PLUMEREROS Crónica de un desastre
RECOPILACIÓN HISTÓRICA PERIODÍSTICA
Benemérita, Centenaria y Heroica, Compañía Nacional de Bomberos Voluntarios del Perú Salvadora Lima N° 10
PLUMEREROS Crónica de un desastre
Recopilación Histórica Periodística
SALVADORA LIMA N° 10
PLUMEREROS Crónica de un desastre Recopilación Histórica Periodística
Caratula: Composición “Plumereros” Diseño Gráfico e Investigación: Capitán CBP Edgardo Tupiño B. Seccionario CBP Heriberto M. Díaz Producción: Teniente CBP Leeward Muro A.
Benemérita, Centenaria y Heroica Compañía Nacional de Bomberos Voluntarios del Perú Salvadora Lima N° 10
A la memoria de nuestros grandes amigos Andrés y Jesús, compañeros eternos...
SUMARIO
Prólogo...................................................................................9 15 de Febrero1931...............................................................13 16 de Febrero1931...............................................................23 17 de Febrero1931...............................................................43 19 de Febrero1931................. Febrero1931................................................. ...............................................71 ...............71 Testimonio del Comandante Mongrut..................... Mongrut...................................75 ..............75
Agradecimiento a la Srta. Silvia Miroquesada del diario El Comercio, y muy en especial al departamento de archivo periodístico, cuya ayuda fue la base para la realización de esta recopilación. 8
PROLOGO Cada 14 de febrero se celebra un aniversario más del incendio que destruyera un almacén de muebles en la calle Plumereros en el centro de Lima, y en el que perdieran la vida cinco abnegados Caballeros del Fuego: Cinco valores del Cuerpo de Bomberos, en plena juventud -dos de ellos casi niños- se inmolaron valerosamente al servicio de un ideal, cumpliendo una santa misión: El servicio a los demás. La ciudadanía limeña y nosotros, los bomberos, jamás debemos olvidar esta horrible tragedia. Un domingo de Carnaval, cuando la ciudad se aprestaba a la alegría y diversión a la que induce esta tradicional fiesta, los diarios matutinos consignaron la noticia. Lima se estremeció de espanto: el dolor fue general y en imponente y generoso gesto hizo suyo el duelo del Cuerpo de Bomberos en los días que debieron ser de fiesta, especialmente el domingo, mientras que los restos re stos de las víctimas aun no habían sido sepultados; y el lunes, día del sepelio, cuando acudieron en reverente peregrinación hasta la ultima morada donde reposan esos mártires cívicos y gloriosos. La presente publicación, recopila las noticias publicadas por el diario El Comercio en esas fechas, describiendo con detalle todos y cada uno de los eventos posteriores al desastre; es por eso que lo hemos transcrito de la manera más simple, para que todos podamos apreciar en mediana magnitud, lo que significó este suceso para la sociedad limeña de ese entonces, y para un cuerpo de bomberos, que se preparaba para su posterior crecimiento dentro de un entorno que aunque no le dio la relevancia que merece, lo hizo mas grande, gra nde, glorioso y heroico. Al cumplirse 71 años del incendio de la calle Plumereros, esta modesta recopilación tratará en su medida, de crear un sentimiento recordatorio para todos nosotros, pues toda la información que llego a los ojos del ciudadano peruano a través de los diarios; el mismo que vivió en carne propia lo que significa y significó para par a todos; una catástrofe de esta índole; en esta oportunidad llega a nosotros para quedarse, por justicia y por gratitud, y dejar dentro de nosotros aquello que con palabras no se dice: se siente. 9
El Cuerpo de Bomberos da oportunidad a cada uno de sus miembros en nuestro país para unirse al recuerdo que prodigamos los bomberos, a nuestros compañeros caídos. ¡Gloria a los héroes de Plumereros! Salvadora Lima N°10
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Cap. Juan Acevedo
Tnte. Eleazar Blanco
Sgto. Pedro Torres Malarín
Secc. Carlos Vidal
Secc. Julio Ochoa Torres 11
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El Comercio, Lima 15 de Febrero de 1931
Incendio de trágicas consecuencias en la calle Plumereros Cuatro abnegados bomberos fallecen en el cumplimientos de su deber 6 resultan heridos, algunos de ellos de gravedad
Hasta las ultimas horas de la madrugada, los zapadores y los bomberos se ocupan en la labor de sacar dos de los cadáveres La noticia Produce honda consternación en la ciudad
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El Comercio, Lima 15 de Febrero de 1931
Incendio de trágicas consecuencias en la calle Plumereros
Cuatro abnegados bomberos fallecen en el cumplimientos de su deber 6 resultan heridos, algunos de ellos de gravedad Hasta las ultimas horas de la madrugada, los zapadores y los bomberos se ocupan en la labor de sacar dos de los cadáveres La noticia Produce honda consternación en la ciudad Un incendio de trágicas consecuencias se ha realizado anoche en el centro de la ciudad. El epílogo del siniestro no puede haber sido más cruel y estamos seguros que ha de producir el mas sincero dolor en todos los círculos de Lima. Las pérdidas que la sociedad ha experimentado ayer son valiosas. Son cuatro vidas útiles y abnegadas que han caído en el cumplimiento de un humanitario deber. El incendio de la calle Plumereros que tan triste fin a tenido no fue aparatoso ni menos de aquellos que siembran la alarma en las poblaciones por los caracteres amenazadores con que se presentan. Lejos de eso, el siniestro fue advertido escasamente y se le dominó con presteza. Las compañías de bomberos noticiadas del suceso acudieron con solicitud y poco tiempo después, las llamas habían desaparecido y todo hacía suponer que la labor de los bomberos llegaba a su término, pero infortunadamente no fue así. En momentos en que la voz de alto había sido dada, un desplome ocurrido en la finca incendiada produjo la tragedia. Algunos de los valientes salvadores cayeron bajo el peso de las maderas, de las vigas y de los diversos materiales acumulados en los pisos altos. A pocos metros de ellos, otros compañeros recibían también el golpe de los objetos diversos que en lluvia compacta caían con velocidad extraordinaria. Pasada la avalancha, los bomberos que se hallaban fuera del edificio ingresaron. El derrumbe había cubierto por completo algunos cuerpos y otros se debatían en medio de la intrincada muralla de los escombros. Con abnegación y exponiendo su propia vida, los bomberos pusieron al servicio de las víctimas todo su esfuerzo y sus conocimientos en estos casos de dura emergencia. Pero no se pudo retirar a todos. Cuatro cadáveres yacían bajo el derrumbe. Dos de ellos fueron sacados después del traicionero trabajo. Los otros quedaron presos entre las vigas y el bloqueo ocasionado por el derrumbe. 14
Los heridos fueron llevados con toda suerte de cuidados a los puestos de socorro. Los bomberos que han rendido su vida en el doloroso suceso de anoche son los siguientes: señores Juan Acevedo, capitán de la Cosmopolita; Pedro Torres Malarín, sargento de la Salvadora Lima; Eleazar Blanco, teniente de la Cosmopolita y Julio Ochoa, de la France. La tragedia de ayer hará meditar y comprender hasta donde llega el sacrificio de estos hombres desinteresados y altruistas encargados por espíritu humanitario de combatir los siniestros en la capital. Según se nos informa, las víctimas que tenemos que lamentar se deben en gran parte al entusiasmo y a la abnegación desplegados por doquier. Para dominar el fuego los bomberos no vacilaron en entrar a la hoguera y avanzar hasta los sitios de mayor peligro. Solo así se explica que el incendio fuera dominado en pocos minutos. La tragedia de la calle Plumereros tiene, pues, que provocar el más profundo y legítimo sentimiento en la ciudad. Y es natural que esto suceda. Los nombres de Acevedo, Torres Malarín, Blanco y Ochoa deberán quedar agradecidos en la memoria de todos como símbolo de abnegación y sacrificio. En esta triste ocasión nos asociamos al dolor de todas las compañías de bomberos por la irreparable desgracia ocurrida anoche. Minutos después de las once de la noche se extendió en la ciudad la noticia de haberse producido un incendio en la calle Plumereros y que, como consecuencia del siniestro y de la noble y abnegada misión de los bomberos, varios de estos habían resultado heridos, diciéndose, además, que había uno muerto. Enterados de la noticia nos constituimos en el lugar del suceso, la calle Plumereros, donde se había producido el siniestro en la fábrica y cooperativa de muebles de la firma comercial Freire y Cia.
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EL INCENDIO Según se nos informó a las 10 y 30 de la noche, poco más o menos, algunas personas, entre ellas el policía de facción en la esquina, se dieron cuenta de la iniciación del incendio. De la parte interior del edificio signado con los números 345 y 347, donde hasta anoche funcionaba la firma Freire y Cia, salía gran cantidad de humo que se expandía en el espacio. Y a poco una insignificante llama que salía por los intersticios de las dos puertas del establecimiento. El policía procedió a avisar inmediatamente a sus superiores de lo ocurrido y a las compañías de bomberos, llegando estas con la presteza del caso y ya cuando frente al lugar del incendio se había reunido un numerosos grupo de personas, las cuales, como siempre ocurre en casos como el que nos ocupa, opinaban respecto a la forma en que se debía proceder para atacar el fuego. LAS COMPAÑÍAS DE BOMBEROS A poco con la celeridad del caso se presentaron las diversas compañías de bomberos, provistas de su respectivo material contra incendio, procediendo de primera intención a romper las puertas del establecimiento, que estaba convertido en un verdadero castillo, y a actuar para dominar el siniestro. El fuego, como decimos, se había iniciado en el interior del edificio en forma avasalladora. En un conglomerado de llamas veían los bomberos los muebles de diversas calidades, modelos y estilos. Las llamas tenían la tendencia a avanzar. La parte interior del local era de dos pisos, que sin duda, servían de talleres para la confección de los artículos que la firma Freire y Cia. vendía o rifaba por el sistema de cooperativa. Una vez dentro del local, los hombres comenzaron a actuar rápidamente. Y lo hicieron en tal forma, que veinte minutos después, poco más o menos, ya estaba dominado el siniestro. Como es de práctica, luego se dedicaron a refrescar los escombros para impedir que el incendio reviviera. EL RECOJO DEL MATERIAL Concluido y dominado el siniestro, se dispuso por la comandancia general el toque de “alto el fuego” y recojo de material, debiendo las bombas de turno y retén quedarse hasta la hora acostumbrada. Sin embargo, todavía varios bomberos de la Cosmopolita, la Roma, la France y la Lima, seguían trabajando. Unos abajo: otros en el primer piso interior y otros en el segundo. Abajo actuaban, según se nos informó, los de las compañías Cosmpolita y France; en el piso superior, la Roma y en el 16
de más arriba, la Lima. El trabajo marchaba sin ninguna dificultad. Cada bombero, en posesión de su pitón, ya sabía como actuaba, qué escombros refrescaba, hacia adonde dirigía el agua. El humo era denso y espeso. Muchos de los bomberos provistos como es de costumbre de toallas empapadas en agua, se liberaban así de la asfixia que produce el humo encerrado y el característico olor a madera quemada. Fuera, las demás compañías y su personal respectivo, trabajaban con todo entusiasmo colaborando con los esforzados y abnegados compañeros que se encontraban dentro. Ya expandida la noticia en la ciudad, gran cantidad de curiosos se habían situado en las esquinas respectivas, curiosos que eran detenidos por la policía en su deseo de avanzar para estar más cerca del lugar que momentos antes había sido amagado.
SE PRODUCE EL DERRUMBE Así las cosas, y cuando, como decimos, ya los jefes de compañías se disponían a dar órdenes para el recojo del material, avanzaron para dictar tales disposiciones el comandante de la Cosmopolita, señor Mongrut y el capitán de la France, señor Lund, quienes iban a dar a su personal las órdenes del caso. Recorrieron sobre el agua y las mangas el amplio espacio del primer almacén y llegaron al fondo, donde encontraron a un bombero que salía en brazos de sus compañeros. Los señores Mongrut y Lund, avanzaron, con toda decisión y energía, y cuando llamaban a sus compañeros, se derrumbó el primer tabique, sepultando bajo sus escombros al comandante de la Cosmopolita y al Capitán de la France. Los momentos fueron de honda y terrible impresión ente los bomberos. Además de los señores Mongrut y Lund, cayeron junto con ellos, otros; los bomberos de la Roma, que actuaban en el tabique intermedio y enseguida los de la Lima, que estaban encima de todos. LOS BOMBEROS SEPULTADOS Con los escombros, con el calor de las maderas calcinadas y con el agua que salía de los pitones ya sin gobierno, los bomberos sepultados estaban en inminente peligro. Fue entonces, que el comandante general, señor Federico M. Schiaffino y el secretario doctor Gómez Sánchez, así como los demás jefes y capitanes de compañías dictaron las disposiciones del caso para extraer de los escombros a sus compañeros. Cuando cundió fuera la noticia, la impresión de pena y de dolor fue grande entre todos los curiosos, que tenían frases de admiración y de elogio para la noble labor de nuestros bomberos que así, estoica y 17
deliberadamente, exponen la vida. Iniciada la labor de salvamento, fueron sacados de los escombros el comandante Mongrut, privado del conocimiento y a quien se traslado a la botica más cercana, la “Venecia” donde el propietario, doctor Marino Canelli, le atendió con todo interés, solicitud y esmero. A poco se sacó al capitán Lund, quien pugnaba con sus compañeros para que no le llevaran a la Asistencia Pública, habiendo sido preciso colocarle a viva fuerza en el carro, donde uno de sus compañeros, el señor Luis Melena, de la France, yacía en una camilla, semi asfixiado. Después de no pocos esfuerzos, se logró que el capitán Lund fuera a la Asistencia Pública, y en tanto que se ponía el carro en marcha, los demás bomberos buscaban a sus compañeros inquiriendo los unos por los otros.
NUEVO PELIGRO PARA LAS VICTIMAS Calmados un poco los ánimos, en compañía del comandante general ingresamos al lugar del siniestro, pasando sobre las mangueras, pisando el agua y recibiendo una lluvia que caía por todas partes. Nos acercamos a los escombros todavía humeantes. Allí un grupo de bomberos trataba de sacar a los compañeros que aún quedaban abajo, en una especie de túnel formado por el derrumbe y cubierto de maderas quemadas y de muebles; pero para esa labor surgía un grave inconveniente. Casi sosteniendo los escombros había una enorme viga de 12 por 12, moverla hubiera producido la caída del hacinamiento de maderas, tierra, barro, etc., y quizá si la muerte inminente de los que se encontraban abajo, que según unos eran cuatro y según otros, tres y un muerto. Los bomberos discurrían por todas las partes. Cambiaban ideas en el justo y humanitario deseo de salvar a sus compañeros. Se decía que el bombero de la Salvadora Lima, señor Pedro Torres Malarín, estaba muerto. Otro que el muerto era el teniente de la Cosmopolita, señor Eleazar Blanco. Que había un compañero con la pierna rota, el señor Carlos Vidal, de la Cosmopolita. Los momentos fueron de verdadera inquietud, ansiedad y pena. CON EL COMANDANTE MONGRUT En tanto se efectuaba la búsqueda de los bomberos sepultados y se tomaban algunas disposiciones para procurar salvar la vida de los que se hallaban sepultados, nos dirigimos a la Botica Venecia, situada, como se sabe, en la plazuela de San Agustín. Allí nos pusimos al habla con el comandante Mongrut, de la Cosmopolita, a quien en esos momentos se le curaba, aplicándole frotaciones en el cuerpo. El señor Mongrut, que demostraba una gran 18
presencia de ánimo, tenía la cara y el busto completamente negro de tierra, lodo y barro. Nos dijo brevemente que él entró con el capitán Lund a llamar a sus “muchachos”, y que, después de ver pasar en brazos de su compañero a un bombero que suponía que era el señor Ochoa, de la France, avanzó junto con el capitán Lund, cuando de pronto se derrumbó el techo y los sepultó, quedando él preso entre dos fuertes vigas de 12 por 12, lo mismo que el capitán Lund, que estaba tras de él. Felizmente -agrega- tanto mi linterna, como las voces del capitán Lund, nos salvaron, porque nuestros compañeros atendían a nuestras indicaciones, pues Lund y yo teníamos sobre las piernas una de las vigas. Advierte el comandante Mongrut que él se privó a consecuencia del dolor en el cerebro cuando lo extrajeron. La versión del capitán Lund, que se presentó en el lugar del siniestro, media hora después de curado en la asistencia pública, es en todo igual a la del comandante Mongrut, agregando que él cree que había un muerto entre los bomberos.
EN BUSCA DE LOS BOMBEROS MUERTOS La noticia de la muerte de algunos bomberos, fue propagada en todos los ámbitos de la ciudad. Esto llevó mayor número de gentes al lugar donde se produjera el siniestro. A las 11 y 30 de la noche, ya se hablaba, como decimos más arriba, de un bombero muerto, el señor Pedro Torres Malarín, sargento de la Compañía Salvadora Lima, joven de 25 años, que se hallaba, según sus compañeros, en lo más profundo de los escombros. Fue entonces, que el comandante general del cuerpo de bomberos, señor Federico M. Schiaffino, pidió el auxilio de los zapadores para desenterrar a los compañeros que habían sido sepultados. Antes los bomberos, provistos de sus zapas y demás herramientas usuales, removieron lentamente los escombros procurando salvar a los que habían caído en cumplimiento de su noble y altruista labor. Fue así que encontraron un cadáver. EL CADÁVER DEL CAPITÁN JUAN ACEVEDO Removidos los escombros hallaron el cadáver del capitán Juan Acevedo de la Cosmopolita. El capitán Acevedo fue de los primeros en ingresar al lugar del siniestro, tanto para actuar en cumplimiento de su deber cuanto para dar instrucciones a sus compañeros y subalternos. Parece que al desplomarse 19
el primer techo, cayó de plano sobre el señor Acevedo a quien encontró boca abajo con la nariz sobre el tubo de una cañería, un pesado ladrillo encima del cráneo y la cara completamente enterrada entre los escombros. Tenia el casco en la cabeza. Visto así, de frente, daba la impresión de haber quedado sujeto por la nariz a la cañería, con el cuerpo colgante y vacilante en el abismo de muerte que se formo debajo de el. El capitán Acevedo debe haber recibido el desplome del tabique mortal sobre toda su persona. El peso aquel lo doblegó, lo deshizo, lo mató seguramente en forma instantánea. Este esforzado bombero hacía tres o cuatro meses que perdió a su padre, el señor Juan Acevedo, conocido librero de Lima que tenía varios establecimientos en diversos sectores de la ciudad. Sus compañeros de la Cosmopolita, cuando nos acercamos al cadáver nos facilitaron la luz de sus hachones para verle de cerca, no podían dejar de manifestar su honda impresión por la tragedia.
OTRO CADÁVER A poco fue descubierto, a pocos metros del cuerpo del capitán Acevedo, el cadáver del señor Pedro Torres Malarín, sargento de la Salvadora Lima. La muerte de este esforzado bombero, debió haber sido más brusca, rápida e instantánea que la del capitán Acevedo. Sobre un charco de lodo, ceniza y fragmentos de madera, yacía este cadáver, del que se veían, tan sólo, un brazo estirado y la cabeza, sumergida en los escombros. El señor Torres Malarín estaba sin casco. Sobre su cráneo una de las vigas de 12 por 12 parecía haber caído pesada y bruscamente. Hacia la derecha de la cara, enterrada en los escombros como decimos, se veían una serie de astillas de madera ennegrecida por la acción del fuego. Junto a este cadáver, dos de sus compañeros, provistos de hachones, hacían guardia y ayudaban a la labor de los zapadores en la búsqueda del único de los bomberos que quedaba con vida, el señor Carlos Vidal, tratando a la vez de sacar los cadáveres de los señores Eleazar Blanco y Julio Ochoa, teniente de la Cosmopolita y bombero de la France. CON EL COMANDANTE GENERAL DEL CUERPO DE BOMBEROS A las 1 y 30 de la madrugada, hora en que nos pusimos nuevamente al habla con el comandante general de cuerpo de bomberos, señor Schiaffino, nos manifestó este caballero que hiciéramos público el agradecimiento del cuerpo de bomberos a la ciudad de Lima por la forma cómo había manifestado desde el primer instante su sentimiento por la 20
tragedia que aflige a la corporación. Agregó que la policía había cumplido ampliamente con su deber y que apenas pidió la ayuda de los zapadores para extraer a sus compañeros de los escombros, la había encontrado. Nos dijo, asimismo, que posiblemente los cadáveres de los bomberos serían velados en los locales de sus respectivas compañías, y después trasladados al cuartel de la comandancia general, la Bomba Lima, de donde saldría el cortejo mañana lunes en la mañana. El comandante Schiaffino concluyó diciéndonos que los señores Freire, dueños del establecimiento incendiado no habían sido aprehendidos hasta el momento en que hablaba con nosotros.
EN LA ASISTENCIA PÚBLICA Los señores Fernando Lund, capitán de la Bomba “France”, Jorge Gallesio, sargento de la “Roma” y Luis Melena, bombero de la “Cosmopolita”, en vista de que su estado requería inmediata atención médica, sobre todo los dos últimos que habían perdido el conocimiento, fueron conducidos al puesto central de la asistencia pública y atendidos por el interno de guardia. Los señores Gallesio y Melena, debido al recio golpe recibido, tenían una fuerte conmoción cerebral y diversas erosiones en varias partes del cuerpo. Luis Melena reaccionó pronto, no así Jorge Gallesio a quien hubo necesidad de aplicarle una inyección de aceite alcanforado y éter. El señor Lund, que una vez más ha puesto en relieve sus altas condiciones morales, de voluntad y espíritu de sacrificio, no obstante que también pudo perder la vida como sus compañeros, supo alentar a los accidentados abrazándolos cariñosamente a la vez que impartía órdenes a los compañeros que atendían a los heridos, para que acudieran al lugar del incendio para ayudar al salvamento de los que todavía quedaban aprisionados entre los escombros. El señor Lund, que fue curado de varias erosiones en la cabeza y en el codo derecho, se dirigió nuevamente al lugar del incendio, continuando su labor.
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El Comercio, Lima 16 de Febrero de 1931
Profunda consternación produce en la ciudad la tragedia de la calle de Plumereros En la tarde de ayer falleció en el Hospital Dos de Mayo el bombero de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal
Con esta, llegan a cinco las víctimas producidas por el incendio del Sábado El alcalde de Lima, suspende en señal de duelo, las fiestas oficiales del Carnaval
Generosas y nobles actitudes del presidente de la Junta de Gobierno, el Director de la Beneficencia y la Reina de la Ciudad Los cadáveres son trasladados de los cuarteles de sus compañías al de la Bomba Lima Nº 3
Gran cantidad de personas desfila por la capilla ardiente demostrando su sentimiento El sepelio de los cinco bomberos se efectuará en la tarde de hoy
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El Comercio, Lima 16 de Febrero de 1931
Profunda consternación produce en la ciudad la tragedia de la calle de Plumereros En la tarde de ayer falleció en el Hospital Dos de Mayo el bombero de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal Con esta, llegan a cinco las víctimas producidas por el incendio del Sábado El alcalde de Lima, suspende en señal de duelo, las fiestas oficiales del Carnaval. Generosas y nobles actitudes del presidente de la Junta de Gobierno, el Director de la Beneficencia y la Reina de la Ciudad. Los cadáveres son trasladados de los cuarteles de sus compañías al de la Bomba Lima Nº 3 Gran cantidad de personas desfila por la capilla ardiente demostrando su sentimiento. El sepelio de los cinco bomberos se efectuará en la tarde de hoy
La lista trágica del incendio de Plumereros aumentó ayer con el fallecimiento de Carlos Vidal, bombero de la Cosmopolita. Con su muerte llegan a cinco las abnegados ciudadanos que han desaparecido victimas de la fatalidad en cumplimiento de su humanitario deber. Como era de esperar la triste noticia de la catástrofe de Plumereros ha producido en Lima verdadera consternación: lamentándose, por todos, el trágico fin de cinco buenos ciudadanos, cuya pérdida, por las circunstancias en que se ha producido, es realmente dolorosa para el vecindario. Interpretado, el sentimiento del pesar de la ciudad de Lima, se suspendieron por disposición de la alcaldía, las fiestas oficiales de Carnaval que formaban parte del programa para el día de ayer. Hasta después del sepelio de las víctimas que se realizará a las cuatro de la tarde de hoy, no se reanudarán dichas fiestas de conformidad con el referido programa. Además, como se verá para la publicación que hacemos en otro lugar de este número, el alcalde de Lima exhorta al vecindario para que contribuya con su óbolo, en una erogación popular, al auxilio de las familias de las víctimas que por su modesta condición económica sufren, doblemente con la cruel desgracia que las aflige. La catástrofe de Plumereros es única en las anales de los 24
siniestros ocurridos en Lima. Por primera vez, en efecto, se produce un número tan crecido de víctimas como consecuencia de un incendio. Estas son generalmente, por fortuna, las desgracias personales en caso de siniestro; y, por la misma sorprende, dolorosamente, que en esta oportunidad se haya elevado a cinco el número de muertos, como resultado de la fatalidad, porque ni las proporciones del incendio, ni el hecho de hallarse ya dominado, cuando aconteció la tragedia, podían hacer presumir que tuviera aquel siniestro tan lamentable epilogo.
EL BOMBERO CARLOS VIDAL ES SACADO DE LOS ESCOMBROS Continuando en la labor de salvamento, los bomberos y una compañía del 7 de infantería, que hacía trabajos de zapadores, se dedicaron a ver la mejor forma de extraer de los escombros al bombero de la “Cosmopolita”, señor Carlos Vidal, que estaba vivo y preso entre el hacinamiento de palos, tablones y vigas que se derrumbaran sobre los bomberos. Como es natural, esta labor había que efectuarla con sumo cuidado, en procura de sacarle con vida. Las horas pasaban angustiosas. A ratos se oía la voz del abnegado bombero que pedía agua, pero conforme pasaba el tiempo, y la labor tenía que ser más cuidadosa, habían momentos en que el señor Vidal preso entre los escombros se desesperaba y pedía que lo mataran porque ya no podía sufrir más. Y el trabajo continuaba, bajo la dirección del comandante de la bomba “Victoria”, señor Roberto Wakeham. Los bomberos, parados sobre las maderas que formaban un trágico castillo, no cesaban en su labor. Se daba a ratos agua al Señor Vidal. También se le suministraba aire y a veces un poco de espasmódico. Las horas pasaban lentamente, dentro de ese ambiente de tragedia, en el que se escuchaba, tan sólo el ruido de las zapas que sacaban la tierra y procuraban hacer una abertura en el túnel, donde se encontraba con vida el joven bombero. Pasado las 3 de la madrugada, ya fue posible descubrirle una pierna. Que surgía de entre los escombros, iluminada por la luz de los hachones en un cuadro de dolor y muerte. Y así, poco a poco continuaba la difícil labor. A las tres y media de la madrugada, ya fue posible extraerle la otra pierna, que estaba doblada sobre la cara de su compañero, el teniente Blanco, fallecido hacía muchas horas. Y, al fin, cerca de las cuatro de la madrugada, ya se le saco completamente. Con sumo cuidado se le trasladó en una camilla al carro de la ambulancia. El señor Vidal tenía la cara llena de barro. Le faltaba uno de los zapatos. La chaqueta roja, estaba negra de humo, de hollín, de cenizas. 25
EN EL HOSPITAL “DOS DE MAYO” Velozmente, turbado el silencio de la ciudad que dormía, ignorantes sus habitantes de la tragedia que tan profundamente consternara los ánimos en la mañana de ayer, el carro de la ambulancia, con el sordo y triste ruido de su característica sirena, se dirigió a toda velocidad hacia el Hospital “Dos de Mayo”. En los barrios del Chirimoyo y en la plaza del hospital habían grupos de muchachos y hombres que celebraban la entrada de este carnaval que ha sido trágico. Todos corrieron tras el carro, en cuyos estribos iban unos bomberos y el doctor Herrera, médico de la bomba de “Lima”, en el asiento contiguo al chofer. Junto al señor Vidal, dentro del carro, viajaba el interno de guardia de la Asistencia Pública. Siguiendo el carro, en una motocicleta, marchaba un bombero de la “Roma” y en un automóvil, atrás varios bomberos de la “Cosmopolita”. Con sumo cuidado, el señor Vidal fue desembarcado y llevado en la camilla al tópico, donde se le colocó en una cama, iniciando los médicos el examen de las piernas y comprobado que no tenía rotura de ninguna clase. En la pierna derecha el abnegado bombero presentaba serias quemaduras y una llaga en cada una de las rodillas. El herido pidió agua. Se le aplicaron dos inyecciones. Sus compañeros, con todo cariño y solicitud, le decían, haciéndole eco de la opinión de los médicos, que la cosa no era grave. El señor Vidal tuvo un momento de dolor. Por su imaginación, pasaron sin duda, los recuerdos de las horas pasadas allí, en los escombros, sepultado vivo, y quizá sin esperanza de salvación para él. Unas lágrimas asomaron a sus ojos. “¡El capitán, pobre capitán...!” “¡y el teniente, pobres compañeros...!” Nuevas lágrimas aparecieron en sus ojos. Era más de la madrugada. Los médicos dieron sus instrucciones y se retiraron lo mismo que nosotros.
MUERTE DEL SR. VIDAL Desde ese momento, el señor Vidal fue rodeado de toda clase de cuidados y atenciones; pero parece que su estado era de suma gravedad y que tenía algunas lesiones internas, pues a la 1 y 45 de la tarde, no obstante la esmerada atención médica, fallecía, rodeado de los suyos y sus compañeros y amigos, siendo trasladado su cadáver momentos después al cuartel de su compañía, la “Cosmopolita”, donde junto con los del capitán Acevedo y del Teniente Blanco, fue velado hasta las 7 de la noche, hora en que se trasladó al cuartel de la bomba “Lima”, sito en la calle de los Pobres, de donde saldrá en la tarde de hoy el fúnebre cortejo. 26
El señor Carlos Vidal Berceod, tenía 22 años de edad.
EL CADÁVER DEL TENIENTE BLANCO Cuando regresamos del Hospital “Dos de Mayo” a la calle Plumereros, pasada las cuatro de la madrugada, se acababa de extraer del túnel trágico formado por los escombros, el cadáver del teniente de la “Cosmopolita”, señor Eleazar Blanco. En una camilla, envuelta en un sudario blanco, fue colocado en una de las autobombas y trasladado a su compañía. Parece que este abnegado bombero murió a consecuencia de los golpes y de asfixia, pues presentaba el rostro completamente amoratado y se veía uno de los ojos enormemente hinchado. El autobomba partió en medio de la consternación general de los bomberos y de la gente que durante toda la noche ocupaban las esquinas de la calle Plumereros, donde se desarrolló el trágico incendio. Y la labor de extraer a los demás cadáveres continuó incesante; pero con sumo cuidado, pues había el peligro que con el trabajo se moviera o cediera una de las vigas o de los fuertes palos y un nuevo derrumbe, hiciera más víctimas.
SE EXTRAE LOS DEMÁS CADÁVERES La tarea de la extracción de los cadáveres fue prolongada y ardua. Una vez extraído el cuerpo del bombero Blanco se consiguió sacar, poco después, con intervalo de tiempo prolongados, el de Torres Malarín, Ochoa y, por último, el del capitán Acevedo. A juzgar por la forma en que se encontraban los cadáveres, Torres Malarín y Ochoa fueron sorprendidos por un fuerte derrumbe de tierras y vigas, todo lo cual les presionó de tal forma que les ocasionó una muerte casi inmediata. Según se nos refiere, Torres Malarín sacaba en hombros al bomberos Ochoa, quien estaba herido, siendo ambos sorprendidos en este momento por el derrumbe fatal. Poco antes de las nueve de la mañana se extrajo el cuerpo del capitán Acevedo, habiéndose requerido para esto una sostenida y pesada labor, en la cual participaron muchos bomberos con sus herramientas y miembros del cuerpo de zapadores del ejército, al mando del capitán Luque. ALGUNOS DATOS SOBRE LAS VICTIMAS El capitán Acevedo era casado y se domiciliaba en la calle Puno, en compañía de algunos familiares más. Anteanoche, al iniciarse el siniestro, se encontraba en su casa acompañado de su esposa, saliendo precipitadamente bajo el ofrecimiento de volver muy pronto. Producida la 27
desgracia y conocida por la esposa de este correcto bombero, la señora sufrió una grave impresión y, como su estado era interesante, dio a luz en forma inesperada, muriendo la criatura. Pedro Torres Malarín ingresó a la Salvadora “Lima” en el año 1922, y desde entonces tuvo estricto cumplimiento en los actos del deber, mereciendo el aprecio unánime de sus amigos y superiores. Lo sorprende la muerte cuando solo tenía 28 años de edad y era único sostén en su casa materna. El bombero Vidal tenía 22 años de edad y había conseguido hacerse acreedor al rango de subteniente en la “Cosmopolita”. Era muy cumplido con el deber y muy trabajador. Fue hermano del teniente del Luis Vidal, también bombero de la “Cosmopolita”. El fallecido era muy aficionado a los deportes.
LOS CADÁVERES SON VELADOS EN SUS RESPECTIVOS CUARTELES Conforme los cuerpos eran sacados de los escombros, iban siendo trasladados a sus respectivos cuarteles, donde se improvisó capilla ardiente para todos ellos. Los cuarteles de la “Cosmopolita”, “Salvadora Lima” y “France” se vieron, durante el día y la tarde de ayer, muy concurridos por personas de todas clases sociales que llegaban con el objeto de dar el pésame y ver los cadáveres. Una severa guardia montaba cada una de las capillas ardientes, estando los locales totalmente enlutados y todos los bomberos con insignia de duelo. LA POLICÍA EN ACCIÓN Desde los primeros momentos, los propietarios del establecimiento incendiados fueron citados a la primera comisaría, con el objeto de practicar las investigaciones del caso. Según se nos comunicó ayer, los señores Freire prestaron su correspondiente declaración, quedando después en libertad. De las investigaciones practicadas se sabe que establecimiento estaba asegurado en la suma de 40.000 soles oro. HACIA LA BOMBA LIMA Los cadáveres fueron llevados de sus respectivos cuarteles al de la Bomba Lima, donde actualmente funciona la comandancia general del cuerpo de bomberos, por el hecho de que el comandante general, señor Federico Schiaffino, lo es también de la bomba Lima Nº 3. Primero se sacaron del local de la Cosmopolita, encerrados en 28
sencillos ataúdes, los cuerpos del capitán Acevedo, del Teniente Blanco y del seccionario Vidal, en hombros de sus compañeros. En la Plaza de la Inquisición se había reunido una numerosa muchedumbre, que demostraba su consternación por la tragedia ocurrida en el cuerpo de bomberos de Lima. El fúnebre cortejo llegó hasta las calles centrales, con la nota emotiva y simpática de que el pueblo, asociándose al dolor de los bomberos y al duelo de la ciudad, se disputaba cargar los ataúdes, a tal punto que fue imposible, que los compañeros de los fallecidos cumplieran los turnos establecidos por la superioridad. Al pasar el fúnebre cortejo por el Palais Concert, donde en esos momentos se bailaba, se suspendió de hecho toda manifestación de alegría. El trafico se detenía. La natural algazara de las gentes en estos días de esparcimiento concluyó, porque aquel desfile de los tres ataúdes, los hachones, los estandartes enlutados y los acompañantes adoloridos, poniendo una nota de tristeza en el ambiente de la ciudad ahondaban más la impresión que se expandió en Lima desde que se ocurrió la tragedia. Una vez en la capilla ardiente los tres ataúdes de los bomberos de la Cosmopolita, se procedió a trasladar el del seccionario de la France, señor Ochoa, refiriéndose las impresionantes escenas a las que nos hemos referido, sucediendo lo mismo cuando se saco el del bombero Torres Malarín, para trasladarlo del cuartel de la Salvadora Lima, cito en la calle Belén, a la de los Pobres, donde funciona la Lima N°3.
LA CAPILLA ARDIENTE Antes de las ocho de la noche ya se encontraban, los cinco ataúdes en el local de la Bomba Lima, donde, como decimos, fue arreglada la capilla ardiente. Entrando hacia el fondo destacaban los cinco féretros rodeados de toda clase de aparatos florales: grandes flores, con sendas tarjetas enlutadas; otras con cintas de diversas nacionalidades y demás. El ataúd que encierra los restos del capitán Acevedo está al centro. No ha sido todavía cerrado definitivamente, y a través de la luna se ve el rostro completamente desfigurado, envuelto en una serie de vendas, y el cuerpo cubierto con una bandera peruana. A la derecha está el ataúd donde duerme el sueño eterno el teniente Blanco, la cara del teniente Blanco enormemente hinchada, esta morada, lo que demuestra que murió por asfixia. Le sigue la caja mortuoria donde reposa el seccionario de la Salvadora Lima, señor Torres Malarín, cuyas condiciones eran iguales a las del teniente Blanco. A la izquierda, completamente cerrado está el ataúd donde reposa el 29
señor Seccionario Carlos Vidal. Lo rodean varios amigos, sus hermanos, y al lado de este cadáver, como a lado de todos, las escenas que a cada instante se presentan, son verdaderamente emocionantes, mayormente cuando llega un miembro de la familia o un amigo íntimo de los caídos. Finalmente está el ataúd del bombero Ochoa, de la France. Descubierto todavía, se ve que parte de las ventanas de la nariz sale un hilo de sangre que se desliza por la boca. Tras de cada ataúd hay un estandarte y, al centro, delante de cada ataúd, el de la comandancia general del cuerpo general de bomberos, completamente enlutado.
EL PUBLICO Desde que los cadáveres fueron llegando al cuartel de la Bomba Lima y depositados en la capilla ardiente, las gentes no han dejado de desfilar ni un solo instante. Al principio la aglomeración de público en la calle de Pobres y dentro del cuartel era enorme; todos querían acercarse a ver los cadáveres y a demostrar en esta forma su sentimiento por la magnitud de la tragedia. Después ya los miembros de las compañías de bomberos de Lima, Callao y balnearios pudieron, no sin gran trabajo, organizar las cosas, permitiéndole la entrada. Las personas de ambos sexos, de toda condición social y edad ingresaban por la puerta principal. Y entrando por la izquierda daban la vuelta a los cadáveres para salir por la izquierda, todo en medio del mayor orden y compostura. El público no ha cesado de visitar la capilla ardiente. Es la primera vez que en Lima un incendio termina en forma tan dolorosa y trágica, de allí la honda impresión que el doloroso suceso ha causado en la ciudad y sus alrededores. El alcalde de Lima, Dr. Luis A. Eguiguren, estuvo primero, en los cuarteles de los bomberos donde se velan los cadáveres y en la noche, acompañado de un grupo de concejales visito la capilla ardiente, reiterando en su nombre y en el de la ciudad un sentimiento por la desgracia que tan justamente aflige al cuerpo de bomberos. También un edecán del presidente de la Junta de Gobierno, que antes había visitado a nombre del comandante Sánchez Cerro a las familias de los caídos, estuvo en el cuartel de la Lima, expresando al comandante general de bomberos y a los comandantes de las compañías, el sentimiento que en el jefe de la nación había producido la desgracia. Iguales visitas y de demostraciones de pesar han recibido los bomberos, miembros del cuerpo diplomático, ejercito y marina, instituciones, miembros del alto comercio y la banca, 30
sociedades obreras y deportivas; y toda la ciudad en general.
LA BENEFICENCIA Y LA TRAGEDIA DÍA DEL SÁBADO El Señor Schiaffino, comandante general del cuerpo de bomberos, nos manifestó anoche que hiciéramos publico el agradecimiento de la institución a la generosa y noble actitud del director de la Beneficencia, ingeniero Gerardo Klinge, quien en la mañana de ayer le solicitó telefónicamente una entrevista y en ella le hizo presente que el directorio de la Beneficencia Pública de Lima había acordado, con cargo de dar cuenta a la corporación, ceder gratis y a perpetuidad cinco nichos de mármol para que ellos sean sepultados los cadáveres del capitán Acevedo, teniente Blanco y bomberos Torres Malarín, Vidal y Ochoa; agregando que el cuerpo de bomberos tenía todas las facilidades del caso para dar honrosa sepultura a los cinco hombres caídos en el cumplimiento de su abnegada y altruista misión. El COMANDANTE SCHIAFFINO CONFERENCIA CON EL JEFE DE LA JUNTA DE GOBIERNO En la mañana de ayer el comandante general del cuerpo de bomberos se entrevistó con el presidente de la Junta de Gobierno, teniente coronel Luis M. Sánchez Cerro, quien le manifestó su condolencia por lo ocurrido y le dio toda clase de facilidades para el sepelio de las víctimas, autorizando un gasto extraordinario para los efectos del sepelio. Concluida esta conferencia y una vez que el jefe de los bomberos manifestó su gratitud y la de sus compañeros al comandante Sánchez Cerro, comunicó el noble gesto del jefe del gobierno al directorio de comandantes, efectuado a las 12 del día de ayer en el local de la Lima. Los comandantes de bomba encargaron al comandante general que expresara su agradecimiento al jefe del gobierno. LA REINA DE LIMA NO ASISTE A NINGUNA FIESTA Como la ciudad, como el municipio y como todo el vecindario, la reina de Lima, señorita Soledad Giribaldi, S.M. Soledad I, una vez enterada de la honda tragedia, suspendió ayer y ha suspendido por hoy, hasta después del sepelio, todos los compromisos y atenciones sociales que tenía en estos dos días de carnaval, haciendo lo mismo las damas de su corte de honor. Este gesto de la señorita Giribaldi, que dice muy alto de los nobles sentimientos de la mujer limeña, ha sido favorablemente comentado, habiendo aumentado el caudal de simpatía que la gentil soberana ha inspirado desde el primer momento. Se nos informa que el comandante 31
general del cuerpo de bomberos ha agradecido a la señorita Giribaldi su nobilísimo gesto. También es ya del dominio público que desde la mañana de ayer, el alcalde de la ciudad, doctor Luis Antonio Eguiguren, ordenó la suspensión de los números del programa municipal del carnaval, hasta las cinco de la tarde de hoy, como se verá por el aviso que se publica en la sección respectiva de este diario.
EL SEPELIO DE LAS VICTIMAS Esta tarde, a las cuatro, se realizará el sepelio de las víctimas, partiendo el cortejo fúnebre del local de la comandancia general de bomberos, situado como ya hemos dicho, en la calle Pobres. Durante toda la noche de ayer, muchas fueron las personas de todas las clases sociales que se acercaron a la comandancia para expresar su manifestación de pésame al cuerpo de bomberos, con motivo de la desgracia ocurrida a cinco humanitarios y abnegados miembros. PARTE OFICIAL DE LA COMANDANCIA GENERAL DEL CUERPO DE BOMBEROS. Lima, 15 de febrero de 1931. Señor Prefecto del Departamento. Ciudad S.P. A horas 10 y 15 de la noche de ayer, fueron solicitados los servicios del Cuerpo de Bomberos de mi mando, para sofocar un incendio que con caracteres amenazadores se había presentado en la casa de muebles de la Testamentaria Freire, signada con los números 345 y 347 de la calle Plumereros, jurisdicción del cuartel primero de esta capital. Constituidas las diversas compañías, procedieron a la labor de extinción con la celeridad que requiere estos casos, dominándose el fuego después de 25 minutos de arduo trabajo. Me es sensible comunicar a usted que cuando los miembros de las diferentes compañías se encontraban en plena labor, un derrumbe imprevisto del edificio, sepultó a un grupo de éstos. Con este caso las actividades fueron desplegadas en la labor de salvamento de las víctimas. El teniente de la Cosmopolita, Sr. Luis Vidal y el bombero de la Victoria número 4, señor Hernán Paúl, con verdaderos esfuerzos lograron extraer de entre los pesados escombros al comandante de la Cosmopolita Número 6, señor Gustavo Mongrut, que presentaba fuertes golpes en el cuerpo, y al capitán de la France número 2, señor Fernando Lund, con una herida en la 32
cabeza y golpes también en diferentes parte del cuerpo. Igualmente fueron extraídos con diversas contusiones y heridas los siguientes bomberos: sargento Jorge Calessio, Joaquín Ferreyra, Rafael Calessio, y Alberto Rivaola de la Roma Nº 1, los que fueron salvados por los miembros de la compañía Lima Nº 3 y Roma Nº 1. Producido un segundo derrumbe y en mayor proporción que el anterior, pudiendo ser salvados por sus compañeros, los bomberos: sargentos Alberto Valentino y Armando Blackadder y seccionario Felipe Valentino de la Lima Nº 3; Manuel Reátegui, de la France Nº 2 y Luis J. Melena de la Cosmopolita Nº 6, los que fueron atendidos de primera intención por el teniente médico de la bomba Lima, doctor J. Herrera O., el Dr. Marino Canella, de la Farmacia Venecia y por la familia Escribens, domiciliado en la calle Mantas. Continuando la remoción de escombros, bajo la dirección del comandante de la Victoria Nº 4, señor J. Roberto Wakeham, para seguir en la labor de salvamento de los bomberos que habían desaparecido, labor ésta que demoró cerca de tres horas consecutivas, se pudo localizar al subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal, quien se hallaba aprisionado de las piernas. Después de ruda tarea se logro extraerlo y conducirlo de primera intención a la asistencia pública y luego al Hospital Dos de Mayo, por requerirlo así su delicado estado, pues presentaba quemaduras en los muslos y piernas, además de recios golpes en distintas partes del cuerpo. Enseguida (4 de la madrugada), fueron hallados sin vida, el capitán de la Cosmopolita, señor Juan Roberto Acevedo, el teniente de la misma compañía señor Eleazar Blanco A., el seccionario Julio Ochoa, de la France Nº 2 y Pedro Torres Malarín de la Salvadora Lima Nº 5. Los cadáveres de estos abnegados servidores, conforme iban siendo extraídos eran conducidos por sus compañeros a sus respectivos cuarteles. Debo hacer presente que dada la imposibilidad de poder extraer de los escombros a los bomberos aprisionados y de no contar con material adecuado para el recojo del maderamen que los cubría, solicité de la Comandancia de Armas su auxilio para la búsqueda y extracción de los cuerpos de las víctimas, la misma que destacó inmediatamente una sección del Regimiento de Infantería número 7, a cargo del subteniente señor Humberto Tineo, retirándose a las 5 de la madrugada. Pero como la labor presentaba cada vez más difícil, dada la cantidad de escombros que pesaba sobre los cuerpos de los infortunados bomberos, se solicitó nuevamente a las 7 de la mañana, la cooperación de una sección de zapadores, llegando momentos después ésta, a cargo del capitán señor Lizardo A. Luque, para 33
proseguir en la penosa tarea de salvamento, que duró hasta las 8 y 30 de la mañana. En esta aflictiva situación, nos acompañó desde el primer momento en la abnegada y fatigosa labor de rescatar las víctimas, el soldado José Vigíl Solís del regimiento de Infantería número 7. Al terminar esta parte (hora 1 y 15 de la tarde), se me informa que el subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal, ha fallecido en el Hospital Dos de Mayo, a consecuencia de contusiones y quemaduras extensas de 2º y tercer grado, en ambas piernas, en el abdomen y tórax, por haber permanecido cinco horas aprisionado por los escombros. Trágico fin a tenido el incendio producido ayer. El cuerpo de Bomberos de Lima pierde cinco de sus miembros activos cuando, abnegados y voluntarios como siempre, se presentaban a cumplir su humanitaria misión; pero a pesar de tan sentida pérdida, tenga usted señor prefecto, la seguridad de que el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de esta provincia, velando por el bien y seguridad de los habitantes de Lima, se esforzará en cumplir la noble misión que se ha impuesto. Como en anteriores oportunidades, lamento que la señal de alarma no haya sido dada por la policía, motivo por el que reitero mi pedido a fin de que esta orden sea repuesta. Las compañías de bomberos, en medio del dolor que les aflige, se retiraron del lugar del suceso, después de las 9 de la mañana. Dios guarde a usted. S.P. Federico Schiaffino, comandante general. Néstor A. Díaz, secretario general.
CEREMONIAL Acordado por el directorio general del Cuerpo de Bomberos de Lima, en su reunión extraordinaria efectuada a las 12 del día de hoy, para los honores que de comandante general se atribuirán a los restos de los bomberos trágicamente muertos en el incendio ocurrido en la noche de ayer, en la calle de Plumereros. Domingo 15 A las 6 y 30 de la tarde -Traslación de los cadáveres de los cuarteles de la Cosmopolita N° 6, France N° 2 y Salvadora Lima N° 5, al Cuartel de la Comandancia general, sito en la calle Pobres. Concurrirán a este acto los miembros de los cuerpos de bomberos de Lima y Callao. Durante la noche, comisiones de las diferentes compañías de bomberos efectuarán la guardia de honor. 34
Lunes 16 A las 3 y 30 de la tarde -Las compañías que forman los cuerpos de bomberos de Lima y Callao, se reunirán en el local de la Comandancia General (calle pobres), con sus respectivos materiales y estandartes enlutados. A las 4 de la tarde -Partirá el cortejo, observándose el siguiente orden: Batidores (un miembro de cada compañía). Féretros: 1° - Capitán de la Cosmopolita, señor Juan Roberto Acevedo T. 2° - Teniente de la Cosmopolita, señor Eleazar Blanco A. 3° - Subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal B. 4° - Seccionario de la France N° 2, señor Julio Ochoa; y 5° - Seccionario de la Salvadora Lima N° 5, señor Pedro Torres Malarín. Banda de Música: Ejército. Comandantes generales de los cuerpos de bomberos de Lima y Callao. Secretarios generales de los mismos cuerpos. Estandarte del Cuerpo de Bomberos de Lima. Compañías: Cosmopolita N° 6. France N° 2. Salvadora Lima N° 5. Roma N° 1. Lima N° 3. Victoria N° 4. Internacional N° 7. Rimac N° 8. Garibaldi N° 1 (Chorrillos). Olaya N° 2. Grau N° 1 (Barranco). Estandarte y Cuerpo de Bomberos del Callao. Carruajes: señor presidente de la Junta de Gobierno. Alcalde de Lima. Señor ministro de gobierno. Señor director de Beneficencia. Deudos: Comandancia general del cuerpo de Bomberos de Lima. Comandancia general del Cuerpo de Bomberos del Callao. Carros oficiales. Instituciones. Carros particulares. En el cementerio: 35
Harán uso de la palabra, el comandante general del Cuerpo de Bomberos de Lima, comandante general del Cuerpo de Bomberos del Callao, comandante de la compañía Cosmopolita N° 6, comandante de la compañía France N°2 y comandante de la compañía Salvadora Lima N° 5. El cortejo seguirá el siguiente recorrido: Partiendo de la calle Pobres, tomará la Avenida Colmena, plaza San Martín, jirón de la Unión, plaza de Armas, jirón Junín hasta la plaza de la Inquisición, doblando por la calle Universitaria y tomando el Colegio Real, Santa Clara, Mercedarias y Maravillas. Actuarán de maestros de ceremonia los tenientes señores Vicente Pace, Félix Enrique Bravo, Leonardo Oberti y Nicanor E. Masaveau. El Directorio General acordó, asimismo, en homenaje a los bomberos fallecidos, permanecer de duelo durante 8 días. Lima, 15 de febrero de 1931.
EL ALCALDE DE LIMA HACE UN LLAMAMIENTO A LOS SENTIMIENTOS HUMANITARIOS DEL VECINDARIO Nombra una comisión encargada de recibir erogaciones para ayudar a la aflictiva situación de las familias de los bomberos que quedan casi en la miseria.
A las 9 de la noche de ayer, el alcalde de Lima, doctor Luis Antonio Eguiguren, celebró una conferencia con el comandante general del cuerpo de bomberos de Lima, señor Federico M. Schiaffino, el concejal, señor Aguayo y un miembro de la prensa local, exponiéndoles el proyecto que tenía de hacer un llamamiento del vecindario para atender a las familias que quedan en la miseria por la trágica muerte de los bomberos que eran el sostén de los suyos. Después de un cambio de ideas, el alcalde designó una comisión compuesta por el síndico de rentas del consejo, señor Pedro García Yrigoyen; el comandante general del cuerpo de bomberos, señor Federico M. Schiaffino y los comandantes de las bombas Cosmopolita, France y Salvadora Lima, a cuyo personal pertenecían los bomberos caídos, comisión que se encargará de recoger los óbolos y distribuirlos equitativamente. Al efecto nos entregó, luego, el siguiente llamamiento: AL VECINDARIO La desgraciada muerte de cinco abnegados y voluntarios bomberos que día a día ofrecen en la capital desinteresadamente lecciones de abnegación y filantropía, ha conmovido hondamente los más delicados sentimientos. Desde el momento en que el municipio tomó noticia de tan doloroso suceso, se decretó en forma severa, la supresión de todas las fiestas y compromisos oficiales hasta el día del sepelio; pero, esto no basta, y es preciso mostrar todo nuestro aprecio y agradecimiento a esos valientes 36
defensores de la ciudad, que sin más aliciente que su sentir desinteresado por ella y por la humanidad llegan hasta el sacrificio. Sabemos, que quedan en la miseria algunas familias de estos mártires del deber y se hace preciso una erogación pública, que abrimos para socorrer en justa proporción a los deudos de las expresadas víctimas que estén en el caso de necesitar el auxilio público. Con este fin, la alcaldía ha nombrado una comisión, presidida por el señor síndico de rentas del consejo provincial, señor don Pedro García Yrigoyen, y completada por el comandante general de las compañías de bomberos, señor don Federico Schiafino, y por los comandantes de las bombas Salvadora, France y Cosmopolita, para que reciba las erogaciones y proceda en su oportunidad a la distribución. A las Instituciones propietarias de flores, a los bancos, a los capitalistas, compañías de seguros y a las personas de bien, les hago este llamamiento, para que remitan su óbolo generoso, en esta erogación que el alcalde, personalmente, cumple con su deber y con sus sentimientos al iniciar. L. A. Eguiguren, Alcalde de Lima
LA TRAGEDIA DE LOS BOMBEROS MODESTOS GRANDES HÉROES En espera de las fiestas, máxima del año cuando la ciudad se inquietaba ya con la vocinglería de las mascaras y con las alegrías del juego, una tragedia súbita ha puesto una nota de dolor y de pesar. Los silbatos anunciaron el fuego y las bombas, presurosas, acudieron a combatirlo. Los bomberos que, como los que no lo son, se preparaban para iniciar los festejos, abandonaron sus hogares y frustraron sus programas. Y apartados de la alegría, lejos del bullicio de las fiestas, en forma abnegada y valerosa, rindieron sus esfuerzos para detener las fuerzas de destrucción y para evitar mayores y más graves consecuencias en el mal iniciado. Horas de paciente batallar, esfuerzos múltiples, labor intensa y pesada; pero al fin el fuego cedió y mayores perjuicios materiales quedaron evitados. Obra cumplida, meritoria y abnegadamente. Ya dominado el fuego y desaparecido casi el peligro, los esforzados y modestos héroes se aprestaban al retiro. La orden superior había sido impartida y ya se disponían a abandonar el lugar del siniestro. Una vez más la acción noble, abnegada, heroica, impagada e impagable, dejaba trazado un ejemplo de desinterés y de altruismo. Y a pocos minutos ya para iniciar el retiro, de cesar en la fatigosa labor, y, 37
seguramente, con el justo deseo de retornar a los hogares y de iniciar los programas de fiestas, vino la tragedia. Esta vez no hubo la recompensa de ver el fuego extinguido y de retornar al lugar con la fatiga del esfuerzo, pero con la tranquilidad del generoso deber cumplido. El destino se mostró cruel y quiso poner una nota de dolor en el campo mismo de la acción. Y en los instantes mismos en que todos se aprestaban, concluida la obra, a abandonar el lugar del siniestro, un hecho inesperado, pero siempre de posible realización en estos casos, arrancó impiadosamente de la vida a cinco de esos modestos grandes héroes. Y entre los escombros, en medio de los restos humeantes y en ambiente que debió provocar angustiosa agonía, los cuerpos prisioneros quedaron. Los compañeros, los camaradas, los hermanos de esta misión generosa iniciaron la búsqueda angustiosa y el rescate de los muertos queridos. Y mientras la ciudad -piadosamente ajena a esta tragedia- festejaban bulliciosamente la iniciación del Carnaval -del Carnaval que tiene una visión de fantasía, pero un gran fondo de verdad- los hombres que en provecho de los demás, en provecho de todos rinden, todos sus entusiasmos y todos sus esfuerzos, iniciaron y se encuentran en situación de dolor y de amargura. Para ellos no hay en este año, no puede haber la alegría de los otros. Cinco camaradas, cinco compañeros, cinco hermanos de la noble misión han caído en la brega. El destino les ha castigado impiadosa y terriblemente. Cinco modestos grandes héroes; cinco hombres que eran símbolo de abnegación, de esfuerzo noble, de acción eficaz y generosa. Cinco que son parte de la gran hermandad del sacrificio y del altruismo. Cinco víctimas de un humano deber que ellos mismos se impusieron. No es misión de estas breves expresiones relievar y enaltecer a estos muertos. Ellos son sólo el motivo para expresar el sentimiento de abnegación, de sacrifico, de heroísmo de cuantos se alistan en las filas a cumplir tan elevado deber. Para los que se fueron en la tragedia terrible y para los que quedan dispuestos a continuar en la brega, llena de sinsabores y plena de sacrificios, para unos y para los otros, una expresión de simpatía, de admiración y de fervoroso respeto. Estas sus horas de luto y ese su justo pesar, son horas de luto y pesar intenso y bien sentido para todos. Y si la tragedia irreparable ya, emociona y conmueve, el ejemplo trazado debe servir para considerar y enaltecer, como se merecen, a los hombres que tan esforzada y desinteresadamente rinden su acción. 38
Acción impagada o impagable, ella dignifica a quienes la cumplen. Y si en el recogimiento de los hogares, mordidos terriblemente por el dolor, queda un vacío irreparable; y si en las filas de la gran hermandad de la abnegación y del sacrificio, queda un inmenso pesar, queda para consuelo de todos y en todos los hogares y en todos los corazones un sentimiento o de respeto, de reconocimiento y de admiración. Acción impagada e impagable la de estos modestos grandes héroes, es ella para todos, una lección y una enseñanza de generosidad, de desinterés y de verdadero heroísmo.
Un aspecto de los altillos derrumbados, bajo cuyos escombros se hallaban los cadáveres de los bomberos.
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El publico frente a la casa incendiada comentando en las primeras horas de ayer la tragedia.
Forma en que fueron encontrados los cadáveres del Capitán Acevedo de la “Cosmopolita” (con casco) y del bombero Torres Malarín, de la Salvadora Lima.
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A las puertas de la bomba “Lima”, parte del numeroso publico que acompaño la traslación de los cadáveres en la tarde de ayer.
El comandante general y comandantes de compañías en el local de la bomba “Lima”, una vez que los ataúdes fueron colocados en la capilla ardiente. Con una venda en la cabeza, el señor Fernando Lund, capitán de la “France”, que salvo de Perecer, también.
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La imponente capilla ardiente en el local de la bomba “Lima”.
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El Comercio, Lima 17 de Febrero de 1931
A una imponente y sentida manifestación de duelo dio lugar ayer el sepelio de los cinco bomberos trágicamente fallecidos Miles de personas acompañaron al fúnebre cortejo durante su extendido recorrido
El pueblo impide que los ataúdes sean colocados en las carrozas y los lleva en hombros hasta el Cementerio LIMA ENTERA SE ASOCIO AL JUSTO DUELO DE LOS BOMBEROS
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El Comercio, Lima 17 de Febrero de 1931
A una imponente y sentida manifestación de duelo dio lugar ayer el sepelio de los cinco bomberos trágicamente fallecidos
Miles de personas acompañaron al fúnebre cortejo durante su extendido recorrido El pueblo impide que los ataúdes sean colocados en las carrozas y los lleva en hombros hasta el Cementerio LIMA ENTERO SE ASOCIO AL JUSTO DUELO DE LOS BOMBEROS
Los discursos pronunciados La ciudad de Lima, representada en todas sus clases sociales, ha rendido ayer un póstumo y sentido homenaje de admiración y de hondo sentimiento a los cinco bomberos fallecidos a consecuencia del trágico incendio de la noche del sábado en la calle Plumeros, de cuyo proceso y fatales consecuencia informáramos ya ampliamente a nuestros lectores. El carnaval de 1931, que se inicio en esta nota de dolor, ha pasado hasta las 6 de la tarde de ayer, casi inadvertido, pues la gente desde el primer momento, en la mañana del domingo, se echaron a comentar el triste suceso y el municipio tomó el acertado acuerdo de suspender hasta la tarde de ayer, es decir después del sepelio de los abnegados bomberos caídos en el cumplimiento de su deber, todas las fiestas carnavalescas del programa municipal. En la ciudad se notaba ayer un estado de tristeza. Apenas si discurrían uno que otro automóvil, llevando gente alegre, en su mayoría chiquillos y menores de edad. Pero la gente en general no deseaba otra cosa que acompañar hasta su última morada a los fallecidos en forma tan trágica. El ambiente de la ciudad estaba gris y casi sombrío. Las gentes de toda condición social preguntaban por el paso del fúnebre cortejo, la hora en que este se realizaría, el recorrido que haría, y, en fin, querían conocer toda clase de detalles, para acompañar el paso de la triste procesión, otros para sumarse al cortejo y acompañar los cadáveres hasta el cementerio. El cuerpo de bomberos voluntarios de Lima, alrededores y Callao, en medio del justo dolor que le embargaba por la pérdida de cinco vidas jóvenes, de cinco abnegados y valientes compañeros que cayeron en el 44
cumplimiento de su deber, tendrán, no cabe duda el consuelo y el lenitivo del homenaje rendido ayer a Acevedo, Blanco, Vidal, Ochoa y Torres Malarín, por todas las clases sociales de la ciudad. Especialmente por el pueblo, que como un pueblo sano y noble, que conoce la verdad del espíritu de sacrificio, se une inmediatamente al dolor que suele producirse cuando en el cumplimiento del deber ocurre un drama como el del Sábado. El homenaje que ha sido hasta ahora único en Lima, no tiene precedentes, tanto mas si se toma en cuenta que se ha realizado en los días propicios para la alegría y el divertimiento, que pone un paréntesis en la vida cotidiana.
EN LOS ALREDEDORES DE LA BOMBA LIMA Desde las tres de la tarde una hora fijada en el ceremonial para la salida del cortejo, gran cantidad de público se hallaba ya estacionado frente al local de la Bomba Lima No. 3, donde como se sabe, desde la tarde del lunes eran velados los cadáveres en una sencilla e imponente capilla ardiente, adonde habían sido enviados muchísimos aparatos florales. Las personas que llegaban procuraron instalarse en los mejores sitios. Así ocupaban gran parte de la Av. Nicolás de Piérola a la izquierda de la calle Pobres, unos, y al lado derecho de la misma calle, otros. Los tranvías que por allí circulaban tenían que hacerlo con mucho cuidado, para evitar sus motoristas accidentes desgraciados, dada la aglomeración del público. Los policías de tráfico, al toque de sus pitos indicaban a los pilotos de los autos la necesidad de pasar despacio. De los tranvías de Chorrillos y la Magdalena descendían personas de ambos sexos, lo mismo que de los urbanos de las líneas Nros. 1, 2, 3, y 4. Las bombas automóviles, que llegaron sucesivamente para tomar sus debidos emplazamientos, al lado derecho de la calle Pobres, en una de las secciones de la Av. Nicolás de Piérola, pasaban con toda lentitud dando aviso los pilotos con un suave ruido de sus sirenas. A las 3 y 45 ya el gentío era incalculable, haciéndose entonces imposible el tráfico en aquel sector. Las gentes esperaban ansiosamente que los ataúdes fueran sacados del local de la Lima, mientras no cesaban de comentar muy dolorosamente la tragedia que tan hondamente ha conmovido a la ciudad. En la sección de la Colmena, comprendida entre la calle Pobres y la del Pacae, en una extensión de dos cuadras, se veía una masa humana, que se perdía hasta la estatua de San Martín. EN LA CAPILLA ARDIENTE A las puertas del local de la Bomba Lima, montaba la guardia y abrían calle hasta cada uno de la ataúdes, bomberos de todas las compañías 45
de Lima, Callao y Balnearios. Dentro había una gran cantidad de personas, entre ellas el edecán del presidente de la Junta de Gobierno, el nuncio, apostólico, el ministro de gobierno, el ministro de justicia, el alcalde de Lima, el director de Beneficencia, el ministro de México, cónsul y adjunto militar de México, comisiones de la municipalidad, del partido demócrata entre cuyos afiliados se contaba con el teniente de la Cosmopolita, Eleazar Blanco, comisiones de diversas agrupaciones, sociales, obreras deportivas, etc,. una comisión del pueblo de Vitarte, compuesta por autoridades y muchísimas otras personas, entre las que se veían comisiones de todas las comunidades religiosas que conforme entraban al local rezaban un responso ante los ataúdes. Un poco alejados de todas estas personas, estaban los deudos de los cinco bomberos fallecidos, que como es natural, no cesaban de manifestar su dolor y congoja por la trágica e inesperada muerte de los seres queridos. Los maestros de ceremonias, tenientes bomberos Vicente Pace, Enrique Bravo, Leonardo Oberti y Nicanor E. Masaveau, secundados por miembros de las diversa compañías dictaban las disposiciones del caso, de acuerdo con el comandante y el secretario generales del cuerpo de bomberos de Lima, señores Schiaffino y Díaz. Todos los bomberos llevaban al pecho una banda de crespón negro. Los autos-bombas, carros de escalas y todo el material, estaban, igualmente, con crespones de luto. Los comandantes de compañía, así como los comandantes generales de Lima, y Callao, llevaban asimismo, luto en las cornetas, insignias de su mando. Igual luto se veía en el banderín de la comandancia general y en todos los estandartes. Además el material de todas las compañías lucía paños negros con lágrimas de plata y demás insignias de duelo.
EL ATAÚD DEL CAPITÁN DE LA COSMOPOLITA A las 4 y 15 p.m., se procedió a sacar los numerosos aparatos florales que habían sido enviados a la capilla ardiente, colocándoseles en los carros de las diversas bombas. Terminada esta labor, siendo las 4 y 35 fue levantado por un grupo de bomberos de la Cosmopolita, la caja de acero que guarda los resto del capitán de esa bomba, señor Juan Roberto Acevedo. Para este ataúd no se designaron cintas porque se acordó colocarlos inmediatamente en el carro mortuorio de la Roma que esperaba fuera. El ataúd en lugar de cintas, tenía a los extremos una cinta bicolor. Cuando en la puerta, los bomberos que llevaban en hombros esta caja mortuoria se disponían a colocarlos en el carro fúnebre, esto fue imposible, pues el pueblo pidió llevarlo en hombros, no obstante las justas explicaciones que se le hicieron, haciéndole saber que el fuerte estado de 46
descomposición hacia hasta peligroso conducirlo en esa forma.
SE SACAN LOS DEMÁS ATAÚDES Acto continuo fue levantado el ataúd que guarda los restos del teniente de la Cosmopolita, señor Eleazar Blanco. Tomaron las cintas en este acto, el edecán del presidente de la Junta de Gobierno; el ministro de gobierno, coronel Antonio Beingolea; el Alcalde de Lima, Dr. Luis Antonio Eguiguren y el director de la Beneficencia Pública de Lima, señor ingeniero Gerardo Klinge. Las cintas del ataúd del subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal, las tomaron Monseñor Gaetano Cicognani, nuncio Apostólico, de Su Santidad; Monseñor Fray Mariano Holguín, Administrador apostólico de la Arquidiócesis; Excelentísimo Señor general Juan G. Cabral, ministro de México y doctor Elías Losada Benavente, ministro de Justicia, Instrucción, Culto y Beneficencia. Al ser levantado el ataúd con los restos del seccionario de la France, señor Julio Ochoa Torres, tomaron las cintas los señores cónsul y agregado militar de México y los señores Michel Fort, y Emilio Cluzel, por la colonia francesa. Finalmente, las cintas del ataúd del seccionario de la Salvadora Lima, señor Pedro Torres Malarin, fueron tomados por el jefe del gabinete militar, teniente coronel Castro Ríos, el señor Juan M. de Cossío, el señor Marcial Vélez y un teniente del Regimiento Nº 7 de Infantería. EL CORTEJO SE PONE EN MARCHA El fúnebre cortejo se puso en marcha en el siguiente orden: batidores, esta sección que habría el desfile, estaba formado por un miembro de cada una de la compañías de Lima, Callao y balnearios. Gran cantidad de pueblo, cinco carrozas automóviles, entre ellas la de primera de primera, las dos de primera y las dos de segunda clase. Otro grupo compacto de pueblo. El ataúd del capitán Acevedo, sobre el cual destacaba su casco y un ramo de flores, ofrenda póstuma de uno de sus hijos. Tras de esta caja marchaban cerca de mil personas, que a cada instante deseaba cargar el ataúd. Lentamente avanzaba el cortejo. Al llegar a la esquina de la Plaza San Martín, frente al Club Nacional, los maestros de ceremonia resolvieron colocar este ataúd en el carro de la Roma, pero fue imposible. El pueblo cuya masa engrosaba más y más exigió llevarle en hombros hasta el cementerio, lo mismo que a los cuatro compañeros caídos. 47
CONTINÚA EL DESFILE Tras de esta masa de pueblo, eran conducidos en hombros de miembros de las compañía de bomberos, lo mismo que los otros tres ataúdes, el del teniente Eleazar Blanco y sucesivamente los del subteniente Carlos Vidal y seccionarios Julio Ochoa y Pedro Torres Malarin. Como los deudos de los caídos que seguían las fúnebres cajas, todos los acompañantes, todo el pueblo marchaba en el más religioso silencio y con la cabeza descubierta. En la Plaza San Martín gran cantidad de automóviles particulares y de plaza, ocupados por damas y caballeros veían el paso de la triste procesión, demostrando la impresión causada en todos los vecinos de la ciudad por la tragedia de la noche del Sábado. Seguía a esta masa compacta, que aumentó en la Plaza San Martín, la banda de músicos del regimiento Nº 7 de infantería y los comandantes y secretarios Generales de los Cuerpos de Bomberos de Lima y Callao. El estandarte del Cuerpo de bomberos de Lima con su respectiva escolta y miembros y material de las compañías Cosmopolita Nº 6, France Nº 2, Salvadora Lima Nº 5, Roma Nº 1, Lima Nº 3, Victoria Nº 4, Internacional Nº 7, Rímac Nº 8, Garibaldi Nº 1 y Olaya Nº 2 de Chorrillos; Gráu Nº 1 de Barranco; estandarte del cuerpo de bomberos del Callao y el personal y material de la Unión Chalaca, Italia Callao; Garibaldi Callao, Salvadora Callao, Bomba Callao; y Perú; y, finalmente comisiones y estandartes de sociedades y agrupaciones obreras. El estandarte y una numerosa comisión de la Asamblea de Sociedades Unidas, iba junto al ataúd del capitán Acevedo. Una serie de carruajes cerraba el cortejo. Y el pueblo, cuyo número aumentaba cada vez mas y cuya consternación y sentimiento estaban impresos en el rostro de todos, y lo demostraban con el silencio y el respeto con que iban adelante, al lado o atrás de los ataúdes, sin demostrar el menor cansancio y disputándose los ataúdes para cargarlos. EN EL JIRÓN DE LA UNIÓN Al entrar el cortejo al Jirón de la Unión por la calle de Boza, de nuevo se pretendió colocar en el carro fúnebre el cadáver del capitán Acevedo. Fue Imposible. Y el imponente desfile ingresó a nuestro jirón principal desde temprano, ocupando ambas aceras esperaban personas de toda condición social, lo mismo que en los techos, balcones, ventanas y puertas de las casas y establecimientos comerciales. A las 5 y 30 de la tarde el fúnebre desfile ingresaba lentamente, silenciosa y respetuosamente a la Plaza de Armas, que se veía totalmente ocupada, con mayor razón en el sector por donde debía pasar la triste procesión. Como en la Plaza san Martín cientos de automóviles esperaban 48
la llegada de la adolorida comitiva. En la calle de San José, primero y en la Inquisición, después, por tercera y cuarta vez se insistió en colocar los ataúdes en la carrozas; pero fue nuevamente imposible. El pueblo no cejó en su deseo de rendir a los cinco abnegados tan tristemente caídos en el cumplimiento del deber su postrer homenaje e insistió en llevarlos a pie hasta el cementerio, sin tomar en cuenta lo avanzado de la hora y el largo trayecto recorrido. Y fue entonces, que pidieron los maestros de ceremonias cargar ellos los ataúdes y tomarlos de los hombros de los bomberos; que se habían turnado hasta allí. Así se hizo y la doliente comitiva siguió su marcha rumbo a la Necrópolis.
EN EL SANTO CRISTO Cuando, después de pasar anticipadamente por las calles que recorría el cortejo, en muchas de las cuales él había jugado inclusive con agua momentos antes, y se había dado tregua a la alegría, llegamos a la Plazuela del Santo Cristo, el gentío esperaba en gran número por todo el recorrido, lo mismo que en la amplia alameda del cementerio, en cuyo lado derecho habían muchos automóviles y a las puertas del panteón llamado del Ángel, o sea el primitivo, muchas personas, en su mayoría mujeres. Hacía mas de una hora que todos esperaban, y esta espera se prolongó hasta las 6 y 45, hora en el que el cortejo llegó al cementerio, todavía con luz; pero con luz muy débil ya. EN EL CEMENTERIO Al llegar al cortejo al cementerio, las gentes se bifurcaron y se dirigieron al cuartel de San Juan Bautista, donde debía ser sepultados los bomberos caídos. Los muchachos y los hombres todavía ágiles, treparon al techo de los cuarteles adyacentes y a los mausoleos más cercanos, y se instalaron allí para oír los discursos. Mujeres, niños, hombres viejos; gentes de pueblo; gentes de la clase media, en una palabra, exponentes de todas las clases sociales, irrumpieron en una masa tan humana como compacta a la Necrópolis. Corrían, se atropellaban, se apretujaban alrededor de las mesas en que debían ser colocados los ataúdes. Fue difícil el ingreso con ellos. Hubo necesidad de que los bomberos, poniéndose enérgicos, despejaran a las gentes casi por la fuerza y abrieran a las personas que cargaban los ataúdes. Al fin, después de grandes esfuerzos y con la noche encima, fueron colocadas sucesivamente las cajas mortuorias del capitán Juan Acevedo, 49
del teniente Eleazar Blanco y del subteniente Carlos Vidal, de la Cosmopolita N° 6; del seccionario Julio Ochoa, de la France N° 2 y del seccionario Pedro Torres Malarín, de la Salvadora Lima N° 5.
HABLA EL REPRESENTANTE DE LA MUNICIPALIDAD Acto continuo, y una vez que se hizo el silencio y la gente pudo acomodarse lo mejor posible, a nombre de la Municipalidad de Lima y por supuesto en representación de la cuidad, el concejal doctor Edilberto C. Boza, dio lectura al siguiente discurso: Señores: La honda tragedia que ha conmovido intensamente a la ciudad entera nos congrega hoy en este recinto de meditación y de reposo, donde vengo en nombre del Consejo Provincial de Lima, a expresar el vivísimo y profundo dolor que experimenta ante estas tumbas prematuramente abiertas. La catástrofe producida en las últimas horas de la noche del sábado, cuando las Compañías de Bomberos luchaban denodadamente por extinguir el incendio de la calle de Plumereros en el que rindieron la vida en medio de los escombros del edificio destruido por el fuego, cinco abnegados y virtuosos ciudadanos cuyos inanimados despojos contemplamos con emocionada admiración; constituye tan sólo uno de los innumerables hechos heroicos que registran los anales de esta benemérita institución en el Perú. Las Compañías de Bomberos, compuestas entre nosotros, de personas asociadas voluntarias y desinteresadamente, han prestado siempre, con abnegación digna del mayor elogio, importantísimos servicios al país, no sólo en caso de incendio, sino como custodios y defensores de los intereses de la ciudad y de la seguridad de sus habitantes, en los casos de conmociones públicas o de extraordinaria necesidad o de siniestro de cualquier género. La cuna de esta humanitaria institución en nuestra patria, se encuentra en la gloriosa acción del 2 de Mayo de 1866; en esa fecha legendaria puede decirse que nacieron las Compañías de Bomberos con el concurso generoso y entusiasta de ciudadanos italianos, franceses, ingleses, alemanes y norteamericanos, jefes de casas de comercio o personas acaudaladas que las organizaron. Durante el combate con la flota española estas compañías prestaron inolvidables servicios. Luego la Municipalidad constituyó el núcleo para la formación de diferentes asociaciones patrióticas en esas efemérides. Los jóvenes peruanos que no encontraron colocación en la Marina o en el Ejercito se organizaron en las Compañías de Bomberos. Universitarios y colegiales, empleados y trabajadores, vistieron ese uniforme, que es emblema de 50
sacrificio y abnegación, de dignidad y de honor, de valor y de gloria. Las páginas de la historia nacional ostentan muchas otras memorables acciones de estos “héroes de la ciudad”. En la última guerra nacional, siete mártires surgidos de sus filas, en épica jornada regaron con su sangre nuestro suelo, despertando la admiración de propios y extraños. Vuestra abnegación, señores miembros del Cuerpo de Bomberos, lleva consigo el sacrificio del reposo y de la salud y el peligro de vuestras vidas; y os ofrece únicamente hermosos triunfos espirituales y la satisfacción de la conciencia que se alcanza por el cumplimiento del deber, generosamente contraído y noblemente desempeñado. Es así que con el esfuerzo supremo del héroe en las horas de lucha, con la abnegación sublime del mártir en las horas amargas del infortunio, que pueden amargar pero que jamás abaten a las almas fuertes y aceradas, vuestro Comandante general acaba de proclamar: “El cuerpo de bombero de Lima pierde cinco de sus miembros activos, pero a pesar de tan sentida perdida, velando por el bien y seguridad de los habitantes de esta provincia, se esforzará en cumplir la noble misión que se ha impuesto”. Bello gesto que es la apoteosis más grande del instante. La Municipalidad de Lima interpretando fielmente el sentimiento del vecindario, se ha declarado de duelo, tributando este homenaje a los bomberos que han sucumbido dando ejemplo de abnegación y solidaridad y que esclarecen con su gloria la oscuridad de la muerte. Por salvar la vida e intereses de los demás, estas víctimas del deber voluntario, han cubierto con el crespón de la orfandad y del desamparo de sus virtuosos y florecientes hogares. Ello explica esta manifestación sin precedentes en que se confunden todas las clases y todos los elementos representativos de nuestra sociedad. Capitán Juan Roberto Acevedo, de la Cosmopolita; teniente Eleazar Blanco, de la Cosmopolita; subteniente Carlos Vidal de la Cosmopolita; seccionario Julio Ochoa, de la France, y Pedro Torres Malarín, de la Salvadora; en nombre de la ciudad de Lima me inclino consternado ante vuestros despojos; vuestro recuerdo perdurará eternamente en el corazón de este pueblo agradecido, como símbolo de heroísmo civil y de supremo espíritu de humanidad.
DISCURSO DEL COMANDANTE GENERAL DEL CUERPO DE BOMBEROS DE LIMA El Señor Federico M. Schiaffino, comandante general del cuerpo de bomberos de Lima, se expresó así: Señores: Para los que nos hemos impuesto la dura pero noble tarea de defender 51
contra el fuego la vida de miles de seres humanos en el instante del sacrificio cuando tenemos el corazón llagado, este lugar no representa la estación de la última despedida, es apenas un alto para confirmarnos aún más en nuestra fe y hacer promesa de que como han muerto estos que son nuestros hermanos, también rendiremos nosotros nuestras vidas si las contingencias a que está sometida nuestra misión nos reclama. El bombero cuando recibe el uniforme que lo distingue de los demás hombres, jura olvidarse de si mismo para dedicarse a penetrar a los lugares de más peligro en los siniestros a fin de salvar mujeres, ancianos y niños, seres débiles, la pérdida de cuyas vidas heriría a la sociedad y particularmente a los hogares de que forman parte. El bombero en el trabajo que voluntariamente se impone disputa pues a la muerte muchas existencias y juega con ella, llevando en el ambiente una sonrisa optimista y serena. Y cuando llega la oportunidad debe correr con su bomba para someterse a un género de disciplina especial que sólo representa sacrificios y abnegaciones. Y para entregarse a esta hermosa obra de altruismo, deben dejar a los suyos, dando el adiós a la madre, esposa y a los tiernos pequeños, quizá para no volver del incendio que llena de alarma a la ciudad. Las llamas que devoran insatisfechas con los hogares, tantas vidas; tantos bienes preciosos para la sociedad, suelen también arrancar de nuestras filas a los mejores y más queridos compañeros y como ha ocurrido en este caso se llevan a los más jóvenes y a los más buenos, sin que nada les importe la congoja ni la triste orfandad en que se quedan sus familias, faltas algunas de ellas de todo recurso, mientras el luto las envuelve con sus crespones fúnebres. La sociedad a pesar de comprender en parte tanto sacrificio, no hace nada para auxiliar a los bomberos. Nuestras leyes casi los olvidan, apenas una ley los protege contra la invalidez parcial o permanente y la incapacidad absoluta que es la antesala del hambre y la miseria. De lo contrario peor que el obrero de las minas, el bombero, desinteresado obrero del bien humano después del accidente, carecería hasta de la misera indemnización que permite a los suyos vivir decorosamente. Compañeros: Acevedo, Blanco, Vidal, Torres y Ochoa. El sentido convencional que damos a la muerte, venciéndonos, nos ha arrancado muchas lágrimas, pero en el fondo de nosotros mismos, sentimos que siempre nos seguiréis acompañando, pues así como los héroes militares, después de las guerras nacionales son símbolos de esfuerzo y de superación para las nuevas generaciones, así también los héroes cívicos como vosotros, lejos de morir en el recuerdo de los 52
hombres, se perennizan y perpetúan, porque el fuego sagrado que los agita los ennoblece, los dignifica y convierte en lámparas votivas cuyas luces tenaces y precisas parecen fijarnos claros senderos que seguir y viriles ejemplos que imitar. Compañeros: Antes de que os hundáis en la sombra de todos los silencios, y de todas las lejanías, recibid el doloroso y admirativo adiós a vuestros despojos de todos los bomberos.
DISCURSO DEL COMANDANTE GENERAL DEL CUERPO DE BOMBEROS DEL CALLAO A nombre, del cuerpo de bomberos del Callao, su comandante general, señor Miguel Corso, dijo lo siguiente: El cuerpo de bomberos de todo el Perú está de duelo, con motivo de la dolorosa tragedia ocurrida el sábado último en el siniestro de la calle de Plumereros, en el que cinco de los más esforzados de nuestros compañeros de la capital han perdido sus valiosas existencias en el abnegado cumplimiento de sus deberes. En plena lucha contra nuestro más terrible enemigo, EL FUEGO; y cuando ya se había dominado por completo el siniestro; una desgracia inevitable hace que un desplome de paredes que sostenían gruesas vigas de madera y de fierro de la construcción amagada, ocasione grave daño a un buen número de valientes bomberos, causado así, irreparables desgracias para el Cuerpo de Bomberos de Lima. Esta fatal catástrofe que ha causado la muerte de los más caros camaradas; señores: Capitán don Juan Roberto Acevedo; teniente don Eleazar Blanco, subteniente don Carlos Vidal, de la “Cosmopolita” No. 6; seccionarios don Julio Ochoa y don Pedro Torres Malarín, de la “France” No.2 y de la “Salvadora Lima” No. 5, respectivamente; ha conmovido a toda la sociedad de Lima y el Callao, por la forma tan trágica como han perdido sus vidas estos malogrados y heroicos compañeros; y ha dejado entre nosotros un vacío enorme y muy difícil de llenar. En la historia del Cuerpo de Bomberos del Perú, no se registra un hecho tan triste y tan desgraciado como este, pero no obstante este hecho, nosotros los soldados de la humanidad que sacrificamos nuestras vidas por salvar las vidas y propiedades ajenas, no desmayaremos jamás en la labor que nos hemos impuesto, y aún cuando nuestros corazones están acongojados por el fuerte dolor que nos aflige; continuaremos nuestra obra voluntaria de bien y nos guiaremos de los ejemplos que estos cinco héroes del sacrificio y abnegación nos legan en estos momentos de profunda consternación. Los sacrificios puestos a dura prueba con tanto entusiasmo, voluntad y desinterés; unidos a las virtudes y dotes que en vida adornaron a nuestros inolvidables compañeros caídos heroicamente en cumplimiento 53
de los altruistas fines que perseguimos, son lo bastante suficientes para reconocer los incalculables méritos adquiridos para con la institución bomberil y la inestimable consideración a que se habían hecho acreedores ante la sociedad entera, el comercio y el especial aprecio que siempre gozaron de sus compañeros y amigos. Hoy pues, que el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Lima pierde a cinco cumplidos compañeros de sacrificio y de labor; que esta desgracia abate a todos los bomberos que sentimos pesar inmenso y que lloramos inconsolables la partida de los camaradas queridos a su Hogar Celestial en donde ocuparán el lugar preferente que el ALTÍSIMO tiene señalado para los mártires del sacrificio; el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Callao, viene consternado a este santo recinto a depositar ante las tumbas de nuestros compañeros una corona de siemprevivas que simboliza el imperecedero recuento de los bomberos chalacos y el hondo pesar y aflicción que nos embarga; y que sea esta la elocuencia más grande de nuestra fé con que los compañeros de sacrificios juramos ante los restos sagrados de estos héroes, imitar la lección de arrojo y de amor a la humanidad. Queridos compañeros Acevedo, Blanco, Vidal, Ochoa y Torres Malarín. En nombre del Cuerpo de Bomberos del Callao recibíd el postrer adiós, paz sea en vuestras tumbas”.
HABLA EL COMANDANTE HONORARIO DE LA COSMOPOLITA Debido al impedimento del Comandante de la Cosmopolita, señor Abelardo Mongrut, que resultó seriamente golpeado en el incendio del sábado y cuyo estado todavía es de cuidado, el comandante honorario de dicha bomba, señor Gustavo Meicher, leyó este discurso: Señores: “Traigo a este lugar de descanso y de paz, la expresión del hondísimo sentimiento que experimenta la compañía nacional de bomberos Cosmopolita ante el irreparable desastre que ha arrancado la vida a tres de sus miembros, los señores Juan R. Acevedo, Eleazar Blanco y Carlos Vidal y a los señores Julio Ochoa y Malarín de las compañías France y Salvadora Lima, hermanas nuestras. Son señores, cinco hombres que hoy agregamos a la lista de héroes modestos; son cinco existencias que han ejercido un sacerdocio de altruismo y que han hecho por el ejemplo de sus nobles vocaciones el máximo, el más grande de los sacrificios; la vida, son en fin los hombres que sin elocuencias que se lleva el viento, sino con la efectividad de sus actos nos dejen perenne y deslumbrante la memoria de 54
sus gestos de filántropos, para mantener vivo el espíritu que anima a todos los que forman parte del benemérito cuerpo de bomberos de Lima. Un siniestro que se produce en la zona central de esta ciudad amenazando valiosas propiedades y almacenes de lujo, demanda el esfuerzo de nuestras compañías de bomberos y cuando después de porfiada lucha el siniestro lanza sus últimos resplandores, un derrumbe de paredes sepulta entre elementos enrojecidos por el fuego a cinco esforzados bomberos que sucumben ante la desesperación y el dolor de todos sus compañeros. Tal señores lo acontecido y tal la perspectiva de siempre ante esta forma del ejercicio del bien y, sin embargo, frente al egoísmo general, entre las sonrisas de los que jamás entendieron de sacrificios humanitarios un puñado de hombres, de bomberos, prosigue cada día mejor su tarea de bien y acude solicito a prestar su concurso frente al fuego, hasta dominarlo y si es preciso sucumbir hasta sofocarlo. Yo cumplo, imperativo deber demandando al respeto de todos por estos hombres que saben hacer lo que tantos otros apenas saben describir, y agradezco a los ciudadanos aquí presentes su presencia en este acto solemne y profundamente triste. Señores: A nombre de la compañía nacional de bomberos Cosmopolita, presento sentido homenaje de condolencia a las compañías France y Salvadora Lima y deposito ante las tumbas de sus malogrados socios Ochoa y Malarín la expresión del más íntimo pesar. Capitán Acevedo, teniente Blanco, subteniente Vidal: Habéis tendido vuestras vidas cumpliendo entusiastas vuestro deber y habéis dado así un doble ejemplo como jefes y como bomberos. Vuestra memoria permanecerá siempre entre nosotros que supimos apreciaros en vida. Desde los más modestos cargos, disteis prueba de ser dignos miembros de nuestra Cosmopolita y practicando el bien llegasteis a ejercer puestos de dirección en la lucha contra el fuego. No bastaba sin embargo a vuestros espíritus saber mandar y quisisteis enseñar como puede irse más allá; a ser héroes, lo habéis conseguido y nuestra compañía dolorosamente herida os ve desaparecer, pero se encuentra orgullosa de haberos contado entre los suyos. Capitán Acevedo, descansa en paz, Teniente Blanco descansa en paz, Subteniente Vidal, descansa en paz.
DISCURSO DEL COMANDANTE DE LA SALVADORA LIMA El comandante de esta compañía señor Leonidas Noriega Bernales, despidió para siempre con estas frases a su compañero y subalterno caído, señor Torres Malarín. 55
Señores: La segura inexorable que lo mismo hiere al alcázar del rico como a la cabaña del pobre, ha arrebatado de nuestro personal afecto a diversos componentes del cuerpo de bomberos voluntarios de la capital, elementos que con la abnegación inmaculada del deber voluntariamente impuesto, han rendido su vida en aras de su humanitaria misión. El dolor que anonada a nuestras instituciones, las innumerables muestras de condolencia que recibimos de las autoridades locales como de la ciudad de Lima, vienen a mitigar en parte nuestro inmenso dolor. El bombero solamente vive en las horas de su intenso dolor en los momentos en que son amenazadas la propiedad y la vida por la acción destructora del fuego, y, el pueblo de Lima, emprendiéndolo así, nos acompaña a tributar este último y merecido homenaje a los bomberos caídos cumpliendo con su deber; su recuerdo y su ejemplo vivirá eternamente grabado en nuestros Corazones. Pedro Torres Malarín, compañero querido de la Salvadora Lima No. 5, bombero distinguido en todas las horas de la dura prueba, que la luz perpetua te ilumine, la claridad eterna resplandezca sobre los restos. Descansa en paz.
DISCURSO DEL CAPITÁN DE LA FRANCE El señor Fernando Lund, capitán de la France, y que también salvó afortunadamente de perecer en la calle de Plumereros, dio el último adiós a su compañero y subalterno, señor Julio Ochoa Torres, con estas palabras: Señores Comandantes Generales: Señores: Dar el postrer adiós en las dolorosas circunstancias consecuentes de la tragedia ocasionada en el último incendio, que ha arrancado de las filas activas a los más preciados elementos de las compañías de bomberos, es labor para mí mayor que mis fuerzas en este momento, porque la emoción y el recuerdo de los instantes de dolor sufridos al lado de los camaradas, bajo el peso de los escombros, embarga mis sentidos tan intensamente que me impide decir con la palabra lo que siento en el corazón. Por ausencia del veterano comandante de mi compañía, cuya vida también ha sido gastada en el desempeño de la misión voluntaria de los que formamos en la compañía France No. 2, me veo precisado a despedir para siempre al más joven de los bomberos que se alistó en nuestra institución, para cumplir con la misma voluntad y abnegación el 56
deber humanitario de sacrificarse para salvar al prójimo en los momentos de la lucha titánica contra el fuego, que traicionando muchas veces nuestros deseos trata de vencernos infructuosamente porque nuestra decisión es de lucha hasta morir, pero habiendo cumplido nuestra divisa que es humanidad y patria. Julio Alberto Ochoa Torres, cuyos sentimientos de amor a la causa que inspiran la doctrina de las almas de los hombres nobles y de bien, con admiración profunda por la nación francesa, siguiendo los impulsos de su voluntad, quiso demostrar su amor a Francia vistiendo la casaca del bombero en la compañía de mi mando. Cumplidor, vehemente en los actos del servicio, dotado de una actividad sorprendente desafiando siempre el peligro y se complacía en ser con justicia de los primeros en combatir en los siniestros con eficiencia que le atraía justamente la admiración de todos y la felicitación de sus jefe después del trabajo. Julio Alberto Ochoa Torres, ingresó a la compañía como voluntario muy joven, y habiendo cumplido el año último la edad reglamentaria para figurar entre los socios activos, se le concedió este título como justa recompensa a las demostraciones de competencia que en múltiples ocasiones había demostrado. Para todos los bomberos de la France N°2 su desaparición deja una huella profunda de dolor que sólo será aliviada cuando para cumplir con el deber se tome su conducta como ejemplo. Julio Alberto Ochoa Torres, has caído como los héroes, en la acción. Tú tumba dirá en la lápida que la cubra que has muerto en el campo del honor. Descansa en paz.
HABLA UN OBRERO Antes de que los acompañantes del sepelio se retirarán el obrero marmolista don Juan Artezana, improviso un sentido y elocuente discurso en el que elogió en frases cálidas y emotivas la abnegada labor de los bomberos y la lección del heroísmo y espíritu de sacrificio que habían dado los cincos caídos al perecer en un siniestro. SE DA SEPULTURA A LOS CADÁVERES Luego se procedió siendo las 7.30 de la noche, a colocar los cadáveres en sus sepulturas que son las siguientes: en le cuartel de San Juan Bautista: capitán Acevedo, letra E número 11; teniente Blanco, letra E Nº 12, Subteniente Vidal, letra E Nº 13, seccionario Ochoa. letra E Nº 14, seccionario Torres Malarín letra E Nº 15. En tanto un lúgubre toque de cornetas emanado de una orden del comandante general, ponía una nota de 57
profunda tristeza en la noche dentro del campo santo. Y así, a las 8 de la noche, poco más o menos, los bomberos y el pueblo abandonaban el cementerio, volviendo todos a la ciudad. Unos dejando allí a cinco compañeros caídos, en el cumplimiento de su deber, los otros con la seguridad de haber cumplido un deber al tributar en forma ostensible y sincera, sentida y emocionante su último tributo a los cinco abnegados que allí quedaban para siempre.
VUELOS DEL AVIADOR THOMAN Desde que el cortejo fúnebre salió al cuartel de la Bomba de Lima hasta que llegó a la Plaza de la Inquisición acompañó los ataúdes, volando unas veces un poco alto y otras a baja altura el aviador nacional Thoman contribuyendo así a rendir el tributo de la aviación particular a las víctimas del incendio Plumereros. Este noble y simpático gesto del conocido piloto aviador fue simpáticamente comentado por la gentes. RELACIÓN DE APARATOS FLORALES ENVIADOS A LA CAPILLA ARDIENTE DE LOS CINCO FALLECIDOS El Presidente de la Junta de Gobierno; secretario del Cuerpo General de Bomberos del Callao, Consejo Provincial de Lima, Comité de aseguradores Perú, Compañía de Bomberos Italia del Callao, José Acevedo, familia de Acevedo, Ángel Nicoletti y familia, Compañía de Bomberos “Roma” Nº 1, Compañía Nacional de Bomberos Cosmopolita Nº 6, Carlos Baella y familia, Juana Acevedo, compañía de Bomberos France Nº 2, José Alvares Conde y familia. Empleado de la Casa Acevedo, Operadores de la Casa Acevedo. Compañía de Bomberos Garibaldi Nº 1 de Chorrillos. Empresa Editora “El Comercio”, Asociación de Jóvenes Cristianos (I.M.C.A.), Jefe y oficiales del 1er Regimiento de Infantería de Seguridad. Familia Vidal; Compañía de Seguros Italia, Waldo Olivos, Cámara de Comercio de Lima, Corazones: María F. De Blanco, Rosa Eva de Blanco, Juanito Acevedo y otros. Ramos: Carlos Alberto Blanco, Familia Acevedo (2). Coronas de misas: Fray Mariano, Testamentaria Benito D. (para el capitán Juan Acevedo), Coronas: Carlos Extremadoyro y familia. Compañía de Bomberos Nº; 3 María F. de Blanco, Rosa Eva Blanco, Federico Ortiz Rodríguez y familia. Compañía de Bomberos Perú Nº 6 del Callao, E, Ponce Rodríguez (2). Eduardo Matute. Consejo Distrital del valle de Ate., Capitán Pedro Padrón y familia. J. Gustavo Mongrut, comandante de la Compañía de Bomberos “Cosmopolita” Nº 6. Federico M. Schiaffino, comandante general del Cuerpo de Bombero de Lima; Francisca Reyes. Sociedad “Unión Francesa”. Fernando Lund. 58
Arturo Farfán Quintanilla, Compañía de Bomberos “Salvadora Lima Nº 5”, Leonidas Noriega Bernales C.A. Abogado, Luis A. Eguiguren, alcalde del Consejo Provincial de Lima; Personal de guardia de la Compañía de Bomberos Cosmopolita Nº 6, Néstor A. Díaz secretario de la Cosmopolita Nº 6” y del Cuerpo General de Bomberos; Francisco Torres Pino, Esteban Bevilacqua, comandante de la Compañía de Bomberos de ”Italia” del Callao, David Alexander, Estuardo Callirgos. Empleados de la Casa “Victor”, Consejo Provincial del Callao, Alfonso Castellanos Federico W. Castellano. Humberto Ravettino, Jefe y oficiales de la 2da. División; Jorge Vidal Herrera, Luis Vidal y hermanos. Compañía Italo-Peruana de Seguros. Club Social “Vitarte”, Zoila Rosa viuda de Figueroa. Rosalía viuda de Parodi. Josefina viuda de Dodero, Directora del Instituto Santa Rosa, señorita Pérez Liendo; Elvira de Sañudo e hijos, Compañía de Seguros “La Fénix Peruana”. Concejo Distrital de Magdalena del Mar. Augusto Aboado, Salomón F. Sumar. Jorge Maflug y hermanos, Pedro Trigo, Benjamin Callirgos, Jorge Callirgos, Compañía Peruana de Teléfonos, Jefe y oficiales del Gabinete Militar. Compañía de Bomberos “Olaya Nº 2” de Chorrillos, Ministro de guerra, Ministro de Francia. Casa militar. Ricardo I. Defillippi. Compañía Nacional de Bomberos “Mollendo Nº 1”, Mollendo; Adolfo Bayro S., Mollendo; Eleuterio Cabezas Arancibia, Alberto Aguilar, Juanito Acevedo y hermanos. Gustavo Michael, Rosa Márquez y familia, Carlos Allén, Rafael Ravettino y señora, Federación Nacional de Enfermeros, Director de “La Sanción”.
NOTAS DE CONDOLENCIA RECIBIDAS EN LA COMANDANCIA GENERAL DEL CUERPO DE BOMBEROS. El Secretario General del Cuerpo, Teniente señor Néstor A. Díaz, nos ha proporcionado copias de las siguientes comunicaciones: Cablegrama del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.- Valparaíso, 16 de febrero - Comandante Cuerpo Bomberos - Lima - Cuerpo Bomberos Valparaíso, profundamente afectados dolorosa desgracia, presenta sentidas condolencias esa institución, -Guillermo E. Purcell superintendente, Óscar Fernández, secretario General. Federación de Estudiantes del Perú Lima 15 de febrero de 1931 Señor Comandante General del Cuerpo de Bomberos de Lima Ciudad S.C.G. En la colectividad estudiantil universitaria ha causado profunda consternación el desgraciado accidente habido durante el siniestro de ayer, 59
que ha originado la muerte de cinco de los abnegados miembros del Cuerpo de Bomberos de Lima. La Federación de los Estudiantes del Perú cumple con presentar por intermedio de usted al Cuerpo de Bomberos, su profundo sentimiento por tan dolorosa desaparición. Y se siente aunada al duelo de quienes con abnegación y arrojo cuidan de la vida y los intereses del vecindario. De usted, Atentamente: T. Escajadillo, secretario general Jorge Enrique Pinillos, secretario del interior. Confederación de Artesanos Unión Universal Lima 15 de febrero de 1931 Señor comandante General del Cuerpo de Bomberos de Lima Confederación de Artesanos Unión Universal, teniendo en cuenta la dolorosa desgracia por la que atraviesan el Cuerpo de Bomberos del Perú al haber caído en el dolor un grupo de sus mejores colaboradores, ha creído conveniente declararse en duelo por este desgraciado suceso y le da el más sentido pésame en nombre de esta representativa; también ha acordado mi presidencia, nombrar a una comisión, que será precedida por el señor Mariano Tirado y complementada por compañeros Alberto Coronado, Inocente La Rosa J., José Gómez de la Torre, César Salamanca y Leonardo Lazarte, cuya comisión llevará al lecho del dolor el más sensible pésame por tan lamentable desgracia acaecida el día de ayer en el cumplimiento del deber. Dios guarde a usted Benjamín Vernaza, presidente. Ciclista Lima Association Lima, 15 de febrero de 1931 Señor comandante general de Cuerpo de Bomberos de Lima S.C.G. Cumplo con expresar al Cuerpo General de Bomberos por vuestro muy digno intermedio y en nombre de todos los asociados del Ciclista Lima Association, el sincero pesar por la tragedia que enluta a ese respetable Cuerpo, acreedor hoy mas que nunca la gratitud y al respecto de todos los habitantes de esta ciudad. Al comunicar a usted, señor comandante nuestro sentimiento, aprovecho de la oportunidad para ofrecerle las seguridades de nuestra mejor consideración y estima. De usted. Atto. Y S. S. Adolfo, Bermín Jenkins, secretario. 60
Ministerio de Gobierno Lima 15 de febrero del 1931 Señor Federico Schiaffino, comandante general del Cuerpo de Bomberos de Lima Ciudad S.C.G. La muerte de cinco abnegados miembros del Cuerpo de Bomberos de Lima, defendiendo la propiedad ajena, no solo enluta a la institución a la cual pertenecen, sino también a todas las entidades oficiales. Quienes caen como símbolo de sacrificio como prueba de valor moral como trasunto fiel de abnegación, merecen el bien de la república y el recuerdo de sus hijos. Este ministerio, al interpretar fielmente el sentimiento de dolor general y de unánime consternación que produce la desaparición de esos cinco hombres heroicos ofrece a usted y por su intermedio al Cuerpo General de Bomberos de Lima. Su condolencia más sincera y las expresiones de su personal simpatía- Dios guarde a usted. A- Beingolea Un sello del Ministerio de Gobierno y Policía. Cable del Cuerpo de Bomberos de Panamá Panamá 16 de febrero Comandante general Schiaffino Lima.Profundamente conmovido, envíole sentida condolencia, a nombre de bomberos panameños, rogándole hacerla extensiva compañeros y familias víctimas. Comandante general primer Jefe Cuerpo de Bomberos Panamá. Sociedad Tacna, Arica y Tarapacá del Callao (Telegrama) - Febrero 16 Comandancia General Bomberos - Lima Sociedad decana, Tacna. Arica, Tarapacá. Asóciase sinceramente profundísimo dolor aflige Cuerpo General Bombero Perú - Vargas, presidente: Bejarano, secretario. Federación de Panaderos “Estrella del Perú” Lima, 16 de febrero de 1931 Señor comandante general del Cuerpo de Bomberos de Lima Presente.Señor comandante Cumplo con poner en conocimiento de usted, que esta Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”, siente con profunda consternación la desaparición de los cinco abnegados bomberos que, en cumplimiento de su noble misión, perdieron la vida el sábado 14 del actual, en la catástrofe 61
de la calle Plumereros. Con este motivo nuestros directorio ha resuelto adherirse a la exhumación de los restos de estos infortunados ciudadanos, por medio de una comisión que portará nuestro estandarte. Aprovecho de esta oportunidad para ofrecer a usted las seguridades de mi mas distinguida consideración. Jorge R. Gutiérrez, presidente.
LIGA DE BONDAD Y CULTURA Señor Alcalde del Consejo Provincial de Lima. Ciudad Muy señor nuestro: En esta hora de desgracia nacional en que el dolor y la tragedia ha dejado en orfandad hogares de ciudadanos inolvidables que han sufrido su ida por el cumplimiento de un deber poco común, la Liga de Bondad y Cultura, sociedad femenina que me honro en presidir, se asocia muy sinceramente a esta desgracia, por la cual el sentimiento es unánime. Ahora bien habiendo Ud. tenido la feliz iniciativa de realizar una colecta pública a beneficio de los hogares en desgracia me es honroso poner a disposición del Consejo que Ud. preside 10 señoritas que con la insignia de nuestra sociedad cooperan eficazmente en la forma que Ud. ordene, para llevar a efecto tan humanitaria erogación. Esperando sus indicaciones me ese grato suscribirme como su atto.Y S.S. María L. Molinares de Reátegui. Lima, febrero de 1931 UNA LAUDABLE INICIATIVA Lima, 16 de febrero de 1931 Señor Antonio Miró Quesada. Muy distinguido señor: A la generosa iniciativa del alcalde de Lima, doctor Luis A. Eguiguren, a lo que todo Lima concurre presurosa a colaborar con su óbolo en pro de las familias de esos heroicos jóvenes que cumplieron su deber, quiero respetuosamente sugerir por intermedio de su importante órgano, la necesidad de que el Estado reconozca a favor de sus familiares, una pensión en proporción al grado de cada uno de esos abnegados hombres. Militares son por su disciplina y heroísmo: han cumplido con su deber con el desinterés del ciudadano abnegado. Al servicio de la ciudad, en el momento de peligro, sacrifican sus horas de descanso o de trabajo . cumplen así, con un deber, al que sólo el altruismo y la buena voluntad impelen. 62
Correspóndase a tan generosa acción, que hoy termina con el sacrificio de la ida, reemplazando en el apesadumbrado hogar de los desaparecidos parte de los resultados del esfuerzo que como padre, hijos o hermanos realizaban. Agradezco a usted la benévola acogida que de a esta iniciativa, rogándole la patrocine usted, con su prestigio de hombre de bien. De Usted, atto. S.S. E. Harth-Terré
POR LAS VICTIMAS DEL INCENDIO DE PLUMEREROS Hemos sido informados por el alcalde de la municipalidad del Rímac, señor Malatesta, que esa corporación ha acordado llevar a cabo una suscripción, popular a favor de los deudos de los bomberos sacrificados en cumplimiento de su deber en el pavoroso incendio de la calle Plumereros, iniciándole el la misma con la suma de 200 soles. Se nombrarán al efecto comisiones de concejales que recorran con el indicado fin los jirones centrales del distrito de bajopontino. LA PEÑA TAURINA Y LOS BOMBEROS Lima, 16 de febrero de 1931 Señor comandante general del Cuerpo de Bomberos. Ciudad. La “Peña Taurina Lima” ha visto con profundo pesar, la desgracia que aflige al Cuerpo de Bomberos de su digna Comandancia y con tal motivo acogiendo la idea del señor alcalde del consejo Provincial, desea aportar a medida de sus fuerzas, algo con que incrementar los fondos que aliviaran a los deudos de las víctimas. Por tanto, señor comandante, nuestra institución, si usted lo tiene a bien, esta dispuesta a dar un beneficio en la Plaza de Toros de Lima, organizado por la Peña, y cuyo producto integro tendríamos el placer poner en sus manos. En espera de su grata respuesta, somos de usted, attos. Y SS.SS Alejandro Rivas Barrios presidente D. Barrera Roca, secretario general. LA COLECTA PUBLICA INICIADA POR EL ALCALDE DE LIMA Ha encontrado eco favorable en el vecindario el llamamiento que ha hecho el alcalde de Lima, doctor Eguiguren, a los sentimiento de la población para que contribuya con su óbolo al inmediato auxilio de las familias de las víctimas de la catástrofe de Plumereros. Sabemos que 63
algunas personas, entre ellas miembros del alto comercio, han ofrecido ya su concurso generoso a la formación del fondo que será distribuido entre los familiares de los bomberos que hallaron el sábado trágico fin, cumpliendo su noble deber. “El Comercio”, deseoso también de participar modestamente en esta significativa manifestación cívica de gratitud a la memoria de quienes rindieron la vida en defensa de un interés social y de apoyo inmediato a sus deudos, ha entregado, como pasaporte de nuestra empresa al fondo de auxilios, la cantidad de mil soles al sindico de rentas del consejo, a cuya disposición ha puesto también, el cheque de 50 soles que, por nuestro intermedio, remite para dicho fondo el señor Víctor F. de Albertis, según puede verse por la siguiente carta: Barranco, 16 de febrero de 1931. Señor director de “El Comercio” Lima Muy señor mío: Sírvase Ud. separar del señor de la presente, mi cheque Nº 897955 a cargo del Banco Italiano por la cantidad de S/. 50.- suma con la que contribuyo a la iniciativa del señor alcalde de esa ciudad para socorrer a las familias de los víctimas del incendio ocurrido en la calle de Plumereros. Aprovecho de esta ocasión, señor director, par ofrecer a usted las seguridades de mi estimación y suscribirme de usted muy atento s.s.s. Víctor F. De Albertis
SUBLIME SACRIFICIO Honda consternación ha producido en Lima, la horrible tragedia que ha tenido por escenario una de las principales calles de la metrópoli. Cinco hombres generosos y abnegados han perecido, cuando fieles a su misión noble y altruista luchaban por apagar un incendio. Mientras la ciudad alborozada y radiante de alegría se aprestaba a recibir al dios Momo, por otro lado la negra fatalidad sembraba la destrucción y la muerte. ¡Oh sarcasmos de la vida! Muchos hombres buenos esperaban en la dulce quietud del hogar, la iniciación del efímero reinado para compartir con los suyos la alegría cuando sonó a lo lejos un piteo incesante, ¡incendio! Dijeron y veloces partieron al lugar de la tragedia sin sospechar que en esa noche de alegría loca, contagiosa y desbordante, la vida los abandonaría y sumiría sus hogares en la tristeza más grande y el dolor más profundo. Sin embargo esa fue la última noche. Murieron como héroes, sepultados entre los escombro de la casa incendiada cuando generosos, 64
Nobles, abnegados, desprendidos trabajaban por contener a la furia del elemento voraz. Hombres sublimes que abandonaron todo, el dulce hogar y sus demás obligaciones para acudir prestos donde el deber los llama. Hombres generosos que aman de verdad a la humanidad cuando está en desgracia. Hombres que laboran silenciosa y calladamente en las grandes hecatombes sin exigir jamás la vida por salvar la de sus semejantes. Así es el Bombero, sinónimo de bondad, de amor, de los puros sentimientos. Así fueron los cinco bomberos que en esa noche pletórica de alegría encontraron en la calle Plumereros, una tumba prematura. Los nombres de estos heroicos bomberos han de quedar eternamente grabados en el corazón de todos los habitantes de Lima y el recuerdo del sublime sacrificio ha de perdurar por siempre en el historial de la vieja ciudad de los virreyes. Vaya a las familias de los heroicos bomberos la sincera e intima expresión de nuestro dolor. Barranco, febrero de 1931 SIDERAL
LA CATÁSTROFE BOMBERIL Una nota de dolor y de triste constitución en la ciudad, la tragedia de la calle de Plumereros. Una alarma, un siniestro y veloces las bombas cargadas de abnegados voluntarios se constituyen en el lugar del siniestro. Rápido como la centella, colocan las escalas, tienden las mangas y se entregan de lleno a combatir el fuego, que con sus enormes lenguas trata de acobardar a los heroicos bomberos que ni con eso se ahuyentan. A los 25 minutos el terrorífico elemento, ha sido conjurado, un clarín de la voz de retirada y el recojo del material. La orden va a ser cumplida, cuando ¡oh maldito destino!, la parte alta del edificio se desploma, sepultando entre sus aún humeantes escombros a varios desinteresado servidores de la humanidad. Tal es la visión dantesca del incendio del sábado último. Tiembla la pluma al describir la horrorosa impresión que produjo la escena del desplome. El rescate de cuatro bomberos bajo los escombros fue algo fúnebre. A la temblorosa luz de los hachones y en medio de los tristes ayes de dolor de los heridos, los cadáveres iban apareciendo uno a uno pero completamente mutilados y desfigurados. El cuadro era conmovedor. Algunos bomberos pugnaban por no llorar. La muerte se había pegado al siniestro con todo su furor. Parece que Momo, en estos días,
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quiso en gozar con la tragedia de sus momentáneos súbditos. ...Y los escombros fueron devolviendo sus presas, Acevedo, Blanco, Ochoa y Malarín. Mas tarde murió Vidal. Cinco hombres que no trepidaron en ofrendar sus vidas por salvar la propiedad ajena. Dignos son de un grandioso homenaje póstumo no solo de Patria agradecidos, sino de la Humanidad entera. Los sacrificios de estos héroes voluntarios no deben pasar inadvertidos. Sin interés de ninguna clase, ellos a costa de grandes peligros salvan vidas y propiedades ajenas. Por eso el recuerdo de los cinco mártires de la hecatombe del sábado 14 será imperdurable en nuestros corazones. ¡Paz en sus tumbas! ROSS Lima 17.2.93
OFRECIMIENTO DE UN EMPRESARIO TEATRAL Lima, 15 de febrero de 1931 Señor don Federico M. Schiaffino. Comandante General del Cuerpo de Bomberos. Distinguido Sr. Comandante: Verdaderamente apenado por el trágico incendio que ocurrió anoche y cuyo epílogo no puede ser más cruel, cumplo con mi deber de asociarme a su dolor, dirigiéndole la presente para ponerme a las órdenes de usted, como empresario de teatro. Las cinco vidas útiles y abnegadas muertas en el cumplimiento de su humanitario deber, cuya desaparición será sin duda, sentida con verdadera emoción por todos los habitantes del Perú, haciendo comprender el sacrificio de estos hombres desinteresados, que llenos de espíritu humanitario, despreciaban a cada instante la vida en beneficio de sus semejantes. La desaparición de estos valientes bomberos cuyos nombres quedarán grabados en la memoria de todos, como verdaderos símbolos de abnegación y sacrificio. La prematura e inesperada muerte de estos ciudadanos de ejemplo ha de ocasionar aún más profundo dolor a todas las compañías de bomberos de esta capital. La muerte de estos cinco valientes salvadores, enluta numerosas familias y colocará alguna en situaciones criticas y dolorosas. Yo, como extranjero de nacimiento y como peruanos de corazón, lleno de profunda emoción por este suceso tan trágico, me apresuro a ofrecerle señor Comandante mi modesto y desinteresado concurso, para organizar una gran función en el Teatro Municipal, corriendo con todos los gastos que sean necesarios para el espectáculo. El programa será formado por todos los artistas que se hallen el Lima y el producto de esta función será puesto a 66
Disposición de usted, señor Comandante para aliviar económicamente las familias de los bomberos muertos. También para reclutar mayor fondo procuraré conseguir gratis objetos de arte que las casas comerciales me entregarán rematándolos a los mejores postores durante la mencionada función, cuyo importe irá a incrementar los fondos en beneficio de estas familias. La función se podría efectuar el día 21 ó 23 del corriente a las 9 y 30 p.m. como arriba mencioné, en el Teatro Municipal. Le agradecería, señor Comandante, que al aceptar mi sincera cooperación, se sirva usted nombrar una comisión para que controle los boletos y que intervengan en la venta de los mismos para las localidades y así asegurar el éxito esperado. Le ruego, señor Comandante, expresar mi sincero pésame a todo el cuerpo de bomberos por la irreparable pérdida de sus queridos compañeros. Esperando la estimada respuesta de esa Comandancia, para preparar a tiempo todo lo que se requiere para realizar la susodicha función. Me suscribo como su S.S. Silvio Garroni.
En la Prolongación de la Colmena. El ataúd del teniente Eleazar Blanco. Llevando las cintas delanteras, el ministro de gobierno, coronel Beingolea y el Alcalde de Lima, doctor Eguiguren.
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Aspecto de la Plaza San Martín, entrando a la calle Boza.
El imponente cortejo fúnebre a su paso por el Jirón de la Unión.
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El cortejo y parte de los acompañantes de él, ingresando al cementerio.
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El Comercio, Lima 19 de Febrero de 1931
En memoria de los bomberos muertos en el incendio de la calle Plumereros
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El Comercio, Lima 19 de Febrero de 1931
En memoria de los bomberos muertos en el incendio de la calle Plumereros El Administrador Apostólico de la Arquidiócesis, obispo monseñor Mariano Holguín en nombre de la iglesia peruana, dispuso la verificación de honras fúnebres en la Basílica Metropolitana, en memoria de los bomberos muertos en el incendio habido el sábado último en la calle Plumereros, y que conmovió hondamente el sentido público. Quiso en esta forma el jefe de la iglesia peruana adherirse a las manifestaciones de dolor que esa tragedia produjo en todos los espíritus. El ceremonial fúnebre se efectuó a las 10 y 30 de la mañana de hoy. Para este acto el templo metropolitano, recibió esmerado y severo arreglo. En la puerta principal que da a la plaza de armas se había colocado cortinajes negros con aplicaciones de plata. En el centro de la nave principal, delante del presbítero, se levantó un catafalco de estilo romano en cuyo centro estaba el túmulo rodeado de cirios encendidos. Este que también tenía paños negros con adornos de plata, colocado encima de un pedestal blanco. Antes de la hora fijada para el acto fúnebre, llegaron al templo metropolitano el edecán del presidente de la junta de gobierno, mayor Eleazar Atencio, el Nuncio de Su Santidad, Excelentísimo Señor Cicognani, quien ocupó un asiento en el altar mayor, en el sillón especial que tiene el coro, varios miembros de las comunidades religiosas de Lima y sus contornos, elementos del clero secular, comisiones de instituciones sociales y obreras, y representantes de la municipalidad de Lima. Estas personas ocuparon los sillones colocados especialmente en la nave central.Los deudos de los bomberos muertos ocuparon, asimismo, asientos especiales. Un numeroso gentío ocupaba las tres naves del templo. Las compañías de bomberos llegaron poco antes de las diez y media, con sus estandartes enlutados y presididas por sus respectivos comandantes. Los estandartes con guardias de honor fueron colocados formando circulo en torno del catafalco. En el momento oportuno, actuando de gran pontifical, celebró la misa de réquiem el administrador apostólico de la arquidiócesis, quien estuvo acompañado del presbítero asistente, monseñor Luque y de los diáconos señores Rivera y Piérola y Cavero. Un coro de tres voces bajo la dirección del maestro de capilla de la 72
Basílica, doctor Chávez Aguilar, tuvo a su cargo la parte musical. Cuando concluyo la misa de réquiem, el propio obispo monseñor Holguín entonó el responso de rito delante del tránsito, acompañado del cabildo metropolitano en pleno, revistiendo este acto gran solemnidad. Terminada la ceremonia fúnebre de que damos cuenta se despidió el duelo en la puerta principal, después de las doce del día.
El Administrador Apostólico de la Arquidiócesis, en el momento de responso, acompañado de los diáconos.
Los bomberos con sus estandartes desfilando, al terminar la ceremonia, en la Plaza de Armas.
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El testimonio del Comandante Mongrut
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El testimonio del Comandante Mongrut ESCURRIÉNDOME EN FORMA QUE YO MISMO NO ME DOY CUENTA, PUDE ESCAPARME, RELATA EL COMANDANTE MONGRUT “La cabeza del infortunado Vidal quedó recostada sobre mi mano” APRECIACIONES SOBRE EL ORIGEN DE LOS INCENDIOS Virísimo interés teníamos ayer por conocer, de labios de una de las víctimas del lamentable suceso del sábado, un relato exacto de la tragedia. Con tal propósito visitamos al señor Gustavo Mongrut, en su domicilio, sito en la calle del Aronita. Fuimos cordialmente recibidos por los familiares de este caballero, a quien encontramos postrado en cama y torturado por los dolores que le han sobrevenido después del drama y que, ahora, a medida que transcurren los días, se acentúan mayormente. El comandante Mougrut, de la “Cosmopolita”, nos recibe con la amabilidad y cortesía de los que siempre hace derroche. Nos invita a tomar asiento a su lado y espera nuestras preguntas. En primer lugar, le hacemos presente la condolencia de LA PRENSA al personal de la Compañía de Bomberos “Cosmopolita” N° 6, y a todos y cada uno de las meritorias instituciones humanitarios que tan rudo golpe han soportado. Evocamos el recuerdo del malogrado teniente Eleazar Blanco, que sufriera también, un accidente de consideración al traer el carro de su bomba el día que produjo un conato de incendio en los altos de nuestro edificio. El señor Mongrut nos escucha y nos agradece con gestos que demuestran su emoción, su sinceridad y su propio pesar. Luego le pedimos que nos relate la forma cómo ocurrió la tragedia, y nuestro entrevistado nos dice más o menos lo siguiente: Ya el fuego había terminado... estábamos retirándonos... cuando se produjo el derrumbe. Las frases del señor Mongrut son entrecortadas debido a que los dolores no le permiten expresarse normalmente. 76
-Estábamos -agrega- como ocho compañeros dentro de la habitación, y ninguno de ellos, naturalmente, presentía el desenlace que iba a tener el asunto... De un momento a otro sentimos el crujido de las maderas, el ruido peculiar de las paredes que se rajan, y sentimos también, sobre nuestras cabezas y sobre nuestros cuerpos, una verdadera lluvia de elementos. Los que pudimos, atinamos a reunirnos. Yo estaba con Lund, con Molena, con Vidal (Carlitos) y sentí que una viga que pesaba enormemente me cayó sobre las espaldas y otro sobre el cuello. Encima de estas vigas cayó una serie de cosas más... El peso me venció y quedamos todos en cuclillas haciendo el mayor esfuerzo que podíamos para evitar que nos tumbaran del todo las vigas... -¡Fue cosa atroz!... ¡pavoroso!.. Yo me di cuenta, desde el primer momento, que Blanco había muerto, tanto porque me percaté de que él había sufrido el golpe de la misma viga en la cabeza, como porque no lo sentí gritar como gritaban los demás... Yo también hubiera gritado... pero no lo hice porque no tengo ese carácter y porque además, no podía... Quizá si hubiera podido gritar lo habría hecho... el humo me ahogaba... el peso que me oprimía las espaldas no me dejaba respirar... Ya recuerdo que oí gritar a Vidal... ¡pobre compañero mío!... Su cabeza quedó recostada sobre mi mano y en ella sentía yo toda la presión que hacía sobre su cabeza, resistiendo a la vez, la fuerza de la viga... Como pude, traté de auxiliarlo, y aun cuando yo estaba en situación también desesperada, logré sacar la mano y ponérsela sobre la cara, para defenderlo... El muchacho estaba inmóvil. No podía hacer nada, así como tampoco los demás podíamos hacer nada. Después, pude libertar mi otra mano y con ella abrí un hueco por el cual tratamos de respirar Lund, Molena, yo y el mismo Vidal.. Pero no podíamos... era imposible. ¡El humo! ¡La tierra...! - Yo me di cuenta cuando mis compañeros comenzaron a trabajar activamente por sacarlos. Sentí las serruchadas que jalaban... lo hacían con una actividad admirable... Primero sacaron a Melena. Yo me alegré de esto, porque la complexión física del muchacho no es tan fuerte... ¡Sabe Dios si habría perecido!... Luego sacaron a Lund... En seguida, por el pequeño hueco que dejó Lund, y escurriéndome en forma que yo mismo no me doy cuenta, pude escaparme... Ya no recuerdo más... en esos instantes me desmayé. -Digamos, señor Mongrut, ¿qué origen cree usted que haya tenido el incendio? Preguntamos. -Eso es muy delicado decir. No tenemos autoridad para hacer declaraciones de tal naturaleza. Y esto mismo me parece inverosímil. Hasta la fecha nunca la policía nos ha pedido un informe. No nos consideran palabra oficial, aun cuando la lógica hace presumir que en 77
casos de esta naturaleza los mejores peritos son aquellos que han hecho de la labor de apagar incendios en profesión sin lucro... Yo me he encontrado en condiciones de probar, en muchos casos, cuando un incendio es intencional y cuando no lo es, por la sencilla razón de que los bomberos somos los primeros en llegar a los incendios, y en darnos cuenta, por consiguiente, por donde ha comenzado el fuego y cómo... en uno de los últimos siniestros advertí que el fuego había comenzado por una pared opuesta completamente a la cual estaban los alambres de luz eléctrica, y ... si embargo... ese incendio fue atribuido a un cruce eléctrico... ¡Son cosas originales!... yo tengo la seguridad de que el noventa y nueve por ciento de los incendios que se producen en casas comerciales, son intencionales... Y esto no lo digo yo únicamente. Lo decimos todos los que llegamos siempre en primer lugar a los incendios... En el caso del incendio de Plumereros yo por desgracia, no llegué de los primeros... pero, no obstante ése, me di cuenta de que la casa estaba incendiándose en todos lados por igual, lo que es raro en incendios casuales...ustedes amigos periodistas, tal vez saben cómo comienzan los incendios casuales... y si ustedes han recogido versiones sobre el particular, entonces se habrán dado cuenta, perfectamente, de que en el caso de la calle de Plumereros hay algunas razones para suponer que no ha sido casual... -Pero, dejemos eso... que no me interesa por el momento. Yo quisiera que tuvieran ustedes la amabilidad de decir, en primer lugar, el profundo pesar que he sentido y sigo sintiendo por no haber podido despedirme de mis compañeros. Yo quise salir; pero, mi familia me lo impidió. Yo creí que Carlitos estaba vivo; por lo menos, así me lo hicieron entender... y esto me tranquilizó; ... pero, si yo me hubiera enterado de que estaba agonizando en el hospital, tengan ustedes la seguridad que yo habría ido a despedirme de él... aunque sea un pijama, nadie me huera podido contener... Créanme que más que los golpes recibidos, más que lo que estoy padeciendo en la cama, más que todos los sufrimientos materiales que tengo por el momento, lo que me tortura horriblemente el espíritu es saber que no he podido ni ver, por última vez, la cara de mis compañeros. Ayer estuve muy inquieto... quería salir... no me dejaron. Sólo me he tranquilizado cuando supe que ya los habían enterrado. , que ya no había remedio!. Y el comandante Mongrut, vencido por la emoción, inclina la cabeza y advertimos que las lágrimas, lagrimas varoniles, empañan sus ojos. -En segundo lugar, queridos amigos, quiero que dejen ustedes constancia en LA PRENSA de lo profundamente agradecidos que 78
quedamos todos los bomberos en general, y especialmente los de la “Cosmopolita” por la forma cómo se han portado las autoridades, desde el Jefe de la Junta de Gobierno, que ha ordenado que las familias de los fallecidos reciban montepío de la clase de teniente de ejército, y que dispuso, también, que el gobierno correría con los gastos del entierro, hasta el guardia de la esquina, que ha prestado, en lo que le ha sido posible, toda su colaboración tanto en los momentos duramente trágicos del Siniestro como en lo que ha ocurrido después... -En tercer lugar, señores reporteros, quiero que dejen ustedes constancia, también... de que la Compañía de la cual mis compañeros me han puesto, siente una profunda gratitud para toda la ciudad de Lima, que se ha portado, en este caso, como siempre se porta en todos los de la misma naturaleza... ¡a la altura de su deber!... Me cuentan que en el público se ha sentido una consternación indescriptible. Sinceramente... Eso me emociona... me doy cuenta de que todos saben apreciar el sacrificio que hacemos los bomberos sirviendo desinteresadamente los intereses de la ciudad... Como notamos que el estado de salud en que se hallaba nuestro entrevistado no era muy satisfactorio, optamos por suspender el reportaje. Al retirarnos el señor Mongrut nos pide que excusemos que no haya hecho presente, con la prelación que el asunto merece, su más profundo agradecimiento a los periodistas de Lima, que se han ocupado en forma tan extensa sobre el particular y que han prodigado a los bomberos elogios que enaltecen a la Institución. Contestamos al señor Mongrut que los periodistas no habían hecho más que cumplir con los imprevistos de su misión y nos retiramos. Al despedirnos, como en un principio, nos estrechó cordialmente la mano. Nos vinimos con la impresión de que acabamos de conversar con un abnegado y excelente bombero dispuesto a cumplir con su deber hasta el sacrificio. Entrevista publicada en la Prensa, 18 de febrero de 1931
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Se terminó de imprimir en Febrero del 2002 en los talleres gráficos de Gráfica Unión Lima - Perú
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