Reficar o Refinería de Cartagena es uno de los más modernos complejos industriales de Reficar o Sudamérica que ocupa cerca de 140 hectáreas dedicadas a generar derivados de petróleo y combustibles considerados limpios por su bajo contenido de azufre. Ubicada en la Costa Norte colombiana, actualmente es la segunda refinería más importante del país después de la Refinería de Barrancabermeja Barrancabermeja,, ubicada en una ciudad portuaria del interior . interior .1
Ubicación Está ubicada en la actual zona industrial de Cartagena, el área de Mamonal, ubicación elegida en su momento por la existencia del terminal del oleoducto de la Andian National Corporation, que es hoy terminal de refinería, además para atender el mercado del norte y occidente del país.
Historia Con una inversión de 33 millones de dólares, fue construida en 1957 por Intercol y luego adquirida en 1974 por Ecopetrol. Fue sometida a una importante modernizaci ón que costó cerca de USD 6.500 millones y que se completó en 2015. Esta modernización permitió tecnificar la refinería para producir combustibles más limpios y un mayor número de derivados aumentando su capacidad refinadora de 75.000 barriles de petróleo por día a 165.000 ,2 Esta ampliación genero un impacto importante al permitir la reducción de importaciones de combustibles ya que en años anteriores Colombia importaba gasolina y llegó hasta a importar 33.000 barriles diarios de diésel, diésel,3 además dinamizó la economía de la región al convertir el sector industrial en la principal actividad económica del departamento de Bolívar . Bolívar .4
Producción Durante el 2016 la refinería estuvo bajo un estricto cronograma de pruebas e increment o gradual de su producción pero al mismo tiempo logró registrar exportaci ones a países de Centroamérica, Asia y Estados Unidos, Reficar también también abastece el el mercado local con combustibles combustibles limpios y 5 de alta calidad. calidad. Actualment Actualmente e procesa petróleo crudo y genera gasolina gasolina,, nafta virgen, queroseno queroseno,, diésel diésel,, gasóleo atmosférico, 2.500 toneladas diarias de coque combustible o ánodo y destilados como el GLP y gasolina para jet. jet .6
Sobrecostos En enero de 2016, la Contraloría General de Colombia publicó un reporte detallando sobrecostoss irregulare sobrecosto irregularess7 cercanos a los 2.942 millones de dólares que se suman a los 1.960 millones de dólares que se dejaron recibir debido al retraso de 27 meses en la entrega de la obra, para sumar un detrimento total que superaría los 4.000 millones de dólares en lo que fue conocido como el escándalo de Reficar de 2016. 2016 . La construcción de esta refinería es el escándalo de corrupción más grande de Colombia en su historia, por encima del Carrusel de la Contratación y Agro Ingreso Ingreso Seguro. Seguro.8 9 10 11 12
Referencias 1. Volver arriba↑ «La apuesta por la infraestructura energética». energética» . semana.com. 17 de enero de 2015. Consultado el 14 de junio de 2015. 2. Volver arriba↑ «Los impactos de la ampliación de Reficar» . El Universal Cartagena . 2015-05-24. Consultado el 2017-05-23.
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Sobrecostos en Reficar suman más de lo que recaudaría la reforma tributaria
DAVID ORTIZ CASTAÑO | PUBLICADO EL 07 DE DICIEMBRE DE 2016
Los resultados de la auditoría de la Contraloría General de la Nación sobre la construcción de Refinería de Cartagena (Reficar) sigue mostrando cifras escandalosas. La más notoria es que “en Reficar no se cumplieron los principios de economía, eficacia y eficiencia” por lo que hubo hallazgos con presunta
connotación fiscal por 2.942 millones de dólares, unos 8,5 billones de pesos. En plata blanca, estos hallazgos equivalen a 2,63 veces el monto necesario para sanear a Saludcoop. Y es 1,7 veces lo que el Estado recaudaría si se aprueba la reforma tributaria para tributaria para el próximo año. Lee:: Ecopetrol pide perdón ante hallazgos de la Contraloría en Reficar Lee En el documento público de 233 páginas de la Contraloría se desglosan las presuntas irregularidades dentro del proceso de contratación y construcción de la Refinería. Incluso el Contralor, Edgardo Maya, aseguró a “Caracol Radio” que “hubo hasta actos criminales. En la refinería destruían en la noche lo que construían en el día”. En el informe de la Contraloría por ejemplo se ve que por costos administrativos hubo un exceso no justificado de 10.085 millones de pesos, “un daño patrimonial que no evidencia justificación”. Esa cifra
alcanzaría para comprar el lote del edificio Space en una exclusiva zona de El Poblado. Para las reparaciones del sistema de manejo de Coque, en la moderna planta de Coquización, una de las unidades “estrella” de la refinería, hubo sobrecostos hasta por 6.313 millones de pesos. Por anticipos, por ejemplo, se encontraron “gestiones fiscales antieconómicos” por 41.894 millones de pesos, es decir, decir, se entregó dinero sin aprobarse la legaliza legalización ción y sin evidenciarse evidenciarse un retorno retorno de “los bienes bienes y servicios prestados a Reficar por CB&I”, muestra el documen to.
Incluso, por cosas que no se hicieron, se pagaron 13.260 millones de pesos, asegura la Contraloría. “Corresponden a valores de facturación pagada que no corresponde a lo aprobado por las órdenes de cambio”, informó la entidad.
Pero los hallazgos no solo retratan cifras de miles de millones de pesos. Hasta por maquinaria ociosa hubo sobrecostos: Reficar y CB&I (contratista) acordaron el “reconocimiento de costos directos por personal y equipo que estuvieron en stand by (...) por el desplazamiento de fech a de inicio de actividades”. Esto le costó al país
31,82 millones de pesos. Según la Contraloría, esto es detrimento al patrimonio económico del Estado. Ahora bien, solo el lucro cesante de la refinería por los 27 meses de demoras en su entrega, generó 1.960 millones de dólares, unos 5,64 billones de pesos.
Lo que viene El contralor Edgardo Maya, aseguró que el germen de los sobrecostos se dio por que “no hubo la planeación debida y terminó adjudicándose un contratista sin experiencia”.
Explicó que en enero empezará la segunda fase de la auditoría, que se propondrá explicar en detalle las responsabilidades de personas naturales sobre el caso de Reficar. Cabe recordar que, sobre los planos, Reficar debía costar 4.000 millones de dólares y terminó costando más de 8.000 millones de dólares.
Reficar: ¿el escándalo económico del siglo? Los más de 4.000 millones de dólares de mayores costos en la construcción de la Refinería de Cartagena serían la caja de Pandora más grande de la historia de Colombia. El proyecto de ampliación de Reficar permite duplicar la capacidad de refinación de 80.000 a 165.000 barriles diarios. Foto: Vanessa Pérez / León Darío Peláez
Aunque desde hace tres años se venía hablando de los multimillonarios costos de la Refinería de Cartagena (Reficar), el escándalo formalmente estalló la semana pasada cuando se conoció un informe de la Contraloría General de la República sobre los graves errores cometidos en su ejecución. El organismo de control llamó la atención por los costos de Reficar que llegaron a 8.016 millones de dólares, 4.023 millones más de lo inicialmente previsto. Es decir, en menos de cinco años el valor del proyecto se duplicó. El valor total de la refinería representa al cambio de hoy alrededor de 26 billones de pesos, cifra que equivale a cuatro veces el valor que recibió el gobierno por la venta de su parte en Isagén. En dólares representa 1,5 veces la ampliación del canal de Panamá, cifras que caben difícilmente en la cabeza. Para la Contraloría, en la construcción del megaproyecto se presentó desde feria de contratos, retrasos en la entrada en operación hasta una dramática caída de la rentabilidad esperada, lo que causó pérdidas millonarias a Reficar y por lo tanto al Estado colombiano ya que la refinería pertenece a Ecopetrol. Al informe presentado la semana pasada sigue una auditoría especial para mirar
sobre el terreno el estado de las obras. El equipo de investigadores de la Contraloría definirá si se produjeron irregularidades y si detrás de ellas hubo dolo. En caso de confirmarse estas acusaciones vendrán sanciones fiscales y hasta penales. Pero las implicaciones pueden llegar a los escenarios internacionales porque en la ejecución de la obra están comprometidas grandes firmas de ingeniería de Estados Unidos. Es el caso de la estadounidense CB&I, encargada de la ingeniería, compras y construcción de Reficar. Según la Contraloría, CB&I estaría saliendo del país sin entregar la documentación requerida, lo que la haría incurrir en conductas de carácter penal. “Aquí no se puede borrar la información y no se pueden sustraer los discos duros de los equipos, que es lo que están haciendo”, sentenció el ente de
control. También se investiga a Foster Wheeler, unafirma de consultoría e ingeniería, con sede en Houston (Texas), que tenía la gerencia del proyecto así como de labores de supervisión y control. A propósito del tema, Ecopetrol y Reficar en los dos últimos años vienen preparando un proceso contra CB&I, que fue radicado ante un tribunal internacional. Se habla de más de 1.000 millones de dólares de mayores costos por parte de esta firma. La verdad es que el actual presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, había advertido de los mayores valores pagados en Reficar cuando, en agosto de 2012, siendo ministro de Hacienda y miembro de la junta directiva de Ecopetrol, discutió acaloradamente con el entonces presidente de Reficar, Orlando Cabrales. Es bien conocido el episodio, pues Echeverry golpeó la mesa de la sala de juntas al conocer el informe de que la refinería costaría 1.500 millones de dólares adicionales. Su rabia, que algunos dicen casi lo lleva a los puños, estaba relacionada con este sobrecosto, que en perspectiva histórica sería la cuota inicial de lo que se venía. Este enfrentamiento terminó con cambios en la junta directiva de Reficar y la decisión de trasladar la presidencia de la compañía a Cartagena, ya que inexplicamente estaba en Bogotá. Cabrales salió tres meses después y en su reemplazo fue nombrado el ingeniero venezolano Reyes Reinoso, quien tiene una experiencia de más de 30 años en proyectos de ingeniería y refinación. Hoy Echeverry dice que ha estado colaborando con la Contraloría para que se descubra si hubo irregularidades y se encuentre a los responsables. Los directivos de Reficar afirman, por su parte, que han estado dispuestos a suministrar la información y que así lo han hecho durante las siete auditorías regulares y dos especiales al proyecto. Reficar ha respondido 530 requerimientos de información, ha entregado más de 14.000 archivos y ha sostenido 187 reuniones con los delegados de la Contraloría. Un
proyecto
costoso
La ampliación de Reficar valdrá más que las siguientes obras: - 1,5 veces el canal de Panamá, una de las obras de infraestructura más costosas de América Latina.
- Casi el mismo valor de la primera línea del metro de Bogotá. - Casi la mitad de lo que costó el túnel San Gotardo, que atraviesa los Alpes y que es el más largo del mundo. - Cerca de diez veces las inversiones que se requerirán para hacer navegable el río Magdalena. - Seis veces el costo de la modernización y ampliación del aeropuerto El Dorado. Feria de contratos
El contralor Edgardo Maya es tajante en su informe cuando advierte que al ejecutar el proyecto se presentaron graves problemas de planeación y “se dio una verdade ra feria de adiciones a contratos”.
En total se suscribieron 2.460 contratos y el 18 por ciento de los mismos registró incrementos superiores al 100 por ciento –uno solo de alquiler de andamios registró un aumento del 37.000 por ciento –. Uno de los contratos con Foster Wheeler se incrementó en 143 por ciento al pasar de 95,2 millones de dólares a 231 millones. Por eso, el presupuesto de Reficar en seis años aumentó 101 por ciento. El 43 por ciento de este aumento corresponde a mayores cantidades de obra, el 15 por ciento a alzas en los precios y un 13 por ciento a menor productividad. Un 25 por ciento restante de los costos se deben a la demora en entrar en operación. Sin embargo, y más allá de la clara negligencia y de las irregularidades, hay que reconocer que en la obra de Reficar surgieron unos imponderables ajenos a los contratos que terminaron por impactar el costo del proyecto. Uno de ellos fue la fuerte ola invernal de 2011, que demoró varias obras. El otro fue la huelga de trabajadores de 2013 que se prolongó por dos meses y costó 565 millones de dólares. Los trabajadores exigían mejores condiciones laborales y que se contratara más mano de obra nacional. Precisamente, los costos laborales también impactaron los valores. La empresa trajo ingenieros de otros países, especialmente de Venezuela, y hasta soldadores de Filipinas porque en Colombia no había la suficiente mano de obra calificada. Estos factores combinados llevaron a que las pérdidas acumuladas de la refinería hayan llegado actualmente a 1,69 billones de pesos, mientras que el beneficio económico que se ha dejado de generar por los atrasos llega a 3,6 billones. La rentabilidad del 15 por ciento que esperaba Ecopetrol se desplomó y ahora es de 4,3 por ciento. Otros expertos no comparten del todo este diagnóstico y dicen que no hay refinería en el mundo que no tenga sobrecostos, porque este es u n sector de muchos riesgos y de elevada complejidad. Para la muestra está la refinería Abreu de Lima (Brasil) que comenzó con un presupuesto de 2.500 millones de dólares y que terminó por costar 18.000 millones de dólares, con un atraso de cuatro años.
Larga historia
La ampliación y modernización de Reficar lleva dos décadas de estudios, pero solo en 2006 el gobierno del presidente Álvaro Uribe decidió abrir una licitación para buscar un socio estratégico que le permitiera a Ecopetrol ejecutar el proyecto. Después de una puja en la que participaron la petrolera brasileña Petrobras y la multinacional suiza Glencore, especializada en minería, esta última se quedó con el 51 por ciento de Reficar por 630 millones de dólares. En ese momento, Glencore estimó el valor del proyecto en 2.784 millones de dólares, y que entraría a operar en 2010 con una rentabilidad del 24 por ciento. Al año siguiente Glencore celebró un contrato para la ingeniería básica, suministro y construcción con Chicago Bridge & Iron Company (CB&I). El contrato se firmó bajo la modalidad de costos fijos (llave en mano). Sin embargo, en 2009, ante el impacto de la crisis internacional, la multinacional suiza salió de su participación en Reficar, del 51 por ciento. Ecopetrol se la recompró por 549 millones de dólares. Esta decisión fue muy controvertida ya que algunos analistas consideraban que Ecopetrol le despejó el camino a Glencore, porque no le aplicó las cláusulas de incumplimiento. Para la Contraloría, la selección del socio estratégico fue el punto de partida de los mayores costos de la refinería. Según el ente fiscalizador, Glencore no era la firma adecuada porque “no demostró idoneidad y su experticia no correspondía a la que se necesitaba para desarrollar un proyecto de estas características”.
Adicionalmente, la multinacional dejó amarrado el contrato con CB&I, con lo cual Ecopetrol perdía margen de maniobra. Al igual que Glencore, CB&I tampoco había construido ni administrado nunca una refinería. Pero Fabio Echeverry, presidente de la junta directiva de Ecopetrol durante cerca de una década, tiene otra mirada. Dice que Ecopetrol no tenía otra alternativa que respetar el contrato porque de lo contrario habría tenido que pagar millonarias multas . En 2009, cuando salió Glencore, Ecopetrol asumió el control y decidió que Reficar debía ser una refinería con tecnología de punta, razón por la cual las inversiones ascenderían a 3.993 millones de dólares y las obras terminarían en 2013. Sin embargo, el 15 de junio de 2010, Reficar decidió modificar la modalidad de contratación por una de costos reembolsables, que permite extender sin límite los gastos de inversión. Este sería el mayor dolor de cabeza del proyecto. Durante los siguientes años el valor cambió en cinco oportunidades (ver gráfico) y el tiempo de entrada en operación. Con estos cambios siguieron las obras de la refinería, un proyecto de gran importancia económica para el país. Reficar permitirá al país producir los combustibles que requiere, sin tener que importar porque duplica la capacidad de refinación al pasar de 80.000 a 165.000 millones de barriles diarios. Reficar responderá por el 0,6 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país y por el 10 por ciento del PIB industrial. Pero una cosa es la necesidad estratégica de que el
país cuente con una refinería de tecnología de punta para ser autosuficiente, y otra muy distinta es el necesario juicio de responsabilidades a una gestión que le ocasionó pérdidas irreparables al Estado y donde, como mínimo, hubo negligencia. Lo cierto es que de la ejecución de esta megaobra se sacan varias lecciones. Una de ellas es la necesidad de planear mejor para evitar sorpresas en el camino. También hay que reforzar la vigilancia e interventoría y, en el caso de los organismos de control, hay que revisar las normas que impiden tomar decisiones a tiempo. Maya dice que es lamentable que la Corte Con stitucional le haya quitado la función de control de advertencia, porque sin esta facultad la entidad termina por emitir un ‘acta de defunción’ sobre hechos cumplidos, como pasa en este caso.
'Corrupción de Reficar fue más grande que Agro Ingreso Seguro y Carrusel de contratación': Claudia López martes, mayo 3, 2016 16:24
La Senadora del Partido Verde, Claudia López, denunció en la plenaria del Senado de la República que el costo y pérdidas por la corrupción en Reficar ha sido mucho más grande que sonados casos de corrupción como Agro Ingreso Seguro y el Carrusel de la Contratación.
La Senadora del Partido Verde, Claudia López, denunció en la plenaria del Senado de la República que el costo y pérdidas por la corrupción en Reficar ha sido mucho más grande que sonados casos de corrupción como Agro Ingreso Seguro y el Carrusel de la Contratación. López publicó una lista a través de su cuenta de Twitter en la que se puede ver que el costo del desfalco al proceso de reconstrucción de Reficar fue de 1,2 billones de pesos, cifra que supera ampliamente a pérdidas generadas por Agro Ingreso Seguro (12.000 millones), IPS no habilitadas (943.000 millones), el Transmilenio por la Calle 26 (156.000 millones) y la vía Bogotá - Girardot (150.000 millones). La Senadora indicó que el caso, que se dió en los gobiernos de Álvaro Uribe y el presidente Santos, involucra a el exministro de Hacienda
Óscar Iván Zuluaga, al presidente de Ecopetrol Juan Carlos Echeverry y varios contratistas. "Uribe, Santos, sus ministros y Juntas directivas en Ecopetrol son responsables de desfalcar en $12 billones a los colombianos en Reficar", escribió la congresista a través de su cuenta de Twitter. El caso Reficar está siendo investigado por la Contraloría y la Procuraduría debido a los altos sobrecostos que generó la reconstrucción de las instalaciones de la empresa en Cartagena. Además, el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas también está bajo la lupa por este desfalco, del que se culpa a la firma extranjera CB&I por negligencia.
Reficar, el escándalo de corrupción más grande de la historia de Colombia Economía 3 May 2016 - 1:32 PM Redacción Negocios y Economía
Lo advirtió el senador del Polo Democrático, Jorge Robledo, quien hizo la denuncia en el debate de control político.
Congreso y Gobierno, órganos de control, amigos del Ejecutivo y contradictores de nuevo se sentaron en el Senado a debatir la suerte de los sobrecostos de Reficar, el descalabro económico de los últimos años. Muy puntuales estuvieron los senadores citantes, congresistas amigos del Gobierno, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas; el presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry; el presidente de Reficar, Reyes Reinoso y el expresidente de la estatal petrolera, Javier Gutiérrez. El primer cuestionamiento fue el valor de Reficar: una obra que inicialmente costaba 4.000 millones de dólares resultó con unos sobrecostos de 4.300
millones de dólares. Para el senador Jorge Robledo, del opositor Polo Democrático , en este negocio hay un alto fenómeno de corrupción. Durante la intervención fue desnudando las irregularidades de la contratación, a partir de las denuncias de la Contraloría. Indicó que la responsabilidad política esta repartida entre las administraciones Uribe y Santos. “Yo me transaría con un 50-50", dijo. Robledo advirtió que este puede ser el escándalo de corrupción más grande de Colombia. Denunció que en el negocio se presentaron pésimos contratos y decisiones políticas, y por lo tanto no se ha debido privatizar la Refinería de Cartagena . “Tengo la íntima convicción de que aquí hay corrupción”, dijo. Sobre las denuncias de la poca atención que ha brindado a la investigación de la Contraloría, Reficar dice que de los requerimientos hechos 222 son responsabilidad de la refinería para su respuesta. Dice la empresa en un comunicado que ha brindado información completa y oportuna a un 99,5%
dentro de los plazos otorgados por la Contraloría. De los 19 requerimientos de información a Foster Wheeler, 4 son de responsabilidad exclusiva de esta compañía y 15 son compartidos con Reficar. En total se ha dado respuesta oportuna a un 99,5%, destaca el comunicado.
Qué pasó en Reficar? La mayor inversión pública en la historia del país fue la ampliación de la Refinería de Cartagena. Estamos hablando de $26,4 billones, equivalentes a 3,4% de la riqueza que anualmente se produce en Colombia. La Contraloría ha encontrado un gran número de inconsistencia y sobrecostos que pueden tener implicaciones penales para los responsables. Si nos remitimos a las controversias sobre la factibilidad y rentabilidad del proyecto que se inicia en el 2006, hubo voces que advirtieron que no tenía sentido
económico ampliar la Refinería de Cartagena por la presencia de una gran capacidad instalada y sin utilizar en las plantas de Curazao y en Puerto Príncipe (Trinidad&Tobago), muy cercanas a los puertos del Caribe colombiano. En consecuencia, el valor agregado en el país no iba a contar con suficientes economías de escala. La realidad de que contamos con reservas de petróleo por sólo ocho años y medio mata el argumento de que necesitábamos procesar el crudo pesado que se extrae de los yacimientos colombianos. El presidente Santos salió a señalar que el “pecado original” de los sobrecostos de Reficar se le deben atribuir a las administraciones de Álvaro Uribe. Este recusó advirtiendo que Santos había inaugurado la planta con orgullo y que las irregularidades se debieron extender de 2010 en adelante. Lo cierto es que en 2012 Juan Carlos Echeverry de ministro de Hacienda denunció irregularidades que provocaron la renuncia de Orlando Cabrales de la gerencia de la refinería. Sin embargo, los costos siguieron sin controlarse adecuadamente, mientras que las investigaciones de Procuraduría y Contraloría languidecían. Hay dos hechos muy importantes que pueden relacionarse con los fiascos de Ecopetrol. El primero es la microgerencia de Uribe en miles de proyectos, que en este caso dieron lugar a la decisión de hacer la refinería contra viento y marea; la fallida asociación con Glencore, una firma minera sin experiencia en el negocio petrolero, fue también tomada en Presidencia. El segundo hecho es la modalidad abierta que asumió el gobierno Uribe en la contratación de obra pública que ocasionó los enormes sobrecostos presentes en todas las doble calzaditas que se hicieron durante sus administraciones y que apenas se están terminando. La capacidad de los contratistas de añadir costos no contemplados originalmente, la presencia de adelantos generosos y la disposición del Gobierno a asumir los cuentas adicionales dieron lugar a grandes empresas,
como la de los Nule, que estafaron a la Nación y a muchas ciudades por varios billones de pesos. De nuevo en el caso de Reficar la misma modalidad de contratos abiertos se hizo con la Chicago Bridge and Iron Company, otra empresa que tampoco se especializaba en la construcción de refinerías. La tronera abierta por esta generosa modalidad contractual permitió que los sobrecostos se amontonaran, resultado de una combinación de decisiones entre ingenuas y corruptas, lo que da lugar a una pérdida que todavía no se puede cuantificar. Muchos contratistas nacionales y extranjeros se beneficiaron y es probable que sus presiones acallen el escándalo. Reficar tiene una deuda con la banca internacional por US$3.000 millones y de US$2.000 millones con Ecopetrol. Su gerente actual, Reyes Reinoso, asegura que las utilidades a obtenerse, cuando opere a toda capacidad, serán suficientes para pagar las deudas y que en 13 años será una empresa rentable.
Mucho ruido y pocas castañas en el caso Reficar Experto explica en detalle por qué terminó costando más del doble de lo que se presupuestó. La nueva Refinería de Cartagena se presupuestó en 3.777 millones de dólares y terminó costando más de 8.000 millones. 07 de mayo 2017 , 12:26 a.m.
En el 2005, la refinería de Cartagena no era viable. Su margen de refinación, la utilidad por cada barril, tendía a ser negativo. Colombia necesitaba además ampliar con urgencia el
suministro interno de combustibles y mejorar la calidad. Los millones de dólares que se fueron en importar refinados desde aquel entonces así lo demuestran. Por último, desde 1997
se venía contemplando un suministro de refinados para la fabricación de olefinas, elementos básicos de la petroquímica. Existía una necesidad, pero no era claro quién debía acometer el proyecto. La Unión Sindical Obrera (USO), entre otros, insistía en que fuese Ecopetrol. El Ministerio de Hacienda se oponía; un endeudamiento de la empresa impactaba la entonces estrecha capacidad de endeudamiento de la Nación. No había margen macroeconómico, aparte de que compromisos de inversión afectarían la caja de Ecopetrol y su habilidad para transferirle al erario. El expresidente Uribe zanjó: la refinería se haría con un socio extranjero mayoritario (51 %) que aportara capital, tecnología y experiencia en grandes proyectos. La política se refrendó en un documento Conpes, donde se dejó claro que Ecopetrol (49 %) aportaría la refinería existente, con todos sus defectos. Se abrió la puerta a proponentes calificados y, en
licitación transparente, ganó la puja la empresa minera y trader de hidrocarburos Glencore. Por debajo quedó el único otro licitante: Petrobras. Hubo quien cuestionara las credenciales
de
Glencore;
carecía
de
verdadera
experiencia
refinadora.
Lo de la experiencia era vital. Se trataba de construir una refinería modernísima con el doble de la capacidad y complejidad de la de Cartagena, para 150.000 barriles de crudos pesados. Se diseñaría, en el argot de la industria, para llegar al fondo del barril, o sea, para transformar todo el crudo en valiosos productos blancos (97 %) con bajísimos contaminantes, especialmente azufre: nafta, diésel, gasolina, jetfuel. El residuo final sería solo carbón coque (vendible a buen precio). Se eliminaba la producción de fuel oil (20 % de los refinados colombianos), combustible cada vez menos apetecido y de precio deprimido. En ese momento existían en operación dos o tres parecidas en el mundo, ninguna en América Latina. Ensamblaje, el quid Glencore salió a buscar quien la ayudara en Reficar. Escogió, con la asesoría de la muy conocida consultora internacional Nexant Chem System, a Chicago Bridge & Iron (CBI) como contratista general para ingeniería, compras y construcción. Era su potestad. Cada una de las muy bien seleccionadas 34 unidades de refinación, termorruptura y auxiliares que componen a Reficar tenía licencia de una firma de tecnología. El quid estaba en ensamblarlas. CBI era un reputado contratista de ingeniería y constructor de
sofisticados tanques y estructuras, aunque sin gran experiencia en refinerías. Se razonó, suposición nada infrecuente, que si la tecnología para cada componente estaba disponible, una buena firma de ingeniería podía encargarse de su ensamblaje. A la postre, no hubo tal. Exceso de confianza. CBI se contrató desde el principio por costos reembolsables, para la ingeniería de básica y de detalle, con el apoyo de la firma italiana Technip, esa sí con amplio conocimiento en refinación y experiencia en Colombia. Para fines del 2008, se avanzaba con la asesoría de las firmas tecnológicas licenciantes, en los pedidos de unidades de larga entrega. La ingeniería de detalle (estructuras, tuberías, cables y elementos eléctricos, controles, etc.) iba, en cambio, más lenta. Sin esta, poco se podía adelantar en movimiento de tierra y concretos. Glencore propuso, en diciembre del 2008, suspender obras, alegando incertidumbres de mercado por la crisis mundial, que coartaba sus posibilidades de financiación. Hizo exigencias inaceptables. No quería arriesgarse, quizá atemorizada por la complejidad de un proyecto con el que estaba poco familiarizada. A mediados del 2009, se protocolizó la
recompra de la refinería de Cartagena más el capital de trabajo invertido po r Glencore hasta la fecha, con un muy sustancial descuento (45 %). Colombia no tenía opción. La refinería era de interés nacional. No se ganaba nada con un pleito contra Glencore. Ecopetrol optó, razonablemente, por continuar con el proyecto. Se tenía fe en los cálculos de retorno sobre la inversión. Además, los altos precios del petróleo le daban músculo financiero para hacer ahora los aportes de capital que le hubiesen correspondido al socio. Ecopetrol heredó a CBI. Seguía además operando independientemente la refinería de Cartagena, que se hallaba aislada del proyecto por una cerca. Arreglo que tendría implicaciones laborales destructoras de valor. Antes de retirarse, Glencore contemplaba renovar con CBI y Technip, para la segunda fase de ingeniería, compras y construcción de la refinería, el contrato por costos reembolsables vigente. En el proceso, Technip decidió no
continuar. Alegó no estar interesado en construcción. Reficar, por su parte, no tenía razones para descontinuar a CBI. Cambiar de contratista podía retrasar el proyecto un año, aparte de que estaba de por medio una penalidad de 50 millones de dólares.
Llave en mano o costos reembolsables, fue una decisión de negocios como cualquier otra, ligada a la conveniencia del contratante. Reficar y Ecopetrol meditaron durante meses las alternativas. Se asesoraron de experimentadas firmas de consultoría (Pathfinder y Linklaters). Además, se contrató un concienzudo estudio de los riesgos (Nexidea). Se optó por costos reembolsables porque, en la coyuntura y sobre papel, era no menos del 10-15 por ciento más barato que llave en mano. Para cotizar este, los contratistas se curaban en salud inflando estimativos por los imponderables de la megaobra. Hoy y con retrovisor es fácil acertar, si bien debe tenerse en cuenta que si se hubiese contratado llave en mano en el 2010, las circunstancias en que se desarrolló el proyecto hubiesen dado lugar, sin duda, a ruptura del equilibrio y a muy sustanciales reajustes. De
todas maneras, conscientes de la magnitud de la tarea de supervisión de un complejísimo contrato de costos reembolsables, se llamó para reforzar la administración de Reficar a un viejo y confiable conocido con mucha experiencia en Colombia: Foster Wheeler. Sería el cogerente del proyecto y colaboraría en revisar el avance de las obras, y la validez de las compras y las cuentas que pasara CBI. La ruta por la que movieron 5.500 millones de dólares de Ecopetrol Firma enredada en pago de sobornos a Ecopetrol recibió contrato El acta que abrió la puerta al desgreño en Reficar según la Fiscalía El papel de las ‘ías’ Téngase en cuenta que el Estado vendió 12 por ciento de Ecopetrol en el 2006 para liberarla de su coyunda. Era el reconocimiento de que para ser exitosa en un contexto internacional, no podía depender de que Planeación Nacional aprobara su presupuesto para repuestos. Sorprende, por lo tanto, que, dada la autonomía explícita de su junta
directiva, con varios muy altos funcionarios del Estado integrándola, se alegue por la Fiscalía un mandato micro del Conpes para descalificar, ‘a posteriori’, una decisión de contratación estrictamente del giro del negocio, en la que los filtros internos (funcionarios de Reficar, junta directiva de Reficar, funcionarios de Ecopetrol, comité de negocios de Ecopetrol, junta directiva de Ecopetrol) eran múltiples y severos. Absurdo. Sin que se condone, claro está, el pago de facturas por fuera de las normas internas, transgresión que, de probarse, debe ser sancionada. No son serias, empero, referencias efectistas y apenas anecdóticas a spas de monto mínimo dentro del total del
presunto
peculado.
Pasar de un presupuesto inicial de 3.777 millones de dólares en el 2009 a un costo final de 8.016 millones da que pensar. Cumpliendo con su deber, la Contraloría General de la República se interesó e hizo un trabajo juicioso de acopiar las cifras, y de paso encontrar explicaciones de las que después hizo caso omiso en las conclusiones, hasta poner en la picota a directivos de Ecopetrol y Reficar por descomunal detrimento patrimonial. Dirigentes de la USO, responsables por operaciones tortuga y una devastadora huelga ilegal, que incidieron en quizá 500 millones de dólares del desfase, no aparecen como presuntos responsables; no se les considera funcionarios del Estado. Hubo deficiencias sistémicas, pero también más imprevistos desmoralizadores que imprevisiones Hay que hacer énfasis en la complejidad de Reficar, al punto de que puso a prueba la infraestructura manufacturera de Colombia y su disponibilidad de personal calificado, más de 3.000 operarios especializados en varias fases de la construcción. Costó mucho
encontrar reemplazos y se recurrió a extranjeros cuando la USO forzó despidos. Basta acercarse a Reficar para apreciar la dimensión del megaproyecto y cotejarla con la vieja refinería, que le ha quedado parcialmente integrada. Industrialmente, nada en Colombia le es ni de cerca comparable. Cabe anotar también, y la Contraloría es insensible al tema, que los planificadores son por naturaleza hiperoptimistas, sobreestiman las fortalezas y minimizan las dificultades, mientras los “expertos” están seguros de ofrecer todas las respuestas con solo implementar a la
perfección. Con frecuencia, gentes pensantes y honestas se arriesgan a fronteras inéditas en apariencia trilladas y controlables. Subestiman costos y tiempos de entrega. Ecopetrol ha pasado por ahí, como con la planta de balance en Barrancabermeja o el oleoducto Central de los Llanos, o para que no sea solo el tercer mundo, piénsese en los osos del túnel bajo el canal de la Mancha o en la Ópera de Sídney.
El presupuesto inicial de Reficar se elaboró con un bajo porcentaje de la ingeniería de detalle en curso y se subestimaron, fácil, las cantidades de obra en 140 hectáreas de
movimientos de tierra, miles de metros cúbicos de concreto, miles de kilómetros de tubería, decenas de miles de kilómetros de cables eléctricos y de con trol, miles de puntos de medición. Se utilizaron rendimientos en la costa del golfo. El desempeño criollo solo llegó al 65 por ciento de ese patrón. Reficar siguió adelante con un contratista defectuoso, cuyas fallas se documentaron desde el 2011 para recurrir a un tribunal de arbitramiento, porque, con el proyecto en marcha, era mucho más costoso parar y cambiar que continuar. Hubo deficiencias sistémicas, pero también más imprevistos desmoralizadores que imprevisiones, como el feroz invierno 2010-2011, que convirtió la obra en un lodazal. Lo curioso, sin embargo, es que la Controlaría se haya molestado en explicar en su comunicado de prensa una por una las causas y justificaciones de las adiciones al presupuesto (controles de cambios) y el desfase en la entrega final con argumentos muy razonados, para luego ignorarlos al llamar a versión libre a presuntos responsables. Sabe que la refinería
final no es la misma que se presupuestó en el 2009, es mucho mejor, más productiva, más robusta. Eso lo documenta la misma Contraloría, que auditó muchas veces a Reficar del 2006 al 2015, siempre con informes limpios que certificaban debida diligencia. El efecto neto ha sido crear el clima, a lo mejor adrede, de un gigantesco desfalco, un caso de corrupción nunca visto. Inflar las cifras con lucro cesante delata tal vez la intención. La angustia de quienes le han servido bien a la Nación y su detrimento reputacional en la horca mediática son irreparables. Su pecado es haberle hecho caso a Alfred P. Sloan, el creador de la General Motors: un buen ejecutivo toma decisiones; si acierta más de un 51 por ciento, lo está haciendo bien. Lo inaceptable es no hacerlas. A eso empujan las ‘ías’ a los funcionarios
del Estado. Por último, ante tanto “desfalco”, es posible que Reficar termine siendo cosa distinta a un
elefante blanco. Es al contrario: la refinería se hizo bien y es un orgullo para el país.
Única en América Latina, opera a la perfección y contribuye una cifra visible al PIB. Quizá un mejor templete para el presunto detrimento patrimonial sería calcular hoy su valor de reemplazo. En el mundo hay quien sepa determinarlo. ¿Se atrevería la Contraloría?
El ventilador de Reficar Sobre la Refinería de Cartagena nadie discute la mala planeación y ejecución de las obras. Pero de allí a hablar de un billonario desfalco en el que algunos se robaron la plata hay mucho trecho. ¿Quién responde por este escándalo? La semana pasada, al tiempo que se conocían nuevos detalles del caso Odebrecht, que mostraban cómo se creció este escándalo de corrupción en Colombia, el contralor general de la república, Edgardo Maya, soltaba otra bomba, esta vez relacionada con Reficar . Maya encendió el ventilador para señalar a los posibles responsables de los mayores costos en la modernización de la Refinería de Cartagena y mencionó a altos funcionarios y exfuncionarios del gobierno. Aunque hace un año la entidad ya había alertado sobre el hueco negro en que se había convertido la obra, ahora el contralor anunció un proceso de responsabilidad fiscal por 6.080 millones de dólares –cerca de 17 billones de pesos- contra 38 personas, entre ellos ministros, exministros, miembros de juntas directivas de Ecopetrol y Reficar , funcionarios de estas dos empresas y algunos contratistas. Por la cantidad y el renombre de los involucrados y la cuantía del daño al erario que investiga la Contraloría, este es, de lejos, el proceso fiscal más grande en la historia del país. La noticia tuvo un impacto mediático de proporciones similares al bochornoso episodio de Odebrecht, aunque, claramente, los dos casos son muy distintos. Si bien las cifras relacionadas con Reficar son infinitamente mayores que las involucradas con la firma brasileña en Colombia, no hay duda de que Odebrecht es el capítulo más grave de corrupción que ha tenido el país al más alto nivel, pues incluso tocó dos campañas presidenciales. Reficar es el proyecto de inversión pública de mayor envergadura realizado en Colombia, pero también el más mal planeado y uno de los peor ejecutados, hasta el punto de que terminó por costar el doble de lo estimado inicialmente. Muchos de los millonarios sobrecostos de esta refinería son inexcusables, pero de allí a decir que fueron a parar a los bolsillos de los particulares de las juntas directivas o los comités operativos es tan irresponsable como inexacto. Sin restarle gravedad al caso, ni descartar de tajo que hubo algún acto de corrupción, la mayor parte del escándalo tiene que ver con mala planeación y gestión. ¿Qué pasó realmente en Reficar ? ¿Se puede hablar de daño al fisco? ¿Quiénes son los verdaderos responsables de los mayores costos y alguien pagará por ello? ¿Por qué entraron al baile destacados funcionarios del Estado y qué con secuencias tendrán? ¿Se puede tildar este caso de mala gestión, corrupción o una combinación de las dos? Responder todos estos interrogantes es fundamental para no confundir al país sobre el alcance y las consecuencias de los hechos que tienen en la picota a dirigentes
de tan alto nivel y de mucha trayectoria.Lo primero es que la Contraloría, para emprender el proceso de responsabilidad fiscal, se centró en lo que en el argot internacional se conoce como control de cambios, es decir, las adiciones presupuestales que se hacen sobre la marcha en todos los proyectos. El ente de control fiscal investigó cinco controles de cambios aprobados por varias juntas directivas de Reficar y de Ecopetrol entre 2011 y 2015. Según el contralor Edgardo Maya, estos aumentos en el presupuesto de las obras ocasionaron un daño emergente de 4.144 millones de dólares, lo que sumado al lucro cesante de 1.936 millones de dólares, por la entrada tardía en operació n de la refinería, da un total de 6.080 millones de dólares, que es el presunto detrimento patrimonial que investiga la Contraloría. También le puede interesar: ¿Y los directivos de Reficar, qué? Aunque esta última hipótesis es controvertida, por la cuantía y el método usado para estimarla, es un hecho que la Refinería de Cartagena costó el doble de lo planteado en un comienzo por el contratista internacional CB&I. De 3.777 millones de dólares pasó a 8.016 millones. Sin embargo, esto no significa que alguien se robó la diferencia y que se haya configurado un desfalco al fisco de esa proporción. Esos 4.000 millones de dólares de mayor costo se explicarían precisamente en los controles de cambios (ver recuadro) donde se detallan las mayores necesidades de recursos que, cada vez, exigía el contratista CB&I y que corroboran el mal cálculo de dicho contratista sobre los materiales e insumos requeridos en cada fase del proyecto; las horas-hombre de trabajo necesarias para ejecutar las obras y, por consiguiente, el tiempo de entrega. En otras palabras, la plata se habría usado en esos mayores requerimientos, en los gastos derivados de esas necesidades sobrevinientes y en otros imprevistos, entre ellos un cese laboral que duró casi dos meses, un invierno que inundó la planta y paralizó los trabajos y hasta en una operación tortuga. Hay que entender que este fue un proyecto de ingeniería de una enorme complejidad que requería no solo maquinaria sofisticada, sino mano de obra muy calificada, nunca antes contratada por una empresa en Colombia, pues generó 18.000 empleos. Precisamente, el mayor costo se presentó en la mano de ob ra. En los presupuestos iniciales, este rubro estaba estimado en 1.500 millones de dólares, pero terminó por costar 4.500 millones. Para enfatizar en el mal cálculo de CB&I, de las 35 millones de horas-hombre estimadas inicialmente se pasó a 140 millones. Algunos expertos dicen que asociar los controles de cambios –presentes en todas las obras de ingeniería- con posibles detrimentos patrimoniales no solo es exagerado, sino que a futuro pararía cualquier proyecto en el país, porque ningún funcionario o miembro de junta se atreverá en adelante a autorizar modificaciones presupuestales por temor a verse incurso en una investigación de la Contraloría.
También le puede interesar: Reficar: Contraloría pone la lupa a contratos por 1.000 millones de dólares Pero no se puede desconocer que la firma CB&I engañó a Ecopetrol con sus estimativos, ejecución y, por supuesto, con los tiempos que prometió para construir la refinería. En esto se desfasó en alrededor de 30 meses, pues había previsto entregar la obra en julio de 2013, pero solo lo hizo en marzo de 2016. Pa ra no hablar de las posibles irregularidades que habría en las contrataciones que hizo CB&I a lo largo de los trabajos, algo que las autoridades están investigando. En los tribu nales internacionales cursa una demanda de Ecopetrol contra esta firma. Las pretensiones de Colombia superan los 2.000 millones de dólares y si se sumara el lucro cesante, la cifra podría ser mucho mayor. Otra consideración que no se puede dejar de lado cuando se habla de detrimento patrimonial es que la refinería existe, está produciendo y se está valorizando rápidamente. De hecho, con cifras a 31 de diciembre del año pasado, los activos de Reficar ascienden a 25 billones de pesos, lo que significa poco más de 8.000 millones de dólares, es decir, casi lo invertido aún con mayores costos. Hoy existe en Cartagena una de las refinerías más grandes y modernas de América Latina. Otra cosa es que las autoridades deban investigar y castigar la mala gestión, la mala ejecución y si hubo actos de corrupción en la megaobra. Las juntas al baile
Nadie discute que el papel de las juntas directivas es determinante en las sociedades modernas, pues sus miembros no son ya los convidados de piedra que pudieron ser en el pasado. Por eso, es entendible que la Contraloría fije su atención en los miembros de junta que participaron en las decisiones que tuvieron que ver con Reficar . También es función de la Contraloría llamar a los responsables del gasto, cuando hay indicios de un daño al patrimonio público. Pero algunos expertos en temas corporativos consultados por SEMANA consideran exagerado insinuar que la junta directiva de Ecopetrol incurrió en detrimento patrimonial por las autorizaciones que dio a los controles de cambios. Entre otras razones, porque antes de que cada modificación en el presupuesto llegara a la junta directiva tuvo que pasar por 12 instancias previas, todas de carácter técnico. Es decir, un proceso interno bastante riguroso. El presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, afirmó la semana pasada en varias entrevistas que la junta directiva, frente a los controles de cambios, podía parar el proyecto, lo cual hubiera tenido consecuencias más graves, pues ahora se estaría hablando de un elefante blanco en la Heroica, con la plata perdida, y un daño incalculable al patrimonio de la petrolera estatal. La Contraloría llamó a rendir versión libre a varios integrantes de las juntas directivas desde 2010. Lo que resulta curioso es que el contralor no llamó a todos
los que hicieron parte de este cuerpo y que no menciona a las juntas anteriores a esa fecha, cuando se ha dicho que hacia 2009 estas tomaron decisiones muy cruciales frente a Reficar o, como dice el presidente de Ecopetrol, se configuró el pecado original. Los miembros de la junta de Ecopetrol que deberán responder al llamado de la Contraloría son Hernando José Gómez, Juan Carlos Echeverry, Carlos Rodado, Fabio Echeverri Correa, Federico Renjifo, Joaquín Moreno, Mauricio Cárdenas Santamaría, Ana Fernando Maighuasca (que curiosamente no integraba la junta, pero asistió a una sola sesión para representar al ministro de Hacienda), Mauricio Santamaría, Amilkar Acosta, Roberto Steiner, Jorge Pinzón, Luis Carlos Villegas, Tomás González, Luis Fernando Ramírez, Gonzalo Restrepo, Horacio Ferreira y Henry Medina. También le puede interesar: Bloquean acceso a Bioenergy, una planta de etanol de Ecopetrol Pero no solo llamó a miembros de junta de Ecopetrol, también a los de Reficar y a funcionarios de las dos compañías. Entre estos últimos está Orlando Cabrales, quien fue presidente de Reficar en el periodo más crítico; Reyes Reinoso, Felipe Castilla, Magda Manosalva, Carlos Eduardo Bustillo, Andrés Virgilio Riera y César Luis Barco. También les abrió proceso de responsabilidad a la junta directiva de Reficar: Javier Gutiérrez -anterior presidente de Ecopetrol-, Pedro Rosales, Diana Calixto, Gloria Inés Cortés, Hernán Martínez, Hernando José Gómez, Henry Medina, Natalia Gutiérrez, Uriel Salazar, Hernando Zerda, Astrid Martínez, Carlos Gustavo Arrieta y Carlos Eraso. La Contraloría vinculó también a persona s jurídicas y representantes de la firma CB&I (Chicago Bridge & Iron) y de CB&I Colombia. De todos modos, llamar a estas personas a versión libre no significa que todos sean culpables, pues tienen derecho a solicitar y allegar las pruebas que consideren pertinentes y posteriormente la Contraloría, agotado el periodo probatorio, decidirá si se profiere imputación de responsabilidad fiscal o archiva las diligencias. En todo caso, como dice la norma, la finalidad del proceso de responsabilidad fiscal es recuperar los dineros públicos malversados o extraviados como consecuencia de una inadecuada gestión. Es decir, estos funcionarios se exponen a tener que responder con su patrimonio en caso de ser encontrados responsables de lo que la Contraloría llama detrimento patrimonial. Y como en este caso se está hablando de sumas tan escandalosas (17 billones de pesos) es absurdo pensar que alguien pueda pagar ese dinero. Los integrantes de la junta tienen confianza en que actuaron en su momento con la información que tenían y en procura de resolver un lío como el de Reficar , que resultaba peor suspenderlo que continuarlo. Más allá de la responsabilidad que tengan y lo que concluyan las autoridades, preocupan los efectos que pueda tener este escándalo en el futuro, pues será mucho más difícil encontrar profesionales que se le midan a trabajar en empresas del Estado, donde las decisiones son casi siempre difíciles. ¿Quién querrá
arriesgarse a que, por aprobar un cambio en un proyecto, termine en investigaciones penales o fiscales? Por ejemplo, Ecopetrol este año tendrá que invertir 3.500 millones de dólares, ¿quién querrá ser parte de la junta para correr el riesgo de terminar empapelado? De hecho se sabe que no muchos están dispuestos a ser miembros de la junta de Ecopetrol, que toma decisiones tan complejas. En un momento de polarización y de pérdida de credibilidad en las instituciones, resulta difícil hacer análisis reposados sobre casos como el de Reficar . Más bien resulta fácil tender a sobresimplificar o a estigmatizar con visiones en blanco y negro y discursos con fines políticos. En el debate público actual, Reficar a la vez es vista como una gran oportunidad para la economía –de hecho contribuyó con medio punto al producto interno bruto (PIB) del país el año pasado y con 2,5 puntos al PIB industrial- pero a la vez aparece en la lista de grandes escándalos y es sinónimo de mal manejo, falta de planeación y hasta corrupción. La verdad rara vez está en las visiones extremas, desde las que no es posible entender los matices. Castigar las malas prácticas de quienes afectan el patrimonio público es importante, pero la cacería de brujas puede terminar por paralizar la actividad económica, desanimar a los buenos funcionarios y congelar los grandes proyectos.