II.Genealogía del Estado Moderno Introducción El Estado-Nación propiamente dicho es un producto de la cultura de occidente que no se plasma si no partir del Renacimiento. Claro que con anterioridad han existido otras formas de organización política, diferentes formas de relación entre gobernantes y gobernados en las que es posible identificar algunos elementos (Territorialidad, Ejército permanente, Sistema tributario, Burocracia, etc.) propios del Estado Moderno. Organizaciones políticas pre-estatales Es preciso señalar que, si admitimos el marco teórico marxista, podremos arribar más sencillamente a una distinción entre formas políticas pre-estatales y Estado Moderno. En este marco, a cada modo de producción corresponde una forma de organización política. De este modo, y siguiendo la clasificación quíntuple del marxismo, podemos señalar que: El modo de producción de la comunidad primitiva (o comunismo primitivo) se refiere a organizaciones tribales cuya organización social articulaba regímenes de propiedad comunal, no privada, que evolucionaron hacia formas familiares patriarcales institucionalizadas en las que comienzan a advertirse síntomas de dominación política. La figura del jefe de la familia como jefe del linaje. El modo de producción asiático o despotismo de aldea, propio de los imperios primitivos a los que haremos referencia más adelante. El modo de producción esclavista en el que la esclavitud constituye la relación de producción dominante y que engloba múltiples formas políticas entre las que destacaremos: la polis griega, la República Romana (en los inicios de esta forma de producción) y las monarquías helenísticas y el Imperio Romano (este último lleva a esta forma a su máxima expresión y desarrollo) El modo de producción feudal, sumamente complejo puesto que cubre organizaciones políticas extremadamente diferentes y dispersas en el mundo. En términos generales se refiere a: una forma especial de propiedad de la tierra y explotación del trabajo servil; a relaciones sociales fundadas en el vínculo contractual del vasallaje y a la jerarquía de dominación política que iba desde los siervos hasta el Emperador con múltiples instancias intermedias en la nobleza secular y espiritual. Finalmente, el modo de producción capitalista en el que se desarrolla el Estado Moderno en el sentido que explicitaremos más adelante. Sintetizando, podemos identificar organizaciones políticas pre-estatales como se deduce de las sociedades de clases precapitalistas.
Organizaciones Politicas Pre-estatales
1. Imperios Antiguos 2. Grecia 3. Roma 4. Edad Media –Feudalismo Poder Político 1. Compartido 2. Intermitente 3. Mediato POLIARQUÍA
Procesos: 1.- Ejército MODERNIDAD permanente 2.-Administración Pública. MODERNO 3.-Capitalismo 4.-Sistema de Estratificación Clasista. 5.- Sistema Jurídico Unificado
ESTADO
Imperios Antiguos : En los imperios antiguos de la antigua China, Egipto, la India y Mesopotamia encontramos la primera forma de dominación política: despotismo teocrático con economía de templo y aparato burocrático para la administración de los regadíos. Estos imperios poseían sistemas similares de economía política2 basada en el cultivo de terrenos cuya fertilidad estaba ligada al riego (regadíos) por lo que era necesario asegurar una administración adecuada de los mismos mediante la centralización de la propiedad de la tierra en el gobernante.3 Propiedad real que, no obstante, coexistía con la conservación de la comunidad aldeana, en los términos explicitados por Maurice Godelier: “La esencia misma del modo de producción asiático es la existencia combinada de comunidades primitivas, donde reina la posesión común del suelo y organizadas, parcialmente todavía, sobre la base de relaciones de parentesco, y de un poder de Estado que expresa la unidad real o imaginaria de esas comunidades, controla el uso de los recursos económicos esenciales y se apropia directamente de una parte del trabajo y de la producción de las comunidades que él domina” 4 La forma específica de su organización fue el despotismo teocrático, origen del gobierno teocrático que luego influirá en Occidente. Encabezado por un rey tribal que, legitimado por el Dios del templo y convertido en autócrata sustituye el viejo consejo de la tribu por una organización burocrática para el control de los canales y obras de distribución del agua, entre otras exigencias de estructura económica de la tierra. GRECIA. La Polis y las Monarquías Helenísticas: Desde aproximadamente el siglo VIII – VII AC, fechas de las grandes reformas políticas y sociales en Esparta y Atenas hasta la Guerra del Peloponeso en el siglo V AC, la polis griega será la unidad política dominante en el Mediterráneo.
La polis o Ciudad-Estado supuso un factor de civilización único hasta entonces en la historia de la humanidad. Originariamente concebida como una asociación local para la seguridad común, constituyó el foco para la vida moral, intelectual, estética, social y práctica del hombre en una medida no dada en ninguna otra sociedad. Conoció varias formas de organización política: la monarquía, la tiranía, la oligarquía, pero pasó a la historia por una especie de democracia oligárquica, característica del denominado “Siglo de Pericles” en la que la totalidad de los poderes residían en la Asamblea Popular de la que surgía el Consejo de los Quinientos; ambos con funciones legislativas. Esta Asamblea Popular (Eclesia) era competencia sólo de los “libres” o ciudadanos, que eran miembros natos de la misma. Adviértase que la ciudadanía era exclusiva de la clase poseedora de bienes en una diferenciación radical con respecto a los esclavos (carentes de propiedad y derechos) y de los metecos (extranjeros – libres -sin derechos). Las funciones de gobierno (en principio reservadas a los 9 arcontes elegidos por las clases superiores de ciudadanos) acabaron en manos de alguno de los 10 estrategas cuya función originaria era puramente militar pero cuya elección anual y legitimidad periódica de su poder amplió funciones. El cuadro se completaba con la helia o tribunal de jurados compuesta por un número variado de ellos según la importancia del caso a resolver. Dos instituciones fundamentales que dan la medida democrática en Atenas, más allá de la designación por sorteo o elección de las autoridades, son: la isonomía o igualdad de los ciudadanos ante la ley y el ostracismo o posibilidad de excluir de la comunidad a personas molestas para el Estado. Esparta se caracterizó por un mayor conservadurismo, rigidez, autoritarismo y militarización en una mezcla de instituciones antiguas y modernas. Sólo gozaban de plenos derechos políticos los ciudadanos espartanos descendientes de los dorios conquistadores. Contaban con una monarquía ejercida por dos reyes (como el doble consulado romano) de las dinastías de los Egidas y Europóntidos con funciones básicamente militares. En los asuntos civiles intervenían cinco “eforos” elegidos anualmente por la Asamblea. Más allá de las características particulares de una y otra, lo cierto es que las Ciudades-Estado eran razonablemente democráticas y flexibles. Sin embargo, no tuvieron la capacidad para articular un territorio unitario que pudiera resistir la presión de invasiones militares de monarquías más vastas, como la monarquía macedónica que se impuso cultural y políticamente en el mundo griego. Tras la muerte de Alejandro Magno, y de la división de su imperio, surgirán las denominadas monarquías helenísticas. Las Monarquías Helenísticas alcanzarán su máximo desarrollo entre el 304 AC y el 220 AC, siendo a esta lectura fundamentales las de Macedonia, Siria y Egipto. Fueron claves no sólo en el proceso de expansión de la cultura helenística por el Mediterráneo y en la configuración de las relaciones mercantiles y económicas de la época, si no que constituyen un antecedente remoto de las monarquías absolutas europeas del siglo XVIII. El Rey ostentaba la jefatura del ejército, el poder de legislar, la dirección de la administración y la magistratura suprema; al decidir por si mismo acerca de todas las cuestiones no requería de organización centralizada alguna. En el caso de Siria y Egipto, con marcada tradición oriental, además, se implantaron procesos de divinización de los monarcas y de cultos dinásticos (sucesión en el primogénito). Estas monarquías habrían de sucumbir, dada su provisionalidad, frente a la potencia de Roma en el conflicto por el dominio del Mediterráneo, planteado en el siglo II AC
ROMA. La Republica romana y el Imperio La Ciudad-Estado de Roma, a diferencia de Atenas y Esparta, al ver peligrar su supervivencia, optó por convertirse en una de esas unidades territoriales más poderosas que amenazaron la supervivencia de las polis griegas. Originariamente monárquica, devino República para conquistar un vasto imperio con la consecuente incidencia en su organización jurídico-política. La alianza original entre patricios y plebeyos para acabar con la monarquía, signó la vida de la República que, desde el siglo VII AC (época en que se destronaron los reyes etruscos) hasta el principado de Augusto del 63 AC al 14 DC, sufrió grandes tensiones y cambios en sus instituciones fundamentales: el Senado, representativo de la nobleza y con amplias facultades
acentuadas por su función de tutela sobre comicios y magistrados, y las asambleas de ciudadanos o comicios curiados, comicios centuriados y comicios tribunos a través de los cuales se elegían los magistrados y otras funciones legislativas y judiciales. Como consecuencia de estas tensiones, se produjo una paulatina equiparación legal entre ellos, fundamentalmente respecto de la designación de los magistrados y sus competencias. Sin embargo, las diferencias sociales reales no sólo permanecieron sino que se incrementaron al ritmo de la expansión del dominio territorial con la particular aparición a partir de las guerras púnicas de una “aristocracia plebeya” conformada por los “caballeros-capitalistas” Pero si bien la constitución política de la República Romana fue adecuada para los tiempos de la Ciudad-Estado, compuesta por tribus campesinas y militares con un gran sentido igualitario, el desarrollo económico y político y, fundamentalmente, la conquista del Mediterráneo y el paso a la organización del Imperio estallaron sus contradicciones internas. El saqueo que hizo la oligarquía de las provincias conquistadas, el caos generado en la hacienda pública por la gran masa de metálico ingresante al tesoro romano de parte de los reinos vencidos, y la imposibilidad de pagar un ejército que acababa fidelizándose con los generales porque garantizaban el botín (jefes que luego perseguían sus propios fines políticos), entre otras cuestiones, hicieron ingobernable a la República y exigieron un cambio en la estructura constitucional. Esta fue la tarea de Augusto (Imperio de Augusto) quien impulsó una reforma políticoinstitucional consistente en una división política y económica del Imperio que, especialmente a fines fiscales, consagra el principio republicano para Roma y sus provincias y el monárquico para el resto del Imperio. El Principado de Augusto concentraba buena parte de los poderes y competencias republicanas que antes correspondían a los magistrados y monopolizaba el poder militar. En particular, el poder máximo sobre la administración y facultad de designar funcionarios le permitió lograr homogeneidad administrativa en el Imperio. Paulatinamente, Augusto constituyó una especie de monarquía casi absoluta aunque formalmente se respetaran las antiguas instituciones republicanas que en la realidad vieron recortadas sus funciones La posterior reorganización del Imperio bajo Diocleciano (La Diarquía de Diocleciano) significó la consolidación del principio monárquico. El Emperador fue reconocido oficialmente como Dominus (lo que implicó su reconocimiento como propietario del Estado y, a la vez, un proceso hacia su divinización); configurándose una monarquía absoluta, burocrático-militar, imperial y divinizante. La reforma de Dioclesiano fue amplísima e incluyó el primer intento de regulación económica por parte del Estado a través de la fijación de precios y la racionalización de la división entre el patrimonio privado del monarca y la hacienda pública.
EDAD MEDIA. El orden político medieval: feudalismo ¿Cómo era Europa Occidental en la Edad Media? Entre los siglos V y XV Europa se había convertido en una sociedad rural. Tras la caída del Imperio Romano de Occidente grandes regiones de Europa ingresaron en un periodo de atrofia y desarticulación económica. Apartados del mar, los países redujeron al máximo el intercambio comercial y la circulación imponiéndose una economía natural de subsistencia y trueque.. En ese contexto, la condición de los hombres, quedaba sujeta al linaje (o nacimiento) y a la tenencia de la tierra. El rasgo fundamental de este sistema de estratificación estaba dado por su estamento superior: la nobleza, que se asentaba económicamente en la posesión de las tierras, rechazaba el comercio y la artesanía como que haceres impropios de su condición y se aislaba de lo otros estamentos basada en sus “honores”. Tal era la relación tierra-rango que en la misma nobleza su posicionamiento estaba dado por la extensión de sus tierras (ducado, condado, baronía, etc.) La nobleza estimaba como suyas la función de dirección política y militar en cuyo cumplimiento se concedieron privilegios de poder permanente y jurídico. Junto a esta nobleza caballeresca y guerrera encontramos a una población campesina y desarmada (vasallos), que atendía el cultivo de los campos, pagaba sus impuestos y debía aprovisionar y atender a los ejércitos. En compensación y por obvia conveniencia, en tiempos de guerra, el señor
feudal defendía a sus vasallos abriéndoles el refugio de las murallas de su fortaleza. Es que el contrato de vasallaje comprendía obligaciones tanto para el señor feudal como para el vasallo. Constituía un contrato de “obligaciones de obediencia y servicio (principalmente militar) por parte de un hombre libre, llamado “vasallo”, hacia un hombre libre llamado “señor”, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del “señor” respecto del “vasallo”, dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado “feudo”.1 Este tipo de relación, que no es sólo económica sino también política, se da para todos los órdenes, ya se trate del Imperio o de los reinos, ducados, señoríos eclesiásticos, etc., y resulta fundamental comprenderlo para destacar que existía “una privatización sistemática de la relación política La diferencia entre Derecho Público y Derecho Privado (establecida en Roma), entre Hacienda Pública y patrimonio privado del Príncipe, desaparece. Tras estas consideraciones estamos en condiciones de comprender por qué la expresión “Poliarquía”, utilizada por Hegel, es la que más acertada para describir al feudalismo en tanto organización política. Efectivamente en este período el poder es compartido, intermitente y mediato, por las siguientes razones: Compartido: El poder se encontraba repartido entre el Emperador, los monarcas territoriales o monarcas medievales y los señores feudales. El emperador estaba supeditado a la lealtad de los monarcas medievales, quienes a su vez (mediante el endeudamiento, la hipoteca y la concesión de inmunidades) se vieron privados de casi todos los derechos inmanentes a su superioridad y dependían para la guerra de los servicios de los “caballeros” o señores feudales. Casi todas las funciones que reclama para si el Estado Moderno estaban repartidas entre la iglesia, el noble propietario de tierra, los caballeros, los monarcas, etc. Intermitente: El monarca no podía mantener sus ordenaciones ininterrumpidamente debiendo limitarse a intervenir sólo esporádicamente para eliminar perturbaciones sumamente riesgosas Mediato: Forzosamente el monarca dependía del asentimiento de los verdaderos factores de poder. En lo sustancial el monarca medieval no podía prescindir de los poderes locales, ampliamente autónomos, que habían sometido a su autoridad a todos los habitantes de la localidad, sustrayéndolos a las órdenes inmediatas de poder central.
Surgimiento del ESTADO MODERNO Para el Renacimiento la situación cambiará radicalmente. El poder de compartido pasará a único; de intermitente pasará a ser permanente y de mediato pasará a ser inmediato.
Los medios reales de autoridad y administración que eran propiedad privada de los factores de poder se convierten en propiedad pública y el poder de mando será expropiado en beneficio del monarca absoluto 1. Creación de un Ejército permanente La creación de un ejército permanente (cuya existencia depende del pago a los soldados) permitió al monarca independizarse de la lealtad de sus feudatarios estableciendo la unidad del poder del Estado en lo militar. Las funciones político-militares de los señores feudales se vieron reducidas por la transformación de la técnica guerrera. La caballería, propia de los nobles, fue superada por la adopción de cañones y armas de fuego portátiles, de la infantería y de las tropas mercenarias. Asimismo, como los gastos de esta nueva tecnología exigían de una organización centralizada para su adquisición; la necesidad de crear estos ejércitos permanentes derivó en la necesidad de reorganizar las finanzas. 2. Administración Pública.
Transformaciones Económicas y Técnicas de la Época (SIV y XV) fuentes de riqueza ( América) P Bajos) cultivo y consecuentemente, en la distribución de la propiedad de la tierra (decadencia del feudo) Imprenta (fin del monopolio cultural de la Iglesia) pólvora (fin del monopolio de las armas de la caballería) expresión del racionalismo (inicio de la secularización ideológica).
monopolio comercial). De este modo, la necesidad política de crear ejércitos permanentes condujo a una transformación burocrática de la Administración de las finanzas. Fue necesario que el monarca nombrara funcionarios especializados dependientes económicamente de él que consagraran su actividad de modo continuo y principal a la recaudación. Esta burocracia eliminó la mediatización feudal del poder del rey y con ello establecer el vínculo de súbdito con carácter general y unitario; de esta manera el “Estado” alcanzó a todos los habitantes a lo largo y ancho del territorio.
Asimismo, y dada la necesidad de pagar los sueldos del ejercito y la burocracia, se reglamentó un nuevo sistema impositivo, que no requería del consentimiento de la nobleza lo que constituyó la emancipación total de la base económica del poder Estatal. Se aseguró el patrimonio del Estado y se aseguró una tributación general. 3. Capitalismo Con la aparición de la economía capitalista monetaria se pudo superar la desarticulación económica y reducción de productividad propia del feudalismo y con ello, la dependencia político-económica del monarca respecto a los señores feudales, la iglesia y las corporaciones. Al no existir la posibilidad de comercializar por falta de mercados extranjeros no se procuraba producción de excedentes sino sólo la subsistencia de cada terrateniente y de su gente, por lo que la inmensa cantidad de bienes raíces en manos de la nobleza y la iglesia (que por otra parte condenaba la idea misma de ganancia) no producía más que una renta insignificante respecto a su potencial. Cuando debido a las invasiones árabes, la metrópoli comercial de Bizancio queda privada de sus fuentes de abastecimiento; los bizantinos deben volcarse hacia las costas de Italia dando origen a poderosas economías comerciales en la costa italiana primero, y luego, en el litoral de Europa. La acción de los mercaderes a través del curso de los grandes ríos, revitalizó la actividad en todo el continente. Dado el excedente virtual existente, la dinamización fue un éxito. Se utilizaron mejor los recursos existentes y se diversificó el consumo sin modificaciones sustanciales del sistema productivo. Asimismo, esta evolución económica fue dinamizada por la concentración estatal del poder en evolución. La circulación de dinero se vio favorecida por el establecimiento de tributos regulares, mientras la producción de bienes se veía favorecida por la necesidad de para abastecer a grandes ejércitos
uniformados. De este modo, desarrollo capitalista y fortalecimiento del poder del monarca fueron de la mano. 4. Sistema de Estratificación Clasista El surgimiento de la burguesía y del sistema de estratificación social clasista se encuentra indisolublemente ligado a los procesos anteriores; ya que la burguesía será el sector social en que se apoyará el monarca para imponerse a los nobles así como el principal proveedor de los recursos que éste necesitaba para armar a sus ejércitos. Formada por los habitantes de los Burgos o poblaciones edificadas fuera de contexto del castillo fortificado, a los fines del orden feudal la burguesía “no existía” más que por los servicios y funciones comerciales que prestaba, de escaso valor para nobles y clérigos. Pero con el tiempo la burguesía comenzó a enorgullecerse de su estado, a medir con su patrón a los otros estratos sociales y a polemizar con las normas feudales y atribuciones de los nobles cuestionando que los derechos de los hombres se considerasen derivados de su pertenencia a un estamento y limitados a éste, o lo que era casi lo mismo, se considerasen predeterminados por el nacimiento. Con el triunfo de la burguesía (canalizado en primera instancia por el triunfo del monarca absoluto) se produjo el paso del sistema de estratificación estamental al clasista, fundado en la posesión del dinero, imponiéndose los valores de la habilidad, inteligencia, utilidad, individualismo por encima de los del linaje, la tradición, el honor, el comunitarismo propios del viejo sistema. 5. Sistema Jurídico Unificado. Por último, el Estado sólo podía independizarse como unidad de acción militar, económica y política bajo la forma de una unidad de decisión jurídica universal independiente. La disgregación del Imperio había acarreado una extraordinaria disgregación jurídica e inseguridad en el derecho lo que ciertamente debía subsanarse a los fines del ejercicio unificado del poder del Estado en todo el territorio, la acción de la burocracia y el desarrollo de la economía capitalista monetaria. En palabras de Heller7: “La unificación general para todo el territorio y la regulación de toda actividad relevante para el poder del Estado, requiere la existencia de un ius certum válido para todo el territorio del estado, un sistema de reglas unitario, cerrado y escrito, en el que, El Standeestaat hasta donde sea posible, toda regla particular Entre las peculiaridades de la Europa del se ordene (según criterios políticos y no surgimiento de los Estados Modernos (como solamente jurídicos) sistemáticamente en la una cultura común que había sobrevivido a unidad del todo. Por otra parte, la colaboración la caída del Imperio romano y que contribuyó de toda la jerarquía de funcionarios, según el a la difusión de las innovaciones principio de la división del trabajo, hace precisa organizativas, a la vez que una una ordenación jurídica racional y planificada. fragmentación política que condicionó Y, asimismo, la economía capitalista del dinero ciertas autonomías de mercado y con ello reclama tanto para el derecho privado como potenció el dinamismo económico) se para la administración, la previsibilidad destaca el papel de los Standestaat ya que extendida a un territorio lo más amplio posible, el Estado se desarrolló en medio de de un derecho sistematizado.” relaciones sociales pre existentes De este modo, se ordenó la codificación del El Standestaat, sistema de gobierno derecho y la burocratización de la función de característico desde el siglo XII en Europa, se aplicarlo e interpretarlo (a través de erige como nuevo sistema de gobierno a la funcionarios especializados formados en luz del ingreso de las ciudades en la política, Derecho Romano en las universidades del el ascenso del monarca en detrimento de los norte de Italia), terminando con “el derecho del señores feudales y por ende de la más fuerte” y posibilitando “la concentración participación de la nobleza en un marco del ejercicio legítimo del poder físico en el político diferente. Estado”, típica del Estado Moderno. Constituye la representación de los tres En síntesis, en lugar de la atomización del estamentos funcionales: la Iglesia, la nobleza poder político se instituye el Estado Nacional y y las ciudades. . Absoluto como: Las tres cámaras o estamentos deliberaban separadamente, tomaban sus propias resoluciones internas mediante el voto y se relacionaban a través de delegados entre si.
De esta manera se relacionaban con el fronteras son protegidas por un ejercito gobernante territorial confrontando o cooperando con él. de carácter permanente Este antecedente de las asambleas legislativas cimentó una tradición de la monarquía resistencia al poder despótico propio de la evolución del Estado europeo. ejercicio del poder estatal
La MODERNIDAD es un concepto filosófico clave para terminar de comprender este proceso. El hombre moderno pasa de una filosofía teológica y metafísica a una filosofía de la naturaleza que culminará con el racionalismo en el siglo XVII. Se pasa del geocentrismo al antropocentrismo, se separa y distingue entre el poder político del Monarca y el poder espiritual del Papa.
EL ESTADO ABSOLUTISTA (S XVI y XVII) Como efecto de estas transformaciones se produjo en gran parte de Europa el fortalecimiento de la autoridad territorial y la absorción de los territorios más pequeños y débiles por otros más grandes y fuertes. En este escenario de Estados mutuamente independientes bregando por mantener su soberanía, se erige la primera forma de Estado Moderno: la Monarquía Absolutista. Para lograr mantener su posición e incluso expandirla en cada Estado se produce una tendencia a la monopolización del poder concentrado en manos del monarca. Asimismo, para imponer eficaz y confiablemente las decisiones en todo el territorio era necesario perfeccionar los instrumentos de gobierno. La expansión del Estado Absolutista se vio favorecida por su capacidad para frenar las diversas confrontaciones, entre católicos y protestantes, producidas por la Reforma Protestante. (se advierte la necesidad de que los poderes del Estado se diferencien e independicen respecto a los deberes del gobernante respecto a una fe en particular). Finalmente, también favorecieron a su expansión las exigencias de seguridad física y jurídica que surgen de la comercialización acelerada de la economía y en particular como consecuencia de los flujos de metales preciosos y nuevas transacciones luego del descubrimiento de América. Se erige así el Estado Absolutista, en el que: El monarca no tiene que compartir su poder con ninguno de los estamentos, sino que lo concentra en su persona. De este modo, hace suyas todas las prerrogativas públicas efectivas. La burguesía estuvo dispuesta a renunciar a su participación a cambio de que el monarca (garante de la paz y seguridad mediante un ejército permanente y un derecho unificado) apoyara su actividad comercial; mientras que la nobleza había perdido presencia económica, militar y jurídica. El monarca tiene la potestad de la producción de leyes y a la vez la capacidad de ponerlas en vigor. El Estado funcionaba a través de un conjunto de leyes promulgadas unitariamente por el monarca, aunque él no estaba sometido a las mismas blecimiento y ejecución de políticas estatales en cuyo marco las instituciones del Estado (tribunalicias, ministeriales y administrativas) se van haciendo cada vez más públicas (en el sentido de “oficiales” y “visibles”) El Estado va así distinguiéndose de la sociedad e identificándose con un nivel distinto: el que concentra las funciones público-políticas Los teóricos del Estado absoluto Con el Estado Moderno aparece la Teoría Política moderna, que en la etapa absolutista estará representada por los grandes teóricos del Estado Absoluto: Maquiavelo, Bodin y Hobbes. Maquiavelo, ha sido con justicia presentado como el padre de la Ciencia Política Moderna. Su obra “El Príncipe” constituye el primer intento de estudiar la política con métodos empíricos.
Coherente con la realidad de su época y clase (burguesa), Maquiavelo elabora una justificación de la organización de las monarquías nacionales absolutas como forma política que permitiría el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo. Pero el motivo profundo de la obra de este Fiorentino es exhortar a la unificación italiana. El instrumento para ello es el Stato (Maquiavelo inventa el término) fuerte, centralizado; debiendo toda política fundarse en la racione di stato. Bodin se enfrenta a otra realidad: Francia está convulsionada por guerras civiles y religiosas entre católicos y protestantes. La intransigencia religiosa impide la estabilidad de la Nación y el partido de los políticos al que pertenece Bodin buscará una salida. En su obra “Los Seis Libros de la República” emancipa la idea de poder soberano de toda conexión teológica. Para Bodin el Estado es el recto gobierno de las familias y de lo que les es común, con potestad soberana. La soberanía o poder supremo sobre los ciudadanos, se ejerce contra los enemigos interiores y exteriores y su expresión específica y esencial es la capacidad para elaborar leyes generales. Es decir, la guerra sólo se admite como defensiva. Hobbes aparece una expresa preocupación por el método científico. Cuando la dictadura de Cromwell en 1649, Hobbes, dada su preferencia por la monarquía, deberá emigrar. A su retorno a Inglaterra, ya habiendo aceptado la República en 1651, publica su obra Leviathan. Allí expone la Teoría del Contrato Social mediante el cual los individuos superan el estado de naturaleza en el que impera la “guerra de todos contra todos”. El Estado o Leviathan es el artificio por el cual los individuos eliminan su propia inseguridad aunque el precio sea renunciar a las libertades propias del estado de naturaleza. En ese marco, el mejor Estado es el que ofrece mayor seguridad. De allí que en la práctica, Hobbes reforzó la doctrina del Estado Absoluto concediéndole ausencia de límites al ejercicio del poder si esto garantizaba efectividad, sin preocuparse por la legitimidad.
Definiciones de estado: En las páginas previas hemos seguido la explicación teórica de Heller, quien sostiene que: “La nueva palabra Estado designa certeramente a una cosa totalmente nueva porque, a partir del Renacimiento y en el continente europeo, las poliarquías, que hasta entonces tenían un carácter impreciso en lo territorial y cuya coherencia era floja e intermitente, se convierten en unidades de poder continuas y reciamente organizadas, con un solo ejército que era, además de permanente, una única y competente jerarquía de funcionarios y un orden jurídico unitario, imponiendo además a los súbditos el deber de obediencia con carácter general. A consecuencia de la concentración de los instrumentos de mando, militares, burocráticos y económicos, en una unidad de acción política, fenómeno que se produce primeramente en el Norte de Italia debido al más temprano desarrollo que alcanza allí la economía monetaria. Surge aquel monismo de poder, relativamente estático, que diferencia de manera característica al Estado de la Edad Moderna del Territorio Medieval” el origen del Estado. El Estado no ha existido desde siempre si no que surge a consecuencia de la división de la sociedad en clases como una necesidad de afrontar los antagonismos entre éstas. Expresa Engels8 que el Estado es “un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se pone en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de que las clases antagonistas, de opuestos intereses económicos, no se consuman a si mismas y a la sociedad con luchas estériles, hácese necesario un poder que domine ostensiblemente a la sociedad y se encargue de dirimir el conflicto o mantenerlo dentro de los límites del „orden‟. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella, y se le hace cada vez más extraño, es el Estado Así es que el Estado Antiguo era, ante todo, el Estado de los poseedores de esclavos para tener a éstos bajo el yugo; lo mismo que el Estado Feudal fue el órgano de la nobleza para sujetar a los campesinos, siervos o vasallos; y como el Estado representativo de hoy, es el instrumento de la explotación de los asalariados por el Capital”
Max Weber9 sintetiza todos las condiciones señaladas hasta aquí, al decir que: “El Estado Moderno es una asociación de dominio de tipo institucional, que en el interior de un territorio ha tratado con éxito de monopolizar la coacción física legítima como instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónomos, que anteriormente disponían de aquellos por derecho propio, y colocándose a si mismo, en lugar de ellos, en la cima suprema. (…) Por supuesto, la coacción no es en modo alguno el medio normal o único del Estado –nada de esto- pero si su medio especifico.”
ELEMENTOS CNSTITUTIVOS DEL ESTADO: Pueblo y Nación. La existencia de una población específica es un requisito indispensable para la existencia del Estado, pero el mero concepto de población es demasiado impreciso para designar al elemento humano base para la formación de un Estado. La idea de Pueblo, por su parte, remite a un conjunto de población caracterizado por una similitud hacia adentro y una disimilitud hacia fuera en el terreno étnico-cultural. De allí que para unir esta idea a la del Estado se haya adoptado tradicionalmente el concepto de Nación, para así afirmar más certeramente que: cuando ese Pueblo se dota de una vocación política común, trasciende a la idea de Nación, auténtico soporte humano del Estado. La Nación Política. Desde una perspectiva política e ideológica, la Nación no tiene como fundamento necesario la existencia de un grupo étnico ni una realidad natural o biológica.1 Por el contrario, se trata de una construcción política surgiendo los primeros tipos de nación político-estatal en Europa Occidental al compás del surgimiento de los Estados Modernos. La nación habrá de surgir como una referencia ideológica fundamental para asegurar el funcionamiento del aparato estatal, aglutinando a los individuos alcanzados por el espacio económico, social y político del Estado. Surgirá como algo útil construido por el Estado Moderno para el logro de sus fines políticos de cohesión interna, así como económicos de mercado común. La Nación Cultural. Como ya se ha esbozado, esta otra idea de Nación tiene como soporte la existencia de un grupo étnico diferenciado, de una realidad étnica pre-política. Este pueblo pre-político se singulariza por rasgos tales como la lengua, la geografía, la historia, la consideración subjetiva de la raza, etc., que producen la identificación entre los miembros del mismo y una diferenciación respecto a otros pueblos. Ahora bien, la existencia de este grupo étnico por si sola no significa la existencia de una Nación Cultural o de una nacionalidad. Este grupo étnico sólo trascenderá a esta condición en función de su voluntad de dotarse de una organización política propia. El protagonista de la nación no es el ciudadano sino la etnia
Territorio El territorio ha sido y es un elemento indispensable del Estado, puesto que una comunidad nacional no es apta para formar un Estado si carece de una superficie de suelo sobre la cual ejercer una doble potestad:
imponer su propia potestad. esa superficie de tierra se rechaza toda intervención ajena. Destacan entre las reflexiones relativas al territorio las cuestiones relativas a su delimitación. Por un lado, la cuestión de las fronteras, problemática relativamente nueva en el mundo occidental ya que antes del siglo XVII estas van a cumplir una función delimitadora de zonas de
influencia y no adquirirán hasta las guerras napoleónicas el sentido que le adjudicamos actualmente. Por el otro, las cuestiones relacionadas al carácter tridimensional del territorio del Estado, puesto que forman parte de éste: y bahías) incluyendo el espacio etéreo sobre el cual no alcanza la capacidad de control de los Estados. superficie hacia el centro de la tierra y que pueda ser efectivamente controlado por el Estado. También, debe considerarse el “territorio flotante” del Estado, es decir, los aviones y barcos en alta mar tradicionalmente se le han concedido al territorio del Estado, a saber: Unidad: Hace referencia a la unidad o identidad jurídica que se debe producir en el territorio del Estado. No se refiere a la continuidad material ni la obligatoria existencia de idénticos regímenes administrativos. Indivisibilidad: se opone a la libre parcelación del territorio por voluntad del soberano, como era posible en las monarquías tradicionales que entendían el territorio como un patrimonio de libre disposición. Impenetrabilidad: o carácter excluyente del poder de un Estado sobre su territorio, lo que lo autoriza a repeler cualquier intervención externa salvo supuestos especiales (extraterritorialidad, ocupación militar, etc.) Inalienabilidad: o prohibición de cesión patrimonial del territorio ( excepto la que origine destrucción del Estado) Finalmente, el territorio es el soporte de la organización político-administrativa del Estado, materia de gran interés histórico y actual. En este sentido, debe hacerse una primera gran distinción entre Estados Simples o Unitarios y Estados Compuestos o integrados a su vez por diferentes formas de carácter estatal o cuasiestatal. Los Estados Unitarios implican como señala Prelot “una única organización política” y aparece como uno en el interior y uno en el exterior a diferencia del Estado Federal que se presenta como uno en el exterior y múltiple en el interior Los Estados Unitarios no siempre se corresponden con realidades nacionales caracterizadas por una sólida integración étnico – culturales. Por el contrario, algunos de sus ejemplos europeos más importantes como Francia, Inglaterra y España se caracterizan por su complejidad y pluralismo cultural. Tampoco debe confundirse entre Estado Unitario y Estado Centralizado. Los Estados unitarios son compatibles con formas descentralizadas e incluso con viejas tradiciones de self goverment en el caso inglés, con autonomías como en el caso de las provincias vascas y Navarra en España e incluso con formas de descentralización regional como el italiano. Finalmente, el Estado Unitario no es, por serlo, menos democrático. 6 Los Estados Compuestos asumen diversas formas (uniones, confederaciones y federaciones) y son producto de un recorrido hacia la creación de organizaciones estatales englobadoras de realidades políticas hasta entonces independientes De entre estas formas la que más interesa destacar, por ser la manifestación moderna más típica de Estados Compuestos, es el Estado Federal por primera vez institucionalizado en Estados Unidos.
CONFEDERACIÓN Es una unión de Derecho Internacional Surge de un contrato internacional La soberanía permanece en los Estados miembros. Los órganos de la confederación tienen poderes limitados y sujetos a lo que
FEDERACIÓN Es una Unión de Derecho Interno Surge de una constitución Mayoritariamente, se acepta un sola soberanía: la del Estado Federal (Nacional) que ejercita un dominio directo sobre los
contractualmente han decidido sus miembros. Los Estados miembros tienen lo derechos de secesión y nulificación Cada Estado asociado conserva su personalidad jurídica internacional.
ciudadanos sin la necesaria intervención de los Estados miembros. No Hay una sola personalidad jurídica internacional.
La cuestión más significativa de la organización de un Estado Federal es el reparto de competencias entre el Gobierno Central y los gobiernos locales. Tres son las alternativas posibles:
dificultad que ello implica para agotar todas las posibles competencias de los poderes públicos. corresponden al Federal. todas las tareas que no les sean expresamente prohibidas o atribuidas a la Federación. Esta última es la forma más usual y trae aparejado el supuesto de que aquellas cuestiones ausentes en la enumeración constitucional quedan en manos de los estados particulares. Éste es también el reparto de competencias adoptado por el Federalismo argentino.
Poder El poder o capacidad de imponer obediencia puede comprenderse más cabalmente distinguiendo, tal como lo hiciera Duverger7 entre elementos materiales e ideológicos capaces de conducir a tal obediencia. Elementos materiales:
servicios a los que aspiran los sometidos. administrar las fuentes de prestigio y honor social.
Elementos Ideológicos: Según Max Weber existen tres tipos ideales de legitimidad, a saber: Racional: fundada en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad. Se trata de la actual y predominante creencia en la existencia de normas generales y válidas para todos en igualdad de condiciones, con el componente democrático de que estas normas son diseñadas por los representantes elegidos por el pueblo. Tradicional: descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad. Pensemos en la legitimidad de la tradición o costumbre típica de las sociedades tribales en las que el poder se deposita en los ancianos o el Jefe o hechicero. Carismática: abocada a un proceso de rutinización que la aproxima a alguno de los tipos anteriores y que descansa en la entrega extraordinaria a la santidad, el heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas. Fuertemente anclada a las cualidades personales de un líder. Pensemos en ejemplos que pueden ir desde Gandhi hasta Hitler…. Estos tipos ideales, se refieren a toda forma de poder; es decir, no son privativos de la esfera de lo político en general y del Estado en particular. Lo que sí es privativo del poder político es la posibilidad de forzar a la obediencia recurriendo a su monopolio de fuerza física. En las sociedades occidentales modernas ese poder político se institucionaliza en el Estado, que concentra y monopoliza así el poder político. Finalmente, el poder político encarnado en el Estado se define por su carácter soberano. ¿Qué es la Soberanía? El concepto inicial de soberanía enunciado por Bodino (siglo XVI) es el de un poder supremo y
absoluto, sin limitación institucional al poder del Estado. Esto implica tanto el estar exento a toda subordinación a una potestad extranjera como a otras potestades dentro del Estado; significación que se entiende en el contexto de imposición de la monarquía y el Estado contra el Papado y los poderes feudales. En la actualidad, el concepto de soberanía hace referencia también a otras dos comprensiones: 1) La soberanía como conjunto de derechos propios del Estado (concepción jurídica) 2) La soberanía como referencia a la persona o personas que forman el órgano supremo de la potestad estatal. En un sentido operativo, la soberanía sería el reconocimiento de la necesidad de independencia del Estado frente a poderes exteriores y de superimposición sobre factores internos, elementos requeridos para una eficaz y continuada acción del Estado
Modelos de Dominación Política Estatal El Estado Liberal. El Estado liberal se desarrolla desde el siglo XVI en el que cae por primera vez el absolutismo español de los Países Bajos, hasta el siglo XX en el que cae el régimen absolutista de Rusia. Con la burguesía en alza se impondrán la Ilustración y el Liberalismo en el plano intelectual e ideológico, así como también en materia de liberalismo económico, y un modelo de estado liberal caracterizado por dos modelos de gobierno: el Parlamentarismo (cuyo punto de partida es la revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra) y el Presidencialismo (generado en Estados Unidos a partir de la Revolución norteamericana de 1776.) A fin de terminar con el poder absolutista la burguesía busca lograr una limitación racional y legal del ejercicio de la autoridad y lo hace a través de la adopción de una serie de principios en la organización del Estado, que no dejaron por ello de mostrar múltiples incongruencias
PRINCIPIOS DEL ESTADO LIBERAL Elías Díaz: Imperio de la ley como expresión máxima de la voluntad general Principio de separación de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Federativo. Locke, teórico del Estado Liberal, argumentó a favor de la división de poderes como forma de equilibrar el poder político de la burguesía y el poder político de la aristocracia. Principio de legalidad de la Administración. Las administraciones están sometidas a la Ley y a un control judicial Garantía de los Derechos y libertades fundamentales: Igualdad de los ciudadanos ante la ley y los impuestos. Garantía jurídico formal y efectiva realización material. Soberanía Popular
INCONGRUENCIAS R. KÜhnl En lo formal este principio es indiscutible. El equilibrio se romperá con la aparición en escena de las clases populares y sus demandas de participación política, control de la administración y la justicia. La independencia del ejecutivo terminó sirviendo a la elusión de esos controles y como baluarte de la clase dominante. Falta de participación de las clases populares en la administración.
Igualdad limitada por que los Derechos políticos no se atribuyen a todos los ciudadanos ya que sólo pueden elegir y ser elegidos los ciudadanos que tuvieran una cierta capacidad económica e intelectual (sufragio censatario). La necesidad de garantizar la propiedad es central en el Estado liberal, sin embargo, este principio entra en contradicción con la soberanía del pueblo no propietario que constituye la mayoría. Esto agravado por la
concentración de propiedad propia del capitalismo. Mera igualdad ante la ley desprovista de contenido social En síntesis, el Estado Liberal o Estado de Derecho se organizó sobre las bases de los intereses burgueses: importancia de la libertad personal y económica, la propiedad privada y la seguridad jurídica por sobre el de la igualdad que queda en la mera expresión formal De allí que en la vida socio-económico su expresión sea el Liberalismo económico caracterizado por: la libre iniciativa económica y protección de la propiedad privada y herencia. – demanda. condiciones de trabajo. (“Laissez – faire”) . El Estado, atado a los intereses de la burguesía, no intervendrá ni controlará las condiciones de adquisición de mano de obra ni se inmiscuirá en la resolución de conflictos sociales.
El Estado Democrático. El abstencionismo del Estado en materia económica y el consecuente deterioro de las condiciones de trabajo de los asalariados sujetos a ingresos de subsistencia y un régimen de trabajo inhumano para hombres, mujeres y niños, generaron el caldo de cultivo para la aparición y consolidación de el proletariado, clase social que demandará por su derecho a asociarse sindicalmente y a sufragar. El empuje de esta nueva fuerza social y su cuestionamiento al orden social burgués generará grandes cambios en la estructura del Estado Liberal. Fundamentalmente, se progresará en dos tendencias: la democratización y el intervencionismo estatal, lo que sumado a las transformaciones tecnológicas de la sociedad post-industrial (tecnificación, planificación y masificación) generarán cambios en la estructura estatal que se expresarán con la fórmula “Estado Social de Derecho”. Características: segunda Guerra Mundial) y Reconocimiento del derecho de Asociación a cuyo amparo surgirán los partidos y sindicatos de masas los que se verán finalmente protegidos por las constituciones nacionales poderes. La separación de poderes deja de considerarse tal cual su expresión teórica inicial (Locke, Mostesquieu) y se torna menos importante que el principio de limitación del poder. libertad e igualdad proclamadas carecen de sentido si no se acompañan de los medios materiales para hacerlas posibles. El Estado democrático intervendrá en las relaciones económicas y en la regulación de los conflictos sociales. Este tipo de Estado se generalizará tras la primera Guerra Mundial. Estado Liberal + componente democrático +intervención estatal + sociedad post industrial Estado Democrático o Social de Derecho
El Estado Socialista El Estado socialista es, a diferencia de las otras formas de dominación política, el único que surge de un propósito teórico concreto: la expresión de las doctrinas de Marx, Engels y Lenin. Es asimismo, el único que se ve a si mismo en un proceso de evolución ya que es, en si mismo, una forma política provisional hasta que sea posible establecer una sociedad sin clases en la que no será necesario el Estado. Finalmente, es el único Estado que cuenta con la desaparición del Estado.
Características: ismo democrático en la organización de los aparatos del Estado social y cultural de la sociedad
poderes se funden en uno, el legislativo y se combina con instituciones de democracia semidirecta.
Movimientos políticos fundamentales LIBERALISMO Y MARXISMO .EL LIBERALISMO Y EL ESTADO LIBERAL El Estado Liberal de Derecho surgió como una reacción al absolutismo monárquico pero significó la concreción de una serie de principios legales que caracterizaron al Estado en Occidente en el siglo XX. En los siglos XVIII y XIX, el movimiento filosófico-histórico y político denominado constitucionalismo avanzó en la delimitación de las relaciones de derechos y obligaciones entre el hombre y el Estado a través de un documento escrito y garantías que aseguraran el respeto de las mismas. Este proceso afianzó una nueva concepción jurídica del Estado: el Estado de Derecho. Estado de Derecho cuya característica fundamental es el imperio de la ley, el que se realiza tanto en el ámbito del Estado como en el de la sociedad; mediante “… la imposición de una técnica de vinculación jurídica del Estado al ordenamiento jurídico y del reconocimiento de derechos fundamentales del hombre, como medio de hacer efectiva la libertad.”
Desarrollo Histórico El liberalismo nace en Inglaterra, a mediados del S XVII, entre la guerra civil y la revolución gloriosa de 1688, en contra el poder absoluto de la monarquía y contra el poder de la iglesia y sus pretensiones de monopolizar la verdad en materia de religión. Las primeras manifestaciones de esta crítica se producen entre los niveladores, grupo de pequeños partidarios y disidentes del ejército parlamentario de Oliver Cromwell, quienes sostuvieron que la comunidad política es un conjunto de personas libres poseedoras de los mismos derechos fundamentales, cuyo gobierno está sentado en el libre consentimiento de éstas y ante quienes debe rendir cuentas. Como las personas son racionales, el gobierno no puede ser paternalista ni intervencionista, sino que con poderes limitados debe sólo ocuparse de salvaguardar los derechos de los individuos entendiéndose estos como los de la libertad de expresión, de asociación, de comprar y vender así como la libertad de credo religioso. Por su parte, a mediados de siglo también surgieron importantes disidencias respecto a la iglesia anglicana lo que cristalizó en el movimiento puritano que aspiraba a la independencia eclesiástica y a un tipo de organización no episcopalista de la Iglesia; discusión que llegaría a su fin con la Ley de Tolerancia tras la revolución de 1688 que eximió a los súbditos protestantes que disentían de la iglesia de Inglaterra de los castigos que habían impuesto leyes anteriores. El modelo de Estado emergente de este proceso es el Estado Liberal de Derecho. Un triunfo de la modernidad, institucionalizado tras la Revolución Francesa, revolución burguesa que marcó el fin del ciclo absolutista y el comienzo de los regímenes liberales
Principales características 1.- En cuanto a sus supuestos político-ideológicos Derechos del Hombre: el presupuesto filosófico del estado liberal es la doctrina de los Derechos del Hombre, es decir, la concepción de que todos los hombres tienen por naturaleza derechos, que son independientes a su voluntad e inviolables por parte de quienes detentan el poder. Así, este iusnaturalismo racionalista, afirma la existencia de leyes naturales,
independientes al hombre y previas a su organización social, y, en consecuencia, derechos y deberes tan naturales como ellas. Pero, ¿cómo establecer racionalmente estos límites al poder y garantías sobre estos derechos? El racionalismo dará la respuesta a través del denominado “contractualismo social” por el cual se afirma que el poder político es legítimo sólo si está basado en el consenso de las personas. Según los contractualistas como Locke, hobbes y Rousseau, los hombres voluntariamente habrían decidido abandonar un hipotético estado natural presocial original para constituir un grupo social y someterse a un poder superior, el Estado, por medio de un contrato social División de Poderes: como garantía del imperio de la ley y la libertad, se conciben órganos independientes con sus correspondientes funciones. Los derechos individuales como valores fundantes: la seguridad jurídica, la igualdad ante la ley, la libertad, la propiedad privada y la participación de los ciudadanos en la formación de la voluntad estatal. Estos derechos “civiles y políticos” fueron los que recogieron los textos constitucionales de la época como instrumento de defensa frente a la omnipotencia del Estado La Economía como pilar fundamental: las relaciones económicas se incorporan al todo social en la comprensión de que éstas se encuentran ligadas al orden político y los valores de la política. Las relaciones de poder ya no se articulan en torno a la tenencia de la tierra si no a la productividad, y el eje se desplaza hacia el “interés individual” cuya consecución privada y competitiva es la fuente del máximo de bien público. El mercado se entiende como un ámbito natural en el que juegan libremente la oferta y la demanda; es libre de obstáculos, pacífico y distribuye de manera espontánea recursos, honores, autoridad, bienes y servicios entre individuos libres que concurren ávidos por maximizar racionalmente sus intereses y que operan en condiciones de igualdad. 2.- En su estructura de funcionamiento La Sociedad deja de ser algo natural para ser entendida como un cuerpo artificial creados por los sujetos para satisfacer sus intereses. Una ley natural establece derechos fundamentales a estos individuos, de los cuales éstos pueden desprenderse en el marco de los límites de una renuncia acordada con todos y a los fines de asegurar una convivencia ordenada y libre. Esto implicó no sólo la separación entre lo político y lo religioso sino fundamentalmente un clara distinción entre el Estado (sus estructuras burocráticas y normativas) y la Sociedad civil. Sociedad civil que en sus orígenes es sólo la burguesía y su libertad es la que el primer Estado constitucional va a asegurar. Frente a tal sociedad, el modelo de Estado liberal debía ser mínimo. Sólo debía intervenir en la vida social y en el mercado para brindar garantías de condiciones mínimas para que la sociedad y la economía actuasen de acuerdo a su propio orden (autorregulado). Pero este Estado no por mínimo es débil, al contrario. Se trata de un Estado que, si bien se presenta como árbitro neutral de fuerzas autorreguladas, es gendarme en la teoría e interventor en la práctica; claro que esa intervención es para mantener las libertades y regulaciones a favor de la burguesía a la vez que deja desprotegidos a los sectores de la sociedad no burgueses. Fundamentalmente, el Estado de Derecho Liberal Constitucional (a diferencia del modelo absolutista) exige el debate público y la confrontación de opiniones en cuyo marco se explica la relevancia que adquieren las instituciones representativas. El Parlamento refleja la distribución de la opinión pública y constituye sede de vitales procesos de toma de decisiones. Al ser un ámbito más acotado que el electorado y estar sujeto a compromisos y alianzas en la búsqueda de la conformación de mayorías, el parlamento adquiere autonomía frente al público, disputa la primacía del gobierno al ejecutivo y se transforma en el órgano central de Estado. Es por ello que el proceso por la extensión del sufragio es coherente con los argumentos en que descansa el parlamentarismo. Sin embargo, la aceptación del sufragio universal fue precedida por una larga resistencia de parte de la burguesía.
EL ESTADO DEMOCRÁTICO
Las democracias fueron el producto de largas luchas por el sufragio universal, proceso paulatino que se generaliza recién tras la I Guerra Mundial. Sartori expone esta situación a través de tres etapas: 1.- El Estado Liberal: que es únicamente Estado Constitucional aprisionando al poder absoluto; 2.- El Estado Liberal-Democrático: que es primero liberal (constitucional) y luego democrático; 3.- El Estado Democrático-Liberal: en el que el poder popular prevalece sobre el poder limitado, invirtiendo los términos en que se daba esta relación hasta entonces. Esta etapa se da cuando las democracias se instauran como la forma específicamente popular, condicionando el desarrollo del estado Social de Derecho o Estado de Bienestar
EL LIBERALISMO COMO IDEOLOGÍA Se denomina liberalismo clásico o primer liberalismo al conjunto de ideas que se formularon durante los siglos XVII y XVIII en contra del poder absoluto del Estado, la autoridad excluyente de las iglesias y los privilegios políticos y sociales. Este liberalismo clásico luchó fundamentalmente por una sociedad donde el individuo pudiera desarrollar sus capacidades personales y su libertad en el ámbito religioso, económico y político. Apuntaron, en consecuencia, a la creación de un nuevo orden político que garantizara al individuo tal libertad y autonomía a través de una constitución escrita.
INGLATERRA
El liberalismo nació en Inglaterra (SXVII)
John Locke (1632-1704) El hombre: su naturaleza está guiada por una ley natural cuyo contenido esencial consiste en lo que la razón determina como racional. Principio supremo: no hacer daño a la vida, la salud, la libertad o la propiedad de otro (derechos) La libertad religiosa: Llega hasta donde no se produzca el daño a los derechos de otro o no suponga un atentado contra la existencia misma del Estado. La comunidad política: Se fundamenta en la necesidad de garantizar el respeto a esa ley natural y surge de un convenio entre los hombres por el que renuncian a su poder de ejecutar cada uno por sí mismo la ley natural e orden a proteger sus bienes. Y precisamente, como la finalidad de la sociedad civil o política es la salvaguarda de los derechos naturales, su poder no podrá ser absoluto sino limitado a los fines para los que ha sido formada. El poder del Estado: El poder legislativo hace leyes que salvaguarden los derechos naturales irrenunciables de los hombres y el ejecutivo las aplica y castiga a quienes las incumplen. La propiedad es el criterio decisivo y limitativo para el sufragio
Entre la guerra civil y la revolución Gloriosa de 1688
David Hume (1711-1776) El hombre: el estado de naturaleza es una ficción porque los hombres siempre nacen en una sociedad establecida. La sociedad es útil porque útil para los intereses de sus egoístas individuos. La comunidad política: no es un instinto natural si no que surge de la idea de que sin esa obediencia a un Estado no podría subsistir la sociedad. La legitimidad del Estado se asienta en la utilidad pública que suministra. El poder del Estado: debe estar institucionalizado, debe existir un conjunto de instituciones dentro de la monarquía constitucional que se equilibren y contrapesen. Lo encuentra en Inglaterra: forma de gobierno mixta que combina la máxima libertad con la autoridad política, con un parlamento que domina y un rey limitado a lo ejecutivo y donde existe libertad de prensa y opinión pública. Los economistas clásicos: Malthus, David Ricardo, John Stuart Mill, entre otros) El hombre: explican el comportamiento económico de los hombres. El principio básico de la división del trabajo se desarrolla por la propensión natural de los hombres a intercambiarse cosas movidos por su propio interés y no por intervención de una autoridad sino en libertad. La comunidad política: De lo anterior surge que la sociedad sea un ámbito de relaciones espontáneas, que se puede regular a si misma sin referenciarse en la autoridad política. El poder del Estado: desconfían del poder arbitrario pues con éste peligra la propiedad individual. El Estado debe intervenir sólo en aquellas actividades que repercuten sobre el interés público y que no son asumidas por la iniciativa privada. Entre distintos teóricos no hay coincidencia respecto a la participación ciudadana en la política ni la extensión del sufragio.
FRANCIA
Ya sea por la crítica antiabsolutista de los nobles frente a Luis XIV, por las reivindicaciones del pensamiento ilustrado que nutrieron a la Revolución francesa (1789) o por sus liberales pos revolucionarios que procuraron un compromiso entre “lo viejo y lo nuevo”, Francia fue icono del liberalismo.
Montesquieu (1689-1755) El hombre y la libertad política. La libertad política consiste no en hacer lo que se quiere si no hacer lo que debe quererse y en no verse obligado a hacer lo que no debe quererse; es el derecho a hacer lo permitido por las leyes. Es que si bien el hombre y la sociedad son entes distintos, no pueden pensarse por separado. La comunidad política: la sociedad, estamental, se referencia en un poder político no absoluto. En contraposición con el gobierno moderado (monarquía y república) analiza al despotismo en el que, señala, uno solo sin ley mueve todo a voluntad y capricho, animado por el temor que infunde a los ciudadanos. El poder del Estado: Para formar un gobierno moderado en el que pueda haber libertad política hay que “combinar los poderes, regularlos, (…), darle, por así decir, un cierto peso a uno para que pueda resistir al otro…”. De esta manera, arriba al estudio de los tres poderes del estado (legislativo, ejecutivo y judicial), que deben mantenerse separados y delimitados para protección de la sociedad. No se trata aquí tanto de una división funcional si no de una distribución entre diferentes grupos sociales (monarca, nobleza y burgueses) a fin de garantizar la libertad. Emmanuel Sieyes: en 1788 /89 El hombre: los individuos poseen derechos naturales. Las leyes si bien son limitaciones a estos derechos, son aplicables a todos y tienen como único fin el resguardar su libertad. Libertad que debe quedar garantizada por la ley fundamental, por la Constitución la que debe dársela la misma Nación a través de sus representantes puesto que es soberana. La sociedad: rechaza la sociedad estamental. Los privilegios son antinómicos de las leyes, puesto significan un derecho exclusivo para alguien El poder del Estado: La garantía de la libertad de la persona y su poder de disposición sobre la propiedad requiere de un régimen representativo. El cuerpo de representantes expresa la voluntad de la Nación.
Benjamin Constant (1767 – 1830) El hombre: la libertad del hombre es la independencia y disfrute de la autonomía individual, cuya primacía es indiscutible. La sociedad: es un sistema de relaciones interindividuales, cuyo equilibrio es logrado por el concurso de voluntades autónomas, sin necesidad de medidas coactivas y, por ende, con absoluta independencia del Estado. El poder del Estado: está limitado y sometido a control puesto que su fin es sólo garantizar que los individuos puedan disfrutar en paz de su libertad individual. El Estado no podrá ejercer ninguna clase de poder sobre la libertad individual, la libertad religiosa, la libertad de opinión, la propiedad. Para garantizarlo, formula la división de poderes. Immanuel Kant (Teoría y Política -1793- La Paz Perpetua – 1795. Y la Metafísica de las Costumbres 1797) Para Kant la idea del derecho es central porque éste hace posible la libertad. El hombre: Cada individuo debe actuar de manera autónoma, es decir, sin condicionamientos del mundo físico, natural. Actuar de manera autónoma, porque uno mismo se ha impuesto a si mismo la acción a realizar, es actuar con libertad; y tal incondicionalidad tiene como espejo un principio categórico que establece: cada individuo debe actuar de modo que la máxima propia de su voluntad pueda valer al mismo tiempo como la máxima o principio de una ley general. La sociedad: las distintas elecciones que hacen los individuos en función de sus intereses particulares e En el último tercio del siglo inclinaciones naturales, inevitablemente provoca XVIII se estableció una precaria enfrentamientos entre unos individuos y otros. La armonía síntesis entre absolutismo e es sólo posible a través de condicionamientos que ilustración. José II de Austria señalaría que garanticen la libertad de cada uno y todos. El derecho es lo que interesaba al Estado era eso, la limitación de arbitrio de cada uno en resguardo de cómo el individuo podía su libertad. servirle. El poder del Estado: En este marco, la propia idea del Tal situación no garantizaba la libertad de prensa, opinión ni el derecho exige la existencia de un Estado civil, con un poder control sobre el Poder del público, que establezca la seguridad al saber cada uno a Estado. qué atenerse y al garantizar igualdad y justicia entre los Su opositor más célebre es individuos que, de otra manera, no estaría seguros de lo Kant. suyo frente al poder del otro. Este Estado de Derecho se corresponde, según Kant, con un tipo de gobierno republicano.
ALEMANIA
existen en el propio seno del liberalismo dos formas alternativas de concebir al Estado liberal: el liberalismo conservador y el liberalismo radical.
El Liberalismo conservador es un fenómeno anglosajón, cuya actitud es escéptica y contraria al cambio social y político. Las sociedades son concebidas como grupos humanos unidos por lazos culturales, costumbres, tradiciones, lenguas, etc. que les proporcionan una identidad compartida; producto de un largo
proceso de civilización y no de una elección o construcción artificial. Por ello, cualquier cambio brusco es riesgoso e indeseado. En ese marco y dado que los individuos se crean en este ambiente, éstos tienen una deuda para con la sociedad. Los individuos son esencialmente distintos y deben preferir sus imperfecciones a cualquier ilusión progresista. En este marco se comprende su concepción del Estado. Con gran pragmatismo se le asigna el papel de garante del orden social y de las normas básicas. Es una concepción utilitarista principales teoricos del liberalismo conservador :
Edmund Burke (1729-1797) Friedrich A. Hayek (1899-1992) Michael Oakeshott (1901-1990) Robert Nozick (1938) El liberalismo radical es la alternativa más racionalista e ilustrada, predispuesta a reformas políticas y sociales profundas, para el que la justicia social es fundamental. En ese marco, promueve la función redistributiva del Estado no sólo en el ámbito económico sino también en prácticamente todos los ámbitos de la vida social, razón por la cual se lo ha acusado de “traición al espíritu del liberalismo clásico”. En Estados Unidos, este tipo de liberalismo es denominado simplemente “liberal” y tiene por principales exponentes, entre otros, a: Thomas Paine (1737 -1809), J. S. Mills (1806 – 1873) John Rawls
(1921- 2002).
El Marxismo y el Estado Comunista EL MARXISMO La crítica de la Filosofía Política Hegeliana En la filosofía del derecho de Hegel, la celebración del Estado como forma racional de la existencia social del hombre, garante del orden y paz social o árbitro imparcial que limita los excesos de la sociedad natural, llegó a su cima. Marx rechaza el planteamiento mismo del sistema de Hegel al denunciar que éste se asienta en la prioridad del Estado sobre la familia y sobre la sociedad civil (las que, señala, históricamente preceden al Estado), y que esta prioridad se establece no en base a la realidad histórica de su tiempo o al estudio del proceso de formación del Estado Moderno, si no a través de la “especulación”, es decir, deduciéndola de la idea abstracta de Estado, como totalidad superior y anterior a las partes. Marx señala que es necesario trastocar esta relación entre sociedad civil y Estado para detener la mirada más sobre la sociedad civil que en el Estado y para resolver el problema político no vía subordinación de la sociedad civil al Estado, si no mediante la absorción de este último por parte de la sociedad civil, a los fines de una verdadera democracia en la que el estado político sucumba El Estado como superestructura Marx considera al Estado pura y simplemente como una superestructura respecto a la sociedad preestatal (que sí es el lugar en el que se desarrollan las relaciones materiales de existencia: las relaciones económicas) y, como tal, algo destinado a desaparecer en la futura sociedad (sin clases). De esta manera, a la sociedad natural o de la fuerza irregular e ilegitima de los teóricos previos, Marx opone al Estado como exponente del reino de la fuerza “violencia concentrada y organizada de la sociedad”, simple prolongación del estado de naturaleza. SUPERESTRUCTURA /ESTADO
INFRAESTRUCTURA / ECONOMÍA
Por otro lado, establece que el modo de producción de la vida material es el que determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general. Es que para Marx, el Estado no puede ser explicado sino en referencia a la estructura económica de la cual emerge, y que está constituida por los modos de producción vigentes en la sociedad. A esto nos referimos cuando hablamos del “determinismo económico” marxista. De este modo, cualquier tipo de Estado, incluso el Estado liberal moderno, tiene por objeto mantener y profundizar el modo y las relaciones de producción capitalista. El Estado burgués como dominio de clase El condicionamiento de la superestructura política (Estado) por parte de la estructura económica (sociedad civil) se traduce en la formación de las clases sociales y sus antagonismos en el seno de la sociedad y en la existencia de un Estado como aparato represivo que impide que esta confrontación provoque el retorno al estado de naturaleza, no mediante el arbitraje si no a través de a preservación del dominio de la clase dominante. Es que, para Marx, “el Estado es la forma en que los individuos de una clase dominante hacen valer sus intereses comunes y en que se sintetiza toda la sociedad civil de una época” 2 Y es tan así que, aún cuando el poder se deposite circunstancialmente en un déspota o en una asamblea parlamentaria, no cambia su función que es asegurar el orden burgués. El Estado de transición Tan fuerte es, para Marx, la dependencia que tiene el poder estatal respeto al poder de clase que el paso de la dictadura de la burguesía a la dictadura del proletariado no puede darse simplemente por la conquista del poder/aparato estatal si no que debe darse mediante su destrucción. Conquistar o penetrar en el aparato estatal burgués no modificará la realidad existente. Es necesario que el proletariado forme su propia máquina estatal a través de: supresión del ejército permanente y de la policía asalariada y su sustitución por el pueblo armado; funcionarios electos o bajo el control popular; sufragio universal para la elección de delegados con mandato revocable; abolición de la ficticia separación de los poderes y la reducción de las funciones del poder central. Este Estado de transición debe cambiar el orden social burgués suprimiendo instituciones tales como la propiedad privada, la familia, a nación, la moral, la religión La extinción del Estado Todos los Estados que han existido han sido siempre Estados dictadura de una clase; regla de la que no se exceptúa al estado de la dictadura del proletariado aunque ésta sea, en lugar de una dictadura de una minoría de opresores sobre una mayoría de oprimidos, la de una enorme mayoría de oprimidos sobre una minoría de opresores. Es que al tener como objetivo la eliminación de los antagonismos de clase, el Estado de la dictadura del proletariado tiende a su gradual extinción. No es un Estado como todos los otros, porque está destinado a ser el último Estado, es un Estado de transición hacia a la sociedad sin Estado. Tampoco es igual a los otros porque no se limita a apoderarse del estado existente, si no que crea uno nuevo que genera las condiciones para la eliminación de todos los Estados. Es por estas cuestiones que: El Estado Burgués no El Marxismo NO es socialdemocracia puede ser conquistado, Porque ésta considera que el movimiento obrero debe debe ser destruido conquistar el Estado burgués desde el interior, no eliminarlo ni destrozarlo. El Marxismo NO es anarquía Porque ésta considera que se puede eliminar el Estado sin pasar por el Estado de transición. Porque…. La supresión del Estado burgués no es la supresión del Estado si no la condición para su superación
Lo que debe destruirse es el estado burgués porque una vez destruido éste, el Estado en si está destinado a desaparecer
EL LENINISMO Vladimir Ilich Ulianov, más conocido por su nombre revolucionario, Lenin (1870-1924), fue el principal autor de la revolución soviética y de su producto: El Estado comunista. Entre los teóricos marxistas de la época se proclamaba que las condiciones para una revolución socialista sólo estaban dadas en países desarrollados en los que una poderosa clase obrera hubiese adquirido conciencia revolucionaria Pese a ello, Lenin (como Rosa Luxemburgo y Trotski) fueron partidarios del asalto al poder sin esperar una etapa intermedia de república burguesa.Por ello es que, junto con el surgimiento del Partido Comunista y la conquista del poder por el proletariado en Rusia, surgió la necesidad de diferenciarse claramente de la socialdemocracia a la que consideraba un verdadero freno para el movimiento obrero revolucionario. Revolución que, a su entender, debe realizarse a lo largo de una serie de confrontaciones tanto internas como externas. Para ello, era precisa la complicidad activa y solidaria de los movimientos revolucionarios de la Europa occidental y la alianza del proletariado con los campesinos. Teoría del Imperialismo En "El imperialismo, fase superior del capitalismo", Lenin expone la naturaleza económica y política del imperialismo, en momentos en que la primera Guerra Mundial avivaba el debate y se hacían manifiestas las diferencias entre la revolución socialista y la socialdemocracia respecto a esta contienda. Lenin sostiene que las leyes internas del capitalismo llevan al imperialismo. En su voracidad, las clases burguesas de las naciones avanzadas, se expanden a nuevos mercados. Es decir que, para Lenin, el imperialismo se caracteriza por: Un elevado desarrollo de la producción capitalista que conduce al monopolio. El imperialismo es “la etapa monopolista del capitalismo” El nuevo papel de los bancos y la fusión de éstos con el capital industrial llevan a la formación del capital financiero y al poder de la oligarquía financiera. La exportación de capital adquiere una gran importancia respecto a la exportación de mercancías, característica de la fase precedente. La formación de asociaciones de capitalistas internacionales que se reparten el mundo, y el reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El Capitalismo ha llegado a un alto grado de desarrollo y se ha convertido en un sistema global. De este modo, algunas de sus propiedades esenciales han empezado a convertirse en su antítesis, con lo que comienza a manifestarse la transición hacia una estructura económica y social más elevada. ¿De qué contradicciones habla? De los monopolios que han venido a sustituir a la libre competencia capitalista y de las oligarquías financieras que cobran importancia frente a las industriales. Por otro lado, el reparto del mundo lleva a confrontaciones bélicas con graves consecuencias en y para el pueblo que pueden derivar en convulsiones sociales que generen las condiciones para la destrucción del Estado burgués3. Pero el imperialismo no es sólo la tendencia a la anexión económica de mercados y territorios bajo fórmulas coloniales y neocoloniales; es también aspiraciones de dominación mundial, porque mientras las burguesías imperialistas borran sus diferencias políticas, se desata la corrupción y escisión del movimiento obrero a causa del oportunismo y la “aristocracia obrera”, sobornada por las super ganancias monopolistas, y enquistada en el “partido obrero burgués”. De esta manera, Lenin denuncia al imperialismo en su intento de embaucar a la clase obrera mediante prédicas que alientan “los sentimientos de confianza de la masa inconsciente hacia los capitalistas”, porque “la burguesía se mantiene no sólo por medio de la violencia, sino también gracias a la rutina, la ignorancia y la falta de organización de las masas”. Lenin propone convertir la guerra imperialista en guerra civil por el derrocamiento de las burguesías imperialistas, y oponer a la carnicería y la matanza entre proletarios de distintos países, la confraternización entre ellos, para que vuelvan las armas contra sus gobiernos y los derriben. Y esa tarea exige reconocer que “la época imperialista no tolera la coexistencia en un mismo partido de elementos de vanguardia del proletariado revolucionario y la aristocracia semipequeño burguesa de la clase obrera, que se beneficia de las migajas, de los privilegios proporcionados por la condición “dominante” de “su” nación. La vieja teoría de que el oportunismo es un “matiz legítimo” dentro de un partido único y ajeno a los “extremismos” se ha convertido hoy en día en el engaño más grande a la clase obrera, en el mayor obstáculo para el movimiento obrero”.
Finalmente, denuncia que el medio de que más se vale la burguesía para engañar a los pueblos en esta guerra, es ocultar sus objetivos de pillaje con una ideología de “liberación nacional”; y que tanto los que defienden la victoria de su gobierno en la guerra imperialista, como los que defienden la consigna de “ni victoria ni derrota”, son igualmente traidores de la revolución proletaria. Doctrina del Partido El 8 de marzo de 1918, ante el VII Congreso del partido bolchevique, Lenin presenta la propuesta de revisión del programa y cambio de nombre del partido bajo el argumento principal de que la conquista del poder por el proletariado en Rusia tornaba obsoleta la denominación de “socialdemócrata” e imponía la ruptura con la Segunda Internacional. Lenin quería un partido fuertemente unido en la ideología, revolucionario sin matices y capaz de erigirse como vanguardia del proletariado; razón por la cual se dedicó con énfasis a la cuestión de “la naturaleza del partido”. Crítico de la espontaneidad de las masas, a Lenin le importaba poco el número de efectivos, porque el partido debía identificarse con los intereses del proletariado pero no ir a la zaga del movimiento de masas, sino que debía guiarlo. De allí la necesidad de una férrea disciplina interna, jerarquización de funciones y división del trabajo revolucionario. Una elite de profesionales de la revolución no sólo era necesaria para el triunfo de la revolución rusa sino también para garantizarla en la Dictadura del Proletariado. Más aún, esta organización debe proyectarse al mundo mediante la creación de la Internacional Comunista (Komintern) o Tercera Internacional en 1919. Claro que ese tipo de organización implicaba también la personalización del poder, situación que estallaría a su muerte y las pugnas por la sucesión. Lo cierto es que, una vez en el poder, el Partido Comunista, vanguardia de la transformación revolucionaria, ejercería en régimen de monopolio la dictadura del proletariado y un régimen de terror y expropiación de las antiguas clases opresoras. El partido único se convertía en Partido- Estado. Dictadura del proletariado. Según Lenin El Estado burgués es eliminado por el proletariado en el curso de la revolución. Cuando éste asume el poder, destruye automáticamente todo el sistema superestructural de la burguesía pero la obtención del poder por si misma no implica la desaparición de las contradicciones y la lucha de clases. Subsisten los antagonismos y la resistencia de la burguesía será notable. Es necesario que el proletariado cuente con una herramienta efectiva de dominio político que garantice el triunfo de la revolución socialista, y ese instrumento es el “Estado proletario”. Para Lenin este no es un Estado como los otros, ya que su poder coercitivo sólo contra la antigua burguesía, y se mantienen las desigualdades las que poco a poco serán superadas a través de la eliminación de la propiedad sobre los medios de la producción. Por ello, la Dictadura del Proletariado, según Lenin, es un régimen de máxima libertad para los trabajadores y de opresión para las antiguas clases dominantes. Efectivamente, el correlato económico de la dictadura del proletariado consistió en la estatización del sistema económico, la eliminación radical de la propiedad privada y el comercio, la organización de la producción en tierras pertenecientes al Estado y empresas estatales, la distribución de la fuerza de trabajo entre las distintas ramas de la economía y empresas, y, entre los trabajadores, de artículos de consumo pertenecientes al Estado. Una vez que se haya terminado con los explotadores y se hayan sentado las bases de una fase superior de comunismo, el Estado desaparecerá. La dictadura del proletariado es, pues, una etapa de transición. “El poder soviético es un nuevo tipo de Estado, sin burocracia, sin policía, sin ejército permanente, en el que la democracia burguesa es sustituida por una nueva democracia: la democracia que adelanta a primer plano a la vanguardia de las masas trabajadoras, convirtiéndolas en legislador, ejecutor y protector militar, y crea el aparato capaz de reeducar a las masas”6 Ahora bien, desde este mismo párrafo podemos reflexionar sobre algunas las contradicciones internas que llevaron a no encontrar respuesta a una pregunta básica: ¿Cuándo debería a operar el proceso de extinción del estado proletario? ¿Es que el Estado soviético nunca fue un semi-estado? ¿Es que la dictadura del proletariado fue alejándose cada vez más de los supuestos que debían conducirla a la extinción del Estado? ¿O es que el Partido Comunista se distanció notablemente de la idea marxista original y terminó encarnando el poder político de una minoría?
Más allá del debate posible en torno a estas reflexiones, a su muerte Lenin dejaba como legado una dictadura del Partido Comunista, así como una economía socializada que lentamente se recuperaba de los desastres de la guerra y estatización y un sistema de poder altamente represivo y protagonizado por el vértice del partido.
El Stalinismo Stalin (nombre revolucionario que significa «hecho de acero») aportará una salida a la encrucijada de la sucesión de Lenin. Frente al llamado de Trotski en “Las lecciones de octubre” a un relanzamiento internacional del proceso revolucionario y a no detener la revolución hasta tanto no se haya consumado el paso del poder a manos del movimiento comunista; Stalin proclamará que la revolución ya estaba consolidada y que es posible realizar el socialismo en un solo país y preparar desde él la acción revolucionaria internacional. Mientras para Lenin la revolución es un proceso dinámico y sujeto a una revisión crítica constante de parte de su conducción; para Stalin se trata de partir de lo ya alcanzado, sin revisión ni debate alguno. Es por ello que la sacralización de la imagen y las ideas de Lenin se vuelve parte esencial para hacer inconmovible el poder de Stalin, su sucesor autodesignado. El ideario político de Lenin es llevado a nivel de texto sagrado. Para Stalin, “el leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria. O más exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la práctica de la dictadura del proletariado en particular.”7 A partir de allí Stalin construirá su propia deificación a partir del control de la organización del partido. La fórmula stalinista se compuso de: “un líder, un partido, una línea general capaz de asegurar la victoria sobre el enemigo de clase y el avance del socialismo. Es que Stalin percibe a la construcción del socialismo como un proceso inexorable. Y ese “determinismo histórico” unido a la confianza en la “infalibilidad del líder” fija las raíces del comunismo en el poder, le confiere un sentido indiscutible al programa ideológico y le dan la huida hacia adelante necesaria para escapar a las dificultades que les presenta la realidad. Este juego será posible en combinación con un alto contenido bélico y un pragmatismo que Stalin propone a los comunistas en relación a adversarios, aliados o sistemas políticos. Con Stalin el comunismo no es democrático ni antidemocrático, profascista ni antifascista, podrá tanto formar frentes populares como firmar un pacto con Hitler. Frente a este relativismo se erige una absolutización: la del partido Comunista, que con Stalin adquiere dimensiones de ejército de la revolución, adquiere monolitismo y centralismo burocrático y se convierte en el espacio privilegiado para la aplicación del terror. Monolitismo en el sentido de funcionamiento unánime de una organización piramidal regida por criterios de disciplina militar. No solo deben aceptarse las decisiones que llegan desde arriba sino renunciar a las propias ideas. En síntesis, el Stalinismo puso a la ideología y la práctica política al servicio del poder ilimitado de Stalin. Amparado por el determinismo histórico que se concretaba paso a paso puso también a disposición de los intereses de la URSS a la Internacional Comunista siendo el objetivo primero de los comunistas de todo el mundo la defensa y apoyo a la política de estado soviética. El Trotskismo En “Nuestras tareas políticas” (1904), Trotski desarrolla la crítica de la visión del partido de Lenin al señalar que el predominio absoluto de la centralización y del carácter conspirativo, ponían ponerse al servicio de cualquier objetivo y no sólo de las socialdemocracias. Señala que la parcelación de las tareas asignadas a los militantes les impedía relacionarse con la política global del partido, quedando ésta en manos de una minoría que monopolizaba el conocimiento y las decisiones. De esta manera, la discusión interna se suprime, los militantes se reducen a piezas de una máquina controlada por un puñado y la vida política se transfiere a una esfera por encima de la organización, anticipándose Trotski a lo que será el partido comunista de Stalin. A este resultado lo denomina “sustitucionismo político”: el proletariado es reemplazado por el partido.
Esta organización encerrada sobre si misma termina necesariamente en la formación de un poder personal. El planteamiento de Lenin no llevaría a la preparación del proletariado para el poder sino a la “fabricación de un aparato de poder” y la dictadura no será del si no “sobre” el proletariado. Trotski sistematiza su crítica al sistema estaliniano en “La revolución traicionada” (1936). A medida que es detenido el impulso hacia la revolución mundial se incrementa en dominio absoluto de la burocracia dirigente con nefastas consecuencias para la revolución, incluida la corrupción en el aparato estatal. Contrario a la afirmación de Stalin que da ya por realizada la revolución, trotski afirma que el Estado proletario de la URSS se encuentra en una situación “intermedia entre el capitalismo y el socialismo”, mediatizado por el poder de la burocracia que se constituye como la única capa social privilegiada. Es necesario que la revolución salga al rescate de la revolución. En síntesis, Trotski hace hincapié en la interdependencia de las situaciones. La revolución permanente concierne tanto a la revolución en un país determinado como a la revolución internacional, puesto que “la construcción socialista sólo es concebible sobre la lucha de clases a escala nacional e internacional”
Los órganos de poder político en la URSS La característica dominante del sistema era la duplicidad de órganos entre los de poder estatal y los del partido único, es decir, junto a la estructura de la administración estatal existía la estructura paralela del partido Estado y Partido estaban estructurados del mismo modo federal, lo que le otorgaba al segundo un considerable nivel de influencia sobre los órganos de poder en todos los niveles. La Constitución de 1924 fijó las bases fundamentales del Estado: Soviet Supremo, órgano legislativo superior, elegido mediante sufragio universal y formado por dos cámaras: el Soviet de la Unión y el Soviet de las Nacionalidades. La primera ejercía las tareas propias de un parlamento. El Soviet de las Nacionalidades estaba formado por representantes de las diversas repúblicas federadas y autónomas. Sesionaban dos veces al año, limitándose a ratificar las decisiones que le eran sometidas a consideración. El Presidium del Soviet Supremo: especie de jefatura de Estado de carácter colegiado y órgano permanente del Soviet Supremo (de cuyo seno resultaba electo). Desde la época de Breznev se establece que el Secretario General del Partido fuera a la vez Presidente del Presidium. Sus poderes se incrementaron desde 1977. Consejo de Ministros, máxima potestad ejecutiva y administrativa formado por numerosos funcionarios en una estructura sumamente burocrática. Presidium , Presidencia del Consejo de Ministros y Secretaría general del Partido Comunista, conformaban la tríada que ejercía el poder real.
EL FASCISMO Una de las principales consecuencias de la Primera Guerra Mundial y el desastre sin precedentes que generó en Europa, fue el surgimiento de una época de revoluciones y conflictos políticos intensos protagonizados, por un lado, por el comunismo ruso (que ya venía gestándose a partir de la teoría marxista europea y revolucionaria rusa del siglo XIX) y, por el otro, el fascismo, que fue sí un producto original y directo de la guerra. Mientras el comunismo en Europa se circunscribió a Rusia, el fascismo italiano fundado en 1919 fue imitado por movimientos similares en muchos otros países europeos. Un decenio después de que el fascismo conquistara el poder en Italia (1922), haría lo suyo el nazismo alemán. También surgirían con impulso fuerzas similares en Europa centro oriental y en la España de 1930
Fascismo italiano y nazismo alemán capitalizaron políticamente el descontento antisistema apareciendo ante la opinión pública más conservadora como la “solución al caos existente”, capaz de neutralizar al movimiento obrero organizado y regenerar la patria humillada por los vencedores de la guerra y diezmada por las dificultades económicas de su pueblo El fascismo se erige así como la tercera posición frente a las democracias liberales la utilización del término fascista para denominarlos no es meramente convencional, sino que responde a que el movimiento político italiano fue la primera fuerza en exhibir estas características como un nuevo tipo, adquirir una fuerza considerable, y constituirse en referente/influyente ideológico. Siguiendo a Stanley Payne1, realizaremos una descripción tipológica del fascismo a fin de sintetizar las características comunes de estos movimientos que, en general, se referían a: a) Un nuevo conjunto de negaciones compartidas b) Un núcleo de ideología y objetivos en común c) Un nuevo estilo formal y formas algo nuevas de organización
DESCRIPCIÓN TIPOLÓGICA DEL FASCISMO a) Las Negaciones Fascistas Estos nuevos movimientos a los que denominamos fascismos, se abrieron un espacio político e ideológico a través su hostilidad para con las grandes corrientes establecidas de todo orden. Al surgir en países con sistemas parlamentarios establecidos (y en crisis) y apoyarse en gran medida en las clases medias, los fascismos se alejaron tanto de liberales como de marxistas leninistas. Mal podía el fascismo proponer una guerra civil revolucionaria para llegar al poder. Sin embargo, y dada la necesidad de hacerse de aliados políticos, muchas veces establecieron alianzas tácticas con la derecha, como es el caso de la fusión del fascismo italiano con uno de los movimientos de la derecha autoritaria europea más radicales: la Asociación Nacionalista Italiana. Pese a estas alianzas y al componente pluralista de partidos con los que Mussolini y Hitler llegaron al poder, el fascismo trascendió al conservadurismo derechista El marxismo es el contrapunto del fascismo en todos los sentidos. Debe combatirse su pretensión de abolir las clases y jerarquías sociales “naturales” para el fascismo, su voluntad igualitaria, su antimilitarismo, su materialismo, su internacionalismo, su desprecio por lo tradicional, etc. Fundamentalmente, el marxismo representaba la cuña destructora y corrosiva en el seno de la nación, que debe ser extirpada. El antiliberalismo del fascismo, por su parte, se enlaza con la anti-ilustración y contrarrevolución en Europa. Se trata de un antiliberalismo filosófico, cultural y político, que rechaza el constitucionalismo, la pluralidad política, el consenso racional, la tolerancia de las minorías y sus derechos, etc.; pero no se trata de un antiliberalismo económico. Al contrario, el liberalismo económico es admitido, se acepta el capitalismo es un sistema muy eficaz para la creación de riqueza, así como demostración de los análisis “darwinistas sociales” de la “lucha por la vida” y la “supervivencia del más fuerte”. Adviértase que los nazis, quienes llevaron más al extremo el régimen, no tomaron ninguna medida económica que afectara a los grupos sociales poderosos como reformas agrarias, impuestos especiales a grandes almacenes, etc.
b) Un núcleo de ideología y objetivos en común Sin embargo, sí debe señalarse que las aspiraciones fascistas acerca del Estado eran originales y planteaban un nuevo Estado secular, radical, nacionalista y autoritario El ultranacionalismo, se convirtió en el factor justificativo y legitimador de la teoría y práctica fascista. La regeneración de la patria ante todo, para recuperar mediante una voluntad decidida, las auténticas tradiciones aletargadas por la democracia y el parlamentarismo. No hay acuerdo respecto a si fue de pleno totalitarismo o no en el sentido de una centralización y una burocratización suficientes para hacer posible un totalitarismo absoluto a la escala del marxismo leninismo. Mellón (1998) entiende que sí. Y que es este rasgo el que lo diferencia de otras opciones políticas como dictaduras autoritarias conservadoras. Fue un totalitarismo, dice, sobre las clases dominadas, cuyas notas principales fueron el monopartidismo, la identificación Estado-Partido, la movilización político ideológico de la sociedad como unidad nacional orgánica y mística, la difuminación de las ideas de las
esferas privadas y públicas y el uso sistemático de la violencia planificada. Una nueva estructura y relación de los sistemas sociales y económicos, en una nueva relación de producción comunitaria o recíproca. Una estructura económica nacional integrada, fuertemente regulada y pluriclasista. También se ha señalado que el fascismo era imperialista por definición. Es que si el objetivo final era la Supremacía de la Patria (el Nuevo Imperio Romano de Mussolini y el Imperio Racial Ario de Hitler) el correlato natural es el imperio, demostración palpable del éxito de la Nación frente a otras naciones y/o razas más débiles. En términos filosóficos, el fascismo es esencialmente antimaterialista, vitalista e idealista. Su cultura era secular (al revés que la de la derecha) pero se basaba en el idealismo y el vitalismo y en el rechazo del determinismo económico sostenido tanto por liberales como marxistas, aunque sin duda, desde distintas perspectivas. Uniendo estos conceptos: El fascismo en su idealismo y vitalismo, aboga por la creación de un hombre nuevo, un nuevo estilo de cultura que lograse la excelencia tanto física como artística.Esta superación de los límites se debe a la autodeterminación del hombre que, libre natural, puede por su voluntad y determinación ir más allá de sí mismo. Se establece un culto a los ideales heróicos, la espiritualidad trascendente, el irracionalismo, el instinto y el vitalismo como superación de la crisis de valores que el mundo liberal-burgués ha producido.
c) Un nuevo estilo formal y formas algo nuevas de organización El fascismo impuso un ambiente novedoso a sus organizaciones, mitines políticos, propaganda, etc. Se dio una importancia y papel central a mítines, marchas, símbolos visuales y rituales ceremoniales sin precedentes; otorgándoles una función que iba más allá de lo que ocurría en los movimientos de masas y los revolucionarios de izquierda. Mediante esta coreografía política se buscaba envolver al participante en una mística y en una comunidad de ritual pseudo religiosa. Las múltiples contradicciones sociales, económicas y políticas de los regímenes fascistas, que no podían ser resueltas, hacían imprescindible a la ideología y su transmisión mediante la propaganda, medio fundamental para lograr consenso político y cohesión entre los sectores dirigentes. Pese a que con ello buscaron movilizar a las masas (en un intento de trascender a las camarillas elitistas propias de los liberalismos parlamentarios o el exclusivismo de la derecha autoritaria) los movimientos fascistas no lograron hacerlo verdaderamente. Todo por el contrario, Mellón sostiene que el fascismo es ultraelitista dados su reivindicación de la desigualad biológica y su utilización para legitimar una estructura de poder piramidal. Esto guardaba relación con la evaluación positiva de la violencia. La violencia estaba presente no sólo en la acción (sentido en el cual difícilmente se pudiera superar a algunos regímenes leninistas) sino fundamentalmente, y esto es lo distintivo, a través de una evaluación teórica por la cual se le asignaba a la violencia un cierto valor positivo y terapéutico en y por sí misma. Una cierta cantidad de combate violento constante, en el sentido del darwinismo social, era necesaria para la buena salud de la sociedad nacional. Naturalmente encontraremos entonces sentido a otro de sus rasgos fundamentales: su “chauvinismo masculino” y la extrema insistencia en exagerar el principio masculino en todos los aspectos de su actividad. Los fascistas fueron los únicos que transformaron en fetiche perpetuo la “virilidad” de su movimiento y su programa y estilo. Una similar exaltación hacia el fascismo de la juventud. No sólo le hacía un llamamiento especial, sino que además exaltaba a la juventud por encima de las demás generaciones sin excepción, basándose en el conflicto entre generaciones, Por último, los fascismos reconocieron de manera explícita y llevaron al extremo la idea de una jefatura fuerte y autoritaria, así como el culto a la personalidad del jefe.
Diferencias con el nacionalismo autoritario Es preciso detallar, a los fines de no caer en confusiones comunes, a los fascismos respecto de otras formas más conservadoras y derechistas de nacionalismo autoritario. Similitudes: Oposición tanto al liberalismo como al marxismo, Rechazo al conservadurismo moderado, Nacionalista y Búsqueda del desarrollo económico Diferencias Fascismo Basada en una nueva mística
Nacionalismo autoritario o derecha no fascista Basada en la religión
cultural como el vitalismo, el irracionalismo o el neoidealismo secular Un nuevo autoritarismo, un nuevo hombre
Nuevo orden
No logró movilización de masas Se asentaba sobre la clase media. Pregonaba una revolución interclasista
Búsqueda de neutralidad o apoyo parcial de los militares. El gobierno militar per se impedía el gobierno fascista. Las milicias fascistas generaban una especie de competencia revolucionaria con el ejército. Política Social: cambio de relaciones de clase y de condición social Tendencia específica al elitismo y al jefe autoritario y carismático
No adoptaba formas totalmente radicales y nuevas de autoritarismo, y normalmente aspiraba a una reorganización de la monarquía o a un corporativismo ecléctico neocatólico, o a una combinación de ambas cosas. Su apoyo dependía más de las élites y la estructura existentes Movilización del apoyo de las masas. Recurrió a amplios estratos de gentes del campo y de la clase media baja. La derecha radical tenía que basarse en elementos de élite de la sociedad y las instituciones establecidas Utilización del sistema militar con fines políticos. Su propia milicia no solía competir con las fuerzas armadas
Política social. Congelación del statu quo Moderaba considerablemente la defensa del elitismo y de una jefatura fuerte a través de invocar legitimidades tradicionales.
Sin embargo, resulta fundamental comprenderlo de este modo y especificar varias de esas características: 1. Autoritarismo nacionalista permanente de partido único, que no es pasajero. 2. Jefatura carismática 3. Ideología etnicista sintética, distinta del liberalismo y el marxismo. 4. Sistema estatal autoritario y economía política de corporativismo o sindicalismo o socialismo parcial, más limitada y pluralista que el modelo comunista. 5. Principio filosófico de activismo voluntarista, no limitado por ningún determinismo filosófico. Repasando este listado, no quedan dudas de que la influencia del fascismo seguirá sintiéndose en el futuro.
El Estado de Bienestar. Antecedentes y Origen. El Estado de Bienestar o Estado Social de Derecho o Estado Benefactor, entre otras tantas denominaciones que ha recibido, comienza a gestarse a fines del siglo XIX y comienzos del XX, se va consolidando en las décadas del ´20 y ´30 para expandirse luego de la Segunda Guerra Mundial Es el producto de una evolución política, social y económica en ese período, en el que
confluyeron: Liberal basado en el sufragio de las clases poseedoras.
agudizaron las luchas sociales. ento obrero. La acumulación de estos factores tornó inviable la estructura del Estado Liberal legitimado sólo por su función de garantizar exclusivamente los derechos individuales, asegurar la justicia, la protección exterior e interior y las obras públicas indispensables. Ese Estado gendarme (que a la vez se había fortalecido militarmente en articulación con su expansión económica provocando las guerras) erosionó su legitimidad al no poder mantener la paz ni desempeñarse, por su abstencionismo socioeconómico, frente a las grave situación socioeconómica imperante. Más aún, se lo comienza a culpar señalándose que ese desastre económico y social es producto de la ausencia del Estado. En acuerdo con Picó (1989) señalamos que así surgía un nuevo modelo de Estado, que permanecería durante 30 años, alcanzando un crecimiento económico sin precedentes, garantizando como nunca antes el nivel de vida, empleo u acceso a servicios sociales básicos, e impulsando el consenso entre las distintas fuerzas sociales.
Etapas Varios autores coinciden en identificar las siguientes etapas en la construcción del Estado de Bienestar.
1.- Fase de Experimentación (1870-1925) En esta fase se articula la interrelación entre seguridad social y democracia. Paulatinamente se sustituye el concepto de seguridad liberal burgués (según el cual sólo correspondía la protección de la vida y de la propiedad siendo las necesidades sociales un asunto del que debía ocuparse el propio individuo o socorrido éste por la caridad) por el de seguridad socioeconómica, el cual implica acciones positivas de las instituciones públicas para garantizar la atención de problemas socioeconómicos. El reconocimiento de estos “derechos sociales” y las primeras leyes de protección social se producen al ritmo del proceso de expansión del sufragio (masculino y femenino) y consolidación de la democracia política.
2.- Fase de Consolidación (a partir de los ´30 y hasta finales de la Segunda Guerra Mundial) En esta fase se produce una reestructuración de las relaciones Estado-economía abriendo legítimamente la acción interventora del Estado. Luego de la crisis de 1929 comienza a redefinirse el papel de Estado, que incrementa su intervención frente al desempleo masivo, destinando fondos públicos a la creación de servicios sociales. Esta nueva intervención del Estado organizando la sociedad produce cambios importantes en su estructura, ampliando su capacidad de gasto y aumentando la cantidad de agentes públicos o personal administrativo. Ejemplificando este período deben señalarse el New Deal norteamericano y el llamado “compromiso histórico sueco
3.- Fase de Expansión (a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, con apogeo en 1950 – 1970) Tras la Segunda Guerra Mundial la sensación generalizada fue que la intervención estatal era imprescindible para el crecimiento económico en el marco del capitalismo y la generación del bienestar social necesario para garantizar la paz y la democracia. Para ello, el Estado debe adquirir una nueva estructura jurídico-política capaz de articular un orden social y económico diferente.
Supuestos político-ideológicos Para algunos autores como Cotarelo (1990) y Bonetto (2001), el origen del Estado de Bienestar
puede remontarse a la revolución de 18481. De este modo, se destacan como antecedentes las propuestas doctrinarias de Louis Blanc Herman Heller, por su parte, formuló la concepción de “Estado Social de Derecho”, a partir del reconocimiento de que tanto el Estado de Derecho como el sistema democrático mismo estaban en crisis por su incapacidad para oponerse a los dos frentes de irracionalidad imperantes: la del sistema capitalista y sus consecuencias económicas, sociales y políticas negativas; y el peligro de la irracionalidad fascista. Para Heller, la solución residía, no en el abandono del Estado de Derecho, si no en otorgarle contenido económico y social al Estado de Derecho mediante la incorporación de un nuevo orden laboral y de distribución de bienes. Pese a estos aportes, debe señalarse que, fundamentalmente, el núcleo teórico doctrinario del Estado de Bienestar se apoya más en las propuestas programáticas de socialdemócratas, laboristas y reformistas social cristianos, que en textos de importantes autores. Todas éstas pueden encontrar sus ejes doctrinarios comunes en la propuesta del Report Beveridge (1942) y la política económica keynesiana, que constituyeron dos respuestas sociales y económicas a la depresión y crisis de post guerra. Haciendo un esfuerzo de orden y síntesis, puede afirmarse que el Estado de Bienestar: síntesis de dos principios hasta entonces excluyentes: la libertad y la igualdad. piedad privada, seguridad jurídica) si no que pretende hacerlos efectivos dándoles una base y un contenido material. Es imposible el ejercicio de la libertad si no es acompañada de condiciones de existencia que la hagan posible. participación en el producto nacional a través de un sistema de prestaciones sociales así como una participación en la democracia interna de las organizaciones y empresas vía cogestión y autogestión. obligación del Estado realizar acciones que garanticen al hombre condiciones de existencia que no pueda asegurarse por sí mismo.
mismas son la base de la legitimidad del sistema. consenso y de la disminución de la intensidad de la lucha de clases y energía revolucionaria de los partidos obreros.
Supuestos económicos. La Teoría de Keynes tuvo un efecto fundamental al considerarse el modelo económico del Estado Social de Derecho. La teoría keynesiana pretendía paliar los efectos de la depresión actuando sobre la demanda a través del Estado, tratando de asegurar un alto nivel de actividad económica y pleno empleo. A diferencia del capitalismo clásico, el keynesianismo propone que para dar crecimiento a la producción no es necesario disminuir el consumo de las masas trabajadoras si no, por el contrario, debe incrementarla. La expansión del nivel de salarios y prestaciones sociales impacta sobre gran cantidad de trabajadores que, conformando la demanda efectiva, acrecientan la producción. Es en este marco que los programas de bienestar implementados por el Estado se justificaban no sólo por cubrir las necesidades básicas de la población si no porque constituían políticas para reavivar el consumo. De allí que la reformulación keynesiana se caracterizara por el crecimiento constante de la producción, ligada al crecimiento constante del consumo.
Estructura del Estado de Bienestar. Una nueva relación Estado-Sociedad: El Estado de Bienestar, concebido como regulador decisivo de la sociedad, rompe con el viejo orden político liberal de distinción-oposición entre Estado y sociedad, para generar otro en el que estos dos sistemas están fuertemente interrelacionados. En consecuencia, la política estatal lleva a cabo una acción estructuradora de la sociedad a través, por ejemplo, de la apertura a la población al acceso a bienes materiales e inmateriales mediante el aumento de servicios sociales (salud, educación, empleo, etc.); acción que responde a la presión coercitiva de una sociedad incapaz de resolver sus conflictos. Ahora bien, si el Estado reestructura la sociedad afectando con su acción intereses concretos, los afectados estarán motivados a influir en el Estado por sus propios intereses; lo que resulta en la exposición del Estado a los grupos de interés más influyentes. Adviértase que la sociedad que coexiste con el Estado de Bienestar cuenta con un nivel muy elevado de articulación organizacional (asociaciones, agrupaciones, grupos de presión, gremios, etc.) todos los cuales pretenden influir en el proceso de decisión de los poderes públicos. De este modo, dicho pluralismo organizado termina configurándose como causa y efecto de las políticas benefactoras.
Una sociedad industrial e integrada: La sociedad que coexiste con el Estado de Bienestar es una sociedad industrial caracterizada por una tasa de ingreso muy elevada, escasa conflictividad, gran integración, expectativas de movilidad social horizontal y vertical y abundancia de tiempo libre para los ciudadanos. Si bien la integración nacional alcanzada no logró la supresión de la lucha de clases sí evitó conflictos de nivel nacional o carácter radical, reduciéndolos a conflictos parciales resolubles mediante la vía judicial o la del consenso.
Un sistema democráticamente articulado: es decir, un sistema en el cual la sociedad no sólo participa pasivamente como receptora de los bienes y servicios sino que toma parte activa en la formación de la voluntad general, la formulación de políticas distributivas y otras prestaciones, a través de sus organizaciones. Encontramos que las demandas sociales provienen de los partidos pero también de las organizaciones de intereses y unidades de trabajo, integradas por organismos estatales mixtos y/o por estructuras empresariales- sindicales creadas por el Estado a través de las cuales la sociedad interactúa constantemente con el Estado.
Nuevas funciones del Estado: estas reformulaciones produjeron una transformación del Estado el que, según García Pelayo (1980), se distingue como Estado Distribuidor y Estado Manager. Como Estado Distribuidor se distinguió por una más justa distribución y redistribución del producto social (posible por una extensa potestad fiscal) cuya actualización afecta a toda la economía, todas las políticas y todos los estratos sociales. Como Estado Manager se distinguió poder de disposición para la dirección general del proceso económico a fin de cumplir con su responsabilidad distributiva. Esta función de manager se asocia a la legitimidad de la funcionalidad y la eficacia en la gestión, por supuesto, siempre vinculada y subordinada a la legitimidad democrática. Estas funciones reformuladas implican la transformación de un Estado predominantemente legislativo en un Estado Administrativo o de Prestaciones caracterizado, entre otras cuestiones, por la formulación de políticas estatales que dependen de la racionalidad política, la racionalidad administrativa y la racionalidad económico-social; que para cuya ejecución dependen del consenso o asentimiento de los afectados; que se planifican mediante el asesoramiento tecnoburocrático y el conocimiento cierto de demandas y posibilidades de los actores económicosociales; y que en la planificación incorporan multiplicidad de aspectos.
LOS TRES MUNDOS DEL ESTADO DE BIENESTAR Los Estados de Bienestar Liberales: se caracterizan por condiciones más restrictivas para el acceso a los
derechos sociales. Podríamos ejemplificarlo con el modelo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Canadá. La intervención del estado es limitada, y la redistribución de la riqueza es un objetivo secundario. Los programas sociales sólo cubren a la población más pobre, los subsidios de desempleo son escasos y duran poco, y la sanidad es mayoritariamente privada. Es decir, no existen políticas sociales universales. No se estima que el Estado deba influir en los resultados estratificadores del mercado por lo cual no prima la movilidad social. Se produce una estratificación social delimitada entre los pobres asistidos por el Estado, otro grupo medio que es cliente de seguros sociales y un tercer grupo de privilegiados. Prevalecen pues los criterios del mercado por encima de la seguridad social estatal. Los Estados de Bienestar Corporativos: como Alemania, Austria, Bélgica, Francia e Italia. Tanto países de industrialización tardía que conservaron tradición gremial como países católicos. En este modelo, la intervención del estado es considerable, aunque la voluntad redistributiva es limitada. Los programas sociales cubren a toda la población; pero en muchas ocasiones el nivel de estos depende del nivel de renta o empleo previo. Los derechos dependen del mundo laboral y los aportes sindicales. Estos sistemas tienen pocas políticas sociales agresivas, como reinserción de desocupados, guarderías gratuitas o asistencia social muy extensiva, y tienen mercados laborales férreamente regulados para proteger a los que tienen empleo y garantizar los salarios de los trabajadores Los Estados de Bienestar Socialdemócratas: que encontramos en el norte de Europa, particularmente en Suecia, tienen por principal objetivo acortar la distancia entre los distintos status sociales para lo cual adoptan el principio de universalidad y desmercantilización de las políticas sociales. El acceso a las prestaciones globales se fundamenta en la ciudadanía y la residencia. Los programas sociales son extensivos, están bien financiados, y cubren a toda la población. Al perseguir la maximización de la independencia individual pone especial énfasis en incluir a las mujeres y cubrir las tareas que recaerían en ellas de no ser servicios sociales a argo del Estado (bajas por maternidad/ paternidad, guarderías, cuidado de ancianos)
La Crisis del Estado de Bienestar A partir de los años setenta empieza a debilitarse la confianza hasta entonces indiscutida en el Estado de Bienestar, sus ventajas y su expansión futura. Este proceso de quiebre comienza a gestarse con la crisis económica de 1973/74 o crisis del petróleo la que significó un duro golpe al funcionamiento del sistema económico. Un déficit creciente y la reacción contra la presión fiscal en una situación de estancamiento con inflación (con amenaza constante de hiperinflación) pusieron en evidencia que el Estado no podría afrontar los gastos sociales. De este modo, las profundas dificultades que enfrentaron las economías desarrolladas occidentales sentaron las condiciones materiales para que se cuestionara seriamente la eficacia del Estado en su tarea de garantizar el bienestar de la población. Los Problemas Las consecuencias El Gasto Público (empresas estatales, Estas limitaciones pusieron al estado en servicios de infraestructura y políticas una encrucijada: o reducción del gasto sociales). Fue uno de los factores decisivos (pese a las demandas sociales) o para el crecimiento económico y social. Sin mantenerlo o incrementarlo (a costa del embargo, no fue inocuo. Su aumento tornó endeudamiento); opción esta última que más complejo el funcionamiento del sector fue la adoptada con consecuencias público. Además, la influencia sobre cada destructivas para el modelo. área de la burocracia de diferentes intereses y presiones sectoriales produjeron la pérdida de capacidad de control del poder central sobre las erogaciones. Éstas no pudieron recortarse ni priorizarse sino sólo aumentarse globalmente para atender nuevas demandas. El notable incremento del gasto y tamaño del Estado fue encontrando resistencia en parte de los sectores con mayores recursos que, a la vez, aportaban más a su mantenimiento La Internacionalización del sistema La consecuencia inmediata fue la pérdida
financiero que comienza a desarrollarse a fines de los ´50 comienza. Esta internacionalización coincidió con las demandas de crédito de los Estados para sostener el gasto público. El sector trabajo. Se vio fuertemente condicionado con la crisis por la respuesta empresarial disminuyendo la capacidad de negociación de los trabajadores.
La apertura de las economías nacionales muy vinculada con el accionar de las empresas multinacionales que buscan distribuir sus productos en el mercado mundial y abaratar costos.
de autonomía de las estados en la determinación de las tasas locales de interés perdiéndose así una de las herramientas fundamentales del Estado Keynesiano. En Europa y EEUU se recurrió a la inmigración de trabajadores de otras regiones menos desarrolladas así como a la exportación de capital destinado a producir bienes en países de mano de obra barata (Taiwan, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, etc.) Las posibilidades del Estado para regular el mercado nacional se ver limitadas por la presión de los costos y precios de otros mercados.
La interconexión entre el gasto público excesivo, el déficit fiscal, la inflación, la disminución de los salarios y beneficios sociales y la pérdida de control sobre la tasa de interés, limitaron la capacidad para intervenir sobre la economía nacional y con ello, la operatividad del modelo keynesiano y las justificaciones del Estado de Bienestar. La respuesta neoconservadora o liberal: Neoconservadores sostienen el desmantelamiento del bienestar social, apoyándose en el sector privado y en las fuerzas del mercado para lograr el crecimiento económico y la provisión de servicios. Culpan al Estado de Bienestar por las tasas decrecientes de crecimiento y los actuales males de la economía capitalista. En este sentido afirman que el Estado de Bienestar exacerba el conflicto y bloquea el progreso debido a: pesadas cargas fiscales y normativas sobre el sector productivo que desincentivan la inversión. trabajo. una sobrecarga de demandas económicas (inflación) y una sobrecarga de demandas políticas (ingobernabilidad). demandas y la capacidad de respuesta del Estado, con la consecuente crisis de representación. Para enfrentar esta situación, proponen reducir las demandas que rebasan las posibilidades del Estado y devolverlas al mercado: privatizaciones, flexibilización laboral, desregulación; así como la promoción de valores como la moderación, disciplina, esfuerzo que, se entiende, se han perdido.
La respuesta Marxista: aunque parte de un punto de vista radicalmente diferente, coincide con el conservadurismo acerca de las contradicciones y disfunciones del Estado de Bienestar. Crítico de sus fundamentos, el marxismo sostiene que el Estado de Bienestar es: Ineficaz: porque no elimina las causas de las necesidades sino que interviene tardíamente sin modificar las prerrogativas del mercado y sus protagonistas de privilegio (directivos, inversionistas, etc.) Además, la crisis fiscal del Estado afecta las posibilidades de la planificación y servicios sociales atentando contra su continuidad o alimentando, en caso de que no faltase el dinero, la propia burocracia. Represivo: por cuanto para acceder a sus servicios el ciudadano debe adherir a las normas económicas, políticas y culturales dominantes de la sociedad. Condicionador de un entendimiento falso de la realidad: al crear la imagen falsa de dos esferas separadas en la vida del trabajador. Una, la del trabajo, la economía, la producción y la distribución del ingreso; la otra, la esfera de la ciudadanía, el estado, la reproducción; impidiendo así la conformación de un entendimiento político que asuma la sociedad como un todo a cambiar.
Esta respuesta es más analítica y teórica y no ha tenido implicancias político-prácticas importantes.
La respuesta socialdemócrata: se niega a abandonar los objetivos del capitalismo de bienestar resguardando particularmente los del pleno empleo, crecimiento económico, estabilidad de precios y bienestar social. No propone privatización ni desregulación del mercado sino que afirma que la responsabilidad pública por el bienestar económico de todos es posible. Esta propuesta, cuyos ejemplos más notorios son los de Suecia y Austria, incorpora objetivos de política social en las medidas de política económica a través de mecanismos para la cooperación y consentimiento de los principales intereses económicos. Éstos se han manifestado como mecanismos centralizados denegociación salarial, acuerdos neocorporativos, pactos sociales, Consejos económicos-políticos y sociales, etc. También se han incorporado subsidios a empresas privadas estratégicas. Esta política parece haber funcionado bien sin necesidad de desmantelar los servicios sociales básicos, manteniendo la calidad de vida y sin los índices de acrecentamiento de la pobreza que generaron otras respuestas como en Inglaterra.
El Socialismo. La ideología socialista emerge en Europa en la primera mitad del siglo XIX, como una reacción frente a los nefastos efectos de la revolución industrial que, en términos sociales, supuso una trasformación radical. Pequeños propietarios rurales, artesanos urbanos, se ven obligados a proletariarse y surge una clase proletaria sometida a condiciones de vida miserables; situación que describe y denuncia Engels en su libro “La situación de la clase obrera en Inglaterra” (1845) Hacia 1830 aparece el término socialismo, que en Inglaterra está representado con la Teoría reformista de Robert Owen y en Francia con la teoría reformista de Saint-Simon. Owen, es un empresario inglés que reacciona ante el grado de explotación alcanzado en la primera fase del capitalismo y rechaza no sólo el empleo de niños menores de 10 años sino que se ocupa de la educación de los menores, la reducción de la jornada laboral a diez horas y media y centra sus esfuerzos en combatir el alcoholismo que por entonces hace estragos en la clase trabajadora. Muy distante de la opinión dominante en la época, Owen, sin cuestionar las relaciones de producción capitalistas, sugiere reformas sociales que garanticen condiciones de vida digna para la clase obrer Se destacó por su oposición al uso de la violencia y su desconfianza para con la politización de la lucha obrera. Saint-Simon sostiene la mutua influencia del desarrollo científico y político en una importante contribución teórica: “Las revoluciones científicas siguen de cerca las revoluciones políticas” así como nuevos conocimientos conllevan cambios políticos. Saint Simon pensaba que pervivía aún el viejo orden, teológico en su fundamento ideológico y feudal en cuanto la clase dominante (iglesia y nobleza) acapara la tierra como medio de producción y lleva una vida parasitaria manteniendo este orden por medio de las armas. Pero pensaba que frente a esta clase dominante emergía una nueva clase, científica en cuanto a su formación teórica, e industrial (productiva y trabajadora) en cuanto a su actividad, que aspira a sustituirla. La etapa fundacional del socialismo puede datarse entre 1830 y la puesta en marcha de la Primera Internacional en 1864. Dentro de esta etapa insertamos la obra de Marx y de Proudhon. Retomaremos aquí algunos conceptos fundamentales de Marx. Marx elaboró un nuevo concepto de ciencia histórica denominado materialismo histórico, según la cual el modo de producción es la base sobre la que se erigen las superestructuras ideológicas, jurídicas y políticas. Para Marx, en las sociedades capitalistas hay dos clases en litigio: la de los dueños del capital y la de los que dependen para subsistir de su fuerza de trabajo; agregando que estas sociedades
capitalistas desembocan en crisis internas y en un nuevo orden social en el que los medios de producción serán colectivizados. Este pensador, denunció que el trabajo humano fuera en el sistema capitalista una mercancía sosteniendo que esta forma tratar el trabajo lleva a una cosificación del ser humano. Este marxismo fue criticado por las diferentes corrientes de un socialismo libertario que acabaría por generar el anarquismo; caracterizándose esta primera etapa fundacional del socialismo, por la oposición fundamental entre el socialismo autoritario (o marxismo) y el libertario (o anarquismo). La segunda etapa del socialismo transcurre entre la fundación de la Primera Internacional en 1864 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, fecha en que se desmorona la Segunda Internacional al ponerse de manifiesto la incapacidad de la clase obrera de impedir la guerra. Este período se caracteriza por el arraigo de las ideas surgidas en la primera etapa, el que se manifiesta en el nacimiento y desarrollo de los grandes partidos obreros y europeos. Surgen dos posiciones que influyen en el posterior socialismo democrático: el fabianismo y el revisionismo El primero se fundó en Inglaterra con el nombre de la Fabian Society. Los fabianos defendían la sustitución del sistema capitalista por uno colectivista, pero no mediante métodos revolucionarios si no en forma gradual por la evolución misma de la sociedad. Confiaban en el conocimiento científico, admiraban a Comte, Darwin y Spencer, y creían en la persuasión; Sidney Webb, concebía el socialismo como “el aspecto económico de la democracia”, afirmando que el socialismo consiste en la administración colectiva de la renta y de los intereses y en el control colectivo de los principales instrumentos de producción. Para alcanzar el sistema social colectivista los fabianos proponían, por un lado, la municipalización de los transportes colectivos, suelo y viviendas, y, por otro lado, el impuesto gradual sobre los ingresos y la herencia. Por otro lado, Eduard Bernstein, es el más fiel representante del denominado Revisionismo. A finales del siglo XIX se imponía un distanciamiento respecto de algunas premisas de Marx como su afirmación de que se asistiría a una pauperización creciente de la clase obrera en los regímenes capitalistas (cuando en realidad se asistía a un aumento en los salarios de los obreros). A partir de ello, Bernstein sostiene que no necesariamente las contradicciones propias de los sistemas capitalistas se resuelven en una lucha violenta del proletariado contra la burguesía, afirmando, que el surgimiento del socialismo no es un destino histórico ineludible sino el resultado de la voluntad de una mayoría, tras un largo proceso de reforma. “Aquello que se llama en general el objetivo último del socialismo, no es nada para mí; el movimiento, en cambio, es todo”. Concibe a la democracia en términos del Estado Liberal de Derecho y sostiene que es un régimen que garantiza los derechos del individuo y de las minorías y otorga el gobierno a quienes la mayoría de ciudadanos elige mediante sufragio universal. De allí que califique de “formal” a la noción de democracia que manejaron los socialistas en la primera mitad del siglo XIX. Según él, éstos entendían la democracia como poder de todos, que en su fase final consistía en la identidad de gobernantes y gobernados, lo cual no es otra cosa que anarquismo o poder de nadie. Para Bernstein, en cambio, la democracia es una forma de poder, no ausencia de poder, que se caracteriza porque tiende a la desaparición del poder de clase. Defendía, pues, la reivindicación del socialismo desde la democracia y el realizar el socialismo sin salirse de la democracia. Así, el fabianismo y el revisionismo provocaron una escisión dentro del socialismo autoritario: el socialismo reformista (partidario de la reforma, y representado por los fabianos y revisionistas) y el socialismo revolucionario.
La tercera etapa del socialismo se da entre el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914) y el final de la Segunda (1945). En 1917 triunfa la revolución bolchevique en Rusia,
instaurándose allí el comunismo, encabezado por Lenin. Como ya se ha visto en otra unidad, el socialismo democrático adquiere perfil propio y se configura a través de la polémica con el comunismo. Para Lenin, la democracia es poder de clase, es dictadura del proletariado o de los consejos obreros o soviets) y oposición al parlamentarismo. Fuente3
El socialismo democrático, en cambio, identifica a la democracia como el régimen político ejercido por el Estado liberal de derecho. La democracia supone, según los socialistas democráticos: a) unos representantes parlamentarios, elegidos mediante elecciones generales y secretas, y entre alternativas reales y diferenciadas b) gobierno de una mayoría y respeto de las minorías, c) respeto a los derechos fundamentales de las personas, d) división de poderes, con garantías de independencia fundamentalmente del poder judicial, etc.
La cuarta etapa del socialismo transcurre entre 1945 y 1990. Con la derrota del fascismo, el socialismo rebrota en Europa Occidental mientras en Europa Oriental avanza el comunismo. En el contexto de la denominada “Guerra Fría” se radicaliza la polarización entre socialismo democrático y comunismo leninismo. Se reprocha mutuamente el haberse distanciado de la doctrina marxista. Entre el dogmatismo soviético y la desmarxistización socialdemócrata, el marxismo parece a punto de desaparecer. No obstante, en la década de los setenta surgió un marxismo, no coincidente en su totalidad con la doctrina de Marx, en el sur de Europa (Francia, España, Grecia). La desmarxistización del socialismo democrático se aprecia en la Declaración de la Internacional Socialista sobre “Fines y tareas del socialismo democrático” y en el programa que se da el partido socialdemócrata alemán en el Congreso de Bad Godesberg. En la declaración de la Internacional todavía se hace referencia al marxismo expresamente a través de sus definiciones sobre el capitalismo. Mientras, el tema crucial del capitalismo es el beneficio personal, el del socialismo, es la satisfacción de las necesidades humanas. Es este socialismo democrático el que, en su práctica de gobierno, se constituye como el principal impulsor del Estado de Bienestar. La guerra de Vietnam (antes de la crisis del petróleo que puso de manifiesto las debilidades del Estado de Bienestar) minó la legitimidad moral de las democracias occidentales. Así, frente al modelo imperante en el norte de Europa surge, en la década de los 70, un modelo nuevo de socialismo que tiene en Francia su eje central. Allí se concreta una renovación del partido socialista; renovación no sólo en la estructura interna del partido sino también en su ideología, incluyendo el rechazo del capitalismo. Este socialismo defendió la instauración de un sistema social no capitalista, así como que esta transición se hiciera desde la democracia. Enfatizó sobre las siguientes medidas para instaurar el nuevo sistema: 1) nacionalizar los bancos y las empresas que ejerzan un poder excesivo, 2)descentralizar el aparato del Estado, para que a su mayor poder sobre la economía corresponda un mayor control social 3) establecer el pleno empleo. Cabe señalar, para terminar, que el llamado socialismo real se desplomó de 1989 a 1991. Mucho se ha insistido en la común procedencia de todas las formas de socialismo, haciéndolo a menudo con ánimos de confusión entre socialismo demócrata y socialismo real. La discusión ha quedado zanjada a lo largo de estas lecturas alrededor fundamentalmente de sus diferentes concepciones de la democracia y su relación con el capitalismo.
NACIONALISMO El nacionalismo como ideología tiene características diferentes a las demás, fundamentalmente porque, como señala Caminal
“El liberalismo, el socialismo, el conservadurismo y otros “ismos” responden a la pregunta sobre cómo se gobierna o tendría que gobernarse una sociedad en todos sus ámbitos y, por consiguiente, sobre cuál es o tendría que ser la relación entre individuo, sociedad y estado. El nacionalismo responde a la pregunta de quiénes son los individuos que componen la sociedad, fijando una relación de identidad entre el individuo, la sociedad-nación y el estado”. De allí que, señala el autor, existan dos elementos característicos del nacionalismo. ¿Cuáles son?: la identidad y su transformación en fuente de poder. El segundo elemento, su transformación en fuente de poder es fundamental para caracterizar al nacionalismo como un movimiento político y no simplemente (como hemos hecho en el primer módulo) como el sentimiento de pertenencia a una comunidad y Estado determinados. soberanía nacional, por el cual se entiende a la nación como la única base legítima para el estado. nacionalidad, por el cual cada nación debe formar su propio estado, haciendo coincidir las fronteras estatales con las de la nación. Esta relación es la que demandan los nacionalismos como movimientos políticos. Que a cada Estado corresponda una Nación, que cada Nación forme su propio Estado. En casos concretos: cuando el nacionalismo vasco exige la constitución de un Estado nacional está argumentando que su identidad es base legítima para la conformación de un Estado propio; o cuando el nacionalsocialismo legitimaba la expansión (pangermanismo) de su Estado constituido, lo hacía argumentando la necesaria coincidencia entre fronteras estatales y nacionales (germanas)
La nación política y la nación cultural La voluntad política Desde la teoría de la voluntad política el fundamento de la nación radica en la voluntad de los individuos que la integran. Esta concepción fue la primera en surgir de la mano de los revolucionarios franceses, norteamericanos e ingleses, en un contexto en el que era necesario poner límites al absolutismo y la ciudadanía se encontraba limitada a aquellos que fueran propietarios. Fue necesario, entonces, a partir del racionalismo ideal propio del liberalismo generar un sujeto de soberanía: la nación política; un artificio para introducir homogeneidad a la diversidad sociológica y territorial y, fundamentalmente, para transformarla en sujeto de poder. Sièyes,2 en momentos previos a la Revolución Francesa, señala que la nación es un cuerpo de asociados, sujetos a unas leyes comunes y representados por la misma legislatura. Aquí se advierte el artificio: la identidad de los individuos miembros de una comunidad está dada por su vinculación a una ley común surgida del parlamento que han designado para representarlos. No es la raza, ni su lengua, ni su religión, ni las fronteras, sino que: .
La voluntad política es la única base constitucional de la nación política, legitimadora del Estado. La nación es, en ese sentido, consentimiento y deseo de convivencia. Es la conciencia moral de los individuos de una comunidad lo que determina la nación. Por ello, Renan afirma que las naciones no son algo eterno sino que han tenido un inicio y tendrán un final y pueden ser reemplazadas. De hecho, anuncia, una confederación europea las superará.
La identidad En contraposición a esta visión racionalista y uniformadora de la nación política se erige la vía de la identidad que se proyecta en la nación cultural. Es que la nación política, concebida en los términos de Sièyes y Renan, no resuelve el problema de la identidad, de las características culturales de cada pueblo. Las ideas revolucionarias liberales son universales así como los derechos comunes a todos los ciudadanos; pero es necesario reconocer la particularidad y diversidad de cada pueblo, su propia
lengua y cultura. Vico y Herder fueron los primeros hacer hincapié en la historia, las costumbres, la religión, la cultura y, en especial, la lengua, como rasgos identitarios de un pueblo; pero fue Fichte quien, en su "Discurso a la nación alemana" (1808), convirtió el pensamiento de Herder en un proyecto político nacionalista. Pueblo y patria, sostenía Fichte, son portadores de y garantía de la eternidad terrenal y, por su naturaleza, están por encima del Estado.
La nación cultural sería, pues, la única base para construir la nación política. Estas dos visiones: nación cultural-nación política; alimentaron la confrontación nacionalista durante el siglo XIX. Es que la coincidencia entre nación cultural y nación política garantiza la inexistencia de conflictos pero es una situación excepcional frente a la cantidad de Estados que en su seno albergan múltiples etnias y culturas o de situaciones. De allí la necesidad de conciliarlas al menos teóricamente. A esta conciliación contribuye6 en sus "Consideraciones sobre el gobierno representativo", definiendo la nacionalidad como "la reunión de hombres atraídos por simpatías comunes que no existen entre ellos y otros hombres" y que tener la misma lengua, cultura o religión facilita esta atracción.” De esta manera, además de enfatizar el elemento subjetivo sobre las condiciones objetivas, justifica su propuesta para el caso en que no coincidan nación política y nación cultural: la integración de culturas menos desarrolladas en aquellas más modernas y superiores. Por eso Stuart Mill no le encontraba sentido a la resistencia de escoceses o vascos, frente a la notable superioridad de las naciones a las que se oponen. Pasquale Stanislao Mancini7 por su parte, propuso un planteo inverso al definir la nacionalidad como "la sociedad natural de hombres constituida en una comunidad de vida y de consciencia social por la unidad de territorio, de origen, de costumbre y de lengua". Es la propia naturaleza de cada pueblo surgida de un conjunto de elementos diferenciadores: raza, lengua, costumbres, historia, leyes y religión, las que, conformando una unión nacional, fundamenta una comunidad jurídica. De este modo, la identidad original de la nación natural otorga el derecho a constituirse como tal; es decir, en la relación nación cultural -nación política, no existiría obligación de constituirse en nación política sino la libertad de hacerlo si ésta fuera la voluntad de sus miembros. Desde esta percepción tiene pues, mucho sentido, la resistencia de escoceses o vascos.
La Nación Jurídica De los apartados anteriores queda claro que tanto el concepto de nación cultural como el de nación política justifican la formación, consolidación, persistencia o expansión de Estado nacional. Sin embargo, no son suficientes para definir por completo el fenómeno de la nación. Para ello, es necesario contemplar también el hecho de la existencia misma del Estado, es decir, la realidad jurídica de la nación o nación jurídica. Toda persona desde su origen forma parte de una comunidad cultural pero también está vinculada jurídicamente como ciudadana a un Estado determinado. Toda persona, pues, es parte de una nación jurídica o conjunto de personas que están vinculadas por ley como ciudadanos de un Estado y no otro; y su vínculo va más allá de la intensidad con la que se sienta identificada con su Estado y/o con su comunidad cultural La nación jurídica es una realidad aunque no tenga en muchos casos equivalencia con la nación cultural. La nación jurídica nos hace ciudadanos de un Estado y, como tales, sujetos de derechos y deberes. Es, en este sentido, correcto definir a la nación como la reunión de todos los ciudadanos sujetos a un ordenamiento jurídico estatal, independientemente de la diversidad cultural y al margen del tipo de organización unitaria o federal.
La lucha del nacionalismo como movimiento político ha sido precisamente, la de hacer que, a partir de realidades del estado-nación jurídica y de comunidades culturales no coincidentes, se constituyan naciones políticas fundadas en la voluntad. No es imprescindible una homogeneidad cultural absoluta, pero sí una cultura común, aunque ésta conviva con otras tantas culturas compatibles dentro del mismo estado. De allí la importancia de las políticas públicas educativas y culturales, en particular, aquellas que fortalecen y/o extienden el uso de un idioma oficial.
El nacionalismo y la relación entre las tres acepciones del concepto nación Luego de lo expresado anteriormente, podemos avanzar un poco más y afirmar que, a la obligatoriedad de pertenecer por nacimiento a una nación jurídica o estado-nación y la inevitabilidad de quedar vinculado a la comunidad cultural que todo Estado es o pretende ser, debemos necesariamente complementarla con un tercer factor que constituye el objetivo último de todo poder estatal: la voluntad de sentirse miembro de un estado nacional. La identificación de la persona con la colectividad estatal, el sentimiento de pertenencia, es fundamental. Es que si bien el nacionalismo estatal crea la nación, la existencia de los otros nacionalismos internos, si los hay, pueden impedir que un Estado se convierta plenamente en nación. Cuando esto sucede, se genera una situación excluyente entre nacionalismos que desde posiciones incompatibles, pugnan por un mismo objetivo: el Estado. Este nacionalismo es el que se denomina: nacionalismo de oposición. Estados como Bélgica o España, en los que existe más de una conciencia nacional,son naciones jurídicas, pero no son naciones en su significado pleno (cultural y política), puesto que les falta la voluntad subjetiva compartida por todos de serlo, ¡elemento clave! Claro que debemos ser muy cuidadosos en este tema y tener una cabal comprensión del fenómeno. No estamos afirmando que exista un conflicto de nacionalidades por el mero hecho de que exista pluralidad de culturas nacionales, sino porque existen diferentes “conciencias nacionales” que impiden que exista una identidad única, común y superior de todos los ciudadanos con el Estado- Nación. Sean cuales fueran las razones, en el origen de cada nacionalismo hay una realidad de base histórico-cultural que se hace fuerza política para reclamar: una reforma de la organización estatal vigente, una separación, o una unificación que garantice ese sentido de nacionalidad. Mellón sugiere tener en cuenta que, a partir de diferentes grados de coincidencia entre los tres tipos de nación surgen grados proporcionales de conflictividad, generándose una clasificación útil a los fines del análisis de casos, a saber: 1.- Estado Nacional cohesionado y estable: cuando el estado o nación jurídica se corresponde con la nación cultural y la nación política. Es estable ya que los ciudadanos se sienten miembros 2.- Pannacionalismo: cuando la nación jurídica coincide con la comunidad de cultura pero el ámbito territorial de esta última es mayor que el Estado. Constituyen ejemplos de este caso el pangermanismo, en panarabismo o situaciones de división geopolítica como las de Alemania durante la guerra fría o Vietnam. 3.- Estado Plurinacional con más/menos estabilidad: es el más complejo, se manifiesta en numerosos casos y sucede cuando la nación jurídica abarca una sociedad pluricultural pero existe un grado suficiente de cohesión política y de coincidencia entre nación jurídica y nación política. Pese a lo pluricultural existe una fuerza integradora de una cultura común o dominante; de manera tal que si bien existen conflictos étnicos o regionales de mayor o menor envergadura, éstos se canalizan o atemperan. Es el caso de España, Gran Bretaña, Canadá, Italia, entre otros. 4.- Estado Plurinacional Inestable: En estos Estados con pluralidad de etnias y culturas, la nación jurídica no coincide con la nación cultural ni con la nación jurídica, generándose tal falta de cohesión cultural y legitimación política, que la situación se envuelve en inestabilidad, secesión, autoritarismo y hasta represión. Generalmente estos conflictos se resuelven a favor del estado y de quienes detentan el poder del Estado, salvo que medie injerencia internacional. Podemos ejemplificar esta situación con la división de Checoslovaquia, la desintegración de Yugoslavia y de la URSS.
Las fases del nacionalismo
Podríamos, como consecuencia de lo expuesto, afirmar que el nacionalismo es una ideología que legitima tanto la existencia y permanencia del Estado como nación, como (aunque parezca contradictorio) la creación de naciones que afirman su derecho a la autodeterminación. Los procesos internos tuvieron origen, tal como hemos visto en el primer módulo, en la en la dinámica de confrontación entre las ambiciones dinásticas y los intereses de las clases que buscaban apoyo en el Estado para hacer frente a privilegios y abusos; proceso que desembocaría en la adecuación del Estado al mercado nacional y a los intereses de las clases burguesas dominantes (1700-1850).
En todo caso, y a medida que avanzaba el proceso de formación de estados nacionales, fue creciendo la importancia del factor externo de la guerra tanto para la creación como para la expansión, división o extinción de estos estados. Basta con señalar como ejemplo a los acuerdos de paz internacionales, particularmente los posteriores a las guerras mundiales, que han tenido entre sus resultados la constitución de nuevos estados o la imposición de modelos de estado determinados en cuanto a la organización de sus ejércitos, burocracias, etc. Finalmente, si leemos este proceso en clave histórica, podremos coincidir con Charles Tilly en que, primero, prácticamente toda Europa se ha constituido en Estados Nacionales con fronteras definidas y mutuas relaciones; segundo, en que el sistema europeo se ha difundido a todo el mundo y, tercero, en que otros estados en acción conjunta han ejercido una creciente influencia sobre la organización y territorio de estados nuevos. En este marco, es que podemos señalar la existencia de “cinco fases constitutivas del sistema de estados nacionales que en parte se solapan en el tiempo: 1. Los tempranos Estados-Nación europeos occidentales, modelos originales del Estado moderno (Gran Bretaña, Francia y España) 2. La independencia de EEUU y el nacimiento de sucesivos estados nacionales fruto de la secesión de colonias americanas con sus respectivas metrópolis europeas. 3. Los nacionalismos europeos tardíos que dan lugar a nuevos estados nacionales mediante la unificación (Alemania, Italia), la secesión (Noruega), o bien como resultado de la Primera Guerra Mundial, la disolución del Imperio Austro-Húngaro y la postulación de Woodrow Wilson del derecho a la autodeterminación en la conferencia de Versalles (doctrina Wilson, 1918). En esta fase habría que incluir también el nacionalismo expansionista de Japón y los nuevos nacionalismos europeos occidentales de las llamadas "naciones sin estado" (Irlanda, Cataluña, Escocia) 4. La extensión del nacionalismo a los demás continentes en el periodo de entreguerras y su eclosión posterior a la Segunda Guerra Mundial con la generalización del modelo del Estadonación, tanto en el área de influencia norteamericana como soviética. 5. La caída del imperio soviético y el nacimiento de nuevos estados nacionales.”
El nacionalismo y el federalismo. Puede encontrarse una diferencia de raíz entre nacionalismo y federalismo: el primero crea una identidad superior al individuo que es la nación mientras el segundo vincula al individuo a distintas identidades. Acerca del primero hemos hablado en extenso haciendo hincapié en la conjugación necesaria entre nación política, nación cultural y nación jurídica. El federalismo, como ideología es, a la inversa, garantía de la diversidad entre iguales, reconociendo y amparando la diversidad cultural sin establecer distinciones entre culturas nacionales o dominantes y culturas subnacionales, minoritarias o dominadas. En sus orígenes, el federalismo europeo se fundamentaba teóricamente tanto en teorías de la poliarquía medieval que defendían un equilibrio de poderes y una subdivisión territorial de los mismos frente a la soberanía absoluta, como en teorías federalistas fundadas en la soberanía del individuo frente a la soberanía del Estado-Nación que proponen la división territorial del poder y la subordinación de la autoridad central a las partes federadas. El federalismo evolucionó con el proceso mismo de la constitución de los estados nacionales que evolucionaron desde la monarquía absoluta a la nación soberana adoptando, ya para los siglos SXIX y XX, una concepción integrada dentro del modelo dominante de estados nacionales. Las naciones europeas encontraron en el nacionalismo su ideología legitimadora, dejando al federalismo de lado como alternativa y subordinándolo al proyecto nacionalista.
En Europa, el peso de la tradición de las monarquías nacionales selló el sentido de la construcción de los estados nacionales y la homogeneidad cultural, religiosa y la centralización política fueron dominantes. Es con estas ideas federalistas y detractoras del centralismo y unitarismo que signó el proceso de nacionalización europeo, que surge el federalismo como propuesta democratizadora de descentralización del poder estatal. Vale decir aquí que esta alternativa sigue siendo válida para el actual proceso de constitución europea. En el Nuevo Mundo, sin embargo, los aportes del federalismo a la construcción del estado nacional fueron relevantes. Más aún, en el Nuevo Mundo el federalismo fue casi inevitable e imprescindible. Lo más importante: en la evolución del federalismo, éste ha adquirido tres características propias del estado nacional, condiciones que lo fortalecen como propuesta: 1. La concepción de la nación como una unidad cultural esencialmente homogénea o monocultural. 2. La concepción de la nación como una entidad soberana donde residen y emanan todos los poderes del estado 3. La concepción simétrica de la organización y distribución territorial del poder del estado
Nuevos desafíos para el nacionalismo y el federalismo El orden de Estados- Naciones que todos conocemos sigue en pie. Pero desde la caída del muro de Berlín y en plena era de la información y la revolución tecnológica, el debate se aviva en torno a dos nuevos elementos: el multiculturalismo y el doble fenómeno de la globalización-regionalización. La identidad nacional es puesta nuevamente a prueba. Los estados nacionales continúan siendo actores esenciales de la política internacional, ahora, en un nuevo marco dominado por una intensidad y extensión de los flujos trasnacionales de la economía y la comunicación nunca antes vista. En un mundo más pequeño, en el que la multiculturalidad se hace notar, aparece el fenómeno de los "derechos colectivos". Nos preguntamos si podemos hablar de un sujeto comunitario cuyos derechos deriven de su identidad colectiva. Y si bien podemos reconocer estos derechos colectivos y recurrir a ellos para resolver problemas relacionados con discriminación, xenofobia, etc., no resulta tan sencillo reconocerlos frente a problemas derivados de conflictos nacionales. El desafío parece ser el de democratizar el Estado nacional a partir del reconocimiento y amparo de la diferencia de las identidades colectivas, culturales y nacionales en un marco de dignidad o igualdad de derechos y libertades mientras se buscan, por el otro lado, formas de resolución e integración de la plurinacionalidad dentro del Estado. Es una nueva etapa, sin dudas, y a la resolución de los nuevos conflictos dentro del estado nacional y a las evidentes limitaciones de viene a contribuir el federalismo. En particular, el denominado federalismo asimétrico, es decir, un federalismo que, lejos de alimentar la centralidad del Estado nacional, promueva la diversidad evitando imponer una instancia por sobre el resto. Este federalismo (que se diferencia del denominado federalismo territorial característico de EEUU nacido al margen del fenómeno de lo plurinacional) no se ha concretado aún en forma plena. Para ser realidad debiera resolver al menos tres dificultades fundamentales: 1. La resistencia del resto de las unidades federadas a aceptar un nivel inferior de gobierno. 2. La dificultad de integrar y representar la asimetría en los órganos federales del estado. 3. La distorsión derivada de la existencia de dos niveles de gobierno federal, el que afecta a todos los ciudadanos y el que afecta a sólo una parte de ellos. Asimismo, y supongamos superadas estas dificultades, debe tenerse en cuenta tanto la posibilidad de que la articulación federal mediante la asimetría tenga una efecto centrífugo, como la posibilidad de que tal asimetría no sólo no alcance para resolver la cuestión nacional planteada sino que lo radicalice por su acceso a otro nivel. Estos reparos no deben alejarnos de la búsqueda de soluciones. Mejor aún, deben interesarnos
particularmente por su contribución a formar confederadas o diferentes formas de regionalización en marcha. La cooperación entre estados, el despertar de los multiculturalismo, la inclusión de nuevos actores, la cesión de soberanía por las naciones estados a instancias superiores y una nueva dimensión de relacionamiento entre ellos a partir de la globalización, constituyen nuevos desafíos. El federalismo permite dar una respuesta a estos retos. Fundamentalmente, porque converge con más facilidad que el nacionalismo con los nuevos principios: ordenamientos constitucionales supraestatales o interestatales de cooperación y codeterminación; seguridad global compartida; instituciones subestatales y supraestatales, mercados transnacionales y reconocimiento del multiculturalismo como valor.
GLOBALIZACION: INTRODUCCION La Globalización ha sido definida como un patrón complejo, dinámico y denso de interconexión global que surge a partir de los años setenta y se agudiza en los noventa. Es una nueva compresión del tiempo-espacio, una interdependencia acelerada, un mundo que se reduce por la virtualidad de las relaciones, en donde la integración global reordena las relaciones interregionales y su interconexion. Sus principales características son: 1.- la extensión y profundización de vinculaciones e interconexiones múltiples entre los estados y las sociedades; 2.- el aumento del grado y el cambio del tipo de interdependencia, que se manifiesta en múltiples redes de comunicación e interacción; 3.- La internacionalización de la producción, las finanzas, el intercambio, sobre todo a través del fenómeno de la transnacionalización de la producción. Esto genera una disyunción entre la autoridad territorial del Estado y el alcance actual de los sistemas de producción, distribución y comercialización así como la globalización de las transacciones financieras; 4.- la expansión sin precedentes de la tecnología y del conocimiento como paradigma de producción; 5.- la exclusión de vastos sectores de la población mundial del proceso de producción agravando las condiciones de vida de los países menos desarrollados, promoviendo las migraciones por efecto de la pobreza y el desempleo. La economía globalizada se desarrolla junto a un proceso de desestructuración y disgregación sociales afectando a todos los países, siendo quizás una de sus transformaciones de mayor impacto la exclusión, convertida en estructura tras la crisis del Estado de Bienestar, y la reducción del aparato estatal y sus capacidades de regulación e intervención de la mano de modelos económicos neoliberales. Efectivamente, emergen sociedades duales, desestructuradas, fragmentadas, poco solidarias e incluso anómicas. Evidentemente, estas transformaciones tienen un gran impacto, en particular, sobre las políticas públicas y su hacedor: el Estado. Se dan nuevas formas de organización o al menos se busca generar alternativas, en un proceso de adaptación aún no concluido... La globalización impacta sobre los estados nacionales generando superposición y conexión de lo local, nacional y regional con lo global. Los estados están sufriendo transformaciones, lo que no sabemos, es a dónde nos llevarán. Si sabemos que la intensificación y extensión de las relaciones entre estados, estos y otros organismos internacionales y/o transnacionales, y con las sociedades, impacta también en la velocidad con la que se suceden crisis en el sistema capitalista mundial.Y que, estas crisis, han encontrado a los Estados en plena adaptación provocando en consecuencia grandes perjuicios a la población. Lo cierto que tanto quienes sostienen que el Estado se extinguirá (Strange, Ohmae) hasta quienes abogan por su pervivencia (Held), reconocen que determinadas transformaciones sobre los elementos del estado ya se están realizando.
La transformación del elemento pueblo A la par del multiculturalismo creciente, reaparecen con intensidad reacciones xenofóbicas contrarias al mundo único cultural que la globalización impulsaría. Las migraciones producto de los efectos negativos de la globalización que se hacen sentir primero y más fuerte en los países subdesarrollados, contribuyen a este nuevo núcleo de tensiones y conflictos. Estas corrientes migratorias no sólo provocan tensiones tanto en el migrante como en el
Estado receptor, si no que hasta parece difícil acordar una regulación concreta. Las discusiones públicas, agresiones físicas a inmigrantes y hasta políticas inverosímiles como muros, zanjas, etc. para la contención del migrante ilegal son por estos días moneda corriente. El “pueblo” de esta nueva etapa pareciera caracterizarse por su heterogeneidad, por una fragmentación importante, por conflictos latentes entre nativos y migrantes; poniéndose en cuestión la idea de nación como nucleadora de una identidad. No caben dudas de que el papel del Estado como constructor de la integración social e identidad nacional se ve afectado, al mismo tiempo que se menoscaba la ciudadanía igualitaria. Tampoco, que es imperiosa la adaptación de sus responsabilidades y capacidades a este nuevo contexto a riesgo de que los derechos económicos y sociales forjados por siglos se transformen en meras resoluciones declarativas.
La transformación del elemento territorio estas dimensiones también están siendo reformuladas. Existe una tendencia al desdibujamiento de las fronteras por la profundización de los procesos integradores y regionalizadores como la Unión Europea, el Mercosur, el Alca. Tan globalizador es el nuevo concepto de regiones que, incluso, pueden escapar al principio de contigüidad geográfica. Asimismo, emergen problemas cuya resolución escapa a los límites territoriales del Estado nación como la problemática ambiental, la de flujos migratorios, el terrorismo, o los flujos financieros especulativos a corto plazo con graves consecuencias en las economías nacionales. A la par de esa extensión de problemáticas sin fronteras, la capacidad de los Estados para desplegar acciones de política exterior o defensa se ven cada vez más limitadas. Las posibilidades de decisión exterior de los Estados individuales están condicionadas y definidas por su posición relativa dentro de la jerarquía de poder internacional que, cuyo orden global tras el fin de la guerra fría, aún se debate oscilando entre la multipolaridad y la hegemonía (al menos militar) de los EEUU. La idea del territorio como ámbito de validez del derecho estatal no es más la tradicional. El ámbito de competencia territorial del poder del Estado ya no es el de sus fronteras, se extiende, se limita, se desdibuja El nuevo territorio está definido por la configuración de nuevos espacios, la proliferación de organismos internacionales, de las relaciones internacionales y los actores trasnacionales, procesos de integración jurídica y agudización de problemáticas de escala planetaria.
La transformación del elemento poder Existen un conjunto de fuerzas interactuando en forma combinada y simultánea, provocando restricciones a la libertad de acción de los gobiernos y Estados, transformando el proceso de toma de decisiones políticas, alterando los marcos institucionales y organizativos estatales, etc. De esta manera se revelan múltiples tensiones existentes entre los distintos niveles nacional, regional y global frente a una economía globalizada, caracterizada por una creciente diversidad y velocidad en el intercambio internacional de productos, servicios, información, finanzas, etc., y por el poder de las empresas trasnacionales. En esta nueva economía las empresas trasnacionales recuperan el poder que les hubiera sido acotado y regulado en el Estado de Bienestar. Asimismo, la velocidad y expansión de las transacciones financieras constituyen una nueva economía virtual cada vez menos ligadas a bases materiales sólidas y sumamente inestables. Así, lo que se pone en cuestión no es sólo el Estado Nación sino las posibilidades mismas de la democracia liberal frente a un orden económico en el macromercado transestatal, prácticamente virtual, ajeno a las nociones tradicionales de soberanía y fronteras. La economía del Estado no puede mantenerse ajena a los movimientos económicos globales, ni el Estado intervenir en ellos.
Neoliberalismo y Globalización. Los economistas han sido los más fervientes defensores de la globalización. Es natural, puesto que han sido históricamente los defensores del libre mercado y de la llamada iniciativa individual, hoy potenciadas a su máximo nivel. La adhesión más ferviente ha sido la de los denominados “neoliberales” que surgen a partir de la respuesta que proporcionan a la crisis económica que comienza a gestarse en los 70 y que promueve menos Estado y más mercado, argumentando que la causa de la crisis del estado de
Bienestar radica en el intervencionismo estatal. Esta imagen de una sociedad autorregulada a través del mercado y ese rechazo velado a la participación y demanda popular, nos remiten a fundamentos no políticos de la sociedad y emparentan al neoliberalismo con formas limitantes de la democracia. De este modo, el estado adquiere otro significado: un “Estado mínimo” que propone la privatización de lo público u efectiviza el intervencionismo no estatal en cuestiones estratégicas. Un Estado que de esta manera promoverá el crecimiento que se “derramará” sobre los marginados en cada estado y en el mundo. La lógica del capital globalizado y el neoliberalismo exigen la minimización del Estado nacional, la expansión de un discurso antiestatista y de desactivación de las funciones distributivas, con lamentables saldos sociales. TRES TESIS SOBRE LA GLOBALIZACIÓN Primera tesis: Los hiperglobalizadores; para quienes la globalización es una nueva era caracterizada por la declinación de la autoridad del Estado nación. (Wriston 1992) Es un fenómeno principalmente económico, por el cual la nación estado debe ser sustituido por agentes económicos y políticos primarios de la sociedad del mundo. La sociedad debe separarse de la nación estado. Los Hiperglobalizadores anuncian la declinación imparable de la nación estado y su sustitución como agente político central. Segunda tesis: Los Escépticos; para los cuales, en este mundo globalizado se produce una intensificación de la actividad económica internacional conducida por los bloques financieros más importantes, como los de Europa, Asia y Norteamérica. Se acentúa la centralidad cada vez mayor del estado nación como regulador de esa actividad económica. Destacan la desigualdad continua entre sociedades avanzadas capitalistas y las del tercer mundo. Al mismo tiempo, argumentan que la economía internacional y los nuevos medios de comunicación han reducido el control exclusivo del estado de su territorio, aunque aun el estado tiene posibilidades de regulación en su territorio. Los Escépticos refieren a la globalización como mito y acentúan la importancia de continuidad del Estado-nación como regulador de la actividad económica y legitimación de los mecanismos supranacionales y subnacionales de gobierno. Tercera tesis: Los Transformacionalistas; los cuales consideran a la globalización como un fenómeno históricamente sin precedentes, caracterizado por cambios rápidos en lo político, cultural, económico así como en la arena tecnológica. (Giddens, Scholte, Castells). Su advenimiento ha sido influenciado sobre todo por progresos en los sistemas de la comunicación iniciados en los años 60. Sostienen que la globalización ha forzado la reestructuración y reconstitución de la energía, funciones y autoridad del Estado nación para responder a la complejidad de los procesos del gobierno en un mundo más interdependiente. Finalmente, afirman la importancia continua del Estado nación, aunque se está afectando su naturaleza tradicional.
La realidad política actual: Conviven posiciones radicalmente enfrentadas. Algunos, como Francis Fukuyama nos hablan del "fin de las ideologías" e incluso del "fin de la historia" fundados en el fracaso de las viejas alternativas a la democracia liberal como el comunismo y el fascismo y la inexistencia de nuevas opciones concretas que ofrezcan otro paradigma de interpretación Otros, como Ulrich Beck predican precisamente lo contrario: el resurgimiento del conflicto auténticamente político tras su congelamiento por la guerra fría y el enfrentamiento entre bloques. Un nuevo orden global en definición potencia el conflicto y, con ello, a la política. Los mismos fenómenos son, para uno y otro, desencadenantes de lecturas contrarias. Para Beck el fin de la guerra fría, no ha significado el triunfo de uno de los dos modelos políticos en conflicto, sino que ha "resucitado" el problema del modelo político. Por eso Beck propone reinventar discursos e instituciones, para lo cual sería preciso acabar con todas las que siguen permaneciendo por inercia pero que ya no cumplen una función claramente
establecida o acorde con las necesidades de los tiempos que corren. Las " instituciones zombis", como las llama, deben ser exterminadas. El objetivo ahora es terminar con estas instituciones inertes El sociólogo británico Anthony Giddens ofrece una de las observaciones más agudas al señalarnos sintéticamente los drásticos cambios producidos en las sociedades desarrolladas en los últimos tiempos (en la familia, las tradiciones, las relaciones laborales y la democracia) y al trasladar esta lectura de los cambios sociales de fondo a una innovadora reflexión sobre la política. En su libro "Consecuencias de la Modernidad" (1990) Giddens sostiene una tesis simple y efectiva: vivimos en una fase de transición en la que comienzan a disolverse los presupuestos convencionales de la modernidad y de la sociedad industrial. Estamos en tránsito. Aún no hemos alcanzado un desarrollo de la ciencia y la tecnología tal que nos permita formular verdades incontrovertibles. Pero tampoco aún hemos alcanzado una situación de total fraccionamiento (augurada por los postmodernos) que imposibilite alcanzar algún conocimiento sistemático sobre la verdad. Hoy estamos inmersos en el proceso de cambio con profundas contradicciones y ambivalencias; o en palabras de Giddens, en la "modernización reflexiva" cruzada por dos fenómenos: la globalización y la "destradicionalización" o debilitamiento de los contextos tradicionales de acción. Los efectos de estos dos procesos son evidentes: desanclaje de las instituciones sociales y aplicación de la reflexividad al conjunto de las acciones humanas. Ante la ausencia de estos marcos, nuestra modernidad es reflexiva; lo que antes solía ser "natural" o aceptado por tradicional ahora es objeto de elección o decisión. En este mundo “en fuga” no podemos aferrarnos a la tradición, ni saciar las demandas recurriendo a las viejas instituciones como el Estado de Bienestar, ni apelar la ciencia o a los milagros tecnológicos. Ninguna de estas vías son capaces de producirnos ya seguridad ontológica. En estas condiciones, las instituciones son objeto de reconstrucción permanente. El mundo se convierte en un gran laboratorio del desarrollo social humano, en un gran experimento en el que ponemos a prueba nuestras reflexiones. Ante esta situación, paradójicamente los otrora conservadores apuestan por las transformaciones que den rienda suelta a la globalización, mientras la izquierda mantiene una actitud defensiva del Estado de Bienestar, del statu quo No caben dudas de que es preciso redefinir, reelaborar, reflexionar sobre el discurso político para ajustarlo a los dictados de una sociedad postradicional y post industrial y a partir de allí construir nuevos postulados. El modelo ilustrado centrado en la justicia, igualdad y participación, que se derivan de la autonomía moral del sujeto y que promueve la liberación de las condiciones que nos impiden adoptar decisiones libres, no alcanza hoy. El paradigma de la "política emancipatoria" que rige la política de la modernidad no ha perdido vigencia pero cede ante una realidad que no puede abarcar por completo. Allí donde antes se hacía hincapié en alcanzar una política de oportunidades de vida, ahora hablamos de una política de "estilo de vida". Los problemas de la distribución, eje central de la mayoría de los programas políticos de la modernidad, ceden ante una mayor preocupación por los "estilos de vida". En particular en las sociedades desarrolladas es común observar que las propuestas políticas giran en torno a cuestiones como el ocio y la necesidad de su disfrute; aunque a quienes vivimos en países con acuciantes problemas, aquellos nos parezca superfluo o, al menos, no central en la discusión política. Sin embargo, el rasgo básico de este nuevo paradigma es la visión del poder como energía generativa, como capacidad transformadora. Poder que reside en la libertad de elección y el potencial de tal elección. Estas consideraciones son importantes para reflexionar sobre nuestra realidad desde una visión diferente de la generalizada por neoliberales y defensores del a globalización sin restricciones.
Las transformaciones de esta era no se reducen a las económicas y financieras, aunque están sean intensas en sus efectos. Hay una influencia notable sobre cada uno de los individuos, sus elecciones de vida y la manera en que aborda este rápido proceso de transformación social local y global vigente. De allí que el debate sobre lo político y sobre el estado alcance otra dimensión y perspectiva (superior y distinta a la mera definición de su tamaño y capacidades de regulación) El debate político está más vivo que nunca si aceptamos que es necesario proponer otro modelo y abordar con reflexividad la nueva realidad a través de los diferentes planos que se yuxtaponen: lo local, lo nacional, lo regional, lo global. Esta nueva mirada contribuye a explicar las interdependencias mutuas que se crean entre la mundialización económica y la globalización de las comunicaciones, "las políticas de la identidad" (multiculturalismo, nacionalismo), las inercias de la organización institucional de la democracia moderna, los proceso de integración regional, etc.; de entre las cuales, ejercen sin dudas mayor influencia en la reorganización ideológica y política: el multiculturalismo y la globalización económica.
El desafío del multiculturalismo Estas, junto a identidades de otro tipo (de género u orientación sexual, por ejemplo) que exigen autonomía personal, reconocimiento, respeto o tolerancia o ayuda del Estado; dominan el horizonte de funcionamiento de las democracias y han sido tanto desestabilizadoras como progresistas cuando se han incorporado a la agenda política o han logrado el reconocimiento de la pluralidad y una mayor participación en el poder Es que si hablamos de la búsqueda de nuevos modelos políticos resulta ineludible volver a referirnos a las políticas de identidad. Las políticas de identidad constituyen uno de los ejemplos más claros de las críticas efectuadas en la postmodernidad a los "metarrelatos" como el comunismo, fascismo e imperialismo liberal; movimientos o ideologías que dominaron la escena en el siglo XX con su legado de exclusión de lo heterogéneo, anulación de lo distinto, de lo local, lo peculiar, lo diferente. El final de estos metarrelatos cuyo mayor símbolo es la caída del comunismo, disparó como ya hemos visto, fervores nacionalistas entre los estados subsumidos en cada bloque ideológico, pero, lo que es más importante a los fines de esta discusión, generó la sustitución de las políticas ideológicas por políticas de identidad. Surgen así múltiples apelaciones identitarias, muchas de ellas ligadas al culturalismo y el nacionalismo y comprendidas ahora desde la “construcción” que cada cual hace de su identidad. Como consecuencia, la política ha dejado de sustentarse en discursos omnicomprensivos para hacerlo en reivindicaciones particulares, capaces de reflejar la diversidad, ganando así espacio la reivindicación de nuevas libertades y una más extensa pluralidad. En un contexto de incertidumbre e inseguridad pero a la vez de márgenes políticos para “luchar por el reconocimiento” es comprensible pues la actual proliferación contemporánea de políticas de identidad. En definitiva, las políticas de identidad nos remiten a problemas espinosos y a menudo derivados de su incompatibilidad en valores como democracia, libertad, pluralismo, paz o justicia, o al menos con la forma tradicional de entender esos valores. Se presentan así como una oportunidad para la inclusión de lo diverso y la resistencia de lo particular frente al embate globalizador; pero también como una amenaza si no encuentran los canales adecuados para expresarse, reconocerse y definirse. Quizás la solución esté en generar nuevos modelos democráticos capaces de compatibilizar las demandas (ya sean nacionalistas o de otro tipo) con valores democráticos e instituciones acordes a los nuevos tiempos.
Mundialización económica y complejidad: los límites de la acción del estado Queda claro entonces que la globalización y en particular, la mundialización económica, han limitado seriamente a la política y al Estado. También, que no existen vías dogmáticas ni únicas
para hacer frente a este proceso de redefinición de los individuos, la sociedad y el Estado. La crisis del Estado sin embargo, tiene dos dimensiones diferentes, cuya distinción resulta fundamental para abordar nuestra búsqueda de un nuevo modelo. Por un lado, el estado sufre el embate de la mundialización; por el otro, ostenta su propia "crisis de dirección", es decir, tiene serias dificultades para abordar y controlar los procesos sociales que se encargaba tradicionalmente de "disciplinar". El estado no puede imponerse como antes por encima de los sistemas sociales. No sólo se encuentra desjerarquizado como consecuencia de la proliferación de organismos multinacionales, iuterestatales, transnacionales, etc.; sino también respecto de sus relaciones con la sociedad. El Estado se encuentra inmerso en una "estructura reticular", una red de relaciones tanto en el ámbito internacional (mercados, organizaciones supranacionales) como en el interno (grupos de presión o de interés) y debe adaptarse a ello para recuperar su capacidad de decisión y acción. Hemos pasado de un Estado-nación a lo que llamo un Estado-red, que está constituido por una red de relaciones entre los Estados-nación, las instituciones supranacionales, las internacionales y los entes locales y regionales, que tienen una creciente capacidad de gestión. El ejercicio de la política pasa cada vez más por una continua interacción, a veces negociada, a veces conflictiva, entre estos niveles distintos de instituciones estatales que forman el Estado-red. Estamos en un mundo en transformación, “en fuga”, que pone en cuestión las referencias ideológicas y fomenta las identitarias. Asimismo, es previsible, en el contexto económico-social de la globalización, la aparición de nuevas polarizaciones articuladas en torno a nuevos problemas sociales, como la inmigración. Las alternativas, sin embargo, transitan el mismo camino. La lógica adversarial en la política antes sintetizada en ideologías omnicomprensivas requiere hoy de análisis adecuados que generen nuevas formas estatales y nuevos relacionamientos con la sociedad. El Estado no ha muerto, ¡la política está más viva que nunca!