1 Y 2 MACABEOS I. Título. Hay cuatro libros conocidos con el título de «Macabeos». Los cuatro toman este nombre de Judas Macabeo, tercer hijo del sacerdote Matatías, que dio comienzo a la sublevación de los judíos contra los seléucidas en 167 a. C. El nombre Makkabaios, sobrenombre de Judas (1 Mac 2,4), deriva probablemente de una forma hebrea, maqqabyahü, que significa «designado por Dios», si bien algunos intérpretes lo han entendido en el sentido de «martillo» (que golpea al enemigo) o «cabeza de martillo», aludiendo a un defecto físico. Cada una de estas interpretaciones cuenta con defensores, pero probablemente es más correcta la primera, pues la calidad de jefe que se da en Judas (1 Mac 2,66) y el honor de que disfruta entre el pueblo (1 Mac 5,63-64) parecen reclamar una designación divina (Is 62,2) más que unos apelativos fundados en la acción bélica o en los rasgos físicos. El primer título, de origen hebreo, con que se conoció 1 Mac parece ser el que se conserva en el comentario de Orígenes 1 al Sal, en la frase, textualmente corrompida, sarbéth sabanaiel. Corrigiendo esta expresión hebrea, sale el título séper bét sar b'né'él, «el libro de la casa del jefe de los hijos de Dios». Hay un título equivalente en la descripción de Simón (1 Mac 14,27) como «jefe del pueblo de Dios». La antigua literatura judía, ignorando este título, emplea la expresión «asmoneo» para referirse a Judas y su familia. La mayoría de los investigadores supone que este apelativo tiene un origen ancestral. Así, Josefo, que ofrece el primer testimonio al respecto, habla de Asamónaios, que sería el padre 2, abuelo3 o incluso bisabuelo (no leyendo Asamónaiou en aposición con Symeónos) de Matatías, el padre de Judas y sus hermanos (1 Mac 2,1-5). Tedesche y Zeitlin, sin embargo, creen que el término «asmoneo» no es un nombre personal, sino un título honorífico equivalente a «príncipe» 4
1
Eusebio, Hist., 6.25, 2 Josefo, GJ 1.1, 3 § 36 3 Josefo, Ant., 12.6, 1 § 265 4 S. Tedesche y S. Zeitlin, The First Book of Maccabees, p. 248. 2
La primera referencia cristiana explícita a estos libros —en Clemente de Alejandría5, hacia comienzos del siglo III d. C. — cita to (biblion) ton Makkabaikon, «el (libro) de las gestas macabeas». Este primer título, ta makkabaika, quizá fue antepuesto a 2 Mac por el Epitomista, cuando éste abrevió la obra de Jasón de Cirene (2 Mac 2,19-32). De aquí pasaría a usarse como título del primer libro que trataba de las gestas «macabeas», cuando éste fue traducido al griego. Pasados los tiempos de Clemente, los autores griegos y latinos cambiarían ligeramente el título refiriéndolo a los libros de «los Macabeos».
II. Trasfondo histórico A la muerte de Alejandro, su Imperio, apenas sometido, se convierte en escenario de las luchas de los diadocos. En menos de veinte años se realiza una división estable en tres zonas: los lágidas en Egipto, los seléucidas en Siria, el reino macedonio. Palestina, como parte de la Celesiria, vuelve a ser terreno disputado por los señores de Egipto y Siria. Durante todo el siglo III dominaron benévolamente los ptolomeos, siguiendo una política de tolerancia religiosa y explotación económica. En el 199, Antíoco III de Siria se aseguró el dominio de Palestina y concedió a los judíos en torno a Jerusalén autonomía para seguir su religión y leyes, con obligación de pagar tributos y dar soldados al rey. En el primer siglo del helenismo, los judíos, más o menos como otros pueblos, estuvieron sometidos a su influjo, y se fue realizando una cierta simbiosis espiritual y cultural, sin sacrificio de la religión y las leyes y tradiciones paternas. El siglo siguiente, las actitudes diversas frente al helenismo fraguan en dos partidos opuestos: el progresista, que quiere conciliar la fidelidad a las propias tradiciones con una decidida apertura a la nueva cultura internacional, y el partido conservador, cerrado y exclusivista. En gran parte, las luchas que narra este libro son luchas judías internas o provocadas por la rivalidad de ambos partidos. Antíoco IV hace la coexistencia imposible al escalar las medidas represivas. (Aquí comienza el libro 1 Macabeos). Los judíos reaccionaron primero con la resistencia pasiva hasta el martirio; después abandonaron las ciudades en acto de resistencia pasiva; finalmente, estalló la revuelta a mano armada. Primero en guerrillas, después, con organización más amplia, lucharon con suerte alterna desde el 165 hasta el 134. Hasta que los judíos obtuvieron la independencia bajo el reinado del asmoneo Juan Hircano.
5
Clemente de Alejandría, Stromateis, 1.21, 123.
II. Canonicidad. La desilusión que produjo la política de los últimos asmoneos explica en parte por qué la comunidad de Qumrán y los fariseos, ambos grupos sucesores de los asideos (1 Mac 2,42), mostraron tan poco interés hacia estos libros. En Qumrán no se ha encontrado ninguna copia de ellas; tampoco la tradición rabínica, que tiene su origen en el judaísmo fariseo, ha conservado, como hubiera sido de esperar, el texto hebreo de 1 Mac. Josefo, que también era fariseo, refleja el punto de vista que prevaleció en el judaísmo de su tiempo y de tiempos posteriores al omitir estos libros en la relación de los que él considera sagrados. En la comunidad cristiana, 1-2 Mac tuvieron mejor destino. La Iglesia católica los incluye en su canon de las Escrituras, apoyándose para ello en una antigua tradición. El primero en citarlos es Clemente de Alejandría. Le siguen Hipólito, Tertuliano, Orígenes, Cipriano, Eusebio, Afraates, Jerónimo, Agustín y Teodoreto. Los Concilios provinciales de Hipona (393) y Cartago (397 y 419) reconocieron el carácter sagrado de 1-2 Mac, y los Concilios ecuménicos de Florencia (1441), Trento (1546) y Vaticano I (1870) los declararon inspirados por Dios. El cristianismo protestante, sin embargo, no considera a 1-2 Mac como escritos canónicos, si bien atribuye a estos libros un lugar especial entre los apócrifos.
III. Texto y versiones antiguas. Los primeros testimonios del texto son los manuscritos unciales griegos y las versiones de la VL. El original hebreo de 1 Mac se ha perdido. El texto canónico griego se encuentra en los códices unciales S (Sinaítico, siglo IV), A (Alejandrino, siglo V) y V (Véneto, siglo VIII). Estos dos últimos contienen también el texto de 2 Mac. La VL está representada por tres códices del siglo IX: L (Lyon), X (Madrid) y G (Sangermanense, al que le falta 1 Mac 14ss y 2 Mac), y dos códices de los siglos XI-XII: B (Bolonia) y M (Milán, para 2 Mac). La Vg. deriva de la VL y la recensión luciánica del griego. Puede hallarse en muchos manuscritos y en dos códices: P (Milán, siglos IX-X) y M (Milán, siglos XI-XII, para 1 Mac). La versión latina fue publicada por D. de Bruyne y Sodar. Según De Bruyne, la antigua traducción latina reproduce un texto anterior y mejor que el retransmitido por los antiguos unciales griegos.
IV. Fuentes. El autor de 1 Mac se sirvió, al menos en parte, de una recopilación de testimonios personales para su relato de las hazañas de Judas. No está claro hasta qué punto utilizó también fuentes escritas para esta parte y para la primera parte de su obra.
El ambiguo texto de 1 Mac 9,22 (1 Re 11,41) ha sido diversamente interpretado: como alusión a una amplia crónica de Judas, a unas notas escritas o a la falta de fuentes escritas. Sean las que fueren las fuentes utilizadas para narrar las gestas de Judas (y de su padre), el autor de 1 Mac 6 dispuso de los archivos del templo para confeccionar su relato sobre Jonatán y Simón. En estos archivos (1 Mac 14,49), que probablemente se habían empezado a formar en tiempos de Nehemías (2 Mac 2,13), pudo encontrar los anales de los sumos sacerdotes (1 Mac 16,24; 10,21; 14,41) y otros documentos oficiales que enumeramos a continuación (las fechas van entre paréntesis):
6
a) Carta del Senado romano a Judas
(161) — 1 Mac 8,23-32
b) Carta de Demetrio I a Jonatán
(152) — 1 Mac 10,3-6
c) Carta de Alejandro Balas a Jonatán
(152) — 1 Mac 10,18-20
d) Carta de Demetrio I a Jonatán
(152) — 1 Mac 10,25-45
e) Carta de Demetrio II a Jonatán
(145) — 1 Mac 11,30-37
f) Carta de Antíoco VI a Jonatán
(145) — 1 Mac 11,57
g) Carta de Jonatán a los espartanos
(144) — 1 Mac 12,6-18
h) Carta de Areios a Onías
(ca. 300) — 1 Mac 12,20-23
i) Carta de Demetrio II a Simón
(142) — 1 Mac 13,36-40
j) Carta de los espartanos a Simón
(142) — 1 Mac 14,20-23
k) Decreto de los judíos honrando a Simón
(140) — 1 Mac 14,27-45
l) Carta de Antíoco VII a Simón
(139) — 1 Mac 15,2-9
El autor, usando situaciones paralelas y un lenguaje rico en alusiones, muestra que el iniciador de la revuelta es el nuevo Fineés (Nm 25), merecedor de la función sacerdotal; que sus hijos son los nuevos "Jueces", suscitados y apoyados por Dios para salvar a su pueblo; que la dinastía asmonea es la correspondencia actual de la davídica. Más aún, muestra el nuevo reino como cumplimiento parcial de muchas profecías escatológicas o mesiánicas: la liberación del yugo extranjero, la vuelta de judíos dispersos, la gran tribulación superada, el honor nacional reconquistado, son los signos de la nueva era de gracia. El autor no vivió (al parecer) para contemplar el fracaso de tantos esfuerzos e ilusiones, es decir, la traición por parte de los nuevos monarcas de los principios religiosos y políticos que habían animado a los héroes de la resistencia. Fueron otros quienes juraron odio a la dinastía asm onea y con su influjo lograron excluir de los li bros sagrados una obra que exaltaba las glorias de dicha familia.
m) Carta del cónsul Lucio a Tolomeo VIII
(142) — 1 Mac 15,16-21
En 1 Mac 1,41-51 y 5,10-13 se alude a otras cartas. Además de estos documentos y otras fuentes de que extrajo diversos materiales, el autor utilizó también una fuente seléucida que detallaba la historia de este imperio, proporcionándole así los puntos clave de la cronología para su propio relato. 2 Mac es obra de un Epitomista que resumió los cinco volúmenes de Jasón de Cirene (2 Mac 2,23). Da comienzo a su propio trabajo anteponiéndole dos cartas que él mismo tradujo al griego. Ambas van dirigidas a los judíos de Egipto por sus hermanos de Palestina, y ambas urgen la celebración de la fiesta conmemorativa de la nueva dedicación del templo (en 164). La primera de estas cartas (2 Mac 1,1-9), fechada en 124, contiene alusiones a otra (vv 7-8) escrita en 143. La segunda (2 Mac 1,10-2,18), sin fecha, se considera sustancialmente auténtica y como unidad literaria por Abel y Starcky, que la atribuyen a un contemporáneo de Judas que escribía en 164. Otros autores (Brownlee, Dancy, y Eissfeldt) la consideran espúrea y hasta compuesta de diferentes fragmentos, ya que 2 Mac 1,19-2,15, adición posterior, parece interrumpir el discurso de la carta. La fuente más importante de 2 Mac, sin embargo, es la obra de Jasón de Cirene, cuyos cinco volúmenes fueron resumidos por el Epitomista con idea de apoyar sus propias concepciones teológicas. Las fuentes de Jasón se parecen a las de 1 Mac, es decir, una tradición sobre Judas, una crónica seléucida y los archivos del templo en cuanto a los siguientes documentos: a) Carta de Antíoco IV a los judíos
(164) — 2 Mac 9,19-27
b) Carta de Lisias a los judíos
(164) — 2 Mac 11,16-21
c) Carta de Antíoco V a Lisias
(163) — 2 Mac 11,22-26
d) Carta de Antíoco IV a los judíos
(164) — 2 Mac 11,27-33
e) Carta de la embajada romana a los judíos
(164) — 2 Mac 11,34-38
V. Unidad y autenticidad. La autenticidad de los capítulos finales de 1 Mac ha sido puesta en tela de juicio por J. von Destinon sobre la base de que Josefo dejó de utilizar como fuente 1 Mac a partir de la elección de Simón para sumo sacerdote 7 (1 Mac 13,42). Pero esta discontinuidad puede explicarse por el hecho de que Josefo se atiene a su anterior obra, para la que se apoyaba principalmente en Nicolás de Damasco, historiador áulico de Herodes el Grande, y al parecer no tenía conocimiento de 1 Mac. Otra explicación más sencilla es que a la copia de 1 Mac en poder de Josefo le faltaba el último rollo. En otro aspecto, Oesterley ha puesto en duda la autenticidad de algunos documentos citados en 1 Mac. Estas teorías, si bien han sido aceptadas por algunos autores (Tedesche y Zeitlin), se han quedado sin base después del estudio de Ettleson. El juicio de Dancy expresa el punto de vista más reciente: «Estilística y gramaticalmente, el libro forma una sola unidad, y sólo con este fundamento ya no se puede creer que la obra, tal como ha llegado a nosotros, contenga considerables interpolaciones posteriores, ni documentos, ni la totalidad de los tres y medio últimos capítulos» Contra la unidad de 2 Mac, algunos autores han alegado la inserción posterior de las cartas que sirven de prefacio y las dislocaciones en la secuencia del texto, cuando se le compara con 1 Mac. Pero la disposición de 2 Mac se explica suficientemente por el uso que el Epitomista hace de la obra de Jasón; las dos cartas las pondrá él mismo como prefacio a la obra que ya tenía compuesta.
VI. Género literario y características. Por ser una obra de historia, 1 Mac tiene escasas pretensiones retóricas 8, como lo demuestra la misma forma en que se van sucediendo las frases, ligadas por la conjunción hebrea waw (en griego, kai). Aunque en las traducciones se procura eludir el y tan repetido, a veces salta a la vista esta construcción (1,41-43). Sin embargo, por muy directo y simple que sea su estilo, el autor es capaz de ofrecer descripciones muy vivas (6,39) y hasta puede demostrar entusiasmo (2,48; 4,24; 5,63); a veces, la intensidad del sentimiento se vuelca en poesía (1,26-28.36-40;
7
Josefo, Ant., 13.6, 7 § 214 El estilo narrativo tiene bastante viveza cuando se concentra en escenas o en registrar algunos detalles. En general, tiende al énfasis retórico: términos universales para dar la impresión de totalidad, frecuentes superlativos, adjetivos de valor o desprecio, enumeraciones, antítesis en serie, introduce discursos, elegías, elogios. Tiende a provocar la emoción patética. 8
2,7-13; 3, 3-9.45; 14,6-15), pero, normalmente, su narración refleja al sobrio historiador que se limita a describir unos acontecimientos 9. Escrito en el estilo de la historia retórica o patética, 2 Mac se caracteriza por sus cifras exageradas (cosa que también ocurre en 1 Mac), el diálogo inventado y la introducción de milagros. La obra de Jasón representa lo mejor en este género y puede colocarse en pie de igualdad con las obras de los anteriores escritores pertenecientes a esta escuela de la historia patética: Teopompo de Quíos, Clitarco y Filarco de Naucratis. En este género literario, el autor no se preocupa sólo de la verdad, sino también de la reacción emotiva del lector. Sin embargo, una vez hechas las salvedades que requiere el género literario en que escribe Jasón, su obra tiene un considerable mérito y valor histórico. También le preocupa al Epitomista hacer obra de edificación. Explica al lector que no le interesa la exactitud de los detalles (2,28) y remite a Jasón en este punto (2,25); intenta más bien agradar (2,25), cosa que logra simplificando la obra de Jasón, seleccionando algunas secciones y resumiendo otras. A lo largo de toda su obra alienta el espíritu de piedad característico de la corriente farisea.
VII. Autor y fecha. Lo poco que se sabe acerca del autor de 1 Mac es lo que puede recogerse a lo largo de su obra. Es un judío, nacionalista ferviente, partidario convencido de los asmoneos (5,61-62). Su perfecto conocimiento de la topografía palestinense — que hace pensar en un residente, domiciliado quizá en Jerusalén — y los vivos detalles con que escribe demuestran que tuvo relaciones con quienes participaron en las luchas por la liberación 10. Estos rasgos nos ayudan además a fechar su obra. Ningún autor nacionalista hubiera podido, por ejemplo, alabar a los romanos de la forma que éste lo hace en 1 Mac 8, como no fuera antes de que Pompeyo ocupara Jerusalén; por consiguiente, la fecha de composición más tardía posible es el año 63 a. C. El límite cronológico más antiguo de 1 Mac viene indicado por la alusión del autor al 9
El libro es, por tanto, un libro de batallas, con muy poco culto y devoción personal. Dios apoya a los combatientes de modo providencial, a veces inesperado, pero sin los milagros del segundo libro de los Macabeos y sin realizar él solo la tarea, como en las Crónicas. El autor es muy parco en referencias religiosas explícitas, pero el tejido de alusiones hacen la obra transparente para quienes estaban familiarizados con los escritos bíblicos precedentes. La obra es claramente parcial contra los seléucidas en general y contra el partido judío filo-helenista. 10 Por encima del desenlace demasiado humano, el libro resultó el canto heroico de un pueblo pequeño, empeñado en luchar por su identidad e independencia nacional: con el heroísmo de sus mártires, la audacia de sus guerrilleros, la prudencia política de sus jefes. La identidad nacional en aquel momento se definía por las "leyes paternas" frente a los usos griegos, especialmente las más distintivas. Por el pueblo, así definido, lucharon y murieron hasta la victoria.
monumento familiar de los asmoneos, edificado en Modín el año 143, que permanecía en pie «hasta hoy» (13,27-30). Esta referencia funeraria sitúa el libro casi a finales del siglo II y la nota sobre Juan Hircano (134-104) en 16,23-24 especifica aún más esta fecha, pues supone que ya ha pasado todo, o casi todo, el reinado de Juan. Por estas razones, los investigadores, en general, están de acuerdo en que 1 Mac se compuso en hebreo en el tránsito del siglo II al I. No se sabe cuándo se traduciría al griego, su lengua canónica. 2 Mac es más antiguo y se escribió en Egipto. Su fuente primaria y su primer autor fue Jasón de Cirene, hombre adicto al judaísmo ortodoxo y versado en el arte helenístico de la narración histórica. Su personalidad se destaca en el libro más aún que la del innominado autor canónico que lo resumió. Este se manifiesta como un individuo de tendencias fariseas, si bien éstas se atribuyen también a Jasón, o a los dos. La narración de Jasón abarca desde 180 a 160. Es probable que escribiera su obra poco después de esta fecha, pues el Epitomista, que redujo a uno los cinco volúmenes de Jasón, debió de completar su trabajo hacia 124, si hemos de atenernos a la fecha que figura en la primera de sus cartas (1,9). Ya que estas cartas son auténticas, y fueron traducidas al griego por el Epitomista, no es preciso suponer la intervención de otro autor que haría una última revisión (como sostienen Eissfeldt y Dancy).
VIII. Intención y destinatarios. Si bien 1 Mac es una obra histórica, también contiene una lección. Es probable que se hiciera con intención de continuar la obra del Cronista, a fin de mostrar que Dios sigue actuando en la historia judía durante la época seléucida, igual que en la del Imperio persa. La lección que todo israelita debe sacar de la historia de Matatías y sus hijos es ésta: la fidelidad a la ley y la fe en Dios son capaces de conseguir mayores éxitos que un gran ejército o la fuerza personal (2,61-64). Judas y sus hermanos, como agentes de una providencia misericordiosa, proporcionaron al judaísmo la liberación de los opresores paganos (2,48; 4,24-25; 9,21.73; 14,26.29). Sus esfuerzos lograron la independencia, la instauración de un reino y prepararon el camino para futuras intervenciones de Dios (4,46; 14,41). Todo Israel tendría que mirarse en aquel ejemplo. De manera semejante, 2 Mac trata de instruir y edificar. Quizá es menos político que 1 Mac y atribuye mayor importancia al templo y a los temas religiosos. También en este libro se pone de relieve el éxito de los judíos palestinenses contra sus amos paganos, y trata de fortalecer la fe de todos los judíos poniéndoles a la vista el ejemplo heroico de sus hermanos perseguidos (6,31). El libro trata de propagar también las doctrinas gratas al corazón fariseo, la
resurrección de los justos (7,9; 14,46); resulta difícil determinar hasta qué punto es consciente de este objetivo.
IX. Valor histórico. Se han suscitado muchas reservas sobre la veracidad histórica de 1 Mac. Su autor peca de excesivo nacionalismo y atribuye importancia desmesurada a los acontecimientos que entrañan algún significado para los judíos (1,41-43; 3,27-31; 6,5-13); todo ello da pie para sospechar de su objetividad. Se muestra antiseléucida (1, 9-10) y, lo que es más grave, parece ignorar la historia, la geografía y la organización política de los otros pueblos. Su nacionalismo judío le lleva a exagerar las cifras del enemigo para hacer aún más impresionante la intervención divina en favor de los asmoneos. Además, se equivocó al fechar la muerte de Antíoco IV después de la dedicación del templo. Estos y otros fallos históricos se estima que lo descalifican como historiador de aquel período. Sin embargo, no podemos desecharlo tan fácilmente. Dentro del contexto de su cultura, y habida cuenta de los cánones historiográficos entonces en vigor, resulta un testigo fidedigno de los acontecimientos y de las personas. El cuidado que pone, por ejemplo, en cuestiones de topografía (7,19; 9,2.4.33) y cronología judía (1,54; 4,52) ilustran su preocupación por informar con exactitud en lo tocante a los asuntos que caían dentro de su perspectiva y según los límites de sus posibilidades. Cierto que sitúa erróneamente la muerte de Antíoco, pero la descripción que de ella hace concuerda con la de un testigo independiente, el historiador profano Polibio de Megalópolis (Historias, 31.9). A pesar de sus limitaciones, el autor de 1 Mac, como nota Dancy, tiene «tales rasgos de narrador honesto y sobrio, que 1 Mac merece ser considerado como igual, cuando no superior, en valor histórico no sólo a cualquier otro libro del AT, sino también a casi todo lo que ha llegado a nosotros de la historia helenística». El carácter retórico y de historiografía patética de 2 Mac exige que concedamos a esta obra un margen de tolerancia aún mayor. A pesar de ello, gracias a este autor estamos bastante bien informados acerca de las luchas por el sumo sacerdocio en que se vieron envueltos Onías III, su hermano Jasón y el impío Menelao, o sobre los acontecimientos que precedieron a la subida al trono de Antíoco IV (caps. 3-4). Hay ocasiones en que la historia profana corrobora hasta en detalles los informes de 2 Mac, por ejemplo, la dedicación del templo sobre el Garizim a Zeus 11 (2 Mac 6,2). En resumen: tiene valor histórico, pero éste no ha de ponderarse tanto como para reputarlo absoluto. Sus narraciones insólitas y la redistribución de los acontecimientos han de valorarse a la luz de sus objetivos teológicos. 11
Josefo, Ant., 12.5, 5 § 261
X. Relación entre 1 y 2 Mac. Al tratar de establecer las relaciones entre ambos libros es cuando surgen las más serias dificultades históricas. Enumerar todos los problemas que ello implica es algo que cae fuera de los límites de esta obra, pero determinar la sucesión exacta de la primera campaña de Lisias y las cartas que ésta motivó, la muerte de Antíoco IV Epífanes, la purificación y dedicación del templo y las guerras de Judas con los pueblos circunvecinos son cuestiones de suficiente importancia como para que nos ocupemos de ellas aquí. El principal bloque de materiales que está fuera del orden histórico es 2 Mac 11, que describe la primera campaña de Lisias contra Judas mientras Antíoco IV Epífanes estaba aún en Persia. Tres cartas recogen el resultado: los judíos estaban a punto de conseguir su libertad religiosa. El cap. 11 iría mejor a continuación del 8. Tal como ahora se encuentra, constituye un error el atribuir esta campaña de Lisias al reinado siguiente, el de Antíoco V Eupátor (que sucedió a Epífanes según 2 Mac 10,10-11). Este error se debe a que el Epitomista asoció la campaña de Lisias y las tres cartas correspondientes al reinado de Epífanes (versículos 16-21, 27-33, 34-38) a la carta de su hijo Eupátor (vv 22-26). Atribuyendo todo este material a Eupátor, el Epitomista hizo que la primera campaña de Lisias siguiera a la muerte de Antíoco IV Epífanes, cuando en realidad fue anterior a ésta. En el período macabeo, el judaísmo se atuvo a un calendario fundamentalmente igual al de los seléucidas. Pero este calendario tenía una singularidad consistente en que el año empezaba unas veces en primavera (a partir del 1 de Nisán — nuestro marzo-abril — en Babilonia y en la cuenta litúrgica de los judíos) y otras veces en otoño (a partir del 1 de Dios —que correspondía al hebreo Tisri, nuestro septiembre-octubre — según la cuenta oficial de los seléucidas). Los antiguos exegetas creían que 1 Mac observaba una cronología en que los años empiezan a contarse en primavera, y que 2 Mac (excepto en 2 Mac 1,1-2,18) ponía el comienzo del año en otoño. Pero el descubrimiento de la tableta 35603 del Museo Británico (A. Sachs y J. Wiseman, «Iraq» 16 [1954], 202-12, lámina 52) llevó a una revisión de la cronología de ambos libros, efectuada por Schaumberger, cuyos estudios han significado un notable esclarecimiento de la cronología macabea. De hecho, 1 Mac observa un cómputo otoñal para el comienzo del año (excepto cuando se trata del templo), y 2 Mac cuenta los años empezando en primavera, de acuerdo con el cómputo babilónico, más antiguo. La reforma de la cronología exige también un reajuste de la secuencia de los acontecimientos en 1-2 Mac. El segundo acierta al situar la muerte de Antíoco IV
Epífanes antes de la dedicación del templo (2 Mac 9,1-29; 10,1-9), y 1 Mac tiene un orden incorrecto (1 Mac 4,36-61; 6, 1-17). Antíoco murió hacia octubre de 164 (en el año 148 de los seléucidas, si se empiezan a contar los años en primavera, como hace la tableta 35603; en el año 149 de la era seléucida, si se empieza a contar en otoño, como hace 1 Mac 6,16), y el templo fue dedicado el 14 de diciembre de 164 (1 Mac 4,52; 25 Kisleu del año 148 de los seléucidas, empezando a contar esta vez en primavera). Para situar correctamente la muerte de Antíoco en 1 Mac es preciso colocar 1 Mac 6,1-17 delante de 4,36-61. Este cambio proporciona además una perspectiva correcta para las batallas de Judas narradas en 1 Mac 5, que tuvieron lugar después de la muerte de Antíoco IV Epífanes, como da a entender 2 Mac 10 y 12, lugares paralelos de 1 Mac 5. Estos acontecimientos habrían tenido el orden siguiente:
1 Mac
2 Mac
4,1-27
Batalla de Emaús (165)
8,8-29.34-36
4,28-35
Primera campaña de Lisias y sus consecuencias (164)
11,1-21.27-12,1
6,1-16
Muerte de Antíoco IV Epífanes (164)
9,1-29
6,17
Subida al trono de Antíoco V Eupátor (164)
10,10-11
4,36-61
Recuperación del templo y dedicación (164)
10,1-8
5,1-68
Batallas de Judas contra los pueblos vecinos (163)
10,14-38; 12,2-45
XI. Doctrina teológica. Reflejo de una época de la historia judía acerca de la que sabemos todavía muy poco, 1-2 Mac significan un hito de especial relieve en el desarrollo de la revelación. Está fuera de dudas su monoteísmo absoluto. 1 Mac lleva su respeto hacia la Divinidad trascendente hasta el extremo de no mencionar siquiera su nombre. Dios es tan inefable que el autor de 1 Mac no se limita a aludir a él con el apelativo de «Cielos» (3,18.50; 4,10) —derivado del anterior «Dios de los cielos» del período persa (Esd 1,2; Neh 1,4) — o incluso mediante el pronombre personal «él» (2,61) o «tú» (7,37.41). Pero, aunque distante de su creación, a Dios se le
puede encontrar en la oración (3,50-53; 4,30-33) y en la ley (3,48), donde su voz resuena ahora con tanta claridad como en la voz de los profetas (Jr 1,9), que por entonces ya habían desaparecido (4,46; 14,41). La ley es una continuación de la alianza de los Padres (2,20-21.50), alianza santa (1,15); la obediencia a la ley es honrosa (2,49.64; 3,3; 9,10) y asegura el cumplimiento de las antiguas promesas (Jr 31,31; Bar 2,35). La infidelidad a la ley acarrea muerte y castigo (3,21-22; 3,49). Judas y sus hermanos han actuado como salvadores (9,21; 14,29) y jueces (9,72), liberando a Israel y restaurando su antigua herencia (15,33-34). Celosos de la ley, vínculo entre Dios y su pueblo, luchan contra los opresores paganos de su pueblo y los aliados de éstos, los judíos renegados (2,44-48). Tan desarrollada como la teología de 1 Mac, la de 2 Mac es aún más rica. Al estilo semítico, Jonatán describe la majestad de Dios enumerando sus atributos en 1,2425. Sólo Dios es un rey bondadoso, providente, justo, omnipotente. Sólo él es eterno. Su poder es tan grande que las criaturas no fueron hechas de algo preexistente (7,28), sino ex nihilo. Dios ha demostrado su providencia al elegir a su pueblo y velar por él (1,25). Mora en medio de ellos, en su templo (13,35-36), el más grande, más santo y más famoso de la tierra (2,19.22; 5,15; 14,31; 15,41). Los judíos poseen la ley de Dios, y si la observan, especialmente el sábado (8,27; 15,1-4), Dios se les mostrará misericordioso (8,27). Pero contra el impío actúa como un juez riguroso (12,6), y cuando sobrevienen los desastres, Israel sólo puede acusarse a sí mismo (4,10-17; 6,12-16; 7,18; 10,4; 12,40-41). Pero la penitencia puede restablecer el vínculo de amistad y armonía con lo divino (7,3233.37-38; 8,5; 12,42-45). Dios no dejará sin ayuda a sus justos. Es su defensor (7,6; 8,36; 12,11) y su ayuda puede obtenerse mediante la oración y el sacrificio (3,22). Envía sus ejércitos celestes para luchar al lado de su pueblo (3,23-30; 10,29-31; 11,6-10). Todo el que cae en una guerra justa (12, 45) y los mártires que mueren en la persecución (caps. 6-7) pueden esperar la resurrección (7,9.23; 14,46) a una vida plena (7,11; 14,46), mientras que al impío aguarda el castigo y el tormento (5,9-10; 7,13-14. 17.19.35; 9,18; 13,7-8). La oración de intercesión aumenta el contacto entre el cielo y la tierra, pues no sólo los ángeles, como ya antes se veía en Job 5,1; 33,23, sino también los santos del pasado imploran a Dios en favor de Israel (15,12-16). En la tierra también resulta eficaz esta oración intercesora, pues mediante ella los hombres pueden acudir en socorro de sus hermanos que partieron, igual que a través de los sacrificios (12,44-45). Por sus posiciones doctrinales, 2 Mac pertenece a la escuela de los fariseos, mientras que 1 Mac, cuyas ideas suponen un menor desarrollo teológico, se encuentra más cerca de los saduceos.
XII. CRONOLOGÍA DE "MACABEOS" Era Seléucida
Cita bíblica
137 175
Antíoco Epífanes sube al trono
1 Mac 1,10
143 169
Vencedor en Egipto, invade Jerusalén
1 Mac 1,20
145 167
Profanación del altar
1 Mac 1,54
146 166
Muerte de Matatías; le sucede Judas
1 Mac 2,70
147 165
Incursión de Antíoco en Mesopotamia
1 Mac 3,37
148 164
El altar es nuevamente consagrado
1 Mac 4,52
149 163
Muerte de Antíoco
1 Mac 6,16
150 162
Judas asedia la acrópolis de Jerusalén
1 Mac 6,20
151 161
Demetrio seléucida se sienta en el trono
1 Mac 7,1
152 160
Baquides y Alcimo contra Judas; éste muere
1 Mac 9,3
153 159
Muerte de Alcimo
1 Mac 9,54
160 152
Alejandro Epífanes, rey en Ptolemaida
1 Mac 10,1
160 152
Jonatán, sumo sacerdote
1 Mac 10,21
162 150
Boda de Alejandro y Cleopatra, hija de Ptolomeo VI
1 Mac 10,57
165 147
Demetrio llega de Creta
1 Mac 10,67
167 145
Demetrio sube al trono
1 Mac 11,19
170 142
Israel sacude el yugo. Reina Simón
1 Mac 13,41
172 140
Demetrio, preso de Arsaces
1 Mac 14,1
172 140
Inscripción en honor de Simón
1 Mac 14,27
174 138
Antíoco cerca a Tritón en Dor
1 Mac 15,10
177 134
Muere Simón. Le sucede Juan
1 Mac 16,14
169 143
Carta dirigida a los judíos de Egipto
2 Mac 1,7
188 124
Carta enviada a los judíos de Egipto
2 Mac 1,10
149 163
Cartas
2 Mac 11,21
149 163
Cartas
2 Mac 11,33
149 163
Cartas
2 Mac 11,38
149 163
Antíoco Eupátor avanza sobre Judá
2 Mac 13,1
151 161
Alcimo visita a Demetrio
2 Mac 14,4
XIII. Bosquejo 1 Macabeos A. Preámbulo (1,1-64) B. Matatías inicia la resistencia activa (2,1-70) C. Judas Macabeo al frente de la lucha (3,1-9,22) D. Jonatán prosigue la lucha (9,23-12,54) E. Simón como jefe de los judíos (13,1-16,24)
2 Macabeos A. Cartas a los judíos de Egipto (1,1-2,18) B. Prefacio del Epitomista (2,19-32) C. Decadencia del sumo sacerdocio (3,1-4,50) D. Antíoco IV Epífanes impone el helenismo (5,1-7,42) E. Triunfo del judaísmo con Judas Macabeo (8,1-10,9) F. Las restantes luchas de Judas (10,10-15,39)