ALFREDO EIDELSZTEIN
EL GRAFO DEL DESEO
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E idelsztein, Alfredo El grafo del deseo 2° ed. - Buenos Aires : Letra Viva, 2005. 214 p. ; 22X 15 cm. ISBN 950-649-107-9 1. P sicoánalisis. I. Título CDD 150.195
Por la presente edición: © L etra V
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INTRODUCCION
El presente libro reúne las clases dictadas en el Curso de Posgrado “El grafo del deseo y la clínica psicoanalítica”, realizado durante el año 1993, en el seno del “Programa de actualización en psicoanálisis lacaniano”, bajo la dirección de la doctora Diana Silvia Rabinovich, en el marco de las actividades de la Se cretaría de Posgrado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Si bien el tema del curso fue el grafo del deseo y su articulación con la práctica clínica del analista, quien lea estas páginas verá que se realizó además un recorrido muy intenso del escrito de Lacan “Subversión del sujeto y dialécti ca del deseo en el inconsciente freudiano” (Escritos /, Siglo XXI, 1985), que fue parafraseado y citado en prácticamente todas las clases del curso. Dados algunos problemas en la traducción al castellano, no siempre pudo utilizarse esa versión, lo que me obligó a traducir algunos términos o párrafos para favorecer la comprensión de lo que Lacan afirma. La desgrabación de las clases del curso de posgrado es la base de este libro; éstas han sido modificadas (lo mínimo posible) de tal manera que su lectura no se vea demasiado afectada por el estilo coloquial. Agradezco a todos los que de una u otra manera han colaborado en la reali zación de este libro destinado a avivar y profundizar la lectura de los textos en los que se plasman las enseñanzas de Jacques Lacan. Especialmente este agradecimiento va dirigido a los alumnos del citado curso, quienes lograron que el trabajo estuviese connotado para mí de un gran interés y entusiasmo.
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UNO EL GRAFO DEL DESEO Y LA TOPOLOGÍA
Voy a dedicar la clase de hoy a presentar el tema sobre el que va a girar to do el curso, y empezaré planteando algunas cuestiones que hará falta manejar bien para poder aprovechar lo que Lacan nos propone mediante el grafo del deseo. En la enseñanza deLacan, la serie que se arma con modelos, esquemas, grafos, superficiesno topológicas y nudos ocupa un lugar que le son exclusivos; hay ningún otro psicoanalista que yle una hayaimportancia asignado tanta importancia, tanto tiempo y tanto espacio a este problema de las representacio nes en psicoanálisis. Esto es muy razonable, dado que Lacan fue el psicoana lista que más estudió y desarrolló la teoría sobre la representación para el suje to humano. En esa serie, los grafos representan la primera entrada sistemática de la to pología en psicoanálisis. Me cuido y digo “la primera entrada «sistemática» de la topología” porque, en rigor, ya en los modelos y en los esquemas hay cues tiones topológicas; pero sistemáticamente hablando, la primera entrada de la to pología en la enseñanza de Lacan es el grafo del deseo; y esto no es obvio. Va mos a trabajar este punto. Empiezo con una cuestión histórica muy importante, que remite a una di mensión estructural. El primer estudio sobre los grafos lo realizó Euler (17071783), uno de los matemáticos más prolíficos de la historia, y ese estudio de Euler sobre los grafos es la base de la topología. De modo que no solamente en Lacan los grafos son la entrada de la topología en el psicoanálisis; en las mate máticas también. Me imagino que para la mayoría de ustedes quizá no hemos hecho más que
abrir una nueva pregunta. Si antes la pregunta era sobre el grafo, ahora es sobre la topología. ¿Por qué habrá de interesarnos que los grafos son la entrada sistemáti ca de la topología en la enseñanza de Lacan y por lo tanto en el psicoanálisis?
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Trataré de argumentar a favor de eso, y lo voy a hacer incluyendo ya una consideración clínica. Si nuestro gunto de partida es la estructura de lo real, lo simbólico y lo imaginario, para dar cuenta del sujeto con el que opera el psicoa1nàli'Sir^"ne^sãno7~ên toda consideración teórica, partir desde la perspectiva de esa misma estructura. Entonces, s[ la estructura es tal como la concebimos Jreal, simbólico e imaginario), para dar cuenta del sujeto del psicoanálisis debe mos valernos de una estructura real, simbólica e imaginaria. Esto que acabo de decir no es, a decir verdad, un argumento teórico; les pro pon go que lo tomemos c om o el fundamento m ismo de la p rác tic a analí tica lac aniana: su especificidad. Para enunciarlo aún más precisamente: las e]aboracio: nes teóricas en psicoanálisis, las intervenciones del analista y la dirección de la cura se rigen por la estructura de lo real, lo simbólico y lo imaginario. Intentaré mostrarles las dificultades que se nos plantean cuando no opera mos así. Partamos para ello de lo que considero una lectura estructural del mo delo óptico. El argumento es que el modelo óptico responde a la teoría lacaniana de la tópica del inconsciente. ¿Cuál es la tópica del inconsciente para Lacan? Según Lacan la estructura que le corresponde al inconsciente es la de lo real, lo imaginario y lo simbólico (enpor lugar de Inconsciente, Prcconscienle Conscien te). El psicoanálisis empezó aquello, es cierto, pero Lacan nosypropone que así conviene seguir. Ahora, ¿qué es una tópica en psicoanálisis?, y más particularmente, ¿qué es la tópica freudiana? Una relación entre instancias, entre sistemas, concebida co mo espacial. Sencillamente, que entre el Inconsciente y la Conciencia está y es tará siempre lo Preconsciente. Ese “entre” es la metáfora espacial. Ésta es la metáfora espacial de Lacan en el modelo óptico:
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Esquema n° 1
En ella, imaginario es donde se produce la imagen que engaña al sujeto; real es el cuerpo inaccesible para el sujeto, y simb ólico es el espa cio de lo vir tual. Tan sólo para visualizar mejor el problema les propongo aplicar un cuarto de vuelta, en el sentido contrario al de las agujas del reloj, sobre el esquema anterior:
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Esquema n° 2
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Ésta es la propuesta de Lacan: lo simbólico determina lo imaginario y lo real, y a su vez -ésta es una cita de Lacan- “lo imaginario y lo real están al mismo nivel”. Esta frase parece un tanto misteriosa; ¿lo imaginario y lo real es tán al mismo ¿Qué quiere decir “al mismo¿Ynivel”? una relación tópicanivel? equivalente respecto de aquí lo simbólico. cuál esQue esa tengan equivalen cia? Precisamente, que ambos están determinados por lo.simbólico. Pero el pro blema es que Lacan nos presenta esta información de que lo simbólico determi na por igual a lo imaginario y a lo real con un modelo cuya estructura misma es imaginaria, o sea que en el modelo óptico, dada su estructura imaginaria, se desmiente lo que se quiere af irma r med iante su uso. Cuando decimos “estructura imaginaria” debemos empezar a mentar sobre lo simbólico, lo imaginario y lo real -si queremos que esos significantes nos di gan algo. doy ejemplos. que leóptico, vamos ¿dónde a asignarfuncionan a “imagina rio”Les es el dedos analogía. En El el primer contextosentido del modelo las analogí as? Hay do s dimensiones m uy obvias. Pri mero , que el “ estadio del es pe j o ” e st á rep re sen ta do po r un es p ej o . É sa es una an al og ía gr os era . N o l o d ig o yo ; Lacan dice que esa analogía suya es una analogía grosera. Y hay otra analogía más grosera aún, y es que también el orden simbólico, el A, está representado por un espejo. El problema es que es imposible sostener la dimensión de la ana logía en el campo de lo simbólico, porque el significante -es un axioma elemental- es pura diferencia; no hay nada de analogía a nivel del significante. Ahora, ¿cómo vamos a sostener, entonces, que el significante es lo determinan te, si estamos utilizando un instrumento imaginario para dar cuenta de él? El modelo, en su estructura, desmiente lo que se quiere afirmar a nivel de los con tenidos. Para decirlo en términos psicoanalílicos: este procedimiento es una desmen tida. Se dice que lo simbólico es lo que determina, pero en la forma misma de decirlo se anula lo que se está diciendo. Hay, a este respecto, un ejemplo que es muy interesante. Lacan dice que no es en el espejo donde el niño encuentra la imagen fascinada y fascinadora de sí, sino que la halla al darse vuelta, en la mirada de su madre. (Aclaremos que “madre” es una función, que podría ser ocupada por el padre o por la abuela; es una función tal como la función padre). Ahora, ¿qué es una “mirada fascina da”? Lo primero que notamos es que la mirada fascinada requiere, en realidad, de la determinación del orden simbólico porque remite a la cuestión del deseo. Pero si nosotros explicamos esto con espejos, no hacemos otra cosa que des mentirlo. Bien, hasta acá sólo justifiqué que hace falta que la estructura conceptual de! psicoanálisis coincida con lo que el psicoanálisis afirma que es la estructura del sujeto, aunque aún no dije por qué la topología es adecuada para eso. En verdad no afirmé nada de la topología; sólo que la solución lacaniana para este problema es la topología; no dije por qué, no voy a decir por qué tampoco; tan sólo voy a darles algunos datos para empezar a pensar este problema.
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El aprovechamiento que podemos hacer de la topología, como forma de concebir la estructura de lo imaginario, lo simbólico y lo real, implica al menos La p rim era : que en topología se hace caso tener en cuenta cinco dimensiones. omiso de la forma, es decir que en topología las formas no cumplen ninguna función. Por eso se la denomina, metafóricamente, la geometría de la lámina de goma: una superficieEsto se laespudiese estirar, doblar y apretar, va riaría laporque formaaunque pero noa su estructura. muy importante porque nos rectifi ca, a nivel conceptual, la noción de estructura clínica. Hasta Lacan, se solía tra bajar con “formas clínicas”, esto es, diagnosticar según las apariencias (y los que tengan práctica clínica habrán descubierto ya cuántas veces la apariencia de una neurosis obsesiva encubre una estructura histérica, por ejemplo). En psi coanálisis, las formas no cumplen una función determinante; es por eso que lo imaginario no puede estar en una posición determinante en lo que elegimos para representar la estructura. La se gunda: en topología ninguna función de tamaño o de distancia mensurabfe es tomada en cuenta. En psicoanálisis hacemos extensiva esta propiedad al tiempo y al espacio. Les propongo que articulen el hecho de que en topología las dimensiones de tamaño y distancia mensurables no cumplen ninguna fun ción con la concepción psicoanalítica del tiempo y del espacio. Ustedes saben perfectamente que a veces un instante no termina nunca, y que otras veces mu chos años se pasan en un momento; de modo que esas dimensiones del tiempo ya no coinciden en absoluto con ninguna categoría de medida: un instante pue de ser más largo que varios años. Respecto del espacio es aún más fácil darse cuenta del problema. En psicoanálisis, la dimensión del espacio no vale por la medida. No es que diga que los psicoanalistas no tomamos en cuenta la dimen sión del tiempo o del espacio; digo que -como en la topología- no podemos ha cerlo por la vía de la medida. Quién no sospecharía -aun no siendo psicoanalis ta- que la separación entre un hijo y un padre en conflicto es todavía dudosa si lo que ha pasado es que el hijo se fue a Europa, por ejemplo. De modo que mu chos miles de kilómetros pueden no cumplir ninguna función. El problema es que concebir a la separación a nivel espacial -su medida en kilómetros, por ejemplo- no resuelve el conflicto; y en topología tampoco. Las estructuras con las que trabaja la topología no son determinadas en absoluto por la dimensión de la medida. La te rcera : la topolog ía nos permite tra bajar con una relaci ón nueva e ntre int eri or y e xteri or. Ot ra vez - co m o con tiempo y es pa cio- no digo que l as cate gorías de interior y exterior no se apliquen, digo que aquí es distinta la forma como se relacionan respecto al sentido común. Esta dimensión va a ser mucho más difícil de explicar que las anteriores; el grafo va a ser una buena vía para pensar este problema. Las categorías imaginarias -con las que ustedes cuentansobre lo interior y lo exterior, y sus relaciones, no permiten en absoluto pensar afirmaciones fundamentales de Lacan; por ejemplo: que el inconsciente, siendo el discurso del Otro, es lo más propio que tiene el sujeto, lo más interno. ¿Có mo va a ser justamente lo más interno aquello que el sujeto recibe del Otro
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-que se caracteriza precisamente por ser externo-? Quizá no lo pensaron así, y sigue sin decirles nada la frase de Lacan; pero lo que, sin duda, presenta proble mas, es la estructura de la experiencia analítica. ¿Por qué hace falta un analista para que alguien se analice? La noción de individuo (que conviene cada tanto volver a recordar para oponer a la de sujeto) quiere decir “indivisible”; pero no pierdan de vista que se funda sobre la división entre lo interior y lo exterior. In dividuo es un ente indiviso, pero netamente dividido como un adentro respecto de un afuera, el mundo. Porque, ¿qué significaría la noción de individuo si dijé semos que nada distingue el interior del exterior?^ La cuarta : la topología subvierte la relación sujeto/objeto. Voy a decirlo con más precisión: la topología subvierte cierta concepción de la relación suje to/objeto; concepción que es universal, que es la más difundida, la que opera más fuertemente en todos nosotros: res extensa/res cogitans (la cosa extensa / la cosa pensante). Es a partir de la oposición res extensa/res cogitans que se produjo el precipitado donde la res extensa es concebida como tridimensional -la cosa si es extensa es tridimensional, pa rtes extra partes, donde cada una implica exterioridad respecto de la otra- y la res cogitans -e l pensamient o- e s “a-dimensional”, el conocido “el saber no ocupa lugar”. Ahí inciden las nocio nes de la topología, porque ella trabaja con objetos, coii superficies bidimensio nales; quiere decir que ya no es más universalmente cierto que el objeto sea tri dimensional; hay objetos, hay cosas bidimensionales. Y eso nos sirve porque coincide con aquello que sostenemos en psicoanálisis lacaniano: que el sujeto y .el objeto a del psicoanálisis son bidimensionales. Así, del par tridimensionalidad/a-dimensionalidad vamos a pasar, gracias a la articulación psicoanálisis-topo log ía, a trab ajar con un objet o bid ime nsion al y con un sujeto tam bién bidi- „ mensionaí. Ya se habrán dado cuenta de que un objeto de satisfacción pulsional no coincide totalmente con la noción de Lacan del objeto a bidimensional. Tome mos las llores de la metáfora del florero en el modelo óptico. Abrazar a las flo res como un cuerpo abraza a su objeto -vía la zona erógena-, ¿coincide con la noción de objeto a en Lacan? No, porque las flores son tridimensionales, y el objeto a es bidimensional. Esta no es una confusión teórica, es la confusión del sujeto; nosotros siempre queremos hacer tridimensional al objeto a , que es bidi mensional. ¿Para qué? Para poder encontrarlo en la realidad. Entonces, la direc ción de la cura ataca la concepción del objeto como objeto tridimensional. La quin ta (y última): la topología opera con la noción de invariantes. Los invariantes son las propiedades estructurales. Yo no sé si ustedes tienen la misma sensación, la sensación de que, a partir de lo que venimos diciendo, todo se va desvaneciendo. No quedan ni la distan cia ni la forma ni él tamaño: parece que todo se desvanece. Es cierto, todo se desvanece, salvo los invariantes; es decir, queda la estructura. ¿En qué medida nos hace falta una noción de invariancia? ¿Dónde encontramos invariantes es tructurales en la enseñanza de Lacan? Que el inconsciente está estructurado co mo un lenguaje, es invariante en Lacan. A pesar del problema de la forma, del
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tamaño, de la distancia y de la variabilidad subjetiva (de los sujetos tomados uno por uno), resta algo que es invariante: por ejemplo que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, lo que es verdad para todo sujeto. Sé que todas estas frases que expongo como argumentos, no las explico; las vamos a tener que explicar; son aquellas que justamente vamos a trabajar me diante la elaboración del grafo del deseo. Pero aquí no conviene olvidarse (jus tamente por eso tomo com o ejemplo “el inconsciente es tru ctura do com o un len guaje”), que no solamente el psicoanálisis toma de la topología la noción de in variantes; los lingüistas también, por ejemplo R. Jakobson. Jakobson sostiene que todos los lenguajes del mundo -conocidos o por conocerse- tienen la mis ma estructura. Que el inconsciente está estructurado como un lenguaje implica exactamente lo mismo: todo inconsciente que todo psicoanalista deba enfrentar en su práctica tendrá siempre la misma estructura; más allá de cada sujeto, será siempre un inconsciente estructurado como un lenguaje. “Invariante” será la noción que nos servirá para articular la clínica del caso por caso con las propiedades estruct urales. Para cerrar este primer recorrido, digamos que el primer punto de importan fI. cia del grafo del deseo es que es la vía por la cual se introduce la topología en ¡forma sistemática en psicoanálisis. Pero todavía no hemos dicho nada de por -yf- qué el grafo del deseo es topológico. Yo, hace de esto un tiempo, supuse que el grafo del deseo no era topológi co; suponía que topología era la banda de Móbius, el toro, el cross-cap y la bo tella de Klein -las cuatro superficies topológicas. Me imagino que varios de us tedes están aún en esta posición. Eso quiere decir que todavía hay que hacer un trabajo de articulación entre lo más conocido por nosotros de la topología y el grafo del deseo. E1 segundo punto que hace del grafo del deseo una elaboración crucial en la enseñanza de Lacan es que es la vía de entrada fuerte de la noción de lelra; es la primera introducción sistemática -vuelvo a cuidarme- de la noción de letra en el psico aná lisis lacaniano -y tambi én en psicoanálisis en gene ral; la pri mera ‘^sistem ática” . Es d ecir, hay ante ceden tes. En Freud los hay; recordarán, po r ejemplo, el problema de la doble inscripción. En cuanto a Lacan, me gustaría que tengan presente una serie que podemos hacer arrancar con “La carta roba da” del Seminario 2. No debemos perder de vista que en francés “ lettre ” es car ta y es letra. Se puede trazar un arco en la enseñanza de Lacan que va del Seminario 2, “El yo en la teoría de Freud y en la teoría psicoanalítica” -año ’54 más o me nos- a “La instancia de la letra...” -a la altura del Seminario 5 de los años ’57/’58, “La instancia de la letra...” es uno de los textos más incomprendidos de Lacan, uno de los más leídos y de los menos entendidos. Siempre supuse
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-yo también- que era el texto lingüístico por excelencia en la enseñanza de Lacan: si queremos ver cómo se introduce la lingüística en la enseñanza de La can conviene leer “La instancia de la letra...”, que es donde aparecen los con-
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ceptos de fonema, significante, metáfora, metonimia, etcétera; es un texto lleno de referencias a Saussure, a Jakobson; hay abundantes referencias lingüísticas. Pero me parece bastante claro que el problema está muy anticipado por Lacan mismo, ya desde el título; si efectivamente hubiese sido su texto lingüístico por excelencia, Lacan habría escrito “La instancia del significante en el inconscien te”; pero Lacan no lo titula así, sino que elige “La instancia de la letra en el in consciente...”. Esta serie, que arranca con “La carta robada” y sigue con “La instancia de la letra...”, propongo que se cierre para nosotros con “Subversión del sujeto...” -a la altura de los Seminarios 7, L a ética del psic o a ná li sis y 8, La transferen cia :, en los años ’60. No cabe la menor duda de que la función y el alcance de la noción de “letra” en la enseñanza de Lacan no queda cerrada en el ’60; ni si quiera quedará acotada, porque cada vez cobrará más importancia. Les estoy planteando, entonces, que el grafo del deseo es una herramienta ideal para opo ner significante y letra, es decir, para oponer -para articular y diferenciar- lin güística y psicoanálisis. La lingüística queda del lado del significanle y el psi\ coan álisis del lado dé la let ra. Seminario 17, El Para justificar lo que acabo de decir avancemos hasta el revés del psicoaná lisi s. Allí aparece una oposición elemental, pero sumamente importante: que el significante se escucha y la letra se lee. Porque el problema, a decir verdad, es cónio se entienden S, y S2; ésa es una dimensión del proble ma de la oposición entre lingüística y psicoanálisis, entre letra y significante. Lo que pasa es que, cuando transmite, Lacan siempre tiene en cuenta que aque llo que él está transmitiendo en contenido debe estar también presente en el dis positivo que elige para transmitirlo; Lacan nunca habla de la cosa, habla siem pre en la vía de la cosa. S| y S2: significante 1 y significanle 2. S,: significante amo; S2: significanle del saber o conjunto de las articulaciones significantes. Pero ahí Lacan, cuando nos lo dice, nos está tomando como sujetos. Estoy queriendo decirles que La can no escribe la palabra “significante”; escribe ya una letra, la “S”, que uste des leen como “significante” y que creen que es un significante, pero es una le tra con un subíndice, un número. I N o se trata de minu cias, esta m os trab ajan do el argumento de que el grafo \ del deseo es el modo como se introduce, por primera vez de forma sistemática, la función de la letra en el psicoanálisis lacaniano, y aun en el psicoanálisis en gen era l. ,, Analicemos ahora el grafo del esquema 3 (pág. 20). Esta es una versión esquemática, resumida, del grafo, no es el grafo comple to; es el grafo que me hace falta para trabajar este problema. Noten que por un lado hay letras, y por el otro, palabras. Palabras como “ jo u issa n ce ” -que la dejé “Jouissance”, en francés- o como “significante” -que la traduje al castellano-. que quiere decir “goce”, es trabajado por Lacan, quien aprovecha la homofonía, como “yo oigo”, “yo escucho”, “yo escucho sentido”; por eso es que creo que hay que dejarlo en francés para conservar la polisemia. Entonces tenemos la pa-
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Esquema n° 3
labra “goce”, la palabra “castración”, la palabra “voz” y la palabra “significan te”. ¿Notan que tienen una posición peculiar en el grafo? Están en el medio de una línea. Hay una línea con una flecha (un vector, diríamos ingenuamente, sin tomar en cuenta la teoría de los grafos); y en el medio están las palabras. Y no ten también que los puntos de intersección son letras; y aun los puntos de llega da y de partida del vector que cruza los cuatro puntos de intersección, también son letras. ¿Por qué será, entonces, que por un lado hay letras y por el otro hay palabras? El S(A) del grafo se lee: significante de una falta en el Otro. Lo que cuesta entender es por qué en un lugar del grafo Lacan escribe “significante” con una “S” y en otro lugar del mismo grafo lo escribe con la palabra “significante”. Como el autor es Lacan, debemos tomar en serio esta aparente falta de sistematicidad. Sin embargo, en general, no notamos esos delalles. ¿Y porqué? Porque, somos sujetos hablantes. Eso es lo que está trabajado en el grafo: la oposición] entre el significante que escuchamos y la letra, que hay que leerla. .to No sé cuán próximas a vuestra práctica podrán resultarles estas cuestiones, pero si la de ustedes es efectivamente práctica analítica, en todas sus tardes de consu ltorio debe rán encontrar se con e l problema de distingui r ent re escuchar y | '•leer. Un analista, propiamente hablando, no escucha; un analista lee. ; Para o poner el signi ficant e a l a le tra ha ce fal ta u n bu en dispositi vo te ór ic o; y el grafo del deseo es un dispositivo teórico para ese fin, entre otros. Finalmente, el último argumento a favor del grafo del deseo -éste es el más arriesgado de todos los argumentos que voy a darles- es que el grafo del deseo es la introducción del objeto a en la enseñanza de Lacan. Pero esto no encaja fácilmente; sé le pueden hacer varias salvedades a esta afirmación. Primero porque el objeto a -como tal- no está escrito en el grafo del deseo (discutire mos más adelante la función que tiene la letra “a” minúscula, entre paréntesis, al lado de la “¡” minúscula, i(a), o la que tiene cuando compone la fórmula “S” tachada, rombo, “a” minúscula, (S 0 a). Adelantemos que la primera correspon de a la imagen del otro y la segunda al fantasma; pero ahí no es el objeto a,
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causa del deseo. A pesar de eso, Ies propongo que planteemos que la estructura a. Esto va a requerir una cantidad de argumen del grafo del deseo es el objeto tos, porque -por ejemplo- las fechas no coinciden. Habrán estudiado a muchos comentaristas de la obra de Lacan que les aseguran que el objeto a se incorpora en la enseñanza de Lacan a la altura del Seminario 7, pero, en contra de lo que acabo de afirmar, el grafo del deseo es anterior. Ahora, si la función de. objeto a como causa de deseo no es la estructura fundamental del grafo del deseo, ¿por qué el grafo del deseo se llama “el grafo del deseo”? Y aún un argumento para complejizar la cuestión: en el contexto de las “funciones psíquicas” que Lacan inscribe en el grafo (deseo, fantasma, pul sión, el ideal imaginario, el ideal simbólico), el deseo es solamente una letra en tre otras letras. ¿Por qué, entonces, es el grafo del deseo, y no el “grafo de La can” o el “grafo de las funciones psíquicas” o el “grafo del deseo, de la pulsión, del fantasma”, etcétera? Yo les propongo que contestemos que es “el grafo del deseo” porque allí se introduce el objeto a causa del deseo, porqueTa estructura fundamental del grafo es el objeto a. Voy a intentar demostrarlo. Ahora vamos a tener que hacer un trabajo que para algunos quizá resulte di vertido y para otros quizá muy tedioso, pero que de todos modos hay que hacer si lo que uno quiere es entrar en la enseñanza de Lacan: estudiar la teoría matejn át ic a de gr af os y red es. Empecemos por “los puentes de Königsberg”. Éste sería un mapa aproximativo de ellos:
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Dijimos que es en relación con los trabajos de Euler que se desarrolla la teo ría topológica. Específicamente, los trabajos de Euler sobre los grafos están en relación con el problema de los puentes de Königsberg. Königsberg era el nombre de una ciudad universitaria alemana (ciudad que ya no existe, hoy se llama Kaliningrado), que se caracterizaba porque un río, el río Preguel, la atravesaba; en él había dos islas que estaban conectadas con am bas márgenes del río y entre sí por siete puentes. Entonces, la pregunta que se hacían los lugareños era: ¿puede un habitante de Königsberg salir de su casa, recorrer los siete puentes sin pasar por ninguno de ellos dos veces y volver a su casa? Hasta Euler, no había respuesta a este problema. De este entretenimiento nace la teoría matemática de los grafos, y luego la topología.
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Euler encuentra la respuesta porque hace del mapa un grafo. El trabajo de Euler es el que les presento a continuación, con algunas aclaraciones mías. Margen del río
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estáde la ustedes dificultad para comprender pasaje de mapa grafo? que ¿Dónde cualquiera hubiese aceptado queel se dibujase a las aislas conCreo dos círculos; es claro que para este sistema de puentes, el tamaño y la forma de las islas no importa. Lo que seguramente no hubiesen aceptado es que se represen tase a las márgenes del río con un punto. ¿Por qué se pueden representar las márgenes del río con un punto? Porque en realidad hay una continuidad entre los tres puntos de arribo (de los tres puentes que dan, por ejemplo, a la margen superior). Para vuestra mejor comprensión, vamos a nominar cada uno de los puentes. Al primer puente que aparece arriba a la izquierda, el que va de la isla izquierda a la margen superior, lo vamos a llamar “1”; al que está abajo de ése, en la isla izquierda y va hacia abajo, lo vamos a llamar “2”; “3” al que une ambas islas; “4” al primero de la otra isla que va hacia arriba, “5” a su vecino; “6” al que es tá debajo del “4”, y “7” al que está debajo del “5”. En el grafo tenemos cuatro círculos, que representan, respectivamente, las cuatro superficies (dos islas y dos márgenes del río); y las representa a todas iguales (porque se considera que el río parte a la superficie de la tierra en dos, y que todo el “hemisferio” que queda por arriba del río equivale a un punto, co mo una isla -puesto que para este tipo de problema da lo mismo que entre un puente y otro ha ya 1 km o 1 mm). Noten que forma y tamaño han desaparecido como función. El tamaño ya no cumple ninguna función; una isla y un hemisferio adoptan ahora la misma representación. Y así, como el tamaño no cumple ninguna función, tampoco la forma de los puentes representa ya la forma real de esos puentes. Ahora, la pregunta es: ¿se puede recorrer completamente este grafo sin pa sar dos veces por la misma línea y sin levantar el lápiz? Puesto que es un grafo, iá pregunta ya se puede contestar formal y rigurosamente, tal como la ciencia lo
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exige. En la próxima clase trabajaremos las premisas matemáticas necesarias para poder responder a esta pregunta. Con el grafo que sigue, que he dado en llamar “grafo escolar”, nos va a re sultar más fácil hallar una solución experimental.
Cantidad de arislas por vértice \ Esquema ° 6
Orient ación del recorrid o completo del grafo
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Yo jugaba en el colegio con este grafo, por eso lo he llamado “grafojcsco-^ lar”. ¿Se puede trazar todo su recorrido con un solo trazo, sin pasar dos veces por el mismo lugar, y sin levantar el lápiz? Para poder responder avancemos un poco en la teoría matemática de los grafos. A los círculos los vamos a llamar vértices, y a las líneas las vamos a lla mar aristas. Fíjense que el punto de superposición de las dos diagonales es un punto de falsa intersección; es decir, ese punto no es un vértice (tal como el se gundo “grafo escolar” lo demuestra). Quisiera que noten que el vértice de arri ba a la izquierda tiene tres aristas que llegan o salen de él; el de abajo también; el de arriba a la derecha, tiene cuatro; el de abajo a la derecha, cuatro también; y el que está más alejado sobre la derecha, tiene dos. ¿Cuál es la forma corr.ecta de recorrer este grafo? Salir siempre de un vértice cuya suma de aristas sea im par; es decir, en este caso salir de tres. Por eso puse en el recorrido que va de tres a cuatro “Io”. Primero, entonces, de tres a cuatro. Y lo que sigue es claro; se recorre primero el perímetro del rectángulo, luego se toma una diagonal, pa ra, luego de trazar lo dos lados del triángulo, volver por la otra diagonal. Quiero que observen que si bien lo pudimos hacer todo completo, no conseguimos lle gar al mismo lugar de la partida. Recuerden que la pregunta era: ¿puede un ve cino de Königsberg salir de su casa, recorrer todos los puentes, y volver a su casa? Si la estructura de los puentes de Königsberg fuese la del “grafo escolar”,
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la respuesta sería: “No. Puede recorrer todo el circuito pero
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terminará donde
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partió”. Observen que en este “grafo escolar” se partió de un vértice de aristas impares (3) y se arribó al otro vértice de aristas impares. (3). Intentemos algunas definiciones. Podríamos decir que un grafo es una terna. (No sé si con esto ya les resulta interesante. La estructura que estamos trabaján doles tripartita -real, simbólico e imaginario-, y la estructura de un grafo tam bién es tripartita.) El grafo es, decíamos, una estructura tripartita, una terna de vértices y ari stas y una relación que a cada elem ento de “A ” (ari stas) aso cia u n par de elementos de “V” (vértices); cada arista es la unión de dos vértices. Es imposible que exista una arista que conecte un vértice con nada, sería lo mismo que concebir un puente que una un territorio con nada. La fórmula matemática para esto es: G: (V, A,
) penetra en [la neurona] a, y que en ausencia de influjo ha bría ido hacia la neurona b, es influida de tal modo por la investidura cola teral en a, que sólo libra hacia b un cociente, y eventualmente no llega nada a b. Por tanto, si existe un yo, por fuerza inhibirá procesos psíquicos pri marios. Freud nos propone que nos representemos “a! yo como una red de neuronas investidas”.
EL GR AFO DEL DESEO Y LA TOP OLO GÍA
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Los matemálicos toman por sinónimos a “grafo” y “red”; para ellos sería lo mismo si Freud hubiese dicho que nos represenlemos al yo como un grafo de neuronas inveslidas. ¿Es correcla la traducción de Lacan, si lomamos al “lch” como un grafo de neuronas, tal como el esquema de Freud indica? Antes de seguir voy a explicarles el esquema que acompaña la cita (que es un esquema dibujado por el propio Freud). Lo que dice a la izquierda es “Qn”, que es el símbolo freudiano para la cantidad; y tiene una dirección: la cantidad entra -si ustedes quieren- de izquierda a derecha. Y les explico también las le tras, porque tampoco se entienden muy bien. La primera que aparece es la “a”; y hacia abajo sale una flecha cuya letra es la “b”. En suma hay dos flechas, una hacia “a” y otra hacia “b”. Si seguimos el circuito que se inició en “a”, las le tras que siguen son: a , ¡3, y, y 8 (“alfa”, “beta”, “gama” y “della”). Antes de terminar, les propongo que construyamos esta serie: 1) 1895, “In troducción del yo” (nombre del punto 14 del “Proyecto...”); 2) 1914, “Intro ducción del. otro yo”, vale decir, Intr o du cció n d e l narcisis m o, que fes donde Freud hace la diferencia entre las pulsiones libidinalcs del yo como objeto y las pulsiones yoicas del otro yo, y 3) 1955 “Introducción del gran Otro” (clase del Seminario 2 titulada asi"). Tres “introducciones” a la teoría psicoanalítica de tres funciones bien diferenciadas: dos yoes distintos y el Otro. Cuando Lacan tiene que traducir el “lch” d e “Wo Es wa r solí lch w erden” elig e “sujeto”: porque en tiende que es una referencia freudiana al primer yo, al yo como una “red de neuronas”. que luego, en Freud, serán llamadasque “huellas mnémicas”, y más“Neuronas” tarde aún “representaciones”. Representaciones la moderna teoría lingüística llama significantes. Este “yo” es un grafo de significantes, o sea, el sujeto; hay que distinguirlo bien del “yo” como objeto de la captura de la Hbido narcisística. El primer yo, el del “Proyecto...”, es entonces una red de representaciones, vale decir, un gráfó."Lacan encuentra al sujeto en el mismo lugar que Freud: el sistema de significantes, con estructura de grafo.
DOS EL OBJETO o Y LA TEORÍA MATEMÁTICA DE GRAFOS Y REDES
El tema de hoy está en total continuidad con el anterior. Nos referiremos es pecíficamente al objeto a. Lo primero que hay que tener en cuenta es que cuando decimos “objeto a” estamos trabajando con algo que ocupa el mismo lugar que la letra “x” en ma temáti cas; el de una incógnita. La letra “a ” responde a una maniobra de índole algebraica que sirve para nominar algo que en realidad no se puede decir qué es. Por eso, es bastante di fícil que yo pueda decirles sobre qué voy a hablar hoy; es necesario que me ponga a hablar para que ustedes sepan, entonces, sobre qué voy a hablar. Por eso se llama “objeto a ”; sólo a, sin ningún otro atributo o propiedad, sólo obv jeto a. Hay varias dimensiones del objeto a. Creo que conviene (no estoy afirman do que sea necesario) establecer, al menos, estas tres dimensiones fundamenta les d el objeto a: la espacial, la tempora l y la lógica. a. Los hacemos para En rigor, son cortes artificiales de la noción objeto que se note con más claridad desde qué perspectiva encaramos el problema. a en Porque, a decir verdad, no hay ninguna posibilidad de trabajar el objeto su dimensión espacial -por e jem plo - olvidando la temp ora l y l a lógica, y vice versa. , Par a empezar a ser aún un poc o más exp lícito s, digam os que la dimen sión fji espacial del objeto a es la que está en jue go en e l graf o del deseo. El graf o d e l; deseo, como tal, es un dispositivo montado para trabajar fundamentalmente en ' i; la dimensión espacial del objeto a. Para eso partimos de las dos dimensiones que ya conocemos: res cogitans/res extensa. Si bien éstas son nociones carte res cogi sianas, las tomaremos de una manera distinta de la de Descartes. La tans será trabajada por nosotros como cadena significante y la res extensa co m o cuerpo (la noción de cuerp o con la que opera el psi coanáli sis) .
EL OBJ ETO o Y LA TEORÍA MATE MÁT ICA DE GRAF OS Y R EDES
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Recapilulando: vamos a trabajar la dimensión espacial del objeto a -tal co mo se presenta en el grafo del deseo- para después poder dar cuenta mejor de su localización en la cadena significante y en el cuerpo. En cuanto a la dimensión temporal del objeto a, elegí una cita de Lacan del Seminario 8, La transferencia. Ahí Lacan nos dice que “el único verdadero ob je to a es el niño”. No es muy claro qué es el niño, pero al menos resulta obvio que es una dimensión temporal del sujeto humano; niño indica algo del sujeto humano entendido en su dimensión temporal. La diferencia entre un niño y un adulto es temporal; no sabemos bien qué queremos decir con “temporal”, pero sabemos que es temporal. Y por último digam os unas pal abras sobre la dim ensión lógic a del objeto a. Ya desde Freud se plantea la relación íntima entre el inconsciente y un tipo de Jógica. Para Freud una de las propiedades fundamentales de “su” inconsciente era que éste carecía de la posibilidad de inscribir los “valores de verdad” de sus
representaciones, que no se podía inscribir cuál era falso y cuál verdadero, o sea, un problema eminentemente lógico. Freud afirmó que pueden estar inscrip tas tanto representaciones verdaderas como falsas, que no se puede decir la ver dad de la(s) vcrdad(eras); él dijo que no opera el principio de contradicción (aunque se entendió que no opera el de bivalencia). Lacan será el que avance hacia una mejor y más profunda articulación entre psicoanálisis y lógica; lo ha ce medjanl e. su noción de .o bjeto a._ Entonces, la noción de objeto a , como noción lógica, requiere de un cierto tipo de lógica, que es la lógica modal. Y eso porque, a nivel de la lógica, el ob je to a será lo imposible. Para trabajar la estructura del objeto a, en su dimensión espacial, vamos a retomar la definición de grafo que trabajamos en la clase pasada. Llamamos “grafo” a una terna, “G”, que incluye a “V” y a “A” -donde V y A son conjun tos finitos; y a la relación que asocia a cada elemento de A con un par de ele mentos de V, del m odo en que
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den ponerse en relación biunívoca sin cortes ni pegaduras. Recordemos que una relación es “biunívoca” cuando un término, un elemento de un conjunto, está en relación con uno y sólo uno del otro conjunto, y viceversa. Entonces: uno y só lo uno de un conjunto (una superficie) con uno y sólo uno del otro conjunto. Así se definen las superficies topológicamente equivalentes. Ahora quisiera anudar el problema de la continuidad a determinadas elabo raciones fundamentales del psicoanálisis, para que ustedes se puedan dar cuenta de que si bien todo esto suena como lengua extranjera, es “topológicamente equivalente” a probl emas del psicoan álisis que ustedes conocen desde sie mpre. Veamos primero dos citas de “Proyecto de una psicología científica” de Freud; páginas 358 y 360, respectivamente, de la edición de Amorrortu, tomo I: Mientras que en el mund o exterior los procesos constituyen un continuum en dos direcciones, tanto en el orden de la cantidad como en el del pe ríodo (cualidad), los estímulos que les corresponden son, según la cantidad,
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; en primer lugar reducidos y en segundo lugar limitados por un corte; y se gún la cual idad son d iscontinuos. Los procesos exteriores al sujeto son continuos, pero los efectos de esos procesos, adentro, son discontinuos. La diferencia entre el interior del sujeto y el mundo exterior es, según Freud, topológica. Respecto a los procesos internos, que son tan importantes en relación con la pulsión, en “Proyecto...” Freud dice: /
Lo qu e sa b em os so b re lo s es tí m u lo s en d óg en os se pu ede exp res ar en el supuesto de que son de naturaleza intercelular, se generan de manera conti-
1 nua y sólo periódicamente
devienen estímulos psíquicos.
En suma, los procesos exteriores son continuos, pero a nivel psíquico se re gistran discontinuamente. Y los estímulos interiores son continuos y se regis tran psíquicamente discontinuos. Lo que diferencia al sujeto del mundo exterior y del cuerpo biológico es planteado por Freud según la noción de continuidad topológica. Pasemos ahora a una cita de La in te rp re ta ci ón de los su eñ os, capítulo VII, tomo V, p ágina 557, d e la edición de Amo rro rtu: Pero el apremio de la vida perturba esta simple función; a él debe el aparato también el envión para su constitución ulterior. El apremio de la vi da lo asedia [se refiere al niño] primero en la forma de las grandes necesi dades corporales. La excitación impuesta [ setzen] por la necesidad interior buscará un drenaje en la motilidad que puede designarse «alteración inter na» o «expresión emocional». El niño hambriento llorará o pataleará iner-
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me. Pero la situación se mantendrá inmutable, pues la excitación que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentánea, sino a una que actúa continuadamente. Sólo puede sobrevenir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño, por el cuidado ajeno), se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estím ulo int ern o. ¿Se dan cuenta de que el problema es que en la estructura del sujeto huma no, tal como la entiende Freud, hay una falla fundamental: mientras que el estí mulo es continuo, la respuesta que encuentra el sujeto es, por excelencia, dis' continua; y que si no viene algo ajeno (el otro, lo otro), este sistema colapsa, no tiene salida? La estructura del callejón sin salida es, precisamente, lo continuo versus lo discontinuo. Otra vez estamos frente a un problema de estructura topológica. Nosotros vamos a trabajar intensamente las funciones de lo continuo y lo discontinuo -tal como fueron pensadas por Freud y formalizadas por LacanLo que acabamos de ver es algo así como la presentación del problema. Es cla ro, entonces, que este problema ya está en Freud y en el corazón de las cuestio nes más importantes del psicoanálisis. Pero ahora quisiera darle otro sesgo a este mismo problema, para que uste des noten qué tipo de alcance tiene la topología en psicoanálisis; mucho más que el que solemos creer. Estas funciones no atañen solamente a los problemas del cuerpo y en re lación con el objeto a. Conocemos la importancia que Lacan le da a la función del corte en la Sesión; es, obviamente, una función de discontinuidad. Empe cemos por la pregunta más ingenua, que suele ser la mejor: ¿pero acaso los “no-lacanianos” no cortan la sesión? Bueno, sí, también la cortan; el problema es el “buen corte”. ¿Cómo concebir un buen corte? Este problema lo plantea Lacan; a Freud se le escapó. Si el análisis -en su estructura- es finito, entonces el psicoanálisis como tal implica el buen corte. Es decir, hay corte y es practicable. Saben ustedes que para Freud, en cambio, no es del todo así. Para Freud el análisis no podía termi nar sino en una impasse (en francés, “impasse" quiere decir “callejón sin sali da”): la angustia de castración para el hombre y la envidia al pene en la mujer. A míes me parece que la forma quesalida Freudporque tiene de salida” totalmente borgeana: es sin es concebir infinito. el “callejón sin | El problem a del aná lisis finito o infinito tiene enton ces direc ta relac ión con | la concepción que se tenga de la función de la continuidad. Así es en la sesión, y así en la estructura misma del análisis, y así también es como Lacan llega a concebir que existe el buen corte para la sesión: habrá buen corte de sesión en la misma medida en que hay un buen corte en psicoanálisis, el fin de análisis. ¿Cómo concebir la estructura de esa discontinuidad para saber que estamos en el buen camino? Ya dimos algunas definiciones respecto de los grafos. Ahora, para poder
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responder a esta pregunta vamos a plantear cuáles son las invariantes de los grafos, es decir, las leyes que los estructuran. La primera invariante es que todcTg rafo debe estar formad o por partes co ne xas. De m odo que la est ruct ura mínima -p odríam os de cir- de un grafo es, ju st am en te , d o s vé rt ic es y la ari sta qu e lo s une, tal co m o una r ela ció n (
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Esta vez cada vértice tiene un número y está represent ado por un círculo. Ese número en el vértice indica el grado de ese vértice. Tenemos, entonces, tres
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vértices de grado 3 y un vértice de grado 5; o sea, son todos vértices de grado impar. ¿Cuántos vértices de grado impar hay en este grafo? Cuatro. En conse cuencia, se confirmó la ley: número par de vértices de grado impar. Pasemos a la tercera invariante: los grafos que pueden recorrerse completos, de una sola vez y sin repetir trayectorias son los grafos que tienen sólo vértices de grado par. Les advierto que todas estas invariantes implican no tomar en cuenta los la zos o bucles, porque si no, no les va a dar la cuenta. No tomando en cuenta, entonces, los lazos o los bucles, la Red 1-2-3 se pue de recorrer de forma completa siguiendo este camino: 1-2, 2-3, 3-2, 2-2, 2-2, 2-1. Entonces, sin contar los lazos tenemos que los vértices de este grafo son todos pares, porque el grado de los v értices 1 y 3 es do s, y el grado de los vérti ces 2 -d e arriba- y 2 -d e abajo- es cua tr o. Vu elve a cumpli rse la le y. Acabo de presentar la tercera invariante, pero en rigor es sólo una de las for mas de esta invariante; existedeuna porque también se pueden recorrer completos, unasalvedad sola vezayesta sin invariante, repetir trayectorias, tanto los grafos que tienen sólo vértices de grado par como los que tienen dos y sólo dos vértices de grado impar. Por eso es que el “grafo escolar” se podía incluir entre éstos. Es un grafo que se caracteriza por tener todos vértices pares, salvo dos que son de grado tres. Para que se pueda recorrer, entonces, hay que empezar por uno de los vértices de grado impar y terminar en el otro. La cuarta invariante (y esto es importantísimo) es que todo grafo se puede realizar en el espacio de tres dimensiones sin necesidad de cortes. En el caso del “grafo escolar”, por ejemplo, lo que llamamos “corte” es lo que se produce en el lugar de cruce de las diagonales. Por eso les propuse la alternativa de ha cer pasar a una de esas “diagonales” por afuera del rectángulo en el segundo diagrama de ese grafo. Hagamos el siguiente ejercicio: tres casas vecinas deben ser conectadas a las redes de agua, luz y gas; ¿se puede hacer esa conexión mediante un grafo bidimensional, o se requiere de un grafo tridimensional? (Digamos, casa A, ca sa B y casa C; gas -1, luz -2 y agua -3.) No se puede; debe ser tridimensional (observ ar el proble ma en la conexió n de la casa A co n la r ed 3).
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Ahora, ¿el grafo del deseo es bidimensional o es tridimensional? Estas pre guntas las hago para que luego ustedes analicen el grafo de Lacan -que da cuenta de la estructura del sujeto del inconsciente. Otra digresión. Vamos a trabajar la estructura de dos esquemas freudianos. Al de la primera vez (la de red deLaneuronas), hoy trabajoel sobre in te rp re ta cióvamos n de loassumarle su eños ely sobre el “Esquema del peine” “Esquema del huevo” -que está en El yo y el e llo-. Así habremos recorrido los tres esque mas más importantes de Freud. El “esquema del peine” lo propongo, justamente, con una estructura distinta de la de la “red de neuronas”. Del “esquema del peine” yo hice este grafo, que es un grafo orientado.
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Esquema n° 5
Y que, estructuralmente hablando, es igual a:
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Esquema n° 6
dado que las líneas verticales no cumplen ninguna función en otra dimensión que aquella de las horizontales. Solamente se recorre de izquierda a derecha, tal como nosotros escribimos. Me importa mostrarles que la estructura de red que hace falta tomar en cuenta en psicoanálisis no puede ser la que está en juego en el “esquema del peine” precisamen te por el proble ma de que el “esquema del peine” es unidimensional. Para trabajar la estructura del sujeto del inconsciente necesitamos una estructu ra bidimensional. Por eso propongo oponer los dos esquemas freudianos: la red de neuronas bien investidas y el esquema del peine. Recuerden que Freud plan tea el “esquema del peine” en el capítulo sobre la regresión onírica, ya que, jus tamente, no se la puede representar en el esquema unidireccional que da cuenta del funcionamiento del aparato psíquico. En relación con esto, hay un problema en la lectura que se hace del “S, y S2”de Lacan. Me parece que, habitualmente, se leen como un grafo de dos vec tores y una arista. En el contexto del 1-2 pensamos que para que la segunda “S” sea S 2 debe, antes, haberse tomado efectivamente en cuenta la otra “S” como S (. A mí me parece que se iee así, corno e l “esquema de! peine”, que se lee co
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mo un grafo con la estructura del esquema n° 5, y eso es un error. A este error conviene pensarlo en relación con otras teorías. Tanto la noción de cadena en teoría de los grafos (cuya definición ya di) como la de linealidad en la lingüísti ca de Saussure no alcanzan para concebir la noción psicoanalítica de cadena significante. En teoría matemática de grafos, la noción de cadena exige que ca da vértice al que arriba la arista debe ser distinto. En consecuencia, allí es im posible repre sent ar l a repe tic ión; en la con cep ción de Saussure es impensable e l inconsciente como la otra escena. La noción saussureana de “linealidad” es cri ticada por R. Jakobson como un “prejuicio” del maestro ginebrino (cf. Funda mentos del lenguaje, Editorial Ayuso, pág. 109). Tomemos una cita (muy conocida, pero que no se toma del todo en cuenta); está en “La instanci a de la letr a...”; pág ina 481 de lo s Escritos. Dice Lacan ahí: Con las leyes de un orden cerrado se afirma la necesidad del sustrato topológico del que el término cadena significante dei que yo hago uso común mente da una aproximación. La noción de cadena significante de Lacan requiere un apoyo topológico. La noción lacaniana de cadena significante no es igual a la general ni a la de la teor ría matemática de grafos; es la de él. Y así la define: -
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r· ' .· · · - \ ...a n il lo s cu yo co lla r s e se lla en e l an il lo de otr o co ll ar he ch o de an il lo s . \ .. .
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Agrego dos aclaraciones para volver más evidente el problema. Por un lado, la palabra “anillo”, aquí, se refiere a una de las superficies topológicas: el toro. Y por otro lado, la expresión “se sella”, que obviamente es ambigua, tiene co mo una de sus acepciones el “cerrar” y la otra el “marcar”. Lacan dice que un toro se marca y se cierra cuando se abraza con otro toro. Si bien un toro puede ser imaginarizado como un anillo, no hay que dejar de ten er e n cuen ta que jamás pod ría ser conce bido com o un eslab ón de una cadena como objeto tridimensional. Tampoco hay que tomarlo como lineal o unidi mensional; es, en topología, bidimensional. ¿Para qué nos sirve la oposición esquema del peine - red de neuronas? ¿Qué es que estamos tratando dey trabajar? Como no tienensólo la misma estructura,la el dellopeine es unidimensional la red es bidimensional; si replanteamos oposición podremos entender por qué Lacan lee, como dijimos la clase pasada, el “Wo Es war solí Ich werden”. Aunque no entendamos nada de alemán, hay dos palabras que merecen ser reconocidas: “Es" e “Ich”. Lacan propone tradu cirlas, respectivamente, por “eso” y por “sujeto”. Lee, entonces, “Donde eso era el sujeto debe advenir”, ya que considera que Freud remite, en este caso, al Ich de la red bidimensional de neuronas. Es por eso que insisto tanto en la estructura del grafo: porque la propuesta f de Lacan es que el sujeto tiene la misma estructura que un grafo. Retomemos la serie que establecimos en la clase pasada entre “Introducción
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del yo”, “Introducción del Narcisismo” e “Introducción del gran Otro”. Es una ¿erieTundamental en psicoanálisis; no son lo mismo el sujeto, el yo y el Otro. Como ven, Lacan es un lector único de Freud; hay escritos freudianos que sola mente él “ha leído”. Pasemos ahora a l graf o de La can. En la clase 1 habíamos quedado en un punto de incógnita. Vamos para poder responderla, a partir de este grafo:
Esquema n° 7
para oponerle este otro:
Esquema n° 8
Lacan jamás publicó, que yo sepa, este “grafo cerrado”, aunque indicó con claridad que así debía ser concebido, así lo hace en El Seminario, libro 9,
“La
identificación” (inédito), clase 1. Bueno, yo creo que confiaba en los lectores; supuso que así como él leía a los otros, se lo podía leer a él. Porque si no supo nemos que todavía se puede leer, no hay futuro alguno para el psicoanálisis. Si lidad alguna de, í el analista no supone que el paciente puede leer, no hay posibi ? análisis. Si hay alguna posib ilidad par a el aná lisis, es suponer que ios sujeios
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son capaces de leer. Podemos dudar de que quieran leer, pero poder, pueden. Sostengo que Cacan construyó el grafo con esta misma idea: mis lectores pue den y deben leerme. Intentémoslo. La solución que propongo a las aristas “locas” (que o no vienen de, o no lle gan a ningún vértice) del grafo del deseo en el esquema n° 8 se apoya en una noción lacaniana importantísima, que se llama “ocho interior”. Éste se obtiene haciendo un 8 y replegando un círculo sobre elotro, les quedará el ocho inte rior. ¿Por qué es ésta la solución correcta? Aunque hay varias soljjcjones, yo
Son fundamentales porque ambas deben ser tomadas en cuenta para entender correctamente, en todo su alcance, la noción de inconsciente en psicoanálisis. La solución en ocho interior, topológicamente hablando, es una solución continua; se trata, justamente, de la noción de sujeto dividido. El sujeto dividi do es una noción que_Lacan toma de Freud; la toma de un texto postumo de Freud: “La escisión del yo en los procesos de defensa” (“ Ic hspaltung ”, en ale mán). Ahora, ¿cuál es ese yo que se divide? El yo de “Introducción del yo”; el de la red de neuronas bien investidas que Lacan lee como sujeto. Y por otro la do, ¿cuáles la propiedad fundamental del yo de “Introducción.del. narcisismo”?. Pienso en otro famosísimo párrafo de Freud, el del “nuevo acto psíquico” (que seguramente todos ustedes recuerdan). ¿Cuál es la propiedad de ese yo? Es uni tario; es unidad por excelencia. Y el nuevo acto psíquico, ¿cuál es? Precisamen te, la unidad. No hay nada unitario en la biología. La célula no trae la noción de unidad, la tiene que aportar el orden simbólico. '"^Ichspaltung”, entonces, ¿puede referirse al yo del narcisismo? No, porque la estructura de ese yo es unidad y no división. El yo que para Freud se divide es el de la red de neuro nas; és e es , ento nces, el sujeto dividido. ¿Cuál es la estructura de la división? Es una división tal que entre ambas partes de lo dividido se mantiene una relación continua. Las respuestas por la vía de lo discontinuo no son verdaderamente psicoanalíticas. La división enten-
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dida como división discontinua es anterior al psicoanálisis; es el famosísimo “yo dentro del yo”. Para dar cuenta de la diferencia en estas dos formas de divi sión les propongo considerar estos esquemas:
Esquema n° 10
La noción de sujeto dividido con Ja .que opera el psicoanálisis_(que es la no ción de sujeto del inconsciente) implica una división continua. Es exactamente la lógica planteada por Freud en “La negación” (la “de-negación”): afirmar me diante la negación y negar mediante la afirmación; es decir, una solución de ín| dolé continua. Esta es la división del su jeto t al com o está pl anteada en el “graf o i del dese o”. Es la única que permite entender e l incons ciente p uls átiljie l Semi! na no 11, siempre en aperturay cierre, dado que le corresponde un único borde. Por lo tanto, la solución que necesitamos debe ser continua. La que les pre senté como ocho interior pone en relación los cuatro términos con los cuatro vértices. Cada uno de esos vértices contiene una serie de letras: “S(A)”, “(S 0 D)”, “A” y “í (A)”. Los cuatro términos son: “significante”, abajo a la iz quierda, y “voz”, abajo a la derecha. Arriba de significante, “goce”, y arriba de voz, “castración”.
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Esquema n° 1!
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Por un lado, entonces, ¿no les parece razonable que la voz se junte con el goce? Mientras estén en pisos separados, su vinculación es imposible. En la so lución discontinua queda la voz, que es un objeto de goce, separado del goce mismo. Esto es contradictorio. Y por otro lado, ¿no suena bien que la castración esté en continuidad con el significante? Si hay castración es, justamente, por efe cto del sign ifica nte .__ El problem a, ahor a, es có m o separ arlos; o mejor dic ho, có m o ju_s jifi car l a separación arriba-abajo. Nuestro instrumento, para resolverlo, será la estructura^del_ocho interior. Decíamos que los grafos pueden ser planares o no planares, es decir, todos se pueden hacer en un espacio tridimensional y hay al gunos que se pueden realizar en un espacio bidimensional. Un grafo planar, para los matemáticos, es un grafo que se puede realizar sobre una esfera. Nos damos cuenta, entonces, que planar y esférico coinciden topológicamente; yo puedo tomar un plano y recubrir con él una esfera, o puedo convertir una es fera, mediante algunos cortes, en un plano. Entonces, un grafo planar es rea lizable sobre una esfera; un grafo no planar, no. El grafo del deseo es no | planar^ j ! "Pero s i afirmamos esto se producen contr adiccione s, porqu e estam os dic ien do que el grafo del deseo no es planar y sabemos que para Lacan el sujeto es bi dimensional; estamos afirmando que el grafo requiere tres dimensiones a la vez que afirmamos también que la estructura del sujeto -el sujeto del inconscientees de dos dimensiones. Tenemos que elegir entre la relación planar-esférico y la relación no planarbidimensional. El mismo problema puede ser planteado así: cómo puede ser que un anillo, un toro, sea bidimensional. Teniendo en cuenta que la noción de “sujeto esféri co” es la noción vulgar de sujeto, estamos en la oposición planar-esférico ver sus no planar-tórico, que es la oposición entre la concepción psicoanalítica del sujeto y la concepción vulgar del sujeto. La noción con laque se sostiene la concepción esférica del sujeto es la no ción de individuo: un continuum, algo que es indivisible. Este sujeto concebido vulgarmente está netamente dividido de lo otro; no dividido en sí y dividido de lo otro; debe ser una unidad separada de lo que no es ella. Eso es el individuo: indivisible como tal, dividido respecto de su entorno. Es la oposición filosófica “mundo interno - mundo circundante”. Es en esa concepción del sujeto que éste es esférico. Piensen en una expre sión que todavía hoy se utiliza: “Me salió redondo”; allí prevalece lo esférico como la buena forma, que es algo sumamente generalizado en nuestra cultura. Pero esto no es nada más que una indicación metafórica. Vayamos a Freud, a El yo y el el lo, del año 1923, página 25 de la edición de Amorrortu. Recuerden que Lacan dice que el esquema que figura en ese texto está hecho para tontos; que dado que sus alumnos no estaban a su altura, Freud, para hacerse entender, tuvo que inventar tal esquema. También dice Lacan que ya en 1923, Freud sabía que no lo entendía nadie.
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Pero a mí me parece que el problema es más complicado, me parece que hay un problema en Freud. Freud dic e allí: Un “in-dividuo” {Ind.ividu.um) es ahora para nosotros un ello psíquico, no conocido e inconsciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo, desarrollado desde el sistema “P” como si fuera su núcleo. Si tratamos de obtener una figuración gráfica, agregaremos que el yo no envuelve al ello por completo, sino sólo en la extensión en que el sistema “P” forma su superficie [la superficie del yo], como el disco germinal se asienta sobre el huevo, por así decir. P-Cc
Esquema n° 12
Para Freud la estructura de la segunda tópica es tridimensional; y como a to do el mundo, el problema de la tridimensionalidad cerrada se le hace esférica, se le redondea, se le hace “un huevo”, como él mismo lo dice en la cita. Esto viene de lejos. Lo circular, lo esférico, representa la buena forma; no sólo en el mundo moderno, ya en la Grecia antigua esto era así. Les propongo tomar, de El banquete, la intervención de Aristófanes para mostrarles desde cuándo el mito de la concepción esférica del sujeto opera entre nosotros. Dice así: Debéis conocer ante todo la naturaleza humana y sus vicisitudes -pues nuestra naturaleza no era antiguamente como es ahora. Primero, la raza hu mana constaba de tres géneros, y no de dos como hoy -macho y hembra-; había también un tercer género, común de ambos y cuyo nombre queda, aunque él haya desaparecido: el género andrógino se realizaba entonces en unidades concretas, que participaban de los otros dos -el masculino y el femenino- no sólo por el nombre, sino también por su forma; hoy ese nombre yace en ei oprobio. En segundo lugar, ia forma de aquellos primeros seres
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DE GRAFOS Y REDES
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humanos de todos los géneros era compacta, con la espalda abombada y los costados redondos; tenía el hombre cuatro manos y el mismo número de piernas; poseía dos caras colocadas encima de un cuello perfectamente ci lindrico e iguales en un todo, mientras que la cabeza que dominaba a aque llos dos rostros situados así contrapuestos era única; tenía cuatro orejas, ver güenza por duplicado y todo lo demás tal como cualquiera puede imaginar se. Aquel ser se movía o bien en línea recta como ahora -pero en cualquiera de las dos direcciones, según quisiera- o bien, si por acaso quería desplazar se rápidamente, como los equilibristas cuando dan volteretas, rodando sin doblar las piernas y llevándolas luego a la posición erecta. ¿Ven que era un a concepción esférica del ser humano srcinal? Esta concepción del srcen de la raza humana es muy interesante porque plantea tr es sexos. N osotro s -c o n La can - decim os que “no hay rela ción sex ual” porque hay dos sexos. Si hubiese tres sexos, habría relación sexual -que es de lo que intentan convencernos siempre los homosexuales. Los homosexuales no reclaman un derecho personal; quieren imponer una teoría: que hay tres sexos. El problema conceptual con el que nos enfrentamos es el pasaje del 1-2 ( Fort~dá) al 1-2-3 (la red), de una estructura dual a una estructura triádica. La concepción del srcen esférico del ser humano y de su corte como pro duciendo los dos sexos, no es otra cosa que la “media naranja”. ¿Recuerdan có mo se pactaba ese lazo social llamado “la media naranja”, el noviazgo? Con la medi a m edalla. Buscando la definición etimológica de “símbolo” encontré que proviene de “sumballein ”, La palabra griega “ sumballein" quiere decir “tirar” y también “po ner junto”. De esta palabra proviene ‘\symbolorí\ que quiere decir “signo de re conocimiento”. Van a ver que en la definición etimológica que voy a dar de “símbolo” se encuentra gran parte de la teoría lacaniana del símbolo. El diccio nario dice que symbolon primitivamente era un signo de reconocimiento, un obj e t o que se corta ba en do s y del que cad a uno de lo s h ué sp ed es co ns er va ba una mitad. (Saben que “huésped” se llama tanto al que recibe -el que da hospedajecomo el que visita). Entonces cada uno de los huéspedes conservaba una mitad, y luego esa mitad se transmitía de padres a hijos. La reunión de ambas partes ser vía para reconocer a los portadores, y era la prueba de que las relaciones de hos pitalidad habían sido pactadas con anterioridad. Es decir: si alguien viene con el símbolo de un antiguo pacto, yo sé quién es, lo reconozco. Exactamente como la media medalla que venía con una marca que permitía cortarla en dos partes y de nunciaba el encastre entre ambas. Es la teoría del reconocimiento_por la vía dej símbolo. Además, entre las acepciones más comunes de la palabra “ symbolon ” están: tratado de comercio, marca, distintivo o señal, signo o contraseña, emble-, ma, insignia, presagio, auspicio, convenio y tratado. Si ustedes estudiaran todas estas palabras tendrían jalonada gran parte de la enseñanza de Lacan. Para mayor sorpresa aún, tenemos, a partir de symbolon un derivado: “sumbolaion”, que quiere decir “síntoma”.
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Lo que les propongo, entonces, es que la teoría del sujeto como esférico, la teoría del individuo, nos viene por la vía de la etimología de la palabra “símbolo”, que es justamente aquello que produce la castración. ¿Notan que se produce una suerte de ocho interior endiablado? Él símbolo viene a producir un efecto ilusorio contrario, justamente, de aquello que produce como efecto real: la fun-
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ción“Símbolo” del ideal_simJ^óhc^_de^inten^lo más adelante veremos en este quiere decir: juntemos que las partes para hacer el todo. Sólocurso. que hay un efecto del símbolo mismo que impide juntar las partes, de tal manera de haccr_ con ellas un todo completo. ¿Cuál es, entonces, la relación entre el símbolo como efec to y la etim ologí a He la pal abra “símb olo”? Es tán en conti nuidad, e n oc ho in terior; aunque sean contrarios, hay que ponerlos en una cierta continuidad. En la “ego-psychology" se llama “esfera” a la parte del “yo” libre de con ego-psychology , tendría flicto. Si construyéramos un grafo de esta teoría de la que ser una esfera por arriba y otra por abajo: dos esferas. Podría ser también una esfera dentro de otra, si queremos asignarle un poco más de sutileza, pero siempre estamos dentro de la lógica del individuo. Entonces, conviene tener presente la oposición estructural esfera - toro^para
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poder salir de la Podríamos confusión milenaria entre individuo que (tri3imensionaÍ)..Y (bí3imensionaÍ). decir, metafóricamente, el toro es una sujeto esfera agujereada. Bueno, aunque, con precisión, llamarlo una esfera agujereada es una complicación, porque a decir verdad el agujero no es del toro; el toro, en realidad, es una superficie sin agujeros. , __ _ _____________... a como corte; ya plantea Recordarán que el tema de esta clase es cl objeto mos el problema de cuándo hay un buen corte,Tal como el requerido en el corle de la sesión o en el corte final del análisis, el pase; pero aún seguimos estando en este problema. El problema de la estructura de la superficie sobre la que operamos y la estructura del corte sobre esa superficie, corte que revele y trans forma esa mism a estru ctu ra. Hay un procedimiento que une topología y teoría de los grafos; es un proce dimiento que permite establecer cuándo en una superficie hay un agujero y cuán do no. Supongamos una esfera, y supongamos también una curva cerrada de Jor dan, el equivalente topológico de un círculo y cuya definición es: una curva ce rrada que no se cruza a sí misma, que divide al plano en un exterior y un interior. En el esquema siguiente está sombreado lo que en esfera llamamos “inte rior” producido por trazar en ella una curva cerrada de Jordan.
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Esquema n° ¡3
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EL OBJ ETO a Y LA TEOR ÍA MATE MÁTIC A DE GRAF OS Y REDES
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El teorema de Jordán plantea que toda curva cerrada de Jordán divide en dos a la superficie de la esfera. Un ejemplo de una curva cerrada de Jordán es el Ecuador: una línea cerrada que divide al planeta en dos, hemisferio norte y he misferio sur. Pero en rigor toda línea cerrada -tenga la forma que tenga- divide a la esfera en dos superficies, como se ve en el esquema n° 13. En el toro pasa lo mism o, pero no siempre, o -m ejo r d ic h o - no par a toda curva cerrada. Esto, entonces, permite distinguir la estructura deLtoro de la estructura deja esfera mediante las curvas cerráclas que revelen las propiedades estructurales de limbos. Los buenos cortes, representados aquí por las curvas cerradas de Jor| HañT se c arac terizan por revelar la estructura. La estructura opera si e mpre: p ero. hay cortes que la ocultan y cortes que la revelan. Piensen en un corte como éste (esquema n° 14) sobre el toro (representamos la curva cerrada como un corle con un par de tijeras; la línea trazada por un lápiz es equivalente al corte reali zado por un par de tijeras):
Esquema n° 14
Acá el toro no se separa en dos. El corte lo deja con la estructura de un ci lindro, pero no lo divide en dos, como se observa en el esquema n° 15.
Esquema n° 15
Hay, entonces, líneas cerradas de Jordán que no separan en dos al toro. Esto muestra que el toro tiene una estructura distinta de la de la esfera, en la que to da curva cerrada de Jordán divide en dos la superficie. Hay aún otr o corte que pode m os hacer sobre el toro ( esquem a n° 16) :
Esquema n° 16
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Éste tampoco separa el toro en dos; abre el cilindro, pero éste queda de una sola pieza. Hicimos dos cortes, que se intersectan dos veces, y tampoco se sepa ró el toro en dos. Si homologamos las líneas con las aristas, y los puntos de llegada y de arri bo con los vértices, se igualan las líneas cerradas (los cortes sobre las superfi cie s) a grafos. A l hacer un grafo sobre la esfera (en este caso sería u n bucle o ri zo) y otro sobre el toro, descubrimos que tienen estructuras distintas. Ésta es la teoría de los nudos, utilizada por Lacan. Son grafos que en lugar de estar cons truidos con “líneas” están construidos con “hilos” sobre las mismas superficies topológicas. Para terminar, veamos estos cuatro grafos, para avanzar en la concepción del objeto a como corte, o sea en su dimensión espacial. Son grafos para dar cuenta de la presencia o no, en una determinada superficie, de un agujero:
Esquema ri° 16
se muestra conpero dirección las lí neasEnse “A” cruzan. “B” es un un recorrido caso similar en el ya quemarcada, las líneasennoelseque cruzan. Estos dos caminos tienen en común el rasgo de que ambos son reductibles a un punto. En cambio ni “C” ni “D” son reductibles a un punto. No lo son porque su presentación “de mínima” no puede abolir el agujero que contornean. De modo que sólo son reductibles a un punto aquellos recorridos que no tie nen agujero; y no lo son los que tienen agujero. Lacan en El Seminario, libro 7, La étic a del psi coanálisis, en la página 186 (Paidós ) lo enuncia as í: El rodeo, en el psiquismo, no está hecho siempre únicamente para reglar el paso que reúne lo que se organiza en el dominio del principio del placer con lo que se propone como estructura de la realidad. También hay rodeos y obstáculos que se organizan para hacer aparecer como tal el dominio de la vacuola.
EL OBJ ETO a Y lA TEORÍA MATE MÁTIC A DE GRAF OS Y REDES
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Pero aún hay algo que diferencia a “C” de “D”; es ej modo como cada uno . recorre el agujero. El recorrido “C” revela, evidencia siempre la existencia del agíyérolíe la estructura. “D”, en cambio, lo disimula. En “D”, el punto de cruce -q ue nosotros llamam os “ corte” - es un falso corte. E n cada uno de los recorri dos indicados, a medida que nos alejamos del agujero, el corte va quedando ca da ve z me no s in d i c a d o . ________ _______ ____________ Ésta es (¡a diferencia entr e e l buen corte y el falso corte jF al so corte es, por ejemplo, el corte de sesión por reloj, puesto que es un corte que elimina preci samente, la función sub jetiva de corte. Pa ra que haya función de corte, el corte t f{ debe ser u n acto; y p ara que ío sea es con dición necesaria que el cort e impliqu e | ( | un suj eto? Ü n corte com o acto s ubjetivo revela la e str uct ura (com o en el grafo 1 « “C”, que revela el aguje ro). _
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u[ Que el “grafo del deseo” no se pliegue sobre sí mismo definiendo un círculo | sino un och o inte rior es la muestra, palmaria , del agujero del grafo, equ ival en te | | \
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Al agujero del “grafo del deseo” no lo situamos en el espacio interior a los dos círculos del ocho interior, porque de ese modo alimentaríamos inconve nientemente el imaginario de que ambos círculos pueden llegar a hacerse uno; lo situamos justamente en el espacio que queda definido entre uno y otro círcu lo del ocho interior, para poder seguir sosteniendo la imposibilidad del encuen tro entre las repeticiones figuradas como los círculos del ocho interior. . A sí queda definitivamente establecido que ta nto el ocho int eri or com o el J I agujero son irreductibles, lo que remite a la dim ens ión espac ial del obje to a que \ ¡ da la estructura fundamental del grafo del deseo. a ) y de pulsión (S 0 D) En nuestro análisis de las nociones de fantasma (S 0 a asociado a la dimensión espacial. volveremos a elaborar la noción de objeto
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LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE. NECESIDAD, DEMANDA Y DESEO
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E1 tema de hoy será la articulación entre lingüística y psicoanálisis. Para elaborar esa articulación citaré profusamente “Subversión del sujeto y dialécti ca del deseo en el inconscient e freuf lia tiQ E st e escrit o de La ca n ser á, de aq uí en más, nuestro principal texto de referencia. Hay dos afirmaciones categóricas de Lacan sobre las que voy a hacer girar el trabajo de hoy; nos servirán como progreso respecto del lugar donde queda mos con la vez pasada. La primera cita dice que “el inconsciente está estructu rado como un lenguaje” y la segunda, que “El inconsciente, a partir de Freud, es una cadena significantes que en alguna parte (en otro escenario, escribe él) se repite e insiste para interferir en los corles que le ofrece el discurso efectivo y la cogitación que él informa”. sobreavanzar estas dos frases se apoya la del “grafo deldedeseo”, hoy Como podremos considerablemente en estructura su indagación. A partir la pró xima clase, comenzaremos con articulaciones clínicas. Todo el trabajo hecho hasta ahora, como el que haremos hoy, es sobre los fundamentos estructurales, lo que nos permitirá que las articulaciones clínicas que prometo sean tales, y no meras descripciones clínicas. En ambas citas Lacan afirma que el significante es una noción fundamental. En “Subversión del sujeto...” dice que “significante” es un término que la lin güística moderna tomó de la retórica antigua, y a esa lingüística moderna La can propone acotarla; a la cota inferior la llama “la aurora de la lingüística mo derna”, y le pone como nombre el de Ferdinand de Saussure, y a la cota supe rior la llama “punto de culminación de la lingüística moderna”, y el nombre que pone allí es el de Román Jakobson. Aunque lo que nosotros no sabemos es si el punto de culminación seguirá siendo Jakobson o habrá que cambiarlo cuando el tiempo pase; ustedes saben que cuando uno cambia la cota superior, p o r ra zo n es in tr ín secas a la teoría del significante, quizá se haga necesario
ÜTrnA rREUDiAKA BBUOTECi LA EST RUCTURA DEL LENGUAJ E. NECES IDA D, DE MA ND A Y DESEO
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cambiar la inferior también. Pero bueno, al menos en la época de Lacan, para Lacan era así. Primera pregunta: ¿por qué necesitamos la teoría del significante -tal como la trabaja la lingüística moderna partiendo de Saussure- para dar cuenta de la estructura del inconsciente? Tomemos una cita de Saussure, de su Curso de lingüística general (que es una versión establecida por los alumnos de Saussure, ya que él no lo escribió ni lo publicó), que dice lo siguiente: El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras. [...] Estos dos > S elem entos están í ntima mente unid os y se recl ama n recíp rocament e (pág . 1 2 9 )./ Entonces, son dos que hacen uno; son dos que están íntimamente unidos. Si ustedes conocen elaboraciones ésta es la problemática re prese ntad a en sualgunas sign o po r la elips e yde lasSaussure, dos flechas.
Esquema n° 1
Las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas que nos apa recen conformes con la realidad, y descartamos cualquier otra que se pudie ra imaginar (pág. 129). La unidad que constituyen los dos elementos de la lengua es lo que, según Saussure, constituye la realidad, y la realidad se basa en esas.jelaciones; cual quier otra nos va a resultar necesariamente por fuera de la realidad. ¿Se dan cuenta de que no es exclusiva de Freud la noción de “realidad psíquica”? No ol viden que, para Saussure, la unión del significante y del significado constituye una unidad psíquica. Seguimos con la cita: Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica: pero en el uso corriente este término designa generalmente la imagen acústi ca sola, por ejemplo una palabra (pág. 129)¡ El hablan te cree que se tr ata de un solo elem ento, pero siempre serán dos. Se olvida que si llamamos signo a arbor no es más que gracias a que
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conlleva el conceplo “árbol”, de tal manera que la idea de la parte sensorial implica la del conjunto (pág. 129). El error, precisamente, es que una sola parte, la sensorial, implique el conjun to; se olvida que está quedando oculto un elemento y su asociación con el otro. La ambigüedad desaparecería si designáramos las tres nociones aquí presentes por medio de nombres que se relacionen recíprocamente al mismo tiempo que se opongan. Y proponemos conservar la palabra signo para de signar el conjunto, y reemplazar concepto e imagen acústica respectivamen te con significado y significante; estos dos últimos términos tienen la venta ja d e señ ala r la op os ic ió n qu e lo s sepa ra, se a entr e e ll o s do s, se a de l tot al del que forman parte (pág. 129). La segunda referencia es que los signos, nos dice Saussure, son elementos discretos, unidades que se distinguen, que se separan de otras unidades. Enton ces, si el inconsciente está estructurado como un lenguaje, para nosotros eso significará partir de estas enseñanzas de Saussure. Ésta es la tesis, y voy a tomar ahora una cita de Lacan que me parece que la confirma; es de “S ubversi ón del s uj et o...”, y di ce: Para que no sea vana nuestra caza, la de los analistas [se está refiriendo a la caza del sujeto], necesitamos reducirlo todo a la función de corte en el discurso; el más fuerte es el que forma una barra entre el significante y el significado (pág. 780). Noten que para el sujeto de la experiencia analítica, Lacan dice que hay que reducir todo a la función de corte, y el más fuerte de los cortes es la barra entre significante y significado. Aquí se sorprende al sujeto que nos interesa. No pierdan de vista la modulación de términos por parte de Lacan; no dice “aquí se caza al sujeto”, dice “aquí se sorprende al sujeto”. Es decir, el sujeto efectivamente está ahí, pero él mismo no lo sabe -porque si no, no se sorpren dería. Ahora vamos a lo que Lacan considera el punto culminante de la lingüística moderna, a R. Jakobson, quien dice en “Los conmutadores, las categorías ver bales y el verbo ruso”, en Ensayos de lingüística general (Seix Barral, 1981): Lo mismo el mensaje (M) que su código subyacente (C) son vehículos de comunicación lingüística, pero los dos funcionan de manera doble (pág. 307). Otra vez son dos, como lo
decía Saussure; pero ahora son dos que
funcionan
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de manera doble; código y mensaje funcionan de manera doble: a la vez que pueden ser utilizados, pueden también ser referidos. Les propongo, para hacer más elocuente la oposición, utilizarla tal como se la denomina e£j^jca¿jiscLy mención. Es decir, se puede hacer uso del código y uso del mensaje, como se. puede hacer mención del códig(Ty"m¿ñci6n del mensaje. Así, el mensaje puede referirse al código o a otro mensaje, del mismo modo que, por otra parte, el significado general de una unidad del código implicará una referencia al código o al mensaje. Por consiguiente se impone distinguir cuatro tipos dobles: (1) dos tipos de circularidad -el mensaje re mite al mensaje (M/M) y el código remite al código (C/C)-; (2) dos tipos de recubrimiento ( overlapping ) -el mensaje remite al código (M/C), y el códi go remite al mensaje (C/M) (pág. 307). “ Overlapping ” se traduce como “traslapar” o “solapar”, que son sinónimos. Ambas palabras provienen del término latín que indica el piso e implica una forma peculiar de recubrir total o parcialmente una superficie. Sucintamente vamos a trabajar una definición de cada uno de estos cuatro tipos. (M/M) Un discurso citado es un discurso en el interior de un discurso, un mensaje en el interior de un mensaje y, al mismo tiempo, un discurso acerca del discurso, un mensaje acerca del mensaje (pág. 308). Después tenemos: (C/C) Los nombres propios [...] ocupan un lugar particular en nuestro código lingüístico: la significación general de un nombre propio no puede definirse sin referencia al código (pág. 308). Es por eso que los nombres propios son intraducibies, precisamente porque indic an un l ugar en el int eri or de su código /lengu a. En el código del inglés, Jerry significa una persona llamada Jerry. La circularidad es patente: el nombre significa cualquier persona a la que se ha ya atribuido este nombre. El apelativo perrito significa un perro joven; per diguero, un perro destinado a la caza de perdices; sabueso, un perro destina do a la caza del conejo, mientras que Fido significa, ni más ni menos, un pe rro cuyo nombre es Fido. (M/C) Cuando decimos el perrito es un animal simpático, o el perrito lloriquea, la palabra “perrito” designa a un perro joven, mientras que en ora ciones como “perrito” es un sustantivo que significa un perro joven, o más sencillamente, “perrito” significa un perro joven o “perrito” es un trisílabo, la p alabr a pe rri to [ ... ] se usa como su p ropi a designación (pá g. 3 09).
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En el mensaje, “perrilo” indica a perrito como término del código; ahí se lo está mencionando. No se está usando la palabra para designar a un perro; en to do caso se la está usando para designar justamente esa misma palabra. Toda interpretación explicativa de palabras y oraciones -ya sean intralingüísticas (circunlocuciones, sinónimos) o interlingüísticas (traduccion es un mensaje que remite al código. (C/M) Todo código lingüístico contiene una clase especial de unidades gramaticales que Jespersen bautizó con el nombre de conmutadores ( shif ters) [...] (pág. 309). En telefonía, la telefonista opera un “conmutador”, que es lo que toma un estímulo (cierta electricidad) que viene por una línea, y la pasa a otra línea. Se trata de un dispositivo que, al decir de Freud, sirve para “cambiar de vía”. [...·] la significación general de un conmutador no puede definirse sin ha cer referencia o remitir al mensaje. [...] El signo yo no puede representar a su objeto sin “estar en relación existencial” con el mismo: la palabra yo, de signando al locutor está existencialmente relacionada con su elocución. [...] Cada conmutador, empero, posee su propio significado general. Así yo sig nifica el destinador (y tú el destinatario) del mensaje del que forma parte. [...] En realidad, los conmutadores se distinguen de todos los demás consti tutivos del código lingüístico únicamente por su referencia obligatoria al mensaje en cuestión (pág. 310). Me parece que en este punto convendría hacer cierto uso de la teoría de los grafos. Propongo que hagamos algo que Jakobson no hace, y es confeccionar un grafo de lo que su teoría afirma. Tenemos cuatro casos; los primeros dos ca sos son de overlapping (traslapo) y los otros dos son de circularidad.
Esquema n° 2
Éste es un grafo que se caracteriza por tener cuatro aristas y dos vértices, y por que dos de las cuatro aristas son rizos o bucles.
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Esta frase que propone Jakobson contiene los cuatro casos. “Tonín me ha dicho que”: ahí tenemos el caso de un mensaje en un mensaje; estamos citando un mensaje. “Criadilla significa patata”: éste es un caso en el que una partícula del código es referida a otra partícula del código; a su vez, en esta frase estoy trabajando un mensaje referido a una partícula del código -quiere decir que es también un caso (M/C). Y finalmente es un caso de código/código (C/C). El shifter estaría en “me ha dicho” (a mí); pero, ¿quién soy yo? El que está hablan do. Es decir, esas partículas del código en el mensaje que tienen al propio men saje como único medio para establecer su valor. Este último caso es importantísimo porque responde a un problema que va mos a trabajar hoy; es un problema importante porque nos ubica respecto de una mala interpretación de la enseñanza de Lacan en cuanto a la función que éste le asignaría al “je" como siendo el sujeto en el inconsciente. que el ejemplo está Habrán indicadonotado por partículas que no de sonJakobson ni el “yo”esnibastante el “tú”. sutil: allí el
shifter
Esta simple elocución incluye los cuatro tipos de estructura doble: discur so citado (M/M), forma autónoma de discurso (M/C), nombre propio (C/C), y conmutadores (C/M), eso es, el pronombre de primera persona y el tiempo perfecto, que señala un acaecimiento anterior a la transmisión del mensaje. En el lenguaje y su uso, la duplicidad desempeña una función básica (pág. 312). En el grafo que hice podría parecerles que sólo hay dos casos dobles y dos casos nootro pierdan vista que bucle implica unatambién relaciónlo C/C, que essimples, doble, ypero que el buclede implica una el relación M/M, que es. En particular, la clasificación de las categorías gramaticales, las verbales especialmente, requiere una coherente discriminación de los conmutadores (pág. 312). N o q uiero que pier dan d e vista qu e el grafo, que imp lica la estruct ura básica doble del lenguaje, nos indica también, claramente, que si el inconsciente está estructurado como un lenguaje y ésta es la estructura del lenguaje, la división del noaparecería es la que criticábamos la vez pasada. Si el aquí grafoempiezan no tuviesea los ri zos sujeto o bucles como un yo dentro del yo. Pero dupli carse las duplicidades. Y luego Jakobson continúa con: “Tentativa de clasif
icación de las catego rías verb ales"
(pág. 312).
(Les advierto que ésta es una clasificación de las categorías verbales válida para toda lengua.)
Para clasificar las categorías verbales en dos grupos hay que tener en
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cu en ta do s d is ti n ci o ne s bá sic as : (I ) el d is cu rs o en s í (d), y su tem átic a, la materia relatada (r). La pr im er a duplici dad, entonces, el discurso -e l hecho de dec irlo- y el con tenido d e lo que se d ice - la materi a rel ata da.
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(II) el hec ho en sí (H), y cualqu iera y cada uno de los partic ipante s (P), ya sea activo, ya pasivo. “Por consiguiente se impone distinguir cuatro elementos: un hecho relatado (Hr), un hecho de discurso (Hd) [. ..] Por ejemplo: “Yo ayer fui al cine”. Si yo digo que ayer fui al cine, en el hecho relatado el tiempo es pasado, mientras que en el hecho de decirlo el tiempo es presente. Se plantea una discordancia temporal. [...] un participante del hecho relatado (Pr) y un participante en el hecho discursivo (Pd).
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Puede ser qu e coinc idan o que no coin cida n. En el caso del cine el parti ci pante coinc idía, pero podrí a se r que no -c o m o en el ca so de Tonín. En el c aso : “No es que lo piens e yo, pero Tonín me ha dicho que tú eres un .. .” . Est a posi ción en la enunciación siempre es complicada, porque no se distingue bien en tre el sujeto del relato del sujeto del discurso. Los emisarios en la época antigua, y clásica pagaban con su cabeza las malas noticias que transmitían. Esto, por ejemp lo, es patente en A ntí gona . Una cita más: Todo verbo se refiere a un hecho rel atad o. [.. .] A sí los designa dores co mo los conectadores pueden caracterizar al hecho relatado (enunciado) y/o a sus parti cipant es remitiendo o no al hech o discursivo (enunciación) o a sus participantes. Las categor ías que imp liquen una tal referencia se llamarán conmutadores; los que carezcan de ella, no-conmutadores (pág. 313). En esta cita queda clar o que conmutador es lo que hace pas ar del enunci ado a la enunciación, lo que funciona como llave que permite cambiar de enunciado a enun ciación y vicev ersa. Ultima cita de Jakobson: T en ie n d o en cu en ta es ta s d ic o to m ía s bá si ca s podr á de fi ni rs e cua lqu ier categor ía ver bal gen érica (pág. 313 ). Jakobson propone que cualquier categoría verbal (genéricamente hablando) tend rá esta dico tom ía básica, y también estas formas de construir se las relacio nes entre enunc iado y enu nciación.
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Ésta es, entonces, la estructura del lenguaje. Después de haber pasado por la topología, por la teoría de los grafos, hemos llegado por fin a la lingüística, que es la última referencia al contexto de nuestro trabajo sobre el grafo del deseo. Y aho ra, si ésta es l a est ruct ura del lenguaje ( una dicoto m ía fundamental en tre código y mensaje, entre enunciado y enunciación, entre significante y signi ficado), y sostenemos -con Lacan- que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, ¿qué tipo de sujeto podemos concebirle entonces? (en esta pregun ta estoy parafraseando a Lacan). En “Subversión del sujeto...”, Lacan contesta su pregunta así: Puede intentarse aquí, por un prurito de método, partir de la definición estrictamente lingüística del yo [je] como significante: en la que no es nada sinocuanto el shifter o indicativo que en el 779). sujeto del enunciado designa al sujeto en que habla actualmente (pág. Vale decir -para nosotros-, en la enunciación. Lacan sostiene que si el in consciente está estructurado como un lenguaje, y nos preguntamos por el sujeto del inconsciente, por “prurito de método” lo primero que tendríamos que pensar es si no será el mismo sujeto que el sujeto de la estructura del lenguaje, el “ je ” para el caso del francés. La vez pasada uno de ustedes se acercó al final para preguntarme por qué no había utilizado la oposición moi-je para hablar de la división del sujeto, ya que, ju stasem me en tehabía , era escapado la forma una en qu e Lacherramienta an lo trabajaba - y qu eYo co ns er ab a en que buena de trabajo-. le id contesté queto n ce s aunque justamente tenía previsto trabajarla hoy, no lo había hecho porque, bási camente, ése es un error: la división del sujeto no es la oposición moi-je', eso sería quedarse en psicoanálisis absolutamente pegados a la lingüística. Lacan distingue “j e ”, el conmutador, del sujeto del inconsciente, diciendo: Es decir que designa al sujeto de la enunciación, pero que no lo significa (pág. 779). El shifter designa al sujeto de la enunciación, pero no lo significa; y ahí está el problema: que, aunque la partícula “je " designe al sujeto de la enunciación, no nos dice qué es. Para decirlo de una manera más intuitiva: localizarnos en “j e ” - no no s c on una partícula de lo que decimos, por ejemplo en el lugar del testa la pregunta ¿qué soy? Como resulta evidente por el hecho de que todo significante del sujeto de la enunciación puede faltar en el enunciado, aparte de que los hay que di fieren del yo [je], [...] (pág. 779).
Es claro que el sujeto que habla en el inconsciente no puede ser localizado en el je; hay infinidad de frases en las que el je ni siquiera está. Es, por ejem-
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pio, el caso de “Tonín me ha dicho...”. M oi- je no es una oposición que nos per mite oponer yo(moí)-sujeto del inconsciente (8). Quienes no poseemos el fran cés como lengua materna tendemos a tomar la oposición »¡oí-sujeto del incons ciente, con los dos términos del francés moi-je, pero esto es incorrecto. Desig narlo mediante la letra S tachada, indica con claridad la incorrección de elegir al “je " como la partícula para el sujeto del inconsciente. Lacan avanza y, dado que no es el “je " , va a proponer cuál podría ser la par tícula que, en el código que es el francés, indicaría la marca del sujeto del in consciente. Pensamos por ejemplo haber reconocido al sujeto de la enunciación en el significante que es el ne francés que los gramáticos llaman ne expletivo, término en el que se anuncia ya la opinión increíble de algunos entre los mejores que consideran su forma como entregada al capricho (pág. 779). “ne pas", “ne En francés la negación tiene estructura doble, por ejemplo guere", “ne ríen". La par tícu la negativa - a diferencia de lo que cree ría un ha “ne", tan próximo al “no”, sino la segunda: pas , blante del castellano- no es el guere, ríen. Existe toda una serie de expresiones que, conteniendo el “ ne ”, son afirmativas; es el caso que nos interesa. Para decir correctamente algunas frases afirmativas en francés se debe introducir en ella el “ne". Un ejemplo es: “11 craint que je ne sois trop jeun e”, quiere decir: “El teme que yo sea demasiado jo v e n ”. A h í es tá el ne expletivo funcionando. Se trata de una categoría gramati cal cuya definción es: función gramaticalmente necesaria a la frase pero semán ticamente innecesaria. Ni niega ni cambia el sentido; no hace del afirmativo un negativo ni del negativo un afirmativo. Entonces, si es que hay una partícula en el código francés que designa al su4 i jeto del incon sciente, Lac an dice q ue es por ej emplo el ne expletivo. El problema es que en castellano no tenemos la función de esa partícula; por
lo tanto no podremos dar eluna mismo ejemplo. Vamos a hacer ahora distinción que es clave. Nosotros, con el ne, esta mos localizando al sujeto del inconsciente en el código, estamos detectando la marca del sujeto del inconsciente en el lenguaje. Pero lenguaje no es lo mismo que discurso; y en la clínica, el sujeto que nos importa es el del discurso, el sujeto particular. Clínicamente hablando, entonces, esta señal del sujeto del inconsciente no es la que buscamos en un análisis. En un análisis se trata del sujeto localizado en un discurso particular. Para decirlo en términos de Jakobson: el sujeto del in consciente en la experiencia analítica se localiza en el mensaje, no en el código. Pero Lacan cree que se puede localizar una huella, un rastro del sujeto del inconsciente en la estructura del lenguaje. Para el castellano la cuestión es com pleja. Aunque tenemos esas frases de doble negación en las que nunca queda claro es sí o si esenno. Esas de sonuna las lengua, marcas del quesujeto hay en código,lasendo el idiomasi castellano, el saber delnuestro inconsciente, bles negaciones.
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Una cita más de Lacan: A saber, la manera justa de contestar a la pregunta: ¿Quién habla? cuan do se trata del sujeto del inconsciente. Pues esta respuesta no podría venir de él, si él no sabe lo que dice, ni siquiera que habla, como la experiencia del análisis entera nos lo enseña (pág. 780). Más interesante que el hecho de que el sujeto dice otra cosa que lo que dice, es el hecho de que, a veces, lo que el sujeto dice y su verdad no le parecen a él mismo ser un dicho. Éste es el descubrimiento freudiano. Por ejemplo, un sín toma, un dolor; ahí es donde se dice: donde justamente no se cree que se está diciendo. No es el otro yo, un “Te digo que te quiero pero hay algo en mí que te odia”, sino el mensaje. mensaje, el mío, se produce en aquello donde yo ni siquiera registro queque es un ¿Quién habla?, entonces, no es algo que se le pueda preguntar al sujeto, por que a veces aun cuando habla, ni siquiera sabe que está hablando. Por lo cual el lugar del inter-dicto, que es lo intra-dicho de un entre-dossujetos, es el mismo donde se divide la transparencia del sujeto clásico para pa sa r a los efe ctos d efading que especifican al sujeto freudiano con su ocul tación por un significante cada vez más puro: que estos efectos nos llevan a los confines donde lapsus y chiste en su colusión se confunden, o incluso donde la elisión es hasta tal punto la más alusiva para reducir a su reducto a la presencia que se asombra uno de que la caza del D asein no la haya apro vechado más (pág. 780). No quisiera que pierdan de vista la función que Lacan le asigna al “entre”, al “Ínter”: “lo inter-dicto es lo intra-dicho de un entre-dos-sujetos”. Ahora,Tó qué es necesario aceptar es que el sujetó rio sabe que está hablan do; no tan sólo que dice otra cosa que lo que quiere decir. Sino que, a partir de algún otro, se puede establecer la existencia de un mensaje que el sujeto no sa be que existe como tal. Empieza a aparecer un problema que no está previsto por el lingüista, que es el problema que introduce Lacan: que hay que tomar en cuenta la duplicidad de “entre-dos-sujetos”; ni de uno ni de otro, el problema es entre ambos. No se puede afirmar ya que el emisor emite el mensaje que el re ceptor recibe. ¿ De qui én es el mensaje? Si no es de uno ni del otro, queda en el medio, en el entre, en el inter; no hay que perder de vista, entonces, que queda oculto, “ fa d in g ” (desvaneci miento, eclipse), ya que solamente se lo vería si estuviese de un lado o del otro. “Que especifican al sujeto freudiano con su ocultación por un significan te cada vez más puro” dice Lacan; queriendo decir que cuanto más claro se hace, cuanto más puro es el significante que lo determina, más oscura se hace la determinación misma, porque el sujeto caerá entre ese significante y otro
significante.
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...que estos efectos nos llevan a los confines donde lapsus y chiste en su colusión se confunden o incluso donde [este es un caso interesantísimo] la elisión es hasta tal punto la más alusiva para reducir a su reducto a la presen cia (pág. 780). Es la elisión, un término ausente, la forma más alusiva de la presencia. Si captamos lo que Lacan nos está diciendo, tendremos ya aquí la respuesta al ejemplo freudiano de M ás allá del prin cip io del pla ce r. Freud se equivocó; el “ Fort-da ” no contradice al principio del placer, sino que el niño reproducía este caso, precisamente: la presencia de la madre era indicada vía la elisión. Es un efecto de la estructura, no un más allá del principio del placer. Lo que pasa es que Freud no contaba con esta teoría del lenguaje. Freud se pregunta: ¿cómo puede ser que con el término “ausencia” (fort ), y “tirar el objeto”, alguien jue gue a recuperar a su madre ausente? Si tirar el objeto produce displacer, enton ces quiere decir que es algo que está en contra del principio del placer. Noso tros, hoy, deberíamos advertir que no, que es placentero; pero lo que pasa es que es paradójico: la mejor forma de tener la presencia a nivel simbólico es me diante la elisión, la ausencia. Para que no sea vana nuestra caza, la de los analistas, necesitamos redu cirlo lodo a la función de corte en el discurso; el más fuerte es el que forma una barra entre el significante y el significado. Aquí se sorprende al sujeto que nos interesa, puesto que al anudarse en la significación, lo tenemos ya alojado bajo la égida del preconciente. [...] Este corte en la cadena signifi-^ cante es lo único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real (pág. 780). Si el sujeto tiene una localización real, ésta será la discontinuidad. Todo aquello que de lo real sea homologable al corte, se constituirá como oferta para la localización del sujeto, como por ejemplo los agujeros del cuerpo. Si algo hace discontinuidad en lo real, es ahí que se localizará el sujeto. ¿Cuál será la discontinuidad fundamental que como real será la localización del sujeto? Es el corte en la cadena significante, que es la forma fundamental que adquiere el “Ínter”, el “entre”. Les propongo denominar a este sujeto del “entre”, “sujeto intervalar”, un. sujeto localizado en el intervalo. Para poder responder respecto de la estructura del sujeto como sujeto inter valar vamos a trabajar con otra oposición, que consiste en una tríada: necesi dad-demanda-deseo. Para saber cómo debemos concebir al sujeto -si es que se localiza en el intervalo-, el dispositivo conceptual que hay que manejar es la opo Si sición tri ádic a necesidad-demanda-deseo. la localización del sujeto es tercera (ni aquí ni allá sino en el medio), ne cesitamos, entonces, un dispositivo que nos rescate de las duplicidades de la lengua -y este dispositivo será necesidad-demanda-deseo.
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Tomemos el escrito de Lacan “La significación del falo” (Escritos 2, 1987). Recordemos que habíamos dicho ya que de las dos fórmulas que teníamos so bre la relación estructural entre lenguaje-inconsciente, Lacan planteaba que el significante era la noción fundamental. Empiezo por el párrafo donde Lacan anuncia que va a examinar los efectos de la presencia del significante. Dice: Son en primer lugar, los de una desviación de las necesidades del hom bre, por el hecho de que habla, en el sentido de que en la medida en que sus necesidades están sujetas a la demanda, retornan a él alienadas. Esto no es i _i Jg su depe nde ncia rea] [ ] s in0 de ja con form ació n sign ifica nte / del hecho de que su mensaje es emitido desde el lugar del Otro
Noten que he corregido la palabra “enajenado” que se usa en la traducción castellana por “alienado”. Es que, en este punto, a Lacan le importa especial mente la alusión al “Otro”, y esa alusión está en la palabra “alienado” y no en “enajenado” -que es “fuera de sí” más que “en el Otro”. Lo que Lacan nos pro pone aquí es que hay un efecto de desviación de las necesidades del hombre a causa de que el sujeto habla, que es un sujeto hablante. Vamos a poner en relación, entonces, la noción de demanda con la noción j J e n ec es id a d . E s a c o ns ec u en c ia de la de m an da que se pr od uc e una d e sv ia c ió n de la necesidad; es decir, la necesidad se aliena. Producir una inversión es un efecto demanda. nosotros, impli ca queestructural uno recibe de su toda propio mensajePara desde el Otro la-ynoción no quedeel demanda emisor codifica y emite el mensaje que el receptor recibe y descodifica. En rigor son dos las inversiones^ una, el sujeto recibe su propio mensaje desde el Otro (vale decir, que el emisor es el receptor y también que el verdadero recep tor es el emisor); y otra (que el grafo del deseo permite estudiar), que el sujeto re cibe su propio mensaje desde el Otro en forma invertida. Hoy nosotros estamos trabajando sólo con una de esas inversiones. Ésto conviene distinguirlo bien para, en la clase próxima (capítulo 4) poder trabajar la oposición neurosis-psicosis. Justamente Lacan dice que si la necesidad es determinada por la demanda, la consecuencia es que la necesidad le terminará por venir al sujeto del Otro; se aliena. La necesidad no es más del sujeto, es del Otro, lo que obviamente la des naturaliza en forma absoluta. Dice además que esto no es efecto de una depen dencia real, sino de la presencia, en el mundo humano, de la función significan te; es decir, esta dialéctica no está causada por la prematuración del nacimiento. Lo que así se encuentra alienado (lo que deja de ser del sujeto y pasa a ser del Otro), constituye una “ Urverdrangung ” [represión srcinaria] por no poder, por hipótesis, articularse en ja demanda; pero que reaparece, en reto ño, en lo que en el hombre se presenta como deseo (pág. 670).
Ya iremos viendo que Lacan localiza en varios lugares distintos a la noción
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Siempre que el goce se articule al deseo, el falo le dará cuerpo mediante la parte sacrificada, y si el goce no se articula al deseo, lo que le dará cuerpo es la zona erogena -que tiene una estructura totalmente distinta-. Cuando interviene el deseo y el goce anuda en la parte sacrificada, el deseo se convierte en defensa frente al goce. En francés dice: “défense", el traductor al castellano aclara bien que por un lado es prohibición, deseo como prohibición, y por otro, defensa. El goce, entonces, tanto puede operar como una defensa frente al deseo co mo el deseo puede'operáTcomo'una defensa Trente al goce. Aunque ambas de fensas sean de muy diversa índole, cada una de ellas ocultará un punto de cas tración. El goce, mediante su objeto, puede ser defensa respecto del objeto cau sa de deseo, así como maniobrando con la falta que implica el deseo, puede ocultarse la interdicción al goce infinito. Les propongo que ahora volvamos a oponer la estructura que acabamos de analizar: goce-demanda-deseo, a la terna: necesidad-demanda-deseo; como hi (j ) -demanda (D) -deseo (d ) a necesidad-decimos la vez pasada: oponer goce manda-deseo. Aprovechando la estruc tur a del grafo, lo esq uem atizo a sí pa ra us tedes:
-V d
NIDId
T D
Esquema n° 1
Respecto de esta cuestión, en “La significación del falo” Lacan dice: Puede concebirse cómo la relación sexual ocupa ese campo cerrado del deseo, y va en él a jugar suerte. Es que es el campo hecho para que se pro duzca en él el enigma que esa relación (la relación sexual) provoca en el su je to al “s ig ni fic ár se la ” do bl em en te : retorn o de la de m an da que e ll a su sc ita , en demanda sobre el sujeto de la necesidad [...] Nosotros lo decíamos así: en el pasaje de la necesidad a la demanda hay una ¡pérdida a esa pérdida, (resto) la llamamos deseo. Si vuelve la relación sexual cae en iel campoydel deseo, entonces el deseo -vía la demandaa la necesidad. ¿Cómo? Sencillamente, como demanda sobre el sujeto de la necesidad, en el sentido, por ejemplo, del requerimiento de la erección. [...] retorno de la demanda que ella suscita, en demanda sobre el sujeto de la necesidad; ambigüedad presentificada sobre el Otro en tela de juicio en la prueba de amor demandada. La hiancia de este enigma manifiesta lo
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j que la determina , en la fórmula má s simp le para hacerlo patente, a saber: ;
que el sujeto, lo mismo que el Otro, para cada uno de los participantes en la relación, no pueden bastarse por ser sujetos de la necesidad, ni objetos de i amor [ven cóm o Lacan está arti culand o necesidad y demanda], sino que dei ben ocupar el lugar de causa del des eo. ^
-— No alcanza con que el amor esté operando correctamente, como dimensión de la demanda (toda demanda es demanda de amor); no alcanza tampoco con que, a nivel de la necesidad, los cuerpos estén aprontados; es necesario lograr parte nair es logre, para decir ser causa del deseo del Otro: que cada uno de los lo así, que se apronte el cuerpo del Otro, a través de la causación de su deseo. Así se plantea cómo la sexualidad humana requiere de la articulación de la ter na: necesidad, demanda y deseo. Lo que Lacan plantea entonces es, que en el contexto de la estructura nece sidad-d em anda -deseo, la ar ticu laci ón tripl e es bidirecci onal, porque va de dere cha a izquierda y de izquierda a derecha: del deseo a la necesidad pasando por la demanda y de la necesidad otra vez al deseo -vía la “necesidad” de conver tirse en causa del d ese o del Otr o- Recorda rán que oportunamente propuse un a estructura en forma de banda de Mõbius para dar cuenta de la relación de conti nuidad/discontinuidad entre la necesidad y el deseo, a través del campo de la demanda (el recorrido de izquierda a derecha, como el inverso, de derecha a iz quierda). Ahora hemos agregado a lo dicho en aquella oportunidad, en qué con sisten los vínculos necesidad/deseo. El paso teórico dado por Lacan entre “La significación del falo” y “Subver sión del sujeto...” es gigante. A la altura de “Subversión del sujeto...” se pasa del trío “necesidad-demanda-deseo” al trío “goce-demanda-desco”. En lugar de tomar ese llamado que desde el deseo -pasando por la demanda- se hace sobre el cuerpo como necesidad, trabajamos con la corporificación del goce vía el fa lo, siend o e ste último, aquello que no aparece en la imagen especular. Esto ya no tiene nada que ver con el cuerpo corre spondient e a la necesidad, al menos de la necesidad biológica; se tratará en todo caso de necesidad lógica. Mediante este pasaje cambió la concepción del cuerpo: mientras que en “ne cesidad-demanda-deseo” el cuerpo es el cuerpo biológico, si bien mítico, en “goce-demanda-deseo” el cuerpo será lo que inscribe el deseo del Otro en el propio cuerpo, en tanto falo, como la parte faltante en la imagen especular, (-( p). Sigo con la serie de citas que seleccioné de “Subversión del sujeto...”, para desarrollar nuestro tema: Hay imaginaria que distinguir d el princi sacr ifici o,al que es sim bólico, l a ; función que pues se consagra a él, pio perodel que lo vela mismo tiempo que le da su instrumento (pág. 802). Primero, entonces: el principio del sacrificio no es imaginario; si fuese ima ginario, sería la ausencia en la imagen especular del falo; pero Lacan dice que
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no, que el principio, en el sentido del srcen y de la legalidad como Principio del placer, Principio de realidad, es simbólico. Hay que aclarar que no es imagi nario, porque para todo neurótico, como tal, la ausencia en la imagen especular es vivida y entendida como imaginaria. Segundo: es a ese principio simbólico que se consagra una función imaginaria. Ahora, al mismo tiempo que se consa gra, lo vela. Por un lado lo imaginario queda determinado por lo simbólico, pe ro, por el otro, lo imaginario puede velar a lo simbólico; ya la relación de jerar quías entre los registros casi no sirve en absoluto. Cierta función imaginaria, la imagen del pene y todos sus equivalentes, queda regida por la legalidad simbó lica, a su vez la operatoria simbólica recibe su instrumento de lo imaginario, de ahí que sea “fa lo” simb ólico , <í> y, finalmen te, lo que vien e a ce rra r esta dialé c tica en forma de bucle es que lo imaginario vela, a nivel fálico, en tanto presta el instrumento, que la legalidad sea simbólica. Se concibe la relación entre los tres registros como si fuera un nudo. Vamos a ver que esta función de nudo que se establece en relación con el falo implica también tener en cuenta las relaciones de lo simbólico y lo imaginario con lo real. Lacan lo formula de la siguiente forma: La función imaginaria es la que Freud ha formulado que preside a la car ga de objeto como narcisista. Es sobre este punto sobre el que hemos vuelto por nuestra parle, demostrando que la imagen especular es el canal que to ma la transfusión de la libido del cuerpo hacia el objeto. Pero en la medida en que queda preservada una parte de esta inmersión, concentrando en ella lo más íntimo del autoerotismo, su posición “en punta” en la forma la pre dispone al fantasma de caducidad en el que viene a acabarse la exclusión en que se encuentra de la imagen especular y del prototipo que constituye para el mundo de los objetos (pág. 802). Esta función imaginaria (que queda subsumida a la legalidad simbólica, a la que vela y brinda su instrumento), en Freud no es otra que la carga de objeto como narcisista, o sea, el narcisismo. Para Lacan, lo dice él mismo, es la ima gen especular la que funciona como canal de transfusión de la libido del cuerpo al objeto. Allí -justamente- tenemos el siguiente problema: el yo para Freud era un objeto mientras que para Lacan es una imagen. Para Lacan, entonces, i(a) será el canal, la vía por la que pase la libido del cuerpo a los objetos. En este punto Lacan agrega una noción importantísima, cuando dice que una parte (de la imagen del yo y del objeto) queda preservada de la inmersión en el espejo concentrando lo más íntimo del autoerotismo. inmersión es una noción topológica. La palabra “inmersión”, en topología, La implica una cierta metáfora; quiere decir: tomar un objeto que tiene una cierta legalidad espacial y transportarlo a otra legalidad espacial (cosa absolutamente impensable para no sotros, para quienes el espacio tiene siempre la misma estructura tridimensio nal). En topología, sumergir -por ejemplo- un objeto bidimensional en un es pacio tridimensional, sería equivalente a hacer un modelo volumétrico de deter
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minadas superficies planares. Pero no debemos quedar limitados a este caso; a los topólogos les importa también pensar qué pasaría con una figura tridimen sional -por ejemplo- si se la sumergiese en un espacio de más de tres dimen siones (de cuatro, por ejemplo). Es algo absolutamente impensable para noso tros, por carecer de intuición al respecto. Si se produce la inmersión de un cubo tridimensional en un espacio cuatridimensional se obtiene un hipercubo, algo que escapa casi por completo a nuestra intuición. La inmersión en el espejo, en tonces, implica un cambio de la estructura espacial del objeto en cuestión. Co mo antes dijimos respecto de la no especularidad de la banda de Móbius, para dar cuenta de las respectivas especularidades del falo y del objeto, sabemos, por ejemplo, que una cicatriz en el cachete derecho se vuelve cicatriz en el cachete izquierdo en la imagen del espejo. De esa inmersión se trata. Lacan plantea que, en la inmersión en el espejo, queda siempre una parte preservada, y que en ella se concentra el autoerotismo. Muchos de ustedes de ben estar pensando en el “talón de Aquiles”, que fue preservado de la inmersión de las aguas del río Estige. ¿Recuerdan que la madre de Aquiles era una diosa, Tetis, hija de Océano, el dios del océano? Es una idea absolutamente contraria a nuestra intuición; lo que no está en el espejo se anuda, en la forma más ínti ma, el autoerotismo del sujeto. De modo que Lacan coloca al autoerotismo en aquello que del cuerpo se ha perdido de la inmersión en el espejo. Idea contra dictoria si consideramos que hasta ahora veníamos sosteniendo que es el objeto del deseo del Otro lo que no está en la imagen especular. Pero fíjense qué nota ble es la maniobra de Lacan: justamente -nos dice- es en el autoerotismo que el sujeto busca, hurga en su cuerpo, eso que precisamente escapa a la captación imaginaria del cuerpo. Lo que Lacan está diciendo es que nada hay más marca do por lo “aloerótico” (“alo” de alienación) que el autoerotismo. Si no alcanzan a verlo piensen en “El Hombre de las Ratas”, mostrándole el pene erecto al fan tasma de su Padre muerto, aquel con el cual se producía la manipulación mas turbatoria. Noten cómo se logra así distinguir esencialmente la masturbación del ser humano de la masturbación de un animal: en el animal es la pura y simple ma nipulación de una zona especialmente sensible del cuerpo; en el ser humano es una inscripción de cierta función del Otro en el cuerpo que velada para el pro pio sujeto. Voy a darles un argumento más antes que lleguemos a poder decir -y justi ficar- que el autoerotismo es la inscripción del (-cp) (menos fi minúscula) que implica al deseo del Otro. En el cuerpo del sujeto la posición “en punta” del pene, estoy parafraseando a Lacan, predispone al fantasma de caducidad en el que viene a acabarse la ex clusión en la que se encuentra en la imagen especular y del prototipo que cons tituye para el mundo de los objetos. Dado que el falo, en relación con el pene, es la parte perdida del cuerpo a nivel imaginario, no es casual que justamente ahí se marque el fantasma de caducidad, la impotencia, que cae sobre él, justa mente por la forma real que lo caracteriza. Articulando el hecho de que no es
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visible en la imagen especular, con que su posición es “en punta” en la imagen real, se ve favorecido el anudamiento en el fantasma de caducidad, en el que viene a acabarse la exclusión en la que se encuentra en la imagen. Lacan sos tendrá que todo objeto que sea concebibo por el sujeto mediante esta dialéctica de la exclusión de la imagen será por transferencia de la función del falo. Que no se vea en el espejo, querrá decir que es la parte faltante de la imagen. “Caduco” es lo que cae, y también lo que está pasado de moda. Pero tiene una acepción más: en zoología, la membrana caduca es la parte de la mucosa del útero que es expulsada junto a la placenta en el parto o alumbramiento. No ten que este fantasma caduco está íntimamente vinculado a la laminilla. Salvo que, no hay que olvidarlo, laminilla remite a la parte perdida de mi cuerpo, mientras que la membrana caduca remite a lo que en mi nacimiento se pierde del cuerpo del Otro. Es así como el órgano eréctil (el órgano real, y también la función ima ginaria asociada) viene a simbolizar el sitio del goce, no en cuanto él mis¡ m o, ni si quiera en cuanto im age n, sino en cuanto par te faltante de la i ma gen 1 | deseada: Por es o es igualable a V-l de la sign ifica ció n más arr iba producida, | del goce al que restituye por el coeficiente de su enunciado a la función de falta de significante: (-1) (pág. 802). ¿Qué es el falo en esta dialéctica? Tres cosas: la parte faltante de la imagen deseada (-
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vale decir, no será paso a un goce infinito. Si el falo implica interdicción del goce’es -fundamentalmente- en el sentido de la culpabilidad: la culpa estructu ral que la masturbación produce. El anudamiento del falo a la interdicción del goce no se produce por su forma sino por -precisamente- el principio simbóli co, ya que la interdi cción com o prohibi ción se inscribe por la cul pa -la que pro duce la masturbación-. En la clínica del obsesivo, del varón obsesivo, esta cul pa suele ser casi “típica”; ante ella él argumenta: “Yo con esto no le hago mal a nadie”. Pero, quien se queja no es “nadie”, sino eso que Freud llama “la voz de la conciencia”. (
Culpabilidad ligad a al recordatori o del go ce que falta al ofic io devuelto'1 al órgano real, y consagración de la función del significante imaginario para marcar a los objetos de la prohibición (pág. 803).
ív__ Esta culpabilidad respecto del goce masturbatorio tiene -francamente- la estructura de un nudo entre el órgano real, la función del significante y su uso imaginario. El falo implica al órgano real pero como significante imaginario.
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Creo quede Lacan está queriendo decir es quey en p),podemos dar loque quelolleva (-1), la marca de la interdicción de el (-(falo no lo que noolvi se ve de la imagen especular. El paso del (-cp) (fi minúscula) de la imagen fálica de uno a otro lado de la ecuación de lo imaginario a lo simbólico, lo hace positivo en todo caso, incluso si viene a colmar una falta. Por muy sostén que sea del (-1) se con vierte allí en
(fi m ayús cula), e l falo simbó lico imp osible de hacer negati vo, significante del goce. (pág. 803). El (-) sino significante del goce. Hemos vuelto a la dialéctica del significante de una falta en el Otro, S(A). Y conviene no perder de vista aquello de donde habíamos partido: que esta dialéctica no termina en lo que al Otro le falta, sino en la marca positiva de esta falta en el „Otro. Falo, entonces, no será la falta a nivel del Otro; falo simbólico no será el (-1); será la marca del (-1): significante del goce. Significante del goce porque inscribe la interdicción del goce infinito, y también porque inscribe la falta a ni vel significante que deja inscripto algo del goce. Si el falo simbólico 4>, como la positivización del (-cp), será una marca, ¿se rá una marca de qué? Por un lado, de que el goce ya no es goce infinito, y por otro lado, de que a la función del significante, la marca del goce le pone un lí mite. No hay todo significante, que sería “la nada”, porque quedó inscripto el goce. Y esta marca es positiva.
INDICE
Introducción 1. El grafo del de seo y la top olo gía 2. El objeto a y la teoría mate má tica de grafos y redes 3. La estru ctu ra del lenguaje. N ecesida d, demanda y deseo g1r aEfol4 . 61 5. Preg unta s y respuest as. Lo imp osible. Neu rosis ypsicos is 6. Ideal (I) - yo ( m ) - ideal (i). El grafo 2 7. El grafo 3. La pregunta 8. El des eo y el fantas ma: un recorrido (I). El síntom a 9. El de seo y el fantasma: un recorrid o (II) 10. La fórmula del fantasma. Introducción de la pulsión 11. La puls ión (I) 12. La puls ión (II) 13. S(A ). Ser, goce y des eo 14. S(A). “Ser goc (res), e y de se o” (II) 15. El com plejo de castración en la enseñ anz a de Lacan
7 9 22 42 74 84 100 115 133 145 161 175 183 197 20 6