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obra reúne las lecciones que Osear Masotta dict() t'll 3arcelona, a partir de 1975, con el propósito de brindar tt11:l ~ía que facilitara a sus oyentes la comprensión de la doctrin'' reudiana a través de una lectura sistemática de los textos basi:os del creador del psicoanálisis. ero esta estrategia de lectura forma parte c11 1>ri111<·r lttg:•• , Jara Masotta, de una propedéutica. Hay qut• clcci r, fll'<' i,l11c·~ as referencias de Masotta al seminario sobre '' l.a c:lrtit 1t,l1.1tl.t ;e centran precisamente en aquellos temas c1ue se t 111·1 t•s1>c>11 len con las temáticas freudianas que le interesa clcst,tc.·:•r: ,.,,,,,. Jlejo de Edipo, narcisismo, falo, etc. Pero en todo ca s tt·xtt1~ le Freud: hacerles responder por las preguntas que cl)(ls ~·· Jlantean. >>
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ISBN: 978-950-12-41 54-9
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Osear Masotta
LECTURAS DE PSICO_ ISIS FREUD, LAC
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PAIIJOS Buenos Ai res Barcelona México
Cubierta: Gustavo Macri 1 .·. de •~xtos ha sido realizada por Marcelo Ra n1irez Puig (t)
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La ordenac1on y se ecc1on
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INDICE
y Eric Berenguer
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CDD
Masotta. Osear , Lecturas de psicoanálisis. Freud, Lacan.- 1 ed. 5• reimp.- Buenos Aires : Paidós. 2008. 224 p. : 22x14 cm.· (Psicología profunda) ISBN 978-950-1 2-4 154·9
1. Psicoanálisis l. ntulo
1" edición, 1991 6" re11npri>sion, 2008
l{l'servudos lodos los dcn•chos Quedan rii;:uros:1mcnlf' pruhibida. sin la :iulorizl.a '. • bUJO · 1ª". s
©
1991 de todas las <•diciont's, Editorial P aidós SAICF, D efen sa 599, Buenos Ai res e-1nail: difusion@1 areapaido~.corn.nr www.pn1
., Presen tac1on .............................................................. .
1.
9 El Significante ....... .................. .. ............... .... ..... 15
2.
Edipo: falo y castración ..................................... 27
3.
Una maqueta del complejo de Edipo ............ .... 33
4.
El destino de la omnipotencia . .. .. ... ..... .. ..... ... .... 51
5.
Identificaciones ..... ................... ........... ........... .... 61
c.
El falo: fundamento del fundamento ................ 71
7.
La aporía fundamental del complejo de Edipo. 85
8.
Paradojas del superyó .... ............ .... ............... .... 93
9.
Respuestas del sujeto ..... ................................... 105
10. Deseo y goce ....................................................... 119
11. Freud contra Jung ........................... ............. ..... 127 12. Consecuencias de la castración ..................... .... 135 13. La vida erótica de los sexos ............................... 143
l~uí'da hc•cho e l dt•pé>s1to que previen e la Ley 11. 723 Iinprí'SO en Argent ina - Printed
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Argentina
14. Juanito: una llamada al padre .......................... 153 15. Leonardo: la madre fálica .................................. 163 16. El narcisismo y la pulsión ................................. 177
i mpr eso en 'l'nl lcr cs Gráficos D'Ave rsa,
Vicente' Lópcz 3 18, Q uiltnes, en j ulio de 2008 'l'irada: l fiOO <'J<'n1p lnres
tKllN t1'1A «tfiO l:l 11 [1•1 !l
17. Las dificultades del narcisismo ........... .............. 191 18. Valores estéticos / valores éticos ....................... 203
PRESENTACION
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Cuando Marcelo Ramírez me propuso que colaborase con él en la edición de un volumen con transcripciones de clases de Osear Masotta, no lo dudé un instante y acepté, a pesar de las dificultades que suponía el mismo planteamiento del trabajo. Por una parte, era una ocasión para rendir homenaje a quien muchos le debemos haber tenido acceso a Freud y a Lacan en un país en el que, hasta aquel momento, por una mal entendida, además de falsa, ortodoxia, el psicoanálisis no pa1·ecía una empresa intelectual atrayente. Con él pudimos, los unos, descubrir la lectura de Freud; los otros, encontrar una guía para una lectura sistemática que nos orientara en medio de las dificultades de los textos freudianos. Por otra parte, esa lectura se inscribía bajo el lema del retorno a Freud propuesto por Jacques Lacan en un momento de su enseñanza, cuyos ecos nos llegaban atenuados por una distancia que se nos antojaba enorme. Me parece oportuno subrayar el espíritu vanguardista de la labor de Masotta, situándola en un contexto histórico preciso, como el de la Barcelona de hace quince años. Las fechas de estas lecciones son por sí mismas elocuentes: se inician en noviembre de 1975, el mismo mes en que murió Franco. Para muchos estudiosos, algunos de ellos muy jóvenes, los grupos de estudio que 9
se iniciaron entonces eran lugares donde se respiraba un ambiente de descubrimiento. Algunos de los que allí acudíamos proveníamos de una Universidad que considerábamos pobre intelectualmente y donde no parecía haber un lugar para los debates que en aquel momento se producían en Europa. Hay que tener en cuenta, por otra parte, la peculiar relación de España con el resto de Europa en aquella época, para entender que a muchos ni siquiera nos parecía notorio que fuese precisamente un argentino quien nos facilitara el acceso a un pensamiento europeo, pensamiento que abarcaba desde Lévi-Strauss hasta Jakobson y estaba presidido por la referencia a Jacques Lacan. Todo ello explica la peculiar composición de los grupos de estudio de Osear Masotta de entonces. Al principio, si había practican tes de psicoanálisis procedían casi exclusivamente de la Argentina, mientras que los españoles eran estudiantes, intelectuales e incluso artistas -durante un tiempo, por otra parte, el estudio del pintor catalán Guinovart fue el escenario donde se desarrollaban las clases-. Con el tiempo, como no podía ser de otro modo, .t endieron a desaparecer quienes sólo habían venido atraídos por la moda, que no eran pocos, y quedaron quienes habían descubierto, precisamente en esos grupos de estudio, que el psicoanálisis no es un saber sin consecuencias. No quisiera pecar por exceso en estas referencias, pero me parecen imprescindibles para entender el tono general que se respira en estas clases transcritas. Masotta está en ellas muy condicionado por su auditorio, aunque a veces se diría que muy a su gusto. Para captar algunos matices, en ciertos pasajes hay que hacer un esfuerzo y situarse en el contexto: en muchos momentos el lector captará el tono distendido que adquiere la charla, a veces interrumpida por el café. De ahí el riesgo que supone leer estas lecciones como si fuesen escritos. Parte de este riesgo lo asumimos quienes establecimos defini-
Pasemos ahora a la.s dificultades propias de la lectura de unas clases dictadas hace quince años, en un contexto histórico preciso. Durante el trabajo de edición no podí~m.os dejar de sentir vivamente el paso del tiempo, sentimiento al que se refiere Masotta en una lección apoyándose en una cita de Borges. Es evidente que es-' tas clases ya no pueden leerse desde el mismo punto de vista en la actualidad, cuando el psicoanálisis lacania-
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tivamente el texto que debía publicarse. Parte debe asumirla el lector por sí mismo. . ~~blemos de la parte que nos corresponde: nos resultó dificil a Marcelo Ramírez y a mí llegar a un criterio definitivo p~~ la p~eparación del texto. En un principio nos parec1a imposible cambiar una sola coma de la transcripción "original". Pero al poco tiempo esto se reveló absurdo: ~as?~ta nunca había revisado estas clases para su p~blicac1on, eran un instrumento de ayuda para el estudio. Por ?tra parte, por las características de los grupos de estudio se producían muchas reiteraciones y largos re~úr:iienes de las lecciones precedentes, lo que resultana innecesario y hasta engorroso en la lectura. Así,. poco a poco se impuso el criterio de la legibilidad, es ~~cir el de aceptar las modificaciones necesarias para facilitar la tr~smisión de las ideas, eliminando equívocos que en el discurso hablado pueden ser intrascendentes, pero .que, fijados por escrito producen confusión. Aun , asi, en ningun momento se trató de convertir el texto en utl escrito: sólo de impedir que la transcripción, fuera de su contexto original, acabara por decirlo con una frase del propio Masotta- traicionando el pensamiento que pretende transmitir. ~~r otra parte se añadieron algunas notas, ya sea para fac1l1tar las referencias, ya sea para dar una información suplementaria. El lector puede a su gusto prescindir de todo ello, así como de los títulos de las lecciones casi . ' s1empre tomadas de frases del propio Masotta.
no se ha introducido definitivamente en España y con particular intensidad en Barcelona, donde los a111mnos de Lacan llevan a cabo una imJ>ortante tarea de enseñanza en el marco del Campo Freudiano. Por eso es oportuno situar estas lecciones como inspiradas por la consigna del "retorno a Freud" de J acques Lacan. * En eso Masotta es explícito cuando ordena los textos a partir del concepto de significante. Pero esta estrategia de lectura forma parte en primer lugar, para Masotta, de una propedéutica. Hay que decir, por otra parte, que él mismo se muestra cauto acerca de la posibilidad de superponer, establecer correspondencias entre Freud y Lacan. Sea como fuere, es un tipo de lectura que nos cond"Qce hasta las puertas de la enseñanza de Lacan. En estas lecciones -Masotta dedicó otras a seminarios de Lacan- sus referencias al seminario sobre "La carta robada" se centran precisamente en aquellos temas que se corresponden con las temáticas freudianas que le interesa destacar: complejo de Edipo, narcisismo, falo, etc. Pero en todo caso hay una inspiración lacaniana en la idea misma de lectura de los textos de Freud: hacerl(ls responder por las preguntas que ellos se plantean. Entonces, ¿qué constituye el principal interés hoy día de estas clases, con las limitaciones atribuibles al auditorio al que se dirigían, con las dificultades propias de una transcripción no revisada por el autor? Para quienes fuimos al11mnos de Masotta no cabe duda: tienen un interés histórico indiscutible -por no hablar de la transferencia de cada cual-. Porque gran parte del protagonismo que en la actualidad tiene Barcelona, como primera ciudad en lo que se refiere a la difusión de la Enseñanza de Jacques Lacan en España, parte precisa* No es preciso discutir o explicar aquí esta estrategia de lectura. Nos remitimos a "Historia y transmisión", texto de Germán L. García, redactado como introducción a O. Masotta,El modelo pulsional (Ed. Al-
tazor), donde se señala además el uso que se hizo luego de las "fotocopias" de )as lecciones, a veces contra el propio Masotta y contra Lacan.
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mente de aq~ellos grupor; de estudio que luego dieron pie a la fundac1ou por Masotta, en 1977, de la Biblioteca Fret1dia:t~a. de Barcelona. Al lector atento no le pasará desaperc1b1da la fugaz y alusiva referencia en una de estas lecciones a "nuestra biblioteca" -¿con mayúscula o con minúscula?-, entonces tan sólo un proyecto, con el pretexto de recomendar un libro. Por otra parte, no es esta una historia sin discontinuidades, las cosas no han surgido una de otra sin cortes. El proyecto de Masotta, su Biblioteca, no estaba plenamente desarrollado a su muerte, en 1979 el último año una intens~ y persistente afonía le había impedido dar c?n normalidad algunas conferencias en aquel local de Diagonal-. Por entonces la biblioteca de la Biblioteca contaba todavía con muy pocos libros. La Biblioteca Freudiana se desarrolló conducida por Germán L García. · Hoy, desde noviembre de 1990, la Biblioteca Freudiana se ha convertido en Biblioteca del Campo Freudiano, pertenece a la Sección Catalana de la Escuela Europea de Psicoanálisis del Campo Freudiano, y es miembro de una Federación Internacional de Bibliotecas. Esta Biblioteca del Campo Freudiano ·de Barcelona, a propuesta ~e Jacques-Alain Miller, ha instituido unas Conferencias Osear Masotta'', cuyo primer invitado será Germán L. García, principal continuador de su proyecto . . Así, el nombre de Osear Masotta fo1·ma parte definit1vam_ente de la historia del lacanismo en España y muy especialmente en Barcelona, ciudad en la que desarrolló l~ mayor parte de su actividad en la última etapa de su vida. No puedo finalizar esta presentación sin recordar a Marcelo Ramírez Puig, muerto prematuramente antes de que pudiéramos concluir la presente edición. Le conocí en 1976 y luego volví a e11contrarle en 1977 esta vez en su casa, convertida en improvisada oficin~ a la que fui a inscribizme en una flamante Biblioteca Freu-
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diana que por entonces todavía no tenía local. Más tarde las vicisitudes del movimiento psicoanalítico en BarceÍona hicieron que muchos de los que habíamos estado juntos en torno de Masotta tomásemos caminos divergentes. Pero esos caminos volvieron a encontrarse luego esta vez en el Campo Freudiano. Marcelo Ramíre;, que cuando me propuso esta colaboración ~ra miembro del Cercle Psicoanalític de Catalunya, qwso contar en aquella ocasión con "alguien de la bibliote~" para acentuar así el carácter de reencuentro de este ~m gular retorno a Masotta. Desde aquí le doy las gracias. Enrie Berenguer Barcelona, enero 1991
l. EL SIGNIFICANTE
Hasta ahora había explicado la perspectiva general. Ibamos a introducimos en Freud a partir de Lacan. Ibamos a basamos en un esquema de Lacan para entender a Freud. La peculiaridad de la manera de leer a Freud consistía en programar un orden de lectura de los textos.1 Habíamos dicho que ese orden está fundado, tiene una razón, y voy a hablarles a ustedes de ese f11ndamento. Podemos comenzar tratando de ese orden para que ustedes vean aparecer algo. Antes, sin embargo, de proseguir con dicho orden de lectura, daré un esquema lacaniano que dejaremos también inconcluso para pP.nsar todo esto. Construiremos un sistema de doble apoyo para finalmente introducirnos en el programa. Una vez que hemos dicho -dogmáticamente en qué consiste el programa, hemos de encarar su comienzo, y el primer problema que se presenta es decidir el texto que se elige para empezar a leer a Freud. Un criterio podría ser la elección de un texto importante para la teoría freudiana, que sea algo más que un caso clínico, con un nivel de generalidad que lo haga aceptable como punto de partida. Podríamos decidimos entonces, si el criterio fuera éste, por Inhibición, stntoma y angustia, uno de los grandes textos de la teoría de Freud, o por Más allá del principio del placer o El yo y el ello, por ejemplo. Sin embargo este criterio lo consideramos malo, pues Freud fue un autor de ideas carol. Masotta tenía confeccionado un programa, que oonsístfa en una lista de textos de Freud ordenados siguiendo un criterio conceptual y propedéutico. Como se verá, el orden de lectura era una de las primeras cuestiones discutidas en el curso.
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hiantes, y su teoría se fue construyendo a lo largo de la historia del desarrollo de su propio pensamiento. En estos textos Freud llega a conclusiones que le hacen desdecirse de afirmaciones anteriores. Por ejemplo, en Inhibición, síntoma y angustia se encuentra la última teoría sobre la angustia, "la angustia como señal", pero para llegar a esta teoría había pasado por otras anteriores. Digamos una rápidamente: la angustia como resultado de la represión -algo reprimido, imposible de expresar, produce angustia-. Esta es la primera teoría. Según la última teoría, la angustia es una señal que anticipa una catástrofe. Entonces la angustia surge cuando algo catastrófico, o parecido a una catástrofe, va a ocurrir. Esta última teoría la encontraríamos en Inhibición, ,r;íntoma y angustia, pero en este texto ~o encontraríamos datos con respecto al pasaje de una a otra, por lo cual no entenderíamos bien la última teoría. Es como si, en los textos de Freud, la historia de la constitución de los conceptos no fuera ajena al contenido de los conceptos mismos: necesitamos de la historia para entender los conceptos. Por ello hay que tener cuidado en la elección de los textos. Lo mismo sucede con El yo y el ello, donde se encuentra -según la terminología francesa- la "segunda tópica", la del yo, el superyó y el ello, que remplaza a la ''primera tópica'' que data de la época de La interpretación de los sueños. En ese t~xto se exponen estos conceptos como una teoría constituida, pero no hay en él una revisión de los orígenes de esas famosas tres instancias. Sobre todo una de ellas, el superyó, que tiene dos génesis distintas en Freud, y si uno no las conoce no sabe qué es el superyó. Así, todo el mundo sabe que se trata de una instancia punitiva, pero lo más importante no es esto, sino conocer su origen y cuáles son sus cimientos en la estructura del sujeto, de donde surge necesariamente el superyó. La teoría de esta génesis no está cr1 R/ yo y el ello. Por lo tanto no se puede comenzar por \st r• lnxto. 16
Lo mismo ocurriría si decidiéramos comenzar por la teoría pulsional ''la mitología''2 , como decía Freud mismo que es tan importante en la teoría psicoanalítica: en Más allá del principio del placer, donde aparece la pulsión de muerte, no hay referencia alguna a las razones que llevan a abandonar la teoría pulsional anterior. Otra vez nos encontraríamos con los conceptos en su estado bruto, sin remisión a su historia, y por lo mismo no podríamos entender en profundidad qué significan, porque significan, y eso no hay que dudarlo, según su inserción histórica, en el conjunto de la obra. Ahora bien, ¿cómo hacer para decidir el primer texto? Hay un principio metodológico que podemos aplicar: en primer lugar, buscar si hay algún tema en Freud, un concepto de la teoría o la práctica psicoanalíticas, que se caracterice por su permanencia a lo largo de la historia de la construcción de toda la teoría. Y en segundo 1ugar, podríamos exigir a este tema o concepto un peso decisivo en el campo mismo de la teoría, es decir que sea importante y, para decirlo de otra manera, que de ser posible nos enseñe o nos permita comprender qué da su especificidad al campo de la teoría psicoanalítica en tanto tal. Y ahora sí, por suerte, podemos decir que ese tema o concepto existe y podemos darle un nombre: se trata del significante aunque este nombre es más moderno y Freud no lo usó . Este término, usado en lingüística, proviene de Saussure.3 Hemos encontrado un término para definir algunos hechos, pero si nos metiéramos a su vez en los meandros modernos del término como concepto, estaríamos perdidos pues casualmente hoy toda la lingüística discute qué se entiende por significante, incluyendo el uso del tér·mino en psicoanálisis. Entonces tenemos queponernos de acuerdo en cuanto al uso que le damos y encontrar tina definición mínima. Definimos así el signi2. Cf. Osear Masotta: El niodelo pulswn.al, Ed. Altazor, 1980, pág. 37. 3. F. de Saussure: Curso de lin.gü{stica general, Ed. Losada.
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ficante: es la palabra, en tanto la palabra es ca?az de remitir a más de un significado ésta es aproximadamente la defmición saussuriana-. Podemos poner un ejemplo para explicar esto: el chiste. Para que haya ;histe tiene que haber un fenómeno de palabra. Ademas, el chiste necesita ser contado. Con el chiste nos encontramos siempre ante lo mismo, es decir, una. palabra q~e remite a más de un significado. Esa capacidad que tiene la palabra de remitir a más de un significado es lo que produce el efecto de chiste. " . ,, Pongamos un ejemplo citado por Freud, Un Judío le dice a otro judío: ¿Has tomado un baño? Y el otro le contesta: ¿Es que falta alguno?'' Pregunta: Un significante, ¿debe referirse a una palabra en concreto, necesariamente, o puede remitirse a una frase? . . . Puede, siempre que tenga esta capacidad de remitir a dos sentidos, a dos significados. Pregunta: ¿Esto vale sólo para el chiste y no para lo cómico? Claro, el problema aquí es el chiste, lo cómico tie~e que ver con otras cosas. Para que haya efecto de chiste tiene que producirse de pronto un efect~ de absurdo, cortarse el sentido, como cuando uno no entiende. Lo que hace reír en el chiste es el sentido que pasa a través, porque la palabra, en una doble remisión, como en un cruce de vías, suprime un sentido y deja entrar otro. Entonces se produce una satisfacción, como si algo se realizara por efecto del lenguaje. Cuando el otros~ t~e, accede a la demanda de quien está contando el chiste, porque en verdad en el chiste, lo que se demanda del otro es que acepte el sentido que uno está otorgando a las palabras. Entonces hay satisfacción, porque ~l otro te ~a aquello que le pides, que es aceptar\~~ sentido .en pnncipio absurdo. Entonces, la sat1sfaccion del chiste está cl11clt1 () tl csn demarlda, concedida por el otro, que es de-
manda de sentido. En cambio lo cómico es otra cosa: aquí tiene que haber sólo un fenómeno de comparación de imágenes y no un fenómeno de palabras. El modelo de lo cómico sería el porte de una persona importante que, de pronto, tropieza y se cae al suelo. Te puedes reír de algo cómico sin que nadie hable una palabra. Un chiste tiene que ser contado. Pregunta: No veo por qué distingues tanto entre imagen y palabra. Aparte de que puede haber imágenes en las palabras o de que las palabras pueden tener imágenes, estoy seguro de ello, lo que produce su efecto en el chiste es la palabra con su capacidad de tener dos sentidos, como un grifo que se tapa y no entiendes, y de pronto se destapa, entiendes y te ríes, sin pensar en nada; cuando el chiste es muy puro tiene que ver con la repartee (como dicen los ingleses) que es la réplica rápida. En cambio, no hay palabras cuando un señor se cae al suelo. Ahora, frente a esto, puedes construir una teoría del campo perceptivo, la noción de la imaginación y la percepción, los lenguajes, los lenguajes gestuales, etc., y mostrar·me que también allí hay palabras. Se puede hacer, aunque por mi parte rechazaré esas teorías por mil razones, pero es posible hacerlo. Pero se ve muy clara la oposición entre una cosa y la otra. Son cosas completamente distintas. A Freud le llama la atención no lo cómico sino el chiste, cuando la palabra hace de emb1·ague o shifter (Jakobson). 4 Pregunta: ¿Qué relación puede haber entre el significante y lo que llamamos denotación y connotación? Son términos difíciles de definir, son necesarios con4. R. Jakobson: "XII. Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso" ( 1956), en Ensayos de lingüística gen.eral, Barcelona, Seix Barral, 197 5.
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Se refiere a las grandes diferencias y rivalidades que existen entre Barr••lonn y Mndrid, no sólo en materia de humor.
familia y se fue a vivir lejos de ella. La otra hermana, en caro bio, se había casado con otro tipo que al parecer era encantador. Tan encantador, que incluso parece que Isabel estaba enamorada de él. Y toda la interpretación que Freud hace del caso, acertada o no -en su momento la discutiremos- consiste en hacer tomar conciencia a Isabel de que ama al marido de la hermana, de que ahí está la base de una cierta culpabilidad que se agrava cuando la hermana muere. Es de notar que la madre de Isabel también estaba enferma y que por otra parte, el padre la había deseado desde el primer momento como un hijo varón. Isabel se había identificado en parte con ese deseo del padre y era un poco como el machito de la familia, que se ocupaba de todos y sufría las tensiones de disgregación o agregación de la familia. Freud se halla aquí en los inicios de la elaboración de la teoría y piensa en la importancia de los acontecimientos del pasado, en la determinación de los síntomas actuales y en el tratamiento. Lo que intenta es hacer asociar a la paciente, tratando de conectar las manifestaciones actuales, somáticas, con acontecimientos reales del pasado. Encuentra así relación entre lo que le ocurre a la pierna de Isabel y la aparición de ciertos deseos estando apoyada en la cama del padre, así como con respecto a sentarse y no poder sentarse, en relación con una salida con el cuñado. Además, después de esta búsqueda minuciosa, Freud se detiene y dice que el síntoma está sobredeterminado. Sobredeterrninado quiere decir que responde a causas múltiples. Distintas vías de causalidad convergen en la producción de una misma manifestación. Y se trata de prestar 11na atención muy especial a la causa simbólica. Simbólica, a esta altura significa que hay que interpretar la parálisis histérica de Isabel, o astasia abasia, como 11n chiste. Y dice: "Si para Isabel la familia no anda, luego ella no anda''. Por lo tanto se ve cómo el chiste es para Freud modelo, es decir, principio de homología entre todas las manifestaciones del inconsciente (el lapsus,
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ceptos teóricos para hacerlo. Pero podemos decir por ahora que "denotación'' es el objeto referente indicado por la palabra, en tanto la palabra significa, y "connotación'' sería la atmósfera de sentido que está por detrás de la palabra, más retirada, que le da jugo a la palabra. Y partiendo de esto, en cuanto a tu pregunta: sí, tiene relación. Así, la connotación, como atmósfera de sentido detrás del i·eferente cigarrillo (lo denotado), si estamos en un hospital es la muerte, si estoy entre chicos, el cigarrillo implica transgresión. Pero entonces para que haya chiste, ese fondo de sentido -o sea, lo connotado por la palabra- tiene que ser compartido. Si no, no se produce el efecto. Bergson decía que para reírse de un chiste hay que ser de la parroquia. Así, hay chistes barceloneses que dejan a los madrileños f1,íos. 5 Freud ve en el chiste nada menos que una suerte de modelo del inconsciente en funcionamiento. Y cree que ese modelo sirve, en el sentido de que la estructura que lo constituye es similar a la de toda manifestación del inconsciente. O sea que para Freud un lapsus, un sueño, un síntoma o un chiste están estructurados de la misma manera. Podemos ver como ejemplo, en los Estudios sobre la histeria (1895), uno de los cinco casos clínicos: Isabel de R. Se trata de una histérica endofamiliar, centrípeta, que tiende a recortar las relaciones familiares hacia adentro. Isabel parece no tener más que el 11niverso familiar en la cabeza. Había estado largo tiempo a la cabecera de su padre enfermo, situación que Freud y Breuer habían considerado desde el comienzo como histerizante. Al estar sujeto a las demandas del otro, uno debe aplastar sus propias demandas o deseos, que deben ser reprimidos. Por otra parte, Isabel tenía dos hermanas, una de ellas casada con un tipo que resultaba desastroso para Isabel, pues no quería saber nada de la ó
los sueños, los síntomas). Tienen la misma mecánica de elaboración y esta mecánica de elaboración es el significante. Encontramos así un principio que Freud nunca abandona y que por otra parte parece lo bastante importante, ya que es el modelo de toda manifestación del inconsciente. Sería entonces un principio general de interpretación, puesto que en el campo psicoanalítico uno debiera estar siempre atento para interpretar según este mecanismo, y esto sería lo peculiar del psicoanálisis. Ni interpretar en el sentido de comprender al paciente, ni hacer análisis de conducta para ver qué es lo que más le conviene, con recomendaciones sobre lo que ve y lo que no ve de lo real, sino atender a los momentos en que la manifestación da pie a una interpretación cuyo mecanismo debe ser el del chiste. Así, no habrá campo psicoanalítico sin significante y, por lo mismo, sin significante en el diálogo. Esto quiere decir que hay diálogo psicoanalítico cuando en lapalabra del paciente se escucha la emergencia del significante. Para hacerlo no hay que escuchar lo que el paciente dice. Cuando se comenta, "me estoy analizando, tengo un analista muy bueno, me escucha todo", no se analiza muy bien. Mucho más grave es decir "mi psicoanalista me comprende": aquí no se analiza para nada. Para ver en qué consiste la operación enalítica, cómo se constituye, demos un ejemplo: "Papá, me siento mal". La actitud no analítica, sería tratar de comprender qué le sucede para ayudarle. Lo analítico sería decir: "Siéntate bien". La interpretación, si ustedes quieren, por decir algo, tiene que ver con el trasero, con el erotismo anal. En este punto se ve el. desvío por el doble significado de la palabra. Aquí, un campo psicoanalítico se constituye. Vemos entonces que el significante cumple las dos condiciones fundamentales. Es lo suficientemente permanente y define el campo en cuestión. Pasemos entonces a estudiar el significante, que es nuestro primer punto. Esto nos pone ante tres textos de Freud plagados de
ejemplos de este tipo: El chiste y su relación con lo inconsciente, La psicopatología de la vida cotidiana y La interpretación de los sueños. Nos decidimos a comenzar por La interpretación de los sueños, pues el sueño tiene dentro de la sesión psicoanalítica un lugar de privilegio. Es un material importante. En este texto, de 1901, encontramos resumidos ciertos conceptos (contenido manifiesto, ideas latentes, condensación, desplazamiento, sueños infantiles, etc.), pero lo importante es la distinción que hace Freud de tres maneras de analizar un sueño. Una sería la manera antigua, popular, donde se interpreta el sueño globalmente. (Ejemplo: Siete vacas flacas son siete años de pobreza.) Al todo del sueño, corresponde un todo de significación. La segunda forma sería interpretarlo como un todo susceptible de ser dividido en partes, pero tratando a cada parte del sueño como 11n símbolo con significado preestablecido. (Ejemplo: Una cajita sería el genital femenino; un gato negro, mala suerte.) Y la tercera manera sería la del psicoanálisis, donde se trata de seccionar de otra forma. De ahí la idea del cristal, que cuando se rompe cada una de sus partes conserva una armonía formal. Con cada parte, en lugar de conectarla con un símbolo preestablecido, se hace asociar al paciente y esta asociación muestra conexiones con distintos acontecimientos del pasado. Se forma así un árbol de conexiones donde, por ejemplo, llD mismo fragmento del sueño lleva a dos recuerdos, y un mismo recuerdo está representado dos veces en el material manifiesto. Una verdadera arborización de relaciones. Cada uno de estos nudos conecta con otro del modo más imprevisible. Pero cuando analiza uno de sus propios sueños, plagado de asociaciones, Freud se detiene y dice que si siguiera adeiante todo ese montón de asociaciones concluiría en un solo punto (modelo en forma de paracaídas, donde todos los puntos convergen en uno). Mas aquí se detiene y se disculpa diciendo que ese punto no lo va a revelar porque pertenece a su vida íntima. Nos pregun-
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l•'rt.ud 110 lcl quil\ro contar por razo11cs de índole personal o si hay alguna otra razón. Y en tal caso, cuál podría ser. En primer lugar, si no hubiera motivos de reserva personal, ¿podría ser contado? Si Freud fuera audaz en ese momento, ¿podría contar cuál es ese punto hacia donde convergen todos los otros? Podríamos contestar que sí o que no, que no se puede nombrar ese punto por alguna razón, tal vez porque ese punto último no es un acontecimiento de algo realmente ocurrido, sino que podría pertenecer a otr~ orden de hechos -y no estoy hablando de misterios-. Podemos comenzar a contestar que, en efecto, no es que Freud no lo quiera contar por motivos de reserva personal sino por un motivo metodológico, una razón teórica, y la razón teórica podría ser que si este punto pudiera nombrarse, tendría que haber un acontecimiento, algo realmente ocurrido, digamos un accidente. Pero en la medida en que ese punto ubicado aquí al final, uniendo todos los hilos, tenga una significación, querrá decir que en verdad tiene por sí mismo fuerza causal como para producir todo lo demás. Y en la teoría psicoanalítica, este punto, acontecimiento real con capacidad para causar el conjunto de los hitos fundamentales de la vida del sujeto y determinarlos a todos, se llamó "trauma''. La teoría es entonces la del trauma, acontecimiento que ha tenido en el pasado una fuerza tan tremenda como para determinar todo lo demás. Sabemos que Freud había adoptado la teoría del trauma, pero que muy pro~to la abandonó. Lo que había descubierto era que había un trauma infantil fundamental y pensó que determinaba todas las neurosis. Descubrió la relación entre la neurosis y la sexualidad, y pensó que un trauma de tipo sexual ocurrido en la infancia era dete1·minante. Ese trauma era algo soportado por el niño en relación con el adulto: una seducción sexual. Freud había dicho que según la actividad o la pasividad en el trauma de seducción con el adulto había neurosis obsesiva o histeria. En la neurosis obsesiva el trauma había
sido activo y en la histeria había sido pasivo. Pero en 1897, en una carta a Fliess, 6 le confiesa que toda su ''neurótica" (así llamaba a su teoría) se viene abajo, ya que había descubierto que los pacientes mentían. Todos los historiadores del psicoanálisis coinciden en ver ahí un momento f11ndamental en la teoría, pues Freud no se desilusiona, ya que a pesar de tener que destruir toda su "neurótica'' ha descubierto algo nuevo. Así estos traumas, aunque no fuesen reales, tenían importancia. Y aparece entonces en la teoría el concepto de ''fantasía". Es decir que los traumas no habían ocurrido, habían sido fantaseados y tenían fuerza causal en tanto que fantaseados. Estas fantasías, muy antiguas en la vida del paciente, muy primitivas, las llamó después "fantasías originarias". Más tarde Freud distinguió tres fantasías originarias fundamentales, muy primitivas y absolutamente constitutivas de la estructura del sujeto. Son:
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t:tn1<>R fiÍ rc11lr11<•11 t
-La de ''seducción", que acabamos de nombrar: haber sido seducido por un mayor, según el modelo de los padres. -La "escena primaria": fantasía referida al coito de los padres (con distintas significaciones). -La de "castración". Así pues, Freud no podía contar cuál era el punto en cuestión, en primer lugar porque el trauma no remitía a algo que pudiera ser contado, sino a algo fantaseado. Y en segundo lugar, porque ese algo no era una sola cosa fantaseada, sino tres, y las relaciones entre ellas. En este último punto, si nos preguntamos por la causa de una estructura neurótica, la teoría psicoanalítica 6. En la carta del 21-9-1897, Freud escribe: "Ya no creo en mis neuróticos". Véase: Los orígenes ckl psicoanálisis en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1975, 3a. ed., tomo 111, pág. 3578. En adelante, las referencias de las obras de Freud corresponden a esta edición.
nos dice: es una fantasía, pero una fantasía en la que se intrincan tres, se entrelazan tres, produciendo una estructura necesaria en la constitución de todo sujeto. Podemos contestar entonces que Freud no pudo contar cuál era ese p11nto, ante todo porque ese p11nto no era un punto, sino que era una relación entre tres: er:i una estructura, una relación entre tres fantasías. Decimos fantasía en el sentido de una estructura, en el sentido de una relación. Y a esta estructura se le llamó "complejo de Edipo''. Por eso en ese punto, en el extremo del paracaídas, coloqué el significante, pues a través de este modelo el significante nos lleva a reflexionar sobre el Edipo. En La Interpretación de los sueños encontramos las relaciones de los nudos entre sí, pero no la referencia que funda la conexión entre los nudos. Por lo tanto necesitamos encontrar el complejo de Edipo en la teoría de Freud. Y a eso vamos, sabi~ndo que en Freud no hay ningún texto (salvo dos excepciones, que no sirven para estudiarlo, ya veremos por qué) en el cual esté tematizado explícitamente el problema del complejo de Edipo. Llegados a este punto vamos a pasar a hablar de Lacan, para poder más adelante retomar esto donde lo hemos dejado. Ustedes ya saben ahora las cosas fundamentales, que son: las partes que tiene el programa, las razones delcomienzo y -a partir del libro sobre los sueños- por qué tenemos que ir a estudiar el complejo de Edipo.
2. EDIPO: FALO Y CASTRACION
Al tratar de buscar el coro piejo de Edipo en los libros nos encontramos con la dificultad de que en los trabajos de Freud no se encuentra específicamente tratado; sólo hay un texto en el que aparece explicitado: "La disolución del complejo de Edipo", trabajo en el que, por decirlo de algún modo, el complejo de Edipo se disuelve. Alguien podría decir que esto no es del todo cierto, puesto que existen dos textos: • El capítulo 111 del El yo y el ello y • El capítulo 1 de El presidente Wilson. 7 Pero es que tanto en un caso como en el otro vemos que no son buenos textos para estudiar el complejo de Edipo, por la siguiente razón: en el capítulo III de El yo y el ello se estudia el complejo de Edipo pero en relación con el problema de las identificaciones; incluso el tema fundamental es el de las identificaciones. Así, uno lee el complejo de Edipo aquí la ligazón afectuosa de un hijo con un padre, las relaciones con el otro padre, las identificaciones con el uno y con el otro ... , etc.- y cree entender, pero ahí hay un problema que es precisamente el concepto de identificación. Resultará difícil de entender qué es el Edipo en la 7. S. Freud-S Bullit: El Presidente Tho1nas Woodrow Wilson. Un estudw psicológico (1966), edición en español en Ed. Letra Viva, 1973.
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~erspectiva de las identificaciones, si uno no tiene ~idido de antemano qué es una identificación. Y
ya depuede ;er malo aprender cosas que tienen muchos supuestos. Lo mismo se puede decir del capítulo 1 del libro sobre ~l presidente Wilson, donde se define el complejo de Edipo sobre el fondo de las ambivalencias en que se produ::e; y es difícil entenderlo si uno no tiene decidido de antemano qué son las ambivalencias. Por ello hemos dicho que estos dos textos no eran buenos para comenzar. Y ahora surge precisamente este otro problema: cómo comenzar a entender el Edipo. Para hacerlo, establecemos una especie de código, una categorización. Vamos a hablar de: A. B.
Edipo reducido o simple. Edipo amplio.
Dentro del Edipo reducido podríamos ubicar la definición clásica del complejo de Edipo: la ligazón libidinal amorosa con el padre del sexo opuesto y, simultáneamente, la reacción hostil para con el padre del mismo sexo. Al mismo tiempo, también podríamos poner dentro del Edipo reducido lo que se llama el Edipo invertido o negativo. El que acabamos de describir era un Edipo heterosexual, mientras que la ligazón libidinal amorosa que une al hijo con el padre del mismo sexo, junto con la ligazón hostil con el padre del sexo opuesto, sería un Edipo homosexual. Luego podríamos ubicar aquí lo que se llama el Edipo completo, o sea, el Edipo bisexual. Para Freud, en todo complejo de Edipo hay un Edipo completo: ligazón amorosa con el padre del mismo sexo y ligazón amorosa con el padre de sexo opuesto, más ligazón hostil con el padre del mismo sexo y ligazón hostil con el padre del sexo opuesto. Es decir, la suma de las dos formas. l,r\s tres estructuras anteriormente descritas son ubic•11cl:1a en el Rdipo reducido por la siguiente razón: porc ¡ttt , 1' 1 Rt cu~ c.;1lH<>S sólo se tiene en cuenta la relación en1
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tre tres personajes o tres roles; ya sea invertido, positivo o completo, sólo hay relaciones de tres personajes. Por ello, dentro del Edipo ampliado tenemos que buscar otras cosas, que haya má.s de tres personajes. o más de tres cosas: •
a) El caso en que, en la consideración del complejo de Edipo, debamos introducir, para entender qué está pasando, al padre del padre: al abuelo. Esto ya está introducido de hecho, por lo menos por Freud, cuando decía que el superyó no es solamente el padre, sino el padre del padre. Así, encontramos ya un personaje más, que es el abuelo. b) Cuando leamos el trabajo sobre la sexualidad femenina se verá que para Freud el hijo es respecto de la mujer un personaje fundamental. Ahí tenemos, pues, otro personaje: el hijo del hijo o el hijo de la hija. Ahora no hablaríamos ya de más personajes, sino de aquello que mueve las relaciones entre los tres personajes. O sea, lo que funda el movimiento del complejo de Edipo: el falo. Si esto es cierto tendríamos aquí algo que es como la base del complejo de Edipo. Y si esta base es cierta, también aquí estaría el fl1ndamento de la neurosis, el falo como fundamento del fundamento de la neurosis. De modo que tendríamos que ir a buscarlo a los textos freudianos inmediatamente comenzando a estudiar el falo en la obra de Freud. Y ahora sí que podemos volver a los textos, que nos hacen señas con enea.oto y, en lo que a esto se refiere, se ordenan solos. En primer lugar, podemos ir a los textos de Freud de una época específica y especialmente importante: textos del año 1923 y 1931, en particular los textos sobre sexualidad femenina. 8 8 . "Sobre la sexualidad femenina" (1931), Tomo lll, pág. 3077, y Nuevas lecciones inlroductori.as al psicoanálisis (1932), Tomo ITI, pág. 3164, capítulo: "La femineidad".
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Llama la atención que la temática fálica tenga especial relevancia en el desarrollo y la sexualidad de aquella a quien casualmente le falta el pene. En el primer texto, el de 1923, el falo tiene especial importancia. Lo fundamental estriba en que Freud ya había descubierto la función del falo, 9 pero aquí adquiere estatuto de fase. Se habla ya entonces, en 1923, de ''fase fálica''. ¿Qué quiere decir que hay una fase fálica? Que al esquema del desarrollo que Freud había caracterizado por fases -que tenían para él un rigor, una ne· cesidad, como si fuese biológica- tales como la fase oral, anal y genital, se añade ahora una nueva fase: la fase fálica. Las fases quedan así: oral, anal, fálica, genital. De este modo, en ese artículo de 1923 -"La organización genital infantil" el falo es elevado a estatuto de fase. Contestemos ahora a la pregunta: ¿Qué es el falo? En primer lugar, el falo no es el pene. Esto es muy importante. ¿Qué es entonces? Para usar una frase de Freud, diríamos que el falo es la premisa universal del pene. Esto se refiere a la creencia infantil -la premisa que mantiene el niño- de que todo el mundo tiene pene, de que sólo hay seres con pene. Y esto llevado al extremo, seres en el sentido más general, es lo que induce a Juanito en la primera etapa de su existencia a decir que todos los animales tienen pene, e incluso que hasta los objetos lo tienen. Pasado un tiempo, Juanito dice: ''No, las mesas no tienen pene'', "los seres humanos tienen pene". Pero entonces les asigna el pene a todos los seres humanos: a los hombres, a las mujeres, a los niños y a las .n1nas. Así, para Freud, el falo es una premisa que se da como de antemano y cuyo origen -de dónde le viene esto al niño- es desconocido. La cuestión es que el niño se pone en posición de no querer conocer la evidencia de los
hechos. Y surge, a partir de la experiencia que demuestra la diferencia de los sexos, el intento de explicar por qué en un sexo falta el pene. Y partiendo de las fantasías primarias, según las cuales todo el mundo lo tiene, entonces las niñas, que descubren que no lo tienen, querrán ',erlerlo, y los niños, que lo poseen descubriendo a su vez que hay seres a quienes les falta, temerán perderlo. Surge así en la temática freudiana que: • La mujer envidia a quien tiene el pene, fantasea llegar a tenerlo o cree que tqdavía lo tiene (como en la época fálica y de latencia). • El hombre teme perderlo. Estos dos puntos son los que definen el complejo de castración. En la mujer, el complejo de castración recibe el nombre de "envidia del pene". Y en el hombre, ''amenaza de castración" o ''complejo de · castración". Nos detendremos ahora -después de recomendar la lectura concienzuda de "La organización genital infantil"- para pasar a Lacan.
9. Cf. S. Freud, "Las teorías sexuales de los niños" (1908,) y "Análisis de la fobia d<' un niño de cinco años. Caso Juanito" (1909). Referencias más adelnnl<~ . •
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3. UNA MAQUETA DEL COMPLEJO DE EDIPO
Al pasar en este p11nto a Lacan, volveremos a encontrar, de alguna manera, la temática fálica. Y cuando la encontremos de nuevo, entraremos otra vez en los textos de Freud. Diremos, primero, tinas palabras generales sobre Lacan. Aparece como alguien que tiene fama de organizar el psicoanálisis a partir de la lingüística. Si bien esto tier1e muchos matices, lo que hay que decir es que uno de los términos más usados por Lacan es el de "significante", que trataremos de definir mínimamente. El término "significante" proviene de Saussure. Saussure dice que todo "signo" tiene dos caras: significante y significado. Para Saussure, el significante es la imagen fónica de la palabra; es la palabra misma en tanto imagen fónica que uno tiene capturada por el oído. Por ejemplo, ''caballo" es sólo un conjunto de fonemas ll ue se ordenan de cierta manera. Pero lo que oímos al decir "caballo", la imagen fónica, ése es el significante. l~l significado, lo que esa imagen fónica significa, es el concepto "caballo''; la imagen psíquica que ahora tengo del concepto "caballo". La revelación fundamental que aquí nos hace Sausnure es que la relación que va de la imagen fónica al concepto es una relación arbitraria. A~í, no existe ninguna razón para llamar ''caballo" al caballo, como se demuestra, en primer lugar, si comparamos dos lenguas. Nos 33
preguntamos: ¿qué tiene el caballo de ''caballo"? ¡Pues nada!, porque otra nenita llama horse al caballo. Así, la palabra en sí misma, ¿qué conexión tiene? Ninguna. Es arbitraria. Lo que por otra parte ya demostramos en nuestra anterior definición de significante, porque vimos que un complejo fónico como "tomar'' remite tanto a uno como a otro concepto: en un caso, darse un baño, en otro caso, aga1·rar, robar. Lo importante, entonces, es que la palabra "significante" viene, en la esfera de la lingüística, a significar, en virtud de esa arbitrariedad señalada por Saussure, que hay una barra, un corte: no se pasa directamente al significado, no se puede pasar, en el sentido de que las palabras no contienen de manera necesaria una significación determinada. Saussure se pregunta de dónde proviene la capacidad de las palabras para nombrar las cosas. Y responde que proviene de sus diferencias con otras palabras; son las diferencias entre palabras las que permiten señalar de qué se trata. Un ejemplo banal permitirá entender esto: caballo
y
zapallo
Este ejemplo muestra que la diferencia entre ''p" y ''b", "c" y "z" permite señalar un objeto en un caso y otro objeto en otro caso. Es la diferencia lo que permite al testigo decidir. No hay ninguna propiedad: el caballo tiene más "c" que ''z"; y es la diferencia entre la "c" y la "z" lo que en un caso me permite señalar al caballo y en otro caso al zapallo. Hay otros ejemplos, como el de las terminaciones verbales, por ejemplo:
Comió
Comía
Comeré.
Las terminaciones constituyen las diferencias que permiten señalar en cada caso acontecimientos que van a
ocurrir en distintos tiempos. Esto será la causa de que haya lin sistema de los tiempos en español, un sistema de diferencias. Al sistema de diferencias Saussure lo llamó la lengua. La lengua es un sistema codificado de diferencias que permite que cada individuo particular hable. Por lo mismo Saussure distinguió entre lengua y habla. Lengua es el código del sistema y habla, el acto concreto de hablar. Este hecho concreto de hablar, que es el habla, se prodµce porque antes existe, tenemos en com1ín, algo social que es la lengua, un conjunto de diferencias que todos apreciamos en cada lengua particular. Tenemos entonces que el significante, por sí mismo, no remite al significado, sino que en realidad remite a otros significantes y al sistema de las relaciones entre ellos. Por ejemplo, -ió (comió) no tiene nada que se parezca al pasado; salvo cuando nos ubicamos en el español y lo diferenciamos de -ía y -eré. Es un acuerdo, una convención de la lengua. Lo importante, pues, es que no hay nada en el significante que remita inmediatamente al significado. Sólo hay relaciones de diferencia. Lingüísticamente hablando, lo opuesto a la arbitrariedad sería la relación imposible, vertical, de ''caballo'' a caballo; pero no hay necesidad, sino una relación arbitraria. Lo contrario a la arbitrariedad, en lingüística, se llama motivación; esto significaría que puedo hallar un significante motivado por el concepto que nombra y que no podría ser ningún otro. Eso implicaría que lo antes ~u:mado de que el carácter del significado depende de 1qs sistemas de diferencias de significante a significanes falso, en razón de lo que ocurre, por ejemplo, en las onomatopeyas, como waf! (ruido que hace un objeto al golpearse contra otro), o kikirikt (la copia del canto del gallo), etc. No obstante, se podría contestar, aun en este tipo de palabras, las onomatopeyas, y en todas aquellas en las que el grado de motivación es muy alto,
te
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Pero téngase en cuenta: lo que ante todo quedará muy acentuado es la barra que hemos dibujado entre significante y significado, barra que, en Lacan, en cierto sentido, se va a identificar como la barra del inconsciente. Esta barra remite a una relación de diferencia. La utilización que va a hacer Lacan, en primer lugar, del término significante, parte de esto: no puede pasarse directamente del significante al significado. Y remite a una relación de diferencias ante todo. Y de aquí podemos pasar ya al modelo fonológico, en particular al primer modelo fonológico que utiliza Jakobson;10 es un modelo basado en diferencias binarias, en conjuntos de fonemas opuestos que van constituyendo
sistemas. Este no es el t'1nico modelo, puesto que hay muchos, aunque el modelo de Trubetzkoy y Jakobson es el que usa Lévi-Strauss. 11 Así, podemos decir que si el significante está separado del significado, aunque tenga alguna capacidad de remitir al significado es por sus diferencias con otros significantes o por su relación con los mismos. Esto, aplicado a la sesión analítica, implica que cuando el paciente dice lo que dice, yo no entienda lo que dice; estoy pensando con qué otras cosas se asocia lo que ha dicho. ''¿Me da usted una cerilla?" Si lo interpreto como: "déme una cerilla para encender", estoy prescindiendo de la barra; estoy entendiendo que él habla de lo que habla. Entonces, ¿qué hacer en lugar de darle una cerilla? Pues tendría que poner una barra entre el significante y su significado e ir a buscar con qué asocia cerilla. Podríamos ver, por ejemplo, qué se asocia con ''cerilla". Me está pidiendo una cerilla: se está acordando de que ayer su mujer lo cepilló (con todas las cosas que qu~1;; re decir "cepillar" en español). Aquí nos encontrarnos, a raíz del significante, con la operación que habíamos definido como básica: desconectar, para hacer aparecer otra cosa. El concepto de significante aparece en Lacan muy frecuentemente. Más adelante, no obstante, veremos que la definición misma de significante es muy problemática en Lacan. Si bien toma el término de la lingüística, no lo empleará en el mismo sentido. Otro problema que también se nos planteará será el de las relaciones entre la lingüística y el psicoanálisis. Lacan, que aparentemente parece empujar el psicoanálisis hacia los estudios lingüísticos, deja claro que el psicoanálisis no depende de la lingüística, sino que tiene • su campo propio.
10. Cf. R. Jakobson: "VI. La estructura del fonema", Ensayos de lingüf.stica general, Barcelona, Seix Barral, 1975.
11. Cf. Lévi-Strauss: Antropologla estructural, Barcelona, Paidós, especialmente "Lenguaje y parentesco".
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que la comparación entre las lenguas demuestra que la arbitrariedad existe siempre. Porque, por ejemplo, los ingleses o los alemanes no dicen "kikirikí"; los últimos dicen ''kokorokó''. Y así, cada lengua mantiene sus propias onomatopeyas, tal como lo exige el sistema de la lengua: la forma fonética de la lengua determina sus onomatopeyas. Por eso, ni aun en la onomatopeya, poseedora de un elevado grado de motivación, puede hablarse de una remisión directa significante-significado, sino que se ve la fuerza que ejerce el sistema para determinar la constitución del significante. Lo que aparece entonces como primera idea de Lacan es este significante, separado de su significado y con capacidad para significar a condición de estar en el sistema de los significantes. Significante
Significante Significado
La palabra "significante'' está, en Lacan, absolutamente generalizada. Es usada a diestra y siniestra. Pero es que, en Lacan, la generalización de este término tiene un papel importante en oposición a otras teorías. Si abriillOS, por ejemplo, un libro de Melanie Klein, la palabra que estaría absolutamente generalizada y tan múltiplemente usada sería la palabra ''objeto". En Lacan, entonces, la palabra "significante" se opone, en su uso generalizado, al uso que se hace de la palabra "objeto'' en otros contextos teóricos. Porque cuando digo "objeto", por poco que sepa a qué me refiero, sé que me refiero a algo: la palabra "objeto'' implica la creencia de que sé que estoy hablando de algo. Si digo que hay objetos buenos y objetos malos para el niño, sé que de alguna manera el objeto señala "algo" que está ahí y que es factible de ser conocido, cuyos límites coinciden con mi gesto de señalar. En cambio, un significante es absolutamente distinto. Si digo: "es un significante" en primer lugar, ya no me quedo ahí, porque en primer lugar no sé muy bien de qué estoy hablando, puesto que tal significante no remite directamente a ningún significado. En segundo lugar, si sé que podría llegar a significar algo, a producir significado, primero tengo que averiguar sus relaciones con los otros significantes. En Lacan la extensión del uso del término significante viene a desalienar las teorías objetivistas, llamando la atención sobre esa barra que separa al significante del significado, la falta inherente a la relación sistemática del significante con los otros significantes del sistema o a una relación entre significantes. Entonces, significante no significa objetos, término de llegada del conocimiento, 12 sino falta de conocimiento. Dicho todo esto, se nos aclara en qué sentido, por ejemplo, el padre es un significante que está ubicado en un sistema. Ahora tomaremos el seminario de Lacan sobre "La car12. Se refiere a la noción de objeto en la teoría del conocimiento.
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ta robada" de Poe, seminario de 1953 que aparece, y esto es lo importante, en tin seminario sobre Más allá del principio del placer. 13 Recordemos un poco el cuento de E . A. Poe: Presenta al famoso detective Dupin (ya aparecido en otro cuento de Poe). Viene el prefecto de policía a pedirle a Dupin que le ayude en algo en lo que él no puede hacer nada. Le cuenta lo que ha ocurrido, que es lo siguiente: estando la Reina en sus cámaras reales recibe una carta comprometedora para ella, y eso en el momento en que el Rey entra en la cámara. La Reina deja la carta sobre la mesa, como por descuido, para no llamar la atención del Rey. Pero justo en ese momento entra el Ministro, que se da cuenta de que en esa carta hay algo comprometedor y de que la Reina procura que el Rey no la vea dejando la carta abandonada sobre la mesa como si no tuviera importancia. El Ministro se acerca entonces a la carta y, ante los ojos asombrados de la Reina, que no puede hacer nada, la toma y se la guarda, depositando sobre la mesa otra carta que ha sacado previamente del bolsillo. Y desde este mismo momento, el Ministro comienza a chantajear a la Reina. La Reina ve que, ante sus propias narices, el Ministro roba la carta; llama entonces al Prefecto de policía, quien pone en marcha todos sus efectivos para recuperar la carta que ahora tiene el Ministro. Pero no lo consigue, aunque lo ha intentado todo: cada dos por tres, policías de civil tropiezan con él en la calle y lo palpan para ver si tiene la carta encima, pero nunca la lleva. Cuando el Ministro se ausenta de su casa, comisiones policiales enteras la revisan palmo a palmo: desa1man las mesas, las camas, los cajones, revisan el interior de las maderas, ... etc. Todo, absolutamente todo ha sido investigado cuidadosamente y no han podido hallar la carta. 13. J. Lacan: Seniinarw 2. El yo en la twrta de Freud y en. la técnica psicoanalítica, Barcelona, Paidós.
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El Prefecto de policía, ante esto, espera que Dupin resuelva el problema. Dupin le pregunta cuál será su retribución si consigue la carta y el Prefecto le dice que le pagará un precio muy alto, Dupin le pide un cheque con la cantidad ofrecida, asegurándole que tendrá la carta al día siguiente. Dupin va entonces a casa del Ministro. La primera vez se cala unos lentes oscuros para poder mirar a su antojo. Pero le basta entrar y dar una breve ojeada para darse cuenta de que la carta está a la vista; es decir que el Ministro vio que la mejor manera de ocultar la carta era ponerla absolutamente a la vista de todos. Entonces, al otro día, simplemente, Dupin contrata a un tip.o para que haga alboroto en la esquina de la casa del Ministro; vuelve a visitarlo pretextando que se había olvidado algo y cuando el Ministro, ante el estruendo que oye en la esquina, se asoma para ver qué pasa, Dupin cambia la carta buscada por otra que lleva consigo. Pero lo interesante es que le deja una carta de recambio, igual que hizo el Ministro en el momento del robo, salvo que en el interior de la que deja Dupin hay una notita que dice: "Destino ta:i1 iunesto, si no es digno de Atreo es digno de Tiestes". Este es el cuento contado brevemente. Lacan dice que es muy claro que en el cuento hay dos escenas y que son semejantes. Es necesario tener en cuenta que el análisis que hace L:ican en este seminario, que abre los Ecrits, no pretende ser un análisis psicoanalítico del cuento de Poe, sino algo parecido a lo que quiso hacer Freud en su trabajo sobre la "Gradiva" de Jensen. Lo que se proponía Freud en este trabajo de 1907 14 era menos psicoanalizar el texto que mostrarlo, mostrar que las impresiones del poeta y su propia teoría coincidían. Quería demostrar que lo que J ensen había descubierto era también el
inconsciente, es decir que ambos estaban hablando de lo mismo. Igual hace Lacan con el cuento de Poe; no es un psicoanálisis del texto; lo manej~ para mostrar cómo ?l cuento contiene estructuras semeJantes a las de la teona psicoanalítica, estructuras que vamos a ver a~arecer ahora, en cierto sentido, en forma de una pequena maqueta. En el cuento hay dos escenas. Estas dos escenas, que se suceden en el tiempo, son homólogas. En cada escena hay tres personajes. En la primera escena, cuando la Reina recibe la carta comprometedora, está el Rey en la cámara real y entra además el Ministro. Primera escena: l . Rey (no ve nada). 2. Reina. 3 . Ministro.
14.S . Freud: El delirw y los sueños en. la "Gradiva, de Jensen" (1906),Tomo II, pág. 1285.
La estructura de esta relación consiste en que hay un objeto comprometedor que alguien posee y tiene que ocultárselo a otro: la Reina tiene que ocultárselo al Rey. Para ello usa una táctica: la mejor manera de ocultarlo es dejarlo a la vista. Y, estando la situación así planteada, entra un tercero y se da cuenta de la táctica de Ja Reina. En la primera escena hay, pues, uno que no ve nada: el Rey. Por eso, como no ve nada, se puede ~ejar a l:=t vista lo que hay que ocultar. Hay otro personaJe, la ~1na, que, viendo que el primero no ve nada, oculta deJ~ do a la vista. Y hay un tercero que hace fracasar el intento al entrar y ver esa táctica contra uno que no ve nada. El sí que ve. En la segunda escena también hay tino que n~ ve nada: el Prefecto. Hay otro, el Ministro, que a sab1e.ndas de que el primero es un tonto, deja la carta. a la vista. Y hay un tercero, Dupin, que ve que ~1 pr1me~o no ve nada y el segundo está jugando la táctica de deJar a la vista.
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Segunda escena: l. Prefecto (no ve nada).
2. Ministro. 3. Dupin. Lacan plantea, pues, el cuento de Poe en dos escenas homólogas y establece una clara analogía entre ambas. En cada escena hay tres personajes, y la relación de cada uno de los personajes con los otros es un proceso homólogo en las dos escenas. Habría entonces seis lugares, pero cinco personajes, porque uno el Ministrose repite en las dos escenas. Vemos así la clara analogía entre estas escenas. Ello configura esa pequeña maqueta que representa algo en miniatura: un modelo del complejo de Edipo. Lo importante, de momento, es ver que hay seis lugares (una suma de dos conjuntos de tres lugares cada uno) y, sin embargo, hay cinco personajes, puesto que uno de ellos se repite. Podemos decir ya que esta maqueta puede ser un pequeño modelo del complejo de Edipo, porque para que haya complejo de Edipo la condición es que alguien se repita -Y esa condición la cumple nuestra maqueta-. Para que haya complejo de Edipo tiene que haber en un momento anterior en el tiempo: l. El padre. 2. La madre. 3. El hijo. Y en un momento posterior en el tiempo, algo que le ocurre al hijo: la historia del hijo. En la maqueta del cuento, el Ministro (el hijo) es vencido: Dupin lo vence. Pero para que, además, esta maqueta sea una maqueta completa del complejo de Edipo, tendríamos que poder observar en el Ministro algún síntoma, algo que le suceda, algo que lo asemeje al hijo del Edipo. Y en la segunda escena lo que le pasa al Mi-
nistro es que está derrotado. Pero lo interesante de esta derrota, además, es que se feminiza. Tenemos aquí, podríamos decir, la homosexualidad del Ministro, aunque no hablando con rigor, ya que si tuviéramos que caracterizar al Ministro con algún cuadro, lo designaríamos como un obsesivo, porque en él la homosexualidad no está aceptada sino reprimida. Puntualizando, pues, dir·emos que el Ministro se nos feminiza. Pero, ¿por qué y en qué se nos feminiza el Ministro? Vamos a dar tres razones: la. Razón fenomenológica, descriptiva. 2a. Por su papel en la escena. 3a. Razón psicoanalítica propiamente dicha. En cuanto a la primera razón, descriptivarnente como observa Lacan , el Ministro, una vez que tiene la carta, está por completo en posición de perseguido, encuentra policías por todas partes, policías que lo palpan, que literalmente lo toquetean. Y, además, cuando recibe a sus perseguidores como es el caso del Prefecto, que le está siempre encima- lo hace con un aire displicente, descarado, un aire de fémina elegante. La segunda razón es que el Ministro se nos f eminiza por el rol que desempeña, porque en la segunda escena ocupa el mismo lugar que la Reina en la primera; está, ahora, en posición de Reina. Y no sólo está en la misma posición, sino que también actúa como ella: desarrolla la misma estrategia que la Reina. La tercera razón, psicoanalítica propiamente dicha, es más seria. Recordemos del cuento de Poe que cuando el Ministro roba por primera vez la carta de encima de la mesa, esta carta era la misma carta y lo único que ocurría era que la Reina la había vuelto del revés para ocultar el destinatario. Pero, cuando esta carta cae en manos del Ministro y éste se la lleva a su casa para ocultarla, da vuelta el sobre (la parte interna queda en el exterior) de tal manera que puede escribir allí su pro-
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pio nombre, pero con letra de mujer como si una mujer le hubiera escrito a él la carta . Y es aquí cuando Lacan nos dice que se feminiza; el Ministro recibe una carta de esa mujer que es él. Esta es una interpretación por el significante, casi una especie de chiste. A este síntoma, la feminización, podemos llamarlo también un efecto. Tenemos, como resultado de todo esto, un efecto, que es la feminización. Pero, ¿cómo ha ocurrido? El cuento aquí no es inocente: el relato en tanto tal no es sino esta secuencia de dos escenas que podríamos llamar estructura. Y podríamos decir que, en verdad, lo que produce el efecto buscado es la suma de las dos escenas, o su secuencia, lo que constituiría la estructura. Decimos estructura en tanto que el Ministro no sólo ignora su propia feminización, sino que aunque la cono. . , c1era ignorana sus causas; esa relación por la cual la secuencia de las dos escenas en sí misma es lo que produce el efecto en cuestión. Todo esto, dicho más sencillo, significa que la estructura determina el efecto, entendiendo esta relación de determinación como una relación de deterrn inación inconsciente. Ahora ya podemos adentrarnos en Lacan, y con el primero de sus conocidos esquemas, que él llama el esquema L 15, esquema, por otra parte, en forma de Z. Y aquí podremos situar precisamente esta relación de determinación. Pero antes de hacerlo hemos de decir que, en primer lugar, a la estructura -que representamos con la secuencia de las dos escenas, maqueta del complejo de Edipo podríamos sustituirla, por medio de una convención, por A mayúscula: E
=
A
''A" es el famoso Autre (Otro) de Lacan; muy genera15. Cf. J. Lacan: "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", en Escritos ll, Ed. Siglo XXI.
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!izado taro bién en su obra, como el significante. Aparentemente es complicado lo que dice Lacan cuando habla de ese Otro con mayúscula-. Pero lo vamos a esclarecer. Cada vez que en su obra nos encontremos con el Otro (Autre), Lacan está hablando de tres cosas y de nin. , guna mas. Ellas son: la. Algo que tiene que ver con el padre. 2a. Algo que tiene que ver con la madre. 3a. Algo que tiene que ver con el complejo de Edipo en su conj11nto. Veamos ahora que el punto 3 es el que representábamos con la maquetita (sobre el cuento de Poe), la secuencia de las dos escenas. Entonces, a E podemos sustituirlo por A. Así, si la estructura determina el efecto, decimos que el Otro determina el efecto, entendiendo por Otro la maqueta del Edipo. Por ello, en lugar de hablar de secuencia de las dos escenas, hacemos una sustitución y decimos el Otro (A) con mayúscula . Y en lo que se refiere al efecto, es decir, a la feminización, en lugar de llamarlo efecto vamos a llamarlo Sujeto -con mayúscula-. Así, si decíamos que el Otro deter1ninaba el efecto, ahora podemos decir que el Otro determina al Sujeto. ¿Por qué lo llamamos Sujeto? Pues porque en Lacan "Sujeto" no quiere decir aquel que está frente al objeto, aquel que manipula el objeto. Quiere decir, de acuerdo con la definición del significante, lo que está sujetado, sujeto, determinado por el significante. Es así como el Ministro está atrapado en esa feminidad: en ese momento su ser se reduce a eso, podría decirse. Llevándolo al extremo, podemos decir que el Sujeto es ese efecto que ha caído sobre el Ministro sin que él se diera cuenta. El es el hecho de un efecto que soporta, que él no maneja. Es Sujeto de ese saber que él no sabe, de ese efecto del que nada sabe. Por eso estábamos diciendo que sustituimos efecto por Sujeto. 45
Y por ello mismo, si antes decíamos que la estructura dete1·mina el efecto, podemos decir ahora, de nuevo, que el Otro determina al Sujeto. Así, cuando leemos "Sujeto'' en Lacan, está referido a lo que acabamos de decir y no al sujeto que está frente al objeto; no a la personalidad, sino a lo que es presa de algo, el lugar donde se produce un efecto de la estructura estando esta estructura referida al complejo de Edipo-. En el esquema L de Lacan queda reflejada la relación de determinación entre la estructura y el efecto, o el Otro Y el Sujeto. Y esta relación es inconsciente. Este primer esquema lacaniano, si lo plasmamos completo, queda así:
s
''
a
'
''
a'
'
A
En esta figura , según Lacan, se hallan ya los dos niveles fundamentales, que son: esa relación inconsciente que va desde el Otro (A) al Sujeto; vamos a llamarla el nivel de lo simbólico -lo simbólico en Lacan es, simplemente, un nivel- y el nivel de lo imaginario, donde ''a" es la imagen y "a'" es el Yo identificado a esa imagen (un Yo [moi]). Esa relación inconsciente en el nivel de lo siro bólico que va de A a S, evoca ya una fórmula lacaniana como:' "El inconsciente es el discurso del Otro''. Esta fórmula quiere decir que el Sujeto que habla está en una relación de determinación con algo que tiene que ver con el padre; con algo que tiene que ver con la madre y con algo que tiene que ver con el complejo de Edipo en su totalidad. Volviendo ahora a la maqueta anterior del cuento de Poe, vemos que pasan un montón de cosas ahí dentro.
Nos preguntamos, no obstante, si esto que hace Lacan ele mostrar las dos escenas sirve, en verdad, para algo. Bueno, pues sí; sirve, en primer lugar, porque describiendo de esta manera lo que ocurre en el cuento, crea, de algún modo, una especie de teoría sobre la constitución del relato en tan to tal. Y nos preguntamos: ¿por qué hay relato? Porque hay algo que contar, porque algo está pasando y porque algo que ocurrió en el pasado sigue ejerciendo su acción en el presente, de tal manera que tengo que contarlo, porque estoy esperando que se resuelva algo que ya estaba tramado antes. Podemos decir que ésta es, en primer lugar, la relación entre las dos escenas. La primera escena figura el momento en que algo se tramó. La segunda escena, el momento posterior: el de su resolución. Entre ambas escenas media un relato. Y podemos decir que ésta sería como una maqueta de la estructura, una maqueta de la teoría sobre aquello que permite que el relato se haya constituido. Algo pasa y yo estoy esperando que se descubra o que no se descubra. Por lo menos, algo está siendo contado y lo que está siendo contado se refiere a algo que se tramó. Entonces, al dividir en dos escenas el relato -aquella pequeña maqueta que representa el complejo de Edipo se da una pequeña teorí2 sobre cómo está constituido. Si la primera escena no fuera tal, no habría relato. Si el Rey no hubiera sido el Rey; la Reina, la Reina; el Ministro, el Ministro; y el Ministro no hubiera robado la carta, no habría relato. Entonces, lo que está pasando en el relato y nosotros estamos percibiendo, en el sentido que estamos capturando del relato que se nos hace, tiene que ver, en primer lugar, con las propiedades específicas de las relaciones tramadas por estos tres personajes. Si el Ministro devolviera la carta, se acabaría el problema, no habría nada más que contar. Así, podemos decir que el relato, el hecho de que haya un futuro y la espera de una resolución, depende de algo que
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está tramado en la forma de este cuento; y esto sería precisamente la teoría de este relato. La resolución -del cuento deja ver, además, que el error de quien estaba en poder de la carta consiste en hacer una estrategia semejante a la que había hecho la Reina en la otra escena; porque si el Ministro no hubiese usado esa misma táctica el cuento se seguiría contando, no se habría terminado. Pero lo importante es que sospechamos que lo que sucede en las relaciones entre los tres personajes es la causa de la continuidad del relato. Y entonces nos preguntramos: ¿qué pasa entre estos tres personajes? ¿Qué asegura que haya algo que relatar? ¿Qué nos asegura que haya soluciones que dar? ¿Qué trama se halla encerrada para que el asunto tenga continuidad? En primer lugar, vemos, separando la primera escena, que las relaciones entre los tres personajes están tramadas de tal manera que se cierran, se anudan a la espera de su desanudamiento. Por una parte, parece como si cada uno de los personajes estuviera fundamentalmente en contradicción respecto del rol que está cumpliendo. Lo contradictorio del Ministro es fácil de describir: es la definición misma del chantaje, lo que hace que el Ministro sea un chantaje. Pero, ¿qué es un chantaje? Es un poder sobre el otro, pero un poder cuyo término está marcado de antemano cuando se consigue lo que se quería, o en todo caso cuando se hace uso del poder-. Esta definición del chantajista implica la cuestión del tiempo durante el cual no hace uso de su poder. Un chantajista es aquel que para conservar el poder no debe usar de aquello que se le da, porque en el momento que lo usa, cae fuera de la estructura, cae fuera del interés del otro. Lo contradictorio de la Reina es, también, bastante evidente. La Reina hace uso de su poder de Reina -llama en su ayuda a toda la policía del reino para recuperar una carta que, casualmente, por su contenido, traiciona algo de su relación con el Rey; ya que en su caso
el ser Reina depende, en verdad, del título del Rey. Lo contradictorio de la Reina es que está haciendo uso de un título que ella misma ataca en su acto. Para recuperar la carta con la cual pisa el título de aquel que le da su propio título, hace uso del mismo. Lo contradictorio del Rey es más interesante. El está ahí, como una especie de pavo: no ve nada. Sin embargo, hay que fijarse en que este pavo es el Rey. La contradicción del Rey estriba precisamente en esto: la ceguera del personaje y la función que ocupa como fundamento de la estructura. Es la contradicción entre alguien que tiene que investir el poder de la Universalidad de la ley -lo que es un Rey- y el hecho de que el así investido no es nada más que un hombre. La contradicción entre el hombre y el poder que lo inviste. Lacan dice que la contradicción es que ningún hombre puede investir, po11erse él mismo como símbolo del más potente o del más universal de los significantes. La contradicción del Rey deja aparecer en la estructura, si no un personaje nuevo, sí al menos un lugar nuevo: el lugar de la ley. La contradicción del personaje es la contradicción entre él y la ley: la universalidad de la ley y la particularidad del hombre.
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4. EL DESTINO DE LA OMNIPOTENCIA
Enlazando con lo dicho anteriormente, recordemos que las relaciones entre los tres sujetos de la maqueta del cuento de Poe eran contradictorias. Había l1na contradicción en el Ministro, una contradicción en la Reina y una contradicción en el Rey. La del Ministro implicaba su definición como chantajista (el poder del chantajista cesa cuando hace uso de él). La contradicción de la Reina era que hacía uso de la policía del Rey, mientras que la carta era una traición a aquello mismo en que se basaban sus emblemas. La contradicción del Rey consistía en una suerte de alternativa contradictoria, irresoluble, entre tener que investirse con los emblemas de la universalidad de la ley y el hecho de ser un hombre puro y simple, un hombre sencillamente empírico; la contradicción entre la individualidad del hombre y la universalidad de la ley que lo inviste. De ahí que Lacan diga, en algún lado, que a ningún hombre le está dado investirse del poder del más alto de los significantes, a saber la ley. Esto es el fundamento de toda monarquía; de alguna manera, la monarquía reposa sobre esa contradicción -las monarquías absolutas, cuanto menos-. De todo esto nos interesa destacar una serie de relaciones que nos permitirán pensar el famoso problema psicoanalítico del narcisismo. Y ello sobre la base de la relación de la Reina con el Ministro. Ocurre lo siguiente: el Ministro hace uso de su poder como chantajista
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y lo exhibe en su gesto de poder ante la Reina. Y la Rei-
na devuelve ese gesto de poder con una especie de sanción positiva. Cuando la Reina habla del Ministro, dice que el Ministro es Who dares all things. O sea, el que lo osa todo, el que es capaz de cualquier cosa. Es decir que la imagen que la Reina tiene del Ministro es la de un tipo absolutamente poderoso. Muestra el efecto de la omnipotencia que le permite el chantaje. En verdad podríamos decir que en esta relación la imagen omnipotente, la omnipotencia del Ministro, se ve ratificada por la Reina. Pero ella no solamente ratifica y gratifica esta omnipotencia, sino que crea las condiciones adecuadas para que persista. Porque, ¿qué vemos hacer a la Reina? Haciendo uso de su poder busca un policía. Y este policía que busca, el Prefecto, es un imbécil. Quiere decir esto que la Reina introduce para recuperar la carta a alguien que por su imbecilidad no va a poder recuperarla. Y de aquí se deduce algo muy interesante: que la condición de la omnipotencia del Ministro es el policía tonto introducido por la Reina. Es como si, ex profeso, buscase a alguien inútil para conseguir la carta, introduciendo a un policía tonto en la estructura. Si ella, en verdad, quisiera recuperar la carta, hubiera buscado de entrada a Dupin. La Reina, en lugar de querer terminar con el chantaje que el Ministro está ejerciendo sobre ella, al buscar un policía tonto lo que en verdad quiere es perpetuarlo. Esto es una estructura conocida en mucha gente que sufre: introduce las condiciones que perpetúan la situación por la que se queja. Si, por un instante, cuando el Ministro se siente omnipotente y genial, pensara que en verdad su genialidad depende de la imbecilidad del policía, podríamos decir que se le caerían las medias de vergüenza, usando lapalabra vergüenza en este caso con absoluto rigor psicoanalítico, como una formación reactiva. Si uno tiene vergüenza, en 1·ealidad lo que desea es lo contrario: exhibir. Y cuando se trata de exhibir, en psicoanálisis, lo
que está en juego es el pene. Y la exhibición del pene, ¿qué pone en juego? Supongamos que 11n hombre efectivamente dotado por la naturaleza posee un pene Y lo exhibe: ¿qué es lo que está en juego en esa exhibición? Precisamente el temor a perderlo: la amenaza de castración y toda la organización fálica. . . Decimos ahora que la condición de la omn1potenc1a del Ministro es el policía tonto introducido por la Reina. Y esta definición corresponde a lo que. en Lacan se va a llamar el objeto "a'', el modelo del objeto parcial. Lo que está en posición de objeto "a" será condición del mantenimiento de la estructura narcisista del sujeto, así como el Prefecto es condición del mantenimiento de la omnipotencia. Y además es interesante que -re~ué:denlo, porque esto será la misma estructura .de~ fetichismo ese objeto, que es condición del manten1m1ento de la estructura narcisista del sujeto, es introducido por la madre, en nuestra analogía la Reina. Hay en la relación de la Reina y el Ministro algo complicado: es la relación de alguien que se mira en ~l espejo y alguien que mira .al que se mira .en el espeJO, ~o mira mirarse en el espeJo. El que se mira en el espeJO es el hijo, el Ministro: "Soy osado". La Reina lo mira mirarse en el espejo, y le ratifica: "Sí, eres osado". Pongo el ejemplo de un hijo, un "Narciso", que se mira en el espejo y dice: ''Soy hermoso". Y la madre le dice: '~Sí,. eres hermoso''. Así hemos desentrañado las contradicciones entre los tres primeros personajes. Hemos hecho una teoría del relato, porque el relato no es más que la espera de la resolución de las contradicciones que una narración de los tres primeros personajes ha mostrado. El relato consiste en ver a dónde va a parar la omnipotencia del Ministro, sostenida por la mirada ratificante de la Reina. Esta es, realmente, la estructura del cuento, lo que realmente nos apasiona: ¿a dónde irá a parar est.e tipo tan ''desamparado", cuyo único amparo es una mi: rada que lo ratifica en la imagen que él se hace de s1 mismo? Este es, en verdad, el cuento de Poe.
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Vemos entonces que lo que estaba traro ando eran las contradicciones de tres personajes. Habíamos visto que, de estas tres contradicciones, no todas estaban al mismo nivel y que había una privilegiada, la del Rey. La contradicción del Rey es la más importante porque, en verdad, su posición está referida a esa ley, esa universalidad de la que depende todo, porque el robo del Ministro y el chantaje que le 11ace a la Reina no tendrían sentido si no fuera por ese Rey que representa algo que traicionar, una legalidad que transgredir, porque sin legalidad que transgredir las cosas resultan un tanto sosas en la vida. Así, lo que produce el relato es el acto del robo, las contradicciones de los tres personajes y la referencia mayor a la ley. Vimos que el padre se empezaba a dibujar en la estructura de la maqueta con referencia a la ley, encarnado por el Rey. Y, por otra parte, vemos aparecer ahora otro concepto: el narcisismo referido, tanto a su relación con la madre, como a las falsas especulaciones que tiene como condición. Parece que, si la maqueta es cierta, el narcisismo tiene un soporte, algo que lo sostiene. Y eso que lo sostiene es lo que llamamos el objeto ''a". En este caso, quien estaría en posición de objeto "a" sería el imbécil del Prefecto. Lo que Lacan llama objeto "a" tiene que ver con el goce y es un disparador del deseo; está en la fantasía, debe aparecer en la fantasía. En verdad, si uno dijera, por má.s grosero que fuera el concepto de fantasía que utilizáramos: ¿en qué pien·sa todo el día el Ministro? Verdaderamente, tiene al Prefecto metido en la -cabeza. No sola ro ente, de acuerdo con sus síntomas homosexuales, está todo el día pendiente de encontrarse con los hombres del Prefecto que lo palpan en la calle constantemente, sino que además lo tiene metido en la cabeza permanentemente. Lo que él no sabe es que eso que tiene metido en la cabeza es la condición de su sostén narcisista; si lo supiera, se moriría de vergüenza. Y en ese "morirse de vergüenza", nosotros,
subrepticiamente, introdujimos algo que nos lleva a pensar la relación con el falo, vía vergüenza-formación reactiva-exhibicionismo=exhibicionismo de pene. Si se exhibe el pene es porque no se está seguro de que está ahí, o si se va a caer. Esto permite añadir un dato importante más qu.e nos lleva directamente a pensar el problema del estadio del espejo tal como aparece planteado en Lacan. Es el contenido de la segunda carta que Dupin deja al Ministro, la inscripción siguiente: ..."Destino tan funesto, si no es digno de Atreo, es digno de Tieste". Esto nos remite inmediatamente al estadio del espejo de Lacan por los motivos que a continuación diremos. La frase de la inscripción está tomada de un autor del siglo XVIII francés, 16 autor de obras de teatro, que construía sus obras sobre el modelo de las historietas de la mitología griega. En este caso se trata de una historia bastante famosa, de dos hermanos llamados Atreo y Tieste. Atreo y Tieste habían matado a todos sus hermanos y habían abandondo Grecia para entrar en otras regiones nuevas. Cuando llegan a estas regiones se apoderan del reino; uno le roba la mujer al Rey -la Reina- y en ese momento empiez~n a surgir las peleas entre ambos hermanos. El que había robado la mujer al Rey, es a su vez robado por el hermano, que se escapa con su mujer, y conquista otro reino. El otro, odiando al hermano por lo que ha hecho, captura a los hijos del hermano y se los manda como mensajeros. El hermano, sabiendo que estos mensajeros eran enviados por su hermano, antes de que los mensajeros hablen, los mata (a sus propios hijos). Entonces, le manda a decir al hermano que, a pesar de todo, lo perdona y lo invita a una gran cena. Pero, mientras, captura a los hijos del hermano, los mata, los corta en pedazos y el día de la cena se los sirve como comida.
16.Racine.
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Destino tan funesto, si no es digno de aquel que le había robado la mujer al hermano, es digno de aquel que se tuvo que comer los objetos de su propio deseo, sus hijos, en pedazos. Ese sería el mensaje. Y, además, está la idea de "cuerpos cortados en pedazos". Y esto es taro bién lo que le dice Dupin al Ministro; le viene a decir "mira, tú que te crees tan omnipotente cuando te miras al espejo, en verdad estás cortado en pedazos, porque el triunfador aquí soy yo, que te destroza. La otra cara de esa omnipotencia, que la Reina ratifica, es que estás hecho pedazos''. Ese es el mensaje. Y en ese mensaje es como si Dupin fuera el propio Lacan, porque contiene un concepto de la teoría lacaniana. En el texto lacaniano aparece un modelo de dos caras: por un lado, un cuerpo unificado narcisista, cuya el famoso verdad es un despedazamiento corporal corps morcelé de Lacan. Entonces, el final de la historia, con esta carta que manda Dupin al Ministro, nos remite directamente a un trabajo lacaniano, que es el "El estadio del espejo". 17 Y a ello vamos. Ahora ya estamos fuera del seminario sobre "La carta robada". Vamos a estudiar otro trabajo de Lacan. Podemos ojear ya en los Escritos este trabajo del estadio del espejo. Este uso del concepto del estadio del espejo nos va a ser muy útil, sobre todo, para plantear el problema del narcisismo en Freud. Y plantearlo de una manera radicalmente distinta de la de otros teóricos del psicoanálisis que pretendieron dar una explicación, a nuestro entender mala, de los problemas que quedaban abiertos en torno al concepto mismo de narcisismo y narcisismo primario. Este concepto es fundan1ental. Anticipo desde ya cuál va a ser la conclusión derivada de la introducción de este concepto: la conexión entre narcisismo y agresividad en la teoría psicoanalítica. 17.J. Lacnn: "El estadio del espejo como formador del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica", en Escritos I, Ed. Siglo XXI.
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En primer lugar, nos interesa el título ~ismo del ensayo de Lacan, que tiene que ver con la idea de que el estadio del espejo es el formador de la estructura del yo. El estadio del espejo como formador de la función del yo (''je'') tal como se nos revela en la experiencia p~icoa nalítica". La idea es que lo que ocurre en el estadio del espejo determina y forma el yo humano. Lacan comienza el artículo haciendo, por tin lado, una analogía y, por otro lado, señalando una diferencia e~ tre el comportamiento del nenito human~ y el ~el animal frente al espejo. Con respecto a la diferencia, fundamental, todo el mundo la sabe. El cachorro humano es capaz de acceder al espacio especular en tanto tal. Es decir, capaz de escindir el espacio meramente real Y empírico en espacio real y espacio i~a~n~o. ~sea, no confundir lo que ocurre en el espacio imaginario. con el espacio real, darle al espacio imaginario su propia profundidad. Esto no es lo que hace un mono ni lo que hace un perro. No lo pueden hacer. El mono, en la época en que, desde el punto de vista de la inteligencia instrumental, es capaz de dar este paso, se mira al espej~, parece que tiene cierto interés en la imagen, pero rápidamente corre a ver qué hay detrás del espejo, como si la imagen . . que ve fuera la de otro animal. Mientras que el nenito humano en pnmer l~gar, ~ce Lacan, responde a su propia imagen en el espe~o ~on signos de alegría. Saluda la aparición de su propia imag.en con alegría. Por los movimientos de la cabeza y los OJOS muestra, además, que reconoce y explora el doble entorno: el entorno imaginario y el entorno real. Y compara. Mira a la madre, mira al espejo y además lo hace con alegría. Por lo mismo, desde entonces, el nenito ya no va a confundirse -salvo que sea un psicótico-. Captura su imagen en el campo especular; al mismo tiempo, desdobla el campo en real e imaginario. Es capaz de hacerlo. No me pregunten qué pasa en las culturas donde no
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hay espejos. Ocurriría lo mismo; aunque no haya espejos el animal humano es capaz de hacerlo, mientras que el mono no lo es. Por otra parte, aunque no haya espejos toda cultura guarda sus muertos. No hay cultura que no tenga una referencia respecto a sus muertos. Y si guarda sus muertos, si hay tumbas, quiere decir que esos seres que son capaces de referirse a sus tumbas se identifican con los muertos. Y al identificarse ccn sus muertos, son capaces de hacer t1n intercambio de imágenes que sostiene la idea de inmortalidad. Lo cual quiere decir que en la idea de tumba hay un espejo escondido. Es decir, el concepto de identificación funciona, lo que significa que distingo entre yo y otro que es como yo sin ser yo. Lo mismo ocurre en el espejo: distingo entre yo y otro que está dentro del espejo sin ser yo. Cosa que ningún animal puede hacer porque, que se sepa, nunca se encontró, ni aun en las organizaciones de animales, el culto a los muertos. Pero no es menos importante, dice Lacan, el hecho de que el niño pueda hacerlo incluso cuando no está todavía mielinizado, cuando aún no está consolidado todo el aparato de sostén (el estadio del espejo se puede situar entre los 6 y los 18 meses). Lacan llama la atención sobre el hecho de que el nenito da grandes sacudidas de cabeza ante el espejo, como para "capturar'', dice, el instante, la unidad de su propia imagen en el espejo. Al niño se le ilumina la cara, sonríe con alegría ante la aparición de esta imagen suya especular. Aquí se constituye ya una matriz, según Lacan, cuyos dos vectores fundamentales son:
Se constituye entonces una matriz donde coexisten la anticipación mental (porque es capaz de esa gran escisión) y la premaduración biológica. Veremos cómo esta oposición constituye la base de la matriz. Lacan dice que $e produce ahí una especie de extraña proporción cuyo fundamento sería dicha oposición. Ocurre que del lado de la imagen el chico captura algo así como, podríamos decir, su unidad guestáltica: la imagen se le da como un todo guestáltico. Pero del lado del cuerpo propio, lo que le ocurre es que recibe los datos propioceptivos de la percepción interna en general. Y estos datos, en cambio, son discontinuos: y aquí estaría la atomización. Mientras en el nivel imaginario del espejo me percibo como unificado, en el nivel propioceptivo de mi propio cuerpo me percibo como atomizado. Y yo, ante este cuerpo autoperceptivo atomizado, lo "reprimo" para alienarme completamente en la unidad de la imagen guestáltica especular. unidad especular datos propioceptivos atomizados La anticipación es a la prematuración biológica como la unidad especular a los datos atomizados propioceptivos. Y, podríamos decir, como lo imaginario es a lo real. Así, lo que Lacan viene a decir es que esta matriz es el fundamento de iodo yo humano.
• por un lado, la capacidad de desdoblar el campo en real e imaginario o, lo que es lo mismo, capacidad de otorgar al espacio imaginario estatuto de tal; • por otro lado, la inmaduración biológica en ese momento del desarrollo. El nenito, aun mucho más inmaduro que el mono, que el perro ... , que cualquier animal, puede hacerlo. 59
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5. IDENTIFICACIONES
Habíamos llamado la atención sobre dos cosas. Una era esa extraña relación que unía al Ministro con la Reina, en la que la Reina ratificaba el narcisismo del Ministro, lo que llevaba a cabo introduciendo en la estructura al Prefecto condición de posibilidad de dicha ratificación narcisista-. Y aquí ya tenemos un estadio del espejo en ciernes: el Ministro mirándose en el espejo y la Reina mirándolo mirarse y diciendo: ''Sí, eres lindo". El decía: "Soy omnipotente". Y la Reina lo confirmaba: "Eres omnipotente". La otra cosa era el contenido de la carta dejada por Dupin: destino tan funesto , si no es digno de aquél que le robó la mujer a su hermano (alusión a Tótem y tabú; los hermanos desean las mujeres del padre), si no es digno de aquel que sedujo a su madre (ya que haber seducido a la mujer de su hermano es lo mismo que transgredir el incesto, pues la mujer del hermano es un símbolo de la madre), es digno de aquel a quien esa omnipotencia no le vale para nada, o sea digno de aquel de quien quedó demostrado que su cuerpo estaba hecho pedazos. Entonces aparece la oposición entre la unidad constitutiva narcisista de la imagen omnipotente y la verdad de esa imagen, que es el cuerpo despedazado. Y a partir de aquí pasamos al estadio del espejo. Hicimos una primera comparación entre el hombre y los animales, con quienes había una semejanza y una diferencia. La diferencia fundamental es que sólo el niño
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humano puede acceder a la imagen en tanto tal, lo que quiere decir que es capaz de desdoblar el espacio en imaginario y en real. El espejo es tal espejo para el niño. A lo que saluda el niño es a su imagen especular, no a otro nenito igual a él. A lo que un animal mira en el espejo es a otro animal. Es fácil probarlo, aparte de la observación de los animales, por razones completamente demostrables. Así, el niño ht1mano es capaz de hacer esto a una edad en que comparativamente, por su desarrollo, está mucho más atrasado muscularmente y desde el punto de vista de la inteligencia animal ("intelige11cia animal'' quiere decir cómo los animales manipulan los objetos, cómo se manejan). El niño a esa edad ni siquiera está aún mielinizado. Entonces pareciera como que el nenito está adelantado mentalmente -llamando mental a esta capacidad de desdoblar el espacio en imaginario y real en relación con el animal, mientras que está muy atrasado biológicamente. Para Lacan esto es una matriz que está constituida por una primera oposición: adelanto mental/inmadurez biológica. En verdad lo que hay dentro del espejo, a lo que el nenito accede, el fundamento de su júbilo, es una oposición entre la unidad guestáltica de la totalidad de su propio cuerpo, en la imagen, y los datos propioceptivos que provienen de sus vísceras, sus articulaciones, etc. Su representación sería la coexistencia de la unidad de la imagen con la atomización a nivel propioceptivo. Podemos ejemplificarlo así: sería como si yo me mirara al espejo antes de ir a ver a mi novia. Compongo mi figura -estoy bien, traje elegante mientras que al mismo tiempo mis datos propioceptivos son contradictorios una muela cariada, un dolor renal, etc. Pero no hay que hacerse ilusiones con respecto a los ejemplos: no son importantes. Debemos plantearnos las cosas en otro nivel, ya que estas unidades de las que estamos hablando no son las que se dan empíricamente. Entonces, del lado de la imagen hay una unidad, mi
figura como una totalidad aprehensible. El nenito le dice sí a su propia imagen y sonríe: "estoy unificado". Esto sería a nivel de la imagen, mientras que en su interior está destrozado. En esta proporción, el movimiento consiste en ir hacia arriba, porque el sujeto se defiende de la atomización, de la indefensión. Si ustedes quieren, reprime los datos propioceptivos para alienarse en su \1nidad imaginaria. Se identifica a la unidad imaginaria guestáltica especular. Para Lacan ésta es una matriz en la que se constituye el yo. El yo en su constitución sería -lo que llamamos yo en psicoanálisis, que de todas maneras para Lacan es lo mismo, po1·que no se podría hablar de ningún yo en ninguna teoría sin referirlo a esta matriz- el resultado de esa alienación que es defensa contra el cuerpo despedazado. Y fíjense que esto es la historia del Ministro. En verdad lo único que viene a i11troducir el recuerdo de su atomización es la cartita del otro y su derrota. En verdad todo el cuento es la historia del Ministro alienado a su imagen omnipotente. Una sola cosa más y termino esta secuencia sacando unas conclusiones que más adelante vamos a ver aparecer en Freud. Todo ello para captar un punto fundamental, que es cómo debemos pensar el concepto de narcisismo. Este va a ser nuestro gran apoyo para pensarlo, porque es un concepto problemático en la historia de la teoría. Estábamos hablando de la identificación especular, del estadio del espejo. Hablaré ahora de lo que resta contar de él. Lo que vimos hasta ahora era la diferencia entre el nenito y el animal, ya que el animal no realiza ese desdoblamiento del espacio que está en el fundamento de toda cultura. Del mismo modo, no hay sociedad ht1mana sin lenguaje: no hay sociedad humana en que se haya descubierto que los hombres no hablaran; todos hablan, algunos no pueden pasar a escrito lo que hablan pero hablan siempre. Tampoco hay sociedad hu-
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18. Este párrafo queda algo confuso en lo que se refiere al estatuto dado a "las i~á~e~es", si n .duda por el contexto de la discusión. Pareciera que no hay una. d1st1nc1ón precisa entre simbólico e imaginario, pero puede entenderse al revcs: Masotta acentuaría así la dimensión simbólica presente en lo que su interlocutor pretende reducir a las "imágenes".
J>er&ona es ésta, distinta de otras. Identificar es, en pri111er lugar, distinguir, diferenciar perceptos. Cuando uno habla de identificación en psicoanálisis dice dos cosas al mismo tiempo: que el sujeto distingue perceptos, uno de otro (esta caja no es un libro, este lillro no es un hombre) y es capaz de distinguir una imagen, que es la suya (este hombre soy yo). Vean "Identificación" en Diccionario de psicoanálisis (le Laplanche y Pontalis. En verdad, en lugar de hablar de identificación en psicoanálisis habría que hablar de "seidentificación", porque el término es inmediatamente reflexivo. Significa ser capaz de distinguir un percepto: el propio. Identificarse. Esto es lo que hace el nenito. Es interesante observar que hay animales que hacen algo similar. Lacan cita dos ejemplos. Las palomas, en una etapa de su desarrollo, para poder madurar sus gónadas, tienen que percibir en su campo a otra paloma. La prueba consiste en <'ncerrar a una paloma en desarrollo y se la deja sola: se comprueba que sus gónadas no se desarrollan. Lo mismo ocurre con la langosta, que en un momento de su deAarrollo necesita percibir a otra langosta del mismo tipo, o a algún animal de una especie cercana, o como se dice C\n lingüística, con un límite de dispersión preciso es decir que hay un límite más allá del cual no1se produce el efecto . Ahora bien: colocando a estos animales en tina caja con espejos, cumplen sin problemas su desarrollo. Así se ve que estos animalejos son capaces de distinguir en un percepto una forma semejante a la suya propia. Lo interesante para Lacan es esto. En los dos ejemplos, muy relevantes, una vez que la identificación se produce, incide en el desarrollo del animal y, por así decirlo, lo marca para toda la vida. Lo mismo ocurre con el nenito, quien una vez que es capaz de capturar su propia imagen en el espejo, de reconocer que esa carita es la suya y no la de otro, en ese momento queda marcado para toda su existencia: ya constituyó su yo huma-
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m~a alguna sin pr~hibición del incesto. Y tampoco hay
sociedad humana sin alguna relación con los muertos, algunas marcas con respecto a los muertos (se los entierra, se los guarda). Cuando se habla de cultura por otra. parte, son estas cosas fundamentales las que' se estudian: la lengua, los muertos, la tradición, el ritual. No puede haber sociedad humana alguna sin imágenes. 18 . La ~mag·en está en la base del lenguaje, en la ident1fi~ac1ó~ con los muertos, en tanto implica la idea de ''semeJa~te : debo conservarlo porque soy yo o tiene que ver conmigo. Hay una identificación especular en juego. Yo tomo al otro, como en un espejo, por otro yo. Así a la pregunta ~ue muchas veces plantean, de tipo empirista, sobr~ que p~a con las sociedades en las que no hay espeJos,.habria que contestar: no hay sociedad h11mana que aun sm conocer los espejos no sea capaz de desdoblar el e~~acio en ~maginario y real. Entonces aunque tales n1nos no tuvieran espejo, si llegaran a tenerlo sonreirían . . ' a su pro~1a imagen. No habría ningún problema, sin duda. Y s1 no lo hacen, habría que dudar de la salud de tales nenitos. En cuanto a lo que decíamos de la matriz especular fo1·~adora del yo. ¿Q~é quiere decir formadora? Que por medio de esta capacidad del nenito de distinguir fuera de él una forma guestáltica, que es la suya, distinguirla de otras en el espejo, se constituye la matriz de un yo que ~esde entonces va a ser la alienación del sujeto a esa imagen especular y la represión de los datos del desmembramiento corporal. El concepto de identificación, en primer lugar, tiene como serna (io que significa) el concepto de identificación policial, identificar como se hace en un careo: tal
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no y su fo1·ma específica de alienación. La diferencia respecto del animal está en que si la condición para lapaloma es percibir a otra paloma, ella toma a su imagen en el espejo por un animal real. Entonces la prueba sirve para demostrar la capacidad que tiene el animal de distinguir perceptos semejantes a su propia imagen, pero no prueba que el animal sea capaz de desdoblar el espacio en imaginario y en real, sino más bien lo contrario - aunque estrictamente desde el punto de vista de la demostración y desde el punto de vista lógico no quede totalmente probado . Pero obviando esto, indudablemente las palomas no desdoblan el espacio. Lacan dice que podemos ubicar como una etapa que sucede a ésta del acceso del niño a su propia imagen especular y el desdobla1niento del campo en imaginario y real, otra cuya novedad, digamos, es que la imagen especular se pondría a caminar y saldría del espejo. ¿Quién es el que aparece afuera, como otro, imagen especular? Es otro nenito que aparece en el campo. Lacan llama a esta etapa de identificación con el semejante. Un nenito es para otro nenito como la propia imagen del espejo, que se salió del espejo y se puso en el campo real. Esto complica todo en verdad, porque en un primer momento teníamos solamente el fundamento del desdoblamiento entre imaginario y real, pero ahora tenemos algo más. Se produce la aparición en el campo real de dos "unos'', porque el otro nenito soy yo mismo. ¿Quién es ese que está en ese campo? Yo mismo. Y en relación con esta etapa de identificación al semejante nos llaman la atención ciertas observaciones de los psicólogos infantiles que muestran que en esta relación de identificación hay una enorme carga de transitivismo. Transitivismo es un grado de identificación muy alto: significa que las formas transitan. Como sucede en al.. gunas conductas infantiles, cuando un nenito le pega a otro y le dice al padre que el otro le pegó a él. O bien
el otro se cae y él llora. No es que mientan, sino que toman la conducta del otro por la propia. Yo soy el otro, textualmente. Es decir que el transitivismo basado en la identificación al semejante, en la identificación especular, podría ser el grado más alto de tránsito de las formas. Es un grado altamente formal de la relación. La relación no tiene contenido, no se determina, no se fija. El niño, a esta edad, no sólo no puede decir "yo soy yo'', sino que además frente al otro está perdido, porque no puede determinarse, no puede fijarse como distinto del otro. Es la época en que necesita al otro para determinarse a sí mismo, pero en tanto se identifique con él. La identificación estaría en sus momentos fundantes, y sería en tal grado que no se podría distinguir entre el yo y el otro. Ahora comparemos esto con lo que teníamos en el estadio del espejo, la atomización y la unificación en el espejo. En esta nueva etapa, las cosas están un poco complicadas: lo imaginario sigue perteneciendo al espejo, con su unidad, pero lo real ahora está como duplicado. Tenemos al sujeto, que propioceptivamente sigue sintiéndose atomizado, pero identificándose con 11n otro que está unificado. Hay un real uno y un real dos. Y de este desdoblamiento del campo de lo real por la aparición del semejante lo que tendrá que surgir es el tercer campo, sin el cual no hay reflexión en cualquier nivel teórico: el caro po de lo siro bólico. Pero lo importante ahora es esto: la atomización especular era reprimida en el primer momento y el sujeto se alienaba de su imagen especular. Mas ahora aparece en el campo otro que tiene las propiedades de la imagen, es decir, latinidad de la imagen. Pero esta unidad no pertenece al campo imaginario, sino que está en el campo de lo real y es contenida o sostenida o mantenida o acarreada- por el otro. El otro está unificado. Tiene propiedades que Lacan en "el estadio del espejo" asigna a la imagen y que llama estatuarias. El otro es
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una estatua, una escultura, o sea algo exterior a nosotros, algo acabado, unificado. Entonces, ¿qué pasa ahora? Antes, la atomización era reprimida haciendo surgir la matriz de la alienación fudante del yo. Pero ahora la referencia a la unificaci611 ·es un otro real, una pequeña estatuita, otro nenito totalmente exterior a mí. Lo veo al revés. Es exterior, así como mi imagen era exterior a mí. Porque mi imagen en el espejo, lo bueno que tiene, su gran ventaja, es que me veo totalmente desde fuera. A algunos psicóticos les ocurre lo que podemos llamar el síntoma de la cabeza negra, de la capucha, ante la imposibilidad de ver su propia cara. Lo cierto es que usualmente no vemos nuestra propia cara. Lo que hacemos habitualmente es que aquello que no vemos nosotros mismos lo sostenemos con lo que vemos del otro. Al mirar la cara del otro como externa, no necesito mirar la mía como interna. Quiere decir que en el síndrome de la capucha negra no tengo cabeza, soy un descabezado. Cada uno de nosotros lo es para sí mismo en este momento: necesitamos apoyarnos en las caras de los otros que vemos en cambio como exterioridad. O sea que en verdad, si nos zafamos del síntoma de la capucha negra es por ese apoyo que encontramos en la escultura que son los otros, esas estatuas que vemos, tan seductoras, en primer lugar porque tienen todo lo que nosotros no tenemos. Es decir que habría un campo de seducción recíproca, donde cada uno de nosotros estaría seducido por todos los demás, por la exterioridad de la presentación del otro. Esa presentación de la exterioridad es lo que Lacan llama aspecto estatuario. Pero tenemos que ver qué pasa con la atomización, pues sucede que el otro con el que me identifico tiene todas las ventajas de mi imagen en el espejo, pero es un otro real como yo, y no tiene en cambio ninguna de las desventajas de mi propioceptividad. Cada uno de nosotros es para los demás como una imagen en el espejo. Pero en tanto real, esa imagen que es el otro no la pue-
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llo percibir desde adentro, desde él. Lo que significa que
los datos propioceptivos, las muelas cariadas y los 1·11iones doloridos, son los míos y nunca los del otro. Así ruando un amigo viene y dice que se siente mal, que se va a morir, uno no le cree. Por eso no conviene distraerse mucho, porque puede que el amjgo realmente se muera. Me defiendo de esta propioceptividad alimentándo111 e con la imagen del otro. Es lo que llamo mi identilicación con la imagen escultórica del otro. Cuando me alimento de esta imagen quiero decir que creo que soy lo que ustedes son para mí. Pero para llegar a hacer esto tendría que reprimir totalmente, apaciguar, apagar, los datos propioceptivos. Y tengo que enviar a algún lado esos datos propioceptivos. En realidad lo que hago es enviarlos al otro. Y de aquí surgiría como l1na especie de 11ecesidad, por la cual la identificación al semejante supone esta remisión de la atomización al otro, lo que constituye el origen de la agresividad. Se puede percibir, o pareciera que hay, 11na relación de necesidad entre el i1arcisismo, lo que se funda en esa alienación yoica de la imagen del espejo y la agresividad cuando el que ocupa el lugar de Ja imagen en el espejo es uno igual a mí. Lacan dice que incluso, psicoanalíticamente hablando, tiene mucha importancia la edad de los hermanitos en la determinación de la estructura del sujeto. Cuando se produce esto ocurren dos cosas fundamentales: por una parte, se produce un grado máximo de transitivismo, y por otra, en tanto hay apoyo pai~a alimentar mi unificación libidinal narcisista, tengo que expeler esos trozos atomizados que me constituyen, lo que es el fundamento de la agresividad. Pueden encontrar esto en un famoso pasaje de Freud en Más allá del principio del placer.19 Pregunta: ¿Entonces la agresividad está directamente ligada con el narcisismo? 19. S. Freud: Más allá del principio del placer, pág. 2535, Tomo III.
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En la teoría lacaniana, completamente. Lo cual quiere decir que hay que rechazar toda teoría que funde la agresividad en la frustración. El sujeto agrede porque hay una relación de identificación a un otro que es igual que él Y no porque el otro no le dio lo que necesitaba, como dice la teoría basada en la psicología animal. En cualquier libro sobre la agresividad, verán que siempre aparece en el fundamento de la teoría alguna referencia a la frustración ante una necesidad. En Lacan no es así. Hay agresión porque se necesita expulsar los datos atomizados de la alienación yoica.
6. EL FALO: FUNDAMENTO DEL FUNDAMENTO
Habíamos hablado del estadio del espejo, en realidad una fase, o sea que parece una estructura nueva yaparece necesariamente. En cuanto a la secuencia de aparición precede a otra fase, la de identificación al semejante, el surgimiento en el campo de otro nenito real. El campo real está escindido en dos reales distintos, y el problema es cómo se articula la propioceptividad de la atomización en relación con la imagen estatuaria exterior del semejante. La solución consiste en alimentarse de la imagen del otro para constituir la propia unidad, así como el niño se alimentaba de la imagen del espejo para constituirse como unitario. Habitando, podemos decir, su espacio con energía unitaria obtenida del otro y expulsando hacia éste los trozos atomizados. Y aquí estaría el fundamento de la agresividad que se relaciona así con la constitución unitaria del sujeto, es decir con el narcisismo. Cuanto más radicalice el sujeto su posición narcisista, fundada en la identificación al otro, más necesitará expulsar su atomización, habrá más agresividad. La agresividad, entonces, es f11nción de la identificación narcisista con el semejante. Por lo tanto hay agresión cuando uno se equipara al otro, cuando ve en el otro a un semejánte. Dejemos las cosas en este punto, que luego trataremos más extensamente, y volvamos a Freud. El momento del desarrollo de la teoría freudiana cuando se introduce la teoría del narcisismo, es decir, un cier-
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to momento de la teoría de las pulsiones que acaba incorporando la teoría de la pulsión de muerte, nos traerá nuevamente esta agresividad unida al narcisismo. 20 Rememoremos el comienzo. Tuvimos que fundamentar nuestro punto de partida buscando un tema permanente en Freud y necesario por su importancia. El tema era el significante, definido como la palabra en tanto que es capaz de remitir a más de un significado. Dábamos un ejemplo: el chiste. Freud consideraba el chiste como modelo de toda formación del inconsciente. Buscamos en los textos de Freud dónde podía apreciarse la importancia del significante. Nos decidimos por La interpretación de los sue1ios. Vimos aparecer ahí el modelito del árbol que se desarrollaba en forma de paracaídas y nos interrogábamos por el último punto del paracaídas para ver qué había allí. Nos preguntábamos si era también u n acontecimiento y respondimos que no, porque si fuera un acontecimiento todo se deslizaría hacia una teoría empírica tal como la que Freud abandonó muy pronto. Evocamos el momento en que Freud habla del trauma de seducción y recordamos el nombre que le dio posteriormente: protofantasía. Asimismo enumeramos otras dos protofantasías: castración y escena primaria. Las tres constituye11 ese campo de intrincadas relaciones del complejo de Edipo. De ello sacamos en conclusión que debíamos ir a la teoría a buscar el complejo de Edipo. Del complejo de Edipo destacábamos el eje de su dinámica: es decir, el falo. Todo lo que es analizable en psicoanálisis tiene que ver con la castración y por lo mismo con el falo. El referente fundamental de toda la interpretación es la cosa fálica, fundamento del complejo de Edipo. Así, alcanzábamos el fundamento del fundamento. Y nos disponíamos a buscar en los textos ese fundamento que es el falo. Dijimos que los textos en este caso res-
1><>ndían bien y pudimos ver la importancia de ciertos tral1:1jos entre 1923 y 1931, el primero de los cuales es "La c>rganización genital infantil", donde en forma muy contlcnsada se encuentra tpdo. Hicimos algunas observaciones respecto al falo. El falo 110 es el pene: es la premisa universal del pene. El falo <'S, pues, irrepresentable porque no es el pene real sino tllgo que tiene que ver con el orden de la legalidad y una ley no se puede dibujar-. Entonces al concepto 1l1ayor de la teoría, el complejo de Edipo, lo consideral'Cmos una confrontación entre la premisa universal y la <'Xperiencia de la diferencia de los sexos. De esa percepción surgía el complejo de Edipo como totalidad que ya estudiaremos en sus pormenores, que en la mujer se llama envidia del pene y en el hombre amenaza de castración. Recordamos también los tres términos relacionados con el concepto de castración: amenaza de castración, fantasía de castración y complejo de castración. Son cosas distintas. Con respecto al complejo de c~stracir:i no diré nada, porque todo lo que expongo se refiere a él. Más adelante llegaremos a un pt1nto en que podremos esquematizarlo. Pero distinguimos, en el complejo de castración, la palabra complejo que indica la complejidad de relaciones que lo constituyen. La amenaza de castración es el nombre del complejo en el hombre, que teniendo pene teme perderlo. Dicho esto, conviene comenzar por el artículo que se plantea a sí mismo como inaugural, donde están las bases de la teoría fálica y por consiguiente del complejo de castración, fundamento de la teoría en su conj11nto: ''La organización genital infantil". En este artículo podemos distinguir seis puntos fundamentales que enumero y comento: l. La definición de falo. Freud dice que la sexualidad
20. Masotta desarrolla esta temática en su libro El niodelo pulsional , Ed. AJtazor.
del niño se define entre los dos y los cinco años (complejo de Edipo): al final de esta fase ya tiene decidida
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su elección de objeto (heterosexual u homosexual). Y añade que en este sentido no hay diferencia entre el niño y el púber, o entre el niño y el adulto. Sin embargo, dice, el adulto está genitalizado, lo que significa que ha realizado la síntesis de las pulsiones parciales en la genitalidad. No obstante el niño también está genitalizado, aunque en forma sui géneris: para él en esta etapa existe sólo un órgano que atrae su interés, el masculino. Mediante esta reflexión Freud define el falo como este objeto del interés del niño, interés considerado como estético -me interesa esto o no me interesa- y no que haya una pulsión unificada, genital,21 o una base biológica de este interés. 2. La elevación del falo a estatuto de fase . El falo pasa a constit11ir una fase del desarrollo de la libido. El desarrollo de la libido había tenido hasta entonces tres grandes fases y un período: fase oral, fase anal, período de latencia y fase genital. Fase implica obligatoriedad en el tiempo, más emergencia de una estructura nueva; período de latencia quiere decir que hay un tiempo de aparición en la secuencia e implica obligatoriedad, pero no hay surgimiento de una estructura nueva. Esta es la mejor manera de entender el período de latencia: hay un silenciamiento, no aparece ninguna estructura nueva. No hay que entender en sentido literal este término, como Uil cese de la actividad genital del nenito, ya que no hay tal cese. Fase implica entonces esa obligatoriedad: todo el mundo tiene que pasar por ella. Y hablar de la fase fálica implica recordar que, si algún día pensamos una teoría sobre las relaciones de objeto, tendríamos que tenerla en cuenta porque para F:r eud esta fase tiene un valor fundamental en la consti·tución del sujeto. Y, ¿qué pasa con 21. S. Freud: "Las pulsiones y sus destinos" (1915) Tomo II, pág. 2039. Ampliamente comentado por J. Lacan en su Seminario 11, Los cuatro conceptos fundanientales del psicoanálisi,s, Ed. Paidós. El término alemán correspondiente a "pulsión unificada" es Ganzesexualstrebung.
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c•sla fase? Que introduce una relación de objeto allí don
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anteriores los objetos son reales porque hubo experie11c~a de la separación de la madre, experiencia de la pérdida de los excrementos (con cierta significación), perc> no hay ninguna experiencia de la castración. Es unct mera fantasía. Por eso las primeras experiencias, en tanto referidas a objetos reales, no podían nunca fundar una estructura de la fantasía, donde lo que está en juego ahora es una falta imaginaria. Freud dice también que tal vez las primeras experiencias preparan el complejo de castración, en el sentido de que le dan un soporte de verosimilitud. Es como si en la fantasía el sujeto se dije1·a que, tal como hizo la experiencia de perder cosas, ahora puede perder lo que tiene, o que quien tiene puede perderlo o que, si alguien no tiene, en el origen hubo una pérdida.
lr1 oposición es activo/pasivo; en la fase fálica la oposi,·ión es genital masculino/castración y sólo al final del 1Jt~sarrollo, en la fase genital, se dará la oposición mas('t1lino/femenino. Fíjense que la oposición masculino/fe1llc11ino no aparece de entrada. Son co11clusiones del deftt\rrollo: no se nace ni hombre ni mujer.
5. La descripci6n de las oposiciones que caracterizan a las fases del desarrollo . Freud dice que en la fase oral la oposición fundamental es sujeto/objeto; en la fase anal
6. Las dos respuestas a la pregunta sobre la motiua'''ón. O sea, por qué el pene es elegido para elevarlo a tl ivel de fase, por qué no la premisa universal de la vat~i11a. Las dos respuestas de Freud son: la primera por 1;1 estética y la segunda por la clínica. Razón estética: poi· ser un órgano del cuerpo con profJtedades visuales especiales, como apéndice saliente, dotado de la propiedad de cambiar de tamaño, por su erectibilidad. En suma, por propiedades de forma, estéticas, por su modo de aparecer. La vagina, en cambio, no se ve. Y fíjense que, si bien es cierto que lo que no se ve tiene importancia en la constitución de los campos sexuales, todo campo de relación sexual es indudablemente visual. La vista es constitutiva de lo sexual en tanto tal. La razón es algo pobre pero no se puede decir mucho más. Razón clínica: Juanito le atribuye un pene a todas las cosas y no quiere reconocer hasta muy tardíamente que la madre no lo posee. La pobreza de estas respuestas tiene que ver con el nivel de análisis y no con la pobreza inherente a la teoría: es decir que, en verdad, son puntos de partida y, por tanto, no pueden estar muy f11ndados empíricamente ya q\ie son los fundamentos de la teoría en su conjunto. Estas respuestas aparentemente débiles se tomarán fuertes si constituimos 11n sistema coherente. Veremos aparecer cada uno de estos puntos cobrando su importancia en el momento necesario. Pero queda insistir en una cosa fundamental: la fase fálica es fase. Se puede decir con una fórmula así: la fase fálica es una fase y no una defensa. ¿Qué quiere decir que no
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4. Otra advertencia de Freud con respecto al aspecto terrorífico que produce11 los genitales castrados de la mujer. Hace referencia a un artículo de Ferenczi sobre la cabeza de Medusa. Freud escribió otro artículo sobre la cabeza de Medu.c;a, diciendo lo mismo prácticamente con algunas cosas más. Freud dice en este texto que Ferenczi se dio cuenta de que la cabeza de Medusa (en la representación griega Medusa e1·a una mujer que a veces figuraba con serpientes en la cabeza) simboliza el terror ante los genitales castrados (falta de genitales) en la mujer. Pero agrega Freud inmediatamente: ese terror no es ante cualquier mujer, sino que es el terror ante la castración de la madre, la falta de pene en la madre. El ·terror que despierta el genital femenino no es porque el hombre nazca misógino, sino porque lo que está en juego es la castración de la madre y es eso lo que no puede soportar. Es un dato de estructura po:;: cuyo significado debemos preguntarnos.
es defensa? Para Jones lo era: retomando a Freud y queriendo profundizar, ter·minó cambiando la teoría. Jones pensaba que había pulsiones genitales, mi~ntras que para Freud no l1ay pulsión genital por dos razones. La primera razón la encontramos en los Tres ensayos, cuando Freud comienza a construir la teoría de la sexualidad, los fundamentos de la sexualidad infantil y la represión, partiendo del estudio de las perversiones, y muestra que el concepto de pulsión debe desmontarse en cuatro elementos: objeto, fin, fuente, e impulso. 23 Plantea que la relación de la pulsión con el objeto es lo más lábil -de esa labilidad comienza hablando el primero de los Tres ensayos, dedicado a las perversiones, que son una muestra de dicha labilidad-. La pulsión puede darse distintos objetos y si el concepto de perversión no es un concepto normativo en psicoanálisis, sino que significa tin determinado tipo de relación de objeto, entonces en la geni talidad humana no hay impulso directo alguno hacia t1n objeto determinado. Así, la pulsión nunca podía ser genital. Por lo mismo no podía haber una pulsión masculina o una pulsión femenina, algo directamente relacionado con la genitalidad, que proporcionara de antemano el objeto. Lo que sería, como teoría, biologicista y, por otra parte, bastante ID:ala ideológicamente puesto que consideraría que el hombre nace hombre y la mujer, mujer. Esto es lo que Jones viene a restituir después de Freud. Jones piensa que, por ejemplo, en el caso de la mujer hay una cierta pulsión vaginal, es decir, ciertas propiedades dadas de antemano por la genitalidad y los objetos correspondientes de modo que la mujer, por la vagina, es receptiva, pasiva, etc. Es decir que desde el nacimiento el objeto femenino busca a su objeto peniano, como si hubiera un principio fundamental de recep23. Este "'desmontaje", desarrollado por Freud en "Las pulsiones y sus destinos" (1915) es analizado por Lacan en el Seniinario 11, Los cuatro conceptos funda1nen.tales del psicoanálisis, cap. XIII, "Desmontaje de la pulsión", Ed. Paidós, pág. 168.
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tividad biológica que lo llevara a buscar el objeto que lo colme. Pero pasa sencillamente que la nenita no puede co~t;eguir sus objetos de entrada. En verdad el deseo gerutal está constituido pero no lo está la posibilidad de acceder a su objeto. El peligro de la edad infantil sería entonces que por la imposibilidad de obtener el objeto, se apagara el deseo sexual. A esta posibilidad amenazante de que se apague el deseo (fading ), Jones la llamó "aphanisis" (eclipse). Entonces la mujer, para defenderse de la aphanisis, inventaría el i11terés por el falo y lanzaría la premisa: todo el mundo tiene pene. Así, al ~ ventar la premisa e introducir el problema de su propia falta de pene, eludiría la posibilidad de la desaparición de su deseo. La premisa aparece como un momento secundario en el desarrollo qu ~ viene a operar como defensa contra la posibilidad de la aphanisis. Pero esto es .el resulta~o de lo que se supuso de entrada: que la muJer era muJer Y que la vagina buscaba un objeto. Según esto el fal~ es defensa , síntoma en tanto defensa. Síntoma del peligro . de la desaparición del deseo por no poder conseguir su objeto o sea que la mujer se interesaría en el pene porque no puede conseguir el pene que quiere . . . Como se ve este desarrollo es muy malo ideológicamente. Si la vagina está de entrada buscando el pene y la relación de la pulsión al objeto está determinad~, entonces la mujer nace Dios los creó, como en la Biblia . Por eso insisto en que la fase fálica es fase, es decir que no es defensa. Y recordamos como motiv.º, fundamental de la teoría freudiana que no hay relac1on de determinación entre la pulsión y el objeto. Lo más lábil en la relación, en el movimiento mismo de la pulsión, son los objetos hacia los cuales tiende. Superado entonces el biologicismo de tal concepción, estamos ante la fase fálica, que en taI?-to fase debe ser atravesada. Para Freud, tanto el hombre como la mujer deben atravesarla, y dada la diferencia anatómica que hay entre ellos 79
-otra vez la forma- se van a producir desarrolloR peculiares, uno para la mujer y otro para el hombre. Estos desarrollos no son paralelos en ningún momento. ¿Qué debemos hacer ahora? Ver si hay algún artículo que nos diga cómo atraviesa la mujer la fase fálica y si hay algún otro que nos diga cómo la atraviesa el hombre. Y los hay. Para la mujer, tenemos dos artículos, casi iguales y muy cerca en el tiempo (1931 y 1932), como si Freud hubiera estado teóricamente muy excitado. Lo que ocurrió fue que en el Congreso de 1929 sobre la sexualidad femenina, las ponencias de sus discípulos habían disgustado a Freud. Por tanto escribe estos artículos para decir qué es lo que él piensa al respecto. El segundo artículo nos muestra a un Freud un poco misógino, porque en verdad todas las teorías equivocadas estaban basadas en un cierto "feminismo''. Para defender a la mujer de la universalidad del falo Jones hacía de la mujer una mujer ''natural". Mien-' tras que aparentemente producía una teoría feminista lo que en realidad hacía era una teoría bíblica al esti-' lo de santo Tomás. El enojo de Freud explica ciertas frases dichas un poco como para espantar a estos ''feministas''. Por otra parte, Freud era un poco misógino hay que reconocerlo . En el artículo en cuestión, al explicar el superyó de la mujer, lo que no le sale demasiado bien, al final dice que ciertas cosas se entienden porque la mujer tiene un superyó más débil que el hombre. Las mujeres no inventaron nada, dice, salvo el tejido, que proviene de tejer con los vellos pubianos para ocultar la falta de pene. Aclaremos que si bien es misógino, hay humor en todo ello. Con respecto a la mujer, Freud descubre la importancia de las fases preedípicas del desarrollo. Con esto enseguida se le arma un pequeño lío pues, ¿hay acaso relaciones que no sean edípicas? Lo que es preedípico, ¿es no edípico? Su respuesta es que no. Habría que decir que
tc>das las relaciones que llevan al complejo de Edipo pueclen ser llamadas edípicas. Entonces, en la mujer hay relaciones que llevan al complejo de Edipo, pero que son llI'eedípicas en la medida en que la triangulación no está constituida. O, lo que es lo mismo, no está constituido lodavía el objeto heterosexual en la mujer. Y esto por una razón fundamental: de entrada el objeto primordial es, para ella, de su propio sexo. Lo cual significa que la sexualidad de la mujer es harto difícil para Freud. Está llena de recovecos, de vuellas y tiene dos dificultades fundamentales. Ya que, en su desarrollo normativo (por no decir normal) heterosexual, la mujer tiene que hacer un doble cambio: en primer lugar, cambio de objeto -de la madre al padre-, en segundo lugar, cambio de zona genital -del clítoris a la vagina-. Lo que hace dificultoso su desarrollo. Doble cambio que el hombre no tiene que realizar, porque su referencia genital será el pene y su objeto primordial es el objeto de su posición normativa heterosexual. Entonces es como si la mujer naciera homosexual. Como si, pues para que haya homosexualidad tiene que haber más datos que la relación con el objeto primordial. Lo veremos más adelante, sobre todo para aclarar la posición de Freud según la cual la paranoia es una defensa contra la homosexualidad. Tesis que nosotros vamos a discutir, contra Freud, aunque con sus propios argumentos. Podríamos decir que el hombre nace heterosexual, que la mujer nace homosexual. Por lo mismo podríamos decir que la homosexualidad en el hombre es progresiva, mientras que la homosexualidad en la mujer es regresiva. La mujer debe de progresar hacia la heterosexualidad. Cuando se hace homosexual, vuelve al objeto primordial. En la primera relación con la madre, Freud defme una relación muy fuerte, un lazo muy intenso. Incluso ve en la madre el modelo de toda ulterior relación afectiva con la mujer. Sugiere graciosamente que la mujer, en ver-
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dad, si. constituye su triángulo y va en busca del padrt!, en realidad lo que hace es transferir los sentimientos por la madre porque está decepcionada por ciertas razon~s~ h~cia el padre. Los va a transferir, es decir que onginar1amente se dirigen a la madre. Y Freud dice que en verdad elegirá marido sobre el modelo de la madre. A veces parece que el marido está elegido sobre el modelo del padre, pero cuando se profundiza un poco se ve que en esa relación persisten los rasgos-de toda relación con la madre. Este lazo intensísimo con la madre, dice Freud, se cons~it~ye sobre el fondo de una ilusión fálica, paraíso roman~1co donde está ese objeto primordial, para quien ella misma es además el objeto de todos los deseos. La ilusión es doble: yo tengo, ella tiene y constituimos un todo unitario y perfecto. Pero ll~ga el momento de la decepción, fin de esta etapa. Así algo tiene que arrancar a la mujer de la madre. Y esto es lo que sucede al hacer la experiencia de la diferencia de los sexos con el reconocimiento de que ella no tiene. Y fmalmente: lo más grave, tendrá que reconocer que la madre tampoco. Se rompe entonces el idilio con la madre, objeto primordial, Y la mujer se dirige al padre entrando entonces en el complejo de Edipo. Vemos así que la decepción fálica -sobre el fondo de la ilusión fálica (premisa universal del pene)- por la confrontación con la diferencia de los s~xos, es decir, el complejo de castración, al producirse tiene fuerza dinámica en la mujer, la impulsa hacia el hombre. Ahora hay que preguntarse, qué es lo que va a buscar en el hombre. ¿Busca al hombre? No, porq1:1e el hombre es un concepto. Y, por otra parte, si lo va a buscar no puede encontrarlo en sí mismo, porque tal como decíamos, nadie es hombre ni mujer. ¿Busca el pene d_e,l padr~? No, porque habíamos dicho que no hay puls1on genital. No hay en la vagina nada que la lleve a b~sca: el ,pene masculino. Si dijéramos que tiene algo, b1ologizanamos la teoría otra vez, cosa que Freud no 82
l1 r.at·e· no hay tendencia, no hay determinación del fillJt' tO. l~ntonces, ¿qué es lo que va a buscar? Freud contes1r1 claramente: proyectar sobre la imagen del hombre la 111 >sibilidad de que le dé un hijo. Lo que busca es el hijo Ll<•I hombre. Esto no quiere decir que Freud sea hurnati is ta, sino que para la mujer el hijo es lo único que la 1>t1cde colmar de su falta de pene. Con el hijo consigue <•I pene que no tuvo. Esto hay que decirlo así, con una formulita. Al final
chico = falo c¡ue es una de las cinco equivalencias faro osas de la teoría freudiana. El hijo· es lo único que la colma de la falta de pene. El desarrollo de la mujer queda entonces así: en la etapa preedípica, fuerte ligazón a la madre sobre el fondo de la ilusión fálica. Después, decepción por la experiencia de la diferencia de los sexos y abandono de la madre. Entrada en el complejo de Edipo. En consecuencia busca al padre, no por el pene, sino para proyectar en él la posibilidad de un hijo. Finalmente, realización de la equivalencia hijo = pene. En algún punto de este camino, como tiene que introducir al hombre de alguna manera en la estructura, tuvo que pasar del objeto primero, la madre, al padre, y a su vez tuvo que erogenizar la vagina, que de entrada no lo estaba la vagina es al principio silenciosa-. Dada la complicación que presenta el desarrollo en la mujer> Freud le ve tres posibles salidas. Una de ellas sería el rechazo, ante la dificultad del desarrollo, de toda sexualidad, es decir la frigidez. Otro camino sería lacreencia imaginaria de que de alguna manera tiene pene o de que va a conseguirlo, lo que la llevaría a una elección homosexual de objeto. Y la tercera vía, que llevaría a la "normalidad'', que supone la ecuación chico = falo. 83
7. LA APORIA FUNDAMENTAL DEL COMPLEJO DE EDIPO
Con respecto al desarrollo de la fase en la mujer, 'lccíamos que tenía doble consecuencia. Por una parte, las recomendaciones fundamentales de cualquier análiHis psicoanalítico correcto de la sexualidad de la mujer, que vendría a seguir esta secuencia: preedípico, ilusión fálica, fuerte ligazón a la madre, decepción fálica, abandono de la madre, entrada en el complejo de Edipo, búsqueda del padre, pero no para buscar ni al hombre o al pene, sino al hijo; producción, al final del desarrollo, de la secuencia de la equivalencia del chico al pene. De ahí que, según Freud, el desarrollo sea difícil para la mujer en particular por el doble cambio: de objeto de la madre al padre y de zona erógena -del clítoris a la vagina . Por otra parte, decíamos que el fmal de la secuencia era lo más relevante porque en verdad el problema fundamental es un problema de deseos, cómo se maneja el sujeto en relación con el deseo del Otro y la primera relación con respecto al deseo del Otro nace con respecto a la madre-. Entonces el dato fundamental a tener en cuenta para estudiar la estructura en función de este sujeto que estamos estudiando, es el momento en que aparecía como objeto absoluto del deseo de la madre, como el que cumple, como el que colma el deseo de la madre, que originalmente había sido deseo de falo. Por eso decíamos que la función de sujeto y el narcisismo tienen que ver con el momento en que el niño recibe, con 85
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su impacto masivo, ese deseo ilusorio de la madre de colmar con el hijo la falta de falo. En esta relación ilusoria,. re~ación entre dos deseos, se origina todo el campo subJet1vo. Esta relación ilusoria tiene mucha importancia, porque es lo mismo que negar la diferencia de los sexos, de forma tal que la madre impide que el padre entre en la estructura como objeto de su deseo. Por eso la madre de la primera relación es madre fálica, en tanto el chico se origina en posición de objeto que cumple el deseo de la madre. Si esta relación originaria tiende a perpetuarse por alguna razón -por ejemplo, por la neurosis de la madre que puede excluir al padre de la estructura-, entonces los efectos serán patógenos. Por eso, entonces, la primera relación es fundamental. Narcisismo, para nosotros, es lo mismo que decir madre fálica. Y madre fálica defme, por un lado, la posición de toda mujer en relación con su hijo; pero, por otro lado, define la posición de una mujer en la medida en que excluye de la estructura su deseo por el hombre. De este modo no habría diferencia. de los sexos, pues no habría razón para ello: no hay deseo de otra cosa, en la madre, que ese deseo de hijo. Entonces, toda la estructura se agota en esa relación ilusoria donde la madre erige al hijo en objeto absoluto de su deseo y excluye a 11n tiempo el objeto parcial, o sea, el pene del padre, la diferencia de los sexos. Ese es el núcleo de todo análisis: la entrada en el complejo de Edipo y la cuestión fálica. ~a negación de la diferencia de los sexos, la perpetuación de la ilusión fálica, componen la definición del nar• • c1s1smo. Decíamos que llamábamos madre fálica a la que mantiene la ilusión fálica del chico junto con la negación de la diferencia de los sexos. Así, la madre fálica es, en pri: mer lugar, la posición de la mujer en relación con el hijo Y, por otra parte, los efectos patógenos de esa posición. Pero lo que este térrnino describe, entonces, no es una propiedad del carácter o de la conducta de la madre: la madre puede ser muy vigorosa, musculosa y bigotuda y
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ser nada fálica. Madre fálica no quiere decir madre masculina. Puede ser muy femenina y ser fálica. La condición para que sea fálica es que, por alguna operación de la estructura, en su comportamiento mantiene al padre excluido de la relación. En este espacio se crea todo, todas las perversiones, todas las neurosis, todas las psi-
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COSlS .
En la neni ta sucede lo mismo. La razón para que el padre aparezca en el triángulo es que la mujer proyecta sobre el hombre su deseo de hijo y entonces hace. ,al niño equivalente del falo. Pero para que esa proyecc1on s~a posible, el padre tiene que ser introducido en la estructura por el deseo de la madre. ¿Qué hará entonces la mujer? Una operación muy sencilla: por la tendencia edípica, en tanto tiende a abandonar a la madre, va a ir en busca del padre. Pero, ¿qué ocurre entonces? Que si el padre no está puesto en la estructura por el deseo de la madre, no encuentra a nadie. Y cuando uno no encuentra a nadie, ¿qué hace? Se vuelve. Y entonces hace el camino de regreso y constituye la posición homosexual, que dijimos que en la mujer era regresiva. Esto es lo importan.t e, ya que para ~uE; haya homosexualidad en la mujer tiene que haber ida y vuelta. Veremos con absoluta claridad, en el caso de la homosexualidad femenina, que la estructura es ésta. Ahora ya podemos preguntarnos por lo que ocurre en el caso del varón. Para ello tenemos que leer ''La disolución del complejo de Edipo", donde Freud responde a esta pregunta. En primer lugar, lo relevante de este artículo es que, así como al tratar del desarrollo de la sexualidad en la mujer Freud hacía referencia a las etapas preedípicas -y no como referencia empírica a los primeros momentos de la evolución, si~o por otras ~a zones, como la relación entre el compleJO de castración y el complejo de Edipo-, al referirse a la sexualidad en el hombre, comienza planteando que ya está establecido de entrada en el complejo de Edipo. Entonces, ¿qué pasa en el complejo de Edipo? Pasa, según Freud, que 87
cualesquiera que fueran las decisiones internas del sujeto con respecto a la elección de objeto en la estructura edípica-a saber, de tipo heterosexual (positiva) u homosexual (negativa}-, ambos caminos conducen irremediablemente a la castración. Ambos llevan a una aporía insoluble. . Así, pues, si el Edipo es positivo, es decir, si la posición del nenito es heterosexual, el sentimiento libidinal se dirigirá a la madre y la agresividad hacia el padre. Pero el padre respondería con una retaliación castradora. Así, el chico quiere tener una relación con la madre y, al no poder, odia al padre; éste entonces, lo castigaría con la castración. Por ello vemos que el Edi po heterosexual lleva a la castración, ejercida por el padre, en defensa de su posición con respecto a la madre. Si el Edipo es homosexual, conduce igualmente a la castración, dice Freud, porque el sujeto tendría el deseo de ser satisfecho por el padre. Pero entonces debería identificarse con la madre, ubicarse en su posición, pero ésta, por definición, está castrada. Entonces, por una razón en un ca.so y por otra razón en el otro caso, ambos c~minos el del Edipo positivo como el del Edipo negativo- conducen a la castración. En tal situación un tanto espinosa, digamos, ¿qué hará el sujeto? Abandonar el complejo de Edipo; de ahí el título del artículo d~ Freud, "La disolución del complejo de Edipo".24 La disolución o abandono del complejo de Edipo es el resultado de esta aporía ftindamental: que cuales(!uiera que fueran las decisiones con respecto a la elección de objeto en el interior del Edipo, ambos caminos conducen a la castración. Ese abandono del Edipo no deja de tener consecuencias fundamentalísimas -incluso para la teoría-. La primera es que como resultado de ese abandono aparece una nueva estructura, una nueva instancia: el superyó.
24. "La disolución del complejo de Edipo" (1924), T. III, pág. 2748.
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El superyó es el resultado del abandono del complejo de Edipo. Los objetos parentales son abandonados. El punto fundamental de lo que ahora voy a decir se refiere al padre. De momento no debemos preocuparnos demasiado de por qué es el padre, y no el padre y la madre, o por qué no la madre. Después veremos que, en verdad, es el padre, el .padre y la madre, el padre y/o la madre, etc. Pero, efectivamente, el padre tiene un lugar distinto en la estructura por las funciones de distancia simbólica, de mediación, que realiza. El sujeto, entonces, se dice que los objetos parentales, por este pelig1·0 de la castración, deben ser abandonados. Pero, ante la necesidad del abandono de los objetos, reemplaza esos objetos por una identificación con ellos una identificación al padre y luego introyecta esta identificación. El resultado de la internalización de la identificación con el padre, como defensa contra el peligro al cual conducía la relación libidinal con el objeto, es el superyó. Esta internalización implica que, en primer lugar, el sujeto internamente se divide entre una instancia que castiga o prohíbe y una instancia que es castigada o evita el castigo. El yo aparecerá como diciendo "sí" y el superyó como diciendo "no": hay una escisión interna. Internalizar un superyó quiere decir que ahora tengo un yo deseante y un superyó que prohibe (más tarde en la teoría se añadirá el ello, que sería el lugar de las pul· siones). Este superyó que prohíbe es, en verdad, la internalización de la imagen castradora del padre. El sujeto abandona el complejo de Edipo pero tiene que pagar tina consecuencia fundamental: que la figura castradora de la cual huye, ahora la tiene adentro. En este movimiento que hemos descrito, hay nada menos que uno de los conceptos importantes de la teoría psicoanalítica: el concepto de identificación. Freud plantea el origen del superyó como un proceso vinculado con una de las dos grandes leyes de la identificación.
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Podemos llamar "identificación regresiva" a la primera ley de la identificación. Vamos a enunciar esta identificación regresiva del siguiente modo: ahí donde hubo una relación libidinal de objeto, hay ahora una identificación: la identificación al objeto vino a suplir, o a reemplazar, la relación libidinal con el mismo objeto. Por otra parte, la identificación revela así una vocación defensiva -recordemos que, en la formación del superyó, la identificación con el padre es defensa contra la castración-. Freud llama a esta identificación "regresiva" porque considera que la identificación es el primer lazo afectivo de objetó, la primera relación que tuvo el sujeto con los objetos en términos afectivos. Esto quiere decir que, en verdad, antes de poder vincularse con un objeto en una relación de amor -localizar un objeto como externo para poder amarlo como otro-, antes de esto el sujeto estaba confundido con los objetos. O sea, primero se identificaba, después, al evolucionar, pudo plantear 11na relación libidinal con el objeto. De ahí que cuando la relación libidinal con el objeto es abandonada y reemplazada por una identificación al objeto, en realidad, se vuelve así a la primitiva relación afectiva de objeto. Por eso Freud llama a esta identificación: ''identificación regresiva". Primera ley de la identificación, entonces: ahí donde hubo una relación libidinal de objeto, de amor por el padre, hay ahora una identificación. Podríamos enunciar aquí otra ley, aunque no tiene relación directa con lo que estamos tratando: en el espacio triangular edípico la identificación y el objeto libidinal ocupan lugares opuestos, polares. Esto quiere decir que, en la triangulación edípica, el sujeto ama a la madre y se identifica con el padre -Edipo heterosexual-, y si ama al padre, se identifica con la madre Edipo homosexual-. Ahora, lo importante en la enunciación de estas dos leyes es que ambas tienen algo en común: el objeto de la catexia el objeto libidinal- y el objeto de la identificación se excluyen recíprocamente. Cuando el objeto está ocupado por libido hacia él, por amor, está deso90
cupado de una identificación al objeto: Las ~os leyes enuncian lo mismo en este punto. La diferencia es que c11 la primera ley ello ocurre en el tiempo: ~ntes ~o amaba ahora me identifico con él; si ahora me identifico, no lo ~mo; cuando lo amaba, no me identificaba. Y en la segunda ley, esa exclusión se realiza en el espacio: en el espacio triangular edípico. Volvamos entonces al superyó -podemos leer ahora el capítulo II~ de El yo '! el ello . Hay algo que no funciona muy bien en el ongen del superyó. Hasta ahora, fijémonos bien, estamos hablando de su surgimiento en el hombre. Una de las consecuencias del desarrollo sexual del hombre, debido a las aporías a las que conduce la elección de .~bjeto en el i~ terior del triángulo edípico, es la produccion del superyo: Pero, ¿y el superyó de la mujer? ¿De d?nde sale? ¿Y s1 -esto es más grave todavía- el superyo que hemos descrito no es más que la consecuencia del peligro de castración? ¡Tal vez no pueda haber ningún superyó en la mujer! Porque para la mujer, como dice Freud de en~ra da no existe ningún peligro con respecto a la castración. ' . La mujer no se caracteriza aquí por la amenaza, sino por la envidia, por 11na aspiración o nostalgia. Así, pues, ¿dónde está el superyó de la mujer? Ese fue un problema teórico para Freud. Freud, ante este problei:ia teórico, queda un tanto confuso. E~ ve~dad, lo que vie: ne a querer decimos es que la muJer tier:e un su~e.ryo más débil. Supongamos que esto fuera cierto. Teoricamente es completamente ilógico, porque ¿de dónde provendría tal debilidad? Si no tiene ninguna razón para evadir la castración, ¿qué justificaría esa debilidad? Porque no es que tenga razones menores que las del hombre, es que no las tiene; y, al no tenerlas, no es que pueda tener un superyó más débil, sino que no puede tener ningún superyó. Lo que Freud dice, entonces, con respecto al superyó de la mujer depen~e de, su, h11n:'o:,. de si está más o menos enojado; no sólo si esta mas m1sogino en un texto que en otro, sino según su grado de e,n?jo con otros que están tratando ese mismo problema teonco 91
que lo ocupa Y que nunca terminó de resolver, que es el problema de la sexualidad femenina. Y así nos queda planteado 11n problema: ¿de dónde sacar e. l. superyó ~e l~ mujer? La respuesta es que el superyo de la muJer tiene 11n origen maternal arcaico es ~n superyó maternal arcaico. Para estudiar esta s~lu c1~n, leeremos "Un caso de paranoia contrario a la teoría ps1coanali't.ica " .2s E n este texto hemos de buscar no las palabras (porque Freud no las dice), sino la idea de un s~p~ryó que se. originó en la relación con la madre pri~1t1va, con la imagen primitiva de la madre como obJeto más primordial. '
8. PARADOJAS DEL SUPERYO
Así, nos habíamos preguntado cómo pasa la mujer por la fase fálica y, luego, cómo pasaba el hombre. Lo importante a retener es, desde el plinto de vista teórico, que estos pasajes nos instruyen sobre dos cosas: l. Sobre el desarrollo de la sexualidad de la mujer, de
una parte, y del hombre, de la otra. 2. Sobre la producción de conceptos nuevos.
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25. "Un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica" (1915) to II, pág. 1262. , mo
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El concepto nuevo producido por el desarrollo de la sexualidad en la mujer es la equivalencia simbólica: chico = falo. El concepto nuevo introducido y producido por el desarrollo de la sexualidad en el hombre es el superyó. Los objetos teóricos así constituidos son objetos raros, porque no son claros. ¿Cómo voy a hablar del superyó de la mujer si el superyó tal como está planteado surgió del hombre? ¿Cómo voy a decir que en el hombre la equivalencia simbólica chico = falo funciona, si chico = falo es una equivalencia producida por la mujer? Estos objetos teóricos son, siempre lo digo, como ·el doble de Frankenstein, un cuerpo hecho con trozos d'e distintos cuerpos. Aquí ocurre lo mismo. El conjunto de estos conceptos es 11na amalgama que tiene un trozo del hombre y un trozo de la mujer. El conjunto teórico completo contiene tanto el objeto teórico ''equivalencia simbólica'' como el objeto teórico ''superyó''. Al final del artículo "La disolución del complejo de Edi93
po'', Freud dice que una vez producido el superyó se abando~an las catexias edípicas porque condicionan la castración, y el hombre conserva su pene, pone a salvo su pene. De ahí q:Ue superyó y narcisismo sean concepto~ complementarios y correlativos, porque preservan al su1eto de la castración -idea fundamental para entender ~oncepto de superyó-. El superyó es algo así como un VIgilante al servicio del narcisismo del sujeto. Esto es lo que h~y que tener siempre en cuenta, es lo que hace del superyo la defensa fundamental. Fundamental porque es una instancia constitutiva de la estruct~ra del sujeto. No hay sujeto sin superyó. Esto es importante, porque cuando alguien habla de superyó podríamos preguntarnos: ¿será cierto que lo que usted llama un superyó es un superyó? Para saber si lo es, uno tendría que decir: es un superyó verdadero si en ve:dad, es defensa contra la castración y es el defen~ sor nur;nero uno del narcisismo. Porque el concepto de superyo, ~l como. se usa cot~dianamente, suele aparecer c?mo una ~nstanc1~ que persigue, una especie de conciencia ~~ral internalizada. No es suficiente. Tiene que ser t~~ bien defensa contra la castración y resguardo narcisista .. La mayor o menor internalización de las maner~s social~s. se produce en función de lo que está defendido narcisistamente. Por ejemplo, si tal señor, en sus modales de mesa, no puede limpiarse la boca con la mano, sino ~ue tiene que hacerlo con una servilleta es por.que percibe ~ue limpiarse la boca con la mano p~ne en JUe~o. su propia. ca.stración. Este sería un análisis psicoanalitico. Otro dIStinto sería decir: no, está educado de tal manera que no puede limpiarse la boca con la mano. Entre la co~ducta moral recomendada por el sistema de normas. social~s y la estructura de lo que está en jueg.º, en la diferencia de los sexos el complejo de castracion-, para la teoría psicoanalítica lo básico es lo último. En verdad, para la teoría psicoanalítica, toda moral Y tod~ recomendación con respecto a actos remiten al comple10 de castración.
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En el caso de la mujer, los problemas teóricos son te,., ibles, porque en la mujer no hay ninguna razón para 11ra resguardar su pene es nula, porque, desde el prinCJ pio, no tiene pene. Freud es consciente de este problema, en cierto sentido, puesto que siempre está como titubeando cuando S<' trata del superyó de la mujer. Y lo que dice explícil"1mente es que la mujer tiene un superyó más débil. Cjomo ya hemos visto, vamos a encontrar textos en los t¡ue Freud dice que la mujer tiene un superyó más débil, que, desde el punto de vista social, las grandes creacio11es sociales son de los hombres y no de las mujeres, puesto que el superyó es lo que las impulsa, es esa fuerza negativa que impulsa a la producción del valor nuevo. Freud entonces no llega a obtener el concepto del sup ...:.~yó en la mujer aunque ve la génesis de una estructura teórica correcta. Más allá de todo esto de la debilidad, que está mal, althusserianamente hablando, el concepto no está extraído y constituido como tal concepto: está la idea del concepto. Ni siquiera está nombrado porque a un concepto se lo nombra y el nombre del concepto impide olvidarlo. Antes de la introducción de la palaba "superyó", encontramos referencias a las condiciones de la conciencia moral y del concepto de castración, cosas que estaban mezcladas en la teoría. Cuando aparece el término "superyó" se dan condiciones nuevas: con el complejo de castración se retoma el viejo problema de los filósofos, el problema de la conciencia moral, y se lo introduce en tin nuevo nivel teórico. El nombramiento del concepto es un nuevo corte epistemológico corta, separa, aísla y permite seguir avanzando teóricamente-. Pero esto no ocurre igual a raíz del superyó de la mujer: Freud no tiene la palabra adecuada para realizar el corte, aunque esté la idea del concepto. La idea del concepto de superyó en la mujer está en el artículo antes citado: ''Sobre un caso de paranoia con95
trario a la teoría psicoanalítica''. En primer lugar comentemos el título. Quiere decir que en este caso la paciente, que sufre una clara paranoia de persecución -delirio persecutorio-, tiene como perseguidor en su delirio a alguien del sexo opuesto, o sea un perseguidor heterosexual. Pero la teoría psicoanalítica que Freud había elaborado decía que el perseguidor de la paranoia tenía que ser del mismo sexo. Entonces, parece que el caso es contrario a es ta teoría. En realidad, como la teoría de la que Freud habla es la propia, considera que es la verdadera: esto de "caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica'' debía ser, en verdad, leído como "... aparentemente contrario ...", porque él va a mostrar que la teoría psicoanalítica decía la verdad, pero que para demostrarlo había que interrogar un poco más a la paciente. La paciente es una mujer que había mantenido relaciones con un compañero de trabajo. Este la había invitado a su pisito de soltero, dice Freud, y, en el momento en que iban a tener la relación sexual, la mujer oye \1na especie de "clic", un ruidito que sale del lado de una cortina y que ella, después, en su delirio, dice que se trataba de una foto que el hombre le había hecho para extorsionarla. El perseguidor en este caso es un hombre. Entonces cuando Freud ve a la paciente y la interroga, ésta le cuenta que había habido otro episodio. Que en las horas de trabajo, este hombre, con el que mantenía esta relación -por otra parte inconclusa, no había llegado a mantener una relación sexual con él-, hablaba con una empleada de mayor edad. Y la paciente sentía que algo se tramaba entre ellos y que la empleada particularmente quería perjudicarla. De ahí que la perseguidora es finalmente una mujer, una mujer vieja además, de la que Freud dice inmediatamente que está tomada sobre el modelo de la madre. Este es el contexto general del caso. Lo que a Freud le interesa se ve, explícitamente, por el título es demostrar que es verdadera la conexión en-
sexualidad y paranoia. A un nivel más implícito desl'tabre cosas como éstas que nosotros ahora queremos po1 «~r de relieve: la idea del concepto de un superyó femenino, entendido como 11n superyó de origen maternal arCfltco. Hay aquí, pues, tina perseguidora: la mujer tomada
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madre actual, real, de la de ahora, sino de la image11 do la madre primitiva''. Es la imagen de la madre primi· tiva prohibidora, el superyó maternal arcaico, palabrf1R que son las que nombran el concepto. Bueno, y ¿qué es este superyó maternal arcaico, estii imagen de la madre primitiva que se torna prohibid<>· ra? Este superyó que nosotros vemos originarse en la re· lación de la mujer con la madre, ¿será un verdadero SU• peryó? La prueba de fuego para comprobarlo es aplicar nuestra definición de superyó: defensa contra el complejo de castración y entronización de la posición narcisista del sujeto. Entonces vemos que sí es verdadero. Porque, en verdad, el superyó maternal arcaico es un superyó que llama, es la llamada de la madre, la llamada del amor indio: "Quédate conmigo. Si te quedas conmigo evitarás la experiencia de la relación con el hom bre: podrás resguardarte de la experiencia de la diferencia de los sexos". De ahí que la mujer se sienta tan atraída por lamadre, porque la madre es la primera defensa contra la diferencia de los sexos. En este sentido, si la teoría es correcta -Freud tiene razón en cuanto a que las mujeres se pasan la vida dialogando con la madre- la madre es el único lugar de referencia que resguarda a la mujer de la diferencia fundamental, la diferencia de los sexos, que es la estructura que trata de evitar. En verdad entonces, ese perseguidor que es el hombre es el resultado de una experiencia de prohibición anterior que corresponde a la madre. Hay dos perseguidores; la estructura paranoica, en su caso, no es sino el resultado conflictivo de dos perseguidores. Porque fíjense que cualquiera que fuera la relación entre homosexualidad y paranoia, se puede decir q,uP. ~sta mujer no es homosexual: el impulso de la conducta la lleva hacia el hombre. Lo que pasa es que después, en su delirio, el hombre se le toma perseguidor. Había, entonces, dos perseguidores. La madre persigue porque le impide la relación heterosexual. El hom-
l>re, por su parte, persigue porque desea romper el víncult> con la madre. La una persigue porque no le deja lleJCttr al hombre. El otro, porque no le deja quedarse con Ir\ madre. Este es el estado del conflicto; es como un conflicto coagulado, sin decisión, con doble polo de atracción. [i~n suma, el hombre persigue porque obliga a la diferenrin de los sexos. La madre persigue porque no le permite hacer la experiencia de la diferencia de los sexos que l(.' daría el acceso al objeto de su deseo. Pregunta: Entonces, ¿es el hombre un verdadero per~eg u ido r i. Para Freud había dos delirios: un delirio en que el l'lombre parecería querer extorsionarla y después un delirio segundo en el que la perseguidora era una mujer. l)os perseguidores. Pero para Freud es más fundamental el último, porque encuentra que la perseguidora es del mismo sexo, de acuerdo con su teoría sobre la homosexualidad inconsciente como causa de la paranoia. Entonces el hombre es 11n verdadero perseguidor, pero dependiente de un nivel más profundo donde la perseguidora es la madre. En este caso la estructura paranoica, desde este p11nto de vista, sería el conflicto entre dos niveles persecutorios, donde los perseguidores ocuparían lugares polares, opuestos. Estarían a dos niveles distintos y ocupando lugares polares. Sería una manera de distinguir el campo tensional que define el conflicto. Pregunta: Pero, este campo ¿es el del Edipo? ¿De hecho, el hombre que persigue es el padre? Lo que es muy claro en este caso es la absoluta ausencia del padre. Es como si el padre no pudiera aparecer aquí. Lo vamos a comparar con otro caso en el que, estando establecida la homosexualidad, el personaje fundamental es el padre. En este caso, sin embargo, el padre es como si no existiera. Volveremos a ello cuando reflexionemos sobre la relación que Freud establece entre •
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homosexualidad y paranoia. En cuanto a esto podemos decir que: l. Vamos a tratar de criticar esta idea de Freud.
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2. Hay qu~ tener en cuenta que no lo dice cualquiera, sino Freud mismo. 3. Tendremos cuidado de no deducir, de esta crítica de la relación de necesidad entre paranoia y homosexualidad en la teoría de Freud, teorías extrañas, como ha ocurrido en la historia del psicoanálisis con las críticas a la teoría freudiana. Por ejemplo, con Jung, de quien surge toda 11na mala teoría. Por poner un ejemplo concreto: las conclusiones de la señora Macalpine y su hijo, el señor Hunter, que son los traductores y los primeros comentaristas de las memorias de Schreber, libro sobre el que Freud había escrito. Macalpine, en la introducción de ese libro, al criticar la conexión entre sexualidad y paranoia, . deduce una teoría totalmente jungiana, idealista, reaccionaria y no freudiana.
Bueno, así están las cosas. Le hemos devuelto a la mujer su superyó, que es de origen maternal arcaico. Alguien puede decir: bueno, pero la llamada de amor de la madre, esta llamada que permanece conmigo y me acompafia, ¿no ocurre también en el hombre? Podríamos contestar que sí, ¿por qué no introducir en la teoría un superyó constituido con esta rama maternal en el hombre? Sólo que, aun si aceptáramos este concepto también para el hombre, reivindicaríamos igualmente para el caso de la mujer una estructura distinta, por el hecho evidente de que para ella el objeto primordial es de su propio sexo. La llamada proviene de la madre, para 11na mujer que es mujer como la madre. Lo que es distinto, desde el punto de vista de la estructura, de que la llamada provenga de 11na mujer para alguien que, como el hombre, es hombre y cuyo objeto primordial es la mujer. Se podría pensar que las defensas contra la castración están referidas a la llamada de ese objeto primordial que
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,,H la madre. Pero, de cualquier manera, las
estructuras A hace de manera peculiar, dándole características es1>ccíficas a su superyó. Puede decirse que también en el hombre existe una llamada del objeto primario, pero la estructura ulterior l'S distinta; porque lo que resguarda al hombre es inter11alizar al padre más que mantener la relación con lamadre. En cambio, la mujer va a asegurar más y a internalizar la primera relación con la madre. Mientras que la relación con el padre supone la diferencia de los sexos, porque ella es mujer. Pregunta: ¡j'odr!a hablarse de "la llamada del pacire"? Sí, podría decirse así. Pero es una llamada distinta. Una es la llamada del castigador: el padre. En el caso de la mujer, sería la llamada de la gratificadora: la madre. La madre dice: ''Ven conmigo, te gratifico''. En el hombre, sin embargo, lo que se tiene que internalizar es: "Aquí está el castigador"; para evitar el castigo, hay que aceptar su llamada y poner un castigador adentro. Pregunta: ¿Esta distinción de las llamadas, no significa que la mujer está más predestinada a la homosexualidad, por esta fijación primaria, que el hombre? No sé si más predestinada, pero diciéndolo de una forma mejor, la homosexualidad en la mujer tiene 11na estructura peculiar. La mujer es "como si naciera" homosexual, lo cual tiene sus consecuencias: le es más fácil. El objeto homosexual en la mujer es lo mismo. El objeto homosexual en el hombre es lo otro. En él, la homosexualidad es un progreso; en la mujer, un regreso. En el hombre, la homosexualidad, para decirlo de una manera prohomosexual, es la calle. Para la mujer, la ho-
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mosexualidad es la casa. Todo esto sin buscar teorías r1•· ras. No sé si esto es cierto. Quiero decir que no qui('ffl conectar abruptamente teorías de nivel psicosexual con conductas sociales, puesto que las relaciones sociales son complicadas. Llegados hasta este punto, hemos redondeado algo. Partimos de que todo el mundo tiene pene y llegam 01 a esbozar ciertos hitos para una evolución de la mu .. jer y del hombre. Y vimos producirse objetos teóricos nuevos. De ahora en más vamos a seguir aplicando el mism
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l~ntonces,
las fantasmagorías creadas por los neurótitJR para defenderse del conflicto fundamental en cuesLió11 son: las fantasías, las teorías sexuales y la novela ritmiliar. Ahora bien, si me dijeran: "Bueno, Masotta, usted que cl1 ce saber Freud ahora en Barcelona: ¿qué es una fan11lsía para Freud?" Yo le diría: ''Mire, me llevará tiem1»<> explicárselo, porque no es tan fácil definir qué es lo fl lle Freud entiende por fantasía''. Fantasía es uno de esos términos que en Freud tiet\ C' usos múltiples y definiciones múltiples según los conlt:xtos. Entonces, la dificultad para obtener una definición unívoca de la palabra fantasía es, tal vez, lo que hizo c¡ue se produjera cierta confusión en relación con este término a lo largo de la historia del psicoanálisis, 111ezclándose usos distintos, vulgares y psicoanalíticos. Diré un poco más con respecto a la fantasía. Primero, que el té1·mino fantasía no significa una imagen, no t~s una ensoñación diurna. Es otra cosa. Lo que Freud entiende por fantasía puede incluso no ser algo imagir1ado. Tiene que ver también, añadiré, con el concepto
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ne que ver con algo que él experimentó como goce corporal, es decir, la expulsión de los excrementos. Por CS«J dice Freud que si bien las teorías sexuales infantiles, cuyo estatuto es el de fantasías, son completamente erróneas, sin embargo tienen una porción de verdad, descubren una condición de verdad. ¿Cuál es la condición de verdad? Es que, con esta respuesta, el chico encontró una conexión entre el goce y el nacimiento de los niños. Estas respuestas están ancladas en una experiencia de goce; éste es su valor de verdad. Comparen ustedes esto con las teorías que los mayores explican a los chicos: "Los chicos nacen porque los trae la cigüeña''. No sólo es una teoría sosa, sino además idealista. Porque, ¿quién vio una cigüeña? Uno la vio de grande, en el zoológico. Cuando el chico dice: "nacen del ano'', es algo que experimentó con su propio cuerpo. Estas teorías son verdaderas, según Freud, porque encuentran una conexión entre el enigma sexual y una experiencia corporal de goce. Esto es lo que de ahora en adelante habría que meterse en la cabeza, para no olvidarlo nunca, porque es el fundamento del concepto de· ''etapa de desarrollo de la libido". Las etapas del desarrollo de la libido son conexiones halladas entre conflictos enigmáticos y experiencias hechas con el cuerpo.
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9. RESPUESTAS DEL SUJETO
Hemos hablado de las fantasmagorías del sujeto. Para la teoría psicoanalítica no son tan fantasmagóricas. Es decir las fantasmagorías del sujeto son la manera en que el suJeto responde inconscientemente a los mismos objetos teóricos de los que se ocupa ,la t~oría. , . Esa es la peculiaridad de la teona ps1coanalít1~. Po.r eso entre el saber psicoanalítico y el discurso del h1sténco ~o hay una. oposición, sino que hay una relación estructurada de pasaje del uno al otro. Es decir, cuando hablamos de fantasmagorías, eso no quiere decir que sean las tinieblas, mientras que el campo de la verdad serían los conceptos de la teoría. En ambos casos estamos tratando de campos, de discursos que hablan de los mismos objetos, de modo que el pasaje de uno a otro no es tan problemático; incluso más adelante veremos que esos pasajes son necesarios. Entonces, dije que dentro de ese gran campo de ,las fantasmagorías del sujeto podíamos citar las fantas1as, las teorías sexuales y la novela familiar. Vimos que decir lo que es una fantasía en Freud es difícil; pero, en cambio, definir qué era una teoría sexual nos resultó fácil. Según nuestra definición, teoría es la respuesta dada a un enigma sexual en la persp.ectiva ~e una experiencia de goce corporal. Y, en ese sentido, dec1a que el prototipo de la teoría sexual infant~ es 3:11al. Freud en11mera cuatro teorías sexuales infantiles:
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l . La premisa universal del pene, formulada en 1908 a~ atribuyéndole ya estatuto de teoría. 2. Teoría anal (llamada también cloacal), según la ct1al los niños nacen por el ano. 3. La couvade: representada en ese rito que encontri1~ mos en algunos pueblos, en el que, mientras la mujor está en el momento del parto, el hombre mira con ges· to de dolor: participa en el parto. Por extensión, figura que el hombre taro bién puede parir. En la teoría psico· analítica se usa en este último sentido. La teoría infan til es que los hombres también pueden tener hijos. 4. Escena primaria. La concepción aterrorizada del coito parental, una escena rechazada como terrorífica.
Reflexionemos un poco en torno a cada una de ellas. Con respecto a la primera, en verdad no es \1na teoría. Una teoría es la respuesta a un enigma sexual, pero el enigma sexual, para Freud, en este artículo, es el nacimiento de los chicos. En el otro artículo, el enigma sexual fundamental es la diferencia de los sexos. Diferencia de los sexos y premisa universal del pene faloson conceptos casi tautológicos. Pero cuando el chico dice "todo el m11ndo tiene pene", no resuelve ningún enigma, sino que resuelve la condición de la aparición del enigma, que es: ''¿Cómo puede haber diferencia de los sexos?''. Y no quiere saber nada; dice: "Esto me asusta". Entonces, la premisa 11niversal del pene no es una teoría. Supongamos que esta casa se inunda de agua. Entonces la teoría sería: el agua sale de la casa de al lado, que es vieja. Esa es la teoría. Pero decir "el agua sube" no es una teoría, sino describir con palabras lo que está ocurriendo. Y lo mismo es decir ''todo el m11ndo tiene pene", como decía Freud. No es una teoría, porque en verdad constituye el enigma mismo. La primera, pues, no es una verdadera teoría sexual. Como premisa uní-
27. "Teorías sexuales infantiles", véase nota 26.
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r·sal, tiene que ser colocada en otro nivel que, en print J)io, habíamos llamado de derecho y que establece la l•r1se misma a par.tir de la cual puede haber enigmas o t 1>11llictos. La segunda, los chicos nacen por el ano. Ahí sí que •olamos ante una verdadera teoría. Hay un enigma: el 111tcimiento de los chicos; y una respuesta: el ano. Pero f'(Jcnse en una cosa: el enigma aparente acá el naci1111cnto de los chicos- oculta otro al que Freud se refirre en el otro artículo, que es la diferencia de los se"c's. Porque decir "los chicos nacen por el ano" es una l1tiena defensa para ocultar la diferencia de los sexos. J>ero es una teoría auténtica, en el sentido propio. Y, por 11Lra parte, descubre algo de verdad puesto que, a nivel el<' la zona anal (por sus experiencias anales), el chico lta tenido alguna experiencia de satisfacción. Entonces, t·on la teoría conecta la experiencia de satisfacción con ( l nacimiento de los chicos, lo cual está bien. Podemos (lecir que la teoría cloacal-anal es la teoría sexual infant1l por antonomasia. Es el modelo de la teoría. La tercera teoría no es más que un derivado de la anterior . "Los hombres también pueden tener hijos'' es una consecuencia de que los niños nazcan por el ano; también o.sí se niega la diferencia de los sexos. La cuarta podría tener rango de teoría, a pesar de que en otro nivel Freud la va a enumerar más tarde entre las fantasías primarias, puesto que al rechazo del coito parental -porque si el coito parental existe, entonces hay que reconocer la diferencia de los sexos- se le agrega la teoría de que ese coito es por sí mismo desagradable, sangriento, que algo malo pasa entre el padre y la madre. En este sentido no sería una teoría. No explica lo que se está viendo. Volviendo a nuestro ejemplo, es como decir: "sube el agua y el agua está podrida''. Pero por lo menos agrega algunos. datos a la reflexión sobre lo que está pasando. Repito: la teoría por antonomasia es la anal. Y va a tener mucha importancia, scbre todo en la teoría de
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Freud en relación con el análisis de la analidad en la neurosis obsesiva. Hablaremos ahora de la novela familiar. Lo mismo que decíamos de las teorías en relación con las fantasías -que las teorías son claras, son definibles podría de· cirse de la novela familiar. La novela familiar es una suerte de cuento inventado, gestado por el chico, para responder también a algo que se le torna, si se quiere, enigmático. Pero la estructura es distinta de la teoría. En primer lugar, el enigma en este caso no es sexual, no tiene que ver, al menos directamente, con el sexo; aunque las respuestas sí. Y en segundo lugar, lo novelado va a introducir como personajes de la novela funda~entalmente a los padres. El enigma aquí no es sexual, sino que es 11n problema --diciéndolo con un térinino no freudiano de identidad. La pregunta fundamental de la novela es: "¿Quién soy yo?". Es decir: ¿Quién soy yo en relación con mis padres? Puesto que de quiénes sean mis padres depende quién soy yo. Y lo interesante de esto es lo s~guiente: que el resultado de esta novela, que asigna una historia a los padres, es que los padres aparecen desdoblados, son dobles. La novela introduce una estructura con padres dobles. El modelo de la novela (sobre el cual Rank escribió 11n libro) sería el mito del nacimiento del héroe. 28 Sería como la histotia:·de Moisés? por ejemplo. El argumento es siempre parecido: hay algún oráculo que vaticina al padre que el hijo que va a nacer será peligroso para el reino y para su propio bien, de modo que el padre trata de defenderse del hijo. Entonces lo pierde, o el río se lo lleva, o lo olvida. En el caso de Moisés, por ejemplo, lo ponen en una canasta y el río se lo lleva hasta donde unos campesinos, muy lejos, lo recogen y lo crían. Cuando el chico es grande, llega 11n momento en que se entera de que estos padres campesinos no son sus padres, de que sus padres eran reyes -sobrevaloración de los 28. O. Rank: El mito del nacimi.ento del héroe (1909), Ed. Paid6s, 1961.
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padres-. Mis padres no son éstos, sino que mis padres verdaderos son reyes. Esto de los dobles padres es lo que hay que retener. Después lo vamos a pensar y vamos a ver sobre todo la cuestión del desdoblamiento del padre y la importancia que adquiere en el caso Schreber, en el ''Hombre de las ratas'' y en el "Hombre de los lobos". 29 De cualquier manera los dobles están por todos lados en la estructura que estamos estudiando. En el nivel del sujeto, más adelante lo probaré: dos sujetos -él y su propio doble . En el nivel de padre: dos padres el padre real y el padre idealizado, sobrevalorizado . En el nivel de la madre: dos madres la madre sobrevalorizada y la madre degradada . En verdad, son seis 1ugares y no tres. Y con esto está dicho casi todo lo que podemos decir de la novela familiar. Después vamos a leer el artículo, un articulito corto. Ahora que ya hemos ensanchado lo suficiente este campo sería bueno poner a prueba algo de lo aprendido con respecto a algún caso. Aquí, indudablemente, corresponde la lectura del artículo "psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina". 3º Este artículo -del que voy a tocar los puntos fundamentales para seguir fundamentando el orden de los conceptos es interesante por varias razones: a. Por algunas reflexiones con respecto al complejo de transferencia. b. Para ampliar nuestra visión del desarrollo de la sexualidad femenina. 29. Caso Schreber: "Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia autobiográficamente descrito" (1910), tomo 11, pág. 1487. El hombre de las ratas: "Análisis de un caso de neurosis obsesiva" (1909), tomo 11, pág. 1441. El hombre de los lobos: "Historia de una neurosis infantil" (1914), tomo 11, pág. 1941. 30. "Sobre In psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina" (1920), tomo m, pág. 2542.
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c. Para pensar sobre eso que se llama la ''analizabilidad". Es decir, para establecer cuándo los pacientes son o no analizables. d. Y, en especial, para estudiar la estructura de la homosexualidad en el caso de una mujer.
s~ ~rata de una joven, 11na adolescente, que acude al análisis sobre todo presionada por los padres. Ellos son los que quieren que se analice, en particular después de una especie de intento de suicidio. Ella no pone en el análisis más que un interés intelectual y sexual, y, por otra parte, lo hace para satisfacer a los padres. Tal vez estas malas condiciones de entrada en el análisis hacen que fracase y la chica abandona a Freud y deja el tratamiento. Es una ·chica claramente homosexual; no hay duda alguna de que lo es esto nos lo dice Freud desde el principio . Por otra parte tiene muy pocos episodios de tipo neurótico, había estado bien. Incluso venía al análisis no tanto porque ella misma tuviera problemas, sino que los problemas los ponían los demás a su homosexualidad. No había mantenido, sin embargo, relaciones sexuales reales con ninguna mujer todavía, lo cual Freud lo dice le daba una especie de ventaja al análisis. Bueno, voy a resumir el caso. Lo más interesante a l~ largo de toda la observación de Freud es la importancia que en este caso de homosexualidad femenina adquiere la figura del padre. El padre está presente como . ' siempre, muy presente. Es el personaje fundamental con ~uien le une una profunda relación de agresión, po; lo mismo muy intensa. Ella, la cillca, anda con una mujer a la que ama y a quien declara su amor. La mujer se deja cortejar por ella. Todo esto enfurece bastante al padre. Ella, como si lo supiera, se pasea prácticamente delante de las narices del ?adre, ante la ventana del lugar donde el padre trabaJa. El padre es pues importante, pero no es solamente esto. Por lo menos en tres momentos clave del desarro-
llo, el Edipo de esta joven, claramente homosexual, muestra una estructura bien heterosexual, con fantasías heterosexuales. En primer lugar, según el análisis de Freud, en el mismo acting del suicidio. Resulta que en uno de los paseos que ella realizaba con esta señora (que era una especie de cocotte, mezcla de coqueta y de puta) se encuentra con el padre. Entonces, parece ser que el padre les lanza lina mirada, una mirada fulminante, terrible, muy agresiva. La cocotte, después de esa mirada del padre fíjense cómo la habrá mirado... , la cocotte le plantea a la chica que prefiere que no se sigan viendo. Entonces ella se siente muy mal y sobreviene el intento de suicidio; para hacerlo se tira a 11no de los fosos por los que en Viena pasa el tranvía. Freud interpreta el pasaje al acto del suicidio por la palabra, por el significante; como un chiste. Tirarse hacia abajo, en alemán, es: n'iederkomen, que quiere decir: "ir abajo", "venir abajo". Y niederkomen al mismo tiempo en francés es parecido quiere decir ''parir", "dar a luz". Entonces, "tirarse abajo'' es realizar el deseo de "parir". Es como en el chiste. Supongo que estarán de acuerdo con la interpretación de Freud, si lo que decimos desde el comienzo es cierto: que el significante es el fundamento de toda interpretación psicoanalítica. Pero, entonces, fíjense acá que el objeto del deseo de esta homosexual, en el momento del pasaje al acto, es el hijo, o sea, el objeto de un Edipo positivo. Después vamos a ver otros indicios de la presencia del Edipo positivo en este caso. Por ahora doy solamente este ejemplo. Lo importante es que a lo largo de todo este caso Freud está mostrando que en ningún momento puede explicar los determinantes de la homosexualidad, cuál es la causa de la homosexualidad. Lo notarán durante la lectura del artículo: Freud está tratando de encontrar por qué es homosexual esta chica, qué pasó, qué deterrninó la homosexualidad. Verán ustedes lo oscuro que es el capítulo
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final, donde Freud trata de discutir el origen de la sexualidad en la mujer.
En primer lugar, lo que se ve en el caso es que la relación de la chica con la madre es muy distinta de la relación con el padre. Mientras que el padre está completamente enfurecido por la homosexualidad de la hija, la madre no parece preocuparse; incluso, Freud lo dice, hasta cierto p11nto es como su cómplice, como si hubiera un trato de complicidad entre las dos. Es como si hubiera entre ellas una especie de reparto. La madre es una mujer joven, no cocotte pero sí un poco coquetona, bonita y coqueta, que todavía gusta -dice Freud-. El reparto sería así: "Las mujeres son para ti y los hombres son para mí". Es como si la homosexualidad de la chica no le molestara a la madre, porque entonces la chica no aparece como rival de su coquetería. Esto por 11na parte. Por otra parte, fíjense, el padre es tina figura importante en la estructura edípica. Además parece un padre muy masculino, de voz ronca, un hombre violento, etc. Pero podríamos decir que a esta violencia la madre corresponde descalificándolo, porque mientras él se preocupa tanto por la homosexualidad de la hija, la madre no le da ninguna importancia; es una manera de descalificar la palabra del padre. Y en tercer lugar, Freud dice cosa interesante que esta señora, que era bastante coquetona, había tenido en algún momento de su vida un ataque nervioso un ataque histérico, puede pensar uno . Así, ataque histérico, coquetona, más joven que el marido, descalifica la palabra del marido, ¿le interesaría a ella el marido, como objeto sexual? Parece que bastante poco, y uno puede incluso pensar que como buena coqueta le interesaba más seducir a los tipos que los tipos en sí mismos. Entonces, ¿qué pasa? Lo que se ve en la estructura es
que no hay deseo del padre por parte de la madre; el deseo de la madre no se dirige al padre. Entonces, aquí hay una razón de la deterrninación de la homosexualidad. Sería fácil realizar un modelito uniendo esta reflexión del caso con los datos que sabemos ya sobre el desarrollo de la mujer. En el desarrollo de la mujer, nosotros teníamos en un primer momento \1na fuerte ligazón con la madre, relación preedípica sobre el fondo de la ilusión fálica. Luego experiencia de la diferencia de los sexos y complejo de castración. A continuación, separación con respecto a la madre y entrada en el complejo de Edipo, en busca del padre. Esto es lo que ocurre en la nena. Va a buscar al padre para proyectar sobre él al hijo, lo que reaparece como explicación del pasaje al acto del suicidio. Por la tensión, la nena busca 11n objeto heterosexual; busca al padre como lugar de la proyección del deseo del hijo. Pero en el momento en que ella se separa de lamadre y va a buscar al padre, podríamos decir que el padre no está en el lugar que le corresponde en la estructura: no está porque no está ahí sostenido por el deseo de la madre. Entonces, la tensión estructural producida por la separación de la madre la llevaría hacia el padre: el padre está, podría uno decir, ocupado por la libido que ella arrancó de la madre y que tiene que depositar en el padre. Pero ese padre no está sostenido en la estructura por el deseo de la madre. ¿A qué recuerda esto que estoy diciendo? Se parece un poco al melancólico. El melancólico pone la libido sobre un objeto, pero sobre un objeto que no está, que está muerto. Entonces, en este caso, si el objeto de la ocupación de la libido es conflictual porque, igual que en el melancólico, el objeto falta, ¿cuál es la operación que ya sabemos que es ley para Freud? ¿Qué hará la niña? Reemplaza la elección de objeto por 11na identificación; esa identificación es la base de la estructura homosexual. Y, entonces, podríamos decir, la niña regresa al objeto primordial, a la madre, en lo cual Freud ve el modelo de
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Pregunta: ¿De la madre de la paciente no se habla en
este artículo?
sus objetos ulteriores, porque lajoven parecía exigir para enamorarse de una mujer que ésta fuera un poco coquetona y mayor -sobre el modelo de la madre . Entonces, ahí le faltaba un solo concepto a Freud. Pero nos hace pensar que la determinante es que para que se pueda entronizar la estructura triangular en la mujer -y también en el hombre, aunque con otras características-, el padre tiene que estar sostenido por el deseo de la madre. Si el deseo de la madre no hace interesante al padre, por decirlo así, el chico se encuentra con un vacío que es reemplazado con una identificación, base de la identificación masculina propia de la homosexualidad. Por otra parte, Freud sugiere en el artículo que la chica tiene un estilo muy masculino de amar. En este sentido, entendemos por masculino un estilo de amor cortés por la cocotte; porque Freud dice que en verdad amaba a esa mujer y no le interesaba mucho la cosa sexual, no habían tenido relaciones sexuales. Siendo claramente homosexual, estableciendo claramente que le gustaban las mujeres, estaba enamorada -pero de amor- de esta mujer y la perseguía. Esto es lo masculino que he dicho, es lo que se llama un amor cortés. El amor cortés es un amor hecho de sugerencias, de citas, sin plantear nunca la relación sexual. ''Nos encontramos a tomar el té a tal hora" ...Primero el té, después la leche, t1n azúcar.... mandar un ramo de flores .... Toda una especie de persecución del objeto, sabiendo que el objeto femenino se sustrae. El hombre en este caso es quien persigue y no se plantea la relación sexual. Es este estilo el que adopta y que es altamente reasculino. De acá lo interesante es que la determinación de la sexualidad no se produce en la relación primera con la madre sino en la frustración de estructura, lo no realizado, de ese padre a quien no han puesto en su lugar. Ella iba hacia allá y entonces se produjo una frustración de estructura porque el padre no estaba ahí para ser ele-
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gido, puesto que la madre no lo había deseado. Así, en primer lugar, hemos de ver cómo aparecen datos de un Edipo heterosexual en la homosexualidad de la mujer. Y en segundo lugar, cómo la homosexualidad de la mujer es regresiva, resultado de una frustración de estructura. Vuelvo a repetir: frustración de estructura -nadie frustró a nadie . Esto se ajusta un poco más al esquema que habíamos visto del desarrollo de la mujer. Y va a ser por esta razón de los datos con respecto a esta estructura de una homosexualidad femenina, que vamos a discutir la conexión -que para Freud es de necesidad entre la paranoia y la homosexualidad. Pregunta: En cualquier caso, en la homosexualidad masculina, ila estructura es semejante? O sea, ausencia del padre por falta de deseo. ¿La carencia de deseo por el padre puede ser condicionante en todo caso, o no? Aquí habría una sustracción, porque el padre no está puesto en la estructura; entonces ella ret?rna a la p~ sición homosexual. Pero en la homosexualidad masculina es distinto: el padre no puede ser lugar de identificaciones, primero, porque la madre retiene al niño en relación, negando la diferencia de los sexos. Por otra parte la madre tampoco desea al padre, entonces hace aparecer un padre sin el pene. El fundamento del homosexual es que se pone frente al otro preguntándole: ''¿Es cierto que lo tienes?" Es la pregunta homosexual, la pregunta que le hace al padre: "Si lo tienes, muéstramelo". En verdad, el homosexual masculino lo que quiere hacer es restituir a un padre con pene. Buscando un compañero con pene, a quien busca es al padre, pero un padre cuyo pene no era introducido por el deseo de la madre. Eso es lo que se pide al compañero: "¡Muéstramelo!''. Es la exigencia de que el otro lo tenga. Pero siempre, desde luego, el factor estructurante fundamental es el deseo de la madre por el padre; es lo que determina la estructura. Con la característica fundamental de que las estructuras van a tener distintos desarrollos en el hom-
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bre y la mujer, porque uno tiene pene y la otra no. Simplemente por eso. Lo que hace la homosexual femenina es mostrarle al padre -que lo tiene que se puede amar a otra por lo que no tiene. La homosexual femenina reacciona contra el padre, por el cual se vio frustrada. El padre lo tiene, en verdad lo tiene. En los casos de homosexualidad reacciona!, como éste, se ve mucho más. Pero toda la homosexualidad femenina sería, en verdad, reacciona!, posfrustratoria. No frustración por no haber conseguido lo que se tenía, sino porque el objeto no estaba introducido por el deseo de la madre. Pero entonces, al no poder conseguir ese objeto, reacciona en su contra. De ahí la importancia del padre en el caso de homosexualidad de la mujer, de esta mujer en particular. Entonces, lo fundamental en la homosexualidad de la mujer sería demostrar que se puede amar por lo que no se tiene. Por otra parte, esto es lo que define el amor: el modelo de la homosexualidad entre mujeres es el modelo del amor, porque nadie tiene nada que dar al otro desde el punto de vista peniano. En este sentido se puede decir: la homosexualidad femenina se sitúa en la vertiente del amor y del desinterés. La homosexualidad masculina, en la vertiente del goce y de los objetos reales. Pregunta: Entonces, ¿hay un desprecio de la envidia del pene en la homosexualidad femenina? Sería una manera de articular la envidia del pene. Pero no como cree la gente generalmente, como si la homosexual dijera: ''Yo tengo pistola". No. Esta no es la idea. La idea fundamental es, en cuanto a la condición, no que yo no tenga, sino que la otra no debe tenerlo. Eso es clarísimo. Un homosexual, masculino o femenino, ¿qué hace? Ve que hay un cuerpo en \1na cama y no sabe si es masculino o femenino. Entonces pone la mano para ver si hay o no hay. Si ella es 11na mujer homosexual, lo que busca es que no haya; si hay, saca la mano y se
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asusta...Y si es t1n hombre homosexual, busca que haya; si no hay, él se asusta. Es la condición de que el otro tenga o no tenga pene lo que determina, desde el punto de vista descriptivo, la estructura. La homosexualidad femenina es profundamente reacciona! y producto de la estructura del .amor, porque el amor es desinteresado. Si tú amas a ~guíen, estarás propenso a permitirle incluso que no teng3: hasta la. cosa que más necesitas, si lo amas. No hay obJetos en Juego, en este caso no hay un pene en juego. Pregunta: ¡ft.xiste el amor en la estructura heterosexual? Lo que define al amor heterosexual no es la he.terosexualidad; no hay relación de necesidad. Pero, de igual modo en el amor heterosexual, supongamos que al hombre amado le estalla una granada en la guerra Y le destruye los genitales. ¿Ya no se lo amaría? Quién sabe, tal vez sí, aunque ya no tenga genitales. Es el ~aso de ~~a famosa novela de Hemingway, Fiesta. La acción se situa en la posguerra. Hay un grupo de ame?-canos en París que va de fiesta en fiesta. Los personajes fundamentales son 11n periodista y ella, que es muy hermosa. Hay 1 na relación entre ambos, pero no se sabe lo que pasa. 1 Entonces, lo que pasa es lo siguiente: es como si ~lla se le insinuara a él; y él como si estuviera todo el tiempo defendiéndose, como diciendo que no. Ella insiste en ~ue quiere estar con él, etc. Todo esto ocun:e .en un ambiente muy divertido, de una forma muy c1nica en la novela. Mientras todo esto ocurre, ella se acuesta con todo el mundo. Hacen un viaje a España y van a ver una corrida de toros; ella se enamora del torero y se acuesta con· el torero ...El sufre por todas estas relaciones, pero cuando ella vuelve hacia él, entonces se sustrae. Al final, toman un taxi y hay una conversación hemingweyana, muy larga. Entonces te enteras de que ella lo ama. Le dice: ''Eres el único hombre que he amado y todo lo que quiero es estar contigo''. Pero el tipo le dice que no,
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que eso es imposible, que ya no puede ser. Y 1uego se sabe que en la guerra perdió los genitales. · En el amor heterosexual es igual, sólo que es to no lo define por sí solo. Es decir, cuando una mujer ama a l.lll hombre -por suerte y desgraciadamente para la neurosis- puede sacrificar el interés por el pene del hombre. Pero en la homosexualidad femenina esto está absolutamente claro, porque es la condición de la relación con el objeto que determina toda la estructura de la sexualidad: tiene que faltar. ~a homosexual femenina es como una romántica que quiere mostrar algo. Está hablándole en diagonal al padre, diciéndole: ''¿Ves? No te puedo alcanzar, a ti que tienes, pero se puede amar a alguien que no tenga''. Es lo que está demostrándole. El caso del hombre se plantea sobre la vertiente del deseo -dice Lacan-, en relación con el objeto de goce, el pene. Es el objeto peniano como modelo el que está ahí Y la actitud sería de desafio con respecto al hombre: ¡"Muéstram elo''! .Bueno, sobre esto que acabo de decir aquí, les recomiendo que lean el artículo de Lacan "La significación 31 del falo". Léanlo despacio, porque es muy complicado.
31. "La significación del falo", en Escritos, SigJo XXI.
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10. DESEO Y GOCE
Como vimos en el caso de homosexualidad femenina comentado por Freud, lo fundamental es una frustración de estructura, ya que la chica va a buscar al padre, pero el padre no está sostenido por el deseo de la madre. En este caso el objeto falta porque no está indicado por el deseo del Otro. Esto es importantísimo entenderlo. La necesidad del Otro para que haya objeto de deseo es fundamental. Se ve en la vida de todos los días. Como cuando una chica dice: "Cuando estoy con mi amiga, él es más interesante. A solas con él, me aburro". En el artículo sobre la homosexual femenina, debemos acentuar la importancia predominante del padre a todo lo largo de la observación. Cosa que contrasta con el otro caso del que h~blamos, "Sobre un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica'', donde el padre brilla por su ausencia. En aquél está omnipresente, incluso en el sentido de 11n estilo edípico positivo, con elementos heterosexuales. En este caso el padre está completamente ausente: la omnipotencia de la madre aparece como algo devorador. El padre está muerto, ni se habla de él ni se lo ve por ninguna parte. Visto esto, el motivo de entrada a los artículos que vamos a comentar es otro. Hemos visto cómo se estructuraban conceptos a partir del conflicto fundamental introducido por la premisa universal del pene: narcisismo, equivalencias simbólicas, superyó. Estas son las tres referencias fundamentales. Sin embargo, hemos dejado de
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lado. otra temática. Si nos estamos ocupando en serio de la vida sexual, tendríamos que poder responder al menos en. parte a una cosa fundamental en la observación de la vida sexual. Es que los objetos de la sexualidad aparecen generalmente como condicionados. A saber, que P.resent.a n lo que Freud llama condiciones eróticas, erotik Bed~ngung~n. ¿De dónde sacar alguna teoría para ver por que el obJ eto está condicionado? De ~quí la remisión a los artículos de ''Contribuciones 8: la vida. erótica''. Fundamentalmente dos: "Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre'' y ''Sobre la degradación general de la vida erótica''. 32 ~n el primero de los artículos, Freud señala la extrane~a que producen un par de exigencias eróticas en los SUJetos masculinos. Una de ellas se refiere a sujetos que sólo pueden tener relaciones, o se enamoran, o sienten deseos por mujeres que ya andan con otro tipo, que e~tán casadas o que tienen novio. Y la segunda condición. es la pr~ferencia por prostitutas, preferencia en el sentido de exigencia. Para que la mujer sea deseable tiene que tener algo turbio, entonces· se torna deseable.
.. 33; ~a transcripción original no diferenciaba en este pasaje entre "otro" y Otro · Sm embargo, por el contexto pueden tratar de distinguirse.
cación es edípica, el perjudicado es el padre. Pero hay más que eso ya que si no está el otro hombre de por medio, la mujer no sería deseada. Lo que nos descubre esto es algo fundamental en la determinación del objeto del deseo, algo que es coherente con el hecho del que nosotros partimos: la pulsión no tiene un objeto predeterminado. Si el sujeto va a interrogar en sí mismo al impulso que lo lleva hacia el objeto heterosexual, la mujer, no encontrará nada. Encuentra a la mujer cuando la mujer es puesta en la estructura por otro hombre que la desea. Entonces en verdad el deseo del tercero es aquí el que introduce el objeto y lo torna objeto del deseo. En este sentido podríamos decir, si ustedes quieren, que este deseo del tercero es 11na defensa contra la labilidad de objeto de la pulsión. Si la pulsión no da el objeto, entonces, ante la posibilidad de una nada de objeto, me defiendo mirando a donde mira el otro. Y allí encuentro al objeto. Esto nos introduce a un universo donde los objetos aparecen inducidos por deseos de otros. En verdad es éste el único modelo que nos va a permitir integrar estos datos coherentemente en la teoría, una teoría que en su p11nto de partida nos dice que la pulsión no da el objeto. Entonces habrá que fijarse en relaciones, sobre todo triángulos. Pero hay algo más interesante aún; decir que se desea el objeto introducido por el deseo de un tercero, es decir que uno se identifica con el tercero. Así, Pedro tiene una novia, María, y yo me enamoro de María. Esto quiere decir que yo me identifico con Pedro. En la triangulación edípica es lo mismo. Me enamoro de mi madre y me identifico con mi padre, que en verdad es quien desea a mi madre. O utilizo el deseo de mi padre por mi madre, para darme a mi madre como objeto sexual. Pero entonces, el polo de la identificación es el que en verdad dirige: porque su deseo hace aparecer el objeto del deseo. Lo que señalamos, antes de seguir nuestro camino, es la extraña particularidad de que el objeto de
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Pregunta: -¿Sólo éstas dos condiciones? En este texto, sí. Pero hay millones de ellas. Por ejemplo: que sea manca, que tenga una tía que se llame Flora, que sepa cocinar mal ... cualquiera. Ciertas mujeres se casan ~o~ un paralítico, que parece cumplir para ellas una condición por ese mismo motivo. Sentir deseo por 11na mujer elegida por el deseo de 33 otro • s~ ~xplica, según Freud, por el Edipo reducido por el peIJwcio d~l ~rcero. Se desea a la mujer elegida por otro para fastidiarlo, para perjudicarlo. Ya que la expli32. "Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre" (1910) en tomo ll, pág. 1625. ' "'Sobre una degradación general de la vida erótica" (1912) en tomo II pág. 1710. ' '
la identificación deba coincidir con el objeto de la agresión. De eso parte Freud cuando habla de perjuicio del tercero. Al identificarme con mi padre, según la lógica edípica mando la agresión hacia mi padre: el polo de identificación es el polo de la agresión. Dos cosas fundamentales: una cierta conexión, que habrá que indagru· en adelante, entre identificación y agresión, por una parte. Y por otro lado, lo que dijimos antes: que el objeto del deseo no surge de la pulsión sino del deseo del Otro. Esto con respecto a la prjmera condición erótica. Esta condición erótica, en el sentido fuerte, muestra la labilidad del objeto de la pulsión. El tercero funciona como apoyo. La segunda condición erótica es más interesante todavía, porque contiene la operación básica de constitución de la condición erótica en sí misma, de los objetos parciales como objetos de goce, como podría ser una media para un fetichista. Condición erótica quiere decir las propiedades exigidas al objeto para que el objeto se tome apto para el goce. Lo importan te de las erotik Bedingungen es el carácter compulsivo y de todo o nada de la condición. La condición determina lo que se torna apto para disparar el deseo y el goce del sujeto con respecto al objeto. Si esa condición no se da, el sujeto está como trabado. Pregunta: Habría que preguntarte qué es el displacer. Displacer, en primer lugar, no es un concepto freudiano. Psicoanalíticamente hablando se interpreta por su contrario, y así el disgusto hay que interpretarlo como resultado de las barreras que el sujeto se pone para acceder a sus propios objetos de goce. Tanto disgusto como displacer son formaciones reactivas. Indican el afecto contrario al de la conducta. Displacer sería, entonces, placer profundo. Lo que ocurre es que hay una barrera. La verdad es que el objeto del goce, debido a las defensas del sujeto, no está estructurado. Entonces el sujeto en vez de poder acceder a él, tiene que eludirlo, lo que
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nos remite a la teoría de la represión. Las formaciones reactivas son apariciones masivas de lo reprimido a través de su contrario. Aunque esto podría darnos una concepción del inconsciente que, siendo buena, no es demasiado acertada, porque podría dar la impresión de que la relación entre lo que aparece y lo inconsciente es, punto por punto, de una cosa a su contrario, lo cua~ no es cierto. Las formaciones reactivas son parte del inconsciente, pero no todo el inconsciente son formaciones reactivas. Decíamos que el disgusto supone placer. Si aparece el disgusto, ello significa que el goce que proporcionarí~.. la relación con el objeto está obturado, hay una repres1on. Las formaciones reactivas son de afectos negativos, el afecto que aparece es negativo. Por ejemplo, el recha.zo, el disgusto, la vergüenza son deseos en forma negativa y actitudes pasivas frente al objeto. Pero la verdad del disgusto es el placer; la verdad de la vergüenza es el exhibicionismo, que es activo. Lo complicado de la estructura es el deseo. Ya que estuvimos hablando de la relación de goce con el objeto y empleamos el término placer, deberíamos tener presente que tratándose de la teoría psicoanalítica habría que distinguir entre goce, deseo y placer. Hay que tener en cuenta que generalmente los teóricos del psicoanálisis hablan poco de goce. Esta palabra habría que promoverla. En verdad el goce aparece en relación con las erotik Bedingungen, porque las condiciones eróticas son las que determinan las propiedades del objeto para que el objeto se tome apto para el goce, no para el deseo. El goce es el usufructo real del objeto. Si el deseo pertenece al subjuntivo, el goce pertenece al indicativo. Hay que distinguir bien esto. En primer lugar, esta distinción no está muy bien hecha en Freud. La palabra ''goce" la usa poco. La palabra deseo la usa en lln contexto distinto, pero donde adquiere su mejor significación es en re~a ción con los sueños. Recuerden la famosa frase que dice
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que los sueños son una realización de deseos. 34 En cuanto al goce, tiene que ver con las propiedades actuales del objeto: si las condiciones son adecuadas, como yo exijo que sean, gozaré con él. Lo otro sería el placer. En Freud el placer remite a la metapsicología y al modelo económico. Se trata del principio del placer, que a su vez tiene dos definiciones. Pero por el momento no quiero tocar este p11nto. Lo que quiero decir solamente es que la palabra "placer'' hay que oírla como un principio conservador, relacionado con la homeostasis en la relación, con el intercambio equilibrado de presiones. El placer sería que la exigencia del objeto o la tensión frente al objeto no fuera ni demasiado alta, ni demasiado baja. Podemos pensarlo como un principio conservador aristotélico, puesto que la ética de Aristóteles es una ética del término medio. 35 El de deseo es el concepto más complejo de todos. Si la teoría freudiana lo remite a los sueños, hay que preguntarse por su significación, su articulación y el porqué de la famosa frase de Freud, según la cual el sueño es una realización de deseos. ¿Qué es lo que quiso decir? Tendríamos que estudiar cómo se realiza el deseo en el sueño y la forma de su realización. Tal vez así podríamos tener 11na idea del concepto freudiano de deseo. Con respecto al goce, como hemos dicho, remitiría a las condiciones eróticas. Un buen artículo para estudiar el problema del objeto apto para el goce, en Freud, es éste: ''Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre". En cuanto al placer, nos remite a la metapsicología, al modelo económico o seudoeconómico y a las relacio-
34. Tesis fundamental en La interpretación de los sueñ.os (1900), que da nombre al capítulo III: "El sueño es una realización de deseos", tomo I, pág. 422 . 35. Cf. Aristóteles: "De la naturaleza de la virtud", Cap. VI de la parte 2, de la Etica a Nic6maco, Ed. Austral.
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nes de equivalencia u homeostasis entre las energías psíquicas, pero taro bién por supuesto al problema ge~e ral de la pulsión. ¿Qué quiso decir Freud, cuand? al mtroducir la pulsión de muerte, habló de una puls16n que 36 está más allá del principio del placer?
36. Más allá del principio del placer (1920), tomo III, pág. 2507.
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11. FREUD CONTRA JUNG
Volviendo al artículo que comentábamos la otra vez, "Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre", decíamos que en él Freud presenta dos tipos especiales de condiciones eróticas en el sujeto masculino. La primera era la exigencia de mujeres que ya fueron elegidas por otros sujetos. Decíamos que el deseo del tercero era fundamental en la constitución del objeto del deseo. Por sí solo, el sujeto no podría constituir ese objeto. Por lo mismo el deseo del tercero es una suerte de defensa contra la nada de objeto de la pulsión. Se dijo taro bién que aquel que introduce el objeto, el tercero, el deseante, es en verdad el polo de la identificación. De modo que el concepto de identificación sexual -por la cual el sujeto se identificaría al hombre y podría desear a una mujer- oculta el hecho de que lo que permite desear a una mujer es que la mujer sea dese~da por otro. El otro como deseante es el que torna atractivo al objeto. Superponiendo a este esquema la idea freudiana del perjuicio del tercero, vemos que el objeto de la identificación coincide con el objeto de la agresión, como si el sujeto fuera tan desagradecido que quisiera destruir al mismo que le permite acceder a los objetos sexuales. Destacamos entonces la correspondencia en la teoría psicoanalítica entre la identificación y la agresión, característica que ya habíamos introducido cuando hablamos del estadio del espejo. •
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Pero Freud hablaba de otra peculiaridad en la elección de objeto, que es la de ciertos tipos que se enamo .. ran de prostitutas, en una preferencia por el objeto de· gradado. Y para contar esto hace una suerte de relal<> de lo que le habría pasado al chico, la psicogénesis de este tipo de condición erótica. Resulta que el nenito, en tin primer momento, se niega a reconocer que hay relaciones sexuales entre los padres. La relación sexual implicaría una verificación de la diferencia de los sexos, de lo cual él no quiere saber nada puesto que sostiene la premisa universal del pene. Llegado un momento se ve obligado a reconocer que la gente mayor tiene relaciones sexuales, pero mantiene la creencia de que sus padres no lo hacen. Cuando finalmente ha de reconocer que sus padres también, es mayor la herida narcisista, pues si el padre es deseado por la madre, ello significa que él mismo queda excluido del deseo de la madre. Entonces, como el nenito ha obtenido de alguna manera ciertas informaciones sobre mujeres que tienen relaciones con otros hombres y lo hacen por dinero, hace esta deducción: ''si ella, mi madre, tuvo relaciones con mi padre, es capaz de haberlas tenido con todos los hombres; luego es una puta". Pero como la madre es modelo de toda elección posterior de objeto, en todos los objetos ulteriores aparecerá esta condición, la de que sean putas. El complejo de Edipo, entre otras cosas, otorga al sujeto freudiano las líneas para la norm.atización ulterior de toda relación. En él aprende tipos de relaciones y busca repetirlos -la repetición es 11n concepto básico de la teoría psicoanalítica-. En nuestro caso, lo que se repetirá es esta condición, basada en tin juicio: si tiene relaciones con mi padre, ella no es mi madre, es una prostituta. En el texto de Freud se plantea como una suma de cualidades: ella es madre y puta a la vez. El movimiento de la negación no estaría totalmente realizado. Esto hay que decirlo para distinguirlo un poco del otro artículo, donde en cambio aparecen como propiedades ex-
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c•luyentes: o es madre y entonces no puede ser deseada, ,, es deseada, es puta, pero entonces no es madre. Enlt)t1ces, si se quiere mantener la idea de una madre sol>revalorizada que no es puta, mejor acostarse con una [lrostituta. En consecuencia, si se da el caso de valorar ft una mujer, se fracasa sexualmente con ella .. Queda Rcñalar que la idea de que ella es una puta proviene en i>arte de la negación de que sea solamente, totalmente, 1nadre. Podemos tener en cuenta, como fundamental, t'ste movimiento para comenzar a estudiar los objetos aptos para el goce en tanto que pueden ser o~je~s parciales. En este caso la prostituta no es en s1 misma parcial, la condición de parcialidad reside en el hecho de que una parte de la madre es negada. Pero hay otras propiedades que sí son parciales; por ejemplo el .cabello de una mujer, una parte de su cuerpo. Para explica~ el movimiento de su constitución, desde el punto de vista estructural, vamos a pensar cómo se generan los objetos parciales, los objetos que aparecen más fuert~men~e determinados sobre los cuales pesan más las exigencias de la condició~ erótica. Con este fin podemos introducir la 37 reflexión de Leclaire sobre el Hombre de los lobos. Se trata de un caso que tiene mucho que ver con la neurosis obsesiva, aunque no sabemos a ciencia cie~a el diagnóstico. Según datos ulteriores, en verdad la smtomatología que muestra cuando se va a tratar con Fre~d es una sintomatología bastante depresiva. El padre mismo había tenido un ataque depresivo muy fuerte Y había sido atendido por Kraepelin. Pero seguramente hay elementos de neurosis obsesiva, al menos por la importancia que adquiere en la indagaci~n del caso el erotismo anal. Pero además de la analidad propia de la estructura del sujeto, este hombre tenía con respecto a sus objetos femeninos una condición: lo que le interesaba era el culo de la mujer. Esto hasta el punto de que el sujeto se con37. Serge Leclaire: Desenrnascarar lo real, Ed. Paidós.
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tagia de sífilis al tener relaciones con una campesincl n la que había visto en cuclillas y por detrás. Si se dabnl' estas condiciones, ya, como dice el proverbio, no les n1i · raba la cara. En cuanto a Teresa, la mujer que ama, u110 se pregunta qué propiedades especiales debía tener en lo que se refiere al trasero. En su artículo sobre el caso, Freud introduce una 1~11· ga reflexión sobre la escena primaria. Reflexión en Jc1 cual aparece todo el problema del estatuto ontológico de la escena primaria. A saber, si es fantaseada, real o un:1 construcción del análisis. Freud discute a lo largo de cuarenta páginas este problema sin llegar a conclusioneA muy claras al respecto. Para estudiar el caso hay que recordar que históricamente se sitúa en la época en qu(> Freud polemiza con J11ng, y lo que quiere hacer es reivindicar o sostener la idea de que la escena primaria había sido real, a pesar de que estaba seguro de que era una fantasía primaria. Eso para contestar el sistema de Jung, sistema simbolista idealista, que trataba de describir los acontecimientos reales de la sexualidad del niño como construcciones ulteriores de la vida del adulto. Como si el adulto a posteriori inventara Ja sexualidad infantil, que no habría existido en realidad. El niño de Jung es un niño inocente, mientras que el niño de Freud no lo es. Pregunta: ¿J>or qué, cuando te refieres a Jung, siempre dices que su posición es idealista? Es muy fácil. Voy a dar un ejemplo de lo que sería un análisis freudiano y un análisis junguiano basado en los arquetipos. En Jung la interpretación va de lo bajo a lo alto, en Freud la interpretación va de lo alto a lo bajo. Supongamos que alguien sueñe con un hombre con barba, cubierto de vello y por quien siente una atracción irresistible ante la cual tiene que ceder. Entonces Jung interpretaría la aparición del ho~bre con barba como la imagen arquetípica de algo que se repite en la historia de los pueblos y que es la imagen de
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Dios. Así, el hombre con barba es Dios, un arquetipo que aparece en varias religiones. Entonces lo que habría que estudiar serían las formas arquetípicas para ver qué significaría, en este caso, inclinarse hacia Dios. Esto se referiría a una actitud general de la humanidad, la inclinación de lo humano frente a las figuras trascendentales, por ejemplo. Para Freud, el hombre con barba no es Dios, es el padre. Y la inclinación hacia el padre, ¿qué significa? Cualquier cosa. Por ejemplo, la idea de ser satisfecho sexualmente por el padre. Se trata de interpretaciones que van en sentidos opuestos. En la interpretación junguiana, se asciende hacia los arquetipos y la relaci ón sexual se disuelve. En Freud, la interpretación apunta hacia la relación primitiva sexual en la triangulación edípica. La sexualidad infantil, profundamente edípica, para Freud tiene que ser real. Para Jung, son sólo construcciones de los adultos. Primero son los arquetipos que habitan a los sujetos, por decirlo así, y son ellos los que son proyectados sobre la sexualidad infantil. Aparte de esto, que muestra la estructura idealista del sistema, Jung era fascista y terminó aceptando el Tercer Reich, como todo el mundo sabe. Es una actitud muy peligrosa. Toda teoría que intente hacer una relación analógica entre las formas del inconsciente individual y el inconsciente colectivo, pensando que hay arquetipos, es idealista. Es un punto de vista completamente destruido, desde la investigación moderna, por Lévi-Strauss. Jung, con todos esos libros que ha escrito sobre símbolos, en verdad es un pensador de ba1"I·io sobre problemas de mitología universal. Leyó demasiado y se intoxicó. Encuentra formas, pero carece de todo rigor porque se basa en analogías. Su historia demostró que había una conexión entre esa teoría y la verdad del fascismo. 1
Pregunta: Pero, ¿de donde salen los arquetipos para los junguianos?
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Están constituidos. Por ejemplo, un analista jungui11· no ahora, si nos encontrara así, nos miraría y como snben mitología, ellos "lo saben todo'', vería la forma, la disposición en redondo con la gente mirando hacia el centro, formando una suerte de estrella. Diría que es un arquetipo que se dio muchas veces en la historia, los man · dalas. Así, el mandala sería un arquetipo hacia el cual nosotros, por una razón extraña, trataríamos de converger. Jung diría que si se dejara un conjunto de personas aquí, compondrían figuras preformadas. Entonces tüdo el pensamiento significa buscar información antropológica para encontrar formas y después establecer analogías. A lo mejor, desde el punto de vista metodológico, hay estructuras que se repiten, por ejemplo, la estructura... Pregunta: ¿...edípica? En Tótem y tabú, Freud hace lo • mismo. No, eso no. Hablo de estructura formal. Que haya una estructura que se repite es una cosa, y otra cosa es lo que estoy diciendo, que existen formas que se encarnan en distintas manifestaciones. Hay formas, por ejemplo la simetría invertida, comunes a ciertos diseños de muchos pueblos. Estructura que ustedes por otra parte conocen por las cartas de póker -los reyes son estructuras invertidas-. Estas estructuras se re pi ten en la base de todo el arte chino y también en los pueblos del norte de la costa ca11adiense. Así, el difusionismo no es cierto, porque en verdad lo que hay es producción de estructuras. Pero punto, basta, se acabó toda la analogía. Entonces se trata de buscar cómo las culturas en su conjunto y por qué razón, producen estas estructuras, pero no un arquetipo del cual las cosas son manifestaciones, sino invariantes producidas por la estructura, lo que es muy distinto. Les remito a la Antropología estructural de Lévi-Strauss. 38
Entonces, el ejemplo es. banal, pero quiero que se entienda. Si veo ciertas formas y las entiendo como manifestaciones de una verdad preexistente, esto es la base de todo sistema idealista. En todo sistema idealista, el espíritu ya está constituido y la historia es la manifestación de ese espíritu. Pero el saber, ¿dónde está? Está en mí, sin duda. Tengo todos los libros de antropología en mi casa y sé que hay formas que pueden ser en cruz, en cruz con dos puntitos, entonces encuentro un mandala. Por otra parte se trata de una operación con la que se intenta capturar el saber y ponerlo del lado del terapeuta: el terapeuta "sabe". Y ese saber es como todo saber que está puesto en un solo lado: es absolutamente vacío. El saber puesto en el terapeuta trata de obturar el surgimiento de los lugares, de los objetos del goce. Se trata de lo que se debería llamar el discurso del amo. 39 Pregunta: En el ensayo sobre el estadio del espejo, Lacan habla sobre el existencialisrno y termina diciendo que la única salida de una sociedad utilitaria es el a.'>esinato hegeliano. ¿Tiene que ver con esto? No. Se trata de una crítica. Eso es una referencia a la novela de Simone de Beauvoir, La invitada, cuyo epígrafe, según recordaréis, dice: "toda conciencia persigue la muerte de la conciencia del otro''. Es una frase de Hegel. Por eso ella termina diciendo que la solución del conflicto es la muerte de la otra, de la te1·cera. Cuando Lacan sitúa esto en el texto, es una especie de ironía burlona con respecto a la posición existencialista, donde lo que aparece en ese aspecto es una relación de oposición agresiva. Lo cual significa que todo el sistema está fundado en las identificaciones narcisistas agresivas. En cambio, la teoría psicoanalítica no encuentra ahí el fundamento. Es precisamente lo que hay que disolver, según la teoría psicoanalítica.
38. Lévi-Strauss, Claude: Antropologúi estructural (1958), Ed. Paidós, 1977.
39. "Discurso del amo": lomado de los "cuatro discu rsos" de Lacan. Véase J. Lacan, Seniin.aire 17, L 'envers de la psychanalyse (1968), Ed. du Seuil, 1991.
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La articulación fundamental en el hombre es I<> simbólico, no las formas, no los arquetipos en el senti· do jt1nguiano, sino lo simbólico como lugar donde se ar ticula la estructura significante y nos remite a esta se .. xualidad articulada en relación con el falo donde lo qu hay son faltas de objeto. En verdad, el hombre del qu" hablamos es un hombre al que le faltan imágenes. F~l hombre de Jung es un hombre al que le sobran imáge· nes, porque lo que manifiesta son imágenes y formas constituidas. Si no hay imágenes, el analista tampoco tiene el saber. En realidad el analista es el lugar donde el paciente deposita el saber. Entonces, en primer lugar, llamaremos idealista a una teoría en la que el teórico detenta el saber. De este modo el saber está cerrado, porque sólo hay manifestaciones de formas ya constituidas. No bay noved.ad posible en el sistema jungiano: las formas que aparecen ya estaban desde antes. Así se obtura la historia y la constitución de esos objetos marcados por las condiciones eróticas, los objetos del goce. No puede hacerse su historia porque no hay sexualidad infantil.
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12. CONSECUENCIAS DE LA CASTRACION
Estamos en el artículo "Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre". Habíamos introducido lo que Freud llama las condiciones eróticas y decíamos que esto conectaba con el problema del goce. En verdad al preguntarse por las condiciones eróticas -para decirlo correctamente- habría que plantearlo así: las condiciones por las cuales el sujeto es capaz de segregar, como si su estructura fuera capaz de ponerlo en el mundo, un objeto con el que puede relacionarse en t érminos de goce. Lo que se está viendo aquí es que el objeto así segregado es una consecuencia, en último análisis, de una defensa narcisista. Es como si los objetos de goce fueran el i·esultado de una defensa narcisista exitosa. Y esto voy a explicarlo ahora. Entonces, en el segundo ejemplo que comentamos -elección especial de objeto, conforme al modelo de la prostituta-, el chico se niega a aceptar que los mayores tienen relaciones sexuales. Cuando llega a aceptarlo, aún sigue sosteniendo que la madre no y, cuando acepta que la madre también, todavía es mayor la herida narcisista, porque hay otro objeto del deseo de la madre, un objeto que no es él mismo. Entonces hace este razonamiento: "Si es capaz de hacerlo éon un hombre, lo hace con todos. Ella no es mi madre, es una puta". Como la madre es modelo de toda elección ulterior de
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objeto, esto es determinante. Esta proposición sobre la identidad de la madre, esta transformación o esta spaltung por la cual se divide a la madre negando su identidad, esta aparición de la madre como madre puta será determinante para los objetos ulteriores. En esta operación hay algo interesante para obtener la razón de estructura. Aquí se ve muy bien que la definición que di antes del objeto apto para el goce, cumple esta condición estructural: la predilección por la prostituta mantiene la defensa narcisista del sujeto. Es el resultado de una defensa narcisista exitosa que consistió en negar la identidad de la madre. Pero para cualquier objeto de goce lo que digo se debe cumplir igual. Para mostrar que hay una analogía entre el objeto degi~adado como objeto apto para el goce y otro tipo de objetos parciales, en el sentido de objetos parciales aptos para el goce, vimos el ejemplo del Hombre de los lobos. En el Hombre de los lobos aparece una determinación fundamental: la atracción que ejerce el trasero de las muje1·es en el paciente. Y en el conjunto del caso aparece, como algo que adquiere especial relevancia, la escena primaria. Freud ya conocía la escena primaria, pero aquí aparece en primer plano y puede decirse que el caso se resuelve por el análisis de dicha escena. La escena primaria es también el contenido latente, la razón del mismo sueño de los lobos que centra el análisis de la neurosis infantil. El chico a los cuatro años había soñado que veía una ventana abierta que daba a un nogal, donde había colgados cinco o seis lobos que lo mii·aban fijamente. El sueño es angustioso, casi una pesadilla. La interpretación de Freud, que utiliza la antítesis, es que el sueño esconde una escena primaria. Los lobos lo miran fijamente: Frei1d interpreta que. él mira fijamente una escena. Mucha quietud: movimiento en la escena, el chico mira el coito de los padres. Cinco lobos: la hora de la escena, las cinco de la tarde. (Momentáneamente el número seis queda sin analizar; después les contaré un análisis que
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hace Freud de ese seis que es muy interesante.) Los lobos son blancos: los padres estaban en camisón en la siesta de la tarde. Freud en este trabajo se pone a discutir si la escena primaria es una realidad o 11na fantasía. Esto sucede en la época de la discusión con Jung y lo más interesante es que en este caso él quiere seguir acentuando, en contra de la opinión de Jting, la realidad de la sexualidad infantil. Para Jungla sexualidad infantil no es real, sino que es una construcción de la sexualidad del adulto. El chico de Jung en un sistema ideológico como el suyoes un niño inocente. Para Freud se trata de un niño ubicado en una estructura cuyas funciones y relaciones harán surgir todo deseo sexual ulterior, pero porque él mismo es ya sexuado. Freud ya había aceptado, en verdad, que la escena primaria es una fantasía y la situaba entre las protofantasías. Pero aquí se pone a discutir otra vez si esa protofantasía es real o no, y como tiene que mantener, contra el sistema ideológico de Jung, que es real, entonces se pone a discutir. Las conclusiones de esa larga discusión son, si no confusas, al menos divertidas, porque Freud llega al mismo tiempo a tres conclusiones sin querer abandonar ninguna de las tres: que la escena primaria es una fantasía, que es real (al menos en este caso, dice, tiene que haber sido real) y también que es una construcción del análisis, como se ve por el análisis del sueño de los lobos. Así que, después de haber descrito la escena en capítulos anteriores, plantea entonces que el chico tenía que haber visto necesariamente la escena del coito parental, incluso que se puede deducir por los datos en qué posición específica. El coito debió ser un coito a tergo y en posición erguida, lo que explica la escena terrorífica del lobo evocada en 11n recuerdo infantil. Lo que Freud analiz:i, por una parte, es la identificación de la madre con el deseo del padre y, por otra parte, el acceso a la experiencia de la castración en la madre. El Edipo del Hombre de los lobos es un Edipo invertido en su es-
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tructura, es decir, homosexual. Cosa que en Juanito no se produce. En Juanito es completamente distinto: la estructura conflictual de Juanito es de un Edipo heterosexual. Nosotros sabemos ya que tanto la estructura heterosexual como la homosexual, aro has conducen a la castración. Y así están las cosas. Entonces, lo que el chico vio fue el mismo trasero de la madre, expuesto en una buena posición para comprobar además su "castración". Leclaire hizo una interpretación interesante, que introduce aquí algo muy semejante a lo que Freud dice sobre la estructura que produce la determinación del objeto degradado, la prostituta. Según Leclaire, lo que el chico habría hecho ante la escena primaria, al tener que reconocer la diferencia de los sexos y la castración de la madre, es exclamar: "¡mierda!" Y eso lo lleva a cabo al instante con 11na defecación, lo que remite a la analidad del sujeto. "¡Mierda! Esta no es mi madre, es su culo." Se niega la identidad de la madre y se desprende un objeto, en este caso 11na parte del cuerpo. Desde entonces, el trasero aparece como algo apto para ser investido por la libido, como si hubiere atraído hacia sí la libido que había en el contexto. Esta libido que atrae hacia sí el objeto -luego de esa proposición que niega la identidad de la madre es libido narcisista. Es cuando se destaca el trasero yaparece como condición erótica, como objeto por el que se inclina el sujeto y lo atrae de forma particular. Entonces, el objeto apto para el goce -vuelve a la definición anterior- sería la respuesta a la pregunta que había planteado. ¿Por qué el objeto apto al goce es lo que resulta de l1na operación exitosa de defensa narcisista? Por lo que acabo de decir. Porque supone la negación de la identidad de la madre, siendo esta negación la manera de preservar la ilusión fálica. Esta operación constituye casi por sí misma la definición del objeto fetiche en la teoría freudia.11a: un objeto que c11mple cierta condición como modelo de elección 138
erótica y que es además, ciertamente, un objeto en el sentido fuerte del término. En el artículo siguiente, "Sobre una degradación general de la vida erótica'', aparece otra vez una suerte de necesidad de degradar al objeto, pero esta degradación aparece como una propiedad del objeto del des~o: Como si Freud reflexionara sobre una suerte de esc1s16n entre el deseo y el amor. Como si el objeto ~egradado fuera el objeto que corresponde a la tendencia del deseo, mientras que habría otra tendencia si se quiere, simultánea, aunque en conflicto con la otra, de ahí ~a escisión entre los dos objetos- que sería la tendencia del amor. La degradación del objeto, así como en el otro artículo se explicaba por esa operación de negación de la identidad de la madre, ahora surge como una consecuencia de las propiedades del primer modelo pulsional (pulsiones de conservación y pulsiones sexua~es). Freud dice que en el sujeto hay dos t~ndenc1as en relación con el objeto primordial. Aparece aquí la importante noción de ''apoyo", anlehnung. 40 Hay pues dos tendencias: una es la tendencia cariñosa hacia el objeto (la madre) y la otra tendencia, en cambio, es la sensual. La tendencia cariñosa se origina en la relación con el objeto primordial, que es el objeto de la dependencia biológica. El objeto que satisface el hambre. El anlehnung alemán, o apoyo, quiere decir que el objeto de la sensualidad nació apoyado en el objeto de la dependencia vital. La boca, que originariamente sirve para comer, después sirve para besar. La teta es luego un modelo de objeto erótico. Esta idea de apoyo es muy importante, ya que entre otras cosas vemos cómo se v~. estructurando el objeto de la pulsión, porque por definición y por esencia la pulsión no determina el objeto. La pulsión se sostiene mal, tiene que apoyarse. La zona erógena es la zona que originariamente sirvió para la necesidad biológica. 40. Anlehnurig, concepto introducido en Tres ensayos para una teorla sexual (1905), correspondiente a la primera formulación de la teoría pulsional.
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~l pasaje del momento biológico al momento de la constitución libidinal del objeto, se produce por medio deJ apoyo o anlehnung. Así l~ tendencia cariñosa, sobre el modelo del objeto de la primera dependencia, sobrevaloriza el objeto. Mientras que ~a ~endencia sexual degrada el objeto por dos razones distrntas: en el primer caso por una operación de estructura y, en el segundo, por las propiedades de l~ tendencia pulsional, el objeto del deseo aparece en cierto modo como degradado. O moralmente, como en el caso de la pro~titución, o degradado en el sentido de que es sólo una parte del objeto: como si el objeto cayera o en la degradación o en la parcialización. Esta parcialización es fundamental para pensar el concepto de zona erógen~ Y de f~ente 41 de la pulsión. Se puede decir que la .puls1ón e~ siempre parcial -está siempre referida a obJetos parciales en el sentido de que cuando aparece lo hace sobre el fondo de una caída de la función biol~gica, con~iderada como una totalidad. Hagan una se'?-c~lla reflexión y verán cómo en el sexo las partes son mas interesantes que los todos. Al principio, para el niño en .1..a relación con e~ objeto primordial, que es una re~ lacion de dependencia, la relación es de todo o nada: si come, come; y si no, se muere de hambre. La boca en verdad, .en la medida que sirve para comer, representa la totalidad de las exigencias del funcionamiento biológico del cuerpo. Sólo cuando esa relación de totalidad cesa puede aparecer la boca apta para besar, así como ese otro caso de los labios que se besan a sí mismos e~emplo puesto por Freud como origen de la pulsión par~ c1al. Co~o por otra parte el chupeteo del nenito, que a su vez tiene que ver con la conexión fundamental entre el .aarcisismo y las zonas erógenas. . Las zonas erógenas son zonas de autocontacto, que no sirven para nada desde el punto de vista de la función -llamo función a la función biológica-. El sexo no es 41. Cf. "Las pulsiones y su s destinos", tomo III.
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ftincional, no responde a objetos utilitarios, sino que surge en la estructura cuando esos objetos utilitarios caen junto con la relación del organismo con el objeto de l.a necesidad. Por lo cual las zonas erógenas son zonas onginariamente referidas a la necesidad, pero que se tornan erógenas cuando algo distinto se estructura a partir de la necesidad misma Lo que retienen de la necesidad es que son el testimonio, digamos, de haber estado en contacto con el objeto de la necesidad. Pero el objeto ya no es el objeto en tanto que útil. Esa imagen de Freud de los labios besándose a sí mismos en el nenito, como origen de la zona erógena, como bordes que se tocan- muestra cómo se origina la sexualidad a partir del apoyo. Como necesariamente el objeto de la pulsión es un objeto de nada, esta pulsión que no lleva a ningún lado y que se sostiene mal se apoya en los lugares donde nostálgicamente el cuerpo ''recuerda'' que · hubo un objeto. En este punto segwmos a L acan. 42 Las dos tendencias que hemos descrito tienen, según Lacan, un destino trágico en la vida humana: esos dos objetos no se concilian. Además, como Freud dice que el objeto de la tendencia biológica es el origen de la sobrevalorización del objeto, la madre como objeto sobrevalorizado -nada menos que aquella que podía satisfacer las necesidades, fundamento de la tendencia cariñosa- ya nunca se superpone con la otra tendencia, de modo que habría como una desgraciada separación constitutiva entre el deseo y el amor, como si por su esencia no pudieran coi11cidir. Freud da ejemplos de la separación de las dos tendencias. Uno de ellos, el más aparente, sería el de esos ho::::?:?.bres que se casan con mujeres a las que aman y sobrevalorizan, pero mantienen buenas relaciones sexuales con prostitutas, convirtiendo la tragedia en comodidad. 42. Cf. J . Lacan, S eminario 11, Los cuatro concept-Os fundanientales del psi· coanáli,sis, Ed. Paidós. Masott.a prologó la edición anterior de este Seminario (Barral Editores, 1977).
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Mi madr~ en mi casa, mis objetos sexuales fuera de casa. Este sena el caso menos trágico. El otro ejemplo sería el fundamento de la impotencia s~xual, por la bifurcación de las dos tendencias. Freud dice que ~o que tiene que hacer el hombre, en verdad ~ugerencia muy graciosa-, porque así le iría mucho meJOr con las mujeres, e~ aprender a despreciarlas un poco. Com~ las sobrevalonza, le va mal y tiene que buscar pro~titutas fuera la rela~ión amorosa. Lo que mejor~na las cosas sena la capacidad de unir las dos tendencias. Ento_nces ~ce que todo hombre en algún momen~o de su vida es impotente y que la impotencia está meJOr :epartid~ de lo que generalmente se cree. Y que la razon de la impotencia es simplemente que después de la P.ubei:tad cuando el sujeto tiene que volver a reorganizar sus objetos libidinales, después de haber abandonado ~os objetos edípicos, y tiene que conciliar las dos tendenci~s e.n. la realid~d- al encontrar en los objetos sexuales indicios del objeto sobrevalorizado, entonces no se los puede desear. Aparece un índice que remite a la madre y entonces no pueden ser deseados. Su~e del caso muy ~acioso de un hombre a quien le ocurn~ que cuando se iba a acostar con una chica si ésta se aparecía en camisón, quedaba impotente. ' Hasta a~uí lo fundamental en el artículo. Y después, ~orno cosa importante, encontramos al fmal todo un conJU~~o de pequeñas fantasías, yo diría casi de novelas fam1l~ares que en su momento compararemos con el articulo "La novela familiar del neurótico" organizadas en..e~te caso alrededor de esta doble tendencia de la vida eroti~a, donde lo imp.ortante es acentuar la tragedia pri~ordial de que el objeto del deseo no coincida con el objeto del amor-. Esto es muy importante ideológicamente, pues l.o que debe hacer un psicoanalista no es promover objetos de amor, sino dejar expresar los objetos del deseo. Porque los objetos del amor pueden en verdad aplastar los objetos del deseo, y es casualmente por eso que el sujeto está enfermo.
13. LA VIDA EROTICA DE LOS SEXOS
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Con respecto a esto del amor y el deseo hay una cosa más que quiero decir. El amor es oblativo, sacrificial. El amor no está interesado por los objetos que el otro pueda dar. El amor se abastece de nada. Entonces ciertos pacientes nos enseñan que hay una escisión entre la.tendencia amorosa y la tendencia del deseo. Los analistas han de tener en cuenta que el amor en tanto oblativo, sacrificial, está preparado para todos los sacrificios. Incluso para aquellos sacrificios que constituyeron el fondo de la neurosis misma del sujeto, es decir, los objetos del deseo que tuvieron que ser dejados atrás por la represión. En el amor, si no puedo tener a quien qltiero, o aquello que quiero, puedo aceptar no tenerlo. Por eso no debe promoverse esta estructura, ya que aplastaría a la otra, la del deseo. No es que el deseo se abastezca de objetos, sino que el deseo no es sacrificial. En el fondo del deseo lo que está planteado es el problema del goce con respecto al objeto. En cuanto a la impotencia, Freud dice que se puede explicar por la escisión de las dos tendencias. La impotencia es un problema pospuberal. Después del momento -periodo de latencia- en que el sujeto abandonó las verdaderas relaciones de objeto, debe poder darse otros objetos, ahora libidinales. Pero la prohibici~n del incesto es vivida en la pubertad como norma social. Y
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los objetos que el sujeto podrá darse, se los dará sobre el modelo de la madre. Mas la ley del incesto lo prohíbe y las dos corrientes terminan por escindir el objeto madre. La madre quedó como modelo del objeto sexual sobrevalorado, el correspondiente a la tendencia del cariño. Así, para acceder a los objetos del deseo el sujeto deberá transgredir la ley de prohibición deÍ incesto, es decir, juntar las dos tendencias. Y lo que ocurre es que, en la medida que encuentre en los objetos sexuales algún estigma o recuerdo del objeto sobrevalorado, por la prohibición del incesto no puede tener acceso a ellos. Así, todo hombre en algún momento ha sido impotente, ha tenido el problema de que se junten las dos tendencias. Esto sería lo que podemos llamar una especie de insight de la estructura, que ideológicamente estaría bien. Pregunta: Me han comentado vario.e; hombres que después de haber mantenido una relación muy fuerte con una mujer, durante años, cuando cortan tienen una impotencia temporal. Esto sería por otro motivo. Con lo que estoy diciendo no estamos dando cuenta de la impotencia en general. Pero aun en este caso habría que ver si no se debe a la separación de las tendencias. Es muy difícil, cuando hay una pérdida de objeto (cuando hay una separación o abandono), al sufrir una decepción narcisista, es muy difícil volver a darse objetos sexuales. Porque en verdad es la posición narcisista la que alimenta la libido de objeto. Entonces es un observable- cuando una persona mantiene una relación de aro or con otra durante mucho tiempo, sobre todo si está acostumbrada a acostarse solamente con esa persona, en el momento que se separa le va a ser difícil acostarse con otra. Y en primer lugar a ese sentimiento de dificultad, que en el hombre puede ser de impotencia, se le agrega seguramente (creo que es un dato de la experiencia) un sentimiento de autodesvalorización. Entonces debe pasar un tiem-
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po hasta que por nuevas relaciones con objetos se produzca una revalorización narcisista y se pueda mantener de nuevo relaciones sexuales. En este caso, el problema surgiría por las fallas narcisistas, porque no se ha preservado el narcisismo. Primero me tengo que gustar a mí mismo para después poder tener relaciones. En algún momento hay que sentir que se tiene un valor. Ahora bien, ¿esta explicación es distinta de la otra, o en algún p11nto coinciden?. Cuando hablamos de sujeto desvalorizado, en verdad, se trata del fundamento del narcisismo, en la medida en que la madre amada es aquella que lo fundó a uno como objeto absoluto de su deseo. Por este lado habría que buscar la respuesta. Entonces cuando uno pierde un objeto, lo que pierde es la relación con la madre amada que asegura su narcisismo. Es necesario que se produzca alguna operación que vuelva a cargar el narcisismo. En la pérdida de las cargas narcisistas concurren fundamentalmente las dos tendencias: una generada en relación con el objeto sobrevalorizado, como fundamento del narcisismo del sujeto, y la otra proviene del desprendimiento de un objeto mediante la negación de la identidad de la madre. La operación que se produce en la pérdida de los objetos amorosos, lo que se podría llamar el trabajo del duelo, es precisamente una operación de negación de la identidad del otro. Aquel que era lo único para mí, ya no lo es. Sólo entonces recupero la libido. Del mismo modo que un día se dijo "mi madre no es mi madre", ahora se dice "María, que era nada menos que María, no es María. Es una entre otras". Lo que se llama el paso del tiempo es una negación de la identidad, de la esencialidad, de lo que para uno era esencial en el objeto: entonces se vue~ ve banal. En El Aleph dice Borges: ... estaba en Constitución, y vi que habían puesto un nuevo cartel de aviso de cigarrillos y tuve el sentimiento doloroso de que el tiempo pasaba.
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El sentimiento de que verdaderamente hay 11n tiempo y de que hay cosas novedosas es un sentimiento de negación de la identidad estática de ese ser de llamada devorante que es la madre, el objeto del amor. La realimentación narcisista tendrá que ver con una operación semejan te. Pregunta: Yo veo el duelo como el rescate de la libido narcisista. La operación del duelo es como rescatar la libido del objeto que ya no está. Exacto. Pero sin la operación que hace el melancólico. Porque el melru1cólico la rescata de golpe, y es por eso que está melancólico. Esto ocurre porque el objeto del melancólico no era un verdadero objeto, sino una pesada elección narcisista de objeto. Lo que no puede soportar el melancólico es que el objeto perdido era él mismo. Lo único que puede hacer es identificarse con el objeto y apropiarse globalmente, masivamente, de él. La cualidad de los objetos, profundamente narcisistas, sería otro punto para explicar una melancolía. Si puede hacerse un duelo, eso quiere decir que en verdad la libido objeta! era objeta!. Si no se puede hacer, es que la libido objeta! era pesadamente narcisista. El melancólico introyecta el objeto basado en una identificación. Para saber si se trata de un melancólico, la prueba es escucharlo, examinar los reproches que se hace y atender a los contenidos de esos reproches. Veremos que no corresponden a su propia realidad. Así, si yo estuviera deprimido, tirado en la cama, y ustedes vinieran a verme, si les cuento que no estudié suficientemente a Freud, entonces dirían: ''Bueno, está bien, Masotta se dio cuenta de que no estudió bastante". Pero si de pronto empiezo a decir que yo no soy lo que ustedes pensaban, que soy una mala persona porque, entre otras cosas, no sé hacer bien el mate, no sé servirle el mate a un amigo, entonces diría: ''Bueno, a éste algo le está pasando, porque, ¿a santo de qué tie-
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ne que reprocharse eso?" En este caso se trataría de 11n verdadero melancólico. · Una indagación que nos llevara un poco más a~elante mostraría que, en realidad, quien no servía bien el mate era alguien que murió y, precisamente, el melancólico se lo reprochaba. El rasgo de la identi_ficación (hacer mal el mate) era del otro y ahora constituye un autorreproche. Freud obtiene un esq':1ema se~ el cual el melancólico introyecta masivamente el objeto Y lo pone en el lugar de su yo: el yo del sujeto es ocupado por el yo del otro, mientras que él ocupa el lugar del superyó. Por eso se reprocha a sí mismo lo que antes le reprochaba al otro. Los temas del melancólico surgen de .los reproches dirigidos a sus objetos n~cisistas. Esto es importante para estudiarse a uno mismo a veces, porque antiguos objetos perdidos donde uno había puesto catexias narcisistas están en la base de cosas que 11no ~o ra se reprocha a sí mismo. Se trata de cosas que no tienen nada que ver con uno y ~ue en ve~d~d manifiestan la antigua liga.zón a esos objetos narcis1s~s . Volvamos ahora entonces a los dos eJem.plos ~u.e hemos dado acerca de las tendencias en la vida ~rot1ca: uno, el de esos hombres que se casan con ~uje:es que sobrevaloran... , pero desean a otras; otro sena la impotencia. . . Tendríamos así un primer acercamiento a los objetos degradados, objetos que surgen, que ~e al~a manera tienen que ver con la negación de la diferencia de los sexos y, de pronto, se toman aptos para el goce. Son ~b jetos degradados y no sobrevalorado~, se trata d~ objetos menores, de partes y no de totalidades. La vida se, '' . xual tiene que ver con ''porquerias Pregunta: En la mujer, ¿la estructura es ...? Estoy hablando del hombre. Esta es ~na manera muy interesante de contestarte. Nuestro obJeto, nues.tro. ~b jeto teórico es un objeto bizarro, como dije al pnncip10: está hecho 'como el hombre de Frankenstein. Entonces,
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cuando estoy trabajosamente construyendo una parte~ del monstruo, como en este caso... ¡encontré una pierna! Y vos me decís: ¿Y la otra pierna? Bueno, mañana sal~ go a ver si la encuentro. Esto es lo que en Buenos Aires llamaba las preguntas de las psicólogas. Uno está hablando de una cosa, entonces la psicóloga piensa en la otra. Estoy hablando, supongamos, del superyó en la homosexualidad femenina. Mientras hablo de esto, la psicóloga ¿en qué está pensando? En el superyó en la homosexualidad masculina. Y no sé si se dieron cuenta, pero las estructuras que estamos construyendo son trabajadas una por una. No siempre pueden generalizarse, menos aún en relación con el hombre y la mujer. A pesar de todo, se saben algunas cosas con respecto a tu pregunta. El modelo de este objeto que salta de la estructura, objeto degradado, la "porquería", en cualquier sentido (piensen en expresiones como ''hagamos la porquería'', etc.), o al menos uno de sus modelos, sería el objeto fetiche. Y lo que se sabe es que es bastante improbable en la mujer. En toda la historia del psicoanálisis hay contados casos y esto tiene su explicación. El fetichismo, dice Freud, es en el hombre una defensa contra la homosexualidad. Es el objeto que viene en lugar del pene que le falta a la madre. Allí donde debiera haber un objeto, el sujeto pone ahora un trapo. El trapo simboliza al pene faltante de la madre. Operación rara, pues una cosa es que el caballo simbolice al padre, o la banana sjmbolice al pene -el pene está y la banana también está . Pero ert este otro caso, fíjense, el pañuelo siro boliza el pene de la madre: el pañuelo está, pero el pene no está. Habría aquí una especie de ontología negativa. Al encontrar el objeto que remplaza al pene materno, el sujeto hace de la mujer algo soportable y elude así la homosexualidad. Y en segundo lugar, el objeto fetiche se parece al pene en que es un objeto que tiene peso, está en lo real, existe. El fetichista encuentra en el objeto lo
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que la mujer no tiene, que es lo que en verdad le perturba de ella. Pero la mujer, en tanto mujer, no necesita de esto, porque sí encuentra el pene en el hombre. Por tanto tendrá menos necesidad de esta operación de encontrar el pene como objeto fáctico parcial, porque lo halla en el hombre. Esta sería la razón. Pero es complicado contestar esas preguntas, porque te sacan del contexto. Además, este razonamiento que ustedes me han aceptado no es tan fácil de aceptar para tina mentalidad racionalista o empirista. Hay un conjunto de operacione~ que h~n:ios aceptado y que constituyen el discurso ps1coanalít1co. Pero es un hecho estadístico que el fetichismo carece de casos en la mujer. Pregunta: ¿Jncluso en la homosexualidad femenina? En la homosexualidad femenina mucho menos. A su vez, todo lo que dije no significa que la mujer no nec~ site de esa negación de la madre por la cual se constituye el objeto como parcial. Yo no dije eso. Qui~r? decir que tal vez en la conducta encontremos condiciones eróticas, y el modelo de las condiciones eróticas en general es el fe tiche. Ahora bien, el fetiche en sí mismo es lo que casi parece que no existe en la mujer. No quiero decir que no exista en absoluto. En caso de·que lo e~ contremos, en primer lugar tendremos que reconstruir toda la estructura para ver cómo ha sido generado partiendo de las cosas que sabemos. De todos modos, en cualquier explicación se ve que la relación fálica Y el objeto peniano son fundamentales. Es el referente explicativo. Hasta aquí este artículo, interesante además por las referencias que tiene al conjunto de fantasías que se unen a la novela faro iliar. A continuación, en nuestro programa tenemos "El tabú de la virginidad". Con respecto a este artículo hay
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poco que decir. Lo he puesto aquí porque viene junto con los otros dos en la edición, siendo en verdad relevantes los dos primeros. No obstante, no es ajeno a esta problemática. En este artículo las dificultades de la mujer con respecto al complejo de castración están vistas desde la perspectiv.a del hombre. El tabú de la virginidad es aquí lo .cont~ano de lo que \1no entiende en el siglo xx como exigencia ante el matrimonio de que la mujer sea virgen. El tab~ en este caso señala que la mujer, antes de tener. relaciones con quien va a ser su esposo, debe haber sido desflorada. Esto responde a la práctica de algunos grupos étnicos donde se ve que la desfloración de \a recién cas~da le es encomendada a una persona que no es el mando. Esto se hace generalmente con instrumentos rituales. Según Freud, lo que mostrarían estos primitivos es una suerte de insight sobre las consecuencias que le acarrearía al esposo vivir toda la vida con una mujer que le tendría un odio terrible por haberla desflorado, es decir, por haberla hecho experimentar en lo concreto la diferencia de los sexos. Es un artículo divertido. Al final hay una reflexión: que, en verdad, lo que produce que sea uno mismo el que la desflora es una relación de dependencia. Y en el fondo la dependencia es el odio, el encono. Entonces dice Freud, se ve en ciertos casos que la mujer mantien~ buenas relaciones con un tipo fuera del matrimonio tiene relaciones sexuales con él y además lo quiere. sin emb~rgo, no abandona al marido, pero no porque lo ame, sino para vengarse hasta el final de su vida. Seguramente hay en esto algo de verdad. ~aro bién se podría decir que en este artículo aparece la imagen de la famosa mujer castradora. Nosotros estuvimos hasta ahora hablando de complejo de castración Y esta denominación tiene otro sentido. Por eso no quie~ ro hablar .mucho de ello, ya que recordarán que dije que ~a castración no hay que asignarla a ningún sujeto. MuJet castradora significaría asignarle el acto de la castra-
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ción a una persona. Por eso no hay que usar mucho esta expresión pero, en todo caso, en la teo?a psicoanalítica aparece esta famosa imagen de la vagina dentada, que pertenece a la fantasía del hombre. Esta fantasía .no está mal, porque lo que indica es el encono castratono de la mujer por tener que experimentar en el acto sexual la diferencia de los sexos, su propia falta de pene. Una vez tranquilizados, cuando manejemos bien el complejo de castración, podremos introducir estas co~as como "mujer castradora" en el sentido de una vagina dentada. A mí no me gusta mucho, pero cómo no reco, . nocer que desde el punto de vista de la estructu~a ps1q':1ica hay mujeres que, en efecto, piensan en Joder sistemáticamente al tipo con el que viven, mucho más de lo que uno supone. La relación de pareja puede s~r muy neurótica y ello puede depender en gran medida del complejo de castración en la mujer. En este sentido, podría usarse el concepto de vagina dentada. Pero no debemos usarlo hasta que comprendamos bien qué es la castración.
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14. JUANITO: UNA LLAMADA AL PADRE
Vamos a tratar ahora ''Análisis de la fobia de un niño de cinco años". 43 En primer lugar, Juanito está aquí por razones obvias. Porque en Juanito ocurre que la premisa universal del pene -premisa loca- está en primer ptano. Y además nos va a ser útil porque vamos a poder reflexionar algo con respecto a la fobia, vamos a tratar de contradecir la interpretación que hace Freud de la dete1minante de esta fobia, y después vamos a leer el artículo desde la interpretación que de él hace Lacan en su seminario Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas. 44 Bueno, en primer lugar, el artículo es interesante por la claridad con que aparece en Juanito la premisa universal del pene. Juanito es una suerte de, digamos, ''hincha" del falo. Para él, todas las cosas tienen pene tanto como los hombres. Tiene que pasar bastante tiempo hasta que Juanito acepte que las cosas no tienen pene. Desde entonces, divide a los seres en animados e inanimados, pero en adelante inviste indiscriminadamente con el falo a todós los seres animados y tardará bastan-
43. "Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Caso Ju anito." (1909), en tomo II, pág. 1365. 44. J. Lacan: Seminario 4, "Las relaciones de objeto y las estructuras freu dianas" (1956), inédito.
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te tiempo hasta que acepte que las mujeres no tienen pene. Y eso con todas las explicaciones didácticas del padre, porque el padre -siguiendo las recomendaciones de Freud- trata de ser lo más sincero con el chico. En verdad, no lo es tanto, como se ve por la actitud de Juanito cuando ya empieza a salir un poco de la fobia. Al final, hay todo un largo diálogo donde la actitud de Juanito con el padre es de burla. Es un diálogo burlón, muy interesante, un diálogo irónico (después diremos algo sobre la ironía). Así, aun después de todas las aclaraciones del padre, Juanito sigue asignándole un pene a la madre. Ya había contado al principio, me acuerdo, cuando empezamos el curso, cómo Juanito tras las aclaraciones del padre tiene una fantasía, una ensoñación diurna: le cuenta al padre que vio a la madre toda desnuda y con una bata. Entonces el padre le dice que cómo puede ser eso de "toda desnuda y con una bata''. Y Juanito contesta con una palabra-respuesta -es la forma de respuesta esquizofrénica, que no contesta directamente por el contenido, sino otra cosa para perseguir un fm que en apariencia no tiene nada que ver con la pregunta misma, salvo si uno lo piensa mejor-. Juanito dice: "¡Sí, y se le veía la cosita!" De modo que sigue asignando un pene a la madre. La interpretación de Freud consiste en acentuar el carácter heterosexual del Edipo de Juanito. Es como si, dice Lacan, Juanito estuviera consagrado a la heterosexualidad. Su Edipo es excesivamente heterosexual; hay elementos homosexuales en él, pero podríamos decir para nosotros que, en opinón de Freud, no son la causa del conflicto. Son, digamos, una sobreabundancia de estas formas polimorfas en Juanito. Entonces se ve cómo Juanito quiere, o besa, o se interesa indistintamente por las nenitas Y. los nenitos; pero esto no supondría la homosexualidad de Juanito, al menos desde el punto de vista de la determinación del conflicto. Pero en cualquier caso sabemos que la castración es, en cierto sentido, lo
que conduce a la toma de posiciones en el interior del complejo de Edipo. Además, Freud va a insistir en esto: en o,t ro texto hace una comparación, mostrando las semejanzas y las diferencias entre la fobia del Hombre de los lobos y la de Juanito. Y la diferencia consiste fundamentalmente en que el Edipo del Hombre de los lobos es un Edipo homosexu3.I, mientras que el Edipo de Juanito es decididamente heterosexual. La interpretación de Freud es sencilla: por el Edipo, por un Edipo simple. El objeto fóbico, el caballo, simboliza al padre, es decir que el niño toma del caballo ciertas propiedades: la figura, la potencia, etc. El miedo a ser mordido es el miedo a la figura castradora del padre. Esta es la interpretación con la que nosotros discrepamos y no para dar el secreto de la fobia de Juanito, no para decir pedanterías, sino sobre todo para mostrar dos maneras absolutarn ente distintas de p~nsar en relación con la interpretación. Para ello nos ceñiremos a la forma lacaniana. Digamos, por otra parte, lo que este primer contacto con la fobia nos enseña respecto del objeto fóbico cuestión fundamental-. Lo primero es que el objeto fóbico no es uno, son muchos. Tiende, mediante una especie de difusión, a pluralizarse siguiendo, podríamos decir, las líneas de una inducción significante, también podríamos decir simbólica, ya que entendemos lo simbólico en función del significante. En efecto, no solamente es el caballo, sino que son caballos con carros; son también ciertas posiciones del caballo, el caballo cuando da vueltas, el caballo caído en el suelo. Está el miedo a que los caballos se caigan, a los caballos blancos, pero taro bién a los carros. Así, Juanito construye una fantasía alrededor de un carro parado junto a un depósito. En general parece que la fobia tiende a extenderse, como se ve, a los transportes en general, incluyendo los trenes y un viaje con el padre en tren. Esto por una parte. Y por otra parte, el objeto fóbico que surge aparentemente como privilegiado aquí, el caballo, Freud mismo
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comienza por no asignarle un solo significado, sino que en verdad está sobredete1minado. Sobredeterminado, en Freud, quiere decir que responde en su constitución a líneas causales distintas, a diferentes causas. Así el caballo es para Freud el poder, pero también es la madre: arrastra los carros que siro bolizan la carga de los herma ni tos, es decir de los competidores narcisistas. Y también es el propio Juanito: los caballos cuando se caen el pataleo del caballo caído evocan, según Freud, los pataleos del propio' Juanito cuando recibía sus primeros cuidados de la madre, lo que remite a su erotismo anal, su goce anal. Caballos caídos, Juanito, la analidad de Juanito, el padre, la madre, el peligro de los competidores narcisistas, el narcisismo. Bueno, resalta en la observación de Freud -una observación bastante detallada- que hay como una progresión de fantasías que coincide, digamos, con cierta progresión de Juanito hacia posiciones más liberadas con respecto al objeto fóbico. Es como si se curara, lo que se corresponde con fantasías que tienen que ver con la curación. Esto es interesante y nos introduce en una forma de concebir lo que se considera como fundamental en el proceso de la cura, que es la correspondencia de la fantasía con el momento del desarrollo del sujeto hacia una posición más normal, más normatizada. Hay fantasías de cura que tienen que ver con el momento en que el sujeto está progresando: ésta es una de las maneras de pensarlo. De cualquier modo, a11nque voy a tratar de emplear un ejemplo que tien~ que ver con esta manera de pensar, no hay que generalizar todo proceso de cura tomando como referencia este progreso en la fantasía. Pero, sin embargo, en esto hay cosas que son ciertas. Entonces, la interpretación de Freud es que, dado el Edi po heterosexual de J uanito, el caballo simboliza al padre (simbolización que vamos a discutir) por una relación de semejanza que se refleja en las propiedades del símbolo: grande, fuerte, muerde, arranca cosas -la cas-
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tración . De modo que el objeto fóbico viene a representar, por semejanza basada en determinadas propiedad~s, al agente de la castración que es el padre. Esta es la interpretación de Freud. ., La interpretación de Lacan llamará la atenc1on sobre las características de la figura real del padre Y sus conductas en relación con Juanito. En verdad sería difícil asignar a este padre al menos en apariencia- las propiedades de una imagen castradora. Es un padre bastante permisivo, un padre culto, const~temente preocupado por la educación se~ual de Jua~1to; está siempre a su lado, tratando de dial~gar con el. Un padre del cual finalmente -por sus aciertos y por sus desaciertos, pues es como si Juanito se diera cuenta- Juanito se burla. . Hay sobre todo dos fantasías que aparecen ~n la primera parte del análisis y que muestran precisamente que la relación de J uanito con su padr~ no. es una relación de temor al padre castrador. Juan1to piensa al padre como alguien que está en su mismo nivel. Estas dos fantasías son fantasías de transgresión, en las que Juanito y el padre hacen lo mismo. En una de ellas se tr~ ta de atravesar el cerco de un parque al que está prohibido entrar. Y Freud interpreta esto inmediatamente como una fantasía i11cestuosa, de transgresión de algo que tiene que ver con la madre, con el deseo de hacer algo p1·ohibido. . Pero lo más interesante es que el padre y Juaruto hacen lo mismo los dos hacen algo que tiene que ver con acostarse cor:. la madre. Lo que se ve en la fantasía es que el padre no es alguien que establece el límite Y Juanito quien lo transgrede, sino que el padre transgrede un límite que Juanito también transgrede. El límite en sí mismo no viene del padre, ni el padre está representando el límite. Se podría decir que si la fantasía es una fantasía de acostarse con la madre, Juanito lo hace al mismo título que el padre, de forma que si en la realidad es el padre el único que se acuesta con la madre,
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esto es azaroso y no responde a legalidad alguna ni a algo que tenga que ver con el padre en tanto que él impone los límites. En cuanto a la otra fantasía, sucede lo mismo: Juanito ~su padre tiran piedras contra un tren y rompen los cnstales una fantasía sexual diríamos-. Pero otra vez ~uanito y el padre están en el mismo nivel. Lo que habna que pensar entonces es que esta fobia, o la segregación de este objeto fóbico, debe leerse al revés: la incapacidad del padre para separar a Juanito de lamadre, es decir, la pregunta por su capacidad para asegurarlo contra el peligro de ser devorado en la relación con la madre fálica. Entonces ~l objeto fóbico aquí, si ustedes quieren, responde al peligro de ser devorado por esta relación, con el resultado de no poder darse objetos. El objeto fóbico apa_:ece como dotado de una propiedad que, como manan a constataremos, también se encuentra en la estructura fetichista. En primer lugar, la semejanza es de hecho descriptiva, porque tanto en el fetichismo como en la fobia hay objetos que están ahí: en un caso la media por, ejemplo, o lo que fuere un corpiño de mujer, ~ boton-, cualquier cosa. Y en el otro caso también: puede haber una fobia a los botones o fobia al talco, que es un objeto. Lo que llama la atenci?n es que, habiendo en ambos casos objetos, las relaciones que con ellos mantiene el sujeto son opuestas en lo que se refiere a los afectos. En un caso el afecto e~ positivo y el objeto se erige como apto para el goce, mientras que en el otro el afecto es negativo. Debe haber alguna 1·azón de estructura que explique la diferencia entre los afectos. Por ahora podemos decir esto sería una razón de es~ructura, aunque nos falta una pequeña cosita que deJaremos para más adelante- que el objeto fóbico viene a recubrí~, simbolizándolo por medio de una analogía de sus propiedades, al padre, cuyo lugar viene a ocupar como una defensa contra la posibilidad de que 110 haya
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objeto. Es preferible un objeto temible a que no hay~ ?~ jeto alguno. Si el sujeto fuese devorado por l~ pos~c~on de la madre, no habría ningún objeto. El objeto fob1co sería la defensa contra esa devoración, defensa que consiste en ocupar el lugar de la falta de objeto. Si ustedes quieren, podemos conectar esto masivamente con nuestra primitiva definición de la pulsión, cuya falta de objeto estructural se vería _redoblada por la devoración que resulta de la posición narcisista frente a la madre fálica. Todo eso, por su constitución misma, el objeto fóbico lo simboliza. El objeto por medio de relaciones de semejanza ocupa el lugar de un objeto que falta. Podríamos decir que el objeto que, falta ya sabemos cuál es: es el pene de la madre. Quena decirlo más adelante, pero lo anticipo: el objeto fóbico se produce frente a la falta de pene en la m~dre, Y eso. se acerca a la mejor definición del objeto fetiche. La diferencia será que en el objeto fetiche el afecto es positivo y en el objeto fóbico el afecto es negativo. . Observamos que el padre -al menos en el nivel descriptivo es en estas relaciones bastante poco cast~ador, si lo podemos decir así, y en la fantas~a de ~uaruto se constata lo mismo: el padre carece de distancia con respecto a él. Juanito lo imaginariza, lo fantasea c?mo un ser del mismo nivel. En la medida en que Juan1to progresa y parece empezar a salir de la fobia, .surge.en cambio otra fantasía donde el padre está mejor ubicado en la estructura; es una ·fantasía final, que casi concuerda con el momento de la curación, en la que el padre se casa con la abuela, mientras que Juanito se casa consumadre. Podríamos decir que esta fantasía tiene dos caras: una positiva y otra negativa. En la cara positi~a -que evidencia ciertos progresos , al parecer Juan1to logra desnivelarse con respecto al padre, restituirle u.n lugar que no es el de un igual. Al menos, le oto~ga la distancia generacional, logra distanciarlo y lo ubica en una legalidad que establece diferencias, en este caso la ley de las generaciones.
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Este puede ser el lado positivo de la fantasía. Sin embargo -van a ver ustedes cómo Freud lo comenta-, la fantasía siempre tiene un lado narcisista, encerrado, de contenido incestuoso: así, Juanito casa a su padre con la abuela y se casa él mismo con su propia madre. Entonces, se trataría de una fantasía de transición; le otorga al padre un lugar a cierta distancia, pero se preserva la relación narcisista-fálica con la madre. El problema fundamental de Juanito no es que el padre pueda castrarlo, sino que se muestra incapaz de hacerlo. La cuestión i10 es que el padre lo aleje de la madre, sino que él podría quedarse encerrado en su relación con ésta. Esto se ve en una fantasía construida a propósito de un carro detenido en un andén. Los chicos juegan pasando del carro al andén, pero Juanito se imagina con temor que, cuando suba, el carro pueda ponerse en marcha. Entonces el padre interpreta este temor en función del complejo de Edipo simple y le pregunta: "Entonces, ¿tienes miedo porque así te alejarías de mamá?" Y Juanito le contesta, dice Lacan, como si hubiera un insight de la estructura misma: ''No, porque yo siempre acabaría volviendo a mamá". En el fondo del miedo a ser llevado, está la certeza de volver siempre. Esta es la fantasía en la cual Lacan funda su análisis de la fobia. Bueno, entonces el otro punto para pasar de la interpretación del símbolo, según sus propiedades analógicas, a la interpretación por el significante está en la importancia que a lo largo de toda la observación cobra lapal~bra Wagen, como vector fundamental porque, como dice Lacan, toda la fobia está colocada bajo el signo de los transportes: caballos, carros, trenes, caminos, movimi~nto. Freud en el texto llama la atención sobre el parecido de Wagen con wegen, que en alemán quiere decir "a causa de'', "lo que es capaz de". El carro se mueve a causa (wegen) del caballo: el caballo es lo que lleva, lo que causa el movimiento. Entonces, la fobia de Juanito sería una respuesta a una pregunta sin solución,
poner un objeto donde no hay respuesta. La cuestión fundamental es ésta, dice Lacan: "¿Qué es- un padre?'' o sea un padre capaz de arrancarme del lado de mi madre . De este modo el caballo se torna más interesante, no por analogía, sino por inducción a partir de la homofonía Wagen/wegen-. La pregunta es entonces: ''¿Será mi padre capaz (wegen) de llevarme del lado de mi madre?". Se puede apreciar claramente la diferencia entre el análisis del símbolo por analogía o por el significante. Entonces, la cuestión fundamental consiste en que si se va más allá de una explicación simple del complejo de Edipo, se ve que la figura del padre es crucial. No es el lugar puntual de un temor, sino el término de una interrogación abierta. El objeto fóbico viene como respuesta a un enigma que no encuentra solución; lo que se llama relación incestuosa con la madre es, en verdad, el peligro de la devoración. Con respecto a la idea de la relación incestuosa con la madre, en verdad se dice más de lo que hay, porque en el Edipo la madre no ha sido totalmente segregada como objeto libidinal, y no porque el nene sea chiquito. Hay que entender 'o hay que escuchar, cuando se habla de relación incestuosa con la madre en el complejo de Edipo, que se refiere a esa relación devoradora con la madre. Lacan cuenta un ejemplo un tanto gracioso, al respecto, de una madre bien fálica que había criado a sus hijos en su propia frigidez histérica, en oposición a un padre no deseado. Cuando el chico va creciendo, la madre ve que no tiene ninguna relación con mujeres y entonces empieza a pensar de qué manera podría 11acer para que consiga tenerla. Como ven, se· trata de una relación con una madre fálica que ha mantenido al chico capturado. •Entonces, en una especie de pensamiento sacrificial, la madre llama un día al chico y le dice: "Nene, ven". Y entonces se levanta las faldas. Pero el chico le contesta: ''No mamá, soy homosexual''. Es decir que la relación
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incestuosa con la madre no es el coito con la madre, porque si el hijo tiene pene, lo pondrá en otra parte, no del lado de la madre. Cuando decimos que el objeto fóbico viene en lugar de tin objeto que falta, hay que entender también esto: quiere decir que en la relación heterosexual de Juanito co11 la madre, lo que peligra es la posibilidad de usar su pene como heterosexual. El verdadero peligro no es ser castrado por el padre. Pregunta: Juanito tiene fantasías de incorporación de un pene mayor, como la fantasía del fontanero. En cuanto a las fantasías del fontanero, también son dos. Lo que aparece claramente en la primera fantasía es una concepción sangrienta de la castración. Si la castración es sentida como sangrienta, ¿qué significa esto? Que la posición narcisista es fuerte. En la segunda fantasía, viene el fontanero, le saca una parte y se la vuelve a poner. Fíjense, lean bien este fragmento porque lo que ocurre es que el fontanero saca algo de la parte de atrás y le pone una cosa nueva. El padre pregunta, pero a la vez añade algo: "¿Y también con la parte de delante?" Juanito responde: ''Sí''. Pero en verdad eso no lo dice Juanito. Aun así, entre la primera y la segunda fantasía del fontanero hay una i·elación de progreso: en la primera, la castración es imaginarizada como algo sangriento. Mientras que en la segunda, Juanito parece ser capaz de aceptar que si le sacan algo, luego podrá recuperarlo. Sin embargo, todavía no se trata de que simbolice la recuperación del pene, porque se trata de algo que está en la parte de atrás.
15. LEONARDO: LA MADRE FALICA
Después de Juanito -para ratificar lo dicho hasta ahora y aclararlo les recomiendo que lean mi artículo que está en el número 4 de Cuadernos Sigmund Freud: 45 "Edipo, castración, perversión''. Lo obvio es que la fobia de Juanito, el objeto fóbico, se explicaba como la necesidad de poner un objeto ahí donde el peligro era de que no hubiera ninguno. Y esto porque el padt·e no era capaz de producir un corte en la relación narcisista-fálica de Juanito con la madre. Esta es la explicación. Ahora deberíamos examinar si el concepto de madre fálica se encuentra en Freud. En efecto, así es: de forma más explícita en algún caso y en otros casos menos -hasta de una manera bastante compleja y un poco sofisticada en "Lo siniestro"46- . Cuando veamos "Lo siniestro", entenderán la utilidad de este concepto de madre fálica. Al hablar de madre fálica en el sentido que nosotros le damos, se dibuja una cierta interpretación del complejo de castración. De ese dibujo veremos surgir un concepto de angustia, de la angustia en la teoría psicoanalítica, que nos permitirá superar ciertas impasses con respecto a la interpretación de la historia de este concepto en Freud. Es decir que todo ello después nos va a ser muy útil para entender Inhibición, síntoma y angustia. 47 Para tomar
45. Cuadernos Signtund Freud, nº 4, revista de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, fundada por Masotta (posteriormente, E scuela Freudiana Argentina). 46. "Lo siniestro" (1919), en tomo 111, pág. 2483. 47. Inhibición, síntonia y angustia (1925), en tomo 111, pág. 2833.
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posición, de entrada citamos estos dos trabajos fundamentales: "Lo siniestro'' e Inhibición, síntqma y angustia. Pero ahora no voy a comentarlos; los dejaremos para después. Comenzaremos por ''La cabeza de Medusa'', 48 artículo un poco tardío, de 1922, donde está absolutamente claro lo que decíamos. Aquí Freud vuelve a citar a Ferenczi, como taro bién lo había hecho en el articulito de ''La organización genital infantil", para decir que tiene razón al observar que la cabeza decapitada de Medusa simboliza el efecto terrorífico de los genitales castrados de la mujer, pero que hay que entender que estos genitales son los de la madre. Los griegos, profundamente homosexuales -dice Freud- debían tener cierta sensibilidad al respecto, ya que disponían de un símbolo referido a ese efecto terrorífico de la falta de pene en la mujer. En el artículo -sólo tiene cuarenta o cincuenta renglones-, Freud lo dice dos veces, por esto se torna más interesante. Además no dice por qué, lo cual muestra que esto tiene en la teoría como 11n estatuto de postulado que no se puede soslayar. En el artículo hay otra observación interesante de Freud sobre la representación dada por los griegos de la cabeza de la Gorgona -Medusa, de mirada petrificada- con serpientes en lugar de cabellos. En este símbolo de la castración de la mujer, dice Freud, aparece 11na multiplicación de los símbolos peneanos en la cabeza. De lo cual debemos deducir, según él, una regla general: toda multiplicación del símbolo del pene simboliza la castración. Tampoco dice por qué, pero lo menciona tres veces, que yo sepa, en toda su obra. Una de ellas en un capítulo de La interpretación de los sueños49 y otra en "Lo siniestro". En esta última ocasión agrega una cosa más: algo más así como que no es precisa la multiplicación del símbolo del pene, sino que
48. "La cabeza de Medusa" (1922), en tomo III, pág. 2697. 49. Cf. La interpretación de los sueños , (1900), tomo !, pág. 682.
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basta con su duplicación. Sería como una suerte de pequeña proporción: pene es a castración como uno es a múltiple, como uno es a dos. Por otra parte, esto ayuda a definir un poco más el concepto de narcisismo. El narcisismo contiene en su concepto la exigencia de la unicidad, de lo uno. Si alguien sostiene que es único, que no hay nadie como él, no puede haber otro. El mayor ataque que se le podría hacer a un narcisista en este sentido -y esto aparece en ''Lo siniestro"- es que haya otro igual. Supongan que yo soy narcisista. Llego a Barcelona y me dicen: "Masotta, te vamos a presentar a una persona que sabe Freud y Lacun". Sería terrible, ¿no? Más que terrible, alucinante. Esto sería el ejemplo del doble; es muy interesante, porque entonces, ¿qué relación podría existir entre alguien que se llamara Masotta, que enseñara Freud y Lacan en Barcelona, y yo? Una relación mortífera. Esto pueden relacionarlo con algo que ya habíamos visto: 1ue la consecuencia del narcisismo es la agresión. La relación entre narcisismo y agresión es lo que vimos en la relación de identificación con el semejante que surgía en el estadio del espejo. Hay toda una literatura sobre el doble que sería interesante ver. Está en primer 1ugar el libro de Otto Rank, 50 que les recomiendo. Recuerden también 'William Wilson'', de Poe; es la historia de un sujeto que se encuentra en su casa con un tipo que es igual que él, se llama igual que él, etc. También está ''El doble", de Dostoievski, pequeño cuento que comienza cuando él llega a su casa y ve que están enterrando a alguien que resulta ser él mismo esto es muy melancólico-. Y luego El retrato de Dorian Grey, 51 que incluye la temática del cuerpo atomizado y la un.idad de la imagen, si bien
50. O. Rank : "Der Doppelganger" (1914), !mago Ill. Edición española en Hormé (agotada). 51. Osear Wilde: El retrato de Dorian Grey.
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proyectados en el tiempo en función del tema del envc· jecimiento. En Los hermanos corsos, de A. Dumas, se trata del tema de los gemelos. Estas serían interpretaciones de la estructura. La estructura es que la única relación que puede sostenerse con otro igual a uno mismo es mortífera: habría que matarlo. El doble plantea un problema de espacios. Fíjense que Freud necesitó referirse· de una forma metafórica a la ocupación del espacio al hablar de la energía libidinal. En el problema del doble, tal como lo sugiere la literatura, entonces, habría un problema de espacio vital, en el sentido en que se habla de espacios vitales en los animales. Entonces, lo que pasa es que alguien sobraría, porque habría un solo espacio vital para dos. La relación solamente puede ser una relación de exclusión, y por eso vimos que conduce al fundamento del concepto de agresividad. Si esto es así, se puede entender la historia de Los hermanos corsos -recuerden la famosa película de Douglas Fairbanks, que era muy linda-. Según la historia, cuando le pegan a uno de los dos hermanos gemelos, sufre el otro y viceversa. En verdad, es una interpretación que explica el problema del doble por una relación donde el mal no viene del otro especular, sino de un tercero. Esto sería una variación sobre la estructura agresiva que, digamos, liga intrapsíquicamente al sujeto con su doble. Bueno, esta cuestión del doble vamos a verla cuando hablemos de "Lo siniestro", y entonces añadiremos algunas cosas. Volveremos a decir esto con algunas cosas más. Entonces, esta proporción, tino es a múltiple como pene es a castración, como uno es a dos, encuentra su sentido en el narcisismo si se incluye en su concepto la exigencia de la unicidad de lo 1Ino. A partir de ahí, el doble plantearía un problema. El doble es la castración, porque es la principal manera en que podría verse perturbada mi exigencia de unicidad de lo uno. Los dos modos principales de la castración serían la multiplicación del cuerpo despedazado y el otro igual a mí.
Ahora pasamos a comentar Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci . Este artículo de 1910, juntamente con ''Introducción al narcisismo'' y el trabajo sobre el caso Schreber, 1In caso de paranoia, son los tres trabajos mayores sobre el narcisismo en la historia de la teoría freudiana.52 Visto desde ahora, con todo lo que sabemos, podríamos decir que el trabajo sobre Leonardo es un tanto obvio. Pero lo importante es que en ese momento aparecía el concepto de narcisismo unido a la representación, no ya el concepto mismo, sino la representación del concepto de la madre fálica. Recordemos lo que ocurre en el trabajo: ese famoso recuerdo de Leonardo era que un buitre -lo tenía grabado en la memoria de cuando era muy chiquito- le ponía la cola en la boca y entonces se le partía. Freud preten~c que es un recuerdo que tiene que ver con la homosexualidad de Leonardo, que según él puede deducirse de su historia. Estamos en 1910, la última época del idilio de Freud con J ung. En aquel momento, Freud quería demostrar los antecedentes mitológicos de sus descubrimientos, además de demostrar que él también tenía conocimientos mitológicos -se refiere tanto a la mitología griega como a la mitología egipcia-. El buitre era un animal importante en la mitología egipcia y era representado mediante estatuillas claramente femeninas, pero dotadas de pene. Entonces Freud ahí se pierde un poco; en alemán, madre es Mutter y buitre, muth- dice que muth era quizá la madre fálica. Pero pasó lo siguiente: que Freud había leído las memorias de Leonardo entraducción alemana del italiano y el traductor se había equivocado, ya que muth no se refería a un buitre, sino a un pájaro cualquiera, al parecer un milano, pájaro que no tiene importancia en la mitología.
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52. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910), en tomo 11, pág. 1577. "Introducción al narcisismo" (1914), tomo 11, pág. 2017.
Bueno, entonces digamos que la condición de la argumentación de Freud está mal, pero por esas curiosas coincidencias que se dan en la historia, una conexión errónea produce el descubrimiento de un concepto. De ahí, Freud sacó la noción de madre fálica. Entonces, ¿qué es la madre fálica? En el trabajo es absolutamente claro: es el otro que sostiene la posición narcisista del sujeto. En este trabajo sobre todo en éste- Freud establece una relación de necesidad entre el narcisismo y la homosexualidad; cosa que tampoco está demasiado bien por otras razones que vamos a ver después. Esta conexión para Freud, es sencilla. Dice que a la elección de objeto heterosexual le precede siempre una etapa de elección de objeto homosexual, porque la unificación de la libido del sujeto se realiza a nivel del narcisismo. Entonces Freud dice que en la etapa narcisista del desarrollo, el sujeto elige al otro sobre el modelo de su propio sexo. Este sería el razonamiento: la homosexualidad se fundaría en l~ elección de un objeto que es más parecido a uno mismo. ~sta es la idea, pero fíjense en las conexiones que por distintas razones se establecen: hay una relación entre narcisismo y homosexualidad pero, a su vez, una relación de la posición narcisista de Leonardo con la madre fálica. ¿A qué se llama una madre fálica? Está en el trabajo, es lo que anteriormente hemos dicho: es la madre en ausencia del padre. Esto en la historia de Leonardo se ve absolutamente claro. Leonardo era hijo de un notario de la época y de una campesina. El padre, después de nacer Leonardo, había abandonado a la madre. Leonardo pasa la primera época de su niñez envuelto en una relación con la madre, con ausencia absoluta del padre. Cuando vuelve a vivir con el padre, después de los cinco años, éste tiene otra mujer, lo que Freud interpreta como si hubiera dos madres en la historia. Nosotros podríamos interpretarlo como la aparición de los dobles en Leonardo.
Acuérdense del cuadro: la Virgen, la madre de la Virgen -santa Ana- y el niño. Deben conocer también los cartones anteriores en los que Leonardo preparó el cuadro. Bueno, las dos mujeres, en verdad, son figuras absolutamente iguales y se están mirando una a otra como en un espejo. Hay una sensibilidad por el desdoblamiento de las imágenes. Las figuras de santa Ana y la Virgen siguen en parte ciertas formas establecidas de la época: las viudas religiosas. Los vestidos se funden, no se sabe cuál es de cada una, tienen al niño en los brazos y además hay, se ve la forma de un pájaro. Es interesante que haya un páJaro, y es cierto que lo hay, pueden verlo en la edición española. El pájaro aparece de tal manera que su cola está justo en la boca del niño. No se puede negar que es así, no se sabe si es un buitre o no ese pájaro, pero tiene la cola en la boca del niño. Pero en un dibujo de Leonardo que precede a ese cuadro, el ~efinitiv~, no hay un buitre, sino que están las dos muJeres arriba como si fuesen iguales. Es como si no hubiera difere~cia de edad entre ambas, como si fueran la misma figura, como un desdoblamiento de la figura de la madre. Y abajo está san Juan que es nenito y tiene la misma edad del niño. Hay dos nenitos mirándose, dos caras de nenitos mirándose, dos caras de mujeres mirándose. Es un cuadro interesante con respecto al tema de los dobles. Volviendo a la historia de Leonardo, la madre es abandonada por el padre. Y cuando Leonardo vuelve a encontrar al padre a los cinco años, entonces Freud dice que ya estaba todo decidido. ¿Qué es lo que estaba decidido? La estructura homosexual, todo lo vivido con lamadre, esta madre que nosotros llamamos -igual que Freud madre fálica y que determina la posición narcisista de Leonardo. El resultado es la homosexualidad. Ausencia de padre, madre fálica, narcisismo, homosexualidad. La estructura está completa. Podemos dar además
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una sencilla pero clara- razón de estructura de la identificación que constituye la base de la relación homosexual de objeto. Sobre la homosexualidad se pueden decir muchísimas cosas más, pero con respecto a las identificaciones, lo que viene a decir Freud es que sucede como si Leonardo estuviera enamorado de sí mismo en brazos de su madre el objeto fundamental sería el objeto narcisista-. Entonces elige a los objetos, ya que él era bellísimo, basado en ese rasgo de la belleza. Hay, por otra parte, una doble identificación: al mismo tiempo se identifica con la madre amando a sus discípulos y ama al pequeño Leonardo en brazos de la madre. Se identifica con la madre y con el discípulo. La homosexualidad de Leonardo respecto a la conducta parece una homosexualidad ideal, porque no se le conocen relaciones. Aunque en 11na ocasión tuvo un juicio a propósito de ello, pero no se pudo probar nada. Freud supone, deduce, que era 11na homosexualidad ideal, que efectivamente no había mantenido relaciones sexuales. De ahí, por otra parte, ciertos componentes obsesivos del carácter de Leonardo, que es como empieza toda la descripción de Freud: su actitud con respecto a la pintura y la investigación intelectual recuerden que era investigador de la naturaleza- que termina aplastando el trabajo del pintor. Leonardo acaba dejando la pintura, y por otra parte siempre hubo una imposibilidad obsesiva, 11na duda que forma parte de su carácter y que no le dejaba terminar los cuadros. Se aprecia igualmente una ansiedad con respecto a la manera de pintar que no le permitía usar la técnica del fresco y, por lo mismo, pintó mu chos murales sin la técnica adecuada, de modo que los cuadros se descascararon totalmente. En el artículo hay algunas otras cosas, como por ejemplo una distinción entre la represión como sexualización de la conducta- y la sublimación. Como siempre en los textos de Freud, la sublimación es descrita, pero jamás se encuentra la razón de estructura de esta operación. Tal vez sea uno de los conceptos psicoanalíticos
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más difíciles de fundamentar. Sublimar es cambiar el objeto de la tendencia sexual poder tomar otro y poner la tendencia que se dirigía al objeto en otro lado. Pero cuál es el mecanismo, nunca queda claro. Freud dice que se basa en la función del padre. Volviendo entonces al tema de la madre fálica, nos conviene comentar ahora el artículo "Fetichismo". 53 Encontramos a la madre fálica en la definición misma del concepto de fetichismo en Freud. El objeto fetiche es, en su definición, el sustituto simbólico del pene de la madre. Para decir todo lo que Freud dice de manera ordenada y sintética, partiremos del análisis de esta definición: el objeto fetiche es el sustituto simbólico del pene de la madre. Habría que agregar algo más a esta definición; el objeto fetiche se muestra como un objeto vinculado con la esfera del cuerpo, con los usos del cuerpo. El fetiche pertenece -para decirlo con un término rápido y claro~ a la clase de los trapos. Ahora veremos el mecanismo que explica por qué no cualquier objeto puede ser fetiche. Así, con respecto al objeto fóbico, también decíamos: no cualquier objeto puede ser fóbico. Pero la extensión de las posiciones en las que aparece un objeto fóbico es mucho mayor; comprende un conjunto de posibilidades lógicas mucho mayor que el correspondiente al objeto fetiche. Para que un objeto sea fóbico, únicamente tiene que estar en el campo de las vivencias reales del sujeto. Por eso podríamos decir: si uno vive en Barcelona no tendrá fobia a las ballenas, puesto que la fobia, en primer lugar, es una defensa contra un peligro. Lo que sucede, cuando el objeto fóbico se determina, es que el peligro se sitúa, de modo que el sujeto está bien en cualquier parte, menos en una. Así, no podría llegar a haber un objeto fóbico que no estuviera en el campo de las vivencias del sujeto. 53. "Fetichismo" (1927), tomo III, pág. 2993.
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En cambio, el objeto fetiche pertenece a la clase de los trapos, está dentro del circuito más estrecho de los usos del cuerpo. Daremos ahora otra defmición referente al modo de defensa constitutivo, es decir, la operación por la cual se constituye el objeto fetiche. El modo de defensa constitutivo es la Verleugnung (que creo que es ''repudio"54 en la traducción del diccionario). Para entenderlo, lo que hay que acentuar es algo que ya habíamos visto en la definición: el fetiche es un sustituto del pene de la madre. Fíjense que, en verdad, es un sustituto o simboliza lo que en realidad no existe. El fe tiche tiene como horizonte de su constitución una óntica negativa (ahí falta un objeto). Lo mismo hay que acentuar en cuanto al modo de defensa constitutivo. En primer lugar, el modo de defensa constitutivo se ubica al nivel del campo perceptivo. La operación en su conjunto comprendería dos etapas simultáneas. La primera etapa sería la percepción de la falta -y aquí está la óntica negativa-, porque percibir una falta implica la suposic;ión de que tiene que estar el falo. La segunda etapa ~ería la negación de esa percepción. Pe!:o lo que hay que acentuar entonces es el primer momento, en el cual se produce la positivización de un campo perceptual en tanto tal. Entonces, la operación -el modo de defensa constitutivo supone un campo donde las cosas aparecen en tanto que vistas, es el campo de las escenas vistas. Aquí el sentido privilegiado es la vista; se trata de la mirada, hay miradas y escenas. Entonces, no es por casualidad que en el artículo sobre el fetichismo, Freud. cuente un ejemplo que tiene que ver con miradas, con miradas furtivas y rápidas. Se trata del ejemplo de un fetichismo cuyo objeto es el brillo Q~ la nariz, el paciente siente una especial atracción por ei brillo en la nariz. El paciente era bilingüe y este brillo en la nariz, que en alemán se escribiría Glanz 54. Posteriormente se ha consagrado la traducción de Verleugnung por "denegación", por influencia del francés déni.
auf der Nase, una vez transcrito al inglés queda glance on the nose, con la particularidad de que si Glanz en alemán significa ''brillo", en inglés glance significa "mirada rápida, furtiva". Hay pues una mirada en juego. Pero Freud no dice nada más, lo deja como en el aire y después se pone a hablar del fetichismo en general. Diremos entonces que si la Verleugnung es el resultado del reconocimiento de la falta de pene, y el rechazo de ese reconocimiento, el resultado de esa operación, el trapo contiene en sí mismo esa doble operación. Si esto es así, debería plantearse que la Verleugnung establece no solamente el modo de defensa constitutivo de la perversión fetichista, sino de la perversión en general. Y si el modo de defensa se constituye a partir de lapositivización de un campo perceptivo visual, tal vez esto explique el clima necesariamente visual, escenográfico, propio del conjunto de las perversiones. La perversión requiere presentificaciones escenográficas; requiere de algo relacionado -para que se entienda mejor con los equívocos visuales, con la escena teatral en tanto que convención de relaciones entre el personaje y el actor. Hay una posición, digamos, con respecto al equívoco. Ese equívoco es lo que aparece en el campo visual como fundamental en ciertas perversiones, o al menos en algunas. El campo perverso es un campo donde se juega con la verdad en relación con los objetos del campo perceptivo visual. Así, simplemente, para dar un ejemplo, podríamos decir del travestismo que es necesariamente masculino. El travestista se pone un vestido de mujer; en primer lugar, esto quiere decir que el travestista juega al juego "hay-no hay". Este juego del travestido se base en la identificación con la madre, él se pone el vestido de la madre. Seguramente tiene razón al hacerlo. Pero por esa identificación le otorga pene a la madre, puesto que debajo de la falda, en este caso sí que lo hay. Pero además es necesario considerar si el travestismo se realiza con un compañero homosexual o heterosexual.
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Hay.sujetos que mantienen relaciones con mujeres, pero se visten como mujeres. Es necesario que el otro, digamos, entre en la convención perversa, donde algo que pertenece al registro de la verdad es transformado, se juega con ello y se muestra algo como si fuese verdad. Hay una vertiente seria en este juego constante: "Debiera de haber pero no hay'' ' o ''No hay, pero debiera de haber", o ''Hay donde no hay''' o ''No hay donde hay''. Con res pecto a la Verleugnung habría que distinguirla de palabras como Verdrangung (represió11), Verwer; ung (repudio), Unterdrukung (represión), Verneinung (negación). Pero ahora no vamos a extendernos en esto. Debemos señalar la particularidad del mecanismo de constitución, del modo de defensa constitutivo. La palao~a ''constitutivo'' debe entenderse en el sentido de propio, característico, en el sentido de que constituye la estructura de las perversiones. Las otras operaciones que hemos enumerado serían características de estructuras correspondientes a otros cuadros: por ejemplo, la Verwerfung, de la psicosis; la Verdriingung, de las neurosis, y la Verleugnung, de las perversiones. Para terminar de exponer ordenadamente las cosas que dice Fr~ud con respecto al fetichismo y con respecto al mecanismo de su constitución, podríamos hacerlo con una definición: el objeto fétiche se constituye en una relación de antes a después en el tiempo y, de contigüidad en el espacio. Es esto lo que determina al fetiche como perteneciente a la clase de los trapos de la madre Freud dice que el objeto que cae como objeto fetichista es lo que se vio antes de ver lo que ahí faltaba-. Entonces en la secuencia del streep-tease femenino, lo que se convertiría en fetiche sería lo último que se vio antes de ver que la mujer carece de pene, o sea lo último que permite seguir manteniendo o proyectar la creencia de que hay pene. Supongamos que sea la bombacha. El fetiche es como una pantalla donde se proyecta con
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ilusión la exigencia de que haya. Esto explicaría, además, por qué en el streep-tease siempre se mantiene alguna parte de la mujer vestida: para sostener lacreencia fálica. Freud da el ejemplo de una mirada que recorrería el cuerpo de abajo arriba. Así, cuando se mira hacia los pies, todavía existe la ilusión de que hay. Entonces, el pie puede ser la pantalla sobre la que se sostiene la ilusión. Por otra parte, como los nenes son chiquitos en relación con los adultos, los pies y los zapatos son objetos fetichistas privilegiados; son los más frecuentes. La guerra de Dios es un ejemplo de fetichismo del pie, según la explicación de Freud. Habría que agregar, en primer lugar, que Freud describe el fetichismo para el hombre y lo piensa como una suerte de defensa contra la homoseiualidad. La reflexión es sencilla: si el fetiche simboliza el pene de la mujer, el fetiche hace soportable a la mujer; por lo mismo, no es necesario ir a buscar el pene en el hombre. Hay una relación de defensa entre fetichismo y homosexualidad. En segundo lugar, Freud no habla de fetichismo en las mujeres. Y, por otra parte, en la historia del psicoanálisis, hablando clínicamente, parece que es bastante improbable observarlo. No digo que sea imposible, digo que es improbable. Y han sido descritos muy pocos casos. Cuando la gente quiere teorizar sobre el problema de la feminidad y el fetichismo tiene que echar mano de un artículo de los años 30, de Hug-Hellmuth, 55 que fue una de las primeras psicoanalistas de niños (precedió a M. Klein) y que escribió un artículo sobre un caso de fetichismo en la mujer. En tercer lugar, en el capítulo VIII del Esquema del psicoanálisis, Freud dice que el fetichismo no necesariamente aparece como algo puro y aislado. Es decir que no tiende a ocupar la totalidad de la conducta sexual, sino sólo un sector de ella. Puede acompañar, entonces,
55. Hermine von Hug-Hellmuth.
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~or .ejemplo, ~ la heterosexualidad. Por ejemplo, el fe-
tichista que tiene como condición cortar el cabello y así mantiene relaciones con su mujer y va todo bien. El único problema que van a tener es que llega t1n momento (para contar un ejemplo de Ferenczi) en que la mujer no tiene .más pelo. Entonces tiene que ir a analizarse, porque 3;11~ cortando llega a un límite. Por otra parte, los fet1ch1stas viven tranquilos con su fetiche y diñcilmente acuden al análisis, salvo que la cosa sea grave. En el libro de Kraft-Ebbing, 56 por otra parte se dice . ' que ciertas formas fetichistas son históricas. A fmes del ~iglo xrx abundan los cortadores de trenzas, llegándose incluso a establecer una grave penalización por esta práctica.
56. Kraft-Ebbing, au tor de Psychopatia sexualis, citado por Frcud en Tres ensayos para una i,eoría. sexual (1905), tomo II, pág. 1169.
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16. EL NARCISISMO Y LA PULSION
Con respecto al texto de 1914, ''Introducción al narcisismo", lo que hay que decir es que es un texto que merece ser leído, merece ser ubicado en la evolución de los conceptos teóricos en la constitución de la teoría freudiana. Y leído no sólo por lo que el texto tiene, sino en relación con la intertextualidad histórica, dentro de la obra de Freud, con respecto a los otros textos. Lo que está en juego en "Introducción al narcisismo" es, en primer lugar, la definición del modelo de las pulsiones. A saber, en verdad, los referentes mayores a partir de los cuales deben ser constituidos todos los otros conceptos teóricos. Son los conceptos de base. Leer el texto significa, en primer lugar, que hay que encontrar en él una ausencia. Es decir que cuando se lee, algo falta: alguna referencia a la agresión o a la pulsión de muerte. Esto es obvio, no es que uno se lo invente, porque alguien podría decir: '~Bueno, pero ¿por qué pedirle a un texto que hable sobre la pulsión de muerte si ese texto no trata de la pulsión de muerte?'' Pues, precisamente, por lo que acabo de decir, por el lugar que ocupa el texto en el desarrollo de la teoría. En ese momento, en verdad, lo que está en juego es la relación del narcisismo con la agresividad. Y la agresividad no aparece en el texto. Podríamos decir que hay un convidado de piedra: es la muerte, que no aparece. Lo que pasa es que Freud estaba intentando dirimir otra cuestión, que era, precisamente, la significación y 177
la necesidad del dualismo pulsional en la teoría. Ese es el tema del texto. En verdad no quiere introducir la pulsión de muerte, sino que quiere justificar el dualismo, podríamos decir casi un dualismo sin contenidos. Como si le interesara -más allá de los contenidos que podría tener el dualismo pulsional- afirmar que el modelo debe ser dualista. ¿Se entiende lo que digo? No importa que en ese momento las pulsiones debieran de ser no sexuales y sexuales -porque después van a ser "de vida" y ''de muerte", los contenidos van a variar-, sino que lo que importa es que se trate de un dualismo. Y, ahora, con una sencilla reflexión, voy a decir por qué. 57 De los referentes para estudiar el narcisismo, hay uno que ya lo tenemos en el texto, que está absolutamente clarificado con respecto a nuestra ubicación en cuanto al orden de lectura del texto. Nosotros estudiamos el narcisismo cuando, en cierto sentido, casi hemos agotado la temática fálica. Hemos leído todos los artículos que tienen que ver con el falo, prácticamente todos. No nos hemos olvidado de ninguno. A continuación, hemos introducido el narcisismo. Así, el concepto de narcisismo se analiza en la teoría psicoanalítica en relación con otros dos conceptos básicos. Uno, el concepto de falo; otro, el de agresividad. Cada uno de esos conceptos se podría decir que abre vertien-. tes conceptuales o caro pos teóricos. Una primera vertiente es la relación entre el narcisismo y el falo. Por este lado, el narcisismo se ubicará entonces en el campo de todas las ''imaginerías'' con las cuales el sujeto constituirá la idea que tiene de sí mismo. Entonces, hay que decir que el narcisismo es una identificación, algo que nos introducirá en 11n campo de imágenes. Y, hablando desde un punto de vista lacaniano, el narcisismo determina el nivel de lo imaginario; es
57. Cf. Osear Masotta: El niodelo pulsional, Ed. Altazor, donde desarrolla ampliamente esta temática.
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el campo teórico de los objetos ilusorios, fundamentalmente. El narcisismo tiende a l"'eificar la falta, por eso tiene que ver con la determinación de lo imaginario. El narcisismo es el lugar de todas las identificaciones y de todas las alienaciones del sujeto. Narcisismo, identificación y alienación son términos que pertenecen al mismo campo teórico y constituyen, a su vez, el campo de las defensas. Esta vertiente del narcisismo debe entenderse con referencia al gato. La otra vertiente es la que vincula al narcisismo con la agresividad, algo que ya habíamos visto cuando hablábamos del estadio del espejo. Habíamos dicho -¿recuerdan?- que en el estadio del espejo el sujeto se constituía según cierta matriz que constaba de dos polos: tendencia a la unificación y peligro de la atomización. El cuerpo despedazado, por una parte y, por otra parte, el sujeto que se toma a sí mismo -para .defenderse contra la atomización- por la imagen unificada que ve en el espejo. Esa alienación del sujeto en la imagen del espejo es el fundamento de toda identificación. Es por ello que Lacan, como vimos, describe dos momentos. Al primero, nosotros lo llamábamos, con términos sui generis, "Identificación con el espejo"; y al segundo, "Identificación con el semejante". Lo que ocurre con el espejo, el sujeto lo repite con otro sujeto, el nenito con el nenito. Es la etapa del transitivismo infantil. Recordáis que yo decía que el destino del cuerpo despedazado en la relación del sujeto consigo. mismo e~ el espejo- iba a ser, al introducirse otro suJeto, el ongen de la agresividad. La relación con otro sujeto es una relación doble. El sujeto utiliza al otro para alimentar su propia libido narcisista. Identificándome con el otro, me unifico a mí mismo; necesito con el otro para unificarme. Pero, al mismo tiempo, expulso, pongo en el otro los pedazos de mi atomización. Se entiende con esta reflexión de dónde sale el bombardeo agresivo de las partes que constituye la base del modelo kleiniano. Es la puesta en el otro de
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la atomización, al mismo tiempo que el sujeto utiliza al otro para unificarse libidinalmente. Fíjense que, dicho todo esto así, hay como una espe· cie de modelo de ocupaciones. Podemos verlo también en un texto famoso de Freud, Más allá del principio del placer, en el que ocurre así: si es que hay un lugar del sujeto en el yo, éste por definición- busca unificación y esa unificación la obtiene en su identificación con el otro. Le drena al otro libido unificante. Entonces, cuando llena su lugar con esa libido, envía los pedazos de su propia atomización al otro. El término alemán que fue traducido por catexis en inglés y por "cargas" o "catexias'' en español es besetzung, que quiere decir ''ocupar". Este término Freud lo usa en Más allá del principio del placer para discutir la cuestión del masoquismo primario que resultaría de una especie de flexión espontánea de la pulsión de muerte .. Dice que esta tendencia primaria a la autodestrucción se deposita en el yo, y el sujeto, en la medida en que se erogeniza a sí mismo, la expulsa hacia afuera. En la medida en que pone libido, ocupa con libido el yo, tiene que expulsar la atomización. Es en el último modelo pulsional donde Freud plantea lo que fue llamado -no por él mismo, sino por otros analistas- la pulsión de destrucción. Aunque Freud la nombra así alguna vez. El concepto de pulsión de destrucción remite a lo que ocurre cuando el sujeto debe ex.: pulsar, en tanto quiere unificarse, la atomización originaria que sería el resultado de la pulsión de muerte. Por eso, la definición general de pulsión de muerte es la tendencia a la desunión de las partes. Entonces, habría como una tendencia fundamental a la desunión: el masoquismo primario como tendencia primaria a la destrucción. En la medida en que el sujeto se libidiniza, la expulsa. Y eso es muy importante, porque es la forma en que Freud aborda la temática tratada por Lacan en "El estadio del espejo". Así, esta otra vertiente es la que se relaciona con la
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agresividad, la pulsión de destr1:1cción y 18: p~lsión de muerte. Estoy hablando de términos que sigrufican cosas distintas, pero que por el momento podemos poner en el mismo saco. Hagamos ahora unas breves reflexiones con respe~to a ciertos térrninos. En primer lugar, ~on respecto al termino pulsión. Les hablo de la pulsió~ porque .leer "Introducción al narcisismo" significa ubicar esta introducción del concepto de narcisismo en la historia del ~od~ lo pulsional. Bueno, tenemos entonces ahora este termino, que nos resulta nuevo, ya que hasta el ~omento habíamos hablado de otras cosas, como fase fálica, narcisismo, madre fálica, función del padre, etc. Pero no hemos profundizado en otros términos que aparecen m':1cho en Freud y que son muy importantes en la teon~ psicoanalítica, como es el caso precisamente del término pulsión. De entrada, con respecto a la palabra "pulsión'' hagamos las siguientes observaciones. E~ primer lugar, t~~a reflexión con respecto a la palabra misma, una reflex~on externa. La palabra alemana Trieb debe ser traducida por "pulsión'' y no por "instinto'', mientras que en esta edición está traducida por "instinto" -no se sabe muy bien por qué . Nunca logré ent~nde~ por q~~ In:otiv,? ciertos autores, después de traducir Trieb por mst1nto ~ acaban diciendo todo lo contrario, que en verdad no se trata de un instinto. Entonces, ¿por qué usar esa palabra? Algo les pasa; el significante, como dice Lacan, no es mgenuo. Bien, que no es el instinto quiere decir qu~ cu~do se trata de pulsión no hay relación de determinación _con respecto al objeto. Mientras que cua~~~ se trata de in~ tinto, cualquiera que fuera la defin1c1on -aun la m.as banal- que diéramos de este término, es alg~ que tiene que ver con el desencadenamiento de mecams_mos que pertenecen a la especie, que p~eden ser est~~ados en los individuos, en los grupos animales y tamb1en en conductas de grupo: algo que, una vez desencadenado, con•
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duce al individuo, en el interior de la especie hacia uil o~eto. ' Mientras que e11 el psicoanálisis no hay esa relación de determinación; es algo absolutamente distinto. Porque cuando Freud empieza a hablar de pulsión, sabemos que postula que su objeto es lábil. El objeto es \1n objeto perdido, profundamente perdido, en todo caso debe ser reencontrado, pero nunca está efectivamente ahí. O si se presenta, lo hace bajo formas raras como en el fe. tichismo o en las fobias. Bueno, todo esto con respecto al término pulsión. Con respecto a la pulsión en el interior de la teoría podemos decir que el término tiene dos usos que corres~ ponden a distintos campos teóricos. Estos campos teóric?s seguramente se conectan entre sí, pero no es demasiado claro de qué modo. Y Freud usa indistintamente el término en uno y otro sentido. Uno de ellos se refie1e a lo que podemos llamar, de ahora en adelante, par~ ponemos de acuerdo, el campo del gran modelo pulsional. El otro se refiere a la teoría de las pulsiones parciales. . Co~, re~pecto al primero, esto del ''gran modelo puls1onal , digamos que uso esta expresión simplemente porque es el modelo que está arriba, el modelo de referencia en el conjunto de la teoría -pulsiones yoicas 0 de conservación y pulsiones sexuales, posteriormente pulsiones de vida y pulsiones de muerte-. . Bueno, cuando se habla de pulsión, se habla en particular de un modelo pulsional en un momento deterrninado de la historia de la teoría. Más adelante haremos alguna descripción de esa historia, que estudiaremos en la segunda parte de nuestro programa. De cualquier manera lo fundamental es que Freud se mantiene dualista., En.ton~ lo que hay que intentar contestar es por que en verdad, parece que hay alguna razón lógica básica-. Ya hablaremos sobre ello. . En cuanto al ~tro punto, la cuestión de la pulsión parcial, voy a repetir algo que en otro momento hemos di-
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cho. Que el secreto de esto, de la palabra "pulsión" cuando se refiere a las pulsiones parciales, es recordar como fórmula mnemónica que cuando Lacan dice la pulsión, está queriendo decir que es parcial. La pulsión, por definición, es parcial. 58 Casi se podría decir más: el concepto de pulsión implica parcialidad. Y hay que tener e~ cuenta_ entonces que, estrictamente hablando, las (1nicas puls1ones ~:1e Freud estudia son las sexuales. El concepto de puls1on remite siempre a la sexualidad, y la pulsión parcial supone una teoría sobre la erogenización de ciertas zonas del cuerpo, así como, por otra parte, una teoría ~ob~,e l~ que en psicoanálisis se llamó "la relación de objeto , v:1i:culada con la teoría de las etapas del de~arrollo de la libido. Recuerden que "etapas del desarrollo de la libido" -esto para la lectura de Freud es importante tiene d.os sentidos distintos. Freud mismo dice que hay que distinguirlos, aunque él a veces no lo hace. Cuall:do digo "etapas del desarrollo de la libido", ¿en qué pe?sá1s? Analidad, oralidad, etc., ¿no es cierto? Pero también hay que pensar en el autoerotismo, el narcisismo ... Recor~ad que hay un texto de Freud, importantísimo, donde dice que hay que distinguir las etapas del desarrollo del yo autoerotismo, narcisismo, elección de objeto- y ~as etapas del desarrollo de la libido -analidad, oralidad, fase fálica, período de latencia, genitalidad-. Hay que distinguirlas por una razón teórica fundamental, puesto que no casan unas con otras, hay un desfase entre ambas. Aho1·a comentaremos el artículo "La disposición a la neurosis obsesiva", donde hallamos una reflexión sobre la analidad. Se trata de algo fundamental y tiene que ver con el tema que estamos tratando: la conexión entre narcisismo y agresividad. Esto es lo que decíamos que faltaba precisamente en el texto de "Introducción al narcisismo" y hay que verlo así. 58. J. Lacan: Seminarw 11, op. cit., cap. XVI "La pulsión parcial Y su circuito".
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La determinación f11ndamental es que hay un párrafo de este texto donde Freud critica a los autores que confunden las etapas del desarrollo del yo con las etapas del desarrollo de la libido cosa que Lacan repite en su seminario "Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas''-. O sea que él sí las distingue, y de esta distinción surge esa cosa extraña que dice Freud en este texto .. . dice: ahora comprendo por qué el hombre es originariamente malo, como dijo Ferenczi una vez. ¿Recuerdan eso? ¿Por qué el hombre es originariamente malo? Porque hay l.Jn desfase, el sujeto está más adelantado en el nivel del narcisismo, es decir, en el nivel de la síntesis yoica, que en el de la síntesis que alcanza en el plano genital. Entonces responde a sus exigencias sintéticas con lo que puede. Responde de forma anal. Y como el culo es el lugar del sadismo para Freud, entonces el hombre es desde el origen malo. Par~ce una reflexión loca, pero es fundamental, porque fíjense que es, otra vez, el estadio del espejo, pero ahora conectado con la determinante de la evolución de la ~ibid?. Es esto lo que decíamos en otra ocasión, que lo inteligente es conectar la teoría de las pulsiones con el narcisismo y con el desarrollo de la libido. Entonces, ¿en qué se parece el estadio del espejo a esto que acabo de decir? Se trata de lo mismo, integrando otras cosas en el campo definido por Lacan, cuando dice que el hombre nace adelantado mentalmente, desde el punto de vista de la percepción, y atrasado desde el punto de vista de su constitución fisiológica. Enton.ces, en lo que se refiere al desarrollo de la libido, Freud está diciendo lo mismo. Digamos que, en el nivel de las exigencias sintéticas, el yo está constituido pero el sujeto no está genitalizado. Además, por otra regla fundamental que da Freud el . ' SUJeto se enfrentará al objeto siempre con los elementos de que dispone. Sucede entonces que sintetiza atacando. Pero decir que el strjeto sintetiza atacando no es más que decir, de otra manera, que la otra cara del nar184
cisismo es la agresividad. Recuerden bien este texto porque es fundamental. Bueno, estábamos en esto de que la pulsión es siempre parcial, cuestión en la que Lacan insiste. O, dic~o de una manera más sintética y con una fórmula ; decir "pulsión'' -que implica que es sexual, ya que en Freud no hay un verdadero análisis de la pulsión de conservación- es, entonces, decir "la función de la parcialidad, la pulsión de la parte". De acuerdo con la reflexión lacaniana, la relación de la boca con el objeto de la necesidad es de "todo o nada", es una relación de totalidad, el objeto de la necesidad es totalitario. La pulsión no lo es. Cuando la boca sirve para besar, el objeto deja de ser total y se constituye en objeto erótico. Con la boca se pueden hacer montones de cosas, aparte de comer. Y esos montones de cosas ya describen una serie de objetos intercambiables. Desde el punto de vista lacaniano, cuando se constituye la pulsión parcial, cuando se erogenizan ciertas zonas del cuerpo, ello significa una caída de la totalidad orgánica. Esto es ideológicamente importantísimo. Aquí está toda la diferencia fundamental con la fenomenología y la distinción fundamental althusseriana entre ideologías y ciencias. Sea cual fuere la determinación concreta de la ideología, las categorías de la ideología incluyen la totalidad. En la ciencia se termina ese esquema categorial, se pasa a otras cosas. En la teoría psicoanalítica, podríamos decir que es la relación en la que el sujeto se constituye como sujeto del goce, los objetos aptos al goce están determinados como parciales. Entonces tenemos ahora objetos en la teoría, pero objetos en el sentido duro, es decir, que tienen objetalidad y que están referidos al sujeto del goce, son aptos para el goce. En la ''Introducción al narcisismo" no hay reflexiones ni con respecto a la agresividad, ni con respecto a la pulsión. El tema, en verdad, es el destino teórico del gran modelo pulsional. No se habla, en ''Introducción al nar-
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cisismo'', del desarrollo de la libido ni de la teoría de las etapas. En tanto, entonces, que el tema fundamental es la historia del gran modelo pulsional, lo que tenemos que hacer son algunas reflexiones sobre esa historia, Hay un artículo que ustedes tienen que leer, un artículo de Balint, y que es la mejor exposición académica de lo que pasa en Freud con respecto a esto: cómo va cambiando la constitución, históricamente, del modelo pulsional. El primer modelo del aparato psíquico que Freud tiene es el siguiente: el aparato psíquico es algo que está sometido a una exigencia de trabajo. Una pulsión es una exigencia de trabajo. En este sentido, la pulsión se parecería al toro en el ruedo hay que saber un poco de toros.... , en verdad, el ruedo es el lugar donde el toro es puesto en una situación artificial. Igual sucede con la pulsión del inconsciente freudiano: no se puede escapar al estímulo. Entonces, el estímulo que en un origen fue exterior ya no tiene más las características de un estímulo externo. De modo que la exigencia de trabajo es una exigencia de la cual no se puede huir. En los primeros modelos, Freud propone algo que tiene que ver, además, con su primera concepción de la defensa hay que poner atención porque ideológicamente la teoría psicoanalítica se va a quedar en este modelo-. Esta idea tiene un resultado ideológicamente malo Y aristotélico, por otra parte: que el aparato regula la exigencia de trabajo con los ''principios''. Lo que Freud llamó principios eran reguladores del aparato contra la exigencia de trabajo. En el segundo modelo, el principio regulador mismo s~ va~ confundir con una pulsión. Y, entonces, para decirlo simplemente, en lugar del regulador, del principio del placer proponer una salida agradable frente a la exigencia de trabajo-, el sujeto, en verdad, tiende a suprimir toda excitación. Al principio, el modelo de aparato psíquico que desarrolla Freud es el de un sistema que trata de regular las fuerzas, según un principio de
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homeostasis como esas válvulas que hay en las calderas que avis~n cuando la presión sube más allá de cierto límite, de modo que el aparato quede a salvo. Esto es el principio del placer en Freud. . En el último modelo pulsional, ocurre una cosa distinta. Tenéis las pulsiones de vida dotadas de energía que tienden a producir cosas. Y el regulador ahora es la pulsión de muerte. Pero la pulsión de muerte pr~te~de reducir la tensión a cero. Por otra parte, Freud insiste en el texto en que la pulsión de muerte es el modelo de toda pulsión y que originariamente toda pulsión es la tendencia a cero. . Entonces, en el primer modelo lo difícil era justificar la existencia de lo desagradable. En el último, lo raro, lo misterioso es que todavía haya energía, es decir, que todavía haya libido. Pero aunque esto sea algo oscur~, lo que importa entender en todo caso es que se termina el modelo de la hómeostasis y el elemento regulador tiene ahora estatuto de pulsión. En el primer modelo había pulsion~s y princip.io regulador. En el último modelo hay pulsiones y puls1on~s. y son ciertas pulsiones con ciertas cualidades o propiedades -las pulsiones de muerte- las que hacen de regulador. Como se ve, tenemos razones justificadas para pensar que, en efecto, en el modelo pulsional ~e están jugando cosas cruciales con respecto a la teona. · Podríamos comenzar entonces, ahora, recordando las etapas. Empiezo por la bibliografía: en p~er lugar todos los artículos de la Obra completa que tienen que ver con pulsiones. "Introducción al n~rci~~smo'' y, funda~en talmente, "La pulsión y sus destino~ . Luego, el art!culo de Balint "La historia de las pulsiones en Freud , un artículo del lnternational Journal, y, después, también los artículos correspondientes del Vocabulario del psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, que verán cómo además coinciden taro bién más o menos con lo que hemos dicho. Parece que todo el mundo está de acuerdo en líneas generales. El desacuerdo puede estar en la ínter-
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pretación de los conceptos. Si ustedes quieren, después de leer ''Introducción al narcisismo", podemos leer el artículo de Strachey y van a ver cómo en un artículo de t:es páginas se encuentran los errores ideológicos suficientes como para acabar en la psicología del yo. Se lo puede ver, depende de los acentos, de cómo se interpreten los acentos . . Podríamos decir, así, que la historia de las pulsiones tiene tres partes. En la primera parte el modelo es: pulsión de conservación y pulsiones sexuales. El texto -aunque hay otros muchos en Freud- donde podemos encontrar esto es Tres ensayos para una teoría sexual. En este texto está el primer modelo. La cuestión fundamental es la siguiente: que, sin embargo, este modelo no le sirve a Freud para dar cuenta de lo que él intenta explicar, que es el conflicto psíquico. Vamos a hacer aquí un inciso con respecto a esto de ''~onflicto psíquico" que puede sonar mucho a psicoanálisis malo, pero no es así. Lo que preocupa a Freud es la explicación teórica del conflicto psíquico, donde lo que se juega es la deter·minación misma del concepto de sexualidad y la relación del goce con el saber. Porque sobre el conflicto psíquico tenemos cincuenta teorías llamadas "dinámicas", y encontrarán la palabra "conflicto" en cualquier teoría que tenga que ver más o menos con lo psicogenético. Entonces, a Freud no le interesa tanto el conflicto en general como el conflicto pensado en función del objeto fundamental de la teoría: la relación del sujeto con el goce Y la participación del saber en esa relación, a saber la temática fálica. No crean que al hablar de pulsiones ~e olvido del falo. Pero, volviendo al primer modelo puls!cual, no conseguía explicar suficientemente el conflicto psíquico. Era muy descriptivo: la boca sirve para comer y sirve también c?mo ·1u~ar de pulsiones eróticas. Pero no siempre se entiende bien y en los textos de Freud aparecen ejemplos harto oscuros. No sé si ustedes han intentado al-
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guna vez reflexionar sobre estos textos freu~anos, pero si lo hacen siempre se encontrarán con el mismo prob~e ma. Cuando Freud habla del modelo pulsional, _uno quiere ejemplos y, entonces, no los encu~ntra o no sirven. Debido a estas dificultades, Freud decia que el modelo pulsional estaba en la cúspide del edificio teórico ! que 59 se podía suprimir sin afectar ~ conjunto. E~ decir que cuando trataba el modelo básico de las pulsiones estaba tanteando. Lo que se puede decir es que, en la primera época, el modelo del conflicto para Freud estaba planteado en estos términos conceptuales, con todo lo que tienen todavía ' · ''Yo'' f r~nte a "~ ex.uade no constituidos estos termmos: lidad". Como si el aparato psíquico estuVIe:a escmdido en dos partes que no funcionaban bien conJuntamente. Por una parte, e11contramos la descripción_ de estas dos tendencias generales que él llamó puls1ones- de la vida psíquica, sexualidad y cons~rvación. Y, por otr.o lado la idea básica del yo defendiéndose de la sexualidad.' El enemigo en el conflicto es la sexualidad. Esto está en el comienzo del psicoanálisis; lo que Freud descubre es que la gente se enferma porque se defiende. de la se, . ,. xualidad. Sabemos que eso no constituye la teona psicoanalítica, porque dejar las cosas en esos términos r;º. resuelve nada. Desde el punto de vista del discurso teorico es una primera referencia, un sab~r ~d~uirido sobre la sexualidad. Si yo digo que una h1sterica se defiende del ac~ so de su padre, doy por supuesto q~e es u~~ cosa ternble. Pero esto, desde el punto de VIsta teonco, no adelanta nada. Puede que sea terrible, pero 1:1º lo es para todo el mundo. De todos modos la sexualidad, en tanto contenido, no sirve como explicación, por más grave que sea lo que haya pasado~ -las ,c~sas más espantosas- para dar cuenta del obJeto teonco que nos ocu-
59. Cf. "Introducción al narcisismo", tomo II.
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pa. ~omo l~canianos, no buscamos un saber sobre la sexualidad, sino la relación del saber con la sexualidad . El psicoanalista no es aquel que sabe sobre la sexua~ l~dad, Y el _paciente alguien que no sabe nada. El analista e_s quien, por una relación analítica, va a permitir al paciente, tal vez, desembarazarse de algunas relaciones de determinación que existen entre el saber y el sexo en_ s~ ~aso particular. Esto es algo sobre lo que estoy ms1st1endo siempre. Si yo superpongo el saber al sexo, seguramente constituyo cierto discurso; en términos l~cania?os, un discurso universitario en el que diré que s1 al SUJeto le pasa algo es porque él no sabe. O, aún peor, sostener una forma determinada de relación entre el saber y el sexo.
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17. LAS DIFICULTADES DEL NARCISISMO
Ayer hablábamos sobre la "Introducción al narcisismo'' y en esa introducción se citó un texto con respecto a la historia de la teoría de las pulsiones. El texto, en verdad, es pobre en lo que se refiere al tema de la psicosis, porque, como decíamos ayer, la psicosis estaba utilizada para pensar el narcisismo, y no al revés. Freud, por otra parte, conoció bastante poco a los psicóticos; según dice, los vio desde la puerta. En segundo lugar, el tema fundamental era el destino del gran modelo pulsional. El centro del texto es la caducidad del modelo pulsional y lo que el texto no dice, que es la conexión entre el narcisismo y la agresividad. El convidado de piedra es la muerte y ahí en ese texto no está, no hay ninguna referencia. Entonces vamos a ver lo que pasa dentro del texto. Está dividido en tres capítulos. El capítulo primero tiene tres partes; las voy a evocar a continuación. En la primera parte del primer capítulo se presenta el término de "narcisismo''. La primera observación que habría que hacer con respecto al texto es acerca del título mismo en su traducción española: está mal, porque no deja ver lo que dice el original. El título no quiere decir que Freud vaya a introducir el concepto de narcisismo, sino que va a pensar con todos los medios que tiene a su alcance para dar cuenta del concepto. Es una
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reflexión sobre el concepto y no una introducción al térm~o~ El texto además se llama; Zur Einfürung de1· Narzissimus que quiere decir "Aportaciones sobre el nru·cisismo''. Es una reflexión sobre el narcisismo. La traducción inglesa está bien: On narcissism: An introduction. Bien. Así, de las tres, la primera parte contiene ciertas reflexiones con respecto al término. Freud hace referencia al uso que se ha hecho de él para describir una perversión, la de quienes gozan con su propio cuerpo lle~ando al orgasmo por vía mastur~atcria, etc., pero él mtroduce el problema con una frase en el párrafo tercero donde se dice que hay un narcisismo primario y normal. Cita entonces a Rank, que habla de la observación de una etapa narcisista, o de una estructura narcisista en la homosexualidad. Luego se trata de una estructura de la,, constitución del sujeto y no de l1n cuadro perverso en . s1 mismo. Bueno, esto, si ustedes quieren, nos introduce ya en una primera gran dificultad que es la siguiente: no se van a poder explicar las parafrenias palabra complicada, sofisticada-, que Freud introduce para designar una mezcla de esquizofrenia y paranoia. Entonces, la primera complicación es que el narcisismo está en todos lados: está en el cuadro normal caracteriza a la perversión y es propio de la psic~sis. El primer problema de orden conceptual es la utilización del término para distinguir propiedades específicas. Pero acá Freud va a utilizar todo lo que tiene a mano para pensar el concepto, y no al revés, eso es lo fundamental. Sin embargo, hay una o dos especificaciones con respecto a la psicosis que hay que tener en cuenta y a las que hay que darles un alcance probablemente mayor que el que tienen en el texto y a las cuales me voy a referir ahora. El resultado es que aparecen dos té1·minos nuevos que Freud introduce como bien dice la Stan-
dard Edition-60 por primera vez en la teoría: libido de objeto y libido del yo. Parte de esta tardía reflexión sobre el concepto de narcisismo surge en Freud a partir de la& neurosis de transferencia, es decir, las psiconeurosis, que es de lo que hasta ahora hemos hablado. En las neurosis lo que se ve es la dificultad del sujeto con la libido objeta!. Y es solamente cuando se descubre el campo abierto por las psicosis que se pone de manifiesto la retracción de la libido al yo. Hay en el texto una palabra que conviene distinguir para su uso, que es el concepto de "introversión" (buscar en el Diccionario de Laplanche). Para Freud introversión significa el pasaje de la libido de los objetos reales a los objetos de la fantasía. Significa no la pérdida de los objetos, no una pérdida total de objeto, sino la conservación de los objetos en la fantasía. Pertenece al cuadro de las neurosis. Tened en cuenta lo que ya decía Jones: que a Freud no le gustaba mucho este texto de introducción al narcisismo porque era un texto escrito de forma muy complicada. No tiene aire la estructura del texto. Y tened en cuenta esto, porque hay un montón de lugares donde, en efecto, cada vez que Freud tiene dificultades teóricas el texto se pone espeso. Freud era un autor claro, esto hay que reconocerlo; los textos de Freud son claros. Lo difícil a veces es entender los conceptos, conectarlos. Cuando Freud en verdad tiene dificultades, el texto se apelotona y se pone oscuro eso es lo que sucede al menos en tres lugares de este texto . Puede decirse de otros artículos que las ideas son bastante complejas, sin embargo el texto mismo puede ser un texto claro, abierto, aireado. Termina la primera parte y comienza una reflexión so-
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60. The Standard Edition of the Complete Psychological Works ofSigmund
Freud, ed. de James Strachey, 24 vols., Londres, Hogarth Press, 1953-66. (La edición de Amorrortu de las Obras conipletas se inspira en la Standard e incluye las notas de Strachcy .) [N. Editor: Trad. al español, Ed. Amorrortu.]
61. Lecci.ones introductoria.s al psi-eoanáli.si.s (1915-1917), tomo II, pág. 2125. Autobi.ografía (1924), tomo III, pág. 2761.
que depende de las decisiones últimas con respecto a los conceptos. Es cierto que la construcción de los conceptos puede seguir un camino que se aleje de los conceptos de referencia básicos. Pero la relación entre unos y otros es rigurosa. Entonces, la metáfora del sombrerito demuestra los problemas que Freud experimenta con respecto al modelo pulsional. Estamos en tina época en la que todavía no·se introduce la pulsión de muerte en la teoría. Bien, inmediatamente, entonces, Freud se pone a discutir con Jung -última parte del capítulo I . Y de ahí lo que hay que deducir son ciertas reflexiones sencillas con respecto a la necesidad de mantener el dualismo. Se podría decir que en un momento en que él se da cuenta de que su teoría es débil, mantiene, sin embargo, el dualismo como una exigencia formal. Es como si supiera que el día que vaya a caro biar el modelo adoptará otro dualismo. Está seguro de algo: de que necesita el dualismo. Hay una referencia a Jung cuando está hablando de que puede que su modelo esté mal, pero no hay ninguno mejor. Freud lo caracteriza así: que lo que está mal es pensar que hay una energía general de la cual la libido sería una manifestación. Contrapone a esto su teoría, donde hay libido, por una parte, y, por otra parte, otra cosa, pulsiones de conservación y pulsiones sexuales o libidinales. En el momento en que empieza a defender el dualismo, aparece en el texto una conocida y famosa metáfora, que podemos llamar "de las razas". Freud dice que Jung está equivocado y que su modelo no sirve para nada, ya que si yo afirmara que todas las razas se conectan entre sí, en el caso de que a un individuo le correspondiera una herencia por su raza, no podría otorgársele la herencia al no poder determinarse de qué raza es. ¿Entendéis lo que dice? Esto quiere decir lo siguiente: para que haya un campo específico de la sexualidad en tanto tal, tiene que haber un campo de algo que no sea sexual.
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bre lo que es el punto fundamental del primer capítulo: una reflexión sobre la necesidad de mantener el modelo dualista en el interior del gran modelo pulsional. En primer lugar habla ahora de una libido del yo. Pero, entonces, si el yo ahora está libidinizado, quiere decir que el primer modelo pulsional se le viene a pique: se le viene abajo porque en el primer modelo pulsional el yo era el centro de la pulsión de conservación. Ahora el yo mismo está libidinizado. En verdad, entonces, ¿qué pasa? Que la libido está en todos lados. Entonces, no se puede mantener más ya ese modelo dualista de pulsiones de conservación y pulsiones sexuales. Vemos pues a un Freud luchando teóricamente para seguir manteniendo el dualismo a pesru· de las dificultades. Freud mismo después, en la Azltobiografía, en la Introducción al psicoanálisis y en otros textos, vuelve sobre el texto de 1914 61 y dice que el primer modelo pulsional ya estaba liquidado, que los conceptos ahí sostenidos eran un esfuerzo por mantener una teoría que no funcionaba. En el texto se aprecia la lucha por mantener esta teoría. Dice cosas como ésta: un modelo puede ser malo pero, mientras no haya uno mejor, continuamos con él. Lo cual quiere decir que es consciente de que este modelo es malo. Después dice cosas epistemológicamente sospechosas como, por ejemplo, una metáfora que usa dos veces, un lugar común de Freud, que es la metáfora del edificio: el gran modelo pulsional no es la base del edificio, sino su cúspide, de modo que se puede caro biar. Yo lo llamaría el modelo del sombrero: cada vez que le viene a uno mal o que le falla, se lo cambia por otro. Es una metáfora mala que vuelve a utilizar en "Las pulsiones y sus destinos''. Mala por esta simple razón: porque no es un sombrerito que se pueda uno poner y sacar, sino
Primera parte: una reflexión sobre la palabra. Segunda parte: una caracterización del narcisismo a partir de la retracción de la libido al yo, que explicaría la psicosis. Tercera parte: reflexiones epistemológicas generales poco afortunadas, pero de las que surge una certeza de Freud: la necesidad del dualismo. Podemos añadir una cuarta parte: la disensión con respecto al monismo junguiano.
Si ustedes se interesan por la epistemología, les voy a decir que, en verdad, en Freud hay u.n a matriz teórica fundamental que podría defmirse en pocas palabras, con una fórmula que es la siguiente: cuando se trata del gran dualismo pulsional, Freud es dualista, mientras que, cuando se trata de la genitalidad, niega que haya una pulsión genital y se torna extrañamente monista: sólo hay un tipo de libido que es esencialmente masculina, también para la mujer. Podríamos así decir que el campo teórico tiene tres niveles, tres pisos ideológicamente importantísimos. Primero: exigencia del dualismo para otorgar a lo sexual especificidad en tanto tal. Segundo: ello significa que el campo de la sexualidad es motivo de una indagación sobre la articulación entre el saber y el goce, en términos de Lacan. Tercero: no se puede hablar de 11na pulsión genital y sólo hay 11na libido para los dos sexos. Desde el punto de vista ideológico, con respecto a la diferencia de los sexos, esto es algo positivo. Lo único es que Freud sugiere que esa única libido es masct1lina, lo cual podría molestar a las mujeres. Pero fíjense que, si uno tiene una mentalidad 11n poco lógic.a , si hay una libido y es masculina, entonces no s e puede definir lo que es un hombre, porque no hay otro. El hombre, ¿qué es lo que consigue con la libido? ¿Qué es un hombre? Y tampoco hay una mujer, porque la mujer es "masculina". En todo caso, se podría acusar a Freud de que soñaba con un mundo de mujeres masculinas y de hombres inexistentes, pero no se le podría acusar de antifeminista. Bueno, esto con respecto al capítulo l. Así como el tema fundamental del capítulo 1 es la discusión del dualismo y todo el embrollo sobre el gran modelo pulsional, el tema del capítulo 11 es la elección de objeto narcisista y su distinción respecto de la elección de objeto anaclítica en la traducción española lo encontramos así: "elección de objeto anaclítica", también en la traducción inglesa . Como bibliografía puede ser tina bibliografía equi-
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Es a partir de la diferencia que podemos determinar la sexualidad en tanto tal. Lo esencial, algo que nosotros constantemente repetimos -ya que a partir de ahí vamos a poder entender los conceptos en una perspectiva lacaniana , es lo siguiente: afirmar, como Jung, que la libido no es sino una manifestación de una energía más general, es no dejar campo a la teoría, no dejar lugar en el campo teórico para una indagación de lo sexual. En primer lugar, fijense que si el campo no es dualista, no sólo no hay lugar en él para la sexualidad, sino que no hay lugar para una indagación teórica sobre la sexualidad. Entonces podemos entender otra cosa que dice Freud cuando, inmediatamente en el texto, discute el monismo de Jung. Jung, burlándose de Freud, había dicho que si se explican las psicosis en función de una retracción de la libido al yo, sería algo que no se entendería muy bien, puesto que la retracción de la libido al yo -dice Jung- puede producir el caso de un anacoreta, pero no explicar una esquizofrenia. Freud simplemente le contesta: decir eso implica limitar la concepción de la sexualidad a la idea de una genitalidad grosera. El caso del anacoreta es el de alguien que no mantiene relaciones sexuales. Pero no es éste el caso de la psicosis para Freud. ¿En qué se ha convertido para Jung el concepto de libido? En un concepto de relaciones genitales efectivas. Se ve muy clara la diferencia. El texto, entonces, contiene esas tres partes:
vocada pero muy buena para estudiar la cuestión del narcisismo , en primer lugar los artículos o el libro de Balint sobre Narcisismo y amor primario. (The narcissism and primary love ). 62 Pregunta: ¿Y el artículo de Green ?6 3 El artículo de Green es muy complicado. La primera p~rte está bien y se entiende. Pero después, al fmal, empieza a confundir la cuestión del afecto, que es la tendencia de Green, y ya no se entiende más. Lacan tam bién es oscuro, pero Lacan es Lacan. Igual que Mallarmé: hay uno solo... Pregunta: Pero, ¿el libro de Green sobre La concepción psicoanalítica del afect'O?. Sí, tiene algunas partes que son útiles, pero está mal. Además, es completamente reaccionario, porque la tesis ~d~mental es que el psicoanálisis tiene dos enemigos prmc1pales: Lacan y Hartmann. Un tanto ambiciosa co~.º tesis. Pero la primera parte nosotros la podemos utilizar -porque Green conoce muy bien todos los textos de Freud- para estudiar la cuestión de la angustia. Para un acercamiento académico al problema de la angustia en Freud está bien. BieJ."J.. Así, el tema en el segundo apartado es la distinción entre "elección narcisista del objeto" y "elección anaclítica" o ''en apoyo". ¿Qué quiere decir "en apoyo"? Porque ''anaclítica" es un término complejo que hace olvidar de qué se trata y, en verdad, se trata de algo muy sencillo: que se elige al otro sobre el modelo de la persona que alimentó o del padre protector.
En relación con el modelo narcisista de elección de objeto, Freud enumera cuatro posibilidades. Esto es muy importante, porque todas ellas están rigurosamente ubicadas en función de la articulación fundamental en la que hemos insistido hasta ahora cuando hemos tratado toda la cuestión del falo. O sea: el chico es el falo de la madre. Las cuatro posibilidades encontradas son: la primera, elegir al objeto sobre el modelo de uno mismo. Podríamos decir ahora según el "yo ideal". La segunda, elegir al objeto sobre el modelo de lo que uno fue para el Otro. Uno fue el falo faltante de la madre, es decir, el objeto absoluto del deseo de la madre. La tercera, elegir al objeto sobre el modelo de lo que uno quisiera ser. Podríamos poner: "ideal del yo''. Y la cuarta, elegir al objeto sobre el modelo de lo que fue una parte de sí mismo, lo que se perdió. Estas cuatro posibilidades constituyen la elección de objeto narcisista. Llamo la atención sobre el hecho de que en las cuatro se incluyen dos cosas cuyas direcciones son distintas: desde el chico, lo que uno fue, es decir, el objeto absoluto del deseo de la mach~e. Desde la madre, una parte de i1,no mismo, es decir el hijo como a través de la equivalencia siro bólica. Es interesante porque, ¿de qué narcisismo se está hablando? ¿Del de un sujeto o del de dos sujetos? Esto es muy importante, porque el concepto teórico de narcisismo contiene una problemática del sujeto. No se está hablando de un sujeto, sino tratando de determinar un concepto que tiene más de un sujeto y comprende distintas direcciones. Es interesante que este capítulo termine hablando del narcisismo de los padres que se refleja en los hijos, cuando 11no trata de pensar en el narcisismo de un sujeto aislado.
62. M. Balint: La [alta bási.ca (1967), Parte II: "Narcisismo y amor primario", Paidós, 1982. 63. A. Green Y otros: Objeto, castración y fantasfa en el psicoanálisis, Ed. Siglo XXI.
Ahora unas breves observaciones sobre las cosas que dice Freud tal vez no excesivamente relevantes- y que pueden molestar a l_as feministas por alguna razón.
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Después de hablar de que hay dos tipos de elección de objeto, que son el narcisista y el de apoyo, Freud trata de lo que él llama ''vida erótica de los sexos", que es la conducta del sujeto en la relación con el partenaire. Y Freud pasa de una cosa a otra sin transición, y entonces dice esto que es ideológicamente un poquito molesto y que tiene una sola justificación que voy a decir. ¿Cuál es el comportamiento del hombre? El hombre se comporta en la elección amorosa según el modelo "en apoyo", entonces "sobrevalora'' al partenaire. El hombre sobrevalora a la mujer. Las causas de la sobrevaloración, para Freud, están en el modelo de la primera dependencia biológica: "la que me dio de comer'', queda sobrevalo1·ada. ¿Recuerdan las dos tendencias de las que habíamos hablado, la cai·iñosa y la sensual, en la psicología de la vida erótica? Así, pues, el hombre persigue a la mujer po1·que la sobrevalora; no es que quiere ser alimentado por ella sobre el modelo en apoyo, sino que la sobrevalora. Pero, ¿qué le pasa a la mujer? Se plantea la relación narcisísticamente. Juega a ser la perseguida, según Freud. De ahí su1·ge toda una serie de cosas: por ejemplo, compara a las mujeres con los grandes felinos, con los tigres, con la independencia que muestran los gatos ... Son seres un poco cerrados y misteriosos que Freud alaba porque dice que tienen en la vida erótica un papel fundamental: seres fundamentalmente seductores, etc. Bien. Sobre lo que yo quiero llamar la atención, sea esto cierto o no lo sea, es sobre un deslizamiento que hay en el texto. No tienen nada que ver los motivos de la elección de objeto con los motivos de la manera en que el sujeto se comporta en la relación. Son dos cosas distintas y Freud pasa subrepticiamente de una a otra. A lo mejor se puede hallar una conexión en el secreto, la circularidad de la constitución misma del concepto de nar• • c1s1smo. Ahora bien, con respecto a si es cierto o no que las mu-
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jeres se plantean narcisísticamente la relación, se puede decir que, si bien no es algo general, en todo caso ell~ tiene una justificación y una sola. Puesto que la ?efirución del concepto de narcisismo implica el valor fálico del propio cuerpo -según la ecuación cuerpo-falo-, aquella que es más proclive a hacer esa ecuación es aquell~ que, precisa.mente, no lo tiene. Es la falta lo que permite proyectar, alucinar el falo en el cuerpo. Pregunta: ¿Pero esto no es una alucinación típicamen_te masculina? Es decir, desde un punto de vista feminista la realidad del machismo es la incorporación del falo ~n la mujer. O sea, que eso sería una proyecció!1'. Eso sería una complicación de la estructura. Pero, mdudablemente, el problema planteado por el feminismo es la mujer en tanto que se defina social e ideológicamente como femenina, la mujer que se plantea como objeto de goce. Precisamente cuando el ~ombre ~e plantea como muy "machito'', eso le da un cariz femenino almachismo del hombre, porque está jugando a lo mismo, a ser objeto de goce. Hay mucha bibliografía sobre el cuerpo como falo. H~y un artículo de Germán García, en los Cuadernos Sigmund Freud 64 número 4. Detrás de este cuaderno hay toda una bibliografía en español, es muy extensa Y además bellísima, muy buena. Hay después una parte del texto donde Freu~ tr~ta de la hipocondría y encontramos algo q~e pue?e inqw~ tar los espíritus. Las cosas que Freud dice ahí de la hipocondría nos enfrentan al vasto terreno q~e va de~de el síntoma hipocondríaco a la enfermedad ps1cosomát1ca y al síntoma histérico de conversión, porque en todos los casos se trata del cuerpo. De todos modos, hay una idea para extraer: que la .hipocondría, para Freud, es el máximo nivel de retracción 64. Germán L. García: "La ecuación cuerpo igual falo", en Cuaderrws Signiund Freud, n° 4.
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de la libido al yo -muy grave porque el nivel de simbolización es el menor posible . El sujeto no puede simbolizar sino el mínimo posible. En el mismo texto la compara con la megalomanía ei delirio de grandezacomo un intento de simbolizar, aun cuando toda la libido , esté puesta en el yo. Claro, en lJn caso, la libido vuelve al yo, pero queda capturada en el organismo; en el otro caso, al menos, se siro boliza algo. Esta es la idea más interesante. Para Freud, la hipocondría sería la última retracción de la libido al yo, sin capacidad de simbolización.
18. VALORES ESTETICOSNALORES ETICOS
Como vimos, Freud utilizó distintos elementos para ensanchar el caro po de la reflexión sobre el narcisismo: la enfermedad orgánica, la hipocondría y la vida erótica de los sexos. Con respecto a la enfermedad orgánica, se trata de un ejemplo bastante banal. La única utilidad de fondo, tal vez, para Freud es que es el único caso que muestra que habría 11n interés por la autocooservación que se asocia con la retracción de la lioido. El sujeto que está enfermo tiene interés en la propia conservación orgánica, por una parte, y, por otra parte, deja de amar. Sería un ejemplo de alguna manera, aunque débil, del modelo del dualismo pulsional tal como está planteado en ese momento: pulsiones de conservación o yoicas, frente a las pulsiones sexuales. En cuanto a la hipocondría, vimos que remitía a la cuestión de las neurosis actuales, que Freud distingue de las psiconeurosis. Las neurosis actuales están presentes al comienzo de la obra de Freud, aunque después este concepto es prácticamente abandonado, a pesar de lo que dicen algunos autores. Se trata de un concepto de poca utilidad clínica, que no sirve para la clínica psicoanalítica. La. idea de las neurosis actuales le sirve a Freud para sostener que la causa, la etiología, es sexual -real-. Esto es interesante, sobre todo en relación con la historia del concepto de angustia, por202
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que toda la primera teoría sobre la angustia comienza con la neurosis actual. Freud distinguió tres neurosis actuales; incluso escribió un artículo para diferenciarlas entre ellas, porque en su época se las confundía. Son la neurosis de angustia, la neurastenia y la hipocondría. . En el texto que .estamos comentando, se trata de ejemplifi~ar la retracción de la libido en su grado máximo, c~nsiderando que lo que está en juego es lo sexual orgánic~, ~eal. Entonces, en la hipocondría, la retracción de la libido al órgano sería un proceso similar, paralelo al que se produce en la psicosis con respecto al yo. Hay una frase rara sobre la hipocondría que puede despistar un poco, porque Freud dice que la hipocondría tiene un sus· tra~o real y hace una analogía con el genital masculino excitado, lo que hace extensivo a todas las zonas eróge· nas como ustedes saben, para la teoría psicoanalítica no se trata ~olamente de la zona genital . Entonces, ¿de dón?~ proviene este sustrato material?, ¿cuál sería la organic1dad real de la hipocondría? En última instancia se trata de la fuente de la pulsión, en tanto que Freud llama fuente, para cada zona erógena, a la determinación químico.-biológica que le es propia. Freud siempre mant~vo abierta la posibilidad de que algún día, tal vez el día d~ ~añana, la ~uírnica y la biología digan si hay tal es~ec1~c1dad química -es un planteamiento un poco misterioso-. En cuanto al capítulo III de "Intoducción al narcisismo", su tema central es el origen del concepto de s~peryó. Lo que ocurre es que la palabra "superyó" ~o esta en el texto. En cambio, hay dos conceptos: ''yo ideal" e ''ideal del yo" que Freud no distingue entre sí. Tamp~co distingue "ideal del yo" y ''superyó'', como se-;~ muy bien en el capítulo de El yo y el ello sobre el yo y el superyó, donde al lado de ese yo y de ese superyó se encuentra el ideal del yo. A lo largo de todo el capítulo se usa sistemáticamente el lino por el otro. . Sin embargo, nosotros vamos a hacer una categorización de estar por casa para distinguir los tres conceptos, con la salvedad hecha de que esta categorización no
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está en Freud, pero la hacemos para comprometemos. En todo caso, si alguien nos preg11nta, ya la discutiremos. Habrá que pensar que el concepto es así por tales y cuales razones. Antes debemos recordar algo que señala la Standard Edition creo que también la nueva edición española-,6 5 esa frase equivocada que dice que puede haber neurosis sin complejo de castración. ¿Leyeron esto? Freud empieza hablando de la protesta masculina y, en un párrafo muy oscuro, hace depender toda la protesta masculina del complejo de inferioridad, para acabar diciendo que hay neurosis sin complejo de castración. Si fuera cierto, todo lo que estuvimos hablando hasta ahora estuvo mal. Por suerte, se trata de una equivocación del propio Freud. En la Standard Edition hay una nota que dice que, en 1925, t1n tal doctor Weiss le escribió una carta a Freud preguntándole por esa frase. Y Freud le contestó simplemente que le disculpara, que 110 sabía en qué estaba pensando cuando escribió eso. De cualquier manera, esta observación es pertinente porque cuando uno lee el texto, como es tan denso, se encuentra con frases como ésta y uno no sabe ya adónde ir. Después hallamos la génesis del concepto de superyó. Es muy sencilla. Freud dice que, en la observación de la vida del adulto, lo que se constata es la pérdida de la megalomanía y de la omnipotencia infantiles. ¿Qué sucedió con aquel narcisismo que fundaba la megalomanía y la omnipotencia del niño? ¿Será que toda esa libido yoica ha ido a parar al objeto? Pero la observación clínica nos demuestra lo contrario, porque el neurótico es neurótico precisamente porque no puede poner mucha libido en los objetos. Así pues, ¿cuál ha sido el destino de esa libido narcisista? Bien, la líbido constituyó lo que Freud llama el "ideal'' del sujeto: el sujeto se idealiza a sí mismo. Pero cuando se constituye esa función del ideal, el sujeto se desdobla, dice Freud, porque al mismo tiem-
65. Se refiere a la edición de Amorrortu (véase nota 61).
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po sigue habiendo un yo real. Se produce una idealización, pero él mismo sigue siendo ese individuo real de todos los días, de modo que se divide entre su ideal y su realidad. El sujeto observa su realidad y la compara con la imagen idealizada de sí mismo. Entonces podríamos decir lo siguiente: función del ideal, yo real, más la instancia que los compara, todo ello constituye el superyó. No obstante, Freud no dice ''superyó'' en el texto, sino que dice ''ideal del yo''. Pero se ve, en todo caso, que la función fundamental es la misma que habíamos visto cuando en otra ocasión hablábamos de la génesis del superyó, que es el resguardo de la posición narcisista del sujeto. Si la función del ideal significa la permanencia en el adulto de la omnipotencia narcisista infantil, entonces la instancia comparadora que trabaja para la idealización, trabaja por el narcisismo. Freud describe una suerte de desarrollo del superyó. Habla primero de la crítica ejercida por los padres y después dice que el ideal del yo tiene que ver con valores colectivos, generales. Podríamos decir que se trata de significaciones o valores sociales. ¿Cómo plantear la distinción entre ''yo ideal", ''ideal del yo" y "superyó"? Bien, para responder haremos una categorización lacaniana. El yo ideal, podríamos decir, representa el narcisismo, como en su estado bruto; tiene que ver con el doble, con la función del doble, con la relación con el otro en la medida en que está dotado de las mismas propiedades que reconozco en mí. El yo ideal es el otro que soy yo mismo; es el lugar donde la elaboración de la identificación deja al descubierto la mayor cantidad de agresión, por el problema del doble, pero también la seducción que el otro ejerce sobre mí es el estadio del espejo . El yo ideal tiene que ver con lo que yo era, en la medida en que yo era el objeto deseado por mi madre. El objeto deseado por mi madre quiere decir, en verdad, que sus propiedades están determinadas por un discurso parental, materno: "Este nenito que se por-
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ta bien, que es bueno, que no contesta'' esto es m1. yo ideal-. También tiene que ver con la que Stoller llama "la identidad sexual'', para explicar el transexualismo. El libro de Stoller, Sex and gender ese libro también hay que comprarlo para nuestra Biblioteca prueba que el transexualismo depende fundamentalment~ del discurso materno: el sujeto se apropia de las propiedades que le asigna la madre. Hasta aquí el yo ideal. El ideal del yo tiene que ver con las identificaciones del sujeto en tanto que se apropia de emblemas, los emblemas sociales. ¿Qué quiere decir ''emblemas"? Quiere decir "simplificaciones" de valores sociales. Se podría hablar de una identificación con el ideal del yo en la medida en que el sujeto se identifica con lo que él se apropia de esos emblemas sociales. Pero no es menos importante el hecho de que esa apropiación en el ideal del yo tiene una dimensión estética; son valores con los cuales me invisto para "vestirme" con ellos, si queréis. La estética se opone a la ética, que co11stituye la pr·opiedad fundamental del superyó; el su~eryó es l~ apropiación de un valor, pero un valor que nge la acción. En el caso del ideal del yo, si hay apropiación de un valor, lo que rige es la contemplación, lo estético. En el ideal del yo hay apropiaciones de significaciones y de valores para investirme, para erigirme en objeto de c?nten:iplación, pero con 11na función: para apoyar las identificaciones secundarias las identificaciones en el complejo de Edipo . El caso más claro de to~os es aquel en que la identificación con el ideal del yo sirve para soportar, por ejemplo en el hombre, una iden~ificación c~n el hombre que constituye su heterosexualidad. Por eJemplo, piensen en el machismo inherente a la fi~a del rejoneador. Es muy difícil no imposible ser reJoneador y ser homosexual al mismo tiempo. Por otra parte, en lo que se refiere al yo ideal, no se trata tan~ de ser algo, sino de una relación con los valores que dE-ben contemplarse en uno mismo. Mi ideal del yo poW:ía ser el de rejoneador, sin que tuviera que serlo yo mismo. Andar 207
ª.caballo es un símbolo del entorno social en el que uno vive, ~ero puede funciona1~, aun desde el punto de vista social, como símbolo de machismo, de masculinidad. Pregunta: ¿Cómo relacionas la investición de emblemas con la elección de objeto? Se tr~~a de algo que sirve para sostener, para apoyar la ~l~ccion, com? una defensa contra los peligros de la deb~idad e~ la identificación secundaria edípica por la am b1valenc1a y por un montón de razones más. Existe una labilidad, de modo que se necesitan apoyos. El ideal del yo es u~o, pero podría haber otros. Y eso es lo que hace complicado el problema de las identificaciones. Por ejemplo, en el caso de Leonardo: siendo homosexual Leonardo se identifica en su ideal del yo a ciertos v~lores del padre, como el lujo, cierto estilo de vida ... Leonardo se identifica con el padre en un montón de cosas. Pero, en verda~, esa identificación no es la sexual edípica, sino de otro tipo. El planteamiento de Freud es interesante porque hace referencia a signos sociales a significado~ sociales. Cuando Lacan habla de embl~mas, evoca el ca:ácter defens~vo .de la identificación con el ideal del yo, onge~ de una significación. Bueno, así, lo que habría que estudiar son las relaciones -en los casos particularesentre la identificación al ideal del yo y la identificación secundaria edípica, porque pueden ser varias. Podríamos dec~: si en el caso de la heterosexualidad hay identificac1on con los emblemas del padre, en el caso contrario habrá complementariedad, oposición. Leonardo se iden-· tifica, en el nivel de los emblemas, con el padre. ¿Qué b~sca con eso? ¿Constituirse como sujeto tal vez ... ? O bien se trata de algo que ocurre en la homosexualidad apr?~~arse de los valores del hombre para ponerse en l~ posic1on de atacar al hombre dirigiéndole una pregunta fundamental: ¿Lo tienes o no lo tienes? Pregunta: ¿Tendría que ver con una especie de mor-
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folog[a? Si se habla de ideal del yo como ap1·opia<:t()11 clt· los emblemas a nivel estético, podría hacerse una ''·"l''' cíe de morfología de ideales del yo. En Tristes trópicos ,66 cuenta Lévi-Strauss que cuando iba en el barco a Brasil, se encuentra con Victor Serge y entonces se extraña de que éste, que había participado en la Revolución de Octubre, tuviera esa pinta tan afeminada. Dice que tal vez los papeles sociales se reparten. ¿Esto sería el valor significante de los emblemas? Porque se podría plantear que, en este caso, desde el momento en que van ligados a significados tan claramente establecidos y tan cerrados, habría una pérdida de significancia, del poder del significante. Bueno, esto es lo que debía hacer el análisis: analizar esos emblemas como significantes y descubrir una trama de otro tipo. En primer lugar, para disolver la identificación nada mejor que analizar por el significante. En lo que se refiere al superyó diremos que, igual que en el ideal del yo, hay apropiación de significaciones y valores sociales. Pero la función varía: ahora es ética, hay una recomendación con respecto a la acción. El motivo es la defensa narcisista. Pero, entonces, es terrible, porque el superyó es terrible, digamos, si es así lo que digo, puesto que en verdad el superyó, por su naturaleza, disuelve el contenido político-ideológico de la significación. Desde el punto de vista del superyó, el sujeto puede apropiarse de valores, desde el punto de vista de la derecha o de la izquierda, positivos o negativos, pero los utiliza por el motivo narcisista. Sería una especie de regla kantiana: actúa de tal manera que lo que hagas tenga que ver con que no haya pérdida narcisista. 67 Bueno, si el superyó es así, aquí está el corte
66. Lévi-Strauss, Claudc: Tristes trópi,cos ( 1955), Ed. Paidós. 67. En el sentido de que está enunciada como una máxima de aplicación universal, como establece Kant en Crltica df' la razón prócticn (Ed. Porrúa) para las normas que deben regir la conducta.
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verdaderamente. Aquí se juega el narcisismo y las relaciones del sujeto en el goce; porque el narcisismo quiere decir que está en juego la determinación del sujeto en el goce. Y precisamente ahí estaría el corte entre el psicoanálisis y la política -para mi gusto- puesto que, de una manera banal, se podría decir que los valores positivos o negativos, desde el punto de vista de la izquierda -y esta manera de hablar es pobre, se siente que faltan cosas, pero es la única manera de decirlo son disueltos por otros motivos. Este es el punto en el que el psicoanálisis no se engancha con el proyecto de izquierda. Hay un corte: todo está en querer borrarlo o en mantenerlo. Para mi gusto, me parece que hay que mantenerlo. Como dijimos el otro día, en el psicoanálisis más vale una reafirmación de lo inútil, lo que tiene que ver con el goce. Pero el campo de lo inútil no puede ser recuperado por el proyecto de izquierdas; es algo difícil de recuperar, salvo por parte de una izquierda ultralúcida, pero la izquierda ultralúcida no existe. Pregunta: ¿En proyectos utópicos únicamente? Bueno, ahí está todo el problema. Una de las maneras de resolverlo, que a mí me parece mala pero que puede ser usada teóricamente, podría ser: la contradicción general a nivel político se expresa en el individuo. Lo que el sujeto individual tiene prohibido en su acceso a los objetos del goce no es sino la manifestación de la contradicción general. Me parece mala, pero hay que pensarla, porque es la más tentadora. Por otra parte, sin embargo, habría un razonamiento positivo, conector, que también habría que pensar y que tiene que ver indudablemente con la transversalidad. Podría ser el siguiente: indudablemente, la contradicción en general determina en el sentido de que constituye los objetos sociales del goce. Si bien los objetos sociales del goce no son los objet.os .del deseo, el deseo se articula en esos objetos sociales del goce. Hay una articulación entre el deseo individual y esos objetos.
Desde el punto de vista psicoanalítico de la práctica, yo creo que es una tragedia: ahí hay algo que no se resuelve. No se puede resolver, porque el psicoanalista no puede oír, en tanto psicoanalista, el significado del valor. Cuando lo oye, en ese momento mismo no es psicoanalista. Entonces, lo que se podría proponer sería resolver la contradicción por la acción. Viene un paciente, lo escuchas. Pero una resolución por la acción no resuelve el problema. El psicoanálisis en tanto tal no puede oír la significación del valor, la significación de la significación, el meaning of •the meariing. Esto está fuera del psicoanálisis. De todas formas ahí pasa una cosa desgraciada. Es cierto que el psicoanalista no es el político, pero lo que pasa también es que los psicoanalistas, en la historia del psicoanálisis, individualmente, con respecto a la política, han sido siempre unos imbéciles. Cuando se ponen a hablar de política es lamentable. Bien, es un problema muy amplio y vamos a dejarlQ así. De todas formas yo creo que esta categorización que hemos hecho nos puede servir.
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Biblioteca de PSICOLOGÍA PROFUNDA
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Biblioteca de PSICOLOGÍA PROFUNDA
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