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Capítulo 6 La Capital en Llamas, Dong Zhuo Comete una Atrocidad; Sun Jian Rompe su Juramento Ocultando el Sello Hereditario Imperial.
Zhang Fei cabalgó hacia el Paso, pero los defensores le arrojaron piedras y flechas en torrente por lo que no pudo entrar y se volvió. Los ocho jefes se congratularon en felicitaciones a los tres hermanos por sus servicios, y el relato de su victoria fue enviado a Yuan Shao, quien ordenó a Sun Jian que avanzara inmediatamente. Acto seguido Sun Jian, con dos leales generales, Cheng Pu y Huang Gai, fueron hacia el campamento de Yuan Shu. — Dong Zhuo y yo no tenemos ninguna disputa personal — — dijo Sun Jian trazando figuras en la tierra con su bastón — . Ahora mismo tengo que lanzarme a la batalla sin reparar en las consecuencias, exponiendo mi persona al peligro de herirme y luchar sangrientas batallas hasta su amargo final. ¿Y por qué? Podría ser porque eso significaría tomar las riendas de mi país de un rebelde y… para la ventaja personal de su familia. Aún usted, teniendo en cuenta los calumniosos comentarios de cierto consejero, que me negó ocultamente los l os abastecimientos que eran absolutamente necesarios para mi, y que me llevaron a la derrota. ¿Cómo puede explicarlo, General? Yuan Shu, confuso y asustado, no tuvo palabras para responder. Ordenó la muerte del calumniador para aplacar a Sun Jian. — Hay un oficial que ha venido desde el Paso para verle, General — le dijeron a Sun Jian — . Está en el campamento. Sun Jian entonces pidió permiso y volvió a su campamento, donde encontró que el visitante era Li Jue, uno de los muchos comandantes de confianza de Dong Zhuo. — ¿Por qué has venido? — dijo Sun Jian. — Eres la única persona a la que mi maestro respeta y admira — respondió Li Jue — , y él me ha enviado para proponerle una alianza matrimonial entre las dos familias. Mi señor desea que su hija se convierta en la esposa de su hijo. — ¡Qué! ¡Dong Zhuo, ese rebelde y renegado, ese trastornador del Trono! ¡Desearía poder destruir sus nueve generaciones y poder ofrecer así un servicio al imperio! ¿De verdad crees que deseo hacer una alianza con una familia como esa? No te voy a matar como es mi deber hacerlo, pero vete, ¡y vete rápido! Cede el Paso y os perdonaré la vida. ¡Si os retrasáis moleré vuestros huesos a polvo y haré picadillo pica dillo de vuestra carne!
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Li Jue levantó sus brazos sobre su cabeza y se marchó. Volvió junto a su maestro y le contó la brusca recepción que había tenido. Dong Zhuo preguntó a su consejero Li Ru cómo responder a esto. — La última derrota de Lu Bu ha minado algo el deseo de nuestro ejército por luchar — dijo Li Ru — . Podría estar bien volver a la capital y eliminar al Emperador de Changan, ya que los niños últimamente cantan por la calle:
En el oeste un Han, en el este un Han. El borrego (emperador) en Changan no sería molestia.
— Si
medita sobre este pareado — continuó Li Ru — , se aplica a la coyuntura actual. La mitad de la primera línea se refiere al fundador de la dinastía, Liu Bang el Ancestro Supremo, quien ha acabado gobernando en la ciudad occidental de Changan, la cual fue capital durante veinte reinados. La otra mitad corresponde a Liu Xiu, el Último Fundador Han quien gobierna desde Luoyang, la capital oriental durante los últimos veinte reinados. La revolución de los cielos puede llevarle a estos momentos iniciales. Por eso, si elimina Changan no tendrá necesidad de preocuparse. Dong Zhuo estaba extremadamente complacido y dijo: — ¡Si no me lo dices no me doy cuenta! Entonces, llevando a Lu Bu consigo, Dong Zhuo partió hacia la Capital Luoyang. Una vez allí llamó a un gran concilio a todos los oficiales en el Palacio y se dirigió a ellos: — Después de dos siglos de mandato, la fortuna real se encuentra exhausta, y he percibido que el aura del poder ha emigrado a Changan, adonde ahora deseo mover la corte. Será mejor que os preparéis todos para el viaje. 28 — Ruego que reflexione — dijo Yang Biao, Ministro del Interior — . La Tierra Sin Pasos está totalmente destruida. No hay razón para renunciar a los templos ancestrales y abandonar las tumbas imperiales que allí hay. Temo que la gente se alarme. Son fáciles de alarmar pero difíciles de apaciguar. — ¿Te opones a los planes del estado? — dijo Dong Zhuo enfadado. Otro oficial, el Gran Comandante Huang Wan, apoyó a su colega. — En la era del Recomienzo (23-25 D.C.) Fan Chong de los rebeldes Cejas Púrpuras quemó el área de Changan y redujo el lugar a astillas 29. Todos los habitantes se dispersaron salvo unos pocos. Es un error abandon aba ndonar ar esos palacios para terrenos baldíos. — El Este del Paso está lleno de insurrectos, y todo el imperio está rebelado — contestó Dong Zhuo — . La ciudad de Changan está protegida por las Montañas Yaohan y el Paso Hangu. Además, Longyou está cerca, de donde se puede producir fácilmente madera, piedra, ladrillos y materiales para la edificación. En un mes más o menos se pueden levantar palacios. ¡Por eso tragaos vuestras insolentes palabras!
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La Tierra Sin Pasos, o Guanzhong, era el área circundante a Changan. En los años finales de la usurpación de Wang Mang los rebeldes pululaban por todo el país. Los Cejas Púrpuras eran una de las más activas de las bandas de los ladrones. Finalmente capturaron Changan y Wang Mang fue asesinado en la lucha.
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Enseguida el Ministro de Trabajo Xun Shuang expuso otra protesta sobre los disturbios populares, pero Dong Zhuo también lo mandó callar. — ¿Cómo puedo detenerme a considerar a un poco del populacho cuando mis planes afectan a todo el imperio? — dijo Dong Zhuo. Ese día los tres objetores, Yang Biao, Huang Wan y Xun Shuang, fueron removidos de sus cargos y rebajados al rango ra ngo de plebeyos. En cuanto Dong Zhuo salió para montarse en su carruaje se encontró con otros dos oficiales que le habían jurado obediencia. Eran el Presidente del Secretariado Zhou Bi y el Comandante de las Puertas de la Ciudad Wu Quiong. Dong Zhuo se paró y les preguntó que a qué estaban esperando. — Esperamos poder disuadirle de trasladar la capital a Changan — dijo Zhou Bi. — Vosotros me persuadisteis para darle un cargo a Yuan Shao — respondió Dong Zhuo — ¡Ahora se ha convertido en un traidor, t raidor, y vosotros sois del mismo grupo! Y así, sin más, ordenó a sus guaridas que se los llevaran fuera de la ciudad y los ejecutaran. La orden de marchar a la nueva capital fue inmediatamente promulgada. Hablando con Dong Zhuo, Li Ru le señaló: s eñaló: — Andamos cortos de dinero y de comida, y la gente adinerada de Luoyang podrían ser fácilmente saqueados. Es una buena ocasión para relacionarlos con los rebeldes y confiscarles sus pertenencias. Dong Zhuo envió cinco mil soldados a saquear y a asesinar. Capturaron varios miles de propietarios acaudalados y, poniendo astas de banderas en sus cabezas diciendo que eran traidores y rebeldes , los condujeron fuera de la ciudad y los mataron. Sus propiedades fueron expropiadas en su totalidad. t otalidad. La tarea de conducir a los habitantes, varios millones de ellos, fue dada a dos de los comandantes de Dong Zhuo, Li Jue y Guo Si. La gente fue dividida en grupos, cada uno entre dos regimientos de soldados, quienes los condujeron a Changan. Un enorme número cayó en el camino y murió en la cuneta, y la escolta saqueó a los fugitivos y deshonró a las mujeres. Numerosos lamentos se alzaron al cielo. Las órdenes finales de Dong Zhuo al abandonar la Capital Luoyang fue quemar todos los edificios de la ciudad: casas, palacios, templos y todo aquello que pudiera ser pasto de las llamas. La capital se convirtió en un infierno en la tierra. Dong Zhuo envió a Lu Bu a profanar los sepulcros de los emperadores y sus consortes de las joyas que en ellas había, y los soldados rasos aprovecharon la ocasión para desenterrar las tumbas de los oficiales y saquear los cementerios de la gente acaudalada. El espolio de la ciudad, oro y plata, perlas y sedas, y ricos ornamentos llenaron varios miles de carromatos. car romatos. Con eso y la persona del Emperador y su corte, Dong Zhuo marchó a la nueva capital en el primer año de la Inauguración de la Tranquilidad (190 D.C.). Luoyang siendo abandonada y con el general de Dong Zhuo en el Paso del Río Si, Zhao Cen evacuó este punto estratégico, el cual Sun Jian una vez ocupó. Liu Bei y sus hermanos tomaron el Paso de la Trampa del Tigre y los señores s eñores confederados avanzaron. Sun Jian se precipitó hacia la última capital la cual todavía permanecía ardiendo. Cuando llegó un denso humo se extendía por varias millas a la redonda. Ni un solo ser viviente, ni un ave, ni un perro o un ser humano permaneció allí. Sun Jian ordenó a sus soldados que apagaran el fuego y que establecieran el campamento de los señores confederados. Cao Cao fue a ver a Yuan Shao y dijo: — Dong Zhuo se ha ido al oeste. Debemos perseguirle y atacar su retaguardia sin perder más tiempo. ¿Por qué permanece inactivo?
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— Todos
nuestros compañeros están agotados, y no hay nada que ganemos atacando —
dijo Yuan Shao. — Este momento era el más propicio mientras reinaba la confusión; los palacios arden, el Emperador secuestrado, todo el mundo disgustado, y sin nadie sabiendo lo que va a pasar. El villano va a caer dentro de poco, y un solo golpe podría exterminar a Dong Zhuo. ¿Por qué no perseguirlo? Pero todos los señores confederados parecían tener una única idea en mente, y era posponer toda acción. Por eso no hicieron nada. — ¡Estas indignas personas no pueden discutir nada digno! — — gritó Cao Cao. Entonces él y sus seis generales, Xiahou Dun, Xiahou Yuan, Cao Ren, Cao Hong, Li Dian y Yue Jing, y diez mil tropas comenzaron la persecución. El camino a la nueva capital pasaba a través de Yingyang. Cuando Dong Zhuo llegó allí el Gobernador Xu Rong fue a darle la bienvenida al desfile. — Como hay cierto peligro de que nos persigan — dijo Li Ru — sería buena idea ordenar al Gobernador de este lugar que tendiera una emboscada fuera de la ciudad. Permitirá el paso a los perseguidores y después les cortará la retirada, entonces nuestro ejército se enfrentará al de ellos. Eso le enseñará a los demás a que no nos persigan. Entonces Dong Zhuo ordenó a Lu Bu que comandara la retaguardia. Enseguida se vio a Cao Cao llegando, y Lu Bu rió ante la artimaña de su colega. Dispuso sus tropas en posición de batalla. Cao Cao cabalgó hacia adelante, a delante, gritando: — ¡Rebeldes, secuestradores, pastores de personas! ¿¡Dónde vais!? — ¡Traidor simplón! ¿Qué palabras tan feas son esas? — respondió Lu Bu. Entonces del ejército de Cao Cao se adelantó Xiahou Dun con su juego de lanzas, y Lu Bu y Xiahou Dun entablaron combate. La lid estaba comenzando a endurecerse cuando Li Ru con una cohorte llegó por la izquierda. Cao Cao ordenó a Xiahou Yuan que aguantara esa acometida. Sin embargo por el otro lado apareció Guo Si y su compañía. Cao Cao mandó a Cao Ren contra Guo Si. La avalancha por tres bandas fue demasiado para aguantar, y el ejército de Lu Bu comenzaba a dominar, por lo que Xiahou Dun tuvo que retirarse a la unidad principal. Mientras tanto las tropas de Lu Bu atacaban y completaron la derrota. El derrotado ejército de Cao Cao regresó a Yingyang. Llegaron hasta la falda de una colina sobre la madrugada, y la luna brillaba como si fuese de día. Allí pararon para volver a formar. Mientras ponían los calderos para preparar la comida escucharon un gran estruendo proveniente de todas direcciones y las tropas del Gobernador Xu Rong cayeron sobre ellos en una emboscada. Cao Cao, movido por el frenesí, montó y huyó. Corrió en dirección de Xu Rong, quien le estaba esperando. Entonces giró en otra dirección, pero Xu Rong disparó una flecha tras él alcanzándole en el hombro. Con la flecha todavía en la herida Cao Cao huyó por su vida. Así fue a través de la colina, dos soldados se escondían a la espera entre la hierba y le sorprendieron hiriendo a su caballo, el cual cayó y derribó a su jinete. Y como había caído de su montura fue atrapado y hecho prisionero. pr isionero. Justo entonces llegó un caballero, cabalgando caba lgando a todo galope y agitando a gitando su espada, sesgó a los captores y rescató a Cao Cao. Era Cao Hong. — Estoy condenado, mi buen hermano — dijo Cao Cao — . ¡Vete y sálvate tú! — ¡Mi señor, monte en mi caballo, rápido! ¡Yo iré a pie! — — dijo Cao Hong. — ¿Qué pasará si vienen esos miserables? — dijo Cao Cao. — ¡El mundo puede vivir sin Cao Hong, pero no sin usted, mi señor! — Si vivo te deberé mi vida — dijo Cao Cao.
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Y así montó. Cao Hong se arrancó su peto, empuñó su espada y fue a pie tras el caballo. Así procedieron cuando comenzaba a despuntar el alba, en el momento en que vieron ante ellos un amplio arrollo, y tras ellos escucharon los gritos de los perseguidores perseguidores cada ca da vez más cerca. — Este es mi destino — dijo Cao Cao — . ¡Estoy muerto! Cao Hong ayudó a Cao Cao a bajar de su caballo. Entonces quitándose su uniforme de guerra y su casco Cao Hong cargó al hombre herido a su espalda y se metió en el arrollo. Entonces llegaron a la otra orilla los perseguidores desde donde les dispararon flechas. Cao Cao continuó todo mojado. El amanecer estaba cerca. Continuaron otras diez millas y entonces se sentaron a descansar bajo un precipicio. De repente fuertes gritos fueron escuchados y un grupo de caballos apareció. Era el Gobernador Xu Rong quien había vadeado el río más arriba. En ese mismo momento Xiahou Dun y Xiahou Yuan, con muchas docenas de hombres, se presentaron. — ¡No toquéis a mi señor! — — gritó Xiahou Duno a Xu Rong, quien se apresuraba también. Pero el combate fue corto. Xu Rong rápidamente clavó una lanza a Xiahou Dun, y sus tropas fueron dispersadas. No mucho antes otros generales habían llegado. Alegría y tristeza se juntó en su ser. Se reunieron reunieron unos cientos cientos de soldados y entonces volvieron volvieron a Luoyang. Cuando los señores confederados entraron en Luoyang, Sun Jian, después de extinguir los fuegos, acampó dentro de las murallas y situó su propia tienda cerca del Templo Dinástico. Su gente limpió los escombros y cerraron las tumbas abiertas. Las puertas fueron enrejadas. En el lado del Templo Dinástico puso gran toldo conteniendo c onteniendo tres apartamentos, y allí pidió reunirse r eunirse a los señores y reemplazó las inscripciones sagradas con solemnes sacrificios y rezos. r ezos. Esta ceremonia terminó, los demás se fueron y Sun Jian volvió a su tienda. Esa noche las estrellas y la luna disputaban entre ellas en su brillo. Mientras Sun Jian permanecía sentado al aire libre mirando hacia el cielo vio una niebla extendiéndose sobre la estrella de la constelación del Dragón. — La estrella del Emperador está apagada — dijo Sun Jian entre suspiros — . No es sorprendente una rebelión de los ministros azoten al estado, que la gente sea sustituida por polvo y ceniza y que la capital esté reducida a escombros. Y sus lágrimas comenzaron a caer. ca er. Entonces un soldado ubicado en el sur dijo: — ¡Hay un rayo de luz de colores saliendo de un pozo! Sun Jian ordenó a su gente que encendiera antorchas y que descendieran al pozo. Al poco encontraron el cadáver de una mujer, que al estar demasiado descompuesto podría llevar muchos días. Iba ataviada con las ropas de Palacio y de su cuello colgaba una bolsa bordada. Abriéndola una caja roja fue encontrada, con una cerradura de oro, y cuando la caja fue abierta vieron un sello de jade, de forma cuadrada, de cuatro pulgadas por lado. En el sello había un delicado grabado de cinco ladrones entrelazados. Una esquina estaba rota y había sido reparada con oro. Había ocho caracteres en el grabado del sello que se podían interpretar así: He recibido la orden del Cielo: Mi tiempo siempre podrá podrá ser largo y próspero. próspero.
Sun Jian se lo mostró a su consejero, el General Cheng Pu, quien enseguida lo reconoció como el Sello Hereditario Imperial del Emperador. E mperador. 30 — Este sello tiene una historia — dijo Cheng Pu — . En los viejos días Bian He vio un fénix sentado en una piedra en particular en la falda de las Montañas Jing. Le ofreció la piedra a 30
Bian He del estado de Chu (hacia el 800 A.C.) encontró una piedra de jade en las Montañas Jing y se la regaló a los dos reyes de Chu, pero fue condenado a que le amputaran los pies porque la piedra resultó ser falsa. Cuando un nuevo rey tomó el trono, Bian He lo volvió a intentar, y en esta ocasión la piedra fue reconocida por la pureza del jade.
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la corte. El Rey de Chu partió la piedra y encontró una pieza de jade. En el vigésimo sexto año de la Dinastía Qin (221 A.C.), un tallador de jade hizo un sello con la pieza, y Li Si 31, el Primer Ministro del Primer Emperador, grabó los caracteres. Dos años después, mientras el Primer Emperador estaba navegando en el Lago Dongting, llegó una horrible tormenta. El Emperador arrojó el sello al agua como como un ofrecimiento conciliatorio y la tormenta cesó de inmediato. Diez años después otra vez, cuando el Primer Emperador estaba haciendo una visita y estaba llegando a Huaying, un anciano salió de la cuneta ofreciendo el sello a uno de los sirvientes diciendo: «ha sido restaurado por el dragón ancestral» y desapareció. De esta forma esta joya volvió a Qin. » Al año siguiente el Primer Emperador murió. Después Zi Ying, el siguiente Emperador de Qin y el abuelo del Primer Emperador regalaron el sello a Liu Ban el Ancestro Supremo, el fundador de la Dinastía Han. Doscientos años después, en la rebelión de Wang Mang, la madre del Emperador, la Señora Yuan, golpeó a dos de los rebeldes, Wang Xun y Su Xian, con el sello s ello y rompió una esquina, la cual fue reparada con oro. Liu Xiu, el Último Fundador Han, tomó posesión de ello en Yiyang, y desde entonces ha sido legado regularmente. » He escuchado que este atesorado sello se perdió durante el problema en Palacio cuando los Diez Séquitos Acompañantes huyeron con el Emperador. Se perdió con la vuelta de Su Majestad. Ahora, mi señor, helo aquí y sin duda vendrá la dignidad imperial. Pero no debe quedarse aquí en el norte. Debe irse rápidamente a su hogar de Changsha, al sur del Gran Río 32, donde podrá elaborar planes para la ejecución del gran designio. — Tus palabras concuerdan exactamente con mis sentimientos — dijo Sun Jian — . Mañana pondré una excusa de que no me siento bien y me iré. Le dijeron a los soldados que guardaran el secreto del descubrimiento. Pero uno de ellos era compatriota del jefe electo de la confederación, Yuan Shao. Pensó que podría suponerle gran ventaja, por lo que abandonó el campamento y traicionó a su maestro. Fue al campamento de Yuan Shao, informó del secreto, y recibió una generosa recompensa. Yuan Shao mantuvo la información en su propia tiend t ienda. a. Al día siguiente Sun Jian iba a marcharse, diciendo: — No me encuentro bien y desearía volver a Changsha. Yuan Shao rió, diciendo: — Sé qué mal padeces. ¡Se llama el Sello Hereditario Imperial! Eso fue un impacto para Sun Jian, el cual palideció, pero dijo: dij o: — ¿A qué vienen esas palabras? — Los ejércitos fueron movilizados para el bien del estado y para aliviarlo de la opresión — dijo Yuan Shao — . El sello es una propiedad del estado; y desde que tú le pusistes las manos encima has pasado públicamente de mí como jefe. Cuando Dong Zhuo sea asesinado se debería volver al gobierno. ¿Qué pretendes ocultándolo y marchándote? — ¿Pero cómo podría haber caído el sello en mis manos? — dijo Sun Jian. — ¿Dónde está el objeto que has encontrado en el pozo cerca del Pasillo de los Dechados? — No lo tengo. ¿Por qué me hostiga así? t e condene! — ¡Entrégalo rápido o será lo que te Sun Jian lanzó un juramento hacia los cielos diciendo: — ¡Si tengo esa joya y la estoy ocultando que mi final sea tortuoso y mi muerte violenta! — Después de tal juramento no creemos que él pueda tenerlo — dijeron todos los señores. 31
Li Si (280-208 A.C.) fue el hombre de estado responsable de muchas de las políticas radicales e innovaciones culturales hechas en Qin después del 221 D.C. 32 El Yangtze o río Yangzi, cuyo flujo transcurre desde el oeste al este hasta la ciudad del pacífico de Shanghai.
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Entonces Yuan Shao llamó a su informante. — Cuando sacastes esa cosa del pozo, ¿estaba este hombre allí? — preguntó a Sun Jian. Sun Jian estalló en ira, y se abalanzó para matar al a l hombre. Yuan Shao desenvainó su espada, diciendo: — ¡Toca a este soldado y me estarás insultando a mí! Detrás de Sun Jian los Generales Cheng Pu, Huang Gai y Han Dang dieron un paso adelante; detrás de Yuan Shao, los Generales Yan Lian y Wen Chou estaban prestos a actuar. a ctuar. En un momento en todos los bandos se desenvainaron las espadas de sus fundas. Pero la confusión era la nota dominante y Sun Jian aprovechó para dejar la asamblea. Enseguida levantó su campamento y se marchó a su hogar. Yuan Shao no estaba satisfecho. Escribió a la Región de Jingzhou y envió la misiva a un fiel sirviente diciendo que el Protector Imperial Liu Bao que detuviera a Sun Jian y devolviera el sello. Justo después de esto llegaron las noticias de la derrota y el infortunio de Cao Cao, y cuando estaba llegando a casa, Yuan Shao salió a darle la bienvenida y a conducirlo al campamento. También se preparó un banquete para consolarlo. consolarlo. Durante el banquete Cao Cao dijo apenado: — Mi objetivo fue por el bien público, y todos ustedes, nobles señores, me han apoyado. Mi plan era coger a Yuan Shao con sus tropas de Henei al acercarse a Mengching; y mis tropas hacia Qiao para conseguir Chenggao; mientras ustedes conseguían Suanzao, para acercarse a los pasos de Huanyuan y Daigu, y para tomar posesión de los graneros, para tomar control de puntos estratégicos, y así asegurar la Capital del Distrito. Planeaba para Yuan Shu con su ejército de Nanyang ocupar los condados de Danshi y Xilin e ir hacia el Paso de Wu para ayudar a los tres de apoyo. Todo era para fortificar nuestras posiciones y no para luchar. Tomar ventaja con unas diversas coaliciones militares que podrían mostrar al imperio una posibilidad de acabar aca bar con la rebelión. Podríamos haber convencido al pueblo que se unieran a nuestro bando en contra de Dong Zhuo. La victoria podría haber estado a nuestro alcance. Pero entonces llegaron los retrasos y las dudas y la pasividad, pasividad, y la confianza de la gente se ha perdido, y yo estoy apenado. No hubo respuesta posible y los invitados se marcharon. Cao Cao vio que los demás desconfiaron de él, y en su corazón supo que nada podría ser llevado a cabo. Por eso se llevó sus tropas a la Región R egión de Yanzhou33. Entonces Gongsun Zan dijo a Liu Bei: — Este Yuan Shao es un incompetente, y las cosas se están volviendo caóticas. Será mejor que nos marchemos también. Y levantó también su campamento y se fue al norte. En Pingyuan dejó a Liu Bei al mando y se fue a reforzar su propia posición y a refresc r efrescar ar sus tropas. El Protector Imperial de Yanzhou, Liu Dai, quiso pedir prestado grano del Gobernador de de Dongjun, Qiao Mao. Fue denegado, y Liu Dai atacó el campamento, mató a Qiao Mao y asumió a sumió el control de todo su ejército. Yuan Shao veía romperse la confederación por lo que se se marchó también hacia el este. De camino a casa Sun Jian estaba pasando a través de la Región de Jingzhou. El Protector Imperial de Jingzhou, Liu Biao, era un vástago de la casa imperial y nativo de Shanyang. Cuando era joven hizo amistad con mucha gente famosa, y él y sus compañeros co mpañeros fueron llamados los Ocho Sabios. Los otros siete eran: 1. Chen Xian de Runan 2. Fan Pang de Runan 33
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Liu Dai era el Protector Imperial de Yanzhou en aquel momento.
3. Kong Yu de Luting 4. Fan Kang de Bohai 5. Tan Fu de Shanyang 6. Zhang Jian de Shanyang 7. Cen Zhi de Nanyang Liu Biao era amigo de todos ellos. Tenía a tres personas famosas ayudándole en el gobierno de la región. Eran Kuai Liang y Kuan Yue de Yanping, y Cai Mao de Xiangyang. Cuando la carta de Yuan Shao detallando el agravio de Sun Jian llegó Liu Biao ordenó a Kuai Yue y a Cai Ca i Mao bloquear el camino con diez mil soldados. Cuando Sun Jian estaba cerca las tropas fueron dispuestas para la lucha y los líderes se situaron al frente. ar madas? — preguntó Sun Jian. — ¿Por qué estás bloqueando el camino con tropas armadas? — ¿Y por qué tú, un sirviente de Han, ocultas el sello especial del Emperador? Entrégamelo y te dejaré ir — — dijo Kuai Yue. Sun Jian, iracundo, ordenó salir al General General Huang Gai. En E n el otro bando Cai Ca i Mao cabalgó con su espada presta para la contienda. Pero tras unos envites Hnang Gai atestó a Cai Mao un golpe con su fusta de hierro en la armadura justo sobre el corazón. Cai Mao giró su montura y se retiró, y Sun Jian se abrió paso con premura. Sin embargo, llegó el sonido de gongs y tambores en las colinas de detrás, y allí estaba Liu Biao en persona con un gran ejército. Sun Jian cabalgó directo a él y le dijo: — ¿Por qué tú, creyendo lo que dice una carta de Yuan Shao, estás tratando de coaccionar al jefe de una región vecina? — Has ocultado una joya del estado, y yo quiero devolverla — fue la respuesta de Liu Biao. — ¡Si eso fuera así yo tendría que morir violentamente! r egistrar tu equipaje. — Si quieres que te crea permíteme registrar — ¿Qué fuerza tienes tú para atreverte a burlarte de mí así? Y sólo la rápida retirada de Liu Biao previno la batalla. Sun Jian continuó con su camino. Pero tras la segunda colina fue presa de una emboscada, y Kuai Yue y Cai Mao se lanzaron en su persecución. Sun Jian se encontró acorralado. ¿Qué mueve a un hombre a apropiarse de la jolla del estado Si su sola posesión sólo le acarrea aca rrea conflictos?
Cómo Sun Jian afronta la dificultad será contado en breve.
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