Estructura social de Venezuela: Estructura Social 1870-1899 Durante el lapso de 1870 a 1899, la estructura social de Venezuela mantuvo las mismas características del periodo anterior (18301870). En esa etapa se puede resaltar el fortalecimiento del latifundismo, el cual se debió a la apropiación de terrenos baldíos nacionales, por parte de grupos de comerciantes y terratenientes. De igual modo se impulsa el poder económico de estos, a través de las inversiones extranjeras y la apertura de caminos, que facilitaban la comercialización de productos exportables e importados. La estructura social se dividía de la Siguiente manera:
En este periodo hubo un gran incremento de habitantes, habi tantes, aproximadamente un 57.47%. 57. 47%. Cabe mencionar el gran analfabetismo existente entre los sectores más bajos de la estructura social, como el campesinado. Igualmente esta clase, conformaba la mayoría de la población y era la más explotada. A pesar de esto en esta etapa se inicia un proceso tendiente a aumentar cada vez más la población urbana, debido a los planes viales en el gobierno de Guzmán Blanco. Así mismo, la mayor parte de la población se ubicaba en la zona Costa-Montaña, y el resto en la depresión llanera. En Guyana sólo se localizaban tres centros con más de 10.000 habitantes.
LAS CRISIS ECONÓMICAS Y SUS REPERCUSIONES EN LA ECONOMÍA VENEZOLANA Rafael Cartay Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales Universidad de los Andes
Resumen. - La economía venezolana (dada su condición de país monoproductor, dependiente del comercio exterior, en el siglo XIX, de sus exportaciones petroleras) es muy vulnerable a las fluctuaciones de los precios de tales productos en el mercado internacional. En ese escenario, en que se registran periódicas crisis, por la recurrencia de los ciclos económicos, las consecuencias de tales crisis se reflejan sobre desarrollo de la economía venezolana, agregándose a los enormes desajustes internos provocados por la constante inestabilidad política y las desacertadas políticas económicas. En este articulo se reseñan las principales crisis del capitalismo mundial y sus principales efectos sobre la economía venezolana durante los siglos XIX y XX.
0 Introducción
Cada vez que el sistema capitalista mundial se resiente, los coletazos de ese malestar repercute directamente sobre Venezuela a través de las fluctuaciones de su comercio exterior, del cual ha sido tan dependiente, tanto en el siglo XIX como en el siglo XX . El desarrollo del capitalismo industrial estuvo acompañado por una gran inestabilidad, y a los periodos de prosperidad y expansión de la producción, seguían períodos de depresión y de paro. Se trataba de la recurrencia de los ciclos económicos que, hasta 1860, habían sido estudiados como accidentes aislados en el desarrollo del sistema. Pero, a partir de 1860, con los aportes del Frances Clement Juglar, del ruso N.D. Kndratieff, en 1926, y del estadounidense Joseph Kitchin, en 1929, quienes describieron sus causas y la duración media de los ciclos, no existió la menor duda de que hubo una regularidad de expansión y depresión en las economías. La internacionalización creciente de la economía favoreció, por otra parte, la difusión de los efectos de estos ciclos, que afectaban no solo a los países industrializados, sino también a los que estaban situados en su periferia. Esos ciclos, evidencian oscilaciones del PNB real (Samuelson, Northaus, 1989, cobraron gran importancia cuando Wesley Clair Michell demostró que variables económicas claves, como producción y precios, tendían a cambiar sistemáticamente en el transcurso de un ciclo económico típico (Sachs, Larraín, 1924). Al entrar en depresión los países industrializados disminuyeron su demanda de materias primas y productos alimentarios importados lo que afecto severamente las economías de los países productores y exportadores de esos bienes; así, a través del comercio exterior y los movimientos internacionales de capital, las consecuencias de las crisis capitalistas se trasladan a Venezuela. A parte de estos factores de origen a la ocurrencia de la crisis contribuyen también factores de orden interno, tales como las desacertadas políticas económicas y sociales y la inestabilidad política existente. Reseñamos algunas de estas crisis y sus efectos más notables sobre la economía venezolana durante los siglos XIX y XX, sin perder de vista que la característica de permanente o semipermanente de los principales cultivos del siglo XX ( café, cacao, etc.) o las especifidades de la producción petrolera, otorgan una notable rigidez a la oferta nacional, que no puede responder a un corto plazo a bruscas variaciones de la demanda mundial.
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Siglo XIX
La crisis de 1825, que deprimió económicamente a laGran Bretaña, redujo el precio del quintal del café en Venezuela de 11 pesos en 1825 a 7,50 en 1827, cuando el peso del quintal oscilaba entorno a los 9 pesos. Entonces, muchos productores prefirieron dejar perder los frutos sobre los arbustos del café. La crisis de 1836, provocada por la desmedida exportación de oro de Inglaterra a los Estados Unidos. y las medidas tomadas por el Banco de Inglaterra para frenarla, así como sus efectos sobre el mercado financiero de Nueva York, trajo consigo el derrumbe de los precios del caféà en los años sucesivos, hasta principios de 1840. La crisis de 1857, que afecto a Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, iniciada a raíz de la disminución de los beneficios de la exportación de las minas de oro de California y de Australia y de ciertas líneas de ferrocarril, por cierto crisis ocasionó en Venezuela la caída de los precios del caféà en un 20 por ciento, del azúcar en un 50 por ciento y de los cueros en un 70 por ciento. El cierre casi total del mercado exterior para las exportaciones venezolanas dejó como saldo una balanza comercial desfavorable y un aumento en la deuda, tanto interna como externa. La crisis de 1882, iniciada con la quiebra financiera de la Unión Générale francesa, difundiéndose sus efectos negativos a muchos otros bancos e industrias europeas, sacudió a la bolsa de Nueva York entre 1882 y 1884, lo que llevó a la quiebra a 404 bancos. Sus consecuencias fueron desastrosas para la economía venezolana: baja en los precios internacionales del caféà disminución del numerario circulante y, particularmente, de los ingresos por derechos de importación que, según la Memoria de Hacienda 1884-85, " constituye la primera base de existencia del Tesoro Público" La crisis de 1890, que estallo en París con el escándalo de Panamá y del ring del cobre, llevó a la quiebra parcial a la Casa Baring Brothers, removió al mercado financiero francés, inglés, italiano y estadounidense. y se extendió hasta 1896, cuando se presento una severa crisis mundial de la sobreproducción de caféÃparticularmente por la intensa competencia del caféà brasileño. En Venezuela, estas crisis provocaron una drástica reducción de los precios de exportación del caféÃ, que duró hasta 1908. Además esos años fueron aciagos para el país, ya que además, según R. J. Velázquez (1973), se produjeron dos revoluciones, un ataque de viruela, una plaga de langostas y una larga sequía. La baja de los precios del caféà hizo perder el crédito internacional del país, y ocasionó la paralización de las aduanas y una drástica reducción en las ventas que llevó a la quiebra a muchos comerciantes. A finales de 1898, ante la gravedad de la crisis, el gobierno de Andrade sometió a la Cámara de Comercio de Caracas tres soluciones para superarla: la emisión de papel moneda, la acuñación de monedas de plata y el incremento de un 25% en las tarifas de aduana. Prudentemente, la Cámara escogió la tercera medida.
2 Siglo XX
Venezuela nació a la vida republicana con grandes problemas fiscales derivados de una costosa guerra independentista. Las continuas guerras civiles o levantamientos armados aumentaron sus deudas y convirtieron al país en un deudor crónico y moroso, como lo llamó Rodríguez Campos ( 1977), que carecía de crédito y que era objeto de continuas reclamaciones de indemnización, algunas veces no fundamentadas, pero que fueron fuente de amenazas internacionales. La crisis de 1902 fue el resultado de esta situación. A principios del siglo XX, la deuda total del país más su servicio, superaba en más de diez veces los ingresos fiscales de la nación, e incapacitó al gobierno para cancelarla. Todo eso llevó al bloqueo del país en diciembre de 1902, que se manifestó en la captura y la destrucción de la marina de guerra, en el control de las costas y los puertos venezolanos por la alianza europea, concretamente anglogermana. La inestabilidad política representada por la Revolución Libertadora, comandada por el banquero y comerciante Manuel Antonio Matos, contribuyó, además, a profundizar los efectos de la enorme crisis que conmovió al país. La crisis de 1909, que, bajo la forma de una crisis de sobreproducción, afectó especialmente a los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, y que se reflejó en una disminución importante de los beneficios industriales y la quiebra de algunos bancos, repercutió sobre la economía agroexportadora venezolana. La crisis de 1912, como consecuencia de la guerra de los Balcanes, produjo el pánico en las bolsas de Berlín, Londres y Nueva York, y fue seguida de una profunda depresión industrial y un gran paro obrero, hasta la llegada de la recuperación en 1914, cuando se establece una economía prácticamente de guerra. Esta crisis deprimió la economía de los países productores de materias primas y alimentos, entre ellas la de Venezuela. La crisis de 1920-21, que deprimió el capitalismo mundial, trajo consigo una violenta caída de las exportaciones agrícolas, en volumen y valor. Los precios mundiales del caféà y del cacao se redujeron, y el valor de las exportaciones agrícolas venezolanas disminuyó en un 47 por ciento en 1920-21, con respecto a 1918-19. Pero ya el petróleo estaba surgiendo como una alternativa de crecimiento y permitió menguar los efectos. En 1920-21 el petróleo aportó el 2,3 por ciento de los ingresos fiscales, para situarse en un 21,2 por ciento en 1929-30. La crisis estadounidense de 1929 y la gran depresión que le sucedió se reflejó en una baja del consumo mundial del caféà y del cacao, como consecuencia de la disminución del poder adquisitivo en los países industrializados. Aparte de la depresión de los precios de las materias primas, se produjo la desvalorización del dólar y la reducción de la actividad petrolera a escala mundial. En Venezuela, el valor de las exportaciones de 1932-33 se redujo en un 18,6 por ciento con relación al de 1929-30. El número de trabajadores ocupados en la industria petrolera se redujo en más de las dos terceras partes; el total de remuneraciones pagadas por esa industria disminuyó en un 65 por ciento, el gasto público cayó en 42 por ciento, y el valor de las exportaciones y de las importaciones se redujo en el 21 y 70 por ciento, respectivamente. La crisis, combinada con el alto valor del bolívar, pues no se devaluó en esa oportunidad, puso fin a la etapa agrario-exportadora de la economía venezolana y aumentó la dependencia económica nacional con respecto al petróleo. La crisis de 1959-63. Una vez depuesta la dictadura de Pérez Jiménez, el gobierno venezolano tomó una serie de medidas de índole social, las que unidas al inestable ambiente político existente (como consecuencia de sublevaciones militares y de la subversión guerrillera), ocasionaron una crisis económica, que afectó particularmente a la industria de la construcción, uno de los sectores más activos y fuente generadora de empleo. En esa Ãpoca el gobierno intervino activamente en la actividad petrolera, con su política de no otorgamiento de nuevas concesiones petroleras, la creación de la empresa estatal CVP y su decisiva participación en la creación de la OPEP. Las empresas petroleras extranjeras, sintiéndose amenazadas por el aumento del Impuesto sobre la Renta y la anulación de las concesiones petroleras recibidas durante el periodo perezjimenista, redujeron sensiblemente el ritmo de sus actividades de exploración y perforación. De esta manera se redujo drásticamente la inversión bruta de la industria petrolera. Con el propósito de
paliar los efectos de la crisis, el gobierno, con el apoyo del llamado Pacto de Punto Fijo, decidió aumentar el nivel del gasto público, especialmente de los gastos corrientes, incrementó la presión tributaria y recurrió de más en más al crédito público. Todo ello se concretó en una gestión fiscal ampliamente deficitaria. Las reservas internacionales que alcanzaban, a finales de 1957, 1.396 millones de US dólares, se situaron en 1962 en 583 millones y se agudizó la salida de divisas por una violenta fuga de capitales. El gobierno, para contrarrestar la salida de divisas, estableció en noviembre de 1960 un régimen de control de cambios, que se hizo más severo en 1961. A partir de 1962 la economía comienza a recuperarse, observándose un saldo positivo en la balanza de pagos, la estabilización del tipo de cambio en el mercado libre y el aumento progresivo de las reservas internacionales. En enero de 1964 se eliminó el control de cambio y se formalizó la devaluación del bolívar, con un tipo de cambio libre a razón de 4.50 Bs./Us $. La crisis energética de 1973. A partir de 1970 el precio del barril de petróleo comenzó un formidable ascenso, por el aumento del consumo mundial de petróleo. A este aumento se unió el estallido de la cuarta guerra árabe israelí produciendo aumentos aún mayores del petróleo. A finales de 1973 la economía estadounidense entró en una profunda recesión. manifestada por la persistencia de los déficit en la balanza de pagos y su incidencia sobre el sistema monetario, con sus consiguientes consecuencias sobre el nivel de la producción industrial y el desempleo. Esa depresión se tradujo en Venezuela en la disminución de la producción y la exportación de petróleo. Pero el aumento de los precios mundiales del crudo. que aumentó los ingresos fiscales del país, evitó que la crisis mundial repercutiera negativamente sobre la economía nacional. La crisis iniciada en 1983. El 18 de febrero de 1983 se produjo el llamado " Viernes Negro", como consecuencia de una reiterada política económica gubernamental llena de desaciertos, mientras los ingresos petroleros disminuían y estallaba la crisis mexicana (que creo severas tensiones en la banca internacional). Todo eso favoreció el desarrollo de un grave clima de incertidumbre económica interna, fuga de capitales, incapacidad de cancelar los compromisos de la deuda externa, reducción de la inversión neta privada, déficit en la balanza de pagos y disminución del nivel de las reservas internacionales. El gobierno estableció ese mes de nuevo el régimen de control de cambios. después de casi veinte años con un sistema de tipo de cambio fijo y de libre convertibilidad del bolívar. Así se implantaron, conjuntamente, el Régimen de Cambios Diferenciales (RECADI), con dos tipos de cambio o paridad fija preferencial (4,30 y 6,00 Bs./Us $) y un mercado libre a paridad variable, y el Sistema Administrado de Precios. En 1984 se modificaron las tasas de cambio preferenciales (4,30; 6.00 y 7,50 Bs./US $) y se utilizó el tipo de cambio de 7,50 para la mayor parte de las importaciones de bienes y servicios, y se tomaron varias medidas de austeridad en el gasto público, que significaron fuertes sacrificios para la población y el aumento del desempleo y el subempleo. En febrero de 1986 se logró un primer acuerdo de refinanciamiento de la deuda pública externa, que no pudo ser cumplido por la irreal sobreestimación de los ingresos petroleros, que experimentaron una fuerte caída en los mercados internacionales. Para compensar la reducción de los precios del petróleo, se aumentó el volumen de petróleo producido. Para contrarrestar la recesión, el gobierno inició una política expansiva del gasto público, e incurrió en importantes déficit fiscales, que obligó a realizar nuevas y periódicas devaluaciones del bolívar con el propósito de incrementar los ingresos en bolívares y cubrir el déficit fiscal. El gobierno había, además, congelado las tasas de interés, y la oferta monetaria, expandida como consecuencia de las devaluaciones, aumentó por la sobredemanda de crédito. Esa política de tasas de interés negativas contribuyó a una mayor fuga de capitales, a la vez que presionaba las tasas en el mercado paralelo de divisas. A finales de 1988 el tipo de cambio se ubicaba en ese mercado en 39,30 bolívares por dólar. Aumentos generales en los sueldos y salarios decretados en 1986 y 1987, junto con la política expansiva del gasto público sin contrapartida con el aumento de la productividad, estimularon el crecimiento de la inflación, especialmente a partir de 1987. Ni controles más severos en los precios, ni la concesión creciente de subsidios lograron capear la tormenta, y las reservas internacionales pasaron de 13.750 millones de dólares a 6.671 entre 1985 y 1988. La corrupción aumentó a niveles sin precedentes con el funcionamiento de RECADI, que otorgaba dólares a una tasa preferencial de 14,50 bolívares, mientras el dólar se cotizaba a 39,30 bolívares en el mercado paralelo. En 1989 se aplicó de un golpe, sin gradualidad ninguna ni suficiente información a la población. un severo paquete de medidas económicas para eliminar los desequilibrios económicos y reorientar la economía hacia un crecimiento autosostenido, pero se hizo sin adecuado "piso político" . La aplicación del paquete en condiciones, después de varios años de reducción sistemática de capacidad adquisitiva de la población, trajo consigo empobrecimiento de la clase media, de reciente desarrollo, y agudizamiento de las contradicciones sociales y una población empobrecida en medio de un ambiente de despilfarro y corrupción. Produjo así un tenso clima de inestabilidad política, con dos estallidos insurreccionales el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, ensombrecieron el panorama social, situación que aún la dirigen política no ha logrado solventar. El fantasma del golpe de Estado militar ha deprimido el escenario interno y desacreditado al país internacionalmente, conjuntamente con la incertidumbre y las incoherencias de la política económica gubernamental. A los elementos iniciales de la crisis (crisis cambiaría de 1983 contradictorias políticas económicas, insostenibles subsidios, déficit fiscal, elevada deuda externa, deterioro de la situación social política, aumento de la corrupción y de la inflación) se sumo nuevo y peligrosísimo ingrediente: el colapso del sistema banca nacional. Ya se tenían algunos antecedentes de ese desastre, que fueron desoídos: el colapso de la banca pública y de las sociedades financieras pequeñas desde 1984"1a quiebra de algunos bancos como el BND en 1978, del BTV en 1982, del Banco de Comercio en 1985. La sostenida elevación de las tasas reales de interés, la fraudulenta actividad de muchos bancos con balances distorsionados y la pérdida de la capacidad de influencia política de un sector de la banca, trae consigo el estallido de un enorme escándalo financiero, comprometió aún más la capacidad de recuperación del país. Al cierre de 1992 diez de los diecinueve bancos más importantes del país estaban prácticamente quebrados. Según los análisis económicos Faraco y Suprani, hasta el 31 de enero de 1995, la crisis financiera venezolana había arrastrado al 27 por ciento de instituciones bancarias, poseedoras, al 30 de junio de 1993, del 58 por ciento de los activos registrados en los libros del sistema; comprometida la viabilidad de cerca de la mitad de las empresas seguros y eliminado a casi las dos terceras partes de las casas bursátiles del país. El costo de esta crisis financiera durante 1994 estima en un monto equivalente al 18 por ciento del PIB. Y su atención por parte del gobierno había incrementado la deuda pública en cerca de un 33 por ciento. Los analistas aseguran que ³un descalabro de estas proporciones e implicaciones no se habían registrado durante el siglo XX en ningún país´.
FORMULACIÓN
DEL PROYECTO NACIONAL PRESENTADO POR: PROF. ORLANDO ARCINIEGAS D .PROF. LUZ MARINA MÁRQUEZ Con la instalación de la Constituyente de 1830, en esta ciudad de Valencia, se ratifica, en términos jurídicos y políticos, la separación de Venezuela de Colombia. A partir de esta fecha, la formación social venezolana estaría expuesta a un accidentado proceso de estructuración nacional, el cual toma inicio con el intento de sentar las bases jurídico-políticas del Estado nacional. El modelo de Estado que se adopta es el patrón eurooccidental y norteamericano, fundado en la división de poderes, de carácter centralizado, de democracia restringida y de orientación liberal, en cuanto a su función económica y relaciones con la sociedad. A esta voluntad política la llamaremos el Proyecto Político de 1830. La acción de gobierno se orienta a la búsqueda de salidas a la crisis estructural de la sociedad implantada. Las medidas apuntan, por un lado al restablecimiento de la base agropecuaria y, por el otro, a la creación de formas de gobierno y marcos jurídicos propios, como fórmula para la reconstrucción de la legitimidad después de la ruptura del nexo colonial. Con las nuevas formas políticas y jurídicas buscaban los criollos apuntalar su control sobre el orden social. Control que había resultado comprometido durante las luchas de emancipación a causa de la dislocación del orden social, la movilización de los sectores dominados y la reducción de la población blanca. En el orden económico se intenta liberalizar la economía, reconstituir el capital y responder a la crisis de mano de obra. Las llamadas leyes económicas [Ley de 10 de abril (1834); de Espera y Quita (1841)], la creación del Banco Nacional (1841), la búsqueda de inmigración y la formalización de las relaciones con los centros de desarrollo capitalista son, sin duda, algunas de las piezas fundamentales de tales propósitos. Debemos recordar que la crisis estructural de la sociedad implantada, cuyo origen se sitúa a fines del siglo XVIII, tuvo como manifestación general una pérdida del dinamismo social -cesación de los procesos de ocupación del territorio y contención en el desarrollo y diversificación de la estructura social-, acompañada de una agudización de los conflictos sociales, pues de esa manera se expresaron las luchas que por la libertad e igualdad se plantearon los distintos sectores sociales (criollos, esclavos y pardos) de aquella sociedad. Luchas de clases e intra clase de tanto encono que, a juzgar por lo que dicen algunos autores, las guerras de independencia resultaron ser cruentas guerra sociales. Esa crisis estructural, en la medida en que no pudo encontrar prontas y efectivas respuestas, debido a la acción combinada de factores históricos de distinta naturaleza, significó para el país un largo proceso de estancamiento y una crónica conflictividad sociopolítica -luchas de clases e intra clase- que minaron gravemente la posibilidad del progreso y la paz social durante buena parte del siglo XIX. Para los años 1830, la formación social venezolana es un "ente tan desintegrado o desarticulado como podía serlo a mediados del siglo XVIII" (1); y se encuentra marcado además por la destrucción de las guerras de emancipación. Ocupa un espacio territorial de más de un millón de kilómetros cuadrados, en el cual tiene asiento una escasa población próxima al millón de persona (2), ubicada en los mismos espacios que ocuparan a fines del mencionado siglo, sin contar con mayores infraestructuras: Se carece de puertos y caminos, y, lo que es peor, no se tiene la posibilidad material inmediata de modificar tal panorama. Obviamente que las nociones de libertad política y económica del grupo dominante estaban en abierta oposición con las prácticas del esclavismo y los intentos hechos desde el poder de creación de un régimen de trabajo forzado, para someter la fuerza de trabajo libre (el peonaje), a las pésimas condiciones de trabajo de las haciendas venezolanas de aquel tiempo. Pero todo indica, que tales contradicciones encontraron entonces justificación en la escasez de mano de obra que afectaba a la economía, que aún no mostraba una total recuperación de los destrozos sufridos durante los largos enfrentamientos bélicos de la emancipación. Pardos -expresión propia de la colonia-, peones y esclavos, sin embargo, no dejarían de hacer sentir sus reclamos de igualdad y libertad a través de luchas específicas (4), o como expresión de apoyo a los bandos en pugna de las clases dominantes, en los conflictos que estos mantendrán por el control y dirección del orden social. Asimismo, estaba pendiente la satisfacción de las aspiraciones históricas socio individuales de los grupos sociales dominados (pardos y esclavos), pues el proyecto de redención social de la Independencia seguía sin tener realización; pese a que la guerra había contribuido a acercar las "castas", introduciendo un componente social de igualitarismo que históricamente habría de profundizarse. La voluntad de constituir a Venezuela en Estado soberano partió, entre un gran consenso y armonía, de la clase dominante criolla. Propietarios agrícolas, comerciantes, el sector ilustrado y los jefes militares nucleados en torno al liderazgo caudillista (3) del general José Antonio Páez (1790 - 1873), entonces la figura política central del país, se acuerdan para impulsar, bajo las orientaciones de la Constitución de 1830, las tareas propias de la construcción de una sociedad liberal. A la élite civil -el sector ilustrado- le correspondió la gestión del gobierno. Este propósito de edificar las formas políticas y socioeconómicas liberales ha de entenderse como una clara influencia de los círculos dirigentes de Europa y Estados Unidos, pero, a la vez, como la búsqueda de creación, en el interior de la formación social venezolana, de estructuras comunes a los centros de desarrollo, para los fines de la articulación con el sistema capitalista mundial, estimada como necesaria para la recuperación económica. Este vínculo, para el tiempo histórico bajo atención, se expresa básicamente a través del intercambio comercial, la inmigración y los empréstitos intergubernamentales. El de 1830 fue un régimen oligárquico -de participación política restringida-, que instituyó una exigencia rentística o patrimonial para el ejercicio de los derechos de elegir y ser elegido. Fue asimismo, pese a su definición "centro federal", un poder centralizado que subsumió las tradiciones autonómicas de las provincias. Así se dejaron de lado las demandas de participación e igualación ciudadanas de los pardos, planteadas conflictivamente a fines del período colonial; como las aspiraciones de participación en términos de igualdad de las Provincias. Las cuales, por cierto, habíanse puesto críticamente de manifiesto al momento de la declaración de la Independencia, y que explican, al par con la influencias ideológicas, el carácter federal de la Constitución de 1811. A poco y abigarradamente mezclados, todos estos elementos críticos se pondrían en juego. Los caudillos orientales, con su sempiterno jefe José Tadeo Monagas (1784 - 1868) al frente, se levantarían contra la Repúblicas esgrimiendo una proposición federalista: la creación del Estado de Oriente. Lucha que nos dice de las dificultades que entonces presentaba, en aquella sociedad de débil estructuración,;, la idea de la integración nacional. El federalismo, bien como autonomía o, incluso, como propuesta separatista, serviría para vehicular la resistencia contra el centralismo y el ejercicio exclusivista del poder, por parte de la llamada oligarquía conservadora.
Cuenta de igual forma las confrontaciones entre civilistas y militaristas. Conflicto vinculado al tránsito de las formas políticas militaristas a las nuevas de carácter civil: Separación de la autoridad civil y militar; carácter obediente y subordinado del poder militar; supresión del fuero militar, ordenadas por la Constitución, y propias del régimen republicano de estado de derecho. Aspectos éstos resistidos por prestigiosos grupos militares, pero que son impulsados fundamentalmente por la élite civil, que es la que entonces muestra una mayor identificación política con el proyecto liberal y posee, además, la capacitación intelectual para la gestión del Estado. Conviene aquí la insistencia en señalar que la construcción de las formas jurídico-políticas liberales obedecen al propósito de legitimar el poder en una doble dimensión. En lo interno: por la necesidad de construir un poder legal y legítimo que permitiera, tanto el control del territorio como el mantenimiento de la dominación de los criollos sobre los sectores populares movilizados. Y en el orden externo: por la búsqueda del reconocimiento internacional, para los efectos de la realización del comercio, el crédito, la inversión, inmigración, etc.; formas de relacionamiento con el sistema de economía mundial, procuradas como fórmulas para vencer el estancamiento y el atraso. Los conflictos entre "civiles y militares" serán, por otra parte, la forma que tomen también las luchas de los ciertos sectores de militares-caudillos, rivales de Páez, que fueron expresamente excluidos de la alianza de poder acordada en 1830, entre la élite civil y la red caudillista de Páez, en contra de los gobiernos de la oligarquía conservadora. De entre esos conflictos, sobresale por su magnitud la Revolución de las Reformas" (1835), que produjo el derrocamiento del gobierno del Dr. Vargas, el primer gobierno civil del periodo republicano. Empero, el conflicto fundamental de este período ocurre entre los intereses de los propietarios terratenientes y los comerciantes prestamistas, factores de la clase dominante, lo cual ilustra acerca de las dificultades que tiene esa clase para encontrar un proyecto común. Ese enfrentamiento, agudizado por la caída de los precios internacionales de los rubros agrícolas de la exportación, como parte de los desajustes de la economía internacional ocurridos a partir de 1837 (S), condujo en lo inmediato a una disputa sobre las leyes económicas liberales que afectaban a los deudores y, sucesivamente, a toda una discusión ideológica acerca de la manera de concebir y entender el ejercicio del gobierno. Ese choque de intereses será motivo primordial para la creación del Partido Liberal, en 1840, que tendría como cabeza dirigente a Antonio Leocadio Guzmán (1801 - 1884); y con ello la ruptura definitiva del consenso de 1830 entre la clase dominante. En lo sucesivo, aparecerían las dos facciones conocidas del pensamiento liberal venezolano: liberales -y conservadores, las cuales terminarán por expresar distintas modalidades, tanto en la concepción del Estado como en la manera de enfrentar la crisis estructural. Las luchas de liberales y conservadores -confrontación acerca de cuál facción debía dirigir el orden social-, una vez desatadas, sobre todo después de los incidentes de las elecciones de 1846, no tendrán prácticamente tregua y, entremezcladas con los no menos agudos conflictos entre los diferentes sectores y grupos de clase, que encuentran en la crisis económica un campo abonado,.darán margen a una irrupción de luchas populares cuyo desenlace y expresión más aguda lo será la llamada Guerra Federal o Federación, que oficialmente ocurre entre 1859 y 1863 y que constituye el segundo conflicto bélico del siglo XIX. Esto, pese a la sustitución de la oligarquía conservadora por el monaguismo (1847), el cese inmediato a la persecución del grupo liberal radical, el breve ingreso de sectores liberales al gobierno de Monagas, la abolición a la esclavitud y la derogación de las leyes económicas polémicas, que como se dijo, eran factor de conflicto y perturbación, por el perjuicio que causaban a los propietarios agrícolas endeudados y prácticamente arruinados por la crisis económica mundial y local. Porque el monaguismo, en su lógica autocrática y nepótica, terminaría por anular los mecanismos constitucionales para la alternabilidad del poder (1850), dejando así abierto el camino a luchas de franco carácter militar. Luchas que proseguirían aun después del breve acuerdo de liberales y conservadores que significó el derrocamiento de la "dinastía", en 1858, y la convivencia parlamentaria ocurrida en la Convención de Valencia (1858), ocasión para el gran debate entre las tesis centralistas y federalistas; pero que en nada impidió la propagación de la ola violentista. En el marco de estas luchas que anarquizan el orden social, cuya cúspide, como se dijo, es la Guerra Federal, se profundizará una vinculación, iniciada si se quiere, en 1846, entre radicalizados liberales y sectores populares. Estos ante el clima de anarquía, muestran una clara y espontánea tendencia a insubordinarse en reclamo de sus derechos frente al orden oligárquico y la creciente miseria que los afecta, pero sin llegar a conformar una alternativa propia de cambio. Del acercamiento del liberalismo a las luchas populares se producirá una síntesis de valores político-ideológicos, que indican, por una parte, una capacidad del liberalismo para entender la necesidad de medidas liberalizadoras del orden social, fórmula que, a su vez, representa una cierta manipulación -en función de sus particulares intereses- de las luchas populares; y, por otra parte, la coherencia del pensamiento liberal para proponer, como expresión del sector más avanzado de la clase dominante, la necesidad de reformas democrático-liberales en la estructura social. Esos nuevos valores político-ideológicos, apreciables fácilmente en los planteamientos de El Venezolano y en los documentos emitidos por los jefes de la Federación, condensan una respuesta a las luchas históricas de las clases dominadas: Igualdad jurídica, plena elegibilidad, sufragio directo, abolición de la pena de muerte, prohibición perpetua de la esclavitud. Dan reconocimiento a la participación política regional: Organización federal del Estado; definitiva aceptación al conjunto de valores sociales propios de las sociedades modernas, burguesas: Libertad absoluta de prensa, de tránsito, de asociación, de industria, de libertad de cultos, inviolabilidad de la propiedad, de la correspondencia, etc. Valores que vistos en forma conjunta poseían la potencialidad de reformar el orden social heredado de los tiempos coloniales, poco modificado en su tránsito hacia la vida republicana; y, sobre todo, la posibilidad de abrir los cambios que permitieran la evolución misma de las clases dominantes criollas en una burguesía plena. Esa posición del grupo liberal que admite y propugna la liberalización del orden social, como fórmula para preservar el papel de la clase dominante criolla, se tornará históricamente en una concepción modélica acerca de la organización y funcionamiento de la sociedad venezolana. Ese conjunto de valores aludidos pueden apreciarse en el Decreto de Garantías expedido por el general Juan Crisóstomo Falcón, en 1863, y en la Constitución Federal de 1864, sancionada en fecha posterior a los acuerdos de la clase dominante que dieron término a la Guerra Federal. Analíticamente ese conjunto de valores corresponde a la categoría denominada Proyecto Nacional, y ha de entenderse, históricamente y teóricamente, como el resultado del proceso de aproximaciones y búsquedas de soluciones a los problemas de la crisis estructural, procurados desde 1810 - 1811, y después de los estallidos bélicos. Su perfeccionamiento e instrumentación práctico-ideológica correrán a partir de 1870, cuando asciende al poder Guzmán Blanco.