La corriente del pensamiento James James imprimió en la psicología norteamericana posterior el sello de su psicología funcionalista y pragmática. Este capítulo supone un ataque a la psicología introspeccionista por olvidar un hecho básico de la vida psíquica: su fluir continuo. James no fue experimentalista, y su psicología es una de transición entre la filosofía y la psicología, pero contiene muchas intuiciones futuras, tales como la doctrina del hábito, la teoría de las emociones, la psicología del sí mismo, etc.. En este texto hay una anticipación a la futura psicología de la Gestalt en sus párrafos sobre el carácter totalitario y global de la conciencia. Para James, el hecho primero es que se da alguna clase de pensamiento. pensamiento . Se entiende pensamiento como algo que permite designar indiscriminadamente toda forma de conciencia. Cinco caracteres del pensamiento: 1) Todo pensamiento tiende a formar parte de una conciencia personal 2) Dentro de cada conciencia personal, el pensamiento siempre está cambiando 3) Dentro de cada conciencia personal, el pensamiento es sensiblemente continuo 4) El pensamiento siempre parece tratar con objetos independientes de él 5) El pensamiento se interesa por algunas partes de estos objetos con exclusión de las demás, y las recibe o las rechaza, en una palabra, escoge de entre las mismas El pensamiento tiende a formas personales El hecho psíquico elemental no es el pensamiento o este o ese pensamiento, sino MI pensamiento, y que todo pensamiento es algo poseído. Las grietas existentes entre estos pensamientos son las grietas más absolutas de la naturaleza. Mi pensamiento está unido a mis restantes pensamientos, y tu pensamiento a los tuyos. El hecho consciente universal no es que existen los sentimientos y el pensamiento, sino “yo pienso” y “yo siento”. Ninguna psicología puede cuestionar la existencia de los sí mismos personales. El pensamiento está en constante cambio No quiere decir que los estados mentales carezcan de duración. Quiere decir que ningún estado, una vez desaparecido, puede recurrir y ser idéntico a lo que era antes. Ahora estamos viendo, ahora oyendo, ahora razonando; pero sabemos que nuestras mentes pueden ocuparse alternativamente de centenares de otras actividades. No hay ninguna prueba de que una misma sensación corpórea se repita dos veces. Lo que se repite es el objeto. Por lo general no prestamos atención a los modos diversos en que una misma cosa aparece, suena y huele desde distancias diferentes y en circunstancias distintas. Hay hechos que nos hacen creer que nuestra sensibilidad está cambiando todo el tiempo, de forma que un mismo objeto no puede darnos después la l a misma sensación. Sentimos las cosas de modo diferente según estemos adormilados o despiertos, hambrientos o llenos, etc, pero no dudamos nunca de que nuestros sentimientos nos revelan un mismo mundo con las mismas cualidades sensibles. Toda sensación corresponde a una determinada acción cerebral. Para que fuera posible el retorno de una misma sensación, ésta tendría que producirse por segunda vez en un cerebro no modificado. Pero como esto es fisiológicamente imposible, también es imposible un sentimiento inmodificado. Todo pensamiento relativo a un determinado hecho es, estrictamente hablando, algo único. Cuando vuelve a presentarse un mismo hecho, tenemos que pensar en él de una manera nueva, verlo desde otro ángulo, aprehenderlo con relaciones distintas a las de d e la última vez. Mientras pensamos, nuestro cerebro cambia. No hay dos ideas idénticas. Esta idea es importante, dado que nos impide seguir obedientemente las huellas de la escuela Lockeana y Herbatiana. No hay duda de que suele ser conveniente formular los hechos mentales de un modo atomista y tratar a los estados superiores de conciencia como si fueran compuestos de ideas simples sim ples incambiables.
Dentro de la conciencia personal, el pensamiento es sensiblemente continuo Continuo no tiene brechas, roturas o divisiones. La brecha existente entre mentes es quizá la mayor brecha de la naturaleza. Las únicas grietas que pueden concebirse dentro de una mente singular serian o bien interrupciones, lapsus temporales o bien rupturas en la cualidad o contenido del pensamiento. Sin embargo, la conciencia no aparece ante sí misma partida en trozos. Palabras tales como cadena o tren no la describen adecuadamente tal como se presenta en una primera instancia. No es nada articulado, fluye. Un río o una corriente son las mejores metáforas. La transición del pensar en un objeto al pensar en otro no es una interrupción del pensamiento mayor que la que introduce la juntura del bambú dentro de un bosque. Es una parte de la conciencia lo mismo que la juntura es una parte del bambú. James llama a los lugares de r eposo “partes substantivas” y a los de vuelo “partes transitivas” de la corriente del pensamiento. Resulta que el fin principal de nuestro pensamiento es llegar a otra parte substantiva distinta de la que hemos sido desalojados. Y podemos decir que la principal utilidad de las partes transitivas es la de llevarnos de una conclusión substantiva a otra. Sensacionalismo niega la existencia de los sentimientos en relación, y muchos de ellos, como Hume, han ido más lejos y han negado la realidad de la mayor parte de las relaciones, tanto fuera de la mente como dentro de ella. Intelectualistas incapaces de abandonar la realidad de las relaciones e xtra mentem, pero también incapaces de señalar ningún sentimiento substantivo distinto en el cual fueran conocidas, han negado también la existencia de estos sentimientos. Para James, ambos están equivocados. Si es que hay cosas tales como los sentimientos, entonces tan seguro como en la naturaleza se dan relaciones entre los objetos, y todavía con mucha más seguridad, hay sentimientos mediante los que estas relaciones son conocidas. Creemos que el cerebro es un órgano cuyo equilibrio interno siempre está en estado de cambio y que el cambio afecta a todas sus partes. Dentro del cerebro, la perpetua organización tiene que llevar formas de tensión relativamente largas, mientras que, en cambio, otras simplemente vienen y pasan. Pero si la conciencia corresponde al hecho de esa reorganización ¿por qué, dado que ésta no se detiene, tendría que cesar la conciencia? Las conciencias prolongadas, si son de objetos simples, las llamamos sensaciones o imágenes, según sean vívidas o tenues. Si son de objetos complejos, las llamamos perceptos cuando son vívidas, pensamientos cuando son débiles. Para las conciencias veloces sólo disponemos de los nombres de “estados transitivos” o “sentimientos de relación”.
Según James, las imágenes específicas de la psicología tradicional forman una parte muy reducida de nuestras mentes tal como éstas existen realmente. Pasan por alto el “agua libre de la conciencia”. El pensamiento humano aparece versando sobre objetos independientes: esto es, es cognitivo, o posee la función de conocer Para el Idealismo Absoluto, el pensamiento infinito y sus objetos son una misma cosa. Los objetos existen porque son pensados. La razón por la que todos creemos que los objetos de nuestros pensamientos tienen dentro de nosotros una existencia duplicada es porque hay muchos pensamientos humanos, cada uno de ellos con los mismo objetos, como no podemos menos de suponer. El juicio de que mi pensamiento tiene el mismo objeto que su pensamiento es lo que le lleva al psicólogo a decir que mi pensamiento conoce una realidad exterior. Una mente que se haya hecho consciente de su propia función cognitiva desempeña el papel de lo que hemos llamado “el psicólogo” de sí misma. No sólo conoce las cosas que aparecen delante de ella, además sabe que las conoce. Este estado de condición reflexiva es, más o menos explícitamente nuestro estado mental adulto habitual. Pero no puede ser considerado como primitivo, primero tiene que venir la conciencia de los objetos.
Al conocer, el pensamiento puede discriminar entre su objeto y él mismo, pero esto no es necesario. El objeto de todo pensamiento no es ni más ni menos que todo lo que el pensamiento piensa, exactamente tal como lo piensa, por complicado que sea el asunto y grande el simbolismo del pensamiento. Por complejo que pueda ser el objeto, el pensamiento del mismo es un estado indiviso de conciencia. La psicología asociacionista ordinaria supone, por el contrario, que siempre que un objeto del pensamiento contiene muchos elementos, el pensamiento tiene que componerse de otras tantas ideas, una idea por elemento, todas ellas aparentemente fusionadas pero en realidad separadas. No hay multiplicidad de ideas coexistentes, tal noción es una quimera. Todas las cosas que se piensan en relación, son pensadas desde el comienzo en una unidad, en un solo pulso de subjetividad, un solo estado psíquico, sentimiento o estado mental. La conciencia siempre se interesa por unas partes del objeto más que por otras, y les da la bienvenida y las rechaza, o dicho con otras palabras, escoge al mismo tiempo qué piensa Nosotros hacemos mucho más que acentuar cosas y unir algunas y mantener separadas otras. En realidad ignoramos la mayor parte de las cosas que están delante de nosotros. ¿Qué son nuestros sentidos sino órganos de selección? Si las sensaciones que recibimos de un determinado órgano se basan en una selección determinada por la configuración de las terminaciones del órgano, la atención por su parte, escoge como dignas de ser observadas sólo a unas pocas de entre las muchas sensaciones a su alcance, y suprime todas las restantes. La percepción implica una doble elección. De entre todas las sensaciones presentes, atendemos principalmente aquellas que son signos de las ausentes; y de entre todas las asociaciones ausentes sugeridas por aquéllas, volvemos a seleccionar a unas pocas para que substituyan a la realidad objetiva por excelencia. Un pensamiento empírico de una persona dependerá de las cosas por ella experimentadas, pero a su vez, éstas serán determinadas en gran parte por sus hábitos de atención. En conclusión, vemos que la mente es en todo momento un teatro de posibilidades simultáneas. La conciencia consiste en la comparación de estas posibilidades, la selección de unas, y la supresión del resto gracias a la agencia reforzante e inhibidora de la atención.