CAPÍTULO 6. El quehacer comunitario ¿Qué hacen los profesionales de la psicología comunitaria? En 1982 ya se evidenciaba que la nueva rama buscaba dar respuesta eficiente a los problemas de las sociedades "cuyos efectos psicológicos sobre el individuo no sólo lo limitan y trastornan, sino que además lo degradan, y, aún peor, pasan a ser generadores de elementos mantenedores de la situación problemática". Es decir, se buscaba hacer una psicología socialmente sensible, que ante los problemas sociales no sólo los estudiase redefiniéndolos, describiendo la queja de las personas, sino que permitiese hacer, al mismo tiempo, intervenciones que los transformasen durante el mismo proceso de estudiarlos. Y se reconocía que era necesario trabajar junto con las personas afectadas por la situación, actores sociales de la situación. Esto suponía: • Diagnosticar conjuntamente con las personas de la comunidad, en función de situaciones que constituyen totalidades. • Tener conciencia de esa totalidad. • Establecer con los actores sociales situados en la demanda el problema o el deseo a cumplir, y con los ubicados en la situación a estudiar y en la cual intervenir, una peculiar relación de colaboración, cooperación e intercambio de saberes: psicológico y popular.
Por ende, se los verá como actores sociales, constructores de su realidad. • Definir el rol de los psicólogos comunitarios como el de un agente de cambio ligado a la detección de potencialidades (recursos, capacidades), al fortalecimiento y la puesta en práctica de las mismas y al cambio en los modos de interpretar, construir e influir sobre la realidad. - El rol del psicólogo comunitario se definió no como el de un experto, dueño del saber, que se relaciona con alguien que no sabe, sino como el de alguien que posee un saber que le permite actuar, pero que a la vez necesita del saber poseído por ese interlocutor, agente de su propia transformación, con el cual necesitará trabajar interactivamente a fin de producir las transformaciones acordadas entre ambos. Por esta razón, se habla de agentes externos -los psicólogos- y de agentes internos -las personas interesadas de las comunidades. El ejercicio de la psicología comunitaria cubre cuatro grandes áreas de la práctica profesional en las diferentes ramas de la ciencia: • La prevención, especialmente primaria, con promoción de conductas consideradas como deseables. • La intervención, muchas veces ligada a la investigación con sentido participativo. • La investigación. investigación. • La evaluación. Actividades consideradas corno corno ejercicio profesional de los psicólogos psicólogos comunitarios:
Ecología Consulta Intervención y apoyo psicosocial Agente de cambio social Fortalecimiento Concientización Democratización. Desarrollo político Investigación y producción de conocimiento (científico y popular) Promoción de valores Bienestar y liberación Defensa social Evaluación Terapia
Quehacer comunitario y producción de saber La psicología comunitaria surge en un momento de cambio paradigmático. Esto se evidencia en la concepción del quehacer psicológico de la psicología comunitaria, la cual coloca el centro de gravedad del control y del poder en la comunidad desplazándolo. Tal concepción supone dos tipos de sujetos, ambos activos, ambos productores de conocimiento: los psicólogos, agentes externos en el proceso de actuar de acuerdo con sus conocimientos psicológicos, científicos y culturales, y las personas de las comunidades, agentes internos en ese mismo proceso, con sus conocimientos históricamente producidos, con su saber acerca de su comunidad, de sus problemas y de su cultura. Ya que la acción transformadora proviene de al menos dos fuentes (del exterior y del interior), actúa por lo tanto en dos sentidos: ambos sujetos de la relación serán transformados; ambos campos adquirirán conocimientos, produciéndose una "relación dialéctica de transformaciones mutuas". En ese constante reflexionar la preocupación mayor dentro del campo comunitario es buscar la comprensión de los fenómenos estudiados, aprender de los fenómenos en los cuales se interviene, asumir el carácter heurístico tanto de los aciertos cuanto de los errores y, en una proporción mucho menor, anunciar formalmente la creación de las teorías, probablemente porque se las mantiene bajo continuo análisis.
Condiciones necesarias para ser psicólogo comunitario 1. Sensibilidad social y sentido de justicia social. 2. Respeto por el Otro. 3. Aceptación de la diversidad del Otro, reconociendo su derecho a ser igual a nosotros. 4. No ocultar ni omitir información que pueda ser de utilidad para las personas con las cuales se trabaja. 5. Modestia, en dos sentidos: en primer lugar, entendida como el aceptar que hay cosas que no se saben y que es necesario aprender y que el aprendizaje puede provenir también de lugares, personas y situaciones insospechados. Y en segundo lugar, no despreciar los aspectos sencillos, cotidianos, los fenómenos aparentemente triviales, por pensar que sólo son dignos de intervención e investigación los grandes acontecimientos. Lo humano no tiene límite. 6. Estar abiertos a la sorpresa, a la contradicción, a la corrección y a la duda. Y cuando cualquiera de éstas se presente, verificar, revisar las fuentes documentadas y la experiencia vivida; consultar, comparar, contrastar diferentes opiniones. Y una vez que se tenga una posición u opinión, discutirla, plantearla y defenderla y también estar dispuestos a abandonarla y modificarla ante fundamentos mejor sustentados. 7. Saber escuchar y estar dispuestos a hacerlo. 8. Poner su conocimiento al servicio de las transformaciones necesitadas y deseadas por las personas con las cuales se va a trabajar. 9. No intentar ejercer la psicología comunitaria si no se está dispuesto a actuar de acuerdo con los valores de respeto por el Otro. Las cuatro primeras condiciones son esencialmente éticas; la quinta y la sexta responden a cualidades personales no siempre presentes en los profesionales, pero que pueden ser adquiridas en la práctica y que pueden encontrarse también en otros campos de la ciencia. La séptima y la octava pueden adquirirse con una formación y una práctica adecuadas. La novena supone un autoanálisis y un serio examen interior, a la vez que regresa al campo ético.
Objetivos de la psicología comunitaria a lo largo de su desarrollo (1966-2003)
La psicología comunitaria aparece como una respuesta a la insatisfacción y como un modo alternativo a las prácticas dominantes en la psicología de los años sesenta y, a la vez, en nuestra América, como la necesidad de producir una psicología que respondiese a los problemas de nuestras sociedades y a la situación de aquellos sectores de la población socialmente deprivados.
La formación de los psicólogos comunitarios Hay dos campos posibles de formación para el trabajo comunitario: el práctico y el académico. En el primer caso, personas con el título genérico de psicólogo reciben adiestramiento especializado en el trabajo con comunidades a través de su incorporación a proyectos o programas existentes, en los cuales otros psicólogos con experiencia comunitaria las introducen en la práctica. es necesario distinguir entre el quehacer psicológico comunitario y (a) la práctica realizada en la comunidad que traslada modos tradicionales de hacer psicología y concepciones centradas en el individuo; (b) la práctica que convierte a los psicólogos en activistas respecto de los problemas de ciertas comunidades, dejando de lado su especificidad profesional y lo que en función de ella pueden aportar; y (c) la práctica que admite tanto la influencia social como la psicológica en los problemas o fenómenos a estudiar, pero que no distingue con claridad dónde y por qué se manifiesta uno u otro origen. Características deseables en la formación académica de los psicólogos comunitarios La psicología comunitaria no puede fundamentarse sólo en los aspectos teóricos que nos aporta la literatura producida en el campo. La primera característica de la formación en psicología comunitaria debe ser el carácter teórico-práctico de las asignatura(s) que se enseñen. Y al hacerlo, tenemos un primer problema a resolver: la dificultad en compaginar,
en hacer concordar los tiempos ac adémicos y el tiempo de la comunidad. Los cursos universitarios tienen lapsos rigurosamente establecidos; en cambio, los fenómenos comunitarios ocurren en la vida cotidiana, que no tiene principio ni fin, que está siempre allí, discurriendo. Además, pasan cuando pasan y no son repetibles. Por lo tanto, no se puede imponer a una comunidad, ni es ético hacerlo, un sistema en el cual durante un cierto número de meses o de semanas nos ocupamos intensamente de trabajar con ella y luego desaparecemos por un lapso de varias semanas o meses. Otro aspecto importante es enseñar a los estudiantes que al aprender la profesión de psicólogos comunitarios no se están convirtiendo en expertos cuya opinión será la palabra última a escuchar. Escuchar y responder a lo que se escucha y dialogar para encontrar la solución conjunta; en el ejercicio de la psicología comunitaria se es un profesional de ella en la medida en que cada situación se convierte en un aula de aprendizaje y de enseñanza. Es decir, mantenemos la horizontalidad de la relación con las personas de las comunidades, sin perder la especificidad de nuestra profesión y sin caer en el paternalismo, la lástima y la condescendencia.