63. LA CRÍTICA DE MARX AL CAPITALISMO Y SU INFLUJO EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO OCCIDENTAL. ÍNDICE.
Introducción. Marx. o El problema de los dos Marx. o La teoría socioeconómica de Marx. La sociedad sincrónicamente. La sociedad diacrónicamente. o La sociedad capitalista. Origen y fin del capitalismo. La fuerza de trabajo. La plusvalía. La lucha de clases. Breve historia del pensamiento marxista. o La polémica entre reformismo y ortodoxia. Eduard Bernstein. Karl Kaustky. Rosa Luxemburgo. o El austromarxismo. Max Adler. o El marxismo soviético. Lenin. o El marxismo occidental. Lukács. Kart Korsh. Ernst Bloch. o La polémica sobre el humanismo en el marxismo francés. Sartre. Louis Althusser. o El marxismo italiano. Gramsci. o La Escuela de Frankfurt. Marcuse. Bibliografía.
INTRODUCCIÓN.
MARX. El desarrollo de este tema se va a centrar en el Marx más maduro (desde su asentamiento en Londres), dedicado intensivamente a la elaboración de una gran teoría económica, y las obras más características de esta etapa: Contribución a la crítica de la economía política, Fundamentos de la crítica de la economía política (los Grundrisse son el esbozo de El capital), las Teorías de la plusvalía, y sobretodo El capital. En la primera parte se estudiará la teoría socioeconómica general de Marx, que es necesario tener en cuenta para derivar de ésta su concepción del capitalismo. En la segunda parte se expondrá el carácter esencial del capitalismo.
EL PROBLEMA DE LOS DOS MARX.
Es incuestionable que se pueden ver dos tendencias en Marx: la científico-descriptiva, y la revolucionaria-normativa. Las interpretaciones de Marx que lo reducen a una tendencia u a otra (ej.: la althuseriana a la científica, o las populistas a la revolucionaria) son insostenibles y no permiten comprender a este autor en su totalidad. El problema no es si en Marx se dieron ambas tendencias o actitudes, ya que es obvio que fue así, sino si en este autor tales tendencias eran compatibles o no entre sí. Se pueden distinguir dos problemas principales en relación a esto: 1º. Un problema es el que se deriva de la contraposición entre libertad y determinismo. Mientras que la praxis político-moral se inserta en un contexto de la libertad humana, el materialismo histórico, entendido científicamente, pertenece al ámbito del determinismo histórico. Pero ambos se dan en Marx1. 2º. El otro problema reside en la relación entre el sentido y fundamento normativos de la praxis político-moral y el materialismo histórico. ¿Dónde se pueden encontrar el sentido y el fundamento de la normatividad, de la praxis, de acuerdo al materialismo histórico?2
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No solo en teoría sino también biográficamente; de acuerdo a su teoría materialista de la producción Marx tendría que haber sido un burgués acomodado, abogado como su padre o profesor universitario, pero en vez de esto, gracias al ámbito de la libertad en el que se mueve la praxis, pudo vivir como revolucionario y superar la determinación clasista a la que estaba destinado según la cara determinista del marxismo. Hay que recordar que esta dicotomía ha generado dos importantes interpretaciones marxistas, la existencialista (Sartre y Merleau-Ponty) y la althuseriana. 2 El materialismo está imposibilitado para afirmar la existencia de la normatividad (como algo irreductible). La argumentación de esta tesis llevaría excesivo tiempo; tan solo decir, que el materialismo al afirmar tan solo la existencia de un único mundo, el factual material, está abocado a negar todo otro posible mundo existencial o a reducirlo al suyo propio. En el caso de la normatividad esto se ve claramente en la falacia naturalista donde la norma se reduce a una condición o determinación causal. De esta manera se nihiliza el sentido normativo. La desfundamentación de la normatividad suele derivar del hiperracionalismo en su proceso ad infinitum de búsqueda de fundamentos absolutos, inencontrables de esta manera produciendo el relativismo normativo. Pero el materialismo es más radical que este racionalismo extremo al negar de salida la existencia de fundamentos normativos.
El “socialismo científico” (expresión de Engels) no es una teoría desvinculada de la praxis política; Marx conjuga ambas tendencias considerando a la teoría socioeconómica como la base científica de la praxis política. Marx antecede a los frankfurtianos en la defensa de una ciencia comprometida con la realidad política, en contra posición a una supuesta ciencia neutral.
LA TEORÍA SOCIOECONÓMICA GENERAL DE MARX. La teoría socioeconómica de Marx se denomina “materialismo histórico”, es decir, la consideración de la sociedad históricamente y determinada por condiciones de producción. Puede reconstruirse la teoría socioeconómica general de Marx según dos pautas diferentes. Una estática o sincrónica, en la que se puede estudiar el carácter de la sociedad en sus partes constitutivas. Y otra dinámica, diacrónica o histórica, en la que estudiar la sociedad en su dinámica histórica.
La sociedad sincrónicamente. La sociedad puede dividirse en tres partes: infraestructura, estructura y superestructura (aunque Marx no haya utilizado esta terminología). a) La infraestructura corresponde a las fuerzas de producción. Cohen ha aumentado ligeramente el catálogo de las fuerzas productivas, por lo que según esto, éstas se componen de: 1) Medios de producción. Instrumentos de producción (herramientas, máquinas, materiales instrumentales); materias primas; y espacios. 2) Fuerza de trabajo o las facultades productivas de los agentes productores (fortaleza, habilidad, conocimiento, etc.). b) La estructura es la estructura económica (también denominada “base real”) y corresponde a las relaciones de producción (sin incluir las fuerzas productivas). La estructura económica de una sociedad es el conjunto de sus relaciones de producción. Estas consisten en relaciones de propiedad (como control efectivo, no como legalidad) por personas de fuerzas productivas o personas; es decir, son relaciones de poder efectivo sobre las personas y las fuerzas productivas. Esta estructura es de tipo relacional en cuanto que relaciona los términos o contenidos infraestructurales (los elementos constitutivos de las fuerzas de producción) y a las personas entre sí. Según esto todas las relaciones posibles son persona-persona (incluyendo los grupos de personas) y persona-fuerza productiva. c) La superestructura es un conjunto de instituciones no económicas. Aquí hay que destacar principalmente el sistema legal y el Estado. En el plano del derecho y la legalidad es importante destacar el papel de las relaciones de propiedad entendidas, a diferencia de la estructura económica, como relaciones de poder legal en vez de efectivo. Sobre el tema de la ideología no está claro si ésta pertenece o no a la superestructura (para Cohen, no). A mi parecer, la ideología como otras formaciones culturales tienen que pertenecer necesariamente a la superestructura, ya que sino ¿a qué esfera social pertenecen entonces?, ¿o no pertenecen a ninguna?, lo que implicaría la afirmación de su ahistoricidad (idealismo).
Estas partes de la sociedad mantienen cierto tipo de relaciones entre sí. Según Cohen estas relaciones son de tipo funcional3. Por consiguiente, puede decirse, en líneas generales, que las relaciones de producción tienen el carácter que tienen porque promueven el desarrollo de las fuerzas productivas, y la superestructura tiene el carácter que tiene porque confiere estabilidad a la producción4. La superestructura es como es por la función que cumple en relación con la estructura, y la estructura es como es por la función que cumple en la infraestructura; generando de esta manera una cadena de funciones según los diferentes estratos de la sociedad. Por esta razón puede decirse que la primacía está en las fuerzas de producción. Determinan (o son la base de) el resto de los estratos sociales. Pero hay que tener cuidado de no confundir esta determinación de las fuerzas productivas. Para ello, siguiendo a Cohen5, conviene diferenciar entre dos acepciones de la palabra “base”: a) x es la base1 de y si x es una parte de y en la que se basa el resto de y; b) x es la base2 de y si x es externa a y, basándose esta en aquella. Por consiguiente, según esta distinción, puede decirse que la infraestructura es la base2 de la estructura y esta a su vez es la base2 de la superestructura.
La sociedad diacrónicamente. Marx concibe la historia, en contraposición al idealismo, determinada no por condiciones espirituales sino por condiciones externas, materiales. Según Cohen puede caracterizarse, tradicionalmente, el materialismo histórico como una concepción que entiende la historia como “el desarrollo de la capacidad productiva del hombre y en la que las formas de la sociedad crecen o decaen en la medida en que permiten o impiden ese desarrollo.”6 Ya a partir de esta definición del materialismo histórico puede verse cual es la dinámica general de la historia en la teoría de Marx. En la exposición sincrónica ya se vio que los diferentes estratos mantenían entre sí relaciones de funcionalidad. Pues bien, puede decirse que es esta funcionalidad la que marca la dinámica a seguir por la historia. Y ya que son las fuerzas productivas las que poseen la primacía, puede decirse que es en ellas donde reside el primer motor histórico. Las fuerzas productivas tienden a desarrollarse a lo largo de la historia7. Y la estructura económica se desarrolla de acuerdo a la capacidad que ofrezcan las relaciones de producción para desarrollar, a su vez, las fuerzas productivas. Funcionalmente puede decirse que “las relaciones de producción son de un tipo R en un momento m porque las relaciones de tipo R son adecuadas al uso y al desarrollo de las fuerzas productivas en el momento m, dado el nivel de desarrollo de estas últimas en m.”8 Según esto, una estructura económica perdura en el tiempo porque permite el desarrollo de las fuerzas de producción; pero si esto no ocurre así es cuando las relaciones de producción cambian surgiendo una nueva 3
Cohen entiende la explicación funcional como una explicación de consecuencia (causalidad explicada en relación a leyes) en la que el hecho de que ocurra el suceso es funcional para una u otra cosa. 4 Cohen (1978), pg. 275. 5 Cohen (1978), pg. 32. 6 Cohen (1978), pg. XVI. 7 Esto se puede explicar microsocialmente a partir de las necesidades materiales humanas. Estas necesidades llevan al hombre a una búsqueda incesante de mejoras en su satisfacción, mejora que viene dada por el desarrollo de las fuerzas productivas. 8 Cohen (1978), pg. 177.
estructura económica como respuesta a los requerimientos del desarrollo de las fuerzas productivas. Es decir, cuando la estructura económica frena o impide el desarrollo de las fuerzas productivas se produce una contradicción que genera la aparición de una nueva estructura económica. En esta dinámica, la superestructura también posee su función. La superestructura aparece o desaparece en la medida en la que se adecua a una estructura económica; por lo que aparece y desaparece con esta. En la dinámica concreta de la historia puede verse como la dinámica general que se acaba de exponer va configurando los diversos estadios históricos. Como se había dicho, la función central de la estructura económica era la de permitir y alentar el desarrollo de las fuerzas productivas; en otras palabras, generar excedente. Y es el grado de excedente en la producción al que llega una sociedad el que caracteriza (y determina) su estructura económica. Según esto, Marx identificó cuatro estadios o épocas: 1) Sociedad preclasista. No hay excedente. 2) Sociedad precapitalista de clases. Hay poco excedente. 3) Sociedad capitalista. Hay un excedente bastante alto. 4) Sociedad posclasista o comunista. Hay un excedente masivo. Es el excedente lo que determina el desarrollo del clasismo a lo largo de la historia. En la sociedad preclasista no hay excedente y por consiguiente no hay una clase que pueda vivir de la clase trabajadora. Pero tanto en las sociedades precapitalista y capitalista este excedente permite la división clasista de la sociedad. Según Marx esta división en clases es necesaria para aumentar la productividad hasta llegar a un punto que el excedente sea tan grande (sociedad de la abundancia), al haber logrado un desarrollo enorme de las fuerzas productivas, que el trabajo alienante y las clases desaparezcan dando paso al comunismo. Pero este paso al comunismo vendrá dado por el hecho de que el capitalismo ya no será capaz de seguir aumentando el desarrollo de las fuerzas productivas que lleven a la sociedad de la abundancia; a partir de esta contradicción se producirá la ruptura que de paso al comunismo como estructura económica capaz de garantizar el adecuado desarrollo de las fuerzas productivas.
LA SOCIEDAD CAPITALISTA. Origen y fin del capitalismo. El origen del capitalismo se basa en una “acumulación originaria” de capital que convierte a unos en propietarios y a otros en trabajadores al servicio de esos propietarios. Marx estudia el caso de la acumulación originaria realizada en Inglaterra: esta acumulación de capital se llevó a cabo en menor medida a partir de pequeñas actividades mercantiles, pero, en mayor medida, a partir de la expropiación violenta de las tierras de los campesinos, lo que también repercutió en que estos perdieran sus medios de producción y tuvieran que convertirse en mano de obra asalariada, trabajando para el capitalista en vez de para ellos mismos. Marx consideró que el proceso inglés podía ser extensible a otras regiones geográficas, al margen de esto, lo importante en general para entender el origen del capitalismo es que se tienen que dar dos condiciones: a) acumulación de capital y propiedades; b) masas de gentes sin medios de producción propios.
El capitalismo es un sistema económico que crece y perdura gracias a su gran capacidad productiva, mucho mayor que la de los anteriores sistemas económicos. Su capacidad para producir excedencia productiva viene determinada por su principal mecanismo de acción: la plusvalía. Pero este incremento de la producción no es sostenible eternamente por medio del capitalismo. Marx habló de numerosas contradicciones (dialécticas) inherentes al mismo capitalismo que llevarían a éste a su colapso. Ya se vio que la incapacidad del capitalismo para seguir potenciando las fuerzas productivas supone su destrucción. Esto es así básicamente, porque el capitalista invierte en el desarrollo de las fuerzas de producción como un medio para obtener unos beneficios egoístas, pero no hay un interés de desarrollar la capacidad productiva como fin en sí mismo y como beneficio universal para toda la comunidad. Además a partir del proceso tendente a un cada vez mayor concentración o monopolización de capital que enriquece a unos poco se produce un cada vez mayor empobrecimiento del resto de la gente. La contradicción entre, por una parte, una abundancia producida por unas fuerzas de producción muy desarrolladas y, por otra parte, la pobreza de gran parte de la sociedad derivará en la síntesis comunista: la sociedad de la abundancia para toda la población.
La fuerza de trabajo. En el capitalismo la fuerza de trabajo (las capacidades físicas y mentales del trabajador) se convierte en una mercancía (fetichismo de la mercancía). A partir de esta concepción, Marx redefine con más precisión su noción de alienación. La posibilidad de mercadear en el capitalismo con la fuerza de trabajo exige dos condiciones: a) Que el poseedor de la fuerza de trabajo pueda disponer libremente de ella. Por esta razón el auge del capitalismo siempre estuvo precedido de la liberación jurídica de los individuos; ej.: la Revolución Francesa de 1789, o el final de la servidumbre en Rusia. b) Que esté obligado a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. El trabajador no posee más que su fuerza de trabajo, por lo que es lo único que puede vender. Al estar los medios de producción (incluyendo los recursos naturales) en manos de los capitalistas, el trabajador no tiene más remedio que vender su trabajo a estos; sí poseyera los medios de producción podría trabajar para él mismo. El trabajador en el capitalismo vende “libremente” su fuerza de trabajo; en este sentido, el trabajador del capitalismo se diferencia del siervo y del esclavo, pero la libertad de aquel está condicionada por el imperativo de la supervivencia, la cual solo se garantiza a partir de la transacción capitalista en la cual el trabajador vende su trabajo; la otra “libre” opción es la muerte.
Plusvalía. La teoría del valor es ante todo una teoría de la explotación. Marx se opone a las concepciones que equiparan el salario del trabajo con el valor del trabajo; con lo que se opone a las reivindicaciones socialistas por un salario justo. El salario equivale al precio de la fuerza de trabajo y no al valor del trabajo, es decir, el capitalista paga por la capacidad laboral pero esto no es lo mismo que el valor de un trabajo, lo que un trabajo produce en su totalidad; sino fuera así el capitalismo no podría existir, ya que el trabajador obtendría todo el valor de lo trabajado sin posibilidad de que se produjese plusvalía y con ello beneficios para el capitalista. La fuerza de trabajo tiene la parcticularidad de crear más riqueza que la que consume para subsistir, la fuerza de trabajo puede suministrar más trabajo que el que cuesta mantener dicha fuerza de trabajo. Aquí es donde está la capacidad del capitalismo de crear excedencia; ésta no se puede crear en el comercio de mercancías iguales, ya que estas no pueden variar, pero el trabajo realizado por un trabajador puede exceder el trabajo necesitado para mantener a ese trabajador. Este plustrabajo, esta excedencia producida por el trabajador, es lo que genera la plusvalía: plustrabajo / trabajo necesario = plusvalía. El trabajador produce más valor del que necesita para subsistir; pero esta plusvalía no pertenece al trabajador sino que va a parar a manos del capitalista que ha comprado el trabajo del trabajador. Por lo tanto, es en la plusvalía donde reside la explotación laboral del hombre.
La lucha de clases. La teoría socioeconómica de Marx está al servicio de la lucha de clases y la las posiciones políticas socialistas; pero está al servicio no es un sentido de teoría retórica válida para lograr un fin político, sino en el sentido de teoría considerada por Marx como científica o verdadera. La teoría socioeconómica debe de despertar la conciencia del proletariado, que de otra manera estaría absorbido como clase dentro de las relaciones objetivas de producción, las capitalistas. Por ello el marxismo se contrapone a las ideologías (políticas, religiosas, morales, etc.) que superestructuralmente contribuyen a la diferencia de clases. Estas ideologías suelen operar a un nivel inconsciente; por ello el marxismo se constituye como una toma de conciencia.
BREVE HISTORIA DEL PENSAMIENTO MARXISTA. Como es obvio no se puede desarrollar aquí toda la historia del marxismo, por lo que la exposición se centrará en aquellos autores y tendencias más originales.
LA POLÉMICA ENTRE REFORMISMO Y ORTODOXIA.
EDUARD BERNSTEIN. El reformismo de Bernstein fue denominado “revisionismo”. Fue el primer gran reformista del marxismo; cuando se inició la polémica entre ortodoxos y reformistas, Bersntein se constituyó como el principal representante de esta posición. En Los supuestos del socialismo y las funciones de la socialdemocracia es donde desarrolla sistemáticamente su posición reformista. La historia ha desmentido las previsiones del marxismo. No se ha producido un aumento de la pobreza ni una pauperización de la clase media, los conflictos de clase no se han agudizado, y en general el capitalismo no se ha hundido. Este fallo de las previsiones se inserta en la problemática más amplia que se da en el marxismo en torno a la dicotomía no resuelta entre determinismo histórico y voluntarismo político; es decir, en algunos casos se defiende la determinación necesaria de las leyes históricas, y, en otros casos, se defiende la praxis voluntaria política como causa del cambio social e histórico. Bernstein diferencia entre la descripción de la situación socioeconómica y la acción política motivada por principios morales; Bernstein considera esta última como necesaria. Bernstein defiende una posición socialdemocrática. Se opone a la dictadura del proletariado y a la concepción que sobre el estado subyace a tal idea; el estado no tiene porque ser un órgano de opresión (como defendían los anarquistas) aunque históricamente sí lo haya sido, puede tener un funcionamiento correcto. Este funcionamiento correcto se le imprime al estado por la cada vez mayor presencia en su seno del movimiento obrero y socialista; pero a partir de reformas democráticas y no de vías revolucionarias. El marxismo ortodoxo ve un preconcebido final absoluto de la historia, la sociedad comunista; pero Bernstein opta por el reformismo progresista, es decir, por un mejoramiento progresivo de la sociedad.
KARL KAUTSKY. El principal representante en esta época de la ortodoxia marxista, defendía las previsiones marxistas.
Pero eso sí, con matizaciones, ya que Kautsky introdujo ciertas modificaciones en la ortodoxia. Hay que destacar su reforma del materialismo histórico en relación a las nociones de estructura y superestructura. Tanto la estructura como la superestructura se componen de elementos materiales y espirituales. La relación entre estructura y superestructura ya no se reduce a un mero condicionamiento de ésta por aquélla, sino que hay una interdeterminación entre ambas cosas.
ROSA LUXEMBURGO. Se opuso al reformismo de Bernstein. Pero también al determinismo de Kautsky; el comunismo no es un producto necesario del desarrollo histórico, sino solo una posible tendencia del proceso histórico que es necesario lleva a la práctica mediante la acción de un proletario organizado y consciente. Aun así, sí que defendió la inevitabilidad del derrumbe del capitalismo: el capitalismo sobrevive gracias al imperialismo, gracias a que encuentra nuevos mercados donde vender sus excedentes, pero estos mercados son finitos, cuando se acaben se hundirá el capitalismo. Con esta concepción, Luxemburgo introdujo en el marxismo la importante cuestión del imperialismo.
EL AUSTROMARXISMO. Escuela integrada principalmente por: Max Adler (el más destacado), Kart Renner, Rudolf Hilferding, Gustav Eckstein, Friedrich Adler y Otto Bauer. Influenciada por el neokantismo y el positivismo de Mach.
MAX ADLER. Intentó depurar el marxismo de elementos míticos y metafísicos, además de diferenciar su aspecto científico de su aspecto ético. El materialismo y la dialéctica en cuanto que se refieren al ser son metafísicas; pero el materialismo histórico y dialéctico pueden ser considerados como científicos y depurados de su carácter metafísico en cuanto que se consideren como programas o pautas de investigación científica de carácter heurístico y no como ontologías o metafísicas o cosmovisiones. De la moral no puede haber un conocimiento científico. La moral socialista se fundamenta de otra manera, concretamente mediante la ética kantiana, sobretodo a partir del imperativo categórico y su carácter humanista.
EL MARXISMO SOVIÉTICO. El primer marxista ruso importante fue Plejanov; pero éste no estuvo de acuerdo ni con Lenin ni con la Revolución de Octubre (1917), sobretodo porque consideraba, desde la ortodoxia, un ilusión populista el pretender forzar la marcha de la historia haciendo la revolución socialista sin haber pasado primero por el capitalismo. Contra el bolchevismo se opusieron fuertemente muchos insignes marxistas de la época, como Kautsky y Luxemburgo.
LENIN. Se opone al revisionismo de Bernstein, especialmente en la vía reformista y antirrevolucionaria (oportunismo, eclecticismo, carencia de principios); pero tampoco defiende una revolución obrera espontánea. El proletariado está capacitado para hacer reivindicaciones pero no para dirigir una revolución. Pera esto se necesita inteligencia y teoría, y éstas están en manos de los intelectuales burgueses (como serían Marx y Engels); por lo tanto, son estos intelectuales los que deben dirigir la revolución. Con ello Lenin revisa la concepción de que la clase social determina completamente el pensamiento de los individuos que la integran; si fuera así, Marx y Engels no podrían haber sido marxistas. La élite revolucionaria es la vanguardia del proletariado, y es la que forma el partido comunista que debe dirigir a la masa proletaria. Una vez acabada la revolución, este partido impone la dictadura del proletariado, que viene a ser la dictadura del partido sobre la sociedad; dictadura basada en una absolutización del marxismo (o de cierta versión de éste) que no admite desviaciones de ningún tipo. Con el estalinismo el dogmatismo de partido se convierte en dogmatismo de dictador. Stalin convierte su versión del marxismo-leninismo en la doctrina oficial de la Unión Soviética y se perseguirá duramente a todo aquel que se desvíe de dicha doctrina. El ejemplo más célebre es el de Trosky, que al defender un marxismo más de base y oponerse al estalinismo acabó asesinado en México.
EL MARXISMO OCCIDENTAL.
LUKÁCS. Lukács es el autor marxista más original de los años veinte (lo que le supuso numerosas condenas). Lukács defiende un retorno a la ortodoxia marxista, pero no en un sentido acrítico. Lo que más defiende del marxismo ortodoxo es su método dialéctico, especialmente en lo referente al holismo; la sociedad debe ser estudiada como un todo al cual están subordinadas sus partes.
Pero un conocimiento de la totalidad social solo puede ser poseído por la clase; por lo tanto, es el proletario, en cuanto que posee conciencia de clase, Hay que destacar también su reformulación de la noción de alienación. El hombre al ser considerado por el capitalismo como mero valor de cambio queda reducido a una cosa, es decir, queda deificado o cosificado.
KARL KORSCH. Korsch, al igual que Lukács, defiende la dialéctica marxista.
ERNST BLOCH. Conocido sobretodo por su filosofía de la esperanza. La esperanza no es solamente algo psicológico sino que se trata de un principio ontológico, el principio de la ontología del “todavía no ser”. La esperanza en el hombre es un mirar hacia el futuro, hacia lo que todavía no es, hacia la posibilidad; es un deseo de completar lo incompleto, de llegar a ser lo que todavía no es. De acuerdo a esta filosofía, Bloch desarrolla su marxismo utopista. La esencia del hombre es la esperanza, el proyectar hacia el futuro, o sea, la utopía. La filosofía de la esperanza es una filosofía utópica que lucha por el futuro y la liberación humana y no se queda en la contemplación del pasado.
LA POLÉMICA SOBRE EL HUMANISMO EN EL MARXISMO FRANCÉS. Especialmente durante los años sesenta, se daban dos corrientes de pensamiento marxista contrapuestas entre sí: una humanista y otra antihumanista. Los más importantes representantes del marxismo humanista fueron: Roger Garaudy, Henri Lefebvre, Lucien Goldmann, Merleau-Ponty y Sartre. Althusser es el representante más importante del marxismo antihumanista.
SARTRE. Sartre desarrolla su concepción marxista especialmente en su Crítica de la razón dialéctica. ¿Hasta que punto es posible reformular lo esencial del marxismo desde la fenomenología o la filosofía de la conciencia individual? De acuerdo a su vinculación fenomenológica, Sartre parte de la conciencia o el “para sí”, del “hombre en situación”. Lo que implica una primacía de la subjetividad contra las leyes deterministas de la historia y contra la primacía de lo social. La sociedad no es más que el resultado de las relaciones entre los individuos, pero nunca llega a ser algo total.
Esto no quiere decir que la conciencia determina la realidad, pero tampoco lo contrario; más bien lo que ocurre es que la sociedad influye en los sujetos sin determinarlos, y no puede determinarlos porque estos son libres (lo cual es algo fundamental en el existencialismo de Sartre). Pero la conciencia se encuentra alienada al estar en situación; se reifica o cosifica al asumir la objetividad externa, esto es así principalmente a causa del otro, que siempre ve al otro como cosa y no como sujeto. En la Crítica Sartre intenta resolver esta oposición enajenadora sujeto/objeto en la línea del marxismo; para ello todo sujeto debe ver en el otro a otro sujeto y reconocer su proyecto, esto se logra por medio de la colaboración. El final de la historia se llega dialécticamente cuando termina la alienación y todos los sujetos reconocen la libertad y la subjetividad de los demás, el reconocimiento del hombre por el hombre.
LOUIS ALTHUSSER. Influenciado por el estructuralismo, la teoría de sistemas y la epistemología de Bachelard. Rechaza el Marx de juventud, hegeliano, y defiende el Marx maduro, científico, producto de una “ruptura epistemológica”. Defiende al Marx científico, pero en un sentido especial. La ciencia marxista es una ciencia constructiva (en el sentido de Bachelard) construye su objeto; lo que implica que para estudiar lo concreto hay que partir de lo abstracto, a partir de conceptos abstractos (ej.: plusvalía, valor, trabajo, etc.) se puede reconstruir la realidad concreta. A partir de unos conceptos básicos (trabajador, no trabajador, medios de producción) y unas relaciones básicas (relaciones de propiedad, propiedad real), se puede reconstruir (junto con los datos históricos), según una combinatoria, todo sistema social. Como se puede observar, el sistema se define a partir de su carácter económico. Althusser no admite las leyes de la historia. Su perspectiva es más sincrónica que diacrónica. No admite la concepción marxista del cambio de régimen social a partir de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción; Althusser sustituye la concepción de la autodestrucción del sistema por la de autorreproducción del mismo. Su estructuralismo le hace ver a los sistemas como lo prioritario en contraposición a los sujetos individuales; lo que es la nota principal de su antihumanismo.
EL MARXISMO ITALIANO.
ANTONIO GRAMSCI. Gramsci es el marxista italiano más importante.
Desarrolló el marxismo como “filosofía de la praxis”. Es decir, la teoría depende de los hechos y de la práctica y no al revés; esto quedó demostrado por la Revolución de Octubre, que se realizó aunque no se adaptase a los esquemas teóricos marxistas ortodoxos.
LA ESCUELA DE FRANKFURT.
MARCUSE. Hubo otros freudomarxistas importantes: Erich Fromm (también perteneciente a la Escuela de Frankfurt) y Wilhem Reich. En Eros y civilización, Marcuse recupera la concepción freudiana de la relación entre represión de los instintos y civilización; según Freud, la civilización se basa en la permanente represión de los instintos, el “principio de placer” debe de estar subordinado al “principio de realidad” para garantizar la supervivencia de la humanidad y su sociabilidad, que de otra manera sería imposible, la búsqueda de las satisfacciones inmediatas egoístas es incompatible con toda realización útil para la sociedad. Pero según Marcuse, la oposición entre principio de placer y de realidad no tiene porque ser eterna, en contraposición a lo que, según Marcuse, defendía Freud; sino que se debe a un cierto tipo de organización social. En el progreso tecnológico permite sustituir la necesidad de la represión por la racionalidad de la satisfacción. En el Hombre unidimensional, Marcuse critica la sociedad unidimensional, o sea, la sociedad con una dimensión, totalitaria, que excluye toda crítica. Las sociedades industriales son de este tipo, condicionan absolutamente a los individuos que las integran imposibilitando que se desarrolle cualquier crítica en su seno; por ello, contra Marx, los cambios no pueden surgir del seno de estas sociedades, sino que deben tener un origen externo, en, por ejemplo, los excluidos (extranjeros, gentes de otras “razas”, explotados, etc.).
BIBLIOGRAFÍA. De Marx. La edición incompleta de las obras de Marx y Engels (OME) dirigida por Manuel Sacristán en la editorial Grijalbo y Crítica.
Sobre Marx. -
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Sobre socialismo en general. -
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Sobre marxismo en general. -
Bottomore (ed.). Diccionario del pensamiento marxista, Tecnos. Fetscher (ed.). El marxismo, su historia en documentos, Zero. Kolakowski. Las principales corrientes del marxismo, Alianza. Lichtheim. El marxismo: un estúdio histórico y crítico, Anagrama. VV.AA. Historia del marxismo, Bruguera.