2da generación de muralistas José Hernández Mancera Desarrollo artístico contemporáneo Prof. Gilberto López Elías División de arquitectura, arte y diseño
Los nuevos órdenes proveídos por el estado socio-político del país llevaron a la búsqueda de los valores mexicanos dentro de la plástica más allá de la primera generación de muralistas, quienes iniciaron la llamada escuela mexicana de pintura. La segunda generación de muralistas mexicanos, desde mi perspectiva, abordaron la mexicaneidad de manera absoluta distinta. Al haber consultado material audiovisual y texto fuera de la clase, percibí la sobrevalorada imagen de los muralistas de primera generación como figuras comunistas con/o de pensamiento libre. En México, el artista, a inicios del siglo XX, figuraba como una eminencia intelectualmente inalcanzable quien tenía la libertad de incluso poner en juicio los dogmas de la fe, las idiosincrasias políticas y la moralidad y ética de la mancha social en la cual intervenía, hasta, de la cual no pertenecía realmente. Jugaban un papel difuso entre un artista y un estratega político y a sabiendas que los mayores movimientos socio-políticos de las diferentes naciones durante los últimos dos siglos estaban incluso impulsados por intereses externos, no nos sorprendería tener la certeza de que el movimiento muralista de primera generación figuró no más que como una estrategia puramente política impulsada por encima de la aparente autoridad dieguista o por encima de Orozco.
La segunda generación de muralistas en cambio (aunque impulsados por la misma búsqueda de los valores mexicanos y siendo igualmente restos intelectuales del periodo revolucionario mexicano), buscaban la mexicaneidad en un plano subestimadamente por debajo de los grandes maestros de la pintura de la primera generación. Sin embargo, la plástica mexicana había llegado ya a poseer una identidad. Después de la revolución, los murales de primera generación habían alcanzado un punto culminante aparentemente insuperable. Se había logrado la postulación de los atributos de la pintura mexicana, incluso teniendo impacto a escala internacional. Por tanto, considero que la pintura de la segunda generación, valió mas como una reivindicación de dichos atributos y sobre todo, sirvió como una plataforma impulsora de las características que contenía el México postrevolucionario. Se necesitó importar a los murales esa senda de desarrollo por la cual el país estaba tomando curso y también, paralelo a esa naturaleza del desarrollo muralista, se estaba incursionando en la producción de murales dentro de la empresa privada, órganos gubernamentales e industria turística. Su objetivo era plasmar el México civilizado y progresista. El contenido de la obra se transformó. La lucha revolucionaria dejó de ser un protagonista central y las obras empezaron a adquirir como medio gráfico, las imágenes de mexicanos heroicos que llevarían un mensaje de triunfo y sosteniendo las nuevas condiciones económicas e industriales que habían surgido en los procesos y acuerdos posteriores al fin de la revolución. Considero a la segunda generación de muralistas, una más amplia y original base para la obtención de un verdadero carácter mexicano en la pintura, debido a que a diferencia de la primera generación, no fueron dirigentes y padecieron más cerca que nadie, como cualquier otro proletariado mexicano las verdaderas circunstancias que trajo el inicio del siglo XX. Visualizo la obra de la segunda generación un testigo más presente y pudiente, dejándose llevar más por la identidad instituida por la historia misma del país, que por intereses personales o políticos.