191. LA FE ILUSTRADA Jn. 6:37b.
Estaba ardiendo una casa. Todos se habían salvado, excepto un niño, en el segundo piso. La escalera estaba llena de llamas y humo y no había salida sino por la ventana. ²¡Papá, papá! ¿Cómo escaparé? esca paré? ²gritaba el niño. ²Aquí estoy ²gritaba el padre²: déjate caer, te recibiré en mis brazos; tírate, Carlitos, yo te recibiré. r ecibiré. Carlos salió a gatas por la ventana, pero allí quedó agarrado, porque tenía miedo, sabiendo que era muy largo el trecho hasta la calle. ²Suéltate, déjate caer ²gritaba el padre. ²No puedo verte, papá. ²Pero yo sí te veo: a quí estoy; ten confianza, suéltate, que yo te salvar é. ²Tengo miedo de caer. ²Suéltate, tírate ²gritaban otras otra s voces², voces², tu padre te t e recibirá con toda seguridad; no tengas miedo. Acordándose de la fuerza y del amor de su padre, el niño recobró la confianza y se dejó caer. A los pocos instantes se halló salvo en los brazos de su padre. 1
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Lern, n, A. 500 ilustraciones (139).
~ Juan el Bautista ~ Los Evangelios nos presentan con un cierto relieve la figura de Juan el Bautista. En los relatos de la infancia de Jesús el evangelista Lucas nos narra que Juan Bautista fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel (Lc. 1:5) y q ue su nacimiento (1:13s.) e importante misión (1:16-18) fueron anunciados por un ángel. Juan 1:15-18 dice: «No beberá vino ni bebida embriagante y estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre.» La vida de Juan estuvo marcada por la oración, el ayuno, el silencio y la convivencia con sus discípulos (Hch. 2:4; 4:8, 31, etc.). En su circuncisión recibió el nombre d e Juan y su padre lo enalteció como precursor del Mesías (1:67-79). La narración de Lucas pone el nacimiento del Bautista como medio año antes del de Jesús (1:36). Fundándose en una antigua tradición, mencionada por vez primera por el diácono Teodosio (De situ TerraeSanctae) entre los años 520 y 530, algunos ponen el lugar de su nacimiento en AínKarín. En la narración sinóptica (Mr. 1:1-6; Mt. 3:1-6; Lc. 3:1-6), el Bautista aparece por primera vez en el desierto, donde predica el bautismo de penitencia para la remisión de los pecados. Mt. 3:7-20; Lc. 3:7-9 nos cuentan el contenido de esa predicación y Lc. 3:10-14 también el de un sermón sobre los varios estados dirigido al pueblo; los tres sinópticos (Mr. 1:7s.; Mt. 3: lls; Lc. 3:15-18) nos transmiten su testimonio sobre el Mesías y e] bautismo de Jesús (Mr. 1:9s.; Mt. 3:13-17; Lc. 3:21s.). Juan bautizaba en el Jordán, en Betania (Jn. 1:28) o en Enón, junto a Salim (Jn. 3:23). Juan (1:19-28) cuenta el testimonio que el Bautista dio sobre sí mismo, negando ser el Mesías, pero declarándose precursor suyo; Jn. 1:29-34 nos habla de su encuentro con Jesús (cfr. Mr. 1:7s.; Mt. 3:11s.; Lc. 3:15-17). Los evangelistas le ponen en relación cada vez más próxima con Jesús: después de c ontar las discusiones entre los discípulos de Juan y los de Jesús, Juan remite finalmente sus discípulos a Jesús, a quien debieran haber seguido. La aparición de Juan Bautista originó un creciente movimiento popular que Herodes Antipas miraba con grande inquietud (Ant. 18:5, 2), sobre todo porque Juan reprendía abiertamente el adulterio del tetrarca. Herodes hizo encarcelar a Juan (Mr. 6:17s.; Mt. 14:1s.; Lc. 3:19s.) y le mandó, por fin ejecutar (Mr. 6: 17-29; Mt. 14:3-12) Desde la cárcel, Juan había enviado a Jesús una embajada formada por algunos para preguntarle si efectivamente era el Mesías (Mt. 11:2-15; Lc. 7:18-30). Juan fue enterrado por sus discípulos. Estos discípulos, que él había reunido en torno suyo (Mt. 11:2; 14:12), usaban una fórmula propia de oración (Lc. 11:1) y practicaban el ayuno (Mr. 2:18). El bautismo de Juan es aceptado por Cristo cuando éste se hace bautizar por el predicador del desierto (Mt. 3:13-17; Mr. 1:9-11; Lc. 3:21-22). Consciente de su indignidad, accede a la petición del Señor a fin de que ambos «cumplan toda justicia». El Bautista habló de Jesús como el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29, 35), y profetizó que él menguaría mientras Jesús había de surgir en su ministerio (Jn. 3:26-30). Los seguidores de Juan el Bautista, fieles a su maestro, miraron con preocupación la creciente popularidad de Jesús (Jn. 3:25, 26); dos de ellos sirvieron de mensajeros cuando Juan sintió dudas acerca de Él (Mt. 11:1-5). Fueron los discípulos quienes enterraron los restos de Juan el Bautista (Mr. 6:29). Años después, en el transcurso de s u misión, los cristianos primitivos encontraron en Asia Menor algunos seguidores de las ens eñanzas de Juan el Bautista (Hch. 18:25; 19:1-7), que abrazaron la totalidad del evangelio al reconocer al Espíritu Santo. Eran doce en total y estaban en Efeso, juntamente con Apolos, cuando Pablo vino y les predicó la plenitud del evangelio.
482.
LA CONFIANZA DE UN NIÑO IMPOTENCIA DE SATANAS 1 Ped. 5:8.
Un jovencito fue a ver a su papá y presentándose ante él con mucha serenidad, le dice: ²Papá, ¿es Satanás más grande que yo? ²Sí, hijo mío ²dijo el papá. ²¿Es más grande que tú, papá? ²Sí, hijo mío, es más grande que yo. El niño estaba muy sorprendido; pero pensó otra vez, y dijo: ²¿Es más grande que Jesús? ²No, hijo mío ²contestó el papá², Jesús es más grande que él. El pequeñuelo al separarse dijo sonriendo: ²Entonces no le tengo miedo. 2
488.
ENCONTRO A DIOS EN EL MAR Gén. 28:10±17.
Durante la Segunda Guerra Mundial Eddie Rickenbacker y otros compañeros suyos recibieron una comisión de su gobierno, el de los Estados Unidos de la América del Norte, y para desempeñarla tuvieron que volar en aeroplano. El piloto de éste se apellidaba Whittaker. El aeroplano cayó en el Océano Pacífico: todos los hombres que iban en ese aeroplano estaban en peligro de perecer. Mientras estuvieron en sus barcas salvavidas permanecieron orando. Uno de los muchos días de su navegación sin rumbo, pues estaban perdidos, una gaviota posó en la cabeza del jefe del grupo, Rickenbacker: entonces todos creyeron que algún poder sobrehumano estaba protegiéndolos cuando estaban a punto de morir o de insolación, o de hambre, o de sed, o ahogados. Gracias a Dios todos fueron rescatados. Después de esto, el piloto Whittaker, que había sido ateo, declaró: ³Yo hice el descubrimiento más grande que el hombre puede hacer: descubrí a Dios.´ Este piloto llegó a ser un creyente en Dios.² Adaptación. deIllustratingtheLesson. A. H. Stainback. 3
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Lern, A. 500 ilustraciones (313).
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Lern, A. 500 ilustraciones (317).