Anteproyecto de tesis para la inscripción al programa de Doctorado en Lingüística en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires
Postulante: Mtro. Adrián Rodrigo Martínez Levy Nacionalidad mexicana (no. pasaporte: G15224785) Directora de tesis: Dra. María Marta García Negroni García Negroni 1. Título:
Claves polifónico-argumentativas de la significación irónica: una aproximación desde la semántica argumentativa a la ironía empleada en el periodismo de tabloide 2. Introducción
La ironía es uno de los principales recursos expresivos que emplea el periodismo de tabloide para fomentar ciertos efectos de sentido propios de su género discursivo —entre otros, la burla mordaz ante la tragedia como forma de apelar al morbo de las masas populares (Martínez Levy 2014)—. No obstante los grandes avances dentro de la disciplina lingüística durante las últimas décadas y, en particular, la gran diversidad de teorías semánticas existentes es posible afirmar que aún no existe una caracterización de la ironía a partir de una perspectiva inmanentista del lenguaje (o bien, desde un enfoque radicalmente estructuralista). Los criterios de verdad adaptados al análisis lógico proposicional de los argumentos, la intencionalidad del sujeto hablante como clave interpretativa del análisis pragmático anglosajón y los tropos (en tanto esquemas escalares) aplicados como garantes de la argumentación; son todos, a final de cuentas, elementos que resultan de una u otra manera ajenos a la lengua (entendida como sistema de signos autorreferenciales), a saber: la información, la intencionalidad y el sentido común, respectivamente. En cambio, la Teoría de los Bloques Semánticos (en adelante, TBS), desarrollada por Marion Carel y Oswald Ducrot a partir de los años 90, concibe la argumentación como una condición inherente a la lengua y, por consiguiente, independiente de cualquier noción informativa, cognitiva o sociológica. De este modo se hace posible describir la ironía partiendo únicamente de las relaciones semánticas entre los constituyentes que conforman esta peculiar pecu liar clase de discurso.
Ahora bien, lo anterior no solo conlleva la aplicación de un modelo analítico a ejemplos concretos de ironía en el periodismo de tabloide, sino que, por sobre todo,
involucra discusiones a nivel teórico y epistemológico; por un lado, acerca de los alcances que posee un enfoque de la significación lingüística que rechaza cualquier conocimiento previo del mundo o del pensamiento (o de ambos entremezclados); y, por otro, acerca de la ironía misma —cuya definición siempre ha contemplado elementos extralingüísticos—, pero que, bajo esta perspectiva sin precedentes, deberá replantearse no como una constante (i. e. “lo contrario de lo que se piensa/ significa/implica”), sino como una función, definida, como se dijo más arriba, a partir de la interdependencia semántica de los segmentos que la constituyen.
Finalmente, para poder evaluar dicho planteamiento se incorporará un análisis polifónico-enunciativo, a saber, las indicaciones relativas a la puesta en escena de los diversos puntos de vista que componen la enunciación irónica a nivel lingüístico así como la atribución de dichos puntos de vista a determinados seres discursivos corpóreos —siendo esto último lo que resulta, precisamente, el aspecto ajeno a la lengua en el sentido antes marcado y, por ende, el eje contrastivo de la investigación—. A manera de síntesis, esta tesis buscará establecer un diálogo entre el enfoque dialógico de la argumentación y la polifonía con la TBS a propósito de un fenómeno tan complejo como lo es el discurso irónico.1 3. Antecedentes
A pesar de que se trata de una tesis de corte epistemológico acerca del sentido lingüístico y discursivo de la ironía desde las perspectivas de la polifonía y la argumentación lingüística, es imprescindible hacer referencia a diversas corrientes de pensamiento así como a múltiples enfoques que, aunque no comparten los mismos presupuestos conceptuales, servirán como referencia para establecer las hipótesis contrastivas de esta investigación. De este modo, se tomarán como referencia ámbitos generales como el Dialogismo y la Polifonía (Bajtín 1985, 1989; Amossy 2003; García Negroni, 2009), la teoría de la Heterogeneidades Enunciativas (Authier 1994, 2003) así como algunas referencias a la Pragmática anglosajona (Searle 1978, 1979; Grice: 1957, 1967) y a la teoría de la Relevancia (Sperber y Wilson 1981). 1
Cabe señalar que se trabajará de forma análoga con la noción de paradoja, cuya definición es muy similar a la de ironía: una afirmación que va en contra de las expectativas del interlocutor inapinatum (Quintiliano citado en ), por lo que servirá de provecho para establecer las hipótesis contrastivas de la presente investigación.
El marco teórico central de esta tesis será, como se dijo anteriormente, la TBS (Carel 1994, Carel y Ducrot 2006, 1999a, 1999b) y la Polifonía Enunciativa (Ducrot 1980, 1982, 1984), en particular, desde el Enfoque Dialógico de la Argumentación y la Polifonía (EDAP) (García Negroni 2009). Sin embargo, habrá que considerar también otras teorías que forman parte de esta misma tradición de pensamiento, como lo son la Teoría de la Argumentación en la Lengua (Anscombre y Ducrot 1983; Ducrot 1988), la Teoría de los Topoi (Anscombre 1995) y, en general, la Semántica Argumentativa (Ducrot 2004). Asimismo, se aludirá a ciertos aspectos del discurso periodístico (Jorques 2000) y a ejemplos concretos del análisis discursivo aplicado al periodismo de tabloide (Lara Klahr y Barata 200; Martínez Levy 2014). Por su parte, es preciso señalar que el estudio de la ironía es considerablemente vasto y muy diverso. Las formulaciones originales de este fenómeno se remontan a la retórica aristotélica en que es tratado como un tropo mediante el cual “se dice algo contrario o distinto de lo que se piensa”. Aún en el siglo XX persistieron algunos enfoques de la ironía que le dieron cierta continuidad a las tesis de la retórica clásica (Jenkélévitch 1964; Berrendonner 1981; Kerbrat-Orecchioni 1980a, 1980b; Bozal 1999) en que “se dice algo contrario o distinto de lo que se significa”. Y otros que, sin abandonar por completo aquellos fundamentos, le dieron una especie de “giro pragmático” a la comprensión de este fenómeno (Amante 1981; Zavala 1992; Attardo 2000; Ruiz Gurillo y Alvarado 2013) en que, a su vez, “se implica a algo contrario o distinto de lo que se dice/significa”. Asimismo, se apelará a otras orientaciones que abordan la ironía de manera alternativa como lo es la teoría de mención ecoica (Wilson y Sperber 1992; Curcó 2004) y, por supuesto, como propiedad de la enunciación basada en el desdoblamiento del locutor (Ducrot 1984, Bruzos 2005, García Negroni 2009). Cabe subrayar que todas las aproximaciones referidas en este párrafo acerca de la ironía coinciden en concebirla como una constante, o bien, parámetros fijos que deben cumplirse para su efectivo cumplimiento. 3. 1. Los estudios clásicos sobre argumentación e ironía
Para comprender a fondo las raíces de los estudios sobre argumentación y la ironía son fundamentales las reflexiones aristotélicas sobre lógica, retórica y dialéctica así como sus incursiones particulares sobre los tropos y las falacias (Bermejo 2009). A la postre, el
estudio de la argumentación quedaría dividido en tres caminos independientes, basados en los fundamentos de cada una de las disciplinas apenas mencionadas: por un lado, la lógica, desarrollada bajo el influjo de la silogística analítica, evolucionó como un conjunto de teorías formales sobre la prueba y la inferencia formal, cuyo análisis se basa en premisas o proposiciones sustentadas en evidencia empírica (o, al menos, de carácter veritativo)
y,
por
ende,
pueden
ser
juzgadas 2
válidas/inválidas, fuertes/débiles, etcétera.
mediante
dicotomías
de
tipo:
Por otra parte, la retórica, que, tras un largo
olvido causado por su presunta preferencia por el ornamento sobre el argumento, llegó a desarrollarse en diversas teorías normalistas de la argumentación en el lenguaje natural (entre otros, Perelman y Olbrecht-Tyteca 1958; Toulmin 1958).3 Y, por una tercera parte, se encuentra el estudio dialéctico de las falacias informales, una materia que prácticamente hasta los trabajos de Hamblin (1970) no llegaría a recibir tratamiento sistemático alguno.
2
Un caso particular en el desarrollo de la lógica moderna es el Empirismo lógico, el cual fue propugnado por diferentes filósofos y matemáticos occidentales durante la primera mitad del siglo XX. Este programa buscaban hallar un lenguaje abstracto y universal que pudiera ser utilizado indistintamente por todas las ciencias (físicas, naturales y sociales o humanistas) para “descifrar el mundo” de forma integral. En este contexto, algunos trabajos aislados resultaron ser influencias esenciales para esta corriente de pensamiento —como Begriffsschrift de Gottlob Frege, Principia Matemática de Bertrand Russell y Tractatus Logicus Philosophicus del “primer” Wittgenstein—. No obstante, fue el renombrado Círculo de Viena, el que jugó el papel fundamental para la consolidación de esta corriente —entre otros miembros de este grupo se puede encontrar a Moritz Schlick, Rudolf Carnap, Hans Reichenbach y Georg Cantor—. Para todos ellos, el lenguaje tenía la única función de representar la realidad mediante proposiciones capaces de expresar la verdad o falsedad de cierto estado particular de cosas en el mundo: “el enunciado sirve principalmente para predicar una o más propiedades de un objeto […] las palabras están destinadas a dar una representación o imagen de la realidad” (García y Tordesillas 20: 2001). De acuerdo con todo esto, la disciplina de la semántica debería, únicamente, concebir problemas concernientes con la experiencia empírica y, más aún, ser capaz de analizar estos problemas mediante procedimientos lógicos o reconstrucciones racionales. En pocas palabras: “una semántica que no trata de las condiciones de verdad no es semántica” (Lewis 1984 [1970]: 6). Cualquier otra cosa, simplemente no podría ser adjudicado como conocimiento científico válido sino como meros pseudo problemas filosóficos (cfr. Carnap 1990 [1928]). 3 En 1958 se publicaron dos icónicos trabajos, cuyo objetivo central era reivindicar en cierta medida la argumentación como un campo totalmente independiente: The Uses of Argument de Stephen Toulmin y Le traité de l’argumentation de Perelman y Olbrechts-Tyteca. En el fondo, ambas teorías ofrecen modelos normativos para analizar la argumentación cotidiana y pugnan por un replanteamiento e integración de las tres disciplinas clásicas: retórica, dialéctica y lógica. Sin embargo, lejos de ser modelos paralelos o complementarios, terminaron siendo rivales, pues cada teoría aseguraba haber encontrado el punto de partida óptimo para tratar dicho fenómeno. El objetivo principal de Toulmin era romper con la lógica demostrativa y la evidencia cartesiana racionalista promoviendo el estudio de la argumentación no-formal del discurso cotidiano. Por su parte, Perelman y Olbrechts-Tyteca elaboraron un esquema de cuatro técnicas argumentativas equivalentes al razonamiento analítico (verdad y lógica) pero fundadas en razonamientos retóricos y dialécticos —esto es, opiniones aceptadas, o al menos verosímiles, utilizadas con el propósito de aceptar una tesis—.
Ahora bien, en su libro Retórica, Aristóteles define la ironía como un “tropo mediante el cual se dice lo contrario de lo que se realmente se piensa” (Aristóteles, citado en Bruzos 2005: 26). En este sentido, el ironista profiere un enunciado con un contenido determinado para comunicar lo opuesto a ello. Esto lo consigue negando implícitamente la proposición expresada por el enunciado original a través de diversos recursos figurativos (metaexpresivos). De tal modo que, bajo esta perspectiva, cuando se trata de alguna expresión ostensivamente irónica el oyente o interlocutor debe adaptar el significado literal de la enunciación al sentido figurado expresado en ella. Es por ello que “sin un lector que entienda el texto irónico como tal, la ironía desaparece, y le sobrevive solo un sentido literal” (Zavala 1992: 62). 3. 2. El desarrollo contemporáneo de los estudios retóricos de la ironía
Durante la segunda mitad del siglo XX se desarrollaron algunos trabajos que retomaron la concepción de la ironía como tropo o figura de habla. Uno de de los más representativos fue A Rethorics of Irony de Wayne Booth (1974), quien establece que la ironía se consigue “oscureciendo lo que es claro, mostrando caos donde hay orden, liberando por medio de la destrucción del dogma o destruyendo al revelar el inevitable germen de negación que hay en toda afirmación” (Booth citado en Zavala 1992, 61). Booth también fue el primero en formular un esquema en el cual se señalan tres etapas básicas: la primera etapa es la simulación, en la que se finge sin intención de engañar, o bien, se comete una torpeza flagrante; en la segunda etapa se introduce una contradicción (absurdo o inconsistencia semántica); y la última etapa implica un juicio en desaprobación, en que el locutor aparece con cierta distancia de su propia expresión.
De manera similar, Kerbrat-Orecchioni (1986) propuso su propio modelo de la ironía basándose también en un perspectiva retórica: El locutor:
dice explícitamente p; indica p’ ≠ p; quiere que se entienda p’ ; piensa: p’ .
La diferencia entre el planteamiento clásico y el de Kerbrat-Orecchioni es que en la enunciación trópica el contenido p’ no se añade al contenido explícito o literal ( p), sino que se convierte en “el objeto esencial del mensaje” (Kerbrat-Orecchioni 1986: 88). No
obstante, la propia autora termina reconociendo que su definición resultaba, en el fondo, insatisfactoria, dado que la ironía no se restringe a un nivel semántico, sino que esta opera en la enunciación misma, o bien, en el nivel pragmático.4 “La inversión, como ha de reconocer Kerbrat-Orecchioni, no evoca un contenido semántico por antífrasis (¿disgusto por placer? ¿salvajes por civilizados? ¿ser ejecutado por tratar con?), sino que debe entenderse en el plano ilocutivo: un elogio se vuelve reprobatorio. La ironía resulta ser, de hecho, una inversión ilocutiva, y no (o mejor: y solo facultativa y colateralmente) una inversión léxica” (Bruzos 2005: 28). 3. 3. El enfoque polifónico de la enunciación irónica
Antes de entrar de lleno en el desarrollo de este subapartado, conviene señalar que las nociones de enunciación y polifonía son complementarias y, en el fondo, se refieren a un mismo fenómeno. Bajtín fue de los primeros en reflexionar sobre estos asuntos, definiendo la polifonía como una especie de dinámica dialogal implícita de toda ocurrencia proferida por los hablantes, desde la cual, en definitiva, se puede inferir un sinnúmero de voces propias de una comunidad lingüística —o bien, de un grupo social portador de una ideología particular—. En este sentido: “la propuesta teórica de Bajtín plantea una concepción sociológica de la alteridad constitutiva de los fenómenos ideológicos, la intertextualidad y el dialogismo presentes en todo discurso del individuo” (García Negroni y Tordesillas 2001: 158). De manera muy similar a Bajtín, Émile Benveniste señaló un componente fundamental en el leguaje que él denomina heterogeneidad enunciativa. Esta 4
El enfoque pragmático es, sin duda, un antecedente obligado para comprender a fondo cualquier teoría moderna de la ironía. Con bases marcadamente filosóficas, la pragmática (anglosajona) se dedicó a derribar la idea difundida por el empirismo lógico de que el lenguaje tenía la única función de representar (informar) acerca del mundo. En oposición a ello, los exponentes de la Escuela de Oxford (Austin 1962; Searle 1978, 1979), confirmaron que, en definitiva, existen muchas expresiones declarativas que equivalen a la realización de un acto. De modo que es posible hallar dos componentes esenciales en el lenguaje: el contenido proposicional (componente objetivo) que, ciertamente, cumple la función de informar; y la fuerza ilocucionaria (componente subjetivo), a su vez, entendida como una indicación lingüística sobre lo que el sujeto hace al decir algo. En particular, la Teoría de los Actos de Habla de John Searle (1979) define la ironía como una violación transparente (ingl. transparent insincerity) de la máxima de sinceridad . En este sentido, lo que se señala de manera fundamental ya no es solamente la inconformidad entre el significado literal y el sentido figurado, sino que también se incorpora, de manera substancial, la voluntad o intencionalidad del hablante; lo que Searle denomina: el significado del hablante. Ahora bien, no obstante la importancia de estos planteamientos respecto de la ironía —así como sus sucesivos desarrollos—, estos no serán desarrollados a fondo, sino simplemente aludidos como antecedentes que plantean una concepción de la ironía distinta a la de la corriente francesa de la enunciación y su respectiva evolución.
conceptualización se refiere a la naturaleza intersubjetiva del fenómeno en cuestión, pero desde una perspectiva formalmente lingüística —lo cual difiere con Bajtín, pues él solo se refería a la narrativa y los géneros literarios—. En pocas palabras, Benveniste se refiere a este fenómeno como “el encuentro de elementos originarios de distintas fuentes discursivas, en una unidad discursiva” (García Negroni y Tordesillas 2001: 163): “Bastantes nociones en lingüística, quizá hasta en psicología, aparecerán bajo una nueva luz si se las restablece en el marco del discurso, que es la lengua en tanto que asumida por el hombre que habla, y en la condición de intersubjetividad, única que hace posible la comunicación lingüística” (Benveniste, 1971: 187). Por su parte, Ducrot logró conjugar todas estas apreciaciones en un mismo enfoque, a saber, “el sentido de un enunciado es polifónico […] consiste en una descripción de la enunciación misma” (García Negroni y Tordesillas 2001: 26). De hecho, este autor francés fue quien verdaderamente revolucionó muchos de los preceptos hasta aquí mencionados. Por referirse a un punto en particular, para él, tanto en un enunciado como en un discurso no solo están presente diferentes voces —o diálogos (en términos de Bajtín) o heterogeneidades (en términos de Benveniste)—, sino que estas son virtuales. O sea, son referentes abstractos que no tienen un origen concreto, físico o
empírico; su “virtualidad” radica en el hecho de que son entidades lingüísticas (tal como un fonema, por ejemplo) y, por ende, deben ser consideradas como parte esencial del sistema lingüístico. De modo que lo verdaderamente innovador en esta teoría es la descripción de fenómenos engendrados en la lengua, pero que de ninguna manera pueden ser analizados sin considerar su contexto de enunciación —esto es, el hic et nunc (aquí y ahora) en el mundo—. Aunado a lo anterior, resulta que para Ducrot no solo las voces son entidades abstractas inscritas en la lengua, sino que también lo son otras figuras que intervienen en el proceso comunicativo. Figuras tales como: los puntos de vista (las representaciones enunciativas subyacentes en cada enunciado), el enunciador (que representa el origen dichos puntos de vista a través de la enunciación), el locutor (el “presunto responsable” de la enunciación) y el interlocutor o alocutario (el “destinatario” de la enunciación). Todo lo anterior, tuvo enormes implicaciones para el desarrollo de la lingüística, dado que, en el fondo, se proponía una forma sin precedentes de concebir la
lengua —a saber, una forma esencialmente abstracta de entidades que previamente se consideraban necesariamente corpóreas—. Ahora bien, como se planteó anteriormente, Ducrot (1984, 1988) establece que la polifonía puede expresarse o bien por un desdoblamiento del locutor o por la presentación de uno o más puntos de vista mediante la puesta en escena de ellos a través de su enunciación. Para que estas cumplan con dicha propiedad es necesario que subyazca en ellas una confrontación implícita de diferentes voces, o bien, lo que Ducrot denomina como un desdoblamiento del locutor . 5 En particular, la enunciación irónica es un tipo de enunciación polifónica en la que un locutor introduce un punto de vista del cual se disocia y se burla implícitamente. Conforme a lo anterior, una de las características esenciales de la enunciación irónica es, precisamente, que el locutor principal simula hacerse responsable del punto de vista contradictorio o absurdo, pero, en realidad, se encuentra distanciándose de él. Eso sí, es necesario que ninguna de las marcas de distanciamiento sea explícita. De este modo, la enunciación irónica es una especie de enunciación híbrida, puesto que el locutor se presenta como responsable de su enunciación, pero, en realidad, se disocia pragmáticamente de ella 3. 4. La argumentación desde una perspectiva radicalmente estructuralista
Como ya se dijo con anterioridad, junto con Anscombre, Ducrot introdujo la Teoría de la Argumentación en la Lengua (en adelante, TAL), 6 cuyo propósito fue superar la división entre objetividad
(Empirismo lógico) y subjetividad (Pragmática), en tanto
que no existen elementos de la significación que no estén contaminados por ambos aspectos.
Asimismo, ambos autores postulan que el valor principal del lenguaje es el
argumentativo, esto es, hacer admitir razonamientos orientados a determinadas conclusiones que sean aceptables (si bien no verdaderas, sí verosímiles) por el destinatario de la enunciación. De entre las aportaciones principales que desarrollaron ambos autores se encuentra la Teoría de los Topoi. Estos últimos se entienden como los garantes (socialmente construidos) que permiten el pasaje entre el argumento y la conclusión, y se presentan bajo la forma: “mientras más verdadero es lo que se dice en el 5
Cabe destacar que autores como Tordesillas y Donaire consideran que todos los enunciado son polifónicos e incluso defienden la idea de que “la polifonía enunciativa constituye intrínsecamente la lengua en sí misma” (García Negroni y Tordesillas 2001: 180) 6 En dicha teoría se enmarcan los trabajos publicados por estos investigadores a inicios de los años ochenta: de Ducrot et. al. (1980), Ducrot y Anscombre (1983), Ducrot (1984), Anscombre (1995), entre otros.
argumento, más verdadero es lo que se dice en la conclusión” (Ducrot y Carel 2005: 12; Anscombre y Ducrot 1983). Esto es relevante puesto que alude a conocimientos del mundo (sentido común, lugares comunes, ideas recibidas, etcétera) que, de alguna manera, están involucrados en los procesos de producción y recepción de la ironía. Años después, junto con Marion Carel, Ducrot desarrolló la Teoría de los Bloques Semánticos (TBS), la cual abandona la Teoría de los Topoi y redefine que la argumentación no se agrega al sentido bajo la forma de aspectos social o psicológicamente construidos e independientes del sistema lingüístico, sino que aquella constituye el sentido mismo. En la introducción a su libro, homónimo a la teoría, Ducrot establece: “el sentido de una entidad lingüística no está constituido por cosas, hechos, propiedades, creencias psicológicas ni ideas. En cambio, su sentido está constituido por ciertos discursos que esa entidad lingüística evoca” (Ducrot y Carel 2005: 13). En el fondo, la innovación más interesante que aporta este enfoque es la argumentatividad radical que supone un revolucionario cambio de paradigma en el marco de estas teorías
y, en general, de los modelos analíticos del lenguaje vigentes. En términos generales, para la TBS el sentido debe buscarse en el interior del orden lingüístico, esto es, en las relaciones que los signos guardan entre sí —empero, sin tomar ello como un reflejo empobrecido de la realidad preexistente—. En pocas palabras, el sentido está constituido por encadenamientos argumentativos, no por información ni por estados de conocimiento (ya sea de orden psicológico o social). Así pues, lejos de buscar establecer relaciones entre premisas y conclusiones, el propósito de esta teoría es convertir la unidad mínima de análisis lingüístico en el sintagma: “[...] los encadenamientos argumentativos no tienen como función marcar una inferencia entre una afirmación y otra —aun cuando contengan conectores como por lo tanto o sin embargo— , porque los segmentos en los que aparecen como argumento y conclusión no son semánticamente independientes el uno del otro” (Puig 2000: 384). Resulta ahora bastante evidentemente por qué para la corriente de la semántica argumentativa la definición de ironía no puede concebirse ni como una implicatura conversacional ni como una mención ecoica ni, incluso, como una enunciación polifónica basada tropos argumentativos; dado que ninguna de estas caracterizaciones toma en
cuenta la relación interdependiente de los constituyentes que componen a los enunciados. En cambio, bajo la concepción que aquí se propone, la ironía debería responder únicamente a la interdependencia semántica entre los segmentos de la oración, todo ello en virtud de la conexión sintagmática que la determina.
Así pues, la idea es
describirla, como ya se dijo, no como una constante sino como una función que comporta parámetros variables e interdependientes, los cuales brindan las instrucciones necesarias para calcular el sentido de los enunciados de la oración:
“como la significación no es una constante sino una función, el enunciado no remite al mundo [ni al pensamiento] sino a otros discursos de los que ese enunciado es la continuación o que pueden ser su continuación” (García Negroni 2005: 4). 3. 5. La paradoja desde la TBS
Para finalizar este apartado de teorías correlativas a esta investigación (ya sea que sean afines o antagonistas), conviene hacer referencia al trabajo Le problème du paradoxe dans une sémantique argumentative de Carel y Drucrot (1999) que trata sobre el
fenómeno de la paradoja en el marco de la TBS. En el fondo, el objetivo de los autores (análogo a esta investigación) es oponerse tanto a la concepción de la paradoja propuesta por la retórica clásica: “una afirmación que va en contra de las expectativas del interlocutor” (Quintiliano, X, 2, 23); como a ciertas acepciones más actuales —las cuales, hay que decirlo, se encuentran también basadas en esa misma tradición— que la definen como una “figura macro-estructural que opone dos términos opuestos semánticamente para lanzarnos a una concepción del mundo o de la vida” (Sopeña y Olivares 2002: 749). O bien: “Figura de pensamiento que altera la lógica de la expresión pues aproxima dos ideas opuestas y en apariencia irreconcilibales, que manifestarían un absurdo si se tomaran al pie de la letra —razón por la que los franceses suelen describirla como ‘opinión contraria a la opinión’— pero que contienen una profunda y sorprendente coherencia en su sentido figurado” (Beristain citada en Puig, 2000: 392)
En particular, Carel y Ducrot establecen que un encadenamiento a CON b es lingüísticamente paradójico si a CON’ b pertenece a la argumentación externa7
estructural de a o de b.
Para poder establecer las características generales de la paradoja, Carel y Ducrot definieron en primera instancia los encadenamientos lingüísticamente doxales,8 a saber, todo encadenamiento a CON b que pertenezca a la AE estructural de a o de b —es decir, que uno de sus aspectos esté inscrito en la significación convencional de uno de los segmentos que componen dicho encadenamiento—, para después definir, como ya quedó claro, que un encadenamiento paradójico es aquel en que uno de sus segmentos se opone a su significación convencional. Gracias a ello, es posible afirmar que algunos elementos de la lengua no descansan en la significación convencional de los aspectos que la definen, sino en la interdependencia semántica de sus constituyentes. Para ilustrar lo anterior es conviene aludir al análisis de palabra ‘masoquista’ (Carol y Ducrot 2005: 97-98), la cual puede ser descrita a través de la argumentación interna [AI 9 ]: “sufrimiento PLT satisfacción” (a CON b); no obstante, la palabra ‘sufrimiento’ (uno de los aspectos que componen el encadenamiento de ‘masoquista’), a su vez, responde semánticamente a la AE-estructural (lexical): “sufrimiento SE satisfacción” (a CON’ b) y “sufrimiento PLT no-satisfacción” (a CON no-b); todo lo cual permite afirmar, según la hipótesis de dichos autores, que ‘masoquista’ es una palabra lingüísticamente paradójica (dado que su significación se opone a aquella que es típicamente doxal en uno de los aspectos que la componen). Tomando en cuenta todas estas consideraciones, la presente investigación buscará aportar
una
caracterización
similar,
pero
ahora,
de
los encadenamientos
lingüísticamente irónicos.
7
Por “argumentación externa” [AE] se entiende que una entidad lingüística (e) forma parte dos encadenamientos argumentativos análogos que la describen semánticamente (e CON X; e CON’ no-X). Y por “estructural”, que dicha argumentación está definida exclusivamente por la estructura lingüística, o bien, por su convención léxica. 8 Valdrá la pena, una vez comenzada la investigación indagar sobre el aspecto “doxal” de este tipo de encadenamientos. Ello, debido a que la doxa está directamente relacionada con la opinión y el sentido común, lo cual derribaría (como fue el caso de la TAL con los topoï ) todo el planteamiento de la TBS. 9 A diferencia de la AE, la argumentación interna está constituida por un conjunto de aspectos a los que pertenecen los encadenamientos que parafrasean la entidad lingüística que está siendo analizada, o sea, sirven para parafrasear o reformular las palabras o discursos en cuestión.
4. Objetivo general
Mi objetivo principal es, como lo señalé más arriba, averiguar el modo en que el análisis semántico (argumentativo y polifónico) permite arrojar luz sobre el discurso irónico expresado en el periodismo de tabloide sin la necesidad de recurrir a elementos ajenos al dominio lingüístico para su descripción semántica. Todo ello, empero, no significa que la lingüística rehaga un acercamiento a los hechos sociales o psicológicos, sino que los hechos lingüísticos deben ser analizados por ellos mismos y, solo entonces, resultará viable estudiar las modalidades según las cuales los hechos lingüísticos pueden expresar una realidad social o psicológica particular. Tal será el caso, en el presente estudio, del papel que juega la ironía para producir, por una parte, los efectos de escarnio e irreverencia y, por otra, de burla mordaz y descarnada en dos tabloides de características marcadamente diferentes: el Barcelona de Argentina, cuyo sello de distinción es la crítica política a través de la burla; y el Metro de México, que se caracteriza por burlarse descaradamente de la desgracia ajena. 4.1. Objetivos particulares
A continuación presentaré un listado de los diferentes objetivos específicos que buscaré abordar en la presente investigación: a. Contribuir a la descripción semántica de la ironía plasmada en el discurso periodístico de tabloide a partir de una perspectiva desde la que no ha sido todavía explorada a fondo, esto es, a través de la TBS. b. Identificar las funciones que cumple la ironía en los tabloides Barcelona y Metro, con el fin de caracterizar la manera en que cada uno genera sus propios efectos semánticos y, por ende, un discurso particular. c. Presentar un modelo prototípico que permita dar cuenta, de forma abstracta y generalizada, de la argumentación lingüísticamente irónica. Partiendo del planteamiento de que un encadenamiento a CON b es lingüísticamente paradójico si a CON’ b pertenece a la argumentación externa-estructural de a o de b (Carel y
Ducrot 1999a, 1999b), yo buscaré defender la idea de que los encadenamientos
lingüísticamente irónicos no se producen gracias a la argumentación estructural ,
sino a la argumentación contextual 10 de a o de b. d. Conforme a lo anterior será necesario ampliar y profundizar la noción de argumentación contextual e indagar acerca de la vinculación sintagmática entre los
bloques argumentativos propios de un encadenamiento discursivo (i. e. titulares de prensa) con otros encadenamientos y/o bloques argumentativos asociados a él (ya sean los subtítulos o leads, o incluso , el texto completo que precede a la nota). e. Identificar y caracterizar los distintos puntos de vista puestos en escena bajo diversas condiciones dialógicas y polifónicas y establecer su contribución a la constitución del sentido irónico en el discurso de ambos tabloides. f. Finalmente, comparar los aportes que brindan los distintos enfoques sobre la ironía a partir de sus presupuestos teóricos y aplicabilidad práctica. 4.2. Plan de actividades
1. Lectura crítica de la bibliografía y profundización teórico-descriptiva de los ejes temáticos del proyecto. 2. Realización de cursos y seminarios afines a la investigación. 3. Construcción del corpus de titulares, subtitulares y textos respectivos. 4. Caracterización de la ironía utilizando las herramientas de la TBS y la PE. 5. Formulación de las hipótesis de trabajo y discusión de las categorías teóricas. 6. Constatación de hipótesis originales y formulación de hipótesis comparativas. 7.
Elaboración de tesis de doctorado.
5. Diseño metodológico e hipótesis de trabajo
Utilizaré una metodología de carácter cualitativo para explicar el comportamiento de la ironía según los principios básicos que aporta la TBS, la PE y la EDAP. Asimismo, discutiré los fundamentos epistemológicos que edifican a ambas teorías semánticas con el propósito de ampliarlos y contrastarlos con otras categorías y enfoques. El corpus de análisis estará conformado por una muestra no probabilística (es decir, escogida a consciencia) de titulares irónicos (acompañados de sus respectivos subtitulares y el texto de la nota) extraídos de los dos tabloides antes referidos: el Barcelona y el 10
La palabra “contextual” no tiene, de ninguna manera, una connotación extralingüística, puesto que se refiere a un contexto sintagmático.
Metro. Finalmente, del conjunto de ejemplos escogidos se propondrá una serie de claves
argumentativas para brindar una interpretación adecuada y justificada de la argumentación contextual de los bloques semánticos y encadenamientos discursivos
subyacentes entre el título, el subtítulo y el texto completo de una nota así como una descripción detallada de las distintas escenas polifónico-enunciativas en que se produce el sentido irónico. Conforme a la hipótesis de trabajo, cabe señalar que si bien es cierto que la ironía y la paradoja son fenómenos que se basan en una confrontación implícita de significados opuestos, una diferencia substancial entre ellas es la ironía no se define propiamente por su significación léxica (o, si se prefiere, “estructural”), sino por su significación “contextual”. Puesto de otra manera, es el arreglo sintagmático (o bien, la configuración de los encadenamientos argumentativos) lo que aporta las instrucciones semánticas para poder interpretar el sentido de su interdependencia. Cabe recalcar que lo anterior no es para nada definitivo, sino una mera hipótesis de trabajo inicial en la que se basará la metodología a seguir. En este sentido, la idea es indagar acerca de la ironía utilizando las demás herramientas teóricas que aporta la TBS en orden de alcanzar el objetivo primordial de esta investigación, a saber, caracterizar los valores semánticos de la ironía desde un punto de vista esencialmente lingüístico; dejando de lado toda prenoción de naturaleza informativa (veritativa), cognitiva (intencional) y sociológica (valorativa). De manera particular, se utilizarán las nociones de reciprocidad —en que se invierte el valor (positivo, negativo) de los términos y el conector cambia— , conversión —en que el primer término se conserva como tal, cambian los conectores y el segundo término se niega— y transposición —en que se niega el primer término, el conector se cambia y se mantiene el segundo término— (ver figura 1); con el propósito de evaluar las distintas relaciones argumentativas derivadas de un enunciado a fin de asignar el carácter normativo o transgresivo de los posibles encadenamientos y los términos abstractos que den nombre a los aspectos subyacentes en él. Todo ello, desde luego, con el propósito de hallar la combinación más adecuada para describir de manera abstracta y general los encadenamientos lingüísticamente irónicos.
Figura 1. Tipos de relaciones argumentativas Asimismo, indagaré acerca de la posibilidad de parafrasear los encadenamientos lingüísticamente irónicos con la finalidad de analizarlos. Es decir, en vez de utilizar el recurso de la AE —ya sea estructural o contextual —, emplear más bien el de la argumentación interna [AI]. Esta clase de argumentación se caracteriza por estar
constituida por un conjunto de aspectos a los que pertenecen los encadenamientos que parafrasean la entidad (e) que está siendo analizada, o sea, sirven para parafrasear o reformular las palabras o discursos en cuestión. Cabe añadir que esta clase de encadenamientos no contienen a e como segmento constitutivo; no aceptan encadenamientos conversos —es decir, si e se puede parafrasear en a CON b, es imposible que exista a CON’ neg.-b— ; pero sí se pueden encontrar recíprocos a CON b/neg.-a CON neg.-b.
Esta investigación, de un carácter esencialmente teórico, buscará aportar nuevos conocimientos acerca de la ironía y, al mismo tiempo, contrastar las distintas posturas que la han estudiado a propósito de sus diferencias epistemológicas.11 De manera más específica, la idea fundamental es trasladar un fenómeno (la ironía) que se presume inherentemente empírico hacia un terreno en el que solo se emplearán herramientas de análisis lingüístico para describirlo y comprender su funcionamiento dentro del marco de la lengua.
11
Es necesario insistir que, de ninguna manera, se pretende confirmar o rechazar los distintos marcos teóricos presentados, ni mucho menos desacreditar cualquier principio o postura epistemológica. En cambio, el objetivo es construir criterios bien informados para comprender los beneficios y carencias de cada uno a la luz de diferentes objetos de investigación.
6. Factibilidad
A lo largo de mi trayectoria académica he cursado una carrera (en Sociología) y una maestría (en Lingüística Aplicada), también he impartido cursos y talleres a nivel superior y trabajado como asistente en centros de investigación (dos años en el CEIICH, UNAM y poco más de seis meses en el CEH, El Colegio de México), por lo que mis conocimientos y habilidades académicas resultan ser óptimas para realizar estudios a nivel doctorado. El Instituto de Lingüística de la UBA dispone de los materiales bibliográficos y hemerográficos necesarios para la realización de esta investigación. Asimismo, a diferencia de mi país de origen (México), en la Argentina existe un desarrollo mucho más amplio respecto de la tradición de estudios en polifonía, dialogismo y argumentación en la lengua. En particular, me refiero al grupo UBACYT conformado por la Dra. María Marta García Negroni en donde encontraré un invaluable foro de discusión y retroalimentación sobre los temas expuestos en este plan de trabajo. Con respecto a eso mismo, considero que la Dra. García Negroni resulta ser una directora indispensable para mi investigación, dado que es especialista y autora de diversos libros sobre esta tradición de pensamiento. 7. Bibliografía •
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