Juan Antonio Pérez Pérez
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COMENTARIO SOBRE EL DIRECTORIO DE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA.
Es interesante saber y observar cómo la gente tiene hambre y sed de conocer a Dios, y como en su ritmo de vida se ve ese reflejo, de buscar esa relación con Él, sabemos además por su palabra, que Él nos ha amado antes que nosotros le amaramos, que Él está siempre al cuidado de cada uno de nosotros, pero también es cierto que el hombre intenta encontrarse con Él, como él bebe busca los brazos de su madre, para encontrar seguridad. Me llama la atención como en el directorio se hace la diferencia entre religiosidad popular y piedad popular, en cuanto a la primera se refiere a una expresión universal, de una persona o de un pueblo, en la que siempre está presente una dimensión religiosa, pero ello no significa que sea especifica del cristianismo, sino que es común a las diversas culturas y religiones, en definitiva, no tiene relación necesaria con la revelación cristiana, sino con otras religiones, supersticiones etc. En cuanto a la segunda que es la que nos interesa, el documento lo expresa y la define de una manera elegante diciendo: "es verdadero tesoro del pueblo de Dios", (es decir la piedad popular) "manifiesta una sed de Dios que sólo los sencillos y los pobres pueden conocer; vuelve capaces de generosidad y de sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe; comporta un sentimiento vivo de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante; genera actitudes interiores, raramente observadas en otros lugares, en el mismo grado: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desprendimiento, apertura a los demás, devoción". A esto le llamamos piedad popular, es decir: es el sentir de un pueblo que busca encontrarse a través de la revelación, con el misterio de Dios, mediante una gran variedad y riqueza de expresiones corpóreas, gestuales y simbólicas, por ejemplo, en el uso de besar o tocar con la mano las imágenes, los lugares, las reliquias y los objetos sacros; las iniciativas de peregrinaciones y procesiones; el recorrer etapas de camino o hacer recorridos especiales con los pies descalzos o de rodillas; el presentar ofrendas, cirios o exvotos; vestir hábitos particulares; arrodillarse o postrarse; llevar medallas e insignias... Similares expresiones, que se trasmiten desde siglos, de padres a hijos, son modos directos y simples de manifestar externamente el sentimiento del corazón y el deseo de vivir cristianamente. En nuestros 1
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pueblos la piedad popular no debe ser ignorada, ni tratada con indiferencia o desprecio, sino más bien, hay que inculturarla y purificarla para una mayor riqueza y ésta tarea le toca hacerla al ministro ordinario del lugar, como lo menciona el documento: ³Las manifestaciones de la piedad popular están bajo la responsabilidad del Ordinario del lugar: a él compete su reglamentación, animarlas en su función, de ayudar a los fieles para la vida cristiana, purificarlas donde es necesario y evangelizarlas´, la piedad popular, además es rica en valores, y ya de por sí expresa la actitud religiosa ante Dios; pero, como ya mencionamos, tiene necesidad de ser continuamente evangelizada, para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico. El documento hace hincapié diciendo que los ejercicios de piedad popular en los pueblos cristianos juntamente con otras formas de devoción deben ser acogidos, recomendados siempre y cuando no sustituyan y no se mezclen con las celebraciones litúrgicas: No se deben oponer, ni equiparar, pero sí armonizar, como se indica en la Constitución litúrgica: "Es preciso que estos mismos ejercicios (de piedad popular) se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada Liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo, ya que la liturgia, por su naturaleza, está muy por encima de ellos"« tenemos que llegar a la cuenta de que la liturgia y piedad popular son dos expresiones cultuales que se deben poner en relación mutua y fecunda: en cualquier caso, la Liturgia deberá constituir el punto de referencia para "encauzar con lucidez y prudencia los anhelos de oración y de vida carismática" que aparecen en la piedad popular; por su parte la piedad popular, con sus valores simbólicos y expresivos, podrá aportar a la Liturgia algunas referencias para una verdadera inculturación, y estímulos para un dinamismo creador eficaz. Además, el documento nos orienta, para echar a fuera las practicas inadecuadas, marcadas por un subjetivismo arbitrario, de falsa credulidad, cercana a la magia o a la superstición, el mismo documento lo expresa muy claro: "no puede en absoluto acoger ritos de magia, de superstición, de espiritismo, de venganza o que tengan connotaciones sexuales". Como también nos invita a tener cuidado sobre los peligros que pueden desviar la piedad popular, tales como: la desproporción entre la estima por el culto a los Santos y la conciencia de la centralidad absoluta de Jesucristo y de su misterio; el escaso contacto directo con la Sagrada Escritura; el distanciamiento respecto a la vida sacramental de la Iglesia; la 2
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tendencia a separar el momento cultual de los compromisos de la vida cristiana; la concepción utilitarista de algunas formas de piedad etc. Toda piedad popular debe tener como punto de referencia a la liturgia de la iglesia y su objetivo ha de ser contribuir contribuir al culto culto de Dios y a la santificación humana mediante expresiones litúrgico-piadosas devocionales tales a las diversas prácticas exteriores (por ejemplo: textos de oración y de canto; observancias de tiempos y visitas a lugares particulares, insignias, medallas, hábitos y costumbres), que, animados de una actitud interior de fe, manifiesten un aspecto particular de la relación del fiel con las Divinas Personas, o con la Virgen María en sus privilegios de gracia y en los títulos que lo expresan, o con los Santos, considerados en su configuración con Cristo o en su misión desarrollada en la vida de la Iglesia. Por tanto ³Una auténtica pastoral litúrgica sabrá apoyarse en las riquezas de la piedad popular, purificarla y orientarla hacia la Liturgia, como una ofrenda de los pueblos".
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