Rodrigo Llano Isaza
Rodrigo Llano Isaza Compilador
¿Y Ud. por qué es Liberal?
Partido Liberal Colombiano Bogotá D.C., 2010.
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Para Todos José Santos Chocano.1 Yo quiero la igualdad, ya que la suerte Es común en el punto de partida: ¡si todos son iguales en la muerte Todos sean iguales en la vida! ¿Quién es más que otro, cuando al negro abismo La oculta mano con furor nos lanza? ¡todos, ricos y pobres son lo mismo Si los pesa la muerte en su balanza! Entre el noble señor y el indigente No debe haber obstáculo ninguno: Todos tienen debajo de la frente Una chispa de Dios, ¡y Dios es uno! La igualdad de las razas es mi norma, Norma que a todos servirá mañana: La carne humana cambiará de forma, Pero en cualquier forma es carne humana. ¡El Pueblo, el Pueblo que la luz concibe y que arroja la luz en plena escoria, Sobre el altar de su taller recibe Los santos sacramentos de la gloria! El Pueblo es grande. En el furor siniestro; Manso en la paz. Trabaja con porfía…. , 1
Poeta peruano nacido en Lima en 1875 y asesinado en Santiago de Chile en diciembre de 1934. Tomada del libro “José Santos Chocano, Poesías”. Colección Panamericana, No. 26. Ediciones Jackson. Buenos Aires. 1945. Página 23.
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¡si es ignorante es culpa del maestro; Si acaso se extravió, culpa del guía! Si a veces el moscón que torpe zumba Cae en la red de laboriosa araña, A trabajar, ¡el ocio es una tumba!... ¡Quien pone el grano, espere la montaña! ¡El Pueblo que en la lucha no reposa Y en la paz marcha con el hacha el hombro, Hace una cuna sobre cada fosa, Canta un Te Deum sobre cada escombro! ¡Ave, Rey, Pueblo! En el taller es justo Que cobres la confianza de ti mismo… Si es que está sobre ti César Augusto, Retira el hombro… ¡y rodará al abismo! El Pueblo va en las sombras, como fiera; Es un atleta. Cuando altivo y mudo Se envuelve en un girón de su bandera Y se apoya en el bronce de su escudo… Loco es Moisés si con furor se lanza Sobre el Pueblo, y lo insulta, y llora, y grita, Y porque el Pueblo ante sus dioses danza, Rompe las tablas de la ley escrita… Aunque al verlo la pena le taladre, Debe Moisés, imperturbable y fijo, Hablarle siempre: ¡si se embriaga el padre, Tiene el deber de sostenerlo el hijo! Guíese al Pueblo. Al dársele la mano No se le apriete hasta que el hueso cruja: 4
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Que vaya dulcemente soberano… ¡tras la mano que guía y no que empuja! Tal es lo justo. El débil y el potente tener no deben vallador ninguno: ¡todos llevan debajo de la frente una chispa de Dios; y Dios es uno! ¡Ante la eterna ley que flota encima del docto Pueblo y de la plebe incauta, todos son versos de una sola rima, todos son notas de una misma pauta.
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CONTENIDO Introducción, Rafael Pardo Rueda. Presentación, Rodrigo Llano Isaza “La Razón de mi Voto”, acta fundacional del Partido Liberal Colombiano, por José Ezequiel Rojas Ramírez. Julio 16 de 1848. César Gaviria Trujillo Ernesto Samper Pizano Alfredo Beltrán Sierra Alonso Molina Corrales Baldomero Sanín Cano Camilo Antonio “El Tuerto” Echeverri Carlos Andrés Navarro Cano Carlos Lozano y Lozano Eduardo Verano de la Rosa Guillermo Benavides Melo José Noé Ríos Muñoz José Restrepo Jaramillo Luis Carvajal Basto Luis Eduardo Nieto Caballero Máximo Pérez Soto Otros. Rafael Uribe Uribe, conferencia del teatro Municipal sobre “Socialismo de Estado”. Octubre 24 de 1904.
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Introducción Rafael Pardo Rueda2. El Veedor del Liberalismo Dr. Rodrigo Llano nos ha planteado a una serie de personas, el reto de contestar la pregunta ¿Y Ud. por qué es Liberal?, como una manera de transmitirle a las juventudes una respuesta a algo que muchas veces se pasa por alto y que algunos no lo tienen bien definido. Los últimos ocho años hemos padecido los colombianos el mayor embate contra las instituciones, desde la famosa “Regeneración” de Núñez y Caro y tendremos que hacer un esfuerzo enorme por rescatarlas, reorganizarlas, casi que revivirlas y de ello no escapa el Partido Liberal Colombiano y por eso es tan importante tener absoluta claridad ideológica por parte de todos nuestros militantes y simpatizantes. El Liberalismo Colombiano ha sido el partido político más importante de éste país y de América Latina. Por su tradición, sus logros a lo largo de casi dos siglos de vida, su anclaje en el sentimiento popular y su capacidad para entender la siempre compleja realidad colombiana. El liberalismo es hoy uno de los únicos partidos políticos sobrevivientes en un contexto latinoamericano en el que los caudillismos y populismos de izquierda y de derecha han tenido una gran acogida en la última década. El sentimiento liberal hace parte del alma colombiana. Su ideario forma parte del pensamiento político colombiano en todas sus épocas. La historia liberal se confunde con la
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Director Nacional del Liberalismo y candidato presidencial del Partido Liberal para el período 2010-2014.
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de las grandes conquistas sociales de esta nación a través de los años. Naturalmente nos sentimos orgullosos de nuestra historia, de nuestro pasado, de nuestras glorias como Rafael Uribe, López el grande, Gaitán, Galán, y tantos otros. Sin embargo, en esta etapa de la historia nacional tenemos el enorme desafío de liderar una Colombia nueva, la del siglo XXI. La Colombia que debe mirar hacia delante, que requiere entrar en la modernidad definitivamente que necesita preservar los avances alcanzados en materia de liberales y derechos individuales con la Constitución del 91, que tiene el deber de lograr una educación de calidad para todos sus jóvenes, que necesita cada vez mas inversión en tecnología, protección efectiva del medio ambiente y garantizar a sus jóvenes las oportunidades de crecer como seres humanos. Por eso, sin olvidar nuestro pasado, debemos comenzar a hablar del futuro, de nuestra visión como sociedad para este siglo. El gran desafío liberal es convencer a los colombianos de que la sociedad de hoy necesita más liberalismo y no menos liberalismo. Más libertades y no más restricciones a las mismas. Más educación para utilizar bien esas libertades y menos prohibicionismo. Más descentralización y no menos autonomía a nuestras regiones. Más igualdad ciudadana y regional y menos beneficios a los que ya tienen todo en éste país. El enorme desafío que tenemos por delante es el de consolidar un liberalismo nuevo, el liberalismo de esta nueva era que sea capaz de resolver los problemas de los colombianos de hoy, de interpretarlos y encontrar soluciones efectivas y oportunas a esos nuevos retos que afrontamos como sociedad. Un liberalismo moderno, capaz de rectificar las equivocaciones del pasado y dispuesto a sintonizarse nuevamente con los sectores mas débiles de la sociedad 10
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colombiana. Un liberalismo audaz que se imponga grandes propósitos de transformación. Un liberalismo profundamente comprometido con una nueva ética pública en la cual erradiquemos el concepto de que todo se vale con tal de obtener los resultados que esperamos. Un liberalismo que los colombianos sientan como el dique de contención a los desbordamientos autoritarios. Un liberalismo que renueve su compromiso con la libertad de cultos y con una sociedad laica moderna. Un liberalismo que defienda a las minorías de este siglo con la misma inteligencia y la misma pasión con las que se defendieron a los campesinos, los obreros, los indígenas, las mujeres en el siglo anterior. Un liberalismo que crea firmemente en la necesidad de avanzar hacia una mayor autonomía territorial como condición esencial para alcanzar la reconciliación nacional. Un liberalismo que haga de la igualdad de oportunidades su obsesión política y práctica. Un liberalismo que convierta a cuatro millones de compatriotas victimas de la violencia en ciudadanos de primera categoría. Ese es el desafió que tenemos por delante. No simplemente el de regresar al poder por el poder. Se trata de recuperarlo para volcarlo al servicio de transformaciones sociales aplazadas en esta nación y que no aguantan más tiempo. No de ganar en las elecciones o derrotar a un presidente. Nuestros propósitos deben ser mucho mas ambiciosos, deben trascender en el tiempo y nos deben servir para abrir el camino hacia una nueva etapa de Colombia en la cual sea posible consolidar los avance innegables en materia de seguridad, y al mismo tiempo derrotar la desigualdad y la exclusión que tanto daño nos causan como sociedad. Para alcanzar estos objetivos debemos actuar con grandeza, realismo y generosidad. Debemos comenzar por reconocer que solos no podremos ganar ni gobernar bien. Que solos no 11
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podremos generar la felicidad que el pueblo colombiano merece. Que es el momento de sumar esfuerzos con muchos otros sectores de la sociedad para construir una Nueva Mayoría Progresista en éste país, que nos permita generar las condiciones políticas adecuadas para impulsar una Colombia con igualdad de oportunidades para todos. Éste tiene que ser el propósito de un Partido que le ha dado mucho a la historia de éste país, que ha recibido también respaldo del pueblo colombiano, pero que ahora debe ganarse nuevamente el afecto y la credibilidad de ese pueblo para que con un liberalismo moderno y ético sigamos ofreciendo posibilidades a millones de compatriotas. Con unidad y renovación lo lograremos. Unidad para que todos los sectores del partido entiendan que tenemos un gran compromiso con el futuro de este país y trabajemos conjuntamente en estos propósitos. Renovación porque una nueva clase dirigente del liberalismo llega hoy a los puestos de comando y es importante demostrar a los colombianos que sí somos capaces de generar relevo generacional y traer ideas frescas a un partido que las necesita. Entiendo al Liberalismo como un Partido profundamente reformista, así lo ha sido a lo largo de su historia, unas veces librecambista, otras intervencionista, siempre acomodándose a los tiempos, nunca estático, analizando qué necesitan los más necesitados y la sociedad toda colombiana para brindarle bienestar y seguridad. El reformismo está por encima del debate izquierda-centro-derecha, es una forma diferente de mirar al Liberalismo como instrumento para el mejorestar ciudadano porque está atento a cuales son las nuevas necesidades del procomún para solucionarlas. Es la forma de alcanzar la equidad por la que luchamos. 12
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¿Qué es equidad?, la equidad por la que propendemos es esa capacidad de la sociedad, conducida por los poderes públicos, para darle a la totalidad de los colombianos la posibilidad de vivir con dignidad, de tener salud, educación, trabajo, vivienda, diversión, todo en las mejores condiciones. Como dijo el poeta ¡Si todos son iguales en la muerte/todos sean iguales en la vida. Así entiendo a mi Partido, Por eso soy Liberal.
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Presentación Rodrigo Llano Isaza 3. Los millonarios se defienden solos, A los humildes hay que ayudarlos sin cesar. Eduardo Santos4.
Por mi carácter de inspirador y compilador de éste importante libro, voy a tomarme dos libertades, antes de responder a la pregunta de por qué soy Liberal. Le contaré a los lectores cual es el origen de la palabra Liberal y el origen del Liberalismo como práctica y como filosofía política. Origen de la palabra Liberal: Siguiendo al historiador santandereano Armando Martínez Garnica, podemos decir que la expresión “Liberalis”, de donde proviene la voz “Liberal” y su derivación “Liberalismo”, fue utilizada en la antigüedad para referirse a los hombres libres que practicaban las “Artes Liberales”, con el propósito de contraponerlas a las artes mecánicas o serviles que practicaban los esclavos.. En 1611, en el “Tesoro de la Lengua Castellana”, la palabra Liberal tenía la acepción de generoso y desinteresado. Pero fue en España, en Cádiz, donde Eugenio Tapia, al comenzar el siglo XIX, designó como “Liberales” a quienes promovían la libertad para contraponerlos a quienes se oponían a ella, a los cuales llamó “serviles”. 3
Veedor del Partido Liberal Colombiano, 2007-2011. Jaime Posada. La República Liberal 1930-1946. Ediciones Universidad de América. Bogotá D.C. 2008. Página 79. 4
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El 16 de diciembre de 1810, en el diario de las sesiones generales y extraordinarias de Cádiz, el Diputado Arguelles expresó que las Cortes habían comenzado a aplicar un “justo y Liberal” sistema de gobierno. En el “Diccionario Crítico Burlesco”, publicado por Bartolomé José Gallardo, en Cádiz, 1812, se definió a las ideas Liberales como aquellas “que no sólo excitan al conocimiento, amor y posesión de la libertad, sino que propenden a extender su benéfica influencia”. El precursor de la independencia americana, el venezolano don Francisco de Miranda, en una carta del 6 de octubre de 1808, en la cual recomendaba a Lord Cochrane, decía de él que podía considerarse “como amigo y hombre Liberal”. Por su parte el Maestro de Simón Bolívar, don Simón Rodríguez, daba la siguiente definición: “Es un alivio para el que habla, y una adquisición para el diccionario, poder llamar “Liberal” al que aboga por la libertad y “Liberalismo” al conjunto de ideas opuestas a la servidumbre, sea la que fuese”. Donde nace el Liberalismo como práctica política: La institución del Parlamento es muy antigua en Inglaterra, como representación de los súbditos y tenía como máxima “Por debajo de Dios, el pueblo es el origen de todo poder justo”. Pero Parlamento constitucional, con poderes que sometían a la monarquía, es el que se formó cuando Guillermo de Orange invadió a Inglaterra desde Holanda, derrocó a Jacobo I y negoció la corona, en lo que se llamó “la revolución gloriosa” o, simplemente, la revolución de 1688; en lo sucesivo, el Rey ya no pudo tener ejército permanente en tiempos de paz, crear impuestos, suspender las leyes o declarar la guerra sin el permiso del Parlamento. 16
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Un nuevo poder había aparecido en el horizonte político, el poder del pueblo, representado en el Parlamento. Comenzaba así la práctica del Parlamentarismo. Se abolió la Monarquía absoluta y nació la monarquía constitucional. Había nacido el Liberalismo. El respaldo filosófico: Son muchísimos los filósofos que le dan su primer sustento ideológico al Liberalismo, pero quiero resaltar a dos que son básicos en el diseño de la estructura filosófica de nuestra colectividad: John Locke 5 y el Barón de Mostesquieu6. Locke comenzó promoviendo la tolerancia religiosa, la libertad de culto y la separación de la Iglesia y el Estado; hizo la defensa de las minorías, de la vida, la propiedad y la inviolabilidad de la persona; promovió el respeto a las ideas o creencias; fue el ideólogo de la monarquía constitucional que promovían los Whigs (Liberales ingleses); para él, el poder político es el poder popular, colectivo, nunca individual, que busca el bienestar general, con gobierno limitado, representativo y defensor de los derechos individuales; dijo que los hombres nacen libres y que el fundamento del poder político es el consenso; consideró como un derecho natural la propiedad, la vida, la salud y la libertad y 5
Se considera a John Locke, nacido en Wrington, Somerset, Inglaterra, el 29 de agosto de 1632 y muerto en Oates, Inglaterra, el 27 de octubre de 1704, como el padre del Liberalismo; es bien importante que el Liberalismo colombiano rescate la figura de Locke como su más importante antecedente ideológico. 6 Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Mostesquieu (nacido en el castillo de La Bréde, cerca a BurdeosFrancia, el 18 de enero de 1689 y muerto en París el 10 de febrero de 1755), es el autor de la teoría de la división de los tres poderes: Ejecutivo, legislativo y judicial.
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defendió la igualdad ante la ley de todos los seres humanos. Mostesquieu fue el precursor del Estado moderno. En su libro “El Espíritu de las Leyes” preconizó una estructura del Estado que choca con el absolutismo y propende por la división y el equilibrio de los poderes como salvaguardia contra la tiranía. Fue quien primero estructuró el sistema de pesos y contrapesos que evitan el desbordamiento del gobernante que podría coartar la libertad humana. Siempre sostuvo que las leyes inútiles debilitaban a las leyes necesarias. El Libro: En una época como la actual, de tanta confusión ideológica, de tanto transfuguismo o voltearepismo, donde las gentes que no tienen ideología cambian de política como cambiar de camisa, donde se ha impuesto el “Partido Presidencial”, que no es otra cosa que la oferta sin límite de puestos y contratos, en una orgía de corrupción como nunca se había visto en este país, para el disfrute del manzanillismo, de la repartija del poder burocrático para saciar los apetitos de quienes ofrecen votar en la medida en que sean beneficiados por el Estado, es preciso definir con claridad meridiana quien está donde y por qué está allí. Quienes hemos permanecido estoicos al pie de la Liberal bandera, en los “peladeros de la oposición” como decía Alfonso López Michelsen, o “al destapado”, como afirman otros, tenemos la obligación de contarle a las nuevas generaciones por qué es que nos sentimos LIBERALES, responder a la pregunta que le hemos hecho a personalidades destacadas de nuestra colectividad “¿Y Ud. por qué es Liberal? Fueron algunas personas escogidas a dedo, sin ánimo de marginar a nadie ni de privilegiar a nadie, hay personas de todas las tendencias Liberales, viejos y 18
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jóvenes, de la capital y de la provincia, de distintas profesiones, cuyo aporte agradecemos y más agradecerán las nuevas generaciones, a las que servirá esta contribución ideológico para plantear sus futuras luchas en la arena política. Aprovechamos para incluir la respuesta que en su momento dieron cinco personalidades del Liberalismo de los siglos XIX y XX: José Restrepo Jaramillo, Camilo Antonio “El Tuerto” Echeverri, Baldomero Sanín Cano, Carlos Lozano y Lozano y Luis Eduardo Nieto Caballero, las dos últimas bastante extensas pero muy importantes por el papel que jugaron en el segundo tercio del siglo XX en las filas de nuestra colectividad. Las respuestas se colocaron dándole prelación a los Expresidentes Liberales César Gaviria Trujillo y Ernesto Samper Pizano y a nuestro candidato actual el Dr. Rafael Pardo Rueda, quien hace la introducción, a todos los demás los sometimos a la dictadura del alfabeto para evitar reclamos. A todos nuestro profundo reconocimiento por su colaboración. Algunas personas fueron invitadas pero sus ocupaciones no les permitieron enviarnos con oportunidad su respuesta, los comprendemos. Soy Liberal: En los últimos ocho años el Liberalismo ha padecido el embate desestabilizador de las fuerzas de la extrema derecha que, incómodas, porque el partido Liberal no se plegó a su omnímoda e imperial voluntad, trató de desaparecerlo marginándolo de la administración pública y volviéndolo el blanco de los ataques implacables de los medios de comunicación y de las “carracas” que desde su palo cantaban todos los días “si quieren respirar, entren al corral”, como si 161 años de historia se pudieran entregar como las lentejas que Esaú recibió de su hermano Jacob a cambio de la primogenitura o como el pobre 19
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Lázaro que tenía que esperar a que las migajas cayeran de la mesa del rico Epulón para poder malsobrevivir. Hace muchos años copié en un libro una frase de Rab Jaim Zukerwar, que decía: “Cuando un individuo, una nación etc. pierde los límites que establecen el ritmo que armoniza lo presente con lo trascendente termina por distorsionar su concepto de lo sagrado”. Y, aquí, en la política colombiana, lo sagrado se confunde con nuestra historia, con los más de 500.000 muertos que el Liberalismo ha puesto en los campos de batalla o víctimas de la violencia rural y urbana. No existe sobre la faz de la tierra un Partido político más perseguido, un Partido que haya puesto más muertos, un genocidio más descarado sin que nadie proteste, como si nada hubiera acontecido. Todas estas persecuciones templan el alma y arraigan a la tierra. Infortunadamente el Liberalismo da para todo, aquí posan de Liberales todos aquellos a los que les da pena confesar que son todo menos Liberales; se habla de los Liberales “de corazón”; de los que son miembros del Partido cuando la corriente a la que están vinculados gana, pero “patean la lonchera” cuando pierden y no reconocen los resultados; los que siguen llamándose Liberales para ocultar sus intereses non santos; los que utilizan la palabra Liberal para desorientar a los electores; los que son Liberales “de bolsillo $$$$”, pero jamás están con la ideología del partido; los que van y vienen cual gitanos, acampando en todas las toldas políticas, demostrando una total falta de ética y un cínico oportunismo que raya en el descaro y siguen tan campantes, son los Johnny Walker de la política, que viven felices empujando las puertas giratorias de todas las colectividades. En fin, una caterva de aprovechados y oportunistas, a los cuales nunca les podremos confiar nuestra “Casa Liberal”. 20
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¿De cuál Liberalismo hablamos?, ¿del Liberalismo económico?, ¿del Liberalismo político?, ¿del Liberalismo clásico?, ¿del Neoliberalismo? Por mi parte considero que tenemos que hablar de una etapa superior del Liberalismo que es el socialismo democrático, camino que comenzamos a recorrer cuando el General Rafael Uribe Uribe el 24 de octubre de 1904, en el teatro Municipal de Bogotá, pronunció su célebre conferencia titulada “El Socialismo de Estado”, donde nos señaló claramente que “debíamos abrevar en las fuentes del socialismo”, fue en ese momento en el cual dejamos atrás a John Locke, a Jhon Stuart Mill, a Adam Smith, a Jeremías Bentham, a Bastiat, a Ricardo, a Turgot, a Quesnay, a Benjamín Constant, a Tocqueville y a tantos otros y pasamos a un ciclo superior de la teoría política, donde si bien no abjurábamos de todo si sacrificábamos algunos conceptos. Un Partido político, para tener futuro, para ser alternativa de poder, para permanecer en el imaginario colectivo, precisa de dos condiciones absolutamente básicas: Emociones y sueños. Las emociones despiertan el ánimo, entusiasman, convocan la participación, amarran a la colectividad con el votante, movilizan el ánimo. Los sueños son el norte que se le fija como meta alcanzable a un pueblo; Moisés le prometió a los judíos la “tierra prometida” y los llevó al desierto 40 años, según cuenta la Biblia; Abraham Lincoln enfrentó el futuro estadounidense y por ello se fue a la guerra para terminar la esclavitud; Nelson Mandela, desde la prisión, donde permaneció 27 años, señaló a los sudafricanos el fin del apartheid y les esbozó una gran nación y, ¿por qué no decirlo?, en la Colombia de los últimos años, Alvaro Uribe Vélez le “vendió” a los colombianos el sueño de derrotar la guerrilla y acabar la violencia, lo que convocó masivamente a la ciudadanía; todos los pueblos tienen que tener un “horizonte” a donde llegar, por ello Martin Luther 21
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King le escribió a los norteamericanos esa oración maravillosa “Yo tengo un sueño”, es el sueño que canaliza todas las energías del procomún, que fija destinos, que señala derroteros y que convoca las sanas pasiones de las gentes. A un Partido político emocionado por sus dirigentes y con un sueño realizable de un mañana mejor, nadie lo derrota en las urnas Los Liberales creemos en la libertad, pero no en la libertad absoluta, porque, en adelante, el ser humano no es libre de morirse de hambre, no es libre de morir sin educación, sin salud, sin recreación, no es libre de dejar morir a su esposa o a sus hijos en la indigencia o causarle daños mentales irreparables porque lo único que tiene para alimentarlos es papel periódico con sal. Lo que no le importaba a los Liberales clásicos, con tal de que el ser humano pudiese ir de aquí para allá sin cortapisa alguna, hoy si nos importa y es base fundamental de nuestro credo. Hoy todos tenemos derecho a un puesto bajo el sol, pero no cualquier puesto sino un puesto con dignidad. El Liberalismo no rechaza a los ricos, no rechaza la economía de mercado, no somos enemigos del capital, pero queremos sacar del barro a muchísimo compatriota castigado por el hada fortuna, hemos aceptado el principio “tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”; apreciamos la libertad, pero nos oponemos al libertinaje; apreciamos el capital pero rechazamos al capitalismo salvaje; queremos la libertad de los medios de comunicación, pero nos oponemos al control monopólico de los mismos; defendemos la libertad religiosa, pero, como garantía para todos, exigimos que la educación sea laica, no confesional, universal y gratuita por lo menos en el ciclo básico de primaria y bachillerato; nos oponemos al coctel religión-política; nos negamos a aceptar la explotación del hombre, sea que la haga el Estado o sea que la utilice mediante artilugios el empresariado; no 22
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rechazamos la globalización, pero, como dijo en un artículo en El País de Madrid, Felipe González: "En el siglo XXI, ser socialista es pensar que el mundo es nuestra aldea, y no que la aldea es nuestro mundo"; predicamos la necesidad de una política tributaria justa, donde la carga del sostenimiento del Estado no esté en los hombros de los más pobres, sino que pague el que más tiene. El Liberalismo protege y ampara la protesta social, pero rechaza y combate la protesta armada; defiende el medio ambiente y es ardientemente nacionalista. El Liberalismo se opone a todas las formas de corrupción: tráfico de sustancias sicotrópicas; lavado de activos; asalto y mal manejo del erario público; abuso de la posición dominante en los cuatro poderes; porte, comercio y tráfico de armas, porque el monopolio de la fuerza lo debe tener, con exclusividad, el Estado; la evasión fiscal y la repartija inmoral de la contratación pública. El Liberalismo es un irreductible partidario de la separación e independencia de los cuatro poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral. No concebimos el país sin una justicia rápida, efectiva, eficiente. El Partido Liberal no es mesiánico. Somos profundamente institucionalistas. Respetamos al sector privado de la economía pero le exigimos que no entren al Estado para saciar, con el presupuesto de todos los colombianos, sus apetitos mercantiles y de enriquecimiento personal. ¿En qué lugar del espectro político tenemos que ubicarnos? Carlos Lleras en sus estatutos de 1963 lo definió con claridad meridiana “El Liberalismo es una coalición de matices de izquierda” y yo, que fui llerista, le pregunto a mis lectores, ¿alguien podrá insinuar siquiera que Lleras Restrepo fue comunista?, ni siquiera en su más tierna juventud, como si lo fueron otros: Alberto Lleras 23
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Camargo y Gabriel Turbay Abinader, para sólo mencionar dos casos. Pero ahora nos hablan de un híbrido centro, de dejar el centro izquierda, ¿a cuenta de que? Eso no es Liberalismo, el Liberalismo de derecha no existe porque eso no es más que una derecha disfrazada de Liberalismo, el famoso lobo con piel de oveja del cuento. El centro es la indefinición, es el limbo político, es una cosa que no sabe a nada, no se parece a nada, cuando no se tienen posiciones definidas se toma por el camino del medio, por el centro, por el facilismo, por la indeterminación. Soy Liberal porque creo en la libertad de expresión, de imprenta, de conciencia, de religión, de educación, de profesión, de forma de ser o de actuar; porque creo en el libre desarrollo de la personalidad; pero esa libertad no puede sobrepasar los límites de los derechos del otro; porque creo en el valor del ser humano, en su dignidad e independencia. Soy Liberal porque creo que el Estado tiene un papel que jugar en la búsqueda de la equidad. En una piscina donde hay una ballena y un pescado, el pescado no puede dejarse a que por tener libertad la ballena pueda devorarlo; el Estado tiene una obligación en la defensa y el desarrollo de los más débiles; tiene que educar a todos por igual brindando enseñanza de excelencia; tiene que darle seguridad, física y social, al ciudadano desde la cuna hasta la tumba, en las calles y los campos; El Estado tiene que ser fuerte pero su fortaleza no puede utilizarla para atropellar a los ciudadanos, no puede utilizar sus instrumentos de poder para espiar, controlar o atropellar a quienes lo conforman; el Estado no puede estar al servicio de unos pocos perjudicando a la mayoría; tiene que tratar a la mujer en absoluta igualdad con el hombre; tiene que proteger a las minorías de los abusos de las mayorías; tiene que ser honesto, su manejo transparente y su 24
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dirección no puede entregarse a seres mesiánicos que se consideran únicos e indispensables. Soy Liberal porque creo que los monopolios de la industria, del comercio, de los medios de información o de la propiedad de la tierra deben extinguirse; porque creo en un país de propietarios, un país donde se defiende y protege la libertad de empresa, donde no se cosifica a las gentes sino que se las eleva intelectual, moral, física y espiritualmente; que defiende la moneda sana que libra a los pobres del peor de los impuestos: la inflación y porque no soporto el absolutismo. Soy Liberal porque creo en el sistema democrático de Gobierno; en que la oposición pueda ejercer libremente su actividad proselitista, dentro de los marcos de la constitución y de la ley y que la voluntad popular, limpiamente expresada en las urnas, sea la que ordene quien dirija la nación por los cauces de libertad y progreso; en que la fuerza no es nunca la que pueda generar desarrollo a las comunidades. Soy Liberal porque no le temo al cambio, creo en la tolerancia, rechazo los dogmatismos, aspiro a un Estado civilista y laico, deseo que la globalización mundial le permita a todos acostarse en un lecho digno, bajo un techo seguro y propio, con el estómago lleno y la salud asegurada sin que le de miedo salir a la calle o mirar a sus vecinos. Soy Liberal porque creo en el bagaje histórico e ideológico que nos legaron como herencia los grandes del Partido, a quienes debemos rendir tributo, el mismo que le debemos al “Liberal desconocido”, ese hombre o mujer anónimos que pagaron con su vida el amor a nuestros colores y han sido el soporte más fiel a nuestra colectividad, más en las épocas duras y malas que en las buenas y de prosperidad. Por esto he sido, soy y seré Liberal. 25
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La Razón de mi Voto. Ezequiel Rojas7. En: El Aviso. Bogotá. No.26, 16 de julio 1848; p. 3-4. Acta fundacional del Partido Liberal Colombiano. Nota: Al terminar el gobierno del General Tomás Cipriano de Mosquera, las gentes que ya se comenzaban a llamar Liberales comenzaron a promover la candidatura del Dr. José Ezequiel Rojas Ramírez, pero éste que antes que la candidatura, quería hacer un viaje a Europa, decidió respaldar al General José Hilario López y resolvió escribir sus opiniones en el diario El Aviso, artículo que fue publicado con el título “La Razón de mi Voto”. Pero, se pregunta, ¿qué es lo que quiere el Partido Liberal? ¿Cuáles son sus deseos? ¿Cuál la teoría que quiere ver realizada? Fácil es la contestación. República quiere el Partido Liberal; quiere sistema representativo, real y verdadero, y no apariencias como las que existen. Quiere que las libertades públicas y los atributos de la soberanía nacional se garanticen suficientemente, y no se les deje expuestos a ser invadidos y usurpados. Quiere que los derechos individuales y sus garantías sean realidades y no engañosas promesas, y quiere esto por hoy los que ejercen los poderes públicos pueden hacer impunemente cuanto quieran, y pueden disponer de la vida de los hombres y de los intereses de la
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José Ezequiel Rojas Ramírez, boyacense, Abogado, conspirador de la noche septembrina, Congresista, principal ideólogo del Utilitarismo, profesor universitario, Designado a la Presidencia. Es el fundador del Partido Liberal Colombiano.
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nación a su arbitrio; porque las instituciones no contienen freno alguno de prevenir estos atentados. Quiere que sólo la voluntad de la ley sea la que disponga de la suerte de los hombres, y que los funcionarios, tanto del orden ejecutivo como del judicial, se contraigan a ser un órgano fiel de ella; y se quiere esto porque las instituciones actuales no proporcionan este beneficio; y porque cuando la voluntad de la ley es sustituida impunemente por la voluntad de los encargados de su cumplimiento, hay un absolutismo, tanto más detestable cuanto mayor es el número de los que lo ejercen. Quiere que la ley sea la expresión de la voluntad del legislador, y no la expresión de la voluntad del Poder Ejecutivo; y quiere esto porque no la tenemos y porque cuando el legislador no tiene voluntad propia y sólo expresa la del Poder Ejecutivo, el gobierno es absoluto; y para no tener esta clase dé gobierno fue que se hizo la gloriosa revolución de 1810. Quiere que los llamados a exigir la responsabilidad de los funcionarios públicos nada tengan qué temer ni qué esperar de ellos. Nunca serán los hijos jueces imparciales para juzgar a sus padres, ni los deudores para juzgar a sus acreedores. Poner en manos del acusable penas y recompensas para que pueda premiar o castigar a sus jueces, es una burla que se hace a la justicia; es un engaño a los hombres; es dar a los que gobiernan un poder sin límites y constituir a los que obedecen en la condición de esclavos. Quiere que haya recta y pronta administración de justicia; y para ello quiere que los jueces sean completamente independientes del Poder Ejecutivo que sean verdaderamente responsables; y quiere esto porque tampoco existe, y porque sin recta y pronta administración 28
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de justicia la sociedad es un tormento; no hay derecho alguno seguro y más valdría vivir en los bosques. Quiere leyes claras, precisas y terminantes para que con facilidad pueda el común de los hombres conocer sus deberes y sus derechos. Quiere esto porque no existe: la legislación de la Nueva Granada es un caos; lo han reconocido y repetido todos, siendo ésta una de las causas de que la responsabilidad de los funcionarios públicos sea ilusoria; de que todo derecho se haga litigioso; de que no se cumplan las obligaciones que se contraen; de que no haya seguridad de ningún género y de la desconfianza general. Quiere el Partido Liberal que no se deje al Poder Ejecutivo la facultad dictatorial para remover los empleados; esta respetabilísima parte de la sociedad se compone de ciudadanos: debe tener derechos, debe tener libertad e independencia para ejercerlos; y debe gozar de las mismas garantías que el resto de la sociedad, pero nada de esto tiene existiendo la facultad de remover. Esta facultad ha sido concedida para consultar el mejor servicio público; pero raro es el ejemplo de que con tal objeto se haya hecho uso de ella; motivos de otro orden son los que han determinado las que han tenido lugar desde que la facultad existe: sus males son infinitamente mayores que sus bienes; una facultad de que se usa muy rara vez y de que se abusa frecuentemente no debe existir. Quiere muy especialmente el Partido Liberal que al conferir los destinos públicos sólo se tenga en mira el buen servicio de la sociedad, que se atienda especialmente a las aptitudes, capacidades y probidad que se tengan para desempeñarlos. Conferir destinos en recompensa de servicios personales para premiar un voto en favor de alguna persona o dado en alguna cuestión, es desmoralizar la sociedad; es un crimen. Conferirlos por dar renta a las personas pobres, cuando no hay aptitudes y tal vez falta 29
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probidad es prevaricar es ejercer actos de beneficencia con los bienes ajenos. La sociedad para sus servidores: tiene derecho a que se le sirva bien, porque de ello depende su prosperidad y bienestar; debe, pues, emplearse a los hombres que prestar buenos servicios con fidelidad, sea cual fuere el partido político a que hayan pertenecido o pertenezcan. Quiere que se adopte una severa y rigorosa economía y que no se inviertan las rentas públicas sino en las necesidades reales de la sociedad. Las rentas son el producto del sudor del pueblo: al arrancarle esta parte de su propiedad se le quita una parte de su bienestar; no deben, pues, invertirse sino en su propio beneficio. Al decretarse un gasto debiera verse lo que la sociedad recibe en cambio del sacrificio que hace, para poder comparar lo que se da con lo que se recibe, y poder juzgar con acierto sobre la conveniencia de hacer el sacrificio. Quiere el Partido Liberal que las encinas no se alimenten y crezcan con la sustancia de los pequeños arbustos, cuando su sombra ningún beneficio les reporta. Que a los que trabajan se les prive del fruto de su industria para que otros gocen de grandes comodidades sin provecho alguno de la sociedad, es el orden de cosas que repugna al Partido Liberal. Quiere que se retire al Poder Ejecutivo la facultad dictatorial de disponer de las rentas públicas por medio de contratos celebrados a su arbitrio. El favoritismo o un error de entendimiento al celebrar un contrato puede fácilmente poner en bancarrota la República y es prudente prevenir el mal. Quiere, con vehemencia, que la nación tenga crédito. Este se halla hoy en uno de los grados más bajos de la escala, debido a la falla del puntual cumplimiento de las obligaciones en que el Gobierno se ha constituido para con diferentes clases de acreedores. El crédito es uno de 30
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los principales elementos de prosperidad de las naciones y debe crearse a costa de cualesquier sacrificios. Quiere que todos los granadinos sean ricos: en vano puede pretenderse que las rentas públicas se aumenten, si no se aumentan las fuertes de donde nacen reduciendo los gastos públicos pueden disminuirse algunas contribuciones que obstruyen la producción y puede darse a esta mayor libertad; esto aumentará notablemente la riqueza de los particulares, y aumentada esta, crecerá el rendimiento de los impuestos. Que las leyes den libertad y seguridad y que no pongan obstáculos de ninguna clase a la producción y a la circulación de las propiedades, y entonces los particulares harán lo demás, porque el deseo de la riqueza no es necesario inspirarlo. Quiere el Partido Liberal que no adopte la religión como medio para gobernar: las dos potestades deben girar independientemente, cada una dentro de su órbita, puesto que cada una tiene su objeto y fin distinto. Emplear la religión y sus ministros como medios para hacer ejecutar las voluntades de los que gobiernan los negocios temporales, es envilecerla, desvirtuarla y separarla del fin con que la instituyó su divino fundador. La pretensión de presentar al gobierno temporal haciendo causa común con la religión, sólo tiene por objeto fabricar un escudo al abrigo del cual puedan obrar discrecionalmente y disponer de la sociedad, de sus individuos y de sus intereses; nunca el absolutismo es más poderoso que cuando el gobierno temporal adopte la religión como instrumento. Esta es la razón por qué el Partido Liberal ve en inminente peligro las libertades públicas, las prerrogativas de la soberanía y las garantías con la permanencia en el país del instituto conocido bajo el nombre de ‘Compañía de Jesús’. La influencia de esta corporación es irresistible; nace de fuentes diversas y poderosas; obra sólo a beneficio del tiempo con una fuerza más irresistible que un grande 31
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ejército bien disciplinado y bien dirigido; es como aquellas plantas que tienen la virtud de cubrir y apoderarse de todo el territorio que está a su alcance, marchitando y absorbiendo la sustancia de cuanto alcanza a cubrir con su sombra, sin necesitar para esto de otro elemento que el del tiempo y que se le deje obrar tranquilamente. La experiencia y el raciocinio demuestran estas verdades. Permitir la continuación del instituto en la República y extender su semilla por las provincias, es abdicar la soberanía nacional en la Compañía de Jesús: lo que prueba que razón tuvo un distinguido general de la República, defensor del gobierno en 1840, para decir en plena Cámara, que con aquel hecho se había cometido un verdadero delito de traición. Si tales y tan grandes no fuesen los peligros que se corren, el Partido Liberal guardaría silencio en esta cuestión. Quiere que de preferencia se destine una parte considerable de las rentas públicas a facilitar las vías de comunicación por tierra y por agua; los gastos hechos con discernimiento en este ramo son sin disputa los más útiles para la nación; no se puede recoger cosecha sin haber sembrado previamente. La actual administración ha dado a este ramo la preferencia que demanda: debe impulsarse cuanto está emprendido y debe emprenderse cuanto sea posible. Quiere que se haga justicia imparcial a todos los granadinos, y que resentimientos personales no se conserven en forma de leyes. Los que delinquieron en los años de 1840 y 1841, en uno y otro bando, están perdonados y gozan tranquilamente de los beneficios de la sociedad, por enormes que hayan sido sus delitos: la justicia demanda igualdad, y no hay razón alguna que justifique a los ojos de los hombres imparciales, las odiosas excepciones que se conservan aún. Suponer peligros es un pretexto que bien pudiera servir para arrojar 32
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del país a muchos de aquellos hombres que delinquieran en aquella época; pero tales pretextos sólo pueden fascinar en tiempo de trastornos. En resumen, quiere el Partido Liberal que se organice un gobierno en beneficio de los gobernados; quiere República, sistema verdaderamente representativo, Congreso independiente, Poder Ejecutivo que no pueda hacer sino lo que la ley le permite, responsabilidad positiva y para ello tribunales independientes, buenas leyes, una política en el Poder Ejecutivo eminentemente nacional y americana, justicia imparcial con todos, que en sus actos no se tenga en cuenta otra consideración que el bien público. Y quiere todo esto para que los que obedecen no sean esclavos de los que gobiernan; para que haya verdadera libertad; para podernos librar del gobierno teocrático; para que los granadinos realmente tengan aseguradas sus personas y sus propiedades; y para que las garantías no sean engañosas promesas. Si ellas hubieran sido realidades, la sangre de los granadinos no se habría derramado en los años 40 y 41. Tales son y tales han sido siempre los principios y los deseos del Partido Liberal; y como entre los hombres eminentes de ese partido, el Primero que levantó su voz en las Cámaras legislativas pidiendo su restauración lo fue el general José Hilario López; lógico y justo es el que se le haya tomado por candidato; y esta es una de las razones que han determinado mi voto. Si se pretendiera decir que estos mismos son los deseos y esta misma la teoría del partido contrario, sería necesario contestarle que, según eso, este partido tiene una teoría de muestra y otra para su uso. Es incuestionable que las instituciones actuales no proveen a la generalidad de los deseos antes expresados: ellas organizan el poder público de manera que los altos funcionarios son verdaderamente respetables; y con las 33
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apariencias de gobierno representativo se ha constituido un poder absoluto en el encargado del Poder Ejecutivo; esta es ya una verdad generalmente reconocida y fácil de demostrar. Por tal motivo, el Partido Liberal ha empleado todos sus esfuerzos en las pasadas legislaturas para que se reforme la Constitución de la República en algunos de aquellos puntos que desvirtúan el sistema y que destruyen todas las garantías. El partido ministerial ha resistido esta reforma; pero al fin la ha combatido por hallarla diminuta, con cuyo hecho se prueba la justicia de las exigencias del Partido Liberal; quien no la presentó más extensa por disminuir dificultades. Los hombres de Estado, y entre ellos los que han pertenecido a la actual administración, no han dejado oír su voz patrocinando esta causa: a todos se les ha visto bien avenidos con las instituciones que nos rigen, seguramente porque están persuadídos de que son buenas para gobernar y que por consiguiente no deben reformarse. Por esto es que tenemos motivo para juzgar de ellos, por sus hechos y aun por sus palabras; y si tales son sus doctrinas y sus principios el Partido Liberal no ha debido tomar a ninguno de ellos por candidato.
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¿Por qué soy Liberal? César Gaviria Trujillo8. La Revolución en Marcha sacó al liberalismo de sus ideas libertarias y radicales, y creó una gran conciencia social de la cual se impregnó el liberalismo. Es el origen de la tradición liberal de izquierda. Alberto Lleras hizo de la solución pacifica de las controversias, de la magnanimidad, y del principio según el cual ningún partido debe ser hegemónico, parte importante del ideario liberal. Carlos Lleras hizo énfasis en la intervención del Estado, en la planificación central y en la Reforma Agraria, banderas del liberalismo. El MRL tuvo que ver más con los derechos sociales y el radicalismo para preservar la identidad liberal frente al pacto frente-nacionalista. El MRL preservó las ideas liberales de su menoscabo por lo que había de antidemocrático y antiliberal en aquella necesaria interrupción histórica. Todos aprendimos en aquellos años que la protección de los débiles es la principal de las obligaciones del liberalismo. Vino luego el Nuevo Liberalismo que encarnó los ideales de los jóvenes, de las nuevas clases medias, surgidos por las inconformidades acumuladas durante el Frente Nacional. Fue un movimiento principista para salvar al liberalismo de las desviaciones y fatigas del frente nacional, devolviendo a mucha gente la fe en la política, 8
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en
su
capacidad
de
transformar
la
realidad.
Tras el asesinato de Galán viene la Constitución del 91. Ella dejó atrás la autoritaria constitución de 1886 y consignó los derechos fundamentales, los derechos económicos y sociales, y creó la Corte Constitucional. Todo ello le ha ofrecido poder a los ciudadanos y ha roto los círculos de profunda arbitrariedad que por centurias se habían enseñoreado en la sociedad colombiana. Esta Constitución liberal tiene una concepción viviente de los derechos para que la ley no se aplique por encima de ellos. Es un instrumento para promover cambios, y no un texto sagrado y puro. El pluralismo de la Carta promueve la igualdad, la dignidad humana, para que los desprotegidos en la sociedad colombiana sientan que no tienen que sublevarse contra la constitución para defender sus derechos. La tutela, instrumento que introdujo la Constitución, es pronta y cumplida justicia; es el derecho por encima del ritualismo. La Constitución del 91 reformó profundamente la justicia penal y retomó la centralidad del Estado como principal referente de la política, y definió su rol trascendental en la vida moderna y sus responsabilidades para hacerle frente a los grandes desafíos que ha traído la globalización. En estos años los liberales hemos sumado a nuestro ideario la independencia del Congreso y hemos rechazado las canonjías y el clientelismo con los cuales se cercenaba su independencia. Hemos trabajado por el equilibrio de los poderes públicos y la independencia de la justicia. También lo hemos hecho por el fortalecimiento de los 36
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partidos políticos. Hemos luchado contra el paramilitarismo y la depuración de las costumbre políticas. Hemos recuperado el valor de la critica, de la fiscalización, de la oposición. Con la Constitución del 91 y las ideas de López y de Galán, hemos defendido la importancia del libre examen, de la práctica del disentimiento, de la importancia de la tolerancia, del respeto al derecho ajeno. Rechazamos todas las imposiciones, todos los unanimismos, todos los cultos a la personalidad, todos los dogmatismos y los autoritarismos. Nunca aceptamos dogmas ni verdades absolutas. No hay nada mas antiliberal que sentirse dueño de la verdad. Los liberales tenemos hoy en nuestro ideario la defensa del Estado Social de Derecho. Defendimos la separación de poderes y los pesos y contrapesos que son esenciales a una democracia. Defendimos vigorosamente el acatamiento a las decisiones de la Justicia y la igualdad de los ciudadanos ante la ley; el principio según el cual nadie en un Estado de Derecho se puede sentir más allá de la ley. Defendimos la separación de la Iglesia y el Estado sin apelar a argumentos anticlericales. Y hemos creído fervientemente que el Estado no puede ser confesional. Lo liberales creemos en la vigencia del Derecho Internacional Humanitario, los protocolos de Ginebra y la Corte Penal Internacional. El liberal no se deja atrapar por el pasado, mira siempre hacia el porvenir de Colombia con optimismo y con confianza en las ilimitadas posibilidades de nuestra nación. 37
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Por qué soy Liberal Ernesto Samper Pizano9.
Soy liberal porque amo la libertad; la libertad conseguida gracias a la igualdad y no al orden o la disciplina. Me apasiona esa libertad que hemos ayudado a construir los liberales en dos siglos de vida republicana, manumitiendo los esclavos, defendiendo a los pequeños artesanos, reivindicando el derecho de los estudiantes a recibir una educación ajena a dogmas y credos, estableciendo las primeras prestaciones para los trabajadores, reivindicando los derechos de la clase media, concediendo el voto a las mujeres, preocupados por las tierras para los campesinos en los campos, la protección de los informales en las ciudades y la salud para los beneficiarios del SISBEN. La misma libertad que hoy queremos para las victimas de la violencia, los secuestrados, los desplazados y la población inocente en medio de la guerra. . Soy liberal porque me atrae el disentimiento, la libre critica, el pensamiento que puede volar sin ataduras, la exploración de nuevos horizontes, el saludable ejercicio cuotidiano de la dialéctica. Porque soy liberal acepto a mis contradictores, no trato de vencerlos sino de convencerlos, dialogo con ellos, no los discrimino por sus ideas, las cuestiono pero los acepto como interlocutores. Prefiero el debate intelectual que el enfrentamiento sangriento, la salida pacifica que la confrontación violenta, la libre expresión que el consenso logrado por la fuerza. A mis enemigos íntimos les dedico la máxima de Aurelio: tratar por todos los medios de no parecerme a ellos.
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Soy liberal porque entre un Estado deficiente y un mercado desbocado, me quedo con el primero. Me gusta el pensamiento socialista de mercado hasta donde sea posible e intervención hasta donde sea necesario. Creo firmemente que lo social debe estar subordinado a lo económico y que la igualdad no es incompatible con el crecimiento. Identifico la pobreza con la exclusión, la inclusión con la educación y sé que el mejor camino para satisfacer la necesidad es el de la libertad, libertad para participar, libertad para actuar, libertad para exigir, libertad, libertad. Soy liberal porque no reconozco hegemonías en el mundo. Creo que la libertad se consigue mejor a través del multilateralismo que del unilateralismo y del pensamiento critico mas que del pensamiento único. Me seduce el multiculturalismo que consigue la convivencia de identidades en un mundo que tiende al unanimismo cultural. Me atrae el regionalismo abierto y un nuevo sistema de Naciones Unidas donde lo político y lo económico estén equilibrados. Confieso mi apego al referente ético de todos los tratados internacionales que protegen las minorías, defienden la sustentabilidad del medio ambiente, condenan los horrores de las guerras y castigan a sus culpables. Soy liberal porque me siento subyugado por el contenido de libertad implícito en las reivindicaciones de las minorías étnicas, sociales y culturales. El derecho al aborto para las madres violentadas. El derecho de los gays a llevar una vida normal en sociedad. El derecho de las negritudes y los indígenas a su identidad, su bienestar y el trabajo. El derecho de los jóvenes al futuro representado por la conectividad, el medio ambiente y la educación calificada. Y, por supuesto, el derecho elemental de las mujeres a no seguir siendo discriminadas. 40
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A propósito, como buen liberal, detesto tanto la discriminación como amo la libertad. Finalmente, soy liberal no porque haya nacido liberal sino porque habiendo nacido liberal nunca he querido dejar de serlo. Ubaque, Marzo del 2010
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¿Por qué soy Liberal? Alfredo Beltrán Sierra La respuesta a la pregunta ¡Por qué soy liberal?, de manera sucinta, la respondo así: Soy liberal, porque entre las distintas corrientes del pensamiento político, es el liberalismo la que mejor defiende la dignidad y la libertad de la persona humana; en efecto, soy liberal por cuanto el liberalismo ha luchado y debe seguir luchando en la faz de la tierra por garantizar la libertad de pensamiento, que necesariamente se concreta en la libertad de expresión en todas sus manifestaciones; ello significa que se es liberal cuando se abomina de toda forma de censura, ya sea fundada ésta en consideraciones de orden filosófico o religioso, como ocurrió con el establecimiento del Index de libros y doctrinas prohibidas por la iglesia; se es liberal cuando se defiende la expresión artística sin limitaciones, es decir, cuando resulta inaceptable la censura a la pintura, a la escultura, al teatro, al cine y a otras formas de expresión estética, alegando supuestas transgresiones a la moral de los censores que se abrogan para sí ser los voceros e interpretes de la sociedad sin que nadie los haya autorizado para ella; se es liberal se rechaza por inaceptable la censura a las noticias y a las opiniones diversas en los medios de comunicación, como desafortunadamente ocurrió entre nosotros por razones políticas la lamentable institución de los censores de noticias, de artículos y de caricaturas para que no fueran publicadas; se es liberal cuando se reclama como un derecho de orden personal la posibilidad de tener cualquier creencia de tipo religioso, sin que en ello pueda inmiscuirse el Estado, o así mismo el derecho a tener 43
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ninguna; se es liberal, cuando a las convicciones religiosas se les permite su expresión externa a la libertad de cultos; se es liberal cuando se impone como norma de conducta personal el respeto a las convicciones y a las creencias ajenas; se es liberal cuando se repudia como ilícita la persecución o la discriminación a otros por la simple diferencia de opiniones, o de convicciones filosóficas, políticas o religiosas, es decir, se es liberal cuando se abraza la tolerancia como norma de conducta en lugar del dogmatismo, el fanatismo y la persecución; se es liberal cuando se establece una separación tajante entre la iglesia y el Estado para evitar el contubernio que en otras épocas cubrió de infamia a la humanidad con instituciones como la inquisición; se es liberal cuando se reclama para el Estado la potestad exclusiva de regular la vida civil de la sociedad, sin ataduras de tipo religioso, es decir, se es liberal cuando se defiende el Estado laico; se es liberal cuando se defiende la absoluta libertad en materia educativa, para permitirle a la niñez y a la juventud el acceso al conocimiento sin cortapisa alguna,. Se es liberal, cuando se propende por la extensión de la educación a todos los sectores de la sociedad sin consideración a sus recursos económicos, es decir, cuando respecto de la educación se hace de ella un derecho y no una mercancía, lo que impone al Estado la prestación de la educación pública a todos los niveles sin límite distinto de las propias aptitudes y sin sujeción a ningún dogmatismo; se es liberal cuando se respeta la cátedra libre, y se une a la libertad de enseñanza la libertad de escogencia del establecimiento educativo y la libertad de aprendizaje; se es liberal cuando se reclama la salud como un derecho universal que debe ser garantizado por el Estado para todas personas sin discriminación alguna; se es liberal cuando se defiende la libertad para escoger profesión u oficio pero se le vincula al derecho universal a la educación; se es liberal cuando se 44
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reclama para el trabajo, en todas sus modalidades la protección del Estado: se es liberal cuando se defiende el derecho de huelga como una institución y no se acepta persecución por su ejercicio; se es liberal cuando se exige al Estado como una política pública la protección a la niñez en su salud, en su educación, en el desarrollo físico e intelectual, para asegurar de esa manera el porvenir de la sociedad; se es liberal cuando se incluye como un deber del Estado la protección a las personas con limitaciones físicas o mentales; se es liberal cuando entre los deberes del Estado se incluye la protección a los ancianos en todos los aspectos para que tengan una vejez digna; se es liberal cuando se instituye como un derecho la protección a la mujer embarazada; se es liberal cuando se defiende a la familia como institución básica de la sociedad, pero no de manera abstracta sino concreta, con la exigencia de políticas adecuadas respecto de la niñez, la adolescencia, la mujer, el trabajo, la vivienda digna, la salud y la seguridad social; se es liberal cuando al respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana se une el ideal de la igualdad, la cual se realiza con políticas públicas que remuevan los obstáculos de orden económico y social que no la hacen propicia; se es liberal cuando se exige la igualdad de género no como una moda pasajera sino en obedecimiento a la convicción profunda de que las mujeres deben superar por políticas públicas del Estado la situación histórica de discriminación, sujeción, maltrato a que se han visto sometidas, como consecuencia de la organización económica, de la política laboral, de la política en materia de salud, muchas veces con apoyo en convicciones de orden religioso y en discriminaciones éticamente inaceptables; se es liberal cuando se acepta como un derecho la libre escogencia de cualquier opción sexual, y se repudia, en consecuencia, cualquier forma de discriminación con ese fundamento; se es liberal cuando 45
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no se acepta discriminar a otro por razón de su nacionalidad; se es liberal cuando se establece que por encima de las diferencias individuales, los ciudadanos son iguales ante la ley; se es liberal cuando se combate la esclavitud en todas sus formas, se es liberal cuando se rechaza como inaceptable la servidumbre para sojuzgar al ser humano; se es liberal cuando se niega aceptación a la tortura en cualquiera de sus múltiples manifestaciones porque ella es contraria a la dignidad y a la libertad de la persona humana; se es liberal cuando no se acepta por parte de las autoridades públicas, en ningún caso hacer víctima a cualquier persona de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes; se es liberal cuando no se acepta la pena de muerte, por la falibilidad de los juicios humanos y por respeto a la intangibilidad de la persona; se es liberal cuando se defiende el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente; se es liberal cuando no se acepta reprimir el derecho a la manifestación pública; se es liberal cuando se defiende la libertad de asociación para fines lícitos; se es liberal cuando no se aceptan limitaciones impuestas por el Estado al libre desarrollo de la personalidad del individuo, distintas al respeto de los derechos de los demás conforme al ordenamiento jurídico; se es liberal cuando se adhiere a la democracia y a la forma republicana para el ejercicio de las funciones del Estado; se es liberal cuando el sufragio universal se establece como un derecho sin condición distinta a la de la ciudadanía, es decir, con la eliminación de sufragio censitario; se es liberal cuando el sufragio universal se extiende a las mujeres, sepultando la vieja discriminación de la ciudadanía por razones de sexo; se es liberal cuando a la democracia representativa se le acepta como una conquista de la humanidad, pero se le integra con la democracia participativa; se es liberal cuando al sufragio universal se le rodea de garantías para que además sea 46
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libre, lo que excluye el clientelismo, la manipulación del voto y toda forma de corrupción electoral; se es liberal cuando para proteger la libertad se defiende la separación de las ramas del poder; se es liberal cuando se acepta como un postulado inquebrantable que una sociedad democrática no puede regirse por la arbitrariedad lo que implica el sometimiento de los particulares y las autoridades del Estado a reglas jurídicas preestablecidas en la Constitución y en la ley; se es liberal cuando se exija que la ley sea general, impersonal y abstracta, lo que excluye que la legislación se expida para la satisfacción de intereses o ambiciones personales o de grupo; se es liberal cuando se exige que todas las autoridades públicas se encuentren sometidas a control; se es liberal cuando se exige como presupuesto de la convivencia social y política el respeto a reglas ciertas para que los resultados electorales no sean fijados de antemano; se es liberal cuando se defiende la libertad física del individuo y se impone como regla ineludible el debido proceso judicial para afectarla; se es liberal, cuando las naturales controversias que surjan entre los individuos o entre éstos y el Estado, han de ser sometidas a la ley y a la decisión de los jueces; se es liberal cuando para la realización de los fines del Estado y el cumplimiento por este de sus deberes sociales, se impone el deber de dirección general de la economía y se le dota de instrumentos para la intervención en la producción, circulación y racionalización de la actividad económica; se es liberal cuando se acepta como postulado que la economía se encuentra al servicio del hombre y no el individuo al servicio de la economía; se es liberal cuando no se permite al Estado sustraerse del deber de satisfacción de las necesidades vitales de la población y se le dota de instrumentos jurídicos y administrativos para el efecto; se es liberal cuando se respeta como regla suprema de 47
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convivencia social la Constitución Política, y sus reformas solo se realizan con sujeción a las reglas en ella previstas; se es liberal cuando no se acepta la monocracia y se repudia cualquier manifestación autoritaria o tiránica; se es liberal cuando para repudiar la tiranía y el despotismo se reivindica como propio de los pueblos el derecho de resistencia a la opresión; se es liberal, cuando en el obrar diario como ciudadanos o como autoridades públicas siempre de carácter transitorio, se ajusta el comportamiento a la ideología democrática que se profesa; se es liberal cuando se hace público lo que se piensa y se actúa en consecuencia sin esguinces, sin silencios calculados, sin recortes ideológicos, es decir, cuando por sentirse liberal se actúa, a plenitud como liberal. Por todo esto soy orgullosamente liberal.
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¿Y Usted por qué es Liberal? Por Alonso Molina Corrales.10 El liberalismo colombiano tiene su propio espectro, dentro del cual se ubican las posiciones más extremas de la derecha y de la izquierda y un congestionado centro, incapaz de contribuir a una clara caracterización del partido dentro del universo de las ideas políticas y al deslinde de su recetario de soluciones en relación con otras propuestas. Por ser una formación poli clasista, con una agenda particular para cada grupo de presión y exhibir en su altar a figuras de la más variada catadura ideológica, que agenciaron políticas diversas e incluso contradictorias, me es difícil contestar la pregunta “¿y usted por qué es liberal?”, sino recurro a un examen histórico que me permita apreciar los contextos, identificar las ideas motrices y los realinderamientos que éstas generaron, para luego decidir si soy liberal y de cuál de sus vertientes. También es útil repasar los sucesos que me tocó vivir y las expectativas que albergo como colombiano de estos tiempos. La perspectiva histórica me lleva a concluir que soy liberal porque habría sido un jacobino en la Francia revolucionaria, un patriota en el levantamiento de la América Meridional contra España, un republicano civilista en el parto del Estado que sucedió al Nuevo Reino de Granada, un radical sin Olimpo en la mitad del siglo XIX, un soldado de Rafael Uribe Uribe, un alumno fundador de la Universidad Libre, un defensor de la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo, un 10
concejal de Pereira, presidente del Directorio Municipal Liberal de la capital de Risaralda y consejero del Instituto de Pensamiento Liberal “Alfonso López Michelsen”.
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gaitanista frustrado, un exilado con Germán Arciniegas, un estudiante contra Rojas Pinilla, un extasiado escucha de la voz de Alberto Lleras Camargo, un militante del MRL y un defensor de la reforma agraria y la descentralización administrativa del otro Lleras. Soy liberal porque al dar cuenta de mis propios actos, recuerdo con admiración mi entusiasmo infantil por el Mandato Claro del “Pollo” López, reconozco mi decepción por la claudicación política y moral de Alberto Santofimio Botero, me reconcilio con mi galanismo reconcentrado -más que el del propio Galán- y admito la gran sorpresa que me brindó la estatura histórica de César Gaviria Trujillo, que convocó al futuro en contravía de los intereses de su propia clase política y ayudó a precisar los fines que el Estado colombiano debe perseguir para alcanzar la dignidad de sus ciudadanos. Como me ha tocado vivir la Colombia de comienzo del siglo XXI, soy de los liberales que cree que la meta es la construcción del Estado Social de Derecho, con su sentido de la dignidad humana, la solidaridad, la responsabilidad y el respeto por el trabajo y el estudio como fórmulas para el progreso material y espiritual. Como defiendo la autonomía de las regiones y considero que la actividad económica debe ser una herramienta para buscar una sociedad equitativa, justa, prospera y democrática y no al revés, soy un liberal convencido del papel que la historia le tiene reservado a nuestro partido. En la confusión e inseguridad que brinda la postmodernidad, con el vacio angustioso que deja el colapso de los dogmas y las utopías que sostuvieron el gélido orden del siglo XX, solo nos queda la convicción de que cualquier propuesta dirigida a organizar la sociedad, debe partir del supremo respeto del ser humano 50
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en todas sus dimensiones. Ni el capitalismo salvaje, ni el socialismo histórico, han brindado las respuestas para nuestra especie y no son los horizontes apropiados para países como el nuestro, que demandan fórmulas originales y requieren de formaciones políticas capaces de interpretar el momento histórico y entender su papel en la hora presente. Ese el reto de nosotros los liberales.
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¿Por qué soy Liberal? Baldomero Sanín Cano11. En algunos espíritus la clasificación política es tan sólo una herencia en que no tienen puesto la reflexión sino el sentimiento. Para otros la opinión política es verdaderamente una opinión, resultado de estudios, de comparaciones y razonamientos. Muchos que nacieron en un ambiente político determinado y aceptaron por herencia y sin reflexión sus responsabilidades y consecuencias, abandonan un partido en pos de meditaciones filosóficas o de multiplicados años de experiencia. Los hay que movidos por crueles desengaños, por profundas enemistades, acaso por intereses de significado individual inmediato cambian de partido, una o varias veces, como cambian de pantalones según crecen en tamaño o de casaca a impulsos de las exigencias de la moda. En mi las opiniones políticas fueron una herencia señalada por el sentimiento en los días de la adolescencia y confirmadas por el estudio y la experiencia al llegar a la juventud. Nací en 1861, mientras repercutía en todos los ámbitos del país el eco de las batallas triunfales a que se debió la constitución de 1863, sancionada en Ríonegro, el lugar de mi nacimiento. Sin duda, entre las primeras frases coordinadas que llegué a comprender iluminado por los primeros lampos de la razón, se hacía referencia a la lucha pasada, a los principios que en ella se pusieron en 11
Educador antioqueño (1861-1957), intelectual, periodista, políglota, Embajador en Argentina, Rector de la Universidad de Popayán, autor de numerosos libros y ensayos, vivió en Inglaterra, España y Argentina, fue el introductor del concepto de modernismo en Colombia.
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contraste, y las discusiones de que había surgido una nueva manera de comprender las relaciones entre el hombre y el Estado. Los nombres de Santiago Pérez, Francisco Javier Zaldúa, Lorenzo Lleras, Salvador Camacho Roldán, Juan Esteban Zamarra, Mosquera y muchos otros, ocuparon puesto de preferencia en los anaqueles de mi memoria. Mi padre fue Liberal consciente y lúcidamente informado de la historia y los cánones de su partido. Mi madre era hija de Miguel Cano, que selló con su vida en la guerra de 1840 la fe en los principios de la igualdad y la justicia. Mi abuelo paterno fue liberal por sangre y por principios; de él se cuenta que en la batalla del 8 de diciembre de 1851, cuando las tropas del General Eusebio Borrero atacaron al ejército de Herrera en el cementerio de Ríonegro, Mariano sanín recibió el encargo de renovar los pertrechos para las fuerzas de los atrincherados en lo colina occidental. Agotado el plomo necesario para los cartuchos, fue preciso apelar a los jarros de plomo de los tinajeros del tiempo, para suplir de balas a los cartuchos que se consumían sin medida. Cuando no hubo más vasos de plomo para alimentar la batalla, los vecinos ofrecieron los de plata que abundaban en la ciudad. Es fama que en los momentos finales de la batalla, los soldados de Herrera, sin saberlo, sostenían el fuego de la infantería con proyectiles de plata. El dictador Corral, organizador de la guerra y la paz en la provincia de Antioquia, después de 1810, fue enterrado en Ríonegro. Un caballero de los que estuvieron presentes en la inhumación del cadáver al pie de los muros de la iglesia parroquial, hacia el norte, me refirió, siendo yo niño, que durante la ceremonia, al cerrar el ataúd del ilustre fundador de la libertad antioqueña, mi abuelo se desprendió de un anillo de esmeralda y lo arrojó sobre el cuerpo del admirado jefe. No hay constancia de que se 54
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hubiera encontrado el anillo el exhumar los venerables restos. Pero mi liberalismo no es tan sólo herencia. La reflexión tomó parte en la formación de esos sentimientos. No fui a las escuelas públicas para recibir las nociones elementales de la educación. Las hermanas de mi padre asumieron esa tarea con dedicación pertinaz. Cuando a los diez años fui a recibir enseñanza en el colegio público de la ciudad, sentía la molestia, en el primer año, de estar recibiendo enseñanza sobre materias que ya había aprendido. En los seis años que cursé en la escuela normal de Ríonegro, los profesores, todos liberales, suministraban material intelectual para reforzar las bases de mis opiniones ya determinadamente cristalizadas. El estudio de la historia patria y la observación y la experiencia en materias políticas durante los años de mi formación espiritual, no me dejaron duda sobre la verdad y la eficacia de los principios de gobierno fundados en la verdad natural, en los derechos del pueblo a darse su propio gobierno, en la libertad para todos y en la justicia que nace de la igualdad de derechos para los asociados. Estudiando los principios de filosofía positiva de Augusto Comte, vino a mis manos, por asociación de ideas un libro de Littre titulado Conservación, revolución y positivismo, que por la claridad de exposición, por la franqueza y fuerza de razonamiento, al mismo tiempo que por la concordancia de algunas partes de su exposición con las ideas extraídas por mi de mi propia experiencia, ejerció grande influjo sobre el curso de mis ideas políticas. No he vuelto a leerlo. Sin duda, después de las copiosas lecturas proseguidas desde entonces, hoy no me causarían la misma impresión. No puedo ni podría negar releyéndolo, que ejerció sobre mi inteligencia de entonces una grande y aún saludable y duradera impresión. Ese médico, filósofo y autor de un gran trabajo filológico, dejó 55
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con su vida y sus obras profunda huella en la juventud de mi tiempo. Tengo fe en la capacidad de los hombres (y de las mujeres) para gobernarse a si mismos sobre las bases de los sistemas representativos. La historia me enseña que los regímenes de fuerza no crean nada. Por el contrario, están desapareciendo en el escenario de la historia contemporánea los tradicionales imperios y reinos fundados en la herencia y en la fuerza. En este instante pasa el mundo por un estado de inquietud en que no se está planteando querella por la democracia y la libertad (sirvan de ejemplo Tito, España y algunas otras naciones del viejo y del nuevo mundo) sino por intereses e influencias que desaparecerán al adquirir los pueblos conciencia de la situación universal. Jamás he hecho política práctica. No he solicitado nunca empleos ni del gobierno ni de los partidos. Ejercí durante dos años en institutos públicos tareas de enseñanza. Fui educado para eso, pero en cuanto pude liberarme de tales funciones, busqué oficio en asuntos o empresas privadas. Me han llamado a veces mis conciudadanos a tareas parlamentarias para las cuales no creo tener aptitud. Me divierten las discusiones y aún me instruyen a veces, pero no gusto de tomar parte en ellas. Me confunden los amaños y me inspiran cuidados los meandros tortuosos de la dialéctica. No ambiciono puestos de mando. Considero la política, en cuanto a mi se refiere, como una labor de enseñanza y difusión de conocimientos, no como una profesión. Carezco de toda capacidad de mando, tal vez por excesivo respeto a la libertad ajena. Dejo a otros ese encargo y me contento con aplicarme conscientemente a toda racional disciplina. Acepto que cada ciudadano o ciudadana tenga y difunda sus opiniones con toda libertad dentro de las nociones del decoro y la tolerancia. Estimo que no se ha 56
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encontrado todavía ningún sistema que reemplace la voluntad de las mayorías para determinar la forma de gobierno según las normas representativas. Por eso soy Liberal. (El Tiempo, Lecturas Dominicales, agosto de 1951), reproducido en el libro “Escritos” de Baldomero Sanín Cano, publicado por la Biblioteca Básica Colombiana, Instituto Colombiano de Cultura, editorial Andes, Bogotá, mayo de 1977).
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¿Por qué soy Liberal? Camilo Antonio “El Tuerto” Echeverri12. He sido, soy y, Deo volente, seré liberal por convicción. Adolescente fui liberal (cordobista) porque el malhadado coronel era cazador. Joven, hombre y viejo, soy liberal, porque los libros y la meditación me enseñaron y me repiten día por día que el imperio del mundo pertenece a los hombres; que el derecho público no se funda en el derecho divino, sino en la soberanía popular; que la Moral de Balmes es tan infeliz como su psicología; que no hay más economía política que la de Smith, Say y Bastiet, y que la libertad es al hombre y al espíritu como las alas a las aves, una parte integrante y necesaria de su ser. He diferido (1875 a 1876), he diferido a veces de lo que opinaban varios prohombres del partido liberal; pero estas diferencias y aparentes divisiones se refieren siempre a puntos accesorios, jamás a la doctrina. Fui Nuñista porque (ya he explicado por qué) yo creía, como muchos, que ese hombre era liberal: cuando me vi en peligro de quedar cogido en la infame ratonera que armó con los ultracatólicos, con los correligionarios y con 12
Ingeniero, abogado, periodista y escritor. Gobernador de la Provincia de Antioquia en 1855 y delegado a la Convención de Rionegro en 1863. Nacido y muerto en Medellín 1827-1887. Obras publicadas: Otra vez Antioquia (1860); Lucrecia Borgia (1866); Conferencias dadas por el doctor Camilo A. Echeverri en Medellín (1872); Alegatos del doctor Camilo A. Echeverri (1873); Noches en el hospital (1876); Octava conferencia dedicada a la memoria del Libertador en su centenario (1883); El cacahetero de los usureros (1884); Artículos literarios y alegatos (1896); Artículos políticos y literarios (1932); Obras completas (1961).
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los conservadores, excusi pulverem de pedibus meis, porque facta fuit fames valida in regione illa et egomet coepi egere. Et surrexi & ivi ad Patrem Meum et dixi ei: Pater, pecavi coram te. ¿Sabéis traducir latín, lector amigo? Perdóname este injerto, que el pudor no me permite clamar en castellano: pequé, Señor.
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¿Y usted por que es Liberal? Carlos Andrés Navarro Cano13. Entre los grandes enigmas a lo largo de la evolución de la humanidad, uno de los más controversiales es el hecho de tratar de resolver el interrogante sobre cual seria el resultado de enfrentar “una fuerza imparable con un objeto inamovible”, y hemos entendido únicamente los Liberales que cuando se trata de enfrentarnos a las adversidades para conseguir un ideal de lucha definido, nos convertimos en esa fuerza imparable, batalladora, sedienta de justicia y de equidad. Pero por el contrario, al tratarse de defender ese ideal conseguido tras la batalla dada, nos convertimos entonces los Liberales, en ese objeto inamovible, al cual es inútil cualquier intento de vulneración; así traduzca este en la expiración de nuestro cuerpo y la inmortalización de nuestro ser, nuestra alma y nuestras ideas libertarias. De esa manera actúa el liberalismo en nosotros, de igual manera que lo hace la sangre en nuestros cuerpos, llenando de vitalidad todo aquel ser humano que experimente de verdad este sentimiento; fortaleciendo las raíces de todos y todas aquellas que un día se han sentido libres. El Liberalismo es la auténtica libertad, es el aliento concluyente, es la manifestación inmarcesible del estereotipo humano que siempre lucha y avanza sin poder ser contenido, pues somos únicamente nosotros la fuerza y el objeto.
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Dirigente joven del Liberalismo en el departamento de Sucre.
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Somos aquellos hombres y mujeres abundantes de fe, de fe en el hombre y la mujer, en los de una región y otra, en los hijos, padres, madres, niños, negros, blancos, mestizos, indígenas, los que creen y los que no, en la humanidad sin discriminación alguna, somos amantes de todos los hombres y todas las mujeres. Soy Liberal, por que me gustan los que son libres, los convencidos que existe una libertad intrínseca al ser humano, una libertad resaltada por los que dieron sus vidas sin saber por quienes la daban, pero que si sabían por que era necesario darla, soy Liberal por Uribe Uribe, Gaitán y Galán y los auténticos Liberales de hoy, seres de firme convicción de que al Hombre hay que proveerle la libertad para que siempre sea esta bien esgrimida. Los que entienden que son libres son mas humanos en si mismos, como lo fueron los que nos liberaron de la opresión de las cadenas y el rebenque. Soy Liberal porque entiendo que nunca podrá opacarse en mi presencia el sacrificio de la raza humana en la historia, la cual es por esencia Liberal, aun cuando se desvíen de la verdad y la razón, y nunca mas acepten que el destino de nacer libres, es ser por siempre libres, es decir, Liberales! Porque cualquiera que ha intentado oponerse al atributo de la libertad, en la vida se halló vivo en la realidad de creer que un sueño es posible. Porque la responsabilidad del humano es simplemente someter lo cicatero, lo tiránico y las ideas conservadoras. Soy Liberal por que admito la importancia de la diferencia, pero destaco el talante luchador de los Liberales por encima a la adversidad de cualquier época; y por que me gusta el hombre y la mujer que es capaz de asomarse al despeñadero mas recóndito y abismarse si fuere el caso por el amor a sus ideas; me gusta ser Liberal 62
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por que una vez que caemos, entendemos el estimulo del palpitar de nuestro corazón, el cual nos invita a eternizar la lucha, con mayor ímpetu y conspicuas ganas. Somos nosotros los que respetamos al oponente y sus matices, somos quienes reconocemos cuando estamos equivocados y quienes nunca irrespetamos la espontaneidad de nuestro antagonista sin importar cuan equivocado esté, siempre que defienda sus ideas, por que somos temperamento, convicción y el saber que somos hombres que no le pertenecemos a otros hombres, pero creemos devotamente en un método y una disciplina. El hecho de defender el libre examen, el medio ambiente sano, la biodiversidad, la naturaleza misma de las cosas, los derechos humanos, al obrero, al oprimido, al campesino, a los indígenas, al negro y al blanco, a los minusválidos, a la educación pública, al maestro y al estudiante, a la madre y al padre, al joven y al niño, al anciano, al desprotegido, la economía al servicio del pueblo, la salud pública, a los que nunca se les han escuchado, a los que han perdido la voz, al pequeño comerciante, al empresario, a nuestra amada constitución, al estado social de derecho, me hace ser Liberal. Soy Liberal por que estoy consiente que la democracia debe ser perfecta o no debe existir democracia, por que se que no podemos seguirla desdibujando ni disfrazando, por que entiendo que la capacidad de los gobiernos no puede estar dada en la represión del pueblo, por que estoy seguro que somos un ejemplo y un aliento en nuestra lucha contra la desigualdad; por que conozco del extraordinario papel que hemos desempeñado en la lucha por la liberación de nuestro pueblo, por la independencia de nuestras ideas, por que se que la máxima condición que hay que tener es el honor y la máxima facultad la palabra, por que nunca 63
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olvido que es este el Partido del pueblo y de los trabajadores, por que se que nunca podrán vencer nuestro heroísmo, por que en nuestra presencia jamás se verá lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación ningún habitante de esta patria amada. Por que siempre velare por hacer realidad las promesas de la democracia que nos guiaran hacia el sendero radiante de la justicia social. Ser Liberal es saber que nunca podremos quedar satisfechos sin independencia nacional, sin reivindicar los derechos de las masas oprimidas y sin liberar al pueblo de la explotación social y económica. Soy Liberal, por que fueron nuestros hombres sobresalientes, quienes con sus vidas dejaron el legado de una nueva raza y nación; una raza y una nación nunca más subyugada, y eternamente consagrada en el principio de la igualdad; por que fueron ellos quienes dieron sus vidas para que esta procedencia viviera eternamente en la gloria de la libertad y para que el gobierno siempre radique en el pueblo, al servicio del pueblo y por el pueblo. Soy Liberal por que nunca he dudado que no importa cuales sean las circunstancias, siempre lucharemos por ser la causa de la tranquilidad de aquel al que se le este vulnerando un derecho. Somos los de las grandes transformaciones, los de a pie y sudor, los de armas a la espalda y defensores desesperados de los derechos de hombres libres, somos los Liberales, los que en la vida aprobaremos el yugo esclavizador de la cobardía. Soy Liberal, por que prefiero agonizar en disputa frente el homicida que atente contra los derechos del pueblo Colombiano, antes que ser testigo o cómplice de tener que 64
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ver las nuevas generaciones en la infamia típica de los temerosos e irresolutos. Soy Liberal por que respeto las leyes de la Constitución, soy Liberal, por que serlo es también un ejemplo del país con el que soñaron nuestros ancestros, y con el país en el que aun hoy soñamos todos. Soy Liberal por que anhelo ayudar a construir una sociedad equitativa, igualitaria, respetuosa de la independencia de los poderes, democrática, participativa, realmente descentralizada, tolerante, respetuosa de los derechos de todos. Soy Liberal por que anhelo hacer parte de la construcción del país en el que quiero vivir y en el cual merecemos vivir cada hombre y mujer que habita en este territorio sediento de la libertad sublime. Soy Liberal por que mis metas son las metas de una nación, por que estas metas no son meramente objetivos, si no que siempre serán alcanzadas, por que nunca nos damos por vencidos los Liberales, nunca nos frustramos en los fracasos, por que incluso en ellos somos grandes y gloriosos; soy Liberal por que solo el poseer esta cualidad nos deja comprender que en el centro de las dificultades estriban las oportunidades, por que poseer esta cualidad nos deja entender que al hombre no le debe bastar con el querer, si no que nos debe inspirar el hacer; soy Liberal por que creo en la educación del pueblo, y mas por que se, que la pobreza tiene sus raíces en la ignorancia. Soy Liberal por que admiro la oposición desde el socialismo democrático, desde la representación de los intereses de la clase obrera y nunca desde posiciones oscuras. Soy Liberal, por se que desde los gobiernos Liberales se gobierna al pueblo con ética, principios y responsabilidad. Nacemos con cantos de gloria, que nos enseñan a apreciar la libertad, produciendo en nosotros el sentimiento 65
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memorable de ser Liberales. Soy Liberal por que esta vida solo es una en este momento y no voy a desperdiciar mi tiempo y mi savia, alejado de este privilegio, soy Liberal por que valoro el obsequio que nos es concedido por la gracia de ser hombres libres, porque es mi real tesoro y será el único que nunca me será arrebatado; soy Liberal por que es mi mayor honra la dignidad humana y esta sobrepasa el valor de todas las riquezas materiales del universo. Soy Liberal por que entiendo que el hombre y la mujer no son diferentes en su esencia máxima y que estos deben existir para acompañarse en cada ramal de su existir, y sobre todo que nunca deben olvidar a amar la vida como si fuese una sola.
Soy Liberal por que no me interesa recibir lo merecido, solo me interesa dar lo que poseo a quien lo necesita, damos hasta que duela, por que nuestro premio es la satisfacción de haber dado, damos nuestro corazón y no solo damos lo superfluo. Soy Liberal, por que solo los Liberales hacemos lo que es digno de hacerse; soy Liberal por que nunca podrán prohibirme elegir, y por más que intenten violentar mi carácter, nunca podrán impedirme que, en el fondo de mi alma, elija servir y ser Liberal. Soy liberal por que me hace ser un hombre de carácter, de principios sociales, reaccionario frente la injusticia. Soy Liberal por que al serlo jamás podre ser el tipo de persona cuyo perfil estará fundado en el acostumbramiento de lo cotidiano, y muchos menos un sujeto insensible al clamor penetrante de mi pueblo y de mis hermanos. Soy Liberal, por que fui forjado por la historia y el tiempo, por cada batalla y sufrimiento de mis excepcionales ancestros, los cuales no me di el agrado de conocer, pero que jamás nadie ni nada se dará el gusto de hacer que me olvide de ellos y de la raza que provengo. 66
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Soy Liberal por que es mi providencia la de los majestuosos Liberales de la Historia. Soy Liberal por que nací y moriré siendo hijo y soldado de mi glorioso Partido Liberal Colombiano
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¿Por qué soy Liberal? Carlos Lozano y Lozano14, Universidad Externado de Colombia, diciembre de 2006, Bogotá. MULTITUD DE GRUPOS Un partido político no es una academia, no es una escuela filosófica, no es un sistema científico, no es un paisaje homogéneo. Lo integran en cada momento histórico, una multitud de grupos, una inmensa variedad de personalidades pertenecientes a todos los sectores de la sociedad, con las más extraordinarias diversidades de cultura, de posición económica, de intereses y de aspiraciones. Sobre cada uno de esos grupos, sobre cada una de esas personalidades, el ambiente local, la influencia del medio familiar, la índole de las ocupaciones habituales, la acción de los protectores, benefactores o maestros ha ido dejando una huella más o menos honda, pero siempre visible. La historia en su sentido a la vez más trivial y más amplio, como crónica del pueblo, como tradición oral, como suma de recuerdos recibidos de los antepasados, o de hechos directamente percibidos, gravita poderosamente sobre la conciencia. El amor, el rencor, el odio, las amistades y los enemigos imponen su presencia subconsciente. El sentimiento de admiración o de simpatía que espontáneamente suscitan los hombres superiores, sobre sus contemporáneos, a virtud de ciertas afinidades del temperamento y de la conducta, a virtud de una especie de resonancia, espiritual, deciden muchas veces del itinerario de una convicción política. Los choques morales, los sacudimientos de la personalidad que se producen a virtud de la contemplación de un suceso 14
En su calidad de Designado ocupó la Presidencia de Colombia.
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excepcional, por su rareza o por su dramatismo, dirigen la inteligencia, determinan una adhesión o repulsión. La inmensa mayoría de nuestros compatriotas son liberales o conservadores, porque sus padres o abuelos lo fueron, porque en la aldea o en la vereda donde se formaron, había mayoría de uno u otro bando, porque el jefe del taller o de !a empresa pertenece a un partido y le hacen propaganda. Y los pueblos, las aldeas o las veredas son liberales o conservadoras, porque en ellos nació un famoso conductor político, o porque sobre ellos pasó la adversidad de una patrulla frenética qué incendió las casas y saqueó los ganados y cosechas; porque sus parientes y relacionadas perecieron a manos de determinado grupo violento. O porque determinado general los protegió, les dio garantías y construyó allí hospitales y escuelas o les dio trabajo a las gentes. Solo así se explica el fenómeno tan frecuente en el país, de poblaciones enteramente vecinas, separadas apenas por una colina o un arroyo, que pertenecen irreductiblemente a una u otra colectividad. En tiempos de guerra o de pronunciamiento, en épocas de anarquía, una especie de feudalismo minúsculo se produce naturalmente, y a la manera de las antiguas ciudades italianas de la edad media y del renacimiento, los pueblos se hacen enemigos, se destrozan entre si, se llenan de atmósferas pasionales colectivas, y transmiten esos sentimientos a sus moradores. LAS GUERRAS CÍVILES. Es ese fenómeno general. Y no se crea que es una peculiaridad de los países atrasados o incipientes. En las naciones más cultas, y al través de múltiples grados de discernimiento, los hechos y los resultados son análogos. En Europa ha habido aún en los últimos siglos tantas o más guerras civiles que entre nosotros y mucho mayor numero de persecuciones, por causas religiosas, sociales, 70
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políticas y económicas. Por procesos análogos, aunque en ellos intervenga un elemento más alto de comprensión intelectual, se forman las adhesiones o las conversiones colectivas. Hoy, la propaganda escrita y hablada desempeña un papel decisivo. Un suizo o un inglés no leen sino un periódico, su periódico, no oyen sino determinadas estaciones radiodifusoras, y sólo creen y piensan lo que les dice esa vía de información. En efecto: una inmensa suma de cultura nacional, por su misma complejidad y variedad aisla a las gentes, y reduce el horizonte de su vida diaria. Una de las conclusiones mas ampliamente aceptadas de la psicología contemporánea, es el influjo avasallador de la vida afectiva y sentimental, sobre la marcha de la conducta humana. Los hombres obran por la general como sienten y no como piensan. El racionalismo riguroso de otros días ya casi no tiene más adeptos. El turbión de las pasiones, de los instintos, de los sentimientos, ese oleaje recóndito y confuso de la vida irracional se impone a la inteligencia, flota por encima del conocimiento, desborda los cuadros de la mesura y de la lógica. Imágenes, impresiones y emociones, precisas o larvadas se agazapan en los estratos de la subconciencia y están siempre prontas a irrumpir con mayor o menor intensidad para actuar sobre el panorama consciente de la vida psíquica. Desde luego, entre las gentes cultas, viajadas, que han recibido una educación profesional cualquiera, o que viven en medio de una sociedad refinada, el poder de control voluntario sobre la esfera afectiva de la personalidad es mucho más fuerte. Pero también son más fuertes los estímulos que prestan a la pasión, los conocimientos y las lecturas peculiares o el contacto con especiales ambientes de cultura, inspirados por determinadas tradiciones y formas de vida. Un estudiante educado en Alemania, en Estados Unidos o en Francia, 71
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forma su mentalidad de manera muy diversa según los casos y asimila una innumerable serie de conceptos y prejuicios que flotan en la atmósfera. LOS MATICES DEL PENSAMIENTO Las reflexiones anteriores, tan sencillas y obvias, sugeridas por la observación y la experiencia, constituyen una primera base para afirmar que no es posible pedirle a un partido político, una severa coherencia doctrinal, un tono uniforme, una rigurosa lógica en la presentación de sus postulados e ideas. Forzosamente son muchos los matices del pensamiento, son múltiples las escalas de entusiasmo o de convicción que suscita cualquier tesis fundamental. Los conceptos acerca del Estado o del hombre, acerca de la autoridad o de la libertad, acerca de la distribución de la riqueza pública, han sido expresados infinitas veces al través de la parábola del espíritu humano, con infinitas facetas y modalidades. Y cada cual tiene sus autores favoritos, sus libros predilectos, sus simpatías de escuela y de sistema. Periódicamente un gran filósofo revoluciona la arquitectura de las ideas universales. Y de las interpretaciones variadísimas de esas ideas, surgen centenares de tendencias. Periódicamente un historiador transforma los conceptos existentes acerca de la evolución política de las grandes naciones que han dominado el mundo; y de su obra emanan numerosísimas teorías acerca de la vida social y de la convivencia humana. Periódicamente un sabio le da un nuevo rumbo a las ciencias exactas o a las naturales, o un inventor célebre, transforma la industria y el comercio, y en general la comunicación entre los hombres. El influjo de esas nuevas orientaciones se hace sentir inmediatamente sobre las concepciones políticas, y se hace sentir con tuerza más o menos intensa sobre los grupos y las personalidades 72
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humanas, según su mayor o menor grado de contacto con el reciente estado de las teorías y de los hechos. No pueden concebir la realidad de la misma manera un profesor de filosofía y un ingeniero mecánico. No pueden concebir la justicia de una misma manera un coronel del ejercito y un ¡efe de sindicato. No pueden concebir el imperio de la ley de una misma manera, el jurisconsulto y el dueño de fábrica. No pueden concebir la libertad de la misma manera el opulento propietario ocioso y el asalariado a quien abruman el trabajo y la escasez. La enunciación de una misma idea abstracta suscita por lo tanto las más divergentes y aún antagónicas reacciones. LAS COSAS Y LOS HECHOS SE TRANSFORMAN SIN INTERRUPCION Pero, de otra parte, y esto es todavía más fundamental, la corriente de las cosas y los hechos se transforma sin interrupción y de manera perenne, a veces violentamente y con sacudidas profundas. Cuando un país agrícola se convierte en un país industrial, todos los factores del ambiente se alteran. Cuando un país sin vías de comunicación articula entre sí todos sus centros vitales, surgen dilatadas modificaciones de la existencia colectiva. Allí donde hay formidables acumulaciones de capital, el criterio de las gentes no puede compararse con el de las regiones donde todos son más o menos pobres. El desplazamiento sucesivo de los grandes ejes de influencia mundial que polarizan el curso de los sucesos, determina reflejos y reacciones innumerables. EL DESEO DE PODER Existe, además, corno una de las características más protuberantes del hombre y de los grupos sociales, la voluntad de predominio, el deseo de poder. Los grandes hechos de la historia en cualquiera de sus aspectos, han 73
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recibido siempre el sello de la lucha por el mando, por la superioridad de los unos sobre los otros. ESCIPION y CATON, CESAR Y POMPEYO, el Papa y el Emperador, los reyes y las noblezas, MORGAN y CARNEGIE, se disputan el primer puesto, bogan por la preeminencia. Y este fenómeno se reproduce dondequiera y en todo momento, basta la sociedad de intelectuales, la cooperativa de consumo y el cabildo de aldea. Pero el partido político ha sido constituido esencial y primordialmente para eso: para obtener el poder. De ahí que aquella característica humana llegue a su más acabada y también a su más brutal expresión en esa especial agrupación de hombres. La lucha por el predominio transforma a cada paso la forma y la evolución de los partidos. Los filósofos se unen a los cornerciantes y a los aristócratas enemigos de la corona, para adquirir el poder. Los mueven impulsos y sentimientos, diferentes. Tienen apenas una serie de afinidades. De allí surge el verdadero liberalismo ingles, una de las colectividades políticas más serias, respetables e importantes de la historia universal. Producida esa fusión, establecida la necesidad de la lucha conjunta, cada grupo cede y se adapta a la mentalidad y los intereses del otro, progresivamente se difunde y transmite el acuerdo, el constante cambio de puntos de vista, lima las asperezas, los aspectos extremos de cada escuela, de cada haz de aspiraciones. La propaganda uniforme fortifica paso a paso las convicciones individuales. Si surge entonces un hombre superior, un talento excepcional, que armonice finalmente todo el sistema dentro de una síntesis luminosa, y que la exponga y defienda con vigor inusitado, el partido político llega a constituir un solo bloque, un poderoso organismo estable. Es el caso de GLADSTONE, al imponerse sobre el espejo quebrado, donde actuaban los discípulos de SPENCER el 74
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filósofo, de COBDEN el líder industrial, de los lores de la rama Whigg. Pero la vida sigue evolucionando. Las antiguas ideas, los viejos programas, no continúan adaptándose con exactitud a los hechos. Nuevos intereses, nuevos horizontes solicitan la atención de las gentes. Los jefes que un día llenaron la escena, decaen y son olvidados. Las necesidades vitales de un país lo invitan a un cambio de ruta. Surgen jóvenes audaces que presienten el porvenir. El partido tiene que cambiar. Si no cambia, se divide o atomiza. Es el caso del movimiento organizado en Inglaterra contra GLADSTONE, por JOSEPH CHAMBERLAIN, hombre imbuido a la vez en ideas de imperialismo nacional, y de mejoramiento social interno. UN PARTIDO ES UNA ACTITUD MENTAL Un partido no puede ser y no es sino una actitud mental, una serie de líneas generales, una serie de preferencias a favor de ciertas formas de vida, de ciertos conceptos fundamentales, los cuales a su vez se interpretan en formas diversas, según el signo de los tiempos. Hay un espíritu común, un común denominador ideal, algo en la orientación general en la manera de contemplar la realidad, que subsiste por encima de las vicisitudes; un espíritu animador, en una palabra. No puede haber otra cosa. La libertad para un griego de Atenas, para un latino de Roma, para un burgués italiano del Renacimiento, para un criollo americano de la época de la emancipación, para un francés de 1789, para un inglés de 1832, para un colombiano de 1863, son no sólo matices de un mismo ente moral, sino conceptos que se llenan en cada momento histórico de un contenido diverso, de un anhelo vital muy diferente.
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¿Cómo pretender que revistan la misma forma, que intenten las mismas aplicaciones, que se enfrenten a los mismos obstáculos, que escojan los mismos caminos? Hay algo, sin embargo, que anuda con un solo hilo sutil todas esas facetas: todo el que dice libertad en cualquier siglo, pide la autonomía del espíritu, solicita que el hombre tenga una esfera propia de acción, dentro de la cual pueda crear y expresarse, sin mayores ligaduras y trabas. Demanda un poder individual de determinación, una facultad moral de escogencia. Exige que se le tome en cuenta como entidad insustituible, como valor aparte. Cree que la conciencia y la existencia de cada uno, no puede ni debe naufragar en la vaguedad de la masa, ni en el conjunto uniforme. No quiere el automatismo impuesto desde lo alto, ni la disciplina pasiva, ni la eliminación de su personalidad. Claro que aún estas afirmaciones comunes admiten múltiples grados. Para el esclavo antiguo, ellas se presentan en forma rudimentaria y casi mecánica. Ser libre es no poder ser vendido como cosa, poder adoptar un oficio en vez de otro, ser pagado por el trabajo, circular o moverse por su propia voluntad. Para el ateniense que posee esclavos, ser libre es asistir a la asamblea del pueblo y poder hablar allí, y poder ser escogido para los cargos públicos, y tener influencia sobre la vida de la ciudad y criticar o derribar a los gobernantes, y negociar libremente en grande escala. Si lo desposeyeran de esas facultades se sentiría esclavo él mismo. El ámbito de sus aspiraciones es inmensamente más vasto. Pero ambos quieren una supresión de ligaduras y barreras, una esfera propia de acción. Y a su turno cuando el esclavo se vuelve libre, es decir cuando ya es dueño de su persona, aspira a convertirse en ciudadano, dilata el horizonte de sus anhelos. 76
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Lord JOHN RUSSELL, que se hace matar porque detestaba los privilegios y abusos de la corona, porque creía que tal prepotencia, disminuía su propia órbita de noble y aristócrata, lucha contra una coyunda, contra una barrera, contra una limitación arbitraria. El obrero asalariado que hoy hace una huelga para obtener asistencia médica, u horas de ocio, o vacaciones remuneradas, o el cambio del capataz, o el mejoramiento de la alimentación, lucha contra una coyunda, contra una barrera, contra una limitación arbitraria de su personalidad. Lucha contra la miseria, que suprime o amengua la libertad, la propia esfera de acción. Las reflexiones anteriores han surgido espontáneamente en mi espíritu, en el momento en que PLINIO MENDOZA NEÍRA, uno de mis más grandes y nobles amigos, me ha hecho, a fin de publicar la respuesta en su revista sábado, la siguiente pregunta: "¿Por qué es usted liberal?". MI ADHESIÓN POLÍTICA Al examinar así, súbitamente, las razones que me han hecho adherir a un partido político, que me han guiado en una serie de campañas adelantadas, en la plaza pública, en la tribuna parlamentaria o desde los cargos administrativos, que me han compenetrado con una tradición, con un trozo de historia humana, con una comunidad de hombres y de hechos, encuentro que los factores de raigambre sentimental, valen y deben valer tanto en la orientación de una conducta, como las tesis abstractas, como los modelos ideológicos. Y encuentro también que no es razonable, que no puede ser acertado, estereotipar la mente en las enseñanzas de los libros, en los teoremas compilados por los grandes ingenios; y que es preciso ensayar, experimentar, equivocarse y rectificar, ante la lección constante de las cosas, ante las variaciones, y las fluctuaciones de la realidad. 77
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Un partido no es una academia, no es una escuela filosófica, no es un paisaje homogéneo, como ya se dijo. Una nación que constituye un organismo vivo y palpitante, no admite para su gobierno, las ligaduras rígidas de la lógica pura. EQUIVOCACIÓN DE CARO Me parece, pues, que se equivocó, por ejemplo, de método y de medio ambiente el señor CARO, cuando quiso convertir una colectividad política de la América latina, en el trópico y en el siglo XIX, en un trasunto de principios dogmáticos, y cuando quiso darle y le dio al país, una estructura que había tomado casi literalmente del sistema político imperial romano, tal como fue adaptado para su régimen interior por la Iglesia Católica. Y este ejemplo, no tomado al azar, pues todavía son actuales y visibles sus consecuencias, pero sí susceptible de un parangón con una serie de casos análogos, suministrados por la historia, nos enseña que si bien los hombres públicos indoctrinarios y utilitaristas, son nefastos, pero sobre todo repulsivos, la terquedad y la verdad absoluta de los doctrinarios hieráticos, pueden ser también nefastas, en un plano a la vez noble y más peligroso. Detesto el oportunismo, la insinceridad, la fácil maniobra, a favor de la cual se asciende o se domina, por el simple egoísmo brutal de ascender o dominar. Tener esas condiciones, o mejor dicho, esos defectos, es lo que suele apreciarse entre nosotros como estampa de hombre político. Claro está que no me estoy refiriendo a ese concepto vulgar. Pero en el otro extremo, adoptar ante la vida una actitud impermeable y rígida, convertir una convicción en una esclavitud, apreciar la marcha de la vida social como si se tratara de resolver un problema de matemáticas, creer que la ideología de una escuela o de una época pueda contener 78
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todas las facetas cambiantes de la realidad, es un tremendo error que ha sido funesto en todas partes. El señor CARO, al darnos una Constitución que constituye un monumento intelectual, pero que representa una cerrada máquina de autoritarismo personal, hizo imposible la concordia entre los colombianos. Y durante cincuenta años hemos asistido al curioso espectáculo de gobiernos muy fuertes, que constituyen una armadura oprimente para el espíritu libre y espontáneo del país, o de gobiernos muy débiles, pues una fórmula política concebida para aplastar al adversario, y para la excluyente actuación de uno solo, no funciona adecuadamente sino en las manos de un temperamento de autócrata. A falta de esa volonté depussance todos los resortes se relajan, sobreviene una especie de marasmo, y bien pronto aparecen los síntomas del desorden, precisamente porque la idea esencial de la carta, es la de defender el orden, por medio de la supresión de cualquier jerarquía intermediaria, de cualquier fuerza autónoma de iniciativa, de ponderación o de colaboración. Un sistema autoritario con hombres autoritarios es asfixiante. Con hombres que no son autoritarios, inicia el camino por el cual se rueda a la anarquía. ME INTERROGABA HACE VEINTE AÑOS La pregunta que ahora me hace PLINIO MENDOZA, me la hice yo a mí mismo hace veinte años, cuando apenas habían corrido otros veinte años, de mi pobre peregrinación por la vida, los cuales a diferencia de la mayoría de las gentes, no recuerdo con nostalgia, y ni siquiera con agrado, pues fueron de áspera disciplina, de constante esfuerzo y de una casi completa ausencia de todo devaneo o distracción. Estudiábamos mucho entonces, yo más que la generalidad de mis condiscípulos, y nos eran desconocidas las horas de deporte, los amplios períodos al aire libre, los ejercicios corporales, todos esos 79
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aspectos de la educación europea que ahora se han aclimatado entre nosotros. El baile, el teatro, los cinematógrafos, los cafés, el dinero en el bolsillo, eran cosas que no se usaban todavía. La vida de un alumno interno era duramente monótona y solitaria. Personalmente creía saber muchas cosas y creía también que el aprenderlas era el principal objeto de la juventud, error del cual salí después, cuando era ya tarde, pues en nuestro medio, tan reacio al cultivo de la ciencia pura, valen más para tener oportunidades y triunfar, la audacia y la energía aplicadas a la práctica, y la confianza en sí mismo que suministran unas pocas ideas, adquiridas en el trato con los hombres, en los viajes, en el manejo de los negocios y empresas. Un universitario completo, un erudito, un hombre dotado de espíritu filosófico, al estilo de un Lord HALDANE o un Lord BALFOUR, se imponen naturalmente en Inglaterra, a pesar del pragmatismo británico, pero no coinciden con el escenario colombiano. EN 1924 TAN LIBERAL COMO HOY Yo era en 1924 tan liberal como hoy, liberal empecinado, tranquilamente irreductible. Lo era, a pesar de haberme educado en un Colegio de un conservatismo abrumador, y quizás por eso mismo. Pero nunca se me había ocurrido indagar a la luz de la razón, por qué era liberal. Lo hice entonces. Y procuré hacerlo en forma desprevenida, sincera. Analicé mis propias impresiones, mis propios recuerdos, mis propias ideas, y los comparé luego con los hechos y los hombres de nuestra historia, con los manuales sobre la evolución política europea, con los documentos que daban a la publicidad, los diversos partidos entre nosotros y en el extranjero. Leí casi todas las memorias de los más importantes estadistas colombianos, y los juicios críticos que existen acerca de sus respectivas trayectorias. Habiéndome trasladado inmediatamente 80
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después a Europa con el fin de hacer estudios de especialización profesional en derecho, busqué en las grandes bibliotecas de Italia, de Francia y de Inglaterra, los libros de conjunto relativos al origen, la marcha, las características, y los programas de las grandes colectividades políticas. Terminada esta excursión por las múltiples rutas del pensamiento, excursión que me impuso una verdadera tarea, cumplida con paciencia y con honestidad, comprendí que seguía siendo liberal y empecinado, tranquilamente irreductible. Por aquellos años el partido conservador colombiano dominaba completamente la escena, y no se veía la más distante esperanza de un cambio de régimen, florecían las dictaduras en Suramérica, y en el resto del mundo, casi en todas partes, las ideas socialistas parecían llamadas a una definitiva victoria. Ser liberal parecía un anacronismo y era tanto más ilógico para un intelectual, cuanto que en Colombia, en manos del General HERRERA y su grupo, el liberalismo había dejado de explicar su contenido doctrinario, y parecía fluctuar al azar, como simple protesta, como desnuda bandera de oposición. De ahí que los jóvenes de criterio avanzado pertenecientes a mí generación, estuvieran casi todos influenciados por las ideas marxistas. Pero yo, después de haber pensado y leído mucho sobre el tema de la convicción política, comprendí que mi intuición, o mi temperamento, o las emociones de mi infancia o de mi adolescencia, todo aquello, en fin, que había desatado en mi ánimo una sorda resistencia a las enseñanzas que se me daban en las aulas con la palabra y el ejemplo, venían a coincidir armoniosamente con el fruto de mi análisis. LIBERAL PORQUE TENÍA FE EN EL VALOR ESPIRITUAL DEL SER HUMANO 81
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Era liberal porque tenía fe en el valor espiritual del ser humano, en la dignidad y en la independencia que al hombre corresponden a virtud de ese valor intrínseco suyo. Porque nada me indicaba que alguna cosa grande y perdurable hubiera resultado de acallar la conciencia individual, de abolir o limitar la crítica, de impedir que cada forma de la inteligencia cumpliera autónomamente su tarea. Porque hay algo repugnante contrarío a la naturaleza, en someter a un sector cualquiera del conglomerado social a la pasividad, en suministrarle la verdad ya hecha, en señalarle una orientación sin su consentimiento. Porque los intereses colectivos no pueden entenderlos ni definirlos sino la colectividad, con su propia experiencia, con su propio sufrimiento, con su propia visión de las realidades circundantes. Porque dado el egoísmo vital, que es la condición de supervivencia de la especie, sólo del amplio debate, del acuerdo general, de la intervención del mayor número, puede resultar un mínimum de justicia para todos, por el equilibrio y el contrapeso de los intereses, por la reducción a un común denominador tolerable, de las infinitas aspiraciones encontradas. Porque sólo allí donde cada cual puede expresarse plenamente, sin temor y sin ligaduras, es posible a la comunidad aprovechar las luces excepcionales de las mentes privilegiadas, que nunca se sabe a priori dónde han de surgir. Porque a la vez nadie es capaz de acertar siempre, de ponerse al abrigo del error, de pensar o proceder siempre con equidad; y por eso ninguna iniciativa individual puede resultar fecunda y útil, sin las innumerables variantes que le introduce la opinión de los otros. Porque de ahí resulta que cuantas veces se impone una clase dominante, ya sea de sacerdotes, de militares, de terratenientes, de comerciantes o de intelectuales, las otras clases, los otros grupos, y sobre todo, la gran masa anónima, el gran pueblo de las gentes sencillas, que es la 82
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base de la humanidad y de la historia, sufre de opresión y de abandono. Porque el privilegio natural de los más inteligentes, de los más fuertes, no puede limitarse ni encauzarse últimamente, sino por la fuerza de resistencia de la mayoría. Porque la protesta, el denuncio de los abusos, la manifestación de las necesidades, constituyen la única vía del mejoramiento, de la cultura y del progreso. Porque ningún país puede ser bien gobernado contra su voluntad, ni política alguna resulta eficaz si la opinión la rechaza. La anterior enumeración de conceptos, seguramente rudimentaria, deshilvanada e incompleta, pues he querido deliberadamente hacerla al correr de la pluma, para contestar con llaneza e ingenuidad a la revista Sábado, hubiera podido hacerla hace veinte años quizás en la misma forma. Una inmensa serie de datos emocionales dispersos, de fragmentos de historia, de episodios humanos, la habían incrustado en mi mente, sobre todo en mi subconsciencia, ADMIRÉ SIEMPRE A LOS REVOLUCIONARIOS Admiré siempre a los revolucionarios. Los comuneros del Socorro quienes interrumpen el océano de conformidad de La Colonia, el letargo rutinario de aquella cosa inmensa llamada autoridad real de derecho divino, para manifestar que no soportan la miseria y los tributos. Don ANTONIO NARIÑO, el joven opulento y patricio que se pone a leer libros prohibidos, y se busca la cárcel con sus inquietudes y curiosidades en persecución de un mundo mejor. D. FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, que se subleva una tarde al salir del Colegio, y luego en plena madurez, le pone el pecho indomable a las iras de los militares, de cuyas filas procedía. JULIO ARBOLEDA, la pura espuma de la nobleza fanática de Popayán, que viene al Congreso a tronar contra los jesuitas, con escándalo de sus electores y 83
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copartidarios, y luego se enfrenta en un duelo a muerte contra el despotismo de su tío MOSQUERA. El viejo JOSÉ HILARIO LÓPEZ que se pone a ensayar las más atrevidas utopías de los franceses en un país todavía vestido con los ropajes coloniales. AQUILEO PARRA, humilde comerciante casi ignoto, que se levanta en la Convención de Ríonegro a decirle impertinencias al Gran General omnímodo y habituado a fusilar. GAITÁN OBESO, tan arrogante y desafiador, que se juega la vida contra la regeneración, y pretende tomarse a Cartagena, con poco más que su espada y su penacho. Las mujeres de la plebe de Bogotá que se rebelan contra las medidas opresoras de don RUFINO GUTIÉRREZ, y le queman la casa a ANTONIO BASILIO CUERVO, el ministro de guerra de CARO, pudiéndole a la tropa. ¿Qué es todo eso? La legión de los inconformes, de los que se arriesgan por los demás, de los que le abren el paso a las nuevas ideas, de los que predican justicia y libertad, sin reparar en el precio de la predicación, muchas veces equivocados, casi siempre más allá de la órbita exacta, vencidos o vencedores, pero siempre abatiendo murallas, deshaciendo prejuicios, regando el ideal. CARRASQUILLA ERA LA AUTORIDAD, LA TRADICIÓN Y EL DOGMA Había otro personaje que pasaba frecuentemente junto a mí, a quien yo le abría la puerta de mi casa, cuando iba a visitar a mi padre, con quien estaba ligado por estrecha amistad. Alto y marcial, los ojos penetrantes, el enhiesto mostacho retorcido, con amplias indumentarias muy cuidadas, al través de las cuales se revelaba un atleta. Me saludaba golpeándome levemente la cabeza con el puño, pero lo suficiente para apreciar una mano de hierro. Era el General URIBE, hombre de los más varonilmente hermosos que he conocido. Lo acompañaba su leyenda, 84
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Peralonso y Terán, las jornadas parlamentarias del 97, sus empresas agrícolas, sus viajes, sus desafíos, su estampa de guerrero letrado. Yo había visto sus retratos con gran uniforme militar, pero lo había visto sentarse también entre los académicos de la lengua en las célebres sesiones que enaltecía la prosa de don DIEGO RAFAEL DE GUZMAN. URIBE era otro símbolo. El de la protesta, el de la rebeldía; había llevado al país a un desastre y por su voluntad se había derramado mucha sangre. Y entonces ¿por qué inspiraba tanto respeto, tanta admiración, por qué subyugaba a las muchedumbres? Porque el país se había normalizado por el fermento crítico que exhalaban su obra y su persona. Porque los muertos caídos a su paso habían fecundado la tierra de la patria. Ese orden que Monseñor CARRASQUILLA predicaba desde la cátedra, esa autoridad que exaltaba con su ejemplo, reposaban sobre los hombros de URIBE. Su palabra había socavado la regeneración. Su guerra le había dado otros cauces. Había en Colombia un poco más de respeto por el vencido, un poco más de libertad, un poco más de tolerancia, de convivencia, de solidaridad. Se hablaba, después de muchos años, de la justicia social. URIBE URIBE, SÍMBOLO DE LA PROTESTA Sumergido en los claustros del Rosario, yo veía pasar la figura enhiesta de Monseñor RAFAEL MARÍA CARRASQUILLA, con profundo respeto. Él simbolizaba, y de una manera prodigiosa, la autoridad, la tradición, la jerarquía, el orden, el dogma. De manera sorda, escultórica, su palabra exaltaba los valores establecidos, el sistema dominante. Yo pensaba que nada podría contestarle, que un solo gesto suyo me anonadaría. Pero no estaba convencido. Las cosas no podían ser así. ¿Por qué esas ideas tan firmes, tan sólidas, no habían puesto en 85
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paz a las gentes? ¿Cómo se explicaba entonces la Revolución Francesa, nuestra propia revolución de independencia, el rumor lejano de ese nuevo estremecimiento mundial que auspiciaban los rusos? No todo es orden, a menos que el orden camine y se transforme. De otro modo se expone a saltar en pedazos. Así argumentaba en silencio para mi coleto. YO OPTABA POR URIBE URIBE Y entre CARRASQUILLA y URIBE, a pesar de la honda veneración que profesé al primero de ellos, entre los dos sistemas enfrentados que solicitaban mi curiosidad y mi atención, entre el que había escrito el célebre folleto sobre condenación de los errores liberales, y el que había escrito otro folleto célebre, sobre cómo el liberalismo colombiano no es pecado, yo optaba por URIBE. Yo era liberal. Una emoción de banderas rojas, desplegadas al viento, una emoción de negros armados de machete que se arrancan los grillos de los pies deformes, una emoción de jóvenes entusiastas que se arrojan sobre los libros prohibidos, una emoción de tribunos que irrespetan a monarcas y dictadores, una emoción de proletarios desvalidos que se alzan contra los ricos avaros, una emoción de igualdad para con los campesinos lejanos, sin lecho y sin escuela, azotaba mi espíritu, mientras repasaba la lección de filosofía escolástica, de latín o de derecho romano. CRITERIO CONFORMISTA Comprendí de manera vaga y difusa que nuestro atraso, nuestro estancamiento, nuestra pobreza, nuestra vida al margen de la actividad a espaldas de los problemas del mundo contemporáneo, eran el resultado de un criterio conformista, profundamente desconfiado de los sentimientos populares y de los hombres audaces, incapaz de revisar espontáneamente su propia estructura. Tenía la 86
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impresión objetiva de que los dirigentes del país consideraban como una disposición natural de la providencia que hubiera siempre una minoría de gentes cultas y acomodadas sobre la superficie de un inmenso pantano de miseria y de ignorancia. Sentía claramente que no harían ningún esfuerzo drástico por modificar el curso de los hechos, por acelerar el ritmo de los procesos sociales. Para ellos el país estaba ya hecho, y bastante bien hecho. Se le debía dejar como estaba. Así como un organismo adulto no modifica sustancialmente ninguno de sus órganos, tampoco debe modificarlos una nación. Apenas curarlos cuando padecen alteraciones, a fin de restituirlos a su estado anterior. LA REGENERACIÓN, IMPOTENCIA PARA COMPRENDER EL SIGLO XX La opinión general censuraba con perfecto conocimiento de causa, y con extraordinaria vehemencia a la hegemonía conservadora, el desgreño administrativo, los procedimientos inescrupulosos de algunos de sus hombres y, sobre todo, el fraude electoral sabiamente organizado por la ley y la costumbre. Yo compartía esa clase de críticas y algunas otras. Pero había algo que consideraba mucho más grave, porque me parecía el verdadero nudo del problema colombiano; la cuestión de la cual dependía la suerte de la nacionalidad: la impotencia del régimen para comprender el siglo xx. Su vano empeño de hundirse en el pretérito. Su doliente fervor por un estado de cosas anquilosado y anémico. Cuando el conservatismo, acosado por las inquietudes sociales y económicas, en momentos atormentados de reajuste universal, propuso para salvar al país el restablecimiento de la pena de muerte y una drástica ley de prensa y orden público, que recibió el remoquete de "ley heroica", yo, joven desalumbrado e inexperto, percibí, sin embargo, con absoluta claridad, que 87
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el sistema entero estaba condenado y que no podría subsistir. Mi intuición no me engañaba; poco después se presentaba el movimiento restaurador del 8 de junio, durante el cual hice mis primeras armas en la política, desde la tribuna improvisada de un balcón del Ministerio de Gobierno, asaltado por la muchedumbre. Y llego, al referirme a estos antecedentes, al motivo capital de mi fe en el liberalismo. PARTIDO QUE SE ADAPTA A LAS MUTACIONES Es este el único partido, orgánicamente dotado de una potencialidad suficiente para adaptarse a las mutaciones de los tiempos. Su naturaleza íntima consiste en una actitud de crítica perenne que acomete y desintegra el mundo rígido de la autoridad y de la costumbre, para hacer surgir de esa desintegración, nuevas formas de vida, nuevas posiciones de la inteligencia, ante la sucesión de los hechos. Cuando yo comenzaba mi carrera dije alguna vez con sobra de petulancia, pero de manera muy consciente, que no me sentía discípulo de ROJAS GARRIDO. La frase causó escándalo entre algunos viejos prohombres de nuestra colectividad. Expliqué entonces que ningún liberal podía comprender la marcha del Estado, la marcha de las instituciones, sino como una realidad en perpetuo "devenir", en perpetua evolución creadora. Y que para el liberalismo cada punto de llegada era un nuevo punto de partida. Y cosa admirable: un ilustre copartidario en edad provecta, que había escuchado a ROJAS GARRIDO en la cátedra, me dijo que tenía la razón. EL LIBERALISMO CONSTANTE
OFRECE MEJORAMIENTO
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El liberalismo, a diferencia de otras escuelas del pensamiento político, no pretende hoy, como no lo pretendió en el pasado, ofrecer a los hombres la imagen perfecta de una sociedad feliz; ni pretende constituir tampoco un orden insuperable, satisfecho de no rectificar. Ofrece tan sólo instrumentos de acción destinados a obtener que los pueblos estén siempre mejor que ayer y menos bien que mañana. Y adaptándose a las condiciones fundamentales del espíritu, proyecta sobre la realidad cambiante de los tiempos, prospectos transitorios de acción dentro del propósito de reducir a un mínimum el contraste de las fuerzas sociales, de garantizar la expresión espontánea de todo impulso fecundo, y de imponer el fairplay, la lealtad y la igualdad de oportunidades en medio de las luchas de los hombres, a fin de que ningún ser humano halle coartadas y restringidas por trabas o limitaciones arbitrarias sus potencialidades de acción y su derecho a triunfar. Por eso, a medida que las sociedades se transforman, a medida que surgen nuevos fenómenos y nuevas necesidades o discordias, basta referirse al concepto básico de la emancipación del hombre dentro de la faz que armonice con el ambiente histórico, para definir su actitud, que es la de la defensa de los débiles, la de la resistencia a la opresión. LANZA CONTRA LOS DÉSPOTAS El liberalismo ha roto su lanza, contra el déspota que a todos amenaza. Contra el señor feudal que explota a sus vasallos. Contra el poder eclesiástico cuando pone en peligro la autonomía de la conciencia. Contra las corporaciones profesionales cuando encadenan el trabajo libre. Contra la ciencia oficial que estrangula el pensamiento. Contra el poder del dinero, que aplasta al proletario. Contra cualquiera fuerza social que pretenda 89
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erigirse en arbitro de la vida colectiva y excluir u oprimir a las otras. LIBERTAD DE EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO Su primera conquista fue la de la libertad de expresión del pensamiento. Realizada esa hazaña, con esa piqueta en la mano, atacó todas las formas del privilegio de manera sucesiva, y cada vez libertó mayor número de gentes, derribó mayor número de abusos y coyundas. Vino primero la serie de las llamadas libertades públicas, que eran un lugar común, aceptado por toda la cultura humana, hasta cuando apareció de nuevo la hidra tiránica, bajo la forma del fascismo y el nazismo. La revolución francesa comprendió que aquello no bastaba y que debía penetrarse todavía más hondo en la estructura social. Pero no toda jornada puede ser completa; hay que estabilizar todo cambio, para no rodar al caos o al vacío. Y la evolución detuvo su marcha. Al amparo de esa causa, una aspiración liberal, la del comercio, la industria y el trabajo libres, se convirtió por el egoísmo natural de sus usufructuarios, oprimidos de ayer, en otra coyunda, fortalecida por el progreso técnico. Surgió el capitalismo y surgió el proletariado. Los nuevos barones fueron los de la finanza. El liberalismo no tuvo más que volver los ojos a su vix motriz, a su propia naturaleza, para saber que debía oponerse a los abusos del capital. Por la vieja senda trillada, por el postulado del hombre autónomo, dueño de sí mismo, llegó a predicar en ese campo algo semejante a lo que predicaba el socialismo, pero sin caer en el error de este partido, el cual no supo comprender a tiempo, preso dentro de un sistema hermético, que no podía ser humano ni fecundo, suprimir las libertades del espíritu, para atender tan sólo a la brega por el pan; y que no podía entregarse la espontaneidad de la conciencia, a cambio del dogma del bienestar material. Ahora bien. Se dirá: ¿y 90
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cómo puede el liberalismo reprimir a los fuertes, imponer regulaciones a los potentados, si ellos son hombres también, dueños de hacer lo que les plazca, y más conscientes de sus propios intereses? ¡Ah, no! No existe la libertad de aplastar. Ella no está en el catálogo. El interés individual es respetable, mientras no atente contra el interés de otros, y de otros que son una mayoría de individuos. El problema entonces es el de averiguar cuál régimen suministra un mayor coeficiente de libertad colectiva, un mayor ambiente de equidad y de expansión humanas. EL BIENESTAR DEL MAYOR NÚMERO Este concepto me permite exponer la última de las razones esenciales de mi convicción. La libertad del mayor número. El bienestar del mayor número. El mayor número es la masa, la muchedumbre, el pueblo. Por eso democracia y liberalismo son sinónimos. El conservatismo es forzosamente una democracia recortada, en los países donde asume una postura democrática. Una fácil travesura que me ha permitido al través de los años identificar a cualquier conservador desconocido, sin preguntarle su filiación política, es la de llevar el análisis a la cuestión de la muchedumbre. El conservador habla de la plebe o de la chusma. Si es vehemente, de la canalla. La plebe no puede tener razón. Es ignorante, bárbara, estúpida. Su sola presencia es el motín. Los hombres son díscolos, brutales, insensatos en su conjunto. Hay que hacerles el bien, pero de lejos, y según los consejos de la gente culta y de cuello blanco. Para pensar está la clase dirigente (que recluta a sus miembros, por captación, entre ellos mismos). ¿Cómo pueden entender el bien público, los que no pasaron por el colegio? ¿Cómo pueden entender sus necesidades, si parecen contentos sin cama y sin estufa? El conservador me ha dicho siempre que alguna vez hizo la experiencia de 91
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darle unos zapatos nuevos a un peón, y que el peón hubo de quitárselos, porque le dolían los pies. ¿Para qué darle zapatos? También me ha dicho que cuando le dio al chofer una prima, éste corrió a la taberna y no correspondió con gratitud a tal presente. Yo le pregunto: ¿y no tendremos nosotros la culpa de esa conducta si no le hemos ofrecido una escuela, ni lo hemos llevado a ver a Nueva York? Entonces me responde: no hay tal; son incorregibles. Además siempre habrá pobres y analfabetos. “El que se mete a redentor, muere crucificado". PARTIDO DEL PUEBLO El liberalismo ha sido en todas partes el partido del pueblo y en Colombia el pueblo lo sabe. Si el conservatismo ha tenido y tiene masas, es por una sola razón: por el problema de la fe religiosa. El colombiano es católico y en el marco recortado de su aldea, en el silencio de su vida pastoril, cuando se le dice que está en peligro su religión, se atemoriza y confunde. A medida que la propaganda local acerca de pretendidas persecuciones a la iglesia se extingue con el paso de la carretera y la llegada del periódico, el partido conservador va perdiendo sus baluartes. Que una sabia dirección de la política liberal, mantenga a nuestra colectividad, dentro del ritmo de las grandes aspiraciones primordiales, dentro del horizonte amplísimo de sus líneas históricas. Frecuentemente se nos acusa por el adversario, de que somos volubles y cambiantes, heterogéneos e incoherentes. De que renegamos de las tesis de ayer, y de que somos un mosaico de opiniones. Feliz crítica ésta, por su injusticia y su fragilidad. Creo haber demostrado atrás, que un partido político, no puede ni debe ser un diccionario de soluciones hechas y aprendidas de memoria, ni una estructura rígida y estática. Creo haber demostrado también que la característica del 92
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liberalismo es el movimiento, la dinámica, la desintegración de los valores muertos; y que su fuerza estriba en la crítica interna ilimitada en el "derecho de disentir", de que alguna vez hablé, con frase de cierta resonancia. Sí el liberalismo no fuera una coalición de matices, perdería, entonces sí, su peculiar ortodoxia. Hay una continuidad integral de la letra que esteriliza y mata. Lo que importa es desentrañar la esencial continuidad del ideal y del espíritu. El peligro no está allí. Está precisamente en lo contrario. En la quietud mental, en la falta de impaciencia para las cosas grandes, en la molicie burocrática, en la satisfacción con lo existente. Siempre hubo una discrepancia entre la velocidad de los hechos, y la de las ideas. Pero en la época contemporánea, a virtud de las gigantescas conquistas de la gran mecánica, del progreso técnico en todas sus formas, esa discrepancia se ha hecho sorprendente. Hay que marchar hacia el porvenir, con alma generosa, sin egoísmo y sin cálculo, sin confundir jamás el predominio con el ideal, ni renunciar jamás a la estética de la conducta, sin aspirar a victorias efímeras obtenidas al precio de un jirón de la clásica toga, cuya severa dignidad se pierde en el tumulto de los apetitos, y con el codazo de los zafios. Hay que marchar hacia adelante, sin perder el contacto con el anhelo democrático, sin olvidar que ningún sabio sabe más que su pueblo, sin anatema para los inconformes, sin que la palabra autorizada de los que dirigen, ahogue las voces fértiles y sonoras de la calle. Debo concluir al fin. Lo que hay de perenne en nosotros, es la espontaneidad del espíritu. Lo que caracteriza la existencia social es la autonomía de la personalidad humana. Lo que permanece, al través de las mutaciones más o menos profundas y dramáticas de los ciclos históricos, es el gobierno como sistema de equidad al servicio del pueblo. Las reacciones que periódicamente se 93
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suscitan contra esas fórmulas supremas, son muestras de anormalidad; son el fruto del desencadenamiento de las fuerzas oscuras del instinto, del substrato inconsciente de la violencia, agazapada detrás de la razón, para entenebrecerla y abolirla. EL LIBERALISMO DURARÁ SIN TÉRMÍNO Por eso el liberalismo durará sin término. Por eso no representa una concepción improvisada, ni un sistema efímero, ni un expediente de emergencia. Por eso nació con el momento estelar de la cultura antigua, por eso resucitó maravillosamente, al descorrerse el velo caótico de la Edad Media. Por eso floreció en la Europa culta, refinada y armoniosa de la época contemporánea. Por eso reventó con fuerza antes desconocida sobre las tierras de América cuando se abrieron a la civilización. Por eso está dotado de tal poder de adaptación y rectificación que se acomoda bajo nuevas formas, bajo nuevas vestiduras a todas las exigencias cambiantes de los tiempos. Por eso es inconcebible su ocaso. Por eso soy liberal.
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Por qué soy Liberal Eduardo Verano de la Rosa15. En el año de la Conmemoración del Bicentenario de las Independencias de naciones iberoamericanas del dominio del Imperio Español, se me pregunta: ¿Por qué soy liberal? Mi respuesta es que soy liberal por lo siguiente: En primer lugar, soy una persona formada espiritualmente en una educación permanente basada en los principios de la cultura occidental cuyo centro es la libertad y la solidaridad humana, valores de los cuales me considero descendiente y promotor. Por ello, soy un liberal igualitario y solidario, como lo fue Simón Bolívar, Antonio Nariño, Antonio José de Sucre, Francisco de Paula Santander, José Celestino Mutis, Andrés Bello, y la mayoría de los creadores de nuestro estado y de gran parte de los estados de América del Sur, y me gobierno por la tradición sembrada por la tradición ilustrada. Amo la libertad moral, civil y política, obedezco el derecho como instrumento de paz ciudadana, respeto los derechos de los demás, y mi libertad la ejerzo respetando y garantizando tales derechos. Asimismo, me someto al Estado Social y Democrático de Derecho, a sus principios y reglas. Defiendo el principio de que todos los seres humanos nos orientamos única y exclusivamente por nuestras razones, sin la guía de otro o de otros; sin más límites que los derechos de los demás y del bien común, y que en consecuencia, somos responsables de los efectos de nuestros actos. Por ello, sigo la pauta señalada por Kant 15
Gobernador del Atlántico.
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en Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración? y es la de que actuemos en plena libertad y en forma responsable. La libertad civil y política de todos la entiendo en condiciones de igualdad jurídica dentro de la diferencia, en un ambiente de solidaridad y de protección de los derechos de los débiles. Considero que no existe status más importante en la sociedad que el de ciudadano, reivindico la participación democrática de todos, sin exclusión no justificada, en la construcción del poder político y en su ejercicio y en el destino de las decisiones políticas. Abogo por los procesos de construcción del poder político de abajo hacia arriba, de las regiones hacia el centro, de la unidad en la diversidad, en un Estado Social y Democrático de Derecho en el que la ley se aplique en reales condiciones de igualdad formal y material con especial énfasis en la protección de los débiles. La segunda razón que justifica porque soy liberal, es la de que soy un hombre espiritualmente razonable, lo que quiere decir, que para mí no existe conflicto insuperable entre razón y fe; por el contrario, entre la razón y la fe lo que existe es un encuentro que ha permitido la creación de una cultura occidental tolerante y plural que ha creado las condiciones que hace posible vivir en paz. En calidad de hombre justo, liberal y cristiano, soy tolerante con las ideas de los demás. Sigo el espíritu de los postulados de la Biblia, los de la tolerancia y de la separación del reino divino y el humano, esto es, la separación de la esfera del mundo religioso y de lo público y del estado. Una regla de oro cristiana que sigo es la presente en la parábola de Jesucristo, del buen sembrador, 96
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descrita en Mateo, capítulo 13 versículos 24 al 30 sobre la mala hierba, que nos enseña que para separar la hierba mala de la buena, durante la siembre no es necesario exterminar la primera porque se corre el riesgo de eliminar la buena hierba. Por este motivo, soy un hombre de diálogo y de razones, no de exterminio del otro; por tanto, defiendo que la verdad conquiste adeptos y se imponga por la fuerza de sus argumentos, y no mediante la violencia. La tercera razón que justifica mi condición de hombre liberal socialdemócrata es la de que concibo al Estado al servicio de las personas y no a la inversa, y que como instrumento de paz, el Estado debe ejercer el monopolio de la violencia y el desarme de los violentos y los no violentos para que la convivencia sea bajo el sometimiento al derecho como medio garantista de los derechos de todos. Estimo que las Fuerzas Armadas deben estar sometidas al poder civil y al servicio de las libertades y los derechos, como lo consagró la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789 en Francia. El Estado lo concibo como Estado Social y Democrático de Derecho con una fuerte separación de poderes públicos, con un sistema de frenos y contrapesos, con una fuerte independencia judicial y un parlamento nacional y regional fortalecido, sin interferencia ni dominio del ejecutivo nacional o regional, y una autonomía regional que garantice que el Estado sea un Estado Regional con competencias legislativas de los poderes regionales, y con ámbitos exclusivos y concurrentes, como mecanismos esenciales para garantizar las libertades y los derechos de todos. Concibo que la alternación de los agentes estatales en los cargos del poder público, como uno de los principios 97
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rectores irrenunciables en una democracia, no puede reducirse a la regla de la mayoría ya que esta última tiene sus límites, como los derechos y el respeto de los derechos de todos, muy en especial, los de la oposición, y los derechos humanos. Por supuesto, estoy en contra de todo tipo de mesianismo político. Finalmente, concibo que los miembros de la sociedad deben disfrutar de bienestar para todos, con acceso real y efectivo a viviendas dignas, salud y educación pública, recreación y deporte, superación del conflicto armado, del desplazamiento forzado, del desempleo, de los bajos salarios, de la miseria. Como liberal socialdemócrata Caribe lucho por el Estado Regional, en nombre de mi partido y de una coalición democrática para una Patria incluyente. Será un acto de justicia con el Caribe colombiano para superar la sempiterna exclusión a la Región.-
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Por qué soy Liberal Guillermo Benavides Melo16. En la base de la adhesión a una doctrina o a un partido político se encuentran factores de orden espiritual y afectivo que nacen de los más variados orígenes, a saber, familiares, regionales, históricos, ejemplares y sentimentales. De allí que nunca me ha parecido erróneo afirmar que soy liberal porque mi padre fue liberal, porque mi pueblo es liberal, porque en nombre del partido fui agredido o premiado, porque desde niño me gustó el grito de “viva el Gran Partido Liberal”, porque en su nombre comencé a experimentar un contacto determinado con la comunidad en la cual vivía, porque, en fin, muchos episodios de mi infancia y adolescencia en la provincia colombiana me ataron al partido. El transcurrir de la vida va afirmando ese sentimiento hasta cuando comienza a dibujarlo y configurarlo la teoría y la ideología alrededor del mismo, momento de quiebre intelectual que permite confirmar y ratificar la pertenencia al ideario o dejarlo porque otras posturas políticas conducen a reemplazar el remoto origen fundado en el sentimiento y el recuerdo. Es decir, llega el momento de la definición doctrinaria, cuando la razón justifica nuestro pasado, lo afirma y lo proyecta en la acción o, por el contrario, lo rectifica y lo orienta hacia otros campos políticos.
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Exmagistrado del Consejo de Estado.
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Asumiendo, pues, que mi liberalismo tiene un origen en el sentimiento surgido del ejemplo y quizá de la inclinación natural, y que en la actualidad ese fundamento irracional resulta amparado por unas ideas claras que justifican y explican mi adhesión a un liberalismo caracterizado por unas directrices ideológicas, una historia centenaria y una perspectiva de mejoramiento, resulta preciso identificar cuáles son las particularidades y tendencias que enmarcan en mi caso la justificación de ser liberal. Para ello debo remontarme, por lo menos, a la Revolución Francesa, que inspirada en la filosofía de la Ilustración sentó como principios básicos de su doctrina la libertad, la igualdad y la fraternidad. Estos principios sirvieron de inspiración y plataforma al Liberalismo universal, aceptado por Colombia desde antes de la lucha por su independencia, en los albores del Siglo XIX, como que desde las postrimerías del XVIII nuestros primeros próceres y el Precursor Antonio Nariño iniciaron el movimiento intelectual que se extendería por todo el territorio hasta convertirse en bandera revolucionaria contra España. El desarrollo de los principios enunciados, más que su formulación, con el tiempo fue demostrando que su aplicación en el devenir de los pueblos no respondía a las aspiraciones y sueños de quienes los inspiraron y que la libertad, la igualdad y la fraternidad, lejos de ser realidad para todos los seres humanos, resultaron discriminatorias entre los miembros de una misma sociedad. De ellas comenzaron a gozar quienes tenían atributos y recursos mejores y más numerosos que los demás e incluso fueron utilizados para subyugar a quienes carecían de ellas o las disfrutaban en menor escala. 100
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Esta situación real hizo necesario el regreso del Estado para que, en cambio de su papel de mero espectador que le había sido asignado por la gran Revolución, interviniera, según las necesidades creadas por el desequilibrio, a fin de lograr el acercamiento entre las diferentes clases económicas y sociales con el objeto de hacer partícipes a todos de las virtudes emanadas de los principios. El liberalismo colombiano, nacido formalmente en 1848, desde sus orígenes adhirió a los principios de libertad y de igualdad. Sin embargo, fue necesario un largo transcurrir para que la igualdad formal se tradujera en propósito de su propia doctrina. En efecto, no resultó fácil comprender que si bien es cierto que existen entre los miembros de la sociedad diferencias naturales insalvables que los hacen desiguales, hay otras diferencias que resultan impuestas por las distintas condiciones que artificialmente se atribuyen a las personas, diferencias artificiales que deben ser superadas por los programas estatales políticos, económicos y sociales que conduzcan a lograr la que la Revolución Francesa denominó como “igualdad” y “fraternidad”, atributo este último que en términos modernos no es más que la solidaridad entre los miembros de la misma sociedad. El liberalismo considera que la igualdad se logra, no sólo por imposición directa del Estado, sino a través de medidas que brinden a todos la misma oportunidad de perseguir su propio ideal de vida. Es la forma para que la gente sienta que desarrolla su personalidad. Para que pueda ser, como dijo Amado Nervo, artífice de su propio destino. El liberalismo descansa también sobre el libre examen, porque considera que todos los tiempos históricos son 101
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distintos, de donde resulta necesario aproximarse a ellos, cada vez con miradas nuevas pero sin cortapisas, sin lazarillos distintos de la propia percepción y entendimiento, con la convicción de que nadie es dueño de la verdad y que por ello resulta indispensable tener la posibilidad de cuestionarlo todo, de revisarlo todo, de cambiarlo todo, en la medida de las nuevas exigencias del hombre. Claro está que el ejercicio de esta libertad de examen que conduzca a los cambios profundos que requiera la sociedad ha de contenerse, en sus desarrollos prácticos, dentro de los límites que señalen la Constitución Política y las leyes con el objeto de evitar la anarquía, por cuanto el liberalismo impulsa los cambios progresivamente dentro de un orden que no acepta la revolución. Si las instituciones jurídicas resultan desbordadas o inconvenientes, será preciso cambiarlas conforme a las reglas que ellas mismas establecen, de acuerdo con el pensamiento del General Santander, según el cual “si el mal está en la Constitución, el mal será”, mientras ella no se modifique por las vías jurídicas establecidas. Nuestra Corte Constitucional en sentencia C-798-03 precisó como el legislador se encuentra habilitado para limitar el ejercicio de los derechos fundamentales, limitación que de ninguna manera puede llegar hasta su eliminación. El liberalismo supone, necesariamente, que el Estado sea garante de las libertades públicas consagradas en las normas que organizan y rigen el comportamiento de la sociedad, porque el respeto a las mismas es de su esencia como son de su esencia la libertad, la igualdad y la solidaridad social. El catálogo de esas libertades, hoy compartido por otros partidos, está establecido en el Título Segundo de nuestra Constitución bajo los Capítulos sobre 102
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derechos fundamentales; derechos sociales, económicos y culturales; derechos colectivos y del ambiente, así como los deberes y obligaciones de los colombianos. El liberalismo que practico acepta que los impuestos recaudados por el Estado no tienen el carácter de neutrales que muchos han pretendido atribuirles para que sean utilizados simplemente en la atención de los gastos generales de la sociedad, sino que el impuesto debe ser elemento esencial para perseguir y lograr la igualdad de oportunidades y la prestación adecuada de los servicios públicos para todos mediante políticas que tiendan a procurar de redistribución del ingreso y también de la riqueza, con miras a llegar a consolidar una sociedad más igualitaria. En fin, soy liberal porque creo en el hombre y en la mujer plenos de derechos, dignos de la confianza social, capaces de asumir sus compromisos con sus congéneres sin que nadie pueda coartarles sus atributos personales y sociales. Lo contrario es práctica de regímenes dictatoriales y despóticos, paternalistas y populistas, cuyos gobiernos, partiendo de una profunda desconfianza hacia los ciudadanos, consideran que su ineptitud requiere la benevolencia o el azote de los amos para encausarlos, dirigirlos y, si es necesario desde su punto de vista, hacerlos felices a las malas. Y una distinción final: no siempre coinciden el liberalismo como doctrina universal y la conducta de los partidos liberales en los distintos países. En efecto, muchos de los partidos que se dicen liberales son en realidad partidos conservadores reaccionarios, cuyo comportamiento se aparta de los principios que aquí hemos enumerado. El Partido Liberal Colombiano en el curso de su historia no 103
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siempre ha sido fiel a los principios que deben inspirarlo y por ello es deber de todos los que nos consideramos liberales hacer permanentemente el esfuerzo de afirmar y rescatar nuestros principios acomodándolos a los requerimientos de los tiempos y renovando los que dejan de ser útiles a la sociedad, para que la libertad, la igualdad y la fraternidad o solidaridad social sigan siendo los faros que iluminen y orienten el futuro del partido y del país. Bogotá D.C., enero de 2010
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Por qué soy Liberal José Noé Ríos Muñoz17. Estando muy pequeño, en medio del confort de los pobres a quienes no les falta nada, esperaba con satisfacción a que llegaran los viernes en la noche para acompañar a mi padre Manuel Cipriano en Armenia – ahora Quindío – a la tienda “El Topacio” a escuchar los discursos de Jorge Eliécer Gaitán. Sentados en canastas de cerveza o donde hubiera un pequeño espacio, los vecinos se congregaban alrededor del único radio del barrio y, mientras apuraban una botella de aguardiente o de cerveza, escuchaban con atención y casi que devoción, las arengas de Gaitán. Para mi era un verdadero privilegio. Estaba con mi papá, me codeaba con los mayores – ilusión de todo niño – y tenía la oportunidad de estar presente en encendidas discusiones que se daban después de escuchar los mensajes de Gaitán, discusiones que al estar alimentadas por el licor se hacían en tono subido y con posiciones vehementes. A mis pocos años, me llamaba la atención la manera cumplida como todo el grupo asistía a la cita de los viernes. No faltaba nadie. Al momento de la intervención de Gaitán un silencio profundo invadía el ambiente. Solo la voz de Gaitán y algún tintineo de las copas. Y después, una vocinglería: todos hablando a la vez, cada quien con la intención de interpretar mejor el mensaje, cada uno con la pretensión de ejercer un liderazgo e imponer sus ideas, convencido de que eran las mismas de Gaitán.
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Asesor de paz de la administración Samper Pizano.
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Una noche, en medio de esos alicorados debates, alguien dijo en tono académico: “es que los conservadores no quieren que las cosas cambien y nosotros los liberales sí”. “Por eso Gaitán dice que tenemos que volver al poder”. Esa fue mi primera vinculación partidista, por decirlo de alguna manera. Con mi escasa capacidad de comprensión entendí que mi papá pertenecía al grupo de amigos liberales y que a ese grupo le gustaba que “las cosas cambien”. Poco tiempo después mataron a Gaitán. Yo todavía no tenía uso de razón, pero alcanzaba a comprender la gravedad de las cosas: mi casa se alteró. Mis hermanos mayores entraban y salían. De mi papá no me acuerdo, él se fue no sé para donde. Sí de mamá, quien mostraba una angustia profunda por la suerte de Mañén, como le decíamos a mi padre. Hubo trastorno general. Recuerdo que salimos a la esquina de la casa – carrera 18 con calle 33 – y pasaba cantidades de gente, a pie, corriendo, llevando en sus manos y sobre sus hombros alimentos, materiales, camas, de todo. La tienda donde se escuchaban los discursos de Gaitán y también “La Puerta del Sol”, la de don Delio, las cerraron porque decían que estaban robando. En mi casa no había radio ni teléfono. Percibía la angustia profunda de mi mama por lo que pudiera pasar con mi padre y con los hermanos mayores. Y pienso ahora que por la inmensa responsabilidad de cuidar a los menores. Yo no alcanzaba a comprender mucho, pero intuía la gravedad de la situación. La gente corría o caminaba rápido, como sin rumbo. La normalidad desapareció. A nosotros nos obligaron a entrar a la casa para protegernos. En medio de la encerrona solo escuchábamos una intensa algarabía afuera, con gritos desgarradores: “mataron a Gaitán”. 106
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Hoy comprendo que esos gritos eran el lamento de un pueblo desesperado: habían matado al hombre que quería el cambio. Cambio para progresar, para ser más justos, mas incluyentes, mas iguales, más equitativos, con más oportunidades para el acceso al trabajo, para respetar al contrario, para evitar la concentración de capital, para hacer una reforma agraria, para tener una educación con calidad que prepare para la vida, para hacer del hombre un ser con capacidad para la convivencia. Días después del asesinato de Gaitán, el grupo de liberales que iba los viernes a escuchar los discursos de su caudillo reanudó las reuniones. Pero ya no eran en “El Topacio”, ni mi papá me volvió a llevar. Supe que el grupo creció. Al barrio donde vivíamos le pusieron el nombre de “Jorge Eliécer Gaitán” y para marcar diferencias con los conservadores establecieron el carné liberal. En mi archivo personal guardo con orgullo el de mi papá Mañen: el número 1. Hicieron un plan de trabajo que, entre otras, incluía difundir los discursos de Gaitán y hacer sesiones para comentarlos. Fueron mis primeras lecturas y hoy puedo decir que cuanto me han servido. La peluquería de mi papá se volvió un punto de encuentro de liberales y las reuniones de familia en mi casa siempre tuvieron el común denominador del radicalismo liberal de mi papá. Con su conocimiento y cultura elementales, derivados de su vivencia diaria, de su contacto con la gente y de las enseñanzas de Gaitán, nos enseñó el valor de la tolerancia, la importancia de ser firme en las convicciones, el valor de la libertad, la importancia de ser conscientes de que tenemos deberes y derechos, y sobre todo, la responsabilidad y el buen ejemplo. Por supuesto que todos crecimos y los lectores de este artículo, junto conmigo y de acuerdo con la edad, hemos 107
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sido testigos de lo que ha sido la historia de Colombia a partir del asesinato de Gaitán. La Violencia, la dictadura de Rojas Pinilla, el Frente Nacional, el surgimiento de las guerrillas en 1964 que hoy mantienen su vigencia, los fracasados acuerdos de paz de Belisario Betancur, la toma del Palacio de Justicia, el asesinato de Luis Carlos Galán, de Bernardo Jaramillo, de Jaime Pardo Leal, de Carlos Pizarro, de Manuel Cepeda, de Fidel Cano, de Jaime Garzón, entre otros; los exitosos acuerdos de paz con el M_19, el EPL y otros grupos guerrilleros, la Constituyente de 1991, el narcotráfico, el paramilitarismo con su capacidad criminal, el asesinato continuo de sindicalistas y profesores, las liberaciones de los secuestrados o retenidos por las guerrillas, los falsos positivos, la administración del presupuesto nacional a partir de consejos comunales, las infiltraciones, las chuzadas, el desvío de dineros para favorecer a los más poderosos, la facilidad para cambiar la constitución con el fin de satisfacer al Primer Mandatario. Y hemos sido testigos también de la evolución partidista y de la degradación de algunos de los militantes. Desde la muerte de Gaitán al día hoy hemos pasado de los dos partidos tradicionales, a 65 después de la reforma constitucional de 1991; a 16 después de la reforma del 2003 y a 10 u 11 después de los resultados electorales del 14 de marzo de 2010, porque algunos perdieron la personería jurídica y desaparecerán como partidos a partir del 20 de julio del presente año. Con mi padre llegué al liberalismo y con la fortaleza que recibí de sus convicciones, cuando pude abrevar en la fuente de los idearios de los partidos me reconocí como “cachiporro” de principios. Comparto la intervención del Estado para resolver los problemas estructurales, económicos, sociales, culturales y políticos de nuestro país; el derecho a la vida, a la libertad, a la salud, al 108
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trabajo, a la educación, a la equidad, a la igualdad de género, a la solidaridad, a la libre asociación, al desarrollo social. Respeto la identidad de las personas, la diversidad de culturas, la autonomía regional, la justicia, la igualdad. Creo en la solución negociada de los conflictos, en el valor de la tolerancia. En el respeto por los derechos humanos. En la prioridad de la niñez y de la juventud como requisito para un mañana mejor. Comparto el principio “tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. Soy consciente de la importancia de recuperar los valores éticos en el comportamiento de los individuos, de la importancia del estado social de derecho, de la importancia al respeto por la autodeterminación de los pueblos. En la transparencia. Y tantas otras cosas. Tengo un comportamiento de vida liberal y trato, mediante el ejercicio de la política, que tengamos un país mejor a través de liberalismo. He estado muy atento a la evolución de los partidos que antes mencioné y la verdad es que ninguno ofrece más de lo que el partido tiene en su ideario. Por eso hay que persistir en la divulgación de su doctrina y como dijo Gaitán hace 60 y tantos años, en la importancia de recuperar el poder.
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¿Por qué soy Liberal? José Restrepo Jaramillo18.
Soy liberal porque tengo y siento la responsabilidad de ser yo, un hombre, capaz de hacer mi travesía de la vida por mi propia cuenta, sin andaderas de ninguna clase; porque consecuencialmente, no admito, no puedo admitir que otro hombre, así viva en Roma, Berlín, Moscú o Sutapelado, me controle la faena de vivir, desde la cuna hasta la tumba, imponiéndome con gritos y amenazas la longitud de mis pasos y su dirección; porque considero que todo ser humano debe tener la más absoluta y completa independencia para pensar, hablar y hacer, con la sola limitación de no interferir igual libertad a su vecino. Porque soy enemigo acérrimo de los grandes trusts políticos, religiosos o de cualquier otra índole, que se basan en la miseria y la ignorancia humana, para que unos pocos vivan superholgadamente a costa de la escasez de otros muchos. Porque me rebelo contra el hecho de que un solo hombre posea centenares de hectáreas de tierra y decenas de casas, mientras otro hombre, otros hombres no tienen donde cultivar sus coles ni albergar una mujer con varios hijos; porque es intolerable que esos hombres, sus mujeres e hijos aguanten hambre, frío y sed, resignados, confiados en que después de muertos tendrán pan y techo por una eternidad. 18
Precursor de la novela sicológica en Colombia, nació en 1896 y muerto en 1945, escribió la célebre novela “David hijo de Palestina” donde trata sobre la ascendencia semítica de los antioqueños y su más común manera de ser y vivir; ocupó varios cargos diplomáticos.
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Porque considero que todo mundo adquiere, cuando nace un hombre, la obligación de procurar y obtener que este hombre pueda vivir libre y provisto de los necesarios elementos para ello; y que ese hombre tiene el absoluto inalienable derecho, más aún, la obligación, de no dejarse morir de hambre o ignorancia, tomando a tiempo, de donde los haya, los alimentos o los libros, que tales derechos y obligación le imponen. Porque afirmo que a la niñez y juventud debe situárseles, desde la escuela, en plena rosa de los vientos, para que a tiempo conozcan y puedan seguir libremente su propio destino, ya que las convicciones políticas y de otra laya no son inteligencia, valor, dinero o sífilis transmisible, ineluctablemente de padres a hijos. Porque afirmo que todo hombre tiene derecho de ver, oír, oler, gustar y palpar cuanto en la tierra existe, dejando de ser hombre completo en el momento en que por mandatos o siquiera sugestiones de otros hombres, se abstiene de asomarse a todas las ventanas del edificio de la vida, privándose del libro que no conoce o del manjar que no ha gustado, sólo porque los carabineros de todas las biblias se les presentan como guardabosques de la existencia para matarlo como a cazador furtivo de experiencia y emociones. Porque considero que el capital y el trabajo son, cada uno, el cincuenta por ciento de una empresa; y que los resultados de ésta, buenos o malos, deben ser repartidos entre aquellos en la misma exacta proporción. Porque detesto a quienes olvidado al campesino y a quienes sólo se acuerdan de él, cada año, para mermarle sus cosechas con exacción de una parte de las mismas. Porque, al igual de mi paisano Antonio José Restrepo, soy irreductible, acérrimo enemigo de la pena de muerte; niego a cualquier hombre o entidad compuesta de hombres el derecho a quitar la vida a un ser humano, cualquiera sea 112
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él o su falta, creo, por tanto, que en la estela de luz del poeta Valencia quedó un filón de sombra que los años nunca borrarán, y que exhibió a casi todo el partido conservador como asesino en potencia, cosa que no puede olvidar ni perdonar quien se diga liberal completo. Porque me subleva eso que llaman oposición conservadora que no es sino la más monstruosa ambición de los gajes que da el mando, la más rabiosa nostalgia del capital perdido por la concupiscencia y la deshonestidad; y Finalmente, porque considero que lo dicho antes puede y debe decirse en Bogotá, Medellín, Cali, Firavitoba o Peque, sin que nadie abra en exceso los ojos o las manos, sino por el contrario, siendo todo ello oído para aceptarlo o rechazarlo con razones del espíritu y de la razón, nunca con el garrote, el insulto o la caldera de Pedro Botero.
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¿Qué por qué soy Liberal? Luis Carvajal Basto Bueno… soy Liberal por gusto, convicción y cuna. Me gusta ser Liberal. Decidir sobre mi vida. Dudar, expresarme y actuar en Libertad. Me cuesta trabajo en cambio, aceptar imposiciones basadas en dogmas que no logro entender. Prefiero aprender, respetando las buenas costumbres, que practico. Por otra parte entiendo que en el principio de la vida y como regla, se encuentra la transformación y el cambio. Todo se transforma. La concepción Liberal del mundo, la Economía y el Estado, procura el bienestar de los seres humanos .La utilización de los recursos, el conocimiento y las normas para la convivencia y el progreso del Hombre. Ninguna otra forma de organización social ha otorgado a los seres humanos más garantías que la democracia Liberal, ninguna más riqueza social que la iniciativa privada. Pero ninguna otra ha colocado al Estado como garante de los derechos de todos y de cada individuo conforme a reglas. El Principio de intervención del Estado se ha justificado desde los orígenes del Liberalismo económico por el mismo David Ricardo. Esa intervención que supera los alcances del interés individual, motor del progreso y el bienestar, para garantizar los bienes comunes la Igualdad y la equidad. El uso de la autoridad es una garantía de los derechos de cada uno y de todos. De las Libertades tan difícilmente conseguidas por las sociedades. El caso Colombiano es un buen ejemplo de ello. Así he entendido el gobierno del Presidente Uribe. El sistema de Leyes que hemos logrado construir busca reducir los desequilibrios de las diferentes ramas del 115
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poder. La Libertad de expresión y el ejercicio de la de informarse y difundir informaciones, evita desbordamientos, de manera automática, los controla. Internet, por ejemplo, hoy día es el reino de esa Libertad, de democracia e igualdad. Es una tarea de los Liberales protegerlo. En cuanto al Liberalismo Colombiano quiero recordar algunas de sus tareas más importantes: las grandes reformas sociales que promovieron la equidad y dignificaron el trabajo, La liberación de los esclavos, la lucha permanente contra toda forma de opresión (incluido el secuestro, el narcotráfico y las mafias) el divorcio, pero sobre todo, el Libre discernimiento que se ha podido practicar, interrumpido a veces por los pequeños y naturales intereses políticos que lo tienen hoy con pocos votos y divorciado de la realidad. Pero soy Liberal también porque mis Padres, con su ejemplo, me enseñaron que era la mejor opción posible para vivir, lección que ellos a su vez aprendieron de sus antepasados. De mi Padre con el MRL de López, de Campo Elías Carvajal en la guerra de los mil días, y de don Lucas Carvajal en la guerra de independencia. Pero soy Liberal porque un hombre de mi tiempo no podía ser otra cosa.
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¿Por qué soy Liberal? Luis Eduardo Nieto Caballero19 El individuo y el Estado No es fácil, ni mucho menos frecuente, que el hombre provoque en si mismo la desnudez cartesiana. Nadie parte de un principio pare saber a dónde llega. Nadie tiene el espíritu como una serpentina. La vida no es lógica, ni el pensamiento es lógico, cuando se trata de buscar la esencia de las cosas, sino en media docena de inspirados. Ni Descartes mismo empezó una nueva vida mental cuando partió del "pienso, luego existo". En el seguían labrando canales, pare las corrientes de esa vida, cien influencias ocultas, de sangre, de medio, de educación, de salud, hasta de panorama. Si eso ocurre con uno de los mas grandes filósofos, qué no ocurrirá con el termino medio de una humanidad sacudida por todos los estímulos y sodas las contradicciones!. Quien puede precisar, sin mentir o sin engañarse, el momento en que una idea, de las fundamentales, de las que se convirtieron en sustancia de su propia sustancia, le llegó de visita ? Puede uno tener vagos recuerdos y hasta vagas sospechas de que fue fecundado por la idea en determinado momento. Pero cómo asegurar con absoluta nitidez que no lo estaba antes? será mas bien que la mente es un imán en el que no se prenden sino pensamientos que riman con algo que hay dentro? Un concepto es en ocasiones la 19
Político, periodista y diplomático nacido y muerto en Bogotá (18881957); formó parte del “Canapé Republicano”; Director de El Espectador entre 1919 y 1921; Senador de la República y Presidente del Congreso; Diputado por Cundinamarca; Fundador del colegio “Gimnasio Moderno” con su hermano Agustín.
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fórmula de sentimientos que no habían logrado condensarse, para su explicación, en palabras. Los ojos que lo ven, los oídos que lo escuchan, lo captan. Parece una iniciación. Y es apenas una cristalización de lo mismo que ya se tenia en estado vaporoso. Quiero dar un ejemplo. Tengo para mi que una de las indicaciones de mayor influencia en mi vida de escritor, en mis actividades de ciudadano y casi de simple miembro de la sociedad, la encontré en Franklin. Es algo sin importancia, que sin embargo pare mi la tuvo enorme. Dice en su autobiografía o en la Ciencia del buen hombre Ricardo que no se debe afirmar: "las cosas son", sino "me parece que son". Ahí estoy yo, esta el relativismo y esta la tolerancia. No hay para mi característica tan honda del verdadero liberal como esa. Quien contempla el matiz, quien acepta que puede estar equivocado y respeta profundamente la sinceridad ajena, es un liberal pleno, cualesquiera que sean sus ideas, porque el liberalismo, mas que una doctrina, es un temperamento. Somos tan ignorantes todos, pequeñas hormigas en la esfera que rueda por los ámbitos, viajeros de orientación desconocida y de procedencia ignorada, que debemos conformarnos con las explicaciones del universo y de la vida que nos satisfacen a nosotros, sin tratar de imponer esas nociones a quienes se satisfacen con otras diferentes. Nos marcó el destino para la vida en común. Somos animales sociales. Aceptada la premisa, debemos procurar que la sociedad se organice para la libertad y que no haya en ella nada que coarte el legítimo desarrollo de nuestra personalidad, ni que se oponga a nuestra marcha ordenada hacia la dicha. Fue una conquista de los siglos la de los derechos del hombre. Puede ser cierto que el hombre no nace con derechos, pero la sociedad ha convenido, para el mejorestar de la especie y para el florecimiento de virtudes que 118
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hacen del planeta un sitio amable, en que nace con ellos. Deber de todo gobierno es respetarlos, sin otra limitación que la que imponga la utilidad colectiva. Se trace imperioso el ejercicio de la autoridad. Pero la autoridad no es respetable, ni acatable, ni siquiera aceptable, por el hecho de serlo sino de merecerlo. Toda autoridad que extralimita sus atribuciones, y con mayor razón la que ofende o desacata los principios a que debe estar sometida, trace imperiosa la desobediencia y obligatoria la sanción, por las vías regales, si resultan suficientes, es decir eficaces, o por las vías de hecho cuando no hay otro recurso. El sentido religioso o simplemente conservador de la autoridad debería traer invulnerables a quienes la ejercen, como representantes de Dios, autor de todo lo creado y dueño de establecer las normas a que los humanos deben estar sometidos. Pero el sentido liberal rechaza esa representación directa, esa delegación de poderes, que en ninguna parece consta, sea en la esfera religiosa, sea en la esfera civil, y no ve en la autoridad sino el principio del orden, que la misma autoridad viola cuando sus determinaciones o sus actos provocan, como defensa licita, la reacción del desorden. Horrible es la violencia. Todo cambio justo, deseable por lo menos, se le debe pedir a la razón, con la razón, sencillamente. Pero cuando las voces libres se apagan en la maquina neumática y arriba no se oyen sino las indicaciones del personal capricho, no hay otro remedio, en guarda de los fines mas altos de la sociedad y de los derechos imprescriptibles del ciudadano, que apelar a la fuerza. Necesidad humana es la justicia. Por eso la independencia del poder judicial es garantía de todas las libertades y derechos. Por eso el poder ejecutivo debe tener limitaciones y ver en lo alto, pendientes de un hilo, como la espada de Damocles, las sanciones, para toda 119
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exageración y todo abuso. Es función primordial del gobierno la de dar seguridad. Debe darla contra el mismo y contra todos los peligros y malos elementos de la sociedad y de fuera. Seria mejor que no hubiera necesidad de gobierno. El anarquista que abre el alma a la esperanza del día en que los hombres se conduzcan sin gobierno como si el gobierno existiera, realice un tipo de perfección moral que poco dista de la comunidad de los santos. Pero la naturaleza humana es defectuosa. La autoridad se hace indispensable. Los tribunales surgen, las cárceles se abren, los soldados y los agentes de policía aparecen con la misión de dar seguridad y de poner a buen recaudo a cuantos contra ella conspiren, pero no con el derecho de castigo, que no debiera concedérseles, sino con el de defensa Individualismo y cooperación La autoridad defiende al individuo y se defiende contra el individuo. Defiende a la sociedad, mejor dicho, el deseo de expresión individual, de creación, es el mayor factor de progreso en todas las naciones. Como lo dijo el presidente Hoover, no deben ponérseles barreras a los impulsos fundamentales del hombre. Pero hay que seguir con cuidado la marcha de esos impulsos. Del propio modo que la ausencia de gobierno es un ideal inalcanzable, la total soberanía del individuo es otro ideal al que se opone la naturaleza. Hay seres elegidos. "Quiero al hombre, dijo Vinet-y así esta grabado en el pedestal de su estatua en Ginebra-dueño de si mismo, a fin de que pueda ser mejor el servidor de todos". Ahí esta el ideal de servir, medida y prueba de caracteres magníficos. Pero no todos lo tienen. Y el individuo, dejado a su solo impulso, no se trace dueño de si mismo pare servir a los demás sino para explotarlos o dominarlos. La autoridad interviene. 120
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Hay que saber los limites de esa intervención que es variable en el espacio y en el tiempo. Para todo es indispensable contemplar las necesidades de los individuos, su idiosincrasia, el rumbo y la intensidad de su cultura. Pero en líneas generales, contra lo que el individualismo debe luchar hasta rabiosamente, es contra la absorción de la persona en la especie. La igualdad esta bien en la fe, pero en la naturaleza no existe. "La verdadera democracia, decía don Santiago Pérez a sus discípulos, consiste en el reconocimiento y sanción de las desigualdades naturales". "Donde la igualdad no existe, la libertad es mentira", exclamaba Luís Blanc con toda su energía y toda su ofuscación de revolucionario del 48. El iba hacia esa absorción que tantos otros consideramos depresiva, inconveniente, perjudicial para la unidad y perjudicial para el grupo, porque suprime la fuerza del interés individual, que buena o mala actúa, y seguirá actuando, hasta cuando el hombre se haya modificado con el correr de los siglos. No hay otra solución que la del término medio. Faguet, después de consideraciones dilatadas, de extraordinaria sagacidad, encontró en el lema de Francia la fórmula excelente: "Libertad e igualdad, dijo, son opuestas, pero la fraternidad las reúne". La fraternidad, la solidaridad, son, deben ser, el criterio social sano. La nivelación por lo bajo es una intolerable aspiración de la envidia. Acaso por eso dijo Camilo Desmoulins: "Licurgo hizo iguales a los lacedemonios como la tempestad hace iguales a los náufragos". El individualismo marcha hacia la cooperación. En esta hay, pero libre, pero voluntaria, una fusión de igualdades. En la lucha impiadosa a que obligue el imperativo económico, el individuo aislado perece. Es su propio interés el que viene a aconsejarle la unión con otros individuos colocados en el mismo plano. Dentro de ese criterio, la competencia, en lo que tiene de feroz y de 121
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asesino, se acaba o se atenúa y, como decía un sindicalista, se forman grupos de capital y de trabajo por la solidaridad de antagonismos mutuos. En esas grandes asociaciones o en las fabricas dirigidas con alta inteligencia, donde los caminos que parecen trazados por el corazón son los mismos que recorre y amplía la conveniencia, se llega al mejoramiento de la clase obrera más aprisa que por el sistema de la agitación o de la marcha confusa hacia la dictadura del proletariado. Tenemos así la paradoja, hecha verdad sencilla, de que los altos salarios disminuyen el costo de producción. Lo ha demostrado Ford. Y tienden a comprobarlo en todos los sectores del mundo los grandes industriales. No es que el costo de un objeto disminuya con la simple fijación de un salario alto. Nada habría mas absurdo. Es que el salario alto aumenta la potencia del obrero, con el mejoramiento de su ánimo, el aprovechamiento de las horas ociosas en el deporte, en la escuela, en el rato feliz que le deja contemplar la vida como un premio y no como un castigo. Es que lo convierte en una mejor unidad económica, que a tiempo que se aprovecha de las ventajas de una retribución suficiente, compensa con una producción mayor o mejor el aumento que el fabricante o la asociación hayan tenido en el desembolso. Son las bien entendidas conveniencias del industrial las que han procurado el paulatino acercamiento al ideal cristiano. Y se confundirá con el ideal económico de la propiedad colectiva, sin expropiación, sin confiscación, sin lucha de clases, cuando el trabajador, como ya esta ocurriendo, se vaya haciendo accionista de la misma empresa en donde desarrolla sus actividades. Procedieran todos los industriales de ese modo, la cuestión social iría desapareciendo. Se iría disolviendo en la armonía, en el provecho de las grandes masas. No serían ya los hombres buenos y sacrificados, los esclavos del 122
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taller y del campo, sino los agitadores de profesión y de especulación, los que seguirían soñando con la tarde roja. La violencia como solución iría cediendo terreno, hasta rendirse y entregarlo, a las huestes de la inteligencia. Por desgracia no todos lo comprenden, porque no todos poseen la capacidad o la sensibilidad necesarias. En la industria existe también el imperator. Contra su opresión, en guarda de la libertad individual, de la justicia, debe intervenir el Estado. Como debe intervenir cuando las fusiones de capitales, en la banca, en la industria, en el comercio, conspiran contra la ajena libertad y tratan de establecer monopolios crueles y absorbentes. La intervención del Estado y el liberalismo No es verdad que el liberalismo intervencionista sea un contrasentido, como tampoco lo es el conservatismo anticlerical, según el país, según la hora. En una polémica, que es uno de mis mejores recuerdos periodísticos, sostuve la tesis del intervencionismo, como eminentemente liberal, en pugna con uno de los hombres de mayor calibre mental que haya dado el país: el doctor Eastman. En los artículos que escribí, y que junto con las respuestas del ilustre contendor reuní en un volumen con el nombre de Ideas liberales, creí haber dejado demostrado que dentro del concepto de seguridad, único que aquel aceptaba, cabe todo el intervencionismo. Es muy sencillo llegar a la misma conclusión con el concepto de libertad, que es el arco toral y la cúpula del liberalismo. Hay que defender al individuo contra la asociación de individuos. Hay que proteger a la sociedad contra el abuso a que llega la libertad sin control, ejercida por sujetos que no la entienden sino en su beneficio. Hay que garantizar a cuantos viven contra el peligro de adulteraciones, falsificaciones, incompetencias y audacias que creen 123
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ampararse en la libertad y sólo son despotismos disfrazados. Hoy nadie puede ser amo absoluto de su taller, de su almacén o de su hacienda. El Estado vela y debe velar porque los derechos de los individuos subalternos sean reconocidos y amparados. El ideal de Spencer: "el minimun de gobierno y el maximun de libertad" sigue siendo el ideal en cuanto signifique el progreso del hombre, que haga innecesarios la vigilancia superior y su consejo. Pero no lo es ya, frente a la realidad que día por día se trace más compleja, cuando el poder del oro tiende a superar al de la colectividad, y el hombre malo puede ser el sujeto todopoderoso, a condición de que sea rico. Para garantizar la libertad, el Estado debe poner condiciones. Así se reglamenta la inmigración, se exigen certificados de idoneidad para el ejercicio de las profesiones, se impone el descanso dominical, se dan reglas para los talleres, se establecen medidas pare asegurar el alimento puro, se prohíben determinados comercios, se prescriben normas obligatorias de higiene. Las atribuciones del Estado han ido creciendo en defensa del progreso del Estado, de su misma integridad, pare hacer frente, como una sola unidad política, económica y social, a otras unidades, es decir a otras naciones, que sin esa voluntaria determinación podrían desalojarlo o absorberlo. Mil cosas podrían decirse en materia de educación, de cultivos, de transportes, de aranceles, de concesiones, de bancos, de sociedades de toda índole, para probar que en múltiples casos la libertad no se sacrifica sino se robustece con la intervención del Estado. Ya está dicho que el sistema de absoluta libre competencia de Ricardo era la apoteosis del egoísmo y llevaba a la revolución social. Hoy se conviene en que la verdadera teoría económica debe edificarse sobre un análisis correcto de la naturaleza humana. Así como se viene 124
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clamando por una nueva teoría de los salarios, como indispensable en interés de la justicia y del orden, debe ponerse énfasis en el principio de que la moral debe vigilar todo el proceso económico. Es noción moderna la de la unión estrecha de la psicología con la economía. El homo aeconomicus, tal como lo recordaba yo en la tesis sobre el papel moneda que presente en la Escuela Libre de Ciencias Políticas de París para ganar un diploma, es una concepción irreal, y de esa suerte queda minado por la base todo lo que se funde sobre abstracciones, sobre ciencia pura, sin el permanente recuerdo del hombre como compuesto de necesidades, de impulsos, de caprichos, de aspiraciones, en una palabra, de materia y de alma. Vuelve ahí a prestar servicio, en la conciencia del estadista y del sociólogo, el principio de la fraternidad, que se halla en Cristo. Por eso tenia razón Valle Inclan cuando en su Romance de lobos ponía esta exclamación en labios de uno de los personajes: "La redención de los humildes hemos de hacerla los que nacimos con ímpetus de señores cuando se haga la luz en nuestras conciencias. Pobres miserables, almas resignadas, hijos de esclavos, los señores os salvaremos cuando nos hagamos cristianos". Las ideas de patria y propiedad y el liberalismo En la marcha hacia esa redención muchos conceptos tendrán que modificarse. La propiedad, entre otros. No cambiara el vaso, pero si el contenido. Indispensable para el progreso común y para el cabal desarrollo del individuo, que sin ese sentido caería en la inacción, a menos que lo hiciera trabajar el látigo, la propiedad será eterna, pero irá sufriendo modificaciones que la adapten a las necesidades del mundo. El ideal seria la supresión del mío y el tuyo, sin que por ello se entorpeciera el desarrollo de los pueblos ni el funcionamiento de la máquina económica. 125
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Impuesto, será la infamia del despojo, la violación de un derecho sacrosanto, ganado con el sudor y con la mente. Consentido, seria el síntoma de una humanidad superior, de alma radiante, descendida de uno de los más altos pianos astrales de que hablan los espiritistas. “llegaremos a ella? Quizá. Como podemos llegar a tener alas también, o a transportarnos de un sitio a otro sin otro esfuerzo que el pensamiento. Pero mientras la hora llega, no es del todo inconveniente que el Estado garantice a los ciudadanos el derecho de propiedad, en ejercicio de una de sus funciones primordiales. Mientras la humanidad no mejore existirán cortapisas. Doy otro ejemplo: el amor. Día llegara en que se acepte la moral de la unión libre. Lo que constituye la santidad del matrimonio, y debe traer indisoluble el vínculo, no es la epístola de San Pablo ni la bendición del sacerdote sino la unión del afecto. Sin amor, ha podido pasarse por el juzgado, por la notaria y por la iglesia, sin que el matrimonio dejara de ser otra cosa que un concubinato legalizado, más inmoral que el concubinato puro y simple, porque a este ha podido santificarlo un sentimiento superior al deseo. Lo esencial es la atracción, el juramento íntimo que se hicieron dos seres para acompañarse en la vida, para formar un hogar, para sentir en el espectáculo de los hijos el goce supremo de la creación, la sensación de plenitud que se apodera de cuantos saben que Dios habla en el corazón y en el mismo corazón castiga o recompense. Lo demás fue solo fórmula, acatamiento de los usos sociales, venia a la tradición, sin otra importancia pare el filósofo que la que tiene el vestido blanco de la desposada o la alegre reunión que se acostumbra después de la ceremonia. El sacramento esta en el sentimiento. Los matrimonios sin amor son yunta, son prostituciones, son desgracias, son crímenes. Dios no los bendice aunque los hayan bendecido el alma, el rabino, el juez, el pastor o el 126
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sacerdote. La sociedad, con todo, se pase de lo externo. Y así continuara hasta cuando la naturaleza humana haya evolucionado hacia mejores concepciones éticas. Puede aceptarse también que es hombre más libre, más moral, más obediente al destino para el que fue creado, aquel que se siente ciudadano del orbe y considera una aberración las fronteras. Pero en el estado actual de mundo, desgraciado aquel cuya nación profesó el principio del amor igual pare todas las naciones, que destinada está a ser absorbida, y en el estado actual del alma, desgraciado del que no sienta la emoción de la bandera! Tan arraigados nos sentimos al lugar donde nacimos; tan completa fue la impregnación de sus paisajes, de su tradición, de sus instintos; tan profundamente se grabaron en la mente y en el corazón los ideales y hazañas de los muertos; fue tan perfecta la modelación de la sensibilidad; tan enaltecedores parecen los esfuerzos por el bien de cuantos nos rodean, y tan atractivas y luminosas se ven las realizaciones del porvenir, nebulosas que nos invitan a ayudarles en la condensación, que parece incomprensible el hombre que no sienta un sagrado temblor ante la patria. La patria es adorable, es digna de todos los sacrificios y de todos los desvelos, del tesón por defenderla y por servirla, convertido en religión, hecho culto de cuanto la enaltece. Han buscado el monopolio del amor hacia ellos los místicos de la tradición, que hacen una extraña amalgama de las ideas políticas y de los sentimientos. En los últimos no cabe la exclusión ni aún de los mismos que aceptan la patria internacional, la patria universal, que es la de Cristo, porque algo superior al pensamiento propaga con rapidez, en terreno tan fácil, sus raíces. Es acaso Jaurés, considerado como enemigo del ideal de patria, quien puso en la definición de la patria el acento más hondo, al hablar, en frase incomparable, en que citaba los motivos 127
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de adhesión a la sierra, de "la inmovilidad de los sepulcros y del vaivén de las cunas". Todo el ayer, en que domina el arrullo de la madre, todo el mañana, en que alumbra la promesa del hijo, están en esa síntesis de los motivos caudalosos que, como "ríos de alboroto o de silencio", nos llevan al mar de la patria. "El patriotismo, decía un pensador, es todavía la mejor de las instituciones militares". En todas las actividades, en todas las ideas, ha de influir la adhesión a la sierra. Tendrán que ser diferentes las doctrinas y los actos de quien la sienta con ardor y los de quien la sienta con frialdad. En la prensa, en la tribuna, en la cátedra, en el parlamento, en la oficina, en el negocio, serán distintos y a veces antagónicos el lenguaje o la actitud de cuantos se hallen en el uno o en el otro extremo. Es inconfundible el acento del que habla con un amor, con un dolor, con un temor, de patria. Pero una cosa es el sentimiento y otra la comprensión. Del propio modo que cualquiera es capaz de suspicacias, de calumnias, de insultos, de deseos, lúbricos u homicidas, a que sin embargo no da expresión, por aseo mental, por cultura, fácil es de comprender cómo puede ser irresponsable el individuo que no siente la atracción de la patria, y más allá, sencillo es concebir cómo una humanidad superior podrá extender el concepto de patria a todo el mundo, y hasta podrá abolir los tribunales, las cárceles, los ejércitos y los gobiernos. No hay que ser feroces en el juzgamiento de los demás. Hay que oírlos. Hay que tratar de comprenderlos. Pero cómo es digno de compasión el que no siente el amor de la patria, porque ignore una de las emociones más hondas y más dulces de cuantas se pueden sentir en el planeta! Libre examen y tolerancia 128
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Liberalismo es libre examen. Todo, absolutamente todo, es respetable, como obedezca a una convicción, sea producto de una sinceridad, indique un raciocinio. Hasta lo perverso hay que estudiarlo, no pare justificarlo sino para explicarlo, para comprenderlo. El delincuente mental, el delincuente de obras, pueden solamente ser dos desgraciados. Hay tantas cosas que escapan a la humana penetración, ha sido tan diferente la formación de los diversos individuos, concurren tantos motivos de insospechada índole en la acción, que ante Dios, que si conoce todo, no debe haber responsables. No me hablen a mí de libre albedrío sino en el sentido muy restringido, muy relativo, en que podemos entenderlo los hombres. El determinismo preside la marcha de los átomos. Y desde la amiba hasta la nebulosa, todos obedecemos a leyes que no hemos formulado. El tenebroso criminal a quien maldecimos fue un hombre tarado, que desde el nacimiento estaba pagando ajenas culpas, que en su formación no encontró ejemplos, ni en su camino una mano que lo guiara, ni el desbordamiento de su instinto el cauce que hubiera llevado esa energía hacia fines de común provecho. Eso no lo sabemos, o lo sabemos vagamente, o apenas lo adivinamos en cada uno de los caves que se van sucediendo. Es odioso el concepto de que la ley no tiene corazón y de que el magistrado que le presta el suyo prevarica. Prevarica más bien el que no ahonda en la psiquis del individuo a quien juzga, y lo condena por ceñirse a normas de derecho que nada tienen de definitivo. El juez Magnaud, por instinto genial, antes de perder la cabeza exagerando el principio, aplicó a sus juicios el corazón, que era la mejor manera de aplicar la inteligencia. Y dejó un ejemplo luminoso a los jueces. Pensemos siempre en que todo lo que no sabemos lo sabe Dios, y que Dios, para ser justicia, tiene que ser 129
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misericordia. De no ser misericordia, la creación seria una especie de borrachera y de vértigo. Dentro de la creación, aceptando que la sociedad tiene pleno derecho, por lo menos el derecho biológico de defenderse para aislar a los elementos nocivos, debemos tratar de indagar, cuantos tenemos sentimientos liberales, los móviles humanos. Todo debe tener explicación. Todo es discutible. Pascal decía que los hombres no razonaban defectuosamente. Las equivocaciones provenían, en su concepto, de la voluntaria o de la involuntaria restricción del campo visual. "Cuando se quiera discutir con utilidad y mostrar a otro que se engaña, debe observarse por que lado contempla él el asunto, porque ordinariamente por ese lado es cierto". Mucho se les quitaría a la ardentía de las luchas y al borbotar de las pasiones si siempre se quisiera observar tan sencillo y tan extraordinario precepto. Entre nosotros, el doctor José Ignacio Escobar, en ocasión solemne, hablaba de este modo: "Si tuviéramos presente que somos falibles o que pueden ser erróneas nuestras opiniones, no coronaríamos de espinas a los que las ponen en duda y las discuten; seríamos indulgentes con los que en busca de más luz penetran osadamente en lo desconocido; no olvidaríamos que no se mejora sin innovar, ni se innova sin atacar más o menos lo existente". Ahí están esbozados los derechos de la duda. "Si amásemos de veras la verdad , respetaríamos a su madre que es la duda", agregó el pensador colombiano, cuyo criterio, vasto como una catedral, y como esta llena de sonoridades, reivindicó el derecho al error. "El error también es útil: él tiene su destino en la economía mental como lo tienen los volcanes en la economía terrestre". El error puede ser la verdad que anda a tientas, puede ser la oruga que busca ser mariposa. Mientras no sea deliberado, es acreedor al respeto. ¿Quién puede garantizar que la paradoja de hoy no será el 130
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prejuicio de mañana, y que el principio rechazado por perjudicial no ha de ser provechoso en otra parte ? Pascal sigue siendo el maestro. Hay que oírlo muchas veces: "Casi nada, exclama, se ve de justo o de injusto que no cambie de calidad cuando cambia de clima. Tres grados de elevación del polo derriban toda la jurisprudencia. Un meridiano decide toda la verdad. Las leyes fundamentales cambian. El derecho tiene sus épocas. Divertida justicia la que un río o una montaña limitan! Verdades de este lado de los Pirineos, errores del otro lado". Otro argumento para el determinismo. Liberalismo debe ser adaptación, debe ser concesión a la verdad que haya en la opinión ajena. Mientras más inteligente sea un hombre, mayor será su facilidad pare distinguir los matices. Mientras más noble sea, mayor también será su disposición a tolerarlos. Hay quienes sufren de daltonismo mental, pero son probos en la declaración de lo que ven, de donde se infiere la necesidad, no de negar, presentando como verdad lo contrario, sino de examinar el órgano. Nada más digno de aceptación expresa que el relativismo, dentro del cual caben todas las ideas o todos los movimientos, lanzadera del error a la verdad, de la verdad al error, que va dejando su hilo en la trama de la duda. Cumplido el fin social, el individuo no debe darle cuenta a la sociedad de sus creencias. Lógicas o ilógicas, suyas son, para su reposo o para su inquietud. Al grupo social, como grupo, no debe interesarle sino cuando se transforman en actos. La vigilancia no es para ejercerla sobre el pensamiento. Lo que la sociedad observa es la conducta. Si esa conducta es inspirada en una doctrina o en la otra, el problema puede interesar a la psicología pero no a la política. Desde el punto de vista social han de ser nobles todos los principios que determinan el florecimiento del buen ciudadano. Ese buen ciudadano sale aquí del 131
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catolicismo, del conservatismo, del liberalismo, del libre pensamiento. Más allá, del protestantismo, del budismo, del mahometismo, del laborismo, del comunismo, de lo que a bien tenga, de lo que en las diversas meningias haya impreso la vida. Lo interesante es que acomode sus actos a normas que no entorpezcan al fin social y que respete las que al mismo resultado han conducido a otros acres, venidos de contrarios campos o alimentados ideológicamente con diferentes raíces. Nadie puede erguirse como poseedor de una verdad definitiva, absoluta, igual para todos. De intentarlo, seria un obcecado, un enfermo, un farsante. Todo es cierto para quien así lo considera o en ello encuentra motivos de acción sana. Puede no serlo en el mismo sentido o con igual intensidad para el vecino. Es absurda pretensión la de hacer del vecino un secuaz. Basta el llamamiento a su razón, si equivocado se le considera, pero es vil dirigirse a su interés, y cobarde aprovechar su miedo. Spencer asegura en Los primeros principios que hay un alma de bondad en las cosas malas y alma de verdad en las falsas. Nadie debe olvidarlo. Por eso es tan digno de veneración lo sincero. En todo lo sincero, que por serlo es respetable, hay una verdad, grande o pequeña, que merece el esfuerzo de pulirla. Se impone como deber de inteligencia y como necesidad de vida una gran tolerancia. Es la virtud de mayor dificultad y la más condenada en el planeta por todos los que venden específicos. Esos furibundos afirmativos imaginan al hombre tolerante como un ser desprovisto de amor por las ideas, sin valor, sin capacidad pare la lucha, especie de organismos de algodón, sobre el cual pueden repetirse los golpes, o líquido que toma la forma de los diversos vasos en donde se vierte. Nada más aberrante. Es precisamente el amor a las ideas el que determina esa noble actitud de expectativa. Son el conocimiento más profundo del corazón humano y 132
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la experiencia más honda de la vida, el más dilatado estudio de las acciones y de las reacciones y la más amplia visión del panorama, los que determinan, no el eclecticismo, no la indiferencia, sino la simpatía, para todas las manifestaciones del espíritu, lo mismo en política que en religión, en arte que en literatura. Toda forma nueva produce sobre la vieja noción el mismo efecto del limón sobre la osta viva. Trátese de un estadista, de un critico, de un poeta, de un pintor, de un sacerdote, en todos los vastos dominios del arte y de la ciencia, es frecuente la actitud de reserva, la anticipada prevención contra lo que llega a alterar las normas establecidas, los que vanamente se tenían por principios absolutos. Lo absoluto no existe ni en las matemáticas. Provisionalmente se puede aceptar lo que estas dicen como definitivo. Pero no ha de faltar el revolucionario que de pronto aparezca con una teoría que deje bamboleando las construcciones más sólidas. Cuando empieza a hablarse del peso de la luz, del universo curvo, de las distancias interestelares entre los átomos que componen las células, de mil cosas más, ininteligibles para el común de las gentes, rectificación a lo de ayer, mientras llega para las nuevas teorías la rectificación de mañana, no es cobarde sino prudente la espera, o por lo menos el desapasionamiento. En alguno de sus libros, León Daudet, que es un médico, además de un polemista y de un escritor jugoso y caudaloso, habla de la inteligencia de los microbios, en quienes supone una estudiada asociación defensiva contra los sueros que los acaban, como explicación del fracaso de algunas inyecciones. Será mañana la derrota de Pasteur como los biólogos de la actualidad están derrotando a Darwin. Se creía verdad científica la que proclamaba la unidad de la especie, y mil conferencistas, esparcidos por todo el orbe, probaban la transformación, en desarrollo de una ley de evolución cuyos principios básicos parecían 133
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intocables. Actualmente se están desmoronando. "Todo, agregó el mismo Daudet, se afirma y se niega alternativamente en medicina". ¿Cómo no ha de suceder lo mismo, y con mayor razón, en las teorías educativas, en el drama, en la pintura, en la métrica, en todo lo que se dirige a los sentidos, en todo lo que impresiona a la mente, en todo lo que halaga al corazón, si los tiempos van trayendo nuevas maneras de sentir, si el oído y la visión se modifican, si la construcción ética se resquebraja, si determinados principios de estética sucumben, si algunos dogmas de la religión ya no responden a un intenso afán de comprensión o a una necesidad imperiosa de consuelo? "Los árboles, el sol, el cielo, escribió Marcel Proust-serían diferentes de lo que los vemos si fueran conocidos por individuos que tuvieran los ojos distintos de los nuestros". ¿Cómo los verán en Marte? Pero ni la idea de otro planeta es necesaria. El cubismo trajo una nueva concepción a la pintura. Dentro de las exageraciones de escuela y en la alegría que cause desconcertar al burgués, con el ataque a su sentido común, siempre ha quedado de aquel, en las artes decorativas, un elemento apreciable. Algo quedó del decadentismo, del simbolismo. Algo quedara del suprarrealismo, del unanimismo, de la poesía sin rima y sin ritmo, de las imágenes audaces, de la sinestesia, de los juegos malabares de la inteligencia, en literatura, en música, en política, en economía, en religión en todo lo expresable con palabras y con signos, con sonidos y colores, con palabras y fórmulas, porque todo, aún dentro de la teoria del eterno retorno, es cambiante y fugitivo. La religión y el liberalismo Por eso, por lo que nada hay cierto y mucho menos estable, es digna del más profundo acatamiento la fe. 134
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Representa la conquista de un hombre sobre su propia inquietud o es la vacuna preventiva contra desoladores contagios. Es el ancla que el navegante arroja cuando le teme al capricho del viento o de las aguas. En la fe se encuentra algo que sí tiene caracteres de absoluto para quien la posee. El error consiste en generalizar, en asegurar que la misma influencia ha de tener sobre otros individuos. Ocurre con ello lo que con las drogas. Quien debió su curación a alguna, la recomienda, sin ser médico, a quien sufre de algo análogo a lo que él sufría. En el nuevo paciente puede producir el mismo efecto, pero puede no producirlo. Es cuestión de organismos. Lo que a unos cure a otros mate, según su constitución y sus lesiones, sus costumbres, su herencia, el funcionamiento de sus órganos. Las mentes también funcionan de diferente manera, la sensibilidad es proteica, la capacidad es variable. Para unos es indispensable el encarnizado análisis de la vida, la meditación acerca del destino, la contemplación del universo, en la búsqueda afanosa de una pequeña verdad consoladora. Para otros eso mismo se alcanza nada más que con decirle sus cuitas a un confesor o con encender una vela ante la imagen de un santo. ¿Por qué combatir esto? Es pueril para quien no tiene la fe. Es santificante pare quien la tiene. La sociedad, en ambos casos, repito, no ha de tomar en cuenta sino la conducta. Los mitos son necesarios y son inofensivos. Su refracción en algunas mentes puede ser defectuosa. En otros es nítida y de un multiplicado poder en la iluminación, hacia adentro y hacia afuera, es decir, en los pensamientos y en los actos. No hay necesidad de que uno sólo sea el mito, como no hay necesidad de que la religión sea una sola. En donde existen verdadera libertad y verdadera tolerancia, la multiplicación de religiones, como la multiplicación de partidos, síntomas son de preocupación, de investigación, de trabajo mental. A Lamennais, en su época de 135
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ultramontanismo, no le preocupaba como grave el error sino la indiferencia. "El siglo más enfermo no es el que se apasiona por el error sino el que descuida o desdeña la verdad". Dice mucho, en favor de un país, de una conciencia, el debate acerca de los grandes temas espirituales, por cuanto demuestra el interés que inspiran. En donde esos puntos no se tratan, la resultante es de materialismo vulgar, de desvinculación con aquello desconocido y presente a que el instinto nos ata. Es mucho mejor el error que sale con el calor de la verdad, con el deseo de serla, que la entrega del espíritu al desdén, en donde se suman y compendian las naturalezas sin fuego. Es semejante el impulso que lleva a los unos a la capilla, a los otros a la mezquita, a los otros a la sinagoga. Elación del espíritu, comunión con el principio creador del universo, ansia de purificación, suplica del corazón, necesidad de equilibrio, de consuelo: el móvil es el mismo. Como es el mismo el lenguaje de las lágrimas, y el del dolor que se revela en convulsiones, en gravedad, en la palidez del que, herido mortalmente, sintió que iba perdiendo algo mejor que la sangre. O es el lenguaje del jubilo, de la acción de gracias, del ex-voto que se lleva pare atestiguar que una merced fue concedida, de la lámpara encendida por la fe y alimentada por ese aceite que lo suaviza todo y que mane de una fuente llamada la esperanza. ¿Qué importa entonces que la invocación sea a la Virgen, a Mahoma, a Buda o a Bachue? Uno mismo es el proceso en los devotos de los diversos credos, y nadie es responsable por la ignorancia de mitos y de ritos que en un pueblo cualquiera se estiman como únicos. La necesidad de creer es tan tiránica que de la misma increencia resulta el fanatismo. El mito científico es una modalidad de esa actitud de la mente. Clemenceau, tan lúcido en sodas las consideraciones que hace en el libro, Au soir de la pensée, balance de sus ideas, sorprendente 136
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recopilación de datos, admirable demostración de la capacidad de comprender y del ansia de saber, de un hombre que a los ochenta años todavía le hacia guiños de don Juan, a la ciencia, falla, sin embargo, cuando ríe del sentimiento religioso y ridiculiza sus afirmaciones y sus símbolos. Más hacen reír los sustitutos. La verdad científica fuera la verdad, quizá podría aceptarse su imposición o el deseo de su aceptación como cuestión definitiva. Pero cambia."Se necesita más fe, decía William Jennings Bryan en un famoso discurso, para aceptar las demostraciones científicas del materialismo que para cualquiera de las religiones que conozco". No hay verdadero hombre de investigación y de laboratorio, no hay filósofo entregado a la meditación de las primeras causas, que no haya reconocido, en ciencia, la ley de evolución y el carácter provisional de sus afirmaciones. El verdadero spenceriano, es decir aquel en quien se transfundió el espíritu no el que aprendió las lecciones, pensaría hoy contra algunas de las enseñanzas de Spencer. Nietzsche consideró verdadero discípulo al que traiciona al maestro, no en el sentido moral, sino en el que representa el abandono de nociones que sucesivas teorías han hecho viejas. En nuestros días el joven Krishnamurti enseña la doctrina de la liberación, es decir el rompimiento de las cadenas representadas en la ética, en la tradición, en la creencia y en la increencia, de donde el ocultista Fernand Divoire concluye, interpretando con fidelidad el pensamiento del joven misterioso, que el mejor discípulo es el que se liberta de él también, es decir el que no sigue la línea mental de Krishnamurti. ¿En el frontón de cuantas ciencias no habrá de escribir el hombre veraz y reflexivo, en perpetual renovación y exploración, palabras como estas que encontré en el prólogo puesto por Gregorio Marañón en uno de sus libros capitales? "La verdad biológica es rara vez una verdad 137
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completa y estable, sino fragmentaria y provisional. Da casi siempre la impresión de un trozo del objeto enterrado, que el arqueólogo va extrayendo de la sierra". Lo mismo ha de ocurrir a los exploradores del alma. Es tanto lo que actualmente se investiga a este respecto y somos todos, como acres, tan mudables, que el porvenir no ha de tardar en traer la división, que quería Proust, del análisis en psicología plana y psicología del espacio, para ahondar en el problema de por qué cada uno de nosotros no es siempre el mismo individuo, por qué a las intermitencias del corazón se agregan las fallas de la memoria y los misterios del universo subyacente que, como en el símil de Marañón, después de descubierto por el buzo va recorriendo el arqueólogo. Todos los días, para el hombre de estudio, han de ser de avance en el terreno de las adquisiciones. No hay detención jamás, es decir no hay verdad única. Lo que ayer fue cierto, hoy es error; lo que fue presentimiento, hoy es recuerdo. Debemos sentir respeto por la verdad ajena. No importa que sea mentira a nuestros ojos o que este destinada a serlo. Mientras haga oficio de verdad pare quien la sostiene, verdad es, y así merece llamarse, aunque parezca tonta, aunque produzca risa. Otro día seremos nosotros el objeto de la risa. Lo que es odioso es el desprecio científico, simple incomprensión, o petulancia, de los que dicen sentir lástima por los que creen. ¡Cuanto más capacitados o más autorizados no han de sentirse estos, felices en la certidumbre, para compadecer a los que van en la escala vacilante en que pasamos de un error a otro error, según lo expresa Núñez! El mito de los incrédulos se acerca más al fetiche que el trozo de madera de colores, con tallados grotescos, en torno del cual danzan su zarabanda los indios... Pero las conquistas que trace y la manera como apaga el ideal o el sentimiento, en seres para quienes el corazón es apenas una válvula o un centro 138
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distribuidor de sangre, hace recordar la imprecación: "De esa ciencia, asesina de la oración y del canto y del arte y de toda la lira", que lanzó Verlaine en su famoso soneto al rey Luís de Baviera. Se ha querido confundir en algunas partes al liberalismo con el jacobinismo. Es verdad que han dado pretexto para semejante abuso algunos de sus secuaces. El liberalismo que se convierte en toro, pare embestirle a la sotana, no es liberalismo. Debe aceptarse como permitida y conveniente la campaña de liberación del espíritu que tienda a arrebatarles presas a los sacerdotes. Pero yo entiendo que la labor ha de ser doctrinaria, calmada, sin ataque a las personas, mientras no den motivo justificable pare ello, capaz el buen criterio de reconocer las excelencias de algunas y listo a inclinarse ante la santidad del ideal que predican. Los verdaderos liberales fuimos lujosamente representados por Rodó en la polémica que tuvo con el doctor Pedro Díaz, para protestar contra la supresión del crucifijo en las escuelas, y debemos hacer propias estas nobles palabras: "El libre pensamiento, tal como yo lo considero y lo practico, es, en su más intima esencia, la tolerancia, y la tolerancia fecunda no ha de ser sólo pasiva sino activa también; no ha de ser sólo actitud apática, consentimiento desdeñoso, fría lenidad, sino cambio de estímulos y de enseñanzas, relaciones de amor, poder de simpatía que penetre en los abismos de la conciencia ajena con la intuición de que nunca será capaz el corazón indiferente" El anticlerical, es decir el que odia a los ministros de determinado credo, no puede ser liberal. Es un hombre sin amplitud, limitado por la aberración que hace ver en quien ataca a los clérigos a un ser emancipado. Es más explicable, más justificable, el fanatismo clerical, porque hunde sus raíces en sentimientos y aspiraciones de que este carece. El primero tiene una idea equivocada de Dios, 139
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pero la tiene. Basado en una teoría especial sobre la vida eterna, creyente en la condenación de las almas, impresionado con la maldad que supone a los que niegan lo que él afirma y a él lo tranquiliza, no puede ver en estos sino réprobos. El libre pensador que corresponde con aversión y con persecución, es el mismo fanático, pero ya sin excusa. Siente un odio más feo y esta más sujeto al dogma, a un dogma sin moral, sin más allá, sin alegría, que el hombre a quien combate. Una cosa es atacar al clero en sus actos y otra es condenarlo en su misión. El libre pensador no les reconoce a sus miembros el carácter sagrado sino en un sentido humano, de bienestar social, de admiración por la virtud, de respeto por la bella labor que desarrollan. Uno de los espectáculos mas nobles de la sierra es un sacerdote sencillo, benévolo, lleno de unción, iluminado por la luz de lo alto. En la ficción tenemos a monseñor Bienvenido de Víctor Hugo, al abate Constantino de Hallevy, a ciento más. En la realidad de Colombia, entre muchos, porque a ese respecto el país ha rodado con fortuna, baste citar al padre Almanza. Ante ellos se rinde el corazón. Hay ocasiones en que su misma ingenuidad hace llenar de pasmo la inteligencia. El que nada les reconoce, por aversión al hábito que llevan, es un jacobino. De esa clase era el benemérito general Quintero Calderón, quien me decía: "El mejor cura es el peor porque le da influencia a la casta". Y a él le cupo en suerte, por uno de tantos contrasentidos de la vida, estar siempre, sin creencias positivas, del lado de la Iglesia. Es fácil y útil atacar a cuantos, contrariando su misión, se convierten en elementos de escándalo. Lo han dado muchos de los nuestros. Quizá no hay un colombiano que se haya enfrentado al clero con mayor decisión y con mayor frecuencia que el autor de estas líneas. No estoy arrepentido. He sabido distinguir al sacerdote que es 140
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apóstol de paz, del hipócrita que busca causar daño y del ser intrigante o iracundo que lleva bajo la sotana la espada del caudillo. Aun en estos mismos he sabido distinguir las luces de las sombras. El que un día ha merecido mi condenación por actividades malsanas de político, otro día me ha arrancado una alabanza. Contemplaba otra faz: la del hombre de progreso, o de caridad, o de patriotismo encendido. Nadie hay perfecto, pero nadie hay completamente malo. Condenarlo en su totalidad es indicio de ofuscación, comprobante de un espíritu limitado o chiquito. Yo no he podido con las persecuciones. Se que gobiernos llamados liberales, de todos los tiempos y de todos los países, han despojado a los sacerdotes de sus bienes, los han desterrado , los han reducido a prisión, los han condenado a muerte. Todo es o es antiliberal, por lo mismo que es infame. Así el destierro del arzobispo Mosquera. No hubo principio liberal que no se violara con ese castigo injusto, aunque infligido por hombres llamados liberales. Y la pugna de Méjico, para hablar de algo reciente, avergüenza no solamente al que se titula o considera gobierno liberal de esa nación sino a la especie humana. ¿Cómo no sentir indignación ante el atropello, para no contemplar sino el aspecto más odioso, por menos necesario dentro de los fines de la persecución, de que fueron víctimas las escuelas en aquel país, cuando se las obligó a esconder o destruir las imágenes? Es el mismo problema que hizo levantar la voz poderosa de Rodó en el Uruguay, cuando fanáticos que usurpaban el nombre liberal quisieron desterrar a Cristo de los salones de clase. ¿Qué figura más pura, más inspiradora, abstracción hecha de toda consideración religiosa, puede ofrecerse a la admiración de los niños? ¿Será Sócrates, será Platón, será Buda? La historia puede repasarse. No ha dado la 141
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humanidad, ni volverá a darlo, nada más atractivo. Es toda la virtud, la conocida y la imaginada, hecha carne. Es la fuente de aguas vivas en que no solamente los cristianos sino todos los seres de la sierra, de cualquier religión, de cualquier raza, podrán calmar la sed, con la seguridad, ofrecida a la samaritana, de no volverla a sentir nunca. "El alma humana es naturalmente cristiana", dijo Tertuliano. ¡Y es esa luz, es ese manantial, es ese abrigo, los que se les querían quitar a las escuelas! El propósito acaso no fue sino el de herir, en el propio corazón, a las gentes adversarias. Fue también el de probarles el imperio de la autoridad, de una ruin autoridad, el de ejercer un caprichoso dominio. Pero así como es irrazonable considerar cristiano al que profesionalmente robe, calumnia y asesina, lo es denominar liberal al que, con tan absoluto desconocimiento de los derechos individuales, hostiliza y persigue. La Inquisición es una de las más crueles demostraciones que haya dado el hombre de su incapacidad de comprender, de su dificultad de sentir, de su voluntad de mandar. Pero la Inquisición tiene excusa. Originada en una aberración, convencida de la imperiosa necesidad de la fe, quería imponerla. Dejó de lado las inspiraciones políticas. Pero el liberalismo perseguidor es un contrasentido. Es un cuadrado redondo. Es un triángulo que tiene los lados paralelos. La culpa no es suya, sin embargo. La filosofía liberal condena los desmanes. Los que se cometen, culpa son del hombre, no de los principios. Hay que ser justos, para librarlo del cargo. ¿A quién se le ha ocurrido que tiene algo que ver la Inquisición con Jesucristo?. . . ¿Y quién no repite a trechos con el gran poeta: "Culpas fueron del tiempo y no de España"?. En el fenómeno, ya mucho más complejo, de las relaciones con la Iglesia, que no se reduce al respeto por la independencia mental, sino que contempla una multitud de 142
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problemas de más variado orden es mucho más visible la disparidad de criterios. Para Faguet, en este preciso punto se halla la piedra de toque del liberalismo. No es verdadero liberal sino el que acepta y proclama la separación absoluta del Estado y de la Iglesia. Por razones contrarias, pero que confluyen al mismo punto, el jesuita Mateo Liberatore decía en un libro viejo: "El santo y seña, como si dijéramos, del liberalismo de nuestros días (1875), es la emancipación del Estado de la autoridad de la Iglesia". Claro, aunque la Iglesia se oponga, porque su autoridad debe ser espiritual y no política. La fórmula de Montalembert, que Cavour hizo popular en Italia y en el mundo, "la Iglesia libre en el Estado libre", es la única que da satisfacción a cuantos reconocen el derecho de la creencia, el derecho al error, esencia misma de la libertad, y anhelan, con título igual al que conceder, ser respetados en sus ideas y en sus prácticas. A los liberales de Colombia que libertaron a la Iglesia del régimen del patronato, heredado de la colonia española, se les ha tildado de ilusos y de candorosos. Muchas escenas deplorables de los tiempos recientes se hubieran evitado con la sujeción de la Iglesia a un Estado que, respetando lo espiritual, tuviera a sueldo a los ministros del culto y pudiera disponer de la influencia de que estos gozan entre las multitudes. Eso es verdad. También lo es que sucesos de mayor monta y tristeza han podido presentarse bajo ese mismo yugo. No hay duda de que desde el punto de vista político es mejor el patronato. Pero ese no es el punto. Aquí recuerdo al sujeto que exclamaba: "E1 mejor gobierno es el de la tiranía, siendo uno amigo del tirano". No se trata, empero, de un oportunismo acomodaticio y fugaz, sino de una doctrina, a la cual no comprometan las veleidades humanas. El patronato de hoy, excelente para el liberalismo, habría sido funesto ayer con el 143
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conservatismo, y volvería a serlo después si este partido llegara a recobrar el mando. Hablo como hablaría un político, o sea un oportunista. Habría que hacer una doctrina para cada caso. Y eso es lo inadmisible. Puente entre las dos doctrinas, régimen de acomodo, como un tratado de comercio entre el libre cambio y el proteccionismo, resulta el concordato. En él pueden conciliarse las opuestas tendencias, de caucho como es pare que, según los tiempos, se hagan las reformas. Garantizada toda la libertad que la Iglesia debe tener para su misión evangélica y docente, deben reconocérsele a las otras religiones y a las otras tendencias, aun las irreligiosas, sus naturales fueros, para una propaganda dirigida a la razón, que no ha de provocar choques en sociedades bien organizadas. El régimen de la libertad bien entendida debe ser el anhelado por cuantos tengan convicciones arraigadas y la honda persuasión de que sus doctrinas resistirán la comparación con todas las que se les enfrenten. Mientras no haya esa seguridad, es humano que la Iglesia no quiera andar sin muletas. Lo esencial es que no aspire a dar golpes con ellas como suelen darlos los señores obispos con el báculo. Hay que dejar en libertad al corazón para que se entienda con Dios como a bien tenga. No siempre los grandes caracteres y los grandes espíritus se encuentran en las religiones. Los hay, y del mayor fulgor, pero también se pueden hallar en otras partes. "No hay hombre más religioso, escribió Faguet, que el hombre sin religión apasionado de la moral". No hay hombre tan moral como el que, a semejanza de Guyau, la concibe sin obligación ni sanción. Pero no se pueden establecer reglas universales sacadas de un ejemplo. Son innumerables las gentes que necesitan de freno y de andaderas. Esta bien que los consigan. Lo que se pide es que no traten de imponerlos a quienes no los solicitan. Lo mismo con los ritos, lo mismo 144
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con los sacramentos. ¡Obsérvenlos y frecuéntenlos cuantos en ellos hallen dulzura, consuelo, diques morales, y una explicación de la vida, cuyo encanto, y cuya angustia también, por extraña paradoja, se hallan en la ignorancia de su objeto! ¡Pero no se vilipendie ni reprima a quien penetra en lo desconocido sin esa lámpara y sin esa brújula! A lo sumo puede ser para los creyentes un objeto de lástima. Hay un misticismo embrujador al margen de las religiones. Puede ser una síntesis de todas ellas o simplemente impregnación de alguna. Pero está fuera de las reglas que los místicos reconocidos siguen para sus vuelos fantásticos. Cada cual puede hallar las llaves del castillo interior y cada cual, en una ofrenda cabal de su espíritu al Creador, puede llegar al éxtasis y al arrobamiento. Es imprescindible, en quien tiene cierta preparación mental y no ha encontrado en la vida la absorción de una de esas ciencias que se convierten en investigación, en profesión y en culto, inquietarse por el universo. ¿De dónde venimos y a dónde vamos? es pregunta que algunos se formulan con afán, hasta llegar al susto de Pascal, aterrado con el silencio de los espacios infinitos. ¡Sombrero a tierra ante todos los aquejados con la idea del más allá, sea cual fuere la conclusión que propongan o a que lleguen, porque todos son espíritus superiores, que aun en el caso de haber tomado muy de veras el vivir, como decía Gracián y de haberse enfrentado al destino como gladiadores dispuestos a parar todos los golpes, lleven en el semblante la melancólica distinción que da el frecuente contacto con las sombras! Nos movemos todos en la oscuridad, aun cuando los creyentes proyectan sobre el camino la luz que llevan dentro. Nada sabemos y nada sabremos de la esencia de las cosas, de nuestra terrena misión, simple relámpago entre dos eternidades, del alma que aspire a conservar su 145
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individualidad una vez salida de la cárcel del cuerpo. Creen algunos en la revelación. Otros se entregan al espiritismo. El absurdo nos rodea, y sobre semejante nube levantamos nuestras construcciones. Jactanciosamente pensamos que aprisionamos a Dios en nuestra lógica. El Moisés del Talmud, no el de la Biblia, expreso el temor de que las aguas no se abrieran, para el paso de su pueblo en el Mar Rojo, por ser algo contrario a lo observado desde el amanecer de la vida. Y Dios le dijo: ''Sabes tú si no hice desde el principio del mundo un pacto con el mar para que hoy te diera paso? ¿Piensas que la creación ha terminado y que el hombre, si yo lo consiento, no podrá cambiarle nada ? Uno de mis profetas detendrá el sol, al que he ordenado girar; otro detendrá la lluvia, a la que he ordenado caer; otro detendrá la muerte, a la que he ordenado matar". Lo que llamamos milagro resulta así posible. Dios no deroga sus leyes, sino las que el hombre, pretensiosamente, cree haber descubierto como tales. De nuevo nos perdemos en el caos. Por eso dijo Maeterlinck: "Debemos adquirir poco a poco la costumbre de no comprender nada". Quien llegue a la sabiduría de la perfecta ignorancia es sin duda alguna el metafísico perfecto. La libertad de pensamiento Lo demás es ilusión. Podemos de consiguiente aceptar hasta la superstición, siempre que no vaya acompañada de proselitismo. La tendencia a la uniformidad, uno de los defectos de la democracia y una de las imposiciones de los credos positivos, es antiliberal . Lo grande, lo deseable, es el libre vuelo del espíritu, que no se opone a la aceptación de los dogmas, cuando los encuentra conforme con la razón, con la experiencia o con el instinto, pero que se trace tiránico cuando pretende que otros los acepten. La 146
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salvación es obra individual. La única excomunión vitanda es la de uno mismo. Pueden algunos pensar, y el pensamiento es respetable, que aquella salvación y esta excomunión no tienen trascendencia sin la intervención de los pontífices. j Allá ellos! Quien lleva al pontífice en el corazón se conduce como si obedeciera a órdenes tremendas, aunque nadie las dicta, porque tiene conciencia de que el "yo" excomulga y de que esa excomunión corta las alas del espíritu. El libre pensador puede ser un hombre religioso. Lo es de hecho cuando está doblado de un sentimental. Así, por la costumbre de mirar al cielo, adquirida en la primera edad, continuara con ella "aunque lo sepa vacío". Así con la oración, "las plegarias del niño, que suele a veces olvidar el hombre", persistente en quien adquirió el pliegue que no deshace la vida. Cambiará la invocación, cambiará las palabras. El movimiento es el mismo. En el sufrimiento y en el goce hay necesidad de Dios, si el alma espera y si es agradecida. Ante la cuna del recién nacido, ante la muerte del hijo, los dos extremos de la humana felicidad y de la humana desventura, uno se sorprende, y yo me he sorprendido, de pronto, como si maquinalmente lo hiciera, diciendo una oración. Tengo un Cristo de marfil, una divina obra de arte, ante el cual ví muchas veces santiguarse a mi padre. Yo quiero ese Cristo, sin sacerdote, sin el horror de las frases que se les dicen a los agonizantes, sin la farsa de una absolución que nadie solicita en estado comatoso, para la hora de la muerte. En las horas de llanto, cuando la vida me ha herido llevándose al misterio a alguno de los míos, y en las horas de plenitud, cuando el hogar, que es mi paraíso, se ha embellecido con la llegada de un nuevo huésped diminuto, concreción del amor, poema de carne sonrosada, visita de Dios que me ha dejado tembloroso de agradecimiento, de 147
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ventura y de pasmo, yo he besado sin saber por qué los pies del Crucifijo. Macaulay hizo la observación de que en algunos hombres muchas ideas que se excluyen viven superpuestas. No se han tomado el trabajo de confrontarlas, y ríen, cuando lo hacen, de esa carencia de lógica. Pero la vida no es lógica, ni el hombre tiene en todo tiempo necesidad de serlo. "Eres contradictorio, eres sincero", escribió Cherbuliez. Con silogismos puede llegarse a la demostración de que ideas enemigas no deben vivir juntas. Pero viven. El hecho es más poderoso que el razonamiento. Y por otra parte no hay obligación de someter la mente a una pauta de principios armónicos. No debe acercársele un ratón a un gato si se desea que ambos conserven la existencia. Sin embargo, ha habido sujetos curiosos y pacientes que han logrado establecer amistad duradera entre ejemplares de esas especies, que parecen destinadas por la naturaleza para que la una sea devorada por la otra. A un fumador le puede probar un médico que el cigarrillo le mine la salud. Y continúa fumando. Así con las ideas. La una puede ser el gato para el ratón que es la otra, puede ser el humo que intoxica. No importa. Siguen conviviendo, en la misma celda cerebral, sin destrozarse. Entre mil casos curiosos, cito el del doctor Francisco Eustaquio Alvarez, uno de nuestros mayores incrédulos, que, según lo reveló en un lindo artículo monseñor Carrasquilla, tenía, yo no diré que el culto, pero si el cariño de la Bordadita. ¿Capricho, debilidad, asociación de ideas con algo muy distante de la religión y de la devoción a la Virgen, pero dulce pare él? Quizá. Lo que apunto es el hecho. De tantas divagaciones, de tantas citas que se me atropellan, en las que mezclo personas tan diversas, sin sujeción a tediosos preceptos normalianos, con saltos de un siglo a otro, de un país a otro, mezclados filósofos y novelistas, historiadores y poetas, gente ilustre y gente de 148
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aquí a la vuelta, como en una conversación, corriendo por donde quiere la pluma, por donde ordena la imaginación, que es caprichosa, y no gusta en mi del mismo paisaje ni del mismo tono, yo quiero sacar sencillamente el principio de la tolerancia respecto de todas las ideas y el deseo de respeto profundo por la Iglesia, que desempeña una labor social de la mayor trascendencia y es refugio para muchos dolores del espíritu que allá encuentran su bálsamo. Soy sensible a la belleza de sus ceremonias. No las frecuento, pero les se la poesía. Gusto del olor del incienso, del sonido del órgano, de las bellas imágenes. Cuando el matrimonio de algún amigo o la muerte de otro me llevan a un templo, repaso generalmente las horas de la infancia. Recuerdo con delicia las misas de gallo, las fiestas de semana santa, el canto de los villancicos. Y sin poderlo remediar me enternezco. Para Marcel Proust las fiestas religiosas eran las únicas perfectas. Comprendo todo lo profundo que quiso decir, pero con cierta socarronería, agregó: eso depende. Me asalta un recuerdo que no quiero dejar ir. Entra aquí en danza el defecto que me gusta, el que me han criticado amigos muy queridos, de establecer una solución de continuidad en el tono y producir una desarmonía con un pequeño gracejo, fácilmente evitable, pero que en mí es deliberado, porque tengo terror a lo demasiado solemne, a lo trascendental y me gusta romperlo, para volver a ver al niño que fui y que no quiero dejar de ser, en algunas manifestaciones destinadas a quitarme importancia. Luís Cano me dio una vez una lección encantadora. Hablábamos gravemente de cualquier problema político y social. Yo filosofaba. De pronto, recordando a Renán, exclame con timbre de voz medio triste y medio sentencioso: "',Que le puede importar todo esto a Sirio?"... Sonriendo alegremente, me interrumpió Luís Cano: ''¿Y Sirio que nos puede importar a nosotros?"... Ese era el 149
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aire. Yo soy enemigo nato del énfasis, del estiramiento, de la gravedad, del rostro de cartón, del dogmatismo. No he pensado dedicar mis obras al tiempo, como Esquilo. Escribo para el día que pasa. Me parece suficiente dejar el recuerdo del tenor, del pájaro-mosca, o, si la autocomplacencia apura, de la flor: llegó, gustó, murió, o se marchitó. La tapa del ataúd es lo demás. Se inicia la dicha del olvido. Si la verdadera existencia, según Renán, es la que empieza en el corazón de los que nos amen, la prolongación viene a ser corta, porque esos que realmente nos aman ya se han muerto cincuenta o sesenta años después de ser polvo nosotros. . . Pero el recuerdo alegre, acerca de la perfección que hallaba Proust en las fiestas religiosas, no debe escapárseme. Es algo que me refirió ese glorioso artista que lleva el cetro de la inteligencia en Colombia. Guillermo Valencia me contaba que en la suntuosa fiesta con que se conmemoró en la catedral de Lima el centenario de Ayacucho quedó él al lado del embajador de la China. Cuando había pasado una hora, el embajador volvió el rostro y le dijo al poeta en francés: "Muy interesante esto, pero yo no soy católico". Ocupó después el púlpito el orador sagrado. Cuando había pasado otra hora, volvió de nuevo el rostro el embajador y susurró: "Muy interesante esto, pero no hablo español". Continuaron las venias de los padres, la elevación, el incensario, el órgano. Había pasado otra hora cuando el embajador volvió por tercera vez el rostro triste, boyacense, y dijo: "Muy interesante esto, pero yo no me he desayunado". Así, con perdón de Proust y de los lectores de estas páginas, una fiesta religiosa no resulta perfecta. El liberalismo y las formas de gobierno 150
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En monarquía, en república, en colonia, puede haber liberalismo. La forma de gobierno es un accidente para las ideas. Se realizarán las teorías, la perfección en el régimen republicano. Pero como no se observe el principio de la virtud, encarecido por Montesquieu como indispensable pare la dichosa efectividad del gobierno de ese género, puede haber mayor liberalismo en monarquías como Inglaterra que en repúblicas como las nuestras. "El hombre superior, decía Faguet, no es cosa democrática". De ahí la abundancia de sesudas razones, en hombres como Maurras y Daudet, para suspirar por un rey, ofuscados quizá por el recuerdo de Luís XIV, en cuyo tiempo florecieron esplendorosamente las ciencias y las artes. Pero en eso también hay espejismo. Es el factor hombre el que domina todo. Un rey imbécil, un déspota, acaban con la teoría. Y la esperanza de redención, tan cercana en la república, se aleja. La democracia teórica es la perfección en materia de ambiente y de gobierno. La democracia vivida es una farsa, con su sufragio universal, su opinión publica, su prensa y sus dirigentes. Sobre todo se ha escrito pare mostrar los mil hilos del tinglado, las cortinas de humo, la imbecilidad parlamentaria, la fuerza oscura y sorda de la intriga, del engaño, de la versatilidad, de la envidia. Hay momentos de reacción, bellas iluminaciones revolucionarias, horas en que evidentemente se realiza el ideal de los buenos. Pero pasan. Lo permanente es la intriga. Lo permanente es la farsa. En los partidos políticos es imposible evitar que la hiedra vaya ocultando los muros, como es imposible impedir que al pie de las encinas vayan surgiendo los hongos. Es un criterio de aprovechamiento y de combate el que predomina, por lo general, en cuantos se presentan ante el pueblo con las viejas frases sugestivas y sonoras. Pocos aceptan la definición del doctor Eastman, que trace de los 151
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partidos merecedores del nombre de simples asociaciones de individuos que se hallan de acuerdo en un propósito determinado, generalmente el de darle a la nación un buen gobierno, pero que no comprometen en dicha asociación la totalidad de su espíritu. Pero los partidos no se mueven por ideas sino por sentimiento, mejor dicho por pasiones. Para las labores ordinarias es suficiente el rótulo. "Liberal es el que se llama liberal" escribió el general Uribe. El error filosófico de tal definición es evidente, pero es evidente también su enorme acierto político. Para el desarrollo de los planes de los dirigentes, minoría más o menos selecta en todos los partidos y naciones, no se solicitan luces. Se solicitan votos. Y esos votos, en la mayor parte de los casos, los consiguen y consignan los sujetos más opacos a la influencia doctrinaria, conformes con el calificativo de hombres de acción y dispuestos ante todo a aniquilar al contrario. Para muchos que se llaman liberales el ideal sería el desaparecimiento del partido conservador cuando el interés sociológico radica en su vida plena y ordenada. Si no existiera el partido conservador habría que inventarlo, porque la marcha próspera de la nación lo exige. Son necesarias la acción y la reacción, y son necesarias las fuerzas contrapuestas pare establecer el equilibrio. Lo mismo que una acémila, una nación necesita de freno y de acicate. Cuando el liberalismo ha enterrado la espuela, el conservatismo tiempIa las riendas, y así el paso es más seguro, elegante y sostenido. Días hay, horas hay, en que el interés de los partidos se confunden y en que los principios de ambos se entrecruzan. Al frente se levanta otro ideal, otro principio, otra gente, que representan algo nuevo, muchas veces contrario a los que aquellos sustentan. Para defender las fronteras, por ejemplo, coinciden liberalismo y conservatismo en la exaltación del ejército, representación armada de la patria, depósito de 152
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héroes, de hombres abnegados, listos a ofrendar la vida porque perdure la de la nación, en pugna con las tendencias y con la propaganda de los antimilitaristas cerrados. Lo mismo para defender la familia. Lo mismo para defender el derecho a lo que es producto genuino del trabajo. Es torpe el anhelo de ver desaparecer a un partido que sirve de estímulo, de fiscal, de contrapeso. Aún con el peor de los criterios es deseable su existencia, como una fatalidad a la cual no puede sustraerse la voluntad colectiva. Aún en el simple individuo coexisten las fuerzas antagónicas. "Mezcle en el hombre, dijo el Dios de la Biblia, el ángel y la bestia". Qui veut faire l'ange, fait la bete, observó Pascal ante los frecuentes conflictos del espíritu y las contradicciones de la acción. Para la obra de la creación es necesario que los móviles se enfrenten. Puede la pasión política no reconocer ni siquiera la virtud mínima en el adversario. Aún así se impone su existencia. En la exasperación de la lucha sin cuartel podría equiparársele a la existencia del diablo. Esta dicho que sin Satanás el mundo perecería. Edmond Fleg, en su vida de Moisés, refiere que el rabí Jochanan le llenó de plomo la jeta al diablo y lo encerró en un caldero. Agrega que desde ese momento todas las pasiones se detuvieron en el corazón de los hombres; ningún niño volvió a ser concebido, y las imágenes del Señor no volvieron a aparecer en el mundo. El rabí destapó entonces el caldero y dijo: "Que Satanás sea libre pare la obra de Dios!". El diablo conservador debe andar suelto para la obra de la república y para el robustecimiento de las ideas, que sin pugna languidecen y se extinguen. Y hablo en el peor de los casos, porque para mí el partido conservador no ha sido diabólico, aunque haya tenido actividades y épocas de horror, una vez que ha realizado 153
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también obras magnificas y que ha dado al país, para no hablar sino de Colombia, servidores ilustres. Lo deplorable en la obra de los partidos es la insinceridad de los hombres. Ya O'Connell había dicho: "` Los Whigs? Tories sin sueldo", cuando uno de nuestros repúblicos, creo que el doctor Carlos Martínez Silva, definió así, muy duramente, a las dos fracciones del partido conservador en su época: "Nacionalista es un histórico con sueldo e histórico es un nacionalista sin sueldo", lo que puede ampliarse y extender a la realidad de otros días, de esta manera: liberal es un conservador en la oposición y conservador es un liberal en el poder. Hay flujo y reflujo en las ideas y en las actividades de los hombres de partido, según sea la satisfacción que en gobiernos o en bandos hallen las propias conveniencias. El liberalismo, maravilloso como oposición, ha sido casi siempre odioso como gobierno en todas las naciones de la América española. La mejor librada es Colombia, que puede ofrecer el recuerdo y el ejemplo de austeras y levantadas figuras. Lo propio puede decirse de la infame tiranía de los partidos. Aquí la hemos sufrido en diversas épocas, pero menos que en otras partes. No ha faltado en las grandes ocasiones, especialmente entre nosotros, el hombre independiente y de suficiente firmeza que haya levantado la voz contra errores, aberraciones o delitos de los suyos. No hay servicio mejor a la bandera que el evitarle cubrir mercancía sucia. La disciplina es admirable y es deseable, porque la pretensión de tener siempre razón es dogmática, antiliberal por lo mismo, y disolvente. Pero esa disciplina debe ser un acto de conformidad espiritual, para un fin noble, no para atropellar el derecho y la moral, ni pare perjudicar los grandes intereses del país a cambio de que el adversario sufra o se fastidie. Son muchas las ocasiones en que el liberalismo de Colombia ha excomulgado a 154
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algunos de los suyos por desacatar ineptas determinaciones. El resultado ha sido en varias de ellas, opuesto a los deseos de los inquisidores. A quien sufrió el anatema se le glorifica luego. Los romanos llevaban del capitolio a la roca Tarpeya, para desplomarlos, a quienes creían merecedores del castigo. Hoy de la roca Tarpeya se puede subir al capitolio. De ordinario ha sido difícil hacerles entender la razón a los partidos. A quien se sabe poner sobre las ambiciones, sobre las pasiones, sobre los conflictos, para predicar una unión de patriotas, tan necesaria en horas de amargura, se le vilipendia o se le deforma. Contra él van las saetas del odio o del ridículo. El goce no lo hallan los partidos en el triunfo sino en la sumisión del adversario. Les es muy aplicable la anécdota del labriego que renuncia a la bendición del obispo para su sementera, prometedora de una buena cosecha, a cambio de que maldijera, para que la cosecha fuera mala, la sierra del vecino. Caro, Suárez, Vargas Vila, al pensar en Bogotá, hablaron de Envidiópolis. Triste concepto, en parte merecido, por una ciudad que se resarce con su infinita caridad y con la presentación de muchas figuras fundamentalmente nobles. Pero esa envidia, generadora de maldad y de rencor, no es exclusiva de Bogotá, ni de Colombia, ni de nuestros partidos. Es la naturaleza humana, no la zona ni el clima, aun cuando el clima influya, lo perverso. Escenas de barbarie han presenciado Roma y París, Washington y Berlín, lo mismo que entre nosotros Montería y Capitanejo. Envidia hay en los dos mundos, y partidos tiránicos, y apaches del entendimiento, y agentes que gozan con el mal ajeno. La psicología de las multitudes, genialmente analizada por Le Bon, no fue escrita para nosotros. Lo fue para las multitudes. De idéntica manera, cuando se refiera a los partidos puede ser, con variantes de detalle, considerado como universal. 155
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Multitud aquí, multitud allá, partido aquí, partido allá, todo es uno y lo mismo. Entre nosotros las pugnas de partido, con las treguas que para gloria del país ha impuesto la cordura en ocasiones diversas, han sido casi feroces. En el liberalismo, o mejor, en su historia, hay un pegajoso líquen que se llama las sociedades democráticas. Fue el régimen de la estupidez y del zurriago, contra las instrucciones del gobierno y contra la protesta de los grandes dirigentes, a quienes también hicieron víctimas de su sarcasmo o de su encono. Pecó con las persecuciones, pecó con las prisiones, pecó con las argucias y trampas electorales. El conservatismo tiene un deber igualmente cargado. Ambos partidos tienen un haber de idealismo, de progreso, de amor a la república. Pero los conservadores han sido, acaso por la misma índole de sus doctrinas, mucho más absorbentes. "Los conservadores, decía don Fidel Cano, quieren gozar exclusivamente de cuanto puede dar la república: desde la ración burocrática hasta los honores póstumos". Ahora han aprendido que la transmisión tranquila del mando es no solo posible sino venturosa y que a las coaliciones pacíficas, lo mismo que a la bélica del 54 para acabar con una dictadura, no hay que tenerles miedo. Nuevos problemas, nuevas ideas Los partidos forzosamente han variado de programas. Muchos de los ideales liberales por cuyo triunfo corrió la sangre a chorros, quedaron consagrados como normas de las instituciones. Ya no se lucha por muchas cosas bellas que dieron a los brazos vigor y luminosidad a los ojos. Las libertades esenciales quedaron garantizadas en la constitución de 1886, enmendada y adicionada en 1910 y en años posteriores. La aspiración actual es darle una base económica y social a los partidos. Ya no se lucha por 156
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ideales tan hermosos como la libertad de prensa o la inviolabilidad de la vida. En el mundo civilizado, una vez obtenidas esas bendiciones, preocupa ahora el arancel, el salario, el latifundio, el derecho al trabajo. En esos campos hay muchas injusticias que combatir, muchos males que remediar, muchos ideales que realizar para el común provecho. Pueden desarrollarse también campañas que emulan en idealismo y en fervor con las de aquellos profetas, gladiadores y mártires que se bañaron de luz en el pasado. Está ante todo, para hablar de Colombia, la elevación de la mujer, es decir, el mejoramiento de su condición civil, su igualdad en el campo de las oportunidades económicas, su protección contra las artes del seductor, las betas del embaucador, la mala fe de quien violó sus promesas. El problema es también universal o poco menos. León Daudet en un lindo libro, La mujer y el amor, referente a las condiciones del sexo femenino en Francia, nación de todas las revoluciones generosas, habla de "la mujer esclava". Si esclava es en el centro del planeta, ¿cómo no ha de serlo en las extremidades ? Todos estamos de acuerdo en que la mujer manda siempre, y puede no ser paradoja el concepto de Nietzsche acerca de la pérdida de su influencia a medida que conquista algunos de los ansiados derechos. Por el amor domina, es claro, por la dichosa o la vergonzosa tiranía del sexo. Cuando Dios dijo a Moisés, cuenta Edmond Fleg, que le preguntara a Israel si quería la Torá, es decir su ley, fue a las mujeres a quienes primero se dirigió el profeta, porque sabia que todo depende de ellas, que a voluntad hacen la desgracia o la salud del mundo. Aunque eso, a la postre, sea verdad, las leyes, hechas por hombres, la han esclavizado. Es inicua la dependencia absoluta, en cuanto a bienes, de la mujer casada. Y aunque choca con la costumbre y con la misma devoción del 157
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hombre pleno por la mujer, a quien quisiera sustraer de las pequeñas miserias cotidianas para mantenerla en un bono de idealismo, no hay que temblar ante la perspectiva de irla preparando para concederle, como ya lo han hecho naciones de alto vuelo, los derechos políticos. Mientras la mente masculina evoluciona, podrían las mujeres no ejercerlos. Pero la posibilidad de su adquisición y aun su consagración, mantenida en estado latente, servirían para irles dando la sensación de equidad y para ir restableciendo el perdido equilibrio, producido por la revelación, que la guerra europea hizo posible, de que son tan capaces como los hombres, y a veces más, para el desempeño de múltiples oficios y para el ejercicio de múltiples profesiones. La confirmación de la capacidad les ha permitido pensar, con razón en muchos casos, que también sirven para funciones directivas y para orientar la marcha del Estado. La valla que les impide ensayarlo es lo que en la mayor parte del globo ha venido a romper el equilibrio. Los nuevos derechos sociales y el liberalismo Es grande también, hermosa, llena de perspectivas trascendentales, la educación del pueblo, la redención del indio. En materias agrarias tenemos programa para cinco lustros, en el cual podemos ponernos fácilmente de acuerdo los hombres previsores de los dos partidos. Hay una injusticia inveterada, tradicional, con los colonos, aunque hay colonos que, aleccionados por vagabundos comunistas, aspiran a que lo ajeno sea propio. Hay una infamia, como el llamado concierto del departamento de Bolívar, contrato horrendo mediante el cual un hombre pobre se alquila, por un salario escaso, de por vida. En La vorágine elevó su voz sonora José Eustasio Rivera contra el peligro mayor de la selva, que no es la fiera hambrienta, 158
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ni el caimán con sus mandíbulas voraces, ni la hormiga tambocha que pudre cuanto toca, ni las serpientes, ni los vampiros, ni las exhalaciones pútridas, ni el zancudo, ni los perfumes venenosos, ni las flechas. Ese peligro máximo está en los libros diario y mayor de los caucheros. Es la iniquidad del explotador de la miseria, el verdugo del hombre, que por una simple prenda de vestir obliga al compromiso del trabajo por años, y que por una pequeña suma, indispensable para las drogas con que ha de aliviarse un ser querido, obligue a quien la obtiene a ofrecer los servicios de quien todavía no ha visto la luz triste del mundo. En la selva hay seres que nacen peor que esclavos. En los latifundios hay trabajadores que en muy poco se distinguen de los semovientes. Sobre el surco se mantienen, desde que Dios manda su luz hasta cuando la quita, por un pago irrisorio. Viven sin alegría, sin cordialidad, sin el sentido humano, atenaceados por la necesidad, perseguidos por la obligación, sin la posesión de ellos mismos, para morir cualquier día como una bestia que se echa, como una mosca que se aplasta, hermética la faz, tristes los ojos, incapaz el alma de una protesta, de una rebeldía, mientras la tarde en que se hunden es apenas presagio de la aurora, igualmente melancólica, que se abrirá, cuando se hayan ido, para todos los suyos. El corazón, el cristianismo, el interés, todo se junta en el impulso único de acabar con esa desventura. Liberalismo y conservatismo quieren la parcelación inteligente, la compra por el Estado de terrenos que pueda dar a los cultivadores, la colonización respetada y amparada, fomentada también con la entrega de herramientas, con el suministro de fondos, en la pequeña proporción que las circunstancias lo permitan, pero en una que por lo menos indique la iniciación del programa. Muchas campañas análogas pueden llevarse a cabo. Ahí desaparece 159
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propiamente el color rojo o azul de la bandera. En materias económicas se impone, antes que la doctrina, la conveniencia nacional, con estudio detenido de los factores que concurren a la producción, de la índole de las gentes, de la posibilidad de los mercados, porque la interdependencia del mundo no tolera experimentos doctrinarios, sobre todo en países pequeños y en países jóvenes, cuando se ponen en peligro las fuentes mismas de la riqueza. Aunque es muy hondo y frecuentemente cierto el concepto de Jules Lemaitre, de que "el hombre, a medida que su condición material mejora, descubre nuevas maneras de sufrir", no ha de olvidarse que no existe un disolvente peor que la miseria. Es la madre de la desesperación, del crimen, de la rebeldía, de la progresiva anulación de la conciencia. El on devient moral des qu'on est malhereux de Proust es muy relativo. Los días sin pan no engendran pensamientos pacíficos. Hay que procurar que el pan no falte en la rústica mesa del obrero. Lo económico domina lo moral, lo social, lo internacional, lo biológico. Siempre ha estado presente en todos los conflictos, en todas las matanzas, en todas las revoluciones, pero es desde el empuje socialista del siglo XIX cuando ha cobrado fuerza, para convertirse en lo esencial de los programas de todos los partidos. La gallina en la olla del pueblo, mostrada como ideal por Enrique IV, había sido ya el panem et circenses de Juvenal en su sátira. Y fue acaso el hambre la explicación recóndita, en tiempos anteriores a la historia, de las luchas de clanes y de tribus. Brillat Savarin decía que a la humanidad le interesa más la confección de un nuevo plato que el descubrimiento de un astro. Concepto de gastrónomo, indudablemente se hace más intenso cuando contempla el problema de la ración necesaria. Para la verdadera redención del pueblo hace falta el apóstol que haya sentido en la carne sus dolores. Nada arreglan, ante 160
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descomponen, los predicadores de un credo prematuro, en el cual no tienen fe, pero cuya utilidad pecuniaria reconocen, hábiles en el arte de extraer a los siervos de la gleba la cuota que, no a ellos sino al solicitante, le sirve. Aquí tenemos ya una larga lista de embaucadores, de diestros capitanes que no pasan la línea del peligro y huyen en el momento de prueba, después de haber empujado a la violencia, con palabras falaces y de encono, a los seguidores sumisos, para ir a disfrutar mansamente del dinero que les han sonsacado. Así también los cazadores de votos. Programas deslumbrantes de un paseo electoral, censuras cáusticas al capitalismo, del cual quisieran vivir o hacia el cual van acercándose con sus procedimientos de logreros, para olvidar el día del triunfo las promesas, engañar la opinión y cobrar, a la burguesía que dicen detestar o al gobierno que fingen combatir, la influencia conseguida en el pueblo: esa es la historia, en todas partes, de esos arrivistas. Tienen elasticidad de serpiente. Se adelgazan y cuelan por cualquier grieta. Al menor descuido aparecen desempeñando un cargo público, o se pasan al partido contrario si a sus personales intereses conviene, porque no es sino eso, o la curul en la cámara, o las monedas del chantaje que aseguran el silencio, lo que ansiosamente buscan. El campesino, el obrero, se dan cuenta ya tarde de que lisa y llanamente fueron esquilmados. Todo, en resumen, para adelantar, para moverse, para transformarse, viene a ser una labor de educación. Educación arriba, educación abajo. Enseñanza gratuita y enseñanza práctica. Formación del criterio para acostumbrarlo al análisis, a la investigación, al examen de cuanto como verdad se da y que puede no serlo. Entre nosotros fue llevado el concepto de libertad al extremo de condenar la enseñanza obligatoria como una violación del derecho de no hacer nada, como un atentado contra esa 161
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única propiedad, decía Murillo, del desocupado: su tiempo. Escritores liberales sostuvieron, con un caudal de razones, tal principio. Después la enseñanza obligatoria fue canon liberal, al cual se opusieron los conservadores con estrépito, hasta llegar, en los tiempos que corren, a una fórmula que en teoría es excelente: enseñanza obligatoria con libertad, para los padres, de escoger la escuela. Al jacobinismo le repugna, por cuanto anhela vaciar los criterios en ciertos moldes de aberración y de odio. El catolicismo no es amigo de la libertad de enseñanza, aunque alega el derecho en dondequiera que se halla sometido. El verdadero liberalismo reconoce como suya la nueva fórmula conservadora.
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¿Y Ud. por qué es Liberal? Máximo Pérez Soto20. He aquí una pregunta fácil para una respuesta no tan fácil. Pero sin duda alguna, tengo fe en la ideología liberal y en su credo social, ya que tiene los elementos esenciales al hombre común en su diario anhelo de ser feliz y vivir en paz. De alguna forma, unidos a mi cotidianidad como ser humano están los elementos propios de la filosofía partidista que me motivan a creer en sus postulados: Libertad de ideas y de pensamiento; Solidaridad Social; Respeto por el hombre cualquiera sea su ideario político o su fe; creencia absoluta en la Igualdad de todos ante la ley, una ética humanista que pregona equidad y respeto por las Instituciones surgidas de la Democracia Representativa y como corolario de todo ello, mi fe y certeza en que la mejor forma de Gobierno es la de un Estado Social de Derecho ,anclado en una Constitución de corte social y garantista, que sea además acatada y respetada por todos. Soy Liberal porque comparto las ideas cimeras de Igualdad, Equidad, Libertad, Respeto por el otro y la solidaridad social. Esos son los materiales para construir el edificio del Estado Social de Derecho que como Liberal, defiendo y predico. Me preguntan ¿por qué soy Liberal? Creo que en el párrafo anterior encuentro mi propia definición y respuesta: a) Tengo sentido del deber social, individual y colectivo. b) Soy defensor del Estado Social de Derecho y de la estricta separación e independencia de los Poderes 20
Director de la Escuela de Postgrados de la Universidad Cooperativa de Colombia.
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del Estado, aquél que se define como sistema político básico con Montesquieu en “El Espíritu de las Leyes” c) Creo en la Libertad del individuo como principio y en la Democracia como sistema de Gobierno. Creo en estos principios básicos esenciales y asumo como propias estas premisas, pero, aparte, cinco períodos como concejal de Medellín en las filas del liberalismo, me han permitido decantar algunas ideas personales sobre la militancia en el Partido. Permítaseme, entonces, una corta divagación referida a mi liberalismo. Se nace Liberal por tradición y por sangre, pero además se aprende en la medida en que se ausculta e interpreta la sociedad en la que se ejerce la ciudadanía. Para soportar esta afirmación debo acudir a mis recuerdos. Cuando nací a fines de los años 50s, los partidos Liberal y Conservador habían formado el Frente Nacional buscando abolir la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, poner fin a la violencia entre ambos partidos compartiendo el poder durante 16 años hasta1974, bajo un esquema de alternación y paridad en los cargos del Estado. Tal circunstancia fue significativa para mi formación en aspectos políticos, porque tanto en mi familia materna como en la paterna, militaron seguidores muy activos de los partidos tradicionales y de la izquierda; a unos y otros les acompañe en muchas ocasiones a sus actividades proselitistas, y fue así como tuve la oportunidad de comparar tendencias y posiciones políticas diferentes. Debo destacar también que desde niño tuve contacto con el trabajo social que realizó mi padre, un apasionado precursor del movimiento cooperativo en mi Departamento; le acompañe a muchos municipios de Antioquia donde impartió capacitación a las comunidades en aspectos como la Economía Solidaria, la ayuda mutua y 164
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el compromiso social lo que permitió la conformación y consolidación de muchas cooperativas; con su ejemplo me incliné al servicio de las personas. Recuerdo que con un grupo de idealistas cooperólogos promovió “MOSPOL” Movimiento Social Político Colombiano, del cual tuve referencias sólo hasta la repentina muerte de mi padre, a los 36 años, cuando yo tenía 11. Sin duda que esa vida ejemplar me dio una pauta personal y ejemplo a seguir y es muy probable que tal vivencia, me haya orientado a las ideas Liberales. Por otro lado, siendo joven tuve estrecha relación con mi abuela materna, activa militante conservadora que representó a su partido como concejal de Medellín, Diputada, Representante suplente por Antioquia; de ella aprendí la defensa de la educación pública y la promoción de los centros cívicos que luego se denominaron Juntas de Acción Comunal. También tuve otro referente partidista en un tío paterno, militante de la Izquierda Popular liberal que ocupó curules como Diputado y Representante a la Cámara por Antioquia. Es más tarde, ya en la Universidad y luego de un corto período de simpatía por la izquierda, algo tan en boga entonces, que decepcionado por sus prácticas violentas descubro la necesidad de elegir bando en el terreno ideológico, para poder identificar mis inquietudes partidistas. Vistas las opciones y apuntalado en el compromiso social y político de mi padre, seguí su huella: elegí ser Liberal, y no sólo serlo, sino trabajar bajo sus banderas para servir a las gentes, en la medida de mis posibilidades. De seguro es el Liberalismo la doctrina filosófico-partidista que más se acerca a mis instintos sociales, a mi sentido de la justicia y la equidad, a mi 165
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valoración personal de la libertad individual y colectiva, a la visión de gobierno y de Estado que quiero y defiendo. Hago una referencia aquí al nacimiento del Partido Liberal, como idea. En los primeros tiempos los pensadores Ilustrados hartos del despotismo monárquico teorizan sobre un nuevo tipo de relación entre el individuo y el Estado. Rousseau y Voltaire, entre otros, hablan de un hombre nuevo, una nueva forma de sociedad en la que el Ser Humano es el fin del Estado y no al contrario. Luego es otro Ilustrado, Montesquieu, quien sienta las bases del Estado moderno cuando propone la separación e independencia de tres Poderes del Estado, en un sistema de pesos y contrapesos que impidan la tiranía de uno sobre los otros, con lo que empiezan a definirse los primeros asomos de la república moderna. Se da así un nuevo Renacimiento del hombre, esta vez definido como elemento fundamental de los intereses del Estado, artífice del mismo, y juez de su propia forma gobierno en la medida en que como Ser Político, elige quiénes, y cómo lo deben gobernar. Y es en complementación de esta nueva forma de ver al hombre, en su enfoque humanista y de Ser Político que surge el Liberalismo. Toma de entre los rescoldos de la Revolución Francesa las ideas de Libertad e Igualdad; asume como propios los postulados del Estado de Derecho de corte Inglés que pregona Montequieu; se apropia de las luchas sociales de los pequeñoburgueses y los más pobres, toma bajo su cuidado a la clase trabajadora, y asume la justa causa de sus reclamos sociales. En adelante, la justicia social, la equidad, la tolerancia con la idea ajena y la igualdad ante los hombres y el Estado, serán la divisa humanista que definirá el talante Liberal. Esas son las cosas que me gustan, por las que soy Liberal. A riesgo de ser simplista, creo que soy Liberal porque después de conocer otras ideologías no 166
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podría ser sino Liberal. Así, creo que por todo lo anterior…soy Liberal. Pero quedaría corta mi respuesta si no intentara darle un contexto apropiado a mi fe Liberal, en la escena política de nuestro país. ¿Cuándo y bajo qué circunstancias nace el Partido Liberal? Luego de nuestra independencia empiezan a definirse una serie de factores de poder, tanto económico como político y social, que hacían imperativo un nuevo orden en todos los campos, pues aunque ya no nos gobernaba España, viejas instituciones coloniales nos ataban al pasado y estaban vigentes aún en épocas tan avanzadas como la década del cuarenta del siglo xix. Ya de tiempo atrás, Bolívar y Santander, con ideas diferentes sobre la manera de dar forma a las nuevas naciones habían marcado distancias conceptuales y cada uno de ellos tenía sus seguidores. Los de Bolívar creían que los viejos privilegios y todo lo que implicaban debían conservarse, aún a costas de tener un Estado autoritario, preservando además la riqueza y el poder terrenal de la iglesia cogobernante, todopoderosa. Los amigos de Santander pensaban que la independencia y la sangre derramada en su nombre, deberían servir para romper los viejos lazos, construir un nuevo país con instituciones basadas en el derecho y otros parámetros, tanto sociales como políticos y económicos. Así pues que cada bando eligió una tesis, una ideología y una manera de interpretar el Estado. Nacen así los Partidos Políticos nuestros. Es curioso qué, como aún ocurre hoy, en ambos cohabitan terratenientes, clases alta, media y baja. El Partido de Caro y Ospina contaba con el pueblo raso que aportaba la fe en un clero que era guía y camino al cielo. El Partido Liberal, en cambio, quería a la iglesia lejos del gobierno y de la educación. No aceptaba la esclavitud (aunque como en el Conservador también había terratenientes y mineros que 167
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los usaban) y lo más importante, buscaba salir, lo más rápido posible, de las anquilosadas leyes coloniales que nos amarraban al pasado. Es en 1848 cuando Don Ezequiel Rojas publica como aviso de prensa lo que sería la plataforma ideológica y a la vez el programa de gobierno del Partido Liberal. En esencia, sostenía como ideas definitorias de nuestra doctrina que ser Liberal significaba: ser libres y soberanos; gozar de todas las libertades inherentes al hombre; poderes independientes que protejan desde su órbita esas libertades; un congreso que legisle a favor de todos; tener libertad de empresa y derecho a la propiedad privada; tener un poder ejecutivo con límites en su acción; abolir la esclavitud y acabar con los monopolios estatales remanentes de la época colonial; establecer impuestos justos. Por último y más importante, separación de la iglesia el Estado. Bajo estas ideas, a partir de 1849, y con José Hilario López se inician los presidentes Liberales, en un país que tuvo diferentes nombres y múltiples Constituciones. Con todo tipo de alianzas de las diferentes tendencias Liberales y hasta con Conservadores, gobernamos hasta 1885. Sin embargo, por el camino, la Constitución de Rionegro (1863 de corte federal) divide al liberalismo entre centralistas (moderados) y Radicales, aquellos que deseaban seguir bajo la Constitución de 1863. Así se abona el terreno para la llegada de Nuñez, pues con la presidencia de Julián Trujillo, un liberal moderado al que apoyan los Conservadores, se empiezan a desmoronar dos de los pilares fundamentales de la filosofía Liberal: Trujillo decide abolir las leyes anticlericales que caracterizaban a los Liberales y seguidamente busca acabar con las separación entre la Iglesia y el Estado. Era el fin de las ideas Liberales en el poder. Surgen los gobiernos de la 168
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llamada hegemonía Conservadora. Pasarán casi 50 años, antes de que volvamos a alcanzar el poder y eso gracias a la división que presentó el Partido Conservador. En 1930, con el conservatismo dividido, llega al poder Enrique Olaya Herrera, dando inicio a la llamada República Liberal, que duraría hasta 1945 en la segunda presidencia de López Pumarejo. El resto es historia reciente que ya todos sabemos. Hoy llevamos más de 12 años fuera del poder, fruto de repetidos errores. Como sea que fuere, mis raíces se hunden en la creencia en un Estado Social de Derecho, un gobierno en que la Democracia sea su fuente, un país en el que la justicia social, la tolerancia y el respeto por las libertades de todo tipo, sean la regla, no la excepción. Por creer y luchar por estas cosas y sustentarlos como mis valores civiles, es que puedo decir, con orgullo, que soy Liberal.
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Otros Algunos amigos, con espontaneidad y con profundo sentimiento Liberal, quisieron hacer sus aportes y aquí los consignamos porque son valiosos. Estimado Rodrigo: A la pregunta porque soy liberal, van unidos una serie de conceptos e ideas personales que me llevan a formar en mi conciencia una serie de derechos y deberes para conmigo mismo y para con los demás como son: el derecho a la vida, a la integridad, a la libertad de expresión, al trabajo, a la propiedad privada, a la independencia en mis ideas, sin llegar nunca a un libertinaje ni de ir en contra de los derechos de los demás .Respetar la constitución y las leyes del país es básico en mi pensamiento liberal y nunca atropellarlas para benéfico propio. Hay una serie de derechos que tenemos todos los seres humanos que son irrevocables e inalienables. La libertad de expresión sin ofender a nadie y hablando siempre con la verdad no pueden ser violentados por los gobiernos .La protección al desvalido, el apoyo a los niños en todos sus aspectos, la protección al anciano, el derecho a un trabajo justo y equitativo en su remuneración, en que existan menos pobres y menos ricos, me acercan en el país mas a un pensamiento del partido liberal que a otros partidos y por eso soy liberal. Marco Aurelio Mejia A. Rodrigo es para mi un placer decirte por que soy liberal, soy de cuna de conservadores norte santandereanos propios de la provincia de Pamplona y Sardinata, con este patrón de conducta mi ideal no debía ser otro mas que el conservador, pero en el fondo de mí, 171
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existió siempre curiosidad por la otra cara de la moneda; donde crecí en medio de políticos conservadores y la valentía de mi madre me ayudo a descubrir esa otra parte que debia conocer. Desde niña me interese por la participación ciudadana, en mis tiempos escolares en mi época de estudiante fui personera con mención de honor en un colegio de influencias religiosas, donde por más que me esforcé para promover la equidad entre los estudiantes y docentes fue en vano, siempre las situaciones se solucionaban sin democracia, eso hizo que mi visión del concepto conservador cambiara. Luego pasado el tiempo me fui a la universidad, en Bucaramanga una decisión que hizo que formara un ideal distinto en mi cultura al que poseía, pero luego por cosas del amor, la vida llegue al Casanare, como muchos en busca de mejores oportunidades y con un potencial social sin precedentes, ( Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida) y sin burocracia alguna hice parte de la nomina de una empresa de un santandereano con un pensamiento similar al mío, fue tanto encanto por el trabajo social que un día mi jefe ya hace 10 años me presento a Efrén Hernández, desde entonces hice parte de las filas del liberalismo, cuando en mi familia me dicen algo tengo argumentos de peso para dar una respuesta, pues hago parte de una colectividad que me educa, actualiza y no discrimina. hace poco estuve en la escuela de formación de jóvenes liberales y me levantaba todos los días deseando que se llegara el viernes para tener mas información y mas fuerzas para salir a la calle y ponerme la camisa roja con orgullo. Hoy día recorro la Orinoquia difundiendo el mensaje. Este es un resumen de porque soy liberal.... Claudia Montes Mendoza. 172
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Socialismo de Estado Rafael Uribe Uribe21. Más conocida como “La Conferencia del Municipal”. Bogotá. 1904. “Es necesario que el Estado intervenga para reglamentar el régimen de trabajo. Ya se han obtenido leyes en casi toda Europa, para limitar a ocho las horas en que el obrero debe permanecer en la fábrica o en el taller, así como la prohibición del trabajo de los niños, la limitación del de las mujeres, el de las industrias peligrosas o insalubres, la inspección de las calderas de vapor y transmisiones de máquinas, el cubo de aire respirado en los talleres, el reposo dominical obligatorio para los adolescentes y para las mujeres, la restricción del trabajo nocturno para los obreros menores de edad y otras reformas importantes. Entre nosotros no existen grandes fábricas; los industriales son casi siempre empresarios y trabajan en sus habitaciones. Quizá no es tiempo todavía de limitar las horas de trabajo de los asalariados. Valdría más encaminar el esfuerzo colectivo, como he tenido el honor de proponerlo en la Cámara, al aprovechamiento de las caídas de agua para producir energía eléctrica que pudiera suministrarse a domicilio y a precio moderado para los pequeños talleres. No estaría de más la vigilancia sobre las condiciones higiénicas de muchos de ellos” ...“En nombre de la libertad suprimimos la instrucción obligatoria para los niños, sin caer en cuenta de que eso era imponerles el trabajo obligatorio en beneficio 21
General de los ejércitos Liberales y destacado jefe de nuestro Partido.
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exclusivo de sus padres o guardadores. No hay para qué sentar sobre eso una prohibición; basta con devolverlos a la escuela... No considero prematuro legislar sobre los accidentes de trabajo. Si por descuido del empresario, se hunde el socavón de una mina y aplasta o asfixia a los obreros, ¿puede el Estado mirar el siniestro con indiferencia? Si de un andamio mal hecho cae y se mata el albañil, ¿debe quedar sin sanción el responsable? Ya en Europa se obliga a indemnizar el daño causado. Conozco la explotación de los cafetales, trapiches o ingenios y demás empresas de tierras templadas o calientes, y os digo que sería oportuna y humana la ley que mandara a los patronos suministrar asistencia médica a sus peones y mejorar los alojamientos... Se otorga pensión a las viudas de los militares que mueren o se invalidan en nuestras guerras civiles, muchas veces por obra de una bala perdida, o de alguna enfermedad buscada; se jubila a los empleados que han tenido paciencia de vivir veinticinco años en la dulce ociosidad de las oficinas; pero a los nobles soldados y héroes del trabajo, cuya campaña no es de pocos meses sino de toda una vida, y no sedentaria sino llena de fatigas, a esos servidores, cuando caen víctimas de los accidentes naturales o enfermedades consiguientes, se les abandona a ellos y sus familias, y cuando la vejez los inutiliza, ¡felices si se les reserva una cama de hospital o se les da permiso para pedir limosna! ¿No pensáis que en el fondo de esto hay una anomalía y que sería bueno comenzar a preocuparnos del modo de remediarla? “Finalmente enumeraré en bloque algunas de las aspiraciones socialistas, no impracticables en Colombia: protección racional a las industrias nacionales, de que habla el informe que tendré el honor de presentar a la Cámara; participación de los obreros asalariados en las ganancias de la industria o explotación en que se ocupan: organización oficial de las cajas de ahorro, puestas al 174
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alcance de todos los asalariados, para libertar a las masas obreras de la esclavitud de la imprevisión, como la instrucción gratuita y obligatoria ha de libertarlas de la esclavitud de la ignorancia; creación de bancos de anticipos que le hagan préstamos al obrero para ayudarle a establecerse; fundación de bancos hipotecarios que desempeñen el mismo papel respecto a la agricultura; desarrollo de los seguros y de todos los sistemas cooperativos; medidas preventivas y aun coercitivas contra el alza artificial de los víveres y demás artículos de primera necesidad, no permitiendo la compra a los revendedores, sino después de haberse surtido los demás; reforma de la legislación agraria en el sentido propuesto por Gladstone para Irlanda y empezado ya a poner en práctica, que consiste esencialmente en dar duración fija y larga a los contratos de arrendamiento de la tierra, destinando a la adquisición de ella una parte del canon, para trocar en propietarios a los siervos de la gleba; construcción en las ciudades de casitas modelos, a las cuales se aplique el mismo sistema; creación de ministerios técnicos, en especial el de agricultura, para la compra y difusión de las semillas y aclimatación de plantas nuevas, progreso de los cultivos y de la ganadería, repoblación de bosques, etc., todo con el fin de mejorar en cantidad y en calidad la alimentación del pueblo; el dinero que hubiéramos de gastar en fomentar la inmigración, empleémoslo en promover dislocaciones de la población nacional, tomándola de donde es densa, para trasladarla a donde falte y fundando colonias agrícolas; combatir el alcoholismo por todos los medios preventivos y represivos posibles: aplicar en las escuelas primarias y secundarias el sistema froebeliano, de aprendizaje profesional, como lo pidió el General Reyes en su discurso inaugural, para sustituir la enseñanza teórica y de surmenage intelectual, que deja a los alumnos desprovistos de conocimientos 175
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prácticos en la lucha por la vida, por el trabajo manual de las escuelas que inspira a las generaciones nuevas el amor a la industria, ennoblece las artes, educa el ojo y la mano y forma buenos obreros”... “Con fragmentos de clásicos, retazos latinos, áridas reglas de gramática y sutilezas metafísicas, no se va hoy día a la conquista del pan; es enseñando hechos, la sustancia no la forma, como educaremos ciudadanos hábiles y fuertes, como formaremos los colombianos que necesita con urgencia el presente y el porvenir de la Patria. Para alejar de la taberna a los obreros, el Estado debe procurarles distracciones encaminadas a la educación moral y estética, como teatros populares a bajo precio, museos, bibliotecas, escuelas dominicales y nocturnas, gimnasios públicos, retretas de las bandas oficiales y, sobre todo, cafés baratos, donde a tiempo que se busquen mercados interiores para el consumo del grano se tenga en mira producir la excitación de las facultades ideativas, propias del café, en vez de espolear los instintos innobles que el alcohol despierta, o en lugar de permitir el embrutecimiento por la chicha. Todo lo cual puede resumirse en esta sola aspiración: hacer que el salario del obrero no se limite a lo puramente necesario para asegurar su subsistencia física, o hacer que ese salario y el tiempo que representa correspondan a la adquisición del mayor número de artículos o de servicios, inclusive su mejora moral y progreso material”. “Como se ve, casi todas las reivindicaciones socialistas están situadas en el terreno económico y se confunden con las aspiraciones del buen Gobierno. Porque ¿quién podrá aseverar que nuestro sistema social y político es perfecto y no requiere alteración? Presenciamos el contraste desolador entre la penuria de los que nada tienen y la abundancia de los que tienen mucho; entre los que sufren demasiado y los que demasiado gozan; entre los que 176
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oprimen y los oprimidos; y sin embargo, al adoptar a la América Latina y a Colombia en particular, estas peticiones de reforma, nadie pide que se haga tabla rasa de lo existente, para trazar en terreno limpio la ciudad nueva, sobre otro plan y otros principios. Es inútil trasladarse a la isla Utopía del Canciller Tomás Moro, ni a la Civitas Solis de Campanella, ni a la Nova Atlantis de Bacon, ni al Falansterio de Fourier, ni a la Salento de Fenelón o a la Icaria de Cabet. Las bases del procedimiento a seguir están hechas de afirmaciones prácticas, no de negaciones o ensueños. Se dejan en pie todas las verdades morales y religiosas, la constitución de la familia, la necesidad del Gobierno; no se ataca a la propiedad en sí misma, ni se pretende realizar una igualdad paradójica imposible, ni se predica la rebelión contra el orden establecido. Las apelaciones socialistas ya no son un toque de rebato para echarse sobre los bienes de los ricos y repartírselos como una presa. Hacen valer solamente el poder de la verdad y la fuerza del razonamiento para persuadir la conveniencia de una más equitativa distribución de la naturaleza y sus productos, a los cuales el Creador no puso marca de fábrica en favor de unos, con exclusión de otros, sino que los hizo para que los gozasen todas sus criaturas. Es innecesario que nadie se erija en Espartaco que encabece los gladiadores de la vida de los esclavos del trabajo, para irse contra el derecho escrito. Por medios legales y pacíficos es como han de adelantarse las reformas. Se trata de impulsar la civilización, en manera alguna de retroceder en su camino; el ideal es un aumento de amor entre los hombres, no la propagación del odio y de la envidia; y es apoyándose en la misma organización social, en lugar de pedir su liquidación presente –que podría parar en bancarrota– como se quiere introducir con lentitud y mesura las reformas, puesto que modificar la habitación que hallamos hecha es de ordinario mejor que edificar 177
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sobre ruinas. Nada de cataclismos; el paso del presente al porvenir ha de verificarse por transición suave, bienhechora y regular”. “El socialismo del cual hablo debe plantearse en un terreno esencialmente económico. La escuela económica clásica es hoy apenas un recuerdo histórico. Para prevenir el socialismo de la calle y de la plaza pública, no hay más medio que hacer bien entendido el socialismo de Estado, y resolver los conflictos antes de que se presenten. El socialismo que defiendo difiere tanto del absolutismo que mata la dignidad humana, como del individualismo que mata la sociedad”... “Y yerran los que me atribuyen un pensamiento de anonadar al ciudadano ante el Estado para que sea éste quien lo haga todo, reglamente la vida nacional hasta en sus más menores detalles, sea el propietario único, el único distribuidor de las riquezas y convierta a la nación en una máquina dirigida por uno o varios ingenieros encargados de pensar por todos los demás, asimilados a meros rodajes mecánicos e inconscientes, a la manera del Paraguay bajo los jesuitas o del doctor Francia. Por huir de la anarquía no preconizo el cesarismo. El Estado Providencial no es mi ideal”... “La cuestión económica se reduce en definitiva, en saber cómo se viste el pueblo, cómo se alimenta, cómo se aloja, cómo se mueve, si lleva a la espalda bultos, o si tiene acémilas, carros o trenes; cómo se calza o si va descalzo; cómo se cura las enfermedades, si se las cura; qué lee, si lee; cómo se divierte, si se divierte; y en suma, cuánto es su salario y si le alcanza para satisfacer sus necesidades”. “Creemos que la benevolencia de los poderes públicos debe mostrarse para con los débiles; creemos que la intangibilidad de la propiedad es uno de los principios tutelares de la civilización, pues que constituye el amparo de la vida de familia y es como la coraza de la libertad personal, garantía, independencia y fuente de energía 178
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humana; pero creemos también que si el salario moderno señala un evidente progreso sobre la esclavitud antigua, quizás no es el último peldaño de la evolución, porque en lugar de la producción de tipo monárquico y paternal, vendrá un día la de tipo cooperativo, más eficaz y justa por cuanto entrega a los obreros mismos, esto es, a los que ejecutan el trabajo y crean el producto, la parte proporcional que les corresponde; creemos en las virtudes del corporativismo, de las cooperativas, de los sindicatos, y de todas las formas nuevas de agremiación, nacidas del contacto permanente de los trabajadores; creemos en la obligación social de dar asistencia a los ancianos caídos en miseria y que ya no tienen fuerzas para trabajar; creemos que es necesario dictar leyes sobre los accidentes de trabajo y protectoras del niño, de la joven y de la mujer en los talleres y en los trabajos del campo; creemos que se debe obligar a los patronos a preocuparse de la higiene, del bienestar y de la instrucción gratuita, de los desamparados y que el personero municipal o abogado de pobres debe ayudar a defender sus derechos”. “En Colombia todo está por hacer. Como el siglo de vida independiente que pronto cumpliremos lo hemos pasado divertidos en el sport de la guerra, estamos singularmente retrasados en todas las sendas del progreso. Tenemos toda una nación por reconstruir. Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer Patria empleando los fusiles destructores. Necesitamos “hacer Patria” con las herramientas fecundas del trabajo. Yo he podido renunciar, como en efecto he renunciado, de una vez por todas y para siempre, a ser un revolucionario con las armas, pero no he renunciado a ser un revolucionario y un agitador en el campo de las ideas. Cada mañana toco tropa a las que he venido profesando y, pasada la revista revaluadora, doy de baja sin pena las que hallo inútiles para el servicio, y las repongo con otras jóvenes y 179
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robustas. Querría que así procediesen todos en vez de apacentarse en la inercia del pensamiento y de la acción. Si Colombia se pierde es por pereza. ¡Trabajemos!”.
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