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DE LA FRUSTRACIÓN CRÓNICA A LA AUTOANULACIÓN Capítulo 1, del libro, Psicología de los incomprendidos incomprendidos , Fredy Fernando RODRIGUEZ CANALES Editorial San Marcos – Lima. Lima. 2018 Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de equidad.
José Mujica
1.1.
tendenciosos como, por ejemplo, podrían ser Donde se
Aprendizaje y autoanulación
quema la gente, g ente, La verdad y solo la verdad, Sin mentiras ni tapujos, Cara a la verdad, Día de fuego, Tribuna libre, Opinión valiente, Muera quien caiga, etc. Aquí,
Existen personas que, sin importar su condición social ni grado de instrucción, dudan de todo, que no creen en nada ni en nadie, sea un sistema político, propuesta laboral, oportunidad para cambiar, ser mejor, etc. Sus respuestas y actitudes están marcadas por constantes y casi automáticas expresiones de solo críticas, cuestionamientos, dudas, desconfianza y extrema suspicacia, al creer que todo es malintencionado. Así, llegan al extremo de autoanularse, puesto que les es difícil encontrarle un sentido positivo a lo que hacen, y pareciera que la duda, aliada con su desconfianza e inseguridad, las hubiera neutralizado e inhabilitado, tanto que no creen ni en sí mismas. A estas personas convendría llamarlas nihilistas — palabra proveniente del término “nihilismo”, del latín nihil, que significa ‘nada’— , pues se trata de gente que niega todo principio ético, religioso, social o político. Esta actitud de negar por negar, de encontrarle el “pero” y lo malo a toda propuesta, da a entender que se tratan de personas que carecen de propósitos de vida constructivos, que en el fondo exteriorizan una subjetividad marcada por un vacío e insatisfacción propios de una confusa y disonante existencia. Nihilismo es sinónimo sinónimo de “vacío o nada”, por lo que, en la práctica social, han de tratarse de personas que aparentemente carecen de sensibilidad moral y de capacidad de adaptación social, y que no son fáciles de entender, ya que, al parecer, incluso ni ellos mismos se entienden. Esta obsesionada actitud por resaltar solo lo negativo, los desaciertos o vacíos de una gestión o una realidad, sin mayores propuestas concretas o alternativas, y, menos aún, un involucramiento para afrontar el problema, tendrá un mayor impacto en los grupos humanos cuando quienes mantengan tales posturas u
de modo sesgado, las opiniones y comentarios estarán orientados a resaltar solo lo malo, lo inmoral, lo corrupto. Pero, cuando las noticias o sucesos traten sobre alguna acción o gesto de servicio, estos serán vistos no como una expresión sincera y de buena intención, sino como actos encubridores de oscuros
intereses o porque se pretende “robar”, “jalar agua para su molino”, “llenarse los bolsillos”, etc.
En este afán, cuando los puntos de d e vista o declaraciones de los personajes motivos de noticia en algo compatibilizan con sus expresiones de negativismo y desesperanza, serán valorados como realistas, valientes, que tienen la razón y, por tanto, como dignas y merecedoras de respaldo. Pero, lo preocupante en estos casos será el hecho de que esta compatibilidad y entendimiento que despertó la aprobación con alguien o hacia alguien durará poco, pues no tardarán en aparecer las críticas, despotriques o injurias. Serán ahora las dudas y negaciones del uno hacia el otro las que generarán confusiones en la audiencia y “simpatizantes”, debido a que, no hacía mucho, se
opinaba sobre las mismas personas como gente buena y admirable; pero hoy, de la noche a la mañana, ya no se induce al apoyo sino a su rechazo. En el fondo, con estos patrones de comportamiento, se proyectan las experiencias experiencias de insatisfacción insatisfacción cotidiana y crónica vividas. Estas escenas son frecuentes en aquellos grupos humanos sumidos en la postergación
(“pueblo chico, infierno grande”) o es que, en todo caso,
¿será una manifestación tan propia de su pobreza?, pues es entendible que, en una sociedad pobre, desunida y débil en su identidad, se reflejen en alguna medida la crisis moral en la que se encuentran sumidos sus individuos. Consideramos que estas características dentro de una sociedad son condiciones co ndiciones que favorecen a que abunden los charlatanes que atraen multitudes con su verbo inquisidor y beligerante, promoviendo la desinformación, la mezquindad y la deshumanización, ya que, al parecer, se aprovechan de la inexperiencia, ingenuidad y escaso sentido analítico de su audiencia, o porque con tales discursos escépticos e incluso de autonegación se identifican quienes vivieron una frustración crónica. ¿Qué mejor que me digan lo que yo quiero oír? ¿Qué mejor que leer a quienes comparten mis creencias e ignorar a quienes se contraponen?... ¡Qué agradable sensación! A escépticos y autoanluados los encontraremos en todas partes: par tes: en la radio, en la televisión, en periódicos, en los libros, en las aulas, en conferencias, en el centro de trabajo, en la calle o en el hogar. Estas personas repetirán de forma automática, y sin antes reflexionar sobre su coherencia y consistencia, un sinnúmero de falacias, especulaciones y manipulaciones de pensamiento y, lo peor, habrá quienes las reconocerán
opiniones sean algunos de estos llamados “líderes”, “dirigentes”, “señores periodistas” o “comunicadores sociales”, a los que llamaremos nihilistas, cuya
tendencia es solo el criticar y criticar bajo el sesgado afán de querer ver solo lo malo, cuando la información o noticia no favorecen su intención o conjugan con su sentido escéptico; entonces, se pondrá de manifiesto casi de inmediato su tendencia a afirmar que dicha información o noticia es falsa, y considerarla como manipulada, o que su propósito es generar simplemente alguna forma de “cortina de humo”. Pero, si la información o noticia concuerdan con sus fines y tendencias para ver solo lo malo y de negar por negar, ahí sí, se le otorgará credibilidad y validez, por “ajustarse a la verdad” y ser parte de la realidad. Tales personajes de corte nihilista, al parecer, gozan de reconocimiento y preferencias para ser escuchados, ya que los medios de comunicación por los que propalan sus noticias o información suelen tener amplia audiencia y, por tanto, un buen rating. Es el caso de aquellos que incluso tienen programas con nombres 1
como verdades tan obvias y, es más, incluso serán influenciados en sus decisiones. En cierta ocasión, conocí a un grupo de docentes que cuestionaban el sistema educativo en el cual prestaban servicio, y dentro de algunas de sus apreciaciones en un discurso generalizado, eran manifiestos términos como decadente, mediocre, discriminatorio, impertinente, etc. Entre estas innumerables calificaciones de valoración subjetiva, mencionaban como prueba más evidente el estudio PISA1 de comprensión lectora. En su sustento, el estudio reflejaba la crítica situación en que se encontraba la realidad educativa del país, como sucede en el caso de salud, por ejemplo, que es una situación muy real. El asunto radica en el hecho de que, cuando haya algún reporte de la misma fuente que revele cierto adelanto y exprese optimismo, probablemente se dude y argumente que ello está manipulado, enmascarado y que tales resultados obedecen a ciertos intereses ajenos al pueblo. Esta disposición anímica de resaltar solo los aspectos negativos, de vacíos o déficits, marcada por una resistencia implícita a reconocer aspectos en algo positivos, es característica de aquellas personas tendientes a la autoeliminación, en quienes la insatisfacción y frustración crónica pareciera que les es inherente a su subjetividad. Quienes piensan, sienten y actúan con esta perspectiva probablemente son incapaces de emprender acciones a favor de un cambio favorable, ya que en su lógica nada, absolutamente nada cambiará. Y es que, para ellos, fue, es y será así, porque en sus expectativas predominan esquemas de visión marcados por el negativismo y el fatalismo.
la valoración internacional.
Los escépticos y nihilistas también se muestran cuando satanizan a toda persona, colega o funcionario público que transitoriamente tenga la responsabilidad de asumir un cargo directivo. En estos casos, los tildan de “traidores”, “mediocres”, “sectarios”, “serviles”, “lacayos”, “enemigos de clase”, etc., porque
simplemente no son ellos los que están cumpliendo con aquel rol, pues en verdad pareciera que inconscientemente se aspira a tales funciones, haciendo evidente su incomodidad y envidia hacia quienes ocupan dicho cargo. Son estas personas expertas en solo criticar e indisponer al punto que están en la búsqueda de asumir algún cargo directivo y de ser “funcionario”; o, por otro lado, de darse el caso, ante la oportunidad y petición para ser directivo o funcionario, simplemente no la aceptan y la rechazan, pues su rol es de solo criticar, cuestionar, fregar y fregar. Pero, en caso de aceptar una propuesta y por tanto se asuma un cargo, será ahí cuando, inexorable e inevitablemente, tendrán que experimentar una “gran transformación” o un “gran cambio”, pues de la noche a la mañana y de modo abrupto se convertirán en los defensores y custodios de aquellos intereses que no hacía mucho satanizaban, convirtiéndose ahora en aliados y fieles cumplidores de aquellas leyes, reglamentos y normas antilaborales, antidemocráticos y discriminatorios. Otro ejemplo de disonancia e incoherencia, y, por qué no, de despersonalización, es el caso de quienes jamás fueron a misa, ni creen o aceptan los preceptos de algún credo ni religión, pero, cuando ya se tiene la función y el rol de “funcionario”, “autoridad”, “personaje de gobierno”, etc., optan por estar presente en cuanto acto religioso y litúrgico se tenga que realizar, sea por tradición institucional o por cualquier celebración, ir a misa, comulgar y acompañar con un cirio en la mano, en actitud de arrepentimiento en algunas o todas las procesiones. Y si se ha de cargar el anda procesional, simplemente habrá que cumplir, por ser parte de la función. Esto tipos de personajes existen en todas partes; van desde gente descarada, sinvergüenza, hasta timoratos y acomplejados. Esto, mientras se está en la función, que por su naturaleza es pasajera y que en cualquier momento hay que dejar, para no tardar mucho en retomar nuevamente la práctica del arrebato y la crítica, la suspicacia y todo discurso tendencioso. La ruta frustración crónica- autoanulación Buscando una explicación de las circunstancias y motivos del por qué las personas van construyendo estos patrones de comportamiento, nos permitimos postular que ello responde a un aprendizaje que paulatinamente se fue adquiriendo en el proceso de socialización, iniciado desde que se fue niño o se empezó a tener uso de razón. Tal proceso de socialización que promueve el aprendizaje de este tipo de conductas, en su transcurrir, sigue ciertas pautas preestablecidas, siendo el punto de partida la frustración crónica para finalmente concluir en la autonegación o nihilismo, lo que hemos llamado la “ruta frustración crónica - nihilismo”. Como se muestra en el esquema N.° 1, para arribar a este estado final, se precisan estadías que caracterizan y marcan la condición afectiva y socioemocional de la persona. Partiendo de las experiencias y vivencias de una frustración crónica , se establecerá en las personas una
En ciertas personas, la insatisfacción hace que expresen ideas, sentimientos y comportamientos a veces inentendibles, contradictorios y disonantes, que resultan muy difíciles de entender. Por ejemplo, habrá quienes expresen en sus discursos ciertos “principios ideológicos” marcados por el clasismo e incluso
mesianismo de alto sentido justiciero y moralista, pero cuya práctica los contradirá. O también, hay gente que en su perorata de discursos verborreicos expresa conceptos difusos sin ninguna significación y relevancia.
Todos estos factores hacen evidente que, en el fondo y en la práctica, en la mayoría de estos pregoneros, no es difícil advertir serias inconsistencias e incoherencias. Por ejemplo, defienden la educación pública y expresan fobia a cualquier propuesta e indicio de intención privatizadora de la educación; sin embargo, pugnan y deliran porque sus hijos estudien y se formen en instituciones educativas privadas “de prestigio”, y si sus hijos están ya en edad de cursar estudios superiores, deberá de ser en aquellas universidades privadas catalogadas como “buenas”, “prestigiosas” y “mejores”,
sin reparar si estas son de corte neoliberal, propias de sectores sociales oligárquicos o de estratos sociales ajenos al suyo. ------------1 Estudio PISA: Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment ). Es un análisis del rendimiento de estudiantes a partir de unos exámenes que se realizan cada tres años en varios países, con el fin de determinar
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disposición subjetiva marcada por actitudes de desconfianza generalizada , estadíaque, de continuar y verse reforzada por la interacción con personas y en un contexto social compatibles con esta forma de subjetividad, donde predomina la desesperanza y el fatalismo, inevitablemente se generará un patrón cognitivo-afectivo y conductual de negativismo caracterizado por el sentido escéptico de la vida . Así, será más próximo y viable que se arribe como punto final en las personas a una suerte de actitudes de autonegación o autoanulación, lo que estamos denominando aquí como el sentido nihilista de vida.
equivale a un deseo no realizado, pese a haberse desplegado acciones para concretizarlo o haber albergado con certeza una esperanza de logro. Para la psicología, las causas de la frustración pueden ser internas o externas. La frustración interna surge cuando la búsqueda del logro de los objetivos se contrapone en disyuntiva con otros propios intereses creando un conflicto o disonancia cognitiva. Por otro lado, las causales externas están asociadas a condiciones fuera del individuo, como si se trataran de un camino bloqueado o con presencia de obstáculos que dificultan para que las tareas tengan un cabal cumplimiento, imposibilitando finalmente el logro satisfactorio de los objetivos anhelados. En este sentido, cualesquiera sean las expectativas no cumplidas o logradas, dependiendo de las circunstancias, producirán frustración, sea individual o colectiva. La frustración a veces induce a que la gente exprese reacciones emocionales agresivas o violentas ante las circunstancias o personas generadoras o causantes de la no concretización del logro de lo ansiado. Una frustración será crónica cuando las expectativas o deseos no realizados sean experiencias reiterativas o vivenciadas generacionalmente. Por ejemplo, las formas por las que algunas personas pretenden resolver sus conflictos están directamente relacionadas con sus experiencias, en cuanto a sus logros y satisfacciones o, de lo contrario, sus fracasos e insatisfacciones vividas. Cuando los fracasos o insatisfacciones fueron frecuentes y reiterativos, es probable que desencadenen en comportamientos agresivos, ya sean hacia los demás o hacia uno mismo, como es el caso de gente socialmente desadaptada, tendiente a comportamientos autodestructivos, en los que están presentes las adicciones, el pandillaje, la delincuencia, marginalidad, el distrés, la ansiedad, depresión, incluso el suicidio. Otras formas en que se pueden manifestar aquellas experiencias de frustración reiterativa son la indiferencia, apatía, arrogancia e incredulidad. Dado el carácter social de la naturaleza humana, debemos entender que el aprendizaje de las formas de reacción agresiva responde en buena parte a la influencia cultural propia del entorno social, ya que es en estos contextos donde las personas tienen la oportunidad de aprender a agredir no solo de modo directo, sino también mediante formas sutiles, indirectas u ocultas, cuando se desplaza la energía negativa propia de la ira y la envidia a través de respuestas irónicas, de despecho, en doble sentido, sarcásticas, etc. Es más, una implicación fundamental del hecho de que las personas vivencien experiencias de frustración reiterativas es que estas equivaldrán a un determinante importante para la formación de su personalidad y carácter. Así, será de esperar que los frustrados crónicos sean aquellos que no experimenten satisfacción con nada ni con nadie o que, simplemente, se muestren incapaces de reconocer bondades y logros en su vida y encontrar gratitud en su interrelación con los demás, incluso ante sus seres más allegados, siendo el desagradecimiento y la deslealtad denominadores comunes en su forma de ser.
Esquema N.° 1 RUTA FRUSTRACIÓN CRÓNICA - AUTOANULACIÓN Frustración crónica
Desconfianza generalizada
Actitud escéptica
Autoanulación
Estas pautas o estadías de la ruta frustración crónica autoanulación son propias de aquellas personas cuyos primeros años, como parte de sus procesos de socialización, transcurrieron en un contexto sociofamiliar marcado por permanentes y reiterativas vivencias de insatisfacción y de no concretización de logros anhelados y esperados. Aquí, estamos seguros de que, lamentablemente, su entorno familiar inmediato no fue capaz de brindarles amor, seguridad, valoración de su autoestima, ni transmitirles mensajes de optimismo ante las dificultades propias de la vida, siendo hasta probable que hayan sido maltratadas y violentadas. En suma, este cúmulo de vivencias negativas y dolorosas habría hecho que en su actividad cerebral queden programados y automatizados tales esquemas de respuesta. Es en estas circunstancias donde encontramos el origen y génesis de estos patrones nihilistas, de incredulidad y negación de sí mismos. Esta secuencia de construcción nociva de la autonegación que consideramos sintetiza una debilidad en la inteligencia emocional. Para Goleman (1999), viene a ser una forma de incapacidad para reconocer los propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones en nosotros mismos y en nuestras relaciones, que, postulamos, tiene su punto de partida en las experiencias de frustración crónica, para, finalmente, tras el recorrido de tres estadías, arribar a la autonegación. Esta ruta se analiza a continuación: a) Primera estadía y punto de partida:
la frustración crónica La frustración hace referencia a un estado emocional desagradable de infelicidad, con sentimientos de ira y decepción, como consecuencia de no haber logrado un objetivo, que
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En términos sociopolíticos, por ejemplo, una experiencia de frustración colectiva se da en especial en épocas de elecciones, donde es frecuente que en la gente renazcan expectativas en que los
resentimiento que definen toda una tendencia hacia la suspicacia generalizada, siendo esta situación, en nuestro criterio, los factores que contextualizan toda
nuevos gobernantes, ungidos por la “participación y elección democrática”, tomen decisiones a favor
Volviendo a los escenarios sociopolíticos, es el caso igualmente de las propuestas de los políticos, los funcionarios de gobierno, dirigentes, autoridades comunales, etc., que son personajes en quienes las colectividades desconfían por sentirse o haber sido reiteradamente utilizadas, traicionadas y engañadas con promesas y discursos demagógicos. Un fenómeno que en el Perú generó la desconfianza generalizada es la corrupción, que es una realidad cuya extensión ha desencadenado en la subjetividad social sentimientos de desconfianza y duda, que es parte del origen para que los peruanos afrontemos desde hace mucho una seria crisis moral, donde nadie cree en nadie o los peruanos no confiamos en otros peruanos, y, en consecuencia, todos somos vistos con suspicacia, como rateros, deshonestos o sinvergüenzas. Entonces, ¿en qué y en quién creer? o ¿a quién creer y a quién no?... Esta realidad de naturaleza psicosocial que caracteriza a la sociedad peruana se ilustra en las conclusiones del estudio sobre los índices de prosperidad de Legatum2, de 2015, donde se anuncia que:
una “cultura de la desconfianza”.
de la solución a sus problemas o en que por fin serán atendidas sus históricas demandas. Pero, al final de todo, lamentablemente en la realidad, los electores comprobarán casi siempre que todo continuó igual, o incluso peor, ya que no se experimentaron mejoras sustanciales en la atención a sus necesidades o en su calidad de vida, llegando una vez más a ser testigos de solo promesas incumplidas o de las desfachateces y sinvergüencerías de sus gobernantes que les ofrecieron el oro y el moro, porque al final nada de lo ofrecido se hizo realidad; y simplemente el resultado final de esta situación, en la subjetividad de las personas y las colectividades, será la generación de estados y sentimientos propios de lo que estamos denominando “una frustración crónica”. b) Segunda estadía:
La desconfianza generalizada Cuando las frustraciones son reiterativas y han estado presentes en gran parte o a lo largo de la existencia, estamos ante lo que llamamos
… el peruano se muestra pesimista en todo lo que
“frustración crónica”, y esta hace que por extensión
se relacione a la confianza en el gobierno o sus instituciones públicas. Por ejemplo, ante la pregunta
y aprendizaje las personas lleguen a catalogar a todo y todos por igual. Es el caso, por ejemplo, de una persona que fue traicionada en su relación de pareja, por lo cual, como es de esperar, sufrió y fue dañada moralmente, y será a partir de esta vivencia que experimentará cierta inseguridad e incertidumbre por establecer una nueva relación de pareja, por temor a volver a ser engañada; así, en ocasiones, le asaltará el prejuicio de que “todas las mujeres o todos los hombres son iguales”, no dignas o no dignos de confianza. Este fenómeno, en un contexto de expresión colectiva, Rodríguez y Uriol (2011, p. 105) lo identificaron como “desconfianza en la interacción social”, que es una de las manifestaciones psicosociales de especial predominio en las poblaciones en contextos de pobreza. Al respecto, señalaron:
“¿Las empresas y el gobierno son corruptos?”, el 81.6% considera que sí lo son […] Similar
escenario es el que se presenta respecto al sistema judicial peruano, solo el 18.5% confía en las cortes peruanas y en el sistema en sí. Algo que también llama la atención es que solo el 25% cree que las elecciones se realizan de manera honesta y transparente. Esto es especialmente curioso por- que nos dice que los ciudadanos no consideran estar participando de un ejercicio democrático, sino que, más allá de su decisión, las elecciones ya están arregladas […] Si bien en los temas referidos a la seguridad — incluye robos, asaltos, sensación de inseguridad — las cifras no son negativas, cuando se
les pregunta a los encuestados si consideran que se puede confiar en la mayoría de personas, solo el 12% responde que sí. Esto quiere decir que el 88% cree que no es posible confiar en otra persona de su entorno. Otro de los indicadores que ilustran y revelan esta crisis moral en que se encuentra sumida la sociedad peruana son los resultados de las encuestas de Ipsos Public Affairs para Proética, que, en su IX Encuesta nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú (2015), revelaron que el 46% de peruanos señalan a la corrupción como uno de los principales problemas del país, y que un 82% consideran que el crimen organizado ha penetrado la política. Este informe reveló también a la delincuencia (62%), la corrupción (46%) y el consumo de drogas (30%) como los mayores problemas del país. Cuatro de cada cinco encuestados además percibían que la corrupción se ha incrementado en los últimos años. Así, el Poder Judicial, el Congreso de la República y la Policía Nacional son consideradas como las tres instituciones más corruptas del país. Cuando la corrupción es considera- da a un nivel más micro y cercano a los encuestados, el estudio señaló que existe
“En las zonas más empobrecidas de la sociedad, es
fácil apreciar en sus pobladores expectativas que denotan desconfianza, hipocresía y cierta envidia respecto a los éxitos de los demás, sobre todo hacia quienes lograron alcanzar reconocimientos por sus acciones meritorias, como pueden ser los políticos, líderes, autoridades de todo orden, programas de apoyo social, organismos de solidaridad o filantropía, tal como se evidencian en un sinnúmero de opiniones y expresiones que, directa o indirectamente, insinúan dudas acerca de sus intervenciones o los roles que cumplen, bajo la suspicacia de que son agentes enmascarados cuya intención es mantenerlos en la pobreza o someterlos para sus fines de aprovechamiento y usufructo de sus “riquezas” […] Es tal la inseguridad y actitud
escéptica respecto a los otros, o hacia las instituciones, que, podríamos afirmar, responden a una percepción de las cosas basada en los sentimientos de frustración, desengaño y
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tolerancia media a las coimas, los sobornos, la “vara” (influencia), las “argollas” y el robo de servicios públicos. Solo un 10% señaló que si le solicitaran coimas, regalos, propinas y/o sobornos se negaría a darlos. Estos indicadores probablemente nos recuerden algunas o muchas experiencias de esta naturaleza vividas en cierto momento y que, paulatinamente, fueron calando en las personas en todos los niveles y estratos sociales hasta acentuarse en una crisis moral, que no es más que una forma de disposición subjetiva en las personas y los pueblos. Así, en un sentido casi generalizado, las personas se muestran desconfiadas e incrédulas porque, en su percepción y entender, todo es mal intencionado, que “los favores no son por
Dentro de la antigua filosofía escéptica, uno de sus representantes es el sofista filósofo griego Gorgias (483-378 a. C.), cuyo pensamiento se resume en la frase “Nada existe; o si algo existe, no puede ser conocido; o si algo existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado”. Para los escépticos, es imposible que la realidad sea conocida y entendida en su plenitud. Desde el punto de vista epistemológico, el escepticismo vendría a ser el sustento del método científico que busca conocer y entender la realidad de modo objetivo, sistematizado y explícito, siendo la brecha conceptual entre el dogmático y el escéptico mínima e insignificante, pues en ambas está presente algún sentido de incredulidad, ya que al no ejercer duda o solo aferrarse a aquello que se considera que es lo único correcto, se está en una inconsistencia que resulta incomprensible para uno mismo y para los demás. En analogía y en un sentido connotativo a esta forma de filosofía, no propiamente como corriente de pensamiento sino como una forma de ser de las personas, está la actitud escéptica, presente en gente cuyas prácticas al parecer carecen de motivos para reconocer y aceptar las oportunidades y lo bueno de su realidad. O son la duda, la crítica y el negativismo cargados de suspicacia los elementos característicos en sus juicios y opiniones, porque nada los convence, no están de acuerdo con nada ni con nadie; y, por tanto, no creen en nada, en nadie y dudan de todo. Las personas con actitud escéptica son aquellas en quienes es manifiesta la predisposición a no aceptar o rechazar una situación, propuesta o condición, ya que, en su lógica, creen saberlo todo, tanto que son hasta dogmáticas, pues creen que “su verdad”, que nadie la entiende, es la única. Así, no son capaces de escuchar o aceptar otras opciones. La actitud escéptica está marcada por respuestas de incredulidad y a veces negación de todo, donde absolutamente nada tiene razón de ser; y si se está de acuerdo con algo, se acepta o reconoce algún atributo, esta circunstancia será por corto tiempo, ya que no tardarán mucho en aparecer las dudas y discrepancias. Para la psicología, esta tendencia responde a una forma de aprendizaje y se sustenta en tres componentes básicos. En primer lugar, el componente cognitivo , que es una forma de saber o entender el asunto. En segundo lugar, el componente afectivo-emotivo , que implica un sentimiento e involucramiento emocional, y que está directamente relacionado a las experiencias vividas y la influencia de las personas de especial significación, como la familia, los amigos, docentes, etc. Finalmente, el componente conductual, que implica cómo serían las respuestas o reacciones en caso de darse el fenómeno. La gente con actitud escéptica, dada su arraigada incredulidad, se mostrará en su interrelación con los demás como incompetente para entender al otro, pues su proceder hará evidente que son personas presumidas, arrogantes, vanidosas y nada empáticas, pues creen poseer una verdad que resulta imposible o difícil de entender, tanto que incluso ni ellas mismas la entienden.
nada”; y así, esta condición de subjetividad es a veces
una seria barrera para recobrar la credibilidad en el Estado. La gente, pues, como resultado de sus experiencias de frustración crónica, se hallará inmersa en una situación de crisis moral, donde “nadie cree en nadie”, “todos desconfiamos de todos” o “la vida es una falsía”. En relación con este fenómeno de frustración crónica, preocupa la ingenuidad o cojudez de ciertas personas o pueblos por seguir aceptando y cayendo en el juego de ser engañados, ya que pareciera que fueran carentes de dignidad o de competencias para a prender, y que solo como parte de un ritual hay que expresar actitudes de duda, desconfianza y rechazo, pues inevitablemente se terminará ofreciendo adhesión y respaldo para que los demagogos se salgan con la suya. En efecto, sin tardar mucho y ante un fracaso más, y en actitud de aceptación, se dejarán oír frases como “otra vez nos equivocamos” o “tropezamos con la misma piedra”. El caso es que tales respuestas ritualizadas de desconfianza, duda y rechazo, luego, se ven subyugadas ante una dádiva, que puede ser desde un obsequio insulso hasta unos kilos de algunos víveres. Y es que en la lógica del ingenuo está el criterio de que, si se invirtió, por lo tanto, también se tiene el derecho de ganar, legitimando finalmente de esta manera por la voluntad de los pueblos esta infausta y vergonzosa realidad del “¿Qué podemos hacer?” … “Que robe pero que haga obra” … “Siempre ha sido así” … “Esto nadie lo cambia” …
c) Tercera estadía: la actitud escéptica
En filosofía, el escepticismo trata sobre una forma de ver la realidad bajo un cuestionamiento crítico y sistematizado donde el conocimiento y entendimiento absoluto de la realidad no es posible. Se contrapone al dogmatismo filosófico, que plantea que en el conocimiento y entendimiento de la realidad hay aspectos incuestionables, inequívocos y absoluta- mente verdaderos. -------2 El Índice de Prosperidad Legatum es un ranking anual elaborado por el Instituto Legatum. Agrupa a 110 países, y allí se puede apreciar una variedad de factores que identifican a cada uno de aquellos, como la riqueza, el crecimiento económico, el bienestar personal y calidad de vida. (Recuperado de https://nadiehablade.lamula. pe/2015/11/03/la-desconfianza-y-la-sensacion-de-corrupciongeneralizada-caracterizan al peru/danae/)
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bondades. Es el caso, por ejemplo, de algunos trabajadores de salud que, en cumplimiento de sus funciones y responsabilidades, deben ofrecer y vacunar a la población contra ciertas enfermedades, los mismos que dudan o no aceptan ser vacunados por el Estado. Sin embargo, como los vemos, ahí están ofreciendo, pregonando y promoviendo la vacunación. Es decir, promueven y exigen que se haga algo que ni ellos mismos aceptan para sí. Este fenómeno también se da en algunos policías que en- tienden que su noble misión es luchar contra la delincuencia y toda forma de vulneración a la ley; sin embargo, en su accionar, son ellos mismos los delincuentes y los primeros en violentar las normas que, se supone, deberían defender. La repercusión y consecuencia nefasta de esta actitud de autonegación y autoeliminación, que connota una condición de pesimismo y vacío existencial que la estamos llamando actitud nihilista, propia de ciertas personas difíciles o imposibles de entender — claro, pues, ni ellos mismos parecen entenderse — , es el hecho de que logran trascender en ciertos contextos sociales, en especial en aquellos marcados por la desesperanza, donde no es difícil identificar a eternos insatisfechos, auto- subvalorados y victimizados, quienes no aceptan a ninguna autoridad, menos algún principio de fe, llegando a subsistir bajo la sombra de una miseria espiritual corroída por la envidia, la amargura y una búsqueda desesperada e inconsciente de aprecio y reconocimiento.
d) Cuarta estadía y punto de llegada:
La autoanulación El impacto y consecuencia final en quienes sufrieron frustración crónica y no tuvieron la oportunidad de aprender a cómo orientar y canalizar adecuadamente toda esa carga emocional negativa será la autoanulación o actitud nihilista, que es la característica de quienes no están conformes con nada, ni con ellos mismos, pues inconscientemente hasta se descalifican. Para estas personas, en su confuso entender, todo es corrupto, malintencionado, nada ni nadie está bien, la vida es una podredumbre que no hay forma de evitarla. La palabra “imposible” es su expresión
favorita. En sus quehaceres son in- consistentes, disonantes y carentes de buen sentido, o en su interacción y convivencia social son desadaptados, agresivos y desleales. A estas personas les es difícil reconocer o aceptar a la autoridad, ya que la transgresión de las normas y convencionalidades es su vocación; sin embargo, no tienen el valor ni la valentía de cambiar el problema por el que reclaman. Son gente, como dijeran por ahí, “de poca fe”, que solo friega e induce a los demás a llevar la contra. Sin ánimo de adentrarnos al campo estricto de la filosofía, ni tampoco hacer un análisis de orden académico, consideramos que el pensamiento de esto que estamos llamando “personalidad nihilista” es la destrucción, negación de la fe y todo sentido de espiritualidad, lo que inevitablemente conducirá a este tipo de personas a un confuso vacío existencial que terminará en la autoanulación y autoexclusión, donde los ideales y las razones para una existencia en trascendencia simplemente no existen. Son formas sociales de actitud nihilista o de autoeliminación, por ejemplo, el hecho de que algunos docentes, por tener a cargo la formación de un grupo de estudiantes, reciban una remuneración proveniente de un Estado en el que no creen, y que, pese a considerar que la educación es un determinante fundamental para el desarrollo personal y social, poco o nada les interesa la formación de los estudiantes a su cargo. Estos profesores suelen mostrar desidia bajo argumentos de diversa índole, como que “el docente está mal remunerado y maltra tado”, “el modelo económico que envuelve al país no permite democratizar la educación”, “la pobr eza es el factor que impide que la educación sea de calidad”, “el sistema educativo nacional no responde a la realidad”, “la política del gobierno de turno busca privatizar la educación”,
etc., los cuales, por cierto, desde un análisis macro del problema, pueden tener mucha validez; pero ello no implica que se descuide la formación de los alumnos que se les asignó, por ser estos en primera instancia por los que se debe responder. Entonces, para librarse de la autoanulación, deberían empezar a creer y dejar su legado en esos niños que la vida les puso como sus estudiantes, comprometiéndose con estos sus alumnos que son su realidad y en busca de que sean los mejores. De igual forma ocurre con algunos trabajadores de salud, quienes, como parte de sus funciones, brindan servicios a la comunidad, servicios en los que ni ellos mismos ni sus familiares reconocen sus
1.2. ¿Cómo son los que vivieron la travesía de la frustración crónica a la autoanulación? En esta ruta de frustración crónica - autoanulación, sin duda, hay una conjugación de cogniciones, prácticas de vida, que responden plenamente a las características de insatisfacción y resentimiento producto de una existencia de postergación y marginalidad, que paulatinamente fueron favoreciendo y reforzando el aprendizaje de un estilo de interrelación de solo quejas, denuncias, críticas, calumnias e incluso insultos ante un contexto social al que es difícil adaptarse. En estas personas, pues, predominarán los sentimientos de pesimismo, desesperanza, insatisfacción, envidia e, indudablemente, subvaloración en todos los aspectos. La experiencia en la observación e interacción con estas personalidades, que lamentablemente sobresalen en algunas colectividades, y que son aquellas que potencialmente denotan muy pocas perspectivas de resolver con prontitud y éxito sus problemas y conflictos, nos ha permitido identificar algunas de las siguientes características en su forma de ser, actuar y sentir: • En la convivencia e interacción social, no son espontáneas: Y esto ocurre debido a que persisten en ellas serias dificultades para expresar sus sentimientos de afecto positivo, por lo que no inspiran confianza. •
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Sus expectativas de logro son egocéntricas: Y si están orientadas en función a los demás, es probable que tengan una clara tendencia a la mezquindad, con lo que estarían sacando a la luz su poco sentido solidario y empático en la convivencia social. No son proactivas: Y esto es porque son incapaces
de emprender acciones positivas, sean de demanda o reivindicación, menos de emprender acciones orientadas a la solución de los problemas. Solo critican y critican, o solo sugieren y sugieren, pero no actúan. Su proceder es rutinario, rígido y nada innovador: Si por ahí resulta ser creativa, desafortunadamente será solo para lo malo, para el friegue y el ataque. Poseen baja autoestima: Por tanto, les es difícil reconocer fortalezas y cualidades positivas en sí mismas, o se sobrevaloran, por lo mismo que les es imposible reconocer cualidades en los otros. Ante situaciones de causa común, sus actitudes se orientan a la indiferencia y la improductividad: Solo cuestionan, critican, ridiculizan y resaltan lo negativo, pero no son capaces de atreverse a dar el ejemplo e iniciar acciones productivas. Son inseguras: Por su inseguridad, a veces cometen torpezas en sus decisiones, haciendo evidente su actitud pesimista y de negativismo. Para terminar, me permito acudir a las reflexiones de Guerra-García (2009, p. 115), cuando analiza la situación de miles de peruanos que, estoy seguro, tuvieron el valor y la decisión de sobreponerse para tomar otros caminos y no el recorrido de la nefasta ruta •
• RIVADENEYRA, D. (2015). “La desconfianza y la sensación de corrupción generalizada caracterizan al Perú”. Recuperado de Lamula.pe.
https://nadiehablade.lamula.pe/2015/11/03/la-desconfianza y la-sensacion-de-corrupcion-generalizada-caracterizan-al peru/danae/ • RODRIGUEZ, F. y URIOL, A. (2011). Psicología, pobreza y desarrollo social . Huancayo: Industria Gráfica Marsants.
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frustración crónica - autoanulación, y que hoy son empresarios gracias a su sentido emprendedor y de inconformidad desafiante ante la pobreza, liberados de la ingenuidad, la viveza y sumisión, las que lamentablemente, aquí y allá, aún abundan. Y es que estos peruanos decidieron no quedarse en el cuadrante estadístico del lamento y la pobreza, optando por el cambio y hacer realidad sus sueños en el horizonte, tanto que “trabajaron sacrificadamente para acercarse a ese ideal, concretando lo que en un principio parecía únicamente un cuento fantástico”, hasta que se convirtieron en sus propios protagonistas. Todos en algún momento fuimos o nos sentimos frustrados, desconfiados, escépticos y hasta autoanluados. Quizá haya o hubo razones para ello; sin embargo, esa no es justificación, menos consuelo, ante algo que en nuestra perspectiva vale la siguiente reflexión: … Si nos sentimos frustrados, amargados y resentidos con la vida, hasta que a veces ni sabemos con quién, ni por qué, son ya tiempos de entender que no es justo, ni nos asiste el derecho de envenenar con tales actitudes y sentimientos a gente que no tiene nada que ver con nuestras insatisfacciones y confusiones. Despleguemos esfuerzos para vencer a la apatía y la pereza. No es conveniente ni saludable ser antisociales, ni tener la mente cerrada. Busquemos la trascendencia dándole un sentido positivo a lo que hacemos, y que la gente nos considere necesarios, nos recuerden y guarden gratitud por las cosas buenas que hicimos, y no seamos victimas pasivos de la ingenuidad o cojudez.
Referencias: • GOLEMAN, D. (1999). La inteligencia emocional en la empresa . Buenos Aires: Ediciones B. Argentina S. A. • GUERRA-GARCÍA, N. (2009). Los secretos del carajo . Lima: Grupo Editorial Norma. • PROÉTICA (2015). IX Encuesta nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú . Lima: Ipsos Public Affair.
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