Las lecturas de Freud
Néstor A. Bruaustein
Freud inventa al psicoanalisis que es un invento inesperado, un invento insólito de alguien que se coloca en el lugar de un objeto que renuncia al saber, que renuncia a la subjetividad y todos sus espejismos. . .
OLGA: "En todo lo que leo encuentro a Freud" LA FRASE de Olga de alguna manera es la expresión del hecho de que a Freud lo hacemos con cada lectura, lo hacemos con cada reflexión de lo que sucede en la experiencia y en el campo del psicoanálisis, con cada trabajo sobre un sueño, sobre una formación del inconsciente, sobre la vida y el destino de un ser humano; no se trata entonces de encontrar la realidad de un Freud hecho y terminado en el momento en que puso el último punto en la escritura en su vida, hace ya casi 50 años, sino de construir un Freud a partir de lo que hacemos con la lectura de él; es decir, que tenemos no que enterrarlo como se entierra a un muerto, sino que hacerlo nacer y mantenerlo en vida a través de nuestra acción, a través de nuestro pensamiento, a través de nuestra escritura y a través de nuestra palabra. También podemos, claro está traicionarlo, desvirtuarlo, pervertirlo y matarlo, y entonces, la cuestión de las lecturas de Freud asume el carácter de un compromiso y este compromiso nadie está forzado a hacerlo, es una cuestión diría yo, usando una palabra que tiene resonancias ambiguas, es una cuestión de vocación de ser llamado a darle vida a esta obra que es una obra que nos interroga y que nos cuestiona a todos, cuando leemos a Freud y cuando leemos cualquier otra cosa que no es solamente Freud. Ahora, el título es un título tramposo: en "Las lecturas de Freud" hay un sentido subjetivo del título, Freud era un señor que leía y las cosas que leía son las lecturas de Freud, es decir, hay un Freud lector: lector de los clásicos, lector de Sófocles en griego y traductor de Sófocles del griego al alemán, con lo cual consigue terminar sus estudios en el gimnasio, en la escuela secundaria, en la formación humanista que era clásica en los tiempos en que él estudiaba, antes de que todo eso haya pasado a una suerte de archivo de antiguallas que ya no forma parte de la educación de la juventud, y vaya a saber cuánto se ha perdido al dejar la formación clásica, al dejar la formación filológica, al dejar el estudio de las palabras y el sentido de las palabras. Pero, no es de eso de lo que vamos a hablar sino de algo que está presente en la obra de Freud como las lecturas que Freud hacía. De un hombre que tenía una vocación enciclopedista donde no podía dejar fuera de su conocimiento nada de lo que fuese humano, siguiendo la máxima de Terencio él leía novelas, él leía lo que se producía en el campo de la antropología, de la teoría de las religiones, de la historia del arte, de la lingüística de su tiempo, de la medicina que es el campo en el cual él se formó, del cual él procedía y de las 1
impasses que encontraba en ésta cuando tenla que dar cuenta a través de concepciones anatómicas y fisiológicas, de lo que sucedía con el sistema nervioso y a partir del sistema nervioso la pretensión de dar cuenta de lo que sucedía con los seres humanos y con los destinos de las vidas de los hombres. Encontró allí, procediendo de la medicina una impasse y no se quedó en esa impasse, tampoco se quedó en esa imposibilidad de pensar, desde la medicina, la subjetividad, sino que tuvo que trascender su propia formación médica, enfrentarse con ella para realizar los descubrimientos por los que él llegó a ser Sigmund Freud, tal como hoy tratamos de conocerlo y de hacerlo nacer y mantenerlo en vida. Que tuvo que tropezar no solamente con los impasses de la medicina, sino tambien con los impasses de la psicología de su tiempo, una psicología que a través de los laboratorios de psicología experimental no le aportaba absolutamente nada para aquello que a él le intrigaba, es decir, la manera de dar cuenta de lo que sucedía con el sufrimiento de las personas que acudían a su gabinete llevados por un equívoco, y era el equívoco de creer que porque él era médico podía curar algo que como médico en realidad estaba absolutamente desarmado para enfrentar.
Y el trabajo de Freud insistió en leer las impasses de la medicina, en leer las impasses de la psicología, en comprender- que por esos dos caminos, por esos dos laboratorios, el de fisiología y el de psicología experimental no iba a llegar nunca a entender lo que sucedía con el sufrimiento de las personas que acudían a él y entonces debió aprender a leer otro texto, un texto que era el texto hablado por las personas que se dirigían a él. Renunciar a las pretensiones de saber para tratar de aprender de lo que le decían sus enfermos, y tratar de aprender de lo que decia el primer enfermo con el que tuvo que enfrentarse, que era él mismo y escuchar el discurso de sus sueños y tratar de comprender qué era lo que estaban diciendo esos sueños, esos discursos de los neuróticos y de las neuróticas; hacer un lugar -y esto es algo que pocas veces se ha puesto suficientemente de relieve-, hacer por primera vez en la historia, en la historia de la humanidad, el lugar a un discurso desconocido, un discurso habitualmente descartado como incierto y mentiroso que era el discurso de las mujeres. Aprender a descubrir en el discurso de las neuróticas la verdad que ese sufrimiento de ellas expresaba y manifestaba. Esto es un primer acercamiento a lo que podríamos titular "Las lecturas de Freud". Este es un título equívoco tambien, porque nos dice implícitamente que no basta con hacer una lectura de Freud, es decir, que hay que hacer varias lecturas de Freud, no es cuestión de leerlo una vez, hacer un fichaje de aquello de lo que Freud habla y decir ya he leído a Freud, porque la lectura de un texto de Freud se enriquece con la lectura de un segundo texto de Freud y obliga a leer el primer texto de Freud para ver lo que allí estaba prefigurado, preanunciado y que sólo alcanza su significación a partir de la segunda lectura. Leer a Freud, entonces, es un ejercicio para quien se compromete con el psicoanálisis que es un compromiso con la verdad subjetiva, es un esfuerzo que no termina nunca; nunca se acaba de leer a Freud en la medida en que cada análisis, en que cada elemento, resignifica retroactivamente a Freud y por eso nuevamente recuerdo esta frase que escuché en el momento de subir a este prestigioso podio desde el que les hablo: "todo lo que leo me recuerda a Freud". 2
Leer a Freud, no como un objeto, el libro de Freud donde se habla de cosas que voy a aprender, sino leer a Freud como un texto cuyo objeto soy yo, es decir, como un objeto que desde su palabra me cuestiona, me pregunta: ¿y tú quién eres? ¿qué quieres? ¿a qué apuntas? Como un texto entonces, que se suma a la obra de los no muchos autores que son autores de la verdad, no en el sentido de que ahí esté expresada una verdad religiosa, eterna y definitiva, sino de esos autores a los que no se supera nunca, de esos autores a los que constantemente se debe volver porque están en el punto de origen de una reflexión distinta y esos autores, insisto, no son muchos. Leer a Freud como se lee a Platón, no por lo tanto como se lee un texto sagrado, pero sí, también leer a Freud como se leen los evangelios y leer a Freud como se lee al Antiguo Testamento , no porque allí se manifiesta una verdad definitiva, eterna e inmutable, sino porque son textos que nos cuestionan a nosotros y a nuestro lugar en el mundo y entonces a Platón, a Hegel, a Heidegger, a Marx y a los Testamentos, a los cuales se les lee como elementos que cuestionan y preguntan e interpelan al sujeto para que dé razón de su lugar en el mundo y de su existencia. Esto implica, por cierto, una ética de la lectura, un compromiso irrenunciable del lector, en la medida justamente en que no se está preparando para responder a la interrogación de un maestro al que se tendrá que satisfacer diciéndole lo que el maestro espera que le digan, sino como un cuestionamiento que hace de sí mismo. Un Freud que es el impugnador radical de todas las ilusiones que han marcado la existencia en el discurso de los seres humanos, de la ilusión religiosa, de la ilusion filosofica, de la ilusión científica, de la ilusión política, etc., es decir, alguien que impugna la creencia en los paraísos. Leer a Freud implica una ética que es una ética del desencanto, del cuestionamiento de las certidumbres subjetivas a las que nos es tan grato afirmarnos y arrimarnos. Leer a Freud entonces, es como un trabajo de desgarramiento, como un trabajo de desprendimiento de la coraza ideológica que nos promete el discurso de los cuentos de hadas y aquello que en alguna ocasión Freud llamó eia popeia von Himmel y que correctamente traducen como el "arrorró del cielo". No es el discurso de las nanas, no es el discurso tranquilizador del bienestar, de la felicidad y de la paz interior, es un discurso inquietante que nos confronta con un real irresoluble que existe en el fondo de cada ser humano y que es el fundamento de la existencia de un malestar en la cultura sobre el que Freud se hacía pocas ilusiones y donde la experiencia posterior de los 50 años que han transcurrido de su muerte para acá, ha venido desgraciadamente a abundar en un sentido de confirmación de estas pocas predicciones, pero verdaderamente trascendentales e inquietantes que Freud había formulado. Un Freud, entonces, contrario a la noción del progreso y cuestionador de las ilusiones de que a través del saber, se alcanzará la felicidad. Un Freud que plantea la existencia humana, como una existencia que se desarrolla más allá del principio del placer y que cuestiona a cada ser humano en su relación con la finitud y con el mundo simbólico, donde cada uno de nosotros contribuye a 3
inscribir de una u otra manera su malestar y que puede hacerlo por el camino del reforzamiento de las ilusiones o por el camino de la denuncia de tales ilusiones. Leer a Freud implica entonces leer a Freud y no a los que dicen que lo leyeron, es decir, hay lecturas de segunda mano, hay gente que habla de Freud a través de lo que les dijeron que Freud dice, esto "no se vale" como decimos en México. Leer a Freud a través de una versión, si no lo podemos leer en alemán, a través de una versión que no lo traicione en la traducción, es decir, a través de una versión que no sea una perversión como la que en España y en Hispanoamérica se ha difundido a lo largo de décadas enteras, a través de la traducción literariamente brillante, pero científicamente endeble de López Ballesteros y por lo tanto utilizar la traducción de Etcheverry que es una traducción, que aunque literariamente tenga más opacidad y más dificultades, es teóricamente una versión correcta, porque en Freud no es posible contentarse con una aproximación más o menos correcta. Esto implica entonces, no una lectura sacralizadora en el sentido de que hay que aceptarlo todo o rechazarlo todo, sino en el sentido de que sabemos que si tomamos un elemento y lo desplazamos, lo modificamos. Tenemos que hacer una relectura del conjunto de los conceptos para adaptarlos a la modificación que hemos hecho de ese elemento, es decir, que hay ahi un concepto de estructura en acción que confronta a cada lector entonces con una tarea delicada, que no se resuelve con buenas intenciones de taponar con remiendos lo que la lectura misma ha podido ir despedazando o desgarrando. Es evidente que en esta aproximacion a las lecturas de Freud, no les voy a ofrecer un curso resumido de psicoanálisis en una hora y tampoco voy a tratar de decir qué es lo que Freud dijo, pero es necesario si, hacer una especie de mapa de sistematicidad del conjunto de esta obra, porque en esta obra, como les digo, existe una coherencia que resiste a los despedazamientos y a los intentos de acomodar las páginas y las palabras de Freud, según las conveniencias del lector. Decía yo, que es una obra que, como puede serlo la de Platón o como puede serlo la de Marx, no se supera con el tiempo sino que se parte de ella para iniciar nuevas reflexiones que terminan volviendo a ella. Los datos biográficos de Freud importan, claro que sí, pero importan en relación con el conjunto de la obra y como él dijo en alguna oportunidad: "mi vida sólo tiene sentido des de la perspectiva del psicoanálisis” es decir, que su vida es un resultado de su obra, es un resultado de su escritura y no la vida de un héroe que habrá que canonizar o que mandar al infierno; de alguna manera Freud -y sin el "de alguna manera" ¿por que relativizarlo?-, Freud es el hombre más conocido de la historia de la humanidad, porque de todos los hombres que han existido en el mundo se han hecho investigaciones biográficas muy profundas y muy minuciosas, pero, ademas de que se hizo esa investigación sobre Freud, sobre sus antepasados hasta 250 años antes de que el naciese, sobre sus descendientes y sobre los mas íntimos detalles de su vida, Freud ha dado más elementos sobre él que cualquier hombre que haya pisado la tierra, es decir, qué soñaba, cuáles eran sus deseos más recónditos, cómo se organizaba su existencia -y esto es algo de lo que sólo sobre Freud sabemos- y más allá de que 4
él haya pretendido guardar ciertos secretos que creemos que en lo fundamental han sido ya revelados por la investigación y más allá de la voluntad de sus testamentarios, de sus descendientes por ocultar y por censurar ciertos elementos de su vida y de su obra, de su correspondencia, etc., sucedió con Freud lo que Freud dice que sucede con cada ser humano y es que la verdad reprimida regresa y la verdad sobre Freud a pesar de los intentos de censurarla y de reprimirla ha regresado y hoy en día podemos saber sobre Freud más que lo que se haya llegado a saber sobre ningún otro ser humano que haya pisado este planeta. Este Freud que parte de la medicina, que tropieza con la imposibilidad de explicar a partir de la fisiología y de la anatomía del sistema nervioso lo que sucede con la vida de los seres humanos, que lo lleva entonces a la construcción de un aparato que reemplaza al aparato nervioso y que es el aparato psíquico. Un aparato psíquico que es una construcción teórica, epistemológica, conceptual y abstracta elaborada por el propio Freud para dar cuenta de la maquinaria de la producción de los procesos psíquicos; que encuentra entonces que en lugar de neuronas, los átomos de este aparato son las representaciones y la organización de éstas. Ahora podemos decir a la luz de la lingüística y en función de los desarrollos que haremos después, que la organización del sistema significante en cada ser humano determina entonces la producción, la existencia en cada uno de ellos, de sistemas de representaciones que guardan entre sí una determinada coherencia. Que para conservar esa coherencia, determinan la imposibilidad de que otras representaciones entren dentro del mismo sistema, es decir, que el inconsciente freudiano es la imposibilidad de que ciertas representaciones puedan llegar a ocupar un lugar en el conjunto de las mismas, que oficialmente cada uno de nosotros reconoce como propias, es decir, que hay representaciones, hay un cierto saber que está en nosotros y que nosotros no sabemos que sabemos y por eso creemos que lo ignoramos. Esta es la definición más elemental del inconsciente, este conjunto de representaciones que no está a nuestra disposición -tendremos oportunidad de volver sobre este concepto y tal vez de transformarlo en función de lo que sucede en la experiencia psicoanalítica-. Este conjunto de representaciones oficiales a las que llamamos nuestro yo, se constituye en nosotros, no está formado sino que se constituye desde nosotros., en nosotros, a partir de la aceptación de representaciones que nos vienen desde el exterior, es decir, que no somos los dueños de nuestro sistema de representaciones; sino que este sistema de representaciones se constituye en relación con el Otro y que es tambien en relación con ese Otro donde ciertas representaciones no pueden encontrar su lugar en el conjunto de las representaciones oficiales. Hay algo que nosotros no podemos representarnos en el momento en que nos constituimos como sujetos; Freud encuentra que ese algo que no podemos representarnos, ese algo que es misterioso y enigmático para el niño en el proceso de su desarrollo, es lo que tiene que ver con la sexualidad, con la sexualidad entendida en el sentido psicoanalítico, en tanto que existe en el mundo algo que está en todos los seres humanos, algo que el niño no puede conceptualizar, algo que tiene que ver con el deseo de los otros que le pre-existen a él y donde él tiene que llegar a hacerse un lugar. Esta idea de la sexualidad que no es por cierto la idea biológica de la sexualidad y que por cierto no se resuelve ni se disuelve con cursos de educación sexual para niños, que constituyen un 5
equívoco, un absurdo en sí mismo porque es la imposibilidad de que el niño llegue a responder las preguntas acerca del lugar que él ocupa en el deseo de los otros y esto no se resuelve -insisto- por medio de cursos de educación sexual. En todo caso en los niños que sufran, como consecuencia de la imposibilidad de representarse ese lugar en la relación con los demás será posible a través del psicoanálisis de esos mismos niños y donde lo irrepresentable de la sexualidad que procede del campo de los adultos y donde los niños tienen que encontrar su lugar, aparece como algo que se constituye como un cuerpo extraño, como algo no metabolizable -para utilizar una metáfora biológica-, algo no metabolizable por el niño, un núcleo de representaciones que son inaceptables para la conciencia y de lo que el niño se da explicaciones que vienen a tapar el lugar de ese saber que le falta y que al tapar el lugar del saber que les faltá, traducen deformadamente esa verdad que radica en ellos mismos. Es el campo de las fantasías, el campo de la novela familiar, el campo de las producciones del inconsciente, de los sueños, de ese saber que por no poder verbalizarse ni articularse en palabras, se transforma en síntomas y en manifestaciones de sufrimiento; en donde hay una tendencia fundamental a alcanzar un estado de recuperación de un paraíso perdido que en realidad nunca existió, que orienta la búsqueda de todos los seres humanos en función de el reencuentro con determinadas experiencias de satisfacción que constantemente escapan. Y en esta búsqueda permanente de un objeto perdido se constituye la realidad del mundo, se constituye la realidad de los objetos que están en el campo del Otro, que pueden ser compartidos, que pueden ser dados, prestados o regalados y que son objetos que vienen a sustituir a los objetos imposibles deldeseo y entonces el ser humano aparece animado por una compulsión que es compulsión de repetición, compulsión de búsqueda de lo perdido que lo lleva a multiplicar y hacer proliferar el mundo de los significantes en donde él mismo acaba por ser un resultado de la búsqueda que él realiza y que cada uno de nosotros no es el autor de sus pensamientos, el dueño de su vida y de su destino, sino el resultado de esta búsqueda desesperada, de esta búsqueda trágica de un objeto para siempre perdido y en esta obra de reflexionar sobre lo que sucede a partir de lo que hablan aquellos a quienes Freud lee, que es a sus pacientes, Freud va construyendo la teoría psicoanalítica para dar cuenta del conjunto de los efectos que encuentra en un campo que él ha creado a partir del hecho de renunciar al saber para hacer actuar la ignorancia, inventando algo que es un objeto para el que me faltan palabras para describirlo -aunque voy a nombrarlo por cierto-, inventando Freud un objeto extraño, algo así como un objeto de ciencia ficción, como algo que no pertenece al reino de la naturaleza, como una especie de máquina absurda y pervertida y carguenlo de todos los adjetivos que ustedes quieran, pero Freud inventa una cosa -yo diría una cosa, insistiría en esa palabra-, sobrenatural, Freud inventa al psicoanalista que es un invento inesperado, un invento insólito de alguien que se coloca en el lugar de un objeto que renuncia al saber, que renuncia a la subjetividad y a todos sus espejismos, que renuncia al fantasma, que se nulifica, que se hace nada, que se hace cosa para permitir que la subjetividad del otro se manifieste, entendiendo que en la función del diálogo, como comúnmente se le entiende, el otro, el que escucha, en la medida en que responde a lo que escucha hace de obturador y de obstáculo para que se revele la realidad del que habla y que la única manera de eludir este inconveniente es 6
renunciando al diálogo y entonces es claro, vivimos en un mundo donde todo es la ideología del diálogo y la invitación a dialogar y conozcámonos y reconozcámonos. Y Freud inventa esta cosa monstruosa de un ser humano, que se transforma en cosa para que la verdad del otro no encuentre el obstáculo que habitualmente encuentra en el espejo, que es cada uno de los que hablan con él y de esa manera lo que estaba reprimido en el que habla puede llegar a manifestarse y a eso que se manifiesta, que toma por sorpresa al analizante y al analista en la situación analítica, a eso que no estaba antes en ninguna parte que es un discurso nuevo, a eso es a lo que llamamos -en una definición que no es estricamente freudiana-, es a eso a lo que llamamos el inconsciente. El inconsciente no como algo que estaba allí esperando que alguien lo descubriese, ni como una invención que no estaba en ninguna parte, sino como algo que se realiza en esa situación analítica donde hay un sujeto que se ha hecho objeto, que ha desaparecido del campo visual, que ha desaparecido del campo de la palabra para que se produzca el cuestionamiento más radical al que puede someterse un ser humano, encontrando no lo bonito y lo bello que habría en él, sino encontrando ese fondo siniestro que existe en cada uno de nosotros que es nuestro costado de sombra, que es aquello que Freud intenta teorizar cuando lanza esa provocación que el mundo rechaza con horror, que se llama "La pulsión de muerte" y que en esto Freud manifiesta un deseo que es el deseo del analista, deseo que no cede ante las conveniencias, que no cede ante las ideologías, que no cede en cuanto a las palabras. "Uno empieza a ceder en cuanto a las palabras y termina por ceder en cuanto a los hechos" dice en 1921; que no cede en cuanto a las palabras y que a pesar del repudio que encuentra insiste en llamar sexualidad a la sexualidad y en llamar pulsión de muerte a la pulsión de muerte y que los que se sientan inquietos, incómodos por eso, se las arreglen con su incomodidad. El no va a cambiar la palabra para satisfacer la demanda de otro. Freud se murió en 1939 y podemos decir que desapareció aquel que podía corregir a aquellos que hiciesen lecturas que se distanciaban del sentido de su obra, entonces, ahora llegamos a un último sentido por hoy de esta pregunta, por las lecturas de Freud y es el hecho de que después de Freud se han hecho muchas lecturas y a partir de la obra de Freud y tomando con un cierto sesgo ciertos puntos del texto de Freud y citando a Freud entre comillas y correctamente, y en buenas traducciones, se han podido hacer distintas lecturas de Freud y se ha producido una suerte de arborización de las lecturas de Freud, de ramificaciones de las lecturas de Freud y el problema es que nosotros 50 años después de muerto Freud, nos encontramos ante un campo que está arborizado por diferentes lecturas de Freud. ¿Qué hacer dentro de ese árbol, dentro de ese bosque, dentro de esa jungla? que es la de los lectores y la de las lecturas de Freud. Yo les propongo una respuesta, una respuesta que limita a cuatro y solamente a cuatro a las lecturas de Freud independientemente de la cantidad de los autores a los que ni siquiera necesito mencionar, porque cada uno de ustedes encontrará en esta sistematización de las lecturas de Freud a quien me estoy refiriendo, las nombro primero y las trato sucintamente después para ver si nos queda tiempo para dialogar algo sobre esta ponencia. 7
Yo diría que de Freud, después de Freud, se han hecho cuatro lecturas: una lectura biologista, una lectura psicologista, una lectura sociologista y una lectura para la que no tengo palabras y que entonces por conveniencia llamaré ahora una lectura lenguajera y ojo que decir cuatro lecturas, no es decir: "Como las cuatro se apoyan en citas de Freud, las cuatro son igualmente válidas y es cuestión de hacer una mezcla de las cuatro". No es un coctel de lecturas de Freud, habrá que preguntarle a cada una de estas lecturas por sus títulos de pertinencia, por su coherencia y por su coherencia particularmente con aquello que es el conjunto de la obra de Freud y muy particularmente con la práctica de Freud, porque el psicoanálisis no es una teoría sino el resultado de la aplicación de un método riguroso de la investigación de la subjetividad y entonces a cada una de estas cuatro lecturas hay que preguntarle por su coherencia en cuanto al conjunto de la obra y de la acción de Freud. Una lectura biológica muy difundida que parte de una perversión -lo voy a decir así directamente- de una perversión en la traducción de Freud. Freud usa el término Trieb cuyo equivalente en inglés etimológica y conceptualmente es drive y en francés sería dérive y en español sería deriva y los traductores al inglés -hay que decirlo, con la anuencia de Freud mismo que conoció esa traducción-, traducen eso como instinct , es decir instinto. Ahora bien, en la obra de Freud la palabra alemana instinkt aparece en ciertas oportunidades Con un sentido claro; el instinto como aquello que guía al animal en la vida, como aquello que le permite sobrevivir, como aquello que le permite encontrar una armonía con el medio, como aquello que conoce ciclos de tensión y distensión. Pero el Trieb freudiano, traducido correctamente al español como pulsión, es algo radicalmente diferente, es un resultado de la sumisión del ser humano a pautas que son pautas transmitidas por la palabra y que someten la satisfacción de sus necesidades a la demanda realizada al Otro, que habrá de responder a esa demanda en funcion del deseo que anima al otro al que se dirige esa demanda y esto no tiene nada que ver con el instinto. Y entonces la lectura biologista de Freud parte fundamentalmente de la perversión de la traducción de Trieb por instinto, haciendo creer que la teoría freudiana es una teoría de los instintos y de la vida instintiva y así es como muchas veces se transmite en las universidades de Latinoamérica una lectura biologista de Freud, que si se trata de los instintos y de las estructuras biológicas que son el sustrato de la actividad psíquica, entonces se trata de un proceso de maduración. La maduración implica una pre-inscripción del desarrollo, es decir, un pasaje sucesivo por determinados estadios hasta alcanzar una completud que está escrita de antemano, algo así como el desarrollo que va desde el huevo hasta la gallina y si algo descubre Freud es que precisamente ninguna concepción del desarrollo como maduración, tiene que ver con lo que sucede con los seres humanos, tal como los encontramos en el mundo, en el cual aparece el ser humano como el resultado de una relación conflictiva entre sus deseos de descarga de las tensiones que se acumulan y que este sistema regulador es a su vez un sistema de desconocimiento. Esta lectura biológica, es una lectura que tiene como meta el que el ser humano, entendido como organismo biológico que busca su adaptación a un medio que es como el de los animales -sólo que más complejo-, tiene como meta la homeóstasis, el principio del placer desconociendo que precisamente Freud 8
parte del principio del placer para encontrarse con las impasses, con los caminos bloqueados del principio del placer y esto lo lleva a elaborar como su obra decisiva, como una obra que produce un giro de toda su teoría, un texto que se llama: "Más allá del Principio del Placer", para revelar precisamente lo que en esta máquina biológica no funciona en razón de la biología y que organiza la vida de los seres humanos; y por supuesto, esto lleva a una concepción de la sexualidad como una función biológica que también tiene que asegurar la descarga y por lo tanto buscar una buena relación genital con fines preordenados por una sexualidad que está definida nuevamente desde el campo de la biología y transformar a la sexualidad en una suerte de gimnástica que tiene que llevar a la satisfacción de los que se encuentran en la pareja amorosa. Esta perversión del psicoanálisis que pasa por la biología, hace precisamente que se crea que es posible que el discurso del psicoanálisis llegue a armonizar con el discurso de los psiquiatras, con el discurso de la psicofarmacología, con el empirismo científico natural que anima a la biología y a la medicina y que en última instancia se podrá hacer que la clínica psicoanalítica entre dentro de los cánones del DSM3, i que ahora está en vigencia y que algunos consíderan como el máximo logro de la ciencia psicológica y psiquiátrica. Ya con la lectura biológica tenemos una lectura psicológica de Freud, una lectura psicológica de Freud que supone que se trata también de un progreso y de un desarrollo; pero ahora ya no de estructuras biológicas sino de mecanismos de adaptación cuya coronación es el yo y el yo que tiene que controlar los impulsos, que tiene que armonizarse con la conciencia moral y que tiene que dirigir al sujeto para que alcance las metas de felicidad, adaptación, bienestar, salud mental y como quiera llamarse a eso que le permita estar bien consigo mismo y con el mundo, anulando las tensiones, anulando las diferencias y transformándose en un ser pleno, maduro, comprensivo, generoso, bueno y muchas cosas más. Entonces, si la cosa es así, se trata de ubicar correctamente al sujeto en la realidad, siendo por cierto el psicoanalista el representante de esa realidad que sabe que son las cosas armonicas y adecuadas para ir progresivamente desgastando lo que es inarmónico e inadecuado, donde el psicoanalista puede colocarse a sí mismo como modelo para que el otro, enfrentándose con este ser logrado que es el psicoanalista, acabe identificándose, pareciéndose a él, llegando a ser como él y logrando por este camino del psicoanálisis una reducción de la diferencia, una reducción de aquello que no armoniza entre el sujeto y el mundo y pueda hacerse camino en la vía de la felicidad, de la American Way of Life . No es causal que esto se haya desarrollado predominantemente en los Estados Unidos, en la American Way of Life, La Happiness, La Human Engineering y la realización personal a través de la eliminación de lo que en el sujeto no camina, en la relación con el mundo, la reducción de los conflictos, la satisfacción personal, el psicoanálisis más que trabajar -cómo podré decirlo-, más que trabajar sobre el coush se transforma en un coach, en un coach que "coachea" que entrena al sujeto para la vida, enseñándole los caminos adecuados, e insisto, se transforma en el representante de la realidad tratando de eliminar las distorsiones en la percepción de la realidad que tiene el sujeto, que serían las fantasías que son equivocaciones, consecuencia de que el sujeto no percibe bien la. realidad y 9
entonces en la lectura psicologista de Freud se trataría de conducir al sujeto a una percepción adecuada de la realidad tal como la realidad es -cualquiera sabe lo que eso significa- la realidad está ahí como la ven y que cada uno se ubique correctamente, protegiéndose contra los excesos, llevando una vida sana para alcanzar el éxito. Lo anterior conduce a una teoría de las relaciones objetales, que supone que el objeto está ahí a disposición de cada uno y que se trata de llevarse bien con el objeto, no se trata del objeto perdido, radicalmente perdido, del freudismo que organiza esta búsqueda desesperada de un encuentro imposible, sino que se trata de organizar el encuentro con los objetos que están al alcance de la mano y que son objetos que se pueden consumir, intercambiar, etc. Se reducen de esa manera las disociaciones que hay dentro de cada uno y el sujeto alcanza una integración armónica de sus capacidades psíquicas, esto tenemos que ponerlo también en la cuenta del "arroró", duérmase mi niño. Hay una lectura sociologista de Freud, se trata de que el sujeto incorpore las pautas sociales y llegue a una identificación satisfactoria de sí mismo y de su lugar en el mundo y esta lectura sociologista en realidad está poco fundada en textos de Freud. Es muy difícil encontrar textos de Freud que sirvan para apuntalar una lectura sociologista de su obra, sin embargo no hay quien se haya privado de hacerlo, hay algunos autores que se han decidido a hacer lecturas sociologistas de Freud que proponen precisamente tomar a Freud como punto de partida. Y en este sentido, los discursos sociologistas se pueden a su vez dividir en dos grupos, que esquemáticamente llamaré sociologistas de derecha y sociologistas de izquierda. Para el sociologismo de derecha las pautas buenas son las pautas que están vigentes; por lo tanto se trataría de conducir al sujeto hacia una adaptación, llevándolo a que incorpore las pautas que existen en el mundo, en el mundo de la realidad; tal como la realidad está estructurada por aquellos sectores privilegiados de la organización social, y que el sujeto se adapte sin fricciones a lo que marcan las pautas vigentes. Un sociologismo de izquierda en las lecturas de Freud que no se priva de citar a Marx de una manera absolutamente incorrecta, lleva por el contrario a transformar al psicoanalista en un impugnador de los valores vigentes y en un cuestionador que sabe cómo es la realidad, cómo es el mundo y cómo debiera ser, pero que debiera ser de una manera diferente a como es; entonces el psicoanalista se arroga el derecho de conducir a los sujetos que son sun objetos hacia los buenos valores, las buenas virtudes de la impugnación, sin darse cuenta de que de lo que se trata es —tanto en un caso como en el otro — de ocupar el psicoanalista el lugar de los buenos valores, el lugar de la verdad, el lugar del que sabe, el lugar del maestro y el lugar del amo y que este discurso sólo puede funcionar en la manufactura de los esclavos de aquellos que siguen las pautas del psicoanalista, entendiendo que el psicoanalista sabe cómo hay que ser en el mundo social, sabe que hay que ser de acuerdo a las pautas que el mundo impone o en contra de las pautas que el mundo impone, pero la diferencia entre ser de acuerdo o en contra es mínima frente al hecho de que se le propone al sujeto que se identifique con los valores que existen en el analista, por lo tanto en el desconocimiento de su deseo, del deseo de él, de esa verdad que tiene que surgir de la experiencia analítica. 10
Y finalmente una lectura que yo les decía que no sabía como llamarla, porque se ha pretendido llamarla lectura estructuralista de Freud; pero la palabra es incorrecta en la medida en que esta lectura de Freud propone una impugnación del concepto de estructura que es vigente en todas las ciencias que se llaman a sí mismas estructuralistas y que algunos han pretendido que sea una lectura lingüístíca de Freud, pero, que es una lectura que toma la lingüística como una de las variantes del discurso del amo e impugna las pretensiones de la lingüística de transformarse en una ciencia que indique cómo debe usarse el lenguaje. En esta lectura de Freud, entonces, que ni es estructuralista ni es lingüística y que por eso llamo con un neologismo, que tiene un cierto matiz de lúdico -hay quienes me han dicho alguna vez que es un matiz despectivo llamar a esta lectura. una lectura lenguajera de Freud porque es una lectura centrada en lo que sucede en el campo analítico como campo del lenguaje y de la palabra-. Si no sacamos la palabra lingüística tenemos que sacar la palabra lenguajera con lo que tiene de juego pero el juego como algo a realzar, a valorizar dentro de la designación que aquí se propone. Lectura lenguajera de Freud que supone que el sujeto cuando nace es, claro, un cuerpo; pero que ese cuerpo es un cuerpo que ocupa un lugar en el orden simbólico, es un cuerpo esperado o inesperado o desesperado; sin embargo que viene a llenar un cierto lugar dentro de expectativas que le preceden y que se consagran en el. momento, antes que él pueda representarse nada de lo que es su lugar en el mundo, cuando se le asigna un sexo, se le asigna un nombre propio, se le coloca en un lugar determinado de la estructura social, se determinan aquellos significantes -tomando la palabra significante como elemento de la lingüística ahora sí- se le asignan aquellos significantes que habrán de organizar el sistema de sus ideales y él tendrá que llegar en el curso de su vida a abrirse un lugar y a llegar a representarse a sí mismo en relación con los otros significantes que le rodean, y que estos significantes enganchan un cuerpo, determinan los caminos por los que podrá satisfacer sus necesidades, al mismo tiempo que su deseo, en tanto que el deseo de ese objeto imposible porque la ley misma que es la ley del lenguaje lo expulsa de él, lo llevará a perder y a perder de modo irremisible organizando a partir de eso una búsqueda, la búsqueda del objeto del deseo que lo irá historizando en la medida en que vaya fallando el encuentro con ese objeto que es objeto imposible, perdido, prohibido y que a través de eso se irá haciendo una historia consecuencia de la repetición, de la petición y de la repetición formulada al otro para que el otro responda a lo que constituye su demanda imposibilitado de articular su deseo porque las palabras lo prohiben, porque las palabras no lo permiten y de esta manera se irá haciendo el destino de esa carne que es carne habitada por el lenguaje, significantizada por el lenguaje que lo conduce a él a encuentros prometidos que serán parcialmente satisfactorios, parcialmente insatisfactorios, en el fondo decepcionantes y que de esta manera se va realizando la subjetividad como historia donde el sujeto trata de representarse ante el otro a través de una palabra y esta palabra lo suplanta, esa palabra lo desplaza, en cierto sentido esa palabra lo hace desaparecer, lo mata y esta muerte que la palabra infringe es aquello por medio de lo cual él se inscribe como algo que llega a ser en el mundo humano. Esto que se ubica más allá del principio del placer, más allá de la vida, porque la palabra no vive, la palabra está muerta, pero que hace que cada uno de 11
nosotros se inscriba en lo simbólico a partir de las fallas, a partir del fracaso que cada uno experimenta en esta búsqueda constante del objeto del deseo y que esto fundamenta una practica del psicoanálisis que es el psicoanálisis como experiencia en que un sujeto se confronta con la falla, con el vacío, con lo inexistente, con lo que está más allá del principio del placer y de esa manera puede alcanzar la posibilidad, de historizarse. En fin, por qué no terminar como dijimos, de la manera que habíamos empezado con las palabras de Olga: "siempre que leo algo encuentro a Freud". Gracias.
Diálogo con el público: 1) Freud era un gran escritor de la lengua alemana, fue nominado para el Nobel de Literatura, no para Medicina, por lo menos se pretendió. El conocía tambien el español, leyó el Quijote, porque conociendo la traducción que nos presenta España de Biblioteca Nueva, él prácticamente autorizó esa traducción, que es tal vez la más conocida y la que nos causa esta confusión, primera pregunta; y segunda pregunta, yo veo la posición suya como muy cerca del existencialismo de tipo Sartre y Camus, como que ellos hubieran heredado la posicion de Freud. -Bien, hasta donde yo conozco, a Freud no se lo postuló para el Premio Nobel de Literatura y sí para el de Medicina; pero creo que esta intervención remite al hecho de que al cumplir los 70 años, la ciudad de Frankfurt le otorgó a Freud el premio Goethe y este premio Goethe es un premio que se le ha otorgado a los escritores que han dejado una impronta en la lengua alemana y realmente su estilo es inconfundible y la vigencia que tiene Freud se debe en buena medida a las características de su estilo literario, como es el caso de todos los grandes pensadores, como el de Platón, o de Heidegger o de Marx para simplemente volver a citar a los que ya hemos citado. De todas maneras, él estudió el español para poder leer a Cervantes, creo que esto es un elemento complementario interesante como referencia con relación a las lecturas de Freud; es alguien que es capaz de aprender una lengua para leer a un autor, para leer a Cervantes. Y no fueron más allá hasta donde yo conozco y hasta donde se conoce, que como digo, creo que es casi todo sobre la vida de Freud, no hay otros libros en español en su biblioteca. No era él un lector de la lengua española; él recibió la traducción, de López Ballesteros, la vio, posiblemente apreció las cualidades literarias y no creo que haya podido -con el conocimiento precario que tenía de esta lenguadetenerse a ver detalles de la corrección científica de la traducción; yo creo que esto es lamentable, pero más lamentable es aquello a lo que hice referencia: cómo habiendo permitido Freud la traducción traidora que se hizo de su obra al inglés, por parte de James y Alix Strachey, particularmente cuando ellos no tradujeron correctamente ciertos términos -aunque no creo que puedan no haberlo percibidopor ejemplo de que traducir la palabra alemana que Freud usa ich que es el 12
pronombre personal de la. primera persona del singular, traducir esa palabra ich que en español se llama yo, como correctamente la traduce López Ballesteros, traducirla como igo o ego según la pronunciación del inglés, es una barbaridad porque es justamente desplazar a un término culto procedente de la lengua latina, injertado en la lengua española, algo que fácil simplemente se debia traducir como I , es decir, como el pronombre personal de la primera persona del singular, y de ahí todas las demás traducciones están igualmente desviadas en el sentido de hacer una traducción médica. No olvidemos, que en los países nórdicos, el latín era el idioma de la medicina, pero Freud no escribe en el idioma de la medicina, Freud escribe en el idioma, en la lengua alemana de su tiempo; entonces dice: yo, ello, (o eso) y superyó, los cuales se traducen con latinajos en inglés que pervierten el sentido de la utilización freudiana de las palabras, la traducción de Triebe como Instinkt es otro ejemplo de esto mismo. Yo creo que es verdaderamente lamentable que haya sucedido así, porque ha autorizado una desviación del sentido de la obra de Freud, como cuando se va a disparar un cohete a la luna, se permite una ligera desviación en el ángulo con el que se le dispara, y bueno, eso hace fallar el blanco por miles y miles de kilómetros. La segunda cuestión que me hacían era acerca de la proximidad que puede tener esto con el existencialismo Sartreano; creo que en cuanto al acercamiento a fenomenos propios del ser humano, el existencialismo a partir de Kierkegard y con sus continuaciones por la fenomenología sartreana, heidegeriana, llegando a sus epígonos franceses con Camus, Sartre, Merleau Ponty y demás, han permitido tocar ciertos puntos de verdad indiscutibles de los seres humanos. Pero, creo que también es necesario poner de manifiesto aquello que ellos dejan de lado, que es justamente esta estructuración a partir del concepto de inconsciente rechazado por Sartre explícitamente, para considerar algo que es propio de la mala fe del sujeto y de esta manera, se plantean una búsqueda de la autenticidad de la que el sujeto estaría desplazado. Esto conduce al existencialismo a una suerte de moralización de la experiencia que ha tenido su expresión en algunas escuelas que se han dado en llamar del psicoanálisis existencial y que se han elaborado a partir del cristianismo de Gabriel Marcel y a partir del ateísmo sartreano, dando resultados que han quedado cortos en cuanto a su posibilidad de aprehender la materialidad de la vida humana. Hay en esto algo sobre lo que yo en el curso de la palabra -siempre me pasa cuando expongo de esta manera- he dejado de lado, que creo que es esencial y es que Freud dice de su psicoanálisis que es una ciencia natural y dice ¿qué otra cosa podría ser? Verdaderamente hay un eco desesperado en esta pregunta de Freud: ¿qué otra cosa podría ser?, una ciencia natural que el psicoanálisis evidentemente no es, porque él confía en encontrar en la biología las explicaciones últimas de lo que sucede con sus pacientes, pero es evidente que la investigación en la biología en los dos campos que Freud dio más importancia que son: los sueños y la sexualidad, ha progresado infinitamente desde Freud para acá, sin embargo, todo lo que ha avanzado la biologia en cuanto a la sexología y los sueños oníricos bajo la forma de la fisiología y todo lo que se ha avanzado en la fisiología de las gónadas, de la división cromosómica, de la sexualidad, de la determinación de los caracteres sexuales primarios y secundarios y demás, no han tenido ninguna, ni la más mínima relación con 13
aquello que encontraba Freud en el psicoanálisis. Pero claro, Freud partía en su momento de la oposición entre ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu. Las ciencias del espíritu se basaban en la intuición, en la empatía y en otros elementos inefables que eran imposibles de sistematizar y que no podían dar cuenta ni fundamento a ninguna ciencia, sino a lo que correctamente Freud sentía que eran diversas variedades de charlatanismo. En la oposición entre estas ciencias del espíritu ligadas al charlatanismo, aunque haya autores respetables que hayan procedido de ese campo de las Geisteswissenscchaften, y del otro lado las ciencias de la naturaleza en las que Freud no encontraba nada en que pudiera asentar sus descubrimientos. Es éste, el momento en que se produce un descubrimiento fecundo al que Freud es absolutamente ajeno, pues llega a morirse sin saber que se ha producido, y es que en Ginebra entre 1905 y 1913 Ferdinand de Saussure, define al sistema de la lengua como un sistema de signos materiales, cuya materialidad consiste en su diferencia, es decir, una materialidad que no es la materia de los metafísicos, que no es la materia empiricarnente definida, sino que cada uno de los elementos que compone una lengua tiene un valor, que depende no de lo que materialmente existe en él y uno puede registrar con un magnetófono o con un aparato que transforme en ondas gráficas, puesto que la materialidad de un significante depende de su diferencia con otros elementos de otro sistema. Esto funda una concepción de la materia que Marx no conoció, que Freud no conoció, que es la posibilidad de estructurar las ciencias alrededor de una concepción de la materia que no es la empírica de aquellas cosas que se agarran con las manos positivamente, sino de una materia que está hecha de negatividades y de diferencias. Esto es algo a lo que los existencialistas no llegan, es decir, algo que a los existencialistas también se les escapa y es que hay una cientificidad de las estructuras, donde los elementos son lugares que están constituidos por diferencias con otros elementos hechos a su vez de negatividades. Hay una reformulación del materialismo que da pie para un replanteo de todas las ciencias llamadas ciencias sociales o ciencias del hombre, con lo que hay nuevos criterios de cientificidad que no necesitan buscar la materia observable en el microscopio, sino que constituyen un nuevo criterio de ciencia y que el psicoanálisis encuentra su razón de ser, no en la referencia de la experiencia humana captada intuitivamente y no en la referencia a la materia organizada tal como se la puede encontrar con un microscopio, sino con una nueva suerte de materialidad que es la materialidad del significante y que la vida de los seres humanos es un efecto de esta materialidad del significante que engancha a los cuerpos y los hace cuerpos habitados por el lenguaje, cuerpos para el lenguaje y donde se inscriben lo que Freud llamaba las pulsiones de vida y de muerte. 2) Es evidente en la exposición que se privilegia una de las cuatro lecturas de los textos freudianos, es decir, hay una crítica más o menos marcada de tres de las cuatro pero yo no oí ninguna crítica a esa posición llamada lenguajera, entonces mi solicitud sería: ¿qué crítica se le puede hacer a esa posición? primera cosa, y segunda cosa, en realidad yo creo que por motivos de esquematización necesarios a la exposición se puede hablar de cuatro lecturas, pero en realidad lo concreto en la vida de los psicoanalistas, yo pienso que lo que hay es una mezcolanza frecuentemente de las cuatro lecturas, es decir, creo que es difícil que 14
alguien sea estrictamente biologista. Mi pregunta entonces sería ¿hasta qué punto existe una posibilidad de integrar de una manera coherente esas cuatro lecturas? -La lectura que hace el compañero de mi exposición es correcta, es decir, yo me adhiero a una de esas cuatro lecturas de Freud, y en función de esa adhesión, que por cierto no es una adhesión emotiva, sino que es el resultado de una formación en el campo psicoanalítico me inclino por una de esas cuatro lecturas, y en función de ella hago la crítica de las otras tres. Supongo que aquellos que son partidarios, aquellos que están enrolados, aquellos que llevan una práctica que esta fundada en la lectura que ellos hacen de la obra de Freud, serán los encargados de hacer una crítica más adecuada de esta lectura que yo propongo. Sin embargo, yo he dicho que no es cuestión de hacer una elección azarosa o de mezclarlas, sino que hay un rigor en la decisión que en la posición que yo sostengo se impone y es ese criterio que adelanté de coherencia con lo que sucede con la práctica psicoanalítica, es decir, de coherencia con Freud en tanto que Freud inventa un método, una situación excepcional donde pone en juego un determinado objeto que es un objeto creado por la propia concepción del psicoanálisis y que es esta experiencia la que elimina fuera de su campo como impertinente a todo aquello que no es del campo del lenguaje, a partir de la función de la palabra, es decir, prohibe toda acción entre el analista y el analizante que no se restrinja exclusivamente a lo que sucede en el campo de la palabra y el psicoanalista se priva de toda intervención que no sea una intervención en el campo del lenguaje. A partir de esto, es que -y nosotros tenemos los testimonios que Freud ha dejado de su práctica clínica en sus historiales- pudo llegar al extremo de hacer el análisis de una persona a la que el nunca vio, ni conoció y de la que sólo tuvo un libro titulado Las memorias del presidente Schereber , y encontrar la razón de ser estructural, del delirio, en el análisis de un texto escrito y que excluye todo proceso de estudio corporal, de observación, de búsqueda de datos y de confirmaciones a través de lo que digan otros sobre lo que pudo haber sucedido en verdad, toda encuesta, toda anamesis dirigida y conducida hacia un fin, es decir, en esta actitud de leer a Freud se toma en cuenta, creo yo, no solamente lo que Freud escribió, también lo que Freud describió, sino eso que Freud prescribió como via para el psicoanálisis, hacer del psicoanálisis una experiencia del lenguaje y encontrar que todo aquello que Freud produce como descubrimiento se adhiere a aquella tesis por la que se reconoce a un autor, a un autor determinado de la descendencia freudiana y es esa tesis de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, que no hay nada en el inconsciente que sea biología, que no hay nada del inconsciente que sea psicología, que no hay nada del inconsciente que sea sociologia, que todo lo que hay en el inconsciente es su estructuración como un lenguaje, por el lenguaje, en el lenguaje y es en ese sentido en que yo sostengo que las cuatro lecturas de Freud no son equivalentes. En cuanto a la posibilidad de mescolanzas, creo que es una cuestión epistemológica y donde cada uno tendrá que dar razón de lo que es y de lo que hace, no se me escapa la razón que tiene el compañero al decir que en la vida concreta -no diré de todos los psicoanalistas-, yo personalmente no me reconozco en ese retrato, que en la vida concreta de muchos psicoanalistas se asiste a una 15
mezcla confusa de elementos procedentes de cada una de las cuatro lecturas de Freud. Creo que lo que está en juego allí es una cuestión ética y no solamente una cuestión teórica o epistemológica. Una cuestión ética en el sentido de que el analista interviene como psicoanalista -lo diré siguiendo la división de los discursos de Lacan- o interviene como psicoanalista o interviene como maestro o interviene como amo o interviene como histérica y que hace una o hace otra de las cosas y que el analista tiene una sola prescripción que es la de intervenir como analista, es decir, desde el lugar, este lugar imposible que traté de describir en mi exposicion, que es el lugar de objeto, haciendo semblante de ser objeto. Esto por supuesto que es una opción ética en el sentido de que cualquiera otra de las tres intervenciones conduce a una obturación de la posibilidad de que el sujeto se encuentre con la verdad que yo no creo que la verdad no exista, yo creo que la verdad sí existe, lo que pasa es que la verdad no está en el saber del sabio, sino que la verdad` habla por la boca de cada uno de los sujetos que hablan y que el arte del psicoanalista consiste en no tapar la emergencia de la verdad que no está en su saber sino en el saber de aquel que es su sujeto.
Conferencia pronunciada en el 3er Congreso Colombiano de Psicología Clínica, Manizales (Colombia), 16 de agosto de 1987.
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DSM·. Pertenece al código clasificatorio de las enfermedades mentales utilizadopor la Organización Mundial de la Salud.
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