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ver el sentido del dicho, según el cual todo análisis fallido constituye un fracaso no del paciente sino del analista. Este trabajo resulta exigente debido en parte a que el analista debe poseer sensibilidad respecto de las necesidades del pa cie nte así com o el dese o de pro vee rle de un m arc o que satisfaga tales necesidades. El analista, al fin y al cabo, no es la madre natural del paciente. Asimismo, resulta exigente debido a la necesidad de que el analista busque sus propios fracasos cuandoquiera que aparezcan resistencias. Y con todo, es sólo mediarle el empleo de sus propias equivocaciones, que el analista podrá llevar a cabo la parte más importante del tratamiento en estas fases, la parte que permite enfadarse al paciente por primera ves po r los de tal les del fra cas o de ad ap tac ión que (en el mom ento en que ocurrió) produjo la disrupción. Es esta parte del tra ba jo la que libe ra al paci ente de su dep end enc ia del anali sta. De esta manera la transferencia negativa del análisis «neurótico» es reemplazada por la ira objetiva acerca de los fracasos del analista, por lo que una vez más tenemos una im po rta nt e dif ere nc ia en tre los fenó me nos de la tran sfe ren cia en los dos tipos de labor. No deb em os bu sc ar la conc ienci a de nu es tro s éxito s de adaptación, ya que los mismos no son percibidos a un nivel tan profundo. Si bien no podemos trabajar sin La teoría que estamos edificando en estos momentos, esta labor inevitablemente nos coge en falta si nuestra comprensión de la necesidad del paciente es cuestión de la mente más que del psique soma. En mi labor clínica he demostrado, cuando menos a mí mismo, que una clase de análisis no impide la otra. Constan temente me encuentro pasando de la una a la otra, según la tendencia que muestre el proceso inconsciente del paciente. , Cuando queda completa la labor del del tipo especial que les es1toy describiendo, me veo conducido naturalmente a la labor analítica ordinaria, al análisis de la posición depresiva y de las defensas neuróticas de un paciente con un yo. un yo in tacto, un yo capaz de experimentar impulsos dei ello y de aceptar las consecuencias. Lo que necesita hacerse ahora es estudiar detalladamente los criterios en virtud de los cuales el analista puede saber cuándo debe trabajar con mfh cambio rf* énfasis, cómo ver que está naciendo una necesidad del Upo que« según he dicho, debe ser satisfecha (al menos nonominalmente) minalmente) mediante una adaptación activa. Permanente* mente, d analista tendrá presente el concepto de la identifí identifí-cftción primaria
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14. Preocupación maternal primaria (1956)
Esta aportación ha sido estimulada por el trabajo publicado en Psychoanalytic Study of the Child, volumen IX, bajo el encabezamiento: «Problemas de la neurosis infantil». infantil». Las Las diversas aportaciones de la señorita Freud a este trabajo contribuyen a un importante planteamiento de la teoría psicea nalítica actual en su relación con las etapas más precoces de la vida infantil y de la instauración de la personalidad. Deseo desarrollar el tema de la primitiva relación madrehijo, tema de máxima importancia al principio y que sólo gradualmente queda desplazado a un segundo plano por el tema del pequeño en tanto tanto ser independ iente. En primer lugar, necesito acordar con lo que manifiesta la señorita Freud bajo el título «Errores actuales de concep to». «Las desilusiones y las frustraciones son inseparables de la relación madre-pequeño... Echarles a las limitaciones ma ternas durante la fase oral la culpa de la neurosis infantil no es más que una cómoda y engañosa generalización. El análisis debe profundizar más en busca de la causa de la neurosis.» Con estas palabras la señorita Freud expresa la opi n ió n que los psicoanalis psicoanalistas tas comparten comparten en general. general. Pese a ello,¡jes mucho lo que podemos ganar si tenemos en cuenta la posición de la madre. Hay algo que puede denomi narse «medio no suficiente o insatisfactorio»« algo que de forma el desarrollo del pequeño, del mismo modo que existe un medio bueno o suficiente que permite que el niño, en cada fase, alcance las apropiadas satisfacciones innatas así cómo las angustias y conflictos?!
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Anna Frcud nos recuerda que nos es posible pensar en un patrón pregenital en términos de dos personas que se unen para lograr lo que por amor a la brevedad llamaremos «equilibrio homc ostático » (Mahler, 1954). A veces recibe tam bién la denominación de «relación simbiótica».|A menudo se afirma que la madre de un pequeño está biológicamente condicionada par a su misi ón de espec ial ori ent aci ón hac ia las necesidades jlg l peq ueñ o. Utiliza ndo un lenguaje más sencillo, diré que .existe una identificación —consciente pero también profundam ente uTcónscicnte— Qntre l a madrc y el pequeño. Creo que hay que juntar estos conceptos diversos y que debe rescatarse el estudio de la madre de lo que es pura _ men te b ioTÓgicÓ^TEÍ Terrnino ’símblosíS»’'"no nos con duc e más allá que a la comparación de la relación madrehijo con otros ejemplos de interdependencia en zoología y botánica. Las palabras «equilibrio homcostático» tampoco incluyen algunos \ <\ de los puntos que se presentan ante nuestros ojos si exami namos esta relación con el cuidado que la misma se merece. ¡>v. Lo que nos inter esa son las grand es difer encia s psic ológicas Que hay entre, por un lado, la identificación materna con 1P- el niño, V por otro, la depend^nr.ia del niño de la madre: ^L1esta última no implica identificación, va oue la identificación es un complejo estado descosas inaplicahlfi_aJLas ptímeras fa sei ld e la i n f a n cia* Anna Freud nos demuestra que hemos superado aquella bu rd a fas e de la teo ría psic oan alític a en la que nos ex pre sá bam os com o si pa ra el peque ño la vida emp ezas e con la ex pe rien cia ins tin tiva oral . Ahora nos hal lam os ocu pad os en el estudio del desarrollo precoz y de se¡f precoz, al que si el desarrollo ha avanzado lo suficiente, las experiencias del ello ueden más bien reforzar que interrumpir. Desarrollando el tema del término «anaclítico» utilizado po r Fre ud , la señ ori ta Fre ud dice: «La rela ción con la ma dre , si bien es la primera relación con un ser humano, no es la pri m era rela ció n que el pequ eño esta ble ce con el med io. Lo que la precede es una fase anterior en la que las necesidades no son del mundo objetal sino del cuerpo, y cuya satisfacción o frustración juegan un papel decisivo.» Por cierto, creo que la introducción de la palabra «necesidad» en vez de «deseo» ha tenido gran importancia en nuestras teorías, pero ojalá la señorita Freud no hubiese empleado las palabras «satisfacción* y «frustración» en este contexto; una necesidad o bien se satisface o no, y el efecto no es el mismo que el de la satisfacción o frustración de un impulso del ello.
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Quisiera referirme a lo que Greenacre (1954) denomina el tipo «arrullador» de placeres rítmicos. Aquí nos hallamos ante un ejemplo de necesidad que es satisfecha o no, pero serí a un a defo rm ació n de cir qu e el peq ue ño qu e no es arrullado reacciona igual que ante una frustración. Cierta mente, más que ira se produce cierta deformación del medio en una fase precoz. Sea como fuere, me parece que hace tiempo que debería haberse hecho un estudio más amplio de la función materna en la fas e m ás pre coz , por lo que deseo unir las diversas sugerencias > presentar una teoría para su debate.
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r> Mi tesis c:.s que en la tase más preco z estam os t rata nd o ¡con un estaoo muy especial de la madre, una condicion psicológica que merece un nombre, como puede ser el de /Veo [capación Hibernal primaria. Sugiero que Ja literatura psi ^roanaluica rx> ha rendido tributo suficiente a una condición ps iu ui aln ca mu y esp eci al de la ma dr e ace rca de la cua l dese o decir lo siguiente: «___ Gradualmente se desarrolla y se convierte en un estado d¿ sensi b i1idad exalta da du ra nte el em bara zo y es .pecialn^ntc hacia..el linal del mismo. I)u ra unas cu a n tas sem anas desp ue s_d e 1 na cimiento del pccueño. No es fácil me nte rec or da do po r la m ad re un a vez que se lia recobrado del mismo. ~ Tria aun ma s lejos ““y diría que el r ecu erd o que de este estado conservan las madres tiende a ser reprimido. Este estado organizado (que sería una enfermedad si no fuese por el hecho del embarazo) podría compararse con un ■Calado de i plecamicnto o de disociac ión, o con una fuga o incluso con un trastorno a un nivel más profundo, como por ejem p 1o un ep isodio csquizojdt; ,en el cua l alg ún a spe cto de la pe rso na l idai se ha.ua tem por alm ent e do m in an te. Me gu sta ría encontrar u:¡a buena forma de denominar este estado y pro po ner la p a n que se tuviese en cu en ta en tod as las ref ere ncias a la fa.se más precoz de la vida del pequeño. No creo que sea pu¿ ble comprender el funcionamiento de la madre durante el *nismo principio de la vida del pequeño sin ver q&e la madre debe ser capaz de alcanzar este estado de sen
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sibiiidad exaltada, casi de enfermedad, y recobrarse luego del mismo. (Utilizo la palabra «enfermedad» porque una mujer debe estar sana, lanto para alcanzar este estado como para r e c o b r a r s e de él cuando el pequeño la libera. Si el pequeño muriese, el estado de la madre se manifestaría repentinamente en forma de enfermedad. La madre corre este riesgo.) He dado a entender esto en el término «dedicada» dentro de las palabras «madre corriente dedicada» (Winnicott, 1949). .■* {Ciertam ente, hay much as mujeres que son buenas mad res en todos los demás aspectos y que son capaces de llevar una vida rica y fructífera pero que no pueden alcanzar esta «enfermedad normal» que les permite adaptarse delicada y sen sib 1emente a las necesidades del pequeño en el com ienzo; o bien lo con sig uen con uno de sus hij os pe ro .n o con los demás. Tales mujeres no son capaces de preocuparse de su pro pio peq ue ño con excl usió n de ot ros int ere ses , de un a fo rma normal y tem poral j Puede suponerse que en algunas de estas personas se produce una «huida hacia la cordura». Ciertamente, algunas de ellas tienen otras preocupaciones muy importantes que no abandonan fácilmente o que tal vez no sean capaces de abandonar hasta haber tenido sus primeros beb és. Cu and o un a m uj er tiene una fu er te ind enti fica ció n m asculina se encuentra con que le es muy difícil cumplir con esta parte de su función materna, y la envidia reprimida del pen e de ja poco espa cio par a la pr eoc up ación m at er na pr imaria. En la práctica, el resultado consiste en que tales mujeres, una vez que han tenido un niño, pero habiéndoseles escapado la primera oportunidad, se encuentran ante la tarca de com pensar lo perdido. Pasan un largo periodo para adaptarse es trechamente a las crecientes necesidades del pequeño y no es seguro que consigan reparar la deformación precoz. En lugar de dar por sentado el buen efecto de la preocupación precoz y temporal, se encuentran atrapadas en la necesidad de te rapia del pequeño, es decir, la necesidad de un prolongado período de adaptación a la necesidad o de mimos. En vez de madres, son terapeutas. Al mismo fenómeno se refieren Kanner (1943), Loretta Hender (1947) y otros que han tratado de describir el tipo de madre que es susceptible de producir un «niño autista» (Créale, 1951; MahJer, 1954). Es posible establecer una comparación entre la tarca de la madre, en lo que hace a la compensación de su pasada incapacidad, y la «arca de la sociedad que intenta (a veces con conseguir la identificación social de un niño despo-
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seído que se halla en estado antisocial. Esta labor de la madre (o de la sociedad) encierra una fuerte tensión debido a que no se realiza de manera natural. La tarea que se em pr en de tien e su lu gar apr opi ado en un a fase an terio r, en este caso aquella en la que el pequeño sólo empezaba a existir como individuo. Si es aceptable esta tesis del estado especial en que se halla la madre y su recuperación del mismo, entonces podremos examinar con mayor detenimiento el estado correspon* diente en que se halla el pequeño. El pequeño tiene: Una constitución. Tendencias innatas al desarrollo («zona libre de conflictos en el yo»). Movilidad y sensibilidad. Instintos, involucrados en la tendencia al desarrollo con cambios en la dominancia zonal: La madre que alcanza el estado que he llamado «preocu pa ció n m ate rn al pri ma ria» ap or ta un m arc o en el que la constitución del pequeño empezará a hacerse evidente, en el que las tendencias hacia el desarrollo empezarán a desplegarse y en e! que el pequeño experimentará movimiento es po ntá ne o y se co nv ert irá en po see dor de las sen sac ion es que i£son apro piada s a es ta fase precoz de la vidiD En este con/ ^Texto no es necesario hacer referencia a la vicia instintiva ya que lo que estoy tratando empieza antes de la instauración de los patrones instintivos. He procurado describir todo esto utilizando mi propio lenguaje, diciendo quejjsi la madre aporta una adaptación suficiente a la necesidadrla vida del pequeño se ve muy poco turbada por las reacciones ante los ataques. (Naturalmente, lo que cuenta son las reacciones ante los ataques y no los ataques mismos.) Los fracasos matemos producen fases de reacción ante los ataques y estas reacciones interrumpen la continuidad existencial del pequeño. Cualquier exceso en ta les reacciones producé, no la frustración sino la amenaza de aniquilamiento. Esto, a mi modo de ver, es una angustia pri mitiva muy real, muy anterior a cualquier angustia en cuya descripción intervenga la palabra «muerte*."} Dicho de otro modo, la base para la instauración del yo la constituye la suficiencia de la continuidad existencial, no interrumpida por las reacciones ante los ataques. La suficiencia de la continuidad existencial sólo es posible al principio
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si la madre se halla en c! estado que les he sugerido y que es algo m u y real cuando la madre sana se halla cerca del final del embarazo y en las primeras semanas después del naci micnto del bebé . * si la madre se halla sensibilizada tal como acabamos d e exponerlo, podrá pon ers e en el lugar del pequeño v, de este modo, satisfacer sus necesidades. Éstas, al principio son corporales, pero paulatinamente pasan a ser necesidades del yoja medida que la psicología va naciendo de la elaboración imaginativa de la experiencia física. Empieza a existir una relación yoica entre la madre y el J ' pequeño, relación de la que la madre se recupera, v a partir de la cual el niño puede a la larga edificar en la madre la idea de una persona. Visto desde este ángulo, el reconocimiento de la madre en tanto que persona viene de manera pos itiv a, nor ma lm ent e, v no sur ge de la exp erie ncia tle la madre como símbolo de la frustración. El fracaso de adaptación materna en la fase más precoz no produce otra cosa que a aniquilación del self del pequeño: En esta fase, el, niño, no percibe de ningún modo lo que la madre hace bien. Esto, según mi tesis, es un hecho. Sus fracasos no son percibidos en forma de fracasos maternos, sino que actúan como amenazas aja autoexistenrin pe rsn nn l Recurriendo al lenguaje de estas consideraciones, la ains. trucción precoz del y o es. por consiguiente, silenciosa. La primera organización del vo procede de la experiencia do ame nazas de aniquilación que no conducen a la aniquilación y con respecto a las cuales hay recuperación repetidas veces. Par: tien do de ta les experie ncias ~ía confianza en la rec uperac ión comienza a ser algo que lleva a un ego v a una capacidad deL yo para enfrentarse con la frustración. Espero que les parezca que esta tesis contribuye al tema leí reconocimiento de la madre como madre frustrante por pa rte del peq ueñ o. Esto es cie rto má s ad ela nte , per o no lo es en esta fase precoz. Al principio, la madre que falla no es percibida como tal. A decir verdad, el reconocimiento de la de pe nd enc ia ab so lut a de la m adr e y de la cap aci da d de ést a pa ra la pre ocu pac ión pri m ari a, o com o qu ier a que se llame , es algo que pertenece a la extrema sofisticación y a una fase que los adultos no siempre alcanzan. El fallo general de reconocimiento de dependencia absoluta al principio contribuye al temor a la MUJER que es propio tanto de hombres como de m ujer es (Winni cott, 1950, 1957 a). *" f£h °ra podemos decir por qué creemos que la madre del beo é es la per son a más idóne a pa ra el cu ida do de este; es
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ella quien puede alcanzar esc estado especial de preocupación maternal primaria sin caer enferma. Pero una madre adop tiva, o cualquier mujer que pueda estar enferma en el men tido de preocupación primaria, también puede estar en con diciones de producir una adaptación suficiente, gracias a cier na capacidad para la identificación con el beb é. 3 W De acuerdo con esta tesis, un medio suficiente en la pri mera fase permite que el pequeño comience a existir, a tener experiencia, a construirse un yo pe rso na l, a do m ina r los ins tintos, y a enfrentarse con todas las dificultades inherentes a la vida. Todo esto le parece real al pequeño, que es capaz de poseer un self que a la larga incluso, puede permitirse sacrificar la espontaneidad, incluso morir. Por el contrario, sin una inicial provisión ambiental satisfactoria este 5c// capaz de morir jamás se desarrolla. La sensación de realidad se halla ausente y si no hay demasiado caos la sensación definitiva es de futilidad. Las dificultades inherentes a la vida son inalcanzables, y no digamos las satisfacciones. Si no hay caos, aparece un falso self que oculta al verdadero self, que se aviene a las exigencias, que reacciona ante los estímulos, que se libra de las experiencias instintivas teniéndolas, peto que únicamente estará ganando tiempo. Se verá que. según esta tesis, es mas probable que los factores constitucionales se manifiesten era la normalidad, allí donde el medio de la primera fase se haya adaptado. A la inversa, allí donde haya habido un fracaso en esta primera fase, el pequeño se ve atrapado en unos primitivos mecanismos de defensa (falso self. etc.), que corresponden al temor a la aniquilación, y los elementos constitucionales tienden a verse sojuzgados (a menos que sean físicamente manifiestos). Es necesario, al llegar aquí, dejar sin desarrollar el tema de la introycecion que el pequeño realiza, de los patrones de enfermedad de la madre, si bien se trata de un tema de gran importancia en consideración al factor ambiental de las lases siguientes, después de la primera fase de dependencia absoluta. Al reconstruir el desarrollo precoz de un pequeño, no sirve de nada hablar de instintos, excepto sobre la base del desarrollo del yo. Se registra una divisoria: Madurez del yo: las experiencias instintivas retuerzan el yo. Inmadurez Inmadurez d e l v o : l a s e x p e r i e n c i a s instintivas m terrum ,pen el yo.
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Aquí, el yo implica una suma de e x p e r i e n c i a s . El self indi vidual empieza como una suma de la experiencia inactiva, de la movilidad espontánea, y de la sensación, regreso de la actividad al descanso, y la gradual instauración de una capacidad para aguardar la recuperación de la aniquilación; aniquilación resultante de las reacciones ante los ataques del medio ambiente. Por esta razón, el individuo necesita empezar en el medio ambiente especializado al que me he referido bajo el encabezamiento de «Preocupación materna primaria».
15. La tendencia antisocial1(1956)
La tendencia antisocial plantea una serie de problemas di* iíciles al psicoanálisis, problemas cuya naturaleza es a la vez práctic a y teórica . Freud, en su introdu cción a Wayward Youth, de Aichhom, demostró que el psicoanálisis no sola* mente contribuye a la comprensión de la delincuencia, sino que además se ve enriquecido por la comprensión de la labor de aquellos que se enfrentan a la delincuencia. Sin embargo, voy a hablarles de la tendencia antisocial y no de la delincuencia. Esta elección se abona en que la defensa antisocial organizada se ve sobrecargada con una serie de ganancias secundarias y reacciones sociales que hacen di fícil al investigador alcanzar su núcleo. Por contraste, la tendencia antisocial puede estudiarse tal como aparece en el niño normal o casi normal, en el cual se halla relacionada con las dificultades inherentes ai dcsarrónó emocional. . Empezaré haciendo dos breves referencias al material clínico: ...
Para efectuar mi primer análisis de un nifto escogí un delincuente. El muchacho estuvo acudiendo a la con sulta durante un año y el tratamiento fue interrumpido a causa de los trastornos que e! chico provocaba en la clínica. Podría decir que el análisis marchaba bien y que su interrupción causó aflicción tanto al chico como a mí, pese a que varias veces me mordió fuertemente t. Leído snte l a Sociedad Psicoanalítk* Británica, d 20 de ionio de 1956.