Capítulo 11 Liu Bei Rescata a Kong Rong en Beihai; Lu Bu Derrota a Cao Cao Cerca de Puyang.
Fue Mi Zhu quien dijo que sabía cómo derrotar a Cao Cao definitivamente. Mi Zhu provenía de una acaudalada familia de comerciantes en Donghai que operaba en Luoyang. Un día, viajando de vuelta a casa desde esa ciudad en un carruaje se encontró a una señorita exquisitamente bella caminando sola por la carretera, a quien le pidió que se sentara con él en su vehículo. Se detuvo y le brindó su lugar a ella, la cual le invitó a compartir el asiento con él. Se montó, pero se mantenía totalmente rígido sin mirar hacia ella en ninguna ocasión. Viajaron durante varias millas cuando ella le mostró su gratitud y se apeó. — Soy la Diosa del Fuego de las Tierras del Sur — dijo en cuanto se bajó — . Estoy de camino para ejecutar un edicto del Dios Supremo para incendiar tu morada, pero tu extremada cortesía me ha llegado a lo más profundo y ahora quiero advertirte. Regresa rápido y retira tus objetos de valor, porque yo tengo que llegar esta noche. Tras esto desapareció. Mi Zhu terminó su viaje rápidamente y, en cuanto hubo llegado, sacó todo de su casa. Esa noche el fuego comenzó en la cocina, tal y como debía de pasar, y se extendió a toda la vivienda. Tras esto dedicó sus riquezas para socorrer al pobre y para par a confortar al desvalido. Tao Qian le dio la magistratura que en este entonces ocupaba. El plan que Mi Zhu propuso era el siguiente: — Iré a Beihai y suplicaré ayuda al Gobernador Kong Rong. Otra persona debería ir a Qingzhou en una misión similar para conseguir el socorro del Protector Imperial Tien Kai. Si los ejércitos de esos dos lugares marchan sobre Cao Cao se retirará con total seguridad. Tao Qian aceptó el plan y escribió dos cartas. Pidió voluntarios para ir a Qingzhou, y Chen Deng se ofreció sin dudar y, tras haber partido, Mi Zhu fue formalmente asignado con la misión del norte. Mientras tanto, Tao Qian y sus generales podían permanecer en la ciudad cuanto quisieran. Kong Rong era natural de Qufu, en el antiguo estado de Lu. Fue uno de la vigésima generación de los descendientes del gran Maestro Confucio. Kong Rong era considerado un muchacho muy inteligente, así como precoz. Cuando contaba con diez años de edad fue a ver a Li Ying, el Gobernador de Henan, pero el portero le puso reparos para poder entrar. — Soy un amigo íntimo del Ministro Li Ying — y en cuanto Kong Rong dijo esto fue admitido. Li Yin preguntó a Kong Rong qué relación existía entre sus familias que justificara el término íntimos. — Mi antiguo ancestro, Confucio — respondió el chico — , preguntó a su ancestro, el Taoísta Laozi, sobre ceremonias. Y de esta forma nuestras familias se han conocido la una a la otra durante generaciones. Li Ying estaba atónito por el ingenio del muchacho. Al poco, el Gran Ministro Chen Wei fue de visita, a quien Li Ying contó la historia del joven invitado. — Este chico es fantástico — dijo Li Ying, refiriéndose a Kong Rong. — No hay duda de que este avispado chico se convertirá en un hombre inteligente. — Por lo que dice, señor — le dijo el muchacho — , usted fue sin duda uno de los chicos más listos. El consejero del ministro y el gobernador rieron, diciendo: — Este chaval tiene madera de noble.
De este modo, la niñez de Kong Rong se hizo famosa. Y como hombre ascendió hasta Comandante Imperial y estaba entronado como Gobernador de Beihai, donde se hizo famoso por su hospitalidad. Solía usar estos versos: Ten la habitación llena de aamigos migos Y las copas también de vino. Así es como me gusta mi destino. Tras seis años en Beihai la gente se volvió devota suya. El día que Mi Zhu llegó, Kong Rong estaba, como de costumbre, sentado entre sus invitados, y el mensajero fue hecho pasar sin demora. En respuesta al motivo de la visita, Mi Zhu presentó la carta de Tao Qian y diciendo que Cao Cao estaba presionando presionando la ciudad de Xuzhou y que el Protector Imperial I mperial rogaba ayuda. — Tu señor y yo somos Buenos amigos — dijo Kong Rong — , y tu presencia aquí me obliga a ofrecer socorro. Sin embargo, tampoco tengo ninguna disputa con Cao Cao, por lo que primero le escribiré a él para mediar por la paz. Si rehúsa mi oferta entonces tendré que poner el ejército en movimiento. — Cao Cao no escuchará ninguna propuesta de paz. Está demasiado seguro de su fuerza — dijo Mi Zhu. Kong Rong escribió su misiva y además a demás dio órdenes para revistar sus tropas. tr opas. Justo en ese momento sucedió otra rebelión de los Turbantes Amarillos, diez mil de ellos, y los rufianes comenzaron a robar y a asesinar en Beihai. Fue necesario hacerse cargo de ellos primero, y Kong Rong sacó a sus tropas de la ciudad. El líder rebelde, Guan Hai, cabalgaba al frente, diciendo: — Sé que este condado es fructífero y podremos llevarnos más de diez mil carros de grano. Dádmelos y nos retiraremos; negaos, y derribaremos los muros de la ciudad y destruiremos cada alma en ella. — Soy un sirviente de los magníficos Hans — le replicó Kong Rong — , a quien le han confiado la seguridad de esta tierra. ¿Crees que me someteré a unos rebeldes? Guan Hai fustigó su montura, enarboló su espada sobre su cabeza y se lanzó a la carga. Zong Bao, uno de los generales de Kong Rong, cogió su lanza y salió para plantar batalla, pero tras unos pocos envites Zong Bao fue muerto. Enseguida los soldados cayeron en pánico y se abalanzaron apresuradamente a la ciudad en busca de protección. Entonces los rebeldes sitiaron la ciudad por todos lados. Kong Rong estaba muy descorazonado; y Mi Zhu, quien ahora no veía esperanzas para la resolución de su misión, se acongojaba más allá de las palabras. La vista desde las murallas de la ciudad era extremadamente triste, ya que los rebeldes se contaban en enormes cantidades. Un día, estando en la muralla, Kong Rong vio a lo lejos un hombre armado con una lanza galopando entre los Turbantes Amarillos esparciéndolos de aquí allá como si fueran briznas de paja ondeando en el viento. Al poco el hombre alcanzó la base de la muralla y gritó: — ¡Abrid el portón! Pero los defensores no iban a abrir a un desconocido, y durante el retraso una horda de rebeldes rodeó al jinete cercándolo contra el foso. Entonces se giró sobre sus talones, el guerrero cargó contra sus asediadores lanzándolos en todas direcciones haciéndolos retroceder. Tras esto Kong Rong ordenó a los guardias abrir las puertas y permitir al extraño entrar. En cuanto estuvo dentro descabalgó, puso a un lado su lanza, ascendió la muralla e hizo una humilde reverencia al Gobernador. — Me llamo Taishi Ci, y soy del condado de Laihuang. Apenas Apenas volví a casa ayer desde el norte para ver a mi madre cuando escuché que su ciudad estaba en peligro por un ataque rebelde. Mi madre me dijo que usted había sido muy bueno con ella y me pidió si podía ayudarle. Y así partí solo, y aquí estoy. Eso resultó alentador. Kong Rong había oído hablar de la reputación de Taishi Ci como un valiente guerrero, a pesar de que nunca se habían visto. El hijo se había marchado de su hogar y Kong Rong se hizo cargo de su madre, quien vivía a unas millas de la ciudad,
tomándola bajo su protección especial, e hizo que no pasara ningún padecimiento. Eso hizo ganarse el corazón de la anciana mujer y ella le envió a su hijo en muestra de agradecimiento. Kong Rong le mostró su aprecio tratando a su invitado con gran respeto, haciéndole regalos de ropas y armaduras, sillas de montar y caballos. — Deme mil soldados — dijo súbitamente Taishi Ci — — , y saldré y ahuyentaré a esos tipos. — Eres un gran guerrero, pero ellos son muy numerosos. Es un asunto muy serio salir contra ellos — contestó Kong Rong. — Mi madre me envió por su bondad hacia ella. ¿Cómo podré mirarla a la cara si no soy capaz de levantar el sitio? Prefiero conquistar o morir. — He hescuchado que Liu Bei es uno de los héroes mundiales. Si pudiéramos conseguir su ayuda no deberíamos tener duda del resultado. Pero no hay a quién enviar. — Iré yo en cuanto reciba su misiva. Y así Kong Rong escribió una carta y se la dio a su ayudante. Taishi Ci cogió su arma, montó su corcel, agarró su arco y su aljaba a su cinto, tomó su lanza en su mano, ató su alforja a su silla de montar y salió al galope de la ciudad. Se fue completamente solo. A lo largo del foso un gran grupo de sitiadores estaban reunidos, y fueron a interceptar al solitario jinete. Pero Taishi Ci cargó contra ellos y atestó numerosos tajos y así luchó por abrirse a brirse camino. Guan Hai, escuchando que un jinete estaba abandonando la ciudad, se preguntó quién podría ser el recadero y le persiguió con un grupo de arqueros. Guan Hai los desplegó y así el mensajero estuvo completamente rodeado. Entonces Taishi Ci dejó a un lado su lanza, tomó su arco, ajustó sus flechas una a una y las disparó a su alrededor. Y un jinete caía de su corcel con cada tañido del arco de Taishi Ci, por lo que los perseguidores no se atrevieron atr evieron a acercarse. Así tuvo vía libre y cabalgó con celeridad hacia Liu Bei. Taishi Ci alcanzó Pingyuan, y después de saludar apropiadamente a su anfitrión le contó cómo Kong Rong estaba rodeado y que le envió por ayuda. Entonces le presentó la carta, la cual leyó Liu Bei. — ¿Y tú eres? — preguntó Liu Bei. — Soy Taishi Ci, natural de Laihuang. No estoy relacionado con vínculos de sangre con Kong Rong, únicamente con vínculos de vecindad, pero sí lo estoy por los lazos de los sentimientos y siento como propios sus pesares y sus infortunios. Los Turbantes Amarillos se han interesado en su ciudad, y él se encuentra afligido por no poder atacarles, y la destrucción está muy cerca. Usted es conocido como alguien humanitario, recto, y entusiasta de ayudar al afligido. Por tanto, a su orden he asumido todo el riesgo abriéndome camino luchando contra sus enemigos para rogarle que le salve. Liu Bei sonrió, diciendo: — ¿Y él había oído hablar de Liu Bei? Y así Liu Bei, junto con Guan Yu y Zhang Fei, tomaron tres mil soldados y marcharon a ayudar a levantar el sitio. Cuando el líder rebelde Guan Hai vio esas nuevas fuerzas acercarse, dispuso a su ejército para enfrentarse a él, y creyendo que iba a ser fácil dispuso un regimiento demasiado pequeño. Los hermanos y Taishi Ci con ellos se dispusieron con sus caballos en el frente de su formación. Guan Hai se precipitó hacia adelante. Taishi Ci estaba preparado para luchar, pero Guan Yu había abierto el combate. Cabalgó al frente y los dos corceles se encontraron. Los soldados lanzaron un gran ruido. Tras varias tandas el sable del dragón verde de Guan Yu ascendió y cayó, y con el golpe acabó con el líder rebelde. Esta fue la señal para que Zhang Fei y Taishi Ci tomaran parte, y avanzaron uno junto al otro. Con sus lanzas listas cargaron, y Liu Bei alentó a sus tropas a avanzar. El Gobernador sitiado vio a sus valientes rescatadores acabando con los rebeldes como tigres con un rebaño de ovejas. Nadie pudo aguantarles, y entonces envió a sus propias tropas para que se unieran a la batalla y así los rebeldes se encontraron entre dos ejércitos. Las fuerzas rebeldes fueron completamente vencidas y muchas tropas se rindieron, mientras el resto huía en todas direcciones. Los vencedores fueron bien recibidos en la ciudad, y tan pronto como fue posible un banquete fue preparado en su honor. Mi Zhu fue presentado a Liu Bei. Mi Zhu contó la historia
del asesinato de Cao Song por Zhang Kai, la represalia de Cao Cao sobre Suzhou, y que él había venido en busca de ayuda. — El Protector Imperial Tao Qian es un hombre bondadoso de gran carácter — dijo Liu — , y es una lástima que sufriera esa injusticia por un error que no ha cometido. Bei — — Usted es un vástago de la familia imperial — — dijo el Gobernador Kong Rong — y ese Cao Cao está dañando a la gente, un hombre fuerte abusando de su fuerza. ¿Por qué no viene conmigo a rescatar a las víctimas? — No me atrevo a rehusarme, pero mis fuerzas son pocas y tengo que actuar con cautela — dijo Liu Bei. — Creo que mi deseo de ayudar surge de que se trata de un viejo amigo, además de que también está actuando correctamente. No creo que el corazón de usted no esté inclinado a hacer lo correcto — dijo Kong Rong. — Así sea, vaya primero y deme tiempo para ver a Gongsun Zan donde podré pedir prestadas más tropas y caballo ca balloss — dijo Liu Bei — — . Acudiré al poco. — ¿Seguro que no romperá su promesa? — dijo el Gobernador. — ¿Qué clase de hombre se cree que soy? — preguntó Liu Bei — — . El sabio una vez dijo ‘La muerte es común para todos; la persona sin la verdad no puede sostenerse a sí misma’.
Puede que consiga las tropas o no, pero sin duda yo iré. Y así fue acordado el plan. Mi Zhu partió de vuelta mientras Kong Rong se preparó para su expedición. expedición. Taishi Ci le dejó, diciendo: — Mi madre me pidió que viniera en su ayuda, y ahora usted está felizmente a salvo. Han llegado cartas de mi conciudadano, Liu Yao, el Protector Imperial de Yangzhou, llamándome allá, y tengo que ir. Le veré de nuevo. Kong Rong presionó con recompensas a Taishi Ci, pero no aceptó ninguna y partió. Cuando su madre le vio estaba muy alegre por su éxito diciendo que estaba regocijada por ser capaz de probar su gratitud, y tras esto él partió a Yangzhou. Liu Bei se marchó con su amigo Gongsun Zan para pedirle su apoyo para ayudar a Xuzhou. — Cao Cao y tú no sois enemigos. ¿Por qué te entrometes en los asuntos de los demás? — inquirió Gongsun Zan. — Lo he prometido — contestó Liu Bei — — , y no quiero romper mi palabra. — Te prestaré dos mil caballos e infantes — dijo Gongsun Zan. — También desearía tener los servicios de Zhao Z hao Yun — añadió Liu Bei. Gongsun Zan accedió a esto también. Entonces se fueron, las tropas de Liu Bei marchando al frente y Zhao Yun, con las unidades prestadas, iba en retaguardia. Mientras tanto, Mi Zhu volvió diciendo que Kong Rong R ong había conseguido los servicios de de Liu Bei. El otro mensajero, Chen Deng, volvió e informó que Tien Kai también iba a brindarles ayuda. Entonces fue cuando el corazón de Tao T ao Qian latió con calma. ca lma. Pero ambos líderes, aunque habían prometido socorro, se sintieron enormemente aterrados de su antagonista y acamparon en las colinas a gran distancia, procurando procura ndo no acercarse demasiado a los cuarteles de Cao Cao, el cual, sabiendo que venían, dividió su ejército en dos partes para encontrarse con ellos, y posponiendo así el ataque a la ciudad. Al poco Liu Bei llegó y fue a ver a Kong Rong, quien dijo: — El enemigo es muy poderoso, y Cao Cao dirige su ejército con destreza. Debemos ser cautelosos. Debemos extremar la mayor de las precauciones antes siquiera de disparar una flecha. — Lo que yo temo es la hambruna en la ciudad — dijo Liu Bei — — . No podrán aguantar mucho tiempo. Pondré a mis tropas a tu servicio, mientras yo, con Zhang Fei, nos abrimos camino para ver a Tao T ao Qian y consultar con él. Kong Rong lo aprobó, y así Tien Kai y él tomaron posiciones en formación de punta de lanza, con Guan Yu y Zhao Yun en cada flanco a modo de apoyo. Entonces Liu Bei y Zhang Fei lideraron un millar de tropas que cargaron contra el ejército de Cao Cao, tomándolos por el flanco de su campamento cuando surgió un gran replicar de tambores, y caballos y pies batieron como olas en el océano. El líder era Yu Jin.
Yu Jin espoleó su montura y gritó: — Hombre malvado de algún lugar, ¿dónde vas? Zhang Fei escuchó a Yu Jin pero no se dignó a contestarle. Sólo cargó para atacar al que hablaba. Después de que hubieran intercambiado una serie de golpes, Liu Bei enarboló sus espadas dobles en señal a sus tropas para que avanzasen, y condujo a Yu Jin entre ellas. Zhang Fei atrajo a los perseguidores perseguidores y de esta forma alcanzaron los muros de la ciudad. Desde las murallas los sitiados vieron un enorme estandarte bordado en blanco de Liu Bei Be i de Pingyua, y el Protector Imperial ordenó entonces abrir las puertas para que entraran los rescatadores. Liu Bei fue recibido cordialmente, conducido a la residencia, y un banquete fue preparado en su honor. Los soldados también lo festejaron. f estejaron. Tao Qian estaba encantado con Liu Bei, admirando su gran espíritu, su presencia y su forma de hablar clara y directa. Tao Qian bizo que Mi Zhu ofreciera el sello y la insignia de la oficina del protector. Pero Liu Bei retrocedió sorprendido. — ¿Qué significa esto? — dijo Liu Beil Tao Qian said, "There is trouble on every side, and the kingly rule is no longer maintained. You, Sir, are a member of the family and eminently fitted to support them and their prerogatives. I am verging on senility, and I wish to retire in your favor. I pray you not to decline, and I will report my action to the court." — Hay problemas a cada lado — dijo Tao Qian — , y las leyes reales no se han mantenido mucho tiempo. Usted, señor, es un miembro de la familia real y un adecuado y eminente candidato para apoyarla y a sus prerrogativas. Yo estoy al borde de la senilidad, y me gustaría retirarme en su favor. Le ruego que no lo rechace, y yo informaré de mi acto a la corte. Liu Bei se levantó de su asiento y se inclinó ante su anfitrión, diciendo: — Un vástago de la familia puede que yo sea, pero mi mérito es pequeño y mi virtud exigua. Dudo de mi aptitud para mi actual puesto, y sólo un sentimiento de hacer lo correcto me ha enviado en su ayuda. Escuchar esas palabras me hace dudar. Seguro que cree que he venido con codicia en mi corazón. Que Dios no me ayude más si de verdad yo he querido eso. — Es el sentimiento real de un pobre anciano — dijo Tao Qian. Una vez tras otra Tao Qian reiteró su oferta de confiar la región de Xuzhou a Liu Bei, pero éste continuó rechazándola. En medio de todo esto llegó Mi Zhu, diciendo: — Los enemigos han alcanzado las murallas, y hay que hacer algo para ahuyentarlos. Este momento puede esperar a una situación más tranquila. — Debo escribir a Cao Cao para insistirle en que levante el sitio — dijo Liu Bei — — . Si se rehúsa le atacaremos en el acto. Fueron enviadas órdenes a los tres campamentos para que permanecieran quietos mientras la carta pudiera llegar a Cao Cao. Sucedió que Cao Cao estaba celebrando un concilio cuando el mensajero con la carta bélica fue anunciado. La misiva fue entregada en mano y, cuando la abrió y la leyó, descubrió que era de Liu Bei. Así decía la carta de forma muy aproximada: «Desde que me encontré con usted fuera del puerto, el destino nos ha asignado bandos diferentes en el mundo, y no he sido capaz de pagar mi respeto hacia usted. Respecto a la muerte de su noble padre fue debido a la viciosa naturaleza de Zhang Kai y no debido a una falta de Tao Qian. Ahora, mientras los restos de los Turbantes Amarillos están causando estragos por todos lados, y los partidarios de Dong Zhuo tienen su sede central en la capital, desearía que usted, Ilustrísimo Señor, considerase la crítica posición de la corte sobre sus reivindicaciones personales, y que desvíe sus fuerzas del ataque sobre Xuzhou hacia rescatar el estado. Podría servir para la felicidad de la ciudad y para el imperio entero.» Cao Cao estalló en un torrente de improperios: — ¿Quién es este Liu Bei que se atreve a escribirme y a exhortarme así? Además, está siendo satírico. Cao Cao impartió órdenes para ejecutar al portador de la carta y para redoblar r edoblar el sitio. Pero Guo Jia protestó, diciendo:
— Liu
Bei ha venido desde lejos para ayudar a Tao Qian, y está intentando probar el resultado de la política antes de que resuenen las armas. Le ruego, mi señor, que le respond r espondaa con unas pocas palabras que suenen calmadas y que les invite a la seguridad. Entonces ataque con vigor y la ciudad caerá. Cao Cao encontró bueno el consejo, y así redactó el mensaje, diciéndole que esperaba una respuesta. Mientras esto sucedía un jinete llegó ll egó portando malas noticias: — Lu Bu ha invadido Yanzhou, y ahora carga sobre Puyang. Los tres condados restantes, Juancheng, Fanxia y Dongjun, están bajo duros ataques. Cuando Li Jue y Guo Si, los dos partidarios de Dong Zhuo, triunfaron en su ataque en la capital, Lu Bu había huído con Yuan Shu. Sin embargo, Yuan Shu receló de él por su inestabilidad y rehusó recibirlo. Entonces Lu Bu fue a intentarlo con Yuan Shao, que era hermano de Yuan Shu. Yuan Shao aceptó al guerrero e hizo uso de él en un ataque sobre Zhang Yan en Changshan. Pero este hecho le llenó de orgullo, y su conducta arrogante sobre el resto de los comandantes de Yuan Shao le puso en el punto de mira para ser asesinado. Para escapar de eso Lu Bu huyó con Zhang Yang 49, gobernador de Shangdang, quien aceptó a ceptó sus servicios. Sobre estas fechas Pang Shu, quien había sido ocultado y protegido por la familia de Lu Bu en Changan desde su desaparición, le restauraron. Este acto enfureció a Li Jue y a Guo Si hasta el punto de matar a Pang Shu y escribir al protector de Lu Bu para que hiciera lo mismo. Para escapar de esto Lu Bu tuvo que huir de nuevo y esta vez se unió a Zhang Miao, el Gobernador de Chenliu. Lu Bu llegó con el hermano de Zhang Miao, Zhang Chao, quien le presentó a Chen Gong. — La ruptura del imperio ha comenzado — dijo Chen Gong a Zhang Miao — , y los guerreros se están apoderando de cuanto pueden. Es raro que usted, con la gran ventaja de población y provisiones con que cuenta, no luche por la independencia. Cao Cao ha partido en una expedición hacia el este, dejando su territorio indefenso. Lu Bu es uno de los guerreros de hoy en día. Si atacan juntos y toman Yanzhou, entonces podría proceder a la dominación. Zhan Miao se mostró encantado y decidió intentarlo. Ordenó un ataque, y al poco Lu Bu estuvo en posesión de Yanzhou y todas sus inmediaciones menos los tres pequeños condados de Juancheng, Fanxia y Dongjun, los cuales fueron vigorosa y desesperadamente defendidos conjuntamente por Xun Yu y Cheng Yu. El primo de Cao Cao, Cao Ren, luchó muchas batallas pero fue derrotado repetidamente, y el fatídico mensajero había llegado a él pidiéndole ayuda inmediata. Cao Cao estaba enormemente enormemente preocupado por esto y dijo: — Si pierdo mi propia región no tendré un hogar al que volver. Tengo que hacer algo de una vez. — Lo mejor que podríamos hacer es hacernos amigos de Liu Bei a cualquier precio y volver a Yanzhou — dijo Guo Jia. Entonces Cao Cao escribió a Liu Bei, dando la carta al mensajero que aguardaba, y levantó el campamento. Las noticias de que el enemigo se iba fueron muy gratificantes para Tao Ta o Qian, quien entonces invitó a varios defensores a la ciudad de Xuzhou y preparó banquetes y festejos como muestra de su gratitud. En una de éstas, cuando los festejos acabaron, procedió con su deseo de retirarse a favor de Liu Bei. Situando a Liu Bei en un asiento de gran honor, Tao Qian se inclinó ante él y se dirigió hacia la concurrencia: — Soy viejo y débil, y mis dos hijos carecen de la habilidad para manejar un oficio tan importante como éste. El noble Liu Bei es un descendiente de la casa imperial. Es noble en virtudes y de gran talento. Dejándole a él el gobierno de la región es la única forma que me puedo retirar con confianza y dedicarme a cuidar de mi salud.
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del Tigre.
Zhang Yang estaba entre los dieciocho señores que marcharon contra Dong Zhou en la Trampa del Paso
— He venido por petición del Gobernador Kong Rong — respondió Liu Bei — — , porque era
lo correcto. Xuzhou está a salvo; pero si yo ahora la tomo seguro que el mundo dirá que soy un hombre pícaro y avaricioso. — No debe rechazarlo — dijo Mi Zhu — . La Casa de Han está en declive, su reinado se está desmoronando, y ahora es el momento de actos valientes y servicios notables. Esta es una región fértil, muy poblada y rica, y usted es el hombre que gobernará en ella. — Pero no puedo aceptarlo — dijo Liu Bei. — El Protector Imperial Tao Qian está muy enfermo — dijo Chen Deng — , y no podrá ver los sucesos. No puede rechazarlo, Señor. — Yuan Shu proviene de una familia de gobernantes — dijo Liu Bei — — quienes han ostentado altos cargos del estado cuatro veces en tres generaciones. La muchedumbre lo respeta. ¿Por qué no le invitáis a él a este cargo? — Porque Yuan Shu es un esqueleto seco en una tumba oscura: no merece la pena ni mencionarlo. Esta oportunidad es un regalo del Cielo, Ci elo, y nunca dejará de lamentar esta pérdida. Así habló Kong Rong, pero Liu Bei todavía t odavía seguía rechazándolo obstinadamente. Tao Qian le suplicó entre lágrimas, diciendo: — Moriría si usted me deja, y aquí no habrá nadie para que me cierre los ojos. — Deberías aceptar la oferta que te han hecho, hermano — dijo Guan Yu. — ¿Por qué tanto escándalo? — preguntó Zhang Fei — — . Nosotros no hemos tomado el lugar. Es él quien desea dártelo. dárt elo. — Estáis todos persuadiéndome de que haga algo que está mal — — dijo Liu Bei. Viendo que no podía persuadir a Liu Bei, Tao Qian dijo entonces: — Ya que usted está totalmente decidido por lo menos consienta acampar en Xiaopei. Es sólo un pueblo pequeño, pero desde allí podrá observar observar y conocer la región. Todos ellos pidieron a la vez a Liu Bei que aceptara, por lo que finalmente dio su brazo a torcer. La fiesta de la victoria ya había terminado y llegó la hora de las despedidas. Cuando Zhao Yun se preparó para irse, Liu Bei le cogió de las manos mientras se le escapaban unas lágrimas. Kong Rong y Tien Kai se marcharon a sus respectivos hogares. Cuando Liu Bei y sus hermanos tomaron como morada Xiaopei lo primero que hicieron fue reparar las defensas, defensas, y entonces sacaron proclamas para pa ra calmar a los habitantes. Mientras tanto Cao Cao se había marchado a su propia región. Cao Ren le alcanzó y le dijo: — Lu Bu es muy poderoso, y tiene a Chen Gong como consejero. Yanzhou se puede dar ya por perdido, a excepción de tres condados que han sido enérgica y desesperadamente defendidos por Xun Yu y por Cheng Yu. — Tengo entendido que Lu Bu es un guerrero audaz y nada más; no tiene astucia alguna — dijo Cao Cao — . Por eso no debemos temerle realmente. Entonces dio órdenes para hacer un fuerte campamento desde el que podría maquinar algún plan victorioso. Lu Bu, conociendo el regreso de Cao Cao, llamó a dos de sus generales a su mando, Xue Lan y Li Fang, y les asignó la tarea de guardar la ciudad de Yanzhou, diciendo: habilidades. Ahora — Llevo mucho tiempo esperando una oportunidad para usar vuestras habilidades. os daré diez mil soldados, y tendréis que proteger la ciudad mientras yo voy a atacar a Cao Cao. Aceptaron el cometido. Pero Chen Gong, el estratega, llegó enseguida diciendo: — General, se va a ir, ¿pero adónde? — Voy a apostar a mis tropas en Puyang, esa posición ventajosa. — Está cometiendo un error — — dijo Chen Gong — . Los dos que ha elegido para defender la ciudad no están a la altura para la tarea asignada. Para esta expedición recuerde que sobre sesenta millas hacia el sur se encuentra el traicionero camino de las Montañas Taishan, una posición muy ventajosa donde podría ubicar a sus mejores hombres para una emboscada. Cao Cao marchará de vuelta a casa a marchas forzadas cuando escuche lo que está pasando. Si ataca cuando la mitad de sus tropas hayan pasado este punto podrá acabar con él. — Voy a ocupar Puyang y ver qué pasa. ¿Cómo puedes cuestionar mi gran plan? Y así Lu Bu dejó a Xue Lan al cargo de Yanzhou y se marchó.
Cuando Cao Cao se aproximó al tramo peligroso del camino cerca de las Montañas Taishan, Guo Jia le advirtió de que extremara las precauciones porque allí seguramente le tenderían una emboscada. Pero Cao Cao rió, diciendo: — Todos conocemos el carácter de Lu Bu. Xue Lan está guardando la ciudad. ¿De verdad crees que Lu Bu ha preparado una emboscada? Debería decir a Cao Ren que asedie Tanzhou, y yo ir a Puyang. In Puyang, when Chen Gong heard of the enemy's approach, he spoke, saying, "The enemy will be fatigued with long marches, so attack quickly before they have time to recover." En Puyang, cuando Chen Gong escuchó que se aproximaban sus oponentes habló, diciendo: — El enemigo debe estar fatigado por la larga marcha, así que hay que atacarlo rápido antes de que tenga tiempo t iempo para descansar. — Yo, un simple jinete, no estoy preocupado de nada. Actuaré como desee. ¿Crees que tengo miedo de ese tal Cao Cao? Déjalo que acomode su campamento; me haré cargo de él tras eso. Ahora Cao Cao se encontraba en las inmediaciones de Puyang, Puyang, e hizo su campamento. Al día siguiente sacó a sus comandantes y dispuso sus ejércitos en campo abierto. Cao Cao ocupó su puesto a caballo entre los dos estandartes, observando mientras sus oponentes llegaban y formaban en un área circular. Lu Bu estaba al frente, flanqueado por ocho de sus generales, todos hombres fuertes: Zhang Liao de Mayi, apoyado por Hao Meng, Cao Xing y Cheng Lian; Zang Ba de Huaying, apoyado por Wei Xu, Song Xian y Hou Cheng. Comandaban un ejército de cincuenta mil en total. Los tambores comenzaron su atronadora melodía, y Cao Cao, encarándose a su oponente, dijo: t enemos ninguna disputa, ¿entonces por qué invades mis tierras? — Tú y yo no tenemos — El imperio de Han es la posesión de todo. ¿Por qué deberías ser tú diferente? — respondió Lu Bu. Tras decir esto Lu Bu ordenó a Zang Ba que se adelantara y que presentara un desafío. De lado de Cao Cao el desafío fue aceptado por Yue Jing. Los dos corceles se aproximaron el uno al otro; dos lanzas fueron alzadas a ambos lados, y ambos intercambiaron int ercambiaron cerca de treinta golpes sin que ninguno cobrara ventaja. Entonces Xiahou Dun cabalgó para ayudar a su colega y, en respuesta, salió Zhang Liao del lado de Lu Bu. Y los cuatro lucharon. Entonces una temible ira se apoderó de Lu Bu. Empuñando su alabarda tridente, impulsó a su Liebre Roja hacia donde se estaba llevando a cabo la batalla. Viendo que se aproximaba, Xiahou Dun y Yue Jin huyeron, pero Lu Bu continuó, y el ejército de Cao Cao perdió ese día. Se retiraron diez millas e hi hicieron cieron un nuevo campamento. Lu Bu pasó revista a sus tropas. El día se presentó en contra para Cao Cao, el cual llamó lla mó a un concilio, y Yu Jin dijo: — Desde la cumbre de las montañas hoy hemos visto un campamento de nuestros enemigos al oeste de Puyang. Allí dentro no habrá muchos hombres, y tras la victoria de hoy no estará defendido. Ataquémoslo, y si podemos tomar el campamento causaremos temor en el corazón de Lu Bu. Este es nuestro mejor plan. Cao Cao así lo pensó también. Él y seis de sus generales — Cao Cao Hong, Li Dian, Mao Jie, — y veinte mil soldados entre montados y a pie partieron esa noche Lu Qian, Yu Jin y Dian Wei — por un sendero secreto hacia el campamento. ca mpamento. En ese campamento Lu Bu estaba regocijándose por la victoria de aquel día, cuando Chen Gong le recordó, diciendo: encla ve importante, y podría ser atacado. ataca do. — El campamento del oeste es un enclave — El enemigo no se atrevería a acercarse tras la derrota de hoy — contestó Lu Bu. — Cao Cao es un comandante muy capaz — replicó Chen Gong — . Debería mantener una buena guardia para que él no le ataque por sorpresa. Y así se hicieron los preparativos para la defensa. A los generales Gao Shun, Wei Xu y Hou Cheng les ordenaron marchar allí.
Cao Cao llegó al campamento campamento al anochecer anochecer e inmediatamente inmediatamente comenzó un ataque por por los cuatro costados. Los defensores no los pudieron rechazar. Corrieron en todas direcciones, y el campamento fue capturado. Cerca de la cuarta guardia, cuando el grupo defensor llegó, Cao Cao salió para encontrarse con ellos y con Gao Shun. Entonces empezó otra batalla que se alargó hasta el amanecer. Sobre esa hora un fuerte sonido de tambores se escuchó en el oeste, y dijeron a Cao Cao que el propio Lu Bu en persona se acercaba. Acto seguido Cao Cao abandonó el ataque y huyó. Gao Shun, Wei Xu y Hou Cheng le persiguieron, Lu Bu tomando la delantera. Dos generales de Cao Cao, Yu Jin y Yue Jing, atacaron a los perseguidores, pero no pudieron controlarlos. Cao Cao se dirigió al norte. Pero tras unas colinas aparecieron Zhang Liao y Zang Ba atacando. Lu Qian y Cao Hong fueron enviados para detener a los atacantes, pero ambos fueron derrotados. Cao Cao buscó resguardo en el oeste. Su retaguardia allí se encontró de nuevo con cuatro generales de Lu Bu, Hao Meng, Cao Xing, Cheng Lian y Song Xian. La lucha se volvió desesperada. Cao Cao se precipitó sobre la formación enemiga. El estruendo fue terrible. Sobre ellos cayeron flechas como si de una lluvia torrencial se tratase, y no pudieron hacer progresos. Cao Cao estaba desesperado desesperado y gritó lleno l leno de terror: — ¿Quién puede salvarme? Entonces apareció de entre la multitud Dian Wei con sus lanzas dobles, gritando: — ¡No tenga miedo, mi señor! Dian Wei saltó de su caballo, apoyó sus lanzas dobles contra un muro y puso a su alcance un puñado de hachas de guerra. Volviéndose a sus partidarios dijo: lla madme. — Cuando los rufianes se encuentren a diez pasos llamadme. Entonces se fue con grandes zancadas, resguardándose, protegiéndose de las flechas. Los caballeros de Lu Bu les siguieron, y cuando estaban cerca, los compañeros de Dian Wei gritaron: — ¡Diez pasos! — ¡Cinco, entonces llamad! — — gritó Dian Wei, y continuó. — ¡Cinco pasos! — — casi al instante. Entonces Dian Wei se giró y lanzó las hachas. Con cada lanzamiento un hombre mordía el polvo y nunca fallaba un hachazo. Tras matar a diez o más el resto huyó, y Dian Wei recuperó rápidamente su corcel, cogió sus lanzas gemelas y se lanzó de nuevo a la batalla con un vigor jamás visto en nadie antes. Sus oponentes cedieron uno a uno, y fue capaz de llevar a Cao Cao a salvo fuera del fragor de la batalla. Cao Cao y sus comandantes comandantes fueron a su campamento. Pero poco después el ruido de los perseguido p erseguidores res llegó a sus oídos, y al pronto apareció Lu Bu en persona. apr oximaba con su alabarda — ¡Cao Cao, rebelde, no huyas! — — gritaba Lu Bu mientras se aproximaba lista para golpear. Todos se detuvieron y miraron a las caras de los otros: los soldados estaban cansados, sus monturas exhaustas. Temían ser atacados, y buscaron alrededor algún a lgún lugar para refugiarse. Puedes poner a salvo a tu señor del fragor de la batalla, ¿Pero qué pasa si el enemigo os persigue sin tregua?
No podemos decir aquí qué pasó con el destino de Cao Cao, pero se relatará en el próximo capítulo.