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Capítulo 7 Yuan Shao Lucha Contra Gongsun Zan en el Río Pan; Sun Jian Ataca a Liu Biao a Través del Gran Río.
Al final del último capítulo Sun Jian se rindió. Sin embargo, ayudado por Cheng Pu, Huang Gai y Han Dang finalmente cruzaron espadas, aunque les costó más de la mitad de sus tropas. Sun Jian volvió de de las Tierras T ierras del Sur, al sudeste del Gran Río 34. De ahora en adelante Sun Jian y Liu Biao serán enemigos declarados. Yuan Shao estaba en Henei. Encontrándose corto de provisiones envió una misiva al Protector Imperial de Jizhou, Han Fu, por la cual obtuviera los medios para abastecer a su ejército. Entonces Peng Ji, uno de los consejeros de Yuan Shao, dijo: — En verdad la suya es la fuerza más poderosa aquí. ¿Entonces por qué depender de la comida de otros? La región de Jizhou es rica y próspera. ¿Por qué no hacerse con ella? — No tengo un buen plan — respondió Yuan Shao. — Puede mandarle una carta en secreto a Gongsun Zan, pidiéndole que ataque, prometiéndole su apoyo. El Protector Imperial Han Fu de Jizhou, siendo incapaz, le pedirá que se haga cargo de su región, y se podrá hacer con ella sin mover un dedo. Y así la carta fue enviada. Cuando Gongsun Zan vio la propuesta para hacer un ataque conjunto y dividir el territorio estuvo de acuerdo en aceptar su ayuda. Al mismo tiempo Yuan Shao había enviado una advertencia a Han Fu sobre el trato de Gongsun Zan. Han Fu solicitó consejo de los Consejeros Xun Chang y Xin Ping. — El Gobernador Gongsun Zan de Beiping está comandando un enorme y poderoso ejército — dijo Xun Chang — . Si viene a atacarnos no podremos hacerle frente, especialmente si cuenta con la ayuda de Liu Bei y sus hermanos. Actualmente Yuan Shao es atrevido como el que más, y tiene a su disposición más líderes famosos. Usted no puede hacer nada mejor que pedirle que se encargue de la administración de esta región. Yuan Shao aceptará la oferta con generosidad, y no tendrá que tener miedo de Gongsun Zan. Han Fu estuvo de acuerdo y envió el mensaje a Yuan Shao de mano de Guan Chun. Pero el Comandante Geng Wu se quejó quej ó a su maestro, diciendo: — Yuan Shao es un hombre necesitado con un ejército hambriento y dependen de nosotros para su existencia igual que un infante lactante de su madre. Corta el suministro de leche y el infante muere. ¿Por qué deberíamos cederle la región? Será peor que abrirle las puertas del redil a un tigre. — Soy uno de los clientes de la familia Yuan — respondió Han Fu — , y conozco las habilidades de Yuan Shao, las cuales son mejores que las mías. ¿Por qué estás tan celoso? Los consejos antiguos eran más sabios. — ¡Jizhou está perdido! — suspiró Geng Wu. Cuando se extendieron las noticias más de treinta oficiales de Jizhou dejaron su trabajo y la ciudad. Sin embargo, Geng Wu y Guan Chun se ocultaron en los suburbios a la espera de la llegada de Yuan Shao. No tuvieron que esperar demasiado. Varios días después Yuan Shao llegó con sus soldados, y Geng Wu y Guan Chun trataron de asesinarlo con sus cuchillos. Fallaron en el intento. Los generales de Yuan Shao, Yan Liang y Wen Chou, decapitaron a Geng Wu y a Guan Chun al instante. De este modo ambos murieron, y el objeto de su odio entró en la Ciudad de Jizhou35. 34 35
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El río Yangtze, que discurre de oeste a este desembocando en el Pacífico, en Shangai. Cada región tenía una capital, la cual solía tener en muchas ocasiones el mismo nombre que la región.
El primer acto de Yuan Shao fue conferir a Han Fu un título altamente sonoro — el el de General Que Demuestra Gran Valor y Vigor en su Ejército — , pero la administración fue confiada a cuatro confidentes de Yuan Shao — Tian Tian Feng, Ju Shou, Xu You y Peng Ji — , los cuales enseguida privaron al Protector Imperial de todo el poder. Con un gran disgusto, Han Fu abandonó todo pronto, incluso a su familia, y cabalgó solo para coger refugio con el Gobernador de Chenliu, Zhang Miao. Al escuchar de la invasion de Yuan Shao, Gongsun Zan envió a su hermano, Gongsun Yue, para ver al usurpador usurpador y demandar su parte de la región r egión.. — Quiero ver a tu hermano mayor en persona. Él y yo tenemos cosas que discutir — dijo Yuan Shao. De esta forma Gongsun Yue fue mandado de vuelta. Pero después de viajar unas quince millas del camino de vuelta, Gongsun Yue vio aparecer un grupo de soldados. — ¡Somos guardias del Primer Ministro Dong Zhuo! — gritaron los soldados. Gongsun Yue murió al instante por una lluvia de flechas. Algunos de los seguidores de Gongsun Yue que lograron escapar portaron las noticias posteriormente al hermano mayor. Gongsun Zan estaba muy cabreado y dijo: — Yuan Shao se ha crecido más que yo para atacar, y ahora ha tomado posesión. Además Además pretende que los asesinos de mi hermano no eran su gente. ¿No debería vengar el agravio cometido hacia mi hermano? Gongsun Zan condujo todas sus fuerzas al ataque. a taque. Conociendo el movimiento, Yuan Shao envió su ejército y se encontraron en el Río Pan. Hicieron alto cada uno en una rivera opuesta del río, sobre el que había un puente. Gongsun Zan tomó su aposta en el puente y gritó al enemigo: engañarme, renegados! r enegados!?? — ¿¡Os atrevéis a engañarme, Yuan Shao cabalgó al otro extremo del puente y, dirigiéndose a Gongsun Zan, respondió: — Han Fu me ha brindado hospitalidad porque está en desacuerdo con el gobierno. ¿Y a ti qué te importa? — Antiguamente eras considerado como un espíritu leal y público — respondió Gongsun Zan — , y nosotros te elegimos como jefe de la confederación. Ahora tus actos prueban tu crueldad y principios y tu corazón de rastrero traidor. ¿Cómo puedes mirar al mundo a la cara? — ¿Quién le va a capturar? — gritó Yuan Shao henchido en rabia. Wen Chou se lanzó con su lanza. Gongsun Zan cargó hacia el lado del puente enemigo, donde los dos entablaron batalla. Durante diez tandas fue testigo Gongsun Zan del t errible poder de Wen Chou, y entonces se apartó. El enemigo llegó. Gonsgun Zan tomó refugio dentro de su formación, pero Wen Chou la penetró y cabalgó a través de ella, matando a diestra y a siniestra. El cuarto mejor general de Gongsun Zan le ofreció batalla, pero cayó bajo el primer golpe del valeroso guerrero, y los otros tres huyeron. Wen Chou continuó limpiando la retaguardia del ejército. Gongsun Zan se retiró a las montañas. Wen Chou forzó su caballo al máximo galope, gritando con voz ronca: — ¡Baja! ¡Desmonta y ríndete! Gongsun Zan huyó por su vida. Lanzó su arco y su aljaba a sus criados, tiró su casco y su pelo cayó en torrente a su espalda mientras cabalgaba de aquí allá entre las inclinadas colinas. Entonces su corcel tropezó y él se cayó, rodando y rodando hasta el pie del barranco. Wen Chou ahora estaba muy cerca y equilibró su lanza para el asalto. Entonces apareció repentinamente del refugio de un montículo de matorrales a la izquierda un general de aspecto juvenil, pero montando su corcel con bravura y portando una robusta lanza. Cabalgó directamente hacia Wen Chou, y Gongsun Zan trepó a la ladera para observar mejor. El nuevo guerrero era de estatura media con tupidas cejas y ojos grandes, rostro ancho y barbilla dura, un joven de presencia autoritaria. Los dos intercambiaron una cincuentena de golpes pero todavía no lograba tomar ventaja ninguno. Entonces la fuerza de rescate de Gongsun Zan llegó, y Wen Chou se volvió y huyó. El joven no le persiguió. Gongsun Zan bajó rápidamente la colina y preguntó al muchacho quién era. — Me llamo Zhao Yun y soy de Changshan — respondió haciendo una reverencia — . Primero serví a Yuan Shao, pero cuando vi que era desleal a su príncipe y descuidado con las
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necesidades de su pueblo le dejé y emprendí el camino para ofrecerle mi servicio. Este encuentro en este lugar ha sido totalmente inesperado. Gongsun Zan estaba totalmente complacido y los dos se marcharon juntos al campamento, donde comenzaron los preparativos para una nueva batalla. bata lla. Al día siguiente Gongsun Zan se preparó para la batalla dividiendo su ejército en dos flancos. Dispuso cinco mil jinetes en el centro, todos montados en caballos blancos. Gongsun Zan antiguamente había realizado servicio contra las tribus fronterizas del norte, los Hombres Hombres de Qiang, donde siempre ponía sus caballos blancos en la vanguardia de su ejército, y así consiguió el apodo de General Que Comanda Caballos Blancos. Las tribus siempre entraban en pánico, por lo que acababan huyendo cuando los caballos blancos, sus animales sagrados, aparecían. Del lado de Yuan Shao, Yan Lian y Wen Chou eran los líderes de la vanguardia. Cada uno contaba con un millar de arqueros y ballesteros. Pusieron la mitad en cada lado de forma que el flanco izquierdo disparara al a l derecho de Gongsun Zan y el derecho disparara al izquierdo. En el centro estaba Qu Yi con ocho mil arqueros y diez mil infantes a pie y a caballo. Yuan Shao tomó el mando de las fuerzas de reserva en la retaguardia. En esta lucha Gongsun Zan empleó a su nuevo partidario Zhao Yun por primera vez y, como Gongsun Zan no tenía la completa certeza de las buenas intenciones de Zhao Yun, le dejó al mando de una compañía en la retaguardia. El líder de la vanguardia era Yan Guang, y el propio Gongsun Zan comandó el cuerpo principal. Ocupó su lugar a caballo en el puente junto a un enorme estandarte rojo en el que estaba bordado en oro las palabras Comandante General. Desde el amanecer hasta la puesta de sol los tambores tronaron para el ataque, pero el ejército de Yuan Shao no se movió. Qu Yi hizo que sus arqueros se ocultaran tras sus escudos. Escucharon el rugido de las explosiones, el silbido de las flechas y el retumbar de los tambores, mientras Yan Guan se aproximó por el otro lado, pero Qu Yi y sus hombres se mantuvieron completamente imperturbables y no se movieron ni un ápice. Esperaron hasta que Yan Guang estuvo suficientemente cerca de ellos y entonces, como el sonido de una u na bomba resonando en el aire, todos los ocho mil hombres lanzaron sus flechas en una nube. Yan Guang se quedó inmóvil, desconcertado, y debería haberse retirado, pero Qu Yi cabalgó furioso hacia él, descargando una estocada con su espada y matándolo. Y así el ejército de Gongsun Zan perdió la batalla. Las dos alas que debían haber llegado al rescate se quedaron rezagadas hostigadas por los arqueros de Yan Liang y de Wen Chou. Las tropas de Yuan Shao avanzaron derechas por el puente. Entonces Qu Yi cabalgó a la cabeza, mató al portador del estandarte y rajó repetidas veces el pendón bordado. Viendo esto Gongsun Zan volvió grupas y partió. part ió. Qu Yi le siguió. Pero en cuanto alcanzó al fugitivo se abalanzó sobre él Zhao Yun con su lanza en ristre dispuesto a la carga. Después de varios envites Qu Yi fue enviado al suelo. Entonces Zhao Yun atacó a los soldados y le dio la vuelta a la situación. Adentrándose en el frente, precipitándose en él, marchaba como si no tuviera rival y, viendo eso, Gongsun Zan se volvió y volvió de nuevo a la lucha. La victoria final estaba de su lado. Los exploradores llegaron con las noticias del desarrollo de la batalla. Yuan Shao escuchó las buenas noticias de los sucesos de Qu Yi rasgando el estandarte bordado, capturando la bandera y a su perseguidor. Entonces Yuan Shao no tuvo precaución de salir con su general Tian Feng y unos pocos guardias para echar un vistazo al enemigo y disfrutar de su victoria. — ¡Jaja! — — rió Yuan Shao — . Gongsun Zan es un inútil. Pero mientras Yuan Shao hablaba vio enfrente al temible Zhao Yun. Sus guardias se apresuraron en poner a punto sus arcos, pero antes de que pudieran dispararlos Zhao Yun se encontraba entre ellos y fueron cayendo allí por donde él pasaba. El resto huyó. En ese momento el ejército de Gongsun Zan rodeó a Yuan Shao. Entonces Tian Feng dijo a su maestro: aba ndonado! — ¡Señor, tome refugio en ese edificio abandonado! Pero Yuan Shao arrojó su casco al suelo, gritando: — ¡Un hombre valeroso muestra su rostro a la muerte en la batalla antes que esconderse tras un muro! Esta valerosa forma de hablar dio nuevo coraje a los soldados que ahora luchaban bravamente y lo que supuso que Zhao Yun no pudiera seguir avanzando. Yuan Shao se reforzó
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al poco con la llegada de su cuerpo principal y Yan Liang, y los dos ejércitos cargaron adelante. Zhao Yun sólo pudo ponerse a salvo de la presión de Gongsun Zan. Entonces la lucha se reanudó en el puente. Pero las tropas de Yuan Shao todavía estaban llegando y luchaban abriéndose paso por el puente, forzando a una multitud de adversarios a probar las aguas en las cuales muchos se ahogaron. Yuan Shao estaba liderando en persona y sus tropas todavía avanzaron. Pero no mucho más de a dos millas de distancia, de repente un gran estruendo se escuchó de detrás de unas colinas, de las cuales de repente aparecieron unas tropas encabezadas por Liu Bei, Guan Yu y Zhang Fei. Hasta Pingyuan llegaron las noticias entre su protector y su enemigo, Yuan Shao, y fue entonces cuando enviaron ayuda. Ahora los tres jinetes, cada uno con su peculiar arma, marchaban hacia Yuan Shao, quien estaba tan asustado que su alma parecía que se le iba a salir del cuerpo y volar hasta los confines del cielo. Su espada cayó de su mano y huyó por su vida. Había corrido a través del puente cuando Gongsun Zan hizo entrar a su ejército, y volvieron al campamento. Después de los usuales saludos, Gongsun Zan dijo: — Si no hubierais venido en nuestra ayuda habríamos estado en grandes aprietos. Liu Bei y Zhao Yun eran antiguos conocidos, y lo primero que hacían siempre cuando se encontraban era darse un afectuoso abrazo. Yuan Shao había perdido aquella batalla, y Gongsun Zan no quería arriesgarse a otra. Reforzaron sus defensas y los ejércitos permanecieron inactivos durante un mes. Mientras tanto las noticias de la lucha habían llegado a la Capital Changan, y Dong Zhuo fue llamado. Su consejero, Li Ru, fue a ver a su maestro y dijo: — Los dos líderes activos hoy en día son Yuan Shao y Gongsun Zan, quienes se han enzarzado en el Río Pan. Pretende que tienes un edicto imperial para mediar por la paz entre ellos y todos te premiarán con su gratitud por tu intervención. — ¡Bien! — dijo Dong Zhuo. Así envió al Guardian Imperial, Ma Midi, y al Ministro de Asuntos Internos, Zhao Qi, a la misión. Cuando esos hombres estaban llegando al Norte del Río Amarillo, Yuan Shao mandó a recibirlos a treinta millas de sus cuarteles generales y recibió a los comandos con los mayores respetos. Entonces los dos oficiales fueron con Gongsun Zan e hicieron saber su recado. Gongsun Zan leyó cartas a su adversario proponiéndole amistad. Los dos emisarios volvieron a informar del éxito de su misiva. Gongsun Zan retiró su ejército. También envió un memorial elogiando a Liu Bei, quien fue ascendido al rango de Gobernador de Pingyuan. La despedida entre Liu Bei y Zhao Yun fue afectiva. Se estrecharon las manos largamente, sus ojos se llenaron de lágrimas, y ninguno quería separarse del otro. — Solía pensar que Gongsun Zan era un héroe de verdad — dijo Zhao Yun entre sollozos — , pero ahora veo que no es diferente de Yuan Shao. Los dos son iguales. — Pero ahora tú estás a su servicio. Seguro que nos volveremos a ver — le respondió Liu Bei. Los dos hombres se separaron en medio de un gran llanto. Ahora que Yuan Shu estaba en Nanyang escuchó que su hermano había llegado a Jizhou, envió una petición de un millar de caballos. La solicitud fue rechazada y la enemistad creció entre los hermanos. Yuan Shu además envió a Jingzhou una petición de grano, la cual el Protector Imperial Liu Biao no envió. Cargado de resentimiento, Yuan Shu escribió a Sun Jian tratando de hacer que atacara a Liu Biao. La carta rezaba así: «Cuando Liu Biao te detenga en tu camino a casa, sabe que será por instigación de mi hermano. Ahora los dos juntos tienen planeado caer sobre tus territorios del sudeste del Gran Río, allí donde una vez heriste a Liu Biao. Capturaré a mi hermano para ti y así todo resentimiento será apaciguado. Tú tendrás t endrás a Jingzhou y yo tendría Jizhou». — No soporto a Liu Biao — dijo Sun Jian cuando terminó de leer la carta — . Es verdad que trató de impedir mi vuelta a casa, y seguro que tendré que esperar muchos años por mi venganza si dejo pasar esta oportunidad. oportunidad. Convocó un concilio. — No debería creer a Yuan Shu. Es muy falso — dijo Cheng Pu.
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Jian.
— Quiero vengarme por mis propios motivos. ¿Qué importa si él me ayuda? — dijo Sun
Despachó a Huang Gai para preparar una flota fluvial, armarla y aprovisionarla. Grandes naves de guerra fueron cargadas con caballos. La fuerza pronto estuvo lista. Las noticias de esos preparativos llegaron a Liu Biao, y enseguida llamó a sus consejeros y a sus guerreros. Kuai Liang le dijo que se librara de toda ansiedad, y dijo: — Ponga al General Huang Zu a la cabeza del ejército de Jiangxia para que haga el primer ataque y usted, Señor, apóyele con fuerzas desde Xiangyang. Deje venir a Sun Jian por el río y que remonte los lagos. ¿Qué fuerza le quedará cuando llegue aquí? Así mandó Liu Biao a Huang Zu que se peparase para partir, y un gran ejército fue armado. En este punto habría que decir que Sun Jian tenía cuatro hijos, todos ellos de la unión con su esposa que pertenecía a la familia Wu. Sus nombres, por orden de edad, eran Sun Ce, Sun Quan, Sun Yi y Sun Kuang. Sun Jian tenía una segunda esposa que era hermana de su primera mujer. Y su segunda mujer le dio un hijo y una hija, el primero llamado Sun Lang y la segunda Sun Ren. Sun Jian además adoptó a un hijo de la familia Yu que se llamaba Sun Hu. Y él tenía un hermano menor llamado Sun Jing. Mientras Sun Jian preparaba su expedición su hermano Sun Jing, con sus seis hijos, se encaró a él tratando tra tando de disuadirlo, diciendo: — Dong Zhuo es el verdadero gobernante del estado, ya que el Emperador es un pelele. Todo el país está sublevado, todo el mundo está luchando por el territorio. Nuestra región está completamente en paz, y es un error ir a la guerra simplemente por un pequeño resentimiento. Te lo ruego, hermano, piensa antes de actuar. — No digas más, hermano — respondió Sun Jian — . Deseo que mi fuerza sea conocida por todo el imperio, ¿y me estás pidiendo que no vengue mis agravios? l e acompañe — dijo el hijo mayor Sun Ce. — Entonces padre, si tienes que ir, deja que le Esta petición fue concedida, y padre e hijo embarcaron para ir a hacer estragos a la ciudad de Fankou. Ahora Huang Zu había apostado arqueros y ballesteros a lo largo de la rivera del río. Cuando las naves se acercaron una nube de flechas cayó sobre ellos. Sun Jian ordenó a sus tropas que se pusieran a cubierto en los barcos, los cuales navegaron de un lado para otro, recibiendo los disparos durante tres días. Muchas veces trataron de tomar tierra, y lo que lograron fue un baño de flechas. Al final los defensores dispararon todas sus flechas y Sun Jian, que las recogió, descubrió que tenía un montón. Entonces, con vientos propicios, las tropas de Sun Jian se las disparó de vuelta. Los que se encontraban en las laderas se desbandaron y se retiraron. El ejército entonces tomó tierra. Dos divisiones mandadas por Cheng Pu y por Huang Gai partieron hacia el campamen ca mpamento to de Huang Zu por diferentes caminos, y entre ellos marchaba Han Dang. Bajo este triple ataque Huang Zu estaba perdido. Abandonó Fankou y retrocedió hasta Dengcheng. Dengcheng. Dejando las naves bajo el mando de Huang Gai, Sun Jian dejó la fuerza perseguidora. Huang Zu llegó de su ciudad y presentó batalla en campo abierto. Cuando Sun Jian había dispuesto su ejército cabalgó hacia el estandarte. Sun Ce, enfundado en una armadura, se situó junto a su padre. Huang Zu llegó al galope con dos generales, Zhang Hui de Jiangxia y Chen Sheng de Xiangyang. Hostigando con su látigo, Huang Zu acusó a su enemigo: — ¡Puñado de rebeldes de Changsha! ¿Por qué invadís la tierra del vástago de la casa gobernante? Zhang Hui lanzó un desafío, y Han Dang aceptó el combate. Los dos campeones lucharon durante treinta envites, y entonces Chen Sheng, viend que su general se estaba agotando, se lanzó en su ayuda. Sun Jian vio que Chen Sheng llegaba, puso a un lado su lanza, cogió su arco y lanzó una flecha alcanzando a Chen Sheng en el rostro. Cayó de su caballo. El pánico dominó al compañero de Zhang Hui y no fue capaz de defenderse durante más tiempo. Entonces Han Dang, con un tajo de su espada, partió el cráneo de Zhang Hui por la mitad.
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Ambos habían caído, Cheng Pu galopó para hacer prisionero a Huang Zu, quien había arrojado su casco, bajado de su corcel, y mezclado para salvaguardarse entre sus tropas. Sun Jian encabezó el ataque y condujo al enemigo al Río Han donde ordenó a Huang Gai moverse a la ladera superior del río r ío y amarrar allí. Huang Zu mandó retroceder a sus derrotadas tropas y dijo a Liu Biao: — Sun Jian era demasiado fuerte para mi ejército. Kuai Liang fue llamado para aconsejar, y dijo: — Nuestros nuevos soldados derrotados ahora no tienen corazón para la lucha. Por tanto tenemos que fortificar nuestra posición, mientras esperamos ayuda de Yuan Shao. Entonces podremos rescatarnos nosotros mismos. — ¡Un movimiento estúpido! — — dijo Cai Mao — . El enemigo está a las puertas de la ciudad. ¿Tenemos que quedarnos de brazos cruzados mientras esperamos que nos maten? Dame tropas y saldré a luchar hasta la muerte. Así Cai Mao fue puesto al frente de diez mil soldados y salió hacia las Montañas Sian donde apostó su frente de batalla. Sun Jian comandaba a los invasores, ahora eufóricas por los sucesos. Cuando Cai Mao se acercaba Sun Jian le miró y dijo: — Es hermano político de Liu Biao. ¿Quién va a capturarlo? Cheng Pu cogió su lanza de acero y se lanzó a la carga. Después de varios envites Cai Mao se volvió y huyó. El ejército de Sun Jian se lanzó y sembró todo el campo de cadáveres, y Cai Mao tomó refugio en Xiangyang. — Cai Mao debería ser ejecutado por un consejo de guerra — dijo Kuai Liang — . Esta derrota fue por culpa de su obstinación. obstinación. Pero Liu Biao no estaba muy dispuesto a castigar al hermano de su recién contraída esposa. Sun Jian sitió Xiangyang y atacó sus murallas a diario. Un día sopló un fuerte vendaval, y el astil que portaba su estandarte se rompió. r etirarnos.. — ¡Qué mal augurio! — dijo Han Dang — . Deberíamos retirarnos — Tenemos que ganar cada batalla y la ciudad es una punta de lanza para la campaña — dijo Sun Jian — . ¿Acaso tenemos que renunciar porque el viento ha roto un palo? Ignoró el consejo y atacó las murallas con vigor renovado. Dentro de la ciudad los defensores habían visto el augurio. Kuai Liang le dijo a Liu Biao: — Anoche vi que una gran estrella que corresponde al territorio de Sun Jian caía del cielo. Deduzco que eso significa la caída de Sun Jian. Entonces Kuai Liang aconsejó a Liu Biao que pidiera ayuda a Yuan Shao tan rápido como fuera posible. Así escribió Liu Biao. Entonces pidió que quién era capaz de romper el cerco con la carta. ca rta. Lu Gong, un guerrero de gran fuerza, se ofreció para este servicio. — Si vas a emprender este servicio escucha mi consejo — dijo Kuai Liang — . Tendrás cinco mil soldados: escoge buenos ballesteros. Rompe la formación enemiga y marcha a las Montañas Xian. Serás perseguido; pero envía mil soldados a las montañas montañas que preparen grandes piedras, y sitúa mil arqueros emboscados en el bosque. No te servirán para librarte de tus perseguidores, pero te darán tiempo para preparar el lugar de la emboscada. Lanza rodando las piedras pendiente abajo y dispara saetas. Si tienes éxito lanza una serie de bombas como señal, y los ejércitos de la ciudad saldrán en tu ayuda. Si no eres perseguido, huye todo lo rápido que puedas. Esta noche hay luna nueva y debe ser una buena oportunidad. Comienza cuando se ponga el sol. Lu Gong, habiendo recibido esas directrices, preparó sus fuerzas para salir. En cuanto el día tocó a su fin salió en silencio por la puerta este. Sun Jian estaba en su tienda ti enda cuando escuchó voces, y un soldado vino a informarle: — ¡Hay un grupo de jinetes saliendo de la ciudad! Sun Jian montó al instante y cabalgó con treinta caballeros para descubrir la causa. Las tropas de Lu Gong ya se habían escondido en el vasto bosque. Sun Jian cabalgó al frente de su escolta, y enseguida se encontró solo y cercano al enemigo. Entonces recibió el alto. Fue cuando Lu Gong se volvió y le presentó batalla. Pero apenas habían intercambiado unos simples golpes
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cuando Lu Gong huyó otra vez, tomando el camino entre las montañas. Sun Jian le siguió pero pronto perdió la pista de su enemigo. Sun Jian apareció en la montaña. Entonces los gongs sonaron y de la cima cayó una lluvia de piedras, mientras de entre los árboles las flechas caían a millares. Sun Jian fue alcanzado por muchas saetas y una gran piedra le aplastó la cabeza. Tanto él como su montura murieron. Sun Jian sólo tenía treinta tr einta y siete años cuando murió. Su escolta fue subyugada y cada hombre de la misma fue asesinado. Entonces Lu Gong lanzó una serie de cohetes, la señal del éxito, como estaba pactado. Tras esa señal Huang Zu, Kuai Yue y Cai Mao salieron con tres ejércitos de la ciudad y cargaron contra las tropas de Changsha, sumiéndolos en una gran confusión. Cuando Huang Gai escuchó el sonido de la batalla llevó a las tropas a las naves. Se encontró con Huang Zu y tomó a Huang Zu prisionero tras una breve lucha. Cheng Pu portó las malas noticias a Sun Ce. Mientras buscaba un camino de huida se encontró con Lu Gong. Cheng Pu puso su caballo a todo galope y se enfrentó a Lu Gong. Después de unos cuantos golpes Lu Gong fue derribado por un golpe de lanza. La batalla se volvió general y continuó hasta que cayó la luz diurna, cuando cada ejército se retiró. Liu Biao se refugió en el interior int erior de la ciudad. Cuando Sun Ce volvió al río escuchó que su padre había perecido en la batalla, y que su cuerpo había sido llevado al interior de las murallas enemigas. Profirió un enorme grito, y el ejército le secundó con lágrimas y lamentos. — ¿Cómo puedo volver a casa dejando el cadáver de mi padre con ellos? — gritó Sun Ce. — Tenemos a Huang Zu como nuestro prisionero — dijo Huang Gai — — . Envía un emisario a la ciudad para discutir la paz, intercambiando nuestro prisionero por el cuerpo de nuestro señor. Apenas había terminado de hablar cuando un oficial del ejército, Huan Ji, se ofreció como mensajero, diciendo: — Soy un viejo amigo de Liu Biao. Me ofrezco como voluntario para esta misión. Sun Ce aceptó. Y Huan Ji fue y la paz fue discutida. Liu Biao le dijo a Huan Ji: — El cuerpo está preparado en un ataúd y listo para ser entregado en cuanto vuelva Huang Zu. Cesad la lucha y nunca más invadáis los territorios de los demás. Huan Ji le agradeció y se marchó. Pero en cuanto Huan Ji dio unos pasos, pa sos, Kuai Liang rompió a hablar, diciendo: — ¡No, no! Déjame hablar y veré que ni un simple enemigo puede sobrevivir. Te prometo que antes mato a este hombre que aceptar su trato. Persiguiendo a su enemigo, Sun Jian es matado; En una misión de paz, Huan Ji es amenazado.
El destino del embajador se desvelará en el próximo capítulo.
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