FRANCISCO
BULNES
LOS GRANDES PROBLEMAS DE MEXICO
EDICIONES DE "EL UNIVERSAL" M~)('CO
1927
LOS GRANDES PROBLEMAS DE MEXlCO
FRANCISCO
BULNES
LOS GRANDES PROBLEMAS DE MEXICO
EDICIONES DE "EL UNIVERSAL" MEXICO
1926
FRlJLM 972
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Es propiedad. Registrado conforme a la ley.
"Imp. E:Jcallada" - Motolinía 36 - México.
ADVERTENCIA
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I F UE "El Universal" la tribuna de D. Francisco Bulnes
L-1 en los postreros años de la vida 'vida noble
y
fecunda--
:lel eminente pensador mexicano. A poco de volver del destierro, el señor Bulnes, que (ya ~nfatigable, y que en el orden intelectual tenía el magnífico, d juvenil don de la perenne inquietud, aceptó de buen grado la invitación que aquel diario le hizo para que, desde sus co-[umnas, abordara el estudio de los ingentes problemas que la nación tenía delante. La época era de extrema agitación social; el escritor a luien tal se pedía, uno de los más vigorosos, profundos y bien ~nformados de que podamos envanecernos. Bulnes cogió la pluma para escribir semana a semana, vió, analizó, comentó, abriendo ante cada caso que se le pre-¡entaba, el arca inagotable de su erudición, y dejando en él ~a huella de su pensamiento batallador y ágil. 'Y aquella plu-1ta, que fué oriflama en tantos combates de ideas, y que se 1tantuvo siempre vibrante y deslumbradora, no cayó de sus 1tanos hasta que se la arrebató la muerte. De los trabajos perindíst1' .; en gcn¿ral, cc,critos los más :rj','v apremio y al calor de la iml:JyesióH lJYimcnJ, unos hay, de :lctttalidad transitoria, que sólo mCVCCCH vivir la vida de un día; en tanto que otros, por el celHelal de doctrina que encie-rran, por sus originales puntos de vista, por la hondura e ¡nte1'és permanente de las cuestiones que tratan, son acreedo--
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a que se les arranque de la hoja i'mpresa "'necesariamente, pm' actual, perecedera'" para ser acogidos en la eternidad del libro, LoS' artículos de Bulnes en "El Universal" fueron, en buena parte, de esta últi'ma especie. Sobre tener el valor ge'" nuino que les i'mprimía la enérgica personalidad de su autor, aba rcan materias de interés perdurable para nuestra historia econÓ'mica y social. De ahí que se resolviera seleccionar los qU2 m:lyor sen'" sación causaron al aparecer, agrupándolos cyonológicamznte en secciones por separado, para formar un volumen cuyo tí", turo desde luego se itnponía: "Los Grandes Problemas,~ México. " y es lo extraordinario que nosotros mismos, una vez '}'ealizado esto con el profundo respeto, con la admiración yendida que nos merece el gran escritor muerto, pudimos darnos cuenta de que no es la presente una mera colección de artículos sin trabazón íntima, sin unidad fundamental, CO'lltO podría suponerse; sino que dichos artículos, presenta'" dos en conjunto, vienen a constituir un libyo oygánico, vi'" 'tiente, palpitante: an libro que representa la síntesis del pen'" samiento de Bulnes con respecto a México, y que viene a ser, en cierto 11todo, el testa'mento del ilustre pensador y sociólogo. Sobre 1-endir, con esta obra, un homenaje a la mem:Jria de BuInes, "El Universal" cumple con un deber de cultura al reintegrar las páginas que la forman a la publicidad. ,."::;5
A GUISA DE PROLOGO
Señor Director de "El Universal" (1) Presente. Mi estimado amigo:
_, · P ORQ U E harto se me alcanza que 1C! mara por donde quema el que sin
sobraría quien toprevia explicación me permitiera yo, y desde casa ajena por añadidura, hacer la presentación ante el público de intelectualidad tan merecidamente connotada y aplaudida como la del señor ingeniero don Francisco Bulnes, consienta usted que el artículo que se sirvió pedirme con aquel objeto, se convierta en carta, y que ésta vaya precedida de un tan trivial introito. Alejado mi escrúpulo y puestos los puntos sobre las íes, vale decir, aclarado que la presentación la intento cediendo a una benévola solicitud de usted,-sabedor sin duda de antemano,. de lo vetusta que es la amistad que me liga al señor Bulnes, y lo honda que es mt admiración a su talento privilegiado,-he de comenzar, no presentando a quien de sobra es conocido con ventaja, sino felicitando a "El Universal" por haber.~·e asegurado la colaboro cúj n excl usÍl'o de u n a !JIu If/a de tal suprte cortada que, Sfglll/ sea el osunto de que trate, más que plumo ()ro ((nf()j((.'ie e.'iculpel()inteiigenfe y sin
(1 La presente carta se publicó el 4 de octubre de ]920, días antes de iniciar en aquel diario el Sr. Bulnes su brillante colaboración.
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entrañas que no descansa hasta encontrar la úlcera y extirparla, así el paciente se retuerza y gri~e n:i.entras dura la despiadada búsqueda; ora hacha Jushc~era y vengadora que sin misericordia decapita y derriba falsos ídolos; ora látigo que arroja del templo a mercaderes sin conciencia, después de dejarles señaladas las mejillas ignorantes de pudores; ora alambique de ironi a finísima, que mucho evoca la de Anatole France, por lo que al igual de ésta pone en la picota hasta no atomizarlas y untarlas por los suelos, a Zas reputaciones "incautadas", a las personaliflades de similor en que abundamos tanto,-¡varios centenares de ellas a cada nuevo movimiento político triunfante de los mil y pico que llevamos padecidos, sin visos de que nos hayan fatigado, según volvemos a las andadas todos los días laborables, y aun festivos/-a las glorias de oropel, a los héroes y genios de guardarropía, a las mentiras oficialmente declaradas verdades, que tanto han desviado, y desviándolos siguen, nuestra mentalidad y nuestros pasos; en una palabra, encarándose a cuanto él diputa por error, usurpación moral o maten:al, superchería y desatino. ¡Calcule usted, pues, lo que las columnas de "El Universal" aumentarán en amenidad e interés, y si hay o no hay molÍllo para que yo lo felicite! y supuesto que usted me pidió una presentación del . señor Bulnes, y que yo me comprometí a hacerla, tolere que aqui reproduzca un largo fragmento del extenso estudio que acerca de personalidad mexicana de tamaño relieve, publiqué en el primer periódico de la Habana, cuando Bulnes acababa de dar a la estampa, en ~Vueva y ork, el único de sus libros que en México, "et pour cause", fuera poco leído; "The Whole Truth About M exico, President H~ilson's Responsability."
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N o obstante su diploma de Ingeniero Civil y de M i'nas, ganado triunfalmente hasta con dos medallas de oro en nuestro de veras famoso Colegio de Minería (que inauguró a primero de enero de 1792 el 52° virrey de Nueva España, cuya creación fue decretada en Aranjuez desde 1783 por la majestad de don Carlos 111, y que ha sido almácigo de poróón de 'mexicanos notables, entre otros Vicente Valencia, descubridor del medio para evitar la pérdida del mercurio que el beneficio llamado "de patio" origina; Manuel Herrera, que descubrió la Fotografía al propio tiempo que Daguerre en Francia; Lucas Alamán, Manuel Orozco y Berra, Francisco Javier Gamboa, Francisco Díaz Covarrubias, Velázquez de Lean, Mier y Terán, M"anuel Antonio Castro, etc.), Francisco Bulnes ha sido y es, por encima de todo, uno de nuestros más altos pensadores y uno de nuestros mejores sociólogos, sin que ello menoscabe su saber en Química, Bacteriología, y asuntos 'monetarios y de Hacienda, del que lleva dados muy sazonados frutos. Pero cuando en México nos pongamos a hacer, justiciera y serenamente, la revisión de nuestros valores morales e individuales, de seguro que Bulnes será catalogado entre los pensadores y sociólogos. Su culto por las Matemáticas, que ha de haberlo traído en su idiosincrasia y que en el Colegio halló ancho campo para desenvolverse, lo llevó a ser una potencia en ellas, y así desde mozo, aprendió a raciocinar con claridad y exactitud. Luego, afilióse en el positivismo, sistema ahora ya desacreditado y fuera de uso; pero que entre sus escasas excelencias posee la de haber preconizado el M étodo, ese conjunto de procedimientos racionales indispensables y sin substituto, para buscar la verdad en Filosofía, en Historia Natural para la clasificación de los seres, y en el sentido y enseñanza de
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cualquier ciencia, el orden que ha de observarse para que enseñanza y estudio resulten fructuosos. Por sus 'medallas de oro y por el sufragio de los condiscípulos siempre, Bulnes ha de haber salido del Colegio de Minería con el doble título de ingeniero y de inteligente, mas sin entusiasmar a nadie, todavía; porque en México, dicho sea sin jactancia, ha sido cosa común en las unidades de profesionales nuevos que de tiempo en tiempo avientan nuestras escuelas facultativas al terreno de la lucha, no escaseen los inteligentes. El mal está en que a muchos de ellos, las ambiciones prematuras les quiebran las alas y paran en los lodos. Bulnes era de los llamados a volar hasta lvs cumbres, y ahí quedarse a perpetuidad como en su natural y legítimo domicilio. Su primer acto sonado fue un viaje al Japón en 1871,., a observar el paso de Venus por el disco del Sol, en calidad de secretario-cronista de la comisión enviada por M éxico bajo la presidencia del sabio astrónomo Francisco Díaz Covarrubias. A ntes de esto, parece que Bulnes corrió serios peligros de radicarse en el malsano país de Bohemia, en el que todos cuando jóvenes y algunos cuando viejos, hemos pasado alegres temporadas con mengua más o menos duradera de nuestra salud y nuestra fama. De entonces a hoy, sus actividades y talentos no se han dado punto de reposo: ha sido catedrático en el propio Colegio de M1:neria en que abrevó su cerebro, y en la Escuela .LYacional Preparatoria; periodista, d'istintas épocas; diputado o senador durante cerca de treinta años y pre.')idente de una u .otra Cámara diversas veces; re~ dactor de leyes bancanas y corredactor del Código de J.Yinerío, presidente o miembro de innúmeras comisiones legislatiNls y técnicas; consultor permanente o acciden-
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tal de varias Secretarías de Despacho; autor de tratados sobre Derecho Constitucional, J,I etalurgia, Agricultura, etc. Pero su creciente notoriedad arranca de la tribuna de la Cámara de Diputados, en la qV.e desde sus pr'imeros d1:scursos hizo gala de una dialéctica poderosa y de una elocuenclCl tan convincent?" que, cuando en la época del Presidente González, por ejelnplo, subió a defender el arreglo de la deuda inglesa-repugnada por el país íntegro hasta con su alarmante inicio de vías de hecho, que pudo transformarse en cosa de mayor enjundia,-a pesar de que comenzó su discurso entre interrupciones, siseos y silbos de una Cámara ad¿:ersa y unas galerías enemigas, logró imponerse a la una y el las otras, 11 ambas, además de escucharle cuanto a él plugo decirles, todavía aplaudiéronlo a rabiar a la conclusión de su defensa. Como éste, a porrillo podrían citarse los casos en que ha vencido su oratoria. Sin embargo, Bulnes no es castizo ni es purista; antes su estilo, igual en lo que habla que en lo que escribe, resiéntese de irreducible independencia casi rnontaraz, de alejam.iento del buen decir, intencionado y preconcebido. Preocupado, dentro de su temperatnento de pensador, de que la idea predomine y convenza, la expresión, que es pintoresca y bravía, connotativa y persuasiva, preñada de ciencia y erizada de ironías que, a las vegadas, resultan sarcasmos crueles, la expresión es indómita e iconoclasta. Si nada se le opone en el camino, suele andar tersa y sumisa con las leyes del idioma, mas a la menor oposición o resistencia, salva barreras, abofetea pragmáticas, derriba guardianes y escarnece ejemplos y precedentes. De ahí, prinn'polm,ente, que sus discursos, escoltados por el merecido prestigio del indún'duo, el calor de la l'OZ la seducóón conl'z'ncente del ademán, Zas modalidades de la o
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fisonomía, la fuerza de la mirada y ese magnetislno lnisterioso que se desprende de las palabras de los hom,bres de talento-si son ellos m,ismos quienes las profieren,de ahí que sus dz:scursos convenzan y se ganen aplausos tantísimos. Pero de altí, también que sus libros y artículos sean discutidos y vulnerables; se presentan huérfanos de todos aquellos factores, sin quien los realce ni los valga ante el criterio del lector; criterio, por lo com ún, hostil al autor de todo impreso, que significa, para el lector perteneciente al mismo oficio, un riz'nl o enem'z"go, que, cuando m,enos, puede restar compradores y elogios; y para el que sólo es consumidor, la huml"llación de tener que reconocerse una inferioridad que lo lastima !J previene "a priori" en contra del autor y en contra del hbro: S11 inferioridad disminul:rá en razón directa de las máculas que a entrambos les descubra o les invente. Bulnes, además, como todos los fuertes gusta de alardear de su fuerza, y en discursos y libros no desdeña el esgrimir la paradoja, la cual, aunque no sea la mentira en todas ocasiones, como en todas ellas sí contraría y ataca las opiniones generales, esto le aumen ta e intensljica la desconfianza e incredulidad de lectores y auditorios. De entre las otras varias cualidades que reune Bulnes en su dualidad de orador y publicista, descuellan tres que mucho lo recomiendan: en la tribuna, en el periódico y en el libro ha demostrado que posee independencla de criterio, lo que lo singulariza; un valor civil a toda prueba, y amor a la verdad en un medio donde decirla es pecado; cosa esta última que lo enaltece, pero que le ha acarreado ya, amén de cataratas de denuestos, agreslOnes de hecho y de peligro. Dada la mentalidad de Bulnes, dados sus estudios y orientaciones, natural era que figurara en el grupo po-
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lítico,-que nunca llegó a partido en forma,-llamado de los "Científicos", en los últimos tiempos tan conocido como abominado. Allá a sus principios, por mayo del 1893, compúsose de cinco individuos, Bulnes en cuenta, que con motivo del nombramiento de don José 1ves Limantour para Secretario de Hacienda, intentaron la independencia del Poder Judicial por medio de la inamovilidad de sus miembros, y una inmediata reforma a la Constitución, que aumentara a los periodistas la muy restringida libertad de que por entonces gozaban. Sustentaba el grupo la cuerda doctrina de que existe una ciencia de gobierno, y que el que la ignora y gobierna empíricamente, va al fracaso.y hunde a su país (doctrina, sea dicha de paso, que no da trazas de aclimatarse en la América latina ni para el gobierno ni para el periodismo, a juzgar por lo que abundan en uno y en otro ramo con perjuicio grave para gobernados y lectores, los ignorantes e improvisados) La fisonomía moral de Bulnes no es vitanda. Firme en sus credos filosófico y científico, es tolerante para los que no comulgan con él. Conservador chispeante y sabrosísimo, su charla es solicitada y festejada, aunque a poco que se la busque tórnase en polémica contundente. Dotado de feliz memoria, lector sistemático hace lustros de lustros; observador sagaz, resulta enciclopedia de segura consulta en porción de materias, y en asuntos mcxicanos,casi siempre una autoridad de alteza y pesadumbre. M atemático profundo, es consiguientemente un maestro en lógica; su pensamiento y su raciocinio tienen claridad meridiana y precisión de péndulo. N o obstante lo disciplinado y amplio de su erudición, supérala su talento, cuya dominante es una comprensividad instantánea y clara; y aunque sus discursos sean~ como tenían que
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serlo, sintéticos esencialmente, la especialidad de Bulnes, su tendencia cerebral es marcadamente analítica; de dónde su predilecc'ión por lu critica histórica. Su 1nentalidad privileg'úJ(la permite clasijú'urlo dentro del hmitado núcleo de los i i genút hn'de,'.:,", que .')01/ el térmz'no medio entre el hombre de talento, al que dejan atrás, y el hombre de genio propiamente dicho, al que no igualan todavía. i i Toute proportion gardée", Bulnes ha sido a JI éxico, lo que raine es a Francia, y desde que produjo su primer libro de crUica histórica, "Las Grandes .J.11 entiras de l\~uestra Historia", puede decirse que, a su Inanera, ha ¡'enido escrz:biendo la historia de los orígenes del JI exico contemporáneo, aunque por rnodo jragrnentarz'o y dÚ310cado, con no escasas repeticiones de acaecurll'entos y puntos de l'ista, sin aquella unidad y arnwnía que no son la menor perfección de la rnagna obra de Taine, Débese a que Bulnes no se propuso escribir tal h1:storia, sino que en cada uno de los volúmenes que ha dado a luz, indudablemente sólo se propuso apurar el asunto concreto en que se ocupan y tocar de paso con relativa profundzdad los que les son sus correlativos y allegados. Si se leen sus tomus con el detem múnlo ([ que son acreedores, y en el orden siylúente: "La Guerra de Independencia", "JIidalgo e Iturbt"de", "T~as Grandes Mentiras de Nuestra HI',,,tU/'W" "Jwírc;¿ U la Rel'ollln'árl de Reforma," "El Verdadero Juárez" "La rrerdad completa sobre México," y a7! te.') de éste "El T'crd((dero Díaz" que aparecerá en breN', se pulpará que li/l ajirm,ación es fundado y exac!r¡, la fl'/iaCÚJn de Bullir.') historiador, áene en línea recta de Hipóldo Tuine, eminencia Iilosnfica con la que prC8enta mús de 11 JI punto de contacto. A ,nl)(),\ son posihz'útas, y por ello ostentan los defectos y l'Ú'tudes que ese sistema irnpn'me a sus odeptos; ambos poseen er/IIZ"-
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diable y copioso c(ludol de conocúnientos rigurosamente científicos y alquitarados, sobre s u raza y su medio; an~'bos profesan acendrado culto a la verdad-o a lo que por l'erdad estimccn,-y en .sus libros la exponen sz'n ambajes ni C((Tetas, (l n'esgo de parecer "poco patriotas", y de que los mediocres, los fariseos, las turbas, los ú!iurien y lapiden J' ambos son duellos de valor idéntico para no apartarse del surco q[fe ahondan, y para repetir y practicar el socorrido ('¡pega, pero escucha!" Y así como Taine a Sil muerte se trunsmutó en oráculo, y son sus páginas fuente de verdad h u manCI, o séase incompleta, a la que se pegan los labios resecos de engaños y 1nentiras así Bulnes a su muerte,-¡que yo apetezco no lo hiera hasta dentro de mucho tiempo!-acabará de afianzar el triunfo completo que hoy se le escatima, y en sus libros, podados de algunos excesos y errores, nuestros hijos beberán la verdad, de la que nosotros, para nuestra desgracia, anduvinws tan ayunos y necesl·tados. J'
De usted amigo atto. y afmo. S.S. Federico Gamboa.
EL PRI MER ARTICULO
HOMBRES DE LUCHA, MEJOR QUE HOMBRES DE TE DEUM
IliJXTRE los cargos que se me hacen como intelectual de gran actiyidad, el más graye ha sido el de señalarme como insoportable hombre de paradojas. Con agrado acepto el cargo y para probarlo prometo en la serie de artículos que me propongo escribir, paradojear sin conceder a la opinión pública ni el menor pensamiento de misericordia. Leo en un periódico serio y merecidamente prestigiado de la capital: "Dice el Presidente electo. que ~léxico ha cerrado ~u período de luchas intestinas, porque realizó SU¡; conquisia:; fundamentales y abre un período franco de reconstrucción" Estas palabras hermosas, que sin duda hace suyas el partido obregonista, son un himno al optimismo, una ráfaga de fe ciega en lo que no existe, un solemne Te Deum entonado sin canto gregoriano en el altar de la Patria. Contrastando con las declaraciones del general Obregón,. el mismo periódico dice en su editorial intitulado: ' Tiempos Ditíciles": "Atrayiesan los .. Estados ~, de la tierra un momento histórico, penoso e inquietante. Fuerzas obscura" y desordenadas agitan a los pueblos, en una crisis cuya solu< ción no es posible preyer. rn descontento general h
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presentes instantes las sociedades y los Estados, presas d una fiebre, de un delirio que se antoja ,que va a romper le cimientos sobre los que descansa la vida social" Según lo que acontece en el mundo, con sonido de terr: moto final, no hay estadista, ni filósofo, ni intelectual -vulga: Li burgués Ínfimo, que duden que la humanidad está e crisis mortal y que, lo casi seguro, es que ha entrado en u "franco período" de desastre. Dos son los grandes enemigos del género humano, segú todos los grandes pensadores del globo: el bolchevis-mo y { sindicalismo, porque el ideal de ambos es hundir en miserü barbarie, c1elll(,llcia y suciedad el régimen social clásico. E bolchevismo significa el desmoronamiento de la civilizació por" vía húmeda roja' ',por medio de un militarismo arregh do a la fanatización feroz de las multitudes. El sindicalü mo significa lo mismo: la ejecución de la sociedad por "vÍ seca", el" paro" general. El laborismo es un ciego 'que trot con pasos de camello por el mismo camino, impulsado por 1 huelga incesante y devoradora de las entrañas de la industrié Lo pavoroso para el :rp.undo, es que mientras más catá~ t rofes presenta Rusia, en su bolchevismo triunfante de aspe( to ya cadavérico, más entusiasmo va produciendo en la c;ascs obreras la lúgubre doctrina de Lenine. Parece qu el abismo destinado a sen-ir de tumba a la humanidad, tien garnls, dientes, miasmas infalibles para atrapar a todos lo que sufren la horrible ilusión de redimir a los miserables co el absurdo, templado en una criminalidad sin pliegue étic 111 -vibración siquiera del instinto biológico de existencia. i(-
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Yo creo que no se me tachará de "hombre de paradojas' 81 afirmo que los mexicanos pertenecemos a la humanidad q110 nI éxico es uno de los Estados de la Tierra sujetos a 1
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singular tragedia que prepara el proletariado mundial. México, como todas las naciones provistas de clase proletaria bajo la tremenda influencia del apostolado moderno, está en crisis y bajo la casi seguridad de haber entrado en franco perlodo de desastre con la inoculación bolchevista y sindicalista. El general Obregón considera que México ha cerrado su período de luchas intestinas, porque ha realizado "sus conquistas fundamentales" Mi incorregible espíritu paradójico me obliga a intentar cortés rectificación. En México la clase popular se compone: lo. De la clase sirviente de la aristocracia, burguesía y "medio pelo" social, que no padece :por la carestía de la vida~ recibe buen trato y goza buenos sueldos. Esta clase es casi toda reaccionaria hasta las cachas, porfirista, santanista, iturbidista y detesta In R.evolución. 2a. De la clase ob1I'era de las industrias de lujo tan satanizadas por el p,roletariado mecánico. En esta clase hay muchos obreros y obreras con facultades artísticas, que los colocan en buena posición y les hacen pasar fácilmente al pequeño capitalismo. Tal clase es también r.eaccionaria. La gran masa del proletariado mecánico es en México: minorÍ:=t oOlchevista, con tendencia a mayoría, y casi totalidad sindicalista, con excepción del proletariado minero, que como prende que fuera del laborismo su ruina es completa e inevitable. Desde el momento que no tenemos un gobierno" soviet ", queda probado que la fracción bolchevista tan importante del proletariado no ha realizado "sus conquistas fundamentales' , La casi totalidad de proletariado obrero que no pertenece a la minería, siendo sindicalista, tampoco ha realizado" sus conrjuistas fundamentales", puesto que no vemos todas las industrias nacionalizadas e inmediatamente entregadas a los
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respedivos Silll1iC'(ltos obreros para Sll l'xplotaeión en 1H'llCficio propio. El laborismo busca el bienestar de' la clase obrera, dentro del régimen social clásico, fundado sobre la inviolabilidad de la propiedad privada, El laborismo persigue el alto jornal ,. real" Desde la caída de la dictadura porfirista, los jornales aparentes han subido y los jornales reales han bajado; por consiguiente, el laborismo no ha realizado" sus conquistas funda-.:.nentales" El laborü.mo persigue la destrucción de los" trusts" que roban a todos los consumidores. En México , los "trusts' ~ mientras m(ts ladrones se presentan.. están más florecientes-y más a cubierto de percances desagradables. La clase prolet
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que apoya al agrícola; lo que quieren es lo que les ha ofrecido durante diez años la revolución, especialmente el zapatismo: t>~ robo de la propiedad mondo y lirondo, las tierras regaladas, exentas eternamente del pago de contribuciones y heeatomlles de propietarios, de SlIS familias, ele su raza, cuya-; cenizas deben quedar en las tierras como abonos fosfóricos y potásicos. Los cinco mil apóstoles de la revolución, en su mayoría maestros de escuela y trapaceros tinterillos, ofrecie, ron clara y sinceramente el bolchevismo. El pueblo no se considera, pues, servido con la iniciativa de ley agraria redactada por el Gobierno interino. * ,. *
Lo que el apostolado redentor hasta ahora ha conquistado para el pueblo, ha sido una miseria más piojosa que la que lo ha caracterizado durante su doliente vida económica. El odio del pueblo al comercio, que en su concepto lo roba, es manifestación de hambre; su adhesión muda o estrepitosa al sacerdocio anarquista, es expresión de esa hambre insoportable, transformadora del paria comatoso en rebelde incandescente y de la oveja hética en felino ultra-carnicero. Los estandartes procesionales eJe los gremios chorreando miel y acíbar, pidiendo reparaciones sanguinolentas por la carestía de la vida, significan alaridos de caverna provocados por esa l:ambre surgida como Diosa infernal de los escombtros de la Nación sa'queaela y pestífera. Los altos jornales no impuestos por la ley de la oferta y la demanda, sino por el impulsivismo ,-le la huelga, la teoría ramplona del maestro de escuela, la majestad de los enanos universitarios; arrojados esos jornales con audacia sobre las cenizas sociales después del portentoso incendio redentista, no han hecho más que aumentar esa hambre, grito sordo o estruendoso de revolución.
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A la gran mayoría de la clase jornalera campesina, la miseria le da el aspecto de las tribus errantes de Patagonia. Exasperada y creyendo en su libertad, resolvió emigrar a ricos países extranjeros. La estadística de inmigración de los F.stados Unidos ha fijado en cien mil el número de mexicanos que con un equipaje completo de lágrimas y andrajos, se han presentado en el territorio de la libertad y la opulencia, pidiendo trabajo, y declarando que es la miseria la inflexible autoridad que de su país los arroja. Soportan trabajos tan duros como pescar salmón en las regiones glaciales de Alaska, antes que seguir "pescando" hambres e injusticias en su amada Patria. El éxodo de miserables llegó a causar pánico al gobierno carrancista y a las piadosas clases directoras; temieron que el pais se vaciara; que se quedaran solos los militares fastuosos, los ladrones sin presas, los terratenientes arruinados, los burgueses "chupa-huesos" del presupue"to. f, Qué hacer sin la Yíctima que hUla para no disfrutar de su horrible redención? Matarlo ~iYl misericordia antes que con·, sentir en el más sagrado d~~ los actos de la libertad humana: huír del dolor, huír de la muerte de la res en el potrero auemado por la sequía; huír para trahajar y enviar a las familias pan y modestos elementos de vida. :\' o fue tolerado el fundamental derecho del hombre: disponer de su persona en la superficie del globo. Se di6 orden a las tropas para cazar en las fronteras a los antipatriotas fugitivos; para que se tratara como a negros a los hombres declarados lihrps y cuya libertad de expatriación había sido respetada por todos nuestros tiranos; por todas nuestras anarquías, por todas nuestras locuras, p'or todos nuestros crÍmenes. Era preciso conservar a una población de espectros verdosos y ulcerados para seguir explotándola hasta chupar la última celdilla de su gangrenosa médula. En las viejas
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lrgislaciones negreras, los dueños de esclavos estaban obli· gados a sostener en estado de salud a toda su ganadería negra con todo y crías. En la Edad Media, el siervo unido a la gleba disfrutaba, por contrato respetado, del derecho de vlvir como hombre. En la Rusia de los zares, mientras hubo siervos hubo pan para ellos proporcionado por los señores; rra un deber impuesto al señorío. En el México redimido, el mexicano campesino ;quedó reducido a planta de hosque baldío. En el extranjero, la huída de una población de su territorio reputado como el país 'que asombra por "sus mai'i! villosas riquezas naturales e inagotables", causa estupor y nadie se explica cómo un pueblo huye de su felicidad, cn(~a nijado y despavorido, en los momentos en que se anuncia al mundo que ese pueblo acaba de obtener una completa victoria sobre sus enemigos, que es apto para la democracia, que es sublime para sus ideales, que es inteligente para sus int,ereses, que ejerce con brillo su soberanía, Ique chupa con pasión los jugos n'.ás tónicos de la libertad y de la justicia; y sobre todo, cuando está recibiendo de una revolución maternal y extremadamente generosa, las "riquezas maravillo·· sas e inagotables de su privilegiado suelo"; cuando ha reali· zado todas "sus conquistas fundamentales" y es ob'jeto de envidia de los pueblos que lloran y llorarán hasta su muerte, por no poseer la obra maestra de la naturaleza, el medio fí. . SICO meXIcano. Concluyendo: Después de este mi primer análisis paradójico, debo concluir: 10 La mayoría del pueblo mexicano representado p'Ü!' la parte campesina, ha perdido, entre otra~ libertades la fundamental de defender su vida y la de sus familiares, por medio de su trabajo contratado librement? en el lugar del mundo que más le convenga; necesitándola. el militarismo carrancista la declaró esclava de guerra de
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hace tres mil años. ~(). El pueblo mexicano ninguna de lús conqui.~'tas fundamentales que desea ha realizado, y con'o la mayoría de esas conquistas es funesta para la Patria, para :a humanidad ¡'T para la mis'lla clasp popular, un glJbierllo ;~(Iher pante está obligado al uso de las ametralladoras contra los nobilísimos ideales .del pueblo. Si los hombres de la ,situación 110 abandonan la política del" Te Deum ~I', cantarán ellos mismos su "De Profundis"
LA CUESTION SOCIAL
LAS SENSACIONALES DECLARACIONES DEL GENERAL CALLES EN LOS ESTADOS UNIDOS
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mal no recuerdo, durante el cuarto creciente de la luna del ::les de ab::il, el, ~eneral Calles, Secretario de _ GobernaclOn, declaro enfatlCamente a un grupo ele periodistas de la capital, que nunca leía mis artículos. Me apenó esa declaración, porque siempre desagrada a un escl'itorque no lo tome en cuenta un Secretario ele Estado, en un país ele gobierno de opinión pública y cuando el público se ha fijado siempre en tal escritor, con benevolencia o con ira y aun con odio. Yo, por el contrario, desde que los políticos actuales han señalado al general Calles como "hombre del porvenir presidencial", mi patriotismo ha yibrado con intensidad y me he visto obligado a poner en estudio, en laboratorio exclusivamente mental, la personalidad ruidosa del general Calles; recojo todas sus palabras, sigo el llloyimiento ele sus ojos, no le pierdo gesto, procuro adivinarlo y registrar todas sus vísceras; le aplico leyes sociológicas, biológicas y físicas y verdaderamente tengo obsesión por conocer a dónde iría a parar mi (¡uerido ~T c1es~Taciaelo país bajo el impulso del más radical de los l'elToluviollarios qUl' no l'OnOl'(' que en l\Iéxico ser radical socialista y ser bolchevista es la misma cosa. Hay que volyer a fijar bien lo que se debe entender por bolcheviquismo. El principio fundamental bolchevista no es ruso, lo anunció un socialista inglés, Mr. Taylor, quien dijo: "Si el proletariado obrero se ha de salyar; ha de ser forzosamente por el esfuerzo viril y honrado de los miembros de su clase; los burgueses jamás lo han de salvar, sicmp're lo han de traicionar, siempre lo han de explotar, lo han de vender y siempre lo han de despreciar disimulando tan vil sentimiento. ."
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Los que creen en la burguesía convertida al sOl'ialismo como vil medio de regeneración del proletariado, son unos niños de poco cerebro: la guerra se debe hacer al burgués cualquiera que sea el traje que vista, la cara que;,presente, las palabras .que pronuncie, las comedias con que explote, las hipocresías con que ofenda la h onradez ~ , Estos prill<:ipios del socialista británico, han sido acogidos por el buen sentido del proletariado mundial. En Francia se fundó 1<1 tel'lible aso('ia('iún radical socialista denominada "Los Libertarios", euyos p¡incipios eran maximalistas y rechazaban por su doctrina a todo burgués que pretendiera mezclarse en sus asuntos. El célebre Trotzky, cuando fue periodista propagó para las sociedades secretas rusas, el principio de Taylor, enunciado en los siguientes términos: "El proletariado del sufrimiento es el compuesto de obreros, campesinos y soldados y sólo podrán salvarlo, regenerarlo y levantarlo los soldados rasos, los ('mnpesinos ~. los obreros" Es, pues, fundamento del bolcheviquismo que la dase gobernante esté ('ompuesta exclusi\'amente de obreros, campesinos y soldados. En l\Iéxico, comienza a flol'e('('l' el principio de Taylor, inconscientf'mente; tenemos aún 1111(1 mayoría de g:obernantes burgueses (,11,\'a mayor parte se declara con o:-;tentación bolchevistas. entre ellos el de Yucatán, el ele Yeracruz y el de San l.luis Potosi, que con miedo recomienda al J'
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::\Iéxico hay un bolcheyiquismo oficial, como hay un amenazante bolcheyiquismo social. Esto lo han señalado al mundo y particularmente a los Estados rnldos, dos grandes fiQ'uras del socialismo moderno Samuel Gompers y la "madre Juanita" (mother Joanes). El primero. es el jefe de los cuatro millones de obreros laboristas norteamericanos, :; la .. madre Juanita" una agitadora bolcheyista perseguida en los Estados rnido.;;. ~\.mhas personalidades yinieron a ~Iéxico a tomar parte en el Gran Congreso Internacional Obrero y los socialista" mexicanos le" dieron los lugares de más distinción. Gompers informó a sns compatriotas. y en general, al pueblo norteamericano que en ::\Iéxico existía ya y cundía rápidamente el bolcheyiquismo de peor a.;;pecto que el ruso. :.~ la ,. madre J uanita" declar() ~;l1e ::\léxico era la tierra prometida para el bolcheyiquismo. Después de estos hechos conocidos de todos lo.;; mexicano.;;. tienen que producir gran extrañeza las palabras del general Calles en sus declaraciones al .. The X e'y York ~-\.merican", de que en ::\Iéxico la propaganda bolcheyiqa e.;; un mero fantchma. a menos que no se encuentren en la categoría ele fanta "meh les diputados Soto y Gama. ~','lueliano ~,Ii~ares. Fla':io Altamirano y casi todos los elel partido comunista en la Cámara de Diputados: sin perder de yiqa a la gran mayoría de la Comisión X acional Agraria. y a la ma~~oría de los diputados de las Legi~laturas de los E::-.taclos Feclerale~. ~
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:JIe he ocupc~do del C"ran prinClplr) del bolcheyiquismo: el gobierno debe pertenecer e,,~('~usiyamente al prolerariadl\, que en el mundo ridlé ~l¡{:- 11e nt:110 mil año" ch· ,,:xfri-'1lÍento y que está representado exclu-,iyameL.te. por los o:'1'e1'o,;;, c~mpesinos y soldados. El se~~Jndo prü:cil\io es: lograr la yerdadera i::'J., lc12d social por r:.lec1io del comunis:illo. Esos do.;; principiG~ consti~nyell el [JolchE'yhui'JjlO ruso. Para llegar al comunismo es indispensable que sea abolida la propied[~d priyada ;- ')uostituída por la propiedad colectiya nacional. Todos 1,- s eapitaJi.;;tas particulares deben
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. . O sociedades cal desaparecer lo mIsmo que las corporacIOnes "1 b' , .., 1 ' , trón . P 0"0 lerl talistas; no deLe eXIstIr mas que un so o pa . 'bl b • soviet. Teórieamente el comunismo aparece pOSl ~, raCl nal equitativo, moral y capaz de lograr la anhelada Iguald~ social. Pero en el bolcheviquismo mexicano, debe haber de trucción del capital privado, pero no de una manera fran( como lo impuso Lenine, sino de una manera tortuosa y teóri( y pr(¡(·tieamente descabellada. Según el artículo 123 de Constitución, el capital privado tiene que desaparecer, no pal en formidable eoncentración operar en manos del gobierno e mo único cápitalista, de acuerdo con las doctrinas rusas, sir que el capital mexicano privado debe desaparecer por la con tante succión de la elevación de jornales indefinida y por reparto de las utilidades de las industrias a los obreros, fij das por los más frenéticos partidarios del proletariado. Nue tro capital privado tiene que desaparecer como está desap, reciendo, por medio de huelgas y leyes expoliadoras, sin mi objeto que pulverizarse en los bolsillos de los obreros y despUl ('onvertirse en humo de vicios o de miserias insondables. L nine siempre entendió que la vida económica de los puebl< era imposible sin que en alguna parte del organismo socie existiese el capital en cantidad equivalente o sup1erior al qt existía bajo el régimen capitalista. La ventaja de que el gobierno fuera el único capitalist completamente desinteresado en materia de negocios, era 111 gar al costo de vida más barato posible, para que con ] misll1n cantidad de trabajo del pupblo oh~cn\)r muy superiorE l';ndilllientos ~7 quedar aSÍ. cOllstituída la feliC'id~d POPUlal En el penO-
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mo tiempo lo obliga a elevar el precio de las mercancías de primera necesidad para el pueblo. En México, elevación de jornales quiere decir, elevación de precios, carestía de la vida 0, en otros términos, alza de jornal aparente, igual a baja de jornal efectiya. Todayía más, progreso del sindicalismo significa miseria del pueblo cada día mayor, porque es ineyitable que el capital no se dejará aniquilar tan pacientemente, como se lo figuran los radicales mexicanos, sino que luchará no haciendo revoluciones que fácilmente aplasta el gobierno con sus rifles y sus numerosos regimientos y sus oportunos patíbulos, sino que luchará desapareciendo del país u ocultándose en nuestro territorio. í a lo he escrito, el capital es un esclavo que tiene la manía de hacer pedazos todos los martillos que le pegan. * * *
Lo que ignora el señor general Calles y todos los radicales mexicanos, que no quieren aparecer bolcheyiques o que ignoran lo que es el bolcheyiquismo, es que es peor el radical mexicano que el bolcheyista ruso en teoría y ambos son iguales para el resultado final. El señor general Calles en sus impresionantes declaraciones a la prensa norteamericana, conviene en que en las altas esferas del Gobierno (;bregonista hay radicales. y niec:'a que haya bolcheyistas; cuando son la misma especie de hombres destructores del capital priyado, por medio de leyes que, como ya lo tengo dicho. ningún país. excepto Rusia. se ha atreyic10 a expedir La Jiferenc:ia entre el bolcheyista mexicano llamado radical por él mismo, exclusiyamente, y el bolcheyiqaista ruso, consiste en la diferencia de tiempos en que el capital debe ser irremediablemente aniquilado. En Rusia. fue destruído el capital particular en un día; en ~Iéxico tiene que serlO en menos de tr2s años, si todos los Gobernadores de los Estactes cumplen con las obligaciones que les impone la Constitución de 1917 Pero desde el momento actual se nota, que la mayor parte de esos gobernadores están espantados ya de la ob;a radical y cada día dan mayor número de pruebas de 3
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estar seguros de que si cumplen con las gloriosas promesas de la Revolución, cumplen con el desastre que hará desaparecer económica y políticamente a su país. El instinto de conservación e~ más elocuente que la oratoria de las inteligencias más privilegiadas; es un artista delicado, sutil e infalible para producir ruidos de muerte en las colectividades y en estos momentos la mayoría de los radicales están acobardados, excepto los que son radicales sin más mira que ro bar y enriquecerse con los despojos de la catástrofe. El señor Calles inflorma al "The New York .l\.'merican", "que está muy satisfecho de los pasos dados últimamente por su Gobierno para mej orar la suerte de los peones, esas pobres criaturas Ique antiguamente representaban la más baja condición en que puede hundirse el ser humano,'" Si Milton resucitara, se tragaría con ira y como manojo de zacate, sus admirables versos en que describe el orgullo de Luzbel, al compararlo con el de los radicales que creen que por haber tomado de algunos libros algunos preceptos exóticos del socialismo maximalista no implantado más que en Rusia, ya lograron hacer la felicidad del pueb!lo mexicano, haciéndolo pasar de su despreciable estado abyecto y bestial a la cúspide de los superhombres, donde todos ríen y nadie sufre ni puede sufrir. Esos titanes de nuestra Revolución, ignoran que los principios políticos, los sociales, los químicos, los jurídicos, los terapéuticos, los militares, los industriales, los individuales y toda clase de principios, "valen lo que valen sus resultados' , ¿ Dónde están los magníficos o siquiera los tolerables resultados del socialism o maximalista? ¿ En Rusia r Ya ni los obreros, comprendidos los mexicanos 'que han visitado Rusia, admiten el éxito del socialismo maximalista v todos han visto en ese tétrico país bolchevista, lo que vló el corresponsal de ]a Prensa Asociada al penetrar cuatro kilómetros en el territorio del país doliente: "ni una sola sonrisa se encuentra y hasta los niños estaban todos tristes y quietos" El agrarismo no es fenómeno bolchevista, sea que las tierras pertenezcan a les pueblos como ejidos, o a los particulares de pequeño capital, o a los latifundistas. El a~]'aris-
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mo mexicano es bolcheyista, porque para yivir y crecer ha necesitado del despojo, de la extrangulación de la justicia, de la destrucción del principio (le propiedad particular. i Y bien! bYa nuestro agrarismo probó con resultados espléndidos o con resultados modestos, el valor de los principios revolucionarios que lo han causado 7 20 Nuestro artículo 1~;~ constitucional ha probado su bondad en la vida económica y moral del pueblo mexicano? N o h ay motivo para vanagloriarse de una obra que aun no existe, que sólo existe en proyecto formulado por la jeringonza de los apóstoles modernos socialistas cuya mayor parte han publicado libros para embaucar imbéciles. Hay que esperar un tiempo razonable, para observar los resultados de la prometida redención de nuestras masas que sólo existe en el papel, tapando mal la miseria efectiva y siempre creciente de nuestro pueblo. Un periódico de la capital, ha publicado ya el primer artículo del egregio publicista inglés, Mr Wells, dedicado al estudio de la emocionante "Conferencia de vVashington", y en tan bello trabajo, el articulista dice: "Toda revolución es una experimentación" Mr vVells ha dicho una verdad solemne y que ninguna persona culta debe ignorar. ¿ Y la revolución mexicana por qué 110 ha de ser experimentación? ¿ Hornos acaso los mexicanos superhomhres o por lo menos los que proclamaron el Plan de Guadalupe y el Plan de Agua Prieta? Y aun cuando así fuera, &quién ha dicho y probado que una revolución en país de superhombres no ha de ser una experimentación? ¡, Somos los mexicanos una raza de víboras, devorando a una raza seca y abatida de servil casta e historia - vergonzosa? &Y quién ha dicho que una revolución entre ofidios y sapos humanos no ha de ser una experimentación? Tenemos que conformarnos con la verdad, aun cuando sea reaccionaria, aun cuando fuera clerical, aun cuando fuera de enemigo del pueblo, aun cuando fuera de un sentenciado a muerte por crímenes específicos no detallados en código alguno. Y si no podemos evitar el yugo de la verdad, hay que esperar los resultados de esa experimentación y dejar de decir al pueblo mexicano que está gobernado por hombres divinos, cuando no tiene qué comer, ni qué beber, ni en qué soñar, ni
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tierra meXIcana tierra santa en qué morir, porque t. od ~ .1a está manchada con el desprecio a la JustlcIa. * * *
. d·ICe: "No s_oy El señor Calles en sus declaraCIOnes, bolchevique soy liberal" Me permito observar 'que el senor "'(,lleral ('aÚes se ha declarado públicamente "sindicalista" ~ un sindicalista no puede ser liberal, porque es principio fundamental de libertad que los salarios sean determinados por la ]e~" de la oferta ~T la demanda; (\s principio de libertad, que los industriales tengan el dere~ho de hacer contratos colectivos o individuales del trabajo y es principio de libertad dar garantía no solamente a los obreros, sino a todos los seres humanos para que puedan vivir de su trabajo. Todos los mexi· canos hemos visto en los casos de la huelga de los ferrocarrileros, en México, de los estibadores del puerto de Veracruz, de los obreros libres henequeneros de Yucatán, de los obreros libres maltratados en las minas carboneras de Coahuila; y, ])01' último, hemos visto en todos los casos de huelgas mexi.canas'y qne el señor general Calles ha simp'atizado, ha apoyado a 1'6s obreros sindicalistas, mirando con desdén los derechos de los obreros libres. Hemos visto también, que el proletariado sindicalista públicamente ha aclamado al general Calles como su benefactor, como su político protector, en tanto que hemos oíclo ]a rechifla que los sindicalistas han dedicado al señor Secretario Hafael Zubaran, por haber declarado que, como liberal, estaba resuelto sostener los derechos al trabajo de todos los obn\r?s libl'l> m('::i('a?~~. El señor Calles ha dicho que no ha~T (hferenews ele opllllon en el Gabinete del señor O'eneral Obregón; lo q.u e no hay s0:r;t diflerencias de pOlítica,b porque conforme al sIsteina de gobIerno presidencI·al . 0" Se· 1 h l' . , nln o un ere t ano puec e acer po ltIea al Presidente y todo t· . l ' , s lenen que t segUIr a qne a esi l\ le plazca o irse a su casa o 1 1 .tl . ' a 1110n e con e :"1. e o al desheI:ro con su despecho. Pero la diversidad de h opllllones en cuestIOnes trascendentes existe v URst . en el Gabinete, como lo reconoce el s~ñor 'C-t JI (,.' aS
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Ni el general Calles ni el Gobierno, tienen derecho a proclamarse liberales. En el orden moral y espiritual, la primera de las libertades es la de la "conciencia" y es imposible que exista prohibiendo sus ineludibles consecuencias, que son la libertad de enseñar y la libertad de aprender. Y la Revolución ha prohibido la enseñanza religiosa aun en las escuelas particulares, primarias, secundadas o superiores. Conforme a este artículo, las diversas religiones mal declaradas libres en México, no pueden establecer seminarios ni otra clase de establecimientos docentes necesarios para formar sacerdotes. Hay más libertad de conciencia en Turquía que en 1\'Iéxico, y también mejores facultades mentales, porque en J\léxico hay libertad de conciencia para atacar las religiones, pero no para defenderlas ni para luchar por su prosperidad. Llamarse liberales después de un artículo tan oprobioso para la civilización corno el 30. constitucional; es igual a proclamarse refinado artista después de haber arrojado el contenido de un tintero en la cara ele la "Fornarina" de Rafael. Tan deshonroso espectáculo para nuestra cultura, lo debernos a que uno de los efectos de la Revolución, ha sido el triunfo del rancio jacobinismo de provincia sobre el liberalismo elevado de la capital, obtenido por el trabajo de los liberales evolucionistas llamados científicos durante los treinta años de la dictadura del general Díaz. * * *
El general Calles, dice en sus citadas declaraciones: "Sin em bargo, esta cuestión no está en nuestras manos y todo lo que yo puedo decir, es que México tiene un Gobierno representativo, honesto, moral y sincero que desea cumplir todas sus obligaciones morales y financieras" Nuestro Gobierno no es "representativo~', porque debía serlo de una sociedad culta mezclada a una sociedad analfabeta y bárbara. Las dos sociedades, se caracterizan por su catolicismo, cualesquiera que sean sus opiniones filosóficas y políticas, de campanario o de basílica. Mientras en México, no aparezca en las Cámaras un
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partido vigoroso católico representante del catolicismo de la mayoría de la nación; nuestro sistema representativo continuará representando los intereses dementes de fanáticos ilusos o de demagogos sin moralidad. N o puede llam.arse honesto un Gobierno en que el Poder I.Jegislativo Federal, ha decretado para sus miembros mil pesos mensuales de sueldo, retribu("ión exagerada para representados indigentes; no puede llamarse honesto ese Poder Legislativo que se decreta dos mil quinientos pesos de gastos de representación para el Centenario, por cabeza; falta de pudor, contra la 'que han protestado ya varias Legislaturas de los Estados. N o puede ser moral un Go~ierno cuyo Supremo Tribunal de Justicia Federal, ha tardado tres años para resolver en el amparo de una compañía petrolera, que el artículo 27 constitucional, no autoriza la aplicación de leyes retroactivas, cuestión que puede resolverla en diez minutos un mediano estudiante de la Escuela Nacional de Jurisprudencia; y el lamentable f¡enómeno se explica, porque en ese tribunal de justicia, no hay Justicia sin política. De la honorabilidad del Poder Ejecutivo Federal nada tengo en contra qué decir; pero si en tres de los poderes federales hay dos podridos, su conjunto no es sano. Para que exista Gobierno honrado, es preciso qu'e lo sean su personal y su legislación. Aceptando que todo el personal del actual Gobierno estuviese formado de serafines, querubines y vestales masculinos, no podría ser el Gobierno honrado, si su legislación no lo es. ¡, Quién debe calificar la honradez de una legislación? ~ El Gobierno? N o, sino los gobernados cuando su mayoría no es de analfabetos y poseen condivlünes lllorall's :mficientes para jüzgar de la legislación. El señor general Calles reconoce que el Gobierno mexicano comprende la imperiosa necesidad de que acuda a México capital extranjero, para sacar a nuestro pueblo de la miseria y dice el señor general, que nuestro Gobierno ofrece toda clase de garantías y que sólo pide a los extranjeros que vengan a México, que respeten nuestras leyes. Esos extranjeros a que tanto se llama y a quienes se les ofrece tantos fiambres y barbacoas en Xoehimilco, ~()n lo~ qne tienen derecho a juzgar de nuestra lei!islaeión y a decidir si nuestras leyes son o nó
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respetables para los intereses de los extranjeros capitalistas. El juicio de esos extranjeros capitalistas, relativo a nuestras leyes fundamentales es muy desfavorable. Lios juristas no científicos, sino cahalísticos de la Revolución, convienen por unanimidad, en que los tiempos modernos exigen legislación moderna sobre la propiedad; que los que están venerando aun el Derecho Romano, son unos infelices atrasados, unos deformes, unas momias, unos fósiles que no pueden comprender las nuevas doctrinas sobre la propiedad, consistentes en que ésta, por cualquier medio, pase a los bolsillos del proletariado. El mundo moderno no tiene más que un polo: la felicidad del proletariado; el cielo moderno no tiene más que un astro: la dictadura del proletariado; la moral moderna no tiene más que un deber: sacrificar todo por el proletariado; la ciencia moderna, no tiene más que un precepto: la infalibilidad del proletariado. Tal es el espíritu que, según los "ayanzados", anima nuestras leyes, que los extranjeros capitalistas que ¡quieran venir a México deben respetar Y lo que ha sucedido, es que esos extranjeros capitalistas, por unanimidad, se han declarado rancios, atrasados, llenos de hoJ;ror por las doctrinas modernas sobre la propiedad, creadas por nuestros radicales y en vez de admirar nuestra mentalidad legislativa, han declarado, las doctrinas modernas, doctrinas de robo; a nuestras leyes radicales las han declarado leyes de ladrones y a las garantías que se les ofrecen, las consideran "ruedas de molino" de mal olor y sabor. Naturalmente que en esa lucha entre extranjeros capitalistas atrasados y políticos mexicanos avanzados, el triunfo tiene 'que ser de los extranjeros que quieren venir a lVIéxico, porque con no venir ya derrotaron y aplastaron a la revolución meXIcana. El general Obregón sinceramente ofrece toda clase de garantías a los extranjeros, pero si esas garantías son las consignadas en el Derecho Romano y sancionadas por el Derecho Constitucional de todas las naciones cultas, está obligado el general Obregón a declararse atrasado, momia, fósil bituminoso, gobernante montado a la antigua, estadista del "año de uno", legislador de la época tertiaria; y tomando esa di-
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recClOn política donde llegaría el general Obregón, sería a Tlaxcalantongo, que es el lugar donde deben pasar la noche todos los gobernantes atrasados. Los únicos extranjeros que pueden venir y están VInIendo a México "ardorosos por respetar nuestras leyes", son los que no tienen un centavo en el bolsillo, ni una camisa sobre el cuerpo, ni un modo de ganarse la vida fuera de la agitación y que buscan situaciones donde hay todo por ganar y nada por perder * * *
Es deber de. justicia, decir, que si las declaraciones del general Calles no son correctas ante la opinión pública mundial, sí constituyen un buen informe diplomático extraoficial dirigido al pueblo norteamericano. Desgraciadamente lo~ pueblos, ya nada sienten cuando les habla la diplomacia.
11 LA ACCION INDIRECTA PARA DESPOJAR PROPIETARIOS
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I, OS propietarios de las grandes ciudades de la Repú-
blica, están alarmados por los acontecimientos de Vecruz, Guadalajara y los que se anuncian en la ~iudad ie México, con motivo de las organizaciones que surgen para iespojarlos. Aun cuando soy propietario, mi cerebro está frío V" voy a dar mi opinión sobre los acontecimientos probables en ln no muy lejano porvenir. El socialismo cuenta con dos acciones: la indirecta y la :lirecta. La indirecta tiene lugar por medio de los representantes políticos genuinos del proletariado, que se esmeran en ;atisfacer plenamente sus ideales. La directa, se verifica por medio de las huelgas con o sin sabotaje, por tumultos ;angrientos o insurrecciones populares volcánicas. En este utÍculo me ocuparé de la acción indirecta. La revolución rusa y la mexicana tienen el mismo padre, M:arx; el mismo padrino, Engels; el mismo capellán, Lassalle i ~! mismo redactor, Guesde; y el mismo libro, el muy pernicioso 'Das Kapital" Pero entre ambas hay una notable diferencia; a revolución rusa ha sido hecha por verdaderos bolshevistas, nientras que la revolución mexicana ha sido hecha y se está laciendo por falsos bolshevistas. . La prensa anunció que Mr. Wallace había escrito otro ihro sobre México de aspecto psíquico, en el cual asegura que os mexicanos indios y mestizos no han dejado de tener la nentalidad de los" Pieles Rojas" Por de pronto, nada puedo lecir sobre la exactitud de la apreciación de Mr. \Vallace; nas sí creo que en la mentalidad de nuestros campesinos, de mestros obreros y de nuestras plebes, si no existe la mentalilad de los" Pieles Rojas ", sí hay algo en ella de pieles, si no
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son rOJas, puede ser la parda del lagarto o la berrenda del rinoceronte. Esta afirmación, como muchas mías, parecerá extravagante; voy a fundarla y estoy seguro de que entonces será aceptada con tanta facilidad como la miel por los niños. * * *
El pueblo ruso está calificado como pueblo bárbaro y se atribtuye a esa barbarie el que con tanta inocencia como entusiasmo, haya aceptado el bolsheviquismo. No obstante su barbarie, manifiesta una conciencia inferior; pero de naturaleza indiscutiblemente humana. Desde que en octubre de 1917, adquirió el poder político y militar supremo, o lo que es lo mismo, desde que se sintió verdaderamente soberano, dueño de inefables destinos y poseedor de verdades dogmáticas, enseñadas por su clero socialista, procedió al exterminio de los burgueses. El odio del proletariado al burgués tiene en general su razón de ser, porque la burguesía ha explotado a las clases humildes, sin nobleza y sin programa religioso que ofrezca a los pobres lo que les ofvecía Jesucristo, el reino de los cielos, teniendo cada uno un lugar de delicias proporcionado al sufrimiento en este "valle de lágrimas," La burguesía profesionista ha procurado por todos los medios posibles introducir el ateísmo en el pueblo y cuando le ha quitado toda esperanza de compensación eterna, le ha impuesto sufrimientos apoyados en la doctrina del desprecio por el que es miserable. Pues bien; el pueblo ruso, después de haberse saciado en el exterminio de los burgueses, sin que llegara a exterminarlos a todos, formó su nuevo gobierno" soviet" con elementos enteramente populares; campesinos, obreros y soldados rasos y estableció la igualdad económica disponiendo que todos los miembros del gobierno tuviesen un sueldo uniforme, pagado en especies y limitado a lo estrictamente necesario para vivir, sin distinguirse de los demás. Puede decirse 'que el pueblo ruso cumplió con la divina doctrina de la igualdad de bolsillo, de la igualdad de vientre, de la igualdad digestiva y de toda clase de igualdades semejantes a la que disfrutan apaciblemente las ovejas en un potrero de mediana calidad.
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Con la revolución mexicana no ha pasa"do lo mIsmo. Lógicamente, dogmáticamente, necesariamente, cuando en 1914 triunfó positivamente el pueblo, tan indiscutiblemente como el pue bIlo ruso en 1917, el Presidente de la República, por aclamación y por unanimidad de toda la clase ex-humilde, convertida ya en clase feroz, soberbia, debió haber sido Emiliano Zapata. N o cabe duda que fue el primero que proclamó en el país el agrarismo y la reivindicación de la clase campesina, especialmente la del indio. Tampoco cabe duda que Zapata luchó nueve años por sus principios y que luchó como debía luchar un hombre primitivo, un exquisito troglodita, un refractario a toda civilización en la 'que se tomara en cuenta algo de lo bueno de la naturaleza humana. La revolución de 1910, como la de 1914, debió su triunfo a Zapata, que restó en momentos muy oportunos las mejores fuerzas del ejército de los gobiernos de los generales Díaz y Huerta y dió lugar a que se desarrollara la revolución en el Norte hasta obtener- completo triunfo con el valioso apoyo de los Estados Unidos. Si el pueblo mexicano hubiese tenido en 1914, la mentalidad del pueblo ruso, la uniformidad de su pensamiento, la potencia de sus aspiracio.nes, la conciencia lúcida, habrr-ía acatado el principio predicado desde hacía cuarenta años: "La clase popular sólo puede ser redimida por la misma clase popular; la burguesía siempre la ha traicionado y la traicionará; en consecuencia, para que sea trascendente y definitiya la victoria del pueblo, debe celebrar su banquete de redención sobre la hedionda fosa donde haya sepultado a toda la burguesía" El pueblo mexicano debió haber formado su gobierno "soviet" desde 1914, y si no conocía la palabra rusa "soviet", sí le eran conocidos los nombres del Congreso de la Unión, Legislaturas de los Estados, Suprema Corte Federal y Tribunales de los Estados y todo su servicio por inexorable voluntad del pueblo sostenida con sus armas, debió ser desempeñado por gañanes, obreros, artesanos, maestros de escuela de la clase humilde y por todo lo más escogido del analfabetismo, y lo más célebre de la crueldad e instintos de destrucción.
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No cabe duda que en 1914, el pueblo triunfante r.epres.entado por ciento cincuenta o doscientos mil revolUCIOnarlOS, tcmó por de pronto actitud bastante moscovita en cuanto a la destrucción de personas y propiedades y en cuanto a la expropiación a todos los que poseían poco o mucho. * • •
En el primer empuje de su democracia socialista el pueblo alemán designó presidente de la república a un talabartero; el pueblo mexicano no ha hecho en su victoria socialista más que elegir presidentes burgueses. La mayoría de los gober nadores de los Estados han sido burgueses y los miem bros del p-eladajeque han sido electos gobernador'es, lo han sido pOl'\que eran generales. La burguesía y el generalato en las altas magistraturas, prueban la existencia de un pueblo servil que se prosterna por atavismo ante la "gente decente" o ante la gente de sable, o mejor dicho, de rifle, porque el caballeresco sable ha ido desapareciendo. Las cámaras federales y las legislaturas de los Estados son burguesas, aun cuando por cierto pudor inexplicable aparece uno que otro obrero o cam· pesino sentado en su curul con sopor de analfabeto dispéptico por el cambio radical de alimentos. i Qué triunfo el de la grande y pequeña burguesía mexicana! Cuatriplicado el número de empleados públicos y centuplicada su voracidad sin contar los sesenta mil ediles, la mayor p·arte ladrones, según las malversaciones que denuncia la prensa. Un sueldo de cien pesos en la dictadura porfirista, es ahora de seiscientos y nadie le hace caso. LOÍ) sueldos apetitosos que antes no existían más que en algunos funcionarios, son ahora de mil, dos mil y tres mil pesos. Las riquezas no destruídas han caído en el bolsillo de la grande y pequeña burguesía civil y militar. Los Ferrocarriles Nacionales que representan un vórtice de corrupción, de ineptitud, de vampirismo; son un negocio de burgueses, que hacen negocios abominables con otros burgueses y todos se enriquecen, mal que le pese al público. En cambio, la clase pobre es cada día más pobre y la clase más pobre es cada hora más miserable. El Estado de
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Morelos, que representa el templo azteca o la caverna troglodita del agrarismo, es un modelo de indigencia y de angustia que inspira piedad hasta a las alimañas de la región. Se desprenden de ese lugar trágico comisiones para venir a la capital y suplicar a los antiguos hacendados que vuelvan a hacerse cargo de las haciendas. Ya no quieren más redención, ni reiyindicación, ni soberanía. La prensa de la capital acaba de noticiar que en la frontera norte existen más de nlÍl doscientos campesinos empeñados en emigrar y que el gobierno ha resuelto detenerlos, si no por bien a la fuerza, tratándolos como animales marcados con el hierro de la hacienda y los que no pueden salir de los linderos. Con excepción de los obreros privilegiados, que hacen servicios públicos y que se imponen a la sociedad y al gobierno con su sabotage, tumultos y supresión del tráfico, todos los demás obreros y campesinos quisieran emigrar y dejar sola a la burguesía burocrática más caníbal que nunca, porque no desperdicia medio de succión, de inhalación, de masticación, de compresión, de absorción para dejar al pueblo sin huesos y venderlos para fabricar fósforo o superfosfatos de cal. 1\o hay en la América Latina en el momento actual, una clase más explotada, más abatida y más infe-liz ,que la popular mexicana, y no hay tampoco en el mundo una burocracia más opulenta, más derrochadora, más vampiresca, más cruel, más escasa de patriotismo que la mexirana. Y esa es la obra de nuestro socialismo. De un socialismo que en vez de arrasar con la clase que lo tiraniza, la conserva, la eleva al poder, la contempla y la admira. Por eso creo tener razón en decir: que en la mentalidad de nuestra clase popular siempre hay algo de "piel", que si no es roja, es la parda del lagarto o la berrenda del rinoceronte; y si ninguna de esas dos es, tiene que ser la piel del asno de cualquier color.
• • Nunca una clase social ha cedido el poder a otra voluntariamente; ceder la riqueza es ceder el poder; ceder los privilegios, es igualarse con los esclavos; ceder la fascinación del civilizado o del medio civilizado sobre el bárbaro o el salvaje, es precipitarse desde el trono hasta el muladar. Por consi·
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guiente, la burguesía burocrática mexicana no cederá el poder ni sus riquezas, ni sus privilegios, ni sus fluidos fascinadores a la infeliz clase popular; y por lo tanto, no entregará al pueblo sus palacios, ni sus hoteles, ni casas habitación, ni sus fincas de productos, ni cosa alguna que rebaje su opulencia. Be me dirá que la burguesía ha cedido alpue blo las tierras para que las disfruten en calidad de propiedad ejidal. No es cierto, lo 'que se le ha cedido al pueblo, es muy poca cosa en comparación de lo que la burguesía y media burguesía se ,han reservado para continuar su engrandecimiento y para lo que creen tener en reserva. Me comprometo a probar que el agrarismo es un gran timo burgués y lo haré en otro artículo. Después de lo que he dicho con tanta claridad, pueden los propietarios de fincas urbanas estar seguros ,de que la burguesía burocrática que nos domina, no dictará leyes que a fondo -lastimen la propiedad, pues es más partidaria de la propiedad individual cuando ella es también propietaria, que el más atrasado e intratablle de los latifundistas reaccionarios. No hay, pues, que temer la "acción indirecta"; la temiMe eg la acción directa, y de ella me ocuparé en otro artículo.
111 UN GRAN PASO HACIA EL DESASTRE ALGO PEOR QUE
EL COMUNISMO
I i 1 L desastre bolchevique en México tiene <[ue ser más funesto que el de Rusia. Los revolucionarios rusos han sido ejecutores de una revolución, conforme a los libros de eminentes socialistas, honrados, que erróneamente han delineado los principios para la felicidad de los pueblos. En Rusia, se ha obrado estrictamente conforme a una doctrina; en México se obra conforme a pasiones de exdusivo odio, de venganzas insaciables y de locuras extrañas y siniestras. Las reglas del comunismo ruso respecto a fincas urbanas, han sido nacionalización o municipalización y se ha tomado en cuenta la justicia. Una vez en poder del Gobierno, las fincas urbanas, su distribución ha sido: Primera preferencia: soldados, oficiales y' jefes del ejército rojo. Segunda preferencia: los empleados del gobierno y miembros de los soviet ¡que son numerosos. Tercera preferencia: los intelectuales que son considerados útiles por el gobierno. Cuarta preferencia: los obreros de las industrias más necesarios para la conservación de la vida nacional y de su progreso dentro del sistema. Una vez satisfechas las preferencias que se consideran justas, el resto lo ocupan los obreros, según sus necesidades; a los de más grandes familias se les clan las más grandes habitaciones y a los que no tienen familia, las habitaciones más pequeñas y de última clase. Por supuesto, los burgueses no tienen derecho a habitación y los que la obtienen, es porque viven arrimados en las de los obreros recibiendo protección de éstos. En México, antes de abolir la propiedad individual, antes de arrasar con todas las desigualdades de posición y de sueldos o jornales que no corresponden al rendimiento del trabajo de cada uno, antes
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de nivelar y de hacer desapar·ecer los monopolios y ~estruir a los pulpos, se apela al comunismo fuera de toda doctrIna, de toda equidad, ele toda lógica y de toda probabilidad de duración. Un líder , proclamaba desde una tribuna de plazuela en Vera., cruz: "Las casas son del pueblo y el pueblo debe tomar poseslOll ce ellas y castigar a los infames caseros cuyos crímenes no pueden tener perdón' , No es cierto que, según los nuevos principios, las casas sean del pueblo; sino de los inquilinos y los inquilinos no son el pueblo. Si por pueblo se entiende como ahora acontece la clase popular rural y urbana en todo el país; se eI1cuentran inquilinos, millonarios, ricos, burócratas con eno"r· ID es sueldos, burgueses profesionistas con grandes, medianos o pequeños honorarios; obreros que hacen palidecer a la mayoría del pueblo que es el que paga con su trabajo, que ganan mensualmente entre mil ,quinientos y mil ochocientos pesos, como algunos de los maquinistas de los Ferrocarriles Nacionales; hay fogoneros cuyos sueldos son superiores a los de les directores de las escuelas nacionales del Gobierno Federal. Hay estibadores que ganan más que los magistrados del Tribunal Superior en los Estados y pocos son los obreros que no ganan más que los maestros de escuela en la capital, y, sobre todo, en los Estados. Pertenecen a la clase popular, o sea al verdadero pueblo, millares de sirvientes de ambos sexos mal alojados por los burgueses que los ocupan. Existen obreros libres, condenados a no trabajar por los sindicalizados; que viven en la capital arrimados con algún pariente, o compadre o apiñados en un miserable cuartucho ocho o diez. Existen numeroses muchachos, limosneros de ambos sexos, rateros, hampones y toda clase de miserables que viven en la calle y pasan la noche en los dormitorios públicos, en los ¡quicios de las puertas, en las bancas de los jardines municipales, y hasta en los muladares hay una población que vive en pequeñas tiendas de campaña fabricadas con las hilachas recogidas. Hay también una cantidad de fami.lías flotantes militares, que son las de los soldados rasos u ofiCIales subalternos cuyas mujeres clltra~ a d~~ir en las noc.hes a los cuartel'es con todo y p~quenos hIJOS y s,on arroJadas en ~a mañana al toque de dIana, pasando el dla errantes en la CIUdad o haciendo visitas
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o descansando en las casas de sus amigas. Por último, el ochenta por ciento de la población es de desheredados· que habitan jacales infectos en todo nuestro territorio y que no pueden participar de las comodidades de los sindicatos de inquilinos. Todos esos desheredados, continúan y continuarán disfrutando de la herencia que les dejaron sus padres: miseria, embrutecimiento y mal trato. • • * Respecto a propietarios se ha hecho una leyenda demagógica convertida en dogma por el bolcheviquismo y es la del inquilino "víctima ", virtuosa, desinteresada y mártir de los propietarios crueles, despiadados, feroces, carniceros, que no se ocupan ni se preocupan más que de arrebatar a sus víctimas el pan del sustento; arrancarles las vestiduras, sacudirlos por el ~río y precipitarlos cuanto antes en el cementerio de los apestados. La verdad es, que hay propietarios de todas clases: caritativos e infames, altruistas y de egoísmo infinito, avaros y generosos, insaciables y sobrios. Es un hecho, que la mujer mexicana, cualquiera que sea la clase social a que pertenezca, es en general excelente. En México, las damas millonarias, además de poseer cualidades de mujer mexicana, tienen la de mujer católica y todos los hombres de negocios que se ocupan de ventas, hipotecas y alquileres de casas, pueden afirmar que hay una mayoría de millonarias católicas mexicanas que no rrestan dinero si no es con rédito autorizado por la Iglesia católica de México. Ese rédito, hasta los últimos años era de seis por ciento anual y después, según se me ha dicho, están autorizadas a prestar con el ocho por ciento al año. Si los cobradores de los millonarios mexicanos, hablaran, harían conocer al público el número de inquilinos muy pobres a los tlue esos millonarios no les cobran renta o se las cobran pequeñas y les dan esperas que les permiten resollar. Convengo, en que los cobradores de los propietarios altruistas son a veces unas hienas; pero es muy difícil que se dé el caso, de que un inquilino desgraciado acuda a una dama mexicana católica, BaLNES
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viuda, casada o soltera, solicitando piedad para su miseria que no obtenga buen resultado. Los propietarios duros, y no malvados, son aquellos que no teniendo para subsistir en términos decente.s,. aunque modestos, se ven o Migados a exigir a sus inquIlInos e.l pa.go puntual de renta con la que viven al día. Hay otros prOpIetarIOS po bres que apenas les alcanzan sus rentas para cubrir sus más urgentes necesidades y las de su familia y, en consecuencia, están, por decirlo así, obligados a la implacabilidad. Hay otros propietarios muy pobres que viven en la miseria por ser sus rentas pequeñas y estar mermadas por las contribuciones t y los "Matatías" que les prestan dinero para que coman ('uando sus inquilinos retardan el pago de la renta. Puede afirmarse, que los propietarios de mediana clase, los propietarios pobres, los propietarios muy pobres y los propietarios miserables, todos tienen encima al acreedor hipotecario que les carga réditos excesivos. La elevación de los réditos está en razón directa con la pobreza del propietario. Lo que acabo de decir no significa que yo niegue que hay propietarios exactamente iguales a los ,que los agitadores presientan a las multitudes. Es indispensable hacer conocer bien a los inquilinos especiales que tenemos sobre todo en la ciudad de México. Existen diputados que se elevaron sus sueldos hasta mil pesos mensuales, diciendo al pueblo que el aumento era necesario por el alto costo de la vida, comprendidos los alquileres de las casas. Esos diputados que no señalo por mi corrección al escribir, gozan de sobresueldos enormes en los Ferrocarriles Nacionales o en otras dependencias del gobierno yesos mismos u otros se ~nriquecen explotando al pueblo por medio de contratos l,eo~mos celebrados con los gobiernos o municipios; y, por ultlmo, esos representantes de un pueblo en 1 . . " a mIserIa se d ecre t an d os mI'1 qUllllentos pesos por cabez t 'd " t " "d' a para gas os e rep~esen aCIOn e su ~uhd~d, fa}ta de patriobsmo y crueldad con el pueblo. Hay funCIOnarIOS publicos en toda 1 R ' bl' federales, de los Estados y municipales que r b a epu Ica, uñas en actividad; veinte naturales y' veintOe anlco~l cduarenta tá!'lcas. H ay o b reros ya propIetarios ' a qUI al as mey al gunos con grandes
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fortunas. Hay" Matatías" que devoran a los obreros, a los propietarios pobres, a los empleados públicos y privados y que poseen, en vez de corazón fauces de tintorera. Todos esos inquilinos especiales y otros que no indico para no alargar e~te artículo, son los más quejosos del propietario que ha elevado las rentas. Se de be aceptar que en nuestro país, como acaba de decirlo en discurso electoral el candidato a senador, don :F'ederico González Garza, que en la clase humilde de nuestro pueblo, "no hay hábitos de orden ni de moralidad" y la opinión pública, sabe bien que en nuestras clases superiores hay virtudes privadas de puertas para adentro y del más bello espíritu de sacrificio. Pero para la vida pública, no hay más que adoración por la piratería; el sentimiento de justicia es desconocido; el concepto de los deberes, olvidado; las maniobras de la equidad, convertidas en zafarrancho de egoísmo y lo que hace la situación más negra, es que nadie sabe distinguir ya lo bueno de lo malo y que se confunden los pulpos y los tiburones, con los colibrís y las mariposas de más hermosos colores. El gran pulpo del pueblo mexicano, se encuentra recostado en sedas, oro y diamantes, en las oficinas de las Líneas Nacionales. En la época del general Porfirio Díaz, el costo del personal de esas Líneas no llegaba por año a veinte millones de pesos; hoyes de setenta y cuatro; la empresa deb'e sobre cuarenta millones de pesos fuera de su deuda extranjera y tiene un deficiente anual de veinte millones. Todas esas cargas tiene que pagarlas el pueblo mexicano; pero por de pronto sufre la clase popular una gran elevacjón elel costo de la vida para poder cubrir los cincuenta y cuatro millones de costo de personal excesivo, gran parte de él implacable y corrompido. En su "memorial"', los industriales han dicho al público, que en los buenos tiempos de la guerra mundial, vendían por cien millones de pesos anuales de tejidos de algodón y que en la actualidad sólo pueden vender sesenta. Si para sostener la industria algodonera en México el gobierno no le hubiera concedido derechos aduanales casi prohibitivos; el pueblo mexicano pagaría por los tejidos de algodón que consume,
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veinticinco millones de pesos en vez de sesenta. Pero como hay que sostener a l'uarenta y tres mil obreros y obreras ~e una industria perjudicial al país, porque es un mal negocIo industrial, el pueblo paga esos treinta y cinco millones de pesos, o lo que es lo mismo, al pueblo casi le cuesta novecientos pesos anuales, cada obrero de las fábricas de tejidos de algodón. De modo que, entre el pulpo ferrocarrilero y algodonero, le cuestan al pueblo mexicano noventa millones de pesos por año, cantidad muy superior al exceso de rentas que cobran en toda la República todos los propietarios. Pero en nuestros agitadores y revolucionarios no existe amor al pueblo, su infeliz y desgraciada mayoría puede perecer chupada por toda clase de pulpos, siempre qne sea en beneficio positivo de ellos y en beneficio falso de la clase obrera. * * *
Yo creo, que los propietarios dan pruebas de imbecilidad, si creen que en los actuales tiempos se puede sostener en lo absoluto la ley de la oferta y la demanda. Esta no puede ser destruída; pero tampoco la fuerza popular irresistible que se opone a la soberanía teórica de tal ley. Es menester transar en el terreno de la moral y del patriotismo. Y el socialismo minimalista, tiene medios para esa transación, aceptable para todos los egoísmos, siempre que cada uno de ellos entienda que su intolerancia es el peor enemigo de ese egoísmo. Yo ('reo que el gobierno, no debería buscar subterfugios, ni chicanas, ni ardides con los jueces de Distrito, para aplazar resolución de cuestiones en perjuicio de los propietarios y que dan triunfo efectivo al comunismo libertario. ¿ Piensa el señor Presidente de la República, que el sovietismo hará la felicidad de México? Pues vamos de una vez al sovietismo·, de una vez decretar la abolición de la propiedad individual· no consumirla hora por hora con mordidas de ratón, ni con t~rascadas de lobo. La revolución e~ la revolución, como bien dijo Cabr~ra y hay que cump}l~ sus fines con valor si se acepta que estos conducen a Mexlco al estado de prosperidad. Si ci señor Presidente de la República cree que la ruina de
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México es el comunismo libertario, como ya lo ha dicho; entonces debe emprender una política de lealtad con todas las clases sociales: una política de fuerza para hacer respetar las leyes, una política de energía para que cada mexicano crea seriamente que tiene derechos garantizados; una política con rumbo a cualquier ·parte, al Paraíso o al Infierno. En las actuales circunstancias del mundo y de México enderezar la proa hacia el "Limbo", es el naufragio en pocas horas. Sin política no hay gobierno y sin gobierno aparece su inevitable suplente: la revolución, que es lo que está sucediendo, porque el país se encuentra en e:-,tac1o de paz "chisporreac1ora"; la nación está mirando chispas por todas partes, las que es menester apagar por medio de la política que el estado volcánico de la República aconseja; política que debe corresponder a la elevada temperatura moral de la opinión pública.
IV JESUCRISTO Y EL GENERAL OBREGON
I:iJN la notable carta dirig'ida por el señor Presidente de la República a los prelados de la Iglesia Católica en Méxi('0, hay claramente tencleneia del Gobierno a una política de paz en los espíritus; hay la inclinación respetuosa a la soberanía de la opinión pública aún cuando sea católica; hay un homenaje de rectitud para la justicia; hay el deseo de armonizar la conciencia del Estado con la conciencia na.cional; p~ro desgraciadamente, hay también errores e:xcesivamente peligrosos para la humanitaria y patriótica labor que el Gobierno con tanta inteligencia y lealtad se ha propuesto realizar. Con el respeto que debo al Supremo Magistrado de mi país y con la simpatía que me inspira su claro talento y noble intención de obrar, voy a procurar destruir los trascendentes errores que he encontrado en la célebre carta. Mi impugnación es ] a de un sociólogo que se esmerará en no tocar puntos de teología. En la lJ\encionada carta, el sellor gClleral Obregón emite conceptos qne expresan la siguiente uoctrina: La Hevolución Mexicana es socialista, porque, tiene la convicción de que solamente el socialismo puede redimir al desgraciado pueblo mexicano, como redimirá a todos los del resto de la tierra. El primer socialista en el mundo, afirma el señor Presidente, ha sido .J esucristo, y la Revolución Mexicana no ha l:echo ni hará más que seguir las enseñanzas del Divino Apóstol en materia de socialismo. No hay pues, oposición ni mucho menos agresión de parte del Gobierno contra la reliaión que profesa la ('asi totalidad de los mexicanos; por el contr:rio, el Gobierno apoya con las leyes sabias revolucionarias toda la efusión cristiana del pueblo y si no ha conseguido 'la ar-
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monÍa que tanto busca para hacer desaparecer toda clase de dificultades religiosas en una época en que ya no deben existir; es, porque algunos miembros del honorable Clero, no han sabido apreciar la alteza de mIras de la Revolución. * * *
Renán no ha sido impugnado por los pensadores católicos al escribir las siguientes líneas: "En cada página de los e¡;critos del Antiguo Testamento, se encuentra la idea de que Dios es el vengador del pobre y del débil, contra el rico y el poderoso. ~ o hay sino abrir la historia de Israel, para ver en ella, más que en ninguna otra, al espíritu popular dominando constantemente. Los profetas, verdaderos tribunos (y tribunos de extraordinaria audacia, bajo cierto punto de vista), habían anematizado siempre a los grandes y establecido estrecha relación entre las palabras "rico" , "impío ~, , "yiolento" , ,( malvado" de una parte v'" "pobres" , "mansos" , "humildes" , , 'piadosos", de la otra. La asociación de tales ideas se robusteció considerablemente bajo los Seléucidas, en cuya época apostataron y abrazaron el helenismo casi todos los aristócratas. El libro de Henoch contiene maldiciones contra el mundo, los ricos y los poderosos, mucho más violentas que las del Evang-elio. El lujo se considera en él, como un crimen, en ese original apocalipsis, el "Hijo del Hombre", destrona los reyes, los arranca de su voluptuosa existencia y los arroja en e} infierno. La iniciación de la Judea en los refinamientos de la vida profana y la reciente introducción de un elemento de lujo y bienestar mundanos, provocaban una furibunda reacción en favor de la sencillez patriarcal. "j Ay de vosotros los que despreciáis la choza y la heredad de vue3tros padres! j A;: de yosotros, los (Iue cnn"trulc, yuestros palacios con el sudor de los demás ~ Cada uno de los ladrillos que los vomponen es un pecado" El nombre de "pobre" (ehión) había lleg'ac1o a ser sinónimo de "santo" y de "amigo" de Dios" Ese era el nombre que los discípulos de Jesús se daban con preferencia, ese fue también durante mucho tiempo, el nombre de los cristianos judaizantes de la Batanea y del Haurán, que permanecieron fieles a la lengua y a la enseñanza primitiva de Jesús
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y qne se enorgullecían de poseer entre ellos, a los descendientes de su familia" Juan el Bautista, fue como apóstol anterior a Jesucri~t() y respecto de sus doctrinas, Renán apoyado en textos autenticos dice, hablando de los discípulos de Juan: "Vese por momentos asomar en aquel grupo, la idea de la comunidad de bienes y la de que el rico debe repartir lo que posee; el pobre aparece ya figurando en primera línea entre los que el reino de Dios debe colmar de beneficios" El "e bionismo" que Lue declarado herejía por la Iglesia en el siglo II, e:xistía- ya, antes de la doctrina de Cristo. Y uno de los que lo p.rofesaban con exaltación, era el evangelista Lucas, que era también demócrata exaltado y no cesaba de afirmar que los pobres tomarían algún día su desquite despojando a los ricos. El ebionista profesa la creencia, de que el reino de Dios está destinado exclusivamente a que lo disfruten los pobres. Por lo que he expuesto, hay lugar de convencerse de que el socialismo agresivo, comunista, feroz contra el rico, cruel para el burgués, que santifica y diviniza al pobre y que le asigna el reino de Dios como paraíso exclusivo; es decir, el socialismo que nos predican actualmente Herón Pro al, Carrillo Puerto, Rafael García, Antonio Díaz Soto y Gama, el Gobernador Tejeda, el Gobernador Zuno y todos los oradores de los obreros rojos; ya existía antes de la doctrina ('yangélica, pues su origen se encuentra en el A'ntiguo Testamento y el Nuevo comienza con la palabra de Jesucristo. Me permito siempre, con la mayor cortesía y respeto, hacer observar al señor general Obregón que Jesucristo no fue el primer socialista en el mundo y más tarde demostraré que entre el socialismo evangélico, y el socialismo moderno o bolchevi'quismo hay una distancia infinita. El error que acabo de marcar, no es personal del señor Presidente de la República, sino del jacobinismo francés, trasplantado a México desde 1860. En aquel año, ya los jóvenes que se llamaban liberales y que se hacían notar poco por su instrucción y mucho por su fogosidad, como don Alfredo Chavero, don Ignacio Altamirano, don Francisco Hernández y
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Hernández, don Juan A. Mateos, don Vicente Riva Palacio, don José María Vigil. don Alfredo Ba,b'lot, (francés), llamaban a Jesucristo el "Sublime Sans culotte" El mús célebre demagogo de México, Joaquín Villalobos, que por lo mismo que adoraba a su única hija, se la ofreció al pueblo de regalo para probarle PU f'ariño sin Hmite:.;, hablR bR. casi en todos sus discursos de Jesucristo y le llamaba: "l\fi dulce hermano en el amor divino al pueblo ,. Es de temel',-ie que Herón Proal, tiuelte la blasfemia de llamar a J esucl'isto : "l\E cal'iiíoso hermano en el amor divino de lo ajeno" Tan peligrosa afirmación de Ique el Divino Galileo fue el maestro de nuestros bolcheviques, puede dar lugar a que los nuestros, declaren a los hermanos Emiliano y Eufemio Zapata, los más dulces y santos discípulos de Jesucristo y pretendan traer sus restos A la ciudad de México, para que sean depositados, quiera o no quiera el Clero, bajo las bóvedas sagradas de la Colegiata de Guadalupe. j Y lo peor sería que lo aprobarían los indios de Morelos! * * *
Platón fue socialista de muy distinto género del fIue se le dehe al pueblo judío. El filósofo griego, escribió en el cuarto siglo anterior a .J esucristo, y ya los profetas judíos, habían anunciado el socialismo ruso y azteca con el aplauso del pueblo. }; o cabe duda, que el primer pueblo socialista feroz, ha sido el judío. Muchas yeces he dicho, que, todos los principios valen lo que sus resultados. k Cuál ha sido para los judíos el resultado del socialismo que ahora predican Herón Proal y demás socios' La nación judía fue destruída por la espada civilizadora de' los romanos. Las ágúilas imperiales de Trajano desgarraron para siempre la nacionalidad judía, haciendo desaparecer a la nación en un ciclón de ignommIa. Quedó la raza judía; raza indudablemente maldita, porque teniendo tres millones de individuos en tiempo de David, tres mil años después sólo ha logrado llegar a catorce; mientras que los cristianos eran doce el año treinta de nuestra Era y dos mil años después, alcanzan a cerca de setecientos millones. La religión judía no se propaga y la raza vive odiada
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por todos los pueblos de la tierra y sin ci~ización propIa que la haga algo estimable. Durante siglos, escritores cristianos han sostenido, aceptándolo los creyentes, que, la ruina del pueblo judío fue su castigo por haber crucificado al Redentor del Mundo. Esto es una herejía: El dogma católico afirma que el Papa tiene el poder trasmitido por Jesucristo, de que lo Ique ate o desate en la tierra, será cumplidamente atado o desatado en el cielo. Los protestantes creen_ como los católicos, que Jesucristo poseía la facultad de que gozan los pontífices romanos. Todo lo que, el "Hijo del Hombre ", sostienen los Padres de la Iglesia, ató o desató en la tierra fue atado o desatado en el cielo. Jesucristo en la Cruz refiriéndose a los que habían causado su suplicio, dijo las memorables palabras que ha recogido la humanidad: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Desde ese momento Dios perdonó a los judíos para toda la eternidad, y maldito sea el creyente Ique después del perdón pretende castigar a los culpables. Pero aún cuando no hubiera esa constancia de perdón completo y eterno otorgada al pueblo judío, no merecía castigo. ¿ Jesucristo estableció una religión nueva en Judea, frente a la religión establecida? Sí, indudablemente. ¿ La religión establecida era monoteísta y, por consiguiente, intolerante en lo absoluto, castigando con pena de muerte al idólatra o al hereje 1 Sí, indudablemente. Luego entonces, un pueblo ardiente en su fe durante mil ochocientos años, tenía el derecho de aplicar la ley escrita al apóstol que pretendiese destruir o mancillar esa Ley. Se podrá decir, que el pecado tan duramente pagado por los judíos, fue, que no hubieran cambiado de fe al serles presentada la doctrina evangélica, la más elevada que ha conocido la humanidad. Ningún pueblo en el ardor de su fe y de una fe arraigada por diez y ocho siglos de educación teórico y práctica, puede cambiar de fe en unos cuantos meses. Por otra parte, según los libros sagrados, Jesucristo ordenó a los apóstoles que predicaran su doctrina en toda la tierra para convertir al cristianismo, a todas las naciones, tribus y hordas salvajes, y los Apóstoles cumplieron con su cometido; sin
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haber logrado más que insignificante éxito. Se necesitaron más de trescientos años para que el Emperador Constantino vubiese convertido el cristianismo en religión oficial e impuéstola para aumentar los cristianos que estaban en minoría en el Imperio. Al mismo tiempo 'que Constantino se declaraba por el cristianismo, Arrio, obispo cristiano de Alejandría, proclamó su herejía, desconociendo entre otras cosas la divinidad de Jesucristo. Esa herejía se esparció rápidamente por todo el Imperio y estuvo a punto de arrasar el cristianismo ortocloxo. Data esa herejía aceptada por España bajo el poder ele los visigodos más de dos siglos. }1'rente al cristianismo se lcyantó M ahorna desconociendo la divinidad de Jesucristo, conquistando sus califas Asia Menor, Africa, España, y estuvo a punto de dominar a toda Europa. Creó una gran civilización que todas las personas cultas admiran y la religión mahometana en yez de desaparecer o restringirse como la religión judía, cuenta actualmente con doscientos treinta millones de creyentes, poco menos que el número de católicos. El Imperio chino hasta hace muy pocos años, se mantuvo sólido, próspero, civilizado y el Imperio japonés que como el chino no se ha convertido al cristianismo, ha ido en creciente prosperidad y figura al presente como una de las más poderosas naciones del globo. Todavía más, en estos momentos llegan a mil ciento ycinte millones de seres humanos los que no han aceptado el cristianismo y hacen mayoría sobre los cristianos, y ninguna de las naciones y pueblos que he mencionado han sido castigados ni siquiera levemente. N o se puede aceptar como justo el castigo terrible de los judíos por una falta, pecado o crimen, que ha cometido la mayor parte de la humanidad durante dos mil años. '*
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l\1i amigo, el señor licenciado Moheno, escribió un delicioso artículo censurando al pueblo judío por haber optado por Barrabás en vez de optar por Jesús, cuando el magistrado Pilatos propuso la opinión. En esos momentos, el pueblo judío, lastimado por la dominación romana, detestaba a sus vencedores, y más que todo, que se pagase tributo al César de Roma, cuando la ley ordenaba que sólo se pagase a Dios. El pueblo
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judío se encontraba en efervescencia de patriotismo al grado de haberse organizado los sicarios que no eran más que asesinos patriotas y piadosos, para matar a los que manifestasen adhesión al poder romano o impiedad. Jesucristo, públicamente y en el tribunal de Pilatos, afirmó: que se debía pagar el tributo al César, diciendo las bellas palabras: "Dad al César lo ,que es del César y a Dios lo que es de Diosl"'. Barrabás era un malhechor, pero muy popular, porque se manifestaba patriota exaltado y Renán afirma que se hallaba en la cárcel, procesado por homicidio y según parecía, por haber tomado parte o acaudillado un motín sedicioso. Supongamos que en estos momentos, en que el pueblo alemán se encuentra en efervescencia patriótica, la autoridad frances.a presenta al pueblo la opción para que escoja entre un hombre justo y de eminentes virtudes, pero que haya dicho: "Dad a la Francia lo que es de la Francia y a Dios lo que es de Dios y pagad los tributos ¡que os ha impuesto Francia"; y un alemán asesino, exaltado patriota y encarcelado y procesado por haber tomado parte en un motín contra Francia, mereciendo por ello la pena de muerte. bPor quién optaría el pue 110 alemán del Ruhr para que luera puesto en libertad? Aun cuando no hubiera tomado Barrabás parte en un motín contra la dominación romana, bastaba su fama de patriota y las palabras sublimes de Jesucristo que han llegado a separar la Iglesia y el Estado hasta el siglo XIX, para que Barrabás hubiese sido el aclamado por el pueblo. * * ..
Como lo probaré en mi prOXlmo artículo, la ruma espante,sa del pueblo judío se debe a su falta de latifundismo, a su falta de plutocracia y a su inclinación frenética por' el bolcheviquismo. ...
v EL SOCIALISMO MEXICANO ANTE EL CRISTIANISMO
I i J L demento nueyo debido a su tierna edad mental, presenta deficiencias que obscurecen nuestros problemas trascendentes. Ante el catolicismo de las masas nacionales, algunas de ellas conservadoras de arcaico fanatismo y provistas de poder electoral, la política hábil pretende conquistar el alma de los pobres, asegurando que nuestro socialismo revolucionario es brote divino del corazón de Jesucristo empapado en lágrimas por los sufrimientos de la clase obrera sindicalizada. Deber es de los intelectuales viejos poner las cosas en su lugar p~ra que los "ebiones" mexicanos sepan a qué atenerse. Hay dos clases de socialismo: el voluntario que, como su nombre lo indica, es el que a nadie obliga a ser socialista y a nadie priva de sus bienes, ni castiga, ni molesta porque no quiera serlo. El otro socialismo es el patibulario, que por el terror que ejerce el garrote, la lapidación, el puñaleo y el patíbulo, pretende convertir en víctimas a todos los que no quieren cOIlyertirse al socialismo. Jesucristo nunca trató de que su socialismo fuera obliga· torio sancionado por el terror de leyes atroces. El que quería seguirlo buenamente y ser su discípulo lo seguía, y el que rechazaba sus doctrinas, su apostolado y su autoridad, quedaba intacto porque estaba amparado por la verdadera justicia.
.. .. Jesucristo fue más bien que socialista, puesto que su
r~ino no era de este mundo, "ebionista" bien entendido. En
sus palabras, hay una cuestión grave: ,Condenó irremisiblemente a los ricos al infierno por el sólo hecho de ser ricos 7
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en sus mandamientos presentados al pueblo judío por Este precepto no dice :Moisés, dice: ' 'Vn.-N o hurtarás" "no hurtarás al pobre", sino que prohibe robar a los ricos y a los pobres. El X 1\Iandamiento dice: "No codiciarás la casa de tu prójimo ni cosa alguna 'que le pertenezca" El el ios de los judíos que es el de los cristianos , reconoce francamente en sus mandatos el derecho de propiedad individual y no se encuentra en ninguna de sus leyes o revelaciones limitado más que el derecho de propiedad sobre la tierra; la que debía darse en uso y en determinadas condiciones tanto a los pobres como a los ricos. Las tierras de Palestina fueron entregadas a las doce tribus y repartidas entre sus miembros, en proporción de los ganados o de los elementos de agricultura que cada uno poseía. Abraham, Isaac y Jacob fueron ricos; la~ Santas Escrituras dicen que Job era inmensamente rico; Tobías padre, aparece dueño de considerables riquezas, y J ehoyá ofreció a S'alomón colmarlo de riquezas y cumplió su palabra. No se encuentra en parte alguna de la historia hebrea que los justos varones 'que acabo de citar hayan cedido sus bienes a los pobres antes de morir o que se los hayan dejado por testamento. Se sabe que todos murieron legando sus riquezas a sus hijos, y no obstante la iglesia católica los considera santos y los santos se encuentran en el cielo. De estos hechos, resulta que si Jesucristo hubiera dicho que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja que un rico entrara al cielo, no podía ser Dios, o que Jehová no era Dios. Esta grave dificultad la ha salvado la teología cristiana, confirmando sus doctrinas la teología católica la protestante y la griega ortodoxa. Se comprende que si ~o hubiera sido así, el cristianismo no hubiera tenido aceptación en las razas caucásicas que encabezan la civilización del mundo. Hubieran tenido en contra los cristianos ebionistas y socialistas la espada de los emperadores romanos; después la espada de los reyes bárbaros; después la espada de los árabes; después la espada de los príncipes feudales forrados de acero; después la espada de los turcos; después la espada de los reyes absolutos y constitucionales, hasta llegar a la guerra europea en que el derrumbe de la civilización por los
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odios entre las grandes potencias, las ha hecho abandonar la gran causa de la humanidad, que es la propiedad. De acuerdo todas las teologícl s resolYieron que el "Divino Galileo" al hablar del rico, se había referido al mal rico y que al mal pobre también toca el infierno, y que ante Dios todos los hom bres son iguales.
• • • Los PQ bres a quienes Jesucristo dedicó el Cielo, no son todos los que carecen de capital y de virtudes, sino los señalados en las bienaventuranzas consignadas en los Evangelios. Por su rápido análjsis se puede ver si los pobres del Evangelio son iguales o parecidos a los pobres del proletariado mexicano. "Bienaventurados los pobres de espíritu. ;, Esos abundan en México, pero los más notables de ellos no irán al Cielo, por haber usurpado los puestos a los ricos de espíritu y por atormentar a la sociedad con su inflexible y larga obra de ineptitud . .. DIena yenturados los limpios de eorazón. "Seg'úll Bossuet, hay limpieza de corazón, cuando hay sentimiento exaltado de amor a Dios y a sus semejantes, sin sombra de odio o de alguna mala pasión que merme la obligación de perdonar a nuestros enemigos y de amarlos como a nuestros hermanos. En ~Iéxico, el socialismo ha producido como era inevitable, el odio de clases y como no es sincero, ha producido también el odio de individuos aspirando al medro personal. Esto hace que lo existente sea el odio de todos para todos; los obreros amarillos odian a los rojos y recíprocamente; ambos odian a los libres y son correspondidos; los propietarios y rentistas pobres, odian mortalmente a los obtt'eros y éstos desean extermÍnarlos considerándolos burgueses. Los campesinos odian a los campesinos del pueblo vecino; los pobres de la clase sirviente odian ya a la clase obrera sospechando que caerá en la miseria con todo y sus amos. j Triste es el momento histórico! porque en lo general, hay más limpieza en los calzados después de haber pisado el lodo que en los corazones después de haber creído en algo de las virtudes humanas.
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en arrebatar que en dar" El precepto de misericordia condena todas las huelgas y pone fin a las juntas de trabajo y conci· liación. El misericordioso según Jesucristo, no toca el pan aunque desfallezca, si amargo le sabe por haber faltado al amor del prójimo como a sí mismo, o por haber hecho lo que no quisiera que con él se ef'ectuara. Debo decir 'que Jesucristo jamás se preocupó por la mejoría de los salarios, lo que le interesaba era la mejoría de las almas, nunca quiso engordar a,1 pobre, sino que se enflaqueciera para merecer el Edén que le había preparado. Jesucristo conmovió al mundo al decirle: "Con el dolor se gana el Cielo n, y los pobres modernos no quieren el dolor. "Bienaventurados los que lloran. "Según el Apóstol, lo que los pobres deben llorar de preferencia son sus pecados y en ningún caso sufrimientos en este "valle de lágrimas" Inútil es esforzarse en probar que aquí los pobres sjndícalizados hacen llorar a los que no lo están y que en general nadie quiere llorar, sino matar, ni sufrir, sino tiranizar; no se espera al ángel que enjugue las lágrimas en la mansión de los justos, sino al gobernador Gasca que pegue el palo a los industriales que resisten a la política radical. "Bienayenturados los mansos. " i i Qué mansos!! En el extranjero se llama a México el "país de la pistola ", como quien dice el país de la riña madrugona, el país del asesinato frío y alevoso; el país de la violencia: el país de la ceguedad; el país de la cólera; el país de la bilis, el país del aguardiente camorrero. En la Cámara de Diputados, casi nunca salen a relucir las ideas y sí todos los días las pIstolas. En las naciones extranjeras están sorprendidos de que el jefe del partido gobiernista arrée a sus ovejas con revólver. "Bienayenturados los pacíficos. "El A'póstol coloca en primera línea a los humildes, género de hombres que ya no existen en ~Iéxico I~a tradicional clase humilde es un depósito de pÓlYora. Hay una subleyaeión fulminante contra la humildad, la urbanidad, la modestia, contra todo lo que es superioridad real, contra el deber (te ser a oD'radable a los demás, contra la graeia de decir: "Pel'dóBULNI::S
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neme usted" La Revolución ha erguido al proletariado convirtiéndolo en la diyinidad ele la épo<.'a; cada proletario es un astro, cada burgués una deyección de tarántula. Se desea que el lenguaje meretricio sea el del profesorado en cátedra; los que figuran en las listas de la policía para el baño obligatorio ord~nado por la Sanidad, censuran que su peste no se use en las recepciones de embajadores. La soberbia de los ángeles caídos de la cuadrilla de Luzhel se encuentra hasta en los "boleros" y mendigos que extienden su mano leprosa en las puertas de los templos y hasta los indios "pintos" de Guerrero reprueban la venida al país de negros temiendo desperfeccionen su raza. La bella igualdad democrática se ha perdido ante la santidad y maj,estad del pobre por la Revolución redimido. Sentado en el pretil del pozo de J acob en J erusalem, c~ncuenta años antes de la venida de Jesucristo, el piado"o Hillel exclamó: "Maldito sea el pobre que no ama la pobreza" "Lapidado sea el Apóstol que cuando el pobre sólo puede comer un fruto, él no se sacia con la cáscara" ¿ Cuáles son los apóstoles de nuestra Revolución 'que aman la pobreza y que cuando el indio sólo puede comer un plátano ellos sólo se sacian ('on la cáscara? ¿ Son los representantes del pueblo que siendo éste miserable se han asignado mil pesos cada mes, más dos mil quinientos por representación centenaria, más mil por aguinaldo de Noche Buena? Nunca se ha sabido que {!l señor Soto y Gama, jefe exaltado de los socialistas y hermano de los pobres, obsequie con frugal cena a los obreros sindicalistas, les lave los pies y se los bese. &Cuándo se ha visto a los magistrados de la Suprema Corte Federal desfilar descalzos a las doce del día en la plaza del Volador esperando el óbolo de las verduleras,' por haber cedido sus enormes sueldos al "Sindicato de estupradores", que reside en Belem ~ ¿ Son los apóstoles de esta Revolución, los generales que beben eognac ele a treinta pesos, que saborean chuletas de silfos y riñones de antílopes y que" enyidan" los haberes de una brigada no teniendo mús juego que "un par de cuatros" ~ &Son esos apóstoles, esos gobernadores de los Estados que vienen a la capital a tapizar con perlas negras los bustos de bailarinas
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wnvulsivantes 1 ¿ Son los apóstoles las mecanógrafas que pasean cubiertas de alhajas, recostadas en sus automóviles, como Cleopatra en sus cojines forrados con piel de esclavo blanco? ¿ Lo son esas demagogas bacantes que ejecutan en "encerronas" la danza impúdica de S'alomé y saben pedir la cabeza del Bautista? ¿ Son esos líderes de obreros, que encienden sus tabaC'os con billetes ardiendo del "National City Bank" y que exigen hijas de patrones para uncirlas desnudas en sus carros romanos e ir al "coso" de Toluca a aplaudir al Califa? t Son esos regidores que construyen palacios cuatro meses después de haber celebrado un contrato para la adquisición de cuatro macetones de barro al p;recio 'que costarían los jardines suspendidos de Semíramis? Evidentemente que la Revolución ha producido uno que otro hombre modesto y honrado; pero ese no tiene el tipo del profeta: con las sandalias destrozadas, la túnica sustituída por la piel de chacal; el manto hecho jirones, golpeando con el báculo las rocas cuando. la noche ha desplomado sus sombras en la soledad infinita; y en su caverna reposando atenido a que un cuervo le lleve el alimento y a que los leones de Daniel velen su sueño y laman las escoriaciones de su fatigado cuerpo. "La Revolución es la Revolución" y seguirá siéndolo mientras la comitiva fúnebre no llegue al cementerio de las grandes cosas muertas y la emocione el canto del rey salmita con su inmensa y profunda poesía profética: " A'byssus Abyssum invocat" (El abismo atrae el abismo) i Este será el salmo de la responsabilidad!
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frío y )"0 me arrellano yoluptnosamente en la ac" tual libertad de prensa, sólo comparable a la de Italia " o España, para lanzar paradojas. En julio de 1914, la clase popular obtuvo un triunfo efectivo, representada por una fracción de la misma, con gran mayoría antisocial, aun en su colección pavorosa de figuras prominentes. De este gran fenómeno cívico en la historia del mundo, solamente podía derivarse un gobierno soviet o una anarquía tremenda atractiva de la intervención de los Estados Unidos. El "Soviet" era imposible por la :frenética pasión de los vencedores por sostener en su heneficio la inyiolabilidad de la propiedad privada, la que sólo con notable merma debía sufrir un cambio de bolsillos, La anarquía era inevitable y yo la anuncié, y habría acabado con el país sin la ambición de Carranza, que fundó su autoridad sobre los militares, procurándoles riquezas excesivas que la anar1quía no podía darles. Con este sistema se hizo la miseria nacional, pero el país no se deshizo y su independencia fue conservada. En mi concepto, no era posible hacer cosa mejor, ya que se había hecho lo que nunca debió permitirse, que una clase social económica, moral e intelectualmente incompetente para gobernar, adquiriera ese derecho por su victoria sobre las tradicionales clases gobernantes. Carranza merecidamente se hizo de valiosos partidarios. Los terratenientes llegaron a amarlo porque evitó su despojo, los neoplutócratas lo veneraban porque era más antibolche'Vista que los magnates de ",y aH Street; los burgueses le besaban la mano porque no se inclinaba a las exigencias del proletariado mecánico; embelesaba por su sincero odio al
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militarismo a los "civilistas", los que decidieron tragarse a Bonillas" faisandé'" antes que sentir un gobierno de sable. Se reconcilió con la religión; con los pl()etas, a los que convirtió en diplomáticos; devolvió casi todos los bienes incautados, cortó los vuelos al socialismo de Yucatán, y por medio de un atentado ya necesario, abolió el papel moneda y estableció el curso de la moneda oro. Fue un cariñoso padre para los ladrones públicos y aún privados, siempre que fuesen sus partidarios, y un perseguidor incansable de los que no eran carrancistas. Tuvo la habilidad de hacer la Constitución de 1917, la más autocrática que ha conocido el mundo. Llegó a abominar la institución del "Municipio Libre"', capaz de convertir a los cinco mil Ayuntamientos de la República en otras tantas cuadrillas de ladrones. Aboliendo la institución de la Vicepresidencia de la República, salvó la vida a todos los vicepresidentes que habrían acompañado a los presidentes sacrificados al "legalismo ", verdadero dios Huitzilopoxtli. Se convenció de 'que había cometido una pifia, suprimiendo la Secretaría de Justicia, pescante presidencial, desde donde Porfirio Díaz, con látigo de' pita de Oaxaca, "arrendaba" a los jueces y confesó que los tribunales libres eran peores en México que los de consigna. No toco la obra hacendista del carrancismo, por no verme obligado a defender algo a Cabrera. Los patriotas rudos y fiamígeros no se fatigaban de ensalzar a Carranza por su política internacional, después de que el Presidente Wilson probó que no eran lo mismo los tiempos del "Carrizal" que los tiempos del "Maine ", y que la política de Washington sostendría la base de la reelección del Presidente Wilson: "We kept us out the war" Los tres golpes de Carranza que crearon ola de admiración hasta morir en los arrecifes del estrecho de Magallanes, fueron: lo. Sostener la neutralidad de México ante las autoritarias invitaciones de Washington para que México declarara la guerra a Alemania. 20. Sostener relaciones misteriosas v osculatorias con la Argentina y Chile. 30. Declarar intempestivamente, como salva de artillería a las dos de la madrugada, 'que México no reconocía la doctrina Monroe. Los
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mismos patriotas flamígeros, esperaban que Carranza, al ser declarado Presidente de los Estados Lnidos Mr. Cox o Mr Hardin!!, rehusaría reconocerlos, fundándose en que las elecciones parecía que habían sido corrompidas por las mujeres de California. Dígase lo que se quiera: Carranza es más popular en la América del Sur, que Bolívar, Sucre o San MartÍlL Carranza era un "pájaro de cuenta" con plumaje sombrío y buche de condor; no tragaba ruedas de molino, preparaq.as con saliva rábica de demagogos: no creía en la sublimidad de Madero, ni en los maestros de escuela normalistas, TI) en el patriotismo de sus políticos, ni en las glorias épicas de sus más adictos generales, ni en la redención del indio por la tierra, ni en la democracia: creía dulcemente en el porfirismo, en la necesidad sagrada de los hombres providenciales, en los demiurgos. en el poder del oro, en la eficiencia de ciertos patíbulos. Creía en J osué, en Rufino Barrios, en :l\Ioisés, en Porfirio Díaz, en Juana ele .\rco, en ,Juan Yicente Gómez; en todos los conductores de pueblos, que si no los conduce un patriarca, los conducen los agitadores. Carranza era un implacable del mismo número de volts que César Borgia; las leyes de la ambición deMan seguirse, y las siguió; indicaban la destrucción a fondo del país, y lo destruyó; más tarde, indicaron la reconstrucción. y se dedicó a reconstruir cuando le sorprendió la revolución. .. * *
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La naClOn cansada de ensueños, de desgracias. de saltimbanclueo político, de películas de penitenciaría, de gorjeos democráticos con perfume de lepra, de miseria de muladar t ce triunfo de los inmortales principios, quis0 descansar aún cuando fuera sobre el duro suelo de una autocracia, con tal de obtener tranquilidad de vientre y tranquilidad de espíritu. Fue frase nacional: "N os nos queda más recurso que Carranza, o la intervención" La gran mayoría optó por la no intervención; todos fuimos carrancistas no políticos para no ser yankees o zapatistas, menos los que optaron p()r hacer de su rencor una patria excremencial.
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Al triunfar el Plan de Agua Prieta, el país se estremfl\!ió, creyendo que no obstante lo discreto del general Obregón, la revolución más radical, más ebionista, más exaltada que nunca, destrozaría la magna obra de reacción de Ca!'ranza. La sociedad temía un segundo sa1queo nacional, ep nombre de los principios" más avanzados" ; temía nuevas atroces venganzas, nueva profanación de los templos, nueva violación de sacerdotisas, nueva falta casi absoluta de víveres, nuevos gruñidos de ietiosauros, nuevos poemas de tintoreras, nuevos espectáculos de caos pll'ehistórico, nuevo llamaID.l~nto a la intervención con las voces del crim(,I!. Na.die podía esperar que la revolución de Agua Prieta fue~q mas iE'aCCiOllaria que el carrancismo. Entiendo p1r re3~\!ión, civilización no porfirismo, aun cuando éste fue civilizado. Contra la implacabilidad de la Revolución de hígado hipertrofiado de campesino, el Presidente De la Huerta se ha esmerado en pacificar el país; con la benevolencia y con arte de gran político ha logrado convertir a Peláez en un botánico ilustre, a Villa en un pastor de la ATcadia, a Genovevo de la O. en un patriarca de ~forelos con la insinuante actitud de obispo de J erusalem, y con maestría le ha rehusado juicio a Félix Díaz, cuando lo pide sobTe las tumbas dE' H\ierta, Blanquet, García Granados, Ignacio de la Torre y Mier y Celso Acosta, en un drama en que todo testigo posible es un gran culpable. Sólo la Historia podrá sentencial' el caso, tomando en cuenta con las reservas correspondientes el orindis del ex-Secretario de Huerta, licenciado don J o~é María Lozano en el banquete de Xochimilco. Sólo la Historia haca hablar' a los muertos, a las cosas, a los espíritus malignos y benignos. Contra la imposición de los Gobernadores de los Esta.dos, hasta ahora el Presidente se mantiene en una neutralidad que lo inunda de valiosas .simpatías. Contra ~os ~aqueo~ de la época carrancial el PresIdente pone un purIta.n~smo Slllcero. Contra la brutalidad fTecuente de la casta mIlItar, el Supremo Magistrado no pi.erde o~<1:sión de estab~e~er la. ,supr~ macía civil. Contra el ahento fetIdo de la admmIstraclOn publica carrancista, el Presidente ordenó que se encendieran
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todos los pebeteros de honorabilidad y todas las estufas de desinfección. Pero como dicen hoy los cursis, y ayer los distinguidos: "N o hay sol sin manchas", y las aparecidas en el Gobierno Interino son: Reorganización de los trabajos de los rateros por la derogación de la ley penal; imposición de la "ley seca" a un pueblo excesivamente" húmedo" N o es contra la voluntad del pueblo como se ha establecido la "ley seca" en los Estados Unidos, y los tiempos no se prestan para establecer el Santo Oficio del Alcoholismo ni para Ique el Supremo lVlagistrado se convierta en el Torquemada del Aguardiente. Afortunadamente, el señor De la Huerta se empeñó en borrar la impresión causada en el país y en el extranjero por la captura del Palacio ~ acional por los bolchevistas, con grave ofensa de la bandera tricolor, que quedó humillada bajo la bandera rusa. La opinión se inclinaba a calificar al Presidente de bolchevista solapado. ...
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El reaccionarismo en el Gabinete es conmovedor. El general Alvarado Lenine en Yucatán, es Limantour en la Secretaría de Hacienda, mole básica del capitalismo en contacto fraterno con los príncipes de los negocios de los Estados Unidos. El general Yillarreal ha rebajado sus cien grados de bolchevismo de 1914, a cuarenta y cuatro, en su iniciativa de ley agraria. El general Calles ha sufrido una transformación completa. Be presentó al país como puritano de la época de Atila, ordenando el fusilamiento de unos desgraciados que habían violado la "ley seca", una ley de maestro de escuela sonorense. Hoy el general Calles es el militar más civilizado de América, comprendido el general Pershing. En la Secretaría de Guerra se encuentra el porvenir de la Patria. De la energía, rectitud, ciencia, laboriosidad, patriotismo del general Calles, depende que la sociedad mexicana deje de ser esclava de la casta militar que lleva siete años deshuesada. La obra del general Calles, es gigantesca y consiste en convertir una galantina de guerrillas, que se comen el setenta por ciento de las rentas púMicas y otro tanto de propiedad
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privada y otro tanto de los derechos de los ciudadanos, en \In ejército disciplinado, moralizado, mexicano, instruído, que se haga amar del pueblo y sirva para protegerlo en vez de esquilmarlo. El general Calles reacciona hasta confundirse con el célebre Secretario de Guerra de Juárez, el primero de los Secretarios del Ramo; afable como un Hermano de la Tercera Orden de San Francisco: el general don IO"nacio ~lejía.
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El subsecretario de Relaciones, doctor Cutberto Hidalgo, siempre en aditud púdica, se expresa como don Lucas Alamán en 1851: "Primero el fin del mundo que otro conflicto con los Estados Unidos" La política bélica internacional carrancista ha sido reprobada y priva la política del "acercamiento"; pero el acercamiento no debe llegar hasta la humillación. El Departamento de Estado de "\Vashington, le ha "tomado el pelo" al señor Iglesias Calderón, descubriendo que no tenía piel diplomática, pues si la hubiera tenido, se hubiera retirado de los Estados Unidos, quince días después de su llegada, recomendando a nuestro Gobierno la política del "Mexican watchful waiting" La política de acercamiento, sin acercarse al ridículo ni a la humillación, es la reaccionaria seguida por nuestros estadistas desde 1848. El general Obregón, apareció en 191-1, como un yaqui de lo más profundo de la Sierra del Bacatete, con petróleo crudo inflamado en vez de sangre y cargado ele peculiar retórica dirigida a María Pistola. En 1920, el general es otro, suavizado tal vez por las poesías de Novelo. Ha dejado de ser boxer. sus jiras electorales y sus entrevistas con los representarites de la prensa extranjera y nacional, comienzan a devolver al país su fe en su salvación, su orgullo en su cultura, sus 37° grados centígrados en su cavidad digestiva, su convicción de recivilizarse. _.\ctualmente caela mirada del general es una promesa de civilización, cada discurso un ra~ dal de perlas patrióticas, cada brindis un copo de alba justIcia, cada entrevista periodística una colección de salmos que ahuyentan pesadillas; todas sus palabras son dulces como una cavatina de Bellini. En su discurso último, en i\ogales, el general Obregón ha dicho que en México ha terminado la
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ép()(·a de los militares y de los políticos y que comienza la de los hombres de negocios. Yo, que soy capaz de traducir el sirio si me empeño, he traducido las palabras del general Obregón: "Nada de política, todo administración" que son las del general Díaz, quien nunca consintió el militarismo.
11 LOS TREMENDOS IDEALISTAS TRAGICOS FRANCISCO l.
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pensador galo censura él Aristóteles por haber dicho que el hombre es un animal político; debió haber ex~ presado que el "hombre es un animal mentiroso." No estoy de acuerdo, el hombre es algo peor, "un animal idealis-· ta"; es decir, una bestia que se arroja a cualquier abismo persiguiendo arcángeles que no son más que bolas de humo que lo envenenan y embrutecen. Uno de los grandes idealistas fue Pedro el Ermitaño, que le;gró arrojar a Europa contra el Asia y el Africa, sacrificando millones de homb!res en nueve cruzadas, y dejando a las naciones fanatizada~ sin un centavo y sin gloria, porque al fin y al cabo Palestma y el Santo Sepulcro quedaron en poder de los infieles. El Emperador Carlos V, fue otro idealista que comunicó su espíritu delirante a su hijo don Fe· lipe n. El idealismo del Emperador consistió en mantener la unidad católica en Europa y conquistar al mundo entero para la Cruz. La obra, después de treinta años de guerras, fracasó. Los tesoros que recibía España de América, fueron gastados para sostener las guerras de religión y España quedó arruinada, vencida, humillada y enferma tal vez para siempre, de pernicioso delirio de grandezas. El Rey de Francia, Luis XIV, y Napoleón I, fueron otros grandes idealistas fracasados, que sumergieron en la miseria y desprestigio a Francia, la que, sin la oposición de otras potencias, hubiera sido desmembrada y tal vez habría desaparecido para siempre. En cambio el Rey Luis XI, fundador de la unidad francesa consumad~ por el Cardenal de Richelieu; el Cardenal Jiménez de Cisneros, ,que completó la unidad española; el
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}ran Federico, fundador de la potencia prusiana; el conde 3ismark, creador de la unidad alemana; el conde Cavour, mtor intelectual de la unidad italiana; y en América~ ~\' ashington, fundador de la nación norteamericana: t,(Idos ~llos tuvieron éxito por no haber sido idealistas, sino estalistas, compuestos de gran corazón, gran cerebro, gran ca~ácter y admirables disposiciones para calcular. En nuestra patria, los idealistas han sido abundante~, )ero no demasiado perniciosos, porque nunca habíamos teni -lo ln jefe de Estado idealista, hasta la fatídica aparieión de Ion Francisco 1. ~Iadero. Xuestros notables Presidentes, don ~ariano Arista, don Antonio López de Santa-Anna, don Belito Juárez, don Sebastián Lerdo de Tejada y don Porfirio )íaz, no fueron idealistas, y, por lo tanto, pudieron gobernar l un país cuyas condiciones sociológicas se prestaron a fe'unda anarquía. En nuestro país, el idealista en el poder es !omo la tea para un montón de pólvora. ..
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La oora de Madero, calificada por sus amIgos, por sus memigos, por su familia, por s-q.s médicos, por sus boticarios, )or sus críticos nacionales y extranjeros, fue un idealismo; ~- consistió en entregar el poder soberano nacional, a las clases ~opulares. La obra de Madero tiene que ser, pues, la obra le las clases populares en el poder. :Madero murió como debía morir, como murió Luis XVI, ~omo mueren todos aquellos que se colocan, no entre "la ~spada y la pared ~', sino entre la espada y la otra e-;:Jada, procurando que ambas los ensarten. La espada de ?ascual Orozco, después del triunfo del primer Rellano, debió laber ensartado a don Francisco 1. }Iadero, y si no sucedió, :ue porque Pascual Orozco no era el héroe de la leyenda de 1910; era simplemente un mediano guerrillero, que no se firuró que después de su victoria podía avanzar hacia el Sur, { llegar hasta la ciudad de México con cien mil hombres. El ~adáver del general altamente pundonoroso, González Salas, la bía cada verizado a todos los generales compañeros de lerrota.
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El ejército federal salvó a Madero del segundo empuje de Orozco y del de Zapata, lo que dió lugar al asesinato lógico de :Madero por Huerta. Todo era lógico en el caso, porque Madero se había colocado matemáticamente entre la espada revolucionaria y la espada reaccionaria. La gran falta de Luis XVI, que hizo su muerte o asesinato, no plausible' sino admirablemente lógica, fue el idealismo. En 1789, I.uis XVI contaba con un ejército de nobles legendariamente bravos, tan bravos ('omo "los doce pares de Fram·ia'·; con una Francia realista, l'on su gran valor personal, con la decidida simpatía y apoyo moral de todas }[:s grandes potencias, y en último caso material; y con tales elementos pudo seguir firme y victorioso cualesquiera de los siguientes caminos, después de la insurrección de París, ya evidente antes de la toma de la Bastilla. Los dos caminos de opción, eran: ponerse al frente de la revolución como su Rey constitucional, hacer las concesiones que realmente demandaba el pueblo sano, valerse de los elementos nuevos de prestigio y resolverse a ser un Rey de medio derecho divino, como el de Inglaterra. El segundo camino, era ponerse al frente de su ejército, colocar la capütal de Francia en la Bretaña y apoyado en la mayoría de las provincias realistas, que lo eran casi todas, aceptar la guerra ('ivil y ayudar el grito tan conocido: "de Cristo a Cristo, el más apolillado es el que se rompe", y a pegar duro y sin mis,ericordia. En vez de seguir tan inteligente conducta, no por falta <1(' valor personal, sino por idealismo humanitario, por amor ideal a su amado pueblo, por el horror ideal a la sangre humana, fue haciendo concesiones a la Revolución; comenzó por entregarle la Bastilla con todos sus bravos defensores para que fueran asesinados; y su programa fue ceder cada día a los insolentes agitadores, un fragmento de su corona envuel· to en tiernas sonrisas de niño que pide perdón; y cometió la falta de sacrificar a todos los suyos, sin defensa, a la venganza de las plebes enfurecidas. Después, discurrió fugarse para ir al extranjero y combatir con elementos extranjeros la l'evolución cuya carta había ya jurado. Sin quererlo, traicionó
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la causa realista, concediendo a la Revolución todo lo que lodía; y traicionó también a la causa revolucionaria con sus onspiraciones extranjeras. * * * Hay que marcar bien las principales escenas del dram a laderista, tan lógicamente terminado por el feroz Huerta. Iadero prometió al pueblo sufragio libre, y no reelección, al xpedir su plan reyolucionario, que tales cosas prometía. Esa patraña era el "idealismd'" falso, de todos los caudillos, laboseado como un biberón de aguardiente en los cuarteles; . con el respectiyo desprestigio a cien años de pruebas sa tisactorias de la ineptitud del pueblo mexicano para la de10cracia. Desde que Madero fue proclamado candidato preidencial por sus partidarios, en abril de 1910, comenzó la Ibra magistral en todo el país de los agitadores que rayaban obre los primeros del mundo, aprovechando la credulidad .el pueblo, más profunda que su miseria. Si Madero triunaba, no volvería a haber en la Nación pobres, ni enfermos, li tontos, ni feos, ni muertos, ni .viejos, ni melancólicos, ni ~umanos sin disfrutar de dicha infuüta. Jamás se había visto ina propaganda más estúpida acogida con mayor frenesí; lo ue explica ese mes horrible, en que resonó el grito de "j viya ladero!" repetido a cada minuto día y noche, por cada pore e~perando la bienayenturanza eterna. Al sentirse diyiniado :Madero, no dudó ser más popular que la Virgen de luadalupe, y que su destino evidente e inmediato, era ser n el siglo XX un dictador hebreo, que separase a su voluntad :lS a auas del ::\1ar Rojo, como Moisés, o que detuyiese el urso del sol como J osué. Tal fue el idealismo de l\'ladero. El pueblo a quien tanto le había ofrecido el maderismo, idió el cumplimiento de las fantásticas promesas, y Madero espondió que sólo había ofrecido al pueblo la libertad, y ue esa promesa estaba cumplida. Entonces, los representanes bélicos y armados del pueblo, decidieron aprovechar la ,bertad conquistada, Abraham Martínez, quiso fusilar al hijo de don Mucio Iartínez, y sa'quear la ciudad de Puebla. El coronel Blanquet, ~
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se arrojó encima del intrépido idealista, y causó espantosa matanza en las filas de éste. El coronel Benigno Zamudio r con su gavilla y al grito de "i viva Madero! ", cayó sobre la fábrica de Covadonga, cometió horribles asesinatos y violaciones, lo que no fue bien yisto por el Presidente De la Barra, quien lo mandó perseguir dando órdenes de castigo ejemplar. El" Ejército Lihertador", se había aficionado al Secretario ele Gobernación, don Emilio Vázquez GÓmez. N otado el hecho por Madero, exigió del Presidente De la Barra que expulsase al ateo del Gabineté. Veintidós jefes del Bjército Libertador, airados, protestaron y fueron castigados con la baja, con la posterga o con alojamiento en la Penitenciaría, entre ellos, el famoso maestro de escuela don Cándido N avarro. El pueblo, se fijó en el doctor don Francisco Vázqllez Gómez para la Vicepresidencia de la República, y Madero imuuso a su favorito Pino Suárez. Los Gobernadores de Tlaxcala, Puebla, San Luis, Sin aloa, Yucatán, Aguascalientes y Morelos, fueron impuestos, y fracasó ]a imposición de otros Gobernadores. Zapata, quiso repartir las tierras al pueblo, lanzó su plan de Ayala, y Madero lo mandó combatir c'on fuerzas federales hasta exterminarlo. Zapata en su manifiesto, declaró traidor a Madero r lo puso fuera de la ley, y lo habría matado si hubiera podido. :Era el momento en que Madero debió convencerse, de que no era ]a Yirgen ele Guaela lupe con "chaparreras ", ni Moisés, ni Josué, ni Cuauhtémoc, sino un simple ídolo' del p'opulacho, destinado a caer en el tablado de la gillotina (uando traicionara a los que lo habían elevado al poder o cnanclo les apestara; porque los ídolos de carne, se pudren r en pocos días; llegado a esa decepción divina como su diyinización, Madero debió ponerse al frente ele la revolución social, al igual de Lenine, organizar su ejército rojo ¿~ pasar a cuchillo a todos sus amigos de ayer, sentándose él en un trono de calaveras y ruinas sociales; o b~en1 debió reorganizar el ejército federal, ponerse a su cabeza y proclamarse caudillo de la reacción. En vez de seguir en lin~a recta para atrás o para adelante, escogió la curva de pehgroso remolino: envió a Yilla a Chihuahua, como jefe de
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as fuerzas federales del Estado que eran revolucionarias, )bligando a Pascual Orozco a rebelarse inmediatamente. Esa úfia, tramada con ingratitud, estuvo a punto de costarle el )oder y probablemente la vida, pues Orozco, como Zapata, o declaró traidor y fuera de la ley. Sin las fuerzas federales II mando de Huerta, el maderismo hubiera terminado. Malero, desconfiando de Huerta, le quitó el mando de la divi;ión del Norte, lo postergó, y al ejército federal lo puso entre as fuerzas revolucionarias antimaderistas y las fuerzas re¡"olucionarias maderistas, formadas por los doce mil guerrilleros federales y ocho mil rurales de los Estados, pagados por la Federación. El ejército federal notó esa política de 11ala ley, y aprovechando la doctrina de Madero de que el ~jército goza de facultades políticas para derrocar, si lo con;idera conveniente, al Presidente de la República, lo derrocó \" lo mató. Esto no fue bello, ni moral, ni hidalgo, pero fue l6gico conforme a terrible ley histórica. Ahora bien, una clase social es una categoría económica, jurídica, humana, biológica. t~ na revoluciÓn social, significa ~l choque de dos clases sociales fuera de reglas convenciona· les. de preceptos de libros, ele consideraciones necias. En un Quelo a muerte, el derecho de cada beligerante es hacer uso ilimitado de todos los recursos c1e una guerra que, como todas las sociales, no puede ni debe obedecer a códigos militares. rn alacrán no por ser alacrán deja de poseer el derecho de propia defensa, derecho universal que disfrutan igualmente desde el infusorio hasta el superhombre; desde el musgo que la humedad forma en la roca hasta el roble que herido pDr el rayo puede continuar viviendo. Si un alacrán :m defensa propia, mata a la humanidad, hace bien. Por este [ilotivo, cuando yo asisto a una corrida de toros, siempre me pon2!'0 del lado de la bestia, porque el torero nunca deja ie ser felón. Las clases sociales condenadas a muerte por el socialismo, 30mprendieron que nada bueno tenían que esperar de Maiero. El resultado debía ser: que la revolución social las arrollase con :M:adero y todo o que éste las entregase a ] a revolución, como lo estaba haciendo, pues dió orden a varif,e;;
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de los Gobernadores de Estados para que en toda reclamación de tierras que hiciesen los pueblos, dieran desde luego posesión provisional a los reclamantes. Las clases amenazadas, en virtud del derecho de propia defensa, tan sagrado como el individual, y siendo burguesas. apelaron al ej.ército burgués para 'que las defendiera. Madero, imitando a Luis XVI, cayó en la fosa que él mismo había cavado. El general Alvarado, ('n su folleto intitulado "La Traición de Carranza", escrito con suma demencia, pues llama al prócer, mahado, maldito e infernal, sostiene la tesis aceptada por el público, de qlH' don Venustiano Carranza durante su ¡:.oder, empleó éste en paralizar y nulificar a la revolución, de manera que, la "obra de lVladero" o sea la de la revolución, ha tenido un prólogo espantoso de diez años; pues según el propio señor Alvarado, hasta ahora el pueblo podrá recib~r el fruto de sus sacrificios. Sea cual fuere el resultado de la obra de Madero, éste ha sido ya clasificado por la historia como un idealista desmesuradamente trágico, porque b re\'o]nción francesa, completa desde la toma de la Bastilla hasta d establ('('imiento del Directorio, duró ocho años; la re\'olución rusa, IIp\'a cuatro años, y ya se bambolea, puesto que implora favores del capitalismo; mientras que, la revolución mexicana, se ha despachado diez años de siniestra preparacíón.
111 LA CUESTION PRESIDENCIAL UN BUEN FONOGRAFO DE LA OPINION PUBLICA
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A cuestión presidencial ya está en la lumbre y comienza a despedir gases cáusticos y tóxicos que aumentan la in~ salubridad de la obscura atmósfera en que vivimos. En este artículo, mi personalidad desaparecerá para fungir como fonógrafo de la opinión pública. En las Repúblicas latinoamericanas hay dos sistemas de mal gobierno, pero de imposible transformación. En el sistema reeleccionista, el .J efe del Estado, obra inspirándose en la muy conocida frase de Napoleón 1: "La dictarlura es la lucha de la ambición de uno contra la ambición de todos", debiéndose entender por "todos", a todas las personas perturhadas por la ambición presidencial. El primer (leber de un dictador, es emprender guerra a muerte cOlltra las ambiciones presidenciales, o lo que es lo mismo, contra todos los que las tengan sin darla a conocer, para que no se unan y se arrojen contra la dictadura. El mejor medio de combatir a los ambiciosos presidenciales ha sido e] asesinato político cllando les culpables no quieren abandonar la política y entregarse B, los goces del enriquecimiento. En cada caso de asesinato político, los hombres más piadosos de la Nación, acostumbran decir: "La medida ha sido dura pero necesaria, de otro modo es imposible la paz en México y la Patria lo que necesita es paz a todo trance, caiga quien cayere" Cuando en el público reina la creencia de que ambicionar la Presidencia es ambicionar una muerte trágica y la ruina de la familia, de todos los parientes, de los amigos y conocidos, entonces debe considerarse la dictadura bien establecida y todo individuo que quiera vivir tranquilo está obligado a esquivar o negar el
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saludo a toda persona sospechosa de tener ambiciones presidenciales. Así marchan bien los dictadores hasta que pierden la cabeza y se extrangulan con una" Conferencia Creelman:" l(-
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En el sistema no reeleccionalista se forjan mal-llamados partidos políticos que no son más que bandas compuestas de burócratas y de personas que quieren pertenecer a la burocratia. Esos partidos se dividen en "actualistas" y "futuristas" Los" actualistas" son todos los que comen del Gobierno y son también "futuristas", con el objeto de nunca dejar de comer del Gobierno. Ha)' futuristas, que no son actualistas porque por más que han hecho no han logrado "tajadas" en el Gobierno esta b 1rcido yesos son por consiguiente enemigos ~angrientos y si es posible sanguinarios si logran revolucionar. Los actualis.tas se in ti tulan "partidarios leales" del Presidente c'n ej(,l'ci('io )T a] 'lliSlllO tiempo Sl' declaran "partidarios de corazón" del Presidente futuro. En muchos casos, sucede, que antes de que un caudillo ¡;.;upremo ocupe ](1 Presidencia, ya los futuristas que como he dicho son también actualistas, conocen el nombre de la per....,(·ua que tiene casi todas las probabilidades de ser inmediato futuro Presidente. Importa a todo Presidente en ejercicio, ocultar lo más posible a su sucesor, para evitar que lo consi· deren caduco a las veinticuatro horas de haberse hecho cargo de la Presidencia. Cuando al triunfar el caudillo supremo de b guerra para convertirse gobernando en caudillo supremo de la paz, ;-;e p¡,(,sl'lltan dos casos : Primero, el Presidente futuro no estú. relevado. Segundo: el Presidente futuro ya existe a toda luz. En el primer caso, el Presidente establecido, debe sentar el principio de que lo más perjudicial para el país V'i pensar ('n (' I ~·(·(~i()n('s prf'sidenciales futuras, las que deben preocupar al público tres días antes de que conforme a, la ]P~T ll'l1g'an lugar. En el segundo caso, la buena política é1COll""('ja que haya pado entre los dos prócerps y éste puede afectar dos formas: en una, ~e p~1 cta que el Presidente establecido se obliga a cle:iarle la Presidencia a su rival, si éste a ~1\ vez se c0111promete a dejarlo gobernar libremente y
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,ara nada molestarlo, lo que nunca acontece, a pesar de que 1 futuro Presidente acepte el compromiso. Hay el caso más :rave y es cuando el futuro, disfruta de alto puesto político r del pap'el de identificador con la persona del Presidente ,ctual. Es la gran lacra del sistema no reeleccionista; el funciolamiento de dos Presidentes, pues aún cuando ambos declaen que están identificados, ese fenómeno es contrario a la iaturaleza humana. Es más fácil, que dos hombres locamene enamorados de la misma mujer se identifiquen para no ,diarse, que dos magnates sentados en la misma silla presilencial, se identifiquen con una pianola sonada constantelente por sus respectiyos secretarios particulares. En ese jecutivo de "mancuerna", son inevitables dos pensamientos ue siempre se enredan, dos voluntades que siempre se frotan. a elemento psicológico de la soberanía se deforma en la falta e libertad; hay el fenómeno ele interferencia entre dos luces aparece la percepción, el criterio abigarrado, el principio e autoridad fofa, una política incierta y una marcha irreular y pesada de beodez. La política incirrta en los períodos e tremenda crisis, sólo acierta en caer ele cabeza en algún recipicio. Después de doce años de ineptitudes bestiales, de raias fanáticas, de insomnios agotantes, de crímenes legendaios, de ruidos volcánicos, de derrumbes morales, de ruinas ecoómicas, de alaridos literarios, de poesías trogloditas; los prinlpios revolucionarios redentores se encuentran en período de nsayo, enseñando el fracaso y obligando a la sociedad a pedir na solución pronta de su problema de vida o muerte, dejan. o el político de farsa y de miserias, para mejor ocasión o ara nunca. Entre los casos que impugnan la identificación de los residentes actual y futuro, se conoce el siguiente. En sus iras oratorias presidenciales, el general Obregón deslumbró l país con sus promesas sinceras de política eonciliadora y e reprobación de toda clase de radicalismos. El general alles por el contrario, se mostró exuberante en programas ldicales Y hasta los últimos tiempos la política del Gobierno ; ha distinguido por lo radical. De modo, que el general
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Calles, se identificó con Lenine y el general Obregón Con el éter, no de los boticarios, sino el de los físicos. * * * En México, no hay ni puede haber cuestio'nes electorales presidenciales, porque al pueblo le falta cultura, moralidad, patriotismo, soberanía. Le falta alma nacional porque no hay N ación. Ya lo he dicho, nuestra población no üene de nacio, nal ni la uniformidad de origen, ni de raza, ni de idioma, ni de religión, ni de historia, ni de período de civilización; es un mosaico de tribus que disfruta de su correspondiente alma tribal propia para el sufragio de villorrio y despreciable para el sufragio nacional. Nuestra historia ha resuelto ya y en montón todas las cuestiones electorales presidenciales del presente y del porvenir, Desde la muerte del general Hill, quedó el general Calles de candidato único presidencial y por consiguiente triunfante con los inevitables recursos oficiales. No necesita de partidos o mojigangas que trabajen por su candidatura; nuestra sociología ha trabajado gratuitamente por llevarlo a la Presidencia. En México, los partidos no hacen al "hombre", sino que el hombre hace y deshace a su partido; éste no es una cabeza, sino un rabo de perro que como dice Victor Hugo: ,. se muere para sonreír a su amo". Esa triste pieza anatómica, puede suprimirse en los países blurocráticos, porque la burocracia es el partido obligado invariable de todos los candidatos consagrados por la voluntad del 'ejército, verdadero macho de la multitud considerada como su manceba. En el cuartel e<.; donde desde nuestra independencia ha florecido la soberanía popular. En México, la cuestión presidencial, no es electoral más que en comedia y al mismo tiempo es revolucionaria en tragedia. Todos los mexicanos saben, que si hay algo verdaderamente imposible en el país, es ganarle al Gobierno una elección presidencial. Se puede admitir mejor como racional que nuestra" Sierra Madre"" se ponga a disposición de cualquier carpintero para aserrar una viga, que la sociedad mexicana pueda llevar a la Presidencia a un candidato de su agrado, si antes la revolución no ha barrido al Presidente
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establecido y que el ejército consienta en que los viles paisanos hagan uso de sus derechos políticos. La opinión pública sabe, que lo que le corresponde en ~Iéxico a la hora de las elecciones presidenciales, es abstenerse o depositar en las urnas un voto de sumisión que pruebe que no quiere hacer política, sino comulgar la rueda de molino 'que la política le presente. El problema para la opinión pública en el período de las elecciones presidenciales, es, si debe soportar la imposición que le hacen los políticos en el poder o ayudar con todas sus fuerzas morales creadoras de gran potencia política a los descontentos, para que después del acto electoral siga una buena tanda de guerra civil. La sociedad e:,;tá es ca . mada porque de las revoluciones últimas ha sacado el provecho de ir de mal en peor. X adie en ~Iéxico, pudo conr'ebir en !~ más negra de sus pesadillas. un azote igual al sindicalismo (jue a todo trance ,quiere imponer no 18 dictadura del proletariado sino la dictadura del grupo más violento del proletariado. ¿ Qué es el sindicalismo en ~Iéxico? Es el potro de tormento en que los violentos de la clase obrera para conquistar su dictadura, colocan a la sociedad como mártir permanente, para obligar al Gobierno a que, aterrorizado con el dolor social, se someta a las órdenes de los sindicados cualesquiera que éstas sean. Llevamos treinta y tres meses de tener el alma, no en un hilo, sino en un infierno: un día el sindicalismo dispone privar a la sociedad de pan, otro día dispone privarla de agua, otro privarla de aire, otro privarla de toda clase de víveres. otro de leche, matando a los niños, otro de fuerza motriz matando de hambre a cien mil o más obreros pacíficos; otro privarla de petróleo para paralizar el movimiento de todos los ferrocarriles, otro discurre privarla de sepultureros para que los muertos se pudran al aire libre; otro ordena acabar con los medios de transporte para que los ·vivos desesperados no puedan huír de un país inhabitable. El proletariado ha intentado más que no ha podido realizar, algo que el más feroz de los tiranos personales. rechazaría, como es matar a la sociedad con un "paro general" que in· mediatamente la prive de todo elemento de vida. El ideal
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del sindicalismo en 1\Iéxico, es gobernar al Gobierno con el látigo del "paro general", hasta que la sociedad a('epte que tiene 'que perecer si no acata al momento la orden que le dé el secretario de la Confederación General. A la humanidad le faltan poetas para imaginar un poder más siniestro que el imaginado por el sindicalismo con obtjeto de hacer de la sociedad el mártir sin consuelo y sin esperanza que con su agonía debe hacer la dicha de la clase sindicalizada. Después de las matanzas rusas de burgueses que no llegaron ni al cinco por ciento; los burgueses rusos padecen menos que los burgueses mexicanos y no más (!ue los obreros. No hay obreros libres perseguidos eomo alimañas por los sindicalistas, para nadie falta el trabajo, no hay huelgas, SE; castigan con pena de muerte, nadie tiene derecho para imponer sufrimientos a la sociedad. En tal virtud, yo, interprretando la aspiración pública, he pedido al Gobierno varias veces una política firme que nos saque del primer período del sindicalismo y que nos lleve al tercero o al comunismo. El Gobierno hizo más de lo Ique se le pedía, pues se declaró cooperatista, que equivale a renegar del socialismo y la sociedad respiró, se serenó, dejó de pensar en resoluciones desesperadas y creyó que el Partido Cooperatista era entidad digna de tomarse a lo serio. La opinión pública aplaudió a su gobernante supremo y esperaba el inmediato desarrollo, de una política humanitaria sin salirse de los preceptos constitucionales. La sociedad esperaba que el ,am bicnte político se refrescaría, que las pasiones inmundas desapareciesen, que la razón fría tuviera oportunidad de hacerse oír, que el patriotismo surgiera aun· que fuera débilmente; esperaba un período de calma en la política devoradora de las facciones y un período de reconstrucción social. base única de una política nacional. j Qué decepción! el llamado Partido Cooperatista sediento de poder y atropellos, prende fuego a la situación y ahoga las esperanzas de la gente de orden y trabajo, para procurar emocio. nes y conmociones francamente revolucionarias. Hay !que hacer ya el proceso de la funesta facción cooperatista.
IV LA CUESTION PRESIDENCIAL y LOS "JUDAS DE SEMANA SANTA"
L:iJL período actual que atrayesamos es solemne y pavoroso, y no es posIble tratar cuestIones graves con el banal lenguaje oficial y las frases podridas de añejo convencionalismo. Hay que hablar con pudor, con decencia, con ilustración y emocionado por sentimientos éticos, a un país que las desgracias lo han hecho sabio en política y que ya no quiere dejarse engañar. Como yo no tengo compromisos políticos ni de clase alguna, dispongo de la ventaja de emplear la única arma capaz de encontrar la verdad y explicarla: la lógica. La lógica se divide en dos partes: lógica inductiva y lógica deductiva. En las cuestiones sociales, el arsenal de la lógica inductiva, se encuentra en la historia uniyer:-.al: en la historia patria y en la estadística que proporciona cifras para cálculos exactos o de probabilidades. En 1823 y en México, el candidato del Gobierno para Presidente de la República, fue el muy ameritado general don Guadalupe Yictoria y obtuvo pleno triunfo. Esta elección no produjo movimiento re'i,Tolucionario. El año de 18~8, el candidato por supuesto oculto del Gobierno, para la Presidencia de la República, fue don ::Jlanuel Gómez Pedraza, quien obtuve) el trillnfo, gracia:;; a un fraude contra el general don Vicente Guerrero, quien no soportándolo encabezó la revolución que derrocó al Gobierno, conocida en nuestra historia por la revolución de la Acordada. En 1830, el candidato del Gobierno fue el general don Anastasio Bustamante y venció en la lid el general Bustamante Anastasio, sin que su victoria hubiera causado revolución. En 1833, el candidato del Gobierno fue el general don Antonio López de Santa Anna, quien obtuvo completa vi('toria sin que hubiera habido
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perturbación de la paz pública con motivo de su elección. E año de 1836, volvió a triunfar el candidato del Gobierno e la persona del general don Anastasio Bustamante. En 1841, E candidato del Gobierno fue el general don Antonio López d Santa Anna y el vencedor en la lid electoral, fue el mism general. En 1847, el candidato del Gobierno fue el genera don Antonio López de Santa Anna, que obtuvo el triunfo e los comicios, sin producir revolución. En 1848, el candidat del Gobierno fue el general don José Joaquín Herrera, quie salió yencedor sin producir revolución. En" 1851, el candidat del Gobierno fue el general don Mariano Arista, ,quien obtuv la victoria sin proporcionar a su país una revolución. En 185~ el candidato del Gobierno fue el general don Ignacio C( monfort, y resultó electo el mismo general Comonfort. E 1861, fue candidato del Gobierno, el licenciado don Benit tT uárez y resultó victorioso el mismo licenciado J uárez, si que a causa de su triunfo electoral, estallase la revoluciór En 1867, el candidato del Gobierno fue el licenciado don BE nito Juárez y su espléndido triunfo causó una serie de rev( luciones, entre las que se encuentran dos que estuvieron punto de derrocarlo. En 1871, el candidato del Gobierno fu el licenciado don Benito Juárez, que obtuvo señalado triunfe causando la revolución de la Noria que estuvo a punto d barrerlo. El año de 1872, el candidato del Gobierno fue E licenciado don Sebastián Lerdo de Tejada y triunfó el licer ciado don Sebastián Lerdo lle Tejada, sin que su victori hubiera causado revolución. En 1876, el candidato del G( bierno fue el licenciado don Sphastián Lerdo de Tejada y E vencedor fue el mismo licenciado, causando la revolución d ~1uxtepec, que lo derrocó. En 1877, el candidato del Gobiel 110 fue el general don Porfirio Díaz, y obtuvo la victoria E egregio general don Porfirio Díaz, sin que ésta hubiera pr( ducido reyolución. En 1880, el candidato del Gobierno, fu el general don Manuel González, quien obtuvo victoria, si causar a su vaís una nueva reyo]ución. En 1884 , el cand dato del Gobierno, fue el general don Porfirio Díaz, quie obtuvo ese triunfo electoral y otros siete, hasta que el últim causó la revolución maderista que lo derrocó.
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En l~nl, el candidato del Gobierno fue don Francisco I. Madero, quien obtuvo ruidoso triunfo, sin que por motivo d e su elec'cióll hubiera estallado moviiniento revolucionario. En 1913, el general don Yictoriano Huerta fue candidato rara las elecciones presidenciales que se verificaron en octubre d.el mismo año y resultó electo por unanimidad, causando su elección mayor vigor en el movimiento revolucionario que hatía determinado su cuartelazo. En 1917, el candidato presidencial del Gobierno fue don Yenustiano Carranza, quien obtUYO aplastante triunfo, causando algunos movimientos revolucionarios que logró sofocar En 1920, el tandidato del Goherno, fue el general don Aharo Obregón, quien triunfó, causando su victoria, varios movimientos revolucionarios de poca gravedad. Conclusión: Desde la Independencia hasta la elección del general Obregón, ha habido en Mf>xico, 29 elecciones presidenciales; en todas ellas el Gobierno ha tenido candidato, que invariablemente ha triunfado. En ~l casos el triunfo del candidato del Gobierno no ha ocasionado revolución, y en ocho casos, las revoluciones han estallado, siendo cinco de ellas mortales para el Gobierno establecido. ... * ...
Todos los gobiernos ele nuestra española .A mérica, desde su nacimiento hasta la fecha, en las épocas de elecciones recitan fastidiosamente la pentalogía de la meiltira democrátie:C1 latino-americana. "El Gobierno no tiene candidato"; "El Gobierno está resuelto a dar garantías a todo el mundo" ; "Habrá libertad absoluta electoral"; "La democracia sera un hecho glorioso"; ., El pueblo será dueño ele sus elestinú:.., ('n virtud ele la sangre santa que ha derramado" Y en ciento dos años de mentir, invariablemente ha resultado que el Gobierno siempre tiene candidatos, que siempre triunfan aún euando los rechace la opinión pública, que sólo gozan de garantías los políticos gobiernistas, que la tal democracia es una cuchufleta con vinagre y 'que la mayoría del pueblo constituída por una raza inferior asiática y abortada, ha dispuesto como siempre de su colosal herencia: la ab~'ección.
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Todo esto es humano, correctamente humano, "divin;: mente humano", miserablemente humano. Todo President de la República, es jefe de un partido o de una facción, o d una banda, o de una camarilla, o de "un tarro completo o por lo menos de sus parientes, o de una Dalila o de un Pompadour, o de una barragana cualquiera. Y todas esa potencias, que obran en la conducta de un Presidente, le rE piten sin cesar las palabras que don Benito Juárez dijo a do Manuel Ruiz, relativas a la Presidencia: "l\lanuel, estas cosa no se sueltan" El poder en todas partes es una mina de plat en buenos frutos, pero en lo~ países de gobiernos irresp~ns~ bIes, como son los de cuartelazos, el poder es una mina d oro, siempre en asombrosa bonanza, aún cuando los pueblo vivan como los cerdos, revolcándose en un muladar inmund< El principio de no reelección, del Supremo Magistrado, n acaba con la ambición de reel,ección perpetua de su cuadrilll el "oajaqueñismo" dominó en la República j:3 años; ~ por qu s .. los sonorenses son tan humanos y -valientes como los oax~ queños, no han de pretender a 3:~ a 530 años de "sonorismo' ~ }.n J\;léxico, llevamos 56 años de que todo Gobierno sale d la facción liberal; no hay renovación de partidos, ni de fa< ('iones , ni de bandas aún cuando sean ladrona'i .y sanguin~ , rias: lo que prueba 'que nuestra democracia con pueblo d mayoría católica-cOnSel'\'adora, es la "gran tajada" de una t rar~ia demagú).!ica o de una dictadura ilustrada que permit respirar a lós parias que lo son la :\' ación. Contra lo hum~ no del poder electoral de los ).!obiernos mexicanos, sólo surt efec·to lo humano de las revoluciones para derl'o('ar y a veCE para mejorar la situación del país. Don \T enustiano Carral ;/(l, si 110 falta al "("oahuilis:llo", si iillpone al general Pab] González como Presidente) no habría caído como una fiem despedida por la tos de una política tuberculosa; sino <111 roabría sustanciado honorable guerra civil, exterminadora d muchos personajes, de los que ahora sobran y crp,tdora d IYJuchos personajes de los qne ahora faltan. * * * En general, la posición de candidato" único" en una deml cracia, significa que no hay democracia sino militarismo,
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que el terror lleva al pueblo a los comicios, para gotear en las urnas su degradación o bien, que el pueblo convencido de su calidad servil, humildemente reconoce que no puede oponer candidato al que sale de la boca de los rifi,es y de las cajas de acero "Bessemer" de la Tesorería Federal. Los candidatos oficiales omnipotentes, se sienten siempre pequeflOS ante la majestad indestructible de la sociedad civil, que hace brotar de su silencio el miedo y de su mirada atónica la aversión o la catalepsia racial. El candidato oficial busca la lucha electoral que lo rehabilite, que levante su espumante orgullo, ante el extranjero, ante el Cuerpo Diplomático. ante la tirria mundial que considera al militarismo siempre un verdugo y al pueblo que lo sufre una sentina de cucarachas. El candidato omnipotente, ve con gusto que surjan caudillos de poco o ningún pr'estigio que le proporcionen una lucha electoral, en la que no pueda perder, y sí probar con ella que respetó la libertad elel pueblo y en consecuencia pretende a sentarse entre los dioses consagrados por la popularidad. Esos candidatos inofensivos en las luchas presidenciales electorales, tienen el aspecto de ".Judas de Semana Santa" autorizados por la Iglesia para dar brillo a la religión y ~olltraste con "El Divino Maestro" Feos, no obstante que .J udas era hermoso, bien encohetados, a veces con rabos de simio y cabezas de coyote, son la delicia de las pIe bes en "Sábado de Gloria", cuando ya colgados frente a la "pulquería", el jicarero les prende fuego, giran como trompos y las bombas los deshacen, provocando hasta el delirio la alegría del peladaje. El Partido Católico, que dispone de formidable poder electoral, el primero del país, como no tiene ya héroes que a sablazos hagan pedazos urnas oficiales, su candidato presidencial tiene q ue desempeñar siempre el triste papel de " Judas de Semana Santa" Hombres de prestigio revolucionario no aceptan ser candidatos más que cuando ya tienen arreglado llenar de sangre las urnas electorales y de nuevas tragedias al país, antes o después del solemne acto electoral. Por tal motivo, creo q~ los generale:;: Raúl Madero, Antonio Villarreal y Sal-
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vador Aharado, no ~erán "Judas de Semana Santa" com con imprudencia lo ha indicado la prensa. * * *
Por lo mismo que en l\léxico, han tenido lugar durant cjento dos años de vida nacional, veintinueve elecciones pre sidenciales, que en todas ella:::; el Gobierno ha tenido candi dato y lo ha hecho triunfar, la lógica inductiva obliga se ve ramente a la creencia de 'que es obra necia ocuparse de dis cutir si habrá o no habrá y si triunfará o no triunfará e candidato oficial. Lo que se debe inye:::;tigar y es lo que de sea la opinión pública y lo que haré. es, si habrá o no revo lución, puesto que la misma lógica inductiva enseña, que el los 29 casos de· elección presidencial, sólo hubo ocho qu l'ausaron revoluciones al país, con motivo de rechazo enérgic, del vencedor por la opinión pública.
v LA REVENTAZON DEL HILO POR LO MAS DELGADO LOS EJERCITOS EN LA POLlTICA
J i l L Emperador Constancio contemplando su ejército decía: "Es más sensato esperar cobardía que valor en los pretorianos" Napoleón fue más explícito, pues llegó a exclam ar: "Nada hay tan funesto contra la disciplina militar, como la política, y no sirve en los ejércitos más que para hacerlos despreciables y cobardes" (rractique expérimentale, Bernard, tomo n. Apéndice, nota 4a.) Parece que el señor general Obregón, es del mismo material que el primer capitán del Siglo XIX, y por lo tanto, ha procedido contra tentativas políticas en Monterrey de parte de algunos militares. La opinión pública ha visto con placer la actitud asumida por el señor Presidente de la República; pero la opinión pública es exigente, tal vez por algún motivo zodiacal. En el mes de septiembre, el sol se encuentra en "Lit ra ", correspondiendo a la ('onstelación de ,,\T irgo" "Libra" está representada por unas balanzas .r éstas significan equidad en la justicia. Parece en mi concepto, que el motivo es zodiacal, por lo que la opinión pública no ha encontrado justo que la consignación a las autoridades militares en el caso de Monterrey, no haya sido en primer lugar la del general Amaro. Este Jefe, en su mensaje oficial dirigido a la Secretaría de Guerra dice, que él y sus subordinados, al visitar en cuerpo al señor general Calles en su alojamiento de Monterrey, no hicieron más que cumplir con su deber que la misma Ordenanza lo señala por tratarse de un general de división de nuestro ejército" Si la Ordenanza que existía en 1882, no ha sido reformada para que reciban honores los gene·· rales de división sin mando al llegar a una ciudad; es de mi BULNES
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deber llamar la atención del señor general Amaro, sobre que la Ordenanza en su artículo 764, prescribe que a los generales de división sin mando, las centinelas les presentarán las armas cuando pasen delante de ellas. N o hay más honores para los generales de división sin mando, como lo está el señor general Calles. Un Jefe escribió en un periódico, que el señor general Obregón se esmeraba en alejar al ejército de la política, por respeto a los principios democráticos. Hago observar, que,en los gobiernos monárquicos absolutos y constitucionales, en los teocráticos, en los aristocráticos, en los democráticos, y en los bolcheviques, está prohibido a los ejércitos mezdarse en asuntos políticos. Y el caso es gravísimo en las naciones donde el ejército casi siempre es sostén de un cesarismo. En uno de mis libros escribí lo siguiente: "Napoleón 1 definió: "L'a dictadura o el cesarismo es la ambición de uno contra la ambición de todos" Es una lucha a toda trampa) a toda indecencia, a toda impiedad, a todo crimen; con toda clase de armas: la intriga, la perfidia, la cobardía, la traición, la suciedad. V eamos por qué los que más se empeñan en condenar la política en los ejércitos, son los militares que a los ejércitos deben su elevación.
* * * En la Roma imperial tuvo lugar la apoteósis del pretorianismo. Los generales que tuvieron la púrpura por el sufl'iagio orgíaco de la soldadesca, fueron veinticuatro. De ellos, los soldados asesinaron a diecisiete, después de haberlos declarado sus ídolos y elevado al poder. Othón tuvo que suicidarse para evitar ser asesinado por Vitelio, caudillo del cuartelazo triunfante. Decio hubiera sido asesinado por sus soldados, si derrotado no cae en un pantano, donde muere. Valeriano hubiera también caído bajo el puñal o la espada del Preflecto del Pretorio, que era el Ministro de la Guerra imperial, si no hubiera tenido la fortuna de morir prisionero de guerra. A Claudio II lo mató la peste. Sólo Vespasiano, Tito y Septimio Severo mueren de enfermedad, debido en gran
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parte a que se empeñaron en disciplinar al ejército y a no permitirle que se mezclara en cuestiones políticas. He escrito respecto de los héroes del Centro y Sudamérica: "Bolívar recibió incienso como un Pontífice, flores como una virgen, himnos como un héroe y fue aclamado por su ejército como un dios fenicio o persa, y al fin, tuvo 'que saltar por una "\i entana para evitar los puñales de la turba oficialesca que quiso asesinarlo. El divino Sucre fue asesinado, Morazán el fundador de la nacionalidad centroamericana, asesinado también; O 'Higgins y San :Martín tuvieron que expatriarse y morir en el silencio pavoroso de los dioses sin culto y de los ídolos arrojados a la basura. Paez y Soublette, fueron desterrados y después de ellos continuó la marcha macabra pretoriana con los Presidentes, sobresaliendo Bolivia, donde la turba oficialesca ha asesinado" a once de sus ídolos en menos de cincuenta años" En México, los cuatro charcos de sangre, de Padilla, Cuilapa, calle de Lecumberri y Tlaxcalantongo, son las cuatrobandejas de pintura para teñir de maldad la bandera del vretorianismo. Iturbide y Guerrero fueron héroes de la Independencia y sin embargo el ejército los asesina; a Madero se le llama el redentor del pueblo; el viejo ejército federal le protestó adhesión y fidelidad y después lo asesinó, dejando chasqueados a Pascual Orozco, Emiliano Zapat,a y Juan Banderas, denominados los épicos caudillos del pueblo que querían cometer el mismo crimen. Para Carranza no hubo un gesto de piedad, ni un s·oplo de misericordia, ni un cadalso decente y franco como el que tuvieron Iturbide y Guerrero, forrado con una ley, claveteado con un juicio, decorado con una sentencia de severo tribunal. Si en las revoluciones populares "el carnicero de hoyes la res del día siguiente"; en los cuartelazos, el ídolo aclamado al salir el sol, perfumado con la mirra blanca de Siria como Salomón, calzado con coturnos cubiertos de diamantes como A'lejandro el Grande, pisando corazones de fanáticos convulsos como los Papas al bendecir al mundo desde la tumba de San Pedro; al llegar la noche, no es más :que el cadáver desnudo, escupido y arrojado al f'stercolero del cuartel.
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Es cierto que estos tristes países de indios pertenecen tos valientes, pero también es cierto, que los valientes perü llecen a la ingratitud, a la cobardía, al puñal de sus hijo adoptivos, a la infamia sin nota noble, al sudor copioso de lo más repugnantes crímenes, a la brama de la ambición siempr creciente, siempre absorbente, siempre estúpida, sin minuto biquiera de fatigas genésicas. El general don Guadalupe \"ie toria, primer presidente de la luctuosa República y uno d, los más brillantes héroes de la Independencia, escapó de qUI lo linchasen los léperos borrachos que asaltaron el Parián ~ la soldadesca frenética de la ,l1'cordada, debido a enérgicl actitud de Zavala y Gómez Farías. El general Barragán, yl é,,turdido y con delirios crispan tes murió de tifus. El genera Bustamante postergado, ohidado, clamando que nunca fUi tirano sino tiranizado y sin una peseta debajo de la almohada muere en la obscuridad sin un amigo y pidiendo como e Manfredo de Byron, el olvido de sí mismo pronunciando e áspero "forget mysplf'· El general Herrera, se apagé en una covacha debiendo cinco meses de renta. Paredes) Arrillaga, se desvanece en la mortaja agusanada del réprobo por haber creído que solamente un protectorado europeo sal, varía a México. El general don Mariano Arista murió pobr€ en el destierro y olvidado hasta ele sus parientes y casi fue enterrado de caridad. Comonfort, un héroe del convento d€ Churubus~o en 18-17, figura exquisita por su honradez y sincero l"atriotismo, terminó asesinado por un bandido. La vida de todos esos valientes indiscutiblemente honrados, cualidad escas'a l'n nuestros días, que ambicionaron y fueron dueños de l\féxieo, fue una vida de desprestigio, dece ¡j,'iones v martlri\l. Todos ellos, comprendido el general Díaz "al caer' del poder han pronunciado las amargas palabras atribuidas a Julio César: "tu quoqlle l\lal"l'(' Bl"ute fili lit<' Razón de sobra tiene el gelleral Obl"eg.:')1l para no querer ha h('l':-.elas eOll un ejército que se entregue a la política, porque sería indudable que antes de las ele~ci.ones ya nuestro Primer ,Magi5trado reposaría en algún cementerio mexicano o habita.ría país ex-
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tranjero meditando sobre la fragilidad de las cosa~ humanas :y la de los valientes que ~e hacen dueños de Mt:xieo y en que, l.ara disciplinar a un ején.it) nune';). se debe hacer reventar el l1ilo por lo más delgado. La traición nunca puede ser la madre del heroísmo. Y la política, tanto para civiles como para militares, pero espe(ialmente para é~tos últimos, es el arte, la ciencia, la religión de la traición. El pretorianismo acabó con el ejército romano, Que había conquistado al mundo, haciéndolo torpe y cobarde. Marco Aurelio reconoce, que los bárbaros disciplinados son mejores soldados !que los romanos de la decadencia y es el primero que los introduce en las legiones imperiales. Desde entonces los bárbaros comienzan a despreciar a Roma. El Emperador Cómodo eng3.nchó veinte mil bárbaros para formar una guardia bárbara para sus personas. Galo, desconfiando de ciencia de la inferioridad del soldado romano pretoriano . .A.lejandro Severo, desconfió que sus legiones pudiesen combatir 2.. los bárbaros y prefirió al frente de sus ejércitos comprar la paz cara y en dinero efectivo. Papiano y Balbino contrataron una guardia bárbara para sus personas. Galo, desconfiando de sus tropas por ser pretorianas, opta mejor por pagar tributos anuales a los godos por que hagan la paz. Diocleciano no fía para dar batallas más que en las armas bárbaras y desconfía de los romanos como leales y como soldados. Constantino ganó a Licinio la batalla decisiva del Monte Milvio con los bárbaros que formaban la mayoría de sus legiones. Después toma a su servicio para tenerlos como guardia de su persona a cuarenta mil bárbaros. Las legiones que desde Diocleciano daban guarnición en la Bretaña, estaban compuestas de bárbaros. Sin los Godos, los Hunos, crueles, asquerosos, deformes e innumerables, hubieran arrojado los restos de la población imperial de todo su suelo y hubieran acabado completamente con la civilización. En nuestros días, los indios yaquis están clasificados como bárbaros, y los principales generales y porticos dueños de la situación, los consideran como las mejores t!'opas por su valor y sobre todo por su fidelidad. El general Santa Anna proyectó en 185~ y a imitación de algunos reyes f'uropeos, organizar una guardia suiza de tres mil hombres
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para su persona y en la que pudiera tener confianza. El doctor ]Irancia, era tan desconfiado, que fraccionó su ejército en pequeñas porciones que sólo- debían ser mandados por sargentos que no supiesen escribir ni leer. Y sin embargo, fueron los sargentos los que contra él conspiraron y derrocaron.
VI ODERINT DUM METUANT CALIGULA
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f¡JN los tiempos rancios, en que existía cierto pudor polí. tico, los asaltantes del poder avisaban a la Nación, que, si los votaba para la Presidencia, y el Gobierno burlaba el voto, se pondrían al frente del pueblo y castigarían al opresor. Resolución bella si la Nación, y no el caudillo calificara la legitimidad de la elección. En 1910, la inmensa mayoría del ¡:;ueblo, como siempre, no sufragó, dejó que la policía hiciera el servicio de las elecciones presidenciales como el de levantar perros muertos en las calles; pero don Francisco Madero hizo Raliera de su candor infantil, un precepto de incalculable inmoralidad: basta que un candidato se figure que si 'hubiera hahido elección libre, él habría sido elegido, para que tenga el derecho de precipitar a su país en el "infierno" y para que asimismo se nombre presidente provisional. Este candor no lo heredó el ambicioso apóstol de Sor Juana Inés de la Cruz, sino de los pichones de "Nana Casilda", que se comieron al gavilán. Estamos en una época de deliciosa transición; del h'ombre a] bruto. Antes se le hablaba al país como a sociedad de hombres civilizados, se le hablaba con respeto, con temor a la opinión pública, se corrían cara yanas a los "yalientes", se rociaba de elogios a los intelectuales y a veces se invocaba el nombre de Dios para empreuder la obra santa de matarnos los unos a los otros y de inmolar indios en aras de lo que no entendían ni querían entender. Hoy tOldo ha cambiado, como si México fuera el país de las cobardías, de las úlceras, de los esclavos con lágrimas en las venas en vez de obscura sangre heredada de hombres de valor salvaje. Hoy el callismo
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con petulancia cursi, le suena un latigazo a la Nación que 1, cruza los ojos, al decirle: "Si el general Calles no resulto electo Presidente, lo será por la fuerza~' .Así se le habla o interesante país de brutos. ¿ Ya bajamos de nación a potrero Bien pudiera ser, porque en fin a los labriegos así se les pued hablar y así les han hablado las clases que por siglos fuerOl directivas, pero en nuestra historia, políticamente los labriego sIempre han hecho el papel de avergonzarnos, con su menta lidad muy abajo de cero, su moralidad muy cerca de lamen tables vicios y su carácter de sudras gangéticos; no han sid, potencia para hacer historia, la que debemos' exclusivament a las razas blancas y m2stizas que aúñ viven en nuestro suel y a las que el callismo no tiene derecho de expedirles certi~ cado de defunción.
La más urgente necesidad de México, es que surja ti :Mussolini o un Primo de Rivera o en último caso otro Porfiri Díaz, para acabar con la mentira democrática, con la mer tira socialista, con la mentira del hombre sin patria, sin pe] sonalidad, sin" yo"; formando parte de un rebaño universé explotado por una coalición de craprulosos vividores. Lo nuev en el mundo no son las necedades de nuestros llamados hon bres nuevos, remendones de provincia de todo lo viejo. L nuevo es, que gobiernen todos los que valen como militare legistas, literatos, ingenieros, moralistas, industriales, sabio obreros, jornaleros; con la condición de que cada uno ocur el lugar !que corresponde a su competencia. Un obrero del tomar parte en el gobierno, si lo merece; pero no todos l( obreros perezosos, torpes, viciosos, sin amor a sus semejante Debe acabar la estupidez de colocar ]a soberanía en el númel cuando sólo debe existir en la virtud, en la inteligencia, en : cultura, en el patriotismo, en la experiencia, en la capacida rara distinguir el bien del mal y en la convicción de que \erdadero ladrón de otro, es el que quiere privileo'iarse a ! • b costa. • Es tIempo de que acaben todos los privileO'ios los ( • b , las arlstocraClas como los de las mesocracias como el de 1, proletariados. '
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Mi amigo "Cráter", un partidario de Madero de corazón y no de vientre, en su hermoso discurso pronunciado en la conmemoración de la desastrosa revolución maderista, dijo que México necesita, ' , Justicia y Policía" Pero ni el socialismo ni la democracia son justicia. Pensadores profundos como l\larx, creyeron encontrar en el comunismo la fórmula de felicidad humana y al practicarse en Rusia, se ha visto que no eE más que la pretensión de privilegio de los débiles física, intelectual y moralmente para vivir como indecentes parásitos del trabajo, de los obreros fuertes, por medio de la caridad obligatoria bajo pena de muerte. La caridad obligatoria es el robo institucional, y el obrero comunista discurre que para que el patrón no le robe su trabajo, debe matarlo y robar el trabajo de los obreros más fuertes. Esta infamia ha fraca~ado en Rusia, y se ha substituído por la del robo del trabajo de todos los obreros por el Gobierno, para sostener lujosamente a la nueva burocracia, formada por ex-obreros protervos que han inflado los más repugnantes excesos de la burguesía d erroc3.da. l\ilr .•J ohn J.f. Zane, eminente sabio norteamericano y autor de varias obras jurídicas, dijo en el discurso que prollunció en el banquete de los alumnos de la Universidad de Michigan: "que los hombres tienen jdeas erróneas acerca de los principios de la política y sólo quieren oír lo que halaga sus propias ideas. De esto depende que los políticos no tengan Eécesidad de desplegar inteligencia. Esto no es nuevo, pues dondequiera :que la política se rige por el mayor número, los hom bres inteligentes se ven expulsados de la vida pública. '1'üdo lo que los hombr~s inteligentes dicen, parecen disparates al pueblo. Es el pueblo el que ha creado tal situación y el que tendrá que recoger los frutos. Los hombres que se dedican a la política cada día son más inferiores" Si esto ocurre en los Estados Unidos, nación que cuenta con las masas a las que se les dirigen los piropos de ser las más civilizadas, qué dirán los intelectuales mexicanos y cuán pernicioso para el país debe ser el poder de políticos que son ¡:opulares para nuestros labriegos.
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Mostradas mIS ideas de intelectual intransigente contr la democracia, debe alegrarme la actitud audaz del genera Calles, descarando su profundo desprecio por la democracü especialmente la mexicana. El general Calles se sale de 1 regla: ' 'demagogo hoy, césar mañana", pues ya se noru bró césar provisional, y ha hecho bien, si está decidido a día siguiente de hacerse cargo de la Presidencia, a estornuda por el mal olor de sus bolsheviques, a proceder a la depuracióll a desembrozarse, a rasparse con tezontle, a macerarse el aguas alcalinas y arrojar en el desfogadero de los albañale en San Lázaro a la Plana Mayor de su círculo. El genera Calles tiene buen físico de dictador con su mirada de SUilli crueldad más dura que la del general Tacón, capitán genera de Cuba; su carácter es de dominador de fieras'Oy pisoteado: de sapos; no tendrá favoritos, no dejará acercar a Dalila; que le corten los cabellos y a lo más permitirá a los más la drones de sus partidarios que roben alfombras viejas del Pa lacio y algunos litros de gasolina en los garages presidencia les. Habrá un centenar de automóviles para la obra de "de saparición" definitiva con servicio nocturno, dedicada a lo: c1escontentos, y a los sospechosos. Yo sería el más entusiastl de los partidarios del general Calles, si creyera que podíl ser el Mussolini o el Primo de Rivera de este país; pero haJ un hecho que prueba que el general Calles nunca podrá sel César, sino plantarse en el triste puesto de demagogo; el he choque funda mi arrogante apreciación, es, que nunca hf habido político en el mundo, que procure con tanto empeñ< romo el general Calles, que su gobierno no tenga dinero, n crédito, ni opinión pública, ni país; no hay que hacer cas< de los programas de cajón escritos por los políticos, sobll'~ todo cuando se habla por escrito delante de los Estados Uni dos, a donde el señor Pesqueira está trabajando por presental al pueblo americano un "Calles de exportación", mu~ diferente del Calles de consumo nacional. Todo gober lJ.ante, aún los ultrapersonales representan a los que los sos tienen y no podría ser de otro modo, porque cuando el gober
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nante abandona a sus partidarios, sin substituírlos, éstos lo nulifican inmediatamente. El programa práctico del callismo que está impresionando H la Nación, es amor al pobre que significa odio de malvado al rico; amor al boxerismo 'que significa odio judáico al extranjero; amor a las "porras" que significa amor a la irresponsabilidad de los criminales; amor a la bandera roja que significa odio a la "Cru.7J" y a la "Patria"; amor al cacle que significa odio al "cerebro" y, por último, amor a la política de terror como sÍf;tema, aceptando la di visa de Calígula: "Oderint dum metuant ", "Que me odien, pero que me teman". Con estos principios que con firmeza se están apHcando por las "porras " acabará México o acabará el callismo; no es compatihle la vida de una nación con la rabia de sus hombres públicos para hacer obrar sobre ella todo lo que produce D'iseria, bestialidad y peste moral. En México las multitudes, sólo conciben de la vida el odio y la destrucción de sus semejantes, no se rebajan a tanto las especies animales más inferiores. Yo puedo asegurar que el señor Puig Casauranc se ha excedido en pequeñez, al afirmar, que el general Calles se hará dueño de México con la facilidad con ¡que Alejandro el Grande 1,ubiera conquistado Costa-Rica. El ex-Emperador don Agustín de Iturbide, después de abdicar, quiso asaltar el poder y fue fusilado en ~adilla. El general Bravo, héroe de la Independencia, quiso asaltar ,la Presidencia y fue derrotado, hecho prisionero y no se le fusiló, debido a sus grandes glorias como insurgente. El general Guerrero, después de haber renunciado solemnemente ante la Cámara de Diputados la Presidencia de la República, quiso asaltarla y fue fusilado en Cuilapa. El general José Antonio Mejía quiso asaltar la Presidencia y fue pasado p10r las armas en Acajete por orden del general Santa Anna. El general don POl'fiio Díaz, organizó varios asaltos a la Presidencia, sufrió derrotas vergonzosas, se vió obligado a refugiarse en las cavernas del bandido Lozada, estuvo 1:1. punto de ser devorado por los tiburones en la Bahía de Veracruz y tardó ocho años en lograr la Presidencia que no soltó
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en treinta. En 1886, el general don Trinidad García de e adena, quiso asaltar la Presidencia y lo pasó por las arn él general Díaz. En 1912, Pascual Orozco quiso asaltar Presidencia y fue derrotado y nulificado. El general ¿ Bernardo Reyes Iquiso asaltar la Presidencia para derrocaJ Madero, penetró en territorio mexicano en actitud de rebe y no habiendo encontrado los millares de soldados que deb: aclamarlo, resolvió ir a rendirse ridículamente a un mozo cordel en una villa del Norte. Madero no le aplicó la ley fl: como deb'Ía haber hecho, porque era inepto para el jm latino-americano del cuartelazo. El general Féliz Díaz qu asaltar la Presidencia, fue cHptur::¡do en Yeracruz, juzQ'a C'ondenado a muerte y debió la vida a que Madero no ~~r' para gobernar a su vals; pero más tarde los generales HA' .\' Día~ probarnn H Madero (me ellos sí eran duchos en polít euartelaria. En 1919, el Presidente Carranza logró mataI Zapata que siempre había querido asaltar la Presidencia e sus bárbaros del Sur. En 1920, el general Pablo Gonzál quiso asaltar la Presidencia derrocando al general Obregón rocas horas de:-cpu,' s de S11 rebrldla fue capturado, juzgal condenado a muerte y conmutada la pena por expatriacil I'0CO tiempo después, el general Lucio Blanco, quiso asa11 la Presidencia; ]a versión oficial enseña que al cruzar la fr( tera, Blanco fue matado por las fuerzas del Gobierno; PE ]a versión social que probablemente será la histórica, afirl que Lucio Blanco fue asesinado en los Estados Unidos 1 agentes del Gobierno mexicano y después arrojado al río B yo. En] 9~~, p] general Francisco l\lurguía, quiso asaltar Presidencia y fue fusilado en el Estado de Durango. La mis] suerte debieron haber corrido los hombres de Agua-Prie si el general Pablo González no comete la más estúp,ida las defpcciones, porque se -veía claro que ayudando al O'ene Obregón, , n? debía obtener más que la· postergació~ y muerte traglCa, como Francisco Villa ;" Aquileo J uárez. Resumiendo: nuestra historia enseña, que, la mayor pa (h: los asaltos a la PresidE::llcia, han dado espantosos resul dos a los asaltantes, de mémera, que, es muy probable que g'eneral Calles, al asaltar la Presidencia le acontezca lo que "pato de la leyenda" l
VII EL ORDEN CONSTITUCIONAL CONTRA EL ORDEN NATURAL
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N México, como casi en todos los países latino americanos, el orden constitucional es contrario al orden natural; del choque de los dos órdenes resultan nuestras revoluciones que tanto dan qué decir al mundo contra nuestra aptitud para la ciyilización. Don Carlos Mejía, en el prólogo a su estudio sobre la eonstitución de los E~tados Unidos, decía el año de 1874: , 'A fin de que las instituciones en un pueblo puedan contriI·uir a su progreso, es indispensable que se acomoden al esta(10 de civilización y cultura en que se encuentran; si son demasiado avanzadas para ese estado, "existirá siempre un abismo entre ellas y el pueblo y en lugar de serIe benéficas, serán nna fuente perenne ele males flLH:' lejos de i¡l~ ]>l1lsarlo, lo harán retroceder inevitablemente, para ser fál'il presa ele la ambición de algún déspota o del mentido patriotismo de los demagogos" De manera, que para conocer si es posible que en un pueblo lw,'"a orden constitucional, es indispensable comparar su~ institueiones políticas con el estado de civilización y cultura en qlle se encuentra. Dil'e el ",ul(Jr Me)a más ad€lante: "~-D partieron (L'1 principio flos norteamericanos) de principios para establecer hecho~, e'i decir, ('1'2élr co~ tumbres, háhitos de conformidad con aquellos; al ('ontrario, de los hechos pasaron a l()s principios. Examinaron eoncienzudamente las leves. lo~ 11S0S y las prácticas existentes, para deducir euáles (:1'an las institliciones más adecuadas a sus intereses ~' n(-('('sicl¡-](l('s, y mílS ~daptables al estado de aclelanto material \' 1))(:1'al en <[1\(' se encontraban. La disÍl'jhución del Iv"ler ~n los tres drpnJ'-
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tamentos; la división del Legislativo en dos Cámaras; la n, gativa o veto calificado que tiene el Ejecutivo sobre las di posi~iolles ele la legislatura; la que tiene el poder J udici: para declarar cuándo pugnan éstas con la ley suprema d la tierra; los juicios por jurados; la franquicia del Habe~ (lorpus; la sujeción de 11;; autoridad militar a la civil; lé garantías del ciudadano y todos los principios tutelares de u gobierno Jibre consignados en la Constitución, representa otras tantas prácticas de las colonias. Siguiendo la ley científica cuyo acatamiento ha prodl cid o tan inmensos benefic}os a los norteamericanos; los mex canos en vez de discurrir algo opuesto atendiendo a que le pueblos eran radicalmente diferentes, discurrieron copiar sel vilmente las instituciones de los Estados Unidos, para qu cien años después, la Secretaría de Educación popular d( gobierno mexicano, anunciara oficialmente que estaba dee oida a gastar los millones que fueran necesarios para incOl porar a la civilización a la gran mayoría del pueblo. E americano era un hombres educado en la libertad y para 1 libertad; el mexicano del 85% de la población, era un bál bal'o educado en la abyección y para la abyección. El abye< to no tiene conciencia de los derechos individuales y si se 1 ctorgan, los mira con odio, desprecio o indiferencia. El al yerto es un "menor" y no ha habido, ni hay. ni habrá legü 1[1ción que reconozca en los menores el derecho de gobernars H sí mismos ni mucho menos el de gobernar a los mayore en edad, cultura, riqueza y aptitud política. El casQ es mu grave, si el menor de edad es de raza inferior Ique con 1 educación podrá mejorar~ pero que nunca podrá obtener 1 civilización de una raza superior y~ por consiguiente, su instituciones políticas seriin eternamente diferentes de la del pueblo de muchísima mejor calidad. Si al consumarse la Independencia, el 85% de la pobh ción, eran, ".menores ", nuestra Constitución, debió tener pü base un reglmen de tutel¿::, del 15% de la población sobre E 85% ,d~ "~en~res"'. Nuestra
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Pero para establecer una constitución tutelar de la mayoría abyecta de la población, a la que no se podía dar generosamente derechos individuales civiles y mucho menos los políticos, porque en virtud de su abyección secular no tenía capacidad para disfrutarlos; porque es indispensable entender que la abyección consiste, en que el abyecto se siente feliz sin derechos y desgradado cuando a fuerza se le quieren dar; pero para establecer como he dicho una constitución tutelar, faltaba clase social superior en condiciones de ser tutor. Durante la época colonial, el tutor había sido y buen tutor, la monarquía española, faltando ésta, el 15% de civilizados mexicanos estaba incapacitado para la tutela por no poder formar l!na aristocracia u oligarquía gobernante. Aparentemente y así lo creyeron y sostuvieron latinoamericanos tan eminentes como Bolívar, que el gobierno natural de las naciones latino8.mericanas era la monarquía católica, conservadora e ilustrada. Sólo la falta de instrucción de los monarquistas latinoamericanos, hizo que no comprendieran que tenían que habérselas con el "imposible" Los elementos constituti \'OS de la monarquía y por supuesto indispensables para su existencia son: fidelidad y protección a la religión profesada por la totalidad o mayoría de la población; nobleza de sangre con gloriosos pergaminos, dominio completo en el ejército por monopolizar los nobles todos los grados arriba del de sargento; condiciones de energía y heroísmo para sostener el monopolio de las armas. SólQ Brasil en el primer cuarto del siglo XIX, tenía condiciones para la monarquía y por 67 años la disfrutó cerno nación libre, soberana e independiente. . 0+
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El origen de los terratenientes chilenos fue de colonos enérgico.s- Y: a~daces oblig'udos a sostener numerosas guerras con los IndIOs mdomables araucanos. La aristocracia chilena no e~ de sang:e, p~r.o es de. ~spada, de tradiciones guerrera~ y brIllantes dIspOSICIOnes nnhtares. Es católica sin ser clerical y conservadora cuerd8~ente eV,o~ucionista, es rica y pronta a defender su poder sO('Ial y pohtIco, aún con sacrificio de
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bUS ri!llH'?:as. La forma de gobierno efectiya de Chile es 1 c,ligarql1Ía p]l1tocrátit'a militar. La Argentina se ha salvado a tiempo de la negra sm de los mexicanos, por su portentosa riqueza agrícola efect y por la abundante inmigración europea. Es una plutocra burocrática, moderada por elementos populares de europ latinos en S11 gTan mayoría. Pero en México, los tenatenientes forman en general el pobre, porque nuestra riqueza natural agrícola es una gJ ni entira. La aristocracia mexicana, es católica, pobre, ~ horror al ¡.;prvicio militar y desprecio por los hombres de es da nacionales, salidos de la revolución de Reforma; con exc eiones; vive de egoísmo, de miedo y de entusiasmo por l:ianos de hierro.
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La miseria en geJlera]~ depraya a los indiyiduos y siern] a las colectividades. 1 TIla clase social famélica e ilustrada IDO nuestra clase media, ee;; un yórtice de revoluciones mient 110 Sp le da de comer. Calmada con los víveres, después luchar por toda clase de principios con tal de conquistar alimentación ~' ('nando cuepta con pan, derrocha excepticisn nada le importa la legalidad, ni la constitución escrita, ni ~. rinl'ipios, ni la paz, ni la patria, ni la moral pública, ni (1espotismo, ni la justicia, ni la libertad; toda su vida está c~ ('('ntrada en la salvación heroica de las necesidades mater les. Su objetiyo, es, qu P la mantell¡:.Ul el g-obierno cual esquÍE cue :-;(',lll los el'l'OI"(':-; o las !],aldrcles de lst:" pues vara ella ha~r más que una cosa horrible: la miseria. Todos los q l'~.1úll flH'l'a del pl";'.'-\upu('sto sO!l 1'evo111<'iona1'ios intrnllsingen y todos los que están dentro son serviles cínicos. Unos otros adoran el medro personal sin vacilaciones ni escrúpul Esta clase no puede ser gobernante, siendo su regla mataI la g~llina de los huevos de oro, con tal de comerse a la galli (.) eha e~ 9.ue no ha ?l~e~to hue:os. La miseria y las lágrin la conVIrtIeron en .plrabca y dlCtan;1l su gobiel'llo único p{ ble; la lnmo de hIerro, afirmando eon un siglo d!' sangre,
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(f'lTUpClOll ~ incapacidad polítiea, que no podemos disfrut (le orden con~titucional; lll'estro orden tiene que ser el ord d lcta torial. Hay que distinguir entre el régimen pacífico y el régim constitucional. Francia tUYO siempre régimen constituciOIl desde 1815 hasta 1851, y tres revoluciones derrocaron a tr r'obiernos; lnego el ré,~illJE-n constitucional, no es garant invariable del régimen pacífico, El régimen dictatorial pue, sostener largo tiempo el régimen pacífico, como lo prueba notable dictadura del general Porfirio Díaz, la de Guzm: Blanco en Yenezuela, la de Rufino Barrios y :\lanuel Estra( Cabrera en Guatemala. Debo decir más, en la América Latina, la Historia prue i con autoridad de operación matemática, que, exceptuanl BrasiL Chile y Argentina, sólo el régimen dictatorial pue conseguir un régimen pacífico; y la razón es, que las cons tuciones políticas no se adaptan a los hechos vitales del pll blo, no son orgánicas, sino violaciones escandalosas y crimin les de nuestras leyes políticas naturales. El régimen pacífi surge de la adaptación de la función política social fisiológi a los principios constitucionales que son su expresión jurídic En México y en 103 años de Independencia, y fuera del gener Díaz, no ha habido gobierno que haya podido sostener siquie: el régimen pacifista durante un solo período presidencial. La Constitución de 1917. se separa más de la ley natur política del pueblo mexicano que la de 1857. En tres añc cuatro meses de constitucionaHsmo, Carranza no pudo establ cer el régimen pacifista y fue acusado por los que lo derr caron de haber gobernado violando la Constitución. El gener Obregón. derrochando centenares de millones de pesos en ob militar, burocrática y obrerista, para lograr el régimen pa( fico, no ha conseguido sostenerlo más de tres años y aunql sofoque la actual revolución, la falta de dinero abundan traerá otra. Para que un gobernante pueda acometer en 11éxico. establecimiento de la "dictadura orgánica", única capaz ( fijar el régimen pacífico, se necesitan: tamaños para Sl'r VIS l
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por la naClOn como "el hombre necesario"; se necesita dinero y saberlo administrar y sobre todo se necesita opinión pública cuyo apoyo prueba adaptación entre la vida real del pueblo y la política del gobierno. Nuestro problema no es de jácara, sino tremendamente serio. Todos los pueblos que creen en "hombres necesarios" para su país, niegan la posibilidad de regirse por instituciones y en México se recomienda a un candidato presidencial, diciendo, que, es el hombre que la patria necesita, luego no podemos tener orden constitucional, sino el defectuoso orden personal.
VIII
EN DEFENSA DE LA PARTE NOBLE DE NUESTRA HISTORI,l CUATRO GRANDES AFORISMOS DE JUSTICIA HUMANA
~
UST ~\'YO Le Bon ha escrito con exactitud: "DestruirE
les influences du passé dans 1'ame el 'un peuple eu1 toujours pour resultat invariable de le ramener a h barbarie" Siendo el fundamental principio de la Revolución, guerr~ a muerte al pasado, estamos alcanzando el resultado invariablE anuncia.do por Le Bon. Al escribir este artículo, ni por un momento he pensad< abogar por la paz, ni por la amnistía, ni por la supresión dE la confiscación de bienes, ni para que el Gobierno celebrE arreglos con los rebeldes; porque conozco el medio en que yiv< y sé que no es posible alterar la trayectoria pasional revolu cionaría, que no cop.siente perfumes del pasado en los aliento: crueles de la victoria: pero sí creo que el general Obregón e: tan sincero como Tiberio cuando dijo: "In civitate liben linguam mantemque liberas esse debere", En la contestación del señor general Obregón a la Con yención de Cámaras de Comercio celebrada en Monterrey, SI lee: "Las bases aludidas (las de celebrar "arreglos" COl los rebeldes) son altamente deprimentes para el decoro de l~ admini"itración pública, porque colocan al Gobierno a la altur1 de los grupos de soldados desleales, con los que ustedes in tentan que él Gobierno constituído entre en pláticas con 11 estimable mediación de ustedes mismos", Sobre estas frases del general Obregón ile le desploma 1: historia. *
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La gigantesca guerra de seceSlOn de los Estados Unido: se inició con la rebelión de la Carolina del Sur, apoyada pOl
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algunos e;ClH'lIi os militares federales, el mes de diciembre 1860. Hubo soldados desleales calificados por el Gobierno Lincoln, como traidores al honor militar y a la patria que prepara ball a desmembrar. En febrero de 1861, el sena< Crittenden propuso al Senado que para evitar la guerra ( aparecía colosal, se ensayase entrar en arreglos con los rel des, ~' si no s~' llevó a cabo el convenio propuesto, aceptado principio por los demócratas, fue por exigencias de los ( ya sr habían lanzado a la lucha. Ni una \"O?; ha habido en las regiones de la crítica histór que no haya elogiado la noble tentativa del Senado y a pers( alguna se It' ha ocurrido declarar que el gobierno nortear ricano perdió su decoro por buscar arreglos con sus enemi¡ que en a '(ueHos momentos 110 aparecían invencibles. La guerra civil de Suiza en 187 J, sostenida por ciudal nos leales y soldados desleales, terminó por patriótico ar golo con 1m; elementos desleales ~' el decoro del gobierno su" en estillla('ión mundial. Los irlandeses con excepción de los del Dlster, han p clamado sil inclt>pf'ndencia, establecido un gobierno repul cano y sostenido su odio infinito con atentados criminales ( han estremecido al mundo. Si la política inglesa hllbil sido castigar rebeldías, como crímenes sin expiación, ya existiría ni 1111 hueso humano, ni una partícula de ceniza I tt'ITitorio nacionalista. Por el contrario, el gobierno ing ha propuesto numerosos arreglos, ofrecido valiosas conce~ I1<'S y [lIls(·(\(10 con paciencia más dl' cincuenta años, una h:eión COlll'iliadora. Nadie ha dicho (Ule el gobierno de Gran Bretaña no tiene decoro, y que necesita matar irlande para consolidar las illstituv10lles polít ¡L'as de la Nación IC llevan siglos de regirla. La mús lill'ga ~' tremenda de las guerras carlistas en J paña y l1eslHll'S que ambos beligerantes cometieron atrocida( peor que salvajes, la lucha terminó por un arreglo conoc: con el nombre de "Pacto de \~ ergara" .. * *
Nuestra guerra de Independencia. la inició un eclesiást excomulgado por la autoridad canónica competente , acom"
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ñado de ., militares desleales", El cura Hidalgo, persona mente cometió crímenes políticos innecesarios de may( gravedad que el asesinato del Gobernador de Yucatán, Carril Puerto y socios; puesto que solamente en Guadalajara fuere mandados asesinar más de trescientos españoles pacíficos at rrorizados con la revuelta y que no habían dado motivo ( agravio a los insurgentes. ~o obstante esas circunstancias los saqueos e incendios de que eran personalmente responsabll los jefes de la insurrección, cuando estuvieron vencidos de pués de la batalla de Calderón, el Virrey de Nueva Españ les ofreció la amnistía bajo su forma más común; el indu11 de toda pena y en consecuencia el de sus responsabilidadl civiles. Xuestra guerra ele Independencia, comenzó Vir un cua telazo de militares desleales traidores al Gobierno y a ~ pa.tria y terminó con otro cuartelazo apoyado por centenarl de militares desleales, habiéndose solucionado la lucha por Tratado de Córdoba, celebrado entre el Yirre,- don Jua O 'Donojú y el primer caudillo don Agustín de Iturbide. E paña reprobó el tratado celebrado por su Yirrey, pero : crítica histórica lo ha aprobado, porque cuando O 'Donojú pü la tierra mexicana no le quedaba más recurso que aceptar tratado que le propuso el enemigo. Xi el decoro de Españ ni el del Gobierno Yirreinal, padecieron con el Tratado ¿ Córdoba ni hubo quien tomara en cuenta la deslealtad ( los militares. El Gobierno de don ~~gustín de Iturbide, fue derrocac por un cuartelazo de dos militares desleales, que después aIl bos fueron Presidentes de la República y el conflicto armac a que dió lugar el cuartelazo, terminó por arreglo entre l( beligerantes, conocido por Convenios de Corral Falso. E sido muy elogiado por la historia, que Iturbide teniendo el mentos considerables para luchar, prefirió dejar el poder cel brando un arreglo con sus enemigos que no ha sido calificac de indecoroso. La primera administración del general don ~\'l1as¡-as; Bustamante, fue derrocada por militarps desleales. 1
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lucha comenzó y fue terminada sin desdoro para el Presiden Bustamante, por los llamados Convenios de Zavaleta. * * * En 1840, estalló la revolución separatista de Yucatán, Gobierno tenía en Campeche una fuerza al mando del coma dante militar don Joaquín Rivas Zayas, Luerza compuesta E su mayor parte de ejército permanente, que no tuvo ineo venient~ en defeccionar, lo !que hizo que los revolucionaril de Yucatán, unidos a los de Campeche hubieran obligado Rivas Zayas a capitular quedando triunfante la Revolució En 1843, el Gobierno nacional envió a Yucatán al notab abogado yucateco, don Andrés Quintana Roo, con el objeto ( que hiciese proposiciones a los separatistas, quienes despUl de haber proclamado su independencia buscaron el protect< rado de una nación europea o el protectorado de los Estad( Unidos. No me meteré en aclarar si, como aseguran los yl catecos, estaban en su derecho para romper el pacto feder: cuando lo juzgasen conveniente, pero sí es un hecho, qt tanto el Gobierno nacional como la opinión pública, califie: ron de traidores a la patria a los yucatecos separatistas. E ese drama, hubo soldados desleales y traición a la patria: sin embargo, el Gobierno nacional, sin faltar a su decorl celebró un tratado con los yucatecos para que volviesen 1 seno de la N ación mexicana, colocándolos en posición priv legiada. Al Gobierno nacional no le quedaba má:s recurso qu tratar con los yucatecos para evitar que definitivamente ] República percl iera la Península YUf'ateca. * .. ..
En febrero de 18Jí. estalló en la citHlad de :Jléxico ( llamado pronun~iamiento de los polkos, con11'a 1<: administr¡ ción de don Valentíll Gómez Parías. Los pronunei,!rl'):j COl taban con cuatro batallones de la Guardia ::.Jacional y co una parte de la Gual'ni~ión de la P]azi:1. que ('lll11'ía el ejércit permallt'lltl'. De mallera~ ,que en la an~lltlll'a fiO'uraban "so t:l ', . dados des]ea 1es tl'aldol't'."Í al (Iohierllo y gTayemente traid( res a la patria, porque defeccionaban frente al ene!uigo e~ tranjero qw' la inyadía. El jefe de la revue~ta, general dE
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ejército, don l\Iatías Peña y Barragán, viendo que era difícil resolver el conflicto por las armas, propuso al Presidente dE la República, quien aceptó, que di~ho conflicto fuese resuelto por, arbitraje y ambos convinieron en nombrar árbitro al general Santa Auna, quien pronunció un laudo favorable a lOE polkos y el ilustre Presidente Gómez Farías honradamente y haciéndose acreedor al elogio de todos los partidos, cumplió con el laudo. Cuando al triunfo del Plan de A'Yutla, el Presidente de la República, don Juan Alvarez, e~pidió la ley de administración de justicia, inmediatamente se pronunció en Guanajuato el Gobernador del Estado, don Manuel Doblado. El general Alvarez, comprendiendo que se le venía encima como a jefe de los liberales exaltados, tremenda guerra civil, resolvió salvar de ella al país, renunciando la Presidencia y nombrando Presidente substituto al general Comonfort considerado como jefe de los moderados. Bastó Ique el general Comonfort se hiciese cargo de la Presidencia para que el rebelde don Manuel Doblado lo reconociera y para que a su vez Comonfort, reconociera a Doblado como al funcionario a quien nada ni nadie tenía que reprochar cosa alguna. El 13 de marzo de 1860, lVliramón frente a Veracruz, mandando un respetable cuerpo del ejército que debía atacar la plaza, invitó a don Benito Juárez a una conferencia para tratar de terminar la guerra por convenio entre los beligerantes. Juárez aceptó y mandó comisionados a sus ministros don Santos Degollado y don José Empáran. Los de Miramón, fueron don Isidro Díaz y el general don Manuel Robles Pezuela. Por grave que haya sido el atentado cometido en Yucatán, ejecutando al Gobernador Carrillo Puerto, siempre fueron más grayes las ejecuciones que el general :\lárquez llevó a efecto en Tacubaya, en las personas que la historia patria ha denominado" l\Iártires de Tacubaya" La orden para consumar ese crimen, la dió el general Miramón por escrito con lápiz y en un pedazo de papel común. El Presidente don Benito Juárez, celoso como nadie de su legalidad y siempre fiero para sostener incólumne el principio de autoridad, aceptó entrar en tratos con el rebelde Miramón, no obstante que la
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guerra de Reforma se inauguró con soldados desleales, los de la división de Zuluaga que se pronunciaron en Tacubaya, y Juárez ni siquiera dió muestras de fijarse en que Miramón había sido -el verdugo de los "Mártires de Tacubaya" Juárez veía algo más grande, que era a su patria ya bastante destrozada y que reclamaba un fin para su martirio. Se presentó el proyecto de convenio, fue discutido, muchos de los artículos aprobados por ambas partes y si no se llevó a cabo fue por falta de acuerdo en otros artículos. La historia, siempre ha elogiado la conducta de Juárez aceptando el tratado con enemigos que conforme a los Códigos vigentes, no merecían más que el patíbulo y la maldición de los legalistas. En 1862, el general Ogazón abrió campaña contra el bandido Lozada, dueño de la Sierra de Alica. Los cinco mil hombres del ejército de Ogazón fueron comidos por los indio~ de Lozada. El Gobernador de Jalisco, se vió obligado a estipular un tratado de paz con Lozada, en el Ique lo reconocía como señor feudal y soberano de Alica. El Presidente don Benito Juárez aprobó el conveni0 a la vista del ejército francés y ante la imposibilidad militar y diplomática de someter a Lozada, ya resuelto a ponerse del lado de los franceses. La conducta de Juárez ha sido aprobada y encomiada por la historia. Contra el Gobernador del Estado de Coahuila, se pronunciaron con elementos propios los hermanos Carranza, hermanos de don Venustiano, y el general Díaz ordenó que fuesenba· tidos y severamente castigados. El general don Bernardo Reyes, Gobernador del Estado de Nuevo León, se ofreció como mediador, lo (tue fue aceptado por el Dictador. Los rebeldes depusieron las armas sin sufrir castigo alguno, sino que por el contrario, obtuvieron lo que deseaban, que era la separación del Gobierno del coronel Garza Galán. En 1893, el general federal don Canuto N eri, se levantó en Guerrero con fuerzas propias y con una fracción del tercero de Infantería Federal. Todo el país estaba en paz, y el general Díaz firme en el poder y sin embargo no queriendo comenzar una guerra civil en el Estado de Guerrero , envió a su compadre don Manuel Guillén, amigo del general Neri,
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para que la reyolución terminase por un arreglo, ~- resultó favorable a X eri, porque quedó ~eparado el Gobernador ATce. En esta aventura, hubo soldados desleales y la prudencia digna de encomio de un dictador poderoso que consideró más perjudicial para el crédito de su Gobierno en Europa, la apertura de una guerra civil a hacer concesiones a un re belde que en el fondo eran justas. "Sobre el principio de autoridad de la sin razón", el general Díaz colocó "el principio de autoridad de la razón patriótica". 10 que ha sido elogiado por todos los críticos políticos y de la historia. Hay dos arreg'los célebres conocidos por todos los contemporáneos que "OH los cOHyenios de Ciudad .J uárez celebrados en nombre del general Díaz y el rebelde, Francisco l. Madero y el que dió fin a la rebelión de Oaxaca en 1919 celebrado entre el Presidente don Yenustiano Carranza ~- el rebelde don Guillermo :JIeÍxl1eÍl'o, sin que ning'l111o haya deshonrado a sus autores. Los hechos expuestos deben ser docentes para los mexicanos y significan que siempre que los gobiernos han podido eyitar una guerra ciyil ya comenzada o eortada en su desarrollo o terminarla con generosidad, lo han hecho sin que ~e haya levantado YOZ autorizada que los declare indecorosos. X o es el momento de discutir el derecho absoluto de castigar revolucionarios. Despué" que los pueblos han rechazado el Derecho Divino que presentaba a los re~-es exelusiyamente responsables ante Dios, hoy lo son ante los hom bres por medios legales o revolucionarios. En ciertos casos, unR reyolución puede no ser un crimen sino un Tribunal sombrío ~- justiciero. Entre tanto puedo analizar la última revolución, recordaré cuatro frases que sumergen a todo espíritu honrado en profunda meditación: El gran precepto del derecho romano: "summum jus, summa injuria" (Exceso de justicia, exceso de injusticia). La base del derecho penal moderno: "nadie puede ser juez y parte en causa propia" Las encantadoras palabras de Jesucristo: "El 'que no haya pecado que arroje la primera piedra" y la frase contundente de Wicliffe , el reformador de Oxford: ' 'Sólo tiene derecho de castÍf!'ar el que se encuentra en estado de ;2Télcia"
IX
LA DEMOCRACIA MEXICANA Y LOS PERROS QUE SE AMARRABAN CON LONGANIZA
I i J N México, todas las personas que sobresalen intelectualmente de los paquidermos, no creen en la posibilidad de la democracia mexicana. La consolidación de las instuciones democráticas en nuestro pueblo, es empresa de consolidar en el organismo de un perico el organismo de un elefante. La democracia es el gobierno por el sufragio popular, lo que sólo es posible cuando existe alma popular liberal. El alma popular no es simple, está constituída por creencias, sentimientos, pasiones, históricas y comunes a todos o a casi todos los habitantes de una nación. Hay alma popular tradicional que para. existir, exige fanatismo, exige fe ardiente, exige miseria intelectual, exige que la razón que apenas es gemido sea esclava de la fe que es huracán. El alma popular tradicional no ordena, obedece absolutamente a los poderes facultados para legislar y decidir en asuntos de fe absorbente de toda la vida superorgánica de la sociedad. Son elementos del alma tradicional popular, en todos los pueblos: uniformidad de religión, uniformidad de raza, uniformidad de costumbres, uniformidad histórica, uniformidad de lenguaje, uniformidad de supersticiones, uniformidad de creencia en la desigualdad de los hombres, uniformidad en la creencia de que la minoría exquisita nace para mandar y el vil peladaje para canal' y obedecer. &, Hay alma tradicional popular en lVIéxico ? No hay uniformidad de religión porque la clase campesina es id·ólatra adorando diferentes ídolos en las imágenes católicas o bien, es irreligiosa de tipo bestial. No hay uniformidad de raza, porque la indígena es un mosaico de razas americanas y asiáti-
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cas de distinto origen y civilización; no. hay uniformidad de costumbres porque en una parte de la población son salyajes, en otras bárbaras, en otras ciyilizadas y en otras destrozos causados por principios revolucionarios no asimilables; no hay uniformidad de lenguaje porque son numerosas las lenguas que hablan nuestras tribus de labriegos. .:\0 hay uniformidad de supersticiones por'que son distintas las de los indios a las de los mestizos y criollos; había uniformidad en la sana creencia de la desigualdad de los hombres ante la Naturaleza, y por consiguiente, en las funciones sociales que las ideas jacobinas han destruído y había uniformidad, en la sana creencia de que unos nacen para mandar y otros para obedecer. En todos los tiempos, los "avisados", o sean los aptos según el medio, han nacido para mandar y los populachos para obedecer, porque cuentan exclusivamente con la abyección como elemento superorgánico. Es evidente, que como un pueblo moralmente destrozado y notable por su miseria intelectual no es posible que retroceda al único régimen que le convenía: la sugestión, la fe en los grandes y la persuasión por el castigo inusitado y trasl'enc1ente. Correspondía a un pueblo de raza superior, como el helénico descubrir el alma intelectual, con el poder de colocarse sobre el alma de las multitudes por inmensas que sean, de dudar de todo lo que existe, de examinarlo y de hacer de cada hombre un soberano con el derecho de pensar con su cabeza y obrar con su voluntad libre para hacer lo que su real gana apeteciera. No era p05;ible una sociedad con hombres todos autócratas y para que el alma individual sea socializable, es preciso que todo hombre sea completamente libre para todo lo que convenga a sus intereses personales, con la condición del respecto al derecho ajeno. Esto quiere decir que, para que se constituya una sociedad cuyos miembros posean alm~ intelectual, es indispensable que todos se sometan a la condición de la libertad: facultad de hacer todo, menos desconocer el derecho ajeno. Una democracia no. basada en el respeto a los Derechos del Hombre tendría por mayoría o totalidad un tirano, mul-
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titud comp,letamente irresponsable que no podría SUpl'lmIrSe por el regicidio o la revo,lución, ¡, pero es posible la existencia de un tirano-multitud? No, porlque el tirano para vivir necesita de los Derechos del Hombre, y siendo multitud, sería preciso que los individuos que componen la multitud disfrutaran de los Derechos del Hombre. Aun cuando un individuo pudiera absorber todos los derechos de los demás; "todos" LO pueden disfrutar de derechos .,. al mismo tiempo neg-arlos a "todos" En el terreno de lo posible se encuentra, que o todos tienen derechos o sólo los disfruta una minoría priyilegiada, porque las mayorías no pueden privilegiarse a costa de las minorías; un blanco puede vivir como rey a costillas del trabajo robado de dos mil negros, los que no pueden vivir ni como ratas, robando el trabajo obrero de un blanco. La Historia enseña, que las minorías durante siglos han vivido y siguen viviendo espléndidamente explotando a las mayorías, en nombre de las ideas antiguas o en nombre de las ideas modernas o en nombre de los principios de la tradición o en nombre de los principios de la revolución. en nombre de Dios o del pueblo SO bel'ano, en nombre de la Libertad o del comunIsmo. _ Los "aptos" para gozar de la vida a toda máquina de privilegios, disponen de un recurso infalible que parece inagotable; la credulidad de las masas, marmita de sus fanatismos. El ideal de todo hombre es vivir sin soportar el grillete del trabajo diario obligatorio, bajo pena de morir de hambre. Los clásicos explicaban bastante bien los males que agobian al hombre sin una peseta y los muy duros que lo afligen para proporcionarse la peseta. La Naturaleza ha formado a la mayoría de los hombres para asnos de las minorías que saben explotar lo que los filósofos modernos llaman" betise humaine" y mientras exista en las masas ese inmejorable elemento de dominio a disposición de los aptos, los sufrimientos de las clases trabajadoras continuarán irremediables. Las masas oponen resistencia a la lógica racional en relación con el valor social de una raza y su grado de civili·
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zación; se las maneja con la lógi,:;'{ aféc:tiya en lo que tiene ele más opue~ta a la lógica raclOna1. ~e la...; maneja eon el látigo del terror, el cueharón rebosante de miel del hala~n -:-. con la voluptuosidad salvaje de la ven2'anza, La Edad ~Jl:'clia inventó el miedo al Diablo, después apareció el miedo a los ~esuitas; lo moderno, es el terror por el capitalismo, El odio al burgués ha substituído a todos los viejos odios; el odio al sarraceno, al turco, al hereje, al judío, al aristócrata. El comunismo ha ofrecido proveer la mesa de todos los pobres y como en Rusia, ha cumplido llenando los platos con catorce millones de cadáveres rusos proporcionados por el hambre nacional. En ~Iéxico, la revolución magistral, la que comenzó en FIlO y todavía dura, ha dispuesto que el pueblo pague ,. dos mil millones de pesos al extranjero" y treinta millones a las conÚ"iOlll''' agrarias, en cambio, de un millón de hectáreas de tierras áridas o casi agotadas impropias para la agricultura, re"ultando, que por medio ue la "betise humaine" el pueblo lllexicano haya pagado la heetárea de tierra que lo matará ele hambre .. a razón de dos mil pesos" Es imposible dudar que hay razas humanas nacidas para que les tengan lástima las que no cometen errores que hacen duuar de la especie a que pertenecen.
., .
En estos momentos suena en toda la prensa capitalina la "partitura electoral" magistralmente ejecutada por la orquesta en que tiguran los más célebres profesores pOlÍticos. F.n interesantes editoriales, se pide al general Obregón que haga nacer la Democracia absteniéndose de intervenir en las próximas elecciones presidenciales; sólo la democracia, dicen los eminentes profesores, puede salvarnos de otra revolución; sólo la Democracia puede levantarnos del petate mugroso en que nos ha acostado la política de las facciones; sólo la Democracia siguen diciendo los egregios profesores, puede librarnos ae los estrujones del militarIsmo y de las infecciones d;: una atmósfera de cuartel. Si en cien años de lucha por Ll Democracia, no hemos podido obtener más que fracasos, ha
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sido porque ningún gobierno ha querido respetar el voto público, todos han deyectado sobre la soberanía del pueblo; depende del general Obregón sacudirse de compromisos, saturarse de patriotismo, y evocar las sombras de nuestros mártires que han perecido sonriendo porque nos legaban deliciosas instituciones democráticas. Hago observar a los egregios profesores, que no es función de los gobiernos en el Planeta Terrestre, organizar democracias, sino deshacerlas o impedir a todo trance que se formen. Veo, que los patriotas profesores, no saben lo que es Un gobierno: en todos los países y en todas las épocas, así como es condición de los peces viyir en el agua y de los planetas girar alrededor del Sol, es condición característica de todo poder religioso, político, financiero, militar, perseguir con encarnizamiento la omnipotencia. No hay gobiernos leales amigos de la demo(,l'ac·ia en 'que encuentren que les es posible y aún fácil absorberla con la neumática de su ambición. Los gobiernos personales deliran por la autocracia, aún cuando su· personal haya recibido educación democrática. En ningún libro se lee, que la democracia es don con que el gobierno obsequie a los pueblos como con un jaripeo o una comilona de bueyes en barbacoa. La Democracia efectiva es acción efectiva de la soberanía del pueblo y el soberano no puede arrodillarse ante el súbdito implorando salud y libertad para gobernarse. La Democracia la hace el pueblo, no cualquier pueblo, sino los pueblos que tienen dotes para mandar y hacerse obedecer al instante que dictan una orden. Nuestros demócratas de otros tiempos hablaban de otro modo. En su mejor discurso de 1861, don Ignacio Manuel Altamirano decía: "Las urnas electorales deben estar siempre listas para recibir hasta ,la última gota de sangre del gobernante que se atreva a tocarlas" Don Manuel María de Zamacona, escribió en "El Mensajero" "las instituciones de los pueblos libres, son jaulas estrechasconstruídas con fuertes barras de acero para que, encerrando en ellas al Presidente de ,la República, sólo pueda moverse dentro de sus facultades constitncionales y si logra s~quiera romper una barra, el pueblo con los :fJragmentos debe destrozarle el cráneo" Desde
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lace más de cien años, no hemos podido construir una sola ¡aula de acero. No poseemos material democrático en nuestra loblación y pretendemos que faltándonos energía cÍyica, el ~obierno se enjaule a sí mismo gastando todo su sueldo en Jarras de acero. En más de cien años, no hemos hecho más lue amarrar a nuestros gobernantes con longaniza, como se lmarraba a los perros en la edad de oro.
x EL DISCURSO DEL DOCTOR VASCONCELOS EN TEXAS LOS CIEN AÑOS DE VACIEDADES JACOBINAS
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¡jIEMPRE he creído que el doctor Vasconcelos es persona
_ de gran talento, pero que no lo sabe lucir. Lo maneja al _ revés. Ha hecho del jacobinismo una poesía lírica espeluznante. Su discurso de Tex(~s es película de la requisitoria contra las .. clases acomodadas", que les dirigió Franco en 1833, desde las inmortales columnas de olvidado periódico, "El Jején" Sin la maldad, eg-oísmo, cobardía, inhumanidad, de las "clases acomodadas", el "indio" habría fundado otra .A tenas, sobrepasado en arte al Renacimiento, conquistado los Cinco Contmcntt>s, impuesto a la Virgen de GU3dalupe en todas las basíl icas de todas las religiones, inventado la pólvora, la contra pólvora, el agua, el fuego, el sistema parlamentario, el amor platónico, ganado en los mares la competencia sobre los grandes trasatlánticos con las canoas de X00himilco, con su Banco rnico habría recogido todo el oro del planeta, y con su desnudez habría cambiado la estética de las grandes naciones, haciéndolas preferir las cabezas dolicocéfalas prismáticas y las Venus de café tostado. Convengo en que esos males y otros mayores han causado las ¡, clases acomodadas" a la raza azteca, de sideral potencialidad en el mundo. Con una sola pregunta voy a hacer volar en roolérulas el cerebro del doctor en Leyes, don José Vasconcelos. i Esas eternamente maldit.as "clases acomodadas" han ocupado el lugar de la clase patricia de Roma, y Venecia, de la clase comerciante de }1-'enicia, de las clases nobles de Europa, de los saimios del Japón' ¡, Han sido gobernantes o clases gobernadas 1 Porque si han sido súbditos, el responsable de las maldades del súbdito ha sido el soberano gobernante.
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Jamás han gobernado a México las "clases acomodadas" Siempre han sido gobernadas y desde 1867, con arrogancia, con despotismo, con injurias y atropellos, hasta que la política conciliadora del general Díaz alivió HU situación. De 1824 a 1867, gobernaron las clases medias conservadora y liberal, famélicas. El Archiduque Maximiliano no entreg'ó el poder a las clases acomodadas; gobernó en primer lugar el mariscal Bazaine y en segundo lugar los liberales moderados. De 1867 a 1924, durante cincuenta y siete años, la clase gobernante fue exclusivamente la clase media hasta 1911, y de esa i'echa a 1924, han gobernado los militares salidos de la clase humilde en sociedad con la clase media siempre famélica. )JU8stro país ha sido gobernado cien años por famélicos y las "clases acomodadas" han pertenecido constantemente a las clases gobernadas. Si de ellas, una, explotaba atrozmente a la clase campesina, la responsabilidad es de la clase gobernante que hacía y deshacía constituciones políticas, que proclamaba principios redentores, lo que no le impedía oprimir a la clase indígena y de tratarla con injustificado desprecio. No se puede hablar mal de las "clases acomodadas" sin poner de a~(;o a "las clases medias famélicas", que han go· bernado para explotar al indio y servirse de muchos millares de toneladas de su sangre, para sostener principios abstractos o principios rufianescos de la gr,an clase opresora del país, compuesta de militares sin fortuna y de abogados sin clientela. 2'\ o se necesitaba que la Constitución de 57 declarara los "Derechos del Hombre ", identificando al indio con ese hombre superior ele los Derechos, porque en ninguna de las Constituciones políticas, liberales, moderadas o conservadoras, figuran los Dereches de las clases a l'omodadas. El labriego ha sido tan libre como el terrateniente, el abogado, el burócrata, conforme a las leyC'~ cle~de la IlldepC'll(h'll~'ia, Cuando la~ le~-ps reconocen la igualdad ante ellas de to,c1as las clases 80('iaJes, si al~nma sufre por la violación de sus derechcs, debido a los abu:.;o~ ele otra u otras C!clSl'S sociales, la culpa es d"~:(le BULNES
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luego de la víctima. Los derechos se hacen respetar ante los Tribunales o por la insurrección. &Los tribunales son corrompidos y canallas? Entonces el único medio es la insurrección. Esto no es posible. cuando la clase social atropellada representa una minoría insignificante. Pero cuando r~presenta el .o~he~ta por cie?to de la población, su incapaCIdad para reIvmdICar ella mlsma sus derechos por medio de la insurrección prueba su incapacidad para disfrutar de derechos, incapacidad que no se corrige con las mejores leyes ni con las más sangrientas revoluciones, ni con los más tonto~ discursos. Tres caminos hay que seguir cuando el ochenta por ciento de un pueblo es de ahyectos, como lo d.emuestra la impotencia de reacción de millones de hombres contra débiles minorías que los explotan y desprecian. El primer camino, era emplear una explotación despiadada por las clases directoras, "acomodada y desacomodada", hasta alcanzar el exterminio de la clase campesina. El otro camino indicado era una explotación que permitiese vivir mal, pero indefinidamente a las víctimas, y el tercer camino era sujetar a ese ochenta por ciento de bestias humanas a un régimen de tutela huma· nitario, civilizador, que las levantase si era posible a la (~a tegoría de ciudadanos, o que permaneciesen como menores de edad con el bienestar proporcionado por las virtudes de la clase gobernante. Sólo el partido conservador era lógico al poclamar la tutela para la gran mayoría del pueblo. &Quién debía ser el tutor conforme a las ideas de un partido católico! La Iglesia debió tomar a su cargo la defensa de los labriegos contra la codicia y crueldad de las "clases acomodadas" y de las "desacomodadas", que buscaban "acomodo" Pero el alto Clero fue inepto y el bajo clero relajado y el clero regular insoportable por su simonía, lujuria y escandalosa depravación. Fue laudable y humanitario el esfuerzo que hizo el partido liberal para privar al clero de la tutela de los abyectos. El partido liberal criollo nacido por la Independencia, jamás pensó en tomar a lo serio la aptitud democrática de los
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,b~~ectos. propios para callar y obedecer, lo que los hace feices. y por tal motiYo, estableció un sufragio popular indireco en primero o segundo gra:do, con lo cual conforme a la teo'ía y a la práctica no había sufragio popular Los liberales 'riollos establecieron el sufragio de las clases medias en que lominaba el elemento burocrático, o mejor dicho, esta hlecieron ,1 régimen de burocracia pura, pero no tomaron a su cargo la utela de los abyectos, creyendo que eran suficientes seis años le escuela primaria que no pudieron establecer, para descar~ar1os de ocho o diez mil años de escuela práctica inflexible de lbyección. ::\0 habiendo tenido dinero para establecer escuelas, o; dejaron abandonados al abuso de todas las clases sociales .~ de todos los indiyiduos educados en la creencia de que el ndio es una mula de forma algo humana.
~Iuy sencillo hubiera sido para un partido liberal hon'ado librar a los labriegos de los abusos de las clases acomoladas. En un año pudieron quedar suprimidas las "tiendas le raya"; decretar para el labriego un jornal alto, amplio, ~omo lo hizo la monarquía española, fijar el número de horas :le trabajo, prohibir la trasferencia de deudas de padres a :lijos y la retención de los deudores en tierras de la hacienda. Pero no existía partido liberal honrado, como no existió el ~onserYador, y si en ambos partidos que en realidad eran :acciones, brillan eleyadas personalidades que honran nuestra tlistoria, la gran masa política era de corruptos y los corrup:os sólo pueden hacerse cargo con buen éxito de las sentinas .~ de toda especie de prácticas de prostitución. En la" egoístas y maldecidas clases acomodadas no hay )ermanencia de familias en número indefinido de generacioles: hay desfile en cada generación, que es lo que más dura ma hacienda en poder de una familia. Destruyen a las clales acomodada,,: la diYi~ión ele la'-' fortunas por las herencias, a ruina de los hacendados de temporal cada cincuenta años, a mala administración, el exceso de gastos; reconstruyen )rincipalmente a las clases acomodadc:s todos los ladrones )úblicos. cuya distinguida y numerosa cla:-,e comprende a pre~
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si dentes de la República, a gobernadores de Estado, magIStrados, jueces, abogados de influencia. empleados de Hacienda Federal, de los Estados y municipales, generales y coroneles, contratistas de negocios, negocitos y negociazos con el Gobierno, pagadores muy hábiles que siempre tienen en corriente 8U contabilidad, aun cuando la caja esté e-n su bolsillo. Raro es el individuo que~ pudiendo robar de algún modo no lo hace, y el ideal de todos esos ladrones es haC'erse primero de una ('(Isa y después de Ulla hacienda o por lo menos de un rancho. La clase hambrienta, dueña del poder público, de las rentas públicas, de los negocios públicos. de todo con lo que se puede h,1('('1' dinero, lo hace para pasar de clase desacomodada a clase acomodada. El hambriento de leyita mugrosa de hoy será el hacendado de mañana; el hacendado de hoy será el pordiosero o el emp!r:tdo público del día siguiente. )Jo hay más que una clase responsable de las desgracias de los campesinos, alternativamente hambrienta y rica. Ln clase eampesina no necesitaría de tutela, ni ele protección, ni de piedad, ni de paternalismo, si no fuera tan inferior que por sí misma no puede defenderse, ni ciyilizarse, después de un contacto de cuatrocientos años con las clases civilizadas. En ('uba, una H'Z que las leyes reconocieron la igualdad de to(los los ('ubanos, los negros y mulatos aprovechan de ellas. En cinco años que estuve en la Habana, jamás oí decir: "IDstamos obligados a redimir al negro ", "i rrengamos piedad del negro!" "Dejemos de rxplotar al negro, adoremos al negro" "Llamemos a Cuba la República negra", "Degollemos (\ los té'rrattnientes y colonos porque han robado al negro" Bsa literatura negruzca no existe, no fastidia co1~1O nuestra literatura azteca, creada por los explotadores de la Revolución. Y lo irritante es que la Revolución ha elegido por supuesto con hipocresía a la das!' campesina para que disponga ele los destinos elel Ilaís, cuanelo ha elado pruebas de incapacidad para sa bc'!' "iquiera que estú formando parte de una naClOn. La pretendida deificación elel indio, el sprvilismo empleado para halagar a los no incorporatl(:s a la ciYilizllC·ión, el culto electoral al labriego, confirman hasta dónde han descendido las clas\)s directoras.
AGRARISMO
EL PUEBLO MEXICANO HAMBRIENTO, MISERABLE, ENCLENQUE POR LEY DE NATURALEZA
i}EPARANDO la inmensa broza social )' política que se le. vantó contra el Gobierno porfirista y la civilización, con miJlj el exclusivo objeto de saquear a su país y deshonrarlo con toda clase de crímenes; queda la parte apostólica de la Revolución que actuando mentalmente o con las armas por motivos de conciencia excita a que se le presenten las reivindicaciones de la ciencia, la moral y el patriotismo, contra su tenebrosa obsesión de consumar la total ruina de la patria por medio de leyes estúpidas agrarias. El gran enemigo de México es el agrarismo. Los apóstoles agrarios sostienen un razonamiento seco y rígido como cuaLquier mentira jacobina. Dicen: México es un país admirablemente rico por su prodigiosa riqueza agrícola, constituída por cientos de millones de hectáreas :le tierra maravillosamente fértiles. Sobre ese paraíso vive !lbatido el 85% de la población, hambriento, miserable, abyecto y próximo a desaparecer. El noble objeto de la revolu::jón es salvar al pueblo y conducirlo a la prosperidad, poliéndolo inmediatamente en posesión de sus maravillosas tie~ras, cueste lo que cueste y cualesquiera que sean los sacrifi::ios o crímenes necesarios para realizar la ohra de redención. * *
Hubiera yo sido en México el primero de los apósto¡les 19rarios, si no hubiera sido o si no fuese una indecente pa· nema lo de las maravillosas riquezas naturales de nuestro ;erritorio. Para la eiencia, no hay en los doscientos millones le hectáreas del territorio nacional, más que apenas 12 miIones de hectáreas "muy defectuosamente cultivables" El
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resto de nuestro inmenso país es improductivo para la agricultura de temporal que es la que se ofrece dogmáticamente al pueblo. Esos doce millones de hectáreas, no representan en su gran mayoría r1queza agrícola, sino verdadera pobreza agrícola, que premia con la ruina a los incautos que dedican a ella sus capitales, su trabajo y su ilustración. El primer defecto de esos nuestros doce millones de tierras cultivables es que por la agricultura de temporal no pueden prodUljr más que un solo cereal, el maíz, quedando nuestra población obligada a nutrirse con un alimento inferior al de los pueblos civilizados, como es el trigo. De manera que, conforme a la ('ieneia, nuestra agricultura de alimentaI~l<)n popular en vez de ser policllltivista está obligada al monocultivo maíz, lo cual entre economistas se considera dc~as trofO.
Habiéndonos nuestro clima impuesto la calamidad del monocultiyo maíz para la alimentación popular, esa imposición ha sido traidora y eficaz para mantener al 85% de nuestl'o pueblo hambriento, miserable, abyecto e intelectual y moralmente abortado. En efecto, nos está enteramente prohibido practicar la agricultura intensiva o sea la científica, debido a que la irregularidad de las lluyias en las mejores zonas de precipitación rluvial, produce la irregularidad de las cosechas a un grado tal, 'que se considera locura inyertir capital en esa clase de empresas agrícolas. Estamos obligados a la agricultura extensiva que conduce con más o menos rapidez a todas las tierras fértiles a su completa esterilidad. Nuestro dima nos ha impuesto, pues, el hambre lenta para que nuestra raza se agote y deforme con la perspectiva de un hambre final. Yo no llamo ni puedo llamar a todas esas imposiciones de pobreza y ruina riquezas maravillosas naturales e inagotables. L,a sequía no es el único enemigo que año por año amenaza con la ruina al cultivador del maíz de temporal. Hay otro enemigo no menos enérgico: las heladas. Si el maíz se escapa de la sequía, está gravemente expuesto a perderse totalmente por una sola helada , sobre todo en nuestras tierras frías, que son las más usadas en el cultivo del maíz. La agri-
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mltura extranjera descubrió, no recuerdo si en Africa o en a América del Sur, una especie de maíz llamado preroz, cuyo mltivo sólo dura noventa días. Tal planta era para ::\Iéxico ~a salvación de más de la mitad de las cosechas que se pierden ?n la República. Pero nuestro clima se opuso a tan grandes beneficios; porque en nuestra estación más calurosa, no con~ede al maíz precoz la cantidad de calorías que exige para su ~ultivo, sino en las tieras calientes, donde todas las especies wn precoces. En nuestras tierras templadas las menos abunaantes en nuestro territorio el cultivo del maíz precoz dura 120 días. En nuestras tierras frías y altiplanicies que alimentan al 70% de la población, toda clase de maíz está sujeto a 7 meses de cultivo, o lo que es lo mismo, a un máximum de peligro para ser mermadas o completamente destruídas las cosechas por las sequías o las heladas. Xuestro monocultiyo maíz, como alimentación popular, es toda-da más desastroso, si se atiende a que de todos los cereales que alimentan al hombre, es el de más difícil conservación; en consecuencia, es el que menos se presta a ser almacenado para reparar los vacíos que dejan las frecuentes malas cosechas. Yeamos lo que ha significado en la población mexicana rmestro fatídico monocultivo maíz, no obstante haberse empleado para sostenerlo, tierras realmente de maravillosa fertilidad, poseídas en abundancia por la desgraciada población {ue tanto elogia las maravillosas riquezas de su suelo. Tomo de mi libro en prensa " El Verdadero Díaz y La Reyolución" las tétricas citas copiadas de la obra del barón :le Humboldt, "Ensayo Político de la Xueva España", tomo 10., página 64, 310 Y 68. Dice el célebre sabio prusiano refiriéndose al año de 1803 ~n que visitó nuestro país: "~ os falta examinar las causas Títicas que detienen casi periódicamente el aumento de la po:Jlación mexicana. Estas causas son: La viruela, la cruel encermedad que los indígenas llaman "mathazahuatl ", y, so:Jre todo, el "hambre" cuyos efectos dejan rastro por mucho :iempo"
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El distinguido sabio agrega: "Gn tercer obstáculo para los progresos de la Nueva España y acaso el más cruel de todos es el "hambre q Y todavía insiste el mismo sabio sobre el asunto, diciendo: "la frugalidad del indígena azteca es casi igual a la de de] hin(lústEtllE:s y se evitarían las carestías frecuentes en México multiplicando los efectos de cultivo v dirigiendo la industria hacia productos vegetales más fáci,le's de conservar y de transportar, que el maíz y las raíces harinosas' , Por último, afirma el gran sabio: "La desproporción que hay entre los progresos de la población y el aumento de alimentos por efectos de cultivo, renueva el triste espectáculo del "hambre" siempre que por alguna gran sequía o por otras causas locales se ha perdido la cosecha de maíz" En suma, el barón de Humboldt, quien con entusiasmo habla de la admirable fertilidad de las tierras mexicanas, no de "todas", sino de una extensión considerable respecto de la cifra de la población; afirma que esa población cultivando tierras admirables por su fertilidad, no ha hecho más que estarse muriendo de hambre, siendo esta ,la primera de las causas que han impedido su desarrollo; y el barón de Humboldt aconseja que se abandone el monocultivo maíz, que se pase al poli cultivo alimenticio y que en vez de maíz, causante de frecuentes malas cosechas, se cultive otra planta más fácil de conservar y transportar. Desgraciadamente la permanencia del barón de Humboldt en la Nueva España no fue suficiente para que hubiera estudiado nuestro clima en dos puntos: el régimen de nuestras aguas pluviales ;; el de la distribución del calor en relación con las latitudes, aHitudes y corrientes atmosféricas. Si tales estudios hubiera hecho, habría concluido que sin el mOll
El barón de Humboldt, tomando con buenos datos que le proporc'ionó el clero, sobre el l!oeficiente de reproducción de
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la clase indígena, su condición social, sus enfermedades en:lémicas, su cjfra media de mortalidad y su estado de higiene, lplicó con su habitual corrección la fórmula algebraica que debía de fijar los períodos de duplicación de la población en Llll inmenso territorio provisto de tierras de admirable fertilidad en cantidad suficiente para permitirle el máximum de iesarrollo. El barón de Humboldt fijó que cada treinta y seis años debía duplicarse la población mexicana si no estuviera tajo el azote del hambre. Admitamos que ese azote no hubiera existido y que la población se hubiera desarrollado con menos vigor que la de los Estados Unidos, pero siguiendo la regla de los 36 años, fijada por el barón de Humboldt. Los críticos más conspicuos, aceptan que en la Nueva España la población agrícola contenida en el ex-Imperio Azteca no podía bajar de dos millones de almas a principios del siglo XVII. Admitamos 'que la ley de crecimiento de la población hubiera sido 50 años para duplicarse, en vez de 36. Habríamos tenido 32 millones de habitantes el año de 1800, derivados de los dos siglos de reproducción fisiológica en admirables y abundantes tierras agrícolas. Con esos 32 millones de habitantes sanos, bien alimenta:los por un policultivo de cereales y leguminosas, mentaliza:los por un gran bienestar físico, mexicanizados por la civilización que brota de la abundancia y la opulencia, no hubiera ~ido posible a los Estados Unidos quitarnos a Texas en 1836, nás de ¡la mitad de nuestro territorio, comprendiendo Texas en 1848, y la "Mesilla" en 1853, y no tendríamos necesidad en estos momentos de estar pidiendo la limosna del recono:!Ímiento de nuestro Gobierno, como la única moneda que nos puede salvar la vida en nuestro hediondo cuchitril. Indudablemente que no hubiéramos podido obtener el colosal desarrollo económico e industrial de los Estados e nidos, pero en 1910 México habría sido una nación de 70 u 80 millones de h.abitantes, capaz de hacerse respetar indefinidamente por el coloso del Norte y de no tolerar ni las infamias de la política iel Dollar, ni las protecciones emanadas de los idealismos del Presidente Wilson. Debemos a nuestro cErna que la nación mexicana aparezca cada día más oruga frente a los Estados
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Unidos, cada día más gigantescos. El mal ha tenido y tiene remedio, pero no hemos podido corregir nuestro clima por haber sido incorregible la imbeciliaad de nuestros sabios v la ineptitud y presunción de nuestros políticos, que con rar~s excepciones merecen el nombre de cuistres. Debo advertir que si el pueblo mexicano se mantuvo hambriento, miserable y enclenque cuando poseía tierras maravillosas por su fertilidad, como nos lo hace notar el barón de Humbldt, ¿_qué será en 1920, cuando esas tierras ya no existen Y, cuando han sido casi agotadas por el cultivo extensivo de más de un siglo, que ha hecho subir la población a una cifra ridícula: De 5 millones en 1800 a 13 millones de habitantes en 1910. Y es cuando aparece la Revolución destruyendo diez años al país para arrojar sobre la miseria de toda nuestra vida, más miseria, más ineptitud, más dolor, en un pueblo al que se quiere redimir con libros extranjeros es· Cl'itos por ilusos o malvados socialistas.
11 EL PRESI DENTE DE LA REPUBLlCA, EL ARZOBISPO DE MEXICO y EL CRITERIO CIENTIFICO ANTE LA CUESTION AGRARIA
¡J~
el segundo "e ollsidcra ndo" que a po)'a el proyecto de ley agraria presentado al país, ante el Congreso Federal, por el general don Aolyaro Obregón, se lee con cívica moción: .. Considerando que, no obstante el territorio nacioal tiene capacidad suficiente para proveer a las necesidades de !lás de cien millones de habitantes, y que puede servir de base una c(llpetiyidad fuerte y progresista, su escasa población 'iye :-u jeta a extremas privaciones y constituye una naciola1id?(l clllbrionaria, débil, anárquica y eternamente amenaadal: El ~eÜ(lr general Obregón aparece moderado al apreciar 1 número de habitantes que }lUt'de contener México constiuyendo un pueblo fuerte y progresista, dado el concepto que 1 tiene. lo mismo que todos_los mexicanos, excepto cinco o eis h(l111 bn'~ de ciencia; concepto que proclama a la faz de :1 humanic1ctd que ~I('xico e~ un país marayillosamente rico, omo lo prueban sus portentosas, incalculables e innegables i(lnezas. é:-:-pecialnlt·ntf' agrícolas. ~eg-ún (,1 (1ogmél. ~a'2Tac1o (1e ]a ri(!lle?;(l mrxlr'ana pro('lalada por sabios ,. sui-géneris ", .:\léxico podría lucir una polación de más de trescientos millones de habitalltes con as,ecto de ,",upr-rhombns por su robustez, donaire, helenismo n su físi(~{) y asombroso brillo psíquico. Desgraciadamente, 1 ('{:];'-.r¡ (¡flci'al, sin que nadie lo impugne, nos cllseüa que xi<..;fe lllW pc,hlación de quincp millones de habitantes. hamrif'nt(!~. llli:,énl h]es. endellque-..:, tales corno lo dig'() en mi ar¡culo anü-rir,l' l"r'~atiYo, que c1i":.lustó a numel'U~o:-; l'e\'o~ueio a:rir)~ infla(los con pr-triotismo di' batalla campal.
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F R A N C I S C,O
B U L N E S
El señor general Obregón está de acuerdo con mis apreciaciones sobre el aspecto humano y social de nuestra población, puesto que dice: que es escasa, que vive sujeta a extremas priyaciones, que es lo mismo que decir que es miserable, porque ]a miseria no es más que ]a privación extrema: el general Ohregón en lugar de usar la palabra mía: enclenque, usa la palabra débil ~. afirma lo que yo no quise decir a pesar de mi brutalidad para exponer la yerdad, y es que esa gran mayoría no pasa de semisalvaje. En efecto, el general Obregón nos dice que nuestra población constituye una nacionalidad embrionaria. Los grandes imperios bárbaros antiguos, como el egipcio, el persa, el asirio, el hindú, el azteca y el de los incas del Perú representan nacionalidades bárbaras perfectamente acabadas, que han llegado al apogeo de la ciyilizaci/lll que les (:olTC'spondía, habiendo alcanzado la ma~'or parte de ellas su período de YE',irz después de haber florecido las asiáticas millares de años. Hay nacionalidad embrionaria solamente en el caso de que se encuentren en determinado territorio un cierto número de tribus, mantenidas en paz por alguna fuerza superior humana ~. social extraña a su raza. ~It~xiC'o, desde la conquista hasta la fecha, representa un tablero de tribus, llegalHl0 algunas al salyajislllo, como las socialistas de lucatán. Esas tribus no est{11l unidas por la misma lengua, ni por la misma religión efediYR, ni por las mismas costumbres, ni por la misma historia, ni por la igualdad de razas, sino por la presión que la clase (~onquistadora ~. su derivada la mesti~,a ejer(:e sobre ella, en yirtud de su superior civilización. El general don ~alvador ~\lYarado, en el primer tomo de su obra, "11a Reconstitución de :\.féxico", página 131, dice: "~e puede asegurar, sin error alguno, que el 70 por ciento de las tierras C'ultiyables de la República, están ociosas y en ('<1111 hio hay una muy numerosa población rural que casi' se muere de h;mbre, ha~ bre no proclucida por la actual reyolución; hambre crónica, heredada de los procedimientos seguidos por los primeros encomenderos" Fn pueblo que tiene hambre f'rónica es un pueblo hambriento, como yo lo he afirmado, y como esa hambre crónica
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ta de los primeros encomenderos, quiere decir que el pue~ ) fue, o mejor dicho, .;..u gran mayoría, hambriento durante la la época colonial. Sin meterme ahora con la época namaL tengo el derecho de afirmar que el criterio revoluciorio, representado por los generales Obregón y Alyarado~ á completamente con el criterio científico cuando éste afir1: "El pueblo mexicano fue durante toda la época coloü hambriento. miserable, enclenque. representando un pro· cto de nacionalidad semisab:aje en su forma común históa~ que es la tribaL" El apostolado revolucionario. cu:-o suntuoso órgano p()lCo es el general Obregón, atribuye el estado miserable en e se ha encontrado y se encuentra nuestra población rul. .. al monopolio de la tierra que impide el cultiyo y desenta la producción de la riqueza. En efecto, el acaparaento desmedido del suelo patrio ha mantenido en erial enor's exten.;..iolle, de terreno que pueden calcularse :-,in hipérboen un 90 por ciento ele los adecuados en la República pafines agrícolas" ~ Cuándo ha tenido lugar ese acaparamiento] Si es esta causa de la situación abyecta y miserable del pueblo me:ano, y como tal lamentable situación aparece . .;..egún los nerales Obregón y Alyarado, durante la época colonial. hay e aceptar que el fune~to acapara:!1liento tUYO lugar durante citada época colonial. Si el acaparamiento es la causa del :ular infortunio del pueblo mexicano. es incuestionable que redención popular se encuentra en la destrucción del acaramiento. y a esp fin tiende el proyecto de ley aQ.Taria del lleral Obregón. Contra el proyecto de ley agraria del geral Obregón. el .;..eñor ..\rzohispo de ~Iéxico ha dicho, al ser treYi~tado por "El rniYPl'.;..al": e.;..a ley '-erá la muerte la agricultura mexicana": lo que equiyale a decir: esa . s(~rá la muerte del pueblo mexicano. Opiniones tan opuestas ele la primera autoridad política la Repúhlica y .;..n primera autoridad ec-le.;..iá.;..tica. e::óg"f>ll que criterio científico fríamente intervenga en una cuestión de la o muerte para todo un pueblo que lleva más de diez os de atroz agonía.
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Yeamos si durante la época colonial ha existido ese criminal acaparamiento de tierras, causa del fracaso político, económico, social y aún biológico del pueblo mexicano. En la época colonial, el territorio de la Nueva España tenía más
\'ola monarquía para que fsta les expidiese un título legítimo a mtl~· poco costo. llabía ('omposiciones indiyiduales y ('olecti"\'as~ pudiendo ser las colectivas hasta de
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)vincias. L,a composición de tierras yaguas de la reglOn Pánuco, costó a los detentadores pagar al gobierno vi·inal la insignifi~ante suma de cinco mil pesos. Al hacerse Independencia había en el territorio de Nueva España más doscientos cincuenta millones de hectáreas de terrenos hal)s, conteniendo tierras admirables como las de Texas, tieLS que habían escapado a los latifundistas que las obtenían r mercedes y a los latifundistas detentadores. Es inadmisi~ asentar 'que habiendo existido durante trescientos años el territorio de Nueva España más de doscientos cincuenta lIones de hectáreas de tierras baldías a la disposición del e quisiera tomarlas -de mercedario o detentador, tuvo lugar funesto acaparamiento de tierras de que tanto habla el ostolado revolucionario. l
* * "
Veamos cuál era el aspecto agrario exacto en la reglOn rilizada azteca, reconocida por el emp,leo de la agricultura ra el sostenimiento de la población. En esa región, que, como lo tengo dicho, se ext,endía al r del paralelo 21 grados, existían enormes latifundios conlidos a los conquistadores y sus familias o a las de algunos bIes indios, por medio de mercedes otorgadas por la morquía española; había también enormes latifundios en ma:; de los detentadores; había también ,enormes latifundios podos o comprados por el clero regular y secular; había gran )piedad en manos de particulares; había mediana propiedad poder de rancheros ricachones y aun había pequeña pro~dad no abundante en manos de campesinos pobres, blancos indios; pero frente a frente de esa gran régimen de pro~dad individual o corporativa, casi exclusiva de la clase lquistadora, se elevaban igualmente imponentes por su soez juddica y social las propiedades colectivas de la clase lígena. Desde ell año de 1535 y por cédula del 31 de mayo, el morca español ordenó 'que se devolvieran inmediatamente las rras que se hubieran tomado a los indios plebeyos y por lula del 19 de febrero de 1570, la monarquía ordenó que, 10
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sin privar a los indios de las tierras que poseían en los lugares que habitaban, fuesen congregados en pueblos. Esta disposición comenzada en 1570, fue cumplida completamente hasta principios del ,siglo XVIII. El señor licenciado L. Cossío, en sus notables apuntes sobre la historia de la propiedad, hace la siguiente cita de las disposiciones de la monarquía española que confirmaban la posesión de los terrenos de comunidad de los pueblos: L. 5 tit. 12 Lib. IV, L. 8 tito 3 lib. VI, L. 9 tit. 3 lib. VI de la Recopilación de Indias; artículo 81 de la Ordenanza de Intendentes y otras muchas que sería largo enumerar. Durante toda la época colonial hubo luchas entre los latifundistas y los pueblos con resultados casi siempre desfavorables para los latifundistas, porque la monarquía española cuidó siempre y con esmero de amparar a los pueblos contra ¡las pretensiones de los latifundistas. Había una ley (lue prueba que la política metrop'olitana tendía a que los l'ueblos devorasen a los latifundios. La tal ley prescribía que siempre que en una hacienda se radicasen como servidores de ella el número de familias necesarias para constituir un pueblo, sería constituído éste, tomando para sus ejidos de las tierras de la hacienda, sin pagar indemnización a su dueño. Durante la época colonial, lo evidente es que los pueblos, salYo raras excepciones, eran los que con espantosa terquedad e insaciable avidez invadían los latifundios, al grado de que disminuían el valor de las haci,endas que tenían la desgracia de colindar con uno o varios pueblos. Durante la época colonial coexisten en el inmenso territorio de ~ueva España, tierras de los particulares, no siempre latifundios, tierras de la Iglesia, tierras de las corporaciones religiosas o de beneficencia y, sobre todo, ejidos de los pueblos en cantidad más que necesaria para sus necesidades, conteniendo tierras mejores o iguales a ¡las de los hacendados y amparadas con suma energía por la sabia política e incuestionable benevolencia de la monarquía española. . Durante toda la época colonial, en la inmensa superfiCIe de la Nueva España, hubo fértiles tierras para todos; p~r ticulares, corporaciones, iglesia y pueblos, todos podían dISfrutar de ellas mediante una legislación admirable y una po-
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Lca colonial inflexible para hacer respetar las propiedades los indios. Ninguna persona de estudio puede aceptar e durante los trescientos años de período colonial hubo ese aparamiento de tierras que, según el criterio revoluciona), es la causa del fracaso político, social y aun humano de población de México manifiesta durante la citada época lonial. Es, pues, preciso encontrar la desgracia fundamental México en algo que no sea un acaparamiento, que no istió. En mi próximo artículo trataré del acaparamiento en la oca nacional.
EL LATIFUNDISMO PUEDE SER COMPATIBLE CON LA GRAN RIQUEZA DE LOS PUEBLOS
IIQJL hacerse la independencia, que fue funesta para la clase indígena, p~rdió ésta la delicada Y.: constante protecciónque le otorgaba la monarquía española y sus "libertadores" comenzaron a agredirla, a expoliarla, a rebajarla, a sujetarla a tremenda ese I a yitud social, política y económica. El mal llamado partido liberal, que debía denominarse partido esclavista, hipócrita de indios, no se ocupó de defende:r:la sino de abusar de su sangre para gastarla en miserables rencillas de su famelismo, codicia y crueldad, para hacerla suf:rir sin otorgarle ni una hora siquiera de misericordia. Pero no obstante· esa diabólica conducta de los terratenientes apóstoles de la encomienda y de los liberales apóstoles del hambre propia, no hubo acaparamiento de tierras, pues que la gran mayoría de los ejidos de los pueblos fueron respetados ~' lo que no se respetó, ni por conservadores ni por liberales. fue la libertad social del indio ni sus derechos civiles seriamente apagados por el Estado y la Iglesia durante toda la época colonial. Se les tomó mucha sangre, mucho trabajo, mucha paciencia a ,los infelices indios; pero muy pocas tierras porque siempre encontraron defensa en los tribunales, en lo general íntegros, sobre todo de parte de los tribunales eclesiásticos. En 1856 comienza la revolución de Reforma, detrás del sencillo Plan de Ayutla y los constituyentes de 1856 pretendieron convertir la propiedad colectiya de los pueblos, representada por sus ejidos, en propiedad individual que dehían disfrutar los hijos de tales pueblos. Ese pensamiento para l~e ~ar a constituir la peaueña propiedad, en apariencia es dIgno de dogio y en realidad de gran censura por no haber es-
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ldiado los legisladores más 'que libros extranjeros paneglrIS1S de la revolución francesa, en vez de haber estudiado el ledio físico de su patria y las condiciones sociológicas de la Iza indígena. Los pueblos recibieron con gran disgusto la reforma agra,a de los constituyentes, que fraudulentamente se llamaban lS representantes, cuando en realidad lo que representaban l'a visiones de biblioteca jacobina. Fue nece--ario para evitar n levantamiento general de indios, que el Gobierno decreta~ que fuese muy lenta la conversión de la propiedad colecLva indígena en propiedad individual. Ese primer reparto de tierras a los pobres, muy honrao porque no se violaban derechos individuales y mucho meos individual, obtuvo un fracaso escandaloso. Los indios proietarios, no pudiendo sostenerse como tales, vendieron sus ropiedades en general a los ranc-heros propietarios de rauGOS y éstos. a su yez, las yendieron a los grandes terrateientes. Desde que comenzaron a surtir sus efectos las musicales Tes agrarias de 1856. comenzó el acaparamiento de tierras e que tanto hablan los reyolucionarios, al mismo tiempo que L~lllinuía la grandeza elel latifundismo por ]a abolición de los .ayorazgos por la diYi~ión de tierras por herencia y por la aposibilidad cada día más evidente de sostener una agrilHura que a sus propietarios arruinaba. Ese acaparamiento lUsado por ]a impotencia de los pequeños propietarios para )stener en el terreno económico su propiedad, fue en aumento Ista alcanzar su máximum en 1910, indudablemente protegi:) por el dictador general don Porfirio Díaz. *
*
Para el criterio revolucionario mexicano. el latifundismo )minante en una nación significa miseria, analfabetismo. demeración y muerte vergonzosa para el pueblo. Tal creencia : tan falsa como decir que la sal contenida en las a~uas del ar perjudica el brillo de las estrellas de la constelación de rión.
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La nación cuya agricultura está más adelantada, tanto po-r el monto como por la calidad de su producción, es Inglaterra; es la nación latifundista por excelencia y su latifundismo ha creado un pueblo notablemente vigoroso, inteligente, activo, patriota, una verdadera raza aproximada a la de los superhombres. En los Estados Unidos el régimen agrícola es mixto l compuesto de pequeña propiedad, mediana, grande y enormes latifundios que se encuentran en el sur dedicados al cultivo del arroz, de la caña de azúcar y del algodón. Nadie ha dicho que la clase popular que trabaja en esos latifundios sea miserable, encanijada, abyecta y de aspecto semisalvaje. La Repúhlica Argentina levantó y reveló su formidable potencia agrícola y en la actualidad coexisten allí la pequeña prGpiedad, la mediana y enormísimos latifundios como no se encuentran en parte alguna del mundo. Cuba, en 1800, tenía aproximadamente doscientos mil habitantes y en la actualidad su población excede de dos y medio millones; es decir, que en ciento veinte años ha obtenido un crecimiento de población once veces mayor que el que tenía en 1800. Cuba jamás ha sido pobre, ni como colonia ni como nación independiente y ha logrado su notabilísimo desarrollo con sus la tiflundi 08. En la actualidad, el mayor de ellos, "La Chaparra Sugar Co" repartió a sus empleados, en 1919, quinientos mil dólares de gratificación y ha logrado producir hasta tres millones stiscientas mil toneladas de azúcar, con un valor cuatro veces mayor de lo que importa toda la agricultura mexicana. Todos los años salen de España millares de jornaleros para ir a levantar las cosechas de trigo de la Argentina y trabajar en la zafra de la isla de Cuba y volverse después de algunos meses de trabajo en los latifundios argentinos y cubanos, con los bolsillos repletos de oro, con los ahorros de sus jornales, no obstante que tienen que pagar el costo del largo viaje de ida y vuelta y perder dos meses de trabajo mientras hacen tales viajes. De ItaEa igualmente salen todos los años millones de jornaleros, con objeto de trabajar en los latifundios argentinos, levantando las cosechas de tri~o y de maíz, e inmediatamente después volverse a su patrIa
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rovistos de preciosos ahorros. Para que hombres blancos ll'opeos crucen por millares cada año los mares para ir a abajar en los latifundios de América. obteniendo un precio )r su trabajo muy superior al que puedan conseguir en su n~a. E'S porque. el régimen latifundista es muy capaz de lrIquece~ a los Jornaleros que lo sir,en :- que no es más le desatmo asegurar que en todo caso el latifundismo siglfica miseria para la clase popular que lo sir,e. En nuestro país tenemr:,s pnlebas de lo que puede hacer latifundismo. En la rica comarca lagunera situada en los ~rritorios de Durango y Coahuila existe un grupo de latimdios y sin embargo~ esa comarca tiene la reputación de ~r la más rica de la República en cuanto a producción agrí>la y la que más altos jornales paga a la clase popular que . sin' e, siendo ésta la que disfruta de más prosperidad en ,da la República )Iexieana. La comarca laQ'unera deeae cuan) decaen las crecientes del Río X azas \" se le\"anta hasta extar la en\"idia de las demás regione; del país cuando las 'ecientes del río mencionado se presentan poderosas. Es el o el que rige el estado económico de la comarca lagunera, n que para nada influya el latifundismo. )Iéxico sería la wera nación del mundo por su riqueza y de gran prospedad popular si todo su territorio estunera cubierto de latimdios en condiciones de los de la comarca lagunera, sern)s por ríos como el Xazas. y )Iéxieo podría contener cuaocientos millones de habitantes robustos. inteligentes :- al,mente ciTIlizados. si los ríos que sirneran los latifundios le cubrieran su territorio, tuneran la regularidad no per'era de las crecientes del Xilo. En Yucatán existen enormes latifundios que han mereci) indebidamentE' la maldición del criterio re\"olucionario :~ la escuela eer:mómica de los maestros normalistas. El Q'e~ral .á.lvarado~ por actos de nolencia cacical, impuso el alza ~ los jornales, tal "Vez más allá de lo 9-ue un buen sistema :onómico autoriza: pero esa alza pudo unponerla el proletaado rural 1aciendo uso de los medios pacíficos :- legales que ltOrna la cinlización. Con el alza de jornales sufrió la poblaón jornalera de Yuca~án, antes. en as~mbrosa ,prr:.speridad le no supieron conducIr su GobIerno ID los apostoles revo-
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lucio~arios. El general Alv3yado quiso fraccionar los latifundlOs y el Presidente Carran7.il no Jo consintió. El caso de Yu~atán prueba el ~atifundismo con un alto grado de prospendad de la clase Jornalera que lo sirve. * * *
El. latifundismo es y ha, sido altamente pernicioso para la clase Jornalera cuando esta servido p{)r esclavos o siervos como acontecía en la antigiie.dad y como ha acontecido en al~ gunos países hasta la segunda mitad del siglo XIX. Las leyes estrictamente científicas que rigen al latifundismo, son en el caso de que los latifundios contengan_ grandes riquezas que explotar. ¿ Los jornaleros del latifundismo son esclavos o siervos ~; entonces sufrirán miseria, abyección, analfabetismo y posición social de bestias de establo o de potrero; pero en ese caso los propietarios de los latifundios acumulan riquezas sobre riquezas, y espantan por su prosperidad, como los legendarios príncipes rusos, los rajahs de la India, y en general, los terratenientes asiáticos y los esclavistas de América, cultivadores de caña de azúcar, algodón y café. Siempre considerando que los latifundios tengan grandes riquezas ¡que explotar, ¿ los jornaleros que los sirven son' hombres libres y los métodos de explotación lo suficientemente racionales para no nulificar y restringir la riqueza del latüundi01 En tales circunstancias, la clase popular puede obtener inmensa prosperidad, superior a la del campesino propietario. No por lo que he dicho se me considere enemigo del régimen de la pequeña propiedad. Este presenta enor~es. ventajas políticas, sobre todo en tiemplOSl de bolchevIqu~smo, responde a las legítimas aspiraciones populares y co~o llln~u no sirve para que una sOCIedad se col.,que en lo mas flondo de los sentimientos humanitarios. Pero para optar entre el régimen latifundista y el de la pequeña propiedad, no se deben consultar libros extranjeros ni creer ¡que el pueblo ~e encuentra en países imaginarios; hay que consultar el medIO físico con criterio brillantemente científico, e igualmente hay
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que consultar el medio social y la flexibilidad o dureza de la raza para adaptarse a la civilización. Como se ha visto, por lo que he expuesto, a la opinión pública, el "redentorismo ", impregnado de errores de nuestros sabios y políticos no ha hecho más que desbarrar en materia de latifundismo. * * * Pero admitiendo que el latifundismo hubiera sido tan pernicioso en México como nos lo pinta el hirviente apostolado revolucionario, he probado' que el acaparamiento de las tierras, no completo por los latifundios, data desde que comenzaron a surtir sus efectos las leyes de desamortización de 1856 y al mismo tiempo, los dos más insignes apóstoles de la Revolución, generales Obregón y Alvarado, están de acuerdo con el criterio científico, que es el 'que yo humildemente represento en esta cuestión, en que la población rural que constituye la i,'layoría del pueblo ha sicIo hambrienta, enclenque, miserable y aun semisalvaje, desde la época de la conquista hasta nuestros días; luego, es imposible admitir que un fenómeno aparecido en los últimos setenta años de la existencia de México sea el responsable de lo ocurrido trescientos años antes. Es cierto que la miseria del pueblo mexicano se ha acentuado progresivamente en esos últimos setenta años, hasta llegar a ser de extrema gravedad, seguramente mortal si continúa, pero yo probaré con mi rigidez lógica e histórica habitual que el latifundismo mexicano, en vez de acelerar la explosión de la catástrofe final, ha servido para retardarla.
IV UNA AGRICULTURA EN AGONIA
l i J L señor De N egri, funcionario probablemente muy va· lioso en asuntos de diplomacia y política mexicana, no tiene dotes para funcionar en el puesto más difícil de la República y de donde debe salir como está ya saliendo su irrevocable sentencia de muerte. Perdí la fe que no tenía en el señor De Negri, cuando observé que al hacerse cargo de la Secretaría de Agricultura, no había firmado el cese de todos los agrónomos empleados en ella, para p,erjudicar al país. Es bien conocido, que tratándose de la agricultura mexicana, la maicera de temporal que es la preponderante; donde pone la mano un agrónomo le abre sepultura económica y a veces humana al desdichado dueño de la finca. Todos los hacendados propietarios de haciendas maiceras de temporal, odian a los agrónomos, después de haberlos empleado y protestan no volverlos a ocupar ni atender sus consejos. Excito a que se me desmienta presentándome la estadística de las haciendas y ranchos de la República, donde se cultiva maÍZ de temporal y que estén dirigidos por agrónomos titulados de la Escuela de Agricultura. Para probar la justicia con que hablo; voy a exponer el último caso escandaloso de la incompetencia agronómica. La Secretaría de Agricultura nos anuncia con fruición de gato prendido a un jamón de Chicago, que, según sus cálculos la futura cosecha de maíz en la República, ascen~erá a la respetable cantidad de 1,551.017,723 kilos de maíz. Esta cosecha es precisamente la que necesita un desgraciado pueblo, para entrar en agonía. En la República Mexicana existen dos millones y medio de familias que se alimentan exclusivamente con maíz. Admitiendo la familia de cinco personas, en la que una de ellas
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no necesita ración, queda lo que han calculado los economistas; cuatro raciones de adulto por familia. De modo que los dos millones y medio de familias proletarias mexicanas miserablemente alimentadas como lo han estado siempre, necesitan por día diez millones de raciones de maíz para su alimentación indispensable. Desechando en el cálculo de argumentación las cifras que no llegan a un millón de kilos, tendremos que la cosecha presentada por la Secretaría de Agricultura, dividida por los trescientos sesenta y cinco días del año, hacen un gasto diario para el proletariado dependiente del maíz, de 4.000,000 kilos. y como tengo dicho que ese proletariado que constituye el ochenta por ciento de población necesita de diez millones de raciones kilos, para que individualmente cada proletario disfrute por lo menos del alimento indispensable; dado lo miserable de la cosecha Ique con bombo nos presenta la Secretaría de Agricultura, esa ración vital diaria e individual, apenas alcanza a cuarenta centésimos de kilo cuando la ración fisiológica personal es de setenta y cinco centésimos de kilo. La cosecha actual, con que se regocija la Secretaría de A'gricultura, es poco mayor de la mitad de la que llec:e::,ita la República. Nótese que no tomo en cuenta el consumo de maíz que hacen las clases mexicanas no populares, ni el que se gasta en extraer almidón, en fabricar alcoholes, en engordar cerdos y alimentar aves de corral y ganado mular y caballar. Tengo derecho para asegurar, que el señor De Negri ignora lo que es maíz, lo 'que es agricultura, lo que es alimentación popular, lo que es vida pobre, lo que es humanidad, lo que es deber en el puesto que ocupa, desde el momento en que le anuncia al país, una calamidad que lo hará llorar, pidiéndole aplausos como si la Reyolución hubiera conseguido, el objeto fundamental que disculparía sus horrores; la salvación del pueblo mexicano cada día más extenuado por el hambre. El periódico culto e independiente que encomió los trabajos estadísticos del señor De N egri, asegurando al país que las cosechas no serían malas, lanzó otro nuevo toque fúnebre para los mexicanos; pues dijo, que en los veinte Estados
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federales más productivos las cosechas de frijol se elevaba en números redondos a setenta millones de kilogramos o SE a poco más o menos de un millón de hectolitros. La produ, ción media anual de frijol, según el tratado de Geografí Elemental por el profesor Daniel Delgadillo de la Escuel N ormal de :México: muestra frente a la U,evolución regener, dora de la manera más correcta y admirable de las pasion~ salvajes de los aztecas y de todas las espantosas tribus cu~ yida antisocial no dejamos de elogiar; que era antes de : Revolución de 1910 a la que tanto debemos, de 2.446,0( hectolitros de frijol por año. En 1922 y en año inmejorab: porque desde 1887 no ha tenido igual, 1.000,000 de hecto] tros, es decir, una cosecha magnífica de frijol actual, es el 40' de la producción media de 1910. Puede decirse, que al agrari mo más que al agotamiento gradual y constante de la tierr debemos la contracción de la producción de frijol al 40% ¿ lo que era en tiempos en que el pueblo sufría privaciones falta de culto a Herón Proal. Está bien reconoc'ido por la fisiología humana, que maíz no es alimento completo ni casi completo, del hombr Antiguamente, se admitía que el maíz proporcionaba a ¡ consumidor .sohre noventa o cien gramos de materia proteie Por ]0 tanto, el deficiente alimenticio del monófago del maÍ era de un treinta y tres por ciento. Pero actualmente se sab que de la proteína del maíz sólo es realmente alimenticio " zein", desdoblado en el organismo por los fermentos dige tivos, hasta llegar a los amino-ácidos. La deficiencia nlime: ticia mencionada es actualmente de sesenta y seis por cient lo que hace necesario a los 'que yiyen del maíz proporcIOna se alimentos azoados donde los encuentren. Y como ante" ( la conquista, no fueron conocidas de la poblaeión indígel las ganaderías comestibles educadas por el ejercicio d~ yida pastoril, los indios apelaron al "ahuautle", (pasta ( moscos de la laguna), juiles y otros animales poco nutritiv' y asquerosos que se encuentran en las 1aguua3 fuera de 1, peces suculentos y atractivos. La necesidad de la aliment ción azoada fue la principal causa de 'que las tribus inmigra tes que inyac1ieron y conquistaron a México, se fij.asen ~
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toda preferencia alrededor de las lagunas de Michoacán, del Lago de Chapala y de los lagos del Yalle de México. Si el clima de nuestras costas hubiera sido benéfico, el interior se habría ,quedado vacío y todos sus habitantes disfTutando de las riquezas marítimas de las costas . •,<:
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La marcha de nuestra agricultura es en extremo pavorosa y no tiene remedio, porque la marcha del criterio de los mexicanos, es, creer que lVléxico, mientras más pruebas da de pobreza, más prueba su maravillosa prosperidad. Las estadísticas agrícolas correspondientes a 1890 y que publica el señor doctor Jesús Díaz de León, esclarecen lo siguiente: Hectolitros. Cosecha de maíz muy buena, en 1890. 60.000,000 Promedio de una cosecha de maíz en ano bueno 40.000,000 Promedio de una cosecha regular. 30.000,000 26.000,000 Cosecha de maíz en 1921. Cosecha de año feliz para 1922, cálculo oficial 22.000,000 La reducción de las cosechas antes de la revolución de 1910, se debía al agotamiento constante y gradual de las tierras de temporal mejores de la República. El agrarismo ha agregado su funesta acción, para reducir considerablemente nuestras cosechas y no es pesimista ni imprudente decir, que antes de diez años el infeliz pueblo mexicano, se habrá yisto obligado por el hambre a hacer una espantosa revolución contra la política de la repartición de ejidos, y a imitar la catástrofe de Rusia, comiendo carne de cadáver humano. * * * El Estado de Morelos, es el Estado sagrado del agrarismo y por lo tanto el Gobierno federal, ha tornado el mayor empeño en gastar millones de pesos, para auxiliar a los labriegos en el cultivo de las tierras repartidas y presentar al mundo y especialmente a ]a nación mexicana un éxito brillante que justifique a la Hevolución, engrandezca a sus hombres .r les dé lugar extC'n':>ivo en el "Panteón de los Héroes"
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que estaba ya proyectado y el héroe ocupante será el desgraciado pueblo morelense. Tenemos los siguientes datos: En la página 132 de las nociones elementales de agricultura para las escuelas primarias, especialmente las rurales por el doctor Jesús Díaz de León, aparece que el promedio del maíz que se cosechaba en el Estado de Morelos en los buenos años, alcanzaba a .. .. 89.232,800 kilogramos. En la estadística de la Secretaría de Agricultura y Fomento, tan bien dirigida por el señor De N egri, el rendimiento de maíz en dicho Estado de Morelos, será para 1922, de 4.874,300 kilogramos. Ante tan tre~endo fracaso dél agrarismo, el señor doctor Parrés, "protector de indios" en condiciones diferentes de las usadas por Fray Bartolomé de las Casas, ha comprendido que si los morelenses fuesen de carne y hueso, aun cuando ocuparan lugar modestísimo en la escala zoológica, bramarían como tufOS in. yectados con bromo hirviente. En efecto, a los morsiensei:l Jes cuesta la Revolución: Por no haber vendido durante do.3 años, cuarenta y cinco mil toneladas de azúcar por año :l razón de un peso el kilo, $90.000.000.00; por no haber vendido durante tres años las cuarenta y cinco mil toneladas de azúcar, a razón de cuarenta centavos kilo, $54,000.000.00 .-Suma, $ 144,000.000.00 Actualmente, según las estadísticas de la Secretaría de Agricultura, la cosecha de maíz de Morelos, ascenderá a "cinco millones de kilos ", que a razón de diez centavos kilo, hacen quinientos mil pesos al año. Con cuya producción Morelos no tiene elementos para ser Estado Federal, sino para vivir colgando como limosnero a las faltriqueras del Centro, en calidad de territorio que en pocos años será un desierto. El señor Parrés ha encontrado solamente un medio pa· ra salvar a Morelos de su muerte política y material y es re· negar del comunismo y colocarse en el capitalismo, para lo t'ual ha ideado formar una compañía cooperatista imposible: con tres millones de dólares de capital americano. con seiE millones de pesos mexicanos, expresados en fincas azucare· ras por sus despojados dueños y por el trabajo de los inJ.im del lugar, 'que lo primero que harían, sería declararse eIl
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huelga, en pleno sabotaje, en excitación zapatista contra sus socios capitalistas a los que tratarían como animales destinados al sacrificio de poderosas fieras. Pero como esa compañía jamás se organizará, lo que quedará perfectamente organizado será la muerte política y social del Estado de lVlorelos. Si aún tiene en apariencia vida, es por los millones que para sostenerlo ha gastado y sigue gastando la Federación, la que aunque quiera no podrá hacerlo si la industria del petróleo no se lo permite.
v HISTORIA DEL GRAN ATRACO AL PAIS POR EL GREMIO AGRONOMICO CONTESTACION AL SR. DE NEGRI Y SOCIOS
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A respuesta que me dió el señor De Negri, es la propia de su carácter de hieródulo recitador de la emocionante "oración del ejido" y del salmo de groserías e insultos, 'que constituyen toda la cultura de aquellos revolucionarios poseedores de cráneos de aluminio, que sirven de vaso a una fusión de sandeces demagógicas. El señor Denegri está en su puesto biológico y le honra aún más que sus delicados trabajos administrativos en la Dirección de los Ferrocarriles Nacionales, haber confe5ado en su contestación que no es persona y ni siquiera microbio en los departamentos de la Ciencia; lo que me obliga a darlo de baja en c:;ta polémica y de alta en uno de los nichos del "Panteón de los Héroes" que se va a construir, en el Estado de M ore los, precisamente en el lugar en que el zapatismo ordenó el ase· sinato del gran Apóstol Agrarista Otilio Montaño. Me es dulce manifestar a todos los señores agrónomos, fósiles viejos, maduros y frescos, que a ninguno personalmente me dirijo; porque no trabajo para la riña, ni para la disputa, ni para explotar escándalos _entre necios. Escribo atacando males causados por corporaciones o clases sociales. y si ahora he elegido al gremio agronómico, es porque ha llegado el tiempo de que liqnide las tremendas responsabilidades que ha adquirido como gTemio científico, ante el país, ante la ciencia, ante la historia y ante la humanidad en general. El gremio agronómico ha causado más desgracias a· su patria que el gremio guerrillero en las peores épocas de sus inolvidables desenfrenos.
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Excepto en ciertos casos 'que ocurren en la profesión de médico, todos los profesionistas honrados, tienen la obligación de que cuando a ellos ocurre un particular o el gobierno, en demanda de sus servicios para el establecimiento o gestión de negocios agrícolas, industriales o comerciales, deben de toda preferencia, dictaminar sobre la posibilidad o imposibilidad de esos negocios, sobre sus pll'obabilidades de éxito y si encuentran seguridades de desastre, deben no solamente manifestarlo así a los interesados, sino excusarse de tomar parte en un fraude contra la nación o los particulares. Un proflesionista honrado no puede proponer ni aceptar, el estahlecimiento de una pesquería de perlas en la Laguna de Zumpango, ni dirigir el cultivo de pimi'enta en el extenso pedregal formado por las erupciones del Ajusco, ni embaucar a gobernantes sin criterio, para poblar con cocoteros de Ceylan, el Bolsón de Mapimí, ni para extraer inmensas masas de oro químicamente puro, que se encuentran fundidas y próximas a derramarse en el cráter del Popocatepetl; y tampoco puede timar, haciéndole creer a los gobiernos y a clases populares sin civilización, que es factible, crear una agricultura de plantas alimenticias para el pueblo, en terrenos donde no hay agua o donde la precipitación pluvial acaba por precipitar la ruina sobre los míseros capitalistas que se entregan a trabajos agrícolas. * * *
La sabiduría popular desde los tiempos coloniales había conquistado un principio económico: en México, cuando los años son buenos por sus oportunas lluvias, hay en todo el país abundancia de artículos alimenticios a precios irrisorios; hay salud, hay alegría, hay pensamientos de patriotismo y altruismo; hay sentimientos de cálida fraternidad entre los hombres; en camhio en los malos años por falta C' inoportunidad de las lluvias hay intensos sufrimientos en las masas populares; hay miseria en sus hogares, hay vapores de sangre en su conciencia, hay odios de raza y de hombre contra el hombre y hay revoluciones que deshonran y empobrecen a la patria. Lo que acabo de decir, es conocido en México desde el siglo XVI hasta el siglo XX. N o hay mexicano que lo BUL'IES
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19nore y no hay patriota que no anhele remediarlo. Y el remedio está indicado: si los malos años de lluvia son causa constante de dolor nacional, todo queda arreglado con suprimirlos, creando la irrigación en la agricultura alimenticia; lo que es muy fácil porque el territorio mexicano desde la latitud 21 grados Norte hasta nuestras fronteras del Sur, es espesamente montañoso y todos los vasos hidrográficos aparecen admirablemente escalonados. en todos sentidos. hacia el Hur, hacia el Oriente y hacia el Occidente; y solameí:üe hacia el Norte se encuentra el hundimiento del Bajío, siguiendo el extenso plano que después de Durango se inclina suavemente. Hay aún numerosos lagos y lagunas que conservan agua en la extensa altiplanicie y otros que están desecados, pero que es posible volver a llenar. Como muestra de las grandes obras hidráulicas que sin necesidad de la Escuela de Agricultura, se hicieron en el país en la época colonial, se desta.ca la admirable presa de la Hacienda de Arroyo Zarco, construída por sus propietarios que eran los jesuitas. Brillante hubiera sido para México que los jesuitas se hubieran encargado de resolver el problema económico, como lo pensaron por medio de la irrigación, en vez de que esa tarea ,quedara encomendada a cuistres políticos y a rapaces timadores deshonrosos para la ciencia. Varias veces he publicado en "El Universal", que con justicia el Barón de Humboldt en 1803 y en la ciudad de México, calle de San Agustín, declaró lo que declara en su mejor obra sobre la Nueva España, que la población de México había fracasado porque teniendo dos millones de habitantes a principios del siglo X,"II, aparecía doscientos años después con cinco millones, viviendo libremente sobre tierras extensísimas de sorprendente fertilidad. Escribió dicho sabio que en Nueva España, el principal obstáculo para el desarrollo de la población era el hambre de sus habitantes, a causa de ella siempre miserables y en estado comatoso y que esa hambre era debida a las frecuentes sequías ocasionadas por la falta de lluvias durante el año o por la falta de regularidad en su precipitación, cuando las plantas en cultivo las solicitan. Ya he dicho que México, teniendo como ha te-
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nido tierras fértiles cuando, además de poseer su actual territorio poseía Texas y la Alta California; aprovechando de la fertilidad de esas tierras y de la innegable proliferación de la raza indígena, podía tener en estos momentos más de cien millones de habitantes, educados por la prosperidad, no por las farsas del señor Vasconcelos, yesos cien millones habrían alcanzado la energía necesaria, para mostrarse como hombres y rechazar tanto la tiranía social como la tiranía política, ejercida por gobiernos o demagogos que cada día los embrutecen más proclamando que los redimen de vivir en la pocilga infecta que les ha creado su irremediable miserIa. Desde que los toltecas introdujeron el cnltiyo d(>l maÍ.7, en México, hasta 1856, habían trascurrido mil doscientos años de hambre para un pueblo mártir por no haber obtenjdo la irrigación agrícola. Nuestra agricultura sin agua había arruinado a todos los terratenientes, a todos Jos pueblos que laboraban sus ejidos y a todos los capitalistas pequeños o grandes que se entregaban a la explotación de la admirable tierra. Triunfó la facción liberal en 1856 y no pudiendo explicar por qué en el país más rico del mundo se encontraba uno de los pueblos más abyectos y miserables, atribuyó el mal a que no era agua lo que necesitaban nuestras tierras, sino agrónomos y a que los reyes toltecas lo mismo 'que las dina~stías indias sucesoras, lo mismo que los gobiernos virreinales y lo mismo que los gobiernos nacionales, no habían dado con la clave del enigma, que era el establecimiento de la Escuela de Agricultura. Se aceptó esta majadería como se aceptan otras muchas, puesto que se nos educa para majaderos; y aceptada la revelación de la causa de nuestros sufrimientos y no obstante las penurias del erario público, el Presidente don Ignacio Comonfort, estableció en 1857 la Escuela de Agricultura y el país conmovido derritió su corazón al escuchar las palabras del licenciado Siliceo: "Con sólo con que nuestra arruinada aO'ricultura sea dirigida siquiera veinte años por sabios agróno~os formados en la escuela que hoy se inaugura, la faz de México ram biará y su grandeza hará cambiar la faz del mundo"
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Por supuesto que la Escuela de Agricultura inmediatamente fracasó. En su plan de estudios se encontraban las carreras de agrimensor, de agrónomo y de médico yetcrinario, Los alumnos inteligentes y adelantaá0'\, hijos de agricultores aprendieron que, según lo que se enseñaba en la Escuela de Agricultura, nada o muy poco podía servir a los hacendados. La agricultura intensiva no era aún necesaria, pues había bastante fertilidad ell las tierras; lo que los agricultores necesitaban para salyarse de hipotecas, ~' no progresar, eran buenos aüos que no podían dar la presencia de buenos agTÓnOmOs, los que no eran necesarios para obras hidráulicas, profesión que les correspondía a los ingenieros civiles. Cuando los años eran buenos, los hacendados recogían magníficas cosechas sin el (:onocimiento de los consejos de los sabios, pues considerau saber por su larga práctica y las leeclones tradicionales de la exp!eriencia de muchos siglos, más de lo que les podían enseñar las teorías a seco de algunos pretenciosos jóvenes agrónomos salidos de la escuela. Una vez que los alumnos atrapaban el título de agrimensores, huían de la enseñanza agrícola que les ofrecía hambre y desnudez, para yiyir de los trabajos topográficos. En 1862, el Presidente don Benito Jnárez, obseryanclo que era irracional sostener la carrera de agrimensor en la Escuela de Agricultura cuando se podía estudiarla en el Colegio de Minería; la suprimió y entonces quedaron en el Plantel de San Jacinto, siete u ocho profesores de agricultura, ;-,ostenidos por cinco o seis alumnos, que seguían la desprestio'iada carrera sin demanda social, por motivos que no conozn , eo. La Escuela habia, pues, frarasac10, pero no los agroDomas resueltos a vivir del gobierno aún cHanclo la sociedad los ]'t'ehclZ.ara por inútiles, El militarismo latilloaillITi('¡¡nr¡, tielH' Ull illCOllYCniellte gra yí..;iHlO; enando d .. Libertador" re!)resenta la ('(:l11S(¡ popular, entonces es rudo )' ,'sU¡ mu~' ('el'ea ele los h(\1']¡aJ'II" o salyajes, y por cOl1si!2'uicnt(" ,,-¡¡jeto a enloquP('('}'st' ('on 10-'; más ridículos fetiches, El general Díaz en l~Ti ('1'(1 Lln r~I(~0 ,-;c,l (ladón afortunado ('on el })l('~l'ama de ha(,t'l' pl'o!.n'e~ar ~ fin país pOI' la YÍ,j ('('ollómi('a, ¡>..; decir, por la jl]"wp'riclad de la
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agricultura y aceptó el fetiche que le pre~ultó el doctor oaxa· queíio don Gustayo Ruiz Sandoval, quien respondía de lE grandeza de la Patria si se le entregaba el cuerpo de agró' nomos. Ruiz Sandoyal atribuía el fracaso de la Escuela dE Agricultura en 1862 aCJue no se establecieron al mismo tiemp( escuelas regionales, pero estableciendo una en cada Estado e territorio el triunfo sería atronador y completo. Era imposi· ble que la agricultura resis1ie1'a al E"tnl"JUjlj de mús de c11at1'O· cientos profesores agrón r n)1()s, atatc¡11C1o (·l t(,~()l"I) federal COll yoracidad del hambre atrasada. Desgraciadamente aunqUE para el general Díaz la palabra de "Gusta YO:' era la palabr2 de Dios como la de todo profesionista oaxaquello. el eraric federal cnyas rentas en conjunto se eleyaban a diez y seü millones de pesos anuales, no podía soportar desde luego E,1 g'a8to de do,", millones de pesos que importaba el proyeGto (lE "Gusta YO" Sin embargo se di() ensanche a la Escuela de A'gri· cultura y '-',e estableció una regional en el Estado de Morelm en la ,,\Tilla Imperial de lVIaximiliano", a un kilómetro dE Cuernayaca, lugar delicioso, donde mucho gozaron los agróno· mos sostenic1o:-, ~on buenos :meldos .\' donde fra('asó la Escuela después de tres años de carga inútil para ]a nación. Después de r'se fracaso. para leyantar la agri("ldtura COl' recursos de agronomía en Y('Z de agua, los agr()]1(¡lllOS estuvie· ron a punto de perecer bur()('l'átil~amrnte; pero el ~.!'('lleral Pa· checo era hombre delirante por los proyectos gigantescos ") aceptó el que le fue propuesto por especuladores capitalistaE y por los pérfidos consejos de la agronomía. Tal proyecto fue gigantesco para el desprestigio del general Díaz y estuY( a punto de causar una reyolución. Se debía rescatar de 1m detentadores de los terrenos de la nación, por lo menos cier millones de hectáreas de maravillosas tierras, las que debíar de colonizarse por europeos, dirigidos por el cuerpo agTonó· mico m exicano. El indio corno labrador era raquítico, borra· cho, abyecto, estúpido, propio para asno de la finca no pan su cultiyador y sólo los colonos extranjeros bajo la direcciór de las altas (~elebridades ele la agronomía, podían hacer olvi· dar los fracasos agrícolas durante mil doscientos años. E: general Pacheco, hizo de la Escuela de Agricultura el estable·
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cimiento más costoso del país, le agregó carreras; entre ellas la de "Mayordomo Inteligente"; mnltiplicó el número de profesores inútiles, autorizó la compra de ganadería fina, hizo venir del extranjero cientos de miles de pesos de maquinaria; se compraron terrenos escogidos en diversos Estados de la República para crear a todo costo de millones una colonización oficial, que con sus grandes éxitos debía atraer de todas las naciones extranjeras la colonización espontánea. Surgieron: la "Colonia :Manuel González", la "Colonia Porfirio Díaz", la la Colonia "l\ianuel Romero Rn hio", la Colonia" Carlos Pacheco", la Colonia "Carlos Díez Gutiérrez", la Colonia "Manuel Dublán" j se hicieron venir en diversas partidas, dos mil seis cientos italianos Ique se pusieron a las órdenes de los agrónomos que rodeaban al general Pacheco y que debían salvar al país con el progreso de la agricultura sin agua. Siete años pasaron y después de haberse gastado más de cuatro millones de pesos, no había en las colonias arriba de cuatrocientos italianos embrutecidos y arruinados por los consejos de los agrónomos. Todas las colonias, que fueron establecidas en diversas regione8 del país fracasaron, excepto la colonia que los mormones establecieron en Chihuahua con capital propio y en terrenos de regadío. El año de 1896, los dos mil seiscientos colonos italianos quedaban reducidos a "sesenta y cinco ,,' y lo único que había visto progresar la nación, no fue la agricultura sino a una cuadrilla de sinvergiienzas formada de agrónomos titulados y de empleados de la agronomía que se robaron todo lo que pudieron. No puede atribuirse el fracaso de todas las colonias a los ladrones, porque los colonos recibieron toda clase de elementos v su instalación costó efectivamente sobre mil pesos por cab~za. El fracaso se debió a Ique sólo los agrónomos mexicanos afirman que es posible la agricultura alimenticia del pueblo sin agua o con aguas ruinosamente aleatorias. Ante aqnellos resultados de decepción y corrupción, el general Díaz se indignó y para obligar a renunciar al general Pacheeo, diyicli() la Sel~retaría de Fomento en dos secretarías; de Fomento y de Comunicaciones y ordenó que la Escuela de AgrÍl'nltura _dejase de depender de la Secretaría de Fomento
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y pasase aniquilada por las supresiones de todo lo que formab2 su auge a la ~ecretaría de Justicia e Instrucción Pública, 12 que inmediatamente procedió a una limpia de farsantes y bri· bones, desde el director para abajo y sin ciertas influencim que se atravesaron los responsables de la corrupción hubierar sido consignados a los tribunales competentes. El genera: Díaz espantado con el desequilibrio qne había recibido su pre supuesto y el desprestigio que envolvía a su gobierno, declar( que ya no quería levantar a la agricultura con agrónomos, qU( ya no quería" hombres de iniciatiya ", al frente de las Secre· tarías de Fomento y de Comunicaciones, que ya no 'quería pro· greso material con dinero de la nación, que ya no quería salYal al país con sinvergiienzadas burocráticas y para cumplir SI nuevo programa nombró respectivamente Secretarios de Fo mento y de Comunicaciones al ingeniero don ::\lanuel Fernán dez Leal y al general don Manuel González Cosío, dos mono litos honrados, fríos como si estuvieran en una montaña d( nieve y a estos Secretarios sucedieron los ingenieros don Lean· dro Fernández y don BIas Escontría, también refractarios e los proyectos gigantescos y muy celosos para conservar h honradez de sus empleados.
VI LABOR ANTICIENTIFICA E INMORAL DE LA SECRETARIA DE AGRICULTURA FIN DE LA CONTILSTACION AL SR. DENEGRI Y SOCIOS
~~BlENDO procla~ado 1~
Revolución la guerra a los Intelectuales, el pms debla caer en la audacia de los explotadores de fetiches. El fetiche clásico y más perjudicial a los mexicanos, es creer a lVléxico país maravillosamente rico. Pero contra esa creencia obraba siempre la realidad corrosiva de la miseria popular, y los que más gemían han interrogado a los oráculos de toda clase, para inquirir, por qué en el país más rico del mundo se revuelca desde hace siglos como en muladar, uno de los puehlos más miserables de la tierra. A esa angustia nacional, el gremio agronómico respondió con un timo y dijo: Si en este maravilloso país, la agricultura no derrama marayillas para que hombres y animales viyan maravillosamente, es porque no se emplean en la agricultura los "m étodos modernos" que nosotros poseemos, sino los métodos antiguos. Los métodos antiguos usados por la agricultura desde haee cincuenta años, no son los que se usaban hace veinte mil y tratándose de la agricultura extensiva del maíz de temporal, los métodos antiguos empleados en los últimos cincuenta años por rasi todos los hacendados mexicanos difieren poco de los métodos modernos, que no sirven en la agricultura extensiya del maíz" para duplicar, triplicar o centuplicar cosechas, sino para al1mentm' a lo más en un "veinte y cinco por ciento ~ ~ las cosechas que sr obtienen por los métodos antiguos del último tercio del siglo XIX. Es grotesco admitir, que con las pobres rosechas que el agotamiento de nuestro suelo cultivable nos permite levantar, la nación nadaría en yenturas, si tales pobres cosechas aumentasen en un
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veinticinco por ciento, debiendo fijarse en que esas cosechas deben ser cada año más reducidas en relación con el creciente agotamiento de las tierras. * * * El gremio a g:ronómico no ha sido honrado para con el país, pues debió oponerse apoyándose en razones técnicas al reparto de ti-erras prometido por la Revolución. Al gremio agronómico le corresponde sa her cuando ejerce funciones ofi('iales, cuál es ]a extensi(lll de las tierras cultivables de nuestro territorio. Y siendo éstas de diez millones de hedáreas y debiendo éstas cultivárse por los metodos modernos y permitiendo los "trac·tores" a c::tda familia cultivar por término medio veinticinco hectáreas, resultaba que no había tierras más que para dotar a cuatrocientas mil familias, deiando desa mparadas a más de dos millones. De modo, que la Revolución empeñosa en cultivar el pnÍs flor los métodos modernos cren ba cuatrocientas mil familias privilegiadas y dejaba, sin tierras y sin medios para ,,'ivir a la gran mayol'Ía de la clase popular, porque nuestra inc1ustria en totalidad apenas ocupa a doscientos mil individuos. El constante cultiyo extensivo de plantas agotantes como el maíz y el trigo, ha empobreeido las tres cuartas partes de nuestras tierras a un grado tal. que sólo rinuen el veinte o veinticineo por eiento de lo que rendían las cosechas el año de 1803, cuando el Barón de Humboldt visitó 1(1 Xneva, España. El gremio agronómico, no pudo ignorar que no sólo ha llegado r 1 tiempo, sino que se ha pasado, para cambiar la agricultura extensiva en agricultura intensiva, 'que refertilice las tierras. Si las tres enartas partes del pueblo mexicano, qne está yiviendo sobre tierras agotadas, no se salva por la agricultura intensiva, tiene que morir en su puesto de imbécil o emigrar; qne es lo que está haciendo, al huír para los Estados Unidos en busca de una existencia superior a la detestable qne el país le ofreee. Ahora bicn, la agricultura intensiva es la agricultura científica, la agricultura eRpitalista, porque sea. que el agricultor es latifundista o pequeño propietario, necesita para trabajar de g-ran(1r o peqneíio capital, y por último, la agricul-
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tura intensiva exige agricultores ciyilizados de gran valor moral que tengan empeño en mejorar honradamente su situación y en servir a su patria comprendiendo su elevado papel de productores de la alimentación nacional, es decir, de sostenedores de la vida material de la sociedad. La obra de la Revolución, ha sido absurda, porque prescribiendo la ciencia que el• pueblo mexicano necesita para vivir de la aO'ricultura • b IntensIva, o sea de la agricultura capitalista, de la científica y de la generadora de dotes morales en la población; ha entregado y está entregando la agricultura a los proletarios absolutos, a los incultos absolutos v a los inmorales casi absolutos. N o era necesario que el gremio agrónomo fuese consultado por la Revolución, para que en nombre de su ciencia y de su patriotismo se opusiera a una repartición de tierras improductivas por falta de agua o de fertilidad o por ambas causas. El gremio debió haber protestado contra la repartición de tierras, porque esa repartición era la ruina del pueblo mexicano. En vez de llenar tan alto deber, el gremio aplaudió a la Revolución, la aduló, la explotó, la chupó y la engañó, haciéndole creer que el problema agrario de México en su aspecto técnico, era una cuestión de cátedra de procedimientos nuevos agrícolas.
* * * &Qué es lo Ique ha propagado el gremio que merezca el respeto de la sociedad mexicana ? No ha propagado que la irrigación es el único medio que tiene para existir el pueblo mexicano. Mientras duró la fertilidad de las tierras fue posible hacer agricultura con aguas aleatorias que arruinaban en más o menos tiempo a los hacendados, pero que daban alimentos al país. Con el agotamiento, la agricultura intensiva s~ impone. ¿ 8e ha ocupado el gremio agronómico de eStudiar SI es posible en México la agricultura intensiva, cuyo objeto es hacer eterna la productividad de las tierras, sosteniéndolas fértiles por medio de los" abonos, " siendo el principal de ellos el estiércol ~ Una agricultura intensi\'a, debe apoyarse en una ganadería intensiva más costosa que una ganadería extensiva. El pueblo mexicano, en su gran mayoría no consume carne,
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ni leche. ni quesos, ni mantequillas, ni pieles y casi nada de lanas. Ni siquiera puede sostener una ganadería extensiva, la que se sostiene en México con la ayuda de la exportación. En las haciendas mexicanas que cultivan cereales, todo el estiércol que se recoge, es para el cultiyo del trigo cuya decadencia es aterradora por falta de los abonos suficientes para mantener alta o siquiera mediana su producción. México, para tener una agricultura intensiva tendría que apelar a los abonos químicos y tratar de importar los nitratos chilenos, cosa casi imposible porque no contamos con red ferrocarrilera principal, ni secundaria, ni terciaria, que hiciera la distribución de los nitratos en todo nuestro territorio. La Secretaría de Agricultura, no se ha ocupado de inquirir si es posible practicar en ~Iéxico el procedimiento alemán para ha cer nitratos con el azoe del aire: único medio de saIYaf lH1Cgtra falta de redes ferrocarrileras. Con. entusiasmo los altos funcionarios que rigen al país, aceptan enviar a la India Bonita en misión cultural, para que chupe espárragos con el Presidente del Paraguay o para que cante la "Cucaracha" ante el Senado Argentino. Pero una comisión de la trascendencia que tendría la que fuera a Aolemania a estudiar la cuestión de los nitratos fabricados con el ázoe de la atmósfera se considera como pensamiento reaceionario o como jeroglífico egipcio. Hay entusiasmo en la Secretaría de Agricultura aconsejada por el gremio agronómico de surtir de má'~luinas a los agricultores pobres y se censura que no las usen los terratenientes. Actualmente, la principal de las máquinas agrícolas, es el "tractor" y tanto éste como las demás, necesitan combustible para trabajar. Nuestra agricultura no puede disponer de carbón mineral para mover sus máquinas, porque no lo hay más que en Coahuila, muy caro y malo y porque como ya lo dije, carecemos de redes ferrocarrileras para su distribución y la misma imposibilidad surge si queremos mover la maquinaria agrícola con petróleo. Los agricultores, tampoco pueden usar leña. La Secretaría de Agrieutlura, acaba de publiearque en )féxico sólo quedan tres
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millones ele lH'ctárea¡;; df hO~llues, que en los últimos tiempo¡;; han sido taladas un millón doscientas mil hectúl'eas. Y ese resto de riqueza forestal, no se encuentra repartido en todo el país cerca de las fincas agrícolas, sino que para distribuirlo sería necesario usar re(l_es ferrocarrileras que no tenemos. Cuando en la ciudad de México, que es el primer centro ferro. carrilero del país, se vende a cinco y seis pesos el saco de carbón, tendrá más cuenta a la agricultura mover sus máquinas eon ratones que con combustibles usados por la mecánica. Nuestra agricultura no cuenta más que con motores de sangre, el indio, el asno, el bue~-, la mula y con el precioso "olote" si no se ha perdido la cosecha de maíz del año anterior. L<1 fuerza eléctrica es inmejorable, pero mu~- cara; el precio dpl caballo eléctrico en lVléxico es rinco veces Slllv>l'ior al que SI' paga en Europa. * * *
El señor Denegri, al frente (le sn gremio yoraz aQT(')J1()lllO pretendiendo sahar a México con la aplicación dé' los métodos modernos, en agricultura, ig:nora que para que los métodos modernos surtan sus buenos efectos, en agricultura, en industria ~: en comercio, es indispensable que la nación esté montada a la moderna; que posea instituciones de crédito,que posea reclps ferrocarrileras principalrs, secundarias, terciarias; que posea mag'níficas carreteras, YÍas marítimas baratas, abonos abundantes a buen precio, lo mismo que combustibles: <]U'> posea un Gobierno que de garantías al capital y al trabajo, :< jueces que no estén obligados a dar protección constitucional a los facinerosos; y sobre todo, que posea una población de conciencia moderna, con aspiraciones irresistibles a montarse a la moderna. Pero con una población como la rural mexicana, cuyas aspiraciones son tan elevadas como las de los becerros, no es posible ob!en,er más qu~ e~ frara~o ya confesad.o, ~or el gremio agronomICo en las SIgUIentes lmeas. Un perlOdlco de esta capital, dijo el martes 3 de octubre próximo pasado lo que sigue: "Casi todos los agrónomos que tiene distribuidos en la República la Secretaría dePomento, informan qur los campesinos se resisten a emplear en el cultivo de sus tierras
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los" métodos técnicos" que se les indican como más apropiados. En su mayoría,-dicen los agrónomos-que los campesinos son negligent es ;' que se conforman con una exigua cosecha laborando sus tierras por el sistema antiguo cuyos métodos están desterrados ya de la agricultura" A esta gente l'eTIractaria al progreso y a permanecer incluída en la humanidad, el Gobierno le va a obsequiar por conducto de la Caja de Ahorros, dos millones de pesos en ma,quinaria, para que los agraciados la cambien inmediatamente por diez mil pesos en barriles de agnardiente, siempre que la maquinaria no se pierda en el camino. j Así es como se administra a este infortunado país ~ -); * * En materia de colonización la obra de la Secretaría de Agricultura ('~ por supuesto inmoral: Las colonias mexicanas establecidas en Texas a instaneias del general Filisola y del general don Manuel Mier y Terán con el objeto de contrapesar las tendencias ~eparatistas de los colonos yanquis, fracasaron. Las dos colonias francesas establecidas en el Estado de Veracruz, fracasaron. La colonia mexicana y extranjera, establecida por la casa J ecker en el Istmo de Tehuantepec, fracasó lo mismo que la establecida en ] 878 por el Ministro de Fomento, general don Vicente Riva Palacio. La colonia socialista establecida en Topolobampo, fracasó y ya dije cómo habían fracasado las costosas colonias "Manuel González", "Porfirio Díaz:':, "Manuel Romero Rubio", "Carlos Pacheco", "Manuel Fernánc1ez Leal" ~' "('arlos Díez GntiélTez';; establecidas en lüs Estados de Morelos, Puebla, Veracruz, San Luis Potosí y ('lJihuahua, y así deben fracasar todas esas colonias militares establecidas por entusiastas revolucionarios regeneradores actuales de la Patria. Nuestra historia prueba, que no es }losible la colonización en el país, si los colonos no disponen de tlel'l'as fértiles de regadío, (le le~'es que garanticen su propiedad y de una buena 1(,\, de colonizé1('iún qne los ponga a sa1\'o ele las contl'ilmcion~s confiscatoric¡s y el.' las bandas de polÍti,~os entregados al robo en trll1a ]¡¡ extensióu del país. Pero la Secretaría de
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Agricultura en su estrechez, no ve más que canibalismo burocrático y no piensa más que enloquecida por la megalomanía. En 1920, fue dispersada una colonia de alemanes, arruinados por habérseles entregado tierras de temporal agotadas, por la empresa que los trajo al país; una excelente cdlonia de mennonitas se instaló en Chihuahua ,v ~ra llevó el primer golpe, pues perdió sus cosechas y no se ha desanimado porque tiene mucha fe en Dios. Se anuncia la llegada de cinco mil víctimas más, cinco mil judíos decididos a perecer por la mano cruel de nuestra <1g-ricultura. La prensa anuncia también la fúnebre expedición de algunos millares de italianos que no conociendo la tragedia de sus compatriotas que quisieron colonizar en 1882, están resueltos a inmolarse en aras del descrédito del país 'que abre los brazos a los extranjeros para sepultarlos bajo la ruina de la agricultura de cereales de temporal. La Secretaría de Agricultura debía tener comporta· miento honrado y avisar a todos los trabajadores pobres del mundo, que si piensan venir a 'México no lo hagan, si no es para trabajar como ya lo h p die ho en tierras flértiles y de regadío.
VII EL CULTO A ZAPATA
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homenaje anual tributado a la memoria de Zapala por los hombres de Agua Prieta, debe considerarse como prueba de fiamínea gratitud. No así, el gesto malévolo de las otras dos fracciones revolucionarias; la maderista y la carrancista. Todos los revolucionarios civiles y militares, veteranos o reclutas, verdaderos o falsos, están obligados a rendir tributo de admiración al hombre que hizo triunfar la Revdlución. Hay que recordar los hechos sin reticencia, ni eufemismos, ni ambajes. Después de la captura de Ciudad .T uárez por la:;; fuerzas maderistas a las órdenes de Pascual Orozco, hecho de guerra que no tiene mérito militar y cuyo éxito se debió a la traición de uno o dos oficiales federales y a la amenaza de los Estados Unidos de obrar con energía si las balas podiristas penetraban a territorio americano, había en el Estado de Chihuahua nueve mil federales con arti]lería de montaña y de· batalla y mandados por un jefe en~rgico y heróico, el gen,:,ral Lauro Villar. Referí en uno de mis artículos, que en la Ciudad de México hubo una junta compuesta de los generales Porfirio Díaz, Manuel González Cosío, del Ministro de Hacienda don José Ives Limantour y del Ministro de Fomento licenciado don Olegario Molina. La junta fue convocada por e'l general Díaz, con el objeto de resolver la petición que había hecho el ge,neral don Victoriano Huerta, de que se le entregaran mil quinientos soldados federales con los que se comprometía a aniquilar a Zapata. Como también ya lo he dicho, en esa junta no fue Limantour quien se opuso a que con toda energía se contiuase combatiendo a la Revolución, sino don Manuel Gon-
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zález Cosío, y el general Díaz acogió su parecer, creyendo que mil quinientos federales no eran suficientes para contener la avalancha del Sur, compuesta según se decía de cuatro mil zapatistas, once mil indios del Estado de Guerrero y seis mil panteras del Sur de Puebla. El dictador, creyó Ique en efectú, las fuerzas revolucionarias organizadas el' el ~lll', Sl' pleyaball a veintiun mil hombres, lo que era completamente falso. De todos modos, debe decirse que si Zapata no hubiera presentado esa actitud falsamente amenazadora, la R.cyolución maderista estaba perdida. En efecto, el general don Bernardo Reyes, llamado por el general Díaz, había llegado a la Habana, con e~ objeto de ponerse al frente de la situación gobiernista y autorizado para gastar libremente todo el dinero que juzgase necesario para la pacificación y en aqu~llos momentos las reseryas del Tesoro ascendían a sesenta -¿T dos millones de pesos efectivos. El general Reyes era yaliente, organizador, infatigable para trabajar, tenía gran influencia sobre la parte joven y adulta del ejército; había sido y aún era el verdadero jefe de los agitadores de la Revolución, ton excepción de Madero y era bastante popular en toda la República. Pascual Orozco, con todas las fuerzas de Chihuahua, reunía tres mil hombres mal armados, mal mandados, sin municiones, sin recursos y sin crédito para obtenerlos. El general Yillar podía mandar por ferrocarril de Chihuahua a Torreón, seis mil hOlll bres y cruzarse sobre la línea elel ferrocarril con tres mil al ayance de Pascual Orozco. Por otra.parte, después de la caída de Ciudad Juárez, el general Díaz estaba resuelto ;\ renunciar y a dejar en su lugar a don Francisco León de la Barra, Embajador de México en los Estados Unidos, que era del agrado de la Casa Blanca, la que siempre fue enemiga de la administración de Madero, por creerlo un demagogo. inepto, incapaz de convertirse en hO:'11hre de gobierno. Retirado de la lucha el general Díaz y colocado de la Barra en la Presidencia, los Estados Unidos habrían quitado todo el apoYO a la Revolución, impidiendo la entrada de municiones, de ~Lna::;, de filibusterus y encul'celanuo u todos los revolucionariosqne se halla han en territorio norteamericano comenzanctl)
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por la familia Madero. Con las reservas que el caso impone materia de profecía, hay lugar a afirmar que sin la revoluci del Sur no era posible el triunfo de la Reyolución del ~ 01 Y en caso de posibilidad, la lucha continuada debía s ~spantosa, reñida, durable y el gobierno J),wfirista no hahI sido derrocado por guerrillas, sino por fuerzas reyolucionari ya organizadas con jefes competentes. y por lo tanto, el triun no habría caído en las manos de la clase popular campesül La revolución habría tomado un giro mesocrático CO~110 tod las revoluciones meXIcanas. " " * En febrero de 1913, el general don Yictoriano Huer procuró atraerse a Zapata, lo que no consiguió, causando los cuartelarios febreristas la nulificación de ocho mil sold dos federales, ocupados en evitar que el zapatislllo se desbo dara sobre Puebla, Toluca y el Distrito FederaL hasta tirote. a la Ciudad de ::\Ié:s:ico. Huerta era un malvado, pero milit. y si Zapata lo reconoce, su plan consistía en enviar los ocl mil hombres al X orte, tomarle dos o tres mil a la Diyisión í11 esta ba en el Estado de Chihuahua y con diez mil hombres i vadir a Sonora por el Estado de Chihuahua, cortar a los r volucionarios sonorenses SllS comunicaciones con los Estad, rnidos. to.marles Hermosillo y al mismo tiempo presentar ~ Guaymas una División federal de cinco a seis mil hombre Era muy difícil, que si el plan de Huerta se hubiera realizad los cOllstitucionalistas hubieran obtenido un triunfo tan bl lIante y tan rápido como el que ha causado la ruina del paí De:,e afirmarse, que los dos hechos que hicieron triunfar a revolución de 1914 contra Huerta, fueron: la actitud de Zapa1 para enfrentarse con la nueva situación y el asesinato ( Madero, crimen político de estupidez inconcebible y que <-. éL el Presidente ,Yilson ha bria reconncido y apoyado a Huert porque el pueblo americano aplaudió el cuartelazo contl :\Iadero y reprobó indignado ,.;u asesinato . .A! Zapata se debe l~ues. la victoria llamada constitw'i:lll lista. Y no será torpe el orador, el escritor, o el historiad( que lo llame" padre de la reyolución" Son de aprobarse l. 1~
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honras cívicas que los hombres de Agua Prieta dedical; .~nual mente al bandolero de la Cima y Ticumún. En pohtIca, la moral no tiene papel cuando estorba el éxito de los políticos.
* * * El culto a Zapata de parte de los revolucionario:;;, es debido, si se limita a las proporcione:;; de los méritos del caudillo; pero hay furor por el exce:;;o y tendencia a colocar a Zapata en el lugar de Mahoma. Indudablemente que Mahoma fue apóstol, guerrero, profeta, teólogo, legislador, político y gran administrador. lVIahoma en la historia es un gigante y Zapata tiene que ser solamente el gigante de Cuautla mientras que el agrarismo no conduzca en su desastre a la muerte a algunos millones de mexicanos. Zapata no merece homenajes romo guerrero, povque mmca ganó una batalla y mucho se dice, que nunca estuyo en combate y que lo que amaba era, ni siquiera yer los "toros desde la barrera ", sino dentro de un chiquihuite. He leído mucho sobre el zapatismo y no he encontrado que se atribuya a Zapata un hecho heroico que excite entusiasmo y lo ponga al lado de Hernán Cortés. Tampoco se conocen disposiciones estratégicas o tádi('as de Zapata que reyelen preciosas facultades militares. Zapata, no fue tampoco un profeta, porque jamás profetizó ni sostUYO que rP(·ibía instrucciones y alientos de poteneias sobrenaturales, del cielo o del infierno. Zapata 110 fue legislador porque el Plan de .. \yala, es obra del licenciado don Emilio \~áz:luez Gómez y nada se conoce ele mérito legislativo o administratiyo en la yida del caudillo del Sur. Tampoco Zapata fue un político, como lo probó en :;;n:;; inconsecuell('ias y eles,"arÍos con Yilla, Eulalio Ci-utiérrez y elemás personajes de la Con H'11ción. ~P!:?:llJl he oído decir a yillistas, y C011"encionistas ele talento, Zapata fue un azote nara la ( ;,IlH'}l(·j(m y 11n ambi(·ioso que l111nea tUYO el yalor efe enseñar su ambi· ción ele poder, en la forma de reemplazar al Emperador ('wmhtemoc; pero sí yeía e011 o(lio a todos los que 110 ({l1<'rían ac1i"inar]o, formar en sn ccrtejo, alineal'~:C' en humeallte." pe1¡l't
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* * * Se reputa a Zapata como el apóstol del agrarismo. He meditado este asunto y los hechos indiscutibles que nos pre· senta la historia, obligan a declarar que Zapata en matei'lct de agrarismo, fue un siniestro farsante, lo que Yoy a probar. Cuando un apóstol obra no solamente con su palabra y todos sus efluvios sobrenaturales para conmover a los pueblos, sino que toma las armas decidido a llegar hasta el crimen para lograr el triunfo de sus ideales; tan pronto como fstos se realizan, aún cuando sea por otros apóstoles o caudillos, todos los que están envueltos en la sagrada atmósfera apostó. lica, caen en brazos unos de otros, aclaman la paz, celebran fiestas cívicas o religiosas por el triunfo de los inmortales principios y desinteresadamente se retirarán a la vida privada: para volYer a las tareas humildes del campesino, del obrero: del maestro de escuela o del soñador que antes de ent~garsE al servicio de la humanidaíl, practicaba contra (>1]a el ban· dolerismo. Según lo han definido los zapatistas más fanáticos, el ideal de su apóstol fue "que en Mpxico cada hombre fuesE dueño de un pedazo de tierra que lo hiciera yivir con bien. Pues bien, don V enustiano Carranza, con su Lev dE estar" 6 de enero de 191;-), realizó plenamente los ideales de Zapata. Esa ley no fue de repRrtición de ejidos, sino de repar, tición de pequeña propiedad para cada uno de los mexicanos porque en su artículo 11, expresa: "Una ley reglamentarü determinará la condición en que han de quedar los terr('no~ que se devuelvan o se adjudiquen a los pueblos y la manen y ocasión de dividirlos entré los vecinos', quienes ('ntre tcmt( los disfrutarán de común" Conforme a lo que ordena L ley, la repartición de ejidos, no es más que el acto provisiona para llegar a la ppqueña p,ropiedad individual y popular. El ideal de Zapata era que el pedazo de tierra que (lebí: disfrutar cada mexicano como propietario, se le debía entre~a regalado. La Ley ya citada de 6 de enero de 1915, dice, (IU' la expropiación de los terrenos dedicados al reparto general se "hará por cuenta del Gobierno" y la Ley no dice que e gobierno cargará el costo a los agraciados con el reparto d terrenos.
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Zapata en su Plan de Ayala, quiere que en caso de deyolución de terrenos a los pueblos, despojados por administraciones anteriores, se comience por concederles la posesión provisional. Lo mismo ordel~a la Ley de 6 de ('nero de 191;"'). El gobierno de Carranza tampoco fija las dimensiones de los lotes que deben entregarse a los pequeños propietarios, ni a los pueblos, sino que generosamente ofrece a todos los pueblos "que recibirán las tierras que necesiten para su bienestar y desarrollo" to Qué mús pedía Zapata, 'Que lo que ('ollceclió Carranza 1 La Ley de 6 de enrro de ] 913, satisface completamente todos los ideales agraristas qne"ie atribuyen a Zapata porque en realidad ninguno tUYO. lTna yez expedida la tan cita(la Le~·. €l zapatismo debió deponer las armas y solicitar de Carranza un puesto de vanguardia en el Ejército mandado por el general Obregón para exterminar a los enemigos del carrancismo, que ante los principios eran C'nemigos del agrarismo. ¿. Por qué no lo hizo así el caudillo del Sur? Porque lo que quería era el triunfo de la revolución racial, el triunfo de la clase indígena, relyindicadora de los derechos que perdió con la Conquista, lo que quería era el triunfo del aztequismo y ser él, el Inca o el Gran Cacique del bárbaro imperio restaurado. Esa ambición no fue cocinada en la conciencia de Zapata, sino en las de sus consejeros y exaltados partidarios. Zapata no fue más que el perro de presa, o mejor dicho: "La fiera de presa" "de una cuadrilla de demagogos ", dispuestos a fungir como sacerdotes de Huitzilopoxtli o como frenéticos bolsheviques o de cualquier modo, con tal de lograr el poder. En las fiestas de Zapata celebradas anualmente, hay Ulla fracción de admiradores del caudillo. que asisten o representan a altos funcionarios que obran por compromiso, por'que fueron enemigos del zapatislllo con las armas en la mano, armas con que pasaron los cuerpos de millares de zapatistas, armas que estaban resueltas a no dar cuartel ni a Zapata ni a sus partidarios. Afortunadamente el templo no es de mármol, ni de granito, sino de tarrizo:-i y durará en pie mientras la política ordena la execra(·ióll ele los tipos que hoy canonüm.
VIII EL STABAT MATER AGRARISTA y EL ALBACEAZGO DE LA TESTAMENTARIA DE ZAPATA
iL
llamado congreso agrarista, todo el mundo se lo esp -raba pintoresco como lo dijo un periódico, y resultó Ull 'sosa exposición agrícola de carneros a las órdenes dE infatigable agitador don A'l1tonio Díaz Soto y Gama, que hi;; jugar a los" ingenuos" sin la gracia con que en el circo Be2 juegan las rocas. Los oradores burgueses movieron el resort de la ternura bucólica con discursos cruelmente fastidioso: El "buen pastor" de aquellas pobres ovejas sacó a relucir E "sermón de la montaña ", que nada tiene ,qué ver en asuntc de ganadería ovina. A otros oradores se les humedeciero los ojos al escuchar las quejas de los" ingenuos" y declararo que se "compenetraban" con la adorable clase rural. Aparecí una demagoga estrepitosa que también se compenetró; u grupo de estudiantes aprovechó la ocasión de ponerse en r dículo y lo lograron al afirmar que también estaban" compt netrados" La señorita Mistral se "compenetró" en verso una diva se compenetró cantando con acento de querubín otra melodió en un piano. Aquello rue el Stábat Mater dE dolor campesino, sin las notas de Rossini, de Haydn y de Pel golese y con la palabrería ya tan ins~portable y gastada dE agrarismo. No se recitó la oración del ejido pOfique ya lo devotos reconocen que es ]a "oración del hambre", y deb decirse, que el Congreso sirvió para algo más chusco, par la proclamación de la candidatura presidencial del señor Sot y Gama. Entre aquel rejuego buro, hubo una cosa seria, muy serü dolorosamente seria: la declaración mística que hizo el seño Díaz Soto y Gama, de que el albacea de la testamentarÍ
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política de Zapata era el g'eneral Obregón, quien se yió obligado a pronunciar un discurso contra la soberanía de la ciencia que ya impuso el más estupendo fracaso al agrarismo.
* * * Como el artículo '27 de la Constitución no está redactado por legisladores, sino por botarates según he dicho, no expresa la extensión de tierras con 'que se debe dotar a cada pueblo. Se supone, que sea en relación con su núncero de habitantes y co~o no es posible aunque 10 hubiera dicho Zapata obsequiar un latifundio a cada campesino, ni tampoco es posible crear la mediana propiedad para cada proletario, es forzoso dedueir que se trata de dotar a cadH jefe de familia de cada pueblo <'011 un lote de pequeña propiedad. Se entiende por lote de pequeña propiedad, la extensión de tierras que puede culti yar personalmente un jefe de familia ayudado por ésta. Se supone, 'que cada familia campe~ina tiene un hijo mayor, varón, que puede trabajar la mitan. de lo que trabaja un adulto y por lo tanto, se considera en siete hectáreas y media un lote de pequeña propiedad, en yirtud de que la experiencia ensei1a que un adulto puede encargarse de cultiyar personalmente cinco hectáreas. En México, ha~' según la Estadística, doce millones de campesinos que deben representar dos millones y medio de jefes ele familia. Multiplicando el número de jefes de familia por las siete ~. media heetáreas de lote de pequeña propiedad, resulta 'que el agrarismo estú obligado a repartir en conjunto 18.760,000 hectáreas. El progreso agrícola ha };e('110 ('ambiar las dimensiones del lote de pe~lueÜ.a propiedad, porque un jde de familia poseedor de un "tractor", y de otras máquinas modernas, puede cultiyar con la ayuda de Sl1 familia, yeintisiete hectáreas y en el caso de montar en '}[éxieo la pequeña propiedad bajo un pie de progreso, será llreciso repartIr a los campesinos de la Hepública 67.500,000 hectáreas. El ~'obil'l'110 ('arran<·ista repartió para ejidos en ciw'o años. doscientas sesenta mil hedál'CélS, que en números redondos ~olTe:";llOll(l(,ll a cincuenta mil hectáreas por año; y ('omo
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debían repartirse dieciocho millones ele hectáreas, el repa: tenía que durar" trescientos setenta y cinco años" En el caso de montar la pequeña propiedad ag-rícola estilo moderno, tenía que durar el reparto "mil trescien' cincuenta años" y como según marcha ="Iéxico, entregándose a los de. ciertos y a la inmoralidad, es casi imposible que la nación dI doscientos años, quiere decir, que se ha hecho una revoluci terrible persiguiendo un im~:)üsible. ~~l triunfar el plan de Agua Prieta, sus estadistas pron tieron el reparto inmediato. La administración aguaprietü tiene tres años de edad, comprendido el interinato del seu De la Huerta; y no obstante los esfuerzos que ha hecho el ~ neral Obregón, para cumplir la promesa sagrada como Pl s:dente de la República y como albacea de Zapata, que no sabe a quién entregó su alma, porque nadie ha de haber ql rido encargarse de ella; no ba podido el señor Obrt:c;()n rep;: tir más que doscientas mil hectáreas por año; de manera q si se establece la pe:.:¡ueña propiedad con el método viejo, reparto debe tardar "nover..:::t y cuatro años." Pero en el caso más probable de que la pequeña propied: se constituya por el método moderno, porque los hombres nt; vos no pueden obrar de otro modo, el reparto durará "trE cientos treinta y siete años" Por las cifras que he hecho sa-oorear al público. aprecia justamente el caletre de nuestros apóstoles revolucionarios. ... ... ...
Si en el congreso agr3.rista hubiesE:' habido organism capaces de absorber a1guna ci\'ilización, habrían concebido q' el objeto de la magna asamblea formada por mil cincuen "ingenuos", debía tener por objeto lo siguiente: Primero: deliberar v resoher si la c1ase campe"ina de" aceptar repartos que duren uno o yarios siglos. Segundo: resuelto, como es de experarse. que la clase Cal pesina no podía tolerar por más tiempo la burla que se está haciendo, debía nom b1'[11'se una cO:'lli "i<'nl que se acerca al señor Presülente de la Rppública, para pedirle en términ
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respetuosos, que fijase el plazo máximo e improrrogable en que debía tener lugar el rep:uto. Tercero: Redacción de iniciativas de ley y reglamentos que allanasen los obstáculos, que hasta ahora han impedido la realización de la felicidad del pueblo por medio de la entrega de tierras que debe cultivar. Cuarto: Formación de un partido agrarista, que haría mayoría electoral en la nación, para no admitir más candidatos presidenciales ni de gobernadores de Estados, ni de senadores y diputados federales y diputados a las legislaturas de los Estados, más que a personas limpias; enérgicas y resueltas a cumplir sin miramiento alguno las promesas de la Revolución. Quinto: R~probación de la conducta política del señor Díaz Soto y Gama y demás líderes agraristas por haberse comportado como desleales burgueses dedicados solamente a la explotación de los" ingenuos" campesinos. Tales debieron ser los serios trabajos de un congreso agrarista con tamaños para imponerse a los políticos que llevan doce años de jugar al carcamán con las necesidades de la inmensa clase popular. * * * El grupo de estudiantes fue repugnante; si pretendió representar la pureza, la rectitud geométrica, la ciencia constitucional, el patriotismo angélico, el valor de los mártires cristianos; debieron hablar no como politicastros pútridos que mendigan el aplauso ele las multitudes "ingenuas" o pervertidas, sino como órganos de la verdad y para la verdad. La verdad es, que conforme a lo expuesto por la prensa bien documentada, las armas han servido a los campesinos en muy pocos casos para defenderse, en casi todos, para agredir con insensatez y crueldad. Pero cuando ya existe un gobierno fuerte, es el único que debe defender e impedir que cada pasión o interés se haga justicia por sí mismo. No es cierto que la S'uprema Corte Federal, - haya obrado como reaccionaria, por1que si hubiera sido aSÍ, habría hecho respetar el precepto constitucional de expropiar" mediante indemnización", y los despojos que han deshonrado a la revolución habrían
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sido imposibles. Es cierto que la Suprema Corte no ha querido convertirse en el "huarache" de la indiada agrarista y que en muchos casos ha amparado contra escandalosas violaciones de la Ley. Pero si se quiere que el más alto tribunal del país, obre como horda zapatista, hay que suprimir toda la Constitución, toda clase de gobiernos y proclamar la infamia y la anal"quía, d~clarando como Rusia, la guerra al mundo civilizado. Sin un fondo moral, un pueblo no puede ser pueblo, ni siquiera reunión de fier~s, porque entre sí y en general se comportan como tórtolas. Nada digno de escucharse por gente honrada, o por mala gente talentosa, dijeron los estudiantes en su entu9-iasmo por todo lo que es chancletismo demagógico.
* * * ~~pareció en la infeliz tribuna del "Congreso de Ingenuos", un ente raro, con cabeza de antidiluviano, quien dijo: "Los pueblos no deyolYerán jamás por ningún motivo y bajo ningún pretexto ni una sola pulgada de las tierras, que por resolución presidencjal hayan recibido o reciban provisional o definitivamente, en calidad de restitución o dotación, y las cuales tierras deberán quedar .. para siempre" en pod~r de los núcleos de labriegos. ,. Si algím pueblo estuviera en peligro de perder una parte o la totalidad de sus ejidos, los demás pueblos le prestarán ayuda con el objeto de que retenga contra todo y contra todos los mencionados ejidos" Esta belicosa arenga fue, por supuesto, aplaudida por los ingenuos, probando una vez más que como poder político efectivo son iguales a cero. La Constitución de mil novecientos diecisiete, ordena, que toda la propiedad raíz agrícola de la República, se convierta en pequeña propiedad individual y que la entrega de tierras a los pueblos será provisional, mientras que la Ley dicta los términos en que se ha de hacer el reparto individual. La Constitución de mil novecientos diecisiete no ha querido establecer la barbarie agrícola en el país. Es~ azote es extraconstituciona!. Ya pasaron los tiempo.;, en qUE' por indigencia de cultura, los políticos legi.;,la ban .• para siempre" y pretendían
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crear instituciones eternas. Hoy se considera lle(·io que una generación de imperfectos huma'nos se atribu~'a pOtlel' infinito para despojar de soberanía y libertad a todas las g-eneraciones futuras. El día en que el hambre comience a matar campesinos por millones, la clase agrarista se arrodillará para pedir al capital que dé trabajo como peones a los que ahora Sp ereen felices con la propiedad ejidal, o bien el día en que nuestros campesinos alcancen siquiera la poca altura de los campesinos rusos, rechazarán la propiedad ejidal ~T proclamarán la individuaL Siendo el sistema agrícola ejidal, propio de pueblos primitiyos, debe durar todo el tiempo que la gran ma~'oría del pueblo mexicano se sostenga en el lugar infeliz que tuvo en tiempos de los toltecas. Ese régimen agrícola de hace mil cien años, inaceptable para una nación que pretende entrar en la familia de los países civilizados, es el que fue a aplaudir el pequeño grupo de estudiantes de la Escuela de Jurisprudencia, en la que no se enseña el "derecho bárbaro"
IX EL AGRARISMO HA ENTRADO EN HORRIBLE AGONIA
i J E me concederá que el agrarismo es problema económico, no fenómeno ineyitable astronómito como un eclipse ~ solar o exacto patológico como la muerte de un hombre que, con su sopa ingiere un gramo de cianuro de mercurio. Es un hecho ya conocido hasta por la mayoría de los reyolucionarios mexicanos, que no pertenecen al "ateneo del cacle" que el agrarismo está desarrollando el hambre en el país en vez de abrumar al pueblo con pambazos compuestos. Pero antes de caer en su ataúd, acompañado de dos millones de ingenuos, ha entrado en agonía de demente con acceso de furor idiota. Un problema económico se resuelve con cifras cuando pertenece a la economía política aplicada y es lo que no han hecho los redentores del pueblo. y son las cifras las que hacen de la médula de la Reyolución, un humo de sentimentalismo congestionante y embrutecedor. ~'.'ctualmente las cifras nos prueban la crisis de resolución fatal en que ha entrado el agrarIsmo. El testamento de Zapata, cuya ejecución en toda la República, está encomendada al general Obreg(m. ()rdena~ que a cada mexicano se le obsequie con tierra suficiente para que cultiyándola labre su felicidad. Según el discurso del general Obregón para ingenuos en el "Congreso de Il1~'PlmOs", el Presidente ofrece cumplir la voluntad del difunto sin darse cuenta de que la testamentaría está en q'--'1ebra desastrosa. Para el cerebro de Zapata, lo misffio que para el del troglodita burgués don A.ntonio Díaz Soto y Gama, en lVléxico hay tierras excelentes cultiyables hasta para obsequiar con un modesto latifundio a cada uno de los habitantes del globo. Los trogloc1itas del agrarismo c1e-;c'onocen la C+(,o~Tafía y toda clase
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de ciencia~ y artes excepto el de agitar a analfabetas de especie inierior. ... * *
En mi artículo anterior, ,demostré que para existir en México la pequeña propiedad por el sistema antiguo, era indispensable un consumo en números redondos de 18.000,000 de hectáreas, y. que si se constituye por el sistema moderno ha urÍa que consumir 67.000,000 de hectáreas. Como el artículo 27 de la Constitución Federal, es un fulminante del caos no prescribe solamente crear pequeña propiedad individual pasando por la propiedad colectiva ejidal, sino que otorga a las legislaturas de los Estados la facultad de fijar la extensión de tierra que en su respectivo territorio puede poseer una sola persona. rna vez, que las legislaturas de los Estados, han cumplido con el deber que les impone la Constitución: el nuevo terrateniente :'a no puede ser despojado, ni tasajeado, ni molestado en sU propiedad; sino que ésta adquiere el carácter de inviolable. Ahora bien, las legislaturas de los Estados de Chihuahua, Guanajuato, San Luis, Zacatecas, Querétaro y de otrosE~,tados importantes, hall ti jado en dos mil hectáreas poco o menos lo que puede poseer en tierras cultiva bIes de temporal carla individuo. En 1911, existían en la Repúbli("a 8,872 haciendas y :2(;,607 ranchos, y como cada hacendado o ranchero puede retener o adquirir 2,000 hectáreas de tierra cultivable de temporal, quiere dec-lr, que podrán excluÍr de la totalidad de las tierras cultivables mexicanas de temporal, en números redondos 71.000,000 de hectáreas sohre las cuales no tendrán derecho los pueblos ni los aspirantes a pequeños propietarios. Agregando a lo que el artículo 27 de la Constitución señala para hacendados :' raneheros, lo que es necesario para los propietarios campesinos, resulta la necesidad de consumir 89.000,000 de hectáreas o ] :38.000,000 de hectáreas, según que se institll~'a la pequeña propiedad por el sistema antiguo o por el moderno ... Pues bien, no obstante los rifles, los discursos, los folletos apostólicos, los versos de los poetastros, la histeria de los politicastros, la logorrea de los periodistas, las amenazas de los agraristas, la preparación de los educando,; del Gobierno
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para el nuevo sistema social, el "Congreso del Niño ", el "Congreso de Ing'enuos", los lamentos de Jos maestros de escuela hambrientos, la Escuela de Altos Estudios, la Escuela de Bajos Estudios, los sÜlClicatos de los patanes, las babosidades de los labriegos; no existen en conjunto en terrenos cultivables de temporal ~' de regadío en los 200.000,000 de hectáreas de nuestro territorio, más que la miseria de 10.000,000 de hectáreas, comprobado el elato por la miseria de nuestra producción. La estaclbtica oficial, puede ser atacada por falta de exactitud tallto ('01110 :-;e quiera, pero lo que no se puede atacar, es, la gran .verdad de que México ya no puede producir los alimentos necesarios para una insignificante población de 15.000,000 de infelices, de Jos cuales 12.000,000 son rivales de los camaleones de la fábula, ,que se mantienen con puro aire. i'\ adie puede negar que el año de mil novecientos veintiuno, hemos importado de los Estados Unidos 24.000,000 de pesos de alimentos de primera necesidad. Si tuviéramos siquiera 20.000,000 ele hectáreas para cultivo de maíz, con producción de tierras fértiles, como lo pregonan todos los ignorantes encabezados por nuestros soeces sabios, nuestra cosecha anual media seria de "sesenta mil millones de kilogramos de maíz" Voy a dar las cifras que ha entregado al público la Secretaría de Agricultura, encargada de tomar nota de nuestra producción anual maicera. Cosecha de maíz en 1918, 1,930.000,000 de kilos. Cosecha de maíz en 1921, 1,550.000,000 de kilos, Cosecha probable en 1922, 2,127.000,000 de kilos. Desgraciadamente los estadistas que dirigen nuestro país, no se preocupan de las cifras, ni toman nota de lo que dicen sus oficinas, ni poseen economistas para tratar cuestiones económicas: sino que, indigestados por el patriotismo de campanario, congestionados por el optimismo, y cardiópatas por las infecciones políticas, a:-;egUl'anque México es tan riro que de ninguna nación necesita mientras que todas las naeiones necesitan de México. De los 10.000,000 de hectáreas de tierras cultiva bIes que posee nuestro pohrísimo territorio, puesto que lo cultivable apen
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Dedicadas al cultiyo del maíz 5.500,000 heC'túreas. Dedicadas a otros cultivos 4.500,000 hedún'as. Esos otros cultivos son: trigo, frijol. arroz, papas, cebada, lenteja, garbanzo, caña de azúcar, cafp, tabaco, henequén y otros de menor cuantía. &Cómo podrá el señor Presidente de la República cumplir como albacea de la testamentaría del troglodita Emiliano 1 J Deberán suprimirse los ('ultiyos (!ue no son de maíz para poder entregar a los labriegos siquiera la mitad de las tierras que necesitan para cultivar el cereal que prefieren ante todo y sobre todo? i Para cumplir con el testamento de Emiliano, será necesario someter a toda la Repúb1iC'a a la suerte del Estado de ::\Iorelos, que hasta para los mismos labrieg:os es un cementerio que atrae cada día más difuntos por hambre, por tristeza, por desengaño y por desesperación 1 Si se suprimieran todos los cultiyos que no son de maíz, acabaría toda nuestra exportación agrícola y ganadera, perdiendo la República cien millones de pesos al año, que, en gran parte sirven para pagar nuestras importaciones. &Es programa que pueden aceptar los mexicanos, que su país produzca solamente maíz y petróleo, bolshfyiques y huelguistas, maestros de escuela funerarios y políticos sin cabeza porque su persona toda es "ientn'? Es daro que si el petróleo que es un "maná" nos diera para que nadie trabajara y todo el mundo entonase himnos a la Reyolución, viyiendo en perpetua orgía, ladrando san(lc~('rs culturales" eon cineo o sris canoll
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le "zapa tizar a la nación' ~; con lo cual, sí quedaría cumplido ü testamento de Zapata. "* * *
Yoy a exponer por qué no creo posible la "zapatización" :le nuestro país. X o siendo cierto que en México manda la .;oberanía de los labriegos, porque ya han yisto los que creen en la democracia cómo un Soto y Gama maneja a esos inteliC"es analfabetos, y siendo una verdad que México no ha dejado ele ser país burocrático y que la soberanía reside en una inmensa burocracia, compuesta de burgueses de nacimiento y de exla briegas emburguesados; no es posible que éstos acepten la suerte de los burócratas del Estado de Morelos, que si no mueren de hambre, es porque el Gobierno del Centro se ha hecho cargo de sostenerlos opíparamente en un tiempo y en la actualidad pobremente. No hay probabilidad de que el petróleo rinda por contribuciones lo suficiente para que la Tesorería Federal cubra los actuales presupuestos de los Estados y de todos los municipios de la República. Sin el petróleo el Gobierno encontrará que para sostenerse le será necesario empréstitos extranjeros problemáticos. Los Gobernadores de los Estados, sus legislaturas y, en general, sus burocracias ,han observado bien lo sucedido en el Estado de ~Iorelos, y han observado también que el Gobierno FederaL no se encuentra ni se encontrará en posibilidad de colocar en el presupuesto de la Federación, los de todos 10.-'; Estados y municipios; por consiguiente, las burocracias de provincia, han comprendido que no tienen más que un medio de eyitar la muerte por hambre, y es conseryar a todo trance la grande, la mediana y aún la pequeña propiedad agrícola indiyidual , CUYOS impuestos son la base de sus ingresos excento en los Estados ganaderos y mineros como Chihuahua. Sonora y Durango. 1..8 s burocracias de los Estados, saben que si las tierras cultivables "on entregadas a los pueblos, éstos no paO'arán las contribueiones con que se ahorca a los terratenientes, ~ no les es desconocido que siendo inalienable la propiedad ~aíz de los pueblos, no les es posible aplicarles la eficaz facultad económico-coactiv8 ~
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Voy a explicar por qué el agrari.smo ha entrado ya en agonía de lobo rabioso. Antes de la Revolución, existía la propiedad ejidal; casi en todo el Estado de Oaxaca, en las serranías del Estado de Puebla, en gran parte del Estado de Veracruz, en casi todo Guerrero, en gran parte del Estaclo de México, y en las Huastecas Yeraci'uzana e hi.clalguense; y esa propiedad ejidal ocupa por lo bajo un millón, quinientas mil hectáreas, que son inviolables porque están ya repartidas. Antes de la Revolución, existían sobre quinientos mil pequeños propietarios, bien comprobados, y suponiendo por término medio que cada propietario posea tres hectáreas, hacen millón y medio de hectárea:.;. El agrarismo c'on que nos ha redimido la Revolución apenas ha podido repartir 1.000,000 de hectáreas. Total: hay ya 4.000,000 de hectáreas que no se pueden tocar, y si no se suprimen todos los cultivos que no son de maíz quedarían solamente por repartir 1.;500,000 hectáreas; pero como cstán en poder de los hacendados, sin que se les pueda despojar, porque los amparan las Leyes Constitucionales expedidas por las legislaturas de los Estados, que señalan lo que cada persona puede poseer de tierra cultivable como máximo; debe afirmarse, que ya no hay tierras que repartir conforme a la ley y que por lo tanto, los labriegos se están arrojando sobre las haciendas para transformarlas por medio del robo, la violencia, la :fierocidad y la ineptitud en nuevos Estados de Morelos. Para poner más tierras cultivables a disposición de los labriegos, sería necrsario reformar la Constitución y aceptar francamente el programa de COll vertir a la nación mexicana en grande y fúnebre Estado de Morelos. No habrá diputados y senadores Federales, ni diputados de las legislaturas, que voten semejante in-tiamia contra su país, y si la yotasen, tanto el Gobierno Federal eOlllO los de los Estauos, se uesplomaríall sobre c·ieno y sangre eomo se hubiera ya uesplomado el Gobierno de ~Iorelos. si no viviese sobre las rouillas del general Obregón, colgado ele las tetas fecleralps.
x LOS LAMENTOS DE LAS HORMIGAS NO PERTURBAN LA ALEGRIA DE LOS GIGANTES
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periódico serio de esta capital, publicó la noticia de que la Comisión Nacional Agraria, había recibido se~ cretas instrucciones para considerar inviolables las fincas rurales de los extranjeros y proceder con ardor en contra de las de los mexicanos. Esa política es sin duda inmoral, cruel, implacable; pero es lógica, natural, perfecta, humanitaria y de alta justicia divina. En política, sólo pueden tener derechos los que saben defenderlos políticamente como bien ha dicho en sugestiva arenga el licenciado don José Ma. Lozano. En religión, el derecho es un mandamiento de Dios: en política es un deber de lucha para no ser aniquilado por l~ Ley de selección. Sólo los temibles tienen probabilidades o seguridades de sobrevivir en un medio donde la justicia está subordinada a la política. La actitud egoísta de nuestros ricos, se comprende hasta el triunfo de la Revolución de 1910. Sus privilegios constituían una religión ferviente en el alma de todos los gobiernoos. El respeto a la propiedad individual, era un dogma sin ateos, cuajado en siglos de derecho romano, de creencias católicas, de costumbres de fierro, de sentimientos de humildad en las masas analfabetas. Exaltados e intransigentes en materia de proteccionismo, todas las clases sociales se enternecían defendiendo tarifas aduanales prohibitivas para hacer la vida po:;ible a la agricultura y a la industria nacionales; lo que dab~ ;¡eguridad a los hacendados e industriales, de jamás sufrir en ms intereses aun cuando condujeran al pueblo al hambre y 1 la desnude~, por explotar las tierras a lo vampiro y sujetar ~l vientre de las poblaciones al capricho de las nubes. Los BULHI!:S
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gobiernos tenían miedo de que si disgustaban a los hacendados, éstos compraran barato a uno o varios generales para que sonara el cuartelazo regenerador o libertador, y para no dar a los terratenientes motivo de queja, les imponían moderadas contribuciones. Desde 1821 hasta 1911 gobernaron a México las ideas de los blancos aceptadas por los mestizos, que colocaban al indio en la categoría de un animal dulce, explotable y acreedor a buen trato, siempre 'que no se opusiera a la voluntad de sus amos. Los terratenientes gozaban de todos los priyilegios coloniales con sólo una condición inexorable: no meterse en política; reconocer en la política el privilegio exclusivo de la clase media. Nuestra política ha sido de facciones y éstas son tremendas en sus movimientos pasionales. Los recursos de las facciones para atacar y defenderse son: guerra civil crónica, cadalsos baratos, asesinatos políticos abundantes, pena ordinaria de confiscación de bienes, prisiones martirizantes arbitrarias, confinamiento a climas mortíferos, destierros hasta nueva orden, libertad de ataques a la yida privada de los enemigos, persecución por la prensa de los yencedore~ con d arma del lenguaje meretricido, acusación infundada de ladrón, de enemigo del pueblo, de enemigo de Dios o de traición a la Patria. bY para qué exponerse a males gravísimns de que están libres los políticos de las naciones civilizadas 1 ¡, Para robar en el gobierno? N o había qué. ¿ Para enriquecerse con negocios? N o había negocios. ¿ Para disfrutar de un alto sueldo y sobre sueldo? Fuera del ejército la regla era no pagar a los civiles. ¿Para abusar del poder? 1-,os gobiernos duraban poco y los ofendidos se vengaban duro e inmediatamente. ¿ Se podía entrar a la política prestando servicios al país con altas dotes intelectuales y refinada moralidad? N o, porque en el sistema faccioso, el hombre de grandes méritos es visto con odio por las medianías que se hacen de la situación y las que se empeñan en postergar, aniquilar o deshonrar a toda persona que rebela por su mérito dotes para ocupar los más altos puestos políticos. En cambio, fuera de la política se gozaba de toda clase de garantías en las épocas de paz, otorgadas de buena fe y
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con entusiasmo por toda clase de facciosos, comprendiendo los rojos; la política roja para los no políticos, era color de rosa; los rojos se portaban con tanta finura como distinguidas damas, benévolos, buenos amigos de los individuos cualquiera que fuera ]a clase a que pertenecían, y eran tan profundamente burgueses los amigos del pueblo de aquellos tiempos, como podía serlo cualquier español dueño de tienda de abarrotes ultramarinos. * * *
En a'quellos tiempos en que con un peso comía una familia, pero que a casi todas las familias les faltaba ese peso, para las clases ricas; la política racional, la política eminentemente sabia, la política del hombre justo, del jefe de familia modelo, del patriota desinteresado, del hábil consejero de su clase; era no meterse en política cuyo objeto era la repugnante disputa de los escasos peculios nutricios del erario nacional, que pertenecían a los desheredados de chistera, levita y poseedores de un solo calcetín. En aquel paraíso de los ricos, había algunas serpientes. En las guerras civiles SI' exigía a los propietarios préstamos forzosos ;.' las guerrillas de todas las facciones, saqueaban y destruían las propiedades sin distinguir a amigos ni enemigos. Los ricos solían entrar a la política con gran pesar obligados por el clero, que en ]0 general era su acreedor o bien guiados por el deber de defender su religión. La dictadura del general Díaz, arrojó del paraíso de las clases adineradas a todas las serpientes. dió una paz de treinta años, hizo cesar la persecución religiosa, organizó en el país la seguridad para pobres y para ricos, y las personas adineradas creyendo que ya México había alcanzado civilización suficiente para que los que poseían bienes de fortuna poudieran entrar a la política sin temer castigos aplicables a bandidos, volvieron a la política y ocuparon con honor elevados puestos de Gobernadores, Ministros, Diplomáticos, Diputados, Senadores, Magistrados, Regidores, y llegaron a tomar parte con entusiasmo en las elecciones presidencia1p~ oficiales.
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Desgraciadamente debajo del trono del Dictador había un abismo, ]a miseria de las clases populares especialmente las rurales. Por término medio, en la parte más poblada de la República el jornal real era la cuartel parte del jornal real de la época colonial, y había descendido al límite de hacer imposible la vida del jornalero y de afirmar la desaparición de la raza en pocos años. La Revolución era pues, necesaria, pero no era necesario que ]a ejecutaran re\'oluciollarios que jamás han conocido cuál era el espantoso problema económico de :\iéxico, puesto que ('omo nuestros infeli('es ancestros siguen considerando al país como maravilloso por sus inagotables riquezas naturales. La fórmula histórica que caracteriza a nuestros terratenientes ha sido: aproy(:'('harse sin ('ompromet(·l's(', eludiendo toda clase de sacrificios y explotando al hambriento sin pensar que esa explotación tendría al fin un límite inf'rawlueable, del que debía brotar una revolución social. El egoísmo ya no puede ajustarse a esa fórmula, sino entrar a la lucha, no para pOlH'r las cosas en el año de lí~)O por absurdos medios contrarrevolucionarios; sino para hacer entender a la Revolu('ión, quc su obra agrarista, emalla de criterio d(' bucHalo, o mejor dicho, es obra sin criterio; y que para salvar a un pueblo hambriento que huye del país buscando trabajo; es indispensable una conciliación entre la tradición y la revolución, entre la ciencia y el desatino, entre la moral y las pasiones, y esa conciliación tiene que hacerse sobre el conocimiento de la verdad económica que no permite gobernar con ilusiones de maestros de escuela o con rufianerías de agitadorpc; e imposiciones de las "ca torce obras de misericordia" ¿ Por qué los terratenientes no aCf'ptaron el Plan de Ayala que dejaba a salvo las tierraS dedicadas al cultivo de la caña e intacta la industria azucarera ~ ¡ Por qué siendo don Venustiano Carranza, reaccionario, e inteligente para saber que t'1 agrarismo des(-'abellado desquiciaría a la agricultura y que aplicaba la ley de repartición de ejidos, para que tardas~ ",n cumplirse :20G aúos; ¿ por qué, digíJ, no !-'(' yo!\'ieron carrancistas, en vez de pensar en Pélix Díaz, éIl las maniobras obscuras de Peláez, en la resistencia sin programa
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de Meixueiro? ¿ Por qué, si Pablo González se presentaba revolucionario moderado, conciliador, susceptible de comprender una política agraria sensata; no luchar con energía para hacer comprender a Carranza 'que el Ejército no toleraría más que la imposición de un militar de prestigio en la Revolución? El general Obregón, hablando como candidato, ofreció Ulla política conciliadora y no cumplió; su ramo de oliva ha sido una tranca que rompe las costillas y la crisma de los terratenientes con procedimientos fuera de la Ley. ¿ Por qué no cumplió? Porque en política no pasan las cosas como en el drama de Víctor Rugo, "Hernani o el honor castellano"; el honor en política es tener miedo al fuerte y hacerle concesiones, y desprecio al débil y como a hormiga pisarlo. La clase rica mexicana es esa hormiga, porque ella ha querido descender a ese grado, manteniendo su egoísmo en su vieja fórmula histórica. En México hay ocho mil haciendas, y si cada hacendado pagase una cuota de trescientos pesos anuales, se obtendría un fondo ele 2.400,000 pesos. Hay 28,000 ranchos, que pagando cada uno por término medio 50 pesos anuales, formarían un fondo de 1.400,000 pesos. Hay 300,000 propietarios urbanos en toda la República, de los cuales 100,000 podían pagar una cuota anual para resistir al bolchevi'quismo, de diez pesos, lo que haría un ingreso anual de 1.000,000. Hay 500,000 pequeños propietarios, .existentes antes de la Revolución, y que pagando dos pesos mensuales contribuirían con otro millón para la defensa de la propiedad. Con seis millones de ingresos anuales, una Liga de Propietarios bien organizada, poseedores de glándulas tiroides, suprarrenales y sexuales, podía contratar buenos agitadores y exaltar contra el Gobierno a cientos de miles de labriegos que no han recibido tierras ni las pueden recibir, porque no las hay, pues la obra agrarista famosa de la Revolución, se ha reducido al reparto de un millón de hectáreas. Podía la Liga, contratar magníficos conferencistas para que probaran a los obreros, rojos o amarillos, que el alto costo de la vida en México, tiene por causa principal las contribuciones excesivas que sirven para sostener una escandalosa holgazanería burocrática. La Liga
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podía organizar manifestaciones con obreros libres que reclamasen al Gobierno garantías para trabajar libremente. La Liga podía organizar a setecientos mil pequeños propietarios rurales y de fincas urbanas para que con las armas que ella clandestinamente proporcionara, defendieran sus propiedades contra sindicatos revolucionarios de inquilinos y contra aara. ristas vandálicos. Los que han recibido tierras de la R:volución,. no r:or tal motivo han de~ado de ser católicos, y deben tener lnteres en defender sus tIerras y en defender su religión, y tocaba a la Liga organizar centros de resistencia para sostener al catolicismo. Podía la Liga, operar sobre la prensa europea, la de los Estados Unidos y la de Sudamérica y abrir y sostener campañas fulminantes para desprestigiar al Gobierno y procurar el boycott del capital para que por ningún motivo entrara un peso a México. Podía la Liga, con sus cuantiosos fondos, tener un gran periódico en la ciudad de México, el primero del país, y un periódico de combate en cada uno de los Estados; y por último, podía la Liga, en caso necesario, proyectar una contrarrevolución, no reaccionaria, sino ajustada al modernismo sensato y a las soluciones acep'tables en la grave cuestión social. Si la Liga se presentase formidable, antes de obrar, el Gobierno la consideraría gigante, y los gobiernos, todos los gobiernos, se inclinan ante los gigantes, les hacen concesiones, les ofrecen su amistad y les protestan lealmente cumplir con leyes nacionales bajo cuyo amparo quepa todo el mundo, y para que entre los mexicanos surja el amor al mexicano y acabe ese atentado del exclusivo y falso amor al obrero que ninguna doctrina puede justificar, ni pueblo alguno amante de la justicia, admitir. Pero en vez de una actitud de lucha de gran empuje y de eléctrico arrastre, veamos lo que han hecho nuestros propietarios desde hace tres años: instalar sus oficinas en la vivienda número 8, segundo patio de la casa número 16 de la calle del Estanco de Mujeres. A las sesiones han asistido, a 10 más, por término medio, cinco o seis personas, y para que puedan tomar asiento, se piden prestadas las sillas al flebotomiano de la accesoria de junto; el secretario del ('olllité Directivo, recibe de sueldo treinta pesos cada mes y está en-
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cargado de hacer personalmente el aseo de la vivienda y fabricar tinta en olla de barro para que salga barata. Se proclama la actitud legal absolutamente defensiva y las armas de defensa son los memoriales emolientes y las plegarias de los perros cuando oyen sonar un violín. La obra de prensa consiste en publicar remitidos que la prensa de la capital acepta por favor. Por supuesto, el Comité Directivo a nadie le pide un peso, porque sabe que no lo ha de dar, y solamente uno que otro enfermo del cerebro, subscribe para los trabajos, de veinticinco a cincuenta centavos mensuales. No hay que extrañar, que haya gobierno en el mundo, que al encontrarse que tiene debajo de sus tacones un pequeño hormiguero que ha perdido la potencia de dar insignificantes piquetes, resuelvan 103 gigantes del día tener bien aplastadas a sus infelices víctimas.
XI EL ODIO DE LA MAYORIA DE LOS LABRIEGOS A LA REVOLUCION
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ONSIDERO reaccionarias en la clase popular a todas las personas cuyos vitales intereses materiales, están ~ ligados con el principio de 'que la propiedad priyada sólo pueda ser expropiada por Ui usa de utilidad r)l~ blica, calificada en juicio ante tribunal competente y con previa indemnización, pagadera en oro. Considero revolucionario al que admite el despojo de los propietarios en beneficio de la clase proletaria honrada o vil, para hacerla propietaria. El despojo, tiene, pues, por objeto, no abolir la propiedad, sino dividirla. Considero reaccionarios a todos aquellos que después de haber recibido su ración de propiedad, son conservadores como todo viejo o nuevo propietario. La situación del proletariado mexicano era antes de 1& Revolución: 10.-Los labriegos organizados en pueblos, poseedores de tierras en comunidad, explotadas individualmente en beneficio individual. 20.-Labriegos organizados en pueblos, poseedores en comunidad de montes y terrenos de agostadero y pequeños propietarios de tierras de labor. 30.-Labriegos organizados en pueblos sin ejidos o necesitándolos de mayor extensión. 40.-Labriegos independientes, pequeños o medianos propietarios rurales. 50.-Labriegos acastillados en las haciendas y ranchos, nacidos en ellas o avecindados como trabajadores de planta. Las dos primeras clases, como lo dijo el gobernador rebelde de Oaxaca, Meixueiro, adquirieron honradamente sus
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tierras desde tiempo inmemorial y sólo deben a la Revolución desgracias, atentados salvajes, gabelas, contribuciones excesivas y el peso insoportable de un militarismo de duro aspecto prehistórico. En la República, en 1911, había "cinco mil doscientos trece pueblos, de los cuales existían novecientos treinta y siete en el Estado de Oaxaca" El país mixteca y zapoteca ha sido enemigo de la Reyolución hasta el agotamiento y la heroicidad; en defensa de la soberanía del Estado retó a Madero con las armas en la mano, y sostUYO contra el carrancismo una campaña que sólo pudo ser terminada por transacción; y si ese Estado hubiera conseguido lo que pedía: veinte mil rifles y veinte millones de cartuchos, cuando Peláez resistía toda la potencia del Gobierno, las cosals se habrían puesto negras para la Revolución. 'ranto el general Calles, como sus hombres de consejo, tomarán nota, de que el Estado que posee "el dieciocho por ciento" del núm ero de pueblos de la República y en el que no hay latifundios, ha sido y es el más enemigo de la Revolución; luego el agrarismo no es el seductor de toda clase de pueblos. El Estado de México contiene setecientos veinti~inco pueblos de indios, y casi todos hasta 1911, habían conservado los ejidos honradamente adquiridos conforme a sabias leyes coloniales. En el Estado de México, jamás pudo cundir el zapatismo de modo apreria hle, y en las elecciones gubernamentales de 191~ resultó electo Gobernador del Estado por inmensa mayoría, el licenciado don Francisco León de la Barra, candidato al Partido Católico que obtuvo brillante triunfo, no obstante la descarada presión que hizo el dulce" apóstol' ~ para impedir que uno de sus más declarados enemigos adquiriera el Gobierno del Estado. El Estado de Guerrero contenía hasta 1911 trescientos trece pueblos, conservadores de sus antiguos ejidos y no excitados para tasajear latifundios, porque en el Estado, fuera de las tierras de los pueblos, sólo existe pequeña y mediana propiedad. El único latifundio conocido por Hacienda de San Marcos, se encuentra en la costa y es inhabitable por su mortífero clima.
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Los tres Estados que acabo de mencionar, Oaxaca, México y Guerrero, poseen dos mil pueblos conservadores de sus ejidos desde haee siglos y representan el cuarenta por ciento del total número de pueblos de la República. No me ocu· paré de fijar el número de pueblos. que para nada han necesitado de la Revolución, por haber conservado sus ejidos, en la: Sierra de Puebla, en la de Alica, en Sierra Gorda, en las Huastecas y en los Estados de Chiapas y Campeche. Puede estimarse que no menos del cuarenta y cinco por ciento del total de los pueblos de la República, sólo deben a la Revolución calamidades, y como entre los reaccionarios nadie piensa en despojar a los pueblos de sus ejidos no tienen éstos motivos para ser partidarios de una revolución por la que jamás han manifestado simpatía. * * *
Hay en los eerebros agraristas gomas de degeneración sobre las que no influye el neosal varsán. La clase popular rural, no toda se compone de pequeñas tribus enjauladas en pue blos; hay la población de las "ocho mil haciendas" y de los "veintiocho mil ranchos", nacida en la finca o avecindada en ella desde hace mucho tiempo. Se calcula que las haciendas y ranchos contienen cinco millones de hectáreas de tierras de labor, que requieren para su cultivo extensivo un millón de jornaleros. Puede decirse que la mitad de nuestra población rural habita pueblos ~' que la otra mitad habita ranchos, haciendas y pequeñas propiedades. bPuede ser partidaria del agrarismo obregonista, la población jornalera que no solicita ejidos y que se cree altamente perjudicada con su formación a costa de las haciendas? ~ o, porque se ha halagado tanto a los pueblos con miras electorales, que se les reconoce el derecho de tragarse todas las haciendas, todos los ranchos, toda la pequeña propiedad. Los jornaleros de las haciendas y ranchos quieren esas fincas para ellos, no para que se las robe el pueblo yeeino o lo que es peor, los agitadores de los pueblos y las Comisiones Locales Agrarias que roban tierra para su uso particular. La Revolución en su período obre-
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gonista, ha. decretado el culto ejidal v venera a los pueblos de indios como a centros de gigante~ que imponen por sus elementos de desorden. La. Revolución ha cometido una indecencia con tal de adular a los pueblos, y es dar a éstos tierras gratuitamente y los pobres que no tienen el privilegio de formar pueblos, ,(teben recibir las tierras a título oneroso. Por otra parte, vale más ser mediero que propietario en países como lVléxico, de cosechas alimenticias aleatorias o abominablemente aleatorias, estando respaldado por un propietari0 que garantiza el abrigo y la alimentación al jornalero y a su familia. Se encuentran en la nación por millares, los peones que prefieren ser medieros a ser propietarios, sobre todo cuando hay fisco que despoja a los propietarios. La Revolución con su ciencia de maestro de escuela fétido, ha privado a la clase jornalera libre del derecho de vivir de una tierra de temporal, trabajándola como mediero, dejando que la ruina sea para el propietario entregado a cultivos, aleatorios hasta la temeridad. Bien comprobado con las listas de los contribuyentes prediales de los Estados, aparecen antes de la Revolución, sobre medio millón de pequeños propietarios rurales que detestan a la Revolución, porque sólo le deben saqueos, incautaciones, rap1tos de mujeres, contribuciones confiscatorias, la desaparición del crédito privado y la constante amenaza de pueblos sanguinarios a los que se ha hecho creer que todo lo que en el país es tierra, agua o bosque, les pertenece. Hirviendo en el mismo odio por haber sufrido los mismos atentados y en espera de la confiscación de sus bienes por los Sindicatos de Inquilinos, se encuentran "trescientos mil propietarios" pohres, de fincas urbanas, deseosos de defender el pan de sus familias a balazos. Esa masa de miserables que llega a "ochocientos mil", la mayor parte jefes de familia, lo que quieren es rebelarse y vivir matando agraristas, como está sucediendo en el Estado de Vera cruz y en otros grupos de propietarios cansados del culto del Gobierno a los proletarios agresivos y del desprecio de todos los derechos del hombre y aún de los del animal.
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* * * ¿ Quiénes son los labriegos partidarios de la Re\ OIUCltl!l! ¿ Los doscientos mil individuos que han recibido el millón de hectáreas que apenas ha logrado repartir en nueve años la Revolución ~ El labriego posee cuatro resortes de vida en su instinto de animal granívero carnicero; tierras, religión, pereza, maíz, y una nueva adquisición, odio al blanco y al civilizado. Una vez que ha recibido su lote de tierra, sin agua, casi agotada, se convierte en soldado de la Religión y no considera que el Gobierno ha comprado su te con una tierra que siempre ha creído suya. En tribus de mejor mentalidad, como en Morelos, el Estado modelo del agrarismo, la mayoría de los labriego:.; ha llegado a comprender que con los terratenientes y al precio en que se encuentra el azúcar, recibirían en jornales seis millones de pesos al año; mientras que toda su cosecha de maíz completamente lograda apenas excede de tres millones, quedando a su cargo las pérdidas por años malos de coseehas. La mayoría de los campesinos sabe que los políticos de Morelos se han elll'iqul'(·iclo robando al pueblo sus tierras y suspira por la yuelta de sns viejos tiranos. El ingeniero Salinas, actual SUbsecretario de Hacienda, comunicó a la prensa que en ::\Iorelos no ha habido agrarismo, sino "agarrismo". Y todos los" agarrados" por las manos sucias de los agitadores y sus socios, son enemigos de un sistema que les ha costado la muerte de la mitad de su población y la pérdida de todas sus rIquezas. Si nuestros campesinos tuvieran siquiera el criterio económico de los negros, comprenderían, que la Revolución ha hecho salchichas burocráticas con sus entrañas. La Revolución ha píl'oporcionado a doscientos mil individuos por medio del robo, un millón de hectáreas, que a cien pesos hectárea por término medio, hacen cien millones de pesos. En cambio, ha echado encima al pueblo, deudas extranjeras por valor de dos mil millones, que a cinco por ciento de rédito, hacen que la Nación pague al extranjero por más de cien años una cantidad cada año igual al importe de las tierras con que fueron obsequiados en nueve años los doscientos mil indivi-
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luos. Además, la Revolución ha echado en el vientre del meblo, al pulpo burocrático de cuatrocientos millones de pelOS de presupuesto de egresos entre la Federación y los Es'ados y por lo menos le ha duplicado el costo de los artículos le primera necesidad. Sólo los labriegos identificados con as pieles de cocodrilo pueden ser partidarios de tal sistema le engrandecimiento popular. ¿ Por qué la burocracia amoral, dueña del país, no ha 'epartido más tierras a sus esclavos naturales 1 Porque sabe :¡ue no podría usar para exprimir a los nuevos propietarios le la facultad económico-coactiva, porque la propiedad ejidal ~s inalienable y que se privaría de la enorme tajada de las ~ontribueiones prediales; y sabe también, que el sistema ejidal 1a fr,acasado y que es preciso que haya haciendas, si se quiere lue haya agricultura, que haya país y que haya a quién levorar. Todos los agraristas que se derriten por el amor al .abriego y que explotan a los pobres con el Li,uo turocr!i.ti(~o le la Reyolueiól1, son más reaccionarios que don Gabriel rermo, que el Conde de Regla, que el Marqués de Pedreguera f que todos los hacendados del año 1800, desde que está visto Jue la agricultura en manos de los redimidos ni abrojos dará de comer a los políticos. Los únicos labriegos p,artidarios de la Revolución, son los lue están esperando su lote de tierra; pero su número no es mayor que el de los labriegos que aborrecen la Revolución; Y' tan pronto como los que no han recibido tierras se convenzan :ieque han sido engañados, toda la masa rural será reac· ~ionaria hasta las cachas. Poco tiempo falta para la contra~evolllción de los carneros trasquilados.
XII LA OBRA AGRARISTA DE ZAPATA ANTE LA CIENCIA ABSTRACTA
L!iJL agrarismo zapatista, está expresado por la frase sacrosanta creadora de] misticismo de los labriegos morelenses: "la tierra es de quien la cultiva" Esa frase atribuída a Zapata, que siempre llamó la atención por su mentalidad improductiva; a leguas se conoce por su sonoridad, efectismos, falsedad y petulancia, que es frase de club de demagogos pronunciada por el más torneado de sus cuistres. Es falso que la tierra sea la madre cariñosa de la humanidad, porque la alimenta. La buena tierra, si está apoyada por el buen clima, alimenta "temporalmente", con más o menos generosidad a los grupos humanos que la poseen. La base de alimentación racional humana, se encuentra en los cereales que agotan las materias fertilizantes de las tierras hasta hacerlas improductivas. Si no fuera por la agricultura intensiva, toda Europa, excepto Rusia, estaría despoblada. La mayor parte de las tierras de nuestro planeta son improductivas: por estar agotadas, por su mala calidad, o por exceso de lluvias, por falta de calor solar, por estar cubiertas con nieves perpetuas o con bosques impenetrables cuya tala cuesta mucho; son improductivas por pantanosas, por sufrir inundaciones periódicas, por hallarse en clima demasiado mortífero, por plagas de multitud de animales de diversas especies. "Solamente una pequeña parte de las tierras de nuestro planeta produce alimentos para la humanidad, y eso temporalmente", mientras no pasa a ser bien industrial. Considerada la tierra como un "bien natural ", sólo ofrece a la humanidad la muerte por hambre en más o menos tiempos; de donde se deduce q ne no es ese bien natural Ha-
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mado tierra el que asegura vida indefinida a la especie humana, sino la tierra considerada como "bien industrial ~', es lecir, como una" creación del hombre" aprovechando elemen· tos naturales e industriales. El problema de la agricultura, que es el problema de la yida material de la humanidad, es nacer producir eternamente a la tierra cosechas seguras, progresivas, con el menor costo posible, para lo que se requiere ~apital a discreción, ciencia infatigable, actiyidoo de trabajo 11 máximo. Aceptadas las yerdades que acabo de enseñar, ~. a quién para bien de la humanidad o de una nación debe pertenecer la tierra? Es evidente que al que mejor la cultive, y la cultivará mejor el que pueda y sepa convertirla de "bien natural temporal", fugaz, a yeces inservible; en "bien industrial", valioso al máximo y de duración indefinida o eterna.
Se comprenderá ahora, el desatino atribuído a Zapata, porque el caudillo carecía de mentalidad hasta para desatinar; al decir que "la tierra es del que la cultiva", porque da lugar a aceptar :que la tierra sea del que peor la cultiva y lel que agotándola sin consideración la haga inserl/ible para alimentar al hombre. Xulificar el elemento único que puede nacer vivir a la humanidad, es admitir el absurdo principio de lesaparición por hambre del género humano. Para cultil/ar leterminada superficie de tierra, se pueden presentar l/arios pretendientes, en territorio virgen o abandonado. ¿ ~\. quién ~e prefiere? Si para ser propietario indiyidual de una tierra se requiere cultivarla aun cuando sea detestablemente; todos los hombres y mujeres pueden ser cultivadores y todos tendrán derecho a matar de hambre a la especie o al pueblo 1ue posea el dominio eminente de las tierras. Si la tierra es le quien la cultiya y no se fija el cultivo que debe practicarse, ~l cultivador zapatista podrá cultivar una tierra, que proluzca seiscientos nor uno de maíz, con semilla de zacate ordinario para alim~ntar asnos y dejar en la miseria a la población. Si la tierra debe pertenecer al que la cultiva, habrá 3ultil/ador que posea tierra riquísima, otros que posean tie-
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rras pobres, otros que posean tierras miserables, quedando establecido el f.;istema de privilegio para unos y el de sufrimientos para otl'OS, que es lo que ha sucedido en Morelos, y lo que condenan los principios modernos de igualdad y solidaridad. ¿ y si las tierras deben ser de quien las cultiva, de quién deben ser las aguas si éstas no alcanzan para satisfacer las necesidades técnicas de los cultivadores 1 Si las aguas deficientes para todos se distribuyen equitativamente entre todos correspondiendo a cada uno menos de las que le son necesa~ rías, la ruina será el premio de los afanes de todos. &Se establecen las píreferencias? Se formará otra vez el rico más rico que el derrocado, puesto que no tiene deberes y aparecerá el pobre más hambriento. mugroso y repugnante que antes de ser propietario, que es lo que ha sucedido en Morelos. * * *
El agrarismo mexicano es contrario al socialismo. En pocas líneas voy a explicar el socialismo agrario expuesto por los apóstoles honrados y de talento que han logrado convertir una cuestión económica en religión proletaria, que rechazan los campesinos siempre que no sean de orden tan inferior en civilización como los labriegos mexicanos. j La tierra ('s de la humanidad y debe ser cultivada en su beneficio! He aquí, el gran principio socialista que obliga a someterse a la regla básica: nadie, ni individuo ni corporación, puede ser propietario ni de un centímetro cuadrado de tierra. La pequeña propiedad es tan condenada como la mediana y latifundista. Zapata, pues, sirviendo de ganso a l1lH'stro chancletismo in· telectual, proclamó un principio eOlltrario al socialismo. Una vez la tierra en poder de la nación, para ser cultivada aquélla en beneficio de toda la colectividad, único PI Jpietario absoluto y eterno, sería e:xplot~da bajo la dirección de los representantes de la colectividad, o sea el Estado, en condiciones de obtener con el menor esfuerzo posible el máximo de producción. I.Ja producción total agrícola pertenecerá a toda la colectividad ~T será distribuída entre todos sus miembros de acuerdo con las necesidades de caela uno. Fue este
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lstema el que se empeno Lenine en establecer en Rusia, que ompletamente fracasó, como ]0 han reconocido todos los póstoles honrados de la nueva religión. En un socialismo que se intitula Científico, la tierra debe ertenecer a la colectividad representada por el Estado. Ese rganismo con un cuerpo técnico se encargará de fijar la lanta que debe ser culti"vada en cada lote de tierras, en vista e lo 'que enseña la ciencia agrícola y la económica. Después, l Estado pondrá a remate el arrendamiento de las tierras. :" natural que pujen más los más aptos para cultivarlas por IlS conocimientos y capital, y el rendimiento de los remates ~rá el principal o el único impuesto de la X ación. "*
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rna de las grancl('" nlC'ntiras, con que se Í)l"etende hacer olítica, es que Zapata fue el primer apóstol de la pequeña ropieclad. i\ o es cierto, los apóstoles de la pequeña propiead fueron los constituyentes de 1856, Ponciano Arriaga, Igacio Ramírez, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, José ::\Ia. [ata, y la decretaron en la Constitución de 57, ordenando ue tod'as las propiedades ejidales fueran reducidas a pequeña ropiedad. Ejecutada la ley para el 60S ~ de los pueblos. pues l resto se opuso amenazando levantarse, los resultados proaron, que~ 10:5 labriegos pueden sostenerse lllenos l:l!lllO peueños propietarios de temporal que los terratenientes y que o resisten a(luéllos dos años consecutivos de malas c(;see:lu8. i Zapata hubiera pensado restaurar el programa de los con8tuyentes, habría adquirido la gloria de un mentecato crimial, que derrama sangre y crímenes en pos de un ideal ya myertido en basura por la experiencia. * * "
Conclusión: la tierra debe pertenecer al que sepa y pueda myertirla ele "bien natural temporal ", en "bien industrial" e duraciún indefinida o eterna, produciendo la mayor riqueza osible en beneficio de la colecti yidad, cuyos derechos son l'eferentes a los derechos individuales. Este es el ideal y el ;gimen a;:rícola que más se le aproxima, y el único que hasta BULNE3
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ahora ha formado grandes pueblos y grandes civilizaciones, ha sido el de propiedad individual o corporativa en todas sus manifestaciones, pequeña, mediana, gran propiedad, según la naturaleza de la planta que se trata de cultivar propia para rendir la mayor riqueza. El progreso agrario debe consistir en imponer obligaciones a los propietarios a favor de la colectividad que no destruyan el aliciente de ser propietarios.
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LA MENTIRA DE "TODOS LOS CLIMAS" Y LA RUINA DE LOS HUMILDES
¡ } L cristianismo nació del dolor de los humildes y llegó a la gran altura a que se encuentra como religión, porque no obstante las impudicias de su clero cuando ra omnipotente, nunca ha dejado de mantener su carácter de eligión de los humildes. N o conozco hombre de ciencia, ociólogo, economista, historiador, legista moderno y aún noelista célebre o ramplón, o poeta convulsivante, que no se .aya puesto del lado de los humildes. La Revolución franesa es hizo para los humildes. El liberalismo triunfante en 3, humanidad luchó por los humildes, y los "derechos del .ombre" son la victoria más grande efectiva obtenida por los ~umildes. No conozco ho::..ubl'e ll~ corazón enemigo
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suficiente para probar el fracaso de la Revolución y que los humildes necesitan otra revolución a su fa\'or, o que la que tanto admiran les procure los beneficios que están esperando. *
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Antes que la Revolución se pusiera del lado de los humildes, existía ya en México el régimen agrícola ejidal, practicado ha(,8 más de trece siglos; existía el latifundismo practicado por los mexicanos trescientos años, y mil por la noble7,a y f 1 sacerdocio tolteca y azteca; existía la mediana y pequeña propiedad antes y durante el r0gimen colonial; existían quinientos mil }wqueños propietarios en el territorio de la República, antes de la Revolución; y todo el personal que trabajaba en los diferentes regímenes agrícolas, perteneciente a la clase popular, era igualmente andrajoso, hambriento, desfosforado, abyecto. I.Ja lógica más gToSfl'a, obligaba a no atribuir la causa de tanta hambn" desnudez y embrutecimiento de la raza, a determinado régimen agrícola, sino a buscar la causa en otros fenómenos, y sin dificultad se habría en('olltrado porr!ue estaba a la vista de cualquier espíritu algo refiexIyo. Sin ,embnrgo, como d "medio pelo" intelectual era omnipotente ~r jacobino, sus sagrados cuistres revelaron a los humildes que sus desgracias emanaban del latifundio y que la felieidad de todos los hombres consi"iía en Ique fueran propietarios de pequeños lotes de tierra que pudieran o no pudieran ~ultivar personalmente. El apostolado agl'arlsta, ignoraba ql1e ya en lVléxico se había ensayado en grande e.::ica la el sistema de la pequeña propiedad en el sesenta por cielltJ de h1s pueblos y que se habían obtenido resultados deplorables. 0)(.
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No he encontrado en México p-el'sona 'que conozca las horribles condiciones del trabajador agrícola, impuestas no por el cruel latifundista, sino por el clima que lo hunde y lo :nantiene en esa miseria de la que pretende redimirlo la Re:o1ueión por medio de ]a insensatez.
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Todo hombre que vive de su trabajo, está obligado a cubrir con su producto el costo de su vida y el de su familia durante trescientos sesenta y cinco días al año. El cumplimiento de esa obligación ineludible depende de la importancia del fruto del trabajo como jornal o como utilidad. Si el fruto del trabajo de un día apenas basta para cubrir los gastos de vida de un día, quiere decir que el trabajador debe trabajar los trescientos sesenta y cinco días del año. El cultivo extensivo del maíz en las tierras frías y templadas mexicanas, sólo puede proporcionar al trabajador, por término medio, ciento diez días de trabajo no continuos. Es preciso que con el fruto de esos ciento diez días de trabajo cubra sus necesidades de todo el año. Supongamos que el clima de México fuera propio para la agricultura y Ique el pequeño o gran propietario de la tierra, pudiera explotarla con dos cultivos sucesivos en la misma tierl,a y en el mismo año; entonces, al trabajador agrícola, la tierra le proporcionaría un número de días de trabajo igual a la suma de los que exigiese cada cultivo. Esto acontece cuando el clima proporciona en el invierno capa constante de nieve a la tierra, que al fundirse en la Primavera la inunda, como el Nilo a las tierras eg'ipcias; o cuando el clima sostiene nieves perpetuas en las montañas y que al fundirse una parte, diariamente, proporciona riesgo a las tierras; o cuando el clima favorece las tierras con dos estaciones de lluvias en el mismo año; o cuando las favorece con lluvias durante todos los meses del año en cantidad suficiente para riego eficiente agrícola, que es lo que hace la enorme riqueza de la agricultura francesa. N osotros no tenemos de esos climas, que hacen ricas a las naciones y proporcionan días de trabajo a los jornaleros o pequeños propietarios agrícolas durante todo o casi todo el año. N osotros lo que hemos tenido desde hace cien años y se 6uiremos teniendo, es una polilla de sabantajos geógrafos, meteorologistas, agrónomos, que han engañado a los mexicanos y extranjeros, diciéndoles que somos muy ricos "porque poseemos todos los climas"; cuando lo que poseemos es una sola estación de lluvias anual, impropia para la agricultura por sus irregularidades anuales o mensuales o por su
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escasez, o por ambas calamidades. No hay en México un solo punto donde el clima en materia de lluvias y tratándose de agricultura alimenticia de temporal, no arruine al agricultor' al terrateniente en cincuenta años, al labriego o propietari~ en uno o dos. Esos inmundos sabantajos han tenido la imbecilidad de c~eer y enseñar que clima significa temperatura, y 'que tenIendo tod~s las temperaturas en la República, poseemos todos los chmas. También es falso que en la República existan todas las temperaturas atmosféricas. No tenemos temperaturas permanentes en nuestras tierras, inferiores a diez grados y hasta de sesenta bajo de cero. No tenemos temperaturas de Invierno que se puedan llamar rigurosas. Nos falta clima riguroso caliente en la inmensa altiplanicie donde se cultiva la mayor parte del maíz que consumimos a precio tan elevado. El estío en esa altiplanicie no proporciona calor suficiente para obtener maíz precoz de 90 días o de l~u, que nos librara en gran parte del peligro inminente de las heladas destructoras en una noche de los plantíos de maíz, y que tam bién nos librara en parte de las sequías, porque el cultivo de la mayor parte de nuestro maíz dura siete meses y lo confiamos al auxilio de las escasas e irregulares lluvias de los meses de marzo, abril y mayo. Carecemos de clima para el cultivo temporal de trigo, el primer cereal para el hombre. ¿ Cómo puede caber en el cerebro de los políticos avanzados que pueda haber en México un pequeño propietario agric~ltor co?- camisa firme, ~unque. sea de .man~a, cuando só~o la ti~rra malCera le proporcIOna CIento dIez dlas de trabaJO al año en tanto que al pequeño propietario extranjero el clima Íe permite trabajar su materia prima, tierra, t~dos o casi todos los trescientos días del año labrador? Sm los derechos arancelarios prohibitivos, no tendríamos agricultura alimenticia. Tenemos una miserable agricultura, artificial a fuerza. de leyes, y queremos que nuestros productos ll1~los. y caros inunden los mercados extranjeros. Nuestras aspIracIOnes son de locos, de ignorantes presuntuosos y aún de .protervos, que nos ha dado por ponernos del lad? de los humüdes cuando necesitamos urgentemente que algUIen se ponga de
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lestro lado para limpiar nuestros sesos de la porquería que s han infiltrado nuestros sabios. Se ha hecho de la miseria del pueblo responsable al lafundio con el mismo derecho con que se puede hacer responlble de la rebelión del general Estrada a los Centauros de ,Mitología. En ~Iéxico son muy escasos los latifundios ~rícolas y abundan los de tierras de agostadero ruinosas por s sequías, y los de los desiertos. Los grandes y opulentos tifull'dios son los ,que han hecho la gran riqueza de Argenna, Brasil, Cuba y el Sur de los Estados Unidos, yesos lafundios atraen por los altos jornales que pagan a sus peones, .illares de inmigrantes españoles e italianos que cada año egan a los citados países para establecerse en ellos definitiva.ente o para trabajar y volverse en el mismo año a sus res~ctivas naciones, con grandes economías después de haber 'lgado viaje de idea y vuelta. Ya quisieran los pequeños ~opietarios agrícolas de Francia, España, Alemania y Austria 'abajar en latifundios que proporcionarán gran bienestar a ,s jornaleros dedicados a sus cultivos. Si en México los latilndistas agrícolas sin regadío se ven obligados a exprimir a sus ~ones, es porque a ellos les arruinan las cosechas, las sequías las heladas hasta dejarlos cada cincuenta años en cueros. [n la explotación despiadada del labriego no existiría Méxi), y México perecerá si los hombres de poder se empeñan 1 librarlo de la explotación como bestia sin comenzar por lquirir tierras propias para la agricultura. El indio nos ha ~rvido no solamente de carne de cañón, sino de pan y friIles para la hambrienta clase media y de animal de trabajo ira conservarnos una Patria. Debemos al clima tan agra'lble para la vida, la miseria que cada día nos la hace menos Iportable. Y sin embargo de tener elementos para todo reediar, nada remediaremos mientras las ciencias físicas sean 1 México la deshonra de los que las profesan y la locura de s que nos gobiernan.
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LAS HUELGAS ANTE LA CIENCIA, LA MORAL Y EL PATRIOTISMO
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huelga pretende ser la manifestación más legítima de la libertad de no trabajar. Si el trabajo es un deber ~ dictado por todas las religiones, legisladores y apósto1es del progreso humano, la libertad de no trabajar es el derecho de no cumplir un deber fundamental en biología. Una sociedad sin trabajo es inconcebible; por consiguiente, la libertad de no trabajar, debe entenderse como el derecho social de no trabajar más 'que temporalmente. Como derecho individual, el de no trabajar no ha sido reconocido a la gran mayoría de los hombres que para vivir necesitan someterse a la dura ley del trabajo. Aun en los tiempos modernos, existen países civilizados que sostienen leyes contra la vagancia, y en el sistema socialista la obligación de trabajar es universal, sancionada por terribles penas y sin más excepciones que la impotencia por enfermedades o por deformidades físicas. Todo derecho individual, está y debe estar siempre limitado para que sea posible la existencia de la justicia. Es muy conocido el límite de los derechos individuales, que deben terminar donde comienzan a perjudicar el bien social. El derecho social, no es más que el bien de todos interpretado exacta o erróneamente, no por la voz siniestra de mayorías ignorantes, sino por la de los hombres más ilustres y más virtuosos de cada pueblo en cada época. La libertad de no trabajar, debe tener sus límites legales, morales y patrióticos, como los tiene la libertad de trabajar. El vulgo confunde las libertades individuales con las libertades colectivas lo que es deplorable en ciencia política. En las naciones civilizadas, un indus,trial o comerciante o simple
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particular, puede elevar el precio de las mercancías que venda hasta el absurdo. En las mismas naciones civilizadas, está prohibido a las colectividades de comerciantes, industriales o particular.es, asociarse para formar monopolios y producir artificialmente el hambre en el pueblo. En las naciones ciyilizadas no ha tenido límite el ejercicio honrado de la propiedad individual, en cambio, está prohibido a toda clase de corporaciones administrar y poseer fincas rústicas y urbanas, fuera del límite muy reducido que exige el bien social. 1\ o hay derecho de asociación si su objeto no es lícito y no tienen los asociados soberanía para declarar lícito el objeto de su s,ociedad. Para que haya gremio de cualquiera clase y que éste no sea perseguido por antisocia1, es indispensable que su objeto sea lícito y que sus miembros no sean los que tengan competencia para juzgar de la licitud del objeto, prerrogatiya que corresponde únicamente al poder público. y si el Gobierno es de opinión pública, ésta es soberana para juzgar de la licitud del objeto de toda asociación. -;lt
* "
Cuando el proletariado obrero Sf; organizó en gremIOS, la opinión pública lo aprobó, porque el objeto de los gremios era el mejoramiento de las clases trabajadoras. Los apóstoles laboristas definieron que el mejoramiento de la clase obrera debía descansar sobre tres hechos principales: elevación de jornales, disminución de horas de trabajo y as('guramiento de trabajo continuo a la clase obrera, hasta donde fuera posible. El límite de los esfuerzos para lograr ese mejoramiento, debía ser el respeto no absoluto de la propiedad individual, sino del que fuera necesario para hacer compatible la satisfactoria existencia y progreso honrado del capitalismo. Ninguna persona, siquiera con visos de humanidad, podía oponerse al bello programa del apostolado laborista. y mientras el laborismo supo mantenerse dentro de los límites que él mismo se había fijado, el capitalismo con bastante mal humor fue cediendo a las pretensiones laboristas, al comprender que la opinión pública, decididamente se ponía del lado
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de las clases trabajadoras. Puede decirse que en todos los países civilizados, la opinión pública profesa el socialismo minimalista. El apostolado redentor de las clases pobres, desenterró del polvo de las bibliotecas desatendidas, la vieja doctrina comunista, que ofrecía a la humanidad un paraíso terrenal sin riesgo de fracaso como el bíblico. El éxito de la exhumación de la fétida momia, se debió a cinco prodigiosos flenórnenos sociales: Primero: la explotación del carbón mineral abundante y a bajo precio, creador de la grande industria y del gran comercio, aS1entado en los ferrocarriles; y, a su vez, la grande industria fue creadora de grandes masas de obreros, entusiastas por la libertad y la democracia, que las declaraba árbitros de los destinos del mundo por el sufragio universal. Segundo: la más amplia libertad de prensa y tribuna que permitía agitar todas las conciencias, todos los intereses, todas las pasiones, todos los ensueños, todas las borracheras de mentiras y rencores contra verdaderos o falsos despotismcs tradicionales. Tercero: }a instrucción pública, laica, gratuita y universal que hacía posible la absorción de doctrinas absurdas a las clases populares, halagadas hasta en la médula de sus sufrimientos por la prensa socialista. Cuarto: creación de "Cajas de .I..l\..horros" para los obreros que les permitiera vivir sin trabajar determinado tiempo. Quinto: servicio militar obligatorio universal, que terminaba con los ejércitos de mercenarios y de autómatas, ponía las armas en manos de los obreros y les permitía entregarse a desenfrenado proselitismo en los cuarteles y campamentos. Con tan formidable material moral y económico, las clases obreras debieron triunfar llegando a su espantoso ideal: "El proletariado mecánico no podrá ser redimido, mientras que en el mundo exista el capital privado" Una vez aceptada esta sentencia de muerte por la mayoría de las clases obreras en contra de las clases capitalistas, lo ({lle debía morir era la sociedad, y desde ese momento el objeto de las asociaciones lue ilícito ante los intereses creados durante siglos y ante el poder político de todas las clases conservadoras del régimen
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social clásico, basado en la inviolabilidad de la propiedad privada. En el terreno electoral, la derrota de las clases obreras enemigas del capital privado, fue completa, ruidosa y constante. Desde 1870 hasta la fecha, los partidos socialistas ma~imalistas, no han logrado colocar en las asambleas legislatlvas del mundo siquiera una respetable minoría de comunistas sindicalistas radicales. Comprendiendo el apostolado obrero radical, que nada podía esperar en muchísimos años o tal yez nunca de la voluntad social, concibió el proyecto de ya~erse de las huelgas para imponer paso a paso, brinco a brInco, o de un solo golpe por medio de un paro general o por la seducción del ejército, la dictadura del proletariado. A este sistema le llamaban los apóstolE's de la secta, "la acción directa" * * *
Pero las huelgas resultaron anodinas o casi anodinas en su lucha contra los recursos del capitalismo, Una huelga se deshace y se la pone en ridículo, substituyendo a los huelguistas con rompehuelgas, llamados en J\![éxico " esquiroles" Para que una huelga valga, es preciso que los rompehuelgas no puedan aparecer, por no existir, o porque la ley destroce uno de los grandes derechos del hombre, o porque los huelguistas por medio de criminal violencia, aterroricen a los rompehuelgas hasta conseguir que abandonen sus derechos. Mientras más se desarrollan las huelgas, más aumentan en una nación los hombres sin trabajo; en ninguna parte ha habido gobierno ni sociedad bastante débiles, ni pueblos bastante cobardes, para aprobar o soportar una ley que prive a los seres humanos del derecho de trabajar. Todo el problema de la huelga se reduce, pues, a la solidez del ~ principio de auto'ridad de los gobiernos, para garantizar a sus gobernados .el derecho al trabajo y para garantizarse a sí mismos su eXIStencia y para garantizar a la sociedad que no será desmoronada como Rusia. Sin la acción de los rompehuelgas el establecimiento de la dictadura del proletari,ado, es cuestión de meses o de días. Y para que los gobiernos puedan obrar como se los indica la sociedad, es indispensable que tengan
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fe en la disciplina, sensatez y patriotismo de sus respectivos ejércitos. Si no hay esa fe, tampoco hay gobiernos que se decidan a caer, sobre todo cuando saben que el enemigo no ha ele dar cuartel a su persona], ni a las familias de éste, ni a sus intereses materiales y morales, sino Ique habrá una ola tan completa de exterminio como la noche en los hemisferios planetarios. De esta gelatinización del principio de autoridad, resulta una política de complacencias, funeRta para todos y que tiene por final una tragedia de reacción o una tragedia de desmoronamiento ruso. El tipo de esa política, de complacencias, lo estuvo dando España en la rojiza cuestión de Barcelona. Los industriales de Barcelona, viendo que el gobierno no daba garantías efectivas a la libertad del trabajo, discurrieron establecer el paro a muerte de sus industrias, colocándose en el terrible principio "de que de Cristo a Cristo el más apolillado se raja" A esta tétrica, aunque legal y legítima maniobra del capitalismo, se la llamó" lock out" Los sindicalistas respondieron con explosivos de terror, en menos de tres meses fueron asesinados más de cuarenta patrones y administradores de negociaciones industriales. Sin embargo, los industriales asociados sostuvieron su actitud hasta que el gobierno ordenó que se abrieran las fábricas. Fue aconsejado el Rey Alfonso XIII, que ordenase la incautación de las industrias y para calmar a los huelguistas que satisficiese sus aspiraciones solicitadas a sangre y explosivos. La España conservadora no quiso que después de la huelga contra los industriales el gobierno incautase las industrias, haciendo concesiones al proletariado, por que inmediatamente aparecerían las mismas huelgas contra el gobierno y los asesinados serían los altos funcionarios de la monarquía, contándose entre ellos el mi:)lllo Rey ..Además, la incautación de las industrias para hacer concesiones al proletariado, equivalía a dar a la industria una puñalada en los intestinos, haciendo morir al capital privarlo y abatiendo a España como el bolcheyiqnislllo a Rusia: y para que después, como en Rusia, los mismos sovietistas enemigos y destructores del capital privado que debía causar la felicidad de las
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clases laboriosas, implorasen de sus enemigos extranjeros: que los salvasen" del furor de esas clases trabajadoras desengañadas, enviando a Rusia cuanto antes la mayor cantidad posible (le ese odinso capital privadC'. El sindicalismo en España, apeló entonces al horrible r('~ul'SO del paro general, que tiene por objeto amenazar de muerte a toda la ~ociedad y cumplir la amenaza con siniestros pl'inc'ipios de eje<:nción. Es claro, que antes de la consumaeión de tan estupendo crimen, el principio de auto:ód::.H.Á, RIT(,lla· do por el pánico de todo el pueblo y del e;(\rcit0) (.¡ilcda(Ía convertido en principio de debilidad y serviría de carroña a masas bestiales enfurecidas. Ordenado el paro general por los sindicalistas, fracasó bajo el sacudimiento de ira de la opinión pública 'que aclamó al gobierno, facilitando a éste redisciplinar el ejército, que estaba ya muy maleado formando sindic'atos ele ('abos y sargP!110S con pretensiones de soberanía. El paro general, es el crimen moderno por excelencia, expresa el ataque directo de una mi.ilorÍa sin patriotismo, contra una mayoría inocente no or~anizada para aplastar a sus enemigos. lTna sociedad amenazada de paro general y en peligro de morir, tiene el derecho absoluto para apelar a todos los recursos de defensa. Su drrecho es supremo, prima todos los reconocidos y los estúpidamente inventados, es el derecho de la humanidad que no consiente mermas ni reivindieaciones de grupos, gremios o personas. Ninguna religión, ni filosofía, ni moral, ni poeta, se ha atreyido a decir que el planeta terrestre es de los obreros sindicalizados. Es cierto, que el proletariado obrero ha tenido y tit'llC justicia en algunas de sus demanch.., comprendidas en el progTama del laborismo; pero también es cierto que después de haber conquistado la civilización él principio de que nadie pueda ser juez y parte en roausa }l'opia, el gremio obrero, c'omo en otros tiempos el gremio militar y el eclesiástico, no puede imponer a las sociedades su-s demandas justas, sin qu.e "t'an éstas juzgadas y aprobadas pen' 1,) opinión pública" Ú~l ca competente en cada época para 0.ecir lo que es el patrlOtls-
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IDO, lo que es el deber y lo que es el derecho, en determinado momento histórico. * * * Resumiendo: la huelga es recurRO anodino o casi anodino, ante los derechos del hombre y de Ll sociedad. Para que valga poco o mucho, es preciso que com'3ca el delito de sabotaje o el delito de atropellar la libertad individual del trabajo, o el delito de atropellar a trabajadores extranjeros amparados por la ley suprema del país, por los rrratados Internacionales y por el Derecho Internacional; exponiendo a los pueblos débiles a ser p~lverizados por las naciones poderosas ofendidas. Para valer algo la huelga, necesita asesim r patrones como en Barcelona; que se incauten las industrias desamparando el capital y buscar conflictos graves con el extranjero, si aquél no es nacional. Por último, necesitan Intentar el mayor crimen contra La patria y la humaniq.ad: el paro general. En tales condiciones, la huelga no puede ser Institución social; tiene 'que acabar en el planeta terrestre, como acabó ya en Rusia, con el fusilamiento de los huelguistas o de cualquiera manera, por no ser compatible con el derecho, la justicia, el patriotismo, tales como lo eLige el mundo para existir. El bolcheviquismo en persona, ater.r0rizado por una anarquía de aspecto infernal, ha rechazado y con horror las huelgas y pulverizado la dictadura del proletariado con la dictadura del "Ejército Rojo ", enteramente militar, con lo que queda probado que la tal dictadura proletarLt no es posible ni en una nación que pertenece toda ella a la3 masas populares.
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L señor ~elleral ('alles no es "llemigo del ""pital, lo qnr pretende es humalllzarlo. E~tas bellas pal.abras son gol· pes de tambora en el corazo'} de los hUllllldes, notas de flauta en un cuerpo elec·toraL primel yerso de un himno que todo mexicano debe ('<1ntar por 10!llfllOS una yez por semana, I)]'f('epto cyang'('·] il'o destinado a figurar en todos ' IS libros de nuestras esctl\·],,'i, manjar espirihnL propio para saborearse con honesta delicia. Pero en asunt0'; ('conómicos la lógica racional se pone en ('ontra del despotismo de la lógica afecti\'iI, ¿ (~llé es humanizarse ~ Ceder todo o parte de un derecho }'('(,oll()('ido por las le~'es, por la autoridad moral de las religiones superiores, y por la opinión públi('a de la épo('a, para no ('ausar mal g'l'a \'(' al P1'<') .1 i111 O. Hllmanizarse ('s poner la pot('w·ia elel elel'('('!lo frente a la pote'1c:ia del a1llor ,que debe arder día y llo(·he f'n el corazón de jodo ser humano por sus pl'(),iimos, y ('ollceder al angustiado lo que necesita para de~'ecal' el manantial de sus lúgTünas. Pero el ejercicio ele las sublimes yirtudes debe tener un lí}),it(' para no hU('er de la caridad el yeneno que l'ápidament ~ mataría a la espe(·it' humana. La humanidad yiye de la agricultura y de la industri~ y a 'libas fnn('iones económicas se realizan por el capital y SI éste enteramente se humaniza, los pueblos se verán precisados (\ alimentarse ('on retórica, dis(,lll'SOS y literatura electoral. X adie pu('c1e lleg'ar que la conservación de la especie .e~i~e que al humanizarse el caDital ceda lo que pueda, sin per.1UlcI O de su exist(,l1('ia ~. del a·liciente para emprender negocios segl1ros o aleatorios. Hasta llO~- la polític'a obrerista ha seguido el ('[¡'\lillO mejor trazado para la ruina del capital, pretendiendo lle\'i1~ a lé. "humanizaeión" hasta donde no puede ir. sin qne pI ('(\]1ltal
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huya por considerar severamente mortífero el territorio mexicano. En el último conflicto de Orizaba entre patronos y obreros, las empresas como lo probaron habían cumplido estrictamente con las leyes y sin embargo el señor Presidente de la República, con acento iracundo jupiteresco, reprendió a los industriales, denunciándolos como inhumanos y dando la razón a los obreros. &Las obligaciones tramadas por la lógica afectiya deben ir hasta imponer a los industriales el cumplimiento de las Catorce Obras de Misericordia consignadas en el Ripalda? Debe aclarar el punto el general Calles. Sí diré, que en las siete 'Obras de misericordia corporales, 110 se encuentra el deber de proporcionar médico y medicinas por enfermedades no profesionales. Se exigió a los patronos algo más de lo que ordena la religión para quP s(' pruehe pI perfecto amor dI prójimo. En el caso de Tampico, conflil'to entre obreros y patto~ nes; piden los obreros la incautación de la Empresa de Luz y Fuerza Motriz y el Gobierno la concede contl'a la Com;titución, que expresa claramente lo que se debe hacer con los patrones cuando no acatan los Fallos de las" .Juntas de Conciliación" que son "Juntas de Guerra ~, con d Gobierno de aliado poderoso. Pidieron los obreros la expulsión del Gerente, hombre respetabilísimo ~. se les concedió; de donde nace el derecho de los obreros, tremendo contra el ('apita1, como es el de remover a los gerentes dr las t'lllpresas quP no traicionan los intereses de éstas entregándolos a los obreros. Es frecue;lte, que la yida o prosperidad de una nego('iación, se deba a los altos méritos de su Gerente y que' al ser expulsado la ruina termine con la negoeiación; por tal motivo, el capital invertido en l\Iéxic'o tiene otro gTHye motivo de considerarse sin g'arantías. Llega el caso de "El Aguila", la empresa obra ajustada a la ley y sin embargo el señor Presidente de la República la inculpa porque su l'onducta ha sido poco airosa. Aparece una nueya obligación de las empresas en México, la de ser airosas como bailarinas, como ciNlueros yanquis, como los charros mexicanos en el cleleite del jaripeo. En economía política no s(' conoce lo airoso. Todas las empresas grandes o pequf'flas son
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organismos pesarlos, sin gracia, sin facultades u obligaciones para agradar al público. . ,Con motivo de. la cuestión de "El Aguila," la prensa publIco una declaraclOn de los obreros, sosteniendo que la empresa estaba obligada a cumplir con las leyes y con los "Preceptos de la moral y la justicia' '. Esta declaración obrera funge de sol en la política del Gobierno, y alumbra calentándolo tropicalmente el discurso del general Calles pronunciado en Morelia. Nada más correcto que a las empresas como a los indi"iduos se les obligue a cumplir con las leyes, nada de más inmoral y atroz, que se les obligue a cumplir con los preceptos de la moral y de la justicia. &De qué moral se trata, de la rancia o de la fresca socialista? Para la moral socialista, el capital privado es el enemigo de lo único santo y sublime que tiene la humanidad, las clases obreras y debe ser odiado y agredido hasta su exterminio; todo perjuicio rausado al capital f'S acto dI; profunda virtud. &A esta moral deben sujetarse los industriales? Hay que decirlo claramente, honradamente, valientemente. Hay dos justicias, la ,que considera inocente al capitalista honorable, digno de la protección de las leyes y hay la justicia proletaria que aclama el suplicio del capitalista, que no humaniza su capital para mejorar a los obreros, y lanzarse después a los desiertos a practirar la "ida de eremita. Jamás he leído una palabra por la que los obreros den a entender que son capaces de pedir algo injusto. Todo en sus aspira~io nes es justicia absoluta, su derecho es disfrutar de la v.Ida sin respeto al derecho ajeno, porque esa ranciedad no eXIste ya, el proletariado es el Derecho! * * *
x o vendrá a M8xico ni un peso, si la política exige capitales de idilio, de amor a lo Julieta y Romeo, como el de los amantes de Teruel, o el de Acuña a Rosario. El General Calles ignora que los que han prestado e invertido cientos (le mi~lo nes de pesos en nuestra deuda pública y empresas, han SIdo principalmente los pobres de Francia, que se desprenden dt~ sus ahorros para salvar crisis del Gobierllo ~Iexicano o fo-
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mentar nuestras industrias. Jamás conseguiríamos un centavo, si al campesino de N ormandía, si a la cocinera parisiense, si al empleado inferior del comercio, si al mozo de restaurant, si a las viudas de ínfimo capital que buscan un aumento de rédito colocándolo en 1\1:éxico; si a todos esos pobres anhelantes de mejorar, les dijeran los banqueros: "Entregad vuestra fortuna, no para sacarle el jugo a los mexicanos hasta dejarlos secos, sino para ayudarlos en sus necesidades, compartir sus amarguras, llorar ante las tumbas de sus muertos, fraternizar llegando a la con:flusión de los alientos y de los bolsillos y dar pruebas de humanización, hasta quedarnos sin un céntimo de franco." Contestarían esos atónitos proletarios: para humanizarlos, tenemos en Francia ríos de lágrima s que demandan secarse al calor de la caridad y del altruismo, tenemos dos millones de huérfanos, hijos de nuestros soldados • heróicos que murieron desinteresadamente en la Guerra, para conservarnos Patria; tenemos deberes que cumplir con nuestros obreros sin trabajo ~~ seríamos locos o 1üalvados si nuestros ahorros que nos han costado toda una vida de sufrimientos morales y materiales, los entregáramos a unos obreros de una nación que no conocemos, ni queremos conocer, ni nos importa ("onocer; ¿ para qué con dichos ahorros Cllrm" llagas extranjeras cuando las de nuestra patria están abiertas 1" Durante diez años no hemos pagado a los su bscritores de los empréstitos sus réditos: el pueblo francés ha sido nuestra vídima porque le hemos encajado detestables negocios para sacarle millones, y todavía hablamos de que es necesario que se humanice el capital extranjero. ¿ El General Calles quiere que se humanice el capital? j Está bien! pero que lo diga la ley y que la política no desgarre ni arroje purulencia sobre la ley. El capital debe cumphr con leyes, pero las leyes deben cumplir con el capital. Nada de oblip:a('iones en nombre de la moral y la justicia. Eso es desvergonzada tiranía. La verdadera moral y la verdadera justicia no admiten obligaciones vagas, indeterminadas, ilimitadas indefinidas. No puede haber penas ni presiones por infracciones de deheres no legales. Ni la moral ni la justicia se atreven a suprimir ]a libertad, porque ambas en los tiempos
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modernos son los grandes efectos creadores de la libertad no se comprende ~a moral ni la justicia ante la libertad mue t~; la h~ertad !mpo~e que tanto el individuo como las as ClaCIOnes solo esten oblIgadas a los deberes que les señalan L leyes. Sobre todo y ante todo, si el socialismo radical se fU] da ~n una moral y en una justicia nuevas y contrarias a le antIguas, cumple al honor del país y a la elemental deeene (1.(' un gobierno, declar.ar por ley cuál es la moral y la just CHl que el pueblo meXIcano reconoce. Yo no quiero ni puec oponerme a l~~ aspiracio~es de .los obreros, nada diré si p den que los lUJos (le los mdnstnales sean los eselayos de 81 hogares ~' ¡que las hijas de esos industriales desnudas sea uncidas a carros olímpicos de los fastuosos líderes del obr ri~mo ~' nada diré si también piden que los patrones se s~ metan a la mutilación de Orígenes. Pero sí reclamo que tod( esos deberes se pongan en la ley Una vez que la humanización del capital y todos los l1( bilísimos ideales del proletariado, se formulen en leyes, nad habrá que decir; el capitalismo extranjero ~' naciOlw.l imp< niéndose de los derechos y obligaciones" legales" que le 1'1 COlloce o impone el soberano pueblo mexicano, resolverá si 1 conviene México para r~nprender negocios en que forzosamel te se toque el arpa y se cante la "Golondrina", o sr irá otra parte. En los Estados Unidos, los ('apitalistas regalan b bliotecas de a diez millones de dólares, fundan espléndidos as los, sanatorios, hospitales, costean expediciones científicas suscriben ('i¡'!l millones de dólares para aliyiar el hambre el Europa, pero a la hora de entregarse a los negocios. los tr: tan implacablemente con la lógica racional de la EconOlnI política. Se cuente), que cuando Isaac Peraire, muy pobre, S( licitó del Barón Rothschild un empleo en su escritorio, t'ste 1 desairó, pero al ver que Peraire al retirarse levantó .nn aH ler el altivo magnate dijo: "Este hombre me conVIene, ~ un' vercléldero hombre de nego(·ios'· y llamó a Peraire que 111(1 tarde l~ue millonario. Después del dis('l1rso del General ('
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estamos viendo de nada sirven las escritas y cumpEr con la moral y la justicia dictadas por la política, no significa más que muerte por espantosa tiranía. Los obreros deben creer, que irán al hambre, si pretenden que en México, el capital se someta a la moral y a la justicia emanada de las huelgas. Les conyiene definir el límite de sus 1wetensiones en una ley humanizante al grado que quieran. Porque si son excesivas, el capital no vendrá, pero nada es tan pavoroso como la falta de leyes. Sin ley, la huml:!nización del capital es pura confiscación por traición; para atraerlo se le enseñan las leyes escritas y para confiscarlo se le sacan la moral y la justicia -políticas, codificadas en el corazón o en el vientre del socialismo, enemigo natural e irreconciliable del régimen capitalista.
111 LA HUMANIZACION DE LOS OBREROS
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AS personas que lean el título de este artículo, pueden creer que porque el General Calles conmovido por los sufrimientos de los humildes, abogó por la humanización del capital, yo en nombre de la piedad voy a pedir la humanización de los obreros. ~o haré tal cosa, porque poseo rcgnlares facultades para la lógica racional y la manejo sin saltimbanqueos políticos y sin debilidad. Desde el momento en que es inevitable en todo el mundo la lucha entre el capital y el trabajo, hay que examinar cuáles son y cnáles pueden ser, las armas de ambos beligerantes y no pretender que alguno de ellos las abandone para dejarse aniquilar por el otro. l\Iarx, primero aconsejó, que, los obreros usando del sufragio popular político, se hicieran del Gobierno y ya en esa posición, a yiya fuerza, a sangre y fuego despojaran a capitalistas y propietarios empleando la crueldad necesaria, establecieran el comunismo en el que no puede haber grandes ni pequeños, ni amos, ni esclavos, ni patrones ni obreros. En el comunismo no puede haber dictadura del proletariado, porque no existiendo más que una clase social proletaria, no habría súbdito a quien tiranizara el dictador. El triunfo del comunismo o del sindicalismo radical, pone fin a la dictadura del proletariado. Los obreros aceptaron la recomendación y vieron que solamente en Inglaterra estaban en mayoría, pero no en las demás naciones industriales y que por medio del voto no llegarían a apoderarse del Gobierno. Para establecer el comunismo en Inglaterra, había una dificultad, la raza anglo-sajona está hecha para la libertad ~. el comunismo l~ destruye. Ramsay Mac-Donald, ha sido un furibundo enerol-
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go de Lenine y le ha hecho campaña como escritor notable y original. El segundo medio para que los obreros se hicieran del poder, era la insurrección que violentamente arrasara c:on el Gobierno. Los comunistas aplicaron ese medio en París en 1871, y llegaron a apoderarse de la gran ciudad. El ejército francés, la recuperó, destrozó las fuerzas comunistas y fusiló a veinte mil cuatrocientos apóstoles. El golpe fue formidable y el socialismo comprendió que mientras un Gobierno dispusiera de ejércitos nacionales bien disciplinados, la insurrección obrera resultaría desastrosa. Los trabajos socialistas se encaminaron entonces a corromper al ejército, a nulificar la disciplina, y a seducir al soldado para que aceptara la causa socialista y aniquilara el régimen social clásico. En Francia, mucho se había adelantado en esa obra redentora y se le esperaba a tan gran nación la suerte de Rusia por el mismo medio: la socialización del ejército. Afortunadamente, la Guerra Mundial salvó a Francia, a Europa, al mundo de la espantosa rusificación. La guerra restauró el magnífico patriotismo galo, gran parte del poder católico, la pasión por la libertad, la fe en la civilización por respeto al derecho ajeno; el del capital, el del trabajo y el del pensamiento. Al socialismo comunista y sindicalista sólo le ha quedado para su lucha contra el capital, no la huelga, sino la acción directa. La huelga vale algo o nada si en un país poco industrial y de masas agrícolas, el Gobierno sostiene la libertad de trabajo de todo individuo e impone a sus eS1quiroles para romper huelgas; rotas todas las huelgas queda nulificado el poder de los obreros. No pudiendo o no queriendo hasta ahora el Gobierno Federal c1espanzurrar obreros libres como se ha hecho en Atlixco, con la aprobación y apoyo de las autoridades locales, ha dejado en libertad a los obreros sindicalizados, para maltratar, sitiar p~r hambre o matar a los obreros libres, que se atrevan en VIrtud de sus derechos reconocidos por las leyes, por las religiones! pOl' la justicia, por la libertad a romper una huelga. El General Calles, está siempre del lado de los humildes, pero no de todos los hu-
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mildes, sino de aquellos que se muestran partidarios de la crueldad con otros humildes. Nunca ha existido ni podido existir en el mundo, un tirano lipemaníaco anhelante de de~;truir en pocos días una ciudad poderosa, o una gran nacióll, por medios de refinada crueldad inventados por el proletariado para compeler a una sociedad o a su Gobierno a ar:atar las despóticas órdenes de un sindicalismo que no permite discutir sus resoluciones. La Confederación de S'indicatos, al elecidir la huelga múltiple o el paro general, decreta hasta nueva orden la suspensión de los servicios de agua, del comercio de víveres, de luz, de fuerza motriz, de médicos, ele boticas, de cementerios, de higiene pública y privada, de posta~, de ferrocarriles, de tranvías, de camiones, de poli('ía, de beneficencia, de cárceles, de tribunales, de teatros y cines, de alimentos y haberes del ejército, y si no decreta más tormentos a la sociedad, después de llamar sobre ella la anarquía, las pestes, el personal de los presidios: es porque no puede. Teóricamente, y ajustada a la doctrina de la "acción directa, la inhumanidad de los sindicatos elp obreros, debe ser infinita" y prácticamente, no importa que la humanidad perezca, si resiste a lo que apetece el proletariado en plena congestión de orgullo satánico, pues no puede equivocarse. Y en efecto, no se equivoca, porque conforme a la Biblia de los apóstoles socialistas, mientras no sean exterminadas las clases burguesas, el socialismo tiene que ser lógicamente destructor y la crueldad es una de las más bellas virtudes destructoras y por consiguiente conduce a la victoria, final de los humildes ,que han padecido centenares de miles de años. Ha sorprendido que el General Calles, apruebe la "inhumanidad infinita", fuerza motriz de la acción directa del sindicalismo irresponsable ante los tribunales, y que exija Calles la humanización del cap.ital siempre responsable ante los tribunales de sus enemigos y ante la 'ley que le ha arrancado parte de sus derechos y tiende a hacerlo mula maltratada del Trabajo, hasta que llegue el día en que completamente indefenso el animal, se pueela matarlo. El socialismo no puede combatirse con armas mentales, ni sentimentales; para los apóstoles honrados y para los ob1'e-
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ros más humildes en caletre que en indumentaria, el ;.,ociali--mo marxista e;., una religif'll creadora de fanati;"llH¡.., en razón directa de la inferioridad de las raza". En -:\Ié~ico, el marxismo es el ".J uan Diego" de los indiyidun:'-, que ya no creen en las palabras del ('ri'-1(I. hablando de jn;;,ticia: "-:\Ii reino no te" de e..,te lllundo" La propiedad de los fanáticos: es creer, yiyir y morir sobre el altar del absurdo, pero la humanidad: aunque bien aporreada, se ha salyado de todos los fanatismos por la potencia del instinto de c(Jn..,eryación y se salvará del fanatismo "ocialista: con el mi"mo recurso fiel e inmortal. El fanatismo de hoy, acabará como to(los los fanatismos de ayer. con los hechos de brutal defensa de la e"pecie. por el ha'-'-llbre, por el hacha: por el garrote. por la metralla, por las celdas penitenciaria". por la s camisas de fuerza de los manicolllios, por las pedrada s de las lllultitudes "alvajes en su ira al yerse defraudadas en sus fantásticas e~pe ranza". El sociali:-,mo .. constructor" aparecerá dbcubierto por las lllás alta s inteligencias y será al mismo tiempo .. reconstructor" de lo necesario del pasado; dejando de ..,er: s neño cocaÍno del medio pelo apostólico y neurópata o mofeta política de cnistres. * .;;
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La lucha entre el Capital y el Trabajo en el mundo. ha traído la guerra de clases y si hay guerra de clases, necesariamente tiene (lue haber .. odio de clases": Y ese odio recíproco no consiente que mientras se firma la paz, el beligerante burgués tenga ent nsiasmo por el mejoramiento del beligerante obrero: todü 10 contrario. desea su perdición. La sociedad en generaL c" enemig'a del sindicalismo, porque el sindicalismo "e ha declal'Cl el o enemigo a muerte de la sociedad: que recil,e de él Ir artirios en cada huelga, y en cada paro general, hay hÍua?(, de destruirla-por la aplicación de toda clase de suplici();.,. La süciedad libre y ciyilizada, no puede aceptar mol"Ír en la lucha del sindicalismo contra el Capital. La poblaci0~1 burgw:,;.,a (:" taría irremisiblemente perdida, "i no contara con la mayoría del prr1letariado. que al "entir la inevitable hambre lll(I,,;otiya y los mordi"clJs de la mi"pl'la rompiendo
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sus huesos, su conservatismo biológico y casi gTanítico, la obligarán a reaccionar, a voher la cara hacia los yetustos dioses, a trepar a ciertas eminencias eternas que el pasado impone a la humanidad y a implorar el auxilio decidido de la potencia intelectual, que desde la horda hasta la gran nación, ha hecho y sostenido la vida social de la especie humana y puede hacerla existir tanto cuanto dure el planeta en condiciones de permitir mundo orgánico. El General Obregón es tan enemigo de la dictadura del proletariado, como Poincaré, Ebert, Ramsay Mac-Donald, Mussolini, Primo de Riyera, Coolidge, todos los presidentes de las repúblicas latino-americanas y todos los ejércitos dignos de llamarse militares, pOl'llue su espíritu es indomable aristocrático, como lo demuestra su estricta jerarquía. Lenine era tan enemigo de la dictadura del proletariado como de la de una partida de caballos. Nunca en R.usia ha habido dictadura del proletariado, lo que existió fue la dictadura de Lenine. En Francia, cuando en 1793 llegó al poder el más feroz peladaje, no 1m bo dictadura proletaria sino un terrible dictador, que fue Robespierrc. La tal dictadura del proletariado jamás existirá por la sencilla razón, de que nunca en el mar, por numerosos que sean los peces chicos se han de comer a los grandes, y no es más, dicha dictadura, que una frase de máximo halago para los hlllllildes, que los "tiburones rojos n excretan para coronar macabramente a las "sardinas y juiles rojos". Tres años estuvo el Presidente Obregón, emparedado entre el "miedo" y el "más miedo" y obligado a besar el cacle de los no incorporados a la eÍvilización; hasta que el prestigiado General ~\lyaro Obregón, lo salvó, inyectándole espíritu militar y ya pudo decir al sindicalismo que si cumplía la amenaza de emplear la "acción directa ", él emplearía la "acción militar" Le Petit Caporal no hubiera respondido mejor. El General Obregón, comprendió que había llegado la hora de escoger entre Luis XVI o Bonaparte; entre dejar la presidencia a Proal, a Flores Magón o a Soto y Gama y atravesar descabezado la Laguna Estigia o defender a México con la ley, deletreando palabra por palabra con la espada y rescatar a fuerza de sangre el principio de autoridad.
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* * *
El Presidente Obregón va adquiriendo brío y denuedo para cumplir y hacer cumplir las leyes, muy defectuosas, pero muy superiores a las pasiones antisociales de los agitadores. N o hay Ique pedir a los obreros que se humanicen, basta con lograr que el militarismo que siempre ha sido dueño de nuestros destinos, no los ceda a la demagogia y que por ningún motivo deje de haber militarismo. Nuestra democracia es pura demagogia con pústula en cada poro. La Nación rechaza ser gobernada por un "gabinete de reyes magos" como lo indican los callistas. Nada de agitadores convertidos en reyes, lo que México necesita es un "gabinete de sargentos", militares o civiles, sin más conciencia que la bota izquierda o derecha de un soldadón que sepa pisar demagogos sin guardarles, más consideraciones que las que tienen los leopardos a las ratas. Si el General Calles llega a la Presidencia, con el sable fajado sobre calzones de acero, puede bacer algo bueno, pero si llega de "estrella", no será la de Belén, sino la de cualquier " jacalón" de barrio bolshevique y pasará muchas noches en la "Comisaría" Es ya tiempo de que todos recuerden que existe el País, si no en la conciencia de los no incorporados a la civilización, sí en las clases civilizadas, éstas quieren un Gobierno nacional aun cuando lo presida un burro casto o garañón. Un Gobierno que gobierna para sólo una clase social, a poco es gobernado por ella, tratado como su esclavo y en cambio cosecha el odio de las demás clases. No fue la ambición del señor De la Huerta, la autora de la última revolución, sino el desconocimiento del umeo gran prinCIpIo que hace fuertes a los gobiernos, gobernar para toda la Patria, <11ie tiene "u~ l'¿¡íet'~ en la~ tUl11bas de todos los que la han formado y sus ramas en todas las direcciones de la civilización.
CUESTIONES HISTORICAS
LOS HEROES DE LA INDEPENDENCIA NUNCA LUCHARON POR LA DEMOCRACIA
( i j L l:nÍYersal" COUYOCÓ a un concurso centenarista, para prese~ltar al país, brilla~nte juicio ?rítico s.obre la personalIdad de don Agustm de Iturblde. El Jurado calificador, formado, según parece, de jóvenes historiadores, otorgó el premio al trabajo del joven historiador don Juan de Dios Robledo, quien aunque se amparó bajo el lema: "Verum est id quod est secnnc1um ('st" no alcanzó a dominar su triste época de mentiras juyeniles y seniles, enseñando la gran verdad: N o es eierto que los primeros caudillos iniciadores nebulosos de la Independencia hayan sido demócratas, ni conocido lo que era democracia, ni luchado directa o indirectamente de buena o mala fe por la democracia. Por el contrario, el señor Robledo reafirma como conclusión, la vieja mentira procreada desde 1833 por el medio pelo intelectual jacobino. Dice como lamentable conclusión el señor Robledo: ' , No cabe duda que a los partidarios de las nuevas doctrinas democráticas corresponde la inmensa gloria de haber iniciado el movimiento. ,: Lo que acabo de copiar es tan cierto como si se dijera, que, la Reina ele Esp:tña doña 1:-;<1 bel la Católica, con1rajo segundas nupcias con Marat y que puñal en mano asistió a la horrible matanza septembrista en la prisión de la Com.;erjería en París, tocándole degollar entre otras personas a la interesante princesa de Lamballe. Los precursores del movimiento revolucionario de 1810, aparecen dos años antes en 1808, y lo fueron, el licenciado Verdad y Fray Melchor Talamantes, ambos hombres de talenE u LtCII: s
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to, dt' estudio y de ilustración al nivel de la cultura española en su época. Fueron avanzados como regalistas por el estilo del célebre conde de Aranda, quien nunca pensó en democracia. El plan del licenciado erdad, fue, realizar la Independencia con España, estableciendo en Nueva España la monarquía confiada a Fernando VII o a su dinastía ....:\1 ser aprehendido Fray Melchor Talamantes y cateado su domicilio, entre sus papeles fueron encontrados escritos de su letra. "Unos Apuntes para el Plan de Independencia", pues bien, la Independencia a que se refiere Talamantes no es la independencia, tal como nosotros la entendemos, sino el separatismo de la 1\ueva España conservadora del régimen español; de la España diabólica dominada por Napoleón I. Según Talamantes, debía organizarse un Congreso Nacional Americano constituyente, para hacer las reformas regalistas que tanto le preocupaban y que nada tienen qUf' ver con la clemorra('ia, como lo prueba el hecho, de que el l{ey absoluto ('arIos 1I1 de España, fue un furibundo reg'alista, aunque no tan radical eomo el Emperador José II de Austria. S'e encuentra en los Apuntes de Talamantes: "Hecho todo esto, debe rE'SE'rvarse para la "última" se~-üón d('l Congreso ~\mericano, el tratar de la sucesión de la (~orona de "España" y de "las Indias. ., Como se ve, el ('ongreso Constituvente en su últJma sesión debía tratar sobre la smesión de ·la corona de España y de las Indias; luego }fhico debía quedar unido a Espaüa bajo el sistema monárquico y siempre a I)sed utis1
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ciudadanos, pues su sacrificio no es menor que el del cura Hidalgo. Respecto a Fray Melchor Talamantes continúa en su fosa y es tan conocido de los mexicanos y de los extranjeros, como el "perro del hortelano", del que habla nuestro popular refrán. * * *
Por más que hemos buseado todos los que diariamente y con indiscutible honradez, nos ocupamos de Historia patria, no hemos podido encontrar ese plan democrático, ni esas nuevas ideas democráticas, durante el primer período de nuestra Independencia que terminó con el patíbulo de los prlmeros caudillos. Alamán, sin duda el primero de nuestros historiadores, refien~ que en los papeles encontrados en la casa de Epigmenio González, en Querétaro, cuando fue descubierta la conspira-ción en septiembre de 1810, apareció como plan de gobierno! futuro independiente, el establecimiento de un imperio mexicano con reyes fleudatarios. En el discurso que don Carlos María Bustamante hizo al cura 110relos y que éste no quiso leer, se habla del establecimiento de un imperio mexicano, substituyendo los criollos a Jos españoles europeos. Morelos no quiso leer el discurso, no porque fuera demócrata en aquel momento, sino pOl"que confesó que nada entendía de política. En una carta muy interesante, publicada por el honrado e inteligente historiador mexicano licenciado Genaro García, escrita por el licenciado don Juan Aldama, hermano del que se lanzó a la revolución con el cura Hidalgo el 15 de septiembre de 1810, y dirigida al padre .Iose Frusiño, carta que fue escrita antes de la batalla del :lVIonte de las Cruces y después de la toma de Guanajuato y de Valladolid; se lee en ella: "La adjunta copia instruirá a usted de ~a justa causa que defendemos todos los criollos. "Mientras no cedan a nuestras justas pretensiones (los gachupines), de defensa de nuestra sagrada religión católica, apostólica y romana, de los derechos de nuestra querida patria, y de nuestro rautivo Rey el señor don Fernando VII, o de qllien legítimamrnti' 11" ~ll«pda
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en el trono. ~. Se notará, pues, que en el plan de don .J uan Aldama, hermano del insurgente, se trata de defender el tronc del Rey de EspaÍla y esto no significa independencia ni democracia. El propósito de defender la reliO'ión católica aposb , to'l'lca, 1'0m
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pués de la torna de Guanajuato y Valladolid, es decir, cuando la revolución estaba en plena marcha triunfal y, sin embargo, no se descubre nada democrático en el pensamiento de los insurgentes. * * * El cura Hidalgo en su proceso, declaró que fue Allende quien primero lo invitó a tomar parte en la insurrección y que rehusó terminantemente. A la segunda invitación que le hizo Allende, aceptó, en vista de una carta alentadora que se le mostró, pero nunca lo invitó Allende para que se pusiera a la cabeza de la revolución y él aceptó entrar como uno de tantos, porque no tenía títulos para merecer lugar sobresaliente. Si el cura Hidalgo hubiera sido ese demócrata, apóstol de ideas nuevas demoeráticas que se le han atribuído, habría entrado a la revolución para ponerse a su cabeza o por lo bajo para desempeñar un puesto importante. Licéaga, honrado a carta cabal, guanajuatense criollo, habitante de la ciudad de Guanajuato cuando estalló la revolución, el 15 de septiembre ele 1810; expone en su curioso libro "Apuntes y Rectificaciones", que no hubo "Grito de Dolores", ni sonó a las once de la noche campana alguna y niega que esa noche el cura Hidalgo fuese el jefe de la revolución, asegurando que el jefe era AUende. Confirma lo que dice Licéaga un hecho innegable. l~Uende con su extraordinaria audacia y renombrado valor, tan luego como dijo el cura Hidalgo en su habitación conversando con Allende: "Puesto ¡que estamos descubiertos no nos queda más remedio que ir a coger gachupines"; decidió el impetuoso militar sorprender durante la noche a los españoles en sus casas y capturarlos cuando se hallasen dormidos o desprevenidos. rran audaz plan se realizó con toda felicidad, y como nadie puede impugnar este hecho, porque los españoles prisioneros solicitaron que nada se les hiciera; resulta imposible, que hubiera habido grito, sonido de campanas y todo lo necesarIO para poner en guardia y en estado de defensa a los españoles que en aquel momento eran superiores a los insurgentes El eura Hidalgo tomó la jefatura de la revolución hasta el medio día del 17 de septiembre, debido a que fue inter-
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ceptado un pliego del Intendente de Guanajuato, en que se recomendaba a un español que con su gente armada procediera inmediatamente a la captura de Hidalgo, por considerar~e el más terrible de los rebeldes, debido a su influencia en las masas como "eclesiástico", que dominaba en sus conciencias y debido a su instrucción no vulgar. Allende fue el prim<>!'o en decir al \.'ura Hidalgo que puesto que el Intendente español cón tan buenas razones lo designaba como el jefe del m<..'i,'innento, él era el prilLerc.. en aceptarlo como tal y ponerse a sus órdenes. El cura Hidalgo debió, pues, no a sus nuevas ideas democráticas, sino a su tarácter sacerdotal, ser designado por el Intendente de Guanajuato como el hombre más importante de la rebelión, puesto que debido a ese carácter religioso tenía influencia en las ma:-;as':ne por su parte eran completamente religiosas. Y al estimar Allende como buenas las razones religiosas para que el cura Hidalgo fuera el jefe de la insurrección y cederle el mando. quiere decir, que Allende ni era demócrata ni tenía ideas democráticas, sino las racionales que era reconocer que el hombre más a propósito para levantar masas religiosas tenía que ser un eclesiástico. Y el cura Hidalgo, al aceptar la jefatura de la revolución, en virtud del gran prestigio religioso ,que tenía con las masas, probaba que estaba muy lejos de pensar en programas democráticos faltándole completamente esas ideas democráticas de que nos han hablado escritores, que han bebido sus conocimientos en -los de los oradores cívicos, qUE' destrozan la historia en las tribunas popul'ares el 15 y 16 de septiembre de cada. año. Lo que prendió fuego a la insurrección en primer lugar, fue el elemento teocrático y es ridículo tratar de nulificarlo con una pieza postiza de fantasía democrática. Al llegar el cura Hidalgo frente a la ciudad de Guanajuato, dirigió al Intendente Riaño la siguiente comunicación: "El numeroso ejército que comando, me eligió por Capitán General y "Protector de la Xación ", en los campOP de Celava. La misma ciudad a presencia de· cincuenta mil hombres, ra'tificó esta elección 'que han hecho todos los lugares por donde he pasado; lo que dará a conocer a V S. que estoy
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legítimamente autorizado por mi nación, para los proyectos benéficos "que me han parecido :r:ecesarios a su favor" Este lenguaje firme y arrogante, no es el de un demócrata, que promete estar dispuesto a ejecutar lo que le ordene el pueblo soberano; es el lenguaje de un dictador hebreo que se propone conducir a su nación o al pueblo, según los "proyectos benéficos que le han parecido necesarios a su favor" y esto va a continuar ...
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El Teniente General Aldama, declaró en su proceso como autor de los hechos ocurridos el 15 y 16 de Septiembre de 1810; que serían las cinco de la mañana cuando repicaron las campanas de la parroquia del pueblo de Dolores, llamando a misa, pues el 16 de septiembre fue domingo; esa llamada a misa a los feligreses, la aprovechó Hidalgo para arengarles, diciéndoles, que el movimiento que acababa de estallar tenía por objeto derribar el mal gobierno, ,quitando el poder a los españoles que trataban de entregar el reino a los franceses; que con la ayuda de todos los mexicanos la opresión vendría por tierra; que en lo adelante no pagarían ningún tributo, y que todo el que se alistase en sus filas llevando consigo armas y caballo, tendría un peso diario, y la mitad el que se presentara a pie. Se observará por la arenga del cura Hidalgo, 'que no ofreció el pillaje a los que lo siguieran y que en cuanto a la Independencia se limitó a que le quitarían el gobierno a los españoles, sin expresar que le quitarían la Colonia de N neva España al Reino de España. Era absurdo decir,que debía quitárseles el gobierno a los españoles porque trataban de entregar el reino a los franceses, cuando era evidente que no había en Nueva España ni un solo español afrancesado. Esa falsedad tenía un gran objeto político; con anterioridad se había hecho creer a las masas por los mismos españoles, que los franceses eran herejes, enemigos de la Santa Religión y que trataban de destruirla. Excitar a las masas con la perspectiva espantosa de que la Santa Religión sería destruída, prueba que nuestros primeros caudillos creyeron indispensable apelar al recurso teocrático para levantar al pueblo.
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El historiador Don José María Vigil, en "México a Través de los Siglos", informa que al escuchar la muchedumbre la arenga del cura Hidalgo, salieron robustos gritos de: i Viva la Independencia! i Viva la América! i Muera el mal Gobierno! nadie gritó: i Viva la Democracia! El gran insurgente Don Ignacio A'Uende, iniciador de la Conspiración organizada de la rebelión, en San Miguel el Grande y en la casa de su hermano Don Domingo, donde se verificaron juntas anteriores a las de Querétaro acordó según Licéaga,' como plan revolucionario, que serí~n captu~ rados todos los españoles a una hora dada en toda la extensión del país, respetándose en lo posible sus personas y sus intereses, y que luego, reunidos en ~léxico los jefes principales, se discutiría y determinaría la forma de Gobierno más conyeniente y se daría libertad a los españoles, los que p.odrían permanecer en el país con sus familias y bienes, o trasladarse a la Península, si tal fuese su voluntad; pero en este último caso sus biene's entrarían en el erario público para cubrir los gastos de guerra; y que si el éxito era adverso se impetraJ'Ía auxilio de los Estados Unidos de América. Era la oportunidad de hablar de democracia si uno o varios, o todos los conspiradores, hubieran tenido ideas democráticas de 'que tanto y tan sin fundamento se nos ha ha·blado. Y es de advertir, que en esas juntas de San Miguel el Grande, estuvieron presentes los principales caudillos de la revolución, excepto el cura Hidalgo, que aún no había consentido en tomar parte. No hay rastro de que en esas juntas haya sonado una voz en favor de un futuro gobierno democrático. El Dr. Mora, respetable historiador liberal de alto corte asegura que el Dr. Iturriaga, capitular de la Iglesia de V~lladolid, y que había tomado parte en la conjuración descubierta en 1809 en la Ciudad de Valladolid, presentó a Allende y al cura Hidalgo, un plan que consistía en encargar el gobierno futuro, emanado de la :fiu~ur~ revolución.' a una junta de los representantes de las prOVInCIaS, que lo e.Jerciera en nombre del Rey Fernando VII, quedando enteramente disueltas las relaciones de sumisión y obediencia para
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con España, substituyéndolas con las de fraternidad y armonía. Este plan es semejante al que se realizó para formar el Imperio Austro-Húngaro: dos naciones soberanas, independientes entre sÍ, en su régimen interior, bajo un mismo soberano; pero en el plan de Iturriaga no se indica que el régimen interior de las naciones que debían formar el ImperIO, sería democrático. * * *
Los tres historiadores que censuran al cura Hidalgo, por no haber dado plan de revolución ni plan de gobierno, y por consiguiente no haber indicado ni expuesto ideas democráticas, ni de clase alguna políticas de un modo serio y oficial, son Alamán, Zavala y el Dr. Mora. Esos escritores, dos de ellos liberales de muy alta representación política y uno conservador de en::>rme peso como pensador y hombre público, escribieron con suma independencia hasta donde lo permitían las exigencias psíquicas de su espíritu, pero sin compromisos con partidos políticos, facciones o sectas. En México ha habido y hay y habrá numerosos liberales y conservadores, los que en sociedad con los políticos convenencieros, nunca han podido formar verdaderos partidos políticos, debido a que ni nuestro público ni las clases conservadoras ricas son capaces de eficiente acción política. X o hemos tenido más que facciones y la facción liberal siempre ha aspirado a obtener inmenso prestigio en el país, haciéndole creer, que el gran bien de la Independencia se lo debe al llamado partido liberal, cuando en México no ha habido más que facciones liberal y conservadora. Por lo expuesto se comprende, que toda obra de historia patria pagada por el gobierno, y con escritores nombrados por el mismo gobierno, no puede ni debe considerarse más que como obra de partidarismo, más o menos decente o desvergonzada. La obra histórica" :México a Través de los Siglos ", impresa a todo lujo, fue costeada por el gobierno porfirista y nombradas cuatro personalidades" del Partido Rojo Liberal", que fueron:
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Don Alfredo Chavero, el General D. Vicente Riva Palacio el Lic. D. Julio Zárate v el historiador D. José Marí.a Vigil. I~os cuatro eran muy cultos, muy honorables, muy dlg~OS de la consideración de sus conciudadanos y muy jacobmos. Voy a presentar los datos tornados de ,. México a Través de los Siglos ", relativos al asunto de que me vengo ocupando y cuya materia, el tratar de la Independencia, fue encomendada a D. Julio Zárate, si mal no recuerdo. La tarea de la f.acción liberal para lograr su objeto de convencer al país de que a ella debe la Independencia ha sido ani!quilar a Iturbide y declarar jacobino al cura Hidalgo. El historiador Zárate es de las personas que creen que el plan de gobierno emanado de la revolución de Independencia, concebido por los primeros grandes insurgentes se en· cuentra en el manifiesto político, publicado manuscrito en la ciudad de Valladolid y pegado en las esquinas de las calles, el 15 de Diciembre de 1810. Desde luego, llama la atención que habiendo entrado a la ciudad de Guadalajara, el cura Hidalgo, el 26 de Noviembre de 1810, y establecido en ella su gobierno y contando con la única imprenta que pudieron adquirir los insurgentes en dicha ciudad de Guadalajara, aparezca el manifiesto oficial del gobierno revolucionario, manuscrito y pegado en una ciudad que no era la que servía de asiento al gobierno. N o se entiende eomo disponiendo de imprenta para hacer circular el manifiesto en todo el país, se apeló al ridículo recurso de publicarlo manuscrito en Valladolid. Debo hacer otra obseryación respecto del mencionado manifiesto, y es que uno de los principales jefes insurgentes, D. José Antonio Rayón, publicó en Tlalpujahua el 23 de Octubre de 1810, en nombre del "Generalísimo", es decir, del cura Hidalgo, un bando, en el que anuncia que el objeto de la revolución no es otro, "más que la "manutención" de Nuestra Banta Religión, la conservación de nuestra libertad y el alivio de los pueblos" ¿ De qué libertad hablaba el señor Rayón? ¿ De la libertad política o de la libertad nacional emancipada del yugo de España '?
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No puede ser la libertad política fundada en la democracia, porque en el mismo bando se dice que uno de los principales objetos de la revolución es el alivio de Jos pueblos. Si hubiera sido el plan democrático, se habría reconocido a los pueblos su soberanía y el derecho de gobernarse a sí mismos y el que se gobierna a sí mismo, no tiene necesidad de que el gobierno lo "alivie", ni de que persona alguna -o corporación se compadezca de él y le proporcione consuelos y pañuelos para sus lágrimas. El manifiesto de Valladolid de 15 de Diciembre de 1810, publicado 22 días después del bando de Rayón, dice a la letra: "Establezcamos un congreso que se componga de representantes de todas las ciudades, villas y lugares de este reino, que teniendo por objeto principal mantener Nuestra Santa Religión, dicte leyes suayes, benéficas. y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo. Ellos entonces gobernarán con la dulzura de padres, nos tratarán como a sus hermanos, desterrarán la pobreza. " En este manifiesto se encuentra que no está redactado por un poder público como debía representar al del cura Hidalgo. No está escrito en términos imperativos anunciando al país que se establecería congreso compuesto de representantes de las ciudades, villas y aldeas, sino que al decir: "Establezcamos" un congreso que se "componga", parece que habla un periodista recomendando lo que debía de hacer la revolución. La ignorancia en materia sociológica que opaca en general a nuestra clase estudiosa, hace que tan pronto como algún intelectual o modesto alfabeto lee la palabra ". Congreso Nacional", está seguro de que se trata de una "Convención" como la francesa de 1793 o como la villista-zapatista de 1915. Toda asamblea política es forzosamente representativa y se dif>erencian esencialmente según lo que representen. Las hay de dos clases: las que representan a la clase popular y se denominan populares, que son las democráticas y las que representan a las clases "directivas" bajo dos formas. En una, las clases directivas indistintivamente eligen en su conjunto a sus representantes y en la segunda, cada
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clase directiva, por separado designa sus representantes. Tenemos como tipo de esta clase de importantes asambleas, las Cortes antiguas de España, los "Estados Generales de Francia y la Cámara de los Comunes de Inglaterra, que hasta el año de 1832 comenzó a dar entrada, muy discretamente, al elemento popular. Precisamente los representantes de las clases directivas ing'lesas antes de lS:"):~.. a la Cámara de los Comunes , representaban a las ciudades, "Villas y aldeas. En el manifiesto publicado en Valladolid y del 'que me vengo ocupando, está indicada la representación política de las clases directivas, y no podría ser de otro modo, porque el intendente Ansol'ena, de Valladolid, no lo habría publicado, pues era tan refinadamente aristúel'ata, como conservador y como ferviente católico; y como ademús era hombre enérgico, de gran valor personal y civil, habría dejado la causa jyl~mrgente antes de admitir eongresos integrados por la voluntad de las plebes. Además, en el manifiesto se habla de que serían "representadas", las ('iudades, villas y aldeas de este "reino", y que el objeto principal del congreso sería mantener Nuestra Santa Religión, y en segundo lugar, dictar leyes suaves. Los representantes gobernarían" con dulzura el\' pa(lres y tratarían a los gobernados como hermanos" En l\léxico se pradic'(l la vileza de llamar a los diputados •. padres de la patria" En el sistema democrático, la Patria no tiene padres, sino que todos deben de ser su': hijos y servirla con igual empeño y fidelidad. Todo padre tiene autoridad, y es "vil" admitir que los diputados tengan autoridad sobre la patria, o lo que es lo mismo, sobre el pueblo organizado en poder supremo soberano. El historiador Zárate considera el manifiesto de Valladolid de 15 de diciembre de 1810 como un plan de futuro gobierno; yo también lo considero así, pero difiero del señor Zárate en que no lo considero formal y oficial por no haber sido publicado en letra de molde por el Supremo Gobierno Revolucionario que residía en Guadalajara. El señor Zárate, historiador honrado e inteligente, no considera el plan de Valladolid, "plan democrático", porque no lo es ni puede serlo. Y la mejor prueba de que el señor Zárate no considera democrático el plan de Yalladolid, no obstante su radicalismo
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jacobino y sus ruegos sagrados sectarios, es que dice después de revisar algunos de Jos llamados planes de la revolución: "Por último, si se considera que los primeros insurgentes adoptaron la palabra "nación" para designar a la colonia, y si se tiene en cuenta que las ideas vertidas por Hidalgo, desde fines del siglo pasado, motivaron la causa que empezó a formar la Inquisición, debemos" suponer con fundamento", que se hubiera inclinado a adoptar un gobierno democrático. " El señor Zárate supone un hecho futuro, no afirma un hecho presente, ni pasado y comete la incorrección de hacer una profecía a "posteriori" cuando no el cura Hidalgo sino la facción liberal moderada proclamó la democracia en 1824. Me reservo para el próximo artículo hablar del "fundamento" que autoriza o autorizó al señor Zárate para lanzar hipótesis a posteriori.
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En mi anterior artículo recogí las siguientes illlportante~ palabras del historiador Zárate: "Por último, si se considera qUE' los prilneros insurgentes adoptaron la palabra" K ación", para desiguar a la colonia, y si se tiene en cuenta que las ideas vertidas por Hidalgo desde fines del siglo pasado, mohvaron la causa que empezó a formarle la Inquisición, debemos ., suponer con fundamento" que se hubiera inclinado adoptar un gobierno democrático. :, ::\Ii primer martillazo contra el "iejo profesor de Historia, es que conforme a las reglas que él enseñaba, no se puede deducir. que unos colonos qne se in~;urreceionan aspirando a la independencia, se inclinaran a formar un gobierno democrático porque a la colonia le llamen , , ;\ ación' ' Respecto de la causa abierta al cura Hidalgo por la Inquisición, dice el señor Zárate: ., Esa causa, en efecto, se formó por una denuncia que ante el comisario de Valladolid hizo el fraile Joaquín Huesca a mediados de 1800. Fueron los primeros capítulos de acusación contra Hidalgo, el examen imparcial que hacía de la Escritura y de la disciplina eclesiástica sus deseos de un cambio de gobierno, sus opiniones poco o;todoxas que a varias personas había manifestado, el
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descuido con que veía las funciones de su ministerio. " "Puede, sin embargo, deducirse (en vista de la causn), que Hidalgo negaba la virginidad de la madre de Jesús; que combatía el voto de castidad de los sacerdotes como contrario a la Naturaleza; que explicaba como filósofo el mecanismo del mundo; que negaba la existencia del infierno; que desdeñando las notas de las Escrituras interpretaba éstas con su propio criterio, y que manifestaba sin embozo poco respeto hacia los Apóstoles y Santa Teresa, a quien llamaba la vieja ilnsa. Sus opiniones políticas examinadas por la Inquisición, sí demostraban las osadas especulaciones del cura Hidalgo ~. sus teorías de gobierno en aquella época de grande atra
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lue es tan disparatado que los reyes sean vicarios de Dio.",. :omo que los "de abajo~~ que por algo están abajo, gobiernen lespóticamente a los ,¡ de arriba' ~ X o se puede aceptar la lemocracia entre hombres civilizados más que como la definen os ingleses: "El gobierno del pueblo por los mejores del meblo'~ Y cuando un pueblo carece de "mejores" o cuando ~s impotente para descubrirlo.:., por medio del sufi'agio po~ular o cuando confunde lo mejor con lo peor y eleva al Joder a los "peores del pueblo", entonces la democracia e, ,1 más tremendo de 10<': de-.;astres. ~
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...::\-'Clmitiendo que el cura Hidalgo tuviese ocultas ideas dernocráticas. era el único de los insurgentes que las tenía y no ~e puede decir que ~e debe a las ideas democráticas de los orimeros caudillos ha he1' iniciado la independencia; porque ni allende, ni Aldama. ni Abasolo, ni Rayón, ni Torres, ni Iriarte, l1i los legos juaninos que se apoderaron de la ciudad de San Luis Potosí, ni los curas :\10relos, :Matamoros y :Mercado tu\'ieron ideas democrátiea <;; en los seis meses que duró el primer período de guerra de independencia. De nada sirye tener ldeas democráticas, si profundamente se ocultan como lo hizo el cura Hidalgo todo el tiempo que fue el jefe de la revolución. Todayía más. en nuestra historia hay pruebas de que si el cura Hidalgo tUYO ideas democráticas, ya las había perdido dos meses después de haber comenzado el 15 de septiembre la insurrección de independencia. Según Alamán, el cura Hidalgo. al salir de Guadanajuato en octubre ele lS10~ --11 amigo muy querido y ,'iejo condis~ípulo Fray Teodoro de la Concepción, le preguntó en Yalladolid qué intentaba hacer y qué era todo aquello: Hidalgo le contestó con sinceridad: .. Que más fácil le sería decir lo que había querido que fUbe. pero (1Ue él mismo no comprendía realmente lo que era" Se hallaba, pues. desconcertado completamente con su papel de ídolo del pueblo. Por su parte, Allende en el camino de Yalladolid para la ciudad de ~Iéxico. dice a su pirisionero Garda Conde, que, en efecto, hay caos, Tal pero que" la cosa estaba ya hecha y no tenía remedio"
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era el estado de ánimo democrátitü de los dos grandes caudillos de la Independencia. El cura Hidalgo, no mostró sus inclinaciones democráticas al ser jefe de la Revolución. Cuando el ~8 de septiembre de ltllO, tomó a vinl. fuerza la plaza tle Guanajuato, ofreció los altos puestos del gobierno de la provincia a la aristocracia criolla, ;: tuvo gran empeño en 'que C1teptara el puesto de Intendente. don Fernando Pérez de i\Iarañón, criollo aristócrata, beato muy repartido en cofradías y empedernido absolutista. ~ o habiendo aceptado Pérez Maraüór:., el alto puesto de lndendente, el tura Hidalgo lo fue ofreciendo a las más distinguidas personalidades de la criolla aristocracia, y como ninguna quiso aceptarlo, ya irritado el caudillo, obligó a don J osé Francisco Gómez, criollo aristóc-rata de la provincia de Michoacán, a que desempeñase la intendentia. En Valladolid distinguió con el puesto de Intendente a Anzorena, criollo de la aristocracia del lugar. En Guadalajara, nombró dos ministros, a Rayón que se la echaba de noble, y a Chico, el único criollo de la aristocracia de Guanajuato que quiso seguir la causa revolucionaria. Conforme a lo que asegura Alamán, "dábase1e a Hidalgo el tratamiento de Alteza Serenísima; acompañaban a su persona oficiales que lo custodiaban ;" se llamaban sus guardias de Corps y en todo se hacía tratar como un soberano. En la corte había funciones a las que asistía en toda ceremonia. En una de éstas, una numerosa comitiva le aguardaba en el salón de Palacio, magníficamente adornado e iluminado; la música estaba preparada para dar principio al concierto; abriéronse entonces las puertas del gabinete 'que estaba a la cabecera de la sala; los guardias de Cürps procedían con hachas enc('lIc1idas en la mano y el cura generalísimo se presentó a la concurrencia eOll gTan uniforme dando el brazo a una dama que estaba entonces en todo el esplendor de la juventud y de la hermosura ;" que ahora pasa en :México en el olvido ]o's años de la decadencia de la e.dad" * * ,.. El gobierno español contaba en toda la colonia, eon p~r tidarios acérrimos y fieles, con amigos entusiastas y apaslO-
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nados, con espías sutiles con toda clase de perSOllas, hasta con traidores a Jos insurgentes, que pudiesen dar informes sobre sus movimientos, ideas, planes, intenciones y l·(~CUl·SOS. Mucho debe haber ocultado el cura Hidalgo y sus t~J1l1pa¡}l'rOs sus ideas democráticas, para haber conseguido que el generai Calleja, tan perspicaz y astuto, hubiese escrito al Virrey que los insurrectos proyectaban establecer como fmuro gobierno una teocracia. (Alamán). El historiador ,7;avala, tan penetrante en sus observaciones y tan exquisito en sus cálculos, nos dice: " i\' o creo que ni él (el cura Hidalgo) ni los que lo acompañaban, tenían ideas exactas sobre alguna forma de gobierno y 'que tal vez la teocracia era lo que les parecía más regular y más conveniente, aunque sin otra idea de ella que lo que sabían de los libros sagrados. El cura Hidalgo, hizo un acto de heroísmo al leyantar la cabeza sobre sus conciudadanos; pero es evidente que si hubiera presentado las bases de un sistema social; si en vez de animar a la matanza de los españoles y a los saqueos hubiese hecho retirar a los indios y organizar sus tropas ofreciendo garantías y hablando como debía hacerlo, por manifiestos y proclamas, el triunfo de la causa hubiera sido seguro en su principio. Pero el horror que causaron los asesinatos cometidos en Guanajuato, Celaya y otros puntos: el temor ele perder sus propiedades los que habían oído el dewrden ·que reinaba y la incertidumbre del término (lue tendría lquel lllo\'imiento tumultuario, hizo al gobierno español lUÚS partidarios que todas sus precauciones" El teniente general Allende habla en contra elel espíritu V actos democráticos elel jefe ele la Reyolución, hasta con:esar que por su despotismo se propuso matarlo: "Allende ~n su causa afirma que en Guadalajara consultó con el elocLor ~aldonaelo 'y ton el mismo gobernador de la Mitra, Gómez ¡lillaseñor , s'i sería lícito dar un "eneno a Hidalgo para cortar nuchos males que estaba causando, C'omo los asesinatos qne )or su orden ~e ejecutaban y los IY'_ás qne amenazaba su des)otismo no (ll1Cdándol(' él Allende influjo ni arbitrio para evi:arlos ~un ('uando lo había procurado en ('uanto había podido, )ol"qu'e desde los primeros pasos se apoderó el cura de todo el nando , tanto 1101ítico como militar" Bl'LNES
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El primero qne elijo en el mundo como profeta ilumillado por su dolor y su desesperación lo que han di('ho a postel'iori todos los estadistas de mérito, todos los pensadores sensatos, todos los historiadores, todos los sociólogos y todos los críticos de la América IJatina: que en política no podía tener "!nH.'\ que dos manifestaciones, ]a anarquía y la didadura, dice eL. su proceso el cura Hidalgo, yerdadcramente iluminado miral!do el presente y el porvenir: "que palpú, por experiencia que seguramente su independencia acabaría lo misllJ/J (i1..... e h:lMa empezwdo, esto es, por Ulla absoluta anarquía o por un igual despotismo' , Estas proféticas palabras, pronunciadas en UL F'"oltLcni o tan serio como lo fue ('uando sus jueces que nunca le ill';piraron miedo, sí le inspiraron franqueza para dr'cir lo q1Jl~ h;1 bir:t visto y sentido en el poder; prueban, que rl cura Hidall!o, no yeía posible, que el resultado de la inelependeneia fuera siquiera un mal g0bierno, sino una lamentable anarquía, como la tu yimos durante sesenta años y después una dictadura de treinta años para yolver a caer en una larga anarquía. Bolíyal', renegó de la democraeia latinoamericana, hasta despllrs elel triunfo de la causa inelepenelient(', por,que no había sido ídolo de plebes eomo las que siguieron al rura Hidalgo, sino que hizo la guerra <1(' inelepenelew'ia mandando soldaelos. El cura Hidalgo antes de ser ejecutado, no yió nuestra democracia, y sí contempló aterrado nuestro espantoso porvenir. Su pensamiento como grande no tiene igual en lo político en toda la historia mexicana. El cura Hidalgo antes de los" científieos' ~ de la época porfirista, fue su jefe al de('ir inspirado por el espectáculo de la anarquía qne promovió, que el pueblo mexicano no estaba apto ni lo estaría para la Democral~ia.
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NO HUBO GUERRA DE INDEPENDENCIA
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18.08, todo el mu;>do en México ?escaba la IndependenCIa con excepClOn de la mayOrIa de los españoles. "El grito de Dolores" en vez de seryir para hacerla o facilitarla, sirvió de fulminante para que estallase una gran guerra civil de diez años, caracterizada por el notable hecho de que el ejército realista en su 80%, fuese de mexicanos, superior en número siempre al ejército insurgente, menos en los tres primeros meses de la lucha. La mayoría del pueblo representado por todas sus clases sociales estuvo siempre del lado del Gobierno español hasta que los insurgentes fueron aniquilados, no quedándoles más que un residuo de fuerza armada insignificante que estaba en vía de desaparecer en más o menos tiempo. Los vencedores cuando no tuvieron ya enemigo insurgente capaz de reaccionar y disputarles la victoria, proclamaron la independencia. Tan sorprendentes hechos prueban que la Independencia no fue la causa de la guerra sino las condiciones que a la independencia pretendían imponer, los insurgentes a los mexicanos realistas y éstos a los insurgentes. ¿ Cuáles de esas condiciones deben considerarse perniciosas en sumo grado a la causa nacional? El criterio para resob:er tan hermoso problema sociológico, es: políticamente la opinión pública en su época y en cuestiones sociales, es poder infalible y eminentemente respetable aun cuando haya incurrido en errores ante el criterio de generaciones más civilizadas. Obra bien quien ajusta su condnda a la moral y ciencia de la época. Por lo mismo tan respetables son los inquisidores de España como sus más ilustres mártires. Estos se han sacrificado por las verdades del presente y aquéllos defendieron las verdades del pasado que eran tesoros inestimables en ]a yida de los creyentes. La \'er-
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dad científica debe decirse siempre en voz baja o en voz altíl, pero C's tonto pretender hacer saltar a los pueblos con ve1'(lades polítieas imposibles de ser prar.tit'adas dentro (le la vida de la generación que las escucha y el político av&nzado mel'('c'e castigo en proporción de los males a ;':"0bernar a las demás razas, porque gObel'lléll c.s rj"jlizar y porque los más aptos están en conc1j('iones de realizar más progresos para la especie humana en menOl" tiempo l))sifJle l".Tadi~ en 1808 en el globo terrestre disputaba a id ra.la blall"a su .'mpremacía social y política. Es ley sociológica sin excepción que cuando en un territorio coexisten dos razas o dos clases sociales en enormísima despropor('ión, la menos ('ivilizada está condenada a la servidumbre cualesquiera que sean los medios que se empleen para ('olo('arlas en el mismo nivel de derechos civiles y políticos. Cuarenta millones de bueyes, jamás podrán gobernar a cuatro millones de ingleses lli a participar del Gobierno Nacional. En ?\ue\'(l España en ] tl08, existía esa enormísima d(>:~pl'()porción de civilización entre la raza blanca y la mestiza e indígena; por consiguiente no había ni podía haber doctrinas polític'as, ni poder humano ni diyino que colocase 1I la raza blanca bajo d dominio o en asociación política con las razas muy inferiores en ('i yilÍímción. No puede ser censurable la pretensión de la raza blanca en 1808, de ser la única clase gobernante de la colonia con derecho a substituír a los españoles europeos en el gobierno colonial.
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Desde los más encumbrados latifundistas criollos, hasta los más inmundos léperos criollos de Xueya España, en 1810; se sentían aristócratas y dueños de los destinos de las castas y de los indios a los que no aceptaban como" gentes de razón", Las plebes eran intolerantes para escuchar siquiera que ~e tratase como hombre a las castas serviles que les parecían bestias de labor, djgnas a lo más de un poco de compasión que no les inspiraban las mulas y los bueyes. La doctrina de otorgar derechos políticos a esas "bestias" que por su parte no los pedían ni siquiera los conocían, era el mayor absurdo político que hubiese sublevado, en 1808 a toda la raza criolla contra la Independencia, obligándola a servir, incondicionalmente, al gobierno español. Junto a la suprerrlacía de la raza existía la supremacía del Clero lleyada hasta la omnipotencia. Una sociedad que había tenido por toda política la teología, por toda escuela el claustro, por toda literatura la vida de los santos, por todo pensamiento filosófico el temor a la inquisición, por toda ciencia un derroche Je milagros, por toda historia un caudal martirológico, por ~. oda a~piracién, huír del pecado y morir en estado de gracia; por todo "esprit" las jerigonzas de la escolástica, por todo alumbrado intelectual el dogma. Para una sociedad en donde ('asi todos los pueblos tenían nombres de Santos, lo mismo que las minas, lo mismo que las casa.;: particulares y b ..; de YPC'_ndad, y los barcos, y las chalupas, .~. los establecimientos c IHU rciales y las haciendas y ranchos: donde ca;da familia de clase media rica estaba dirigida, poseída, absorbida por un eclesiástico a quien se le consultaba los alimentos que debía tomar la perrita de la casa y todos los matrimonios de la familia; donde el jefe de ésta era el criado del verdadero jefe, el clérigo. Pretender hacer la Independeneia a costa de la religión, era imposible hasta para los gatos domésticos. Si el clero omnipotente disponía de la vida material, moral e intelectual de toda la población, el deseo de independencia confundido con el más grande de los pecaelos mortales no podía producir alientos heroicos contra la causa de Dios 'encomendada a su divina Iglesia. La fé para un creyente es superior a la Patria, a la independencia y a to(10
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bienei:>tar humano. Para los que creían en la soberanía absoluta de Dios, sobre la tierra y el cielo y sobre todos los mundos visibles e invisibles, la doctrina sobre la soberanía del pueblo ya condenada por la inquisición no podía conquistarle partidarios a la Independencia herética. Además de su omnipotencia espiritual el clero, poseía la <;(-lsi omnipotencia económica. Era dueño de más de dos de las terceras partes de los bienes inmuebles de la colonia; los propietarios de latifundios y de fin0as urbanas le eran deudores por cantidad de dinero superior al yalor de las fincas hipotecadas y con solo moyer las cejas podía enviar a toda la clas!' ricn con mu~r pocas excepciones al infierno por medio de la excomunión y a la miseria por medio del cobro de sus créditos hipotecarios. El clero, tenía poder para levantar sobre todas las clases sociales contribuciones de toda especie, gozaba de fueros y era el único banquero del país y la potencia dueña del crédito público y privado. Ningún abogado, ni médico, ni profesionista, ni tenedor de libros, ni empleado particular o de corporación que desagradase al clero podía conservar su posición. La voluntad del clero era la voluntad de su alto personal. En la clase militar, un sargento puede rebelarse, organizar una guerrilla, proclamar una revolución, tener partidarios e irse nombrando sucesiyamente capitán, coronel, hasta proclamarse emperador. En el clero católico no son posibles las rebeliones lli las revoluciones más que las que tienen carúcter de cismas y el catolicismo de los españoles hahía resistido al cisma mun~lial del siglo XVI. El eclesiástic(\ que no obedecía a la iglesia representada por sus altos dignatarios era expulsado de ella y señalado como excremento de Satanás, sufriendo la indign~ ción de todos los fieles y los más severos rigores de la InqUIsición. En suma, la yoh.intad del clero en 1810 en Nueya España, era la voluntad de los obispos españoles mientras ésta no fue contraria a la voluntad del Papa. Para intentar la independencia en 1810, sin oposición de los prelados españoles, era preciso que Napoleón 1 acabase .~u el vm¡zcula obra de aplastar a España y proclamar la hereJla francesa en todas las colonias del Nuevo Mundo o bien que la
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monarquía española, en vista de las circunstancias por las que atravesaba, admitiese la organización de un imperio con naciones libres, soberanas e independientes en su régimen interior, bajo el cetro de un emperador que lo sería el Rey de España o bien que la población colonial se lanzase a un CIsma, lo ,que no aparecía posible. El rey Fernando VII, no era el repugnante degenerado que impresiona a las personas cultas de 1921. Era para toda la población de Nueva España como ya lo he descrito: una institución en parte divina. El Rey por su corona era Rey de la Ilíada; por su cetro Rey de Babilonia; por su túnica, Faraón de Egipto; por su manto, César de Roma, por su armadura Rey Feudal; por la Cruz en su pecho, Gran Maestro de todas las órdenes militares; por su rango en el Mar, Dux de Venecia; por su rango en el ejército de tierra, Gran Duque; por su sello, Juez Supremo; por el Patronato, el primero de los Obispos después del Papa; por la consagración pontificia, Brazo Secular de la Iglesia; por su ejército victorioso, el Emperador en cuyos dominios jamás se ponía el Sol; por sus numerosos y extensos señoríos, el primero de los nobles. El Rey de España representaba a los ojos de los colonos en 1810 con excepción de tres o cuatro personas desconcertadas, todo lo que las armas dominan, todo lo que inspiran, todo lo que recuerdan, todo lo que valen; la majestad era el símbolo del honor, de la gloria, de la fé del heroísmo, del poder temporal de Dios, de la justicia y de la fuerza. Pero el inesperado golpe que habían sufri.do las clases directivas con la caída, con la captura y pisoteo del Rey de España por un plebeyo hereje y condenado por la Iglesia, llamado Napoleón 1, había quebrantado las creencias en el poder de los reyes de España en las clases cultas; mas ese golpe tremendo para el prestigio de la metrópoli, no la habían sentido las clases populares criollas, ni las clases "bestiales" tranquilas en sus potreros o establos.
* * * La omnipotencia del Clero en cuanto a oponerse a la Independencia, quedaba nulificada con un simple razonamiento. El Clero no es la religión y todo católico irreprochable tiene
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libertad para hacer lo que no le prohibe la Religión y (-sta no podía prohibir que un pueblo luchase por su Independencia por medios guerreros lícitos. El cura Hidalgo, hizo uso de este razonamiento al contestar el edicto que le dirigió la Inquisición; pero las clases incultas como las ricas en 1810 y la indígena hasta nuestros días, creían que la voz del cura era la voz de la Religión y que los decretos del Clero estaban autorizados por Dios. Para disminuir considerablemente la oposición de los prelados españoles a la Independencia, los criollos pudieron halagarlos con suprimir el patronato, la política regalista y no admitir exacciones del fisco de España aun cuando lVléxico independiente de esa nación formase parte de un Imperio Español. El ejército era monarquista intransigente; los solclados eran mestizos de indio, de negro y de malayo; la mayoría de los oficiales, criollos nobles o hijos de familias conocidas o acomodadas y el resto españoles. Todos los jefes eran españoles. Para lanzar a ese ejército al cuartelazo contra los españoles, nunca contra el Rey, se les debía halagar con la creación en el nuevo Reino, de tenientes generales, capitanes gent'rales y nobles con altos títulos hasta de príncipes. Inútil decir 'que se l'onseryarían sus fueros. La única clase social que hubiese visto con agrado una monarquía absoluta en México era la mayor parte de la propietaria territorial, pero halagándola con la formación de un Senado compuesto de senadores yitalicios, obispos, capitanes generales, canónigos, nobles de primer rango, ex-Ministros de Estado y ex-Embajadores; habría aceptado una monarquía constitucional a base de sufragio restringido de clases. El proletariado intelectual compuesto de criollos descendientes de los (lue habían matado al caballero Orlando en el desfiladero de Roncesvalles, tenía por ideal encajarnos una democracia, con pueblo soberano de puros criollos, sin que hubiese sufragio universal de la raza blanca, sino limitado con alguna gran superchería como por ejemplo, la elección indirecta en primero o segundo grado como la estuvimos usando hasta que fue estrenado el sufragio popular verdadero teórico bajo la administración de don Francisco l. Madero. En
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ese caso, el terrible pueblo soberano no podía inquietar a ningún gobierno porque lo formarían sus propios empleados bajo pena de destitución y muerte de hambre, si no obedecían ciegamente la oficial consigna. A los indios nada se les debía ofrecer en cuanto a derechos individuales, por'que no existían. N o había ni hay indio individual, todos son corporativos, no tenemos masas de indios, sino masas de pueblos de indios que en 1810 vivían felices bajo un régimen indiviso, gozando de la felicidad ejidal que hoy les ofrece la Revolución; pues ésta, para tener contenta a la antigua cast'a servil, inventó hacerla retroceder hasta el "Paraíso" que ocupaba en 1810. Nadie se oponía a que a los mestizos. que no pedían más que la igualdad de derechos civiles, se les diese con entusiasmo y lealtad. El Plan de Independencia de 1810 debió ser el Plan de Iguala ligeramente reformado por los Tratados de Córdoba, y con la variante del "Príncipe extranjero español" en vez del Rey de España. Ese plan fue admirablemente concebido por los criollos que en 1810 preparaban la Independencia y está expuesto en la carta que el licenciado don Juan Aldama, hermano del insurgente don Ignacio, escribió al padre Fusiño y en la que consta que el programa era: Religión, Fernando VII, supremacía política de la raza blanca y conservación del edificio social y administrativo colonial tal como se encontraba en aquellos momentos. Ese plan era de hombres sesudos y de gran talento: hacer pasar a la sociedad de la vida colonial a la vida independiente sin sacudir con brutalidad el secular edificio ~~ hacerlo pedazos, para cambiar la lucha de la Independencia en lucha feroz intestina. * * * El "grito': de Dolores que. como es sabido. no tue premeditado, modificó radicalmente el plan de Independencia al sublevar a la raza indígena contra la raza blanca, obligó a los criollos, amenazados de ruina y muerte, a abandonar la lucha por la Independencia con el objeto ele dedicarse por completo a defender su existencia.
CUESTIONES ECONOMICAS
EL EPI FOCO DE LA CRISIS BANCARIA
Ii
URA~TE
la crisis bancaria, la prensa de la capital ha mostrado tanta cordura como civismo, procurando contenf'r el pánico que convulsionaba al público depositante de los bancos de la Hepública, y al fin logró una victoria incompleta, puesto que dos bancos cayeron en el lóbrego laberinto ele la liquidación judicial. Las liquidaciones judiciales en México gozan de la reputación de la Influenza española después de una guerraza mundial. La prensa ha hecho un deber a medias y aun con alguna o bastante injusticia para los acreedores de los bancos, desde el momento en que los señala a ]a opinión pública, llamándolos "tímidos", "imprudentes" "impulsivos" "poco cuerdos" y aun ha habido persona que los haya inculpado de falta de patriotismo. Este artículo tiene por objeto defender la conducta del público y fijar la responsabilidad de los bancos quebrados. Antes de continuar debo deshacer la ambiPara el vulgo, giiedad que existe en la palabra "quiebra" hay quiebra cuando un banquero o comerciante o particular cualquiera, deben más de lo que tienen, o lo que es lo mismo, Para la ley cuando su "pasivo" es super'ior a su "activo" no hay activos ni pasivos. El artículo 94:5 del Código de Comercio, dice: "Todo comerciante que cesa de hacer sus pagos se halla en estado de quiebra" El artículo tercero del mismo Código de Comercio, dice: "Se reputan de dichos comerciantes. las sociedades constituídas con arreglo a las leyes mercantiles conforme a derecho son comerciantes y quiebran cuando cesan de hacer sus pagos, cualquiera quC' sea ~1 motivo, porque el precepto es absoluto; tan quebrado esta un banco cuando suspende sus
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pagos y su pasivo es superior al activo, como estú quebrado cu~nc1o el pasivo es superior al activo, haya o no caso de qUIebra fraudulenta. Hay, pues, el deber de afirmar que los bancos de la ciudad de J\lIéxlco que solicitaron liquidación judicial, cstún legalmente quebrados. Algunos tratadistas de economía política dan el nombre de bancarrota a una quiebra cuando el pasivo es superior al activo, sea o no dicha quiebra fraudulenta. Para el Diccionario de la Lengua, quiebra y bancarrota son sinónimos. La prensa ha sumergido en almíbar la crisis bancaria no concediéndole la importancia que ha tenido desde el inst~nte en que asegura que los bancos quebrados pueden pagar con todo y réditos, porque su activo es muy superior al pasivo y, por consiguiente, los acreedores nada perderán. En esta apreciación hay un peligroso error que es preciso impugnar. * * *
En todas partes del mundo donde hay bancos, los agricultores, después de haber vendido sus cosechas, depositan su \mporte en los bancos para irlo extrayendo paulatinamente al llegar la época de las siembras y durante el período de pultivo hasta alcanzar la cosecha. Si todos los bancos de un país suspenden al mismo tiempo, por meses o por alios, sus pagos, aun cuando su activo sea superior a su pasivo, comprometen la vida de la población, porque no encontrando los agricultores quien les preste para pagar sus rayas, la mayor parte de las siembras no se hacen o fracasa la mayor parte de los cultivos; es común que los comerciantes e industriales compren por mayor mercancías a crédito, y si llegado el vencimiento de los plazos en que deben pagar, se encuentran con que no pueden disponer inmediatamente de los depósitos que tienen en los bancos van a dar a la quiebra, aun cuando sus activos sean superiores a sus pasivos. Los especuladores mantienen un gran rejuego en los bancos depositando y extrayendo grandes sumas, y si en un momento dado se encuentran con que sus cheques no son pagados, son descalificados y ejecutados en la Bolsa, perdiendo su reputación y grandes su-
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mas. Hay personas que depositan dinero en los bancos para VIVIr ellas y sus familias mientras realizan determinados negocios. Hay eaballeros ricos que juegan en su club y que deben pagar sus deudas de honor en el término de 24 hor8s y si no lo hacen, quedan deshonrados. Por último, hay multitud de personas en una sociedad 'que sufren perjuicios inmensos si el dinero de que di~ponen no les es entregado cuando 'urgentemente lo necesitan. ~le consta que una persona tuberéulosa que había reunido por medio de economías en sus sueldos la suma necesaria, que depositó en un banco, para gastarla en un sanatorio europeo de gran celebridad! se ha visto muy eerca del sepulcro porque los bancos, al suspender sus pagos. aplazaron indefinidamente entregarle el dinero que en eoncepto del enfermo debía salvarle la vida. Una suspensión de pagos general en una sociedad, cuelga a ésta sobre un precipicio del que no se libra sin haber sacrificado grandes riquezas económicas y morales y haber [quedado en peligro de nuevas y más profundas recaídas. Ahora bien: basta que un banco quiebre para que se produzca el inevitable pánico capaz de causar la quiebra de todos los bancos de la nación, y aun cuando todos ellos tuviesen activos muy superiores a los pasivos la suspensión de pagos causa la crisis mortal del crédito, la crisis ae la circulación, la crisis en los precios, ocasionando un derrumbe general y la crisis en todos los valores negociables, con lo cual hay para que muchos bancos que antes del terremoto financiero tenían activos muy superiores a los pasivos, una vez en plena crisis les sea imposible liquidar sin que sus pasivos sean mucho mayores que los activos. La crisis, felizmente, ha pasado; pero hay que perseguir la felicidad de que no se repita fácilmente. Para lo cual es indispensable conocer su OrIgen, tarea que voy a acometer. " " ,.
El banquero ofrece solamente a un depositante a la vista, que le devoherá su dinero inmediatamente que lo exija. y al mismo tiempo presta ese mismo dinero a uno de sus clielltes por el p1azo de varios meses. que no puede nulificar, ni
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acortar ni siquiera un minuto. Tal conducta en apariencia indil·a. absurdo o locura en ambas partes ('ontratantes, pues el deposItante sabe que su dinero será prestado sin que pueda recobrarlo durante meses. Si sólo hubiera un depositante los bancos serían imposibles; pero siendo numerosos, la prá¿tica ha ensefiado que en la unidad del tiempo (un día, una semana, una quincena o a lo más un lUes), se realiza un equilibrio más o menos perfecto entre los ingresos por depósitos a la "ista y los egresos por pago inmediato a los depositantes. Cuando ese equilibrio se rompe por exceso de depósitos, el banquero está autorizado para activar sus operaciones en relación con la importancia del exceso; pero si el exceso se manifiesta en la retirada de los depósitos el banquero debe restringir sus operaciones de préstamo o suspenderlas totalmente, y aun si el caso lo demanda, apelar a la concentración violenta de todas sus disponibilidades. Las condi('iones principales de ese equilibrio se encuentran en la intransigencia d.el banquero para mantener el plazo bancario y la solvencia bancnria en su clientela. La experiencia ha enseñado que el plazo más conveniente para el préstamo bancario es de 90 días improrrogables. No debe haber refrendos mús que cuando el ban('o hace anticipos por 1j días o un mes, y en ese caso el nuevo plazo, agregado al primero, no debe exceder de 90 días. En los países donde no ha~' bancos hipotecarios para prestar a largo plazo, ni bancos refal'('ionarios que presten hasta por tres años de plazo; los bancos de descuento y depósitos a la "ista, pueJen refrendar siempre que a ello destinen una pequefia parte de sus capitales. El banquero debe huír inexorablemente de la inmo"ilización de su capital propio y ele la de los capitales que le confían los depositantes. Los refrendos expresan fenómenos perniciosos de inmovilización y las inmo"ilizaciones conducen a los desastres. La clientela de los baneos de dl'Sl'lHnto y d('púsitos a la vista debe ser de solvencia banearia. Hay solvenl'ia banearia' cuando el banquero tiene profunda convicción. fundada en hec·hos evidentes, de que su diente ('stá ('11 situación financiera y moral para hacer los pagos el día que se vencen
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sus ·pagarés, y el banquero debe saber que su cliente no eludirá el pago si no quiere ser presentado en quiebra; y por último, el banquero debe saber 'que su cliente está convencido de que el banco no le hará concesiones de alargar plazos ni de refrendos. La clientela que reune esas condiciones es la de los comerciantes e industriales. Se da el caso de que algunos se pref.:enten en quiebra PO:t' no poder pagar; pero sólo una clientela comercial o industrial es capaz de reducir al mínimum las probabilidades de los préstamos desgraciados o erróneos. Esto no quiere decir que un banco no pueda contar con una minoría de personas ricas que han dado ya pruebas de poseer solvencia bancaria aun cuando no sean comerciantes ni banqueros ni industriales. * * *
En México, el sistema bancario reposa sobre princIpIOs enteramente opuestos a los establecidos por la ciencia finanCIera. En materia de plazos bancarios es de seis meses sin perjuicio de que casi toda la clientela obtenga los plazos nuevos, concesiones y refrendos que le da la gana. La banca mexicana procuraba en los tiempos de la Dictadura, que la situación se pusiera tirante con el objeto de mantener casi indefinidamente el tipo de 12% anual en sus operaciones. Se buscaba no una clientela capaz de pagar sus deudas, sino capaz de pagar altos réditos por deudas que jamás se pagarían; pero que permitían a los bancos dar dividendos a los accionistas hasta del 30% anual, como llegó a hacerlo el Banco de Londres y México; y cuando E',SOS maravillosos réditos inflaban las acciones hasta levantar su cotización a cifras enormes, entonces eran yendidas en los mercados extranjeros quedando para los bobos que las compraban, la honrosa misión de que en la mano y en el bolsillo "les tronara el cohete" Respecto de solvencia bancaria. sólo figuraba en una pequeña minoría de la clientela de 10'3 bancos. La mayoría, deplorablemente abrumadora, poseia la "solvencia civil" Hay solvencia civil cuando una persona aparece con bienes suficientes para cubrir los compromisos que contrae, aun cuando BULNES
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no haya prueba~ de su capacidad moral porque en nne~tl'O medio, desgraciadamente~ cada día se relaja más el principio de honorabilidad en materia de pagos. Como dijo el diputado ('OS!llrS en la discusión de la Deuda Inglesa, ante los silbidos y denüestos de las galerías por'que estaba sosteniendo la obligación del pueblo de hacer honor a sus comproll1isos: . Comprendo, dijo ('malles, que se me silbe y ultraje porque lo popular en ~Iéxico es no pagar, suceda lo que suceda" y desde hace mucho tiempo se ha notado en México la inclinación de las dases ricas a los prmClplOS populares finanCleros. La sohenl'ia civil es mU~T peligrosa para la marcha de los bancos. lT n hacendado deja de pagar porque el henequén ha bajado de precio en Xueva York; otro, porque a su cosecha de trigo la arruinó el "c ha huixtle "; otro, porrque el picndo y pI g'usano rosado devoraron su algodón; otro, porque le l'a~ró una gTallizada a su cafetal; otro, porque una helada quemó su maíz. La agricultura mexicana e~ horriblemente aleatoria y los préstamos g'al'antizados con co~e('has corren riesgos de fracasar. Ahora bien: ~i los bancos apelan al recurso de rjecutar a los hacendaelos que no pueden pagar con sns ('osechas y apelan dichos ban('os al remat<' de las fincas rústi('as, se encnentran ('on que d !)O% de las fincas l'ústi('as y ('¿.¡si todas las urbanas están en:-;al'tadas por una, dos o más hipotel'as. \'0 fuí el primero que el año de 1904 presenté a ]a ('0m isiún de Presupuestos de la Cámara de Diputados de la que era yo miembro, en compañía de los señorrs licenciados don Pablo Macedo, don Joaquín D. Casasús y don Pablo -:\fartíni'z del Río, un estudio sobre los bancos mexicanos, en el qUf predije que marchaban al drsastre por inmovilización de sus l·¿.¡pitales; y así sucedió, porque antes de la revolución ya estaban todos quebrados legalmente, algunos de ellos trágicamente y otros fraudulentamente. ~Ii estudio fue leído por la Comisión y por la Secretaría de Hacienda, al señor Limantour con asistencia del licenciado Pineda. Xi una sola voz sr levantó para impugnarlo, fue aprobado y quedó resuelto (¡lle ¡
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sería incluÍdo en el expediente, sin publicarlo para no proyocar un pánico financiero en la República. Ahora bien: ¿ El sistema bancario actual es el mism(} que el establecido en la época porfiriana? Si es aSÍ, los bancos acabarán como acabaron los que 110 pudo reformar el señor Limantour.
II EL GOBIERNO ANTE LA CRISIS BANCARIA
I i } L desastre de los bancos mexicanos ocurrido en octubre de '1913~ debió ser pn el año de 1908. El señor Limantour comprendió a tiempo el peligro y lo contuvo estableciendo la "Caja de Préstamos para el Fomento de la A'gricultura y para Obras de Irrigación" El plan · tel memorable hacendista consistió P11 obligar a los hacendados deudores de los bancos de emisión a ,que tomasen hipotecas en la "( 'aja de Préstamos" por una suma igual a la que adeudaban a los bancos, recibiendo en yC'z de dinero -;us pagarés bancarios amortizados COll gran parte de los proIlnetos del prpstamo contratado en la ('(lS(l Spyer de Nueva York. Al mismo tiempo que el señor Limalltour aliviaba a los hancos de emisión de la enfermedad mortal de la imnovilización de los capitales con dinero americano, dirigía a los banqueros ellO de febrero de 1908 una circular fulminante, contra abusos que él había tolerado durante quince años y en la que se lee: "El enemigo más temible de las disponibilidades es seguramente la arraigada costumbre de las operaciones a plazos largos. Pocas son las personas que al obtener fondos de un banco, cualquiera que sea la forma de las ,I})l:rRriones, tienen sinceramente el propósito de cubrir el adeudo en el plazo estipulado y, lo más curioso del caso, ~s que los mismos bancos están resueltos desde un principio a C0n<;f'ntir en cuantas rennyaciones prptenda el cliente, mi en tras la solvencia (la civil) no inspire desconfianza. El documento de préstamos se extiende a tres o seis meses, pero en realidad la operación se hace tácitament0 por tiempo indeterminado; y tan es así que, si por moti\"os especiales o por ']11" lo re'quiere la s,ituacifm general del país, se resiste un
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banco a renovar un documento o exige,cualldo menos, un ab(ono a cuenta, el descontento del interesado es vivísimo y hasta no faltan casos en que se levante un clamor público en contra del establecimiento. "Crge mucho poner un dique a estas "falacia~ veligr(,sas ~, que, mientras fueron de poca ~onsideración las transacciones bancarias de la República no ocasionaron grave~ inconveniente:-i; pero hoy que se cifran por nüllonps cada día las operaciones que se efectúan en los bancos, son susceptibles de causar hondas perturbaciones en la manha de dichos establecimientos. En hora buena que en caso~ detprminados y mientras no se establezca un cierto nÚlllt'l"Ü dé instituciones o sociedades expresamente organizadas para hal'er préstamos por uno o más años a los industriales, agl'icnltores o mineros, los bancos de emisión o de depúsitu pl"e~tf>n este género de servicios por medio de doculllentos a cort(; plazo que se renueven varias veces; mas esto es adimisibl¡~ bajo la condición esencial de que el monto de los fondos d:- í "inmovilizados" no representen sino una parte relativame)ju~ pequeña del activo de dichos bancos y que los directore~ a~i mismo no induzean en error a los demás, confundiendo e:--()~ créditos entre los desc'ontables o inmediatamente conve!·tibIes en numerario" Después de esta expansión de cieneia, honrac1éz y j}r,triotismo del señor Limantour. quedaba obligado a ordel1ar en la ley que se proponía reformar, la prohibición absoluta de los refrendos o autorizándolos a refrendar en los térmjnos que indica; es di~cir, imponiendo la obligación d(~ dp,,tinar a refrendos una pequeña parte del capital empleadü en préstamos improrrogables. Xada debía inmovilizarse, pero ya era preciso soportar ese azote en establecimientos incompatibles con semejantes operaciones. El señor Limantour debió mantenerse enérgico para evitar las grandes imnovilizaciones, no cumplió con su deber porque se atravesaron l&~ poderosas influencias exag-eradamente alarmadas porqUé al cesar los refrendos o al ser reducidos, desaparecería casi la mala clientela que paga muy difícilmente sus deuda~ y .... ' réditos muy altos para que no se las cohren.
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El senor Limantour merece aplauso por su empeño en dar g'arantías técnicas a los depositantes a la vista o a un plazo no mayor de tres días. Choca y aun repngna que un (lppó~ito a la vista sin rédito sirva para que un banquero, lo pI'este a persona de buena o dudosa solvencia, ganando un rédito de nueve, doce o quince por ciento anual y que con lamentable desparpajo inmovili(·(> ese dinero, no lo deyuel \'a (~on oportunidad o jamás lo de\'uelva. El señor IJimantour impuso en su ley de instituciones de crédito de 1897, la obligación a los Bancos de los Estados de mantener siempre en caja una cantidad de numerario en ningún caso inferior a la mitad de la suma de los billetes emitidos y de los depósitos a la vista o a un plazo no mayor de tres días. A los bancos refa.ccÍ-onarios e hipotecarios autorizados por sus estatutos a recibir depósitos a la vista, les impuso la obligación de garantizarlos con una existencia en ('aja y en metálico de 40% y el resto en documentos inmedi-atamente descontables. El inolvidable financiero se fijó también en la necesidad técnica y moral de proteger a los depositantes a la vista o a un plazo no mayor de tres días con un buen lugar en la prelación de créditos en el caso de -que el banco depositario :-.e viera obligado a liquidación convencional o judicial. El primer lugar en la prelación deben ocuparlo los billetes de banco, el segundo lugar los depósitos a la vista o a un plazo no mayor de tres días, los que no ganen rfdito y el tercer lugar para los que lo ganen. ,. *
El seC'rrtario de Hacienda, en la crisis bancaria, ha mostrado serenidad de monolito e inspil'a~ión de financiero no expidiendo la usual ley de moratol'ia ex(' itado por el pánico del público y las plegarias candentes de algunos banqueros, La ley ,de moratoria, si no es general, castiga a los acreedores de los bancos sin equidad; y en caso de serlo hace imposible que los banco~ cobren sus deudas,. produciénd?se la parálisis en los negocIOS que afectan el SIstema arterIal de la sociedad.
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Ha sido un éxito que el Gobierno haya ayudado a algunos bancos, haciendo pasar la crisis sin carros fúnebres. Xo podía ser de otro modo si atendemos a que los bancos se encuentran desamparados por las potencias financieras sociales que debían protegerlos. Para hacer frente a un Ch11basco de cheques o billetes contra sus cajas y como gran vanguardia de sus disponibilidades, los bancos cuentan o debían contar con sus existencias en metáEco, con yalores negociables de primer orden y con una cartera sana, fácil de descontar en vista de sus documentos firmados por personas o corporaciones de solvencia bancaria. En el lVIéxico actual, los bancos de descuento y depósito son libres, sometidos únicamente a una vieja legislación general incompleta y viciosa. Es casi seguro que su existencia metálica no está sujeta a preceptos técnicos modernos. En cuanto a los valores negociables de primer orden, no existen qctualmente en lVIéxico porque en realidad, nadie tiene crédito y respecto de las carteras, deben padecer .del vicio de la movilización conteniendo documentos en su mayoría firmados por personas de peligrosa solvencia civil. En tales condiciones es casi imposible encontrar quien acepte descontar carteras que carecen de la exquisita salud de las carteras bancaria:-;. Sólo el Gobierno, en vista de combatir serios trastornos, puede dar auxilio competente a los bancos que legalmente quiebran y _que tengan activos superiores a sus paSlYOS.
Toca al señor Secretario de Hacienda, provisto de facultades en su ramo, expedir cuanto antes una ley dedicada a los bancos libres de descuento y depósito, para evitar, hasta donde sea posible, la repetición de crisis que pueden ser más desa ;;;trosas que la que acabamos de pasar.
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EL CAMELLlSMO DE NUESTROS ECONOMISTAS PATRIOTAS
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tan notable en los mexicanos la Jisposición para la abogacía, que no habría inconveniente en considerarlos como autores del Derecho en el mundo. Imponente es el cuadro de buenos médicos y cirujanos que siempre ha presentado México aun cuando ninguno de ellos ha llegado a la inmortalidad con uno de esos grandes descubrimiento.s que reducen o impiden los estragos de asoladoras enfermedades. En nuestro territorio se alzan monumentales edifi· cios sagrados y profanos, públiros y priyados 'que prueban las grandes aptitudes de nuestros arquitectos, a quienes le3 Balta medio social e histórico para desenyolver sus pensamientos y alistarse entre los genios. Deleita a los espíritus cultos la oratoria sagrada, académica, parlamentaria, forense, de un buen número de intelectuales, eonmovedores de las multitudes y de las minorías selectas. En la novela y en el teatro han brillado mexicanos, logrando algunos que sus obras sean leídas y admiradas en el extranjero. Respecto de poetas, hay en nuestro territorio uno en cada flor y en cada pétalo una poetisa; varios han conseguido ser populares en los países de habla española. Puede" decirse, que la inferioridad que se nota en los intelectuales mexicanos en materia de ciencia y de literatura es debida a la falta de medio estimulante y brillantemente educador. Pero si a la inmensa mayoría d~ mexicanos cultos e incultos, se les coloca en las cuestiones económicas nacionales; inmediatamente hacen alarde con energía y cierta elegancia, de poseer una inteligencia inferior a la de los camellos.
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:Ko hay día en que la pren"a ro llame snayemente el patriotismo de los mexicano". anunciándoles que nuestro ónix, tiene demanda en Calcuta, que .. nuestros productos" deben ser conocidos en toda el ~"\.sia ~Ia:-ol' y ::\Ienor, por~lue tendrían vertiginosa demanda. Xuestro cónsul en Praga. ayisa que el pueblo húngaro sería feliz si lograse gustar de ,. nuestros productos ~) en un almuerzo a la mexicana como nuestro gobierno lo sirve en Xochimilco a los yisitantes extranjeros. Xuestros numerosos y mal almibarados ministros diplomáticos, ponen en conocimiento de nuestra Secretaría de Relaciones, que si ,; nuestros productos)' fuesen conocidos en Jos países que se extienden en el mundo desde el paralelo 30 X orte hasta el paralelo 70, no habría ser humano que no se declarase consumidor resuelto de "nuestras riquezas" r n yiajero, que yiyió treinta y dos años en el seno de una tribu antropófaga del centro de Africa, ha escrito a una de nuestras sociedades ci ~ntíficas, q'J.e si "nuestros productos" llegasen al Africa, el placer conyertiría a los negros en blanco" o por lo menos en amarillos. • De todas estas noticias que nos llegan de todo el mundo. la opinión pública mexicana. deduce. que. lo que le falta a :Jléxico para ocupar el primer lugar como nación rica y poderosa en el globo: es. que en todo e"e globo aún a los más ocultos rincones, lleguen ;. nuestros productos") porque encontrarían exclusiyo y frenético consumo. Todas nuestras "desgracia s radican en que" nuestros productos'), o sean' 'nuestras riquezas", son desconocidas y por ronsiguiente su demanda no es posible . .Ante situación tan graye para nuestra patria. un gobierno benefactor e inteligente. discurre que lo primero que debe hacer es nombrar cónsules parrl cada ciudad del globo, abrir una exposición de productos me::~icanos en cada pueblo: enganchar en cada tren de ferrocarril. uno o dos furgones con nuestros productos') para que en cada estación dos apóstoles mexicanos empleados del gobierno y pagados a cuerpo de rey, hagan uno o vari?s discursos llama?do la ate~ción sobre "nupstros productos' en todos los paI"es extranJeros, ¡.
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civilizados, bárbaros o salvajes y aun parece muy conveniente que nuestro gobierno envíe también apóstoles a gentes exhibidoras de "nuestros productos" a las poblaciones d~ osos de Siberia, de leones africanos y de serpientes de la India. 'ran patriótica e inteligente conducta de nuestro gobierno que gasta, además, sumas fabulosas en pagar plumas extranjeras para ,que den a conocer a :lVIéxico en el extranjero; la opinión pública, como agitada por especial marihuana; grita, aplaude, vocifera, canta, aúlla y gTazna, mostrando su entusiasmo al "Ver que nuestro gobierno, animado por sentimientos explosivos de patriotismo y de delirios de grandeza, derrocha millones en la propag-alHla para ha('('r eono,cer mw~ tros productos en el mundo. * * *
Los artículos de gran exportcll'ión que enriquecen y que hacen poderosas a las naciones. son: el trigo, el arroz, el maíz, el azúcar, las lallas, el algodón ~- el café excepcionalmente. En .:\Iéxico, desde que hay comercio exterior nuestros agricultores y ganaderos han implorado el auxilio del gobi<:'1"11O para no perecer en la competeneia que en el mercado mexieano debían sostener nuestros productos con los Slllll!ClreS extralljr·ros. Esa solicitud rle lHlt:~tros agrienlton's, 11e('ha en medio de sollozo~ ~- amenazas, ha sido in"Varia blemente sostenida por la opinión pública y nuestros gobiernos han al'ordado toda su protección a nuestra agricultura. fijando cuotas arancelarias no pequeñas. sino enormes (Iue elevan el ('osto de la vida de una infeliz población y abaratan el 1'0sto de su llluert(~. ); adie duela en 2\Iéxil'o, que si no existiera ]a barrera arancelaria, impidiendo la ('ompetl'neia de llm'stros productos ('on l()~ t'xtrallj(·)'oS. el trallajo en los campos SP paralizaría, 10'1 hacendados pedirían limosna y las clases populares rural ('S Y ul'ba nas perr'(,Pl'Ían de inanicit111. quedando nuestro territorio eonvertido en un museo ele osa1llenta:-;, .:\0 hay qne oh-idar. (IUP la" exportaciones de trig'o y lanas han hecho ]a pl'o:-,rerielael asombrosa de ~\r gelltina. Ll'uguay ;" las colonias ill!.dt'-,a:-. dI' All"tl'alia. Las exportaciones de trigo, lllaÍz~ lana" y sobrt' todo algodón, son
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la ba~e de lo~ Estados lTnidos. Las exportaciones de trigo lanas, pieles, son la mayor fuerza d,~ comercio de Rusia; -;.: Cuba: ha debido su riqueza a sus exportaciones de azúcar. bCómo es posible 'que haya mexicanos, que crean, que tenemos productos para una gran exportación, cuando nuestros agricultores derraman lágrimas y gritan impreca,ciones, al pedir que se les libre de la ruina, impidiendo que nuestros productos entren en competencia con los similares extranjeros? Se necesita estar abajo del idiota y aun del criterio del camello, para aprobar que se defiendan nuestros productos de la competencia extranjera que evidentemente los haría imposibles en nuestro propio mercado y al mismo tiempo aprobar que el Gobierno derroche millones para propagar el consumo de nuestros productos "imposibles" de -venderse en los mercados extranjeros. Y hay un síntoma fatal para la vida del tan desgraciado pueblo mexicano, y es que es-os derechos arancelarios enormes que protegen o prohiben la importación del trigo, del maíz, del "arroz, del azúcar, de las lanas y del algodón extranjero; cada día son más elevados, porque cada día nuestra agricultura está más decadente y el pueblo mexicano está obligado a vivir muy caro para püder producir los artículos agrícolas de gran consumo en el mundo, únicos que enriquecen y hacen poderosas a las naciones; y al mismo tiempo ese pueblo en 10ls momentos, o mejor dicho, en los sig'los de ofuscación que en materia económica lo igualan con los camellos acepta el derroche de millones para que nlUnel'OSOS apóstoles que se nutren en el extranjero con faisanes y trufas, hag'an el grotesco apostola(lo de procurar -ventas ,. imposibles" .. * '*
Xuestros productos ele gran exportación relati ya a lluestra pobreza, son: los metales preciosos e industriales; oro, plata, plomo, cobre. un poco de zinc ;: algo ele antimonio. Como estos metales son euel'pos simples, no hay entre ellos diferencia de ('alúlacl~ todos tienen mercado seguro en el mundo todos ellos están cotizados en los mercados compradores diariamente y la ('otizaciún t''' COll()('Íl~a por el cable en todo
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el globo terrestre. El prudnctor de metales no necesita apústoles, ni cónsules, ni agentes, ni exhibidores, ni prensa. qne recomiende, ni ministros diplomáticos que intriguen por su Yenta. El productor de metales, los vende sin recurrir a prot('("ciones de gobierno ni a sentimentalismos de opinión pública, ni él batiboleos patrióticos ni a echar carga sobre la pobreza del puebl0, haciéndole pagar gastos de insensata propaganda. Además, nuestros metales son conocidos en todos los mercé:lldos desde la época colonial. Fuera de la exportación de metales que es la mayor, aparecen la de henequén y la del café. El henequén no necesita de propag-anda para ser conocido en los Estados Unidos y los hacendado~ yucatecos llevan más de un cuarto de siglo, de hacer esfuerzos de propaganda a todo ('osto con el objeto de obtener nuevos mercados para su fibra y su empresa ha escollado :r con mayor razón escollará la del gobierno, cuyos agentes dejan mucho qué desear. Ha~T en pI mundo un mercado de café, que cotiza el de todos los paísf's cuya producción es comercialmente apreciada. El caf~ de ~rfxic:o, estft cotizado y reputado C-OlllO de primera calidad ~' hasta ahora se vende todo el que exporta l\1:éxic:o y si más hubiera más exportaría. Excede de cincuenta y ('in(~o millones ele pesos lo que México exporta anualmente de ('afé y de henequén sin necesidad de propagandas ofi('iales. l\l~xi("o no es una nación nacida sobre el "Plan de Guaelalupe" o el de "Agua Prieta" Durante sus cien años de vida, ha exportado siempre diversos artículos que son ya mll~' <'onocidos en el mundo ~. (Iue tienen conquistado un :nercado suficiente para la intensidad ele su produc(·ión. Tales artículos, de importancia terciaria y ele aquellos no susceptibles de ha('er poderosa a una nación, son: ganado, maderas finas, palo de Campeche, piÍta de Oaxaca, chicle. frutas, raíz de zacatón, tabaco, ('ueros, frijol y garbanzo. Todos esos artículos tienen mercado conquistado y no necesitan orquesta para ser comprados su Pl'oellH'c-ión es corta y J.\Iléxico vende euanto produce de ellos, si lo ('onsienten los aranceles extranjeros. Respeeto de industria, nuestro estado es lamentable y no serán los agente:-,; del gobierno los que lo modifiquen. Las tres
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grandes potencias que dan vida a la industria y que comercialmente yaten un tesoro; son el carbón mineral, el acero, el fierro y el ácido sulfúrico. Nuestro carbón es de mala calidad, lllUy caro y nos sirve más, para matar industrias mexicanas 'que para crearlas y la producción nacional es bufa, porque no llega a ochocientas mil toneladas al año. Poseemos buenos criaderos de fierro pero faltándonos el carbón mineral, nos hallamos en el triste caso, de producir poco y de defender esa producción con altos derechos arancelarios; comercialmente no podemos colocar ni una barra de fierro o de acero en los mercados extl'anjeros. No obstante estar atestados de volcanes, no nos producen azufre para fabricar ácido sulfúrico, y el poco azufre que extraemos de nue,stros yacimientos, necesitarnos también defenderlo de su ruina por el azufre extranjero, con alto derecho arancelario. ¿ Cómo es posible sin acreditarse de irracional, pensar que México podrá tener gran industria, cuando las tres grandes potencias que la forman y desarrollan, son en nuestro país tres deslpreciables liliputienses ? No podemos colocar en los mercados extranjeros si no hay guerra mundial, ni un metro de tdas de algodón, de lana o (le seda.
Los gobierllos serios que saben gobernar por poseer bastante ciencia de gobierno, protegen la exportación de sus grandes artículos de producción agrícola o industrial, c(¡n medidas para abaratarlos, todo lo que es posible y ponerlos en condiciones de poder competir en el extranjero con los similares extranjeros y aun de dominarlos. Proteger la exportación de artículos mexicanos de venta imposible en 10ls mercados extranjeros o de venta posible pero de insignificante importancia, por medio de agentes que no son más que políticos o burócratas refinados, o partidarios premiados por sus servicios electorales, o criminales, o repugnantes aduladores cuya mira no es trabajar por el país, sino por su insondable vientre y yacíos bolsillos, es cometer una falta tan anticientífica corno antipatriótica, ('OIllI) ofensiva, para el sentido común de los seres humanos.
IV LA NECESIDAD ABSOLUTA DE INDEPENDENCIA ENTRE EL BANCO Y EL GOBIERNO AM ISTOSA RESPUESTA AL SR. GURZA
ilresena de explicar al señor Gurza los moti,-os que me han impedido ver los principios de la eient'ia financiera lmiYel'~
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Yo tenía ]a <;;p¡;:uridad plena. absoluta, "obrenatural, mí~ tic a y científica de que el (3obierno, al solicitar de los banqueros extranjeros, que tomaran parte en un banco de Estado en ~Iéxico no había de encontrar financieros que aceptaran semejante locura, disponiéndose a arrojar sus caudales en el yientre de nuestra política: pues todos los banqueros extranjeros conocen las yerdades enunciadas por J mudan: ,.::\ ada es sagrado para un gobierno en apuros" "~o ha habido gobierno en el mundo que haya cumplido en materia financiera bancaria las promesas concebidas para atraer al público" Las proposiciones que trajo el señor Legorreta y que ya había trasmitido con mucha anterioridad el cable, significan la suave expulsión del gobierno del régimen bancario que inteligentes y prácticos financieros consideran posible en México. Debe haber parecido a los financieros europeos, pretensi/'ll de pueblo inyertebrado. establecer un banco de Estado, después de haber aterrorizado a Europa con los atentados cometidos por ]a Reyoluci<"l1, hij(Js c1e dodrinas (:orrosiyas que aún :-.0breyiyen. * * '"
En estos momentos ]a cuestión es: j. Debe el Gobierno aceptar las condiciones profunc1amente humillantes que le presentan los banqueros extranjeros? Yo creo que debe aceptar, si tiene la intenrión de fayorecer al país con un Banco de emisión, porque si no las acepta, no habrá banco acep,tado por el público fundándome en lo que dije en uno de mis artículos: no se conoce fuera dI' la R,usia anterior al soyietismo, una nación que haya admitido y hecho funcionar a un gobierno banquero UlllCO. Y JIéxi('o nunca ha querido. ni en los tiempos de la dictadura. admitir ni un simple banco de Estado relativo. Aceptando el Gobierno las humillantes condiciones que le proponen los banqueros, gritarán los labriegos, y los altos campeones de la dignidad y de la miseria nacional, que prefieren que no haya banco si no es el que expresa el alcaloide del nacionalismo. En asuntos de dinero, la soberanía financiera que algunos majaderos confunden con la nacional, se encuentra y se ha encontrado siempre en los dueños del oro, no en el indigente no en el quebrado, no el deshonrado. que
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lo solicita. Carlos V no habría sido electo Emperador de Alemania, sin suplicar y sin acceder a las condiciones humillantes que le impusieron los banqueros venecianos para soltar el oro destinado a comprar los votos de los Príncipes Electores. En 1915, la acreditada Inglaterra, la flor del crédito público, aceptó condiciones humillantes para conseguir los quinientos millones de dólares del empréstito que patrocinó J. Pierpont l\Iorgan. Las naciones son como los individuos, cuando les llega la lumbre a los aparejos, se apean del macho de la soberanía financiera y lo arrojan al agua limpia o sucia para salvarse. La Revolución ha rejuvenecido a la desagradable legión de patriotas trovadores. Cuando en 1880, las poderosas empresas norteamericanas solicitaron construir nuestras grandes líneas ferrocarrileras. auxiliadas por importantes subvencionés dpl gobierno federal; impusieron condiciones humillantes para que se les garantizara el pago puntual y oportuno de tales subvenciones; y el general Díaz aceptó contra el parecer de los sostenedores de la dignidad nacional y del decoro del Gobierno, diciendo al señor Chan>ro. que "todo individuo o nación o gobierno, estaba obligado, si realmente tenía honor, a aceptar las consecuencias inevitables de su descrédito si era merecido, y que nada era tan merecido como el nescrédito del gohierno mexicano, que después de haber hecho un empréstito en 1823 como nación acreditada, habíamos llegado a 1880, sin poder pagar algo de capital y no habiendo podidc cubrir ni los réditos que en gran cantidad debíamos, no obstante la reducción que nuestros acreedores habían hecho en numerosos contratos, sin que hubiéramos cumplido honrosamente con alguno de ellos. Se debía elegir, agregó el Gran Caudillo, entre salvar a la nación ele su miseria que hacía imposible la paz pública o quedar en ridículo ante el mundo, por sostener pretensiones que en vez de dignificarnos nos desacreditaban más de l~ que merecidamente estábamos" A'sí se habla cuando se tIenen tamaños de gran gobernante. El primer empréstito extranjero que obtuvo un gobierno nacional despu~s del de 18~3, tuvo lugar en marzo de 1.8~8, v sus condiciones parecieron tan humillantes a nuestro Mmlstro
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en Londres, general don Francisco Zacarías Mena, considerado por el general Díaz, como un verdadero hermano, que rehusó firmar el contrato de préstamo y renunció su e]('vaüo cargo, no obstante que como la historia de Mena es de admirable honradez no tenía un centavo para vivir, a pesar c1~ haber sido Gobernador de Guanajuato cuatro años. El ;2:eneral Díaz aceptó la renuncia con profunda pena, se le salieron las lágrimas al dar el acuerdo de aceptación y dijo a Pac'heco: "Me es imposible renunciar al deber supremo de salvar al país de ¡que caiga de nuevo en la anarquía. ~Ie quedaré sin el más querido de mis hermanos, pero comp~nsará mi pena el agradecimiento del pueblo a quien con tanta fe sirvo" N o obstante sus errores, la obra de la Dictadura es una gTande obra nacional, la que reposa sobre las condiciones humillantes que el capital extranjero para venir a México, impuso a nuestro gobierno. Luciendo una dignidad que en materia financiera habíamos perdido: México, se habría quedado para siempre sin rerrocarriles, y para siempre sin paz pública. * * * Al actual gobierno le hacen falta estadistas, y hay estadistas, cuando hay hombre que conoce al gobierno como el más inteligente y honrado de sus enemigos mortales. El estadista que no vive dentro de la realidad desde la planta de los pies hasta la punta de los cabellos no es más que un mal poeta si es honrado o un pernicioso politicastro si es bribón. Un estadista deberá obrar bajo la convicción de que los peores enemigos del gobierno se encuentran siempre en la casi totalidad de sus mejores amigos públicos. Todo goJierno dispuesto a halagar a pueblos cuyos ideales son destruír a civilización, tiene que adquirir el más siniestro de los des~réditos, el que no inspira confianza ni a sus correligionarios. jos diez millones de pesos oro nacional, prometidos al seuor -jegorreta por los banqueros extranjeros, después de cinco me:es de salmos ~- "pncheros", podían haber sido subscritos por os revolucionarios , mexicanos que se han escandalosamente , . nriquecic10 y que (juieren el Banco Unico para mas ennqueerse, pero que el capital lo expongan sus enemigos, por9-u.e ICll'a ellos loe.; hal1('os mús SP'!11]"OS son los de los Estados l'l1lBULNES
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dos. Fuera de los políticos actuales mexicanos, no hay en la América Latina persona que entre sus grandes desaciertos cuente, haber tomado a lo serio la soberanía de los indios v los negros. El descrédito de un gobierno socialista radicai es absoluto, sobre todo, después de declarar oficialmente que ya a "incorp·orar a los indios a la civilización" y que en tan gloriosa obra no puede tardar menos de un siglo. ¿ Qué crédito puede tener un gQbierno que declara seguir política de sumisión a la voluntad de los que, según tal gobierno no están incorporadu:.; a la ciyiüzaeión? ¿ X o ha reflexionado el :.;eñol' De la Huerta, que los que sostendrían el Banco Unico, serían lo:.; ya ineorporados a la civilización uesde hal'e algunas teuturias, y que en ningún caso aceptarán que sus fortuna:.; las manejen políticos que confiesan con entusiasmo, que el único de ber que admiten en el mundo, es sacrificar todo por el mejoramiento de la clase obrera, cueste lo que cueste a la moral. K o es posible la compatibilidad entre un ídolo del proletariado y un semidios de finanzas bancarias. El de:';l:rÍ'(lil0 cid gobierno tiene que durar tanto como su so\"ietismo tribal. Xo habrá banco de emi:.;iún en ~Iéxico :.;i no hay independelH'ia financiera entre el proletariado y el capitali:.;mo. La opinión pública, acogería con :.;umo agrado las apreciaciones del señor Gnrza, sobre la cue:.;tión búsica en materia de posibilidad de fundar en nuestro país un banco de emisión. Cortesmente excito al señor Gurza, para que manifieste, si con su autoridad moral, inteleC'tual e histórica, apoya la unión estrecha o floja del Banco y el Gobierno. Sería muy útil para la administración pública y para formar en el país conciencia limpia e ilustrada en materia bancaria, que también el señor Díaz Dufóo, que ya en su libro "Limantour" se declaró partidario de la independencia absoluta entre los bancos y el poder público, ratificase o rectifi~se en estos momentos su dof'trina bancaria. Creo que lo hará.
v DEBE
-SUSPENDERSE EL
CONVENIO
LAMONT-DE LA HUERTA
~
A
necesidad tiene mano de fierro de primer Ol'aell que destroza la política de cualquier gobierno rebelde a las leyes económicas. Al nuestro, sin milagro del petróleo, lo obligará a aniquilar los restos de riqueza pública que aún posee el país, pues parece que hay confian;¡;(1 en Jos buenos resultados de los buenos" chaparrones" de impuestos directos e indirectos r así cumplir con alaridos de angustia l1aciomd, los compromisos que para este año obliga el convenio Lamol1tDe la Huerta; Y' para el año entrante, le será preciso vender mexic:.ul0S a cinco o diez pesos por cabe;¡;a si hay quien 82 los compre. El señor Pani, tiene que reconocer la necesidad de inmediatamente suspender el nefasto Convenio, ahorrando al país nuevos calambreS y colocándose él, en el lugar qnt' le designe, la ciencia, la mora], el patriotismo ~T sus sentimientos de humanidad. Yo fní defensor del contrato Lalllont-De la Huerta. cuando ('reía que por lo menos el petróleo manten(hía por algún tiempo el auge del primer semestre de 1~):2:2; cuando supe que los banqueros habían ofrecido proporcionar al señor De ]a Huerta, cuantioso empréstito encarrilador de un prop:rama de finanzas adaptado al organismo económico al" la Na('ión. Insisto en marcar, que aun cuando con los r(,t'llrsos del Erario pudiera dar fácil Clllllplimiento el sellor Pani al Convenio Lamont- De la Huerta, debía suspender sus efectos y emplear los $ 35.000,000 Y más anuales, en crear fuerzas económicas a un país sin agricultura, sin industria seria, con comercio gemidor, con restos miserables de su antigua ganaderJ'a, y casi sin ~l'bo]e8 propios parél la (·omdrw·(·iún, p<1r;¡
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durmientes de ferrocarriles, y para combustible industrial v doméstico. El porvenir del sucesor presidencial del gener~l Obregón, es volverse loco matando hambrientos o ser matado por ellos; caso de que el general Obregón pueda escapar de la diarrea de laya del volcán formado por los prineipios salyadores. * * *
Un gobierno debe retonocer ~' pagar la deuda pública por tres motivos: acatar la leJ"lloral uniyersal; satisfaeel' el punto de honor; palabra empeñada, palabra cumplida, y por conveniencia suprema para los interf'-.;es materiales del pueblo. X O se acata la ley moral uniyersal, sangrando a un país en agonía, para pagar puntualmente a acreedores extranjeros, pn lo g'ell eral agiot ist as, que han recogido a vil precio los títulos de los pobres: dejando el gobierno fríamente morir de hambre él naeionales aereedores ('o:no los empleados públicos y los proyeedol'l's del gobierno que han colocado toda su fortuna en la probidad de ]a ~\dministraeión. Obrando así, no se reconquista el crédito financiero y se pierde todo el moral. Hay dos clases de equidad: la ('apitalista y la socialista con la que están dt, acuerdo los hombres de ciencia. La equidad capitalista. ordena que el deudor pague con su activo (1 todos sus aereedol'es en propol'ción de ]a cuantía de los ('réditos. La equidad socialista~ ordena, que cuando el activo del deudor no alcance para cubrir todo su pasivo; se prefiera con p'ago íntegro a los acreedores mús pobres, despups con pago moderadamente descontado a ]()~ al'l't'cdores pobres y al último con rl resto a los acreedores ricos y a los príncipes de la plutocraeia. Sorprende que nueStro gobierno habiéndose dedal'ado radil'almente s()(,ialista y til;l'nO amigo de los pobres, a quienes fue dedicada una reyolueión de catorce años que aún no termina, haya adoptado una política cerrada mente capitalista eSinerándose en pagar con puntualidad en tiempo y en dinero , a sus acreedores millonarios con los sueldos de los ,1 empleados que le:.; sirn'l1 para comer y que han llegado ¡¡] utimo grado de indigenl'ia excepto los que yi Y('n dentro del "Relirario Eucal'ístil'o" que hl'illa en el "~\ltar .:\Iayor"
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Sorprende igualmente, que gobiernos que se precian de patriotas y depositarios ae los corazones de los héroes de la Independencia, cometan el error gravemente ofensivo para la Nación de colocar a los acreedores extranjeros sobre los acreedores mexicanos hasta entregar el p,an de éstos en los cofres de acero de los magnates plutocráticos. * * *
Debo como siempre decir la verdad. En 188~~ y noviembre de 188-4: la opinión pública se opuso desesperadamente al reconocimiento y arreglo de pago de la Deuda Exterior. Yo fuí el leader parlamentario selecto del gobierno y resistí dos tremendas tempestades populares y una de las clases medias. Estas no se oponían al deber de pagar, pero sí a que sucediera lo que en otros tiempos, en los que para cumplir con los convenios sobre deuda pública celebrados con naciones extranjeras, se pagaba mal al ejército y entraba en epilepsia de cuartelazos, se mataba de hambre a los empleados públicos, se embalsamaba vivas a las clases pasivas con la impre'lión horrible del constante "no hay· dinero", y se trataba a los acreedores nacionales ('Oll un desprecio prohibitivo de todo movimiento humanitario. * * *
La rebelión de la capital en noviembre de 1884 fue tenebrosa, solemnizada con la correspondiente procesión del cadáver de la primera víctima popular alumbrada su sangre y lividez por antorchas verdosas funerarias. El país entero ruidosamente manifestó con rugidos revolucionarios su simpatía por la actitud de la capital contra el Contrato Noetz1in, que era el del arreglo de la Deuda pública exterior. En momentos ya críticos, tuvo lugar una junta formada por el general González presidente de la República, por el general Díaz su sucesor presidencial y por mí, en calidad de presidente de las comisiones dictaminadoras y principal leader del Gobierno en el sísmico debate parlamentario, y se concluyó, que no ¡quedaba al gobierno más recurso que derramar sangre
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() delTClll1ar prudencia retirando del Congreso la iniciativa de ley, lo qne prontamente se hizo. N o pudiendo el general Díaz ya en la presidencia, volver a poner rl asunto de la deuda exterior a discusión en la Cámara de Diputados, reconoció y dictó la forma de pago de la deuda exterior sin celebrar nuevo contrato con los acreedores y apoyó su ley completamente autoritaria en la ley de julio de 18~>L Para deshacer la tempestad nacional contra el arreglo de nuestra deuda extranjera, el general Díaz ofreció que nunca para cubrir el servicio de crédito ~r amortización de dicha deuda, sacrificaría a los empleados públicos y que tampoco colocaría para el pago a los acreedores extranjeros sobre los mexicanos ; ~r durante veinticinco años cumplió su palabra: y cuando en lS!l;1 se {'ncontró el Erario Federal al borde de la bancarrota, resolvió suspender el pago de la deuda pública exterior e interior anterior a su gobierno y el de todos los contratos de empréstitos que había celebrado, antes que tocar los sueldos de los empleados públicos que consideraba como gastos ineludibles de existencia del referido gobierno, con derecho a preferencia absoluta sobre cualquiera otra clase de erogaciones, pues sin dinero el gobierno se deshace y la sociedad se hunde. ~o hay deber superior para un gobierno al de conservar la paz conservando la vida material de la Administración Pública. y si la suspensión de pago no tuvo lugar, fue porque repentinamente las rentas públicas comenzaron a subir ]0 necesario para sal \'<11' el crédito público. Primero la paz que el crédito había dicho el Dictador, acatando los dictados de ]a ciencia, del patriotismo, de la dignidad na(' lonal, (le la moral bien entendida: del socialismo verdaderam('nte humanitario: primero acudir al pobre que desfallece antf'S que al rico que puede esperar. El general Díaz al reconocer r arreglar el pago de la deuda exterior hizo lo mismo con la deuda interior y cumplió los ('ompromisos contraídos con ambas clases de acreedores, con ]a :misma exactitud y esmero en hacerles sentir su política p(luitativa y elevadamente l1:oral. En 18 año.s. de h?~ rada y húbil gestión del señor Lllnantour, la .admIlllstraclOn porfiri'lta adquirió un carácter noblemente Impersonal, no
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obstante que la forma de gobierno era ultra-personal. Todos los acreedores del Erario fueron ig'ualmente atendidos, los pobres como los ricos, los extranjeros como los nacionales, los amigos del gobierno como sus enemigos los que injuriaban al Dictador y a su Ministro, como los que los adulaban. En la firma para pagos puntuales del gobierno, jamás fue tintero la ruindad, los rencores, la bilis del chacal, la ponzoña del escorpión político y la linfa de la venganza con olor de albañal. El general don Victoriano Huerta, esa "Bestia Parda ~, azotada por los revolucionarios a veces inmerecidamente, dejó a la Historia su lección de p1atriotismo y de dignidad administrativa. En febrero de 1914, suspendió el pago de la deuda exterior y de otros valores extranjeros a cargo o con la garantía Gel Gobierno Federal; no suspendió de hecho ni de derecho el pago de sus sueldos a los servidores de su Administración, ni siquiera los retardó una semana. Prefirió como debe ser, pagar ante todo a los acreedores nacionales pobres que a los acreedores extranjeros dignos de consideración, pero subordinada a la necesidad de cubrir de preferencia los gastos que hacen posible la existencia sana y pobre de un gobierno. * *
Es de e~e:¡nental iusticia declarar, como con gusto lo hago, que el general Obregón ye con honda pena los sufrimientos de sus empleados, que nunca ha pensado en ultrajar la dignidad nacional colocando a los acreedores mexicanos debajo de los privilegios extranjeros, que rechaza la idea de ser agente de la Casa Blanca y tirano de su Patria; que comprende la inestabilidad de ~n gobierno que mata de hambre a los que lo sirven; que se esfuerza hasta ser juguete de falsos banqueros con tal de obtener empréstitos que salven nna situación, qne no se remedia, ni pasando todos los días el "Puente de Ocotlán" , ni con la formación de centenares de partidos políticos callistas. Al general Obregón. lo asfixian las buenas intenciones le sobran ensueños patrióticos; pero lo (1ue le falta, es, tener ~n Secretario de Hacienda que le diga: "Señor Presidente: el prooTama administrativo de usted, de pagar equitativamente a los empleados públicos y a los acreedores extran-
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jeros en la proporción demandada por sn yencimientos, es de imposible realización, y en el terreno científico no llega ni a zarandaja administrativa. Si el petróleo no lo socorre a usted en forma de maná, lo que no es probable aunque sí po:-;ible, el país no tiene elementos económicos para sostener gobiernos que serían pesados hasta para pueblos ricos. El país si no se le leyanta, sólo tiene fuerzas de odio contra su miseria y programa de crear el caos de su suicidio' '. El punto de honor y el de conveniencia los trataré en el próximo artículo.
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LA SUSPENSION DEL PAGO DE LA DEUDA TLENE QUE SER INDEFINIDA
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antes de la última revuelta se hablaba de la crisis porque viene atravesando el Gobierno y se atribuía a la - falta de reconocimiento del general Obregón por la Casa Blanca; muy perjudicial para el país, porque se estaba conteniendo la invasión torrencial de nuestro territorio, por los fabulosos capitales americanos en forma de empréstitos, Banco rnico y fiebre de hombres de negocios multimillonarios que después de haber engullido en su visita a jléxico, con el objeto de conocernos, los fiambres de 'feotihuacán, los" Leones", las "Chinampas" y Cacahuamilpa, entran en delirio por explotar nuestras infinitas riquezas naturales. Obtenido el ,. reconocimiento", los capitales amables de ,Vall Street, se tornaron en odiosos por haber permanecido indiferentes a nuestros halagos de atracción y al redoble de la prestigiada banda de tamboras del Optimismo. con que la prensa di'itrae el decaimiento del público afligido. El Gobierno hizo esfuerzos sobrehumanos para obtener un empréstito extranjero y sólo consiguió un anticipo de contribuciones de diez millones de pesos, pagados por el petrolero Doheny. Después se le cargó a la revuelta toda la ('risis, y terminada la re"vuelta, a sus consecuencias; y como lo que mal se llama" la crisis" tiene que ser indefinido, salvo estupendo milagro del petróleo, se le atribuirá al fin a la acción catalítica de los reaccionarios. La verdad es, que no hay tal"' crisis"; la hu ho y terminó precisamente al iniciarse, lo que el público denomina" crisis" y que no es más que el estado normal necesario, indestructible para los estadistas que nos gobiernan e incomprensible para su espíritu extraño a la ciencia económica. Estamos en
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el ambiente en que debemos estar por tiempo indefinido y que nos impuso la Reyolución: un ambiente sofocante de pobreza, de odios, de a batimiento, de ineptitudes, de desconfianzas, de dominación de burguesías improyisadas~ en las que todos pienscm con las uñas ~' para las uñas. * * * &Qué es una crisis 1 Es un cambio intenso favorable o desfavorable en el estado normal de Ulla persona o colectiYidad, (1ebiclo a cin'llnstancias excepcionales o imprevistas, que puede matar a los indi,'ic1uos, y que en .h:s naciones aeaba siempre por yolverlas a su estado normal yiejo o recientemente adquirido. Si la crisis es de riqueza y abundancia la vuelta al estado normal tiene que ser de pobreza y sufrimientos. Nunca en México, el estado de la gran mayoría del pueblo ha sido bonancible. El general Calles lo reconoce al decir en su tercera homilía electoral, dirigida (l los a~;raristas, que los pueblos" continúan miserables y esclayos" La bonanza tenía que ser para la nueya burguesía creada por la Revolución y desplegada en buro('racia agotante, proclamando su edad de oro con los sorprendentes crecimientos de las rentas públicas, después de haber extraído al pueblo con la poderosa bomba del papel moneda todo lo que de ya :01' tenía y repudiado esa deuda sagrada con el fin de salyarse inhonestamente de un compromiso con la N ación. La administración obregonista fue escandalosamente favorecida por la Diosa Fortuna. El" reajuste" obligatorio al terminar la guerra mundiaL hizo que la industria americana inundase nuestro mercado con buenas mercancías a bajos precios y dando facilidades a nuestro comercio para adquirirlas, el que pagó los enormes derechos aduanales, haciendo subir el año de 1921 los ingresos en cuarenta y dos millones de pesos. A pareció la bonanza de Toteco y después de la de Cacalilao y el tesoro obregonista recibió en cuatro años, por contrilmciones petroleras doscientos cuarenta millones de pesos. Al triunfar la rebelión de Agua Prieta. el nuevo Gobierno hábil y patrióticamente, proclamó una política de conciliación que uniera a todos los mexicanos, ofre('iú solemnemente dar toda
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clase de garantías al capital, envió emisarios al extranj~ro, para establecer estrechas relaciones de amistad y comercio con todos los gobiernos capitalistas y supo halagar a la opinión pública haciéndole creer. ·que el nuevo gobierno, lo sería para toda la ~ ación, sin establecer privilegios de clase. Con semejante actitud, una ola de confianza arrojó sobre nuestros negocios grandes masas de capital extranjero y nacional y todos tuvieron fe, en que la hora de la reconstrucción había sonado con una salva de nobles esperanzas en todos los corazones. Pero toda la situación bonancible esperada por el país civilizado, anémico y lastimosamente melancólico, pronto debía hundirse por anormal e ilógica. La política de armonía entre el capital y el trabajo, fue la vanguardia pérfida de la política socialista radical. Apareció la bandera roji-negra hasta en el Palacio 1\ acional; la supremacía de la demagogia bolshevique, el culto a Zapata, a quien Lenine habría ahorcado por troglodita como lo probaba la destrucción bestial de la industria azucarera de Morelos, que debió ser para que la explotara el pueblo; apareció el agrarismo saltando sobre la ley y aniquilando la propiedad, aparecieron los tribunales corro~pic1os y sectarios; el sovietismo yucateco sobre la Constitución, Proal apareció sobre el misrno bolsheviquismo insultándolo por su descaro; apareció la negación de garantías a los obreros libres, las odas a los a~l'~illa tos politicos; el apoyo a todas las huelgas, la acogida brillante a los más fangosos agitadores extranjeros localizados en sus respectivos países como criminales, apareció el tren de lujo de las Líneas Nacionales, para honrar los restos de un Flores Magón; aparecieron las recepciones al otro Flores Magón, que con filibusteros yanquis trató de arrancar a su patria la Raja California. Contra los sinceros propósitos elel general Obregón ele reconstruír a ::\léxico, apareció lo que tenía que aparecer, lo que no podía evitarse que apareciera, 10 que el lúgubre destino elel pueblo mexicano está obligado a <.'umplir; lo que es indiscutiblemente nuestro por ser indiscutiblemente horrible, apareció la revolución con sus catorce años de edad y sus seis mil años de rencores proletarios, robusta con su "lactancia de sangre",
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con su aliento de peste aflricana~ su apetito zapatista de extermimo, su ceguedad moral de "tepalcate" En esos catorce años de revolución, que nos había destrozado, hubo entre el segundo semestre de 1920 y el primero de 1922, una crisis saludable de esperanzas, de ilusiones bellas, aunque idiotas, de cálculos deslumbradores erróneos de insomnios divinos, de carcajadas de limpio patriotismo. Pero esa crisis, acabú desde que fue aclarado que el Gobierno estaba resuelto a góbernar para el proletariado a costa de los derechos de las demás clases, no por convicción, sino por ese miedo calcinante que sólo las masas populares, cimientos de carne de la sociedad, saben infundir a los que hacen su conversión de carneros en lobos, sin que hayan sido tan trascendentes sus intenciones. * * *
Lo política radical socialista más avanzada en l\í~xico. que en parte alguna del globo con excepción de Rusia, ha dado y seguirá dando sus frutos: a cada avance del mejoramiento teórico del proletariado, corresponde un empeoramiento práctico por el retroceso del capital nacional y extranjero de las funciones económicas de México. La suspensión del pago de la deuda es la medida más acertada para oponerse al derrumbe del Gobierno por rápida disociación molecular como son las causadas por falta de dinero. l\lirntras en :J[éxieo prevalezca el socialismo radical, prevalecerá 11, bancarrota oficial y social crecientes, hasta rendir la jornada, en la gran catástrofe. Esa suspensión no puede ser temporal, nuestro lamentable estado económico la impone como indefinida. Todos esos convenios entre gobiernos para echar a cuestas por reclamaciones, al pueblo mexicano, otros mil millones de pesos, además de los mil cuatrocientos ya reconocidos no significan más que palabras necias que ni siquiera deben fastidiar a los mexicanos, aun cuando sean pronunciadas por personajes graves con carácter diplomático y esrritas en clásicos pergaminos con sellos de añejas cancillerías. Pagar el rédito de cinco por ciento anual, sobre dos mil cuatrocientos millones de pesos o sean por año, ciento veinticuatro millones, sin contar lo destinado a amortización, es un asunto que ha dejado de ser político
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para ser inclllído entre los más curiosos estudios de los alieni,stas y ele las at'ademias cientítll'as m(>di('a~ (lue coleccionan 0asos raros de trastornos cerebrales, oficiales y diplomáticos. Si el petróleo no hace un milagro como el del Diluvio, y es casi seguro que no lo hará .lVIéxico tardará en salir de su bancarrota unos cincuenta años por lo bajo, si es que antes no ha desaparecido. Entre tanto, nuestro presente se encuentra en Cacalilao donde ya comenzó la salazón.
VII UN NUEVO FRACASO: LOS PUERTOS LIBRES
ye1'(la(l ('('onómil'a l'yi(lente, puede conYertil'~t' en un error ('yidente. ~i ~e alteran sus elementos cOllsti~ tutiyos, pero para· el yuIgo, una vrz que esa yerdad ha penetrado en ~u conciencia por la potencia del halago, es \'erdad inmortal, y las naciones sufren a veces los tremendos efedos del error supramaligno. r no de los fenómenos mús perni('iosos, creadores de ilusiones populares se presenta en ]a historia económica del Ltmo de Tehmmtepec. Se había encontrado que guardaba una posil'ión estrat(~g'ica admirable y que podía construirse un canal a nivel de C'omunicaciún entre pI Padfico y d Atlántil'o, que ~('ñalara nuevas y ventajosas rutas al comerrio del mundo. En 1~69, se inauguró "el ('anal de Suez" que ponía en comulli(·(l(·ión yelltajosa a Europa, . . \sia y Oceanía, perdiendo el Istmo de Tehuantepec la mayor parte de su importancia. Despurs que cOlleienzudos estudios h('('hos por eminentes ingenieros extranjeros, probaron la imposibilidad de construir un canal a lliyel en el Istmo de Tehnantepec; después de construí(lo el ferrocarril de Panamá, cuya longitud es ]a cuarta parte de la del ferrocarril en Tehuantepec; y después de que Lcsseps, con centenares de millones de francos, emprendió la construC'tión en Panamú, de un ('anal a nivel, nada había que empreuder en el Istmo de Tehuantepec; su importancia comel'l'ial estaba aniquilada. Pero para una burocracia C'orrupta, sí había mucho que ha('e1' eon el Istmo de Tehuantepe(' en abogado coditioso e intrigante poseedor de los planos de los terrenos del istmo, leyantados por la concesión J ecker ya caduea, organizó l\11 Sindieato de Funcionarios Omnipotentes, para hacerse a vil
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precIO de los terrenos de la concesión, y valiéndose de su influencia, leyantar el i~tmo por una vía férrea que debía costar siete. mill~ne". El plan fue aceptado y ejecutado y el :B'errocarrIl de , f(:!mRntepec. ('011 los puertos terminales, el derroche del emprestlto de 188~). los chanchullos, los disparates técnicos, los réctitos pagados por capitales no aprovechados, y la obra honrada de la Casa Pearson, cuesta al país más de doscientos millones de pesos y, C'omo resultado, un desastre irre·parable. *
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Desgraciadamente para los mexicano~ surgió en el GobienIO la ilusión ele los puertos libres y se encontró el istmo aclmirablemente estraU;gico para el caso, lo que no tiene después de haber perdido su importancia para el tránsito interoC't'ánico, y lo que nunca ha tenido para puerto libre. l:Y n puerto libre, elebe tener las ('ondiciones comerci(!les que tuvieron la República de Yenecia y Constantinopla: centro de poderosa riqueza, ele plena libertad comercial, industrial, de trabajo; gozando el capital y los trabajadores de todos los derecllOs que les asignan los economistas. Debe ser un centro favorable al movimiento de una poblaeión cosmopolita. aceptada por una población nativa ya ciyilizada. ~";ohrc todo, :-;u posición debe ser especial para poder obrar sobre numerosos centros de riqueza al alcance ele su fuerza como motor de prodigiosa accción capitalista. El señor ingeniero Antonio E. Yera, ex-ingeniero subjefe de los Ferrocarriles ele =.\Iéxico en SU "Ensayo Político Social:' "El fracaso del Ferrocarril ?\ acional de Tehuantepec", dice en la pág. 5!): ., Los resultados materiales de nuestra revolución podrán haberse sentido en formas benéficas en el resto del país, pero en el Istmo de Tehuantepec, sólo se han "traducido'" por un alto costo de la vida, reducción enorme de trabajo, intenso relajamiento moral de la población, org:anización sindical de los obreros urbanos de -los puertos disminución de comodidades de la población urbana y "mayor miseria e inseguridad de la campesina, que sigue aletargada y enferma como en los tiempos del virreinato, con fuerzas apenas para procrearse raquíticamente, en contraste definiti \'0
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con los animales y vegetales de aquel lugar del trópico" "La conciencia e ignorancia de esas poblélciones, afirma el señor Vera, sólo pueden compararse favorablemente con las tribus Cha'11ulas de Chiapas y las Lacandonas del Alto Usumacinta. Con ignominiosas tribus casi salvajes ha decidido el Gobierno resolver uno de los más complejos problemas de genial ciyilización. &Y la inmigración que aparecerá atraída por la riqueza para formar la YigorC'sa población cosmopolita? Xo podrá venir porque no hay tal riqueza, ni puede formarse con los sindicatos que no admiten manos extranjeras que les" quiten el pan del monopolio del trabajo"; no existe ni podrá existir la libertad del trabajo; ésta pertenece a los gremios resueltos a no tolerar competidores destructore'3 de huelgas. Esos puertos libres mexicanos no tienen posición estratégica comercial: un centro rico operando sobre países ricos. El Istmo de Tehuantepec, es un centro de miseria, operando sobre la miseria mexiJana y la de Centro América. No es el caso de la Siria de David, ni el de Tiro, ni el de Cartago, ni el de Venecia, ni el de Constatinopla, ni el de Inglaterra. Lo", Puertos Libres son poderosos motores de acción capitalista y de trabajo libre. l Cómo pueden existir en un país hostil el capital por sus leyes y más por las aspiraciones de sus masas con importancia política? ¿ Queréis crear industria azucarera para competir con la de Cuba? Os encontráis con que el latifundio está prohibido y que el industrial está obligado a tratar con pueblos irresponsables y duchos en la agresión armada agrarista, apoyada por autoridades locales que se burlan de la le~' : Queréis establecer industrias ~ Os encontrart'ls con el reparto de utilidades que puede llegar al Mor; y aún exceder y con una huelga por semana que martiriza a la población, imponiéndole privaciones insoportables; además, el laborista sostiene la obligación del capital de cumplir con la 'Horal y la justicia dictada por los ~tremios obreros.
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Es sugestivo el mejoramiento de los 01,reros y empleados del Ferrocarril de Tehnantepec, por supursto a costa del (in-
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bienIo, pues no hay neg'o('io ferrocarrilero que permita tal mejoramiento del proletariado. Dice el señor ingeniero Yera: "Las organizaciones del trabajo tampoco son un beneficio para aquella región " sin trabajo" El personal del Ferrocarril Nacional de rrehuantepec, está sindicalizado desde los altos oficiales hasta los peones de vía y recibe beneficios materiales de su organización: aumento de sueldos, reducción de responsabilidades" indemnizaciones, jubilaciones, atención médica, sueldo durante las enfermedades, gastos de funerales, pases de primera clase para familiares y sirvientes, pagos en oro, seguridad del empleo, jornada diurna de ocho horas, jornada TWC'turna de siete: tiempo doble después de esas jornadas, tiClllpo y medio contiLuo cuando la labor está fuera de la resid.encia, gastos en camino, semana inglesa, casas higiénicas, vacaciones anuales y algunas otras facilidad es" Si por la importancia de sus prerrogativas, son los obreros más privilegiados del mundo, por su número espantan a los 'que vean con pena la ruina de su país. El señor ingeniero Rolland, gerente de los Puertos Libres, acaba de declarar que para las siete locomotoras de que dispone el ferrocarril, hay en los talleres de Rincón Antonio "cuatrocientos cincuenta obreros" que rayan un millón de pesos al año, resultando un gasto de más de 130,000 pesos anuales por la conservación de cada locomotora. El señor ingeniero Yera, enseña con verdad: "La COlllpañía de Petróleo" El Aguila", distribuye parte de los productos de su refinería de Minatitlán en la costa mexicana del Pacífico, y lo natural sería que estos productos se embarcaran en la propia reilnería en furgones que transbordaran su cal';..!'a, en Salina Cruz, a los barcos que hacen el tráfico de la costa del Pacífico; pero no es así, sino que aquella Compañía carga sus barcos en ::\Iinatitlán y por el río de Coatzacoalcos salen a Puerto =\l~.xi('(¡ y de allí se dirigen al Pacíf-ico, por la vía de Panamá, entre;'an sus fletes y vuelven en lastre a Minatitlán porque toda esta travesía, con ser larga, les resulta más ~conólllica ,que el pago de maniohnls y fletes por la "ía Tehuautepec' , BULl'-E3
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Respecto del obl'erismo marítimo, nos edifica el señor Yerél, al escribir: "Las exigencias del obrerismo en ambos puertos y la escasez de negocios son cosas correlativas: Como ha~' tan poco tráfico, existen también numerosos obreros sin trabajo y naturalmente cuando un barco deja o toma algunas toneladas de carga, el personal de estivadores procura su múxima conveniencia, al amparo de las uniones sindicalistas, alejando día con día a las compañías navieras y reduciéndo8c automáticamente las fuentes de su prop[o provecho. "En tales circunstancias, l'esllltan inútiles las invitaciones que el Agente General de Fletes de los Ferroearriles Na(:ionales haga a las Compañías de Vapores para conducir su tráfico por Tehuantepec y evidentemente se han perdido lWlchos esfuerzos orientados a ese fin" * * *
Como los puertos libres se prestan extraordinariamente al contrabando, sobre todo en burocracias deshonestas, es probable que el capital de mala ley concurra al istmo para mermar las rentas del Gobierno.
LA CUESTION RELIGIOSA
LA EXPULSION DE MONSEÑOR FILlPPI
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OMO el elemento" llUeyo intelectual", flavorece al paí, con su i.Snorancia, me veo oblig'aclo a decir quién "iO;~ ~ en relaclOn a las Leyes de Reforma. En 1869, orgmúzamos la "Sociedad cle Libres Pensadores ", don Ignacio }\![anuel Altamirano, el dortor Malluel Peredo, el licenciado Justo Sierra, su hermano Santiago Sierra, el coronel .T osé Rincón Gallardo y Gustayo Baz (Calibán), El día de la inauguración de la sociedad ante numerosa concurrencia, pronuncié un gran discurso, muy brioso, muy aplaudido, muy jacobino y pOI' con" siguiente muy malo, como todos los de Urueta, cuando escandalosamente huye de la epopeya griega del ditirambo báquico y en vez de deleitar hablando de "Dionisio el Yiejo" ensalza a "Zapata el Nuevo" y se empeña en envenenar 1')(H' s('g'unda yez a Sócrates comparándolo con" Madero el Mártir" Afortunadamente, la filosofía positiva que trajo al paí:;; el doctor don Gabino Barreda me deleitó, fuí un gran discípulo de Compte y ele Spencer ~- por consig:niente aelqllil'í un profundo desprecio por el jacobinismo. En 1880, tom(' parte en la campaña, en compañía de Cosmes, .Justo Sierra, llmllmeken, Telésforo García, que hizo el periódico" La Libertnd" contra el ¿acobinismo, defendiendo las Leyes de HefOl']L(i en toda su hermosura cuando expresan principios lle lilwrtad, tanto para la Iglesia como para el Estado. El periodista g'l1aclalupano clon José Joaquín Terraza.:-. denunció en su periódico en 1885, qne el general Dínz en lb/e se había compl'orneticlo con el C}rl'o a firmar un ('oncon1ato con Roma, si el Clero lo a~-nc1aba con todo su pode!' para derrccar al Presidente de l\l('xico. El licenciado don Manuel Dublán, Secretario de Hacienda, me di,io, qne era cierto y q'ue
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había !¡r·ol:.,\('jado al gencral Díaz, que por ningún motiyo cum. pli(~::-;e su palabra y que yiera el modo de eludir el compromiso; .\T al miSl!lO tiempo me ex('itó para ha('(,l' una formidable campa. üa de lJ1'enSa a favor de las Leyes d(' Reforma. ~\cepté y escribí Yf\intidós artículos, que por su solidez ronsidero ele primer orden ~T que hicieron bastante impresión en el general Díaz. En 1886, supe que el ..\yuntamiento ele la ciudad de Mrxiro ('IJlllpletamente sometido a la yoluntad del señor lice11('iado dOll Manuel Romero Rubio suegro segundo sucesivo del ge· nenll Díaz, había determinado hArer concesiones al padre Pbncarte, violando las Lpyes de Heforma, con el objeto de (JUf' fll(>~(>n lo más brillante posible, las fiestas católicas dedi· ca da.;" a lel "(fol'olla(·i{m de la Virgen de Guadalulw" Redacté ('lltOlW('" una so] ieitud al ~\,\'untamiento, para que reconside~ rara ~ns resohl<'iOlH'S .\' lll(' hi('e apoyar por noventa y tres firma.", llO de ag'itadores, ni dl' lllHg'l'OSOS del populacho, ni de ri.ifJdo." de pulquería, ni de ~.Taliel1tes de barrio; sino de todo lo glorio:w, h(>roico, hOllrado, imna ('ulado, respetable y vene· rabIe, en la esfera militar, polítie(\. diplomática, y que había adquirido brillante 110m brr hist()]·ico. (lesde la proclamación dd Piall ¡\( ....'\yutla lJasta el lriunfo de la H('pública en 1867. En eslé1s condieiones mi ~()licitucl fue un torpedo en fl omldig'(1 ¿¡pl .\,\Tlllltamif'nto. El general Díaz, que era entonces notable c'stadista, ('omprendió el error que había cometido, y dió la consigna al cuerpo municlpa 1 de que retirase sus concesiones. El documento a (pie me refipro, debe encontrarse en el archivo mnnicipal y siento por el momento no poder fijar más que el ailo (le 1886, por haber olvidado la fecha precisa . .\1 notar (Iue en las lllélS(lS ('O]l borbollones de fanatismo; como preudí (lW' (')"(1 }l(>l'l's1' frPllÜ' al culto de la \Tirgen (h· C~uadalupe. otro ('nIto lai(·o .\' e~(,(,g'í a don Benito Juárez. Yo fqí el fundador dl>l <:ulto a .J uárez el 18 de julio de cada año. Y escogí al señol' J uárez, no por que nos hubiera dado la clelU(H:l'acia, sino por ser el símbolo de la Reforma ya activo en la conciencia popular. Me ayudaron en esa obra, el lieenciado don Juan José Baz, su hijo Gustavo (Calibán), el general Sóstcnes Rocha, el célebre guerrillero Aureliano Ri-
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vera y el prcstigiado reformista don Guillermo Prieto, que fue el primer orador en la primera fiesta del culto a J uárez. Más tarde, en 18;1:3, vino a la República, un delegado del Papa que si mal no recuerdo se apellidaba Rodolfi o Ridolfi; con la intención de excitar al general Díaz, a que celebrase Concordato con la Corte Pontificia, ya 'lue habían muerto los (~o" !.!.Tamle-- opositores: el licenciado don :lVIanuel Dublán y el general don Carlos Pacheco. Entonces en el periódico del señor Prida y por supuesto con su consentimiento, hicimos campaña contra el Concordato, y en defensa de las Leyes de Reforma ., exentas de jacobü1Ísll10 ~~, el señor doctor Flores y
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* * Por lo dicho, pucdo retar a que se me ponga enfrente, escritor que <'on posterioridad al año de 1869 haya luchado con más vigor, lealtad y ciencia que yo, defendiendo las LJeyes de Reforma; pues además de las campañas de prensa que he señalado existen nueve libros míos de crítica histórica y en todos ellos por un motivo o por otro aparecen mencionadas y defendidas por mi pluma las Leyes de Reforma. Con lo que he dicho sobre ellas puedo formar un libro digno de quedar en la Biblioteca 1\ acional. Pues bien. declaro que considero jacobinada la expulsión de -:\Ionsefíor Filippi. En 1896, tuvo lugar escandalosa procesión en la Capital del Estado de Tlaxcala, siendo Gobernador del Estado el coronel don Próspero Cahuantzi. y por tener lugar la violación en la capital de nn Estado, la consideré grave y le "moví el agua" al culpable Uobernador, en la prensa, n'iRlldo l1e mi acostum brada energía. El diputado don Juan ~~. "JIclteos, tan feroz jacobino como ('n 1861, acusó ante la Cámara de Diputaclo" al Gohernador Cahnantzi por escandalosa violación a la COll"titución, La acusación fue acogida y pasó a la segunda Sección del Gran .Jurado la que me llamó a declarar para que conforme a derecho fundara mi acusación. Si mal no recuerd(), el ljl·elle·íado don Á\lberto Palacios que aún vive, era miembro de dicha :-;ec·(·i(Ul y rceibió mi dr,claración calificándola de fulmimmte di~(,lIl',,() contr;¡ el GohenJéHlor culpahlE'. Como había yo COll(lUi"taüo ya la l'eputaC'ión ele :-"e1' uno de los primeros
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oradores de la Cámara; los miembros jacobinos de ella, me hablaron para que pronunciara terrible disf'urso contra el infeliz Cahuantzi y yo acepté con placer. Dos días antes de que se celebrara la sesión del Gran J urado ~ a(·ional, me mandó llamar el general Díaz, y con mucha amabilidad, con profunda cortesía y empeñándose en no lastimarme en lo má~ mínimo, me dijo lo siguiente :-¿ Por qué se va usted a ensañar contra ese pobre de Cahuantzi, según me han dicho ?-Porque ha faltado a las leyes del país, le respondí.-En la intimidad. le diré. que las Lryes de Reforma son leyes de alta civilización; son leyes del Partido Liberal por las ¡que he luchado desde el año de 1834: hasta su triunfo completo en 1867 y he luchado con las armas en la mano, derramando con gusto por ellas mi sangre y estando siempre resuelto a que no sean destruídas; "pero no son las Leyes del País"; no son las leyes del pueblo mexicano, por el contrario la gran mayoría de ese pueblo, las detesta por considerarlas contrarias a su religión y mientras que el pueblo no cambie de religión o no ascienda en cultura para conocer que la Reforma es compatible con la vida de un pueblo religioso; esas le~'('s serán impopulares y en consecuencia antidemocráticas. Más progresan los pueblos con la política de conciliación que con la política de terror y de tiranía. Juárez fue un conciliador y yo he aprendido en mi largo contacto con las masas, que a los pueblos se les debe llevar a donde uno quiere, tomándolos de la mano, impresionándolos con la palabra, suavizando las presiones hasta hacer que parezcan carICIas. Las Leyes de Reforma han sido impuestas con bayonetas, pero si es conveniente que éstas piquen los cuerpos de los católicas, en ningún caso la acción de la bayoneta de be llegar hasta atravesarles el corazón. Y <) no soy un tirano ni quiero serlo y mientras las Leyes de Reforma no se violen en los g'l'a llc1es centros de población, lo que sería muy peligroso, nada tiene de grave que se violen en un poblacho como rrlaxcala aunque se llame Capital del Estado. Por lo tanto, voy a enviar la consigna a la Cámara de Diputados para que el juicio tenga lug'ar con todas las formalidac1es de ley para no excitar a los abusos, pero Cahuantzi será absuelto. y si usted está conforme con mis ideas le ruego que S(' ahstpn-
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ga de tomar la palabra en d Gran .J lll'ado" Estuye de acuerdo entonces como lo e~toy ahora. Las Leyes de Reforma son leyes de civilización que deben C'onsen'arse, sin jacobinismo, pero es un hecho que no son las leyes del país. El verdadero ideal demócrata debe sentirse tal, sólo cuando se acepte que la voluntad verdadera del verdadero pueblo, es contraria a las Leyes de Reforma en la parte que entiende el pueblo, que es la del culto externo a sus imágenes y el respeto a sus templos y a sus prelados y sacerdotes. IJas Leyes de Reforma son leyes impuestas al país a fuerza de balazos, bayonetazos, cintarazos, prisiones, martirio y escarnio a la conciencia popular, porque la demagogia en yez de persuadir a un católico de que nada tiene que perder con las Leyes de Reforma, le escupen la conciencia con lo que él reputa como blasfemias y si se indigna se le mata. El jurado del Gobernador Cahnantzi tuvo lugar; don Juan A. lVIateos desempeñó el papel de acu~ador con un discurso empolvado del año de 1861; el acusado fue defundido por dos grandes abogados el licenciado don Luis ~lén dez y don Indalecio Sánchez Gavito; y la Cámara no necesitó de la consigna del general Díaz para absolYe'l' al Gobernador Cahuantzi, en virtud de qne habían cambiado los tiempos; el año de 1896, no era el de 1861 y desgraciadamente el año de 1922 se está calando el "gorro frigio" apestoso y desgarrado del año de 1861. En el próxül10 artículo presentaré a don Benito Juárez y a los grandes refonni!:'tas don lVIelchor Ocampo y don Santos DegoJlado eomo convencidos de la necesidad de una política eminentemente conciliadora, cuando una minoría insignificante considera civilizador hacer presión para que marche un puehlo quC' en sn mayoría detesta tal poli, jea.
11 LOS GRANDES REFORMISTAS Y SU POLlTICA CONCILIADORA
(;l;JENGO afirmado que las Len, de Reforma, son de alta civilización si están exenta~ de jacobinismo, porque los jacobinos yiyen creyendo clue el objeto "ele esas leyes, es descatolizar de raíz y lo más pronto po~ible al pueblo mexica)lO. Xo han ('()ll(:ebido esos sel'e-.; de inferior mentalidad, que es ;ll)sm~do que Ulla le.," declare la libertad de conciencia ~ de c.:ultos y al mismo tielll!O SP proponga destruir UllO o lodo" los (;ultos. Es oportuno en l'stos momentos de presión religiosa presentel!" enérgil'amellte en pocas palabl'éls, las grandes figuras ele nuestra guerra de Reforma, en sU mús noble tarea de conciliar el poryenir c.:on el pasadu, sin perlllitir que entre ambos ~llhsi"tiera un abismo de sangre y ('rÍmene'-' Indudablemente la más eleyada ele e'ii1S figuras, t'S la del "generalísimo" que combatió trt's año'. a la Reacción ~T al fin murió como héroe en el ., :Jlollte ele la.., (ruces" luchando contra las fuerzas elel I;reneral Leonardu }[()nluez mandadas por d general Gáh-ez, l'n el mt.·~ de junio de 1861. ~\l saberse en la capital la muerte de Degollado, "El :J[ onitor Republicano" (periódico rojo) escribió: "Como si huhiera (j11<'rido establecer una categoría eX('epcional la muel'tI> ('umprendió en ureve tiemp() ~" con una sucesión nu intel'l'Ulnpida a Lerdo, a Gutipl'l'\'z Zamora, a OC'ampo ;: a Degollado: quiso la Proyidencia eOll~agral' ('(Il! la maje."tad al genio, al ya10r, (l la filosofía y a la yirtutl, en esas cuatro figuras histúl'ieHs que harían el honor dt' l'ualquiel' pueblo ele lel tit'ITa. ,: (":;\[ on i tor Repu blica no' " jnnio :'!:i ele V~G 1) .
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Zarco, el célebre periodista y gl'dn orador constituyente, eseribía al conocer la muerte de Degollado: "El sellor don Santos Degollado, el patriota inmaculado, que era la lliás noble, ]a más pura personificación de las ideas democráticas y reforni.Ístas, ha dejado de existir; soldado del pueblo, el campeón más cOll.stante, más desinteresado de las ideas progresistas, ha dejado de existir dejando a los mexicanos un ejemN o es posihle traplo de grandes y esclarecidas virtudes. zar en estos momentos ni un ligero bosquejo de esa existencia tan admirable, tan llena de virtud, tan digna de ser ensalzada e imitada. El nombre de Degollado, será pronunciado con ternura y veneración plOr las generaciones futuras, como se pronuncia hoy el de los padres de nuestra Independencia, el (Zarco. Siglo XIX, junio 18 de Hidalgo el de Morelos" de 1861). Un año después de la muerte de Degollado, otro insigne escritor liberal, don Pantaleón 'rovar decía: "Degollado mereció bien de la Patria porque se sacrificó por ella. Era la personificación del patriotismo, del desinterés, de la abnegación. Es una bella, "la más bella figura" de la reyolución democrática' . Pues bien, la más bella figura de la n>yolución de Reforma, cuando supo en la ciudad de San Luis Potosí, la noticia de la captura del Obispo de Guadalajara, su Ilustrísima el señor Espinosa, al escapar de la ciudad, por fuerzas regulare:.; liberales y sabiendo que no había cometido ningún delito lo mandó poner inmediatamente en libertad, le ofreció toda clase de garantías y lo tomó bajo su protección hasta que el agraviado lograse ponerse en tierra segura. Esa conduda del" l2:enerHlísimo ", indignó a sus jefes subordinados que ofrecieron rebelarse si no les entregaba al Obispo. Degollado contestó que obraran como mejor les pareciese, porque nadie en el mundo era capaz de doblegar su rectitud, él era de los autores ~. defensores de las Le~'es de Reforlll
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más días d\:' haber (lue sus soldados y redujo sus haberes de generalísimo al que correspondía a un teniente. Siendo pobre, se sa(:ó una lotería de veinte mil pesos, dos mil envió a su familia y diez y ocho mil se los repartió a sus soldados. Sólo se proponía ser más que sus soldados a la hora de batirse y a la hora de sufrir; por eso Guillermo Prieto le dijo ante un inmenso grupo de liberales: "Tú eres el honor de nuestra patria, el más bravo de nuestro ejército y la S'antidad de la Revolución" Los soldados de Degollado eran indios todos católicos que adoraban a los santos patronos de sus pueblos y a su general en jefe; de manera que si hubieran tratado de desconocer a Degollado, los jefes exaltados jacobinos, la tropa los habría matado. Degollado sostuvo su resolución y nadie se rebeló. * ". *
A Ocampo le han llamado y con justi('ia, el Genio de la Reforma, pues desde el año de 1842 ya había concebido y redartado esas leyes. Orampo no era militar, pero era valiente y tan exquisitamente hOllrado como todo el grúpo de reformistas de Vera cruz. X o SI' sabía entre aquellos hombres ]0 que era un pillo y todos tenían el alma como las manos admira blemente Em
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tiempo facilidad de ponerse en contacto con las personas que componen dicho clero, se ocupe de esto, "nombra a usted su agente general" "Si como del patriotismo de usted, su sa~o juicio y buenos deseos por el bien público, lo espera el Excelentísimo señor Presidente, usted se digna aceptar tal carácter, ha acordado el mismo Excelentísimo señor, 'que se autorice a usted plenamente para que acercándose a los demás señores su:::; compañeros, se digne asegurarles de las dichas inte!l(·imH~~ del Excelentísimo señor Presidente y de la firme intención que tiene de "darles toda la protección especial que está en su lnano" "Como es un elemento tan poderoso para la paz pública, que los directores de las conciencias no las extravíen y como no puede negarse el hecho evidente, de que merced a tales extravíos la guerra actual se ha ensangrentado tanto, será el primer cuidado mostrar a los pastores la ninguna oposición que existe "entre la constitución y los dogmas del cristianismo, entre las leyes nuevas y las primitivas doctrinas de la iglesia. ' , "Aunque lo que se llama buenos oficios sea lo único que el gobierno pueda hacer en favor del clero, después de la declaración que ha hecho de la Independencia de la Iglesia y el Estado, pues que sinceramente desea que esta independencia llegue a ser efectiva, usted sabe los muchos medios de influencia de que un gobierno puede disponer, y en esta sola vez y por mostrarse agradecido a los que cooperen a lln bien tan grande, como es el de la pacificación de la República, empleará todos sus medio:::; lícitos de acción en hene~~c io de ellos, siemprE' :-:e hace t'l (mimo de e:nplearlns y los empleará en la conservación de las garantías individuales de sus eclesiásticos, tan frecuentemente holladas por sus arbitrarios superiores. "Para personas de miras tan elevadas como las de usted no creo que deba ofrecerse mejor recompensa que la satisfacc:ón de la propia conciencia, la consideración y apoyo de las personas sensatas y el buen nombre de.~al1o a una postel'~dacl que le 'benuet:lrá por el beneficio tIlle en esto haga a
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la desgraciada México. Se ('uidará sin embargo de auxiliar los trabajos de usted y cubrir los demás gastos a medida que de los ayisos de usted la ocasión se presente. "Acepte usted las seguridades ele mi aprecio ~~ atenta consideración. "Dios y Libertad.-H. Yeracruz, octubre :23 de 18j~). Ocampo.-Reñor Presbítero don Rafael Díaz Martínez.Presente' , Por esta nota se ye qne los autores de las Leyes de Reforma, jamás tuyieron la idea de descatolizar a los mexicanos, ni de oprimir a persona alguna física o moral, e'''pecialmente al clero; que comprendieron la necesidad de que la paz pública deseansal'a sobre la armonía entre millones de católicos que representaban la casi totalidad de su pobIa(,ión y su gobierno y qne se sentían f',tadistas cono('pdol'<'s del gran prineipio de que "gobernar es conciliar", y que todo gobierno ('s débil si no cnenta con el a poyo de la opinión pública, puesto que todos los que se sientan sobre bayonetas en más o menos tiempo estas les perforan las entrañas.
* * * Durante la administración del Presidente .Juárez, posterior al año de 1867, Y en los días de Semana Santa, aparecía annneiado en grandes eartelones, que en el "Gran Teatro X acional" tendría lugar la representación elel gran drama religioso, intitulado: ,. El redentor elel mundo" Ese drama era serio, no concurría a él la aristocracia porqne los precios bajos atraían a las clases medias y sobre todo a las populares. Ese drama no era un escarnio, ni una mofa, ni una agresión al catolicismo, sino un homenaje religioso y todo homenaje religioso es culto religioso aun cuando en él no intervenga el clero. Nunca fueron molestados los espectadores del drama religioso emocionante y elevado, porque Juárez se esmeró siempre en dar toda clase' de garantías. El Gobierno toleraba actos de cnlto externo en edificio privado destinado (jI 11:-'0 públieo.
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Durante las administrac:iones de .Juárez y Lerdo de Tejada, en la Semana Santa. había procesione's y representaciones públicas de la ,. Pasión", con intervención del clero, en Tacubaya, Tacuba, Ixtacalco, Xochimilco, Ixtapalapa. y en los Estados de indiadas católicas, la violación de las Leyes ele Reforma era de reglamento. Fue el clero quien acabó con es.as violaciolle:-i prohibiéndolas sin que nadie se lo exigiera más que el l1rogreso de sn cultura.
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EL EJECUTIVO FEDERAL VIOLO LA CONSTITUCION AL EXPULSAR A MONSEÑOR FILlPPI
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periódico serio ha publicado lo siguiente: "En atención a la sensación pública que el decreto de ex~ pulsión contra el Delegado Apostólico, Monseñor Filippi ha producido, la Secretaría de Gobernación, ha procedido a la formación de un expediente con todas las pruebas de la violación a la ley, que según Gobernación misma" constituyó el fundamento para la expedición del decreto" Fueron agregados a este expediente, los telegramas de felicitación relativos, firmados por los señores Gobernadores de los Estados. N o debían agregarse esos documentos al referido expediente, porque nada prueban las felicitaciones a un gobernante por sus partidarios. La Justicia de un acto, no se mide por medio de felicitaciones. La Historia nos enseña, gue cnanclo un jefe de Estado está poderoso, uno de los medios de adularlo, es aplaudirlo aún cuando sea con motivo de que le haya salido un grano en la punta de la nariz. En cambio, recibe ingratitudes, traiciones y balas, dormido o dpspierto l'omo Carranza en Tlaxcalantongo, cualldo un cuartelazo lo ha derribado o f''itá para del'!':barlo. La Historia también nos en<.;eña, que los más horribll's actos de los gobernantes han sido los más aplaudidos, entre ellos la bárbara drstrllcción de J erusalem por Tito, a quien sus admiradores llamaban: "Las Delicias del Género Humano"; otro hecho muy aplaudido, fue la expulsión en ESpcll13 de los moros :y ue su civilización; otro no menos aplaudido, fue, la matanza de los hugonotes la noche de San Bartolomé. Y en México, hemos visto aplaudir rabiosamente a los Doctores de nuestra Uniyel'sidad, la espantosa toma de Cuautla por Zapata.
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Precisamente las pruebas que ha presentado el señor Presidente de la República de que obró con justicia al expulsar a Monseñor Filiprpi, porque fundó su resolución en el conocimiento pleno del delito que cometió el prelac10 italiano, prueban la yiolación de la Constitución por el señor Pe...:· sidente de la República, porque, según dicha Ley Suprema no es el encargado de hacer justicia en el caso de violación de las leyes federales, sea quien fuera el que la COili'.'Le. Presentaré los siguientes casos: Primer caso :-Un extranjero infiere a su manceba treinta y tres puñaladas, todas mortales. l, Puede el señor Presidente de la República, en vez de dejar que la justicia funcione libremente contra el criminal, expulsarlo del país en el plazo de setenta horas? Es absurdo pensar en la afirmatiYa, porque entre otros males habría que, el Presidente de la República podía contratar a cuantos asesinos le conviniera, para hacer desaparecer a los mexicanos que le estorbasen, salYando a los culpa bIes con decretos de expulsión. Segundo caso :-Aparece a la yista de los habitantes de la Capital, un crimen con autor misterios<{) enteramente desconocido. El Presidente de la República ordena la fxpnlSiÓll inmediata de un "apache" cual(lUiera y ya dada la orden y en ·YÍa de ejecución, se presenta una persona al :\Iinisterio Público y le denuncia que el "apache" expulsado, es el autor del crimen misterioso. ¿ Puede el Presidente de la ReI)ública , seo'uir sosteniendo el decreto de expulsión - '; EyideJltemente no. Tercer caso :-1'n extranjero e~ expnlsado dnl país por de~reto presidencial que se cumple al pie de la letra y el expulsado pasa dos meses en el extranjero y al fin de los cuales :-.e descubre en :\Iéxico, que fue el matador de una mujer, d('spués de haberla "iolado. El mismo Presidente está obligado a pedir al Gobierno extranj ero la extradición del asesino, para que ·'lueha al país a ser juz~:ClL10, quec~~ndo por lo tanto llulificados los efectos del decreto ele expulslOll. X o seguir(~ poniendo ejemplos para llegar a esta conclusión: La facultad del Presidente de la República, para ex~
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pulsar del país a extranjeros perniciosos o inconvPllÍpntes, no es absoluta, sino que está estrechamente subordinada a la condición de que la persona a quien se debe expulsar no pertenezca a la soberanía exclusiva del Poder Judicial. El artículo 49 de la Constitución de 1917, prescribe, que en ningún caso deben reunirse en el Ejecutivo, ni los tres poderes federales, ni dos de ellos. El artículo 29 de la Constitución, prescribe que sólo en el caso de invasión, perturbación gra ve de la paz pública o de cualquiera otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de la República Mexicana, de acuerdo con el Consejo de Ministros y con aprobación del Congreso de la Unión y en los recesos de éste de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar drterminac10 las garantía!' que fuesen obstáculos para hacer frente rápida y fácilmente a la situación. "Suponiendo Ique en un síncope de jacobinismo, el Ejecutivo considere el caso del ¡, Cerro del Cubilete" como perturbación que ha puesto a la sociedad en grave peligro o conflicto; el mismo artículo 29 dice, que la suspensión de las garantías no podrá rontraerse a "un solo individuo", y, además en el raso de Monseñor Filippi, el decreto de expulsión no fue tomado en Junta de Jrilli~tros ni con la apl'ohaeiún tIe la ('omi~iún Permanente. El artículo 33 de la Constitlll'iún, dice, en lo rel
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tad para expulsar inmediatamente "sin necesidad de previo juicio" a todo extranjero que el Presidente de la Re.;. pública considere inconveniente. Las "personas inconvenientes" no están sujetas a juicio civil, ni penal, ni militar, ni federal, ni de clase alguna. N o hay en nuestros códigos el delito de "inconveniente" y bastaba Ique el precepto constitucional dijera, que el Presidente de la República tiene facultad de expulsar a los extranjeros para él inconvenientes. Tampoco los extranjeros "perniciosos" pueden estar sujetos a previo juicio, porque ser pernicioso quiere decir, rebelde a las leyes morales, sin llegar a cometer actos calificados de delitos o faltas por las leyes. La facultad concedida al Presidente de la Repúbliea por el artículo 33 de la Constitución, no es para que haga justicia como la hacen los tribunales, que hacen cumplir con 10B códigos; sino para hacer justicia conforme a ley moral ú para cometer injusticias conforme a leyes atroces, existentes sólo en las pasiones políticas o en sociedades de instintos facciosos que dan horror a las naciones civilizadas. Si el artículo 33 no es facultad judicial del Presidente de la República, al aplicarlo, no ha hecho justicia, ha hecho lo que a sus intereses políticos convenía, que es a lo ,que lo autoriza el tan citado artículo 33. Obrar políticamente bien o mal, no es obrar en justica, porque la justicia es contraria a la acción ' política. La conducta del Ejecutiyo, sería indiscutiblemente legal r si hubiera declarado al país: He expulsado a lVlonseñor Filipp'i, porque me ha dado la gana; pues en el "Código de la Gana" entra la facultad de encontrar "inconveniente": desde un perro extranjero hasta una eminencia ante la que se inclina la humanidad, como Pasteur o a un héroe brillante, como el defensor de Verdún. Pero el señor Presidente de la República ha declarado al país que la expulsión de Monseñor FHippi, se debe a que taL prelado cometió el delito de "iolar las Leyes de Reforma __ El señor Presidente no tiene el derecho de arrebatar con_ su decreto de expulsión un delincuente al Poder Judicial, ill-violable para el Poder Ejecutivo el tal delincuente, desde el
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momento en que el Presidente tenía comprobado el delito. El Ejecutiyo ha cometido un atentado contra el Poder Judicial y en ('onsecuenCIa ha violado la Constitución. Se me dirá que el Presidente de la República, conforme· :! la Constitución, tiene el derecho de indultar a los delincuentl1S por delitos de la competencia de los tribunales federales. j1j:;; cierto; pero no puede hacerlo antes que los delincuentes ,,,can sentenciados. La fracl'ión XIY del artí(~ulo 89 de la Const itlleión, coloca entre las facultades del Ejecutivo: "Concei ll'r, conforme a las leyes, indultos a los" reos sentenciados" por delitos de competencia de los tribunales federales. " Monseñor Filippi no ha sido sentenciado y por eonsecuencia uo exish' ni lme(le rxistir p;lra el señor Presidente de la Repúbliea. * *
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Est oy III u,)' ('('¡'(',l de compadel'E'r al señor Procurador General (11' la TIepúblic'a, por ser en este mundo, uno de los hombres más mortificados por las numerosas moscas que penetran en su boca siempre abierta. El artículo 130 de la Constitución dice: "Para ejercer en :l\1éxico el ministerio de cual¡uier culto, se necesita f',er "mexicano por nacimiento" ¡. Por qué no ha consignado a los tribunales federales a Mon...;eñor Filippi?, porque desde que vino ha estado ejerciendo ministerio de culto católil'o, \'jolando la ley ronstituC'ional. (,'ollstantt'Ulente la prensa ha anunciado, que Monseñor .F'ilippi había ·celebrado solemne mi~,a en determinado templo f) que había administrado el "bautismo" :' la "confirmació'j" ;:¡ In'..; hijos de unos obreros, o que había dado la "comunión" a doscientas y tantas damas en la Colegiata de Guadalupe, o que había pronunciado en una iglesia un sermón en homenaje al Corazón de Jesús, o que había cantado un "De prot'ulHl i:-:" en las honras fúnebres dé un canónigo. Desde que llegó al país Monseñor F'ilippi, no ha hecho más qne e je~cer como sacerdote del ('l¡]tO católico, Slll ser ciudadano meXICano' es decir no ha hecho más que violar la Constitución, y . . 1 :eñor Pro~urador General de la República, a su yez no ha I
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hecho más que faltar a su deber, hasta que el señor Presidente de la República le dijo que ya era convenientt~ (¡ la política, acordarse de esa pobre Constitución que todos los Gobiernos tienen el derecho de violar impunemente. De manera, que al sacerdote católico hay que expulsarlo porqw' 3"í lo exigen los jacobinos, mientras que a los ministros protestantes y judíos que existen funcionando en la República, no obstante que son extranjeros, hay que respetarlos por,que hay miedo a sus Gobiernos. i De ese color es la Justicia!
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IV EL MIEDO AL CLERO EN 1922 DEDICADO
¡II.
AL GREMIO ESTUDIANTIL
miedo al Clero en la Edad Media, era una condición forzosa ele vida para todos los habitantes del orbe católico. El Papa Inocencio III, proclamó la suprema~ía ahsoluta espiritual y temporal del Papa, sobre los ConcilioR, Obispos, Reyes, Clero, fieles e infieles. El Pana se titulaba ., Rey de los Reyes y Emperadores" no solame'nte de los que fuesen católicos sino de todos los que existieran en el UniY!-'I'~O; por consiguiente, el Papa era el Sublime Emperador de la Tierra. El que dudaba, o se oponía o trataba de discutir la suprema autoridad del Papa que era la del Clero, sufría la confiscación de sus bienes, la muerte previo martirio, la maldición de su nombre, la ruina de su familia, y la ignominia de no ~er enterrado en sagrado sino arrojado como perro muerto en el campo para ser devorado por los buitres y fieras, en el caso de no haber sido reducido a cenizas en la~ hogll.(·!':c13 de la Inquisición. Era pues, inevitable y ell1inentemente raciunaL t.:~\ler miedo al Clero cuyo poder apareí'la infinito y lo mismo :'\1 intolerancia. En el año de 1922, para los hombres de los antiguos molde,;;, rancios, fósiles, momias, chochos, avechuchos; el miedo al Clero, ,\~ tan absurdo como el miedo a la "Llorona", al "Coco". (f los "\~ampiros", a los "Duendes", a las "Salamandras" y al "recolote" Pero no pasa lo mismo en el "elemento nuevo" tan digno de <-,onducir al país por el florido camino, que lo hacl' g-rande, respetado y feliz. Un notabilísimo y meritísimo juriseonsulto, de "trece años de edad," candidato a Presidende la Suprema Corte Federal, me comunicó sus tremendos temores porque era evidente, que, el Clero ganaba terreno ¡
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más eada día y que sólo aplicándole los sabios preceptos reformadores de las Leyes de Reforma contenidos en los artículos 30., 24 y 130 queretanos, apenas podían tenerse esperanzas, de que dentro de pocos meses no viésemos el triunfo del Clero; amarrado el señor Díaz Soto y Gama a un cinocéfalo y durmiendo con él: crucificado a don Rafael Nieto entre su "Income tax" y su " Voto femenino"; carbonizado todo el Partido Cooperatista y arrojados al cráter del Popocatepetl a todos los sonorenses en el momento oportuno indicado por el doctor A,t!. Me impresionó tanto la angustia de ese "enorme intelectual mouerno", que decidí escribir para tranquilizar siquiera a tres o cuatro estadistas de nuevo molde, el siguiente artículo que los demás alarmados no han de entender. * * * Es evidente, que en ningún lugar del mundo, el Papa tiene el poder que poseía en la Edad Media. En touas partes su poder espiritual es inofensivo y ante él ~'a no hay herejes punibles y los más refinados ateos gozan de completa impunidad aún en las naciones católicas menos progresistas. Respecto del poder temporal del Papado, ya no existe ni en la P1isma n0Wa, ni en parte alguna del mundo. Y en consecuencia, el Clero ha perdido su poder medioeval que como lo probaré más a,delante jamás podrá reconquistar. Es pues, demente tener miedo al Clero. ¿ Quiénes han acabado con el poder del Clero? ¿ Los árabes, los turcos, las legiones invencibles de emperadores asiáticos, las doctrinas de infalibles doctores australianos, los cuartelazos de audRe'es pretorianos, los reformistas mexicanos ~ ¿ Qué poder o qué poderes, o qué hombres, o qué fieras, o qu? gig'antes o qué monstruos o qué fuerzas inmensas, misteriosa s e irresistibles, han podido acabar con el voder temporal de la Iglesia, 'que se creía indestructible en la Edad 1vIedia y que ha producido la desaparición del miedo que se le tenía al Clero T Pues bien, los que han a,ca bado l'on el poder temporal casi infinito del catolicismo no han sido otros que los católic\)~, apostólicos. romanos.
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* * *" El ideal ele los pueblos que tienen poryenir, es aleanzal' el mayor grado de civilización. La civilización es el cunjmlto de elementos que cada pueblo, en cada época, posee para CUlllplir con la ley de conservación y progreso de la especie humana. El elemento supremo de civilización, es la polítlf:a f}ll(' inevita blemente afecta a la religión. La p-olítica es la aptitud de los pueblos para consciente o inconscientemente l;)rmal' o dejar que se forme su "gobierno natural" o sea el qu~ mereeen; aptitud relacionada con la de ,derrocar a 5n gcbierno cuando deg'pnerado infecte a la sociedad, con las pestes morales que emanan de la tiranía productora al mismo tiempo de miseria pública. Todas las instituciones sociales y políticas, obra de los hombres, son o han sido necesarias y todas llegan a caducar por abuso de conservatismo y egoísta resistencia a la soberana ley de evoluc·ión. La aptitud de los pueblos para la libertad entendida como el alma del orden y el progreso, t'readora del "Derecho Público" y de su correlativo el "Deber Público" y la aptitud del pueblo a la rebelión con el objeto de abatir tiranías; es el mejor signo de la capacidad de las razas para civilizarse. En las razas superiores, es fun('ión orgánica de supremo interés vital, que nunca dejan de realizar consciente o inconscientemente, destruir la tiranía antes de que cause daños mortales e irreparables. Las razas más ~uertes del mundo, que ocupaban Europa, no podían perecer por la tiranía del Clero ni por cualquiera otra y al fin ch, la Edad .:\Iedia en que la tiranía t'attdica había llegado al límite de tolerancia soportable para los pueblos católicos se produjo, como tenía que producirse por la ley de evolución de la especie humana que no admite rebeliones ni fracasos cuando rige razas superiores; la reacción salvadora que inclina b~ al mundo a la libertad y al progreso. No habiendo en la Enropa católica más ,que católicos en la Edad ::\Iec1ia, o no había reacción y perecerían las razas más fuertes o tenían que ser los catúlicm los qUe realizaran su emancipación a pe~ar de sus exaltados s('nti~llient()" religio~os. Los católic'üs no ~e rebelaron en su mayoría ('ontra su
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religión, sino contra la unión del poder espiritual con el temporal, haciendo al segundo esclavo del primero. * * *' Pero lo que producirá estupefacción petrificante en el medio pelo profesionista universitario y en el :flotante, trémulo y neurótico asustado con el Clero que se presenta como el hidrosaurio de dentaduras embarradas con curerina j es saber, que de los católicos fue el Clero progresista quien arruinó el poder político del Clero ultramontano. El primer fenómeno que abrió amplia brecha en la potencia cler;r;al. fue el "nacionalismo" Era absurdo qne rr:.~iera haber na~iones libres, soberanas e independientes, "dependiendo' del poder político del pontífice romano. El arzobispo católico 'Val'ham. escribió su libro intitulado "Patria o Papa" El qúc qui:áer8 mantenerse fiel a la autoridad civil de Roma tenía que renunciar a su ciudadanía y retirarse a los Estados pontificios. El sentimiento patrio se exaltó con el nacionalismo en la poderosa república de Venecia y la máxima popular fue: "Siamo veneziani poi christiani" (Primero venecianos qne cristianos) . La lucha por el nacionalismo, se complicó con la lucha contra la teología y a favor de la pureza de los preceptos del Evangelio, fue entonces atacado vigorosamente, el poder espiritual y temporal del Papa y todos los reformadores eran miembros de la Iglesia en calidad de clérigos, frailes, monjes, obispos y arzobispos, que exponiendo su vida y aceptando martirios, sostuvieron la campaña ha~ta hacerla triunfar en gran parte. Esos adversarios de la Iglesia fueron pertenecientes todos al clero católico como acabo de decirlo, -;.- sus nombres son Pablo Sarpi, ATnaldo de Brescia, Ockham, Huss Marcelo de Pauda, \Vycliffe, Nicolás de euza, L~lVOU~ rola,' Bruno, Cotel, Reuchlin, Lutero, Zwingle, ~'lore, ~isher, Warharn, 'Volsey ;.- ot ros pensa.dores que no perteneclan al clero pero que hasta entonces habían sido católicos apostólicos' romanos. La principal acción de guefl'il al Ci:l~o]jcismo partió del- clero católico, más ellcu~brado y ~ás .presti~ioso por su ciencia, porque en equellos tIempos la CIenCIa habItaba en los claustros. j
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La Reforma protestante, fue una revolución que costó a Europa. una guerra de treinta años y otra de siete, por,que en ella eXIstía un fondo indiscutible de cuestión religiosa. Se separaron de la autoridad de Roma la mayor parte de la raza sajona, casi toda la anglo-sajona, la escandinava parte de Suiza y de los Países Bajos; pero la Iglesia perdió la campaña, porque no consiguió exterminar a los herejes como lo había conseguido hasta entonces, ni restablecer su unidad espiritual ni temporal, ni evitar que en su seno continuasen hirvientes las disidencias religiosas. Cuando tuvo lugar el cisma protestante, las naciones que lo aceptaron eran débiles, pobres y de escas,a población. En 1922, entre Europa y América, hay doscientos diez millones de protestant-es y sobre doscientos cincuenta millones de católicos, gran número de ellos soJamente nominales. Y las naciones protestantes en conjunto, son superiores, actualmente, en riqueza, poderío militar, ilustración, instituciones políticas y moralidad social a las naciones católicas. El triunfo del catolicismo en Francia, para contener la Reforma no fue completo porque el alto clero francés, proclamó la Iglesia Galicana en 1682. La solemne" Declaración", fue redactada por el formidable Bossuet, obispo de Meaux, el primer orador sagrado de Francia y una de la~ más bellas g'lorias del catolicismo. En el primer artículo de la declaración Galicana, se establece, que, 'en cuestiones temporales sólo el rey de Francia tiene autoridad sobre sus súbditos y que en ningún caso el Papa puede deponerlo y relevar a sus súbditos del juramento de fidelidad. El cuarto artículo, desconoce la infalibilidad del Papa en materias dogmáticas, sus decisiones necesitan de la aprobación de 'los concilios. Ya Jansenio a fines del siglo XVI, y siendo obispo católico de Yprés, había atacado el dogma del libre albedrío, y sin libre albedrío la criatura humana tiene que ser irresponsable ante Dio~ y ante los hombres y por consiguiente,. quedaban nulificadas las temibles instituciones del PurgatorIO y del Infierno. * .. *
Para combatir tan poderosos ellclllÍgu;:, ,del Papado,. cOl~O 6tl nacionalismo, f1 protestantismo, el regalIsmo, el gahcams-
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mo el jansenismo y el desprestio'io que aO'obiaba a la Igle• b b 81a, como autoridad científica que ya no podía resolver todos los problemas de la Ciencia, co.n las Bantas Escrituras; aparecieron lo.s jesuitas, determinando un gran movimiento de reacción, sin lo.grar vencer completamente a ninguno. de sus enemigos. Contra lo.s jesuitas surgieron una gran cantidad de filósofos panteístas, deístas, ateístas, espiritualistas, materialistas, estoicos, escépticos, atacando rudamente y como nunca la autoridad espiritual y científica de la Iglesia. Los más notables de esos filósofos en ,los que están comprendidos los famosos enciclopedistas, fueron Holbach, Bayle, Espinoza, Volney, Vo.ltaire, Rousseau, Diderot Co.ndorcet, Co.ndillac ... Esos filósofo.s no pertenecían al clero., pero. habían nacido católico.s, habían sido .educados como. católico.s y habían vivido Co.mo católicos, hasta el momento. en que se les o.currió devo.rar al catolicismo y conmover a la humanidad con la Revolución Francesa. Tal fue la revancha del espíritu moderno co.ntra las innegables victo.rias de los jesuitas. Los principio.s de la Revolución Francesa se esparcieron por toda Euro.pa y América; destruyero.n tronos que se volviero.n a levantar y cambiaron hasta en España la rígida conciencia de los católico.s. Los jesuitas fueron ata-c8idos en todas partes, a'demás de serlo por lo.s filósofo1s, los reyes católicos la emprendiero.n contra ellos, sintiéndose lastimados o. amenazados en su regalismo y hasta consiguieron que el Papa Clemente XIV aboliera la orden que después fue restablecida por Pío VII. La revollución en Francia de 1848, hizo que ap'arecieran los más perniciosos enemigos de la Iglesia, según el Cardenal Antonelli; los católicos liperales; según ::\Ionseñor Montes de Oca que no era ultramontano, el catoEcismo liberal era la peor peste que había afligido a la Iglesia, porque no había modo de denunciarlos como herejes. Como los protestantes, se agarran para indepellderse de la Iglesia Católica, de los preceptos del Evangelio, de las doctrinas de los Padres de la Iglesia y de los más brillantes teólogos católicos. Se apoyan en San Pablo para decir que para swlvarse basta con tener completa fe ~n J esucristo. Sigui~ndo a Lutero, acept,an su afirrnaeión de que el que ama a DlO~, no debe poseer mas que
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]a .. sabiduría de la ('l'llZ"~ (iHe ,,(',lo se L'll('uentra 1:'11 los Enlllp:dios, resultando sobrante ca~i toda la teología dogmática. Sostienen la eliminación del Papa y del Clero en a~;nntos políticos, fundándose en 'que Jesucristo dijo: "Mi reino no f'S de este mundo" Sostienen la independencia del Estado y la T¡:desia apoyándose en que J esuc:risto afirmó: "Dad al C(~sal' ]0 que es del César y a Dios lo que es de Dios". Encuentran justificada la libertad de cultos en el versículo bíblico: "En todas vuestras obra~ escuchad vuestra alma y sedle fiel, así es como se cumplen 10:-', 'llandamif'ntos de Dios" Prediean la tolerancia y la libertad de conciencia, obedeciendo a San Pa blo, que dice en su Carta a los Corintios: "Sed tales que no ofendáis a los judíos, ni a los gentiles, ni a la Iglesia df' Dios" y hay algunos que llegan a declarar que el ateísmo ('s católico fundados en que el gran teólogo Bcrgier repitiendo a San Pablo dijo: "y todo lo que no es según fe es pecado" De manera que si no hay fe para el catolicismo es pecado declararse católico. Como son demócratas la gran mfl~-oría de los liberales f'atólieos, se apoyan nada menos que en ~ln jesuita, Francisco Sllárez, teólogo español que proclama en sn "Defensio fidei." "Lib. lII, cap. lII; la soberanía del pueblo" Dic:e Suárez: ".El poder ci \'il c:onsielera do en sí mismo ha sido dado por Dios a los hombres reunielos en cuerpo ele nación y en (°0munidad política. En yirtud de esta constitución, el podel' político no reside en determinada persona, ni en determinada asamblea, sino en el conjunto del pueblo entero. Este poder es de derecho divino. El derecho divino no ha si(lo daelo r::;pecialmen te a un hom bre, sino al pueblo. Dios no ha dado a hombre alguno diredamente poder político; es necesario que este poder político sea conferido por institución o elr('(·ióll humana. " El teólogo oficial del Papado, Santo Tomás, llamado el uoctor angélico, ha escrito: "Si pertenece al pueblo nombrar su jefe, tambi(~Jl ]e corresponde deponerlo o refrenar su poder cuando abusa tiránicamente de la autoridad suprema" (De Regimine prilJ(·ipum. Lib. 1, cap. \TI). Los regicidas católicos siempre SI' han deff'ndido ('on la doctrina de Jos jf'~nitas favorable al reg-icidio.
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La Iglesia determinó combatir con todas sus fuer7,as al catolicismo liberal y con una audacia inaudita; el Papa Pío IX lanzó la Encíclica "Quanta Cura" en 1864 lanzó el "S,vllabus", que es la condenación de todas las conquistas realizadas por el mundo civilizado europeo desde hace siete siglos, y una orden insensata para hacer que todos los católicos vohiesen inmediatamente a la Edad Media. Para reforzar esa ofensiva, el Concilio del Yaticano declaró en 1870, el tlogma de la infalibilidad del Papa. ¿ Qué consiguió el Papa con esa tentativa de reacción para echar abajo siete siglos de progreso ~ El "Sylla bus" fue acogido por la inmensa mayoría de los católicos con sorpresa, con indignación, con mofa y con decisión al cisma antes que obedecerlo. En la discusión habida en el Concilio del Vaticano uno de los más eminentes prelados franceses Monseñor Dupanloup, afirmó en la sacra tribuna 'que si se declaraba al Papa Pío IX infalible tendría que declararse lo mismo él todos sus antecesores. El Obispo Strossmayer reforzó el argumento del prelado francés alegando que el Papa no podía ser infalible, porque los unos habían derogado o condenado las resoluciones de los otros y con toda precisión citó diez casos. El pueblo italiano, en su inmensa mayoría católica acogió la soberanía del Pontífice despojándolo completamente de su poder temporal y declarando la ciudad de Roma capital laica de la nación. En Francia los ultramontanos siguiendo indicaciones del Vaticano quisieron derrocar a la república conservadora ~' poner de rey a Enrique V, príncipe reaccionario del agrado de Pío IX. El espíritu revolucionario francés reaccionó y dió el triunfo a la "repúbEca roja" la que desgarró el Concorda· to ~' expidió terribles le~'es de persecución. En ~Iéxico, la política ultramontana del Vaticano, indignó a los jacobinos y a los liberales civilizados v dió por resultado que en el año de 1874, fuera.u agregadas' a la Constitución, las Ije~'es de Reforma, expulsados todos los jesuitas aun cuando no vivían en comunidad y expulsadas las Hermanas de la Caridad. N o 1mbo un solo país católico que aceptara ell yugo del ultramontanismo y hasta en E"paüa, en la atrasada España el partido conserYa~lor que era l'atólico a toda prueba, votó acaudillado
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por ~n f'111 inente .jefe, don Antonio Cá.novas del (a~tillo, la Constituciún de 1876, la más liberal que ha tenido la monarquía española. El Vaticano, retrocedió como lo prueba el hecho de que en 1878, Monseñor Guibert en ~u "Mandement de Careme'~, declaró: "La Iglesia deja al libre albedrío de lo~ pueblos y de los soberanos las formas de gobierno "y las leyes que rigen los intereses temporales" * * * La ley de evolución e~ tan cierta como la~ leyes del movimiento de los planetas; es ley de civilizal'ión, ley de progreso y las religiones que en lo temporal se oponen o no siguen el progreso de cada pueblo, tienen 'que perecer o causar la desaparición del pueblo que les rinde culto. En el "Congreso de las religiones" que tuvo lugar en Chicago en 1893 y al que asistieron altos representantes de todas las religiones del mURdo figurando entre los del catolie:ismo, el ('anlenal Gihbons y Monseñor Ireland, se descubrieron dos hechos importantísimos. Primero: todas las religiones habían tenido su "Edad Media", pero sin excepción, todas habían progresado en la proporción correspondiente de ('(lda pueblo en facultades para civilizarse. Segundo: ningún puehlo había consentido retroceso en su religión en cuanto a lo relatiyo a lo temporal porque cada pueblo sostenía el progreso que había alcanzado. Es pues, efecto de puro chancletismo intelectuaL tener miedo de que el clero ('atólico conduzca ~I los pueblos que tal denominación merecen al obsrurantismo de la Edad Media. Conclu~iolles:
CUESTIONES HISPANOAMERICANAS
EL TERCER FETICHE LAS MAJADERIAS SOBRE LA RAZA
lECTOR Yarela, fue el primer vividor que acertó a explotar el timo de la raza, embaucando a casi todos los g'obiernos latino-americanos, para que subvencionasen un periódico que se publicaría en París, destinado a la raza que nadie atacaba, ni conocía, ni quería conocer, y para presentar al mundo en marco de oro y plancha de marfil a todos los Presidentes subvencionantes de la América Latina, ávidos de figurar como los primeros próceres de la humanidad y atraer la admiración de los artistas de todos los países sobre sus retratos adornados con uniformes de generales. Cuando yo ví en París a Héctor Varela, tenía más concubinas Ique su periódico suscriptores y derrochaba el dinero de la raza en los cafés cantantes y bailes públicos. Al fin los gobiernos subvencionantes, se convencieron de que Varela era el único qúe obtenía ventajas con la publicación de un periódico que lógicamente nadie leía por no contener materia digna de lectura. Después de ese fracaso, nuestros gobiernos ya no quisieron engordar timadores. Como ]a Revolución nos ha traído muchas cosas viejas, el medio pelo intelectual trajo en tiempos de Madero al poeta Santos Chocano para que fundara, porque no había mexicanos que lo hicieran, un gran periódico de suprrma importancia llamado "La Raza", entregando desde luego al señor Chocano veinte mil pesos. Ese periódico fracasó, creo que aun antes de nacer pero no el poeta que debía ilustrarlo. A'fortunadamente, el' general don Vic~?riano Huerta no pad~cía la enfermedad racista y suspendlO totalmente los trabaJos en favor de la raza. El señor Carranza, los tomó a su cargo con violencia BULNES
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de tempestad tropical. Se vieron aparecer en los ., eabarets' 7 de lujo de New York, una gran cantidad, de mulatos, zambos, negros malayos, blancos en minoría y las variedades de esas razas a que daban lugar improcedentes cruzamientos. Esos tipo::.; bailaban "fox-trots" desaforadamente, bebían más que esponjas resecas, arrojaban cientos de dólares sobre las rameras diurnas y nocturnas y su voracidad era igual a la del grupo de literatos nicaragiienses que se c{)mieron y bebieron nada menos que a don Ramón del Valle Inclán que acababa de beberse y comerse al gobierno mexicano, en calidad de huésped ilustre de la República, quedando el insigne literato obligado a volverse a España en la bodega de un trasatlántico inglés. La horda famélica que brillaba en los" cabarets" de N ew York y en los prostíbulos de más renombre, tenía por misión sublime defender a ]a raza y otra más sublime aún; dar a conocer al mundo a don ,rellustiano Carranza. En la Habana, había una sección de timadores del gobierno mexicano, presidida por un injerto de chino y negro que hacía sonar d oro remitido de México, con que el señor Carranza premiaba sus afanes para demostrar alarbe que la "raza" era una raza de astros. En catú todas las repúblicas latino-americanas se establecieron sillones para dar conferencias, se levantaron tribunas populares, se arreglaron veladas políticas. se derramaron pensamientos floridos en juegos de diversos alcoholes, se encargó a los bardos mexicanos exreaccionarios que deslumbrasen con su genio a las generaciones pasadas, presentes y futuras arrodillándolas ante el altar de la "raza" en cuyo lomo, marchaba triunfante el señor Carranza, embebido de adhesión causada por el gran mérito de ser el que cubría los gastos de la fiesta; pues según parece, corresponde al tesoro mexicano cargar con todos los despilfarros necesarios para que la "raza" obtenga el mismo triunfo que en París le hizo obtener el veterano vividor Héctor Varela. En este artículo, las personas reflexivas y juiciosas se , d e que ] a cues t'IOn , d e 1a " raza, " es un nuev o convenceran método seguido por las medianías intelectuales que no encuentran la "sopa" en los presupuestos de sus respectivas patrias 'y se han arrojado sobre el humeante' "puchero" que
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con tanta gracia les sirve el gobierno más avanzado que ha tenido México. Las razas fundamentales de la humanidad, han sido la ca11~ásica, la mongólica, y la etiópica o sean la raza blanca, amarilla y negra. Según la historia no se nota el amor de la raza entre los hombres. En 108 seis siglos de la Roma antigua senatorial e imperial, fueron abundantes las guerras exterminadoras entre los hombres blancos; los helenos, los romanos, los germanos, los galos, los celtas, celtíberos, los escandinavos y toda clase de tribus de color blanco. El famoso imperio romano cayó a los golpes de hordas blancas guerreras como las de los hunos, francos, godos, burgondBs, hérulos y otras muchas que no es necesario nombrar. Después esas subrazas se declararon razas, al formarse las nacionalidades y desde entonces, fuera de multitud de guerras, de mediana impor~ tancia, hemos tenido la anarquía europea de ciento veinte años, la "guerra de cien años", la "guerra de treinta años", la "guerra de siete años" y, por último, la "guerra de cuatro años" que terminó en 1918 y que ha dejado al mundo en el seno de la miseria y pataleando entre el bolcheviquismo y los restos de civilización, par~ no morir definitivamente. Tal ha sid9 entre los .hombres blancos el amor por su raza y si se estudia la historia de las demás razas, cosa difícil de hacer, se observará que los amarillos y los negros y los broncíneos o indios derivados de los amarillos, poseen pruebas delicadísimas de que en el mundo lo cultivado no es el amor de las razas, sino el odio de las razas diferentes o iguales siempre 'que éstas hayan creado düerentes nacionalidades. En la América Latina, hemos tenido en su corta vida de independencia, guerras numerosas, sangrientas y generadoras de odios inextingibles entre los pueblos llamados hermanos .. Los hermanos Brasil y ATgentina, hicieron todo lo posible por hacer desaparecer al hermano Paraguay y casi lo consiguieron pues la guerra costó a la población vencida bajar de un millón cuatrocientos mil habitantes a trescientos mil. Los hermanos Bolivia y Perú fueron atacados por Chile con el objeto de despojarlos de territorios áridos excesivamente ricos en nitratos que permiten a Chile vivir casi sin pagar contrihu-.
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\' iones. El odio entre Boliyia y Perú contra Chile, en vez de disminuir aumenta y es probable que no se extinga en cuatro~ cientos cincuenta años. El Ecuador y Perú han vivido y sonreído en una tibia atmósfera de odio, lo mismo que Colombia y Venezuela, lo mismo que Colombia y Panamá, lo mismo que Panamá y Costa Rica, lo mismo que Salyador y Guatemala, lo mismo que Guatemala y Honduras y lo mismo Nicaragua contra todas sus desgreñadas y feroces hermanas de Centro América. Entre México y Guatemala, las relaciones han sido de odio profundo de los guatemaltecos para los mexicanos y de frío desprecio de los mexicanos para los guatemaltecos. Si
Nuestros patriotas asistentes a las corridas de toros, han declarado traidora a Guatemala, por haberse echado en bra-
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zos de los Estados Unidos para evitar nuestra diplomacia agresiva y nuestros apetitos de conquista al estilo prehistórico, lanzando sobre aquella sociedad los "dorados de Villa ~. y los "pJateados de Zapata" Si nosotros en vez de tener a Guatemala en el Sur, tuviésemos a la Alemania anterior a la guerra o a la Francia napoleónica o a la España de Carlos V o al Japón moderno; nos habríamos arrojado en brazos de los Estados unidos pidiéndoles protectorado o anexión. Eso de las traiciones a la raza, es soflama de mala educación. Francia en el reinado de Francisco 1 hizu alianza con el ,. Gran Turco", cometiendo además de traición el más nefando de los pecados, por tal de salvarse de los españoles perteneciente:.; como ella a la raza latina y que estaban empeñados eJ? np reconocer parentescos. Francia, nación latina, se unió una vez a Inglaterra contra su hermana España. Y la hermana España, se ligó con Inglaterra para combatir a Francia. Ita~ lia se ligó con Alemania y Austria para ponerse a cubierto de las ambiciones de su hermana, Francia. Bélgica para evitar los apetitos militares de Francia se puso bajo la protec:ción de Inglaterra. Portugal, hermana de España, para evitar la voracidad de su hermana más carnal, acudió y se mantiene bajo la protección de los ingleses. Y los cantones latinos dt' Suiza han procurado obtener la neutralidad de la nación que rebaja su soberanía, con tal de no estar expuestos a las glo~ rias de la latina Francia. Es necesario vivir convencidos de que el amor a la raza, es bastante débil y se convierte en odio cuando se encuentran amenazados los interesies de la patria. Ante los derechos, deberes, locuras, ambiciones y crímenes del patriotismo, las cuestiones de raza no existen. Hay simpatías de raza que desaparecen con la menor nube sobre el amor a la patria. Son muy numerosos los hombres que han sacrificado la vida, sus riquezas, su salud y el bienestar de sus familias, por servir a su patria. Nadie hasta ahora ha muerto, ni sacrificado sus riquezas, ni impuesto siq,uiera leves sacrificios a sus familias por la defensa o prosperIdad de la raza. Los UTIlCOS que aparecen resueltamente racistas sin llegar a la heroicidao, <;;ün
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los judíos, pero éstos no tienen patria y el día que la tengan no -)te volverán a acordar de la raza. * * *
Lo más chusco del culto a la raza en :México y en la América Latina, es que la tal raza, llamada por el señor Carranza y sus discípulos la raza indo-latina, tiene muy poca importancia en dicha América. Brasil cuenta con veinticinco millones de habitantes y de ellos no hay un millón de indios y su mayoría no está incluída en la sociedad. Hay, pues, veinticuatro millones de brasileños blancos, negros y mulatos. Rs< lIllrl llaeión de blanco v neQ"ro. como Cuba y la m::l.vorí~ de Venezuela. En Haití y Santo Domingo no hay indios. Argentina Sl~ enorgullpt'e de tener una hermosa raza blanca engendrada por españoles, italianos, alemanes y de otras razas blancas de las más estimadas de Europa. Uruguay es otra población de blancos, sólo en Chile hay indolatinos, pero la gran mayoría está compuesta de indios y de blancos. En Panamá hay un mosaico compuesto de negros, mulatos, chinos, cochinchinos, malayos y algunos indios; su conjunto huele a zopilote y a muladar remojado y tiene con jaqueca a la minoría de la raza blanca desesperada. En Costa Rica, casi toda la población es blanca. Donde abunda la raza indolatina, es en México y no tiene buen olor en general por falta de aseo. En Nicaragua, Honduras, SalYador, Guatemala, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Paraguay, domina fuertemente la raza pura indígena, y la indolatina no llega al quince por ciento de la total población. De los sesenta y un millones de población de la América española, hay cuarenta millones de pueblos blanco-negros y treinta y un millones de pueblos de blanco-indios y de esos treinta y un millones, veinte son de raza indígena pura, cuatro millones son de blancos y siete de mestizos, de blanco e indio o ,..,ea d{~ indolatinoH. Tenemos, pues, que de setenta y un millones de población de la América española, sólo siete millones son de indolatinos. Esta es la raza a que debemos dar culto por su potencia, civilización y gran porvenir. Tan ridícula minoría no merece que se ocupen de ella.
11 EL PATRIOTISMO CONTRA LA POLlTICA ROMANTICA
~
ARA
organizar una liga o alianza o confederación, de las naciones latinoamericanas, con el objeto de que ellas mismas, garanticen su independencia, libertad y soberanía, no es preciso hablar de raza, ni hacer epilepsia en honor de la raza ni fastidiar a personas de buenas costumbres intelectuales, con insoportables poemas, endechas y pesados discursos; basta que en esas naciones de distintas razas obre el patriotismo, para que se logre todo lo que es posible, y si el patriotismo no tiene más que el vigor de una ficción nada se podrá alcanzar apelando a las estrofas y sinfonías raciales. /, Es posible la asociación de naciones latinoamericanas con el laudable objeto de presentar resistencia militar a los Estados Unidos, oponiéndose a su natural imperialismo ~ Tres han sido los generosos apóstoles 'que encarnan la idea de esa asociación de naciones. El titán Bolívar, el bardo flautífero Manuel Ugarte y el ambicioso político don Venustiano Carranza. Para' que un pensamiento merezca la admiración de los populachos, es suficiente con que sea desvergonzadamente irracional; para que merezca la del vulgo ilustrado, sólo se necesita de aparente racionalidad y para que obtenga la aprobación de los hombres de ciencia, es indisp,ensa ble que ofrezca indiscutible racionalidad en el momento histórico en que tiene lugar la aparición del célebre pensamiento. En la época de Bolívar, el pensamiento de una unión política y militar con el fin de obrar exclusivamente en la política exterior para contener las ambiciones de los norte-americanos, era evidentemente racional. Los Estados Unidos formaban un pueblo de agricultores, pobres los del Norte y parte de los del Este y ricos los del Sur, sin que su riqueza fuera alarmante, porque como lo declaró el Barón de Humboldt, el
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millonario más potente de to'da la América era entonces don Pedro Romero de Terreros, Conde ele Regla y español europeo de origen, La Índole del pueblo americano era pacífica, su espíritu práctico, su educación liberal y jurista, 1l'
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de veinte leguas por día cargando cartueheras de cuatro arrobas de peso, comiendo cad-a setenta horas cien gramos de tortillas duras y si no encontraban aO'ua se resolvía la sed con sólo ]a humedad del aire. o Dada la inmensa superioridad de México y los mexicanos, (según ellos) sobre los Estados Unidos, no era necesario el plan de Bolívar para contener sus ambiciones, bastaba con México para conquistarlos y redurirlos a colonias ásperamente tratadas por cismáticas. * * * Transcurren cien años. La población de los Estados Unidos que en 1820 era de nueve millones, en 1900 aparece de cien. La población total de la América latina desarrollándose en un medio físico superior, según sus sabios, apenas ha llegado en un siglo a setenta millones. México, ha necesitado de ochenta años para duplicar su pequeña población de 1820. Yesos setenta millones de habitantes, no son de ciudadanos ciyilizados, sino 'que su mayoría es de bárbaros, gastando en su mesa menos que en la suya los asnos, teniendo en su domicilio un mobiliario inferior al de los establos y en su mentalidad las mismas tinieblas de hace diez mil años. Las clases populares en su mayoría rurales, no han llegado a tener el sentimiento ni la idea de una nación que sea su patria, sino que se mantienen como triste conglomerado de tribus. Respecto a las maravillosas riquezas, el fracaso ha sido tan estrepitoso como el de la población. Sólo la Argentina y Uruguay, son países yercladeramente ricos. A'Ún el Brasil, es un país pobre como todas las tierras trop'icales en los tiempos moaernos. Ya he dil;ho que país tropical significa país de dolor país de miseria, país refractario al progreso, porque apenas produce para sostener en la barbarie a las clases populares y en una riqueza mezquina a las clases directivas que desvergonzadamente las explotan. En los tiempos modernos para que una nación pueda ir a la guerra contra otra poderosa, es preciso que tenga y sostenga gTan industria. Las industrias de la guerra sólo pueden nacer de la~ ind"';strias. de la paz y e.s~s no pueden improvisarse. Un palS agrICola rICO chocando mIlItarmente con
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un país poderoso industrial, no es más que un jamón en el banquete de un gigante. Un país agrícola pobre, luchando contra un país industrial opulento, es menos que un perico al alcance de una pantera. ~ Dónde está la industria de las naciones latino-americanas? ¿ Qué elementos tienen siquiera para convertirse en cincuenta años en naciones industriales 1 Sin carbón mineral abundante, de buena calidad y a bajo precio, no puede haber industrias de guerra, y la América latina casi no tiene carbón mineral. No puedo explicar porqué los grandes yacimientos de carbón mineral del globo terrestre, existen en el hemisferio norte más allá de los treinta grados de latitud. Hasta ahora, no se conocen yacimientos de carbón mineral explotables en las regiones tropicales. Sin población, f1in riqueza, sin industria, sin ilustración y sin patriotismo nacional y mncho menos racial, ¿ cómo es posible Ique haya cabeza que se figure que las naciones hispano-americanas representando todo lo que hay débil para la guerra, en los modernos tiempos, puedan formar una liga para imponerse a los Estados Unidos contra su hegemonía o sus apetitos desaforados de imperialismo ~
La ciencia es muy amplia para hacer hipótesis y con ellas se pueden manejar teóricamente todos los absurdos. Supongamos que todas las naciones latino-americanas, tienen las condiciones de Alemania para la guerra antes de ser vencida. Supongamos que poseen los mismos ferrocarriles de Alemania tanto para la movilización, como para la concentración, como para la estrategia, como para el juego táctico de sus ejércitos. Basta ver un mapa del continente americano para convencerse de .que antes de que pudiera haber una movilización y una concentración de ejércitos latino-americanos en los treinta y ocho millones de kilómetros cuadrados de la América del Sur; los americanos podían desbordar sus ejércitos por mar y tierra sobre México e ir a esperar a los ejércitos de la coalición en tres posic~ones infranqueables, Panamá, Nicaragua y Tehu~nt~pec, CUbl~rtos los flancos de las tres por los océanos AtlantIco y PacIfico.
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s~ me dirá que esos ejércit0s latino-americanos estarían apoyados por formidables flotas. En el Atlántico nada podrían hacer las flotas, porque dominando los norte-americanos la Isla de Cuba, podían cerrar los dos canales con minas v hacer imposible la penetración en el Golfo de flotas sud-ame~icanas. Pero no hay que pensar en la cuestión de flotas. Inglaterra fue a la última guerra con un objetivo perfectamente logrado, destruir la flota alemana, cuyo aumento constante amenazaba comprometer la suya. Desde el instante en que los Estados "Cnidos observaran que la América latina comenzaba a construir flotas amenazantes para las suyas, se apresurarían a destruir las latino-americanas cuando éstas estuviesen en período de plena debilidad. Y sin marina de guerra, aun cuando el conjunto de las naciones sudamericanas formasen una Alemania militar de ciento cincuenta millones de habi tantes, sin fuerzas navales para operar en combinación con las de tierra. les sería imposible emprender una guerra con los Estados rnidos para librar a ~Iéxico de un protectorado, de una anexión o de un coloniaje; y todavía pasarán muchos años para que las naciones de la América Latina puedan pagarse el lujo de tener;; superdreadnoughts" de ochenta millones de pesos mexicanos cada uno. La hipótesis que acabo de hacer es de mala ley a toda orquesta, porque está para realizarse tan lejos como lo imposible de lo posible. :Militarmente, industrialmente, financieramente v de todas maneras estarnos desarmados ante la potencia de los Estadr)s rnidos. la primera que existe en el mundo y cuya evolución indica que constantemente aumentará; mientras que el estancamiento o decadencia de las naciones latino-americanas, indica la imposibilidad de que las tortugas lleguen a alcanzar a los autom.)viles en plena carrera. ~uestra única defensa ante 10s Estados Unidos es el deredlO nup;;tro v la ciencia de eIlr". qUi" le;;; obligará a reconocer que todavía tienen en su país riquezas territoriales que explotar superiores. a todas las de la América Latina con e~cep(::ón de la Argentma.
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FRANCISCO
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* * *
El pensamiento de organizar una liga defensiva, todas las naciones latino-americanas. para oponerse a las ambiciones imperialistas de los Estados Unidos, sería un pensamiento noble y patriótico si se limitase a hacer liga exclusivam(~nte defensiva, que no solamente permitiese sino que prescribiera imperativamente una política de marcada conciliación con los Estados Unidos, dentro de términos dignos, notable por su respiración de sinceridad. Pero no es posible tal política conciliadora, cuando antes de poseer nosotros acorazados, ejércitos de millones de efectiYos, decenas de millares de cañones, fábricas de material de guerra como las de Krupp; se comience por in('ul('ar a los analfabetos pueblos latino-americanos, un odio salvaje, un odio de poetas decadentes, un odio de lobos con banderillas de fuego, un odio de literatos hambrientos. En ningún pueblo, se debe fomentar el odio sino el deber. La política carrancista en Centro y Sud-América, no tuvo por mira eleyada, estrechar relaciones de amistad y comenjo con naciones hermanas, i::iino estrechar odios creados por fantaseos del medio pelo intelectual obrando con dodrina demagógica para llevar a los pueblos a un desastre. Hay que tomar a los toros por los cuernos, y a los ideales políticos por las yerdades científicas. 6Se cree que debemos hostilizar a la nación norte-americana con el creciente odio de inconscientes masas populares para ir a una guerra que nos será fayorable"? Pues entonces, nada de pedir ni aceptar, ni hablar de "reconocimientos" ¡, Se palpa la verdad tal como la estoy exponiendo? Entonces hay que buscar decentemente y sostener relaciones con los Estados Unidos pero basadas sobre la lealtad, sin las majaderías de la raza y obedeciendo lmicamente a lo que nos dicta un verdadero patriotismo y que cada nación latino-americana ~e "rasque con sus uñas n y que acabe la criminal tarea de convertir a México en el centro del odio de la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos, contra los Estados Unidos. Lo que más nos conviene, es suprimir esas relaciones diplomáticas románticas de
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DE MEXICO
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"cuchicheos secretos", que los oye sin perder una palabra el Departamento de Estado norte-americano. Debe aplicarse el artículo 33 a todo aventurero intelectual que venga a México a mezclarse en nuestra política interior como bolshevista o en lluestra política exterior para agriar nuestras relaciones con los Estadus Unidos y emplearnos como "carnaza" de los furores de los diplomáticos· románticos, que no ven más que lo irreal tl'a tado por medio de lo desleal.
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EN DEFENSA DE DON JUAN VICENTE GOMEZ y DE DON AUGUSTO LEGUIA
I.L->.."U,.L:.;C:BJ que en l\!I¿'xico el gremio estudiantil está en política, miis atrasado que el honorable gremio ....,,;g;,¡j~de boleros; si se admite como muestra de su cultura, al grupo org'anizador de las sosas manifestaciones y fastidiosos desahogos contra dos gobernantes, don Juan Yicente Gómez y don Augusto Leguía. No hay modo de hacer entender a nuestra malograda juventud, una de las bases más sólidas de la ciencia política: "los pueblos tienen los gobiernos que merecen" Para saber si un pueblo en determinado momento merece el gobierno que tiene, se averigua la edad de este gobierno, y de la edad se infiere la adaptación entre pueblo y gobierno; y del grado de adaptación, se saca si es orgánico; y si es orgánico, nada hay que decir contra uno u otro, como nada de malo ~e di('e del ostión, de su concha y del agua salada en que vive. Si es cuerdo decir horrores contra Gómez y Leguía, más atroces deben decirse contra los pueblos que los aguantan; pues si es repugnante un tirano, más lo es el pueblo que no se lo despabila. Los estndiantes sensitiv()~ al organizar sus lW-InifestacionC'<..;, deben gritar en ellas mueras a Gómez y a Leguía y en la misma manifestación y en la misma proporción gritar mueras a los pueblos que los merecen. _.~~vH.via
* * *
A los pueblos se les gobierna por sus creencias y si no tienen creencias magníficas para producir gobiernos de secular estabilidad, se gobiernan por la corrupción; y si no hay
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dinero para corromper agitadores, que disponen de las masas, se gobierna por el terror. Las grandes mentiras gobernantes han sido las teocráticas que hacen divino el origen del gobierno, y la mentira democrática ,que hace divinos a todos los pueblos, cualesquiera que sean sus desigualdades físicas, morales, intelectuales y económicas. Al presente ha encontrado en juego el socialismo que hace divino al proleta6ado. La Revolución Francesa dió al mundo el divino triángulo: "Igualdad, libertad y fraternidad" Los gigantes de la Convención de 1793, 'que la crítica ha reducido a Medianías y Enanos de la Convención, no observaron que la Libertad era contraria a la Igualdad. Una vez concedida a los pueblos las libertades individuales, surgió de entre la masa del pueblo una admirable colección zoológica; aparecieron en todo su esplendor "los hombres lagartos", "los hombres águilas", "los hombres zorros", "los hombres linces", "los hombres topos", "los ho:mbres carneros" "]os hombres eernícalos", "los hombres pichones" y "los hombres juiles" La mentada igualdag de los hombres, con la libertad conquistada y que dió lugar a que las ovejas de la religión se transformaran en colección zoológica, quedó arruinada. La ~aturaleza en su inmensa· sabidnrÍa no ha querido dotar al planeta del mismo número de elefantes que de microbios. La reproducción del animal está en razón inversa de su superioridad. En consecuencia, "los lagartos", "las águilas" :; "los zorros" son muchísimo menos numerosos que "los juiles' " "las sardinas" y " ] a s mosca s" En el proletariado que hace mayoría numérica en todas las grandes naciones, figuran casi en su totalidad, "los juiles", "las sardina s", "los ratones" y "]as moscas" Lenine discurrió para que ya no se cumpliera en el mun· do la ley de que los peces grandes siempre se comieran a los chicos, que valiéndose de su número los peces chicos exterminaran a los grandes. La operación se verificó bien en apariencia, pero al poco tiempo se notó que en la inmensa masa de los millones de juiles, había lagartos, águilas, zorros, culebrones, lobos que seguían devorando a la mísera juilería y que eran peores que los exterm~nados. Profundos natura-
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listas han observado que entre los juiles existen diminutos lagartos y culebrones 'que pasan inadvertidos y que crecen, engordan, y se rebelan gigantescos tan pronto como adquieren una posú'ión política donde puedan "lagartear" Los naturali~tas conceden verdad a las ver(lades del Kueyo 'restamento: "Siempre habrá en el mundo pobres y ricos", es decir, juiles y lagartos, y lo mismo opinan los economistas; y como el rico odia al más rico y el pobre odia al rico, el pobre ('s odiado a su yez por el más pobre, y éste por el páupero. De manera que el precepto de la "fraternidad" es otra pamema. * * *
En la América La tina, y en los países de indios, es donde existen los mejores viveros de juiles, y los más insaciables tiburones, lagartos y tintoreras, en número excesivo. Se dividen en bandas, y como hay gran pobreza, "el sudor del rostro del indio" no alcanza para alimentar a todos; y "in lograr su alimento todas las bandas, la anarquía toma un vuelo tan aterrador, que la población pacífica clama por una mano de hierro que haga la paz. Los dos medios de gobierno de los dictadores son la corrupción y el terror, combinados ~' empleados en la medida de lo exigido por las circunstancias. El dictador recomendable, es el que gobierna con un mínimum de inmoralidades y uno que otro crimen útil, para dar vigor al principio de autoridad. Cuando el país es muy pobre, y sin dioses, casi el único medio de gobierno es el terror. Hay que distinguir entre el terror terapéutico, empleado oportunamente por el déspota talentoso para sosegar el famelismo parasitario, la depra yación política, la intriga conspiratoria cobarde, el espíritu de rebelión innoble; y el desbordamiento del tirano lipemaniaco en su horrachera (le sangre v en su bulimia de rapacidad. Si realmente existe el tirano. i por qué pI pueblo no lo ha matado 7, ¿ por miedo al e,j~l"cito '1 Los ejércitos de los tiranos han sido siempre los illSI rumentos más perfedos para matarlos. Los déspotas tienen siempre numerosos partidarios, " a veces lo es la mayoría o la casi totalidad de la población, ~obre todo, las eJasps legíti;f1amente conSf'¡Y:l ¿¡oras. L(I'i ti-
LOS
GRANDES PROBLEMAS
DE
M EXICO
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ranos nunca tienen partidarios sinceros todos son sus enemigos, hasta sus hijos. ' Recalco. lo que he afirmado; los indo-latinos, con gobiernos necesarIamente despóticos y casi siem,pre benéficos, porque no. puede haber otros, abusamos demasiado de la palabra. tIrano. Casi todos nuestros liberales espumosos declaran tIrano al gobernante .que no los deja tiranizar. Alguien lo ha dicho, y no en el Paralipómenos: para los latino-americanos la libertad es su derecho para tiranizar a los que no quieren ser sus esclavos. No inclinándome a calificar de estercolarios a los pueblos venezolano y peruano por soportar tiranos, creo prudente atenerme, a que Gómez y Leguía son un buen par de déspotas, tal vez altamente benéficos a las naciones que gobiernan. Bastante he explicado la diferencia entre un déspota y un tirano. En el despotismo, la voluntad del déspota es ley; pero cuando esa voluntad es irracional, el déspota se convierte en tirano. La conducta de los estudiantes los rebaja; se ven a la altura de insectos intelectuales. Se presentan en sus manifestaciones conducidos por agitadores extranjeros y con la pretensión de probar al mundo (que no les hace caso), que son amantes apasionados, intransigentes, místicos, de la libertad, y en tal concepto fustigan a los llamados tiranos de Venezuela y Perú, por verdugos de la libertad. Ahora bien, no es posible ser al mismo tiempo liberal y socialista radical o comunista. ¿ Por qué esos estudiantes liberales no han dicho una palabra ni organizado la más pequeña manifestación contra el socialismo radical que nos está desmoronando? ¿ Ignoran que el socialismo radical es más enemigo de la libertad que el más repugnante tirano de los que ha tenido no solamente la América Latina, sino el mundo en los millares de años que lleva de vida 1 &Ignoran que en los países de los tiranos Gómez y Leguía, todos los hombres son libres para el trabajo muscular, que no hay obreros libres a quienes se arranca con puñales, pedradas y balazos el derecho de trabajar y que esos maldecidos tiranos siempre han protegido la lib'ertad del pueblo para trabajar? ¿ Ignoran que en esos países de tiranía a nadie se obliga a descansar y que el desBULNF.B
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canso obligatorio afrenta a la libertad Y ¿ Ignoran que en tales países no se priva los domingos a los comerciantes pobres de ganar su pan y el de sus familias con el "soberano sudor de su rQstro", más soberano que todas esas majaderías humanitarias de los socialistas contra la libertad, cuando ésta es la hija de la justi~ia? ¿ Ignoran que en esos países, no se consiente la organización de asociaciones criminales como la de los inquilinos de Veracruz, con el aplauso de degeneradas antoridades? En Venezuela y Perú, todo el que tiene un peso en el bolsillo y no se muestra enemigo de Gómez y Leguía, tiene la seguridad de conservarlo. En l\féxico, todo el que tiene un peso está amenazado de perderlo por el gran crimen de ser su dueño ante un proletariado resuelto a mejorar engullendo capital ajeno. Los estudiantes se pasan de candorosos o de podridos, creyendo que puede ser país de libertad el de dictadura del proletariado. En México, todos los que amamos la libertad somos reaccionarios, y, o lo son los estudiantes, o deben ser rechazados hasta por los socialistas de principios, que no ocultan su aversión a la libertad y la (,~l litican de' nauseabundo azote dl' las clas?" obreras. ¿ Qué son, purs. los estudiantes?
EL ULTI MO ARTICULO
LOS CESADOS DEL CALLlSMO y
LOS
CUARTELAZOS PARLAMENTARIOS
~
ON
atingencia varias veces he recordado la verdad reconocida por la Revolución, que hace necesario que el ~ 80% de los mexicanos sean cuanto antes incorporados a la civilización. Los no incorporados son labriegos mansos o indios salvajes. I.Jos primeros fueron aplastados por un despotismo que los hizo abyectos; en consecuencia, los pueblos de nuestros Estados son rebaños de sus tradicionales caciques y éstos a su vez lo son de nuestros gohernadores. Nuestra democracia es la voluntad de los gobernadores de los Estados o sea de la anarquía de potentados antisociales. Afortunadamente, el militarismo, al que debemos todo lo que tenemos.de gentes y de sociedad civilizada, consiguió desde 1886, so.; juzgar a los gobernadores de los Estados, pisotearlos bien para aplanar sus pretensiones turcas y convertirlos en prIvIlegiados empJeados federales, nombrados y removidos a voluntad del Ejecutivo de la Unión. Esta obra inmortal, piadosa y vital de la que con lujo y descaro ha aprovechado la Revolución, se la debemos al general don Porfirio Díaz, a Iquien los mexicanos admiran por haber sido el autor de la Nación. El general Díaz, se elevó en su despotismo ilustrado a una altura considerable. No solamente hizo de los gobernadores de los Estados, sus vasallos sin temple feudal, plebeyos, bien plebeyos, de marca burocrática que proclama la incondicionalidad absoluta, sino que los obligó en las elecciones federales a no disponer de una curul, a no solicitarla para sí o la ,parentela, a no inquirir sobre las personas que debían ser favorecidas. Dos días antes de las elecciones feaerales secundarias, los gobernadores de Jos Es-
tados. recibían del Secretario Chausal, las listas de los escogidos por el irresistible demiurgo y las elecciones las hacía la .policía local y los empleados municipales con la sencillez con que desempeñaban, sin ruido, cualquier función oficial de tipo opaco y prosaico. j Hermosos y dulces tiempos aquello~, en ¡¡U e leales y distinguidos jefes políticos, hacían a puerta \3errada las eleccione~ federales, sin 'que próceres civilizados S~ vieran obligados a rendir ho.menaje de imposible vasallaje a multitudes no incorporadas a la civilización, y sí hechas para obedecer por una presión asiática secular que había (lt"strozado todas sns fibras elásticas ~ .. * *
No. servi:l'':>e pués.de beranía posiblt>. de P~no rio.- -que
obstante los deseos de don Gustavo Madero, para de la incomparable máquina electoral porfirista, de:3cometer algunos escandalosos desmanes rontra la sode 10$ Estados. pronto se convenció de que no era :--;t' rechazaban las imposiciones comenzando por la suá rez; había dos ejércitos rivales: el revolucionano. po.día violar la Constitución, y el federal que la huhit~ra (letielldido.. Aqnel gobierno representaba una situaCi¡')il Je g'uerra que debía ser sin (·uartel. Don Gustavo ~Iadero lo~·n')ah.!:llllas curules para sus amigos y que los gobernadores en "jasen a partidarios de la Revolución. Otros gobernadores enviaron a partidarios de la reacción porfirista y aún de la católi4'a. La administración ele Carranza fue una lue}¡a contra element(}~ rea(·\'ionarios, radicales y trogloditas, y ('ontnl Lodo lo er~ado, levantado y ensalzado por la Revolución p:H<.l hacer desapal'e('er al país, y no le era posible atender debidamente a los' p1rocedimientos de gobif'l'no único, patentados por Porfirio Díaz. El triunfo del plan de Á\gua Prieta, fue el triunfo del porfiri:"\mo, el más elevado homenaje que haya recibido un dictador. por un método incomparable para hacer del sufrl'l g'io uni \'(~rsal el sufragio personal y de los gobernadores de 10:-' Estailo,.;. maneebos nltra-serviles cooperatistas de la paz públ if~a y dd hienestar na(·ional. Los peleceanos con el deci.¡lilh (jJP()~'il del poder federaL lograron colocar a los de su
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GRANDES PROBLEMAS DE
MEXICO
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band.a en la I?ayoría de los gobiernos de los Estados y que sus lIstas de dIputados y senadores, jueces y magistrados, fuesen aceptadas en toda la nación. La República fue "peleceana" y la opinión pública esperó que el gobierno, compacto y disciplinado, con entrañas porfiristas gobernara en el sentido dictatorial. ' Pero para la aJllicación científica del método porfirista, para gobernar pueblos cuyo 80% está fuera de la civilización, faltaba entre otras la principal de las condiciones técnicas: la reelección indefinida del Presidente de la República y de los gObernadores de los Estados, cuyo efecto posible y saludable es la reelección indefinida de los diputados federales y de los Estados, de los senadores, de los magistrados y ediles y de todos los expuestos a naufragar en las luchas electorales. en las que en vez del pueblo, figura la trampa, la violencia, el asesinato, la desvergiienza exenta hasta del pudor que aún existe en los figones. Sin reelección presidencial, es casi imposible "colgar de la tripa" a los políticos; nadie hace caso del Presidente de la República. seis meses antes de que termine su eJerCICIO. Por otra parte, la banda" peleceana" estaba compuesta .de jóvenes ambiciosos, ilusos, creyentes en la dignidad de -representantes de un pueblo real, adoradores del sistema parlamentario y del g'obierno por la retórica. La masa legislativa peleceana con alientos jacobinos no podía convenir al militarismo, nuestro amo de cien años de edad. El choque inevitable tuvo lugar y la guerra entre el Ejecutivo y el Legislativo se declaró con armas prohibidas, por ambas partes v si los peleceanos hubiesen tenido virilidad para sacar de 'S~l posición todo el mal contra el Ejecutivo, lo habrían tambaleado. La opinión pública obsequió a los peleceanos lo mejor de su desprecio. Yen cid os los peleceanos re beldes a la política personal, con el empleo de dinero, porras, empuje de empleados públicos en la que perdieron la Diputación Permanente, el Gobierno 'por el inmortal grocedimient.o del general Porfi:io Díaz, fabricó una nueva Camara de DIputados, con mayorIa aplastante del nuevo partido oficial llamado "cooperatista" y con
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un personal 'que había ofrecido sus servicio~ ineondicionalt·s al gobierno para obtener curules, que sin la ap~obación federal, habría sido imposible conseguir. Desde que don FraI1<'isco L Madero, hizo triunfar el absurdo prineipio de sufragio libre en un país de seculares esclavos, como era evidente nadie ha visto que pueda haber diputados independientes o dr oposición si:t;l que previamente éstos ejecuten la maniobra desleal de o.frecer al Ejecutivo apoyarlo como incondicionales :-;irvientes. El partido cooperatista fue engendrado en la Secretaría de Gobernación;; no tardó mucho en dar el grito de independen('ia, obligado por leyes humanas. Era de la misma masa de donde habían salido los peleceanos; juvenil, soñador, ambicioso y con sangre de jacobino ;; ('erebros modernos, refractarios a formas de gobierno ultra-personales, fuera del terrible medio ambiente revoltl(·ionario. La traición del cooperatista era una necesidad orgán i(·a de su naturaleza, toda ella revolucionaria, fibra por fibra, idea por idea, pasión por pasión, apetito por apetito. D~ó su cuartelazo civil en la Cámara de Diputados, proclamando un candidato civil presidencial, irri~ tando al gobierno que se sentía eontrariado en el corazón de su política. Pocos días después surgieron los cuartelazos militares, no preparados por el cooperatista, sino por la opinión pública en estado de explosión. El cooperatismo fue sólo el fuIlminante ,que determinú la eonflagración de los elementos explosivos acumulados en la conciencia tempestuosa del país.
* * * El problema político, ya bastante negro por la OpOSlClOn irreconciliable entre las pretensiones irreducibles de todos los gobiernos revolucionarios, de restaurar la admirable máquina electoral porfirista para formar gobiernos didatoriales y rl impulso de la época que no tolera resistencias, dispara a la nueva generación política hacia el caos de la revolución social. Ese problema se ha agravado con la rebelión callista. En importantes Estados, los callistas sólo están de acuerdo con la elección presidencial del general Calles, pero rechazéln que lo.s comités de la capital, Pro-Ca.lles, quieran hacer lo de siempre: fraguar las elecciones de diputados y senadores fe-
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derales en la capital a favor de los amigos y enviar las listas a los Estados, para que humilde o indignamente sean aprobadas. Esto no lo soportan ya en los Estados y se ha iniciado con brillo la sublevación de los políticos de provincia contra las imposiciones de diputados y senadores federales, desde la capital. Después de la sublevación contra el clásico método de imposición electoral, tiene que verse la rebelión de los grupos p'arlamentarios contra toda política personalista del gobierno. Todavía más, ,la mayoría está resuelta a ser efectivamente soberana, a dictar su política al país y al gobierno, a hacer toda clase de tonterías pero con dignidad y como expresión de la voluntad de un monarca viril que no aguanta afrentas en los derechos que ¡le reconoce la Ley y el estado de exaltación de los millones de hombres decepcionados por el fracas·o de la Revolución.
FIN
I N O I
e
E PAGINAS
Advertencia " ............ . A guisa de prólogo.
V VII
EL PRIMER ARTICULO: Hombres de lucha, mejor que hombres de Te Deum. (8 de Octubre de 1920) (1)
3
LA CUESTION SOCIAL; I.
11. JI 1. IV
V
Las sensacionales declaraciones del Gral. Calles en los Estados Unidos. (9-10 de Noviembre de 1921) La acción indirecta para despoj ar propietarios. (7 de Abril de 1922) Un gran paso hacia el desast~e. Algo peor que el comunismo. (5 de Mayo de 1922). .. Jesucristo y el General Obregón. (13 de Febrero de 1923) El socialismo mexicano ante el cristianismo (24 de Febrero de 1923)
13 25 31 38 45
POLITICA: l. .
Carrancismo y Obregonismo. (16 de Octubre de
II. . .
Los tremendos idealistas trágicos: Francisco 1. Madero. (11 de Mayo de 1921) La cuestión presidencial. Un buen fonógrafo de la opinión pública. (12 de Marzo de 1923) La cuestión presidencial y los "Judas de Semana Santa". (14 de Marzo de 1923) ... ... ... La reventazón del hilo por lo más delgado. Los Ejércitos en la política. (8 de Octubre de 1923)
1920)
IJI. IV
V ., (1)
55 62 69
75 81
Al título de cada artículo hacemos seguir la fecha de su aparici¿n en "El Univenal"
348 PAGINAS
VI. . VII. VIII. IX. X.
Oderint dum metuant. Ca lígula o Calles. (26 de Noviembre de 1923) El orden constitucional contra el orden natural. (15 de Enero de 1924).. En defensa de la parte noble de nuestra Historia. (10 de Marzo de 1924) La democracia mexicana y los perros que se amarraban con longaniza. (17 de Marzo de 1924) El discurso del Doctor Vasconcelos en Texas. Los cien años de vaciedades jacobinas. (10 de Junio de 1924)
87 93 99 106
112
AGRARISMO:
1.. 11.
111 •.
IV V.
VI ... VII .. VIII. IX ..
X..
El pueblo mexicano hambriento, miserable, enclenque por ley de naturaleza. (5 de Noviembre de 1920) El Presidente de la República, el Arzobispo de México y el criterio científico ante la cuestión agraria. (16 de Diciembre de 1920) El latifundismo puede ser compatible con la gran riqueza de los pueblos. (22 de Diciembre de 1920) Una agricultura en agonía. (28 de Septiembre de 1922) Historia del gran atraco al país por el gremio agronómico. (5 de Octubre de 1922) Labor anticientífica o inmoral de la Secretaría de Agricultura. (12 de Octubre de 1922) El cuIto a Zapata. (30 de Abril de 1923) El Stabat Mater Agrarista y el albaceazgo de la. testamentaría de Zapata. (14 de Mayo de 1923) El agrarismo ha entrado en horrible agonía. (21 de Mayo de 1923) .................... . Los lamentos de las hormigas no perturban la alegría de los gigantes. (24 de Septiembre de 1923)
119
125
132 138 144
152 159 165 171
J77
349 PAGINAS
x r. XI[ .
xl[r.
El odio de la mayoría de los labriegos a la Revol u.ción. (12 de Noviembre de 1923) La obra agrarista de Zapata ante la ciencia abstracta. (21 de Abril de 1924) La mentira de "todos los climas" y la ruina de los humildes. (5 de Mayo de 1924)
184 190 195
OBRERISMO; l. . 11.
III. .
Las huelgas ante la ciencia, la moral y el patriotismo. (29 de Marzo de 1921) La humanización del capital. (19 de Mayo de 1924) La humanización de los obreros. (26 de Mayo de 19241
203 210 216
CUESTIONES HISTORICAS; l. .
II.
Los héroes de la Independencia nunca lucharon por la democracia. (6-10 de Septiembre de 1921) No hubo guerra de Independencia. (24 de Octubre de 1921)
225 243
CUESTIONES ECONOMICAS;
l. . . II. . ..
III. IV V VI. VII.
El epifoco de la crisis bancaria. (14 de Enero de 1921) ............ ' ... El Gobierno ante la crisis bancaria. (21 de Enero de 1921) ..................... El camellismo de nuestros economistas patriotas. (23 de Octubre de 1922)... La necesidad absoluta de Independencia entre el Banco y el Gobierno. (27 de Agosto de 1923) Debe suspenderse el convenio Lamont-De la Huerta. (7 de Abril de 1924) La suspensión del pago de la deuda tiene que ser indefinida. (7 de Julio de 1924) Un nuevo fracaso: Los Puertos Libres. (18 de Agosto de 1924) ..... , . . . . . ..... , . . . . .
253 260 2G4 270 275 281 286
PAGINAS
LA CUESTION RELIGIOSA: l. 11. IJI. IV
La expulsión de Monseñor Filippi. (15 de Enero de 1923) ... Los grandes Reformistas y su política conciliadora. (16 de Enero de 1923). El Ejecutivo Federal violó la Constitución al expulsar a Monseñor Filippi. (17 de Enero de 1923 ~ El miedo al clero en 1922. (27 de Enero de 1923)
293 298 304 310
CUESTIONES HISPANOAMERICANAS: 1. 11.
111.
El tercer fetiche. Las majaderías de la raza. (18 de Enero de 1922) El patriotismo contra la política romántica. (25 de Enero de 1922) .. En defensa de D. Juan Vicente Gómez y de D. Augusto Leguía. (12 de Mayo de 1924)
321 327 334
EL ULTIMO ARTICULO: Los cesados del callismo y los cuartelazos parlamentarios. (8 de Septiembre de 1924)
341
SE
ACABO EN
LA
DE
IMPRIMIR
ESTA
OBRA
IMPRENTA "ESCALLADA"
DE LA CIUDAD DE MEXICO EL OlA 111 DE ENERO DEL
AÑO
MCMXXVII
DE
Editorial Revista de Derecho Privado DEDICADA A LA PUBLICACIÓN DE OBRAS
FUNDAMENTALES DE
DERECHO PRIVADO, DE DERECHO PÚBLICO, ECONOMÍA Y HACIENDA
C\SA EDITORA DE
Lb
REVISTA DE DERECHO PRIVADO REVISTA DE
DERECHO PÚBLICO
Ferraz,27 -:- J\partado8.0S3, MJ\DRID -:- Teléf. 41438
SE HAN PUBLICADO HASTA EL DíA
l.-DEMASIADOS ABOGADOS, por Piero Calamandrei, Prof. de la Uni\". de Florencia. Traducción dejo R. XIRAU, Prof. de la Uni\". de Barcelona. 7,50 pesetas. n.-REVOLUCION y CIENCIA DEL DERECHO, por el Prof. H. Herrfabrdt, de la "Cni\"ersidad Greiíswald.-Trad. de AXTO?\IO POLO, Prof. de la UnÍ\'. de Salamanca. 10 pesetas. llI.-EL USUFRUCTO DE DERECHOS iIXCLCSIYE, DE TÍTULOS-VALORES), por Joaquín de Dalmases y Jordana.-Premio Cortina 1930. 12 pesetas. IV.-LA CONSTITUCION ESPAÑOLA (9 DICIDIBRE 1931). Antecede1ltes, Texto y Comentan'os, por N. Pérez Serrano, Catedrático de Derecho Político en la l.'niy. Central. 12 pesetas. '-.-EL CONTRATO DE TRABAJO. LEGISLACIÓN, CmIEXTARIOS y JCRISPRCDEXCIA, por Juan de Hinojosa, Juez de Primera Instancia del Distrito núm. 2 de Madrid. 12 pesetas. VI,-EL DIVORCIO. E..,n'DIADo EX LA HISTORIA, EX LA DOCTRIXA y EX LA" LEGISLACIOXES EUROPEAS y AMERICAXAS, CO~!PARAD.\S COX LA Ley de 2 de marzo de 1932, por Francisco Delgado Iribarren, .-\bogado Fiscal. 12 pesetas. VIL-LA AUTONOMIA EN LA INTEGRACION POLITICA, por Eduardo L. Llorens, Profesor de la Cniyersidad de ~lurcia. 13 pesetas. nIl.-JURISPRUDENCIA EN BROMA Y EN SERIO, por Rodolfo Ihering.-Traducción de RO~L-\X RIAZA, Prof. de Historia del Derecho de la Uniy. Central. 10 pesetas. IX.-ACCIDENTES DEL TRABAJO, por Alfonso Maeso, .-\hogado, Consejero de Trabajo y del Instituto ?\acional de Previsión. 12 pesetas. X.-EL NUEVO CÓDIGO PENAL, por Manuel López-Rey, Pro!. de la Uninrsidad de Madrid y del Instituto de Estudios Penales, y Félix Alvarez Valdés, Secretario de Sala del Tribunal Supremo. 16 pesetas. XL-EL ENJUICIAMIENTO EN EL DERECHO DEL TRABAJO, por Juan de Hinojosa Ferrer, Juez de Primera Instancia del Distrito núm. 2 de Madrid. 12 pesetas. XIl.-NUEVOS HECHOS, NUEVO DERECHO DE SOCIEDADES ANÓNIMAS, por J. Garrigues, Catedrático de la "Cni,'ersidad Central. 6 pesetas.
XIII.-DERECHO y POLÍTICA, por Harold Lasky, Profesor de Ciencia Polftica en la Universidad de Londres.-Traducción deJESUS NAVARRO DE PALENCIA, antiguo Agregado a la Embajada de España en Londres. 12 pesetas. XIV.-LA TEORIA PURA DEL DERECHO, por Hans Kelsen, ProL exc. de la Univ. de Colonia.-Versión del alemán por LUIS LEGAZ y LACA:\lBRA, Prof. de la Univ. de Zaragoza. 6 pesetas. XV.-PROBLEMAS DE GOBIERNO SOCIALISTA, por Sir Stafford Cripps y otros. Con un estudio preliminar de D. JULIA); BESTEIRO, Presidente de las Cortes Constituyentes. 10 pesetas.
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XVL-LA DEMOCRACIA EN CRISIS, por H. J. Lasky, ProL en la Uni\'. de Londres.-Traducción de VICE~TE HERRERO A YLLÓ~, Oficial de la Secretaría del Congreso. 12 pesetas. S6rie B. (
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II,-LA INTERPRETACION DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS (COXTRATOS, TESTAMENTOS, ETC.), por E. Danz, Prof. que fué de la Uni\". de Jena.-Traducción de la 3. a edición alemana y concordancias con el Derecho español. por W. ROCES, Catedrático. (Segunda edición). 18 pesetas. III.-LA POSESION DE BIENES MUEBLES, por R. Saleilles, Prof. que fué de la Univ. de París. Notas y concordancias con la legislación española y las iberoamericanas, por JOSE CASTAN, Catedrátido. Magistrado del Tribunal Supremo. 15 pesetas. IV.-LOS CONTRATOS ADMINISTRATIVOS, por Recaredo F. de Velasco, Catedrático. -18 pesetas. V.-LOS DAÑOS CIVILES Y SU REPARACION, por H. A. Fiscber, Proí. de la Univ. de Jena. Trad. del alemán, por W. ROCES, Catedrático. 15 pesetas. VL-LA CONDENA EN COSTAS, por G. Chiovenda, Prof. de la Uni\'. de Roma.-Trad. de JUAN A. DE LA PUENTE QUI]ANO, Doctor en Derecho.-Con notas del Derecho español, de J. XIRAU, Catedrático de la Univ. de Barcelona. 20 pesetas. VII y VIII.-USUFRUCTO, USO y HABITACION (dos tomos), por G. Venezian, ProL que fué de la Universidad de Bolonia.-Anotada por J. CASTAN, Catedrático. Magistrado del Tribunal Supremo. 45 pesetas. IX.- TEORIA JURIDICA DEL DINERO. EL DINERO EN LA TEORÍA Y EN LA PRÁCTICA DEL DERECHO ALE~IÁ¡'¡ Y EXTRANJERO, por A. Nussbaum, Prot. de la Uni\'. de Berlín.-Traducción y notas por LUIS SANCHO SER AL, Cato de la Uni\'. de Zaragoza. 18 pesetas. X.-LA TEORÍA DE LA CAUSA (art. 1131-33 del Cód. civil belga.-12í5 del español), por J. Dabin, Proí. de la Univ. de Lovaina.-Trad. y notas, por el Dr. FRANCISCO PELSMAEKER, Cato de la Univ. de La Laguna. 20 pesetas. XL-TRATADO DE DERECHO HIPOTECARIO ALEMAN, por A. Nussbaum. Traducción del alemán, por W. ROCES, Catedrático. 20 pesetas. XII-EL ACTO ADMINISTRATIVO, por R. Fernández de Velasco, Catedrático.-Exposición doctrinal y estudio del Derecho español.-Prólogo de MAURICE HAURIOU. 20 pesetas. XIIL-LA REPRESENT ACION VOLUNTARIA EN LOS NEGOCIOS JURIDICOS, por Josef Hupka, Prot. de la Univ. de Viena.-Traducción y notas, por LUIS SANCHO SERAL, Cato de la Uni\'. de Zaragoza. 22 pesetas.
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XIV.-LA FILIAClON, por Antonio Cieu, ProL de la Uni\", de Bolonia.-Traducción de F. GIMENEZ ARNAU y JOSE SANTACRUZ, Doctores en Derecho. 15 pesetas. XV.-EL f]ONTRATO DE ARRENDAMIENTO DE COSAS, por R. Fubini, ProL de la Uniyersidad de Turin.-Trad. de R. SANCHEZ JIMENEZ, Abogado del Estado. 25 pesetas. XVI.-LA COMPRAVENTA CIVIL Y MERCANTIL, por C. Gasea. Traducción de J. SAXTACRUZ, Doctor en Derecho por la Univ. de Bolonia y A. VICENTE GELLA, Abogado del Estado, ProL de la Unh". de Zaragoza, y notas de este último. 35 pesetas. XVII.-LAS PRESUNCIONES EN EL DERECHO, por J. W. Hedemann, ProL de la Universidad de Jena. Trad. por L. SANCHO SERAL, Cato de la Uni\'. de Zaragoza. 18 pesetas. XVIIl.-DERECHO MATRIMONIAL CATOLICO, por A. Knecht, Profesor de la UniversIdad de Munich.-Traducción de TOMAS G. PIÑAN, Cato de la Uniy. de Murcia, con notas de Derecho español e hispano-americano. 30 pesetas. XIX.-EL CONTRATO DE CUENTA CORRIENTE, por A. Morando.-Traducción de AGUSTIN V. GELLA, Abogado del Estado. ProL de la Univ. de Zaragoza. 15 pesetas. Serie C. (4.°) l.-INSTITUCIONES DE DERECHO PRIVADO ROMANO. HISTORIA y SISTEMA, por R. Sohm. Traducción de W. ROCES, Catedrático. 25 pesetas. I1.-INTRODUCCION A LA CIENCIA DEL DERECHO, por G. Radbruch, Prof. de la Universidad de Heidelberg.-Traducción de L. RECASENS SICHES, Catedrático de la Universidad Central. 20 pesetas. UI.-PRINCIPIOS DE DERECHO MERCANTIL, por A. Roeco, Profesor de la Universidad de Roma, Ministro de Justicia de Italia. Prólogo de J. GARRIGUES, Prof. de la Universidad Central. 25 pesetas. !V.-ELEMENTOS DE DERECHO PROCESAL CIVIL, por W. Kiseh, Prof. de la Unh". de Munich.-Trad. de L. PRIETO CASTRO, Cato de la Univ. de Zaragoza. 25 pesetas. V.-INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL DERECHO CIVIL, por el ProL Demófilo de Buen, Catedrático de Derecho Civil. Presidente de la Sala quinta del Tribunal Supremo.-Prólogo del Profesor FELIPE SANCHEZ ROMAN, Cato de la Univ. Central. 30 pesetas. VI.-SISTEMA ESPAÑOL DE DERECHO CIVIL INTERNACIONAL' E INTERREGIONAL, por Manuel de Lasala Llanas, Cato de Derecho internacional en la Univ. de Zaragoza y Miembro honorario de la Ac. Nacional de Jurisprudencia y Legislación. 25 pesetas. VIL-FILOSOFÍA DEL DERECHO, por Gustavo Radbruch, ProL de la Univ. de Heidelberg. Traducción de JOSE MEDINA ECHAVARRIA, Oficial Letrado del Congreso de los Diputados. 20 pesetas. VIII.-TEORIA DE LA CONSTITUCIÓN, por CarIo Schmitt. - T.laducción de Francisco Ayala. 25 pesetas. Serie D. (8.°) l.-LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL ESPAÑOL, por Manuel López-Rey, Juez de Primera Instancia e Instrucción; Profesor de la Universidad Central y del Instituto de Reforma" Penales. 3 pesetas. n.-LA FAMILIA y LOS HIJOS HABIDOS FUERA DE MATRIMONIO, SEGÚN LA CONSTITUCIÓN, por José Luis Diez Pastor, Notario de Madrid. 4 pesetas. IlI.-CONCEPTO, DESARROLLO y FUNCION DE LA CIENCIA POLÍTICA, por el Profesor Hermann Heller. 3 pesetas.
V.-SOBRE CONTRATO DE SEGURO TERRESTRE, por el Prof. M. M. Traviesas, Catedrático de la Universidad de Oviedo. 3 pesetas. v.-LA REFORMA DE LA CASACIÓN PENAL, por Félix Alvarez-Valdés, Secretario de la Sala segunda del Tribunal Supremo. 3 pesetas. vl.-JURISDICCIÓN OBJETIVA, por Jesús Arias de Ve lasco, Presidente de la Sala tercera del Tribunal Supremo. 3 pesetas. vIL-VALOR PROCESAL DE LA LLAMADA TIPICIDAD, por Manuel López-Rey, Profesor de la Universidad de l\Iadrid. 3 pesetas. vlII.-PROGRESION HISTORICA DE LA PENA DE MUERTE EN ESPAÑA, por Mariano Ruiz Funes, Catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Murcia. 3 pesetas. ;erie E. (8. 0) .-QUÉ ES LA TECNOCRACIA?, por Eduardo L. Llorens, Catedrático de la Uni\'ersidad de Murcia. 6 pesetas. l.-LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL 1929-1933, por el ProL P. Einzig, de la Universidad de Londres.-Trad. de LUIS A. VIGIL-ESCALERA, Abogado. 10 pesetas. n.-FUNDAMENTOS ECONÓMICOS DEL FASCISMO, por el Dr. Paul Einzig. 10 pesetas. V.-PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE ECONOMíA FINANCIERA, por A. Viti de Marco.-Traducción de la edición alemana, con notas relativas a la legislación española, por PÍO BALLESTEROS. 22 pesetas •. v.-HISTORIA DE LAS DOCTRINAS ECONÓMICAS, por Otbmar Spann, Profesor de la Universidad de Viena. 14 pesetas. vI.-ECONOMIA FERROVIARIA, por M. K. G. Fenelon, Profesor del Colegio de Tecnología de Manchester.-Trad. de ANTONIO FLORES-SANCHEZ, Abogado, con un prólogo de FEDERICO REPARAZ, Profesor de Economía Política de la Escuela especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. 12 pesetas. ierie F. (8.°)
por PIO BALLESTEROS, Magistrado excedente del Tribunal Supremo. Profesor de Hacienda de la Universidad Central: '.-TEORIA DEL SISTEMA TRIBUTARIO ESPAÑOL. 3,50 pesetas • .-LA CONTRIBUCIÓN TERRITORIAL EN ESPAÑA. 3,50 pesetas. l.-IMPUESTO DE DERECHOS REALES, SUCESORIOS Y DE PERSONAS JURÍDICAS. 3,50 pesetas. ll.-CONTRIBUCION GENERAL SOBRE LA RENTA. 3,50 pesetas. 3,50 pesetas. V.-LA CONTRIBUCIÓN INDUSTRIAL EN ESPAÑA. E~
EXCLUSIVA DE VENTA
:L CONTRATO DE HOSPEDAJE en su doble aspecto Civil y Mercantil, por Nicolás Pérez Serrano, Cato de Derecho Político en la Unlv. Central.-cPremio Cortina». 12 pesetas. ENTIDO FUNCIONAL DEL DERECHO DE PROPIEDAD, por José M. de Semprún y Gurrea, Doctor en Derecho. 10 pesetas. ,AS NUEVAS BASES DE TRABAJO PARA EL PERSONAL DE LA BANCA PRIVADA,. por José Pérez Serrano, Abogado y Oficial del Consejo de Trabajo.-Prólogo de D. León Martin Granizo. 10 pesetas. ,A IGUALDAD ANTE LA LEY, por E. L. L1orens, Profesor en la Universidad de .\Iurcia. 10 pesetas.
OBRAS EN PRENSA Y PREPARACION
Serie H. Ensor.- Tribunales y jueces en Inglaterra, Francia y Alemania. Stein.-El conocimiento privado del juez. Pérez Serrano.-El Tribunal de Garantías Constítucionales.
Serie B. Oertmann.- Teoría de las condiciones. Redenti.-El juicio civil con pluralidad de partes. Pacchioni.-Los contratos en favor de tercero. Koch.-El crédito en el Derecho.
Serie C. Cosack. - Tratado de Derecho mercantil. Merkl. - Tratado de Derecho administrativo. Schmitt.- Tratado de Derecho constitucional. Mezger.- Tratada de Derecho penal. García-Oviedo.- Tratado de lo contencioso-administrativo. Wieland.- Tratado de Sociedades mercantiles. Gierke. - Derecho de obligaciones.
Serie E. Aereboe. - Política agraria. Marshall.-Economia industrial.
Schumpeter.-El plan de restablecimiento económico de los Estados
Unidos.
Serie G. R. P. N. J.
Riaza-Galo Sánchez.-Manual de Historia del Derecho español. Ballesteros.-Manual de Hacienda pública. Pérez Serrano.-Manual de Derecho constitucional. Medina Echavarría. -Manual de Sociología.
Zanobini.-Manual de Derecho del trabajo.