eCre Orang am• Act. 7
A
quella semana, Misato estuvo completamente ocupada por las pruebas escolares y yo terminé por echar de menos los bellos días en que habíamos podido comer juntas. «¿Qué sucede Ikeda-san?» llamó mi atención una compañera del curso de cocina «Tus galletas parecen listas, si las dejas más en el fuego se quemarán» me las señaló. «¡Oh, sí, gracias!» corrí a sacarlas del horno. «No es común en ti estar tan distraída» bromeó. «¡En efecto, estaba con la cabeza en las nubes!» inspiré profondamente. «Miyuki-chan, ¿por qué no se las llevas a la capitana?» se me acercó Yukino. «Pero… no sabría… está tan ocupada» «Venga, no pongas esa cara de sufrimiento» me dio un golpecito con el codo «Dentro de poco irá al entrenamiento, podrías darle una sorpresa y esperarla a la salida del gimnasio, ¿no? Seguramente la harás feliz» me guiñó un ojo de forma cómplice. «Ah, sí, podría ser una idea» me sentí inmediatamente mejor ante esa perspectiva. «¡Eres increíble, Ikeda-san!» suspiró la muchacha al lado de Yukino «Deber ser tan bello estar con la capitana…» «Yo hubiera preferido que estuvieras con Yamato-kun» comentó Anamura, que nunca había ocultado su desilusión ante mi elección. «¡Hey, vosotras! Miyuki-chan tiene todas las cartas para estar con Fujiwara» se metió en medio Yukino «En cambio, Yamato-kun no las tiene para estar con Miyuki» la miró torvamente. «Ok, ok, Yukino-chan, vuelve a tu masa» la empujé, sacandola de allí. «Sin embargo, Yamato-kun ahora ya no está con ninguna, está en el mercado» comentó otra chica de cabellos pelirrojos. «Entonces, ¿es verdad que lo han dejado?» empezó una improvisada charla. «Sí, y parece que Asakawa se está viendo con un chico de tercero» «¿Con uno de tercero? ¿Quién?» preguntó curiosa Yukino metiendo las narices en la charla. 144
«También él juega en el equipo masculino de baloncesto con Yamato. Se llama Shingo Aoki» encogió de hombros Anamura «Es un tipo del montón para estar junto a una como Asakawa. ¿Quién sabe que encuentra de interesante en él?» «Quizás sean solo chismes» solté de repente dejando a todas sorprendidas, incluida a mi mejor amiga. «Sí, podría ser… No quería hablar mal de Asakawa» se disculpó la muchacha asustada por mi tono de voz. Todas volvieron a sus respectivas tareas, excepto Yukino que se quedó echándome una mano para extender las galletas en la encimera de mármol para que se enfriaran. «¿Estás nerviosa?» me preguntó en voz baja «Quizás necesitas urgentemente ver a la capitana» «Oh, venga, Yukino-chan…sabes que no soporto las malas lenguas» me justifiqué. «Sí, lo sé. De todos modos, las galletas están listas, y lo más importante, están realmente buenas» rió dando una mordisco a una. «Estoy contenta de que te gusten, puedes cogerlas si quieres» «Las habría cogido incluso sin tu consentimiento» me sacó la lengua. Finalmente logré hacer desaparecer la tensión y concentrarme en el problema del momento: ¿dónde podría meter las galletas para llevárselas a la capitana? Al final, encontré una pequeña caja con forma de corazón y, una vez me despedí de Yukino y de mis compañeras al acabar la clase, corrí rápidamente hacia el gimnasio. Quería llegar lo antes posible, a lo mejor tendría suerte y podría ver a Misato jugar en el campo. “¿Qué es esta sensación?” me llevé una mano al pecho, sintiéndome insólitamente eufórica “¿Estoy… enamorándome de ella?” corrí a través del sendero arbolado, impaciente por ver a la capitana y darle las galletas, cuando un ruido sordo, cercano al almacén, me hizo frenar bruscamente “¿Qué sucede?” me acerqué, preocupada, a la ‘sala de los menesteres’. Voces provenían de atrás, parecía que había una pelea. Me asomé sin dejarme ver y reconocí inmediatamente a Aoki, el amigo de Yamato, al que le había dado varios bastonazos en el baño de los chicos, el mismo del 145
que habían hablado, unos momentos antes, en la clase de cocina. Al lado de él, había otros dos estudiantes que nunca había visto, uno de los cuales eran realmente bien corpulento y con una expresión definitivamente poco tranquilizadora. «Entonces, ¿todavía quieres hacerte la interesante?» escuché que decía este último. “¡Están molestando a una chica!» me puse nerviosa, intentando descubrir quién era la desafortunada. Mis ojos se dilataron en el momento en que reconocí a Rei rodeada por los tres. «¡Dejadme en paz!» intentó rebelarse, atemorizada. «¡Hey!» le cogió el mentón entre el pulgar y el índice Aoki «No deberías ser tan brusca» la atrajo hacia él. «¿Se puede saber qué queréis?» intentó soltarse Rei sin lograrlo. «¡Estate quieta! Por lo que sé, no deberías tener tantos melindres, ¿no?» rió sarcásticamente el chico «Solo queremos divertirnos un poco contigo» concluyó lascivo, acercándose peligrosamente a ella. Rei cerró instintivamente los ojos y se llevó los brazos a la cara para defenderse. «Ahora sé buena» le puso una mano en la boca mientras los otros dos se acercaban aún más, cerrando el círculo. En cuanto vi las manos de Aoki moverse con la intención de subir la falda del uniforme, sentí la sangre subirme a la cabeza. «¡No te atrevas a tocarla!» grité lanzándome sobre ellos, golpeando al chico corpulento en la espalda con una de las viejas sillas abandonadas en el almacén, después agarré por la muñeca al amigo de Yamato y le llevé el brazo hacia la espalda, dándole un golpe seco y haciéndole caer de rodillas. Aoki gritó de dolor y en un movimiento lo empujé, dejándolo en el suelo mientras me defendía de los golpes del tercer chico que se había lanzado sobre mí apenas había visto a su amigo en problemas. «¡No deberías haberte metido en medio!» me dio una patada a la altura del estómago, pero la detuve con los brazos y le agarré el pie y le devolví el golpe en la rodilla. 146
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«¡Shingo!» gritó mi agresor cayendo de espalda «¡Me ha roto la rodilla! ¡Ayúdame!» comenzó a lloriquear. Me puse enseguida en posición de defensa: Aoki estaba todavía en el suelo, sosteniéndose el brazo y miraba a su amigo, cerca de él, quejándose del dolor, pero el tercer chico había salido de mi campo de visión en un momento de distracción y de repente sentí un golpe en los hombros que me derrumbó en el suelo. «¿Qué quieres, tú, eh?» me atrajo con violencia el más corpulento de los tres hacia él. «¡Miyuki!» gritó Rei, desesperada, corriendo hacia mí. «No, ¡quédate alejada!» le dije empujando lejos con el pie al chico que estaba sobre mí y había intentado agarrarme por la camisa «¡Escapa!» me alcé deteniendo malamente otro golpe en la cara. «Estúpida, no sabes en que lio te has metido» apretó los dientes rodeándome los hombros con los brazos «Ahora nos divertiremos un poco» se lamió los labios. «¡Suéltala!» comenzó a golpearlo en la espalda Rei, pero el chico le dio un empujón alejándola. «Ahora solo los dos» volvió a apretarme con fuerza. «¡Miyuki!» volvió a intentar acercarse Rei. «¡Te he dicho que te vayas!» le grité de nuevo intentando mantener la concentración «No tendré para mucho» miré a los ojos al chico y, viendo el momento justo, le asesté un rodillazo en el estómago: él cayó al suelo sin sentido, lo que dejó a los otros dos compañeros incrédulos. «¡Oh, Dios mío!» corrió Rei hacia mí «¿Estás bien?» «Sí, estoy bien» lancé una mirada despreciable hacia Aoki que se había levantado, pero quedándose a cierta distancia «¡Vamos, rápido!» la cogí de la mano sacándola de allí. Corrimos sin aliento y solo cuando nos encontramos en el camino principal logré sentirme más tranquila. Reconocí a los lejos a la capitana y a Yamato que estaban saliendo del gimnasio y los llamé levantando la voz. «¡Miyuki!» llegó rápidamente Misato, después me miró a la cara y se puso blanca «¿Qué ha pasado?» 148
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«Hemos sido agredidas» le respondí casi sin aliento «Ha sido Shingo Aoki con otros dos amigos» me giré enfurecida hacia Yamato que se había quedado de piedra «Estaban a punto de…» miré hacia Rei que estaba inmóvil y parecía en shock. «¿El amigo de Ryo?» exclamó Misato poniéndose seria «¿Dónde están ahora?» «¡Aquel corpulento se ha desmayado detrás del almacén, los otros dos quizás están escapando!» sentí subir la rabia «¡Hay que pararlos!» «Sí, yo me encargo» dijo Yamato en cólera «Misato, pide a las chicas del club que nos echen una mano, por favor» «Lo hago enseguida» asintió ella «Miyuki… tú» se giró hacia mí «Debes ir a la enfermería» se acercó a mí. «No, iré con vosotros y…» «Estás herida y llena de moratones» me interrumpió mientras sacaba de la mochila un pañuelo. «Pero, yo…» «Debes ir a que te curen» me apoyó delicadamente el trozo de tela sobre los labios, haciéndome sobresaltarme «¿Ves?» dijo en tono severo. «¡No es nada!» repliqué. «Asakawa, ¿tú estás bien?» dijo lanzando una mirada a la delegada de mi clase. «Sí, estoy bien» respondió Rei intentando recobrar su compostura. «Ok, entonces, acompaña a Miyuki a la enfermería, por favor» «Sí, claro» «Te buscaré apenas hayamos arreglado todo» dijo con voz tensa y dulce al mismo tiempo «Miyuki…» hizo el gesto de acariciarme el pelo, pero no lo culminó: sus ojos bajaron un instante, para después volver a mirarme de forma extraña «Hasta luego» me dio la espalda y echó a correr hacia las chicas del equipo. «Pero, ¿qué…?» bajé también yo la mirada, comprendiendo cuál había sido el motivo de su reacción, después me giré hacia Rei, que parecía incómoda. «¿Vamos?» pregunté y en ese preciso momento nuestras manos se soltaron. *** 150
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Las clases de la tarde habían acabado, el silencio había calado en el edificio y yo y Rei parecíamos las únicas que quedábamos en la escuela. “¿Qué le habrá pasado a los otros?” suspiré preocupada. «Ya está, hemos acabado» dijo Rei recolocando el desinfectante y los esparadrapos. «¡Qué aspecto horrible!» resoplé mientras me miraba en el espejo de la enfermería «Solo eran rasguños, no puedo ir por ahí con la cara llena de esparadrapo» «¡No exageres, son solo tres!» «¡Por eso, solo tengo tres rasguños!» «¡No te los toques!» se acercó Rei impidiéndome que me los arrancara. «Los cortes están aún abiertos, no dejaran de sangrar» «Dejarán de hacerlo si cogen un poco de aire» le bloqueé las manos «¿Sabes cuántos me he hecho en mi vida?» me rebelé. Rei desorbitó los ojos. «Bah, ¿y ahora por qué me miras así?» me giré hacia el espejo justo para ver una gran gota de sangre caer sobre mi camisa «¡Oh, no! ¡Joder!» «¿No puedes estar un momento quieta?» se puso nerviosa Rei cogiendo rápidamente un pañuelo de papel. «¿Cómo hago para calmarme? ¿Sabes lo que te podría haber pasado hoy?» me limpié la boca de sangre. En realidad, verdaderamente estaba al límite de mis fuerzas y todavía no había logrado descargar el estrés acumulado: si no hubiese intervenido, la situación habría podido degenerar. «Miyuki…» me llamo Rei rozándome el rostro con una mano, haciendo que me recuperara de aquel pensamiento. El corazón se me subió a la garganta apenas la vi entrecerrar los ojos y, sin preaviso, como de costumbre, sus labios se posaron delicadamente sobre los míos. Yo estaba inmóvil, tensa y febril al mismo tiempo: casi había olvidado qué se sentía al recibir su beso… Rei me atrajo hacia ella mientras su boca se movía con prudencia sobre la mía. Su carnosa lengua parecía querer limpiar de sangre y dolor la herida que me había hecho. 152
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No conseguí rebelarme a aquel hechizo, no tenía las fuerzas ni el valor. «¿Ahora está mejor?» apoyó su frente sobre la mía. «No tenías que hacerlo…» cerré los ojos intentando recobrar un ritmo de respiración regular. «Pero te has calmado, ¿ves?» rió débilmente «Y también has dejado de sangrar» me rozó la comisura de los labios. «Rei…» le agarré la mano deteniéndola «Te lo ruego… no me hagas esto» «Perdóname» me miró con sufrimiento en sus ojos «No lo haré más» dijo infringiéndome una lenta y dolorosa puñalada en el pecho antes de que sus brazos me rodearan el cuello «No lo haré más…» repitió apoyando la frente en mi hombro y dejándose caer en un llanto quedo. Cuando Misato entró en la estancia, me encontró así, en aquella posición, abrazada a Rei, que había llorado hasta quedarse dormida. «¡Qué escenita romántica!» susurró lanzándome una torva mirada «Se ha derrumbado…» me justifiqué disgustada «Se ha asustado» «Lo imagino» dijo con un tono más comprensivo, sentándose a mi lado «Los hemos encontrado y ha intervenido el director en persona» «¿El director?» «Sí, es por eso que hemos tardado tanto. Perdóname si te he hecho esperar» me acarició los cabellos dejando ver cierta ansia. «Yo estoy bien, pero ella…» bajé la mirada hacia Rei que tenía la cabeza apoyada en mi pecho. «No debes preocuparte, en un momento estará aquí su madre» «¿De verdad?» «Sí, le he explicado todo» miró hacia otro lugar «Estará aquí en un momento» «Bien, entonces…» fui a despertar a Rei, pero Misato me lo impidió besándome de improviso «¿Está… todo bien?» pregunté preocupada por su reacción. «Perdona, realmente tenía ganas» dijo acariciándome una mejilla «Quédate con ella, os llamaré en cuanto llegué Ritsuko-san» se deslizó fuera de la estancia como un gato. *** 155
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Los tres chicos que habían agredido a Rei fueron expulsados inmediatamente del instituto y la noticia fue acallada. El almacén cercano al gimnasio, la famosa ‘sala de los menesteres’ fue cerrado y el camino que daba a la parte de atrás bloqueado. Rei, después de haber dado su versión junto conmigo delante del comité estudiantil, dejó de venir a la escuela. «La delegada está ausente también hoy» comentó Yukino sentándose en su pupitre. «Ya» respondí desconsolada «Esta tarde la llamaré para saber cómo está» «¿Tienes su número de móvil?» «No sé si Rei tiene móvil… de todas maneras la llamaré a su casa, ese seguramente lo tendrá mi madre» «A propósito de madres… Antes he visto entrar a la madre de Asakawa en el despacho del director» «¿De verdad?» brinqué. «Sí, podríamos preguntarle a ella, pero… va a comenzar la clase» «¡Voy yo, tú cúbreme!» me deslicé fuera del aula intentando esquivar a los últimos estudiantes que entraban retrasados. Aquel suceso había dejado en todos una extraña marca: Yamato se sentía responsable por el comportamiento de su amigo, y compañero de equipo, Shingo Aoki, al que todos pensaban nuevo pretendiente de Rei, dado que buscaba de todas maneras llamar su atención. Misato, siempre más apartada, parecía haberse eclipsado en su mundo y yo me sentía hecha pedazos… Me quedé delante de la oficina del director hasta que vi salir a la madre de Rei. «Miyuki-chan, ¿qué haces aquí?» dijo asombrada Ritsuko. Cinco minutos después estábamos en la cafetería de la escuela saboreando un té caliente. «Es increíble» dijo la mujer «Habría ido de todas maneras a buscarte, ¿sabes? Por eso me asombré al encontrarte por fuera del despacho del director» «¿De verdad?» 157
«Quería agradecerte lo que hiciste por mi hija» me sonrió y sacó del bolso un paquete envuelto en papel de regalo «Rei me ha pedido que te dé esto» «¿Para mí?» «Sí, ha dicho que todavía no había tenido tiempo de dártelo y que no te preocupes por ella» dijo con voz atiplada extendiéndome el regalo. «¿Es verdad que está bien?» cogí entre las manos el paquete dándole las gracias. «Me ha pedido poder quedarse encasa algunos días porque no soportaría aguantar las miradas compasivas de los compañeros de la escuela» se encogió de hombros «Mi hija es así» «¿Solo eso?» Quizás sí se ha asustado de verdad» bajé la mirada sintiéndome inquieta: no quería que a Rei le quedase el trauma de haber sido agredida. «Sí, seguramente aquel día lo tenía, pero… no tanto por ella misma» me miró «Creo que su verdadero temor fue verte peleándote con los tres chicos para ayudarla. No ha hecho sino repetirme que tú la defendiste poniente seriamente en peligro» me sonrió de un modo extraño y yo la miré sin logar decir nada «¿Por qué no vienes a verla un día de estos? Le gustará» concluyó Ritsuko antes de marcharse. También aquel día Misato me saludo de forma rápida. No comprendía qué había pasado, pero parecía que todos hubiéramos sido protagonistas de aquella agresión, no solo Rei. “Me pregunto cuándo volveremos a la normalidad” pensé sentada en mi cama abriendo el regalo que me había entregado Ritsuko. “No puedo creerlo…” abrí los ojos de par en par sacando fuera de la caja el peluche que había tenido entre las manos el día que Rei me había pedido que la acompañara a la tienda de regalos. Había también una tarjeta “Gracias por lo que has hecho por mí. Rei” “Logra siempre hacerme pedazos” me dejé caer hacia atrás, cogiendo entre mis manos el pequeño tigre «Si fuese verdad lo que ha dicho Ritsuko-chan…entonces…» me alcé de golpe «Ok, pequeño, necesitas un nombre, ¿no?» reí apretándolo contra el pecho. 158
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Al día siguiente, me salté las clases de la tarde y fui a casa de Rei acompañada de mi madre. A Misato le mandé un mensaje para avisarla, pero ella respondió, como de costumbre, varias horas después… Comencé a pensar que, tras su comportamiento, había algo mucho más serio que los estudios o las obligaciones. De momento decidí dejarlo estar: quería arreglar una cosa a la vez y en primer lugar comenzaría con mi amiga de la infancia. «¡Bienvenidas!» Ritsuko nos acogió cálidamente a mi madre y a mí. Recorrer el sendero arbolado que llegaba hasta la villa de Asakawa nos llevó varios minutos y la entrada de la inmensa propiedad era, como poco, principesco. «¿Dónde está Rei?» pregunté mirando alrededor un poco desorientada. «No le he dicho que venías, quería darle una sorpresa» me guiñó un ojo la señora «Está en el jardín, en la parte de atrás y está jugando con los nietos del ama de llaves, no te será difícil encontrarla» me animó. «Está bien, entonces…¿puedo pasar por aquí?» señalé hacia un lado de la villa, sumergida en lo verde. «Sí, vete pegada a la pared hasta el final y lo encontrarás de frente» me sonrió «Haré que os preparen el té» tomó de la manos de mi madre la bandeja de dulces que habíamos llevado «Será un muy agradable refrigerio vespertino» dijo con su acostumbrado tono de voz atiplado. Mi madre siguió a Ritsuko hacia dentro de la casa y yo me aventuré hacia la parte de atrás del jardín. “¿Los Asakawa no lo pasan mal, eh?” pensé, impresionada por la enorme fuente rodeada de estatuas de mármol que podía ver “Parece el set de una película y… hay algo familiar en este sitio… ¿acaso he estado ya?” Me sentí arrastrada en el tiempo, después algunos grititos captaron mi atención haciendo que volviera a poner los pies en la tierra. «No puedo creerlo…» me quedé con la boca abierta al ver a Rei vendada jugando a la gallinita ciega con dos niños. «¡Rei-chan! ¡Estoy aquí, estoy aquí!» corría riendo la niña de melena negra. «¡Ahora te cojo, Ami!» 160
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«¡No, Rei-chan, estoy aquí!» batía las manos y reía el otro niño de espesos rizos castaños. «¡Te pillé!» exclamó Rei eufórica, pero cuando se quitó la venda de los ojos y se dio cuenta de que el brazo que había agarrado era el mío, la sonrisa le desapareció al momento del rostro «¿Tú?» «¿Puedo jugar yo también?» pregunté divertida. «Rei-chan, ¿quién es?» «Rei-chan, ¿es tu amiga?» Rei se quedó inmóvil, sin decir una palabra. *** «Ritsuko-sama, no es necesario que le dé también la merienda a mis nietos» dijo el ama de llaves dejando las tazas de té sobre la mesita de la sala de estar de la mansión. «Yumiko-san, no debes preocuparte, y además Shinji-chan y Amichan tienen hambre después haber estado corriendo todo el mediodía, ¿verdad?» sonrió Ritsuko acercando los pasteles que habíamos traído a los dos niños. «Gracias, Ritsuko-sama» dijeron ambos a la vez. «¡Qué monos! ¡Son tan educados!» comentó mi madre enternecida. «Ami tiene cinco años y Shinji acaba de cumplir los seis. Son de verdad encantadores» respondió Ritsuko. Los observé, mientras sentados, uno al lado derecho y la otra al lado izquierdo de Rei, comían sus rosquillas de chocolate. «¿Os gustan?» pregunté «¡Mucho!» rió Ami-chan «¡No he comido nunca dulces tan buenos!» «¡Ni yo! ¿Puedo coger otro?» dijo el pequeño Shinji-chan. «Claro, tesoro, coge» rió Ritsuko acercándoles de nuevo la bandeja «¡Qué hermosa compañía tenemos hoy, ¿no crees, querida?» se dirigió a su hija. «Sí» respondió Rei con los ojos fijos en su taza de humeante té: parecía que había vuelto la fría Rei de siempre. Durante toda la merienda, aunque 162
los niños estuvieran a su lado, no le vi más la expresión feliz de poco antes. Intenté entablar una conversación con ella, pero no fue fácil. Solo después de que Shinji y Ami se despidieron de nosotros para volver a casa, logré quedarme a solas con Rei y hablarle. «¿Esta es tu habitación? ¡Wow!» exclamé mientras entraba en la que parecía la habitación de una princesa de cuento. «No sabía que vendrías» «Lo sé… tu madre me dijo que no te había avisada» me senté en la esquina rosa de una cama extremadamente mullida «¡Qué blanda es!» me estiré capturada por cada cosa que tenía alrededor. «Miyuki, ¿qué estás haciendo?» me miró Rei perpleja, todavía de pie delante de mí. «Sí, perdón…» me recobré «Estoy impresionada…y no solo por la casa» reí. «¿Qué quieres decir?» «Se te dan bien los niños» le guiñé un ojo «Seguramente serás una mamá excelente» «¿Quién sabe…?» rehuyó mi mirada «Los niños están tan llenos de vida» comentó de manera extraña. «¡Ah, ya! Tendríamos que ponerle un nombre» decidí cambiar de tema mientras sacaba del bolso el peluche que me había regalado. «¿Qué?» se sobresaltó mientras sus mejillas inmediatamente se pusieron rojas. «¡Qué adorable!» reí. «¿Me estás tomando el pelo?» protestó sentándose a mi lado. Parecía, por fin, más relajada que poco antes. «No, claro que no» me recompuse «Decía que… debemos ponerle un nombre» Rei me miró, después su mirada se posó sobre el pequeño peluche. «¿Qué te parece Tora?» le rozó la punta de una oreja con sus afilados dedos. «Muy bien» apreté entre las manos el tigrecito «¿Te gusta tu nombre, Tora-chan?» «¡Mira que eres payasa!» exclamó y en su rostro apareció una insólita expresión: parecía enternecida con mi gesto. 163
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«¿Por qué payasa?» «Bueno… ¿poner nombre a un peluche no es cómico?» «No, en absoluto. ¿No lo has hecho antes?» Rei negó con la cabeza dejándose sorprendida. «Bien, entonces juntas lo hemos hecho por primera vez» exclamé con entusiasmo aferrándole instintivamente una mano. Las mejillas de Rei se inflamaron de nuevo, provocándome un insólito placer. «Es propio de ti hacer este tipo de cosas» suspiró «Quizás para hacer dulces tan buenos se debe tener un carácter como el tuyo» «¿Qué quieres decir?» me maravillé ante aquella afirmación. «Pones tanto sentimiento y se nota al comer las cocas que cocinas, no solo se trata de ser buena en el trabajo» «¡Oh, qué bello cumplido, gracias! Te has ganado un bento un día que tu elijas de la próxima semana» reí. «Mira que te tomo la palabra» replicó entrecerrando los ojos. «¿Y qué le contarás a Fujiwara?» Silencio. «Podríamos comer todas juntas, ¿no?» dije un poco cohibida. «No creo que sea una buena idea» cerró los ojos y apoyó sus manos en el suave colchón por detrás de la espalda. «Estaría bien llevarnos todas bien» intenté resultar convincente. «Fuiste una loca al meterte en medio el otro día» se giró de golpe hacia mí «Habrías podido salir herida de verdad y… más allá de que nunca me lo habría perdonado…» dejó la frase por un instante en suspenso «¿Qué crees que habría pensado Fujiwara?» «Bueno… yo, no lo sé… pero fue una emergencia» «Miyuki, estoy segura de que habrías intervenido si en mi lugar hubiera estado otra chica, porque estoy empezando a conocerte» «Claro, por supuesto» respondí sincera. «Pero Fujiwara te vio en aquellas condiciones por mi culpa y seguramente se habrá llevado un susto doble» «¿Por qué me estás diciendo esto?» la miré incierta. «Te lo estoy diciendo para que lo pienses bien antes de hacer otra estu165
pidez» dijo Rei en tono severo «Porque al final… serás tú la que saldrás herida» concluyó dejándome confusa. «Yo… a veces no consigo comprenderte, ¿sabes?» bajé la mirada hacia Tora-chan «Tampoco aquel día en la pastelería, me pediste que te acompañara a comprar un regalo para una compañera de escuela y en lugar de eso… ¿Fue todo un teatro?» Rei se quedó un momento mirándome sin decir nada, después se acercó provocándome un sobresalto: sus ojos se habían hecho profundos e inescrutables. «No mentí. Tú eres una compañera de escuela, después de todo» me acarició la mejilla con su delicada mano «Quería salir contigo y pensaba que tenía una posibilidad antes de… verte con ella» Sentí un sobresalto en el corazón, como si estuviese en caída libre. «Rei, tú… pero, ¿por qué?» «Es tan sencillo, Miyuki, ¿de verdad no entiendes?» retrocedió «Me interesas más que como amiga» concluyó dejándome a merced del incendio que se había declarado dentro de mi pecho. «¿Ahora me dices que te intereso?» repliqué nerviosa. «Nunca lo he escondido, ¿por qué te asombras tanto?» se puso a la defensiva «¿Piensas que si no estuviera interesada en ti habría…?» dejó la frase en suspenso. «¡Es lo que intento comprender desde el inicio!» sentí mis piernas temblorosas «Fuiste tú quién me dijiste que sentías a tu modo… que no querías comprometerte y…» «Soy una egoísta» me interrumpió y continuó mirándome de un modo que me atraía y me incomodaba al mismo tiempo «No me cuestiono tanto» se acercó transformándose de nuevo en aquella Rei sensual y lanzada que ya había aprendido a conocer «Pero eso no significa que haga este tipo de cosas con todos. Ya deberías haberlo comprendido» concluyó resentida. «Habías dicho que nunca más te comportarías así» la detuve cuando ya estaba demasiado cerca. El rostro de Rei bajó hacia mi cuello, encontrando allí refugio, besándolo y provocándome un cálido estremecimiento a lo largo de la columna. 166
«Claro… no lo haré más sin tu consentimiento… sobre los labios» me miró con malicia «Eso no quita que pueda besarte en otras partes del cuerpo, ¿no?» «¡Oh, vamos! ¡Deja de jugar!» la empujé sintiendo cómo mi pecho se inflamaba «No puedes hacer esto» «¿Ves?» retrocedió sin ganas «Es esto lo que creía. Tú no quieres que me comporte de este modo y es por eso que te dije que no te tomaras demasiado a la ligera lo que dices, o lo que haces…» me aferró las muñecas entre sus manos, recostándome de repente sobre la cama «Si me preparas el bento, estaré feliz y la aceptaré…» me susurró al oído «Aunque tenga que comer frente al rostro enfurecido de Fujiwara» me rozó de nuevo el cuello provocando que un gemido saliera de mi garganta «Si me dieras la posibilidad, no esperaría a que hayas dejado a la capitana para acaparar tus labios» se acercó a la distancia de un hálito de mi boca. «R… Rei…» susurré perdiéndome en el profundo azul de sus ojos. «Me encanta cuando pronuncias de ese modo mi nombre… dilo otra vez» jadeó provocándome una violento sobresalto en el corazón. No sé si repetí de nuevo su nombre como me había pedido o si solo lo imaginé, pero cuando me suplicó, pidiéndome el permiso para besarme, me di cuenta de que no deseaba otra cosa en el mundo. Un instante después alguien tocó a la puerta interrumpiéndonos. «Rei-sama, ¿podríais bajar en un momento? Las señoras las llaman» escuchamos que decía la anciana ama de llaves. «Bajamos enseguida» respondió Rei con cálida voz, después me soltó las muñecas y retrocedió lentamente mientras seguía mirándome «Te ha salvado la campana. ¿Estás feliz pequeño corderito?» «Es imposible mantener contigo una relación normal de amistad» recogí el peluche que había acabado en la alfombra, ignorando sus palabras y escondiendo mi verdadero estado de ánimo. «¿Te disgusta?» preguntó Rei buscando mis ojos. «Eres hermosa y atrayente. Eso lo sabes bien» tomé aire sosteniendo su mirada «Pero me he comprometido con Misato. No quiero traicionarla y hacerla sufrir… no se lo merece» dije retomando el control de la situación. 167
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«Está bien» se mordió el labio inferior «Perdóname… te lo he dicho, soy una egoísta» «Si sabes que lo eres, entonces podrías trabajar sobre ello, por ti misma y por la persona con la que decidas comenzar una relación» la enfrenté «No se puede ser egoísta cuando se está en pareja, porque es una relación basada en la confianza, en el respeto y la entrega recíproca» Rei no respondió, se limitó a mirarme con una expresión segura y yo no pude sino sentirme culpable: ¿de qué púlpito había salida aquel sermón? Antes de regresar a casa, mientras estábamos en la puerta y mi madre se despedía de Ritsuko, Rei me aferró las manos atrayéndome hacia ella. «No puedo disculparme por lo de antes, sería una hipócrita» dijo en voz baja mirándome intensamente «Pero seguiré tu consejo. Gracias otra vez por lo que hiciste por mí» abrió una sonrisa. «No me lo agradezcas más» intenté devolver su gesto de afecto «Y… a propósito. Sé que te molesta ser el centro de atención, pero… nuestros compañeros están de verdad preocupados por ti, así que… intenta tomar su amabilidad por lo que es y no como puro chismorreo cuando vuelvas a clase, ¿ok?» «Sí, creo que he comprendido lo que has querido decir. ¿Algo más?» «No, aparte de que…» pensé un momento «Yukino-san está convencida de que Yamato está enamorado de Misato, ¿sabes? » dije curiosa por ver su reacción. «Kaneda es perspicaz» puso una sonrisita confirmando mis sospechas. «¿Tú… lo sabías entonces?» «¿Me equivoco o ya te había dicho que Yamato y yo habíamos empezado nuestra relación con las cartas sobre la mesa?» «Sí, lo habías dicho…» bajé la mirada sintiéndome estúpida: ahora sabía que Yamato no solo escondía sus verdaderos sentimientos, sino que, con su superficialidad y confiándose a amigos como Aoki había también puesto en peligro a Rei. *** 169
Orange Cream
escrito por Scarlett Bell con los dibujos de Aeryn Sun *** Traducción: Natalia Trujillo Rodríguez www.fanfiction.net/u/5685127/franchiulla *** Quality check: Gil Ionar de Souza Imawano www.facebook.com/groups/CitrusLatinos
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