Teoría de la argumentación como acción comunicativa (Habermas)
(1)La argumentación como un tipo especial de acción comunicativa; (2)Los tres momentos, lógico, dialéctico y retórico del habla argumentativa; (3)Un modelo para la argumentación en el discurso de la racionalidad práctica (4)Conclusiones provisionales sobre la propuesta de Habermas.
Las tesis de Jürgen Habermas sobre la teoría de la argumentación fueron presentadas por el autor en dos textos: En el “Excurso sobre teoría de la argumentación” que hace parte del volumen I de su Teoría de la acción comunicativa (1981): 2 vol. Taurus, Madrid, 1999. Y en el tercer capítulo de Conciencia moral y acción comunicativa titulado “Ética del discurso. Notas sobre un programa de fundamentación” . 1983, Ediciones Península, Barcelona, 1985, p.p. 57-134.
La pragmática universal como punto de partida
“La pragmática universal tiene como tarea identificar y reconstruir las condiciones universales del entendimiento posible”... “He propuesto el nombre de “pragmática universal” para el programa de investigación que tiene por objeto reconstruir la base universal de validez del habla” Habermas (1976-1993): “¿Qué es una pragmática universal?”, p. 299 y p. 302
“Aspectos de la racionalidad de la acción” (Habermas, 1981/1999, p. 428)
Tipos de acción
Tipo de saber materializado
Forma de argumentación
Acción Teleológica: Instrumental estratégica
Saber utilizable en técnicas y estrategias
Discurso teórico
Actos de habla constatativos (conversación)
Saber teóricoempírico
Discurso teórico
Acción regulada Por normas
Saber prácticomoral
Discurso práctico
Acción dramatúrgica
Saber prácticoestético
Crítica terapéutica y crítica estética
Tipo de saber transmitido
Tecnologías y estrategias
Teorías
Representaciones Morales y jurídicas Obras de arte
El concepto de acción comunicativa se refiere a la interacción de a lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que (ya sea con medios verbales o con medios extraverbales) entablan una relación interpersonal. Los actores buscan entenderse sobre una situación de acción para poder así coordinar de común acuerdo sus planes de acción y con ello sus acciones. El concepto aquí central, el de interpretación, se refiere primordialmente a la negociación de definiciones de la situación susceptibles de consenso. En este modelo de acción el lenguaje ocupa (...) un puesto prominente.”
Cada uno de los tipos de acción presupone un concepto de “mundo” con el cual (o en el cual) se relacionan los actores sociales: la acción teleológica supone que existe un mundo objetivo, en el cual puede desempeñarse un actor (que puede ser un actor solitario). Cuando asume la forma de acción estratégica, puede incluir a los demás sujetos (sus deseos y expectativas) como parte del mundo objetivo; en la acción regulada por normas se supone, además del mundo objetivo, un mundo social constituido por normas que acatan al menos dos actores; la acción dramatúrgica introduce un tercer mundo, el mundo subjetivo, al que cada uno tiene un acceso privilegiado. Sólo la acción comunicativa supone simultáneamente los tres tipos de mundos, pues con ella los sujetos buscan entenderse en sus distintas pretensiones de validez. Podríamos decir que la acción comunicativa se desarrolla en el mundo de la vida, que incluye todas las interacciones cotidianas.
“Siempre que en la filosofía actual se ha consolidado una argumentación coherente en torno a los núcleos temáticos de más solidez, ya sea en Lógica o en teoría de la ciencia, en teoría del lenguaje o del significado, en Ética o en teoría de la acción, o incluso en Estética, el interés se centra en las condiciones formales de la racionalidad del conocimiento, del entendimiento lingüístico y de la acción, ya sea en la vida cotidiana o en el plano de las experiencias organizadas metódicamente o de los discursos organizados sistemáticamente. La teoría de la argumentación cobra aquí una significación especial, puesto que es a ella a quien compete la tarea de reconstruir las presuposiciones y condiciones pragmático-formales del comportamiento explícitamente racional.” Habermas (1981-1999), vol. I, p. 16
“la racionalidad inmanente a la práctica comunicativa cotidiana remite a la práctica de la argumentación como instancia de apelación que permite proseguir la acción comunicativa con otros medios cuando se produce un desacuerdo que ya no puede ser absorbido por las rutinas cotidianas y que, sin embargo, tampoco puede ser decidido por el empleo directo, o por el uso estratégico, del poder” (p. 36)
“... pienso que el concepto de racionalidad comunicativa, que hace referencia a una conexión sistemática, hasta hoy todavía no aclarada, de pretensiones universales de validez, tiene que ser adecuadamente desarrollado por medio de una teoría de la argumentación” (p. 36) “Llamo argumentación al tipo de habla en que los participantes tematizan las pretensiones de validez que se han vuelto dudosas y tratan de desempeñarlas o de recusarlas por medio de argumentos” (p. 37). En “Teorías de la verdad” (1972) Habermas había definido un argumento como “la razón que nos motiva a reconocer la pretensión de validez de una afirmación o de una norma o valoración” (Habermas, 1989, p. 141)
Como previamente lo han hecho Perelman y Toulmin, Habermas expresa la idea de “pretensión de validez” acudiendo a una analogía jurídica: “Acerca de qué es una pretensión de validez podemos aclararnos recurriendo al modelo de una pretensión o demanda jurídica. Una pretensión puede entablarse, es decir, hacerse valer, puede discutirse o defenderse, puede rechazarse o reconocerse. Las pretensiones que son reconocidas cobran fuerza jurídica.” Habermas: “Teorías de la verdad” (1972), en Habermas (1984-1989), p. 115
“El concepto de fundamentación va íntimamente unido al de aprendizaje” (p. 37) “... los procesos de aprendizaje por los que adquirimos conocimientos teóricos y visión moral, ampliamos y renovamos nuestro lenguaje evaluativo y superamos autoengaños y dificultades de comprensión, precisan de argumentación” (p. 43)
Objeto de la argument. Formas de argumentación Discurso teórico
Discurso práctico Crítica estética
Manifestaciones o emisiones problemáticas
Pretensiones de validez Controvertidas
Verdad de las proposiciones; Cognitivo-instrumentales Eficacia de las acciones teleológica (instrumentales o estratégicas) Rectitud de las normas Práctico-morales intersubjetivas de acción Evaluativas
Adecuación de los estándares de valor (culturales)
Veracidad de las Crítica terapéutica Expresivas manifestaciones o emisiones expresivas Inteligibilidad y corrección Discurso explicativo ---------constructiva de los productos simbólicos Tipos de argumentación (Habermas, 1981/1999, p. 44)
I. - El discurso teórico es “la forma de argumentación en que se convierten en tema (de discusión) las pretensiones de verdad que se han vuelto problemáticas”. Dicho de otro modo, el discurso teórico es el medio en el que pueden ser elaboradas productivamente, convertidas en objeto de aprendizaje, las “experiencias negativas” del desacierto, la refutación de hipótesis o el fracaso en las intervenciones en el mundo. Aquí se trata del primero de los tipos de pretensiones de validez: Las pretensiones de validez podrán adoptar la forma de verdad proposicional, eficacia de las reglas de acción teleológica (instrumental o estratégica), rectitud de las normas de acción intersubjetiva (práctico-moral), adecuación de los estándares de valor de tipo cultural, veracidad (o autenticidad) de las manifestaciones o emisiones expresivas de los actores sociales, o de inteligibilidad y corrección constructiva de los productos lingüísticos y simbólicos.
Racionalidad del Discurso teórico-instrumental. “Llamamos racional a una persona que en el ámbito de lo cognitivo-instrumental expresa opiniones fundadas y actúa con eficiencia; sólo que esa racionalidad permanece contingente si no va a su vez conectada a la capacidad de aprender de los desaciertos, de la refutación de hipótesis y del fracaso de las intervenciones en el mundo” (p. p. 37-38)
II. - El discurso práctico “es el medio en el que puede examinarse hipotéticamente si una norma de acción, esté o no reconocida de hecho, puede justificarse imparcialmente”, es decir, que es “la forma de argumentación en que se convierten en tema las pretensiones de rectitud normativa”. Este discurso también es un ejercicio de racionalidad, pues “llamamos racional a aquel que en un conflicto normativo actúa con lucidez, es decir, no dejándose llevar por sus pasiones ni entregándose a sus intereses inmediatos, sino esforzándose por juzgar imparcialmente la cuestión desde un punto de vista moral y por resolverla consensualmente.” (p. 38)
III. - La crítica estética es la forma de argumentación en la que “se convierte en tema de discusión la adecuación p propiedad de los estándares de valor y, en general, de las expresiones de nuestro lenguaje evaluativo”. Así como el discurso teórico corresponde al ámbito cognitivo-instrumental y el discurso práctico al ámbito práctico-moral, la crítica estética corresponde al ámbito de las manifestaciones evaluativas. No se denomina “discurso” sino “crítica” porque “las argumentaciones que sirven a la justificación de estándares de valor no cumplen las condiciones del discurso”
“Los valores culturales, a diferencia de las normas de acción, no se presentan con una pretensión de universalidad. Los valores son a lo sumo candidatos a interpretaciones bajo las que un círculo de afectados puede, llegado el caso, describir un interés común y normarlo”. En términos perelmanianos, los valores adscritos a una comunidad particular no se presentan, en principio, como dirigidos al auditorio universal. No por ello la forma de argumentación que constituye la “crítica estética” habermasiana es menos racional, pues “llamamos racional a una persona que interpreta sus necesidades a la luz de los estándares de valor aprendidos de su cultura; pero sobre todo cuando es capaz de adoptar una actitud reflexiva frente a los estándares de valor con que interpreta sus necesidades.” (p.p. 39-40)
IV. - La crítica terapéutica es la forma de argumentación “que sirve para disipar autoengaños sistemáticos”. Ella corresponde al ámbito de las manifestaciones expresivas del sujeto. Su nombre surge por analogía con el modelo de argumentación que se da en el diálogo psicoterapéutico entre médico y paciente. Su racionalidad se expresa en que consideramos racional “el comportamiento de una persona que está dispuesta a, y es capaz de, liberarse de sus ilusiones, ilusiones que no descansan tanto en un error (sobre hechos) como en un autoengaño (sobre las propias vivencias)”. Esta crítica se ejerce sobre las manifestaciones de los propios deseos e inclinaciones, de los sentimientos y estados de ánimo, que se presentan con la pretensión de veracidad.
“quien sistemáticamente se engaña sobre sí mismo se está comportando irracionalmente, pero quien es capaz de dejarse ilustrar sobre su irracionalidad, no solamente dispone de la racionalidad de un agente capaz de juzgar y de actuar racionalmente con arreglo a fines, de la racionalidad de un sujeto moralmente lúcido y digno de confianza en asuntos práctico-morales, de la racionalidad de un sujeto sensible en sus valoraciones y estéticamente capaz, sino también de la fuerza de comportarse reflexivamente frente a su propia subjetividad y penetrar las coacciones irracionales a que pueden estar sistemáticamente sometidas sus manifestaciones cognitivas, sus manifestaciones práctico-morales y sus manifestaciones práctico-estéticas. También en este proceso de autorreflexión juegan su papel las razones...”
V. - El discurso explicativo es “la forma de argumentación en la que no se supone o se niega ingenuamente que las expresiones simbólicas sean inteligibles, estén bien formadas o sean correctas, sino que el asunto se convierte en tema como una “pretensión de validez” controvertida.” Se trata aquí de la forma de comportamiento de “un intérprete que ante dificultades de comprensión tenaces, se ve movido, para ponerles remedio, a convertir en objeto de comunicación los medios mismos de entenderse”.
El discurso explicativo puede seguir dos líneas: “por un lado, se trata de ver si las manifestaciones simbólicas son inteligibles o están bien formadas, es decir, si las expresiones simbólicas son correctas, esto es, si han sido producidas de conformidad con el correspondiente sistema de reglas generativas (...). Por otro lado, se trata de explicar el significado de las manifestaciones o emisiones –una tarea hermenéutica, de la que la práctica de la traducción representa un modelo adecuado.” Aquí también hay una expresión de racionalidad, pues “se comporta irracionalmente quien hace un uso dogmático de sus propios medios simbólicos de expresión.” (p. 42)
Las “tres aspectos del habla argumentativa” o “tres esferas de presupuestos de la argumentación” 1) La esfera lógica de los productos (o el aspecto de producto del habla argumentativa) se caracteriza por la intención fundamental de desempeñar o fundamentar (comprobar o rechazar) una pretensión de validez (presentada como hipótesis) por medio de argumentos. Vistas desde este aspecto las argumentaciones han de servir para producir argumentos que sean pertinentes y que convenzan en virtud de sus propiedades intrínsecas. Pertenecen a este aspecto las estructuras que definen la forma interna de los argumentos y las relaciones que los argumentos guardan entre sí.
2) La esfera dialéctica de los procedimientos (o el aspecto de procedimiento del habla argumentativa) se caracteriza por la intención fundamental de cerrar la disputa en torno a las pretensiones de validez hipotéticas con un acuerdo racionalmente motivado. En este aspecto la argumentación es una forma de interacción sometida a una regulación especial (las argumentaciones se manifiestan como procesos de comprensión regulados), de tal modo que los implicados asumen una división cooperativa de trabajo entre proponentes y oponentes, y tematizan una pretensión de validez que se ha vuelto problemática y, “exonerados de la presión de la acción y la experiencia, adoptando una actitud hipotética, examinan con razones, y sólo con razones, si procede reconocer o no la pretensión defendida por el proponente.” Pertenecen a esta esfera las estructuras de una competición, ritualizada, por los mejores argumentos.
3) El círculo retórico de los procesos (o el aspecto de proceso del habla argumentativa) tiene la intención fundamental “convencer a un auditorio universal”. Aquí el discurso argumentativo se presenta como un proceso de comunicación que tiene que satisfacer condiciones ideales: pues supone las “estructuras de una situación de habla inmunizada de forma especial contra la represión y la desigualdad” y se presenta como una forma de comunicación “suficientemente próxima a las condiciones ideales”. Su estructura corresponde a una situación ideal de habla especialmente inmunizada contra la represión y la desigualdad.
Intención fundamental
Estructura argumentativa
ESFERA LÓGICA DE
ESFERA DIALÉCTICA DE CÍRCULO RETÓRICO
LOS PRODUCTOS
LOS PROCEDIMIENTOS
DE LOS PROCESOS
Fundamentar una
Cerrar las disputas con un
Convencer a un auditorio
pretensión de validez por
acuerdo racionalmente
universal
medio de argumentos
motivado
Forma interna de los
Competición reglamentada
argumentos y relaciones
por el mejor argumento
Situación ideal de habla
entre ellos Tiempo
Otros contenidos
Pasado (Productos
Presente (del diálogo, debate Futuro (del entendimiento
heredados de la tradición
o disputa
posible
Premisas, datos, reglas de Máximas de la
Discursos teóricos y
inferencia (formales)
conversación,
prácticos; ciencias;
nexos argumentales, etc.
reconocimiento del otro;
filosofías universalistas,
erística; crítica estética; etc. etc.
Un modelo para la argumentación en el discurso de la racionalidad práctica I. En la esfera lógico-semántica, “las argumentaciones han de servir para producir argumentos atinados y convincentes desde el punto de vista de sus propiedades intrínsecas, con los que se puedan comprobar o rechazar las pretensiones de verdad”; del catálogo de Alexy serían ejemplos: 1.1. Ningún hablante debe contradecirse. 1.2. Cualquier hablante que aplique un predicado F a un objeto a, debe estar dispuesto a aplicar el predicado F a cualquier otro objeto que coincida con a en todos los aspectos relevantes, y 1.3. Distintos hablantes no pueden emplear la misma expresión con distintos significados.
II. En el nivel de los procedimientos dialécticos la argumentación aparece como una búsqueda cooperativa de la verdad (o del mejor argumento), en un proceso regulado de tal modo que proponentes y oponentes puedan situarse hipotéticamente por encima de las presiones de la acción y traten de evaluar las pretensiones de validez problematizadas. Del catalogo de Alexy serían ejemplos: 2.1. Cada hablante sólo puede afirmar aquello en lo que verdaderamente cree. 2.2. Quien introduce un enunciado o norma que no es objeto de la discusión debe dar una razón para ello.
En el nivel de los procesos retóricos, la argumentación aparece como un proceso de comunicación que aspira a satisfacer las condiciones de una situación ideal de habla; es decir, una situación que estuviera inmunizada contra la represión y la desigualdad; una que, en la búsqueda del entendimiento, excluye toda coacción que no sea la del mejor argumento. Serían ejemplos en catálogo de Alexy: 3.1. Cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción puede participar en la discusión. 3.2. A. Cualquiera puede cuestionar cualquier afirmación. B. Cualquiera puede introducir cualquier afirmación en el discurso. C. Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades. 3.3. A ningún hablante puede impedírsele el uso de los derechos establecidos en 3.1 y 3.2 mediante coacción interna o externa al discurso.
Conclusión: DINÁMICA DE LA ACCIÓN ARGUMENTATIVA La acción argumentativa es un tipo especial de “acción comunicativa” que se realiza para resolver una duda o plantear una hipótesis, mediante uno a más macro-actos de habla (argumentos), en una secuencia de tres momentos: 1. Surgimiento de una duda o cuestionamiento sobre las afirmaciones de otro o sobre las premisas o procedimientos aceptados por los participantes en el intercambio comunicativo. 2. Decisión de los participantes de tematizar o debatir los distintos puntos de vista mediante argumentos (presunta o realmente) antagónicos. 3. Búsqueda de una solución de la disputa, mediante la disolución, aclaración o superación de uno u otro de los argumentos en disputa. Solución que consiste en determinar la fuerza relativa de los argumentos (resultante de su potencia ‘suasiva’ y el grado de validez que poseen para los auditorios implicados).
Estos tres momentos pueden ser denominados: 1. Momento epistemo-lógico. (Que responde al conjunto de acuerdos: preconceptos, premisas y presunciones, aceptados de entrada por los interlocutores al momento de surgir la duda) 2. Momento dialéctico (Que corresponde al conjunto de procedimientos usados para defender o cuestionar un punto de vista. Procedimientos aceptados por el interlocutor y-o aceptados por un auditorio de terceros imparciales) 3. Momento retórico (Modo de concluir el proceso en litigio, determinando la fuerza de los argumentos en disputa y el mayor o menor grado de universalidad de sus pretensiones de validez).
En otras palabras: I. El entorno epistemo-lógico está constituido por los acuerdos1 que posee el habitante de un mundo de la vida, en tanto capaz de lenguaje y acción. De él hacen parte un lenguaje común y unos sistemas de reglas y máximas provenientes de la experiencia vital, organizados con cierta lógica que suele llamarse sentido común, mentalidad (que a veces se condensan en ideologías, doctrinas y reglas explícitas). El entorno epistemológico es nuestra respuesta a la pregunta ¿Qué sabemos?
II. El momento dialéctico, que explicita la duda o el desacuerdo, como momento de antagonismo, da lugar a la crítica, al debate. La crítica, el debate y el diálogo suelen estar regidos por reglas, a veces implícitas, por evidentes, o explícitamente acordadas. El debate y el diálogo pueden quedar truncos o no llegar a ningún acuerdo; pero cuando logran la solución de la disputa reconstituyen el marco del saber a nivel de un nuevo acuerdo o acuerdo2. En general el momento dialéctico responde a la pregunta: ¿Cómo enfrentar el desacuerdo?
III. El momento retórico es el que da cuenta de los criterios de persuasión y validez que permitirán el logro del acuerdo2. Criterios para determinar el logro de una persuasión eficaz y de un convencimiento razonable. El momento retórico intenta responder a la pregunta ¿mediante cuales elementos de persuasión (eficacia) y qué criterios de convencimiento (validez) se ha logrado el acuerdo2?
Esquema de la dinámica de la acción argumentativa
Momento dialéctico (¿Cómo enfrentar el desacuerdo?)
Momento epistemológico (entorno de acuerdos1 del mundo de la vida)
Momento retórico (¿Cómo construir el acuerdo2?)