convencionales/anglosajones de lo que se
conocía y admitía como rock. A la vez, se trataba de un cruce de fronteras culturales, produciendo un nuevo espacio “que inauguró relaciones” en términos de vincular conjuntos de elementos bastante distintos – en su origen, pero también en su desenvolvimiento espacial y temporal – que se modifican/alteran modifican/alte ran en este proceso. En la corriente de lo mexicano del rock mexicano, los términos clave para referirse a ese “algo” que estaban haciendo, eran autenticidad , originalidad y actitud rockera.
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Los términos y / o conceptos clave que intentaron iluminar estos procesos en los estudios: trasnacionalización, transculturación, globalización y transfronterizo, refiriéndose a procesos culturales y económicos que atraviesan las fronteras geoculturales (entonces muy centradas en las naciones), vinculados fuertemente a la observación de una cada vez mayor y feroz centralización de la cultura y concentración de poder trasnacional de las industrias culturales en la década de los noventa. Sin embargo, en el movimiento independiente y autogestivo de los grupos rockeros mexicanos, estos términos, si bien temidos, eran entendidos como posibles o potenciales formas de distribución
democrática de los poderes
culturales en la medida en que se sentían partícipes de una cultura global – del mainstream o subalterna - a la que alimentaban desde lo local con sonidos originales .
(El
contexto de enunciación eran los gobiernos priistas de fin de milenio, la proscripción al rock mexicano decretada desde el Festival de Avándaro, el post 68 y su larga represión a cualquier manifestación cultural y política juvenil). Este ejemplo del encuentro de estos términos, relacionado básicamente con situaciones de innovación, sino cambio cultural, en contextos fuertes o de profundas transformaciones históricas, me es útil para explorar algunas maneras como los conceptos de creatividad, hibridación y juventud se han relacionado y cuál es el provecho que han sacado de estas interrelaciones. Para ello propongo
algunas entradas
que sólo servirán para organizar de
alguna manera un conjunto de preguntas en torno a los procesos creativos de hibridación cultural desde y entre los y las jóvenes. Creatividad
La creatividad como recurso decisivo para lograr ventajas competitivas, ha penetrado las industrias – tanto automovilísticas, como las de productos alimenticios o la tecnología en sí misma, e incorpora los medios de comunicación y los movimientos de la moda. Diversos autores han señalado que no se puede reducir la creatividad a la producción de invenciones impresionantes, productos o firmas novedosas, sino que la imaginación creativa ha dejado de estar sólo en manos de los agentes de campos especializados como el artístico, para formar parte del trabajo cotidiano de la gente común (Appadurai, 2001; Florida, 2002). Se observa una interacción constante entre creatividad tecnológica, económica, artística y cultural. Se habla de campos convergentes. Estos interjuegos son evidentes en las nuevas industrias como el diseño computacional y gráfico, la animación digital, así como la
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música, la arquitectura y otras. La noción de creatividad adquiere mucho mayor relevancia cuando intentamos ocuparnos de estos asuntos desde las perspectivas de los sujetos jóvenes ensayan nuevas dinámicas de aprendizaje o nuevos modos de trabajo y sociabilidad y estilos de vida. La posibilidad de ser creativo – y de alcanzar por ese medio mejores condiciones de trabajo y de vida – se ha extendido a amplios sectores gracias al aumento de la conectividad. A la inversa, las desventajas socioeconómicas y el riesgo de exclusión (desempleo, inestabilidad) se asocian a la falta de competencia en las nuevas formas de creatividad y conexión. Si bien esta valoración ampliada de la creatividad no es suficiente para superar la pérdida estructural de seguridad en el trabajo, la inestabilidad y la precarización extendidas en las sociedades actuales, es útil para captar algunas nuevas vías a través de las cuales ciertos sectores juveniles se reubican, como ocurre en la música, las industrias creativas, o el ámbito digital. Hibridación
"Hibridación" ha sido definido de muchas formas en las ciencias sociales y en los estudios culturales. García Canclini (1990) propone explorar las posibilidades del concepto de hibridación para examinar la modernidad latinoamericana en “la complejidad de sus
contradicciones, la coexistencia de diversos niveles temporales y en sus truncas”
innovaciones
y analizar el mundo posmoderno, fluidamente interconectado. Hibridación,
connota cruce de fronteras, "estar dentro y entre”, movilidad, “incertidumbre”, avatar,
eventualidad y multiplicidad de ámbitos o fuentes de interpelación del sujeto contemporáneo. En esta exposición me interesa rescatar algunos usos del término hibridación relacionados con los modos en los que el sujeto juvenil se encuentra participando en la innovación y cambio cultural. Priorizo, en ese sentido, la cultural
creatividad
a partir de muchas fuentes, la realización de algo nuevo a partir de materiales
preexistentes, sin dejar de señalar algunas condiciones de la participación juvenil en los procesos de hibridación cultural. Nilan y Feixa (2006) observan, “la hibridación como un proceso de interacción entre lo local y lo global, lo hegemónico y lo subalterno, el centro y la periferia”, así como entre lo tradicional y lo moderno. Para García Canclini (1990) la
hibridación tiene más que ver con decir, es un proceso de
relaciones de poder que poder que con contenidos culturales.
transacciones culturales que
pone de manifiesto
Es
como las culturas
globales son asimiladas localmente, y cómo las culturas no occidentales impactan en
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Occidente.
El concepto de hibridación supone, al menos potencialmente, un uso
"emancipador" de la cultura, opuesto a la globalización de las relaciones de poder (Bannerji, 2000). El debate en torno a la hibridación podría ayudar a comprender jóvenes heterogéneos y desiguales, desiguales, en tanto agentes culturales,
los modos
en que los(as)
se relacionan
- negocian,
adoptan, apropian, recrean, resisten, renuevan, etcétera – con los mercados simbólicos y económicos globales (aquellos hegemónicos, pero también subalternos y
undergrounds;
así
como con los formales e informales; los legales e ilegales), con las nuevas tecnologías, con sus referentes locales y con matrices culturales tradicionales de profundo arraigo en el contexto de la “modernidad tardía” latinoamericana. Sin embargo, los procesos de
hibridación no tienen caminos predeterminados a priori por sus componentes aunque se trate de combinaciones similares; o caminos convencionales a seguir; y no todos se resuelven como
síntesis,
pues sus elementos pueden mantenerse diferenciadamente, pero
también pueden superponerse (más que yuxtaponerse) parcial o totalmente y que estos procesos se dan en diferentes “niveles” o espacios culturales atravesados por relaciones y luchas por el poder de enunciación de lo que es “ser joven” entre los jóvenes y los
mercados, las instituciones y los medios de comunicación (en el espacio social), pero también entre los grupos de jóvenes dentro de lo que he denominado “espacio social juvenil”1, produciendo una variedad de innovaciones culturales (Urteaga, 2007 y 2008) de
manera constante. R. Reguillo (2009), observa que la
articulación
de esas diferencias es lo
que otorga características precisas, contenidos, límites y sentido al continente “ser joven”.
Se podría sugerir a la luz de los estudios en juventud, que se han encontrado procesos de hibridación felices o celebratorios, como los de ciertas “fusiones ” musicales, en donde los fragmentos musicales provenientes de diferentes sistemas sociomusicales pueden identificarse por separado (a modo de pastiches), o al contrario, están fusionados de tal forma que forman nuevos ritmos y géneros. Lo mismo puede vivirse con el caló, la jerga o lenguajes juveniles, no sólo provienen de distintas raíces lingüísticas, sino que los rumbos que toman sus conexiones, combinaciones, en contextos socio culturales tan diversos son muy diferentes. 1
En el espacio social juvenil no sólo se juegan relaciones de poder, también de potencia en el sentido que plantea M. Maffesoli para los grupos instituyentes.
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Por último también existirían esos procesos truncos de hibridación o imposibles de concretar dada la renuencia por parte de los grupos juveniles de compatibilizar o conciliar ciertas prácticas y costumbres con un otro al que se le resiste, opone, consciente, reflexivamente. Llegados aquí es necesario introducir otro término vinculado a los procesos de hibridación y que a veces confunden sus sentidos: “Mundos plurales”
Refiere a la constitución de subjetividades juveniles a partir de discursos aparentemente opuestos. Con otros investigadores (Nilan y Feixa 2006), observo que una percepción extendida entre los académicos es que la mayoría de los jóvenes habitan “mundos plurales”; sin embargo, hasta donde conocemos de los jóvenes estudiados, estudiados , ellas y ellos sólo
habitan un único "mundo", y aunque aunque muy complejo, es sólo uno. Años atrás, Paul Willis observó en sus estudios sobre las prácticas culturales y, sobre todo, musicales de los jóvenes, jóvenes, que lo
que puede parecer contradictorio para una generación de más edad a
menudo no lo es tanto para la juventud, que tiende a utilizar distintas fuentes en sus prácticas creativas.
Un ejemplo cercano refiere a las jóvenes indígenas clase medieras de
alguna de las etnias originarias mexicanas en la ciudad o con los jóvenes universitarios que se autoadscriben indígenas (purépechas o la etnia de sus padres o de uno de ellos) que tienen los pies puestos no sólo entre los ámbitos familiares extensos, también en la carrera universitaria que estudian en las ciudades y en los valores comunitarios en los que son enseñados en alguna de las organizaciones pluriétnicas de la ciudad de México. Para ellas y ellos, esos y otros ámbitos en los que transcurre su vida diaria son construidos como un solo mundo a partir de sus intensas transacciones – negociaciones, rechazos, adopciones, confrontaciones, etc. - con las identidades disponibles, “filtrando, sintetizando, eligiendo juiciosamente juiciosamente - dispositivos dispositivos generadore generadoress que codifican codifican habitualmente habitualmente procesos procesos reflexivos reflexivos ”. Estos ángulos de mira novedosos para el estudio de lo juvenil en el México contemporáneo, exigen ser estudiados en combinación con otros ámbitos y relaciones en las que están insertos los y las jóvenes, como sus distancias de clase, de género, de etnia, de región, de generación, sexualidad, urbano – rural y de otras relaciones algo más subjetivas y que demuestran ser relevantes en sus vidas (como los gustos y actividades focales). La
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propuesta es insertarse en los mundos juveniles desde sus propios términos, esto es, desde los lugares y prácticas, percepciones y puntos de vista de los jóvenes sobre sí mismos, sobre su entorno inmediato y más mediato. ¿Qué significa esto? Significa ubicarnos en el espacio social juvenil, reconociendo y aceptando:
1.
La presencia y acción de los jóvenes sobre su mundo inmediato – el presente – como actores sociales, esto es, activamente comprometidos en la producción de sus mundos sociales; y
2.
Su condición de agentes, de activos productores de cultura.
Varios estudios de caso ilustran estas situaciones. Formas juveniles de habitar la metrópoli y el espacio público
¿De qué maneras y desde qué espacios (sociales, culturales, físicos) los jóvenes participan en la reconfiguración del espacio urbano contemporáneo y más específicamente de la ciudad contemporánea o mundializada? ¿Qué es lo que los modos de vida juveniles urbanos contemporáneos, con sus procesos de hibridación en curso, nos están diciendo sobre las asimetrías y desigualdades sociales en este tipo de ciudad? Discutiré algunas respuestas a estas preguntas desde algunos planteamientos de Ulf Hannerz sobre el estudio de las ciudades mundiales y sobre la vitalidad cultural de algunas grandes ciudades. Sostiene que existen tres condiciones que contribuyen fuertemente a la vitalidad cultural en las denominadas grandes ciudades: apertura al exterior, efervescencia cultural y sociabilidad. No obstante, dos rasgos disparan esta imbricación y su resultado: una concentración de la población como la que existe en las ciudades permite la existencia de una apertura interna, que es la que realmente dispara la efervescencia cultural. La sociabilidad y sus espacios específicos, juegan un papel importante en la intensificación del tráfico de significados entre diversos estratos de personas y entre diversas esferas de pensamiento que se influencian mutuamente. (Hannerz, 1998). Los procesos actuales han dado lugar a una cultura mundial
que “organiza la diversidad”, en el sentido de interconectar las diversas
culturas locales con las que “no están en un territorio concreto”. Las personas se relacionan
de maneras diferentes con ella, aunque aquí relevo dos tipos posibles que pueden servir como polos de análisis: las personas
cosmopolitas
y las personas
locales.
efervescencia cultural actuales alcanzan su momento culminante en las
La complejidad y
ciudades mundiales,
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“centros de la ecumene global” en tanto contienen los núcleos/nodos de control de la
economía mundial y porque confluyen cuatro categorías sociales de personas –
los
ejecutivos y directivos de las empresas trasnacionales, los inmigrantes, las elites del
– quienes mundo de la cultura y los turistas – quienes
comparten una característica común, “ser, de
una manera u otra, trasnacionales” (Hannerz, 1998: 208), desempeñar un papel clave en la
creación y difusión de nueva cultura y darle distinción a las ciudades mundiales contemporáneas. Me interesa rescatar parcialmente el planteamiento metodológico que realiza Hannerz para abordar parte del proceso cultural que tiene lugar en las ciudades mundiales, tanto en su faceta local como trasnacional, a fin de enmarcar tres formas juveniles de vivir la ciudad en la actualidad – la de los jóvenes indígenas migrantes, la de los
trendsetters
y la de las
bandas juveniles y los “ser barrio” - que presentaré para ilustrar cómo los jóvenes no sólo
expresan las transformaciones de la macroestructura, sino cómo están reconfigurando territorial, cultural y socialmente el espacio urbano contemporáneo. Jóvenes e indios en la ciudad
Ubico la presencia de los jóvenes indígenas 2 en la ciudad dentro de los flujos migratorios que hoy caracterizan a las ciudades mundiales (Hannerz 1998; Appadurai 2001). Sin embargo, esta premisa debe enmarcarse en un contexto urbano mexicano que históricamente ha excluido la presencia indígena de la membresía urbana bajo la “falsa idea de que los indígenas pertenecen al medio rural y campesino, mientras que las ciudades son el espacio de lo cosmopolita, que asimila y elimina las diferencias culturales” (Escalante, s/f). Bajo la etiqueta “jóvenes indígenas” se esconden diferencias de todo tipo: de clase,
edad, origen étnico, educación, ocupación, profesión, expectativas, estilos de vida, y muchas otras, las cuales conforman prácticas culturales y espaciales urbanas muy diversas. Los jóvenes
de reciente migración a la ciudad de México,
ocupan los últimos escalones
laborales: albañiles, mozos, soldados, ellos; empleadas domésticas, ellas. Empleos a los que generalmente han accedido a través de las redes familiares y comunitarias de apoyo que las generaciones anteriores de migrantes indios construyeron como fuentes de recursos y empleo. Ellos rentan una habitación en la periferia de la ciudad o en los predios indígenas 2
El término indígena en México oculta las 62 6 2 etnias realmente existentes en todo el territorio nacional, decidí utilizarlo aquí, porque así los denominan los urbícolas y también las instituciones con las que interactúan.
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de la zona céntrica de la ciudad cerca o con familiares, quienes les ayudan a encontrar trabajos temporales de baja calificación; ellas trabajan de tiempo completo en el servicio doméstico y viven en las zonas residenciales donde prestan sus servicios; ambos están muy vinculados a sus familias y pueblos de origen. Sus tiempos y espacios de ocio están acotados por los días libres (sábado por la tarde o domingo). El espacio urbano se presta para el anonimato y la creación de estilos o formas de vida diferentes, situación que tensiona poco a poco la vida de los jóvenes migrantes en tanto se opone a las formas conductuales colectivas tradicionales de sus culturas de origen. La selección de sus lugares de encuentro y socialidad en la ciudad, así como las prácticas culturales y sociales que despliegan en el espacio público expresan un fuerte arraigo a sus culturas de origen: espacios con mucho “verde”, que de alguna manera les recrean las maneras conocidas de “estar juntos” y les posibilitan conocer a otros jóvenes parecidos a ellos y ellas con los
cuales se sienten cómodos. Sin embargo, a diferencia de los pueblos, lo que estos jóvenes migrantes
buscan
en
estos
espacios
son
espectáculos
culturales,
musicales,
cinematográficos, teatrales, así como lugares para ir a bailar, comer y estar entre amigos o con la pareja y poder ser jóvenes – consideradas como prácticas urbanas. La interculturalidad básicamente se practica con otros chavos pertenecientes a otros grupos étnicos y casi nunca con los jóvenes mestizos, muy diferentes a ellos en sus prácticas de ocio. Una de las paradojas del proceso cultural en las ciudades mundiales, sugiere Hannerz, es que mientras la periferia ha llegado a aceptar el influjo del centro, cualquier manifestación cultural que en el centro pase por nativa, hará que gran parte de su población sienta invadida o sitiada
su cultura
y reaccione escudándose de diferentes formas y
deseando desaparecer la periferia o deseando que ésta sólo aparezca discretamente como prestadora de servicios básicos (Hannerz, 1998: 216). De ahí que la Alameda Central 3 sea un espacio público recreativo de “lo negado”: para ciertos sectores sociales de la ciudad ir a la Alameda es ir a “gatear” o a “paisanear”; ir con la “macuarrada” o con los “nopalitos” y,
con ello, bajar de estatus. Sin embargo, la persistente y constante concurrencia de los migrantes indios a la Alameda ha demandado servicios y lugares de ocio cada vez más
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Espacio público ubicado en el centro de la Ciudad de México. Gatear, paisanear: mezclarse con los indígenas o provincianos. Macuarrada y nopalitos, términos discriminatorios que refieren a indígenas.
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equipados y seguros para ellos/as, aunque también ha implicado el ingreso del mercado en el ocio y su transformación en negocio. Jóvenes indios y migrantes también lo son los cada vez más visibles universitarios(as) pertenecientes a las nuevas generaciones altamente escolarizadas (algunos con maestrías y doctorados), entre las cuales esas mismas redes dejan de serles útiles para acceder a mejores puestos de trabajo y al logro de las nuevas expectativas generadas. Este pequeño sector ilustrado utiliza con mucho éxito la vulnerabilización de la condición indígena por parte del gobierno federal y los gobiernos estatales a través del acceso a becas en programas de educación superior 4, sin dejar de pertenecer a las redes étnicas. Sin embargo, la pertenencia a estas redes comunitarias, y a los grupos y cargos de poder y decisión, no se hereda, ni se garantiza simplemente por haber nacido en los pueblos de origen, se gana, se trabaja, se construye asumiendo un
compromiso con la comunidad a
través de la asunción de cargos y otras responsabilidades comunitarias – como el tequio -, – como “mano vuelta”, “gozona”, guetza, que toman diversos nombres así como familiares – como
en cada pueblo. Para los jóvenes, la asunción paulatina de estos compromisos significa ir haciendo pública su voluntad de pertenencia étnica que posibilita una vida
forma comunitaria de
que “la ciudad no puede ofrecerles” y empezar a asumir que “uno existe gracias a la
comunidad”, principio contradictorio al individualista, que prevalece en la ciudad, donde “todo existe gracias a uno”5. Por otro lado, cumplir con estas obligaciones otorga “derechos sobre la tierra, aún viviendo en la ciudad, siempre y cuando se cumpla con lo anterior” (Ortega, 2001). Aquí me encontré con una institución formativa clave en la
reproducción cultural de las etnias contemporáneas en México, así como con un aporte fundamental a la construcción de lo juvenil contemporáneo. Socializarse en los principios comunitarios marca una gran diferencia con las maneras modernas de construcción de juventud. juventud. Sin embargo, en éstos ámbitos y estructuras étnicas en la ciudad, observé, observé, como otros investigadores (Pérez Ruiz, 2008), ciertas tensiones generacionales entre adultos/ancianos y jóvenes, que responden a las diferentes percepciones y expectativas que cada actor tiene sobre el proyecto de recomposición étnica y la participación de los actores 4
Maestría en Lingüística Indoamericana Indoamericana (CIESAS y CDI); Maestría en Educación Indígena (UPN); Programa SNA´EL (becas para estudios de posgrado a indígenas en la UNAM, CDI y Gobierno Estado de Chiapas); Programa de becas Ford para estudios de licenciatura y posgrado; además de las actuales universidades indígenas o interculturales, algunas de la cuales operan en Sinaloa, Estado de México, Michoacán y la Huasteca (Pérez Ruiz 2008: 13). 5 http://www.indigenasdf.org.mx/pueblos/21/sistemas-de-cargo-de-los-pueblos-indigenas.. Consultado 03/05/2006. http://www.indigenasdf.org.mx/pueblos/21/sistemas-de-cargo-de-los-pueblos-indigenas Saberes
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en él. Los primeros, perciben a los jóvenes migrantes de manera ambivalente, como sostén importante para la comunidad (esperanza) y, a la vez, como fuentes del cambio (temor); mientras los jóvenes con una mayor educación y más tiempo en la ciudad tienen expectativas y demandas en su presente que no pueden ser satisfechas en el marco actual (y ancestral) de las relaciones de poder comunitarias sin que algo de esas relaciones se transforme en beneficio de la continuidad y la reproducción de los mismos pueblos étnicos. Algunos sostuvieron que dentro de sus comunidades, los jóvenes no contaban, tenían voz, pero no voto 6. Ser joven, ser indio y ser migrante son posiciones de frontera en la medida en que los sentidos de los actores sobre estos tres términos están siendo construidos
dentro
de una zona nueva, pero fuera de las fronteras de los mundos que hasta hace poco parecían fijos e inmutables y los cuales aún sirven de referentes – aunque no sean los únicos – en la construcción de sus formas de vida. Introducción de cambios culturales en los estilos de vida contemporáneos: los jóvenes trendsetters trendsetters en la ciudad de México Trendsetter es
un categoría del
marketing
que significa “posicionados en la tendencia” (de
estilos de vida por venir), sin embargo, a falta de un término mejor, lo uso para referirme a aquellos jóvenes integrantes de la categoría de personas que Hannerz (1998) denomina “especialistas de la expresión” o “personas que se ocupan de la cultura” que viven en las
ciudades mundializadas. Los trends son jóvenes nacidos en la ciudad y tienen entre 21 y 32 años de edad; son solteros, sin hijos y viven con su familia de origen o comparten departamento con algún familiar. Se especializan en algunas actividades de tipo expresivo con un marcado sello generacional que trasciende sus orígenes de clase (el límite inferior es el de clasemedia baja): se concentran en carreras creativas como diseño (gráfico, textil, industrial, arquitectónico, de moda, joyería, mobiliario, etc.), publicidad, arquitectura, comunicación, artes plásticas, cine, video, e incursionan en otras especializaciones que fomenten su creatividad y complementen su formación como actuación, locución, promotoría y difusión cultural, fotografía, serigrafía, arte visual y sonoro, entre otros. Sus productos culturales son artístico funcionales a la vida moderna en la ciudad y su trabajo creativo es para cierto segmento del mercado. No están peleados con lo comercial, consideran que se puede crear en lo comercial y se puede vivir de lo que se trabaja y hace 6
Taller de Intercambio de Experiencias, abril 2006.
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creativamente. Desde el marco organizacional del “mercado” (Hannerz, 1998), los trends
pueden ser ubicados como vendedores de ciertos productos culturales novedosos, más precisamente, son generadores de nuevas demandas entre clientes que están a la caza de bienes, servicios e ideas innovadoras para luego comercializarlas en gran escala a través del mercado. Desd e el marco “forma de vida”, los trends se ubican de una manera particular entre los generadores y difusores de novedosos estilos de vida y de trabajo. Si bien comparten con las vanguardias ciertas concepciones sobre el trabajo – como placer y obtención de satisfacción estética y como innovación – lo que los particulariza o identifica de manera distintiva es la combinación de creatividad y capacidad emprendedora que he denominado “pasión emprendedora”, esto es, tienen la capacidad de tomar el riesgo de
emprender - en el sentido ejecutivo del término - nuevas ideas y difundirlas entre nuevos públicos y mercados a partir de asociarse con otros creativos para trabajar, crear y proyectar. Las formas de asociación con otros son muy diversas, pero tienen en común conformar colectivos autogestivos alrededor de proyectos creativo – empresariales que terminan cuando los proyectos se acaban. Viven, trabajan y construyen sus circuitos de diversión entre el Centro Histórico y las colonias Polanco, Condesa y Roma, zona históricamente urbanizada de la ciudad de México. Se consideran
urbícolas
y sienten que
su fuente de inspiración creativa está en esa diversidad étnica y social del centro de la ciudad y no en la periferia de los sectores medios altos y altos y de los sectores más pobres. Su apropiación del espacio urbano es metropolitana: con rutas de ocio que incluyen desde lugares urbanos tradicionales, abandonados,
underground ,
hasta más comerciales o centros
culturales, en donde confluyen diversidad de jóvenes y personajes. La ciudad es valorada en su posibilidad de encontrarse con otros muy distintos a si mismos. Los trends son un segmento juvenil puente clave entre las
vanguardias
(culturales,
estéticas, intelectuales y subculturales) y los sectores más avanzados del mercado (trendsminoría temprana y adoptadores tempranos), quienes a su vez son los encargados de diseminar los cambios y patrones culturales a lo largo de éste. En esta especie de corredor que abren entre estilos de vida de sectores de la población tan diversos, los trends funcionan como un “territorio de flujo” de ideas, elementos culturales y simbólicos y materiales con
los que se construyen a sí mismos como innovadores, introductores de cambios o transformaciones en los modos de trabajo, ocio, consumo de objetos y espacios, modos de
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estar juntos, esto es, en los estilos de vida. Los trends “lanzan proyectiles”, provocan
reflexiones e inquietudes en otros, generándoles necesidades en sus exploraciones y/o “Territorio sonoro” es el eslogan de experimentaciones a las ideas e inquietudes que tie nen. “Territorio Ibero 90.9 radio, que está incorporando “los sonidos de quienes hacen la radio verdaderamente, el radioescucha”; “territorio de juego” es ludens e implica una manera de
trabajar y un estilo de vida en donde el trabajo es parte de la diversión y de la concretización de sus inquietudes y deseos. Ludens invita a jugar a otros, a colaborar en la difusión de sus ideas y a retroalimentarse creativamente, a apoyarse. Estos
otros
son
activistas (talleres de intervención en el espacio público) o fundaciones que les permiten recursos para exponer, o el mercado u otros jóvenes buscando espacios para “invadirlos”. En este proceso van siendo “contagiados” por el otro y/o van contagiando al otro y generando esta simbiosis/infiltración creativo c reativo productiva productiva del uno al otro. o tro.
Lo mismo sucede en el ámbito del ocio creativo, en donde se muestra la capacidad de liderazgo e influencia de los trends entre múltiples otros, pero también su capacidad y actitud de ser infiltrados por las maneras de estar y ser de otros muy diversos. Vivir, observar, construir y experienciar senderos propios de vida – esa es la ruta trend. Ese recorrido exploratorio les genera otras preguntas y nuevas inquietudes y búsquedas para conseguir los recursos del nuevo proyecto y sacarlo adelante. Los jóvenes trends estudiados pertenecen a varios sectores sociales, y ello, si bien delimita sus formaciones y campo de acción, su actitud es la misma, la innovación, la pasión emprendedora que se manifiesta de manera creativa y hedonista. Las tendencias encontradas entre los trends en el 2004 están aún en curso, tiñendo varios estilos de vida citadinos. Me interesa rescatar el proceso y las formas de constitución de los nuevos estilos de vida y la participación activa de los jóvenes en él. Este segmento es una de las diversas maneras en que diferentes jóvenes mexicanos se involucran con sus vidas, con su entorno y con los que los rodean. Los trends cosmopolitas podrían considerarse uno de los sectores vanguardistas de la generación actual de jóvenes, en el sentido de vivir hacia delante, abriendo caminos o senderos novedosos hacia el por venir, llenando el vacío de lo que no hay o no existe aún. Ser barrio
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En las ciudades mundiales también existen otros tipos de habitantes que no interaccionan con la cultura globalizada de esas maneras. A finales de 2005, Ulrich Beck 7 reflexiona sobre la quema de los suburbios franceses por manos de los jóvenes que los habitan, denominados “inmigrantes” por los medios de comunicación. Emplazado en una “zona fronteriza” empírica, Beck se pregunta por lo “que ocurre con los que quedan excluidos del maravilloso nuevo mundo de la globalización”, mientras señala las limitaciones explicativas del uso de los hasta hoy incuestionables conceptos de “desempleo”, “pobreza” y “jóvenes inmigrantes” creados en el marco de las tensiones de poder de la sociedad de
clases propia de un estado nacional; y, propone entender éstos y otros acontecimientos, enraizados en la globalización económica que ha llevado a una división del planeta que produce centros muy industrializados de crecimiento acelerado, al lado de desiertos improductivos que no sólo están fuera del primer mundo sino también dentro. Los nuevos ricos de la globalización ya no necesitan de los pobres, tampoco la economía necesita su contribución para crecer, los gobernantes son elegidos sin sus votos y no están en las reivindicaciones de los trabajadores. ¿Quiénes entonces son estos jóvenes? Son los jóvenes “superfluos”, ciudadanos sobre el papel, pero en realidad no ciudadanos - escudriña Beck-,
son jóvenes franceses
hijos de inmigrantes
africanos y árabes que han perdido el contacto
con el lugar de origen y soportan, además de la pobreza y del desempleo, una vida sin horizontes en los suburbios de las grandes metrópolis, a los que la sociedad francesa de la igualdad ha marginado en auténticos güetos “superfluos” en la periferia de sus grandes
ciudades. Quiero hacer uso de la propuesta interpretativa que Beck desarrolla apegado a los acontecimientos del momento, para proponer, arriesgadamente y tal vez de manera incendiaria - como los jóvenes de la revuelta parisina - una interpretación a las maneras de habitar y ocupar el espacio urbano por parte de las bandas y pandillas juveniles, así como de otras formas de ser joven en las periferias citadinas mexicanas. A diferencia de los
trends,
parecen habitar y ocupar el
las bandas o pandillas juveniles de las periferias citadinas
espacio público local: el
barrio. Desde los años 40 y 50, ciertos
grupos juveniles inmersos en los sectores populares urbanos han ocupado la calle, la esquina, la cuadra de sus barrios para construir sus identidades de grupo frente a otros 7
BECK, U., “La revuelta de los superfluos” en EL PAÍS, P AÍS, 27/11/05, pp.13 y 15. Toda la información sobre los acontecimientos puede leerse en EL PAÍS 13/11/05; 20/11/05 y 27/11/05.
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grupos de su misma edad. A fines de los 80, Valenzuela (1988) señaló la importancia del barrio como ámbito espacial de agregación popular juvenil en la ciudad. El barrio es su primer recurso de libertad o de poder desde el cual tienen control sobre su cuerpo, un lenguaje que los identifique, signos y símbolos que comparten, a través del cual crean sus propias relaciones de
status
y poder. Al ser accesible, controlable y presentista, brinda
seguridad en la incertidumbre que provoca el cambio hacia la vida adulta. A diferencia de las formas de
territorializar el
barrio de los 80, las pandillas actuales del oriente de la
ciudad de México (Perea, 2004), conformadas por “miembros de tiempo completo” (no
trabajan ni estudian), vigilan y controlan todo y a todos sin salir del barrio. En la actualidad, las periferias citadinas no están ocupadas exclusivamente por los sectores populares, sino por una gran parte de las clases medias bajas, que habitan las casas y/o departamentos de interés social. Una imagen distinta y reciente, con jóvenes de los sectores medios bajos y populares que se valen de su estrecha vinculación con su comunidad/ su barrio
a través de la convivencia, el compartir el espacio y las costumbres para construir su
identidad como jóvenes barrio, aunque también de exclusión y segregación social, es la que aporta Teresa Lazcano (2005, 2005b). Su estudio se ubica en colonias populares de bajos recursos o viviendas de interés social del norte de la ciudad de México. Estos jóvenes comparten una cultura urbano popular creada “con creencias y prácticas transmitidas de generación en generación”, aunque actualmente fuertemente condicionadas por un entorno
de contradicciones económicas y sociales que imponen a los individuos necesidades, estilos de vida y de consumo a los que no pueden acceder, creando en ellos la imagen y la vivencia de una segregación económica y social. Ante estas frustraciones, los jóvenes del barrio levantan fronteras materiales -
como la creación de actividades informales e ilegales como
recurso para la sobrevivencia
- , imaginales y espaciales, que refuerzan su segregación
social y alimentan una fragmentación espacial de la ciudad (Lazcano, 2005). Para estos jóvenes el
ser del barrio
se convierte en un elemento de pertenencia, de resguardo y
seguridad y en estandarte de su condición social y económica. Desde niños, los habitantes del barrio crecen juntos como generación. Sometidos a una economía que no les permite el acceso a otro tipo de lugares o actividades recreativas, sus actividades se restringen al barrio, se arraigan en él y se apropian de él a través de compartir las festividades comunes, las noches de cerveza en la esquina - desde donde se observa y se vigila - los juegos de
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fútbol, las peleas callejeras en defensa del territorio o de algún miembro de
la banda,
alianzas familiares vía matrimonios con chavas del barrio, lazos y redes para buscar empleo o para obtener dinero, etcétera. Es
su barrio
(Lazcano 2005, 2005b). La insularidad con la
que viven diferenciadamente estos jóvenes la ciudad, respondería más que a una autonomía relativa para organizar su vida social, a la exclusión, sino expulsión, de que son objeto por parte del nuevo orden globalizado. Su marginación en auténticos güetos periféricos a la gran ciudad así como las salidas prácticas que se están dando para vivir, expresan que estos jóvenes también han tomando sus propios riesgos y modernidad les tenía asignado, al cruzar los
se están saliendo del lugar que la
límites convencionales entre lo formal e
informal, lo legal e ilegal, creando un espacio intersticial que les posibilita “inaugurar relaciones”.
Jóvenes indígenas que viven en las periferias de la ciudad y se desplazan para trabajar y obtener ingresos y algo de diversión en los lugares de la ciduad más parecidos a los espacios públicos de sus pueblos de origen y con otros iguales a ellos/as; jóvenes
trends
cuya condición cosmopolita disfrutan y espacializan en las zonas más urbanizadas de la ciudad y con otros muy diferentes a ellos/as; y jóvenes agregados en clicas/gangas, bandas, pandillas, construyendo su
ser barrio y
que se resguardan en el espacio público local como
forma de habitar y percibir una ciudad y sociedad que sienten los excluye. Todas estas son formas juveniles contemporáneas muy distintas de habitar y hacer (la) ciudad, de vivir y de representar el espacio público urbanos, desde donde se autoperciben y representan a sí mismos como agentes sociales. Definitivamente, estas formas señalan que la ciudad contemporánea – que algunos autores denominan
posciudad (Vergara),
otros
metápolis
(Ascher 8) – no es una sola forma, ni un solo lugar, ni construye una identidad, ni sus significados se generan sólo en lo próximo e inmediato o sólo en lo fluído y lo lejano – entre otras características. Y, sin embargo, esa(s) ciudad(es) parecen articular (o sólo imbricar) materialmente las prácticas sociales y culturales que esta diversidad juvenil comparte en este tiempo. Desde estas miradas tan distintas, la ciudad contemporánea está siendo construida más por acumulación (vía articulación y/o imbricación) de múltiples estados, realidades, acciones, experiencias y reflexividades simultáneas, y las prácticas 8
Este planteamiento está construido con base a ciertas ideas planteadas por Manuel Castells sobre el espacio de los flujos; por Francois Ascher, autor del que el libro del arquitecto Manuel Gausa hace escueta referencia en Gausa, M. (2002), Singular Housing, Barcelona, Actar
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sociales de los/as jóvenes en ella, estarían ayudando en la definición de esta nueva forma y a la construcción de sus nuevas funciones y significados. Bibliografía Amit Talai, V. (1995). Conclusion. The ´Multi`Cultural ´Multi`Cultural of Youth”. En V. Amit Talai T alai & H. Wulff Eds., Youth cultures. A cross – cultural perspective (pp. 223 – 233). London: Routledge. Appadurai, A. (2001), La modernidad desbordada. Dimensiones Dimensiones culturales de la globalización globalización . Buenos Aires: Trilce y FCE. Bannerji, H. (2000) The Dark Side of the Nation: essays on multiculturalism, nationalism and gender , Toronto, Canadian Scholars Press Inc. Becquer , M. y J. Gatti (1997) “Elements of Vogue”, en Gelder, K. y S. Thornton (eds.) The Subcultures Reader , London and New York, Routledge, pp. 445 – 453. Bauman, Z. (2001) La sociedad individualizada individualizada , Madrid, Cátedra. Belausteguigoitia, Belausteguigoitia, M. (2009) “Frontera”, en Szurmuk, M. y R. Mckee I. (Coords.) Diccionario de estudios culturales latinoamericanos , México, Siglo XXI – Instituto Mora, pp. 106 – 111. pensamiento alternativo, Buenos Aires, Biblos – UNLA. Biagini, H. y A. A. Roig, (2008) Diccionario del pensamiento Bucholtz, M. (2002). Youth and Cultural Cultural Practice, Practice, Annual Review of Anthropology, 31, pp. 525 – 552. Caputo, V. (1995). Anthropology´s silent ´others´. ´others´. A consideration of some conceptual and methodological issues for the study of youth and children´s cultures. En V. Amit Talai & H. Wulff Eds., Youth cultures. A cross – cultural perspective (pp. 19 – 42). London: Routledge. cultura , México, Cuadernos del PROIICOM – UIA. De Garay, A. (1993) El rock también es cultura Escalante, Y. (s/f). La exclusión indígena de la membresía urbana. Consultado el 12 /11/2004 en el URL http://www.indigenasdf.org.mx/convivencia.php
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