Capítulo 12 Tao Qian Ofrece por Tercera Vez Xuzhou a Liu Bei; Cao Cao Reconquista Yanzhou de Lu Bu.
El último capítulo terminó con Cao Cao en gran peligro. Sin embargo llegó ayuda. Xiahou Dun, con un escuadrón de soldados, encontró a su jefe, detuvo a los perseguidores, y luchó contra Lu Bu hasta el anochecer. La lluvia caía en torrentes abnegándolo todo; y cuando el día tocaba a su fin lograron zafarse y alcanzar el campamento. El rescatado recompensó a Dian Wei generosamente y así avanzó en su rango. Cuando Lu Bu alcanzó su campamento llamó a su consejero Chen Gong, el cual propuso una nueva estrategia. — En Puyang hay una rica y destacada familia — comenzó diciendo — , llamada Tian, que se cuentan en miles, capaces de poblar un condado entero ellos solos. Haga que uno de sus miembros vaya al campamento de Cao Cao Ca o con una supuesta carta sobre la ferocidad de Lu Bu, y con el odio de la gente, y con el deseo de librarse de él. Y diciendo que sólo Gao Shun permanece guardando la ciudad, y que ellos les ayudará a quien vaya a ayudarles. Entonces nuestro enemigo Cao Cao se introducirá en la ciudad, y nosotros lo destruiremos con fuego o con una emboscada. Sus habilidades podrán estar próximas al universo, pero no podrá p odrá escapar. Lu Bu pensó que esta estratagema se podía probar, y ordenó a la familia Tian que enviara la carta. Poco después de la derrota, cuando Cao Cao no sabía a ciencia cierta el siguiente paso a tomar, la carta secreta fue recibida y leída con regocijo. Prometía ayuda interna y decía que la señal sería una bandera blanca con la palabra ‘Rectitud’ escrita escrita en ella. — ¡El cielo me va a dar Puyang! — — dijo Cao Cao con júbilo. Y así recompensó al mensajero con generosidad y comenzó a prepararse para la expedición. Entonces llegó Liu Ye diciendo: — Lu Bu no es un estratega, pero Chen Gong está lleno de ingenio. Temo que esta carta sea una farsa, y debería ser cuidadoso. Si va, hágalo únicamente con un tercio de su ejército, dejando al resto fuera de la ciudad como reserva. Cao Cao estuvo de acuerdo en tomar esta precaución. Fue a Puyang donde encontró banderas ondeando alegremente. Mirando con cautela vio entre ellas, en la puerta oeste, la insignia blanca con la inscripción acordada. Su corazón se regocijó. Ese día, sobre el mediodía, las puertas de la ciudad se abrieron, y dos unidades de soldados aparecieron como si fueran a luchar. Gao Shun era el comandante de vanguardia, y Hou Cheng el de retaguardia. Cao Cao Ca o ordenó a su general, Dian Wei, que se enfrentara a ellos. Sin embargo ninguna tropa les presentó batalla, sino que se refugiaron en la ciudad. Con este movimiento Dian Wei y sus tropas habían sido atraídas muy cerca del puente levadizo. Desde dentro de la ciudad muchos soldados no vieron ninguna oportunidad de aprovechar la confusión para escapar. — Somos protegidos de la familia Tian — dijo entonces Cao Cao, y les dio la carta secreta. — La señal se dará sobre primera hora hacienda sonar un gong. Ese será el momento de atacar. Las puertas se abrirán. De esta forma Cao Cao ordenó a Xiahou Dun marchar por la izquierda y a Cao Hong por la derecha. Cao Cao mandaba el ejército principal, junto a Xiahou Yuan, Li Dian y Yue Jing, hacia la ciudad. Li Dian rogó cautela a su señor, diciendo:
— Mi
Señor, debería permanecer fuera de la ciudad. Permita que nosotros vayamos
primero. Pero Cao Cao le ordenó guardar silencio, diciendo: — Si yo no voy, ¿quién irá al frente? Y así a primera hora Cao Cao tomó la delantera. La luna todavía no había aparecido. Como se encontraba cerca de la puerta oeste escucharon un sonido chisporroteante, entonces un alto griterío, y entonces se movieron antorchas de aquí para allá. Después las puertas fueron abiertas por completo, y Cao Cao, fustigando su montura, galopó al interior. Pero cuando alcanzó la residencia del gobernador notó que las calles estaban completamente desiertas, y entonces supo que había sido emboscado. Ordenó retirada a sus seguidores mientras volvía grupas. Esa fue la señal para otro movimiento. Una explosión de una bomba que dio la señal se escuchó al alcance de la mano, resonando por todos lados con gran estruendo. Gongs y tambores tronaron alrededor con un rugido similar al de un río desbordado arrasando con todo, o el océano hirviendo desde la profundidad. Desde el este y el oeste llegaron tropas ansiosas por atacar, comandadas por los generales de Lu Bu, Zhang Liao y Zang Ba. Cao Cao salió corriendo hacia el norte sólo para encontrar este camino cercado por Hao Meng y por Cao Xing. Cao Cao intentó ir por la puerta del sur, sur , pero se encontró como enemigos a Gao Shun y a Hou Cheng. Cao Cao mandó a su fiel comandante Dian Wei, con ojos furiosos y dientes apretados, como último recurso para que abriera camino, con el enemigo encima de ellos. Pero cuando Dian Wei alcanzó el puente colgante, miró tras él y perdió a su maestro. Inmediatamente se volvió y se metió por un callejón. Fue entonces cuando se encontró con Li Dian. — ¿Dónde está nuestro señor? — gritó Dian Wei. — Le estoy buscando — contest Li Dian. — ¡Rápido! Tenemos que ayudarle a salir — jaleó Dian Wei — — . Voy a buscarle. De esta forma Li Dian fue en busca de ayuda, y Dian Wei se abrió camino buscando por todos lados a Cao Cao. No llegó a ser encontrado. Precipitándose fuera de la ciudad, Dian Wei corrió hacia Yue Jing, quien le preguntó dónde estaba su señor. — He entrado a la ciudad dos veces buscándole, pero no lo he encontrado — dijo Dian Wei. — Vayamos juntos — respondió Yue Jin. Cabalgaron hasta la puerta. Pero los sonidos de las explosiones en la puerta de la torre asustaron al caballo de Yue Jing, quien se rehusó a entrar. De esta forma Dian Wei entró solo, lanzándose al humo y atravesando las llamas. Dedicándose a buscar por todos todos lados. Cuando Cao Cao vio a su tenaz protector Dian Wei abriéndose camino y luchando contra la rendición, hizo un nuevo intento de alcanzar al canzar la puerta norte. En el camino, dibujada por la luz a su espalda, vio la figura de Lu Bu dirigiéndose hacia él con su alabarda tridente preparado para matar. Cao Cao se cubrió la cara con las manos, azotó su corcel y galopó hacia adelante. Pero Lu Bu llegaba galopando tras él y golpeándose el casco con la alabarda gritó: — ¿Dónde está Cao Cao? Cao Cao se volvió y, poniendo su caballo por delante provocativamente, gritó: — ¡Aquí, el del pardo! Escuchando esto Lu Bu dejó de perseguir a Cao Cao para galopar tras el jinete del corcel pardo. De esta forma salió con alivio Cao Cao por la puerta este. Entonces formó filas con Dian Wei, quien le tomó bajo su protección y luchó durante el aprieto, dejando un reguero de muerte tras su camino hacia la puerta. Ahí el fuego ardía con furia, y grandes llamas se precipitaban por todos lados. El elemento tierra parecía haber cedido su lugar al elemento fuego. Dian Wei rechazó las teas ardientes con su lanza y cabalgó hacia el humo abriendo un camino para su señor. Justo cuando estaban pasando por la puerta una viga ardiendo cayó de la torre de la puerta. La mano y el brazo de Cao Cao fueron gravemente quemados y su pelo y su barba chamuscados. Dian Wei volvió a su rescate. Afortunadamente Xiahou Yuan llegó a su altura, y entre los dos cogieron a Cao Cao y lo subieron al caballo de Xiahou Yuan. Y de esta forma
lograron salir de la ciudad en llamas. Pero todavía tenían que atravesar una dura batalla hasta el amanecer. Cao Cao volvió a su campamento. Sus oficiales se apiñaron en torno a su tienda, ansiosos por noticias sobre su salud. Se recuperó r ecuperó al pronto y rió cuando pensó en su huída. — Me he equivocado con esa tonta trampa, pero me tomaré mi venganza — dijo. — Espero que nos dé un nuevo plan pronto — dijo Guo Jia. — Voy a volver ese ardid en mi propio beneficio. Enviaré el informe de que he ardido ar dido en el fuego, y de que he muerto en la quinta hora. Él vendrá a atacarnos en cuanto la noticia llegue a sus oídos, y yo le tendré una emboscada preparada en las Montañas Maling. Esta vez lo atraparé. — ¡Realmente es una gran estratagema! — — dijo Guo Jia. Así los soldados se pudieron de luto, y el informe de la muerte de Cao Cao llegó a todo el mundo. En cuanto Lu Bu lo escuchó preparó su ejército para hacer un ataque sorpresa, tomando el camino por las Montañas Maling hacia el campamento de su enemigo. Cuando estaban cruzando el paso de las montañas escucharon los tambores llamando para avanzar, y los soldados emboscados los rodearon por completo. Sólo tras una lucha desesperada consiguió librarse de la refriega y con unas tropas muy diezmadas volvió a su campamento en Puyang. Allí fortaleció sus defensas y no fue tentado t entado para la batalla. Ese año la langosta apareció de repente, y consumió toda hoja verde. Hubo hambruna, y el grano del noreste subió hasta más de cincuenta monedas por carro. La gente incluso llegó al canibalismo. El ejército de Cao Cao sufrió por la espera, y entonces marcharon hacia Juancheng. Lu Bu tomó sus tropas de Shanyang. Shanyang. Por tanto, la lucha cesó forzosamente. En Xuzhou, el Protector Imperial Tao Qian, de unos sesenta años de edad, cayó repentinamente enfermo de gravedad, y llamó a su confidente a sus aposentos, Mi Zhu, para hacer preparativos para el futuro. Cuando estuvo en situación el consejero c onsejero dijo: — Cao Cao ha abandonado su ataque a este lugar porque su enemigo ataca Yanzhou; y ahora han firmado la paz únicamente por la hambruna. Pero Cao Cao seguramente retomará su ataque en primavera. Cuando Liu Bei rechazó la renuncia de su puesto en su favor, se encontraba repleto de salud. Ahora se encuentra débil y enfermo, y puede considerarlo una razón para retirarse. No se volverá a rehusar de nuevo. De esta forma se envió un mensaje a la guarnición en el pequeño pueblo de Xiaopei llamando a Liu Bei a un consejo militar. Acudió con sus hermanos y una pequeña escolta. Fue llamado a la habitación del convaleciente. Poniéndole al día rápidamente sobre su salud, Tao Qian enseguida se refirió a los motivos reales de llamar a Liu Bei. — Señor, le he llamado por la única razón de que estoy gravemente enfermo y puedo morir en cualquier momento. Le ruego, Ilustrísimo Señor, que considere que los Hans y su imperio son más importantes que cualquier otra cosa, y que de esta forma asuma los símbolos del cargo de esta región, el nombramiento y el sello, y así podré descansar en paz. — Usted tiene dos hijos, ¿por qué no delega en ellos su carga? — dijo Liu Bei. — Carecen de los requisitos adecuados. Creo que usted los podrá instruir cuando yo ya no esté, pero no les ceda la dirección de los asuntos. — Pero yo soy inadecuado para un puesto tan importante. imp ortante. — Le recomendaré a alguien que podrá asistirle. Se trata de Sun Qian de Beihai, quien podrá ser nombrado para el cargo. Dirigiéndose hacia Mi Zhu, Tao Qian dijo: — El noble Liu Bei, aquí presente, es el hombre más prominente del momento, y debes servirle bien. Liu Bei todavía tenía reparos de aceptar el cargo, pero entonces el Protector Imperial, apuntando a su corazón indicando sinceridad, falleció. Cuando los lamentos ceremoniosos de los oficiales terminaron, la insignia de oficial fue entregada a Liu Bei. Pero él no hizo toma de posesión de la misma. Los siguientes días los habitantes del pueblo y sus alrededores se encaminaron hacia la residencia del gobernador, inclinándose entre lágrimas, pidiendo a Liu Bei que aceptara el cargo. — Si no lo hace no podremos vivir con tranquilidad — decían.
Sus hermanos se unieron a estas peticiones, hasta que finalmente consintió en asumir los deberes administrativos. De inmediato nombró a Sun Qian y a Mi Zhu sus Consejeros, y a Chen Deng su Secretario. Trasladó su ejército de Xiaopei a la ciudad de Xuzhou, y mandó proclamas para tranquilizar a la gente. También atendió las ceremonias de enterramiento; él y todo su ejército vistieron de luto. Tras los sacrificios adecuados y los rituales, fue encontrado una fosa para el último Protector Imperial cerca del curso del Río Amarillo. El testamento del difunto fue remitido a la corte. Como estaba previsto, las noticias de lo acontecido en Xuzhou llegaron a los oídos de Cao Cao, entonces en Juancheng. — He perdido mi venganza — dijo con ira — . Ese Liu Bei ha entrado a comandar la región sin gastar ni una sola flecha: se ha sentado y ha conseguido su deseo. ¡Pero yo me encargaré de matarlo y entonces le enviaré a Tao Qian su cadáver en venganza por la muerte de mi noble padre! Se enviaron órdenes al ejército para prepararse para una nueva campaña contra Xuzhou. Pero el Consejero Xun Yu hizo recapacitar a Cao Cao, diciendo: — El Ancestro Supremo afianzó la Tierra Dentro del Paso 50 y su ilustre successor en el trono, Liu Xiu, tomó Henei. Primero consolidó su posición antes de poder comandar todo el imperio. Todos sus éxitos se consiguieron paso a paso. De ahí que lograra sus grandes designios pese a tan grandes dificultades. » Ilustrísimo Señor, su Tierra Dentro del Paso y su Henei son Yanzhou y el Río Amarillo, lo primero que tuvo, y los cuales son puntos de suma importancia estratégica para el imperio. Si emprende esta expedición contra Xuzhou dejando muchas tropas aquí para la defensa no podrá llevar a cabo su propósito; si deja demasiados pocos Lu Bu caerá sobre nosotros. Y finalmente, si pierde estas tierras y fracasa en la toma de Xuzhou, ¿dónde podrá retirarse? Esa región no está vacante. Aunque Tao Qian se haya ido, Liu Bei la tiene; y puesto que la gente le apoya él luchará hasta la muerte por ellos. Abandonar este lugar por aquél es como cambiar lo grande por lo pequeño, como cambiar el tronco por las astillas, como abandonar el cobijo y correr hacia el peligro. Le ruego que reflexione r eflexione bien. — No es bueno mantener a los soldados ociosos durante la escasez — contestó Cao Cao. — Si ese es el caso, tal vez sea más productivo atacar los condados orientales de Chencheng, Yingchuan y Runan, y alimentar su ejército con sus provisiones. Los restos de los Turbantes Amarillos, He Yi y Huang Shao, se encuentran allí con reservas y tesoros de todas clases que han amasado con sus saqueos allí por donde pasaban. Los rebeldes de esa calaña se vencen con facilidad. Derrótalos y podrá alimentar a su ejército con su grano. Además, muchos de la corte y del populacho se le unirán en agradecimiento. Esta nueva apelación gustó mucho a Cao Cao, y enseguida comenzó con los preparativos para marchar. Partieron Xiahou Dun y Cao Ren a guardar Juancheng, mientras que el ejército principal, bajo su propio mando, avanzó para tomar Chencheng. Esto terminaría cuando fuera a Runan y a Yingchuan. Los actuales líderes de los Turbantes Amarillos, He Yi y Huang Shao, sabían que Cao Cao se aproximaba. Sacaron un gran ejército para mostrar oposición. Se encontraron en las Montañas de las Cabras. Aunque los rebeldes eran numerosos, estaban mal equipados, apenas un grupo de bestias sin organización y faltos de disciplina. Cao Cao ordenó a sus fuertes arqueros y a sus vigorosos ballesteros que los mantuvieran a raya. Dian Wei salió para presenter un desafío. El líder rebelde r ebelde eligió a un campeón de segunda categoría por su parte, quien apenas aguantó y fue derrotado en el tercer envite. Entonces el ejército de Cao Cao Ca o avanzó, e hicieron campamento en las Montañas de las Cabras. Al día siguiente el rebelde Huang Shao en persona condujo su ejército y presentó batalla en formación circular. Un líder avanzó a pie para ofrecer combate. Vestía turbante amarillo en su cabeza y túnica verde. Su arma era una maza de hierro. — Soy El Hombre, el demonio que caza a través del cielo — gritó — . ¿Quién se atreve a luchar contra mí?
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La Tierra Dentro del Paso, o Guanzhong, era la zona alrededor de Changan.
Cao Hong profirió un gran grito y saltó de su silla para aceptar el desafío. Avanzó a pie espada en mano y los dos se enzarzaron en un fiero combate en frente de los dos ejércitos. Intercambiaron unos cincuenta golpes sin que ninguno de los dos lograra tomar ventaja. Entonces Cao Hong fingió ser derrotado y huyó. EL Hombre fue tras él. Cuando estaba cerca Cao Hong hizo una finta y se giró hacia él, hiriendo a su adversario. Otro tajo, y El Hombre cayó muerto. Inmediatamente Li Dian se lanzó en medio de los Turbantes Amarillos y puso sus manos sobre el jefe rebelde Huan Shao, tomándolo prisionero. Las tropas de Cao Cao entonces atacaron y dispersaron a los rebeldes. El tesoro capturado y la comida eran inmensos. El otro líder rebelde, He Yi, huyó con unos cuantos cientos de arqueros hacia las Montañas Kobei. Pero mientras iban en camino apareció de repente una fuerza dirigida por un espadachín, el cual se presentará en su momento. Este valiente era un hombre fornido, robusto y fuerte. Con un talle de diez palmos de contorno. Usaba una espada larga. El desconocido obstruía la vía de escape. He Yi enarboló su lanza y cargó contra él. Pero tras su primer encuentro el valiente atrapó a He Yi bajo su brazo y lo convirtió en su prisionero. Todos los rebeldes se tornaron presa del pánico, arrojándose de sus caballos y permitiendo ser capturados. Entonces el vencedor los condujo como ganado a un cercado con altas empalizadas. Al momento Dian Wei, que todavía perseguía a los rebeldes, alcanzó las Montañas Kobei. El espadachín salió para encontrarse con él. — ¿También eres un rebelde de los Turbantes T urbantes Amarillos? — dijo Dian Wei. — Tengo a varios cientos de ellos prisioneros en este cercado. — ¿Por qué no los sueltas? — dijo Dian Wei. — Lo hare si consigues esta espada de mi mano. Esto molestó a Dian Wei, que atacó. Se enfrascaron en un combate que duró durante dos largas horas y todavía estaba sin decidir. Lucharon hasta el anochecer y entonces, como sus caballos estaban agotados, el combate fue suspendido. Mientras tanto, los hombres de Dian Wei corrieron para contar la historia de la maravillosa lucha a Cao Cao quien quedó maravillado, ordenó que le siguiera a varios oficiales y fue para ver el resultado. Al día siguiente el desconocido guerrero partió al galope de nuevo, y Cao Cao le vio. El corazón de Cao Cao se regocijó cuando vio un héroe tan valiente y deseó ganarse sus servicios. De esta forma Cao Cao ordenó a Dian Wei que fingiera su derrota. Dian Wei cargó en respuesta al desafío, y una treintena de tandas se sucedieron en la lucha. Entonces Dian Wei se volvió y huyó hacia su bando. El valiente le siguió y se puso muy cerca. Pero una lluvia de flechas le mantuvieron a raya. Cao Cao enseguida apartó a sus hombres una milla y media y envió secretamente a un cierto número cavar un agujero y envió tropas armadas con ganchos para preparar una emboscada. Al día siguiente Dian Wei fue enviado con un centenary de jinetes. Su adversario no estaba nada dispuesto a enfrentarse con Dian Wei. — ¿Por qué el líder derrotado se atreve a enfrentarse a mí de nuevo? — gritó mientras reía. El espadachín espoleó a su corcel para lanzarse a la pelea, pero Dian Wei, tras una débil muestra de lucha, giró su montura y se marchó. Su adversario trató de atraparlo, sin lograrlo, y él y su caballo cayeron en el agujero. Los hombres con los ganchos lo tomaron cautivo, atándolo, y llevándolo frente a Cao Cao. En cuanto vio al prisionero, Cao Cao salió de su tienda, despachó a los soldados y desató las cuerdas del cautivo con sus propias manos. Entonces sacó ropas y lo vistió, ofreciéndole asiento y preguntándole quién era y de dónde provenía. — Me llamo Xu Chu. Soy de Qiao. Cuando se produjo la rebelión varios centenaries de parientes y yo construimos una fortaleza con los precipicios como protección. Un día vinieron los ladrones, pero tenía piedras preparadas para ellos. Les dije que si no me dejaban en paz se las arrojaría todas, matando a todos cada vez que vinieran. Eso ahuyentó a los ladrones. Otro día volvieron y estábamos escasos de grano. Así acordamos intercambiar bueyes de tiro por grano. Ellos entregaron el grano y se estaban llevando los bueyes cuando los animales se asustaron y
salieron en estampida hacia sus corrales. Yo cogí dos bueyes por las colas, una en cada mano, y tiré de ellos unos cien pasos o así. De esta forma no nos molestaron más. — He oído de ti una gran hazaña — dijo Cao Cao — . ¿Te quieres unir a mi ejército? — Ese es mi mayor deseo — dijo Xu Chu. Entonces Xu Chu llamó a su clan, varios centenares en total, y se sometieron formalmente a Cao Cao. Xu Chu recibió el rango de general, así como amplias recompensas. Los dos líderes rebeldes, He Yi y Huang Shao, fueron ejecutados. Runan y Yingchuan ahora estaban perfectamente pacificadas. Cao Cao replegó su ejército y volvió entonces a Juancheng. Xiahou Dun y Cao Ren salieron para recibirle, y le contaron que los espías habían informado que la ciudad de Yanzhou estaba baja de defensas. Los generales de Lu Bu, Xue Lan y Li Fang, habían entregado toda su guarnición a saquear los alrededores. Le apremiaron a premiaron a que lucharan sin perder tiempo. — Con nuestros soldados frescos por la victoria, la ciudad caerá con el primer golpe de un tambor — — dijeron. Así Cao Cao condujo el ejército hacia la ciudad. El ataque era inesperado, pero los dos líderes, Xue Lan y Li Fang, precipitaron a sus pocos soldados a la lucha. Xu Chu, el último recluta, dijo que deseaba ca capturar pturar a esos dos y que quería hacerlo como regalo de bienvenida. Le asignaron dicho cometido, y así se lanzó a la carga. Li Fang avanzó con su alabarda para encontrarse con Xu Chu. El combate fue corto y Li Fang cayó en el segundo envite. Su colega Xue Lan se retiró con sus tropas. Pero se encontró con que el puente levadizo había sido alzado por Li Dian, por lo que no pudo encontrar abrigo en la ciudad. Xue Lan envió sus tropas hacia Juye. Pero Lu Qian los persiguió y los mató con su arco. Sus soldados se dispersaron por todos lados. Y de esta forma Yanzhou fue reconquistada. Lo siguiente que propuso Cheng Yu fue una expedición para tomar Puyang. Cao Cao salió con su ejército en perfecto orden. El líder de la vanguardia era Dian Wei y Xu Chu; Xiahou Dun y Xiahou Yuan mandaban el flanco izquierdo; Li Dian y Yue Jing comandaban el flanco derecho; Yu Jin y Lu Qian dirigían la retaguardia. Cao Cao en persona comandaba el centro. Cuando se aproximaron a Puyang, Lu Bu deseó salir en persona y solo para atacar, pero su consejero Chen Gong protestó, diciendo: — General, no debería salir hasta la llegada del resto de oficiales. — ¿De quién debería tener yo miedo? — dijo Lu Bu. De esta forma arrojó las precauciones al viento y salió de la ciudad. Se encontró con sus enemigos y comenzó a insultarles. El temible Xu Chu fue a luchar contra él, pero tras una veintena de envites ninguno de los dos combatientes logró tomar ventaja. — Él no es de la clase que un solo hombre pueda vencer — dijo Cao Cao. Y envió a Dian Wei a atacar a Lu Bu desde otra dirección. Lu Bu recibía el doble de ataques. Poco después los comandantes de los flancos se les unieron, Xiahou Dun y Xiahou Yuan atacando por la izquierda; Li Dian y Yue Jing rodeándolo por la derecha. Lu Bu tenía seis oponentes. Esa prueba era demasiado para él por lo que volvió grupas y cabalgó de vuelta a la ciudad. Pero cuando los miembros de la familia Tian vieron que volvía derrotado alzaron el puente levadizo. — ¡Abrid las puertas! ¡Dejadme entrar! — — gritó Lu Bu. — ¡Nos hemos pasado a Cao Cao! — respondieron los Tian. Eso fue demasiado duro de escuchar y el hombre derrotado los insultó antes de largarse. Chen Gong salió por la puerta este llevando con él la familia del general. De esta forma Puyang pasó a formar parte de Cao Cao, y por sus actuales servicios la familia Tian fue perdonada de sus errores anteriores. Sin embargo, Liu Ye dijo: — Lu Bu es una bestia salvaje. Si le permitimos seguir con vida se volverá un gran peligro. ¡Acabemos con él! Ordenaron a Liu Ye permanecer en Puyang. Por tanto, Cao Cao estaba determinado a perseguir a Lu Bu hasta Dingtao, donde fue en busca de refugio.
Lu Bu, Zhang Miao y Zhang Chao fueron convocados en la ciudad. Gao Shun y otros generales salieron por avituallamiento. El ejército de Cao Cao llegó pero no atacó en muchos días, y al poco se retiraron quince millas e hicieron un fuerte. Era la época de la cosecha, y ordenaron a sus soldados que segaran el grano para comida. Los espías informaron de esto a Lu Bu quien fue a ver. Pero cuando vio que la fortaleza de Cao Cao estaba próxima a un bosque temió una emboscada y se retiró. Cao Cao escuchó que Lu Bu vino y se fue y comprendió la razón. — Ha temido una emboscada desde el bosque — dijo Cao Cao — . Pondremos banderas allí y le engañaremos. Hay un largo terraplén cerca del campamento pero tras él no hay agua. Allí prepararemos una emboscada para caer sobre Lu Bu cuando venga a incendiar el bosque. Así escondió Cao Cao a todos sus soldados tras el talud excepto a unos pocos centenares de tambores, y se llevó consigo muchos campesinos para entretenerlos en el fuerte como si no estuviera vacío. Lu Bu volvió y contó a Chen Gong lo que había visto. — Este Cao Cao es muy astuto y está lleno de vilezas — dijo su consejero — . No haga nada. — Esta vez voy a usar fuego y a quemar su emboscada — dijo Lu Bu. A la mañana siguiente Lu Bu salió, y vio banderas ondeando por todo el bosque. Ordenó a sus tropas que prendieran fuego por todos lados. Pero para su sorpresa no salió nadie desde el fuerte. Continuaba escuchando el batir de los tambores, y dudó de si le fallaba la mente. Entonces vio un grupo de soldados moverse desde el refugio del fuerte. Galopó hacia allí para ver de qué se trataba. Entonces las señales sonaron; las tropas ocultas salieron y todos sus líderes avanzaron. Xiahou Dun, Xiahou Yuan, Xu Chu, Dian Wei, Li Dian y Yue Jin atacaron todos a una. Lu Bu estaba perdido y huyó hacia campo abierto. Uno de sus generales, Cheng Lian, fue muerto por una flecha de Yue Jing. Dos tercios de sus tropas se perdieron, y los derrotados restos fueron a contarle a Chen Gong lo que había sucedido. — Mejor nos vamos — dijo Chen Gong — . Una ciudad vacía no puede ser tomada. Así Chen Gong y Gao Shun, tomando al jefe de su familia con ellos, abandonaron Dingtao. Cuando los soldados de Cao Cao entraron en la ciudad se encontraron que no había resistencia. Zhang Chao se suicidó quemándose. Zhang Miao huyó a Yuan Shu. De esta forma todo el noreste cayó bajo el poder de Cao Cao, que inmediatamente tranquilizó a la gente y reconstruyó las ciudades y sus defensas. Lu Bu formó filas con sus generales en su retirada, y Chen Gong también se le volvió a unir, de forma que no estuvo completamente derrotado. — No tenemos más que un pequeño ejército — dijo Lu Bu — , pero todavía es suficiente para acabar con Cao Cao. Y así tomó el camino de vuelta. De hecho: De esta forma es alterna la fortuna, victoria, derrota, ¿El feliz conquistador de hoy mañana es quien se retira?
Lo que fue del destino de Lu Bu se sabrá después.