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El Hombre de las Ratas J. Chasseguet-Smirgel Sigmund Freud Bela Grunberger Mark Kanzer Serge Lebovici
Octave Mannoni Osear Masotta E. Morgeilthaler Paul G. Myerson Elizabeth Zetzel
Colección Los casos de Sigmund Freud Dirigida por Osear Masotta y Jorge Jinkis
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El Hombre de las Ratas J.
Ch~sseguet-Smirgel
Sigmund Freud Bela Grunberger Mark Kanzer Serge Lebovici Octave Mannoni Osear Masotta E. Morgenthaler Paul G. Myerson Elizabeth Zetzel Selección de 0scar Masotta y Jorge Jinkis
Ediciones Nueva Visión Buenos Aires
Puentes
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Osear Masotta, "Consideraciones sobre el padre en 'El Hombre de las Ratas' ", en Cuadernos Sigmund Freud, n• 2/3, Buenos Aires, 1973.
\ Sigmund Freud, "Original Record of the Case" (1909), Standard Edition (J. Strachey), vol. X. ,pp. 259-318, Hogarth Press, Londres, 1955. Traducción de Marta Guastavino.
The Minutes of the Vienna Psychoanalytic Society, vol. 1, 1906-1908, Herman Nunberg y Ernst Federn (eds.), Protokole 28, International University Press, Nueva York. Traducción del alemán de Ramón Alcalde. Octave Mannonl, "L'Homme aux Rats", en Clefs pour l'imaginaire ou "L'autre scene", Seuil. Paris, 1969. Traducción de Osear Masotta. Elizabeth Zetzel. "Notes :;upplémentaires sur un cas de névrose ohscs,ionnellc. Revue Franfaise de Psychanalyse, tomo XXXI, n• 4, julio-agosto de 1967. Presses Universitaires de France. Traducción de Marta Guastavino. Paul G. Myerson, "Quelques remarques sur l'exposé du Dr. Zetzel", Revue Franfaise de Psychanalgse. ibid. Traducción de Marta Guastavino.
© 1976 por Ediciones Nueva Visión SAIC Tucumán 3748, Buenos Aires, Rep . Argentina Queda hecho el depósito que marca la Jey 11.72.3 Impreso en hi Argentina / Printed in Argentina Prohibida su repro
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Bela Grunberger, "En 111arge de 'L 'Homme aux Rats' ". Revue Franfaise de Psychanalgse, ibid. Traducción de Mario Levin. S. Lebovici, J. Chasseguet-Smirg.:-1, B. Grunberger. "Discussions sur 'En marge de 'L'Homme aux Rats' '
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et réponse de l'auteur", Ri!vue Franraise de Psychanalyse, ibid. Traducción de Mario Levio.
Introducción Consideraciones sobre el padre en el "Hombre de las Ratas"
F. Morgenthaler, "Régression fonctionnelle du Moi et problemes techniques dans l'analyse des névroses obsesionnelles", Revue Franraise de Psychanalyse, ibid. Traducción de Susana Lijtmaer.
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Osear Majofta
Mark Kanzer, "The Transference Neurosis of the Rat Man", The Psychoanalytic Quarterly, vol. XXI, 1952. Traducción ,de Marta Guastavino.
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La idea de que la psicosis es un intento de restitución de laSt funciones del sujeto, intento llevado a cabo por el mismo sujeto, es hoy un lugar común. Se recuerda menos que la fórmula debe también ser aplicada a la neurosis. Si aceptáramos despojarnos del grueso de conceptos psicoanalíticos que se utilizan habitualmente para dar cuenta de la neurosis obsesiva ( Lacan. 1953), si colocáramos entre paréntesis el Saber psicoanalítico constituido (agresividad y analidad del obsesivo, homosexualidad y Edipo invertido, ambivalencia y formación reactiva), .si volviéramos al texto de Freud sobre el Hombre de las Ratas y siguiendo la vocaci<'.~n misma del texto nos dejáramos conducir por Jos aspectos peculiares del material, encontraríamos que la función que en este caso el sujeto trata de reconstruir es, en primer lugar, la función del padre. Comprenderíamos entonces que los conceptos lacanianos de metáfora paternal, nombre del padre, deuda simbólica y Ley vienen a llenar un lugar vacante en la teoría post-freudiana. ¿Qué es un padre? ¡Cuál es la relación del sujeto con la \ Ley para que la constelación de identificaciones edípicas permita · el ascenso del hijo al deseo? ¿Qué hay que entender por Ley
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y cuáles son las coordenadas que señalan el campo de incidencia de la teoría y la práctica psicoanalítica? Algunos freudianos sinceros pretenden evitar las dificultades mediante un retorno al complejo de Edipo. En este contexto cierto consejo de Lacan puede tornarse incomprensible: "Al contrario de la referencia crucial al Edipo [ ... ] , de la que Lacan decía hace poco que no servía directamente en la práctica psicoanalítica, la referencia a la castración sirve todo el tiempo" ( Leclaire, 1971, p. 45). ¿Pero será que, como interpreta. Leclaire, habrá que hacer prevalecer la castración en detrimento del Edipo? Nada de eso. puesto que por definición el primer complejo no resulta inteligible si no se lo sitúa como nudo en el interior del segundo, pensado como estructura.
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No cederemos a la tentación de teorizar sobre el complejo de Edipo.
que sólo se ve en ella lo que proviene del nivel imaginario de las identificaciones narcisísticas y duales. Por lo mismo, sería un error buscar en la agresión el fundamento de la articulación edípica; lo que !iay que investigar no es una conducta sino. un anhelo ( Wunsch): el voto, el deseo de la muerte del padre.
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A la matanza de los padres por los hijos Arnaldo Rascovsky vino a sumar la matanza de los hijos por los padres. El intento\ habría sido meritorio si el autor se hubiera propuesto recuperar ~ de una vez por todas el problema del lugar que ocupan los hijos en las fantasfas y design ios muchas veces " mortíferos" de los fé.t=:- ~ padres. De cualquier manera La matanza de los hijos nos deja c[)tfJO recordar que si el campo del psicoanálisis tiene poco que ver con V 1é#J€.S el problema de la "lucha entre generaciones" (concepción bur- dainente ideológica a la que el autor se adhiere), tiene en cambio algo que ver· con la inserción del sujeto en la diacronía propiamente histórica, con el tiempo transindividual. "filogenético", de las generaciones y su sucesión. El breve ensayo de Rascovsky constituye un buen pretexto para introducirnos en el tema de la ~unción de' padre. Después de evocar a Layo, Abraham, lván el Terrib!f" y Alejandro, el autor ejemplifica con un cuento de W. W. Jacobs. cuyo efecto "siniestro" dependería de un "ingrediente" (sic, 1970, p. 39) singular, el fíl,icidio. Pero lo que el autor no comprende es que si el filicidio se revela corno históricámente verdadero y clínicamente verosímil, su reflexión no lo torna menos teóricamente nulo. Para Rascovsky el filicidio no se aleja de un camino bastan~ te trillado, el contra-~ . di ~ rivalidad d$! hij9_eo~ posesión ~ t;)/. ~~· ~-n~ tl..P.2.d..~;~ . ~ JEi~ .nivel. s.2!!1eitiendo Y J?º!. Ja_ mJJjg (\i tu,~~~") con el hij,g_. El ejemplo es perfecto, puesto que de este modo queda nivelado el W unsch del sujeto . de la estructura (quien. en fin. no puede ser sino el hijo) con la pugna envidiosa, con la actitud competitiva de un padre que no se resigna a quedar excluido por la sucesión natural de las generaciones. La única novedad es que el modelo freu~ diano queda plantado . patas para arriba. "Hay que recordar --escribe André Green- que el contra-Edipo del padre sobre el hijo no es más que la escansión repetitiva de su propio Edi1
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Cabe señalar de cualquier modo que un cierto Saber psicoanalítico excesivamente decantado (tipo de relación de objeto, genitalidad y reparación; analogía entre el proceso psicoanalítico y las etapas de la libido) sólo parece u.tílizar la referencia al Edipo para ratificar los datos del desarrollo libidinal. explicar, por ejemplo, la agresividad del hijo y el temor relativo como anales. No se entiende entonces que la referencia edípica se vuelve superflua, que la relación entre el Edipo y la libido ·se convierte en mera manifestación del uno por la otra puesto que la mayor parte de las veces regresión y fijación bastan para dar cuenta de la estructura entera. Pero, además, no hay que confundir ( Lacan, 1948) agresión con .!_g~sividad. Lé,i última ~ parte con~tituti_v:.!l ~ la matrj_~ ~i!ist
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po, el que unía al padre, cuando era niño, con sus propios
~ padres" ( l 9-S6, p. 156).
Pero ¿cómo no ver que si el cúento de Jacobs es ~jemplo de algo, fuera de lo que se pretenda probar, no lo es sino de ' un triángulo patógeno dondé no es el padre quien "da la ley"'? 1; ¿No es la madre quien aconseja al padre sobre los inútiles peJ1 ligros a que expone a su Rey en -la partida que abre el relato y donde se oponen padre e hijo? Y mientras el hijo permanece atento al juegp, ¿no es el padre quien contesta con para-respuestas a los avances del hijo? ¿El ajedrez simbólico de la guerra ... ? Sin duda, porque es un juego de posiciones. Pero para que la ' noción de posición tenga algún sentido es necesario que antes \ }]aya reglas. ¿Pero no es entonces el hijo quien en el nivel de las reglas, ;ence en el cuento al padre? Desde entonces este padre será impotente para ejercer su función prohibitoria, incapaz de separar a la madre del hijo. Es lo que en primer lugar se puede leer en el excelente relato de Jacobs. A la inoperancia del padre se suma la complicidad de la madre con el hijo. ¿Cómo interpretar la escena final? ¿Cómo no ver. con rigor, un cierto acto reparador buscado por el padre? Reparación: no de un objeto, sino de su propia función separadora. Las úftlmas palabras que balbucea junto al amuleto le restituyen la función que le habría permitido en el pasado arcaico separar a la madre 1 del hijo. Pero el ejemplo es realmente interesante, puesto que Mi esa restitución sólo se realiza a condición de doblar la muerte 1 del hijo. Leído a Ja letra el cuento dice en efecto que el hijo 1 !' ...J \ muere dos veces. Pero entonces -y entre otras razones- no ~ habría que menospreciéJr el sentido de esa segunda muerte: si el \padre sólo logra arrancar al hijo de la madre por medio de - r-, ¡ la muerte, es porque la captura del hijo por la madre significaba p., \ V , ya una primera muerte. En términos lacanianos: lo que aquí era V ~ mortífero es la absorción de! hijo por el deseo incalmable de la madre.
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personalidad complaciente, tímida, cpmpañero de sus hijos pero incapaz de afirmar sus derechos y su autoridad. En otras fami~ lias la autora encuentra padres competentes en el ejercicio de su profesión, pero siempre inclinados a declinar la autoridad en la madre ante los problemas espinosos de la educación de los .hijos. Los padres del último grupo son personas ocupadas, hom;.. bres que no quieren ser molestados con problemas familiares cuando permanecen en el hogar. ¿Quiénes son las madres y cuál es la relación entre el padre y la madre en este tipo de constelación familiar? "Estas madres parecen haber sido muy de~ cepcionadas por sus maridos; se trata a menudo de mujeres frí~ gidas, hecho que con frecuencia comunican a sus hijos, muchas veces incluso cuando éstos se hallan en la temprana adolescencia. No se les deja olvidar todas las quejas que tienen sobre el padre, que no es suficientemente hombre. o que no provee las necesidades de la familia. o que se desentiende del peso de la casa y la familia, etc." ( ibid.. p. 280) . Es la .. ausencia" del padre la que determinaría en constelaciones familiares del tipo la estructura neurótica o perversa del sujeto. La .a utora encuen~ tra una correlación - que no es novedad desde el ensayo de Freud sobre Leonardo - con la homosexualidad.
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En un breve y preciso texto de los años cincuenta Grete L. Bibring IIamaba la atención sobre este modelo. Bibring relataba sus- observaciones sobre los efectos patógenos de la variación de los cultural patterns de la familia tradicional. en la medida que evolucionan -en ciertos medios que la autora entendía describir como determinados sociológicamente- desde el "patriarcado" hacia el "matriarcado" ( 1953, cf. nota p. 283) . En las familias observada:; fa madre · aparece como dominante •. sobreactiva, capaz de una ·actividad intelectual de alguna manera superior a la del marido; mientras que e! marido es una
Los lacanianos han insistido sobre una correlación semejante entre neurosis obsesiva (Leclaire. 1971. pp. 144~167) y estas familias donde la madre ha sido "too much of mother" y el pa~ dre "seemed to ha ve been missing" ( Bibring, p. 281 ) . Pero lo mismo vale· para las fobias. "Recordemos al padre de Hans: presente, inteligente, amable y no obstante totalmente inoperante porque su palabra, ante la madre, carece de valor. La posi~ ción del padre es cuestionada entonces, y esto es en definitiva_ lo que sujeta a Hans al deseo de la madre" ( Lacan, 1957~58, p. 87). Pero la descripción de Bibring resulta insuficiente, puesto que la noción de función paternal no se agota en un grupo de conductas observables, por más que se incluyan, como en el caso, relaciones entre conductas. El trabajo de la psicoanalista norteamericana se refiere únicamenti> al padre real y a las acciones como intercambio de roles en el interior del triángulo. De
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ahí que las failas que caracterizarían a tales constelaciones familiares remiten a aspectos que, al menos de derecho, serían sociológicamente detectables. Es cierto que el ejercicio efectivo de la autoridad por el padre define en el interior de la familia un aspecto de la función que nosotros Ilamamos función del padre. Pero no la agota. Más aún, lo que resulta oscuro es la idea misma de autoridad paternal. Un solo ejemplo basta para demostrarlo: Schreber. Es cierto que el padre del autor de las Memorias era un hombre bastante peculiar, y aun, y si se quie, re, un padre ridículo; pero sería difícil negar que haya ejercido funciones de indiscutible autoridad, y hasta autoritarias, en el seno de su familia. Este padre que no renunciaba en absoluto a su derecho de hacerse cargo del cuidado y la educación de Jos hijos, respetado seguramente por la madre y temido por todos, ese hombre imbuido de una sup~rmoral sanitaria, y que aplicaba a sus propios hijos sus duros, metálicos inventos de pediatra, se sabe que no fue ajeno al origen de la psicosis del hijo. Debemos agradecer a O . Mannoni una relectura del texto de Freud sobre el Hombre de las -Ratas que permite recuperar, en la línea de la teoría de Lacan, no tanto el valor reconocido de algunos conceptos freudianos, sino esos mismos conceptos, preñados de dificultades y en est~do de gestación. Tal ~s la noción del traba jo que sobre las defensas secundarias realizan los procesos primarios, o bien la irrupción del material primario. bajo forma lingüística, junto a la defensa contra la pulsión (el Nicht que acompaña a la fórmula de bendición) . Pero quisiéramos agregar una observación sobre el texto de Mannoni. Si el autor parece quP.rer atenuar las exigencias que en otro lugar hemos llamado "sistémicas", no es para entregar el poder a las funciones "superiores", sino para quitárselo. Por lo demás, Mannoni sabe sugerir una conexión entre el significante y el lenguaje con la función paternal. La irrupción del inconsciente verbal. nos dice, es solidaria de la dramatización de la historia y el mito individual del paciente. No hay que dudar, en efecto, de que el "Pass-wort" nos conduzca (Freud lo señala una y otra vez) a "las circunstancias impresionantes que acompañan a ese trozo de folklore familiar (el padre había perdidQ en el juego dinero que pertenecía a su compañía, y había pensado en suicidarse, y un camarada le presta el dinero, salvándolo así del suicidio) , la imposibilidad de pagar la deuda y la idea de que el padre había corrido por todas partes para encontrar a quien le había prestado el dinero; he ahí la historia, o el mito. 14
que se comportará exactamente a la manera de ·10 reprimido, influyendo y perturbando, de modo incomprensible para el sujeto, una operación sin embargo bastante simple: pagar un pequeño paquete expedido contra reembolso. Es necesario que la deuda sea pagada, pero también que sea la deuda imposible de par1ar" (O. Mannoni, 1965, p. 148).
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4 Grumberger se equivoca cuando entiende resumir y reducir la neurosis obsesiva del Hombre de las Ratas al erotismo .· anal y a la captación anal del pene del padre. Es cierto que hace depender la "introyección captativa" del tema de la diferencia de los sexos y de la madre fálica , pero el delirio central de la historia, la · imposibilidad de devolver el dinero al teniente, parece no ser para Grumberger mucho más que un "bailet" , eilo tal vez en la medida en que el reduccionismo de que parte le facilita demasiado la explicación que busca: sólo · se trataría, en efecto, de "devolver el pene anal culpabilizado". ¿Qué hay que entender, por lo demás, por "castración anal del padre"? Añte todo, que toda la estructura quedará comprimida por la homosexualidad inconsciente del sujeto. En efecto, sería preciso hacer a Grumberger el mismo reproche que Ida Macalpine primero y Lacan después hicieron a los trabajos de Mauritz Katan :iobre el presidente Schreber: que en la medida en que se pretende ototgar a la homosexualidad el estatuto de determinante mayor del cuadro psicopatológico, se olvida que el sujeto en cuestión no es homosexual y que la ~omose~ual!d!!.,d. par;;i hablar con propiedad, ~o ~E.Jás qu~ UI]. "~~ntoma articulé!do ~n su P!Q; ~" ( Lacan, 1959, p. 544). De mayor interés resultan las observaciones de Grumberger sobre la ~op~ y el narcisismo del Hombre de las Ratas . Volveremos sobre este último punto. Llama la atención en la lectura de este caso un cierto nivelamien to que se opera cuando los personajes de la historia se convierten en figuras del delirio. En el Hombre de las Ratas el padre y la dama de sus pensamientos parecen qúedar igualados, aparecen, por decid~ así, como nivelados por el pensamiento obsesivo, como si se trocaran en figuras simétricas o como si ftteran puntos de referencia adscriptos a algún estatuto de alguna manera idéntico en la estructura. Este rasgo que adquieren 15
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las dos figuras en los delirios del Hombre de las Ratas despertó la atención de Rank, ya que no su curfosidad, puesto que concluyó sin dudar un instante: 'iLas tendencias homosexuales (y sólo éstas están en discusión) quedan demostradas no sólo por las inequívocas indicaciones que aparecen en el análisis sino también por el modo como en la fantasía del paciente se identifica a.l padre con la dama amada. Hace que ambas sean torturadas del mismo modo en el ano. Usa a la mujer como si fuera un hombre" (Minutes). En la misma sección en que Freud presentaba el caso, también Stekel. si bien no lo manifiesta, parece haber sido tocado por la cuestión: "En el <;aso presenta~o considera ( Stekel) que es posible que el paciente, cuando era niño, viera en su padre un rival respecto de la institutriz (y no respecto de la madre, como ha afirmado Rahk)" ( ibid.). Por lo demás, el mismo Freud debió sucumbir un poco al equívoco por la manera en que insiste sobre la oposición entre el mandato del padre y el amor de la amada y ve en parte en esa oposición la base del conflicto. Antes de su muerte el padre habría expresado al paciente su voluntad en contra de su relación con su prima. Según esta interpretación existiría una relación de exclusión entre la prohibición paterna y' el objeto del amor del hijo; la primera haría peligrar la permanenaia clel segundo. Lacan ha observado (1953 b. pp. 302-3; 1958. p. 597-8) que no es bueno internarse en esta dirección puesto que la acción castradora del padre ha representado en este paciente un papel e segundo plano. Por lo demás, tampoco hay que considerar ajo el mismo rótulo lo que muy a menudo se llaman padres o padre c.astrador. y la ~s~siQ!!. Esta últim.a, ef~.ctg_ y ..f!.tnción ~ e.strl!ctura, P-:ttenece_ a _ U!,L_niY.!tl
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prohibición paterna cuando lo que está en juego es el deseo? Hay que contestar que tr<:tánd()se deJ di:.:-;eq la prohibición paterna opera como fundaní.ent9, como piedra de toque de su supervivenci~, y de ningún modo, _ !P cambio, en el nivel premisas, como causa de su desaparición u origen de las inhibiciones ""_q~ujeto:-' E~ti tesis dlfícir y a Ínenudo olvidada s~ háiÍa inscripta con todas las letras en T otem y Tabú: .,.entre P.!,Ohib,i ció,!.l y_.
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s.stá mq_ertQ. "En este punto me entero, para mi sorpresa, de que· el padre del sujeto al que todavía hoy se refieren lQs -temores obsesivos que lo atormentan, está muerto." Pero se ve· entonces que el delirio reconstruye de manera casi directa los dos momentos de la función del padre. Aquí el lado delirante del pensamiento obsesivo es homólogo a las exigencias de la teoría, .·el "más allá" -de que habla el sujeto homólogo a la "otra escena" de la teoría. Pero de este modo, lo q~e el paciente no sabe no -~ \ es solamente que ha deseado 1a muerte de su padre (lo cual, ~ por $upuesto, sabe siempre de algún modo), sino lo que él mism,:> dice con sus propias palabras, que esa muerte es el momení.o fecundo de la constituc+ón de sí mismo como ~00-ds seante. Lacan expresa esta idea central ..en una fórmula apretada . donde comenta la enseñanza de Totem y Tabú: " .. .la necesidad de su reflexión lo ha llevado [a Freud] a ligar la aparición dd significante del Padre, en tanto que. autor de la Ley, a la muerte, es d,ecir a la muerte del Padre, mostrando así que si esa muerte es el momento fecundo d:e la deuda por donde el sujeto se liga por toda su vida a la Ley, el Padre simbólico, en tanto que él significa esta ley, es en efecto el Padre muerto" ( 1959.
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p. 556). §.e conoce la_importancia de la muerte en .e!_obsesiv_o y~ no P.Odría extrañarnos la aparic;:ión de tales fórmulas, casi desnud°'as, ·6ifo lorma de ideas obsesivas. Pero al criticar, en ,,;entido kañtiano, laffgu~ del padre real y al ubicar la función en otro lugar, ¿no habremos operado una cierta idealización de los conceptos? ¿Y al hacer depender de la prohibición una cierta idea · sobre la normativización del deseo no habremos revelado la vocación francamente reaccionaria de la teoría? Si tal fuera la teoría, se dirá, podría hacerse a Freud y al psicoanálisis el reproche de absurdidad que un antropólogo hacía de una interpretación de Lévi-Strauss según la cual un espíritu guardián ' mataba al hombre a quien protegía. Ahora bien, la teoría psicoanalítica debe asumir tal reproche, puesto que ella comienza por afirmar que la prohibición protege al nombre a quien prohíbe. He aquí el punto de la inseminación imposible del psicoanálisis en la sociología. En cuanto al otro reproche, hay que contestar con una novedad de perogrullo: la función del · padre comenta el hecho --<:omo en el ejemplo de los genios ojibwa de Lévi..Strauss ( Mendelson, 1967, p. 178 ) - de que la relación padre-hijo no puede ser directa.
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En primer lugar, el padre aparect> en la tríada como mediado por la madre. Pero no hay que entender esta mediación en l' términos de distribución de roles, ya que las cuestiones de autoridad se entremezclan con el deseo sexual -hay que estudiar cada constelación particular- y conviene preguntarse en cada caso si la madre desea o no al padre. Puede ocurrir, por ejemplo, que la madre respete al padre y que no deje de remitir al hijo a la autoridad paterna, que comparta con el padre el mismo sistema de normas y que no le dispute al padre su papel; pero simultáneamente, que no desee sexualmente al padre. Ahora bien, ¿quién es el padre para la madre del Hombre de las Ratas? ¿Cuál fue el destino, en este caso singular, del mensaje de · prohibición del padre cuando fue m~diatizado por la palabra de la madre? Hay que lamentar que Freud no otorgara a la madre del paciente, en el texto de la redacción definitiva, la importan- ) cia que cobraba en el Original Record. En las notas lo primero que se .lee, en efecto, es una referencia a' la madre. El paciente '/(.. no ha querido hacerse cargo de la herencia familiar después de Ja muerte de su padre, y debe consultar con su madre sobre los honorarios propuestos por F reud. ¿No hay algo ahí que obliga a pensar en una peculiar manifestación del délire du toucher? ¿Si el dinero del padre lo embaraza no será porque ese dinero proviene de la línea de la madre? La memoria familiar ha retenido el hecho de que el padre amaba a otra mujer y no a la madre, y que ésta, hija ilegítima · en un sentido, e:ra quien había aportado la fortuna al patrimonio familiar. El Hombre de las Ratas enferma cuando se ve confrontado a un conflicto semejante al del padre y repite entonces · en su delirio mayor et.tema de la deuda impagada del padre. Se puede entender entonces el sentido de la intervención del padre cuando prohíbe al sujeto qu e se case con su prima, reavivando por esta intervención la memoria del con flicto entre mujer pobre y mujer rica. Por su función y sus efectos tal prohibición carece de conexión directa con la articulación edípica . Se Jo ve con toda c_laridad: el padre no prohíbe la madre al sujeto, sino _que, / 'i. proponiéndose fanfarronamente como modelo, prohíbe la otra f' que la madre. Es lo· que vio Stekel sin poder comprenderlo. Dicho de otra manera: el padre no le pmhíbe nada al sujeto, le impide constituir el sistema de .sus identificaciones. Lo que está en juego en el Hombre de las Ratas es la identificación con el
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ideal del Yo y la relación del sujeto con los emblemas del padre. Pero ¿qué emblemas? Esa falta en el matrimonio die sus padres. la falla que deja aparecer la palabra mentirosa del padre y esa '\ "fechoría", como d icé Lacan , cometida en el e jército y que el mito familiar no permite olvidar. Cuando el sujeto recorre al derecho la cadena generacional se topa consigo mismo y se ve como resultado ilegítimo de un pacto fallido; cuando la recorre al revés descubre la imposibilidad de identificarse con la falla . · que marca la posición del padre. En la linéa de estas consideraciones se podría agregar algo más: el Hombre de las . Ratas es un hombre taponado. Un homúnculo en el interior de una botella con .dos tapones a los que es imposible hacer saltar. Si se identifica en el Ideal del Y o con , los emblemas del padre -eso es a lo que apuntan compulsivamente sus deliria- se expulsa a sí mismo de la cadena simbólica, pero en tanto que esos deliria le restituyen la identificación con la función del Ideal, no puede entonces pensarse como progenitor. Quiero decir, no puede imaginarizar un hijo. No es por casualidad, en efecto, qu e la dama de sus pensamientos no pueda, estéril. darle hijos.
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La observación de Grunberger sobre la debilidad que estaría en la base de la constitución del narcisismo en el obsesivo parece pertinente en el caso del Hombre de las Ratas. Pero es difícil entender la ubicación y las funciones del narcisismo en la estructura a partir únicamente de la "obsesionalización" de la defensa. Aunque no se diera razón de todo el narcisismo. mejor sería tratar de referirlo a las identificaciones edípicas y al Ideal del Y o. Es probable que las demandas de confirmación narcisística crezcan proporcionalmente a la imposibilidad de identificación con la función del Ideal, de la misma manera que la rnnstitución del Ideal del Yo es correlativa de un afianzamiento de las defensas narcisísticas ( Lacan, 1938). La conjetura adquiere bastante realidad en el Hombre de las R.dtas. Pero en este caso es necesario buscar la función del ~-teal - lo hemos dicho-- en el nivel de las conductas delirantes, en el intento
constantemente renovado de repetir los "signos" del mito familiar. ) Nos acercamos así a la fórmula lacaniana según la cual no es necesario que el padre falte pa·r a que falte la función del padre. Se ve en el Hombre de las Ratas que la falla de la función se lee como efecto de algo que pertenece a la trama estructural de las generaciones y que remite a ideas de legitimidad e ilegitimidad, al tipo de relaciones que presidieron el nacimiento de un hijo, al pacto matrimonial strictu senso, a la palabra dada y a la palabra fallada. En este sentido y en este nivel los datos de la observación sociológica de familias resultan menos intel / resantes para el psicoanálisis que los datos de la teoria de derecho. Lacan llama P.~W WJi b21Jsg a la función que no pued / permanecer ajena a esta intersección y nom'lz!!; !J!.l p_adre a 1 relación intrasubjetiva por donde el sujeto identifica a la person del padre con la figura de la Ley. Sobre el Hombre de las Ratas habría que comenzar diciendo, en lenguaje jurídico, que carece de títulos para poder estabilizar su destino de ser sexuado. El tema de la ambivalencia, que la teoría ha arraigado en lo pregenital, explica bastante poco el amor~odio que el Hombre de las Ratas padece hacia su padre y la dama de sus pensa~ mientos. En este caso la temática fálica aparece particularmente velada, pero a ella nos veríamos tal vez conducidos si retomáramos la reflexión en la perpectiva de los temas fundamentales de la antropología (Artigues, 1966) : el incesto y las leyes de intercambio, el parentesco y el lenguaje. La reflexión psicoL analítica no debe dejar escapar ese momento inaugural de la , vida social. retenido por la investigación contemporánea, donde\ ¡ la prohibición del incesto y la lógica del parentesco son idénticas al lenguaje, ya que el sistema de prohibiciones y prescripciones exige un sistema lingüístico de denominaciones. En esta coyuntura el padre articula como el revés de un guante lo social del sexo con el sujeto sexual.
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En uno de sus primeros trabajos sobre t_tc nica Freud r.:e; le.r~ la. ~ (unción_ del P§ldre a los siguj entes tres _pun!P.,.SSQnllistufil__. .es: 1) ~l miedo al padre, 2) Ja hostilidad contra el paclre v 3) Ja falta ge confianza en el padre. Se comprende de inmediato qt:e si se
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permanece en los dos primeros ya no será posible salir de los límites de una visión estrecha del Edipo; si en cambio se aborda en cada caso el tercero, se comienza a transitar la teoría litcaniana del significante. Por ciertas fallas en el nivel de la estructura, algunas de las cuales hemos evocado, es obvio que ]~ función paterna no termina de funcionar en el Hombre de las -Ratas. ~-ffiil.Y.2E .~tl.e ~~ _lo qu.s._Freud UamJl ..eL comp_lejq__ d.el ,.padre~ s.Q.lo .mnsiste .~!l inte?tos ! aJlidos de i:esti.tllción de 1!'1 función, La intención demostrativa que constituye la esencia del delirio de Schreber se toma ironía; burla, sospecha, desconfianza. en el Hombre de las Ratas. Pero la diferencia es de estilos, y si éstos son distintos. el "objeto" en cambio sigue siendo el mismo. Pero aquí objeto no significa término de la relación sino relación. que no es relación con un objeto, el padre, sino con una función. En este sentido las identificaciones edípicas están subsumidas por funciones que las engloban. El gran tema obsesivo de la duda nunca podrá tefminar de. explicarse por la capacidad muscular del esfínter, y hay que leer sin prejuicios el texto de la observación de Freud para ver cómo el significante · Ratte conduce, en más de una dirección, a la función del padre, al intentO sie_mpre fallido y siempre renovado de otorgar estatuto de sagrada -como nos decía O. Manno:qi- a la palabra del padre. Como el "padre no puede mentir", observaba Freud, he ahí que el sujeto adecua sus conductas reales a la literalidad de las palabras asignadas a un padre de quien el mito familiar refería que ·había mentido. El delirio de reembolso del dinero de los lentes no sólo remite a la emergencia del tema del mandato, sino que describe· ese tema como adecuación literal de la acción a la pa- , labra literal. ¿Pero no nos obliga a reflexionar incluso sobre el sentido que debemos_asignar a tales literalizaciones? . . Entre las innumerables expresiones del pensamiento obsesivo del Hombre de las Ratas hay una que permite vincular directamente la función paterna con lo que deberíamos llamar la franja de emergencia del significante al desnudo. He aquí el ejemplo sobre el cual O . Mannoni nos llama la atención: "Te llenas la cabeza de cosas".•. le decía el padre al paciente de Freud. y el Hompre de las Ratas, pensaba entonces que tenía que hacerse un agujero para dejar salir algo que retenía- en su cabeza: es decir, que tenía objetos en la cabeza. El intento de restitución de la palabra . paterná akanza de este modo un nivel esquizofrénico de lógica pasional: pero se trata de la lógica del significante. La exigencia última de otorgar a la palabra paterna una
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verosimilitud absoluta y radical coincide c<>n la desaparición radical del significado y. si se me permite la expresión, la palabra se toma inscripción escultural. recuerdo de una desaparición. marca del hundimiento del Otro. El ·sujeto queda entonces rápidamente devorado por la manifestación irrrpensada de una ambigüedad indescifrable que emerge en el nivel mismo de la palabra. Habría que decir que en tal momento ésta "entrega" de golpe su incapacidad oculta de nombrar a la "cosa", para dejar transparentarse el origen y el fundamento -por donde el lenguaje se une a la función del padre- de la oscilación obsesiva.
8 Deberíamos poder resumir los hitos señalados por medio de estas sencillas consideraciones: a) Habría que agregar antes que si el Hombre de las Ratas es un texto que adquiere especial relevancia en la reflexión lacaniana. ello ocurre porque el tema de la deuda impagada permite entrever, más allá de la anécdota particular. ciertas estructuras constitutivas de la función del padre. Si, como hemos visto, ~ . p~dre~I no _ba_sta para _C!;IS Pl!i: la fl!,n_cj ó!!_, -~ p_g¡.CJ.Y.e tod,Q._padre_Q~b~ ~usfüµi¡g a sí miSlll.Q. p ser s11stituido .mi..!! f!Jncionar COJ!!.O su propia metáfoi;_a. Pero toda metáfora · es la consecuencia y la expresión de esa imposibilidad de adecuación del signo a la cosa de que hablábamos más arriba. Lacan llama d~ pJiJ.!.[n!J¡ a la inscripción ineludible de la figura del padre en el seno de esa falta de adecuación. En la teoría lacaniana, el t7m~ d~e_ Ja s astrasión c_onduci:; a la de:cia por -d~;,_d~~e _c~~st~ tuye ese desfiladero de símbolos que llamamos sujeto. fa figÜra del padre real no agota las .funciones del padre simbólico, ello debe imputarse ·tal vez a razones constitutivas de la estructura del sujeto humano ( Lacan, 1953, 1938), pero la desadecuación se ve agravada por la de5Valorización histórica de la figura de.1 padre en la familia occidental. Será el neurótico quien se hará cargo de esas ·~~p~ " por donde la figura del padre exigirá siempre ese desdoblamiento que el Hombre de las Ratas expresaba en parte con su temor obsesivo de la muerte de su padre muerto.
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b) Es necesario entonces atender a la función del padre y sus avatares según una triple perspectiva simultánea: · 1 ) según la inserción del sujeto en la línea diacrónica de las generaciones; 2) según que la madre permita no pasar el mensaje del padre como Ley; 3) todo sin borrar las propiedades puntiformes de la figura del padre; "La relación del padre con la Ley debe ser observada en sí misma" (Lacan, 1959, p. 579).
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Notas originales de S. Freud sobre el caso del "Hombre de las Ratas"
Nota de la edición inglesa
f>urante toda su vida fue costumbre de Freud. después de haber aparecido uno de sus libros, destruir todo el material sobre el cual se basaba la publicación. A ello se debe que hayan sobre~ t•iuido muy pocos manuscritos originales de sus obras. y menos aún las notas y antecedentes preliminares de los cuales éstas provenían. El material que sigue constituye una inexplicable excepción a esta regla. ya que fue encontrado entre los papeles de Freud, en Londres. después de su muerte. Los compiladores de las Gesammelte Werke mencionan el hecho en el prefacio al tJolumen XVII. que contenía varios de sus escritos póstumos. Sin embargo. estas notas no fueron incluidas en ese volumen, y hasta 1954 no habían sido publicadas en alemán. Aparecieron por primera . vez en la Standard Edition inglesa, en traducción de Alix y James Strachey. El manuscrito, redactado en las habituales hojas de oficio que prefería Freud, contiene evidentemente las notas que men~ ciona en nota al pie de página. diciendo que fueron "tomadas a la noche del día del tratamiento". Por lo común tomaba diaria~ mente las notas, pero en ocasiones faltan algunos días y poste; riormente se compensa el atraso. En el margen de las páginas apacecen de vez en cuando palabras aisladas. escritas vertical~ mente. Tales palabras --entre ellas "sueño", "transferencia", "fantasía de masturbación"- funcionan a modo de resúmenes 1
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del material que en ese momento se estudia. Es evtdente que fu,eron insertadas en fecha posterior, quiiá mientras Freud se preparaba para una u otra de st:s presentaciones
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eran los temores qe que les sucediera algo a dos perno11as a quiene;-quería l!!ucho: ~-padre y una dama a quien_admiraba. Experimentaba además impulsos compulsivos, por ejemplo, cortarsé fá ga~gant~ñ ~üia nªvajéf, y_ también"' prohfüiciones, q ue a veces se relacionaban con cosas de muy poca importancia. Me dijo que había perdido años de estudios en su lucha eón esas ideas, y en consecuencia sólo ahora acababa de aprobar sus exámenes finales de derecho. Sus ideas afectaban a su labor profesional únicamente cuando ésta se vinculaba con la justicia criminal. ~~a tam_bi!_n el impulso sle ha~er_ aJgún daño a l~ señora a quien admiraba . Por lo común ese impulso se silenciaba en presencia de en;: pero cobraba importancia en su ausencia. Sin embargo, siempre le había hecho bien estar alejado de ella , que vive en Viena. Ninguno de los diversos tratamientos intentados le había servido de nada, salvo un tratamiento de hidroterapia seguido en Munich; en su opinión, ello se debía únicamente a que allí había entablado una relación que desembocó en un contacto sexual regular. Aquí no tenía ese tipo de oportunidades . y sus relaciones sexuales eran ocasionales e irre~ guiares. cuando la ocasión lo permitía. Las prostitutas le _r~ pugnaban. Dij o que su Yida sexual había sido limitada; en ella la t:lli1§JJ.U:lli:icióJ1 había tenido un papel r~ducido, entre los) 6 y lZ años. b los 1Q año.s _tuvo su primer contacto sexual. "Me dio la impresión de ser persona perspicaz y de inteligencia despejada. Cuando le expliqué mis condiciones, dijo que debía consultar a su madre. Al día siguiente volvió y las aceptó."
Sigue la traducción completa de los dos últimos tercios de las anótaciones de Freud. Se encontrará que contienen parte del material utilizado por Freud al publicar la historia del caso, pero buena parte de ellas abarcan terreno inexplorado. Si hay ocasionales discrepancias entre las notas t¡ la historia clínica publicada. se debe tener presente que el caso se prolongó durante muchos meses de terminadas las anotaciones, y que abundaron ror lo tanto las oportunidades para que el paciente corrigiera sus relatos anteriores y para que el propio Freud obtuviera una r>isión más clara de los detalles. Lo .notable de estas notas es que nos pmporcionan el único cuadro con que pode~os contar del tipo de materia prima sobre la cual se basó la totalidad de la obra de Freud, y de la manera fragmentaria en que emer... qia dicho material. Finalmente, nos da una oportunidad única de observar el funcionamiento detallado de la técnica de f
Con .,¡ fin -de que al lector le resulte algo más fácil seguir la historia a medida qlle va emergiendo, ofrecemos una lista tentativa de algunos de los datos cronológicos, a ve ..:es incongruentes, que se derivan de estas anotaciones y de la historia clínica p11blicada. junto con algunos datos referentes a la familia del paciente:
1903
1904 1906 1907
( 25 años) (enero) examen; muerfr del tío indiferente; planes matrimoniales; exacerbación de la neurosis obsesiva; (julio) examen; segundo rechazo de Gisela: verano en Unterach; ideas suicidas (26 años) primer coito (Trieste) ( 28 años) en Salzburgo; conjuros "iniciales"; sueño de espadas japonesas (29 años) (agosto} maniobras en Galicia; (octubre) comienzo del análisis
Datos cronológicos
Algunos de los hermanos y hermanas del paciente:
1878 1881 1882 1883 1884
Hilde, hermana mayor, casada Katherine, cuatro o cinco años mayor que el paciente, murió a los cuatro años Gerda Constanze Hermano, un año y medio mayor que el paciente (¿Hans?) fulie, tres años menor que el paciente; casada con Bob St.
1891
nacimiento del paciente ( 3 años) furia contra el padre ( -f años) escena con Frimlein Peter; muerte ( 5 años) de Katherinc: el pájaro embalsamado ( 6 años) eZTcciones; ideas de que los padres le leen el pensamiento (7 años} escena con Fraulein Lina: le dispara al h~r mano (8 años) Pa a la escuela: conoce a Gisela (9 años) muerte del padre de Gisela (JO años} parásito en la deposición del primo (l J años) conocimiento sexual; "puerco" ( 12 años) enamorado de una niñita: obsesión con la muerte dei padre; eructos de la madre ( 13 años} exhibicionismo con Fraulein Lina
1892 1893
(14 años} (15años}
1885 1886 1887 1888 1889 1890
1
. .os1.dad has ta es ta f ec h a re11q1 ·
Historial del caso En lo que se refiere a las sesiones que siguen, me limitaré a anotar algunos de los hechos esenciales. sin reproducir el curso del análisis.
189-f · (16 años}} b .. . l mastur acwn ocasiona 1895 ( 17 años} lf\98 ( 20 años} se enamora de Gisela; obsesión con la muerte del oadre; suicidio de la costurera 1899 (21 arios} operación de Gisela; muerte del padre; comienzo de la masturbación; servicio militar 1900 (22 años} juramento contra la masturbación; (dic.) rechazo de Giscla 1901 (23 años) enfermedad de la abuela de Gisela: retorno de la masturbación !902 (24 años} (mayo) muerte de la tía e irrupción de la neurosis obsesiua; (verano) Gmunden: (octubre) examen
Octubre JO. Anunció que quería hablar del c~~zo d~ ..§!!.S ideas obsesivas. Resultó que se refería al comienzo de sus mand-;tos~- [É-;;p~zar0n]mieñtras"Prepara6a s u examen .. fiiiaL"Se rclacionaban con la señora, y empezaron con pequeñas órdenes sin sentido (como contar hasta cierta cifra entre el relámpago y el trueno, dar corriendo la vuelta a la habitación en un momento preciso, etc.). En relación con su intención de adelgazar. durante sus caminatas en Gmunden (en el verano de 1902), se sintió COJI!p~ido ,JlOr un mandato a salir a correr bajo el extremo calor del mediodía. Un mandato le ordenaba que rindiera examen en julio, pero lo desoyó por consejo de su amigo; sin embargo, posteriormente obedeció el mandato de rendirlo en la primera oportunidad posible, en octubre. Se estimulaba en sus estudios con la fanta~ de que debía apresurarse para poder
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casarse con su dama. Parece que esta fantasía fuera el motivo del mandato. ~LE.'.'recer, atrfüuí<: es~s mandatos_ a su Q_a_clJ~· Una vez perdió' varias semanas defüdo a fa ausencia de la dama, que estaba de viaje a causa de la enfermedad de su abuela, una mujer muy anciana. El paciente se ofreció a ir a visitarla. pero ella se negó. Mientras estaba muy concentrado en su trabajo. pensó: "Podrías arreglártelas para obedecer el manda to de dar el examen lo antes posible en octubre. Pero si recibieras un mandato de cortarte el cuello ¿qué harías?" Inmediatamente se dio cuenta de que el mandato ya le había sido ~_;iest2, y cuando se dirigía al armario a buscar la navaja, pensó: ""1-' No, no es , tan sencillo. Tienes que ir a matar a la vieja." Al pensarlo cayó al suelo, fuera de sí de horror. ¿Quién era el que le imponía ese mandato? La dama sigue siendo muy misteriosa. Juramentos que ha olvidado. Su lucha defensiva contra ellos explícita , pero también olvidada .
Octubre 11. Lucha violenta, mal día . Resistencia, debida a que ayer le pedí que tra jera una fotografía de la dama, es decir, que abandonara su reticencia respecto de ella. Conflicto entre abandonar el tratamiento o entregar sus secretos. Su Cs . estaba lejos de haber dominado la oscilación de sus pensamientos. Describió la forma en que procura apartar sus ideas obsesivas. Durante su períoqo religioso había inventado oraciones que le llevaban cac:ra-;'ez más tiempo y que llegaron a prolongarse durante una hora y media, debido a que en 1.é:ls fra.~ si.mpJes . siemPJ_e se ins.~ t~lli! .,.?lg9_ _que_!as ·- ~,.S.?E.t~io. P'Oi e jeiñj)fo, " ¡D ios -no- lo proteja!" (Un Balaam invertido. ) 1 Le expliqué la incertidumbre fun damental de toda medida tranquilizadpra. ya que en ellas se infiltra gradua lmente aquello contra lo cual se lucha . Él lo con firmó. E n una de esas ocasiones se le ocurrió la idea de maldecir : seguramente eso no se convertiría en una idea obsesiva. (Ése era el sentido original de lo que había sido reprimido. ) Dieciocho meses atrás había abandonado de pronto todo aquello; esto es, había formado una palabra con las iniciales de algunas de sus oraciones -algo así como Hapeltsamen (debo pedirle más detalles del asunto)- que decía rápidame1'te para que nada pudiera infiltrarse en ella. Todo eso se veía reforzado por cierta dosis de superstición, un resabio de omnipotencia, como si sus deseos malignos poseyeran poder y ello l
Bal11a m vino para maldecir y se quedó a bendecir.
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tuera confirmado por experiencias reales. Por ejemplo. J;:i primera vez que estuvo en el sanatorio de Munich había tenido un 1·uarto junto al de la mucha,c ha con quien tenía relaciones sexuales. Cuando volvió allí por segunda vez dudó en ocupar la misma habjtación, que era muy grande y cara. Cuando por fin le dijo a la chica que había decidido ocuparla. ella le contó que ya la había tomado el Profesor. "Ojalá se muera por eso", pensó t·I paciente. Quince días después perturbó su sueño la idea de un cadáver. La apartó, pero a la mañana supo que el Profesor había tenido realmente un ataque y más o menos a esa hora lo habían llevado a su habitación. Dice también que tiene el don de los sueños .Proféticos. Me contó el primero de ellos.
Octubre 12. No me contó el segundo, pero me dijo cómo había pasado el día. Se sintió de mejor ánimo y fue al teatro. Al volver a casa se encontró por casualidad con su mucama, que no es joven ni bonita, pero- que desde hace un tiempo ha mostrado interés por él. No sabe por qué , pero de pronto la besó y después quiso forzarla. Aunque sin duda la resistencia de ella no eri';l más que ·aparente, él consiguió dominarse y escapó a su habitación. Siempre le pasaba lo mismo: algo desagradable estropeaba siempre sus momentos gratos o felices. Le llamé la atención sobre la analogía entre eso y los asesinatos instigados por agents provocateurs. Se mantuvo en esa línea de pensamiento y llegó al tema de la masturbacióp , que en su caso tenía una historia extraña. Se lnidó- cuando él tenía 21 años --después de la muerte del padre, según consegui que me confirmara- porque era algo que conocia de oídas y le despertaba curiosidad. La repitió muy pocas veces, y siempre se sintió muy avergonzado después. Un día, sin motivo alguno, pensó: "¡Por el bien de mi alma, juro no hacerlo más!" Por más que no le concedió valor alguno a semejante voto, y hasta se rió de su especial solemnidad, de hecho dejó de masturbarse por un tiempo. Unos años después, en la época en que murió la abuela de su dama y él queria ir a estar con ella, su propia madre le dijo: "Por mi alma que no irás." La similitud del juramento lo impresionó. y se reprochó por poner en peligro la salvación del alma de su madre. Se dijo que no debía ser más cobarde en lo que se refería a él que en lo referente a otros ni, si persistía en la intención de ir a reunirse con la señora, empezar de nuevo a masturbarse. Más tarde abandonó la idea de ir porque recibió ·una carta que le decia que no lo hiciera. A partir de ese momento la masturbación reapareció de
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vez en cuando. Reaparecía cuando experimentaba moment-0s especialmente bellos o cuando leía pasajes hermosos. Sucedió una vez, por ejemplo, una hermosa tarde en· que estando en la Teinfalstrasse [en el centro de Viena]. oyó a un postillón · que tocaba. su cuerno de caza hasta que se lo prohibió un poli<¡:ía. debido quizás a algún antiguo decreto de la Corte que prohibía tocar el cuerno en la ciudad. Sucedió otra vez mientras leía en W ahrheit und Diclztung 2 cómo, en un rapto de ternura, Goethe se había liberado de los efectos de la maldición que una de sus amantes había echado sobre quien volviera a besar sus labios; después de haberse sometido casi supersticiosamente y p0r mucho tiempo a la maldición, rompió sus ligaduras y besó con alegría a su amada, una y otra .vez ( iLilli Schoenemann?) 8 Y. según me contó con asombro, en ese momento se masturbó. En Salzburgo había además una muchacha de servicio que lo atrajo y con quien t1mbién tuvo más adelante una relación. Eso lo llevó a masturbarse. Me lo relató aludiendo al hecho de que esa vez la ma,s turbación le había arruinado un corto viaje a Viena que había estado esperando. ' Me dio algunos detalles más sobre su vida sexual·. El coito con las puellae le repugna. Una vez que estaba con una de ellas le puso como condición que se desvistiera y cuando la mujer le pidió el 50 % más por hacerlo, se sintió tan asqueado de todo eso que le pagó y se fue. Las pocas veces que tuvo contacto sexual con muchachas (en Salzburgo y posteriormente con la camarera en Munich) jamás se sintió culpable. C11ánto se había exaltado cuando la camarera le contó la conmovedora historia de su primer amor y de la forma en que a ella la habían llamado junto al lecho de !Iluerte de su amante. El paciente lamentó haber dispuesto todo para pasar la noche con ella, y lo único que. lo forzó a agraviar al muerto fueron los escrúpulos de la joven. Él siempre trataba de distinguir nítidamente entre las relaciones que se limitaban a la cópula y todo lo que se podía llamar amor; y la idea de que ella hubiera sido amada con tal profundidad la convertía, a sus ojos, en un objeto inadecuado para su sensualidad. En este momento no pude contenerme y con el material de que disponíamos reconstruí un episodio: hasta los seis años el paciente habría tenido el hábito de masturbarse, y su padre se 2 Sic en el manuscrito. s Una muchacha con quien Goethe estuvo comprometido durante un tiempo en su juventud.
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lo habrta prohibido . .usando como amenaza la expresión: "sería tu muerte", y amenazándolo quizá también con cortarle el pene. E llo explicaría que el hecho de haberse masturbado se relacionara con la liberación de la maldición. como explicaría también los mandatos y las prohibiciones de su inconsciente y la amenaza de muerte que ahora volvía a recaer sobre su padre. Sus actuales ideas de suicidio corresponderían al autorreproche que se formula de ser un asesino. Eso, me dijo al final de la sesión, le había traído muchas ideas a la cabeza.
Apéndice. El paciente me dijo qtie s~2Q.n,.,~e syicidar&e había sido seria y que sólo lo habían refrenadüdos cons·1 ~a ciones. Una de ellas era que no podía soportar la idea de que su madre encontrara sus restos sangrantes. Había evitado ese obstáculo con la fantasía de hacerlo en el Semmering 4 y dejar una carta con el pedido de que le informaran primero a su cuñado. (Es curioso, pero he olvidado la segunda consideración.) No he mencionado, de las sesiones anteriores, tres recuerdos relacionados entre sí. que se remontan al cuarto año. Los describe como sus recuerdos más tempranos y se refieren a la muerte de su hermana mayor, Katherine. En el primero recuerda que a ella la llevan a la cama. En el segundo, él pregunta dónde stá Katherine, y al entrar en la habitación encuentra a su padre sentado en un sillón y llorando. El tercero presenta al padre inclinado sobre la madre, que llora. (Es curioso, pero no estoy seguro de si son recuerdos de él o de Ph. 11 ). Octubre 14. Al parecer, mi inseguridad y el olvido de estos dos últimos puntos ·están estrechamente relacionados. Los recuerdos ran realmente del paciente, y la consideración que yo había olvidado era que una vez, siendo muy niño, cuando él y su hermana hablaban de la muerte, ella le dijo: "Por mi alma, que si te mueres me mataré.'.' De modo que en ambos casos era cuestión de la muerte de la hermana. (Los olvidé debido a mis propios complejos.) Además esos primeros recuerdos, que datan de cuando él tenía tres años y medio y la hermana ocho, se adecuan o mi construcción. La muerte se había acercado a él, y el pa~ ciente creía realmente que uno muere si se masturba. Las ideas que le habían venido a la cabeza [al terminar la sesión anterior] eran las siguientes. La idea de que le cortaran • Lugar de descanso en la montail.a, cerca de Viena. ~ Evidentemente, otro paciente de Freud.
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el pene lo había atormentado extraordinariamente, en una época en· que estaba dedicado intensamente a sus estudios. La única razón que se le ocurría para explicarlo era que en este momento sufría deseos de masturbarse. ºEn segundo lugar, y eso le parecía mucho más importante, dos veces en su vida. en ocasión de su primer· coito (en Trieste) y más tarde en Munich -dudaba sobre la primera vez, aunque es plausible por motivos internos-, se le había ocurrido después la siguiente idea: "¡Qué sentimiento glo.rioso! Para tenerlo, uno haría cualquier cosa. . . por ejemplo, ¡asesinar a su padre!" En su caso, eso no tenía sentido puesto que el padre ya había muerto. En tercer lugar describió una escena que otras personas, incluso su padre, 6 le habían contado muchas veces, pero de la cual él no conservaba recuerdo alguno. Durante toda su vida el paciente les ha tenido mucho miedo a los golpes, y le agradece muchísimo a su padre que nunca lo haya castigado así (hasta donde él recuerda). Cuando a otros niños les pegaban, él solía huir a esconderse, lleno de terror. Pero parece que cuando era muy pequeño (tres años) hizo alguna travesura por la cual el padre le pegó. Entonces el muchachito se enfureció terriblemente y empezó a insultarlo. Pero como no sabía malas palabras, le espetó los nombres de todos los objetos comunes que se le ocurrieron: "¡Lámpara! ¡Toalla! ¡Plato!", etcétera. Se dice que el padre declaró que el niño iba a ser un gran hombre o un gran criminal. El paciente admitió que el relato daba pruebas de que su inclinación colérica y vengativa se remontaba muy lejos en el pasado. Le hablé del principio del Adigio en Verana, 7 y le pareció muy esclarecedor. Me dijo otras cosas relacionadas con su carácter vengativo. Una vez, cuando su hermano se hallaba en ºViena, le pareció tener motivos para creer que la dama lo prefería. Eso lo puso tan violentamente celoso que temió hacerle algún daño. Le pidió al hermano que luchara con él. y sólo después de haber sido derrotado se sintió en paz. Me contó otra fantasía de venganza, de la cual no necesita avergonzarse. referida a la dama. Piensa que ella le da mucha importancia a la posición social. En función ·de eso tuvo la fantas!a de que ella se casaba con un hombre así, que tenía un puesto público. Después el paciente entraba a la misma repartición y ascendía con más r' pidez que el marido de ella. Un
dia ese hombre cometía un acto deshonesto y la dama se arrojaba a los pies del paciente, implorándole que salvara a su marido. Él se comprometía a hacerlo, y le informaba que sólo por nmor a ella había ocupado ese cargo, porque había previsto la Rituación que se produciría. Una vez cumplida su misión y salvado el marido de ella, él renunciaría a su puesto, Más adelante fue más lejos y fantaseó que preferiría ser el benefactor de ella y hacerle algún servicio importante sin que la dama supiera que ra él quien. se lo hacía. En esa fantasía el paciente no veía más que las pruebas de su amor. y no la magnanimidad a la Monte Cristo, destinada a reprimir su venganza.
Octubre 18 . Con atraso. Empezó confesando una acción deshonesta cometida cuando ya era adulto. Estaba jugando al vingt-et-un y había ganado mucho. Anunció que iba a apostar todo en la mano siguiente y que después dejaría de jugar. Llegó a 19 y durante un momento pensó si debía seguir: después desordenó el mazo como al descuido y vio que la carta que seguía era realmente un dos, de manera que al darla vuelta él tenía veintiuno. Siguió un recuerdo de su niñez, en que el padre lo animaba a sacar el monedero del bolsillo de la madre para quitarle algunos kreuzer. s Habló de lo escrupuloso que era desde entonces y del cuidado que tiene con el dinero. En vez de hacerse cargo de su herencia, se la ha dejado a la madre, que le da una suma muy reducida para gastos. De tal modo está empezando a conducirse como un avaro, aunque no sea ésa su inclinación. También tiene dificultad para asignarle una suma a su amigo. Ni siquiera puede resolverse a cambiar de lugar un objeto que haya pertenecido a su padre o a la dama. Al día siguiente, continuando con sus asociaciones, habló de su actitud hacia alguien a quien llama "Reserl", que está comprometida para casarse, pero evidentemente se encuentra muy ligada a él: de la forma en que la besó, .pero al mismo tiempo tenía la acuciante idea compulsiva de que algo malo le estaba sucediendo a su dama; algo que se asemejaba a la fantasía vinculada con el capitán Novak [el capitán "cruel"]. Su sueño de la noche expresó con mucha más nitidez lo mismo que había rozado apenas en estado de vigilia: 1. Reserl estaba con nosotros. Se levantaba como si estu-
En la . versión publicada se menciona especialmente a la madre. 7 En Verona, el río Adigio da una vuelta que lo lleva otra vez casi al mismo punto por donde entra en la ciudad.
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8 Un kreuzer valía en esa época menos de un cuarto de penique, o medio centavo.
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viera hipnotizada y, colocándose detrás de mi silla con el rostro pálido, me rodeaba con los brazos. Era como si yo intentara desprenderme de su abrazo, como si cada vez que ella me acariciaba la cabeza fuera a ocurrirle algún infortunio a la dama; algún infortunio en el otro mundo también. Sucedía automáticamente, como si el infortunio se produjera en el momento mismo de la caricia. (El sueño no fue interpretado, pues en realidad no es más que una versión más precisa de la idea obsesiva de la cual no se atrevió a tomar conciencia durante el día.) Estaba muy afectado por el sueño de hoy, pues les asigrla mucho valor a los sueños, que han desempeñado un papel importante en su historia, hasta el punto de llevarlo a estados de crisis.
Me defendí de ella, pero era demasiado fuerte. Llegamos a un río ancho, y ella se detuvo. Y o vestía unos harapos miserables que cayeron al agua, que se los llevó. Y o quería nadar tras ellos, pero ella me detenía: "Que se vayan los harapos." Yo estaba ahí parado con un traje magnífico. El paciente sabía que los harapos significaban su enfermedad y que todo el sueño le prometía la salud por mediación de la dama . En ese momento se sintió muy feliz hasta que otros sueños lo sumieron en la desdicha. No podía dejar de creer en el poder premonitorio de los sueños, pues había tenido varias experiencias notables que lo demostraban. Conscientemente, en realidad no cree en eso. ( Ambos puntos de vista coexisten, pero el punto de vista crítico es estéril.)
11. En octubre de 1906, quizá después de masturbarse en ocasión de la lectura del pasa je de W ahrheit und Dichtung. La dama estaba de algún modo prisionera. Él tomaba sus dos espadas japonesas para ponerla en libertad. Aferrándolas, corría hacia el lugar donde sospechaba que ella estaba. Sabía que significaban "ma trimonio" y "cópula" . Ambas cosas .se hacían ahora realidad. La encontraba apoyada contra una pared. inmovilizada con empulgueras. Ahora el sueño se hace a mbiguo pa ra el paciente. O bien la libera de esa situación por medio de su dos espadas, el "matrimonio" y la "cópula" , o bien la otra idea, según la cual sólo debido a ellas se encontraba la dama en esa situación. (Era claro que el propio paciente no entendía la alternativa, aunque sus palabras no podían tener ningún otro significado.) Las espadas japonesas existen en realidad. Están colgadas a la cabecera de su cama, y hechas de gran cantidad de monedas japonesas. Se las regaló su hermana mayor en Trieste, hermana cuyo matrimonio, según supe al preguntárselo a l paciente, es muy feliz. Es posible que la mucama, que acostumbra limpiar la habitación mientras él todavía duerme, haya tocado las monedas, produciendo un ruido que penetró en su sueño.
IV. En el verano de 1901 le había escrito a uno de sus colegas para que le enviara tabaco para pipa por valor de 3 kronen . Pasaron tres semanas sin respuesta y sin tabaco. Una mañana se despertó diciendo que había soñado con tabaco. ¿Por casualidad el cartero no le había traído un paquete? No. Diez minutos después sonó el timbre: el cartero le traía su tabaco.
111. Estimaba el tercer sueño como si fuera el más precioso de sus tesoros. Diciembre-enero de 1907. Yo estaba en un bosque, muy melancólico. La dama venía
V. Durante el verano de 1903, mientras preparaba el tercero de los exámenes finales. Soñó que en el examen le pedían que explicara la 'diferencia entre un Bevollmachtigter y un Staatsorgan. 9 Meses después, en el examen, le hicieron realmente esa pregunta. Está muy seguro de haber tenido el sueño, pero no hay pruebas de que haya hablado de él durante el intervalo entre el sueño y su realización] . Intentó explicar el sueño anterior por el hecho de que su amigo no tenía dinero y de que tal vez él mismo haya sabido en qué fecha iba a tenerlo. No se pudieron precisar fechas.
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VI. Su hermana mayor tiene muy lindos dientes. Pero hace tres años le empezaron a doler hasta que tuvo que sacárselos. El dentista (que es amigo) le dijo: "Vas a perder todos los dientes." Un día él [el paciente] pensó de pronto: "¿Quién sabe qué les está pasando a los dientes de Hilde?" Es posible que él mismo haya tenido dolor de muelas. Ese día había vuelto a masturbarse y mientras se ~ormía vio en una imagen hipna~ 9 Bevellmiichtigter es quien ejerce sus funciones por mandato especial: un Staatsorgan actúa en virtud de la naturaleza del cargo.
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gógica a su hermana, molesta por sus dientes. Tres días después recibió una carta que le decía que había empezado a dolerle otro diente, y posteriormente lo perdió. Se quedó asombrado cuando le expliqué que su masturbación era responsable de eso. 1º
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VII. Un sueño mientras estaba con Marie Steiner. Ya me 16 había contado, pero ahora agregó algunos detalles. Ella es para él una especie de amor de infancia. Cuando tenía 11 ó 15 años sintió por ella una pasión sentimental. Insiste en el tonto engreimiento de ella. En setiembre de 1903 la visitó y vio a 'su hermano idiota, de siete años, que le hizo una impresión terrible. En diciembre soñó que iba a su funeral. Aproximadamente al mismo tiempo, el niño muria. No fue posible precisar más las fechas. En el sueño, él estaba de pie junto a Marie Steiner, animándola a ser fuerte. ("Cuervo", como le decía su hermana mayor. Está siempre matando a la gente para después poder g;marse el favor de alguien.) El contraste entre el excesivo amor de la madre por el hijo idiota y su comportamiento antes del nacimiento de él. Al parecer ella fue responsable de la enfermedad del niño por haberse fajado demasiado, avergonzada de tener un hijo a edad tan avanzada. · Durante su permanencia en Salzburgo lo acosaron constantes premoniciones que se cumplían de manera asombrosa. Por ejemplo, estaba el hombre a quien oyó hablar con la camarera del hotel sobre un robo, lo que él tomó como augurio de que iba a ver de nuevo a ese hombre como criminal. Así sucedió realmente meses después, cuando lo trasladaron al Departamento Criminal. También en Salzburgo solía encontrarse en el puente con personas en quienes había estado pensando momentos antes. (Su hermana había explicado ya ese hecho como resultado de una visión indirecta [periférica].) Otra vez recordó una escena en Trieste, cuando había estado con su hermana en la biblioteca pública. Un hombre había entablado conversación con ellos, una charla muy estúpida, y le había dicho : "Usted está aún en la etapa de los Flegeljahre [la edad del pavo] de Jean Paul." Una hora después [de haber recordado ese episodio], estando en la biblióteca circulante de Salzburgo, Flegeljahre fue uno de los primeros libros que tomó. (Pero no el primero. Una hora antes había tenido la intención
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Véase el suefio de la muela.
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de ir a la biblioteca , y eso le había hecho. recordar la escena de Trie~te.)
En Salzburgo llegó a considerarse vidente, pero las coincidencias no tuvieron jamás importancia alguna ni se relacionaron con cosas que él esperara, sino sólo con trivialidades. (La historia referente a Marie Steiner fue interpolada entre dos relatos sobre las hermanas del paciente. Es digna de mención la falta de claridad de sus ideas obsesivas: . en sus sueños a parecén más claras.)
Octu bre 18. Dos sueños que se vinculaban nada menos que con estados de crisis . . Una vez se le había ocurrido la idea' de no lavarse más. Había aparecido en la forma habitual de sus prohibiciones: "¿Qué sacrificio estoy dispuesto a hacer para ... ?" Pero se había apresurado a recha.zarla. En respuesta a mis preguntas me contó que hasta la pubertad había sido muy sucio. Después se había inclinado a una limpieza excesiva y al iniciarse su enfermedad, a un fanatismo de la limpieza, etc. (en relación con los mandatos ). Un día salió a caminar con la dama: el paciente tenía la impresión de que lo que me contaba no tenía importancia: La señora saludó a un hombre (un médiCo) con quien se mostró muy amistosa, demasiado amistosa. . . el paciente admitió haber estado un poco celoso y hasta haber hablado del asunto. En casa de la dama habían jugado a las cartas; a la noche se sintió melancólico y a la mañana siguiente tuvo este sueño: VIII. Esta ba con la dama. Ella era muy amable con d . y él el hablaba de su idea compulsiva y de la prohibición rebcionada con las espadas japonesas, cuyo significado era que no podía casarse ni tener con ella contacto sexual. Pero eso es un disparate, se decía. del mismo modo podría tener la prohibición de volverse a lavar. Ella sonreía . asintiendo. En el sueño, él interpretó que eso significaba que ella coinddía en que ambas cosas eran absurdas. Pero al despertar se le ocurrió que ella había querido decir que no necesitaba volver a lavarse. Dominado por una \'iolenta emoción, se golpeó la cabe:a contra el poste de la cama. Tuvo la sensación de tener un moretón de sangre en la cabeza. En ocasiones similares ya se le había ocurrido la idea de hacerse un agujero en forma de embudo en la cabeza. para dejar salir lo que había de enfermo en el cerebro: de alguna manera la pérdida se repondría. El pac ien te no entiende
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su estado. Le recordé el embudo de N urenberg, 11 sobre el cual solía hablarle su padre. Y [continuó el paciente] su padre le decía con frecuencia: "Algún día te entrarán las cosas en la cabeza." Le interpreté el enojo, el vengarse de la dama, por celos. y la relación con la causa desencadénante [del sueño] -el' incidente durante el paseo-- que él con.s ideraba tan trivial. Confirmó que estaba enojado con el µiédico. No entendía el conflicto respecto de si debía casarse con ella o no. En el sueño tuvo una sensación de liberación ; le señalé que era liberarse de ella. Postergó el mandato de no volver a lavarse y no lo puso en práctica. La idea fue reemplazada por muchas otras, especiplmente la de cortarse el cuello.
ti)
Octubre 27. Con atraso. Mientras siga sin poder darme el nombre de la dama, su relato debe ser incoherente. Incidentes aislados: . Una noche de junio de 1907 visitó a su amigo Braun, cuya hermana Adela tocó para ellos. Ella le prestó mucha atención. Se sintió muy oprimido y pensó mucho en el sueño de las espadas japonesas (la idea de casarse con la dama si .no fuera por la otra muchacha) . · Sueño de esa noche: Su hermana Gerda estaba muy enferma. Braun venía hacia él. "Sólo puedes salvar a tu hermana si renuncias a todo placer sexual". a lo cual él respondía con asombro (para su vergüenza) : "A todo placer." Braun tiene interés en su hermana. Hace unos meses, la trajo a su casa cuando ella no se sentía bien. La idea no puede haber sido más que ésta: si él se casaba con Adela, el matri-· monio de Gerda con Braun también sería probable. Por lo tanto, él se sacrificaba por ella. En el sueño se ponía en una situación compulsiva tal que lo obligaba a casarse. Son evidentes su oposición a la dama y su inclinación a la infidelidad. A los 14 años había tenido relaciones homosexuales con Braun. mirándose recíprocamente el pene. En Salzburgo, en 1906, se le había ocurrido esta idea durante el día. Si la dama le dijera que no debía tener placeres sexuales hasta que no se hubiera casado con ella ¿él haría voto de abstenerse? "Sí", dijo una voz en su interior. (Voto de abstinencia en su les.) Esa noche soñó que estaba comprometido con la dama, y mientras paseaban tomados del brazo, él le decía
abrumado de gozo: "Jamás me habría imaginado que esto realizara tan pronto." (Se refería a su abstinencia compulsi a. Era muy notable, y correcto; y confirmaba la opinión que expresé antes.) En ese momento vio que la dama ponía c a de que el compromiso no le interesaba. Eso echó ª'~e su felicidad. "Estás aomprometido y no eres nada feliz", se dijo. ''Estás haciéndote el ·que eres feliz para convencerte de que lo eres." 'Después de haberlo convencido de que revelara el nombre de Gisa Hertz y los detalles referen,tes a ella, el relato del paciente se hizo claro y sistemático . .Su predecesora era Lise O .. otra Lise. (Siempre tenía varios intereses simultáneos, lo mismo que varios tipos de vinculaciones sexuales, derivados de sus diversas . hermanas.) Verano de 1898 (veinte años). Sueño: Hablaba de un tema abstracto con Lise 11. De pronto la imagen del sueño se desvaneció y él estaba mirando una máquina grande con una cantidad enorme de ruedas, que lo asombraba por su complejidad. Esto se relaciona con el hecho de que esta Lise le pareció siempre muy compleja comparada con Julie, 12 de quien en ese momento también era admirador y que ha muerto hace poco. Siguió dándome un prolongado informe de sus relaciones con la dama. Cuando ella lo rechazó, a la noche tuvo este sueño (diciembre de 1900) : "Iba caminando por una calle y había una perla en el ·suelo. Me inclinaba a recogerla, pero cada vez que me inclinaba desaparecía. Cada dos o tres pasos volvía a aparecer. «No te está permitido», me dije." Se explicó la prohibición suponiendo que su orgullo no se lo permitiría, porque e1la lo había rechazado una vez. Es probable que en realidad fuera una prohibición de su padre, originada en su niñez y que se extendía al matrimonio. Recordó entonces una observación del padre que había tenido un efecto similar: "No subas allí tan a menudo.'' "Te vas a poner en ridículo" era otro de sus comentarios despectivos. Vinculado con el sueño: Poco tiempo atrás había visto un collar dé perlas en un negocio y había pensado que si tuviera dinero lo compraría para ella. Con frecuencia le decía que era una perla entre las muchachas. Era un frase que usaban· a menudo. "Perla" también le parecía justo para ella porque una perla es un tesoro escondido que hay que buscar en su concha.
u Instrumento de tortura que se conserva en el museo de Nuremberg. Sé lo usaba para echar agua en la garganta de la víctima.
J2 No puede tra' rse de la, hermana del paciente del mismo nombre, que vivia en la époc del análisis,
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Sospecho que fue llevado a la sexualidad por mediación de sus hermanas, quizá no por propia iniciativa; que fue se• ducido. No es necesario relacionar las palabras que oye en sueños con palabras reales. Sus ideas les. -en cuanto voces interiores- tienen el valor de palabras reales que él oye únicamente en sueños.
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Octubre 27. La dolencia de la abuela de la dama era una enfermedad del recto. El comienzo de la enfermec;lad del paciente siguió a una queja formulada por un tío viudo: "Yo viví sólo para esta mujer, pero otros hombres se divierten como quieren." Pensó que el tío se refería a su padre, aunque eso no se le ocurrió en seguida sino pocos días después. Cuando se lo dijo a la dama. ella ' se rió de él. y en otra ocasión en que se hallaban presentes él y su tío ella se las arregló para encauzar la conversación hacia el padre del paciente, a quien el tío puso por las nubes. Sin embargo, eso no le bastó. Poco tiempo después se sintió obligado a preguntarle directamente al tío si se había referido a su padre, cosa que éste negó asombrado. Al paciente le sor-: prendió mucho el episodio, ya que él personalmente no le habría hecho reproche alguno a su padre si éste hubiera tenido algún desliz ocasional. En este contexto mencionó una observación medio en broma pe su madre sobre el período en que el padre había tenido que vivir en Presburgo y sólo iba a Viena una vez por semana. (Cuando re~ Jo re!ató por primera vez, omitió esta conexión característica.) Notable coincidencia mientras estudiaba para su segundo examen final. Dejó de leer únicamente dos pasajes de cuatro páginas cada· uno, y lo interrogaron precisamente sobre ellos. Después. mientras estudiaba para el tercer examen final, tuvo un sueño profético. Durante este período empezaron propiamente su religiosidad y las fantasías de que el padre seguía estando en contacto con éL De noche solía dejar abierta la puerta que daba al pasillo, en la seguridad de que el padre estaba parado afuera. Sus fantasías de esa época se relacionaban directamente con esta brecha en el conocimiento accesible. Finalmente se rehizo e intentó dar lo mejor de sí planteándose un argumento sensato: ¿qué pensaría su padte de su conducta, si estuviera vivo? Pero eso no influyó sobre él; lo detuvo
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unicamente la forma delirante de la fantasía; que incluso en la otra vida su padre pudiera sufrir por obra· de sus fantasías. Al parecer, las compulsiones que aparecieron mientras es1udiaba para el tercer examen final, en el sentido de rendirlo <"n julio, se relacionan con la llegada de X .. un tío de la dama que venía de Nueva York y de quien el paciente estaba tre~ mendamente celoso; y quizá también con su sospecha (que después se confirmó) de que la dama viajaría a Norteamérica.
O ctubre 29. Le expresé mi sospecha de que su curiosidad sexual se hubiera avivado en relación con sus hermanas. El resultado fue inmediato. Recordó haber observado por primera vez la diferencia entre los sexos al ver a su hermana muerta, Katherine (cinco años mayor que él) sentada en la bacinilla o algo parecido. Me contó el sueño que había tenido mientras estudiaba para el tercer examen. Grunhut 18 tenía por costumbre, tres o cuatro veces durante los exámenes, hacer cierta pregunta sobre giros pagaderos en un lugar determinado; una ve7 obtenida la respuesta volvía a preguntar cuál era la razón de esa ley. La respuesta correcta era: "como protección contra las Schicanen de los partidos opositores." 14 El sueño se ajustaba al mismo esquema, pero él contestaba: "Como protección contra las Schügsenen, 111 etc." Era un chiste que bien podría haber hecho estando despierto. Su padre no se llamaba David sino Friedrich. Adela no era hermana de Braun; era menester abandonar la idea del doble matrimonio. Noviembre 8. De niño sufrió mucho por los parásitos. Es probable que soliera meterse los dedos en el trasero y que fyera muy puerco, como su hermano. Ahora lleva la limpieza a la exageración. Fantasía antes de dormirse: Se había casado con su prima [la dama]. Le besaba los pies, pero ella no los tenia limpios. Tenían unas manchas negras que lo horrorizaban. Durante el día no babia podido lavarse con ,el cuidado debido y había . notado lo mismo en sus pies. Lo estaba desplazando sobre la 18
Profesor de derecho en Viena.
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Es decir, el ejercicio Injustificado de sus derechos.
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Térnúno judio que designa a las jóvenes gentiles. ~
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dama. A la noche soñó que le lamía los pies. que sin embargo · estaban limpios. Este último elemento es un deseo onírico. Aquí la perversión es exactamente la misma que ya conocemos en su forma no distorsionada. Que el trasero era para él especialmente excitante se ve en el hecho de que cuando su hermana le preguntaba qué era lo que le atraía de 1 su prima, le contestó bromeando: "El trasero." La costurera a quien besó hoy excitó por primera vez su libido cuando se agachó y mostró con especial claridad la curva de las nalgas. Posdata a la aventura de la rata: El capitán Novak dijo que a algunos miembros del Parlamento habría que aplicarles esa tortura. Entonces se le ocurrió que él [N] no debía mencionar a Gisa, y para su propio horror, inmediatamente mencionó al doctor Hertz, 16 lo que volvió a parecerle un hecho ominoso. En realidad el apellido de su prima es ljertz. y él pensó inmediatamente que el apellido Hertz lo haría pensar en su prima, y · comprende el sentido de esto. Él intenta aislar a su prima de todo lo que sea sucio. Padece de compulsiones sacrílegas, por ejemplo, monjas. Un sueño se refería a· las malas palabras que usaba en broma su amigo V.: "hijo de puta", "hijo de un mono tuerto" (Las mil y una noches). A los once años un primo, a quien ahora detesta, lo inició en los secretos de la vida sexual y le reveló que todas las mujeres eran putas, incluso su madre y sus hermanas. El paciente se defendió preguntándole: "¿Piensas lo mismo de tu madre?"
Noviembre 11. Durante una enfermedad de su prima (molestias de garganta y problemas del sueño) , en un momento en que el afecto y la. simpatía de él culminaban, pensó súbitamente al verla tendida en un sofá: "Ojalá se quedara siempre así." Lo interpretó como un deseo de que ella esfüviera siempre enfe..:ma, para alivio de él, de manera de verse libre. de su temor de que ella enfermara. ¡Una equivocación muy ingeniosa! Lo que el paciente ya me ha dicho demuestra que eso se vincula con el deseo de verla indefensa, dado que ella se le resistió y rechazó su amor; y corresponde burdamente a una fantasía necrofílica que tuvo una vez de manera consciente pero que no fue más allá de la contemplación de todo el cuerpo. 18
El nombre original es el de una conocida figura pública de Austr;a.
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Está formado por tres personalidades: una bromista y normal. otra ascética y religiosa y una tercera inmoral y perversa. Inevitable incomprensión del les. por el Cs., o más bien distorsión de la forma del deseo les. De ello resultan pensamientos híbridos.
Noviembre 17. Hasta ahora pasa por un período de disposición eufórica. Está alegre, sin trabas y activo y se conduce -de manera agresiva con una joven costurera. Se le ocurrió la buena idea de que su inferioridad moral merecía realmente ser castigada por su enfermedad. Siguieron confésiones referentes a sus relaciones con sus hermanas. Dijo haber cometido repetidos ataques. contra su hermana Julie, que lo seguía en edad. después _de la muerte del padre; esos ataques -en una ocasión trató de violarla- deben de haber si~o la explicación de sus cambios patológicos. Una vez soñó que copulaba con J ulie. Lo abrumaban el temor y el remordimiento por haber roto su promesa de mantenerse alejado de ella. Se despertó encantado de que no fuera más que un sueño; Entonces fue al dormitorio de ella y le palmeó el trasero bajo las sábanas. No podía entenderlo, y sólo pudo compararlo con el haberse masturbado cuando leyó el pasaje de Wahrheit und Dichtunq. De esto concluimos que el haber sido castigado por el padre se relacionaba con haber a tacado a sus hermanas. Pero ¿cómo? ¿De manera puramente sádica , o ya definidamente sexual? ¿A su hermana mayor o a la menar? Julie es tres años menor que él. y como las escenas que investigamos deben de haber sucedido cuando él tenía tres o cuatro, es difícil que se trate de ella. ¿Katherine. la hermana que murió? Su ratificación en el sentido de que algo pudiera pasarle a s.u padre en el otro mundo se ha de entender simplemente como una !li~is. Lo que quería decir era: "Si mi padre viviera todavía y se enterara de esto, vol.v ería a castigarme y yo me encolerizaría una vez más con él. cosa que sería causa de su muerte, dado que mis afectos son omnipotentes." Esto pertenece, pues, a la clase: "Si Klaus lee esto, le darán un tirón de orejas." 11 Incluso en los últimos años, cuando su hermana menor dormía en su habitación, por la mañana él la destapaba para poder 17
Karl Kraus. editor del periódico vienés Die Fackel.
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mirarle todo el cuerpo. Su madre entró entonces en el cuadro como obstáculo para su actividad sexual, rol del cual se hizo cargo después de la muerte del padre. Ella lo protegió de los bien intencionados intentos de seducción de una ·mucama llamada Lise. Cierta vez encontró una forma muy ingeniosa de exhibirse ante ésta mientras dormía. Agotado después de un ataque de su enfermedad, se había quedado dormido sin taparse. Cuando a la mañana la muchacha habló con él. le preguntó eón desconfianza si se -había reído en sueños. En realidad, se había reído. a causa de un hermoso sueño en el cual aparecía su prima. Admitió que era una treta. Cuando er;1 más pequeño se había exhibido sin trabas. A los trece años todavía lo hacía con Lina. que había vuelto por un tiempo a su casa. Dio fa excusa correcta para esa actitud. diciendo que ella lo conocía bien desde su primera infancia (había estado en la casa cuando él tenía entre seis y diez años).
Noi•iembrc 18. Se refirió a la neurosis de su prima. de la cual está .tomando conciencia. y en la que desempeña un papel el padrastro que entró en escena cuando ella tenía doce años. Era un oficial. hombre apuesto que ahora está separado de la madre. Gisa lo trata muy mal cuando a veces va a visitarlas. y él ' intenta siempre ganársela. Los detalles que ~I me dio dejan muy pocas dudas de qur el padrastro intentó un avance sexual con la niña. y de que en ella hay algo de lo cual no tiene conciencia y que se siente inclinado hacia él: es el amor transferido del padre real que le falta desde los seis años. Así. pues. la situación entre ellos está congelada, por así decirlo. Parece que el propio paciente lo supiera. Pues se alteró mucho durante las maniobras. cuando el capitán N . mencionó el nombre de Gisela Fluss ( !!! ) . tR como si quisiera evitar cualquier contacto entre Gisa y un oficial. Un año atrás había tenido un sueño extraño sobre un teniente bávaro a quien Gisa había rechazado como pretendiente. Esto apuntaba a Munich y su asunto con la camarera. pero no había asociación con el teniente. y una acotación
al sueño, referente a los asistentes de los oficiales, apuntaba sólo al padrastro que era teniente.
Noviembre 21. Admite que él mismo puede haber tenido sospechas similares respecto de su prima. Estaba muy alegre y tuvo una recaída en Ja masturbación, cosa que apenas si lQ. ha perturbado ..(período de latencia ~terpo1ado}-:-Cuañdo ""se mas;.. turbó por- primera vez te'iiia la icfe~a- de que así le haría daño a alguien que quería (su prima) . Entonces pronunció una fórmula protectora construida, como ya vimos, a partir de extractos de diversas plegarias breves complementadas con un "amén" aislado. La examinamos; era Glejisamen: gl e j i
s
=
glückliche [feliz]. es decir que L [Lorenz], sea feliz; también, [que] todos [sean felices]. (significado olvidado) . = jetzt und immer [ahora y siempre]. (vagamente presente junto a la j) . (significado olvidado).
Es fácil ver que la mencionada palabra está compuesta de
;::--..... GISELA
S
AMEN
Los signos de admiración de Freud se refieren al hecho de que ése había sido el nombre de una joven por quien él mismo se había sentido atraído en sus días de estudiante durante su primera visita a su lugar de nacimiento en Moravia. El episodio se describe (aunque _atribuido a un paciente anónimo) en el trabajo de Freud sobre los recuerdos-pantalla ( 1899a). Véase también la p. 28 del primer volumen de la biografía de Freud por Ernest lon<'s.
y que el paciente unía su Samen [semen] con el cuerpo de su amada, o para decirlo con más crudeza, que se masturbaba pensando en ella. Como es de suponer, esto lo convenció y agregó que en ocasiones la fórmula había asumido la forma secundaria de Giselamen, pero que él no lo había considerado más que como una asimilación al nombre de su dama (una mala interpretación invertida). Al día siguiente llegó profundamente deprimido, y quiso hablar de temas indiferentes, pero pronto admitió que pasaba por una crisis. El día anterior, mientras iba en tranvía, se le había pasado por la cabeza la cosa más espantosa. Le era totalmente imposible decirla. Su curación no valía semejante sacrificio. Yo tendría que echarlo, porque se refería a la transf~ renda. ¿Por qué iba yo a aguantarme semejante cosa? l'J'inguna de explicaciones que le di sobre la transferencia (aunque no le extrañaron para nada) tuvo efecto alguno. Sólo después de cuarenta minutos de forcejeo -así me pareció a mí- y después de haberle revelado el ~mento de venganza contra mí, y de-
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ras
A'C,.~:r~. ~, l~~o. mostrando que al negarse a decírmelo y abandonar el trata-
~ento éjercitaría esa Vc;tiij_anza en forma · más dirécta que si me
lb coñtaba, sÓlo entonces se dioa entender que era algo refe~ente a mi hija. Con esto terminó la sesión. Todavía fue muy difícil. Después de mucho esfuerzo, y de afirmar que mi _empeño en demostrarle que todo el material no se refería más que a sí mismo daba la impresión de ser ansiedad de mi parte, e~ paciente admitió la primera de sus ideas. (a) Un trasero femenino desnudo, con liendres (huevos de piojo) en el pelo. Fuente: una escena con su hermana Julie que había olvidado confesarse. Después de travesear juntos ella se había echado de espaldas en la cama de tal manera que él le había visto frontalmente esas partes, que por cierto no tenían piojos. En cuanto a los piojos, confirmó mi sugerencia de que la palabra "liendres" indicaba que algo similar había sucedido mucho tiempo atrás en el cuarto de los niños. Los temas son claros. Castigo por el placer que sintió al mirar, ascetismo que recurre a la técnica del disgusto, enojo c onmigo por obliga[}() a [tomar c6nciencia de] eso; de aquí ·1a ocurrenc1a .. fransferenCíal: " Seguramente lo mismo pasa entre sus hijos." (Ha oído hablar de una hija mía y sabe que tengo un hijo. Muchas fantasías de serle infiel a Gisa con esa hija, y castigo consiguiente.) Y a calmado y después de un breve conflicto, empezó a hablar, también con dificultad, de toda una serie de ideas que, sin embargo, lo impresionaban de diferente manera. Se daba cuenta de que en este caso no necesitaba hacer uso de la transferencia, pero la influencia del primer caso había hecho que todos los otros entraran en la transferencia. [? ( b) ] El cuerpo desnudo de mi madre. Dos espadas se le clavan en el pecho por el costado (como una condecoración. dijo después, siguiendo el motivo de Lucrecia). 19 La parte inferior del ·cuerpo y especialmente los genitales habían sido totalmente devorados por mí y por los niños. Fuente, fácil. La abuela de su prima (el paciente apenas si recuerda a la suya). Cierta vez él entró en la habitación mientras ella se desvestía y ella gritó. Le dije que indudablemente él debe de haber sentido curiosidad por el cuerpo de ella. En
respuesta me contó un sueño. Lo tuvo en la ocasión en que pensó que su prima era demasiado vieja para él. En el sueño, la prima lo llevaba junto a la cama de la ábuela de él, que tenía el cuerpo · y los genitales descubiertos, y le mostraba lo hermosa que era todavía a los noventa años (realización de deseo) . Las dos espadas eran 'las espaaas TaPonesas~de sus sueños: d matrimonio y la cópula. El significado es claro. Se había dejado extraviar por una metáfora. ¿Acaso el contenido no era que el contacto sexual y los partos consumen --devora.n - la belleza de una mujer? Esta vez el propio paciente se rió. Tuvo la imagen --de Úno de los jueces suplentes, un tipo sucio. Se lo imaginaba -desnudo, y una mujer estaba practicándole la minctte [fellatio]. ¡De nuevo mi hija! El tipo sucio era él mismo, que espera llegar pronto a ser juez suplente para poder casarse. Le había horrqrizado oír hablar de la minette, pero una vez cuando estaba con la muchacha en Trieste se había alzado tan arriba de ella que era una invitación para que se la hiciera, cosa que no ocurrió. Le repetí mi discurso del sábado sobre las perversiones.
Lucrecia fue la matrona que se apufialó después de haber sido violada por Sexto Tarquino. La escena ha sido tema favorito en la pintura, pero aquí la referencia es oscura.
Noviembre 22 . Alegre, pero se deprimió cuando lo traje de vuelta al tema. Una nueva transferencia. Mi madre había muerto. Él estaba ansioso dé darme el pésame, pero temía que al hacerlo pudiera estallar en una risa impertinente como le había sucedido repetidas veces en casos similares. Por eso prefirió dejarme una tarjeta con la anotación "p . c.", que se había convertido en "p. f.". "¿Nunca se le ocurrió que si su madre muriera usted estaría libre de todo conflicto, ya que podría casarse?" "Usted se está vengando de mí", me dijo. "Usted está obligándome a esto porque quiere vengarse de mí." Estuvo de acuerdo en que sus caminatas por la habitación mientras se hacía esas confesiones se debían al temor de que yo le pegara. La razón quP- había alegado era su delicadeza de sentimientos que no le permitía estar cómodamente tendido mientras me decía cosas tan terribles. A demás, no dejó de darse golpes mientras admitía esas cosas que seguían resultándole tan difíciles. "Ahora usted me va a echar." Habló de una imagen en que mi mujer y yo estábamos en la cama, con un niño muerto entre los dos. El paciente sabía el origen de esa imagen. Cuando era pequeño (edad incierta, entre los 5 y 6 años) , estaba tendido entre el padre y la madre y se orinó en la cama, por lo cual
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el padre lo <:astigó y lo echó. El ni.ño muerto no puede ser más que. su hermana Katherine: él debe de. haber ganado algo con su muerte. No confirmó que la escena había ocurrido después de la muerte de ella. Su comportamiento durante todo lo que antecede fue el de un hombre desesperado, que trata de protegerse de golpes terriblemente violentos: ocultaba la cabeza entre las manos, se apartaba, se cubría el rostro con el brazo, etcétera. Me contó que el padre era de muy mal genio y que entonces no sabía lo que hacía. Otra idea horrible: Ordenarme que llevara a mi hija al consultorio para que él pudiera lamerla, diciéndome: "Tráigame a la Miessnick." 20 Lo asoció con el relato de un amigo que quería emplazar cañones contra el café donde solía concurrir, pero primero que.ría salvar a un mozo excelente pero muy feo diciéndole: "Ven afuera, Miessnick.'' ~l era un Miessnick comparado con su hermano menor. Juego de palabras con mi apellido: Freudenhaus-Miidchen ["muchachas que pertenecen a una casa de placer", es decir, prostitutas].
Noviembre 23. La sesión siguiente estuvo llena de las transferencias más aterradoras, que le resultaba muy difícil comunicar. Mi madre estaba de pie, desesperada, mientras ahorcaban a todos sus hijos. Me recordó la profecía de su padre en el sentido de que él sería un gran criminal. No pude imaginarme la explicación que ofreció por tener esa fantasía. Dijo que sabía que en cierta ocasión una gran desdicha se había abatido sobre mi familia: un hermano mío, que era camarero, había cometido un asesinato en Budapest y lo habían ajusticiado. Yo le pregunté · riendo cómo lo sabía, y se quedó cortado. Me explicó que su cuñado, que conoce a mi hermano, se lo había contado como prueba de que la educación de nada servía y de· que lo importante era la herencia. Agregó que su cuñado tenía. la costumbre de inventar cosas y que había encontrado la noticia en un número atrasado de Presse [conocido periódico vienés]. Por lo que sé, se refería a cierto Leopold Freud, el asesjno del tren, ·cuyo crimen se remonta ·a mi tercer o cuarto año de vida.. Le aseguré que jamás habíamos . tenido parientes en Budapest. Se sintió muy aliviado y me confesó que había iniciado el análisis con gran desconfianza por ese motivo. 2o Término judío que significa criatura fea.
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Noviembre 25. Había pensado que si en mi familia había impulsos asesinos, yo me arrojaría sobre él como una bestia de presa para indagai¡ lo que había de malo en él. Hoy estuvo alegre y de buen humor y me contó que su cuñado inventaba constantemente historias como ésa. En seguida le encontró la explicación: que el cuñado no había olvidado el estigma que pesaba sobre su propia familia, ya que su padre había escapado a Norteamérica por deudas fraudulentéls· El paciente pensaba que por eso a él . no lo habían nombrado profesor de botánica en la universidad. Un momento después halló la explicación de toda su hostilidad hacia mi familia. En una ocasión su hermana J ulie había comentado que Alex [el hermano de Freud] sería buen marido para Gisa. De ahí su furia (lo mismo que con los oficiales). Sigue un sueño. Estaba parado sobre una colina, con un cañón que apuntaba sobre una ciudad que se alcanzaba a ver desde donde él estaba, rodeada por varios muros horizontales. Su padre estaba junto a él, y hablaban del período durante el cual se había construido la ciudad, el Oriente Antiguo o la Edad Media alemana. (Estaba seguro de que no era de ningún modo real.) Después los muros horizontales se convirtieron en paredes verticales que se elevaban en el aire como cuerdas; él íntentó demostrar algo con ellas, pero las cuerdas no estaban bastante tensas y se caían. Acotaciones; análisis. Noviembre 26. Interrumpió el análisis del sueño para hablarme de la transferencia. Varios niños estaban tendidos en el suelo y él se acercaba a cada uno de ellos y les hacía algo en la boca. Uno de ellos, mi hijo (su hermano que había comido excrementos a los dos años) todavía tenía marcas marrones alrededor de la boca y se relamía como si fuera algo muy rico. Siguió un cambio: era yo, y yo se lo hacía a mi madre. Eso le recordó una fantasía en la que él pensaba que uria prima suya, muy mal educada, no merecía siqui~ra que Gisa le hiciera sus necesidades en la boca; por lo tanto, la imagen estaba invertida. El orgullo y la autoestima se ocultaban tras esto. Recordó también que el padre era mal hablado y le gustaba usar palabras como "culo" y "mierda", ante las cuales su madre siempre se horrorizaba. Una vez intentó imitar al padre, y eso lo complicó en un delito que quedó impune. Como era muy sucio, una vez a los once años la madre decidió lavarlo personalmente. Lloró de vergüenza y le preguntó: "¿Dónde me vas a fregar
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ahora, en el culo?" Eso le habría significado el más severo castigo paterno, si su madre no hubiera intervenido. Su orgullo de familia, que admitió riéndose, acompañaba probablemente a su autoestima. "Después de todo, los Lorenz son la única gente que vale la pena", solía decir una de sus hermanas. El mayor de sus cuñados ya se había acostumbrado a eso y lo tomaba en broma. El paciente lamentarla tener que despreciar a sus cuñados simplemente por su familia. (Contraste entre el padre de él y los padres de los cuñados.) Su pádre era primo camal de la madre, ambos de origen muy humilde, y solía dar en tono de broma una imagen exagerada de las con~ diciones en que habían vivido en su niñez. De acuerdo con esto, su odio hacia mí era un caso especial de su odio por los cuñados. Ayer, después de haber acudido en ayuda de un epiléptico, tuvo miedo de tener un acceso de cólera. Estaba forioso con su prima e hirió los sentimientos de ella con varias indirectas. ¿Por qué estaba furioso? Posteriormente tuvo un acceso de llanto en presencia de ella y de su hermana. Otro sueño relacionado con esto. ( 29 años) . Una hermosa fantasía anal. Estaba tendido de espaldas sobre una muchacha (mi hija) y copulaba con ella por medio del excremento que le colgaba del ano. Eso apuntaba directamente a Julie, a quien le dijo: "Nada tuyo me repugna~ ría." Durante la noche mantuvo una ardua lucha; no sabía a qué se refería. Resultó referida a si debía casarse c:on su prima o con mi hija. Es fácil explicar esa oscilación como derivada de la existente entre dos de sus hermanas. Una fantasía de que si ganaba el primer premio en la lotería se casaría con su prima y me escupiría en la cara demostraba que había pensado que yo deseaba tenerlo como yerno. Probablemente haya sido uno de esos niños que retienen las materias fecales. - - Hoy tenía una invitación para un rendez-vous. Inmediata.. mente se le ocurrió la idea de "ratas". En relación con eso me contó que cuando lo había conocictÓ, el teniente Í>., el padras .. tro, le había referido que de niño andaba disparando con una pistola Flaubert 21 contra todo bicho viviente y se había herido, o había herido a su hermano, en una pierna. Lo recordó en una visita posterior cuando vio una rata grande pero el teniente no lo recordaba. Siempre andaba diciendo: "Le pegaré un tiro." El capitán Novak debe de haberle hecho pensar en el teniente 21
Conocida marca de armas de fuego. La graf!a debería ser Flobert.
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O., especialmente en cuanto estaba en el mismo regimiento donde había estado D. y este último decía: "Yo ya debería ser capitán." El que mencionó el nombre de Gisela fue otro oficial; Novak había mencionado el apellido Hertz. D. es sifilí~ tico y por esa causa se deshizo el matrimonio. La tía del pacien~ te aún teme haberse contagiado. J&s_ratas significan -~i~ a la sífilis. Noviembre 29. Ha tenido muchas situaciones enojosas por asun~ tos de dinero con sus amigos (dar garantías, etcétera). Le dis· ~ustaría mucho que la situación se convirtiera en una cuestión de dinero. Cuando ayer le pidió a su hermana quE: le prestara dos florines, pensó: "Por cada florín una rata." Cuando yo le dije mis honorarios en la primera entrevista, pensó para sus adentros: "Por cada krone una rata para los niños." Ahora , bien, para él Ratten [ratas] significaba en realidad Rate!!} 1cuotas]. Pronunciaba de la misma manera las dos palabras, y lo justificaba diciendo que la "a" de ratum (de reor) es corta: y cierta vez fue corregido por un abogado que le señaló que Ratten y Raten no son lo mismo. Un año antes se había ofrecido como garante para un amigo que tenía que pagar una suma en veinte cuotas, y había hecho que el acreedor le prometiera que le avisaría a · él cuándo vencía cada cuota para no hacerse pasible, según los términos del convenio, de pagar todas a la vez. De modo que el dinero y la sífilis convergen en "ratas". Moneda-rata. Hay más sobre la sífilis. Evidentemente la idea de la si· filis que roe · y devora le había hecho pensar en las ratas. En realidad dio varias fuentes de esa asociación, especialmente de su época de servicio militar, cuando se habló del tema. (Analo.. gia con el tema transferencia! de los genitales carcomidos. Siem• pre había oído decii; que todos los militares eran sifilítico~. de ahí su terror de que el oficial mencionara el nombre de Gisela). La vida militar no sólo le recordaba a D. sino a su padre. que estuvo tanto tiempo en el ejército. La idea de que el padre fuera sifilítico no le era del todo ajena. Me contó una serie de historias de las calaveradas de su padre mientras estaba en el servicio. Con frecuencia pensaba que los problemas nerviosos
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~:A La pronunciación normal de la "a" en Ratten es breve,
y en Raten larga; 1·! alemán Rate se deriva de ratum, participio pasado del latin reor, ." yo
rnlculo".
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de todos ellos podrían deberse a que el padre hubiera tenido sífilis. En relación con su prima, la idea de rata asumía esta forma: Temor de que ella hubiera sido contagiada por el padrastro; detrás de eso, que su propio padre la hubiera enfermado, y más atrás todavía el miedo lógico y racional de que, por ser hija de un paralítico general, ella misma estuviera enferma (él había tenido noticia de esta correlación durante años). La irrupción de su enfermedad después de la queja de su tío se puede entender ahora de otra manera. Debe de haber significado el cumplimiento de un deseo de que el propio padre del paciente también fuera sifilítico, de modo que él no pudiera reprocharle nada a su prima y pudiera casarse con ella después de todo.
Noviembre 30. Más historias de ratas; pero, como admitió finalmente, las habla reunido únicamente para eludir las fantasías transferenciales .que habían aparecido entretanto y que, como advirtió, expresaban remordimiento por el rendez-vous que tenía para hoy. Posdata. Su prima y el tío de ella, de Nueva York, durante un viaje por tren encontraron Ja cola de una rata en un salchichón y se pasaron horas vomitando. (¿El pacien~e se divertía con eso?) Material nuevo. Repugnantes historias de ratas. Sabe que las ratas actúan como portadores de muchas enfermedades infecciosas. En la Fugbachgasse se podía ver a través de UI). patio el interior del cuarto de máquinas de los baiíos romanos. Vio una cacería de ratas y oyó que las arrojaban dentro de la caldera. También había allí un montón de gatos que daban unos maullidos espantosos y en una ocasión vio a un obrero que golpeaba contra el suelo algo que había en una bolsa. Cuando preguntó le dijeron que era un gato y que después lo arrojaban a la caldera. Siguieron otros relatos de crueldad, que finalmente se centraron en el padre. Al ver el gato se le ocurrió la idea de que el padre estaba dentro de la bolsa. Cuando su padre estuvo en el ejército, todavía estaba en vigor el castigo corporal. Describió cómo una vez, una. sola, dominado por la cólera, había golpeado con la culata del fusil a un recluta, que cayó al suelo. Su padre había jugado mucho a la quiniela. Uno de sus camaradas de armas tenía la costumbre de gastarse todo el dinero de esa manera; en una ocasión el padre del paciente encontró un pedazo de papel que ese hombre había tirado y donde había 56
escrito dos números. Apostó su dinero a esos números y ganó con los dos. Durante una marcha cobró sus ganancias y corrió para reunirse con su columna mientras las monedas le tintineaban en la cartuchera. ¡Qué ironía cruel que el otro hombre no hubiera ganado nada! En una ocasión, su padre disponía de diez florines del dinero del regimiento para pagar ciertos gastos. Perdió una parte jugando a las cartas con otros hombres y. ganado por la tentación de seguir jugando, lo perdió todo. Se lamentó con uno de sus compañeros, diciéndole que tendría que pegarse un tiro. "Seguro, pégatelo.,, le dijo el otro, "un hombre que hace semejante cosa debería pegarse un tiro." Pero luego le prestó el dinero. Terminando su servicio militar, el padre del pacie~te trató de encontrar al hombre pero no pudo. (¿Pagó alguna vez la deuda?) La madre había sido criada por los Rubensky como hija adoptiva, pero la trataban muy mal. Le contó que uno de los hijos varones era tan sensible que les cortaba la cabeza a los pollos para templarse. Es evidente que eso no era más que una excusa y lo excitaba mucho. Una imagen onírica de una rata grande y gorda que tenía nombre y se comportaba como un animalito doméstico. Eso le hizo pensar en seguida en una de las dos ratas (era la primera vez que decía que no eran más que dos) que ponían en el rt>ci piente, según el relato del capitán Novak. Además, las ratas eran responsables de que él hubiera ido a Salzburgo. Su madre contaba que una vez ese mismo Rubensky había hecho un gato kosher metiéndolo en el horno y después despellejándolo. Eso lo hizo sentir tan mal que su cuñado le aconsejó amistosamente que cuidara su salud. Les presta tal atención a las ratas que las encuentra por todas partes. En la ocasión en que volvía de las maniobras se encontró con que el doctor Springer 28 estaba con un colega a quien presentó como el doctor Ratzenstein. La primera función de ópera que vio fue una representación de Meistersinger, donde oyó pronunciar repetidas veces el nombre " David". Había usado el moti[ de David como exclamación en su familia. 24 Ahora, cuando repite la fórmula mágica Glejisamen, le agrega "sin ratas", .El amigo mencionado al principio de la historia del caso tal como se publicó y a quien visitó al volver de las maniobras. 2t David era el nombre del teniente A en el trabajo publicado sobre el caso. y de quien se decía que pagó el franqueo de los anteojos del paciente. La referencia a la familia del paciente es oscura. El nombre aparece antes en estas mismas notas de Freud donde, sin embargo, éste dic.? que el nombre del padre del paciente no era David, sino Friedrich. Al parecer, el nombre riel hermano del paciente era Hans.
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aunque se lo imagina escrito con una sola "t". Presentó con fluidez este rµaterial, lo mismo que otro. Las conexiones son superficiales y las profundas están ocultas; evidentemente esto había sido preparado como una admisión, para encubrir alguna otra cosa. Al parecer este material contiene la relación del dinero y la crueldad con las ratas, por una parte, y por la otra con su padre, y debe referirse al matrimonio de aquél. Narró otra anécdota. No hace muchos años, cuando su padre volvió de Gleichenberg, 25 le dijo a la madre, después de treinta y tres años de casados, que había vist9 una cantidad tan increíble de malas esposas que no podía menos que rogarle que le asegurara que jamás le había sido infiel. Cuando ella le puso reparos, dijo que la creería únicamente si lo juraba por la vida de sus hijos, y sólo se tranquilizó cuando eUa lo hizo. Tiene excelente opinión de su padre por eso, que considera un signo de franqueza, ·como su confesión de haber maltratado al soldado o de haber trampeado mientras jugaba a los naipes. Hay material importante detrás de todo esto. El relato de las ratas se convierte cada vez más en el punto nodal.
Diciembre 8. Muchos cambios en el curso de una semana. Su estado anímico mejoró mucho como resultado de su rendez-vous con la costurera, pese a haber terminado en una eyaculación precoz. No tardó en ensombrecerse, y eso se manifestó en su transferencia en el tratamiento. Durante su encuentro con la muchacha no hubo más que leves indicios del castigo de las ratas. Cuando sacó un cigarrillo de la cigarrera que le dio su prima, se sintió inclinado a no usar los dedos que habían tocado a la chica, pero se resistió a tal inclinación. Más detalles sobre el padre y su tosquedad. La madre lo tachaba de "tipo vulgar" porque tenía el hábito de despedir gases sin disimulo. Nuestro interés por la ' transferencia en el tratamiento nos llevó por muchos caminos desviados. Describió una tentación de cuyo significado no parecía tener conciencia. Un pariente de Rubensky se había ofrecido para instalarle un despacho en las inmediaciones del Mercado de Carnes tan pronto como se doctorara en leyes -para lo que en ese momento le faltaban pocos meses- y a buscarle clientes. Eso coincidía con el antiguo proyecto de su madre de que se casara con una de las hijas de R., un encanto de muchacha que tiene ahora 17 años. El paciente no tenía idea de que con el fin de eludir ·ese conflicto se había re~:;
Eugiado en la enfermedad; la fuga le fue facilitada por el problema infantil de la elección entre una hermana mayor y una menor, y por su regresió~ a la historia del casamiento de su 1padre. El padre solía hacer un relato humorístico de su noviazgo, y a veces la madre le hacía burla diciéndole que antes había cortejado a la hija de un carnicero. Al paciente le resultaba intolerable la idea de que su padre pudiera haber abandonado a su 1mor para asegurarse el futuro mediante una alianza con R. Se Irritó muchísimo conmigo, lo que se manifestó en insultos que le resultaba muy penoso proferir. Me acusaba de hurgarme la n¡uiz. se negaba a darme la mano. pensaba que a un cerdo inmundo como yo había que enseñarle buenos modales y estimaba que una postal que yo le había enviado, firmándola "cordialrnente", era demasiado íntima. Era evidente que luchaba contra fantasías de caer en la tentación de casarse con mi hija y no con su 'prima, y de insultnr nuevamente a mi mujer y a mi hija. Una de sus fantasfos trans ferenciales fue directamente que la señora del profesor F. le lamiera el culo; rebelión contra una familia de más prestigio. Otra vez vio a mi hija con dos montones de bosta en lugar de los ojos. Eso significa que él no se ha enamorado de sus ojos. 11ino de su dinero. Emmy [la muchacha con quien la madre quería que se casara ] tiene ojos excepcionalmente hermosos. En los últimos días ha enfrentado virilmente las quejas de su madre rorque el mes anterior gastó treinta florines en vez de dieciséis. En el tema de las ratas faltan elementos dirigidos contra In madre, evidentemente porque en relación con ella la resi~ten da es muy fuerte. 26 Al equiparar R atten y Raten lo que hacía. 1•ntre otras cosas, era reírse del padre. En una ocasión el padre le había dicho a un amigo: "No soy más que un Laue, y no un f,aie." 21 Eso lo abochornaba mucho, como cualquier otro signo de la falta de educación del padre. El padre hacía esporádicos Intentos de economía, unidos a esfuerzos por instituir un régimen espartano, pero siempre los abandonaba después de corto tiempo. La que economiza es la madre, pero le interesa la cornodidad ·de la casa. La forma en que el paciente mantiene senetamente a su amigo es una identificación con el padre, que 11e conducía de la misma manera con el primer inquilino que tuvieron, a quien solía pagarle el alquiler, y también con otras personas. En realidad era un hombre auténtico. íntegro y bonn Aqui la lectura del manuscrito es incierta. laico: /aue tibio.
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Los baños termales en Estiria.
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dadoso, dotado de sentido del humor, y normalmente el paciente apreciaba mucho esas cualidades. Sin embargo, con su actitud excesivamente refinada, le avergonzaba en forma méinifiesta la naturaleza simple y marcial de su padre.
Diciembre 9. Alegre; se está enamorando de la muchacha; locuaz, un sueño con un neologismo, un mapa de estado mayor de WLK (palabra · polaca). 2•8 Mañana tenemos que ver esto. Vielka = [en polaco] "vieja", L = Lorenz, Gl = abreviatura de Glejisamen = Gisela Lorenz. Diciembre 10. Me contó todo el sueño, pero sin entender nada de él; por otra parte me dio algunas asociaciones referentes a WLK. No se confirmó mi idea de que eso aludía a un WC: pero con W ["vei' J el paciente asoció una canción que cantaba su hermana: "In meinem Herzen sitzt ein grosses Weh" 29 [pronunciado también "vei''J. Con frecuencia eso le había parecido muy cómico, y no podía dejar de imaginarse una gran W. Me cuenta que su fórmula defensiva contra las compulsiones es un aber [pero] enfático. últimamente [¿sólo desde el tratamiento?] está acentuándola como abér [la acentuación normal es áber J. Dijo que se explicaba esa acentuación incorrecta en cuanto servía para reforzar la "e" muda que no era protección suficiente contra las intrusiones. Se le ocurrió entonces que tal vez el abér representara Abwehr [defensa J, donde la W que falta se podía encontrar en WLK. Dijo que fa fórmula Glejisamen, en la que en un momento feliz había fijado por medio de un ensalmo mágico lo que en lo sucesivo habría de permanecer inmutable, le había servido durante mucho tiempo. Pero sin embargo estaba expuesta al enemigo, es decir a convertirse en su opuesto, y por esa razón procuró abreviarla más, y la había cambiado -por razones que ignoraba- por un breve wie ["cómo", pronunciada "vi"]. La K corresponde a la vielka [pronunciada "vi-elka"J = "vieja". Le recordaba también su ansiedad cuando en la escuela interrogaban a la letra K [es decir a los niños cuyo apellido empezaba con KJ, ya que eso significaba que estaban acercándose mucho a la L. Correspondería pues al deseo de que la K viniera después de la L. de modo que la L ya hubiera pasado. 28 20
En alemán esas letras se pronuncian "vei-el-ka". "En mi corazón hay una gran pena".
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Gran reducción de las transferencias del ·paciente en el tratamiento. Tiene mucho miedo de conocer a mi hija. Inesperadamente me dijo que tiene un testículo que no descendió, aunque su potencia es muy buena. En un sueño se encontraba con un capitán que no tenía la insignia de su grado más que del lado derecho, y una de las tres estrellas estaba cólgando. Señaló la analogía con la operación de su prima.
Diciembre 12. Las transferencias "sucias" continuaron y se anuncian más. Resulta ser un renifleur. De joven era capaz de reconocer a la gente por el olor de la ropa; podía distinguir los olores de familia y le daba auténtico placer el olor del pelo de las mujeres. Además, parece que ha hecho una transferencia del conflicto inconsciente que provocó su enfermedad, desplazando su amor por su prima sobre la costurera; y ahora está haciendo competir a esta última con mi hija, que aparece como la pareja rica y respetable. Su potencia con la costurera es excelente. Hoy se atrevió a enfrentar el tema de la madre. Tenía un recuerdo muy temprano de ella tendida en el sofá; se sentó, se sacó algo amarillo de bajo el vestido y lo puso sobre una silla. En ese momento el paciente quiso tocarlo, pero tal como lo recordaba, era horrible. Más adelante la cosa se convirtió en una secreción y eso condujo a la fantasía transferencia} de que todos los miembros de mi familia se ahogaban en un mar de secreciones repugnantes de toda clase. Suponía que todas las mujeres tenían secreciones repulsivas y después se quedó pasmado al no encontrarlas en ninguna de sus dos liaisons. •Su madre padecía una afección abdominal y en la actualidad sus genitales huelen mal, cosa que a él lo enfurece. Ella misma dice que huele mal si no se baña con mucha frecuencia, pero que no puede permitírselo, y a él eso lo espanta. ' Me contó dos encantadoras historias de niños. Una se refería a una niñita de cinco o seis años que tenía gran curiosidad sobre Santa Claus. Se hizo la dormida y vio que el padre y la madre llenaban medias y zapatos con manzanas y peras. A la mañana siguiente le dijo a su gobernanta: "No existe Santa Claus. Mami y papi lo hacen. Ahora ya no creo más en nada, ni siquiera en la cigüeña. Eso también lo hacen mami y papi." El otro relato es sobre su sobrinito de siete años, que es muy cobarde y les tiene miedo a los perros. El padre le preguntó qué haría si se encontrara con dos perros. "A dos no les tengo miedo. Se pasarían tanto tiempo oliéndose el trasero que yo me podría escapar." ·
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Diciembre 14. Se lleva bien con la muchacha, porque le gusta su naturalidad y es muy potente con ella; pero se puede ver, a partir de casos de compulsiones menos graves que ha aportado, · que está presente una corriente de sentimientos hostiles hacia la madre, ante la cual él reacciona con una · exagerada consideración hacia ella y que se deriva de la rigidez educacional de ella, especialmente respecto de la suciedad del paciente. Anécdota de la madre que eructaba, y él había dicho, a los doce años, que no podía comer a causa de sus padres. Diciembre 16. Mientras estaba con la costurera, pensó: "Por cada cópula, una rata para mi prima." Eso demuestra que las ratas son medios de pago. El enunciado es producto de un compromiso entre corrientes de sentimientos amistosos y hostiles, porque (a) cada cópula de ese tipo le abre el camino a una con la prima, y ( b) cada cópula se realiza para desafiarla y hacerla enojar. · El cuadro está compuesto de ideas claras y conscientes, fantasías, delirios, asociaciones compulsivas y fantasías tra.n sf erenciales. Me habló de una experiencia "aterradora" en relación con • la historia de las ratas. En una ocasión, antes de enfermarse, mientras visitaba la tuniba de su padre, vio deslizarse junto a ella una alimaña parecida a una rata. (Sin duda era una comadreja de las que abundan allí.) Supuso --lo que parece muy probable- que el animal había estado comiéndose a su 'p adre. Sus ideas en su les. respecto de la supervivencia después, de la muerte son de un materialismo tan coherente como el de los an tiguos egipcios. Eso se vincula con la ilusión que tuvo después del discurso del capitán N . sobre las ratas, éuando vio que el suelo se elevaba delante de él como si hubiera una rata debajo, lo cual tomó como un augurio. Él no sospechaba esa conexión. Diciembre 19. Ahora se explica su avaricia. A partir de un comentario casual de la madre, en el sentido de que su conexión con Rubensky valía más que una dote, estaba convencido de que el padre se había casado con ella y había abandonado a su amor por la ventaja material. Eso, unido al recuerdo de los apuros financieros de su padre durante el servicio militar, lo llevaban a detestar la pobreza que lleva a la gente a cometer tales crímenes. De esa manera se reparaba la pobre opinión que tenía de su madre. Por tanto, él economizaba para no tener gue traicionar su amor. Por esa razón, también, le entrega todo su
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dinero a la madre, porque no quiere tener nada de ella; eso le pertenece y no hay mérito en ello. Dice que todo lo que hay de malo en su naturaleza le viene del lado materno. Su abuelo materno era un hombre brutal que maltrataba a su mujer. Como él. todos sus hermanos han pasado por el gran proceso de transformación que significa convertirse en personas de bien después de haber sido niños malos. Eso era menos válido para su hermano, una especie de parvenu.
Diciembre 21. Estuvo identificándose con la madre en su conducta y en las transferencias ·en el tratamiento. Conducta: Observaciones tontas durante todo el día, esforzándose por decirles cosas desagradables a todas sus hermanas, comentarios críticos sobre la tía y la prima. Transferencias: Se le ocurrió la idea de decirme que no me entendía, y pensó: "20 kronen son suficientes para el Parch", 80 etcétera. Confirmó mi hipótesis al decir que usaba exactamente las mismas palabras de su madre para refel'irse a la familia de la prima. Parece posible que también esté identificándose con la madre en sus críticas al padre, y que continúe así en su interior las diferencias entre sus padres. E n un sueño (antiguo) que me contó establecía un paralelo directo entre sus propias razones para odiar al padre y las de la madre: El padre· había regresado. A él eso no lo sorprendía. (Fuerza de su deseo.) Estaba inmensamente complacido. La madre le reprochaba: "Friedrich, ¿por qué pasó tanto tiempo sin que tuviéramos noticias tuyas?" Él pensaba que después de todo tendrían que reducir los gastos, ya que ahora iba a vivir una persona más en la casa. Esa idea era la venganza contra el padré que, según le habían contado, estaba desconsolado por su nacimiento, como sucedía con el de cada hijo. Tras eso se ocul taba otra cosa, a saber que al padre le gustaba que le pidieran permiso, como si quisiera abusar de su poder, aunque tal vez en r.e alidad lo único que hacía fuera disfrutar de la sensación de que todo provenía de él. La queja de su madre se remontaba a un relato de ella según el cual una vez, m'ientras ella estaba en el campo, el padre le escribía con tan poca frecuencia que se volvió a Viena para ver qué pasaba. En otras palabras, se quejó de que la trataba mal. Diciembre 23. Muy trastornado porque el doctor Pr. ha vuelto a enfermarse. El carácter del doctor Pr. se parece al del padre: 00
Término judío que designa a una persona inútil y frívola.
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un hombre de honor, pese a su rudeza. El paciente está pasando por lo mismo que pasó cuando el padre estaba enfermo. De paso, la enfermedad es la misma: un enfisema. Además, su pena no deja de estar mezclada con sen1'iñiienfi5s de venganza. En sus fantasías de que el doctor Pr. ya ha muerto puede ver que es así. Tal vez la razón de tales sentimientos sea que en la familia le reprocharon durante mucho tiempo por no haber insistido bastante para que el padre se jubilara. EJ castigo de las ratas se extiende también al doctor Pr. Se Je ocurrió que pocos días antes de la muerte de su padre, Pr. dijo que él también estaba enfermo y le iba a derivar el caso al doctor Schmidt. Eviden~ temente, eso se debía a que el caso era desesperado y que Jo afectaba demasiado en razón de su íntima amistad. En ese momento, el paciente había pensado: "Las ratas huyen del barco que se hunde." Tenía idea de que su deseo estaba matando al doctor Pr. y de que él podía mantenerlo con vida; una idea de su omnipotencia. Pensaba que. en realidad, un deseo suyo ITTibla salvado vida a su prima en dos ocasiones. Una de ellas era el año pasado, cuando ella sufría de insomnio y él se quedó levantado toda la noche: en realidad, esa noche por primera vez ella durmió mejor. La otra vez fue cuando ella tuvo uno de sus ataques; cada vez que estuvo al borde de un estado de insensibilidad, él pudo mantenerla despierta diciéndole algo que le interesara. Aun cuando se encontrara en ese estado, ella reac-· donaba a sus comentarios. ¿Cuál es el origen de su idea de omnipotencia? Creo que data de la primera muerte que se produjo en su familia, la de Katherine, de la cual tenía tres recuerdos. Corrigió y amplió el primero de eJlos. Veía que Ja nevaban a la cama, pero el que la nevaba no era el padre, y era antes de que se supiera que estaba enferma. Su padre Ja retaba y la estaban sacando de la cama de los padres. Durante mucho tiempo se había quejado de que se sentía cansada, sin que le hicieran caso. Pero una vez, cuando el doctor Pr. la examinaba, se puso pálido. Diagnosticó un ~rci11om...a (?) que posteriormente Je causo Ja muerte. Mientras yo me refería a las posibles razones de que él se sintiera culpable de su muerte, el paciente pasó a otro tema también importante, porque aquí tampoco él había recordado previamente su idea de omnipotencia. Cuando tenía veinte años, en su casa habían empleado a una costurera a quien intentó seducir repetidas veces, pero que en realidad no le interesaba porque le ponía exigencias y tenía un deseo exagerado de que la amaran. Se quejaba de no gustarle a la gente y le pidió que él
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le asegurara que Je tenía afecto; se desesperó mucho cuando él se negó de plano. Semanas después se arrojó por la ventana. Él decía que no habría hecho tal cosa si él se hubiera avenido a la liaison. Es decir que la omnipotencia se manifiesta cuando se da o se niega el amor, en la medida en que uno tiene el poder de hacer feliz a alguien. Al día siguiente le sorprendió que después de hacer ese descubrimiento no hubiera sentido remordimiento alguno. pero r.eflexionó que en realidad éste ya existía. (¡Excelente!) M~ propuso entonces hacerme un relato cronológico de sus ideas obsesivas. Tuvo la primera en diciembre de I 902, cuando pensó de pronto .que debía dar el examen para una fecha determinada, enero de 1903, y así lo hizo. (Después de la m~erte
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cólera similares dirigidos contra el padre. En esa época sus t e -· mores oscilaban ya entre el padre y la prima (al parecer "puta .. implica una comparación con la madre). El mandato de arrojarse al agua no puede haber provenido, por ende, más que de la prima; él era su enamorado sin éxito.
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Diciembre 27. Comenzó con una corrección. Fue en diciembre de 1902 cuando le habló a su amigo de sus autorreproches. El examen lo dio en enero y en ese momento no se impuso ninguna fecha fija, como había pensado erróneamente; eso no sucedió hasta 1903, y la fecha fue para julio. En la primavera [¿1903?] experimentó violentos autorreproches (¿por qué?). Un detalle aportó la respuesta. De pronto cayó de rodillas, se despertaron sus sentimientos piadosos y decidió creer en el otro mundo y en la inmortalidad. Eso implicaba el cristianismo y la obligación de ir a la iglesia e.n Unterach, después de haber llamado puta a su prima. Su padre nunca se avino a ser bautizado, pero lamentaba m.u cho que sus antepasados no lo hubieran librado de ese asunto desagl'.adable. Muchas veces le había dicho al paciente que no se opondría si éste quisiera convertfrse al cristianismo. Le pregunté si no podría ser que una joven cristiana hubiera aparecido entonces como rival de su prim.¡i. "No." " Los Rubensky son judíos. ¿verdad?" " Sí. y practicantes." En realidad. si él se hubiera convertido al cristianismo eso habría sido el fin del plan de los R. Le respondí que entonces el acto de arrodillarse debía de haberse dirigido contra el plan de los R., y que por tanto él debía haber conocido el plan antes de esa escena. Él creía que no, pero admitió que había algo que no tenía muy claro. Lo que recordaba perfectamente era el comienzo del plan : su visita con su primo (y futuro cuñado) Bob St. a casa de R. donde se mencionó el plan de que se establecieran en las inmediaciones del Mercado de Carnes, St. como abogado y el paciente como empleado de él. St. lo había agraviado por eso. En el curso de la conversación le dijo: "Ojo, tienes que estar listo para entonces." Es muy posible que meses antes la madre le hubiera hablado del plan. Me dijo que en la primavera de 1903 había andado flojo en sus estudios. Se hizo un horario, pero no estudiaba más que de noche, hasta las doce o la una. Entonces leía durante horas, pero no asimilaba. En este momento interpoló el recuerdo de que en 1900 había formulado el juramento de no volver a masturbarse, el. único que recuerda. Sin embargo en esa época, des-
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pués de haber estado leyendo, solía encender muchas luces en el corredor y en su cuarto, quitarse toda la ropa y mirarse al espejo. Le preocupaba un poco que su pene fuera demasiado pequeño, pero durante esos episodios tuvo cierto grado de erección, cosa que lo tranquilizó. A veces se ponía también un espejo entre las piernas. Además, en esa época solía experimentar la ilusión de que alguien llamaba a la puerta del frente. Pensaba que era su padre que quería entrar al departamento, y que si · Ja puerta no se abría iba a sentir que no lo querían y se volvería a ir. Pensaba que a menudo venía a golpear. Siguió haciendo lo mismo hasta que por fin lo asustó la índole ·patológica de esa idea y se liberó de ella valiéndose de la reflexión de que si hacía eso, dañaría al padre. Todo eso era inconexo e ininteligible. Todo se explica si suponemos que por razones supersti~iosas, esperaba una visita de su padre entre las doce y la una de la mañana. y disponía las cosas para trabajar de noche de modo que cuando el padre Hegara lo encontrara trabajando; pero que después de un lapso de aislamiento y una [ ] 111 de incertidumbre respecto del tiempo, caía en lo que él mismo consideraba como un sustituto de la masturbación y de ese modo desafiaba al ¡:>adre. Confirmó el primero de esos puntos, y en lo tocante al segundo dijo que tenía la sensación de que estuviera vinculado con algún oscuro recuerdo de su niñez que, pese a todo, no emergió. La noche antes de que se fuera al campo, a comienzos o mediados de junio, se produjo la despedida con su prima, que había venido a casa con X ., por lo cual él sentía que ella renegaba de él. Durante las primeras semanas de su estadía en Unterach 32 espió por las rendijas de la pared de la casilla de baño y vio a una muchachita desnuda. Sufrió los más terrible& remordimientos pensando cómo la afectaría saber que la habíai1 spiado. Este relato de acontecimientos sucesivos borró toda referencia a los sucesos actuales.
Diciembre 28. Tenía hambre y se le dio de comer. Continuación de su relato. Compulsión en Unterach. De pronto se le ocurrió que tenía que adelgazar. Empezó por · levantarse de la mesa -sin comer el budín, por supuesto-- para correr al sol hasta que chorreaba traspiración. Entonces se de111 Palabra ilegible en el manuscrito. nz En Austria. El Mondsee es un lago próximo.
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tenía para después seguir corriendo. De la misma manera también escalaba montañas. Al borde de un abrupto precipicio tuvo la idea de saltar al vacío. Claro que eso habría significado su muerte. Siguió con un recuerdo del servicio militar. Durante esa época el alpinismo no le había resultado fácil. Durante las maniobras de invierno sobre el Exelberg 33 se había quedado atrás e intentó acicatearse imaginándose que su prima lo esperaba en la cima de la montaña. Pero eso no le dio resultado y siguió rezagándose hasta que se encontró entre los hombres que habían abandonado las filas. Pensaba que durante el servicio militar -el año que murió su padre-- sus primeras obsesiones eran todas hipotéticas: "Si cometieras un acto de insubordinación." Se imaginaba situaciones que le permitieran medir su amor al padre. Si estuviera marchando en formación y viera que su padre se desmayaba ante él. ¿rompería .filas para socorrerlo? ( Recuerdo del padre que se embolsa las ganancias y corre a incorporarse a las filas.) El origen de esa fantasía fue que en una marcha desde el cuartel pasaron frente a su casa. Durante las . primeras -y difíciles- semanas que siguieron a la muerte del padre no había podido ver a su familia porque estuvo tres semanas acuartelado. No le había ido bien en el ejército. Era apático e in'?'.ficaz, y tenía un teniente fanfarrón que los castigaba con la espada de plano si no hacían bien algunos movimientos. Recordaba que una vez St. se animó a decirle: "Podemos arreglarnos sin la espada, señor." El hombre se contuvo pero después se acercó a decirle que Ja próxima vez llevaría un látigo. El paciente tUVQ que reprimir buena parte de su indignación; por eso tuvo varias fantasías de retarlo a duelo, pero las abandonó. En cierto modo se alegraba de que el padre ya no viviera. Como antiguo militar se habría molestado mucho. El padre le había dado una carta de presentación. Cuando el paciente le mostró una lista de los oficiales. el padre reconoció uno de los apellidos -el hijo de un oficial a cuyas órdenes él mismo había servido- y le escribió. Relató una historia referente al padre de ese oficial. Una vez en Presburgo, cuando una densa nevada impedía que el tren entrara a la estación, el padre del paciente les dio palas a los judíos, aunque por lo común se les prohibía acercarse al mercado. El oficial que en ese momento estaba a cargo de la administración se le acercó a decirle: "¡Bien hecho, camarada, fue un buen trabajo!", a lo cual su padre respondió:
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Lectura incierta en el manuscrito.
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"¡Sinvergüenza! Ahora me llamas camarada porque te ayudé, pero otras veces me trataste en forma muy diferente." . (Evidentemente hay un esfuerzo por complacer al padre corriendo.) Otra compulsión en Unterach, bajo la influencia del desdén de su prima: compulsión a hablar. Por lo común no habla mucho con la madre, pero ahora se obligó, mientras paseaba con ella, a hablar incesantemente. Pasaba de un tema. a otro y decía una cantidad de tonterías. Habló de eso como de algo general, pero el ejemplo que dio demuestra que arrancaba de la madre. Una obsesión común era contar; por ejemplo contar ha!'ta 40 ó 50 entre el relámpago y el trueno. Una especie de obsesión de protección. Cuando viajó en barco con ella y sopló una fuerte brisa tuvo que ponerle su gorra en la cabeza. Era ·c omo si recibiera el mandato de que no tenía que pasarle nada. Obsesión de entender. Se esforzaba por entender hasta la última sílaba de lo que le decían, como si pudiera perderse un tesoro inapreciable. Se lo pasaba preguntando: "¿Cómo dijo?" y cuando se lo repetían le parecía que sonaba diferente de la primera vez y eso lo divertía mucho. Es menester relacionar este material con la prima. Ella le había explicado que lo que él consideró un desdén había sido en realidad un intento de ella de evitar que él quedara en ridículo ante X. Esa explicación debe de haber alterado fundamentalmente la situación. La obsesión de protección expresaba evidentemente remordimiento y pena. La obsesión de entender se remontaba también a la misma situación, pues eran esas palabras de ella las que habían sido tan preciosas para él. En realidad no había tenido esa última obsesión antes de que llegara su prima. Es fácil comprender cómo se generalizó. Las otras formas de obsesión, según recuerda, existían antes del éclaircissement con su prima. Su compulsión a contar durante las tormentas tenía el s~ntido de un oráculo, y apunta al miedo a la muerte; la cantidad de años que iba a vivir. También el hecho de correr al sol tiene un matiz suicida, rela.c ionado con su amor desdichado. El paciente confirmó todo esto. Antes de irse de Unterach le dijo a su arpigo Y. que esa vez tenía una sensación extraña y definitiva de que ya no volvería a Viena. Desde su niñez ha tenido con frecuencia ideas de suicidio. Por ejemplo, cuando volvía de la escuela con malas notas y sabía que eso haría sufrir al padre. Sin embargo una vez, cuando tenía dieciocho añ.os estuvo a visitarlos una hermana de la madre. Un año y medio atrás su hijo se había pegado
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un tiro a causa de un desengaño amoroso, según d'!cían, y el paciente .pensó que el hecho de que se hubiera matado se debía aún a Hilde, de quien el muchacho había estado antes muy enamorado. La tia parecía tan desdichada y abrumada que él hizo voto de no suicidarse jamás, ni siquiera -por amores contrariados, en consideración a su madre. Cuando volvió de una de sus corridas~ su hermana Constanze le dijo: "Pablo, cualquier día de éstos vas a tener un ataque". Si tuvo impulsos suicidas antes del éclaiz'cissement no púeden haber sido más que formas de autocas.tigó por haber deseado en su cólera la muerte de la prima. Le di a leer Joie ,d e Pivre, de Zola. 34 Pasó a contarme que el día que su pripia se •ha de U. él encontró una piedra en el cainino y tuvo la fantasía de que el coche de Gisela podría tropezar allí y ella herirse. Por tanto la sacó del camino, pero veinte minutos después se .le ocurrió que eso era absurdo y se volvió para poner la piedra en el mismo lugar. También aquí vemos que un impulso hostil contra la prima se da junto a un impulso protector. Diciembre 2 a¡; [¿enero?]. Interrupción debida a la enfermedad y muerte del doctor Pr. Lo trataba como a un padre y llegó a tener con él relaciones personales en las que emergieron elementos hostiles. de toda clase. Deseos relacion,ados con ratas. ~erivados del hecho de que fuera el médico de la familia y ellos le pagaran dinero. "Tantos kreuzer, tantas ratas". se dijo mientras dejaba dinero en la bandeja durante el funeral. Al identificarse con la madre, encontró incluso motivos para su odio personal contra él, pues ella le había reprochado el no haber persuadido al padre de que se retirara de los negocios. Camino al cementerio se encontró de nuevo sonriendo de esa manera extraña que siempre lo perturbaba cuando asistía a un entierro. Mencionó también una fantasía en la que el doctor Pr. atacaba sexualmente a su hermana Julie. (Probablemente eso fuera envidia ante los exámenes médicos.) Pasó a un recuerdo según el cual, cuando su hermana tenía diez años. el padre debe de haberle hecho algo indebido. Oyó gritar en la habitación, y después el padre salió diciendo: "Esta chica tiene el culo como una roca." Cosa rara, su convicción de que ·abrigaba realmente El héroe de esta novela estaba perpetuamente pensando en · su propia muerte y en la de otras personas. 35 Sic en el manuscrito.
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sentimientos de cólera hacia el padre no se ha acentuado, pese a que ve que hay toda clase de razones lógicas para suponer que los tenía. En relación con esto, aunque no está claro en qué momento, tuvo una fantasía transf erencial. Entre dos mujeres -mi esposa y mi madre- se extendía un arenque que iba desde el ano de una hasta el de la otra. Una chica lo cortaba en dos, con lo que los dos pedazos se separaban (como si les arrancaran la piel). Lo único que pudo decir al principio füe que le disgus-taban muchísimo los arenques; últimamente, cuando se le dio de comer, le ofrecieron un arenque que dejó intacto. La chica era una qu'! había visto en las escaleras y que él había tomado por mi hija de doce años.
Enero 2 [ 1908] . (Expresión franca.) Le sorprendía haberse enojado tanto esta mañana cuando Constanze lo invitó a ir al teatro con ella. Inmediatamente le deseó las ratas y después empezó a dudar si debería ir o no. y cuál de las dos decisiones significaría ceder a una compulsión. La invitación interfería con un rendez-vous con la costurera y con una visita a su prima, que se halla enferma (tales fueron sus palabras) . Su depresión ele hoy debe tener por causa la enfermedad de la prima. Aparte esto, parecía que no tuviera que contar más que trivialidades, y hoy pude decirle muchas cosas. Mientras le de-seaba las ratas a Constanze sintió que una rata le roía el ano a él y tuvo la correspondiente imagen visual. Establecí una relación que arroja nueva luz sobre las ratas. Después de todo, él había tenido parásitos. ¿Qué le habían dado para combatir-los? "Tabletas." ¿Y enemas también? Creyó recordar que sí, también. Si es así, indudablemente debe de haberse opuesto enérgicamente, ·ya que tras ellas había un placer reprimido. También estuvo de acuerdo con eso. Antes debe de haber tenido un período de picazón en el ano. Le dije que la historia del arenque me hacía pensar mucho en las enemas. (Acababa de usar la frase .. wiichst ihm zum Hals heraus". ["Estaba harto de eso." Literalmente, "le salían por fa garganta".] ¿No había tenido otros parásitos, como la tenia, contra la cual la gente receta arenques, o por lo menos no habría oído hablar de eso? Le parecía que no, pero siguió hablando de parásitos. 1 Mien~ tras estaba en Munich, encontró un gran parásito redondo en su deposición, después de haber soñado que estaba parado sobre un trampolín que giraba en redondo con él. Los movimiento!': del trampolín correspondían a los del parásito. Al despertarse
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tuvo una i~resistible necesidad de defecar.) Una vez cuando tenía diez años vio defecar a su primo y el otro chico le mostró un gran parásito que había en su deposición y que le repugnó mucho. Con eso se asociaba lo que describió como el susto más grande de su vida. Cuando todavía no tenía seis años, le pidió a la madre que le prestara para jugar un pájaro embalsamado que tenía en un sombrero. Mientras corría llevándolo en la mano, las alas se movieron. Le aterrorizó que hubiera vuelto a la vida y lo arrojó al suelo. Pensé en la conexión con la muerte de la hermana, ya que sin duda esta escena fue posterior, y le señalé cómo al haber pensado eso (del pájaro) más adelante le resultó más fácil creer en la resurrección de su padre. Como no reaccionó ante ·esto, le di otra interpretación: la de una erección causada por acción de sus manos. Encontré la conexipn con la muerte en el hecho de que en un período prehistórico lo hubieran :;tmenazado con la muerte si se masturbaba y conseguía la erección del pene, y le sugerí que atribuía a la masturbaciói. la muerte de su hermana. Eso le interesó al punto de preguntarse por qué nunca se habría masturbado en la pu bertad, pese a que incluso de niño se había visto perturbado por constantes erecciones. Describió una escena en la que realmente exhibió ante su madre una erección. Resumió su sexualidad como algo que se había conformado simplemente con mirar a [Fraulein] Peter y a otras mu jeres. Cada vez que se imaginabél una mujer atractiva sin ropa alguna tenía una erección. Recordaba claramente haber estado en el natatorio de mujeres y haber visto dos · niñas de doce y trece años, cuyos muslos le gustaron tanto que había deseado tener una hermana con muslos tan her mosos. A eso siguió un período homosexual con camaradas varones pero nunca hubo contacto mutuo sino que la actividad se redujo a mirar y aí placer derivado de eso. Para él. mirar asumía el papel de tocar. Le recordé las escenas frente al espejo después de haber estado estudiando a la noche. en las que de acuerdo con la interpretación, se había masturbado desafiando al padre. después de estudiar con el fin de complacerlo. De la misma manera. su invocación "Dios lo proteja" iba seguida por un "no". Quedamos en esto. Después me siguió contando el sueño del parásito que había tenido en Munich y me dio cierta información sobre su rápida defecación de la mañana siguiente, que se vinculaba con su fantasía transferencia! del arenque. Como asociación con la chica que realizaba la difícil tarea [de cortar en dos el arenque:] con "fácil virtuosismo". pensó en Mizzi Q .. una encantadora
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niñita que tenía ocho años en la época en que él solía ver mucho a su familia, antes de haberse doctorado. Tomaba el tren de las 6 de la mañana a Salzburgo. Estaba muy incómodo porque sabía que pronto iba a querer defecar, y cuando se le hizo urgente, puso una excusa y fue a la estación. Perdió el tren y la señora Q. lo encontró mientras se arreglaba la ropa. D\Jrante todo el día se sintió avergonzado ante ella. En este momento pensó en un toro y después se interrumpió. Siguió con una asociación que ostensiblemente no venía al caso. En una conferencia de Schweninger y Harden 36 se encontró con el profesor Jodl. a quien en esa época admiraba mucho, y cambió alguna8 palabras con él. Pero como bien sabe él. Jodl significaba toro ll? Por ese entonces Schonthan 88 había escrito un artículo que describía un sueño en el cual él era Schweninger y Harden en uno, y podía así contestar todas las preguntas que le hacían hasta que alguien le preguntó por qué los peces no tienen pelo. Sudó de miedo hasta que se le ocurrió la respuesta y contestó que ya se sabe que las escamas impiden el crecimiento del pelo y que por eso los peces no pueden tenerlo. Eso determinó la aparición del arenque en la fantasía transferencial. Una vez, cuando me . contó que su amiga había estado acostada boca abajo y desde atrás se le veía el vello púbico, yo le había dicho que era una lástima que en la actualidad las mujeres no se ocuparan de él y lo consideraran desagradable; por esa razón cuidó [en la fantasía] que ninguna de las dos mujeres tuvieran vello. Al parecer mi madre representaba a su abuela, a quien no conoció, pero él pensaba en la abuela de su prima. Una casa manejada por dos mujeres. Cuando le traje algo de coiner pensó en seguida que había sido preparado por dos mujeres.
Enero 3. Si la rata es un parásito también es un pene. Decidí decírselo. Si es así, su fórmula no es más que la manifestación de un impulso libidinal de contacto sexual, impulso que se caracteriza a la vez por la ira y por el deseo, y que se expresa en términos arcaicos (retrocediendo a la teoría sexual infantil Ernst Schweninger (el médico de Bismarck) y Maximilian Harden (famoso periodista alemán) dieron una conferencia conjunta en forma dialogada el 5 de febrero de 1898, en Viena, sobre temas de medicina. Sin duda el artículo de Schonthan que se menciona después era una especie de parodi;i de la conferencia. 37 Jodl era profesor de psicología. La alusión no se explica. 38 Conocido por ese entonces en Viena como autor de comedias ligeras.
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del roito por el ano). Ese impulso libidinal es tan ambivalente como el anatema de los eslavos meridionales respecto del coito anal. Antes d~ que le hablara de eso me contó, muy eufórico, la solución de la última fantasía. Mi ciencia era la niña que re., solvía el problema con la alegre superioridad del "virtuosismo sonriente", arrancándoles los disfraces a sus ideas y liberando así a las dos mujeres de sus des~os.,arenques. Cuando le dije que una rata era un pene, pof asociación con parásito (en ese momento agregó en seguida: "un pene pe., queño") - cola de rata - cola, 39 tuvo Ún torrente de asociaciones, aunque no todas ellas pertenecían al contexto y la mayoría c;le ellas provenían del lado de la estructura vinculado con los deseos. Aportó algo referente a la prehistoria de la idea de lps ratas, que él había considerado siempre como vinculado con la misma. Unos meses antes de que tomara forma la idea de las ratas se encontró en la calle con una mujer a quien reconoció en seguida como prostituta. o en todo caso como alguien que tenía relaciones sexuales con el hombre que estaba con ella. La mujer sonreía de una manera especial y al paciente se le ocurrió la ex~raña idea de que su prima estaba dentro del cuerpo de ella y de que sus genitales estaban ubicados detrás de los de la mujer, de manera tal que Gisela obtenía algún placer cada vez que la otra mujer copulaba. Después su prima. en el interior de la mujer. iba inflándose hasta que la reventaba. Claro que eso puede significar únicamente que la mujer era Laura, la tia del paciente y madre de su prima. Esas ideas. que la presen., taban como algo no mucho mejor que una puta, lo .condujeron al hermano de ella. su tío Alfred, que la insultó directamente y le dijo: "Te empolvas la cara como una chante." 40 Ese tío murió en medio de terribles dolores. Después de su inhibición se ate., marizó con la amenaza de que él sería castigado de la misma manera por esos pensamientos. Aparecieron después diversas ideas de haber deseado en realidad que su prima tuviera reJa., dones sexuales; eso había precedido a la teoría de las ratas y a su expresión ocasional de tener que atacarla _con ratas,, Apare., . cieron también una cantidan de conexiones con el dinero y la noción de que su ideal había sido siempre encontrarse en un es., tado de disponibilidad sexual, incluso inmediatamente después del coito. ¿Pensába quizá en una transposición en el otro mun., El alemán Schwanz, como su equivalente Inglés fail (cola) se usa a menudo como expresión vulgar para "pene" . 40 Término del slang judío que significa "prostituta", 39
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do? Dos años después de la muerte del padre, la madre le contó que había jurado sobre la tumba del padre que en un futuro cercano iba a reintegrar, economizando, el capital que se había gastado. El paciente no creyó en el juramento de ella. pero ése era el mo•ivo principal de. sus propiíiS economías. De tal modo (en su forma habitual) había jurado que no gastaría más de 50 florines por mes en Salzburgo. Después hizo que la inclusión de las palabras "en Salzburgo" resultara incierta, de modo que nunca pudiera gastar más y nunca pudiera casarse con su prima. ( Como la fantasía del arenque, ésta se podía re., montar por mediación de su tía Laura a la corriente de sentimientos hostiles hacia la pr,i ma.) Sin embargo. tuvo otra aso.ciación en el sentido de que no necesitaba casarse con su prima si ella se le ofrecía sin exigir matrimonio, y le opuso nuev<1mente la · objeción de que en ese caso tendría que pagarle en florines por cada cópula. como a la prostituta. Volvía así a su delirio de "tantos florines, tantas ratas": es decir, "tantos florines, tantas colas (coitos)". Claro que toda la fantasía de la puta se remonta a la madre: las insinuaciones. que cuando él tenía doce años le hizo su primo. diciéndole maliciosamente que su madre era una puta y tenía actitudes. de tal. Ahora la madre tiene el pelo muy ralo, y cuando ella se peina el paciente acostumbra tirarle el pelo y decirle que es una cola de rata. Cuando era niño, una vez que la madre estaba en cama . se movió en forma descuidada y le dejó ver el trasero; él tenía la idea de que el matrimonio consistía en que la gente se mostrara recíprocamente . el trasero. Durante sus juegos homosexuales con el hermano se horrorizó una vez que. mientras retozaban en la cama, el pene de su herman0 llegó a tocarle el ano.
Enero 4. Alegre. Muchas asociaciones, transferencias, etcétera. que por el momento no interpretamos. En relación con la niña (mi ciencia) que aclaraba la calumnia del arenque, tuvo la fantasía de patearlo y después la de su padre que rompía el vidrio de una ventana. Respecto de eso me contó una anécdota que daba motivo para su resentimiento contra el padre. Cuando faltó a su primera clase de religión en la escuela secundaria y lo negó torpemente, el padre se irrit6 mucho, y cuando el paciente se quejó de que Hans le pegaba, el padre le dijo: "Está bien, dale tú también una patada." Otra anécdota de patadas se refiere al doctor Pr. El cuñado del paciente Bob St. vaciló durante mucho tiempo entre Julie y la hija del doctor Pr., cuyo actual apellido 75
de casada es Z. Cuando hubo que tomar una decisión lo llamaron a un consejo de familia y aconsejó que fuera la muchacha, que lo amaba, la que le planteara directamente la cuestión. El doctor Pr. le dijo a su hija: "Bueno, si lo amas, está bien. Pero si esta noche" (después de la cita de la muchacha con él) "puedes mostrarme la marca de su trasero en la suela de tu zapato. te daré un gran abrazo." No le gustaba para nada. Al paciente se le ocurrió de pronto que esa historia matrimonial se relacionaba estre~hamente con su propia tentación respecto de los Rubensky. La mujer de Pr. era de ápellido Rubensky, y si Bob se hubiera casado con su hija habría sido el únicq candidato a mantener a toda la familia Rubensky. Respecto de su cuñado Bob, el paciente decía que B'ob estaba muy celoso de él. Ayer había tenido discusiones con su hermana y él se lo había dicho abiertamente, Hasta los sirvientes decían que su hermana lo quería y lo besaba como a un .amante y no como a un hermano. ~l mismo, después de haber estado un rato con su hermana en la habitacióp, le dijo al cuñado: "Si dentro de 9 meses Julie tiene un bebé, no hace falta que pienses que soy el padre; soy inocente." Había pensado ya que su deber era portarse realmente mal. de modo que la hermana no tuviera motivos para preferirlo en la elección entre marido y hermano. Y a antes, al aclarar una fantasía transferencia!, yo le había dicho que en su relación conmigo él hacía el papel del malo, es decir, el papel de su cuñado. Le dije que eso significaba que lamentaba no tener a Julie por esposa. Esa fantasía transferencia} era el último de su 'delirios referentes al mal comportamiento y la expuso de manera muy complicada. En ella pensaba que yo obtenía un beneficio de la comida que le había dado. pues él había perdido tiempo comiendo y el tratamiento iba a durar más. Cuando me pagó los honorarios se le ocurrió la idea de que debía pagarme también la ·comida, a saber 70 kronen . Eso se derivaba de una farsa que vio en un music hall de Budapest. en la que un novio debilucho le ofrecía 70 kronen a un mozo si se hacía cargo, en vez de él, del primer coito con la novia. Había signos de que temía que los comentarios de su amigo Springer sobre el tratamiento pudieran provocar su oposición al mismo. Dijo que cada vez que yo elogiaba alguna de sus ideas eso le complacía mucho, pero que otra vez le decía: "Al diablo con el elogio" con menos disimulo, "me cago en el efogio". Hoy no apareció el significado sexual de las ratas. Su hostilidad fue mucho más clara, como si tuviera remordimientos respecto de mí. El vello púbico de su _joven amiga le hacía pensar
41 Vulgarismo por masturbación. Este y otros puntos vinculados con los sueñes de muelas y dientes se estudian en detalle en La interpretación de los sueños. (Freud, Obras completas. tomo II, Biblioteca Nueva, Madrid. 1948.)
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en la piel <;le una laucha, y le parecía que la laucha tenia algo que ver con las ratas. No se daba cuenta de que ése es el significado del apodo cariñoso Mausi, que él mismo emplea. Cuando tenía catorce años, un primo depravado les había mostrado el pene a él y a su hermano, diciéndoles: "El mío vive en un bosque" [Meiner hauset in einem Vorwald], pero él había entendido que decía "lauchita" [Mausel]. Enero 6 'y 7. Sonreía muy divertido, como si se trajera una carta en la manga. Un sueño y algunos fragmentos. Soñó que iba al dentista para que le sacaran una muela. Le sacaban una, pero no la que correspondía sino la de al lado, que apenas si estaba cariada. Al verla le asombró su tamaño. (Dos agregados posteriores.) Tenía una muela cariada; sin embargo, no le dolía sino que a veces estaba un poco sensible. Iba al dentista para que se la curara, pero .éste le decía que lo único que podía hacer. era extraerla. Por lo común él no era cobarde, pero lo detenía la idea de que en alguna forma su dolor pasaría a su prima y se negaba a dejársela tocar. Agregó que sin duda debía haber tenido alguna leve sensación en la muela y que eso habría provocado el sueño. Le señalé que los sueños pueden pasar por alto sensaciones más fuertes que esas. e incluso el dolor mismo. ¿Sabía qué significaba soñar con muelas o dientes? Recordó vagamente que tenía algo que ver con la muerte de familiares. "Sí, en cierto sentido. Soñar con dientes implica una transposición de la parte inferior del cuerpo a la superior." "¿Cómo es eso?" El uso lingüístico asimila la cara a los genitales." "Pero ahí abajo no hay dientes." Le hice ver que precisamente a eso se debía, y le dije también que arrancar una rama de un árbol tiene eI mismo significado. Dijo que conocía la frase "hacer (tirarse) una". 41 Pero objetó que no se había sacado él mismo la muela, sino que se la había hecho sacar. Admitió, sin embargo, que con la costurera sintió la tentación de que ella le tomara el pene con la mano y supo arreglárselas para conseguirlo. Cuando le pregunté si ya estaba aburriéndose de ella me contestó con asombro que sí. Confesó que tenía miedo de que ella arruinara sus finanzas y
de estar dándole lo que le correspondía a su amada. Se supo que se había conducido en forma muy descuidada en asuntos de dinero. Como no lleva cuentas, no sabe cuánto le está costando ella por mes; también le había prestado l 00 florines a su amigo. Admitió que yo lo había encontrado muy encaminado a sentir disgu¡>to por su liaison y a volver a la abstinencia. Le dije que pensaba que eso admitía otras interpretaciones, pero que no se las diría. ¿Qué podía significar que le hubieran sacado el diente equivocado?
Enero 7. Él mismo tenía la sensación de que su insidiosa enfermedad ocultaba algo. Había vuelto a estar amable con la costurera. En el segundo coito no consiguió tener eyaculación; lo abrumó el temor de orinar en vez de eyacular. Cuando era niño, en quinto grado de la escuela primaria, uno de sus compañeros le dijo que la reproducción humana sucedía cuando el hombre "meaba" dentro de la mujer. Había olvidado el preservativo. Es evidente que busca maneras de estropear su amorío (¿tiene sentimientos de incomodidad?), por ejemplo mediante ' el coitus interruptus o la impotencia. Ayer agregó algo. al sueño. La rnuela no parecía una muela sino un bulbo de tulipán [Zwiebel]. que asoció con rodajas de cebolla [también Z wiebel]. No aceptó las asociaciones de "orquídeas" -su criptorquidia [testículo retenido]- la operación de su prima. En relación con la operación me dijo que en esa época él estuvo fuera de sí de celos. Cuando estaba con ella en el sanatorio (en 1899) un médico joven la visitó mientras hacía su ronda y la tocó por debajo de las sábanas. Él no sabía si eso era correcto. Cuando le dijeron lo valiente que había sido en la operación tuvo la disparatada idea de que era porque gozaba al exhibir ante los médicos la belleza de su cuerpo. Se asombró de que la idea no me pareciera tan disparatada. Había oído hablar de esa belleza a su hermana Hilde, cuando ·Se enamoró de ella en 1898. Eso lo impresionó tanto más 'cuanto que la propia Hilde tiene muy lindo cuerpo. Puede que esa haya sido la raíz de su amor. Su prima había entendido perfectamente bien de qué hablaban y se había ruborizado. La costurera T .. que después se suicidó, dijo que sabía que él consideraba oficialmente a su prima como la más hermosa de las mujeres, aunque en realidad sabía muy bien que había otras más bellas. Se daba cuenta, claro, de que la muela era un pene. Agregó algo más: la muela había goteado. Bueno, entonces ¿qué sig78
nificaba que el dentista le hubiera sacado la "muela"? Fue difícil hacerle ver que era una operación para que le sacaran la cola. Lo mismo pasó con otro hecho obvio: . que el pene muy grande no podía ser ·más que de su padre; finalmente admitió que eso era un tu quoque y una venganza contra el padre. A los sueños se les hace muy difícil traer a luz recuerdos tan desagradables.
Enero 20. Larga interrupción. De ánimo muy alegre. Mucho material. Progresos. Ninguna solución. Una explicación casual mostró que sus carreras para no ponerse gordo [ dick] se relacionaban con el nombre de su primo norteamericano, Dick (diminutivo de Ricardo) -Passwort- 42 a quien odiaba. Pero esa idea venía de mí y él no la aceptó. Cinco sueños hoy. cuatro de los cuales se refieren al ejército. El primero revelaba furia reprimida contra los oficiales, y que él se dominaba .para no desafiar a uno de ellos por haberle pegado en el trasero al suc.io camarero Adolph. ( Adolph era él mismo.) Eso condujo a la escena de las ratas, por mediación de los anteojos perdidos [ K neifer] . Eso se refería también a una experiencia de su primer año en la universidad. Un amigo sospechó que se había "achicado" [Kneifen] porque se había dejado tirar las orejas por un compañero, lo había desafiado a duelo a instancias del burlesco consejo de Springer y después no había hecho nada más. Había reprimido el enojo contra su amigo Springer, cuya a utoridad tuvo pues ese origen, y contra otro hombre que lo traicionó y a quien él, a su vez, había ayudado luego con mucho sacrificio. Encontramos, pues, una creciente supresión del instinto de ira, acompañada por el retorno del instinto erógeno de suciedad. [Aquí se interrumpe el manuscrito.]
•2 Literalmente. "contrasefia". Tal vez Freud la use en 'el sentido de "puen-
te verbal".
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28 protocolo Cuarta y quinta . . sesiones vespertinas
30 de octubre y 6 de noviembre de 1907 Prof. Freud: Comienzo del historial de una erzfermedad Se trata de un caso muy instructivo de neurosis obsesiva ( pensamiento obsesivo) de un hombre joven, de 29 años, doctor en derecho. Su enfermedad data de 1903, aunque en realidad se remonta a su niñez. El paciente manifiesta temer que les suceda algo a dos personas a las que quiere mucho (esta imprecisión en la expre• sión, el ocultamiento del contenido, es característica de las neurosis obsesivas) . Esas dos personas son su padre y una dama a la que a precia mucho. Durante muchos años ha vivido en la abstinencia sexual; la masturbación .desempeñó un papel muy pequeño. Primer 'coito a los 26 años. A continuación se relatan detalladamente las dos primeras sesiones del análisis. La técnica del análisis se ha modificado en un aspecto: el psicoanalista no indaga lo que le interesa sino que permite al paciente desarrollar naturalmente sus pensamientos. Se trata -a grandes rasgos- de un caso en que el paciente lucha entre un impulso hacia el hombre y otro hacia la mujer (el impulso hacia el hombre es más fuerte).
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Tiene impulsos de muerte reprimidos contra su padre (las ideas obsesivas son, en verdad, deseos obsesivos) . En el presente caso aparece claramente en primer plano algo que nunca falta en un caso de neurosis obsesiva: sentimientos reprimidos malos, agresivos, hostiles y crueles (deseos sádicos y asesinos). Este componente de crueldad podría considerarse con justicia como "masculino". aunque también . se encuentra en las mujeres. De la relación de la sexualidad con la neurosis deriva, pues, una consecuencia teórica: es imposible que en el hombre el inconsciente tenga una naturaleza básica distinta que en la mujer. La neurosis surge siempre a costa de impulsos activos reprimidoc;.
Stekel sef!.ala que la confianza del paciente tiene importancia decisiva en la cura. Añade que se debe tener especial cuidado de no convertir la cura en una rutina; no todos los casos siguen el modelo del caso expuesto. Hay que tomar en cuenta los aspectos individuales. Stekel explica que él posterga la elucidación de las conexiones más profundas hasta que ha logrado pleno dominio sobre el paciente. En el caso presentado. considera que es posible que el paciente, cuando era niño, viera en su pac:lre un rival respecto de la institutriz .(y no respecto de la madre, como ha afirmado Rank). Sadger plantea la posibilidad de que razones de índole homosexual h~yan desempeñado el principal papel en los "pagos por correo" efectuados por el paciente. En cuanto a la observación de Stekel. en el sentido de que algunos pacientes insisten en ser hipnotizados, Sadg
Schwerdtner plantea CIOS preguntas: 1) ¿Cuál es la causa de que los impulsos sádicos sean reprimidos de manera nociva en algunos casos y de que sean sublimados en otros? 2) ¿A qué se debe que queramos tener sentimientos unificados (y no, por ejemplo, atracción y aversión al ¡nismo tiempo) sólo cuando una persona nos es muy allegada? Rank (en contra de lo afirmado por Stekel) reitera su opinión de que todos los factores aluden Claramente al amor del paciente por su madre, aunque el análisis no haya aportado ninguna referencia directa a 1este punto. En este caso, la lucha entre el hombre y la mujer tiene que ser considerada como partícula~ rizada en una lucha entre el padre y la madre. La complicación con el factor homosexual. tal como se da aquí, se encuentra en todos los casos análogos de "incesto". Las tendencias homosexuales (y sólo éstas están en dis~ cusión) quedan demostradas no sólo por las inequívocas ·indi-· caciones que aparecen en el análisis sino también por el modo como en la fantasía del paciente se identifica al padre con la dama amada. Hace que ambos sean torturados· del mismo modo en el ano. Usa a la mujer como si fuera un hombre. · Federn pregunta si es tan obvio que la crueldad sea espe~ cíficamente masculina. No hay que centrar la atención en un solo trauma, sino que en todo trauma sexual se puede hablar de un trauma crónico. Graf desearía que se aclare por qué en algunos casos la represión tiene éxito y en otros no. Adler duda de que el análisis pueda enseñarse o aprenderse. En muchos casos hay que dejar muchas cosas sin aclarar; sólo se trata de apoderarse de algunas posiciones estratégicas, cuya conquista posibilita la victoria: no es necesario derrotar al enemigo hasta el último hombre. En cambio, cuando el paciente ha descubierto algunas r-elaciones importantes. no se las debe retener. Las reglas que aplica Stekel constituyen una "psicodiplomacia". En cuanto al caso presente, se siente obligddo a señalar que se puede demostrar con seguridad la existencia de factores orgánicos. Considera que se trata ·de un caso ·de pronunciado autoerotismo, no resuelto aún por la heterosexualidad. La ava~ ricia surge también de impulsos autoeróticos (zona · anal). En psicoanálisis hay muchos caminos. Steiner observa que otros niños también tienen experiencias similares. El odio hacia los padres se origina en los castigo!';
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Debate
(por ensuciarse con la orina o las heces) . Debemos suponer que existe cierta disposición, una inferioridad (pero no en el sentido de Adler). . La mujer también es cruel; este impulso, pues, no puede .ser asociado con la "masculinidad". El hombre neurótico tiene un tipo femenino. El profesor Freud responde a los participantes según el orden en que han expuesto. No puede menos que adherirse a las críticas de Adler contra Stekel. En el caso relatado por Stekel. en el cual el paciente cree que el padre había pegado a los niños y después los había obligado a orinar delante de él. el relato del paciente tiene la impronta de la fantasía. Hay que preguntarse aquí -si se trata efectivamente de una neurosis- dónde estaría lo inconsciente, lo reprimido , puesto que el pacier!te récnerda tan claramnte su pretendida experiencia.
Sr.iplemento al análisis: como el paciente tt::nía deseos de muerte hacia el padre antes de los ocho años, cabe preguntarse si en aquella época, o antes, había muerto algún miembro de la familia. Efectivamente, cuando el paciente tenía tres años y medio o cuatro había muerto su hermana. Sus primeros recuerdos infantiles son : 1 . La hermana enferma era llevada a la cama. 2. Su padre acudió para preguntarle qué ocurría. 3. Su madre lloraba y su padre se inclinaba hacia ella. Esa hermana era tres o cuatro años mayor que él. En ella notó las diferencias sexuales por primera vez, cuando tenia a\.rededor de tres años. Hitschmann le contesta que su explicación de la neurosis obsesiva responde a un punto de vista puramente personal; las condiciones reales son mucho más complicadas. La avaricia desempeña un papel importante en la vida del paciente, pero no es primordial; antes había sido muy gastador y generoso. La pregunta formulada por Schwerdtner y Graf se debe en parte a una desilusión injustificada con respecto a los resultados del psicoanálisis. En efecto, no hay por qm~ esperar que se ha de encontrar la diferencia entre el hombre enfermo y el hombre normal. porque al menos cualitativamente, tal diferencia no existe. En el neurótico, la actividad precoz es seguida por períodos en que predomina lo opuesto, es decir, la represión. ·
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Las grandes c;;ontradícciones no son compatibles entre sí; a se esfuerzo unificador lo denominamos carácter. Y los efectos son muy int~nsos sóló cuando se ' refieren a personas cercanas ( Schwerdtner). Un odio al padre tan intenso como el que se manifiesta en este caso sólo puede haberse · originado en perturbaciones sexuales qu~ él mismo ha provocado. · La suposición de Rank sobre la existencia de deseos incestuosos referidos a la madre probablemente esté justificada. Pero la relación se complica por el número de hermanas. pues el paciente tiene cuatro (dos mayores y dos menores). Es correcta la observación de Federn en el sentido de que el paciente mostró claras inclinaciones heterosexuales a una edad muy temprana, con las cuales se contradice fuertemente su ulterior homosexualidad. Tres análisis de homosexuales declarados, incursos en delitos previstos por el código penal, revelaron regularmente una relación muy temprana con una mujer, relación que luego fue reprimida. InveJJsamente. todos los individuos mujeriegos y donjuanescos se han inclinado en la más temprana in fancia hacia la homosexualidad. La clasificación de los impulsos en masculinos y femeninos es una cuestión de avenencia. De todos modos, no corresponde designar a alguien como homosexual o heterosexual a partir de su objeto. En respuesta a Adler, Freud afirma que no se puede poner en duda la posibilidad de aprender el método psicoanalítico. Resulta posible aprenderlo cuando la arbitrariedad individual es . controlada por reglas bien confirmadas. En muchos casos una solución parcial es suficiente para la terapia, pero esto no constituye de ningún modo un límite teórico. En muchos otros es necesario llevar el análisis hasta el fin, a un por razones terapéuticas. Para Steiner las e xperiencias no deben subestimarse frente a los factores constitucionales. Los neuróticos convierten la actividad en pasividad, y es por eso que un .hombre neurótico puede efectivamente ser calificado de femenino.
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El "Hombre de las
Rata~"
Oaave Mannoni
Un joven jurista austríaco de 29 años, que acah;ih;¡ de participar n maniobras militares como oficial de rescr\'a . acudió a Freud en octubre de 1907 para librarse de difirnltades ohsesivas que lo atormentaban enormemente. Había leído el libro de Freud sobre la psicología de la vida cotidiana y reconocido en él procesos psicológicos cuya existencia comprobaba en sí mismo. Freud lo tomó en tratamiento, y al cabo de un año aproximadamente el paciente fue dado de alta . Debia morir durante l;i \'.j uerra de 1914-19.18, de modo que los efectos o insuficiencia~ de la cura no pudieron ser comprobados, como ocurrió en cambio con Anna O., el Hombre de los Lobos, y aun con Juanito. En 1909 Freud publicó una reseña parcial del caso y del tratamien to. Se designa comunmente esta publicación con el título de El H ombre de las Ratas, aunque el que le dio Freud es Análisis de rm caso de neurosis obsesiua. En 1954, aun antes de la publicación del texto alemán. aparecieron en traducción inglesa las notas diarias tomadas por Freud. como era su hábito, en el curso de ese tratamiento. Los traductores ingleses dieron a esas anotaciones el título de Ori,qinal Record. 1 Freud tenía igualmente la costumbre de destruir de manera sistemática sus borradores. y ese Original Record constituye el único documento de este género que haya llegado :1 nuestro poder, sin que por lo demás se sepa nada sobre el azar o las razones que le permitieron escapar de la destrucción ge1
E n Standard Edition, vol. X: trad. espafíola en R evista de Psicoanálisis, Aires. 1965. XXII . 1. pp. 159-199.
l~ue nos
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neral. La comparación del texto publicado por Freud con el Original Record plantea delicados problemas de método: no interesa cotejar ni completar, pura y simplemente, uno con otro. Todo lo que se puede percibir acerca de la elaboración del caso en la redacción definitiva {y esta elaboración es en resumidas cuentas muy limitada) merece un atento estudio. No me propongo aquí tratar esta cuestión en sí misma. El texto del Hombre de las Ratas no constituye esencialmente una etapa en la elaboración de la teoría psicoanalítica, ni un corte, por así decir, transversal en el tiempo, que permita ver "en qué punto estaba" en 1908. Más bien, por ~1 camino que siguió, constituye una especie de encrucijada donde se abrían foda clase de perspectivas, tanto hacia sus descubrimientos del pasado como hacia el futuro. En 'un sentido, el futuro aportó muchos datos precisos al texto del Hombre de las Ratas, pero lo ha hecho a costa de sacrificios y simplificaciones que no han dejado de empobrecerlo y en cuya significación podemos interesamos. No sería fecundo, pues, considerar el texto del Hombre de las _Ratas como un momento superado tanto por el mismo Freud como por sus sucesores. Cuando se vuelve al texto y se lo considera como un punto de vista que ofrece una perspectiva de toda la obra -no cabe duda que se podría y debería hacer lo mismo con todos los textos freudianos-. se descubre que con, serva un valor más actual que . histórico. Se puede considerar el texto de Freud como la exposición de la historia de un caso. o bien como el texto que establece las bases primeras de una teoría de la neurosis obsesiva. Pero esos se- · ·rían sus aspectos menos interesantes. El propósito de Freud per,j f tenece a otro orden. Podría decirse que consistía en considerar el 1\ discurso del obsesivo como un dialecto que debe ser traducido. Cuando Freud afirma que la neurosis obsesiva es_ un dialecto de esa lengua más general que habla la histeria, no cabe duda de que emplea una imagen para designar una especie en un género. Pero si emplea precisamente esa imagen no es por azar. Se advierte desde la primera lectura que una gran parte de su trabajo consiste en reunir textos en dialecto -por ejemplo "tantos florines tantas ratas". o bien "le ocurrirá una desgracia a mi padre (muerto hace nu~ve añn~) - para hall::ir su interpretación. De este modo el Hombre de las Ratas se coloca en la \ línea de la Traumdeutung, libro que puede considerarse igualmente como una compilación de textos por traducir. También el análisis de Dora se encontraba en la misma línea; de una manera más directa aún, puesto que en Dora los textos que han
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de traducirse son precisamente sueños. En el Hombre de las Ratas los sueños pasan a segundo plano; el dialecto del obsesivo se apodera de todo el campo. Por otra parte, si la Psicopatología de la vida cotidiana (en la que el Hombre de las Ratas se reconoció) data del mismo año que la primera redacción del caso Dora ( 1901), no parece que sea posible establecer compa- · raciones útiles entre esos dos · textos. Como veremos, el Hombre de las Ratas se encuentra en cambio en la misma vertiente. El aná lisis de Juanito, casi contemporáneo del Hombre de las Ratas, 1. conduce en fin hacia otra dirección. Mientras que en nuestro texto no existe, por decirlo así, referencia alguna a los Tres :nsayos. Juanito se encuentra en la línea de ese texto de I 905. En i 909 los Tres ensayos se hallaban lejos de haber adquirido la forma que ha lleqado a nosotros. Ahora bien, se puede observar que los problemas planteados en el Hombre de las Ratas hallarán respuesta en los agregados de las ediciones sucesivas de los Tres ensayos, así como en el análisis de la neurosis infa ntil del Hombre de los Lobos. En el Hombre de los Lobos, por ejemplo, Freud creerá hallar la solución de un problema que en el Hombre de las Ratas lo inquieta bastante, y que sin embargo no queda resuelto: la cu estión del estatuto y la naturaleza del inconsciente. Para explicar en ) 909 los fenómenos obsesivos era necesario elaborar una teoría de las defensas secundarias. Veremos que en virtud
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Aunque este texto sólo nos planteara este tipo de problema tendría un interés considerable. Pero también contiene conce: dones nuevas sobre una técnica que utiliza la transferencia com1 · nicQ medio de poner fin a la neurosis. Se puede, además, d ifrar en el texto hasta qué punto, y de manera por así decirJ, ibilina, las concepciones de Jung han contaminado la inspira. ción propiamente freudiana, y cuál es el rodeo que da Freu para eludirlas, sin rechazarlas todavía. De una .manera genera el texto del Hombre de las Ratas ofrece una impresión de fre. cura, un afluir de ideas en estado naciente, antes de que un. teorización &istematizante y simplificadora las convierta en pie. zas anatómicas. La teoría de las defensas secundarias, por ejem \ plo, utilizada con profusión en el texto, resulta bastante emba.., \ razosa por múltiples razones. Tiene el mérito, sin embargo, d· cuadrar perfectamente· con el trabajo de desciframiento que h. de realizarse. Se sabe que, más tarde, esta concepción embara1 zosa ha quedado, por decirlo así, ahogada en una teoría mucho más simple, pero tainbién más pobre, la teoría del "análisis del• ~ Yo", que además ya no permite realizar, palabra por palabra, \ digámoslo así, el mismo trabajo. Por otra parte, es u11¡ hecho que en 1909 Freud no posee la noción de Superyó. ¡Nada hace sentir, sin embargo, que le faltara! Qué habría ganado con introducir esta instancia, puesto que vemos, como ante nuestros propios ojos, funcionar la deuda no pagada. los oráculos de la infancia, los mitos familiares, es decir, el aparato del destino en todos sus detalles, eso que, precisamente, el concepto de Superyó tiende a borrar en una generalización global. semejante, des-: pués de todo, a esas generalizaciones que, precisamente en Hombre de las Ratas, quedan niveladas con las defensas secun.. darias. Después de Lacan resultaba inevitable desmantelar es· castillo ciego del Superyó para encontrar en él muchas cosas que se habían perdido de vista, como la deuda no pagada, por ejemplo, que en el texto aparece descrita con precisión y de primera mano, tal vez, justamente, porque la descripción era de' primera mano. Se admite con excesiva facilidad, por otra parte, que nada tiene de extraño que un texto de más de medio siglo está deplo~ rablemente incompleto, ya que./ en efecto, no hace mención de· elementos tan importantes co~o la castración y la homosexualidad. Se podría aun ceder a la tentación de corregir a Freud desd Freud mismo, ya que sería posible descubrir en el Origina Record todos los índices mencionados en relación con la castra ción y con la homosexualidad, y suponer que Freud los habí
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olvidado o no advertía su importancia, o bien que había sido trabado por algún "complejo" personal. Resulta más interesante. 11in embargo, tratar de comprender cuál fue la razón · de que Preud los desechara en la redacción ·definitiva. Su \'ropósito. parece. no fue encontrar en su paciente esos rasgos que se en1·uentran en todas partes, ya que no veía el medio de servirse de r llos articulándolos a su trabajo de interpretación. Ese medio. Preud lo halló ·e n el Hombre de los Lobos. Pero nosotros sólo podríamos introducir esas nociones en el texto del Hombre de las Ratas como generalidades sin valor. Nada agregarían a los problemas planteados. Si parece que cedo a la tentación de defender el texto de Preud es quizá porque tengo la sensación de que no siempre !ie Je hace justicia. Se admite con demasiada ligereza que la técnica, en aquel tiempo, no se hallaba aún bien constituida. Es ierto que el Original Record nos deja ver a un Freud que puede sorprendemos. Cuando su paciente tenía hambre, le hacía dar de comer (y además, arenques, un plato que horrorizaba al paciente). Le recomendaba libros para leer, le explicaba sus teorías analíticas, lo acorralaba cuando su discurso era demasiado contradictorio .. hasta turbarlo profundamente; e incluso, una vez participa al paciente sus propios juicios estéticos sobre Ja indecencia de las mujeres que dejan ver el vello. ¿Pero acaso debe juzgarse la técnica de Freud por esos curiosos detalles? ¿No merece un examen más serio y más profundo? Obsérvese cómo distribuye su~ · dudas y sus certidumbres y se verá por ejemplo, que no dud¡:¡ un solo instante · de que la especie de cura tle adelgazamiento suicida que el paciente había iniciado en las montañas tuviera por causa el verdadero retruécano implicado. en el nombre del primo Dick. Esta certidumbre no se apoya en garantía alguna; el paciente no quiere saber absolutamente nada de esa explicación, en tanto que, en lo que atañe a las ;on siderac~ones teóricas, Freud no contaba especialmente con encontrar algo de ese género. Basta con ver en el Original Record de qué manera contingente apresa al vuelo esa explicación. En cambio, en sus construcciones teóricas, Freud parece tu rbado e inseguro. Nosotros, al leerlo. nos vemos obligados a ~ e guir sus pasos. No dudamos ni un instante del papel que ha desempeñado el retruécano en el nombre de un primo de la seri ora, y. como el mismo Freud, de sus pensamientos, oscila, nos quedamos más vacilantes ante, - por ejemplo, las sucesivas y nbundantes explicaciones que nos propone sobre la duda del ob·~esivo. Sólo una nos convence, la última, ésa en la que el nicht ~¡
parece brotar directamente del inconsciente, en el medio de una fórmula de bendición; pero, justamente para Freud no tiene necesidad de ninguna prueba ni de ningún argumento, y n:)r.Otros tampoco. En el Hombre de las Ratas- se plantea asimismo otra. cues~ tión técnica: · la terminación -del análisis. Según la posición de Freud, el análisis fue incompleto porque el paciente se había curado "demasiado pronto". Sólo en los casos ·de fracaso tera~ péutico el análisis puede ser profundizado lo suficiente en una perspectiva de investigación científica. Problema éste que Freud vuelve a considerar al final de su vida, sin hacerlo avanzar mucho más, y que permanece aún prácticamente abierto. Si considera mos ahora los problemas más esen·ciales. resulta evidente que la noción de defensa secundaria ocupa el centro del texto. (La otra noción esencial. pero del lado de lo primario. es la expresión del deseo ( W unsch] inconsciente. ) La concepción de las defensas secundarias 2 está claramente destinada a dejar . intacta la teoría de la represión primaria, tal como ya existía. Pero. en otro aspecto, el análisis de las defensas secundarias se confunde exactamente con el trabajo de interpretación · del dia~ lecto del obsesivo, que es imposible intentar recurriendo única~ mente a la teoría de la represión. Se impone una comparación entre el traba jo del sueño y las defensas secundarias. y Freud la hará. pero no en el Hombre de las Ratas. El discurso del oh~ sesivo dista mucho de estar totalmente constituido por frases en dialecto; al contrario, es difícil obtener frases dialectales. y el obsesivo ignora generalmente su redacción exacta. A través de Freud tenemos la impresión de que ese es el primer estímulo que habrá que vencer. y que la mayor o menor accesibilidad a esa redacción determina la mayor o menor dificultad del caso. Desde este punto de vista el Homhre de las Ratas se presen~ taba más bien como un caso favorable. No hay un corte preciso entre el dialecto difícil de traducir y el lenguaje claro que habla entretanto el obsesivo. En dos ejemplos el Hombre de las Ratas desliza una palabra en dia~
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2 Se puede decir, en líneas muy gener ales, que lo primario y lo secundario se encuentran separados por Ja frontera de la represión o de la censura. A diferencia del histérico. el obsesivo ve retornar los efectos del pr
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lecto, que pasa desapercibida en el interior de un lenguaje transparente. Todo el arte del analista consiste en reconocerla. Por ejemplo. nos enteramos desde el principio de que el paciente tiene UJ> amigo, y que s_e precipita a su casa cada vez que es presa de · la ansiedad. Ahora bien, lo que le pide es que le repita, que lo convenza si fuera posible, de que él no es un criminal. Lo absurdo de esta última palabra' es sintomático. Tomada aisladamente es del mismo estilo que "si tengo el deseo de ver desnuda a una mujer. mi padre morirá". El absurdo y la oscuridad sólo podrán aclararse mucho más tarde. cuando es~ ternos informados del oráculo paterno. oráculo olvidado por el sujeto, que la familia le ha hecho recordar y que se enunciaba así: "Este niño será un gran hombre o un criminal". En este dialecto se manifiestan las defensas secundarias, o \ más bien las defensas secundarias mismas son constitutivas de la neurosis obsesiva en tanto entidad nosográfica, al menos en la perspectiva . bastante fenomenológica adoptada por Freud. ( Recordem'Os que Freud siempre declaró, tanto en este texto como en otros ulteriores, que carecía de una teoría suficiente para explicar las diferentes clases de neurosis obsesivas.) Todo el resto, el carácter inconsciente de la expresión de deseo dél sujeto, debido al efecto de la represión primaria, la indecisión entre las actitudes de amor y de odio o su coexistencia, la homo~ sex ualidad, la castración, etcétera, se hallan en otras partes, c~mo Freud no deja de señalarlo: en las otras neurosis, en las psicosis o en las perversiones. Si se tiene la curiosidad de leer lo que otros autores. Abraham por ejemplo, escribieron en los años posteriores a la publicación del Hombre de las Ratas. sorprende ver hasta qué punto esa posición de Freud fue mal comprendida durante mucho tiempo. Abraham no deja ningún lugar para las defensas secundarias, y continúa buscando la explicación por el lado de la represión primaria. Y se trata. en efecto, de la explicación última, lejana. Pero para Freud la neurosis ohsesiva es aquella en la que lo primero que se encuentra es ese conjunto de defensas avanzadas en el que uno corre el peligro de verse trabado en una interminable guerra de posiciones. f,a clave de la teoría se encuentra en una frase de la Traumdeu~ tung. frase que no es utilizada en el Hombre de las Ratas, pero
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un deseo que ha permanecido inconsciente. Esos pensamientos ~, llevan. la huella del conflicto defensivo ~rimar~o. huella que. ~
_nos dice Freud. no es · una marca de origen smo una marca de influencia. La razón teóriea de esta última indicación no queda suficientemente aclarada. En todo caso Freud hará girar toda su. problemática en torno de esta concepción de los procesos secundarios expuestos a la influencia del deseo inconsciente. Si la transferencia desempeña por ejemplo un papel decisiv.o en la cura y si, incluso, sólo ella permite acabar con las defensas secundar.ias (lo que la clínica verifica siempre en cada c¡iso). es porque la transferencia, precisamente, es comprendida como la transferencia del deseo reprimido, es decir, una manera de mirar la represión primaria. De la misma manera se puede comprender la absoluta ineficacia de todas las explicaciones basadas en el sentido común. No me refiero a ese pasaje bastante sorprendente en que Freud llena una página entera con intervenciones basadas en el sentido común y que no producen efecto alguno. -4. \ y agrega, en una nota, que lo ha hecho a propósito para probarse 1 a sí mismo 1,ma vez más que recurrir al sentido común no sirve para nada . Me refiero al pasaje en que el paciente procura apartarse del espejo del vestíbulo preguntándose, con una frase razonable, qué diría su padre si pudiera verlo. Semejante frase no produce efecto sobre su ansiedad y su comportamiento. Pero una frase diferente : . " Si me porto así, le sucederá una desgracia . a mi padre en el más allá" es eficaz. El agregado "en el más allá" se debe a un resto de sentido común o de decencia. un intento de enmascarar el carácter demasiado dialectal de la , frase: "le sucederá una desgracia a mi padre muerto" . Si esta e frase resulta eficaz es porque se encuentra en el campo d.e influencia del d"eo inrnn•dente, mient.a• que la Ira•< monable \ escapa de él. No nos resultará difícil demostrar aquí que la na- · turaleza de las defensas secundarias, bajo la influencia de lo reprimido, sólo le deja al su jeto tres posiciones posibles: o Id incomprensión angustiosa, en la cual el deseo inconsciente queda reprimido, o bien una construcción en estilo ocultista que en globa, disfrazándolo, el deseo inconsciente, o bien la transferencia analítica. La noción de dcliria . definidos como pensamientos híbridos que resultan de las contaminaciones del discurso razonable p0r las obsesiones (lo que Freud lla ma obsesiones son fórmulas literales, con una redacción precisa. a menudo desconocidas o mal conocidas por el sujeto), no inva lida nada de lo que acabamos de decir. Para Freud esas obsesion es pert enecen al mundo se-
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cundario. Su carácter híbrido no constituye una excepción a la regla que había establecido, es decir, que lo reprimido primario ejerce su acción a distancia sin mezclarse con las defensas secundarias. Por esa razón Freud parece un poco embarazado, y lo confiesa. por el hecho de que las defensas secundarias pueden ser inconscientes en tanto que puramente secundarias. Ya hemos señalado" que es aqu i don de resulta necesaria la famosa distinción hecha en el Hombre de los Lobos entre inconsciente tópico e inconsciente funcional. Pero llama la atención que si se considera la fenomenología del Hombre de las Ratas, la solu- 1 ción de 1918 parece bastante insuficiente como para explicarlo. \ La verdadera solución figura en las cartas a Fliess. En la carta , '/. 79 Freud escribe que el inconsciente · irrumpe en forma verbal. Es cierto que en un paréntesis agrega : "Más precisamente es el recuerdo verbal", porque esa irrupción no concordaba mucho con la concepción del lenguaje qu e se tenía en 1897. Pero, no obstante, toda la fenomenolo gía del Hom,bre de las Ratas tenderá siempre a confirmar aquella intuición de 1897 -ia irrupción del inconsciente en forma verbal-. que no se repetirá en ninguna de las obras posteriores. Claro que esto despoja de buena parte de su sentido al principio según el cual se trata de la influencia de lo reprimido y no de su irrupción. Pero el problema no se complica sólo por el hecho de que Freud, siguiendo aquí a Goethe en lugar de seguir a San Juan, ubica la acción en el comien zo, de modo que tendrá que recurrir a la regresión tópica para que funcione el lenguaje (de ahí el paréntesis sobre el recuerdo v.e rbal). El problema se compliq ta mbién. y de manera más visible, porque Freud se deja influir lamentablemente por las concepciones funguianas. Mientras que Freud, autor de El chiste y de la Psicopatología de la vida cotidiana. se inclina, pese al carácter erróneo de sus concepciones lingüísticas (son las de su época), a tratar el lenguaje en su fo rma literal. Jung . autor de tets de asociación verbal en los cuales lo literal no tiene cabida, ya que en ellos las imágenes se asocian a las imágenes en un movimiento indiferente a las palabras que se empleen como intermediarias, orienta . su pensamiento hacia lo que en esa época se llamaba el simbolismo. Como creo que nunca se ha denunciado con suficiente claridad la conta minación del pensamiento de Freud por el de Jung en el texto del Hombre de las Ratas, procuraré ab'unda r un poco más en <-ste punto. Freud intentará explicar la obsesión mayor, las ratas. inmediante una expresión tomada de Jung . a quien
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cita por su nombre (la expresión es "sensibilidad del complejo") y tratando la palabra rata como "pala~ra inductora". según la expresión de Jung. En ese momento, no le molesta comparar la concepción de Jung con Ja suya, bastante diferf':nte sin embargo. y que debía convertir la palabra rata en un pasewort, un puente verbal. En la perspectiva de Jung la "palabra inductora" funciona como centro de una red asociativa (el "complejo"). ,y la palabra rata ( Ratte) gozará del poder de movilizar la red entera, según las viejas leyes, puestas al dia, de cercanía y analogía. El pass-wort liga en cambio vocablos que tienen elementos lingüísticos comunes. Se verá entonces en el Hombre de las Ratas que Freud trata indistintamente la palabra Ratte unas veces como significante cuya forma verbal producirá efectos en el orden de las formas literales. y otras como representación de un símbolo, en el sentido junguiano, remitiendo a relaciones asociativas que se definen en un plano que no es el verbal. Naturalmente, sucederá algo curioso. Las relaciones llamadas simbólicas son las que Jung considera como las más profundas y más aptas para representar el pensamiento inconsciente, pero son también aquellas que la conciencia acepta con más facilidad. Son las otras, como veremos, las que, aunque superficiales ("no son más que palabras"). repugnarán a la conciencia. Freud mismo nos lo señala, refutando por un lado lo que con tanta facilidad había admitido por otro. En el curso del análisis de la gran obsesión de las ratas resulta fácil distinguir los pasajes freudianos en que la palabra Ratte aparece tratada como significante, al introducir por ejemplo la palabra Rate (con una sola t) o vocablos que condenen la sílaba rate, como heiraten. En el simbolismo junguiano, al que Freud se deja arrastrar, puesto que es fácil confundirlo con los descubrimientos de la Traumdeutung, la rata, de una manera completamente distinta, representa (se decía simboliza) el pene, los niños, la sífilis, etcétera, y ello sin que el vocablo mismo desempeñe ya ningún papel. En La interpretación de los sueños Freud había procurado tratar a las imágenes mismas como significantes capaces de ser su~t\tuidos tipos por otros: Pero el complejo de la rata. tal como se lo puede imaginar segun un pensamiento junguiano, no se encuentra exactamente en la misma línea. Entre las víctimas de esa copfusión figuran en buen lugar los autores de la traducción francesa, Marie Bonaparte y Loewenstein, que confundieron el sentido simbólico con los efectos literales del significante al decir, por ejemplo, en estilo junguiano, que la rata representa el casamiento (¡tal vez
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porque representa ya al pene y los niños!) y eso sin citar las palabras alemanas, es decir sin mostrar que Ratte está contenida en verheiraten (casarse) , lo que podría dejar perplejo al .l ector francés. Pero si Freud adopta en algunas páginas un punto de vista que en el fondo le es ajeno, no abandona en cambio ·su punto de vista personal. Recuérdese el pasaje en que su joven paciente, celoso del primo Dick, procura destruir el dick en él mismo, es decir su gordura, e intenta adelgazar de un modo casi suicida. Aquí la palabra dick (las· letras d. i, e, le) está empleada como pass-wort. Sabemos por el Original Record que esa conexión, ese retruécano, proviene de, Freud, por supuesto, y no del paciente; pero también que el paciente nunca quiso aceptarla. Volveré sobre este importantísimo punto. Esa indicación del Original Record no figura tal cual en la redacción publicada, pero se encuentra allí bajo otra forma. No se dice que el paciente se haya resistido a la in,terpretación de Freud, sino que ve en ella (cito) "una asociación superficial, justamente del género de las que tanto repugnan a nuestro pensamiento consciente". He leído una buena cantidad de veces el Hombre de las Ratas, algunas con bastante a~ención, sin comprender al principio todo lo que implica esa breve indicación. . . En efecto, decir que un vínculo es demasiado superficial (o demasiado exterior, según reza la traducción francesa) para llegar a la conciencia, ¿no significa que pertenece al inconsciente de manera radical y . que no hay que preguntarse si el inconsciente es superficial o profundo, interior o exterior? La expresión "psicología profunda" no es una expresión freudiana. La fr.ase un poco ambigua de Freud ("una asociación externa que repugna a .la conciencia") es precisamente la frase que uno podría pronunciar al colocarse en el mismo nivel de ignorancia que su paciente: es demasiado superficial. no puedo admitirlo. Sin embargo, es un hecho que Freud no da su brazo a torcer. Super.fida} o no, admitido o no por la conciencia, ese enlace literal suministra la verdadera explicación. Por este camino el material, como se dice, suministrado por el Hombre de las Ratas, conduce sin cesar al Chiste y su relación con el inconsciente, a la Psicopatología de la vida cotidiana, y más allá a la carta 79 a Fliess. La construcción teórica de las defensas secundarias ya no parece tan esencial. La teoría del Pass-wort nos muestra sólo un aspecto -y el menos nuevo-- del aporte que contiene el Hombre de las Ratas. Pues lo que. s17 quiere es saber cuál es el estatuto y la posición
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tópica de lo que allí se descubre, o sea, los discursos que no son conscientes. Por razones teóricas más bien que como resultado de la observación, Freud, en la Trªumdeutung. había postulado que las palabras soñadas provienen del recuerdo verbal. es decir, que fueron pronunciadas realmente o bien oídas mientras se está despierto. Claro que esto se .debe a la idea del lenguaje que se tenía. en el siglo XIX. Pero el l:Jombre de las Ratas (¡y esta vez como resultado de la observación!) obliga a Freud a reconocer, aunque limite la excepción a los sueños de los obsesivos, que las palabras soñadas pueden ser la expresión directa de obsesiones desconocidas por el sujeto y suministrar la redacción exacta, que se sustraía a su conciencia. Es forzoso admitir entonces la existencia de tin discurso inconsciente --que irrumpe precisamente en f.orma verbal- y no en forma de imágenes, im.á genes de cosas o imágenes de palabras. El estatuto del inconsciente se det~iminará más tarde y aquí lo tópico no es diferenciado dP- lo funcional. Debemos insistir sobre el hecho esencial de que Freud conserva, sin introducir casi ninguna modificación, la teoría obtenida al final de la Traumdeutung: utiliza la misma noción de regresión tópica: la energía psíquica sigue apartándose del camino natural que conduce a la motriéidad para, andando a reculones en lo que concierne al lengua je, hacer allí en vano el trabajo que normalmente debería servir para modificar el mundo exterior. Pero este preconcepto no le estorba de modo alguno para reconocer y acoger todos los hechos que en el análisis lo contradicen, para comprenderlos y utilizarlos. De esta manera es en el Hombre de las Ratas donde los problemas fundamentales se plantean quizá más abiertamente. Encontramos un ejemplo excelente para comprender la actitud de Freucl en sus esfuerzos por construir una teoría sobre la duda en el obsesivo. Como se sabe, intenta prim·ero utilizar simplemente el desplazamiento: la dama que no quería dudar de la palabra de su marido nega a plantearse dudas, dudar de manera absurda, sobre el peine que acaba de comprar, pregun .. tándose si no lo poseía desde siempre. A Freud no se le escapa que ese desplazamiento metafórico tier1e un carácter de retórica pasional bajo esta forma: si lo que tú dices es cierto, entonces qué es lo que no es cierto; por ejemplo, que est~ peine, etcétera Pero esta explicación por el desplazamiento supone que haya en rigor algo como una düda original. Se pueden citar la meJ moria, la duración de la vida, la paternidád, la vida futura, d bs que s~empre es posible dudar. Lo que se encontraría en e \
origen de la duda . obsesiva son las dudas normales. Pero entonces habría que explicar cuál es la razón de que los obsesivos sean los únicos que realizan esos desplazamientos. Si se recurre al hecho de que en los obsesivos el amor se mezcla con el odio. en los procesos primarios, se podrá suponer que el objeto de la duda original es el amor y que es esta duda la que queda desplazada ... En el moml':.co menos esperado Freud nos ,da por fin de una manera fulgurante, por así decir, una explicación que nos satisface plenamente, aunque él mismo logre relacionarla con la oposición de las tendencias de amor y de odio. H e aquí sus palabras: "Cuando él quiso rogar y decir «Que Dios la bendiga>, surgió repentinamente de su inconsciente un nicht hostil [hostil se encuentra ahí como presencia teórica de los procesos primarios] y se da cuenta de que ése era el principio de una maldición". "Si ese nicht hubiese permanecido mudo, dice Freud, el sujeto no habría podido salir de un estado de incertidumbre que habría prolongado indefinidamente su plegaria. " Este ejemplo sirve a Freud para probar que las tendencias hostiles están en conflicto con las tendencias libidinales, y no le sorprende la manera en que ese conflicto se expresa en las palabras. Freud ha olvidado, por decirlo así, que él mismo había escrito que el inconsciente irrumpe en forma verbal. ¿Cómo admitir, en 1909, que el inconsciente pueda dejar escapar un nicht, una forma verbal que ninguna imagen puede representar, y además, que es el símbolo mismo de la negación que se supon~ que el inconsciente ignora? Quedamos remitidos sin embargo a algo semejante a la teoría del lapsus. El nicht en efecto aparece allí como en el famoso sueño aparece "felicitaciones", como lapsus calami, en lugar de pésame. Pero entonces queda impli~ cada la teoría de un doble discurso y la manera como el discurso inconsciente pone su sello en el discurso manifiesto. Se plantea entonces un problema que si bie~ Freud no re~ solverá, nos señala en cambio con suficiente claridad: el problema de las relaciones del obsesivo con su propia palabra, o bien, si se prefiere, el de su posición como sujeto que habla. En la frase en cuestión, por ejemplo, ¿quién pronuncia el nicht? Yo no contestaría el obsesivo, la .palabra me viene -es su expresión- · como del espíritu ma1igno. El problema se planteará laramente en el texto de Freud con respecto a la expresión de deseos [Wunsdr] inconscientes de muerte. Hay en ello algo nutable: está claro que la expresión de deseos en esa época pertenece al orden de la tendencia. en todo caso al del proceso rrimario; dicho de otra manera, se trata de algo que, si no fuer<' !)!)
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atajado, llegaría naturalmente al lugar que Freud asigna a la motricidad. Pero con la misma naturalidad ocurre que Freud sólo puede analizarlos en forma de palabras. El problema se plantea en una verdadera discusión entre Freud y su paciente. :Sste rechaza con energía y terror la idea de la muerte de su padre. Freud sostiene que no la rechazaría si no implicara una expresión del deseo del paciente, y el pa.. ciente responde afirmando que la idea de muerte no implica ninguna expresión de deseo pero que la rechaza a causa de su contenido formal. De manera sorprendente y que no s;empre se ha cómprendido, Freud invoca de inmediato la ley austríaca que castiga los crímenes de lesa majestad. Según -esta ley, es evidente que debe ser castigado quien dice que el emperador es un asno, pero también debe serlo aquel que, procu_rando no comprometerse, dice que otro ha dicho que el emperador es un asno. Recurrir al estilo indirecto es denunciado como un intento de eludir al sujeto. La manera como Freud vuelve a introducir el sujeto me parece notable. El paciente ha dicho: es natural que el contenido formal de la idea de muerte la haga rechazar, y no es necesario suponer ningún deseo. Fréud responde que el contenido formal no basta, puesto que se puede construir una frase en que esté presente, sin que se sienta necesidad de rechazarla. Por ejemplo: "Si mi e_adre muer~me mato sobre su tumba". Aparentemen~. parece que Freud sólo quiere convencer a su paciente de que el deseo está implicado, pero el papel que ahora hace representar a la muerte . a la muerte del sujeto mismo, como el mejor medio de hacerle recuperar su lugar de sujeto, es digno de reflexión. No podemos ir más lejos con Freud, puesto que él mismo abandona este camino. En efecto, el paciente ha sufrido una sacudida, pero no está convencido y ·Freud intenta seguir otro camino; Al leer el Hombre de la.s Ratas se tiene la impresión -impresión que doy por lo que vale, ya que no es fácil de verificar, pero que se confirma de algún modo con la lectura del Original Record- de que Freud, que insiste de un modo sorprendente en tanto están en juego lo que él considera como defensas secundarias, es mucho más reservado, si puedo expresarme así, no bien aborda el material primario. Lo señalo por si acaso, como una contribución posible al estudio (difícil) de su técnica. Y o diría que Freud sabía que si abordaba lo primario fuera de la transferencia fortalecía las defensas secundarias. Pero con respecto a lo que él llamaba las defensas secundarias, era in100
tervencionista. De esta manera no se convertía en la pareja obsesiva de su paciente obsesivo, y sabía, todo el texto lo demuestra, oír sin esperar y _oía principalmente todo lo que no esperaba. Me gustaría insistir un poco más sobre cierta afinidad del estilo del obsesivo con el estilo indirecto. Afinidad enmascarada por el hecho de que la filosofía ha adoptado el mismo estilo, y tras ella, cierta psicología. El joven obsesivo se separaba de su deseo de ver muchachas desnudas, alienaba ya de algún modo su deseo diciendo: "cuando yo tengo este pensamiento", o bien "si yo tengo este pensamiento", como si pudiera no tenerlo, precisamente cuando se pregunta si lo tiene. Se sabe que Freud. en diversas ocasiones y de diversas maneras, se detenía en esta clase de dificultades que se encuentran no sólo en los obsesivos, pero que los obsesivos utilizan de un modo particularmente sistemático. No es posible que desde un punto de vista técnico el analista no lo tenga muy especialmente en cuenta en su modo de intervención. Todo esto es efecto,· evidentemente, de la existencia de un discurso inconsciente que el sujeto no reconoce Como propio. Problema importante que Freud no deja en ningún momento de lado a lo largo del Hombre de las Ratas. Desde el comienzo, cuando explica la frase de la neu_rosis infantil: "mis padres conocían mis últimos pensamientos por haberlos revelado en voz alta", hasta las últimas páginas, -en las cuales irrumpe el nicht. He demostrado que Freud considera el problema con la mayor atención y el mayor dominio, pero con torpeza en' la medida en que procura permanecer fiel a una antigua concepción del lenguaje (concepción que consiste en considerar al lenguaje como una colección de imágenes de naturaleza particular, las imágenes verbales, que sustituyen a las otras i_m ágenes). En este punto no se ha sustraido a las ideas de la época y parece haber avanzado menos que Mallarmé, su contemporaneo. Pero, en rigor, avanzó más que nadie, puesto que el trabajo real que realiza sobre el discurso del obsesivo hace estallar de modó visible ese marco teórico. Y no se equivoca cuando afirma que hace avanzar la fenomenología de la neurosis obsesiva, a la que tan poco se había tenido en cuenta antes, ni cuando agrega que no ha logrado formular su teoría. Las medidas tomadas para salvar lo esencial de la teoría (esas medidas son la invención de las defensas secundarias, la distinción de los dos inconscientes, y la idea, pronto abandonada, de salir bien de la situación sometiendo únicamente el afecto 101
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a la represión primaria, lo que se conoce con el nombre de represión del afecto) • terminan por aparecer como remiendos, de menor interés en todo caso que todo lo que el Hombre de las Ratas nos revela sobre un inconsciente que es discurso. Ese inconsciente aloja, en efecto. formaciones que habitualmente no se le reconocían. Contiene juramentos (la expresión "juramentos inconscientes" figura en el Original Record). también oráculos, mitos. y de manera general todo lo que he designado como tl aparato del filstin9. Ahora bien, este apara-to sólo puede existir eñ forma verbal. En esta forma verbal, precisamente, repugna a la conciencia, y la conciencia expresa su resistencia --éste es el nudo de la cuestión- encontrando ella. la conciencia, que lo verbal es demasiado superficial. Desde ese momento las relaciones de la conciencia con el inconsciente se verán profundamente modificadas; el inconsciente verbal se revelará como el más refractario e incluso el más radical. y la conciencia perderá todo lo que aún conservaba en materia de poderes de jurisdicción. Con otras palabras. cuando el paciente de Freud encuentre que la explicación verbal es demasiado superficial y que su conciencia no puede admitirla. Freud respon derá sin tener en cuenta las protestas de la conciencia y man teniendo su interpretación. como si ésta se dirigiera directamente al inconsciente . .. Y en ese mom.e nto, como hemos visto, ya no hay necesidad ni de pruebas ni de confirmaciones. La historia dramatizada. el mito .de la deuda impaga del padre. las circunstancias impresionantes que aco:npañan ese trozo de folklore familiar (el padre había perdido en el juego tlinero que pertenecía a su compañía y un camarada 1e presta el dinero , salvándolo así del suicidio) , la imposibilidad de pagar la deuda y la idea .de que el padre había corrido en vano por todas partes para encontrar al que le había prestado dinero, he ahí la historia. o el mito. que se comportará exactamente a semejanza de lo reprimido . influyendo y perturbando, de maner;:t incomprensible para el sujeto, una operación sin embargo bastante simple: pagar un pequeño paquete despachado contra reembolso. 3 Es necesario que la deuda sea pagada, pero también que sea la deuda imposible de pagar. El folklore familiar retorna en la conducta enloquecida del Hombre de las R
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s Se sabe que nuestro paciente se había hecho enviar un par de lentes contra reembolso. La obligación y la "imposibilidad" de pagar esa pequefia deuda lo llevan a complicaciones y ansiedades tales que a raiz de ellas tuvo que recurrir a Freud.
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lo reprimido retorna en una pesadilla. Pero nos sorprende la falta de algo asignable a la represión. El sujeto nunca había olvidado esa historia paterna, y se la cuenta a Freud, sin relacionarla con el episodio de los lentes. Se conoce la explicación última de Freud: el "capitán cruel", sustituyendo de alguna manera al padre (no vale la pena que entre en detalles), ~ ha reactivado el deseo inconsciente. Aunque estamos aquí ante no sólo ciertos pensamientos, sino ante comportamientos, repitamos la frase de la Traumdeutung: la actividad secundaria puede quedar sometida al proceso primario cuando interfiere un deseo que permanece inconsciente. Se advierte inmediatamente el carácter demasiado general de la explicación teórica. Lo mismo. exactamente, ocurre en relación con el primo Dick; sólo hay diferencias en cuanto al grado de complejidad. También en este caso el deseo inconsciente ha sido alcanzado y enseguida la conducta en la montaña es tan alocada como en el correo. El sobre~ nombre Dick y la bien conocida historia de la deuda han producido sin embargo su extraordinario efecto en el inconsciente, en un inconsciente radical y refractario. En mi opinión, Freud sabe muy bien que no basta .c on tener lo reprimido por un lado y las defensas secundarias por el otro, y que todavía no ha construido una teoría sobre la neurosis obsesiva. Pero en el . Hombre de las Ratas el problema queda planteado. En el texto mismo. si me atrevo a expresarme de este modo, la deuda teó~ rica no ha sido pagada y _ea--en él donde nosotros debemos reconsiderarla. No es necesario que pase revista a los otros mitos,. por e jemplo el que se relaciona con el casamiento del padre y que explica que la causa ocasional de la enfermedad es un proyecto de casamiento propuesto por la madre. Por supuesto. el paciente tampoco aceptó nunca esta explicación. Uno de los mitos más simples: el padre decía "te llenas la cabeza de cosas." El paciente imaginaba entonces que tenía un coágulo en la cabeza y que debía hacer un agujero para dejarlo .salir. No hay duda que hay muchos otros. Pueden encontrarse situaciones de este genero, tan claras o tan oscuras, en las obras literl)rias. No citaré más que uqa, la novela de Camus titulada El extranjero. Todo se explica por el breve pasaje en que el Extranjero cuenta que su padre, por civismo, había querido asistir a la ejecución de una pena capital. f Esencialmente por el hecho de que ha dado una orden, y como se ve después, una orden inejecutable.
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Notas suplementarias sobre un caso de neurosis obsesiva
y había vuelto trastornado y físicamente enfermo. Sabemos por otro escrito de Camus sobre la pena de muerte, que el problema gira en torno de su propio padre. Puede establecerse un paralelo entre la manera como Camus escribe una obra y todas las intrigas y las peripecias del reintegro de ios lentes, o todos los esfuerzos heroicos de un alpinista que se imagina que quiere adelgazar. Claro que no habría que extremar el paralelo, pero tampoco debemos tomar demasiado en cuenta el hecho, cierto, de que Camus hubiera rechaza do con desdén, por superficial. una explicación de ese género. Tales comparaciones no son puramente pintorescas: los roles, los personajes, las novelas, los dramas, los destinos y sus desenlaC'es imaginarios, están corta .. dos en la misma tela ·que el inconsciente del Hombre de las Ratas. Un inconsciente que ya no se aloja en las profundidades. ' como dice Jung. Es el inconsciente de la psicopatología de la vida cotidiana, que conoce la tabla de multiplicar mejor que lo consciente y que , veloz como un rayo, realiza cálculos dignos de Inaudi. Nosotros sabemos ahora que este inconsciente, el más exterior, es al mismo tiempo el más radical.
Elizabeth R. Zetzel
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Es un gran honor y una responsabilidad mayor aún abrir esta primera Sesión Científica del Vigésimocuarto Congreso Psicoanalítico Internacional. El paciente del cual voy a ocuparme no sólo es bien conocido, sino que fue el sujeto de la primera presentación realizada en la primera reunión internacional de psicoanalistas, en abril de 1908. Por esta sola razón parece apropiado que un Cqngreso que se propone dedicar una parte significativa de su programa a una revisión contemporánea de la neurosis obsesiva y de su tratamiento psicoanalítico, comience por volver a examinar al primero y probablemente al más famoso de los pacientes obsesivos que Sigmund Freud estudió en detalle. Tenía la intención, cuando acepté esta tarea, de basar mi traba jo principalmente en el informe de 1909, publicado en los Collected Papers de Freud. Sin embargo, por suerte me decidí a volver a leer el historial clínico en la Standard Edition 1 y esto me significó la emocionante recompensa de las notas diarias de Freud, que abarcan los primeros cuatro meses de este análisis. Como sugiere Strachey, esas notas informales nos permiten identificamos con el constante escrutinio al cual somete Freud el material presentado por su paciente; con su percepción de las 1 Original Record, S. E., X; Notas Originales (vers. cast. : "Notas originales de S. Freud sobre el cas~ del Hombre de las Ratas", en este vol., pp. 27-79).
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áreas en las cuales el conElicto del paciente puede haber chocado con el suyo propio; y con las reflexiones concomitantes respecto de la posible significación de ese ~nálisis para una comprensión más general de las neurosis obsesivas. Por último, unas francas alusiones a su propia participación sirven como saludable advertencia de la .medida en la que los artículos en los cuales Freud recomendaba frfaldad, neutralidad. y una imparcialidad semejante a la de un espejo se basaban en una diferenciación implícita entre la posición del analista frente a la neurosis de transferencia y la participación espontánea y efusiva del hombre en la relación bipersonal médico-paciente que constituye un rasgo indispensable de la situación analítica. Por derecho propio, la publicación de 1909 es uno de los clásicos de la literatura psicoanalítica. Aportó material empírico concreto capaz de demostrar la continuidad del influjo que la vida instintiva de los primeros años ejerce sobre la determinación del contenido y la naturaleza de la sintomatología en el adulto. En relación con los . procesos de pensamiento de ese paciente, definió y elaboró la mayoría de los mecanismos que caracterizan a la neurosis obsesiva : formación reactiva, indecisión, aislamiento, anulación retrospectiva. intelectualización y pensamiento mágico. Aunque señala explícitamente el contenido edípico del conflicto básico del paciente, también se ve claramente que reconoce las implicaciones sádico-anales. También se demuestra en forma convincente Ja reaparición regresiva de conflictos inconscientes no resueltos, tanto en la formación de síntoma como en el análisis de l~ transferencia. Y por · últi_ \ mo, lo que de ningún modo significa lo menos importante: las repetidas referencias de Freud a las cualidades positivas del paciente destacan uno de los principales criterios de analizabilidad, es decir, la necesidad de contar con la parte sana e intacta de la personalidad del paciente para que colabore en el mane- _ jo de la situación analítica. En la Introducción al Análisis de un caso de neuroc:is obsesiva; Freud se refirió a la neurosis obsesiva de su paciente considerándola de moderada gravedad. Esta evaluación foe realizada después de haber completado con éxito el análisis del paciente. Sin ·embargo sus síntomas, tal como se los describe en las primeras fases del tratamiento, habían sido en ocasiones muy incapacitantes: hay que ad.mitir entonces la posibilidad de que la evahiación de Freud estuviera determinada por el sentimiento implícito de la existencia de una distinción, que sólo habría de formular conceptualmente dos años más tarde en Los lOG
sus fantasías y sus asociaciones tener la capacidad de regresión instintiva que es un concomitante .necesario de una neurosis de transferencia analizable. Por más que en la publicación original, Freud lograra explicar tanto la forma como el contenido de los slntomas obsesivos, algunas d.e sus especulaciones teóricas no dejaban de ser difíciles y oscuras. Esto se nota especialmente en sus esfuerzos por explicar el carácter de alternativa inexorable que se observaba en los sucesivos sentimientos de amor y odio experimentados por el Hombre de las Ratas hacia su padre y su amada: "Estos conflictos sentimentales de nuestro paciente no son independientes entre sí, sino que se hallan soldados por parejas. El odio contra su amada hubo de sumarse a su adhesión al padre, e inversamente. Pero las dos corrientes contrap'uestas subsistentes después de esta simplificación, o sea la pugna entre el padre y la amada y la antítesis de amor y odio existente en la relación del sujeto con cada una de tales personas, no tienen nada que ver una con otra, ni por su contenido ni por su génesis" [O. C., p. 657]. La ~eferencia de Freud a una alternativa inevitable y su nítida diferenciación entre la dicotomía masculino/femenino y el conflicto entre amor y odio dentro de las relaciones objetables individuales merecen un comentai:io. Se podría pensar que su forma de encarar estos problemas es comparable con sus propias referencias a los rasgos oscuros y enigmáti~s de aquellos elementos oníricos que inciden más de cerca sobre los problemas de importancia decisiva. El propio Freud presentó, para explicar tan "singular constelación", una hipótesis que muy bien pudo haber sido escrita por algún discípulo de Klein o de Fairbairn: " .. . una disociación muy temprana, acaecida en el período prehistórico infantil, de los dos elementos antitéticos . .. ". En toda esta discusión se encuentra implícita la distinción . que no podría haberse precisado en 1909, entre un fraca:'>o sustancial para integrar percepciones y emociones experimentadas en un principio como recíprocamente excluyentes (por ejemplo dolor y placer, amor y odio, actividad y pasividad, omnipotencia y desamparo) y el deterioro regresivo, sufrido por las fusiones e integraciones establecidas anteriormente, durante la formación de síntomas neuróticos. En la actualidad hemos aprendido a reconocer el conflicto entre amor y odio que Freud describía como una "singular constelación" y a comprender la necesidad de
manejarlo, y consideramos que es una de las tareas evolutivas fundamentales para alcanzar una sana diferenciación_ entre el sí mismo y el objeto y una temprana identificación yoica. Los logros evolutivos que determinan por lo menos uno de los criterios de analizabilidad pertenecen ,precisamente a este dominio específico. El individuo que, como el Hombre de las Ratas, es capaz de mantener una relación objeta) real pese a la aparición dE' sentimientos conflictuales negativos ha podido, con .cualquier sacrificio que sea, reconocer y soportar sentimientos de amor y odio dirigidos hacia el mismo objeto. Además su amor, aunque quizá por un margen muy estrecho, ha logrado sustancialmente un triUnfo que se podría describir en verdad como una victoria pírrica. En su caso, ello se manifestaba por medio de inhibiciones paralizantes, dudas interminables y una masa confusa de compulsiones que caracterizaban su neurosis obsesiva, grave sin duda pero analizable. Pese al carácter de alternativa inexorable que presentaba la oscilación entre el amor y el odio en la formación de los síntomas neuróticos y en su neurosis de transferencia, el Hombre de las Ratas demostró ser capaz de tolerar una considerable ambivalencia en la situación analítica. No es sorprendente que las brillantes especulaciones de Freud se reficieran a la fase c_{el desarrollo psíquico durante la cual tiene comienzo esta capacidad, es decir a lo que entonces se llamaba el período prehistórico infantil. En 1909 Freud no había estudiado aún ni la importancia de las primeras relaciones objetales ni la posibilidad de que tuvieran ·algo que ver con la situación analítica. La teoría que por entonces sostenía Freud respecto de las relaciones objetales se encuentra indicada en una larga nota al pie donde destacaba la abrumadora importancia del autoerotismo y de la gratificación instintiva de la primera infancia. Siri embargo, es bien sabido que tanto los estadios del desarrollo del yo como las relaciones objetales significativas que se producen entre la actividad autoerótica - que precede a la diferenciación self-objeto-- y la facultad de tener un amor adulto dirigido. hacia un objeto heterosexual, sigue siendo uno de los temas más difíciles y controvertidos de la teoría psicoanalítica. Freud reconstruye el primer desarrollo del Hombre de las Ratas basándose inevitablemente en su propio enfoque de los impulsos instintivos y de la gratificación autoerótica . Consideró al padre como un objeto real muy importante, que interfería con los impulsos instintivos de su hijo. Prestó relativamente poca Mención a las primeras manifestaciones de amor objeta], ya
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defensas intelectuales. su tendencia al aislamiento y su uso de
la negación, el Hombre de las Ratas demostraba en sus sueños,
fuera genital o pregenital. Por ejemplo, sólo en seis enunciados breves y muy poco reveladores menciona a la madre del paciente. Aunque, además, Freud reconoció la posible importancia de la muerte de la hermana mayor del paciente, se vio obligado a declarar, en su reconstrucción de los hechos, que la mayor importancia de esa muerte residía en la posterior convicción del paciente de que "uno muere si se masturba" [N. O., p. 163]. . . En S0'1'rendente contraste con la publicación de 1909, en las not
¿Podríamos tener mejor descripción del proceso que posteriormente habría de ser definido como introyección? ¿Existe en nuestra literatura una descripción más precisa del mecanismo que Anna Freud describiría como "identificación con el a gresor"? Las observaciones. longitudinales de niños pequeños han demostrado en los últimos años la importancia de esta identificación defensiva como importante factor de formación del áspero superyó del futuro obsesivo. Hay que notar, sin embargo, que esa relación tan ambivalente con la madre no se expresó en las primeras fases del análisis del Hombre de las Ratas. Sólo apareció cuando el paciente hubo dominado su ambivalencia y establecido una alianza terapéutica positiva con su analista, Freud. El hecho de que pudiera hacerlo plantea la cuestión de saber hasta qué punto la ambivalencia no resuelta y la identificación significativa con el agresor habían caracterizado la relación inicial del paciente con su madre. Es posible sugerir hipótesis alternativas que podrían ayudarnos a comprender sus cualidades positivas: primera, que una relación infantil madre-hijo esencialmente positiva se había visto amenazada o deteriorada por el nacimiento de un hermano menor cuando el paciente tenía 18 meses. Segunda, que en el curso del segundo y tercer año de vida el paciente se había vuelto hacia una hermana que era lo bastante mayor como parn haber desempeñado con placer un rol materno. Tercera, que su relación preedípica con un padre que· parece esencialmente tierno y afectuoso había sido predominantemente positiva. De tal modo antes del comienzo de la fatal enfermedad de la hermana puede haberse producido un triángulo edípico esencialmente normal. aunque parcialmente desplazado. Tanto la grave neurosis infantil como la predisposición adulta a la enfermedad obsesiva pueden atribuirse, en el caso de este paciente, a ciertas reacciones regresivas ante el trauma, más bien que a la continuación en la vida adulta de un fracaso evolutivo inicial. Las notas originales dan muchos atisbos de la importancia de tal relación para ambos niños. El apego que Catalina sentía por el paciente se e xpresa en su afirmación: "Por tu alma, si tú mueres yo me mataré" [N. O ., p. 163]. El paciente relata algunos recuerdos de la incipiente enfermedad de Catalina. Recuerda que alguien la ll~vó a la cama; recuerda que durante mucho tiempo ella se había quejado de que se sentía cansada. "Una vez, cuando la estaba examinando, el doctor P. se puso p álido." Recuerda también haber preguntado dónde estaba Ca~ talina y que su padre, sentado en una silla, lloraba. Su famoso 1! ]
-aunque el sujeto no lo recordara- estallido de cólera tuvo lugar casi seguramente en el curso de la fatal enfermedad de Catalina. En su conmoción afectiva, el muchachito atacó a su padre llamándolo "toalla", "lámpara" y "plato". Esa elección de objetos inanimados ¿estaba determinada, como lo sugiere Freud. por la falta de un vocabulario más aniplio en el paciente? ¿Era una inditación de un directo deseo de ·muerte hacia· un rival edípico? También hay que tener en cuenta la· separación y la amenaza de pérdida de un objeto importante en los primeros años. El estallido puede haber representado por una parte la desesperada ansiedad del paciente por su hermana. Entonces los términos insultantes podrían tener un significado adi~ cional. el de un reproche dirigido a un padre amado, pero desvalorizado por su apartamiento, su infelicidad y su incapacidad · de ayudar o consolar al niño angustiado. No sólo la hermana. también el padre dejaba sin respuesta la necesidad de amor y de apoyo que experimentaba el niño. En otro trabajo señalé la relación existente entre las reacciones violentas del mismo tipo qúe surgen en caso de separación y el hecho de reconocer y tolerar la depresión como un estado del yo. Los fracasos relativos del desarrollo en este terreno específico representan una importante causa determinante de las defensas yoicas que predominan en el neurótico obsesivo. Cabe observar que Bornstein relacionó la neurosis infantil de Frankie un futuro obsesivo, con sus intentos por evitar la depresión durante un período en que estuvo separado de la madre. Ni el Hombre de las Ratas ni Frankie parecen haber reconocido ni demostrado una depresión manifiesta. El contexto dentro del cual se produjo el estallido de cólera del Hombre de .las Ratas sugiere. sin embargo. que la enfermedad y' la muerte de Catalina pueden muy bien haber movilizado defensas regresivas contra la reaparición de la angustia depresiva y los sentimientos de desamparo con ella vinculados. Esto puede haber acarreado el subsiguiente afianzamiento de las defensas que caracterizan a la temprana fase anal sádica (por ejemplo, el pensamiento mágico. la formación reactiva, el aislamiento y la intelectualización). También puede haber hecho retroceder prácticamente al niño de las relaciones triangulares que son inherentes a la situación edípica genital a las relaciones de persona a persona, más primitivas. que pertene\:en a un período anterior. La alternativa inexorable que caracterizaba su neurosis puede haber representado así la renovación en la vida adulta de la anterior reacción · regresiva del paciente.ante el trauma. El recuerdo que el pa112
ciente relata -haber temido en su infancia que los padres pudieran leerle el pensamiento- su~iere, además, que la diferenciación entre el sí mismo y el objeto se hallaba .amenazada de deterioro, y que el niño usaba la proyección como mecanismo de defensa. Las primeras fases del desarrollo de los individuos que se convierten luego en adultos sanos o analizables se caracteriza por la constitución, en la fase pregeni~1. de auténticas relaciones bipersonales ·con ambos progenitores. En tales circunstan.. cias, el conflicto edípico puede surgir y desarrollarse sin poner en peligro el mantenimiento de las relaciones objetales. Una falla evolutiva sustancial en la capacidad para mantener relaciones objetales, aunque quizá no excluya las fantasías edípicas incestuqsas, conserva por lo común un carácter de "todo o nada" que disminuye la capacidad del individuo para establecer una alian.. za terapéutica positiva. Una falla evolutiva tal ha de ser dife.. rendada hasta donde ello sea posible de las reacciones regresi.. vas ante experiencias traumáticas que en ocasiones pueden presentar una sintomatología engañosamente similar. La pérdida de un objeto incestuoso en un momento en que el vínculo es intenso puede tener efectos tardíos que se prolon.. gan a largo plazo. En la medida en que el niño experimenta la pérdida como un castigo por sus deseos sexuales, todas sus inhibiciones, su sentimiento de culpabilidad y su ambivalencia, como lo indica Freud, aumentan considerablemente. Además, una pérdida sufrida en la primera infancia puede provocar un grave deterioro de la capacidad de reconocer y elaborar duelos posteriores. La negación, mecanismo de defensa que desaparece gradualmente en el curso de una maduración sana, puede afianzarse sustancialmente. En el Hombre de las Ratas, que recu.r ría a ella habitualmente en la edad adulta, se pone de manifiesto en su sorprendente incapacidad para aceptar, llorar o reconocer auténticamente el carácter irremediable de la muerte de su padre. Por ejemplo, cuando relató por primera vez la historia del castigo de las ratas, no mencionó el hecho de que ya hacía casi diez años que su padre había muerto. Otros episodios subraya.. han su persistente sentimiento de que el padre muerto podría entrar en la habitación. Frecuentemente pensaba en él como si todavía estuviera vivo. Por más que muchas de sus fantasías se... xuales eran manifiestamente hostiles, se percibe claramente un trasfondo constante de sentimientos positivos. El paciente habría recibido con alegría el retorno de su padre. Su relación objetal positiva con el padre parece baber sido por lo menos tan impor-
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té'nte como la hostil rivalidad edípica que se destacaba en J¡¡ publicación de 1909. Hay una nota del 21 de diciembre que indica que Freud reconoció la importancia de la negación en el Hombre de las Ratas : " Le señalé que su intento de negar la realidad de la muerte de su pa dre constituía la base de su neurosis." Es evidente que Freud se refiere aquí a la neurosis del adulto. Yo creo que una neg ación paralela, pero muy anterior. referente a la muerte de su he rmana Catalina, tuvo por lo menos la misma importa ncia para la predisposición del paciente. En mi opinión esto determinó también su afecto, siendo ya adulto, por una joven -Gisela- en quien encontró un sustituto adecuado de la hermana muerta. Con datos tomados de las notas publicadas ·y de las anotaciones diarias de Freud podemos reconstruir un retrato de Gi sela: 1 ) era prima hermana del paciente: 2) posiblemente bastante mayor que él (s u edad no se menciona); 3) casi seguramente era est éril. lo qu e la asemejaba a una niñita impúber; y 4) estaba sujeta a crisis ag ud as de mala salud que la obligaban a interrumpir toda actividad. Además. el hecho de que su padrastro "abusó" quizá de su fuerte ambivalencia y que su vida psicosexual estuviern por lo menos tan perturbada como la del paciente, sugiere que la personalidad de la mucha cha se prestaba a una relación caracterizada por muchos rasgos infantiles. En las notas orig inales hay a bundantes materiales que respalda n la hipótesis de qu e el persistente afecto del Hombre de las Ratas por su enfermiza prima r epresentaba un esfuerzo más que voluntario y necesariamente ambivalente por revivir a su hermana tal como él la recordaba en sus últimos tiempos. es decir como una niñita cad a vez más débil a quien terminaron por llevar a la habitación en la que ha bría de morir. La recuperación de ese objeto perdido implicaba un sacrificio, esto es. renunciar prácticamente a los deseos libidinales. El 27 de octubre el paciente soñó, en este contexto . que otra hermana estaba muy enferma y un amigo le decía: "Sólo puedes salvar a tu hermana si renuncias a todo placer sexlf'al". La prima no sólo era estéril. sino que padecía también períodos de enfermedad durante los cuales puede suponerse que estaba privada de todo ·interés sexual. Durante una de esas crisis, "cuando su afecto y simpatía eran más intensos y mientras ella descansaba tendida en un sofá. el paciente pensó repentinamente: «¡Ojalá descanse así para siempre! »" Si bien es cierto que no hay que excl.uir la hostilidad y los deseos de muerte que ded ui o Freud de este incidente . ~ e
debe tener en cuenta también el subyacente miedo de perder a Gisela. Hasta donde Gisela representaba a Catalina, su enfermedad puede haber sido experimentada como un índice de muerte inminente, en el inconsciente reprimido del Hombre de las Ratas. Cabe sugerir qi.te, así como la muerte de Catalina babia precipitado la regresión infantil del paciente, la muerte de su paore, antes de que él hubiera alcanzado la plena madurez. no sólo le impidió utiliz;:¡_r con fines de adaptación esta segu~da oportunida<¡l evolutiva, sino que minó también el precario equilibrio hasfa entonces mantenido. Sin embargo, ninguna de las dos pérdidas provocó una regresión irreversible, como lo demuestra la capacidad del paciente para tolerar una situación analítica difícil. Es posible que algunas de las dificultades hayan derivado de su deseo regresivo de restablecer la relación edípica de tipo pasivo que había tenido con su padre. Tales deseos entrarian inevitablemente en•conflicto con la rivalidad edípica y la búsqueda inconsciente del objeto heterosexual· perdido. Estos deseos de pasividad bien pueden haber sido un factor importante en la intolerancia que el paciente manifestaba hacia el diván y en los elementos claramente defensivos de su transferencia negativa. El mantenimi2nto de un trasfondo positivo en el conjunto de la relación padre-hijo puede bastar para explicar tanto las cualidades que Freud admiraba en el páciente como la estabilidad de su alianza . en la situación analítica. Sus períodos de mayor aflicción sint.o mática se vinculan con informaciones y/o fantasías que desvalorizaban a Freud o a su padre. No hay que despreciar el significado de esta desvalorización en cuanto deseo de muerte, con el correspondiente sentimiento de culpa provo'.. cado por la rivalidad edípica . El deseo positivo de tener un padre fuerte que constituyera un ideal del yo y por lo tanto un objeto de identificación parece haber sido pór lo menos igualmente importante. La situación analítica es una relación bipersonal que se nutre de la fuerza del dominio inicial de la ambivalencia y revela sus debilidades en una situación ese.n cialmente pasiva: . La relación inicial madre-hijo ha sido . mencionada pot · muchos analistas. Por ejemplo, Gitelson ( 1962) se refirió en forma explícita a la importancia de las respuestas diatróficas del analista durante las fases iniciales del psicoanálisis clínico. Greenacre se ha referido a la "matriz" de la transferencia. Yo misma, especialmente en el trabajo ( Zefzel, 1965) publicado en
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honor del septuagésimo cumpleaños de Hartmann, intenté trazar los paralelos y diferencias entre las respuestas empáticas de los p~dres frente al niño pequeño y las respuestas intuitivas del analista a las necesidades afectivas de su paciente. Quizá la perduración de la ambivalencia no resuelta de este paciente hacia su madre pueda haberlo hecho vulnerable a la regresión del yo en una situación analítica no comunicativa. Sin embargo, las respuestas espontáneas de Freud, tal como constan en las anotaciones de los primeros meses del análisis del Hombre de las Ratas, parecen haber diferido considerablemente de sus modelos teóricos posteriores, ya que sus conversaciones con el paciente no se limitaban a la' interpretación de la neurosis de transferencia. Reconocía la angustia de su paciente y lo acogía con confianza. Lo elogiaba y lo estimulaba. Corregía las informaciones erróneas de los hechos reales y le explicaba las razones analíticas por las cuales no podía permitirle retener información. Además, pese a los términos un tanto intelectualizados en que enunciaba algunas de sus verbalizaciones, la atmósfera en que se desarrollaron sus relaciones, parece haber sido de respeto mutuo y de profunda comprensión. Por lo tanto, si mi hipótesis respecto de los primeros sentimientos del paciente hacia su padre es correcta, su alianza terapéutica puede haber derivado de esa relación bipersonal positiva. Las notas originales revelan el placer de Freud en corregir las informaciones erróneas de su paciente sobre hechos reales y en iniciar espontáneamente otras 'interacciones, cosa que hoy se consideraría cuestionable. La experiencia le demostró probablemente que esas interacciones pueden resultar desafortunadas y de allí provino su recomendación ulterior de mantenerse neutral. Es posible que otros pacientes hubieran reaccionado en forma menos favorable al procedimiento terapéutico que Freud siguió en este análisis. Sin embargo, las respuestas del Hombre de las Ratas ilustran un punto que nunca nos parecerá excesivo desta .. car para comprender el psicoanálisis clínico. Una buena situación analítica, por más que se distorsione o modifique temporariamente, no resultará socavada si en ocasiones el analista se aparta de la técnica tredicional. Y si no se ha logrado una buena situación analítica, poco valor tendrán -"-si es que lo tienenlas interpretaciones técnicamente correctas. Daré <;los breves ejemplos ilustrativos de la técnica usada por Freud en este análisis. Alguien le había dicho al paciente que un húngaro, pariente lejano de Freud, había sido un criminal. Sólo después de penosos esfuerzos pudo el paciente trans-
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mitir esa habladuría. Freud se rió y alivió la angustia del paciente diciéndole que él no tenía parientes en Budapest. Dos días después el paciente relató algo que representaba un afianzamiento realista más significativo de la actividad de su neurosis de transferencia negativa. En una ocasión su hermana había comentado que el hermano de Freud, Alex, sería el marido adecuado para la amada del paciente. El temor que experimentaba el paciente, de que Freud pensara en él como posible marido de su hija, expresaba en realidad la fantasía de que el hermano de Freud se quedaría con la mujer que el paciente amaba. El conocido material de la transferencia hostil se encontraba así doblemente determinado. Este ejemplo ilustra, por un lado, las razones realistas de ciertas omisiones, pero al mismo tiempo la capacidad del pac;iente para · transmitir este rumor, que sin embargo lo había inquietado, demuestra que la primera corrección de Freud había sido más útil que dañosa. El segundo ejemplo es tan sorprendente como desacostumbrado. Las notas de Freud para el 28 de diciembre comienzan de la manera siguiente: "Tenía hambre y se lo alimentó." Las respuestas directas a fas demandas orales han sido mencionadas en ocasiones como elementos concomitantes del tratamiento de los pacientes psicóticos. Tales procedimientos se relacionan con la teoría contemporánea del desarrollo referida a la génesis de las psicosis. Sin embargo, como ya señalamos, y tal como concebía el desarrollo psíquico en 1909, Freud no atribuía mucha importancia a las primeras funciones maternales. Por lo tanto, es muy improbable que considerara su actitud como una maniobra terapéutica. Sin embargo, así como la corrección de una información errónea había sido seguida en una ocasión anterior por nuevas revelaciones, vale la pena notar que el paciente se sintió en libertad de rechazar verbalmente la gratificación que en realidad había aceptado parcialmente. En el curso de la misma sesión se refirió a la necesidad de someterse a una dieta para bajar de peso. Durante los días siguientes verbalizó con mayor libertad la identificación con su madre como agresor, que ya he mencionado. Se refirió, además. a que había dejado intacto el arenque que le habían ofrecido porque "le disgustaba muchísimo el arenque". Esas respuestas hacen pensar que una intervención que debemos definir como no analítica no había impedido el progreso del tratamiento de este paciente. El hecho de que pudiera revelar cada vez con más claridad su hostilidad hacia su madre, su placer al rechazar parte de la comida, verba1izando en este contexto ciertas reservas críticas hacia Freu~
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confirmaron la alianza terapéutica positiva que había logrado al terminar el año. Ni el informe publicado ni las notas originales nos permiten comprender cabalmente la significación de su sintomática recuperación. El primero demostraba tanto la existencia de una alianza terapéutica positiva como la aparición de una neurosis de transf ereilcia analizable. Las notas originales permiten reconside'rar ciertos aspectos de la neurosis infantil del pac.iente y de su predisposición adulta dentro del marco de la teoría contemporánea. En resumen, yo diría que el muchachito que llegó a ser el Hombre de las Ratas no habría llegado a presentar una neurosis grave a no ser por el impacto de una pérdida significativa. sufrida en el rr.omento de la culminación de la neurosis infantil. Su análisis, relativamente breve, parece haberlo ayudado por lo menos a reencontrar los éxitos que ya había obténido en su desarrollo pero que de tal modo se habían visto socavados en la primera infancia. Su identificación positiva con un sustituto paterno. Freud, puede haber sido el factor principal que lo impulsó a uri mejor dominio de su conflicto intrapsíquico no resuelto. Es posible que la vulnerabilidad subyacente en su relación con la madre haya seguido siendo un potencial talón de Aquiles. Sin embargo, puede haberse convertido en una personalidad bien integrada y un tanto obsesiva, en vez de presentar una neurosis obsesiva descompensada. No tenemos información final sobre su definitiva realización heterosexual, pero así y todo es evidente que Freud actuó más bien como un aliado qut como una amenaza hostil respecto de los esfuerzos del paciefl.te por reintegrar la potencia genital y el amor objeta! heterosexual. Si. en caso de haber sobrevivitio a la Primeta Guerra Mundial, la remisión sintomática le habría permitido alcanzar y mantener toda su potencialidad y hasta qué punto, quedará por siempre como un interrogante. Sin embargo, la disposición de Freud a dejarle probar sus fuerzas una vez que los síntomas graves hubieron desaparecido es importante en cuanto a las iadicaciones de interrup~ión o terminación del psicoanálisis. Ese paciente podría haber caído en la trampa de un análisis inter'mmable si las consideraciones teóricas hubieran prevalecido sobre · las exigencias de la realidad. Como la publicación de Freud, este trabajo se ha centrado principalmente sobre el temprano desarrollo del paciente y sobre las ttapas iniciales de su análisis terapéutico. Las notas orfgirtales no sólo nos han suministrado núevas informadones ~bre la patología de. este paciente, sino que han enriquecido también nues.._,
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tra comprens1on de las cualidades más positivas. a las cuales Freud hizo varias referencias. El encantador sentido del humor del pacient~ y su capacidad para la fantasía imaginativa no sólo indican la madurez de ciertas funciones yoicas, sino que también ejemplifican su capacidad para la regresión al servicio del yo. Una de sus fantasías sugiere que su pretensión respecto del poder de sus pensamientos y deseos no carecía totalmente de fundamento. Contó que en las escaleras de la casa de Freud se había encontrado con una niña de 12 años; fuera o no •.orrecta su convicción, perdbió a la niña como hija de la casa, y Anna Freud tenía doce años durante los últimos meses de 1907. Hay que admitir la posibilidad de que la interpretación que ~freció el Hombre de las Ratas de su propia fantasía fuera profética. La niña representaba a esa ciencia nueva y joven que era el psicoanálisis. Y por más que Anna Freud no quiera celebraciones forma~~s este año en que cumple los 70, me gustaría terminar con una cita casi literal del espontáneo tributo que sugirió el propio Hombre de las Ratas: "Fue la niña quien resolvió el problema con alegre superioridad; con un virtuosismo sonriente puso en descubierto muchas de las máscaras que determinan tanto la predisposición a la neurosis obsesiva como el tratam1iento de la misma."
Referencias bibliográficas Gitelson, M. (1962), "The First Phase of Psychoanalysis", Int. ]. PsychoAnal., 43 • Kanzer, M. (1952), "The Transference Neurosis of the Rat Man", Psychoanal. Quart., 21. Knight, R. P. (1953), "6orderline States", Bull. Menninger C/inic, 1i. Zetzel. E. R. (1965), "The Theory of Therapy in Relation to a Developmental Model of the Psychic Apparatus", lnt. J. Psycho-Anal., 46.
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Comentario sobre el ensayo de la doctora Zetzel Paul G. Meyerson
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El trabajo de la doctora Zetzel constituye una respetuosa presentación del Análisis de un caso de neurosis obsesiva, de Freud, evaluado desde el punto de vista de los modernos conceptos de la psicología del yo y de las relaciones objetales. En él procura delinear los roles desempeñados por diversas figuras de la infancia del Hombre de las Ratas, no sólo en la medida en que contribuyeron a su psicopatología sino también en cuanto le ayudaron a superar varias crisis decisivas de los primeros años de su vida. Zetzel piensa que la relación del paciente con su madre estaba muy pertµrbada, que probablemente ella era una mujer dominante, desamorada y compulsiva a quien el niño vivía como un agresor y con quien tendía a identificarse rígidamente cuando las frustraciones preedípicas o edipicas se hacían intensas. En una de las partes más originales de su traba jo, la autora plantea también !a hipótesis de que la relación del niño con su hermana mayor, que murió cuando él tenía cuatro años, era de tono positivo y que ella representó la elección del objeto amoroso edípico del paciente; de ahí que su muerte significara un fuerte golpe para él: el niño se vio privado de los aspectos reconfortantes de la relación. Reaccionó entonces con angustia y depresión ante la pérdida de ese importante objeto amoroso que tanto extrañaba. Zetzel sugiere también que si en ese momento de su vida el muchacho sólo hubiera contado · con la relación con su madre, se habría consolidado en él una estructura de carácter mucho más compulsiva -su identifica-
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ción con el agresor habría orientado todas las relaciones- o bien se habría vuelto psicótico. Tenía, sin embargo. la relación con su padre, que muy proirablemente asumía con él una actitud maternal. El cariñoso interés del padre reemplazó al de la hermana y lo ayudó a alcanzar una mejor adaptación e integración de sus primitivas urgencias instintivas. Sin embargo. Zetzel tiene la sensación de que, como la muerte de la hermana se produjo en un momento tan decisivo, el paciente no pudo establecer una sólida identificación masculina con el padre. Su relación con él, aunque tierna en algunos aspectos, era básicamente dependiente y masoquista. El paciente era incapaz de llorar la muerte de los antiguos objetos, incluso la de su padre, y tampoco podía encontrar nuevas vías satisfactorias para el amor y el trabajo. La presencia de su padre le ayudó a resistir el stress producido por su interacción con los primeros objetos y a soportar la traumática pérdida de su hermana, pero no promovió una verdadera autonomía en el niño. El valor de la primera hipótesis de Zetzel· es indiscutible si se tiene en cuenta el efecto que tuvieron la desilusión y la cólera no resueltas del paciente hacia su madre sobre la descripción del comportamiento de ella al comienzo de su análisis. Es bien sabido que los pacientes que en las primeras etapas del tratamiento describen al padre o a la madre como frío o rechazante, más o menos hacia el tercer año de análisis, empiezan a recordar una imagen muy diferente de ese mismo progenitor y a evocar reacciones diferentes del mismo paciente hacia él. Por más que las raíces preedípicas de una neurosis grave no dejen de estar presentes en el Hombre de las ,Ratas, el paciente, como lo señala Zetzel de manera convincente, era neurótico y no psicótico. También era una de esas personalidades reprimidas, rígidas y compulsivas. que tan bien conocen los analistas, que tienen grandes dificultade.s para establecer una neurosis de transferencia y una alianza terapéutica positiva . Era vivaz e imaginativo, podía expresar de manera bastante apropiada el afecto y en ocasiones era capaz de pensar con claridad. El hecho de que pudiera establecer una relación afectuosa con su hermana y posteriormente seguir manteniendo un tierno contacto .con el padre hace pensar que durante sus primeros años , pese al rechazo de la madre. las sobreexcitaciones y los traumas. logró un considerable nivel de integración. La forma de ensoñación adoptada. cuando su nivel de integración era bueno, como por ejemplo la fantasía del Conde de Monte Cristo en la cual expresó su deseo de venganza, indica cierta capacidad para tolerar la
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a mbivalencia o para superar su depresión o para desplegar mecanismos yoicos bien integrados. según cuál sea la orienté;lción teórica que se adopte. Sus ensoñaciones señalan la presencia de alguna figura bastante constante y por lo menos ocasionalmente cariñosa durante sus primeros años. Parece muy poco probable que Ja herm;ma, que era también muy pequeña, pueda haber desempeñado ese rol durante los primeros años de vida del paciente. Es indudable que la madre del Hombre de las Ratas era en ocasiones una mujer rígida y dominante; muchas veces él estuvo indiscutiblemente furioso con ella y con frecuencia la vio enfurecerse con él. La evolución subsiguiente del paciente demuestra que en su esfuerzo p~r solucionar esa penosa situación. desarrolló la tendencia a identificarse con sus cualidades destructivas y agresivas. Sin embargo. éste no es más que un aspecto, por más patógeno que sea, de la relación del paciente con su madre. Los evidentes recursos psíquicos del Hombre de las Ratas indican que la madre podía ser a veces muy maternal. Es probable que el principal problema de ella residiera en no saber cómo manejar al niño cuando estaba enojado o angustiado. En tales ocasiones era incapaz de ayudarlo a disipar los efectos frustrantes derivados de sus frustraciones o a canalizar de manera adecuada su cólera y sus anhelos reprimidos, lo que determinó que el paciente se apartara precozmente de la madre para volverse hacia figuras capaces de brindarle más apoyo. Zetzel sugiere algo que a primera vista parece sorprendente: que el Hombre de las Ratas mantuvo una intensa relación a morosa con una hermana cinco años mayor que él. que murió cuando el paciente tenía cuatro. Zetzel tiene la sensación de que esta muerte provocó en él un sentimiento de pérdida y que de esta manera ejerció un importante influjo sobre su desarrollo posterior. Por lo común se considera que la principal consecuencia de este tipo de muerte es la intensificación del sentimiento de culpa en el niño. Indudablemente, el Hombre de las Ratas había rivalizado con su hermana por el afecto del padre y de la madre. La confirmación de sus deseos de Iri.u erte por la realidad parecería ser un factor decisivo que deterioró su capacidad de tolerar y canalizar su propia agresividad. La influencia patógena de ver cómo le pegan a un hermano es casi insignificante comparado con el efecto de ver morir a un hermano. Zetzel cita como pruebas de ese precoz vínculo amoroso. primero, la histriónica observación de la hermana en el sentido de que ella se mataría si algo le sucediera al hermano, y en segundo lugar el hecho de que la amiga del paciente se pareciera
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físicamente a una hermana mayor y enferma. Es evidente que Zetzel se basa en su experiencia clí~ica y percibe de manera intuitiva que en esa familia de tantos miembros ·y cararterizada por una especial psicopatología , los dos ~iños -la segunda de las niñas y el varón nacido en el momento en que el período edípico de la niña llegaba a su culminación- se refugiarian uno · en otro. La naturaleza de esta relación tiene considerable importancia para evaluar el efecto que ejerció la pérdida de la hermana sobre la estructura de la personalidad del Hombre de las Ratas. ¿Hasta qué punto se trataba de una relación tiernamente compartida, que les servía de apoyo y en la cual el paciente y su hermana desempeñaron los papeles de Hansel y Gretel, en buena medida rechazados por padres a quienes preocupaban las exigencias de una familia que seguía creciendo? ¿La formación reactiva de la hermana era de naturaleza tal que pudiera comunicar al hermano, a quien envidiaba, que verdaderamente se preocupaba por él, y hacerlo de modo que aumentara la sensación de fe, confianza y valor del niño? ¿O bien la relación estaba notoriamente sexualizada, sobre todo por parte de él. y la niña le servía principalmente como objeto de sus primitivas necesidades orales y fálicas; que el paciente expresaba en actividades como pelear y morder? Los aspectos sanos de la relación con la hermana ¿fomentaron la capacidad del paciente para relacionarse de manera positiva con Freud en la alianza terapéutica? Las posteriores relaciones del paciente con las mujeres no fue:.. ron muy tiernas; en particular, su actitud hacia la mujer que amaba era muy narcisista. Era evidente que no tenían interés en casarse; el interés sexual del paciente por ella se ~ncontraba gravemente inhibido; tenía intensas reacciones de enojo toda vez que ella, rechazándolo o retrayéndose. lesionaba la autoestima del paciente. Superficialmente, por lo menos, parecía que el paciente hubiera mantenido la relación con ella más bien para mantener la ilusión de ser un hombre que para repetir un tipo anterior de relación gratificante. Esto no .excluye la posibilidad de que su precoz contacto con la herma~a fuera tierno o estuviera altamente sexualizado. Es muy posible que buena parte de la ternura y la confianza en las mujeres que él hubiera consolidado mediante su contacto con la hermana se disolviera por obra de la amargura que experimentó a la muerte de ella. La capacidad de amar a un objeto heterosexual ,y .de confiar en él no sólo se establece en la infancia, sino que debe ser fomentada por circunstancias propicias durante toda la adolescencia para que los modos amorosos infantiles y fantaseado~ puedan conver-
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tirse en modos reales y gratificantes. Los efectos traumáticos de la muerte de la hermana pueden haber dañado gravemente la potencialidad del paciente para establecer una relación genital. Zetzel postula que el Hombre de las Ratas reaccionó con desamparo ante la muerte de la hermana, y que el objeto a quien naturalmente había de culpar y atacar por ese trágico estado de cosas era el padre. El niño se enfureció con su padre porque permitió que la hermana muriera: el alejamiento del padre y la cólera con él que de ello resultaron se sumaron así a la carga psíquica del duelo. De acuerdo con este postulado, el Hombre de las Ratas consideraba a su padre como un objeto frustrante, responsable del cese de la muy gratificante relación con la her.mana. Sin embargo, es muy probable que su enojo tuviera en realidad otra fuente, derivada de la situación infantil en la que un niño d~sea vengarse por la atención que los padres prodigan a un hermano. Como cualquiera que se enfrente con la muerte o con la anticipación de la muerte de un familiar cercano, el paciente debe de haberse esforzado por distanciarse del impacto cabal del suceso. procurando --como muchos niños en situación semejante-- convencerse de que ni la extrañaría ni se alegraría de la desaparición de ella. Sin embargo debía enfrentarse con sus afligidos padres, que en esa época se preocupaban sin duda más por su hermana que por él. Toda la antigua cólera reprimida, experimentada ante el abandono en que lo dejaban todos sus objetos amorosos, y toda la rivalidad hacia todos sus hermanos pueden haber cristalizado en una idea o un sentimiento horrible. "Me alegro de que se haya muerto, ustedes se lo merecen." Los aspectos vengativos del deseo intensificaron su sentimiento de culpa. Su reacción. muy posterior, en el funeral de su tía tiende a confirmar esta hipótesis. En ese momento, años después de la muerte del padre, se produjo en el paciente una violenta irrupción de sus síntomas y la fantaseada . interacción amorosa con el padre muerto se cambió en lacerantes autoacusaciones por su comportamiento con el padre. El placer sádico y vengativo desplazado que el paciente experimentaba ante el duelo de su tío no le permitia ya manejar su culpa por la muerte de su padre mediante la negación y la fantasía. Parece muy factible la hipótesis de Zetzel según la cual el padre del paciente desempeñó un rol benéfico para el desarrollo de su estructura de carácter, y el comportamiento del padre fue un factor decisivo en la posterior capacidad que demostró el Hombre de las Ratas para distinguir, en el tratamiento, entre los
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padres y analistas que atacan o controlan y aquellos que quieren que realmente sus hijos sean dueños de su destino, distinción que constituye el elemento crítico de la alianza terapéutica. Si el padre no hubiera estado presente o hubier~ mostrado poco interés en su hijo, es indudable que el paciente se había identificado con lo que sentía como los elementos más destructivos de la personalidad de la madre. Habría establecido contacto con la gente de manera destructiva y desvalorizadora, y sus defensas compulsivas habrían sido rígidas y probablemente inflexiblt:s. No habría sido vivaz e imaginativo. La presencia del padre fue esencial para la consolidación de cualquier característica positiva que el paciente hubiera adquirido mediante la relación con la madre y la hermana. · Aun así, el estado desesperado del niño en el momento de la muerte de la hermana --su intenso sadismo, su culpa y la pérdida de las fuerzas que había recibido de su hermana- requerían el mejor tipo de cuidado y atención de su padre y de su madre. Quizá ningún padre podría haber respondido a las necesidades de ese niño en ese momento. Además, por honesto que pueda haber sido y por más interesado en el niño que estuviera. el padre del Hombre de las Ratas no parece haber tenido la. especial sensibilidad que podría haber contrarrestado con éxito el desarrollo neurótico de su hijo. En todo caso, la naturaleza de la relación con su padre fue tal que el niño no se identificó básicamente con la masculinidad del padre. En años posteriore~ no fue capaz de hacer un verdadero duelo por la muerte del padre. · Su resentimiento hacia él se expresaba de manera indirecta y simbólica en ve z de ser tolerado y canalizado. De hecho se relacionaba con él. en la mayoría de los aspectos, de manera homosexual y masoquista . Es difícil establecer hasta qué punto ese grave deterioro del carácter del paciente estuvo determinadQ por los efectos deletéreos de su anterior relación preobjetal, y hasta dónde por las especiales características de un padre que reaccionaba ante la cólera de su hijo pegándole y declarand? que el · niño sería "un gran hombre o un gran criminal". Un niño como el Hombre de las Ratas, que se ha visto sometido a diversas experiencias conflictuales antes, · durante y después del período edípico, buscará urgentemente un padre que pueda ayudarlo a estructurar su aterrador mundo interior y exterior. Esa necesidad de estructuración primará sobre su deseo de establecer una identificación masculina con el padre. El riesgo inmediato que corre el niño es el caos, y esperará que el padre le indique cómo puede organizar su realidad . La desesperada 126
situación en que se encuentra el niño lo lleva a internalizar cualquier cosa que el padre le muestre como capaz de ayudarlo a controlar sus propios impulsos o a fomentar la reparación del daño que él siente haber causado. La aterradora imagen que tiene del padre se incorporará a su superyó e intensificará su necesidad de castigo. pero si él no se acerca al padre o si éste no responde a la necesidad de estructuración de su hijo, los modos de defensa contra sus impulsos y su culpa que encuentre el niño serán de un orden muy primitivo, basados en las primerísimas interacciones que estableció con su madre. En estas circunstan-. cias, es posible que los mecanismos de defensa y de adaptación del niño ofrezcan pocos indicios d e que ha tratado de enfrentar la realidad. Allí donde el niño ha sido capaz de internalizar las instrucciones del padre, referentes a la naturaleza de la realidad, es probable sin embargo que, en condiciones tan imperativas. sus conflictos homosexuales pasivos -responsables en parte de su angustia e intensificados por la dependencia respecto del padrelesionen su capacidad de utilizar de manera verdaderament e adaptativa y constructiva aquello que éste le ha mostrado. Las características especiales de la sintomatología del Hombre d e las Ratas esclarecen la forma en que la relación con el padre adivó la formación de una estructura a expensas de la integración y de la autonomía. Cuando fracasaban los demás métodos defensivos con que contaba el Hombre de las Ratas para manejar la cólera, la pérdida y la frustración libidinal. es decir cuando las fantasías y la negación ya no podían compensar el aumento de la tensión instintiva, el paciente se imponía una rápida serie cambiante de órdenes y prohibiciones que sin embargo eran inútiles para inhibir la expresión de sus impulsos agresivos y pasivos. Tales eran sus rituales compulsivos, que tenían todas las características del diálogo frenético que un hombre mantien e consigo mismo. Ese diálogo interno que el paciente mantenía consigo mismo había sido induda blemente en otra época, de una manera u otra, un diálogo con su padre. El objetivo, original d el mismo era, de parte del padre, ayudar al niño a controlar su cólera y su pasividad, y de parte del niño, encontrar una forma de evitar la desastrosa situación crea da por sus fantasías y sus actos impulsivos. El padre mostraba al niño cómo controlarse y cómo afrontar la realidad , y el niño tenía un interés creado en mantener a toda costa ese aspecto de la relación con su padre. El uso compulsivo de órdenes y prohibiciones en la vida adulta , en ocasiones en . que no tenían sentido alguno ni serví an a ningún 127
fin, refleja la no disminuida necesidad del paciente de tener un padre que le enseñara cómo manejarse en la vida. Como es natural, en diversos períodos de la vida muchos muchachos necesitan y quieren que el padre les muestre cómo enfrentar sus temores y su distorsionada imagen de la realidad. Sin embargo, tal tipo de relación precede por lo común a un período en que el niño tiene más confianza en su propia capacidad y a veces es capaz de percibir el deseo paterno de verlo independizarse y de responder positivamente a él. El Hombre de las Ratas fue incapaz de dar ese paso, decisivo para su desarrollo. Tal cosa puede haberse debido en parte a que su cólera y sus deseos sexuales eran de tal intensidad que el padre, pese , a los ofrecimientos de ayuda, seguía siendo visto por él básicamente como un agresor. En tan desdichadas circunstancias, en el mejor de los casos lo único que puede hacer el niño es usar la ayuda del padre para enfrentar los peligros inmediatos, sin responder al deseo que tenga el padre de que su hijo se baste más a sí mismo. Además, los conflictos que tenía el Hombre de las Ratas respecto del vínculo homosexual pasivo con el padre ponían en peligro los aspectos más sanos de sus relaciones con él, aquellos que tendían a promover su crecimiento. Crecer, es decir, encontrar sus propios modos de bastarse a sí mismo para enfrentar la realidad, significaba que tendría que abandonar los viejos vínculos con el padre, por t~nues que fueran. Pero incluso aceptar al pie de la letra lo que le ofrecía el padre -un paso previo necesario para alcanzar la autonomía- implicaba para él entregarse pasivamente al poder del padre y lo llevaba al frenético uso defensivo de rituales contradictorios que nunca lo satisfacían. En esos momentos, las limitaciones impuestas por la índole de la relación con su padre se manifiestan de la manera más dramática: en su incapacidad para pensar por sí mismo, para aceptar sus propios deseos, para tolerar la ambivalencia, para encontrar nuevas salidas para sus necesidades. para llorar a los viejos objetos .
Al margen de "El Hombre de las Ratas" Be/a Grunberger
Retomaremos en particular algunos puntos del caso del Hombre de las Ratas, procurando una nueva valorización del material clínico en la perspectiva ensanchada de la analidad, cuya bcise y punto de partida se encuentran en los escritos donde Freud se refiere a ella. Según entiendo, una determihada comprensión de este concepto puede, por sí sola, explicar de modo coherente todos los aspectos de la neurosis obsesiva. No me referiré --con el fin de no repetirme y entorpecer la exposición- a mis ideas sobre la analidad y la relación anal 1 de objeto, aunque lo haga de manera implícita, sin perjuicio de que insista en . e11as en. el curso de mi exposición. 1. Para comenzar es necesario ocuparse de los elementos clínicos que según el paciente de Freud constituían f':} factor desencadenante de su enfermedad: "Veo aquí el comienzo de mi enfermedad. Había muchachas que me gustaban mucho y a las que deseaba ardientemente ver desnudas; pero tales deseos iban acompañados de una sensación de inquietud, como si por pensar aquellas cosas hubiera de suceder algo' y tuviera yo que hacer todo lo posible para evitarlo" (0. C., p. 627). El Hombre de las Ratas relaciona aquí directamente su voyeurismo con su conflicto pató~eno específico. Pienso que si consideramos su pulsión escoptofílica, separando el aspecto de 1
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"~tude sur Ja relation d'objet anale", R.eur.te Fr. de Psychan., 1960.
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introyección captativa, tendremos que darle la razón. Como señaló -Michel Fain. 2 el voyeurismo debe ser considerado, en cierto nivel. como un acto motor que depende de la fase sádica anal y que está provisto de una fuerte carga agresiva; en este caso el ojo cumplía la función de un verdadero esfínter. Freud se refiere en sus notas a los actos escoptofílicos de su enfermo y afirma claramente que mirar era equivalente para él a tocar. La observación cobra todo su significado si recordamos la importancia del tacto: se lo llegó a ubicar en el centro de la enfermedad obsesiva denominándola "locura del tacto"; el tabú del contacto, según Freud. constituye el corazón de la neurosis obsesiva. Señalemos la presencia de ese elemento, ligado con el voyeurismo, y que cobra cierto relieve si se piensa en el papel de la vacilación, la indecisión y la duda en el cuadro clínico del obsesivo. Uno de mis pacientes, un obsesivo voyeurista, pasaba las horas armado de un largavista, observando a las jovenéitas de un pensionado. El paciente desarrolló al mismo tiempo una especie de miopía psicógena: evitaba de esta manera tener que ver ciertos detalles precisos, los mismos que, en cambio, parecían constituir el objeto principal de su curiosidad. -En una palabra, buscaba el pene de estas jóvenes, pero temblaba ante la idea de descubrirlo. Recordaré un episodio del Hombre de las Ratas, quien. como sabemos, evitaba las prostitutas. En una circunstancia -era una excepción- visita a una prostituta, y le dice que quiere verla desnuda, pedido que es satisfecho contra el pago adicional de un 50 o/o. pero huye inmediatamente después de pagar el precio reclamado. Esta fuga (el paciente la racionaliza refiriendo la indignación que le habría suscitado el procedimiento) debe ser entendida como dirigida a evitar el descubrimiento de un pene que quería sustraer a su propio ímpetu agresivo, agresividad que le causaba temor y · que era incapaz de asu-4 mir 8 (sabemos por las notas originales publicadas por la S. E .. 2
En su estudio "Contribution
a
l'éttide du voyeur!sme", Revue Fr. de
. Psychan., 1954. 11. s "No se presta suficiente atención. Si Cézanne es Cézanne es p~ecisamente por esto: Cuando está ante un árbol, mira atentamente lo que tiene ante sus ojos; lo mira fijamente como un cazador que a¡:urita al animal que quiere abatir (Michael Fain ha hablado de la actitud de perro de muestra'). lln cuadro a menudo no es más que eso (Picasso, en Conversations avec . Picasso, de Brassai). " Standard Edition, Hogarth Press, Londres. Versión española en Revista de Psicoanálisis, XXII. 3. 1965.
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que el paciente percibía el vellón pubiano de su madre como si fuera "semejante a un ratón", lo que nos conduce a la fantasía de la rata; en un sueño, él y los niños devoraban la parte inferior del cuerpo materno, y en especial las partes genitales). Recuerdo haber escrito, r. en relación con el strip-tease o "deshojamiento", que el escoptofílico-fetichista comienza otorgando múltiples falos a la mujer, pero para quitárselos poco a poco (castración de la madre fálica). Por el momento no iremos más leios para identificar al pene codiciado por la mirada. De cualquier modo ponemos así el dedo en la culpabilidad -que explica un aspecto particular de su actitud ante el objeto- específica del voyeur. Se justifica entonces que comencemos por la escoptofilia, por el objeto del episodio central, pues no es indiferente: lo extraviado era un par de lentes. Incluso se puede ir más lejos y pensar que la oposición entre el desafío exhibicionista lanzado a sus cole¡:¡as ("tenía interés en demostrar a los oficiales de carrera que los · oficiales de reserva eran capaces ... , etcétera") y la pérdida de este órgano sustituto (prótesis que es pene y esfínter a la vez, contenido = continente) está ligada al nudo de la observación; es decir a la relación con su pa?re (recordemos que éste había sido suboficial de carrera). Nos vemos así conducidos al nudo del problema, el Edipo; o más bien el Edipo invertido. el cual se confunde con la regresión sádica anal en tanto defensa contra el Edipo positivo. Quisiera referirme a la fantasía que Freud coloca en el centro de su exposición, el suplicio chino cuyo relato, por el "capitán cruel'', desencadena las complicaciones que conocemos. Resulta evidente, a partir del material clínico ~dejando de lado las sobredeterminaciones que conducen a diversos elementosque se trata de una fantasía homosexual pasiva, masoquista, culpabilizada en tanto introyección sádica anal del pene del padre por identificación con la mujer (la madre). 6 11
B. Grunberger, "L'image phallique", Revue Fr. de Psychan ., 1964, 11.
De hecho, identificación múltiple (activa y pasiva con el objeto total y con el objeto parcial), en la que interviene la identificación directa con el pene anal (la rata, a la que Freud dedica un pasaje relativamente importante). "Pero él mismo había sido un animalito sucio y repugnante que mordía a los demás en sus accesos . de furor y era violentamente castigado por ello. Hallaba así realmente su pareja en la rata'' (0.C., pp. 648-9). Los genitales roídos de la madre deben evidentemente estar ligados con otro aspecto de la identificación del Hombre de las Ratas, con su pareja. con su "imagen natural", y es posible pregunta'r si detrás de esta búsqueda 6
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En las notas publicadas por la S. E., Freud relata una fan· tasía donde el paciente se imagina que mete un gato en una bolsa; quiere matarlo golpeándolo contra el piso. Pero piensa entonces que en la bolsa podría estar su padre. Como se ve, el padre aparece captado por el esfínter. 7 Refiriéndose a las excitaciones sexuales del Hombre de las Ratas Freud señala: "A partir de este momento el onanismo sólo volvió a surgir en él en raras y harto singulares ocasiones. Especialmente en momentos felices de su vida o bajo la impresión de pasajes singularmente bellos de sus lecturas. Por ejemplo, cuando en una hermosa tarde estival oyó tocar con gran maestría a un postillón su trompa de caza, hasta que un guardia le impidió continuar por estar prohibido hacerlo dentro de la ciudad. Y otra vez al leer en Poesía y verdad cómo el joven Goethe, poseído de amoroso entusiasmo, se liberó de la maldición que una mujer ce!oi;a había arrojado sobre la primera que después de ella besase sus voyeurista de la madre fálica no se perfil~ la del pene del padre en poder de la madre e introyettado por devoración en el suefio. Es necesario hacer notar el aspecto ambiguo d;, la rata: pene anal (contenido) y continente en tanto devorador del pene anal y del esfínter,
labios. Durante mucho tiempo aquella maldición lo había retenido supersticiosamente de besar ninguna mujer, pero en aquella ocasión rompió el maléfico encanto que lo encadenaba y besó amorosamente a su amada" (O. C., p. 644). Freud no deja de señalar que se trataba, en ambos ejemplos, de una prohibición transgredida. Pero si recordamos que el padre del enfermo tenía la costumbre de exhibir su libertad anal soltando ruidosas "ventosidades" (el sonido del cuerno), la seducción erótica ejercida por el postillón encuentra su explicación más directa. Por lo demás, la costumbre del padre era objeto de la única queja que la madre tenía contra él. Al menos, la única que conocemos y que llevaba a la madre a condenar la conducta de su marido (ella provenía de un medio social más alto) tratándolo de "viejo grosero". El sonido del cuerpo debía recordarle -aparte el aspecto de seducción anal (era un rcniflacd, se lee en francés en el texto inglés)- el hecho de que la madre, al rechazar al padre, le permitía acercarse a él (puesto que su madre desdeñaba y abardonaba a su padre. él podía amarlo) . De todos modos, trátese de una simple oposición, o de una alusión más directa a la analidad, mi propósito es despejar por un lado los denominadores comunes de las diferentes manifestaciones ·de .la analidad, y señalar por otro que la fantasía anal esconde siempre, en cierto nivel, una fantasía de introyección anal, más o menos culpable, del pene, como si este encuentro anal de un contenido y un continente. es d ecir esta especie de coito anal arcaico, fuera el prototipo, en ese nivel. de toda relación de objeto. 8 (lo que debe relacionarse con ]o dicho en nues~ tro trabajo sobre La imagen fálica u acerca del contenido y del continente en lo tocante a la fusión narcisística). · Podríamos examinar en la perspectiva precedente el caso que llamamos "El hombre de la rama" o "El hombre de los billetes de banco planchados" del cual se habla en El Hombre de las Ratas. ·
7 La· castración anal como captación del pene por el ano es muy trivial y, por decirlo asi, todas ..tas publicaciones sobre fa obsesión relatan fantasias y temores de este tipo, por comenzar, tamb1en en el Hombre de los lobos. F. Lechat, "L'obsession", Revue Fr. de Psychan., 1949, I, habla de la obsesión de encerrar vivo a alguien en una alcantarilla. Jones;· en · Stude analytique d'un cas de névrose obsessionnelle, 1912, expone el caso de un enfermo que había perdido a su hijo y lo buscaba en los "excusados en los que el cuerpo podría haber sido arrojado". Igualmente creía verlo "detrás de un carro cargado de trapos viejos y otros desechos". Proyecciones evidentes del ano. Más recientemente, J. Chasseguet,· en el articulo "Un fantasme commun a ·Ja phobie et a la paranoia", Revue Fr. de Psychan., 1966, I. estudia los avatares de la trampa en estas dos entidades clinicas. Habla de un obsesivo que presentaba la fobia impulsiva de arrojar nilios u hombres a charcos de barro o a estercoleros, s1ntoma en el que . manifestaba el deseo de introyectar ai:ialmente el · pene patemo. Ju!ien Rouart, en "~ temporisation comme maitrise et comme défense". Revue Fr. de Psychan., 1962, afirma que el análisis de su obsesivo está "marcado por suef!.os de hundimiento de los padres en aguas pantanosas". Cuando el obsesivo veri· ficé\ si ha cerrado el gas, se trata de la anulación de su intención agresiva, pero al cerrar la . llave encierra al mismo tiempo a alguien · o más bien ' objeto parcial en la cai\ería asesina, "retomo de lo reprimido", como en el "Hombre de la R,ama", que vuelve ·a poner la rama en el camino cerran• la trampa en la que hace caer a su víctima.
Respecto del episodio de · la vida de Goethe -toda transgresión implica una. libertad anal en relación con el que prohíbe-, ~rmítaseme además emitir a titulo personal la hipótesis siguiente: el gesto de rechazar violentamente una coacción se asocia a menudo, en alemán, a la exclamación, no siempre formulada en voz alta, Leck mein Arsh (bésame el trasero), exclamación .que Goethe mismo hizo entrar en la literatura al ponerla en boca de su héroe Goetz von Berlichingen y que Freud, por otra parte, no deja de citar. 9 Revue Fr. de Psychan ., 1964, 11.
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Ese señor que hace perder el último tren a la joven ( atrayéndola a una trampa) para luego masturbarla, no nos parece que pueqa explicar suficientemente su satisfacción sexual total. ("Oh", dice con tono ligero, "todo está en orden, no me privo de nada.") Pero si consideramos en cambio que se identifica con la mujer, podemos entender su placer. 10 Él mismo sería penetrado, de alguna manera, por el pene anat el portador de su analidad culpable. La purificación del pene anal (los billetes de banco planchados) que le muestra a Freud, habría funciona .. do como formación reactiva, pero al señalarle su conducta s(!dica hacia las jóvenes Freud lo priva de los beneficios de su manio.. bra. Se comprende entonces su reacción de fuga. Estamos lejos de haber agotado los temas "anales" .del material. Por ejemplo, lo referente al coito anal propiamente dicho; el paciente comunica un sueño, muy trivial por otra parte, sobre un coito con una de sus hermanas realizado por medio de un pene anal hecho de heces que salen de su ano. O bien, lo que se refiere a las vicisitudes de este pene anal que puede tomar un carácter simbólico en relación con la herencia que le llega por mediación de su madre y que no puede aceptar (no ha cobrado la herencia paterna y es su madre quien le da "dinero para sus gastos", por lo demás, mezquinamente medido). En fin, toda la historia de los lentes y del reembolso de los famosos 3,80 florines: '.{,erdadero ballet con protagonistas de los dos sexos que forman parejas parentales, _parejas de padres y madres, lejanos y presentes. Nosotros no vacilamos en simplificar todas estas complicaciones cuando comprobamos que se trata siempre del mismo pene anal que el héroe debía reembolsar, es decir, devolver, que el paciente intenta devolver a cualquier precio, pero que al mismo tiempo guarda. Las dos soluciones (guardar y devolver), según una última combinación, se reúnen, aunque precariamente, y se equilibran. 11 11. Sabemos que la regresión a la fase sádica anaLconstituye la esencia de la posición obsesiva y que equivale, por el Parece que este señor que consigue las jóvenes de este modo actuara como un pedófilo que se identifica con la chica amada eróticamente por el padre.
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nivel de regresión, al Edipo invertido; la fase sádica anal está fuertemente dominada por la identificación con la madre sádica anal. La niña puede hacer, en relación con el Edipo, la misma regresión, pero utiliza mucho menos este proceso. Se sabe que hay muchas menos mujeres obsesivas que hombres obsesivos. La posición positiva de la niña en relación con el padre vuelve más difícil la integración de su deseo de castración anal del padre, posición facilitada, en cambio, por la rivalidad edípica, natural, del varón. Ahora bien, esta introyección anal del pene paterno constituye -acabamos de verlo- el nudo del problema del obsesivo; dicho sea de paso, también del perverso. Esta razón ex .. plica que. haya menos perversos entre las mujeres que entre los hombres. Como ocurre generalmente con todo obsesivo, nuestro Hombre de las Ratas es homosexual, masoquista, escoptofílico y sádico; para completar el cuadro, Freud nos informa en detalle sobre su fetichismo y su coprofilia. 12 Como sabemos, el obsesivo presenta en negativo, de manéra virtual: los mismos elementos pregenitales que el perverso. Tratemos de despejar las diferencias y la elección respectiva de neurosis (obsesiva) o de perversión, en relación con el hecho de que en los dos casos se trata de una regresión a la fase anal. Sin embargo, de ahora en ade.. lante, es posible tener en cuenta que el Hombre de las Ratas vacila (la vacilación como motivo propio de su comportamiento .o bsesivo) en especial con respecto a su identificación con la madre sádica; es decir con quien castra analmente al padre. Gustosamente toma, en efecto, el partido de su madre contra su padre --<:orno se lee en las notas originales-. pero al mismo tiempo declara que todo lo que hay de malo en él proviene de su madre (proyección de su agresividad, es decir de su analidad, a la que teme). Recordemos, en relación con esa proyección, su comportamiento con la prostituta, a quien le deja el dinero (restitución del pene anal) cuando ella se ha desnudado, es decir en el momento mismo en que podría fornicarla e identifi.. carse de este modo con ella. Se identifica con la Dama de las Ratas (sin hablar de su identificación femenina cuandó asocia con la joven heroína de Sudermann, etcétera), la que atrae las ratas hacia el agua (hacia la trampa anal). Pero el paciente
"Iría a Correos con los tenientes Z y B, y el primero daría a la encargada del servicio de paquetes postales 3,80 coronas, que la empleada entregaría a B., y entonces ya podría él cumplir al pie de la letra su juramento dando las 3,80 coronas a Z." (O. C., 11, p. 63) :
t2 "Fantasía antes del sueño: Estaba casado con su prima (la dama). Besaba sus pies; pero éstos no estaban limpios. TeQ.ian manchas negras sobre ellos, que lo. horrorizaban." [N.O., p. 171 J Y luego, "Durante la noche sofió que le estaba lamiendo los pies. [lbid.]
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siente terror n rn nc1o d ebe a cla rar todo este material, y en particular frente al relato del suplido de las ratas . En relación con su masturbación , (sin duda su fantasía agresiva fundamental) -si bien para prohibírsela- se identifica con su madre. 13 No nos resulta difícil apreciar la importancia de este dilema, no sólo en lo atinente a la posición afectiva del obsesivo, sino también a sus identificaciones y a la estructuración de su yo. lo mismo que a su modo de relaciones objetales (otros tantos problemas de los· que rio podríamos ocuparnos aquí). Volveremos a considerar. en cambio, la especificidad de la neurosis obsesiva. problema oue desemboca en la elección de la neurosis en general. Para explicar la neurosis obsesiva Freud invocó la ambivalencia amor-odio que existe en la clínica . Incluso parece dominar el cua dro, puesto que constituye su superficie. Pero se puede objetar, en privier lugar, que no es posible hablar de odio. y menos de amor. cuando se está ante un estado regresivo, y que si en ri2ur se puede pensar en el odio como reacción 'a h1 frustración, su objeto en esta fase sólo p'uede ser el objeto parcial, las heces, teniendo en cuenta todavía los residuos de la fas e genital que no han sucumbido a la regre sión . Son numerosos los conflictos qu e surgen del predominio del componente sádico a naL Nos hemos referido a alguno d e ellos, pero el nivel de la s posiciones invocada s exige una for mulación más específica; y la a mbiva lencia amor-odio no tiene. en efecto, nada de específico. Además. "el odio que el amor mantiene reprimido", dice Freud en el Hombre d e las Ratas. "desempeña también un papel importantísimo en la patogénesis de la histeria y de la paranoia" (O. C.. II , p. 657) . últimamente hemos visto que Nacht y Racamier 14 sostienen la misma hipó tesis para explicar los estados depresivos . Freud habla, por lo demás, de la ambivalencia en Totem y tabú, y a propósito de la neurosis obsesiva pero no con respecto al amor y al odio sino en relación con la acción del tacto. Ahora bien. la prohibición de tocar y su antagonista, el contacto, nos. conducen al nivel de la regresión sádica anal, en la que .r eina, como sabemos. una diFreud · señala que el paciente utili za un a fórmul a - puc Fr. de Ps 11chan. 1959. v.
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mensión de relaciones especfica.s que únicamente expresan una relación d e fuerzas. 1 ~ Tal dimensión tiende éJ. prescindir del afecto, posición que precisamente, y por definición, caracteriza a la regresión, al menos en su forma pura, absoluta. Esta relación - relación de fuerzas- se expresa en términos de falo y cas tración; el acento recae ante todo sobre el objeto parcial. como surge ~n particular del material citado del Hombre de las Ratas. ¿Qué razón, entonces, si no es la ambivalencia amor-odio, explica el fracaso del obsesivo ante la misma regresión sádica anal frente a la cual triunfo el perverso? Respecto de este tema, volvamos al Hombre de las Ratas, en particular a su reacción ante el relato del capitán cruel. Freud recuerda que el joven oficial se encontraba en un estado de abstinencia sexual desde hacía cierto tiempo y. por tanto. particularmente receptivo a las excitaciones. En efecto, la evocación del suplicio expuesta por un hombre sobre el cual había hecho una transferencia paternal, sumada a una atmósfera de promiscuidad masculina , tuvo seguramente que rebasar el umbral mantenido por la represión d e su fantasía homosexual. No se puede dudar. por lo demás, de que en la cura el paciente establecía la misma transferencia con la persona del terapeuta ( el enfermo llama a Freud "mi capitán" ). y que el proceso de activación era favo~ reciclo por la técnil!'.a de Freud, activa y gratificante. Ese pro~ ceso terminó por estallar de la 11Jisma manera. pues el enfermo se vio llevado a una reacción análoga a la vivida con el capitán (me refiero a su rea cción de pánico frente al relato del suplicio de las ratas). Señalemos, no obstante, que en ocasión del relato del suplicio chino el paciente sufrió la i:eaparición precoz y brutal de una fantasía ligada a pulsiones inconscientes, como en un análisis silvestre. Se puede relacionar su pánico con la explosión de cólera de -los tres años . cuando injurió a su padre ("mesa, plato, etc.") antes de disponer de medios adecuados para una abreacción más adaptada y más madura . Abordamos aquí el problema de la "maduración pulsional". Una de las definiciones de Freud de la neurosis obsesiva, "el yo se anticipa a las pulsiones", puede ser considerada. si se completa con una referencia a la sucesión de las fases pregenitales. desde el mismo punto de vista. Si retomá~ ramos la comparación ad hoc entre el perverso y ei obsesivo. veB. Gunberger, "Étude sur la relation ohjcctale anale". Revue Fr. de Psychan., 1960.
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riamos que las dos formaciones son extremadamente dependientes de la fantasía. Pero mientras el perverso realiza, y utiliza, de cualquier manera, su fantasía para obtener un orgasmo seudogenital (esta comparaciórr no prejuzga para nada el valor real de la solución perversa), el obsesivo fracasa. Cuando logra alcanzar una cierta gratificación erótica por medio de su síntoma, el resultado es diferente y el camino, más complicado y dificultoso. Pero se trata, tanto en un caso como en otro, de formaciones patológicas. Nosotros debemos, entonces, considerar en principio las cosas tal como ocurren en la evolución llamada normal. Podemos observar, en particular en la cura analítica, que el pasaje de la fantasía al · acto adaptado no sólo exige un proceso de maduración pulsional, sino que la evolución paralela, que se realiza sólo mediante la fantasía (la situación analítica protege al enfermo contra toda relación objeta! realizada, y por lo mismo contra toda ingerencia real, en cuanto a su evolución p11lsional en el interior de la cura) requiere, por su parte, un proceso de maduración. Dirigir una cura psicoanalítica es en el fondo velar por el desarrollo adecuado del proceso. Sabemos que un sujeto inmaduro respecto de una gratificación pulsional será no sólo incapaz de asumirla y gozar entonces de un modo satisfactorio, sino que además saldrá más o menos traumatizado de la aventura. El Hombre de las Ratas soportó muy mal su explosión de cólera prematura contra su padre, explosión que sin embargo triunfó en un punto, pues su padre no se atrevió a pegarle nunca más, e impresionado por su fogosidad le predijo la carrera de un gran hombre o de un gran criminal; preveía así una evolución perversa o una sublimación positiva. Freud señala ·que hubiese podido prever una tercera salida, la neurosis. Ahora bien, si la maduración pulsional libidinal está ligada a una liberación paralela y adecuada de la agresividad, no es menos tributaria de una carga narcisística correspondiente (señalo lo dicho en otra parte sobre "la confirmación narcisística") e incluso de una carga narcisista de la agresividad o componente sádico anal. El perverso ha podido beneficiarse por su regresión porque ésta se efectuó en un terreno preparado para recibirla gracias a u:na confirmación narcisista de su autoerotismo por su madre, o en casos excepcionales por su padre; una confirmación narcisista que va más allá de su fin, constituyendo una precoz seudorrelación objeta! positiva o negativa, mientras que la obsesión es el producto de un vacío respecto de la confirmación narcisista del sujeto. Al faltar esta confirmación narcisista no puede asumir e
integrar su solución regresiva y no puede proveerla de esta cualidad erófr::a particular que entendemos por narcisismo; esta falta se traducirá en la sensación particula1: de sufrir una coacción de alguna manera exterior, vivida como un cuerpo extraño y que designamos con el término de compulsión . . Freud no. insistió particularmente en el factor narcisista en el análisis del Hombre de las Ratas, pero es necesario no olvidar que estamos en 1909 y en ese entonces el narcisismo era para Freud, ante todo, un fenómeno patológico. Sin embargo no dejó de tener en cuenta la noción de valor necesaria para comprender la génesis de la neurosis obsesiva. De este modo en La predisposición a la neurosis obsesiva hablará de la desvalorización de la vida genital como condición de la aparición de la neurosis obsesiva, y pensamos que es posible reemplazar "desvalorización" por herida narcisista sin alterar el sentido profundo de su intención. Hablará extensamente del factor narcisista en el "Hombre de los Lobos" que -como el "Hombre de las Ratas"cae enfermo luego de haber sufrido una herida narcisista (una blenorragia). En fin, en Totem y tabú dirá: "No hay rrada que deba extrañarnos en el hecho de que en la prohibición tabú desempeñe el contac..o el mismo papel qué en el délire de toucher, aunque el sentido oculto de la primera no pueda ser en ningún modo tan especial como en la neurosis. El contacto es el comienzo de toda tentativa de apoderarse de una persona o de una cosa, dominarla y lograr de ella servidOs exclusiYos y personales'' 16 (O. C .. II, p. 437). . En el relato de Freud sobre la primera sesión se señala de manera indirecta la importancia de este factor en el Hombre de las Ratas: "Tiene un amigo al que estima mucho. Siempre que se ve atormentado por un impulso criminal acude a él y le pregunta si lo desprecia considerándolo como un delincuente. El amigo le da ánimos, asegurándole que es uti hombre irreprochable, sujeto tan sólo desde su juventud a analizar sus actos con temeroso escrúpulo infundado. Análoga influencia hubo de ejercer antes sobre él otra persona: un estudiante que tenía diecinueve años cuando él catorce o quince, y cuya estimación elevó su opinión sobre sí mismo, 17 hasta el punto de que llegó casi a creerse un genio" (O. C.. p. 26).
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Bastardillas agregadas.
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Bastardillas agregadas.
18 Tal vez no carezca de interés retomar aquí el famos0 pasaje de Nietzche que Freud cita (O. C., p. 636) poniéndolo en boca del Hoinbre de las Ratas, para explicar la represión: "'Esto lo he hecho yo' --dice mi memoria-. 'Esto no puedo haberlo hecho' -dice mi orgullo, y permanece inexorable-." . Ahora bien, quien dice orgullo dice conciencia de su valor y no culpabilidad.
siva. Se me podría objetar que el papel importante que representa ese factor no es específico porque -acabo de citar el caso de Janes- las depresiones graves, melancólicas, habitualmente empiezan del mismo modo, lo que sucede es que hay sin duda un parentesco estructural entre las dos formaciones (obsesión y depresión grave); esta relación, muy importante para mí, fue introducida por Abraham que considera la obsesión, en cierto contexto, como la antecámara de la melancolía. En cuanto a mis enfermos, siempre he observado una forma de dependencia específica entre la neurosis y el narcisismo; pienso en particular en una mujer que llamaré Dinah, cuyo narcisismo patológico se manifestaba por verdaderas crisis de descarga narcisista (su diagnóstico, por otro lado, se podría discutir, pero sus crisis obsesivas son demasiado clásicas y el hecho de una heterogeneidad nosográfica esclarece mejor su manifestación obsesiva); luego de sus crisis se siente vacía, fea. ridicula . desvalori~ada en varios sentidos y se trata con nombres peyorativos. Ahora bien, en los momentos en que hace una crisis obsesiva su vida se vuelve un verdadero infierno; es torturada por sus gestos mágicos positivos y negativos , sus actos conjuratorios son cada vez más complicados y más difíciles de realizar. No obstante. la situación analítica otorga al obsesivo un refugio contra sus tormentos. Sus síntomas quedan como en suspenso durante las sesiones, aunque por otro lado constituyen su marco : "Me siento feliz", decía mi paciente en una sesión. "puedo considerar el mundo desde otra perspectiva que el metal y la madera (sus dos universos "fasto" y "nefasto") . Aquí la coacción queda suprimida". Si se considera la situación analitica como inductora de una regresión narcisista antagonista de la regresión anal propia de la neurosis obsesiva. pienso que lo que he dicho de la situación analítica y del papel de la regresión narcisista concomitante explica esta suspensión de los síntomas. En su infancia Dinah sufrió una educación esfinteriana particularmente precoz y eficaz; habría sido "liinpia" en cuanto a sus evacuaciones intestinales a los seis meses. Guardó de esta educación un superyó anal particularmente feroz y su neurosis obsesiva lo testimonia. No obstante, logró conservar cierto erotismo excretorio. Se trata de la micción que utilizó durante bastante tiempo para obtener un placer erótico perverso: imaginaba u observaba, cuando lo permitían las circunstancias, a alguna nenita con necesidad de orinar pero que estaba imposibilitada de hacerlo. Esta fantasía sado111asoquista fue la única fuente de
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Aquel hombre, por otra parte, termina por defraudarlo y el paciente habla de su relación con él como "el primer gran golpe de su vida." Ciertamente sería posible entrever ahí un apego homosexual (sin duda transferido), y aunque el narcisismo tenga relaciones bien conocidas con la homosexualidad, encontramos en esta secuencia del material del Hombre de las Ratas la necesidad de una "confirmación narcisista", la satisfacción de esta necesidad y la frustración consecuente, es . decir una "herida narcisista". No deduciremos de esto nada en particular salvo que el paciente de Freud atribuyó un papel importante a este factor hasta el punto de hablar de ello antes que de cualquier cosa. Freud, teniendo en cuenta, por otra parte, su avidez narcisista. no deja de gratificarlo a este respecto de una manera mucho más activa de lo que lo haríamos nosotros hoy: ("Agrego una apreciación halagadora que evidentemente · lo regocija.") 1 8 Este enfermo era sin duda un gran narcisista pero de un narcisismo frágil, poco sólido y sobre todo insuficiente para .sostener la vida pulsional y estructurar así el yo del sujeto. En la descripción de diferentes autores el sujeto obsesivo aparece siempre dependiendo en gran medida de los "aportes narcisistas exteriores" y sostenido positiva o negatiYamente por un potente ideal narcisista, real o imaginario. Maurice Bouvet en particular se extendió ampliamente ("El yo en la neurosis obsesiva", Reuue Fr. de Psychan., 1953) sobre la importancia del factor narcisista en el obsesivo: "Cuando se ha podido empeza r a establecer la transferencia y las primeras resistencia s han sido vencidas. se desarrolla una relación de objeto esencialmente narcisista, o sea que el sujeto sólo se interesa en el objeto en función del acrecentamiento del sentimiento de que le procura su posesión". Es muy sensible a lo traumático de la "herida narcisista" o de la "pérdida objeta!'' que tiene en sí mismo la significación de una herida narcisista; como el caso que describe Janes, que está lejos de ser único, la aparición de la enfermedad puede estar ligada a un duelo. El narcisismo tiene entonces un papel importante en "' desencadenamiento de un episodio o de una enfermedad obse-
excitación sexual de que pudo disponer durante largo tiempo. Ahora bien, este acto autoerótico antiguamente fue investido narcisistamente por su padre, quien la despertaba cada nadie para ponerla sobre el orinal. Aún recuerda con deleite lo que se transformó en un verdadero juego amoroso con su padre como cómplice. Veamos cómo en el mismo sujeto la falta de la carga narcisista (su madre fue una dama austera, pedante y deprimida) conduce a la obsesión, en tanto que una carga narcisista en forma de aproximación erótica precoz provocada por el padre da por resultado la perversión. 111. Señalo que existe un comportamiento obsesivo inherente a la pubertad en particular, pero también al período de latencia, que podemos denominar "fisiológico", ya que con la evolución del individuo desaparece sin dejar huellas, como lo recuerdan Leibovici y Diatkine; 19 que además existe una gama de neurosis obsesivas que comprende las formas psicóticas más graves (ya hice referencia a un vínculo estructural entre la obsesión y la melancolía, también existe uno entre la esquizofrenia y la paranoia); y que, en fin, nos enfrentamos a menudo, y cé;lda vez más, con una neurosis asintomática que denominamos "neurosis de carácter", en la cual casi siempre descubrimos una forma particularmente estática y fija que recuerda en algunos aspectos a la estructura obsesiva. Ahora bien, esta coraza caracterial. que funciona en algunos casos en el sentido de una defensa contra la psicosis latente y que por esta razón debe ser manipuleada con prudencia, es una estructura sádica anal que como tal cumple bien su oficio, pero que al obsesionalizarse, es decir al transformarse en una verdad~ra neurosis, ~arre peligro de perder su cohesión y puede mostrar signos de disgregación de la personalidad: la estructura anal se deteríora y el bastión anal se derrumba ante el empuje psicótico. Es importante entonces corregir la fórmula "obsesionalización de la defensa" (es la segunda parte de un proceso y por esto de mal pronóstico) y reemplazarla por "analización". De hecho, sabemos bien que lo que vemos en la clínica con esta sintomatología extraña, propia de la neurosis obsesiva, es un fenómeno de descompensación, un proceso que se vuelve visible y violento porque falla, porque funciona mal. Aún pensamos que es en el nivel de la ana!idad donde debemos buscar la solución del problema. 19 "Les· obsessions chez l'enfant",
Revue Fr. de Psychan., 1957, V.
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En su estudio titulado Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal, Freud dice refiriéndose al niño: " . .. los retendrá (se trata de los excrementos) para la satisfacción autoerótica y más tarde para la afirmación de su voluntad personal. Con la adopción de esta segunda conducta quedará constituida la obstinación (la tenacidad), que, por tanto, tiene su origen en una persistencia narcisista en el erotismo anal" (O . C., p. 994). En este fragmento, Freud reúne los dos elementos esenciales de la ana 'idad: el erotismo anal y la aprehensión maitrise, agregándoles la carga narcisista de uno y otra . Por otra parte, respecto de la regresión sádica anal, habla de la desintricación pulsional. de la libido y la agresividad. Ahora bien, creemos -y toda la clínica de la neurosis obsesiva confirma, a nuestro parecer, esta manera de ver- que sería útil concebir esta desintricación~·en el interior de la pulsión sádica anal; la desintrincación sería la que separa el erotismo anal de la aprehensión desprovista de todo o casi todo elemento libidinal (el mecanismo nunca funciona qe manera perfecta) . 2º En cuanto al erotismo anal y en lo atinente al afecto con que está cargado, sabemos que sucumbe a la represión y a la contracarga en el interior de la regresión específica de la neurosis obsesiva. El narcisismo, que sirve para cargar (o egotizar), cargará entonces de una manera particular solamente la aprehensión. Sabemos que el erotismo está prohibido y no podrá manifestarse sino por sorpresa, de un modo fulgurante y gracias a rodeos particulares y desplazamientos a menudo complicados y múltiples. El sistema obsesivo parece, en primer lugar, proteger al sujeto contra estas sorpresas y. por lo tanto, contra el erotismo anal. To~o ocurre como si una voluntad fría, implacable y totalmente desprovista de afecto ocupase el lugar, defendiéndose contra toda liberación erótica por una parte, y por otra · 20 Recordemos que respecto de este tema Freud habla de la ambivalencia del obsesivo en el interior del sistema anal; en el H ombre de los Lobos habla de ambivalencia entre las aspiraciones pasivas (m asoquistas) y activas (sádicas). Las formaciones reactivas reflejan esta división de la analidad (el factor sádico-relacio'nal y el factor anal-eróti co) en el interior del sistema. Así la suciedad corresponde al erotismo anal mientras que la limpieza expresa la a prehensión [ ma itrise] (formación reactiva dominio [ maitrise] de la pulsión con contracarga). La prosecución de esta distinción. en el interior de Ja neurosis nos permite distinguir una escisión correspondiente entre el dominio ( maitrise) de la pulsión por una parte y la aprehensión del obj eto por otra .
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contra toda infiltración libidinal de su propio funcionamiento ( "erotización de las defensas") . Esta descripción, entiéndase bien, es esquemática. La instancia del yo que participa en todo esto está igualmente descargada narcisistamente y abrumada entre un superyó sádico y las pulsiones arcaicas. Como acabamos de decirlo al hablar de esta característica esencial de la obsesión que es la compulsión, es desbordado cada vez más , y sufre su exclusión, ejecutando las órdenes que vive como un cuerpo extraño. La carga narcisista está reservada a la aprehensión anal y sólo a ella; de esto resulta que : l ) la analidad en el caso de la neurosis obsesiva tiende a un dominio ( maitrise) absoluto de la pulsión, pero sin poder oponerse enteramente a la tensión "pulsional": la presión pulsional. entonces, es en principio permanente; 2) la pulsión deberá tomar el camino de la aprehensión anal y revestirá stt aspecto deslibidinizado; además, en el momento en que se manifieste, como tendrá la tendencia de evolucionar hacia la realización instintual será detenida inmediatamente. Este intento de transgresión alcanza al yo que reaccionará.con angustia ante la menor falla en el funcionamiento del proceso defensivo; 3) esto desencadenará la anulación que se efectuará por intermedio de la aprehensión anal. · pero utilizada con signo invertido; 4) como únicamente la aprehensión deslibidinizada estará narcisistamente cargada . se beneficiará -por un principio de economía- con una verdadera hiper-carga narcisista, tomando de esta manera las ca rgas sustraídas a otros factores, concluyepdo en el sentimiento de omnipotencia narcisista mágica, tanto en lo concerniente a la impulsión c_o mo a la anulación (si el obsesivo piensa que su deseo de muerte es omnipotente, la anulación de ese deseo sólo puede estar dotada de la misma omnipotencia); - 5) siempre en virtud del predominio de la analidad, al rio conocer el componente anal sino la relación de fuerzas, intentará establecerse un equilibrio más o menos materializado entre los representantes de la pulsión y las defensas (por ejemplo, la división del mundo entre objetos benéficos y maléficos -madera y metal- reproducirá en el exterior la tentativa de equilibrio in temo entre las pulsiones y las defensas). Esta proyección al exterior de los elementos internos se constituye en función de la regresión anal. En efecto, la analidad debe expresarse qe un modo accesible a la percepción. men-
surable, y situado en un sistema de relación de fuerzas (fastonefasto, benéfico-maléfico, derecha-izquierda, cielo-infierno, etcétera). En ciertos casos la búsqueda de este equilibrio, cuya fragilidad caracteriza a la enfermedad obsesiva y en cierto sentido es la enfermedad misma, culminará en una verdadera abulia: la menor actividad amenaza movilizar un componente pulsional y perturbar dicho equilibrio. Es necesario recordar, en relación con este equilibrio, a esos obsesivos graves que, en el teatro, sólo pueden aceptar el lugar situado en el centro geométrico de la sala; o esos casos de fobias obsesivas en las que el sujeto al cruzar un puente eri coche sólo se siente seguro, sin angustia, en el punto equidistante de los dos extremos del puente. El obsesivo se ve llevado a realizar y rehacer ese equilibrio mil veces por día organizando el mundo objeta! alrededor de él constantemente al servicio de este equi.. librio. (De este modo, al menos vive en el centro de un universo, posición narcisista que constituye cierta compensación por los tormentos que soporta. ) 21 El obsesivo recreará este equilibrio siempre del modo rígido y estático que lo caracteriza, aunque utilizará para esto agentes y materiales diversos: pienso en las personas que hacen continuamente balances, ya se trate de hombres de negocios que tfe .. nen _su contabilidad siempre "al día" o de ese célibe endurecido. -ya sea Amiel o Kierkegaard, aunque también en cierto modo Kafka- que piensa siempre en casarse pero se defiende estableciendo una rígida y fría contabilidad en la que las virtudes y faltas de las eternas candidatas son traducidas en cifras que se suman, y que toda su vida buscan -aparentemente- no a la mujer, sino el equilibrio ideal de las dos columnas. En efecto, consideran toda correspondencia temporal o espacial de los dos factores que representan dos movimientos pulsionales con signos opuestos --en una perspectiva de carga de la aprehensión analcomo el equivalente de un coito y al mismo tiempo una evitación de éste.
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La intensidad de esta gratificación narcisista en cierta medida se justifica por la creencia absoluta del obsesivo en el poder mágico de sus gestos compulsivos; pero esta convicción permanece como .m "cuerpo extrafio" y no se infiltra en el yo sino aprovechando un grave deterioro; el placer atribuido al masoquismo del obsesivo permanece de hecho inconsciente y proviene de la carga narcisista del ···ello" (se origina en el sadismo del superyó). 21
La sexualidad, precisamente gracias a la extrema rigidez y al estatismo de la analidad, encuentra no obstante --como sabemos- la posibilidad de manifestarse de alguna manera, aunque por medio de múltiples rodeos. El pasaje obligatorio por la aprehensión anal es lo que liare que el obsesivo esté realmente obsesionado (sitiado) por la pulsión que lo posee. Pero antes de que los componentes pulsionales puedan ser movilizados por el impacto, el movimiento se encuentra en cortocircuito por un "aislamiento", 22 que puede ser considerado como una simple solución de continuidad entre dos fases del movimiento (que pueden estar representadas espacial o temporalml:nte) y que lo anula por su misma naturaleza: la analidad pura no soporta nada que pueda atacar su totalidad (el restablecimiento de esta totalidad sería lo antagónico de la solución de continuidad, es decir el contacto [o tacto] ) . 23 El balance del cual hemos hablado antes (la "contabilidad por partida doble" es un balance que está siempre ·en equilibrio) nos recuerda ciertas obsesiones que sólo están basadas en la aprehensión anal pura, por ejemplo, la compulsión de contar; contar su oro es d placer del avaro, pero este placer tiene un objeto, y un objeto libidinal, mientras que · la compulsión de contar carga narcisistamente el acto de contar (desde luego hacemos abstracción del contenido ·que se<;:undariamente puede beneficiar de este marco, así como una cierta erotización que puede deslizarse allí, tal como en cada conducta obsesiva·). 22 Quisiéramos recordar lo que Freud dice del aislamiento, que "consiste en que, después de un suceso desagradable ó de un acto propio, importante desde el punto de vista de la neurosis, es interpolada una pausa, en la que nada debe :. 1ceder, no efectuándose durante ella percepción alguna ni ejecutándose acto de ningún género." (O. .C.. l. p. 1229). 23 Esta continuidad se encuentra en el hombre que ha quebrantado el tabú, es decir, que ha elegido el mantenimiento de la continuidad o que ha elegido defecar libremente, como le plazca. La trasgresión (ir más allá), que tiene una relación directa con la analidad en tanto designa un movimiento en el espacio y una relación de fuerza con un objeto, · y que constituye la esencia de la obra de Sade, representa al mismo tiempo un rechazo de la ruptura de la continuidad (prohibición de ir más allá, Hmitación del espacio que representa una solución de continuidad). La continuidad también es anulada por el equilibrio absoluto entre los dos factores; el equilibrio absoluto (el automovilista en medio del puente) suprime, en efecto, la condición esencial de la relación de objeto anal, ya que la "relación de fuerzas" dinámica que se t!l'E>a. entre el sujeto y e-1 objeto sólo puede establecerse gracias a una asimetría energética (pequeño y grande, fuerte y débil, etcétera).
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(En el inconsciente, el acto de contar en si es una de las formas más eficaces del manejo [maitrise] de la posesión del objeto; los estadísticos conocen ciertos problemas particulares que plantean los censos y sabemos por la Biblia que para contar a los hebreos Moisés debió inventar un método especial.) Desde luego. cada obsesión tiene un aspecto individual y significaciones inconscientes a menudo múltiples, pero nuestra intención de hoy era despejar su esencia y no lo que puede ser denominado su contenido. Por lo demás, tienden a revestir formas más o menos esquemáticas y conocemos bien un cierto número de obsesiones típicas (así como las fobias) que en lo que concierne a su estructura primitiva -y para decirlo de alguna manera- pertenecen al inconsciente colectivo; en el Hombre de las Ratas Freud nos presenta, por ejemplo, dos obsesiones calcadas poco más o menos (según el punto de vista en que uno se coloque) de un mismo esquema, aunque proviene de dos individuos distintos. · El estudio de la obsesión nos lleva directamente al del pensamiento obsesivo, sobre todo si nos ubicamos en la perspecctiva que acabo de esbozar: en efecto, despojemos a la pulsión de todos sus componentes instintuales ·propiamente dichos y llegaremos directamente al contenido intelectual de la pulsión, es decir, al pensamiento. Por lo . demás, si tenemos en cuenta, como ya lo hemos hecho, la importancia del punto de vista económico, comprenderemos .Ja hipercarga del pensamiento en el obsesivo ( Freud habla de la erotización precoz del pensamiento en el primitivo) : la función intelectual pura absorbe toda la carga que habitualmente está destinada a la acción y a todos los componentes pulsionalf:'s que desembocan en ella. Pero por otra parte sabemos que el contenido pulsional de! pensamiento es conocido por el superyó, y que renunciando a la realización de su fantasía el obsesivo no está aún a resguardo de esos famosos "remordimientos" que constituían para Freud, en sus primeros trabajos sobre la obsesión ( 1896 L la esencia de. esta neurosis. Además la retracción de la carga narcisista alcanzará capas sucesivas cada vez más profundas, y en lugar de cargar el contenido del pensamiento, será cargado el funcionamiento mental cQmo tal, y al tender a sustituir al objeto del deseo, el acto de pensar se convertirá así en la enfermedad obsesiva. El pensamiento funcionará en vacío y el Grübelsucht, o rumia mental será vivida muy penosamente porque de hecho el desplazamiento de la carga narcisista está condenado al fracaso, 147
más aún porque el perpetuo hostigamiento sólo disimula superficialmente la representación del objeto real. El pensamiento recurrirá siempre a los desplazamientos, a las sustituciones absurdas, superficiales, aparentemente insigni.ficantes y siempre sufridas como cuerpos extraños coercitivos, calificados por el enfermo como ideas "parásitas". De hecho esta cobertura será cada vez menos eficaz frente a la pulsión. Como este mecanismo concernirá solamente a lo que tiene relación con la fantasía sádica anal y en última instancia con la pulsión edípica, tendremos lo que Freud denomina el "doble pensamiento" del obsesivo porque, junto al pensamiento regresivo tributario de este factor patológico, el pensamiento normal evolucionado subsistirá y estará dotado, como todos lo sabemos, de cualidades a menudo sobresalientes. Para cerrar nuestra exposición hablaremos del síntoma central de la neurosis obsesiva, la duda, mostrando que es tributaria de un factor sobre el que hemos querido insistir y que, en principio, es suceptible de dar cuenta de toda la sintomatología obsesiva. En La disposición a la neurosis obsesiva Freud dice: "Sobre todo, el instinto de saber nos da la impresión de poder sustituirse al sadismo eil el mecanismo de la neurosis obsesiva, siendo realmente, en el fondo, una hijuela sublimada y elevada a lo intelectual del instinto de aprehensión. Su repulsa a la forma de la duda ocupa en el cuadro de la neurosis obsesiva un importante lugar" (O. C., l. p. 986). Nos parece que la duda del obsesivo se refiere a .una lucha entre su pulsión fundamental, pulsión prevaleciente, es decir la captación del pene, y las defensas contra éste: decir saber es decir lo contrario de dudar, como señala Freud, es aprehender, ya que el objeto de esta aprehensión, en nuestra opinión, es siempre en último análisis el pene, así como el voyeurismo del cual hemos partido y que, según Freud, mantiene vínculos estrechos con la epistemofilia. El deseo de saber o de conocer equivale a la introyección captativa del pene. Por la prohibición a que es conminado este movimiento pulsional, la duda debe ocupar el lugar del saber. Este esquema: deseo de captar el pene y defensa ante el deseo, se encuentra detrás de todas las manifestaciones obsesivas. Se agrega al contenido de la duda la cualidad particular del afecto que la acompafia, una tonalidad esténica negativa y que traduce la incertidumbre, la falta de convicción, la cavilación, la
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indecisión, en una palabra, el carácter timorato del yo ante su tentativa permanente. · Este carácter timorato proviene, en nuestra opinión, de que el proyecto del acto queda despojado de todos sus componentes instintivos y esto sólo puede terminar en el derrumbe energético del pensamiento (no sostenido ahora por la sustancialidad que le conferiría la energética pulsional) y que entonces culmina necesariamente en la duda. Encontramos aqui el descenso de la tensión psicológica de los psicasténicos de Janet; no obstante, el quehacer freudiano nos permite ver en esto no una causa primera sino el efecto de un proceso patológico profundo.
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Debate sobre "Al margen de El Hombre de las Ratas" S. Lebovic4 J Chas.reguet-Smirgel y B. Grunberger
La exposición de Bela Grunberger dio lugar, en la Societé Psychanalytique de París, el 18 de mayo de 1965, a las discusiones .IJ la· respuesta del autor que reproducimos a continuación.
M. Fain señala el ·interés de dos puntos particulares de la exposición: la génesis de la regresión obsesiva y la equivalencia del Edipo positivo y el Edipo negativo. Relata un ejemplo clínico y recuerda la posición de Freud en La disposición a la neurosis obsesiva. J. Chasseguet~Smirgel hace notar el valor ·de verificación de la castración anal del pene y demuestra la relación entre la introyección anal y las fantasías de muerte en el obsesivo. S. Lcbovici confirma los puntos de vista de B. Gunberger exponiendo las relaciones entre la homosexualidad y la neurosis obsesiva. F. Pasche tlt> 1:1c~ta la tesis según la cual la perversión es "lo contrario" de la neurosis obsesiva. Lo que quiere el obsesivo no es no tocar un objeto parcial sino no ensuciar a una persona. Existirían ideas de sacrilegio y defensa contra este sacrilegio. · B. Grunberger responde a las intervenciones. S. Decobert
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J.ntervención de S. Lebovici Para q>nfirmar ciertos puntos de vista de la notable conferencia de Grunberger respecto del intento de dominio [maitrise J * de la pulsión .anal en la génesis de la neurosis obsesiva, me referiré 3 ciertos puntos de vista de Freud expresados en el análic;is del Hombre de los Lobos. Como se sabe, Freud opone el destino del erotismo anal reprimido sobre la imagen del padre con el desplazamiento fóbico que es su consecuencia. Respecto de una investigación sobre el destino de lo que se puede denominar la homosexualidad en los varones, he podido poner en evidencia la doble orientación posible de algunas observaciones. En algunos es la perversión lo que causa temor en función del grado de represión del erotismo anal; en otros la orientación se real~za hacia la neurosis obsesiva, en la que todo el esfuerzo del niño consiste en dominar [ maitriser] la pulsión anal desintricada, y la agresividad proyectada sobre la imagen paterna responsable
de los desplazamientos edípicos invertidos en el marco del ero~ tismo anal. Así las relaciones entre la homosexualidad y la neu~ rosis obsesiva parecen confirmarse, como Grunberger lo ha visto y como lo había notado Freud retrospectivamente en el análisis del Hombre de los Lobos.
Intervención de ]. Chasseguet~Smirgel Simplemente quisiera decir algunas palabras que concuerdan. me parece, con el sentido del intento de Grunberger de reducir todas las manifestacio.nes obsesivas a la regresión sádica anal y, en particular, a la captación anal del pene paterno. Esencialmente pienso en ese síntoma típicamente obsesivo que es la verificación, y en la fantasía del asesinato edípico, tal como se inscribe en numerosos síntomas en el obsesivo. Como lo demuestra la dí~ nica, la .verificación deriva del modo particular que reviste la fantasía del asesinato en el obsesivo en razón de la regresión sádica anal. Respe~t-o de la verificación, tuve un enfermo obsesivo al que Grunberger se ha referido en su texto, que me sugirió una interpretación "anal" de este síntoma. En efecto, cuando este paciente iba en coche, temía atropellar a los hombres o a los niños y arrojarlos a las zanjas, charcos de barro o basurales; y se veía obligado, de tanto en tanto, a hacer lo que llamaba "volver hacía atrás" con el fin de verificar si no se había pro~ ducido el asesinato. Verificar volviendo hacia atrás era una manera de ver lo que había pasado detrás ( derriere) de él, o sea en el nivel de la zona erógena anal. · En el caso de este paciente, el acto de verificación se ins~ cribía en el espacio (se trata de una "vuelta hacia atrás" real) y es más fácil reconocer su carácter anal; pero de hecho, en este síntoma lo que se busca siempre es volver a un punto superado,
* El término maitr'3e utilizado abundantemente por el autor no es fácil de tradu :ir sin equívocos y mediante un solo término espaftol. El contexto permite en cambio verificar que el autor utiliza los conceptos que se despren len del término freudiano de Bemachtigungstrieb, certeza que se ve confirmada por la cita que hace de un fragmento de La duposición a la neurosis obse.siva (p. 19), donde en efecto se trata de la Bemachtigungstrieb y que Ballesteros ha traducido con valedera p¡-rspicacia por "instinto de aprehen· sión". En el. Vocabulaire de la Psychanalyse, Laplanche y Pontalis llaman la att>nción sobre la dificultad que surge ya cuando se quiere vertir al fran· cés fa palabra alemana. "Le terme Bemachtigungstrieb est difficile a tradui· re. ú s terme.s pulsion de maitrise ou lnstinct de posse.ssion auxquels on a . eu raour.s ne parai.ssent . pa.s convenir parfaitement: maitrise évoque une domina'ion contrólée. possession l'idée d'un avoir a conserver alor.s que sich bemacht.gen .signifie s'emparer ou dominer par la force . 11 nous a semblé qu·en pa ~lant de pulsion d'emprise on respectait mieux cette nuance." Ahora bien, en la misma entrada (véase pulsion el' emprise) los autores del V ocabulaire recuerdan que el mismo Grunberger habla adoptado la traducción . pulsion d'emprise en su artículo de 1960. Pero ocurre que en el presente trabajo de 1965 adopta en cambio el término maitrise. Si bien Grunberger quiere subrayar aquí la doble vectoriz¡;ición que subyace al concepto (pulsión de dominio y dominio de la pulsión; deslibidinazaclón de la pulsión y erotización del pensamiento) (véase su nota 20) , la utilización del término resulta un poco dura y perturba asimismo la claridad de su traducción espafiola. Siguiendo el consejo (errado a nuestro entender) del Vocabulair~ podríamos haber traducido entonces maitrise por el término espaftol "dominio"; pero resulta fácil ver que la solución de Ballesteros es más fiel al trata en efecto del instinto de "aprehencontenido del término alemlm.
der". Pero hay que desembarazar al término de la connotación que proviene de su uso por "aprender", galicismo imperdonable, y restituirle su sentido de "coger", "asir", •"apresar" (aprehender por fuerza al culpable de un delito). Pero era imposible reproducir automáticamentP el término "apre· hensión" cada vez que aparecía maítrise en el texto de Grunberger. Según las exigencias del contexto hemos utilizado también "dominio", aclarando al lado el término francés de origen: [maitri3e) (N. del E.).
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Se
que se halla entonces en el tiempo o en el espacio detrás del sujeto. Las asociaciones, los sueños, las fantasías que acompañaban a la fantasía de asesinato de este paciente demostraban claramente que los charcos de barro, las zanjas y los basurales representaban de este modo su ano proyectado sobre el mundo exterior, mientras que los hombres o los niños representaban al padre o su pene que desaparecía en el ano del sujeto: la fantasía de muerte era consciente en el sujeto pero la había vivido como un temor y no como un deseo. El objeto de la fantasía permanecía desconocido, lo mismo quedaba reprimido el modo anal en que se realizaba el asesinato, al igual que la coincidencia entre la íntroyección anal del pene paterno y el asesinato cdípico. Esta perfecta coincidencia es particularmente clara en el lapsus de este paciente al contarme el entierro del padre. Se había realizado en Saint-Etienne-du-Mont, plaza del Panteón, pero el paciente dice "plaza del Pantalón", confundiendo de este modo el cuerpo entero y el pene del padre. Lo mismo ocurre en un sueño; un pájaro cae en un charco de barro y cuando lo sacan es un cadáver humano, el de uno de los directores del paciente. De hecho, nos encontramos en esta fantasía de muerte ante la condensación de tres deseos realizados: 1 ) fa muerte del padre; 2) la reducción del objeto total (padre) al objeto parcial (pene), inherente al nivel sádico anal de la regresión donde .el objeto es llevado, en último análisis, al objeto anal prototípico: el excremento (o el pene fecal); 3) el coito homosexual con el padre. De hecho, para el análisis el deseo de una relación homosexual con el padre representa una defensa en dos niveles. En el nivel edípico, por la fuga ante el deseo cuyo objeto es la madre edípica: eri el nível pregenital. por la fuga ante la madre preedípica y la búsqueda de una protección ante el padre. En los dos casos el obsesivo fracasa por el carácter ambivalente de su relación con el padre: la relaci,ón homosexual. la introyección anal de pene pate¡no, toma la forma del asesinato edípko por los residuos de su odio hacia el padre, inherente al edipo normal. asi como por el carácter intrínsecamente agresivo de su deseo homosexual propio de la fase anal sádica hacia la cual experimenta una regresión.
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Respuesta de Bela Grunberger a las intervenciones sobre su exposición: "Al margen del Hombre de las Ratas" Agradezco a todos los que han intervenido, así como a H. Sauget por sus amables palabras. · En lo concerniente al caso que M. Fain nos comunicó, se parece, en efecto, en cuanto a su dinámica específica, al caso del cual he presentado un pequeño fragmento, y me ha ayudado por esto a profundizarlo y comprenderlo mejor. El efecto decisivo de su interpretación respecto del tema de las dos vertientes de la situación edípka de su paciente demuestra la importancia de esta "posieión de equilibrio" que intenté describir. Le agradezco que con 'la ayuda de un material interesante haya confirmado algunas de mis hipótesis. ~erge Lebovh.:i, de quien todos conocemos b gran experiencia clínica en general, y en particular en lo que concierne al análisis infantil. ha tenido la amabilidad de venir a corroborar lo que dije de la desintri<:.ación en el interior de la pulsión anal. tomando como base un material de su propio trabajo. Agradezco a Janine Chasseguet-Smirgel haber expuesto un material que completa favorablemente lo que he dicho, en particular lo que concierne al mecanismo de la verificación. En cuanto a los deseos de muerte a que se refiere, los he dejado de lado con toda intención, precísamente en función de su importancia en el obsesivo. Esto hubiese desequilibrado mi exposición, ya que el problema exige un estudio en particular. No obstante. pienso que era esencial señalar, como lo hizo Janine Chasseguet-Smirgel, sus relaciones con el erotismo anal. La observación de Pasche concierne a la distinción entre objeto parcial y objeto total. Mientras que el · obsesivo comete el sacrilegio sobre un objeto total --de ahí su culpabilidad- el objeto del perverso es un objeto parcial. De hecho, sín poder delimitar aquí el problema de la diferencia entre la perversión y la neurosis obsesiva, haré notar, no obstante, que como acaba de expresar Janine Chasseguet.-Smirgel, el objeto en la regresión sádica anal tiende siempre a ser arrastrado a su forma anal primitiva de objeto parcial fecal.
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Regresión funcional del Yo y problemas técnicos en el análisis de las neurosis obsesivas F. Morgenthaler
Desde el momento en que se plantea un análisis. los "hábitos defensivos"· del analizado empiezan a dibujarse cada vez más claramente. El analista comienza a conocer a la persona a quien está analizando. Las particularidades del comportamiento del analizado. sus actitudes frente al analista, no tienen origen en la actividad pulsional del Ello sino en la actividad defen siva del Y o. Se puede observar que algunos mecanismos de defensa están privilegiados y que hay una secuencia más o menos característica e individualmente específica en la sucesión de sus apariciones. Mientras que el desarrollo libidinal. que progresa por fases. obedece a una ley biológica válida pára todo ser humano. el desarrollo de la organización defensiva parece prc.:eder de un modo diferente. Se cree que la formación de la organización defensiva es altamente específica en cada individuo. Probablemente, ésta es una de las razones por las que no ha sido posible hasta ahora demostrar que la organización defensiva está constituida jerárquicamente, ni deducir su génesis. Si la or~anización defensiva se caracteriza por una gran especificidad individual se puede. no obstante, admitir que la organización defensiva está constituida en un orden jerárquico que sigue las líneas de desarrollo del Y o. Generalmente la organización defensiva tiene una estabilidad relativa y considerable a la vez. Por ello, nos parece
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útil hablar de una estructura defensiva que representa una parte
de la estructura del Y o. La experiencia analítica demuestra que la estabilid<.d de la actividad defensiva es tan constante entre los neuróticos, en quienes la defensa a menudo fracasa, como entre los no neuróticos, en quienes la defensa es positiva. Dado el valor clínico de esta consideración, quisiéramos insistir en el hecho de que el fracaso de una manifestación defensiva no debe cuestionar forzosamente la estabilidad de la estructura defensiva correspondiente. Quisiéramos ir más lejos aún: creemos que el éxito en la aplicación del método psicoanalítico depende específicamente de la estabilidad de la organización defensiva. Eso no quiere decir que el éxito de la aplicación de este método no dependa también de muchas otras condiciones, pero éstas no entran en el ámbito de nuestra exposición. Se sabe que los trastornos psíquicos que provocan una importante regresión del Y o sólo admiten el procedimiento analítico a costa de dificultades frecuentemente invencibles. Desde un punto de vista general se puedt. decir que esas dificultades provienen de la incapacidad del enfermo para constituir relaciones de objeto estables. Es poco lo que conocemos. sin embargo, sobre la psicodinámica de algunas dificultades que presenta el análisis de enfermos perfectamente capaces de constituir relaciones objetales, pero que ofrecen una insuficiente estabilidad de su organización defensiva. Alternativamente la, defensa aparece desorganizada, y luego bien estructurada y transparente otra vez. Se podría hablar de una desintegración aislada y reversible de la estructura de la organización defensiva. De hecho, se trata de una regresión funcional del Y o (J. Sandler y W. G. Joffe). La estructura defensiva parece, hasta cierto punto, transparente y estable en las neurosis obsesivas. Ocurre que en el curso de un análisis a un obsesivo se instala, bajo la influencia de pulsiones instintivas reprimidas, una extraña confusión. La defensa parece desorganizarse. El Hombre ae las Ratas es tal vez el ejemplo más impresionante. Freud describe en su texto la confusión que había invadido los pensamientos del enfermo (contaminando, por otra parte, los del analista) cuando apareció "la obsesión de las ratas". Esa fantasía obsesiva había surgido del contexto concerniente a la deuda que el enfermo afirmaba haber contraido a raíz del encargo de unos anteojos. Esta confusión nos parece un ejemplo de lo que hemos llamado una desintegración aislada y reversible de la estructura de la organi-
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zación defensiva del Yo. También se poana decir de este proceso hacia la confusión, que se trataba de una regresión funcional del Y o. En el curso del análisis del Hombre de las Ratas, Freud describió, desde la tercera sesión, esa confusión. El paciente, sin duda, había hecho una transferencia masiva desde el principio del tratamiento. Los s~timientos que el analizado había transferido sobre .la persona de Freud correspondían a las potentes pulsiones agresivas · que habían determinado la refación inf<':lntil con su padre. Freud representaba entonces al padre. Poco faltó para que la agresividad reprimida contra éste se liberara en la transferencia. Pero la angustia de castración era demasiado violenta para permitir esa liberación. De este modo. se mantuvo la represión de las pulsiones agresivas. El paciente se zafó de esta evolución amenazadora porque, por una parte, estaba invadido por la angustia surgida de una nueva amenaza, la fantasía del "castigo por medio de las ratas"; y por otra parte. producía la confusión que Freud calificó de delirio. Sólo en 1923, catorce años después de la primera redacción de su texto, Freud creyó poder eliminar la confusión mediante un agregado. La tendencia a la confusión puede ser entendida como una actividad del Y o al servicio de la defensa. Sin embargo, es necesario preguntarse si esta manera de ver puede resolver el problema planteado. Desde un punto de vista técnico, la acción de un mecanismo de defensa se manifiesta por una resistencia en el contexto transferencia!. Ciertamente, esta condición se cumple en el caso del Hombre de las Ratas, cuando éste entra en un estado de confusión. Además, se exige que la resistencia disminuya si, en la situación analítica, ha sido descubierta y verbalizada la interpretación justa del deseo inconsciente oculto detrás de esa resistencia. Esta segunda condición no parece cumplirse cuando se trata de una evolución confusional en el sentido que acabamos de ver. No obstante, se podría intervenir aquí para decir que debe ser particularmente difícil encontrar, en casos similares, las interpretaciones correctas. Freud fue un maestro para adivinar y hallar la interpretación justa. Del mismo modo, logró esclarecer la asombrosa confusión en que se había enredado stt paciente, en su relato sobre las difetentes personas consideradas para pagar su deuda. Freud interpretó así la negación, ya que. desde el comienzo, el paciente debía saber que la joven empleada en la oficina de correos de "Z" había pagado por él el reembolso
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postal. Conforme a este hecho el paciente debía saber que era absurdo continuar aferrándose a la idea de una deuda irrisoria con el teniente. Freud interpretó la indudable falsificación de la realidad, y el paciente fue capaz de entender esas interpretaciones y aceptarlas. "Y sin embargo hizo, sobre la base de tal error, el juramento que había· de atormentarlo", escribe Freud, y termina: "De todos modos, reconozco que después de esta rectificación aún se nos hace más insensata e incomprensible que antes su conducta." · Es necesario subrayar que en ese contexto el Hombre de las Ratas había asociado en su delirio recuerdos muy importa,n tes que demostraban la agresividad inconsciente dirigida contra su padre. Freud interpretó esas pulsiones inconscientes, las ligó estr.e chamente a los recuerdos de la infancia y permitió a su enfermo elaborar, hasta cierto punto, su comprensión de esas conexiones inconscientes. No obstante se ve que esta actitud originó una controversia: como si los esfuerzos de Freud destinados a ·dominar la confusión hubieran contribuido a crear un estado confusional en la relación analítica, que por añadidura se sumaba a la confusión temática desprendida de "la obsesión de las ratas ... En el contexto de las interminables discusiones con su enfermo, Freud escribe: "Tales discusiones no tienen nunca por objeto convencer al enfermo. Tienden tan sólo a llevar a la conciencia los complejos inconscientes, trasladar al terreno de la actividad anímica consciente la pugna en · torno de ellos empeñada y facilitar la aparición de nuevo material inconsciente." Desde el punto de vista de la teoría de la técnica, existen numerosas condiciones según las cuales " la aparición de nuevo material inconsciente" hace evolucionar el proceso analítico propiamente dicho. Para dar un ejemplo, la aparición de recuerdos hasta ese momento inconscientes es válida, para el procedimiento analítico, siempre que esos recuerdos aparezcan en el seno de la situación analítica, constantemente mantenida y respetada. No queremos estudiar aquí todas esas condiciones. Es ·suficiente recordar que un material que surge abundantemente del inconsciente no siempre favorece el proceso analítico, lo que se puede observar analizando a enfermos psicóticos o afectados por profundas regresiones estructurales del Yo. Sin embargo, el Hombre de las Ratas de Freud no puede ser contado entre los enfermos de este grupo. La evolución confuslonal descrita a raíz del Hombre de las Ratas puede encontrarse en muchos casos de neurosis obsesiva.
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Las manifestaciones clínicas así descritas aparecen bajo aspectos muy distintos. En casos semejantes, el material inconsciente parece surgir en forma relativamente incoordinada, o al menos aparecer con una facilidad que permite comprobar que los modos de defensa habituales del paciente (a l.os que entretanto se han podido conocer) no intervienen para desalojarlo. La observación clínica demuestra que en esas fases los analizados no se inclinan a profundizar su relación libidim~l ni se ven forzados, según parece, a reducir sus relaciones objetales a un nivel regresivo. En este punto estos neuróticos se distinguen fundamentalmente de los enfermos que tienen una infraestructura psicótica del Y o, Será útil considerar muy de cerca lo que escribe Freud en el anexo ya citado: "Tales discusiones no tienen nunca por objeto convencer al enfermo. Tienden tan sólo a llevar a la conciencia Jos complejos inconscientes, trasladar al terreno de Ja actividad anímica consciente la pugna en torno de ellos emp_eñada ... " (0. C., 11, p. 635). Se plantean entonces las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los complejos reprimidos introducidos en la conciencia del Hombre de l'as Ratas durante esas interminables discusiones? ¿Cuál fue, hablando con propiedad, la lucha de que fueron objeto estos complejos, lucha perseguida con empeño cada vez mrás intenso a medida que esos complejos se tornaban cons.cientes? Del material expuesto por Freud surge con claridad que se trata del complejo de Edipo, más precisamente del odio inconsciente dirigido contra el padre y de los deseos incestuosos reprimidos, introducidos en la conciencia. A partir de la temática de numerosas asociaciones del analizado, se podría deducir el modo de desarrollo de la toma de conciencia del odio ,contra el padre y de sus deseos incestuosos. Seguir esta vía para hallar las respuestas a los problemas planteados no aclara finalmente nada de la problemática sobre teoría de la técnica, porque este modo de ver no permite llegar a deducciones útiles para la técnica misma. Una respuesta satisfactoria a esos dos problemas presupone la sustitución de un punto de vista temático por uno ·dinámico. En el Hombre de las Ratas los complejos reprimidos, punto de partida del delirio (ideas alucinadas), se hallan ante todo indisolublemente unidos al estado confusional en que se encuentra sumido el paciente, e implican también a Freud en la confusión. Lo que se hacía consciente era la tendencia del enfermo a con-
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fundirse y ·a confundir a los que lo rodeaban. La lucha entre la tendencia confusional por una parte y la neurosis de transferencia por otra fue lo que se dibujó en el plano de las actividades psíquicas conscientes. El texto de Freud demuestra claramente que la parte principal de la neurosis de transferencia ocupa entonces el lugar de la confusión. La confusión había inhibido el desarrollo de la neurosis de transferencia.' En el final del capítulo sobre el origen ocasional de la enfermedad, Freud expone la fantasía transferencia! del Hombre de las Ratas: el analizado había imaginado que una joven con la que se había cruzado un dia en la escalera de la casa de Freud era la hija de éste. Sigue a este relato, en el texto de Freud, el capítulo titulado: "El complejo paternal y la solución de la idea de las ratas", donde Freud escribe: "Así pues, para llegar a la convicción de que su actitud con respecto al padre exigía aquel complemento inconsciente tuvo que recorrer el doloroso camino de la transferencia." (Se trata de las pulsiones hostiles reprimidas, dirigidas contra su padre, a quien en el fondo había querido tiernamente.) Freud continúa: "No tardó en llegar a injuriarme groseramente e injuriar a todos los míos en ~us sueños, fantasías diurnas y ocurrencias , en tanto que intencionadamente nunca me manifestaba sino el mayor respeto." "En tan dolorosa escuela " , prosigue Freud, "adquirió poco a poco la convicción que le faltaba y que cualquier otro sujeto no interesado personalmente hubiera adquirido en el acto~ quedando entonces también abierto el camino para la solución de la idea de las ratas." Partiendo de esta descripción de Freud y desde el punto de vista de la teoría de la técnica psicoanalítica, se presentan numerosos interrogantes referidos al problema fundamental de la evolución de lá neurosis de transferencia. ¿Por qué pudo ésta desarrollarse, a pesar de que el analizado había logrado defenderse con éxito durante tanto tiempo? La respuesta a este interrogante será tanto más difícil si se piensa que el paciente, muy probablemente, no se había "defendido" contra nada. Sin duda, el paciente no trató de oponerse al desarrollo de la neurosis de transferencia movilizando los mecanismos de defensa, sino que simplemente no fue capaz de desarrollar completamente su transferencia. De aquí que la pregunta concerniente a la teoría de la técnica se divide en dos partes: 1) ¿Qué hay en el fondo de este fenómeno que debe ser elucidado utilizando nociones técnicas?
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2) ¿Cuál es el instrumento técnico que se debe adoptar para resolver ese problema? · Para responder a la primera pregunta hay que transformar la tendencia a la confusión en disponibilidad para elaborar una porción suplementaria de neurosis de transferencia. Para nosotros, la tendencia a la confusión es la expresión de una regresión funcional del Y o que no afecta prácticamente, por lo menos en su mayor parte, sino a las funcione:s del yo puestas al ser~ vicio de la estructuración defensiva. Se puede hablar también de una regresión parcial del Yo, o aun de una "psicosis de defensa" aislada, responsable de la ausencia de desarrollo de la neurosis de transferencia o, en rigor, de su desarrollo en un sentido inutilizable para los fines psicoanalíticos. Quisiéramos recordar aquí las crisis histéricas agudas ( síncopes, etcétera) en que la organización defensiva parece derrumbarse de manera total pero pasajera, y el proceso primario priva en el momento en que la conciencia se desvanece. En el estado confusional de la neurosis obsesiva se nota igualmente la prevalencia del proceso primario. El fenómeno permanece entretanto estrictamente aislado con respecto a las otras funciones del Y o. Gracias a su aislamiento, y a pesar de su crecimiento, el proceso primario no altera a la conciencia. Se tiene la impresión de enfrentarse solamente a una regresión parcial del Y o. El estado confusional sustituye primero a la neurosis de transferencia, para arrastrar después en su corriente al analista y a la relación con él. Dejando a un lado el estado confusional, las funciones del Y o del Hombre de las Ratas quedan intactas. Durante el tratamiento, el Hombre de las Ratas revela una fijación libidinal relativamente estabilizada en el plano sádico-anal y no sufre una regresión hacia una dependencia global de nivel oral. La posición sádico-anal y las funciones del Y o se mantienen casi intactas. El Y o sólo aparece "flojo" en un sector aJslado: el de .la labilidad en el seno de la organización defensiva. Nuestra segunda pregunta depende del problema técnico. ¿Cómo proceder para solucionar el fenómeno que hemos des' crito? ¿Qué nos enseña Freud sobre este punto? Cuando cuenta la fantasía transferencia! citada anteriormente, habla de un período oscuro y difícil. Dice: "Después de un período harto oscuro e intrincado del tratamiento, se reveló que había supuesto hija mía a una muchacha con la que se había cruzado una tarde en la escalera de mi casa.'' Freud demuestra que el problema técnico puede resolverse. Durante el tratamien-
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to, Freud tuvo la seguridad absoluta de llegar a una verdadera comprensión, por compleja que fuera la confusión.· Esta convicción de Freud caracteriza su obra y es parte de su personalidad científica sin igual. El Hombre de las Ratas no pudo resistir a· este empuje. Admiró e idealizó a Freud tal como en su infancia había deseado poder idealizar a su propio padre. La regresión funcional de su Y o, manifestada en la labilidad de la· organización defensiva, no armonizó ya con su manera de elaborar una relación de objeto, pero empezó a dificultar sus sentimientos con respecto a Freud. La profunda convicción de alcanzar finalmente la completa comprensión de lo que sucedía en el al~a .de su analizado (por más que la confusión fuera total al comienzo) era el instrumento infalible del analista, que por una parte se oponía, a la regresión aislada del Y o del Hombre de las Ratas, y por otra conseguía hacer evolucionar la neurosis de transferencia. Pero la teoría de la técnica no puede contentarse con una proposición semejante para responqer a la pregunta formulada, puesto que no permite deducir nada útil para la técnica psicoanalítica. El instrumento soberano de Freud debe ser adaptado a los procedimientos corrientes de la técnka. La neurosis obsesiva dispone de una serie de funciones del Y o intactas para ponerlas al servicio del análisis. Se puede admitir que existen medios técnicos para llegar a este resultado. Medios sin duda más simples que la presencia de una personalidad tan extraordinaria como la de Freud. Si bien es aierto que la presencia de Freud favoreció al Hombre de las Ratas con un análisis privilegiado. Cuando se habla de psicoanálisis, y sobre · todo de técnica psicoanalítica, se tiene en vista, en primer lugar, la interpretación. El objeto de la interpretación es aquí la regresión parcial (funcional) del Yo en su conjunto. es decir, la tendencia a quedar enredado en la confusión y enredar a los otros. Esta idea parece fundamental porque la confusión, precisamente. impide una evolución ulterior de la neurosis de transferencia. Gracias a las funciones intactas .de su Yo, el analizado es capaz de comprender esta interpretación, y a ello lo ayuda también su tendencia a supeditar sus sentimientos a su inteligencia. El analista dice a su enfermo: "La coniusión a la que usted me arrastra me impide seguirlo: no puedo ya comprender lo que usted dice y creo que usted mismo no lo comprende".
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El objeto de esta interpretación es que el paciente tome conciencia de su tendencia confusional. Debe desarrollar sus medios de introspección en el sentido del Dynamic lnsight invocado por R. Loewenstein. De ordinario el analizado responde a esta interpretación mediante una readaptación a la situación real, aun cuando este efecto sea muy transitorio. En general se lo ve aferrarse a su tendencia confusional·con una retentividad típicamente sádico-anal. Pronto se desarrolla una verdadera resistencia. Pero esta resistencia cede ante el trabajo de la interpretación. Al final el analizado renuncia a la confusión. Es i~presionante comprobar la intensidad de los esfuerzos inconscientes del obsesivo por mantener el estado confusional. como si fuera el objeto de un deseo inconsciente. A medida que la confusión disminuye, aparecen nuevas fantasías transferenciales. A menudo, esas fantasías tienen un contenido sádico-anal y la verbalización choca con fuertes resistencias. Ahora bien. esas resistencias pueden ser analizadas. Hemos hablado de la interpretación de las tendencias confusionales y no de una confrontación, porque el analizado estaba al corriente de modalidades pertenecientes a su Y o y a la transferencia. Es necesario agregar que esta interpretación implica habitualmente un cambio en la situación transf erencial, lo que generalmente no sucede en una simple confrontación. Cuando uno se encuentra, en el análisis, con neurosis obsesivas enmarañadas por una confusión semejante a la del Hombre de las Ratas, nos parece importante señalar que la interpretación reconstructiva sólo tiene sentido si la aparición de signos ciertos demuestra que la tendencia confusional ha sido reemplazada por nuevos aspectos de la neurosis de transferencia. Vamos a ilustrar la aplicación de este procedimiento técnico en el breve relato de un caso: El neurótico obsesivo que presentamos, de cuarenta y seis años de edad, me había idealizado desde el .comienzo del análisis. Al mismo tiempo se hacía tratar por un quiropráctico al que calificaba, en fono desconfiado, de charlatán. La interpretación del desplazamiento de la desconfianza secreta que sentía hacia mí fue seguida por un nuevo desplazamiento de sus sentimientos hostiles. Una larga y complicada disputa había estallado entre él y la propietaria de la casa que alquilaba por razones profesionales. Cuandó intenté interpretar este segundo desplazamiento, el analizado me contó que cuando venía a la sesión analítica había atrapado una gaviota con la mano. Ase-
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guró que hubiera podido matarla fácilmente, pero, compadecido del pájaro, lo había dejado escapar. La interpretación de las conexiones inconscientes entre la disputa, la gaviota y el análisis terminó por hacer admitir al analizado la hostilidad que sentía hacia mí. Comprendió también que primero trató de suprimir sus sentimientos hostiles hacia el analista y que luego los había disimulado. La idealización era una formación reactiva. El mecanismo de defensa representado por su tendencia a aislar se volvió consciente, una vez evaluados los motivos reales de la disputa con su propietaria y los de las otras actividades que actuaban en el plano de los desplazamientos. Sólo entonces me confió que estaba obsesionado por ideas coprofílicas que lo excitaban sexualmente. Según él, el conflicto permanente en que vivía con su mujer había sido desencadenado por la eyaculación precoz que sufría. En realidad, sus conflictos conyugales eran una consecuencia de sus actos obsesivos. Después de comunicarme esos pensamientos, la situación transferencia! se aflojó. El analizado se sintió menos amenazado y pudo recordar la historia de su infancia. Su padre, irascible, azotaba a sus siete hijos -verdaderas escenas de castigó-- exceptuando sin embargo al menor, el analizado. Su madre, por el contrario, lo humilló siempre. No recordaba una época en que no la hubiera detestado. Ella murió cuando él tenía veinte años. Mi paciente aventajaba a todos los miembros de la familia en inteligencia, en éxito profesional y logros en la vida. Sufría por su aislamiento y sentía conscientemente el deseo diabólico e incesante de ser humillado y sometido por su padre. El deseo de someterse a mí comenzó después a representar un papel importante en la transferencia. El analizado trató de eludir el análisis mediante severas formaciones reactivas y acting out. Proyectó viajes insensatos, ocultó sus intenciones y finalmente las realizó, nada más que para faltar a las sesiones de análisis. El traba jo interpretativo terminó por elucidar los motivos de esas actividades neuróticas; después, el paciente pudo reconocer que en el fondo quería venir al análisis y que sentía ternura por mí. Durante las semanas siguientes se enredó en un estado de confusión en el que también yo me vi arrastrado. Esta evolución recuerda en más de un aspecto los datos extraños de la historia del Hombr.e de las Ratas. Esta fase del análisis empezó con actos obsesivos y fantasías sádicas centrados en el deseo compulsivo de envenenar los árboles. El enfermo poseía una casa situada en una pendiente escarpada. En ella se en-
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contraba su jardín. Los árboles del vecino sombreaban su huerto, lo que se le hizo insoportable. En un impulso masoquista y obsesivo se puso a remover grandes car¡tidades de tierra en el jardín. Esto representaba una contracarga, que apuntaba a reprimir sus fantasías sádicas. A partir de ese momento, observaciones triviales y asociaciones inofensivas provocaron en él ideas de referencia y extraños sentimientos de participación. Se sentía perseguido, inquieto por fantasías monstruosas. Fantasías que escapaban a sus deseos de humillación y concluían habitualmente con una rehabilitación brillante : se imaginaba como. salvador de su· ciudad natal. Se representó más de una vez una catástrofe mundial. Los problemas que parecía plantearle la . configuración de su jardín tomaba proporciones gigantescas y se extendían de modo megalomaníaco al país, y aun a toda Europa. En el curso de esta fase se decidió a hacer transformar su jardín. Había que construir paredes que permitieran subdividirlo en numerosas terrazas, cuya horizontalidad se prestaría mejor para ciertas plantaciones que planeaba. Los trabajos necesarios eran importantes y, por consiguiente, muy costosos. Y o había presentido que el paciente quería, en el fondo, transformar su jardín para que fuera tan hermoso y placentero como el jardín de sus padres, en la época de su infancia. La superficie del jardín paterno era plana. Durante largo tiempo el paciente vaciló en describir la dificultad en que se había metido. Quería aplanar su jardín haciendo elevar terrazas. Las paredes que hubiera debido edificar para esto lo molestaban. Al describir las condiciones del terreno, se enredó en una confusión que me obligó a modificar progresivamente mi idea acerca de su jardín. Finalmente creí comprender que la orientación de las paredes que había que construir estaba dictada por las fantasías de venganza que alimentaba desde hacía mucho tiempo contra el vecino, propietario de los árboles que él quería envenenar. Pero a él le parecía imposible satisfacer mediante el mismo procedimiento su fuerte deseo de tener un jardín tan plano, simétrico y ll'Jaravilloso como el de sus padres. La interpretación de las fantasías de venganza no aclaró nada. Por el contrario, el paciente se hundió en nuevos problemas que surgieron cuando hubo que decidir, por una parte, la orientación de las paredes, y por otra la dirección de un pequeño sendero, interrumpido aquí y allá, además, por pasajes de escaleras. El espesor de las paredes, sus cimientos, la eventualidad de un encuentro entre muros y alcantarillas, la cantidad de losas de piedra del sendero y la de los peldaños de las escale-
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ras, todo se embrolló en un delirio de conexiónes fantasmáticas. Se decidió luego a cambiar de sitio montones de tierra y de guijarros para trasplantar las .verduras de modo que no las tapara ya la sombra de los árboles ignominiosos. Comenzó ese trabajo de noche, para no llamar la atención. A pesar de todo, estaba decidido a envenenar los árboles del vecino. Creía que el día en que cumpliera ese acto, las verduras transplantadas probarían su inocencia. Le dije entonces a mi paciente: "Aunque procuro comprenderlo, no atino a seguirlo porque usted me arrastra a la confusión. Pienso que tampoco usted comprende ya cuál es el problema; usted mismo se ha enredado en la confusión. Ya no sabe lo que quiere." El paciente replicó: "Quiero construir una piscina porque me la pide mi mujer." Este argumento era nuevo y me resultó muy esclarecedor. El estanque debía ubicarse en la terraza más alta. Desde ese momento, el temor de que los muros no resistieran la presión del agua del estanque dejó de parecerme insensato. Pero pronto la confus_ión se reanudó con más intensidad. Y o he interpretado varias veces la tendencia del paciente a hacer reinar la co:1;1fusión, en la cual me sumía también a mí. A medida que proseguía el trabajo interpretativo, el paciente completó la descripción de su jardín. Mencionó hechos mantanidos en secreto hasta entonces. Por fin, pude entrever la disposición de su jardín y entender que las construcciones emprendidas eran apropiadas y útiles. Por su parte, el paciente comprendió que la confusión en la que se había enredado dificultaba el desarrollo del análisis. Un buen día se bloquearon por su' culpa las alcantarillas de la casa. El domingo por la mañana, mientras su mujer se hallaba en la iglesia, el paciente abrió las alcantarillas situadas en medio del jardín. Provisto de elementos inadecuados, él mismo intentó destapar la cañería. Pero una fantasía lo obsesionaba: su analista podría sorprenderlo en esas actividades humillantes. si se le ocurría visitarlo para admirar )a piscina. El analizado vaciló en contar esta· fantasía transferencial. Resistió durante mucho tiempo, pero terminó por confesarla, y así concluyó el delirio del jardín. Una parte esencial de la neurosis de transferencia había evolucionado. A continuación de este desarrollo analítico, fue posible interpretar las conexiones inconscientes que yo había adivinado hacía mucho tiempo. La piscina, por ejemplo, que según él había hecho construir por iniciat_iva de su mujer, y de
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la que no había podido hablar durante tanto tiempo, estaba íntimamente ligada al deseo incestuoso de poseer a la madre amada de su primera infancia. Durante el tratamiento analítico ulterior. la tendencia a la confusión se manifestó aun en numerosas ocasiones. Sin embar. go, fue posible mantener al paciente en equilibrio afectivo frente a la realidad, cada vez que se aproximaba al delirio. La interpretación eficaz para este propósito consistía en recordarle su propensión a comprometerse y a compromi>ter a los demás en la confusión. Para asegurar a estos obsesivos una toma de conciencia continua de la realidad que los rodea, es muy importante apelar a las funciones del Yo no comprometidas en la regresión funcional que desintegra la organización defensiva. Esa toma de conciencia es necesaria para reconstituir la relación objeta! en la situación analítica. Para terminar, quisiéramos subrayar que el estado confusional. comprobable con tanta frecuencia en las neurosis obsesivas, no representa más que un aspecto de las manifestaciones desencadenadas por una desintegración reversible y aislada de la organización defensiva, es decir, por una regresión funcional del .Yo.
Referencias bibliográficas l , Freud Anna, Le moi et les mécanismes de défense, Presses Universitair~s de France. 1964. 2. Loewenstein R., "Sorne Considerations on Free Association". Journa! of the American Psychoanalgtic Association, vol. XI, nQ 3, 1963. 3. Hoffer W., "Defensive Process and Defensive Organization: their place in psychoanalytic technique", lnf. of Psycho-analysis, vol. XXXV, 2• parte, 1954, pp. 194-198. 4. Freud S., Remarques sur un cas de névrose obsessionnelle. en Cinc¡ Psychanalyses, Presses Universitaires de France, 1966. [Análisis de trn caso de
neurosis obsesiva, O. C., II.] 5. Id., nota al pie de la p. 237 (con croquis), capítulo g ("Le complexe paternel et la solution de l'obséssion aux rats") ("El complejo paterno y la solución de la idea de las ratas"] .
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6. Id .. p. 211. hacia el final del capítulo e ("La grande appréhension obsedante") ["El gran temor obsesivo" J.
7. Id., nota al pie de la p. 216 capítulo d ( " Introduction la cure") ["Introducción a la inteligencia de la cura" J.
a
l'intelligence de
8. Id., p. 235, capítulo g ("Le complexe paternel et la solution de I' obséssion aux rats") ["El complejo paterno y la solución de la idea de las ratas"]. 7. Id., nota al pie de la p. 216, capítulo d ( "lntroduction rnaladie") ["La motivación de la enfermedad"].
a
La neurosis de transferencia del "Hombre de las Ratas" Mark Kanzer
l'intelligence de
10. Id., pp. 210-211. capitulo e ("La grande appréhension obsédante) ("El qran temor obsesivo" ].
"'
Lo que se conoce familiarmente como el Hombre de las Ratas es la clásica descripción que hace Freud 1 con el título de Aná~ lisis de un caso de neurosis obsesiva ( 1909) y que representa una fase temprana de la teoría y la técnica psicoanalítica. Como señala Kris, 2 ese caso refleja el evidente adoctrinamiento inte~ lectual de Jos pacientes que prevalecía en ese momento y la poca i!llporta ncia que se asignaba al revivir en la transferencia, un rasgo· que el análisis habría de adquirir más tarde. Sin embargo. incluso en ese trabajo, Freud destacaba que la transferencia es el agente terapéutico efectivo, aunque lo interesante desde el punto de vista de la evolución del pensamiento analítico es que en ese entonces no captara cla ramente la significación transferencia] de muchos de los intercambios que se produjeron entre d y el Hombre de .las Ratas. Al reconstruir esa etapa de la técnica analítica, surge que buena parte del adoctrinamiento intelectual que entonces se consideraba necesario y compatible con el "rol del espejo" del analista era en realidad, por lo menos en un nivel inconsciente, un reconocimiento de las resistencias y una intervención más o menos activa que modificaba la actitud del paciente hacia el médico. El Hombre de las. Ratas es un t f'r eud, Sigmund, AnMisis de un caso de neurn>is obsesi un ( 1909), O. C.: .. II. ~ Kris. Ernst. "Ego Psychology and lnterpretation in Psychoanalytic Ther
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caso que contiene notables materiales para un estudio de los procesos intuitivos mediante los cuales Freud exploraba la vida anímica de sus pacientes, como también de las experiencias clínicas que determinaron la dirección que habrían de tomar las formulaciones analíticas. Al introducirnos en su metodología, Freud citaba a Alfred Adler, "anteriormente analista", que había llamado la atención sobre la especial importancia de las primerísimas comunicaciones emitidas por los pacientes. Freud confirma esta observación dando como prueba la elección de objeto homosexual en las oh. servaciones iniciales del Hombre de las Ratas. Sin embargo . Freud nq extrajo de ello las conclusiones que surgían con respecto a la transferencia que estaba desarrollándose: además, en esa época no se relacionaba a la homosexualidad con el funcionamiento del yo y del superyó. Así por ejemplo, las primeras palabras del Hombre de las Ratas se referían a un amigo a quien siempre solía recurrir cuando lo atormentaba algún impulso criminal, para ver si ese hombre lo consideraría culpable. Sin embargo, el amigo lo apoyaba moralmente asegurándole que era una persona de excelente carácter y que únicamente tenía la costumbre de verse a sí mismo bajo una luz muy negativa. El curso posterior del análisis permitió comprobar que esta presentación introductoria sintetizaba la · motivación para buscar tratamiento, y ponía en claro la necesidad de apaciguar al superyó al mismo tiempo que se lo engañaba, todo lo cual constituía un inconf.u ndible punto focal para descubrir y afrontar la resistencia. También el resto de la primera sesión analítica parece, retrospectivamente, plantear algunas dudas en lo tocante a la escrupulosidad con que el paciente cumplió su " compromiso" d~ seguir la regla de asociación libre. Se nos informa qtle suministró una historia detallada de sus primeras experiencias sexuales infantiles, circunstancia que sin duda no deja de tener relación con el hecho de que había leído La psicopatología de la vida cotidiana y por esa misma razón había elegido como terapeuta a Freud. Estos recuerdos tampoco carecen de interés desde el punto de vista de la formulación de la dinámica inicial de la transferencia y las resistencias. Abundaban en ellos las fantasías voyeuristas, unidas a temores de ser observado. El paciente recordaba que en su infancia había temido que sus padres pudieran leer sus pensamientos, idea que debe de haber alcanzado su cµlminación en la confesión del pensamiento obsesivo de que el padre moriría al comprender las fantasías secretas de su hijo.
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Es de presumir que de esa manera iban tendiéndose las líneas de la batalla con el analista. La entrevista siguiente, con el famoso relato del encuentro entre el paciente y el sádico ofieial del ejército que precipitó su neurosis, no fue un simple episodio de la anamnesis, tal como se lo consideró, sino que constituía ya un florecimiento de la transferencia. Se recordará que la historia del Hombre de las Ratas hacía referencia a un militar neurótico que mostró violenta agitación cuando una conversación mantenida en el comedor giró sobre tln castigo sádico que se practicaba en Oriente: un recipiente que contenía ratas era volcado sobre las nalgas de los criminales. Poco después, en el paciente habían aparecido dudas obsesivas sobre los detalles del pago de un paquete que le había traído el mismo oficial que había relatado con manifiesto placer esa tortura exótica. Mientras contaba esos sucesos, el paciente se mostró tan perturbado que con frecuencia tenía que interrumpirse y levantarse del diván. El analista procuró ayudarlo completando los detalles que el analizado no era capaz de verbalizar : "Le dije entonces", relata Freud, "que haría lo posible por .. . adivinar lo que él se limitara a indicarme, sin entrar en detailes" [O. C .. p. 629]. Al parecer, este juego de las adivinanzas dio paso a \lna divertida - y aparentemente insospechada:__ manifestación de acting out. Cuando el muchacho llegó a los detalles decisivos del castigo de las ratas, se las arregló para llevar a Freud a un diálogo que era, en realidad, la reproducción de los procedimientos que describía. Cuando contó, tartamudeando, cómo arrojaban los roedores sobre las nalgas de los condenados, volvió a levantarse del diván exclamando, con signos de horror y resistencia: " ... Se iban introduciendo en .. . " [O. C., p. 629]. sin poder terminar la frase. En ese momento intervino Freud para completar el ·pensamiento no verbalizado, sugiriendo correctamente que las ratas se introducían en el ano. En realidad, la seducción del paciente empujaba al analista no sólo al rol del oficial cruel que había narrado la historia, sino también al de las ratas que invadían el cuerpo de la víctima. Es claro que las reglas del análisis se prestaban a la interpretación del inconsciente como una violación por la fuerza de la mente del paciente, algo que ya había sido anunciado en la sesión precedente por los recuerdos de la preocupación del paciente en e} sentido de que sus padres hubieran podido leer sus pensamientos: " ... le hice prometer que observaría la única· condición del tratamiento", cuenta Freud, "o sea, decir todo lo que le pasara
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por la cabeza, aunque fuera desagradable ... " [O. C., p. 625]. Precisamente cuando descr:ibía el castigo de las ratas, el analizado pidió que lo eximieran de 1a promesa: "Le aseguré que, por mi parte, no tenía tendencia alguna a la crueldad y que, desde luego, no quería atormentarlo" . . escribe Freud. que evidentemente percibió la sutil acusación de que era objeto, "pero que no podía concederle lo que me pedía, puesto que la superación de la resistencia era un mandato ineludible de la cura" [O. C.. p. 628]. El paciente, con la astucia típica del neurótico obsesivo. se las arregló para distorsionar la regla analítica hasta convertirla en un instrumento adecuado a sus propios fines; persuadió además al analista a perdonar la violación de la promesa. permitiendo que el paciente se levantara del diván y cqlaborando activamente en la violación al revelar sus propios contenidos psíquicos en vez de descubrir los del paciente, es decir, al pronunciar él mismo las palabras mágicas que eran el equivalente de la acción: "en el ano" [O. C. , p. 629] . "En todos los momentos importantes del relato podía observarse en él una singular e.x presión fisonómica compuesta, que sólo podía interpretarse como signo de horror ante un placer del que no tenía la menor conciencia" [O. C. , p. 629]. relata Freud. La cabal significación de ese placer podía haber sido inferida del hecho de que " ... el sujeto se conducía como aturdido y enajenado, llamándome repetidamente «mi capitán» .. . ". Freud explicaba el hecho (pasando totalmente por alto la pro habilidad alternativa) "sin duda porque al principio de la sesión le había dicho que yo no era un hombre cruel como el capitán d·e su historia ... " [O. C., p. 630]. . En la sesipn siguiente el paciente seguía teniendo un conflicto respecto de una promesa, referida esta vez a un ritual obsesivo que había urdido con el fin de pagar un paquete postal que le había sido entregado por el capitán. Esto había determinado que escapara del acantonamiento del ejército para buscar refugio en Viena, donde buscó alivio a su culpa. recurriendo primero a su amigo y posteriormente a Freud. El relato que hizo durante la sesión despierta la sospecha de que una . vez más no se trataba de una simple anamnesis, sino que tenía definidas implicaciones transf.e renciales. Ahora que el analista había ocupado el lugar del capitán cruel ¿planeaba nuevamente el pacien.f:e romper un compromiso (el de someterse a tratamiento), escapar de Viena y regresar al campamento? En todo caso, en el curso de esta sesión le dijo a Freud que en un primer momento había
buscado un médico con el único fin de que le diera un certificado que le habría permitido volver al ejército y llevar a la pr~ctica los términos de su obsesión. Tal oscilación entre personas y lugares es característica de ese tipo de neurosis. "Muchos meses después", comenta Freud, "en el punto culminante de la re~istencia, le acometió de nuevo la tentación de ir a P., buscar al teniente Z. y representar con él la comedia de la devolución del dinero" [O. C., p. 631 ]. Es de presumir que en la entrevista siguiente prosiguió el debate interior referente a la é!apacidad del paciente para contar con su médico y confiar en él. Lo preocupaba el miedo a su propia agresión y a la hostilidad de ·la represalia consiguiente. Evocó la muerte· súbita de su padre y la culpa que él había experimentado después: el padre había fallecido mientras el joven se tendía una hora a descansar (¿deseos de muerte hacia Freud?) y, sin embargo, él nunca había terminado de aceptar la realidad de esa muerte y al oír algún chiste divertido solía encontrarse pensando: "Tengo que contárselo a papá" (¿la regla analítica?) Cuando entraba en una habitación esperaba encontrar a su padre en ella (¿el consultorio del analista?); sin embargo, en otras ocasiones se sentía tan deprimido por los reproches que se formulaba por la muerte de su padre, que sólo su amigo lograba ayudarlo asegurándole que no era culpable, circunstancia que nos retrotrae a las primeras manifestaciones del paciente y a su necesidad de encontrar personas (incluso Freud) que dieran testimonio de su confianza en él. El amigo o el analista, como sustituto inconsciente del padre, aseguraban su inocencia en la forma más convincente al demostrarle, por el hecho de existir, que él no los había matado. Freud respondió a esto con un largo discurso teórico sobre la idea y el afecto en las neurosis, con el fin de convencer al paciente de que su sentimiento de culpa debía tener, en realidad, alguna justificación inconsciente válida, y de inducirlo a buscar dentro de sí la explicación de los reproches que él mismo se formulaba. De tal manera el análisis se diferenciaba nítidamente de las técnicas tranquilizadoras que había urdido el paciente para sí y que otras formas de terapia habrían gratificado en su mayoría. Sin ,embargo, también Freud lo tranquilizaba en forma indir,ecta, pues cuando el paciente preguntó qué valor tendría el descubrimiento de sus motivos ocultos, la respuesta fue que probablemente de esa manera se disiparían los sentimientos que lo perturbaban.
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Esta absolución implícita fue seguida por la confesión, vaga y tentativa, de pequeñas frchorías de su infancia. Freud aprovechó inmediatamente esta circunstancia para asegurar que precisamente los incidentes que tenían lugar en lé;3s primeras etapas de l? vida eran de la mayor importancia y que el paciente descubriría por sí mismo las leyes del inconsciente. (No está del todo claro en qué sentido fue dicho esto, puesto que el Hombre de las Ratas estaba ya familiarizado con los escritos de Freud.) Esta explicación intelectual parece haqer estado acompañada de algunos signos de aprobación y satisfacción de parte del analista; además el paciente volvió a ser invHedo, de manera amistosa, a demostrar su capacidad para el autoanálisis. En realidad. la siguiente reacción del analizado fue de sospecha; qaería saber si el procedimiento que de modo tan positivo se le presentaba podía contrarrestar. realm ente ideas de tan larga data. A ello Freud le aseguró que se h<1hía formado una buena opinión de él, juicio "que le satisfizo visiblemente". En una palabra, el terapeuta recurrió durnnte esa entrevista a mucho más que exposiciones teóricas. De todas maneras, esas conversaciones parecen haber disminuido la resistencia. Al comienzo de la sesión siguiente, el paciente renoYó sus primeras afirmaciones de que había creído que sus padres eran capaces de adivinar sus pensamientos (¿tributo a Ja destreza del analista?) y llevó su coraje hasta el punto de confesar üna fantasía infantil referente a la muerte del padre. Como Freud ya había <.!divinado semejante idea y se había mostrado tolerante ante ella, el recuerdo podía ser admitido. Sin embargo, el terapeuta todavía no estaba satisfecho y después de azuzar y tranquilizar un poco más al paciente mediante "explicaciones. teóricas", obtuvo nuevas confesiones. Freud comenta en una nota que "Tales discusiones no tienen nunca por objeto convencer al enfermo. Tienden tan sólo a llevar a la conciencia los complejos inconscientes. trasladar al terreno de la actividad anímica consciente la pugna en torno de ellos empeñada y facilitar la aparición de nuevo material inconsciente" [O. C.. p. 635]. El Hombre de las Ratas reaccionó ante la exposición de Freud con la actualmente bien conocida tendencia del obsesivo a pro,·ocar al terapeuta para que le ofrezca más explicaciones intelectuales en el curso de las cuales se invierte cada vez más la regla fundamental. Sin embargo, en ~s te caso Freud evitó limpiamente la trampa que le tendían las preguntas del paciente ~bservando que, sin duda, este último clehía tener ya al(lttna respuesta preparada y lo único que ne176
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cesitaba para descubrirla era seguir el hilo de sus propios pen~ samientos. Siguió a esto una cadena de asociaciones de~de, primero, cosas que no se podían comunicar al padre, hasta, en segundo lugar, la envidia experimentada hacia un hermano menor, y por último los rectlerdos de un incidente en que el paciente había inducido a ese hermano a que mirara dentro del caño de una escopeta, después de lo cual había apretado el gatillo. Aquí se puede interpretar la transferencia tanto de modo activo como pasivo: -e n la lucha tácita por la recíproca penetración anímica, d paciente procuraba a la vez que temía la agresión en su relación con el médico; el "castigo de las ratas" había penetrado totalmente el significado inconsciente de la regla fundamental y la tarea analítica consistía en ponerló en evidencia y desalojarlo. Freud siguió su orientación en tal situación, insistiendo en que el recuerdo del incidente con ·el hermano no hacía más que encubrir intenciones hostiles hacia el padre; de tal manera, se mantenía en primer plano el problema de la agresión oculta. Los comentarios teóricos del analista constituían un incisivo instrumento de indagación; el paciente mismo, en la imagen de su propio inconsciente, estaba cada vez más reducido a la condición de una rata acorralada. En este momento se quejó de su propia "cobardía'', pero Freud suavizó su situación diciéndole que no debía considerarse responsable de los residuos de dispo~ siciones infantiles que albergaba dentro de sí. De tal manera el paciente se las arreglaba para manejar en términos analíticos su habitual disposición a persuadir a un amigo a quien respetaba de que lo tranquilizara asegurándole que en realidad no era un criminal, pese a sus impulsos reprensibles. Es lamentable que Freud pusiera término en este punto a su presentación formal del caso, para pasar a discutir los aspectos teóricos de las neurosis obsesivas, de los cuales el Hombre de las Ratas le había permitido obtener una comprensión sin precedentes. Sin embargo, hay algunas referencias más que nos permiten recoger algunos detalles del análisis subsiguiente. El recuerdo de haber herido al hermano después de convencerlo de que mirara dentro del caño de la escopeta tiene inconfundibles implicaciones sexuales, que se esclarecen probablemente por medio de un extraño ritual que el paciente había practicado en cierta época. Durante sus días de estudiante y después de la muerte de su padre, había contraído el hábito de interrumpir sus estudios ·entre las doce de la -hoche y la una, para abrir la
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puerta como si alguien estuvi~ra parado allí afuera. Después de ello se contemplaba el pene en el espejo. La explicación de Freud suponía que el paciente expresaba su .a mbivalencia hacia el padre, en cuanto intentaba complacerlo con su diligencia al estudiar a altas horas de la noche, pero al mismo tiempo lo insultaba con el juego sexual. Sin duda, este incidente sugiere cierta transposición del incidente anterior con el hermano, a quien había inducido de mala fe a mirar la escopeta (pene). También cabe distinguir implicaciones transferenciales en el intervalo de una hora durante el cual el paciente oscilaba entre obede.c er y desafiar los deseos de su padre (la regla fundamental); en el hecho de abrir la puerta para enfrentarse con el fantasma de ·St~ padre que, como vimos, se había instalado en la figura del analista; en la lucha por controlar su exhibicionismo (la urgenciá por confesarse con el terapeuta, con fines en última instancia sexuales). e incluso en el rol del espejo (espejo = ¿analista?). Las pruebas se acumularon para justificar la declaración de Freud de que "para llegar a la convicción" de la verdad de los postulados teóricos [el paciente], "tuvo que recorrer el doloroso camino de la transferencia". Soñó que veía a la hija de su analista, de pie ante él. con· dos montones de basura en vez de los ojos, lo que Freud interpretó en el sentido de que el sujeto se casaría con su hija, no por sus lindos ojos 'sino por su dinero. (Surgen otras posibilidades si suponemos que la figura del sueño es el propio Hombre de las Ratas.) Hubo fantasías suplementarias en las que Freud aparecía como un hombre rico y poderoso cuyo interés por el joven era fruto de su deseo de tenerlo como yerno. Sirven como prueba de esta hipótesis algunas actuaciones del paciente, que preguntaba a Freud: "¿Cómo es posible que usted consienta dejarse injuriar por un hombre despreciable .c omo yo? Debe usted arrojarme de su casa. No merezco otra cosa" [O. C .. p. 645]. Aprovechaba entonces la ocasión de violar e invertir la regla analítica levantándose del diván para pasearse de un lado a otro mientras observaba al analista, declarando que temía que éste lq atacara por su desvergüenza, situación que constituía una contraparte más desarrollada de la primera sesión, en la que indujo tácitamente a Freud a representar la parte del capitán cruel y de la rata que se introducía en el ano. Los elementos transfer¡nciales e'.'.an ahora más fáciles de discernir. Retrospectivamente, podemos decir que en esta etapa del desarrollo del psicoanálisis no se apreciaba todavía cabalmente
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hasta qué punto los recuerdos del pasado representan actitudes actuales o están constituidos por reflejos de aquéllas. Se daba preferencia a la reconstrucción de sucesos anteriores antes que a un análisis dinámico de la transferencia inmediata, lo ·que constituía un riesgo que Freud ya había alcanzado a ver en el caso de Dora, pero cuya aplicación no había captado . todavía del todo. Las notas al pie que completan el trabajo sobre el Hombre de las Ratas discuten ciertamente el hecho de que los sucesos de años posteriores distorsionan y consolidan los "recuerdos infantiles'.'; sin embargo, mucho quedaba por resolver con respecto a las implicaciones que de ello resultaban. La predilección por la reconstrucción del pasado también . desempeñó un importante papel, como se observa en el caso del Hombre de las Ratas, condicionando el adoctrinamiento teórico del paciente y ia necesidad consiguiente de encontrar otros medios para proporcionarle convicción emocional. Las interpretaciones transferenciales, centradas en el afecto inmediato (la agresión y la desconfianza hacia el analista) tienen mayor capacidad de llegar al núcleo afectivo de la resistencia y se adecuan más a menudo a la regla según la cual hay que interpretar la resistencia antes que el contenido. Sin embargo. retrospectivamente se ve con qué habilidad e intuición reconocían y manejaban la transferencia las explicaciones teóricas de Freud.
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Indice
Osear Masotta Introducción. Consideraciones sobre el padre en el "Hombre de las Ratas"
9
Notas originales de S. Freud sobre el caso del "Hombre de las Ratas"
27
28 9 protocolo. Cuarta y quinta sesiones
vespertina~
Octave Ma.nnoni El "Hombre de las Ratas"
"'
81
87
Elizabeth R. Zetzel Notas suplementarias sobre un caso de neurosis obsesiva
105
Paul G. Myerson Comentario sobre ei ensayo de la doctora Zetzel
121
Bela Grunberger Al margen de "El Hombre de las Ratas"
129
S. Lebovici, J. Chasseguet~Smirgel Y. B. Grunberger Debate sobre "Al Margen de 'El Hombre de las Ratas'"
151
181
r E. Morgenthalec Regresión funcional del Y o y problemas técnicos en el 157 análisis de las neuiOsis obsesivas
Mark Kanzec La neurosis de transferencia del "Hombre de las Ratas"
171
" 182
Este libro se terminó de imprimir en el mes de setiembre de 1976, en los talleres gráficos OFFSET GRAMA - Matheu 1165 - Bs. As. Argentina La tirada consta de 2.000 ejemplares
En -[894 Freud encontraba las grandes líneas de la investigación psicoanalítica de la, patología del obsesivo. Su trabajo sobre las psiconeurosis de defensa y su breve e,nsayo sobre obsesiones y fobias delimitaron un campo que nada debía a los psiuiatras de su tiempo. El Hombre de las .Ratas (1909), arduo relato de ios "deliria" de un joven abogado que venía de participar en ejercicios militares, constituye aún hoy uno de los hitos relevantes de esa investigación. Freud continuaria sus búsquedas en torno a la neurosis obsesiva en La predisposición a la neurosis obsesiva (1913), en los artículos de la Metapsicología (1915) · y en la obra maestra donde el problema teórico de la relación entre represión y angustia encuentra su caracterización definitiva: Inhibición, sin.toma y angustia (1926). Con el estudio de la neurosis obsesiva Freud se libera de las seudodescripciones y de las confusiones constructivas de la psiquiatría clásica (los medios de defen~a del obsesivo no eran más que subterfugios contra la aparición de las obsesiones) . Freud contesta con su concepto de defensa y trae a primer plano el problema del deseo. Desde entonces los síntomas del obsesivo constituyen las etapas de una estrategia contra la expresión del deseo y la angustia concomitante.
Los grandes y constantes temas de la neurosis obsesiva (religiosos, sagrados, metafísicos, morales ; los temas de pureza y protección corporal; el orden y la simetría; los temas de la muerte, el tiempo ; los pruritos de ' precisión) se reducen en el Hombre de las Ratas a los hilos de un telar cuyo nudo es el complejo del padre. Texto ejemplar que ayuda a corregir el énfasis postfreudiano sobre la analidad del obsesivo. · Freud pudo reducir en términos de meses la frondosa sintomatología del Hombre de las Ratas. Y si nada podemos saber sobre la estabilidad del éxito logrado en el tratamiento (el paciente moriría en la primera g4erra mundial), el texto de Freud permanecerá como lugar obligado para introducirnos a las dificultades de su técnica. El · presente volumen, que reúne trabajos de Mannoni, Grunberger, Lebovici, Morgenthal er, i;etzel y otros, contiene además las Notas originales (previas a la redacción d°el c aso) que Freud tomó diariamente durante el tratamiento, las únicas que escaparon a la destrucción sistemática que el creador del psicoanálisis hacía soportar a tan peculi ar escritura.