ETICA EXISTENCIALISTA
I.
INTRODUCCIÓN
En el presente ensayo vamos a analizar la ética existencialista en un contexto actual, para lo cual primero debemos saber los conceptos individuales y su forma de relación con la ética y como afecta en nuestro contexto, como primer punto veremos el existencialismo, para hablar de ética existencialista, primeramente debemos entender qué es el existencialismo. La mayoría de autores coinciden en que más que una escuela, doctrina o sistema filosófico, el existencialismo, es una tendencia o método, por lo tanto carece de sistema y unidad. Se puede decir que lo que da unidad al existencialismo es que surge como una reacción al idealismo, ya que se centra en la existencia concreta y personal, no en la existencia como concepto y de esta forma se opone al idealismo. Otra oposición al idealismo es que el existencialismo consiste en volver a lo real. Como el existencialismo carece de unidad es complicado dar una definición, pero podemos tomar como tesis su central el pensamiento de Sartre: la existencia precede y es superior a la esencia, es decir, el hombre no tiene una esencia universal, la misma para todos, sino que va fabricando su propia esencia singular por medio de su libertad, porque el hombre está condenado a ser libre y así a construirse a sí mismo a cada instante. El existencialismo surge en Europa en los siglos XIX y XX, sus principales representantes son Martín Heidegger, Karl Jasper, Gabriel Marcel y Jean Paul Sartre. La obra de Sartre es la única que tiene proyecciones éticas, es por eso que nos centraremos en su pensamiento para hablar de ética existencialista. II.ETICA EXISTENCIALISTA
La ética existencialista parte de que el hombre no tiene esencia que lo defina y que está condenado a ser libre y es por esta libertad que va formando su propia esencia, es decir, el hombre es un ser que se hace y para hacerse no cuenta con más que con su libertad. Por lo tanto, como no hay esencia que defina no hay valores absolutos que condicionen al hombre sino que es él mismo el que crea los valores. Los valores son creaciones individuales de cada libertad porque cada hombre debe inventar su camino. De lo contrario si existieran valores absolutos el hombre ya no sería libre. Otra característica de la ética existencialista es la libertad absoluta. El hombre no tiene libertad, es libertad. Al no tener esencia que lo defina, el hombre está condenado a ser libre y ésta es el fundamento de la esencia que se va forjando. La libertad es autónoma, es decir, como no existe esencia, no hay nada que guíe al hombre ni leyes, ni una naturaleza o valores hechos, la libertad es autónoma y absoluta el único límite es la libertad de los otros. En este punto de la libertad debemos tener en cuenta que de acuerdo al existencialismo Dios no existe y la no existencia de Dios avala la inexistencia de una esencia humana y orden
moral que respetar. El punto central de la ética existencialista es el hecho de que no existe una esencia que defina al hombre, tampoco existen los valores ni Dios, por lo tanto no hay nada que guíe al hombre, por lo único que se va a guiar es la libertad y como ésta es autónoma no puede haber ninguna norma exterior a la decisión libre y personal, de ahí que la única norma de nuestra acción es la libertad. Lo que vale no es lo que se hace sino hacerlo libre auténticamente. Según Sartre quien actúa en función de otras cosas y no por sí mismo, es decir, cuando actúa siguiendo algo establecido como la supuesta esencia, valores o Dios, vive una existencia inauténtica como un cochino o cobarde. Lo que realmente vale, entonces son los actos libres sin sumisión a valores u otras leyes establecidas. Por el lado del existencialismo Nunca ha habido un acuerdo general sobre la definición de existencialismo. El término a menudo es visto como una conveniencia histórica que fue inventada por primera vez para describir a muchos filósofos, en retrospectiva, mucho después de haber muerto. De hecho, aunque generalmente se considera que el existencialismo se originó con la obra de Kierkegaard, el primer filósofo prominente en adoptar el término para describir su propia filosofía fue Jean-Paul Sartre. Sartre propone la idea de que lo que "todos los existencialistas tienen en común es la doctrina fundamental de que la existencia precede a la esencia " 1 lo que significa que la consideración más importante para las personas es el hecho de que son un ser consciente ("existencia") que actúa de forma independiente y responsable —en lugar de ser etiquetado con roles, estereotipos, definiciones, u otras categorías preconcebidas que se ajustan al individuo ("esencia"). La vida real de la persona es lo que constituye lo que podría llamarse su "verdadera esencia" en lugar de estar allí atribuido a una esencia arbitraria que otros utilicen para definirla. Según el filósofo Steven Crowell, definir el existencialismo ha sido relativamente difícil, y argumenta que se comprende mejor como un enfoque general que se utiliza para rechazar ciertas filosofías sistemáticas, y no como una filosofía sistemática en sí. Uno de sus postulados fundamentales es que en el ser humano "la existencia precede a la esencia" (Sartre), es decir, que no hay una naturaleza humana que determine a los individuos, sino que son sus actos los que determinan quiénes son, así como el significado de sus vidas. El existencialismo defiende que el individuo es libre y totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias externo a él. En líneas generales el existencialismo busca una ética que supere a las moralinas y prejuicios; en esto al observador neófito puede resultarle contradictorio ya que la ética que busca el existencialismo es una ética universal, válida para todos los seres humanos, que muchas veces no coincide con los postulados de las diversas morales particulares de cada una de las culturas preexistentes. En la polémica con el existencialismo se oye frecuentemente la objeción de que debe ser rechazado de antemano, por ser la expresión de una última disolución de la ética, puesto que anula toda norma moral firme y entrega la conducta del hombre a la arbitrariedad subjetiva. Pero esta objeción desconoce que el existencialismo, si bien hasta ahora no ha producido un sistema ético definido, está
determinado por una actitud ética profesada con la mayor pasión. Para simplificar me atengo aquí a determinadas manifestaciones del nuevo existencialismo francés. El concepto ético fundamental y decisivo del existencialismo francés es el de engagement. Este concepto, tan francés, corresponde más o menos en su función, bajo ciertos aspectos, al concepto Heideggeriano de decisión. Que el hombre se comprometa para una cosa significa que se juega por esta cosa, que se entrega a ella. Si la decisión puede más bien ser considerada como una constitución subjetiva del hombre, el engagement expresa con más vigor la vinculación a una concreta situación del mundo circundante. Tomando en cuenta el concepto de algunos analistas sobre el tema, para la ética existencialista, la existencia del ser humano está antes o por encima de su esencia. Los representantes máximos de la ética existencialista son los filósofos Sören Kierkegaard, José Miguel de Unamuno y Jean Paul Sartre. SÖREN KIERKEGAARD (1813-1855). Para este filósofo, en el hombre ético es más valioso el deber que el amor, la ley moral que la religión, la existencia social que la divinidad y la existencia humana se explica a través de tres etapas: estético, ético y religioso. En la etapa estética el hombre vive sobre la superficie de la vida, en el plano sensible, procurando sólo el placer sin obligaciones ni compromisos. La etapa ética constituye un salto en profundidad, en ella la persona cumple con su deber y sus compromisos, une lo singular con lo general. En la etapa religiosa el hombre vive lo auténtico, bajo el signo de la fe y la mirada de Dios. Aquí emerge al máximo la culpabilidad y el sentimiento de finitud; la razón resulta absurda frente a los dictámenes de la fe. Según Kierkegaard, la verdad hace al hombre libre y “la verdad sólo existe para el individuo cuando él mismo la produce actuando”. JOSÉ MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1935), egregio escritor y profesor español, pensaba que “Sólo existe el hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere, el que come y bebe, el que juega y duerme, el que piensa y quiere; el hombre a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano”. Para Unamuno cada hombre individual es un fin en sí mismo y no un medio. Él siempre abogó siempre por los hechos “concretos”, “experimentales” del hombre vivo individual. JEAN-PAUL SARTRE (1905-1980), afirmaba que “La existencia precede a la esencia”, es decir, que el hombre comienza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define. El hombre es un proyecto que va determinándose a través de su existencia. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Considera que la existencia es la fundamental actividad del hombre, en donde se van articulando las ideas y las cosas. La existencia humana es actividad y movilidad por doquier. Existir o vivir equivale a elegir entre diferentes propósitos y objetivos. La existencia no es un estado, sino un permanente llegar a ser. En opinión de Sartre, el hombre está condenado a ser libre, es decir los hombres no somos libres de dejar de ser libres. El hombre es íntegramente libre y enteramente responsable de sus actos, absolutamente incondicionado. Sólo nuestros actos nos juzgan: son irreversibles. Decía que los seres humanos somos una libertad que escoge, pero no escogen ser libres, están más bien condenados a la libertad. “Yo estoy obligado a desear,
al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros. El hombre es lo que él hace de sí mismo”. Por lo tanto, afirmaba Sastre, nuestra ética debe consistir en querer ser libres, en serlo nosotros y en querer que los demás lo sean: obrar en todo momento para que esta libertad se realice de modo efectivo. La angustia, según Sartre, proviene de que el hombre no es sino que se hace y al hacerse asume responsabilidad, porque se resuelve en actos absolutamente suyos y libres. Es ingenuo entregarle el destino de la humanidad a la naturaleza humana, a sabiendas que la condición humana, está en contradicción a la “buena levadura” congénita de los Hombres. No es un problema genético, sino social. Finalmente el neoliberalismo, en su manifestación social, sigue de manera atávica y recurrente, entregándole el desarrollo socio-económico de las naciones a la inercia de las fuerzas del mercado.
CONCLUSIONES:
Considero que los valores existen de manera objetiva, el hombre no los inventa únicamente los descubre, no todos son universales y absolutos, es decir, válidos para todos y en toda época, pero esto no quiere decir que no existan, el hombre libremente los elige porque los considera buenos y dignos de realizar porque lo perfeccionan y le traen un beneficio. Si cada quien inventará sus valores alguien podría inventarse un valor que a él lo beneficie y por eso lo considere bueno pero este mismo valor inventado puede ser perjudicial para otros. En conclusión, pienso que sí existe una esencia que nos guía pero no nos determina, que los valores no se inventan sino se descubren y elegimos libremente, que no es la libertad lo único que determina el valor moral de lo que hacemos sino que hay otros factores, normas y Dios, siempre y cuando estemos convencidos que eso es lo mejor y por eso lo elegimos y no por conveniencia o temor y finalmente que independientemente de que haya esencia universal o no debemos actuar libremente, de manera autentica y original si imitar paradigmas. BIBLIOGRAFÍA.
1. Cfr. GUTIÉRREZ, Sáenz Raúl, Historia de las doctrinas filosóficas. Esfinge, México 2005. Pp. 209-210. 2. Cfr. SANABRIA, José Rubén, Ética. Porrúa, México, 1978. Pp. 169-163. 3. Cfr. GUTIÉRREZ, Sáenz Raúl, Historia de las doctrinas filosóficas. Esfinge, México 2005. P. 211.